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< La teoría literaria constituye :.oyen día un campo 'específico de le


enseñanza y de la i;westigación en literatUra. Se nutre de!,.,, aportacio-
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humanas y sociales a lo largo de treinta af.os. · -~ .c.
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Destinada o servir de curso introductorio a la teoría literaria, esto obra .::¿,
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·se dirige al con;:mto de es~diontes de letras, de lite ron :ras e. .Jranjeras,
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experie1 .ciase informe problemático y un medio de trabajo indiv!dual y
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Se realizó por la iniciativc de la Association lnternationale de Littérature
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1 Comparée e intervinieron 21 universitarios e inve~iigadores de 8 países.


Su concepc,ón y realización estuvo bajo la dirección de: t~1 )¡..,.

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More A.1genot: profesor de literatura comparada, Universidad McGill
(Montreal);
Jeon Bessiere: vicepresidente, profesor de literatur<? comporadc;;.
Université de La Sorbonne Nouvelle;
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Douwe Fokkema: profesor de literatura comporada, Universidad de 1 o~ ''
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si.· 1d Victoria (Toronto).
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IS8N96R-2J-1855-6

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...IX.'Jeatores
tmducció11 e/('
ISABEL VERICAT NÚÑEZ
TEORÍA LITERARIA

publicado bajo la dirección de


M!\RC 1\NGENOT
JEAN BESSIERE
DOUWE FOKKEM;\
EVA KUSIINER

con la colaboracirin de
E. CROSS, J. CULLER,l\1. GLOWINSKI, E. IBSCfl.
A. KIBÉDI VARGA, W. KRYSJNSKI, J. LAMBERT,
P. LAURElTE, E. MELETINSKY, E. MINER, 1'. PA VIS,
R. ROBIN, H.-G. RUPRECHT. J. SCIIULTi!-SASSE,
M. SZEGEDY -MASZÁK, M. V ALD(::s. J. WEISCJERBER

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sigo
veiltiuno
editores

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fNDICE

siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.


CERrtr': DEL AGUA 248. DELEGACIÓN COYOI\CAN. 0<1310 MEXICO O F
INTRODUCCIÓN: TEORIA LITERARIA. TEORfAS DE LA LITERATURA. por MARCAN-
siglo veintiuno de españa editores, s.a. GENOT. lEAN DESSIERE. DOIIWE f-OKKEMA. EVA KUSIINER 9
CALLF rLt\lA 5. 28043 MADRID. ESPAÑA

PRIMERA PARTE: IDENTIFICACIÓN E IDENTIDADES DEL IIECIIO LI-


TERARIO

l. SOCIEDADES, CULTURAS Y IIECIIO LITERARIO, por ELEA7.AR ~IEI.ETINSKY 17


Sincretismo de las artes y arte verbal, J 8; Rito, mito y literatura, 20; Gl-ncsis de la
literatura, 22; El poeta, el autor, el escritor. 25; Poética e intención nriÍ!'ticil, 27; Los
j¡éneros. 30; Tipologfa comparada, 32 -

2. LA LITERATURIDAf?.por JONATIIAN CUI.LER 36

3. EXTENSIÓN !)INCERTIDUMBRE DE LA NOCIÓN DE I.ITERATIIRA. por R(c;JNE


ROBIN 51

Cr.!IO Dl INV[ST'S'CIOHES 4. UNIVERSALIDAD Y COMPARABILIDAD. por PIERRE LAl!RETTE 57


UIIE AIH•Ir.l DEl NORTE
BIBLIOTECA 5. CONJETURAS E INFERENCIAS: LOS UNIVERSALES DE LA UTERATtlRA. por
IIANS-GEORGE Rlii'RECIIT 70
Problemas de lo universal. 70; Más acti de lo general: loo; prohlcmas Ue lo particular,
79~ Pensar la invariancia: aporías y condiciones de pertinencia, 85

SEGUNDA PARTE: EL SISTEMA LITERARIO

6. L~':l_S GÉNEROS LITERARIOS, por MICIIAL Gl.OWINSKI 93

7. ESTUDIOS TEATRAI.ES.¡wr PATRirE PAYIS 110


Finalidades de Jos csiUdios, 111; Perspectivas y terrenos, 112; Un saht"r en proceso,
ESTA OnRA SE PUnLICA CON LA AYUDA 123
DE!, MINISTERIO FRANCÉS DE LA CLJLTURA
8. ARTil'lii.ACIÓN IIISTÓRICA DE LA I.ITERATURA,por EVA KUSI/NER 125
primera edición, 1993 Poner en tcl<1 tic juicio el dominio entero de los estudios literarios implica hacer lo
e> siglo xxi editores, s.a. de c.v. mismo con la historia lítrraria, 125; Saber reconocer los presupuesto<> de toda
primera edición en francés, 1989 (re)construcción, histórica o no, 126; Nociones que gravnn la pdctica de 1J historiil
f) JlfCS."CS uoívcrsitaircs ti(" fratll'C, pJrÍs litcrHria, 12R; ;,Un "ticn.po reencontrado" de la historia liternrin?, 129; Espejismos
título original: théorie litréraire de la cientiricid;ul, 1~O; 1\rticui<u sin someter, 1:12; La literatura es, si multáneamcn-
te, distinta e incli~ociahle de la historia, 1~4; Historia literaria e histnria de bs nacio-
ishn 968-23-1855-6 nes, 136; En husca de un corpus, 138: Vida histórica del sistema literario. 140; La
articulación de la historia literaria como discurso, 142
dcrcdwc:; reservados conforme a la ley
impreso y hecho en méxico/printcU anllnK1dc in mcxico
151

JQ t4 t St 4 L- a a uawa. .c.s;oes_.ws;q;;;: .. . a:¡;qpJNi JJ! Aii #OOU FM# 44 U! iM.DIWQJ24ZiiASC4AMi214U41UC:.IAb. 21.. .L$! JO ttd J •• PM& a AC
INiliC'E
6 IN DICE 7

9. SOCIOJ.Ol;fA DE J.A LITERATliRA,f'OI' FllMOND CROS 145


17. LA EVALUACIÚN EN 1.11 FRATIIRA.f'OI' JOCIII'N SCIIIIL'I E·SASSE 311
Objetivos críticos lu:tcfogéneos, 145; Las grandes mcdltKioncs. 154; La sociocríti-
ca, 16J;Condusi6n, 171
18. I.ITERATURA Y REI'RESENTACif)N,por lEAN BESSIERE J56
172 l~a inll'rll:ión rc~Ji.;;la, ~ 1; Ohra y construcci6n scm:1ntica convencional, 2fi): l.a no-
1O. J.A 1 R,\l)tiCCIÓN.f'OI' JOS!'; I.AMI\ERT
CJ(m de SJIIIUI<JCJÓn, 2ó6, La simholi7.ación soda!, 3()8~ I~:._~~!S.~i~~ _17 J
t~o;;tudi1lS teóricos o cstmlios hi~tórico"., 172: l.a traducción traducida en prc~unta:;;,
173; El modelo sistémico, 17._¡; La literatura lr~1ducida como sistema intermedio,
179; Estudios y proyectos, 181 19. CUESTIONES EPISTEMOLÓlOICAS,por DOUWE FOKKEMA 376
La distinción del ~ujeto y del objeto en estudios literarios. 376: La juc;tificaciún de
183 l<1s hipótesis cicntfficas, 381; La inve-stigación empirica y la comunicaciún literaria,
1 l. ESTliiJIOS COMPARADOS INTERCUI.TlJRALES,por EARL MINI'R
386; lA1 fiabilidad de la investigación histórica, 394; 1\ modo de conclu,ión, 406
Si11e qua IIVll de los estudios intcrculturalcs: una rncjor teoría de los estudios intra-
cultur<~lcs, 1H5; Las hegemonías condicionan las relaciones inlcrculturalcs pero no
bastan partl explicarlas, 187; Los géneros: pie.i.l.Gu..lc-l!l!l!_lt2__'~-!~IS -~~L?Ecificidadcs
culturales, IR9: Si-;tcmas y sistcmati1ación. 192; B1ísqucda de nor1na:-. de cn1npara- DOCUMENTO: "ESCRllliR LA IIISTORIA. EL EJEMPLO DE I.A IIISTORIA COMPARADA
hi1Tda-,f.l'96; Valor p;nlit.:ulm de los estudios intcreulluralcs: la extraiicra del otro DE l. AS LITERATURAS DF LENGUAS EURUI'EAS": PRINCII'IOS Y OR(;ANIZACI<)N, por
lleva al dcscuhrimicntn de vínculos profundtlS, 198; G~nr-n1s difc!:C.!1tcs puc_d~~---­ lEAN WEIS<a;RIIER
'!cr funciones sin_~ilmcs, 199; Afinidades form;¡Jes: i.~f~~los sin c:m<>a o signos de El cucstionamienlo, 408; El comparativismo frente a las hi~torias de las literaturas
univcrsak~·á~2iló;¿."i>~i~.flcgiaría Occidente la mímcsis y Oriente la cxpresividml7, nacionales, 40'1; Internacionalismo y trabajo de cyuipo, 41 O; Pluralismo. ¡,Complc~
201, La lt..'(~rita~~~l?~) iqtcr\,.':\!ltural carga con el dcsronocimicnto del otro, 202; No re--~ lllcntaricdad'/, 411; Divisiones, 413
ducir lo divc~~o a lo mismo, 2{).1: Oc ni ro del sistc111a universal, los vacíos se compen-
san con llenos dondequiera, 204 lllllLIOGRAFfAS 415

IN DICE ONOMÁSTICO 455


TERCERA PARTE: TEXTO Y COMUNICACIÓN LITERARIA
IN DICE ANALfTICO 465
12. FLTEXTO COMO ESTRUCTURA Y CONSTRUCCIÓN.¡>or MIIJAI .Y SZFGI'DY·MASZÁK 209
Ohsc1 vaciones preliminares: lingüística y poétic;:l, 209; Tropos y figur<1s: considera-
ciones hisl(ll icas, 212; Figur;¡s morfolúgicas y sint:kticas, 216; Las liguras scm:1nti-
cas, 221; Cronotopns, 226; Punto tic vista y situación d~l dist.:urso, 233~ La intriga,
245; i\ moJo de conclusión. 249

13. RETÓRICA Y I'ROIHJCCIÓN DEL TEXTO. por ARON Kllll:lll VARGA 251
Nomhrar o comunicar, 251; 1...<':-; géncrus. 254; Las fases de la producción, 259; El
anúlisis retórico de los textos, 262; Conclusión, 268

14. "SUBJI'CTliM COMP,\RATIONIS": LAS INCIIltNCIAS DEL SUJETO EN EL DISCUR·


SO.¡>or WI.AIJIMIR KRYSINSKI 270
Sujclo: La palabra y el concepto, 270; Dc,tino del sujeto en J;-¡, teorías literarias,
271; De la anttnpología a la anlropologf;Jiilo~úfica, 2T2.; Los filosoknwsdcl sujclo,
275; De las tcmí;1s del sujeto aJa..; tcnrí~l'> del texto, 27(l; Tensiones de lo social y
caminos de la litcr.Jtura. 2XO; La pcrlincncia del sujeto en lo litt:rario, 282; Perspec-
tivas comparatistas: corpus de suhjcti\•idades. 2R5

15. LA RECEPCIÓN LITERARIA. por ELRIJD IBSCII 287

CUARTA PARTE: VÍAS Y MEDIOS DE LA CRÍTICA

16. IJE LA INTERPRI' I'ACIÓN,por ~!ARIO VALilÍéS 317


Funciones de L1 interprc-taciún, 317; Contra !1.1 inlciJHL't<Kiún, ~21; El Jesarrolln de
la teoría de la interpretación, 32'l
Li>ta de aurores INTRODUCCIÓN

MARC ANGENOT: Profesor en la Universidad Mc(lill (Mnnlreal)


JEAN llESSif:RE: Vicepresidente, profesor en la Universidad de la Sorbonne Nouvelle Teoría literaria, teorías de la literatura
EDMOND CROSS: Profesor en la Universidad Paui-Valéry (Mnntpellier)
JONA TilA N CILLER: Profesor en la Universidad Cornell (lthaca, N. Y.) MARC ANGENOT, JEAN llESSIÍ,RE,
DOUWE FOKKEMA: Profesor en la Universidad de Utrcchl DOUWE l'OKKEMA, EVA KUSIINER
MICHAEL GLOWINSKI: Profesor en la Academia de Ciencias (Varsovia)
ELRUD lllSCH: Profesor en la Universidad Libre (Amsterdarn)
ARON KlllÉDI VARGA: Profesor en la Universidad Libre (Amsterdarn)
WLADIMIR KRYSINSKI: Profesor en la Univr "idad de Montreal
EVA KUSIINER: Presidente, Universidad Victoria (Toronlo)
JOSÉ LAMilERT: Profesor en la Universidad Católica (Lenven)
PI ERRE LAURETTE: Profesor en la Universidad Carletnn (Otawa)
ELEAZAR MELETINSK Y: Profesor en cllnstilnlo Gorki, Academia de Ciencias (Moscú)
EARL MINER: Profesor en la Universidad Princeton
PATRICE PA VIS: Profesor en la Universidad París VIII Esta obra propone un estado -internacional- de los debates y las investiga-
RI~GINE Rülll N: Profesor en la Universidad de l)nebcc en Montreal ciones en materia de teoría literaria. En ella se exponen puntos ue vista Ji-
HANS-GEORGE RUPRECIIT: Profesor en la Universidad Carlcton (Otawa)
JOCIIEN SCHULTE-SASSE: Profesor en la Universidad de Minncsola
versos: notación de la pluralidad de métodos y de teorías, indicación de los
MIIIALY SZEGEDY-MASKÁK: Profesor en la Universidad Eütvüs-Lorand (Budapesl) supuestos epistemológicos, referencias a los datos socioculturales y geográfi-
MARIO V ALDÉS: Profesor en la Universidad de Toronlo co-culturales; se trazan perspectivas vinculadas con la actualidad de las propo-
JEAN WEISGERllER: Profesor en la Universidad Libre de Bruselas siciones teóricas; se toman en consideración el campo y el objeto literarios en
su conjunto y de acuerdo con la multiplicidad de sus calificaciones. Está orga-
nizada en cuatro partes: 1] Identificación e identidades del hecho literario; 21
El sistema literario; 3] Texto y comunicación literaria; 4] Vías y medios de la
crítica. En cada una de estas partes se procede de acuerdo con un método dia-
léctico específico. En la primera se recuerdan las grandes identidades o identi-
ficaciones del hecho literario y se destacan los intentos de pensar lo literario de
una manera a veces genética, a veces unitaria, así como los equívocos de un
método de esta índole. entendido en la doble faceta de lo uno y de lo rlllíltiple.
El análisis de cómo se habla hoy de la literatura y se teoriza sobre ella traduce
la dificultad que existe para discriminar lo literario y para elaborar una concep-
tualización sistemática de ello. En la segunda parte se contempla lo literario
siguiendo los sistemas que perfila y los sistemas disponibles o específicamente
construidos por las teorías en las que lo literario se inscribe: géneros, historia
y literatura, sociedad y literatura, conjuntos interlingüísticos, intercultura-
les, y literatura. Se contempla también lo literario y sus realizaciones frente a
su otro y en la relación con él, definido de manera interna o externa al objeto y
al campo literarios. La tercera parte se ciñe a cómo se teorizan la realización de
lo literario -el texto--, quién elabora esta realización, y el juego de comuni-
cación en el que se fragua o bien suscita. Si se puede hablar de una certidumbre
textual de lo literario -inevitable en tanto que es la consecuencia de la hipó-

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10 ~ARC AN<;I'NOI, lEAN IIESSIÍ'.RE. DOUWE FOKKEMA, EVA KUSIINER INTRODliCTIÓN: TEORfA LllFRARIA, TEORfAS DE LA LITERATURA 11

tesis o de la constatación del objeto literario-, los diferentes enfoques meto- producido en el campo de las ciencias del hombre, y sobre todo en lingüística,
dológicos -retórico, pragmático, análisis discursivo, narratología, problema en psicoanálisis y en antropología cultural. En su momento, el estructuralismo
del sujeto, recepción- indican que el análisis del texto y de la comunicación fue un Il:unado al rigor en el análisis, pero también al distanciamiento entre el
literaria a veces dispone y a veces no de una identidad de lo literario. En la modelo de búsqueda y los materiales que había que organizar. El espacio que
cuarta parte, se juega en un doble plano con la noción de interpretación: ¡,cómo de este modo se creaba ya era teórico en la medida en que exigía por parte del
interpretar lo literario? ¿Qué da a interpretar? La interpretación es un proble- sujeto del conocimie.1to una intervención metodológica consciente y transfe-
Jn~l en sí que todavía requiere el examen de su posibilidad y el de su pertinencia rencias conceptuales de disciplina a disciplina, pero también un esfuerzo de
o de su propiedad. Esta parle concluye con el examen de las preguntas episte- validación. En nuestra opinión, este último fue sobre todo el signo anunciador
mol<ígicas que plantea todo análisis de lo literario, sobre todo en el contexto de una era de reflexión teórica en materia de Litcraturwissenschoft. Esta refle-
conlempor;íneo de las ciencias sociales y de las ciencias humanas, y en la pers- xión se ha esforzado por dar a las investigaciones literarias su metalenguaje
pectiva de una interrogaci<ín sobre cuál puede ser la validez de las teorías y de propio y sistemas de notación homogéneos. Pero esta reflexión tenía ante todo
los métodos de investigación en el terreno literario. que revertir sobre ella misma, como así ha sido en la historia de las ciencias
Este recorrido de preguntas se vale, problcmatizándolos, de los métodos, exactas, naturales y humanas, a fin de interrogar su propia validez --empezan-
teorías, tesis, que participan de los diversos temas e interrogaciones que hemos do, claro está, por la de sus experiencias pasadas.
citado. Estos métodos, teorías, tesis, no son considerados por ellos mismos, Esta fase ha contrapuesto "teóricos" a "historiadores". Los primeros repro-
sino de acuerdo con su situación recíproca y de acuerdo con el diálogo, explí- chan a los segundos la naturaleza a veces positivista de sus constataciones, de
cito o implícito, que mantienen o que exigen que se discierna. sus trabajos, y la fragilidad epistemológica de sus enunciados. Y los segundos
reprochan a los primeros su olvido aparente del carácter irreductiblemente
único de la obra literaria en el tiempo.
En Francia, la interrogación teórica en literatura, que desde principios de
JI los años cincuenta ilustra Roland Barthes, se desarrolló en los años sesenta
simultáneamente dentro y fuera de la Universidad, y muchas veces contra
la tradición de los estudios literarios. Las reformas de los planes de estudio a
Lo~ investigadores y los universitarios que han tomado la iniciativa de esta
consecuencia de los acontecimientos de mayo de 1968 han tenido en consi-
obra, sus compiladores y sus autores, tienen la convicción de que ésta respon-
deración los problemas de teoría literaria sin, no obstante, hacer de ello un te-
de a una necesidad real, tanto en los círculos universitarios como en el público
rreno específico de los estudios literarios. La École des Hautes Études en
que se interesa por los estudios y los trabajos sobre la literatura.
Sciences sociales, al acoger en su seno a R. Barthes, A.-1. Greimas y G. Genetle,
Todo terreno del conocimiento y toda disciplina necesitan una fase de auto-
y el Collcge de France, al admitir a R. Barthes y después a Y ves Bonnefoy, hnn
rreflexión. La que se refiere a la literatura siempre ha acompañado en realidad
contribuido en gran medida a establecer una enseñanza de la teoría literaria.
a ésta sin reivindicar por ello un estatuto verdaderamente teórico, en particular En otros países, la historia literaria llamada tradicional ya había sido confron-
como ciencia del discurso. Esta fase ha asumido con frecuencia la forma de
tada y modificada en diferentes momentos por movimientos de reflexión
crítica que analiza, describe y tal vez juzga un texto o un corpus en concreto. metodológica y teórica que pudieron integrarse más rápidamente a las ense-
También ha asumido la forma de historia literaria que reagrupa los fenómenos ñanzas universitarias (formalismo ruso, estructuralismo checo, new criticism
literarios, estableciendo entre ellos vínculos sincrónicos y diacrónicos, o la norteamericano, escuelas de Frankfurt y de Constanza ... ). Resta decir que aquí
forma de doctrinas literarias, o de poéticas, tanto normativas como descripti- y allá la Théorie de lolittéroture de Wellek y Warren fue durante mucho tiem-
vas. ¿,Por qué en el seno de todo lo mencionado ha habido y hay que teorizar? po el único recurso pedagógico. Esta teoría establecía (como también lo hace
¿Cómo asume la teoría una existencia específica en relación con su objeto, la La anatomía de la crítica de Northrop Frye) la especificidad de los estudios
literatura? Los estudios literarios han lardado en plantearse estas preguntas y literarios frente a otras disciplinas, pero también sus relaciones con éstas, y
en tratar de responderlas. Poco a poco lo han ido haciendo bajo el impulso de proponía métodos de descripción de los estratos de la obra literaria y del siste-
las renovaciones que en el transcurso de los años cincuenta y sesenta se han ma literario.

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MARC" ANGENOT. JI'AN JIESSIERE. DOUWE J'OKKEMA. EVA KUSIINER INTRODUCCIÓN: TF.ORfA LITERARIA. TEOR(AS DE LA UTERATIJRA 13
12

En las dos últimas décadas se han publicado otras obras de teoría literaria ción epistemológicos. Pero fue y sigue siendo una ilusión, una utopía útil,
(como la de T. Eaglcton y la de A. Kibédi Varga'). Estas obras se han caracte- ambas incluso creadoras porque son fértiles en aplicaciones de envergadura
rizado asimismo por la multiplicación y la fragmentación de las escuelas de internacional.
pensamiento teórico. Cada una de las etapas del "trayecto crítico", descrito por
Starobinski, se abre a su propia reOexión teórica y es interpelada y hasta trans-
formada por ella. Entramos en .la era de las teorías, que nacen en contrapo- 111
sición con las prácticas, y a veces se convierten a su vez en prácticas y se
esclcroti7.an en una definición. Ahora bien, la teoría, si quiere permanecer vi-
va, no ha de identificarse precisamente con una teoría, sino que ha de seguir La idea de una obra de síntesis, colectiva e internacional, dedicada a la teoría
creando y renovando un espacio en el que la reOexión teórica se distancie, se literaria nació en los círculos de la Asociación Internacional de Literatura
objetivice y se universalice en relación con su objeto. Comparada. Una primera versión del proyecto fue elaborada por Béla Kopec-
Respecto de tal noción de actividad teórica, la mejor obra sería la que con- zi, de la Academia de Ciencias de Hungría, en consulta con Eva Kushner y
dujera al estudiante a teorizar para y por sí mismo, y éste es el ideal que adop- Roland Mortier y, más tarde, Ralph Heyndels. 1 Esta primera versión destacaba
tan los autores de la presente obra. Esto no significa que haya que abstenerse la voluntad de hacer progresar y de promover el estudio de los problemas de teo-
de exponer, clasificar y sistematizar la gama de opciones de que se dispone, ría de la literatura, conside:-ada en sus aspectos propiamente literarios y de co-
sino que no hay más que un medio, más bien que un fin, para lo que se podría municación a la vez. Dos coloquios, organizados a iniciativa de Eva Kushner
denominar una "educación teórica". en 1982, justo antes del congreso de la AILC en Nueva York en 1984, con moti-
Esto exige ante todo una exploración del territorio completo, al menos en vo de un congreso de la FILLM en Budapest, permitieron amplias discusiones
potencia. Según las compatibilidades y las incompatibilidades, el lector privi- sobre cuestiones de teoría literaria.l Muchos de los colabo1adores de este vo-
legiará o profundizará una u otra ctnpa del trayecto. Sin pretender definir este lumen participaron en estos coloquios. El Comité ejecutivo de la AILC, reunido
trayecto de manera dogmática, lo cual se opondrín al espíritu de la investiga- en Viena en octubre de 1983, dio la aceptación formal para la realización de
ción teórica, nosotros lo hemos trazado a partir de puntos de tangencia Y de este volumen. Un año después, cuando se reunió en Budapest, concedió poder
consenso subyacentes a toda teoría, y hemos tratado de observar grupos de do- a los cuatro compiladores para que procedieran a la selección de los colabora-
dores -<:uyos perfiles debían ser bastante diversos-, y para que llevaran a
minantes.
Se observará también el Jugar que se concede en esta obra a la literatura cabo una obra que reOcjara el estado internacional de la discusión sobre Jos
comparada, que de este modo se presenta como coextensiva al conjunto de problemas de teoría literaria. Ni la A!LC ni su Comité de Teoría literaria -cuya
los estudios Jitemrios. Hay para ello dos razones de fondo. Una es de orden primera presidenta fue Eva Kushner ( 1983-1985)- intervinieron en la elabo-
contextua!: en América del Norte y en Europa, fue frecuente que los debates ración de la obra. Se invitó a varios miembros de ese comité a colaborar en este
universitarios se organizaran en literatura comparada (en oposición a Jos de- volumen y dos aceptaron. Los cuatro compiladores de este volumen tienen la
partamentos, secciones y centros de estudio de literaturas nacionales) y que se plena y exclusiva responsabilidad de la publicación en su forma actual.
llevara a cabo la investigación en materia de teoría de manera cada vez más
amplia. La otra razón es de orden más intrínseco: como son intcr!ingüísticos,
internacionales e interculturales, los estudios de las literaturas comparadas
parecían de entrada más aptos que los estudios nacionales para alimentar una
reOexión universalizadora. Que en ello hubiera una ilusión o una utopía. es pre-
cisamente lo que se constata cuando se trata de delimitar la naturaleza de un
• Este proyecto formó parte en su origen de un conjunto más amplio dedicado a la historia
método verdaderamente teórico formado por un cuestionamiento y una valida- de las poéticas. Esta historia de las poéticas dará lugar sin duda a una obra complementaria.
2 Estos coloquios tuvieron respeclivamcnte por tema: "Renovaciones en la teorfa de la his·

• Ybse en la bibliografía las referencias a eslas dos obras: Eaglclnn, 1983; Kibédi Varga, toria literaria" (véase bibliografía: E. Kushncr, 1984), y "Papel de la tcorfa literaria en los estu-
dios de literatura comparada" (publicado en Budapest por la revista NeoiJelicon, xm/2).
1981.
PRIMERA PARTE

IDENTIFICACIÓN E IDENTIDADES DEL HECHO


LITERARIO

a ,SQ ; .S N4 , fCWI fA A U , IPZ ;tU_$$4 a use .;: .145 , ¡g ;;a . SU WMtMtti.IU P 4 S k IAM11\4Q&Ii&i!$ WWJ$1 1 &! 1 U . SQJUOI 0$ •
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Sociedades, culturas y hecho literario
ELEI\Zi\R MELFTINSK Y
revisadof'Or JE!\N BESSIÍ:óRE

En el 111arcn de la teoría literaria. es importante plantear la pregunta de ctÍIIH>


se realiza el hecho literario. Hecho literari?'_sc tom:~ aquí en su acepción am-
plia, ya que abarca lo que se entiende habitualmente por 9bra... pero t<llnbién lo
que acontece _c_n_!t~~l]~ _;~l~ _ol?_r!:'_:=E..C!_'l!_e~tQ., p_úbljCQ-:-~ lo que la precede -an-
~t;:~dente_s, aut9r- y_lo queJa l)igue -la recepción, sus inlluencias.. En esta
/,}
notación de los antecedentes y en esta indicación del fenómeno literario, se
llega al prob!t:.!!la clf_J.i¡_jcJ2ntifi~ación, de un comienzo de este fenómeno, y al
de la difc;:~ci<_~fi.Qn.J.u:Ql,i.IT¿_iva de lo literario en el transcurso de la hisloria. En
la notaZión de la serie históric;y-gc~-g-r?Wco-Ct~ltural del fenómeno literario, se
destaca la diversidad de las realizaciones de lo literario, pero tamhit'11 ele las
correspondencias y las similitudes que tienen q11c ver con la forme. J¡¡s sitwa-
ciones de enunciació-n, el estatuto del autor, el de la obm y las organizaciones
temáticas-y simbólicas. A todas estas preguntas corresponden btísquedas his-
tóricas y exigen, también inevitablemente, que se destaque explícitamente las
interrogaciones teóricas que comportan. Las variaciones del estatuto del autor
conducen al examen de la noción de autor. La alianza. la proximidad y después
la separación de lo csnito y de lo oral requieren el análisis comparado y con-
trastante de uno y otro. !lasta la historia de la diferenciación de lo literario
-en relación con las otras formas y medios de expresión sinlbólica y en rela-
ción con lo que sería un uso no poético de la lcnguú- est;í vinculad;¡ directa-
mente con las investigaciones sobre !a naturaleza de lo literario. Las realiza-
ciones de lo literario, por su diversidad histórica, geográfica y cultural, por las
correspondencias y las similitudes que hacen surgir, trazan una C!1he(cncia de
t()Jitcrnrio, Ésta es de importancia primordial tanto en la perspectiva de una
sistematización de la historia de las literaturas como en la de una definición de
lo literario pcr se, como un operador exacto para identificar y comparar obje-
tos que presentan un aire de familia. Recordar la génesis del fcn(ímeno litera-
rio en términos antrupoh'>gicos, etnológicos y culturales, accnltía a la vez la
necesidad y la dificultad de esta úefinicicín y de esta identificación. Basta con
recordar que lifP.!_(I_f_r~ra siguil}<:;a_s_ir}_equfvoco escr_iturn~ se habla sin c1nharg(1

1 17 1
18 El. EA ZAR MELETINSKY
SOCIEDADES. Cl!LIIJRAS Y IIFC'IIO 1.11 ERARIO
19

ue lilcra//lra oral, y la escritura, que es la marca de los ex.pertos, no impide que


se diga, por una partc,/itera/11/'(J culto y. por otra parte, literatura ~!opu/ar:
íla lar el juego de lo oral y de lo escrito, fijar algunas grandes 1denllda~cs hlsto-
s:- En el marco del sincretismo primero de las artes, hay diversos con1poncntes
con funciones espccfficas que toman su lugar de manera naturaL Por ejemplo,
en los ritos de los aborígenes de Australia, la danza representa la conducta
rico-culturalcs del fenómeno literario y, mediante ello •. trazar los or.1~cnes de
usual del animal-tótem, en tanto que el canto glorifica a los ancestros totémicos.
¡0 literario, sus grandes modos de realización, la evolución de la noc10n de ~u­
En las pausas, el comentario oral de los sacerdotes-brujos reconstruye el itinera-
tor, la importancia progre~iva de la preocupación forn.Jal, algunos r.aral.ehs-
rio sagrado de los ancestros a través de los territorios de las tribus vecinas. La
mos y correspondencias legibles en las literaturas occ1~entales y onentales,
nnísica de los instrumentos primitivos, la danza y la palabra vocalizada, poética y
tales son los principales puntos de desarrollo de este cap1tulo.
prosaica, también se ensamblan. El juego gestuul, el juego verbal y la superpo-
sición de los diversos pbnos artísticos provocan inevitablemente una fragmen-
tación del texto verbal tal como se nos ofrece. En su forma original, el canto no
SINCRETISMO DE LAS ARH.S Y ARTE VERBAL consiste a veces nt<ís que en una o dos palabras (por ejemplo, el nombre del
tótem, del espíritu). Para preservar el ritmo se agrega partículas enfáticas, se
prolonga las sílabas, se modifica los acentos. En lapoesíaJJrimitiva. el ritmo
Parece probable que ningún arte haya podido realmente acceder a.l~ ~xisten~ia
antes de la adquisición del lenguaje articulado. _Biarte :erbal surg:o .sm emba:-
~c.;¡cer:ca almetro poético y muchas. veces supon~- aíii~-;:,~~i~;l~-~:-~s~nancias.
go más tarde que la música y tas artes plásticas porque t1ene como u mca ma tena p.no..todavia excluyeJas rimas.J.&.p.J~fcr~!!.QQ[~l.!,l_0_~9-IE~!i.P() ~~ ~¡;peliciwn
fónica .está vinculada al carácter específico de cada lengua -por ejemplo, el
rima la palabra y requier""-!l,_desarrollo complejo de ~a.leng~a ~n .sus funclo-
p · de co 111u 111·caciórl recuento de las sílabas en la poesía del Extremo Oriente. el metro estricto en
nesexpres¡vas.y . . en sus formas gramallco-smtacllcas.. , .En sus
los Ob-ugrianos,la aliteración en la poesía germánica y en Somalia, bs asonan-
· · .· . el ·trie. verbal estuvo ligado estrechamente a la danza y a la mustca, en
tmcws, ' . . · · El f d d d la cias en la poesía romana, en los polinesios o en algunas tribus autóctonas, la
el marco de un acto teatralizado que era un nto pr~tm.tlvo. ' un a or ek
duplicación en Fidji, el acento tónico en los birmanos y los yorubas. La cohe-,,
teoría del sincretismo inicial de las artes, el acade.mlcO A.N. ~ess~lovs y,
· d,e noc1 on e s·. cancll>n-dlcho-ac- rencia del canto está por entero en el verso, cuya longitud e!>tá determinada por
indicó que etimológicamente las d os senes
· · · " t o r itual • ·son muy la melodía y por la durac1ón posible de la resonancia de la vot. Cada verso es
to teatral/danza-encantanuento-adtvmaCion-ac . , cercanas.
.
· 't · de K I3t"Jcher según la cual el arte verbal se denvana una repetición y una variante del verso precedente -line-upon-line me!hod,
l
L a 11po eSIS · ' ' · d dtrecta-
1 . como lo denomina M.C. Bowra en su obra PrimiliFe song ( 1962). No obstante,
mente de la canción cantada durante el trabajo y el .metro po~t1co e os nt-
no hay que exagerar ni sobrcestimnr la anterioridad y la hegemonía de la nní-
mos naturales de este trabajo, nos parece en la actual1~a~ mu~ t?~enua. . .
sica y de la danza sobre la poesía arcaica (como lo hace A.N. Yesselovsky;
I··¡~ ana'1'ISIS · l ]\.1e A · N · Vcssclovsky
·'
expone en su Poettca Justonca, ] '
escnta
' de
a
la interpretación de M.C. Bowra parece más justa). La p.!\J!lbra cantar,la en la
.. 1es d e-1 s1g
f11\,\ · 1o XIX • parece
• . . Insiste. en - a¡¡um_~~l!l.
másj'usto y más matizado. ' · L poesía arcaica ritual desempeihrun papel mágico y simbólieo; se a~ocia y~
l .1 dnn 1.~, la mclodí6, que son las que dan nacm11ente al d1seno ntm.'~· a
d' de a s lllllsmo relicrc;;. a las representaciones mitológicus, expresa emocione~; coleetíva9 y nc
p~ntomima
• " J
rítmica va acompañada de una_melo '~que compre~
· · ··
·
onomatopcy~s fijadas de antemano, pero todavía pnv.adas de senlldo. La poesfl'l
:sun modo alguna producto de impresiones fortuitns. Plegarias y encantanJien-
tos m;ígicos y sagrados son las primeras fuentes de la frase poética._t:t ritual, en
n~c~ el día en qu~ se agregó la palabra a este acto ntuol.. ~1- gesto y la voz, el
su totalidad y particularmente en su aspecto verbal, procede de una finalidad
sonido de los instrumentos musicales preceden a la apane~on de·!-~ p~la.bra y,
de inmediato, la acompañan. En particular la voz es el sustrato ftswl ogtc~de mágica. La magia de la palabra engendra la repeticíót1 y la métrica de algunns
la palabra. En sus últimas obras, Paul Zumthor conside~ q~1e J.l! VoZ~- 1\.~e ~- 1 pa_labras desemboca en el empleo de variaciones sinonímicas y de expresiones
metafóricas (en los aborígenes de Australia y en África así como en los textos
l. , ntre lo antropológioo y.lo.J;_Vlt.l!rJl!,.,vn actante pnnc1pal de la posew or,1l
e on.e .. · · · 1 · ue supone grabados en las pirámides del antiguo Egipto). En algunos pueblos, en especial
-hasta uno de los componentes de la literatura escnta tace !lempo Yq ·
en los samoyedos, e 1discurso cnntado y meta f6rico es e 1equivalente de un ¡u e-
y .recepción
una ' oral y permanece d'1c 11.1• por 1a voz· d e'lj·uglar. · Para Paul Ztnnthor .
( 191\3), la función simbólica y social de la voz es muy tmportan.t~ antes del go rituaL En el rito chamánico, la palabra cantada es el sostén ele los diferc;lles
surgimiento de la palabra y después paralelamente a ella y en rela.:1on con ella. espíritus, guardianes o maléficos. Sus "m;íscaras" revisten la forma de lapa-
labra. La lengua metafórica de los chamanes no s<Ílo favorece el desarrollo de

•• •·'* qe:: .a e;;,: w;.:: a st JJ$ SS ¡ a 4;;; QqW.tP&~PP.;tAtib#J~JMiiiJ;;t.MU.,&t&UtWWWA a;a: i U ti J&. $$


EI.EAZAR MFI.I'TINSKY
20 SOCII'Ili\IJES, CliUlJRi\S Y IIECIIO LITERARIO 21
1,

la metáfora y de otras figuras poéticas, sino que surge como el modelo del dis- . La calidad estilfst~ca del arte verbnl primitivo está vinculada al rilo mllgieo,
curso poético, que se distingue notoriamente del discurso cotidiano.
n_Jicntr~~ qu~ 1~ poes11ttiepende del saber mítico y sagrade. .. Por ello la poesía
ntualllr~co-ep1~a·es cantalla y después versificada y se caracteriza por un esti-
1~ espeCifico, ~¡entras que el planteamiento del mito en prosa, en el marco del
RITO, MITO Y LITERATURA nto Y fuera de_ el, es neutro desde un punto de vista estilístico. No sólo las di fe- :''
r~ntes artes, smo _tan~hién ~~s tres tipos de poesía (lírica, épica, dramática) de-.
r~van del _compleJo nto-nut1e«~. El elemento dramático y teatral domina en el
Gracias a la magia de la palabr~ la repetición y las variantes semánticas ganan
nto Y esta estrechamente vinculado al lirismo primero. En la poesía medieval
p;;;-~~~a~~-~ la!·epetición de los sonidOII. La palabra sagradlt y m¡ígioa es tan¡- de todos los pa_íses, vemos asimismo hasta qué punto la poesía lírica está en-
bién tÍütológica porque los encantamientos y los cantos rituales son insep~ gend_rada po_r :1tos de las estaciones y ritos de pasaje. No se trata únicamente
rabies_ dcJ¡¡jmagen de lo:; ancestros, y de la de los espfritus y los dios~. Es por del t1po de llnsrno que se encuentra en lengua tamil, sino también del de Jos
~!1~1 por lo que los encantamientos primitivos comprenden muchas veces frag- trovadores, de los troveros y de los minnesi11Rer.
mentos de narración mitológica, cantos guerreros (historia de los dioses de
Tratán~osc del or~gen,de la poesía épica, el papel principal corresponde al
la guerra) y relatos relacionados con los ritos de las estaciones (mitos de la
planteamiento prosaico de los mitos, con frecuencia fuera de los ritos. A los
creación), etcétera. cantos compuestos a la gloria de los ancestros no les atmie esto. La forma mix-
El rito y el mito son inseparables, representan las dos facetas de un mistno
ta es la forma primera de la epopeya· sólo los diálogos y las de scnpCIOlleS
, • •• • • e e
· · SC
si-;tern¡rd-1 istóricamcnte, se engendran recíprocamente. Observemos que A.N.
cantan y estan versificados.
Vessclovsky subestimaba el papel del milo y que la llamada escuela de Cam-
. ~<.1 poesía épicA n~ás atrasada y más arcaica evoca a los ancestros -héroes
bridge (los discípulos de J.G. Frazer) insistía demasiado en la prioridad del
CIVIlizadores (culture hero)-; más tarde, con el fortalecimiento de la noción
rito. En realidad, la mayor parte de los ritos posee su equivalente mitológico y
de e_stad?, ~sta poe~ía ca~ta las leyendas históricas locales que en otro tieu1-
viceversa. En lo que se refiere al folklore australiano, este fenómeno está ana-
po_ constitUlan_un genero mdependiente de la poesía épieói. La poesía épica con-
lizado en la obra de W.E. Stanncr, On aboriginal rrligio11 (1966): los ritos
qt~~sla progresivame,nt~ una belleza estilística que, en las canciones heroicas 0
intichiuma de reproducción de los tótem se pueden considerar como equiva-
en los cuentos fantast1cos, supera la de la poesía puramente ritual. Hay que
lentes a Jos mitos totémicos: los ritos de iniciación corno equivalentes de los
?bserv~r q_u_e las fórmulas iniciales y sobre todo finales del cuento acentúan )a
mitos relativos al héroe civilizador y al héroe de la tribu, a la serpiente arcoíris
mveroslllllhtud, es decir, aestacan el derecho a la invención, a la ficció~&. Se
y a la bruja que se traga a los niños; los ritos de reproducción y de fertilidad
puede cncontr~r huellas del antiguo sincretismo en la literatura medieval y por
como equivalentes de los mitos relacionados con las hermanas que andan
~llo M.!. Stebhn-Kamensky ha insistido en "la verdad sincrética" de las sagas
errantes y dispersan a los tótem. ISlandesas ( 1979).
Varios mitos pueden corresponder a un solo rik>, pero raras veces un rito
Si se l_iga el mito con el contenido del arte verbal arcaico se corre el riesgo
carece de equivalente mitológico. En todos los casos, los mitos y los ritos plil-
de.reduc1.r ~1 .cará~ter_m_etafóric~ d~ 1~ literatura, de la propia palabra poética,
secn una unidad semántica comútt, si bien el análisis de algunos personajes de a l,tmcntahci.Jd mitologica. A prmcipios del siglo xx , los ro man ' ¡·1cos a 1emanes
Jos ritos puede que no coincida con el de los mitos, y ambos presentan estruc-
observaron la relación entre literatura y mito. La poesía mitológica es insepa-
rable d~ 1~ esfera emocional y motora y del hecho de que el hombre prin;itivo
turas isomórficas. Estas estructuras son inseparables de la notación dclmistc-
Iio: el héroe, exiliado, sufre pruebas terribles y regresa a su clan después de
no_se dislmga ~e 1~ natural_eza que lo rodea. Esto implica una personificación
haber accedido a un estatuto más elevado. (Compárese aquí mitos-ritos con
unJver_sal_. La difusión y la mlluencia ele la mentalidad mitológica se caracteri-
leyendas y cuentos.) Esta unidad semántica es el antecedente necesario del
zan asnn1smo por una d!ferenciación incierta de los datos siguientes: sensual,
~incrctismo de las artes en el seno del rito. Es innegable que el sincretismo no co~creto Y <~bstracto; SUJeto y objeto; objeto y signo; criatura y nombre; cosa y
sólo es formal (el rito reúne las rormas primeras de las artes), sino también
atnbutos; tiempo Y espacio; causalidad y contigüidad; esencia y origen. De
idcolúgico (clmiln une el arte verbal naciente a elementos de la religión y de
ello se ~cduce que el tiempo primero es la fuente de todo tiempo ulterior. Esta
la rilosoría). mentalidad conduce a la participació~escrita por Üvy~Bruhl, a la cr~ación..

4C4 1 p Qi!fljlt(tAW!Qnt '" , .... 402!22.1 a •


22 ELEAZAK MELETINSKY
SOCIEDADES, CULTURAS Y JI E(') JO LITERARIO
23

permanente Je campos simbólicos meJianle modificaciones de los códigos provisación y de la rcprescntaciQ¡,¡. La oralidad utiliza el proccdimieuto fine
(Lévi-Strauss) y a la sustitución de las relaciones de repetición por las de causa upon fine que acabamos de mencionar (véanse los estudios de Bowra, Fin-
y ef«to.~a forma artística es en sí misma la here~_era del sincretism~ Y. d~m ncgnn (1977), Tchistov). El desarrollo del tema y el paso, verso a verso, por
modo concreto y sensual de adquisición del sabcf. Todas estas JdentJIJcaciO- medio del encabalgamiento, pueden ser descritos en forma de una progresión
nes, mencionadas m;ís arriba. son los fundamentos de las comparaciones, pa- remo-temática: el tema del eslabón que sigue es la rema transformada del esla-
raielismos, metMoras y sinonimias. bón que precede. El discurso poético se puede tratar como un desarrollo jerar-
En Rusia, la estrecha vinculacilÍn entre el mito y la forma, exterior o inte- quizado de unidades predicativas. Parece que este tipo de desarrollo está en
rior, de la palabra, fue comprendida con exactitud por Potebnja a fines del si- competencia con una acumulación de versos geminados, paralelos e isomor-
glo XIX y por Freudenberg en los años veinte y treinta. Este autor pienH que-46 fos. K. V. Tchistov, en su obra Les traditions populaires et le folklore ( 1985),
metáfora es la consecuencia de la divergencia entre la semántica del mito y !lll juzga que la alianza de la estabilidad y de la plasticidad constituye el cadcter
moriologfa. Estas mutaciones de la significación del mito las expuso de mane- específico del folklore. Bsta.atianza y los datos de composición estahfés (fór-
ra m;ís clara Claude Lévi-Strauss en Mitológicas. il"-~~a.an;aica, el mtto mulas, situaciones típicas, etiqueta, personajes constantes) determinan el cam-
desempeñó un gran pjpel como fuente original del arte verbal. {...a literaftua po de las variaciones.
~~~~bié1_1 siguió ulili+andoJnotivos mitológicos a Jo largo de su historia y t.o- El texto poético oral comparte algunas características con el discurso coti-
l';'lando mitos bíblicos, coránicos, hindúes, búdicos, dao. Los mitos de estas diano. Por ejemplo, est;í dividido en pequeños fragmentos estructurales, enla-
grande~ religi~l!eS han conservado los arquetipos y transmitido poco a poco a zados entre sí por reglas sintácticas que no tienen nada de estricto. Pero el teMo
la li Leratura un gran número de motivos-clisés.'' poético orll'l es más codificado que el discurso cotidiano. Los textos folklóri-
Después de un periodo de desmitologización consciente -siglo de las Luces, cos ~Of11radicionales y se trasmiten mediante el sesgo de una representación.
periodo del realismo en el siglo XIX-, el modernismo del siglo xx vuelve-41l Un acto de esta índole, en parte ri!uali_z_ado, implica una vinculación estrecha
mit&; en el que ve no sólo un motivo de ornamentación, sino también un meáio entre el cantor y su auditorm, que debe conocer las tradiciones y las obligacio-
de estructurar la obra y de interpretar lo imaginario (T. Mann, Joyce, Kafka. nes rituales. _La representacim no equivale a una recitación de memoria, sino
Faulkner, Cocteau, García Múrqucz y múltiples autores de América Latina y de al_a recreacioode modeJos.degéneres, de estilos, de temll¡i. Las repeticiones de
Africa). Ni siquiera el arte llamado realista o naturalista puede evitar por com- toda clase y las fórmulas permiten al cantor retener el texto en la memoria en-
pleto la presencia subterdneo del mito; incluso en la literatura soviética, Bul- tre una y otra representación. El mismo cantor modifica ligeramente su "texto"
gakov, Raspulín, Aitmatov y algunos escritores georgianos utilizan los mitos. durante una serie de representaciones. Las variaciones- se van haciendo más.
li ores a medida que el texto pierde su carácter sagratlo y va adquiriendo imp~- :, .
tancia'~eJ papel que desempeñan los géneros profanos. En principio. la vari-a-
GÉNESIS DE LA LITERATURA
ción es el carácter fundamental del folklore y ésta es la razón de que haya que
considerar la investigación de un prototipo único como una utopía científica.
Las fronteras de una obra oral siguen siendo muy borrosas y ésta es una de las
Trat;índose del problema de la génesis de la~>Jiteratul'll hay que recordar que dificultades para el estudio de las obras orales. En la literatura oral, el principio
ésta ha sid• ante todo un arte or~ y que, aun después de la invención de ftl genérico predomina. El paralelismo y la sinonimia favorecen el examen del
eSt;.ritur:ry el ~n~i~.~lo de la lit~ratura escrita propiamente dicha, ht.~alid&d tema en sus diferentes aspectos. Este examen normalmente no sirve para pre-
§.igui_9 _ejerciend() una intluencia y permanece como uno de los principales ete- cisar el sentido de la palabra, sino que abre a una noción m{¡s amplia que coin-
mentos de la creación folklóriC'!l. La oralidatt·conserva en gran medida una cide con la parte común a los sinónimos (su "intersección"). Las repeticiones
r~lacióJI c~n i~; te;llralid!Hi: La repetición de palabras y de "fórmulas", las representan, en todos los casos, el procedimiento más importante de estructu-
variaciones de ,;~labrai (los sinónimo:;) y de versos·(el paralelismo fono-sin- ración y de ornamentación.
táctico) siguen siendo las características más fundamentales del canto arcaico, En principio, l!l)iteratura.escrita tiene su origen en el folkl011e, algo que los
del folklore y de los géneros literarios que emanan del folklore. Todos estos rom;ínticos comprendieron muy bien y más tarde G. Paris y A.N. Vesselovsky.
.rallgos;'l.¡ue se relacionan ante todo con la oralidad, son inseparables de la im• M. Parry ( 1928) y A. Lord ( 1960) parten del supuesto de que la epopeya escrita
24 EI.EAZAR MFI.F.'IINSKY SOCIH>ADI~~. CUJ:JIJRAS Y IIECIIO I.ITERARIO
25

(en primer lugar, los poemas hom~ricos) es la heredera de la técnica oral de la le: utilizarían motivos folklóricos e influirían a su vez en la narración oral (del
11 1
representación folklórica, si bien estos autores no creen que la literatura haya ~ s~no modo, en Europa, los romances corteses enriquecieron el cuento fan-
emanado únicamente del folklore. En realidad, casi toda la literatura épico-he- tastJco or~l). En Oriente, existe una sólida tradición profesional de narradores
roica procede de canciones y de leyendas orales, aun cuando las fórmulas poé- que rehabilitan artísticamente los temas de las narraciones medievales cscri-
ticas no puedan ser reducidas exclusivamente a los procedimientos del arte oral. t~s. No hay qu.c olvidar que la gran corriente folklórica coexiste siempre con la
En nuestros días, "antropologizando" un poco y subrayando el importante hteratu.ra es~nt~ Ysufre la presión de ésta así como la de las grandes religiones.
papel deJa ~z. Paul Zumthor demuestra de modo convincente la importancia L.as mscnpc1ones,. c.u~a función no podía ser satisfecha plenamente por la
de la oralidad durante toda la Edad Media, incluida la literatura escrita. Este orah~ad, ~:1rcan los lnJcJOs de la literatura escrita más antigua. Las inscripcio--
autor ex plica mediante la supremacía de la tradición oral el hecho de que sean nes ~10gráf Jeas referentes a los altos dignatarios, los textos relacionados con el
tan escasos los manuscritos que se conservan en Europ;~ anteriores al siglo XII. ~ficJo (~C mu.ert~s en el antiguo Egipto, las inscripciones de los reyes de Sume-
P. Zumthor se vale del término oralidad mixta para designar muy en particular n.a, las mscn.pclones chinas en los huesos de adivinación, las inscripciones rú-
la forma de creatividad que representan los cantares de gesta, las canciones mcas escandmavas, et~., han respondido a esta necesidad. La propia escritura
líricas y las canciones populares, y para caracterizar en menor medida la lite- estuvo . . aureolada
• en pnmer lugar por una gloria mágic·'1. Los ___1'1bro • ·
. s_canomcos
ratura cortés, cuyas raíces están en parte en el folklore y cuya invención es y_~:e]l~msos ~as antig~os (Biblia, Corán, Rigvcda, cano;confuciano) fueron
escrita y personal, pero cuya representación concreta sigue siendo oral (a pesar sacralizados. mdepend1entcmente
.. . . . .. del origen . Jos elementos q ue ¡os compo-
... . de
del desprecio del que a veces son objeto los troveros por parte de los trovado- nen. ~& escnture facthtó la re_~~~tenc_ia a Ü!_s var!!l(;ion~s q~ 800 contrarias a 1ª'
res). Es muy significativo que el cantar de gesta emplee la palabra "cant;~r" esoncta de los textos sagradd!f. · ·· ···
[sust;~ntivo] y contraponga "cantar" 1verbo] o "hablar" a "oír" o "escuchar" . ~~multáne~mente, varios géneros de la literatura antigua siguieron la tra-
(en ;;lcmán sagen/hiiren), que el narrador a veces irrumpa en el texto al dirigir- dJcJon fol~l~n.ca de los encantamientos, de la poesía ritual, del mito y de la
se al público y que el texto esté dividido en fragmentos que corresponden a las le:c~1da l11stonca. El saber folklórico se transforma primero en literatura di-
sesiones orales. En la literatura medieval, épica y lírica, encontrar con frecuen- ?actlca. L.~s bellas letras surgen más tarde. En los países árabes, después de la
cia a la figura del cantor no se debe para nada al azar: véase, por ejemplo, el ~~~roduccwn del Islam y del libro sagrado, el Corán, paralelamente a la audi-
Bemvul{y la literatura anglosajona en general, o bien en la literatura rusa, una Cion de la poesía (el discípulo del poeta es quien recita casi siempre los versos
obra é~ica, solamente y por entero escrita, La gesta de lgor. El doble estatuto d~ su. maestr~), ~e .vuelve a copiar la poesía para leerla y se compone antolo-
,\1 de la literatura cortés se manifiesta mediante el empleo paralelo de "escuchar" gl~s, Incluso llldlvlduales, escogidas con todo cuidado y estructuradas (deno-
',•.'
o de "oír" y de "ver". En esa época, el par "oral/escrito" ya se idcnti fica con minadas Diván).
el par "vulgar/culto". La victoria en si total de la escritura conduce a la "prosai-
cización" del romance cortés y a la retoricización de la poesía lírica. Los géne-
ros de la literatura urbana propiamente dicha -trovas, Sclnvank, el Rmnan de EL POETA, EL AUTOR, EL ESCRITOR
Renard, etc.- conservan durante un cierto tiempo un carácter oral. Por últi-
mo, hay que tener en cuenta el elemento oral en los sermones y en los ejemplos
que han de ilustrar esos sermones. El predominio de la tradición oral ha favo- Es obvio qu.e una larga historia separa al canto mágico primitivo, acompañado
recido algunas variaciones, algunas inestabilidades de los textos escritos y el ?e danzas ntuales, de .la obra literaria (y hasta de la canción contemporánea,
carácter fortuito y caótico de la distribución de las obras en los manuscritos mterpretada por u~ ariJs.ta d.e variedades). La evolución del cantor al poeta co-
medievales. n esponde a e~ta d1s~anc~a diacrónica. Para designar al cantor y al poeta, cono-
En Oriente, la influencia recíproca de dos corrientes literarias, oral y escri- cemos apelativos d1vcrsos: acda versus rapsoda, filid versus bardo thulr
ta. ha perdurado. Las narraciones tipo sira árabe o dastan persa son semi- versus sk;íld o scop, trovador o trovero versusJ'uglar etc Estas d .' .·
. . , . . enomJJJaCIO-¡
folklóricas por su origen, por el sesgo de la recepción y por su auditorio. Los ncs en. realidad nudcn el grado de emancipación de la palabra poética, que se
famosos poemas de Gorga ni, Niúimi y Ruslaveli. que son los equivalentes del va aleJando poco a poco del saber mítico, y la independencia profesional y el
romance cortés en verso, así como las sentencias heroicas del Extremo Orien- estatuto soc1al del poeta (aeda y trovero versus rapsoda y juglar). Con arreglo
SOCIEDADES. ClJLTIJRAS y IIECIIO 1 ITERARlO
2(,
ELEAZAR MELETINSKY 27

a la tradición, el acto poético tiene por objeto la reproducción de un cierto texto ~itcra~i~s llevan un nombre, .pero este nombre no remite al autor, sino a una
:~utond.ld. cultural que garantiza la autenticidad del texto y de ahí títul ..
ideal que ha sido inspirado por los dioses y debe seguir existiendo. En su Senlenc 1·1s c1 ¡ 111 ¡ " , .. Paraholas
. •
h ¡. 1 E'· e , " lolep . ele Salomón"
' ·os, como
, "S a ¡mos e¡e Dav1d .. Fa-
.
estadio arcaico, el canto o el milo pertenecen a grupos definidos, reuniones de
u ,¡se
.. . e ·sopo ., lf1mnos de Homero" E ¡. ¡· . ·
.. · n a 1teratur<1 chma, Jos nombres '
hombres, dinastías de chamanes, sacerdotes, ele. Los cantos individuales sur-
1
.~:l~IZI y Mengzl repres_entan a los supuestos compilaclores ele los libros más
gieron relativamente tarde entre los indígenas de América o en los pueblos
antiguos, a los. pe~SOIHIJes de leyenda y hasta a los títulos ele esos libros As··1
palco-siberiano y no aportaron cambios notables porque también estaban ins-
pirados por los espíritus guardianes. Estos espíritus pueden también escoger e - se ha atnbmdo "la /liada" y "la Od"csea " a JI omero, el Malwhharata
pues,
V _ _· · ·n
y asa, e~c. Hay otros dos ejemplos muy conocidos: la atribución del G ·¡
inspirar a un cantor, cuando éste lo merece, o a un narrador, un chamán o un
mesh .a· Sm-lege-unnini, que habría establecido y dado a conocer este texto· e ga-
profct;-~. Los nivjy (ghiliacos) de Sajalin creen que durante la representación la
.menc1on
(¡ del nombre ele Turold '.1 proposllo
• • . , de Rolando,
d e 1a Canccon · cuando• '
dclnastund (cuento heroico) un espíritumifkchn ocupa la lengua del cantor y
<~qu_c no es e.n modo alguno el autor de esta epopeya.
le inspira el canto.
En la Anllglieclad grecorromana y en parte en la Fd·¡d '1ed.la 1 t
En Jos kirguiz, el protagonista da al cantor, a raíz de un sueño, la orden de el t · b ¡· " ' " , OS nom )l"eS
e a u ores stm o IZan muchas veces el estl. lo y e 1 genero, , pero no la ohm Al
cantar sus descubrimientos. El cantor anglosajón Caeclmon fue elegido e ins- • • e •

llliSillO l~empo, en el marco de la tradición antigua y medieval la conciell'C·I·a y


pirado de esta misma manera. Así pues, en la poesía arcaica, el "canto" o la
la .segundad
. . qt le 1os poetas llenen
· de sí mismos nlcanzan un 'alto gr·¡clo Esta '
"palabra" son considerados con frecuencia como si fueran seres vivos, inde- C011Ciencla 1 'el ' . •
pendientes del cantor. En Jos samoyedos, el cantor se dirige habitualmente al . ¡· . y e~ a segun ad crecen en el Renacimiento debido a la conslituci6n
d, e 1 1nc 1v1duallsmo
, .. .
El nonl b re el e ¡ autor a d qUiere
. .
una nnporlancia capital en la
"canto" cuando tiene que modificar la estructura de la acción. Los poetas se
~p~c~ romanllca y es entonces cuando nace la teoría de los "genios" y 1 t"l
dirigen a veces a la palabra o a la canción tanto en el folklore desarrollado co- mdlvldual prevalece sob 1 , . ·¡ d' . . e es 1 o
rno en la literatura medieval. La imagen de la palabra de la canción precede a . re e csll otra ICionaL El realismo no modifica el es-
tatuto SOCial del autor, pero SÍ Ja concepción deJ papel de éste· J • e
la imagen del poeta. Muchas veces, éste ha de buscar esta "palabra". El cantor pretende. ¡ . · . e escr1tor
y el chamán finlandés Vniniimoinen van a buscar las palabras mágicas al reino a .a vez c_onverllrse en el testigo objetivo de su época y realizar hús-
que d as d e 11po soc1aL ·
de los muertos y esto es comparable a la relación que existe entre el canto y la
serpiente clónica en la mitología autóctona de América Central. El dios supre-
mo escandinavo Odín recibe runas mágicas después de una iniciación chamá-
nica y roba la miel poética a los gigantes. POÉTICA E INTENCIÓN ARTÍSTICA
Según las representaciones musulmanas, el poeta es un instrumento del
creador y actúa gracias a la energía creadora de éste. Simultáneamente, se eva-
La evolución
cióñde .--:-;de ··-la noción
.. -de
--;'autor
-.- ····· ~s t'a v.mcu
. 1a da a 1 surgnniento
. y a la cvolu-
lúa la maestría del cantor. Se hace competir a cantores y narradores. Los
filólogos árabes de la Edad Media encontraron así el medio para llegar a una
:-· · . - t~ ~.Q~IQn de valor_artis.ttco. La extraña fantasía del mito, su frescura Je
lm~g~nacwn m~upcrable, su saber didáctico, se han comprendido como datos
evaluación definitiva de los poetas.
En chino, la palabra zuozhe, que significa escritor, está relacionada etimo-
~hJ~llvos, ext~n~r~s al pr?pio milo, verídicos y de naturaleza clivinn. Cuando
a~. eyendas l~lsloncas lomaron el lugar de los mitos, asimilaron los residuos
lógicamente con la raíz "hacer". En un himno del Rigveda, se compara las bús-
~ltlcos (por eJempl~, en la epopeya griega o hindú), y su contenido se conside-
quedas sobre la versificación al trabajo del carpintero. Los poetas árabes y los
ro p~o?ucto de ~os tiempos antiguos y una herencia sagrada del pasado ..Esto
trovadores provenzales comparan el trabajo del poeta con Jos oficios de forja,
suscito una leona del valor artístico ~~o se refiere al contenido st'no exclus¡·
dorado, iluminado, etc. Se reconoce al poeta por la calidad de su expresión,
aun cuando el cuento inspirado por los dioses y los tropos poéticos ponen de ·¡vamenl
· · 1 "f · " 1 · -----· · ·
e a a OI.m~ , a a callda~ de la expresión. Para el público del pasado,
-
os e 1emcnlos arliStlcos eran los signos de un saber hacer de un t"1po d t ..
manifiesto la tradición. Los árabes medievales conocen el término plagio, que do de co · ·• . e ermma-
. . • munlcacl?n soCJal, de las formas culturales adecuadas a esta comu-
no conlleva ninguna connotación peyorativa.
La frontera entre "creador" e "intérprete", entre "autor" y "actor", escritor n~caclon y el medio de provocar el placer estético. La recepción estética está
vmculada al reconocimiento y a la afirmaci6n de una forma específica. Las
y copista, durante mucho tiempo fue muy vaga. Las primeras grandes obras

,..______________________~~--~~----------------~.--------------------------
• • •: ,.. eoaw !A-S lS&iAIIUAhiZZ . dA_. 1414 J.
a;ou • 4; #lXII ;z¡:; !! z¡¡ 1;W$$ 142 e e
SOCIECJAIH·:S. Cllll!JRAS y IIECIIO I.ITFRARHl
2X EI.EAZAR MEI.ETINSKY 2'!

h_e .de los siglos VIII-IX (al-Djahiz, lhn Kutayba. lbn AI-Mu't·¡zz Q 1;- . ·¡
formas artísticas conciernen en primer lugar a los factores rítmicos y métricos, J¡a far) se e ¡ -, . ' · ·• uc .tlll,t 1 1n
'. on mpone ma a'u (motivo, topos) a farz (vcstidur·t ve¡·b·tl) ('
a las repeticiones de todo tipo, a la estructura, y a las fórmulas y las prácticas e 1 tem<J es r 0 . 1 ~' . ' ' . -011\0
retóricas.
Las sohrcvivcncias del primer sincretismo impiden el nacimiento de una re- ~:)~:~~~r~da :rl~~:~~~~~;:~s;;l~~~~)~~ ~; :~~;~~:~1 f.~):~i~;~~;~~:1s~:~;~~1a,~c~~i~:: 1~~
os poetas pueden rnamfestar su maestrh Fl seilt.JclcJ e . t 1
llex ión teórica ... Ésta es la ra7.Ón de que se designe a la comunicación artística n · 1 '· ' · x 1s e e e un·1 m ·1-
. era potencia .la palabra expresiva lo actualiza Poco, 1 , . '. '
(estilo, género original) mediante términos que no son estéticamente signifi- mcorpora a la retórica un 111 , , ·-·, , a poco, a poet1ca arabe
cant~s. sino que indican una función ritual o social. Por ejemplo, un carácter mnteria tradicional t· ayor numero _de ma 0/11 y facilita el manejo ele la
sagrado más o menos acentuado, un carácter de autenticidad más o menos des- a poc .JS que son considerados originales y cuya obra esl'í
por o t raparte t1astante reglamentada. · '
tacado, ocultan la distinción entre el mito y el cuento arcaico.
En la Edad Media, la tradiciún se interpreta a la luz de la memoria histórica . ~n _la,G~eci:¡ <~ntigua, la poética corresponde a una teoría del arte de imi a
y encuentra su expresión en los modelos poéticos: del texto se espera virtuo- [.lll.~llllda ~" r;wtnca), _pero_cl discurso, la elección de las palabras, los tropo~;
;:/rc1r; ~~~::~;~t~c~~s;1~t¡'~ 0~~;~1~ 1~~~~.11 udyi;1t1~1 C5lt~¡efr~ partde po: 1a retórica y en parte
1
sidad. Es así como se prepara la rcllexión sohrc el estilo. Esta reflexión adqui-
rirá más tarde la forma de la poética retórica. Hay que tener en cuenta algunas · '• '· ' 1nes e 1 Slg 1O XIX J t' ·
transforma uefinitivarnentc en poética)' h ¡)cJe'tr'c.', . . , a re onca se
divergencias entre la teoría y la práctica poéticas. Sabemos que, en el desarro- . ' ' ' se convrerte cxclus 1v· .
llo del folklore, el elemento estético se extrae de los géneros más alejados del :~setlrl'lltl~tcrllonsactii~Ma, etrll ?arte¡· !V)ajo la influencia de la tradición horacian;~ (\:~:111~:1~
· ' ' . e a 1rcu ( e cnd' G ff · ·
rito (cuentos, canciones épicas), mientras que la poética retórica ignora el de la retórica antigua "o.me, eo roy de Vrnsauf, etc.). La inlluL·ncia
cuento y la poesía épica, pero comprende la prosa oratoria y aun la historio-
grafía. A partir de los siglos VII-V! de la Antigüedad griega, y hasta antes en el ~:~·s~:~~ ~::~~~~~;~ ~~;~;;~~~:~~:::~;,' ~~~~~~~;~~~i~~J;~~~~c~;;: '-~~a~~ ,~;,1 e: ~~~:~~,t~~-~~.:~~L:~: ~ ~
Oriente, la literatura implica una estrecha vinculación entre la calidad estéti- alnpl 1·r·Jc;JCIOn
., .
se COllSIUe ,
e en Cierf,¡ manera una mlluencia en la teoríT ]·¡
d , JI '· '
ca y la forma: el contenido ya está predeterminado. Usualmente, se prefiere la recomienda una ciert~ re;;r~~ e~~r~~ o y ~o una n~arc~ de estilo elevado; se
poesía a la prosa. Se crean nociones corno la del wen en China, la del kavya en · ·,
de 1a d cscnpCion · 0 de J,¡s comp,u ac10nes· cuando se tr· 1¡·1
y eJe 1 · . - . , . • · ' •
diferentes eomponcnt.:s ~~~~·~~~~;~~cJ~ ~ ;~::~~~· se tornan en consideración los
1
1
la India, la de la poesía en la Antigüedad europea. Wen significa escritura,
literatura; literalmente literatura y también "hordado". Discípulos sabios de
Confucio comparan la noción de wen con el principio fundamental de dao (en m o~~~~~~ q~e.exagerar, ,como ~~~rtius y su esc~Iela lo han hecho, el papel de los
un cierto sentido, el wen se acerca al de la Palabra bíblica o Logos), pero el d 1'. ctoncos y de ),¡s tradiCIOnes antiguas <mies de fines eJe) siglo XIII ln-
. epenc Ientcmenre de la retórica, la concicncÍ'l >o, . " .· . . . : .
príncipe Xiao Tong, que en el siglo VI compone una antología poética, exclu- Jlltencicín formal en la Ed<Id Med'· 1 1· d' ' r e!JC.I prr:degla aSillliSnHl la
ye rle esta antología a Confucio y a sus discípulos puesto que el objetivo de (l once .
1 1a 1lercncl'lgrec J,I. san Ia es un buen CJem¡)lo de ello· 'tlll'
,
J·t·, 1 ·¡ , .
. o u m.r Ia sic o mm un;¡ el c·¡r•'tcter espe .,..
·'
éstos no era estético sino filosófico. Para el príncipe Xiao Tong, el carácter 1'¡' 1 J ' ' ' · Cl IC'IlllCilte e
específico de la literatura reside en su forma, en la palabra considerada como n~a'~:~ ~ 1 ~~:;~~:~r~~~~~ ~~,~~~~~;~;:~Jculado_a fon~1a: ~nla
la poesía cscáld,ica, Jalo;~
un ornamento (decoración, embellecimiento) -elwen chino. No obstante, en contcl 11'd , , ' . (Kenfllngar), smonrmos (hl'iti), mientras l]UC el
0 se compOIWI de hechos verídico 1· ¡ .. ,
los siglos IX y x, el poeta Si Kong Tu vincula de nuevo la poesía dao con una ca. En la Edda en lfos . s, contro .tl os por la opinlon ptíhli-
misión sobrehumana del poeta en el poema "Categorías de obras poéticas" muchas veces está:! s~~1~~ ;no,m s_tt~luso_n, l_~s planteamientos de los mitos
(shi pin). de sinónimos y de m~tros. H os,¡ un,¡ escnpcion formal hecha de me!Mnras,
La poesía sánscrita -kavya- presenta un obvio formalismo. La teoría
La poética retórica normativa los m l 1·1 . d- ..
poética de los siglos VII-IX (Damlin) ilumina las figuras poéticas, denominadas luto retórico de la lit. , t -· .· ' , le~ os e temas tralhCIOnales y el est;r-
alor!¡arka, y las define como una especie de discurso insólito (vakrokti,literal- del barroco y del 1,er ''.-~~~,¡siguen C(~exJstJcndo en el marco del Renacimiento.
C dSICJ~lllO CUa/(Jlller·¡ qu ' J ¡·¡· ·
m~nte "plegado"). Los Vamana en el siglo VIII fueron una tentación de vincu- los l., p 't' , . . ' ' e se,¡ al 1 erenc1a entre estos esti-
,. oc IC~I retonca !rwnfa con L 'art poétiqur de Boilcau.
A . . .
lar más la poesía a los gu!la, es decir, a la claridad y no a la consonancia. A
Algunos gene ros olvldauos por el sistemJ ret í . . -
partir del siglo IX (1\nandavardhana y otros). se insiste más en ias nociones de el poema heroico la novel· , 1' .¡, ' c neo en la blad i\1edia. como
dvhani (sugestión poética) y de rasa (recepción emocional). En la poética ára- , " cor" y a gunas formas uram;íl icas, reciben en la

i.
e • 4 = d.illtt4S ChP# $ CZQW 44 4f A 4! o e
1 / SOC'IEilAiliS, f'ULHJRAS Y 111-.CIIO 1.11 E~A~IO
3(V' \ · EI.EA/.A~ Ml-.1 l'llt;SKY
31
. . .• '¡}
; 'nc·t d~l Rct~acimiento una especie de reconocimiento. El con.teniJo de_ las L¡¡ terminología, característica de los géner•¡;,_ es bastante caótica. Puede indi-
o~n: icrde en parte su carácter sagrado y se formaliza, en especial en_ el s~glo car una funci6n ritual o bien el cadctcr de lo que se expone (cucnto/cant!l), así
'· P
de las .. J d c. 1stg
Luces. La scgunl!·a mtt.H .· , 10 XVIII marca
. una clara, desrctonzación.
... corno el tiempo de la acción (la hilina rusn se llamn starina, es decir, una cosa
Con el romanticismo, la estética filosMica sustituye a la pocsia ~~~rnJ.ltlv,t. 1~os vieja), el tipo de rcprcscntaci6n (lento/rápido) acompaiiadn de danza o de mú-
teóricos románticos se consagran a la ficción y dirigen su atenctoi~ a l_a cs~ru~­ sica. El término empleado corresponde habitualmente a un solo carácter del
tun de lo i rnagi nario. Los realistas se i ntercsan por las cosas y -~OI _los h_cch~l. j género y los demás aspectos se dan por supuestos.
L. 1 'rt. ·atura es interpretada como una manifestación Je la VI a tnt_cnor e Las divisiones en relación con los géneros son también muy diversas en la
;~ cia ~ com•o ~n
rellejo de la realidad ~->bjetiva so~ial,
histórica y nacional. En literatura medievaL La canción o no, el carácter personal o no, el estilo de dan-
Oriente, este proceso perdurará hasta !males del sigl~ XIX. . . l de un za o de música, el empleo de unas u otms figuras poéticas y los temas fijan los
El interés por la po·~tica de la palabra renace en el ;~Iglo xx ~n ~ln~ar-~< , di- rasgos diferenciales. La terminología muchas veces tiene aspecto confuso: por
estilo individualizado. llay que recordar una vez mas qu~ cxr-~tc _un:~ c_r_crt,¡ ejemplo, en la literatura francesa, se distingue mal cuento, sentencia, historia,
. Cn t.Ie 1·,¡ tcc>t-'ra' y h' llr·íctica a lo largo de la hrstOII.l IItci,lri,I y que fábula o historia y novela. En la Antigüedad y en la Edad Media, dominan los
vergellCla ' · J [' J ·· )
o
algunos géneros narrativos populares son plenam~~te estrmf<~l~ ~~- ~n ei·SII~ c: microgéneros, es decir, formas del discurso cuya distribución esté limitada por
xx, el interés dirigido por scparal1o a 1a pa 1a [1 r·¡• llOetiC'I' ' ''1 h' ICCtOn y a ,¡ liS fronteras lingUístic:.~s. En los manuscritos medievales, es frecuente que se reú-
toria vivida no es sino uno solo. na géneros completamente diferentes. El principio formal de la clasificación
predomina en la India y el principio funcional en los países árabes; se encuen-
tran ejemplos intermedios en China y en la literatura grecorromana. En la
jerarquía de Jos géneros, los géneros narrativos se sitúan en un nivel menos
LOS GÍ;NEROS
elevado que los géneros poéticos. Históricamente, los géneros han evolucio-
nado hacia un reconocimiento, hacia una unificación así como hacia una am-
a , ue establecer un paralelo entre el cambio de estatuto de la l!teratura y el plificación (paso de microgéneros a estructuras más importantes).
r :~t~t~:to d~ los géneros literarios, definidos por conjuntos complejos de tcm;s, El Renacimiento es una época de experimentación en el terreno de los géne-
e. 1 ·verso.
de 'esli. 1o y le : . s . Ell el__o...rig!* •· los
· géneros,
· · cualesquiera de que
· se trate,
f os
. ros. En el umbral de'fclasicismo, una jerarquía rígida e instituida y la noción de
.
encantmmcntos, . 1as cancmncs
-.- . de caza • · y de ~guerra, las lamentaciOnes . uner,l- , género adquieren mayor importancia que el estilo. La conciencia poética se
·. '· .. lvcctivas o los cantos de injuria, muchos cantos purat_ncnte r~tu~ 1es, identifica por excelencia con la del género. Durante el romanticismo, I<J espe-
rus, ,,¡s 11
. .'· 1·' 1ll o.s con los· ntos
1es. o vmcu . ·
de paso,ttenen
t" altdad practica"-
una. lD .. - .... --J. cificidad de los géneros va a la par con la desritualización. Las fronteras de los
estaciOna · · nstancia
mág_ic:.. SonJunciJ>rta.I~J' se refieren a luga~es, a tiempos, a una CJrcu, ; .. , .·' géneros se vuelven menos clam~'Y la obra singular parece más importante que
-·-:·-.- .. , un rilo precilio Se puede mterpretariQi como form.¡s IJaS y el géner•. La literatura romántica y realista coloca en primer rango el género
a una SiluaciOQ,_i! ___ . . · f , ·. el 1 • bios
... - - -~~- --d.-d 1 dt'_•curse Del mismo modo, la obra a onsttca e os a . de la novela, que en el pasado ocupó un lugar margina!. El modernismo del
~ · ·
s_

ntua ¡za as e . · 1A ·d 1c la
. . , tal-·c·s:-e·~~t·í en correlación con una situactón cercmonta . __ me0 J a qt ,· siglo xx debilita y deforma la estructura clásica de la novela y consuma el pm-
oncn't • lización'y
· · ' la desacralizaciQil, la cancwn . , el e amor, e 1cu cnto )' h, pocs1a . ceso de individualización, de expansión, de mezcla, de dcscstructuración y de
d
esn ua ' . f 's rebuscada y ~ reorganización de los géneros líricos.
11-e-roic·¡ se desarrollan gradualmente, adqu¡cren una orma ma L ¡·- 1 s.
convierten ' · en· los puntos de referencm . de otros generos
, pro fan019
. . . , as. ormu . -' a.- Hasta ahora hemos contemplado el fenómeno poético, la palabra poética, el
i~iciale~-y-sobre todo finales del cuento, por norma general, .J:~ntulan ~1 C.J¡r.'tc. autor y el género, en la perspectiva de su génesis. Pero esta génesis se podría
ter imaginario de la narracton. . . E~n 1a cpop e Y•' .1 1'a forma vers1 1 . ftca<
, . a rcmp 1 .Jz,¡ re- presentar bajo otro ángulo n forma de una sucesión o de alternancias de perio-
dos 1itcrarios.
progcsivamentc a la forma prosaica . o m ixt·t' . 1,,'IS. leyendas ustoncas
, . . 1Y T os .
latos ;clacionados con los vínculos entre los y homb_r~s lo;~ _csptr~~~· l~n~- ~~r~~ Durante un largo tiempo de la historia literaria y hasta la época romántica,
l nnldicos Jrimcro son ajenos a toda prcocupaclnn cslcttca y . cspucs ,¡ ' prevalecieron la tradición y la norma. La o_b.~l}dc arte era considerada la repro-

~~;~~~~si;~~~<~~cr~,l~i ~~~;:1 t~jlil~; ~~:~'; i ;111~ ~~~~ ~~~~~~~:: ~~;i: ~::1~;~~~ ~~~: ~-: ~1 ~~~i ~~~
t t
ducción de arquetipos mitológicos o históricos, de modelos, de ternas y de
gL:ncros, de fórmulas estilísticas; en lo que se refiere a la realización de la obra.
EI.F.A7.AR MEI.E'IINSKY SOf'IFIJilllES. Clii.TURAS Y III'CIIO LITERARIO
32

se dejaba una relativa libertad en la elección de la forma: En la ~poca ~1~ús an- sía lírica tomnda en su conjunto, epopeya heroica, relato heroico, novela, no-
tig;1a, estos principios estéticos, de ;¡cuerdo con la m_entalidad n_ut~l-poeltc~, _no veleta, etcétern.
eran todavía objeto de reflexión teórica, pero a partir de la 1\nllg_ucd::d cl;~s~ca La novela (en inglés romance, novel) es el mejor ejemplo de ello ya que su •,
y hasta el siglo xvm (en Oriente hasta fines_ del siglo XIX~, la conciencia poet 1ca origen es heterogéneo y diversificado. Sus fuentes son: el cue-;to heroico celta
encuentra su expresión en la poesía retímca y normativa d~ una mar~er_a que en Europn, la tradición épica prcislámica y lns leyendas sobre los poetas enarno- .,
difiere según las diversas épocas (Antigüedad, Edad Media, Ren:lcl.!lllento, rados en la literatura persa, el cuento heroico local y la tradición épicn en Georgia,
barroco y clasicismo). Ademús, el estilo predomina hasta_ e_I Renaclln1ento, el los relatos y los cuentos fantásticos, los ciclos líricos enmarcados por In prosn
género en Jos siglos XVI-XVIII, y el autor a partir ~lel romantlcls_mo. En elum~)rnl y los diarios líricos en el Jnpón, donde la noveln precede a la literaturn heroica.
del siglo XIX, en Occidente, y a principios del s1glo xx, en Onente,la concien- A pesar de esta diversidad de fuentes, la naturaleza de la novela parece bastante
cia creadora individual prevalece sobre la tradición y la retórica. El aut~Jr sur_ge homogénea y constante. De manera universnl, la novela medieval describe al
como una figura singular, lo cual no impide la formación de escuelas htcrar~as hombre "interior" hasta entonces ocultado por la personalidad social' Jel caba-
( romanticis~no, realismo, naturalismo, impresionismo, simbolismo. cxprcs 10- llero (en Occiuente) o del príncipe (en Oriente). La pasión amorosa "individual",
nismo, surrealismo y otras variantes del modernismo). consagrada a un objeto insustituible, provoca el desorden social y transgrede
los ideales épicos. La armonía podría establecerse si el amor suscitara un valor
heroico o un don poético, así como lo sugieren el amor cortés o el sufismo.
En fa novela medieval (romance en español y en inglés; romanen francés),
TIPOLOGÍA COMPARADA predomina un esyuema de composición. La primera parte pertenece al cuento:
.l el protagonista realiza hazaiías y logra-conquistar a una bella princesa. En la

/
,:· 'La diversidad y la complejidad del fenómeno lite:ario se 1::1eden estudiar _no
sólo de manera diacrónica (casi evolucionista), smo tamb1en de manera sm-
segunda parte, surge un conflicto puramente novelesco entre el amor personal
y el deber social. En las primeras obras (Vis y Ramin de Gorgani y Tristcín e

l
crónica (tipología comparada). . .
Los caracteres específices de una u otra cultuftl va~ ~u~g1endo ,evtden~-
.
/solda en las versiones de Thomas o de Beroul), la armonía es destruida, pero
después, en el periodo clásico (Chrétien de Troyes, Nizami, Rustaveli, Mura-
mente en el transcurso de la histoáa. Pero después delmtclo de la ~p~ca me- saki Shikibu), es rest<Jblecida gracias a la revelación del valor social o estético
denta, la influencia recíproca de las diferentes literaturas y del dommiO de las del amor sublime, que inspira un caballero, un soberano o un poeta.
literaturas occidentale~>crea una situación compleja. Por e~lo, desc~e un P_tn.lt_o En Prancia y en Persia, las similitudes de estructura y de evolución de las
~ de vista tipológico. el arte verbal o escrito de la Eu:~d Mcd1~ es ol~cto pnvlil- novelas parecen excepcionales. En Georgia, RustaveiCse desvía ligeramente
giado de la literatura comparada. En esa época~ la mtlucnc1a rectproca entre por la vía de la epopeya heroica. En el Japón, Murasaki Shikibu por la de la
Oriente y Occidente era mínima, las literaturas se desarrollaban paraklamen.te novela psicológica "a la manera de M me de La Fayette". A partir de estos ras-
') sus similitudes eran lógicamente de orden ~ipológic?. Solam:n~e en _zon<~s gos comunes, vemos claramente cuáles son las diferencias, procedentes tlfl
gcogr<.'ificas mús 0 menos definidas pudo dommar una literatura umc:l e mll1~1r c~Yt!A_~era d~ c~eencias religiow -{;ristianism;;:-islam, budismo. Por ejem-
: otras literaturas, por ejemplo la literatura francesa en Europa, las f¡teratur<~s plo, el finalismo crislianf_! conduce a una perspectiva lineal, a la asimilación
1
úrabe. sánscrita, persa o china en regiones diferentes ~e ?riente. , del destino del protagonista a la formación de la personalidad social. En la no-
El paralelismo pierde su fuerza durante el Renac1m~ento (la tcona de t~n vela japonesa, la filosofía búdi~,a introduce y refuerza la concepción cíclica o
pretendido Renacimiento oriental es falsa), pero en los s1glos x_vn-xvnl rea~,¡­ circular de la vida del protagonísta, de la sucesión de las generaciones: el bien
rece de manera más clara una cierta analogía entre Europa occl~el.'tal y e~ Ex- y el mal se mezclan. Cada una de las faltas que se ha cometido en la juventud.
tremo Oriente./\ partir del siglo xx, el Occidente com1enza a tnliUlr al Or_1ent_c implica necesariamente el castigo (karma) a edad avanzada o aun en la vida de
y se úibu_ja Ja perspe.:liva de la formación de una literatura mundtal casi um- la generación siguiente. La novela presenta un ambiente de indulgencia me-
l:incólica y una propensión a la contemplación. Se utilizan modelos que se re-
hcada.'
Sobre un fondo de parecidos tipohígicos, las diferencias local,cs destacan fieren al cambio de las estaciones para simbolizar esta concepción fatalista de
con claridad. La comparación más productiva es la de los mlltí'rogeneros: poe- la corriente vital. El poema novelesco persa se acerca más a los ejemplos occi-

"~" -----··---------------------
34 EI.EA7.AR MEI.f'TJNSKY
SOCIFIJADES, Clll. rl!RAS Y IIJ:CJJO U JERARJO

dentales, pero el protagonista es un príncipe o un soberano. Se pu~~c ~el imitar


rácler específico úe la novela corlít:,(acontecirniento o punto de vista sorprrn-
una clara divergencia entre las ideas corteses y su ríes y la conccpctonJaponesa
dente). La novela corta urbana y de carácter social, hua!Jen, a diferencia de
dclmnnn 110 aware (belleza conmovedora de las cosas frágil~s). En CU<~t~to al
la novela cl111anqi medieval y sublime, se parece a unfabliau francés o a un
nacimiento de la novela moderna (en inglés novel), dcscubnmos tambJen_un
Sclnmnk alemán, pero en la novela huaben encontramos un gran número de
paralelismo entre Europa occidc.ntal y el Extremo Ori~nte. La novel~ ~h1~a
relatos de detectives, desconocidos en Occidente en esa época (siglos XVI-XVIl).
anónima Jin ping mei (fin del siglo xvt) y las novelas Japonesa~ de Satkaku
· I.,Q,¡,;)w¡¡;:l¡~". o mejor dicho lus novelas cortos árabe!;, ocupan una posición
(si~lo xv11) recuerdan a varias novelas ptcarescas o " comtcas
' · "d e la Europa .del
_
intermedia entre la novela corta europea y la extremo-oriental. En Occidente,
siglo xvti. Pero mientras que en Europa predomina lo picaresco (a excepCion
la novela corta del Renacimiento, a partir del Decamerán de Boccaccio, repre-
d; 11 n Sorel), en Asia, el elemento erótico es el más importante. En 1~ nov:la
senta a la novela clásica. La co1;1paración de las novelas occidentales y orien-
picarcsc¡¡, la conducta del protagonista está dctermina?a por el mediO soctal
tales es muy fruclífera. En la novela del Renacimiento, la acción es el resultado
más que por su naturaleza. Los dos tipos de novela cont1cncn componentes sa-
de lu inicíalíva personal del protagonista, quien aspira a realizar un objetivo
tíricos y burlescos. . .
concreto. El protagonista de la novela oriental. es muy pasivo la mayor parte de
Se puede comparar la novela inglesa y la novela franc_esa y o_nental (Voltmre,
las veces, y con frecuencia un fracasado, un desfavorecido, sin la menor facul-
Swift, Wu Jingzi, Li Ruzhen). La novela se vuelve mas sentimental, pero no
tad de adaplacíón. Él es el que sufre la acción, y seres fant;ísticos, magos o
renuncia a la crítica social (comparar, por ejemplo, Richardson con Cao Xue-
amigos fieles acuden en su ayuda. En los relatos orientales no pocas veces el
qin, el autor de S 11 er1o en el pabellón rojo). Las difere~cias se exp~esan ~obre final es trágico.
ese fondo analógico que hemos mencionado ya. P~r eJemplo, la ~1da pnvada
En cuanto a la poesía lírica, la comparación es difícil por razones lingiiísti-
-tema específico de la novela-, en la novela chma, al contr:m_o_ de lo que
cas. Hay muchos caracteres comunes, no sólo en la poesía del amor sublime en
sucede en la novela europea, se amplía a la vida de una_gran fam1ha en cuyo
Provenza, en España, en los árabes (poesía' udhrita), sino también en l;¡ poesía
seno se m a ni fiesta la conciencia individual del protagonista. . ,
persa, india, china y japonesa de la Edad Media. Hay varios motivos (por ejem-
Ya hemos hablado de la novela medieval que prefigura~ la novela pslcolo-
plo, el del alba, que A. Hatto estudia en su obra titulada Eos) que se repiten de
gica ulterior, pero en la China de la Edad Media (hasta el s1glo XVI), la n?vela
manera casi universal. Las biografías de los poetas se parecen mucho en los
110 existe y su función la cumplen, por una ~arte, los gra!1des;elatos hcrmcos ~
árabes y en los japoneses. Hay algunos .l·in,entes provenzales que recuerdan a
históricos y, por otra, la novela corta de la epoca de la dmast1~ Tang, Chuanqr.
la poesía lírica china en la época de la dinastía Tang. Pero las diferencias tam-
Esta forma de relato se puede comparar con los Lais de M~ne de France. Las
bién son sorprendentes. Por ejemplo, la poesía 'udhrita del amor sublime igno-
novelas cortas orientales u occidentales poseen caracterísheas co_m~mes, pe_ro
ra fa caballería; es más frccuenle que la poesía cl1ina cante la amistad entre los
existe a la vez una gran diferencia. E~1 Occidcnte,,el cuento fantast1co es dts-
hombres que el amor a una mujer. El tema de la amistap y del vinqes totalmen-
tinto del cuento animal (fúbula), del cuento anecdótico, del rel:1to c~rto, Y ~e
te específico de la poesía china y persa y, en Europa, de la pocsí;;, neolatin;¡ de
los exempla. mientras que en ,el Orientr.. todas estas formas llteran<~s estan
los c/erici vagantes. A diferencia de los sín'entes, la poesía china canta suhre
mezcladas bajo la innuencia úe la intención didáctica y de la creencHI en la
todo las separaciones, las pérdidus, los sufrimientos del pueblo. En la poesía
reencarnación del alma humana en los animales. .
lírica de todos los pueblos, siempre es muy notorio e luso que se hace del para-
Tratándose de la novela corta, las diferencias entre dominio onental Y do-
lelismo psicológico, pero sobre todo en Extremo Oriente, donde poesías-viñe-
minio occidental están aún más acentuadas por el hecho de que la novel<~ corta
ta.~ de.~criben un paisaje y estín impregnadas de la melancolía búdica.
occidental extrae su materia de la anécdota. la india de la fábula Y~'~ eh m~ de
la leyenda de espíritus, de cad:ívercs vivos y sobre todo de zorros mtttcos. Est_a
es \a razón de que la inclusión de elementos fantásticos sea usu<tl en los e~cn­
tores orientales, mientras que sigue siendo excepcional en Europa hasta la epo-
ca wmúntica. Sólo en E.]:. A. Uollmann~ T.,~:auties.. aspiramos ese) aroma f~n­
tústicn que nos recuerLh 'a la novela china en general Y a la de lu Songlmg
(Li 11 o:iJai) en particular. !:in CkiMl, lo fantástico representa prec1sa~nte e\ C31'·

' ___ ...,...----·-··~~---·-·~----------~


LA 1.1 II'HATliRillAll :n

Según un célebre experto en poesía~'la frontera que separa la obra poética de


2 la que no es obra poética es más inistable que la frontera de los territorios ad-
ministrativos de China" (Jakobsol}, 1973, 1 14). No hay más que pensar en al-
La litcraturidad gtmos poemas modernos que en ot~as épocas no se habrían con~~derado como
JONATIIAN CULLER literatura. Los ralkpoems,¡Jcl poeta norteamericano David Antin; por ejemplo.
ponen de manifiesto un discurso que no puede ser más común, sin rimas ni
ritmos, ni figuras especiales, y que posee todas las vacilaciones y repeticiones
del habla cotidiana. Cuando el auge dellzouveau roman francés, muchos LTÍti-
cos y lectores pretendían que estas construcciones sin personajes y sin las in-
trigas tradicionales tampoco eran literatura. Estos textos no habrían podido
. Qué es la literatura? Esta pregunta, que parece .irnpo~crse como~~~ rtcgu~ta llevar el nombre de "novela" en el siglo XIX.
t'ISC de los estudios literarios y como el objeto pnmonllal de la teona I eran a, En estas condiciones, podríamos llegar a la conclusión de que la literatu-
., . de ~omprender de diferentes maneras: en primer lugar, co~o una pre- ra no es ninguna otra cosa m<Ís que ª-.Q!l.CIIQ que una sociedad determinada !rala
sc pue 1 1' t Qué tipo de objeto o de ac- cgrno literatura: es decir, un conjunto de textos que los árbitros de la cultura
t . bre la naturaleza general de a Itera ura. ¿
gun a so '. ? . P·¡ra ué sirve? ¿Por qué estudiarla? ¿Cuál es su lugar -profesores, escritores, críticos, académicos-.r.cconoccn que pertenece a la
tividad es la literatura· t., ' ' q · d"tl· d ta manera se
en la diversidad de las actividades humanas? Compren I ·~ e~~ ' - !iteratura. Esta conclusión no es muy satisfactoria, pero nos servirnos de- otr~1s
, de definición, smo de caractenzacwn, y esto por categorías de esta índole mediante las cuales los criterios de definición y de
~- tratan a de una pregunta no . . .. : -·· .... . . . , ,b qué
que interesaría ;toJ()idos que se ocupan de literatura y queman s,¡ er por delimitación de los objetos culturales nos remiten a las opiniones cambiantes
dedicarse a esta actividad Y no a otra. d' t' de un grupo, grande o pequeiío. En este sentido, lcLLiterarur:a .sería una.catcgo-
Pe;o·"· qué es la literatura?" también podría significar qu.é es 1o que IS lll- ría como la de las malas hierbas (El lis, 1974). Las malas hierbas son sencilla-
.(, . . ·Q , ladistinguedeotrosdiscursosodeotros mente las plantas que una sociedad no trata de cultivar y sí de eliminar cuando
g ue .,' h' literatura de otras cosas.
.
t, ue . d t d l
? Q , la distin"ue de otros pro uc os e
textos de otras representaciones. ¿ u e . o . brotan allí dunde ha de florecer otra cosa. De manera que no habría cualidaclcs
es.pírit~ humano o de otras prácticas? Preguntarse cuál( es) es/sonl.la o las.cduad~ de forma o de fondo que las malas hierbas poseyeran. No hay ninguna "esen-
· t r la pregunta de la Iteratun a ·
\iJadcs distintivas de la literatura es p 1an ea ,. , ? cia" de la mala hierba ni ninglÍn criterio pertinente de delimitación. Aquel que
. cuál es o cuáles son los criterios que hacen que algo sea \¡ter ,\lnra. d 1 se interesara en esta categoría lo que tendría que hacer no sería buscar la
(,-A pesar del carácter aparentemente central de esta pregunta ace.r~a. 'e os "natmale1.a" botánica de las malas hierbas, sino llevar a cabo investigaciones
estudio~ literarios, hay que confesar que no se ha llegado a una delllliCIOll sa- históricas, sociológicas y tal vez psicológicas, sobre las diferentes especies de
tisfactoria de la li.teraturidad. . . . . .. , plantas que están catalogadas como malas hierbas por grupos o sociedades di-
. Northro Fryf, en su libro sistemático Allatomy of.cnt.rcrsnt, tiei~c .razo.n ferentes, sin por ello llegar a estar jamás seguro de encontrar un criterio gene-
.tc~lara q'ue "no disponemos de verdaderos cntcnos para distmgUir ral, ni siquiera para una época determinada.
cuan e1o u ------- .. (l966 13)
una estructura verbal literaria de una que no lo es , - . . Si la literatura fuera una categoría de este tipo, la literaturidad no sería ob-
- . . , llo Si reflexionamos un momento, nos damos
llay vanas razones par.l e · ·.. d 'ric·ts jeto de un análisis teórico, sino únicamente objeto de una investigación his-
. . d, 1 y dificultades de principio asÍ C01110 dJIICU 1ta es ~lllpl 'e. tórica que pretendería hacer explícitos los criterios utilizados por diferentes
cucnt.l e que ¡a . . vela determmada por
Existe una inmensa variedad de obras ltteranas y una no ', grupos que se interesan por la literatura. Pero en general, las respuestas a la
¡ 1 e E>· re se puede parecer mas .a
:ftt{-""
e e •
c·emplo. ¡\la rcclrerche dutemps peu u o an •· , , . .. pre-gunta de la literaturidad no se formulan de esta manera. Las propias di ficul-
t/na autobiografía que a un soneto, mientras qu~ ~na poes~a hr.Ica de tr~"! tadcs de definición y de delimitación inspiran y hacen que sea más interesante
,• . d, H ·n''" o de Verlainé'se parece más a una cancwn que una r:bla. de tea . la reflexión acerca de la naturaleza de la literatura, reflexión que es la que per-
s~a Así pues, mfprimer problema consistiría en sabc.r "<;l_C.lllSt?n pr~p~~~- siguen los teóricos, no porque quieran saber qué discursos incluir o excluir de
• e an todas las obras que dcnomlnJlllOS IItci anas y
dadcs mtcrcsantes que pose ' . > . t re- la literatura, no po1que quieran explicitar criterios que han regido las inclusio-
: ue la;distinguen de objetos no literarios a.los q.ue_s~ parcc~n. l eto es a p a nes y las exclusiones de otras culturas o momentos históricos. sino porque se
~.unta se vuelve más difícil en una perspectiva lustonca, poi poco que Jo se .
1:l61

-··--~ -~ . ...... -·-.....,.._...... -- -


,.uu;""'*....,*-;Q.....O
_ _ _ _, _ , __ _ _ _. ._,.,_..,,,..,..,,.,,.,..,,..,..,,,1.
"
..
..IIOP'Q"'P"".~.fil~f".Wi4N!M 6N,_,!.,..!'I!.P.!IS.~I"'L"'q;;;;ll!l,!!'
.. '114A-#!!!li$"''"*'-*~""-·*-;K"'<""'--\IJI$-----------~-~---- ----
JONATIIAN CtJU.ER
3R LA I.I'II'RATIIIUilAIJ
39

preguntan cuáles son los aspectos más importantes d~ la literatura, p~rquc Así pues, fueron los formalistas 1usos, grupo de jóvenes lingüistas y "poc-
quieren determinar qué es estudiar ut_J texto ~omo parte •.ntegr~mte oc la htcr~­ ticistas" de Moscú y Leningrado, a principios del siglo xx, los que, en Jos
tura. En suma, las definiciones de la !Jtcratundad no son •mpo1tantes como ~n­ inicios, a~untan a la litcraturiuad (literatunuHt) y formulan al.¡;unas de las
tcrios para ide~tificar aquello que pone de manifiesto. q~e hay literatura, smo grandes hncas del debate sobre este problema. ~ JakobsoQ!oplantcaba el
como instrumentos de orientación teórica y mctodolog1ca que sacan a la luz. problema de la manera siguiente: "El objeto de la ciencia literaria no es la lite-
los aspectos fundamentales oc. la literatura y que finalmente orien.tan los e~tu­ ratura sino la 'literaturidad', es decir lo que hace de una obra dada una obra
dios literarios. Las discusiones más productivas se reparten segun d~s' ente- literaria" (1921, 11). Los críticos literarios y los historiauorcs de la literatma,
ríos. p 0 ¡ una parte, la Jitcraturidad se define en términos de una relac10n con pretendÍ..1, utilizaban la vi.oa personal del autor, la psicología, la filosofía, en
un<.' realidad supuesta, como discurso ficticio o imitación de .los actos d~ le~­ vez de vislumbrar una ciencia literaria. "Si los estudios literarios quieren con-
guaje cotiuia 11os. Por otra parte, aloque se apunta es a dctcrmm~da~ pro:•.cd.t- vertirse en una ciencia --declara Jalcoh~ han de reconocer ciJ1ro_cedimie 11 -
ues del lenguaje. Aunque coinciden en algunos puntos, e~tas do~ resp~•est,~s se to (¡nii;m) como a su 'personaje' único. Después, la pregunta principal es la de
l;at;-dc analizar por separado y en detalle. Y puesto que 111 ~na 111 otra tmphc.an la aplicación, la de la justificación del procedimiento."
una respuesta historizante, es necesario proporcionar prevwmente algunas m- Por lo tanto, la cuestión de la literaturidad sirve para atraer la atención sobre
dicaciones históricas. ~~~- es!ructuras que serían esen~-~n 1~; obras literarias y. en cambio, no
Para explicar qué es la literaturidad, qué es esta cualidad susceptible de serían esenciales en otras obras. Estudiar un texto como texto literario en vez
definir Jo "literario", habría que comprender el contexto en el que se ha ~romo­ de valerse de él corno documento biográfico o histórico, o incluso como decla-
vido la pregunta sobre la naturaleza oc la literatura. Obras qu.e denommamos ración filosófica es, para el analista, concentrar su atención en el empleo de
literarias se han creado desue hace veinticinco siglos, pero la tdea moderna ~e algunas estrategias verbales. Los formalistas planteaban:"como afirmación
literatura data de apenas hace dos siglos. Hasta el siglo XIX, la literatura y ter- fundamental que ~tQbjel.c .deJa ciencia literaria debe ser e~studio ue las par~
minos análogos en otras lenguas europeas significaban ele una maner~ global t_i<;uhuidades.específica¡¡ dedos objetos literl!rio¡¡_que lo¡¡ dislingucn de to<.iH
"los escritos" y hasta el "saber libresco". En las EJ..ricfe die neucste Lllcra!IIJ: otra materj~' (Eichenbaum, 1927, 25). El problema esencial consiste en en-
bctreffend.,clc ~,y¡iol' publicadas a partir de 1~~9, ~a pal~bra toma un _sent1do contrar particularidades específicas de las obras literarias que sean lo sufici,·n-
precozmente mouerno que designa al? producc10n hterana .con~emporanea. Es temente generales para manifestarse en la prosa así como en ia pnesí;L' l':;ia
sobre too o en c] libro de Mme de Staer; De la littérature consuleree dc~ns.ses rap_- ll!.c.raturidad posee tres rasgos fundamentales: lllQS procedimientos dcijiJrc-
¡}()r/s ave e les institutions sociales ( 1800), d_ondc se marca el establccumento del lj!'f!_1_11,1ding (puesta de manifiesto) del propio lenguaje; 2] ]a dependencia dd
sentido moderno. . . texto respecto de las convenciones y sus vínculos con otros textos de ia iradi-
Pero fue sólo con la institución de la crítica literaria y el cstud10 profesiOnal ción 1iteraría, y 31 la perspccti va de integración composicion;_¡J dL· los clemcn-
de la literatura qt~~ la pregunta de la especificidad de);~ literatur~, Y por lo tan~ tos_y_los materiales utilizados en un texto.
to de la lit~raturidad, se ha podido plantear. Antes de fmes del ~1glo XIX, .el es~ E:~ lo-que s~ re!i.ere <~! ..primer punto, el formalista ruso Shklovskf¡ecl:~ra
tudio oc la literatura no era una activiuad realizada de manera mdepemhcntc. que ~1_I_c_ngl!.'!Jl(JetJca dll1ere de la lengua prosaica (cotidiana) por el car;íctcr
se estudiaba a los poetas antiguos al mismo tiempo que a los filósofo:~ Y a ~os rsrg:pJil_Jie_[ oshchutimost] s_l_c_~!l constrJICCÍÓit' (Eichenbaum, 1927. 3 2). Para
oradores -los escritores de tollo tipv-- y Jos escritos que llamamos hteranos el checo Mukarovsk;;~uno de los fundadores de la escuela de Praga que se sittía
formaban parte de un todo cultural más vasto. Fue, pues, únicamente con la en la continuidad del formalismo ruso, el lenguaje poético no se define por su
fundación de estudios específicamente literarios cuando el problema del ca- belleza, ni por el ornamento, ni por la afectividad, ni por su carácter mctaft'>ri-
rácter distintivo de la literatura se planteó. Hay que precisar que la pregunta se co, ni por su singularidad, sino por fa puesta de manifiesto (aktuaiisace.forc-
planteó, no porque se quisiera distinguir lo que es lite.r:uio de 1;;que .m~. lo es,
sino porque s.e..qucría promover, mcdi:.mtc la separac1on de lo propiO d~ !a 1
Así, Jcan-l'aul Sa11rc responde a la prcgunla ¿Qué es la litrrlllura:• cslahlecicnduuna se-
literatura, métodos de an:.ílisis que permitie1an hacer avanzar la compren~10n paración _cnlrc la pros;,, que se v:~ldría del lenguaje para decir algo, y la poesía, que lrahaj:~ría
Lle- este objct(' y dejar de lado métodos impwpios que no tomaban en constele- cllcngua.Jc ( 194ll). Pero los ardlisis m:ís aslulos de novelas hechos por el propio San re y por Ja
gran mayoría de los crílicos han tkmoslrado que lambién el novel isla lrahaja el lenguaje y que
ración la naturaleza de e;;te objeto. por l'ilo no se ha de dcscarlar i:lprosa de una lilcraluridad definida en luncitín de la poesía.
JONATIIAN ClJLLER
LA t.n I'IIATliRIIlAD !)1
40
el narrador observa, por ejemplo que hs r 11·1b .. " 1111. ..
grounding) ( 1977, 3-4). Hay varias maneras de hacer perceptible el lenguaje, ficren a él le . · - ' '· 1 ' ' r,Js caballo , cuando se re-
• parecen !,!JI cxtranas como "mi ticrn" "mi ·¡ir " " . "
de modn que el lector no reciba el texto como un simple medio transparente de Poner de manifiestcJ
comunicar un mensaje, sino que resulte involucrado por la materialidad del · los· ·s"tgtlOS· (¡" ngutsttcos ·-- •
y 1' ' d"' ed y 1111 agua .
p. ucdc hacer de (a Jitcntur·¡ UJI"l , . . , d. l ' OS lllC JOS C representación
' ' ' en 1te,¡ e os modclc · · · · · ·
significante y otros aspectos de la estructura verbal. La.Ys.s.Y.iacióo.o la aberra- que tenemos la costumbre d . . · . . Js scmtotJcos mcdtante los
e 1Jdcet e 1 mundo tntcltg'bl 1 A ·
ción lingüística -la creación de ncologist'lOS, las combinaciones insólitas de roman ha sido alabado por 't" .. c. st pues, cliiOUI'<'ml
·511 en tea te 1 1os modelos ¡ · .
pabhras, la elección de estructuras no gramaticales o aberrantes en el plano tales como los del personaje y el d 1 .· : . . • nove escos tradtctonales,
semántico-- son formas de poner de manifiesto que se utilizan sobre todo en interpretamos el mundo sin casi sa~c~lt~n~:pl~ _de causaltdad, t~Jediantc lm. que
poesía, pero que se encuentran también en la prosa, como al principio de'Fin-'" chas veces de romper las. . . . ' c mtsmo que la pocsta ha tratado mu-
p 1 ,¡soctacJoncs que se considera "nornnlcs''
negans Wakl "Eins wilhin a spacc anda wearywide space it was er wohned!
ero la y una rcs_crva que hacer con res celo. 1· 1" • ' . . .
Mookse. ThJ' onesomeness was alltolonely, archunsitslike, broady oval, and zacicín. En el plano lingüístico 1 ¡· . ·;PI. a a .ttcr,¡tura como dcslamili:ui-
. • e e ccto ttcratun • sede .1. .. •1 ..
a Mookse he would a walking go." El fin y el resultado de esta especie de puesta ras ocombitJ;lciones insólil"ls st"no t· l.. ' . s ,¡e,¡ no so o por J tgu-
. -··-· · · · · · '·, • .. am JJcn por un lcng 1· · "·1 d ..
de manifiesto forman lo que los formalistas rusos denominan la desfamiliari- ststc en parte en utilizar fo' 1· . 1 . . t •lJe e e va o que con-
" rmu as que Jan perdtdo t 0 d· 1 f ·
zación (ostranenie) o desautomatización del lenguaje, que produce la percep- the azurc vault of hc·¡ve .. . .b . • su uerza tnnovadora:
' n se perct e de tnmcd·· t ¡· .
ción de signos en tanto que tales. Esto se puede obtener mediante el recurso a empleo del adJ"etivo ·¡ctiv·¡ Ctl 11 t 'd Id o como ttcrano porque el
. . ' ' e ce orunat cadchl"t 1 .1 .
diferentes clases de paralelismos y de repeticiones. En el plano del significan- ctactón elegante y pcr · · .- .,· .. . . ' er.1 ura en tanto que enun-
111' 1'' 1c.1 e1e senttmtcntos el . 1 [) · "
le, la rima, la asonancia y la aliteración crean el efecto de un objeto muy estruc- en vez de "cuarenta tnvíos" e. . ¡·· ¡· . ~v,Jc os. - cetr cuarenta velas"
' · s un,¡ tgura tlcrarn e · 1
turado como en los versos dc'Ijlérf posee algunas p·¡hbras y con t . ' onvenctona . Cada lengua
" ' ' ' · S rUCCJOncs que pert , .
y elcvatlo y que seihhn qtJe ¡· enecen ,¡un lcngua¡e arcaico
Dormeusc, amas doré d'ombres et d'abandons, ' ' se tenc que ver con 1· J"t ..
parotlia o la destrucción de este . 1 . a t et atura, aun cuando la
Ton re¡ws redoura/Jle est clwrgé dl' tels dons ... ("La Dormcusc") No obstante nos expotletl.l o mtsn~o enguaJe sea también discurso literario.
. .
llll11tar el efecto · de · 1· t "ds ad un nnport:.lllt e 0 tJst,¡cu .- 1o ctwnd.o
. 1ratamos de
1Dmmicntc, cúmulo dorado de sombras y de abandonos,/tu reposo temible está car- ·· 11eraun <1 dcuntextoal·
gado de tales dones ... ]
d~ procedtmientos lingüísticos .
----·- ·.
d
.·.
. a prescnct,J de un rcpcrtono
.
[llt_e_dcn__~nc:ont¿ars¡: en otra l~r·t~u:~ to os estos_ el~n~enlo~ o pro~edimientos
rec r . . . J . . . .. textos no ltteranos, bl propw - -
d onoce que .~as altteractones· y otros· proc e d"tmtentos r1·~-- ....
Los ritmos, regulares e irregulares, las repeticiones de categorías sintácticas
. .. .
culontcos ·
que crean paralelismos, todo tipo de estribillos y de estructuras de clausura, os ... por el lenguaje cotidiano hablado. En el . •. . . . son u 1 !/.a-
hacen perceptible el lenguaje de la literatura. En prosa, la puesta de manifiesto sadas en las mismas figttr'IS c¡ttc 1· , ¡·. tr,mvt.J se escuchan bromas ba-
descansa generalmente en otros medios. Las estructuras del relato (paralelismo, . · '· .J pocsta trJca m-' · ¡·¡ 1 ·
nudo están compuestos de acuerdo . J· . 1 - ,¡s su. t . y os chtsmcs a mc-
reanudaciones y detalles, construcción "escalonada") producen efectos de clau- con ,¡s cyes c¡ue ngcn 1· · ··
1as novelas cort·¡s "( ., ¡\, E · ,1 compostci"n de
sura, y se considera que expresan que se trata de un discurso bien constmido '· ··· 197 -'· 114..,.. ·1 hecho d d ..
blc su lcnguaJ·e no b·Jst·¡ IJ'Jra 1 • e que un tscurso haga pcrccpti-
en el que cada detalle se ha de tomar en serio. Además, un l_e!J_gllajc figurativo_ '· ' ' J.Jcernos accpt· t
tura. El discurso llublicit·¡¡·"¡o 1 . . . l arque cnga que ver con la litera-
tltle exige un esfuer7.0 de interpretación sirve también para significar la litera~. nos hacen rcaccion·¡r ·JI lcngtJ"IJ. ·_.
' • os Juegos e e palabras y¡ . .

.
os etrorcs de expt·.cston
.
. ' ' • e sm que por ello cree J"t.. J · ...
. · · Ifl(~~in-
_turidad. En efecto, la imagen literaria (obraz) que pretende crear una percep- dtca una vía de reflexión ctJ ·stJ ce . ·¡ e b re d-1f ercnctactón
. . nd t ]·cr.Jlura.
ción nueva colocando al objeto en una perspectiva insólita, muchas veces se . ·
lenguaje cuando dcf'inc • . .• , . ' e ,¡s sets lunctones del
· 1.1 1uncton pocttca del le .· "
toma como el elemento más común, el más expandido de la literaturidad. Hasta cicín en.elt~cnsajc ~n cuanto tal" ( 1960, 353). ngU<~JC como una focaliza-
la novela realista se sirve de imágenes "nuevas" para dar a ver: "los techos de
fl1,{4a-~ (.Que qutere dectr esto? Esta definición ret . . . .. . .
onu en p.~rte .1.1 nocton tradtcto-
paja. como gorros de pieles encasquetados hasta los ojos ... " (Flaubfl\,
me J.},(Jt;ary)._j.n otro plano, la pcrspccti~~~nam~tiva elegida es la que va a actuali-
zar el efecto de dcsfamiliari?.ación: en JI~ e Tolsto.i.,el relato lo cuenta
un caballo y es por ello por ILt que los objetos se vuelven singulares gt acias a
nal de que el obi.cto estc'tt"c .
• -- .J •.
tanoscualcsc¡uier·¡ · c e
c1 1tcnc un va 1oren sí
. . . .. . . - '··.51 11 ) IUe posee 1o que
mma "la finalid· d sin cJllj.el· .. (Z
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limitaciones de Jos d"
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k . · en su lt!ti a cle.{_Jurcro cieno-
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me · 'l'CI\). L1brc de las
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esta percepción inusitada y a la tematización del lenguaje de la rcprcscntacif>n; . . tscursos cottdtanos, históricos y pr;ícticos,la obra literaria

-----~· ,.. , . . . . . . . ..-!_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __


JONATIIAN CIII.I.FR l.i\ UIEHAT!IRII>AI>
42 4.1

se sitt'ta de otra manera (como lo veremos m<Ís adelante) y puede producir__;!l)_!_:: miento'1 ¿En qué se convierte el soneto? ¡,En qué consisten las combinaciones
higüedad, pucJe constituirse como e~!ructura autónoma ligada al eje~cicio de de las im;ígenes y cu;íles son sus efectos? En vez de tratar un elemento formal
¡; in~agi;~-ación del autor y del lector. Esta libertad es 1~ que pone en .JU_cgo al- -la forma del soneto, por ejemplo- como un medio para expresar la visión
-g1rnas ideC1·s· rectoras de la literaturiJad: la iJea, por CJernplo, de un drscurso de un amante, se pueJe contemplar este contenido como el medio de explorar
,,'·
]Jt)livaleÍ_1ie:.en donJe todos los sentidos de unayalahra (sobre todo las con~m­ o de hacer avanzar o desviar el soneto. Est~_aspc_cto de la litcraturidad, que tien-
taciones) pueden entrar en juego, o la de un drscurso portador de un sentrdo d~ ~_ai2_1ar e_J _texto de los contextos prücticos e históricos de su producción,
oculto, indlrccl()-y-sÚplementario, que sería el sentido müs importante. redefine, por oposición, el contexto como el contexto específico de la literatu-
-·As( p[ics~·contemplamos m;ís de cerca la noción de la Lunciün poética del :i·_ En este contexto, escribir es inscribirse en la tradición literaria, y se ha de
lengu_ajc:__!;oOlO el acento en el lenguaje por su propia cucn_t~- No de~~ compren~ explicar las obras de acÜcrdo" cori est;; única perspectiva.
dcrsc tal cosa como una autonomía, sino como una relacron espccrfrca con los l:?_~a_ohra literaria se crea en referencia y en oposició;1 a un modelo cspccí- ,
otros elementos constituyentes de la situacit>n lingüística. Si doy cita a un ami- l'ico que proporcionan ·1tras obras de la tradicit>n. Las obras est;ín detertnina-
oo a la seis de la tarde de mañana en un determinado café, lo que es esencial es das por estructuras convencionales -por ejemplo. los procedimientos para
~ue, ante toJo, el mensaje sea emitido con seriedad por m~ y vaya ~es tinado a establecer la intriga. Stril:rov!!:k'f:demuestra que""Ja convencionalidad mora en
él personalmente, es decir, que no se trate de una broma, nr de un eJemplo gra- el meollo Je toda obra literaria puesto que las situaciones est<Ín libres de sus
matical, que el mensaje no esté destinado a nadie müs, y que la hora y el lugar relaciones cotidianas y se determinan según las leyes de una trama artístic1
de la cita estén rijados en rcrercncia a un contexto geogrúfico y temporal en el dada" ( 1919, llR),,Como lo hemos indicado, la forma de la obra est;í detenni-
qu;:: nos situamos. La forma de la frase y las palabras específicas de las que me nada por las form;Ís literarias preexistentes.
sirvo son menos importantes, como también lo son sus relacn•rtes con otras Enla n1edi~a e_n quL;_la literatura, en sus vínculos con otros discursos litera-
invitaciones emitidas por mí y por otras personas antes de ésta. En cambio, en ~ios_. es un cotnt_:ntario o una rellexión sobre la literatura, esto nos ayuda a ver
un poema, como "l];~:_iti}2li.~' ..frio:;nJ lo suppcr;;..oel poet_a inglés 13~~. lo el_ papel de las estructuras lingüísticas y ret\Íricas de las que hemos tratadu an-
que se produce es ¡()do lo contrario:· aquí, lo que mús 1m porta es la estru_etura teriormente en nuestro anülisis de la !iteraturidad como puesta de manifiesto
de las im;ígenes y de Jos ritmos en el texto; el contexto en el qu~ ~e mscnbe el Jel_lengu!1je. liemos constatado que elforegrounding apenas puede llegar a
mensaje es el de un género literario, un cierto lirismo de lo cottdtano, del que ser un criterio suficiente de lo literario puesto que hay repeticiones y aberra-
s::: desi1rende, en el tono y en el movimiento del poema, u_na visión de l_os valo- ciones también en otros textos. Es müs bien el moJo de inte~me'Ír)n de estas
res que so~tienen el modo de vida que se evoca. ~f().y. . habla de la literatura estructuras -es_ decir, el establecimiento de u-;-;;~-¡~1i~~de1~end~ncia funcional y
como dcli'camino en el que el pie siente la piedra, el camtno que regresa sobre unifica~I~H·_ade acuerdo con las normas de _la tradicit>n y del contexto litera- 1 '
sí mismo} ( 1919, 115)'~ La obra no est;í dirigida a un fin, pero esto no quiere rio- _lo_que caracteriza alaliteratura._ Son tr.e5_los uivelcs o los tipos Lk inte-
decir que carezca de determinaciones. En realidad, )i¡_obra se ~diere a sus prc:- graci{ln que hay que contemplar. , ,
pios medios, es decir que la puesta de manifiesto del lenguaJe en un texto h- En un 12.!itn~r.niv_c_l, est<Í la i.!,ltegraci(~nde las estructuras n de las relaci,lnes
terario es una manera de desprenderlo de otros contextos (el momento Y las qu_e, en otros discursos._ !lQ tienen función algun<!. Cuando doy utw cita. en la
circunstancias prüctic;1s de la producción del enunciado), de hacer del ac_to de forma de mi mensaje se puede ignorar una asonancia, una aliteraci1ín o 1111 l'a-
l~nguaje que el texto pretende cumplir (como la invitac.iót_1) un proccLh_mtento ralelismo. Precisamente porque el texl1!_.!_i_tcrari2 no es un discurso que comu-
literario y situarlo en un contexto de textos y de procednmentos ltteranos. nique informaciones prücticas, sino porque~stá. vincul;tdo_a una situación de
-· Volvemos ahora, por lo tanto, a las arirrnaciones dcJakobs~n para qutenlos ~Q[1lunicación diferi~;¡enla que reina la convenciiÍn Je la importancia de los
estudills literarios han de hacer del procedimiento su personaje único: cual- detalles y de las estructuras lingüísticas, significa en varios registros. En un
quier discusión que se centre en la 1iteraturidad no considerad el procedí mien- poema, cualquier paralelismo plantea la cucstit'lll de l;¡s rel;tcioncs scm;ínticas
to como un medio de expresar un mensaje cualqmera, suJO como el protago- entre sus componentes. Allí donde domina la ficcicín poL;tica del lenguaje, "la
nista. el sujeto Jel discurso literario. · . similarid;1d se convierte en el procedimiento constitutivo de la sccucncia··~­
¡\un determinado nivel, el texto nos cuenta una aventura puramente lttcra·· -~~1, 1960, :l5R) -procedimiento constitutivo a la \·ez p<~ra el autor, que
ria ( rnrm;tl). Entonces nos hemos de preguntar: ¿qué hace aquí este encabalga- escoge y retíne los elementos en virtud de la similaridad cualquiera (fonohígi-

·-· *' " ¿¡ .m'* muo :gM;;:;ua. u: sa: LRKct. na, ·!!#*A;.;:_¡¡¡¡;:: .l4P ij!f!.e;¡¡;c:pg;,p.Jnt@W AL!l<li4 .44AHSU JU IU tW a u e ;e as uoc: n a e;a: ". "
:--:,_.,::.-~¿t/...,.((1./¡,[ ('./_,,¡ -/,

JO~IAliiMI CIJLLFR I.A l.rii!RATIJRIDAI> 45


44
,·,\ Las convenciones de la litcraturiúad incitan a los lectores a conferir una totali-
ca, morfológica, sintúctica o scm;íntica), y para el lector, que debe considerar
dad formal a este texto y a otorgar una significación a las "ausencias" que se
en qué medida una especie de equivalencia se transforma en otra. En la"~~;
revelan en él. Si tomamos "Gongo! a" corno un nombre propio y si suponemos
s~)I.!J~J.llJIC" ~e v...-.• as repeticiones dc_so~Jidos y de_ c_structuras ntnn-
una relación entre Gongo la y el que habla, las lagunas del poema acaban funcio-
,• cas producen acercamientos en los n1vclcs scmanhco y tcmat1co:
nanúo como signos de la ausencia, de la carencia -sobre todo en la primavera.
/.es .wnglots /ongs
No es_ que siempre se encuentre la unidad que se bu:;ca, pero la suposición
/)es l'io/on> de la unrdad hace que aparezcan te.nsiones y .hasta ;pr~frauicciones entre Jos
Vel'automne elementos o entre las estructuras a dr fcrentes n1veles('EIIenguaje de ]a poesía
Rlt•s.>entmOII nrur es el lenguaje de la paradoja"\Jeclara un representá'tltc ilustre delnc11' criti-
D'une langueur cism norteamericano (oif!,¡lltifa 1947, 3): la literatura, mediante el juego de las
Munotone ~onnotncioncs y la presentación irónicn de los discursos (los discursos cotidia-
ll_Ds Y__los discursos de la literatura anterior), hace que se sienta hnsta qué punto
[Los largos sollozos 1 de los violines 1 del otol1o 1 hieren mi coraz{lll 1 con una langui-
!~da red~cción a t~na posición o a una visión mono lógica se basa en simplifica-
dez/ mmuítona]
Clones. El lenguaje de la poesía procura los medios para el cuestionamicnto de
El resultado de esta estructuración -efecto propiamente litcrario-consjstc proposiciones simplistas. Cuanuo, por ejemplo, se trata de definir la relación
~.~11;\Ccd'tlrÍci~~~;-ar la cap;1ciuaú del lcngu.ajc para producir pensamiento. Las entre las dimensiones eonstatativas y pcrl'ormativas del texto -la relación en-
~;-mparaclones c·r~an 1;1 idca,porcjcmplo, de un otoiío relacionado con los vio- tre lo que él dice y lo que él hace-, es frecuente tropezarse con dificultades.
lines, y la idea de una relación entre la languidez de la estación, los sollozos _Y Un ejemplo célebre: el verso del poeta norteamericano Arenibaid MacLets"-. a
quizús Jos vientos violentos que puedan gemir como violines. En suma, la pn- menuuo citado por elncw criticism;,,"A poem should not mean but be" ["Un
-1(.: n)~[a~.l~1se de integración csla producción de efectos sem{lnticos Y temático& poema no ha de significar sino ser"tfcontrapone ser y significar y, a través de
mediante estructuras. formales. ello, significa: hace que se vea que Id oposición entre ser y significación es más
- La integración a segundo nivel es la uc la obra de arte completa: la conv~!l- complicada de lo que se suponía de entrada .
•\ ,·. ._ · ~ió~l-por la cual la obra literaria ha de ser un todo orgánico(.....-. 1931 )~ Pero es la presunción de la unidad -este segundo nivel de integración-la
V'',. t¿l que, en consecuencia, la labor de la interpretación consista en ~uscar ~de­ que hace que surjan las disonancias y se produzcan muchos efectos literarios
n~ostrar esta unidad, es una de las nociones fundamentales de la lrteratundad. de este género.
t:os formalistas rusos hablan de "la dominante" que se presenta en forma de un 1~ un tercer nivel de integración, la obra significa mucho en relación con el
elemento o de una estructura unificadora (a veces una figura, como el quias- !;JFHextoliterario: en su relación con los procedimientos y las convenciones,
mo) localizable en todos los niveles (lalwhsen, 1973, 145). Pero es bastante q)Jl los géneros literarios, con los códigos y modelos por los que la literatura
pocu frecuente encontrar un solo motivo que encarne la un_idad de este mo_d~. (l_ermite a los lectores interpretar el mundo. En este nivel el texto literario ofre-
Lo esencial es que se suponga esta unidad y engendre un es tuerzo para pcrc1b1r ~e sie_rnprc un comentario sobreuna lectura i-~;plfcita (ber,.-1.972) o puede ser
cómo un momento o un elemento del texto puede relacionarse con otros, trans- r_nterpretado como una alegoría de la lectura, una reflexión sobre las dificulta-
formarlos, incluso oponerlos, y crear una estructura de conjunto. Este aspecto ~~s de la interpretación (De Man, 1979)._La posibilidad de leer un texto litera-
de la literatura se pone ue manifiesto de manera sorprendente en textos de apa- rl9_como una reflexión sobre su propia naturaleza y sobre la de ]a literatura
riencia fragmentaria que exigen un esfuerzo especial del lector."~;;~.;. de hace de la literatura un discurso autorreflexivo, un discurso que, implícitamen-
~,~onsiste en tres versos fragmentarios: te (a causa de su situación uc comunicación diferida), cuenta algo interesante
sobre su propia actividad significativa. Esto no quiere decir que el texto se ex-
S¡ning ... pli~ue ent_eramen!c o se dor_ninc plenamente: al contrario, las investigaciones
Too long .. . recientes lnlhcan que hay Siempre aspectos del funcionamiento del texto que
Co11gola .. . escapan a 1~ reflexión o a la derinición. En este sentido, el terna profundo de la
literatura siempre es la irnposibilidad de la literatura, esta persecución del ab-
[Primavera 1 Dcmasi:Hin llcmpo 1 Gongo! al

....... ,
JONATIIAN CULLER LA LI'II'RATliRI!JAil 47

Pero, por otra parte, cada vez que se identifica una cierta litcraturidad, se
solu'o literario cuyo resultado es en cierta manera el fracaso (lüanc~: ~ 955)~
constata que estos tipos de organizaciones se encuentran en otros discursos,
I>cro' ara volver a las fórmulas más familiares que traducen la practlc,a me
d'. t~;-¡ cual los autores buscan renovar y hacer progresar la literatura, esta es
hasta cuando no se trata c.;te discurso como si fuera literatura. hlul••mismo
l.lll 't..I "1 de J·¡ litcntura ----de la noción de literatura que ella hereda-, y en cita como ejemplo de la función poética dellcngu<ue un lema norteamericano
una en c. • ' .. de la campaña presidencial del Eisenhowcr en 1954, 1/ike lke ["Me gusta lke"J:
esto h literaturidad es un tipo de reflexividad. . .. , . ro-
hay aquí una repetición paronomástica muy acentuada en la que el sujeto del
. E,l ~:ctual debate sobre la literaturidad oscila entre una de(~\liCI_o~ ~:la~ p las
piedades de los textos( de la organización del texto) y una deflm~;o\;o ii- gusto y el objeto del gusto están enteramente envueltos por el acto de gustar
(Like contiene 1 e lke), como si fuera inevitable, inscrito hasta en la lengua, que
conven~ione,~ y de los presupuestos con los que se abo~d~ el texto . am se
"llike lke" ( 1960, 357). Hemos de observar que toda una serie de investigacio-
-tcrario: Estas dos perspectivas no son en modo alg~no tdentlcas yl tam~o~~. -
nes teóricas actuales --en campos tan diferentes como la antropología, ei psi-
~~~~~le su )oner que estén en contradicción. En reailda~, la natura ez~ e. ~n
~tnje y el~ los fenómenos culturales exige esa alternancia de ~erspecttvas. solo coanálisis, la filosofía y la historia- han encontrado una cierta litcraturidad en
los fenómenos no literarios. Los estudios de ~-iireutl y de ~~íiiJl
en ';elación con un conjunto de convencion:s, en uno u otro m:e~: ~s co~1o t~n~~
han demostrado, por ejemplo, el papel constitutivo en el funcionamiento de la
serie de marcas o una secuencia sonora es tan dotadas ele propte d. e~. ~-o .
~ante, esta alternancia ele perspectivas crea probl_~m~~ ~~ra ~t:~~~~~:;~~t~~~~~~~~
psique ele una lógica de la significación que donde más directamente se observa
es en la poesía. ~Def"riddt!.demuestra la centralidad ineludible de la me-
h litcntun Por una parte, está claro que la nocton e 1 era ' ..
, .' ,. . cl'f .·.les del discurso litrrari<l v de otros dtscursos, t:ífora en el discurso filo:;ófico. ~-,.,; ilraüiiodescribió una lógica ele lo
ción de las relactones t ercnct.l . . . - . dística
concreto que actúa en los mitos y en el totemismo, lógica que resulta parecida
más que una cualidad intrínseca. Si se toma un fragmento ~e_p~~sa ~~~~~ualicl<:-
., dis¡1one en una página en forma de poema, vemos smgtr d gu . . al juego ele oposiciones (macho 1 hembra, terrestre 1 celeste, moreno f rubio,
Y S~; · f · , de las nuevas convenciOnes sol f luna) ele la temática literaria. Es como si cada procedimiento y cada espe-
de:> que están en el texto, pero que son una tmcton .
cie ele estructura que pudieran parecer esencialmente literarios, se encontraran
que se aplican a él:
también en otros discursos. Esta constatación sería desesperante si el objetivo
lfier sur la Nationale se¡>/ ele las investigaciones sobre la naturaleza ele la literatura consistiera únicatncn-
Une m1tomobile te en distinguir la literatura ele lo que no lo es, pero en la medida en que la fina-
Rou/ant ll crnt el/' /u•ttrc s, es! jctée lidad consiste en identificar qué es importante en la literatura, la búsqueda de
Sur 1/llf'latwte la literaturidad nos muestra hasta qué punto la literatura puede iluminar otros
Ses quatre occupants ont été fenómenos culturales y revelar mecanismos semióticos fundamentales.
wés. La otra concepción de la literaturidacl, representada por viejos lemas como
(Gcnctte, 1969, 150)
la fórmula ele ~según la cual "el poeta no afirma nada y por lo
. , ·¡ 1 A cien por hora se estrelló f tanto no miente", pone el acento en !!Di!_t:..elación particular del discurso literario
[Ayer, en la carretera nacional siete f Un automovl
't ll) f Sus cu·¡tro ocupantes resultaron f Muertos.] co.n la realidad: estas proposiciones se refieren a P-".rSQnas y a acontecimientos
e ontra un p1a a1 '

. , "A "ya no se relaciona con una sola imagiQa_rÍ()S_Il1<ÍS que históricos, Este camino no logra captar el criterio distin-
Los diversos datos cambtan de caracter. yer . . , . . t tivo de la literatura puesto que en el discurso hay otras instancias ele la ficción .
.1 . on toclc1s los ·¡y eres y en consecuencia, connota un ,tcontccnmen o
fecnstnoc · ·' ' · 1 Enunciados que pertenecen a la lingüística y a la filosofía ponen en escena perso-
' . - ¡· , . "Se estrelló" adquiere nueva fuerza, como SI e
frecuente no extt aon m.mo. · 1 1' El stilo najes ficticios -Le roi actuel de la France es/ chau¡•e, Jollll is eager ro please
coche tuv,iera una voluntad, y se escucha lo '_'aplasta~o~: ele p ~¡tan~; ~~e re- [El rey actual de Francia es calvo, John está ansioso por agradar]- como lo
e re orta'e v la escasez ele detalles pueden mcluso tn tcar una ac 1 u
hacen tod<J parábola y todo escenario hipotético. Pero estas observaciones no desau-
el_ p., J A"otro nivel se podría encontrar en la elección del tema un comen-
s¡nnacton. ·· · t f ·ma b·111 al Estas torizan la importancia de los esfuerzos para definir la relación de la literatura
~a~io sPhre e\ lirismo hüy. en el que la tragedia al1qutc_re es~ ,01 :t' '
'u.e con'- con la realidad. LaJ'iccio!_!_ali9'ld. no se limita a personajes, situaciones y ac\•n-
interrretaciones literari:~s son el resultaLIO de una :nentacJOn ~nu~:s{o es o- tecimientos imaginarios. No es ünicamente que A~}~}S,W.AAi~ d~e y
\~"''t'1:\ e~te di<cm"L' n~mo si fuera literatura. Precisamente po q
· . i1 . _ - " , ,1 u.; e- \:1 1-\el.ltund::~d.
~\~,e. e~ nece, no re1 e'10nJ.1 :-.0l rt: 1 -- :-.
3
1
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'. !la~~~ ~,~!storp_.Qo existan; el "yo" ele un poema no designa tampoco a un inclivi-

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JONATIIAN CUI.LI'R LA LrlERATlJRlDAD 49
4H

ll<~y novelas que efectivamente "hacen ver" que son biografías o coleccio-
Juo empírico en un momento dado, sino más bien a un sujeto creado en Y por
el poema: "J'ai plus de souvenirs que si j'avais millc ans", el primer verso de nes de cartas, o que ponen en escena a un personaje que simula cont<lr su vida,
.. ~· d p ' ' ia ,no es una proposición sobre el CIMIS::Mg~ _que pero en el caso de la mayor parte de los textos literarios, la ficcionalidad no es
c~l modo nlguno la cualidad esencial que distingue a una novela de una biogra-
compuso ~~f.('f !!'~!J., En este sentido,.!;! olJJ.a literaria es un.:Jc9ntcc11n!en:
fw . ._..,. pretende que al escribir Lq '11uerle de !van llich ·~"hace ver
to s~m<lnüco: prpyccta un mundo imaginario, que abarca a los narrador<:_s .Y :l__
Íos .lectores implícj tos. Pero esta concepción de la literatura como ricción no es que escribe una biografía, pero fabri~;J;;~•-\ñ~f~~(~;s q~e ~1 contrario·~
-d~l toJo exacta, puesto que !as obras literarias también ponen en escena reali~ no sim_ula para nada. Lejos de fabricar un escrito que parezca una biografía,
dades_históricns_y psicológica~ -Ntt~okúlfwla ballata de Watcrloo, las condi- lfeRltfi s~ vale de procedimientos que serían ilegítimos en una biografía y que
~iones de trabajo de los obreros en las minas, el sentimiento de celos de un niño son propiOs de la novela. ~está descrito en tercera persona y, no obstante,
ven~os el mundo según su punto de vista, y seguimos la vida interior del prota-
·\ mim; 1Jo, cte. Podemos entonces drcir que 1;~ obra.se refiere a un mundo posrbJe
'f . entre varios.mundos posibles más que a un mundo imaginario. Para expon~r golllsta en el momento de su muerte. K.a&e-Hwwttmrgel'l( 1968) distingue la lite-
11 ~.. jor las implicaciones de esta J'iccionalidad, algunos te(Jricos, en vez de dccrr ratura de los demás discmsos por la (;i\paci.dad que tiene aquélla!.]_¡: pr~scntar
que la obra se refiere a un mundo de J'icción, pretenden q~e el actt: d~ rc_f~­ l![J_n.2.lln_d,9_,j_¡Jcl.11i_<J.aJ.a.¡:xperiensiaiQ.~f.ior,desde el punto de vista de un pcrso-
rencia es en sí J'icticio. CQ!IHl acto de lenguaje,.la obra literana es una rm1tac1o.n_ _1!!.1j~_que estlÍ_r~m:~'>c::!_l_~~do_cn_ter:c_er¡¡_p_ersona. El indicio de esta literaturidad

de un acto de lcngu;¡je ,;~<;erig'', en el que elloeutor es responsable de las propo- es un tipo de frase propiamente literaria, "Morgen war Weihnachtcn" [Mañana
: ~i~¡; 1 ;:;-¿,·~~1 c -~~~~it~. (¡;;-)·,~;promesas que ha hecho, cte. Desde esta perspectiva, era Navidad]. en la que los elementos deícticos (mañana, ayer, aquí, allá, ustc-
la ficción se entiende en relación con el "discurso natural" o no ficticio al que d_cs) están definidos en relación con una subjetividad (del personaje) que es tú
im ita.l "l.a J'iccionalidad esencial de las obras de arte literarias no se ha de dcs- situada en el pasado más que en el presente de la enunciación. r t , , teíll! l'Mri~
c11brir en la no rc<1lidad de los personajes, objetos y acontecimientos a los que se refiere también a modos de discurso de la ficción que no son la imitación de
<~quéllas se refieren, sino en la !lQ_r_calidad d_cl propio neto~~ refc~cn_c!~" (Smj.J.Il,.... un acto cotidiano supuestamente "real" ( 1981, 104). Así pues, hay bucn<~s ra-
1978, 11 ). Así pues, en una novela, es el acto de narrnr los acontcclllllCiltOS, de zones para concluir que la literat:t!@ no es una imitación ficticia de los actos de
describir a los personajes y de referirse a los lugares el que es ficticio. La ~ovcl_a lengunje no ficticios y "serios". sino !!JL~~::to_gdenguaje específico, por ejem-
p.J.9J_~Idc.contar una historia. - --- --·- · - ·---- - -
representa el acto de alguien que describe, que cuenta hechos, ctc . .J,_a~n11_1leSIS
de la literatura no CJWS.istiría.tanto en la imitación de los persona¡cs Y de Por esta vía llegamos a una conclusión que se ha abordado al comienzo por
los acontecimientos como en laimitaciún de los discursos "naturales", de los otra vía: que ~..i§~~r..<!!:i2.•j)<!!'.a.Poseer condiciones de enunci<1ci6n di-
actos de icnguajc "serios". Las novelas serían las instancias ficticias de diver- ~!_cntesa las de otros.~c;~_()Üi.ngüí1i_tico~, se relaciona con condiciones especí-
sos tipos de libros -crónicas, diarios. memorias, biografías. historias y hasta ficas. Pero ¿cuáles son estas condiciones y, en particular, cuál es la relación
)/ cokcciones de cartas. El novelista "hace ver que escribe una biografía, pero lo entre estos actos de lenguaje del relato literario y los del relato no literario?
que hace csJirhricar una" (Smith, 1<)78. 30). El teóric~ español~~
Pregunta escncinl parn una literatura vinculada a la ficcionalidad. t1 rg t 'at
¡lftri-¡a todavía mús lejos cuando pretende que los s1gnos llamados lmg\lls- ~. quien se opone a la idea de un lenguaje literario distinto, insiste en la

ticos de una obra en realidad son imitaciones ficticias, y no verdaderamente importnncia que tendría contemplar las narraciones literarias como miembros
de una clase de "textos narrativos de exhibición" [narralive display Jexls]. cla-
lingüísticas, de los signos propiamente lingüísticos ( 1981, 81 ).
~c que abarc<~ría a todo relato de acontecimientos presentados corno insólitos,
mt~resantes, destinados a divertir, y en los que se consideraría que el dcstina-
~ Qb..;cr\'amn" una .,.;tu:Ki0n pcculi~lT en la que In" teórico~ de la litcraturn o de la litcraturi-
~arro reconoce _que la pertinencia del relato no cstú en las informaciones que
tbd cpmo r crión dl' finen b litcratur;tcPmn imitaL·ión de 1m discur~o no rH:ticin. y In..; analista"
1 este propone, smo en el hecho de que sea "contable" [!el/ah/e] ( 1977, 148). En
de hl" di,cnp:.n..; llt' fictiL'ÍllS {d rcl.1tn Lk b hi..;tnri;l, pnr cj~.·mpln) muc"tran que hay que cnn~­
l''':ndr:¡\ns en rd.lL·i,'.n rtm d d 1 ,rul~l' bh.'r.l!Íll. \a intcli)!ihilidad de b historia llPLkpc!Hkna esta clase, los relatos literarios se benefician de los mecanismos de la sclcccitín
~.k un.\ ~,.·.m,a\Jd.hll·ll'l\lllh:: 1 . :-.in,, ~.k 1.1 m;l1L'L\ en quL~ lt.'~ ch.'mcntn~ lh.'liC'!;ltn se sun.'ll~n y se -edición, crítica literaria, enseñanza- que crean, frente a estos relatos, "un
\"llh.·ul.m p.,r.l form.n unt~..,dP ~q;.un h'"'lllPlklu~ de h'" gl~ncro~ lltcr.uins.l=.~tc e~ otru_CJt..~mplu principio de coopemtividad hiperprotegida" [hyper-pro/ec!ed cooperaliJ•e
dt..' un c~mp\) en c1 que h1c; th'-Cllr"n' nP litcr;lfH"" funcion.m -..q"!.úncstructuL\~ y prnccdumcntns princ·i¡J/e] Y permiten al lector imaginar que puede resultar de ello una comu-
~u:.:;.:: m~niflc,tan m;\~ C'-f'lícit;1ml~ntc en la litC'r;ltnra.

1
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UI. ll!.•a•Jiiibll!lllllii!!.•.llltbiiiiii~LJIII''I'II*!I'I!Ita•w.,.slltle•a•-
JONATIIAN CIILLER
50

· · · ·111 tc·resa:
n:cac:on . · 1te · j>an ' ' comprender este principio de cooperatividad, · 1hay 3
uue hacer notar que se presupone una cooperación que es la que sost:ene y 1ace
~nsible la comunicación común: así pues, en genera! se presupone que m~e~tr~
Extensión e incertidumbre
interlocutor se coloca en una actitud de coopera~:on _Y q_ue su r~spuest,: ~er.t
pertinente con respecto a la cuestión planteada ~s:_me :nv:tan al c_m~ y yo. con- de la noción de literatura
testo "hace buen día", el principio de coopcrat:v:dad nos autonza ,¡trat.'tr.d~
encontrar la pertinencia de esta respuesta). En nuestras relac:oncs co.t:d:.t,nas, Rl:OINE R0131N
a veces decidimos muy apresuradamente que los detalles y l;~s d:gres:ones_del
relato que alguien nos hace no son pertine_ntes y que nuest~o :~terlo~~-t~.r :wl~
el principio de cooperatividad. Pero en l:teratura, est~ prm_c:p:o esta h:per.
protegido", en el sentido de que presuponemos la pert:nenc:a y el va~or c~e los
momentos oscuros, aberrantes y digresivos. Cuando el relato l:te~~mo p.t~e~c En retrospectiva, podemos imaginarnos que en la época en que~ra una
que no obedece a las reglas de la comunicación eficaz, es que esta al_serv;c:o autoridad indiscutible en el campo de la renexión literaria, o cuando los mo-
de una comun:cac:m · · · 1 d":J'•re:
e 1te e indirect·t'· Habría que acumular una tnrnensa dernistas, batallando contra él, ponían en primer plano las estructuras forma-
· . .·
suma e1e mcornp:ens;one.s y de frustnciones . ' · · frente a un. texto para hacernos
. . les, de lenguaje, o la intensidad de la expresión, todos sabían más o menos lo
decidir que no hay gestión de comunicación cooperat:va, pues e~. ht~~at~:r.'t que representaba "la literatura". La literatura tenía, si bien no una definición 1
hasta la impertinencia de los detalles puede ser un compo_nente s:gn:l:c,ttl- precisa, por lo menos un objeto, cierto es que connictivo, métodos de acerca-¡
vo del arte. En suma, ¡0 que distingue a M~~e,:te en Venecw_ del relato de la miento, un estatuto y una función en la formación cultural y en la formación de .
muerte de un tío que haría un amigo es sobre todo qu~ tenemos. buenas r.~zones la memoria colectiva y del imaginario social. ·
para suponer que el pr:mer · relato sera• r:~o,
· comp 1e.JO, "valdra
. .la pena
, ..escu- ~aliteratura era ante todo "los clásicos", las obras consagradas, que habían
charlo 0 leerlo, tendrú una unidad y demas prop:edades de la l:ter,¡tundad de entrado en el Panteón de la consagración y habían desafiado los años, las mo-
las que nos hemos ocupado anteriormente. . . . , e das y las diferentes escuelas ele crítica. La literatura era también el conjunto de
Por ¡0 tanto, vemos que una discusión sobre la f:cc:on~l:dad y_ los .1ctos d
las "heJ!<ls)etms'~contemporáneas. obras delcírculo restringido, diría ~Wf!i8!11i!
lenguaje literarios nos lleva a estas presuposiciones de la l:tera~und_ad que nos <iictt (Bourdieu, 1971, 1977), legitimadas por el capital simbólico de su autor,
h;tcen l)uscar y encontrar en la_Ql~!_!t una grg~t~li7~tción __<eomplep e mte~Jsa, del por los procedimientos formales o de lenguaje de su puesta en texto o, en otra
:1'· lenguaje. Esto no quiere decir que hayamos resuelto el pr~b~cma de la l:ter.ltn: perspectiva, porel alcance universal de su "mensaje", siempre implícito, lejos
·r-icl;tl~ n~ hemos encontrado un criterio distintivo y ~uf1c:ente que la pu.ecl:l de las puestas en discurso (y aquí yo diferencio fuertemente puesta en texto
udinir, lo cual significa simplemente que toda~ las busquedas que_apunt.,tn ·~ i literario y puesta en discurso) de la "publicística". Todas estas obras forman
aislar los elementos y las convenciones determ:nantes para prodt~c~r !:~cr.tt.u
1 parte de la "literatura" porque en ellas se inscribía la "literaturidad'', tl-rmino
ras coinciden y proponen juntas vías importantes para los estudws l:tcr,mos. que los formalistas rusos introdujeron al abordar los textos literarios para cap-
lar con cierta aproximación la especificidad y hasta la esencia ele lo !iterar io en
1 los "procedimientos" de lenguaje y formales de la escritura.
Una gran sospecha recayó sobre la claridad de estas afirmaciones. Todo fue
1 cuestionado. El rodillo compresor de la "cultura ele masas" contribuyó alllplia-
mente a romper la certidumbre ele las fronteras del objeto literario. Recorde-
mos aquel texto premonitorio de W-~ (Benjamín, 1955) en el que se
t denuncia la pérdida de "aura" de las obras artísticas a causa de su reproducti-

t[
hilidacl. En el momento actual, las nuevas tecnologías han dado a luz nuevas
forrnas culturales, nuevas imágenes, nuevas formas de participación intcrper-
sonales o grupales: el rock en todas sus formas, los video-clips, la publicidad

[S 1 l

~- ___ . . . . -------~-----~------..•-•*''*""-•.,«"'=--•**''"'""'-'A'"''"'"""*'""'•••·••""*lilllll!l6!!1!!.MMII!III.~~1!41111t!lllt"&P...,..SIIIII&II:U•a•.h!IIIQI!I!'!IIIIJti!!UIIIIC""illll!.,.tt!IIZI!S.AIIIII•t; • - - - - - - - - - - - - - - -
EXTFNSJ(JN E INCFR fiDIJMIIRE DI' LA NrX'I(JN llE LITERATURA
52 RÉGINE ROBIN 5J

en el desplazamiento, la ironización, en todas las formas de segundo grado.


genera ]·.1za d·.1, la ¡wíctin
• '
del n¡Jping
·' ' ¡ (S~!~f2,1'f!S
los juegos de representación 1 '¡· )' Por otra parte.~~ mostró que muchos escritores que al cambio del
l . , , 1. p·¡ra no citar más c¡ue uno de los más difundidos) y a te ema Jea,
1 ''-!Jiont. , , d. . S t 1 siglo se habían lanzado a una carrera de "novelista popular", habían hecho sus
r~i>r~~~;1 tada en Francia por la minitel, c~yo éxito e~ ¡~ro 1g10so. e ~ra a< e
primeras armas en el círculo restringido sin gran éxito. Estos escritores tras-
una cullura de lo efímero, de la simultaneidad,_ de lo m,¡ca~ado, ~el :],~sh, del
ladaron al círculo amplio algunos h¡íbitos de escritura y de narración que ha-
spo t 'Le1·1 cJ'¡p ' dcltlux ' Jel directo o del seudmhrecto, que a1sla. almd¡v¡duo
ú '"
en
dt bían adquirido en el círculo reducido. Esto prueba como mínimo que no hay
las múltiples formas y procesos que G. Lipovetsky ha det~omma o E
. . - · (Lipovetsky, 1983); cultura que constituye el comun posmoderno de la compartimientos estancos entre los géneros, ya e~tén éstos legitimados o des-
favorecidos en el plano de su estatuto institucional. De ahí esta sospecha con
cotidianidad. . . - · (C ¡ · · respecto a la literatura y esta nueva mirada de la literatura sobre sí misma.
1, do esto ha creado un nuevo imaginario, un i magmano numenco a IICI s
\) . k' 1. d Cuestionamiento asimismo procedente de otra dirección: la de la contami-
/ntemationaux de Sociologie, 1987), irónico,ltÍdico y 1ts~ 11za o. , .
nación de lo novelesco por los discursos filosóficos UM ' s, 1987), los
Mucho antes de ]a intrusión masiva de Jos m~evos .1:1ed10s e,l,ectrontc.~1S, la
panfletos (f\n•enQl 1982), el discmso político e ideológico, las tentativas en
literatura canónica bahía sido impugnada por la mtruston de lo F~¡mlar ~de
· · 1·tterano· . -. •.~desempeno en esta un- los años veinte y treinta de escritura de novelas proletarias (.....,. 1985) y
lo "común" en el cuestwnanHento ......--.m~ . , la
hasta los avatares del "realismo socialista"(~ 1986) y de todo el sector de
pugnación un papel de primer orden. C::<mtra los f~rn~altstas, el ~ostuvo que_;·
lo que fue denominado, para descalificarlo, "novela de tesis" (Baimaa, 1983).
palabra común ponía en acción Jos mismos ~rocedm~tentos que la palabra poe-
.tica los mismos juegos metafóricos, el mtsmo ludtsmo, p~ro que lo que las Esto no quiere decir que el texto literario estuviera desprovisto de funciona-
mientos y de efectos ideológicos, de intrusiones de autor o de personajes de-
dife,renciaha tenía que ver con su función pragmática y soc1a~ y con su recep~
·, (13-1·t'111 n Todorov ¡ 982 18] -21 5). Este autor demostro que lo carnava- leznables o, por el contrario, portavoces, pero estos efectos seguían siendo la
Cion •J e : .' . ~ 0 odía pensarse mayor parte del tiempo implícitos, ficcionalizados, puestos en imágenes o in-
lcsco de algunas obras literanas, en parttcular en •n ,P .
tegrados a una intriga psicológica que digería el "exceso" de lo digresivo o del
sin hacer surgir toda la importancia de la cultura ~opularde h_t e¡:o.ca, sus tr_a~t­
discurso social en Jo que éste tenía de amenazante o de demasiaúo proliferante.
ciones orales y sus propias prácticas de Jenguaj~ y de soctabiltdad (B~~~~;
Con la intrusión masiva del género mencionado anteriormente, las proporcio-
1970). Nada de cultura cuila, nada de literatur~ dtgna de e~te nombre q,_
nes se invierten. De lw~~ y de lf:>~ (la gran tradición de la novela vie-
re inscriba, aun sin saberlo, una inmensa herencta popular.' cterto que en Vl<IS d~
nesa) a la otra tradición, completamente desvalorizada en la actualidad, l::t de
desaparición y de folklorización y recuperada en lo sucestvo por algunas de la.
la novela soviética, toda una literatura impugna una determiuada concepción
obras literarias más legitimadas.
del género, hace retroceder sus bordes, la inserta en una interdiscursividad ge-
,.,..también acentuó Ja heterogeneidad de la forma novelesca. En el,! a se
neralizada, sin que "lo novelesco" ocupe el primer lugar.
inscribían múlliples sociolectos y registros de lenguaj_e, en la_l_leterologla de
En el momento actual, :a eclosión del objeto literario es tal que su sectoriza-
los diálogos y de las diversas formas del_ disc~trso r_efendo (l3aJllll, .1 978). i-
eión ha pulverizado todos los etnocentrismos de la legitimidad. Ya no h;_¡y una
J\lucho antes de esta alteración del objeto ltterano, algunas for~n.1s de la ~r.
literatura, ya provenga del círculo amplio o del círculo restringido. A partir de
mera cultura de masas (al tener la primacía absoluta de los me_d10~ electrom-
aflora hay objetos particulares y cada uno de ellos tiene su manera dcinsc;ibir-
cos) ya se habían labrado un lugar selecto en el nivel del amplio ctrculo ?e la
s~~~n lo literario, de producir algo literario o de pensar lo literario.
in~titt;ción literaria, conquistando un nuevo público urbano entre las m~~eres 1
y ias capas nuevas procedentes de la industrialización y de la ;aga de los IV,er~
La escritura femenina sería uno de estos nuevos objetos, ya se piense a ésta
1
en términos de escritura de mujeres que empiezan a entrar masivamente en el
sos éxodos rurales. Se trata del inmenso terreno de lo que. m a~ ta~~e tomara e
~ampo literario, o se piense en términos más teóricos, como lo "femenino" en
~omhre de "para literatura", géneros desvalorizacl_o~ en la mstJt:Jc~on: de l_a n~~ ¡~ la lengua y en la creación, independientemente del sexo biológico (Didier,
Vt'la 1\amad:l pnpular o pPpulista, de]:¡ nPvcla polt~w~_a a_J~ novel.\ de es~·IO_n;.
l 9R 1; Bal, 1985; Suleiman, 1986 ). E,n..e.~e caso, lo que se impugna es toda una
kv:; b n<'Vl'b dt• :1\'cntur:ls.p:lsan<h' Jll'f b cÍt'lll'ta t~ct:t(m, por no almlr .t ,t
mirada sobre la escritura, mirada formal y mirada sociológica, que podría lc-
l/'¡ d fi,¡II<'S, 19~6).,
·.. \\.ll'l ;\t\H;\ Íllll\IStl j;¡\" \Íptl .. r\rlt'<\IIÍil .. . , . . , ~
gítinwmente poner a ~Gealis antes de Iiaiuc en una nueva jerarquía ele
F t \ t'H'tlllt:t:Ít'l\ tk~V.I\t>rl!.lll.lt'S tltl tlh\,\1\\C ]a m:\$ \cH\a, y \a htt~.\~~r,\ d~] t puntos de vista, de prioridades y de lecturas.
~;~:·:1~re~trin;i:!••<eh1\Í<t0l'"1•;'.J.1H~:rwri3.r>ehen1JrarNla e ¡\'e , !.'

'·~·~·4"·~·~ •~t ~ =~- ~·~·~,.~·~·~w~,.-~-.~· '~-~ ·~; a~;xs.-•u. - .a~A -' '*~FR*~'4tP;~ ;~a;~ta~;•.e'y '~z .a:~a,;u•.JI~. '~,. ,.~ ~ WI4•~' ~-; ~w'~ .~· 'Gi~ •4! JI.,iSCt~ s'zi:J~l 4•el t'J~ .a ~uw.-ta~ a.-~ .-~
.. ...-... .......__________
RtGINE ROIIIN
54 EXTENSIÓN E INCERTIIllJMIIRE DE I.A NO("IÓN I>E 1.1"1 ERATURA 55

Sucedería Jo mismo con una relectura negra norteamericana o tercermun- 1986). No hay nada específico tampoco en las perspectivas fenomenológicas
dista del fenómeno literario que acentuaría la tradición oral, el mito y su r_ca- o hermenéuticas ampliamente representadas en la filosofía.
propiación, Jos sociolcctos populares o las diferentes forma~ de hcteroglosw Y { ¡,Cómo resistiría la literatura en su clausura, y cómo no iban a plantearse los
de la dominación en la lengua y por la lengua, y que pondna de este mo~~ en ~ teóricos de la literatura el problema de las fronteras, de la ampliación del ca m-
primer plano a otras formas narrativas y otros códigos de lectura (~tt; ;~ po, o de la muerte de los géneros o del género?
1973; Irclc, 1981; ~ti~;·J 984). ., it Siempre ha habido u11 cierto número de textos que han obligado a delimitar
Estallido del objeto, por último, mediante la interve_ncw~ delleetor Yde la lo literario y la ficción en relación con otros géneros discursivos. Así sucede
lectura, de la recepción, en el análisis del fenómeno literano: De l!.1L~ con la autobiografía, los diarios íntimos, las memorias, la biografía en general,
(1978) a w.:-~ 1974 ), pasando por l"J'.~ 1979) y~ i-'•m•~ (Sule_unan algunas escrituras de la Historia y, más recientemente, con los relatos de vida 1
y Grossm:m, 1980), se ha formado un nuc~o terr~no que ya no nma a la litera- (Chanfrault-Duchet, de próxima publicación). _j
tura desde el ángulo de la creación o dcliJIOgraf¡smo, o d~ltexto por el texto, Si bien estos escritos no son autorreferenciales, si bien remiten, lo mismo)
que ya no la mira desde el ángulo de la relación del enunc1ador con los narra- que el texto realista, a un hacer creer sobre lo verdadero, sobre el yo, sobre 1
dores, sino que la contempla en el plano sociológico de los lectores reales, de acontecimientos que han sucedido realmente o sobre personas que han vivido
los actos de lectura reales, pudicnJo moJi ficar totalmente el estatuto del t_exto, en la realidad, no por ello es menos cierto que están atrapados en el orden del
las intenciones del autor: lecturas disidentes, subversivas o_sim_plemente Igno- lenguaje, irreductible al orden de lo real y que, mediante el lenguaje, están
rantes de Jos códigos de intertextualidad y de los distanciamientos; lecturas preocupados por un orden textual y discursivo, por una intriga y un relato, co- 1
que leerán en primer grado la antifrasc y la ironía, que ~~~rán en segundo grado motan bien lo pone de manifiesto P;-~ ( 1983-1985). Están forzados a 1
el mCts grave de Jos mensajes, que leerán en la dcnotac10n to~o el a~senal con- argumen lar. --
notado de una memoria colectiva o que, a la inversa, buscaran sent1dos tras el ¿Y quién separaría en ~los textos de ficción del 2j¡,r.J,i y de la corres-
sentido, precisamente allí donde no hay nada que bu~car. Desd~ este punto de pondencia? ¿Qué hacer por ejemplo con la C~<ft,JJY.JJ~? A través de esto
vist; 1• un poco por doquier, la institución escolar ha Ido a, la qllleb~a, ella qu~ se ve claramente que el suelo se hunde y que es necesaria una nueva acepción
era la que organizaba las guías del saber leer y d~l ~ab~~ como descifrar. A~u1, del campo literario.
una vez mCts, la cultura de masas, en una gran d1stmc10n y una gran ecualiz~­ Si texto y discurso se han de tomar en un mismo paradigma de lenguaje, es
ción de los puntos de vista, ha nublado las pistas que daban acceso, en la uni- forzoso constatar que '!J~1J~!QblemMicape la "literaturidad" y a la de la "inter-
vocidad, al objeto literario. ~extualidad", tan características del texto literario visto en su clausura, ~ay que
·Estallido del objeto, pero también de los métodos!_ .. agregnr a pnrtir de ahom, cuando no sustituir, una problemática de la interdis-
~~-~i~rto-tjuc-~icmpre ha habido una pluralidad de métodos de a1~Cths1s de los c~rsividad que se desplegaría en todos los terrenos- de lo social, y que en el
textos literarios más alhí de las modas. Lo que hay que destacar, s1n embargo, plano de un discurso transverso se reemplearía de discurso a discurso, y se ins-
es queJa mayor parte de los métodos en vigor pueden aplicarse a _I]_O _il~1¡J_op~ cribiría igunlmente bien en las producciones del campo literario como en el
qué obfélo:discursivo y noafcctan en nada la especifici_daddeUe.~t_oJLlerarwr discurso político, periodístico o filosófico, etc. Esto es precisamente lo que
Cuandoqj+ RWWJ analiza el cuento popular ruso, forma cod1f1cada de la tratan de hncer los estudios que se centran en la noción de discurso social~-­
cultura popular y del folklore (Propp, 1970), dista mucho de sospechar ql~~ v_a lllitl~, 1985). En este nivel es en el que In If!.f)ocrítica adquiere todo su
dar a luz a la semiótica grcimasiana, tan impositiva en el campo del_ anal1s1s valor y toda su dimensión, puesto que integra a una problemática del discurso
literario (Grcimas, 1970, 1976, 1979). El modelo actancial, a~n refma:l~ en s_ocialun análisisde la especificidad de los procedimientos para textualizar,
sumo grado, se presta a todo, no sólo al análisis de la novela, su~o tamb1cn al <J~f.iniendo aquello por lo que latextualización se aparta de la si m pie puesta en
análisis de recetas de cocina (Greimas, 1979, pp. 157-169), as1 como al del t!.iscursQ~.Sin embargo, la sociocrítica no hace esto ni con un pensamiento de
di,curso periodístico 0 jurídico (Coque!, 1982). En cuanto a los modelos na- lo inefable o del genio, ni siquiera con una concepción de unn literaturid:-~d im-
rratológicos tan bien representados por los trabajos de CJ;._~te ( 1972) o <~e posible de definir. Lo hace precisamente ampliando la perspectiva y rcintrodu-
~- ( 1970), se aplican tanto a~ co1_n? al cd~tor,w~ o al rep~):laJC ciendo en ella a la literaturn en su amplia red intcrdiscursiva (véase - -
de prensa (Mft~/Re-.. 1976), como a not1c1as penmhst1cas ~ft.}t'llftl, 1979; (1éowe& lilllef'idt, 1985;~. 1983;"--. 1985).

··~ ~ollllslllle•t
....._ _......, . . _ . - · - - - - - - - - - - - - - - • :""' "'dl'l'li!Pifl ,!l'i'I 'MW~P~l~Wil t!l!l!lt"'IMftl iZI 'Ihi AI I:Zili!$1 '-"141 1!_1 ! JIII.IJI'Qilli'144MR!I!Ii IUIIII!SII!!Lil!li4'1#1141,,t•LZI4"4~#11l.Zil.!IIIJIIQ"_~lllti!IIJ111411!
1111.III!AIIII411'1141111i"t41!1. .. 11111 "'•"*••-•..•-·------------
IIJJII!II&IIIS1!111411. .
R('(OINI' ROBIN
56

Paradújicamcnte, hay que insistir además en que, en el mome.nto en que la 4


literatura.ya no sabe dúnde empieza o dónde termina, las c1encws lnll~lanas.
también en crisis y habiendo perdido la positividad de sus certeza_s. estan fas- Universalidad y comparabilidad
cinadas por las potencialidades de la producción lit:r;~na, en part1cula~ por. la
novela, su complejidad, su posible polifonía, las mult1ples voces ~u~ !.1 Jeco- PIERRE LJ\URE'ITE
rren y que no siempre son asignables, su ~en~eabi.li~ad a lo d!alog1co Y a la
<:scucha del inconsciente. ¿Ardid de la razon hterana? . . . . Muy lejos de percibir la cadena que une a todas las ciencias, no
Es cuando parece que la literatura se disuelve en lo mfu11to del Lhscurso, vemos ni siquiera en su totalidad las partes de esta cadena que
cuando Jos demás discursos que la circundan y la rodean vuelven a la literatura cada ciencia en particular constituye. Cualquier orden que poda-
para extraer este "paradigma de la comp.lcjidad" y de la s1ngulandad que las mos establecer entre las proposiciones. cualquier exactitud que
tratemos de observar en la deducción, se encontrar;í siempre y
ciencias humanas no alcanzan a pensar n1 a formular.
necesariamente con vacíos; las proposiciones, en su conjunto, no
se sostendrán de inmediato y formarán por así decirlo grupos di-
ferentes y desunidos.

D' Alcmbcrt (art. "Éléments des scienccs", Encyclopédie)

El intento de este ensayo consiste en revisitar algunos conceptos clave y algu-


nas prácticas del comparativismo en general. En el debate que permanece
abierto sobre la naturaleza, el estatuto y el terreno de los objetos de la literatura
comparada, indudablemente es oportuno recuperar estos temas en un contexto
cultural más amplio, retomarlos en este vasto conjunto polisegmentario que
son las ciencias del hombre y de la sociedad. La universalidad y comparabili-
dad de los objetos, de los métodos y de la teorías son el punto central del debate
en el campo ele dichas ciencias y de sus inteligibilidades parciales y muchas
veces agregativas. Universalidad y singularidad serían de alguna manera los
polos escogidos y extremos del acto de la comparación, polo ideal e inaccesi-
ble en el primer caso e inagotable en el segundo. La tendencia y la ambición de
generalidad siempre se han hecho sentir en las investigaciones y las estrategias
de teorización. En las ciencias del hombre y de la sociedad, esta búsqueda de
la generalidad se manifiesta principalmente: ~--- .
al en las investigaciones de inspiración nomotética que pretenden deducir
leyes generales y en el reconocimiento de la existencia de universales cogniti-
'i..~ (por ejemplo, espacio, tiempo, color, etcétera.);
b] en los mo({elos estructurales que pretenden iluminar, por medio de inva-
riantes y de estructuras generales, fenómenos aparentemente disímiles y sin-
gulares;

(57]
l'ii'RRE I.AURElTE liNIVERSAUOAO Y COMI'ARAIIII.IDAD 59
58

e] e~~- representación global diacrónica, histórica y evolutiva de los fenó- portante también recordar que la literatura comparada se halla en clmovimieu-
to general de las ciencins humanas y sociales.
menos.
Estas estrategias de tcori?.ación que ambicionan la generalización se valen A~n cuando la uniuad cpistemológicn y la uominación del campo de objetos

de los tipos clásicos de inferencia (principios deductivos, hipotético-deducti- c~est10nan a todas las disciplinas de las ciencias humanas y sociales, sigue ha-

vos, principios de implicación) y de la inuucción conjetural, amplificadora, hiendo .!!.!l__Ql::QQlemacon~ún y_central. En términos de razonamiento de enten-
rcconstructora, en la que la intuición ocupa un lugar cierto. En todo compara- dimiento o de al~ún otro _modo de inferencia, este problema com1Í1; tiene que
ti vista dormita quizás todavía el suciío del racionalismo clásico Y de una filo- ver c?n la_s.!_~l~cJOncs existcr1tes entre inteligibilidad global e inteligibilidad
sofía u ni versalista. El racionalismo procedente de las matemáticas, de las físi- parcwl, entre tdentidad y no identidad de los objetos y fenómenos. En una
perspec~iva comparativista general, este problema es el de la identidad y el de
cas y de los métodos experimentales propuso en su momento_el..J.Dod~lo_ id_e_al
de una lengua universal -mathesis universalis- capaz de plonar, cnhar e la altendad. Dar cuenta, por una parte, de todo fenómeno y priíctica singular,
iluminar todo universalmente en virtud de la facultad que esta lengua tenía de crear, por otra parte, un "lengu;De universal" a partir del que sea posible una
pasar sin dificultades, clave ideal, de un campo ue objetos a otro. Deducir las comparación. Las ciencias humanas y sociales, con frecuencia en el desorden
características, rasgos y propiedades universales -Jqs universales- era la ~tan ~n~cr_ll.ado, y continúan intentando, forjar Jos instrumentos específicos d~
condición que se requería para acceder a una scientia generalis y elevar, me- I~ltcl_rg•b.rlrdad (metalenguajes, modelos, estructuras, funciones, tipologías, pe-
diante demostración de equivalencia o mediante una lógica combinatoria, rrodJzacJOn~s, cte.) que les permitan realizar una mediación dúctil entre Jo ge-
objetos .o fe;1óm~nos aparentemente heterogéneos o dispersos al estatuto de ner~ll Y lo srngular. Pero en este campo, la suerte de las ciencias humanas y

conjunto ordcn;tdo. Aquí no abordaremos los presupuestos filosóficos Y meta- sociales no se puede comparar en nada a la de las ciencias de la naturaleza
Aquéllas no pueden dcfi nirse de una manera regulada dentro de su propio sis~
físicos de las reflexiones sobre los universales.
Los desplazamientos y distorsiones que se observan en el transcurso del tema ~eductivo, sino que redefinen constantemente sus propios estatutos y
tiempo en los problemas de naturaleza epistemológica hacen que los princi- modifican de manera irregular, en el tiempo y el lugar, sus dispositivos tcóri-
pios del racionalismo clásico y la concepción de los universales ya no sean c?s. "?ie Wissens~haf~ denkt nicht." Esta paradoja de Heidegger no se aplica-
admisibles -al menos tal como eran- en el campo de las ciencias del hombre na mas que a las c•enc•as de la naturaleza que no experimentan forzosamente
y de la sociedad. Una ciencia unitaria del hombre nunca ha existido en singu- la necesidad de una renexión epistemológica. Las ciencias humanas y socia-
lar. La antropología en el sentido kantiano -como ciencia del hombre en ge- les, en cambio, estiín siempre en busca de teorías y de métodos de aclaración a
neral o como sueño de una scie11tia _Relleralis- nunca se ha afirmado ni en ~ausa _de su propio fundamento hipotético. "Al contrario de los biólogos, los
singular ni en la unicidad de una clausma. Así pues, la historia y su paisaje J~vcs~1gadores de lo que se denomina ciencias humanas tienen perfecta con-
hi1toriográfico, la sociología y la etnología, para referirnos únicamente a algu- Ciencra del hecho de que carecen de auténticas teorías" (R. Thom, 1943, 7).
no"s terrenos importantes de las ciencias hurn:mas y sociales, en la actualidad ¿Qué sucede con el comparativismo?
presentan terrenos de objetos fragmentados o mal balizados que hacen pensar ~~~la~ ;strategias_ de definición, de racionalizac ión crítica y de prácticas Jc
1
en un rompecabezas inacabado. Lo mismo sucede con las cuestiones de orden unrfrcacron tcndc_n~Jal, se deducen dos hipóstasis que abren dos perspectivas
metodológico, teórico y epistemológico, a las que se puede considerar poli- raras veces concrlradas en los hechos: <:_ientificidad teórica e historicidad._,
morfas y fragmentadas aunque, no obstante. con múltiples puntos de contacto Conceder a una o a otra de estas perspectivas una atención exclusiva es correr
multidisciplinarios. Existe, pues, tanto para los objetos o terrenos de objetos el r~~sgo dc,l~acer aquello que M. Foucault denomina, en un caso, una extrapo-
po_rcircunscribir como para las cuestiones de orden teórico y epistemológico, ".'~ton ge;1~1tc~ y,_en el otro, una extrapolación epistemológica. La extrapola-
una doble tensión centrífuga que nos alejaría de una hipotética "ciencia gene- cron gene!lca deJa suponer que la organización in tema de una ciencia y sus
ral". La ciencias humanas y sociales nunca han logrado, más que en algunas normas formales pueden s~r descritas a partir de sus condiciones ex temas"'. La
representaciones ideales, el grado unitario y universalista y además, desde el ~::!.':apolación epistemológica "deja suponer que las estructuras (estructuras
siglo xx, sufren el gran desdoblamiento de su campo en ciencias históricas Y lorm_al~s) bastan para definir con respecto a una ciencia la ley histórica de su
ciencias teóricas. siendo estas últimas una contribución esencial a las ciencias surgnnrcn_t~ y su despliegue": Subsisten dos dificultades en el campo de la
humanas y sociales desde hace algunas décadas. Llegados a este punto, es im- comparacron: por una parte, la de la ilusiónfo!nwlizadora,_que tiene por con-
I'IEHRE LAlJRElTE
IJNIVt~SAI.IllAll Y !'OMPARAIIII.II>All
60 61

. ·. >y una re1.r·Jc,tct .. ·'o' ll de l·ts • · perspectivas epistemoló- . 1) universales formales-universales empíricos; 2) universales posibles-uni-
secuencia un reducciOnlsllH '1 . . 1 . ·t ,,.,·c,·l·tcl <.lue tiene por corolano el
g icas. y por otra par e, a . ' t 1· de h 1 llSIOn 1/.1 C · • •· versales efectivos; )!universales absolutos-universales casi absolutos, cte. El
.. f 1 bJ'et<lS y fenómenos analizados y
..
rclatlVISinO y la Jn mtta 1
· r · d ferencia , .
le os o ·
. t'vos en las ciencias human,¡s
. . artefacto de este proceso de clasificación sinóptica y de su combinación posi-
't 1 s atl'llltiCOS y compar.l 1 ' . ble lleva a cuestionar el nivel de la manifestación de lo universalidad. 1J;.La
comparados. Los me Ol o. • d·. . . . tr·•scendental (lógico-formal) y
· ' t'l doble JlllellSJOn u. universalidad está ene! objeto'? Univcrasles en sí, sustancialización de la uni-
y sociales se sJtuan en es • . 1 1 --escribe M. Foucault- no se
, . "- . 1 de nuestra moclermc a< · , versalidad. 2) ¿Está en la lengua'? Potencia y capncidad sem;íntica, polisémica,
cmpiTlca. E 1 um 1Jr,¡ . . . 1'.. 1 estudio del hombre metodos
t e se qu 1so ap Jc,tr a · lcnguns natural~s que condensan en ellas sistemas de relaciones y de dc:tcrmi-
sitúa en el momen o en lJll . . , d >bleteempírico-trascendental al
. . . Id'· queseconslltuyoun < . .. naciones múltiples. Para algunos, la lengua natural es más flexible que los len-
objct¡vos,smoe ¡.¡en . 1 ]<'~o 4) En re·¡Jidad en losthspostttvos
h 1 "' (Foucau t ~no · • • • guajes formales y más apta para dar cuenta de un fenómeno complejo y din-
q ue se llamó 'el om >re 1, 1 •. ra'ct'•c·¡s ]¡ay intrincados saberes
· · enera y en as P •· • • léctico por su cnpacidad de significar. 3] ¿Es!~_por último en las estrategias
de Jos discursos teoncos en g ...' . ]· · (según la opinión, la apariencia
, 0 ncn de maJlll!csto ,\e1oxa . , . discursivas teóricas, lógico-formales? 1\ la luz de todos estos ejemplos recaba-
hctcronomos que P . , . • saber 0 hacer epilingiitsltco (ac-
11 " lliStemo 1ogJc.l Yun·' • dos. parecería que los universales est<Ín. más determinados y ejemplificados
o la práctica), la re ex ton e .
.
tividad lingüístiCa y meta lllglltS tc
r .. · ·¡ . a no consctc . . .
. nlc de todos los supuestos). Es-
·
Jdría así algunos límites y por las estrategias discursivas que por las propiedades sustanciales comunes a
la competencia modal de todo comparattsta 11111.>ol.'d· d ' . '. todás los objetos y fenómenos. Hay que constatar además que el propio con-
. 1 t 1de apuntar a la gener,\ 1 ,¡ . cepto "universale.~" se modal iza y se despliega en un abanico de matices sino-
obligactones a lavo un a< . . • ctnlidad relación, cuando
. . •1 prop1edad cua 1qmer.1, ' ' 0 . nímicos: universales absolutos, casi universales, invariantes, casi invariantes,
Se llama umversa 1 ,\un. 1 . 1 . '¡os de obJ'etos en constdera-
--- · . . f · 1'1 en todos os < omm · - similitud, analogía, semejanza, ele. Las determinaciones más o menos prccisus
:;e presenta en la miSOM.OIIl' . . .. or e'cmplo, en todas las literaturas ba-
:c:iór¡, Así, pues, esta pro:lec~ad ~~~rf~r~~·,;na li·:eratura a otra. Podríamos agregar
de los conceptos en las lenguas naturales permiten volver a captar mejor la ri-
queza de la universalidad concreta. En los procesos que apuntan a la generali-
J· o la misma forma y sena tr,¡duelb . 1' t' puesto que el contenido está
· · t drh que ser 11 en Jea · dad, se puede oponer las lenguas formales, que tienden a la univocidad de los
que la forma de apanenc•a en .. '.. , . • t . t'va desemboca, como vere-
f U 11 'l dcltnlclon t<Jn cons nc 1 ' ' . fenómenos por convención racional y por universales definitorios, a las lenguas
mediado por la orrn<J. ' • • s ue el propio concepto de' u m-
• 11 .1 ·¡pon·¡ Rec01c1emo. q d rwrurales, mús flexibles y en las que la polisemia es la regla.
m os mas a< e ante, e~ un, •. l'. 1' r· lt· d 111'1yor que implica el empleo e
" · lirreferencwl. Ja e ICU " 1 ' · ¡ El concepto de invariante en relación con el de los universales prese11ta un
versa 1es es po
· ·on el hec 110 d e que e 1concepto puede apltearse: a ya deslizamiento hacia los modelos estructurales y las ciencias nomotéticas. "Un
universales t1ene que ver e . . d· des de aquello que es obser-
. . ( o ie<hdcs de sustancia, propte ,¡ . ' . dd 1 sistema es iderJtificahle en el universo material o social en la medida en que
sea a objetos pr p , . . 1 1 1 1 lodelo explicativo proplcda e
. t '·¡s (pro pie< al es< e n ' . existctÍI;a cierta permanencia de las Característica~ del sistema,;¡ pesar de las
vable); b 1 ya sea '' co.r~.. . . ) En el primer caso, el registro de mte-
sisterna formal o !amblen metalengu.IJC . . . n el se undo caso, el de una modificaciones del entorno externo o interno del sistema. Se llamará inmrirm-
ligibilidad es el de una universalulad con u ~ta y :tensió~ de exhaustividad el le de un sistema a una propiedad del sistema que se conserva a través de las
. . cta s 1 desplegamos s1n pr · . transt'onnaciones que éste sufre" (B. Walliser, 1977, 65).,É_I_hecho de la es-
universa l 1c1al1 a 1>s 110 ·' · . . · 'n comprobamos el ingemo
. >S de sus campos de ap 1JcacJo ' . tructura es primero._ Disponemos de un ejemplo tópico en antropología con las
abamco de conceptc · Y .. . . 1' ·t· ... El concepto puede refemse, en
de los "idcntistas" y de los umvers,l tls as . . bro de clase· 2] propiedad; estructuras universales e invariantes del parentesco. El modelo estructural que
. . 1 1s· 11 e ase o mtem · • propone Lévi-Strauss p•~senta una combinatoria de "tres tipos de relaciones
efecto, a los stglllentcs e 1emen e. . . .. 7] ob•ietcl existente· 8] concepto
.. S] ' n· 61 espec1e fa mi liares que siempre se dan en la sociedad humana, es decir, una rclaci(in de
31 cualidad; 41 relacJon;. g~ne. l . 1· 1.11 . , ipio de chlsificación, etcétera.
J · '

, . 91 . 1·1hn· 101 snmlltm. pnnc consanguinidad, una relación de alianza y una relación de filiaci(rn". Dicho
del esptrltu; P" ••, ' ·.. )JIIStiC'I · . •
-y lllliC 110 111.\S '
: t·Jrde-los universales estu-
de otra manera, una relación de hermano a hermana, una relación de esposo a
En la gnosco 1ogt.l ese< '· ' . .. . . orden·¡d·¡s que conferían a los
f 1'1 de cfa~l 1tCaCIOnCS ' '· esposa, y una relación de padres a hijos (Anthropo/ogie stmcturale, J 964, 56).
vieron presentes en orn ' , . · .· .·, s·lstem:1tica una aparente au-
, . d. 1 n tecn!Gll1e cxposJcJOn · · • · Con esta estructura de apelativos se combina otra estructura de relaciones po-
conceptos, a traves e ll ·., , .. distinciones: ljuniversales
'· .. ivers·dlzacllln . Conocemos 1,¡s . . ... sibles entre los términos precisado,s. Este modelo, que no podemos explicar
tonom1.1 Y un
· ·'
.. . "l .... ¡/ev• em¡>íricos. Una clasd JC,J-
{'V mi~ ampliamente, se presenta corno un sistema comhinatorio de posibilida-
esenciales: 21 lllllVCI w e
{JOilhfC'I' _1 117111 C'I.H
· ·'- .. ··emplo la de las oposiciones:
ci0n ele esta índole puede generar otras. por CJ ' des. La matriz de un sistema de esta índole posee un alto grado de invariancia


I'IERRE LAUREn·E l/NIVI'HSAI.IIlAil y COM/'AHAilll.lllAf)
ó]
62

por la generali?.ación que propone, la cual, en suma, es una expresión sufi- !;~ comparaciún u!J cierto juego de transitil'idad t 1 .
Cierra prediccirín y tjue P'>r >l . · . Jl e permite, por una parle, una
( ra paile llene por co J· . .
cientemente universal para dar cuenta de todos los casos particulares, empíri- ro <~no una Cierta cnrropía
- . -- ' e
o pérdid·1 de rasgos d . . · '
camente comprobados o lógicamente posibles. Esta manera de analizar los e ' '· , e semeJanza. La metiífora d 1 1 ·¡ 0
fenómenos: el hilo est·í forllJ·II · ' .. e JI pone en claro estos
fenómenos, este modo de inteligibilidad, ofrecen sin lugar a dudas ventajas, . ' ' ( 0 por nu merOS'! S f¡ hr· ·
recen y desaparecen El t 1 1 . . ', ,ls que se entrecruzan. apa-
- - erreno te os objetos co .. d . . - .
entre otras la de evitar el empirismo sin depender, no obstante, de un aprioris- rar así pues ~--- ' _ · . · mp.lr.J os se podna cons1de-
mo ingénito y trascendental. El concepto de invariante se plantea como núcleo , , , ' como un es¡wcw }tbroso en 1 , 1 , -
doble posición de contt.gt·,·t·d 1 d e. que os elementos es tan en una
operativo de las ciencias que pretenden la generalidad. Las invariantes se pre- w Y e wpnpos1ct 1í S 1·
procedimientos de an1lisis . H· · · n.' on concc Ji bies diferentes
sentan en formas muy diversas: invariantes cuantitativas de naturaleza discon- manera analítica o si~té.ti~:l ¡, ;I.Y que proc:der en el análisis comparativo de
tinua, invariantes de formas relacionales, invariantes estructurales, invarian- por uno, por par, po~ tríada 'p• ~/Je~os y.lenomenos :omparados tomados uno
tes funcionales, etcétera. , _ ' su conJunto, cte.? f:n muchos · .
luce
1 mas que una sim¡>le relaciÓil 1 . ·• • , C.lsos, no se de-
Volvamos a algunos rasgos del método comparativo. Podemos separar el ' (e semeJ.IIlZa de uw 1"c¡ert· · ..
la que se manifiesta el juego indecidibl. d , '., ,¡ scmclanza 'en
concepto de universales absolutos en el terreno de las ciencias humanas y so- mcJ.aiJZ'Is ·'. . · - e e una regres¡on o progresión de se-
' ·' · ut.: semeJanzas En un ( 1 . ·
ciales y en e(terrcno de la literatura a causa de la singularidad significante, cidentales En los C'lsos..ITJ~-~. 1 sen l(do, estas semepnzas son aleatorias, ac-
scmióticá, de cada texto. La identidad determinada en términos absolutos ge- ,· · '· · • s (estaca os m·ís fu 1 •• . , d d
regularidad dentro de un·l red • t . . ,d ', er. es, se e uccn r<tsgos de
nerales no es posible más que en los lenguajes artificiales y las notaciones ' es ructuJa a (conexione ,. .
menos, de implicación) !)e ·¡J - 1· . . s nt.:cesanas o, por lo
· ' JI a 11nportancn de hs d. ·
cía para los conjuntos o subconjuntos analizat;o. , '·. c~m .·I~IOncs de coheren-
lógicas, formales. En realidad, en la compar<Jción, la identidad se puede estra-
tificar, como lo muestra la serie siguiente: 1] Goethe == Gocthe; 2] Gocthe == coausencia y covariancia de los r·ls o . . s. El.ln,lllsls.de la copresencla,
Kronprinz von Preussen; 3] Goethe == Wirklicher Geheimrat in Weimar; 4] co. El modelo f 1. . . , '. g s permlle un acercarmento müs sisrémi-
Goethe ==Fausto; 51 Goethe == Shakespeare. 1] es trivial; 2] falso; 3] justo por ono og~eo es eJemplar en este !erre¡ 1· .
un parrón de medida univers·ll 1 • • . . JO en .¡medida en que posee
significación o sinónimos; 41 y 5] aportan un sumplemento de información que , ' --e r.1sgo o terrtu 11 1 · ·
permite ded ·· 1· . · compara/lO/liS-· y en que
se ha de desarrollar: 4] por aposición iclcntificatoria; 5] por aposición y oposi- uc¡r que .¡ presencia o la ausencÍ'I d . !cr . .
presencia o la ausencia de otros. . ' e ,1 ,_unos rasgos implica la
ción identi ficatorias. En la instanciación comparativa, hay lugar para distin-
guir varios niveles: 1j la "posibilidad" de comparación; 21"la idea" misma ele Por poco sistémico que sea, el acto de . . .,
instanciación en depcndcnci· , c.omp.lr,lclon presupone una doble
la compnración; 3]la significación referencial o contextua!; 4] el sentido de la .tanciación univers·ll 1 '1 pri·a rc~.. prcl>cal:. una Instanciación existencial y una ins-
rne1a, a a mnar haces o'· h' - ,
comparación; 5) el nivel de manifestación de la comparación, manifestación
e~-u~_c;ampo de comparación con articul::r· . , ur ~~~.o. JC!os, lcnomcnos,
,' ·.A

singular, típica o general; 6] la naturaleza ele la generalización (y ele la diferen- pias, con dificultades a veces eni ~. . . id.ldes .esp.lcJo-temporalcs pro-
ciación) concreta o abstracta -estos niveles se pueden superponer y entremez- existido nunca pero a >·sa. d gmatJcas ;~1 estos oblelos o fenómenos no han
clarse como en el stretto de una fuga. ima in ario or . ' ·'c., r e todo, eslan actual¡zados en alguna parte del
A no ser que se considere a las lenguas naturales como lenguas formales, no -gun~a insta~~ac~;~ ~sJJ.uSIIHJ oslpipuueedsetn dhcsl~nrlpeiiar un<t función simbólica. La se-
hay otro remedio que conformarse con un modo ele inteligibilidad comparante . ' · · O O IS ICO' as . 1 • 'J. ·
fundar la pretensión de la "CJJC . 1' . . , .. , . um•r e .ln,l ISIS del todo para
más moclalizado: el de \~1_3_imi/itud y sus niveles ele manifestación. Entre los . • o ra ¡z,JcJon umversal.
objetos podemos establecer una relación ele similitud "total", caso bastante hi- Lc>s__I_I_n•~~~s~l~~~_: en lanto que ordenación sistcmütica .. ·, . - .
ca de un terreno cu·ll · . . . . Y part1c1on t.1xonom•-
potético; un<J relación de similitud analítica, puntual, parcial; una relación de _ ' C)Uier.l, ,1 veces han Sido el fu d· . .. . - .
algunas ciencias hunnnas y . . . 1, El .. n ,uncnto c.ISI •IJmonsllco de
similitud modal, "aire de parecido". Mencionaremos ahora las reOexiones de . ' '· SOCI,I CS. ' emplriSIIlO d d ¡-
llltención sistem:ítica de supuesto holístico L· . , pue : up lcarse en una
Wittgenstein ( 1967, 32) sobre Jos "parecidos familiares" (Familieniihnlich- cos de elhl' citeiiJOs '1 tJ'ltil d . , 1 . .1 <~ntropolog¡a da ejemplos ltípi-
kciten). Si consideramos un conjunto de juegos (por ejemplo, juego de cartas, Wisslcr (h ' te , . ·1·' . o_ e eJemp . o·· 1] 1os universales
· de la cultura en
' ngu.1, <1 cu 1ltna maternl el 'lrt 1· · 1 - . .
prácticas religiosas I<J hnJI·I·· !· . ~ ' .. '.,e, d ~lllto og1a Y la Ciencia. las
juego de damas,juego de ajedrez, etc.), podemos constatar lo que estos objetos
tienen en común (¡:l'ml'insam) y encontramos numerosas correspondencias ' ' l.l Y .J Olg,tmzac¡on soc1· 1 1·1 · 1 1
no y la guerra)· 2] los u · .. d ·. .· d • • prnp1c( ac. el gobicr-
(Entsprcchungen), pero también nos damos cuenta de que hay numerosos ras- . ' · nlvers.J 1es el func1onahsmo en 1 1ld ( . . . . .
conslnnr una cas· 1 educir ·llo-l .. T . -Y g,Jn.lrse L1 v1da.
gos (Ziige) que desaparecen y otros que aparecen. Así pues, existe en el acto de . '' ' ' s IIJOS, utJ ¡zar el !Jcmpo libre, tener una pr:íctica

~~----..~~··~·--··~·~..~-~~·····~·~~s_.~~s~,,~~...~=••~s~a~aR.~a;•.s~a•:•u•rr•;•.<~se~ti•t•aa~.e';~;';~*~'•*._'·~'z'.''~"IL%%.1E~Jtii~J··~~~;¡I.IkiCI.J~.t'ZISI&ZIIJZI&~4~t";a'_,~p•::~a~.lt'.•·~24~J4~.IJLitlt.•o•ssa.. . .s•a•Laaa~•s•a......~~---.--~~.-*-----
UNIVERSAUilAJl Y COMI'ARAIIILIIlAil
f'IERRE LAlJRP.TfE
64
m~1génea en comparación con la lengua natural hondamente poli sé mica. El
religiosa, tener una actividad comunitaria): 3 ]los universales de la teoría de la ongen Y la pertenencia de los términos generales y ele los conceptos operativos
personalidad de base en Kardiner y Lynton: 4]los universales de las ncccsicla- se han analizado de cl1lercntes maneras. Algunos afirman que estos términos
dcs humanas; 5J las condiciones universales de la existencia humana, etc. Los han de ser ex tenw_s al_ dominio d~ objetos analizado, otros piensan que es pre-
particularismos culturales, materiales, simbólicos, ¿se pueden limitar en un ~cnble que estos termmos operatiVOS pertenezcan al propio dominio Jc Jos oh-
conjunto bien ordenado y universal sin riesgo de contradicciones cognitivas JCI<~s. Un proble_ma similar se ha planteado en lingüística, por ejemplo, y hay
cunndo se confrontan particularismo local y generalidad universal (de una dos puntos de VIsta que se contraponen: 1J el apr~rato conceptual es trasccn-
creencia por ejemplo)'? dent~l: externo a los objelo.s; 2] el aparato es inmanente, determinado local y
Para pasar a un cierto grado de gencraliwción, hay que proceder a una cierta e~np1_ncamentc. Las reflexwncs mclalingiiíslicas acerca de la utilización de
abstracción y superar el nivel empírico. En esta operación, se pasa de enuncia- ~erm~n~s. Y categorías ocupan sin duda alguna el centro de la rcnexión sobre la
dos-fácticos constawdos empíricamente a enunciados sintéticos deducidos y·la mtchg1bi11dad y la generalidad. Los términos en tanto que nombre 0 predicado
generalización puede ser entendida también como inducción. A través de múl- pertenecen: ll a la lengua natural; 2] a un metalenguaje basado a partir de una
tiples tentativas de teorización en las ciencias humanas y sociales, se han pro- lengua natural o creado a p;lrlir ele un campo específico (ej. lingüístico, scmió-
puesto muchos reagrupamientos de objetos y de fenómenos. Estos análisis lico) que posee sus propios términos técnicos. No obstante, existen en numc-
conjuntistas de función generalizadora tienen el mismo aspecto, por lo menos rosos_c~sos interr~Juc_iones entre los términos con función rnet;ilingiiíslica,
en lógica, que los an(llisis de la identidad. Se distinguen varios niveles de abs-
tracción y de jcrarquización: 11 nivel de primer grado (predicados, atributos
'!
~escrq;~~~.a, ~os..te,l:m,ln<:s con función social, interpersonal y a veces poética.
~~ello • tnv1al . com1co", ele., son predicados con contenidos variables,
descriptivos e intuitivos sobre objetos o hechos aislados o levemente correla- c1rcu_nstanc1ales, dialécticos, o sea ambivalentes, polivulenles: poseen un de-
cionados); 2l nivel ele segundo grado (propiedades de objetos y relaciones de t~TIIllllado_grado de ahstracci6n. Un nombre, un verbo, un adjetivo, un cuanli-
objetos reagrupados): 3jnivcl de tercer grado (propiedad ele las propiedades, flcad~r Y s1n d_u~~~ otras ~ate?orías verbales pueden tener función de predicado
propiedad de relaciones, relaciones entre propiedades, relaciones entre rela- e~1 m~ a proposJcwn o un JUICIO y alea nzar una cierta generalidad sin ser por ello
ciones). No es que los métodos lógicos que estén en condiciones ele manejar t~n~11110s absolutos generales tr~les como los que se utilizan en las inferencias
e~ te tercer nivel con la ayuda de artefactos o ele técnicas gráficas y simbólicas l~g1cas. Mencionaremos ahora algunos términos y con ce pros generales con un
permitan alcanzar la generalidad universal. Eslo_sprocesosd~_abstracción y la c1erlo cr~nseiiSJ/s omnium, términos y conceptos que algunos consideran me-
utili·wción de !érminos absolu!os generales no se realizan más que a condición taopcraflvos. Poseen un principio ele abstracción, una cxtcnsionabilid;1d (ser
de un distanciamiento precavido y celoso con respecto a la referencia empírica verdad para_ muchos objetos), tienen por función subsumir y, por último, ti e-
y espacio-temporal, respecto de la situación pragmática y, por últ irno, respecto n~~~ una valid_e_z en va~·ws m<~dos teóricos. Ejemplos: término, relación, jun-
de la naturaleza social del lenguaje. En la maraña indccidiblc de las ciencias CI<~n, d1_syun~10n, cor~llilllo, <lisconlinuo, discreto, aserción. negación, sujeto,
ÍHJmanas y sociales abundan los términos relativos y el polo de las idealidades o_hJel_o, 1dent1dad, no Identidad, totr~liJad, etc. Un análisis mús a fondo ele estos
brilla a lo lejos en el oquedal: nostr~lgia de !érminos absolutos generales, de tcrmmos Y ~onccp~os formales aprioríslicos aclara las pr;ícticas comparatistas
enunciados categóricos universales, de procedimientos de validez y de con- en sus mandestac1ones de generalidad en el orden de lo real • el'(; 1o J[IIJ(J()
· 1 -¡·l-
sistencia, de esquemas verifuncionales, de modelos y gráficas puros, de la eo Y de lo !maginario. En el orden de lo real, !os análisis y las manifcst<Jcioncs
relación de identidaJ, del predicado rnonúdico universal, de un principio fun- com_p:.¡ratlvas s~rían ante todo topológicos, geométricos, zonales (áreas, su-
dador, etcétera. p~~llcle), cspac~o-lemporalcs, transicionales, morfogenéticos, localistas, po-
En lo que concierne a los instrumentos de inteligibilidad y de comprensión SICionales, etc. En el orden de lo simbólico de Jos modelos estructurales, serían
general, mencionaremos algunos rasgos de categorización. Términos. concep- ~obre todo formales, relacionales, diferenciales, oposicionales, seriales, etc.
ros, proposiciones y sím/)(){ns representan instrumentos que permiten trascen- . Toda cultur~ -según Lévi-Strauss- puede ser considerada como un cnn-
der el nivel empírico ele los objetos particulares. El nivel de abstracción de los Jlllito de sistemas simbólicos de los cuales se sitúan en primera fila ellenouaje
térmim_1S y conceptos no puede ser definido muy claramente más que en lógica la~-~eg!.as matr~moniales, las relacione~ econón~icus, el arte, la ciencia y""la ~e~
v st:!'.uramcnte fuera de totb kn~ua vcrn;'¡cu\a dada. Elmetalcn~ua_ie. de cua\- llg10n. Y por ult11110, en el orden de lo 11naglllnno,los análisis pueden conocer
~¡uic.r naturaleza que sea, representaría tic alguna manera una involución ho-
I'IF.HRE I.A\JRLTIE lJNIVF.HSAIIIJAD Y ('OMI'AHAilll.liJAD
66

un gran número de variables. El concept~l de i_maginario es poli.vale~ltc: a ~cce~ En términos mcionales y heurísticos, la lingíiística, en cierta medida, puede
denota el prcti<Íminio de la relación de nlcn!ldad con el otro,'' veces _l·•.~ons plantearse como modelo para la literatura comparada. llay algunas propiC'da-
trucción de thrmata 0 de csqucnws casi universales y a veces 1~ amhicion de dcs, rasgos y problema~· conexos a ambas disciplinas. Las lenguas IWtlnalcs
una "an¡uctipología general" (G. Durand). En el terreno lo ¡mag~t:ano:.lau:. son el soporte significante y comunicativo de los textos literarios. En términos
comparación no se limita a las simples "rclacwncs de hecho ·-~o_n lrecucnc1a, semióticos, constituyen el "sistema modelaJor" primero; mientras que los tex-
en virtud del carúcter inacabado y abierto de las teorías, los anal~sis con preten- tos literarios constituyen el sistema modclaúor sccunúario (1. Lotman, llJ73).
sión general y sistem;ítiea encadenan dil'crcntcs eonceptos.y t~rmi~H~s. Y ulfe- Por último, las investigaciones lingíiísticas sobre los universales, sobre bs
rentes niveles de análisis (generalidad concreta y gcncrahd,¡J abstr,¡c\,1): semejanzas genéticas, tipológicas y zonales (lugares topológicos) pueden ins-
En el conjunto de las principales ciencias humanas y sociales y en p.articular pirar al comparatista literario. Sin entrar en una comparación a fondo con res-
en lingüística, antropología, sociología e historia, son ~os las tendenCias g_ene- pecto a la investigación sobre la generalidad universal, podemos csbo1ar un
rales que se abren paso. Una privilegia el anCilisis Je h~s ~cn~ralid;~Jcs ~I~n~cr~ paralelo entre las dos disciplinas:
sales de las semcjan 1.as, de los parentescos, la otra pnvtlcg1a las ionn<~;") los 1 f niv_c;lde Jos textos, literarios u otros, en una lengua natural J;1da (textos
cont~nidos ;¡,;guiares de Jos objetos y Jos fcmímcnos .. Asf pue;,' las practicas en italiano, por ejemplo);
de los "identistas", de los "universalistas", de los "generahstas , _s_e ~Ot.tt~apo- 2 f nivel de una lengua natural JaJa. Esta lengua natural es a la ver. a)mcdin
, .,¡ 1·,¡.sU"~ ](lS. "rchtivisl'ls"
ncn e '
y de los '\lifcrcncialistas". La sclccciOn

ltliCtal de de con1unicación; b] apoyo semiótico de textos;
una de estas tendencias Jl'lennina sin duda alguna en gran mcd1da eltcrre~to · 31 nivel que trasciende las lenguas naturales y los textos escritos en una k n-
del objeto, Jos métodos y las teorías de h~s inves_tigaJ'~'res. En _l~s ~~.ni v,c~s:h~~ gua natural af pretendida== una lingiiística general. bf pretendida= una litera-
tas. el modo de pensamiento presupnndrta la existencia Je unl\ ersales co':'n llml gcnéfal que trascienúe las particulariJadcs de las lenguas naturales y de
tivo;,-(lemo.st;ada en parte en las taxinomias Je los colores, de las especies, los textos.
de Jos espacios topológicos, etc. Este modo de pensamiento hace uso d.~ buen J\sí pues, existe un cierto paralelismoenlre el método que va de lo particular
grado de s;_;J(cgorías .trascenJcntalcs apriorí:t~cas. ~n~ ctert;~ conc,cp~IOn -~el ~.lo_gencraJ y el que apunta a la universaliJad del conocimiento, pero el com-
hombre, de la cultura.. se presenta con un espmtuunllanq"'L~lSJ110del~s csl~L c- paratista de textos literarios se enfrenta a una dificultad suplementaria. Desde
turalcs, conjunlistas, las taxinnmias completas, fas gencrahdades_t~nlvcr~,d.es 11.~ punto de vista semiótico, la obra artística (el texto literario) es una modeli-
~stún en el centro Jc ladcmostración. En los "relativistas" o los "dtl~rcnclahs­ zación secundaria (leyes del género, cpmposición, limitaciones y libertad de
tas" ll;~ contenido~ ~ingulares de los objetos y fenómenos y el pnnwdo del ~scritura, etc.) en relación con una lengua natural úctcrminada. Cada texto po-
'
contexto inmediato se ponen por delante .1. a a Jten·u a_(, 1 "1·"o t H.:
··d·¡]"
•t
de ·dgunos
' . · see su semio~is singular y específica. Por lo tanto, nos encontramos aparenlc-
etnólt¡gos, ]as other 111i1111s, ~¡:-~t~cnden como fenomcnos msoslayabl.~s.' De mente e11 una xituaciú11 a¡)(Jrética: conciliar la especi licidad semiótica de un
ello se desprende un relativismo m<Ís o menos acentua~o y una tcndenct,l ·I_J_os t~xto ysu univcrsaliJad. El sentido está mediaJo por la forma que permite
estudios parcelarios, empíricos --e inagotables- publ1caJos en monogr~f1.1s. aprehender el sentido. Esta doble mediación circular plantea problemas por-
, · Id · tarychs¡f¡c·¡r
Estos an<Ílisis empíricos (~t;_tljtan un supuesto.110 llStlCO, e e ago . ''· .. ' que cada objeto artístico posee su particularismo semiótico, histórico y social.
el conjunto de los fcnúmcnos concretos. . . ., Elevarse a t~n ~ierl() nivej _df.ahstr_acción y de generalización en relación con
La~ granJes tendencias y orientaciones precitadas pu~d~n llllp~Iear tan:.tllc_n determinado objeto artístico, es operar una reducción:
algunas opciones electivas en las alianzas teóricas intcrdlSCip_hn:tr_ws. Los unl- . al rcdu~ción ele car:íctcr Ji acrónico, histórico y tan~bién_de ~arácter pancró-·-¡
vcrsalistas" estar{¡nmás abiertos a algunas ciencias corno la !lngwst1ca gcne1:~l, ntco ele la 1ntertextua1Idad y la transtextualtdad en lo nnaglllano;
la lógica de conjuntos, la filosofía humanista clásica, 1~ ~emiología, e~c. ~~n bf reúucción del carác;~r diatópico. particularismos topológicos y culturales; ·
cuanto a Jos "difcrencialistas", se inclinarC!n por el h1stonc1SillO -y aqtlldep- e f reducción del ea de ter úiafógico y diaf{lsieo, rasgos enunciativns, psico-
mos de lado aquel concepto demasiado polivalente y cl{lsico Jc h1stoncl~mo. l<ígicos, sociopolíticos en la relación pragm<Ítica.
que considera el conjunto de los fenómenos cullural_es y demCts co~no mat~tl~s­ Tt,da generalización, modelización y abstracción va acompañada neL-csa-
taciones wmctidas a los cambios sin fin de la lustorta. Otros,por ultnno,sc tn- riamentc de una pérdida de información. En el análisis comparativo se trataría
clinarún por la sociología particularista y local y por el cullurallsmo rcla\lvtsta. de superar esta situación aporética y l;:¡s contradicciones cognitivas que se des-

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6H 1/NIVFHS/\I.IIJAI> Y COMI'/\R/\1\II.II>AI>

prenden de ella, situación cuyos polos aparentemente irreconciliables son la da~. Este proceso de paso a la universalidad pone de manifiesto mediaciones
universalidad y el relativismo absoluto. Pero esta "superación" que aquí se m u ~tiples, pero la de J;¡ significancia (semiosis) es fundamental. .
exige podría no ser más que una petición de principio para quienquiera que ~~n este te~reno estratificado y abierto que es la literatura comparada y en el
adivine o descubra los límites ele las concepciones del racionalismo y del inte- tic ex1sten t1pos v;_mados de relaciones, de vías, entre lo singular, lo típico y
lectualismo, las concepciones del simbolismo y las del relativismo en el acto o t uuversal, mencionemos el destino peligroso del comparatista otro hno
de la comparación. T n, 1ronte
. • forzado
. a, estrab·
.' 1smos d,e estratega
· '
y que conoce la precariedad ' d.
Trascender la situación apon5tica equivaldría en primer lugar a: cu,¡lqu1er anclaJe teonco. e
a] superar la oposición singu/ar-unil·ersal o cualquier tesis dualista. Parece
que existe una relación de implicación entre la concepción dualista y la ten-
dencia formalista:
b] superar, en el nivel de la inferencia, lo que es puramente analítico, lógico
y formal y dejar jugar también el entendimiento -concebido aquí como facul-
tad de vincular las representaciones intuitivas-, y hasta la imaginación, en el
acto de interpretación y de generalización interpretativa;
e] introducir términos o conceptos que permitan dialcctizar las oposiciones
por mediación. Lo típico y la tipología podrían desempeñar el papel de tertium
campa rat ion is;
d] reconocer que a la prohlem;ítica, a la aporía mencionada, se le pueden dar
varias soluciones según la focalización del fenómeno analizado. La metMora
del scanner ilustra este método:
1] enfocar la generalidad sería de alguna manera una forma de hiperacomo-
dación en relación con varios objetos;
2] enfocar lo singular sería una forma de hipoacomodación sobre la semio-
sis particular:
3] enfocar lo típico sería una acomodación intermedia y relacional.
El concepto típico se inserta, así, entre los conceptos de singular y de gene-
ral. Se han propuesto otros términos: indiridualia,frequentalia, utzil'ersalia;
el término "especial" como el de "típico" designa un nivel intermedio, según
las filosofías y las estéticas, entre universal y singular, necesario y contingen-
te, ideal y tangible, et~. Para ser breves, recordaremos sucintamente algunos
rasgos y características de lo "típico". Este concepto: 1] ~Qntcmpla lo ese.ncial
medianterepresentaci0n csquemútica; 2] se sitúa entre mundo objetivo y con-
ciencia; 3] ejerce una mediación entre objetos comparados; 4] es objeto de una.
operac ión~c abst racci6n: 5] de relación: 6] de idcnt i ficación; 7] de generali-
zación: pasamos de enunciados fúcticos constatados cmpíricarnente.a enun-
ciados sintéticos deducidos. Es difícil asignar un nivel fijo a este concepto en
virtud de la transformaci1ín de los objetos culturales singulares y de las repre-
sentaciones globales culturales, y de ahí el juego y las interaceioncs posibles a
partir de la matriz: singular, típica. universal. J."o típico, objeto o concepto, se
toma muchas veces como esquema cultural que permite acceder a la gencralic
CONJI'.TIIRi\S I'.INITRiéNCii\S. I.OS liNIVJ:RSi\I.ES DF l.i\ I.IHRAIIIRA 71

¡,llay que acantonarse por ello en un terreno cualquiera de especialización a


5 fin de "cultivar el propio jardín"? Al contrario, nos obliga a ponerlo de relieve,
a grabarlo en un contexto más amplio, si es posible transcultural. Mejor aún:
Conjeturas e inferencias: ¡en una perspectiva diacstructural! (o sea, dia- en la doble acepción del prefijo
los universales de la literatura griego que significa, según Le Petit Robert, "separación, distinción" o "a tra-
vés", en este caso de las estructuras). Dada la complejidad de los campos de
IIANS-GEORGE RUI'RECIIT
estudio en las ciencias humanas y sobre todo frente a la multiplicidad de mira-
Si el Uno e~ una "chispa de los dioses", das con vocación científica que se aplican a ella, el reto sigue intacto. Sólo se
mi Todo se llama n'J· J. comprenderá la situación singular vertiéndola en lo general construido. Este
reto se presenta en el doble aspecto inductivo y deductivo del proceso de cono-
cimiento. Si, no obstante, lo general se ha de construir, scílo puede ser a partir
o con base en consideraciones de orden categorial.
En cfeeto, para comprender mejor lo otro, en la relación de acciones y pa-
siones, de palabras y de cosas -cuestión clave que ha atormentado a la fi-
l. PROBLEI\1AS DE LO UNIVERSAL losofía occidental desde Aristóteles hasta foucault y que se remonta sin duela
al origen ele los tiempos-, es importante interrogarse, aunque sólo sea a
modo de hipótesis, sobre los predicamentos categóricos que permiten dirigir-
Es innegable que, en las ciencias humanas, son numerosos aquellos Y aquellas
se, "twsccndcrse" (Husserl, Sartre) en tanto que sujeto consciente "hacia" las
que no dejan de afirmar su duda metódica con respec!o a la cues_tión t~e saber
relaciones indicadas. Por último, en el plano de las categorías del pensamiento
si es conveniente apuntar a lo "universal". ¿Por que tantas reticenciaS, por
es donde los fenómenos accidentales adquirirán una dimensión, ciertamente
ejemplo, en relación con la universalidad de lo "humano"? Es precisamente
ajena a términos absolutos, que tenga un cierto interés cognitivo. Según la tra-
después de haber llevado a término investigaciones de envergad~1ra, Y po~ lo
dición aristotélica y medieval, los "predicamentos" (Chenique, 1975, 78-91)
tanto fundamentadas y ricas en perspectivas nuevas, que se temlra tendencia a
abarcan, entre otros, las categorías de la Relación, de la Acción, de la Pasión,
temer los rcsul!ados de un método que, a partir de ello, proyectaría, en cierta
de la Manera también, y esto en relación con el Lugar y con el Tiempo. Desde
clase de particular, la esencia de lo general. y esto a fin de apuntar al "hombre
este punto de vista es desde el que se plantea el problema de los rmivcrsalcs, al
universal". Si este método es temible, es porque, en última instancia, puede ser
menos en Oeeidentc, en especial desde Porfirio (231- c. 310), filósofo neopla-
mortal por raz.ón de su rigor mismo. como lo ha indicado ~ichcl Scrr~s ( 196~,
tónico de origen sirio, cuya introducción, llamada Tsagof?e, al tratado de las
196-198) cuando piensa en los genocidios, que se han vahdo de los unpcratl- 1 Categorías de Aristóteles, desencadenó una "querella" que duraría hasta fines
vos de la wli1·ersalitas. Y con motivo, escribe Serrcs, porque "en la casa tran- 1
de la Edad Media, sino es que aún más. (Entre los protagonistas más brillantes
quila del hombre universal, los esqueletos están en los arn~arios". . . figuran, como es sabido, Rosee lino de Compicgne y Pedro Abe lardo en los siglos
Pasar de un terreno de conocimiento, aunque no se dommc muy b1cn, al rei- \ XI y Xll, Tomás de Aquino y Juan Duns Escoto en el siglo XII, y Guillenno de
no metafísico de la V crdad y de las ideas generales, es todavía una empresa
Occam en el siglo XIV.) Como lo indica Paul Ricccur (1968, 95), esta querella
peligrosa. En realidad, Michel Serrcs dice (en L~ Monde d~l 10. de mayo de
1 se basaba "precisamente en el estatuto ontológico de los universales: los gé-
1981) que es una empresa que hay que dcsaconscpr en las c1cncws humanas.
neros que pensamos, ¿no se han ele contar, de una manera o de la otra [nominalis-
"Lo que se sabe de las ciencias demuestra que sólo puede hab~r verdades sc-
mo \'.1' realismo), entre los seres, si tenemos de ellos un pensamiento verdade-
nún los territorios locales, las singularidades." En consccuencw, lo que t1ene
1 ro?" Qué quiere decir esto más que el problema de los universales en las eien-
~n interés científico cierto no es el "espacio universal", sino "un espacio com-
cias del hombre, y de rebote en los estudios literarios, podría inscribirse -ha-
plejo en el que todo el trabajo consiste en pasar de una singulari~a~ a otra"
blando en ténninos generales, por supuesto- en una serie de preguntas funda-
(i/Jid.). y hay que reconocer en ello implícitamente que a esto es tara vmculada
mentales. Derivadas del pensamiento de 1\ristótclcs y rcfomlllladas por fran~·ois
la actitud aporética del teórico de la literatura eon respecto al problema de los
Chenique ( 1975, 9R), son éstas: "¡,Qué hace? ¡,Qué le pasa? ¿Dónde? ¿Cuán-
universales.

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IIANS-GEORGE l!lii'RECIIT CONJETURAS E INITRENCIIIS LOS IJNIVERSIILI'S llE Llll.rii'RIITIIRA 73
72

Jo? ¿De qué manera? ¡,En qué situación? ¡,En relación con qué? ¿Qué es? ¿De (Cf. R. Escarpit [ 1970, 259-272] para "La ddinición del término' 1itcratura"' .)
qué magnituo? ¿Con qué cualioao?" Objetaremos de inmcoiato, y Franr;ois Así pues, nos vemos obligados a señalar;
Chcniquc el primero, que el oroen oc las preguntas, como Jo proponemos aquí I]Jdcntificar los hechos literarios tal como surgen, se desarrollan y se en-
por la necesidad de nuestra argumentación. se desvía, es cierto, del recorrido trelazan en el espacio-tiempo continuo/discontinuo de su contextualidad intcr-
del pensamiento aristotélico. De manera que, por un parte, la sustancia, en tan- d~s~ursiva y sociocultural, presupone saber si es razonable (¿en virtud de qué
to que esencia de los seres y de las cosas que responde a la pregunta "¿Qué es?" r~g11n~n de racionalidad?, ¿institucional?, ¿disciplinario?, ¿doctrinal?, ¿indi-
corre el riesgo oc perderse en una finalidao externa (en el sentido kantiano, de VIdualista?, ¿débil o fuerte?, ¿intuitivo o sistemático?: ¡dig:ímoslo, ante todo
los "medios"), en tanto que para Aristóteles es lo contrario: la sustancia es a la con un espíritu radicalmente crítico!) proponer lo siguiente: hay un cuantifica~
vez "singular" y "universal" (Chcniquc, 1975, 102). Sin entrar en detalles, hay dor lógico-abstracto Q de las variables x, y, z a partir del cual es legítimo
que recordar, siguiendo a Paul Rico.:ur ( 1982, 205), que esa sustancia, la oúcría. postular 1] un cuantificador universal V "para toda x" y 2] un cuantificador
"quiere decir quioidao, universal, género y sujeto". Por otra parte,la dispo- exisrencía13 "para algunax". Si además introducimos el abstractor imlcfinible
sición de las preguntas categóricas es engaiiosa en el sentido en que estipula, """de x (en términos funcionales: J( x)==- .t, estipulando que "x"
es una "espe-
de partida, la prelación de un actante-sujeto. Es como si toda la literatura fuera cie", un "tipo", un "género" que pertenece, según la modalidad alética de lo
reductible, en virtud de una Krammatíca specu{atíva, a un solo metarrelato. posible, a una "clase"), no es imposible que la variable x (tal fenómeno llama-
Ahora bien, una vez hechas las reflexiones, tal vez sea oportuno preguntarse d~ literario) resulte cuantificable: sea "Vx" sea "3x". Esto quiere decir, por
"¿,Qué hace? ¿Qué le pasa? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¡,De qué manera? ¿En qué si- eJemplo en la perspectiva de un análisis, si es que se puede hacer, de los Cent
ttlación? ¿En relación con qué?", y esto después de haber leído dos premios mi1le mil liards de poemes de Raymond Quencau (1961 ). que la variable x es de
Nobel, por ejemplo, L'étranger de Camus y 71ze Old man and the sea de He- dos cosas una: "universalmente" ("para toda x") o "existencialmente" (singu-
mingway, pero cuando se pone a leer el Popo{- Vuh de los mayas quichés, el lari7.ación: "para al menos una x") parte integrante de "i". ¿Y si hubiera por
Rigveda bramánico o los K asola, poesías de alabanza de los Juba, el teórico de azar una variable que eludiera la captura taxonómica?
la literatura se verá con plena seguridad en un aprieto. En cualquier caso, no 2] El raz~namicnto precedente se apoya en conjeturas muy problem<Íticas
cabe duda de que valoría la pena, siguiendo las sugerencias del narrador "in- puesto _qu~ szcmprc habrá que precisar la rcJ;_¡ción de relevancia entre el plan de
trauterino" de una novela de Fran'<ois Wcyergans ( 1986, 1Rl ), agregar seis proccdnmcnto de los análisis y el nivel de abstracción teórica en el que se sitúan
preguntas, a saber: "¿Quién habla? ¿Par~ decir qué? ¡,A quién? ¿Cómo? ¿Con l~s universales predicables ("especie", "género", etc.). No obstante, no por ello
qué fin? ¡,Con qué resultado?" Dicho esto, el problema de los universales cate- sigue ~ienclo menos cierto que este razonamiento lógico-formal señala el punto
góricos resulta, considerándolo bien, de una pertinencia discutible. Esto nos a partir del cual será necesario iniciar una reflexión de interés heurístico. Éste
llevará, paradójicamente, a plantear cuestiones cardinales en cuanto a la teo- hará valer la distinción entre lo que está empíricamente dado y lo que está me-
ría, y conjeturales en cuanto a la praxis, cuestiones relativas a las dos ver- todológicamente construido. Para que no haya ninguna contradicción infructí-
tientes reversibles (deducción/inducción) de la perspectiva metódica de la fera entre lo "dado" y lo "construido", tendríamos necesidad de una teoría con-
textual y dcsviantc de la literatura. Pero ¿a qué precio? (cf. Ruprecht et al., 197R).
literatura.
Son necesarias ahora algunas precisiones, que tendrán que ver con las con- 3] En la medida en que es poco probable que el empirismo intuitivo de Jos
diciones necesarias y suficientes de la problemática contemplada. En realidad, líteratí se co~1juguc fácilmente con las exigencias de un constructivismo riguroso
habrá que distinguir las consideraciones de orden general (lógico) de las refle- (que preco111za, entre otras cosas, la cohesión conceptual, la cornprobabilidad
xiones que hay que desarrollar sobre la manera de ser (ontológica) de los fenó- de los modelos, de las estrategias de falsificación, etc.), muchos serán aquellos
menos y del proceso literarius. Mientras que unas tratan de las modalidades del Yaquellas que tenderán a recusar la utilidad de todns las teoréticas (Gauthicr,
"parecer/conocer", las otras atañen a los modos que singularizan al "ser". No l 982). Y con motivo, se dirá, puesto que la teorización categórica de las bellas
hay ninguna necesidad de explicar por qué esta distinción se aplica, hipotéti- letras no es nada "gozosa". O a la inversa, la pulsación luminosa del "pf;_¡crr del
camente, a la cuestión de saber cómo representarse la identidad oc la literatura, texto" (R. Barthes), movimiento transversal que pasa por el espesor esponjoso
puesto que, en el ánimo de cada quien. es demasiado evidente que esta idcnti- ele los campos scrn:ínticos, esa iluminación descante de la escritura-texto no cs.
dao incluye y excluye variables que siguen siendo en suma contingentes. no podrá ser con la clarid:1d "debida" (Descartes). Pero hay más.

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74 IIANS·GEORC:E Hlii'HFCIIT CONIET!IHAS 1' INITHENCIAS: LOS !INIVFRSALI'S DI'. LA LIIFRAT\IHA 7.)

41 Trat:índose de literaturas existentes y en surgimiento en el mundo entero, gico-formales, que no esl<í ordenado (cf. Blanché, 1969). Dentro de este con-
¿,cómo podría hablarse de universales? ¿Con qué ánimo, con qué "atman", junto ontogenético del "memorial", de los mnémata literarios -"un conjunto
alma y espíritu del Sí según los filósofos hindúes (cf. Renou, 1949, n, 6), ha- de formas virtuales: lo que la literatura puede ser más que lo que es", dirín
bría que abordar el todo para ver lo universal? Algo es cierto para el sofista: no Tzvetan Todorov ( 1971, 46, cursivas suyas)-, constatamos];¡ inclusilín "ma-
veremos nada ahí porque es una tautología. Por lo demás, Paul Zumthor, en su terial" C, es decir, no deducible y no "estricta", de las variables textuales t
ensayo Parler du M oyen Á.~:e ( 19RO. 79), nos previene formalmente contra "la "memorizables", t, "memorizadas" así como t1, la abstracción z(z), o sea "cÍ
tentación de lo universal" y, yendo quizá demasiado aprisa al otro extremo, de- fondo de intertextualidad de los textos actuales". En estas condiciones. un
clara: "Por la misma razón. nunca construiremos (aun cuando alguno de noso- "texto particular" T, en tanto que parte integrante del "Texto general" TG ten-
tros sintiera esa extraña necesidad) una 'teoría de los textos medievales'." En su dría, por intermedio de un sujeto modal, meta-querer predicativo (Cnquet,
opinión, se habría "polemizado lo suficiente sobre este tema para que se instau- 19R4, 13 s.r.), la manifestación de un "texto actualizado", t,. Éste forma uno de
re un sabio escepticismo". ¿Qué quiere decir? Que la duda subsiste, y sin em- los elementos que pertenecen;¡ una proposición, que comprende dos argumen-
bargo, no se podría negar la importancia de las investigaciones que proceden, tos sintácticamente equivalentes.;c?y esto en el marco de un pensamiento teóri-
desalojando la ratio universalitas de la Sustancia, de lo que el epistemólogo co "eonjuntista" E y "relacional" (0) (0). Así considerada, la proposición
Scrge Robert ( 1878, 66) denomina "la elaboración de un nuevo universo cien- adquiere la forma siguiente (e f. Marciszewski, 1981, 52 ss.):
tífico".
51 Si el universo del saber literario, por muy controvertido que esté su esta- T <;;;; T G ~ (r,) ( { (1,, Ir) E T ~ 1; E TG) ).
tuto científico, ha evolucionado es porque los paradigmas (T. Kuhn) metodo-
lógicos de la investigación han cambiado en Occidente, radicalmente según En otros términos, Charles Grivel, inspirándose por lo demás en el epistemó-
algunos, después de Marx, Nietzsche y Freud. Por ello, el descubrimiento de logo 1.T. Desanti. propone definir "el Texto general como un terreno de expre-
nuevos campos de pertinencia es función de "cortes epistémicos". En la actua- sividad con rejuego constante y el ejemplar en esta dependencin como la
lidad, nadie podría evaluar la totalidad de los efectos de ello. No obstante, hay expresión moderada d: este rejuego" (i!Jid.). Esta proposición nos lleva, sin
algo cierto. A la célebre pregunta de Sartre: "¿Qué es la literatura?", muchos que sea necesario por ello adherirse a la invariabilidad de los procesos ltídicos,
elementos de respuesta (cf. T. Todorov. 1987), como los que se han propuesto a reflexionar en los envites de la apertura vs clausura del texto T, en tanto que
en Europa desde principios del siglo xx, han recibido una iluminación nomo- ocurrencia y "productividad" (J. Kristeva), atravesando todas las "ontologías
tética (cf. Piagct, 1967, 11 16), que ha dejado caer en desuso, y hasta en la som- regionales" (en el sentido heideggeriano) de la antroposfera.
bra, irracionalismos insostenibles, todo aquello que la tradición metafísica En efecto, son muchos los aspectos por los que la obra literaria integra y
occidental haya podido aportar a la intuición de la "forma sustancial" (Tomás desbarata las matrices enunciativas y discursivas de su funcionamiento proce-
de Aquino) de los escritos. dural, engranando de este modo el proceso de composición o de desarreglo,
En cambio, el acento se colocn en el potencial semiótico del texto en tanto ya tenga como eje lo "novelesco", lo "lírico" o lo "dramático", poco importa
que objeto de estudios polisistémicos. Pero ¿qué es un texto? (e f. J.-M. Adam, finalmente el modelo. Pero hay más. Desde que surgió claramente que !afor-
I9R5; R. Barthes, 1968; R. de lleaugrande y W.U. Dressler, 1981; U. Eco, ma-sentido (H. Meschonnic) de unn obra participa o subvierte, siempre según
1979; G. Genctte, 1982, 1987; M.A.K. Halliday, 1978; P. Hamon, IY84; W. su contextualización evolutiva propia, las condiciones semióticas de su ad-
Mignolo, 197R; J.S. Petiifi y T. Olivi, 19R6; M. Riffaterre, 1_979; T.A. Van venimiento textunl (para bnlizarlas, G. Genette [1982, 19R7] ha expuesto
Dijk, 1977; etc.). Plantear aquí esta pregunta es preguntarnos, JUnto con Char- conceptos corno la arquitextualidad, paratextualidad, hipellhipotextualidad,
les Gri ve! ( 197R), si hay universales del texto. Para responder a cstn pregunta transtextualidad), son muchos los que coinciden en decir, junto con l'hilippe
habría que reflexionar en la noción de Texto .~:eneral (TG). Según Grivel, éste llamon ( 1977), que "en tanto que comunicación diferida, escrita, el texto lite·
es un "conjunto. la masa de los textos 'vivos', mcmorizables o memorizados, rario es por lo tanto fundamentalmente ambiguo". Ahora bien, a falta de dis-
el fondo de intertextualidad de los textos actuales -quiero decir: actualiza- cutirlo a la luz de las epistemes (M. Foucault), que subtienden estn noción
dos- como se afectan y se corresponden". Es "la materin del texto pnrticular". de textualidad. recordemos que se ha iniciado la reflexión teórica a este res-
Si contemplamos este conjunto m:ts de cerca, podríamos decir, en términos ló- pecto y que prosigue todavía al parecer bajo el impulso del pensamiento dia-

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76 i CONJETURAS E INJl'RENriAS: LOS UNIVERSALES DE LA LrJERATlJHA 77

kct ico de Lukács, Gramsci y Adorno; a la lu7. de la racionalidad formal isla (el ci_entífica de los textos literarios.[ ... ] Las relaciones dialáfiicas intertcxtuales
Círculo de Moscú y la OPOIAZ); en la perspectiva de la lingüística estructural e I ntratextuales. Su carúcter particular (extralingüístico). 1.. . ]/Jipola ridad del
(el Círculo de Praga, Jakobson, lljclrnslev, Greimas, Barthes); bajo el im- t~xto. Cada texto presupone un sistema comúnmente comprendido (conven-
pacto de la fenomenología (llusscrl, Mcrlcau-Ponty, Tngardcn. Richard), de la cional, en el seno de una colectividad dada) -una lengua (aunque sólo sea la
hermenéutica pre y poshcideggcriana (Dilthey/Gadamer, Hirsch, Ricrcur). lengua de_l arte). Todo trxto (tanto oral como escrito) implica por supuesto una
Después, vienen los argumentos gcnerativistas derivados de Chomsky. A par- gran cantidad de elementos heterogéneos, naturales, primarios, ajenos al signo
tir de ahí, se desarrolla la noción de "Tcxt Grammar", extendido a la "gramá- Yque es:apan del terreno de las ciencias humanas[ ... ]. Textos puros no los hay y
tica del relato" (Van Dijk, Todorov, Bremond, Harweg, etc.), concepción no podna haberlos. Todo texto conlleva por Jo demás elementos a los que se
sintáctica cuyas reglas son de un formalismo tal que hay que concluir de ello, podría denominar técnicos( ... grafía, elocución, etc.). Problema de la interde-
como escribe Michcl Ada m ( 1976, 223), que "el modelo generativo de la frase, pendencia del sentido (dialéctico) y del diálofio de /o.r textos en el seno de una
dividido en estructura profunda y estructura de superficie, no puede ser tras- esfera dada. 1.•. ] El acontecimiento en la vida del texto, su ser auténtico, siem-
ladado directamente al texto". Por otra parte, sustituir esta división por la rela- r_re tiene lugar en las fronteras de dos conciencias,· de dos sujetos.'" (Las cur-
Sivas con' son de Bajtin.)
ción tipológica del feno-texto al };Cilo-texto, como propone Julia Kristeva
siguiendo a S. K. Saumjan, no puede más que acentuar el problema de equiva- -Michael Riffaterre ( 1979,7 ss.): "El fenómeno literario no es únicamente
lencias/correspondencias entre niveles descriptivos del lenguaje y del texto. el texto, sino también su lector y el conjunto de reacciones posibles del lector
Como Jo indica Zlatka Gucntcheva-Dcsclés ( 1976), si bien es cierto que para al _te~to --;:-enunc_iado y enunciación.[ ... ] El texto es un código limitativo y pres-
Saumjan "el lenguaje genotipo, que representa un sistema formal, pretende cnptivo. (Cursivas mías.)
'simular algunos mecanismos esenciales' del lenguaje humano", no por ello es -luri Lotman ( 1973,52,59, 124): "La literatura habla un lengu¡¡je particu-
menos cierto que el genotipo (en contraposición a las gramáticas fenotipos reali- lar que se superpone a la lengua natural como sistema secundario. Por eso se la
zadas) "se pretende independiente de toda lengua natural concreta y, por su- define como un sistema modelizador secundario. ( ... ] Así, cuando se aborda
puesto, permanece no directamente observable". los dlculos de la entropía [la irrupción de un desorden, L.] del texto artístico
De ello resulta, a título de hipótesis. el recurso a la argumentación semiótica. es conveniente evitar la mezcla: a] de la entropía de Jos códigos del autor y dei
Si hay una jerarquía estructural, escriben Algirdas, Julien Greimas y Joseph lector; b] d~ la entropía de los diferentes niveles del código." (Cursivas mías.)
Courtés ( 1979, 157 ss.), ésta se dibuja, necesariamente, ante "la economía ge- Ahora bien, una vez establecidos estos puntos, se plantean numerosas pre-
neral de una teoría semiótica" por construir. Como lo proponen Greimas y la g\ll~tas de orden teórico que corresponden a la lingüística textual y a la semio-
Escuela de París, esta teoría tomaría a cargo todos Jos niveles sintácticos y se- Jogia (cf. R. de Beaugrande y W. Dressler, 1981; M.A.K. Halliday, 1978). De
m;ínticos del recorrido fienerativo de la significación. De ello se desprende manera muy general estas preguntas se centran en el problema de la cohesión
que "la textualizaeión, en efecto, como puesta en texto lineal (temporal o espa- del texto. Rigurosamente, habría que inscribirlo en la perspectiva del sujeto
cial, según las semióticas 1= semióticas-objetos]) puede intervenir en cualquier receptor. ¿Cuestión de correferencia? Hablando en términos estrictos. en el
momento del recorrido generativo: no sólo son textualizados Jos discursos fi- envit_e _de las relaciones llamadas endofóricas ("anafórica", "catafórica") vs
gurativos o no figurativos r... ], sino que las estructuras lógico-semánticas más exofoncas,yara retomar la terminología de Halliday. Pero como sólo pode-
abstrnctas ( ... ]también". Procediendo de esta manera, "la semiótica textual no mos rozar ligeramente la pertinencia de estas relaciones constitutivas del con-
se distingue en principio de la semiótica discursiva" (ibid., pp. 159, 390). tenido, estamos obligados a dejar caer una duda sobre el fundamento teórico
Citemos como puntos de referencia algunos elementos que refuerzan esta de los universales categoriales, es decir, sobre Jos predicamentos relativos a
concepción semiótica del texto: las proposiciones que afectan a una textología endofórica I'S exofórica. Te-
-Mijail Bajtin ( 1984, 31 Oss.): "Si se toma el texto en el sentido amplio de niendo en cuenta este estado de cosas, habrá que reflexionar antes bien en las
conjunto coherente de signos, las ciencias del arte también (la musicología, la condiciones de una "text,J!ogía comprendida como teoría y práctica de la re-
teoría y la historia de las artes plásticas) tratan de textos (de productos del ar- construcción científica de los textos literarios" (Bajtin. 1984, 312).
te).f ... ll'roblema de las fronteras del texto. El texto en tanto que enunciado.' Del horizonte del saber semiológico actual se desprenden, entre otras, las
[ ... 1 La textología comprendida como teoría y prúctica de la reconstrucción investigaciones de János S. PeWfi y de Terry Olivi ( 1986) que, me parece, ~on

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: ... \. IIANS~GEORGE RUI'RI'CIIT C'ONJFIIIHI\S E INI-FHFNC"IAS· LOS IJNIVF.I<SAII·.S I>F. LA LJ JF.I<ATIIHA
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los más indicados para reactivar la problcnJática de las "nociones fundamenta- El aspecto vectorial del signum indica claramente una mira en el proceso de
les de una teoría semiótica dcllexlo". Teniendo en cuenta su pretensión gene- la signi ficaciún que tiene por término abe¡ uo el conjunto de los elementos, que
ral, habría que verificar la pertinencia de una concepción triádica y bipolar del responden a estructuras de superficie. l~sla es la perspectiva pragm;ítica, que pre-
signo. En el examen, Pcliifi y Olivi han percibido evidentemente aporía~ de supone, como lo precisan Pcliifi y Olivi, la instancia del "utilizador (un pro-
orden mctasemiótico. Por ello, a falta de algo mejor, el recurso a una tenmno- duclur o un receptor/intérprete)" del texto-signo. i, Y si fuera lo contrario.
logía latina (depurada de todas las connotaciones filosófico-escolásticas, por como creen A.J. Greimas y J. Courlcs ( 1979, 44, 295)? Según estos autores,
supuesto) y al formalismo de la teoría de los conjuntos. . . "como la noción de profundidad es relativa, cada instancia de gencraci6n del
En un primer momento, se tratará por lo tanto de problemat1zar el.ngm1111 I: discurso remite a una instancia 'más profunda' y así sucesivamente, hasta a la
en su bipolaridad, o sea, según J .S. PctMi y T. Olivi (1986): 1] el signi(icans estructura[ ... ] elemental de la significación, punto ah quo del recorrido gene-
L:Ss, que tiene como términos correlativos el vchiculwn I:Ve y laformatw I:P?, rativo". Dicho de otra manera, éstas son las diversas isotopías del textP (~om­
términos complejos cuya rclaci6n se explica por el hecho de que laformatto binaloria sémica) que conducen, mediante conversiones, <JI punto de partida de
cst;í compuesta por una notario 1= 'JI(/ ("indicaciones sobre el(los) tipo(s) Y la una "descripción 'ascendente'", que va "de las unidades mínimas a las unida-
organización de las partes constitutivas del vchiculum" de orden "lingual", des complejas". Sea corno fuere, el "hacer interpretativo" del crítico literario
"gramatical", etc.) así como por una componente figura 1= T 1 ("indicaciones siempre presupone una competencia, ya sea dóxica o epistérnica. Ésta es fun-
sobre el(los) tipo(s) de su(s) forma(s) y la disposición formal de las partes ción de los estados de creencia y de conocimiento. Y en todo caso, esta compe-
constitutivas deiFehiculum", indicaciones de orden "grafemático" (escritu- tencia se basa en "la memoria del receptor" (J.S. Pcliifi y T. Olivi, que se unen
ral/impreso). "composicional" (versificado, cadenciado, anaforizado), "gené- en este aspecto a la tesis de C. Grivcl). Textos memorizahles/olvidados J's ol-
rico"; 21 el signiflcatwn LSm, que tiene como términos correlativos el rc/atum vidables/memorizados, tal es también el envite de la censura y de la represión.
I:Re y el sensus I:Se. términos asimismo complejos que corresponden el uno ¡,0 hay que buscar m;ís lejos? Sería entonces cuestión de toda una tópica, la
al otro por el hecho de que el sen sus comprende, por una parle, la componente "primera" según Frcud: la inasignable instancia del preconsciente. Dejemos
dirr 11111 f= •DI (aquello "que está expresado directamente en el signum (por abierto el tema.
ejemplo, mediante el enunciado inmediato de un texto)", y esto en razón de
"una distinción entre el sentido /itcral,jigurati\'0 y simbólico"). Por otra parte,
el scnsus tiene una componente relatum interno al signum 1= '1iL ("que es la 11. 1\IÁS ACA DE Lü GENERAL: LOS PROULEMAS DE LO PARTICULAR
referencia a un fragmento supuesto del mundo [exterior] y que está contenida
en el dictwn"). Esta pmhlemática de las "componentes del signum" se presenta
esquemáticamente como sigue: Ciencia de lo general y conocimiento de lo particular, proposición cartesiana
que significa. para el investigador que se enfrenta a la economía integral de las
formatto ~en<;us
~ Fo- l ~ N ~ ~:¡.) l SP o- ( ~ )1 ¿ li 1 "obras literarias", que en realidad lapra.ris sondeará ante lodo en la "amhi••iie-
().- -------------------------- -::_-.::-:-"-',() dacJ intelectual/material del conjunto del proceso literario" (e f. S. Sark~ny.
1()Ró. 1539). De ello resulta el interés heurístico de los análisis que se refieren
en particular a la ambivalencia de los simulacros discursivos. Irreductibles a los
géneros canónicos (lírico, épico, dramático), los simulacros de la enunciaci{¡n
(embrague/desembrague) se estancan, se transforman y se disipan en el movi-
miento esp;Jcio-lemporal de las variables de ordenlingiiístico. Éstas definen a
todas las culturas llamadas orales o escritas (cf. P. Zumthor, 19R3, 19R7).
l: ~~;- ------------------------ .. --- _-: :-_i< Así pues.l~1 lilr'ralura se caracteriza: por un lado. por la forma y la disloca-
\' 1 ,~,; :u!~,, RcL1:' ~ ,. ción del mnlinlll'lll intmlingual (H. Sciler, 19R5, 14), continuitlad ahslracla
que tiene elementos correlativos a los planos de las cslrucluras paradigm~ílicas
Dia.~ralllrl (scg(m J .S. Pctiif1 y T. Olivi, 19R6) así como dentro de las jerarquías sint;ícticas. Después, por otro lado. hay
IIANS-GEOHGE RUI'RECIIT
CONJETIJRAS E INHoRENCIAS: LOS UNIVERSALES IJE LA LITERATLIRA ~ 1
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que tomar en consideración los usos linguales. Coincidiendo en ello con los Dejemos abiertas las preguntas pues se plantean también en otras partes. En lo
problemas de la alienación/in;;üística, como han sido analizados por Hcnri que se refiere a Noruega, dos sistemas lingüísticos complementarios subtien-
Gobard ( 1976), la literatura, travesía o mediación simbólica de toda una te- den la evolución de la literatura. Por una parte, está el del /and\null dialectal,
traglosia (JI. Gobard), mediatiza y simboliza, en razón de su evolución poli- vernáculo, la "lengua del campo" que lvar A asen ( 1813-1 896) y otros se dedi-
m6rfica, tanto la efervescencia creadora como el empobrecimiento gradual de caron a transformar, basándose en todas las hablas regionales, en una lengua
los lcngunjcs propios de unn cultura. ¿En qué forma? Es a la historia literaria y literaria "neo-noruega" llamada nynorsk, cuyo estatuto oficial fue reconocido
a sus paladines a los que hay que dirigir la pregunta de snbcr con qué tiene que en 1885. Después, por otra parte, está el riksnul/, "lengua del reino" conside-
ver esto, es decir, esta tctraglosia: lenguajes vernáculo Uerga, dialectos), vehi- rada -por razones históricas evidentes- demasiado danesa, y que de hecho
cular (institucionali7_ado, nacional), referencial (códigos de las personas lla- es muy cercana al danés. Sin tener en cuenta una glotopolítica tormentosa
madas cultas), mítico (ritualizado, discursos sagrados, etcétera). (cf. Gun~crsen, 1983), conviene indicar que el riksmal (la lengua de lbsen y
¡,Cuestión de estilo? Algunos vincularán todo esto, según las tesis del Círcu- de Arnull 0verland) se ha convertido en la "lengua del libro" (bokmill) de Jos
lo Lingüístico de Praga (cf. Vachek, 1970, 15, 19, 70), a la actualización o a la noruegos. No obstante, esto no quiere decir que no haya industria del libro (sub-
dcsautomatización (B. llavránek) de los recursos de una lengua estándar ela- vencionada) que acoja una tradición literaria nynorsk bien viva.
borada y múltiples veces reformada. En tanto que el estilo, como "organi- La situación lingüística de países como Yugoslavia y Noruega recurrirá a
zación individualizantc de la enunciación" (V. Skalicka), resultaría de una todos y todas quienes rebaten la idea de la clausura del texto-signo. Baste con
valorización estética de modelos discursivos, como los elevados vs los fami- decir esto: la heterogeneidad poli funcional del meaning es imagen de la com-
plejificación estratificada y reticular de los lenguajes culturales. O es más: co-
liares.
Se podría objetar que estas consideraciones pasan por alto muchas cuestio- r:etata de los significantes/significados del discurso llamado literario, ¿los
nes de interés glotopolítico (cf. Guespin y Marcellesi, 1986). Frente a la diver- stgnos textuales son en verdad "plurales", "estables" o "flotantes"? Ahora
sidad sorprendente de las situaciones etnolingiiísticas en el mundo actual (cf. bien, sea cual sea la respuesta, a partir del momento en que tematiza la clausura
Kloss y McConnell, 1974; Fodor y Hagcge, 1983/1984 ), es conveniente men- d~l texto, una hipóstasis, en resumidas cuentas muy problemática, parece ine-
cionar a título de ejemplos dos situaciones muy complejas. Yugoslavia y No- vttahle, a saber, la reificación del signo. Poco importa que esto lleve a contra-
ruega, he aquí dos casos a partir de los cuales habría que interrogarse en principio decir a algunos textólogos. El "fenómeno literario", tomado integralmente en su
sobre la pertinencia de esto: los "hechos literarios" todavía se contemplan con especificidad oral y escrituraría, se acomoda bastante mal a la concepción diá-
frecuencia de acuerdo con la relación comunicativa autor/público, y con base dica (saussuriana) del signo. El teórico de la literatura se separará con mayor
en "presupuestos" en resumidas cuentas compuestos (idiosincrasias psicoso- raz<Ín también de la proposición de Gusta ve Guillaume ( 1969, 246-247; cursi-
cialcs, corrientes ideológicas, horizontes de expectativa 1H. R. Jauss]. datos vas mías): "El signo es, en el lenguaje, mediador entre el significado de poten-
institucionales [J. Dubois], factores económicos, etc.). Ahora bien, ¿qué sucede cia Y el significado de efecto, y el mecanismo [sic] de la relación en discusión
por ejemplo en un estado federal socialista como la Yugoslavia multilingüe, es el que sigue: significado de potencia -• signo --• significado de efecto.
compuesta, como es sabido, por seis repúblicas, cada una de las cuales ambicio- El significado de potencia es el antes del fenómeno; el significado de efecto es
na una cierta glotopolítica? Es cierto que se difunden las literaturas de expre- el después."¿ Y qué pensar de la semiosis triádica según Charles S. Pcirce (col.
sión serbo-croata y eslovena. Pero en una sociedad que conoce en materia "Papers", 5, 484, citado por Dcledalle [ 1978, 133])? Sabemos que ésta es fun-
cultural a la vez la auto gestión y una ideología dominante (elaborada por la Li- ción de "tres sujetos: tales como un signo, su objeto y su interpretante". Res-
ga de los comunistas de Yugoslavia), ¿cuál será el horizonte de expectativa, pecto a esto es provechoso leer a Hcnri Meschonnic ( 1975, 140-156).
interior y exterior, ele los destinatarios/destinatarias de los discursos poéticos, Hecha esta reflexión, Já trayectoria de los fenómenos literarios sean cuales
n~trrativos o dramúticos, que se pretenden "yugoslavos", en lenguas ruma- sean -desde Las ranas de Aristófanes hasta Don Quijote, desde el do/ce stil
na, húngara (en Vojvodina, mayoritariamente serbia) albanesa (en Kosovo)?• nuovo de Dante hasta los Cantos de Pound-, y la trayectoria significativa del
potencial scmiólico de la obra dentro del universo semántico de una cultura
• Fl prookma yugoslavo. como es noticia diaria. ha pasado a campos más violentos; sin at~can n~ccsariamentc la falsedad del principio de las causas eficientes. Se po~
crnhargn. el prohlcma cjcmplificauo aquí subsiste en muchos estados de composición idionrá- dna dccn a lo sumo, de acuerdo con Theodor W. Adorno ( 1973, 300 ss .), que
tica múltipk_JE_)
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CONJETIIRAS E INHóRENCIA': I.OS lJNIVER,AI.ES I>E I.A l.rJERA.IIIRA
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el acto 1iterario, a semejanza de todas las prácticas creadorns motivadas por las
11 Modalización (cf. 11. Parrct, 1983): distributiva (modos gramaticales);
fuerzas pulsionales del imaginario, participa y modeliza, radi.caliza y subvier~
propositiva (modalidades alética, epistémica, dc6ntica); ilocutiva (marcas
te algunos factores estéticos de lo i~mutable. <.das lmm~:·g/e¡c/~e~,.~ntre ellos
modales de los actos de lenguaje); axiológica ("valor" semiótico y "despliegue de
la mímcsis figurativa de estilo. La mmutab1hdad que modeliza (Adorno)
una competencia modal en la que se entrecruzan en combinaciones específicas un
esa práctica literaria, y esto mediante su relación original ?e s!".'~litud con el
saber, un querer, un poder y un deber" [fl. Parretl).
acto locutorio (Sprachii/m/ichkeit), podría ser en efecto la mtu.tclon que tene-
21 Deictización (cf. H. Parret, 1983; C. Kerbrat-Orccchioni, 1980; J. Wcis-
mos como lectores de la alteridad o de la "mismidad" de una mtra sobre el En-
senborn, 1982): a] la inscripción (embrague/desembrague) de la subjetividad
te. Es la mira del ele mal watchcrofthings, como lo uijo Pound en algún momento,
mediante el empleo deíctica de los pronombres personales y mediante el uso
mirada dirigida al mundo y a nosotros mismos. , .
de los demostrativos; b] la tcmporalización del discurso (aspectos corno "in-
Ahora bien, este problema ontológico ya no se planteara de la misma f~rma
coatí vo"/"tenninati vo" ["resulta! ivo"l, "pcrfectivo"/"imperfcctivo" ["iterati-
a partir de que se piense en él a la manera de un pensiero debo/e (V¡~tttmo,
vo", "durativo"], etc., lo cual se ha de distinguir de las categorías gramaticales
1983) que se abstiene de los centelleos de la racionalidad conccp~uahz~nte.
de pasado, presente y futuro); ella localización espacial (índices situacionales
¡Hasta dudar finalmente de las razones que nos hacen creer c.n, la extstenc1a d~
como "aquí"/"all:í" ["allí", "dondequiera"]. "delante"/"detrás", etcétera).
la "cosa literaria"! ¿Hasta dónde? ¿El umbral de la denegac10n, de la Vernel-
31 Comunicación (cf. F. Jacques, 1979, 1982; M. Dascal [comp.]. 1985):
nung nietzscheana? No necesariamente, puesto que en el límite, es decir, en los
problemas pragmáticos del monólogo/diálogo/polílogo; estrategias discursi-
confines del espacio literario (M. Blanchot),la reflexión sobre la literat~ra s~
vas de los interlocutores.
atrinchera en los últimos reductos ucl espíritu creador. No obstante, aun alh
En conjunto, estos corolarios del hacer discursivo -"por definición, enuncia-
nos interrogamos. Supongamos, por comouidad Y. en tono desenvuelt~. a ~a
ción enunciada" según muchos semióticos (e f. J.-C. Coquet, 1983 ) - dan la sen-
manera de Artaud, que el espíritu creador, cuyo testtgo es la obra, no sea, mas
sación de que el centro de focalización, donde se precisa la relación entre discurso
que una inuiscreción". ¿Entonces cómo, en relación con quién, sepodna re-
y escritura, no es para nada el de una "fijeza" (clausura del texto), sino m¡ís
flexionar finalmente en aquello que brota y adquiere forma, espect.ftc.a~ente
exactamente el punto de fuga hacia el que convergen los haces diferenciados de
bajo el dictado de una ambición literaria? Poco importa que. otros tllSIS.t~eran
este espejeo del mismo en el otro, infinitamente reversible, que es el sentido.
miís bien en el empuje del deseo, en el compromiso del escntor o tarnb1en ~n
Desciframiento del sentido,tal como se estanca, se pierde, se disimula, en tanto
su impulso productor. En realidad, esta "cosa literaria",ll~mada texto o dts-
que objeto de una búsqueda, en los intersticios de la (re-)lcctura!(re-)escritura.
curso, no deja de interpelamos, como si fuera la cont~apart1da ~e. todo: acto Y
Para reactivar esta problemática intersticial, algunos recurrirán a la grama-
acción, "pasante y pasancia" (Claude Zilberberg, Ra1so~! etpoctu¡ue du sen.~,
tología, puesto que ésta tiene por objetivo, en principio, todo lo que tiene que
París, Presses Universitaires de France, 1988, p. 122), lmalmente verbo Y SI-
ver con la escritura. Ésta abarca, según Jacques Derrida ( 1967 b), las huellas de
lencio.
la arquiescritura. Para tener una idea de conjunto de ello (cf. Gasché, 1986),
Para evitar trampas de orden fenomenológico, sería conveniente a este res-
habría que desarrollar la crítica dcrridiana del "imperialismo del Logos" ( 1967
pecto recurrir a Husserl y distinguir la noe.~is (el acto cogni~ivo~ de lo noe-
b, 12), que va en contra de las concepciones logocentristas y metafísicas de la
mático (las modalidades y las representaciOnes de la conctencta). Y para
"mismidad" a la vez ele las formas y de los contenidos. En realidad, se trata de
romper el razonamiento circular centrado en la "literaturidad" (la literatu:-
hacerse cargo, en el plano de la huella, de toda la "economía" de la diferencia,
11osl tal como la actualizó R. Jakobson),las gentes de letras tendrían tenden~Ja
a saber, "el uno diferente de sí, en diferencia consigo" (Derrida, 1972 b, 23).
a coincidir con Paul Riccrur ( 1986, 137), y decir: "Llamamos texto a todo dts-
"En el punto en el que interviene el concepto de diJe rancia", precisa Derrida
curso fijado mediante la escritura." Habría ahí sin duda una !abo: hern~en~uti­
' ( 1972 e, 41 ), "[ ... 1todas estas oposiciones metafísicas (significante/significa-
ea: la "fijeza" del discurso se interpretaría textualmente como dtscontJnuJ?ad
do; sensible/inteligible; escritura/palabra; palabra/lengua; diacronía/sincro-
de un decir. Pero¿ cómo reconocerlo? En todo caso, desde el punto de VIsta
nía; espacio/tiempo; pasividad/actividad; etc.) se vuelven no pertinentes." Si
scmio-pragm;ític~. el discontinuo discursivo es de la enunciación enuncia-
bien es cierto que la arquiescritura está pensada corno una "arqui-síntcsis irre-
da, si bien por regla general todo discurso tiene corolarios que son entre
ductible", no por ello es menos cierto que plantea graves problemas de lectura.
otros los siguientes:
1 Supongamos que se trata de trazar las "diferencias diferidas" propias de los

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IIANS-GEORGE Rlli'RECIIT CONJFilJRAS E INFERENCIAS: LOS liNIVERSAI.ES DE LA LITERATURA
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jardines en China y en Europa, tal como están simbolizadas_en la lcctu:a d~l gico de la huella pcrmaneccra íntegro, así como "el propio enigma de la dife-
siglo XVIII. Decididamente no se trataría de comparar, por CJCmplo, el prdm rancia" (Derrida, 1972 h, 20).
cerrado (yuan) de Suzhou que menciona Shen Fu en sus Seis recuerdos de una
vida flotante (Fu sheng liuji [Feu cheng licu ki]) con el jardín a la inglesa, "ese
vergel tan metamorfoseado" en la Nouvelle lleloi"se (4! parte, carta XI). En
111. PENSAR LA INVARIANCIA: APORÍAS Y CONDICIONES DE PERTINENCIA
cambio, trasladar el método filosófico de Derrida al terreno literario es apuntar
a la especificidad de una infraestructura y, de rebote, a ese lugar insondable
-la matriz de la escritura. Ésta sería "a la vez más exterior a la palabra, no Son las interrogantes de René Éticmble ( 1974) sobre la aceptación mundial, y
siendo su 'imagen' ni su 'símbolo', y más interior a la palabra, que es ya en sí por tanto "verdaderamente general", de la noción goetheana de Weltliteratur,
una escritura". ¿Qué sucede entonces allí donde "lo totalmente otro se anuncia las que parecen haber llevado a algunos, sobre todo a especialistas occidenta-
como tal" (Derrida, 1967 h, 68-69)? Lo incomparable y hasta lo intolerable, les de literatura, a volver a pensar lo que Aclrian Marino ( 1977, 57 -80) deno-
¿e11 qué es tan radicalmente diferente? . . . . mina (p. 63) "el surgimiento de topoi teóricos". Aquello que como mínimo es
En cualquier caso, al parecer, llega a su fin el escnto, relat1vo a la H1stona muy discutible, ante los ojos de Marino es la esencia de la idea literaria, es de-
y sus crisis, que funciona como "un signo total", como creía incluso Roland cir, "constituir una constante, una invariante, un elemento de unidad, de es-
Barthes. Tratándose de la carta de Saint-Preux y de su "descripción de una tabilidad, de permanencia y de universalidad en el tiempo y en el espacio"
agradable soledad", no habría ninguna razón profunda para que sus huellas (p. 57, cursivas del autor). ¿Satisfacen la condición de la invariancia tética no-
instituidas se inscriban en un paradigma estético. ¿No habría en Rousseau una e_ iones como las de "forma", "tema" y "figura"? Todo indica, al contrario, que
aversión prerromántica por la gran horticultura a la francesa? Por supuesto qu_e llenen que ver con el objetivo y la referencialización de los discursos vehicu-
sí, pero esta aversión no es más que una de las diferencias posibles. En reali- lares: interacción de sus variables (periodística, didáctica, culta, etc.) así como
dad, se trata de una referencia extratextual a desconstruir -el fuera de texto en de sus instancias (crítica/censura, canónica/experimental, etc.). Estas consta-
tanto que entidad distinta de un "dentro" no existe, según Derrida- de la m~s­ taciones bastan para dudar del apoyo empírico de "una tipología de las invarian-
ma forma que el referente interno (cf. Gasché, 1986, 281). En consecuencia, tes" que A. Marino conferiría a las invariantes "!] antropológicas; 2] teórico-
no se trata de tomar una opción sobre la simbólica cultural. (En pintura, esto ideológicas; 3] teórico-literarias y 4] literarias". Vista la extensión del campo de
sería como si hubiera que escoger entre Schiinbnmn ( 1759), ved uta célebre del pertinencia de la comparabilidad, nos preguntamos si se puede concebir que estos
Belotto, y llath, civic schemes, cuadro de Jolm Wood que ofrece una vista des- cuatro tipos "cubran la totalidad [sic] de las categorías con eleme.ntos comunes
de lo alto de un jardín característico de los suburbios de Londres.) En realidad, de alcance universal que pertenecen al mundo del espíritu y de sus productos"
la arquiescritura en tanto que difemncia se inscribe en una vacuidad abisal. (A. Marino, Comparatisme el théorie de la lillérature, París, PUF, 1988, p. 103).
Para decirlo en términos metafóricos tornados de Lao-tzé: como el "vacío Como una Idea aristotélica (universale in essendo), esta tipología es en reali-
medio" de un cubo que hace girar la rueda del carro, "la a de la diferancia" dad ele alcance metafísico.
sería de alguna manera el indicio del "juego", del "movimiento generador Con respecto al interés analítico, es decir, a la predicabilidad de la noción de
en el juego de las diferencias" (Derrida, 1972 e, 39). Pero he aquí queman- invariancia, es útil recordar: en lingüística, el concepto de constante, no sólo
tiene lo indecidible. En vez de preocuparse por las investiduras psíquicas y es indisociable del problema diferencial, tan debatido, de las variables (fono-
del imaginario de Rousseau, a partir de entonces se leerá la carta de Saint- lógicas, rnorfofonémicas, sintácticas) y de las variantes realizadas en el plano
Prcux, en particular el enunciado "Me he puesto a recorrer con éxtasis este de la manifestación discursiva, sino que también pone de manifiesto procecli-
vergel tan metamorfoseado" (4! parte, carta XI), en la óptica del espaciamiento . mientas descriptivos que están teóricamene fundados. Como es imposible po-
y de la temporalización de los rasgos, por ambivalentes que sean, de una p~­ ~erlos de relieve, hay que atenerse a algunos correlatos de orden conceptual.
sión (eufórica y disfórica). En la medida en que el discurso epistolar es efecti- Estos son, entre otros, la relación función/conmutación (lljelmslev, Martinet,
vamente aspectualizaclo, se pone ele manifiesto que este "vergel" es capaz de Jakobson),la distribución complementaria (Bloomfield) así como reglas de
ij
mediatizar, mediante el sesgo de la enunciación cnunciada,la huella de un éx- • reescritura (Chomsky) y de proyección (Katz-Fodor). Para comprender mejor
ta-;is diferido. Tansformado en trayectorias reversibles, el potencial semioló- lo que está en juego, tiene interés mencionar, a riesgo de simplificar al extre-

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IIANS-GEOIWE RIJI'RECIIT
CONIFTIIRAS F INil'RFNCIAS: LOS IJNIVERSALFS DE I.A UTFRATIJRA R7

nw. 1111 problema de interés fonol6gico: la distrilmchín ~OII~J:lem:~l!aria de dos entonación). Se puede decir a lo sumo que esto pone en juego las acomodacio-
variantes. (~stas son no distintivas en relación con la s¡gnillcaclon de las for- nes o las asimilaciones, tanto diacrónicas como sincrónicas, de una poética
mas (la lcxia) que las manifiestan y mutuamente excluyen~es e!: cuanto al en- dada (ars poetica) al sistema/proceso de orden prosódico que la condiciona en
torno morfofonémico que las determina. Se trata de la rcahzae10n del ~onema los niveles de las prácticas orales y escritas.
¡¡¡en franco-canadiense, tal como se habla, por ejemplo, en Quebec. l'ste ~o­ En la óptica del teórico de la literatura, la estabilidad, aparentemente nor-
nema, de rasgos pertinentes[- detrás], 1+ alto].[- redondo] (R. Jakobson~, Sl.~­ mativa, de un sistema métrico, como el grecolatino basado en la escansión
ve para identificar la vocal cerrada en "an~i", "cidre", "rive",_"fil", "p1ge , cuantitativa de los pies nwgis stabiles vs minus stabiles (cf. Lausbcrg, 1960,
"église", "cire", cte. En realidad, /i/ se realiza en_franco-c~n~d1cnse co~1o [1] 488), no es admisible más que en virtud de que se tomen en cuenta múltiples
vs [i], variantes cuya distribución complcmcntana es la SigUiente (segun W. factores de inestabilización. Sea cual sea la cuenca cultural de la que manan,
Cowan y J. Rakusan, 1985): estos factores contribuyen en realidad a la evolución protciforme dclliri~mo.
El de la Antigüedad grecorromana comprende, como es sabido, filiaciones
lil·-•[i]lcn posición final ([ami]) y antes de [v, z, 7., rl ([riv]. (cgliz], [piz]._[sir]) transculturales de formas regulares e irregulares. Por ejemplo, para apreciar el
[1]/cn cualquier otro caso (entorno variable: por ej., [s1d], [f1l], [p1p], (pipe), [aban] corte y las cadencias armoniosas de las estrofas alcaicas de Horacio (siglo 1 a.
(abimc)). C.), forma llamada así por el poeta griego A !ceo (siglo VIl a. C.), conviene con-
trastarlas con la irregularidad prosódica de los epigramas satíricos de algunos
Se objetará sin duda que las hip6tesis de base que se refieren a la rcla:i~n entre contemporáneos de Horacio, entre ellos Catulo, quien se inspiró a su vez (via
const~mte marcada con rasgos pertinentes y estas variantes no es faclln_1ente el alcjnndrismo de un Calímaco [siglo 111 a. C.]) en los ritmos "cojos" y en el
trasladable del campo de pertinencia fonológica a las macroest:ucturas hte~a­ skazon o coriambo que se atribuye a 1-lipónax de Éfeso (fines del siglo VI a. C.)
rias. Decididamente, la apuesta es de envergadura cuando se p1ensa en ~a dis- (cf. Demouguin, 1985, 42, 263, 286,711, 727).
tribución lúdica, aleatoria y en último término manipulable de las vanantes De acuerdo con lo que precede, lo indicado es observar una actitud circuns-
multifuncionales de un fenómeno literario corno el"lirismo". pecta incluso con respecto a una concepción intrasistemática de la invariancia
En realidad, es mediante un razonamiento intuitivo y pretcórico, cuando no literaria. El teórico de la literatura, demasiado consciente de la complejidad
francamente polémico, como René !~tiemble (1974, 176 ss.)_ se_pr_opone ana- multivariada así como de la rareza de sus objetos de estudio, siempre tenderá
lizar las "invariantes del lirismo", labor que él emprende lllSJStJcnd? en_la a privilegiar investigaciones que tienen en cuenta aquello que aparentemente
inclusión obligatoria de las grandes tradiciones no europeas (árabe, chula,p- no se da por entendido: las "mil planicies" de las estructuras y, para retomar
poncsa, persa). Más allá del paso hondamente humano "del grito al canto", ¿de otra metáfora de Félix Guattari y de Gilles Deleuze, el "rizoma" de los canales
qué se está propiamente hablando? . . . de trasmisión. ¿Resulta asombrosa esta exigencia? Para muchos, hay que ad-
Con una mirada crítica, si no es que severa, al eurocentnsmo Intelectual mitir que ésta sería una idea preconcebida entre otras.
-miopía occidental molesta, a decir verdad, si se_ la mide c_on el rasero del Ahora bien, la invariante en tanto que objeto teórico involucra necesaria-
Srllohus ( 1964) de lecturas prcpara~o para los estud~antes de ~~t~r.atura col~lpa­ mente todas las facultades críticas del investigador. Esto abarca -¿hay qué
r;1da de la Rutgers University-, Eticmble pone en tela de JUICIO, en pnmer insistir en ello?- un sentido agudo de la continuidad/discontinuidad de las
lugar, algunas valorizaciones canónicas, como las que se desprenden de los gestiones !éticas, sean las que sean; además, una toma de conciencia frente a la
avatares coloniales, imperialistas y otros. No obstante, contra todo ello: no hay "fatiga" de antiguas ideas forzadas. Tal es la suerte del idealismo: la fosiliza-
más recurso que el de querer dilucidar las invariancias del lirismo me(h~?t;. un ción progresiva de su fina punta conceptual.
retorno, sembrado de trampas conceptuales, a "los metros y las formas , los Pensar la invariante como una invariancia contextua! de lo lírico -y lo que
temas y las imágenes". es mñs, relativa" a la 'gcnericidad' del género" a secas (Vietor [ 1931], 1977)-
No cabe duda de que, ante la diversidad estructural de las lenguas (cf. no significa por tanto en ningún caso la interpolación de un "tipo ideal". Es, en
Comrie, 1981; Grcenberg, 1974; llagcge, 1982, 1985; Ramal, 198~), n? po- cambio, la inteligencia de las diferencias específicas en tanto que marcas y ras-
dría tratarse de contemplar cualquier invariancia suprascgmental (funciOnes gos distintivos, cuya manifestación es de hecho lo propio de todos los pragma-
combinatorias de la duraciún fonémic<J, de la dinámica de los acentos Y de la ta simb6licos que corresponden al acto de la palabra. Ya se trate del Sprechakt
i
IIANS-UEORGE RlJPRECIIT
t. <ONJETlJRAS E INFERENCIAS: LOS liNIVERSAI.I'S DE LA LITI'RAilJRA 89

en el sentido amplio (que hay que distinguir de los speech acts según J.R. Scar- 1 ricos y narrativos". Concebida con fines didácticos clcmcntalcs, esta obra ofrece
lc) o de la Sprcchhandlung (Blihlcr [ 1934], 1978, 48), hoy ya no se concibe f una redistribución romboidal de los madi tractandi, sobre los ejes de la "visión"
rcnexionar en las diffcrencia spccifica sin recurrir a una noción dinámica de Yde la "acción". En realidad, las proposiciones que se refieren a los géneros de
SISTEMA "heteróclito" (l. Prigogine).
llernadi nos llevan a nuestro punto de partida. Como para Günthcr Mliller, se
Corno aquí no se trata de ucmostrar lo anterior, bastará con indicar algunos trata de "un círculo de posibilidades formales", con la diferencia de que, para
envites. Si interpretáramos lo específico a la manera de un teórico, que toma identificar un modo genérico, Hernadi propone un "compás de perspectivas",
partido, según la modalidad alética del "posible"/"contingente", por ejemplo cuyas puntas se considera que efectúan un movimiento giratorio en doble sentido:
por una creencia inquebrantable en la idea a priori de la forma aun disponiendo "auctorial" •• "intcrpersonal"/"privado" .__."dual". Observemos que en su obra
de un saber morfológico a toda prueba, aceptaríamos sin dificultad, "a modo ue The kinds ofliterature, Alastair Fowler ( 1982, 236) no sólo se pregunta sobre el
hipótesis, el supuesto de que Jos géneros designan un círculo de posibilidades for- interés heurístico de estas esquematiz.aciones, sino también sobre la pertinencia
males". Ésta sería la hipótesis morfolúgica de Glinther Mliller ( 1929), a la que se de los organic universals (lo lírico, lo dramático, lo épico, etc.) a secas.
suma el eminente Karl Victor ( 1977). ¿Y si se tratara de una intuición precicntíli- Es cierto que habría sido necesario mencionar numerosos trabajos de orien-
ca? A fin de cuentas, se podría objetar, la concepción circular de los géneros tación estructuralista (T. Todorov), gencrativista (T. Pavel), pragmática (T.A.
literarios -reminiscencia oportuna de la famosa rota Virgili (Faral, 1924, 87; Van Dijk) y semiótica (J. Courtes). No obstante, ante la avanzada de los enfo-
Curtius, 1954, 602)- ¿no es teóricamente sustituible? Antes, por supuesto, a ques sincrónicos, hay que constatar lo siguiente: los géneros, lejos de ser la
partir de Aristúteles, de Vico o de Hegel, y después ... ¡qué aprieto! Piénsese culminación de los proc.edimientos de producción literarios, en realidad plan-
únicamente en el desencuentro de las corrientes de i~leas, basadasfundamen- tean preguntas con respecto a los modos de recepción, como las que se inscri-
taliter in relms,formaliter in intellectu, se podría decir, siguiendo un viejo princi- ben en el horizonte de expectativa de los públicos. Para Hans Robcrt Jauss
pio de discernimiento filosófico, o de verdaderas cascadas nocionales que se han ( 1970), esto plantea problemas epistemológicos considerables, y se pregunta:
vertido en el crisol de la teorización contemporánea de los géneros literarios (cf. "¿Cómo describir la evolución histórica de un género si el carácter general de
bibliografía. en K.W. Hempfer, 1973). este género no se ha de entender corno una norma intemporal ni como una con-
A título de indicación, por autores y vagamente cronológico: Y.N. Tinia- vención arbitraria? ¿Cómo se modificaría la estructura de un género sin perder
nov, en la atmúsfcra del formalismo ruso -del que estaba sin embargo algo su particularidad? (Cursivas mías.) Henos aquí recapturados por la problemá-
alejado-, insiste en la relación entre "sistema", "serie" y "dominante"; V.l. tica de los universales. En pocas palabras, una de dos: lo "general" tuvo en
Propp precisa 31 "funciones del personaje" esencialmente binarias (falta ini- cuenta lo "particular", esto es, o bien elrmum de multis o bien elwllllll inmul-
cial vs liquidación de la falta, interdicción-prohibición vs violación-transgre- tis, tal como se ha presentado siempre a los lógicos a través de los tiempos.
sión, desplazamiento y retorno, combate y victoria, etc.); A. Jo !les define "for- Después, ¿qué hay de la multiplicidad de las formas híbridas, carnavalescas,
ma simples" bajo el aspecto de "modos enunciativos" (Aussageweise), tales sin olvidar ni lo "mixto" llamado posmodcrno, ni las glosalias de la Pitia de las
como la "leyenda" (imperativo), la "saga" (indicativo), la "fábula" (optativo), que trata Plutarco? ¿Según qué leyes o reglas descriptivas se podrá dar cuenta
el "mito" (interrogativo), cte.; A. Stcndcr-Pcterscn, partidario de una toma de de los procesos de repetición continua y combinatoria? Algunos tenderán a ha-
partido glosemática, discierne, de manera "directa" e "indirecta", "motivos" cer alusión a la lógica plurivalente y a la teoría de los}itzzy sets (L.A. Zadch).
de orden genérico, en los planos de la "instrumcntalización" y de la "emocio- i Bueno! Pero sólo con pensarlo, ¿cómo no resucitar el connicto entre nomina-
nalización" de las formas literarias; S. Skwarczy!Íska postula, en el nivel des- lismo y realismo? Queda por saber también cómo se estructura lo inefable. Los
criptivo, la "objetividad" de la "instrumentación genérica"; K. Hamburger poetas han acertado con frecuencia a este respecto. A partir de situar, como
busca a través de las "estructuras de la enunciación" la lógica de la "relación Octavio Paz ( 1969, 11 ), el centro de la incandescencia en la mirada del sujeto
sujeto-objeto"; N. Frye propone una clasificación -"lógicamente incoheren- c~eador, hasta imaginarse, corno Paul Celan (1971, 191 ), que "el poema per-

te", como lo observa T. Todorov ( 1970, 17)- de "formas miméticas", llama- Siste en los confines de sí mismo; se revoca, se difiere sin descanso, a fin de
das mythoi o generic plots (romance, tragedia, comedia, sátira-ironía) en 24 durar, de su No-más a su Siempre-más".
"fases simétricas"; P. Hernadi, por último. propone, en Beyond gen re ( 1972, Por último, una cuestión clave, o mejor, de claves. ¿Qué hay del estatuto
166), una "clasificación policéntrica" de los "modos temáticos, dramáticos, lí- vcricondicional de los SISTEMi\S por explicitar? ¿Es trascendental en el sentido
IIAN~-GEORGE RIJI'RECIIT
90

kant"tano'l ¡,Es de una "reducción eidética" en el sentido de Husserl? Fenóme- SEC>UNI)¡\ l'i\RTE

no subjetivo que corresponde a un estado de creencias, a una doxa para decirlo


de una vez, o necesidad inJcmostrablc según alguna episteme, lo que sucede es EL SISTEMA LITERARIO
que el concepto de ESTRUCTliR/\, ya sea "binaria", "estratificaJora" o "disipa-
dora" (eL J. Pe ti tot-Cocorda, 19R5, 23 ss.), no deja de interpelar a la concien-
r:iatética (en el sentido sartriano del término) de los investigadores. Y con
motivo, admitámoslo provisionalmente: en los terrenos de la investigación lla-
mada literaria, la relación entre saber y objetos por conocer descansa en un
fundamento teórico en resumen débil. Por esto hay innumerables retos que
aceptar. Y en todo caso, el problema de los universales seguir{¡ intacto sin duda
todavía mucho tiempo.
6

Los géneros literarios

MIC:IIAL c;U)\VINSKI

En el seno de la reflexión literaria, el género se cuenta entre las categorías más


antiguas. Pronto se observó que ª-lg!Jnos tipos de textos o de discursos estaban
C()nst[l]idos de una .manera específica y vinculados a ciertas circunstancias de
l¡¡ vid;¡_ práctica; exigf~n-º.C.JJa~te dél recepto~ una actitud determinada, actuan-
do en él mediante sus propias estrategias. Sí bien se hn tratado de trazar de otra
manera las fronteras de la literatura, ésta flUJlcaJw sido considerada como un
ccmjunto de textos homogéneos; hay una diferenciación, no sólo entre textos
~dividuales, sino entre tipos d~ textos. Además, la pertenencia a un tipo pare-
cía determinar las rronicdades~c.l texto asLcomo sus obligaciones pura con el
l_~<;:!Qr. Los criterios que se utilizan varían. Una de las clasificaciones, que fue
"canonizada" por Goethe y hablaba de las Natrllfnnnen der Dichtung (es de-
cir, de los modos lírico, épico y dramático), fue tan generalmente aceptada y
tan influyente que se acabó por considerarla una evidencia indesarraigable. En
consecuencia, se le ha otorgado una realidad transhist6rica, que funciona siem-
pre y por doquier, y se ha atribuido a los antiguos demostr;mdo que provenía
de Aristóteles, lo cual no corresponde a los hechos (13ehrens, 1940; Gcnette,
1979). La división en "géneros" lírico, épico y dramático se instauró cn el seno(
de la concepción común de la literatur<.~, y se ha convertido e u el punto de rcic- i
rencia principal en toda la extensión de sus territorios.
Esta división tripartita implica ya una propiedad importante de la te<Jría de
los géneros literarios al asignarle objetivos tipológicos: lleva a una clasifica-
ción de los textos reconocidos como literarios en una época Jetenninada, ba-
sada en sus principales características. En las poéticas más antiguas, a esto se
agregaban cometidos normativos: el género era considerado no sólo una cate-
goría descriptiva, sino también un indica<tor que determinaba lo que se reque-
ría, o por lo menos se deseaba, en un determinado tipo de discurso. Dicho de
otra manera, las clasificaciones servían para trazar las fronkras prccis;1s entre

1'Jl 1

. ·--·-···----···· .. -~-··----~---~-------
MICIIAI. (;U >WINSKI

tipos de discursos y suponían que éstas eran infranqueables. En esto, se rela-


cionaban m:ís o me:;ns directamente con la esl~tiea dominante de una época
l LOS c;(NI'ROS LITI'RARIOS

Otro ohst;íctdo a la tipología consiste en el hecho de que los critnios que se


utilizan en las clasil"icaciones por géneros varían en cuanto a su grado de gene-
detrrminada (!~1 cual es manifiesto en especial en la época del clasicismo). Las ralidad. Algunos permiten distinguir los l"cnómenos 111;Ís extendidos, los que
con:;ecuencias no se hicieron esperar. Poner en duda las normas que subtien- Goelhc definió como las formas naturales de la poesía; otros concuerdan con
Lien la teoría de los g~ncros implicaba a veces poner en tela de juicio los pro- fenómenos de menor alcance, pero no se dejan simplemente subordinar a la
pios g~neros en tanto que categorías artificiales, en aquello en que parecían divisi{Jn en géneros lírico, épico y dram;itico. Esto tiene que ver. indudable-
negar Jo m:is esencial Lle la obra literaria, su uuicidaLI. Este cucstionamiento mente, con las relaciones de jerarquía, pero de unajerarqufa que nunca es cunl-
encontró su forma m:ís radical en la estética de Cruce, para quien las obras de pleta ni consecuente. Hace poco se ha observado (Pratt, 19R 1) que el género
arte, incluidas las obras literarias, no Llehcn ser agrupaLias por géneros, puesto :~_siempre una subcatcgoría que se relaciona con una categoría superior (por
que se basan en la expresión, individual y única por naturaleza. ejemplo, el teatro es una suhcalcgoría de la literatura, la comedia una suhcate-
La renuncia a la nurmatividad, propia de la poética contemporánea. no sig- goría del teatro, la farsa una subcatcgoría de la comedia, etc.), lo cual no per-
nifica sin embargo el rechazo del g~nero. ya sea como herramienta de descrip- mite para nada subordinar enteramente el fenómeno más limitado alm:ís vasto,
ción de los discursos literarios o como base de laclasificaciún tipológica de los ~ado que cada uno de los fcn6mcnos mús limitados comporta características
, mismos. A prop6silo de esto último surgen varios problemas y dificultades: l~re_ductiblcs. No obstante lodo esto no justifica un rechazo radical de la fun-
-¿Cu:íles han de ser los criterios lógicos de esta tipología?, ¿tiene ésta que en- ción tipológica de los géneros, aunque sólo sea porque toda distinción de gé-
globar todos los textos que se consideran literarios? En caso afirmativo, ¿esta nero -no sólo en investigación literaria, sino también en la vida litcr:1ria ac-
tipología concierne únicamente a una cultura dada o engloba además los men- tual- implica alguna tipología. La reconstrucción de ésta constituye uno de
sajes cm:111ados de otras culturas (abarca, por ejemplo, tanto la literatura escri- los objetivos de la investigación sobre los géneros, de aquellos que runcionan,
ta como la oral)? Se entiende de entrada que una tipología que pretenda la por ejemplo, en el folklore y en las culturas extra-europeas (Ben-Ámos. 1976),
uni·.'crsalidad es simplemente imposible; aun cuando se tratara de elaborar una, pues se trata de dar cuenta de sus modos de funcionamiento en el seno de una
tendría un car:íctcr tan geneml y esquemático que diría poco de los géneros, de cultura dada. La teoría de la literatura no ha tenido sin embargo su Linnco;
sus propiedades y de su funcionamiento. tampoco cst:í en espera de él: '~il principal valor de los géneros no es clasi rica-
La dificultad y la duda ~on tanto mayores cuanto que los criterios de clasifi- torio" (Fowlcr, 1982, p. 37).
cación son sumamente variados. De manera general, se puede afirmar que es-
tos criterios son en su mayoría de naturaleza pragmático-estructural: al utili-
zarlos, se tienen en cuenta las propiedades típicas de la estructura de la obra 2
lit~~raria y los comportamientos que les corresp<mdcn. No obstante, est:1s pro-
piedades típicas se conciben de diversas maneras, lo cual conduce a una plura-
lidad de criterios (estatuto del cnunciador. estructura temporal, disposición del Es en otra esfera donde se revela este "valor principal" de los géneros: la de
relato o de la ficción literaria. etc.). Otras teorías de los género~ literarios se las tendencias generales de las ciencias humanas hoy, empezando por la lin-
ba~an en la noción de expresión (llcrnadi, 1972) y, en algunos casos, conl"orme güística. Esta esfera está vinculada sobre todo al desplazamiento del centro de
por otra parle a las tradiciones de la rellcxit'ín romántica en materia de géneros, interés de los sistemas lingüísticos hacia las prácticas del lenguaje. Cuando el
admiten la expresión corno categoría estética. En otras concepciones, incluso, análisis toma por objeto los discursos, se trata de describir a éstos con ayuda de
se trata al género como expresión de una cierta actitud hacia el mundo, convir- categorías m:ís amplias, pues se sabe que se refieren a ciertos modelos y que,
tiéndose así en una categoría metafísico-existencial (el ejemplo mús c~lebre es , por in di vidualcs que sean en sus realizaciones concretas, no por ello obedecen
en este caso Staigcr, 1946). Á los problemas se agrega todavía el de saber si las menos a las directrices inherentes a estos modelos. La nociún de "g_éncrcs del
clasificaciones de orden genérico satisfacen las condiciones lógicas que exi- discurs(( fue introducida por J3ajtin en una de sus obras póstumas ( 1979). El
gen las tipologí:1s; si pueden satisfacer "el espacio lógico continuo" (Rogers, n[nncro de estos géneros es _pr:íctic_amente inri nito, puesto que pertenecen a
19!\3) en el que esl:tn situadas, es decir, si pueden ser exhaustivas. Lo que he- situaciones humanas muy diversas, siempre en evolución y renovación. NP se
mos dicho hasta aquí autoriza ya una respuesta negativa. trataría por lo tanto de armar una tipología o una clasificacicín, imposible por
1
MICIIM, CiUJWINSKI ¡ LOS G(;NEROS LITERARIOS
')7

el solo hecho de que la mayor parte de los géneros del discurso no están nom- piedades pragmáticas.¡\ la prohlcm;ítica de Jos géneros se vincula por lo tanto
brados; pero es importante observar que en el curso de los contactos de len- la de la pragmMica del texto (Warning, 1979). Visto desde este ángulo, el gé-
guaje normales, nos servimos de ciertos modelos, que, conscientes o no, son nero literario, sin perder nada de su especificidad, se integra a un complejo
claros y que, cuando hablamos, de una manera u otra les subordinamos nues- más universal de elementos, entre ellos la estructura del texto.
tros enunciados. Así pues, en el plano de la palabra cotidiana, !as réplicas dia-
l(Jgicas se dividen ya en varios géneros scgtín el contenido que se quiera co-
municar, según las relaciones del hablante con el oyente, según la situación,
cte. Bajtin demuestra que "el contenido temático, el estilo y la composición
r.on inseparables en la /elalidad del enunciado:· (1979, p. 237) y que dependen_
de propiedades genéricas de éste. Como todo género del discurso, el género literario se manifiesta en enunciados
Formulada por Bajtin, la teoría Jc los géneros del discurso es de una impor- concretos; el género llamado novela se encarna en textos conocidos por todos
tancia capital para la teoría de los géneros literarios. Con anterioridad, gene- por ser novelas, como Don Quijo/e, Madame Bovary,l~ord Jim, Los hermanos
ralmente se partía del supuesto de que la división en géneros sólo era propia de Karamazov o Ferdydurkc. No obstante, el género 1;0 ha de ser definido como
la literatura, que constituía una consecuencia específica de la literaturidad. Y cl.c¿onju,!ll()_dc textos que, de una u otra manera, le estarán subordinados; la des-
en efecto, los géneros literarios no pueden ser considerados géneros ordinarios cripción de todos los textos admisibles como novelas (suponiendo que una
del discu;so, aunque sólo sea porque son más complejos, porque la función descripción de esta índole sea posible) no hará que sepamos todavía de la no-
~stética es más acentunda en ellos y porque, finalmente, distinguidos desde el vela en tanto que género. Quien procediera así, tratando de basar la teoría so-
surgimiento de la poética. dcsempciian un papel importante en la historia de la bre el análisis de textos particulares, a lo sumo podría enumerar una serie de
literatura. No obstante, gracias a la noción de géneros del discurso, se ha podi- rasgos pertinentes para un género dado. Pero la teoría del género no se podría
do comprender que el fenómeno del género tenía en sí un alcance universal elaborar en forma de una lista de propiedades, pues el género no es una suma
porque caracteriza tÓda práctica del lenguaje. En relación con los otros géne- de caracteres. Existe de otra manera. ¿Cómo?
.. ros del discurso, los géneros literarios poseen la vcntnja de haber sido distin- A esta pregunta se han propuesto varias respuestas. Se ha afirmado que exis-
guidos, nombrados y descritos -en la inmensa mayoría- hace mucho tiem- ten objetos genéricos específicos a los que corresponden conceptos y después
po. Son ellos, por otra parte, los que han servido de modelo para discernir los nombres genéricos (Skwarczy¡Íska, 1965); en algunos casos, se lw tratado a
géneros en otros dominios de la escritura, como el discurso histórico o el dis- los géneros como especie e de ficciones intelectuales, capaces de dar cuenta de
curso filosófico (Marais, 1969). las propiedades de la obra literaria. La discusión sobre el modo de ser de los
Las relaciones entre la teoría de los géneros literarios y el estudio de las géneros literarios se convierte entonces en una discusión filosófica que evoca
pr;ícticas del lenguaje no se limitan a la problemática de los géneros del discur- los dcbntes medievales sobre los universales. A éstos se refiere K.W. Hempfer
so. El estatuto de los géneros literarios ha cambiado desde que la lingüística (Hcmpfer, 1973) cuando afirma que la teoría de los géneros literarios habría de
del texto, o teoría del discurso en sentido amplio, se ha convertido en un terre- ser elaborada en el marco de una teoría constructivista del conocimiento, que
no de investigación aparte (véase, por ejemplo, Ryan, 198'1 ). La teoría del gé- constituya una síntesis de las concepciones nominalistas y realistas. De vuelta
nero se convierte entonces en una teoría del discurso literario (Corti, 1978) de la especulación filosófica, general por naturaleza. y dirigiéndonos al obje-
analizado, no en su contingencia y su individualidad, sino como modelo espe- to de nuestra rellexión, podemos decir que los géneros no son ni algo concreto
cífico. Vistos desde esta perspectiva, los géneros se convierten en arquetipos (1~-~on.por lo tanto reducibles a un texto determinado, ni siquiera a un conjun-
del discurso literario, fijados en la tradición, más o menos codificados, dota- ~~~tc.~t<>s), l!i una ficción intelectual libremente construida por el investiga-
,,..,' dos de características claras e identificables. El análisis de estos arquetipos dor. Estas observaciones negativas tienen importantes implicaciones.
'j 1 ~
permite deducir elementos que distinguen, real o potencialmente, al discurso ·-El modo de ser de los géneros literarios surgirá, a nuestro entender, más
literario de otros tipos de discurso. Estos elementos son numerosos y diferen- completo, si lo juzgamos por la gramática, concebida como un conjunto de
ciados, pero el análisis revela también lo que es universal y esencial a todo tipo factores que condicionan cualquier comunicación lingiiística. En este sentido,
de discurso, los mecanismos que detcrminnn la cohesión del texto y sus pro- sería "gramática" el conjunto de principios, indicaciones y hábitos que nor-

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98 MICIIAt. Gt.OWINSKI
LOS r>f'NEROS LITERARIOS
99
man un campo determinado del discurso, del polo de la escritura al de la recep-
ción. Los géneros l!ter<Jrios constituyen, pues, una especie de "gramática de la __ ·~ti_rc~tivas" (GiowiÍlski, 1969) que norman algunas prácticas relativas a la
literatura". No se trata de una analogía por entero. Los parecidos salen a la luz c~nstrucción del texto literario y a su recepción, prácticas socialmente recono-
en el modo de funcionamiento: si la gramática no se deja reducir al enunciado ~idas o que aspiran a serlo. Estas directivas no se componen de indicaciones
gramaticalmente correcto, el género no se deja tampoco reducir al texto perci- mcoherentes, sino que parten del supuesto ele que la aplicación ele las mismas
bido como su realización. Otra analogía importante: el carácter sistemático de engendrará un texto coherente y, en el momento ele la 1ecepción, una lectura
dos fenómenos, cuya comparación muestra de entrada, no obstante, acentua- coherente. En ciertas sit~1aciones históricas, estas directivas pueden ser directa-
das diferencias. La extensión de un sistema de géneros es normalmente mús mente formuladas (por ejemplo, como reglas del buen gusto); en otras, funcio-
restringida que la de un sistema gramatical. Éste engloba todos los enunciados nan _de una manera latente y no se reconstruyen sino posteriormente. Por muy
correctos formulados en una lengua determinada, mientras que un sistema de pertmentc que sea, la cuestión de la conciencia genérica es secundaria en com-
los géneros no ha de englobar necesariamente todos los enunciados reconoci- par¡¡ció~ con la perspectiva desde la que nosotros contemplamos ahora el pro-
dos como literarios en una época determinada. Otra diferencia notoria consiste blema. r~n efecto, se haya lomado o no concienci<J de l_<!~!_cglas genéricas en el
en el hecho de que el sistema gramatical es una categoría relativa a la lengua, seno de una cultura litcrariadacla, son ell<Js I<Js que deterrni nanlo que constitu- ,
mientras que el sistema ~e los géneros, al referirse a la esfera de los discursos, y.e para un género literario la frontera ele lo necesario y de lo posible. Por nece-
es -para seguir pese a todo con nuestra analogía- "una gramática del cliscur- Sidad, c:~lcndcmos lodo lo que es decisivo p<1ra la esencia de un género, todo lo
_so".Entcndida así, ésta no tiene más que un carácter parcial, y sus reglas son que lo 01stmgue de los demás y lo hace reconocible en el transcurso ele la co-
más conscientes que las de una lengua. Claro está que, así como se puede ha- nmnicación literari¡¡. ~!I~s!e_cOinponente necesario, dicho de otra manera el
blar gramaticalmente sin ser consciente de las reglas de la gramútica, es decir, género desaparece o se convierte en otra cosa, un¡¡ cualidad nueva clotada,de
sin ser capaz de formularlas conceptualmente, se puede también someter su msgos distintivos también diferentes. El ejemplo más simple es el del soneto
discurso a las reglas de un género sin propósito preconcebido, adoptándolas que, si no está compuesto ele catorce versos, ya no sería soneto. La suma sim-
por esto mismo como un dato fuera de control. No obstante, es significativo plicidad ele este ejemplo proviene de que en este caso la regla fundamental del
l;uc las reglas de un sistema de géneros funcionen habitualmente de una mane- género está formalizada y es clara, excluye toda forma intermedia o imprecisa.
ra más consciente. y esto es lo que contribuye a distinguir los géneros literarios Se la observa o no: tcr!ium non da!ur. La estructura estrófica constituye, no
de los géneros del discurso tal como éstos se cristalizan en los contactos de ~bstante, un determinante genérico específico que define tipos de textos rela-
lenguaje habituales. La conciencia genérica constituye, como veremos. un coe- tivamente poco numerosos. ~ro_!Jlcma se complica a partir ele que se tiene
ficiente importante del funcionamiento histórico de los géneros. qtic_vcr.con géneros en los que las determinantes formales tan evidentes uc-
El sistema de los géneros determina de una manera específica las prácticas sempeñan un papel restringido o no desempeñan ningún p<~pel; incluso en es-
1- literarias, tanto en el plano de la emisión como en el de la recepción. En ciertas los casos, sin embargo, hay factores sin los que es difícil hablar de un género
situaciones históricas, el sistema de géneros se presenta como el conjunto de dado. Para un género como la oda, en la vmicdad que emana de la tradición
bs reglas que deben funcionar como canon del buen gusto y definir todo lo.quc pindárica, es una cierta tensión retórica entre emisor y receptor lo que consti-
se refiere a la literatura. Tales casos hacen aparecer con un singular relieve el tu~e este elemento indispensable. ~~_<II~t() más diversificado está un género in-
carúctcr normativo de los géneros, implícito en la cultura literaria en vigor. Si terwrm~ntc (es decir, cuantus más variedades abarca), más co1;1plejo es en sus
los géneros literarios llevan siempre en ellos un cierto grado o potencial de reahzacmncs textuales, ya que supone el surgimiento ele estructuras diferen-
normatividad, esto no tiene que tener por efecto la transformación ele la teoría tes, Y más carácter general tiene esta esfera de necesidades; en caso extremo
de los géneros en un código reglamentario, como el que se ha producido en esta esfera es difícilmente identificable a lo largo ele la historia de un género:
determinadas circunstancias históricas excepcionales. _Este n0rmativismo es- En caso_s p<1rccidos, es difícil const¡¡tar para un género determinado qué es Jo
pecífico, casi siempre latente, es resultado de las propiedades del sistema ge- necesar~o en c<Jda etapa ele su evolución histórica y qué es lo que no parece
n f. rico, que difiere del sistema gramatical también por el hecho uc que no serl<: mas que en una fase de su desarrollo. Si contemplamos desde este punto
define por adelantado todos los enunciados calificados uc literarios, que no de v1sta la novela, nos vc,·cmos obligados sin duda¡¡ concluir la necesidad ele
juzga a ¡>riori su "corrección". Este normativismo constituye un conjunto de los elementos siguientes: en primer lugar, la narratividad, hecho de contar un¡¡
serie de <~contecimicntos que se perciben como ficticios y que forman un todo
I.OS (;ÉNI'ROS I.ITEIL\RIOS 101
MICIIM. Gf.OWINSKI
100
novela. Si se introdujera estos elementos en la novela corta que emana de la
coherente; después, aunque tal vez sea un fenómeno secundario, el hecho de tr:1dición de Boccaccio, ésta dejaría de ser novela corta. No se trata aquí de
haber sido escrita en prosa; por último, las dimensiones distinguen ah~ 1~ovela textos concretos, pasibles de interpolaciones diversas, sino del género como
de otros géneros literarios que satisfacen también las Jos pnmeras comhc1oncs. fenómeno general.
A estos criterios ha de responder todo texto concebido y leído como novela, Las posibilidades de un cierto tipo no le son atribuidas a un género de una
desde la novela de aventuras griega hasta el nouveau roma11 y los intentos más vez por todas; su naturaleza y su extensión cambian en función de nníltiples
recientes de transformarla. En la novela, el resto es asunto de elecciones miís o factores, puesto que aquello que es posible en una determinada situación lite-
menos libres, 0 el resultado de concepciones del género que funcionan en una raria deja de serlo en otra, ya sea porque tal elemento ya no corresponde a la
época determinada. . concepción del género o de la literatura en general, admitida en un momento
Al preguntarnos qué es lo que constituye la esfera de las necesidades en un dado, ya sea porque el género no dispone en aquel momento de medios para
género literario, hemos dejado de lado todo lo que tiene que ver con su e:olu- actualizar tales posibilidades. Es posible que intervengan otras causas: en un
ción histórica, con su pertenencia a una civilización o a una cultura nacional momento determinado de la historia del género, un elemento puede tropezarse
concreta, etc. Pues esta esfera no aparece claramente más que cuando se inclu- con una imposibilidad si se presenta como herencia de la etapa precedente o
ye todos los discursos a los que se puede considerar como real~z.aciones de l~s indicio de arcaísmo; así, en la novela realista del siglo XIX, la construcción
reglas de un género. Confrontamos aquí las invaria?~cs ~cl:e~Jcas, es ?ec~r, fragmentaria del relato, tan característica de la novela del siglo xvm, ya no es
aquello que no sufre cambios a lo largo de la evolucJO~l h1stonca del g~ne10, posible. Como vemos, l;I evolución de un género no se basa en una ampliación
que decide su identidad y permite identificarlo en sus d1vcrsas ~ncarnac10nes. incesante del campo el~ sus posibilidades, sino en la naturaleza cambiante de
Las invariantes gen,;ricas sólo surgen cuando se contempla el genero ?c.ntro de estas posibilidades. Por otra parte, la que no es más que una de las posibilida-
largos espacios de tiempo, en la óptica de largos periodos.' que ~s lo un1co que des puede quizá reconocerse, en el seno de una cultura literaria dada, como
nos permitirá no tomar en cuenta lo que es contingente, tnbutano ele la cultura constituyente necesario del género; éste es el caso de la coherencia del relato
literaria de una época, como un factor permanente, decisivo en cuanto a la en la novela realista. Repitámoslo: el juego de los~len1entos necesarios y po-
identidad del género. Por otra parte, la invariante genérica ~uedará al dcsn~do sibles, de invariantes y de factores varí:lbles, sÓlo se puede aprehender cuando
. si sólo se someten a análisis los géneros manifiestos exclusivamente en la hte- ~~análisis del género no se limita a una etapa aislada de su evolución .
. ratura de una sola lengua (salvo en los casos poco frecuentes en los que un Este juego está en el origen de dos fenómenos importantes para la teoría del
:género se limita precisamente a una sola lengua). . género. En primer lugar, este juego pone de manifiesto el carácter sistemático
Ningún género literario se reduce únicamente a aquello que cons_tJtuy~ su del género. La cooperación de factores invariantes y variables, unos ncresa-
esfera de necesidades; no está determinado, por lo tanto, sólo por sus mvanan: rios para la identificación del género, otros únicamente posibles, no es produc-
tes. o)sponc de un campo inmenso de posibilidades diversas, cambiantes, a to del azar o de la contingencia; la cooperación determina los modos de 1uncio-
ve~es contrapuestas y, en una determinada fase de su funcionamiento hist~)ri­ namicnto de los géneros. ~-º11-~c!erad_os éstos como conjunto de propiedades
co mutuamente excluyentes. Estas posibilidades siempre conservan una cJer- específicas, los géneros constituyen un sistema cuya evolución se muestra en
ta ;elación con las invariantes sin cuestionarlas; el cuestionamiento de la inva- ];s 1Í1odificaciones de las relaciones entre invariantes y variables. No obstante,
riante equivaldría a la desaparición del género o a la eventual constitución_de la comparación de este sistema con el sistema lingüístico hace que surjan sus
oiro género en su lugar. La extensión de estas posibilidades depend~ ~~vanos rasgos particulares. Este sistema evoluciona de manera diferente al sistema
factores: primordialmente, de la naturaleza del género y de su poslcJo_n en la lingüístico, lo cual se debe a que está compuesto de un determinado número
jermquía de los géneros, es decir, del conjunto de factores que determinan su de subsistemas relativamente independientes. gl sistema general de los géne-
identidad. Si desde este ángulo, se compara la novela corta, sobre todo en sus ros define únicamente las propiedades primordiales del repertorio de los gé-
manifestaciones clásicas, con la novela, de entrada vemos que ésta dispone tle J1eros que funcionan a lo largo de un periodo determinado, e inOuye en las
una esfera de posibilidades incomparablemente más extensa que aquéll<L En el relaciones y jerarquías que se establecen entre ellos. No constituye una simple
seno ele la novela, en determinadas etapas de su evolución histórica por lo me- suma de subsistemas; cada uno de ellos adquiere una cierta independencia,
nos, se pueden introducir elementos heterogéneos como los siguientes: ensa- aunque sólo sea parcial. S_c forma por lo tanto una jerarquía de subsistemas:
yo, poema, artículo político o diálogo filosófico, sin que la novela deje de ser

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102 MICIIALGf.!lWINSKI
LOS r;('Nf](()S !.ITERARlOS
IOJ
cac.l:i tillO depende en cierta medida del sistema gcnc:al y de u~1 ~~~bsistcma (o
de subsistemas) más vastos, pero como dispone de ciertas postbthdadcs espe- tor. No es que se trate, por regla general, de la misma conciencia; la del emisor
cíficas, no se subordina nunca enteramente a ellos (para la jerarquía deJos gé- y la del receptor pueden divergir mucho; di ficren por el grado de claridad que
neros, véase Fowlcr, 1982, cap. 12). La novela forma un subsistema aparte, posean· y por las actitudes respectivas en la formulación y definición de las
quedando en relación tanto con el sistema general de los g~neros ~~mo c~n .un propiedades esenciales del género. Estas diferencias cobran importancia a me-
subsistema más vasto, el de la literatura épica; por lo Jemas, tambtcn esta vm- dida que el público literario se diversifica cultural mente, a medida que el gé-
culado a subsistemas de un alcance menor, como por ejemplo la novela psico- nero ya no se dirige a un auditorio específicamente definido y adquiere ((Idas
lógica, fantástica, policiaca, cte. Tal como lo veremos, es prccisarn~nte ~n el las posibilidades de alcanzar a receptores que utilizan categorías genéricas di-
nivel de Jos subsistemas donde surge la historicidad de los géneros hteranos. ferentes a las que están en la base de un discurso determinado.
Un segundo fenómeno influido por el juego de los elementos invariant.es Y Esta conciencia adquiere diferentes formas; su manifestación mínima con-
variables es el de la ~-onvcnción literaria. Este juego tiende a fijarse en calidad siste en una ;!plitucl csponuínea para distinguir un género de otro, apoyándose
de cnnvcnción; sus diversas manifestaciones pueden funcionar y ser aceptadas esta distinción, en la mayoría de los casos, en una tradición, es decir, en los
(en el nivel de larcccpción también) en tanto que se convierten en mcdio.s de ,-nodclos aceptados por un grupo social. Con este mínimo de conciencia gené-
expresiones socialmente sancionadas. Contemplado desde este punto ~e VIsta, rica es con la que se tiene que ver en el folklore: Ésta se expresa en l:1s relacio-
el género es una convención (Winner, 1978; Lcfcvcrc, 1985), un conJ~nto. ~e nes cnti:c los textos y las_silu.a_cjoncs sociales y, por lo tanto, en las prácticas
contratos específicos realizados entre los que participan en la comumcacwn que hacen que un cierto tipo de canto no se pueda cantar más que junto a la
literaria: convención especialmente importante puesto que entra en con~acto cuna, otro en la celebración de bodas, otro en la ceremonia funeraria. Así pues,
~on las convenciones de otro orden (referentes al estilo, a la versificación, a la estas relaciones implican una li!.xonomía que no es resultado de ninguna con-
temática ... ) y, en algunos casos, se subordina a ellas. cepción teórica, sino.quc pertenece a una práctica literaria, y que está vincula-
da con un cierto decoro, con la convicción de que tal tipo de discurso es el ade-
cuado exclusivamente para tal situación.
En el extremo opuesto están los casos en los que la conciencia genérica no se
4 1.
limita a saber vincular los tipos de discurso con los tipos de situación, sino que
se expresa directamente a través de formulaciones teóricas; por lo tanto, aquí se
Ya sea que se los considere subsistemas, cuyos rasgos específicos están de- puede hablar ele un máximo de conciencia genérica. Nosotros hacemos _¡tbstrac-
terminados por las relaciones entre elementos invariantes y varia~l~s, os~ los ción cntrcestas formulaciones y la práctica real del género (que no es ncccsa-
contemple en términos de convenciones literarias, los géneros participan siem- ;¡;lll~entc una relación de adecuación, ya que las teorías del género no Cl>rrcs-
pre del fenómeno más extenso de la comunicación literaria. Poco importa que ponden siempre estrictamente a la naturaleza de las mismas; hay un fcn!Ímeno
Jos géneros observen las reglas reconocidas y aprobadas en genera~ en una que podríamos denominar falsa conciencia genérica). Lo que ahora nos importa
época dada, que se separen de ellas o que incluso las transgredan deliberada- 1 es que estas formulaciones dicen qué es el género y, sobre todo, lo que debería
mente; en todos los casos pr_ograman de alguna manera las moda:' de lectura, f, ser. Por ejemplo, no se podría entender el funcionamiento de la tragedia sin te-
parten del a priori de una cierta actitud dclle~tor hacia el discurs~ y re~urren al t
¡
ner en cuenta teorías que la han acompañado en el transcurso de su evolución.
sahcr de éste o, si se quiere, a su competencia. Contemplado as1, el genero no
difiere en nada de Jos demás factores del discurso literario: ~stá orientado al
¡ Asimismo, la conciencia genérica es importante porque muestraqué lugar se
atribuía a un género determinado entre otros (distinción entre géneros altos y
receptor e integra por ello mismo lo que nosotros denominamos conciencia ge- l bajos, por ejemplo). Un componente importante de la conciencia genérica es la
nérica. axiología, ele cuyo funcionamiento los géneros nunca han estado exentos: un
discurso tipo puede estar müs o menos valorizado. Precisemos que cuando ha-
Esta conciencia existe, bajo una forma u otra, en todos los participantes po-
tenciales de la comunicación literaria. Se manifiesta, no obstante, de manera
diferente en el emisor (sea éste un escritor, perfectamente consciente de sus
1 blamos de la conciencia genérica formulada, adopta!ldo la forma de enunciados
más o menos teóricos, pensamos en las teorías que han tenido una rcpcrcu~ión
proyectos y de sus objetivos, o un cantor o narrador folklórico) y en el rccep- inmediata en :~1 funcionamiento de los géneros, determinando de una u otra ma-
nera sus propiedades de comunicación, más que en las teorías en un sentido müs

UQS .UA$UQA u ; t aua se e o R0474Q4


104 ~IICIIAt.GUJWINSKI :.OS c;('NEROS LITEfL\RIOS IO.'i

científicas cuyos <'bjctos son exclusivamente de orden cognoscitivo. De acuer- Iitcrario, convirtiéndose así en un coeficiente de la lectura. Esta identificaci!Ín,
do con nuestro punto de vista, éstas constituyen un fenómeno secundario. no obstante, no equivale a la capacidad de formular qué es lo que constituye las
Entre el estado mínimo de la conciencia genérica y su estado más desarro-
llauo, se extienue un inmenso espacio en el que los géneros no son definidos
! particularidades de un género dado y a la de definir conceptualmente sus ras-
gos específicos; Si..til_.i9_¡¿_n_ltf_i~<!cÍl!~ corresponde a un saber hacer práctico, par-
por su atribución a una situación concreta, pero tampoco se vinculan a tcnrías ~_Í_!ltegrante_~le la Ic_ctura, Pues tambié_n la lectura está determinada por el gé-
clabomdas. En esta <;:~fcra intermedia es donde se sitúan los nombres de los 1 ~e_ro (véase, por ejemplo, Scholes, 1977 h; Stempcl, 1979). Si esto es así, en

géneros, importantes trasmisores de la conciencia genérica (Skwarczy1íska, 1 primer lugar es porque_cLr__cf_eptor acomoda su aparato cognoscitivo a las exi-
1 gencias del género que representa un texto dado y porque él intenta, a lo largo
1965, cap. 7; Fowlcr, 1982, cap. 8). f:l nombre da fe de aquello que, en el seno
d~_una cultura determinada, distinguía a un género en relación con los demás__ ~e _s_~--l~ctura.·adoptar una actitud conforme a lo que el texto sugiere y hasta
)'_de que se le asignaban rasgos específicos. Para la comunicación literaria, t:l impon¡;. En esta perspectiva, el género se convierte en una especie de regula-
funcionamiento de los nombres de los géneros es un fenómeno capital puest<? clor de la lectura, cuyo desarrollo orienta y hasta cierto punto determina. Si el
que demuestra que un tipo de discurso era reconocido como entidad aparte, género puede cumplir esta función es porque pertenece a una tradición litcr:1ria
No obstante, aquí surgen algunas complicaciones. En varias ocasiones, el _(ami liar al lector, y recurre a un saber y a costumbres vigentes en el seno de una
nombre del género wrgió después que el propio género, lo cual se puede cons- cultura literaria dada. Sin embargo, esto no significa en modo alguno que el
tatar fácilmente en una perspectiva histórica, pero no significa necesariamente género sea una entidaü de naturaleza conservadora, que remita el texto a Jo ya
que se ignorara su particularidad desde el principio. Hay que agregar que los conocido. socialmente sancionado y fijado en la tradición; ni que lo cxclu);a,
nombres de los géneros pueden ser nombres vacíos, que no se refieran a ningu- ni que limite todo lo que es nuevo, inesperado y sorprendente. 1\ decir verdad.
na realidad literaria, introducidos por azar o incluso que pueden ser sinónimos muchas veces es así, lo cual no significa que las funciones del género en tanto
de otros nombres. En tales casos, es difícil admitir que el nombre nuevo repre- que determinante de la lectura se reduzcan a este J:l:1pcl.de. fijación. El género
sente un género nuevo, aun cuando el nombre en sí constituya un indicio inte- sitúa el texto que se lec en relación con una tradición sin por ello son1ctcrsc a
resante de la conciencia genérica. ella del todo. Esto es aplicable sobre todo a géneros que en una época dada,
Las consecuencias son mucho más graves cuando se ha cm;¡lcaclo el mismo como por eje111plo la novela en el siglo XIX, ofrecen toda una gama de posibili-
nombre para designar géneros diferentes. Entonces se plantea el problema de dades, y no se limitan a un modelo único, que ha llegado <1 ser dominante.
saber si hay que considerar corno representativos de un género a todos los poe- No por ello es menos cierto que cl.géncro siempre traza un horizonte de cx-
mas a los que se ha aplicado alguna vez un nombre determinado; si por ejem- Rc.:nativa [horizo11 d'atte11te] (Jauss, 1970 a y 1970 b). Este horizonte puede
plo son en verdad odas todos los textos a los que se ha designado así (Víctor, depender tanto de propiedades generales del género, distinto e idcntilicablc
1977). Esta pregunta muestra las dificultaclcs metodológicas que enfrenta el entre los demás, como ele la forma que ha asumido dentro ele una e u ltura litera-
historiador del género; pero hay otro aspecto que nos interpela aquí. Aun ria dada. Cuando procede a la lectura de un texto con una cierta competencia
cuando desde el punto de vista del historiador o del teórico se haya aplicado genérica, el lector sabe qué ha de esperar de ello. ~a extensión y el carácter del
un nombre de género de manera errónea, no por ello aquél deja de ser el indicio ~orizonte de expectativa dependen a su vez ele la difusión del género en una
de una cierta conciencia genérica. Pues no se ha dicho que esta última haya de época d?terminada, así como del lugar que ocupa en la jerarquía ele los géne-
satisfacer las condiciones que el investigador estaría dispuesto a pedirle; lo ros. En lo que respecta a los géneros mayores como la novela, este horizonte
que importa es que la conciencia genérica muestra de manera indirecta cómo ~~~lo está trazado ele manera muy general. Cuando se trata de géneros ele menor
funcionan las modas en el seno de una cultura literaria dada. Para la comunica- extensión, que se distinguen por propiedades-mejor precisadas y captadas más
ción literaria, importa enormemente saber que han sido considerados odas tex- estrictamente, el género adquiere formas más concretas. El horizonte de ex-
tos que, de acuerdo con otro juego de criterios, serían canciones o himnos. • pcctativa, vinculado a una categoría genérica como la de la novela psicol!ígica.
Así es como llegamos al problema más fundamental para los géneros, con- no sólo engloba las características fundamentales de la novela (es decir, la na-
siderados éstos como coeficientes de la comunicación literaria, el de su idcnti- rración, la acción y la ficciún), sino también propiedades más detalladas, co-
ficahilidad. Un género no funciona plenamente más que si, no s<Íio determina mo, por ejemplo, una construcción específica del protagonista, del tiempo y
la estructura del discurso, sino cuando es asimismo identificado por el público del monólogo interior.

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LOS G(óNEHO~ I.IJI'HAHIOS 107
MI<'IIM. (ir.OWINSKI
10(¡

practica cuando los géneros, sin ser directamente objetos de investigacit'Jn. son
Si contezuplamos el género litt:rarin como coeficiente de la comunicación
considerados uno de los medios para clasific<Jr la materia literaria.
literaria, el problema del horizonte de expectativa es, por lo tanto, primordial.
En lo que se refiere a la historia de un género, o de un grupo de géneros que
En efecto, éste no tiene que ver con bs predisposiciones individuales del lec-
constituyen un todo, aquélla abarca problemas tales como la formación del gé-
tor, sino que constituye una resultante de las propiedades estructurales del gé-
nero, la diversificación de sus formas, sus relaciones con los demás géneros y
nero, del grado de su "convencionalizaci(m", asi como de su difusión a lo largo
con la conciencia genérica, etc. Se ngregan n ello cuestiones genéticas: ¿cómo
de un periodo dado. llay que agregar además que un género en vías de sufrir
nació el género?, ¡,es el resultado de trnnsformaciones de otro género o más
metamorfosis rápidas y de revisar sus propias reglas es pasible de enturbiar el
bien de la evolución de un grupo de géneros que ya habían perdido su vitalidad
hori1.ontc de expectativa que lo ha acompañado hasta aquel momento. Así fue
(Todorov, 197R)?; ¿con qué situaciones de comunicación está vinculado? Se
como en los años cincuenta y sesenta del siglo xx, ellwuvecw rommz nubló el
hnbla a veces de la "vida" de un género literario, lo cual no quiere decir que su
horizonte de expectativa supuesto para la novela.
evolución se pueda asimilar al modelo de la vida biológica (lo que Bruneticrc
trató de hacer [1 R90] en su teoría de los géneros inspirada en Darwin). Esta
·~·obedece a otros ritmos. g~~~ influid<~ por diversos procesos, internos
5 unos::-cn especi<~l, la dependencia con respecto a lo que sucede en otros géne-
'
~o~ (es el deterioro de la poesía épica tradicional el que favoreció, entre otros
¡!

factores, el desarrollo de la novela)-~x_ externos otros, en los que se manifies-


Los géneros literarios, en los que las invariantes existen junto a las variables y
!_;1.!1_!9..§_~-~~.Ó.IllCnos carac.terísticos de la cultura en la que funciona el género.
en los que lo necesario se aúna a lo posible, se cumplen en la historia. No obs-
~sí pu~s,.§.(_)_~la la vez los factores sociales (por ejemplo, los cambios sufridos
tante, la historia de los géneros no es la historia de los textos que constituyen
por el público literario) y las transforrmidones de los medios de difusión (por
su realización. La historia de los géneros abarca otros problemas talcsc;_QillO:
ejemplo, la decadencia de la comunicación oral y el desarrollo del 1ibro) los
[ormación d¡:l,~istcma y de los subsistemas, relaciones entre los géneros, f~~;;--_.
qy_e_entran aquLen juego. En efecto, la evolución del género afecta no sólo a
cioncs de los géneros, conciencia genérica que los acompaña. etc. Para la his-
sus propiedades inmanentes, sino también a las funciones que satisface (o pue-
ÚJria dc.los génerns, es muy importante saber que éstos constituyen sistemas_
de satisfacer) en la vida social; estos factores, por otra parte, muchas veces son
_;~~li~rtos. (Cohcn, 19R6, p. 21 0) y que por esto mismo son particularmente sus-
inseparables puesto que hay estrechas relaciones entre la función y la estructu-
ceptibles de evolucionar. El objeto del enfoque histórico no es, sin embargo, el
r<l. La estructura tradicional del género lo predispone a cumplir ciertas funcio-
sistema de los géneros, concebido éste como fenómeno universal que engloba
nes: así, la oda como forma de la poesía de circunstancia, cuyas funciones
todos los discursos literarios posibles. Este tipo de enfoque se concentraría for-
influyen a su vez en las transform<~ciones estructurales. La historia de un géne-
zosamente en sus propied<Jdcs más generales y estaría condenado a una esque-
ro dado no es siempre una historia continua; sucede que un género esté "muer-
matizaciónmuy extrema que haría que se perdieran de vista todos los vínculos
to" desde hace tiempo y dé muestras de vitalidad de nuevo (los géneros an-
tiguos puestos en circulación en la época del Renacimiento cons~ituycn, por
entre los géneros y las culturas literarias en el seno de las cuales funcionan. La
historia del género, elaborada a un nivel de generalidad tan elevado, tendría
supuesto, el ejemplo de más efecto).
que limitarse a enumerar sus propiedades inmanentes, renunci<Jndo de antema-
Otro campo de investigaciones históricas es la historia de un género (o de un
no al relativismo histórico (Lcfcvcre, 1985). Ahora bien, la exigencia de his-
grupo de géneros) en una literatura dada. Como ya lo hemos observado, el
toricidad no puede ser plenamente respetada más que si .el análisis toma por _
género es, desde un determinado punto de vista, un fenómeno supralingliísti-
Qbjcto los subsistemas. co, en la medida en que sus reglas se actualizan independientemente de la len-
$stos se pueder; distinguir de tres maneras y pueden abarcar: a ]la histor.ia ..
gua en la que han sido escritos los textos que lo representan (para que una no-
de un género dado (epopeya, oda, comedia, novela, cte.) en diferentes literatu-
vela sea identificada como novela, poco importa que haya sido escrita en fran-
ra~ nacionales; h]la evolución de un género en la literatura de una lengua de-
cés, en español o en polaco). Pese a ello, junto a los géneros universales o casi
terminada, vista aislada o. comparativamente; c]las transformaciones de _los .
universales, los hay que funcionan solamente en una lengua dada, producto de
géneros en un pcnodo hist(Jrico-literario, en una sola literatura nacional o va-
las culturas locales (por ejemplo, varios géneros en la poesía de los trovado-
rias literaturas. Es conveniente agregar que el enfoque genérico también se

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MICIIAL GtOWH~SKI I.OS GÉNEROS LITERARIOS 1()<)
108

res). Si considc¡amos los géneros dentro de una literatura, nos interesamos en !arene! sistema de la lengua. Ene! sistema literario, la distancia entre lo indi-
unos y en otros puesto que componen juntos un cierto repertorio de géneros. vidual y los subsistemas es más reducida que en el de la lengua.
Este repertorio puede ser considerado entonces como un subsistema cuyos ras- Las relaciones entre la obra y el género también son importantes cuando se
gos específicos se desprenden a la vez cuando se lo analiza en el contexto de la considera este problema desde el punto de vista de la obra. Se plantea el pro-
e u ltura literaria de una sociedad y cuando se lo compara con los repertmios de blema de saber cu:íl es el papel de las categorías genéricas cuando el investiga-
géneros constituidos en otras literaturas (de ahí la gran importancia de los gé- dor se propone mostrar las propiedades individuales de la obra, dicho de otra
neros literarios para la literatura comparada). Los rasgos específicos de un re- manera, interpretarla. En J2!)ncjpio, el género.no es una categoría interpretati-
pertorio dado y de sus transformaciones surgen cuando se los analiza en sus vapQrque indica lo que acerca a la obra analizada a las demás, en tanto que la
dos perspectivas al mismo tiempo. i!llerpretación tendría que deducir lo que la obra tiene de único. El que inter-
El tercer campo de las investigaciones históricas sobre el género que hemos preta no está obligado a tener en cuenta cada vez la estructura genérica de la
distinguido son los !:_e_pertorios de géneros constituidos en una época dada Y obra; tampoco puede dejarla de lado. Así_como es coeficiente de la lectura, el
cnn~c;_mplados y asea en el seno de una sola o en el de varjas literaturas. Lo que género también ds
coeficiente de la interpretación. La atribución errónea de
s-; convicrtc.ciJtonccs en el objeto de anülisis es la forma que asumen los.gén.e- tiña obra determinada a un généro afecta inevitablemente el análisis de su sen-
ros particulares, las relaciones que existen entre ellos, la conciencia genérica_ tido y de su estructura. La interpretación no tiene por finalidad probar que el
que los ac()n!p.!c_tñaba, cte. El repertorio en cuestión surge más claramente cuan- texto representa tal o cual género literario, pero tampoco debe ignorar el hecho
do ~~-trata de una época cerrada como la Edad Media (véase, por ejemplo, de que la pertenencia a un género dado determina diversas propiedades de la
Jauss, 1970 /J) o el Renacimiento (véase, por ejemplo, Colic, 1973; Beaujour, obra estudiada. Así pues, el género determina un cierto marco de interpreta-
1980 a), pero se constituye también en los periodos en los que los géneros eran ció~í c<?_rno ~~~rl~_ilw ci 1mirco de cualquier lectura.
dejados de lado y hasta se negaban. Así, se puede hablar de repertorios de gé-
neros del romanticismo y del expresionismo, puesto que, en efecto, estos re-
pertorios se constituyen incluso cuando no se ciñen a los programas literarios
formulados ni a la estética reinante en un periodo dado.
La relación: género literario-obra literaria individual es otro problema. Una_
ob~;-c-~ncrcta nunca es un género, aun cuando se distinga por sus rasgos indi-
viduales y no se deje incorporar a ninguno de los géneros vivos de su época;
estos fenómenos corresponden a dos órdenes diferentes. ~ntre la obra Y el
género hay relaciones múltiples que no se reducen al hecho de que la obra
observa las reglas del género.1<1.obra. cuando introduce elementos nueVQL
y-~jerce una fuerte influencia, puede actuar en la formación de un subsistema __
genérico, ampliar las posibilidades del mismo (como el U/ysses de Joyce am-
.plió las posibilidades de la novela). Ocurre que un texto singular se encuentre
en el origen de un género literario; esto se produce cuando sus propiedades
individuales son asimiladas por una serie de textos y se convierten en una es-
pecie de norma. En la literatura polaca, La clw/e de Camus ( 1956) se convirtió
-a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta- en objeto de
numerosas imitaciones y continuaciones, y a consecuencia de ello se formó
todo un género que fue denominado "monólogo enunciado" (G{owiríski,
1984). Cuando se contemplan las relaciones entre la obra individual Y los '
subsistemas genéricos, hay que hacer hincapié en que un acto de palabra
literaria puede influir en ellas con mayor fuerza que un enunciado particu-

!
1
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ISrtlf>JOS "IFATRALES
111

7 estudios infinitas, por poco que se haya decidido previamente conquL: fines se
quiere estudiar el teatro. La cucstitín no es tan ociosa como parece, pues los
Eslud ios leal ra 1es fines del estudio comprometen la metodología y la separación en campns de
saberes.
PATRICI; PAVIS

!'INALIDAOES OE LOS ESTUDIOS

El estudio puede tener por fin informar a un lector sobre uno de los innumera-
El francés 1y el cspaiiol]no disponen de un término equi valcnte al alemán Thea- bles aspectos de la creación teatral. El discurso crítico varía entonces de la in-
tenvissensclwji -"ciencia" di.:l teatro- para designar un dominio y una me- formación periodística sobre el lugar y la fecha de una representación al es-
todología que recubrirían grosso modo el conjunto de los estudios teatrales tudio erudito de un aspecto de la nctividad teatral en una revista especializada.
(theatre studies en inglés). El término de teatrología existe, pero se usa muy Pero el estudio tiene;:¡ veces como ambición la trasmisión de un saber hacer y
poco y está reservado a los iniciados; en cuanto al de dramatología (drama la formación de actores, escenógrafos o iluminadores. El estudio desemboca
s!;tdies), afortunadamente no tiene más existencia que en los manuales de es- entonces en un conocimiento técnico que el futuro practicante pondrá en obra en
tudios literarios y prestaría un muy mal servicio a los teóricos, ya que negaría su actividad profesional. Cada uno ele los campos se ramifica en ramas especiali-
el carácter fundamental del teatro: el uso concreto de una escena y de actores. zadas para las que existen procedimientos ele análisis y técnicas de aprendizaje a
Pues los e.~tudios teatrales -este término tal vez sea el menos malo de todos- su vez muy especial izadas. El estudio prepara en este caso para el ejercicio de
se afirman de entrada contra la literatura (y por lo tanto, el drama escrito), para una de las profesiones del teatro y se legitima por la eficacia de su saber cómo
plantear su diferencia radical: su pertenencia al mundo de la escena, de la re- y por la preparación en una actividad técnica o artística futura. Se puede ima-
presentación, de las artes del espectáculo. El objeto de los estudios teatrales no ginar tantos saberes y campos de estudio como técnicas son necesarias para
es -o no lo es simplemente- el texto dramático, sino todas las pr<Ícticas ar- producir un espectáculo. La dificultad no consiste en especificar y en especia-
tí~;ticas que pueden intervenir en e luso de la escena y del actor, vale decir, to- lizar el saber, sino en garantizar la homogeneidad de una rama con la otra y de
das las artes y todas las técnicas de las que dispone una época. Por lo tanto, estar todavía en condiciones de confrontar y de fecundar los conocimientos
hablar de teatro o de estudios teatrales es olvidar que el teatro sólo existe hoy parciales. No hay un lugar ni una institución en la que se estudie el teatro por
en el conjunto de los espectáculos (de las artes de la escena o de las artes de la entero: en las escuelas profesionales, se <~prende algunos de los oficios de la
representación) y que no se podría esperar hacer la teoría o el estudio del mis- escena (escenografía, ilumin<Jción, vestuario, etc.); en las escuelas de actores
mo sin observar cómo, en la práctica teatral contemporánea, todos los demás se ejercita en una técnica de interpretación; en los departamentos de literatura
tipos de espectáculo y a veces los medios se precipitan con deleite en la repre- de la escuela o la universidad se Icen los grandes textos; en los pocos departa-
sentación, rompiendo el marco demasiado estrecho de una teatrología reduci- mentos de teatro de la universidad, se reflexiona sobre la producción de senti-
da al teatro, y de un teatro limitado al texto. do en el trabajo del actor y de la puesta en escena y se medita sobre la relación
Pero ¿no habría que ponerse de acuerdo en una definición mínima del tea- entre teoría y práctica. Lo que se tiene derecho a esperar de una enseñanza uni-
tro, si se pretende someterlo a un estudio? No es definiendo el objeto como se versitaria, ya no es la universalidad y la globalidad de un saber sino, como mí-
lleganí a él, sino estableciendo la fórmula mínima de la relación teatral: un nimo, la reflexión epistemológica sobre las condiciones de validez de un
actor rcprcscntn un papel para un espectador (Lehmann, 19R6, 970). El papel conocimiento acerca de uno u otro componente de b obm dramática o teatral
es ficticio, pero se realiza también siempre en un acontecimiento escénico real, y sobre la <~ctividad teatral en todns sus formas. En lugar de un<J ilusoria teoría
la presencia del actor: "El te;¡tro es un acto consumado aquí y ahora en los or- unificada del teatro, nos contcnt<Jrernos con una epistemología de los estudios
ganisnlOs de los actores, unte otros hombres" (Grotowski, 1971, RG-R7). Los teatrales, que perfila el marco de los s<Jbercs y los límites de nuestro conoci-
tres par;ímetros que de este modo se desprenden (11 P.E) abren perspectivas de miento.

lllll 1
112 I'ATRICE PA VIS ESTUDIOS TEATRALES 113

EPISTEMOLOGÍA to teatro como modos de interrogación que atraviesan varios de los compo-
nentes. Pronto se vuelve evidente que ningún terreno puede permanecer ra7.o-
nahlemente en el aislamiento y que en él se precipitan de inmediato el resto de
Entre la gente de teatro a veces existe la convicción de que el arte teatral no se
los cuestionamientos. Tampoco existe programa ideal de estudio, sino, a lo
puede estudiar, que únicamente se pueden adivinar algunas de sus leyes y que
sumo, una serie de perspectivas que delimitan más o menos su objeto de bús-
la intuición del actor o del director de escena sustituye ventajosamente a toda
queda.
teoría. Entre las disciplinas artísticas y las artes del espectáculo en particular,
El departamento de teatro de la Universidad de París VIII propone, por ejem-
no hay arte más mitificado que el teatro, si bien el enfoque teórico o científico
plo, un curso organizado en torno a siete ejes principales: escritura dramática,
pasa muchas veces por ser un sacrilegio. No obstante, trata de constituirse un
interpretación del actor, dirección de escena, escenografía, relaciones interar-
enfoque científico, pero de manera indirecta: se apoya en disciplinas cientíl1-
tísticas, institución, recepción.
cas como la biología, la psicología o la medicina para transferir sus saberes al
En cuanto al corte entre texto y representación, que retomamos m:'Ís ade-
terreno del comportamiento espectacular del actor o del espectador y después
lante -aunque sólo sea porque ha sido impuesto por la historia-, es artificial
aplicar, mediante hipótesis y como programa, algunos de sus resultados (Pra-
dier). Si tampoco concebimos la cientificidad en términos de resultados veri- y metodológicamente insostenible, lo cual nos alienta tanto más a establecer
puentes entre las dos orillas del río teatro, en especial a pensar el texto dramá-
ficables y cuantificables, sino de coherencia y de no contradicción, se obtiene
tico en función de su aspiración teatral, como la huella de una práctica escéni-
una dramaturgia o una semiología que no tiene de entrada otra ambición que la
ca global en la que el texto se integra, bien en el acto individual de la lectura o
de dilucidar la producción del sentido y la manipulación de los signos, ya sea
en una representación.
en el nivel de una obra específica o de un conjunto (época, género, obra de un
nutor o de un director de escena). El estudio versa tanto sobre la producción del Para establecer la cartografía de los terrenos de estudio, sin correr el riesgo
texto y de la puesta en escena por el equipo de creadores y de "realizadores", de perderse en generalidades metafísicas o en detalles eruditos, proponemos so-
como sobre la recepción por el lector o el espectador o, mejor aún, sobre la meter a prueba todos estos cuestionamientos y estos terrenos de estudio a partir
dialécticn en el seno de una semiótica que describe a la vez los mecanismos de de los objetos "normales" de la creación teatral: el texto y la representación en
la comunicación (entre teatro y público) y de la inscripción de los mismos en una puesta en escena determinada. De este modo, esperamos mostrar que todo
una semiótica de la cultura. estudio se determina pragmáticamente por la finalidad de su intervención: se
cuestiona el texto con miras a una puesta en escena (real o simplemente virtual);
se analiza la representación para comprender cómo ha sido realizada y cómo
habría podido serlo de otra manera. El esquema tiene más que ver con un pro-
PERSPECTIVAS Y TERRENOS grama teórico (o si se quiere, con una agenda) que con una progresión lógica y
exhaustiva de los campos de estudios. En 1, se analiza el vínculo de la obra (tex-
Pero para conocer este extraño objeto llamado teatro, hay que saber en primer tual o escénica) con un conjunto más amplio, la literatura o las artes plásticas o
lugar con qué mirada lo vemos, en qué perspectiva lo abordamos y desde qué visuales. En 2, se observa la inscripción/infiltración de la obra en y por la cultu-
ángulo lo acometemos. Pues la mirada es la que crea el discurso que se sostiene ra ambiente. En 3, la dramaturgia y la puesta en escena se presentan como los
sobre el objeto teatral, y no dcsde luego este mismo objeto. Esta mirada está sistemas estructurales que revelan con mayor claridad los mecanismos de la es-
impregnada de una metodología y una ciencia humanas: antropología (Barba, critura dramática y escénica, así como las teorías propias para elucidarlos.
1986). sociología, fenomenología (States, 1985), semiología (Ubersfeld, 1977), Este esquema, concel,ido para sugerir el paralelismo y la diferencia de los
pragmática. Esta mirada está preformada por el tipo de cuestionamiento de cuestionamientos en el texto y en la representación, no es sin embargo opera-
cada una de estas metodologías y, por supuesto, no encuentra en el objeto tivo nHís que si se atraviesan innumerables pasarelas entre los subconjuntos.
analizado más que lo que busca, pero al menos sabe los límites, las apuestas Las grandes cuestiones de 1 y de 2 (y para la representación, de 1 y de 2) se
y los callejones sin salida de cada disciplina. A esta mirada le es posible en- reutilizan constantemente en 3 (y 3), cuyos terrenos sólo se definen unos en
tonces delimitar, dentro del objeto y en función de su metodología, un cierto relación con los otros. Entre las dos columnas que forman el texto y la repre-
número de campos de estudio. Estos campos son tanto componentes del obje- sentación, por último, habría que imaginar un lugar de interrogación que per-
! 14 I'ATRICE I'A VIS I'STIJDIOS TEATRALES 115

mitiera comparar los estudios sobre el texto y los estudios sobre la represen-
tación y reducir la fractura que los mantiene separados.

1.1 Vínculo con/a literatura


El texto dramático es comparado y hasta asimilado con textos no dramáti-
cos: se busca sus fuentes, las inOuencias que ha sufrido, los principales temas
y motivos; se analiza su estilo, sus niveles de lengua, su retórica, su versifica-
ción, etc. Se verifica si el texto retoma un mytlros o reescribe una fábula pre-
existente, cómo la historia lo penetra y lo inOuye. Ésta es, grosso modo, la
labor de una historia de la literatura dramática.

1.1 Vínculo interartístico con las artes plásticas y visuales


La práctica escénica es el Jugar de intercambios y de préstamos de las diver-
sas artes de la escena y c'e las artes plásticas y audiovisuales, algo que justifica
una búsqueda histórica y estética de los intercambios interartísticos que reali-
-. r.,. "")":t- -.N"i
.....; -: .....;-..;,._¡r-.iNN......¡ za la puesta en escena.
l.I/J.1 (Relación y reducción de la separación entre 1.1 (texto) y 1.1 (re-
presentación). En ambos casos, textual y escénico, la teoría tiende a integrar el
texto o la representación a un conjunto más vasto, del que se convierten en
casos especiales. Confrontar texto y escena invita a concebir el teatro como
janus bifrons, a mantener la tensión entre literatura y espectáculo, a "compo-
ner" tanto con una corno con otro, a imaginar la diferencia de funcionamiento
semiótico entre iconos y símbolos.

1.2 El texto como modelización de/mundo


El texto dramático, en tanto que sistema semiótico, es una modelización de
,,.. - Vl

-: .g la realidad: no necesariamente una reproducción mimética de esta realidad, si-


"' S
,.; o
no una transformación estructural que inscribe en el texto, en especial en sus
ideologemas y sus contradicciones históricas, una relación semiótica con los
otros textos (en el sentido semiótico) de la realidad, que la sociocrítica es ca-
paz de establecer (Jameson, 1981 b). De esta relación del texto con la realidad
depende tanto el estatuto de ficción del texto (2.3) como el de la representación
(2.3) y la naturaleza de la figuración de lo real (realismo, naturalismo, simbo-
lismo, etcétera).
1.2 La escena es también una modelización de la realidad extraescénica e
interartística: el mundo ha de ser pasado, por así decirlo, por el tamiz de lo
figurable escénico y la escena dispone de todos los medios artísticos imagina-
bles para significarlo o sugerirlo.
El observador puede optar por enumerar los materiales escénicos utiliza-
dos, su Jugar y su momento de aparición, sus transformaciones: de ello resulta
116 PATRICE PAVIS ESTUDIOS TEATRALES
117

rápidamente un balance molesto y posilivista de los malcrialcs, que no explica 1.4 La cuestión de la teatralidad también está tachonada de ideas recibi-
e1~ nada su organización sincrónica y diacrónica. El observador puede, al con- das sobre la posibilidad de definir en sí esta mítica sw;tancia, ya sea que se
trario, buscar la organinción inlcrna, reconstruir (o hacer la hipólcsis) el colec- decida por una teatralidad producto del texto o por una teatralidad ligada al
tivo de enunciación que le proporciona la prefiguración principal de la puesta artificio de la escena. Si hay que escoger un campo, nosotros no situaremos
en ~scena.
en modo alguno la teatralidad en un en-sí del texto, en una propiedad de su
1.2//.2 De una modelización (textual) a otra (escénica), se percibe la pues- "visualidad" o de su dramaticidad, sino en el uso pragmático de una escena
ta en signos de lo real, esté hecho de textos o de prácticas artísticas. La organi-
que da a ver y a entender, en un lugar y un tiempo concretos, diversos siste-
zación scmiótira de cada modelización permite percibir en ella la construcción, mas de signos. En vez de hablar de teatralidad del texto, preferiríamos hablar
la evolución, el vínculo variable con la realidad y las relaciones jerárquicas o de su figurabilidad (la Darstellbarkeit de Freud), de su calicbd de ficcionali-
igualitarias que se tejen entre texto y escena, así como entre sistemas signifi- zación implícita. De este modo evitaremos pensar que existen textos "cspccí-
cantes de la puesta en escena.
ficamente" teatrales y que la teatralidad está "inscrita" en el texto: precaución
úti 1 cuando se sabe que un sector nada deleznable de la creación teatral con-
1.3 Vinculo ron la poética
temporánea "hace teatro de todo" (Vi tez), recurriendo a materiales no "pre-
El texto dramático es analizado en función de la poética en vigor; se pone a vistos" para la escena.
prueba su conformidad o su desviación en relación con el modelo dramatúrgi-
Definir, en una puesta en escena, el estatuto de la tcalralidad en una repre-
co en vigor en la poética o en la teoría de los géneros, con su modo de imitación
sentación consiste en establecer la relación con la ficción y lo verosímil, en
(mímesis o diégesis), con la categoría de lo trágico o de lo cómico. decir si la figuración se quiere naturalista, de modo que deje que se transpa-
rente la realidad, o bien teatralizada, es decir, que hace sobresalir el lado lúdi-
1.3 Estatuto del texto "emitido" en escena
co y artificial de los signos.
Una vez que se ha enunciado en la escena, el texto dramático adquiere una
1.411.4 Comparar los dos tipos de teatralidad equivale a hacer de esta no-
coloración específica, un nuevo estatuto. Se trata de saber aquello que la enun-
ción un eje giratorio entre la enunciación textual y la enunciación escénica, a
ciación escénica le confiere como sentido, cómo es tratado o maltratado fóni-
imagen del fenómeno de transvocalización descrito por Michel llcrnard ( 19RR,
camcntc, qué relación de jerarquía o de subordinación mantiene con los sis-
76): "La teatralidad reside tanto y conjuntamente en la corporeidad o materia-
temas escénicos extralingüísticos.
lidad textual como en la palabra encarnada, lo cual hace a la vez caduca y arti-
1.3/1.3 Una tco1 ía general de la e111mciacirín en el teatro permitiría identi- ficialla oposición común del texto y de la representación."
ficar en el texto las conexiones y los dcícticos que aseguran su anclaje en una
situación dramática, es decir, potencial para el texto, o escénica, es decir, con-
2 La inscripción en la cultura concierne tanto al texto como a la representación:
creta para la escena. La enunciación de todos los materiales y de todos los sis-
lo que importa ya no es simplemente la relación intcrtextual o el vínculo inte-
temas de signos asegura el paso de la potencialidad del texto a la realidad del
rartístico, sino las condiciones de producción y de recepción que presiden el
texto "encarnado" por el actor y la escena. No obstante, enunciación textual y surgimiento del texto o de la representación.
enunciación escénica no pueden asmilarsc entre sí.
2.1 Las condiciones de interpretación y las leyes de la escritura son determi-
1.4 La cucstirín de la especifiridad del texto dramático se plantea a partir de
nantes para la producción textual en una época determinada: es decir, que el
que se pretende definir la escritura dramática a través de características pura-
estudio del texto, y en especial del texto clásico, ha de salir de los límites estre-
mente textuales, como el uso de diálogos, de personajes, de giros de palabras,
chos de la "dramatología" para imaginar cómo el texto dramático podía ser
de conOictos, de un tipo de verso o de retórica. Pero estas marcas de la escritu-
interpretado (o habría podido serlo) y de acuerdo o contra qué leyes de la prác-
ra dram;ítica son variables y están vinculadas a un contexto histórico en perpe-
tica escénica fue compuesto. De este modo comprendemos cómo un modo de
tua evolución, de manera que la cspeci ficidad no es m;ís que un espejismo
interpretación o una práctica de la escena iluminan y hasta constituyen el texto
creado por la negación de la evolución de la historia y de las formas literarias
dramático, en vez de buscar en sus mecanismos textuales lo que habría, su-
y escénicas. puestamente, de "teatral".

" 014!!f11JI*i! • At'*'MFI4- *"**" ""i$ili!J!if?14Wí;onti; m43i!4.1N.JOWtM.:;; JMAIJI. u, u4ZJI.;m;w .;; Jt.t ;u RLXWUtkl .:. X#QJ t JU :u x ; a a: es t !!!l&il •• S§
!IR !'A TRICE PAVIS ESTIIIJIOS TI'AI RALES ll<J

Las condiciones de la interpretación conciernen al estilo de la interpreta- tropológica interroga el origen mítico y real del teatro, así como el cambio de
ción, al uso de la escena, a la dicción, a la escucha del público: todos ellos fac- su función social en el transcurso de la historia.
tores que determinan unn práctica de la puesta en escena (2.1) y que esbozan
las condiciones de lcgilibilidad del texto dramático. 2.2 En lo que se refiere a la representación, el análisis también depende del
conocimiento de las instancias de la recepción: de la composición del ptíbli-
co, de sus expectativas y sus códigos, de la inscripción en la institución teatral
2.1 La práctica de la puesta en escena también está sujeta a un conjunto de
-todos ellos parámetros que explican el tratamiento de !a puesta en escena y
leyes no escritas que rigen su funcionamiento: jerarquía de sistemas de signos,
del análisis dramático que la ha precedido.
relaciones de redundancia o de autonomía del texto y de la interpretación, lc-
2.2/2.2 La recepción del texto y de la representación obliga a captar los des-
gilibilidad o ilegilibilidad de las opciones del director de escena, búsqueda de
plazamientos de la perspectiva, a establecer una teoría del cambio de normas,
la ambigüedad o de la aclaración (cf. "cuestionario", en Pavis, 1987, 310-31 1).
de códigos y de estrategias de lectura, en vez de interesarse en el paso del texto
Nuestra época se caracteriza por una voluntad de pregonar opciones de inter-
a la escena, presuponiendo equivocadamente que el sentido textual estable se
pretación, dando a la vez la impresión de que no son definitivas y que el espec-
traduce en puestas en escena diversas, por lo que se comparan los dos tipos de
tador contribuye enormemente a descubrirlas: es el "discreto encanto de la
inestabilidad -la del texto y la de las representaciones que genera- y se con-
buena dirección escénica" (Pavis, 1988, 35).
tribuye a una fenomenología de la percepción, mostrando cuáles desplazamien-
2.1/2.1 Lo que más falta hace es una semiótica de la cultura lo suficiente-
tos de la perspectiva de recepción contribuyen a la rcmodclación del objeto
mente amplia y precisa para que abarque un estudio de los mecanismos textua-
textual o escénico. Desde el punto de vista de la variabilidad, en consecuencia,
les y escénicos, capaz de compararlos desde el aspecto de una práctica semió-
el texto no cede en nada a la escena.
tica puesta en movimiento por la lectura, y tanto por el análisis drarnatúrgico
como por el de la puesta en escena. Una semiótica de esta índole, inspirada en
2.3 La relación del texto con la realidad y con la ficción pasa por el tipo de
Lotman y en la sociocrítica, rebasaría los estrechos límites de un estudio de los
modelización ( 1.2) y de poética ( 1.3) -dicho de otra manera, por una serie
mecanismos del texto o de la representación para inscribir los diversos siste-
de otros textos o sistemas semióticos- pero plantea dos tipos de cuestiones:
mas semióticos del texto o de la escena en el seno de una cultura que los valora
La relación con la realidad puede ser contemplada desde el punto ele vista
de manera históricamente variable. Esto implicaría que el sistema de una cul-
de la antrc>pología, la sociología, la psicología y, más generalmente, todas las
tura estuviera lo suficientemente formalizado y diferenciado para integrar las
ciencias humanas. Se interroga al teatro sobre su origen mítico o ritual o sobre
variantes del funcionamiento del texto y de la escena, para hacer explícitas en
la reutilización del rito y del ceremonial a lo largo de los últimos decenios (i\r-
ellas todas las operaciones semióticas y la relación que éstas guardan con otras
taucl, Grotowski, Brook, Barba).
prácticas culturales.
La relación con la ficción plantea la cuestión de la verosimilitud y de la tea-
tralidad (cf. 1.4), que no son definibles a priori, sino reevaluadas en cada mo-
2.2 El estudio de las condiciones históricas ele la recepción del texto ilumina mento de la historia y dentro de una estética específica.
tanto la génesis de la obra como su repercusión en una época y un público o
serie de concreciones. La suerte de una obra es tanto considerar su formación 2.3 La misma relatividad se aplica al estatuto ficticio de la representación,
como la historia de las lluctuaciones de su interpretación y ele su recepción a lo que se ofrece al espectador en una especie de "contrato espectacular" en el que
largo de la historia. Esta variabilidad de las concreciones -de las que la esté- se estipula lo que hay que considerar como verdadero, como falso o como ve-
tica de la recepción ha hecho su objeto de análisis- da a conocer tanto la evo- rosímil. Este contrato se basa en una hipótesis sobre lo que al espectador le
lución ele los públicos y los contextos culturales e institucionales como la es- fl(/1-ete verdadero o falso ("teatralizado"). La relación del teatro con la vida

tructura del texto dramático y sus posibilidades ele interpretación escénica. La cotidiana siempre es problemática: a veces el teatro intenta hacerse pasar por
historia literaria se ve así obligada a relativizar sus conclusiones y a incluir una la vida (juego naturalista, teatro cspont;íneo o invisible. performance). a veces
hip(,tcsis sobre la estructura de la obra, sus posibles esquemas de interpreta- cava una distancia y define las marcas de su artificialidad y de su teatralidad
ción. y a abrirse al análisis dramatúrgico (3). Una perspectiva histórica y an- (interpretación distanciada o épic<J, reteatralización del teatro).

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120 PATRICE PA VIS ESTUDIOS "fi'ATRAI.I'S 121

Las teorías relacionales inspirad;~s en ];~ fenomenología (S tates, 1985) o en del texto y su segmentación en episodios (3.2.2). Esta segmcntnción no es po-
la semiología (Helbo, 1987, 11-25; P~vi'. 1985) trat<Jn de <Jsociar lo mejor po- sihle más que al término de un análisis dramatúrgico glohal del texto (3.3).
sible al lector o;~] espectador con la construcción del texto o de la puesta en
escena, previendo su estrategia y su intemcción, y;~ sea en la configuración del 3.2 Fdhula escénica: al análisis del relato y de la fábula del texto dramático (3.2)
colectivo de enunciación, en la determinación del texto espectacular, o en su corresponde el análisis de toda la representación, considerada, con Brecht, co-
situación, identificatoria, distanciada (u otra) frente a la representación. rno la "composición global de todos los procesos gestuales, que contiene todas
2.312.3 La puesta en escena consiste en regular estos dos modos de ficción, las informaciones y los impulsos de que estará formado en lo sucesivo el pln-
textual y escénica, en armonizarlos o en contraponerlos uno al otro. Un modo cer del público" (Petit Organon, París, 1970, §65). Dicho de otra manera, en la
puede anular al otro o confirmarlo, pero en definitiva es la práctica y la ficcio- escena todo narra algo y participa del relato global de la puesta en escena; la
nalización escénica las que tienen la última palabra y "engloban" y controlan dificultad consiste en seriar los minirrelatos y en captar la imbricación, la je-
la ficcionalizacióntextual (Pavis, 1985, 273-276). rarquía y el dinamismo de los mismos.

3.3 El análisis dramatúrgico se descompone en reflexiones sobre la acción, el


3 Dramaturfiia
espacio y el tiempo, tres parámetros necesarios y suficientes para la produc-
La dramaturgia es la disciplina más completa y la mejor determinada y es-
ción de una figuración y ele una acción. Este análisis cobra todo su sentido en un
tructurada para el estudio del texto, poseyendo cada uno de los campos que
análisis histórico de los conflictos del texto, lo cual explica por otra parte su rela-
aquí se distinguen una metodología y una tradición muy establecidas. En aras
tiva caída en desuso en la actualidad, al menos en su versión marxista y militante.
de la claridad de la exposición, distinguiremos tres ramas principales.
3.3.1 El modelo actancial, emanado de la narratología de Propp, Souriau y
Greimas, se aplica mejor al teatro clásico "dramático", en el que los conflictos
3.1 El análisis textual de las didascalias (o indicaciones escénicas) informa forman los nudos del drama y las etapas de la fábula. Los seis actantes funda-
sobre la manera en que el autor concibe la interpretación (lectura o puesta en mentales (sujeto, objeto, emisor, destinatario, adyuvante, oponente) soportan
escena) de su texto, prevé una situación de enunciación dentro de la cual los toda la materia narrativa y organizan las fuerzas presentes, estructurando sus
diálogos adquirirán un sentido muy preciso. Las didascalias difieren de las in- conflictos. Esta fórmula concentrada del conflicto y de la acción sólo se ad-
dicaciones espacio-temporales -denominadas a veces "didascalias internas" quiere a costa de una universalización (con frecuencia deshistorizacla) de Jos
(Ubersfeld, en Helbo et al., 1987, 174), que contienen indicaciones en el texto actantes y de las motivaciones, lo cual es perjudicial para el análisis ideológico
pronunciado por los actores sobre una situación espacio-temporal, un compor- o psicológico de los personajes. Esta fórmula se ha de complet<Jr también con
tamiento del personaje o un detalle de la interpretación. una investigación más refinada del tipo de personajes (3.3.1.2). Se trata de de-
Didascalias e indicaciones espacio-temporales no van a ser incorporadas terminar a partir de qué rasgos pertinentes está construido este tipo, en qué for-
sistemáticamente a la representación (en 3./), aun cuando siempre haya, en el ma un sistema de rasgos contrastados en relación con Jos demás personajes,
modo de afirmar o de negar, una correlación entre las proposiciones o inten- cómo produce un "efecto de persona".
ciones del texto y la figuración escénica. El único plano de comparación es el 3.3.2 El análisis del esp;~cio dramático se hace a partir de didascalias, de
modo de figuración -simbólica o icónica/indicial- del texto y de la escena, indicaciones espacio-temporales y de diálogos a través de la proyección ima-
ya que cada modo dispone de su propia ficcionalización. ginaria del espectador. Esta creación de un espacio imaginario, sin embargo,
no tiene nada de universal, sino que está preformada por el modelo cultural en
3.2 El análisis del relato (o narratología) se dedica a la reconstrucción de la el que evoluciona el espectador, por su experiencia del espacio gestual, proxé-
fábui<J, a la comparación de la historia narrada y del discurso que narra. Los mico, rítmico, etc., y está completada sobre todo por los demás componentes
encadenamientos de la narratología son adaptables a la fábula, siendo restitui- de la dramaturgia: tiempo y acción.
do el "volumen" por la determinación de situaciones y de acciones/personajes 3.3.3 El tiempo dramático concierne a la temporalidad de la acción re-
que los constituyen. El análisis de los conflictos y de las situaciones (3.2.1) presentada: es el tiempo de la ficción, ficción <Jnalizada de acuerdo con una
ilumina las motivaciones de los personajes así como la progresión dramática doble modalidad, la de la fábula y la del tema (o, en otra terminología, de !fl

.., .~·
122 1'1\'IRIC'EI'AVIS ESTillliOS ·¡ EATHALES 12.\

accirín y de la inlriga) (Gouhier, 195R), de la historia y del relato (Uenveniste, suma, únicamente si el dramaturgo de escritorio sabe ser también un dramatur-
Genette). go de escenario.

3.3 El cuadro del acontecimiento escénico se descompone de manera simé-


trica al análisis dramatúrgico (3.3), en tres categorías que, en su interacción,
UN SABER EN PROCESO
constituyen el conjunto del acontecimiento escénico (hecha abstracción del
actor).
3.3.1 La acción escénica y verbal es !a que deja ver un desarrollo de las si- El saber así cuadriculado no ha de dejar de reconstruirse en una teoría global,
tuaciones y de la fábula. Toda transformación es perceptible a partir de un nú- sobre todo atravesando las pasarelas entre estudio del texto y estudio de la re-
mero !imitado de signos (que están injertados en los otros componentes: esce- presentación y asociando diversos dominios del saber y diversos cuestiona-
nografía, actor, luz, música, ele.). La acción verbal se traduce en la convención míentos. Las grandes perspectivas son, así pues, indispensables para vincular
pe;formativa de la palabra teatral que hace de toda palabra una acción, a la vez los fragmentos dispersos: de este modo, una perspectiva semiol6gíca permiti-
la imagen (el símbolo) de una acción y la acción verbal misma, la dicción y la d someter a prueba la producción de signos (3.3 y 3.4) en función de un pro-
dirección del texto. El acontecimiento verbal consiste en la proyección del tex- yecto dramatúrgico (3).
to por el autor, a saber, que acompañe su emisión por el movimiento de la voz Más que pretender abarcar el conjunto de la actividad teatral, sería mejor in-
y del resto del cuerpo (de ahí el interés de los ejercicios de proyección del texto citar al estudio de zonas o de combinatorias que permanecen en la sombra. De
por el actor para encontrar su voz y su vía al texto dramático) (e f. 3.4.1 ). los terrenos por descifrar, mencionaremos en desorden: el teatro gestual, la obra
3.3.2 La escenografía tiene por misión organizar el espacio teatral, situar radiofónica, la danza y el teatro-danza, los elementos ínterartístícos de la puesta
los espacios escénico, escenográfico, lúdico, unos en relación con otros (Pa- en escena, las relaciones ínterculturales en la puesta en escena contemporánea.
vís, 1987, 146-152) y normar la relación escena/sala, tan importante para la Paralelamente al peligro de ultraespecíalízacíón y de autonomía de un cam-
constitución de la relación teatral. Ésta sólo adquiere sentido en relación con po de estudio, existe otro peligro igualmente real de disolución de los estudios
la acción (3.3.1) y con el desarrollo temporal (3.3.3). teatrales en disciplinas o metodologías mucho mús amplias, que ya no pertene-
3.3.3 Ahora bien, el desarrollo temporal no es entendíble en sí más que en cen a la estética.
la percepción del ritmo de la representación, que es la resultante de los ritmos O La antropología (Barba 1985) y el estudio de los "Comportamientos hu-
de Jos diversos sistemas escénicos. En las oposiciones rítmicas (silencio/pala- manos espectaculares organizados" (Pradier, 19R8) amenazan con inundar
bra, rapidez/lentitud, lleno/vacío de sentido, etc.) y en los momentos de ruptu- la especificidad de lo espectacular teatral y de la estética en una teoría que
ra y de discontinuidad es cuando el ritmo es más visible. compense su no especificidad mediante una precisión mensurable fisiológica-
mente de las reacciones biológicas a una maní fcstacilÍn espectacular.
3.4 En el fondo, es el acwr el que está en el centro de las redes rítmicas que O La /eoría de los medios de comunicación (Pavís, en Helbo el al., 1987),
utraviesan la representación, él es quien las induce y las controla, el eje girato- por muy precisa y razonada que sea, compara el teatro con técnicas audiovi-
rio entre ficción (3.4.2) y representación escénica (3.4.1 ). El "cuerpo ficticio" suales que están mal definidas en cuanto a su drarnaturgía y a su estética y pier-
(Barba, 19R5) del actor Jo inscribe en ambos universos, ficticio y real, él es de de vista la relación teatral constitutiva del acto teatral.
quien realiza la juncíón entre textualidad y teatralidad, trabajando ya sea la O La narralología general, puntualizada a partir del cuento popular, no
corporeidad/materialidad textual, ya sea la textualidad del cuerpo y de la voz, siempre conviene a la fon11a del discurso teatral y ha de ser adaptada a los di-
n saber, la facultad que éstos tienen de inscribirse en un sistema semiótico de versos relatos escénicos.
diferencias (de ahí la función posible entre 3.2/3.3 y 3.3/3.4: entre los mecanis- O La semiología, cuando se reduce al modelo jakobsoniano de las funcio-
mos textuales y la incorporación/expresión de éstos por el actor). Vemos que nes de la comunicación, a una tipología de los signos, a una investigacic'1n de
el anúlisis dramatúrgico en su conjunto (3) no se constituye verdaderamente en las unidades mínimas, a un inventario de los códigos o a un delirio connotativo
objeto de estudio y de anúlísis más que si es sustituido por opciones escénicas de Jos significados, no aporta mucho al estudio teatral. Es cierto que da la ilu-
que comprometen toda la práctica del actor y toda la enuncíacílÍn escénica, en sión de una descripcilÍn científica, pero no aprehende la materialidad de los
,yrq;; Cf:t ,
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124 PATHICE I'AVI~ '

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signos y el ,istema de códigos. Como lo obs, ,
miología diseca neccs·lria , t, 1· .
-
. - erv<I con razon B. S tates, "la se- ¡8
,' rnen e <~tmpreston pcr .. t' .
en el espectador" ( 1985 ?) E .. . ccp tva que ti teatro prudm:e rrticalacióll histórica de la 1i te ratllr<l
• · n c.¡mbw cuando 1" · • 1- - .
o Y la movilidad de los signos .. , .' , exp_ ICJt,t <1 genes1s, el recorri- EY A KLISIINE~
d ' 1a scmto 1ugta descnl 1e t· 111 t 1
na como su inscripciÓil ei1 Uil.l. .cu tura (y Ull'l . . . - . •
1 o a puesta en cscc-
1
que aquélla tiene de explict·t· .·- 1 ' scmwltca te la cultura) y el pap..:l
acwnytcclavcdel· 1 · lt d
los receptores. ' cu ura e los creadores y de

~.N_os ~regunta si se puede estudiar el teatro?


. ¡NI mas m menos que la realidad! En tanto , ·. . . ,
formador del mundo ·1 t" t . que moddiZ.IClOll y espej·o de- Como cualquier otra disciplina intelectual,los estudius literarios, globalmente
' c e.t ro se presta a tod· 1·
ques, a lodos los deseos de . . ' ' .ls ,ls preguntas, a lodos los enfo- hablundo, tratan de circunscribir su objeto y su campo, concederse un marco
conocumento -1 tod·t. 1· 1 1" .
No es una de sus menore•· . . d ·.. 1 '' 's ,¡s te trntlaciones del saber. conceptual que permita controlar su propia gestión cara a cara con este objelll
u par,t OJ.IS a ele que el .. d.
e 1as veces de referenci·l 'le· .· .. para tgma teatral sirva mu- y este campo, y articular los datos recibidos con miras a validarlos y comu-
1 ' ' tenCI.!S 1111manas como j· · . J • .

1 · ·
cwnes y sus locuras se ha con
~
a antropología o el psiC(l'ln'tlt. SI., . 1'1
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1. .t socto ogta, la pstcología
' ' · s. 1 mmelo te·¡tr· 1 • , ..
. ' ,1 '·1 pes.\r de sus contradic-
' nicarlos. A primera vista, todos ellos son objetivos illdiscutibles, aptos para
. • verll o en un mstn t · 1. favorecer, no sólo el desarrollo y la organización de los conocimientos en ma-
mterpretar el mundo' As' . · tmen o 1m 1spensahle para teria de estudios literarios, sino también su integración a otros terrenos del
. · · 1 pues, 1os estud1os tC'ltr· 1,. 1 .
mac1a, conducen a todo . , .. , ' ,¡es, o m1smo que la diplo- saber. Ahora bien, desde hace algunas décadas, esta integración y esta articu-
' ' 1 conc 1ICion de arregl:1rselas.
lación son problemáticas, no sólo por razones metodológicas sino también, y
no cabe duda de que ante todo, por razones epistemológicas.

PONER EN TELA DE JUICIO EL DOMINIO ENTERO DE LOS ESTUDIOS


LITERARIOS IMPLlCA l!ACER LO MISMO CON LA IIISTORIA LITERARIA

Lo que está en tela de juicio es toda la naturaleza de nuestro saber, pero resulta
que el cuestiona miento se ha concentrado en la histori,, )'¡[eraria, en la medida
en que ésta ha ocupado mucho tiempo el primer plano y, en algunos países,
todo el escenario de la Literatunvissensclwft. La finalidad de este capítulo será
explicar esta crisis de la historia literaria en sus relaciones con la teoría litera-
ria y, después, tratar de superarla con el élll{disis de la transformación de sus
objetivos y de su papel. An{llisis difícil, ante todo porque, de hecho, la historia
literaria ha servido de pretexto y de incentivo para una recvaluación mucho
111ás profunda de lo que las carencias de su objeto primero dejaban prever.
También ha servido de símbulo para designar una serie de prácticas, de actitu-
des y de métodos cuyo car{lcter insatisfactorio no provenía de su orientación
histórica, sino de su pt:rspt:ctiva l'ijacionista, desprovista en general de verda-
dera autocrítica. En realidad, se trataba -y todavía se trata- de saber en qué
y en n?ldtwAe '4'+Ü}.IA~ kgítiwa ..~~ucw.ln~~tal.n~W'ik.-¡;l,......_

1 12~ 1
----- •··. ---------

127
AKTICIJI.ACH'>N IIIS'IÓKWA IJE LA I.ITFRATIIRA
126 EVA Kl!SIINER

cut ir por separado la práctica de la historiografía literaria, la de la sistematiza-


~ IWOí•Q~-~-~,~mál>...de-~xtelWÓD ¡eJaúvatueft&e pe'fuoia,(escuel•
ción falsamente considerada como historia, y la nociún de historicidad en tan-
~~~.üa..4:0U~Ille:>) o va.l.a (periodos, épocas que engloban todo un estadoJe
1414-:Uilura en un nivel nacional o.supcanacion~).• bieR agrupen fenómeaos to que ésta afecta al sistema literario.
Desde que existen los cursos literarios, existen también principios y méto-
~.acuerdo con una base más estélica que histórica (reagrupamientos por gé-
dos de selección, de presentación y de interpretación de la materia que se en-
neros, temas, estructuras form¡¡Jes~.
seña. Claro está que aquí el vocablo "enseñanza" se utiliza en el sentido más
Las categorías que acabamos de mencionar constituyen excelentes ejem-
amplio de comunicación orientada didácticamente. La atención que se conce-
plos del tipo de construcción cuya validez se ha dado durante mucho tiempo
por supuesta, en el seno de las obras de historia literaria, a las que, en tanto que de hoy al destinatario del discurso, sea quien sea, hace que este proceso unila-
forma discursiva, también se daba por supuestas. Otra noción fundadora y teral sea problemático y nos obliga a volver a examinar constantemente la
siempre insuficientemente analizada: la literatura nacional como unidad su- naturaleza de Jos códigos y de los mensajes utilizados. ¿Es pretencioso querer
prema o natural, aun cuando de hecho, en la actualidad, las situaciones en proteger al destinatario del discurso -histórico-literario en este caso-_ d: t~­
las que una literatura coincide a la vez con una lengua y un área políticas sean do supuesto, de tCJda ideología disimulados en el seno de las matenas dJdactJ-
cada vez menos frecuentes; en consecuencia, una de las dimensiones de la cas'! Todo dcpende de las condiciones de enunciación y de recepción. En
literatura comparada ha sido el reagrupamiento de las literaturas según zo- nuestros días, análisis del discurso y sociocrítica han habituado a los investi-
nas u otras unidades que han llegado a ser más reales; si bien el fundamento, gadores a rastrear las estrategias agazapadas en un texto. Sin hablar de casos
siempre insuficientemente analizado, de todo el proceso tendría que apoyarse de lectores muy jóvenes, a quienes muy a menudo se los forma para que acep-
en la dialéctica de lo universal y de lo particular, y no en lo nacional y lo inter- ten como monumento lo que no es más que un documento, manipulando así su
visión histórica en el futuro, concentrémonos en la formación ya avanzada de
nacional.
Hoy está de moda condenar toda esta experiencia debido a las carencias que aquellos que tienen a su cargo la trasmisión y la evolución de las disciplin_as
implica. Esto significa "tirar a la criatura con el agua de la tina". Nosotros nos literarias. La historia literaria que ellos conocen forma un marco de rele-
proponemos sacarla de ella. rcncia que amenaza con repercutir en todas sus orientaciones en materia de
estudios literarios, y no sólo sus orientaciones históricas propiamente hablan-
do, sino el conjunto de sus orientaciones en materia de estudios literarios. La
diversificación de las disciplinas literarias tiende en cualquier caso a hacer que
SAflER RECONOCER !.OS PRESUPUESTOS DE TODA (RE)CONSTRUCCIÓN,
disminuya la proporción de los estudios históricos en comparación con el con-
IIISTÓRICA O NO
junto de los estudios. Las otras disciplinas no están menos necesitadas de una
conciencia clara de las nociones que les vienen, directamente o no, de la histo-
En primer lugar, interroguemos la coincidencia entre historia literaria y ten- ria. No hay más que pensar en el lugar y en el papel del clasicismo en Francia,
dencia a construir sistemas de conocimientos a partir de fenómenos particula- que muchas veces ha sido considerado la culminación suprema de todo lll qu_e
res. Si es cierto que, en el pasado, estas vastas construcciones muchas veces le precedió y fuente de modelos para todo lo que le sucedió y que no lo susti-
han sido de naturaleza histórica (o por lo menos sus ambiciones han sido his- tuirá más que tarde y nunca del todo. La norma clásica no se propone única-
tóricas), no es exacto que toda sistematización literaria haya sido históricamen- mente al historiador de las letras en el sentido cstricto, sino también al lingüis-
te fundada. A riesgo de tener que distinguir constantemente entre lo que es (ha ta y al es ti lista; separa del canon 1iterario una masa dc escritos que más tarde
sido) y debería (habría debido) ser en materia de discurso general con respecto se convcrti:·án en campo de historiadores y sociólogos con la rúbrica de litera-
al devenir de las literaturas, hay que determinar en todo caso en qué ha coinci- tura de divulgación o literatura popular: sanciona la regla en nombre de un ab-
dido la descripción del sistema literario con el de su historicidad, y en qué ha soluto inmanente a la época que se estudie, pero que acabará por repercutir con
divergido, y sobre todo, en qué debería separarse y protegerse la noción de his- su idea preconcebida de orden a lo largo de los periodos siguientes, así como
toricidad en relación con la crítica de la historiografía literaria existente. A fin repercutieron el gusto y al estética romanos en el transcmso del periodo revo-
de teorizar con fundamento en materia de historia literaria -suponiendo que lucionario del siglo XVIII.
esto sea posible, lo cual es necesario asimismo demostrar-, nos incumbe dis-
129
ARTIC\JLACIÓN JIISTÓRICA DI' LA 1.1"1 ERATIIRA •,
12~ EVA Kl/SIINI'H

Una última noción fundadora, pero insuficientemente analizada en la prác-


NOC'If >NICS QUE GRAVAN LA I'RÁCI'ICA DE LA IIISTORIA LITERARIA tica de la historia literaria, es la de Jiempo. Como las otras tres nociones que
acabamos de mencionar, ésta ha sido tratada en general y de manera implícita
como si se tratara de un tiempo matemático, homogéneo, divisible en "casi-
Por lo tanto, vemos que lo que ha pesado sobre la historia literaria llamada
llas" como los periodos. Estos periodos figuran como recipientes en los que se
tradicional no es el hecho de ser historia, es decir, de operar sobre todo en dia-
introduce, sin demasiados desbordamientos, un cierto número de fenómenos.
cronía, sino algunas nociones subyacentes, y que estas nociones podrían pesar
Esto significa partir del supuesto de que los acontecimientos literarios se desa-
asimismo sobre los estudios que no giraran en torno al cambio, la sucesión de
rrollan a un ritmo regular o por lo menos fácilmente calculable --Dtro efecto
los hechos y la temporalidad (hay que confesar, sin embargo, que estos estudios
inconsciente de las ciencias exactas sobre una ciencia humana, que a veces en-
son producto en su mayoría de modos de pensamiento genéticos). En primer
cubre lo más específicamente literario: la presencia continua de multitud de
lugar, hay que citar una cierta concepción de la causalidad, y en particular el
textos provenientes del pasado y que se agregan a la producción presente. En
tipo de explicación que establece una relación de causa a efecto entre elemen-
tos contextuales y elementos textuales, o entre biografía (o pulsión afectiva) y cualquier momento, el lector de nuestros días posee en potencia y, por supues-
to, a través de las mediaciones que son también de la actualidad, toda la rique-
escritura. Este uso de la noción de causalidad por parte del historiador re !leja
za de los textos de ayer y del fondo de los tiempos. A diferencia de la historia
un determinismo ingenuamente calcado del que se atribuye generalmente a
llamada general, la historia literaria no tiene que hacer resucitar un pasado que
la física. Este determinismo es el que subtiende la noción de influencia, que
implica un impacto unilateral e inevitable a la vez de A en dirección de B. A y ha desaparecido: sus documentos de base están más o menos dados. Si lo es-
B pueden ser autores o textos o acontecimientos es!t~ticos, intelectuales o polí- tán de manera imperfecta, sobre todo para las épocas que preceden a la inven-
ticos, y hasta acontecimientos concretos; aun cuando se suponga que A deter- ción de la imprenta, es porque la sociedad no ha tenido siempre, ni mucho
mina a B con seguridad, la noción de inlluencia deja en la vaguedad más total menos, la preocupación de conservarlos, Es precisamente esta preocupación
el modo de encadenamiento de las causas y los efectos. Otra noción insuficien- de la conservación del patrimonio, y por tanto de establecer una continuidad
temente analizada: la de hechos literarios. ¿Qué es un hecho? Dejando de lado entre presente y pasado y un diálogo entre un hombre, o una comunidad huma-
algunos datos indiscutibles como lugares y fechas, en general más vinculados na, y su pasado, la que ha impulsado los estudios históricos.
al contexto que al texto, la noción de hecho es elusiva. No lo es únicamente
en el terreno literario, sino siempre que la reflexión epistemológica ha atraído
la atención sobre la complejidad de las relaciones entre el "sujeto" del conoci- ¿UN "TIEMPO REENCONTRADO" DE LA IIISTORIA LITERARIA?
miento y su "objeto". A decir verdad, hace tiempo que estas dos nociones han
dejando de ser tranquilizantes y más bien se piensa en la relación, en el encuen-
tro que se produce entre ambas, vaciando así su localización. En particular el Esto es también lo que explica que el tiempo de la historia literaria no sea,
sujeto es m;ís complejo, más fluido, más colectivo que nunca; es también más como lo quisieran ulgunas teorías simplificadoras, el tiempo homogéneo y
a e ti vo en la estructuración de los fenómenos que se va a estudiar: el sujeto que progresivo del movimiento de los cuerpos y ni siquiera el de la evolucil>n bio-
es el historiador interviene de manera decisiva en la transformación de las res lógica. En realidad, se trata de dos tipos de tiempo: el tiempo "perdido", en
gestue (In que tuvo lugar en el pasado) en historia re mm gesrarum (el discurso términos proustianos, relativo a los contextos, los autores, los textos y los pú-
que se rdiere a este pasado). A partir de que ya no se trata de reconstruir los blicos estudiados, y el tiempo "reencontrudo" del discurso histórico que se re-
h.:chos (lo cual implica su existencia objetiva, como un potencial que el histo- fiere a este pasado. Esta dicotomía, que corresponde a la de las res ges/ae y de
riador, si es suficientemente hábil y está informado, no tiene más que volver la hisloria rerum gestarum, es decir, al pasado "como en él mismo", o como se
actual), si no de construir un conjunto en el que la participación creadora del expresa en alemán, wie es eigenllich gewesen, por oposición a su emergencia
histuriador sea francamente admitida, es decir, puesta de relieve, ya no se trata por intermedio de un pensamiento y de una escritura subsecuentes, todo lo cual
de la "reconstrucción" de un pasado problemático sino de su constitución. corresponde tanto a la historia general como a la literaria. R.G. Collingwood
b>to es válido en especial para el caso de la historia literaria, terreno en el expresó muy bien esta intervención del historiador en la historia: "¿Cómo y en
que el historiador se duplica, en grados variables según los individuos y lama- qué condiciunes el historiador llega a conocer el pasado? Quien trate de con-
teria abordada, en un crítico que modula la perspectiva de su discurso histórico.
llO
EVA KUSIINER
ARTICIII.ACIÓN IIISTÓRICA DE I.A I.ITEHATIIHA 131
testar a esta pregunta primero se ha de dar cuem,t de que el pasado no es nunca
un dato capturable por la percepción de manera empírica. Ex hypothesi, el his- determinar con facilidad que el carácter preciso de esta cientificidad cambia
toriador no es testigo ocular de los acontecimientos que desea conocer. .. Así con el conjunto del discurso científico de un momento determinado. Así pues,
pues, si el historiador no posee ni conocimiento directo ni empírico, ni co- la lfistoire de lalittérature anglaise d,; Taine ( 1864-1872) es el "primer logro
nocimiento de segunda mano ni trasmitido de los hechos que investiga, ¿qué del positivislllo " 2 en la estela del positivismo científico y filosófico; "desp~rés
clase de conocimiento posee? En otras palabras, ¿qué ha de hacer para cono- de Taine, ya no está permitido ignorar la literatura como fenómeno sornet1do
cerlos? Mi inspección histórica de la idea de historia me ha aportado un inicio al determinismo de las grandes leyes científicas". 3 Otro ejemplo: es de Dar-
de respuesta a esta pregunta, a saber, que el espíritu del historiador ha de win, cuyo Onthe origin ofthe species data de 1859, de donde Bn~n~tie~e extrae
hacer revivir activamente el pasado."' No es que la conciencia del historiador las nociones fundamentales de la Evolwion des genres dans 1 /¡¡stotre de la
oblitere por completo su objeto pasado, si éste fuera el caso, la reflexión histó- lillérature, que no empieza a publicarse más que en 1890. Este surgim_iento
rica no tendría ningún sentido. Ella es la que transforma este objeto y es esta tardío de la noción de evolución en materia de historia literaria ¿contra?1~c el
recreación la que modela el discurso histórico como fenómeno orgánicamente principio que acabamos de considerar y de acuer~o c?n el cual ~os objetJ;~s
vinculado a su propio presente. Que la historia literaria se distingue de la his- científicos de la historia literaria siguen los de la C1enc1a en su sene cronologt-
toria de los acontecimientos por la supervivencia de un número incalculable de ca? No, puesto que han sido necesarias algunas décadas para ac~i~:atar al terre-
textos que se superponen unos a otros y se proponen a la conciencia activa del no biológico en Francia los conceptos de mutación, de trasmJSJOn _de rasgos
historiador, ya lo hemos dicho; pero hay que recordar asimismo que estos tex- genéticos, de selección natural, etc. Estos conceptos concuerdan b1en co~ el
tos son literarios, es decir y es lo mínimo que se puede decir, especialmente conjunto del discurso científico y médico de fin de_siglo y n? es raro que afec-
prensiles por su poseedor imaginario y, por lo tanto, por la manera en que ape- taran el tratamiento de los géneros literarios medwnte el stmple rodeo de la
lan al historiador en tanto que lector. (Obsérvese que, hasta ahora, no hemos asimilación de los géneros a las especies biológicas. "La noción de género es
invocado a lo largo de nuestras reflexiones ninguna definición ni redefinición antigua y tiene sus orígenes en las clasificaciones aristotéli~as_- Pero mientras
del vocablo literatura o del vocablo historia; es algo que se imoone de todas que el siglo XVII clásico veía todavía en los gén_eros categon~s t_nmutables co.n
maneras, pero sería importante de entrada tratar de revelar aquello que en la caracteres fijos, Brunetiere les suele dar la flmdez y el ~10V!llllen~o de las es-
praxis recubre la unión de estos dos términos.) pecies vivas"; 4 además, integra a su visión ele la histona de las l1t~_raturas la
idea de que la crítica también evoluciona históricamente y que a !males del
siglo XIX entra en contacto precisamente con la cienci_a. .
Estos ejemplos bastan para mostrarnos que en su busqueda ~e cerl!d~r~~re,
ESPEJISMOS D~ LA CIENTIFICIDAD
0 por lo menos de validez de sus resultados, la historia literana se ha_ dJ:tgtd~
con frecuencia a modelos científicos. Gustave Lanson, cuyos procedumentos
l.o qúe surge, por lo tanto, es por un¡¡ parte una práctica existente que gira en han llegado a ser tan simbólicos de la historia literaria tradiciOJ~a_l: admiraba
torno a un ideal de cientificidad que no encaja con los materiales de la historia profundamente en los investigadores de ciencias exacta~ su preCISIO~l Y_su_ ob-
literaria y con el lugar que ésta ocupa entre las ciencias humanas; por otra par- jetividad; les envidiaba la materia que trataban, tan alepda de la alectt::dad
te, la posibilidad de volver a pensar la naturaleza, la función, los métodos, así humana, y confesaba que él tenía qu~ dominar constanten~ente l~s emo_cwnes
como los cimientos teóricos de la historia literaria en función de una captación que le suscitaban los textos literarios. El no trataba de encubnr la~ dtfer~ncw_s que
de ésta menos dogmática, más modesta sin duda, y mejor informada sobre la separaban a estos dos campos, sino simplemente de dotar a las mvesl!gac10nes
evolución del conjunto de las ciencias humanas. Consciente o inconsciente- literarias de métodos y de disciplinas auxiliares (paleografía, biograf~a, esta-
mente, a partir del siglo XIX las ciencias humanas tratan de alcanzar un grado de blecimiento de textos, etc.), aptas para garantizar resultados de una valtdez pa-
cientificidad comparable al de los terrenos del saber en los que éste es su patri-
2 Robcrt Escarpit, "llistoire de l'histoire de la lillératurc", 1-."ncvc/o¡>édie de la Pléiade. lli~·­
monio principal. Gracias sobre todo a la teoría del discurso social, podríamos
loire des filléralures, vol. 111 (publicado bajo la dirección de Raymond Quencau), París, Galh-
mard, 1959, p. 1779.
' R.Ci. C'ollingwooJ, The idm of hislory, Nueva York, Oxford University Press, 1956, p. 282. 3fbid.
4 /bid., p. t781.
133
EVA KUSIINEK ARTICIII.ACIÓN HISTÓRICA DE LA I.ITERATURA
132

gar los mú lliples lazos que existen entre los grandes acontecimientos políticos
ra nad,a idéntica a_la ~e las _ciencias exactas, pero equivalente. Con ello, Lanson
o las instituciones gubernamentales de una época y de una :;ociedad dadas y la
l~esv:~) a la lustona hterana en el sentido de una dependencia frente a los "he-
producción literaria de éstas, sino de impugnar que haya entre sus articulacio-
c.ho:. O~ls~~;ables Y ~~m-trolables; éstos tendríun que haber servido de apoyo a
nes cronológicas una coincidencia absoluta, y que la primera serie tenga un
1~ des~npc!On,_al anahsts Y a la mterpretación literaria sin sustituirlos· el des-
valor heurístico para la segunda. No es para nada inoportuno hablar del siglo
hza:mento hacta esa sustitución es lo que dio lugar al "lansonismo".l '
de Luis XIV; sí lo sería tratar de ordenar todos los fen6menos literarios de esta
El t_ormahsmo ruso, el new criticism y la no uve/le critique fueron de mane-
ras dd~r~ntes Y en momentos diferentes, otras tantas reacciones a tod~ forma de
época en el marco de los acontecimientos y, llegado el caso, en torno a la per-
sonalidad regia, dando así un valor absoluto a lo que en el mejor de los casos
s~~c~umento d,e los estudios literarios y su objeto al determinismo histórico.
no es más que una hipótesis de trabajo. Por otra parte, incluso una periodiza-
Ttenen en comun una concentractón exclusiva en el texto en sí No c·¡b' d d·
d - · · · - ' e u .t ción distinta de la de la historia política y general corre el riesgo también de
e que sena tnjusto a:irmar que estas escuelas han disociado, pura y simple-
someter los fenómenos literarios a una articulación demasiado rígida; en cam-
mente, el texto hterano de todo arraigo histórico y social, pero sí ¡0 han aisla-
bio, el historiador gana si procede inductivamente, es decir, si deja que la ob-
d<: .• ~n. n_m~thr~ de una no~ión de la especificidad de lo literario que a veces
servación y la descripción de los fenómenos preceda a la determinación de los
llegub.t ,¡ constdcrarlo autonomo. Suspender el estudio de las relaciones entre
contornos de conjunto de un fenómeno en el tiempo y en el espacio y no que la
texto Y contexto para que el anúlisis recaiga sobre las estructuras y lo:; proce-
siga. Esto es particularmente importante en la literatura comparada, terreno en
(~tmtentos ~el texto es una cosa~ horrar estas relaciones es otra. Es irónico que
el que se ha tenido tendencia, so pretexto de enumerar los parecidos, a imponer
en el momento c_n que los cntenos seudocientíficos de validez iban a ser susti-
a las corrientes y movimientos nacionales cronologías reductoras y falsamente
tL~Hlos por en ten os más adecuad_os a la materia literaria, fuera para desembo-
internacionales. A este respecto, la noción de Renacimiento, por ejemplo, se
car en el ~l-tro extremo: una espeCie de deshistorización en virtud de la cual toda
vuelve problemática si se basa con demasiada exclusividad en el modelo ita-
exphcac10n
, . . genéttca o incluso toda manera de rel·tct'onar
' ' con ¡ 0 s ¡·cnomenos
'
liano o francés o incluso en ambos modelos conjuntamente, pues a medida que
c~nc01~1tantes se descartaba, el texto se bastaba a sí mismo y, en consecuen-
este inmenso despertar cultural y social avanza hacia el norte y después hacia
~~~~. ~~m a :ue proporcwn~~ al analista el conjunto de los elementos para su es-
el este -y decirlo así es ya simplificar demasiado su trayectoria porque,
~l.tr,ectmtento. A esta o~cton a veces se la acusará, erróneamente, de fetichizar
por ejemplo, Bohemia participa antes que los Países Bajos-, se acusan desfa-
~1 tt:xto. No hay ~ue olvtdar que esta tendencia no sólo representa una reacción
ses cronológicos: la periodización se convierte en una actividad exploratoria y
c~lntra el detcrmtntsmo seudocientífico, sino también contra otras dos caractc-
dinámica a la vez que trata de articular un conjunto muy complejo de fenóme-
nstte<IS
. , mhcrentes
.. . a la práctica. tradicimnl
' de la !11. .st<lrt' ·¡, lt't cr,ma,
· · · enaJcnantes
·
nos sociotemporales. La periodización ha de respetar las especialidades nacio-
1111<~) ott ,¡, ,11 menos en potencta, para la especificidad del texto literario.
nales, lo cual implica inter a/ia que hay que tener en cuenta las modificaciones
locales de cada función característica de un Renacimiento. Así pues, la defen-
sa y la ilustración de la lengua vulgar desempeña un papel muy diferente y, en
ARTICULAR SIN SOMETER momentos muy divergentes, en Francia (donde está vinculada a la vez al hu-
manismo, a un impulso de la conciencia nacional y a los objetivos del poder
real) y en Alemania (donde la hegemonía política está dividida y la Reforma
En pri~ner l~tgar, la ~eriodiz:tción, que es la forma más evidente y la utilizada ejerce una gran acción unificadora precisamente por medio de la lengua). La
con
. , . m,tyor
. .- . lrecuencta de, arttculación
. de los fenómenos litcr·' 1r'tllS. , mue-11,1s
.. ve-
realización de todas las funciones del Renacimiento se extiende, en lo que se
~es est,l vtnc~lacla,exphcllamente o no, a la periodización de la historia políti-
re ti ere al conjunto de Europa, del siglo xv al XVII y a veces al XVIII, por poco que
c~. ~1 drama t~abcltno, la ltteratura Imperio, la novela victoriana 0 la de la gue- se trate de vincular en un conjunto coherente todo lo que concierne al redescu-
rr,t _ctvtl espanola son categorías que no sólo se refieren a contenid , .· . brimiento de la antigüedad hebraica, griega, latina y bizantina; al desarrollo de
, ·t 't .. · 1· 1 . OS, SinO ,¡
es e.tcd~ 'y n_1cnta Hades vmculadas a determinados momentos históricos y las lenguas vernáculas en lenguas literarias; al de la conciencia literaria, del
h.tsl.t lleg,m .testar dctermtnadas por ellos. No se trata en modo alguno de ne-
humanismo como proceso filológico, crítico, retórico, moral y social; a la ex-
pansión sin precdentcs de la burguesía, de los nacionalismos, así como del
l ('f f l/1/l<;/fwde de /'histoir<' /ittérairc, I'J 10.
¡_q
EVA KUSIINER
,\KTICIILACI(JN IIIST(JKICA DE LA LITERATIIKA
135

sabt:r sobre el hombre, su planeta y el cosmos. A propósito de la periodización,


dt:terminamos, sólo en apariencia y provisionalmente, una difere_ncia ax~ol~­
volvemos a tocar un punto que coincide con nuestras reflexiones epistemológi-
gica entre Jo que es literario y Jo q_t~e n~ lo es. ~if~~en~ia ~xit~lóg1ca ~o s1g111~
cas de base, a saber: 1] sea eual sea el principio de articulación de un estudio
ficaría, por Jo demás, jerarquízac1on sino d1st1nCIOn tuncwn,ll. Tratar de de
histórico, no podría tener valor absoluto puesto que toda noción fundadora se
finir ¡0 literario no es asunto de este capítulo aunque, no obsta~te, tengam_os
apoya a su vez en una perspectiva; 21 esta perspectiva no es fuente de error más
que delimitar el objeto específico de la historia literaria, sin o_lv1darlas ~·~na­
que si no es reconocida como tal. Tal es muchas veces el caso de la periodiza- ciones a fas que está sujeto a lo largo de la historia. Ahora b1en.' la noc10n de
ción demasiado identificada con la de la historia política o social; 3]Ia historia
literatura así como la de su historia están relacionadas con la ~p1st~me de una
literaria no podría renovarse más que aceptando que debe ser constmida,lo cual
sociedad y una cultura dadas, con un momento pre_ci_s~ de su h_Iston~.· No ob~­
obliga de entrada al historiador a reconocer y a develar de antemano el trazado
tante, podemos arriesgarnos a afirmar que la·defimcwn de 1~ l~t~rano, sea cu,t~
teórico y metodológico y, en consecuencia, también los límites de su trabajo.
sea, no puede más que variar, en lo que respecta a su espectfictdad, e1~t;e ~o~
La otra forma de sometimiento implícito de Jo literario a lo histórico está
extremos: ell¡ue consiste en asignar a la literatura un camp~ y un~ func10n cast
vinculada a la historia de las i~eas. Allí donde la historia literaria ha ocupado
autónomos, y el que integra por completo y sin matices lo !lt~rano a l~s demás
toda la escena de Jos estudios literarios, es frecuente que haya cubierto con su
actividades sociales. Ambos extremos, en sí mismos, son msoste~~bles por
gran manto dos preocupaciones complementarías que corresponden a la anti-
igual, pero ¡0 que ha sucedido varias veces a lo largo de la evolu_c;on de _los ,...
gua dicotomía de "fondo" y "forma", o a otra más cercana a nosotros, la del
conceptos que nos interesan es que uno de ellos provoca_ una reaccwn que Im-
"mensaje" y el "código". Habría que decir que en la comunicación literaria 1
plica, por un tiempo, la prepond~ra~~-ia del otro. Por e~ern?~o, aca~~:nos de
estos dos aspectos son inseparables: de hecho sucede que tienden a predomi- 1:
mostrar cómo pesa el discurso c¡enllllco, en la segund.t rnl.t.td del s1g_l~ Xl~, 1'
nar uno sobre el otro y que Jos casos en que están perfectamente equilibrados sobre el discurso literario, imprimiendo a éste sus tendcn_c,_as determ1mstas, 1'
son casos privi Jegiados (anque sean precisamente aquellos que se acercan más
efecto que entra en combinación con las tendencia_s ~~termm1st~s e~1 e~ ~erre~o
a la obra 1iteraría "ideal"). La Geistesgeschic!tte alemana, por ejemplo, se basa
económico y social. El formalismo ruso, en sus 1111CIOS, reaccwno v¡goros,~­
esencialmente en ideas-fuerzas más que en sus medios de expresión. De modo
mente contra el determinismo marxista; su atención se centró en l~s pr~)cech­
nún m;\s general, pnra toda Europa, se ha hablado demasiado del "siglo de las
mientos y estructuras del texto en tanto que texto ~itera:ío, lo cual ~n~:hca u~­
Luces" y hasta de las Luces a secas, lo cual implica por una parte el estatuto
cíerto diferencial entre texto literario y texto no hterano. El form.thsmo, asi
hegemónico de Jos despotismos ilustrados del siglo xvm como principio or-
pues, parece postular dos principios simultáneos y correl<.~cionados entre ~!los:
ganizador de la historia literaria de esta época (cf. supra nuestra posición so-
por una parte, una necesidad de no historicidad, a_ fin de que puedan surglf la~
bre la subordinación de la historia literaria a la historia política) y, por otra
características propias de lo literario sin referencia a lo contextua!, y, por otr.t
parte, la primacía de la lucha ideológica contra la complicidad de la iglesia y
parte, una fuerte concentración en .la form~ del mensaj_e, pues e_s en .ella d~nd-~
del estado, en favor de la libertad de conciencia y de los derechos del indivi-
está¡ nvestída la literaturídad. ¿Qmere declf esto que solo cuenta la lon~1a · So
duo. Explícita o implícitamente, una cierta historia literaria presenta los textos
Jo cuando un crítico o un teórico suscribe la respuesta ~fírm_atíva (~or eJe_m_plo,
de la época como pretexto.\· de discusión filosófica y política, lo cual supone
cuando llelmut Hatz.feld7 declara que los períodos htera~ws_ c~tan ~efumlos
-¡por fin llegarnos a ello!- una pureza de los textos literarios sin carga de
por los estilos), ol texto literario, simultáneamente en _su mdtvtdu~~~d~~ ~en
mensajes.
s!t!l relaciones con otras series de fenómenos, corre el nesgo de ser ~etlch~za­
do", escindido de las realidades que le confieren todo su ser, y de ser mdeb1da-

LA I.ITI'RATURA ES, Sll\iULTÁNEAMENTE, DISTINTA E INDISOCIABLE 6..••-- . Ev ·n-Zohar rnucslra (e f. por ejemplo Papers i11 historical poetics, 1978) cómo un
DE LA lllSTORIA ,..,.m..r , e " . el " 1 qu .
detalle literario se constilUyc, a partir ele la oposición entre lo que ya está" cano~uza o.. Y o. _e
todavía no Jo está, en un equilibrio cultural momentáneo. La historia elcl polls~stema litera no
está estrechamente ligada a las fases y a los criterios ele este proceso de selección.
CuandD destacamos que la especificidad de lo literario a veces corre el riesgo 7 llclmutllatzkld, "Comparativc literature as a ncccssary mcthoel", en Petcr Ocmetz, Th.o-

de ser t:clipsada o al menos difuminada dentro del contexto social y político, mas Grccn y Lowry Nclson Jr., Discipfi 11 es of criricism, New !laven y Londres, Yale Untvcr-
sily l'rcss, pp. 79-92.
__________ ._ ____________......,___ ~---------

EVA KlJSIINER ARTirlli.ACI(>N IIISTt~I<ICA DI' I.A I.ITf.RAT\II<A 137

mente valorado en nombre de esta autonomía. Nueva enajenación, debida una literarios y espacios lingüísticos, geográficos y culturales. A consecuencia de
vez m;ís a una deformación del campo literario: la que lo aísla de manera casi largos antecedentes en los que historia y crítica conjugaron sus métodos para
absoluta en relación con el resto del discurso social, pone el acento en la obra analizar e interpretar series de w.uas sin necesariamente c~nlcmplarlas como
individual en contraposición a todo el proceso histórico, y siembra la duda so- devenir, y sin vincularlas a la vida de un país, el comienzo del siglo XIX marca
bre toda noción de cambio literario en el tiempo. Este género de perspectiva el advenimiento masivo en Europa de historias literarias nacionales. En reali-
vuelve redundante la noción de historia literaria, puesto que ésta no sería sino dad, la sistematización histórica ha tenido muchas veces por móvil o bien de-
un encadenamiento de descripciones individuales. Las obras más emblemáti- mostrar alguna doctrina fundamental o bien fortalecer una conciencia nacio-
cas de estados de civilización forman entre ellas una especie de Panteón intem- nal. Estos dos móviles pueden asimismo no formar más que uno solo. Como no
poral Y universal, una historia sin devenir: si para Benedetto Croce la historia nos est<í permitido abordar ni siquiera brevemente Jo histórico de la historia
literaria es sustituida por una serie de monografías, algunos de sus discípulos literaria, contentémonos con observar, junto con Rohert Escarpit, que a pesar
llegan husta a contemplar la absorción de toda historia en la arquitectura de las de la "conciencia epistemológica" de que la ha dotado la filosofía alemana, y
grandes obras: todo el trajín humano no es más que materia que espera su for- bajo cuyo impacto el método del historiador literario llega a ser más importan-
ma, y sólo la descripción de las formas más bellas contribuye a la verdadera te que su intención, la historia literaria sigue siendo "ilustración, fuente de
historia del hombre. pruebas y de ejemplos concretos. Hasta nuestros días, la historia literaria se-
Atención: so pretexto de Historia en realidad se puede tratar de negar la his- guirá al servicio de las 'conciencias nacionales'. A lo largo del siglo XIX, la
toria en el sentido en que lo ideal -sea cual sea la definición de éste, y Hegel promoción de las nacionalidades se caracterizará por la publicación de histo-
es sólo el primero de una bandada de pensadores dispuestos a subordinar lo rias literarias nacionales". 8
real a su concepción de lo ideal- tiende, por su naturaleza, a sustituir el deve- Tal es la situación concreta de la historia literaria en tanto que práctica dis-
nir. La divina comedía, llamlet, Don Quijote, Las tribulaciones de/joven Wer- cursiva aun en el momento actual: no corresponde al teórico 1iterario decidir o
ther, l..<1 comedia humana dan forma simbólicamente, cada una a su manera, a no si hay que continuar alimentando la historia literaria. La existencia de ésta
la condición humana; esto no quiere decir que estas obras tracen, junto a todas tiene, y tendrá sin duda por mucho tiempo, sólidas raíces sociológicas. La prue-
las demás obras de la imaginación a la5 que se coincide en términos bastante ba es que todo despertar nacional va acompañado infaliblemente de la pro-
generales en atribuir poder de simbolización, una secuencia histórica perfecta- ducción de obras de historia literaria, o por lo menos de obras que tienden ni
mente representativa de la historia de la humanidad, aun cuando sólo se trate estatuto de historias literarias nacionales (éste es por ejemplo el caso, en la ac-
de la humnnidad "occidental". Siguen planteándose las mismas preguntas: ¿es- tualidad, de las literaturas de América Latina y del Caribe). Por lo tanto, somos
tá vinculada al devenir esta sucesión de formas? E11 caso afirmativo, ¿cómo? libres de interrogarnos sobre el estatuto epistemológico de la historia literaria
En caso negativo, ¿no es obvio que cada una de ellas es un fenómeno indivi- (e f. supra), sobre sus rasgos en tanto que práctica discursiva y sobre el corpus
dual y que no se ha encontrado aún cómo sistematizarlas? Esto es lo mismo del que trata -exactamente el punto en que nos encontramos en nuestra discu-
que decir que La "lilcraturidad" no basta por sí sola como fundamento de esta sión-, pero menos libres de calcular su eventual y plena desaparición del ex-
sistematización, puesto que su naturaleza, su papel y su función varían en el pediente de los es!lldios literarios.
tiempo y en el espacio.
El corpus, en general, está vinculado, al menos a lo largo de una primen~
fase de desarrollo, al despertar de una conciencia nacional y a una unidad lin-
gliísticu. Nos podríamos remontar incluso, en el caso de un gran ntírnero de
lltSTORIA LITERARIA E HISTORIA DE LAS NACIONES literaturas europeas, hasta su Renacimiento, con su toma de conciencia litera-
ria basada en un movimiento de "defensa e ilustración" de una lengua vernácu-
la; pero no hay que olvidar que es esencialmente en la órbita del romanticismo
A su vez, esta variabilidad nos conduce a tres aspectos de lo literario; cada uno cuando diccionarios, catálogos, comentarios, cursos y ensayos que presentan
de ellos afecta su modo de sistematización y ninguno de ellos puede ser cir- de manera crítica series de textos literarios empiezan a ser sustituidos por his-
cunscrito de una vez por todas ni dejado enteramente de lado. Ante todo hay
que mtcrrogar la relación entre casos particulares y conjuntos, es decir, textos ~Véase Robcrl Escarpil.op. cit., pp. 1771-t773.
139
ARTil'\II.ACIÓN IIIST!JKICA DE LA UTERATLIKA
l.lS EVA KIJSIINI.H

riador lleva en él su pro pi a antología de "fragmentos escogidos" cmblcrnát icos


tonas (figure o no estt: vocablo en el título d. 1· .
de: conjunto basados en la noció d.
. . . .
·', e. as obr:ts), e:; dt:ctr, por
n e un uevemr comun y orientado.
~.:studios que alimentan su discurso. A veces, estas preocupaciones se expresan ya sea
en forma de prcfaein, ya sea en el texto mismo que transforma la antología en
historia. Pero en todo caso, las inclusiones (que a su vez implican exclusiones)
develan una visión del mundo más o menos vinculada a la ideología ambiente
!'N BUSCA DE UN CORPUS (por aceptación tácita o por reacción contra ella).
Hay que distinguir además entre la motiv:.1ción ostensible del proyecto y
todo lo que le imprime su situación socio-histórica. Hay prohibiciones visi-
En segundo
, lugar ' el corpus u·'e .,.. "· h'JS 1ona . ¡·1terana . se e ·' bles: la eensura que en el siglo XVI obstaculiza en los países de obediencia ca-
e¡¡omenos relacionados con)·¡' v·Jcl·" ¡·¡ J eran . a de un sect ornpone d t · ue todos los
f tólica romana la publicación de obras contenidas en el índice; el silencio del
te una nación en el .sentJ.do po 1't.ICO Un C'lmpo )' .. , .or· e ermmado, sea és-
. , mguJstJco ~ mterl.•ngüístico,
1 · . que están rodeadas en nuestros días, en sus p:.1íses de origen, las obras de es-
una región, una zona, en el sentid , d.'
viética,'' y cualliuiera c¡ue se·¡)·¡ o q~~~ a a est~ v.ocablo la Jnves11gación so- critores exiliados. En cambio, el impacto positivo de la institución va acom-
, , porc10n cronolQgJca t 1d pañado de múltiples signos obvios, lo eual impone a los textos rechazados
breve a la m;ís J1fOlong·td't ' '· Ac]tl,11.n tcrv1ene . una d . ·t' con ·, emp a a, de la más
ce tiempo pero c¡u~.: se h'l co 1 t'd IS JncJon, acept:.da desde ha- trayectorias mús subterráneas. Esto es lo que vuelve atractiva, a pesar de sus
. , ' ' 1 ver 1 o en problemát' .. 110 .. . dificultades, la búsqueda actual de las voces "dcsaparecid:.1s" del pasado: cul-
rana e "histori:. de la )¡'ter·tt . ,
. • ura , o en un pi
ka
,.·
Y· entre .historia lite-
tura popular, omlidad, escritoras mujeres, corrientes minoritarias sofocadas ...
literaturas. "La histori·tll.l , ·, d. , ano mas mtcrnacJOnal, de las
er.Jn.l- 1ce Clement M 01· ..111
. ·
cHín hecha, por ejemplo po N'
'
. ~· • evocando una distin- Las tendencias clasicistas son las que acompañan por lo general a las doctrinas
La primera ab~rca inv:n(¡::i:~e ~~~oelsola lhls~on~l 1~
el
1
de literatu:a."'"
oficiales; las rupturas desafían los marcos existentes y acabarán por crear mar-
do, pero también el esttJdJ·o ·' 1· " 'el ¡·
. · ue ,¡ VI a 1terana"
~ Je se h.¡ esenio, publicado, leí-
d · el
cos nuevos, expuestos a su vez a nuevas rupturas (litigios entre "antiguos" y
b1ográfico de lo escrito · d. ·d . .' ' 'es eclr, e todo el contexto "modernos"; vanguardias como catalizadores de tr:Jnsformaciones). Hay que
' 1n lVI U.l 1Y coleciJV'Ime 11, d 1 distinguir asimismo aquí entre la dinámica que, en el plano de la producción
minaría hoy el cam¡Jo y la instl.l . , ¡· .' 1 e, y e toe o lo que se deno-
.. uc1on 1teranos La seg d· · 1. literaria, garantiza la innovación (se puede pensar, por ejemplo, en cambios que
c1on de los textos con b·ts. . . , . · ' un ,¡unp Jea una sclcc-
' ·e en Cft 1cnos estctJcos 0 t· 1111 b', afcetan el horizonte de expectativa, según H.R. Jauss), y la inscripción de ésta
Y políticos, c¡ue evolucJ· • d. ' • len morales, religiosos
. 011 ' 1 e 111 ;mera gcnenl 1 1 1· · en el sistema histórico, que a los ojos de los creadores aparece muchas veces
( mcluida la de los géneros sJ· b. ,. , en re a ustona de las formas
. ·· Jen esta por su lado · . ·¡ corno la muerte de la innovación como tal, y el recurso a una sobreabundancia
nones formales y las pragm;tt.Jcas) ¡.' d 1 'd , oscr a entre las preocupa-
' '· Y .l e as 1 e·1s y 1· · l'd de innovación. La impopularidad reciente de la historia literaria tiende inter
plo: la noción dt: Gcistesgesrhichte). Si ha. , , ' ,Js menta •. ades (ejcrn-
esta distinción es l)orc¡ue pierde t el st,J ahora no hemos tcmdo en eucnta afia a esta identificación entre historia literaria y tradición; aunque no es en
. o o su estatuto a part' d, . . modo alguno necesario, sino al contrario, que el sistema sea fijado. En reali-
c:l. SL:lltJdo dd vocthlo .. ·ter·tt , , ' Ir e que se haee . vanar
' 11 ' ur,t eomo sea neces· · h· . ·I . .. dad, la renovacián de la historia literaria es posible precisamente a condición
tiVO, por ej.C1111))0 ' lJU''v<J·¡ ntleV'I'necpelOnleG
Cll ., 1 J . .JflO ¡.· ,ICCI O, y es .SlgmiJea-
11 1..1 ¡, .
teruturen des Jllittc!alten 'IP , ,. . "/ . . rlllll · · ' u romant.\-chen Li- de postular la apertura del sistema descriptivo. Con caráeter mús general to-
. ' e 1e .tuna 1/l·torzzact í 1 1 davía, se puede afirmar que los criterios de una historia de la literatura en el
qlle lleva a prt:guntarsc si t:n 1 , . ·t.. . l n t e concepto de literatum
. · · · o que se re 1ere ah Fd· 1d M ·d· . . .. seno del discurso social de un periodo cronológico (estudios de Mare Ange-
trontL:ra entre textos 'litenr·J()S' , . . ' - ' e 1a, se JUStifica una
• ' · Y no 1Iteran os' desd, .
mc:néutico".ll · · e un punto de v1sta her- not) se integran a su historia eultural, en el seno de la cual todo diseurso histó-
rico se organiza de acuerdo con un cierto número de modelos descriptivos (los
.. St:a implícita o explícila, la orientación axioló •i.. , . .. . . "tropos" de Hayden Whitc); tanto más cuando (estudios de Michel de Ccrtcau)
.tkcta poderosamente 1 . . g c,t de un tr,th.tJO dt: h1stona
. os contornos del corpus analizado por ella. Cada histo- la historia literaria, como toda otra ciencia humana, se ha de interrogar con~­
tanterncnte sobre la relaeión con la sociedad y su forma de cultura. Mediante
~~ ~é~tsc. . en par_ticular los trabajos de lrina Ncupokoicva. la constatación de sus propios modelos, sus categorías, sus herramientas in·-
.
1-rancc, I~K7, p.Motsan,
Ucmcnl K2. {!u'cst-cr <JlW ['histoir e ['lllerlllre',
; . . Pans,
, l'rcsscs Univcrsilaircs de
teleetuales, es corno el sistema literario se desarrolla en el seno del sistema
11 cr folklo que prcsenla el nuevo plan del Cn 11 1 ...
cultural. llenos aquí, por In tanto, sensibilizados a todo aquello que en un rno-
1kldcll>crg, 1<JK7. ' " n''· Carl WinJer, UniversiJ:ilsvcrlag,
ARTIClii.M'HÍN IIIST(>RICA DE LA I.ITEHATIIRA
1·11
1·10 EVA KIISIINER

turidad está en tela de juicio. Serían innumerables los ejemplos de intertextua-


m<.:nto dado <.:ontribuye a mold~.:ar la noción de literatura, y al hecho de que el lidad que vinculan entre ellos prácticas discursivas más o menos "lit~rarias".
propio cu<.:stionamiento de los criterios de lo literario es necesario, y de mane- Pensemos por ejemplo, con Antonio (iómez-Moriana, en la novela p1ca~esc::
ra continua, para validar su descripción y su articulación. como lectura de confesiones autobiográficas ante el tribunal de la InquiSICIÓn.'-
Todo esto no resuelve por entero la cuestión del paso entre los dos terrenos EI.tcxto literario crea un "espacio dialógico" que permite al lector insertarse en
casi paralelos de la "historia literaria", con amplia acogida, y el de la "historia la historia a través de aquél. Esto quiere decir a la vez que el texto literario no
de la literatura", con sus criterios más restringidos. Parece que la segunda se es aislable del discurso social en ningún caso, y que tiene, o por lo menos pue-
constituye a partir de la primera, a través de un proceso continuo de intercam- de tener, una función propia en el seno de aquél. No se trata de.saber si. el te:xto
bios. Pero ¿cómo? En la mayoría de los casos, se acepta implícitamente que el literario es o no es reductible a la práctica discursiva que lo tunda, smo SI se
corpus ha de incluir todo lo relacionado con los tres grandes modos ele expre- distingue de ella por sus funciones. Aún suponiendo incluso qu~ la fun~ión
sión sancionados en la Poética de Aristóteles, el lírico, el dramático y el épico, poética, cuyo predominio en un texto funda, según Jakobson, la hteratundad
con sus variantes modernas, a condición de ajustarse también a grandes rasgos de éste, sea redundante, no se puede afirmar que sea inexistente sin negar las
a las exigencias poéticas de Aristóteles (el decorum y todas sus ramificacio- acentuaciones formales del texto. Aun cuando los procedimientos, constituti-
nes; la mímesis y todas sus metamorfosis; la distinción entre "lo que debería vos del texto, sean totalmente explicables en el plano retórico, y por tanto sin
ser", que tiene que ver con lo imaginario, y "lo que es", es decir, la historia recurrir a una literaturidad específica, no se ha dicho, sino al contrario, que el
de los hombres como tal y que por ello estaría excluida de la historia de la lite- lector no atribuya un valor estético a aquello que al inicio no era más _que fun~io­
ratura). nal (o que no interprete como totalmente funcional lo que se pretentll~ lllerano ).
Es decir, que la definición de lo literario, incluida la de su oportunidad como
noción teórica, varía también según la historia y en ella. La tríada aristotélica
(géneros dramáticos, líricos y épicos) se rebasa siempre que una .historia
VIDA HISTÓRICA DEL SISTEMA LITERARIO
incluye Jos géneros doxográficos cuya pertenencia al sistema hterano ha es-
quematizado Paul HernadiY Es difícil imaginar una historia de la literatu~a del
No obstante, en realidad la historia de la historia literaria procede mediante siglo xv 1 0 xvm que excluya el ensayo, la carta, el diálogo, el comentano, la
una serie de transgresiones del marco aristotélico. Indispensable a los pensa- enciclopedia ... A veces, se los anexa al terreno literario (poéticas de la pro_sa);
dores del Renacimiento para permitirles emancipar el discurso poético en a veces, se hace que estallen los criterios de éste para hacer que entre en el lo
relación con el discurso religioso e instaurar así el terreno de lo Bello en lite- paraliterario: por ejemplo, la novela policiaca,_ la ciencia ficción, la li.teratura
ratura propiamente dicha, la distinción entre un reino de lo real y otro, que se- infantil, la literatura radiofónica y televisiva. Estos no son más que eJemplos
ría imaginario, nunca ha bastado desde entonces para fundamentar por sí sola de la expansión que ha experimentado desde hace un cierto número de años el
exclusiones e inclusiones; intervienen también todos los criterios vinculados a terreno de los estudios literarios, lo cual tiene por consecuencia directa "des-
la calidad de la mímesis, de las conveniencias, del estilo, de la teoría de los compartimentar" asimismo el estudio del devenir de los textos e.n su relaci6n
géneros; dicho de otra manera, un conjunto de criterios formales cuyas varia- con el pasado, y unos con otros. ¿Quiere esto decir que las ]listonas tu tu ras de
ciones, de país en país y de época en época, corresponden precisamente a las la literatura dedicarán una mayor proporción de páginas a estos campos? Nos
del sistema literario. ¿Se constituye entonces la historia de la literatura en la parece más bien qtle después de una sana reacción contra un Panteón estrecha-
intersección de los grandes impulsos de lo imaginario y de las exigencias de mente literario, está a punto de lograrse un nuevo equilibrio entre lo "literario"
formalización que garantizan a éstos valor colectivo y duración? y Jo "paraliterario", o más bien que la oposición entre ambos ser(¡ superada en
Es difícil responder a esta pregunta sin evocar una vez más el problema de beneficio ele un entendimiento global del discurso de una época en sus aspec-
la literaturidad. Si admitimos con Tzvetan Todorov que "cada tipo de discurso tos formales, pero también ideológicos y pragmúticos.
calificado habitualmente de literario tiene 'padres' no literarios más cercanos
12 Antonio Gómct.-lv1oriana, Lu subvcrsion du discotlfs rituel. Longucuil, Le Pr~¡1mhulc,
a él que cualquier otro tipo de discurso 'literario"' (Les genres du discours,
1'J85, d. el prefacio.
1978, p. 25), y que a toda forma discursiva considerada como literaria le >l Paullkrna:.li, llewmd ge11re, 1')72.
corresponde un acto de palabra en el discurso cotidiano, es obvio que la litera-
143
ARTIC!li.ACIÓN HISTÓRICA DE LA Lri I'RATIIRA
142 EVA KUSIINER

la impresión de que esta génesis, por sí sola, constituía su historia. ML'rltiples


Ur~o de lo: problemas que genera esta revisión continua del canon literario
es la u~mensrda~ ~~la labor que incumbe al historiador en el plano del corpus:
corrientes del pensamiento han mostrado que los propios textos generan su
historia: en el seno del formalismo, las nociones de evolución y de cambios de
A~emas, la revrsron de las perspectivas teóricas y metodológicas tiene tarn-
dominante, en Tinianov por ejemplo, dan fe de un desplazamiento de la con-
brcn por resultado, al menos en potencia, una expansión sin precedentes de Jos
ciencia histórica más que de la ausencia de ella. ~ción de sistema literario
campos de la hrstoria literaria. En realidad, las grandes empresas globales son
(llíW.Ulece por doqui-er (ejemplos: grupo de Tartu, Claudio Guillén), así como
cada vez menos frec_uentes como realizaciones individuales, mientras que co-
-.~ransformación en polisistema (estudios de Ita mar Even-Zohar), las re lacio-
n~~ empresa~ colectrvas _s~ multiplican. Esto significa ipso Jacto la desapari-
~de Jos textos entre sí se estudian en diacronía y es más que obvio que el
cron progresrva de las vrsrones monolíticas de historia literaria/historia deJa
si,W,¡:ma no es para nada estanco: la atención del investigador está centrada en
literatura en _beneficio de estudios más restringidos y coordinados entre sí por
él y la relación contexto-texto y el autor-texto es implícita o es objeto, como es
u_na onentacrón común que no impide, sino que hasta favorece, la apertura del
el caso en sociocrítica, de una demostración distinta, que exige el conocimien-
srstema. Esta crrcunstancia deja a su vez más lugar a la colaboración del lector
to específico del sistema y de las estructuras literarias. En cualquier caso, la
al que se pide que realice vínculos, que constate lagunas de la investigación;
noción de sistema tiene la ventaja de que puede ser explotada la sincronía co-
que trate de suplirlas. 14
mo en diacronía y exige del investigador datos homogéneos.
El_ campo actual abunda, pues, en tentativas de renovación de la historia Ji-
FWo ninguna historia de la literatura estaría completa si no tuviera en cuenta
terana que _son parciales ya que, como en el conjunto del terreno de Jos estu-
aJ-.tinatario del texto, es decir, la lectura, los lectores, los públicos, la recep-
~ros lrt_era:ros, lo imp~rtante no es decirlo todo --el deseo de la totalidad y de
oién (enfoques hermenéuticos, estética de la recepción, trabajos sociológicos
J,¡ contumH.Iad es p_re~rsan~ente el que ha viciado la investigación, imponiéndo-
some la lectura ... ). Una vez más aquí es todo un mundo nuevo el que se agrega
1~ u_na sen e de apnon- smo plantear y resolver correctamente los problemas
a la historia; vemos, así pues, que las posibilidades que se ofrecen al historia-
111~1r~a~los de manera _que se alc:mce, metonímicamente por así decirlo, ejern-
dor se han multiplicado, no sólo en el aspecto del corpus, sino también en los
pl,urd<~d en el tratamrento del eJemplo. El conjunto de los estudios no corre el
enfoques teóricos y metodológicos. Sería desfigurar la nueva historia literaria
nesgo de la anarquía más que si esta conciencia teórica está ausente. En este
considerarla como un montaje de cuatro clases de estudios o cuatro categorías
sentrdo, el historiador tiene la siguiente opción: puede, con razón, extender la
de datos, clasificados en función del autor, del contexto, del texto o del lector.
gama de los text~s tra~ados más allá de las "bellas letras" hacia Jos géneros
c¡,mo la propia literatura, W..historia literaria procede por reacciones "contra"
populares y paralrteranos; así es como procede Alberto A sor Rosa en su Lette-
!t>.liUCede que éstas ponen en primer plano de manera extrema algún factor que
m~ura ita!iw~a ( 1985), o bien puede atenerse a criterios genéricos y estéticos
errel pasado se ha dejado de lado. El historiador ha de utilizar de manera crítica
mas r~stnngrdos. ~e est¡~s d~s gestiones resultarán dos trabajos diferentes,
el factor nuevo de suerte que la importancia de éste se presente en relación con
pero compl~mentanos mas bren que contradictorios, puesto que en ambos ca-
los otros a los que ha transformado, pero no anulado. Así es como Gérard Ge-
sos el hrstonador examina aspectos correlacionados del discurso de una época
nctte explica ( 1972, pp. 13-20) que el estructuralismo consistió en poner entre
dada.
paréntesis, rn{\s que en negar, las relaciones autor-texto y contexto-texto, y
Douwe Pokkema ( 1985) muestra que una insistencia excesiva sólo en la recep-
ción o incluso en la comunicación texto-lector desde el pundo de vista semióti-
LA ARTICULACIÓN DE LA fiiSTORIA LITERARIA COMO DISCURSO co puede tener por resultado que se conciba la historicidad de manera parcial
y deformada.
Lo que ha realizado de manera general la exploración teórica de la historia
~;cuatro dimensiones de la literatura cuyas interrelaciones tejen ]a ]l.i.¡¡¡)- literaria es, en primer lugar, poner en perspectiva sus posibilidades y sus fun-
J'Ioü.de esta -autor, ~ontexto, texto, lector-la historia literaria tradicional pri- ciones y, en segundo lugar, una diversificación y hasta una expansión de sus
vrlegraba las dos pnmeras haciendo hincapié en la génesis de los textos y daba campos y sus m~todos. Extraño resultado cuando se considera todos los cues-
tionamientos que la historia literaria ha sufrido, de los cuales el posmodernista
14 Cf. el lcxlo de Jcan Wcisgerber sobre la llisroire comparée des lirtérat11res de {ang es
11 tal vez. sea el más profundo puesto que, como lo hemos dicho al principio, es la
e11ropcennes, 111jra, pp. 40S-414.

1
144 EVA KUSIINER

base misma
. . de toda ¡JOsibilida u'_,. • 10 ¡¡ue In q
ue cons 1nur 'd
!rala umcamente de exlcnd. . ' ucn o qucbranlar. Se
erse en e 1acto de conslruir ( f p .
9
conslrucción ha puesto fin a t d· ., · e · oet1cs, 14). La des-
o a pretens10n de estabT 1 1d· d d . . Sociología de laliteratllra
pero no a aquello que quiere re. . d· d · _ a Y e contlnllldad,
. sguar <~r urante un tle · - EDMONDCROS
prop1a relatividad un estado h. t. . d mpo Y SIJl 1gnorar su
· 1s onco e nuest · ·
medio de no contribuir a la acum 1· 'ó . :o~ conocimientos. El mejor
. · u ,1c1 n arqueolog1ca es f" d
l lllltles de su propia conslrucción. · IJar e antemano Jos
Lo que el pos modernismo no ha destruido . .
do, es la historicidad en tanto . d • smo que al contrano, nos ha da-
que prop1e ad de J • • B
que sistema y estructura no son 1 fi . o u meo_. asta con comprender
. • . os mes smo ]Js medws de . . J.M.Iriesi@Wlgía de la literatura constituye un conjunto complejo y heterogéru;o
nstonco que se acepta muy exac ,tmcnte como tal .. b' d un conoc1m1enlo
. t·
1
dad de sus conceptos es co
.
• sa len o que la lnstorici- e~-que coinciden algunas de las grandes disciplinas de las ciencias sociales
• mo 1o muestra Paul Ve)'n ¡0 1 · .. (..._Loria general, historia de las ideas, lingüística, filosofía, psicología, semán-
a gama de las ciencias humanas. e, que a JUStifica entre
1 ti~. semiología ... ). Cada una de estas disciplinas delimita el objeto que trata
de construir en función de objetivos, de teorías y de aparatos conceptuales que
le son propios, lo cual da la impresión de un cuarto desordenado y fragmentado
en busca de una coherencia. Por otra parte, entre todas las perspectivas a partir
de las que se puede abordar el fenómeno literario, ~ología de la literalUIO
~igura el espacio c~ític() má~ ~biertamenle.Yinculild'oa los juicios fi losólil::
~e i<.leológiwo.y no es raro constatar en ella tomas de posición que a veces se
sitúan en los antípodas unas de otras. Aun cuando toda delimitación en este
terreno sea insatisfactoria y aunque se tenga conciencia de que estas primeras
distinciones están delimitadas por otras categorías y otras evoluciones, vamos
a distinguir varias preocupaciones importantes que parece que corresponden
en parte a otras tantas fases de desarrollo de las críticas socio-históricas, re-
agrupadas ab!1sivamente bajo un mismo término, que podría hacer creer en una
relativa homogeneidad.

l. OBJETIVOS CRÍTICOS HETEROGÉNEOS

l. Las sociologías de/libro y de la lectura

Albert Memmi, en 1960, pensaba que la sociología de la literatura sufría "de


un evidente y excesivo retraso" y que estaba todavía prácticamente por fundar.
"Se vacila -escribía- sobre las perspectivas metodológicas: no se está segu-
ro ni de la manera de plantear los problemas, ni de su jerarquía; no se está se-
guro del campo exacto de la disciplina." Él justificaba este retraso por "un re-
chazo de la sociología" basado en dos razones esenciales: por una parte, "una
cviLiente repulsión de los propios escritores a ser captados sociológicamente",

1145 1
t47
FI>MONJ><.kOS SOl"IOI.lH;ÍA DEI.A i.ITEKATUKA
t46

formas el automatismo de la percepción cotidiana( ... ]. La obra literarianu,:·~;~


por otra parte, "la propia resistencia del cuerro social a dejar que se elabore
esta sociología" (G. Gurvitch, 1967). En el panorama crítico de los años sesen- se recibe y juzga no sólo por contraste con un segundo plano de otras _lo~m:t~
ta, en este supuesto retraso intervienen otros factores y en particular, efectiva- artísticas, s.ino también en relación con el segundo plano, d~.la, ~¡da c~>~idian·;a
mente, una cierta ii~~~~rmimtciqn de la mirada crítica que, no obstante, tiende (Jauss, 197X, pp. 75-76). La0is~ancta que sepa~a lo que c~per.t ~I ~ectm y.
. f rma estética t¡ue se le propone sedcnonuna dzstancw esretu ti. un mts-
a privilegiar los elementos extratextuales y las relaciones intersubjetivas. Re- nuev.t o ' ·, 1 -1 ·o en t¡ue el
cordemos, en primer lugar, la_sociolo&ía ~~Í!Il~!ztal delli\Jr<~. de R. Escar- nwTexi;;-in~ovad~r puede provocar o no est:l rca_ccJOn; en e e, S. ' ' .
pit: por la manera en que preconiza que ~t.: r.:studie a fondo la comp()~i~jQn_icl lector ;t(:Cpte tr;ttar de participar, mediante una :tctitud comp~ehe~~~\.a, ~n:st~
público que acoge una pbra literaria, "J¡¡s diferentes categorías socia le~~,~­ ¿,;~~~¡¿namicnto, se produce un afusión de honzontes, qt_te renueva le~ di ~hllll;
te público, los modos de vida de estas diversas c¡¡tegorías sociaks", por las é:t· de lo~ movimientos estéticos [este punto de vista cOinCide en alg~. con a
-:··---:---.-;-·· · · : , 11 ·' J C<>rtánr entre el lector macho, que metli.mte su
distinciones que aporta entre sus diferentes v¡¡riedades (públicos, apoyo, inter- d 1sttnc¡on que esta> ceJO. . · ' ' .. · , ·!lector hembra esenc1.t ·, 1m en
, te
Ú;cut<ir, tt:órico, eic.), así cor~o por las relaciones que establece entre procc~os activichd de lectura partiCipa en 1a cre.tciOn, y e . . , . 11
económicos (la invención de la prensa de vapor, responsable de una cultura de l.
pasivo Observemos junto con 1'. Zima que al elim~nar.~l ~mner t_cr:n~I;Odl ~
masas) y la evolucipn intraliteraria ("De ahí surgen un gran número de fenó- fenómeno semiolágico como lo analiza Mukal'ovsky, a s.tber, J,¡ m.tten.t l la '
menos estéticos: el aislamiento del poeta romántico, la impresión de que su . ·1, tcfacto del texto literario, Jauss elimina totalmente el proces~ de prot uc-
c. :tr d, ·ent;do en calidad de "proceso social, ideológico, que articula pro:>lc-
voz se le queda en el rostro porque no percibe a su público, cte.") (Escarpit, en cion es · . ,, . . !9R5 209)· ·1hora bien,
Goldrnann, 19(17, p. 28), R. Escarpit ha de ser considerado uno de los padres mas, contradicciones e intereses colectiVOS (Znna, . • P· , ·.' , .
fundadores de la sociología moderna de la lectura. es obvio que son las estructuras textuales las que delermman en ulttrno termmo
Ésta ha sido retomada sobre otras bases por la Escuela de Constanza, a la que ~ca-~ciones del público. . , .
hay que situar en ciertos aspectos como prolongación del Círculo Lingüístico de
-- · 1 t · to de estudio la Escuela de Constanza se Situa al m;:ugen
A pesarle su 0 >Je · ' · · " · · ·nterfe-
Praga y más concretamente de La iiliiiii~Muluü'....,.l>k.~.lituien dW;.¡.j,¡¡gw:onell"t:º.i- de la sociología de la literatura en la medida en que ~ep de la~o las 1 , • ',
~l.!.l,.:>¡:m.i.ológico que fQpstituyf.:.IJ!} l!!ótO litcrOJripdior una parte, !a ppra ~l~a­ rencias extralitcrarias", algo que no impugna el proptoJ;n:ss: Yo no,tr,;tc~r~c~
t.liJi;tl_ytcp_2r l¡¡ ~!_!"¡¡! Sl! !nterpr~~ac!Ql! ¡wrumu;Qncicncia colee ti va. ~~'!~eivro. de impugnar que el concepto de 'horizonte de expec:ativa .ta~.como ).O, OI~­
~-ión, caliticada de objeto estético, está sometida a procesos de transformación trodujc adolece todavía de haber sido desarrollado solo en el c,_unpo dc l.l htde
· , . . ... ~l· .... 1e un púbhco hterano dctetmm.t __o
~a; o-el efeCto de algunos factores~"entre los -que se privilegian é~~;f¡;¿~~~-~lcl
ia r· tura que ~¡.hgoJ.le...UQH11<1~¡;sl~.: 1cas \.> - . . • . ... -··-:-·-····-- - • • •
campo literario (Mukafovsky, 1966)_q,!Jimbiénla crítica y todos los textos nor-
1 y
'_\.,.,.,~xkía tei~~~~ía que ser modulado ~ociológic_arncnte, _segun.~~~~ ex.pect<~~I ~
IlO<Itivos que renuevan los criterios de los juicios estéticos (Felix Vodicka, 1975). ~ns dCJ-;)s grupos y de las clases, Y relac~on_ado asi con losi~tere~~s:y l.ts n_ec~­
uarlir de esta perspectiva, Jauss preconiza una historia literaria qu~ sº-!~il­ ;Jlilles de la siturtción histórica yeconomtea que determman est,ts expcctati
~;.¡ __''el) una estética del efecto producido y de la recepción". "Según esta V-;¡ ·;,·(J;tllS-S, 1978, p. 258). . 1
reinterpretación osada que Mukal'ovsky proporcionó de la dirnensiún social dd --y~;; concepción que tiene la eslt;tica de la ;·e_cepció~z de Ul.l
h~m~ot~te.~ ~ -~x~
arte, la obra literaria no est;í dada como estructura indcpendicntcde.~t_I_rcccp­ ¡¡ectativa homogéneo ha suscitado en estos ultnnos anos urht scr~c de t_e,~c-cll~.
ción, sino solamente corno 'objeto estético' y por lo tanto no puede ser dcscrita nt:s. En un estudio dc la recepción de la obra de Georg e~ Berna nos por_!,~ cnttc:l
. , . ,. ,·. t . <, ( y 6 JosephJurt pusoclernanJI¡cstoun.t
más que en la scric de sus concreciones sucesivas" (Jauss, 1978, p. 1 18). Arti- penmllsllca en 1•r.tncl,l en re 1 .., 2 1 193 • , • 1 .

culando cstos principios sobre una idea que sé vuelve a encontrar -si bien en coherencia bastante grandt: dentro de las corrientes dadas y c,onsta~o que•. os
otra fmma y en un contexto muy diferente- en ~ue Bounlieu, segCm la cual juicios literari()s ,:stún muy influidos por los supu~stos ¡deol<~.g~c~Js r~~pcc~l~
~;«.;moderno progresa por reacción contra los cánones estéticos inmcdiata-
·-· ~.-.--(-J-:·t-·-llJR') p 1 ¡g¡. Habiéntlose dado como !111 la vcrdic.tciOll de l.ts 1
vos 11 1 • - • · - 1• 11, ,. 1 ah
Iliente anteriores, J,¡,¡.u.\O~propone la noción de /wri~l!.!t!t!_{/ll_.f!.Jf!roalil'(!, y la de- fC;:{;ntcs hipótesis de la estética de la recepción, Jurt cree quepue~ e ~~· r .. :.
ti ue no sólo r:1ediantc ~! conjunto de ~·onocimienlos del_ lector cr~ el ~ainP-o conclusión de que ''esta hipótesis (un horizonte de exp~ctativa IOim.u.Jo c~~si
literario, sino también por su experiencia en todos los terrenos de la vida coti- ·xclu ·iv·tmentc por experiencias y conocimientos literanos) no ha stdo conllr-
d~ana: "Si el poder creador de la literat;;r;; preorienta así nucstr;t.cxp·cr-icm:¡·~. ~nadas>o;. nuestro anúlisis. Los juicios de los intérpretes no ~stá~ dct.:n:ltn~~d~s
no es sólo pur el hechu de que ésta sea un arte que rompc con la novedad de sus ell pri:ner lugar por criterios estéticos; los criterios de aprcciacJOn son con gi.tn
149
14l:l SOCIOIOGfA PI' lA LITERA TimA
EDMONDCROS

tlición de la obra es sociológico. Lo mismo sucede con la literatura" [Silbamann,


frecuencia de orden extraliterario· los criterJ.O'' e''!e't¡'co s s1rven . muchas ve
• •

para corroborar un juicio ideológico previo" (Jurt 1983


J J

219) ces en Goldmann, 1967, p. 621). A estas primeras perspectivas se contrapone apa-
A una co 1 ·' ' 'p. · rentemente la sociología de los contenidos, para la que la obra literaria es un
. J', nc usJon convergente llegaba el estudio de Jacques Leen!Jardt y
documento histórico que ofrece testimonios directos sobre la realidad de las
P·1•erre. ozsa . sob re 1·a recepcJOn·, francesa y húngara de la novela francesa L
e 10.1es de Georges Perec y de h no ¡ h, es sociedades implicadas. Distinguiremos aquí varias opciones. La más impor-
Endre Fejes (Leenhardt Józsa \ 98;)e a ungara ~l.cemn:te~io de Rouille de tante está representada por el content analysis norteamericano que se interesa
se h Ju . " . .: ' . Su constatación comcJde con la de Jo- más en especial por cómo Jos textos de la literatura llamada trivial, las short
~ . rt. r... ] ~eJa_ nmma mane; mque; la sociología de la novela mostraba las
rebelOnes que man!Iene la estn -t ¡ ·----- -- -- slories de las revistas populares, rellejan valores y comportamientos sociales.
los sistemas ideo!, . , •c ura nove esca con las estructuras sociales y Así ha sido c6ino B. Berelson y J.P. Sal ter (Bcrelson, Salter, 1946) pudieron cons-
e og•cos, nosotros podemos deducir a pa ( el 1 d
nuestra encuesta las características . '. 'r •r. e os atos de tatar que las minorías étnicas, suhrepresentadas en estos textos de ficción, des-
. !· . ·. - - - . . _,. '" prop¡as de los Sistemas 1deo]ógicos qt empeñan la mayoría de las veces papeles desvalorizantes. Por su parte, Mil tos
ngen a concJencJa de los le t ]· f · · · · · · ---. •e
¡· ··-·-- - . · · · . -.--··e ()r~~ Y a unc16n de estos sistemas er¡ el se d
Í~s grupos y ck las clases que forman la sociedad en su conjunt~;;·(ibi~j"'p!1~5)e Albrecht descubre en un corpus de la misma naturaleza una gran reproducción de
~ egan a estos resultados poniendo en acción un mé d :: . . diez valores sociales, previamente deducidos de fuentes no literarias observando
encuesta que real izaron con 121 lect ¡· lo o de explotacJOn de la que el grado de autonomía de Jos textos en relación con este sistema de valores es
, ores ranceses y 145 lectores hú
metodo que se organiza en torno a la distinción de dos niveles· un . nga:osl, tanto mayor a medida que se asciende en la escala sociocultural (Albrecht, 1956).
que se refiere a la t' el . · pnmer n1ve Tal es la vía que ha seguido en Francia Henri Zalamansky, quien se propone de
t' el . . , . s.?c Hu es mtelectuales, "independientemente de toda in ves-
• ura axJonornJca (modos de lectura) y un se •undo 1 . 1 . este modo completar las investigaciones de R. Escarpit. "Nuestra intención --es-
"investiduras de valores": "En tanto q 1 .. gd d liVe que hace que surJan cribe- es reunir el material más completo posible enumerando los contenidos de
el 1 f ue os m o os e lectura son elaboraciones
obras contemporáneas y ver qué conclusiones pode{ m os sacar de esta clasifica-
e. a o~rna d~ las lectur.as, los sistemas de lectura hacen que sur'an investidu-
ras de valores , que transl!an por estas formas" (L een 1Jard t 1,ozsa J 1983 p 97) ción" (Zalamansky, en Escarpit, 1970, p. 119). El texto aquí se interroga a partir
E '
Stas categonas de análisis ponen de ]' , , , . . de preguntas que proceden de fuera del corpus, lo cual plantea el problema de
reacciones del público· en una p , re !eve una ~ran .heterogeneidad en las cómo escogerlas. P. Henry y S. Moscovici han respondido a esta objeción con la
miento deL Gold ' . ers~ec!Jva que s•gue m !luida por el pensa- '. propuesta de identificar ''fragmentos de textos o palabras que después se reagru-
,. ,. ma~n, estas reacciOnes se pueden reagrupar en función de
pen en clases temáticas o se clasifiquen por temas. Las palabras y Jos fragmen-
un Cierto numero el~ Circulos socioprofesionales cuyas escalas de val
f¡~~:·;~; re.accJOn~s
7tas trans_criben. fmportante por más de una razó~,r:ls :~~~ tos de textos se retienen en la medida en que denotan algo pertinente desde el
punto de vista de la actitud que se considere, es decir, en función de la posibi-
e .. __eenh,¡rcJt y PJerre Jozsa muestra que los l')roblemas de rod .ó
el~ r~cepc~on p~•eden_ y deben ser abordados a p;~tir ~upuestÓ:idéi~~~~s :~
de-
lidad de vincularlos a uno de Jos componentes o suhcomponentes de esta acti-
tud. Componentes y direcciones definen l:~s categorías temáticas. La enume-
e m.uco e un:~ leona general que sigue estawlo por hacer. --
ración de los elementos de cada categoría ha de caracterizar en principio la in-
tensidad de la actitud según uno u otro componente y en una u otra dirección"
2. De la sociología empírica al análisis de los contenidos (llenry, Moscovici, 1968, p. 38). En este caso, no obstante, la significación de
las frecuencias observadas depende de la comparación que se pueda establecer
La preferencia que concede R. Escarpit a los métodos socioló icos . , entre ellas y las frecuencias de Jos mismos elementos que se manifiestan en
sus palabras, dilucidar problemas de histor'. rt . . 1 g para, segun
.· . 1 . la 1 eran a, o acercan a los partida otros textos literarios o no literarios, o en la realidad. Pero podemos manifestar
••os te 1a socwlogía empírica como A Silb . (S'Jb - otras reservas: ¿en qué se distingue, por ejemplo, una crítica de esta índole de
Fiigen (Fiigen, 1964) o también K E R. ermann 1 ermann, 1967), H.A.
· · osengren (Rosengren 1968) 1 la crítica temática tradicional? 11. Zalamansky, cuando retoma la clasificación
:.ue el texto literario n_o se concibe más que como catalizador,ca a , para os que propone A. Memmi, ¿no veía en la ~~ciología de Jos contenidos una socio-
c.1dcnar procesos socnles ("U f , . . P z de desen-
, ' n enomeno 11terano puede ser t·¡mb·, f logía de lostema~'! Se puede ver por otra parte la concepción de la literatura
nomcno sociológico, pero el acto literario n
-· °
, .· 1 , ' •.en un e-
es soc1o og1a. Una partitura m u que subiiende estas perspectivas y que hace del texto de ficción un documento
sJca 1 que duerme en un cajón no existe sociológicamente JI· d· . . - histórico: "Un estudio de este tipo nos parece de una riqueza incuestionable
1·¡eh y escucln ¡ S , ¡ · ,¡ e ser Interpre-
' , . 1
'e a .. o o e acontecimiento musical de la ejecución y de la au-
151
150 El>MONDCIIOS SOCIOI.O(;ÍA DE l. A 1.1"1 1 HATURA

para la comprensión de nuestra época puesto qu_, analiza el alimento intelec- ~t;a sociología de los géneros literarios
tual y soci!dógico que es el sustento de toda una capa de la población" (Zala-
mansky, I'J70, p. 125).l::/~~e trata denegar al texto su función informativa, . , . '1 de estudios específicamente centrados .en uno u
Esta sociO logia no se ocup. . d, 1 Goldmann) smo sobre
sino m;ís bien tlc conferirle su especificitlad y situarla en un lugar difercntey · lor:re du roman e ~. ' .
otro género (como Pour une sacro , ·'"''~ ·nar relaciones entre la evolucii>n
las zonas superficiales g~_la obra, dontlt,: el análisis de los contei1idos juzg'! qll_e · · que busc·m -um · p· ·
todo de inves!lgacwnes '. . d evos géneros literanos. len-
es posible descubrir!ª. La obra literaria logra en efecto lo que los periódicos • 1~ las estructuras soc1a es Y
. 1 el surgimiento e nu
a medieval quien JstJn-
d' .
no pueden ni pretenden Íogn1r, graciás precis¡¡mente a su cap¡¡cj¡J¡¡J de_'!S:l_l~i~~ u¡o,. . • • d E ich Kohlcr sobre 1a epopey '
seseen los trabaJOS e r , . t . dominantes y elementos mar-
lar información, lo cual hace decir a I. Lotman que "el arte es el medio n1ás . . l a genenco elemcn os . 1
gue ~tü-.un m¡smo SIS cm . . d ple a la conmociones socia es
económico y más denso d~ conservar y transmitir una información" (Lotman, · ste s1stema se a a
ginales...l.o ~ual pcrmtte qu~ _e . '1 Jelg 6lementos relegados hasta ahora a
1973, p. 55). Pero esta cualidad de la información no se podría percibir en una d .¡·· .. do su configuracton mtern. ( . ·) ·¡·. ¡ es el caso se-
antología de pensamientos aislados, recogidos a partir de criterios de selección QlO 1 Ican . . 1 os casos en dommantes . .t ,
Ja.peciferia se convterten en a gun. . d . d los valores de la nobleza
exteriores a la obra. e a medieval port.l or.t e . V
gún E. Kohler, de 1a epop Y . ' d rá el paso con LUIS XI , a
¡,Es justo acumular estas objeciones?, ¿no pasamos en silencio al hacerlo . 1 . st·t el siglo xvn, ce e , '
de espada y que, dommante la '. . . . . ll·tstórica de la nobleza de cor-
una serie de experiencias? En realidad, las gestiones precedentes tienen en su • . t scnb 1r la s1tuac10n
la tragedia, mas apta para ran.. s vez será suplantada por la novela e~l e 1
favor una serie tle ~~il()§: exploración deJas coqdiciones de existencia gel
te (Kohler, 1977). La trag~di~, a . uolíti~o de la burguesía. En su planteamJen-
fenómeno literario, iluminaciones externas de algunos elementos socializados
momento del ascenso econom~co.y p . 1 d 1 drama y de su sustitución por
del mensaje, sensibilidad a la cultura de masas (revistas, canciones, novelas d •1pancion eventua e
to del problema d e 1a e 5 ' . ta marginalmente, con es-
p,l)iciacas, cuentos para niños, eslóganes publicitarios, reportajes periodísti- .. , la obra de Jean Duvtgnaud se emparen ,
)a te)eVIS!On, . . .
cos ... ). Al ampliar el campo de nuestros estudios, se puede dar la impresión 1971
te tipo de búsquedas (Duvign.md, . ). . el terreno de la crítica sociO-
"de que se derriban algunas barreras y se ensancha el campo de lo literario", . . · . n margmalmente con .
Aunque solo se re 1,¡cJOn,l . d. . de Georgy Lukacs en 1a
desempeñando así un papel liberador. No obstante, nos podemos preguntar si, , ·'bl nitir los pnmeros estu lOS .
histórica, no sena posJ e oi . , d L Goldmann y en menor medl-
al englobar en un mismo enfoque sin diversificar categorías tan heterogéneas . ¡· t· do ]a re!lexton e · ' .
medida en que han a 1men ,1 ' 1 .•. t y publicada por pnmera vez
que pierden de este modo la especificidad que es propia de cada una en su fun- .. , le la 110 ve a, escn a .
da la de E. Kohler. 1oa teor¡a i . . ¡· 'p.lcas y dramáticas en re la-
ción y en sus formas modelizadoras, no acaban por revalorizar la literatura lla- ' 1 . · · n de las ormas e
en 1920, se interesa en 1a evo I.JCI.~ , . ·t· "constituya un todo acabadll y
mada clásica. En realidad, el problema nos parece que es en primer lugar de , . 'lizaciOn, segun es .t . d ·1
ción con dos estados d e ciVl . . . d ]· !te lenidad es un eJemplo e
orden epistemológico. Las sociologías experimentales (rn.AM de Burdeos) y -· " " · 't' .. , t· 1 estructura e ,\ " ·
cerrado o sea proh 1ema tea . ,, . . ·r· do y perfecto en el que m
empírica (Silbermann ... ), lo mismo que el content analysis norteamericano, ·-··.,--" .. -" . d mio homogeneo cei .1 •
primercaso,csdecir, e un mu d ·¡.1 o¡)osición del Yo y del Tupo-
se interesan por el fenómeno sociológico que representa el fenómeno literario .. , ·1 h bre y el mun o, nt ' . 1
1.1 separacwn entre e om . " p 3) r;¡ sentido de a evo-
y no en la literatura en tanto tal, lo cual explica que estas sociologías no tomen ' · · ¡ d" (Lukacs 19 o 3 · 2 · "' ·
drían destruir esta homogenel! a .'. ¡' ' en eternos jeroglíficos" en
en cuenta la especificidad del texto de ficción. Esta confusión ¿está alimenta- . .. . . .. . , In depos1l.tt o como
lución de esta CJVIII:t.acwn se ' . . . onden a la estructuración de 1
da por la falta de tradición que caracteriza, según A. Memmi, a la situación . . , ··em¡1JaresquecOJresp
"formas mtempor.t 1men 1e eJ .. , . . ) N obstante, nuestro m un-
actual de la sociología de la literatura? En este caso, habría que aportar algu- . , d.· filoso! t<l (r/Jrd., P· 26 · 0 · d 1
mundo: epopeya, tr,¡ge l.t, d ,.. , . "el círculo metafísiCO dentro e
nos matices. A. Memmi declara lo anterior en elt.mbral de los años sesenta, do "se ha hecho inmensamente gran e 'pues] "! y por ello no podríamos
cuando en Francia se inicia un cambio radical en este terreno, con los estudios . . . más estrecho que e nues ro .. . d
cual viven los gnegos es ' · . ,· ¡· . 0 este círculo cuya lmttu
de Lucien Goldmann, el descubrimiento, gracias al mismo Goldmann y al 1 ''Ir en el o meJor tIC 1l ' .
encontrar nunca nuestro ug. ' ·d· osotros lo hemos roto; en un
grupo A rgumenrs, de la obra de Lukács y, sobre todo, de los trabajos del Ins- ·. t ·endenta] de su VI a, n . . .
constituye la esenCI.I rase . ll, . d·scubierto que el esplfltU es
tituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt, cuyos miembros (Max Hork- d . resplr'tr emos e
mundo cerrado, ya no po emos .1 ' . ·t·pos ll'lll perdido definitivamente
heimer, T.W. Adorno, JI. Marcuse, E. Fromm, W. Benjamín) servirán "de . . ·otros os arque 1 • • • •
creador, y por ello, p.lr.t nos , .. . to 11'1 seguido en lo sucesiVO el cami-
referencia mayor", como lo manifiestan Gérard Delfau y Anne Roche (Delfau, . b" · les!rO pensamlell ' , é
S u evidencia o 1et1Va Y m · . b )·, (p 24) !le aqu1 por qu
Roehc, llJ77). .. ¡·· l.lt!l •le · ·¡prOXIIllaCJOn
)-¡
. · · Siel .· npre maca aL a · ·
no 111 11 e ' '
!53
SOCIOI.O(;ÍA PE LA I.ITFRAT\JRA
152 EllMONil CkOS

Sean cuales sean las reservas que puedan suscitar algunas afirmaciones, la
hemos introducido
dclmundu" (p. 30). "en el universo
. d.e 1·as. formas la .Incoherencia estructural reducciót~ de la forma novelesca a una sistem(\tica de naturaleza biogr(tlica, o
también la perspectiva general tan manitiestamente idealista y ahistórica, a pe-
. Aquello, .que separa la epop ey.t .. d e 1u,1ma ,.. . o de la tragedi· . "f sar de algunas formulaciones fugitivas y por Jo demás demasiado confusas para
SI Va , JXOVICIIC de CJIIC "•) e u JJjCIO · u.l e toda pe · ·. · · .t, SU rontcra deci-
vida" (p. 3lJ) el Yo Clnpl·r,·c les la cplca no es nada más Clue la que sean verdaderamente convincentes, no por ello es menos cierto que este
' o, que se opone ·¡J y 0 · 1· · brillante ensayo es en conjunto sumamente sugerente y ha influido profunda-
mundos de la esencia pu. t .. ' m te ¡g¡bJc, al deber ser a Jos
. . ' es o que tambJen "el dra . d· f ' mente a Lucien Goldmann. Éste, en su Prefacio a Pour une socio/ogie du roman,
1ntens1va de la escnci ·dithd" ( Jl)) m a a orma a la totalidad
· ' ' P· ; pues "existir · · . . resumía a su manera la tesis de Lukács: "El protagonista demoniaco de la novela
apoderarse de la e sen el· 't posee . t l .. 1 es ser cosmos para el drama
.. . '• r su ota 1uad" ( 41) E. • ' es un loco o un criminal; en cualquier caso, como Jo hemos dicho, un personaje
El protagonista del dnma ,·g . _1 P· · s por ello por lo que:
. ' nor.t toua aventura y 1 . · · problemático cuya búsqueda degradada, y por esto mismo inauténtica, devalo-
tendna que convertir p·¡ra e'l . e acontecimiento que se
tagonista del drama ignora tod·¡ ,·,t. . ·.1 :~ s orma ~n uestlno f ... [. El pro-
' en ,\Ventura se tran f .1 · res auténticos en un mundo de conformismo y de convención, constituye el con-
. 1 . . , l enonuau pues la 111 t . . 1 .. tenido de este nuevo género literario que Jos escritores han creado en la socie-
,¡ wstll dual1dad del ·tima y ·' ue _1 la dolo .. d. enonc ad es h1p de
l . ' e 1 munuo 0 . dad individualista y al que han denominado novela" (L. Goldmann, 1964, p.l7).
psique del alma. Ahora bien el t· ' . . . r s,t IStancla que separa a la
• pro agomsta tng1co 1 · · En la segunda parte de ú1 teoría de la novela, G. Lukács esbozaba una tipo-
y no conoce en consecuenci·t nin' . .'1· ' vo VIO a encontrar su alma
· ' gun,t re.t 1dad que le se· . · [
g01usta del drama no tiene nec .· ·'· d .t aJena ··.].El prota- logía de la forma novelesca y distinguía:
. eslu.tl1 e correr una a ' t .. 1] la novela del idealismo abstracto (ilustrada por Don Quijote, cuyo prota-
prueba, el es el Jlrot·¡gc1nl·sta ' · por que su segur . d· d · \en · ura par.t ponerse a
priori más allá de toda puesta a h. "(. 1 ,¡ mtenor está garantizada a gonista, cuya conciencia es demasiado estrecha, tropieza continuamente con
1. . ' , prue a p. 84) .
la complejidad del mundo);
senta como el producto de nue . "d· . . e.,¡. gr.l~ htcr.ttura ep!ca, se pre-
. a novela, considerada el último avatar d. 1· . . •. • . 21 la novela psicológica, cuyo protagonista, por el contrario, tiene una con-
• vos .ttos h1stonco-l llo. T ·" ( .. ciencia demasiado amplia para adaptarse al mundo (L' éducation sentimentale
pe ya de un mundo sin dioses (p 84) . "1 f so ICOs p. 49). Epo-
contraposición a la infantil' 1· d . '~s a orma de la virilidad madura
ll d normativa de la eno) . " ( 66 . .
en de Flaubert);
31 la novela educativa (Wi/helm Meister de Goethe), considerada un inten-
ruptura entre la interioridad t 1 eyd P· l ), unpllca una
, . Y 1a aventura (p 84) 1 ll
to de síntesis entre las dos precedentes.
Ls preciso que en esta forrn·t"se. . 'en re e wmbre y el mundo.
. . ' mcorporen todas la· f JI· . Aunque sigue siendo problem(\tica, }a_ reconciliación entre la interioridad y
que 11npl!ca la sitlnción · . • . .. · s a ,¡s Ytodos los ab1smos
. .. . ' 111 s 10 nc,¡ Y que no pued • · 11 .111 d . el mundo ya no se presenta como un objetivo inaccesible.
por art!IICIOS de conlpc¡•·¡·c,·o·n A . en ni • e estar recubiertos
~
. S~lfltu undamental de la novela
· SI pues el e· • · f - Paralelamente a este esfuerzo de clasificación, Lukács propondría, a propó-
aquel que determina h fornl'l d • '
. ' ' e esta, se obJell v· .· . ' sito de Balzac y del realismo francés en primer lugar ( 1934), y después en su
!agonistas novelescos· sus hé . . a corno pslcologw de los pro-
<~cdba
. ..
.
.. .
de1Jn1endo ·¡esto<· pr t·
·
' · ··' o.tgon1stascomomdi··d
roes estan s1empre en bú. • 1.,
. . squec .t (p. 54). Lukacs
bl ..
. . Estética (Luk<ícs, 1972), criterios de discriminación entre el reflejo abstracto
naturalista y el reflejo concreto, realista, definido como el producto de lo típi-
ctr, personajes dominados por id.. . 1· 1 uos pro ematlcos, es de-
. · cas P ,mtcadas como irn .. ··bl ... co. Lukács compone asimismo en el transcurso del invierno 1936-1937 un en-
partir de que se hantranst.cJrlll'tllo · ' , . 1ca 1es " (p
en1c . 71) ¡ . 'ccesl · · . es,. Irreales a
entonces "el carácter in d., . . . · - · .a md¡v¡dual!dad pierde sayo sobre la novela histórica (Lukács, 19(,5), de inspiración materialista, y en
me ldt,unente orgamco 1 . ... 1 el que analiza el surgimiento de la obra de Walter Scott en relación con las
no problemátiC'I Sella c·o r·d que l.tCht ue ella una realidad
. '· nver 1 o en su pro · f 111 . transformaciones económicas y políticas que se experimentan en toda Europa
es esenc1al y hace de su VI.. 1 " • • ·' plo • puesto que aquello que le
uu un,¡ Vlua verd·tden 1· · d' ·d . después de la Revolución francesa, así como la evolución del género de acuer-
en ella, no a título de ¡1osesióni1·, , . ·1 ', .tlll lVI uahdad lo descubre
· · como une amento d · · · . do con las Jornadas de junio de 1948, que señalan la ruptura entre la burguesía
obJeto de búsqueda" (p. ). e su ex1stenc1a, smo como
73 y el pueblo; en Jo sucesivo, la novela histórica no es más que un refugio contra
Así, la novela supone a la vez de , . . la realidad insoportable; ya que no hace meJla en la historia, que se encuentra
del individuo al mundo -y , y maner.t contrachctona una adecuación
.. en esto corresponde . 1· ¡· .. reducida al papel de decoración (Salamm/J(i de Flaubert). Habrá que esperar el
tamb1en --y ponlue es . · d a 1teratura ep1ca- pero
..
lllosúficos"- un·t rup!tlr'
preCisamente el pr ld t 1
. . .• ( uc o e e nuevos datos histórico-
" fin de siglo pfareanudar el espíritu auténtico de la historia gracias a una novela
.
Interioridad y la exteriorid·td
' ,¡, Un.! opOSICIOn entr • J .
t .1
' 'en re e protagomsta y su universo.
~e sujeto y el objeto, entre la histórica de lllspiración popular y militante.
!55
SOCHll.ll(;iA llE LA LITERATURA
1'\4 EDMONDCROS

. . , 's t·¡rde sobre esta cuestión precisando lo que él


*"•·LAS GRANDES MEDIACIONiiS Picrre I3ounllcu volvw ma , . . 1 d 1 biws. c¡ue él vincula estre-
. , . . · es de .-rtf'O socr11 Y e w • . ,
enllencle por 1as nocwn . - 1 d d, un'l ret'lexión inteligente y "
chamente una a la otra y qu~ se e esl·pren. /en Jrt:'¡c/ic:o (Bourdieu 1979, 1980).
11 e subllende e sen tu o l ( '
,J.... w~· mediuciones imliluciona/es fondo sobre aque o LJU ., . ,..,n¡,¡trucción social y un produc-
.. · 1 ··men noc1on como un.1- .
Podem~l~ d_<:_t '~'r_a p~ ~ . ' estructuras objeti~¡w¡ (~Wiºne!! rcespect•v~s
Aquí, partiremos de las ~lo}.l'ierre Bourdieu sobre la organización del mer- ._¡Ji!tlOfteQ_~~nl.lldílS.PO~-¡¡¡¡·erentes órganos institucionales, normas J::
G;I.llo de los bienes simbólicos en un campo relativamente autónomo que sigue ie-\osdite~~!l\~~~~ge_•l!I!S y_~e.l() __ - - .. " d cto dotado en consecucn-
--- . . , , estas .. J,. constru¡;cwn y_ pro u. · · .·
411 proceso ~.sería, según él, "correlativo a la aparición de una categoría _, 0 mportam•ento> ap~ -------·. _- , . . . , 'ta en un mundo no conscten-
--.. -. -· 1, - terístJia esta 1ogtca susct , '
socialmente dislinta de arlislas o de intelecluales profesionales cada vez más Mil de una ogtca carac , ., • • , d· or Jwbitus. Para comprenL.t:r
--- , -. t t· d·¡s ., st mtsmas y g~.:nera as p .
mclinados a no conocer más reglas que las de la tradición propiamente intelec- lli, practicas -~e ap .1_' ·-' . - · ~t d . ·\lo e¡ u e el lenguaje deporttvo
- - · ---- t nos como e e aque
Miil o artística que han recibido de sus predecesores y que les proporcionan un ·ñ;ejor de qué se trata, p:u tre:. ¡· , "p·¡rticularmente.ejemplar. del sentido
· ¡ ¡,,¡ .....
llama " e 1 senlli,QJ" 111 ec•o
.>...... orm.l --.' ····d· campo[ ... ],encuento t·
punto de partida o un punto de ruptura que los hace cada vez más capaces de - ·. ¡' · , do a ]'¡s eXIgel\CI,\S C un ··
li.bcrar su producción y sus productos de toda servidumbre externa, ya se trate prC\ctie,:()__(;Q!}lQaJuSt~ an ICIP·' ' tre la historia incorporada y. la
· . t ·1 Jwbitu 1• y un campo, en .
de censuras morales como programas estéticos de una iglesia preocupada casi milagroso en re e · - ... · .. · ·'ón casi perfecta del tuturo.
--. -- . . . . , d· , vuelve postble 1a an/IClf'UCI ,
por el proselitismo o los controles académicos y los mandatos de un poder htstona obJellva "· quc_ . . , .d esp·¡cio deJ·uego' (Bour-
. f' , etones concret.ls e un · •
político inclinado a ver en el arte un instrumento de propaganda" (I3ourdieu, inscrito en todas las con tgur.l d'f ·. deiJ'uego que implica una adhe~
- ) s· b·¡rgo a 1 erencta • .
1971, p. 51). En el siglo XIX, con la llegada de la clase burguesa al poder, la dieu, 1980, p. 111 . . ~~~ em -_' , . , e •las el sujeto no entra en un campo social y
autonomía de este campo habría sido resultado de haberse liberado de las ins- sión completa y consctente a las r g ' ·1 campo· "La sentencia de
· .. · · t · él nace en el campo Y con e ' · , ,
tancias de legitimidad exteriores y de las demandas éticas y estéticas de las por un acto conscten e, , accr conl se aplica aqut p,e-
, , t , llre avec' [conocer es n. •· .,
autoridades de tutela a las que hasta entonces había servido (iglesia y aristo- Claudel, 'conn~utre e es n.l . ', . h . veces descrito como 'vocacwn'
· e ·so dtalccttco mue as · , •
cracia). namente, y e 11 argo pro e , 11 ·¡ralo c¡ue está hecho y uno escoge
1 • se h·tce aque o P•
~le valor, simbólico y mercantil, del obj~tto de cultu¡¡aexplica que se mediant~ _¡:-1 Cll~'-- uno ' . ' 1 ¡-- • 1 del ctrll los di fercntes campos con-
1~ instaurado paralelamente dos campos de producción: el primero --de aquello por_o \ que es· 'escogtdo Y.a ma . .· 'para su buen funcionamtento, ·
0
producción restringida- en cuyo seno la obra de arte es irreductible al estatu- siguen los agentes dotados del hda/ntrls."eces~II(\Ue h ,adquisición de la lengua
to de simple mercancía, el segundo -de gran producción- "que obedecen es más o menos _al aprendizaje e un JUego e~ . , , ,', (ibid ]1p. 112-1\3 ). ~-
.. - · - · - d'·, · de un·tlengua extr<~nJer.l ·• . .
l.ói ley de la competencia por la conquista de un mercado lo más vasto posible" materna es_al apre~l __ tz.IJC. --- ' . . , t'do obj'etiv·¡do en las inslltucto-
. ,.· ¡¡ b 1·111s react1va e 1sen 1 '
~id., p. 55). ~ocntH1o pracuco, e w . , t' ·pan de h historia que se ha
, 1 '1 gracias a él los agentes par tct , . .
Con base en los trabajos de P. Bourdieu, pero también, aunque en menor nes; a travese e e Y .. ue permite habitar las msttlu-
. . .. . e,UwJ;itus es aque 11 o q .
medida, en Qu'cst-ce que /a/ittérature? de Sartre y en Le degré zéro de l'écri- ohjettvado en e 1c,unpo, . . .' , nt ·nerlas en actividad, con vtda,
. , las prácttcamenle y asl m.l c
ture de Roland Barthes, Jacques Dubois nos propone una teoría de la institu- ciones, aproptarse , . ' . del est·¡do de letra muerta, de lengua muer-
ción literaria, interrogándose más concretamente sobre las modalidades de en vigo¡¡,arr~tl~¡j!la~_c,:o_ntmuan~~nt~ osit:do en ellas, pero imponiéndoles las
funcionamiento de las instancias de producción y de legitimación, así como ta,twcer rev1v1r el senudo q~e 1"Y ep ]· t p·¡rtida y la condició11 de la
f nacwncs que son a con ra ' .
sobre el estatuto del escritor (Dubois, 1978). Al privilegiar en exceso, en mi .evisiones y 1as trans on . 1 . . 't .· ón encuentra su plena rcah-
. . , M . , , nor ello es que a msll uct ,
opinión, el criterio de originalidad controlada como criterio de emergencia, en rl}acttvaclOn.. eJor .llln, ,,.. t ni complet'lmente viable mas
:z:a¡;ión ( ... ].La institución [ ... 1 no es comp 1e a '
las luchas de lus escritores por el acceso al poder simbólico, Jacques Dubois
tergiversa la perspectiva de P. Bourdieu. Esta posición lo lleva a acentuar las áb't ·" siguiendo
. . , , , • . olabra con la "fucr7.a formodora' l e h ' 1 os' .
rivalidades de escuelas. No es extraño, pues, que su renexión derive ya sea • El propto BouruiCU cqulp.lr.t cs\,1 p. \\ .. d'. Ch·unborcdon, Passcron, \975,
/ 1 . r murt~force) en our 1c11, • . , , G
hacia problemas de histori<.~ literaria, ya sea a confundirse con teorías que co- (
el término de Panofsky 1a Jlt-;o , · C l C n de ¡>hilo:wphie posiuve, 1 an~. ar-
rresponden más bien a una sociología del escritor, cuando abcrda el problema Véasc también "h;íhitos intelectuales en A. om e, "" .

del estatuto dt: los autores en particular. 11 icr, 1926. !T.].


!57
156 EDMONflCROS SOCIOLOCiÍA DE LA 1 1'1 I'RAT\JRA

. , . .. 1· , podrh ser concebido a


que si se objetiva duraderamente, no sólo en las cosas, es decir, en la lógica al que tienden más y más a donunar. A si pues, c.lt ,¡~ 11_. ' . 1, .
trascendente a los agentes singulares de un campo particular, sino también en su vez como un Ct)njuntQ de campos sociales con dominante en el marco te un.t
los cuerpos, es decir, en las disposiciones duraderas que reconocen y efectúan dinámica histórica.. 1 . ·t. ¡¡)¡ w•
las exigencias inmanentes de este campo" (ibid., p. 96)./WWitus.y camp9•11- . No parece que el anC!lisis institucional haya tomado ~n cuenta ~,¡s.•t.. t --~
~oran,4.1sí pues, h mjpp•t !tit""teill, lo cual explica que las prácticas que en~
un elemento importante del campo literario, que surge si t_hunos m.t~~h,t :ttr.ts
'llllinar los funcionamientos internos de los subconJunto~ que coJn.stttu-
gendran se ajusten de inmediato;~uperiencias pasadas .."depositadas en Par¡¡ ex ' . . . ' ~- Uill~tH ISCü(-
Ml}>organiiffilo en forma de esquemas de percepción, de pensamientos y de yen este campo social y lo estructuran. Qtnero relenrme a . --~-::--' .~: -t ..
. . .. . l1e dud·¡ de que ést<.~s existen en todo c<.~mpo social, ?e~o es_ o >VIO
~iOl!CS, ~den mejor que todas las reglas formales y todas las normas explí: 0>1«''1~ no C.t ' · · • · · 1 liill ' R!lil:lt-f6lllQS
e~ a garantizar la conformidad de las prácticas y su constancia a través del qt;e ~literatura desempeñan un papel constltuti_vo esenci<ll.;. . ~)(como
~e.mpQ" (ibid., p. 91 ). Este arraigo en todo un pasado que perpetúan es lo que_
ahon por una parte, IM})tfll.?i<lt:..fi~.:liciu.y_e~pccíijco,llamat o t~elr,lnt . ·t"lllt
'· ---~- . t ) ~«ue se puede cons1c erar 111.1 1 -
confiere al campo y al habitus una autonomía relativa "respecto de las deter, existe un hablar jmídico, deportiVO, e c. ' ·.,_ . . · . --.- ... _
. ¡· d 'v =>r otr·t parte prácticas discurstvas que no evoluciOncm !orzo
mi naciones exteriores del presente inmediato" (ibid., p. 94). Observemos que rwna tUL.!L.... ..- ' ' ·· ·t, hr cuenl"l h
el concepto de autonomía del campo simbólico no es explicable más que en ~,;;n~ntc al mismo ritmo que la II)Stitución y de las que pcrmi e'-'. ·.' .' ·. --\
··-~ . ·, --1 . . ·¡"al ··•st·¡ sep·mtción parece que es muchtuna$ noton,t en.
este contexto general y por que ello, campo y habitus se dejan ver ante todo IIOCIOII le campo SOL · L. ' • ' . d, . · J ..
el-ctso de las literaturas de países coltnllzados en el momento e su In\e 1
como instrumentos de mediación. .. '. . <. , 11· . o se ha podido verificar por el examen te .
l.ii.Mteroturl!~s, n~í._un~ <fe..!mLmúltiples campos sociales susceptibles. de pl_!ndcnqa o despues de e a, ~om . ·-. . < • • 1X 13-1 X 15) (Crus,
~r descrito. Mientras que~ióRdelus.LillK!&! subraya el carácter norma-
Periquillo SamielltO de Fernandez de Llz.trdt (MeXICO,
kvO de un :;is'-a estu\lj¡¡qg desde un punto de vista mayoritariamente des-
criptivo y con respecto a sus determinaciones históricas inmediatas, la noción
19~:;demos proponer, por lo tanto, una síntesis provisio~Jal ~-e bs diferentes
experiencias del análisis institucional en el esquema stgUJente.
de GIIIIJIU, que re.p:1sa e incluye a la prec~den\e, ilumina la naturaleza, el fun:
cionamiento y la gém:~is de ésta, centrando nuestra atención en la lógicª obj¡:-
tiva de las prácticas correspondiente~. Por otro lado, no es poco mérito que
implique una dislocación con respecto a la coyuntura histórica y un tipo de me-
diación notablemente diferente al que presupone la noción de Institución.
Ap•~f<Jt~~~co :~~e~~'<:~ __ _ :______________
· 1 1• ·. ti' ''St"·'o (Cultura Medios de com.unicación)
--¡-~----~\
1
1

A partir de ahí se puede proponer una articulación entre las dos nociones pre- /// ~ . 1 f:.-
cedentes (institución+ campo) y la de Aparato ideológico de estado (At¡;) en la
•'
Campo soci.tl
e ampo soct,L
. 1 Campo SOCI.I
,. ,
' t
("r ¡:¡·t¡c·ts) (Cmt.:)
medida en que esta última indica la.construcción de un sistema en cLquelas. (Literatura) t:s P ' ' '·
interacciones de los diferentes campos están sometidas <1 una dominación que
flucttía en función de la infraestructura y ..,~¡:gún un tiempo que, no obst¡mt~. es
propio de este mismo sistema. Sucesivamente articulada con sus orígenes so-
//~""· //
l'r,.-tctt"c·,Js· Instituciones
""~ .
l'rácttcas
//~ticas
Instituciones
Instituciones
bre los AlE que son ante todo la religión, y después el sistema escolar y univer- discursivas
sitario, i.+iteratura es un campo social con la misma razón que la música, la
pintura, la escultura o d teatro,..,. este conjunto es eL que parece.que se ha ido
J"''''gresivamente instituyendo a partir del siglo·:x1x en AlE con el nombre que le
.._, u 1s mediaciones de lenguaje
MUIOcemos actualmente de cultura~No sin razón existe .:n Francia un ministe-
Fl problema de la lcngu<~ es capital para una sociología aut.:ntica d~ la cu_lt~Ira
rio de la Cultura lo mismo que existe un ministerio de Justicia, y es igualmente _:_ ... ~ -,- -- - 1· .. . . ·1· .· )n entre la serie ]iteran a y la serte socia se
significativo que el mismo ministerio pueda tener, a merced de la constitución en la medtda en que toe,¡ . corre .LCI< . . d . 1''7(l
... !]"··'t. "(Tllll"LIHlVenTootllV ._,'
de los diferentes y sucesivos gabinetes, competencia en el terreno de la Cultura e~tahlece a tra~~~dt: la ;tctividat .Ing~!L.S_Iq_. '. 'r. . . . ' .'. 1,
..J>. 9X). ])~-j3,;jtin y Volochinov a Pierre B:>urdteu' o Pie~r~ ~~lll:l,l,: ~~~~YOII·; ~~
y de la Comunicación a la vez; de este modo está avalado el estatuto ideológico
. (l' J", J<)o" ) ) 21-25· Cros, 11)X3, p. X'i, Zllll:l, 11X), PP· -
0 "'• 1 1 ·
de los medios de comunicación y su estrecha conexión con lo cultural, campo Jos autores >Ollr teu, · •
'" ______________
ISX
159
EDMONDC~OS SOCIOI.IH:fA llE I.A UTEI!ATlii!A

y ss.) pcmcn en tela de juicio las concepciones de S· .. !'ara describir fenómenos en parte similares, pero vistos desde una perspec-
ch0111skiana· "FI c-Hnl>t·o d . · ,\Ussurc Y la competencia tiva di l'crentc, P. Zima habla de situaciiÍil socioli11giiística; partiendo de dos
· - ' e 1cnguaJe oculta hjict· 1 · .·.
' 1 ~(-jlllts por a que Chornsky,
1
al convertir las leyes inrnanetJt··s d··l dt. modelos (Jan Mukarovsky; l\1ijail Bajtin y Yalentin Yolochinov), apela por
• V scurso cgttnno e
V . ·
de la práctica Jingiiístic-t
· '• co¡¡f'<> rm,t, y escamote·tla e n normas Universales
.. una lingiiísticu de la palabra, susceptible "de sacar a la luz los aspectos sociales
1·, ¡ 1
económicas y soci·tles de . d .. · . , ' ues ton ce as condiCiones e ideológicos de la organización semántica y narrativa del lenguaje", y que par-
' · 1' 1 a qutstcJon de la comp t ,·, ¡ , ·
constitución del mercado en el que se establece , . e eneJa egltu~a- Y_ ~e la te del supuesto de que se tomen en cuenta la_b~t~rogeneidad y la diversidad de
lo legítimo y de lo ilegítimo" (Bourdieu 1982 y ;~;n~on~ esta defJ~Jcton de las lenguas colectivas o de los grupos, a las que él califica de sociolectos; el
ttón d~ la _lengua se ha de plantear en tre,s nivei:; (fu~r· 1~~~~ t o ~sto ast,lª_cues- sociolccto, que puede ser descrito ¡:n tres_ p_lanoscomplementarios, dado que
lt;¿actonltteraria): • e ex o, textq, !1!Qd~ hay una dimensión léxica, una dimensión semántica y una dimensión sintácti-
ca(')narrativa, es definido "como un r_epertoriQ léxico codificado, es decir, es-
tnicturado según las _leyes de un:.t pertinencia colectiva particular:· (Zima, 1985,
i;l~:i~:::~~~~iyó'6' tliJ_e~encitlzs lingiiísticas/unidad política y cortes socialc•s.
' ' ommJque .. aporte (Balibar 1 '1 orle 1974· . . . pp. 125 ss). Entidad estál[ca y construcción teórica, el sociolecto "no existe
establecen una estrccln rcl·tct'c'> ' ~· P • • B,!ltbar, 1974) iJ!dependientcmente de s~r puesto en discurso, acto que puede asumir formas
' ' · n en 1re por un p·trle 1 · ·,
ca revolucionaria, de una lengua esta~darizada 'y ~~~ ~onstttuc~on, ei~ la_épo- ~<jstante heterogéneas·~. (·ibid.). Así es como un mismo sociolecto puede gene-
del co_nccpto de nación, la institución de un merc.'t~o n~c~a, ~on ~urgJ~mento
el rar producciones discursivas notablemente diferentes.
modd tcación de las prácticas jurídico-lin •üísti : , wnal que unp!Jca una Pierre Zima hace funcionar estas categorías de análisis en el examen de
mo mercado nacional parte del su uesto ~e lacas ~n ~:.t med~~a en que ese mis- L'étranger de Albert Camus, Le voyeur de Alain Robbe-Grillet, o en El hombre
cías y de la fuerza de trabajo s· ~ ,· 1 ltbn.: ctr~:ulacwn de las mercan- sin atributos de Musil. En cada caso, parte de la situación sociolingüística''tal
cación lingüística de la Revc;l· ~~ ,' t:J;~ e e poner d_c reheve la política de unifi- t;Q!llll ha.sidu._vivida por el autor y su grupo social". Así pues, "E/ hombre sin
refiere, que en el Antiguo Ré ~cion, lJcrre Bourdteu observa, en lo que :.t él se atributos de Musil absorbe, transforma y critica los diferentes sociolcctos
, · gtmen e proceso de construcció d ] d
narqutco va acompañado de un , 1 . . _, . n e esta o mo- ideológicos de los años veinte y treinta" (Zima, 1985, p. 139); en el caso de
rio mucho antes en hs provin ._PrQc;_e~~ ~-t; tmtftcactol) lmgüística que es noto- L'étranger de Camus, se trata también de "dar cuenta de la situación social del
la lengua de oc (Bo:trdieu 1~~~ cent~~es la lengua d~ o'il que en los países de lenguaje, tal como ha sido vivido por el autor en cuestión y por los escritores
w.tlrdieu deduce la noció~ de le ' pp.l. '!. ss.). A parttr de esta constatación, que él conocía, criticaba o apoyaba" (ibid.). En este último caso, la situación
. . ngu?_ eglttma con respecto· 1 •1 .
t~e un S!s!em;¡ estructurado de difere;l~i~~ !in. iiís ... , a a cua _se constJ- sociolingiiística se caracteriza por una indiferencia semántica, una "deseman-
ti-ma igualmente estructurado d 1' ¡· . g _llcas que retranscnbe un sis- tización de las palabras que hace desesperarse a Roquentin en La IIIIIISée y que
. e e 1 erencnts soctales A6í s d ·, ,
-.mpo lmgiiístico que se articularía en la estructun d~ los 'es~·¡ e!ana ve: un incita a Francis Ponge a comparar las palabras con los objetos inanimados de
r.~ra reproducir "en su orden la estructura de las dis;ancia, 1 os_e~pres~v~s la naturaleza 1... 1. Es este mundo absurdo de una lengua que se ha vuelto indi-
vetmente las condiciones de existencia" (ibid 46) E s q~JC separ,m objell- ferente a los sentidos que traslucía en L'étranger. En esta novela, la indiferencia
de producción lingüística es donde funciona'~-. b. _n !;l_seno de este campo se convierte en un instrumento crítico: el autor y su narrador se sirven de ella
tringida del que hemos ll·tbl·ttlo ant . e su campo de producción res- para revelar la inanidad de los discursos ideológicos en medio de una lengua
. ' ' enormente y "qt · d t ·
damentales al hecho de c¡ue los prod 1. 1 Je eJe sus proptedades fun- que estos discursos mismos han degradado" (ibid., pp. 145-147). Esta constata-
. uc ores o produzc·m · ·t ·
otros productores" (i/ · ¡) E, ' pnon anarnenle para ción se desprende del análisis que P. Zima realiza en un segundo tiempo de la
· Jti . . ~ste campo de produce·(- 1 t · 'd
concebido · . . m res nngt o parece estar articulación entre una situación sociolingüística de esta índole y "el socio lec-
· <~su vez como la sede de la in 't· · d 1 .. ., .
''Esta producc · - d · s .tncta e egttnnacwn lmgiiística·
lo que la novela absorbe y critica en un nivel intertextual", es decir, "el socio-
-· ' Jroc u ce ton tales como las figuras de pa-·
¡ "
10 n e Instrumentos de
'klbras y de pe " . 1 , • 1
. ns.tmtento, os generos, las maneras o los , ·¡ , ,. lccto humanista cristiano, que se manifiesta con mayor claridad en el discurso
~neralmente, todos los discursos cons·tgnd ... l estt o~ legtttmos y, más del abogado general". Es esta confrontación entre dos códigos, el de !v1curs:.tult
dl.ís como ejemplo del "buen uso;' ~~ ' os a e ar autondad" y a ser cita- (la lndil'crencia) y el de la Justicia (la Ideología) la que explica la bipartición
' con 1ere a aquel que lo •· d
bre la lengua y por ello sobre los ,·
. snnp 1es, usu·mos
, .
de l·t le eJerce
. un po ·,
er so- de la novela: en la primera parte, Meursault es incapaz de escoger un programa

l
, su capital" (ibid.). ' · 1
' ngua Ytam JI en sobre narrativo: el destinatario del sujeto aparente es la naturaleza "ambivalente e

1
. --------------~-

161
160 SOLIOLOGfA DE LA UTERATlJII.A
Ell~IOND CROS

. . d, las obligaciones de la modelización. !~a producción te~ttral pone


csc:rtura y oece~os de sentido complejo. En primer Jugar, un. m~t-~rral ~e ],en-
indiferente a todos los valores sociales" y acerca de la cual P. Zima muestra que

en .J~,eg~ ~~¡bo;ado,un "ya dicho" que servirá de apoyo a la srgmt rcacror., ,tUn
parece "una representación mítica del valor de cambio"; en la segunda, es la
ideología la que lo lleva. Caemos así en lo que observaba André llreton a raíz gu.tje Y•l e • -· .. _ . ..
1 1
de la crisis de valores y que P. Zima cita en su descripción de la situación lin- cuando se d.cconstruya en eliJa. a ~~~~:~uc;:i~r;ed~~·preaserto y del aserto, de los
güística: 'Todos los valores intelectuales e~:án vejados, todas las ideas morales O en prrmer Jugar, en e. mve . e tod:t comunidad humana materializa
en desconcierto, todos los favores de la vida heridos de corrupción, indiscemi- sintagmas fijos y de las Jexras en las q~I , . . .
bles. La mancha del dinero lo ha cubierto todo. Lo que designa la palabra patria, las modalidades de su inserción, l~i~tórrc·al ~;:arc:~~i~es~~~a!,onocida tesis de la
o la palabra justicia o la palabra deber nos resulta extraño" (ibid., p. 144). O eTI_el nivel textual despues, 0 cu.t
Yo mi~mo abordé el problema retomando varias experiencias anteriores: intertextualitlad; . . , 1, 1 u a· e del folklo-
al Los conceptos goldmannianos de ~cto.Jransindividual y de llQ canso. .. - Óell~l nivel clelmit~, de. las tr~dr.~IO~~~ gest~I~1es y te eng J
¡:-i(jnte que me permiten definir ~s~urso de un grupo social dcterminado.a. re, es decir, de un "imagrnano social .mas ,unpfuhnod, amente enterratlos en el se-
l · 1d, los esquemas arcarcos pro .
tfti.vés de sus especificidades léxicas, semánticas y sintácticas, que transcd~-­
Q~Il, eu un modo no consciente,.indicios de la inserción espacial, social e hi~ n
o~~;~ ~o~:~:to ~ultural redistribuido por efecto de circunstancias histúrrcas
- . -· -- ·-- - ..
!Qrica del mencionado grupo (noción que coincide en parte con la de las dis- precisas (ibid., PP· 90-9! ). [" .. , ·t'co situación sociolingiiísti-
tanciu.\·lingiiísticas de P. Bourdieu y del sociolecto como lo define P. Zima). Con respecto al interdiscurso (campo lllgllls t -·0 • t notros
. : s reconstructos o preconstrenimientos represen a
b 1 ¡.,.MHugerencias de M. PechtWx, quien a partir del concepto de formll- ca), dlrer_nos ~u e esto. p ... ,. Ahora bien, éstos se caracterizan por una ,
ción social, propone los de formación ideológica y formación discursiva~ tantos mrcm~r?ternas mode)rz,¡dores. . · ·. e se organiza en
-·---··-·- · -' p· 1c¡cJ·¡d de res1stencr.1 qu ,
pM"tir de ahora, denominaremos /Qrmqr;iQ.r¡ discursiva a aquello qlJC, .en. una. opacidad más o menos granue, una ca ' el • t' do a redes semióticas irrecluc-
L.!.nnación ideológic¡¡ d¡¡da, es decir, a partirde una posición pada ~nuna ~o: torno a retluctos semánticos, a trayectos e sen 1 'd d d tro ·'el tej'ido tex-
. t'bl . ele g'nerar es e en u
y.untura dada determinada por el estado de la lucha de clases, determina lo que tibies por el interdlscurso; suscep 1 .es de . d' . nes que Jos procesos
. t" , s focos potenciales e contra rccro
puede y debe ser dicho ... ''..(Pecheux, 1975, p. 130). lcª!!/o.rmacit;mes di~cursi- tl
tual zonas con re rva • d , . ptieden re·¡ctivar en cualquier
. 'ó de la lectura o e 1a en 1rca '
411íif>~'cpresentan "en ellengu.'.', pues, a las formaciones ideológicas qu,«_J~ de la comumcac1 n, · . · · erte en su contra-
··corresponden (noción que coincide, a partir de supuestos diferentes, con las de momento, estos espacios dialógicos en Jos que el ~~~no. se m~r ran la "ideolo-
campo lingüístico y de situación sociolingiiística). ·o enturbi·m las huellas del intercliscurso y los lrmrtes que sepa , .
n, • ' ue ·Ja "ideología citada" (D uc 11e t) · No obst·mte
"ta" • ' no son un reamen-
f
e] El aporte de Foucault, que permite comprender cómo, ~n el sen(} Q~l!ll~
formación ideológica determinada, los enunciados latentes del Sujeto se rt:iJii- ~~~~~~~n~ldios de comunicación los que interv.ienen en el ~~o.ce~o d~.::~l~~ao;~
zan mediante el rodeo de una práctica discursiva. , ,·, l. 'iística y parece necesario concchrr, en otra esc,!la,la exis .
m.tcion 111g1 • · t anen a Jos s1gnos y
Sobre esta base, se puede esbozar un teoría referente al funcionamiento de nuevas estructuras intermc_dias qt~e ~lesplaza_n en cJer a ';;_J 0~). -
esta formación discursiva; construida en torno a la noción de interdiscurso (es- Jos homogeneízan en un mrsmo codlgo (Cros, 1983, pp. .
pacio de conflicto, cualquier complejo dominante constituido por discursos
contradictorios) y que se articula en el concepto de interpelación ideológica de 3] Por último, hemos de tener en cuenta el hecho de. ~~e Ja litc;ratu.rades lulnS
- d · '"1 gua]· que aun cu.m o (
Althusser, esta teoría toma en cuenta al sujeto de la enunciación para record¡¡r sistema mm_leli~ador secundar·i·~· ~s. ~cir.' un ~cnaciónehacia ;,fuera, porenci-
que el sujeto hablante puede identificarse bien con la formación discursiva (es englobe, se mstituye como un slstenu e comun . . ..
decir, el discurso dominante), o bien con uno de sus componentes (uno deJos_ ma o ·!liado de los discursos, lo cual nos lleva a drstrngurr. 1 . (f ·ancés
• , nden a )as lenguas natura es ' •
discursos dominados) (Cros, 1983, pp. 47-61 ). a] "Macrosemióticas que correspo . 1 " , 1" definiendo
- 1 . 1~s ) y que delimitan el contrnuo del m une o rea '
es pano , 1ng e .. · -- · ", t, rizan" el m un-
21 liemos permanecido hasta aquí en el m;u eo del fuera de texto. Cuando de , , 1 s referentes. En este sentido, las macrosemrotrcas ?a. ~go '
asr o. 1 • un'I primera vrs¡on del munuo.
él pasamos al terreno liter;¡rio, no nos podemos contentar con haLlar de suje- do de experiencia, Jo forman y e eternunan . . t •. "micro-
., . , est.m
.- con.stituid·',1s por un .conJun o (•e .- ...
tos-a¡>0\'11.1'. La producción de sentido y el proceso de transformación que afec- 11J E s·tas "macrosemllltJcas
' " tan '"rl'Jturalcs" como las antenores,
.
.
. que delrmltan y categonzan
• ..< •
ta a la mataia del lt:nguaje han de ser analizados en función del trabajo de la semrotrcas , ' •
162 163
EDMONDCROS
SOCIOI.!HiiA DE LA I.ITI'HATliHA

a ~u manera las experiencias forzosamente ,núltiples, diversas y a veces ~ontra­ .. · . d. p llourdieu sobre el mercado de bienes simbólicos cuan-
dictorias. Cada una de ellas corresponde a un sujeto transindividual o colc¡;:tivo. las obscrv.tc1ones e · .. . d. el cción es la es pe-
Aquí las denominaremos ¡Jfscur~os. ,Éstos inscriben·en las "macrosemióliclls''
do observa que aquello que separa los dos c.L_n~p~>s·ó e pr~ .~~ Auerbach a P.
.. , . rcspeciJvns Vemos .1s1 e mu c ·
1 sus 11ectll.l
situaciones ·conflictivas en la medida en que informan referentes diferentes y cificidad Le · . ·· . - ero de an-ilisis que se han
. . .. d . R lhhbar hay un c1er1o nt 111 1 ' ..
se~ capaces de dar visiones contrndictorias de una misma "realidad". (¿Qué es 13ourdJeu, P·'~·ln o_ pol .t.'. .· uy divergentes y que culminan en allflna-
realizado enlunnon de o }jellvos m
el trabajo para cada uno de estos sujetos conflictivos que son, por ejemplo, el · ·d. los siguientes puntos:
campesino, el trabajador agrícola, el comerciante, el intelectual, el peón o ciones que coJncJ en en . . . r t" .·o y específico lo cual obli-
~:: 8l·•tfen unje•hterartojJres un lenguaje· ¡e JCI . ' . , •. , 1 .
el presidente-director general?, etc.) 9bservemos que la única realid;_gl_~n la ..-¡ -·- --- g .. . . . , un doble dislocamiento, tanto con respecto d os
que se baña el sujeto es la de las ~'microsernióticas". Desde el punto de vistª~c liª-<l pl<~ntear __laexJstencl.t d~ • . . . . universo referencial, y denuncia J¡¡
la ex-periencia del sujeto que habla, la lengua, en calidad de Todo macrosemió- Jifcn;ntes discursos com_o con respe~t~ ,¡J ··t" . ·t·¡ o neopositivista de la lite-
rWJ1~rlinencia ele cualqmer perspec!Jv.t post tVJS,
tico, es una abstracción. Las microsemióticas son, en efecto, pn~e~i~t~ntes a
este Todo. f~IUHJ. .. . . J· el , .1: ,·ncuJadas a un AlE dominante
e 1 En contraposición a estas semióticas llamadas "naturales", conside- :¡1 Esta espccificidm~y ~st~-~;~t~~~/\~le~~;:~~ ~\ semw hu milis de Aucrbach,
raremos que ~~teratura, en tanto que "lenguaje" construido, irreductible a (escuela en los _estudio: e .. '. ·u;'ÍI,isis del Siglo de Oro español). ~nie!'Mo
ni~ún discurso, es un ~ist·é·m::lnJodeljzador seeundarig, La expresión, que to- escuela e ¡g]esw en mts propiOs.' .' ..' :.
1 penelcncl'l y las v,lfl,tciOnes
.'de hs instancias de dominación
'.
mamos prestada a los semióticos soviéticos, es particularmente elocuente. e~ cuenta es 1ate· ' . ,·, 1• la ·volución de las estruc-
-- · • d ·1 sistenn de los AlE en 1un~.:JOn t c.; c ....
Significa en efecto que w.l01 :lli!Ül!mu:¡l!~.?.!!:J.!DJ.l!Wͪ.~n.este.sistcma...sl![~ ~~!pro~JO serlO, c." . . .' . s elementos que defincp esta espcctiJcJ-
e~!2!!..~l()~~<1~~t!t:ñimicn(o~ for.mª!~~_y,po! )<? t~ll!~\ q~~~transfo¡-¡rm.de una !J!!~ socw-economJ~.:as ~el. s~tput).'¡ lo__ t los periodos de larga duración de
dad y esta ficcionahdad mscnben e !ex o en . .
cierta manera su enunciado virtual original (Cros, 1983, pp. 38-39).
~itlerado como una matriz discu~siva que informa/deforma el CQJ11t'm!~o la historia. . · ·- 1. una matriz eliscllf-
-· :u Estos mismos ckmentos participan en lamslltucJon e c . . . ·-
~_11puest~ 9e1 mensaje inicial, e~ te -~istema se caracteriza por su ficticidad y su .rt '" .· . • . • . el a la escritura. a manera de una m.uc.t ge
especificidad. Así pues, Renée Da libar muestra a raíz de varios textos moder- si-va que mlorma en un pnm_cr mv 1 t .. h p·tlabra que se enuncia en
· . nete fundamenta rnen e a ' '
nos que Jos enunciados del discurso literario "se separan siempre por uno o nénca que no comprOJ . , ·i'}i lithd de sustraerse. Se trata
1. · ·ma p·thbra no ttene 1<1 pos ' '
varios rasgos pertinentes de los que se intercambian en la práctica, fuera del ella y a l~_qt~e~s_,t_JllJS ·. _'.: t J" ,. da_,.o análisis se ha de tener en cuenta
e1:~:~~~·~~(~ ~~ec:~~7~~~~1 1~~:1~ ~~e~t l~: con lo que constituye verdaderamente la
1 1 1 1
discurso literario, aun cuando sean sintácticamente correctos". Nos remitire·
mos también a lo que nos dice Erich Auerbach sobre la alta Antigüedad roma- 1 . , • 10 d t ·rminado. ·
na, en la que la unidad espiritual del público se basa en la existencia de un len- puesta en juego de.: un lex ec , , ·mmci·¡r las cosas, la escntura
4 1 p 1· ¡¡tención que ded1ca a 1a m.mer.t 1
te c '
guaje común, es decir, de un código específico de comunicación que condicio-
na a la vez la formación de un público y el surgimiento de la literatura que este
abre e~l~a 'ic;Í~wlidad estratificaciones semióticas div~rsil:ic.ada~ q~~~;}~lll~:~~~::
1
-no son
- -····--···· -~- 1. ,·. . . ·t s con sentJdos predetermJn,tdos,le e
canahzadas J.tcl<L tr.Lyec o. .
público exige (Auerbach, 1958). Ahora bien, este público, que procede de las
los medios para su libertad ..
clases dirigentes, habla un lenguaje poco accesible al hombre de la calle. "Se
tiene la impresión (una simple impresión) -escribe- de que en el siglo v la
aristocracia senatorial y los círculos próximos a ella hablaban un latín elevado
uniforme que era difícilmente comprensible por el hombre de la calle." Erich 111. LA SOCIOCRÍTICA
Auerbach asimila aquí este latín elevado a la lengua literaria del público culti-
vado, que él contrapone al latín coloquial, haciendo observar que en relación .. . , . . , han sido abordados los estudios de estas d?s
con é>tc (el latín coloquial), aquél permanece relativamente estable y no evolu- Las dderentes rn.mcr<Ls en que . ., 1 l ngua nos thn una dimenswn
ciona sino muy lentamente. Esta observación lo lleva a proponer que se reten- grandes mediaciones que so_n la JnstJ~U~JOn \ ;~-~~ ·tlt:s q:Je ;tay que situar los
gan *-'>características para definir el "lt;.[lg~!!ic literario"; éste, en su opinión, más exacta de algunas contJngencJas con re .!el. ' , . ·.
aportes del cstmcrura/ismo genético y de la socwcnllla.
li>éJleccio!lll! uniforma y conserw.t: A esta consi;it-aciór1.pueden ser remitidas

l
Jt)..j
EDMONDCROS SOCIOI.OGIA DE I.A LITEI<ATURA ]()5

l. El estructuralismo genético: tilla mediación para una conciencia colectiva 1973), cuando vincula Lajalousie de Rohbc-Grilkt y, de un modo m<Ís amplio,
elnmn•eau roman, a una ideología "que tendría por función, como el grupo o
Para Lucien Goldmann, los principales descubrimientos son el del sujeto trans- la fracción de clase tecnocdtica en el plano de la producción, trascender tanto
i~Jdi vidual y el del ¡;a!~(; ter estr~ctur~do de todo comportamiento inteleci~;J, los antagonismos de clase, simbolizados por el pensamiento socialista, como
afectivo o práctico de este sujeto; este últiÍn~ está dotado de un modo de con- el individualismo, con el que relaciona a la producción novelesca tradicional y
¡,:iencia, el no consciente C't:QQslituido por las estructuras intelectuales, afecti·._ a la ideología política de derecha". Pese a ello, no cabe duda de que este bri-
vas, imaginarias y pr~~ticas de las conciencias individuales[ ... ] distinto.del - llante ensayo de J. Leenhardt se sitúa en el campo del estructuralismo llamado
inconsciente freudiano en la medida en que no está reprimid.()") (Goldmann, genético, en la medida en que su gestión obedece al esquema de explicación de
1966, p. 153), y_~~ un tipo dt;.~onciencia, la visión del mwu!Q (conjunto de la estructura significativa de la obra por inserciones sucesivas en estructuras
aspiraciones, de sentimientos y de ideas que reúne a los miembros d~ ll!l gmp(). cada vez más vastas. No obstante, a nosotros nos parece que privilegia -y éste
y los contrapone a los otros grupos). Este tipo de conciencia, que es una abs- es un mérito- otras mediaciones que no son la de la visión del mundo gold-
tracción y coincide en gran parte con la noción marxista de conciencia posible, manniana cuando sitúa La jalousie en relación con la historia de la novela co-
no puede ser definida más que mediante una operación de~)(trapolación de una lonial (y a través de ella, la vida colonial así como la historia de la IIl y la IV
tendencia real en los miembros de un grupo "que realizan todos esta concien- República) así como en relación con los mitos producidos por \lila ideología
c~;~de clase de manera más o menos consciente y coherente[ ... ]. Los indivi- burguesa en vías de desintegración.
duos raras veces alcanzan la cQ[!~!t:_ncil}.integral. En la medida en que.logran
expresarla en el plano conceptual o imaginativo, son filósofos o escritores y su_
obra es tanto más importante cuanto más se acerca a la coherencia esquemática 2. Los sociocríticos
de una visión del mundo, es decir, a un máximo de conciencia posible del grupo (mediaciones interdiscursil'as, intertexlllales e intratextuales)
s.oc1al al que ellos expresan" (Goldmann, 1959, p. 27). En el centro del disposi-
tivo goldmanniano, surgen las filiaciones del estructuralismo genético con: Con Jacques Leenhardt, quien utiliza la intertextualidad (novela colonial, mi-
O la lectura que Lucien Goldmann hace de la obra de Lukács con su pre- tos de la ideología burguesa) como componente de las estructuras de media-
sentación de la categoría de totalidad como una versión materialista e histórica ción, abordamos las diferentes corrientes de la sociocrítica obsesionadas por
del concepto de forma; tipos de mediaciones dejadas de lado por las teorías precedentes. Heredera del
O el pensamiento de Max Weber, del que Goldmann integra algunos con- estructuralismo genético y en vías de constitución a consecuencia de una rela-
ceptos (datos capitales del análisis comprensivo, nociones de tipo ideal y de tiva coincidencia de búsquedas individuales o colectivas llevadas a cabo inde-
posihilidad objetiva); pendientemente unas de otras, la sociocrítica no constituye un conjunto verda-
O el materialismo histórico. deramente homogéneo. Esto es cierto en particular de los lugares ideológicos
!,as diferentes visiones del mundo, sin embargo, no tienen la misma capaci- con los que la sociocrítica se relaciona: en tanto que E. Cros, C. Duche! Y J.
dad para captar lo real y algunas de ellas son superiores epistemológicamente Link apelan al materialismo histórico y tienen tendencia a privilegiar las me-
a las otras; en particular, éste sería el caso de la visión del mundo del proleta- diaciones colectivas y la relación con la historia, el punto de vista de P. Zima
nado. Goldrnann se remite a esta hipótesis cuando constata la integración del "es bastante cercano al de la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt tal como
proletariado a la sociedad de consumo, constatación que según J. Leenhardt fue desarrollada por Adorno, Horkhcimcr y Marcuse" (Zima, 1985, p. 1O) Y
(LecnhanJt, en Duchet, 1979) explica que en Pour une sociologie du roman se por la misma razón le preocupa la autonomía crítica del individuo, aunque esta
abandone el concepto de visión del mundo en tanto que estructura de media- distinción pueda parecer en muchos aspectos algo teórica, en la medida en que
ción en favor del de mediatización tomado de René Girard. En el sentido en unos y otros muestran inquietud por relativizar la dependencia (o la autono-
que el término era entendido en Le Die u caché, ya no se pueden descubrir me- mía) del texto literario y no olvidan lo que éste desconstruye de las líneas ideo-
diaciones "entre las estructuras textuales de los conjuntos ideológicos o políti- lógicas tantas veces contradictorias. .
cos Y los grupos sociales". Esta afirmación es la que iba a impugnar de modo No obstante, en términos generales, la sociocrítica se distingue de la SOCIO-
convincente Jacqucs Leenhardt en Lecture politique du roman (Leenhardt, logía de la literatura tradicional en primer lugar por su ~lbjeto: es decir, no sólo
----------·· -·-····------- ..

- () 1, '.

166 EIJMONDCROS
167
SOCIOI.O<;fA DE I.A I.ITERATllKA

porque
l · · en el terreno de la literatura se limita al ·tna'J'ts'ts
' · · d··l
~
texto¡·¡ . .
1 erano smo gularidade~JJe acuerdo con las que se administra a fin de definir las reglas de
tarn >ten porque, como dice Claude Duche!, Jo que le interesa en este ter~eno J~d~~ible y de lo escribihle propios de una sociedad determinada. ("Las Jexias
contra_na~nente a la sociol.ogía, es el adentro del texto, 0 sea, "la organizació~ que deposita el discurso social en Jos espíritus tienen magnetismos, 'átomos en-
mtern.t de los textos, sus ststemas de funcionamiento sus redes de sentido s·u· cadenados', mientras que el siskma que organiza la circulación de las mismas
tenst.?nes, el encuentro que haya en ellos de saberes' y de discursos heter~gé~ no está objetivado ni es cognoscible en sincronía" [Angenot, Robín, 1985, p.
ne~s (Duche!, 1979, p. 4). La sociocrítica se distingue de la sociología .tam- 551). Esta toma de posición está explícitamente expuesta siguiendo la estela de
~~.en .y ~c~bre lo~?· porque .r.ostula que la realidad referencial sufre un pr~ceso Claude Duche! y coincide en parte con la noción de sociograma, a la que su
e tr,mstormaclün semánttca por efecto de la escritura, que codifica este.n;fe- autor define como un "conjunto lluido, inestable, contlictivo, de represent;}-
rente en forma de .elementos estructurales y formales, lo cual supone que -~e cion~~ parc,:ial~~centntdit~-entor;l~ ,; ~~~-~úcleo, en interacción unas con otras"
reconstruya el conJunto de mediaciones que desconstruyen des ¡ . -- · (Angenot, Robín, 1985, p. 59). Esta torna de posición ditiere de la noción de
g·mtrm . . . • p azan, re,or-
'
d ·J ' Y re-semanttzan
J ·
1as dtferentes representaciones
.
de Jo v · ·d · d' ·
1VI O tn IVI-
sociograma en la medida en que, contrariamente a CJ~de Duche!, cuyos análi- <f.-
ua YJ·co. ecttvo.
.. . Dando. su aval a las nociones de te\·t(. J y d e escntura
· que pro- sis "se refieren esencialmente al texto literario ya dado y al trabajo que lepa-
pone .t cnttca tormaltsta, la sociocrítica puede plantear en términos radical- rece que éste realiza en las representaciones sociales", M are Angenot y Régine
mente n~~v~s el ~r~blema capital para ella de la mediación y del proceso de Robín se interesan "en ese ~.!!ll:IJtQ pretextual en el que algunos sectores del
~r?duccto~ tdeologt~o d.el sentido, proceso que no concibe como la construc- ~i~Ct!rso_social ofrecen una frecuencia que llama la atención, estéticamente
cton de un.t coherencta smo más bien como el surgimiento de una co · ·¡ · educada, del escritor" (ibid., p. 59).
de contradicciones. . . mcu enctª-
. ¿Se. refic~e la noción de sociograma al paso de Jo discursivo a lo textual?
. ,La~ dif~rentes corrientes de la sociocrítica intervienen sin duda alguna, si ¿Puede ser aplicada también a un conjunto de tematizaciones identificables no
bten :n gr.tdos dtversos Y tal como vimos ya, en las diferentes discusiones c¡ue sólo en la ficción sino también en otros discursos? La dinámica de la que da fe
·sed,
re 1teren .'.
·tlo qu e yo ¡le d eno.mmado
· las grandes mediaciones (institucionales es interna, debido a que algunos de los ideologemas que ha incorporado se
Y e 1e_ngu.tje) 0 . a la recepc10n. No obstante, dedica más particularmente su transforman (pero, en este caso, ¿qué es Jo que rige a estas transformaciones?)
aten~t.~n a los rmcroespacios p~>lifónicos y contlictivos que se descubren en la o, por el contrario, por efecto de la puesta en texto (pero entonces, ¿existe una
malen.t pretextual Y textual ast como a las modalidades de la inscripción de¡ 0 sistematicidad en un mismo texto y qué transcribiría esta última?).
soctal en el texto.
El acontecimiento interdiscursivo. Ursula y Jiirgen Link parten de la constata-
11 Las concreciones sociodiscursivas ción de que nuestras sociedades están estructuradas en función de la división
Sociograma Y discurso social. El disc11rso socio/, tal como lo def M del trabajo, lo cual genera un gran número de discursos especializados. Ahora
Angenot R. . R b' . . -- . . . tnen are
y eg.tne o tn, se dtstmgue de los conceptos de formación discurs·- 1 bien, toda Sociedad -y ésta sería más concretamente la función de la literatu-
va o de .sttuacton
. . soctolingüística
. por varios· nsgos
, . . , pero Jllás. en concreto por- ra- b<tdereintegrar estos discursos heterogéneos extrayéndolos ele un depó-
que est,t noclün_destgna esencialmente ~oncreciones sociodiscursivas_:'coo- ~to_Q~Jormas interdiscursivas de las que se desprenden los símbolos colec-
glon;~ra~os de ltguras, de imágenes y de predicados[ ... ] en torno a un 5 ~1 ·eto ti'!'QS~ es decir, las metáforas en las que una sociedad proyecta sus acciones, sus
~e~att~o (:~!()~
; !;.ongl01nerados atraviesan "el espesor de Jos discursos co J cqnlli~t()S, o t;¡mbién Jos acontecimientos que la afectan; las formas interdis-
pn~~tas
,txtomaticas f~mciones
Y sus instituidas que rigen, mediante vfa-~d:sr~= cursivas están así generadas por la interferencia permanente de Jos discursos

d
c~tdr~~nctas temattcas, cogmtivas y figuracionales, lo que se dice en una so-;;i~- especializados. Para ilustrar su teoría, Jos autores han recurrido al sistema de
a (Angenot y Robín, 1985, p. 56). - sí;nbolos colecÍivos de la Revolución francesa; así pues, la metáfora de la Bas-
..~1ateri~t t~~J le~1guaje, caótica, inestable y cacofónica, cada fragmentQ.~Iel tilla, o de la toma de la Bastilla, es transportada a discursos científicos (Goe-
dts~urso soctal es ~ortador de sus marcas de origen "de rasgos de contingen- the, a pesar de sus posiciones antirrevolucionarias, la utiliza para describir las
~~as, de ~ems~npctones e~ contextos varios, de remanentes que forman t;n·a teorías ópticas de Newton), o con miras Jiberadmas (para Clemens Brentano,
cJ~t ta memon.a de la doxa . ~ pesar de la naturaleza esencialmente heterogé= los principios construyen una Bastilla interior para aprisionar el deseo). La
ne.t de este nl.ltenal, podemos proponernos como objetivo reconstruir las re-- forma interdiscmsiva descrita ele este modo presenta todas las características
169
SOCIOI.O<ilA DI' LA l.ITFRATURA
16~ EDMONDCROS

tes y observar que en los ejes paradigm;íticos solicitados aparece, una y otra
que M_a_re Angenot y Régine Robin atribuyen al discurso social y coincide con
vez, una solución similar que el texto retuvo; esta solución transcribe un crite-
la nocwn de socwgrama de Claude Duche!; en la medida en que la forma in-
rio de selección articulado en la práctica discursiva del medio mercantil, que
terdiscursiva desconstruye símbolos anteriores para insertar nue~o~ ~~nt~~-·
programa la elección de los significantes (Ser sentado por escrito, ser conta-
tos, se prcscn~a ¡¡su vez como un espacio poli fónico de confrontaciones c~y~
dos (por raros). guardar en fiel depósito, etc.). Ahora bien, en el mismo párra-
e:~ados sucesivos son portadores de contingencias ideológicas. La demostra-
fo, este discurso mercantil desconstruye a su vez el tópico de la Edad de Oro;
cion la tenemos en el sistema metafórico que forjó el entusiasmo revoluciona-
~)JOt:tedel discurs? !1g_t'!!l!!~9_(el significante) se deja ver ~omo repr~st;!lJ!l:
rio: en torno a un núcleo conceptual y simbólico, se organiza un sistema de
ción (felnmn-dOdCla transacción captado en sus actividades, sus valores, sus
naturaleza contradictoria, cuyos contornos, mal definidos, al parecer están do-
rogi~;~-<j~-cO-Il~portamiento, su organización jurídica ... _!-._!_!~~zar dt?~~~Qdo
tados de una capacidad de extensión y de adaptación muy notables y que con-
las marcas textuales de un. <.liscur~o_aquí ~ominante, desocultala.sistemática
trapone el modelo ~e las máquinas vivas, sobre cuyo modelo se proyecta el
;J~-;lÓgica r~spc;n~-¡¡_~li=~~~--est~ pas(lje~~-~!~producción de sentidQ. ~~s!eglas
porvenir de una sociedad en gestación (reloj, instrumentos musicales, barco,
q\1~-p-r~sidén el ft;~~ionamicnto de estas interferencias discursivas se conside-
globo... ), _a las máquinas muertas del Antiguo Régimen (tortura, militarismo,
maqumacwnes de intrigas, molino ... ) (Ursula, Jürgen Link, 1985).
r~á_!l_ indi~tQ~~t!~!~!m<et\lr[!s profundas q~peranen eLman.:o.c!~J~ g~J_Jt~li~

k:xt®l (Cros, 1983, pp. 279 ss.).
fíKmstrucciones y desco~lstrucciones semántic(lf6. ¿J>~~é l~g¡~~-!deolQg!PQ
p«>vien~n estas concreciones sociodiscursiva~? ¿Q.1~ ¡;ircunstanciasJüst6ri-
21 De lo prediscursivo al o discursivo
La noción de ideoscma: entramos ahora en un terreno poco explorado por la
oas}'_9~é <;on(igerrcial' gl,lanjan en la m~m()rif!.? Sobre esta~-d~·¡p;eg-~ntas, fun~ crítica actual. Las concreciones sociodiscursivas ¿son los únicos canales, apar-
damentales para la sociocrítica y a las que responden sólo parcialmente Ursula
te de lasgramle~·;.;1ecfi_acloi;e~·i;Jstitucionalcs y de lenguaje, por medio de las
Y J lirgen Link, es sobre las que yo me he interrogado. ~entiende esencial-
~~;¡le;~ 1'! ~Q~j~l_i~la~.Jleg;\ al tex~o_? ¿Es concebihl~ LII1 discurso social aparte de
Tníüllepo!_discurso la práctica de lenguaje de U(l sujeto coJe~ii~~ -~n~ide;o
las prácticas sociales que son las únicas que hacen funcionar de una cierta ma-
q~J<l~ (;..QI)<;recigr¡¡e~_!i9Ciodi~cursivas.especific¡¡s d(! est~ discurs~~~lb~n n_~!fl "lo que s~. d¡ce ·y lo que se escribe en un estado dado de sociedad"? Por lo
en el mo_d~ n() CO(lscien!~ jos indicios de l;l.i11s~r<:ión espaci;d, ~~~j;;¡-;h¡;US;i·:
t~!!!O, ¿cómo se arti<;ula práctica social y práctica discursiva o práctica de es-
ca del sujeto trans!ndividual; en efecto, ~o en que aquéllas se Í~~i;;aliza-n critura? El concepto de ideos¡:nu¡ pretende contestar provisionalmente a este
t~'!nscritJ.~ sistcmªs-~1(! yªl()res sociales y las ¡¡)1(:-raciones.qu-~ los ~~difican-JQs ¡;a·z de preguntas. Tendremos en cuenta dos hechos: por una parte, que el texto.
modos _de vida y-~~- in~erción s()ciocconómjco~- ~(!_lo~ círculos_ que_las·p;~du~
fi_0jc;i~ se construye.enJunción de un ajuste complejo de representaciones y,
<:~!l, :IS.l_~_()I~Q.J'!~ ¡;v~lu~!on~~ g~ !!!~.(!~t~~(;!llr~~ -~~.!l_t~!~~: Cuando ;pa~t¡;:-de por la otra, que rcpresent¡¡r es instituir relaciones que estructuran el objeto; en
e~ta hipotesis, que solo toma en cuenta lo pretextual, se analiza !;!Lql!é S!<_COO-
consecuencia, ~;K~olli~r:!!rÍQ s~.mganizí! en torno a un siste,na complejo de
VI~!tt:!l ~~~os f!:~9Il1~nos discursivos con !a remodelac.i~n que ejcrc~ !!! ~critl!­
estructura¡;j_q_n~~d~!~ ~uando de representación en representación remonta-
ra, se constata que ~stos sintagmas fijos son desconstruidos en un 111 imro.Je.xto
I~ÚlJ!<l\.!Q...tro_Q~~a.t.!l.~~-~qnl'l ideología materializada., tP-Ia que ¡;o¡¡sider~­
de acuerdo con regularidades significativas, ~s ~~~ir, mediante un mi§mujue-
r~_9_sl!! Pllt!~!!l ~~)!11~gt,<l1 de diferentes problemática~ sociale¡;, organizada en
go ck Interferencias discursivas que por es1o..mismo se deja ver como uno de
~~~~rs~s i~9I1icQ~ <}.<}y !ttnguaje susceptibles de ser captados por un doble pm}··
los ¡:lemcntos activos de la producción de sen!ido. Así pues, en un c~;to pá~-;.-~·~
to de vista semiológico y semántico. En este contexto, ~ll~t:e9liema se concibe
lo de una novela española de fines del siglo XVI, Guzmán de Alfarache de
c:Q!T!Q !!!1 artic~Il~dl)f ¡;.)ay~?. semiótico, en la medida en que estructura sistemas
Mateo Alemán, observo desde las primeras líneas la desconstrucción de un
de sign():>._L(;()~i(;~~ g~~!\¡_lles o de lenguaje que corresponden a representacio-
1
sintagma c~¡¡gulado, piedras preciosas en "piedras de precio", lo cual me au-
nes a las que son reductibles todas las prácticas sociales, y discursil'o puesto
tonza a d:~Ir que esta alteración, al difuminar las virtualidades de significacio-
gu(!,tra~lada.do.al texl!),_garanti:r.a en él una función estr11~turantede lamisma
nc_s meta toncas d~ la expresión primera, vuelve a dar a precio su plenitud sé-
mica Y pone de relieve el concepto de un valor de cambio. Si nos interrogamos !l.i!!!lralcza (Cros, 1985 b).
Estos idcosemas no dcfjnen más que relaciones que generan estructuras.
ahora
1 - sobre las causas profundas de una transformación de esta índole , sob re Vados de todo contenido semántico, no por ello dejan de constituir los vccto-
as 11ncas que siguen a este incipit, podemos hacer observaciones convergen-
-----
171
170 EllMONllCKOS
SOCIOl.O(;\A DE L.\ UTEKA TI IRA

CONCLUSIÓN
n.:s potenciales lle tollo llesplazamiento semúntico ulterior y los elementos pro-
pulsores del conjunto de la producción de sentido. Los ideosemas pueden, en
consecuencia, producir una cantidad infinita de fenómenos textuales en fun- Por lo tanto, constatamos que la organización sociológic~ imp~i~a. objetivos
ci(ín de la manera en que se articulan unos sobre los otros, las lliferentes cate- críticos divergentes que implican puntos de vista complejOS, drlrcrlcs ~e re-
gorías textuales sobre las que operan tanto como los aparatos ideológicos de centrar. No obstante, éstos pueden, tal paree~, ~er ~eagrupa~,o~ e~ to~no a d~s
estado y, por lo tanto, las prácticas discursivas y sociales que implican . .AJ.n!: conjuntos irrelluctibles el uno al otro, que delrmrta:~a.n llo~ drscrplmas qu.e, au.n
vés Lle estosid~osema~~ l~tsp:':~cticas~()ciales semantizan el te?ttQ]i!Cr!lflQ,pe- siendo complementarias, exigen ser claramente llrstmgur~as 1~ _una de la otra.
ro este pros:e~~ ~<::-~ermmtit<~ción .s.tedesnrrolla por intermedio Je elt:mCJllll~ No cabelluda de que la sociología de la literatura y la soctocnt~ca p~e~en_ ciar
que relevan a los ideosenws originalcs,_instituyenJo de este moJo rnicr.os¡¿ la impresión a primera vista de que a veces se interesan en objetos td.ei~tlcos
mióticas intratextuales, cuya función es a la vez genética y autorrefc.rencial. pero, más allá de estas i~nbricaciones aparentes, se ~raslucen P~~oc~rpac,rones
L~1 operatividad de esta noción se ha verificado en una serie de textos, pues radicalmente opuestas. Este es el caso, entre otros_ ejemplos posrbks, de tod~
permite responder a un cierto número de problemas que la cuestión crucial de ¡0 que concierne a la Institución literaria: esta últrma, captada desde el exk-
~~~mediación intratextual plantea. ¿~qmq pu_ede el productor de! texto c¡¡¡l- rior, en sus relaciones con el conjunto~~ lo: apa.r~tos d~ ,e~t<.¡do ve~to_res_ ~~ l.o
tar la realidad que le es exterior y en la que se encuentra inmerso como no sea ·d ológico por sistemas de interpretac!On lrlosoltca, htstonca ~ soct~logtca,
expresando la inmediatez de su vivencia o también mediar;¡~-~~ rodeo de la rc- ~:corresponde a la sociocrítica más que en h_1 _mellida en que m~er~tene, en
llexión y del análisis? Suponiendo incluso la existencia de un proyecto e~-~;; tanto que estructura mediadora, en Jos disposrtrvos rntrat:xtuales e rntertex-
autor que se comprometiera a describir su posición de clase y suponiendo asi- tuales. Asimismo, mientras que el enfoque sociológico se mteres~ en el fuera
mismo que aceptáramos plantear el problema en estos términos, ¿es posible, le texto 0 en el ante-texto, la sociocrítica, sin desdeñar por lo mtsmo lo que
1
rcspt.:cto del primer punto, confundir lo que piensa en un momento determina- ,
existe antes y des pues · . const,· dera, que
ele 1a escrrtura, . ___ ..en otra
este . . parte
- sc.des-
do un individuo con la conciencia real de clase que tenemos toda razón para construyc::_cn_elle~!O. segúnmoda!id<J(jes espec¡f¡c;~s- t~uc ~lan.!G -~es e~ esto
considerar como el campo máximo de un cierto nivel lle percepción?¿ Y qué e-;Í~-l¡-~re la sociocrítica supera los límites de la semwl!c;~ rn_m~ncnte-.d~ con:
supone entonces esta primera diferenciación? Lucien Goldmann contestaba a · , ·
diciones sociohrstorrcas · d·,
clctcrrmna as. A-'
sr, es·t·.t.s dos· llrsctplrnas se arl!culan
.
t.:sta pregunta despejando la noción de autor en favor de la de sujelo coleclivo, una sobre h; otra de manera tal que es inconcebible que pue_dan progresar Inde-
y privilegianllo la conciencia como estructura de mediación por intt.:rmedio de pendientemente la una de la otra. Tampoco podrían evoluciOna~· de maner~ au-
lo qtrt.: él dt.:finía como una visión del 1111/Jiilo. Se trata de la visió11 delmwrdo tónoma con respecto a las grandes disciplinas que les son mas_ c~_rc~na_~· L~
que seglÍ n el t.:structu ralismo genético permitía arnpl iar el campo de v isi bi 1ida el sociocrítica no podría dejar de interrogarse sobre las zonas de c~mctdenct,t dd
social dt.:l c:scritor. Ahora podernos plantear el problema en términos radical- sujeto ilkológico y del sujeto psíquico. Sobre esta cuestión ~aprtal para la ela-
mt.:nlt.: diferentes. boración lle tolla Teoría general, hay algunas conv~rgenctas a revelar en lo
Si admitimos que, I}l<ÍS allá dt.:l t:ampo de visibilidad social propiarnt.:!lte di- sucesivo en torno a la obra de Gérard Mendcl en parttcular.
cho, st.: extit.:rllk una proyección interiorizada pero no consciente de relaciQnt:s
~;-;tt_:riprcs a! ,~ujettJ c¡u~ h¡¡bla •. que se in_scribcn en lo vivido en form<t ª~12!Ac­
tica~lle lt.:nguaje y m(ts amg!iamente sociales, admitiremos en efecto también
que por el st.:sgo de estas rnicroscrnióticas intratextuale~. así como por ei·¡;;·¡)~L­
jo que realiza la genética textual en las concreciones.soc"iodiscursivas,~<::Q-~.J~­
tivan relaciones con el mundo que no son ni percibidas ni perceptibles por~)
escritor, lo cual dota al texto de una capacidad de visibilidad o, mejor, de legi-
lihilit!ad social sumamente amplia .(Cros, 1983, passim). ..
LA TI<AillllTilJN 173

10 indudablem~nte, el miedo que les producen las teorías en cuanto tales, sobre
todo las teorías no literarias. Muy poco a poco se les ha ido ocurriendo que la
La traducción ausencia de teoría también es una teoría.
Desde la expansión de la lingüística general se han aplicado a la traducción
un gran número de teorías lingüísticas que suplantan a las teorías de antaño,
JOSÉ LAMDERT
las de los propios traductores para quienes "la traducción es un arte, no una
ciencia"; por lo dem;ís, algunos investigadores siguen pensando que el estudio
de las traducciones -y de las letras en general-- es en sí un arte más que una
"'ciencia".
El resultado de los múltiples coloquios celebrados entre 1960 y 1970, en
A partir de los años setenta, uno de los fenómenos más inreresantes de los es- los que incesantemente traductores, profesores de traducción y lingüistas se
tudios literarios ha sido el verdadero cuestionamiento teórico de Jos mismos
opusieron unos a otros, es ~~::oro que ~nfr~!:!.'_l_t()_da~eo!ía ante las traduccio-
mediante el rodeo de la traducción.
nes realmente existentes en tanto que fenómenos "históricos". Teniendo en
La rnay~: parte de los manuales de literatura comparada reservan un lugar a é~~ni; los t~xtos que hay que producir, o sea los textos de ti.po ideal, hace
la traducc.JOn .. aunque sólo sea de paso. Lo mismo sucede con los congresos tiempo que los teóricos han levantado un muro entre ellos y los fenómenos que
Y las publicaciOnes más representativas. No obstante, la integración mutua de ,,.
hay que describir; sus definiciones normativas son incompatibles con la histo-
estos campos de estudio se caracteriza por una cierta incoherencia. Ora es ria (Toury, ll)7R; Lambert, 1978). Aunque es difícil eludir la necesidad de las
el traductor el que toma la palabra, ora el lingüista el que escudriña los límites teorías, quedaría por determinar cuáles podrían convenir y en qué condiciones.
de lo traducible, ora tmnbién el profesor de traducción o el profesor de litera- Según Toury, los investigadores se equivocan cuando se esfuerzan en definir
tura comparada quien se preocupa por e luso de traducciones con fines pedagó- (de manera cerrada) los fenómenos antes de haberlos estudiado; sólo las hipó- ! 1
1
gicos. Por lo tanto, en conjunto, queda todavía por emprender un estudio sis- tesis podrían reorientar las investigaciones y alcanzar finalmente un conoci-
temático de las traducciones literarias y de Jo que nos enseñan sobre Jos fenó- miento más sistemático de las tnnlucciones.
menos literarios.
El carúcter más o menos específico de las traducciones de las obras litera- '1
i. Cómo explicar estas incertidumbres e incoherencias por parte de una discipli- rias, en vez de ser planteado o resuelto de antemano, se vuelve a convertir en
na que pretende sobre todo ahondar las relaciones entre las liter:lluras? Si bien es objeto de estudio; las distinciones entre traducción, adaptación, imitación, o
cierto que denotan u~ malestar 1imdamental, sería posible que otra perspectiva entre buenas y malas traducciones, son también datos históricos. El examen de
meJor tuviera como electo dramático conducir a Jos es- ludios literarios a revisar éstos tendría que llegar a ser más eficat: gracias a teorías de un nuevo tipo que
sus posiciones teóricas sobre un buen número de otros temas clave. en realidad son modelos descriptivos, destinados a facilitar el análisis de un
Por otra parte, hace algunos años que el estudio de las traducciones tiende a objeto histórico.
ocupar un lugar entre las nuevas orientaciones en literatura comparada (Kush-
ncr, 1984 ); no sólo el número de trabajos ha aurnent;¡do de manera conside-
rable, sino que sobre todo se abre camino también un esfuerzo evidente por
basarlos en esquemas metodológicos y teóricos explícitos. !.A TRADUCCIÓN TRADUCIDA EN PREGUNTAS

Parece que nuestras preguntas sobre los diferentes aspectos de la traducción


ESTtliJIOS TEÓRICOS O ESTUDIOS IIISTÓRICOS
están sujetas a múltiples malentendidos. Frente u un tema que no tiene ni esta-
tuto académico ni tradición científica, llls investigadores se han seguido plan-
teando hasta nuestros días preguntas ingenuas. ¿Por qué el traductor x es un
Una de las rat:oncs capitales por las que los comparat:.>tas han abandonado ha- genio de la traducción? ¿Se puede traducir el Ulysses de Joyce verdaderamen-
ce mucho el estudio de las traducciones a Jos lingüistas y a los traductores es, te'! ¿Cómo se podría traducir una obra maestra japonesa al inglés? ¿Ha perma-

1 112!
175
I.A THAill 1('( 'Jl)N
JOS(; LAMBEHT
17.J
de las relaciones entre Jos sistemas de con1unicaciún, aparentemente varía se-
gún los momentos y las situaciones. Lt?Jitcraturas y_las culturas más ¡;~t<t\ll~s
¿C~mo explicar el envejecimiento d~ l~s t~~e~:~~~c~~~e~t~s
m:cido fit.:l el traductor a su modelo'! . Q . ~ ..
grandes traductores? ti~~~~~~~~mlc~1~\a a_integrar.los textos importados imponiéndoles. SI!~ pr~1~ias
Estas son las preguntas que se plantea un t . d . .. CQ!lY~ncioncs: los traductores evitan las obras demasiado "raras", evitan los
cultivado; sin llegar a decir c¡ue . t'· ¡.. ra uctor, un cntiCO o el hombre neologismos, el exotismo, las innovaciones estilísticas o narrativas, los géne-
son " sas podemos observ· ·
potencial de malentendidos y ·sobre t oc1o sus' ¡·llllltes
. en .re!· ar· ·su atomismo, su ros vanguardistas, cte. Las literaturas_y las culturas en estado dc_crisis o ~L~s­
guntas mucho más fundamentales y en . 11 . . ,tcwn con otras pre- tado de formación lo tjlí·é-btisc<Í_n.el{ cambio son las innovaciones y mantienen
mos, a través de las culturas por·.:t . 1 c~~~?CI~I,
_as slgutent_cs: ¿qué entcndc- todol-;;p~lsib-lcl<;S·~-aracterísticas d~ las obras importadas; en estas situaciones
función de las traducciones' . ~ac uclr ., ¡,como_traduclmos?, ¿cuál es la ·z.~ ctiando nacen en general las scudotraduccioncs (Toury, 1980; Even-Zohar,
!lo?, ¿cómo explicar hs . _en l~s lttcraturas y pnnclpalmcnte en su desarro- 1978). Estas hipótesis sobre el tema de las opciones posibles por parte de los
P· . . ' cn~1s Y_ as revoluciones en materia de traducción?
.. .¡~,delamente,
los estudios ltterarios también se han liberado de!· . • . traductores, de las traducciones y de sus lectores permiten incluso formular
t.ls d ¡hombre
, ¡ del · educado ante las Bellas Letrus · D,. 1 l1<1cc
este . .t_s prcgun-
unas dccadas .¡ esquemas de previsibilidad, en función de la compatibilidad o de la incompa-
tibilidad de los sistemas de que se trate. Las compatibilidades o incompatibili-
1dt o e cscntor ' del cr1't1·co y d e 1.d t... ·
letOna dO
'1 Jos b rt · ' a
dor se esfuerza por penetnr el univc ' , uen?s. 1 Jros, elmvestiga- dades nunca son absolutas, sino que son históricas y por lo tanto relativas, aun
de manera incondicion·tl 'Ab d . rdso die! aqu~l!os Sin Identificarse con él en el plano lingiiístico. La cuestión de la posibilidad de las traducciones se con-
no~m.atl;as,
"1
' · an ondn o as pos1c 10 e. · •'
tui do el discurso artístico por un discurso <ulto" L· n. s ha susti- vierte así en una cuestión histórica y relativa, que todo traductor resuelve de 11,

lunción de sus propios ob.ctivo. . , . · ,¡mvest1gac1on aborda, en acuerdo con sus propios medios y concepciones, o según los medios y las con-
rechazado. J s, much<~s preguntas que la crítica literaria ha .....
cepciones que su medio tolera.
. Según la perspectiva teórica que hacemos n . . . La ventaja de la interpretación sistémica de las traducciones es en primer
Importa es determinar la conccpció d 1· .. duestrd, en pmner lugar lo que lugar su carácter global y su carácter abierto y corresponde a esquemas de pre- ,..
. . ---
te la h1stona. La trad .. · · .
n e as tra ucc1ones en un n
. ------ -------- ... _ __
d
ado1011~~-nto
~----~ guntas y no a tesis. La interpretación sistémica se relaciona con el léxico que
--
t -
~~é -·¿¡;)--:-ª---<: ~stu.
- - ----- !Jffl911 se convierte en te m d . d'
~~~~~~~<!~~~~~~
'1.
quién produce !as traducciones, P;;; lo;__
~n gG!lG[Q~G!H)\1~ ~lé U<;~~2d c~n de_q_t'(!!~XIOS,
utiliza el traductor, pero también con la cuestión de los nombres propios, de la 1·
lJI}C y
)eqgtl<l Cl; l !el; la ayud,¡ vcrsi ficación, de las figuras retóricas, de las técnicas narrativas o las distincio- ·l.
y que esquemas literarios en fur;ciónlde_______g Jd... L--~~-"cu~ni~.EQD_q~~g!~!r~
quemo as rtcranas moral . r .... nes genéricas, e incluso y ante todo con la selección de textos entre los sistemas
c_a~. d~ co~cepción ~~~duq:j:
'. . .
poltttc_as, y_¡tdcmás en función qué de la mgUlsll.:. extranjeros; la ausencia de traducciones en un subgénero, en algunas épocas o \::
1'
en algunas literaturas se vuelve tan sintomCltica como la manera en que están
elaboradas las propias traducciones. Cada cultura y cada literatura (rc)forrnulan
la traducción y sus variantes a su manera. Toda definición ahistórica, supuesta-
EL ~IODELO SISTJÓ~IJCO
mente universal, es en consecuencia absurda. Sólo una definición funcional y
abierta permite dar cuenta de las lluctuaciones en materia de normas y de mo-
delos que caracterizan a los fenómenos de la traducción.
o~ststcm,tsdecomunrcacrónc¡ue 11 t ·1 ¡· -------~-~!l!rL
Nosotros
.. - . describiremos
• . . · hs tnd
•.· -- '-- LlC.f!Q!lC!i
. en tcrmmos
, . de las relacione· •
· - .. ¡cnguasdrlerentcs(cód'
rz.tn .· · · d'f Las teorías lingüísticas y la mayor parte de las demús teorías de la traduc-
ace~tamos !;t_I_1!_1!_!!r~lcza~~~cta '--~~en­
1
ción de hecho son explicaciones cerradas del fenómeno de la traducción: pro-
+. : l;IO~cs P\JCl~<:__§(!r .9.~!:­
tcsl; que de estas rela .· lgos.
mela a¡mori, que depende precisamente de¡. :· no ponen una interpretación muy particular y estática de las relaciones (de la
contacto, ¡¡u e depende pr-r.. nc-·,.p· al .. t- d 1as re _a~ ststein;ts~!!_
tones entre los equivalencia) entre una obra de partida y una obra de llegada a otra lengua.
-
--~
' mcn e e a [>OSJCIÓ
pe~'; )'_Q~Jg tol~
en el sistema de llegad·¡ (el trad ·t d . n que ocupa el !r;tdlJf!QL Pretenden separar las obras "equivalentes" de las obras no equivalentes; en rea-
¡<lncia de su medio a c:·te res or pue _e ::mular la traducción) - lidad, lo que hacen es proyectar las normas del investigador sobre el objeto de
nación de conver;ci·o~~~ e~tranJ·~·.q.ucdes ~1
Siempre resultado de una_¡;Qmbi- estudio, en ve'! de analizar las normas del objeto. En general, estas teorías se
c_~!!a~.
- - - r.ts Y e convenciones autó ·t . 1
punto de parecer artificial a los OJ.OS 1·1 ·1 . - tasia el basan en una conlrontación del texto de partida y del texto de llegada en la que
•. . . . · le os ectores-reccptorcs.
el primero se aplica como un criterio evidente y seguro, mientras que en la
. S~ "tr,tt.t o~vlamentc de P!·9cesos de comunicación individuales e .
a¡,, \ez," merced de las crrcunsta ncl.ts. .· .. 1~a. eqlllvalencra,
. . es decir, la
y naturaleza
olectlvos.
177
176 JOSÉ LAMBERT LA TRAiliJC('IÓN

cultura y en la vida literaria, el texto traducid . . . . la "fidelidad" dd traductor, situándola con n:specto a Jos extremos, y esto en
modelos; el traductor y/o sus lec!< . ·' . o much.ts veces remite a otros términos de normas dominantes; en efecto, tenemos buenas razones para creer
Jres pueuen tgnonr y 1 •. 1 . 1
de partida; en el caso de la seudotr· ·' .·. é. ' . ¡,¡~ a camut arel texto que ninguna traducción es verdaderamente cohen:nte frente a este dilema: en
· auucc1on ste no llene 111 ·1 · •
extstencia imaginaria. ' · e uso mas que una una traducción frances.t, algunos nombres propios pueden afrancesarse, mien-
tras que otros no; el vocabulario puede corresponder al "franglés", mientras
dor vincule sus preguntas a esque~~~; ~;y~~~~~s~_r_~~r ~ace q~1e el investiga-
La ampliación de las relaciones 1.
que la compaginación y las técnicas narrativas pueden estar de acuerdo con las
lado como un programa ·'e t'n ·¡· ." sts emtco extge ser explici- costumbres francesas. !::_o gue importa precisamente es estudiar las opciones a
u ves tgactOnes Veamos . .
la equivalencia que permite or ·tnizar 1· ·. . u~ esquema semtóttco de todos Jos niveles micro y macroestructuralcs; las tendencias lingüístic<ls, uw-
de los fenómenos de la traducci~~: as tnvesttgactOnes sobre el conjunto rules:artísticás que dominan en el sistema Je llcgaJa obligan a los traJuci<)feS
-;¡·toÍI{ar posición, consciente o inconscientemente, en cualquier momentodel
proceso. Como el objetivo no consiste en estudiar los textos o los trauuctores
Al-·-- - T,l ~·~LJ =' A2 ---T2--12 sino las normas y los modelos que los orientan, todos los metatextos, incluidas
1 1 1 ~

1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
las teorías de Jos traductores, se prestan al mismo análisis; constituyen asimis-
1 1 1 1
1
1
1
1
1
1
1
1
mo una toma de posición ante los dilemas en materia de traducción; en el caso 11"''
1 1 1 1

1 : : : 1 de las traducciones literarias, Jos metatextos son a la vez tomas de posición


A 1' - - - - - T I ' - - - Ll' A2' ---- T2' - - L2'
ante Jos dilemas a Jos que está sujeta la literatura.
El modelo sistémico ofrece la posibilidad de reintcrprctar y corregir los tra-
bajos anteriores, ligados a otras teorías. Estos estudios generalmente profun-
sistema 1 sistema 2
dizan aspectos más limitados, en particular las relaciones entre Texto 1 y Texto
Explicaciones: 2, o entre el autor y el traductor; utilizan con frecuencia el texto (sistema) de
-A designa
T 1 - la cquiv·¡l· ' cuco· a, en tcrmmos
· · de pregunta (¿..¡ué relación?)· partida como un criterio para analizar (evaluar) el texto de llegada. Sin excluir
· · - - Autor, Texto, Lector· ' andaduras de este tipo, que corren el riesgo de ser implícitamente normativas,
A' ' T' ' 1' '
, = Autores, Textos, Lectores; nosotros las completamos mediante el análisis de muchas otras relaciones .
----- = las relaciones (positivas, negativas).
En todo caso, está claro que el "original" nunca es el único modelo de una tra-
. Nuestro esquema tiene un estatuto teórico eh' •.. . . ducción.
cwnes pueden desempeñar . 1 1 ipotettco. muestra cuales re la- El modelo sistémico nos conduce por otra parte mucho más allá del examen
. un pape en a producción y J· + b ··
traducciones y en consecttetJc·a . d en a e a orac10n de las aislado de textos o de traductores elegido al azar. En la medida en que la cues-
' 1 • cua 1es e entre ell·
consideración en el estuditl
· de 1· . t . d . ,
as ra ucctones Es m··. 1 · as merecen ser. tomadas en tión que hay que resolver remite a normas y a modelos, y a continuación a
heurístico que un cnnJ·unttJ d t .· p · · as Jten un mstrumento normas y modelos dominantes, el verdadero objeto llega a ser el conjunto de
. e ests. retende ser 1 . f .· .
y abterto para localiz-tr todo. 1 . . . . . o su tcJentemente a m pito las traducciones (literarias); la trayectoria del investigador, de acumulativa
. ' s os ,tspectos tmport·mte. .
ctón en una situación cultural d· d· d ·1 ' sen matena de traduc- que era en el enfoque tradicional, se convierte en sistemática.
1 •
Even-Zohar propuso contemplar la literatura en traducción como un ~i)t¡;m¡¡ .
a a, e proceso a la recepci · . .. d
as categonas textuales (liugliísticas estilístiC' . . on, pasan o por
por la distribución comerci·tl o 1' ,ts, soctoculturales, genéricas) y _c()mplcjo que tatnbién tiene sus normas y sus modelos (Even-Zohar, 1978); él
ducción. ' por os metatextos sobre las actividades de Ira- considera que hay dos argumentos en favor de su hipótesis, a saber: 1] t,:L!l~­
cho de que una literatura determinada aplique sus propios principios de selec-
Cada traducción parece ser una concre .·• d
ridades muy determinad·ts E .. 1 . . _cton el es~uema de acuerdo con prio- ciÓn, Incluso frente a literaturas y obras extranjeras muy diferentes (toda la Eu-
r(5[1a del siglo XVIII vinculó la suerte de Osián a la de Homero); 2] ~]hecho de
' · · s a tnvesttgador a quten . d . .
las. La pregunta centr·tl sera' la . t 1 correspon e deltmttar-
n<~ ura eza de 1
1~ norma dominante en lll:l·t·e·
--- ·'- ·.
'
r:¡·· -~~--- -d ----.-.-a equtva encta. La traducción o
· 1
a ue tra uccton ·e· d 1 t'1
·
-• -----
que la literatura de llegada observe una cierta estrategia en su métndo de
!Ja_<_:ia el sistema de partida) del ti . . G s _e _ P~ aue~uado_(dirigid¡¡ traducción, incluso frente a obras muy dil'crentes. Claro está que no basta su-
llegada)? El dilema adecu~!do/acept~~tc~pta_ble J.(dtngtda hacta cL.sistcmn._gc
0
poner que las traducciones funcionan como una organización; importa mucho
, e cornge a pregunta tradicional sobre
17H
JOS(; LAMBEkT 179
LA TRADUCCIÓN
más situarlas en el sis(cma literario y en rd;tción con él: ¿son tradicion:Jies o
inno~t.doras y en qué?, ¿ocupan un lugar central o un lugar marginal en la vida LA LITERATURA TRADUCIDA COMO SISTEMA INTERMEDIO

de las letras? Contrariamente a lo que un buen número de teóricos afirman,


Even-Zolwr acepta que, en la mayoría de las situaciones, la literatura traduciua . len funciones determinadas en y entre las lit~-
se coloca del lado de las obras convencion::tlcs. Los teóricos y los historiadores Dado que las traducciOnes et~mp. d I· . ropias traducciones, debena
-¡· · d est·ts tuncwnes, o e .1s P . .
tienen por misión precisamente identificar los factores que favorecen las con- raturas, el a na 1St S e , d . funcionamiento. Las expheacloncs
. 11 0 d·J·slitewturasy
1 csu ·
cepciones convencionales/innovauoras, o que confieren a las traducciones una conductr ai1L~<J e ' . . suponer ¡¡ue la traducciOnes
· . do 'tntenormcnte 1¡,¡cen . .
posición central. A este respecto, concede mucha más atención al grado de es- que se han proporcwna ' . de las relaciones literanas mter-
tabilidad de la literatura receptom.
. .· 1• te uno de Jos sectores . d
conslltuyen sllnp emen . 1 . t· ción literana. La clave e
1986) o meJOr de a nnpor a .
Huelga decir que esta teoría no hace sino ::tcentuar el papel de la literatura de nacionales (Lambert, '. ' . . . , d es el análisis combmado
. I· orcwna a los mvesllga or . f
llegada y las funciones literarias concedidas a las traducciones en y por las li- Jas traduce tones a prop . Ah b' n ést·ts permanecen con re-
teraturas. . d I· , t 1"tducctones. ora te • , ,
de las literaturas Y e .ts ' • . . . •. r'::t El investigador errana no
, ·nalcs de la VIl1.1 111er.t 1' • • , •
La clificult::td consiste en situar la literatura en traducción en el sistema (lite- cuencia en las zonas m,trg! ,·d . ue las zonas as1stenucas
. d', , d vista Lotman const era q - .... - . . .. .
rario) ele llegada y en relación con él. El sistema ele la literatura traducida no es obstante st las per Jera e - . . 1 , ., 1 en la evolución de los S1ste-
dt: naturaleza m;ís estable o coherente que las 1iteraturas, por lo que llega a ser son susceptibles de desempcnar un_~,tpc .•c.'tp,l ~- de maravilla a la posición
. 973) U1Ja observacJOn ast se ,tp tea ., . ., .
tanto m;ís esencial determinar Jos principios que orientan a las traducciones. m__ as (Lotman, 1
·--··-· . L· . de a reCibtda . . segun , I·a cua. , 1 h' produccton
. .hteran.t.esta- .
En realidad, sólo las teorías sistémicas explican una de las_p;tradojas en mate- de las traducctones. a t . , d obr·íSntÍevas ll::trnadas ongma-
1 · , ente a la creacwn e ' · ' ·
ria de traducción: ~!t::ºhq ~le qi.Jc los clásicos de ht historia literari¡Uraduci:_ ría vinculada exc us1vam
.---- .
d t' dad '1 las o )faS 1m
l . . port·tdas ya sean traduc1das o
' •
1
dos, y muchas o¡ras tra~jucciones, se ~ilúen fuera eje la litenttt!n~ p~()pi.!Jnl~nte les, m::tntiene en la e an es 1111
- ,
'
·¡ . n las obras ongnht c..
. . . 1 s E·l discurso traducido es om-
.
d~cha, y que las traducciones de obras no "literarias:· (muchos textos religio- no, y sus vmculos sull es e~ ,
-· . b 1 o en las met oras, e
áf . n los versos, en Jos procedt-
sos: la Biblia, etc.) ocupen en ciertos momento~ un lugar C911tral crJ la.lijda.. ni presente en el voca u an • , . de todas las literaturas, pero raras
. J· s m'trcas genencas ·
litt;:r¿¡ri!\. Si es cierto que el~~terna de llegada organiza la~c)ecci0.!U'.!~ e.J¡¡bo~.. rnientos narrattvos Y en a ' . . ero· su extrañeza muchas veces
. . 1.. , d m o un dt scurso extranJ • ,
ración de las traducciones, es conveniente agregar que por "sistema de Ilega- veces es tdentt tc.t o co ¡· , t· e· ón progresiva. Ast pues, e 1
. d después de una ac 1111.1 ,1 1
l¡;·;;·, n.o se entiende necesariamente a la literatura de llegada; las normas de la se difumma, sobre to o . . on llest·tcados en las lenguas
1 . 1 10 gnego apenas s · '
literatura importada no son necesariamente las de la literatura que importa; sustrato latino y hasta e sus ra , ·vo de procedimientos muy ex-
, E 'C.1 "tmentc el prestamo nue ·¡-
pueden cambiar, pueden sufrir crisis y conllictos. Así, la literatura de la Anti- occidentales. ·s pre s' -· · ·· e tr~e . h 11_1ente la idcnt1 1Ca-
f t de choque Ye 1qu u '1 '
giiedad greco-latina ha contribuido a modelar la poética del siglo XVII francés, !raños el que produce un e ce o. . d . Ya se trate de palabras, de figuras
. . de) textos unport,t os. . 11
y el ejncicio de la traducción no ha hecho si no reforzar esta explotación de la ción de (tragmentos , . ntcros las traducctones e-
. el textos y de gen eros e • --
herencia literaria; desde el siglo XIX, la literatura greco-latina ocupa un lugar de estilo, de fragmentos o ~ .. d . . re·tliZ'ln una dosificación entre
van s1empre . 1a~.• m,trcas
, " . del ststema · mterme lO. . ' · • . Los pnnc1p1os . . . d e !·,¡
m;Jyor en la enseñanza de las letras que en la actualidad literaria. La suerte que . ... , , los esquemas extr,mJeros. .
ha corrido Sltakespcare ha evolucionado en sentido inverso: el drarnatugo isa- Jos esquemas autoctonos y . . 1 't do de tmducción- depn
" ¡ ." de Jos textos y e me 0
belino conoció primero una recepción libresca, fuera del repertorio teatral; só- dosificacton -l::t se eccton . d de la literatura receptora (Lambert,
lo müs tarde fue aclimatado como dramaturgo. al desnudo el carácter cercado o cerra o 1 . 1 qtte irrumpen. De manera
. . , 1 s stslemas le va or .
La hipótesis de que la literatura traducida se organiza como un sistema lleva 1986) • su tolerancia. para con el o· 0 JCS O d e d'lSCllfS·o trallLH'ido ·-
revela tgualmen-
inevitabkrnenle, así pues, a las incoherencias de este sistema y su posición in- negativa, la ausencia de tra ucct r . d utn ole·tda brusca de textos
te las opciones de una tlera u ' .
r . t n determtna . a. , que ' '
enes se desarrollen con la ay u-
termedia: ¿dónL!e situar las traducciones en y entre las obras literarias, en y
. t , Jas lttcraturasJOV · · .
entre las literaturas? Principalmente aquí es donde las investigaciones sobre extranjeros. Es lrecuen e qut.: . 1 .. de JasJ'óvenes literaturas escn-
, · · or!'ldas (es e c,tso ·
las traducciones adquieren todo su sentido en relación con las investigaciones da de textos y de poettcas lmp ' . 1 d. J· J'teratura holandesa en Flandes en
- ·· d ¡ J't 1 · tura en Israe • e •1 1 ,
literarias en general. tas de Al nca, e a er.t , .· v -. ~rl'Íiogas. El drama roman-
. , d Jos generos s1gue 1,15 u '
el siglo XIX). La renovacJOn e . . d. xplicarsc sin la migración de
tico y la novela histórica europeos no ¡me en e
1xo 1g 1
LA'IR;\llii('CIÓN

nHH.klos alemanes e ingleses; la novela policiaca y la ciencia ficción se han sirven de modelo a otra literatura o a un grupo de éstas. Tal es el caso de la
convertido en géneros internacionales a partir de las letras anglosajonas, al fi- herencia latina en la Edad Media, de las letras francesas en el siglo XVIII (en
nal de una larga y compleja integración a las otras literaturas. Alemania, en los Países Bajos, en Jtalia); el estudio de las traducciones inter-
llay un buen número de traducciones que ~antean de manera capitalyl medias que han dirigido el desarrollo de la literatura en yiddish o en hebreo,
p~o,blema de lo~ géneros. La compatibilidad entre los principios text 1¡ales y ge- por ejemplo, saca a la luz las jerarquías literarias y culturales de Europa, <lcl
nencos de los s1ste111as en contaclo es por definición limitada; cuando las mar- siglo XVIII a nuestros días (Toury, 1986 a). A partir de la segunda guerra m~m­
cas genéricas sou (re)conocidas de manera paralela, raras veces corresponuen dial, la Bélgica francófona y neerlandófona asume una act1tud particularmente
a posiciones jerárquicas paralelas (Lambert, 1985). En caso de couflictos pasiva ante las traducciones: las importa por Jos Países Bajos (en el caso de los
evidente, los traductores optan por una integración a los esquema~ convencio- textos holandeses) y por Francia (en el caso de los textos lrancescs), lo cual
nales o, cuando tienden a renovar las normas, lo hacen al revés. Los efectos de implica una integración casi total en el nivel de normas en materia de lengua Y
estas innovaciones son, por supuesto, asunto de recepción. Sea lo que fuere, de principios textuales. .
sería muy ingenuo perder de vista las zonas late1.tes e inconscientes de las lite- El examen de estos relevos internacionales y de los valores que veh1culan
raturas, en las que la acumulación de textos constituye una reserva de la que se permite en general revelar el prestigio cultural de algunos grupos o países. La
ah menta la imaginación de escritores, de críticos y de lectores. En la Bélgica del mayor parte de los países y de las litcr;~turas asimil;~n las obras más ."exóticas"
s1glo XIX, los lectores tlarnencos pertenecían sistemáticamente y sin excepción (es el caso del Extremo Oriente, para los países occidentales) por mtermedw
a dos literaturas: siendo toda su educación cultural francófona, no por ello de- de l;~s lenguas internacionales dominantes: ante esta importación doblemente
jan de sacar provecho de su bagaje "importado" cuando leen y producen obras extranjera, las literaturas receptor:Js renuncian a los principios requcndos a
en lengua holandesa. La situación más extrema que hemos de contemplar es, otras traducciones.
por lo tanto, la de los sistemas literarios importados en su conjunto. La observación panorámica de los intercambios en materia de traducción,
Muchas veces, la explotación de Jos sistemas intermedios responde a estra- de los sistemas intermedios y de sus fluctuaciones tendría que hacer posible
tegias semiconscientes. Víctor Hugo, Vigny y sus contemporáneos sueñan con algún día una descripción de las "coyunturas" literarias anúloga a la de la eco-
una escena experimental en la que todo estaría permitido, sobre la que las re- nomía mundial. O mejor aún, tendría que dar una idea estructural de las estra-
glas no tendrían ninguna inlluencia; ante lo absurdo de un sueño así, ellos re- tegias literarias a esc;~la mundial y hacerlo mediante el análisis d.e las inter-
nuncian -en primera instancia- a la representación, en tanto que acuerdan acciones entre las unidades internacionales, nacionales y otras: la 1dea de una
excluir al teatro "a un sillón" del panteón de las Bellas Letras. Ahora bien toda \Veltliteraturde este tipo no podría dejar indiferente a aquel que pretenda estu-
la renovación proviene de las experimentaciones preparadas durante un ~ierto diar los fenómenos literarios.
tiempo en la periferia del movimiento teatral. Es sorprendente observar que las
traducciones de Shakespeare y de Schiller son elaboradas de acuerdo con los
1nismos principios, durante los mismos años y muchas veces por los mismos
ESTlllltOS Y PIWYt'CTOS
literatos. En las experimentaciones teatrales, las traducciones represent<.~n el
sistema intermedio por excelencia.
liemos insistido en que es absurdo yuxtaponer sin cesar las traducciones y No cometamos la injusticia de olvid:Jr lo que han aportado ya varias generacio-
su "original". Esto llega a ser p<.trticularmente sorprendente en el caso de las nes de invcstigador~s. !la y ya disponibles excelentes bibliografías; se han pu-
traducciones indirectas (0bersetzungen i/11.1' zweiter f/and: von Stackelberg, blicadn numerosas monografías o trabajos de conjunto. A pesar de los defectos
19X4; intermedia te text, Toury, 1986). Éstas están presentes en todas las lite- que hemos denunciado mús arriba, estDS trabajos proporcionan con frecurncia
raturas Y en todo momento de la historia. Son el síntoma de estratificaciones informaciones muy valiosas sobre los fundamentos mismos de las traducCIO-
complejas en el desarrollo de las literaturas; acaban para siempre con la ima- nes y sobre su lugar en las literaturas. En v;~rios casos, las invcstigacion_es pue-
gen mecánica de literaturas nacionales que se codean a lo largo de las fronteras den ~er calificadas dr "sistémicas" por adelantado. Las rclerem:1as estan L'lll<l
políticas o lingiiísticas. Las literaturas en diferentes lenguas no sólo se in- mayoría de las guías que usan los invt.:stigadores y parecería inútil rehacer aquí
krpenetran, sino que se "superpenetran" hasta el punto en que algunas de ellas el balance de las n1is111as.
IK2 JOS!' I.A~IBI Kr

, , No. obs,tante, lo que les falu~ son bases explícitas y coherentes o, Jo que viene
a ser en p.trte lo m1smo, un m1n1rno de coordinación. Una parte de Jos estudios
11
q~1e hay que emprender consiste en despistar, en situar y en reinterpretar Jos
Estudios comparados interculturules
estudios anterwres.
Hay incluso investigaciones antiguas que algw1as veces siguen siendo muy EARLMINER
actuales,_ comoellibro de Marie D'elcourt sobre lus traducciones francesas del
tea~ro gnego. No obstan!~, los esfncrzos más impresionantes y los mejor orga- Elterti 11111 comparationis no es un dato inmediato.
n¡z,tdo~ han s1do proporciOnados por los países del Este (Levy' 1969· Dv ·x·
1')72· o .,. ( . . . uri>In,
• un~1n, 1Y85 ); el hecho se explica por las ricas tradiciones en el arte de Douwc W. Fokkcma ( 1984)
la traducc10n, pero también por las experiencias del formalismo, del estructu-
rallsmo Y de la :;e,miótiea. Desde hace veinte años, la expansión de las teorías
sobre la _traducc!On, lu colabomción entre los di fe rentes centros nuevos (Tel-
A ~IV, Belg1ca Y los Países Bajos, Canudá, Güttingen y otros centros alemanes),
Y ~obre todo los contactos entre los especialistas occidentales y Jos de Jos NOVEDAD Dll LOS ESTUDIOS VERDADERAMENTE INTERCULTURALES
1' paises del este,_ilan ongmado posibilidades completamente nuevas. En el seno
'
d~ la -~soc1ac1~n Internacional de Literatura Comparada, se fundó un Comí-
te .d,e_ lr~du_cc1~n (~ue fue diri_~ido primero por Anton Popovié, un discípulo de llasta hace muy poco,la literatura comparada era intracultural, tanto en la prác-
Le\ y), t:qu1pos de mvest1gac10n exploran la historia de las traducciones en las tica como en la teoría, y la ~~¡iligta no era prácticamente más que lt?_
dllerentes culturas Yya no es utópico soñar con una historia de las traducciones coi~2_QI!_l!.lit~-~~~~léri_ca_~<::l.Norte. Los estudios temáticos trataban de la
Y de sus luncwnes lllerarias (Hermans. 1985 a; Hermans, 1985 !J ). guerra y los autores comparados podían ser Tolstoi y Stendhal, pero ninguna
mención se hacía de la flisJOria de Jleike ni de la Novela de los tres reinos (ni
siquiera se utilizan los títulos originales). Los estud1os de los movimientos li-
terarios abarcaban Alemania, Inglaterra y Francia, pero nada semejante se ha-
cía fuera de los límites est:.~bkcidos. Como siempre, la práctica está justificada
por la teoría. Los estudios comparadns entre culturas sin relación de intercam-
bio intelectual o sin tradiciones compartidas eran rechazados por impresiolliS-
tas o por falta de peso intelectual. No hace mucho tiempo que los grandes estu-
dios interculturalcs que se permitían exigían que hubiera habido contacto
directo, y hasta el interés de Goethe y de Montesquicu por aquello que se en-
contraba más al este raras veces era objeto de estudio. !la habido estudios o por
lo menos un cicrto interés por la atracción que ejercía la India sobre Thoreau o
Emersun, o Japón y China sobre diversos poetas y dramaturgos europeos. Es-
tos estudios sólo han encontrado la indiferencia. Pertenecían al exotismo, que
podía gustar a ciertas personas. No pertenecían a la ortodoxia, que se ocupa de
las cosas serias: Europa y América del Norte.
Esta actitud era un vestigio del imperialismo europeo, de una época en la
que la mayor parte de lo que no era ni Europa ni !:1s Américas estaba bajo el
dominin de Europa. Este imperialismo era talque que la mayor potencia impe-
rial tradicional, Inglaterra, hasta el presente ha mostrado muy poco interés in-
cluso por el estudio de la literatura comparada eumpea. Los acontecimientos

1 183 1
ESTlllliOS COMI'ARAilUS IN"! FRC\II.Tlii<ALI'S
IH4 EARL MINER

. . .. d d· 'lebre . pero qué efecto ha podido tener sobre los es-


Este pasaJe es stll u a ce , /,
recientes han alterado esta situación. Europa ha perdido la mayoría de sus im-
tudios dt: litt:ratura comparada? ,· >. r '-
perios y ha visto declinar su influencia. El minúsculo Japón se mostró capaz de Lo mismo que Thoreau, William I3utlt:r Yt:ats era p~esa de P.'~sto~cs rt~r,ll· 1

llevar a cabo una guerra mortal para de inmediato, como el Fénix, renacer de las 1
rías que absorbían sus preocupatnes sociaks y lrlosoltcas m,ls btt:n que a a '
cenizas que dejaron los bombarderos norteamericanos y convertirse en lapo-
inversa:
tencia comercial más expansionista de finales del siglo xx. Sony y Honda son
más conocidos que Murasaki Shikibu o Matsuo Basho, pero el ascenso de la . . , . l muchas artes recorrer el círculo; ha conocido e\ fruto
Europa es muy v1ep YYh,t vrst< , . h· \le •a do el momento de copiar al este Y
potencia y del prestigio comercial de Japón ha implicado el descubrimiento de de cada llor y sabido lo que esta flor eman,r, .r g
una importante tradición literaria, más extendida en el tiempo de sus contra- vivir deliberadamente. . .·, (le comenzar una obra de teatro no con
partidas europeas y que difiere de éstas de manera significativa. La revolución Los hombres que crearon esta convelr~c!on_t~ do de C"ll;lino hacia el lugar de la ac-
. . ·u ·nt·r los !u n·rrcs que l.t vtsl a '
china puso fin a toda intluencia extranjera sobre el territorio de China y en la un ViaJero que e " ' o' . \ . . < l<lS r<lrllallOS más como nosotros
·d . tr ·que os grregos ' ·,
medida en que se pudo seguir la evolución de los acontecimientos, surgió el ci<Ín] eran más paree! os a noso . <~s .· .. le estos hombres eran inquietantes y evo-
que Shakespeare o Corneille. Las enu>~loncs L • • , (Y'" t. 1916 "lntroduction").
deseo de ver y de comprender a esta fracción importante ele la población mun- cadoras, siempre relacionadas con rmagenes y poem.rs "'' s, '
dial. liemos descubierto que la literatura china es la más antigua del mundo,
. . t - Ye·tts descubrió en él una
que ha sido practicada sin interrupción y que, en el transcurso de Jos últimos Como Pound, quien lo había imctado en e 1 tea ro no,., ' . blcmas técni--
años, ha llegado a ser obvio que había que agregar la prosa narrativa y dramá- visión "unificadora" que aporta ha por ello una sol~rcton a los gr~, sen;i.bilid·¡cJ
tica al corpus ya reconocido de la poesía principalmente lírica. La India no ha . , , , l d . 'arramienlo cada vez mas extremo e a . ,
cos de la lrter,¡tura y a esg. 1 "( l Thoreau o un Yeats más entusiastas que
corrido la misma fortuna. No ha tenido la "oportunidad" de ser como Japón, en europea. Nosotros po_dem~s al mr .'~-~lllnoda dellnikai en Francia al final de la
guerra con Estados Unidos y gran parte de Europa, ni de verse agitada, como enterados. Podemos rmagrnar que ' , . ', .. .· no Francia no sería
China, por una revolución. Además, la India no sólo es la cuna de numerosas rimcr• •uerra mundial fue algo nuevo par<~ su epoca, st , .
p . , (¡;M. 1958 75-76) Fenómenos análogos se dan mas tarde obten en
lenguas, sino también su lugar de enfrentamiento. De ello se deduce que el co- Francta mer, · , · d. d J· rtentun
nocimiento que tenemos de la literatura india se limita casi únicamente al he- países no occidentales. Lo que nosotros no t_ene,_nos sl'on ~~tu, rols ~n~i~ qt;e lo's
.- 1 .. n·¡ persptcacra y a mrsnM e eg '
cho de que consiste en algunos poemas muy extensos y que éstos son los textos occidental que mamltesten a tnlSI ~ · . , f 1 · 19( 2 1975 y Plaks,
literarios más antiguos del mundo. El Islam, África y América del Sur por lo mejores estudios, por ejemplo, de la Jrten~tu~a cl~m,r.(c .· ~IU, • :o:n ara;i vos, es-
general han sido considerados demasiado variados y demasiado alejados inte- 197( l ')77) A hita de estos estudros mas luncJ.¡mcnt,llmcn!t.: p
), . ' . , d l ·nnuencia que en lo que se re-
lectualmente para ser tenidos en cuenta. t·í indudablemente la interesante cuestton e a t - l 1 l .·
., do
Describir estas cuestiones en estos términos equivale a hacer de la literatura l:iere a los estudios interculturales, sólo se ocupa realmente l t: slg o pas,l .
un objeto determinado por las fuerzas sociales y económicas, mientras que la
literatura, como toda forma de pensamiento, posee una energía propia. Cuando
.. . . "URAI ES·, JNA t-.1FJOR TEORÍA DE
fknry David Thoreau escribió el pasaje que sigue, lo que más le preocupaba SINE QUA NON DE LOS ESTUDIOS \Nll~RCUL 1 , .L -

no era ni el comercio ni el imperio: LOS ESTUDIOS INTRACULTURALES ~!>.""' 1

Al amanecer, baño mi intelecto en la formidable filosofía cosmogónica del Bagavad-


Gita. desde cuya composición años divinos han transcurrido, y si la compararnos con No podemos hacer abstracción del hecho de que dt: una u
. · , , . ada nos parece europea,¡ ,¡ 1 u
~trl~l mn~yn~~~~~~~~~~~~~
nuestro mundo moderno y su literatura, éstos parecen mezquinos y triviales ... Dejo ción mtsma dt: la !!_!_er,t~~~-C()IllPd~ -. ;-- . . -- ·:; le die vergleichende
dcscansar mi libro y voy a mi pozo por agua y, ¡oh sorpresa!, encuentro al sirviente de . . N 1 emos oído hablar ele la lllteratule Lompwa, L ,
tros. ¡, o 1 · . . l"terature"l . y hemos m do hablar de
Bramin, sacerdote de Brahma y Vishnu y de lndra, quien sigue sentado en su templo Lit<·ratwwissensclwjt y de compara uve 1 • • , • ¡, . , . , , . •. -
a orillas del Ganges leyendo los Vedas, o mor;• en las raíces de un árbol consumen- llikakulnmgaku 0 de bijiao wcnx_ue'?_ ~a fascmact.~)ll q.t~eo~~~L~~~~:~,fc~l:~~~~~~~~e
drugo y su jarra de agua. Encuentro a su sirviente que va a sacar agua del pozo para su ccn sobre nosotms es tal que las lamtltart:s exprestonEes l • t} acttlal esta
. ·'loa ·llas •ne momen L ,
amo, y nuestras cubetas entrechocan en el mismo pow. El agua pura de Walden se desi<>nan a las literaturas occtl1cnta 1es y so .. ~ . . . . , ..
mezcla con el agua sagrada del Ganges (Thoreau, 1955, p. 249). actit:rd no ha dt:saparecido, pero su desapancton no puede t.ud,¡r.
_____________..._.llllllilllll.....llillllllllílllillfll.....-------·----·-···

187
ADOS INTERCliJ.TliRAI.ES
186 EARLMINEK FSTliDIOS COMPAR , ·t
.. . 1 . ? Por supues o
. n·nrativa de las obras occtdenta es.
Los cstuuios comparativos intcrculturalcs seguirán tcnienuo una gran im- tanto entusiasmo la prosa ' xplicacioncs hayan fallado.
e nuestras e
portancia, en Asia tanto como en Europa. QueJa mucho por hacer sobre la cues- que hay razones, aunqu
tión de 1¡¡ inf1tlenci<! u~ una sola cultum ~!l tJn¡¡ época anterior a la nuestra. La
Jcuua con los poetas mélicos en las odas de Horacio es un lugar común de los • ·1 AC!ONES !NTERCULTURALES PERO
clasicistas, pero los estudios comparados de esta relación siguen siendo redu- , CONDICIONAN LAS RE - .
LAS HEGEMONIAS I'XPLICARLAS H ,
cidos: ¿cuál es clrerrium compararionis, el principio de comparación? Cuando NO BASTAN PARA ~
comparamos el interés que la época romántica europea redescubrió por la lite-
... de la rece~ÍÓ!1, constata-
ratura griega, nos damos cuenta de que es difícil determinar en la práctica si .
olo ía y las citcunstanctas. ...--;-_ --;_¡e redefiní-
nuestras comparaciones de estas realidades son intraculturales o intercullura- Si contemplamos la.~r~ndes~acerse de la noción de ~!l~t:nl~'!i yp~sc~ el poder
les. En suma, no hay una frontera absoluta entre las dos sino, como sucede con es neccsano ·· una cu tura
mos que no · Cuando una n'lciOn 0 . ulturas es-
el •, uede servir. ·. . 0 de otras e
frecuencia en las cuestiones intelectuales, más bien una escala de finos mati- da ésta, to a~l·~ p cultural los escritores de ot_ros p~¡se~ne la recepción puede
ces y distinciones arbitrarias e ideológicas. o algún prestigiO , . , Lo que imphca o llllP ., . J¡an reci-
. , h reccpe~on. . os y pponeses •
No obstante, hay algunas diferencias entre la literatura comparada intercul- tarán dispuestos a ' . . Los escritores corean "b" el nada de
n~1mbrc :~0 ~ ~:~1~ 1~:~:do,
1 1 1
tural y su ancestro más familiar. En primer lugar, las lenguas necesarias no son recibir el aun cuando Chinatn·o en idio- ;:~~;;;:~c~ó~
de la misma familia. Después, salvo en lo que respecta a la época moderna, la bido de Chma, qu J· medida en que se trata 1a. t de ficción
. d J· ón salvo en ,¡ .. , • 1. 1 dn elemen os
inlluencia no se pone en cuestión. De ello se desprende que la disposición para Corea_m e a~ ,' del budismo, China rectl:w de a .:~ -.bido" de China, pero
el estudio comparado intercultural difiere de la que es conveniente para su
contraparte intracultural, y algunos temas (corno la influencia) están prohibi-
ma chl;l~.' ~~~;:::ran algunos sutra. La lnt~ ~~~~ne:e~~l realismo socialista
com? o. q , . tluencia en ella. Hoy, os , . , la cultura popular nor-
dos a una mientras que le están permitidos a la otra. Además, los estudios com-
h~ eJe~c¡doá~~a~:r¡os en Europa del este y en~:~~~: estos dos intereses con-
parados intraculturales despiertan algunos problemas inherentes a todo estudio
circula~ m , dado la vuelta al mundo. E~ el e~ cía directa o indirecta.
comparado de manera tan nueva o por lo menos tan aguda, que los renuevan teamencana h,t n'¡a conlleva una cierta m11uen_ , "d una hegemonía
alterando toda la disciplina. En lo que sigue, nos ocuparemos en primer lugar , la hegemo . ha eJercl o
temporaneos, ' 1 , 's que durante más tJempo él ]¡·¡ya recorrido
de lo familiar. Y si la influencia cambia al ser iluminada por los estudios inter- China es sin duda e ~,aH UI1 escritor chino cuenta que aunque cuat,ro lugares en
culturalcs, estemos seguros de que las otras cuestiones correrán la misma suerte. . mplacenc1 . · . ) d·m tres o
con tanta co d· do bajo todos los ciclos , que , t:n a orillas de los
A partir de que el concepto de influencia se lkvó fuera del contexto euro- todo el mundo (o an ,¡ , . . . éstos, como por azar, es,¡ ue han
peo-norteamericano, ya no pareció tan simple como le había parecido a lama- 1os. qtle nunca ha puesto los pies y SI 1og3 102). Muchos son Jos q d 1
. d Chma ( ¡en, ":.1 • ' : • rque to o .o
yoría. "La mayoría", pero no Dionyz Durisin, quien ha establecido que eso 1 . ·es carreteros e . e eran barb,¡ros po ,
gram es eJ d, d los griegos por los qu 1 l os chinos teman
que se llama generalmente influencia indica que A envía algo a ll, y entonces observado el des en e_ . . . ·ía a los sonidos de bar.Jar. ~ 1 cuatro
es más justo pensar en la recepción, como cuando ll escoge algo que proviene que eran capaces ~c.del~l:i~~~;;ll,~~os búrbaros, idcnti_f¡c;mdt;~o~sq~o;Jscol~s da en
de A (Durisin, 1974 ). La recepción que han reservado a la literatura de Asia los cuatro palabras p.trat • ·te sur y norte, para seguir e o_rt el , otencia im-
d" , les este ocs · · 1 . ya s 1do una P
escritores del Occidente moderno (más que la influencia que ha ejercido sobre puntos car m a , , ¡.'dulce Francia. Aunque ~~o J,t : .·, --que re !leja su
ellos) afecta obviamente a ciertos tipos de poemas y de obras dramáticas, pero Asia oriental. y esta ,¡ , "1 Francia se dJO por J11JSJOn
. . . , 1·\eznab\e en su epoc.,
no a tipos narrativos (lo inverso es cierto en la otra dirección). Podemos ima- penahsta (e d d. Asia oriental
ginar fácilmente que las sutilezas de la prosa paralela de China (pien-wen) o la . I· r .. tura compara a ~
. . . rtantes en el cstud•o de a •t~r·• . . los ,oetas coreanos son
prosa rimada (o rupsodia,ji1) pueden exigir un conocimiento del chino que no ' \!na de las omiSiones lmpo .. 1 ·'·Corea. Si no me cqtu'oco, Id d r del 80% Lk la
· · t·¡ncJa cap1t.1 uc . T' ~ Aire e o
tienen los escritores occiucntales. Pero ¿por qué hacer tanto caso de lo que los ha sido desdeñar la un por •. e figuran en Tous les ¡>oemes a:•¡ .. coreanos para la compo-
1os un, . ·os poetas no dnnos qu ·1 . o dado el talento d~ os . ·1 de los corea-
franceses han llamado Jwikai, los imaginistas hokku y que más larde se llamó le . . . rece que es en e un ' . . . ¡le oral. El P•'P" .
poesía coreana exlstenlde pa la poesía indígena sea pnnC'l'almcl V '·¡se Konishi, !984, qUien
haiku, más que a los poemas más extensos de la corte japonesa? O también, sic ión china y el hecho . e que .. , 01¡esa es ca tia vez más evidente. c..
dado el poco caso que los occidentales hacen a las obras asiáticas de prosa na- .. -cios de ta llteraturaJ•1P ·
nos en 1os' 11 1 ,
rrativa, ¿por qué los cscritorees del Asia oriental han optado por acoger con remedia parcia\incntc esta 1agun4\.
IX9
lXX EARL MINER
ESTl!lliOS COMPARADOS IN'Il;Rl'liLTIIRALES

kngua- ser la depositaria de la civilización para el resto del , . había visitado en vano a los poetas que eran sus contemporáneos para saber
llucncia es tanto más notoria cuanto c¡ue por Jnu '- 11o t'Jernpo nomundo. Esta m- qué tenían que decir de sus predecesores "sólidos": "No puedo decir que haya
, se ha ·tpoy· d
aprendido mucho de estos guías de profesión sobre Shakespeare o Milton,
en. una Aluchtpolitik. Corno es· s·tbidtl
' • 1·a no 11 . rusa se enorgull . •. d ' . f a o
l eza
Cés y no de su ruso y la invitación a escribir en su len u a ceJa e su ran- Spenser o Chauccr, ya que no me hablaban mucho de ellos; se trataba sobre
dirigió a los alemanes fue en francés P·tr·t los ·l.ra g ' qu·c¡ FcdeJJco el Grande todo de ellos mismos y de sus semejantes" (IIazlitt, 1914, 146). El modelo
· · ' ' nceses 111 a gast • ·
VJ.no,ni tampoco el amor y el dinero, ni Francia ni la civili;ación 'ue~~no~Ja ~~el freudiano no se aplica, pero sí el de una rivalidad entre hijos e hijas.
~~e-h~unorl~l de. broma. Esta presunción ha ejercido una inlluenci~ y lo:r~~~o:~:pt~ También es universal desear la novedad, o lo que parece serlo, pues muchas
veces resulta ser la tradición de otra cultura. Por otra parte, en Asia oriental,
.tCIOn en .t m.tyor parte de los continentes.
La r~cepción es posible sin influencia y la influencia sin la rece ción . uno de los principales medios de innovar consiste, como lo hacían los reforma-
~~:'.'~d r~.
S!lerwin es israc~ita
y escribe en inglés. En la lc;tura que éfha h~c~l~ dores protestantes, pretender el regreso a los fundamentos. Jlan Y u y otros han
realizado cambios de estilo practicando lo que ellos denominaban la escritura
e .t gunos
·1· , t.· poemas traducidos del japonés ha extnído
' ( rccJ·'b'd
'o ) d eestapoesJa
,
e.. cmen osb Importantes para su arte. Es muy difícil h·" bl ar d e 1n
. fl uenclaJapone
. . antigua (guwen). 2 En contrapartida, las innovaciones que en esta década han

~(~1 ~:::~~e::d'~ 7~;~~ crt.e se s?.o~-~a un ;ag_o prestigio contemporáneo a tod~


tenido una calurosa acogida en Occidente, responden en general a lo familiar
pero bajo una envoltura diferente. Éstos son los factores que determinan la na-
cepción p t ' . a exp Jc.tcJon mas Simple y más satisfactoria es la re-
. . t:r o ra parte, pueden existir grandes potencias u e u. . turaleza de la influencia y de la recepción: las operaciones fundamentales de
aprecJc su Ideología y se reconozca su . .· .. q q Jeran que se nuestro cerebro, algunas diferencias culturales, y las realidades del poder y
URSS ·1 . ¡·. . . . . lmportancJa. HJcJera lo que hiciera la
, e rca Jsmo socJahsta se abandonó a la primera ocasión . del prestigio. Los testimonios interculturales no sólo iluminan mejor estos he·
tes. Haga lo que haga Esl'ldos u 111.dos . . Y por todas par- chos, sino que también nos disuaden de tomar las tendencias accidentales de
. . · ' · , su cu 1tura sena se deJad. 1 d f
de sus _dJvcrsJon~s. Durante este tiempo, la lengua oficial de 'la ~s~c~ e~, a~or nuestra cultura por lo universal.
tcr:":~JO-nalde Literatura Comparada sigue siendo el francés, aun n- c~~~':So
::.:~:-~:r~~t.rccc haber llegado a ser más importante y más familiar para los e:~
LOS GÉNEROS: PIEDRA DE TOQUE DE LAS ESPECIFICIDADES CULTURALES
Los estudios comparados intcrculturalcs nos permiten t unbJ'e'n ..
meJor cont. t .. ¡ · ' asegurar un
. - ex o a" gunas Jdeas comunes, como "la ansiedad de la . ll . "
~~~~l)p~~a~¡'.' de la explic~~ión freudiana para asegurarle un pe~~ t~~;~~· Los estudios interculturales iluminan igualmente, si se trata del término que
conviene, las dificultades que nuestra terminología encierra sobre cuestiones
- · "e .tvc psJcoanalllJca es uno d ·t . d '
portan mal, como la idea china tic que l~se;n~;g~:;esul~:~:~~~t~~~~:~JU~ s~e~- tan diversas como los cánones, la periodización y los géneros literarios. Como
onental, como en el Islam por otras razones existe lo , . n SJa se trata de temas complejos, sólo abordaremos el último, como representativo
ansiedad de no ser infl ·d ' · que podnamos llamar la de muchos otros problemas y como preparación al examen que vendrá des-
. . . Ul o, ya sea por los predecesores o ) e '
1
chinos consideraban que la verdadera poesía ·1 f· d, . 1 ore ~ran. Los pués. Las cuestiones de.i!~neros liter¡¡rios atraen nuestra atención en los estu-
lengua previa, es decir no sól 1. . . 'e vert :1 ero .trie necesJtaba una dios interculturales porque los términos han de ser utilizados de manera que se
. . ' o un ex Jco o una onomasllca, si no el precepto de
un canon compartido que habh tu. dejen de lado las suposiciones molestas. ~':!chas veces se da el mismo nombre
que se diera testimonio de él de·n:Je~~een~a.rna~ en una ~J~ra nue:a de manera ~~icaui.terarias 9it:erentes, hasta en una misma cultura. Los términos ale-
ciones reales de . . ·. . y par.t Siempre. Lts tres pnmeras colec- man y francés roma11 designan lo que en inglés se llama novel, palabra deriva-
d.. . -. p 0 em.ts J.tponeses fueron consideJ adas la lengua de la verda-
er.t~ poesJ,t por da del italiano, por supuesto. Nadie piensa que el roma11 francés moderno
, . las generaciOnes de es.cn't ores. que sJgtueron
. .
l~n la atmoslera tensa de un concurso de l . ·. .
mantenga vínculos con los poemas medievales que llevan el término ronzan en
perder, segtín existan o no recedentes .. pl esJ.t, un poema puede ganar o
Esta "inquietud de la influ~n .·." , d.e ),¡s palabras con que está compuesto. 2 Para un examen de llan Y u en el que se da valor a la poesía, vbse Owen, 1975; y llartman,
1986, para la prosa. Un ejemplo japon~s: Ogyu Sorai revivificado por nuevas concepciones
contemporáneos. El "peso de~';a~~c~~~..P~~~~e unJvdersdal, es una rivalidad entre
.. 1. . 1 . . . , ' . l.J sentJ o éSdc los románticos oc- surgidas a lo largo del siglo XVIII por medio de su "a11tigua filología" (kobunjigaku) y otras mi-
lit en la es, pero me luso de estos, un crítico de su é¡x¡c·t' · Ii·tzi'Jtt
' , ob.serva l1a que nucias aportadas al clasicismo primitivo, véase Joncs, 1985.
190 19l
EARL MINER ESTUDIOS COMPARADOS IN"li'I<Clii.Tlii<ALES

su tílulo, y tampoco que las novels de Ile . o en Japón? Esta pregunla implica cvidcnlcmente premisas ocultas: que la tra-
las novel/e de 13occaccio. nry J.tmes tengan algún parecido con
gedia y la epopeya son entiúades claramente delimitadas y que son propiedad
. La . prosa. narrativa japonesa tiene vari· ' os. nom 1Hes y uno d 1 . á . de Occidente, o que los monogatari son japoneses.
tan 1es es monogatari ' que quiere d ec1r . " 1 . e os m s unpor- Por razones que naúie comprenúe, "lragedia" deriva Jel griego "chivo" y
e que cuenta .. "
ce poco, algunas novelas cortas 1 cosas o narrador". Ha- "can lo". Pocas veces se menciona que Aristóteles reconocía la existencia de
. ornaron el nombre de 1- . .
Japonesa del término hsiao-shuo en la . ., s wsetsu, una Imitación lragedias que terminaban bien, ni que la única trilogía que existe, la Orestiada,
shuo" tienen varias obras maestr·¡· pro! nu·n¡ciaciOn chino-japonesa. Las "xiao termina triunfalmente. A lo largo de la Edad Media, época que no conoció el
- 's que as 1 ustraw El · · 1
le
1 1acamara roja (o El cuento de la iedr . . VIaJe a oeste, El suelio drnma sino hasta su última fase, las tragedias eran uniformemente la historia
En el mejor de los c·tsos est- b pb a), La novela de los tres reinos etc de un revés de la suerte del género prctendidamente de casilms. La tragedia
. ' ' as o ras a arcan e. t . , ' .
del porqué obras de este tamaño te 1 - Icn o vei.nte capllulos. La razón inglesa admite la comedia y la violencia en la escena; la tragedia francesa no.
, (l . nc nan que ser denommad " -
1Las 1suw-shuo) tiene c¡ue ver co n su 1enta ase ·ns16 . as pequcnas char- La tmgedia de Séneca, mucho antes que aquéllas, implicaba con seguridad la
1 ·
os monogatari japoneses des ele el R 1 1 " .. n en a estima de la crítica. violencia, pero estaba escrita como si el humor no existiera. ¿Dónde está en
• e ato e e Gen!)t (G ..
menos, encontraron el favor d 1 ,. en)lmonogatari) por Jo todo esto la definición de "tragedia'"? ¿A qué autoridad invocnmos? ¿A los
• e a en tic a y no se 11 . "
setsu). bn cambio este térn1·Inc> .- - amaron habladurías" (sho- griegos, cuyas tragedias podían terminar felizmente? El monje de Chauccr
' · parec10 mas apto d 'b'
muy posterior, el tipo de n·trr·¡cio'n . p~ra escn Ir, en una época cuenta varias tragedias de casi bus, empezando por la Biblia. Al final de Troilo
. . ' ' en prosa concebido e 1- -
l.t novela occidental del siglo XIX L h' n .tpon en respuesta a y Cresida, Troilo contempla la Tierra desde lo al lo del cielo y se ríe de la vani-
. . · os e m os llegan a ver J· d •
rn.tnera. Dcb 1do -1 usos y a . . . a cosa e 1a misma dad del mundo. El narrador de Chauccr tiene es le apóslrofe: "Go, lite! bok, go,
. . ' , asociaciOnes Jas d' · . .
mglcs relacionan h "novela. ' IscusJoncs que tienen Jugar en lite!, myn tragedye" (5, 1786) [Va, librito, va, pequeño, mi tragedia].
. ' Japonesamoderna"ol·" 1 , .
el pnmer caso, no hay novela .- •• • • a nove a clasica china". En Si de lo que se trata es de tragedias, y no de qué es la tragedia, resulta difícil
e 1.tsica japonesa por ¡ - .
guos como monogatari han r . ·t'd E . que os termmos más anti- descartar múltiples ejemplos no occidentales, se trate de obras dramáticas o
CSIS I o. '11 el caso d Ch' - .
picado retrospectiv·¡mente po . . . e ma, el terrnmo es em- no. Es difícil hacer la misma demostración con una fuerza igual a propósito de
, r universllanos oc 'd. t 1 .
de un concepto moderno de . )· : . CI en a es mediante el rodeo géneros no occidentales para lectores que no los conocen. Nada nos impide
1.t nove a a proposJto de b .
pendencia total con respecto a 1 1 •. o ras escntas en una inde- intentarlo. Imaginemos que un grupo decide que no puede haber monogatari
. . ' a nove a occ¡dcnt· ¡ E
Vwje al oeste (siglo XVII) 0 de 1. b d N .t · n suma, ya se trate del occidentales. ¿Qué son entonces los (y no "el") monogatari? Algunos llevan
· a o ra e atsumeSos k' y
xx), existe una tendencia a h·tce . t . ·. e I o soy un gato (siglo el nombre de monogalari de corte Cocho 111onogatari). Entre éstos, están Jos
. . ' r lll ervemr Ideas cxtr· 'd d 1 .
elenl.tl. No es necesarÍ'Imucl¡· . . ai as e a novela occi- antiguos monogatari (mukashi 111onogatari), obras que preceden al Genji mo-
, a ex penenc1a parad ·s b · 1 .
lados no se ajuslan del lodo a 1· . .-. . . e cu nr que os ejemplos ci- nogawri, y están también los monogatari de imitación (giko monogatari), los
. .1s practicas prop 1a. d 1. .
tampoco que ésla no imile a. '11· . s e a novela occidenlal, y que siguen al Genji monogawri y en cierta medida lo toman como modelo.
· ' .tque <IS. Por cst·t mi· .. -
listas de la litcnlun d ·1 A.·. . .. , smn razon, muchos especia- Otras distinciones tienen en cuenta la extensiún: largo, medio y corto; otras
' ' e s1.1 onental preller IT·. - .
guas en cuestión. l';st·¡ es la .. ó 1
.. ' ·
e~
r,¡z n e e que se oiga 1 · bl· d
u ' IZ.tr los tenlllnos de las len-
. aún el relieve, como es el caso de las versiones militares a las que hemos alu--
(monogalari sobre ternas mi lit·¡ ) d " - ~~ ar e gunktmonogatari dido más arriba y a las que ahora podemos agregar las que están centradas en
sión mixta. 'res o e shosetsu Jnponés moderno" en ver-
poemas (utamonogawri) y los cuentos lradicionales más breves, los cuentos
. Todo. esto puede parecer una disputn de ·JI· b . morales (exempla) búdicos (seiSIIH'a que llevan monogatari en el título), y ver-
Slderan lmportanles hs e t" . P• a ras, pero muchas veces se con- siones breves paródicas. Por úllimo, hay muchas obras japonesas que llevan
. '. on mgencias. La obra m· ·t d .
sa, el Rela!o de Gen!)·¡ como he . . <les ra e la llleraturajnpone- alternativnmente los títulos de monogalari, de diario (nikki) o de colección
mos visto es un mono t · Q .
que otras literaturas tendrían que t ' . ga an. ¿ Uiere decir esto
... ') Q . ener rnonogatnn como e 1 . . . (poética) (silli).
n.ts · ¿ u1ere decir esto que de h 1 h . u mmnc10nes litera- De lo anterior podemos sacar varias conclusiones y algunas de las conse-
. ce JO ay una versión t- ·
en Inda literatura en plen·¡ e . . , a u ent1ca del monogntari cuencias merecen ser tratadas aparte. Así pues, queda claro que monogatari es
' xp<Insion o que nos t . t· 1 ·
manern de plantear el prc>bl . - . . e r.J ate que lo haya o no? Esta un término que designn a la prosa narraliva que en numerosas versiones japo-
en1.1 no es chs 1ca L . t · ·
rocénlricos": ¿por qué no hay tra >ed· .. '. ' . os errnmos comunes son "eu- nesns (así como en sus equivalentes chinas) implica poemas líricos: Genji mo-
g Ias o epopeyas (por así decirlo) en China
193
ESTUDIOS COMPARADOS INTERCULTURAI.I'S
EARL MINER
1'J2
visible. No obstante, la bella durmiente del bosque de la literatura encontraría
nogatari contiene cerca de cuatro mil versos de poemas completos, sin hablar a su cabecera muchos competidores que pretenderían ser su príncipe. En una
de los numerosos poemas antiguos en japonés o en chino que se citan y a los palabra, el tema es imposible de tratar en términos in\raculturales. Lo mejor
que se hace alusión. La presencia de la poesía en la prosa narrativa parece que que se puede decir se relaciona con nuestras instituciones, como en los depar-
es un rasgo de la literatura del Asia oriental. No obstante, la prosa narrativa tamentos de una universidad o en las secciones de un instituto, como en los
pertenece a la mayoría de las literaturas, superadas sus primeras manifestacio- premios concedidos, como en los lugares de espectáculo y así sucesivamente.
nes. ~conclusión más general que podemos sacar reconoce que los términos Estas cuestiones merecen un tratamiento más satisfactorio que el que le hemos
cq.a !recue11cia ~on yagas y que no pª~¡tn conJa~ilic,l;u;llas fronteras Z~lt~~i!lcS. reservado, pero nadie contemplaría seriamente la invención del cardenal Ri-
donde los acechan los agentes de la inmigración literaria. chelieu,la Academia Francesa, o e llegado de Alfred Nobel,los premios, como
De_b_ería ser obvio que los estudios comparados interculturales no pueden medio para instalar el canon mundial de la literatura.
permitirse esta Indulgencia de las interpretaciones normativas de términos ta- Los estudios interculturales ofrecen la posibilidad de comprender la natura-
les como t:agedia o monogatari. No es simplemente una cuestión de compa- leza de los sistemas literarios (Miner, 1979). Uno de los primeros descubri-
rativismo mterculturaL ~omo A.O. Lovejoy demostró hace tiempo, tenemos mientos que hacemos es que las similitudes y las diferencias son a escala de
que pensar los romantiCismos en plural, incluso en un contexto estrictamente los fenómenos. Parece que las literaturas del Asia oriental, las del Islam o las
et~ro~eo, exciL~iJ,o ~stados Unidos, y hay que agregarlo, las escuelas de Europa de lengua inglesa presentan grandes diferencias en el propio seno de cada uno de
del este o del! roxuno Onente a las que ya se les ha puesto la etiqueta. El pro- sus conjuntos restringidos. Sobre bases interculturalcs, que es desde donde se
vecho de los estudiOs Interculturales no reside en el hecho de que regulen estos compara a estos conjuntos, aparecen tanto una coherencia relativamente ma-
problemas, smo en que manifiestan la existencia de los mismos. Una buena yor como problemas que no son observables en el conjunto restringido. Tiene
parte de lo que parece fácil, familiar y sin complicaciones en los estudios com- que haber una explicación a este estado de cosas o, en el mejor de los casos, es
parados mterculturales tiene que ver con incompatibilidades no reconocidas e
indemostrable y, en el peor, ilusorio.
irreconciliables. ~n lo qu~ sigue, otras dificultades, y mayores, serán objeto de Está claro que la literatura puede existir antes de que se formen ideas siste-
un examen cuyo fin consistirá en indicar que esas dificultades no sólo son ca- máticas sobre la literatura: Homero viene antes que Platón y Aristóteles. Los
~acterísticas del estudio intercultural comparado, sino también de Jos estudios testimonios de los pueblos primitivos indican que lo que decimos que es una
Intraculturales, y que sólo los estudios interculturales permiten esperar ver el literatura existe en e! pensamiento de estos pueblos, pero de manera indiferen-
!111 de estas dificultades. ciada de la religión, los rituales, la historia, las costumbres y las otras maneras
de vivir. Los poemas de Homero y de Hesiodo satisfacen la definición que
cualquiera pudiera dar de literatura, pero en su época no había ningún pensa-
SISTEMAS Y SISTEMATIZACIÓN
miento crítico que permitiera definir una noción sistemática del fenómeno li-
terario. La concepción más cercana es la que los griegos se hacían de las Mu-
sas (Harriott, 1969). Las Musas representan la literatura y las bellas artes. Pero
La;. dos próximas etapas de nuestro recorrido de horizonte tratarán por Jo tanto incluyen asimismo a Clío, que representa la historia, y Uranio, que representa
de literatura comparada" y las preguntas que nos haremos serán sucesivamen- la astronomía, y que no figuran entre los géneros literarios del Occidente mo-
te: ¿qué es la literatura? y ¿qué es la comparación? En la esfera estrictamente derno. Si nos preocupamos menos de definir la literatura y más del momento
europea. I;¡Jiteratura no puede recibir una definición pre~a. o más bien cir- y de la manera en que los sistemas literarios han sido definidos históricamen-
c,unscnt~, puesto que las fronteras se amplían o retraen a medida que varían las te, podemos esperar resultados más satisfactorios. Mi tesis es que~~~~-!!\~
descnpcwnes, que las instituciones se modifican e intervienen conside- lj~rario ~acesu aparición cuando (uno o) los críticos podero~os __ddinen. :+-
raciones normativas. La formación de nuestras ideas actuales sobre la historia la literatura de manera normativa, es decir, como_un;\Jopna_pa~\i~l!)~~.::.
l1terana se remonta al siglo xvm (Wellek, 1941, caps. 1-3). Hasta fines del si- -;;-¿~~~-;preciada.__
glo XVII, en Inglaterra, un novi/1 era una historia novelesca o un poema heroico -En Occidente, este momento llega en la Academia ateniense cuando Aristó-
en verso ( Watson, en Dryden, 1962, 2, 302). Admitamos que el estudio de la teles convirtió y hasta invirtió la enseñanza de Platón, definiendo la literatura
literatura es capaz de progreso, mientras que 1& evolución del genio es impre-
1'14 EARI. ~11tlEH
195
ESTUDIOS COMPARADOS INTERClJI.TliRAI.ES

·en términos de drama. (Su estudio de la comedia se perdió.) El sistema de Aris- mundo, el poeta, el lector y la expresión compartida (no la imitación) están ya
tóteles es mimético e implica la hipótesis realista según la cual el mundo es
íntegramente presentes. . . . • . ., •
Es extraño que todos los sistemas !Jteranos del mm~do, ,¡ ex~epc;on de u~o ·
1
cognoscible al mismo tiempo que real. Sin este supuesto, ninguna versión mi-
mética del mundo se sostendría, como se observa en la literatura antimimética solo, estén formulados en términos de lirismo o, más b1en, es aun mas pccuh:1r
reciente, cuya premisa es el absurdo o la insignificancia. Los tres radicales que que no haya más que un solo sistema -nuestra s_t~puesta ~orma euro?ea-: ba-
Aristóteles reconocía eran el mundo, el poeta-creador y la creación artística sado en el drama y ninguno basado en la narracwn. La literatura mas ant~gua
producida, la imitación. Él habla a pesar de todo de miedo y de piedad y men- ex1s· t en te en el mundo , ]a s·'¡nscrita
' . , es narrativa, exactamente como la gnega .,
ciona una vez la catarsis (que es todavía en nuestros días el punto crucial). Pero , . . t'gu·¡ Pero el ej· emplo más cercano de un sistema basado en
mas,m 1 '· . la .narractonj
fue incapaz de plantear al público afectado o al lector como cuarto radical (prin-
nos 1o d ..1 J·apon.
' En e'l descubrimos
. una manifestación
_ extraordmana. Menos . , l·
cipio). Es decir, que en Grecia existía una rivalidad entre los filósofos, los re- de un siglo después de los prefacios de Kokinshu (a~rox. 905-920) surg10 a
. tóricos y los poetas en cuanto a lo que in !luiría al público, en consecuencia, un mayor obra de arte de la literatura, el Rela_to de G_e~l)t (apro_x. 1000-1?.1 ?). Su
público indiferenciado para estos tres estados. Esta omisión fue rescatada por · · t en 1-·1qucc·10' e hizo m·ís compleja la poetJca afccllvo-exprestv,t fun-
surgtmJen o ' .. · . , · . 1
. lloracio, cuya Arte poética distingue el placer y el beneficio (dulce y utile, au- damental. A manera de un síntoma, se destaca11 todos ¡," pas,ljes lmc~~ er. a
desse y prodesse). No es sorprendente que Horacio desarrolle una poética obra. No obstante, ]a prueba está en el capítulo de las :'mosc~s de fuego , ~on­
afectiva puesto que él daba parte de la literatura como práctica personal de los de Murasaki Shikibu sitúa en el relato a un personaje realista _con estrec~os
géneros particularmente ricos en emoción: lírico (carmina, sátiras, sermones, vínculos con la historia -siempre en el interior del sistema afectJvo-:~presJVO.
versos epistolares, epistulae, de los que varios son satíricos). Estas añadiduras De estas observaciones podemos sacar una conclusión más: es legttuno con-
completaban el sistema occidental y, en el Renacimiento, todos sabían que los templar que hay t_r~~-ÜpQs fundamentales de literatura, o ~éneros o Ga~t~~~~~~n,
fines de la literatura son el placer y el provecho (o la enseñanza) y su medio la "Naturformen der Poesie", en los términos de Goethe. S m embargo, ~·1 ~Jst_J?­
: imitación. ción de los tres géneros se debe a Minturno (Behrens, 1940). Est~ dJstmcwn
La historia parece muy simple y aquí ha sido simplificada más en su pre- progresó muy lentamente hacia el norte, donde, en Inglaterra, Mdton fue -~1
sentación. Una buena parte de su simplicidad depende de su obviedad, lo cual ·
pnmero en expresar¡ a. ¡•--<
·-:ga d ec1r· qu e cualquier
_____ obra con --·
... ---·-·- alguna comple¡J-.
_______ ... , .... -·
viene a decir hasta qué punto es natural que las cosas hayan sucedido así. En di!D>presentará huellaso rasgos de los otros dos tipos qttc.n\HOI:·~~~-g~ne_~o
realidad, no es natural para nada desde el punto de vista intelectual, salvo en d"miñá;t~, pero no podemos reconocer la mezcla dcestas caractcnsttc<~s sm
términos de mecanismo formal del origen de un sistema literario. Es decir, que ·reéOnocer la existencia de las mismas,_ ,
1en to.das l~s demás cul.turas de las que se p:1~den r~unir pruebas, el ~i~tema Ji- -Es¿~- ~~p~·rar que otras investigaciones de carácter intercultural ~m~)llcn
: ter~mo se m venta med1ante el rodeo de lo llflco mas que de lo dramat1co, y en considerablemente nuestra comprensión. Aunque tod~ forma de conocumento
el este asiático algunos tipos de escritos históricos pertenecen a él igualmente. de literatura comparada nos sea útil en sí, las informaciOnes recabadas por me-
En el Gran Prefacio de los "clásicos de la poesía" (Shijing) y en dos prefacios dios interculturales nos son particularmente valiosas. Par~ n~sotros, es la op~r­
(uno en japonés y el otro en chino) a la primer:• antología, el Kokinshli, descu- tunidad de comprender ]as condiciones de nuestro conocumento; ~1os penmte
brimos una definición de la literatura por medio de la norma lírica. En los pro- ver las grandes distinciones que las contradicciones locales em~ana~., .
pios términos del japonés, kokoro (corazón, pensamiento, espíritu) y kotoba A partir del reducido compendio que se desprende de esta dJs~ust_on ~obr~
(palabras), el kokoro del poeta es afectado por una cosa de la naturaleza o la el origen de Jos sistemas literarios, podemos constatar que los est~_dws, mt~r _
vida humana y, en consecuencia, el poeta lo expresa en kotoba. El lector de culturales proporcionan un vislumbre de esperanza en la comprenswn.dc cu~s
estos kotoba es afectado a su vez por el kokoro y puede ser llevado a su vez a tiones espinosas como el estatuto de verdad de la literatura _Y d~ los valm~s
expresarse. Este sistema afectivo-expresivo comparte tradicionalmente con la literarios. Como mínimo, acabamos viendo que la~_g~J)~ralJz¡¡ciones que se
mírnesis la primera presunción realista, pues si el mundo no existiera en su rea- bas¡m únicamente en pruebas intraculturales son fundam~ntalmente sospecho-
' Ji dad, no habría ninguna razón para sentirse emocionado. Pero la poética lírica ~;~. No se puede menos que apaludir el tacto de que Ene A~1erbach ha .dado
difiere de la de Aristóteles en otros aspectos. Así pues, aquélla no exige la apa- ~Jestras con su título: Mímesis: la representación de la realtdad en/a !ttera-
rición tardía o torpe de un Horacio para agregar a ella el pedazo que le falta. El
tura occidental.
197
ESTUDIOS COMI'AH,\l)OS INTERCULTliRALI'S
196 EARL MINER

del romanticismo, del modernismo, del surrealismo, del posmodernismo, .en


BLJSQUEDA DE NORMAS DE COMPARABILIDAD .J. las obras de autores de una gran cantidad de países. Es decir, que estos estudiOS
descansan en )a idea recibida, pero implícita, de que se puede comparar el rea-
lismo c1 surrealismo en las obras de autores, pongamos por ejemplo, france-
Hay dos cosas particularmente extrañas en la práctica actual de la literatura 0
ses alemanes e ingleses. Una vez más: ¿cuáles son los cánones, las normas de
comparada. Una es la :.Ll!~~llc!<!_~~ comp:mwión, como lo mostraría el examen
de artículos publicados a lo largo de un año er no importa qué revista de litera- 01 1
c ~ parabilidad? ¿Que Jos autores son .co.nlel~p~ráneos unos de otros: ¿Que
un movimiento garantiza una coherencia Jnte!IgJble? ¿Que los autores alema-
tura comparada. Otra es la ausencia dG normas de comparabilidad: ¿en qué
nes e ingleses han leído al francés? No hay necesi_daL.I de razonar ~ucho p.ara
fundar la precisión de una comparación y cuáles son las reglas que rigen los
que ninguna de estas condiciones, tomada~ en s1 o JUntas, c,ons~Jtuya ,cnt~­
rios que permitan fundamentar la comparab11idad. Los resultados d~l es.tudiO
elementos dados a modo de prueba de comparación? No es difícil dar ejemplos
de temas típicamente comparatistas: byronismo en Italia, Zola y el arte, la re-
puede que sean interesantes 0 valiosos y hasta comparados en u.n sent1do JUSto.
cepción de Lessing en Inglaterra, la política en la vanguardia, aplicación de la
Pero la lógica de la comparabilidad habrá que pasarla en stlcncw y la verdade-
semiología saussuriana a las obras líricas, Heidegger y la cuestión de la herme-
néutica, etc. No se trata tanto de saber si estos temas son interesantes como de ra comparación se realizará por accidente. . , .
Nosotros cumplimos nuestra labor de comparallstas mas o menos b1en. Y la
si son "comparados" en cualquier sentido que sea.
mayor parle de los temas tienen un interé.s_ intrínseco. Un autor cuyo ~.nmer
Hace algunos años, tuve ocasión de impartir una clase intitulada "Introduc-
libro no fue m;ís que un estudio de recepc10n puede tener derecho a dec1r que
ción a la literatura comparada". No parecía haber ningún problema en com-
los estudios comparados no tienen mayor interés, más que cuando son real-
prender lo que podía ser una introducción, y tenía idea de algunas maneras de
indicar lo que podía servir para definir la literatura. Pero el "comparado" me mente comparados. . ..
Las comparaciones que se hacen pueden carecer de mét?do por pn~clpto,
tomó desprevenido. Me pregunté entonces, ¿cuáles son las normas de una jus-
pero el punto de vista común me parece jusi~. Las comparac1~nes son m~1s pro-
ta comparación, cuáles son los cánones d(!_la comparabilidad? Ninguno de mis
vocadoras cuando hay verdaderas diferenciaS en ellas: esenios en. do~ o tres
colegas cercanos lo sabía. Los filósofos me dijeron que si bien ellos nunca ha-
lenguas, separación cronológica de un siglo o más, o diferencia c~talttal.l\'a, co-
bían estudiado la cuestión, alguien debía de haber utilizado la tesis de Thomas
mo la que existe entre la exuberancia y el desorden del. d~ama Jsabeltno ~ el
S. Kuhn sobre la comparación de los estudios científicos en diversas épocas
clasicismo de Corneille y Racine. Este principio, cuyos cJnll~~lt~s son muy am-
(Kuhn, 1962). ¿Constitufa la base de la comparación el paradigma o el modelo
plios, se puede extender más lejos: el interés de la c.om¡:arac!On mtercultt~r~l! es
del cambio'! Desconcertados: no lo sabían. Los especialistas en ciencias socia-
más apasionante todavía. La validez de las generalt~acwnes e_s mucho m.~s un-
les sonrieron con una cierta condescendencia, explicando que en su disciplina
portante cuando las pruebas están extraídas de lo u m versal m a~ que de una sola
la ~omparación es muy frecuente. ¿Quién discute los cánones de la compara-
biiJdad entonces? Después de un cierto silencio, se mencionó un capítulo de provincia. Es decepcionante constatar que tan poco del trabaJO que hacen los
Durkheim y después otro de Weber. Del estudio de estos capítulos y de otros compara! ist as sea verdaderamente "comparado". Es es~a.n~aloso que. no. haya-
más, volví con las manos vacías. Después de uno o dos años, me encontré un mos estudiado )as reglas de la comparación desde los J111e1os de la d1s~tpli~a.
ensayo del sociólogo Morris Zelditch, "Intelligible comparisons" [Compara- En ¡ sucesivo, es esencial que los que emprenden estudios comparauvos ~~­
terculturales tengan principios de comparabilidad. Las cuest~o~es del estudiO
0
ciones inteligibles 1(Zelditch, 1971 ). Después de una serie de ejemplos críti-
cos de lo que pasa en la sociología comparada (ejemplos plenamente aplica- intercullural que tienen verdadero interés -y éstas son las. ~as '.ntere~antes .de
bles a nosotros), él adopta elementos de la lógica de John Stuart Mili, no sólo la literatura comparada- no gozan de ninguna de las justJftc~cwnes tlusonas
para hacerla inteligible, sino p;¡ra darle un sentido, a mi modo de ver por vez de la comparación que caracterizan a tantos trabajos comparalls~as que .corren.
primera. Desafortunadamente, no logra ir más lejos que dos variables, y aun- Podemos con seguridad comparar un escritor inglés y un esentor chmo que
que encuentro su teoría particularmente esclarecedora, ésta se detiene allí don- hayan vivido ambos en el siglo XVIII, que escribieron. ambos en p.rosa ~que se
de podría empezar a ser útil a un investigador literario. preocuparon por la vida y el destino de sus prolagomst.as, pero.m~~una .~~las
llay tipos de estudies comparados que implican más o menos la compara- condiciones citadas, tomadas solas o en conJunto, constituye un.t base sul!.cJen-
ción. Ha habido, por ejemplo, estudios del incesto en las obras de más de un te para la comparación. Todo estudio ex igc datos, pruebas (piezas que se JUzga
autor, estudios del heroísmo o del antihéroe en las obras teatrales y novelescas,
-
199
I!JH NTFRClii.TliRAI.ES
EARL MINER
I'STUiliOS COMI'ARAilOS 1 .
·· 1 t cen
pertinentes), una tesis y un método que permita controlar la tesis por medio de . . ta el sentido de la primera y a ~r. . '
. plo la segunda estrofa ,tdop d ro h segunda no esta !Ig.t-
pruebas. No hay necesidad de tratar estas cuestiones de munera mecánica, pero Por eJe m , .. ' < esivamente, en el or en, pe , . . .· uientes. La
el de la segunda, y oiSI "uc . 1 ·us lazos precedentes y stg 1 .
huy exigencias que hay que respetar. La somnolencia o la indigestión provie- · · , a otra sa vo en s d. ·t" tivo de a su-
da a la cuarta m a mngu~ . 1· intriga es un elemento IS m ..
nen de comparaciones intmculturales de dos clases: Tu Fu y Wordsworth co-
mo poetas de la naturaleza, por ejemplo. En manos expertas, este tema nos Prueba de lo extranjero mdlca que ,¡ cia de intriga caracteriza a la sccuenc~a
to como la ausen . d 1· ·ecuencia es mas
cesión que es un sone ' . rridad de conjunto e a s los
mantendría sin dormir y llenaría páginus enteras de nuestros cuadernos de no-
de la poesía ligada, y que .la mteg , la práctica petrarquista, en la qlt~e ,"_
tas. Pero sería necesaria una perspicacia poco frecuente para retener lo impor- . la poesía hgada que en F n·tlmente, queda a pre
tante, que es aquello que se compara con exactitud. importm.Jted_r~rl:ales son relativamente it~lport:mtes·.S 1 ¿que la poesía ligada,
sonetos 111 IVlt , ·. ¡0 narratiVO. 1., cr, . . ._
gunta de la relación entre ~ot~;~~~n~nima (en una estrofa detern~tna·dr~!~~~~~:-
que no posee m:ís que una 11l ' . .·, n? . Es la intriga necesana poi , .d
. d d, ·u orden de sucesiO . (, .·, de los sonetos e
VALOR PARTICULAR DE LOS ESTUDIOS INTERCULTURALES: LA EXTRAÑEZA
rrativa en Vlrt~. e~ . or ué no reordenar la suceston ·? . or ué ha-
DEL OTRO LLEVA AL DESCUBRIMIENTO DE VÍNCULOS PROFUNDOS to.? En c·¡so a!Irmattvo, &P q. . en los otros relatos. (,y p q
' 1 .. Ja Jntnga que . ?
Petrarca y conservar a mtsn' . de sonetos narrativos. . . .
bl os de "secuencias" de sonetos y ~Jo . L·¡s obras de teatro re!Igwsas m-
Me parece que hay tres moºgs_qe_~lllR!~Q ele la comparaci~ll interculturill, y los a~: puede dar otro ejemplo me~?s mmluc~os~;l :1 caso ele las parábolas para la
tres u su manera implican compuraciones válidas. 3 La característica del primer , . . .. .. ·e nadas por e no. - ... ·. ") y por lo tanto
gles·¡s podnan est<~r en.IJ . 1 el· recepción ( mtluencm ' d d
modo, que yo propongo llamar la "pg1~~'! ~~lo_~>;t~~njero·:; consiste en utili- ·'
i rJesia de J3ritten, tenemos ·un cJemp o las chras de teatrO de ea. tS,· modela as '• e
e y
zar algunas Q!Ue!Jas de una cultura para poner de manifiesto hecho~ ll1~~Jª­
.J!li!hJ!"tO~ ~IlQlfi.l, _cilla que la primera es el .;:!emento probador y !<t ~l!gll!!.c!!l._el s~ pueden poner apar~e sus Cl_b(r~lt·.~~::lvary"). Las obras ¡mes~as a pr~eb~l ?od~,;~
. misma manera segun el no e . . . omo el no combma lo narrattvo
[!rDb{uto~ihJminadQ_. Hablando en términos estrictos, la prueba por lo extran- la . bién misterios de la Edad Med~,L
C tivada. Esta gestión resulta muy
jero se emplea subiendo que los elementos probadores y probados son pareci- sl~~ ~o,u~~n el drama teatrul,la prueba sena nd1LIY,;~~~hses sobre poética comparada.
dos, pero no precisamente comparables. Es el empleo controlado de la dife- mc . ·d· ó 'icus, sobre to o e '
útil en situacwnes pe ag g
renciumás fundamental con la no tan gran similitud lo que ilumin¡¡ lo que está
p~~~toa Pfll~ba y permite la cornpuración. Un par de ejemplos ilustrará lo di-
cho. Las secuencias de sonetos del Renacimiento pueden ser objeto de un es- . . . FUNCIONES SIMILARES
~ 'RE·NTES
GÉNEROS Dli·E '
PUEDEN li,NhR
tudio comparado, poniendo a Petrarca en relación con uno o más de sus su-
cesores no italianos. Las características comunes y las diferencias distintivas
. . 1 ue se puede sugerir y
quedarán en claro al poner a prueba la secuencia del soneto por medio de poe- d ·¡r·tción mtercultur.t q el. d las
h un segundo método e comp. ' s e u e abordamos el es tu to e .
sía ligada japonesa (renga, haikai). Las secuencias y los poemas ligados son
sucesiones de estrofas como las unidades que son a la vez independientes y
~~:~ con~iernea las funciones. Sup~n~~n~: e~iste
ninguna que a cor;espond~.
as chinas y que descubnmos qt untamos entonces s,!.ales son_.~
parte integrante de la secuencia total. La poesía ligada, no obstante, se compo- epopey . . . h·tbituales. Podríamos preg 1 1 . ficación de un gran
ne normalmente en una sesión con tres o cuatro poetas en alternancia de acuer- nuestros cntenos ' . l·cidimos que abarcan a g on o den-
do con un plan y en una secuencia de longitud predeterminada. La poesía ligada ~~~ldQ!~l~ ~.:-lle'\;~~~f~:j~~~~~tino
pasa o, " Ct: .
culminante die la·nt<utcr·~~nyoudnes~~t7~~~i~nto de
' . , · ndes de o n,\ • · ._
dispone del principio fundamentul según el cual las estrofas no tienen ninguna
de la nación, de personaJeS m,\s ~ro~ .. os históricos chinos son l~s eq~tv.•~
otra relación semántica más que el hecho de tener un predecesor (y un sucesor, tro ., uede sostener que los escnt China los gcneros lns-
por descontudo), de tal manera que la primera estrofa sólo está vinculada a su elcvacton, se P 1 R ·onkmos qut: en d 1·
sucesora y la últimu a su predecesora. lentes d~.las o~~i~~~~t:é~:ro:~
epopleyl·asl· íricos en el grupo fumla<~~:~:~apllal~te,~~
, · . · figuran a ,H 0 . puede acarre ·

J l. o que sigue es una breve síntesis de 1\liner, 1987.


:~:~~ol~terarias (wen). Es fácil v~r ~~~~~~s:~~: ~~~~nvestigadnr
perspicaz (~la~~
miento, pero también podemos :;n,l . n·lr una serie de preguntas por me to
'El autor emplea el1érmino enajenación a par! ir de ajeno ("extranjero", "extraño"). .. b.t: r consistente pueda J Ullll '
de un s.t
201
200 I:AHL MJNJ:H
ESTliiJJOS COMI'AHP.IJOS INTEHCllLTUHALI'S

esta gesti_ó_n comparativa. Se_puede decir otro tanto de la ausencia de sátira y comparación que aquí se discute afecta a la vez al estudio tipológico y al estu-
de panegmco en la l1teraturapponesa (si bien las literaturas coreanas y chinas dio histórico. Las otms posibilidades, que son la poética ufectivo-exprestva Y
son yartictilarm~nte ncas en panegíricos). Es decir, que las funciones del pa- la mímesis, de entrada son tipológicas como sistemas e históricas en términos
ne~mco se podnan atnbmr a la manera de presentar la literatura en sociedad
de origen y de evolución. Un método que no consiga_co.!!.!Q~~ar 1~ sis~emático
mas que a los topoi de alabanzas. y lo histórico como complementarios y como controles recíprocos ofrece po-
casventajas; tll)·¡l;éiodo que-los-combine por lo menos es ~_capaz'~ de_CQnycr-
tirs~-~~J__Una_teor͡U1Qt(;!]te. _

AFINIDADES FORMALES: ¿EFECTOS SIN CAUSA O SIGNOS DE UNIVERSALES?

¿PRIVILEGIARÍA OCCIDENTE LA MÍMEStS Y ORIENTE LA EXPRESIVIDAD"


::~ t.erce~ ~ét_odo es el q_ue y~ ~e encontrado más útil. Tengo que confesar que
~s e~1 prmctpto de una snnphctdad desarmante. Consiste en tomar por tema un
Los estudios interculturales plantean una última pregunta que no es fácil de
tenomeno li~erario o una práctica que es formalmente idénti~a en m á~ d~ ~~a
responder. Un occidental, condicionado por las creencias occidentales de m a:
cuHgm. El eJemplo del que yo me sirvo es el de las antologías. En toda~-¡;;rtes
nera a ]a vez tan abierta y tan clandestina que éstas no se destacan, no abordara
del m_undo existen antologías motivadas por el deseo de conservar y aJas que
las obras escritas de acuerdo con una poética afectivo-expresiva más que con
se atrtbuye valo~ ~or una versión inteligihle que recurre a principios de orden
ánimo diferente al que anima a las literaturas no occidentales. Lo inverso tam-
Y de representutivtdad. Estos criterios plantean una identidad formal. No obs-
bién es cierto. Cuando se examina la tradición mimética con todas sus vicisitu-
t:mt~, ~~~ la práctieu no se de_scubre unu identidad s¡;;-;;-~;;-;;_!i<;!~i.~~gía g_c~m­
gruenci.t, Y <~veces dllerencws sorprendentes que revela la hipótesis general des, alguien familiar a Jo afectivo-expresivo no puede dejar de sorprenderse
de la tdentidad (Miner, 19H5). ante la tendencia occidental a privilegiar el "producto" mimético. La "imita-
. - Elrnism_l~ principio es el que se ha utilizado en la discusión del surgimiento ción", la "obra", el "objeto literario", el Kunstwerk y hace poco el "texto" fas-
Y la evolucton de los conceptos de literatura. La identidad formal que sirvió era cinan a los occidentales. En el espacio de una vida se pudo sostener que el nb-
el_ ongen d: un sistema poético en la coincidencia de críticos dotados con Jos jeto literario es autotélico, que la atención que se presta por una ~arte al aut~r
y por otra al lector produce errores críticos, el genético y el afectivo, respectt-
gene~os m•_ts aprectados de entonces en diversas culturas. Evidentemente, esta
tdenttdad !ormal ha de ceder a la diversidad entre las culturas o por Jo menos vament~. Recientemente, de Jo que se ha tratado es d~ tener en cuenta (o de no
entre la cultura europea y las otras. Pero la diversidad es la diferencia realiza- tener en cuenta) la intención del autor o la recepción afectiva. Y que el texto es
i
ble en el seno de un conjunto de elementos verdaderamente comparables. No un "agente", un "sujeto" que pued~ realizar, exigir o hasta "experimentar pla-
podemos comparar Jo que es totalmente idéntico. cer sexual" (Roland Barthes, en Lcitch, 1983, l 06-l 07). Aquellos que han abra-
zado estos puntos de vista negarían sus vínculos con el peripatético Aristóte1es.
.· _Amhos. cj~mplo_s muestran que el contacto !iterar~~-~!~ la influenci<t:~~cep­
uon no es necesano para !ps estudtos comparados. Este es necesariamente ~1 Pero las tesis que sostienen son evidentemente de la especie mimética. Asimis-
caso de los estudios interculturales que preceden al periodo moderno. No es mo, alguien familiarizado con las tesis miméticas no puede evitar qu~ le alce-
estnct_amente necesario para Jos estudios interculturales, pero hay una ventaja ten igualmente las preocupaciones de los partidarios de lo afectivo-cxprestv_o
por el autor y el lector. En los sistemas afectivo-expresivos, hay una tend~ncta
queptocede del estudto mtercultural: lo que le es necesario ilustra Jo que es
re;~ltzable en la comparación intercultural. En la medida en que sólo concierne
lógica a asimilar al poeta y al que expresa Jo lírico, a menos que .'.1aya prueb~s
directas de lo contrario, y lo que nosotros podríamos denommar la tnvencwn
a hanct~l Y Alemania, en la medida en que se supone un contacto literario, po-
narrativa" en japonés se designa sak11sha 110 koto/)(1 (las palabras del autor).
cotnteres ltene preguntarse Jo que justifica la comparación. Además, las cues-
Por una u otru razón, el inglés cotidiano asocia la ficción con el relato, y en
tiones que trata la verdadera comparación son las más interesantes. Toda teoría
particular con la novela. En realidad. el único género que es necesariamente de
~.1 1':!'_1F~~ se b~tsa,.~n la ide_a ~mp!ícjt_<_!de que lus generalizaciol'!eÚ~.Yiíll(f;ls
ficción es el drama. Podemos imaginar que lo que se desprende de esta obser-
..J!f1I\_t;_rs,tlmo.:nt¡;_ · ~~~jl[potcs!s..solo .:&_1iQ~tienc en líl medida en que puede
vación explica por qué el drama tuvo una ~stima crítica tan tardía. Un dr;una-
~~r _dcrnostmua median!~ comparución intercultura]. Finalmente, el tipo de
203
fAHL MINI'H ESTIIIJ!OS COMI'AHAPOS JNTEHCl/LTliRALI'S
202

siglo xx, Japón trató de imponer la "niponidad" en no~1bre_de Ia_"c_sfera de


turgo no sólo escribe a propósito <.k los demás, sino que debe silenciar su iden-
coprosperidad de Extremo Oriente" para llevar la contrana alimpcnahsmo oc-
tidad personal en la obra de teatro. Además, Jo que los chinos han valorado más
cidental. Este episodio decisivo sigue afianzado sin humor alguno en las memo-
es el amateurismo, en su mejor sentido etimológico, de manera que el público
rias y a través úc Asia oriental y sudorienta!. Tampoco hay nada que dé risa en
y el autor podían intercambiar de entrada y como expertos sus papeles de poe-
el Islam de hoy por el tratamiento -incluida la negligencia supersticiosa-
ta y de público, capaces de hablarse tan artísticamente como en la prosa de M.
Jourdain. Nadie sabe de cuántos ejemplos disponemos de un segundo poeta que le reservan los herederos del cristianismo.
Hay signos de cambio. Algunos colegas de más edad, co~JO Ho;st Fre~z. Y
chino que responde a un primer poeta en el verso que éste le envía. Los riesgos
René Étiemblc, han recomendado y compartido puntos de vista mas amplios.
de sentimentalismo y de espíritu de capilla son muy grandes. Los japoneses
Hace veinte años, un libro como éste no hubiera incluido un capítulo sobre los
valoran la franca sinceridad espontánea más que cualquier otro pueblo al pare-
estudios comparados interculturales. Algunos departamentos de literatura com-
cer. También parece que esto es así porque cada escritor pertenece a una escuela
parada contratan a especialistas de literaturas no europeas. Desdichadamente,
y ha de poner de manifiesto quiénes son sus condiscípulos. Una de las razones
las literaturas no occidentales generalmente son sólo las chinas y japonesas.
de la brevedad de: la crítica china tiene que ver con que es ex /wmine ad lwmi-
Además, hasta hace muy poco existía una tendencia a relegar los estudios com-
nem. Cuando tillO se dirige a sus amigos, es poco cortés extenderse indefinida-
parados no occidentales a un gueto que recibía el nombre de r_elacion:s litcr:l-
mente. Una concisión brillante es preferible a una elaboración concienzuda.
rias Oriente-Occidente. Como se ha dicho, esto sólo caractenza a la tase mas
reciente de dos literaturas: los estudios interculturales y la gran literatura occi-
dental tanto como la oriental (es decir, no "occidental"). Sólo existirá una ver-
LA TEORIZACIÓN INTERCLILTURAL CARGA CON EL DESCONOCIMIENTO dadera paridad intelectual cuando resulte natural que un especialista de las
DEL OTRO literaturas indias imparta un curso de introducción de estudios avanzados o el
curso teórico en nuestras universidades, o cuando las sesiones dedicadas a la
narratología se basen en la hipótesis de que cualquier decisión sería injustifi-
Podríamos seguir adelante, pero la determinación de estos términos generales
es clara. Podríamos incluso sugerir que los ejemplos que hemos dado tienen el cada sin tener en cuenta el Relato de Genji y el Viaje al oeste.
Este día tardará en llegar y mucho antes de que llegue tenemos una dificul-
encanto de la inocenci<J. No cabe duda de que hay otras determinaciones que
son menos inocentes. La mayor parte de los estudios comparados occidentales tad equivalente que contemplar. Si admitimos que aquellos de nosotros con la
mejor disposición están ya prevenidos por su educación y los demás factores
se niegan a prestar atención a la literatura no occidental en su práctica institu-
de la aculturación, ¿cómo se pueden superar los prejuicios sin abandonar un
cional. Aqu¿¡Ja no existe o si existe no tiene importancia. No se trata en verdad
cierto número de normas necesarias? Lo mismo que el escepticismo absoluto,
de literatura. Es un atavismo vicioso del imperialismo y ha sido utacado con
el relativismo absoluto parece una contradicción en los términos. El problema
pasión bajo la etiqueta de "orientalismo" (Said, J 978). Aunque no todas las
no es más fúcil de plantear que de resolver. 5 Algunos quisieran adscribirnos en
acusaciones son fundadas e incluso algunas de ellas exageran, sigue siendo ob-
torno a la literatura, desprovista de nacionalidad. La idea es utópica ya que lo
vio que Europa es culpable de falta de atención y de atención mal intencionada
que podría ser la literatura es un importante problema intercultural que los es- ..¡{
hacia las culturas del Oriente Medio. Europa o bien las ha descartado como si
tudios intraculturales ocultan. Sólo llegaríamos a una literatura única Ygene-
no merecieran atención alguna, o bien ha creado una imagen de lo ··oriental"
ralizada, si es que algún día esto sucede, trabajando en plural con la tesis de
que el imperialismo impuso a la cultura extranjenJ. Los entllertos difícilmente 6
se limitan a la zona al este de los Urales y al norte del Mediterráneo. Las Amé- que Jos estudios comparatistas tienen por objeto las literaturas.
ricas ofrecen algunas analogías con lo anterior: en cierta medida, América Cen-
5 f'okkema, !984, tral:l este conjunlo ele problem:1s Jc m:tncra descriptiva Y lógica, con la
tral y América del Sur son el Medio Oriente de América del Norte. innovac iún de combinar con estas perspectivas un interés por lo~ Vid ores litertlrios t.: o m o cues-
Tampoco los japoneses ni los chinos son inocentes. El Japón insular hace
tión central.
tiempo que respondió a la China continental, xenófoba y condescendiente, me- 6 Debería quedar igualmcnlc claro que cuando hablo de mímcsis y de poética afectivo-ex-

diante la afirmación de la unidad y del valor de su cultura, que tan fn.:cuentc- presiva, cnlicndo que exislcn de cada cual una mulliplicidatl de versiones uc país a país Y en
mente escuchamos en nuestros días. Yen eltranscursode la primera mitad del varias épocas dentro de una misma cultura.
-
205
204 EAHL MINER ESTUDIOS COMI'AHAilOS INTEHCliLTliHALES

NO REDUCIR LO DIVERSO A LO MISMO tiempo antes de que nuestros sucesores se preg~mten por qué no h~mos _tr;~t;~~l~
. . rohlemas cómo hemos podidO pretender que somos ver ,t
de resolver estos p . y. 1 . t ultur"lcs Si llegado ese momento, :JI-
.. t" ·t·ts sm m:.Jtena es 111 ere u • • .
A nuestra lectura siempre aportaremos los pr·juicios (Vorurteile) de los que de~os con~P·'_ra ts \eer este estudio el estado primitivo, distante y aveJentado
habla llans-Georg Gadamer ( 1982, 238-253). Su esperanza de una "fusión de guten t~vJ_er,~n;u,: lnrh. sonreír T~nemos mucho por hacer para apresurar la
horizontes", la reunión del sujeto occidental y del objeto oriental (o viceversa) de la dtsctpl . ' ' · · .. , . telectuales como por la integndad
, d· de esta epoca, tanto por r,tz:oncs m
11 ega .
parece fantasiosa. Pero podernos trabajar dialécticarnente entre las literaturas a ·d 1 d · a hunnna
moral de la ti teratura comparada en calt al e ctenct ' .
con an;ílisis múltiples en diferentes culturas, poniendo a prueba nuestros prt:-
juicios al contacto con los fenómenos interculturales. Así pues, si bien las obras
en prosa con frecuencia son objeto de estudio, la prosa como ritmo diferente de
la poesía no ha sido suficientemente estudiada. Las sagas de Islandia y los ro-
mances medit:vales ingleses algunas veces se presentan en prosa y en verso. Al
lado de la gama de obras chinas que van de la prosa pura a la poesía o analiza-
das éstas a la luz de las obras mixtas japonesas, las sagas y los romanct:s (así
como los antecedentes asiáticos) parece que están en condiciones de iluminar
la cuestión. Sería necesario asimismo recordar que las literaturas de Asia orien-
tal integran la historia en prosa a las obras líricas desde el inicio de los sistemas
poéticos.

DENTRO DEL SISTEMA UNIVERSAL. LOS VACÍOS SE COMPENSAN CON LLENOS


DONDEQtiiERA

La presencia o la ausencia insospechada de fenómenos en las literaturas cons-


tituye un excelente punto de partida para la comparación intercultural. ¿Cuál
es la importuncia, por ejemplo, de la ausencia del drama en la Edad Media oc-
cidental hasta ya próximo el fin de la misma? Hay otras excepciones aparentes.
Veamos algunos ejemplos: la naturaleza periférica de la prosa en el sánscrito
y en las obras del Medio Oriente; la ausencia de alegoresis (a pesar de la pre-
sencia de la alegoría) en la literatura japonesa, en contraposición con la china
y la occidental; el predominio de las composiciones escritas destinadas a ser
leídas (además del drama) en Japón; la fusión radical de lo sagrado y lo profa-
no en la literatura india; la tolerancia del humor en contextos constantes en una
literatura más que en otra. Podríamos seguir la enumeración indefinidamente,
pero los mencionados son los puntos fuertes del comparatismo intercultural (y
hasta intracultural).
En la práctica, el mayor ohstúculo al estudio intercultural es el prejuicio del
provincianismo. Si uno de los problemas actuales del comparatismo consiste
en no comparar, o hasta en no preguntarse qué es una comparación, los estu-
dios interculturales hacen de esta necesidad algo acuciante. No pasará mucho
TERCERA PARTE

TEXTO Y COMUNICACIÓN LITERARIA

11
12
Ef texto como estrliCfllra y collslr!lcción
MIIIÁLY SZEGEDY-MASZÁK

l. OBSERVACIONES PRELIMINARES: LINGÜÍSTICA Y POÉTICA

1-Iay buenas razones para creer que la distinción entre el arte y el no arte se sitúa
más allá de los límites de una investigación de las unidades estructurales del
texto. Por esto, el análisis lingüístico no puede resolver los problemas del aná-
lisis textual, y la opinión según la cual "se puede considerar a la poética como
parte integrante de la lingiiística" (Jakohson, 1963, 21 0) se ha de rechazar por
falsa e insuficiente objetividad histórica.
Sin duda alguna el investigador literario tiene una deuda con la estilística
orientada al lenguaje, sobre todo en la medida en que aquélla le puede ayudar
a darse cuenta de que ha de concentrarse en la interpretación de obras com-
puestas en su propia lengua materna y esto porque el investigador es víctima
de una desventaja evidente cuando se ocupa de textos escritos en otras lenguas.
No obstante, la hipótesis de trabajo de los estructuralistas. de acuerdo con la
cual se puede subordinar la poética a la lingüística, se ha de rechazar, teniendo
en cuenta la afirmación de los posestructuralistas de que la diferencia entre el
lenguaje literario y el lenguaje no liter:Jrio consiste más en su verdad que en su
estructura. En suma, ningún anCtlisis lingüístico puede decidir si un texto es
una obra de arte literario. Sin adherirse a la distinción de lo artístico y lo no
artístico, la semiótica contribuyó <1 definir el texto por oposición y por di fcren-
ciación de la noci6n de Clídigo o de sistema lingüístico. Se considera al texto
corno la reali1.ación de un sistema del que es la concreción material. El texto
tiene un comienzo y un fin, así como una organización interior gracias a la que
se transforma, en el nivel sintagmático, en una totalidad estructural. Lotman
analizó el concepto de texto en términos 11de expresión, 21 de delimitación,
3] de estructura (l. Lotman, 1973, 91-94 ).
En los decenios que siguieron a I:J segunda guerra mundial, la mayor parte
de lo~ analistas de textos literarios siguieron ciñéndose al principio de hase
que suhyada en los pr.uneros estudios de los formalistas rusos; trataron de de-
finir la literatura en términos de lingüística. La influencia creciente de la her-

1 ?0'1 1
210 211
MIIIÁLY SZEGEilY ~MASZÁK
El. TEXTO COMO ESTKliC..lll~
"A YCONSTKliCCIÓN e

menéutica alemana y de llajtin, unidas a la reacción que se provocó contra el . , d h estructura de una nove ¡a d e·pende en mucho
método de análisis textual de Jakobson, inaugurada por Michael Riffaterre sentido en que la percepciOn e , .. , , d. ferentes y a veces hasta contra-
del conflicto entre tradiciones mterpret<~ttv<~s 1
(Ri ffaterre, 1971, 307 -364), hizo que la poética llegara a ser más independien-
te de la lingüística estructural. dictorias. ,.. ' ' r f rencia también pueda ponernos e~ guar-
Es bastante paradnJ ICO que esta e 1 e . ., t e poética y lingüística. El
El cambio metodológico fue paralelo a una mutación de los centros de inte- . . . ·, n de la d1stanchl en r .
rés. La mayoría de los analistas del comienzo se concentraron en la lectura ri- dia frente a la sobreesttmacw . , 1 JI" ·t ·a Las significaciOnes son he-
., 1 carnaciOn de a IS on . b
gurosa de poemas líricos aparentemente de acuerdo con teóricos influyentes lenguaje tamb1en es a en '. . d" . , "El proyecto de una o ra
. lornl'ln una tr.t 1c1on. ,
redadas; las interpretaciones , . . d de antemano y que por st
como Paul Yaléry, Martin Heidegger, Gottfried llenn, o también el poeta hún- . , . J· do a un cammo traza o d
de arte poétiCa esta v¡ncu a Se tnta de caminos trazados e
garo Mihály llabits --crítico severo de Lukács y autor de una Histoire de la
mismo no podría formar un nuevo proly9e8c3to.9") '
liltérature eurnpéenne en dos volúmenes [ 1934-1935] (llabits, 1949)-, quien · "(Gadamer • ~ ·
consideraba la poesía como la forma más elevada del arte verbal. Sin embargo, antemano por el lenguaje ' 11 tre J·¡J¡ermenéutica de Gadamer
d t s p·tra e os en •
En realidad, hay sorpren en e , . . L dos teóricos intentan resolver el
posteriormente, investigadores cada vez más numerosos se dedicaron al análi- . , d 1 d. ·curso de llaJltn. os h. , ·s
sis de narraciones más largas y llegaron a darse cuenta de los límites de la es- Y la interpretacwn e IS . d , n¡a'tic't universal y la ipotesl
·· t el1de·tl e una gr<~ ' d"f
tilística lingüística. Los métodos empleados en la lectura rigurosa de poemas Problema de la tenslon en re
. ·· • t" , A pesar de que a n u
' . t "b yen sistemas de valores 1 e-
·
breves no se podían utilizar para el análisis de textos en prosa narrada más ex- de la relatividad hnguts IC<t. . . , . .· ·t n en sus interrelaciones. LeJOS
. 1 'IS tambten msts e ·
tensos, como Bajtin sostuvo ya en un ensayo escrito en 1940-1941. rentes a las diferentes engu:. ' d concebir sistemas de creen-
de negar la traducibilidad, alirman·~·ue sedpucl· ~nntlestras Una de las tesis fun-
En el ensayo en cuestión, De la préhistoire du discours romanesque, el d e dil1eren e as ' · . el
cías y de visiones del m un o qu. 1 la philosophie du langage, publica a
crítico ruso se proponía criticar cinco enfoques estilísticos diferentes: 1] el aná-
lisis ele los elementos constituyentes textuales aislados (por ejemplo, las figu- damentales de la obra Le mar.~¡sme e 1929-1930 (Volochinov, 1977) -obra
· d y N Volochmov en · do
ras o tropos); 2] "una descripción lingüística neutra del lenguaje del novelis- baJ· 0 la autona e · · B· .. _ declara que un enunc1a
"d ·t· en parte por ajtlll • . ·d
q ue tal vez haya SI o escn a . enta '1 su destinatano. La 1 ea
ta"; 3 J la definición de los elementos distintivos de un movimiento literario d f "do Slll tener en CU ' .
particular; 4] la sistematización de los giros estilísticos individuales de un es- lingüístico no puede ser e 1111·. 1, .. d ·1 discurso podría ser compatible con
de Bajtin sobre la naturaleza dl.t oglclad ¡e· t'rprete en la comprensión.
critor determinado, y S]una investigación sobre la eficacia retórica de los pro- . 1 G 1 erenelpape e me .
1 cedimientos utilizados en una novela determinada (Bajtin, 1981, 42). Sin que la insistenclil e e ac am , d . 1 unas unidades gramaticales cuya
Hace ya tiempo que Jespersen habdlo·l e<~ ~exto (Jespersen, 1922, 123-124).
lleguemos a aceptar las especulaciones algo problemáticas de Bajtin a propósi- . ., d !'· entenmente e con ,
to de la naturaleza carnavalesca de la novela, hay que darle crédito a su obser- signif¡cacton epem ta , . , ·1 contexto es una categona mu-
!1 otro constderan que e . .. ...
Ji vación de que un analista estructuralista de textos literarios no podría ignorar Bajtin y Gadamer, uno y ' 11 1 . "embragues" ("deícttcos o m-
. N '1 rtenecen a e a os . 1
la diferencia fundamental entre poemas líricos y ficción narrada. Puede resul- cho más amplia. o so o pe . 1 , ret"erencia a la instancia de a
l . .. í ·t ICOS que ¡acen )
tar engañoso buscar metáforas en una obra que cuenta una historia, como tam- dicadores"), "elementos mgu s . 1 ·" (Greimas Courtes, 1979,86-87
., rdenadas tempor<~ es ' .,
bién es engañoso desdeñar la naturaleza dialógica y estratificada del discurso enunciaciOn y a sus coo . , .. " " etc- sino tambien lo que que-
" ~· "· h " "esto" ' hoy , yo ' . ' ., d ,
de ficción e identificarla con el estilo individDI de un autor, a la manera de -como aqm , <~ ora • ' ·t considerac1on cuan o se
·, d ~hy que tomar es o e 11 · ., .
Leo Spitzer (Spitzer, 1928). da no dicho en un en~ncl~ o .. , ' 1· r '·"'stica para nuestra descripcwn hl-
trata de encontrar la mspmtciOn en <~ mgUI.
Existen asimismo consideraciones históricas que acaban con la pertinencia
de una segmentación lingüística del texto literario. Aquello que parece válido potética de texto~ literarios. ·. de los actos del lenguaje como una posible b~-
Aigunos consideran la teon.t . . . N . , puede negar que esta teona
para el análisis de las "'formas simples" (Jo! les, 1930) de la cultura oral apenas . .. · · d los textos hteranos. o se . ·
lo es para la interpretación de las estructuras complejas de la cultura escrita. se para )aclasdiC<ICIOn e J na'l"¡sis estructurahsta antenor
e

d ·l· t 'Oll respecto a a .


Pennyakov nos dio una clasificación, sobre todo sintáctica, de los géneros ora- Puede representar un a e .¡n o e . os permite reconocer la ¡m por-
. , la med1da en que n d
les (Permyakov, 1970), pero un acercamiento puramente gramatical a los gé- de los sistemas de s¡gnos en . . , d ·1 d". so como parte integrante e
tancia del locutor y analizar la ~ltuaclonb·le Nls~~stante a la luz de la henne-
neros de la "gran cultura" no parece ser realizable. La razón de ello es de lo más . .. . , d t lo enunciado ver a. o , . 1· de
simple. Un cuento de hadas no podría tener una Wirkungsgeschichte, en el la signd tcacwn e OL 1 . ctos de lenguaJe de pe m L:n
néutica de Gadamer, hay que destacar que os a .
213
fl. TEXTO COMO l'STIHJCrlll\1\ Y CONSTRUCCIÓN
:?12 Mlli,\J.y S:t.EGFDY-MASZÁK

l"significacíón"J. Si esto fuera así, la interpretación correcta de la metMora


Jos locutores y de los a u dí lores U , d . podría tener una importancÍ<t crucial para la comprensión de la poesía lírica,
por la intención del locutor .·. n acbt? e lenguaJe es una petición, no sólo
. _, • smo tam 1én pon¡ue e. . puesto que "la estrategia del lenguaje propia de la poesía, es decir, de la pro-
uon por un destinatario N¡'n , I s reconoc¡do como ¡)eti-
· gun ector puede 0 ¡ ·d ·
1
~a comprensión
.
-que consiste e 1 VI ar su propla historicidad
n en erarse y en ol od· , .
ducción del poema, parecería consistir en la constitución de un sentido que in-
ugar por l!ltermedio del lengtlaJ· d' d VI ar- solo puede tener tercepta la referencia" (Ricccur, 1975, 280).
e, me 10 e com · '6 Huelga decir que la presencia o la ausencia de referente es un punto de liti-
y e 1 presente, lo familiar y lo n f ·¡· umcac¡ n en el que el pasado
. o am1 1ar se en gio complicado que nos llevaría más allá de los límites de la poética. Éste no es
mcesante. Los textos literario d , . . cuentran en estado de diálogo
. s no pue en exJs\lr más · el lugar para resolver problemas lingüísticos, estéticos, ontológicos y episte-
nes, que son los resultados de . . que en sus mterpretacio-
una mterrelac 1ón ·nt 1 • • mológicos. Si la referencia es idéntica a aquello que resiste a la simboli1.ación.
y un lenguaje que interpreta. e re un enguaJe mterpretado
hay que admitir que esto podría ser una cuestión de convención al menos en
Lo que precede es un principio que nos u· : parte más que de saber sí un lector piensa en términos de referencial mientras
en el análisis de la estruct ¡r· ·' 1 . g .Jara Y. que mantendremos presente
., t a ue os textos llteranos Ice un texto. A modo de ejemplo: en el caso de una Iclr-Erz.iihlung en la que no
nuacJon. Desde un punto de . . lo , . que presentmnos a con ti-
, P<lf!J( a pragmauco y - se menciona al narrador, tengo que decidir si el texto es una autobiografía o
mas pequeñas más dio r. lo ' o empezarta por las unidades
__ o • ce amente observabl • una novela. En otras palabras, tengo que escoger una actitud receptora posible
superiJcle y que se ulnwcena !· es que componen las estructuras de
. ,- nen amemonuacot 0 1•• y atribuir una credibilidad cualquiera a la obra que trato de comprender.
h,,1c1a estructuras más profu d· , r P azo, Y me despla'l.aría
., n as, mas ocultas qu . .
0

pt:n.:epcwn directa y se COJllp d , e son menos ncces¡bles a la El hecho de reconocer que el sentido se ha de distinguir de la referencia ha
o onen e partes más . d - tardado mucho en ejercer una intluencia en la teoría literaria. Aunque Peirce
vez de mtentar llegar a un ex a h . gran es y mas compleJ· as En
men ex auStlVO }' · , , · ' haya hablado de una relación triádica por la cual el signo, el objeto y el inter-
pos en los que puedo cont·tr e . , ICJlitare IDI atención a tres cam-
~ _ ' on un sistema de e . , . pretante están estrechamente vinculados (Peiree, \955,99-1 00), y que más
k;c¡do y homogéneo. onceptos relallvamente esta-
b
tarde, Ogden y Richards hayan distinguido el símbolo del pensamiento y del
referente, y que sus concepciones hayan ofrecido la posibilidad de que algunos
investigadores definieran la metáfora en tanto que proceso semántico, una es-
2. TROPOS y fiGURAS: CONSII)ERACIONES HISTÓRICAS pecie de interrelación -más allú <k los países anglófonos, la oposición saus-
suriana entre el "significado" y el "significante" ha incitado a los lingüistas a
desarrollar una semántica que hace hincapié en las palabras más que en la sin-
Es bien sabido que los retóricos estudian las - . taxis. Los términos de Hjelmslev "expresión" y "contenido" (Hjelmslev, 1968,
de hace unos dos mil (]uinient .. - ,E pequen as umdades textuales des-
os anos. sto se pued 'd 71-85) o también la distinción que hace GomboCJO entre név \ nombrel y jelcll-
una (1esventaJ· a Por un lado e 1 1
- • sa argatrudoc'' h h 1 · ~
e consl erar una ventaía y
tés lsígnificaciónl (Gomhocz, 1926) se podrían citar como ejemplos de una
!lo de un vocabulario más o meno o. . 1 IOn a ce JO pos¡bJc el desarro-
campo ha habido ll!n fuert. te t .s, acept.ldo generalmente; por otro, en este perspectiva diádica de la estructura de los signos. Los que compartían esta con-
o ' e n ac1on a con ·id . !· ¡· cepción tenían tendencia a interpretar la metáfora como un remplazo. una sus-
Inmanencia o Algunos ret, . . o s erM '' Jteratura en términos de
or¡cos ,¡penas se han pr
tual de los tropos y de las r· . eocupado del aspecto contex- titución de una palabra por otra, y al hacerlo a~í seguían la tradición de los
, o 1guras en general y h d ·. d retóricos del periodo dominado por el clasicismo.
convencwnal de las metáfora•· , o ar eJa o de lado el elemento
o, ~en particular Es m ob Es importante tener en mente cómo analiza un investigador la estructura de
c¡on llevada a cabo en el terreno d 1 • o. uy pos¡ le que la investiga-
o - e as umdades textual ' un texto literario, puesto que esta manera depende de su visión del lenguaje.
p.lrtlcu 1armenle
. ' e" ¡os. pe 11gros
vulnenbl', . de u . es
· mas pequeñas
. , sea
No ha Sido posible renovació , 1' na perspectiva no historica. Los retóricos de la época cl:ísica caracterizaban al lenguaje de la poesía de
dc.rna_ Es posible que haya si don al ~u~a alnte el desarrollo de ht semántica mo, "desviación". Uno de los puntos débilt:s de su teoría era que no podían dar nun-
"lJb So e arllcu o de Frege y 'J b ca una definición satisfactoria de la norma de la que el lenguaje poético era una
. , er mn und Bedeutung" ( 1892) e . , a ce e re y con razón,
cwn de Sir Philip Sidney según la cual! e!.~~ huy~ abter~o el camino. La declara-
desviación. Segím esta óptica, es comprensible que el fin principal de los re-
nunca miente" (Sidney 1963 l '8) 'b'~oeta no afirma nada, y por lo tanto presentantes más deswcados de "la nueva retórica", renovación crítica francesa
o o oo . • · " . rec1 10 un nuev 0 o 'f", . que se sitúa a mediados del siglo xx y prolonga la tr•tdición de Saussure, fuera
t11potests delmvestigador. • : d. s¡gm !cado gracws a la
'' 1em.lll e que la palabra Odisea no tieilC B edeutung
215
214 MIIIALY SZEGEDY -MASZÁK EL TEXTO COMO ESTRUCflJI<A Y CONSTR UCCIÚN

encontrar un remedio a esta carencia. Jean Cohen sugirió la prosa, la prosa es- do de familiaridad del lector con otros textos, pero en principio la intertcxlt~a­
crita, y la prosa discursiva (científica) como puntos de partida posibles para lidacl puede reducir el carácter arbitrario de los signos. Esto pu~d~ suc~~~r. ~~~~
una cllmparación (Cohen, 1966). La objeción que se le puede hacer y que im- cluso en la prosa narrada, pero en menor medida que en la poes1~ linea, esta ~s
pide aceptar esta proposición es que incluso las tres normas que acabamos de la razón ele que un poema breve lírico exija con ma~or frccuencw lecturas rei-
mencionar pueden ser consideradas desviaciones del lenguaje hablado. Ésta teradas y estrictamente comparativas que lo que sena el caso con un fragmento
podría haber sido una de las razones que empujaron a Greimas a tratar de en- de ficción narrada, escrito en prosa. ...
contrar otra solución al problema. Desarrollando un metalenguaje muy propio La discontinuidad, lo mismo que la continuidad -a la que_ s~.p~ede clclmtr,
de él, Greimas introdujo la distinción entre "sema" o "la unidad mínima de con ánimo aristotélico, como "la posibilidad ele divisar en elm!Imto una gran-
significación", y "semema", o "sentido particular de una palabra" (Greimas, deza" (Rica:ur, 1958, 84)- podrían ser consideradas un asunto ~e conven-
. · , 1 ·tura puede muy bten ser que
1966; Greimas, Courtl~s. 1979, 332, 334 ). Un grupo de investigadores belgas ción. Lo que parece mesperaclo en una pnmcra ce . . .
tomó prestados estos términos para la creación de un nuevo sistema de retórica se encuentre en el terreno de lo esperado en una re lectura. LeJOS. de constitUir
basado en cuatro clases de figuras: "metaplasmas", "figuras que actúan sobre una cualidad inherente al material del significante, la expectallva es una ~e­
el aspecto sonoro o gráfico de las palabras y de las unidades de orden inferior lación convencional entre significante y significado. En otras palab~a~, es el
a la palabra", "metataxis", "figuras que actúan sobre la estructura de la frase", resultado de una experiencia histórica. Una metáfora sumamente _ongmal es
"mctasememas", "figuras que reemplazan un semema por otro", y "metalogis- inesperada y rompe Ja continuidad del texto, pero su aspect~ ~~trano clepe~cle
mos", "que modifican el valor lógico de la frase" (Grupo Mu, 1970, 33-34). en mucho de la experiencia individual ele la lectura. La ~postcton tan conoctcl~
···"1.1411

Hay alguna razón para creer que la primera pregunta a la que hay que res- entre el símbolo implícito y )a alegoría didáctica puede mterpretarse como una
ponder antes de clasificar las figuras semánticas (tropos) es la siguiente: saber oposición entre dos clases ele lectura. .
en qué medida las relaciones sintagmáticas que garantizan la continuidad de Un sistema retórico "completo", como el que propuso el gmpo belga ele In-
un texto son interrumpidas por las relaciones paradigmáticas, intertextuales. vestigadores, puede resultar útil para la enseñanza ~on dos reserva~ a. pesar de
Según estos retóricos belgas, la continuidad del significado se basa en la inter- todo. En primer lugar, habría que considerar las !Iguras de la retonca como
sección de dos enteros. Dicho de otra manera, la sinécdoque es el tropo funda- clases de fenómenos abiertos. En segundo lugar,_es importante cl~rs~ c~enta ~e
mental, y "metáfora y metonimia se presentan como tropos complejos:[ ... ] que las metáforas no sólo rompen, sino que _t:~mbt_é~ cr~an_ la_contJ~UJd:td y esto
depende de su función sintáctica. La clasJhcacwn smt?ctica mmucwsa :ue ,.,_.·
mientras que la metáfora se basa en una intersección, la relación entre los dos
términos de la metonimia se efectúa vía un conjunto que engloba a ambos" proporciona Christine Brooke-Rose indica q~~ las metaforas s~n capaces cl_e
(Grupo M u, 1977, 49). crear la continuidad sintagmática y parad1gmattca._ A pesar ~e q~~ un~ ~legona
Debido a la importancia de las relaciones paradigmáticas en poesía, una vincula un texto a otro, una metáfora verbal translorma la stgnlllcacton de las
obra literaria puede hacer alusión a otros textos con los que el lector está fami- palabras que la rodean. . .· . á-
liarizado. Michael Rillaterre ha denominado a estas correspondencias ínter- De lo que acabamos ele decir se desprende que pocl~~1os_ co,ns~derar la met
textuales hipogramas y las considera manifestaciones de la intersección de la fora como un fenómeno no sólo semántico sino tambten smtacttc_o. Searle ha-
semiosis y de la rnímesis (Riffaterre, 1978, 23, 88-89). En otras palabras, el bla ele un vacío entre la significación ele la frase y la del enuncwclo (~~~rle,
interpretante de un poema puede ser otro texto. Muchas veces las oscuridades 1979 105). Tomando esta hipótesis como punto de partida, podemos de!um la
desaparecen y los problemas de interpretación se pueden resolver, una vez que metÚora como una interacción entre un elemento_ comparable Y un elemento
el texto que se oculta detrás ha sido descubierto. Hasta un no-sentido se puede comparado, una tensión influida por la interfcrencw ent~·~ un<~ ~ec~ur~ c_om.par-
vincular a la intertextualidad: es capaz de disimular una cita transformada por tida por los miembros de una comunidad y una clecodt!Icac!On mdtvt_clual, Y
las reglas de la permutación. una interacción similar entre una interpretación aceptada durante el penodo en
Si esto es así, hay que reconocerle el mérito de ello a Saussure (Starobinski, el que fue escrito un texto determinado, por una parte, y por la otra, m~a com-
1971) y a los surrealistas, q11ienes afirman que hay palabras tras las palabras prensión posterior ele la misma obra. Así pues •. se pueden ~mcular :a~ws con:
de un texto. En muchos casos, "la agramaticalidacl" nos remite a la gramática de notaciones a la oposición abstracta entre contmt11dad y dtscontJntlld,tcl, entre
otra obra que nos es conocida. Muchas cosas dependen, por supuesto, del gra- Jo que puede ser previsible y lo imprevisible.
217
216 El. TEXTO COMO ESTKUCrtiRA Y CONSTKliCCIÓN
MIIIÁLY SZEGEDY-MASZÁK

El clasicismo de los siglos XVII y XVIII estuvo dominado por la elaboración


_ Est~ tipo de conclusión está casi implícita en la perspectiva que tienen los
sintáctica, a pesar de que la supresión de la puntuación ("parataxis"), que es
mvest1gadores belgas del texto poético, el cual puede ser considerado como
posible que sea la forma más simple de omisión sintáctica, se convirtió en un
u~a r:mlé:~retaciór~ crea~ora de la retórica de Fontanier. Antes de Fontanier,
elemento distintivo de la escritura de vanguardia. Sin embargo, sería un grave
nmgun t~onco habta _podtdo dar una respuesta satisfactoria a la pregunta de
error atribuir todas las preferencias por ciertos tipos de figuras a cambios his-
saber cual era la relación entre reglas paradigmáticas y sintácticas, entre tropos
Y_figuras: unos trataban los tropos como una subclase de las figuras, otros po- tóricos. La estructura de las lenguas individuales desempeña asimismo un pa-
pel en la elección. Por esto, las leyes definidas por los ret6ricos no siempre
man l?s dos g~upos de conceptos al mismo nivel. Fontanier fue el primero en
son aplicables a textos escritos en lenguas que no pertenecen a la familia in-
sugenr superfiCies de colisión. Lo que es más, él empleó incluso los términos
"exuberancia". "supresión" e "inversión", que se convirtieron en lo sucesivo doeuropea.
La previsibilidad es vulnerable a los cambios históricos. Podemos tener la
en ~~~conceptos clave del grupo belga, que distinguía entre "adjunción", "su-
impresión de que la clipsis es un elemento distintivo de la poesía romántica Y
pres!on" Y "permutación". La originalidad de la teoría, cuyo contorno fue tra-
de vanguardia, pero hemos de ser conscientes de nuestro prejuicio histórico: la
z~do por l~s miembros del Centre d'Études Poétiques de la Universidad de
sintaxis de los textos más antiguos nos parece más continua desde nuestro pun-
~teja, cons1ste s~>?re todo en su principio rector según el cual los tropos y las
to de vista porque su fragmentación ha perdido fuerza, de la misma manera que
figuras son mamfestaciones de los aspectos semánticos y sintácticos de toda ,' l ~ '
estructura verbal. muchas de las metároras hoy están muertas. Esto es válido para todo tipo de l. J.,

irregularidades sint<ícticas. ..:..,,,


Como lo he destacado más arriba, es muy tentador desdeñar la Historia cuan-
do se clasifica a las unidades textuales de menor dimensión. Así pues, es fácil
3. HGURAS MORHlLÓGICAS Y SINT.Á.CTICAS hablar de tres clases de elaboración sintáctica: al el paralelismo, es decir, la
repetición de la relación entre diferentes elementos constitutivos; b] el engarce
("paréntesis" o "enclave"), que es la inserción de un tiempo y de un espacio
L~ i_~esperad~ es el resultado de uno de tres factores: adición (elaboración), .•··
("cronotopo") dentro de otros; y e 1 estructuras lógicas basadas en un con- ",,.
el1~10n (omiSIÓn, supr-~sión o fragmentación) y permutación (dislocación).
traste ("antítesis"). Las dificultades empiezan cuando el que clasifica trata de
Los tres pueden ser dclmtdos en un nivel morfológico, en un nivel sintáctico y
tomar en consideración la reacción del lector. Si bien es cierto que las repeti-
en un mvel semántico.
ciones en el verso célebre "Mañana, mañana y mañana", en Macbeth, hacen la
Debid~ a la _f~l~a relativa de complejidad, las figuras morfológicas no exi-
frase más larga y más compleja, crean asimismo la impresión de un enunciado
gen n1~~un anahs1s detallado. La mayoría de ellas representa una variante de
fragmentado que deja muchas cosas sin expresar.
la ad1c10n. El acróstico, la rima, el neologismo, la figura etymo/ogica, una cita
Es tentador resolver esta contradicción sugiriendo qcte esta clase de ambi-
e1_1 __1~-ngua .~xtranjera, l~n.~wmónimo, la permutación de los elementos del sig-
güedad es el resultado de la combinación de la elaboración sintáctica y de la
nil~cdnte ( paronomasia ), y la mayor parte de los demás tipos de retruécano 0
repetición morfológica, como el empleo de las mismas conjunciones ("polisín-
de juego de palabras se pueden dar como ejemplos muy conocidos. Cuando se
deton"), pero esto representaría una simplificación. El paralelismo y la com-
a~ra.c la aten_c~ón sobre m~a co_nexión oculta, o por lo menos no del todo aparen-
plejidaJ pueden ir de la mano, pero esto también puede dar la impresión de que
te, cnt~e dos elementos s1gni11cados o más, éstos crean una tensión semántica.
la frase está fragmentada, sobre todo si las unidades son breves, como en las
En el t1tulo _de la novela de Robbe-Grillet Lajalousie, por ejemplo, un signifi-
secciones de enllmeratio de los grandes poemas épicos, o también cuando los
ca~te se reftere a dos elementos significados, y quien c:onozca bien el libro sa-
sinónimos se suceden y constituyen una figura que Fontanier denomina "me-
bra que e~ te homónimo ("antonomasia"), interferencia de dos significaciones,
tábola". Lo que cuenta es la interacción de las figuras más que las propias figu-
desempena un papel1mportante en el texto.
ras. Un paralelismo no se basta a sí mismo, ni siquiera si sus uniJades son
Las fig~ra_s es_tudiadas por los retóricos son reglas que podríamos definir a
extensas, ya que comporta una estructura abierta. En la mayoría de los casos,
mod~l de h1~otes1s como universales, de las que cualquier periodo histórico de-
está aliado con la suspensión, forma de dislocación, y el resultado puede ser
term~nado llene ~lgunas accesibles. La mayoría de los movimientos literarios
una gnulatio, uno de los procedimientos de la retórica más utilizados. No exis-
podnan caractenzarse por su preferencia por algunas de estas posibilidades.
219
218 Mii!ÁLY SZEGEIJY -MASZÁK El. lloXTO COMO I'ST~ UCI'llK A Y CONSTH UCCi ÓN

te más que u_n caso en el que una acumulación, un catálogo o una lista, se pue- Como la ironía es una de las cualidades menos "estables", es casi imposible
dan depr abiertos, y es cuando se trata de un comentario amplificador inserto encontrar una especie de paréntesis que esté siempre libre de ella. Una inser-
en ~n pa~aJ~ al_ que pod:ía no estar ligado en el plano gramatical. Este tipo de ción que no parece corresponder al modelo princi~al es lo qu: se ~cerca más a
p¡¡rentesJs llldJc¡¡ tamb1énla colisión de diferentes figums, lo cualmarc¡¡ )a una excepción de este tipo. Un ejemplo muy conocidO es el apostro~e, a menudo
tr¡¡n,sición del primero al segundo grupo de ebboración sintáctica y llena el asociado a una abstracción personificada, y al que se puede cons1derar el ele-
V<JCJO entre paralehsmo y eng¡¡rce. mento distintivo de las odas neoclásicas. No deja nunca de proporcionar el to-
Las digresiones implican los mismos grados que las estructums paralelas y no sublime adecuado a uno de los géneros con más prestigio en la jerarquía de
esto depende de la longitud de J¡¡s unid¡¡des. Un epíteto no implica más de una Jos siglos xv 11 y xv111. No obstante, esta falta de ambigüedad no caracteriz_a, a
pal¡¡b~a <Jdicional; un¡¡ aposición es una frase c¡¡lificativa más l¡¡rga; una com- las demás figuras aditivas que imitan la comunicación oral. Una exclarnacJOn
paraciÓn puede consistir en un¡¡ frase entera, como l¡¡ perífrasis o la circunlo- inserta ("epifonema") puede socavar la primera si~nificación del en,uncia-
cución, aposición aun más desarrollada, de la que se ha dicho que era uno de los do interrumpiéndolo. El tono mixto de los escritos ép1cos burlescos esta estre-
procedimientos favoritos de los poetas neoclásicos de los siglos xv11 y XVIII. chamente ligado al uso constante de correcciones y de "pensamientos a poste-
~o se~ía nada difícil clasificar las digresiones con base en la longitud de los riori" ("perífrasis") que pueden recordarnos que la ironía siempre depende _de
parentesJs, pero una vez más las consideraciones históricas hacen que sean Ja cultura y es el resultado del acuerdo del autor y del lector sobre algunas sig-
vuln~rables las distinciones claramente definidas. La oposición entre Jo que se nificaciones secundarias.
cons1dera el texto principal, y lo que se considera una digresión depende en Éste no es el lugar para entablar una discusión sobre las definiciones posi-
mucho de factores culturales. bles de la ironía, pero es probable que no esté fuera de lugar su~erir una _estr:-
A excepción de textos cantados más que recitados, ningún enunciado verbal cha relación entre la ironía y la intertextualidad. Podemos cons1derar la 1ron1a
con valor artístico contiene elementos susceptibles de ser llamados expletivos como una estrategia interpretativa ya que la naturaleza intríns~ca de un~ ~i-ta
en el sent1do estncto de la palabra. En las obras escritas, no es para nada fácil está en contradicción con la visión inmanente de la Obra literana. A condJcJOn
decidir cuándo un paréntesis es realmente independiente de la construcción de dejar de lado las consecuencias de la activida? _hermen~utica dell~ctor, se
general del texto. Lo mismo sucede con las repeticiones inútiles (pleonasmo), podrían establecer distinciones útiles entre las dllerentes formas de mtertex-
pue~to que e~ exceso es un concepto pragmático y, como tal, sujeto a cambios tualidad (Genette, 1982 /J, 16), pero pudiera muy bien ser que algunos dudaran
lustoncos. s_, tomamos la previsibilidad en el sent:do general del término, po- de la validez de una clasificación de este tipo porque en ella se ignoran las con-
demos considerarla como una característica indispensable de todas las con- sideraciones históricas. Hasta el argumento de que la "transcontextualización"
venciones. Lo que es más, podría ser una cualidad inherente a todo enunciado irónica es la que distingue la parodia del remedo (Hutcheon, 19S5, 12) es algo
lingiiístico. "Las limitaciones sintácticas de una lengua garantizan que, en engañoso porque la imitación de otra lengua o de otro estilo es casi seguro que
Cierta med{(/a, sepamos ya lo que será dicho o escrito en una situación dada o per se constituye una fuente posible de ironía. . ,
también en un determinado momento de un discurso o de un texto" (Cherry, El concepto de ironía nos lleva a la difícil cuestión de saber o Situar la lmea
1970, _118). No o~~tante, en un sentido más restringido, la redundancia puede de partición entre las figuras sintácticas y las figuras semánticas. Si _bien es
tener funciOnes diferentes en el marco de diferentes convenciones genéricás. cierto que un paréntesis interrumpe el espacio y el tiempo del texl<~ pnnc_Jpa_l,
Algunos rom~nticos, por ejemplo, asociaban lo lírico a la espontaneidad y al la inserción empieza cuando el intérprete toma conciencia de una dJscontmuJ-
canto, Y consideraban que la redundancia morfológica y sintáctica eran sus dad en la estructura sinecdóquica o metonímica y termina cuando se perc1be un
elementos distintivos. En los textos discursivos, y sobre todo en los didácticos regreso a esta continuidad primera. El paréntesis o el engar~e es_un ~lemento
la repetición ayuda a cornpr~nder y puede reflejar el nivel intelectual del ptíbli~ recurrente de Jos textos discursivos y narrativos y conlleva unphcacwnes se-
copara el que han s1do esenios. En último lugar pero no menos importante, el mánticas. Cuando un locutor o un ensayista interrumpe la linealidad de la argu-
pleonasmo puede ser una fuente de humor o de ironía, pero aun cuando éste sea mentación, el público, o el lector, corre el riesgo de perder la fe en la teleología
el caso, se aplica el mismo principio: la redundancia no es una cualidad inhe- del proceso de razonamiento. En una narración, una interru~ción pue~e tomar
rente a la estructura de la expresión; depende de la decisión de la comunidad la forma de una transferencia del nivel de la historia al del d1scurso. En ambos
Interpretativa que una estructura aditiva sea "tautológica" o no. casos, el destinatario tiene que decidir si la discontinuidad aparente no revela
_ _ _ _ _ _ _ _ _liiiiiÍIIIIM. . . . . .IIIIíllll. . . . .. . _. . . . ._ . . . , . . _...................- - - - - - - - - , - - - - -........

MIIIÁLY SZEGEDY-MASZÁK
221
EL TEXTO COMO ESTRUCTURA Y CONSTRUCCIÓN

una continuidad a un nivel más profundo o si no proporciona un indicio meta- antítesis posee simultáneamente Jos aspectos sintáctico y sen~án.tico Y que es
fórico en relación con la significación del texto principal. La oscuridad de las capaz de ejercer una influencia sobre la 1~1acr_oestructura se_m~~n~tca d.cl texto,
baladas, por ejemplo, se puede deber al hecho de que el narr¡¡dor interrumpe del mismo modo que el paréntesis puede Juncwnar ~~mo pnnc1p1o rectt~r en el
los comentarios que dan un¡¡ nueva dimensión a la interpretación de la historia. nivel de los cronotopos. La tesis y la antítesis tamb1en pueden suceders~ den-
Las autocitas rc.:presentan un¡¡ clase especial de inserciones. Aquello que se tro de un monólogo, y esto no sólo en obras de confesión como las_ autobiOgra-
ha denominado abismar (Gide, 1965, 41) y se ha descrito como un elemento fías, los diarios íntimos o también los pasajes de una n~v.ela escnt_os ~~sde el
característico delnouveau roman (Ricardou, 1973, 47-75) es una historia den- punto de vista del personaje, sino también en las obra_s ll~tcas retlepd.t~:
tro de la historia que actú¡¡ como espejo. Su empleo como estrategia narrativa No hay más que una forma de diálogo en la que la ant1t:s1:~ no es necesan.tmen-
data de los tiempos más remotos y se utiliza con diferentes funciones. Aunque te aparente. A este diálogo podríamos llamarlo catequtsttco por~ue se e~nplea
en las novel¡¡s de Robbe-Grillet llama J¡¡ atención sobre la artificialid¡¡d tímida a menudo en Jos manuales y en la enseñanza. Su papel no P?dna ser ?1as qu~
del texto e implica un elemento de jovialidad, en rna Traumnovelle romántica de subordinación en obras de teatro o en novelas, pues "se dtce des pues de los
puede indicar un contmste entre el espacio abierto del mundo de la imagina- -
acontecimientos y no lorma '· ·"(!'"!·'··k
parte d e estos •1 u1c , 1968
. • 72-73)ycarecede
ción y el espacio cerrado de "la realidad objetiva". fuerza dramática. Se trata de un diálogo tnmco en el sentido en que e~ papel de los
El paréntesis siempre ejerce una influencia sobre la estructura temporal. participantes es restringido. y no obstante, hasta en estos casos, e~1s.t~ ~m a r~l ~­
ción vagamente antitética entre el que plantea las preguntas Y el que_l.ts conte~ta.
'1'
No sólo borra la distancia espacial y temporal, sino que también aminora el
ritmo narrativo. Abismar y describir pueden hasta detener la narración. En rea- Las estructuras lógicas más francas son probablemente poco !recuentes en ·: ... ·
lidad, la descripción es el resultado de la int~racción de varias figuras. En una los textos aceptados como literarios. Las e~t.ructur:ts _si lo_gísticas se en~uentr~~ ''1•¡,,

acumulación sinecdóquica se acumulan detalles temporales o espaciales. La en los ensayos, pero me arriesgaría a em111r la lupot:si~ de que ~n. l~s o_bra~
descripción de un paisaje o de un personaje, un retrato -que combina la líricas meditativas, estas estructuras muchas veces es tan lra~mentad.ts o dtsl~
descripción del aspecto externo de una persona con una caracterización psico- cadas. Sea como sea, el aspecto semántico de las figuras lógtcas puede se~ n_1~s ¡.,,.,

lógica-, un "cuadro", más complejo, una descripción paralela --como la ca- importante que su estructura sintáctica. Est~ es cier~o no sólo de la o.p.ostci~~
racterización comparada de varias personas-, todo ello suspende la narración y deJa permutación entre categorías gra_n,1attcales (tiempos~ pers~n.1s) -co
dt:l relato, aun cuando la caracterización indirecta ("hipotiposis") está en el mo es el caso del presente de la narrac10n o de una segund.t persona ~ue se
límite de la descripción de un proceso temporal y forma una transición entre la dirige a sí misma-, sino también de figu~as más complejas ct~1;10 ~1 CJ~Ia~I-~1a,
descripción y la narración, y como tal nos conduce más allá del terreno de las al que puede definirse aJa vez como una torrna de fragmentaciOn semant1c.t Y
interrupciones. como un ejemplo de clabomción sintáctica.
Como es m<ís fácil abrir un paréntesis que cerrarlo, los oradores que hablan
en ptíblico y los ensayistas repiten con frecuencia el último segmento del texto
principal después de un paréntesis antes de continuar aquél. Esta estrategia
-denominada a veces "rélroacción"- facilita el retorno a la continuidad pri- 4. LAS FIGURAS SEMÁNTICAS
maria Y puede hasta convencer al destinatario de que aquello que a primera
vista parece una digresión, en realidad es parte integrante del desarrollo de la Dado que es casi imposible definir la línea de partició~ entre _Jas,fi~uras Y los
argumentación. Esta estrategia señala también una transición entre los parén- tropos, existen buenas razones para suponer qu_~ cada _ltgura smtact1c.a co~_lle­
tesis y las estructuras lógicas. va implicaciones semánticas y viceversa. La diferenCia e~1tre u_na s_us~enstón,
La figura más importante perteneciente a este tercer grupo de estructuras es que es ante todo sintáctica, y un efecto retard~do con carac.ter.semantl~o,_nn~~
la antítesis, que puede ofrecer el mismo amplio abanico de dimensiones que el chas veces apenas es perceptible. Como es mas_ adecuado h.tbl.tr de d_?s p~mc1.
paralelismo o el engarce. A veces, la antítesis apenas es algo más que un giro pios rectores del lenguaje poético que distinguir entre dos clases de llgura:, es
inesperado dentro de una frase; en otros casos, es una oposición entre dos uni- sólo en el nivel de las abstracciones donde se puede sostener que ~~lglll~.as 1tgu-
dades estructurales más extensas (estrofas, capítulos, etc.). El hecho de que ~as sintácticas adjudican varios significantes a un solo elemento st~mlicad~ •..a
todo diúlogo implique un elemento de contraste indica claramente que la pesar de que las figuras semúnticas pueden relacionar varios térmmos stgmli-
223
ELTI'X"IO COMO f·.STRliCrtiRA y CONSTRUCCIÓN
222 MIIIÁI.Y SZEGEDY-MASZÁK

. ll ·t·r las literaturas de Europa central --que rccu-


cados con un solo significante. llay una manera en que las figuras semánticas para los lec~orcs cu~op~?s. as ' ·o-latinas cristianas que el mundo occidcn-
se parecen a sus homólogas: unas y otras pueden perder su valor a base de ser rren a las lll1SI11aS tr<~chciO~cs grcc , ·e ~Jercdó de la ocupación turca y al
muy utilizadas. tal- están llenas de alus1onc~ a~o lq~\t.tbsburgo lo cual hace que las obras
Lo mismo que las figuras sintácticas se pueden dividir en tres tipos ideales: legado cultural de la monarqura e os '1 : . o's sean ill'lccesibles en una
· . h ·os croatas o lllng,tr '
dislocación ("pennutación"), fragmentación ("supresión") y elaboración ("ad- escritas por cscntores e ce ' h . -b'dc la nJisma formación cultural.
.d 1 . 1 t res que no an rcc1 1 l '
junción"), las figuras semánticas o "tropos" abarcan tres clases principales. En gran medi ~a__ o~ ~~q~1C sea una condición sine qlw non de la descripción y de
la sinécdoque, una especie está emparentada con un género; en una metáfora, Aunque <~.smt.:c. .. . establecer una jerarquía de algunos concep-
dos especies, y en una metonimia, dos géneros están vinculados. El empleo de la escritura d1scurslva, cuyo !m es b , ente a hs referencias intertextuales
esta simple distinción tiene sus límites, pero puede recordarnos la importancia tos. •la estrategia de la pars pro tolo su·r y.tc · · 1 resencw'· · notros ge'neros Pa-
e ··
fundamental de la primera de las tres categorías. La metáfora, muchas veces puede evocar nuc.stro rcc.t~er·d·o y ~~~n:,~~~.~;i:Jté~clo~ue particularizadora" en el
denominada elemento indispensable de la poesía, puede ser considerada el re- ra citar algunos eJemplos,¡) .¡zar, Y ., el Evangelio según san M a-
, t • 'IP'trcce esta orac1on en
sultado de dos operaciones sinecdóquicas. "Para construir una metáfora, he- "Padre Nuestro . a 1col110 ' ' d , d· d 1'a d·ínoslo hoy" la palabra
, . b . "El p·m nuestro e ca a ' •
mos de acoplar dos sinécdoques complementarias que funcionan de manera teo porque en 1as P•11•1 ras ~ ' · . , 1 ·que el au-
exactamente inversa" (Grupo M u, 1970, 108). La similaridad, que se encuen- "p;~n" significa "alimento"; mie~tras ~!uc tl:~os loosbpr~trss~:~~~~~~ yo:n novelas,
· ·, 1 wert1r en tipos • en ' ·iL.
tra en la base de la relación metafórica, es el resultado de una abstracción se- tor tiene la mtenc1on te cor ¡·· . el " sobre todo cuando llevan nom-
" · , ·doCJUC genera fZ,I ora ,
guida de una concreción. Para comprender un ejemplo familiar, un hombre y tienen algo J e 1a smec ·) Mrs Nhhprop (en la comedia de
11 thy (en Tom 1ones , ·· ' '
una caña se pueden poner en relación con base en sus elementos comunes. El bres como M r. ' \ wor . . en Clariua) Bovary (em-
. ¡) 1 1· ce (es dec1r 1ove 1ess, · •
resultado es que se puede sentir una fusión y una tensión. Sheridan The nva s • ~ove <~ ·, . , 1 . t'tulos pertenezcan a esta cla-
"l . ") Puede ser que 1¡,¡st,t os 1
Dicho de otra manera, una metáfora implica un proceso de clasificación parentado con Jovmo . ¡· t del s1'gltl XIX (Le médecin de campagne, La
b d hs obras rea rs as ·¡ ·.....
que se concentra en las partes comunes a dos enteros. También se la puede se, so reto o en '. L . ·u rute Wives and daughters, Fatliers (1/1{1 e 111 - -{,,.

considerar una figura amplificadora, pero solamente si constituye una estruc- fe m me de trente ans, a vrer e J' •
tura in praesentia, es decir, si sus dos términos -el "tenor" y el "vehículo" dren, Guerra y paz., etc.).' , , de la metáfora no tiene necesidad de ni n-
La interacciÓn de la smecdoqut.:_Y ,d .. 'n por determinar cómo se
(Richards, 1936)- están especificados. En cambio, si en el texto aparece sólo .,
guna dcmostrac10n comp el
1 ncnt·ma pero que ,¡ c~u
' ' · cip·¡Jcs La definición de
..
,<,,

uno de los ingredientes, la metáfora parece entonces que está ligada a la omi- '•··
sión sintáctica. No obstante, antes de perder esta diferencia como punto de par- relaciona la metonimia con los otros dos tdro~.osnparnt~n ol:J· e;~ con el nombre de
. .. t po que consrste en es1g
tida a fin de determinar distinciones suplementarias, hay que admitir que se Dumarsa1s- es un ro. , , ,·, , . 0 menos directa, pero esto a pe-
1
otro objeto, con el que Irene un<~ re acron mals 1 filO el el otro y no se conside-
trata ele una abstracción, y como tal, su pertinencia es tan limitada como la va- l · , . ··ten por scparat o e t •
lidez de la oposición entre lo metafórico y lo literal. Es más bien a partir de su sarde que ambos o :Jetos exrs . . mismo todo" (Dumarsais, Fontanier,
interacción que de su contraste como se crea la poesía. ~;~~~1ra ';'\~a8 ~;~ t;:r~J~e~lu~~ ~~~:::~~e partida porque indica que, en contr.a~~e
La poesía no podría existir sin una dimensión oculta. La creación de obras l 'vo . •_ . li'l est·lblcce un vínculo entre Jos elementos Slll
nuevas está siempre condicionada ele antemano pür las tradiciones. Aquello con la metálora, la mctonlll ' '. , · . El 'tspecto sincccló-
. . st 1tuyentcs semant1cos. '·
que comparten escritores y lectores se revela en lo que no se cita más que como intersección alguna entre sus con. 1 -, . ·ton'rill.IC'I el )Jaso del término
· "en ·¡ gcst 1on me '
recuerdo ("alusión") en el texto. Todas las alusiones tienen un aspecto sinccdó- quico es muy ev1dentc porque '(A). • ·t, a v 1'a un término intermedio
, · d 11'•· 1d·r 1
seeccu
quico: sólo se evocan algunos elementos de otra obra o también de un contexto de partida (D) al tcrm·'·no, ~ ot.:~u '1970. 117). Como la metonimia implica la
cultural. A causa de la importancia de lo no dicho, las obras pueden funcio- (1) que engloba A y D (Gn p •d_ . , , . tl-1spcns·¡b)e de la narración y del
- .. - d , · . . un· 1 precon 1c1on 111 · •
nar como literatura sólo cuando el escritor y el lector comparten algunas con- contq;u1da 1og1c.l, es ' _ . b', papel importante en las obras
teatro, aun cuando pueda desempenar t,un len un
venciones. Como estas convenciones pueden pertenecer a comunidades más
vastas o más reducidas, las alusiones pueden ser comprendidas por un público líricas meditativas. . . . res celo al tema de un
más grande o más pequeño. La literatura mundial es una ilusión. La mayoría Dado que he hecho va~ias ~Jbserv.ac1~~1~~ ~~~g~~·~s\~r~idales estructurales de
vínculo posible entre el tuncwnamlcn , '.
de las alusiones contenidas en la antigua literatura china no son comprensibles

.. -~ ...............
224 225
--·
[:1. TEXTO COMO ESTRUCTURA Y CONSTRUCCIÓN
MIJIÁLY SZEGEDY-MASZÁK

menolr dimensión y las macroestructuras, a las que generalmente se cono norar la dependencia de éste del teatro, en el que se utilizan sistemas de signos
con- e nombre de géneros ' ya es 110ra d e sacar algunas conclusiones de estas ce que difieren del lenguaje. En cuanto a la relación entre los otros dos géneros,
.
()!)Servactones. si es cierto que la literaturidad es por lo menos en parte asunto de convención,
L· . tiene que suceder lo mismo con la distinción entre lo lírico y lo narrativo; son
a pnmera pregunta que hay que plantearse es la de saber si es verd· d
en una novela, las metáforas sólo pueden desempeñar un a el , a. que, comunidades interpretativas las que deciden si un texto dado pertenece a éste
tanto que las conjuntivas, que señalan los supuestos y 1· ~ p secund~rro, en o aquél. Y por esto no resulta nada fácil decir cómo se vincula el análisis es-
como los pronombres y las omisio . as consecuencras, asf tructural de la obra lírica con el de la narración.
. . . · nes que apuntan al "tema" son d . ·
portancia pnrnordtal. En otras palabras, hemos de decidir e~ q ~ e~~~ rm- Aunque por lo general se piensa que un poema lírico es una obra más breve
cterto que las operacion _ . . . ue me r a es que una obra narrada, y que por lo tanto podría ser posible que en el poema
, . . es metonrmicas subtienden las estructuras narrativas
. ,·. d e 1a poesra
• no pued . las que tienen una importancia primordial son las unidades estructurales más
1 En,· J' cu,mto • .tceptamos la tesis de que "una del"InlciOn pequeñas mientras que, en la obra narrada, las importantes son las unidades
e ecit Ir mas que lo que ésta tendría que - ¡ e
de otro modo, esta definición se red .· s~r, Y_ no o qu~ :s y :ra ~n la realidad; estructurales de mayor extensión, es una conclusión exagerada proclamar que
sía es lo que así se ha denomi~ado ~~r:r-~ as~ ~xpresron mas srmple: 1~ Poe- "la narración es una estructura profunda independiente de su vehículo" (Chat-
gar" (Schlegel, 1980 206) . ual:urer mor~1ento y en cualqUier lu- man, 1981 a, 117) o en otros términos, que hay "en cada relato, sea cual sea su
.· ' ' ya no podemos proporcronar ninguna res
simple a la pregunta que acabamos de plantear. Si la "literal 'd· d" puesta medio de representación, un segmento que en su estructura es puramente
esenc¡·¡ · un a no es una narrativo, independiente de este medio de comunicación" (Chatman, 1981 b,
· ' rnmanente cua 1qtnera · ·si' noma·,s b'ten un concepto pr át' 1 ·
mo sucede con las macroestructuras que se han asociado . ~g~¡ _reo: o mrs- 260). Se puede hacer una-distinción entre relato y acto de lenguaje narrativo si
y s¡Jecies, "géneros" y "modos" (l~rye 1966) " d "a los termrnos genera se los considera como abstracciones con valor heurístico, pero yo no podría
. , o m o os y "g ~ne ... (G
1979).Habríaquedefinirlosnosólocor¡b·tse•'n¡roc d' . e ros enette, aceptar la tesis de que en el análisis de la narración "hemos de distinguir entre
· · ' ~ · e nmentos estn t ¡
S liJo también con base en hábitos de lectu ("! . re ura es, el discurso y su manifestación material-por las palabras, los dibujos y qué sé .•. ,
b · ra wrrzontes de expectat' ")
ase en la relación existente entre el texto y el des ti . t· . A !Va 'con yo qué más" (Chatman, 1978, 23-24), pues en el sentido en que utilizo el tér-
venciones sean acuerdos el e, .t . na <~no. un que las con- mino narración ésta implica la comunicación verbal.
regl~ts-: s·u-cede a menud~q~1 e ~~~~~~~:r:~~~~er:a~~~o~la~~~~:~~:~~~ ;~~r::: En las páginas que siguen la narración está considerada como una macroes-
tructura estrechamente vinculada al concepto del narrador de una historia cuyo
~; :c~tativ.ts. No obstante, es Importante insistir en que cuando los lectore -
e l.tz,m un acuerdo, se adaptan (consciente o inconscient . . s r.e medio de comunicación es el lenguaje. En otras palabras, empleo el término en
d.: otra conv.:nción cualquiera. Según esta ópt' . emente) <1 l.ts reglas un sentido limitado, y presumo que no podría haber películas, pinturas, música
d . J' 1 Jea, no es en modo alguno absur
ointicarquee mismotextopuedepertenecerag~ ·d·¡- • - o ballet narrativos. Como la significación de dos metáforas diferentes no puede
difcrent.:s. ' eneros 1 erentes y a epocas ser idéntica, asimismo una sola y misma historia no puede ser contada de varias
1 os: géneros maneras diferentes. La metáfora y la intriga son ambas construcciones de ficción
.. . · · Instlluciones
. s·o n tam 0 ten · · sociales y, como tales d, d. d
Oli as InstJtucJones soci·tles Cuando 11 os. d ec¡.d.Jmos en favor de un ' epen en e y esto puede servir de base para una comparación entre la poesía lírica y la fic-
· ' · 1
toque d.:l texto, sufrimos la influencia de factores como h edu" . ~ ulo lr_o en- ción narrada. "En la metáfora, la innovación semántica consiste en la producción
tur·¡ secun J· · 1 · . ' C.IC!On a rtera- de una nueva pertinencia semántica por medio de una atribución impertinente
' . t Mia y a In(1ustna editorial. Si queremos del" . 1 - • ,
mos d , 't "1 ·1 · · llllr os generos he- [ ... ).En el relato, la innovación semántica consiste en la invención de una intri-
. , . e evi
. ar a I uswn de eternid·td" ' • "J·¡' d e·l n.tcJmiento
. · · .
del genero" h' t
1,¡te1 un corpus cerrado (Lejeune, 1975 313 317 3?5) d , 'y as _a ga, que también es una obra de síntesis: en virtud de la intriga, se retínen fines,
dar las limitaciones inherentes a nuestr~ pro¡;i·a p~rsp-ect~v~oh. etl~e:¡.'.unos o)v¡- causas y azares en la unidad temporal de una acción total y completa. Es esta
Con est·¡- • , a 1s onca. síntesis de lo heterogéneo la que acerca el relato a la metáfora" (Rica:ur, 1983,
finales d~l·ssi;~~::a~l ~~~s~e;~;i~~n~~~;~nt_a; todo lo que puedo decir es que, a 11 ). En suma, las pretensiones de verdad de la metáfora y de la intriga son com-
"' . ' . ' Jccron en prosa Y la obra teatral son Jos
parables y esta analogía puede ayudarnos a ver el vínculo entre ambos géneros.
ocn~~ot qu.~ ~a mayona de la gente acepta como literatura. En este breve análi-
sis e os e ementos estructurales del texto no puedo d ,.· La metonimia y la sinécdoque no están en modo alguno ausentes de la poe-
el tercero de esto. , · • , •, . . ' . ec1r gran cosa sobre sía lírica, pero el papel que desempeñan es secundario. En cambio, la narra-
. s generos pues mngun tratarmento de la obra teatral puede ig-
226 227
MIIIALY SZEGI'DY-MASZÁK EL TEXTO COMO ESTR\ICTliRA y CONSTRUCCIÓN

ción no podría existir sin operaciones metonímicas porque la expectativa y la ., , . ficticio el tiempo no ficticio desempe~a
escrita, la relacwn entre el !lempo . , yt 1esp·tcio ficticio y el espaciO
memoria son mucho más importantes en la interpretación de la narración que , . l' te que h relacwn en re e . ' • 1
un papel mas un por an ' . , ·. ¡ d, "h escritura'. de a
en la de la obra lírica. Esto no significa para nada que los otros dos tropos . . . . ., , , ·to que el aspecto csp.tct.t e '
principales no puedan cumplir una función secundaria en la narración; se ha no ftcllcto. St btcn es cx.tc . . , .· o 110 del acto del discurso narra-
d' " ) de h htstona .tst e r
destacado que, en Michelet, la escritura romántica de la Historia revela una lectura (o de la au tcton • , . b' 'n cierto c¡ue al menos en parte,
d ho del tiempo es tam te • 'b'
tendencia a la metáfora, mientras que Ranke, más positivista, tenía perdilec- tivo, depen en mue . '¡ , d llistoria o de una novela son perCI I-
. t 1poralcs de un.t o )r,t e d
ción por la configuración sinecdóquica (White, 1973, 160, 177). La referencia las relaciOnes en .. . . . aci·tles Por muy exagera o que
0 conltguractones esp ' · · .
a los historiadores es plenamente intencional puesto que las estructuras narra- das por el 1ector com . " t·tnto que texto no posee nm-
e el texto narrattvo en •
tivas caracterizan a las obras de historiografía y a las de ficción narrativa. La pueda parecer sostener qu 'JI , , d ·rivar mctonímicamente del pro-
·lidad que la que e t.tce e ., d
oposición que algunos teóricos establecen entre ambos géneros se basa en la guna otra tempor,1 ·ltsión forzada la afirmaeton e
.. e 1e se tnta de una conc 1 .
hipótesis injustificable de que "la ficción es fabricada y el hecho se encuentra" ceso de su lectura • y JL ' 1" re·tlidad se refieren a la dtspo-
. - .. bre el tiempo textua en '
(Goodman, 1978, 91). El origen de esta falsa premisa se puede encontrar re- que las dtscustones so . .. , ·¡'cosen el continuo que forma e 1
sición lineal (espacial) de segmentos 1~nguts 1 t. es verdad que hay algunos
montándonos hasta el racionalismo excesivo de algunos filósofos de la his- 1983 44) ctertamen e -
toria, del siglo de las Luces (por ejemplo, llayle o Voltaire), y en algunos texto" (Rimmon-Kcnan, • • 'b'd . omo rehciones espaciales.
· , . tivo que son perct 1 os e '
aspectos del !lempo narr.t · . , d, • longitud del pasaje cansa-
positivistas, si bien se encuentra incluso en algunos teóricos del siglo xx, den- . or ejemplo es functon c 1.t
tro del contraste entre formas "discursivas" y formas "prcsentativas", a modo El ritmo narrativo, p . ·d·tdo Debido a estas interacciones, es con-
de ejemplo (Langer, 1971, 79-1 02). grado a un intervalo de ttempo ' , , f e introducido por llajtin
veniente aceptar el concepto de cronotopo, quc u
Las características generales de las obras con estructura narrativa hacen que
estas oposiciones sean cuestionables. Todos los textos que cuentan una histo- (Bajtin, 1975). . . . . staciones de temporalidad direc-
. ueden extsttr mam 1c. ·
ria poseen una estructura de superficie sintagmática, una red de relaciones En el acto d e narrar P , die iones de establecer con e- ·•.,
. . . el narrador esta en con .
temporales y causales, así como una estructura paradigmütica consistente en tase tlllhrectas, puesto que d· , ntre los acontecimientos que
d . les causales o m o .t 1es e .
relaciones lógicas tales como la antítesis. En resumen, la coherencia de la in- xiones ante to o tempora · • . .. ·de ·tsimismo sugenr la teleo-
. ·' ausal de h htston,t pue '·
triga se basa en principios a la vez temporales y lógicos. narra. La detcnmnacton e, . ' 1 ex·tgeración que la teleología es
d '· sostener sm caer en a , , 1
Aristóteles consideraba que la narración de un relato era creíble ("vero- logía. No se po n,t . . . L·t novelu cortés de episodtos, a
d , nte dentro de la mtng.t. ' ¡·
símil") si la intriga no era episódica sino que, por el contrario, los aconteci- siempre prepon era . .. , . ·t· también la novela del stream ()
, . . 1 ". gmento de vtda natur,t 1ts a o , 1 ·IJ ·¡
mientos narrados se sucedían siguiendo el juego de la causa y del efecto ptcaresca, e se . . d· s a esta teleologta que os l -
est·ín menos vmcu 1,1 •1• •
(Aristóteles, 1963, 41 ). Este criterio puede aplicarse tanto a la historiografía consciousness parece que . , . J· . .. listas L·t teleología del acto te 1
' ¡" ·os o nue las nove .ts rca · · · ' .
como a la ficción narrativa. La interpretación de la causalidad es, naturalmen-
drmgsromane roman le '1 • • '1 de las reglas que cambtan
. · . . no obstante, que es un,
te, variable: depende de normas aceptadas en una comunidad determinada. En lenguaJe narrativo se supone, 1 . ¡·¡ . ,) 1 nue constituye la lectura. Es
. ,'por el acto te re exttl ·1
consecuencia, un mismo texto puede ser considerado más o menos creíble en menos, y tal vez sea ast f" . \Vake o también Le chiendent, la
' 11 1 ·tntencr c¡uc 11111elia 11 s ·
diferentes periodos y en culturas diferentes. La causalidad depende de la elec- obvio que se po d na ' . ' . . 1. y exigen una lectura ctrcu-
, Q , . son de lorma crrcu .tr .
ción e implica también la evaluación y la generalización. Por esto la sinécdo- primera novel,t de uene.tu, . 1 b' odrh ser que fuera excepcronal y
t de est·ts nove as ten p '
que puede desempeñar un papel secundario importante en la ilarración. lar, pero la estruc ura . '. - , . 1 . ·onvertido todavía en una cos-
hasta donde yo sé una lectura crrcular no se 1,1 e
lumbre arraigada en la cult_ura que ~e~.d ·J· ·'J"¡c·tción cuando se examina el
· d e respectes e e ast '
Sería cómodo tntro u 1 , . d d... ·r entre h temporalidad que
5. CRONOTOPOS . p '1 p·trte se pue e Jsllngut '
tiempo narrativo. or un, ' •· , ., .. · , biert·tmente o de manera
b 1 t h que si se expres,t as1, ,1 •
no se expresa ver a men e Y : : _.: ., p otn parte, se pueden distin-
d d c·ttegon·ts gram.tttc.t 1cs. or ' 1
oculta, con ayu a e ' '. l . , e t'teral·tvos tle la lectura, de a es-
Con ciertas reservas, se puede aceptar la idea de oue relato y proceso temporal 1• · . · 1 l uracton ·
guir los aspectos ero no ogtcos, te . . . . .. ¡' ) Fn la historia, el punto
están vinculados. La razón de ello es que en la narración oral, tanto corno en la .
entura, t1,c l·t' h'tstori·t
· ' y del acto de lengu.tje n.trt.t JVC. ,
228 229
MIIIÁLY SZE<óEDY-MASZÁK EL TEXTO C0~10 ESTKUt-rliKA Y CONSTKlltTIÓN

de referencia es el tiempo presente del personaje, mientras que en el acto na- pcctos temporales de la lectura bien puede ser que compliquen _aún más los
rrativo, es el tiempo presente del narrador. problemas. Si existe algo como un subgénero llamado no.vcla h.Istonca, los que
Lo mismo_ que la interpretación de la causalidad, la concepción del tiempo tratan de definirlo han de tomar en cuenta no sólo la distancia que separa el
dcpend~ de l~ctores culturales y psicológicos. Todos tenemos nuestro propio momento de la acción del de la narración, sino también el abismo, que va ahon-
sent1do .mdividual de la temporalidad. Y no obstante, se pueden sacar algunas dándose siempre más, entre el momento de la composición y el de la lec~u.ra.
conclusiOnes generales del tratamiento del tiempo en los textos literarios. Des- Como ya hemos indicado, el mismo texto puede cambiar de c~rácter genenco
de l~ace aproximada.mente cien años, se hace cada vez más hincapié en la psico- con fas circunstancias. Es posible que hasta 1984 haya cambiado de estatuto
l?gia de los personaJes y esto ha llevado a un ritmo narrativo más lento. Ulysses una vez pasado este año. .
tiene varios cientos de páginas, pero cuenta la historia de un sólo día; en cuan- Sea como sea, el relato sólo sabe de modelos ficticios de temporalidad .. El
to a los "acontecimientos" de L 'agrandissement de Claude Mauriac (1963), tiempo narrativo es un sistema de signos, una convención, como la pers~ecl!va
novela de doscientas p<1ginas, éstos no duran más de dos minutos. El uso de dife- en pintura. Dado que la literatura crea una ilusión mimética pero constituye al
rentes puntos de vista puede implicar varias interpretaciones del mismo in- mismo tiempo un fenómeno textual, lo mismo sucede con las obras na.r;ativas:
cidente: al lector de Absalom, Absalom-', de Faulkner, se le cuenta )a muerte de la historia es una serie consecutiva de acontecimientos, pero la narrac1on es un
Charles Bonno menos de treinta y nueve veces. fJ analista del tiempo narrativo enunciado lingiiístico. Las formas verbales y los adverbios que se ~uede en-
puede definir características no sólo históricas sino también genéricas. Para contrar en el texto de una obra literaria parecen embragues en la medida en q~e
dar un ejemplo, el Lebensbild, género muy cercano al realismo, es una forma sólo tienen pertinencia en el marco de los valores temporales t!el.tex.to. La lus-
de lo que Gérard Genette ha llamado "relato iterativo" (Genette, 1972, 148). toria de Wuthering f/eight.1· no fue deformada, dislocada, ni siquiera trans-
Cualquier~ de las po~ib!lidades narrativas que acabamos de mencionar pue- formada por Nelly Oean y Lockwood, sino que en este caso se trata de una
de tener una unportanc1a lundamental para el intérprete de una obra. Se ha es- abstracción que el lector efectúa. Roland Barthes ha hablado de textos que son
crito ~nucho sobre los anacronismos, los llashbacks y las anticipaciones, la "legibles" y "escribibles" (Barthes, 1970); él hizo una distinción entre "textos
tens10n entre la cronología de los acontecimientos y el orden en que se relatan_ de placer" y "textos de goce" (Barthes, 1973). lean Ricardou, .por su par~e,
IniCiar un relato in medias res es una tradición varias veces milenaria. En mu- expresó la idea de que las obras literarias crean ya sea una "i lus1Ón naturalis-
chos casos, el texto empieza más tarde que el comienzo y antes que el fin del ta", ya sea una "ilusión literal" (Ricardou, 1971, 35-36), y que, por lo t~_nto,
relato .. Cuando el principio y el fin del relato están señalados (por ejemplo, el había novelas miméticas y novelas tt:xtuales, novelas de la representaciOn Y
nacun~e~to y la muerte del protagonista, el comit:nzo y el fin de un proceso novelas de la antirrepresentación, novelas de la reproducción Y nove~as_d~ la
tekolog1co) por elementos temáticos, mientras que el principio y el fin de la producción. Yo preferiría pensar en tén~linos de m~)~~lS de lectura lustor~c~­
narrat:ión están marcados por mecanismos formales ("Érase una vez ... ", "Y mente diferentes. Puede suceder que el sistema seminliCO de un texto no le re-
heme aquí ll_~gado al fin de mi relato"), es relativamente fácil separar el tiempo sulte familiar al lector y que los significantes oculten a los significados. En el
de la narrac10n de el del acto de lenguaje narrativo. cnso contrario, alguien ha asimilado tan bien un cierto sistema se~n~óti~o que
Ya sea que el tiempo no esté marcado gramaticalmente, o lo esté directa o Jos significantes le son casi transparentes. En otras palabras, la or.Igmahdad o
indirectamente, nunca hemos de perder de vista que la temporalidad narrativa la novednd consisten en una negación de una cierta red de expectallvas que han
Y la imaginaria están entrelazadas. No hay razón alguna para que las semanas sido construidas como parte integranlt: del proceso de lectura.
no tenga1~ dos domingos en una novela, puesto que en ficci6n los tiempos de los Es bien sabido que el canal del que disponemos para recibir los datos senso-
verbos solo tienen valor por las relaciones mutuas entre ellos. Las últimas pa- riales es relativamente angosto, y que el ritmo al que podemos absorberlos es
labras de Mo/loy, de Beckett, pueden servirnos de ilustración: "Es medianoche. rnás bien moderado. No podernos percibir demasiados fenómenos sim~ltáneos
La lluvia golpea los vidrios_ No era medianoche. No llovía." Aquello que a y por esto es necesario qut: la información nos llegue de manera sucesiva. Pe~­
veces llamarnos el presente de la narración nos proporciona otra ilustración del cibimos el tiempo sobre la base de la información que entra; tenemos el senti-
fenómeno: si se cuenta una historia en presente, el interlocutor concluirá con miento de la brevedad si los datos se suceden rápidamente, Y de una larga
teda naturalidad que la historia que se está contando se ha de situar en el pasa- duración si Jo hacen lentamente. Esto es lo que forma la base del ritmo narrati-
do. Claro que hay que des con fiar de las generalizaciones fáciles ya que los as- vo. Si se tiene la impresión de que no se siente el lempo ni como rápido ni corPo
231
230 MIIIALY SZEUEI>Y-MASZAK EL TEXTO ('O~IO ESTRUCrUHA y COI<STRLICCIÓN

> os de h lectura puede suscitar dificultades


lento o, en otros términos, si las Lluraciones Lle la historia y Lle la narración pare- La investigación de los crom:tc p , l.,· ..'ct.ICOS !lasta donde yo sé, éste
ce que coinciLien, el lector pueLie tener la impresión Jeque es el testigo Je una ') t.'.· 'OS SII\0 tam Jien pid · ,
y probkmas no so o eOIIC · • · , , , • r; ·ta es la razón de que solo
escena. La omisión ("elipsis") pueLie ser consiueraua una forma extrema Lle 1 l t d·tvla en gr.lll p.tr 1e. es
~s un terreno no exp ora e o o • 1 . 't •. · s arriesg·tdas. Es probable que
aceleración, a pesar Jeque una Jescripción estática pueLie representar el lem- . d' ·. ·s sobre ·tlgunas 11po esi '
pueda dar 111 1cacwnc ' . . . . • implique una memoria con
po lo m~ís lento posible. Entre estos Jos polos existe una amplia gama de ritmos . . 1, ·t , t ·ng·t tendencia a ser 1mea 1 e . ,
una pnmer,t ec ura e ' • ·stra decisiones mterpret,l-
posibles, pero no habría que olviuar que el sentido Llcl transcurso del tiempo . T onstantementc nuc
st:ntido úmco. Rectl ¡camas e . E ·toes p·trticularmente evidente
Llcllector Llesempeña un papel tan importante en materia de opinión sobre el , · formac 1ón que entra. s ' d
ti vas a la luz d e 1a In . . , · . bre la base de rasgos e
ritmo narrativo que los cronotopos Jcpcndcn en gran medida de los modos de d , no constrUimos un personaJe so .
cuando se trata e col . · , . d ·l texto A lo largo de nuestro pn-
recepción. No es sólo el cálculo que tenemos del tiempo transcurrido lo que está . . .' d . ersos a traves e ·
personalidad que est<~n ISP ·. . . ctura ésta está cada vez
t 0 ,1 medida que avanz.<~ 1a 1e •
definido por nuestra cultura, nuestra época y los factores psicológicos, sino mer contacto con e 1 tex · ' . s· . ·ta primera decodificación le
que también la interpretación de toda obra narrativa está inlluida por la con- . - 'J . visión retrospectiva. I a es
más1nllui aporuna · ., edevariardema-
. , . b. ~n lineal nuestra atencton pt 1
cepción que el lector se forja del relato, por la competencia narrativa que for- sigue una segunda lectur.t t.trn te . 1 . • ·lve ¡>re¡Jondcrante y a veces
ma un sistema de referencia que da la posibilidad de comparar diversas obras. "1 do con doble sellliL o se vue
nera radical.. c. recuer . . ll r C'lda p·¡saje en el orden con se-
Cuando se habla de cronotopos Je la lectura no se pueue evitar las comple- d d d que se·¡ mdispensa J e re 1ce ' '.
nos hace u ar e . · ' · . ·. ·l texto podemos leerlo a un ritmo re-
jiLiaLies Lle la intertcxtualiLiaLI. En primer lugar, tenuríamos que reconocer que cutivo. En nuestro pnmer contacto con cl· - ·lc~tura este r:tmo manifiesta con
'1 este término tan Lle moda ha siLla utilizauo Lle Jos maneras muy diferentes. ·t· te a pesar de que en d tc · .
1 lativamente cons .tn • . d'l'erentes partes no ret1enen
Para Riffaterre (Riffaterre, 1978) o Genette (Gen elle, 1982 b), quiere decir el . d . , ·, ciones puesto que 1,¡s 1
frecuencia gran es v,m_a · . . p d eder incluso que nos saltemos
círculo que forma las obras citadas, parafraseadas, transformadas o a las que nuestra atención en la Imsma medida. u_e e suc t y que leamos otros más
se hace referencia en un texto determinado. Esta aproximación inmanente pue- , . iente o mconsc1entemen e, ,
algunos Jeta 11 es, consc d d d cuánto nos parece todavw
de formar un contraste con la interpretación, orientada hacia el lector, que da · a vez todo epen e e
lentamente que 1a pnmer , .' d d d· en este tipo de momentos, las
Barthes en Le plaisir du rexte (Barthes, 1973). Estas dos orientaciones están .. ·eEstaluera e u aque, ·
inexplorado en un pasaJ · · d· ', r ·ialmente de las particulan-
representaLias por algunos otros teóricos. No forma parte de mis intenciones intermitencias del recuerdo dependen to .lvla pa e
entrar aquí en detalles; lo que quiero es indicar que ambas concepciones de la Jades individuales. . d· .· 'ficativa el proceso por el que la
intertextualidad pueden conllevar implicaciones hermenéuticas. Si se hace re- Una re lectura hace avanzar en me 1 ·~ slgEm
0 . primera lectura reconoce-
montar el mensaje de un texto hasta la intenci611 de su autor, se vincula la in- ., ·forma en expenencw. ·n una '
informacion se trans . t , s b'tsadas en analogías y repe-
tertextualidad a la cita. Si se acepta la idea de que el presente puede tener una t 'nconsc1ente estruc ur.t ' .
mos de manera b astan e 1 . . d· . 1' bra en virtud de hipótesiS
influencia sobre la interpretación del pasado y que es el autor quien crea la . . F 11 la relectura abor amos a o .
ticiones m ternas. ~ ' .. b' ertos a un'l revisión de las m ter-
significación al menos parcialmente, se permite que cualquier texto lea a cual- . . E ··ble que estemos menos .t ' · ' d
ya torpe1as. ~s pos! .· . t, orc¡ue la atención presta a
quier otro, a la manera en que Derrida interpretó el poema inconcluso de She- 1 nos tormado antenormen e P
prelaciones que nos lCI · . .' , , . .-. Jr hipótesis sobre la estruc-
lley The triumph of life como una especie de comentario aL 'arret de mort de al desarrollo del texto es sustiltnda cad,t \ ez nJ.ls 11e
Blanchot (Bloom, de Man, Derrida, Hartman, Miller, 1979). . . .. ·, del conJ·unto de la obra.
tura y la s1gn1 1Icacwn . t x'¡ge ser releído varias veces
· · d·¡ s- ber s1 un tex o e
Casi no es necesario insistir aquí en que no sólo hablo de dos especies Lle Al menos en c1erta me 0 I • • "'1 · . .. .. a hs "fon'ilaS
., ~ . Las formas relativamente cero;anas ' '
hermenéutica, sino también de Jos acercamientos Lliferentes Lle la literatura es una cuestion de genero. · b' •. divinanza el cuento de ha-
comparada. Lo que trato de Llemostrar es muy simple: el analista Lle la tempo- .. . ·ti como el prover 10, 1a,¡ •
simples de 1a cu 1tura or, . . , ácticamente no necesitan una
ralidad narrativa no puede desdeñar las convenciones interpretativas y tiene d·t la s· g· 1 el mtto etc., pr
das, el caso, 1a 1e yen '• ·' ''
1
: d. leer Ull'l novela policiaca, es muy
que aceptar por lo tanto una concepción de intertextualidad históricamente · ,·' C · 1d0 acabamos e '
nueva mterpretacwn. ual . la novela en concreto
controlada y orientada al lector. Esto podría significar que las lecturas inter- ... r su lectura a no ser que
raro que volvamos a empeza . 1·1 ''n~ro No obstante, para evitar un ma-
culturales, en traducción o en lengua extranjera, sean susceptibles de minar las rchase las pretenswnes comunes Le ge f . t· mos en este caso son diferen-
interpretaciones establecidas y que tengan que ser aceptadas como una forma 'd 1 . d, insistir que lo que en ren a .
lcntend1 o, 1emos e · , d. . , ·tos con estructuras narrativas
de comunicación internacional en literatura. cias de grado. Por un lado, la mayona e 1os 1ex
233
232 MIIIÁLY SZEGEllY-MASZÁK
El. TEXTO COMO ESTRUCTURA Y CONSTRUCCIÓN

algunas de las repeticiones que crean, que informan la estructura de la novela,


se vinculan con las formas simples de la cultura or·
formas escritas de Wlrrac'¡o'n .. al, y por el otro, puede haber sólo surgirán cuando nuestro recuerdo trabaje en doble sentido, es decir, cuan-
cunstancia. · ' que eXIJ<m más r e Jec 1ura. que los versos de cir-
do podamos acordarnos de las partes ulteriores mientras estamos leyendo pa-
Se ~~~icho que el espacio narrativo está subordin . . sajes anteriores.
es de lacii demostración Los d , . . ado al trempo. Esta tests La re lectura hace los textos más previsibles. No obstante, me atrevería a for-
· eiC!ICOS llamados J ifi
brayeurs (Jcspersen 1922· J· k b. ' s ll ters, embrayeurs o dé- mular la hipótesis de que en las obras de ficción habr:.í. siempre elementos de
' ' a o son 1957· Jakob 1963
mas,Courtes 1979 81) , ·. . ' , ' son, • 176-196; Grei- discontinuidad. Estoy de acuerdo con Pi erre Mache rey (Macherey, 1966, 103)
' 0 rgamzan simultaneament 1t'
e e t~mpo y el espacio del
' ,
:Jeto de narración en torno al locutor. El tiem o y Karlheinz Stierle (Stierle, 1980, 102-1 03) en que Eco, !ser y hasta Jngarden
Je narrativo, así como la misma l. t ·. ~ y el espacro del acto de lengua- tal vez hayan sido injustos con las implicaciones de las interrupciones textua-
.. 1 , liS orra estan marcados
yo tu" y "él/ella", "aquí'' y .. , ..... h '., .. por contrastes entre les. Las lagunas, vinculadas con la indeterminación, no deben ser colmadas
.. .. <~ 11 1 · a ora y entonces" "h 0 " "
ayer y "anteayer" "mañan-t" y .. pasa , . d o man·tna" _ • Y uY aquel día", por el lector en su totalidad. Aquello que no está específicamente enunciado no
' l u "
montaje es el resultado de urJa ¡'¡¡t , .. , ' ' esto y aquello". El representa siempre una pérdida provisional que pueda o que deba compensar-
eraccJon entre la ero ¡ - d
el espacio del relato. El P'Jso del , d 1 no ogta e la narración y se; podría muy bien tratarse de una ausencia calculada. El intérprete de Tire
. '. segun o p ano al pr' 1
cio extenso a un espacio más restr·mgr 'd o ( una, escew1luera
. '!ner pano --<le wings of tire dove tendría que aceptar que la naturaleza de la enfermedad de
d d't" un
· espa-
que se mezclan numerosos per .0 , . • . . ' e un e r reto, en la Mi lly Theale está destinada a permanecer ignota, así corno el lector de Le vo-
. .. . s ll.!JeS, seguida de una , ·e , • ·
e d IIIcio) o también lo mismo . . cs en,tinllma dentro del yeur no debería tratar de dar una respuesta a la pregunta de saber qué hizo Mat-
pero en sentido m verso ·
e o del realismo del siglo XIX el . , • mecamsmo característi- hias durante la hora que falta en su empleo del tiempo. Estos vacíos no difieren
, . • cua. mue 11as veces i1 r 1
rapido a un ritmo lento o a una narra . , 1 np Ica e paso de un ritmo de la indeterminación que caracteriza el final de muchas novelas.
nas de la vida de provinci·t c¡t CIOndpro ~ngada (la presentación de esce- Aunque la relectura no pueda llenar todos los espacios vacíos y todas las
. '• Ie ponen e relieve 1 1
fundidos de la vid·¡ de Ull' . .d d , a gunos e ementos muy di- interrupciones de la información en una narración, nos vuelve con seguridad
' .t comun1 a mas 0 me d
descripción de un movimiento qu d nos cerra a)-, y también la más abiertos a asociaciones intertextuales y esto puede resultar en otra especie
huellas del periplo de un vi·Ijen) e vafor elante.(el.narrador que sigue las de indeterminación. Una segunda lectura con frecuencia es más personal por-
montaje arbitrario en ap·tri: .·,t (, pue len crear la Ilusión de continuidad. Un que el sistema de referencia más vasto que se ha utilizado, la biblioteca ima-
.- ' ncw que e narrador no t . 1. d · · ..
bien el engarce con otro esp·tci·o ( , 1. . ra a e JUSt!IIcar) o tam- ginaria en cada uno de nosotros, varía de un individuo a otro. Nadie ha leído
' una listona dentro d 1 h · ·
en ab.vme), interrumpen no ob ·t· t 1 . e a Istona, o una mise exactamente las mismas obras que otra persona. Es muy difícil decidir qué
·, s an e e acto narrativo · .. d
taciOn sucesiva de ·¡conteci· . t . • a pesar e que la presen- otros textos serían útiles para una interpretación correcta de una determinada
. • m1en os simult'Íneo ( el 1 .
sona¡es se dicen adiós y el narrador s· .' s amo o e e eJemplo, dos per- obra literaria. Si no asociamos la significación de la obra a la intención de su
al otro) puede contener elein t . .tg~Ie ,¡uno de ellos para volver más tarde autor y si no tratamos de separar al lector de su propia posición en el tiempo y
en os conttnuos y dis t'
La continuidad y la discontinuidad se r . _con Inuos a la.vez .. en la historia, hemos de considerar la interpretación como una fusión de hori-
lo previsible y lo imprevisi'ble E p esentan al lector baJO la forma de zontes, una interacción entre el pasado y el presente. Esto implica que la ínter-
· · n general lo pre · . 'bl
mientras que lu imprevisible 1· , . ' VISI e acelera la lectura textualidad sea un campo de referencia vasto. llay un solo factor que limita
" ammora pero tny q d '
rrupción puede revelar un-t cor¡t' 'd d, ., ue recor arque una inte- este campo: la tradición lingüística compartida entre el autor y el lector.
. . , Inui a a un mvel á. f d
Indicado m<ís arriba. Podemos, t .b . 1 . . m s pro un o, como se ha
a n 111r o previsible a 1 · ·
nes al escritor y ¡¡J lector a . •· . os conocumentos comu-
' 1a concienCia de un·¡ t , d' ,· •
munidad dada. Uno de , ._ ' ra Icton avalada por una co-
. . 1os 1actores responsabl . d 1 , . . 6. PUNTO DE VISTA Y SITUACIÓN DEL DISCURSO
literaria podría ser la reev¡¡J , .·, d 1 .. es e os c.tmbiOs en historia
uacwn e o previsibl A 1 •. · .
pende también de la frecuenc,·· d 1 1 . e. e emas, lo prevts!ble de-
. .t e a ectura y es! 0 ¡' . · ..
parllcular en las obras narr·¡t· , • · Iene una stgntficación Adem:.í.s de los cronotopos, hay otros dos principios estructurales que funcio-
· ' Ivas. 1nterpret·tmos 1 · · ·
manera completamente difere t .· "b ' e principiO de un relato de nan en la creación de una intriga. Ambos dependen el uno del otro, como de-
. ·. . . n e SI s.t emos de anteman ' , .
l" 1nstoria. El espacio de 1ce • ·t . f . o como va a termmar penden el tiempo y el espacio. Ningún especialista ha superado a Gérard
ur.t su re cambios significativos en la relectura:
23·1 235
MIIIALY SZEGEDY-MASZÁK EL TEXTO COMO ESTRUCTURA Y CONSTRUCCIÓN

Genette en la aclaración de este segundo par de conceptos. La distinción fun- dinados a la focalización en el "campo de referencia interno" (IIarshav, 1984,
damental de Gencue es entre el "modo" de narración del relato y la "voz" na- 232) construido por el texto. . , .
rrativa (Genelle, 1972, 183-267). El primero de estos conceptos abarca la Existen fundamentalmente dos tipos de situaciones narrativas segun la pn-
"perspectiva" o "focalización" y la "distancia" narrativa. Este concepto es cusi mera persona hace referencia al narrador del relato o al personaje. Si tomamos
idéntico a aquel que los críticos ingleses y norteamericanos, siguiendo la tradi- al narrador como punto de partida, a la primera posibilidad la podemos de~~­
ción iniciada por llenry James, describen como el "punto de vista". La compleji- minar subjetiva, mientras que la segunda posición corresponde a la narracw_n
dad de las relaciones entre los personajes de una obra narrativa está producidu objetiva del relato. La interacción entre el observador y el narrador ha_ce pos!-
por la tensión entre estos dos factores. En Crea/ expectations, la penúltima no- ble Ja distinción entre las variantes subjetiva y objetiva de puntos de v1sta mas
vela terminada de Dickens, por ejemplo, el adulto Philip Pirrip es el narrador, 0 menos distanciados, y también entre el monólogo narrativizado y el monólo-
pero la mayoría de los acontecimientos están contemplados desde el punto de go interior. .,
vista de un muchucho al que generalmente se conoce con el nombre de "Pip". Es importante hacer una distinción entre dos aspectos de la relac10n entre_ el
El punto de vistu es una noción que conlleva un sujeto y un objeto: crea la observador-narrador y el personaje. Por una parte, esta relación hace refe-
ilusión de que alguien o ulgo está siendo observado. Jean Pouillon introdujo rencia a la información relacionada con los acontecimientos de la historia y. por
los conceptos de "visión con", "visión por detrás" y "visión desde afuera" otra parte, implica una evaluación ele Jos personaj:s. Un ob_se~vador-narrador
(Pouillon, 1946). Pero todos los términos que se refieren a la visión son algo subjetivo puede saber más, mientras que su homologo o~JeiiVO puede saber
ambiguos, pues la perspectiva narrativa tiene implicaciones conceptuales, menos sobre estos acontecimientos que sobre el personaJe, y el narrador de
emocionales y hasta ideológicas. En otros término~, no representa únicamen- un relato puede contemplar a su protagonista con admiración o desprecio. A
te posiciones espaciales y temporales, sino también sistemas de valores. Us- Henry James le preocupaba sobre todo el primero y a Aristóteles e~ segundo de
pensky mostró que hasta los nombres de los personajes revelan la influencia de estos aspectos. Las oposiciones entre alta y baja mímesis, entre llteratura he-
la focalización (Uspensky, 1970). roica e irónica, establecidas por los teóricos aristotélicos, en realidad se basan
'·t:

Si bien el punto de vista ha sido estudiado durante casi un siglo, la voz na- en implicaciones evaluativas del punto de vista y de la situaci?n d~l discurs~.
rrativa es un concepto relativamente nuevo. La teoría de los actos de lenguaje Entre estos dos polos existe una variedad infinita de comb1nacwn_es posi-
constituye una base posible para su análisis. Si admitimos que para compren- bles. En teoría, la distancia entre el observador-narrador y el personaJe puede '••
'•
der un texto hay que identificar el género al que pertenece, y que los géneros ser temporal, espacial, intelectual o moral, pero en la práct_ica estos elem~ntos
son sistemas de costumbres interpretativas, entonces podemos sugerir una siempre están combinados para provocar la simpatía hacw el protagonista o
cierta correspondencia entre algunos géneros y los actos de lenguaje. Al com- también para enajenarlo. .
binar la teoría de las funciones lingüísticas de Jakobson (Jakobson, 1963,213- No hay duda de que la credibilidad ("verosimilitud") depende en gran medi- . ~··

220) con la segunda el a si ficación de Searle (Searle, 1979, 12-17), podemos da de la interacción entre el punto de vista y la situación del discurso. Genette
arriesgarnos a formular algunas hipótesis. Así pues, los "asertivos" -que tie- propone "la pretendida borradura de la instancia narrativa" y "el carácter deta-
nen una función sobre todo referencial, pero que también ordenan las diferen- llado del relato" como factores creadores de la ilusión mimética. Su conclu-
tes partes del texto- pueden surgir en la narración y en la descripción. Los sión es que "estos detalles crearán tanta más 'ilusión' cuanto que :tparece_rán
"directivos", con función connotativa, dominan las obras didácticas. Los "pro- como funcionalmente inútiles" (Genette, 1983, 31 ). Adem<ís, una 1nstanc1a Y
misivos", con función fálica, caracterizan a los ensayos cuyo tono es subjetivo. un ritmo moderados son asimismo precondiciones posibles de una credibili-
Los "expresivos", con función emotiva, están estrechamente vinculados a la dad narrativa. Mientras que la retrospección muchas veces puede producir un
poesía lírica, y las "declaraciones" en los textos discursivos al carácter profé- efecto de distancia, en un escena, parece que el narrador-observador sigue el
tico. Es casi seguro que cualquiera de estos elementos lo podernos encontrar en curso de la acción sin dejar que se descubra su presencia.
las obras dramáticas. Dado que las categorías que acabamos de enumerar son Los ensayos de Lukács sobre el realismo pueden advertirn¡~s del peligr~) que
de nuevo tipos ideales, todo acto de lenguaje, por lo tanto, puede tener, una puede representar no dinstinguir entre la credibilidad narrativa y el realls~10
función secundaria en una obra narrativa. En una confesión, son los expresivos, del siglo XIX (Lukács, 1955). Mientras que la credibilidad es un concepto his-
en una parábola, los directivos y las declaraciones los que pueden estar subor- tóricamente variable, el realismo es una tendencia literaria y, como tal, ha de
237
EL TEXTO COMO J'STRliCTtiRA Y CONSTRUCCIÓN
MIIIÁLY SZEG!oDY ·MASZÁK

mos entonces un monólogo interior, mientras que, en caso contrario, el monó-


ser
. . descrito como u na red de co nvencJOnes .. L· ' f logo silencioso es indirecto o está sustituido por el "psico-relato" (Cohn, 1978,
Cll:rto
. tratamiento de la pe rspect1
. . va narr· t". a. mas undamental de éstas. e.s un
mte~J~os es puesto de relieve por un , . .t _Jv_a. e orden lineal de los aconteci-
1 21-57). La oposición entre ambos es también manifiesta en el nivel de Jos cro-
tJncu~n entre un primer plano u ~nnctplo est,·ucturante basado en la dis- notopos: un monólogo interior directo implica una correspondencia casi exac-

antc_normente. El tiempo del se:un~;ef:nndo plano que hemos mencionado


ta entre los tiempos de lo narrado y de la narración, mientras que la mezcla de
focalización interna y de narración subjetiva implica una cierta distancia entre
~-ue pnr~er u~
no ltene presente real, a pesar de p o_con frecuencia es pura sucesión
presente que incluye el recuerd el plano está dominado por ellos.
0 Es muy posible que el monólogo interior directo implique particularidades
Si bien el concept d _ Y a expectativa.
0 quepo namos denon · . ... . .
. d" . . lln<~r mtcnorHemporalidad" (/
, . . sintáticas. Las exclamaciones compuestas por una palabra única, que aparecen
nc rzetflgkeit) posee tres ele m
.f CiliOS ISilniJVO. , n- con frecuencia en este modo, indican que un monólogo silencioso citado no
pues orma un sistema de fechas pro . . d s-esta es fechable (datierbar)
parece que tenga interlocutor al que dirigirse. Hasta los términos de "discurso
posee la duración (Dauer) o el . VIsto e un punto de partida de referencia:
1 .. m.trgen (S¡Janne) .1111 )" ' silencioso" son algo engañosos, ya que el discurso interior -como lo afirma
re actualmente" y "e .
. . . .. .. n <~que .
1 t1empo ent
'
....
P 1cando una relació
publico (ájjentlich) (llcidegger 1976, 40onces , posee también un carácter
n en- el psicólogo ruso Vygotsky- es una función discursiva bastante distinta.
ble -,y SI... 1os tres modos del 11., ' La dislocación y la fragmentación desempeñan ambas un papel muy importan-
. • 4-4ll)ape"' sar d e que es mensura- ;.
.1 • · 1a d" (Kant s ¡· empo son la const· · 1a sucesión y J · 1 te. El segundo elemento se debe sobre todo a la omisión de palabras que se
'nel( 1 · .tncJa
1. . . · · ., vo . 11-111, 142), los co ' . . a s1mu- refieran al sujeto psicológico. El empobrecimiento de la sintaxis se ve com-
n.trr,tllVO se pueden ex .. d . mponentes pnnctpales delt"
. .. presar e manera dif , . 1empo
1~a duracJOn es el resultado de la intcrac . ~rente en termmos de perspectiva.
pensado, no obstante, por una plenitud semántica: las palabras vinculadas al
predicado psicológico adquieren connotaciones suplementarias (Vygotsky,
)Jdad, entre una perspectiva m·ís .. CJOn entre la sucesión y la inmutabi-
b·t .. . • · cercana y otn m·. 1 · d '
'sa en a Interdependencia de)·¡ SL •, ' as a eja a; la cronología se 1956). '
)" . · · 1 • · ICeSIOn y de )• .· ) . Un problema que merece ser analizado es el de saber si una focalización
¡z,tciOn que no es ni puramente externa n. a Slmu tanetdad, en una foca-
interna incrementa la dificultad que puede experimentar el lector para cons-
del punto de vista; la frecuencia se ) d ' en_teramente interna, y en cambios
recíproca de los tres cornponentes.¡ue e constderar suscitada por la influencia truir la significación del texto. Es cierto que la ironía, y el análisis detallado de
procesos psicológicos, así como las generalizaciones y las evaluaciones direc-
. .Con . base
. en est·<~s. premtsas, · una de las e . tamente didácticas del narrador, indican la existencia de una cierta distancia
XIX se puede definir por el contr· ·t onvenciOnes del realismo del siglo
d, . . . . .ts e entre la present· ,· · , . entre el narrador del relato y los personajes. N u obstante, sería un error formu-
e .tcontecunientos fecha bies e ue no , acJon escemca de una serie
breve --dos o tres años- y ~/ . cul~re m~s que un lapso relativamente lar una hipótesis que no haga justicia a la complejidad del problema. Todas las
prolongado, de focaliZ'Ición, . resumen JteratJvo de un periodo mucho n,. combinaciones posibles del punto de vista y de la situación narrativa pueden
.· . ' pur.tmente ext, . 1 . 1 as
conllevar ventajas y desventajas, en términos artísticos.
cwnes y distanciado "U 1·
. . · n ctpso breve 1 ] y
;!cspues!" Estas palabras pertenecen a ú{,
crn.t, re allvamente libre de r ·t .
es nc-
iJ .· no obstan_te, ¡qué no sucedió
El contr<~stc
entre narración subjetiva y objetiva exige un<~
mayor clarifica-
ción. En primer lugar, hay que admitir que las evaluaciones de un narrador no
orman parte del monólogo intc . . d.· t ne.\1 y son smtomáticas porque
~ d e• Ja novela: la idea suby nor tn 1recto de J·'1 protagonista
lo '12 · en el capítu-
son necesariamente fiables y distan mucho de serlo. Su credibilidad depende
. acente es que los a . . de las condiciones de la verdad formuladas por el texto. El narrador de un mito
ue exigen un análisis estricto sed" ·t" 'contecumentos significativos
q se atribuye una autoridad sin apelación y nunca considera a su auditor como a
cosas, que parece fJUe e, .. . . IS lnguen claramente del estado co , d
. b. s c,tsJ mmutable mun e un igual. Un cuento de hadas ex igc un escucha ingenuo, y una leyenda cuenta
. S 1 ten es cicrlo qut:, 1a represenl<lción · de 1· . .
ple_dra de toque que separa a la n~rr' , . . d a conciencia del personaje es la
con que alguien la creerá, mientras que la mayor parte de las novelas del siglo
l'h7) xx piden un lector suspicaz. Aunque existan narradores que se embauc::m a sí
. : . 'e Jd. .
esplazanllento gradual"<Jcton
de la foc· elosde
1"' .• mas :. generas
· (1-iamburger,
mismos -ejemplos evidentes son Dowell en The good soldier de Pord Madox
CIOn m terna se puede considerar el . 1 . da lzacJon externa hacia la focaliza-
la narración escril'lJJU, 1 l. res u la o de una evolución dentro de 1 1 Pord, o también Clamence en La c/wte de Camus-, no por esto es menos po-
. · ' t:l e re a ¡zar su p0 1 . · 1 , . a cua sible que un narrador, que contempla a su protagonista desde lo alto y hace
fodos los textos . . . eneJa mas d1stintivo
. 0 p,tsaJeS suscept'bl . 1 ·
estan focal izados de manera intenn ~-e~ e e ser reescritos en primera persona
sentir su presencia, pueda pretender que sabe más sobre la psique de los pcrso-
'. 'mnguna reescritura es necesaria , tene-
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238 El. TEXTO COMO ESTR\JC'TlJRA Y CONSTRUCCIÓN
MIIIÁI.Y SZEGEDY-MASZÁK

Ir tirando a sabiendas en Londres mientras que el dolor, ése sí, continuaba -¿de qué
1·najes que .estos últimos. Entre ot ras
.. cosas est·¡ co t d' . ,
<~ posl.b.llldad de combiwtr el p t 1 ·.' . ' n ra ICCIOn aparente nos da le serviría esto sino para hacer su vida imposible'!
·' ' un O (e VISta t
rraclon en tercera persona L . . In erno con una situación de na-
! . · os escntores que · Una estructura de esta índole no sería posible ni en discurso directo ni en discur-
ogo narra ti vizado -concienc.. . ·' no vacilan en recurrir al monó-
J'b , 1,1 narraua, erlebte Red 1" . . so indirecto. Se puede sugerir por lo tanto que los factores sintéticos podrían
1 re -pueden pensar que el rnonólo . . . e, o a estilo Indirecto hacer que el lector tornara conciencia de que el narrador del relato no presenta
te de la vida interior del person . go m tenor directo oculta una buena par-
. ~e,opuedequ t su propia conciencia. Sea corno fuere, el monólogo narrativizado casi no se
!netamente miméticas para str f . e engan razones que no son es-
. . . pre erenc1a y dif · . . puede combinar con el empleo de las tres personas gramaticales. O bien la
conciencia del narrador y la del . ' ummar la dJstmción entre la
H pe~on~e primera y la tercera persona se alternan en esta combinación del relato con
. enry James y Proust tal vez ha an sid~ .
blr obras que implican este tipo d ~ b' .. de los pnmeros novelistas en escri-
la primera persona y la focalización interna, o bien -en casos excepcionales
.· e am 1guedad M ·1 . como el de La modification- el texto está dominado por la segunda perso-
cntlcar el Ulysses por el culto ·ti m o '1 . ·. USI -quien más tarde iba a
na. Además, la frase que acabamos de citar podría indicar que el erfe/Jte Red e
(Musil, 1955, 584)-emplea ~om n~ ~·go mtenordel que da muestras el autor
e .· . par.tclones para fra . se parece a la combinación de la focalización externa y de la narración subje-
onclencla narran te y la concl·e .. f' .' nquear el abismo entre la
ncw 1gurat1va e · tiva en lo que respecta al empleo de formas en singular y plural así como a las
antes de la primera guerra mundial y· . ·. n s~rs pnmeras obras, escritas
personas gramaticales; pero es si mi lar a una cita directa en la medida en que no
han recurrido a los partici . ' . Irgrma Woolt y más tarde Claude Simo
J' . p10s presentes p·1ra d d n tiene necesidad de transformar la cita en una proposición que sirva de comple-
ca IZaclones externa e interna Ot . .' espren er una fusión de las fo-
mento. No obstante, habría que agregar que los elementos característicos del
posr 1 l~ades: La modifica/ion de Michel B 'n rata ~de encontrar otras
··hT · rosescntoresha t d
son a, mientras que las novelas d ¡> bb u~or está esenia en segunda pcr- "estilo indirecto libre" podrían estar modificados por las diferencias entre las
lenguas individuales, lo mismo que las lenguas en general no todas poseen los
· e "o e-Grrllet
nom res Impersonales e in . presentan numerosos pro-
, .b . consecuencras buscad· . mismos tiempos y esto puede tener una influencia sobre el empleo de los cro-
perspectrva y de la sittl'lC.Io'n 1 1 1' as, que tratan a la vez de la
. , . . ' e e e 1scurso. notopos. El orden invertido de la segunda mitad de la frase citada de The wings
Se pourra
... · · antiCipar
. lJUe h' elecc·, 10n entre el mo '1 · . of the dove es conforme a las reglas del discurso directo. Hay lenguas -y el
ndl r.ttiVIZado llene implicaciones filosófi , . no. ?g? m tenor y el monólogo húngaro es una de ellas- que no conocen la oposición entre los órdenes "nor-
partidarios del monólogo l'nt . . cas, lmguiStlcas y psicológicas 1 os
error t1enen tencl · · ~ mal" e invertido; en consecuencia, algunos de los elementos distintivos de la
como un producto dellenguaJ·e· e' ·t· . encla a concebir el pensamiento
a] ·JI . 'saesunatornade .. , conciencia narrada pueden perderse en ellas.
tue os que siguen la trauición relativista :.osicr.on representada por Algunos analistas de la focalización interna se inclinan por atribuir más
V lco, Herder y Wilhelm von Humboldt y convem;r~nallsta que empezó con
valor mimético al monólogo interior que a la conciencia narrada o vicever-
y el Wittgenstein de los últl.lllO - 'y que fue contmuada por Sapir Whorf
· s anos en t·tnt 1 • sa (llumphrey, 1965; Cohn, 1978). Si la rnímesis es un término histórico, hay
'. <~SI Instrumental
unlversalista, generativ·r e· .· . . ' , o que a concepción dellengu·tJ·e
D .1 ' • que admitir que todas las formas de presentación de la conciencia son conven-
escartes, LeihnizoChornsk d 'que es a de pensadores como
.. · y,pue equesee ciones. Ninguna de ellas tiene valor fijo y que le sea propio. Cada una posee
lanza por la verbaliz·¡ción e . d . ncuentre en la base de la descon-
t. , ' JUe se electa en nov 1· . ·
creen que sus narradores tienen acces . 1 e as escrrtas por autores que una ventaja, o ventajas, sobre las otras.
Dado que incluso un proverbio, la más simple de todas las formas, posee un
los personajes. ¿EIIenguaJ·e h·¡)¡J· o a os estados de ánimo preverbales de
contexto que tiene un efecto sobre su significación propia, lo mismo debe ser
me'd JO · del lenguaJ·e? P·trec ' .t, por nosotros 0 nosotros .
hablarnos por inter
· • e que este es el d'l . f - verdad del punto de vista y de la situación del discurso. Ninguno de ambos
que han de escoger asoci·lr la . 1 ema undarnental de novelistas
. ' prrmera persona a . . puede ser dcfi nido sin tomar en consideración los factores pragmáticos. Resul-
<~do que el monólogo n· . . . un personaJe o a un narrador
1) arrat1v1zado es 1 1 · taría fácil afirmar que un acto de lenguaje puede ayudarnos a reconocer su me-
tan te tardía, es posible co 'd. 1 e resu lado de una evolución bas-
. ns1 erar 0 corno n ·r ., ta. Es cierto qnc enunciados performativos (Austin, 1976, 233-252; Austin,
creciente frente a la cultura oral P· Jam estacwn de una enajenación
1977, 13-22) corno "Perdón por ... ", "Le aconsejo que ... ", "Prometo que ... ,"
monólogo narrativizado gozad ... a.rarles?onder a la pregunta de saber si el
· · · e part1cu andad.. ·1- . etc., hacen que la interpretación sea más fácil y que algunos elementos sintác-
siguiente a modo de eJ'ernplo e 1 , 'd· , es estl ISIIcas, tornemos la frase
e e cnry James: · x ral .tddcap1tul o.34·'ue 7''tiC wings ofthe dove ticos y modales pueden proporcionar un indicio. Pero algunos textos no contie-
1 11
241
MIIIALY SZEUEilY-MASZÁK U. TEXTO l"O~IO ESTKUCll!KA Y CONSTKLICl"IÓN

sí le es. Así como la alegoría, o la parábola, también es una estrategia interpretati-


·nen este . -· tipo de ingredientes • s·l no 11ay verbos en 1 ¡ .1 r· -
ll1entiiicar al locutor y al int 1 , llOl u ue Hudu: es difícil va, la reacción del lector se ha de tomar en cuenta en la definición del monólogo
er ocutor A un Jos pro b
e 1 pronombre persoll'd en s, d · no m res son ambiguos· interior y del monólogo narrativizado. En teoría, el monólogo transcurre a un rit-
_, . . ' egun a persona del sin, J· · ·
ue utilizar a lo lar"u de un solil . d . gu ar, por eJemplo, se pue- mo sostenido, mientras que la narración se puede acelerar o :.tminorar con facili-
-. "' oquw o es1gnar a un su· 10 ·
la m h 1en referirse a otro pe . . . .. Je Impersonal; puede dad, regresar hacia atrás o avanzar hacia adelante, pero, en la práctica, los acon-
- - -- rson,tJe o tambien a un públ' - . .
SHnpiii lcación burda llegar a J· 1 . Ico Imagmano. Sería una tecimientos a los que se hace referencia en una obra literaria no existen más que
-. ' ,¡ conc us1ón de que el t .1 •
Cion narrativa siempre puede 'd . . pun o ue VISta y la situa- en la forma en que han sido narrados. Así pues, su cronología y su duración, lo
. n ser 1 entificados d,
consideradas representativas . . ' e manera general, en obras mismo que d punto de vista de acuerdo con el que se han expuesto, y el locutor
y, en particular en las n 1 •
pero nunca pueden ser identT" .1 • ' ove as psicológicas por el que son interpretados, es el lector quien los ha de construir.
1 IC.tuos, o no deberían se 1 l ¡· '
representativa 0 de vanguard -. r_ o, en a lleratura no Pudiera ser que hubiera todavía otras razones por las que la oposición entre
' ' 1.t, puesto que las d'f 1 d
para reconocer al observador y. 1 . . d . 1 ICU ta es que se encuentran erziihlendes y erziih/tes o erlebendes/Ich (Spitzer, 1928, vol. 11, 478; Gutzen,
a narr.t or del re! ·tto •tt · ·
al es de relato escrito ' ' raviesan todas las varíe- Oellers, Petersen, 1981, 18) parece algo problemática. En muchos casos, la
d 1
He aquí dos ejcmpl~s. escogidos al azar situación narrativa es compleja; los narradores de relatos primarios y secunda-
rentes. El primero está extraído de TI t _1,/' p/rocedentes de dos periodos dife- rios muchas veces están en relación por engarce más que por sucesión. Ade-
bl' 1 le e -la e heart cuento ·¡ i•
pu ICal o por primera vez en 1843 1. '. escn o por Poe y más, los actos de discurso secundarios o indirectos pueden desempeiíar un
. el e· 'y e segundo extratdo de 1· .• f
sa e ompagnie (Comp·¡n"¡'a) d B k a vers10n rance- papel más importante en literatura que en las lenguas naturales. El mismo
' e ce ·ett ( 1980):
enunciado puede tener una función a la vez explícita e implícita, y la contribu-
Ahora, ¡ahí estü el quid! Cree que esto 1 L ción de esta última puede ser la más importante para la significación de la obra
SI USted me ha visto! ·Si ha . ·t . Y_ oco. o~ locos no saben nada de nada. 1 ·Pero
, . .. 1 VIS o con que prudcnc1a proc ·d' . literaria. Aquí, una vez más, el contexto tiene la mayor importancia, y una si-
que prevlswn, con c¡ué d,-,.1-nltllo
·
111 e puse a act · 1N
e la, con que precaución con
· • lllación de este tipo. en la que la comunicación se realiza, está siempre muy
como toda la semana anterior al asesin;lto. uar. un ca fu¡ tan amable para el viejo
in !luida por las instituciones culturales.
A condición de que las obras literarias puedan ser consideradas como las
Te
· 1 apiadas de un erizo fuera • en el f'rl'<l • Y 1o eo
• 1ocas e
.J gunos gusanos. Después colocas dicln C'l·a e nt~n,t· VI<:Ja
· .· ·
caJa de sombrero con imitaciones escritas efe actos de lenguaje, y de que éstos constituyen proce-
desuso y dejas la puerta abierta para
, 4
u; e; J ,b o~ e~ e~IZO dentro, en una conejera en
po re ,tnlmal entre y salga cuand o qtuera.
.
dimientos convencionales recibidos, las estrategias de interpretación que los
lectores han asimilado determinan, al menos parcialmente, el efecto de estos
-- ambos textos hay una segund·,¡persona cuyo re~
En procedimientos. En otras palabras, los presupuestos de un acto ilocutorio abar-
IIcado sin ambigüedad aun cu·ttld . 1 1 erente no puede ser identi- can siempre las expectativas del destinatario así como proyectos ante lo ines-
h . ' ' 0 se ea e texto ' t > y
o ras sugieren que puede depender d, 1 d . . • In egro. es que las dos perado. El punto de vista y la situación narrativa sólo se pueden idemificar
. e a eciston del lector qt d ·
lo1 pasaJe sea aprehendido corno discu . 1 . . .te un eterrntna- por referencia a las actitudes del dcscodi ficador en tanto que observador y na-
Dado que las condiciones cultural _rso l<ibl~do, escnto o stlencioso. rratario, y estas t1ltimas dependen de la competencia, de la educación, de las
es son vanables la di ·t· ·•
d..nrb-Y personaje está t·tn abiert·t ~ 1 . ll . • s mcwn entre narra- creencias y del sistema de valores del lector. El receptor del mensaje no sólo
. ' ' " a m uenc1a de los ll'Íb.t 1 d 1
l 1a 111dad del narrador ' lo 1'mea. 1 d e 1a minga . . ' os e ectura como la
el val d 1 . reconoce sino que también construye la significación; la intención del emisor
1os pronombres 0 t·tmbién • . ' or e os tiempos y de siempre está modificada por los presupuestos del destinatario. Tratándose
.. . . , en que medtda el obieto d . d . . .,
Visualizado y se colma un vacío L· . . . e una escnpcwn es de actos de lenguaje, se podrían seiíalar torpezas, pero en lo que se refiere a
. .
illlpresiOnante de Northr) F
. .¡ razon por la que la el
'
·r· ..
ast Icacion genérica
e P rye es vulneruble e sus imitaciones escritas, no es tan fácil definir las maneras en que pueden des-
romance, en el sentido medieval del ténni s q;t~ conceptos como los de
304-307, 308-3 JI) . .. .no, o de Sattra Menipea (Frye, 1966 viarse.
- , no se pueden deltmr sin e ··d , Bien ponderado, clasificar a los personajes de una obra narrativa dista mu-
lector se inclina por interpret· 1 , _onst. erar el hecho de que el cho de ser una tarea fácil. Una de las tentativas más ambiciosas se debe a S usan
,tr o que no le es 1amtiiar en términos de lo que
Sniadcr Lanser, cuyo modelo tiene seis niveles. El lenguaje es el medio de las
relaciones entre los personajes. El focalizador y el cspec!ador se comunican
*E, decir lll<xlos "pcrsonalcs"lfinile , en.lng•1'es·J . ,tqudlos
. , que mucslran género y ntímcro.)T.].
.
~· ~: -~. ,,.:.~¿¡! ~ .,.:.. ~- .:'·'•.•.
'
. ' . '\¡J; •.. • ',: .• ... ·.. • ·. ':, •• ''·"' . - . " ; ·.•• • •• :

242 MIIIÁI.Y SZEGEDY-MASZÁK


243
El. TEXTO COMO ESTRUCfURA Y CONSTRUCCIÓN

por la acción. Los narradores y los narratarios privados se enfre .

' orre 1 act n entre una voz y un lector fuera de


~:~!~o~si~~~~~~~:~~~~~:{e~n~~~~e~ púb 1ic?~ están implicados en ~~acnr;~c~~~~~::
ción (epígrafe, divisa) pueden proporcionar un indicio de la identidad de la
conciencia auctorial creada, última autoridad textual en una obra individual. A
la ficción . falta de estos im.licadores, tal vez sea imposible determinar una distinción en-
te, en últi·,~:rl~g~::pa:~~ ~~or ~a o~r~, aquello que llamamos ficción, finalmen· tre el autor implícito y ya sea el narrador, ya sea el escritor real, lo mismo que
. . menos Importante el texto impl' . . la fiabilidad del que cuenta el relato puede ir desde una pretensión de verdad
publico históricos (Lanser, 1982, 108-148) •El . tea ~n autor_ Y. un
por otros investigadores como un elemento d. 1 -~ar~a~~no ha s~do deftmdo
fktica hasta a un franco compromiso con lo fantástico. Una vez más, hay que
mismo tic 1 e a SltuaciOn narrallva, que es al recordar que los valores del lector real son, al menos en parte, la causa de su
. mpo un e ernento del texto (Genette 1972 265-266· p . decisión de considerar el texto corno ficción o como Historia. En algunos ca-
Ptwowarczyk 1976) E
. •
• • • nnce, 1973·
. n cuanto a la voz y al lector fuera de ficción ~ sos, novelas del siglo XIX han sido leídas como documentos sobre la vida so-
~~n.,g'osso ~nod~ a.~o que otros llaman "autor implícito" (Boo·t~orr~~~~n cial, mientras que algunas obras de historiografía han cambiado de estado y se
](~~)or trnphh~llo o lector :ir~ua~"(Brooke-Rose, 1981; Genette, 1983 1 oi- han convertido en obras literarias hacia fines del siglo xx.
. pero ay dos o tres dtstmc 10 nes má ' Hay tres principios estructurales que parecen afectar el grado de ficción de
ración sólo en cierta manera . bs que se pueden tener en conside-
. . • corno SI se uscara cuatro pies al una obra literaria "y abarcan la relación del locutor con el auditor, el mensaje
ml~lmo necesitarían una aclaración complementaria gato, o como y el acto verbal". Se los ha denominado "estado", "contacto" y "actitud" (Lan-
El punto más importan! h ·
del narrador. Por esto yo c:n;~~eer:L;~e reco~~ar es la sep~ración del autor y
ser, 1981, 86), pero yo prefiero referirme a los dos primeros con los términos
gural"), "neutral" e "1·1 -E " . ategon~s de auktonal,personal (o "fí- credibilidad y modalidad.
. - .. . . e 1 s como algo enganosas, aunque se 1 . d . La credibilidad es el resultado de la autoridad, de la fiabilidad y de la since-
E 'zahlsttuatwnetl (Stanzel 1955) E. "I/ 1 as enomme
sen, 19S 1 18-22) C , .. o ~ za 1 ver utlten (Gutzen, Oellers, Peter- ridad del comunicador. Puede constituir un punto de partida para una distin-
, . ontar una lllstona es un acto que no d . . . ción entre un narrador privado cuyas palabras se dirigen a un personaje, y un
narrador, aunque el grado de su perceptibilid· d d· pue e extsllf sm
:x;~c~t: r~:~-rrer_la
narrador público que entabla un diálogo con el narratario. El primero altera la
ximo de hermetismo al más alto grado de lo gama del má-
ilusión mimética y forma un elemento característico de los textos de vanguardia
es tan Importante que nos pod • . . · unctón del narrador
· namos entregar a d 1st 1 · y posmodernos, mientras que el otro es una manifestación de lo que Jakobson,
en cuanto al grado de su participaci. 1 1 . nc.IOnes complementarias
siguiendo en ello el ejemplo del antropólogo Bronislaw Malinowski, definió
ideales de relación de un relato· :. on en e re ato. Por lo tanto, hay dos tipos
cuenta 1 l otra e .d . una con narrador ausente de la historia que como e luso fálico del lenguaje. Esta función lingüística sirve "esencialmente
··· • , on narra or presente como
ta" (Genette, 1972, 252).
. .· 1 . .
person.!Je en a hlstona que cuen- para establecer, prolongar o interrumpir la comunicación" (Jakobson, 1963,
217), y constituye un ingrediente casi indispensable del realismo del siglo XIX.
La definición d,e 1os• conceptos de narratario de lector virtual e . . .
últim~
La credibilidad del narrador en las obras de novelistas como Balzac, Trollope,
plantea problemas mucho más graves. El d, ; ·t . . ·1 d lu.st_onco,
real del texto; el lector virtual participa en el roces~ es os es e. e~odtf lcador
Tolstoi o Fontane se debe tanto a sus generalizaciones como a la manera en que
ordenan la secuen:.:ia de los acontecimientos y orientan al narratario en el tiem-
responder a las expectativas de la ob . . 1 p . de comumcactón y puede
dirige el texto. El lector virtual de un r~th;a ~arr~t~.n~_es una per~o~a a la que se
po y en el espacio. Si la intención principal de un narrador de este tipo es la de
tor" (Riffaterre 1971 327) 1. d llter,m.t es una especie de archilec- comunicar información, puede hablar en primera persona y dirigirse alnarrata-
las que ellecto.r real n.o qdue_ Ja e re~onocer relaciones intertextuales de rio en la segunda, pero de vez en cuando, recurrirá a la primera persona del
pue e ser consciente El d, d'f' 1 d · plural, cada vez que quiera crear un sentimiento de comunidad. El tipo de na-
construido de U/ . . . · eco tea or unplícito o
Todav'· .. ysse~, pl~r eje~1pl~, ha de conocer la Odisea a la perfección. rratario en el que piensa el narrador puede estar indicado a la vez por alusiones
tor real d~~ :~:(;,~~:~~eeJ·~~rlnstalnng~lrdel autor in~plícito del narrador y del escri- a los personajes históricos y por la intertextualidad: está extraído de una tra¡.!i-
era e caractenzarlo es t 1 b ·
or~ar a o ra smgular
ción que comparte con su público. Estos factores contribuyen asimismo a la
como punto de partida. No sól 1 •d
mismo u, 1 o e narra or de Resurrecct6n puede no ser el credibilidad, con alusiones a la actualidad, y anecdóticas, así como con pro-
. . . . q e e de La guerra y la paz, sino que también hasta los autores . ]' verbios que indican el sentido común. Éste es la base de todos los juicios de
citos pueden ser diferentes en ambas novehs d . . lmp 1·
e T¡·~l-~tot. Eiemen~os f_uera de
valor formulados por el narrador con intención de obtener la aceptación de los
ficción como el subtítulo, indicador gené . '
neo, pre ac1o, ded1catona 0 mscrip-
ITIISlliOS.
El. TEXTO Cll~lU ESTKUCTUKA Y CllNSTKlJCl'IÓN
245
MIIIALY SZEGEDY-MASZÁK

complejas (y ... y). La actitud que caracteriza a una novela realista no permite
, ~~~ e,l.ter~cr libro deL(~ Re~zíblica, Platón, por mediación de su personaje,
que el protagonista posea los rasgos distintivos de un ser humano excepcional
Socrate_s. plc~nteat~na ~Istmcton entre dos maneras de exponer el discurso. En
-vale la pena recordar que Vanity f'air de Thackeray, llevaba el subtítulo de
lo que el llama dtegesis, el poeta "habla en su nombre sin tratar de hacernos
"novela sin protagonista"- porque no hay punto de focalización privilegiado.
~reerq~1c es otro y n~ él q_uien habla". En cambio, en la mímesis, "el poeta
El ejemplo del realismo del siglo XIX indica que la actitud posee un aspecto
se es! ucrza por dar la tluswn de que no es él quien habla" (Platón, 1946-1947,
espacial en la medida en que puede crear un primer plano y un segundo plano,
393 e~)._ Con base en ~sta o~osición, podemos hacer una distinción suple-
pero también establece un sistema de valores y tiene implicaciones ideológi-
ment,lfla entre la autondad d1egética y la autoridad mimética. Mientras que la
cas. Y esto porque un texto puede ser leído como una declaración positiva o
pnm~ra dc_pcnde de la relación entre el autor implícito y el narrador, así como
negativa con respecto a un contexto cultural: se puede clasificar a los persona-
d~- la Idcntt~a.d social del que narra (sexo, nacionalidad, religión, clase, situa-
jes de acuerdo con su posición en el primer plano o en el segundo plano, y con
cto~J de lamtlta, eda~. e?~cación, cultura, estructura mental, cte.), la segunda
base en su capacidad para ejercer acciones que sean sintomáticas del sistema
se cnnt_unde con su ltahthdad. Como todos los narradores pertenecen a varias
ele creencias, de la constelación de posiciones construida por el lector, y se
c~m.uni~at~es, su a~torid~_d varía según el contexto. El mismo narrador podría
puede considerar que ésta es la significación del conjunto de la obra.
ser considerado mas con! 1able en una comunidad de interpretación determina-
da y menos confwble en otra.
La rnodalid~d, relación recíproca entre el narrador y el narratario, es espacial-
¡;:
me_~~t~ perceptible, en los pasajes en l~s que el empleo referencial del lenguaje 7. LA INTRIGA
e~t~1 rernpLu:.tdo temporalmente, o ecltpsado, por sus funciones de meta ficción
lattca: o conat1vas. La modalidad implica dos componentes apenas distinguí:
Los personajes forman parte de la intriga (actinn, intrigue), que es probable
bies. bl mar~o es una especie de diálogo entre el narrador y el narratario, que
que sea la macroestructura más importante de la obra literaria. Aristóteles con- .,
pu~de ser n~as o menos directo y formaL La actitud que se objetiviza en este 14 ,,

sideraba que el personaje era secundario en relación con la intriga (Aristóteles,


d_Ialogo esta mtlutda por factores como los miramientos del narrador, su segu-
1963, 36), y Henry James comparaba a los personajes con las piezas numeradas
ndad Y su resp~to ~or el narratario. Un narrador no sólo se puede identificilr .,,, .. ,
... ,
de un rompeobezas (James, 1962, 53). Pero la investigación a fondo de las
con un personaJe, smo también con el narratario, o bien puede acentuar la dis-
relaciones entre los personajes y la intriga no comenzó sino con la publicación
tancia temporal: espacial, intelectual o moral que los separa.
de la obra pionera de Vladimir Propp. En ésta, el autor analiza la intriga del
La act1t_ud,o _mteracción del narrador y del mensaje, es el más complejo de
los tres pnnctptos estructurales que actúan en la creación del campo interno cuento de hadas como sucesión sistem:ítica de las funciones de los personajes y
de retcrcncta del texto. La actitud depende no sólo de las proporciones relati- describió el elemento constante eh! este género como un acto ucfinido a partir de
la perspectiva de su significación para el desarrollo de la intrig<~ (Propp, 1969).
vas del dtscurso del narrador y del de los personajes, sino también de distincio-
Después del folklorista ruso, ha habido muchos teóricos que han estudiado
nes cronotópicas como una focalización fija, por una parte o móvil 0 libre 0
1· t b" ' •P r la intriga de las formas simples de la cultura oral. Se han hecho muchos menos
,¡ o ra, o tam 1en de una presentación "escénica" y "panorámica" (Lubbock
1965, 6 7), .del "relato" y de la "exposición" (Booth , 1969 , ¡ 73) , d e un,¡· narra-
. .' estudios para aclarar los principios estructurales subyacentes de la estructura
., .
de las formas complejas de la cultura escrita. Es sintomáiicoque no exista
Cll~n ante~IOr,_ Simultánea, y posterior (retrospectiva). Se adhieren a ella ade-
acuerdo sobre la clasificación genérica de obras narrativas más extensas. El tér-
m:.~s Im~hc~c1~n~s psicológicas. Quizá sepamos más o menos cosas sobre Jos
mino "novela" se usa indiferentemente conw término global, lo mismo en el
personaJes ~nd1 viduales; la información que tenemos pu<:de referirse a su as-
lenguaje común, donde resulta cómodo reagrupar todos los textos que cuentan
pecto ex tenor o a su vida interior, y por eso podemos denominarlajlat 0 round
(Forster, 1927, 67 -68). una historia bajo este término. Puede ser que Northrop Frye y sus discípulos
hayan sido los investigadores rn:ís influyentes que han hecho distinciones de
Los personajes "de dos dimensiones" son con frecuencia negros y blancos
mayor alcance (Frye, 1966, 303-326; Scholes, Kellogg, 106ú; Scholes, 1077 o).
Y requieren de un lector menos sofisticado. En cambio, para un realista del si-
Inspirándome en sus trabajos, voy a tratar de hablar de cinco modos de or-
gl.oXLx .. l~l ~re.di~ili~<~d de un~ dicotomía d~ este tipo es muchas veces objeto
ganización de una intriga. En los géneros estrechamente emparenlados con el
de so.-;pecll.!, su car.tc!enzaciOn se basa, as1, en estructuras neutras (ni ... ni) 0
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MlliÁLY SZEGEDY-MASZÁK El. TEXTO COMO r~HRUCflJRA Y CONSTRUCCIÓN

cuento Je hadas --la novela de caballerías, la novela picaresca y la novela po- confesión; Gulliver's travels se puede considerar una parábola, y Adolphe, de
liciaca podrían ser ejemplos evidentes-, las funciones tienen todavía una im- Benjamín Constan!, está lleno de rasgos característicos de un "romance".
portancia extrema y el empleo de la tercera persona es preponderante. Aunque El creciente alejamiento de la forma simple de la cultura oral ha l~evado a
la misma forma gramatical sea característica de ia novela, en el sentido estricto una mayor complejidad en la estructura de la intriga. Podemos considerar el
dt: la palabra, en este género, los personajes están individualizados y situados encadenamiento como el primer paso de este proceso. En los cuentos de hadas,
en un contexto con límites espaciales. Además, viven en el tiempo teleológico cualquier elemento estructual puede constituir la base d.e una histo~ia aparte,_ o
de la Historia. La confesión es una forma mucho menos dialógica; es una au- también estar triplicado, y muchas veces las secuencias de .fu~cwnes ~stan
tobiografía interpretada, escrita en primera persona. En cuanto a los dos últi- unidas por el encadenamiento. En los relatos escritos, 1~ cont~nuidad esta rota
mos géneros, ambos están regidos por la tercera persona, pero su tiempo y su con mayor frecuencia por peripecias (inversión repentma e mesperada eJe la
espacio podrían ser existenciales, cósmicos (circulares) o por lo menos indefi- situación) 0 por engarces que por la repetición interna, de m~nera ~ue puede
nidos en el sentido histórico. La diferencia entre ambos es que mientras que, estallar un cont1icto entre diferentes continuidades y expectalivas. El encade-
en una parábola, los personajes son sustituidos por los que abogan por ciertas namiento sigue siendo posible, pero solamente en una forma más ~ompleja. En
ideas, tomas de posición o actitudes, en un "romance", Jos actantes son arque- los casos más simples de estas formas, las historias está~ subordi~adas a ~na
tipos psicológicos estilizados. conciencia narrativa apenas estili1.ada y distanciada. Las tormas mas sofistlca-
Si es posible dividir las condiciones de la competencia narrativa en dos das pueden variar no sólo cuantitativamente, sino también de natural.eza: .en
,, grupos, el primero de los cuales constaría de lo autobiográfico, Jo emocional algunos casos, el narrador es también un personaje, en otros, las histonas
("sentimental") y lo social, mientras que el sengundo abarcaría los componen- son interdependientes. . .
tes constatantes, aprobatorios (approbatij) y satíricos (Wittman, 1975, 23), Todos los géneros mencionados anteriormente pueden expenmentar realiza-
entonces podemos afirmar que el lenguaje de la novela de caballerías es muy ciones históricas muy diferentes. Para dar un ejemplo, la estructura profunda
emocional y capaz de expresar la aprobación o la desaprobación, mientras que de una parábola recuerda muchas veces a una fórmula silogística, pero muchas
e;
..
' la novela es rica en connotaciones sociales y satíricas. La ironía casi siempre
está ausente de la novela de caballerías, pero puede constituir el principio rec-
cosas dependen de la situación: ¿es el narrador o el personaje el que saca la
conclusión de la historia? La situación de lenguaje siempre es "prelocutoria",
tor de una parábola. El abanico de la novela se sitúa entre estos dos géneros. produce "ciertos efectos importantes sobre los sentimientos, los pensamient.os
El "romance" -como su nombre lo indica-está emparentado con el relato en 0
las acciones del público, o del locutor, o también de otr~s persona~" (Austm,
verso en general y con la balada en particular; la parábola proporciona la ilus- 1978, 1O1), pero la estructura lógica subyacente de la intnga no es sJCmpre tan
tración de un proverbio o de una máxima. AmlJos pueden poseer elementos perceptible como en las parábolas didácticas de la época d~ !as Lu~e~, en las
que recuerdan a los cuentos de hadas porque sus protagonistas están vincula- que fas ideas no están subordinadas a los personaJes. El dmlogo f1~al entre
dos muchas veces con funciones específicas. En otras palabras, los actantes Pangloss y Candide, por ejemplo, casi no es más que un pretext? (~~ie sirve para
de la historia en estos dos géneros son tan alegóricos que se los puede conside- establecer un contraste entre una posición rechazada y otra pOSICIOn aplaudida
rar casos, ilustraciones de una regla general que concreta las sinécdoques. por el narrador. ..
En cambio, el Lebensbild y el retrato son formas que pueden inspirar a un Una variante posterior del mismo género está representada por Viswnesfa.n-
novelista. Se pueden observar afiliaciones aún más lejanas: la interacción tasmales sobre el horizonte del alma ( 1853), de Zsigmond Kemény, el n~vehs­
de la confesión y del "romance" con el poema lírico no es menos evidente que ta húngaro más original del siglo XIX. Hay cuatro relatos en esta ?bra. N~nguno
la intluencia de la escritura discursiva sobre las parábolas, o también la de la está contado en orden cronológico y Ja estructura es más complicada aun por-
descripción sobre las novelas. que el narrador principal es también un personaje. Además, hay cuatro nar~ado­
Huelga decir que las abstracciones que acabamos de trazar sólo tienen valor res secundarios que también son personajes. Ningún narrador asume po.r s1 s~lo
heurístico. Casi todas las obras literarias pertenecen a un género mixto, aun- la responsabilidad total de la integridad de cualquiera de los relatos; la Situacló.n
que en la mayoría de los casos se pueda establecer una jerarquía de sus elemen- de lenguaje se impone a Jos datos temporales y las dos est:u~turas se contradi-
tos característicos. En M adame Bovary, por ejemplo, predominan los atributos cen. El protagonista más importante de los relatos es un anstocrat~ que trata de
de una novela; Naked lunch, de William S. Borroughs, es más o menos una promover la condición de sus campesinos, pero el saldo de su mtento es un
ELTF.XTO COMO ESTRIJrTt!RA Y CONSTRIICTI(JN 24')
248 MIIIÁLY SZEnEDY-MASZÁK

total fracaso. En el texto, no se proporciona ninguna respuesta a la pregunta de El pcrsonnje "es una construcción, reunida y erigida por el lector a partir de
si su fracaso se debe a su hipótesis de que sólo la coacción puede llevar al hom- indicaciones diversas esparcidas en el texto" (Rimmon-Kenan, 1983, 36). Es-
bre hacia la libertad o a la falta de comprensión de los campesinos. Lo que está tas indicaciones consisten en rasgos de personalidad que pueden afectarnos di-
en juego es la posibilidad de la redención, y la respuesta a la pregunta que se recta o indirectamente. Mientras leemos el texto, las ordenamos en estructura
plantea la ha de proporcionar el lector, quien no puede dejar de ignorar el he- jerárquica. Los principios esenciales que nos ayudan en esta actividad son la
cho de que esta obra es un mezcla de parábola y la novela psicológica. Por un repetición, el contraste y la implicación. Cuando, en el transcurso del proceso
lado, hay un conflicto no resuelto entre diferentes ideologías -el liberalismo de construcción de un personaje, encontramos un rasgo de personalidad que
y el conservadurismo, el voluntarismo romántico y el determinismo positivis- parece que contradice nuestra generalización, nos vemos en la oblignción de
ta- y, por el otro, está el protagonista, un hombre mal casado que se tortura reconstruir al personaje en su totalidad. Así pues, todos los personajes están
a sí mismo. El significado final del texto es una contradicción no resuelta: los emparentados con sinécdoques generalizadoras, aunque su complejidad pue-
actos exigen una convicción bien cimentada, pero una creencia necesita ser da hncer que este parecido sea vago.
intolerante hacia aquellos que no la comparten con nosotros. Ilay por lo menos tres precondicioncs indispensables para construir un per-
Parece posible que una obra literaria pueda poseer una significación com- sonaje. La continuidad de una personalidad ficticia depende de la conciencia
pleja en la medida en que representa un tipo genérico compuesto. En este permanente que tenga el lector de la informnción que llega. La memoria per-
contexto, hay que decir algo sobre el lugar que ocupa la novela histórica. Mi mite interpretar un personnjc y sentir simpatía por él. Por último, las expecta-
opinión es que ésta no puede ser considerada un género aparte. Dado que las tivas ayudan a que el lector reconozca la transformación de un personaje, así
obras cuya acción está estrechamente vinculada a la Historia son suscepti- como inversiones de situación repentinas e inesperadas. De estos conceptos, el
bles de seguir cualquiera ele las tradiciones genéricas aquí descritas, sólo la de la simpntía tal vez sea el más ambiguo. Es importante recordar que hay tra-
posición de los personajes y de los acontecimientos necesita un tratamiento diciones de autenticidad psicológica muy di ferentcs. Además, en las obras que
se Icen como ficción, son virtuales no sólo el tiempo y el espacio sino también
aparte.
Los personajes de obras narrativas presentan aspectos sintácticos así como los propios personajes. Por un lado, éstos crean la ilusión de una realidad cx-
semánticos y pragmáticos. En el caso de los narradores y de los narratarios, las tratcxtual y, por el otro, forman los componentes de un texto, es decir, nombres
implicaciones pragmáticas tienen una importancia primordial puesto que los calificados por predicados y elementos atributivos. El hombre es representado
.•. actantes participan en el proceso narrativo y pueden compararse con los ele- e inventado simultáneamente por los novelistas. A fin ele cuentas, nunca pode-
.: e; mentos dcícticos. En cambio, los personajes ficticios del relato son objeto mos conocer mejor ni personaje de una novela de lo que estamos en condicio-
1,
1
de una disposición sintáctica compleja; su funcionamiento está vinculado a la nes de escuchar la Sonata de Yinteuil que se interpreta en A la rechcrchc du
1••• actividad del lector, que consiste en establecer un vínculo entre las briznas de temps perdu.
información que se proporcionan en las diferentes partes del texto. Las figu-
ras históricas tienen un componente semántico ausente en los otros dos ti-
pos: no sólo tiene un Sinn textual, sino también una Bedeutwrg cxtratextual 8. 1\ MODO DE CONCLUSIÓN
(Frege, 1892). Philippc Hamon denominó a estos tres tipos "personajes-em-
bragues", "personajes-anáforas", y "personajes-referenciales" (Hamon, 1977
a, 122-123). Naturalmente, un mismo personaje puede pertenecer a dos catego- No deseo ocultar el hecho de que estrc breve estudio implica estrictas limitacio-
rías -en Úl guerra y la paz, Napoleón es un personaje histórico y un personaje nes. En primer lugar, hemos de admitir que no hay acuerdo general entre los
ficticio a la vez-, pero sólo los personajes que pertenecen al tercer tipo están en investigadores sobre la manera en que los principios estructurales de un texto
condiciones de contribuir a la intriga. Algunos teóricos hacen una distinción tengnn que ser analizados. Hay un conflicto de métodos, y aquel que trate de
complementaria entre aproximaciones "csencialistas" y "existcncialistas" a los abordar la labor de distinguir entre los estratos, que sólo se pueden separar en
personajes (Dochcrty, 1983, 48), pero yo consideraría éstas como dos estrategias lo abstracto, está obligado a optar. Es difícil evaluar las diferentes concepcio-
interpretativas que corrcspomlcn grosso modo a la ilusión mimética y textual que nes según su validez teórica, dado que todas las teorías presentan una base hi-
las obras literarias crean. potética proporcionada por los elementos que tienen por raíces las mctMoras

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MIIIÁLY SZEGEIJY .MASZÁK
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sobre las que estas teorías están construidas. Además. podríamos anticipar que 13
el análisis de la estructura de los textos se detiene bruscamente y precisamente
en el momento en que empiezan los verdaderos problemas de interpretación. Retórica y producción del texto
En el análisis que acabamos de presentar, las reglas constitutivas del texto
ARON KJBÉDI Y ARGA
se han abordado como configuraciones de convenciones. Mi intención ha sido
encontrar un justo medio entre dos extremos y avanzar sin vacilación con la
hipótesis de trabajo de que no habría que sobrestimar la relatividad de las con·
venciones y de que habría que evitar la normatividad. Comprender las obras
literarias significa que el lector esté constantemente sumergido en la compara·
ción entre las convenciones familiares y otras que no lo son. El lector asimila NOMBRAR O COMUNICAR
incesantemente la información nueva, pero nunca se cuenta con que sitúe el
inicio de su actividad en comien:z.o ab>oluto. Ni los universales ni la relativi-
dad histórica pueden tener validez ilimitada. En otras palabras, un texto sólo ¿Por qué el hombre inventó la palabra, con qué fin se forjó en el transcurso de
puede fu~cionar como literatura si la interacción de principios estructurales los siglos una hern:mienta tan compleja? Las hipótesis y las especulaciones
diferentes no estú trnbada por la perspectiva limitada del lector, porque las son numerosas y contradictorias a este respecto. ¿"Recibió" el hombre la pala-
convenciones no se desacreditan unas a otras en modo alguno, sino que están bra, conH' así lo quiere la tradición bíblica, para nominar las cosas, es decir,
en situación de diálogo en el marco del proceso histórico, sin fin, de la com- para establecer un contacto con la realidad y para familiariwrse con ella'! O
:e;. prensión. por el contrario, la palabra nació de la miseria de aquéllos, los débiles, los ni-
ños y los ancianos, que para sobrevivir, sienten la necesidad existencial de en-
trar en contacto con el otro? ¿Serú la palabra el reflejo y el resultado patélico
de la voluntad de comrmicar?
En el primer caso, hay que partir del supuesto de que la realidad es suscep-
tible de ser captada en palabras, de que es "verbalizable"; hay que tener con-
fianza en la facultad que tendrían las palabras de apegarse a las cosas y de
it: imitar a la naturaleza. Gracias a las palabras que penetran su esencia, I<Js cosas
le se revelan al hombre. La palabra, sea ésta la de la ciencia o la de la poesía,
•...
!
revela. Y el conjunto de las palabras y de las cosas constituye, en su relación
arrnoniosa,la realidad: inalterable e inalienable.
En cambio, comunicar es privilegiar las relaciones interhumanas, es tratar
de explorar los meandros de los mecanismos psíquicos y, a la vez, relegar a un
segundo plano el problema del conocimiento de la realidad. Comunicar es pre-
ferir la existencia a la esencia, es fabricar un discurso que nos integra a la vida,
pero al mismo tiempo, es resignarse a aceptar el doloroso divorcio entre lapa-
labra y la realidad. Por lo tanto, la ciencia positiv<J plantea un problema: ¿cómo
nombrar la esencia de las cosas si la palabra estú destinada en primer lugar a
abrazar al Otro, es decir, aquello que cambia y huye?'
La palabra que nombra y la palabra que comunica entran en conllicto, pero
no se excluyen. La actividad humana se sirve del discurso en ambos sentidos:

1 llern:11d d'Esp:1gn:11, ;\la r.•ciJerche d11 riel, P:1rís, Gaulhicr- Yillars, 1979.

t 251 1
252 ARON KIB('DI VAH(;A RI'T(lRICA Y PRODUCCIÓN DEl. TEXTO
2.'iJ

a pesar de su imperfección respectiva, ambas palabras, aunfJUC se oponen, se


estableció en su Traité du¡,oeme épique. una jerarquía de los géneros basada
complementan. La lenninología tradicional de las artes del discurso refleja es-
en las modalidades - y la complejidad creciente- del disimulo de las in-
te estado de cosas. Veamos algunos ejemplos. Si la relación entre poética y
tenciones del autor. En suma, la retórica tradicional no admite la polisemia
retórica es tan compleja, lan difícil de captar, es porque la retórica se interesa
ni siquiera en literatura: ya sea hombre de estado o novelista. abogado o poe-
en la palabra eficaz que no busca apegarse a lo que es, sino a formar lo que se
ta, se considera que ningún autor compone un texto sin una inlencionalidad
tran~forma: las opiniones y los comportamientos. Asimismo, para la retórica, fija y precisa.
se dan -y los positivistas modernos se ofuscan por ello a veces- dos defi-
2] Entre el emisor y el receptor existe un acuerdo túcito respecto de un cier-
niciones parcialmente contradictorias: "arte del bien decir" y "arte de pcr-
to ntÍmcro de cosas. Un total des<Jcuerdo aniquila toda posibilidad de comu-
su¡:dir". La primera presupone una realidad estable que la palabra captará y nicación; lo que es mucho más difícil es determinar el grado de acuerdo, el
decodificará corrcctamcnlc; la segunda presupone un auditorio de naturaleza nlÍmero de puntos sobre los que debe reinar un consenso antes del inicio de la
no del todo previsible. Por tlltimo. dentro incluso de la retórica, sc habla de los
comunicación. Pcrclmnn ha llamado la atcnci¡'liJ sobre este problema. Si bien
tres "medios" que ésta utiliza: para el orador, se trata de enseíiar, es decir, de
el grado depende ele la situación particular en que se encuentra el orador y en
tras mi 1ir el conocim icnto de algunos fenómenos, pero también de complacer y
principio, por lo tanto, sigue siendo indefinible Jc antemano. se puede en cam-
de co!lmover. es decir, de establecer un contacto intcrhumano.'
bio tratar de establecer los tipos de acuerdo que son indispensables. Tiene que
La retórica -y ésta es una primera y prudente definición- es un conjunto
haber un consenso entre el omdor y su plÍblico respecto del modo con ayuda
de técnicas que permiten describir y reconstruir la producción de discursos
del cual el orador argumenta. /\sí pues, éste tratará de probar la verdad que
y de textos; implica una preferencia por la concepción comunicativa de lapa- expone invocando nutoridades, proporcionando definiciones, establecien-
labra.' No hay análisis retórico nüs que si aceptamos contemplar cada discur- do comparaciones, etc. (fugare.\' formales), y procurará recurrir a las autorida-
so y cada texto como parte de un acto de comunicación, con -{]csde 1\risló- .·,,
des que su auditorio respeta, a definiciones que éste admite y a comparaciones
tclcs hasta Blihlcr y Jakobson-un emisor, un receptor y un mensaje. que le gustanín (lugares del ccntenido). Los lugares. cuya definición es pro- ':·
La comunicación retórica convencional se basa en dos supuestos: hlemálica desde Aristóteles y que han formado siempre el cnpítulo más con-
11 El sentido del texto es único y no ambiguo. La eficacia del mensaje no se trovertido de la retórica, representan el conjunto de los tipos de acuerdo tácito
puede valorar más que si se conoce la fin<Jiidad del mismo; los manuales de
y se basnn en un fondo común de racionalidad; los acuerdos ideológicos son
retórica recomiendan que se empiece con la formulación clara del tema del ~ ,
inestables.' Por lo detmís, el consenso no concierne lÍnicarnenle a la racionali-
discurso y del fin que el orador se propone alcanzar. Melanchton critica a
dad sino que afecta también a la calidad del orador (los /uíhito.1· que deben gus-
los jóvenes pr<:dicadorcs de su época que escriben sermones sin establecer
tar: por ejemplo, la modestia) y a las emociones que éslc suscitad (las fl!l.lio-
previamente el tema Cmico.' Los textos que perleneL·en a un género orat(lrio
ncs): hay una tipología cslcreolipada de los auditorios posibles (distinguién-
como el sermón y el alegato son explícitos a este respecto; en cambio, lo que
dolos prineipalmenlc segtín la edad, el sexo y el oficio), y cada auditoriocslü
caracteriza a las obras literarias Je la época clúsica es que. aunque admitan el sometido a emociones adecuadas y particulares.
mismo principio de la estricta no ambivalencia Jelmens<Jje, siguen el proce-
En lo que precede, hemos utilizado in_difcrenternentc los términos discurso
dimiento de la "verdad oculta·· (celare artcm). El padre Le Bossu, en lú75,
y texto. No obstante, como Manfrcd Frank 6 lo ha mostrado, el paso del discur-
so al texto conlleva el riesgo de imprecisiones: las dificultades que existen pa-
ra dctenninar con exactitud el sentido de un mensaje aumentan. En principio
1 s,, hahr:í reconocido aquí cl/o¡;o.l. d etilos ycl¡>11thos de la t1adiciún, llamado llf'l"'"'' en la retórica se elabora como un conjunto de preceptos destinado a los oradores
la rct6rica anglnsajona.
rúhlicos: el discurso oral se dirige a un auditorio estrictamente conlcmponí-
J J.a /enria de la comunicacir¡n,t;d cnmo se desarrolla en clnwndo lllol...krJH~ y en panicular
en los círculos tccnolúgíco..;, apenas tiene rclaciún alguna con la rctllric<.l porque se Ílllcrcl\a ante
'Respecto de este inmenso problema que se ha estudiado sobre todo en Alemania, remito a
todo por los aspectos técnicos de la tra..,misicín de un "mcnsajc''. Son c"caso~ lo'\ que, corno
llrcuer Schanzc { 1981) que es, que yo sepa, la lÍitima compilación colectiva dedicada a este
llovl.llld y '\liS di'\L'Ípulns en Y ale, estudian lns vínculos entre la comtmicJción y la pcrsua'\JÚn.
tema (véase en particular el capítulo de introducci6n de J.A.R. Kemper). Véase lamhién el se-
< l'L Schncll ( 1'Jf>X). p. 4'!. 11. (>5: "Oratio. quae IHHI hahcttrrJ:tlll a e ,;mplic·cm \l'nlcntiarn,
nihilc·crti docc·t." gundo capílulo de mi Ji oro IJiscours rfcit, ima¡;~. Bruselas, Mardaga, 19R9.
~ I<JR6, pp. 22-24.

' .
254 ARON KtllÉDt VARGA RET(>RIC'A Y I'RODUCCtÓN 01'1. TI'X10 255

neo: la isocronía garantiza la comunicación 6ptima y en principio excluye toda texto (del discurso) lo defiende o lo acusa. Una situación de esta índole no se
ambigiiedad. Pero el texto escrito nunca puede ser absolutamente isocrónico: limita ni mucho menos a la abogacía, sino que la podemos encontrar siempre
ellcctor cst;í indefectiblemente con retraso respecto del autor. Fijar por escrito que el receptor ocupa un puesto de autoridad en relaei6n con el emisor: elniíio
implica un desfase temporal, fuente posible de malentendidos. El problema y el alumno ante los padres y los docentes por ejemplo. Asimismo, el escenario
que indicamos aquí, a pesar de su eminente interés filosófico, sigue siendo no judicial es el privilegiado por algunos géneros literarios, como la tragedia cl<Í-
obstante prácticamente indisoluble, dado que las tradiciones culturales en el sica.10 El acontecimiento que el tribunal juzga tuvo lugar en el pasado; en la
seno de las cuales una ret6rica se elabora son tradiciones escritas. segunda situaci6n que presenta la doctrina retórica, el autor trata de interesar a
Por lo tanto, como método que permite reconstruir y simular la producción su público en un hechojilluro, en un acto que habrá que realizar en el porvenir.
del texto, la retórica tiene un cierto número de restricciones. Presta notorios 11& al• lij,llulU-.as 4il~~ ~~~$.1.1asi vo fl04i"'-leleo~.ia: el ~tor Irata da ~o~­
servicios cuando se estudian textos que emanan de comunidades bastante es- ll!iLaJOI.lpúbliCQ a lomac..una decisión, a pelWlr o actua.l'ccomoa. 6ste e.s el l,;iijjll
tables ideol6gicamente, como lo han sido los siglos clásicos en Europa,' y el ~andes discursos ideológicos, ya seo~ u ésl05.de naturaleza políüca o,¡.:-
manejo de la misma es más fácil en el caso de textos que anuncian explícita- ~iosa. La relaci6n entre emisor y receptor no es la misma que en lo judicial,
mente su intención, a saber, los textos no literarios. 8 No obstante, hay que decir el receptor no es necesariamente superior al emisor, no tiene poder ni autori-
que a pesar de sus limitaciones, la retórica es casi el único instrumento del que dad sobre él. Por último, el tercer escenario es el de lo epidíctico (demostrati-
disponemos para describir la manera en que se construye un texto. vo): se trata de reafirmar en el presente, de confirmar o de celebrar, valores
admitidos tanto por el emisor como por el receptor. Estamos en presencia del
discurso ele pompa: panegírico de un santo, oración fúnebre, brindis de aniver-
sario. El elemento persuasivo aquí se reduce a un mínimo, el orador paíle de
LOS GÉNEROS valores seguros, de un acuerdo tácito previo entre él y su público. La naturale-
za ret6riea de esta tercera situación se ha puesto muchas veces en duda, pero
bt A: t ininie4eloolo de.wmwlicacáón. l<trelación Lriádica entre enüs~ sólo en la medida en que se trata de definir a la retórica estrictamente como un
~e ¡;Qnstituye de la manera sigui®4J.,...JMú.QC.~I.Jn·t~~.miRa, ars persuadendi. No obstante, no podrían negarse las connotaciones persuasi-
como hemos visto, el mensaje y trata al mismo t~po de evaluar· y -4ile~ vas que se crean en torno a la reafirmación de los valores existentes: el elogio
1 i111Fihu~t•ióll
social en la que él se encuentra frente al receptor, al público. La refuerza las convicciones de los que podrían vacilar.
retórica tradicional distingue, según las grandes categorías de temas a tratar, ~.arsenal de procedimientos retóricos, los discursos loman opoin-

tres situaciones de comunicaci6n, tres géneros ret6ricos (tria genera causa- w;.:¡,difcrcntc~. según el género al que pcrlencz.c ..n. Así, la narración de los
rum).9 Según el primer escenario, que fue en el origen judicial, aquel que pro- acontecimientos que han de permitir disculpar o condenar al acusado ocupa un
duce su texto se encuentra ante un público que se constituye como tribunal: lugar importante en el género judicial, allí donde ~ro deliberativo prj....-.
este tribunal juzgará el hecho (y la persona que lo ha cometido) y el autor del li@oiü.la argumentación racional y emoli.,.¡1, y el género epidíctico la descrip-
cióll (elogio y reprobaci6n). No cabe duda de que es por esta particularidad por
lo que en los siglos clásicos se comparó a la poesía lírica con lo epidíctico: 11 la
7 No obstante, ha hahido múltiples intentos de "modernizar" la retórica. La rehabilitación poesía "embellece la naturaleza", su labor principal es la amplificación deco-
que ésta experimenta en la actualidad parte en realidad del supuesto de creer en la posibilidad rativa. Por la influencia conjugada de esta tradici6n y de la regla llamada hora-
de esta modernización (e f. Collllllllllicatioll 1r,, t970). Olivier Rcboul ha eshw.odo así la distin·
ciana que dice que la poesía imita a la pintura (ut picrura poesis), la poesía se
ción que separa a la retórica de la publicidad moderna y de la retórica tradicional ( 1984, pp.
95-98). concibe durante mucho tiempo como esencialmente descriptiva. No obstante,
8 Sería falso pretender que los textos literarios "ocultan" totalmente el mensaje que vchicu· esto no impide que Daniello, un crítico italiano del siglo xvt, considere que un
Jan: el simple hecho de pertenecer a un género, de presentarse como soneto y no como elegía,
como novela policiaca y no como comedia, ah re un horizonte de expectativa que privilegia 1
10 Le Cid y 1/owce )de Corncillcl se pueden clasificar en esta catcg"ría. pero, al co11trariu
unos mensajes y cxcl!Jye a otros.
9 No hay que confundir los gé11cros ret6riros. que son situaciones sociales, con los géneros Jc Jacqucs More l. yo no creo que todas las tragedias pertenecieran a lo judicial.
11 Véase sobre este tema el estudio clásico de Burgcss ( 1902).
oratorios (sermón, alegato) y los gé11eros literarios (elegía, drama). •'· ''·

' .~ '.
ARON KIBfolll VAR<oA RETÓRICA Y I'RODtJCCIÓN DEL TEXTO 257
256

soneto de Pctrarca pertenezca más bien al género deliberativo que al epidícti- Resumamos. El texto "gratuito" y estrictamente no retórico en principio es
co. w~ géneroli y. subgéneros literarios no corresponoen exuclameM- concebible: un poema de Mallarmé o de Denis Roche, una argumentación
científica que propone verdades sobre un tema no pertinente; pero es irrealiza-
l~·p.or lo tanto a los tres "géneros" retóricos.
12

21 ¿llay géneros que escapan a la retórica, hay categorías de texto sobre las ble, ningún texto funciona fuera de una situación comunicativa. ~,._iv
~e a. un género y ningún género escapa a la retórica porque el concepto
que Jos procedimientos persuasivos no tienen ninguna repercusión? Pregunta
difícil. Existe la tentación de responder afirmativamente cuando se piensa por gMem es un concepto social.
ejemplo en los textos científicos: no es necesario que se nos persuada de las El proceso de comunicación exige en torno a un texto -durante un discur-
certezas, se nos demuestran. La ciencia es el terreno de la verdad, la retórica el so-- un emisor y un receptor. Reboul introdujo a este respecto una distinción
de Jos valores y de las opciones que los valores nos imponen. Estamos obliga- sumnmente interesante. 14 El emisor y el receptor ¿son o no conscientes del ca-
dos a escoger entre el bien y el mal, entre el bien y el menos bien, pero no es- rácter retórico del texto (producido, escrito-pronunciado o recibido, leído-es-
cogemos entre "dos y dos son cuatro" y "dos y dos son cinco": allí donde reina cuch<Jdo)? Esto nos da el esquema siguiente:
un consenso perfecto y universal. como en el caso de las leyes elementales de
la matcm;ítica, se puede prescindir de la retórica. Se podría desarrollar una ar-
Emisor Receptor Ejemplo Género retórico
gumentación paralela para los textos históricos: allí donde la ciencia presenta
verdades universales, la historia se decanta por las verdades estrictamente in- + + Enseñanza Epidíctico
dividuales. Como la ciencia, la historia describe las cosas como son -se decía + Propaganda Deliberativo
en la época clásica, parafraseando de manera bastante infiel el noveno capítu- + Psicoanálisis Los tres
lo de la f'oética de Aristóteles-, mientras que la poesía las describe como de- Ideología Los tres
berían ser: J~w,ginuóún y las herramientas de la retórica son superfluru;;
¡~comunicar la verdad universal y la verdad accidentnl. pero son necesa- Los dos primeros casos son claros indudablemente porque representan el
~para presentar y hacer aceptar la verdad ideal. caso en que el emisor es consciente de su poder. Aquí, los ejemplos dados se
No obstante, persiste una duda. Todo texto presupone su propia situación pueden poner en rei<Jción fácilmente con uno de los tres géneros retóricos:
comunicativa. W.Felación entre el que enseña y el que aprende la verdad es unu la e11selianza pertenece al género epidíclico, pero como éste presupone un
¿:cJación de poder:~ verdad no se demuestra sola, iicne siempre un docente amplio consenso, podemos estimar que el público epidíctico es siempre más o
-vivo o muerto, un autor, una tradición- ~quiere comunicar una vcrdaJ menos consintiente, cómplice y consciente: piénsese en el discurso de pompa .
.)'••I.LI.ullumno que ha consentido con mayor o menor libertad en aceptar lu Asimismo,~ganda, pero también toda elocuencia política y religiosa,
verdad y en admitir ~o impugnar.lo cual viene a ser lo mismo aquí-la auto- fooma parle del género deliberativo y en general el efecto producido será tanl(l
ri,í.lad del docente. Esta observación no sólo es válida para la ciencia, sino tam- mayor cuanto menos consciente sea el receptor de los medios y procedimicn-
bién. en el otro extremo del campo de las verdades, para la verdad histórica, tqs retóricos utilizados. En ambos casos, la distinción que propone Reboul no
tanto más cuanto que la producción de un discurso histórico coherente exige aporta ninguna diferencia a nuestro problema: todo texto sigue siendo retóri-
una selección previa, una elección -realizada en nombre de un principio de co. Ser cousciente del carácter retórico de un mensaje no permite por ello li-
moral o de ideología, por tanto de un principio retórico- entre los innumera- brarse ele él.
bles hechos y acontecimientos del pasado. u
cía; ora está llamada a comunicar las "lecciones de la historia" y entonces se retori?,a, se
convierte en un género literario entre otros, una "novela verdadera", como dice Paul Yeyne.
~~ Es lo plan lea un prohlema interesante e11 la medida en quew.génerus literarios. lo HUSillO
Giovanni Pontano percibió muy bien el problema y ya en el siglo XV escribe en sus Diálogos
q,ll<o.lo.~ &éncros retóricos. se pueden definir en una perspectiva sociológ~ca. j,a.~ lf1
que tanto la historiografía como la poesía se valen de procedimientos estéticos de amplifica-
Vjii.,!l.a¡ga q¡¡e wcr con que el género retórico remite a una siluación y el género literario m4s
ción, pero deberían(!) diferenciarse en principio en cuanto a sus fines, siendo el de la historia
~i<:.n a un medio; !<1 oración ftíncbrc se pronuncia dt•r<lnte un entierro, la comedio estilo f'cydcau
decir la verdad sin adornarla (citado según Peter Burke, The RmaiSJance sense of rhe past,
esl:í dirigida a la hurgucsía. Londres, Edward Arnold, 1970, p. 120).
1.1 El estatuto de lo historiografía ha sido siempre ambiguo: ora es lo opuesto tk !J pocsfa
1' llJ84, p. 107.
como portadora de una verdad incscncial, sin :1cccdcr por ello :1! rango de una vcrdndcra cien-

•• ;;. .~ . ' J ••
258 /\RON KIOÉDI VARGA 259
RETÓRICA Y PRODUCCIÓN DI'LTEXTO

¿Pero los otros dos casos? ¿Se puede hablar del carácter retórico de un texto LAS FASES DE LA PRODUCCIÓN
cuando el emisor es inconsciente de los efectos que utiliza y que produce? Se-
gtin Reboul, el tercer caso "se verifica en una cura psicoanalítica en la que el
paciente ignora la retórica de su imagen mientras que el analista es capaz de La retórica no es una ciencia sino un conjunto de técnicas que se trata de apren-
decodificarla". El carácter retórico del texto no ofrece, pues, ninguna duda: der. El aprendizaje se hace en un cierto orden y este orden es el de la produc-
sólo ha cambiado el lugar en el que la conciencia retórica se manifiesta; ésta no ción de un discurso. En los manuales de retórica, la presentación sistemática
se presenta en el momento de la producción, sino en el momento de la recep- coincide con la cronología del aprendizaje: los capítulos se suceden según las
fases en las que el aprendiz prepara su discurso. 18
ción y de la interpretación. 15
Una vez determinada la situación comunicativa (el género retórico), el au-
Es el cuarto caso de Reboul el que al principio parece plantear el problema
más espinoso; el ejemplo que él da es el de la ideología: hay ideología cuando tor sigue las cinco fases de la inventio, la dispositio, la elocutio, la memoria y
la actio. La memoria comprende consejos para aprender a conciencia un dis-
ni el emisor ni el receptor son conscientes del carácter retórico del mensaje,
curso ya terminado y ocupa un lugar selecto en las formas orales de las civili-
como por ejemplo en el caso de los discursos nazis. La retórica de éstos es sin
zaciones -piénsese en la Edad Media europea-, mientras que la actio enseña
embargo evidente, pero para darse cuenta de ello, es necesario un observador
la voz y los gestos adecuados durante la pronunciación de este discurso y pre-
externo, un crítico que de vele y acuse. Esto supone la existencia de situaciones
senta así, por extensión, un gran interés para los actores y también los pintores
comunica ti vas que no son percibidas como tales. En realidad, este cuarto caso
-ya que el rostro y los gestos expresan las emociones (pasiones) a las que se
es el m;ís simple y el más difundido: nos encontramos en el inmenso terreno de
apunta desde el inicio del trabajo retórico: la actio traduce, en el nivel de la
la retórica natural, tal como se emplea en los diálogos cotidianos, en una ofici-
comunicación no verbal, el trabajo mental y psíquico de la invenlio y las ope-
na, en el mercado, en la calle, y que en general escapa a cualquier examen
raciones del lenguaje de la elocutio. 19 No obstante, para el estudio de los pro-
consciente y a cualquier observador. Su carácter retórico no es por ello menos
cesos que culminan en la producción de un texto escrito, estas últimas partes
claro. 16
de la retórica nb son pertinentes.
so.i.aQ.el campo infinito de textos y discursos, la retórica natural ocupa co¡1
La inventio consiste en reunir el material que se va a utilizar. Para la tradi-
-n1o el lugar más grande, los textos literarios, en cambio, forman parte de la
ción retórica, la inventio raras veces implica la elección del tema; tras el autor
primera clase: la literatura presupone un comercio intelectual entre personas
-sea éste un orador, un poeta o un pintor- casi siempre hay un destinatario:
{;Uitivadws; el poeta y su lector, el actor y su espectador son conscientes de las
un mecenas, un partido político, la Iglesia. 20 En esta primera fase, se trata, an-
ilusiones deliberadamente asumidas: el lector sabe que lo que lec es la cosa y
tes bien, de reunir las pruebas adecuadas a los tres "medios" de instruir, gustar
la palabra, el espectador sabe que lo que ve es Cinna y es Floridor. 17
y conmover (logos, ethos, pathos). Este trabajo es mental: las pruebas son
conceptos todavía no formulados. El futuro autor recorre los lugares que co-
rresponden a su género: reúne las leyes y las causas históricas para lo judicial,
los motivos de elogio y de reprobación para lo epidíctico. Reflexiona sobre los
15 En principio, es imposible dc!crminar de antemano el género retórico al que perteneccrfa
un discurso de esta índole. El ejemplo que da Rcboul es muy interesante porque tiene que ver
modos posibles del razonamiento, no sólo teniendo en cuenta la calidad inte-
-a la vez o más bien sucesivamente- con los tres géneros retóricos: "Los tres tipos de orato-
ria -escribe Van derZwaal- muestran un sorprendente paralelo con tres fases capitales en el 18 Véase a este respecto mi artículo "Rhetoric, a story ora systcm?" (Kihédi Varga, 1983).
complejo proceso de separación individuación descrito por la teoría psicoanalítica de 1desarro- 19 Véase mi artfculo "La rhétoriquc des passions et les genres" (Kibédi Varga, 1987). Los
llo emocional del ser humano individual: de la ilusión simbiótica con idealizaci<Ín y dcpen· estudios modcrn.os sobre la comunicación no verbal son muchos (véase, por ejemplo, la exce-
dcncia, mediante con nietos de ambivalencia. hacia la independencia y 1:1 individu:1ción" (Van lente introducción de Mark L. Knapp. 1980). Como sus autores son psicólogos y semióticos,
dcr Zwaal, 1987, 136). El paciente sitúa así su discurso, aunque no sea consciente de ello, den· estos estudios apc~as insisten en las relaciones con la retórica; no obstante, se impone un exa-
tro de uno de los tres géneros retóricos. men a fondo, comparado y sistemático, de la teoría de la comunicación no verbal y de la actio
lh Lo 1nismo que en el caso precedente, C's imposihlc determinar de antemano d género re- retórica.
tórico en el que entran los di,cursos de la retórica "natural". 20 Si. en nuestros dfas. el autor es relativamente libre de escoger el tema es porque los que
17 Para retomar el ejemplo que, a propósito de la ilusión teatral, da el abate d'Aubignac en
detentan el poder prefieren otros medios de propaganda a la literatura: el público. desde el siglo
su F'ratiquc duthét1tre (1657).1ihro 1, capítulo 7. XIX, se desinteresó de ésta. La libertad del artista depende del desapego a la literatura.
RErÓRICA Y PROIHJCCIÓN DEL TEXTO 261
ARON KIBtlll VARGA
260
brir lt~s _supuestos tácitos y denunciar los razonamientos inválidos, mientras que
lcctual, sino también las emociones previsibles de su público: ¿le gustarán a la rctonca no ~cpara el análisis crítico, es decir, la recepción y la intc;¡netación,
éste las narraciones y los ejemplos, será sensible al efecto patético de los enti- de la producCIÓn: las tres (o cinco) partes de la retórica representan las cinco
memas, es decir, de los silogismos "truncos", que pasan por alto la premisa etapas de la producción de un texto; b] la teoría de la argumentación casi no
mayor (y por lo tanto la más trivial)? estudia sistemáticamente los otros dos "medios de la persuasión", es decir, el
La segunda parte del trabajo se denomina dispositio: el autor dispone y or- eth~:~ _Y el patlws, los hábit?s y las pasiones: en cambio, para la retórica, la per-
dena el material reunido, se pregunta en qué puntos estratégicos tendrá que dar suaswn es el resultado conJunto de argumentos racionales y de un cierto núme-
este o aquel argumento. Los manuales dan muy pocos consejos: es en el inicio ro ~e factores psicológicos, como las cualidades y los méritos del orador --una
y en el fin del texto, en el exordio y la peroración, donde han de ir los llamados a~t~tud modes_ta ~1uede s~scitar la simpatía del auditorio- y las emociones pre-
más directos y más frecuentes a las emociones del público; la narración ha de visibles t~el publico, sabiamente orquestadas y excitadas por el que habla.
preceder a la argumentación propiamente dicha y, en ésta, la r('futación prece- S~ ha Impugnado a menudo el lugar que ocupa la dis¡w.vitio en medio de las
de a la confirmación. Para la disposición general del razonamiento, el autor ~c1_nas la~es del trabajo retóricoY En efecto, esta fase implica otro tipo de ac-
tiene opción, seglÍn Blair, entre dos métodos. El método analítico, que fue el de tividad thferen_te_a l~s otras dos: es un intento de clasificación que sólo tiene
Sócrates, consiste en ocultar sus intenciones el mayor tiempo posible y en no una ascendencia md1recta sobre el texto y su operación no se refiere a las ideas
revelarlas más que paso a paso; pero como pocos temas se prestan a este trata- Y las_ palabras que se encontrará después en el texto, sino únicamente al orde-
miento, en general se opta por el método sintético, que anuncia claramente su namiento de éstas. También los vínculos entre inventio y elocutio son mucho
objetivo desde el principio. Para este método, más fácil de aprender, Blair más claros: en la práctica, se pasa de una a la otra y es difícil determinar exac-
enuncia algunas reglas: no hay que mezclar los argumentos de naturaleza dife- tamente el momento en que la dispositio interviene en realidad.
rente; hay que proceder gradualmente, presentarlos en un orden de intensidad La elaboración definitiva del texto, momento de la redacción, conlleva en
creciente; amplificar los argumentos mejores sin caer por ello en excesos que realidad_ una \eflexión rigurosa sobre el estilo: ¿cuál es el vocabulario, cuáles
perjudican al crédito del orador Y son las ftguras que mejor convienen alterna y que más impresionan al público?
La teoría de la argumentación, tal como se desarrolla en nuestros días en En este punto, los manuales de retórica de antaño se parecen singularmente a
muchas facultades de lingüística y de filosofía, retoma algunas reflexiones de l~s tratados modernos de estilística: junto a algunas observaciones sobre las
la inventio y sobre todo de la dispositio retóricas para elaborarlas y precisarlas. Vlftude_s Yl~s defectos del Estilo.~• estas obras ofrecen en primer lugar una lista
Estudia las estructuras de los argumentos simples y complejos, su encadena- muy ~1nuc1osa de las figuras de estilo. Una lista de este tipo, a menos que no
miento, y propone métodos para subdividirlas: así pues, para Gilbert Dispaux, sea ~".nplernen_te alfabét_ica, como las de Dupriez o de Morier, presenta una
la práctica de los mecanismos de la argumentación es diferente según la inten- vert1gmo;~ vanedad de fJgt~ras, designadas por lo general en términos griegos
ción inicial del locutor (¿defenderá una observación, una evaluación o una ba_stante andos hasta a los OJOS de los contemporáneos de Moliere, en un deter-
prescripción?). 22 ml_na~o- orden. Lo_s .. trat~~~os estilísticos de la actualidad ofrecen en general
Lo que acerca la teoría de la argumentación a la retórica es que ambas insis- pnnc1p~o~ de clasJflcac1on tomados de la lingüística: designan operaciones
ten en el carácter no estrictamente lógico de la argumentación discursiva: el nwt!ologu:as como la adjunción o la supresión (de una letra, de una palabra, de
discurso apela a la racionalidad y al buen sentido natural, que pueden contra- '"-~ " una Jdea)Y En cambio, algunos de los manuales de otras épocas, fieles al espí-
decir la lógica pura. En cambio, lo que las distingue es que: a] la teoría de la
argumentación quiere ser un instrumento de análisis crítico que permita descu- 23 Cf. M. Cahn ( 1986), pp. 25-26.
24 ws epíletos que se utili?.o: para juzgar la calidad de un estilo preo.entan una gran riquc 7.a
melafónca ('!_escos.'d~,frfo,flondo. rampante, ele.). En un estudio dedicado a la terminologfa
21Blair ( 178R), voL "· pp. 362-36R. de la evaluación cstihsiica. B. Spiilner cita el Traité du style de Dicudonné Thiébaul! ( J801 ),
22Junto a Jos Irabajos casi "clásicos" de Maess y de Toulmin, se leerán con interés las pu- que contiene una hs_la de unos 1 500 términos que designan cualidades de estilo. Lo cual no sor-
blicaciones del Centre de Rccherchcs Sémiologiqucs de Neucldtcl. dirigido por Jcan-Blaise prende demasiado si nos damos cuenla de que incluso las figuras suman varias ccnlenas en algu-
Grize, así como Jos libros -para limitarnos al campo francés- de Vignaux y de Dispaux.llay nos tralados.
centros de investigación muy activos en la Universidad de Ámstcrdam y en la Universidad Li- 25 Véase por ejemplo, J. Dubois, 1970, y fl. Piel!, 1981.
r~·
bre de 13rnsclas, que acaban de Jan1.ar ( 19R7) una nueva revista internacional, Argumenta/ion. '·
262 ARON KIR(:DI VARGA RETÓRICA Y r,JWilliCCIÓN DEL TEXTO 26J

ritu de la retórica, tratan de presentar clasificaciones funcionales. Las figuras una emoc(~~n y es una red compleja de emociones interactivas la que porta
son adornos que agregan algo a la pura argumentación; tienen que gustar al y revela "el mensaje". Ninguna figura remite a un mensaje, pero un mensaje
público y afectarlo: su valor es estético y afectivo. La elocutio se vincula así en puede des~ncadcnar (y explicar) el uso de una u otra figura. Si se adopta el mé-
particular a esta parte de la inventio en la que de lo que se trata es de las emo- todo dedu.é:tivo, indudablemente que los riesgos no son menores, en especial
ciones. El padre La m y, en su Art de parler ( 1676), trataba ya de establecer un en el caso de los textos literarios. Es cierto que una vez determinada la inten-
vínculo entre unas figuras de pensamiento, una exclamación o la interroga- ción primera del autor, el intérprete verificará si los medios y procedimientos
ción, y un estado emocional. Cien años después, J.C. Adelung elabora una cla- retóricos ,puestos en acción son los adecuados. 28 Pero si la literatura, al contra-
sificación psicológica completa de las figuras: sólo es figura el giro gramatical rio de los íbtos más directamente utilitarios como el sermón o la reprobación,
que está en relación directa con una de las "fuerzas inferiores" del alma (unte re se caracter.iza porque su mensaje está "oculto", es que quiere precisamente
Kriifte der Seele); 26 los giros que han perdido su frescura primera ya no nos conducir a) lector a espaldas de éste. El autor ha hecho todo lo posible por
afectan, como la onomatopeya, el proverbio o el anagrama, y no deberían ser ocullar aclJ!ello que el intérprete busca. El con nieto entre la "verdad escondi-
considerados figuras. da" de la poética y la intcncionalidad postulada por la retórica sólo se puede
resolver rilediante intentos reiterados de volver a encontrar la finalidad disi-
mulada dettexto. El intérprete, que quiere valerse de la retórica para su análi-
'·-"'"
sis textual .• no puede hacer otra cosa más que seguir el mismo camino que el
EL ANÁLISIS RETÓRICO DE LOS TEXTOS
autor: él e'inpicza por la inventio y vuelve cada vez que constata, mediante
ultcriores.verificacioncs en el nivel de los lugares y de las figuras, que se equi-
Conocer la retórica debería facilitar en principio el análisis de los textos. Sobre vocó, para 'corregir y precisar su posición de partida. En este sentido, el análi-
todo en los textos antiguos, podemos suponer que sus autores utilizaron con sis retórico es una interpretación que se inspira en las intenciones (postuladas)
: ,.,,r.: plena conciencia las reglas que habían aprendido en la escuela. La interpreta- del autor. 29.'
1~; ción, por lo tanto, podría inspirarse en gran medida en los principios de la pro- El anál·isis retórico de un texto completo sería muy largo; 30 nosotros nos

l ~·· ducción y recorrer las etapas del trabajo retórico. Pero ¿en qué sentido? Aqu[
se plantea un problema de método. 27 Nuestro punto de partida tendría que ser
contentaremos con algunos ejemplos fragmentarios. Tomemos la primera es-
trofa de una paráfrasis de salmo, un texto muy conocido de Malhcrbe que se
e:::
'_,
:.1·

el texto acabado, un documento cierto; el intérprete tendría que recorrer el cami- cita en numerosas antologías:
·.¡'
•....
··t:: no del autor en sentido inverso -pasar, por ejemplo, de las figuras a las emo-
ciones, a la intención primera. Pero un trabajo inductivo de este tipo está lleno N'espérons plus, 111011 ii111e, aux promesses du 111ondc:
i '~l de riesgos; no hay relación unívoca y necesaria entre los fenómenos estilísti- Sa /u mi ere es/un verre, et safaveul'une onde,
1\•••• Que toujours que/que vent empeche de calmer;
cos de la superficie, los medios racionales y los emotivos a los que se considera
que estos fenómenos remiten, y el mensaje al que se considera que estos me-
28 Soy consciente del carácter burdamente esquemático de estas observaciones. ¿Qué quiere
dios sirven. Es una red compleja y siempre variable de figuras la que sostiene decir •·erificar? La retórica, lo mismo que la psicología moderna, nunca ha tratado de elaborar
un método para medir su propia eficacia. ¿Y qué quiere decir adecuados? Todo lo que el intér-
26 Adclung dinslingue cuatro "fucr1.as": Aufmaksamkcitl"atención"), Einbildungskraft ("ima· prete puede <'"i'Crar es mostrar -por una vía "falsificadora"-- lo que hay en un texto de abso-
ginación"), \Vitz ["chiste"] y Sclrarfrinn J"agudc7.a"). Las figuras "se dividen en tantas clases lutamente superlluo o contrario al mensaje principal (digresiones tediosas, ironía involunta-
cuan las fuer7.as interiores hay, sobre las cuales deben actuar de inmediato: y digo de inmediato, ria). Y aun así. ..
porque una figura puede actuar sobre más de una fuerza, y es tanto más hermosa cuando actúa 29 Véase mi artículo "So me qucstions about thc rhetorical analysis of literary texts'' (Kihédi
a la vez sobre más de una, por ejemplo cuando una metáfora no sólo despierta la imaginación, Varga, 1986).
sino también la sensibilidad" (voL 1, p. 252). La repetición y la gradación pertenecen a la pri· Jo Dejo de lado la cuestión de saber si es posible un análisis retórico preciso y completo.
mera de estas fuer1.as; los tropos, la alegoría y la prosopopeya a la segunda, la hipérbole Y la Estoy tentado a responder negativamente. Un análisis preciso es imposible porque las herra-
elipsis a la tercera; la antítesis y la paronomasia a la cuarta (pp. 245-445). mientas, es decir, la terminología, son imprecisas: tal giro puede pertenecer a dos lugares dife-
27 En realidad, Leo Spit7.er señala el mismo problema a propósito de su método de análisis rentes, tal expresión puede formar parte de varias figuras de estilo al mismo tiempo. Un análisis
estilístico cuando insiste en la dificultad de pasar de un fenómeno particular a una "verdad" o completo es imposible porque el estudio de los supuestos, el análisis de los argumentos utiliza-
a una explicación ("Art dnlangagc etlinguistique", en Études de style, Parfs, Gallimard, 1970). dos o semincultos y el examen de las emociones son en principio ilimitados.

RETÓRICA Y PRODUCCIÓN lll'L TI'XTO 265
264 /\RON Klllf:IJI VA ROA

Q11i11onf ces va11iléJ, la.v.wns-norts de les .wivre: Dans 1111 !(rlllld lil carré
C'es/ Dic11 qui nou.\'faitvivre, couverl de /aies bla11ches;
C'es/ Die11 qu'ilfaulailllcr.
Aux qua/re coins du lil,
[No esperemos ya más, alma mía, de las promesas del mundo: 1 su luz es un vidrio, Y wr bouque/ de pen·enches.
su favor una ola,/ que siempre algún viento impide que se calme; 1abandonemos estas
vanidades, dejemos de seguirlas: 1 Dios es quien nos hace vivir,/ a Dios hay que amar.! Dans le milan du lil
la riviere es/ profonde;
En cuanto a la inventio, se observar:í que aquf se trata de una argumentación
Tous les chevaux du roi
afectiva que en los versos 2 y 3, se sirve del lugar de la comparación 31 para
y viennenl boire ensemble.
llevar al destinatario ("mi alma") a <Jccptar el consejo que se formula en el ver-
so l. El verso 4 retom<Jla conminación de una orden y los dos tí !timos forman Ellil, nous dormirions
una conclusión (abandonémoslas porque hay que seguir a Dios). Los dos pun- jusqu'illajin dumonde.
tos <1l final de los versos 1 y 4 tienen una función <1rgumentativa. El verso 5
puede ser considerado un lugar de la causa en relación con el verso 6: Dios es [Mi bella si IIÍ quisieras 11 Mi bella si tú quisieras 1 Mi bella si tú quisieras 1 dormiría-
la fuente ele nuestra vida y por eso hay que amarlo. mos juntos Ion la 1 dormiríamos juntos 11 En un gran lecho cuadrado 1 cubierto de fun-
No se puede decir gran cosa de este texto en el plano de la dispositio porque das blancas; 11 En las cuatro esquinas del lecho, 1 un ramillete de vincas. /1 En el centro

es demasiado breve y la dispo.1·itio concierne en primer lugar al ordenamiento del lecho 1 el río es profundo; 11 Todos los caballos del rey /llegan a beber juntos. 11 Y
allí, dormiríamos 1 hasta el fin del mundo.]
de las diferentes partes de un texto entero. A lo sumo, lo que se hará es obser-
var que la segunda mctMora es más lnrga y I'Stá colocadn en segunda posición
Esta canción es célebre por la misteriosa belleza de sus metáforas amorosas,
para impactar con mayor fuerza nuestra imaginación.
que parece que se abren a horizontes metafísicos y que exigen sin duda una
En cuanto a la elocutio, hasta estos pocos versos dan lugar a varias observa-
interpretación psicoanalítica. No obstante, desde un punto de vista retórico,
ciones. Las figuras de repetidón son múltiples: hay tres verbos que tienen
esta canción puede ser considerada como un intento de seducción en el que la
la misma forma imperativa, las dos met<Íforas la misma construcción de frase
música desempeña una parte n<1da deleznable y que habría que clasificar por lo
(con elipsis del verbo en "su favor una ola"), y lo mismo se aplica a los versos
tanto, lo mismo que a la estrofa de Malherbe, en el tipo de textos deliberativos:
5 y 6. El primer verso contiene un apóstrofe, y los versos siguientes contienen
el autor trata de persuadir a alguien más o a sí mismo (ma be/le, mon clme) de
dos metáforas, de las que la segunda, más explícita, tiende a transformarse en
hacer algo. En cuanto a la inventio,_se observará que la argumentación no im-
a!er;oría. Portíltimo, el verso 5 está construido en torno a una antítesis ("aban- plica pruebas racionales, si11o que se refiere únicamente a las cosl/lmbres del
dor;ar"- "seguir"). Estas figuras remiten -para tomar la terminología de
autor y a las emociones que se trata de suscitar en el corazón de la que escucha.
1\delung- a las diferentes categorías emotivas de la atención (antítesis, repe-
La primera estrofa contiene una proposición, pero al mismo tiempo indicacio-
tición). de la imaginación (metáfora) y de las pasiotres (apóstrofe).
nes que sugieren la modestia del cantor y que tendrían que inspirar confianza
Nuestro segundo ejemplo es la última parte de una canción popular.
a la bella: el apóstrofe "mi bella" y sobre todo el condicional de cortesía son los
signos ciertos del ethos ret6rico (si tlÍ quisieras, dormiríamos). Las cuatro es-
MA lll'LLESI Tll VOlll.AIS
trofas siguientes son lugares de circunstancias: probamos algo insistiendo en
M a belle si /u voulais la bondad, la utilidad, la belleza de los detalles que lo rodean y acompañan. Por
M a belle si 111 voulais último, la última estrofa puede ser considerada un lugar del efecto, que es al
1101/S donnirions eJI.H!IIIble lonla mismo tiempo una promesa (y por lo tanto un retorno al ethos): si aceptaras
IIOUS dormirions ensemhle que durmiéramos juntos, sería para siempre. La dispositio es clara: los elemen-
tos personales y emotivos se encuentran en medio y al final, y las cuatro estro-
fas de enmedio forman la argumentación. Ellas solas podrían representar una
JI En el pbno de los lugares, no se distingue todavía la comparación de la metáfora.

·e;,qgcq a -A ee •
ARON KIR(;()I VARGA RET(>RICA Y I'ROIHJC"C"IÓN DEL TI'XTO
2(J7
266

El an{llisis retórico de un texto narrativo se vuelve más difícil cuando hace


amplificación encomiástica y el lugar del elogio es el que caracteriza al género
falta un mensaje más explícito: el mensaje explícito, acentuado con tanta fre-
cpidíctico: el carácter deliberativo de esta canciún es manifiesto a pesar de lo-
cuencia en La Fontaine, es un criterio de verificación de los procedimientos
do. lo cual se debe a las estrofas del principio y del final que transforman los
del mensaje a partir del sentido que se postula. A este respecto, podemos hacer
lugares epidícticos del elogio, a la mitad, en lugares deliberativos de circuns-
una prueba interesante con los cuentos de hadas. No es cierto que todos los
tancias. En el plano de la elocutio, destacaremos una vez más las diversas for-
cuentos de hadas se hayan contado antaño con un fin preciso y fácil de formu-
mas de la repetición, sostenidas por la música y por las metáforas.
lar, pero se puede dar una interpretación moral a un gran número ele ellos. lo
El análisis retórico parece imponerse cuando un texto. y hasta un texto lite-
cual implicaría automáticamente que junto a un análisis narrativo hubiera un
rario, posee un carácter argumentativo. No obstante, si admitimos la presencia
an{llisis de los procedimientos de persuasión. Así pues, la larga conversación,
de elementos retóricos puesto que hay comunicación e intencionalidad, el aná-
peculiar e inverosímil, entre Caperucita Roja y el lobo disfrazado de abuelita.
lisis retórico se puede extender mucho m{ls allá de la categoría de los textos
llega a ser sumamente pertinente si el lector interpreta este cuento como puesta
argumentativos. Así, estamos habituados a valernos de otros instrumentos pa-
en guardia a las muchachas contra los peligros (del exterior, de la sexualid;td,
ra el análisis de textos narrativos: la narratología puede jactarse en nuestros
etc.): la gradación ascendente de las repeticiones está destinada a impresionar
días de una tradición ya respetable. No obstante, como los presupuestos de las
dos perspectivas son muy diferentes -a los de la narratología se los podría a un público juvenil, a infundirle miedo. 34
Es difícil saber si todos los textos narrativos son susceptibles, sin excepción,
calificar de antropológicos, mientras que los de la retórica remiten a un con-
de ser analizados desde una perspectiva retórica. Hay relatos muy complejos.
texto jurídico-político-, el análisis retórico de un texto narrativo podría reve-
de cadcter épico o novelesco, a los que es imposible conferir un sentido único
lar cualidades insospechadas que un análisis estrictamente narratológico sin
y que no parece que hayan sido concebidos para trasmitir un mensaje más o
duda no hubiera permitido descubrir. 12
menos práctico: hay un placer del relato que es de orden psíquico y que no
La función retórica de los minirrelatos, como los que encontramos dentro
concierne directamente al comportamiento moral. La retórica se compone de
de un monólogo por ejemplo, en un mnrco argumentativo, es totalmente evi-
un conjunto de instrumentos destinados a producir y a analizar textos de utili-
dente; así pues, Camus hace decir a su personaje central en La caída:
dad práctica y cuya extensión nunca es excesiva: habría que perfeccionar mu-
Cuántos crímenes cometidos simplemente porque su autor no podía soportar sentirse cho estos instrumentos para no dejar que se le escapara nada a la retórica: ni
culpable. Conocí hace tiempo a un industrial que tenía una esposa perfecta, admirada Cervantes, ni Dostoievski, ni Proust. ..
por todos, y a la que no obstante engañaba. Este hombre se enfurecía literalmente Indiquemos por último que el análisis retórico se puede extender no sólo a
por estar desencaminado, por encontrarse en la imposibilidad de recibir y de dar un los textos argumentativos, sino incluso más allá del campo de los textos. El
título de virtud. Cuantas más perfecciones mostraba su mujer. él más se enfurecfa. análisis retórico de las imágenes es un terreno inmenso, apenas explorado to-
Finalmente, su error le resultó insoportable. ¡,Qué creen que hizo? ¿Dejó de engañar-
davía (a pesar de Barthes): la semiótica visual, a la que los investigadores de
la? No. La mató. Así fue como yo entré en relación con él Y
hoy en día tienen tanto apego, ganaría mucho si se valiera paralelamente de los
La novela corta del Renacimiento, cuyo sentido lo iluminan tanto los comen- instrumentos que la retórica tradicional pudiera poner a su servicio. Así pues,
tarios de los oyentes -los "charlistas" de Margarita de Navarra- como los las imágenes de los santos que se encuentran en las iglesias (véase la figura de
otros relatos que la rodean, es eminentemente retórica. El mensaje es más ex- la p{lgina) constituyen otras tantas exhortaciones a venerar a estos santos. Es-
plícito y, en consecuencia, la función retórica del relato es todavía más clara en las imágenes se componen en general de dos partes: la imago del santo, que
el caso de las fábulas de La Fontaine. La elección del título y de los personajes, está en medio y que nos mira de frente, está rodeada de los elementos de su
las ampliaciones descriptivas, el ritmo; todo tiene un valor de persuasión, todo historia. El personaje central nos lanza un llamado patético que, en un texto, se
concurre a poner de manifiesto "la moral" de la fábula.

J2 Un estudio comparado de los supuestos narratnlógicos y de los supuestos retóricos scrfa


14 En el plano de un análisis narratológico de inspiración greimasiana, esta convcrsaci6n
muy ue d~scar. Para la "revcrsibilicbd" de lo narrativo y de la argumentación, véase mi estudio
tendría otra función: entre las secuencias narrativas. ésta representa la fase de la compelencia
"Textc: discours el récit" (Kibédi Varga, 1979). (o más exactamente en este caso, ''e la competencia fracasada).
J.l Ed. Fulitl, p. 2J.
269
RETÓRICA Y I'RODliCCIÓN DEl. TEXTO

situaría al inicio y al final, en el momento del exordio y d..: la reroración; en No obstante, también la retórica evolucionn. Por una parte, sobre todo en
cambio, las escenas narrativas circundantes representan la argumrntaci6n: r:rancia, se literal iza, se poetiza, posterga la itn•e!ltio que ella impulsa, bajo la
son otros tantos lugares del ejemplo, y nos dicen que el santo, que vivió de innuencia conjunta de Ramus y de Descartes, hacia los terrenos de las eviden-
esta manera y que realizó estas acciones, merece que el espectador lo venere. cias lógicas y lns certidumbres científicas, en beneficio de la elocutio: la retó-
Muchas veces, la imagen está en la misma situación de comunicnción que el rica ofrece un inventario de figuras de estilo, constituye el aprendizaje de los
texto, y el análisis retórico de la imngen no es, en consecuencia, una hermosa futuros poetas y de los futuros oradores, deseosos de construir bellas descrip-
especulación ana16gica, sino que es te6ricamente posible. ciones. u Por otra parte, sobre todo en Escocia, la retórica se "psicologiza": en
especial en Campbell, encontramos un intento sumamente original de basnr la
retórica y la relación entre su expresión verbnl y los movimientos del almn, en
16
las experiencias de una psicología sensualista moderna.
Es cierto que la retórica subsiste y su presencia es imponente incluso en la
obra de llugo, quien no obstante quiso "torcerle el cuello". Pero ¿puede el
análisis retórico revelarnos los procesos de la producción de textos literarios
cuando escritores y poetas se oponen a la sociedad y a la idea de que el arte ha
de ser útil? 37 El principio del arte por el arte ncaba definitivamente con la retó-
rica. Y las huellas de este principio son plenamente visibles en el siglo xx: tnn-
• •• # to el formalismo ruso como el concepto ele intransitividad en Barthes dan fe ele
su tenacidad. El poeta se niega a la comunicación tal como la hemos definido
y la nutoexpresividad no se deja captar en términos de retórica argumentativa.
Constatamos en nuestros días una crisis, ya indicnda por los estructural is-
las, del concepto de literatun. La doctrina del arte por el arte, así como la de la
·•• L
autonomía de la obra de arte, parecen superaclns sin que pueda hablarse por
ello de un retorno decisivo al consenso ideológico y, en el plano práctico, a la
Trani, S. Nico!(!s Pcllcgrino y escenas de su vida (siglo XIV) retórica. Una inmensidad separa la producción del texto en Malherbe y en Ma-
llarmé: la búsqueda de lo natural comunicable y del artificio incomunicable
exige no obstante los mismos sacrificios. ¿Existe un esfuerzo idéntico tras la
pluralidad de los procedimientos? La retórica tendría que perfeccionar sus
CONCLUSIÓN
instrumentos para establecer contactos precisos con la narratología como mé-
todo de análisis y con la psicocrítica como método de interpretación. No cabe
El valor de la retórica nunca ha sido puesto seriamente en tela de juicio para el duda de que en la encrucijada de estos tres campos es donde se desarrollan tan-
análisis de textos que tienen una finalidad práctica. Pero ¿cuál es su pnpel en to la producción como la interpretación del texto. Que brota, que relata y que
lo que se refiere a los textos literarios? En tanto que la literatura proclamaba arrastra.
tener una finalidad, el an;Jlisis retórico, a pesar de la doctrina de la "verdad
oculta", formaba pnrte del arsenal crítico: los manuales citan entre sus ejem-
plos a oradores como Bossuet o Cochin, así como a poetas como La Fontainc Jl Piénsese en particular en esta retórica "restringida", redescubierta por Gérard Gcnette y
o Racinc. Pero entre el Renacimiento y el sigln XIX, la literatura se retrae o, ., !acrítica estructuratista a fines de tos años sesenta y cuyo principal representante es indudable-
para ser más precisos, el término literatura abarca cada vez menos categorías mente Picrre Fontanicr.
J6 Cf. la excelente introducción de Lloyd F. Dit1.er a la reedici<Ín de Camphell ( 1963 ).
textuales: el sermón. la historia y otros géneros m;Js llegan a ser autónomos y
.17 Vbsc sobre este tema h1s rcncxiones pcrlinentcs de Michcl Beaujour ("Rhélorique et lil-
lo que queda se pliega cada vez menos a las exigencias de una retórica de la t~rature", en Michcl Mcycr (comp.), De /amélap/,ysique a la rérhorique, Bruselas, Éd. de
persuasión. ·'' I'Univcrsité de 13ruxclles, 198(1, pp. 157- t 74).

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- ~ ~--·--__.--~-----·
------------------~~-------------------
"SI!RJECTUM COMP!IR!ITIONIS"" 271

grande, pero su estatuto semántico se amplía indefinidamente porque rige dis-


14
cursos divergentes que lo piensan en una multiplicidad de parámetros. A modo
de ejemplo, indiquemos qtw entran en él, si no por obligación al menos por
"Subjectum comparationis ":
necesidad epistemológica y empírica, los signos del yo, de la conciencia, de la
Las incidencias del sujeto en el discurso persona, del inconsciente, de la interioridad, de la identidad, de la ideología y
de la alteridad. Profundizaremos esta multiplicidad de remisiones y las pers-
WLADIMIR KRYSINSKI
pectivas críticas que se desprenden de ella allí donde texto y sujeto se reúnen.
Es indudable que el sujeto es un agente primordial de la obra, que está repre-
sentado en ella, que es uno de sus componentes fundamentales. Vamos a tratar
de mostrar de acuerdo con qué modalidades y en virtud de qué desplazamien-
tos contextuales.
SUJETO: LA PALABRA Y ELCONCEIYJ'O

¿Es posible que yo, súbdito de Yacub El-Mansur, muera como DESTINO DEL SUJETO EN LAS TEORfAS LITERARIAS
debieron morir las rosas y Aristóteles?

J.-L. BORGES El eje dialéctico de la crítica, pues, tiene como uno de sus polos
la aceptación total de los datos de la literatura, y como el otro la
aceptación total de los valores potenciales de esos datos.

NORTIIROPFRYE

Comencemos con una puntualización. Etimológicamente, el sujeto remite


al término subjectus, participio pasado del verbo subjicere, cuyos diferentes
sentidos convergen en la idea de sumisión, de subordinación y de sujeción. El
~u jeto está determinado, así pues, por una acción que le es exterior y a la que
debe someterse. Subjicere es un verbo con múltiples sentidos materiales que de- El sujeto no es un componente sistemático de las teorías literarias. Sí bien se tra-
signan acciones como colocar debajo, exponer, entregar, englobar, como en ta de un concepto importante en la filosofía, el psicoanálisis y la hermenéutica,
las expresiones "subjicere cervices securi" (colocar la cabeza en el tajo), "sub- sólo aparece en la crítica literaria a través de una importación de estos saberes
jicere partes generibus" (hacer entrar las especies en los géneros). Para que el que le son laterales, señalando así una indeterminación y hasta una abertura de
subjectus de sumisión y de sujeción se convierta en una categoría antropomor- la teoría literaria. Gracias al retorno a Freud proclamado por Jacques Lacan en
fa por entero, categoría fílosófíca,jurídíca, sociológica, etc., ha habido que ha- los años sesenta, gracias también al pensamiento de Heidegger y de Adorno, el
sujeto irrumpe en numerosos estudios y Míchel Foucault retomará el tema.
cerla pasar por algunas operaciones discursivas e ideológicas que, del papel de
Recordemos sucintamente el destino que le dan al sujeto las diferentes teo-
paciente, la han elevado al de agente. Estudiar estas operaciones desde Descar-
rías literarias desde Ingarden hasta Northrop Frye. Inspirada en la fenomeno-
tes y Hume hasta Heidegger y Levínas, pasando por una multitud de filósofos,
sería una labor considerable. Esta investigación pondría de manifiesto una ar- logía, en un formalismo más o menos estructural o en el close reading del new
queología de las ideologías del sujeto. Pero éste no es nuestro fin. No obstante, criricism, la comprensión científica de la obra literaria no garantiza al sujeto
antes de inscribir el sujeto en una rejilla de lectura comparativa y textual, he- más que un estatuto de creador "inspirado", "genial" u "original", simple ha-
mos de reconocer estos deslizamientos significativos de la palabra al concepto cedor de la obra que aparece ora con su nombre propio (Shakespeare, Sterne,
(Begrifj) que marcan una liberación de la noción y una complejífícacíón se- Balzac, Goethe, Rilke), ora como autor. Claro está que en el origen de la obra
mántica. El sujeto-agente adquiere una autonomía contextua] relativamente hay un sujeto humano, que éste es su artesano, pero su papel se limita al de

1270 J

_ _ _ _ _ _ _ __.,...,.._...,..._ _ _..;.¡...IIIII!IPI'IIIII_ _......,__IIIIII!Ialll_.._ _ _ _ _ _ _ _ _ ---·-


"".IUHJECTIIM COMI'ARA 1WNIS.. 27]
272 WLADIMIR KRYSINSKI

Después de que surge un yo. en cierto sentido proporciona para


aquel que ha "concebitlo", "construido" o "creado" la obra. Es el resultado
sí sus experiencias sociales, y así podemos concebir un yo abso-
lo que cuenta en sus ¡m"dtiples estratos (lngarden), formas, motivos, temas, sin· lutamente solitario.
gularizaciones y funciones (Shklosvski, Tomachevski, Propp, Jakobson) y pro·
cedirnientos corno la ironía y la paradoja (Cleanth Brooks). La última teorfa GEORG E 11. MEAD
literaria global, Anatomy of criticism de Northrop Frye, diseca el cuerpo de la
obra o, con mayor precisión la alotropía de la literatura. La literatura es una,
pero se encarna en formas y organismos diversos. La crítica anatomista no
se interesa en la fisiología de la obra. Enumera los creadores, los poetas, los
novelistas o los cuentistas y las diferentes configuraciones de la obra. Implíci-
tamente, el creador o el autor es un sujeto que inviste a la obra con su proble- Situada en la encrucijada de diferentes disciplinas, la categoría de sujeto las
mática subjetiva. Ninguno de los movimientos o de las críticas se interesa por atraviesa todas produciendo efectos de conocimiento diversos. La antropolo-
los funtlamentos subjetivos de la obra. La subjetividad de la obra que pasaría gía, la psicología, el psicoanálisis, la etnología, la sociología, la lingüística, la
por el autor-sujeto y se concretad;:¡ en la obra no se plantea en ella. historia y, recientemente, la semiótica inscriben al sujeto y sus instancias co-
Mantenemos no obstante la investigación estilística de Víctor Vinogradov rrelativas en campos críticos variados cuyos denominadores comunes son ya
( 1930), para quien la "imagen del autor" se convierte en un denominador co- sea observaciones empíricas, ya sea discursos analíticos que tratan de consti-
mún y en punto de fuga para la captura del estilo de la obra. Mantenemos tam- tuirse en verdadera ciencia del sujeto. Si, en el campo de la antropología, la
bién la tentativa de Jan Mukarovsky, que en 1944 dedica un estudio al papel de personalidad es una de las instancias correlativas del sujeto, puede adquirir sig-
la person<~lidad en el arte. Mukarovsky ( 1977, 150-168) no pretende que la per- nificaciones y funciones diferentes según el observador de los datos empíricos
sonalidad y la subjetividad del creador se disuelven en la obra. Antes bien, in- la someta a una valorización que responda a ciertos criterios. Edward Sapir
siste en su transform<~ción necesaria, dado que la obra es un fenómeno social, observa:
una gestión de comunicación y un signo. Entre el emisor y el destinatario se
El interés que producen las palabras cultura y personalidad pennite un desarrollo in-
ejerce fatalmente una dialéctica que impone al creador el respeto de los códi- teligente y útil porque caJa una de ellas está basada en un modo de participación
gos del receptor. Así pues, la subjetividad del creador se transforma en signos entre el observador y la vida que lo rodea. El observador puede dramatizar las con-
que el receptor tendrá que poder descifrar. Parece que Mukarovsky quiera ob· ductas que registra en función de un conjunto de valores, de una conciencia que re-
jetivar al máximo el contenido, la forma y el mensaje de la obra, olvidando que basa al yo y a la que él tiene que adaptarse, en el modo real o imaginario, si quiere
no hay contenidos, formas y mensajes absolutamente sociales en el sentido en conservar su lugar en el mundo de la autoridad o de la necesidad social impersonal
que pueden serlo un anuario telefónico o un horario de trenes. La dialéctica de (1967, 78-79).
la escritura y del mensaje implica un dialogismo y una interdiscursividad que
se juegan entre los sujetos y las ideologías. La parte del sujeto puede ser deter- La "persona", la "personalidad", el "individuo", la "individualidad" son empí-
minante y el receptor la capta sin que el creador haya tratado de dotar asumen- 'i. ricamente observables y se inscriben en las diferentes rejillas de interpretación
de la antropología, de la sociología o de la estética. Lo mismo sucede con el
saje de un carácter social absoluto.
Volvamos a plantear la cuestión del sujeto en sus múltiples determinaciones sujeto. Aunque de procedencia filosófica, el sujeto es una categoría interdis-
teóricas para remontar la pendiente del mundo hacia la obra y sus discursos. cursiva diversamente interpretada. Trasladado al campo de la crítica de la lite-
J.~· ratura o de la teoría literaria, el sujeto no puede más que difícilmente adquirir
•.
un estatuto autónomo "textual" o "literario". Su estatuto interdiscursivo pro-
duce de rebote efectos de sentido que muchas veces desequilibran el alcance
DE LA ANTROPOLOGÍA A LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA de un discurso crítico en beneficio de un psicoanálisis o de una filosofía pero
en detrimento de la inscripción textual del sujeto en un relato, poema o novela.
El yo, como lo que pueJe ser objeto para sí mismo: es esen- Este estado de cosas no hay por qué deplorarlo puesto que la paradoja del sujeto
cialmente una estructura social, y surge en la experiencia social. ,, 'C quiere que, en formas diferentes, empíricas, sociales, filosóficas, posea un mo-
,.
·'T ~
274 WLADIMIR KRYSINSKI
""SURJECTUM COMrARAT/ONIS""
275

do de existencia polivalente, y hasta ambiguo, y no puede eludir las interpreta- Maine de Iliran tiene la valentía de llevar el asunto a su suelo empírico: el sujeto-ob-
ciones cuyos parámetros confirman la inestabilidad de la relación entre el ob- jeto de la rcnexión, es y no puede ser si uo, si se lo coloca en la veta correcta de la
servador y el sujeto, ya sea éste una personalidad, un yo, una interioridad o un demostración explícita que proporciona la "Primera Meditación metafísica" de Des-
inconsciente. cartes, el hombre que se experimenta como conciencia en lucha contra la materiali-
De la antropología a la teoría literaria, los caminos llevan a campos conexos dad. El "yo" no está dado en el orden de la creación o de la lógica: él se construye en
en los que se acentúa la diversidad de las concepciones del sujeto. No por esto el combate vivido (616).
es menos cierto que la antropología pueda enseñarnos a comprender al sujeto
a partir de datos objetivos de su participación en el mundo, a reserva de vol- Maine de Diran plantea la necesidad de instituir el yo y presta una atención
ver a pensar la literatura sobre el modo elemental de experiencias humanas totalmente subjetiva a los movimientos de la subjetividad. Su psicofilosofía
del mundo. El surgimiento de la cultura en el campo antropológico presupone establece los campos problemáticos de la subjetividad y de la psicología. El
la constitución de un sentido a partir del cuerpo y de lo que el cuerpo afronta. sujeto accede a un autoconocimiento científico.
Margare! Mead observa con razón:

Podemos concebir la cultura como un sistema de tradiciones en el que las sensaciones


..
;.,,
, elementales que provienen del cuerpo -la aceleración del pulso, la contracción de LOS I'!LOSOFEMAS DEL SUJETO
los músculos de la garganta, la trasudación de las manos-· o aquellas cuyo origen
:..... procede del exterior del cuerpo -la aparición progresiva de la luna o el brusco deste-
llo de una lámpara eléctrica, el perfil de un árbol o de un poste sobre el ciclo invernal, Finalmente, ¿no se puede resolver aquí el problema del yo, dan-
el canto de un pájaro o el mecanismo de trituración de un camión de basuras domésti- do un sentido a la esperanza de Hume? Ahora podemos decir qué
cas-, todos reciben un sentido ( 1964, 214 ). es la idea de la subjetividad. El sujeto no es una cualidad, sino la
calificación de una colección de ideas. Decir que la imaginación
El sujeto es un mediador, un creador del sentido ya en el primer nivel de su es afectada por los principios significa que un conjunto cual-
.. ~.
quiera es calificado como un sujeto parcial, actual. La idea de la
situación en el mundo como estructura-receptáculo de las sensaciones y como
subjetividad es por lo tanto la renexión del afecto en la imagina-
su traductor. Como actividad cultural, la literatura tiene su origen en el cuerpo
ción, es la regla genera/misma.
del sujeto. La reflexión y la sublimación se engendran en y por la relación di-
námica entre el sujeto y el mundo.
GILLES DELEUZE
Los refinamientos filosóficos de la antropología realzan el estatuto del su-
jeto cuando éste se convierte en una denominación filosófica del hombre. En
efecto, las filosofías antropológicas de Kant y de Maine de Biran construyen
el campo reflexivo y crítico del sujeto cuando el hombre se convierte en esen-
cia, naturaleza o condición y se lo toma "ante todo corno objeto de análisis"
(Chiitelet, 1974, 610). La revolución kantiana constituye al hombre en sujeto
de conocimiento: El sujeto de Jos filósofos no es uniformemente unitario ni autónomo. Es una
red de investiduras ideológicas o reflexivas, de extrapolaciones conceptuales
La crítica kantiana muestra que para comprender el orden de lo real, es conveniente realizadas en función de filosofemas como el cogito cartesiano, la identidad de
hacer del hombre, sujeto abstracto, conocedor, el pivote de lo que la metafísica deno- los indiscemibles de Leibniz, la conciencia de sí de Hegel, el impera ti m cate-
mina el Ser. A causa de esto, todo se revierte: el Ser, Dios, la Naturaleza son restable- górico de Kant, el Dasein de Heidegger, el para-sí y el en-sí de Sartre o la
cidos como concl'ptos secundarios o ilusorios. El centro es el sujeto constitutivo del
muerte del hombre de Foucault. El sujeto se encuentra conceptual izado en Mo-
conocimiento y de lo conocido (613).
nadología, La fenomenología del espfritu, El ser y la nada, Las palabras Y las
Maine de Diran restablece las condiciones y las formas del ser del sujeto como cosas que afirman su estatuto de "mónada", de "concepto aun existiendo con-
sí y como experiencia inmediata del mundo: cretamente de manera empíricamente perceptible" (der daseiende Begriff¡, de
"SURJECTUM COMPARA TIONIS"
276 WLAfliMIR KRYSINSKI 277

"pasión inútil" y nun su desnparición. Es evidente que las filosofías del ser cons- ción estrictamente lingüística del Yo como significante: allí don-
tituyen depósitos de conceptos y de tematizaciones del sujeto que permiten de no es nada más que el shifter o indicativo que en el sujeto Jcl
interpretar la obra literaria a la manera hegeliana, kierkegaardiana, heidegge- enunciado designa al sujeto en tanto que él habla actualmente.
riana o sartriana. Estas interpretaciones son en su mayoría casos de extrapola-
JACQUES LACA N
ciones de sistemas conceptuales abstractos cuyos valores sumergen el texto
que se analiza. Como la obra literaria es una modelización secundaria de lo
real, las teorías filosóficas sólo pueden captar a ésta parcialmente. La filosofía
o el psicoanálisis no dan cuenta de los cuatro componentes de la obra literaria
(retórico, temático, sociocultural y semiótico) más que de manera aproximati-
va y modificando considerablemente los datos de la obra. El sujeto entra tam- Algunas teorías modernas del sujeto circunscriben la inestabilidad y la multipli-
bién en la dispositio, la elocutio o la narratio, pero corno autor es productor del cidad de los signos que lo caracterizan. Estas teorías se complementan y sittían
sentido. Para acceder a este papel, tiene que borrarse ante las obligaciones de al sujeto en sus relaciones con el lenguaje, con los otros y con la escritura. Aca-
la creación literaria, que está regida por el respeto a los códigos artísticos y a ban con las visiones totalizadoras del sujeto en favor de conjuntos fluidos que
los imperativos de la comunicación social. El sujeto representa para el obser- lo definen. llay que destacar el paralelismo y la cornplementariedad de las tomas
vador un relevo problemático entre la teoría y la cmpiria. Como tal, permite de posición de Nietzsche, Freud, Bajtin, Lacan, Rico::ur y Derrida, para quienes e 1
explicar la obra literaria en relación con sus sobrcdeterminaciones filosóficas, sujeto sería una especie de indeterminación determinada, si se puede expresar
psicoanalíticas o sociológicas. No hay que olvidar sin embargo que estas so- con este oxímoron sus diferentes maneras de poner de relieve la inestabilidad
hredcterminaciones de la crítica atenúan la dinámica del texto, red polivalente Yla dinámicn compleja, bio-ideológica, con la que está marcado el sujeto.
de relaciones que descubre una densidad considerable de signos intertextua- Nietzsche expone la idea de la multiplicidad del sujeto (Das Subjekl als Viel-
lcs, retóricos, ideológicos y dialógicos. Por lo tanto, la subjetividad pensada a heit) tomada en el sentido de una voluntad de ser y de un receptáculo fortuito
la manera de Kicrkegaard, el ser-ahí o el siendo de Heidegger y el yo trascen- de los diversos sentidos del mundo. Lo múltiple destruye la concepción de una
delllal de Husserl neutralizan la complejidad del texto en tanto que produc- supuesta unidad fundadora del sujeto. Así corno el mundo está compuesto por
ción, sistema y proceso. Un conflicto de interpretaciones se vislumbra entre la un número indefinido de significnciones (sie hat keinen Sinn hin ter sich, .wn-
subjetividad y lo real modalizado en segundo o en enésimo grado en el que dem unziihlige Sinne), el sujeto sufre el juego de las perspectivas. Lo múltiple
el relato y el discurso tienen una función determinante. La evolución del fenó- no es una falla del ser. Está fatalmente inscrito en el mundo y en la cultura.
meno literario moderno desde el romanticismo y las aportaciones de la crítica Nietzsche subvirtió de este modo la idea de un origen que aseguraría al sujeto
(Bajtin) desestabilizan algunas categorías filosóficns al servicio del sujeto, que una permanencia de las representaciones de sí.
se disuelve de algunn manera en el juego de las limitaciones textuales. La inte- El psicoanálisis funda el sujeto como proyecto de una personalidad y de
rioridad, el yo, la identidad, el inconsciente no resisten a lo que se denomina un equilibrio pulsional que deben advenir. Lo inscribe en una dialéctica ideal-
modeliwción textual del sujeto. Hay que reconocer que el sujeto neccsitn una mente progresiva, pero en realidad difícilmente capturable, de tópicas en las
reformulación en el cspncio de una crítica epistemológica y de una literatura que el ello, el yo y el superyó, así como el prcconscientc, el inconsciente y el
consciente de sí misma. consciente son determinantes que rodean al sujeto como la falta, la escisión y
las pulsiones. La máxima freudiann Wo es 1\'ar, solllch werden opone simétri-
camente un ello y su pasado a un yo y su futuro. Esta simetría retórica rellcja
una realidad compleja y tcnsional cuyos polos y focos conllictivos abundan.
DE LAS TEORfAS DEL SUJETO A LAS TEORfAS DEL TEXTO ''
Sería útil seguir la carrera cpistémica de esta fórmula que, de Jacqucs Lacan a
llya Prigogine, adquiere sentidos particulares y redefine en formas parad6ji-
Una vez reconocida en el inconsciente la estructura del lenguaje, cas la grave labor frcudiana.
¿qué suerte de sujeto podemos concebirle? Lacan afirma que Freud no escribe "Das /eh" sino "/eh". Este pronombre
Podemos tratar, con un deseo de método, de partir de la defini- personal no es, nsí pues, nada más que un embrngue (shifter). No asegura nin-
WLADIMIR KRYSINSKI "SIIRJF:C/DM COMPARA TIONIS'' 279
278

guna autonomía al yo y Lacan propone la traducción siguiente: "Donde estuvo Esta figura constituye un paradigma posible de los recorridos críticos del
ello, tengo que advenir yo." Como Jo señala Catherine Clément, Lacan indica texto literario, sea cual sea la estructura de éste. Podemos considerarla como
a la vez la subjetividad absoluta del sujeto y el mundo no pensante del ello: una especie de metarrelato que engendra, generaliza y refleja la contingencia
de las investiduras temáticas del texto literario. Habría que diferenciar sin du-
La inversión sintáctica del so/1/ch está respetada y a la vez el yo UeJ se convierte más da la noción de texto literario en poema, novela, relato, autobiografía, diario
manifiestamente en el producto de un trabajo, el del análisis mismo. La potencia del íntimo, teatro, y plantear la existencia de formas más privilegiadas, más natu-
yo [mai] se restringe, limitada por el orden de las palabras; el proyecto freudiano se ralmente aptas para acoger las investiduras temáticas que la figura lacaniana
convierte en una "desconstrucción del sujeto" ( 1978, 175). modaliza y presupone. El poema lírico sería entonces la forma subjetiva por
excelencia, el molde textual ideal del lugar imaginario del yo en el sujeto. Lo
Esta dcsconstrucción del sujeto que Lacan emprende y prosiguen los lacania-
mismo que el diario íntimo y la autobiografía corresponderían a estas formas
nos se convierte en un proyecto laberíntico en el que la recurrcncia casi obse-
semi narrativas, semiautorreflexivas en las que el sujeto autonarrador daría li-
siva de algunos conceptos sitúa al sujeto en la permanencia de su(s) falta(s) y
bre curso al juego de las tensiones psicoanalíticas. U na restricción al apremio
de sus ilusiones. El psicoanálisis lacaniano, que ha de ser una "ciencia de Jos
de las fatalidades del sujeto según el paradigma lacaniano fue una de las ope-
espejismos", sabe que su proyecto es infinitesimal y que no podrá hacer mila-
raciones críticas frecuentes de los años setenta. Ésta dio lugar a una serie de
gros. Para Lacan, "el inconsciente es el discurso del Otro". El Otro y el otro se
estudios que, todos de inspiración freudiana o lacaniana, problematizan menos
convierten en signos fantasmas, criptas en donde el sujeto aprisiona a sus se-
la forma y el contenido que la significación del texto literario. La noción de
mejantes. La alteridad sobredctcrmina, así pues, el porvenir problemático del
sujeto adquiere ahí un sentido a la vez específico y general; se la erige al rango
yo, que ocupa el lugar del espejismo en el sujeto. Este lugar está definido como
de una metacategoría que subsume una multiplicidad de intrigas, de fuerzas
función "imaginaria". La estructura del sujeto dibujada por Lacan es la célebre
temáticas y actanciales, asf como de formas discursivas diferentes. 1 Por otra
figura "en zigzag" cuyos términos definen las modalidades del no-ser o, si se
parte, la metáfora del espejo rige al parecer los análisis textuales de inspiración
prefiere, del ser negativo del sujeto. Recordemos que la letra Z, la última del al-
freudiana o estructuralista a la manera de Lacan. La literatura está constituida
fabeto, por su propia indolencia dice de la a a la z la historia del fracaso del
en ellos en espacio discursivo con múltiples prácticas, en las que los diferentes
sujeto en el mundo. Lacan posiciona en ella las estructuras siguientes:
1

1
r.:::
......
espejos del sujeto captan a éste en sus configuraciones psicoanalíticas del
deseo, del insconsciente, de las pulsiones, de la represión y, por supuesto,
: t~l~ del Edipo. La matriz especular de esta captura del sujeto la define muy bien
.... $Za
1 t':~:
Catherine Clément:
a' A Espejos del sujeto: si he escogido este tftulo ambiguo en el que no se sabe demasiado
I
bien si el sujeto se refleja en él o se refleja para él otra cosa que él mismo, es porque el
término de espejo, en su función constitutiva y protectora, designa el modo inicial de
"$",sujeto atravesado por la barra que significa su escisión (lchspaltrmg), "a", las relaciones entre simbólico, imaginario y real; de este modo, nos hace pensar en el
objeto del deseo, objeto parcial e incesantemente en movimiento, "pivote fantasma cuyo soporte y mito él es. La etapa teórica por la que hay que pasar para ir más
de la escisión interna-externa, hueco en la estructura plena del sujeto" (Cié- adelante es el estadio del espejo, tal como Lacan lo definió desde 1932 ( 1975, 17).
ment, 1978: 174); "A", el "gran Otro", representa las figuras diversas de lo
simbólico: la ley paterna, la ley del grupo, lo prohibido, el padre y también el El catálogo psicoanalítico resulta relativamente reductor y repetitivo. Su fuer-
inconsciente, es decir, precisamente el Otro; "a"', el "lugar del yo" donde "se za incuestionable reside no obstante en su capacidad para plantear al sujeto
proyectan las determinaciones que son los puntos a y A, es decir, el objeto
del deseo y el orden simbólico";''!", lo imaginario, el ideal del yo y ellrifans, 1 Pensamos en los trabajos de J. Kristeva (La revo/urion du langage poltique, Po/ylogue), de

es decir, "el niño que no habla y que está determinado en su futuridad por un C. Cl~mcnt (Miroirs du sujet), de S h. Fclman (La folie et la e hose /iuéraire), de F. Orlando (Per
objeto de amor incapturable y una ley apremiante -figuras paterna y mater- una teoriafreudiana del/a lctterarura), de M. Lavaggeto (Frt'ud, fa /erre;arura e altro), de S.
Agosti (Cinque analisi, 11 testo del/a poesia) y de H. Finter (Semiotik des Avantgarderexres).
na" ( 174).
"SII/1./I·:CIWI CO~II'•\Ri\ 1/0N/,\"'
2!il
WLADIMIR KRYSINSKI
280

pelar. Aun cuando se pueda dudar de la idea bajtiniana del ¡;ran cliú/n¡;o que se
como objeto delimitablc a partir de categorías suficientemente universales que
realizaría idealmente en la sociedad, hay que reconocer la validez del paradig-
permitan comprender los determinismos temáticos generales del texto literario.
ma dialógico que define la posición y la finalidad del sujeto, incluido el del
No obstante, si el texto re !leja al sujeto, si el sujeto es el punto de mira del texto,
discurso artístico. Lo que el sujeto comunica entra en el circuito de las media-
en tanto que sujeto de escritura éste se convierte en una especie de manipula-
ciones entre la ideología y la subjetividad, siendo ésta una simple configura-
dor de espejos. El discurso literario relativiza su propio alcance psicoanalítico
ción del lenguaje formado en la encrucijada de los discursos del prójimo. El
en la medida en que es dialógico, intertextual, estético e intercognitivo, es de-
sujeto que llajtin inscribe en su rejilla de análisis de las novelas de Dostoievski
cir, está de acuerdo con los diferentes saberes. En este sentido, el texto literario
y de Rabelais o de la creación verbal es un signo de dependencia para con el
escapa a las generalidades estables, ya sean éstas psicoanalíticas, filosóficas o
Otro. Gira sobre el lenguaje del Otro. Para Bajtin, las leyes de la creación ar-
sociológicas.
tística son de naturaleza colectiva.
A la fórmula de Freud Wo es 1\'ar, sol/lch werdcn y a su reformulaL:ión por
La obra crítica de Bajtin es una teorización completa de la creación nove-
Lacan, se puede repliL:ar con "J\hí donde es taha ello han advenido varios" ["lA
lesca de Dostoievski. El crítico ruso generaliza la estructura de la forma y del
oií c'était plusieurs son! venus" J. Como lo recuerdan JI ya Prigogine e lsabelle
contenido de esta creación observándola desde un ángulo particular. Al dialo-

·-
Stengers, insistiendo en su solidaridad con "las diferentes corrientes de la ola
gismo de Dostoievski él contrapone el monologismo de Tolstoi, cuya obra no
cultural llamada estructuralista y con la problemática del yo disuelto" (1979,
entra en su rejilla axiológica. Cuando Bajtin constata que los protagonistas de
:r.~ 269). El sujeto es, así, por excelencia una estructura disipadora. El orden y el
Tolstoi "están insertos en el todo consumado, monolítico y monológico de
..;~t despilfarro se conjugan en él. El quid de la pure:w subjetiva está necesaria-
(/
la novela que nunca llega a ser [ ... ] 'un gran diálogo' como en Dostoievski"
mente perturbado por ruidos de fondo de naturaleza social, intersubjetiva, his-
IUVt ( 1970 !J, 113), está valorando la escritura y la estética de Dostoievski en rela-
tórica y de lenguaje. Con mayor razón, así es el sujeto del texto literario. El
'e..: ción con las de Tolstoi que, implícitamente, se juzgan inferiores. La oposición
pensamiento de llajtin nos ayudará, directa e indirectamente, a remontar a par-
entre novela polifónica y novela monológica se resume en que la primera con-
tir de lo subjetivo y de lo social a una literaturidad del sujeto.
~..; tiene un "destino dialógico[ ... ] inherente a todas las palabras" (306) y las "re-
'\.l. laciones dialógicas se establecen entre todos los elementos estructurales de la
~··· novela" (77), mientras que en el segundo, el relato no es "ni polifónico, ni con-
C::::í TENSIONES DE LO SOCIAL Y CAMINOS DE LA LITERATURA trapuntístico" y no hay más que "un solo sujeto capaz de cognición; todos los
,.4..,
demás no son sino objetos de su conocimiento" ( 1 12). Esta característica de la

1
-....
e<.
r,j!
Las artes constituyen, en un sentido, esfuerzos para comunicar
por diversos medios algunos <~spectos de una reprcsentaci6n pri-
técnica de Tolstoi presupone al parecer que el verdadero conocimiento es dia-
lógico y que el sujeto individual, ya sea escritor, narrador o personaje, si acaba
i
vada del mundo. en el monologismo, sin mediación dialógica, se sitúa a un nivel inferior del
1 !
~: : conocimiento y de la creación artísticos. Esta petición de principio no puede
FRANC,:OIS JACOR
¡ explicarse más que mediante una cierta idealización de las relaciones dialógi-
1
cas que, en el análisis de Bajtin, oblitera otros elementos del texto novelesco,
.,
en especial la narración y la narratividad. Por narración nosotros entendemos
un modo verbal de exposición del relato por una voz narrativa. La narratividad
se define como la valorización Jel hilo de los acontecimientos (o hilo del rela-
Para llajtin, el lenguaje y el contenido de la literatura tienen un origen funda- to) en su continuidad o su discontinuiJaJ espacio-temporal. El pandialogismo
mentalmente social. En una sociedad, los individuos reman en la misma barca de B¡ütin ignora que el monologismo no es sólo un método, una actitud ere aJora
de una pluralidad de discursos, los que ellos afrontan o los que ellos producen (en la que se ac~ntona Tolstoi), sino que también es una modalidad de la narra-
constantemente. Lo social se traduce en una pérdida de la energía subjetiva, ción. Involucra. así, al sujeto en la construcción de un microuniverso semánti-
solipsista, sin la que la sociedad renunciaría a su razón de ser. El determinismo co que se indexa sobre su punto de vista y que relega el dialogismo al segundo
social de lo subjetivo es, así pues, ante todo discursivo y dial6gico. El sujeto se plano. Es cierto que este universo semántico está mediatizaJo por los otros:
convierte en un signo en un espacio donde otros signos aparecen y se hacen res-
283
"Slflllf:CTUM COMriiRA T/ONIS"
282 Wl.ADIMIR KRYSINSKI

La categoría del sujeto es central en el análisis literario, pero se ha de recolocar


éstos forman parte del universo humano en el que está implicado y se implica
en la perspectiva de la obra que es específicamente contextua!. Para ello, hay
el sujeto, que no renuucia por ello a su subjetividad. Para Bajtin, lo real no es
que tomar en consideración la tematización literaria de lo que hemos llamado
suficientemente conOictivo o violento para engendrar en el sujeto anomias e
idiosincrasias. No obstante, como lo prueba el camino de la literatura, el sujeto las instancias correlativas del sujeto, a saber, la subjetividad, el inconsciente, el
desempeña en la obra el papel de destinatario de lo real y el de destinatario de yo, la interioridad y la identidad. Hay que tener también en cuenta la literaturi-
los mensajes. Éstos, aunque están engendrados por lo real, más agresivo y vio- dad del sujeto. Estos eleme.1tos remiten a articulaciones complejas y más que
lento que dialógico, están investidos de contenidos idiosincráticos por el su- seculares. En vez de hacer funcionar las referencias teóricas a toda prueba de
jeto en conOicto con lo real. En este sentido, el carácter social del sujeto se la filosofía, de la sociologfa o del psicoanálisis, habría que postular una corre-
realiza como una ruptura en relación con la norma dialógica que Bajtin esta- lación de estos campos teóricos y del discurso literario. Hay que admitir que el
blece y de la que él quisiera hacer un parangón absoluto de la obra novelesca. ser ontológico del sujeto-yo-identidad-interioridad-conciencia en el texto del
No podemos dar la razón a Bajtin cuando afirma que "el hombre del subsuelo poema o de la novela no puede ser más que una ficción de la filosofía y que ésta
[ ... ]está preocupado sobre todo por lo que los otros piensan o podrían pensar no tiene jurisdicción sobre el texto literario. Los principios de inteligibilidad
de él" y "trata de aventajar cada otra conciencia, cada pensamiento, cada opi- de este último son sobre todo la ficcionalidad, la narratividad, el relato, el na-
rrador y el yo lírico. El sujeto y sus instancias correlativas han de ser puestos
··- nión de los demás sobre sí mismo" (89). El relato del subterráneo es a nuestro
en correspondencia con estos principios a fin de obtener una pertinencia ópti-
parecer mucho más polémico y agónico (agonía: lucha) que dialógico en el
sentido en que lo entiende Bajtin. El subterráneo comunica su desencanto y su ma de la función del sujeto en el discurso de la obra. Por otra parte, es evidente
desacuerdo, sus fantasmas y sus manías, su discurso finalmente, que se inscri- que esta pertinencia es realizable a condición de reconocer que la dimensión
be en una relación metadialógica con el mundo: es la comunicación subjetiva cognitiva de la literatura está vinculada a otros discursos y que su literaturidad
no se concreta aisladamente. Al evocar la narración y la narratividad al margen
..-:, de una visión del mundo dirigida a tódos y a nadie, al Otro y a la conciencia
misma del subterráneo. La ficción dialógica sobre la que descansa la estructura del análisis bajtiniano, quisiéramos mostrar cuáles son las categorías específi-
r..: del Sub-suelo (la remisión constante a los "Señores" mudos e invisibles) re- camente literarias y formalizadoras y cómo hacen ver al sujeto como presencia
1.1.
~- fuerza la posición subjetiva más que intersubjetiva de su discurso. individual izan te.
e::: Lo real no es por lo tanto dialógico. Es cacofónico. Y es el sujeto quien lo El narrador es una voz del autor, sujeto humano que ocupa un lugar polémi-
...... transforma en discurso del que él es la causa y el efecto. En este sentido, el co y hasta conOictivo en el mundo real y que trasmite su punto de vista al lec-
efecto-sujeto del discurso literario nos parece fundamental en la medida en tor. Este punto de vista apela a un dialogismo cognitivo puesto que, al dirigirse
que la creación literaria, aun cuando se juega en la encrucijada de los discursos al lector, el autor se apoya en la particularidad subjetiva de su mensaje que está
ideológicos, políticos, estéticos, religiosos, éticos, etc., es un acto individual por objetivar. En este sentido, Gogol y Dostoievski, Proust y Joyce, Musil y
resultado de la implicación de una subjetividad en el universo social de los Broch, Unamuno y Pirandello, Gadda y Faulkner, Cal vino y Bernhard adoptan
mensajes. Por la misma razón, la causa-sujeto del discurso es determinante, tácticas narrativas diversas, pero también son sujetos cuya conciencia de sí,
puesto que ella rige el contenido, la forma y la differentia specifica de la obra. subjetividad e intencionalidad están implicadas en el proceso complejo de la
creación estética. La narración es un discurso del sujeto. Es un dispositivo del
lenguaje, complejo, que da forma a enunciados narrativos, discursivos y dialó-
gicos y que indica la posición del sujeto en un conjunto social y literario. La
LA PERTINENCIA DEL SUJETO EN LO LITERARIO
subjetividad actúa como agente y receptor de una visión. En este sentido es en
el que Adorno ( 1965, 71) habla de la posición (Standort) del narrador en la
El acto estético engendra la existencia en un plano nuevo de los novela moderna. En la época moderna, esta posición compromete muy en par-
valores del mundo: nace un hombre nuevo y un contexto nuevo ticular a una subjetividad y hace de la novela el testimonio (Zeugnis) de un
de valores -un plano nuevo del pensamiento del hombre sobre estado de cosas (eines Zu~tands) donde el individuo se liquida a sí mismo y
el mundo. donde ha de enfrentar lo preindividual (in dem das lndividuum sich selbsr li-
quidiert und der sich begegnet mit dem vorindividuellen). El sujeto creador,
BAJTIN
2R4 Wl.ADIMIR KRYSINSKI "SIJHJECTVM COMPARA TION/S"' 2X5

por Jo tanto, no es un sujeto colectivo. (~J porta el mensaje de una o de varias En un corpus literario al que se puede estructurar de manera diferente en
colectividades a las que se Jo puede asociar. función de los criterios Lle un género, de una visión del mundo o de un estilo, la
La narratividad de un texto remite a la estructura del relato, a su fábula (fabu- diversidad del discurso corresponde al primer capítulo de las estructuras mo-
la) y a su sujeto (.1jul.et), en el sentido que dan a estos términos los formalistas dales y pasionales del sujeto. Estas estructuras están en el origen de la enuncia-
rusos, a los sintagmas y a las configuraciones actanciales; la narratividad tam- ción. H. Parret constata que "es el sujeto como pasión el que se enuncia en
bién remite a la constitución y a la dinámica del sujeto, ya sea éste visto como el discurso" (7). J.-C. Coque! observa por su parte que "el sujeto recorre un
personaje, narrador o autor. No es nada raro, así, que la evolución epistemoló- espacio multidimensional y 'poli-isotópico' 1... ] y se presenta [ ... ] ya sea en
gica de la semiótica textual moderna vaya desde la actancialidad hasta las mo- forma de un término complejo, sujeto y no-sujeto, ya sea en forma de un tér-
dalidades y las pasiones. En un recorrido semántico y sistémico del relato, las mino simple, sujeto o no-sujeto" (206). Estas afirmaciones abren un camino al
configuraciones variables de los seis actantes (emisor/destinatario, sujeto/ob- análisis literario que permitiría comprender el texto como proceso y como sis-
jeto. adyuvante/oponente) revelan las fuerzas temáticas que actúan. En las mo- tema y ver en él al discurso como "un encadenamiento de enunciaciones pro-
dalidades y las pasiones, estas mismas configuraciones actanciales se duplican ducidas en contexto dialógico y comunitario" (Parrel, 1986, 7). En contra de
en un cierto número de características modales y pasionales que fundan al su- Bajlin, un análisis de esta índole debería poder mostrar que el dialogismo for-
jeto. Éstas corresponden a una pluralidad psíquica sociocultural y discursiva ma al sujeto y no que el sujeto se mira en la pal<Jbra del Otro.
":'11
'' ~- de los sujetos, que adquieren di ferenlcs rasgos específicos, modales y páticos,
•:,;¡ de acuerdo con las concomitancias de las modalidades y de las pasiones que
los fundan. Jean-Claude Coque! ( 1984) y Herman Parret (1986) han mostrado
PERSPECTIVAS COMI'ARATISTAS: CORPUS DE SUBJETIVIDADES
que, en sus universos respectivos, las modalidades y las pasiones se reúnen. H.
Parret divide a las pasiones en quiásmicas (l<~s de estructuración y de la puesta
en relación del sujeto, con un total de 16, desde la curiosidad hasta la indeci- Lo individual se opone a lo puro que él concibe. se opone a la
..... sión, pasando por la angustia y el tedio), ort;ásmicas (intersubjetivizanles, con forma que le sucede, se opone como individual a lo que la alter-
un total de 12, como la solicitud, el desprecio y el amor) y entusiásmicas ("las nancia implica de general.
pasiones de la pasión", con un total de 8, como el entusi¡¡smo, el éxtasis, la
IJÜLDERLIN
admiración y la esperanza). Con las modalidades del querer, del saber, del po-
der y del deber, estas pasiones convergen en una lipologí<~ semiótica de los su-
:r. jetos cuyas clases se definen con b<Jse en los ordenamientos modales o páticos.
Así pues, por ejemplo, a los diferentes sujetos (autónomo, personal, actual, vir-
tual, instaurador, sujeto de búsqueda o de la igualdad) corresponden disposicio-
nes de modalidades y de pasiones que estructuran la especificidad de cada uno. El sujeto es un operador heurístico fundamental del análisis literario. Éste no
Al margen de esta valorización del sujeto mediante el rodeo de las modali- puede satisfacerse plenamente con recorridos filosóficos o psicoanalíticos ni
dades y de las pasiones, dos observaciones nos harán entrever las perspectivas con macrocategorías como la ideología o el dialogismo, la polifonía o el mo-
de un análisis literario y comparativo. En primer lugar, los diferentes tipos de nologismo. El recorrido del sujeto en el discurso obliga a lomar en considera-
sujetos, así como las configuraciones modales y pálicas, son eco del discurso ción la diversidad y la dinámica discursivas del texto literario, aun reconocien-
filosófico sobre el ser. Las formas del sujeto, variables pero recurrentes, coin- do que el sujeto es una determinación múltiple y que sus investiduras se re:Jli-
ciden con lo que Heidegger denomina "el carácter determinado del ser" y que zan en el contexto comunitario.
él elucidó a partir de cuatro escisiones del ser en sus correlaciones con el deve- Un reequilibramienlo de los parámetros críticos que tuviera en cuenta una
nir, con la apariencia, con el pensar y con el deber. Lo cual define al ser como cierta plasticidad de las categorías tales como sujeto, identidad, subjetividad,
permanencia, identidad, subsistencia y proyacencia ( 1967, 205). La renexiún yo, narrador, autor y enunciación, exige que se reconozcan las incidencias del
filosófica algo abstracta está enriquecida por la semiotización rigurosa y par- sujeto en los discursos de la obra que lo instalan en ella como sujeto de la es-
ticularizantc del sujeto y, por ello, de las cual ro categorías tlc Heidegger. critura y como sujeto en la escritura. Esta distinción permite contemplar reco-
WLADIMIR KRYSINSKI
286
15
rridos de un corpus comparativo en estos dos aspectos: problcmatización y te-
mati?.ación del sujeto. En el primer caso, el sujeto es un autor-creador y su re- La recepción literaria
lación con la obra hace de él un narrador semi6tico (Krysinski, 1981, 117),
organizador de un universo axiológico coherente y referible a una subjetividad ELRUD lllSCH
problemática, en expansión cognitiva. Se podría entonces contemplar una co-
rrclativización de las categorías modales y páticas con los universos axiológi-
cos de Don Quijote, Tristram Shandy, Le neveu de Rameau, M adame Bovary,
La comédíe lwmaine, A la recherche du temps perdu, Ulysses, Der Mann ohne
Eigenschaften, Ferdydurke, La nausée, Yo el Supremo o Grande sertiio: Vere-
das. Las correlaciones establecidas de este modo mostrarían en estas obras la
parte del sujeto estético, ideológico, axiológico, irónico, polémico, etc. La te-
matización del sujeto se realiza mediante una manipulación y una mediación ~o ~~e la ciencia de la l!teratura recubre hoy en día bajo el término de "recep-
de los códigos estéticos, culturales y literarios. Segundo caso: la isotopía del CIÓn. ~o corresponde 111 mucho menos a un solo y mismo fundamento episte-
sujeto se vuelve central en algunos de los textos poéticos o narrativos más molo~Jco o a una misma ética científica. La fenomenología, la hermenéutica
,,,
... importantes, los de San Agustín, Petrarca, Leopardi, Holderlin, Baudelaire, la sociología de la estética o el estudio empírico del lector, todos ellos han con~
Pessoa, Artaud, Celan, Clarice Lispector. .. El sujeto en posición asumptiva tribu_ id? al des~~rollo de la teoría de la recepción en el espacio germanófono, y
tematiza su búsqueda de identidad, su yo y su interioridad lo mismo que su contmuan hac1endolo, pe~o son demasiado incompatibles en algunos puntos
inconsciente. La subjetividad en el texto no es la subjetividad del texto. Aqué- para que se los pueda reun1r en una sola escuela. No obstante, no queda exclui-
lla se basa en las configuraciones modales en las que conjuntos dinámicos del do que ~e descubra ~n elemento cualquiera de convergencia que nos autorice a
,_.
~
querer, del poder y del saber se constituyen en formas del sujeto, al que se
podría definir como sujeto de deseo, de falta, de ilusiones, de meditación, de
hablar mcluso de "ciencia de la recepción" a propósito de todas estas diferen-
tes gestiones, Y yo propongo admitir provisionalmente que todas las gestiones
combate o de goce. Estas formas del sujeto se encarnan en un discurso que que apelan a la teoría de la recepción abren un campo cuyo objeto concierne a
dramatiza, mediatiza o ironiza la relación tripartita: cosmos, logos, ántropos. la vez a los textos (literarios) y al lector de los textos. Ahora bien, de momento
En el espacio literario, la tematización del sujeto y de sus identidades es conviene dejar abierto el sentido del concepto de "lector": dar un sentido uní-
inseparable de una retórica del yo, testimonia las anáforas del "yo" y del "si
~
voco a este. término no haría sino acentuar el carácter problemático del objeto
mismo" en Jules Laforgue, Walt Whitman o Fernando Pessoa. No obstante, la que estas diferentes gestiones pueden tener en común.
identidad del texto es tributaria de una puesta en forma del sujeto (Stierle, No q~iero incluir entre los estudios sobre la recepción en el sentido propia-
1977). En el espacio evolutivo, es decir, diacrónico, la identidad del texto ~ente. d1cl~~ a los estud_ios de influencias que tienen una larga tradición en la
marca una multiplicidad de separaciones identificatorias en relación con las mvestJ~~cion co~~aratJs~~· en la ~~e ocupan un Jugar específico. Los concep-
normas de un género. El sujeto del discurso literario relativiza el absoluto lite- tos de _mfluencJa o de fortuna han desempeñado un papel considerable
rario. Por lo tanto, podemos decir que no hay poesía ni novela, sino discursos dentro mcluso de las escuPlas comparatistas, por ejemplo en Jos debates entre
del su jeto en la novela o el poema. La literatura está siempre en devenir bajo la las escuel~s fra~cesa y norteamericana: ¿hay que entender por "influencia" Jos
innuencia del sujeto, cuyo discurso la redetermina cada vez. v~nculos hteranos basados en contactos verificables ("relaciones de hecho") 0
b_Ien se puede a?licar también el concepto cuando se constatan rasgos comunes
s~n que haya nmgún contacto efectivo? Las principales etapas de esta discu-
SIÓn se ~ncu~ntran en las_obras que tratan de literatura comparada (por ejem-
plo, We1sstem.' 1968_; K:uscr, 1980). No olvidemos que la versión positivista
de e~tos estudiOs de mfluencias, al insistir en los contactos que se establecen
mediante los hechos, trata ante todo de imponerse frente a Jos conceptos de

1287 1
288 ELRlm IIISCII I.A RITEI'C'IÓN I.ITI'RARIA 289

periodo hipostasiados. Esta actitud defensiva perdió su razón de ser con el sur- de W elle k de la teoría de la rccepci<Ín. Para esta última, en efecto, la causalidad
gimiento del estructuralismo, cuyos principios excluyen toda hipóstasis con- y la evolución se convierten de nuevo en problemas totalmente centrales, en
ceptual. Por lo tanto, los estudios de inlluencia regresan a una posición de tanto que la "estética", considerada como una categoría universal o como una
repliegue estratégico; subsisten y constituyen un campo específico de la histo- esencia, suscita serias reservas tanto desde el punto de vista hist6rico como de
ria literaria, al que se ha puesto en duda relativamente poco. Para Karl Robert la teoría del conocimiento.
Mandelkow ( 1974), los estudios de influencia representan -sobre todo en La teoría de la recepción en sentido estricto rechaza la objetividad a la que
Alemania- una versión "trágica" de la historia de la literatura, cuya intriga apelan la teoría y el análisis de los textos. Este postulado reúne:
.consistiría "en deducir y en constatar el desconocimiento y la ignorancia" de 1 1 el proyecto fenomenológico, que desde Husserl refuta la objetividad;
las que el autor sería objeto (91 ). Podríamos replicar que los estudios del tipo 2] el proyecto hermenéutico, que parte del supuesto de la unidad del sujeto
Goethe en France (I3aldcnsperger) o Nietzsche en France (I3ianquis), o tam- productor y del sujeto intér 1Jrcte del sentido en el proceso de comprensión;
bién Slwkespeare wul t!er deutsche Geist (Gundolf) y Goetlze wzd die Weltli- 31 el punto de partida de las investigaciones de un Mukafovsky, basadas en
teratur (Strich) no tienen por objeto en modo alguno reparar una injusticia, sino la formación social de las convenciones;
más bien deducir cánones de lo literario. En resumen, nos está permitido decir 41 por último, el proyecto de los empiristas, basado en la teoría de la acción,
que la ética científica de los estudios de inllueneia lleva a éstos a una actividad la psicología y la sociología.
de valorización de la que resulta una jerarquía literaria, que puede rellejar tan- Pero que se rechace la pretensión del texto a la objetividad dista mucho de
:í to una política literaria nacional como tendencias universales. Finalmente re- significar que se coincida con la definicir'lll del polo del lector o con la manera
de designar y de describir la relación del texto y del lector.
-~
. wltó que el carácter demasiado unilateral de la mirada con que se analizó las
obras era una de las debilidades de la investigación de inlluencias: se describía Tratemos primero de desarrollar los supuestos de las cu;:¡tro variantes prin-
la influencia en función de la fuente, de la obra o del autor que ejercieron algu- cipales de la teoría de la recepción en el espacio gennanófono a fin de hacer

·-. na inrluencia. Acerca de esto, las rellexiones teóricas sobre la literatura com- que surja, en un primer momento, la amplitud de la variaciones de este camino;
.r.. parada que expone Durisin ( 1972) han aportado un cambio. Cuando él hace de veremos entonces que se nos permite dudar de que estas diferentes gestiones
pertenezcan a un mismo paradigma; contemplaremos finalmente las posibili-
.....•
la instancia receptora, y no de la instancia inlluyente, el elemento que determi-
na el tipo de influencia, se sitúa en el terreno de los estudios de recepción, don- dades de una futura colaboración entre estas diferentes orientaciones.
de se adhiere en particular a las tesis sostenidas por Mukarovsky, de las que Sobre la pregunta, "¿A qué lector nos referimos aquí?", la concepción feno-
trataremos más adelante. La ciencia de la literatura adoptó, así, una nueva menol6gica de Wolfgang !ser lleva a la constatación siguiente: conforme al
orientación que no ha dejado de tener consecuencias ni para la determinación interés del conocimiento fenomenológico, no puede tratarse de un lector con-
de su objeto ni para su estatuto epistemológico. En este sentido, refutamos la creto, histórico o contemporüneo. El lector del que se trata es necesariamente
posición de Wellek ( 1973) y de Dyserinck ( 1980) cuando pretenden que la re- una abstracci6n, un artefacto, cuyas características están construidas a priori,
cepción siempre ha sido objeto de la ciencia de la literatura y que no es más que independientemente de toda existencia real. !ser descarta conscientemente el
una manera que está de moda de designar una práctica ya antigua. Dyserinck concepto de lector "ideal", empleado por lngarden (!ser, 1976, 50 ss) porque
lamenta que cuando Jauss elaboró su modelo de la recepción no utilizara las rechaza la idea de "concreción adecuada" que este concepto implica. !ser ex-
"aportaciones de la literatura comparada francesa" (Dyserinck, 137). Wellek plicita su concepto de lector en Der Akt des Lesens: "Así, cuando se trata del
hace de la historia de la recepción "una nueva versión de la historia del gusto lector en los capítulos que siguen de este trabajo, hay que entender la estructu-
y de la historia de la crítica" (Wellek, 515). Estos juicios tienen su origen en ra del lector implícito inscrita en los textos 1... 1. El lector implícito no posee
rellexiones y tradiciones completamente distintas. La imagología de Dysc- existencia real, ya que encarna el conjunto de orientaciones previas que un tex-
rinck y la primacía de la calidad estética en Wellek no son directamente com- to de ficción propone a sus posibles lectores, y que son las condiciones de su
patibles. Según Wellek, la debilidad de la historia de la recepción reside en el rcccpci6n. El lector implícito no está anclado, en consecuencia, en un sustrato
hecho de que ésta tampoco permite evitar esta aporía: "Una historia de los pro- empírico, sino que está arraigado en la estructura misma de los textos" (tíO).
ductos estéticos escapa a las categorías de causalidad y de evolución" (517). Por haber hecho del lector implícito una orientaci6n textual previa y una con-
Esta afirmación saca a relucir la zanja que separa la concepción de la literatura dici6n de la recepción, a !ser se le impugnó el título de teórico de la recepción

'; ...
290
ELRUD IRSCH
I.A RITEPCIÚN LITERARIA
291

y se quiso colocar su concepción en el paradigma de la interpretación con el con mayor o menor exclusividad, las lagunas de la experiencia con ayuda de
pretexto de que, de acuerdo con su concepción, el lector sólo cubriría estrate- proyecciones que provienen de la imaginación pulsional" (261 ). Esta cita es
gias textuales (por ejemplo, Barnouw, 1980; Mailloux, 1982; Ray, 1984). El instructiva: muestra que la herencia fenomenológica de !ser no Jo conduce a
interés que despertó en los angloamericanos la teoría de !ser fue una razón excluir las observaciones de naturalez,a experimental. Para resumir breve y
complementaria para considerar a ésta cercana alnew criticism. En nuestra esquemáticamente su posición de acuerdo con nuestras dos categorías capita-
opinión, esta acción fue prematura y no está confirmada por la argumentación les, los supuestos epistemológicos y el concepto de lector, haremos el balance
de Der Akt des Lesens. La fenomenología de la lectura en !ser se basa a la vez siguiente: de conformidad con su orientación epistemológica, Iscr no formula
en una teoría del lector implícito y en una teoría del lector posible. Esta distin- hipótesis q,ue no serían más que las explicaciones provisionales de hechos por
ción restringe un poco el papel puramente intratextual del lector que se atribu- verificar. El no distingue tampoco entre los enunciados con valor descriptivo
ye a Iser, y permite tomar en cuenta al lector real. Iser dice del papel del lector: y los enunciados de evaluación (estos últimos se refieren al efecto que se atri-
"El papel del lector del texto ;¡dmite realizaciones históricas e individuales di- buye a la literatura y afectan a conceptos tales como el "fracaso"), sino que
versas. en función de disposiciones existenciales, así como de la comprensión conserva a lo largo de todo el libro un enunciado que es semidcscriptivo, semi-
previa que el lector individual aporta a la lectura[ ... ]. El papel del lector con- normativo. Su lector es, como hemos dicho, una construcción. El análisis de
tiene un abanico de potencialidades que en cada caso concreto son objeto de los procesos referibles al lector potencial podría traducirse sin esfuerzo alguno
actualizaciones definidas y, en consecuencia, solamente 'momentáneas"' (65). en hipótesis empíricamente verificables -y esto tanto más cuanto que W. Iser
Hay que admitir no obstante que !ser, de conformidad con su orientación feno- no impugna el valor de la investigación empírica. Desde un punto de vista em-
menológica, no llega a describir concretamente estas "actualizaciones mo- pírico, su fenomenología de la lectura ofrece una preciosa heurística (cf. tam-
mentáneas". bién Schram, 1985; Müller, 1981 ).
Una razón complementaria para suponer que en Iser el lector es una cons- La contribución de Hans Robert Jauss a la teoría de la recepción tiene por
trucción abstracta -a pesar de su insistencia en el concepto de lector implíci- origen el cuestionamiento hermenéutico de las relaciones que unen los hori-
to- la tenemos en el modelo del lector que él elabora a partir de la teoría de la wntes de expectativa históricamente diferentes. Desde su introducción a la
interacción. En el capítulo "La asimetría entre texto y lector" (257 ss.), hace Querelle des anciens et des modemes de Perrault ( 1964), Jauss se ha aplicado
referencia a la teoría de la interacción de Edward E. Jones y Harold B. Gerard. al problema de la apropiación del arte del pasado por Jos participantes ulteriores
Estos autores desarrollaron un tipología de lü reducción de las contingencias en el proceso artístico --que están impregnados de la conciencia histórica de
en la interacción social. !ser traslada del comportamiento social a la comunica- su presente. Este tema implica un juicio de valor sobre las obras y el reconoci-
ción entre texto y lector los grados de incertidumbre y los imponderables de la miento o la constitución de una norma artística. En efecto, no se trata tanto de
relación entre los participantes de la comunicación: "Su característica es la asi- reconstruir formas y sociedades artísticas del pasado como de mostrar cómo se
metría fundamental entre texto y lector, debida a la ausencia de una situación puede superar la distancia histórica entre la comprensión de ayer y de la hoy.
común o de un marco común de referencia preestablecido" (262 ss .). "Comunica- La hermenéutica de la apropiación, que J auss desarrolla de manera crítica a
ción" significa reducción de estas lagunas, suponiendo que los participantes continuación de Gadamer, apunta a la reconstrucción de una tradición cultural
estén dispuestos a evolucionar en el transcurso de la interacción comunicativa: ininterrumpida: "gozar de sí en el gozo del otro", según la fórmula de Jauss
"La interacción fracasa cuando las proyecciones recíprocas de Jos participan- (1977, 59).
tes no se modifican, o bien también cuando las proyecciones del lector invaden La reconstrucción del horizonte de expectativa objetivable ("en el sistema
el texto sin resistencia. Por esto fracasar significa siempre colmar íntegra- objetivable de las expectativas ... que, para cada obra en el momento histórico
mente el vacío con sus propias proyecciones" (263). !ser se vale asimismo en el que ésta aparece, resulta de la comprensión previa del género, de la forma
de la investigación psicoanalítica en el terreno de la comunicación. La cita que Yde la temática de las obras conocidas hasta entonces, y de la oposición entre
sigue se refiere también al fracaso de la comunicación, esta vez con una ex- lenguaje poético y lenguaje práctico" (Jauss, 1970 a; 173, 174) no es un fin en
plicación psicoanalítica: "Lo interesante tal vez resida simplemente en la ob- sf; la reconstrucción sirve en cambio para construir una tradición de obras que
servación, confirmada por la experiencia, de que las relaciones interhumanas pertenecen a una estética de la negatividad. Hay que señalar que Jauss parte del
adquieren rasgos patológicos en la medida en que Jos participantes colman, postulado de que la destrucción de la norma es el elemento más importilnte
I.A REC'EI'('IÓN LITFRARIA 293
EI.RlJD IIISCII
292
de su al_c~ncc. 1!abría que¡ roseguir mediante estudios sobre la manera en que
del gran arte. La distancia estética transgrede y modifica el horiwnte de ex- fue rcc1bH~a la obra por los lectores históricos. El "valor innovador" (tomado
pectativa. En otros términos: una gran obra transgrede el horizonte de expec-
de! form:tl!s!no ruso, en don~lc rcp~esenta un concepto intralitcrario) no puede
tativa de su época; al romperlo, implica una transformación duradera de este mas _que md1c~r, en un cuestwnam1cnto orientado a la recepción, un efecto po-
horizonte. tencial y reqUiere por esta razón unn verificación material.
Mostremos con algunos ejemplos el papel que desempeña el juicio de valor . ll_e~nos constatado que Jauss construín el horizonte de expectativa de manera
en la investigación práctica de Jauss: en los aiíos sesenta, un estudio revela que h1st<~nca Y e1~pírica. No obstante, este punto de vista se nbandona a partir de
los estudiantes de los institutos de enseiían7.a secundaria alemanes, candidatos que ~1 a_caba mterprctando la obra innovadom. Jauss encuentra el método her-
al bachillerato, ya no Icen la /¡1hi¡;enie de Gocthe. Jauss explica este desapego
mcncut!co, que~~ pref~r~ncia a la producción de sentido personal con respec-
por el drama clásico mediante el hecho de que, a lo largo de su recepción,
to a la_comprens1on objet1vahlc de otros lectores. Jauss se vale de una historia
lphi¡;enie se convirtiú en un modelo de armonía en el que el eterno femenino de la literatura que "explora el proceso de recepción con ayuda del instrumento
contrapone a la tiranía una fuerza serena y apacible. Ahora bien, Jauss, que
que, en el tc~~cno de la comprensión del sentido, sustituye el modelo empírico
piensa que este modelo proviene de la recepción de la obra y no de su estructu- de obscrvacwn por 'ensayo y error': el juego de In pregunta y de In respuesta
ra, quiere liberar la significación de Jphi¡;enie y esta significación se inscribe entre el lector y el texto" (Jauss, 1975 e). El lector en cuestión no es sin embar-
.....
:ti

r•
en la tradición de la contradicción.
Al reconstruir el horizonte de expectativa del que lphigenie se desmarca co-
~o,un_lcctor hi_stórico y real, sino un lector idenlizado, un lector profundamente
¡Jcnt_,co al sujeto de In enunciación; para ser más exactos, es el intérprete, el
mo obra negativa, él restaura la continuidad de la tradición (Jauss, 1975 a). De propm J auss.
manera similar -pero sin tener que roer previamente el mendrugo de una re- . A la contradicción epistemológica (este salto de la reconstrucción histó-
cepción armonizadora-, Jauss pone de manifiesto la estética "negativa" de nc~-e~lpírica del horizonte de expectativa a la interpretación hermenéutica
Flaubert en relación con un hori7.onte de expectativa formado, entre otros, por
su_bJctJva) corr_csponde una contradicción en el concepto de lector: Jauss exa-
·-·..
.r..,
los vodeviles de feydeau (J auss, 1970 a), y hace hincapié en el poder con que
Lesj7eurs duma/ de naudelaire rompen la norma en un contexto en el que la
m~na la recepciÓn qu~ practica e~ lector histórico hasta el momento en el que él
rms~n_o, P~~se_nt~ ur~a 111tcrpre_t<~crón de la obra innovadora y abandona, así, la
poesía de entretenimiento se había convertido en un modelo de legitimación
~O~Iclon ObJ~~Iva en bcncf1cro de la confusión del sujeto y del objeto. Como
social (Jauss, 1975 b). Tenemos que preguntarnos de nuevo por el valor epis-
su .".1te~pretac1o1~ ~o se expone en forma de hipótesis verificable, no se puede
temológico y por el concepto de lector en la estética de la recepción de Jauss. cv1t.lr 1<~ conclus1on de <lUC no responde más. que en parte~".su prop1a· ex1genc1a
· ·
. ·
Percibimos aquí una contradicción epistemológica: la reconstrucción del
d~ un h~mzonte de _cxpcctativn objetivable, y que por lo dcm(\s sigue siendo
horizonte de expectativa, que Jauss exige en teoría y que él realiza en la prác-
tnbutano dcl_~nrathgma hermenéutico. Su adhesión a la teoría hermenéutica,
tica, obedece u los postulados de un método histórico basado en la búsqueda
cl,a~amc1~te almnada, se opone con bastante firmeza a las interrogaciones em-
empírica de documentos. No obstante, es sorprendente que Jauss logre esta re-
pmc~s: ell_es reprocha un carácter arbitrario (Jauss, 1975 e).
construcción en el momento en que aparece la obra que él considera decisiva,
.. ~1as re~Jcntemenlc, ~on m?tivo de una discusión interdisciplinaria con ju-
la que destruye la norma (es por ejemplo, el aiío 1857, cuando aparecen Mada-
nst.ts Y, teologos, Jauss 111tento aclarar los puntos de convergencia metodoló 'i-
me /Joval)' y Les jleurs du mal). Esta limitación cronológica en el estableci-
miento de las fuentes podría tener una justificación práctica. No obstante, no
c.a. S1tua1~ ~econstrucción histórica después de 1J la comprensión que impl~a
l,t percepc10n de la obra, y Jespués de 2]1n interpretación; él la define como
habría que subestimar las consecuencias más remotas de este procedimiento.
tercera etap_a de la interpretación hermenéutica. La reconstrucción histórica
Seguir la reconstrucción t!el horizonte de expectativa más allá de la apnrición
mve_ par~ ~Jrctmscribir Y para definir la alteridad de la obra, no en beneficio
de la "obra negativa" permitiría tener una idea m(\s conforme a la realidad del í' dcllllstonclsmo,
, sino al contrario • para ·susc¡'tar
· . "·Q
la' preounta·
, (. ue' me d'1cc e 1
efecto que Jauss supone retroactivamcntc. Así pues, nos hemos visto obliga· Í. texto Y que tengo que decir al texto?" (Jauss, 1981 ). Es interesante constatar
dos a relativi1.ar considerablemente la tesis de que 13amlclaire habría inaugu-
que Jauss p<~rc~e que quiere justificar aquí su posición de intérprete refiriéndo-
rado y legado a la posteridad un nuevo horizonte de expectativa (lbsch, 1981 ).
se al proc~dlllllento de simulación: "[Si yo me] coloco en el papel de un lector
Adn1itimos que Jauss, gracias a su gestión. pueda construir el "valor inno·
con el honzonte cultural de nuestro presente ... " (476, 477).
\'ad(¡r" de la obra. pero la innovación tal como se realiza sigue estando fuera
294 ELRUD IOSCII
I.A RI'CEPCIÓN LITERARIA 295

Los sucesores de Jauss disfrutan de una clara ventaja porque no están obliga- se expone en el musco de arte moderno; se interpreta la Biblia como "literatu-
dos como él a atenerse a la interpretación hermenéutica de la trasmisión cullu- ra", y el Mephisto de Klaus Mann desdcncadcna una batalla jurídica porque la
ral ni a retomar su tesis de la innovación. Pueden dedicarse al establecimiento familia de Gustav Gründgens atribuye a la novela una función documental,
de fuentes documentales relacionadas con los lectores históricos y a la cons- histórica y biográfica a la vez. A pesar de algunas reservas -Mukarovsky se
trucción de horizontes de expectativa muy diversos, que integran las dctemlina- interesa por las constantes antropológicas en la experiencia estética y piensa
ciones cullurales y sociales. Hay que conceder a Jauss una mayor originalidad, que algunos textos son más aptos que otros para penetrar en el terreno estéti-
con los riesgos que ésta implica. Podríamos citar muchos trabajos y dos de co-, él concede al lector-receptor la libertad de decidir tanto sobre la fun-
ellos tienen un valor ejemplar (Nics, 1972; Kloek, 1985). ción como sobre el valor estético. Esta decisión no es individual y subjetiva,
La tercera variante de la teoría de la recepción está asociada al nombre de sino social: "La estabilización de la funci6n estética es asunto de un colectivo"
Jan Mukarovsky, que no pertenece al grupo de los teóricos de la recepción. ( 1970, 129).
Sus principales escritos preceden en treinta aiios el proyecto de la Escuela Lo mismo que el concepto de función, el concepto de valor adquiere una
de Constanza. Pero el parentesco entre sus concepciones y las de los teóricos de significación convencional. A un concepto de valor absoluto e inmanente, que
la recepción, el hecho de haber sido acogido como tal por H.R. Jauss, Jurij supondría valores "eternos" inscritos en el objeto o en el texto, Mukai'ovsky
Striedter, Heria Schmid y Lubomir Doleicl, justifican plenamente que lo pre- contrapone un concepto de valor instrumental y relacional, definido por la "ca-
~

"~"
,! ••
sentemos aquí. Mukafovsky se inscribe en la tradiciones del formalismo ruso pacidad de una cosa para servir un objetivo definido"; hace depender la "defi-
y de la lingüística estructural (que tenía vínculos con Husserl y Carnap), así co- nición del objetivo y la orientación hacia este objetivo de un sujeto definido"
mo en la estética formal de Herbar! y del neokantismo de Broder Christiansen. (36, 37).
El proyecto antihegeliano es el denominador común de estas tradiciones. Mukarovsky sostiene que el valor estético es el más elevado cuando la obra
La ambición principal de Mukarovsky fue superar el idealismo y la metafí- :1 de arte se vuelve contra la norma cultural dominante. Esta relación entre la
sica estética a la vez, así como la psicología individual de la creación. Este ·; norma y el valor es un rasgo característico del campo estético, mientras que,
objetivo pasaba por el reconocimiento del valor convencional y funcional del :l en el campo no estético, la conformidad con la norma se considera un valor
arte, que él expone en su ensayo iisthetische Funktion, Norm und iisthetischer 'l" positivo. A este respecto hay que seiialar que la posición de Mukai'ovsky, que
Wert als soziale Fakten [Función estética, norma y valor estético corno hechos coincide con la de Jauss, sufre la influencia de la producción artística posro-
sociales] ( 1970) (publicado en 1935 en revista y en 1936 corno libro). Muka- •! mántica y eleva al rango de norma una parte de esta producción. Mukai'ovsky
i'ovsky renuncia al cuestionamiento ontológico de Ingardcn: "¿Cuál es la esen- " no matiza demasiado cuando plantea: "Si la consideramos a partir de la norma
cia de la obra de arte y cómo se puede conocer?" y confía a la sociedad o a un estética, la historia del Arte es la historia de los levantamientos contra las nor-
grupo social la decisión del estatuto artístico de un texto o de un objeto: "La ; mas dominantes" (46). Parece que Mukarovsky se da cuenta de esto porque
aptitud activa de un objeto para la función estética no es una propiedad real de •'•l agrega la siguiente reserva: "No obsiante, hasta en los casos extremos, Lla obra
este objeto, aun cuando éste se destine a esta función; esta calificación sólo · :; de arte] debe respetar la norma al mismo tiempo: hasta en el desarrollo del arte
4
surge, en cambio, en determinadas circunstancias, en un contexto social detcr- hay periodos en los que el respeto de la norma es claramente prioritario en re-
minado: un fenómeno que en una época o en un país determinado era el porta- ·~ lación con su destrucción" (48). No obstante, Mukarovsky se atiene en conjunto
dor privilegiado de una funci6n estética, en otra época o en otro país, puede :i a su concepción de la norma. Ésta lo lleva a realizar una dicotomía entre "gran
resultar impropio para esta funci6n" (Mukarovsky, 1970, 13, 14). Al dar una ·~ arte" y arte "culinario". Este último no enfrenta en absoluto, o muy levemente,
definición pragmática del campo estético, Mukafovsky lo vuelve permeable a a la norma estética domin<Jnte; se desarrolla de manera paralela al gran arte
fenómenos a los que en una determinada época no se les reconocía ninguna y asegura la coexistencia entre diferentes sistemas normativos en el campo ar-
función estética. Veamos algunos ejemplos: al molino de café, técnicamente tístico. Estas reflexiones se articulan sobre un modelo sociológico que relacio-
superado desde hace tiempo -y con fines puramente prácticos en otros tiem- na la norma estética y la morfología social: "Se impone la idea de que hay una
pos- cuando se lo combina con llores secas y una plancha de hierro también relaci6n directa entre la jerarquía de las normas estéticas y la jerarquía de las
obsoleta, se le concede una función estética (no se trata todavía de su valor ' capas sociales: la norma más reciente, que está en la cima, parece que corres-
estético); la bicicleta herrumbrosa, una vez aislada y transferida a otro espacio, ponde a la capa social más elevada, y las dos jerarquías parece que comparten
296 ELRlllllllSCII Li\ RHT.I'CIÓN LITERARIA 297

los mismos grados intermedios, de manera que a J;¡s capas sociales m<Ís bajas En la ciencia de la literatma germanófona. la investigación empírica está
les corresponderían los sistemas de normas análogos" (58, 59). El modelo so- vinculada a los nombres de Norbert Groeben y Siegfricd J. Schmidt, que son
ciológico de Mukarovsky es criticable: en nuestra sociedad, en la que lil tecno- sus fundadores. En 1977, se publicó en primer lugar Rezeptionsforschung als
logía decide sobre el desarrollo económico, político y cultural de los estados y rmpirische Literaturll'issenschaji [Estudio de la recepción como ciencia lite-
de las entidades supranacionales, este modelo no es defendible. raria empírica l. ensayo en el que Groeben se separa de la concepción herme-
Para que fuera más pertinente, este modelo sociológico tendría que tener en néutica. Groeben sostiene la separación entre el sujeto investigador y su objeto
cuenta los niveles de experiencia y de competencia del individuo en ciertos mediante el criterio absoluto de un ciencia literaria empírica. El objeto -co-
terrenos (en literatura, por ejemplo) más que la pertenencia a una capa social. mo ya lo hemos anunciado al inicio- no es un texto, sino la significación que
Nosotros creemos que estos factores, que sólo reflejan indirectamente (me- el lector atribuye al texto. Groeben quiere impedir que el investigador conce-
diante el sesgo de la formación social por ejemplo) las categorías sociales, de- da una importancia exagerada a su propia interpretación. Sólo así -eludiendo
sempeñan sin embargo un papel determinante en la definición de la norma. la conrusión del sujeto y del objeto característica de la hermenéutica- esta
Mukarovsky prolonga el formalismo ruso historizándolo y atribuyéndole una disciplina podrá convertirse en una ciencia. Las decisiones relacionadas con
preocupación pragmJtica. Por esto nosotros podemos considerar que su punto las significaciones de un texto literario únicamente pueden provenir de los
de vista corresponde a la teoría de la recepción (cf. asimismo Fokkema/lbsch, receptores y no del intérprete. El deber de este último es reproducir de manera
1977). La distinción entre artefacto y objeto estético (que él toma de Broder experimental operaciones de recepción, aplicando a un texto diferentes méto-
Christiansen, pero suprimiéndole el elemento subjetivo neokantiano) lo con- dos para la puesta en relación sem<Íntica (por ejemplo, diferencial sem<Íntico,
firma: el artefacto es el texto literario invariante; el objeto e.Hético, la obra c/ose-procedure, frce-card-sort ing-system), cuyos resultados interpretará. La
concretada cada vez. El objeto estético es variable ya que depende de la con- hipótesis sobre la significación de un texto, que es la mejor verificada por
ciencia, así como de la operación de concreción que efectúa el lector recep- las concreciones de los receptores, podrá alimentar la ambición de ser (relati-
tor (74). Formulada en nuestra propia terminología, la invariancia textual es vamente) generalizable, es decir, de poseer una cierta "adecuación" para un
una magnitud analítica y teórica que se puede describir por medio de la lingüís- grupo dado en un momento dado.
tica y de la teoría de los textos. No obstante, si la comparamos con la interpre- Éste es el marco teórico del an;llisis de las interpretaciones que Groebcn,
tación del texto, el análisis no nos conduciría a una elección, sino únicamente junto con otros investigadores, aplicó a Hasenkatastrophe [Catástrofe de la
....
/ a un potencial de significaciones. Las opciones de significación que realizan liehrc] de Robcrt Musil (Groeben, 1981 a). Groeben pidió a los representantes
los lectores se estudian después como documentos o también como testimo- de diferentes métodos de interpretación (hermenéutico, análisis marxista, psi-
nios de la recepción. coanalítico, formal) que cada quien propusiera una interpretación del relato de
El concepto de lector en Mukarovsky permite el estudio del lector histórico Musil. Los resultados se sometieron a una muestra de personas encargadas
y concreto. Su discípulo Vodiéka trabajó en esta dirección (Yodicka, 1976). de verificarlos por medio de tres métodos empíricos (closc-procedure, aplica-
Por su relativismo histórico y cultural tan acentuado, la posición epistemoló- do por W. Faulstich, diferencial semántico, aplicado por R. Zobel, categoriza-
gica de Mukafovsky indica una separación entre sujeto y objeto favorable a un ción semántica, aplicada por H. Oldenbürger). Se trataba de responder a dos
camino empírico. Pero, por otra parte, encontramos en él una herencia feno- preguntas capitales:
menológica notable, en el hecho de que si bien la argumentación es descripti- 11 ¡,Cuál de estas cuatro proposiciones de interpretación (hermenéuticas)
va, implica un cierto número de postulados. se puede calificar de adecuada (válida) en vista de las significaciones textuales
La teoría de la recepción empírica, que hemos distinguido como cuarta va- concretas?
riante, ha abandonado la ambición de que las disciplinas que tienen que ver 21 ¿,Cuál o cuáles de los tres métodos empíricos utilizados para poner de
con las ciencias humanas tengan un estatuto particular. Esta teoría, como cam- manifiesto la concreción permite o permiten la respuesta mejor a la pregunta
po de estudio particular, se sitúa en la tradición científica de un racionalismo de la interpretación más adecuada? (24).
crítico liberalizado (Ciroebcn) o de un constructivismo radical (Schmidt). Aquí no podemos dar cuenta de todos los procesos y de todas las descripcio-
Ambas posiciones se diferencian según la importancia que conceden a la in- nes de los dispositivos experimentales; hemos de contentarnos con un esbozo
fluencia de los subjetivos sobre los "hechos". burdo de los resultados: la interpretación correspondiente al análisis formal
ELRUD UISCII I.A RECEI'CIÓN LITERARIA 299
298

en su programa: este último admite que la significación es variable y, en con-


fue eliminada porque las citas íntegras alcanwban un tamaiío desproporciona-
do. Por lo tanto, no quedaron más que tres proyectos. La interpretación psicoa- secuencia, es la amplitud de la variación lo que llega a ser prioritario. No se
nalítica se descartó en las tres experiencias como una concreción de sentido puede ocultar que Grocben propone esta cmpirización en función de lo que la
inadecuado al texto (237). Según los términos de Groebcn, plenamente cons- teoría de la recepción pone a su disposición. El subtítulo del último ensayo ci-
ciente del alcance limitado de los resultados, "el proyecto de interpretación tado es la prueba de ello: "L'empirisation comme conséquence et critique
psicoanalítica [puede] ser declarado inválido, al menos para la República Fe- de la théorie de la réception" [La empirización como consecuencia y crítica
deral de Alemania y para la población de lectores consultada" (237, 238). La de la teoría de la recepción].
hipótesis interpretativa marxista "reveló la mayor concordancia (aun cuan- Por su parte, el programa de Siegfried J. Schmidt y del grupo NIKOL reivin-
do no fue completa) con la significación del texto". La hipótesis hermenéutica dica el estatuto de concepción nueva. Si Groeben se preocupa ante todo por el
muestra de nuevo las mayores desviaciones en relación con el texto literario tal método (adaptando métodos empíricos con el fin de garantizar la validez cien-
como éste es recibido; estas diferencias no bastan sin embargo para invalidar tífica de la disciplina), Schmidt se interesa en primer lugar por la teoría antes
este proyecto (238). Uno de los resultados de la experiencia fue que los inves- de emprender cualquier investigación empírica. La empirización de la inter-
tigadores refonnularan la pregunta: las encuestas empíricas únicamente per- pretación no es su objetivo. Se trata ante lodo de asignar su lugar a la interpre-
mitieron afirmar cuál de las hipótesis de interpr6tación resultó inadecuada, tación en el marco de la teoría empírica de la literatura (Empirische Theoric
der Literatur, ETL).
mientras que resultó imposible una decisión sobre la adecuación (239).
No vamos a examinar aquí la segunda pregunta, que se refiere al método Schmidt basa su ETL en la teoría de la acción (líandlungstheorie); parte del
mejor. Indiquemos simplemente que el método close-procedure resultó poco principio de que los "fenómenos literarios" nunca son el producto del compor-
..:) tamiento de los sujetos concretos (Hauptmeier/Schmidt, 1985), que se trata de
económico y por lo tanto inadaptado.
El concepto de lector que propone Grocben se refiere al lector concreto so- actos de producción, de transmisión, de recepción o también de tratamiento
(59). En este marco teórico, la interpretación de los textos literarios no es una
·-·......1
metido a la experiencia; su posición es radicalmente no hermenéutica. Su pre-
tensión de intersubjetividad está garantizada por la separación del sujeto Ydel operación científica, sino que se inscribe en el sistema literario ( 130). Por lo
objeto. Groeben tiene la ambición de "empirizar"la ciencia de la literatura. La tanto, el intérprete no es exterior al sistema de acciones que el científico tiene
forma gramatical del concepto de empirización deja entender claramente por por misión estudiar empíricamente, sino que actúa dentro de este sistema, ya
sí misma que se trata de transformar una problemática hermenéutica por excc· sea recertor o experto: "Los científicos analizan el sistema literario; su activi-
!encía en una problemática empírica. El punto de vista de Groebcn insiste en dad obedece a los criterios del sistema de la ciencia. Los intérpretes tornan par-
te en el sistema de la literatura, son actores de este sistema" ( 130).
:r.l que una gestión empírica también permite, y hasta mejor, responder a las prc·
guntas hermenéuticas. Esto le valió la crítica siguiente por parle de la herme· Hauptmeier/Schmidt destacan que su concepción de la interpretación se
néutica: tratándose de problemas históricos, esta gestión no tiene ningún valor acerca a la de H. Steinmclz, para quien las interpretaciones, lejos de ofrecer
-el lector histórico, en efecto, no puede cumplir el papel de un sujeto de ex.· una coherencia científicamente demostrable, con apoyo del texto, no son
pcriencia. Grocben admitió entonces que la investigación histórica no pod.rfa sino "confrontaciones socialmente logradas con textos literarios" ( 129) en las
prescindir de "escuelas hermenéuticas" (Groeben, 1981 a). Entre los proptos que intervienen las referencias propias del intérprete, sus "necesidades, com-
empiristas -el círculo de colaboradores de Schmidl en particular-, se repro- petencias, conocimientos e intenciones" ( 128). De acuerdo con Steinmetz, pe-
chó al programa de empirización de Grocben que estaba demasiado centrado ro también con Stanley Fish, aquéllos se niegan a deducir la significación justa
en la pregunta hermenéutica de la interpretación del texto y de que permanccfa del texto; la investigación empírica permite descubrir las diferentes interpreta-
prisionero por esto mismo del pensamiento hermenéutico, a pesar del méto_do ciones en función de su contexto y de su pertinencia social.
' ~

Los críticos deben ser considerados también como actores del sistema lite-
empírico. Esencialmente, la pregunta de la validación/no validación de las stg· .,
nificaciones dadas a los textos sería un enfoque típicamente hermenéutico, ya !~ rario. Junto a su deber de información, tienen un papel decisivo en la discusión
de las normas del sistema de lo literario: contribuyen activamente a defender o
que el objeto sigue siendo precisamente designar una sola significación ade· .•
!; a ~echazar la pertinencia de algunos modelos de comportamiento o de pensa-
r~

cuada al texto. En su respuesta, Grochen llama la atención entre otras cosas


L: miento abordados en los textos literarios (Schmidt, 1982).
sobre el hecho de que la importancia del concepto de adecuación es diferente j~

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300
FLRUD lllSCII LA RECEPCIÓN LITERARIA ::101

En el nivel teórico, Schmidt plantea preguntas sobre los diferentes terrenos programa de investigación a partir de una problemática, se abre el espacio para
del sistema literario (productor, intermediario, receptor), por ejemplo, sobre la un cuestionamiento socialmente pertinente y hasta, cuando esto es necesario,
función y el efecto de la literatura (su producción y su recepción). La puesta~! para un rechazo de la tradición.
día sistemática de estas preguntas puede generar hipótesis que habrá que vcn- Hasta ahora, la investigación empírica es relativamente impotente frente a
ficar empíricamente. Los criterios científicos son: el carücter explícito, siste- las cuestiones históricas. El estudio sobre Trakl de Rusch y Schmidt ( 1983)
m:ítico, y la posibilidad de una demostración intersubjetiva. Su fundamento tiene el inmenso mérito de haber aclarado los problemas (cf. a este respecto
epistemológico no es el descubrimiento, sino la construcción de los "hechos" Pasternack, 1985). Hay que observar también que la investigación histórica
(Finke, 1982). . hermenéutica se ha mostrado convincente hasta ahora, aun cuando se le pueda
Las investigaciones empíricas no se refieren ímicamente a los lector~s, smo reprochar que no aclara suficientemente su manera de plantear los problemas
también a los otros actores del sistema literario. Así, encontramos por eJemplo ni su marco teórico.
un trabajo sobre los productores literarios (Schmidt/Zobel, 1983). El post:Ila-
do de una distinción entre conl'ención.fúoica y convención estética reviste
particulur importanciu en la ETL de Schmidt. La hipótcsi~_?e_un don~ini(~ de
11
la convención estética sobre lu convención fáctica se venf1co y confmno en
un estudio por sondeo (realii,ado en toda la República Federal, Hintzenberg/
Schmidt/Zobel, 1980): "Las respuestas muestran claramente que la verdad, en El discurso del estudio de la recepción no ofrece unidad alguna. Las tenden-
tanto que categoría semántica y referencial, forma parte de los valores que so_n cias que ahora vamos a abordar, como la reader's response theorJ' norteame-
los menos importantes en la atribución del carácter literario" (65). Para mati- ricana (Blcich, Jlolland) o la contribución alemana oriental a este debate, dan
zar, hay que agregar que cuanto más elevado es el nivel de cultura, más fuer~e aún más fuerza a esta problemática.
es la socialización respecto de la convención que se postula (67). Se podna Expondremos en primer lugar las investigacilmes norteamericanas sobre el
emitir además la crítica siguiente: el propio tipo de la encuesta (preguntas glo- lector, que nos permitirán hacer la transición a la investigación empírica ale-
bales de acuerdo con supuestos y criterios de clasificación, en vez de una con- mana. Comparando estas dos variantes, se comprueba que ambas se basan en
frontación directa y personal con los textos literarios escogidos en los campos moriwlciones, supuestos epistemológicos, conceptos de literatura y, por últi-
temáticos diferentes) dejaba prever una confirmación de la hipótesis. Para per- mo, objetivos diferentes.
cibir las tensiones entre convención estética y convención fáctica (que como A la motivación científica y teórica, dominante en el espacio gcrmanófono,
bien sabemos, siempre han existido en literatura), habría que construir hipóte- corresponde una motivación del orden de la psicología y hasta del psicoaná-
sis que tuvieran en cuenta resistencias muy concretas (por cjempl~, implica- lisis de los procedimientos cognitivos en los norteamericanos. Los supuestos
ción emocional en algunos temas, competencia en un terreno, reacciones a las epistemológicos de los norteamericanos se sitúan en el ".w/Jjective paradigm",
informaciones que no coinciden con el saber adquirido [disonancia congniti- y hasta en el "transactire paradigm ", mientras que la investigación empírica
val. estructura dogmática de la personalidad 1lbsch, 1984 y 1985 J). Nuestra alemana reagrupa, como ya hemos mostrado, una rama racionalista crítica y
hipótesis es que, en muchos casos, la fuerza de la convención fáctica limitaría una rama constructivista.
considerablemente el dominio de la convención estética. Al concepto alemán de literatura, concepto convencional que emana del
Un estudio empírico de los diferentes actores del sistema literario, que exa- formalismo y del cstructuralismo, corresponde un concepto de literatura sin es-
mina con ayuda de métodos sociopsicológicos los supuestos, las reacciones Y pecificidad del lado norteamericano. Si en Estados Unidos los objetivos de la
los comportamientos, se distingue por una estructura de enunciados en la que investigación son el conocimiento de sí y la ampliación de los conocimientos
las afirmaciones descriptivas, explicativas o los pronósticos están diferencia- del sujeto, en Alemania se fijan en la validación empírica de interpretaciones
dos de los postulados o de los juicios de valor. hermenéuticas así corno en la descripción de la literatura como sistema social.
Basados en una suma de datos válida, los resultados obtenidos después de En el su!Jjecti1·e criticism ( 1978) de Bleich, no hay lugar para la intención del
verificación empírica permiten mati1.ar y corregir los postulados especulati- autor, y la estructura del texto no es ena instancia que guíe bs interpretaciones.
vos de la hermenéutica. En la primera fase, aquella en la que se proyecta un Trat:índose de la estructura de los textos, examinemos la cita siguiente: "En
302 ELRUD IIISCII LA RECEPCIÓN I.ITER.\RIA 303

el paradigma subjetivo, el papel epistemológico de estas limitaciones no tiene hechos empíricos son en consecuencia los siguientes: la reseiia de la experien-
importancia: funcionan como cualquier objeto real funciona, puesto que pue- cia de lectura, el análisis de esta experiencia y, eventualmente, la comparación
den ser modificadas por la acción del sujeto" ( 112). En este contexto, lo impor- entre una experiencia de lectura de infancia con una lectura ulterior de la mis-
tante es el concepto de "real object''. Éste representa la referencia absoluta del ma obra. En efecto: "En especial cuando los recuerdos de las lecturas de la
paradigma objetivo, mientras que, en el paradigma subjetivo, cuyo portavoz es infancia son fuertes, es probable que la comparación de estos recuerdos con
Bleich, este objeto "se considera admitido" -se supone no problemático ya una nueva respuesta aporte un elemento de conocimiento diferente, pero de
que la conciencia se dirige inmediatamente a la manipulación simbólica de es- importancia igual" (20 1).
,. Para que las experiencias de lectura subjetivas se traduzcan eficazmente en
tos objetos ("La conciencia considera a los objetos reales admitidos y dirige
sus esfuerzos ya sea a la manipulación simbólica de los objetos reales, ya sea conocimiento intersubjetiva, es necesario que las conceptualizaciones se re-
a la 111<1nipulación de objetos que ella ha creado y que son objetos simbóli- flexionen en un debate de grupo en el que el profesor-una diferencia más con
cos" (88)). La literatura, como las Jemás manifestaciones <.lellenguaje y como Hollancl- no es un simple observador, sino un participante. Para designar esta
el suciio, pertenece al terreno de los objetos simbólicos, cuya función es servir, rellexión en común, Bleich emplea el término "negotiation": "dentro de la re-
gracias a la interpretación, al conocimiento de sí: "Porque la literatura es un lación pedagógica, se negocia el enunciado según el fin que ha sido objeto de
objeto simbólico, tiene por función normal crear ocasiones de interpretación: un acuerdo común" (!51) (e f. asimismo William Ray, 1984, 85).
algo como una obra literaria autónoma no existe" ( 159). El proceso de conoci- El su!Jjective criticism de Bleich no hace de la literatura un terreno particular.
;1!:
•:lt: miento de sí, cuyos objetos simbólicos -sueiios u obras literarias- son el es- Como lugar de interpretación, la literatura tiene el mismo estatuto que todos los

.....
(1)

c..;,
tímulo principal, excluye prácticamente el deseo de conocer la intención del
autor. Es cierto que se puede contemplar un conocimiento de sí que pase por
enunciados, que los sueiios o que la acción humana. Ni las particularidades del
lenguaje, ni los juicios de valor influyen en cualquiera que sea el conocimiento
el conocimiento de otras personas -lo cual puede incluir también al autor. de sí. En cambio, una reacción de evaluación negativa equivale para Bleich a
<1: Pero no es esto lo que entiende E.D. Hirsch, por ejemplo, con el término de una autocensura: "El rechazo de un objeto simbólico es una especie de auto-
u "stable meani11g", adquirido por el conocimiento de la intención del autor: censura, puesto que en realidad se rechaza su propia simbolización más que el
1..&..$
"Como la interpretación <.le los sueños, la interpretación de un objeto estético objeto mismo" (211 ). Al estímulo material sólo se le pide una "interpretive
t-
C::J no está motivada por el anhelo de conocer las intenciones del artista[ ... ], sino occasion" que suscite la "simbolización" (puesta en palabras) de los contenidos
por el Jeseo <.le elaborar, para nuestra propia cuenta y para la de nuestra comu- de la conciencia. "El subjective criticism tiene por hipótesis que los móviles
-.J
t:(:1 nidad, un saber a partir de la experiencia subjetiva que tenemos de la obra de más apremiantes de un sujeto son comprenderse a sí mismo y que la vía más
arte" (93). simple de esta comprensión es que tenga conciencia de que su propio sistema
t:Q
El subjectivecriticism de Bleich está orientado a la cognición. Reserva un grnn lingiiístico es el medio de la conciencia y de la autodirección" (297, 298).
1 lugar a la acumulación de conocí mientos y de experiencias, una de las razones No es nada extraiio que la perspectiva de Bleich, con sus supuestos episte-
de su polémica con Norman Holland. En este último, el identity-theme condu- mológicos, no lo acerque para nada a la estética de la recepción alemana (cf. su
ce a una self-rep/icatioll que ciertamente puede tener valor terapéutico, pero observación de la p. 101, en la que los nombres que cita revelan un conoci-
que perjudica la adquisición de todo conocimiento nuevo e impide, así, toda miento muy global de esta corriente).
adaptación social y psicológica, como sería posible y deseable: "Pero el invo- El programa de Norman Holland, centrado en el lector, concuerda en puntos
lucramiento común del yo en nuevas experiencias no tiene estas razones tera- importantes con el de David Bleich. Es probablemente el acuerdo en las opcio-
péuticas, sino que es resultado del impulso natural a expresar un nuevo sentido nes fundamentales lo que les permite confrontar sus posiciones respectivas.
del yo, que responda mejor a las circunstancias más recientes de la vida" ( 122). Hay acuerdo sobre la definición del objeto de investigación: éste no es el
El objetivo de Bleich, centrado en una psicología de la cognición, pasa por los texto liter<lrio, sino la reacción del lector. Están también ampliamente de
graJos del conocimiento de sí, de la ampliación de este conocimiento y, por acuerdo sobre los métodos empíricos, que conciernen más a un análisis de con-
último, de su traducción en comportamiento. Se alcanza gracias a diversas for- tenido (la interpretación de informes de experiencias y de entrevistas) que a un
mas <.le conceptualización de las experiencias de lectura y mediante un trabajo estudio estadístico. Comp<1rten por último un mismo concepto de literatura no
común sobre estas experiencias entre alumnos/estudiantes y profesores. Los específica.
304 ELRUD IIIS\11 l. A RFCFI'CIÓN 1.11 ERARIA
305

Blcich y llolland se distinguen no obstante en el nivel de la epistemología cualquier realidad. Ahora bien, este último punto es el que nos interesa: el des-
y de la función de las experiencias del lector. El ensayo de Holland The ncw pliegue del tema de la identidad no supone la especificidad de un extracto
paradigm: subjcctive or transactive? ( 1976) expone en términos muy mesura- de esta "other reality". Cuando Holland h<Jbla del encuentro de un indivi-
dos la controversia. Holland critica en primer lugar el paradigma subjetivo duo con umt "other reality", cita una serie de "realidades", entre las que la
de Blcich y le contrapone su paradigma transactivo. El idealismo subjetivo de literatura no ocupa una posición eminente. Dice, por ejemplo: "el sujeto que
131cich, impregnado de Berkeley, tiene una consecuencia inaceptable para Ho- percibe a otra persona o cualquiera otra realidad" (33R), "los materiales que la
lland; en efecto, el hecho de declarar: "El observador es un sujeto; su medio de literatura o la realidad ofrecen" (33R), "los recursos de In realidad (incluidos el
percepción define la esencia del objeto y hastn, pnra empezar, la existencia lenguaje, el cuerpo propio, el espacio, el tiempo ... )" (343). Podríamos multi-
de este objeto" (339) vuelve imposibles todas las distinciones y toda innucn- plicar los ejemplos.
cia recíproca: "No se puede hacer ninguna difcrcnci:¡ entre unicornios y caba- El hecho de trabajar sobre las reacciones a la literatura no es una condición
llos, ni entre el presidente McGovcrn y el presidente Ford" (339). Además, el ncccs;.¡ria para Holland, sino sólo contingente. El "set ofsymho/s" -él traduce
subjetivismo de Bleich, quien mantiene la dicotomín entre sujeto y objeto, ig- así Hamlet como lugar del encuentro con la realidad- no tiene más función
nora, scgúnl-lolland, el radicalismo del snbcr más reciente, que concibe la "rea- que cualquier otro extracto de realidad. No se puede emitir ningún enunciado
lidad" como una transaction. llolland toma un ejemplo de transacción de sobre 1/am/et, sino únicamente sobre las interacciones de un individuo con el
Piagct, en el que se trata de una "niña de dieciséis meses, que utilizaba la aper- texto. Si producir un enunciado sobre la "realidad" antes de que tenga lugar
tura de su boca para comprender la apertura de una caja de cerillos" (340). una transacción es imposible, la "realidad" puede muy bien prescindir de toda
.... Holland piensa también que el subjetivismo epistemológico de Dleich está especificidad.
en contradicción con su estudio empírico del lector: "Los ejemplos que da Si en Blcich la posibilidad de adquirir un saber nuevo no estnba en el objeto
Bleich de una respuesta subjetiva responden mejor al paradigma de la transnc- (recordemos que él rechaza este concepto) sino en la negociación entre dife-
ción, que sitúa la realidad fundamental en la relación entre el yo y el no-yo" rentes sujetos sobre las expcriencias,la concepción de Holland ignora todo sa-
(340). Él no ofrece ningún medio de establecer, gracias a la "negotiation", un ber nuevo (ya hemos citado la crítica de Bleich a este respecto). La primicia del
..,,., consenso entre las "perceptions" (342), puesto que la interacción entre self tema de la identidad es el reconocimiento, no el "descubrimiento".
y other está impedida por el privilegio que se le acuerda de entrada al subjeti- Podríamos preguntarnos en qué medida cstns variantes estadunidcnses son
vismo. verdaderamente empíricas. ¿No se trataría m;ís bien de una especie de herme-
En el centro de la interacción, en llolland, se sitúa la "identity-recreation" néutica dialógica? Este concepto fue utilizado por Grocben ( 19R 1 h) para dis-
de un individuo en su encuentro con otra "realidad". La concepción de llolland tinguir la perspectiva de Nonnan Holland de la hermenéutica monológica, que
necesita la "othcr reality", que le permite crear un lugar en el que la identidad suscita interpretaciones en las que el investigador es simultáneamente el recep-
se pueda reflejar: "El individuo aprehende los recursos de la realidad (incluido tor (como el enfoque psicoanalítico, al que Groeben hacía referencia). Bleich
el lenguaje, el propio cuerpo, el espacio, el tiempo, etc.), mientras que la rela- Yllolland garantizan la separación entre el sujeto y el objeto. No obstante, el
ción que mantiene con ellos son las réplicas de su identidad" (343). El indivi- hecho de que sus métodos ~cnn difícilmente controlables y la intervención
duo encuentra esta realidad "con un conjunto de expectativas características, interpretativa del propio investigador cuando evalúa las respuestas amenazan
cuyo caso ejemplar es el equilibrio entre los deseos y los temores que se en· ': el estatuto empírico de este camino. Incluso los conceptos teóricos de Bici eh
cucntran vinculados". El fin de la percepción del "otro" es "satisfacer estos YHolland, que pretenden ser generalizables, no pueden compensar totalmen-
deseos y minimizar estos temores: el sujeto perceptor recrea sus modos carnc- te estas debilidades. Sin embargo, no cabe ninguna duda de que Bleich y
tcrísticos de adaptación y de defensas -·que son aspectos de su tema de iden- ' Holland representan una variante avanzada de In teoría de la recepción al re-
tidad- a partir de materiales que la literatura o la realidad ofrecen" (33R). nunciar a su propia interpretación del texto y trabajar con los lectores históri··
La identidad es definida como "la unidad que se descubre en el compor· cos concretos.
tamicnto de un individuo" (343). El trnbajo empírico de Holland consiste Para terminnr con la contribución norteamericana a la teoría de la recep-
en circunscribir la identidad de una persona (mediante conversaciones, ob- ciiÍn, expliquemos por qué nos hemos limitado a Bleich y Holland. Estos dos
servaciones) y en redescubrir el tema de la identidad después del encuentro de representantes de la corriente psicol6gica/psicoanalítica han desarrollado sus
ELRUD IDSCII
306 LA RECEPCIÓN LITERARIA 307

posiciones independientemente de la situación europea. y aportan de este modo ( 1976) formula: "Yo no veo tanto un cambio de paradigma como un movi-
una contribución norteamericana autónoma, que saca a la luz claramente las miento de péndulo" (455), dejando entender así que él considera que el progra-
diferencias sobre todo con relación al programa alemán. Hay otras concepcio- ma de Jauss es más bien un desplazamiento arbitrario del centro de interés que
nes nortea~ericanas del estudio de la recepción que hacen referencia explícita un avance teórico.
a la estética de la recepción alemana o se integran, por su motivación Y sus o~­ Aquellos que critican la estética de la recepción citan las palabras de Karl
jetivos, a la discusión europea. Esto se aplica incluso a! concepto de comu.m- Marx (Introducción a la crítica de la economía polftica): "La producción pro-
dad de interpretación de S tan ley Fish ( 1980). Hay estud1os sobre.)~ adapta~1ón duce, pues, el consumo, 1] creando el material de éste; 2] determinando el modo
en Estados Unidos de las escuelas europeas de teoría de la recepc1on, por eJem- de consumo [puesto que el objeto es siempre un objeto específico]; 3] provo-
plo Suleiman/Crosman (1980), Mailloux (1982), Ray (1984) y Holub (1984). cando en el consumidor la necesidad de productos que ella ha creado [ ... )"En
relación con el consumo, la producción representa "el elemento englobador"
(Naumann, 1974, 217, 218).
JII La aceptación de la concepción marxista implica irremediablemente algunas
primicias epistemológicas importantes. En primer lugar, la de la objetividad
("puesto que el objeto siempre es específico"): "Designamos con el concepto
La exposición de la teoría de la recepción quedaría inco~pl~ta sin la rea~­ de prerrecepción (Rezeptionsvorgabe) la capacidad de una obra para guiar la
ción y la contribución de la ciencia de la literatura en la Repubhca Domoeráll· recepción[ ... ]; se trata de una categoría que expresa las funciones potenciales
ca Alemana. Si esta variante no se ha abordado al mismo tiempo que las otras que puede cumplir una obra a partir de sus características" (Naumann, 1974,
escuelas alemanas es porque el estudio de la recepción enlaRDA no representa 224). Asimismo está dada la realidad objetiva (de)scrita en la obra de arte: "La
un cambio de paradigma ni un proyecto nuevo. La autonomía del texto, de la obra es el producto de una a e ti vi dad en la que el autor entra necesariamente en
que la teoría de la recepción tenía que separarse para redefinir su objeto, estab.a relación, no sólo con la realidad, que le es dada objetivamente, y con el proceso
de todas maneras ausente de la ciencia literaria marxista. Tampoco se expen· literario [ ... ]" (Naumann, 1974, 224). O bien, en una formulación más concre-
mentaba de este lado la necesidad de una nueva orientación epistemológica ta en Robert Weimann: "La función formadora (bildende) de la literatura es
porque se consideraba que la teoría del conocimiento dialéctico, funda.mento a i paralela a su función mimética (abbildende), refiriéndose ambas funciones al
Ja vez sólido y flexible, era suficiente. EnlaRDA, el debate a propós1to de la movimiento histórico de la sociedad a través de la fuerza de producción y la
teoría de la recepción se ha de considerar, por lo tanto, una reacción cuyo blan· lucha de clases" (Weimann, 1974, 239).
co principal es Jauss e lser. . · La objetividad determina la respuesta de los investigadores marxistas a la
Las proposiciones que formula la Escuela de Constanza han prop~rc1onado "libertad del lector", a propósito de la cual Naumann afirma: "La libertad de
una posibilidad de diálogo con los investigadores de laRDA que hac1a falta en los lectores frente a las obras encuentra sus límites en las propiedades objeti-
la época en la que la interpretación inmanente domin~ba. ~~teoría d.e la recep· vas de las propias obras" (Naumann, 1973, 85). No obstante, para no resultar
ción ha hecho que vuelva a surgir el problema de la h1stonc1dad, ecl1psa~o ~r sospechoso de haber hablado de una influencia mecánica del objeto sobre el
un momento en la RFA, pero que siempre había estado en el centro de la c1enc1a :e lector, agrega que la actividad receptora está determinada por la obra y por
,.
enlaRDA. ~
,.
el lector (86). Sus interlocutores no marxistas podrían dar su asentimiento si
Vamos a describir en primer lugar la reacción marxista a Jauss e Iser Ydes- una observación complementaria no viniera a romper este acuerdo. Leemos a
pués una variante empírica del estudio del lector en laRDA. · ,; Naumann: "[ ... )La obra es la cara objetiva y el lector la cara subjetiva (igual-
Uno de los reproches más frecuentes y más importantes de los represen· mente determinado objetivamente en última instancia) de la relación" (86).
tan tes de laRDA a la estética de la recepción tiene que ver con la manera en que El relativismo de la interpretación de tipo burgués halla su contrapartida en
la recepción se separa de la relación dialéctica entre producción Y consumo "· la genética literaria de tipo marxista. Weimann reprocha a la estética de la re-
(Naumann, 1973; Warneken, 1974; Naumann, 1974; Wei~ann, 1974~. cepción que oculte la cuestión de la verdad poética. Y le contrapone: "la labor
Cuando privilegia la recepción con relación a la producc16n, la estét1ca de la realmente decisiva del historiador de la literatura no consiste en demostrar que
recepción pierde toda pretensión de construir un paradigma. Manfred Naumann ·~ todas las normas de interpretación sean los desarrollos legítimos de un poten-

. --~-----------
LA RECEI'CIÓN LITERARIA
308 EU<IIIJIBSCII 30()

cial poético infinito, sino relativizar las intcrprctacion~s .hi.stór~~amc~Jl~ de- basa en la convicción de un progreso logr;~do a partir de ahora en la sociedad
terminadas, refiriéndose a la génesis histórica de la objetiVIdad (Wc1m.mn, soci;~lista, progreso susceptible todavía de ascender en el porvenir, mientras
1974, 275). que las máximas de pensamiento y de acción siguen siendo J;¡s mismas.
Como estos reproches apuntan a Jauss e !ser, vamos a recordar lo que hemos La incompatibilidad entre estas normas fundamentales está reforzada por
dicho a propósito de las concepciones de la Escue.la de Constanza: que ellos las reflexiones de Naumann ( 1973) y de Rita Schobcr ( 1982). En nombre de la
limitan en gran manera esta arbitrariedad. !ser, med1antc su concepto d~lle~~o~ "percepción justa, Naumann se erige contra el postulado de una "percepción
implícito, así como con su obscrva.ción ~o.bre ~1 fracaso ~e la c_omumcacwn~ nueva e inquietante de las cosas" (Naumann, 1974, 74 ). No se trata de choques
Jauss mediante el recurso a su prop1a actiVIdad mtcrpretat1va y con el p~stul.a o de efectos estéticos, sino de "inteligibilidad". Critica el concepto de distan-
do de un horizonte de expectativa objctivable. En el e~s~yo so~rc lplugen.le, cia estética en J auss: "El lector ideal ahora es aquel que se dclei la en la dcstmc-
Jauss realiza en ]a práctica lo que Wcimann exige. Relalivl7.a las I.nt~rprct~cw­ ci6n permanente de su 'horizonte de expectativa literario' en la literatura 'm;ís
nes 1cJ iriéndose a las circunstancias que corresponden a la géncs1s !Jtera.na, es reciente' [ ... )mientras que cualquier acuerdo auténtico, por ejemplo, entre
cierto que sin apelar a una "objetividad histórico-genética". Jauss_Y ~c1mann una literatura revolucionaria y sus lectores en tanto que sujetos históricos rea-
están cerca el uno del otro cuando abordan el problema h.ermeneut1co de las les, quedaría descalificado como objeto estético desde su aparición" ( 131J).
relaciones de horizontes de experiencia históricamente diferentes. COJ.no_ ya En un artículo publicado en 1976 en la revista Poetica, Naumann registra
¡0 hemos seiíalado, la confrontación de estos horizontes tiene por objetiVO positivamente los matices que aporta Jauss a lo largo de los años al tema de la
en Jauss el restablecimiento de una cadena de trad.iciones que cor~~sponde destrucción del horizonte ele expectativa, en particular en su ensayo intitulado
principalmente a una estética de la negatividad. Wemwnn ha.bla del proces?, "El modelo interactivo de la identificación con el protagonista" (en Jauss,
consciente de confrontación de valores pasados con evalua~wnes presentes 1977). Jauss concedía en él un cierto lugar a la legitimación de las normas y a
(V¡ .· . la identificación catártica con el protagonista. Naumann habla de un "giro ca-
eJm.tnn, 1974 , 239)
- · Se trata de la relación actual con la literatura
. , .. delb'pasa-
·6
do, "que sólo se vuelve viva a partir de esta puesta en relac1~n . Su am ICI n tártico en la estética de la recepción" (Naumann, 1976, 465) y llega incluso a
es volver actual la literatura del pasado, "sin por esto a~tualJzarla de manera situar en este lugar un "cambio de paradigma en la estética": "El arte tenía de
vulgar". Hay que respetar "la objetividad obtenida medwnte. u.~a reconstr~:­ nuevo el derecho de establecer un consenso, de seguir y de fundar la norma, y
ción histórica Jo más meticulosa posible"; sólo con esta cond1c1on, la relac1 n la percepción estética simple, relevada por la catarsis, podía cumplir de nuevo
con la herencia se enriquece y llega a ser fecunda (239). una función de conocimiento" (464).
Ahora podernos también preguntarnos en qué consiste el valor d.c u~a ~c~ua­ Además, Naum:mn pretendía que Jauss había descubierto al "lector real",
lización que sigue siendo tan claramente prisioner~ de.!~ géncs1s lu.stonca. mientras que al principio le había reprochado que renunciara a integrar las di-
wci mann responde, junto con Marx, que esta actua!Jzac1on nos _Perm~te ~~!a­ ferencias sociales e históricas del público (Naurnann, 1973, 138). Cita el estu-
rar las etapas de la conciencia de sí. A partir del punto de v.Jsta h1stor~:o dio de Hillmann, mencionando incluso las reservas que Jauss formula contra
progresivo del presente, el pasado es rci~tcrp.rct:.tdo (:62). La Inle.rpretacwn este estudio, sin dejar de predecir las decepciones a las que le llevará este tipo
adquiere así una pertinencia social: "La lnstona !Jtcrar~~ no se agot,J e~ 111~ e~­ de estudio del lector: "Esta 'estética del efecto', convertida en dominante, y
tudio de Jos textos del pasado, que procede por proyeccwn; aba~ca el pnnc1p10 que se ha adaptado de manera intencional a las condiciones heterogéneas de la
deJa aplicación de los valores reconocidos, desde el punto de VIS t.;~ d~l ~resen­ producción y de la recepción literarias, resulta empirista, pragm;ítica y oportu-
te. El fin último del trabajo hist6rico no reside en una 'comprens~on (sun~lc­ nista; se reviste también a veces con vestiduras populistas o rct<Íricas" (465).
mcntc por el placer de comprender), sino que consiste en volver VIVO y :,e alizar El juicio que Naumann pronuncia entonces sobre el estudio empírico del
¡0 que es válido (a partir del punto ele vista _más a~;~nzado del ~r~scnte) (26~). lector conduce a preguntarse si el concepto funcional desarrollado en la RIJA
Jauss y Weimann, que coinciden en la confrontaci~>n h~~rncnc~lllca entre el pa- por Weimann, Naumann, Schobcr, Schlenstcdt y otros en reacción a la estética
sado y el presente con el fin de permitir una eltJcJdacJOn rc~1proca dcl.t~no Y de la recepción aj ha conllevado el desarrollo enlaRDA de un estudio empí-
del otro, divcrgcn a propósito de la norma. La teoría de. la JntcrpretacJOn de rico de la comunicación literaria, y bj si ha permitido eventualmente un debate
Janss tiene por motor el hecho de que el arte pone contmuamcntc en tc.la de interno entre Jos susodichos representantes de una hermenéutica dialéctica y
juicio cualquier modo de lcgitimacilÍn, sea cual sea. Wcunann, en camb10, se los representantes de la corriente empírica.
310 ELRUDIBSCII LA RECEPCIÓN LITERARIA 311

Podemos contestar de manera afirmativa a la primera parte de la pregunta. de existencia, en materia de educación, en las ambiciones culturales y espiri-
Con la obra Funktion und Wirkung [Función y efecto] ( 1978), Dietrich Som- tuales y, por último, en las experiencias existenciales y artísticas más concre-
mer representa junto con sus colaboradores un grupo de estudio empírico en tas" ( 111 ). Las encuestas demográficas sobre las expectativas de los lectores,
sociología de la literatura. En ningún momento del estudio se trata ni de sepa- sus motivaciones, los temas y las materias que ellos prefieren, permiten captar
rarse, ni de oponerse, ni de superar a Jos representantes de la hermenéutica estas diferencias todavía notorias. Así pues, se reparte a los lectores según
dialéctica. Ni el concepto de lector, ni las condiciones epistemológicas, ni las sus necesidades sean 1] difusas, 2] no del todo difusas, pero tampoco clara-
opciones éticas de los empiristas parece que proporcionan la ocasión de un de- mente diferenciadas, y 3] diferenciadas. El primer grupo privilegia las novelas
bate comparable más o menos al que contrapuso a Grocben y a Schmidt, por de amor y sentimentales, las novelas provincianas y campesinas, las historias
una parte, y la estética de la recepción en la RFA, por otra, en la teoría de la pueblerinas. El segundo grupo escoge las historias de viajes, de animales y de
recepción en laRrA. Existe la tentación de juzgar positiva esta continuidad de caza, las memorias, la literatura para la infancia y para la juventud, mientras
la investigación, esta transición casi perfecta de la hermenéutica histórica al que el tercer grupo prefiere las novelas y los relatos sobre el desarrollo de la
método de los cuestionarios (cf. la utilización de los resultados empíricos por sociedad socialista de hoy, sobre el movimiento revolucionario obrero, sobre
Sommer, en Schlcnstedt, 1979, 88 ss). Aquí, la perspectiva empírica despierta la resistencia al fascismo, sobre el exilio, así como sobre las luchas de libera-
no obstante algunas preguntas. ción de los pueblos oprimidos (271, 272). Los cuadros que se agregan en el
La parte teórica del estudio de Sommer desarrolla las mismas normas con apéndice (los cuestionarios no se proporcionan) autorizan a concluir que las
respecto a la función y al efecto del arte que las que encontramos en la variante personas interrogadas no tenían la posibilidad de citar otros campos temáticos
hermenéutica de la ciencia marxista. Acerca de esto hay poco que objetar más que los que se les proponía.
como no sea que todo estudio empírico tiene la obligación de verificar las hi- Nos esforzamos por evitar la impresión de que las diferencias entre las ne-
,.. pótesis funcionales; es posible seriamente atenerse a que sean refutadas. Sin cesidades coinciden con las diferencias entre trabajadores e inteliguentsia. Un
•,
')
embargo, en Sommer y sus colaboradores, lo que se busca no es tanto compro- estudio de contrastes sobre el comportamiento de estos dos grupos indica que
l bar las hipótesis funcionales como legitimar la manera en que se representa la "el esfuerzo por ampliar la experiencia del mundo es tan fuerte en la clase
función social del arte en una sociedad socialista desarrollada. Los resultados obrera como en la inteliguentsia y revela una misma orientación" (319). Las
:l de las encuestas demográficas no tienen por lo tanto ninguna influencia sobre diferencias residen en la manera en que los obreros "ponen en relación las
el aparato teórico, sino que únicamente sirven para evaluar el desempeño del experiencias adquiridas por la literatura con su propia vida práctica: su pro-
lector. El efecto previsto y el efecto obtenido se hacen corresponder para me- pia experiencia existencial es el punto de referencia". La inteliguentsia se
')¡ dir el acercamiento al objetivo. Hay proximidad cuando -en el terreno de la comporta de otra manera; no está vinculada tan firmemente a su propia vida
teoría de la herencia cultural- todas las tendencias progresistas del arte del práctica: "Este grupo concibe los objetos literarios [ ... ] como universos so-
pasado son apropiadas y cuando -en el caso de la literatura contemporánea- cialmente determinados y, al mismo tiempo, como representaciones estéti-
los productores y los receptores reconocen "que el arte y la literatura realistas cas" (320).
socialistas permiten expresar de manera comprometida todo el abanico y las Parece evidente que los resultados estadísticos son interpretados de inme-
diferencias de las propiedades estéticas de la realidad social y natural" (Som- diato en el sentido de las normas del estado obrero, de modo que estas mismas
mer, 1978, 97) y también que "la clase obrera no es sólo la clase dominante de normas que definen la parte empírica de la encuesta sirven también para su
manera absoluta, sino que su visión del mundo y su actividad práctica contie- evaluación. Para citar algunos ejemplos: el resultado empírico (que es sólo una
nen y producen la mayor riqueza de relaciones prácticas y espirituales que son instantánea limitada espacial y temporalmente) de acuerdo con el cual las
determinantes para una sociedad socialista desarrollada" (p. 96). amas de casa y los jubilados tienen un interés muy escaso por la lectura, se
Si bien surgen diferencias entre el efecto previsto y el efecto obtenido, se generaliza de la siguiente manera: "El abandono del mundo del trabajo debe
comprueba que aquéllas se basan en "que en una sociedad socialista desarro- necesariamente alterar las relaciones con la sociedad. Estas relaciones se dis-
llada subsisten, dentro incluso de las orientaciones que tienden a una comuni- i tienden porque el compromiso activo[ ... ] disminuye" (330). En relación con
dad de intereses y al acercamiento de las clases y las capas sociales vinculadas el factor edad, se manifiest1 la convicción de que las generaciones futuras re-
por la amistad, diferencias notorias entre las condiciones sociales de trabajo y accionarán de otra manera gracias a la política educativa.

_______________ _____________________ .._ .


312 ELRUillllSCII LA RfTEI'CIÓN UTFRARIA :lll

Mediante una oposición explícita a la sociología literaria empírica burguesa, en este estudio para juzgar la consistencia del discurso tcúrico -determinar si
a la que se reprocha que no estudie suficientemente las condiciones de forma- el objetivo de la investigación es realmente el estudio de la producción de sen-
ción, el papel clave que corresponde generalmente a la posición cultural queda tido por otros lectores o si esta investignción lleva a la actividad interpretativa
relativiwdo: "Los intereses no están determinados, por lo tanto, por un nivel del propio investigador- no es ajeno al lugar que se ha asignado a cada una de
cultural abstracto, sino por el sistema social y por los esfuerzos que hace la las corrientes, consideradas en sus relaciones con el conjunto. Nos hemos pre-
sociedad para asegurar a todos sus miembros una formación elevada" (342). guntado asimismo en qué medida cada tillo de los proyectos permite describir
De este modo se destaca el éxito de la enseñanza superior politécnica. y explicar el sentido producido por otras personas. En función de estos criterios,
El trabajo empírico del grupo de Halle dio lugar a una discusión en el Siege- el estudio empírico de la recepción se ha beneficiado de una segura preferencin.
ncr Periodicum zurlnternationalcn Empirischen Litcraturwissenschaft ( 1984 Asimismo, los proyectos hermenéuticos cuyos conceptos se pueden convertí r en
y 19!\5). Los alemanes occidentales reprocharon a Sommer que hubiera borra- operacionales y que por esto mismo son susceptibles de cooperar con las otras
do la diferenciación social confin:índola a los grupos de edad separados del perspectivas, se han juzgado más bien positivos. Éste fue el caso con lser. a
mundo del trabajo (Aibrecht, 1984). En efecto, Jo que está en juego en esta quien se ha reprochado. por otra parle y con razón, que conservara en el texto
discusión es lo que se denomina el "tema de la evasión", la voluntad de olvidar demasiado sustrato ontológico.
Jo cotidiano con ayuda de la lectura. Albrecht deduce de los cuadros de Som- La decisión que hemos tomado de distinguir enunciados descriptivos, expli-
..
·•
mer que en la sociedad literaria de laRDA también hay motivos y opciones de cativos y evaluativos, fue una razón complementaria para hacer hincapié en
r: lectura indiferentes con respecto a la literatura socialista actual, y que corres- algunas contribuciones a expensas de otras, mientras que otro investigador tal
•') ponden formalmente a las necesidades de literatura de entretenimiento de las vez hubiera decidido de otr:¡ manera.
sociedades occidentales capitalistas" (Albrecht, 1984, 113). Después de una Se han dejado de decir muchas cosns. Otras se han pasado por alto porque
réplica de Dietrich Sommer y Achim Walter ( 19!\4), la discusión desemboca su articulación sería prematura de momento. En la discusión actual, no todas
en un callejón sin salida. Se reprocha a Albrecht que interprete de manera se- las posiciones están decantadas todavía. Ésta es la razón de que hayamos men-
lectiva los resultados con el fin de "verificar a toda costa una nueva tesis pre- cionado la discusión dentro de la escuela empírica sin entrar en detalles. Este
concebida" (Sommer/Walter, 1985, 201 ). artículo no puede ser más que una instantánea que será necesario rectificar al
Es evidente que los resultados estadísticos no dicen nada sin interpretación cabo del tiempo. El estudio de la recepción no puede pretender ser el único
y que no se obtiene ningún resultado estadístico sin premisas teóricas. No obs- enfoque científico de la literatura y de la comunicación literaria. No obstante,
tante, la diferencia entre un aparato conceptual que guía la encuesta y los dentro de sus límites, tendría que operar de manera consecuente y dedicarse a
conceptos que la inmunizan, reside en que en el primer caso, a] se aceptan un auténtico estudio del lector. El estudio histórico de los documentos, así co-
los desmentidos y b] que se resiste en la investigación empírica aljumping to mo el estudio empírico y experimental del lector eluden la sospecha de positi-
conc!usions, formulando nuevas hipótesis que a su vez se verifican a partir de vismo si se inscriben en marcos conceptuales más amplios, enriquecidos por la
que se cree que se ha encontrado una explicación a una pregunta para la que la ciencia y por la sociedad.
primera prueba no preveía verdaderamente respuesta. Concretamente, los re-
sultados estadísticos muestran que las amas de casa y los jubilados tienen poco
interés por la lectura y ésta es la respuesta a la pregunta que se les ha hecho.
Pero la explicación de este hecho debería producir de nuevo una hipótesis y no
servir para formular una norma.
En un panorama del estudio de la recepción, es imposible dar cuenta equita-
tivamente de todas las variantes del discurso con todas sus ramificaciones. La
magnitud de la materia lo impide, así como, afortiori, la perspectiva en la que
se sitúa el investigador que emprende una descripción crítica y una evaluación
de los conceptos y de los trabajos prúcticos. Su mnnera de ver y de juzgar es-
tructura un material que no habla de sí mismo. El criterio que se ha empleado

-------·---
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CUARTA PARTE

VÍAS Y MEDIOS DE LA CRÍTICA

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16
De la interpretación
1\IARIO V ALDf:s

l. I'UNCIONES DE LA INTERPRETACIÓN

En el uso común que se le da en nuestros días. la intcrE!:~~~c;jón ocupa el justo


medio en un continuo que-Va-de--la..objctivjd;¡d :da subjetividad, donde _Los dos
J_lolt~..s _s_crí;¡n ~~~.Qcs~ripci.ón_yJa evaluación. Este término medio no sólo sirve
de lugar teórico asignado a la interpretación, sino que es también el que le co-
rresponde en el orden metodológico. Nos parece por lo tanto un lugar connin
que la interpretación sea más subjetiva que la descripción, pero menos que la
evaluación. Además, la posición metodológica convierte a este orden en cau-
sal, lo cual hace que la interpretación sólo sea posible a causa de la descripción
y únicamente en la medida en que la descripción esté bien hecha. A su vez, la
evaluación toma el relevo de la interpretación y depende de ella para la validez
de los juicios que se emiten. En otros términos, después de haber descrito un
poema, podemos formular hipótesis sobre lo que significa y en función de estos
dos caminos estamos en condiciones de pronunciarnos sobre su calidad.
El sentido común y el uso de todos los días, incluido el mío, son impotentes,
no obstante, ante el papel y la función de la interpretación en la crítica literaria
y la representación que hace de ella el sentido común es fundamentalmente
errónea. Rechazo la división tripartita de las gestiones de la descripción. de la
interpretación y de la evaluación basándome en la posición teórica que defien-
de que la función crítica de la interpretación, lo mismo que su objeto, invalidan
este desarrollo. La interpretación, para la mayoría de los críticos literarios de
hoy, constituye el fin primero de la crítica literaria y no se sitúa al mismo nivel
epistemológico de investigación que la descripción y la evaluación, ya que la
interpretación abarca el análisis del texto así como numerosos juicios. Es cier-
to, por supuesto, que la interpretación ha sido expulsada de algunas escuelas
debido a su subjetividad demasiado evidente y en otras por su exceso de obje-
tividad. Abordaré estos argumentos en la segunda parte de este estudio.
La fUJ1cl<)n t!~ 1~ inter_prctación es producir una comprensióny, como con-
~cc-u~¡;cia, co~np;rtir ~igniffc;J~iill1~s- p~~~i-~~-;:~-;;-n otros lecio~;~. No obstante,

1 317 1
DE LA INTERPRETACIÓN MARIO VAI.Dt~~ 319
318

tenemos que preguntarnos quién ha comprendido y lo que ha comprendido el problema de los contextos distintos porque el contexto histórico de un texto
exactamente. Algunos aspectos de los textos, nos podemos responder, que el es el contexto del productor y no deldestinatario .. Si el que sirve es un contex-·
crítico-intérprete ha considerado que poseían un sentido. No hemos de caer en lo personal, el problema de los contextos divergentes se plantea una vez más
el error común que consiste en postular que todo tiene un sentido; hay muchas porque el contexto en el que nos apoyamos es el del crítico-intérprete y no el
cosas que están desprovistas de significación y no a causa de su hermetismo o de los destinatarios de la obra de arte en general. Puede suceder que la explica-
de su ininteligibilidad, sino porque no habría razón para aplicarles un sentido. ción de la obra de arte se dé basándose en una tradición técnica que se ha utili-
Es un error lógico sostener que todo aquello que puede ser descrito puede en zado en la producción. En este caso, el intento de explicación tiende a mostrar
consecuencia ser interpretado y evaluado, pues no todo es significativo. Yo cómo se ha compuesto la obra y entonces el contexto es el sistema de relacio-
puedo describir una forma geométrica como un cuadrado o un cubo, puedo nes de la obra propiamente dicha y de las obras emparentadas con ella. No cabe
incluso entablar una discusión sobre el grado de conformidad de un cuadrado duda de que esta manera de explicar tiene una ventaja práctica y un cierto gra-
particular con mi descripción, pero todo esto está desprovisto de sentido a me- do de validez, pero, puesto que se rechaza lo que en la obra hace de ella una
nos que el objeto descrito tenga una función que cumplir. Por esto yo sosten- obra de arte y no simplemente otra producción del hombre, entonces no se
dría que I_a interpretaci~n se _sitúa en un plano ontológico diferente al deJa plantea la cuestión de ~_n_ex<;_edcnte metafórico del sentido.
En la crítica literaria se habla comúnmente de exégesis para designar la
9escripción y la evaluación.
La interpretación como operación consciente IIeyada a cabo de. manerL_ explicación. La ~~~~ls_es _unaJonna de explicación, pero se aplica a un con-
fcnmalo informal denota la operación de base de la explicación y de la com.- junto más restringido, eLde los te~to_§es_critos. Hay un cierto número de im-
prensión; Los objetos de nuestra atención los podemos captar mediante la ex- portantes restricciones que afectan a este modo de explicación de las que la
plicación, pero no todas las explicaciones serán satisfactorias. La ex.¡>Ii<:;_aci~~ primera es el contexto de la .literatura con la. que el texto en concre.to se." debe"
consiste en quitar toda extrañeza al objeto que se examina de modo que.selo r~J.~cjonar. Como todo lo que se ha escrito se ha escrito en un contexto social

~~~íx~ ~¿~ fa~ilia~.T.a necesidad de explicar no está hecha de lugares comu- al que ha de hacer alusión de uno u otro modo, aun cuando sólo sea porque se
nes y de familiaridad, sino únicamente de }9_ajeno y de lo no famil_i~r que no ha usado la lengua socialmente marcada de una sociedad particular, ~contex­
tienen función inmediata en el contexto del crítico-intérprete. Cuando estos to e~e.n_cial 9.eJa.explicación de un texto..es en.realidad.cl código. de.escritura
_(?bjC'tos se i~scriben en nuestro(co_n_lext?:\adquieren un sentido. . ... ····----- ~.nstqu_e_sc_.vjncula. l'o.rJs>.tanto,.el proble.ma.de la interpretación es clara-
Un buen punto de partida pafií esta búsqueda de la naturaleza de la interpre- mcn!e_un problema que rebasa lo que. el. texto pretende decir o. no dice, y con-
tación consiste en examinar la actividad normal que designamos con el nom- ~~.r_n~_antes bien a la manera en que el contexto determina la interpretación de
bre de explicación. Cuando yo digo algo que no está claro para mi destinatario tQ...que.se dice. Hemos llegado al punto crítico de nuestra argumentación. Si la
y él me pide que le explique lo que he dicho, respondo describiendo aquello explicación por sí sola no basta, si hemos de poseer el contexto de la obra que
que considero que es el contexto de mis observaciones y la situación que yo se examina para producir una explicación útil, hemos de establecer con clari-
espero provocar en este contexto mediante el sesgo de mis señalamientos. Al dad de quién es el contexto al que se apela y quién lo determina. Imaginemos
proceder así, he tratado de eliminar la extrañeza que era la causa de la falta de por un momento que los contextos de la producción, del crítico-intérprete y de
comprensión. Cuando los acontecimientos históricos o los fenómenos natura- la organización formal son inaptas para la labor porque no coinciden con el
les se explican, el que habla trata de insertarlos en el contexto de lo conocido o contexto del lector. Esa falta de conformidad es una labor primordial para
de situarlos en una perspectiva científica o filosófica más amplia. Los objetos el crítico-intérprete, porque la finalidad de la interpretación es alentar la discu-
individuales en general no necesitan explicación; la vía explicativa no intervie- sión. Este punto de vista va en contra del papel tradicional del crítico-intér-
ne más que cuando la inscripción de estos objetos en un contexto establecido prete como mediador entre el texto, que es inaccesible de alguna manera, y
me plantea un problema. Por eso el contexto al que se refiere la explicación es el público de los lectores. No hay ninguna justificación para mantener una con-
una condición previa al sentido. Por esta razón los pintores y los demás artistas cepción complaciente del crítico-intérprete que funge como gran sacerdote de
con tanta frecuencia son incapaces de explicar sus obras. El contexto inteligible lo oculto. La única función defendible del crítico-intérprete consiste en !Q.mar
en cuestión pertenece con prioridad al destinatario y no al productor. ~i la ex.- un -~exto completo en sí y en consecuencia inteligible para los lectores de la
plicación de una obra de arte está vinculada a su cont¡:_x~o_l~~~~~rl~Q.~e plante.!!_ ~c_il!l_llnidad lingüística en cuestión y extraer de él su significación humana, no
MARIO V AI.DÉS 321
320 !lE LA INTERPRETACIÓN

para establecer un sentido determinado del mismo, sino para_abdr cLcamÍllQa Ln interpretación está m u¡ al margen ele estas prácticas y se relaciona con el
~)_!ros _sentidos. proceso general de la explicación y de la comprensión. La cxpl icación termina
S-i la explicación es social en su origen y en su objeto fundamental, la cuando se ha transmitido el sentido y la comprensión parece estar completa. El
comprensión es individual en su orientación de base. Pero debido a la confro~~ problema es que la comprensión nunca es verdaderamente completa. Como la
!ación entre explicación y comprensión, la interpretación que resulta es inter- explicación trata siempre de adaptar el sentido del texto a un contexto que sa-
~ubjctiva. El encuentro de la explicación y de la comprensión constituye la
tisfará el punto de vista particular, con el tiempo llegará a no haber límite ni al
[falidad del acto <:rítico. La interpretación está caracterizada aquí como activi::_ número ni a la variedad de las interpretaciones que engendrará un determinado
daJ altamente especializada y realizada en interés de la comunidad de IosJee=.. texto. La comprensión que se obtiene es necesariamente provision¡¡J e incom-
!ores y para la propia elucidación del crítico, m¡Ís que por esta idea sospechosa pleta. Inte_¡:pre~ar un_text~consiste en apropiarse aquí y ahora la intcncionali- );,
que quisiera que la interpretación tuviera lugar en virtud de los poderes espe- Q_ad del texto. ~xplica_rC()nsiste en poner de manifiesto la estructura del texto,
ciales del oficiante. Históricamente, esta idea procede de la exégesis religiosa, o_mejor dicho_, en comentar la organización interna en el contexto del ccmjunto
pero no está en su lugar en la crítica literaria contemporánea. La interpretación <!~ Lo_s t~~tos_que denom.inamos lite~atura; comprender consist~encaptar la
cst¡Í en el centro de la actividad de comentario de los textos realizada en interés u_¡~i¡j_ad_de un texto y responder a sus exigencias, ill[yfpr~tar un texto, en s_uma, / . , .
11
.• compartido del crítico-intérprete y de los lectores del texto en la sociedad.· es_ seguida vía abierta por ei texto y comunicar esta experiencia. '· •

La descripción y la evaluación son ambas actividades subalternas que res- En la práctica, los críticos-intérpretes difieren en la dirección que confieren
ponden a otros criterios diferentes a los que hemos dado para la interpretación. a la interpretación, y que va de una explicación considerable que no conlleva
La descripción no precede a la interpretación y no forma parte de la actividad más que conclusiones sumarias hasta una breve explicación seguida de una
que acabamos de discutir. La descripción tiene como labor general asegurar comprensión razonada en profundidad. Pero, en todos los casos, la Ei_e_racción /
la estabilidad por medio de un inventario del objeto o del acontecimiento en entre la explicación y la comprensión produce la interpretación.
cuestión. El objetivo no es la comprensión; en realidad, en la mayoría de los Ahora que he expuesto qué es la interpretación, podernos explorar la acep-
casos va en contra de la comprensión de la obra de arte, ya que la descripción tación o el rechazo teórico de esta práctica. Hay un cierto número de teóricos
reduce necesariamente la obra de nrte a un conjunto de condiciones y de rela- que rechazan en parte o casi enteramente el proceso de interpretación. No me
ciones, mientras que la comprensión se esfuerza por captar el sentido de la toca a mí arbitrar su discrepancia. En este capítulo, mi papel se limita a plan-
cbra en su totalidad. La descripción es la labor obligatorin del compilador de tear lo más claramente posible la naturaleza de los argumentos a favor o en
antologías. contra de la interpretación.
Tnmpoco se puede sostener que la evaluación sea la consecuencia necesaria
ele la interpretación. Esta manera de ver tradicional se bnsa en un error funda-
mental que considera que la descripción es objetiva, que la interpretación su- 11. CONTRA LA INTERPRETACIÓN
prime las ambigüedades que afect<Jn ¡¡]sentido y que J¡¡ evaltmciónle asigna un
valor. I_,o:;juicios de v¡¡Jor están rresentcs en todos los aspectos de la interpre-
taci6n, desde la selección del texto lwsta el final de la lectura y ciertamcntca=:- Hay dos argumentos muy distintos contra la interpretación y ambos ponen en
todo lo largo c~e la redacción de la interpretación. La asignación de valores a las duda la validez de las diversas perspectivas interpretativas y el valor del co-
obras literarias no está ligada a la pr;íctica de la interpretación. Cada vez que un mentario que hace el crítico-intérprete a partir de los dos extremos de un dua-
crítico-intérprete se vale de un juicio de valor después de haber producido lismo sujeto-objeto. La mayor parte de los formalistas han puesto en duda la
un comentario detallado, él o ella no hacen más que volver explícito lo que validez del proceso de interpretación en razón de su pretendida subjetividad
ha cst<Jdo implícito a lo largo del comentario. Querer que de alguna manera la arraigada en la aprehensión del texto por el crítico-intérprete. Los defensores
evaluación siga a la interpretación perpetúa un error evidcnte._l:'a dcscripc_i<SD de la desconstrucción posestructuralista ponen en tela de juicio las reivindica-
tiene sulugarjunto a la taxonomía y a otras formas de inventario del contenido ciones implícitas según las cuales la interpretación sería más que una reescri-
_..:,. _ y de metrología; la evaluación forma parte del proceso socio-eccJnómico qu~ tura personnl del texto hecha por el crítico-intérprete. Así pues, por una parte,
consiste en establecer los valores ele las mercancías en el mercado. - se rcchna la excesiva subjetividad de la interpretación en tanto que, por otra,
322 DEL\ INTFRI'RETACIÓN
323

le son negadas sus pretensiones implícitas a la producción de hechos. Exami- realizarán de manera diversa en el nivel superficial de la representación. En
nemos un poco más de cerca estos dos argumentos. consecuencia, no es exagerado decir que este sistema rechaza toda forma de
El argumento formalista hereda de la lingüística la búsqueda de una ciencia interpretación por no pertenecer a una investigación racional legítima.
del estudio de los textos y, al así hacerlo, acepta un determinado número de Estú fuera de duda que Greimas y sus discípulos puntualizaron un sistema
supuestos filosóficos de la ciencia del siglo XIX sobre la naturaleza del conoci- de análisis importante. En general, su recurso al rigor y a la asunción de res-
miento humano, entre ellos en especial la dicotomía sujeto-objeto que caracte- ponsabilidad por el crítico es bienvenido. No obstante, su sistema, como todas
riza a la adquisición del saber. El sujeto conocedor debe alcanzar estos hechos las posiciones formalistas que quieren ignorar la base ontológica de la litera-
que conciernen al objeto en cuestión, que se sitúa independientemente del su- tura. presenta algunos problemas teóricos. El principal problema de la Séman-
jeto conocedor, y que son descripciones verdaderas y precisas del objeto. Se tique structura/e de Greimas es que no logra suprimir del todo el proceso
supone que la verificación de los descubrimientos de un investigador por otros interpretativo y conservar la objetividad que pretende; este sistema no hace-1
es la justificación de los descubrimientos del investigador. Y esto porque la más que relegar el fenómeno interpretativo de la recepción y de la reacción a
interpretación, en tanto que proceso implica necesariamente la experiencia un proceso de inferencia, ya q.ue la base misma de la identificación de la acción
receptiva del crítico, nunca podrá lograr el estatuto desinteresado e indepen- de los actantes se sitúa en lo que se oculta, es decir, el proceso de recepción y
/
/
diente de la verdad objetiva. Este argumento, por lo tanto} trata de trazar una
línea de demarcación entre aquello que puede ser demostlado sobre una base
la capacidad del lector del tc··to para reaccionar a éste. Por lo tanto, en vez d~
resolver el problema de la objetividad en el análisis textual, los argumentos
científica como análisis válido del objeto y las afirmaciones que dependen de formalistas hacen que la tarea de la interpretación sea aún más perentoria. En
las facultades de persuasión del crítico-intérprete y no pueden existir aislada- otras palabras, la_suspen_si<)n de_l prqceso. interpretativo no se puede mantener
mente como hechos. Este argumento sostiene que la primera vía es una cien- ~a práctica; éf problema del sentido.!t.;C.ibido cqmo base de la investigación
cia, que puede ser enseñada, que puede progresar mediante la investigación. .!!Q.cJ_e_sapares;_(!r¡Í. Esta labor puede dejarse para más adelante, y esto es lo que
mientras que la otra es un arte y es exclusiva y singularmente una búsqueda busca la mayor parte de los formalistas, pero todos lo que hablan del sentido en
individual por seres de más o menos talento, como es el caso en las artes del el texto han de enfrentarse a él algún día. Más aún, el proceso de interpretación
e~pectáculo. no es necesario como inferencia, sino como argumento razonado, puesto que
A.J. Greimas nos da el ejemplo mús coherente y completo del argumento sin él la lógica de las operaciones formalistas corre el riesgo de convertirse en
formalista. Su Sémantique structumle es un sistema complejo de descripción un juego de palabras insignificante.
funcional que trata de producir una lógica de las operaciones de los textos na- En el otro extremo del trayecto sujeto-objeto se encuentra el rechazo de la
rrativos. El sistema en su conjunto apunta rigurosamente a desembarazarse de interpretación por la desconstrucción posestructuralista. Esta oposición se ba-
la interpretación en favor de una ciencia de la literatura. El sentido de los tex- sa en la negación de la posibilidad de pronunciarse sobre el sentido de un texto
tos como apropiación de una experiencia de lectura queda en suspenso, aun sin agregarlo a él. El texto como fuente, según este argumento, nunca se logra
cuando no se lo rechace. En la búsqueda de la objetividad científica, el sentido y cada lector que hace un comentario a propósito de él no dice nada del texto;
del lector queda relegado a las bellas letras que se sitúan fuera del terreno de la el comentario es otro texto derivado del texto original; no es más que una de
investigación seria. El único sentido de un elemento textual que se acepta es su sus innumerables caídas.
capacidad funcional para entrar en relación con los demús elementos y con el En general, los desconstruccionistas norteamericanos han interpretado mal
conjunto del texto en un modelo "actancial" estricto que ha sido revisado y los escritos filosóficos de Jacques Derrida porque en la filosofía derridiana
reelaborado casi sin interrupción desde que se presentó en 1966. La lógica de hay un profundo conservadurismo que en Estados Unidos ha sido interpretado
la acción narrativa, por ejemplo, consiste en vincular núcleos de acción que. como una posición radical. Derrida postula que cada signo es un producto de
fragmento a fragmento, constituyen la continuidad narrativa organizada. Este la diferencia y que por lo tanto el signo difiere y defiere su sentido perpetua-
sistema se centra exclusivamente en los niveles funcionales de la acción, los mente. La naturaleza de cada signo es la de afirmar una vez más, pero esta
aclantes narrativos (papeles narrativos que cumplen los personajes) y la se- capacidad conlleva el impulso de la alteración. La repetibilidad de esta signi·
cuencia narrativa. Este poderoso argumento formalista trata de establecer un ficancia alternante vuelve a todo signo polisémico. Esta polisemia universal
úlgebra de las funciones semánticas en un nivel estructural profundo que se hace que todas las afirmaciones relativas al signo sean parte integrante deljue-
.................... ~. . . . _ ... ~ . . . . . . M . . . . . .,.,.; . . _+l_l.,.,......
.c,. ..............
, .• -.~--.........__ . . ,.......,.__......... . ~ .. ~-...-------·~

DE LA INTERPRETACIÓN MARIO VALDÉS 325


324

go de la diferencia aun cuando conserven la apariencia del mismo. Pero hemos c?_nsecuencia, ind~scifrable por todo aquel que no fuera el autor. La suspen-
de reconocer que si todo es un signo, no se gana nada con llamar a algo un signo, swn de la referencia autoriza en cambio que la impertinencia semántica se ins-
y si todo es un texto, es supernuo decir que nada existe fuera del signo; si taure en función del recuerdo de la referencia en suspenso. Este punto de vista
todos los signos son polisémicos, acabamos por buscar gatos negros en lo más es el que ha defendido eficazmente Paul Ricccur en La métaplzore vive. Cito un
profundo de la noche más profunda. En otras palabras, la filosofía de Derrida, fragmento del capítulo 7, "Metáfora y referencia":
al reducir esencialmente la posibilidad de comunicación, ha provocado lapa-
rálisis intelectual más restrictiva desde la escolástica medieval. La descons- Es en el_ análisis del enunciado metafórico donde se ha de arraigar una concepción
trucción, en vez de ser un movimiento de liberación que nos quite de encima referencial del lenguaje poético que toma en cuenta la abolición de la referencia del
las limitaciones del logocentrismo y de la filosofía de la presencia, es todo lo lenguaje común y_se rige por el concepto de referencia desdoblada.[ ... ] Repliquemos
~esto que el_2~nt1do de .un enunci:)do metafórico está suscitado por el fracaso de la
contrario: una invitación a callar. La desconstrucción, que liberará al lenguaje
~~~s:tacjóu literal del enunciado;. para una interpretación literal, el sentido se des-
crítico de la referencia y de la representación, invita en realidad a la ausencia
truye a sf mismo. Ahora hien, esta autodestrucción del sentido condiciona a su vez el
total. La referencia es la función más fundamental de la comunicacióny_e§_por ~csmoronamiento de la referencia primaria. Toda la estrategia del discurso poético se
mediÓ d~ esta fÍ11Íción como nosotros establecemos nuestras relaciones con los J~~ga cn~S!!!.,Punto: tiende a conseguir la abolición de la referencia mediante la auto-
··-· objet;~ d¡: nuestro-dis~urs.o y .con los der;~ás miembros de una comunidad.ha·
blante y escribiente. y es esia función primordial la que ha sido rechazada de-
~est~u~0~!1 de~ sentido. de los enunciados metafóricos, autodestrucción que llega a ser
!l~.!l.!f~~t_a_medlante.una.interpre!.ación literal_imp~sib.le. Pero esto no es más que la
bido a sus limitaciones logocéntricas y de ello se desprende que el comentario pnmera :ase o, más bien, la contrapartida negativa de una estrategia positiva; la auto-
..... sobre la referencia por la interpretación también se rechaza. Afirmar que, en el c!estrucctón del sentido,. ba.i.o~l_r.eso_ de_ la impertinencia semántica, es sola;;;~~~ el
mejor de Jos casos, la interpretación es reduccionista e impone la clausura al ~v_erso dt;_unainnoyacióiJ de senti~.o enel.nivel del enunciado complet~. innovación
texto que la interpretación comenta ha sido el artículo de fe de los desconstruc- o_b.!~-~~~a.. mediante la "torsión".del sentido literal de las palabras ( ... ]. ¿No se puede
cionistas. Pero aquí basta con señalar que no todas las interpretaciones clausu- decn:_que la interpretación metafórica, al hacer surgir una nueva pertinencia semánti-
ca so_l)_r~Jas.ruinas del sentido literal, provoca también una nueva mira referencial en
ran el texto y hasta Jos comentarios que se pretenden definitivos no lo son en la
favor !ncluso.dcJa abolición de. la referencia correspondiente a la interpretación lite-
práctica. Evidentemente, las posiciones que rechazan la interpretación se si-
ral del enunciado? (p. 289). Por lo tanto, lo que necesitamos entender es el encadena-
túan en la historia de la teoría de la interpretación. miento entre tres temas: en el discurso metafórico de la pocsfa,la potencia referencial
está unida al eclipse de la referencia común; la creación de ficción heurística es el
camino de la rcdcscripción; la realidad referida al lenguaje une manifestación y crea-
t:Q ción (Rica:ur, 1975, 301).
111. EL DESARROLLO DE LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN
·-· ~le citado d_e!iber~damente ~asajes que son la defensa fundamental de cualquier
El argumento en favor de la interpretación es rnetacrítico y no partidario, es mterpretacwn. ~~ no h;_IY. nmguna forma de referencia al mundo de la acción, ;i<
decir, trata las cuestiones importantes que se han expuesto contra la interpre- ~ohay ninguna vía interpretativa válida. E!.i_f¡¡mbio, si el modo dinámico deJa · -
tación en general y no aborda los detalles de claves interpretativas como el fe- refe~encia duplicada que Ricceur describe se acepta, tenemos en él el funda-
minismo, el psicoanálisis, el marxismo o cualquier otra escuela interpretativa. ~~nto de las vías interpretativas.
Corno Jo hemos indicado más arriba, el análisis descriptivo del discurso ha <;:a~~ una de estas vías, se trate de la feminista, la psicoanalítica, etc., no
afirmado que con la lengua poética se realiza la eliminación del referente ex- Qifie_rt:en ~1 análisis de las ca:ac~~ríslicas formales del texto, sino en la impor-¡1 _
terno, que la lengua poética es esencialmente autorreferencial. La teoría in- t_:¡nc?a:que se da. a 1~ redcscnpc1?n _d~l mundo. Así pues, una interpretación ¡( f'c.
terpretativa sostiene que esta afirmación sólo está parcialmente confirmada fenm11sta de Jacob s room de Y1rgm1a Woolf daría prioridad a la visión del
por un estudio escrupuloso. No cabe ninguna duda de que d_discurso poético mundo particular de la mujer que se expresa como narrador dramático y que
presenta el proyecto de un mundo liberado mediante la suspensión de la refe- suspende en torno de Jacob el ausente no sólo un modo de vida, sino un modo
~encia descriptiva, pero no su eliminación. Si toda referencia externa fuera eli- de :ida en relaci?n con las mujeres, su madre, sus amantes, sus amigas, las
minada, el discurso que se desprendería de ello sería un lenguaje privado y, en muJeres cultas o mcultas, las mujeres superficiales y las profundas que en el
326 DE LA INTERPRETACIÓN MIIRIOVIILDÉS 327

transcurso de sus relaciones con Jacob establecen Jos componentes extraordi- prelación ha de responder simultáneamente a las exigencias de la explicación
nariamente femeninos del personaje; factores que no serían visibles en una formalista y a su objetivo tradicional, la comprensión.
perspectiva masculina del mundo. g!_hccho es que el lector, sea quien sea, un__ - L,,;-t~adición hermenéutica ilustrada por Schleiermacher, Dilthey y llultma
hombre o una mujer, accede a una perspectiva del mundo feminista única en la acentúa la integ~~~i{>n del texto y del lector. Si bien este concepto es todavía
rcdcscripción del mundo, que es el sentido estético de la recepción. Una inter- una faceta de la teoría de la interpretación, no obstante ha de ser modificado
pretación psicoanal ítica del mismo texto haría hincapié en Jos medios de cono- por el lugar que dan a la explicación analítica los formalistas como Greimas y
cimiento del individuo y en cómo es percibido por los otros; el intérprete marxista Lotman, ya que está claro que la explicación formal puede servir de poderosa
se concentraría en la dinámica social de los personajes y en lo que los determina herramienta en la realización de la comunicación intersubjetiva haciendo de la
en la estructura social abundantemente descrita de la Inglaterra de principios explicación propiamente dicha un punto de partida común.
del siglo xx, y así sucesivamente para cada clave de interpretación. Njngl]!J~. Paul Riclcur, en su Théorie de l'interprétation (1976), ha indicado un nue-
' de estas interpretaciones confundiría el mundo de la acción con el mundo_ .. vo horizonte reservando un lugar al análisis formal dentro de la interpretación
I n_a_rrativo, y en vez de esto, cada una captaría la realidad de un mundo "co-_ hermenéutica. No obstante, la teoría ele la interpretación tiene que evitar tam-
lll()_ si'~ tuviera el poder de volver al mundo dellector.y de provocar una~ bién la clausura reduccionista que los desconstruccionistas pretenden que
descripción .. es el fin inevitable de cualquier interpretación. Las pretensiones de inter-
''! Para poder describir la teoría contemporánea de la interpretación, es nece- pretaciones definitivas y de la verdad objetiva han sido suplantadas por el
,:e sario desarrollar lo que hemos dicho del a~~o_dc lectura que es en sí la praKi§~
:1) movimiento hacia una c;;.ap!ación pcl pol(!_ncial n:_des~riptivo de los textos en· Y
_la interprctaciQJl. gLJectQr puede desempeñar el papel de un jugador en una __ términos de! yo.
~~
'· interminable partida en la que es absorbido por la red interna del texto y en la.._ Ri~ccur hace la síntesis de esta hermenéutica fenomenológica: "La interpre-
que él_ suspende indefinidamente la referencia del texto al mundo de la acciólL.- tación de un texto culmina en la comprensión de sí mismo de un sujeto que.
•1:
~..) y_al público de sujetos hablantes del que él forma parte. Si bien este papel tiene en lo sucesivo se comprende mejor, se comprende de manera diferente 0 1 l·
·,,¡,¡
~ ... sus raíces en los estudios de traducción ele la Biblia, ha sido ilustrado por las
vías formalistas de las que hemos hablado en la sección precedente . .E.IJcct()r_
simplemente empieza a comprenderse verdaderamente. Esta culminación·
de la comprensión del texto en una autocomprensión es característica del
:::;)

•-r
. puedeasimisrno rebasar el estadio de referencia en suspenso y realizar el textQ
·-' ~n el mundo de la acción determinado lingüísticamente. Indudablemente, se .
tipo de filosofía reflexiva que en varias ocasiones he denominado rcflexiónj
concreta" (Ricccur, 1979, 198).
~il
trata en este-caso del objeto de la lectura. La suspensión de la referencia en la La hermenéutica fue radicalizada por Hans Georg Gadamer en su libro
¡:Q óptica formalista funciona como una suspensión precisamente porque frena \Vahrheitund Methode ( J960), que rechaza la búsqueda romántica del genio del
el curso natural de la lectura, cuyo movimiento va hacia el sentido. Pero esti.\ autor o de sus intenciones y la sustituye por una va)Q_~ización dcl.encuentro
suspensión no puede retener el impulso hacia el sentido indefinidamente sin del crít!co-intérprcte con el texto en una tradición de comentario. Esta rees-
desviar el movimiento hacia otro eje, como el del juego de palabras. Así pues, t;:UCl~ración de la hermenéutica resolvió el callejón sin salida dualista suje-
la suspensión de la referencia puede funcionar en el proceso de la explicación· to-objeto en el que Dilthey se había metido. La prioridad que se da al ser-en-
y~l ..descubrimiento de las relaciones internas únicamente porque el texto.es. el-mundo sobre el suje•o o sobre el conocimiento que el sujeto tiene de los
legible, es decir, porque puede realizar el retorno al mundo de la acción COfi19 objetos está tomada de la fenomenología revolucionaria de Heidegger en Se in
comunicación. La lectura es posible porque un texto no está cerrado sobre sí und Zeit ( 1927).
"1~ mismo; hay algo que decir a alguien a propósito de algo. Leer es realizar.la. Cuando la hermenéutica, después de Gadamer, ha sido formulada exclusi-
fusión de la competencia lingüística del lector en el discurso del texto. Esta vamente como una búsqueda de la comprensión que desdeña la explicación, su
~¡cción confiere a la lectura la capacidad de renovación del texto en cada nueva fracaso ha sido característico bajo la acusación de complacencia y de impre-
Ic¡:tura y confiere también al texto su apertura polisémica ele la que hemos ha:... sionismo subjetivo intelectualizado. La inadecuación de esta vía es evidente
blado en la sección precedente. para la hermenéutica. Hay dos razones fundamentales de este estado de cosas.
El reto que pl::lntean los form:.1\istas a 1:.1 intcrrretación sólo se ruede con- La primera es que la comprensión del texto no es un fin en sí, ya que esta vía
·.:-..:.~::7 ~:-r ~-); ~~' _:.1·.~..!:;~:"'1 ¿,:- '.:'' t~ .... -:-..:. ~~~~·=''S f""'~~~,... ~: 1~-~~t.'rLl de \:1 \nter-- rechazaría la propia recomendación de Gadamer de la autonomía del texto.
.-...~iJ¡.¡,.,-........ ~............. ,.' '-·~··" ............... ~' .... _ ......,

DE I.A INTERPRETACIÓN MARIO VALDtc~ 329


328

El objeto de la interpretación es la mediación entre el texto y el lector. Así, la te. Recordemos con Aristóteles que la interpretación es la interpretación por la
comprensión hermenéutica sin la mediación del sistema de signos del texto de- lengua antes de ser la interpretación de la lengua. La interpretación evita las
ja de lado las exigencias esenciales que el texto impone al lector. Ya hemos ~rampas de~ objctivismo así como del escepticismo al insistir en que la propia
insistido en el hecho de que el análisis formalista sin la constitución reflexiva mte~pr_etación es una expre··ión simbólica, pero con un estatuto ontológico que
del sentido no rima con nada; la hermenéutica fenornenólógica reúne ambos. es_ ~1stmto al del texto que se examina. Cualquiera que sea el método que se
La otra razón por la que la hermenéutica necesita la explicación tanto como la ut1hce en la explicación, hay algo que se impone: la relación de la interpreta-
comprensión tiene que ver con la necesidad fundamental en la crítica en tanto ción con el texto sólo es posible dentro de una comunidad de locutores, de au-
que comunicación de establecer un terreno de encuentro con los diversos lec- ditores y de comentaristas de este texto y de otros análogos. La labor del crítico
tores del texto y del comentario. La explicación cumple este papel. que realiza la interpretación no se puede reducir ni a la explicación de la orga-
Interpretar un texto es responder a la intencionalidad del texto nquí y ahora nización formal del texto ni a una elevación lírica del espíritu del crítico-intér-
para mí. Así pues, la hermenéutica puede apelar a la tradición de Schleierma- prete. El proceso de explicación tiene el papel de una limitación necesaria a la
cher y de Dilthey. pero además debe formular preguntas decisivas: ¿cómo se comprensión individual del crítico-intérprete. La interpretación en la tradición
apropia el crítico-intérprete del texto?, ¿sobre qué bases se involucra (él/ella) de la crítica relacional acaba por describirse como vaga y provisional en sus
en la reconfigumción de su sentido? ambiciones, pero también como una contribución al conocimiento dirigido a
La hermenéutica fenomenológica después de Gadamer y Rico::ur ha recha- una comtmidad y verificado por la comunidad. Sin una fuente común y sin ar-
zado las tesis opuestas según las cuales el sentido del texto está vinculado a las bitraje, la interpretación se convertiría en la promoción complaciente de Jos
intenciones supuestas del autor, es decir, n la experiencia histórica del escritor, gustos personales, que la lectura nos impone de vez en cuando.
,) y también ha rechazado por inaceptable la hipótesis de la ausencia de un senti- Si es cierto que siempre hay más de un medio de interpretar un texto litera-
do estable en el texto, siendo el comentario un complemento derivado de la rio, esto no quiere decir que todas las interpretaciones sean iguales y que pue-
lectura inmediata. Los lectores de los textos se convierten en críticos-intérpre- dan traducirse en ganancias o pérdidas corno aproximaciones. El texto literario
tes de los textos cuando satisfacen las exigencias del texto y completan su sen- presenta un campo ilimitado de configuraciones posibles en un punto determi-
tido para ellos mismos y para los demás que comparten el texto. Es aquí donde nado de la historia, no se trata de un número ilimitado de variantes. Además,
hemos de reconocer que la antigua labor de la interpretación superó algunas de un aspecto esencial de la cuestión es la lógica de validación que, en cualquier
las aberraciones del siglo XIX y que la comprensión ha sido atemperaua por la momento de la historia en el seno de una comunidad de locutores, forma un
explicación. Como hemos dicho en la primeen parte de este capítulo, explicar c?nsenso q_ue evita el dogmatismo y el escepticismo a la vez. Tiene que seguir
un texto consiste en poner de manifiesto las relaciones internas de la organiza- Siendo posible defender o atacar una interpretación y confrontar interpretacio-
ción y de la composición, y comprenderlo es captar la intencionalidad que nes rivales o servir de intermediario y encontrar un terreno de entendimiento.
hace de él un todo y no simplemente un ensamblaje de palabras. La labor del Así debe ser en la comunidad de los investigadores.
crítico-intérprete hoy es ir más allá del proceso subjetivo de la lectura y de Para concluir, la interpretación, sean cuales sean los métodos que se utilicen
la comprensión del texto aprovechando las brechas del análisis formal. Tan- para ~xplicar la configuración del texto y sean cuales sean las ideologías y las pre-
to la estática formal del texto como la lengua en la que está escrito son inde- vcnc~ones culturales que formen parte del proceso de comprensión del intérprete,

pendientes del intérprete y han de ser abordados como tales. cons1ste en la expresión reflexionada de la comprensión del intérprete mediatiza-
La interpretación que permite el sistema de signos no puede ser más que una da por el conjunto de vías explicativas que la precede y que la acompaña en el
deducción lógica, ya que el sistema de signos debe producir sentido. La inter- comentario crítico. La explicación desprende un sentido dinámico que el intérpre-
pretación es un comentario, una glosa del sistema semiótico en su relación con te ha de hacer suyo si él quiere (si ella quiere o si yo quiero) comunicarlo a alguien
el sujeto que conoce. más, es decir .. debo (él, ella d,:ben) comprender los indicadores referenciales que
Aunque esta noción más consumad;:¡ de la interpretación ha sido expuesta en se han deducido de las vías explicativas. La dialéctica de la explicación y de la
el seno de la tradición filosófica en obras de pensadores tales como Juan Luis comprensión constituye el poderoso revelador de la interpretación.
Vives, Giambattista Yico,Wilhelm von Humboldt, Benedetto Croce y muchos . Deducir e_l sentido de un texto es la primera etapa de la comprensión; comu-
mús, siempre ha sido una voz discordante que se oponía :1l absolutismo reinan- .: n1car el sent1clo de un texto a otros es el primer paso en la vía ele la explicación
DE I.A INTERI'RI'TACIÓN
:no

y el vaivén entre la explicación y la comprensión es el primer movimiento de


17
la interpretación. Esta actividad común de la interacción humana en una colec-
tividad se convirtió en una disciplina cuando se ocupó de tcxtns escritos que se
La evaluación en literatura
consideraba de alguna importancia para el conjunto de la colectividad, es de-
JUCIIEN SCIIULTE-Si\SSE
cir, textos religiosos, jurídicos, históricos y literarios. La naturaleza de la in-
terpretación tal como la he descrito en este estudio, al principio es conllictiva
y de inmediato se convierte en una dialéctica productora de un equilibrio co-
medido entre la potencia del polo de apropiación del texto por el sujeto y las
exigencias de los polo~; de trasmisión, en los que el texto se convierte en pro-
piedad figurativa de otros.
Cada lector lec un texto utilizando modelos de coherencia basados en las
experiencias de la vida en general y más particularmente en los lectores ante-
A lo largo de los años cincuenta, sesenta y comienzos de los setenta, se publi-
riores. Estos modelos de coherencia en general se ponen en tela de juicio y
algunas veces la lectura de textos literarios los alteran. Así pues, la fenomeno- caron centenas y tal vez rniles 1 (H. Schüling, 1971; J. Schultc-Sasse, 1976) de
logía de la lectura de los textos literarios se puede describir como la aplicación artículos y de libros sobre la evaluación literaria en Gran Bretaña y en Estados
Unidos, en los países de lengua alemana, en la Unión Soviética, en Polonia
primera de modelos de coherencia, su desarrollo y su modificación continuos
y, en .menor medida, en Francia. El punto culminante de esta obsesión por las
y, por último, su sustitución. El papel del crítico-intérprete en este proceso no
es interrumpirlo, sino trasladarlo del terreno subjetivo al terreno de lo intcr- cuestiones d~.valo~ se al~anzóyrobabl.cmentc entre 1965 y 1969, cuando algu-
suhjctivo; en otras palabras, proseguir la apertura del texto literario y hacer del nos d~_los cnt1cos l1tcranos mas corwc1dos del mundo llamado occidental, pero
diálogo a propósito del texto una parle integrante de la vida creadora, presente tamb1cn en Alemania oriental, en Polonia y en la Unión Soviética, publicaron
toda una serie de artículos y de libros sobre la evaluación literaria. Sólo de Es-
y futura, de la colectividad.
tados Unidos y Alemania Occidental conté sesenta y dos publicaciones, ele im-
p~rtancia capital, sobre cuestiones de valor estético durante este periodo de
c~nco. a.r:os. Esta. cifr~ se podría multiplicar considerablemente, por supuesto,
SI qmsJCramos mclutr publicaciones sobre cuestiones generales de crítica
literaria, que tocan asimismo constantemente cuestiones de evaluación. Es un
~echo que cw,J.anirs GEÍ'ifª WIUóhii~ti'ltiiWíl1i'i''ii~Y·IiiBiÍoiifi,U.W,~­
tj¿u)'l! J.a..eiieQCMldti.Mi&--do la función del arte en la vhla del-hombre, l'oda
PU<.U.Ú,~q QIJI< .~e rc.fie¡;c a la fu.ncióu {jcl ar~ implica...uo oblil.anw ~ ~­
n~•.uo.ajera.r.quia . de valores aceptada.wl~a)tllfiou.leJoiJOfítict~S sORGOftSr
~por.oupueslo de las premisas axiológicas subyacentes a la prácticadc
1&\lfitica. El crítico y poeta norteamericano Yvor Winters, por ejemplo, declara
en un ensayo influyente en su época y titulado Proh/emsfor a modem critico[
literature ( 1956), que tendríamos que tener "una idea clara de la función de la

1 l Jna bibliografía que sólo abarca puhlicaciones que tratan dcl"kitsch" antes de t '}7! com-

plcnde R!9 Títulos; véase llcnn:mn Schüling ( !971 ).


Mi propia bibliografía (selectiva) ofrece una lista de 317títulos sobre el problema ele la cva-
lu~ción literaria antes de !975.

l .131 1
,..

LA EVALUACIÓN EN UTERATlJRA 333


332
en cuestión histórica y económica. ~.Wll.or.cs no son "ni una propied..J
literatura en general para c¡uc pudiéramos evaluar las formas a la luz de esta
Uili~cnte de los objetos ui una proyección arbitraria de los sujetos sino, an-
causa final" (Wintcrs, 1957, 24 ). tes b1cn, productos de la dinámica de un sistema económico" ("':· HerrnmeMl
A primera vista, mi declaración con respecto a la abundancia de publicacio-
Smith, 1983, 11), entonces el análisis de los mecanismos mediante los cuakw>
nes que tratan de las cuestiones de valor contraLiicc las primeras líneas de un
~os sistemas se reproducen o no prosperan, desplaza la preocupación tradi-
ensayo reciente e importante de Barbara llcrrnstcin Smith sobre "Contingen-
cJon.al referente a la validez de los valores de la que siempre se parte. En este
cies of valuc". "Un rasgo curioso de los estudios literarios norteamericanos es
senttdo, Herrnstein Smith tiene toda la razón cuando afirma que el mundo uni-
que uno de los conjuntos de problemas más venerables, más centrales, más sig-
versitario ha esquivado las cuestiones referentes al valor.
nificativos en materia de teoría e inevitables en el plano pragmático, de los
En este ensayo, no seguiré la trayectoria de Herrnstcin Smith, sino que pre-
problemas relacionados con la literatura, no es objeto de investigaciones serias
fiero acampar dentro de las fronteras del discurso establecido en materia de
desde hace cincuenta años. Hago alusión aquí a que no es sólo el estudio de la
valor Y preguntarme si este discurso contiene signos que nos permitan leerlo
evaluación literaria el que ha sido, podríamos decir, 'descuidado', sino c¡ue
contra su propia naturaleza y descubrir las motivaciones ocultas que no hallan
también toda la problemática del valor de la evaluación se ha esquivado y des-
expresión directa en los fines que declara como propios. Después de esto, con
cartado explícitamente del mundo de las letras" 2 (B. Herrnstein Smith, 1983,
base en mi crítica, me preguntaré si una práctica crítica diferente que evitara
1). Es cierto sin duda c¡ue, de manera más o menos paralela a la ola de escritos los problemas que voy a analizar pertenece al terreno de lo concebible y cuál
sobre los problemas axiológicos, ha habido movimientos críticos de importan- debería ser la dirección de la investigación para concebir una práctica así. Para
cia igual e¡ u e se han empeñado en descartar completamente las cuestiones de la preparar este acercamiento, empezaré por esbozar algunos elementos funda-
evaluación. Anatomy of criticism ( 1957) de Northrop Frye, texto en el que se mentales del discurso crítico-literario sobre el valor.
lanza un llamado para que se dejen de lado las cuestiones axiológicas en la
•uaJr¡.¡¡,L¡;,r...Qj,s~~ióuJ.lc,.lo.5.Y..;llor~.~élü;o¡ esl.á infiuid&..por las normas no,
práctica de la investigación y para que se acepte "el juicio de valor directo del eslélicas y los valores repre,;entados en literatura. En su ensayo titulado "Fun-
buen gusto, has a do en una información segura", es el caso idóneo mejor cono- ción, norma y valor estético, en tanto que hechos sociales", ~tur.aüaa
cido. Pero Herrnstein Smith no pretendía e¡ ue su declaración se limitara a estos p¡aguense Jan Mukarovsay.{ l970 b, 101) lkga <1 definir la obra de arte como
gestos de exclusión deliberada: esta declaración tenía que incluir también los "una. verdadera reunión de valores no estéticos (extrínsecos) y nada más que,
escritos sobre problemas axiológicos. Herrnstcin Smith describe el proceso de precisamente, esta reunión". El valor estético de una obra de arte nace de la
una evasión que se remonta mucho en el tiempo, a partir de una perspectiva manera en que organiza los valores no estéticos; ~:wak>i: estético "no es mái
que el discurso tradicional sobre la evaluación ha descartado no hace mucho. CJIJG_ una ... expresión sumaria de la totalidad dinámica de sus relaciones recí-
lo.íii di sg~IM* ~eKn.alü.sOOre ervttlM"¡we!!uplmf!tn1eml'f't' 1a'eXtstemlfn p~cas". Antes de que podamos abordar la cuestión de saber cómo, según el
~a de lo~.valorC!i e.s¡élicfili;~di~~~rollanen el marcCl- dtscurso establecido que trata de la cuestión de los valores, la organización
dc .un sistema establecido o aceptado de valores diicreaciadQii.,y.,ooncentJ:an&tlt textual de valores exteriores a la obra puede transformarse en valores estéti-
atcncióJ1.en la regulación minuciosa del conocimiento de los valon;s. Dado el cos, hemos de preguntarnos cómo se re-presentan (por lo común) las normas y
interés e¡ u e este conocimiento dedica al papel global que desempeñan los valo- los valores en literatura.
res en la reproducción cultural de las sociedades humanas, Herrnstein Smith l.iJi.l,craJ.u~acontiene elementos ideológicos cuyo valor semántico sigue es..
trata en cambio de comprender los mecanismos mediante los cuales las dife- 1ando determmado en parte por su contexto socio-histórico y psico-histórico.
rentes culturas privilegian algunos objetos y de este modo suprimen la contin- El nivel más importante en el que la literatura basa su naturaleza normativa
gencia fundamental de todos los valores.~Gblc.ula de saber si los vai01·Qi (ideológica) es el de las constelaciones de personajes y de las estructuras de la
son relali\'OIHH~h.~o.~.'!ue ha paralizado el pensamiento tradicional en ma- intriga. Se puede describir la narración de relatos como un proceso ideológico
teria de evaluación durante tanto tiempo, puede también verse transformado de comunicación porque no se separa de la aptitud del relato para mediati-
zar la significación de una manera indirecta, gráfica, no conceptual, es decir,
de construir modelos explicativos de comportamientos y de actos -por los
2 Íóste es un clemcnlo esencial de la discusión sobre los valores estéticos en las sociedadn
que los lectores están en condiciones de captar o de elaborar sus propias ex pe-
modernas, al menns lksdc el ensayo de David llumc Ofthe standard oftaste, que dala de 1757.
..... * ... ......... .., ..
334 JOCIIEN SCIIlii.TE-SASSE LA EVALUACIÓN EN LITERATURA 335

rieilcias. La ficción puede desempeñar el papel de un modelo de esta índole ~tlifieaciottes. Estas significaciones, en su multiplicidad, no pueden ser re-
poryue -4MfiiOtl~ti4eNtfios funcionan como paradigmas ideológicos yw.- flejadas de manera consumada. Los elementos integrados producen signifi-
.4apuesl0i.J...o.leclorcs son conducidos de es le modo a la evaluación d!JI aspee· caciones representativas y hasta simbólicas para otras formas de vida, otras
to üe los persoMoajes, con los que se identifican de manera favorable. En otras épocas y otras representaciones" (W. Emrich, 1964, 983). El modo de organi-
palabras, en el transcurso del proceso de narración, a los personajes literarios zación textual que caracteriza a la "gran" literatura se considera que reduce el
se les atribuye una serie de normas y de valores de acuerdo con un orden jerár- vínculo entre el texto artístico y el contexto social; nos permite liberarnos de
quico; esto es susceptible de modificar la reacción de los lectores. En términos las ti mitaciones sociales y rcllcjar la significación artística, sin hacer caso de las
textuales, ~Uls normas y estos valores se los puede descriobir -segútria necesidades de la vida.
semántica estructural de Grcimas- como marcadores semánticos (es deci;, La argumentación característica del uso de estos criterios toma el siguiente
Wcológicos ). Estos marcadores no si rvcn para caracterizar a los personajes co- aspecto (cito un ensayo escogido al azar, escrito en 1969 por el crítico nortea-
mo individuos, sino más bien para situarlos en tanto que construcciones ideo- mericano Murray Kriegcr):
lógicas congruentes que pueden asumir funciones en el seno de la constelación
ideológica del texto. Los marcadores semánticos de un personaje literario de- Cada uno de los aspectos, [de una obra de valor, contribuye] a mantenemos en el mun-
do de sus símbolos e impide que huyamos al mundo de los referente~ y más allá, al de
terminado pueden ser descritos, por lo tanto, como haces de marcadores,
la acción, al mundo de las relaciones externas, en el que lo cognitivo o lo ético tienen
generalmente coherentes; en la "gran" literatura, pueden ser más vastos y más
tendencia a descartar lo que no es más que estético ... la poesía de primer orden[ ... ]
complejos y también más sujetos a variaciones que en la literatura popular. No recrea sus significaciones a partir de su propio sistema[ ... ] Todo acto crítico, a con-
obstante, en todos los casos, identifican más o menos claramente al personaje. dición de que su objeto sea un poema adecuado [ ... ).es una lucha y un compromiso
Dado que estos marcadores pueden ser ideologemas (y con frecuencia lo son) entre la estructura simbólica intraducible que es el poema y los símbolos más triviales
emanados del contexto socio-histórico, la literatura tiene la posibilidad, no só- que el crítico le aplica. Estos símbolos definen y limitan su visión_ Y por esto cada
lo de construir oposiciones de valores intrínsecos entre los marcadores semán- acto crítico resulta que es también una lucha y un compromiso entre la nueva visión
ticos o sus soportes, los personajes literarios, sino también de incorporar o de de la obra única en su género y la visión antigua de su lector, la cual sólo trata de
reconstruir las oposiciones de valores de la realidad social (y psicológica) que reforzarse. Hay en ello una doble actividad, aparentemente paradójica, que 11 permite
ofrecen una pertinencia ideológica. Los elementos, que constituyen constela- que el lector consciente de sí mismo (lo cual no es sino otra expresión para el término
"crítico") capte la obra únicamente mediante el sesgo de las categorías de visión que
ciones ideológicas, no permanecen naturalmente en un estado de equilibrio es-
él le aporta -lo cual quiere decir: mediante la reducción de la obra a lo que permitirá
tático. En literatura, la estructura de la intriga se despliega en el eje temporal:
el yo antecedente- y, no obstante, 2]lo lleva a ampliar su visión para que él se adapte
se transforma así en una lógica de la intriga y somete a las constelaciones se- a la novedad que la obra acarrea. En este último caso, su visión limitada llega a ser
mánticas del texto a un proceso intrínseco de evaluación, del que el lector co- menos limitada, su visión antigua se ha renovado, literalmente reconstruido en algo
múnmente es inconsciente. rnás completo, refrescado por la cualidad de lo inmediato, hasta recibir una nueva de-
Hasta aquí, este esquema se aplica a dos formas de narración literaria, la de finición. Si el lector sólo se entre•;a a la primera mitad de esta doble actividad -si no
la "gran" literatura y la de la literatura "de masas". El discurso tradicional utiliza la obra más que para reforzar su visión, y la adapta a su visión genérica pree-
sobre la evaluación introduce en esta etapa categorías de las que se pretende '! xistente-, entonces, por supuesto, le ha negado a la literatura, así como al comercio
que son aptas para hacer la distinción entre textos de gran valor y de poco que mantenernos con el1::1, su función propia, que es hacer de él más de lo que era --o
valor. ~adode complejidad o de ambigüedad (new criticism), "de proftt- un ser diferente al que era-, formarlo al modo de visión de la literatura [ ... ]_
~¡,¡dc la tensión estética" (Wolfgang Ka y ser; Waltcr Müllcr-Seidel),el cquf-
Sea cual sea nuestra decisión con respecto a la situación ontológica del objeto lite-
rario, su existencia, su significación y su valor, antes de que entremos en colisión con
v~co, la "polisemia" o "la fecundidad de la interpretación" (Wellek/WarrCjl;
él, sabemos que no podernos hablar de él más que a través de la polvareda de esta
Max Wchrill), se considera que separan lo "bueno" de lo "malQ". Lg Rf@'IDilla
colisión. Nos enderezamos, no somos ya del todo los mismos, y tratamos de hablar
-....ola potencia formadora, específicamente estéticas, del ;¡rte integran a l.Qs con precisión de lo que nos ha afectado y de la potencia de lo que ha sucedido y de
~emcntos externos "al orden de composición y al orden gramatical {de IBane- la especie de adversario que hemos encontrado.¿ Y quién nos corregirá sino otros
. .UIJI.que sean atrapados en un tejido de relaciones", que se "liberen de SU5 que han sufrido L"ncuentros similares y cuyas descripciones serán también parciales y
limites propios y de su carácter unilateral, y que generen una multiplicidad d~ egoístas? Nadie podría negar el encuentro, nadie puede negar hasta qué punto ha sido

' ~ ·•
I.A EVALUACIÓN EN 1.11 ERA-l URA 337
JOCIIEN SCIIULTE-SASSP.
336
~e ambos enfoques tiende a separar la significación de su contexto ll'Ms
cambiado por él, y no obstante, cada quien tendrá su versión personal, cada quien hará
q.wcel otro. Ambos comparten por último una creencia en la comunicación co-
su propio balance (M. Kricgcr, 1969,301,304,308, 309).
mún a la que se considera un fenómeno fundamentalmente polémico y en cual-
En un cstmlio crítico de las teorías de la evaluación literaria que escribí en quier caso, un proceso que pertenece a la lógica de la identidad y mediante el
1971 ( 1~ ed. en libro, 1976), expresaba la opinión, con la que estaban de acuer- cual se puede encontrar la "verdad". Ambas comparten la opi¡¡ión de que el arte,
do otras personas, colegas que se interesaban por el aspecto socio-histórico de de una u otra manera, estaría en condiciones de reorganizar los elementos de
las cosas, y políticamente comprometidos, de que nuestra labor principal y la comunicación común de un modo que haría del arte algo particular. Para
hasta primordial de intelectuales que trataban de desmontar el mecanismo de citar a E.D. Hirsch, quien ha proporcionado varias contribuciones al debate
la ideología en la reproducción cultural, consistía en criticar los supuestos se- sobre el valor estético, cuando éste hacía furor: "Los valores que se adhieren
mánticos u ontológicos de declaraciones como la que precede. La pregunta necesariamente a una descripción de la significación son aquellos que subsis-
que nos guiaba era la siguiente: ¿Es verdaderamente posible para una obra de ten entre la significación y las a :titudes subjetivas que la constituyen. En otras
arte disociarse, es decir, disociar sus materiales semánticos, las configuracio- palabras, los únicos juicios de valor inevitables en el comentario literario son
nes semióticas que emplea, sus estrategias retóricas, de la Historia? O bien ¿• aquellos que están necesariamente subentendidos en la interpretación.~
., ·p r' ,J ,.luigscftiicwi6n>R6f'Odrfae•ital lm~juieiesde táltn éMWlll
qst·í sjgpJpsc gl arte sJela ftYO t J 8 f 8 i e -
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~íl lasignifáe~; es imposible representar una imposibilidad ontológi-
e]...¡mdGT err tllahn-ia fMt.Qi¡}Rlüft~,-WlM~'PO'"*~W&eió&.en
.will\soeiedad Qada? La respuesta es totalmente clara. Una vez que hubiéra- ca" (E. D. Hirsch Jr., 1969, 329). En este caso 'tlllaBtwlidera.queltditeratura es-;
mos descubierto las numerosas interconexiones entre los textos literarios y sus UM&.SJ.wctura significativa cuyos principios de estructuración se dcrivan,Ae
contextos socio-históricos, pensaríamos que habríamos fundado sobre una ba- ~ludes ax.iológicas que determinan nuestra visión del mundo. Para citar
se socio-histórica un nuevo modo, no sólo de interpretación, sino también de de nuevo a~,-Ht~ów~f;rei61'i)detinábbrn1ilet'lt'ri~
evaluación estética. Nuestro criterio último era el reconocimiento o el recha- ~wnente correlativa a las toma!! de posición específicas del sujeto, que

zo, mediante la obra de arte, de la lucha por la emancip1ción de los grupos o de cllüstituyen su significación ... Los afectos y los juicios de valor subsisten ne-
las clases oprimidas y por la creación de formas estéticas portadoras de signi- cesariamente en la relación entre las significaciones y estas tomas de posición
ficaciones socialmente pertinentes. Como no éramos beocios en materia de ar- !lllh:ietivas que les son correlativas. Estos juicios de valor son inherentes, así, a
te y no creíamos en la superioridad de la obra de arte bien intencionada pero l;u.lescripción literaria" (E.D. Hirsch Jr., 1969, 331).
superficial, criterios como la complejidad, la ambigüedad y la ironía regresa- Es evidente que, con apenas algunos cambios terminológicos, esta cita po-
ban a nuestro discurso. Nosotros creíamos que el rcncjo estético de significa- dría convertirse en el tipo de declaración que se encuentra en múltiples publi-
ciones socialmente pertinentes tenía un efecto inmediato y liberador en las actitudes caciones que tratan de las cuestiones de valor y que presentan un compromiso
y l<ls tomas de conciencia. Raras veces extendimos nuestro interés hasta llegar a socio-histórico ..-..:~JR8--ci&postción subjetiva" se convertiría en la de llll
preocuparnos por un análisis crítico de la situación y de la función del arte, de su g~ade-una clase social, o también de un periodo histórico, y así sucesiva-
impacto en la manera en que las sociedades modernas los hombres reaccionan al ~te~~m.ot.i.v¡¡,do:...eu lénuÜlOS,i()(;ÍG~~~ y que utilizan ar-
gumentos matcrialistas~l,Co..a.simi~mo.del supuesto de que la obra de arte de
contenido artístico.
vlflnr es una estructura significativa organizada de acuerdo con un sistema
Desde el punto de vista desde el que sno''u.lr.f"nfl-ióne•hllllte •• 1 1•
q··a jps'i'··gjóp SR lus_i9GieQad~-4Uod&iDa&.pJ~.~,et·t'Pit'"'& de valores. Ellos también parten del supuesto de que el arte en general es, en
n_,í 3 semíplj¡,;a ~.e¡w,tic.ade.lac1~ por una parte. y. porJa.olca,.enuwu~...·a- cierta medida, un terreno de simulación en el que los valores, las significacio-
respwo.a.uru:ontinuo.hi.Wiric,Q,,{ijW#.~ ·
1 nes y las identidades están en competencia. Esta torna de posición no está tan
ojM.-tt,QC.jQ,qí¡iJ;a del arte, con '
alejada como se podría creer de la del idealista liberal, para quien la obra de
c9fflún.sc__pcrcibe .estructurado desde un.PlJilt9 de v.i~t¡¡ lJistqrico-fHo~),
arte de valor es el símbolo de una "esfera pública liberal": por lo tanto, el me-
ambas tienen mucho más en común de lo que pareciera a primera vista. Ambas
dio gracias al cual una comunidad de críticos renexiona sobre la complejidad
comparten una fe en un arte que expone los valores estéticos y que es capaz de
de In significación de una manera que mantiene una estrecha relación con una
ordenar las significaciones.A t i._.¡icanuna:ereeoei-acnuna-COIMMén
S

noción ideal de debate püblico. En una perspectiva de esta índole, el arte pcr-
e~l..im.lispensablc, entre la significación y los valores estéticos, ~~ua¡¡·
JOCIIEN SCIIULTE-SASSE 339
338 ¡_,\ EVi\l.lJACIÚN EN I.ITERATlJRA

mitc que un público liberal se dedique a una reflexión sobre los valores que d~_no.~ifuminar__las fronter~s entre lo estético y lo no estético. Esta preocupa-
guían la interacción de comunicación en una sociedad burgucsó.l. J\1 así hacer- c~on solo es pos1ble despues úe que se ha logrado descartar la pregunta de la
lo, el público reflexiona según su modo de ser. En otras palabras, la organiza- diferenciación funcional de las instituciones y de los discursos (por ejemplo,
ción estética de la significación en el gran arte establece una relación de juego formulando la hipótesis de que la separación del arte y de la vida es algo natu-
entre los lectores y la significación. Esta relación, no obstante, tiene un efecto ral), y después de que se ha aceptado la premisa de que la conciencia humana
práctico de gran alcance. Permite que la literatura se convierta en un objeto de c_s un órg:u10_ho1~1ogéneo y unificado, libre de un sometimiento a los compar-
interpretación, a pesar de que, simultánea y temporalmente, se suspende toda llmentos 1nslltucwnales. La exclusión sistem{ltica de las cuestiones que tratan
aplicación de la significación, así interpretada, a la praxis. Dado que la inter- de la diferenciación funcional es más evidente, por supuesto, en los autores
pretación y la evaluación de la literatura no se interesan moís que en la discu- que se apoyan en la hipótesis de la existencia de un cosmos ordenado de los
sión de una significación que podría proporcionar en potencia una orientación valores humanos y que sostienen que existe una continuidad entre los valores
a la acción, pero cuya aplicabilidad práctica está constantemente suspendida estéticos y los que no lo son. Hirsch, a modo de ejemplo, mantiene que "un
en el momento de su discusión estética, la interpretación del arte, según esta ensayo técn~co, una conversación común o también un poema .... poseen valo-
perspectiva, no puede o no debería estar determinada por cualquier interés ex- res propios, necesarios; por supuesto, los valores di rieren, pero la estructura
trínseco; no debería incluso ser concebida para desconstruir las normas y los del argumento en favor de su existencia es la misma. De esto ~e deduce que no
valores, que la obra trae consigo, ni para asegurar con ello un efecto inmediato hay ninguna razón válida para aislar a la literatura del arte dentro de un miste-
fuera del terreno estético. rioso terreno ontológico separado de las otras realidades e u lturales [ ... j. Se
En una perspectiva "posmoderna", que es la de una reJlexión crítica sobre el presta un valioso servicio a las ciencias humanas aceptando y no deplorando el
efecto que puede tener la diferenciación de la sociedad en la diferenciación hecho de que los valores de la literatura forman un continuo con toJos los de-
funcional, emparentada, de discursos como el del arte, las teorías de la eva- más valores compartidos en la cultura humana" (E.D. Hirsch Jr., 1969, 331).
luación marxista e idealista-liberal, escritas en el mismo lapso, revelan sor- En esta perspectiva, el arte se percibe con demasiada facilidad como un medio
prendentes afinidades. Cuando designan al arte como una configuración que de socialización que se ha de poner bajo la vigilancia de los árbitros del poder
se apropia de la realidad, las teorías marxistas hacen hincapié, por supuesto, en en materia de política cultural.
la especificidad histórica de obras de arte individuales. Pero también l'en el Sin embargo, la aplastante mayoría de las teorías de la evaluación vrntapo-
arte como un medio gracias al cual el público adquiere un saber, interpretando nenla comunicación estética) la comunicación cotidiaua; aquélla es tú libre de
constantemente las estructuras de significación. También en este caso, se con· las servidumbres a las que ésta se somete. Estas teorías parten del supuesto
sidera que las estructuras estéticas son intrínsecamente infinitas (y por lo tan- de una cierta noción del texto, de la lectura, y de la función de la estética consi-
to, hacen de la interpretación una labor que nunca terminará), aun cuando la derada en relación con las demás funciones. El hecho de que el discurso sobre
delimitación de la obra individual mediante fronteras externas, formales, obli· la evaluación no viole por lo general las fronteras institucionales del arte, es
ga a que el crítico establezca una relación mutua y recíproca entre el arte y el decir, que no apunte su proyecto crítico a estas fronteras, y que acepte y afirme
despliegue de la Historia, considerado como un proceso de emancipación. Los nsí la diferenciación institucional, característica de las sociedades modernas,
dos enfoques tratan de la literatura como si todo lo que contara en estas cues- constituye en sí un objeto de investigación que vale la pena. En lo que sigue,
tiones de valor fueran las formas del contenido (incluida la organización esté- ·; no discutiré la posibilidad de la evaluación literaria o la existencia de valores
1
ti ca) y el valor de las obras individ11ales. Las discusiones sobre el valor no hm1 estéticos, sino más bien la función (estética), en las sociedades desarrolladas,
tomado en cuenta la posibilidad de un poder de formación, producido por los t del discurso universitario establecido que trata de la evaluación y es tú destina-
principios instit11cionaln de estructuración, que sobredcterminan los contcni· ;, do a una élite instruida.' Este discurso retlcja la función que la estética ha ido
dos éticos y las actitudes axiológicas de Jos sujetos.
Como lo sostendré más adelante, el estatuto institucional ele la estética de·
termina en la modernidad el discurso sobre la evaluaci6n. No obstante, éste no '. Eslo no significa en modo alguno que el discurso sobre la cvaluaci<Ín que surge en la ac-
ha logrado prestar atención crítica a este estatuto institucional que ha tenido el lualidad ~n el tercer mundo lcnga una función difcrcnlc. Al contrario. las presiones de la 1110 •
tkrnll.ac¡ón parece que empujan a la inlcliguenlsia del tercer mundo en la misma direc-
poúcr úe moJel arlo. De ello resulta que muchas veces los críticos se preocupan
CIÓn; véase Edgar Wrighl ( 1'!73) y Rand nishop ( 1975). cnlrc OIIOS.
340 JOCIIEN SCII\JLTE-SASSE LA EVALUACIÓN EN LITERATURA 341

asumiendo en su conjunto cada vez más en el transcurso del proceso de mo- en el mundo moderno. Si tenemos en mente que la identidad rs la enajenación
dernización. -que hablamos de la identidad y de la enajenación en un sentido metodolúgi-
co, psicológico o social-, llega a ser claro entonces que la eliminación de la
enajenación siempre implica una disolución al menos parcial de la identidad.
El surgimiento de un grado más alto de identidad y de diferencia en la organi-
ll zación psicológica, cognitiva y social de las sociedades modernas, ha favo-
recido la nostalgia concomitante de modos de existencia que eran capaces
El papel no estético que desempeña la estética (en último término) en las socie- de superar o de desagregar temporalmente la diferenciación social, es decir,
dades modernas funcionalmente diferenciadas llega a ser visible a partir del la enajenación o la distancia. Este deseo complementario de desmantelar las
momento en c¡ue las teorías de la evaluación introducen criterios cuya finali- fronteras establecidas en torno a las identidades en la modernidad --comple-
dad es separar la estética de la vida cotidiana. Estos criterios, y esto es lo c¡ue mento de las presiones sociales que obligan a comportarse corno seres racio-
yo expongo, designan la razón verdadera de la apreciación específica de la nales y a entregarse a tareas racionales- es el que está en la raíz de la función
que goza el arte en las sociedades modernas. En la cita de Murray Krieger, este específica y de la apreciación específica del arte en la modernidad.
elemento emerge a la superficie cuando el autor sostiene que "criterios como Cuando consideramos la teoría y la práctica de la evaluación estética en esta
la ironía, la ambigüedad, la paradoja y la tensión, reciben un valor" en la me- perspectiva, podemos ver que ambas están guiadas por una concepción subya-
dida en c¡ue son los medios para impedir la "evasión" al "mundo de los referen- cente del arte, que es el sueño de una mediación o de una reconciliación de la
tes y más allá, al de la acción, al mundo de las relaciones externas en el que lo identidad y de la disolución: este sueño todavía es el de rebasar la enajenación
cognitivo o lo ético tienden a excluir lo que no es más que estético" (Krieger, o la identidad y la alteridad. Cuando Krieger habla del valor de la ambigüedad,
301 ). Lo moral y lo cognitivo son los dos terrenos de la reproducción de una de la ironía o de la complejidad artísticas, él participa -únicamente con el em-
sociedad que han sido más modelados por el proceso de modernización. La pleo de una terminología moderna por añadidura- del proyecto kantiano de
reproducción material y tecnológica, para designar con un término diferente el establecer un terreno para la imaginación humana que no esté determinado por
saber, así como la reproducción política o moral de la sociedad, ambas están las limitaciones de la identidad y de la racionalidad. El sueño liberal de una
determinadas por una lógica de la identidad cuyas bases filosóficas fueron es- discusión sin confrontación de la significación es inherente a su definición de
tablecidas a lo largo de la historia de la filosofía occidental durante el periodo la "colisión" entre una obra de arte y el lector; relleja el mismo deseo de me-
que va de Descartes a Kant. Los criterios de la lógica de la identidad que atañen diación entre la delimitación y la disolución. Mi opinión es que se trata de un
a la verdad o a la corrección, a modo de ejemplo, han sido la fuerza metodoló- ideal omnipresente en las teorías de la evaluación que, a fin de cuentas, no pue-
gica que ha guiado las tentativas de apropiarse y éxplotar la naturaleza en las den comprenderse más que en la doble perspectiva socio-histórica y psico-his-
sociedades modernas. La lógica de la identidad, que subtiende el modo de re- tórica. Cuando por ejemplo Roman Ingarden habla de "la armonía polifónica"
producción material y cultural de las sociedades modernas en su desarrollo del arte o cuando Nicolai Hartmann sueña con una "generalidad intersubjeti-
victorioso a través de los tiempos, ha eliminado la alteridad cualitativamente va" de los valores -aquello que según él no significa "nada más que la unidad
significativa subsumiéndola a las limitaciones de un pensamiento que busca de aquellos c¡ue tienen la actitud que conviene (adiiquat Ein¡:este/lten)" (N.
la identidad. En el plano psicológico, el desarrollo triunfante de la lógica de la Hartmann, 1953, 322), expresan un deseo característico de la modernidad: el
identidad ha llevado al establecimiento y al dominio de un modo de subjetivi- de una comunidad, de un lugar aparte de la sociedad, donde la enajenación
dad que ha producido identidades del Yo egocéntricas. La modernización ha y el aislamiento han sido abolidos y donde, a la vez, la "verdad" se puede de-
significado el avasallamiento o la eliminación de la diferencia cualitativa por terminar mediante la búsqueda estética del rebasamiento de la incompatibili-
la diferencia cuantitativa, ya se trate de una diferencia tanto entre seres huma- dad y de la oposición de significaciones fragmentadas y troceadas. Asimismo,
nos como entre identidades semánticas, entre culturas o entre lo que sea. El cuando otro crítico declara: "(:ada obra sigue siendo inagotable. Cuando se
argumento es muy conocido y no hay ninguna necesidad de comentarlo aquí. rellexiona en ella, se siente que crecen alas" (E. Trunz), la imagen del vuelo
llay algo más, resultado de este efecto tan conocido de la modernización, y expresa manifiestamente un deseo de violar las taxonomías que se han de re-
que es más importante respecto de la posiciún específica de la que goza el arte conocer permanentemente en el comportamiento cotidiano. Además, la con-
342 JOCIIEN SCIIULTE·SASSE 343
l.i\ I'V i\UJA("f(>N EN LllERATURA

nol;tción sexual de la metMora del ala es más que obvia (en su Traumdcutllllg, una obra fascinante, que tiene que ver exactamente con esta climensiónmftica
freud observó que "es muy frecuente que soñar con volar o planear ponga de en la novela anglo-norteamericana, Gabricle Schwab (G. Schwab, 1987) mos-
mauifieslo el deseo sexual"). Esta metáfora, una de las más comunes en el dis- tró cómo y por qué tantas novelas modernas tienen la obsesión de buscar expe-
curso sobre la evaluación literaria (J. Schulte-Sasse, 1976, 65), expresa el sue- riencias de clescentramiento o de modos de experiencias que reconcilien la
ño que la sociedad inculca de abandonar las limitaciones de la realidad y de la tendencia dicotómica de la subjetividad. Moby Dick, por no citar más que un
lógica. ejemplo, es uno de estos mitos modernos en el que la inmensidad del Océano
La distinción entre identidad y disolución, que vuelve a la superficie en la da a Ismael la ocasión de encontrar las capas de la subjetividad moderna en-
retórica de los discursos sobre la evaluación, connota la distinción psicoanalí- terraJas pot el proceso de civilizaci6n. La enfermedad o la locura pueden
tica entre proceso primario y proceso secundario. En el plano ontogenético, constituir una materia tan idónea para la descripción de estos deseos como las
así como en el de la filogenia, esta distinción es muy importante. Nos permite, formas de la disolución erótica. En su análisis de las novelas de Saul Bellow,
por ejemplo, comprender la necesidad que el individuo tiene de estrategias Sylvia Plath, J.D. Salinger, Philip Roth y John Updike entre otros, Richard Oh-
gracias a las que podrá construir conjuntos o bases de símbolos y de normas mann ha expuesto la tesis de que la novela típica de los años sesenta y setenta,
que permitan un dominio del entorno y superar la indiferenciación del proceso que expresa un deseo compensatorio de disolución, estaba centrada ~n la ei_l-
primario. Nos permite también comprender, en términos psicológicos, el sur- fcrmedad y los recuerdos de la infancia: "La persona que se aferra a la mfancw
gimiento de estrategias de sistematización, de jerarquización y de polarización como única defensa contra las relaciones sociales capitalistas y patriarcales es
en Jos seres humanos; nos permite finalmente comprender, en términos psico- la mayor parte del tiempo un hombre, o una mujer, ya instalado en su papel
genéticos, el deseo latente de experiencias de disolución, la presencia de con- adulto, pero que sólo aparenta ser un miembro de la sociedad, productivo y
traestrategias destinadas a generalizar la separación del sujeto y del objeto y el hien adaptado." Así es como ha~ta la novela de la crítica social se define por un
gusto por las asociaciones no lógicas. Pero cuando esta distinción vuelve asa- deseo de úisolución: "Casi siempre, estas visiones de una vía mejor nos dirigen
lir a la superficie en un contexto crítico-literario y determina la retórica de las al pasado, y la mayor parte de las veces a una infancia individual en la que el
teoría de la evaluación, se transforma en una dialéctica estática entre dos as- Yo estaba engullido en el seno del amor familiar y en el que la sociedad estaba
pectos complementarios de la subjetividad moderna. Esta distinción se refiere lejos, fuera de la vista ... En casi ninguna de estas novelas hay un terreno de
aquí a un instinto que apunta a reconciliar, en lo simbólico y lo imaginario, la erotismo festivo que se libre de la falsedad de las relaciones sociales, y en el
necesidad de ele limitaciones cartesianas que el proceso ele civilización ha obli- que se podría volver a encontrar la unidad infantil del cuerpo y del espíritu" (R.
gado a adoptar al género humano -y cada vez más-, por una parte, y pcr la Ohmann, 19!\3, 215).
otra, el deseo romántico de disolución. Entonces es cuando reaparece un dato Por muy importantes y difundidos que estén estos elementos de las obras
sociogenético y psicogenético en relación con el surgimiento de la subjetivi- indiviúuales en el arte moderno, mucho más importante es la manera en que el
dad moderna, en forma ele un deseo de presencia, de satisfacción intemporal, mismo deseo determina el estatuto institllcinllal del arte en las sociedades mo-
que cambia nuestra comprensión ele las formas estéticas y de su valor. La bús- dernas funcionalmente diferenciadas. De acuerdo con el discurso sobre la eva-
queda estética de un reconocimiento del mito en el seno de la modernidad, por luación, el arte proporciona a la humanidad un modo de experiencia que no es
ejemplo, siempre contiene un deseo de desmantelamiento de las barreras entre simplemente complementario o compensatorio en un sentido lineal: no ofrece
individuo e incliviúu(J, entre sujeto y objeto -entre los seres humanos y la na- simplemente una experiencia imaginaria de la disolución por la que se suspen-
turaleza. da temporalmente la necesidad psicológica y cognitiva de pensar y de compor-
Las artes, por supuesto, sobre todo clesúe hace doscicutos años, han descrito tarse en términos ele identidad. Más aún, se considera que el arte representa un
en múltiples ocasiones un deseo místico de esta índole. Las novelas en las que modo de experiencia que reconcilia la oposición entre identidad y disolución;
se piensa conmúnmente cuando se piensa en descripciones de experiencias de el arte supera así el proceso de diferenciación estructural que la modernidad ha
disolución o de descentramiento en literaturn, son novelas en el sentido me- provocado.
dieval del término, historias de amor o, generalmente, historias sentimentales. Podemos constatar con ironía que el fardo de la redención con el que se ha
En la "gran" literatura, parece que se limitan n la tradición del romanticismo. cargado al arte ha llevado -y en particular, desde la segunda mitad del siglo
Huelga úecir que ésta es una simplificación manifiestamente exagerada. En XIX hasta Jos años setenta del nuestro- a una hipóstasis y a una reificación de
LA EVALUACIÓN EN LITERkllJRA 345
JOCIIE:-.1 SCIIULTE-SASSE
344
caracteriza al discurso sobre la evaluación, está en condiciones de proporcio-
la noción de valor artístico que somete al arte a esta lógica de la identidad que
nar y de desplazar la angustia de los hombres. La osificación de los valores
se considera que él rebasa. Herrnstein Smith tiene razón cuando afirma que la
estéticos y su transformación en mística reflejan una "tendencia histórica a
"tendencia en toda axiología estética formal ha sido explicar las constantes y
aferrarse colectivamente a hechos no impugnables, así como a fenómenos pri-
las convergencias por medio de cualidades propias de los objetos o por la hi-
meros, 'arquetipos', 'categorías fundamentales' antropológicas u ontológicas,
pótesis de un conjunto de rasgos universales, y explicar las variabilidades y las
todos inmutables" (H. Kilian, 1971, 101, 102). Esta tendencia puede ser "in-
divergencias por los errores, los defectos y los prejuicios de los sujetos indivi-
terpretada hipotéticamente como un síntoma de inquietud o de defensa contra
duales"• (B. Herrnstein Smith, 15). Esta tendencia a la reificación de Jos valo-
la inquietud. Cuando una conciencia histórica ha perdido el sistema de re-
res no contradice en nada mi tesis de que el discurso sobre la evaluación está
ferencia, est;ítico y absoluto, que formaba un escudo tradicional, se siente
determinado por un deseo de experiencias imaginarias de disolución. Pues
amenazada por una pérdida parcial de realidad" (H. Kilian, i/1id.). Por muy in-
el deseo de fijar su identidad en la estabilidad de una entidad o de un universal
compatibles que puedan ser a primera vista la tendencia a hacer del valor una
trascendente es idéntico al avasallamiento del Yo a otro yo. Esta sumisión del
mística y un deseo de experiencia de descentramiento, ambos tienen la misma
Yo a otro equivale a transgredir emocionalmente el aislado de la identidad;
función psicológica.
ésta encuentra también su origen por Jo tanto en un deseo de superar la oposi-
En las sociedades modernas, el estado paradójico de la estética que estruc-
ción entre identidad y disolución. Además. sostener que la experiencia estética
tura las teorías de la evaluación está determinado, pues, por la aceptación pri-
es capaz de reconciliar identidad y disolución no impide que la propia reconci-
mera por el arte moderno del proyecto de la modernidad tal como fue descrito
liación esté sobredeterminada por el deseo de una experiencia de descentra-
por Kant. Estas teorías persisten en pensar en términos de identidad, en consi-
miento; la experiencia estética proporciona una disolución en segundo grado.
derar la comunicación, fuera del arte, en términos de lucha y consideran que el
Yo emitiría la opinión de que el desprecio habitual de las élites culturales
arte es una institución indispensable a la sociedad porque proporciona a la hu-
por lo que se denomina el kitsch ha aumentado con el hecho de que el arte y
manidad un medio en el que las leyes de la identidad están simultáneamente
el kitsch tienen funciones parecidas a los ojos de sus públicos respectivos. El
preservadas y en suspenso, y que, por lo tanto, protege al pensamiento humano
kitsch ofrece experiencias compensatorias de una manera lineal, no refractada
de la atrofia semántica.
-más acá de toda reconciliación imaginaria de la identidad y ele la disolución.
No vacila en representar libremente situaciones sentimentales en las que se
considera que el lector se identifica del modo más directo posible. Los críticos
tienen razón por lo tanto cuando denominan al kitsch un "gozo de sí que los 111
objetos kitsch estimulan", un "gozo de sí en el que el gozante puro (que no
tiene motivación ni estética ni lúdica) goza de su propio estado" (L. Giesz,
Yo defendería la práctica que trata de descubrir las estructuras de significación
1971' 48 y 40). inherentes a las configuraciones narrativas como una actividad crítica esencial
Por diferentes que puedan ser la experiencia narcisista del kitsch y el placer
e indispensable, sobre todo si las configuraciones narrativas, como es con fre-
más dominado al que aspira la élite cultural, toda experiencia estética en las
cuencia el caso, disimulan los intereses ideológicos de los grupos sociales que
sociedades modernas está sobredeterminada por un deseo fundamental de ex-
recogen en ellas. Sea cual sea el grado en el que la validez de esta crítica pueda
periencia de descentramiento. La razón de esta sobredeterminación está en el
modificarse por nuestra renexión sobre las condiciones previas y sobre las po-
hecho de que el arte, en tanto que institución, está integrado a una sociedad do-
sibilidades de esta actividad crítico-ideológica, así como sobre la posibilidad
minada por esta lógica de la identidad. El estatuto del arte en una sociedad fun·
de su institucionalización, es esencial dedicarse a esta crítica, aun cuando las
cionalmente diferenciada estará, así, siempre sobredeterminado por la lógica
reglas polémicas de la lógica de la identidad determinen su práctica. Es nece-
de la identidad a la que contribuye a contrarrestar proporcionando experien·
sario que en el seno de la sociedad haya un lugar para empresas intelectuales
cías estéticas. En una perspectiva psicoanalítica, podríamos decir que el con-
que revelen las implicaciones ideológicas de las que son portadoras las confi-
cepto de valor en materia de arte, concepto osificado por el positivismo y que
guraciones narrativas y las estrategias de evaluación de las intrigas. El propio
término de "evaluación" logra por Jo menos algo: el acento se desplaza ele un
4 Véase nota 2.
•· ..............~ ..... ·• .J~ '"'~ """"'~ .••

JO\IIEN SCIIULTE-SASSE I.A EVAI.IJACIÓN EN LITFRATLIRA 347


346

objeto hipostasiado, como el valor, a un proceso crítico, de una sustancia de identificándose con las estructura.~ dl' identidad inconscientes de la concien-
valor a una función, y a una pdctica en la que se pone el acento m(ts en el acto cia burguesa" (H. Kilian, 60).
de evaluar que realiza el sujeto que en un objeto de valor. Además, la evaluación y la interpretación, tal como han sido practic<tdas
Pero en la actualidad yo afirmaría que entretanto ésta ha rcsult;.¡do ser una desde mediados del siglo XVIII hasta un pasado reciente, no daban cuenta
actividad crítica marginal, por lo menos en las sociedades llamadas "posmo- de la diferencia entre las estructuras de significación conscientes e inconscien-
dcrnas". El lugar de esta crítica puede ser definido, pero su importancia es mo- tes impresas en los seres humanos por la interacción social. El modo de lectu-
dificada por los cambios del modo de reproducción cultural de las sociedades ra, que estaba en la base de esta práctica, presuponía la existencia de sujetos
contemporáneas que hacen que la práctica tradicional de la evaluación literaria capaces de dominar la significación que ellos comunicaban, aun cuando esta
-suponiendo que ésta trate verdaderamente de ser crítica- sea ineficaz con significación fuera "inagotable". Esta suposición sólo toma parcialmente en
consideración lo que significa que la formación del sujeto advenga "como una
respecto a sus propios fines. A partir de ahora, comentaré la obsolescencia de
esta noción de evaluación, que se puede hacer remontar al proyecto de la invit;¡ción a identificarse por medio de símbolos y de figuras simbólicas, pa-
modernidad, tal como fue formulado por Kant. Lo mismo que los de la inter- dres y otros", y que las estruct:Tas de los objetos se reproduzcan "por series de
pretación, Jos problemas de la evaluación son al mismo tiempo cuestiones re- aplicaciones" (Hans Kilian). La formación de los sujetos sólo se consideraba
lacionadas con la posibilidad de una autoconstitución de la subjetividad. En en relnción con un intercambio consciente de significación que, a pesar de to-
el análisis que hace del movimiento de la juventud alemana -de los años das sus complejidades intrínsecas, seguía estando sometido a fin de cuentas a
1900-, caracterizado por un intento de liberarse de las normas y de los valo- una lógica de la identidnd. Si está comprobado que estas series de a pi icaciones
res de la sociedad pequeñoburguesa, Erik Erikson expuso que esta revuelta, en se producen asimismo en Jos niveles de comunicación que no son los cons-
definitiva, estaba condenada al fracaso porque sólo le preocupaba el contenido cientes, surge entonces una nueva labor para la crítica cultural (<tsí como para
normativo y había dejado de lado poner en tela de juicio el consentimiento, la propia literatura), labor que sería inadecuado llamar de evaluación. La prác-
inconsciente, subyacente, a identi ricarse y a someterse a un Otro autoritario: tica establecida de la evaluación planteaba como hipótesis de base, como he-
de este modo permitió que las relaciones fijas y estáticas de dominación del mos visto, que las configuraciones semánticas interiorizadas, expresadas en
objeto sobre el sujeto y del sujeto sobre el objeto permanecieran intactas. La literatura, no pueden ser sustituidas o desplazadas más que por configuracio-
argumentación de Erihon es significativa para una teoría y una práctica de la nes míticas o narrativas nuevas. La evaluación era la actividad crítica vin-
evaluación literaria porque implica un defecto de la práctica de la evaluación culada a estas sustituciones narrativas. Mientras la evaluación siga siendo una
literaria tradicional y de la evaluación crítica basada en la ideología, tal como actividad crítica guiada por las premisas de la lógica de la identidad y una Re-
se ha desarrollado durante los aiios sesenta y tal como fue practicada general- u·usstsl'insphilosophie idealista, será totalmente imposible instaurar un pro-
mente durante los aiios setenta, siguiendo la estela de la teoría crítica de la Es- ceso crítico que eluda las trampas de la lógica de la identidad, es decir, un
cuela de Frankfurt. Sobre la hase de su superioridad moral tal como ésta se proceso que cambie la naturaleza de nuestra percepción del mundo y de nues-
comprende, esta praxis confronta en lo esencial una posición a otra -como lo tras estructuras inconscientes. El problema de una práctica crítica está ligado
hacía el movimiento juvenil que Erikson annlizó-. sin poner en tela de juicio inexorablemente a la posibilidad de estos cambios de natur<tleza. Tradicio-
el presupuesto de un sujeto teleológico y dominador, subyacente a su teorín nalmente, la evaluación se ha practicado con una dependencia feudal de la
ele la m<tnipulación. En otras palabras, los fantasmas de omnipotencia y las au- Ilustración y siempre ha borrado la necesidad de trabaj<tr sobre un texto in-
tosat isfacciones narcisistas de una subjetividad te leo lógica, tal como las en- consciente.
carnan los relatos a través de protagonistas hollywoodenses -se espera que
nosotros descubriremos los vínculos con estos protagonistas y que es nuestro
deber utilizarlos como criterio del juicio de todo acto-, en el plano estructural IV
y psicológico están en correlación con la creencia idealista en la superioridad
moral de nuestros propios ideales. La crítica que se basa en la ideología es con
tk:masiada frecuencia insuficiente porque "trata únicamente de deshacerse Como hemos visto, kl.institucionalización específica del arte en la moclcrniclacl
de los contenidos conscientes del pensamiento burgués, y no obstante sigue !la producido un efecto fundamental sobre el modo de recepción del mismo. La
348 JOCIIEN SCIIULTE-SASSP. I.A EV AI.IJACIÓN EN l.lll'RATlJRA
349

institucionalización tiende a aislar la recepción estética de los demás campos El punto de partida del pensamiento romántico fue la Wi.u('mchaftsll'hrl' de
de la práctica humana y dcstro7.a así todo efecto que el arte, como sector de la Fichte. En esta obra, Fichte admitía como postulado que el acto de plantear el
economía política de la significación, pudiera tener sobre otros sectores de es- no- Yo (es decir, de plantear objetos mentales) precede a todo pensamiento
ta economía. W contenido del arte está sometido a un proceso de abstracción personal, proporciona la base de la identidad y es de naturaleza preconsciente.
cuyo origen se sitúa en la diferenciación funcional de la sociedad. El discurso Esto significa concretamente que la disociación de un sujeto que percibe y de
establecido que trata de la evaluación participa de este desarrollo y lo estabili- su objeto no podía ser eliminada o superada, y que el Yo no existe más que
za. favoreciendo una forma de reflexión estética que consiste en meditaciones como algo siempre previamente lleno de percepciones. No nos podemos re-
autónomas sobre obras singulares. Una práctica crítica, que no siempre se ha- montar hasta el origen de las percepciones; sólo podemos cornparar diferentes
ya sometido previamente a los principios de la estructuración funcional de las percepciones entre ellas y favorecer una a costa de la otra, siguiendo las reglas
sociedades modernas, tendría que reflejar la posibilidnd de desmantelar las ba- de la lógica. Para una teoría de la crítica literaria, esto significaría que pode-
rreras institucionales que separan al arte de la vida, y hacer salir así al arte Llel mos criticar, preferir o rechazar las normas y los valores descritos en la li-
gueto de la funcionalización abstracta. Hasta donde yo puedo ver, esto sólo se teratura a lo largo de una discusión de duración ilimitada, pero que nuestras
puede realizar siguiendo un camino que aproveche ante todo la naturaleza re- conclusiones, en el mejor de los casos, sólo se pueden justificar por su lógica
tórica de la literatura y después la necesidad que tienen los seres humanos de intrínseca. Éste es precisamente el modelo epistemológico subyacente en la
utilizar las figuras ele la retórica que han permanecido puras para realizar sus teoría y en la práctica de la evaluación, tal como se desarrolló en los años
experiencias materiales. La economía política de la significación artística y cincuenta, sesenta y a principios de los años setenta, se trate por lo demás de
la experiencia material inscrita en nuestros cuerpos y nuestros espíritus han de las teorías de la evaluación idealista-liberal, crítico-ideológica o marxista or-
ser sometidas a un cortocircuito si queremos que el arte salga alguna vez Llel todoxa. En cierta medida, los primeros r01mínticos reconocieron que un acer-
gueto de la funcionalización abstracta en el que se encuentra. camiento de este tipo no sólo es incapaz de eliminar las inscripciones de la
Por esta razón, desearía en este preciso momento hacer un recorrido histó- totalidad social en el Yo, sino que establece que el pensamiento logocéntrico
rico para aclarar el problema en juego. ¿A qué cambios históricos se puede es el único posible. No obstante, éste era precisamente el fin del pensamiento
hacer remontar la idea, tan ampliamente aceptada en nuestros días, de un suje- romántico, desalojar "la razón petrificante y petrificada", para recurrir a una
to que es producto de estructuras programadas, grabadas en él a lo largo del expresión de Novalis. Los románticos creyeron que podían lograrlo gracias a
proceso de socialización? Me parece que la respuesta más fácil es echar una una forma de práctica crítica que tomaba la obra individual como el punto de
ojeada rápida al romanticismo alemán en sus inicios, cuando, y no es sólo partida de una reflexión infini.a. La infinitud de esta reflexión no tenía que ser
una coincidencia, situó todo el complejo de la actividad crítica en el centro de de naturaleza lineal y avanzar de un elemento de significación singular a otro,
su interés teórico. Los primeros románticos se enfrentaron a un proceso social sino que tenía que estar basada en la complejidad del contexto histórico y de la
que ellos describieron como un proceso que conducía a un dominio cada vez Historia en su conjunto_ La concepción romántica de la crítica, tal como fue
más universal del valor de cambio. Pero al mismo tiempo, reconocieron que la analizada por Walter Benjamín, tenía como meta "elevar al pensamiento por
subjetividad se convertía en un problema a medida que la sociedad iba toman- encima de todas las limitaciones sociales hasta un grado tal" que la posibilidad
do la forma de una estructura totalizada y totalizante. Dentro de la moderni- de una autoconstitución de la subjetividad apareciera "como por arte de magia
dad, los sujetos de conocimiento ya no se pueden yuxtaponer a una totalidad gracias a la percepción perspicaz de la falsedad de las limitaciones" (Benja-
social, del modo en que, en tanto que lugares de conocimiento, libres y centra- mín). El arte en su conjunto es el medio en el que se sumerge la reflexión me-
les, o al menos calificado~ de serlo, se yuxtaponen, de act;erdo con el modelo diante la que se puede intentar la autoconstitución de la subjetividad.
cartesiano, a un objeto sobre el que desean entregarse a una investigación. En Desde un punto de vista actual, es muy fácil volver los supuestos idealistas
consecuencia, el pensamiento romántico enfrentó la pregunta fundamental: de un pensamiento de este tipo contra él mismo. Es indudablemente exacto
¡_puede la subjetividad constituirse libre de toda dominación si el contexto que el punto de partida de los románticos es el supuesto de que no hay nada
social restringido se ha grabado inevitablemente en el sujeto? Dado que la res- grabado en el Yo que no se pueda desprender por la fuerza de la reflexión. Asi-
puesta Lle los románticos culminó en una justificación teórica de la crítica lite- mismo, suponen que la crítica, en tanto que reflejo puramente positivo y afir-
raria, quisiera esbozar brevemente esta respuesta.
mativo del arte "de valor", está en condiciones de tener los efectos liberadores
JOCIIEN SCIIULTE-SASSE LA EVALUACIÓN EN LITERAl URA 351
350

que se han descrito. De ello se desprende que los románticos no consideran que mundo, Y rompiera las cadenas de la causalidad y la red de significaciones
lo que ellos denominan la polémica, es decir, una crítica de los productos de la del mundo (Netze der Versimllmg)" (Penkert, 1970, 91). Einstein define la
cultura de masas, sea ni por asomo esencial para una práctica crítica. En otras alucinación, el fantasma o la imaginacilÍn como los principios dominantes en
palabras, los románticos todavía no se habían dado cuenta de que las inscrip- el plano estilís~ico de ~In arte de esta índole. Él sitúa la aptitud humana para
ciones materiales, en los espíritus y en los cuerpos de los individuos, de una fantasear en el Inconsciente. Seg(in él, se trata de "una fuerza creadora en esta-
totalidad que ya no podía ser comprendida, están objetivadas en la cultura de do de cambio permanente, activa" (Oehm, 1976, 19), que se expresa estilísti-
masas y que el Yo, atrapado en la trampa de estas inscripciones de la totalidad camente como la "libre conexión de signos funcionales contradictorios"; esta
social, sólo puede evadirse de ella trabajando a fondo estas inscripciones, pra- fuerza va más allá de "la causalidad y de las conexiones lógicas" (Penkert, 28 ).
xis crítica que necesitaría ser organizada en práctica colectiva. No obstante, "En las alucinaciones, el Yo reciente, diferenciado, muere; los niveles de con-
la concepción romántica de la crítica contiene ideas a las que toda praxis críti- ciencia recientemente adquiridos descienden, y todos los recuerdos, adquiri-
ca en las sociedades modernas debe adherirse. Novalis, por ejemplo, conside- dos o habituales, se pierden. El observador se convierte en no histórico; las
raba que la significación social del arte estaba en el hecho de que es un medio variaciones orde~wdas, las fachadas secundarias desaparecen; no obstante, el
para atraer actividades críticas y "nada más" (Novalis, 1960-1975,11, 142). observador adqUiere ahora una libertad poco común frente a la tradicilÍn y la
Oponiéndose deliberadamente a Fichte --es significativo que éste sea un pun- historia" (Oehm, 60).
to de referencia capital en la teoría de la comunicación de Habermas que, por En el proyecto de revolución cultural de Einstein, el intelectual del futuro
su naturaleza, está relacionada de manera parecida con la lógica de la identi- tendría que intentar ayudar a las masas a "formar sus propias convenciones
dad-, Friedrich Schlcgel escribió: lo que es importante no es un "no-Yo, sino apropiadas a lo real" (C. Einstein, 1973, 315), y resucitar así la función social
un contra-Yo, un T(l". Los primeros románticos no se preocupan por descubrir que el arte tenía en los tiempos premodernos, es decir, organizar en imágenes
normas y valores fijos en el nivel del contenido, sino más bien por institu- Y en poemas "las impresiones y las experiencias comunes" (C. Einstein, 1973,
cionaliwr una praxis crítica que guíe un principio de diálogo basado en la di· 81) de un grupo social. Dado que todas "las figuraciones ideales", ya se trate
fcrencia cualitativa de la alteridad y en la necesidad de no contentarse con de formas estéticas cerradas o de sistemas conceptuales, "en (¡]timo término"
inventar, sino en someterse a los acontecimientos aleatorios del lenguaje. Es- tienen_por ?bjeto "cuestiones de poder" (C. Einstein, 1973,213 y 218), para
tos acontecimientos pueden conducir a nuevas formas lingüísticas capaces de Emste111, n~ l_a _perspicacia conceptual ni la que corresponde a la estética pue-
abrir nuevos modos de percepción. Novalis dijo: "Yo soy, no en la medida en den s_er defu~I~Ivas. "La pe~spicacia revolucionaria, por ejemplo, no es m;ís que
que me enuncio, sino en la medida en que me supero" (Novalis, 11, 196) -su- un ~mculo util entre una Jase pasada de moda de nuestra comprensión de la
peración que sólo puede advenir por el lenguaje. Este proceso de superación realidad Y una nueva fase. Un conocimiento así nunca está disociado, artística-
(¡\ 11jliebwzg) tiene necesidad, no obstante, no sólo de un medio lingüístico que mente hablando, de sus precondiciones concretas¡ ... ] El pensamiento sólo
pueda provocar la actividad sino también de lo que Novalis llama los contra- puede ser productivo en este sentido" (C. Einstein, 1973, 192 ss.). Einstein in-
Y os, dispuestos a sostener la actividad en comunidad. Así es como la literatura ~is~e constantemente en la bilateralidad paradójica de todo pensamiento e
puede convertirse, para citar de nuevo a Novalis, en el medio de la "más alta 1ns1ste en que cualquier perspicacia individual significa "una detención de las
funciones", un "punto de reposo", una estabilización de los acontecimientos
simpatía y coactividad" (Novalis, 11, 533).
Esta tradición basada en los primeros románticos ___,;;oncebir la crítica Yla en curso. El arte no puede ser mimético nunca. Cuando logra su fin, nos vuelve
evaluación como un proceso social capaz de desmantelar las inscripciones de conscientes de experiencias históricas, concretas y, simultáneamente disol-
la totalidad social en la subjetividad- ha sido llevada más lejos y ha recibido viéndose en este efecto práctico, muere. '
una inflexión materialista en autores como \V alter Benjamín, Ikrtolt Brecht, En esta perspectiva es también en la que hay que ver los intentos tan a me-
nudo incomprendidos de \V alter Benjamín por salvar el relato como un hecho
así como Oskar Negt y Alexander Kluge.
Para citar al poeta y crítico alemán Carl Einstein, quien es probable que sea social importante para el futuro: él pensaba que sólo el medio que formaba
uno de los primeros pos modernistas radicales avantla lettre, y que hasta hace el relato podía permitir qur se trabajaran a fondo las experiencias inscritas en
poco parecía sumido en el olvido, el arte tendría que permitir que el individuo nosotros y que adquirieran una transparencia, aunque sólo fuera relativa. Tam-
"se opusiera a las mortales generalizaciones, al empobrecimiento radical del bién en esta perspectiva hay que ver lo que Brecht denomina la "gran pedago-
JOCIIEN SCIIUL ll:~SASSE 353
352 LA EVALUACIÓN EN LITERATURA

gía", que no es únicamente una teoría del teatro, sino también una teoría de la que sólo podemos aproximarnos a la comprensión de nuestro ser. Estas repre-
práctica crítica. En sus aspectos teóricos, si bien no en sus realizaciones prác- sentaciones no están concebidas con la finalidad de un conocimiento contem-
ticas, la concepción de Brccht de esta práctica es con mucho la más avanzada plativo, sino más bien con la de una praxis social.
en su forma. La técnica de la enajenación o del distanciamiento que se utiliza en las obras
Brecht concibió siempre su teatro épico, que le valió la celebridad, como de Brecht, que en la actualidad se consideran sus obras clásicas. apunta al es-
una forma de pdctica teatral de transición, que a pesar de todo aceptaba el píritu de espectadores aislados. Se considera que estos espectadores confron-
hecho de que tenía que ser representada en el marco restringido de la institu- tan de manera contemplativa la significación de la obra, fundamentalmente de
ción del arte burgués. Él denominó a las miras sociales de su teatro épico la la misma manera que se creía que el lector al que definían las teorías tradicio-
"pequeña pedagogía", que él diferenció claramente del teatro del futuro, cuya nales de la evaluación encontraba y evaluaba una obra de arte de valor. En el
concepción desarrolló con el nombre de "gran pedagogía": "La 'gran pcdag?- teatro que Brccht vislumbraba para el porvenir, ya no hay espectadores, nada
gía' modifica completamente el papel del actor. Elimina el sistema [es dcc1r, más que actores que representan para ellos mismos. Estos actores, con su pro-
la disociación] del actor y del espectador 1... ]. Sólo sabe de actores que condu- pio cuerpo y cambiando constantemente de papeles, tendrían la experiencia de
cen directamente estudios, según el principio de que allí donde 'el interés del la diferencia ideológica de la que son portadoras las actitudes binarias. Brecht
in di vi duo coincide con el del estado, la comprensión del «gesto» determina el partía del supuesto de que las estructuras que inscriben en nosotros la praxis
modo de actividad del individuo'. 1Entonces es cuando ]la imitación del actor social, no sólo determinan la forma y el contenido de nuestros pensamientos,
se convierte en la parte principal de la pedagogía. En cambio, la 'pequeña pe- sino todo nuestro cuerpo, es decir, los gestos y los modos de comportamiento
dagogía' no consigue una democratización del teatro más que en el periodo de inscritos en nuestro cuerpo. Para Brecht, nuestra lucha contra la hegemonía
transición de la primera revolución. [En el teatro de la Pequeña Pedagogía]. la -y la práctica crítica no es más que esto- nunca es únicamente una lucha por
dualidad [ele la escena y de la sala] permanece intacta" 5 (R. Steinwcg, 1976, 51). significaciones específicas.
En la base de la intención de borrar la dualidad ele la sala y de la escena está Debido a las afinidades que he indicado entre el proyecto de Brecht y el ini-
la convicción de Brecht en que, en primer lugar, todo proceso de aprendizaje cio del romanticismo, parece significativo que la "gran pedagogía", que por
importante y logrado ha de encontrar necesariamente sus cimientos en la expe- medio de los intercambios de papeles trata de desplazar las identidades fijas y
riencia concreta, corporal, de las actitudes o de la acción social, y en que, en mediatizar diferentes identidades, encuentre un modelo en el tema del inter-
segundo Jugar, sólo la experiencia continua de actitudes o de acciones desfa- cambio de papeles de la escritura romántica. De manera análoga a la de Brecht,
vorables y mutuamente excluyentes mediante Jos "juegos de imitación" podrá J,¡s románticos emplean este método para impedir que ~··encHentre su pro--
tener un efecto duradero. Esto quiere decir que él quiere que los actores repre- pin identidad excluyendo al Otro y, al así hacerlo, excluyéndose él mismo con
senten papeles diferentes, incompatibles, durante la misma representación, a relación al otro.
fin de que aprendan, es decir, que sufran la experiencia, el efecto corporal de
una conducta social específica. En otros términos, los actores, que en lo suce-
sivo representan para ellos mismos, tendrían que hacer la experiencia, en
V
sus propios cuerpos y cambiando constantemente de papeles, de la diferencia
ideológica de la que son portadoras las actitudes binarias.
Debido a la naturaleza problemática de la autorrcpresentación, de la natura- Mi tesis ha sido que las preocupaciones tradicionales en relación con las cues-
leza doble de la representación y del ser, Brccht concibió la "gran pedagogía" 4JJ.nes de valor se basaban y siguen basándose en una noción específioo (y en
como un medio que abre un camino infinito de autorrcpresentaciones, en el upa praxis) de la lectura, del público, de la significación y del sujeto en tanto
que agente social. Mi segunda tesis ha sido que el concepto de evaluación, es
5 En una serie de publicaciones, Stcinwcg descuorió e interpretó casi solo la Lehrstiicktheo· accir,la discusión y la estimación de las estructuras de significación que ame-
ric y resucitó la práctica de ésta. Cf. asimismo Rcincr Stcinwcg, Da.r L.ehrstiick. Rrec/¡ts Thco- ritan ser examinadas, ha sido erosionado por los cambios históricos y sobre
rie cine' ¡wliti.,·rh-iisthetischcn Er;:.iehwrg (Stutlgarl, 1972), y 13crtoll13rccht, Die Afassnahme. todo por los del modo de reproducción cultural de las sociedades contemporá-
Kritische A11sgahe mil eincr Spiclanleitrmg, Rcincr Steinwcg, comp. (f'rankfurt, 1972). neas (J. Schulte-Sassc, 1988). J.,.a~ondición pos moderna parece que vuelve in-
J<K'IIEN SCIIliLTI'-SASSP.
J54 LA EVALliACIÚN EN IJI l'RATlJRA

ditopensablc una pr:íctica crítica diferente que desplazaría el acento de una dis- a partir de algunas posiciones privilegiadas. La configuración ideológicamen-
cuMón sobre las estructuras de sentido hacia las prácticas creadoras que uesa- te compleja de la narración cerrada ya no es la forma característica en que se
lojan a las estructuras existentes y hacen que se perciban significaciones fuera presenta la ideología, como era el caso en la época del capitalismo triunfante.
de las estructuras de identidad establecidas. El sueño kantiano de una "validez Actualmente, nos enfrentamos a la imagen portadora de valor, comcrcializa-
subjetiva universal" del arte se basaba en el supuesto de que -como lo dice ble, a la situación visual inmediatamente transparente. Poseer estas imágenes
E.D. Hirsch- la "significación de una obra literaria únicamente se puede es poseer capital, y el capital que ellas representan refleja el capital invertido
conocer si se adopta la configuración mental específica que constituye esta en ellas.
significación" (Hirsch, 327). Dejando de lado la cuestión de saber si esta adop- Hemos de plantear la pregunta de saber si los cambios en el seno de las so-
ción es posible, yo mantendría que, aun cuando sea posible, no es deseable. A «iedades de lo que se ha acordado en llamar el mundo occidental industrializa-
causa de los cambios sociales, perturbar estas adopciones es un fin de la prác- do, cambios de los que somos testigos en el momento ac!ual, no exigen una
tica crítica más deseable que el éxito de las mismas. práctica crítica a la que se podría describir como una práctica de la política del
t.Jwa.--estimación adecuada de las posibilidades de una práctica crítica en el lenguaje. A partir de este punto es cuando empiezan a deducirse los contornos
seno de las socieuades contemporáneas presupone, por supuesto, un análisil de una práctica diferente en el marco de las sociedades contemporáneas. Con-
de las fuerzas que dominan verdaderamente la sociedad occidental de nuestros trariamente a la práctica tradicional de la evaluación, !a praxis crítica se conci-
días. Para citar ~os de los principales elementos pertinentes en este con- be aquí como una organización semántica de la experiencia humana: necesaria
te~to, está ante todo y en primer plano la capacidad del capital en las socieda- y no obstante interminable, RO puede ser nunca más que una aproximación y
des contemporáneas para influir en la organización de los deseos humanos swmpre está en cierta medida ya obsoleta. Una organización de este tipo de-
-desde el punto de vista del superyó para dispersarlos, y desde el punto de pende de acontecimientos aleatorios dentro del lenguaje mismo.
vista del ello para organizarlos de manera diferente- y controlar las imágenes
que reflejan estos deseos. Los ideólogos organizan también al supe_ryó. Pero
hay cada vez más sentimerlfolngías, si se nos permite crear un neologismo, que
son organizadoras del ello. El estado tenía interés, y lo sigue teniendo, en la
organización ideológica de los superyó, lo cual quiere decir de las identida_des
ideológicas, a pesar de que el capital se interesa cada vez más por la organiza-
ción sentimentológica de los yo. Así pues, en un grado límite, el capital está en
oposición con los intereses del estado. Para este último, repi_to, el funci~ma­
micnto sin tropiezos de la reproducción ideológica de la sociedad, que llene
por centro el superyó. es siempre de suma importancia. El discurso establecido
que trata de la evaluación literaria es compatible con este interés del estado ..
Se podría decir que el estado es la institución determinante de la moderni-
dad; el equivalente psíquico del modo de organización del estallo moderno ~ra
un superyó fuerte, a pesar de que su equivalente estético era el texto narrativo
bien ordenado -en las constelaciones de personajes de este texto, el superyó,
iueológicamente bien ordenauo, pouía insertarse mediante un acto de identili·
c;¡ción. 6a circulación del capital y de imágenes capitalizadas socava todo el
proceso y cambia de manera decisiva el modo de reproducción cultural en las
s¡¡¡ciedades contemporáneas.
Guy Dcbord ha mostrado que las imágenes, los fragmentos o los bloques de
narración, y hasta incluso las fisonomías, en la fase taruía del capitalismo se
convierten en capital y forman una corriente de imágenes que son controlables
5

LIIERAT\IRA Y RFI'RFSENl ACIÓN 357

literario. La novela, género que es el que ha ilustrado con mayor exactitud la


18 certidumbre de la representación, desde la segunda guerra mundial se ha hecho
pasar por objeta], autorrepresentativa -mostración del objeto, mención de
Literatura y representación la obra por ella misma, negación de cualquier reOcxión y de cualquier reOexi-
vidad en el retorno a lo arbitrario de la elaboración estética. El primado del
JEAN nESSIERE concepto escritura, que identifica el escrito estético con el escrito intransi-
tivo, lihre de la relación de objeto y de la obligación de la comunicación prác-
tica, ha generalizado al conjunto de la creación literaria un rasgo que primero se
consideraba característico de la poesía, y ha inscrito en la teoría literaria una
proposición central de la lingüística: el escrito literario remite a Jafrmción poé-
tica del lenguaje, definida é~ta por hacer hincapié en el mensnje por su propia
QHc se reconozca a la obra literaria, del género que sea, tenga la fon~a que cuenta (R. Jakobson, 1963), caracterizada de dominante -la función referen-
tenga, una aptitud para la representación identifica a la obra con un~ mwgo cial le está suhordir,¡ada. El debate sobre la representación y la cuestión del re-
mundi -la imagen es a la vez la de los realia, de las acciones, de los sun.bolos ferente dejan de tener objeto; si se ha de dejar ver lo real, sólo se puede hacerlo
y de ]as creencias. Ésta es la vulgata de los realismos y de los naturahsmos en la perspectiva de la función poética. La partición de la representación y de
literarios que se constituyeron a partir del siglo XVIII. No obstante, la repre- la auto o antirrepresentación se confunde con la del arte moderno, que consig-
sentación resulta problemática para la teoría literaria contemporánea. En la. ta- na el fin de la apariencia, la eliminación de lo sensible, la imposibilidad de unir
bulación de las coordenadas críticas (R. Macksey, 1974 ), la represe1:tac1~n concepto -forma- e intuición -materiales (Adorno, 1970 ). La desarticula-
sioue siendo indisociable de la remisión de la obra a un mundo y a una tus tona, ción de la representación señala a la vez la ausencia de un poder cognitivo
si;uiendo las evocaciones usuales de las estéticas de lo verdadero Y de lo vero- vinculado a la obra y el fracaso de la obra en elaborarse a partir de Jo real en un
sí~Jil y de sus correlatos -coherencia, objetivo universalista o típi~;; esta rebasamiento de lo real: la obra ya no puede ser visión del mundo. La relación
remisión también es inseparable de la asimilación de la representacJOn al pro- con la Historia se convierte en hipotética. Mientras que el primado de la repre-
ceso mediante el cual la obra establece una correspondencia con los objetos o sentación rigió, en especial en la estética marxista, la teoría del reOejo, la de-
los individuos del mundo -referencia, referente. La disposición de este refe- nación de la mímesis impone el examen de la propiedad objetiva e histórica de
rente se puede definir de manera externa, interna o d~splaz~da. La teoría el~ !a la autonomía de la obra, autonomía crítica en la medida en que es ella la que
representación se ve así conducida a una ambivalencia: esta la rcpresentac10n deshace las determinaciones y las enajenaciones de la Historia (Escuela de
del mundo y la rcprcsent:.~ción de manera interna a la obra o sobre el modo de Frankfurt); exacta reificación y enajenación en la medida en que es ella la que
J¡¡ ausencia. Mediante esta dualidad, se emparentan la notación de la repre- hace de la obra una especie de fetiche (Lukács, 1955), autonomía que hasta en el
sentación y la de la autonomía de la obra, objeto en sí misma, identificada p~r realismo es desrealización y relación equívoca de la obra y del escritor con Jo his-
los caracteres intrínsecos -Diacríticos, genéricos, autotélicos. La auton01ma tórico y Jo ideológico: la irrealización traduce a la vez el retorno a la ortodoxia de
con la autonimia: la obra es afirmación de ella misma y no del mundo. Esta la ideología y una manera de salir de la reificación (Sartre, 1971-1972).
partición y esta implicación de la representación y de la autorrepres~J-ltación, La estética y la teoría literaria contemporáneas proponen un tercer término
porque suponen ]as modalidades y las convencio.~es de la .elaborac10n ~e la que recusa el doblete de la representación y de la antirrepresentación. La obra
obra y del reconocimiento que trae la reprcsentacwn, se arllculan ~~el c.Je de literaria es signo puro, fuera del torniquete de la disposición transitiva y de la
Ja creación y de la recepción que, según prevalezca la representacwn o la au- disposición intransitiva: actualidad continua de un Yo /rabio, sin que haya en
torrepresentación, se analiza siguiendo el juego de la exprcsió~ _Y del pmgrna- ella exposición de esta enunciación. Caen todo doble, todo simulacro, todo au-
tismo, 0 según el del vacío del sujeto "origen" y de la cancelac10n de las cons- tonomía, toda interioridad de la obra. La obrn del signo puro parece libre de la
trucciones y de las expectativas pragmáticas. mitología que versa sobre la oposición de Jo referencial y de lo no referencial,
Esta situación teórica y críticn de la representación y de la autorrcpresenta- la de una positividad del lenguaje. La obra preserva la transp<1re11Cia del len-
ción no ~:e distingue del movimiento contemporáneo de la creación literari:.~, de guaje, que es su propio vehículo y en el que va el escritor (Fouc<Jult, 1986 ).
Jos dato' epistemológicos dominantes y de la interrogación sobre el poder de lo

1J5ó 1
358 lEAN IIESSIPRE
LITióRATLJRi\ Y RFI'RESEN I"ACI(JN 359

Esta teoría del signo puro r¡ue Barthes ( 1984) retomó mediante la nota- textos, la obra se define corno el conjunto de lo que se ha dicho, contado, tras-
ción de murmullo de la lengua -"elmurrnullo denota un ruido límite, un rnitiuo. Jnduuablemente el texto es, en su continuidad, una manern Je Jo in-
ruido imposible: el ruido de aquello que, funcionando a la perfección, no verosímil -contigüidad y similitud de escrituras, de convenciones. La paradoja
hace ruido" (Barthes, p. 94)-, identifica a la lengua con un modo de na- sigue siendo que un texto así, en la comunidad de textos que trazn. se ofrece
turaleza sin más acá ni más allá. Esta teoría excluye cualquier movimiento como unn sumn de Jo relatado, es decir como una representación de Jo nnrra-
reflexivo, esté dirigido al exterior o al interior de la obra. Permite decir el lu- ble, lo cual quiere decir todavía de la Historia y de lo verosímil. El texto pnr-
gar comrín de la representación y de la antirreprescntación. Una y otra tienen ticipa de la simbólica social y de su devenir: por su propia aulonomín y el
como condición una interrogación sobre la propiedad de la convención lingüís- juego sobre sus antecedentes, la escritura entra en la representación. Ésta
tica y de las convenciones de la obra. no se define como el conocimiento de la realidad, sino como la exposición de
La filosofía lingüística distingue signo y referencia; indica que la referencia los nil'efes de realidad (Cal vino, 1980): el yo escriiJO, implícito o explícito en
está determinada por el sentido (G. Frege, K. Donnellan) y que esta determina- todo texto, identifica un primer nivel de realidad que articula a los demás. Toda
ción implica estereotipos (H. Putnam, 1975). R. Jakobson marcaba desde 1921 reanudación del escrito por el escrito compromete estatutos diversos del escri-
(Del realismo en el arte) este primado de la convención en la función poética e to, de su relación con la convención y con la creencia: hay representación por-
identificada la función referencial con una convención en la obra -esta función que hay reflguración de la serie escrituraría y de sus propiedades nntecedentes.
puede estar presente o no. Las consecuencias de estas tesis son claras: el realis- Reinterpretar la mímesis, definida por la Poética de Aristóteles -conoci-
mo, discurso regulado y convencional, tiene como "efecto disimular cualquier miento del mundo por intermedio de la puesta en intrign y de In representación
regla y darnos la impresión de que el discurso es en él mismo perfectamente de unn acción-, desprende, por una parte, la inscripción discursiva de la mí-
transparente, en otras palabras, inexistente" (Todorov, 1982, p. 8); importa mesis -irnitnr equivale en primer Jugar a constatar un pre-nrticulado, lo que
atenerse a una definición restringida de la mímesis: el discurso narrativizado o ya se ha dicho, representado, y a tomarlo en un movimiento reflexivo; lo
contado y el discurso trasladado en estilo indirecto (G. Genette, 1972). Decir representado se convierte en representante, el retorno a Jo pre-articulado y
realismo equivale a señalar los programas y los efectos puestos en acción para el reconocimiento de éste son posibles-, y por otra parte (L. Jenny, 1982),
garantizar el "pacto referencial"- efecto de real (Barthes, 1968); efecto de la ambivnlencia interna de la representación -la similitud en parte vinculada
autoridad. La problem;ítica de la focalización y de la enunciación en el relato a lo impresentable a lo indescriptible; ésta apela, en el nutor o en el espectador,
vuelve a establecer que no hay referencia al discurso ni pnclo referencinl más al reconocimiento a través c1e la imitación de este impresentable que se con-
que mediatizados por el uso de normas, de códigos, de regbs. En una función funde con la constatación de la alianza de Jo mismo y de lo otro, de las antino-
mimética considerada fuera del único terreno literario, b estética de la huella mias de la identidad. Paul Ricccur (1983) observa que la mímesis presupone
(Derrida, 1967 b) dispone que el lenguaje no puede copiar sino al lenguaje (las una capacidad de identificar la acción en general y sus mediaciones simbólicns
nociones de cita y de copia sustituyen n la de referencia); el psiconnálisis (La- -imitar una acción "es comprender a la vez el lenguaje del bncer y la tradición
can) identifica Jo renl con "la falta constitutiva del fenómeno estructural": el cultural de la que procede la tipología de las intrigas" (Ricccur, p. 91 )-,que
texto se funda en lo no dicho que es lo real. Cunlquier designnción de lo real imitar es la configuración de una sucesión de acontecimientos y por esto con-
remite ni lenguaje. Esta duplicnción infinita del lenguaje está denuncinda por figumción del tiempo. Estas interpretaciones excluyen la identificnción de mi-
el monismo materialista (H. Meschonnic: In referencia formn parte integrante mesis, representación, con alguna verdad; las interpretaciones no las separan
de la escritura), por la interpretación de la intertextunlidad de Bajtin -el ínter- de Jo ficticio, que no es tanto Jo fingido como este discurso que nrlicula el antes
texto designa en el texto el carácter social del lenguaje (Barthes, 1984), por la y el después fuera de una validación de su letra y que hace de la nutnrquía de In
teoría de las mediaciones que supone cualquier estética representativa. Lo mis- obra el medio de designnr Jo ausente y lo presente, porque siempre están en
mo que por la teoría del reflejo y del estructumlismo genético de L. Goldmann juego una competencia culturnl y una competencia simbólicn. Como lo ha
(la obra está mediada por la visión del mundo propia de un grupo y ella organiza indicado Kiite llamburger ( 1968), lo que no se apoya en el enunciado de la rea-
esta visión con la evocación de una totalidad coherente, 1956). Más notorio atín, lidad -lo que no expone los indicios lingüísticos de un enuncindo nsí- la fic-
est:.J involución de lo literario se remite a una propiedad representativa. En la ción, es imitación de Ju renlidad. La autonomía de lo literario no implica la falta
autonomía de la escritura y la composición de las escriturns que constituyen los de relación de objeto ---esta relación es relación desplazada y mediadn.

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360 lEAN lli'SSIERE I.ITERATIIRA Y REPRESENTACIÓN :;61

La obra no puede ni duplicarse en ella misma ni llegar a Jo real. El movi- hipótesis cognitiva y procesos discursivos y formales, y por otra, al vínculo de
miento reflexivo del que es portadora pone al día las paradojas del realismo esta rclaci!Ín con una mimérica general y con la simbólica social.
como clausura discursiva. El realismo pretende establecer una relación explí-
cita con el objeto y encontrar la palabra jusra. Ésta será justa a partir de que
hagajusticia al objeto. Como se hace pasar por la palabra justa, es también la LA INTENCIÓN REALISTA
palabra definitiva, la que dice que todo está dicho, que se desea la unidad a prio-
ri de todo lo que aparece: el extremo de la representación afirma el poder de la
palabra. el mundo es a condición de que la palabra llegue. Hay que compren- La intención explícitamente realista de la obra -distinta de la imitación de la
der: el realismo no es la cosa, sino la expectativa del escritor; él hace de toda naturaleza y de la evocación de los universales- supone que el sujeto delco-
obra mimética el relato que teje las relaciones entre las palabras justas y que no nocimiento está constituido de manera independiente y que está identificado
es el relato de ninguna cosa ni de nadie -impersonalidad de la obra realista. como un individuo: lo real es lo que él siente, lo que percibe, en el tiempo, y de
A la inversa, la obra, considerada en su autonomía y en su falta de relación lo que puede dar cuenta. No hay representación más que por un lugar y un mo-
referencial, llega a las inconsecuencias del convencionalismo, aun cuando se mento, por un personaje y por una acción que es la relación del personaje con
entienda que produce sentido y no referencia. Convención lingüística, conven- los objetos de este lugar y de este momento (l. Watt, 1957). El relato está com-
ción estética, son convenciones comunes. M. Riffaterre (1979) inscribe una pletamente regido por la notación de la causalidad y por el aserto reiterado de
ambivalencia esencial en su teoría de la producción del texto -así, en la poesía la aptitud para la referencia de la obra -prevalencia de las descripciones que
no hay objetivo referencial, sino ilusión referencial que descansa totalmente son tanto indicios de un lenguaje transparente como de exposición de los obje-
en el juego de una gramática de los estereotipos verbales y en el de una agra- tos del saber. No obstante, la ambivalencia del realismo se ve acentuada a par-
maticalidad, la referencia externa está excluida; así pues, de una lectura de Lys tir del siglo XVIII: hay certidumbre de lo real porque hay poder del sujeto del
dans la vallée (1983), el texto produce representación en la medida en que se conocimiento. No es todavía explícita o planteada porque el conocimiento
percibe su intcrtexto, es decir, el conjunto de datos convencionales, lingüísti- sigue siendo conocimiento para u11 individuo. A partir de que esta acción y
cos, literarios, culturales, que no son todavía sino texto, a los que éste remite y este saber son de varios individuos, el realismo no se distingue de un proble-
que el lector comparte. Hay convención común que es común lectura y común ma de objetivación. La objetivación es la misma de lo real en su diversidad.
visión, así como H. Putnam (1981) indica lo inevitable de los estereotipos. En Decible porque suscita acciones y afectos, no es ubjetivable más que por un
este punto, el debate de la representación y la antirrcpresentación es sustituido sistema de rep·rcsentación que no deja de recomponerse. La seudoautobiografía
por el de representación y presentación. Si bien es cierto que, mediante la con- constituye el sistema primero de la representación: narración, saber, represen-
vcnci!Ín y sus implicaciones culturales, hay juego de reanudación y de refe- tación pertenecen a un personaje narrador y actor. Las diversas disposiciones
rencia. esto no rige necesariamente una estética de la presencia. Ésta, tal corno que pone en acción la narración, narrador homodiegético, narrador heterodie-
está ilustrada en las interpretaciones de Holderlin que propone Heidegger, gético, puntos de vista, focalización, consisten en romper la unicidad primera
llega a indicar que el mundo es el conjunto de las referencias abiertas por la de perspectiva del realismo, inseparable de la interdependencia del saber y del
obra, entonces propiamente diseño y visión del mundo como síntesis. La feno- individuo, para mantener la adecuación del saber y del individuo y para multi-
menología hace así de la obra el testimonio del encuentro de una conciencia y plicar los testimonios de saber. En el fondo, el realismo es contrario a las va-
· del mundo (I-I.G. Gadamer, 1960) y el análisis de las tipologías espacio-tem- riables de la narración, o no es más que la narración de una acción singular y
porales que dibuja esta común presencia del sujeto y del objeto (G. Poulet, única. La obra realista supone una relórica de la represen/ación (W. Booth,
1949-1968). El discurso siempre da derecho a la figura. Sigue siendo notorio 1961 ). Adem~ís de las implie<,ciones formales de la prueba, hay que entender
que el primado de la escritura condujera últimamente a Roland Barthes a aquí que el sistema de las representaciones dibuja las variables de la repre-
una fenomenología ele la fotografía. que remite a una aserción y a una repre- sentación y hace de la obra la exégesis y la prosecución de las mismas. La ob-
5ent:tci0n d::- l0 real (B:uthes. JQ:;:Q)_ ~l:í.; all:í de la.; indicacil~nes s0bre los jetivación vuelve enteramente a lo literario, y la obra emprende un juego de
~·::··: ·. '->."'- ~f~ ':~;. =,: ' ~·- !'~-,=~ 2'~' ·. ·; ... ~; -~~- ::-~-<:;1'~'- 1:.! ';"".!--~ :1~., & \3. re-
,. relaciones y de designaciones de las relaciones mediante el artificio de las
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lEAN RE~SIERE I.ITERATIIRA Y llEI'RI'SEN.I i\CI(JN

definen agentes, acciones y descripciones. La estética novelesca de llenry formula la contradiccicín: no hay objeto y hay expectativa ele objeto -el ori-
James, seminal para una teoría contemporánea de la ficción, de lo novelesco y gen delmakc-belicvc del realismo. La objetivación hace de la objetividad la
del realismo, observa estos medios y estos callejones sin salida -importan- simple conveniencia de puntos de vista entre ellos -la obra realista es el sis-
cia del punto de vista, la descripción como síntoma del avasallamiento al obje- tema comparativo de sus propias convenciones. Si no hay objeto de referencia
to-, y recuerda la importancia de la relación con la pintura: el realismo no ele la obra, el dispositivo ele objetivación -narración, narrador, punto de vis-
funciona sin una obsesión por lo visual; la pintura es este visual, mediatizado ta- y la organización espacio-temporal -el doble locus esp:!cio-temporal
por el arte del pintor, que no obstante se da de inmediato. En esta alianza de lo no deja de ser reiterado y diversificado- expresan la continuidnd ele las iden-
mediato y de lo inmediato, hay más que la seguridad de lo visible, de lo visual: tidades temporales, de los objetos y de los agentes: el relato es el de la transfe-
al mismo tiempo que el espectador ve, se le muestra mediante la pintura de rencia del agente y del objeto de un lugar a otro, del paso de los límites sin que
perspectiva la racionalidad de su visión (W.J.T. Mitchcll, 1984). Éste es el las identidades varíen. Ya no se alza la figura del individuo que conoce, sino la
ideal de la obra realista, cuando se propone deshacerse clcllímitc del realismo, del psicópata o del neurópata (A. Medina, 1980). La obra realista aparece
y éste es su tope: la obra realista dice su propio convencionalismo y el poder de aquí estructuralmente parecida a la obra antirrealista: da el blanco ele la repre-
representar, de acuerdo con este convencionalismo, del autor de la ficción. sentación como simétrico del blanco del sujeto.
Por lo tanto, el realismo se lec siguiendo cuatro hipótesis. 1] Fuera de la par-
tición del realismo entre una ilusión captadora -la escritura y la lectura son
propiamente alucinatorias si la obra se confunde con la imagen de lo real- y OBRA Y CONSTRUCCIÓN SEMÁNTICA CONVENCIONAL
una doctrina de la realidad -decir lo real sin residuo de objeto es ejercicio
de conocimiento idealista (A. de Lattre, 1979). La ficción incluye la repre-
sentación sin que la primera desfase la segunda, porque hay tanto lo que se La notación de esta proximidad de la representación y de la antirrepresentación,
impone como lo que resiste, como lo que es irreductible-lo real. La obra mi- del realismo y del antirrealismo, en realidad desplaza la relación de lo cogniti-
mética se define aquí como el medio de asimilar simbólicamente este objeto vo y ele la obra. La obra no puede ser en sí misma medio y exposición cognitivos.
que no muestra hasta tanto como que no inscribe de él más que la referencia Pero llegar así al extremo de las tesis convencionalistas lleva a refonnular el
desplazada en un sistema narrativo que la vuelve componible con otras refe- problema ele la representación. Lo arbitrario del convencionalismo dispone que
rencias. 21 En realidad, el realismo es un discurso del sujeto, de la subjetividad no hay ninguna relación de la naturaleza, de la realidad, con la verdad ele la
que plantea la equivalencia de la exterioridad y de la subjetividad y que hace frase -sólo importa la coherencia de la frase que es respuesta a una frasean-
de cualquier narración un juego metafórico por el que se construye esta equi- tecedente. Una historia, esto es lo que nunca remite a un sentido total y que
valencia. La obra realista se declara hegeliana. El afuera es una función del siempre es la mediación ele otras frases. De esto no se concluye que haya una
adentro y la representación no es más que la referencia que llega al poder libertad incondicional de la obra y que ésta no se pueda definir más que por
del sujeto (Sussman, 1982). 3] El realismo siempre es IJordcrline: la obra dis- estas serie de frases. Conviene tratar este artificio del discurso y de la obra como
pone una narración apta para autosituarse, para dibujar su propio espacio Y un punto ele partida metodológico. Así, por lo arbitrario ele la convención y del
para habitar el espacio del otro sin poseerlo (R. Chambers, 1984). 4] La obra discurso -siempre se hubiera podido decir otra cosa-, el lenguaje es varios
realista juega explícitamente sobre el cxtrwzamicnto de la ficción para sus- mundos, y la ficción pluralidad de mundos. La obra es construcción semántica
citar una lectura según su ley -los procedimientos narrativos y discursivos ya de un mundo, que obedece a una regla ele sistema y a una regla de incompletud.
no son tanto los de la objetivación como los de un reconocimiento de la ley de Ya no hay representaciones, sino presentación. Sistemática del enlace y con-
la obra y de la ficción: la ficción realista es una ficción sin objeto de referencia. vención/presentación impone que se sustituya la cuestión de la referencia, del
Este último punto se desdobla: la obra no tiene objeto: para ella son objeto referente, por la de la relación de la obra con sus propios antecedentes y con su
su propia narración y las emociones que provoca. El realismo es aberrante en exterior -los otros mundos posibles, los lectores (L. Dolezel, 1979). Por la
el doble sentido ele que no se lo escribe para decir cualquier cosa que no tenga sistemática del enlace, cualquier obra es contextua! en sí misma y relativamente
en sí misma el poder de llegar y de que, por su propósito, la obra realista se da al conjunto de las convenciones lingüísticas y culturales. La obra no puede ser
por un "todo está dicho" -no hay real a la zaga- y una unidad a priori. Se tomada por un acto de lenguaje autónomo -iloculorio--- y no puede repre-
JEAN AF.SSIERP.
364
I.ITEHATIIRA Y REI'PFSENTACIÓN 365
sentar un acto de lenguaje de esta índole (S. Petrey, 1984). En lo arbitrario del
convencion:Jlismo, la obra dispone así un c:Jmpo de referencia interna que se la en denotación. Y así con toda la ohra, aunque sea realista. Pero podemos
articula más o menos ampliamente con un campo de referencia externa que decir todavía, desde un punto de vista metafórico, que Don Quijote describe a
gobierna la variable de la representación (13. Hrushovski, 1985). Esta variable muchos de nosotros que se debaten contra los molinos de viento (N. Goodman,
define la obra como una separación y como un retorno a la vez a Jos lenguajes 1968). La ohra es a propósito de una historia de personas así. La obra no puede
y convenciones disponibles. En lo arbitrario del convencionalismo, éste no di- dar c.uenta de nada, sino que designa como real este tipo de historia que, con-
ce cualquier cosa, sino que perm:Jnece tributario de creencias y de opiniones. vencwnalmente, puede ser tomada por real. La denotación nula no excluye una
El efecto de real y el efecto de natural corresponden a este inseparable de la forma de referencia, de la misma manera que la representación que no puede
convención y de la creencia (13rinker, 1983). ser representada es no obstante representación. Esta referencia segunda remite
La tesis de la antirrcpresentación, indisociable, en la teorí:J y la estética lite- al trabajo de redescripción de la obra: redcscribir -toda descripción rcdcscri-
rarias, contemporáneas de las nociones de escritura y de texto, vuelven a seña- be- opera nuevas conexiones, forma nuevos predicados, sin que esta opera-
lar, contra lo que se deduce del convencionalismo, por un parte, que no hay ción pueda ser reducida al campo de la operación denotativa y aun cuando
refcrencialidad efectiva y pertinente del texto, y a indicar, por otra parte, que lo que se utiliza son los signos de la denotación. La antirreprcsentación y la
la percepción de la significancia literaria, poética, no es sino relativa a otros autorreprcsentación corresponden por último a una metáfora heurística (Ri-
textos. La obra no es más que la imago lilleraturae y, por esto, siempre modo ca:ur, 1975): queda excluido el reino de la similitud; está :Jbierto el infinito del
de ficción de ficciones. En el campo teórico, la tesis de la antirrepresentación lenguaje en lo que éste puede describir sin volver a la obligación referencial
es parte activa en las notaciones sobre la producción del texto -generación, ni só~o al artificialismo. Más esencial aún, la obra, en su partición representativa
autogeneración (J. Ricardou, 1978)- y en el extremo de las tesis que identifi- y ant1 o autorrcpresentativa, remite :JI duplo lenguaje transitivo/lenguaje intran-
can performativo y poético: la actualidad del texto, que es ilocutoria, siempre sitiv-o;. presenci:uausencia de la relación de objeto; mundo ficticio estipula-
es autorreferencial (Derrida, 1972). Cuando identifica en un texto, pero tam- do/logJcas preexistentes a esta estipulación; inmediación/mediación. La ficción,
bién en pintura y en el cine, tres niveles de sentido -nivel informativo, comu- aunque sea en el realismo, no obedece a la obligación del enunciado de la realidad;
nicación; nivel simbólico, significación; nivel de la significación; sentido convencionalista, la ficción es, en su arbitrario, medio de mediación porque
obtuso, id est: sentido "en demasía''- Roland 13arthes precisa la paradoja de supone convenciones compartidas --el propio lenguaje en primer lugar. Esta
la antirrepresentación y de la significancia: la significancia no va sin los datos serie de duplos define a la vez a la representación y a sus conversos, antirre-
explícitos de lo informativo y de lo simbólico, de lo que pertenece a la conven- presentación y autorreprese lfación, por una separación perceptible entre
ción y a la referencia; la significancia es evidencia que no puede ser captada. la obra y su proyecto, separación lo bastante mínima, no obstante, para que la
Cuando distingue film y fílmico, novela y novelesco, pintura y pictórico-fíl- obra extraiga su autoridad, ya sea ele la ilusión referencial que pretende procu-
mico, novelesco y pictórico pertenecen a lo obtuso-, Roland 13arthes no rar, ya sea de las convenciones puestas en acción.
define una antirrepresentación sino una representación que no puede ser re- Hay, así, una pertinencia objetiva de la representación y ele la antirrepresen-
presentada, que escapa al lenguaje y al metalenguaje articulado (1982). La tación o ele la autorrepresentación porque la obra posee propiedades que sus
antirreprcsentación y la autorrcpresent:Jción en la obra -cuyo modelo consu- materiales no poseen: el realismo no puede volver a la realidad porque no es la
mado es el abismamiento- no se confunde con el reverso de la representación cop.ia d~ ella; 1~ antirrepresentación no puede ser pura irrealización porque lo
únicamente. La ambivalencia de la que son portadoras -la repre:.entación que arb1trano del discurso vuelve siempre a la función de la convención. En todos
no puede ser representada- hace saber que la significancia siempre se percibe los casos, queda abolida la distinción figura/referente (F. Jameson, 1981 b).
sobre el fondo de estereotipos verbales "que concierne a las cosas", sobre el La obra no puede ser rcificada ni en su movimiento referencial ni en su movi-
fondo de la ilusión referencial, y que esta percepción rivaliza con la de la mí- miento antirrefercncial (Lukács, 1958). Esta prueba hace algo más que levan-
mesi' n pi ícita y la niega para afectar a una evidencia que l.icne parte activa en tar la aporía de la oposición entre representación y antirreprcscntación. Lec la
lo visible. Paul Ricu:ur, en La métaphore 1•ive, define esta dualidad como la de obra como una institución de significaciones, inseparable de la institu-
una rrferencia desdo/dada. En el texto hay.una dcsuparición de la denotación ción social, corno la manera en que ésta se simboliza y como la continuidad
primaria. En este sentido, cualquier descripción sólo vale por sí misma. Es nu- histórica de la escritura. Las tesis respecto a esto con frecuencia son extremas
Ycontradictorias: relación ele la literatura con la historia, definida de manera

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366 lEAN llESSIERE I.ITERATIIRA Y REI'RI'SEN rACIÓN


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tclcológica, y, en consecuencia, relación del relato con esta determinación; tura es siempre planteamiento de diferencia: mcuio de la intcrtraducibiliclad de
disolución del concepto de Historia e indeterminación temporal a la que esta- los signos, recorrido de la memoria, del discurso, sin que el recorrido pueda
ría vincui:.ldo la desaparición de la representación. El realismo se Ice ora como convertirse en captación en la memoria, en el discurso, en la relación transitiva
vinculado al exceso de racionalidad y, por lo tanto, ejercicio del poder de la del signo -relación con el pasauo, relación con el s:1ber y con el objeto. La
razón (Adorno, Horkhcimcr), ora como la descripción de la microhistoria obra es texto, texto en este texto universal y diverso, y por lo tanto colecta de
de aquellos que han desechado la racionalidad, y se han identificado con el la memoria, y exactamente ideo texto, texto específico en su parentesco con el
repertorio de prácticas desprovistas de copyright tecnológico (de Certau, texto universal. El dialogismo y la intertextualidad de Bajtin, adem;ís de los
1980) -denuncia de la racionalidad depredadora. La indistinción de lafi- poderes representativos globales que prestan a la escritura -en la alteridad de
gura y del referente redefine doblemente los poderes de representación de la escritura es tú la alteridad de lo que no es la escritura-, colocan la represen-
la obra y, mediante esta dualidad, conduce a una lectura correlacionada de tación en un juego de memoria y de autonomía, por el que la obra es exposición
la representación, de la antirreprcsentación en literatura y de la autorrepre- del tiempo y de la Historia fuera de la clausura de la falsificación y de la me-
sentación de la sociedad -simbólica social. diación simbólica social. De la misma manera que la obra-simulación es un
real de los reales, la obra-texto es texto universal, diálogo de escrituras en la
escritura y de tiempos en el tiempo. Ya no cstú en duda la relación de la repre-
LA NOCIÓN DE SIMULACIÓN sentación con un supuesto objeto de referencia, ni la notación de la Historia de
acuerdo con la clausura de la mediación simbólica o con la posible ruptura de
ésta. En la tesis de la simulación, así como en la de la textualidad general, la
Contra los equívocos de las notaciones de la representación y de la antirrepre- obra sigue siendo sin duda un arbitrario, lo que no dispone de un enunciado de
sentación, la noción de simulación permite señalar un poder de mostración y realidad, pero, por este arbitrario, la obra es inclisociablc de las propiedades de
una autonomía de la imago emanada de la simulación (P. Quéau, 1986). Lo lo escrito.
decible y lo dicho son siempre indirectos. Lo arbitrario del discurso es el resul- Lo que está aquí en el fondo es la asociación del poder de representación
tado de una computación. La autonomía ele la imago es paradójica. El sistema con un neutro de la ohra y con un espacio público específico. La notación de
autorrefcrencial no se refiere a sí mismo más que indirectamente, a través de la un discurso autorrcllexivo, al que corresponden la representación y la antirrc-
mediación de una descripción, de una representación de sí mismo. En conse- prcsentación o la autorrepresentación, es paradójica: en lógica, el que habla de
cuencia, es opaco y dividido. Esta reform:1 de la autorrepresentación, de la que algo ha de ser algo diferente a aquello de lo que habla. Y no obstante, como
se encuentra una ilustración en La modification y en Matiere de reves de Mi- está fuera del enunciado de la realidad, la obra habla de algo y es aquello de lo
che! Butor, define la scmiosis de acuerdo con juegos de retroacción, de catáli- que habla. La obra es un proceso que se finaliza y se basa solo; tematiza algo
sis, de acuerdo con interacciones internas: se produce la diferencia con lo diferente al mismo tiempo que a ella misma. Dicho de otra manera, la obra
mismo. La obra se confunde con el poder de concentrar y de estructurar los escapa a las reglas que rigen los actos de refcrcnciación y de predicación, las
signos y , mediante este movimiento, de producir sentido siempre. La relación rela~iones de observación y de experiencia, las operaciones de objetivación y,
que la obra mantiene con su afuera ya no se define en términos de analogía o med1antc su autorreflexividad, la obra da en ella misma las reglas de produc-
de recusación de la analogía, sino en términos de real de los reales: la relación ción de lo verdadero y de lo verosímil. A este respecto, no hay que distinguir
se convierte en relación de traducción de los unos al otro (M. Serres, 1968). representación y anti o autorrepresentación: la primera define estas reglas en
La obra es un analizador de la tipología de lo real-lugares y flujo. La oposi- la hipótesis de una mostración del afuera; la segunda en la de una designación
ción de la transitividad y de la intransitividad -partición de lo representati- de su "interioridad". Esta autorrcllexión perfila lo neutro, neutraliza Jos proce-
vo y de lo antirreprcsen!ativo-- que corresponde a la de lo instrumental y de lo dimientos de los enunciados de realidad y las funciones de estos enunciados.
antiinstrumcntal, se deshace también en el concepto textualidad. La lengua es La ficción retoma todos los enunciados fuera de su capacidau operativa en una
una prótesis; la del discurso, de la memoria. El escrito es también una prótesis, trasgresión de las funciones pragmáticas de la comunicación. Este excedente,
un instrumento, pero que ya no habla del origen del discurso ni de la memoria; con el que habitualmente se identifica a la escritura, eslc suplemento, al que
es el texto universal y diverso, cuya regla general no nos está dada y cuya Ice- Derrida vincula la antirrcprescntación, se los identifica con un potencial de al-
LITERATURA Y l<l'l'RI'SEN 1 i\Cf()N 369
JI'AN BESSIERE
36R

interpretativa del modo en que una cultura se representa y, por la otra, es siem-
teridad. La ficción halla su propiedad y apela a la interpretación mediante este
pre una mclaforización, por la propiedad de lo escrito, de esta representa-
excedente (C. Lcfort, 1978): ¿a qué corresponde el hecho de qu~ este exc~­
ción. Queda excluida una asignación objetiva o ideológica única. Sistema
dcnte esté disponible y cuáles son sus finalidades? En el seno delmtercamb10
construido de símbolos, la obra se comprende en el conjunto social y cogni-
lingüístico y simbólico, hay un además y hay un posibl~. La :icci.~n es la repre-
tivo de una cultura y de una Historia de la que propone un paradigma de lec-
sentación de este además y de este posible; ella no es IrreallzaciOn, puro paso
tura. La actualidad de la obra es un juicio y un analizador de la llistoria. Por
al acto de imaginación, sino exposición de los posibles de los que es portador
esto la ficción es siempre mediadora -representación y contrarrepresenta-
el intercambio lingüístico y simbólico. La oposición y la elección entre r~pre­ ción.
sentación y antirrepresentación cae, así como la oposición entre un realismo
La paradoja de la obra, reflejo y espejo de la Historia, se resume en el hecho
crítico (Lukács, 1958) y una ficción eversiva (Barthes, 1953), puc~to ~ue den-
de que la literatura se toma entonces por lo que representa un estado, un deve-
tro del intercambio lingüístico y de la mediación simbólica social, JUega lo
nir social. al mismo tiempo que trasciende las condiciones de su producción,
neutro de la ficción que tiene una propiedaJ histórica: lo neutro perfila la alte-
que es un lugar que habla de él mismo, y por lo tanto es un acceso privilegiado
ridad en el tiempo, en tanto que expone las condiciones del intercambio lin-
a la Historia. La evolución contemporánea de la teoría del reflejo, que en pri-
güístico y de la mediación simbólica. mer lugar asimila con gran frecuencia el valor cognitivo de la obra al realce de
las contradicciones ideológicas de una sociedad, seiiala esta disolución de una
identificación del realismo y de la visión del mundo e indica la importancia de
LA SI/-.IBOLIZACIÓN SOCIAL las funciones de comunicación. El distanciamiento brechtiano enseiia desde
esta perspectiva que no hay representación sin inquietante extraiieza -sin dis-
minución de la función de reflejo. En una hermenéutica narrativa de la Histo-
El convencionalismo, con el que se iJentifican finalmente representación Yan- ria, el derrumbe de la notación de la visión del mundo conlleva, por una parle,
ti 0 autorrepresentación, por la propia noción de convenc~ón, dis~oi~e que hay el relato de la Historia en el régimen de la escritura (M. de Certeau, 1975),
acuerdo de Jos sujetos sobre las reglas. El lenguaje no es mtersubJellvo P?r_s_u y por la otra, reconocer la Historia, no en la serie de los acontecimientos y en
sola función de información, sino también por sus convenciones. La posibili- un modo de teleología, sino en el conjunto de las prácticas de conocimiento y
dad de la traducción da fe, como lo señaló Walter Benjamín ( 1955), de la posi- de narración que la identijicrm. Los relatos literarios son una identificación de
bilidad de la composición de las convenciones y, en consecuencia, el universal esta índole (F. Jameson, 1981 b).
de la intersubjetividad. La ficción, en su textualidad y en su neutro a la vez-la La literatura sólo es representación en la medida en que se inscribe en esta
textualidad es el contenido y la transferencia de lo escrito en sí mismo; lo neu- simbolización global de una sociedad y en la medida en que la retoma y lamo-
tro remite a Jo transhistórico de la ficción-, pertenece a un universal de esta difica. En realidad, esta tesis es una tesis con dos facetas: da cuenta de la his-
índole. La ficción simboliza un espacio público. De acuerdo con esta perspec- toria de la propiedad representativa de lo literario; no separa la evoluci6n de la
tiva, la representación se define por una cierta autonomía frente a lo real Y por representación literaria de la de los cambios de la esfera pública, que son re-
un cierto cierre sobre sí misma, y en relación con la historicidad y con la m~­ forma de la simbolización social y desaparición de las mediaciones de la
diación si rnbólica social, que retorna respectivamente bajo el aspecto de la um- representación. Habermas ha ilustrado en particular esta tesis (J. Habermas,
versalidaJ del texto y del espacio que perfila, por la simbolización, la ficción. 1962). El contexto sociocultural es un contexto de comunicación y de simbo-
Aquí no puede tratarse ni de realismo, entendido estrictarne~~e, ni de art_ificio lización: en términos de simbolización, puede producir el mito o la tragedia.
estricto de la ficción: ésta se comprende como una reanudac10n y una reforma Con el mito, no hay representación propiamente hablando porque esta simbo-
de la m~mera en que una sociedad se simboliza a sí misma, simboliza su Histo- lización no es reflexiva sino práctica -el mito y su discurso son siempre ac-
ria y sus poderes a través de sus agentes y sus acciones (L. Quéré, 19_82). Si la tu~llcs. Con la tragedia, hay representación en la medida en que el espectáculo
obra deja de ser el espejo crítico de la Historia o aquello que se exime de la supone la abolición de la proximidad, de la inmediatez del sentido --este sen-
coerción ideológica, ha de ser tomada por la objetivación de ~~tuaciones de_ c~­ tido es reflejo. La propiedad y la función representativa de In literatura, par-
municaci6n y de simbolización culturales y por la rcanudac10n de esta objell-
ticularmente en sus versiones realistas o descriptivas --la descripción es la
vación en el juego de lo neutro. La representación es siempre, por una parte,
370 lEAN fiESSIERE I.ITI'.RATliRA Y RF.J'RFSENTACIÓN
371

confesión de la representación, de la distancia de esta representación de lo real ficciones da fe de que ha ha! ido, de que hay comunidades de comunicación,
y, en consecuencia, de un artificio y de un dominio de la descripción-, remi- esta remanencia de la representación de la ficción es la representación cons-
ten a una sociedad que produce su simbolización, por la que se convierte a sl tante de una comunidad simbólica. Habría que leer en Walter Benjamín una
misma en su propio ohjeto -se manifiesta en su autonomía, en el dominio de continuid<Jd y una representación de este tipo en la confesión de la nostalgia,
sus orígenes y de sus fines, se define por esta simbolización como pública. La en la expectativa del mesianismo y en la universalidad del escrito traducible
contradicción de lo transitivo y de lo intransitivo se disuelve en este punto: la (G. Hartman, 1980). Conviene destacar que Occidente, al pensar su historia
simbolización social es intransitiva en cuanto que expone la clausura del espa- literaria como contint1a, al narrativizarla, define ipso Jacto lo literario como
cio social abandonado a sus leyes -no hay afuera de este espectáculo-, y una representación así y a esta representación como el lugar de un diálogo.
conserva una pertinencia objetiva porque es la simbolización de una sociedad. La hermenéutica literaria es muestra de estos supuestos y relaciona con la pro-
En este sentido, la representación literaria es representación que una socied;¡d blemática de la representación la tesis husserliana: el lenguaje constituye el
se da a sí misma, e implica el realismo --que es a la vez mostración de lo real horizonte de los hombres en la historia. La literatura en la Historia y la repre-
y distancia con lo real. Hay homología entre la economía de la representación sentación de la que da fe tienen una función de identificació~ y d~ transferen-
literaria y la de la representación social. El paso de la representación a la auto o cia de las identidades, fuera de los límites históricos de las SituaciOnes de co-
a la antirreprescntación en la literatura se interpreta como una pérdida de referen- municación y de simbolización. Por otra parte y a la inversa, a través de la crí-
te: la ficción es en sí misma regulación de una producción de signos -sistema de tica del dialogismo y de la intertextualiuad de Bajtin se pueden recusar ~sta
autogeneración de signos del que escritores como Robbe-Grillet han dado ilustra- continuidaLI y esta aptitud de lo literario para la exotopía p~rque esta apt1t~1d
ción en términos estéticos. La obra no se convierte por lo tanto en un arbitrario identificaría lo literario con un reflejo generalizado de sí m1smo Y de los dis-
completo: sigue siendo todavía una manera de visión del mundo porque la pérdida cursos en y por lo literario. Éste es uno de lo correlatos de las tesi~_de la anti-
del referente -la ficción es la exposición de Jos simulacros y de la apariencia mímesis, de la antirrepresentación, el de asimilar toda rcpresentaciOn a un po-
engañosa (Baudrillard, 1972)- remite a la regulación de la simbolización der del representante sobre lo representado y el definir toda escritura y, por
social -el cuerpo social se simboliza produciendo signos, fragmentos de re- consiguiente, toda ficción, como aquello que le falta a este poder Y no puede
ales, dichos, exposiciones en el discurso de los medía. La tesis constante, J;¡ de manifestar ninguna clausura ni ninguna fuerza rectora. Por 1~ tanto, la_ con-
H ahermas, la de J auss, la de Baudrillard, es que esta pérdida del referente se tinuidad de lo literario ya no ha de interpretarse como la contmua prop1edad
confunde con una pérdida de Jo cognitivo. La visión es visión vacía del mundo, de una representación, sino como una cadena de discursos a los q~e.no se pue-
como la sociedad contemporánea se Lleja ver mediante construcciones empíri- de correlacionar con seguridad y nunca ofrecen en sí n1ismos legibilidad con-
cas de Jo real. La representación literaria funciona como funciona el espec- sumada. Los relatos y sus ficciones pierden toda pertinencia -representativa.
táculo que da de sí misma la sociedad. Lo intransitivo de la obra es también Gcol"frcy H. ~lartman (1975) recuerda que la representaciói~ en lite~a~ura y en
aquello por lo que ésta tiene una propiedad objetiva. arte accede siempre a una presencia no mediada -con caracter religiOso- o
Lo neutro, la textualiLiad de la ficción, la visión del mundo, relacionada con a una aptitud para la presentación inmediata porque la repre;>entación pre-
la conciencia de clase u homóloga de la simbolización social, precisan la per- tende hacer de todo símbolo un signo y porque la representacwn que escapa a
tinencia de la dualidad de lo transitivo y lo intransitivo y muestran en qué la estos dos enfoques de la presencia es la de la muerte que, en la novela policia-
representación y la antírrepresentación responden a situaciones de comunica- ca está relacionada con un campo visual -lo cual quiere decir que la reprc-
ción que implican representación y antirrepresentación en la Historia. Pero es- se~tación no es represen!: ción de nada. Las obras literarias no son compati-
to deja intacta la cuestión de la relación de lo neutro y de la textualidad con esta bles entre sí más que por su incompletud.
evolución de la simbolización social y del estatuto de la representación li- De esto se concluye que lo literario no perfila una comunidad de comunica-
teraria. Por Jo neutro y la tcxtmllidad, la ficción es a la vez autónoma, temporal ción y que el régimen del discurso literario es el de la di_screpancia: ya _no hay
e histórica: es un modo de relato por sí misma, recolección y anticipación y, gran relato que haga de la narración y de la representaCión una comum~ad de
en realidad, representación que no corresponde a la variación de la repre- comunicación. Como lo indica Jean-franc;ois Lyotard ( 1983 ), lo narrallvo se
sentación tal como ésta se da en la sirnholizaci6n social. La interpretación de Llivide entre la tentación de despotismo -todo relato expone su propia autori-
esta representación residual de la ficción es doble. Por una parte, la serie de las dad- y la anarquía -el p11eblo de las historietas: los diversos regí mene~ de
I.ITERATIJRA Y REI'RESFNTACIÓN 373
372 JEAN ni!SSIERE

pía ele lo literario y de la ficción. La historia de lu mímesis se acerca al pensa-


discursos y relatos no concuerdan. En realidad, se trata de redefinir la dualidad
miento ele la anti-mímcsis. La notación ele la mímcsis sigue siendo, no obstan-
de la representación y de la antirreprcscntación. Es conveniente distinguir rea-
te, la finalidad ele este acercamiento. Se relaciona explícitamente a la mímcsis
lidad y referente: no se puede decir nada de la realidad que no la presuponga
con la falta ele poder, con la ausencia ele signo anagógico, con la constatación de
-para todo discurso hay un universo-, pero esta presuposición y el universo
la igualclucl. Mímcsis y mediación, en Rcné Girarcl, indican que la generalidad
no se identifican con el referente. Toda ficción juega por lo tanto sobre el fon-
do de lo que le es heterogéneo y la propia ficci6n es heterogénea a toda otra ele la representación resulta ele lu igualdad de los agentes y que las figuras del
~csmembramicnto el un fe ele la ambivalencia de toda representación -parcia-
ficción. La actualidad de la teoría ele la representación vuelve a esta constata-
ción de lo hcterogéno, entendido en doble sentido, heterogeneidad ele los testi-
Ir zar en signos la mediación ele la que depende. EnRoman des origines et ori-
gine du roman ele Marthc Robcrt hay que leer otra variante de este juego ele la
gos ele lo literario entre ellos y heterogeneidad ele lo real frente a lo literario. Es
deflación ele la mímcsis: realismo y antirrcalismo o realismo formal están am-
decir, que el examen de la representación en literatura equivale a una notación
bos fuera ele lo anagógico y ambos son prácticas del saber que tienen como
de la clellación de la mímesis y a la interpretación ele esta clellación.
condición la pérdida del origen. Representación, antirrcprcsentación: salvo si
Así pues, Northrop Frye, en The great code, dispone que la literatura mo-
se sale ele lo literario, todo se juega en la evaluación ele];,¡ dcllación ele la mí-
derna es la ele lo demótico --de la muchedumbre- y por lo tanto, de la descrip-
mcsis. Esta deflación, legible en la historia de la mírncsis, se destaca por el uso
ción: esta lectura de lo moderno y de lo contemporáneo es lectura por remisión
ele la teoría lingüística: partición del significante y del significado por la com-
a la Biblia -lugar de un discurso y de una representación propiamente sincré-
probación de un falta ele comuniclacl determinada: el pensamiento de la anti-
ticos. i\natomy of criticism no trata exactamente ele la representación, pero
mímcsis rechaza que la comunidad se reconstruya sobre el poder ele la repre-
propone una historia de las relaciones de lo literario -y ele lo figurativo de
sentación. Todo lo que se escribe hoy sobre ficción, retórica, lectura y lector,
este literario-- con lu simbólica del poder. Los diferentes géneros literarios
habla, a partir ele las tesis usuales ele la retórica y ele la lingüística, ele estaco-
puedan ser clasificuclos ele acuerdo con la capacidad de actuur del protagonis-
munidad sin regla de los lectores y del libro. Lo literario no remite a algún sa-
ta, del personaje: sólo hay personaje principal en la medida en que está dado
apreciar su aptitud para realizar aquello que se espera, se exige ele él. Este ber del mundo: muestra la actualidad y la serie ele singularidades y ele igual-
claclcs. Es el saber ele esta actualidad y de esta comuniclacl-quc no es repre-
principio normativo rige la caractcrizución y, en el plano literario -el saber
sentación ele esta comunidad- con la comprobación de la igualdad de los sig-
ele la mímesis-, traduce las ideas dominantes en una socierlad dada sobre la
nos, ele la igualdad ele todos los sujetos y de todos los reales, respuesta u la dis-
potencia humana y los límites de su ejercicio. Tipología y sucesión histórica de
crepancia ele los discursos.
los géneros seiíalan un contorno decreciente ele esta capacidad ele actuar. Sur-
ge, <Jsí, una disminución de la mírnesis -entendida ante todo como la repre-
sentación enciclopédica de lo real. La reanuclución ele lo pre-articulaclo es una
degradación de éste. Para Aucrbuch, la historia ele la mímcsis se confunde con EL ESTATUTO DE LO LITERARIO
la historia ele una desublirnación. Del discurso de los scrniclioscs y de los hé-
roes épicos a la novela contemporánea, ele la igualdad ele la medida de la que
es portadora lo sublime y que asegura la perfección ele la mímesis -en la Representación, antirrcprescntación, autorreprcsentación: lo que está aquí en
igualdad de los objetos y ele los seres de In alto, de lo sublime, todo ser y todo eluda es el estatuto y el poder ele lo literario. Estos términos siguen siendo im-
objeto valen por ellos mismos y toda descripción es este valor (corno sucede borrables en la actualidad y exactamente recíprocos en que uno -la anti o la
con el escudo ele Aquiles)-, a la igualdad de lo contemporáneo, en la que hay a:Jtorreprcse.ntación- sugiere que el artificialismo del dicurso recoge el infi-
que ver una desmesura, se pierde la mímesis asegurada, aquella que no remite lllto del sent1do ele lo decible, y el otro -la representación- seiíala un impe-
tanto a un sentido como que no haga sentido en sí misma porque es la adecua- rialismo del realismo -la palabra justa y su decir sin residuo. En la relación de
ci6n al objeto. En cierta manera, la mímcsis es saber de esta caída, ele la pérdi- lo li.tcrario con los otros modos de expresión -la relación de la literatura y de
da de la sirnboliz;_¡ci6n que la hacía posible. La creación literaria funciona por la pmtura es paradigmática porque vuelve a interrogar histórica y teóricamen-
singularizaci6n -inevitablemente crítica. Al mismo tiempo que sigue siendo te lo que puede simbolizar con el texto--, surge la pregunta esencial que plan-
un requesit, la mímesis no deja de deshacerse -una especie ele ley ele la entro- tean las tesis sobre la representación y la antirrepresentación. ¿En qué son

..
-----~·--·-·- ·--~-~--·-·- -·· -·-----·-------~--···--·-·-·--···
1

J7d JI:¡\ N IJESSIERf:


U II'.R¡\T\IH¡\ Y HI'J>I~I'~I'NT¡\CJ(JN 375

convertibles los sistemas semióticos de hase diferentes (É. Bcnvcniste, 1974)?


discurso que sería apto para hablar por sí mismo. Que la obra sea a la vez auttí-
O también, ¿en qué puede darse la literatura como una realización pansocioló-
noma y n:presentativa, objeto mediato y objeto inmediato, muestra que la obra
gica y pansemiótica porque ésta sigue siendo la intención de la representación
alcanza una objetividad, la que debería extraer del lenguaje, y que no puede
y de la antirrepresentación? Sería conveniente dejar de avanzar teóricamente
dar esta objetividad más que mediante el juego de su propia autonomía (T.W.
siguiendo la especularidad de los duplos. Lo inverso de la representación no
Adorno, 1974). Esta ambivalencia extrae su significación de la situación de la
es la antirrepresentación, sino lo que a la vez es heterogéneo de la mímesis y
obra: en un mundo en el que la mediación es universal, queda excluido que
de la anti-mímesis: lo impresentable marca la falta radical de relación entre el
la obra logre fingir la inmediatez, pero está garantizado que puede rechazar las
sujeto y el objeto; el sujeto se define según la exclusión del otro y está obligado
identidades que proponen estas mediaciones. La partición entre mímesis y an-
por lo tanto a mantener un discurso del horror sobre sí mismo y sobre todo (J.
ti-mímcsis corresponde, no tanto a la de las dos lógicas de creación y de defi-
K risteva, 1981 ). Ningún discurso de lo real es definible y todo acercamiento a nición ele las obras, como a la notación de la paradoja de la obra. La síntesis que
lo real está dado como un peligro. Llegados a este punto, todo relato y la no- constituye la obra se realiza contra la dominación dellogos y de la mediación;
ción misma de ficción se vuelven caducos porque ya no hay lugar para jugar de
esta síntesis no instaura ni su propio logos, ni su propio mito; se da como uni-
manera reglamentada la frontera de la interioridad y de la exterioridad. Decir
dad provisional dentro de estas mediaciones y de este logos y, por esto, como
representación y antirrepresentación, decir aptitud referencial y autonomía de
apta para manifestar un modo de objetividad.
la obra de acuerdo con un juego estricto de oposiciones equivale a sostener lo
real y la materia lingiiística como consumados porque éstos serían entonces el
lugar de que esta autonimia a veces, y otras, de esta aptitud referencial. Salvo
que se dé por mítica o propiamente simbólica, la representación nunca está con-
sumada. Provisional, puesto que no es más que lo que funciona puntualmente
de acuerdo con la autoridad dellcnguajc y la autoridad de las cosas, la repre-
sentación es simultáneamente repetición y diversidad. La representación indi-
ca que subsiste un insolvente del lenguaje y de las cosas. Salvo si se hace pasar
por la síntesis del lenguaje, la antirreprcsentación es dueña parcial y finita-es
precisamente secundaria en relación con el lenguaje. Este insolvente, el objeto
de la ficción, hace de éste una inclinación frente al lenguaje y a lo real; es el
indicio de la incompletud de la ley del lenguaje y de la ley de lo real. Hay un
arbitrario de la obra y, en consecuencia, de la mímesis; hay una emancipación
de la representación de toda razón reflexiva -la que inscribiría explícitamen-
te a la representación en el sistema de las mediaciones. Lejos de leer en ello la
oposición habitual entre representación y antirrcpresentación, es conveniente
señalar que la obra atrae al lenguaje en sí misma y que esta abundancia de
lenguaje produce precisamente representación. La obra es mimética en la me-
dida exacta en que retoma del lenguaje su principio de síntesis y en que hace
de su existencia la certidumbre de una comunicación: la comunicación está
planteada en el seno de lo que se comunica, la obra: No se puede hablar ni de
un identidad en sí misma, ni de un remito de la obra sobre el lenguaje o sobre
su afuera. No se puede concluir que la obra, construcción que rechaza los es-
quemas constrictivos, carezca de semejanza. Suponerla así equivaldría a defi-
nirla como propiamente ideal y a interpretar el momento de la creación seg1ín
una paradoja, el que se remite al lenguaje puede sobrepasar este lenguaje en un
('1 JI'S IIONI'S I'I'IS II'MOI.f)(;¡('AS 377

En un debate reciente en Alemania, Norbert Groeben ( 1977) ha establecido


19
claramente la necesidad de una separación del sujeto y del objeto, y Sicgfried
J. Schmidt ( 1980, 1982) el de una distinción entre el participante y el observa-
Cuesliones epistemológicas dor. En un capítulo de este volumen, lbsch defiende el punto de vista de ambos.
DOUWE FOKKEMA
Pero otros, más cerca de la tradición hermenéutica, como Paul Ric~rur ( 1969),
Hans Robert Jauss ( 1970 a), René Wellek ( 1960), Claudio Guillén ( 1985) y,
en este volumen, Mario Valdés, sostienen en cambio que, en los estudios litera-
rios, la separación total del sujeto y del objeto es ficticia y hasta indeseable. Se-
gún ellos, el análisis y la interpretación, la interpretación y la evaluación van a la
par. Uno de sus argumentos consiste en afirmar que el hecho de escoger un texto
Desde la publicación de la obra de Hirsch, Validity in interpretation (1967), y no otro con miras a examinarlo dota al texto de un valor. En segundo lugar,
las cuestiones relativas a la justificación de las proposiciones en lo que a la sostienen que el objeto de los estudios literarios está cargado de valores (Wel-
literatura se refiere se han hecho más insistentes. Según el diccionario \Veb- lek. 1960, 15), y, en te1ccr lugar, han llamado la atención en numerosas ocasio-
ster, la validez "se ha de basar en una verdad objetiva o en una autoridad reco- nes sobre el hecho de que es cosa del investigador literario mostrar el valor de
nocida generalmente".' Pero raras veces se hace mención en nuestros días a una los textos literarios que nos lega la tradición (por éjemplo, Jauss, 1977).
verdad objetiva, ¿y qué autoridad es reconocida todavía en general? No es ex- Estos argumentos son o bien falsos o bien inaplicables o ambas cosas. El
traño que la cuestión de la validez de nuestras proposiciones sobre la literatura aserto de que la selección de un objeto dota a éste de valor no puede ser nega-
no pueda encontrar respuesta fácil. Hasta ahora el debate ha tomado dos direc- do, pero la elección de un objeto con miras a una investigación no tiene ningu-
ciones. En primer lugar. ei objeto de los estudios literarios se ha desplazado de na razón para entorpecer las reglas de investigación que se aplican después de
la interpretación de textos aislados al examen de la comunicación literaria en esta elección. A pesar de que la elección es valorizadora, se puede hacer una
contextos sociales particulares. Este desplazamiento, sin embargo, no ha impli- distinción entre la elección del objeto y el examen del objeto, entre el inte1ú;
cado en lo inmediato hipótesis que se hayan ganado un consenso. Por lo tanto, subjetivo y la gestión científica. En la práctica, es posible que la selección del
era necesario algo distinto: más que buscar una validez absoluta, hemos apren- objeto que se ha de examinar la haga alguien diferente a quien llevará a cabo la
dido a distinguir diversos grados de certidumbre y a buscar en virtud de qué investigación. (Pensemos en la relación enseñante-enseñado, o en la investiga-
reglas una proposición particular puede ser considerada correcta. ción colectiva, o en la investigación que encargan editores o cualquier otra ins-
Si las reglas de un argumento no se ponen en duda, las calificamos de ideo- titución.) En otras palabras, la elección de un objeto de investigación en un
lógicas. Por eso la popularidad de la ldeologiekritik es un síntoma de una crisis determinado momento no implica ipsofacto que la distinción sujeto/objeto no
epistemológica. pucua producirse en los estudios literarios.
El segundo argumento es falso y carece de pertinencia. Los textos literarios
no están cargados de valor. El punto de vista de que la literatura encarna el
valor emana de la teoría que hace del valor parte integrante del objeto, inde-
LA DISTINCIÓN DEL SUJETO Y DEL Ol3JETO EN ESTUDIOS LITERARIOS
pendientemente de un observador potencial. Podemos exponer por lo menos
dos objeciones a la teoría del valor intrínseco. En primer lugar, la teoría no
La determinación del objeto de los estudios literarios no puede ser conducida puede explicar ni los grandes deslizamientos de la evaluación en el transcurso
a una elección banal entre la interpretación textual y el examen de la comuni- de largos periodos, ni las grandes diferencias de evaluación entre contemporá-
cación literaria, pero puede hacer que intervengan otros elementos. Uno de los neos inteligentes. Después, corno ha sugerido Ni colas Rescher ( 1969), no hay
criterios principales que permiten optar por una u otra posihilitbd consiste en ningún medio de establecer la presencia de un valor en un objeto específico,
pn~guntarse si el sujeto de estas actividades es distinto del objeto del examen. independientemente de la observación humana. ¿Cómo podemos saber si una
aurora es bella si no hay nadie allí para verla? La teoría del valor intrínseco
1 T1Jducidll del \Vchslrr's Ninlh Nru• Collr[iiatr Dicli<mary ( 19R6). tiene un poder explicativo muy endeble y además no puede ser criticada. Esta

117ó 1

# A 4 # W
llOIJWE FOKKEMA
CUESTIONES FI'ISTE~IDLÓ(;J('AS
37CJ
37X · s decir,
rh del valor relativo, c.
cedJ~I? amp Ja valor a un objeto por un s_uJ~lo e¡ de intereses y de
. 1" mente el lugar a la leo ' . d. 1Cndc tanto de las conoce el campo de los estudios literarios aplicados (angewandte Litera-
teoría ha
atri.bu~;l;;~ dc~ou~omo con~~~~~~~~;~~~~s
turwissenschaft). No obstante, Jauss niega la separación entre participante y
que la de criterios.' de literarios carga- observador, mientras que Schmidt la avala. Es posible que en los estudios lite-
cualidades d J_ . 1 En consecuencia, In noc pción de que los
disposiciones del suJle o. c.l¡~z·¡r para sustituirla por la c~lnc_e les más o menos
rarios, la tentación que consiste en confundir el sujeto y el objeto tenga que ver
con la naturaleza aparentemente lingüística del objeto, que se ha de discutir en
dos de va
¡ e ha te re " ·'
~
. or ·s · "11 eva n" " ·sus· diversos receptores'
·1 atn JUlf · '
¡ · de 1os textos· literarios el
ln~e
términos de lenguaje. Si además se insiste en que esta discusión literaria se
textos /\ lltcrnnos f 1 •tl·¡d el argumento que ·. ¡era· los textos Ji- haga en un estilo literario, en que se trata de un ::trie, como lo h::t indicado Emil
"r de su a Sto ' • 1· ·'gu1ente m:u ·
valor. pes,! . ·'¡·'¡·¡ rcformular de ,¡si . eii un valor y tal Staigcr en su Die Kunst der lnterpretation ( 1955), la contaminación del dis-
. · ¡ ·lores se pou ' 'd . que t1cn
deposito te y,¡ . .1lgunos lectores consi cr_.l 11 , 1 ·Investigador que curso del sujeto por el del objeto no puede ser eludida.
· textos que • . • s1dera as1 e ·
tcranos son . . ¡ente) tamblcn 1o con. e el v·llor que se Sin embargo, una p::trte del problema no corresponde a In naturaleza lingliís-
e no neccsanan . nzón para qu '
vez (aunqu N Jbstante no hay mngun,3 ' . 'f' s·l contemplamos tica del objeto de los estudios literarios y es de un orden m:ís general. Tal vez
· ·textos o l · ' ' ¡ ·. c1cnt1 1ca. · .
estudia estos .... n ·¡en las reglas de a VI.! . . . ·ión· el botúmco sea m:ís fácil ver lo que sucede en otras disciplinas en relación con los valores
. objeto 111 uy, 1· 1111 sma sltuaL: · ,
atnbuye 1 S apro un¡· . ¡¡es científicas, se presenta ,\ . r no tienen ninguna razon y los objetos de valor, con la elección de los problemas y con la aplicación de
eS lO · . a SU 111U)e · .
las o ra.
r·· n ·1 ciruJ· ano que opera
n· 1 oroc .
. . .. l·¡·' Al contra no, SI
suactlVlt.u. los resultados, Parece ser que el problema es general, de la física y In medicina
que a na ¡z,¡ u ' , t' icntos se inmiscuyan en.. cneral harú cosa a la psicología, pasando por la sociología. La confusión reinante en los estu-
, .. 1•.. r que sus sen un . ·nvcsllgador en g
p.u ,\ t ep es tú dotado de v,llor, e 11 . .. , tns palabras, el argu- dios literarios sobre estos temas procede indudahlemcnte de una falta de infor-
el objeto de examen_ ··1· . reglas de la vía cientJilc_a. En_o .' . . de la separación
de pundonor obscrv,u ,¡s . 1 "huye a un texto llternno Impl mación sobre las soluciones q 1e las demás disciplinas han aportado a este
de t ue el valor que se,\ n ., problema epistemológico. En general, las actividades científicas se pueden
1 . t no tiene efecto. l 1 objeto !amblen es
sujel~ ~te
mento . contemplar como un tríptico en el que la parte de en medio representa In escena
del sujeto y del obje o ¡tra la distinción del le de un investí- .
argum~nto ~~~blignción nutom~llcan~~~;
de la investigación científica según las rigurosas reglas de la ciencia, In parte de
El tercer de hacer scp·¡rados tanto . la izquierda representa la escena en donde se hace la selección de los proble-
endeble. No hay mn~~n' El ~núlisis y In crítica puc en es' . s s,e inclinarán

!~':~~~~~~;:';~::•o "' :::'::,:~:,':;; :::; ;:;~:;'~: ,:::~, ~: fl~ld¿•,~ j~: '::: ~~~~:':,'
· · n cnt1co. " ' s persona. · mas, y la de la derecha ilustra la aplicación de los resultados, incluida la pu-
1
blicación. Cada escena dispone de sus propias reglas. Un problema puede ser
. significativo en virtud ele las reglas de la vía científica (parte ele cnmedio) y
mú.s por.~~/¡';:~:1 \~~~~~~erpretación, cvnlf~';\ci{~: ~:~\~~~¡ ~1~
In
1
·entre ia teoría Y la carecer ele efecto social. La pertinencia científica est:í dcterminadü por la
olr,ts pre . .. < e ingleses, la ,\ a • , .. " nstituyc un grave
!erarios norteamenc,\lllot;¡·n¡ino híbrido de "teorw cnticn ':ot.tc·~ hay división
medida en que un tipo de investigación puede contribuir a resolver algunos
,. 1· lugar a e . en In prac u, problemas científicos y por su relación con otras investigaciones en el mismo
cnt¡ca. que L ,¡ uede negar que muchas veces, a de larga duración por
hteratu~
campo o en los campos relacionados (Popper, 1972, 113-114). Los criterios que
obstúculo. No se p estudio universitario de _In 'revistas literarias y en
del trabaJO entre
1 • y h cnt1c::t te
e~..
1 obras contemporaneas en l.tsb.
. a com mn ur
1 interés teórico
sirven para establecer In pertinencia social emanan de las concepciones socia-
les del evalundor -en realidad, muchus veces de la idea que éste se hace de la
natura cz,t, ' . . tlc que alguna pcrson,
y u·tndo su ce . . ·. esta personu
~generalmente evolución futura ele In sociedad. En los países dcmocr:íticos, In evaluación de
la prensa. e , 1 'ctictdc !acrítica htcr,m,t, ·. ., ·a son diferentes
l~~~er:~\~r~:~:~e~~:~cgl~:s invest!~a~:~;c~~t1:~~:1u~~~ti.vidad
la pertinencia social de la investigación se deja a cargo ele cada profesor o
por la de la y la crí- de cada estudiante que decide estudiar un problema concreto, dentro de los lí-
es consc1 .
• · 11t'ran·¡-'
. 1.1 ·111 vcst 1gacl0n u · mites determinados por las instancias elegidas que deciden el presupuesto, eles-
de las de In cnt¡ca t: ' . ', · · · de la se-
de la asamblea legislativa hasta el consejo de la facultad. En otros países m:ís
,¡~cp
. . . • · 1tcrvencJOI1. . . tan el pnnc1p1o '
!Jea1 11\Vll.t a su 11 1 ', ll'ly univcrsitanos que no . , fuera m;ís comple- jerarquizados, la pertinencia social es función de la ideología del estado. Es
> . todo tm avJ,\ ' . eh s 1tuaciOn
ese ::t '. 1,¡ )bjcto y podnn ser qu ' . 977 9) se vale de as evidente que los criterios de In pertinencia social y los de la pertinencia cientí-
paración del suJeto y L t: l . ler Cuando J auss ( 1 '., 1
1· t dición
. • hemos ¡\;¡do a cntent . . , 1· rccvaluaciOn de ,\ ra fica son mús bien diferentes. Hay problemas sociales que no tienen ningtín in-
p de lo que d 1 rítiC'l de la cvaluaciOn y ele.,¡ 1 de Schmidt cuando re- lcrés desde el punto ele vista científico, y hay problemas científicos cuya solu-
posibilidades e a e '·. "¡mcntación es simdar a a
literaria (1\p¡¡!i/.:atwn), su Mbt ci6nno tendría ningtín efecto en la sociedad. Los diversos criterios que llevan
,_ ......... ~.

382 DOUWE J'OKKEMA CUESTIONI'S I'I'ISTEMOLÓGICAS 3R:l

lización, para producir por último enunciados que pueden ser verificados y bilidad en el seno de un grupo de investigadores determinados. Por lo tanto, el
que, si han resistido a la crítica pertinente, pueden ser considerados provisio- enunci¡¡do es legítimo porque hay consenso (e f. Rcschcr, 1973; Krit., 1985, 8).
nalmente verdaderos. En este sentido, la afirmación de Popper de que, en prin- No obstante, las cosas se complican cuando nos damos cuenta de que, por
cipio, en la investigación científica no hay más que un método es sostenible. El regla general, ninguno de estos criterios basta por sí solo para la legitimación
término científico, cuando en inglés se aplica al mundo de las humanidades de enunciados científicos. Estos criterios se aplican juntos, aunque lo más fre-
puede parecer problemático (sin embargo, éste no es el caso en francés, en ale- cuente es que sea uno de ellos el que domine. Durante mucho tiempo, el crite-
mán, en ruso, en chino, en hebreo y en muchas otras lenguas), pero esto no es rio de correspondencia (acuerdo con los hechos) ha sido considerado suficien-
más que un detalle comparado con el problema más grave de la manera en que te para establecer la validez de las proposiciones científicas. Sin embargo, en
se pueden verificar las hipótesis, lo cual equivale a plantear el problema de la nuestra época, diversos autores (Popper, 1973, 341-361; Gombrich, 1977, 23;
legitimidad de los juicios sobre la precisión o la validez ele las hipótesis o pro- Finkc, 1982, 111) han puesto en duda la existencia de una percepción neutra e
posiciones llamadas científicas. independiente de las expect<>tivas y los intereses de aquel que percibe. Y aun
No ignoramos por supuesto la problemática que plante<Jn los argumentos de cuando se sostuviera -contra las observaciones psicológicas- que es po-
la sociología del conocimiento o filósofos pos modernos como Lyotarcl ( 1979), sible percibir hechos aislados independientemente de su contexto, habría que
y no obstante, si queremos mantener discusiones por encima de las fronteras comprobar que, como los hechos están vinculados entre sí, se introduce un
nacionales y cultur<~les, necesitamos normas comunes que nos permitan sepa- elemento ele interpretación basado en el concepto de causalidad y las tomas de
rar lo justo de lo falso, el enunciado válido del enunciado inválido. La pregunta posición recibidas en una colectividad determinada. Ya en 1873, Nietzsche, en
es la siguiente: ¿cuáles son nuestros criterios de validez científica? Hemos de Über Wahrheit und Lüge im aussermora/ischen Sinn, pretendía que todo lo
re~olver este problema epistemológico si queremos ser tomados en serio por que sabemos de las "leyes de la naturaleza" es lo que nosotros proyectamos en
nuestros colegas tanto dentro de las humanidades como fuera de ellas. Si no ellas: las nociones ele tiempo y de espacio, y las relaciones de sucesión y de
logramos encontrar una solución a este problema, corremos el riesgo de que- número (Nietzsche, 1960, 111, 318). Parece que la epistemología moderna ha
dar a merced de cada nueva moda. Es molesto constatar, en efecto, que a inter- adoptado esta manera de ver así como su máxima: "No hay hechos, sólo hay
valos de diez o veinte años, nuestra disciplina parece que pasa a un paradigma interpretaciones" (Nietzsche, 1960, 111, 903). Mediante una especie de parado-
totalmente nuevo; después del positivismo, hemos presenciado el ascenso de ja es como se llega a la conclusión de que el reconocimiento de Jos hechos está
la nueva crítica y del estructurnlismo, a los que han sucedido el posestructura- subordinado a la concepción teórica que se tiene de un hecho, y más especial-
lismo y la desconstrucción, especialmente en Francia y en Estados Unidos, y mente, que la pertinencia de los hechos responde a una teoría de lo que es per-
en éstos parece que a su vez se está cediendo el lugar a un nuevo historicismo. tinente y lo que no lo cs.
La falta de continuidad en los estudios literarios, fuera de la acumulación de Esto nos lleva al dilema de que toda verificación de las teorías se ha de hacer
pequeños hechos en la biografías y en las enciclopedias, constituye un grave en función de los hechos que a su vez están subordinados a la teoría en cuestión
defecto. Cada nueva generación siente la necesidad de producir nuevos con- o a alguna otra. Existe una tensión evidente entre la idea de que la percepción
ceptos de la literatura, nuevas teorías de la literatura. La crítica de los resulta- está guiada por un marco teórico o mental y la afirmación de que los hechos
dos de las investigaciones hechas en el pasado es necesaria, evidentemente, deberían ser reconocidos igualmente cuando no corresponden a un marco
pero ¿hay que empezar cada vez de cero? mental preexistente.
Parece que hay tres criterios principales que permiten evaluar los enuncia- En las publicaciones recientes, la importancia del marco mental o de la con-
do~ científicos. Encontramos en primer lugar el principio conocido de que una cepción teórica como guía ha sido destacada en detrimento del valor de la ob-
proposición es correcta y válida si corresponde a los hechos empíricos que se servación directa. Así pues, Siegfried J. Schrnidt, cuyas teorías se consideran
propone describir. El enunciado se legitima por su correspondencia con los empíricas, busca un apoyo en la compatibilidad de las concepciones teóricas
hechos. Después, una proposición se puede considerar válida en virtud de su que suscriben una serie de investigadores y a las que se considera por esto "in-
coherencia con las teorías a las que se considera fundadas. En este caso, el tersubjctivas", más que en la observación directa de los hechos (Schmidt, 1980,
enunciado es legítimo por su compatibilidad (coherencia) con las teorías en 6-7; cf. Finkc, 1982, 108-116). En realidad, Schmidt hace hincapié a la vez
curso. Por último, se considera válida una proposición en virtud de su reccpti- como criterio en la compatibilidad y en el consenso.
384 IJO\IWE FOKKFMA
C\IE~TIONES EPISTEMOLÓGICAS 385

Hace algunos años, J ..l.A. Mooij ( 1979), al tratar el dilema de la verifica- los enunciados científicos son más pouerosos y tienen mayor oportunidad de
ción por medio de la observación empírica guiada por un marco teórico, llega- sobrevivir si se apoyan en las tres formas de ligitimación.
ba a la conclusión de que las teorías de las humanidades difícilmente pueden Los descubrimientos de los investigadores literarios pourían llegar a ser más
ser objeto de un control y sólo tienen, en consecuencia, una función heurística. fiables y, en consecuencia, el estudio u e la literatura ganaría en continuidad, si
Las teorías de las humanidades pueden servir de "faros", una sugerencia que las hipótesis científicas sobre la literatura y la comunicación literaria estuvie-
hizo en primer lugar Karl Popper en un contexto algo diferente (Popper, 1973, ran apoyadas, no sólo en el consenso, sino también en la correspondencia em-
341-361 ). pírica y en la coherencia con las teorías recibidas. Y si estos ohjetivos no pue-
No obstante, es imposible atenerse únicamente a Jos criterios de intersubje- den realizarse en lo inmediato, la validez relativa de nuestras proposiciones se
tividad y de coherencia con las teorías recibidas. Por razones de interés, de in- podría establecer en términos de grado de satisfacción de estos diversos crite-
dolencia o de prejuicio político, una colectividad de investigadores puede tratar rios. La validez de nuestros enunciados en el campo de los estudios literarios
de defenderse de la crítica. Si Jo que se quiere es el progreso, la crítica tiene que se expresaría mediante más o menos pruebas empíricas, más o menos coheren-
poder ejercerse y se han de examinar Jos hechos nuevos. Recientemente, von cia teórica y más o menos rcceptibiliuad por un grupo de investigadores.
Glascrsfeld (1985) permitía entrever una solución al dilema de la confirma- Para evitar la inadmisible protección de las hipótesis científicas --que en
ción de las teorías por medio de la observación guiada por la teoría sugiriendo principio son sólo provisionales e hipotéticas-, se ha de derrumbar el muro
-rcfiriénuose a Piaget ( 1937)- que en todos los procesos de aprendizaje se que separa a las humanidades de las ciencias sociales. La intersubjetividad no
puede corregir un marco mental por medio de experiencias incompatibles con se ha de confundir con el acuerdo reinante en un cenáculo, y para impedir la
este marco. En efecto, no podríamos sacar lecciones de nuestros errores si la inmunidad de las creencias intersubjetivas, el control de los enunciados ha de
concepción que nos hacemos del mundo no pudiera ser corregiua por expe- tener una dimensión interdisciplinaria (Schmidt, 1980, 2-3). Las observacio-
riencias anómalas. nes de un investigador literario sobre la estilística, la experiencia estética o las
Las tres grandes formas de legitimación -acuerdo con los hechos, cohe- relaciones sociales entre los escritores y Jos lectores tenurían que ser accesi-
rencia teórica y consenso- parecen parcialmente válidas. Una o dos de ellas bles a la crítica por parte, respectivamente, ue lingüistas, de psicólogos y uc
podrían ponerse en primer plano, pero se puede afirmar que no estamos cerca sociólogos. Cuando estas observaciones hayan pasado con éxito la crítica pro-
de la legitimación óplima más que cuando los tres tipos de legitimación se apli- cedente de otras disciplinas, entonces podrán servir a Jos investigadores de es-
can. Este argumento es probable que busque un apoyo en la práctica socinl; en tas disciplinas y enriquecer así nuestro conocimiento general del hombre y de
la b1:ísqueda de una certidumbre, se estima particularmente el recurso a Jos he- la sociedad. La verificación intersubjeliva librará a los estudios literarios de la
chos, así como a la compatibilidad y al consenso. reputación que tienen de basarse en convicciones personales. La verificación
Queda todavía mucho por decir sobre la legitimación tripartita tras la que se interdisciplinaria va más lejos y permitirá separar, siguiendo diversos puntos
atrinchera la validación de los enunciados científicos. En algunas disciplinas, de vista, los resultados confiables del resto y poner los resultados confiables a
cuando una de las formas de legitimación es más conveniente, se le da prefe- disposición de un público más vasto. La verificación interdisciplinaria extien-
rencia sobre las otras. En física experimental, el criterio uc correspondencia de así el terreno de la confirmación intersubjetiva y priva a los estudios litera-
con !os hechos observados es importante. La física teórica, en cambio, cuenta rios de su torre de marfil elitista. Por último, la verificación inlerculfllral-la
mucho con el criterio de coherencia con las teorías en curso. En las humanida- prueba de los resultados, demasiado tiempo confinada a una sola cultura, ex-
des, la intersubjetividad o el consenso se ha considerado con frecuencia en un tendida a escala mundial- daría una base a las pretensiones de validc7. univer-
conjunto de investigadores como una legitimación suficiente. No obstante, co- sal de las hipótesis científicas. La prueba interculturalliberaría a los estudios
mo ya lo hemos indicado, los otros criterios no pueden dejarse de lado. La físi- literarios de sus orejeras etnocéntricas. A cambio, los límites de la intersubje-
ca experimental no pueue descartar el criterio de coherencia teórica, como tividad tendrían dimensión globaL
tampoco la física teórica pueue dar la espalda a las experiencias logradas. Asi- Estas posibiliuades de ampliación de la certidumbre intersubjetiva están te-
mismo, el investigador en literatura no puede fiarse sólo del consenso; la nue- ñidas de optimismo. En efecto, a consecuencia de la evolución de las condicio-
va crítica y el estructuralismo, que se contentaron con el consenso, se metieron nes históricas --el advenimiento de las ciencias sociales, los medios moder-
en un callejón sin salida sin darse cuenta ue ello. Es totalmente evidente que nos de almacenamiento y ue investigación sistemática de una información
DOIJWE I'OKKEMA
CUESTIONES EI'ISTEMOLÓWCAS :lR7

cada vo. mayor, la circulación y los contactos incrementados entre las diver- producción de textos con unn intención literaria; h] la recepción de los textos,
sas culturas-, la posibilidad de progresar está ahí, aunque no se pueda estar sea cual sen la intención que hnyn presidido su producción; e ]la difusión de los
seguro de que los investigadores en literatura la aprovechen. También se pue- textos cuyo proyecto es la recepción literaria; d] el análisis de los textos que se
de presentar una visión menos optimista. A consecuencia de los mismos cam- han recibido como literaturn por algunns partes del público lector, incluida la
bios históricos, el estatuto de los estudios literarios está también amenazado relación mnntenidn por estos textos con sus contextos sociales; e] los códigos
debido a un descenso del valor de las formas tradicionales de legitimación. Ni que se pueden construir en función de una explicnción de lo que se hace posi-
el consenso ni la coherencia teórica son ya los únicos ni los más importantes ble In comprensión de un texto reonocido como perteneciente a la litcrnturn
modos de justificación de las hipótesis respecto de la literatura. Es indudable por un determinado público lector.
que por la innuencia de los desarrollos modernos de las ciencias sociales, se
pide cada vez con mayor insistencia que el consenso intersuhjetivo esté apoya-
do por la prueba empírica. Diferente en esto de la época positivista, la investi- a. La producción de textos con intención/iteraría
gacilín empírica moderna ya no tiene una fe ciega en los hechos, sino que cuen-
ta antes bien, con un juego delicado entre la teoría y la observación. Con un En principio, In investignción documental y la investigación experimental son
é~1t0 variable los diversos aspectos de la comunicación literaria han sido obje- posibles en lo que se refiere a In producción del texto, pero los hechos produ-
to de un examen empírico del que trataremos en la sección que sigue. cidos por estos dos géneros de investignción difieren considerablemente. Las
experiencias hnn de ser concebidas ele manera que los resultados esperndos
sean previsibles; In experiencia mismn implica el control de una hipótesis. Si
la experiencia se ve coronada con el éxito, tiene una función explicativa, sobre
LA INVESTIGACIÓN EMPÍRICA Y LA COMUNICACIÓN LITERARIA
todo si puede repetirse. En el modelo llnmado estándnr de In investignción ex-
perimcntnl hay una simetría entre la previsión y la explicnción.
La opinión de que la observación de los hechos está ya cargada de considera- Puede suceder que el control de algunos aspectos de la producción literaria
ciones teóricns se puede interpretar corno sigue. Por unn parte, los fenómenos recurra a entrevistas de escritores o n que se observe a los escritores en ncción.
observados se pueden considerar hechos empíricos si han sido descubiertos Esta investigación experimental de la producción se limita por supuesto a los
por medio de una observación guiada por la teoría, como sería el cnso del em- nutores vivos, que en genernl no son informadores muy bien dispuestos. Des-
pleo ele métodos analíticos explícitos; estos hechos son conformes a un mode- pués de la encuesta experimental sobre la inteligencia y la personalidad de los
lo del mundo preexistente (marco mental, concepción teórica) que es el q~e escritores de vnngunrclin de Schmidt y Zobel ( 1983), parece que las condicio-
ante todo ha proporcionado los instrumentos de análisis. Por otra parte, los fe- nes fnvornblcs a su experiencia no están mnterinlizndas. llnsta nhora, la in-
nómenos observados también pueden ser consider<Jclos como hechos empíri- vestigación cmpíricn sobre la producción de textos con intención literarin hn
cos cuando no parece que se conforman n un modelo del mundo preexistente permanecido como un campo subdesarrollndo. Los obstáculos, ele naturaleza
(marco mental, concepción teórica) y contrndicen In teoría que orienta a la in- metodológica, son graves.
vestigación. Ln observación guiada por la tcorín puede ent.onccs lle~ar ya sea Otra manera de examinar el instante creador consiste en analiznr 1a informa-
a la confirmnción, ya sea a fa refutación de la teoría que oncnta sus JnvestJgn- ci6n nportncla por los nutores en sus cnrtns, sus diarios, sus declnrnciones pro-
ciones. Popper ( 1934, 1959) y Piaget ( 1937) han insistido en la posibilidad de grmnáticas (mnnifiestos), su críticn litcrnrin y tnl vez tnmhién sus creaciones.
corregir los modelos comunes del mundo. Este tipo de investigación clocumentnl se ocupa de textos que son únicos en In
Los hechos empíricos que son objeto de la discusión que sigue están extrní- medida en que han sido producidos por una persona determinada en un mo-
clos de observaciones guiadas por los conceptos teóricos que se encuentrn, mento determinado y en un lugar determinado. Distinta de la investigación
por ejemplo, en los trabajos de Vodiéka ( 1942) y Jakobson ( 1960), en es~ecial experimental, la producción de hechos empíricos no se puede repetir. En la
en lo que se refiere n la producción y la recepción ele los textos, y los se1s fa~­ investignci\ín documental, los hechos empíricos se han de extmer ele fuentes
torcs de la comunicación literaria (dcstinador, destinatario, contacto, mensaJe determinadas, de acuerdo ron reglas metodológicas precisns. Los hechos se
[texto), contexto [social] y código). Nosotros abordaremos brevemente: a] la producen a partir de los documentos disponibles medinnte un análisis guiado

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:l8!l lJOlJWE FOKKEMA CUESTIONES EJ'ISTEMOI.(J(OICAS

por la teoría. La verificación de los resultados por los demás investigadores gran parte debida a I3erlyne (1971, 1974), esta investigación se ha podido ha-
est:í condicionada por el hecho de que ellos reconozcan o no las mismas reglas cer y ha dado resultados válidos. Aquí, una vez más, estas invcstig<Jcioncs han
de método y, si las reconocen, por el hecho de que estén bien entendidas y co- de empezar por plantear un problema, dar la hipótesis de una solución, así
rrectamente aplicadas. corno proponer los medios para verificar la hipótesis. Si la investig<Jción expe-
rimental sobre la recepción utiliza nociones psicológicas y sociológicas (Pur-
ves, 1973; Segers, 1978; Berginz-Plank, 1981; Groeben, 1982; lbsch, 1984;
b. La recepcinn literaria de los textos, hayan sido producidos o no con una Schram, 1985), esto puede desempeñar un papel capital en la investigación in-
intencúín literaria terdisciplinaria.
Un terreno interesante de la investigación sobre la recepción es naturalmen-
Lo mismo que en el caso de la producción textual, podemos distinguir entre la te la reacción de los espectadores de obras de teatro. También en este caso se
inwstigación documental y la investigación experimental. Los documentos de puede trabajar por supuesto con cuestionarios, pero también se pueden regis-
la recepción varían desde la réplica más o menos fiel del original (a saber, tra- trar las reacciones no verbales como la risa y los aplausos (Van den Bergh,
ducción, producción teatral, adaptación) hasta la libre variación y la referen- 1972; Schoenmakers, 1982).
cia de paso (es decir, la parodia, la crítica literaria, la cita). El carácter em- El potencial de crecimiento de la investigación empírica sobre la recepción,
pírico de la investigación documental sobre la recepción está garantizado si a la que sólo podemos abordar de paso, no cabe duda de que es enorme.
ésta puede ser objeto de una confirmación. Los resultados analíticos adoptarán
el estatuto de hechos empíricos en la medida en que son producidos por una vfa
(teóricamente fundada) repetible. Naturalmente, su valor en tanto que hechos c. La difusión de los textos destinados a la recepción literaria
empíricos está limitado por la validez y la fiabilidad del método de descubri-
miento y de la teoría que subtiende esta gestión. Como lo hemos indicado más El empleo de los diversos medios de comunicación, y más especialmente la
arriba, en este contexto, "empírico" se relaciona con una situación en la que el manera en que son difundidos los textos, puede muy bien ser objeto de un es-
investigador es capaz de juzgar si un material p<1rticular se inscribe en el mo- tudio que utilice un método empírico. Esto se aplica a la vez a la circulación y
delo teórico preexistente o no. Así pues, podemos lwblar de un<J "situación em- a la disponibilidad de libros, y a la organización de la frecuencia de las repre-
pírica" y de un "juicio empírico", los cuales producen los "hechos empíricos". sentaciones teatrales y audiovisuales. Los resultados de estos estudios sólo son
La investigación sobre la recepción ha de empezar con un problema por re- interesantes para el investigador literario cuando de uno u otro modo se vincu-
solver y. por lo tanto, con un proyecto de solución a este problema, basado en lan con la comunicación literaria (cf. Hintzenberg, Schmidt y Zobel, 1980;
una o varias teorías. Así, el problema respecto del tipo de obstáculos que tuvie- se encontrarán indicaciones bibliográficas respecto del mercado del libro en
ron que superar los primeros lectores de Dubliners de Joyce, antes de poder pp. 24-25). La circulación de algunos textos es un factor de difusión del cono-
aceptar estos rcl<ltos como obras maestras, puede ser abordado por medio de una cimiento de los códigos que emplean escritores y lectores. La selección positi-
teoría estética hipotética, sugiriendo factores posibles del placer estético y buscando va o negativa de los textos por imprimir --el problema de la "canonización" y
algunos obstáculos que entorpezcan el efecto de los mismos (cf. Fokkema, 1984). de la censura- se puede colocar bajo la rúbrica difusión, aun cuando implica
La búsqueda sobre la recepción también puede contribuir a explicar por qué también problemas de recepción. La traducción de la literatura posee una di-
los lectores de hoy no tienen dificultades en apreciar Dubliners. Las diferen- mensión de difusión y ,lo mismo que la "canonización" y la censura, atañe a la
cias entre la recepción en los lectores de los años 1914-1915 y la recepción difusión del conocimiento de los códigos; nosotros podemos interesarnos
actual se pueden establecer con medios empíricos. La precisión de nuestras obser- en la difusión de los códigos de manera que establezcamos su valor de innova-
vaciones en relación con este último problema será mejor si disponemos de una ción o la fuerza con la que resisten a los demás códigos.
teoría provisional del cambio que pt'rmita explicar la evolución histórica de la Como lo ha mostrado en este volumen J. Lambert, se han hecho múltiples
recepción de !Jub/iners. investigaciones sobre la impresión y la circulación de los textos traducidos,
La investigación experimental rcspectn de la reacción de los lectores se vale pero no todas ellas trataban los problemas propios del estudio de la comuni-
de cuestionarios y de otros métodos que permiten registrar las reacciones. En cación literaria. Seguimos queriendo saber más sobre la disponibilidad de al-
390 DOUWE FOKKEMA CUESTIONES EPISTEMOLÓGICAS 391

gunos textos y sobre el conocimiento de Jos códigos que les corresponden, tan- Es una teorí'a de la literatura, en especial una teoría de la pertinencia de Jos
to en el pasado como en la actualidad. Los resultados de las investigaciones mundos semánticos descritos por los textos literarios de una época particular y
empíricas sobre la difusión de Jos textos pueden aportarnos respuestas a las una teoría ele las formas de innovación posibles a Jo largo del mismo periodo,
preguntas sobre la innuencia y la recepción, los problemas de intertextualidad la que ha de proponer Jos métodos de análisis textual. Los resultaúos de Jos
y, más generalmente, a Jos dilemas de interpretación. análisis semánticos y sintáctico-textuales de los textos contemplados como li-
teratura se Iian de comparar con las regularidades de otros textos, de manera
que se observe cuáles son las diferencias que podrían tener importancia desde
d. El análisis de textos que han sido recibidos como pertenecientes a la
un punto de vista literario (estético).
literatura por algunos sectores del público lector
No es en modo alguno supernuo decir que el análisis con ayuda de compu-
A diferencia de los que sugiere Vodicka (1942, 34), la construcción de la "se- tadora, como la 'investigación de las frecuencias de palabras, sólo puede ser
rie literaria" (la serie literaria de textos aceptada como literatura) sigue siendo útil si se vincula a un problema específico en estudios literarios y a la confir-
muy problemática. La delimitación de un corpus de textos literarios sólo puede mación de una solución provisional a este problema. Si el nn:ílisis t"rccuencinl
hacerse en función de las condiciones históricas, geográficas y sociales. Si el no se relaciona con un problema de estudios literarios, con facilidad puede
análisis de Jos textos recibidos como pertenecientes a la literatura por un públi- volverse ridículo, como ltalo Calvino ha expresado en su novela Se una notte
co determinado, en un momento determinado y en una región determinada ha d'invemo un viaggiatore, 1979). En la práctica, esto quiere decir que hay que
de producir resultados pertinentes para el estudio de la literatura, este análisis establecer distinciones entre el análisis lingüístico y el análisis literario, entre
se ha de enlazar con datos referentes a los textos exteriores al corpus de la lite- el concepto lingüístico del signo y el concepto literario del signo. Siguiendo a
ratura en este punto determinado o también a las expectativas y al conocimien- Lotman, podemos considerar el signo literario como una superposición de sig-
to de este público particular. nos lingüísticos. El signo literario se encuentra en una serie de construcciones
La razón por la que esto tendría que ser así se desprende de una concepción Jingüísticamei;te posibles (y algunas veces imposibles en un contexto no lite-
de la literatura que confiere valor a la función estética de los textos literarios. rario), serie que, ele uno u otro modo, contrasta con las construcciones escogi-
Una hipótesis sólida considera que el efecto estético ele un texto es el resulta- das por otros textos que no son aceptados como literarios. El signo literario
do de una relación particular entre el mundo descrito en el texto y el mundo está condicionado por un contexto particular al que se confina su eficacia, y se
real del que Jos lectores tienen experiencia. El efecto estético de un texto no funda en otros signos, literarios y no literarios a la vez.
puede materializarse más que si hay a la vez similitud y diferencia entre estos Esto explica por qué es difícil proceder a generalizaciones a propósito de los
mundos. La necesidad de la diferencia ha sido objeto de numerosos estudios signos literarios. En efecto, se han realizado análisis de concordancia y de fre-
de investigadores en literatura -en especial los formalistas rusos, H.R. Jauss cuencia (véase I3ulhof, 1976), pero hasta ahora nadie ha pretendido haber ais-
( 1970) y Jurij Lotman (1977). Pero la similitud, que asegura una base a la ex- lado Jos signos literarios de un texto concreto. Es del todo verosímil que el viejo
periencia de la di fcrencia, es también importante. Los elementos que los lecto- problema de la Jiteraturidacl (literatumost) no puede resolverse en abstracto,
res ven corno anormales pertenecen a cosas que ellos consideran pertinentes. sino únicamente en función de lectores concretos, cuya percepción de la lite-
Para ser eficaz, la innovación de Jos medios textuales se tiene que relacionar ratura es la que ha de proporcionar la base para una teoría de Jos signos parti-
con temas que son esenciales a la existencia de Jos lectores (Fokkcma e Ibsch, culares que llevan a los lectores a designar algunos textos como literarios.
1988,5-7). Esto explica la persistencia de temas tradicionales en la literatu-
ra de todas las culturas: el amor y la muerte, el individuo y la sociedad, y otras
e. Los códigos que se pueden construir para explicar la posibilidad de
constantes antropológicas. Fue muy a propósito que en su obra Postmodernist
comprensión de textos aceptados como literatura por un público lector
fiction, Brian Mcllale ( 1987) dedicara un capítulo a "El amor y la muerte en la
novela posmoderna". La sociología del conocimiento puntualizó medios de determinado
descripción para contemplar la participación de Jos individuos en algunas re-
Por analogía con el análisis del concepto ele estructura de Matejka y Titunik
giones del conocimiento y la pertinencia de este conocimiento para estos indi-
( 1976, 283-284), podemos preguntarnos si un código es una abstracción cien-
viduos (Berger y Luckmann, 1967).
392 DOUWEFOKKEMA CIIESTIONES EI"ISTEMOLÚGICAS 393

tífica o más bien un hecho social o psicológico. Esta pregunta ha de encontrar se ha de can;¡biar, aun cuando a veces no se trata únicamente de estauística sino
respuesta si queremos establecer la naturaleza empírica de los códigos. La de- de una decisión en función de una norma que permite condenar algunas des-
finición de código de Lotman como "el conjunto cerrado de unidades signifi- viaciones, de origen dialectal o extranjero, por ejemplo, y acoger otras.
cativas y de reglas que rigen la combinación de las mismas y que permiten la Paralelamente, cuando se habla de código hay que hacer una distinción en-
trasmisión de algunos mensajes" (Lotman, 1977, 20), nos asegura un concepto tre la descrip~ión abstracta de un código y el código como conocimiento de un
que se puede utilizar (y se utiliza) en los estudios literarios. En la definición de sistema significante que se utiliza con fines de comunicación en el seno de una
Lotman hay que señalar el empleo del término regla y del término conjunto población determinada. Este último código es empíricamente accesible, pero
cerrado (inventario), que recuerdan que los elementos portadores de sentido el modelo abstracto de un código sólo se puede verificar de manera indirecta.
están estrictamente organizados y tienen un número limitado. ¿Puede tener Aun cuando el problema de la delimitación del grupo que se vale de un código
una base empírica un sistema tan abstracto y riguroso? particular está ~esuelto -un problema comparable al problema lingüístico que
Se ha defendido muchas veces que todos los lenguajes eran códigos. En consiste en distinguir una lengua propiamente dicha de sus variantes dialecta-
realidad, la definición de Lotman está expuesta como una definición del len- les o sociales-.--:., queda aún una diferencia entre el conocimiento que una po-
guaje (que él toma en un sentido más bien amplio). No obstante, sería de desear blación tiene d~ un código, implicando algunas ligeras variantes, y d IIHHklo
restringir el empleo del término "lenguaje" a la comunicación humana por me- abstracto de este código. El modelo abstracto de un código está todavía más
dio de la palabra y considerar los lenguajes ccmo un subconjunto de todos los desplazado en relación con las situaciones que permiten la verificación empí-
códigos posibles, que son sistemas de signos que sirven para la trasmisión de rica que la prác'tica que él pretende describir. Por muy indirecta que sea, la ve-
la información. Huelga decir que, dentro de un solo texto, pueden actuar varios rificación delr;Jodelo se ha de hacer mediante un estudio de prácticas comu-
códigos que utilizan el lenguaje. nicativas de la población que se sirve del código por convención.
Nuestro conocimiento de las lenguas nos proporciona una analogía que per- No sirve parp nada construir y mantener modelos semióticos abstractos que
mite dilucidar las propiedades de los códigos. Es importante insistir en que lo no tienen relaci-ón alguna con la competencia que ellos pretenden describir. En
que sabemos de una lengua, tal como ésta es utilizada por los hablantes y los consecuencia, tomo modelo abstracto de reglas fijas y de conjuntos cerrados,
escuchas en función de conocimientos compartidos, está presente como un mo- un código ha de renejar a pesar de todo una práctica compartida que mantiene
delo abstracto que implica reglas fijas, lo que se denomina una gramática. Este u na convenci9n. En este caso parece que la diferencia entre regla y regul ariclad
modelo abstracto es notoriamente diferente de los conocimientos que los ha- esté motivacfa epistemológicamente. Mientras que los textos manifiestan regu-
blantes poseen efectivamente. (Para un punto de vista escéptico sobre el papel laridades, el i1~odelo concebido para explorar y describir estas regularidades
de las reglas en el lenguaje, véase Paul Ziff [ 1960].) Algunos hablantes tienen está constituido por reglas. Las regularidades se pueden percibir en el nivel del
un conocimiento más preciso y más extenso de la lengua que hablan que otros, discurso; lafreglas pertenecen al nivel del sistema de la lengua, como nosotros
sin contar las diferencias de naturaleza dialectal o sociológica entre variedades lo concebinfn~en teoría. Siguiendo a Eibl (1976, 78), se puede concluir que las
de una misma lengua. Desde un punto de vista empírico, ningún hablante tiene reglas que da~1 cuenta de las regularidades de los textos, como los códigos que
el mismo conocimiento de la lengua (competencia) que otro sujeto que habla están formados por sistemas de estas reglas, son construcciones mentales y,
la misma lengua. En suma, se puede hacer una distinción entre el saber más o como tales, no pueden ser objeto de observaciones en la práctica del discurso.
menos compartido de una lengua como sistema, por una parte, y, por la otra, de Estas construcciones tienen una base empírica en la medida en que se descri-
la de la representación de este saber compartido por medio de un modelo abs- ben sistemáticamente las regularidades que se han establecido por medios
tracto de una lengua estándar. Los conocimientos que comparte en diversos empíricos y explican la función semiótica de estas regularidades en la comuni-
grados un grupo de sujetos que habla la misma lengua son accesibles empíri- cación.
camente, por encuesta directa o por el análisis de sus enunciados. El modelo La fiabilidad del estudio de la literatura puede mejorar gracias a conceptos
abstr::Jcto que sirve para la descripción y el análisis de estos conocimientos só- claros y a una verificación empírica. La claridad conceptual se puede obtener
lo puede ser verificado y corregido indirectamente. Las simples desviaciones distinguiendo el examen de la producción y de la recepción y el de la difusión
con respecto a la regla no están en condiciones de ponerla en peligro; muchas y análisis de los textos, y la investigación de los códigos que se u ti !izan en la
veces se utiliza un criterio estadístico para determinar si una regla lingüística comunicación literaria. La cuestión de la posible envergadura de la verifica-
394 DOlJWE fOKKEMA CUESTIONES EI'IS~E~IOLÓ(;JCAS J<))

ciún empírica se ha de poner asimismo en claro. La investigación de los códi- 1li ppolytc Tainc, en su llistoire de lalillératu re ang/aise ( 1863-1864), trata de
gos, por ejemplo, se complica porgue nuestra representación los códigos que descubrir las condiciones de In génesis de la obra literaria; su método positivis-
actúan en la comunicación literaria es dos veces más lejana que el nivel de las ta se centraba en el escritor y su medio y dejaba de lado al lector, así como el
regularidades que ha de garantizar su legitimación empírica. (Entre el modelo problema ele la evaluación. Hans Robcrt Jnuss mostró los límites de la historio-
abstracto del código y las regularidades se ubica la competencia semiótica que grafía positivista denunciando los objetivos de la representación total, de la
una población comparte más o menos y que permite explicar que tantas perso- determinación precisa de los inicios y de los fines, y de la objetividad como
nas se comprendan, también en la comunicación literaria.) Está claro que el ilusorios (Jauss, 1970, 218-220). La insistencia de Jnuss en la estética de la
modelo abstracto de un código no puede ser más que una aproximación al re- recepción, es decir, en la asimilación y el tratamiento estético de Jos textos li-
pertorio semántico y las reglas sintácticas que, en tanto que saber común, ac- terarios, hizo que planteara prcguntns sobre la significación histórica del punto
túan en la comunicación literaria en un momento dado. A pesar de todo, estas de vista del lector hoy: "La tradición literaria es una dialéctica entre pregunta
aproximaciones distan mucho de ser arbitrarias. y respuesta que siempre ... está motivada por una posición actual" (Jauss, 1970,
235). Jauss deplora que algunos lectores profesionales tiendan a rechazar su
experiencia personal de la obra de arte (Jauss, 1977, 9, 59). Si a la manera de
LA f'IABILIDAD DE LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA
Uhlig (1982, 16), su camino tendría que llamarse "presentista" (¿cuál es el
sentido de la obra de arte histórica para mí, aquí y ahora?), E.D. llirsch ( 1967)
hizo hincapié en la búsqueda "historicista" (no radical) del sentido original de
Corno lo ha mostrado en este volumen Eva Kushner, en la investigación histó- la obra que el autor guiso que tuviera.
rica, la certidumbre absoluta es más bien excepcional. Podemos estar seguros, Si bien el punto de vista de Hirsch fue bien acogido en el campo de los estu-
por ejemplo, que Du ciilé de cllez SH·ann se publicó por primera vez en 1913, dios literarios y defendido por el historiador de arte E. H. Gombrich (1975, 4),
pero esto no nos dice gran cosa sobre la significación histórica de la obra de es imposible decidir quién tiene razón, si el historicista o el "prescntista". Co-
Proust. No es sorprendente que cuanto m~ís nos remontemos en el tiempo, me- mo lo observÓ el propio Hirsch, "el objeto a interpretar no es un dato automá-
nos seguros sean nuestros conocimientos. La investigación histórica se funda tico, sino una labor que se propone el propio intérprete" (Hirsch, 1967, 25).
en gran parte en aproximaciones y el único consuelo que puede tener el histo- Parece que son valores no científicos Jos que caracterizan el punto de vista y el
riador es el de determinar el grado de aproximación de estas aproximaciones, interés del historiador. En el caso de Gcrvinus, era el nacionalismo, y para Tai-
en otras palabras, el de establecer una certidumbre progresiva. La investiga- ne, el determinismo. Parece que a Jauss le motivó el deseo de hacer accesible
ción histórica sufre de un malestar que amenaza también al debate de la in- a los lectores· modernos la tradición literaria; Hirsch, no obstante, defiende su
terpretaciones de los textos literarios, en el sentido de que formuladas varias hipó- punto de vist<! recurriendo a una norma moral (Hirsch, 1967, 26), que se pre-
tesis diferentes (varias "explicaciones históricas" diferentes), seguirnos siendo in- senta como decisión práctica en la búsqueda de una validez para la interpreta-
capaces, con mayor frecuencia de lo que desearíamos, de distinguir con suficiente ción, pero qu_c en realidnd se basa en un sentimiento de respeto por las inten-
convicción las hipótesis endebles de las hipótesis sólidas. Carecemos lisa y lla- ciones del otro.
nnmcnte de los medios para eliminar las hipótesis incongruentes. La razón de es- Estos diversqs puntos de vista -y hay muchos más- han estado motivados
te estado de cosas tiene que ver con la tenacidad de las ideas fnlsas sobre lo que por intereses aj~nos a la esfera de la investignción científica. Hay puntos de
hay que esperar de la investigación histórica. A trnvés de las épocas, los histo- partida, hay apriori (creencias, valores, ideologías) que condicionan la inves-
riadores han estado motivados por intereses nacionalistas, positivistas, "pre- tigación, pero que no han sido objeto de verificación empírica, que no han sido
sentistas", historicistas y muchos otros más, con frecuencia una mezcla de in- ni confirmados ni refutados.
tereses diversos y algunas veces contradictorios. Yo no digo que sea imposible un debate entre Jos idealistas y los determi-
Cuando G.G. Gervinus escribió su Geschichle der poetischen Nationa/-Li- nistas, o entre los "prcsentistas" y los historicistas. La polémica entre el "prc-
lcratur des Deutsche11 ( 1835-1845), su objetivo consistía en mostrar que exis- sentisrno" y el historicismo dura desde hace algún tiempo y el resultado gene-
tía una literatura alemana ele la que los alemanes podían sentirse orgullosos; su ralmente ha sido que uno acusa al otro de incongruencia. Los "presentistas"
historia de la literatura alemana motivaba culturalrnentc la unidad políticn. mantienen que estamos condicionados por lo que sabemos y que no podemos

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396 DOUWE HJKKEMA CUESTIONES El'ISTEMOLÓ(OJCAS 397

salir de nuestra condición actual para reconocer las normas y los valores del sean convincentes, su recurso al lenguaje m;ís que a lo que éste refiere vuelve
pasado. En Théorie lilléraire, critique et histoire ( 1960), René Wellek rechaza imposible criticar el empleo que él hace del mismo. ¿No nos obliga a preguntar
el punto de vista historicista de Erich Auerbach, que, según él, está condenado cómo se pueden comparar o c'iscutir las episteme más antiguas si en principio
al fracaso. puesto que nunca podemos estar seguros de haber reconstruido el son inconcebibles desde el punto de vista de nuestra propia episteme? Calines-
juicio de valor de la época, que por lo demás tiene poco interés. Los historicis- cu afirma, así, que "el determinismo lingüístico es incapaz de prouucir un mo-
tas, por su lado, replican que el "prcscntismo" corre el riesgo de producir répli- delo del cambio; sólo puede contemplar estructuras o construcciones sincró-
cas de nuestra condición actual a partir de documentos históricos -de erigir nicas" (Calinescu, 1986, 243). Lo revelador es que Foucault fue abandonando
espejos para aprender a conocernos- mientras que el fin del historiador ten- progresivamente la distinción significante/significauo (Wuthnow et al., 1984,
dría que ser mostrar "cómo es posible pensar y sentir distinto de como lo hace- 140), pero esta decisión nos impide poder debatir un discurso en los términos
mos" (Cunningham, 1960, 141 ). Hasta ahora, nadie ha conseguido demostrar de otro discurso; en último término, nos priva incluso de los medios ele criticar,
que no se puede o que no se debe prestar interés al pasado en sí (punto de vista confirmar o refutar las opiniones de Foucault.
historicista), ni a la asimilación de las experiencias del pasado por los lectores Un argumento de la misma naturaleza se puede sostener contra la escuela de
modernos (punto de vista presentista). Este último, que hace valer que nos es historiografía que se agrupa bajo la bandera dclnarrativismo. Sólo su nombre
im-posible reconocernos en los acontecimientos del pasado y que exploramos ya da fe de un vínculo entre el estudio de la historia y la teoría literaria, que no
el pasado con nuestros medios conceptuales y lingüísticos actuales, parece ra- deja de evocar el vínculo que relacionaba el estudio ele la literatura con la lin-
zonable. Pero la invitación a hacer justicia a las culturas diferentes y distantes, güística en los aiíos sesenta. En esta época, bajo la influencia de Rornan Jakob-
sin reducirlas a nuestros modos de pensar, no lo es menos. La filosofía del son y de Noam Chomsky,la lingüística se consideraba la disciplina que podía
historicismo se ha desarrollado también en el seno del relativismo cultural que, aportar un modelo a los estudios literarios. El estructuralismo y la gramática
como el historicismo, no es un método de investigación, y aún menos una teo- generativa-transformacional servía de inspiración al análisis poético así como
ría, sino más bien una posición moral (que, naturalmente, puede influir al in- a otras investigaciones en narratología; nos limitaremos a citar los nombres
vestigador en la elección de estos instrumentos y de su enfoque). más conocidos: Jakobson y Lévi-Strauss, 1962; Todorov, 1969. A partir de que
Lo que tendría que inquietarnos aquí es el dilema ele la coexistencia de las los investigadores literarios renegaron de esta filiación y se concentraron en
diversas concepciones ele investigación histórica, cada una de ellas prisionera las cuestiones de la representación semiótica, en especial en la referencia y el
ele su uiscurso. Si la polémica entre el "prcscntismo" y el historicismo -o en- contexto, sus trabajos presentaron interés para los teóricos del estudio de la
tre otras perspectivas incompatibles- no se puede resolver, estamos en pre- historia. Hayden White (1973, 1978, 1984) y Dominique LaCnpra (1983) re-
sencia ele una anomalía en el sentiuo de Kuhn ( 1970, 52), que puede exigir una conocen los avances de la teoría literaria en parte por la importancia de las
solución bastante radical. cuestiones epistemológicas en teoría literaria.
La noción de determinismo discursivo o 1ingüístico es un obstáculo más a la En cambio, entre los historiadores, el efecto de lo narrativo tiene interpreta-
crítica entre las di versas concepciones de la investigación histórica. Tal vez no ciones diferentes. Cuando analiza la diferencia entre la historiografía y la lite-
estemos en condiciones de mostrar que la vía con dominante historicista de ratura, J-layden White sigue distinguiendo los acontecimientos "reales" de los
Michcl Foucault es simplemente váliua o no, pero podemos anticipar que el acontecí mientos "imaginarios" --<:on entrecomillauos significativos. Cuando
reconocimiento implícito del determinismo discursivo por parte de Foucault los acontecimientos "reales" se codifican (según la expresión de \V hite) en un
contradice las exigencias ele un debate científico. Esto es al menos lo que afir- relato, el lector puede ver "un referente secundario, que difiere por su natura-
ma entre otros Matei Calinescu ( 1986). leza de los acontecimientos que constituyen el referente primario, a saber, las
En Les /llO(S e/ les clwses ( 1966), Foucault uistingue tres prácticas discursi- 'estructuras narrativas' de lo" diversos géneros narrativos explotados que se
vas en la cultura occidental (así corno una cuarta en proceso Je surgimiento), utilizan en una cultura determinada" (White, 1984, 20). Parece que es en la
que él denomina episreme. Una práctica discursiva limita nuestra concepción codificación de los acontecimientos donde se impone el peso de la elccci(m
de las cosas, en particular si éstas pertenecen a otra episteme. Esta tendencia a narrativa. La atribución ele significaciones, que corresponden a la elección de
adoptar el principio del determinismo lingüístico lo lleva a concluir que la "lo- una estructura narrativa concreta, no se desprende, según White, de los acon-
cura" es un juicio más que un hecho. Aun cuanuo en este caso sus argumentos tecí micntos o del,fncadcnamiento u e éstos. "Porque ningún acontecimiento ni
DOUWE FOKKEMA CI!ESTIONES EI'ISTH10LÓGICAS 399
398

sucesión de acontecimientos dados es intrínsecamente 'trágico', 'cómico' o investigadores. Esto debería ser una advertencia para aquellos que se interesan
'grotesco"' (i!Jid.; también Whitc, 1978, 84). Aun cuando el acento en la últi- ante todo por las vías científicas. Pero LaCapra no se interesa por la crítica
ma cita parece expresar una cuestión de principio y se deje un margen a la in- científica.(~¡ considera que su trabajo es "una entrevista con el pasado por me-
terpretación de que algunas series de acontecimientos se prestarían mejor a un diación de sus textos significativos" ( 1983, 21 ). El propio LaCapra habla, sin
tratamiento trágico (o cómico o grotesco) que otras, 2 hay aquí una noción fun- lograr evitarlo, del riesgo del "imperialismo del texto"' y hasta sugiere con al-
damental de libertad, que ha hecho que los partidarios de la función narrativa gun;_¡s reservas que se tmte elllolocausto como un "texto" ( 1983, 19-20). En
en historiografía sean vulnerables a la crítica que les reprocha que consideren esto ha dejado muy atrás la distinción tradicional entre re.~ gestae (los aconteci-
que el género narrativo y su aplicación a los acontecimientos sean fundamen- mientos) e historia renml gestarum (el relato de los acontecimientos), que
talmente arbitrarios. En esta ocasión, llayden \V hite no plantea la cuestión de mantiene Claus Uhlig ( 1982 y 1985) y que matizan en grados diversos Haydcn
la correspondencia entre las primeras descripciones de los acontecimientos por White y F.R. Ankersmit.
los testigos contemporáneos y las representaciones más tardías, entre las mo- Si bien estJs c~1estiones, parcialmente engcndrad;¡s por la teoría literaria, se
tivaciones que animan a los actores que han participado en los acontecimien- relacionan con un debate entre historiadores en general, se aplican ciertamente
tos y las explicaciones ulteriores del historiador. también a la historia 1itcraria. Tanto para Hayden White como para Ankersmi t,
F.R. Ankersmit ha disminuido todavía más la relación entre la narratio y el la fecha de la publicación de Du coté de chez Swann sería un acontecimiento
encadenamiento de los acontecimientos. Aun cuando él considera que los re- real. La historia de Pantst, como avatar del simbolismo o como héroe del mo-
latos descriptivos individuales pueden ser verdaderos o falsos en el sentido de dernismo, resultaría sin embargo de la elección de una estructura narrativa
una correspondencia, cualquier otro concepto más general por medio del que (White) o de una construcción impuesta sobre el pasado (Ankersmit). Pero co-
los historiadores dan una forma a sus relatos, como "estados", "religiones" y mo lo ha indicado McCullagh (1984, 400), la selección y el empleo de esta
"revoluciones", difiere, según él, de las nociones que utilizamos todos los días estructura o de esta construcción "no se 'proyecta[n] sobre el pasado' sin tener
y no refiere a nada real. Ankcrsmit afirma que "el pasado se manifiesta por en cuenta !Js pruebas". En efecto, en lo que atañe al papel de Proust en la his-
medio de entidades que no forman parte y que no remiten incluso a los fenó- toria literaria, Elrud lbsch (Fokkema e Ibsch, 1988, 169-171) ha aportado ar-
menos reales o a los aspectos de estos fenómenos" (Ankersmit, 1983, 87; cf, gumentos en favor de la construcción modernista y contrn la interpretación
McCullagh. 1984, 398). simbolista. Claro está que se pueden exponer los argumentos contrarios, pero
La influencia conjunta de Bajtin y de Derrida es notoria en la obra de LaCa- en nuestra empresa racional que trata de poner a punto los medios para criticar
pra: Rethinkirrg intellectual history, en la que su autor se propone ver una re la· las diversas construcciones de la historia literaria, podemos esperar que la pro-
eión dialógica entre el pasado y la exploración de las diferentes posibilidades Ji fcración de los relatos sobre la obra de Proust será frenada por los investiga-
del pa>ado. Según LaCapra. "el pasado no es simplemente una historia que se dores, que encontrarán en algunos de estos relatos más méritos que en otros, es
ha va de contar. sino un proceso vinculado al tiempo narrativo de cada historia·'·. decir, que juzgarán que algunos están más de acuerdo con lo que sabemos de
dc:r concreto. En una palabra. los historiadores están involucrados en un doblO·:; Proust-cn los dos sentidos de una correspondencia y de una coherencia.
esfuerz.o de comprensión de lo que algo quería decir en su época y lo que En la evaluación crítica de las construcciones históricas, hemos de distin-
significar hoy para nosotros. Las dimensiones más interesantes y hasta guir la construcción histórica del acontecimiento con el que se relaciona. Na-
dt,ras de la interpretación estún en el margen. donde ambas signiftcacioncs turalmente, igual que la construcción histórica, el acontecimiento puede estar
están simplemente desunidas u nade la otra. puesto que es en este lugar formado en todo o en parte por materiales lingüísticos -ficción, documentos
donde el di:.'!logo del historiador con el pasado se intcrioriza" (LaCapra, , relacionados con la recepción, corrcspodcncia-, pero esto no impide contem-
18). Está claro que las preferencias de LaCapra están en ese punto en el :plarque los m~tcriales históricos sean de otro orden diferente a la construcción
diálogo empieza a ser interior -haciéndolo accesible a la crítica de los ,del historiador. Esta distinción permite que el historiador vea en los materiales
. históricos aqucllll con lo que él o ella se relaciona en su búsqueda de argumen-
tos favorables a la estructura narrativa elegida. Aun cuando nosotros rcconoz-
2 En Tro['ics of t!iscol/r.\·¿, 1by den Whitc escribe: "No im~gino que ~lguicn pueda
. :: .c:omos aquí que los materiales históricos (los acontecimientos) puedan ser en
b pues!~ en relato de la vida del presidente Kennedy en forma de comedia. pero nos
preguntar si se h~ de presentar como un drama, una tragedia o una s:\tira"' (White, 1978, gran parte o totalmente textuales, tendríamos que recordar que el objeto de la
400 DOUWE FOKKEMA
CUESTIONES EI'JSTEMOI.ÓGICAS 401

historia literaria podría muy bien ser la comunicación literaria (más que los nos asegura Jos medios para inaugurar un metalenguaje y justificarlo. El meta-
textos literarios), lo cual implica los res gestae de los seres humanos vivos. lenguaje que vamos a concebir puede ayudarnos a solventar la polémica sobre
Esto nos da una razón más para rechazar el imperialismo textual característico qué se ha de considerar un hecho en historia literaria o un acontecimiento o un
de los trabajos de historia que atribuyen un papel excesivo a la narratio y a los cambio o una continuidad. Un metalenguaje permite definir y da la posibilidad
textos. de distinguir al sujeto del objeto, el análisis de la interpretación y la compren-
El determinismo discursivo y el narrativismo en su forma extrema nos privan sión hermenéutica de la investigación empírica.
de los medios para criticar el discurso y el relato que se haya utilizado. Y si la Un metalenguaje puede servir de piedra de toque en estudios literarios. Si la
crítica ya no fuera posible, nuestra empresa científica habría terminado: ante posibi Ji dad de construir un metalenguaje se acepta, de ello se deduce que tam-
la escucha del discurso de los otros, habría solamente la opción de quedar fas- bién se suscribe la separación del sujeto y del objeto y las nociones de falsea-
cinados o de hacer oídos sordos, sin poder discutir ni evaluar en ningún caso lo bilidad y crítica científica. Si se rechaza la posibilidad de un metalenguaje,
que dicen. La crítica científica, no obstante, trata de mantener un debate conti- como lo hace Derrida (Kearncy, 1984, 125) o, a continuación de Derrida, La-
nuo que apunta a un consenso basándose en explicaciones coherentes en fun- Capra (1983, 76), la oposición del sujeto y del objeto, así como la noción de
ción de una experiencia compartida. Examinemos ahora las posibilidades de crítica científica llegan a ser simultáneamente imposibles. El autor de este ca-
una perspectiva que haría de la historia literaria una cuestión que invitaría a pítulo cree que la construcción de un metalenguaje no sólo es útil, sino inevita-
discutir por qué algunas explicaciones serían consideradas superiores a otras. ble. En realidad, no hay nada de especial en la construcción de un metalengua-
En primer lugar, hay que destacar que tenemos los medios para criticar el je. La concepción y el aprendiz;ue de un metalenguaje no son muy diferentes
discurso del historiador. Algunos de estos medios forman parte integr:::nte de del aprendizaje de una lengua extranjera, en pleno conocimiento de sus re-
la lengua que utilizamos. Como no hay ninguna simetría entre las palabras y glas. La expansión de nuestros conocimientos depende tanto del aprendizaje
los conceptos o las cosas a las que se refieren, o en términos lingüísticos, vista de la lengua como del aprendizaje de las ocasiones en las cuales emplearla y de
la existencia de sinónimos, cuasi-sinónimos, de hipónimos y de hiperónimos, la manera de valerse de ella, lo cual equivale al aprendizaje de reglas mctalin-
se pueden discutir los significados como entidades aparte. También existen, güísticas.
por supuesto, medios semióticos no lingüísticos que permiten expresar una Uno de los más importantes historiadores que ha puesto en acción la con-
reacción crítica a un discurso particular (como la risa, una bofetada o la indife- cepción de un metalenguaje, y por esto ha superado la aporía del determinismo
rencia). lingüístico, es Reinhart Koselleck. Él ha destacado que la geisteswissenschaft-
En segundo lugar, la crítica del discurso del historiador puede basarse en liche Methode o comprensión hermenéutica de Dilthey se basa en último tér-
que todo lenguaje se caracteriza por la simplificación: por medio dc un número mino en la idea de una naturaleza humana continua que, en principio, es en
finito de palabras y de reglas de sintaxis, podemos hablar de una infinidad de todas partes y siempre la mis1.1a ("Una teoría de las ciencias del espíritu de este
cosas. Naturalmente, algunas diferencias y algunos matices se pierden en el tipo se funda en última instancia en una naturaleza humana fundamentalmen-
camino, como lo han observado filósofos tan ajenos uno al otro como Henri te invariable", Koselleck, 1979, 177). La idea de una fusión de horizontes a
Bergson ( 1889) y Jacqucs Derrida ( 1968), pero, en principio, este problema pesar de las diferencias temporales no es propicia a la descripción y a la expli-
es insoluble. Encontramos consuelo en los giros ricos y variados de la poesía cación dci cambio.
y en la proposición filosófica de diferir la atribución de sentido, pero hemos de Como historiador, Kosclleck está obligado a abandonar la hermenéutica a
aceptar el efecto de nivelación del lenguaje si queremos comunicar de una u cambio de un enfoque analítico guiado por instrumentos conceptuales cuida-
otra manera porque nunca estaremos en condiciones de inventar y de utilizar dosamente escogidos. El historiador, según Koscllcck (y su argumento se apli-
palabras para cada cosa concreta, cada sensación distinta y cada acontecimien- ca al historiador de la literatura igualmente), tiene que interrogar sus fuentes
to diferente. para descubrir las relnciones exteriores a cada fuente individual (Koscllcck,
Aceptar la función de nivelación del lenguaje significa que se acepte la posi- 1979, 205).
bilidad de concebir nuevas palabras o términos que tienen la misma función de Parece el eco de Nietzsche, que hemos citado más arriba a propósito de las
nivelación y que pueden servir de modelos para que nuestros materiales histó- "leyes de la naturaleza", de las que dice que están en nosotros: las nociones del
ricos abigarrados sean utilizables. En suma, la propia naturaleza del lenguaje tiempo y de espacio, la sucesión y el número. Tendríamos que estar conscicn-
cur~~TIONES EI'ISTEMOLÚGICAS 403
402 DOUWE I'OKKEMA

construcción. O como dice Koselleck ( 1978, 374): "Se puede justificar cual-
tes de que estas nociones sirven de instrumentos de análisis, cuyas propieda-
quier cosa, pero no con cualquier argumento." La razón de ello es, naturalmen-
des no se deberían confundir con las observaciones que permiten realizar. En
otras pala~ras, estas concepciones que sirven de instrumentos de nnálisis se
pueden afmar Y ngudiznr o, si no funcionan, abandonarlas. No obstante no es-
.
•,
te, que el comportamiento humano y la organización de la sociedad resisten a
Jo arbitrario extremo cuando se ponen en relación las motivaciones y las ex-
tán controladas de la misma mnnera que se puede verificnr las observ~ciones
pectativas. Paralelamente, la construcción del pasado ha de respetar algunas
reglas para que valga la pena, es decir, producir un saber que se pueda discutir
que producen mediante un análisis repetido. Si bien se insiste en que tnmbién se
y trasmitir. Y una de estas reglas separa la evaluación de nuestras gestiones de
~onga.a prueba la calidad de los instrumentos de análisis, de todas maneras es
la verificación de las observaciones que emanan de estas gestiones.
Imposible hacerlo ni mismo tiempo que uno se asegura de la validez de Jns ob-
Nuestro método preferido y la elección que hacemos de instrumentos analf-
servaciones realizndas. La verificaci6n de las observaciones se ha de hacer con
ticos pueden estar dictados por un interés o una hipótesis particular y encontr::~r
ayud~ c~e los mis~os instmmentos, mientrns que el control de Jos instrumentos
confirmación en todo tipo de teorías. Los historiadores literarios que se incli-
de ana.hsis necesita la aplicación de instrumentos diferentes a Jos propios datos.
nan por las diversas corrientes literarias del siglo xx pueden justificar su tmba-
La idea de que en la investigación histórica no se puede verificar el método
jo refiriéndose a las teorías referentes a la innovación recurrente de los proce-
a~alítico Y los resultados de este método al mismo tiempo se deja con freeuen-
dimientos artísticos, motivada por la necesidad de asegurar una comunicación
c.ia de lado, lo cual hn dado origen al malentendido de que en las grandes cues-
eficaz (Victor Shklovsky, confirmado más tarde por el psicólogo D.E. Berly-
tiones de .la investiga~ión histórica no es posible verificación alguna y punto.
ne), en relación con la sucesión de Jos sistemas literarios (Yuri Tini::~nov) y a la
Va~o~ a ilustrar esta Importnnte cuestión en su relación con el problema de la
estratific::~ción de las colectividades semióticas (Jan Mukarovsky, Felix Vo-
pcn~diz~ci~n y la distinción de las corrientes literarias o Jos códigos de grupos
diéka). No obstante, las construcciones que exponen los histori::~dores literarios
en l11stona literaria.
también estarán influidas por ideas vagas sobre lo que se debería considerar
La~ di~~rsas divisiones de la historia literaria parece que derivan de una
pertinente en historia moderna, y la idea de pertinencia también se puede de-
c.ombmac10~ de dos factores, establecido cada uno de ellos con un grado de
ducir de nociones todavía más vagas sobre el destino humano o una organiza-
lib:rt~d consider~ble, a saber, las interpretaciones variables de textos y de acon-
ción utópica de la sociedad. Todas estas teorías y estas suposiciones forman
tecllmentos ambiguos, por una parte, y, por la otra, la libertad relativa en la
conjuntamente el marco de nuestra investigación histórica que, por supuesto,
conc_e~ción de las ~onstrucciones mentales en un terreno en que la verificación
se puede poner en tela de juicio por di versas razones.
empmca es complicada, cuando no imposible. En efecto, ni Jos textos litera-
Una manera de criticar el intento que hace un historiador de present::~r una
rios propian~ente dichos, ni los acontecimientos de la vida literaria proporcio-
descripción (y hasta una explicación) de la literatura del siglo xx consistiría en
n:n .base sóhda para la verificación de la construcción de las corrientes 0 de Jos
cod1gos de grupo en la historia literaria. 1 refutar las teorías y las hipótesis que formaron su concepción de la historia lite-

Pese a todo, sob~e 1~ concepción de las corrientes o códigos de grupos Jite-


ranos pes~~ constncc10nes. Como hemos defendido a propósito de Proust, Ja
construccion de estos códigos no es arbitraria y en general se basa en argumen-
l raria y que guiaron el descubrimiento y la interpretación de las fuentes. Claro
está que J;:¡ crítica también puede contemplar las creencias implícitas o las posi-
ciones ideológicas que determinan parcialmente nuestra perspectiva histórica.
1 Otro medio de criticar una descripción determinada de la historia literaria
l
tos que se pueden relacionar con teorías que han sido corroboradas en la inves-
moderna consistiría en aceptar por un tiempo las teorías y las hipótesis, las
tigación no histórica, y con hechos que se pueden reconocer por medio de estas
concepciones y las posiciones ideológicas sobre las que se basan y aplicar los
teorías. 3 ~~ mismo .que Reinhart Koselleck, nosotros creemos que cualquie~
instrumentos analíticos que se utilizan en la descripción para tratar de inv::~li­
construcc10n es pos.Ible y que hay varios argumentos que pueden apoyarla, pe-
ro no aceptamos la Idea de que cualquier argumento pueda apoyar a cualquier
' darla. A través del mismo marco de referencia y de los mismos métodos, se
puede verificar el descubrimiento y la interpretación de Jos hechos que se pre-
• 3 El probl~ma de saber si estos hechos se pueden denominar empíricos se reduce a una cues- sentan en la descripción de que se trate.
tiÓn de ddJnJCIÓn qu.e es menos importante que la que se refiere a la certidumbre de nuestras No obstante, sería lógicamente indefendible criticar las hipótesis, las teo-
observaciOnes h1stóncas. Puede ser que vacilemos en dar el nombre de "hecho empír' " 1 rías y las creencias subyacentes en la perspectiva histórica y en el descubri-
• ·' J • ICO a a
Jnvcnc1on <e la nnprcnta en Europa en el siglo xv, pero podemos estar seguros de que se inven- miento y la interpretación de Jos hechos históricos al mismo tiempo, como si
tó por esa época.

44WJWJtLQpa.;, P@idi ..QMQ42Q4. ~4At 4(f§ii.O-U44.$J$$4.tc ; WA Ji JW! .t S:SJSJ ;¡ g .M Jt.Qa;;:e., ;;p;;:cwamc a;: L a m a .> AC$ CA JO 4t tU $!
404 DOUWE HJKKFMA
405
CUESTIONES EI'ISTEMOI.ÓGICAS

éslos es\ u vieran parcialmcnlc dl'lcnninaúos por aquéllas. La crílica, ya sea de


que ofrece un historiador de la literatura. Parece que una observación general,
la perspectiva his\6riea, ya sea del dcscubrimicnlo y de la interpretación de las
como la "similitud", depende de cualidades que se atribuyen a los \ex los que
fuentes, ya sc_a lambién la crílica sucesiva de ambas. sería perlincntc y, en prin-
en su marco histórico son únicos. En general, la atribución de estas cualidades
Clf'lo, cs\a cnt1ca es posible también para épocas anteriores al siglo xx.
no es totalmente arbitraria sino que se apoya en argumentos. Las observacio-
~n lo succsivo, __ parcce que las descripciones hislóricas pueden ser en parte
nes generales que tienen que ver con texlos particulares pueden servir de con-
objeto de una con1Irrnaci6n. La posibilidad de verificaci6n aumcn\a de manera ceptos, con los que los historiaúorcs de la literatura llenan su universo hasta
apreciable si los propios hisloriadores tienen en cucnla la composici6n de su donde sus colegas se lo per.nilen. En efecto, nociones como la similitud o la
marco de referencia, incluidas tan lo las teorías, más explícitas, como las creen-
causalidad dependen mucho de un acuerdo general.
cias, más vagas, y si indican cuáles son los elementos de su perspecliva que se
Cuando hablamos del pasado, el consenso de los investigadores y, en menor
pueden controlar y por qué medios. Existirá siempre una diferencia imporlante
grado, la coherencia de las explicaciones teóricas son formas impor\anlcs de
entre loexplí~ilo de las teorías y lo implícito de las creencias, a la que se agre-
lcgitimaci6n. Aúcmás,la historiografía no desearla la lcgitimaci6n por acuer-
ga la d1l erenc1a que es necesario estableccr entre las teorías explícitas, los con-
do con los hechos. No obstante, en general, los acontecimientos o hechos his-
ceptos explic:llorios y los ins\rumentos de análisis, por un parle, y por la o\ra,
tóricos son difíciles de delimitar con certeza, salvo en el caso trivial de la fecha
los resul!ados de la investigación.
de publicación de un libro o, algo menos trivial, de la invenci6n de la prensa de
Olro ejemplo nos permitirá aclarar el esta luto de las abstracciones concep-
impresión. de la fundación de las editoriales, de la creación de revistas, de la
tuales por medio de las que trabajamos. En hisloriografía, las nociones de coin-
publicación de manifiestos, del nacimiento de la crítica literaria, del surgimien-
cidencia y de causalidad son de importancia eapilal. En su ensayo El hecho
to del verso libre. En efecto, la regla por la cual se define a los hechos en virtud
literario ( 1924), Yuri Tinianov explica la sucesión de los sislemas literarios y
de una eonccpci6n teórica de lo que pueden ser los hechos también se aplica en
en especial c6mo nuevos principios constructivos toman el lugar de antiguos
investiga~ión histórica. Teorías literarias diferentes producen hechos litera-
que han llegado a ser familiares. El nuevo principio conslruclivo "se presenta
rios diferentes. La pertenencia de un texto a un género particular es un hecho
a sí mismo en funci6n de resullados 'accesorios' y de desviaciones 'acceso-
significativo para E.D. Hirsch ( 1967, 68-126) y Alaslair Fowlcr ( 1982, 22),
rias', de errores" (Tinianov, 1924, 413). Por supuesto que la "coincidencia"
pero no lo es para Croce (1964, 449). No viene a cuento una polémica sobre
no es la mejor cxplicaci6n hisl6rica, pero probablemente sea erróneo descar-
qué es un hecho en historia de la literatura si antes no hay un acuerdo sobre la
tarla por completo como explicación. Koscllcck (1979, 175) ha indicado que
tenría que permitiría zanjar la cuesli6n.
la cxclusi6n de todas las formas de coincidencia sería una conslrucci6n dema- 1
El debate sobre qué perspectiva teórica hay que adoptar es sumamente com-
siado pesada para las lenlalivas de explicaci6n del historiador. El aconteci- 1 plicado y depende de un cierto número úc var:.1blcs. como el problema parti-
miento_ único, al que _se puede llamar único porque está anclaúo en un lugar y 1
en un tiempo úctermmados, pertenece a la clase úe acontecimientos posibles ¡ cular que dcspcr\6 el interés del historiador. Algunas teorías que explican la
comunicación literaria se basan en teorías establecidas en el terreno úcl com-
que se hubieran poúido úcsarmllar en el contexto en cuestión. Las explicacio-
1 portamiento humano o de la comunicación en general. Una teoría sobre la co-
nes hislóricas siempre se relacionan con los aspectos generales y obscrvaúos
con frecuencia de acontecimientos pasados que fueron, propiamente hablan-
do, únicos. Otros aspectos de estos acontecimientos pueden tener un carácter
l municación literaria que se basara en teorías váliúas en las ciencias sociales
sería preferible, por supuesto, a una teoría carente de estos recursos (cf. Rusch,
1987, 443). No obstante, aquí conviene plantearse la prcgunla: ¿ha de lcncr en
particular o accesorio y se pueden desechar. Si se eliminara la coincidencia del cuenta una teoría sobre la historia de la comunicaci6n lilcraria los descubri-
vocabular~o ~el historiador, la posibilidad úc dcúicarse a los aspectos m:ís ge-
mientos de las investigaciones moúcrnas en ciencias sociales? ¿No han cam-
nerales asmllsmo úcsaparecería. La aceptación de las nociones úc coinciden-
biado con el tiempo los seres humanos? ¿Es la racionalidad úe hoy la de las
cia Y de "particulariúacl" invita a considerar la causalidad en función de as-
épocas pasadas?
pectos más generales.
Karl Eihl ha analizado este problema y le da una solución plausible en la que
Este argumento, que se inspira ampliamente en Koselleck, también se pue-
él introduce la noci6n de "racionalidad ajena" (Eihl, 1976). No hay ninguna
de aplicar a las relaciones entre los textos individuales y es úc importancia ca-
razón para dar por supuesto ~u~ nuestras iúeas sobre el comporlamiento huma-
pital cuando se trata de la corroboración o úc la refutación de las explicaciones
no sean las mismas que predominaban en el Renacimiento o en la Edad Meúia.
406 DOUWE FOKKEMA ClJf,HIONFS EI'ISTFMOLÓCiiCAS 407

Sin embargo, como racionalista, Karl Eibl parte del supuesto de que, cuando Hemos reivindicado también la distinción entre el sujeto que analiza y el
el ser humano tiene que resolver un problema, basa su expectativa en las regu- objeto analizado. l~sta es la cuestión más compleja que existe en el campo de
laridades observadas en el pasado. Las hipótesis sobre las regularidades (Re- las letras y de las ciencias humanas en particular. Tal vez tendríamos que pen-
gelmiissigkeitsaruzalzmen) que las personas se construyen pueden evolucionar sar en dividir al sujeto en un componente social, que trata de compartir sus
cnn el tiempo. A decir verdad, el hecho de que las regularidades del comporta- percepciones con otros sujetos del conocimiento, y en un componente perso-
miento evolucionan pertenece a nuestra experiencia y se ha convertido en una nal que sólo asimila las experiencias y las impresiones que convienen a su psi-
idea trivial, lo cual nos permite buscar las diferencias en la racionalidad de co- que. En nuestra época, ha sido frecuente la exposición de estas divisiones del
lectividades de otra cultura o de una época diferente. En este contexto, Eibl sujeto; la división en consciente y subconsciente que Freud sugirió es proba-
e;;tablece la distinción entre la explicación y la comprensión: "La explicación blemente el intento más famoso de explicación del comportamiento humano.
(erkliiren) es la relación establecida entre los 'hechos' por medio de nuestras No cabe duda de que estas divisiones son útiles cuando se trata de circunscribir
hipótesis sobre las regularidades. La comprensión (verstelzen) es la reconstruc- el terreno que se aborda.
ción de las relaciones que alguien más establece o estableció entre los 'hechos' Aun cuando exista un fuerte interés subjetivo en el trabajo del historiador de
por medio de sus hipótesis sobre las regularidades a fin de resolver un proble- la literatura, parece que todavía es más fuerte aquél en la crítica literaria y en la
ma" (Eibl, 1976, 60). La racionalidad de alguien más reconstruida por noso- enseñanza de la literatura. En cierta medida, la crítica racional de estas subdis-
tros puede someterse a un examen más apremiante de nuestra parte a fin de ciplinas es posible, en especial cuando esta crítica se dirige a la relación inter-
explicar dónde y por qué la racionalidad del otro difiere de la nuestra.4 na entre las normas y los juicios de valor, los juicios de valor y el análisis de los
Esta vía es particularmente importante en la presentación de la investiga- textos y de las situaciones. El papel que desempeña el conocimiento de los tex-
ción histórica, que no se puede reducir, por supuesto, a la selección de una es- tos literarios y de la comunicación literaria en la crítica y en la enseñanza
tructura narrativa cualquiera, como lo propone Hayden White. La vía de Eibl -cuando aquél se expone de manera que se pueda aislar de los juicios de valor
nos permite tener plenamente en cuenta la descripción y la explicación de los y de los objetivos educativos- puede ser, por supuesto, objeto de una verifi-
acontecimientos hechas por los testigos contemporáneos de estos aconteci- cación. Los juicios de valor o los objetivos educativos escapan a la confirma-
mientos. Muestra que se pueden examinar los ajustes de cuentas históricos an- ción científica, aun cuando puedan ser objeto de una crítica racional. A este
tiguos sin obstaculizaciones tropológicas o narratológicas. respecto, nos remitimos al capítulo sobre la evaluación.
Es indudable que se pueden superar las aporías que en la actualidad constri-
ñen el desarrollo ulterior de nuestra disciplina. Para encontrar un solución via-
ble a las diversas preguntas que nos hemos planteado aquí, habrá que estable-
A MODO DE CONCLUSIÓN
cer distinciones claras, entre las que la separación del sujeto y del objeto y la
construcción de un metalenguaje tienen una importancia capital.
Debido a la aporía que proviene de las diversas variantes del determinismo lin-
giiístico, hemos aportado argumentos en favor de la noción de metalenguaje,
de la definición de términos y de conceptos, y de la división de nuestros argu-
mentos en hipótesis verificables y en proposiciones provisionalmente fuera
del alcance de la crítica (lo cual las priva de un carácter científico). La verifi-
cación intersubjetiva e interdisciplinaria tendría que estar bien acogida siem-
pre. El escepticismo con respecto a la posibilidad de no encontrar nunca la
"verdad" no tendría que impedirnos buscar hipótesis y explicaciones válidas,
sea cual sea el grado de incertidumbre que posean.

4
Pora un an~lisis dclalbdo de b rebción enlrc explicación y comprensión, véase Ihsch y
Schram, 1987.

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-
1
1.
FSCIUOIR I.A IIISTORIA 409
DOCUMENTO
Los volúmenes de esta Jbra indican claramente cuáles son sus opciones teó-
Escribir la historia. ricas y metodológicas y mediante la selección de interprclacioncs invitan al
di;ílogo, sirviendo así de trampolín para investigaciones futuras y alentando en
El ejemplo de la "historia comparada de las literaturas el lector el espíritu crítico y la interrogación, sea cual sea el resultado.
de lenguas europeas": principios y organización

lEAN WEtSGERBER El comparativismofrcnte alas historias de las literaturas nacionales

llcnry Remak, en el "Prefacio" a la colección, define las ideas directrices de


ésta, empezando por su internacionalidad:

Las historias literarias propias de los pueblos, de las naciones o de las lenguas se
Lanzada en 1967 por la Asociación Internacional de Literatura Comparada, la han de completar con investigaciones tendientes a ordenar los fenómenos relaciona-
llis10ire comparée, de la que hasla ahora se han publicado ocho volúmenes: dos entre sí o comparables denlro de una perspectiva internacional.
E.1pressionism as wz intemationalliterary phenomenon, 1973; The symbolist
lllOI'elllellf in the literature of Europeanlanguages, 1982, 1984; Le tournant du El hecho es que las historias literarias llamadas nacionales se distinguen tradi-
siecle des Lumieres ( 1760-1820) (Les gen res en vers), 1982; Les m·mzt-gardes cionalmente por su doble fraccionamiento o parcc!Jción: en su alcance o su
littéraires a u XX' siecle, 2 vols., 1986; L'avhzcment de /'esprit nou1·eau objeto y en su organización. Dedicadas únicamente a las letras alemanas, fran-
( 1400-/ 480), se presenta como una visión de conjunlo. En una treintena de to- 1 cesas o suizas, por ejemplo, en virtud de un criterio (político)-lingüístico, se-
mos de 600 a 700 páginas cada uno de ellos, redactados en francés o en inglés, j pamn a éstas del conjunto que constituye la literatura universal. Esta visión
esta obra se propone volver a trazar las transformaciones capitales que han
sufrido las literaturas de lenguas europeas desde finales de la Edad Media
j singularizadora, atomizadora, el comparativismo la sustituye por su óptica to-
talizadora: restituye el contexto en el que se inscriben los objetos aislados,
hasta el siglo XX. Esta síntesis pretende ser tanto detallada como vasta y se apunta a un saber que trascienda la disparidad de las lenguas, de Jos estados y
basa en el análisis minucioso de un máximo de datos. No es por esta razón ni de las naciones, y satisface así la aspiración de la ciencia a la universalidad
manual que se atenga a grandes lineamientos ni monografía o investigación 1 y la unidad.
puntual. Las colaboraciones se caracterizan por una información enciclopédi-
ca Y los temas que se abordan por la generalidad. Limitado a las literaturas de
lenguas europeas, el campo de investigación de la obra abarca los textos escri-
¡ Esta fragmentación se vuelve a encontrar en la composición de las historias
nacionales, cuando la exposición toma la forma -como a menudo es el caso--
de una yuxtaposición de monografías distintas sobre la vida y la obra de indi-
tos en estas lenguas por africanos y asiáticos. El proyecto rechaza cualquier viduos, reunidas bajo la etiqueta de una época, de una corriente, de un género.
1
eurocentrismo, pero se atiene a las tradiciones europeas como campo de com- Una buena historia de la literatura alemana, bajo la rúbrica del lirismo expre-
petencia específica. sionista, puede pasar revista a las figuras de Else Lasker-Schliler, de Ernst
¡ Stadlcr, de Georg lleym ... En cambio, en Expressionism asan international
El cuestionamiento literary phenomenon (1/istoire comparée, vol. 1), sólo se mencionará uno u
otro aspecto de estos misil' OS escritores para apoyar desarrollos sintéticos, co-
mo: ¿es el expresionismo un estilo o una visión del mundo?, o: esquema del
llay que destacar el car;íctcr esencialmente problcm;ítico de la empresa, que es
segundo plano filosMico del movimiento, panorama de las influencias extran-
la primera tentativa de este género en materia de historiografía comparada, co-
jeras en Alemania, relaciones con las bellas artes. Así, la serie tiende a cortar
lectiva e internacional a la vez, intcrdisciplinaria en su gestión y que procede
el bloque del corpus literario, no según las historias individuales de los auto-
porcucslionamiento. Interrog;índose sin tregua sobre sus métodos y sus moda-
res, sino segtín los acercamientos que se puede llevar a cabo entre los textos y,
lidaL~cs de aplicación, la llistoire co111parée formula rcspueslas que, a su vez,
susc1tan nuevas prcgunt;¡s: forja inductivamente, así, la cadena del saber. en general, según Jos elementos comparables, lo sean a consecuencia de in-
fluencias o de afinidades estéticas, formales, tcmúticas, filosóficas, sociológi-
)408 1

4
· : (#7f?fltifJlii!PJ!#J41QQ!Qiiji.4M$JJibtp\U;:p.ttQj2l.!J@UiM$i!IWMJIC$44#d!l 31A.t .AJJPZAW ¡;¡:¡:¡;¡;:m AUMUU4U.i.4. t4$SJ.l ;¡ ew Pe :e Sltci
* $4
4]{) lEAN WEISGERfiER ESCRifiiR LA IIISTORIA 411

cas, cte. Al ncgnrsc a aislar tanto a los hombres corno a las lenguas, la obra parée se han desarrollado por aproximaciones sucesivas, a lo largo de colo-
hace justicia a las similitudes y disimilitudes entre ellos, a los contactos que quios y de discusiones preparatorias, a base de cuestionarios y de encuestas,
mantuvieron en la realidad, de la que reconstruye una dimensión esencial: la para por último concretarse en un plan lo más "abierto" posible, hipótesis de
comunicación de las partes, su encadenamiento y hasta su continuidad. trabajo común, susceptible de modificaciones y correcciones. Importantes pu-
Ésta es la razón de que complete el discurso de las historias literarias na- blicaciones en Neohclicon, Synrhesis, la Revue de 1'Université de Bruxelles,
cionales más que sustituirlo. Las dos perspectivas se enriquecen mutuamente. en series como Cahiers d'hisroire lilléraire comparée o las Urrechr Publica-
Como es el material de la literatura, cllcng11ajc condiciona la historia de ésta: Jions in General and Comparative Lileralure, dan fe de este inmenso trabajo
sería absurdo negar su diversidad. La llisroire comparée, por lo tanto, es ple- subyacente. Destinadas entre otras cosas a poner a prueba ideas nuevas, es-
namente solidaria de los planteamientos de tipo "nacional", a los que recu- tas publicaciones han contribuido enormemente a la extensión de nuestra
rre constnntcmcntc con fines documentales, sobre todo en cnmpos todavía mal disciplinn.
desbrozados. La comprensión del todo es indisociablc por lo tanto de la de sus Es evidente que la dificultad mayor consiste en estructurar un plan coheren-
partes: el comparativismo global al que aspira todo el proyecto parte del su- te, que abarque una veintena de literaturas y que sea considerado procedente y
puesto de un conocimiento profundo de las tradiciones particulares. practicable por un amplio grupo internacional de expertos. Parece que se per-
filan dos opciones fundamentales: di vid ir el proyecto en función de los temas,
con lo cual se corre el riesgo de volver a caer en un atomismo parecido al de las
lnremacionalismo y 11·abajo de equipo
historias nacionales, o bien partir de encuestas puntuales sobre cada una de las
El que la perspectiva de conjunto sea internacional no significa que los colabo- Ji teraturas nacionales que se contemplan para después agrupar desde un punto
radores tengan que abstraerse de sus orígenes, de su educación, de su medio. de vista comparatista las informaciones recibidas mediante un delicado traba-
Sólo se les pide que tomen distancia de sus hábitos mentales, de los esquemas jo de reescritura. En la práctica, se combinan con frecuencia ambos métodos;
locales trasmitidos por herencia. indiscutidos, constrictivos, y, sobre todo, que los conjuntos temáticos exigen ser remplazados por síntesis y enlaces transna-
relativicen las prerrogativas que cada quien reconoce, a menudo inconsciente- cionales, pero esto no impide en modo alguno, sino al contrario, que se deje
mente, a una (o dos o tres) litcratura(s), a expensas de las que tienen menor traslucir los materiales de orígenes nacionales.
difusión, por ejemplo, así como las nociones de las que cada quien hace uso en La práctica de la historia y de la crítica literarias demuestra suficientemente
sus investigaciones. Como la de "realismo mágico", difundida en Alemania, que, tanto en estos terrenos como en otros, no hay panacea universal. En la
en Italia, en Flandes, en América Latina, pero casi desconocida en París o en actualidad, es una trivialidad afirmar la dependencia de cualquier investiga-
Londres. En este orden de ideas, el internacionalismo remite a una ampliación ción respecto de la personalidad del investigador y de los métodos que se uti-
del horizonte intelectual y a un incremento o perfeccionamiento de la pano- lizan. También los colectivos, que desempeñan un papel preponderante en la
plia crítica, es decir, de un esfuerzo individual real facilitado por el trabajo en mayor parte de las ciencias y de los que requiere el "pensamiento plural" del
grupo: comparativismo, nos enfrentan a una cuestión capital, la de la interdisciplina-
riedad y, en especial, la del pluralismo metodológico.
[ ... ]como ningún investigador, por así decirlo, está en condiciones de abarcar por sí
solo la totalidad de Jos hechos, es deseable que en lo sucesivo se recurra a equipos
sólidamente organizados y cuyos colaboradores sean de nacionalidades diferentes Pluralismo. ¿ Complemenrariedad?
(Prefacio).
La noción de "poli sistema" que propone Itamar Even-Zohar resume felizmen-
Más que de una simple suma de individuos, se trata de establecer previamente te las teorías de todo tipo que se han sucedido desde la segunda guerra mundial
un consenso real sobre los objetivos que se persiguen y los medios que se re- para definir la litPr atura. Ésta sería, gros so modo, un conjunto polimorfo,
quieren para alcanzarlos. Se trata de romper, por lo tanto, con el individualis- formado por sistemas vinculados y coordinados para constituir una unidad
mo que tanto tiempo ha reinado en el campo de las invcstigncioncs literarias compleja y variable. Si bien de esta manera se entrevé la unidad del corpus
en favor de una filosofía de diálogo. Todos los proyectos de la lfisroire com- literario, ésta no deja de ser ideal ya que hay que saber mejor cómo se articulan

4--·-..--.·-""''"__' . . .,-------..-.. . .·----...._. . . . .". .


""'*"''*-·k"""-"'···..... ~----- -------------------··--·--··--··---- ..
JEi\N WEISGERilER ESl'RintR LA !liS !ORlA 413
412

todos estos sistemas. Paralelamente, no siempre se sabe tampoco cómo armo- está obligado a acept;:¡r o rechazar un tesis única. Se le ofrece en cambio toda
nizar los instrumentos que permiten la captación de estos sistemas. En ambos una gama de posibilidades y se le incita a que prosiga l;:¡ búsqueda. Por último
casos, estamos obligados a contentarnos -provisionalmente- con solucio- ];:¡s subjetividades de los colaboradores sirven de conectivos unas a otr;:¡s. Sir;
em~argo, tod.o~ estos bendicios no podrían disipar el malest;:¡r provocado por
nes parciales en relación con cada una de las búsquedas. Así pues, nuestros
estudios siguen siendo multidisciplinarios. las mcompattbtltdadcs teóricas.
Pero qué hacer si la yuxtaposición lleva a la contradicción; si en la misma
obra coexisten técnicas que algunos juzgan incompatibles en sus principios, Divisiones
por ejemplo, la wcrkimmancnte lnterpretation y la sociología, la tipología y la
historia, la sincronía y la diacronía. Podemos preguntar a este respecto hasta La periodización de la serie también es materia de discusión. Se impuso una
qué punto esta contradicción te<Írica es real; dialécticamente, en efecto, nos perspectiva en concreto porque los criterios de las historias literarias naciona-
estará permitido reducir la oposición sincronía/diacronía a la idea de comple- les. no coincide~¡ y remiten incluso a valores no literarios, inadecuados para el
mcntariedad, es decir, a una relación entre dos aspectos del tiempo. Por otra objeto de estudto. El "barroco", que en Alemania se evidenció, fue ignorado en
parte, vemos con frecuencia que connictos insolubles a primera vista se alla- Francia y en lglaterra mucho tiempo; no hace mucho, los manuales ingleses
nan cuando se pasa a la práctica. Los choques ideológicos no impiden que todavía estaban hechos de acuerdo con las vicisitudes de la política: The age nf
haya, si se tercia, una cooperación eficaz. Así pues, el método tipológico, Elizabeth; The Rcstoratimr period. Por lo demás, hay que preguntarse si es le-
opuesto en abstracto a la historia, puede aliarse muy bien con ella empírica- gítí m o segmentar el tiempo de la historia 1iteraria únicamente en periodos den-
mente, aun cuando ambos respondan a una finalidad idéntica: iluminar desde tro de los que coexisten diferentes corrientes, una de ellas dominante -y a
ángulos diferentes el mismo polisistcma. La multiplicidad en la unidad, carac- v.eces varias, más o menos simultáneas y que confieren al periodo su singula-
terística del objeto de la investigación -la literatura- parece que legitima la ndad. Por ejemplo, los volúmenes que versan sobre Le tounraiT/ du siecle des
diversidad de medios. Concedamos no obstnnte que, desde un punto de vista Lr111rieres ( 1760-1820) muestran la persistencia o las transformaciones de las
conceptual, los lazos que conectan algunas maneras de describir y de explicar ideas de la Ilustración en simbiosis con el romanticismo n~cicnte, proyecto
son en la actualidad todavía menos inteligibles y menos sólidos que los que reú- original atento tanto a la diacronía como a la sincronía. ¿O bien hay que poner
nen a los sistemas de la comunicación literaria. En realidad (lbservamos que la entre paréntesis a la sincronía, aislar con el pensamiento una sola corriente
complcmentaricdad de algunas alianzas es de carácter más experimental que tendencia o movimiento (romanticismo, realismo, naturalismo, simbolismo'
teóricamente justificable. Insistamos en ello: la 1listnire comparé e apunta ante etc.) para describir (¿según t¡ué criterios?) el sistema o código en sus mutacio~
todo a hacer justicia a la literatura. Para ello, evalúa los métodos en función de nes? En la primera hipótesis, las corrientes separadas se perfilan con menos
su eficacia y de su rendimiento más que tratar de ponerlos a prueba por sí claridad. En la otra, se corre el riesgo de remplazar el tiempo real de la vida
mismos o de preocuparse por la compatibilidad de sus axiomas. lilcraria por un tiempo abstracto, interior, inherente sólo a la corriente tratada
Este pluralismo es en primer lugar fuente de riqueza. En la actualidad, pro- Y calcada por lo común de un esquema biológico -nacimiento/crecimienlo/
bablemente disponemos -y este volumen da fe de ello- del abanico de madurez/decadencia/muerte. Además, estas etapas no coinciden ni mucho me-
instrumentos críticos más amplio que haya existido, en el que cada quien es nos de un país a otro. Una vez rnüs es la noción de cornpkrntntariedad la que
plenamente libre de seleccionar los que se adecuan a su competencia y a la rcsudl'l' el ddctua: atnba~ t'l'tli'L'('''Ít>llt'S llt>llll:llllll'lllt' ,.,,,·,n "'"'·i:~dns. """
naturaleza de su material y de s11 ohjt·to: senlÍ(>ticn, rctc'>rica, sociolo¡•.fa, l'sl<'ticn c'ttlllldc, 111111 dt• t·llnll l•• jttlllt• JI l11 Hlln ¡« ,,.•lltt• lt11ld,11 th ¡,,,. lltt" IHII• 11 ¡,, .. d.
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da, moderna o antigua, en boga o no, y se contenta con emplear las que c?rrcs- guas europeas de África negra, las de i\mérica Latina y de las i\ntillas,lo cual
pondcnmejor a sus necesidades. Segunda ventaja: c~nfrontado con vtas de
acercamiento y con resultados diversos, cuando no dtvergcnlcs, el lector no
JEAN WEISGERIIER
414

plantea la cuestión de las zonas, tan compleja como el problema de los perio- Bibliografía
dos. Finalmente, se previó un lugar para las traducciones así como para los
"modos" de expresión característicos, como la "ironía romántica". Los planes
de los volúmenes tienen en cuenta todo el arsenal de las tendencias críticas a
las que hemos pasado revista aquí.
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4$ SCQI p;:

·- U IG.W$4 S A ;;q a $ ..

·-
Índice OI!OIIlástico

Aascn, lvar, 81 Barha,E., 112,119.122,123


Abe lardo, Pedro, 71 Barnouw, D., 290
Achiriga, J.J ., 54 Barthes, Roland. 1 J. 54. D. 74. 76. 84.
Ada m, J.-M., 74,76 154.201.229.230. 267. 269, 358. 360.
Adclung, J.C., 262 n., 2tí4 364.368
Adorno. Thcodor W ., 76, 8 1, 82, ISO, 1(,5, Basho, Matsuo, 18·1
271,283,357,366,374,375 Baudclairc. Charles. 48, 286. 292,413
Agosti, S., 279 n. Baudrillard,J., 370
Agustín, san, 286 Bayle, P.. 226
Aitmatov, 22 Bcaugrandc, R. de, 74. 77
ai-Djahiz, 29 Bcaujour, Michcl. JOS. 269 n.
Alhrccht, R., 312 BcckcU,S., 228,240
A lhrccht. Millos, 149 Behrcns, 1., 93, l 95
Alcco. 87 Bcllow, Saul. 343
Alcm:ín. ~laten. 168 lkn-Amos, D .. Y)
Alcmbcrt, J. Le Rond d', 57 Bcnjamin, \\'alter. 51. 150. J.\l), _150. Yi l.
Algirdas. 76 368,371
Althusscr, L., 160 Benn, Gottfricd, 21 O
7\nanclavardhana. 28 Bcnvenistc, É., 122. 374
Angcnot, tvhlrc, 53, 55, 139. 1(,6, 167 Bcrclson. B.. 149
Ankcrsmit. f. R., 398,399 Bcrgcr, P. L., 390
Antin. David, 37 Bcrgh. H. van den. 389
Aquino, Tom~s de, 71.74 Bcrginz-Piank, G., 389
A ristóf anes, 81 Bcrgson, l!cnri. 400
Aristóteles, 71, 72, 88, 93, 140, 191. 193, lkrkclcy. 304
194, 201, 226. 235, 245. 252, 253. 256. BcrloUo, 84
:'129,359 Bcrlync, D.E .. 389, 40~
Artaud, A., 82, 119,286 Bcrnanos, Gcorgcs. 147
Auhignac. l'ran<;ois Jléddin. abate de. 258 n. llcrnard, Michcl, 117
Aucrbach, Erich, 162, 195, 372, 396 llcrnhard, 283
Austin, J.L., 239,247 Bcroul. 33
Bianquis, 2R8
Biran, Maine de. 274,275
Bahits, Mihály, 210 Bishop. Rand, 339
Bajtin, Mijail, 52, 76, 77. 95, 96, 157. 158, Bitzcr, Lloyd F.. 2(>9 n.
210, 211, 227. 276. 277, 280, 2RI. 282, Blair,ll., 260 n.
285,358,367,371.398 Blanché. R., 75
B:li. M., 53 Blanchot, M .. 46, R2, 230
Baldcnspcrgcr. 2:!X Blcich. D .. 301.302,303,304. 305
Balibar, Rcnéc, 1'iX. 162 Bloom. 11., 188. DO
Bal7.ac,Jl.dc 53,153,243,271 Bloomricld, Lconard. 85

14551
fNI>WE ONO~IÁS'IICO
fN[)ICf' ONOMÁS'IICO 4')7
456

Cohcn, Jean, 214 Dcrritla, Jncqucs, 47, 83, X4, 230, 277, 323, Fanlstich, W., 297
Boccaccio, Giovanni, 35, 1O1, 190
Cohn, D.C., 237,239 324,358, 364,398,400,401 Fe jcs, Endrc, 148
Boileau, N., 29
Bon, Charles, 228 Colie, R.L., 108 Dcsanti, J.T., 75 Fclman, S., 279 n.
Bonncfoy, Yves, 11 Collingwood, R.O., 129, 130 n. Descartes, Rcné, 7J, 238, 269, 270, 275, Fcrnóndez de Li1.ardi, J.J., 157
Booth, W.C., 242, 244, 361 Cornpicgnc, Roscclino de, 71 340 Feydeau, J.G., 25ti, 292
Borroughs, William S., 246 Cornrie, B., 86 Dcscomhes, V., 53 Feycrabend, P. K., 380
Bossuel, J.B., 268 Comte, A., 155 n. Dickcns, Ch., 234 Fichtc, J.G., 349, 350
Bourdieu, Pierre, 51, 146, 154, 155, 157, Confucio, 28 Didicr, B., 53 Finke, P., 300, 383
158,160, 162 Constan!, Benjamín, 247 Dilthey, W., 76,327,328,401 Finncgan, R., 23
Coqucl, Jcan-Claude, 54, 75, 83,284, 285 Dispaux, Gilhcrl, 260 Finter, 11., 279 n.
Bowra, M.C., 19,23
Corncillc, Picrre, 185, 197,255 n. Dochcrly, T., 248 Fish, Stanley, 299, 306
Brechl, llerloll, 121, 350, 351, 352, 353
Dolczcl, Luhomir, 294, 363 Flaubcrt, G., 40, 153, 292
Bremond, llcnri, 76 Cort:lzar, J., 147
Donncllan, K., 358 Fodor, 1., 80, 85
Brenlano, Clcmens, 167 Corti, M., 96
Courtcs, Joscph, 76, 79, 89,211,214,232 Dostoicvski, F., 267, 281, 283 Fokkema, Douwc W., 143, 203, 296, 388,
Brelon, André, 159
Cowan, W., 86 Drcssler, W.U., 74,77 390,399
Brinl:cr, 364
Crocc, Bcncdelto, 94, 136, 328, 405 Dryden, J., 192 Fontane, F., 243
Broch. H., 53,283
Brook, Pclcr, 119 Cros, E., 55, 157, 160, 161, 162, 165, 169, Duhois, Jacqucs, 80, 154, 261 n. Fontanier, P., 216,217,223,269 n.
Brookc-Rosc, Chrislinc, 215, 242 170 Duche!, Claudc, 55, 161, 164, 165, 167 Ford, Ford Madox, 237,304
Brooks, Cleanlh, 45,272 Crosman, 1., 306 Dumarsais, C., 223 Forsler, E.M., 244
Bruncticrc, F., 107, 131 Cunningham, J.V., 396 Duns Escoto, Juan, 71 Foucault, Michcl, 59, 60, 71, 75, 160, 271,
lliichcr, K., 18 Curtius, E. R., 29, 88 Dupric7., B., 261 275,357,396,397
Bühler, K., 88, 252 DuranJ, G., 65, 66 Fowler, Alaslair, 89, 95, 102,
Bulgakov, 22 Durisin, D., 182, 288 104,405
Bulhof, F., 391 Chamhcrs, R., 362 Durkheim. É., 196 Frank. Manfrcd, 253
Bulllllan, 327 Chamhoredon, J.-C., !55 n. Duvignaud, Jcan, 151 Frazer, J.G .. 20
Burgcss, T.C., 255 n. Chanfrault-Duchct, M.F., 55 Dyscrinck, H., 288 Frege, G., 212,248, 358
B urkc, Pctcr, 257 n. Chatelet, F., 274 Frenz, llorst, 203
Burns, Robcrt, 36 Chatman, S., 225 Freud, Sigrnund, 47, 74, 79, 117, 271, 277,
Butor, 1\.lichcl, 238, 366 Chauccr, G., 189, 191 Eaglcton, T., 12 2RO, 342, 407
Chcniquc, Fran,ois, 71, 72 Eco, U., 54, 74, 233 Frcucden berg, 22
Cherry,C., 218 l~fcso, Hip6nax de, 87 Fromm, E., 150
Cacúmon, 27 Chomsky, Noam, 85, 157,238,397 Eibl, Karl, 393,405, ..\06 Fryc, Northrop, 11, 36, 86, 22·1, 240, 245,
Cahn, M., 261 n. Christiansen, Brodcr, 294, 296 Eichcnbaum, B., 39 271' 272,332,372
Calímaco, 87 Einstein, Carl, 350, 351 Fu, Tu, 198
Calincscu, Matci, 396, 397 Eisenhowcr, D.D., 47 Fügen, H.A., 148
Calvino, !talo, , 283,359, 391 d' Espagnal, flcrnard, 251 n. Ellis, J.M., 37
Campb~ll. G., 269 Danicllo, 255 Emcrson, R.W., 183
Carnus, Albert, 72, 108, 159,237,266 Dante, 81 Emrich, W., 335 Gadamer, llans Georg, 76, 204, 211, 291,
Carnap, Rudolf, 294 Darwin, Ch., 107, 131 Erikson, Erik, 346 327,328,360
Catulo, 87 Dascal, M., 83 Escarpil, Rohcrl, 73, 131 n., 137, Gaúda, Cario Emilio, 283
Celan, Paul, 89, 286 Dean, Nclly, 229 146, 148 Garcfa Márqucz, G., 22
Certcau, Michcl de, 139, 366, 369 Dcbord, Guy, 354 Éticmhlc, Rcné, 85, 86, 203 Gasché, R., 83, 84
Cervantes, M. de, 267 Dclcourl, Maric, 182 Even-Zohar, llamar, 135 n., 143, 175, 177, Gauthicr, Y., 73
Claudcl, P., 155 Dcledallc, G .. 81 178,411 Gaulier, T., 34
Clément, Cathcrinc, 278, 279 Dclcu7.c, Gilles, 87,275 Gcncllc, Gérarú. 11, 46, 54, 74, 75, 93. 122,
Cochin, 268 Delfau, Gérard, 150 143, 219, 224, 228, 230, 234, 235, 242,
Coctcau, J., 22 Dcmctz, l'ctcr, 135 n. Faral. E., 88 2(,9 n., 358
Faulkncr, W., 22, 228, 283 Gen lis, Mrnc de, 53
Cohen, R., 106 Dcmougin, J., 87
458 fNiliCE ONOMÁSTICO
fNDIC"E ONOMÁSTICO 459

Gcrard, llarold B., 290 llarriot, R., 193 1bn AI-Mu'taZ7., 29 Korhrat-O:rcchioni, C., 83
Gcrvinus, G.G., 394,395 llarshav, l'éa.re llrushovski, B. lhn-Kulayha, 29 Kihédi Varga. A., 12,259,263 n., 266 n.
Gidc, A .. 220 llartrnan, Geoffrcy JI., 189 n., 230,371 lhsch, Elrud, 292, 296, 300, 177, 389, 390, Kicrkq~aard, S., 276
Giesi., L., 344 llartmann, Nicolai, 341 399,406 Kilian, 11., 345, 347
Girard, René, 164,373 llarwcg. 76 lhscn, 11., 81 K loe k, J.J., 294
Glasc"fcld, E. von, 384 !!atto, A., 35 lngardcn, Rom:m, 44, 76, 233,271, 272, 289, Kloss, JI., 80
Glowinski, 99, 108 Hatzfeld, llchnut, 135 294,341 Kluge, A lcxandcr, 350
Gobard, llcnri, 80 Hauptmeicr, 11., 299 lrclc, A .• 54 Knapp, Ma:k L., 239 n.
Gocthe, J.W., 93, 95, 153, 167, 183, 195, llavnlnek, B., 80 )ser, Wolfgang. 45, 54, 233,289,290, 291, Kühler, Erich. 151
271.292 llaz1itt, W., 188, 189 306,308,313 Konishi, J., 187
Gogol, N., 283 Hegel, G.W.F., 88, 136,275 KüpcC7.i, lléla, 13
Goldn.ann, Lucicn, 146,148, 150, 151, 153, lleidegger, Martin, 59, 196, 210, 236, 270, Kosclleck, Rcinhart, 401,402, 404
164, 170, 358 271,275,276,284,327,360 Jacob, Fran.;ois, 280 Kricger, Murray, 335, 336, 340
Gomhocz,Z., 213 Jleine, 11., 36 Jacqucs, F., 83 Kristcva, Julia, 75, 76, 279 n., 374
Gombrich, E. H., 383,395 lleloo, André, 120, 123 Jakohson, Roman, 37,39, 41.42,43,44,47, Kriz,J., 381,383
Gómcz-Moriana, Antonio, 55, 141 Jlemingway, E., 72 76, 82, 85. 86, 141,209,210,232,234, Krysinski, W., 286
Goodman, N., 226, 365 Hempfer, K.W., 88, 97 243,252.272,357,358,386,397 Kuhn, llwmas S., 74, 196, 380, 396
Gorgani, 24, 33 llenry, P., 149 James, llcnry, 190, 234, 235, 238, 245, Kushncr, Eva, 13, 172, 394
Gouhicr, 11., 122 Heroart, J.F.,294 362
Gramsci, Antonio, 76 Herder, J.G. von, 238 Jamcson, F., 115, 365, 369
Grccn, Thomas, 135 n. llcrmans, T., 182 Jauss, Hans Robcrt, 54, 80, 89, 105, 108, La Fontaine, J. de, 266, 2fi7, 2fi8
Grccnbcrg, J .11., 86 llernadi, l'aul, 88, 89, 94, 141 139, 146, 147,288,291,292,293,294, Lacan, Jacqucs, 47,271,277,278,279,280,
Grcirnas,A.-J., 11,54,76,79,121,211,214, llesiodo, 193 295,306,307,308,309,370,377, 378, 358
232,322,323,327,334 Hcym, Georg, 409 379,390,395 LaCapra, Dominiquc, 397, 398, 399
Grivel, Charles, 74, 75, 79 Heyndels, Ralph. 13 Jcnny, L., 359 Laforguc, Julcs, 286
Grizc, Jcan-Blaisc, 260 n. Hildick, W., 221 Jcspcrscn, 0., 211, 232 Lamhcrt, J., 173, 179, 180,389
Grocbcn, Norbert, 296, 297, 298, 299, 305, llillmann, 309 Jingzi, Wu, 34 Lamy, 262
310,377,389 llint7.enoerg, D., 300,389 Jolles, A., 88, 210 Langcr, S.K., 226
Grossman, 1., 54 Hirsch, E. D. Jr., 76, 302,337, 339, Joncs, S., 189 n. Lanscr, S.S., 242, 243
Grotowski, J.. 11 O, 119 354,376,395,405 Jones. Edward E.. 290 Lanson. Gusta ve. J 3 J. J32
GriinJ.~c-n~ Gtr!'fj:''· ~05 H_idcr><b·. L. 76. S5. 2D Lao·!~é. 27, ?,-1
Jon1on. Ben, 42
Grupo .'llu. 21.J, 222.223 Jloffmann. E.T.A., 34 Laportc, Dominiquc, 158
Jourdain, M., 202
Guattari, Félix, R7 llüldcrlin, F., 285, 286, 360 Laskcr-Schiilcr, Elsc, 409
Joyce,J., 22,108,283,388
Gucntchcva-Dcsclés, Z1atka, 76 Holland, Norman, 301,302,303, 304, Lattrc, A. de, 362
Józsa, Picrrc, 148
Guespin, L., 80 305 Lausberg, H., 87
Jurt, Jo,cph, 147, 148
Guillaumc, Gustavc, 81 Jlolub, R.C., 306 Lavaggcto, M .. 279 n.
Guillén, Claudio, 143,377 Homero, 27, 177, 193
Le llossu, 252
Gundcrscn, D., 81 llorocio, 87, 194
Kafka, F., 22, 55 LccPhardt, Jacqucs, 148, 164, 165
Gundolf, F., 288 llorkhcimcr, Max, 150, 165, 366
Kaiser, G.R., 287 Lcfcvcre, A .. 102, 106
Gurvitch, G., 146 llov1and, C.l., 252 Kant, 1., 41,236,274,275,340,345,346 Lcfort, C., 368
Gutzcn, D., 241,242 llrushovski, B., 235, 364 Lehmann, II.T., 11 O
Kardincr, 64
Hugo, Victor, 180, 269 Leibniz, G.W., 238, 275
Katz, J.J ., 85
Hurnooldt, Wilhclm von, 238, 328 Leitch, V.B., 201
Kayscr, Wolfgang. 334
Hahermas, J., 350,369,370 Hume, D., 270,275 Lejcunc, P., 224
Kcarncy, R., 401
llagcge, C., 80, 86 Humphrey, R., 239 Leopardi, G., 286
Kcllogg, R., 245
llalliday, M.A.K., 74,77 Husserl, E., 71, 76, 82, 90, Kcmény, Zsigmond, 247 Lcssing, G.E., 38, 196
llamhurgcr, K:itc, 49, 88,236,359 27(>, 289, 294 Lévi-Strauss, Claudc, 22, 47, (>1, fi5, V/7
Kcmpcr, J.A.R., 253 n.
llamon, l'hilippc, 74, 75, 2·18 llutchcon, L., 219 Lcvinn>, E., 270
Kcnncdy, G.A., 398

e: ;p;as :a ts e ca a ,; :;::msk••• *'" hl JISS$25 QQ 1. ae : ;:z 10 4S lllii.SW#$.4;; ;;a e i4i.J :u e a &4i •


1 ¡j'dli"illtiM'iitllihliiliiíiWW.,_"iiil!:"ill*j¡j'iJjdliiMIIIIIIftltllliliiS''·t*•eil'"illi!M51111tlll#IW•III1'Mif'IÍIÍ1~will'flfloltliltill'ttlllil'"'"*•hllítllllli:ll'llldlllo'lllliilli'áiiMIIi'll'e*lftillllltl'.#llli'li:!ttl'lll?lilá':Mt'tSSfii'IIMirtstlltll!.tlilltiiPil,liit!fi"llít'llo'tfiW-SSII*IildS'IIISIMif'IIIIMIIII'llít-'io'_ _ _ "'.,....,_.,._ - - · ·--·~ ·
..olfiii#IIIÍÍill'ftlli'liftllliMiil"lll'filiRIÍiPI!Iilt•lll::illtttrililli"•rriW·'t~4~&W ·~·
4

.. -

460 IN DICE ONOMÁSTICO


(N DICE ONOMÁSTICO 4(,1

Levy,J., 182 Marx, Karl, 74,307,308


Uvy-Bruhl, L., 21 Matcjka, L., 391 Nobel, Alfred. 193 l'oe, E.A., 240
Link,Jürgcn, 1Cí5, 167, 168 Mauriac, Claudc, 228 Novalis, F., 349, 350 Ponge, f'rancis. 159
Link, Ursula, 167, 168 Mead, Georgc 11., 273 Pontana, Giovanni, 257 n.
Linne0, C. de, 95 Mead, Margare!, 274 Popovic, A nlon. 1R2
Lipovetsky, G., 52 Mcdina, A., 363 Occam, Guillermo de, 71 Popper, K;nl. 379, 380, 382, 383, 384, 386
Lispcelor, Clariec, 286 Mclanchton, P., 252 Oehm, 11., 351 Porfirio, 71
Liu,J.J.Y., 185 Mernmi, Albert, 145, 149, 150 Ocllcrs, N.P., 241,242 Potcbnja, 22
Lockwood, 229 MenJel, Gérard, 171 Ogden, C. K., 213 Pouillon, kan. 234
Lord, A., 23 Mengzi, 27 Ohmann, Richard, 343 Poulcl, G., 360
Lotman, 1., 67, 77,118,149,150,179,209, Merleau-Ponty, M., 76 Oldcnbiirgcr, 11., 297 l'ound, Eua, 4:1, 81, 82, 185
327,390,391,392 Meschonnic, llenri, 75, 81,358 Olivi, Tcrry, 74, 77, 7R, 79 Pradier,J.-M., 112, 123
Lovejoy, A.O., 192 Meycr, Michcl. 269 n. Orlando, F, 279 n. Pratt, Mary Lnuise, 49,95
Lubbock, P., 244 M ichclet, J., 226 Ossian, 177 Prigogine, llya, 88,277, 2SO
Luckmann, T., 390 Mignolo, W., 74 y)verland, Arnulf, 81 Princc, 0., 242
Lukács, Georgy, 51, 76, 150, 151, 152, 153, Mili, Jol111 Stuart, 196 Owcn, G., 189 n. Propp, Vladimir 1., 54, R8, 121,245, 272
164,210,235,357,365,368 Millcr, 230 l'roust, M .. 54, 23?., 267, 283,394, 39'-'. 402
Lynd, 63 Milton,J., 189,195 Putnam, 11., 358.360
Lynton, 64 Miner, E.R., 185, 193, 198 n., 200 Panofsky, 155 n.
Lyolatd, Jcan-Fran<;cois, 371,382 Minturno, 195 Paris. G., 21
Mitchcll, W.J.T., 362 Parrct. 1krm;¡n, 83, n4. 2R5 Qudama ihn .Jia'far, 29
Moisan, Clémcnl, 138 l'arry, M .. B Quéau, r .. 366
McConnell, G.D., 80 Moliere, J.-13. Poquclin. 261 Passcron, J.-C .. 155 n. Queneau, Raymond, 73, U 1 n., 227
MeCuilagh, C. B., 398, 399 Monlcsc¡uicu, Charles de Sécondat, 183 Pastcrnack, B., 301 Quéré, L., 368
Macherey, Picrrc, 233 Mooij, J.J.A., 384 Pavcl, T.G., 89
McGovcrn, 304 More l. Jacqucs, 53,255 !'avis, P., 118, 120, 122, 123
Mella le, Brian, 390 Moricr, 261 Paz, Octavio, 89 Rabclais, F., 52, 281
Macksey, R., 356 Morticr, Roland, 13 Pcchcux. M., 160 Racinc,J., 197,208
MacLcish, Archibald, 45 Moscovici, S., 149 Peircc, Charles S., XI, 213 Rakusan, J .. 86
Macss, 2Cí0 n. Mouralis, B., 54 Penkcrt. S., 351 Ramal, 1'., Reí
Mailloux, S., 290, 306 Mukarovsky, Jan, 39, 146, 147, 158, 272, l'crcc, Gcorges, 148 Ramus, Picrrc de la Raméc. 2l>9
Maldidicr, D., 54 288,289,294,295,296,333,403 Pcrclman. C., 253 Ranke, L. von 226
Malhctbc, F. de, 263,265,269 Miillcr, J.E., 291 l'crmyakov, G.L .. 210 Rasputí11, G.l., 22
Malinowski, Bronislaw, 243 Miillcr, Günther, 88, 89 l'crrault, C., 291 Ray, William, 290.303,306
Mallarrné, S., 257,269 Miillcr-Scidcl, Waltcr, 334 Prssoa, FcrnandP. 286 Rchoul, Olivicr, 254 n., 257, 258
Man, P. de, 45, 230 Musil, Robcrl, 53, 238, 283, 297 Pctcrscn, 24 1, 242 Réginc, Robin, 16 7
Mandclkow, Karl Robcrl, 288 l'ctitjcan. A., 54 Rcmak, llcnry. 409
Mann, Klaus, 295 l'ctitot-Cocorda. J., 90 Rennu. L., 74
Mann, T., 22 Na¡HJ!cón, 48 Pctiifi, ){¡nos S., 74, 77, 78, 79 Rescher. Nimias, 377, 383
Marías, .lulián, 96 Naumann, Manfrcd de, 306, 307, 309 Pctrarca, F.. 1'!8. 199, 256, 286 Ricardou, Jcan. 220, 229, 3l>·l
Marccllcsi, J.-B., 80 Ncgt, Oskar, 350 l'ctrcy, S .. 364 Richard, 7fi
Marciszcwski, W., 75 Nelson, Jr., Lowry, 135 n. Piagct. J., 74, 301,384, 386 Richards, I.A .. 213, 222
Marcusc, H., 150, 165 Neupokoicva, lrina, 138 n. l'irandcllo, L .. 283 Richardson, S .. 34
Margarita de Navarra, 266 Newton,l., 167 Piwowarczyk, M.A .. 242 Richelicu. 19J
Maric de Franec, 34 Nics, F .. 294 l'bks. A.ll., 185 Ricrcur, Pan!. 55, 71. 72. 76, X2. 21 '· 215.
Marino, Adrian, 85 Nicl7.schc, F., 74, 277, 3RJ, 40 l Pbth, Sylvia. 343 225, 277. 325. 127. J2K, ~59. Jh·l. J65,
Martincl, A .. 85 Nisard, D., 138 Platón, 193, 244 377
t-.lnrtíncz-13onati, F., 48,49 Nizami, 24,33 Plctt, II.F .. 261 n. Rillatcrre, Michacl. 7-1,77,210. 21·1. 211>.
Plutarco, 89 242.3(>()
462 IN DICE ONO~IÁS IICO (N DICE ONOMÁSTICO

Rilkc, R.l\1., 271 Scgers, R.T., 389 Stcrnc, L., 271 Vcrlainc, P., 36, ~4
R irnmon-Kcnan, S., 227, 249 Sei lcr, 11., 79 Sticrlc, Karlhcil17., 233, 286 Vcssclovsky, A.N., 18, 19, 20,23
Rohbc-Grillct, Alain, 159, 164, 216, 220, Séneca, 191 Strich, 288 Vcyne, l'aul. 144,257 n.
238,370 Sergc, Robcrl, 74 Stricdtcr, Jurij, 294 Vico, Giarnh~ttistn, 88,238, 328
Robcrt, Marthc, 373 Scrrcs, Michel, 70, 366 Sturluson, Snorri, 29 Viclor, Karl. 87, 88, 104
Robin, R., 53, 54, 55, 166 Shakcspcarc, W., 178, 180, 185, 189, 271 Sulciman, S.R., 53, 54, 306 Yignaux, 260 n.
Roe he, Arme, 150 Shcllcy, Percy B., 230 Sussrnan,ll., 362 Vigny, A. de, 180
Rochc, Dcnis, 257 Shcn, ru, 84, 187 Swift, J., 34 Yinogradov, Victor, 272
Rogcrs, W.E., 94 Shcridan, R., 223 Vinsauf, Gcoffroy de, 29
Rosa A sor, Alhcrto, 142 Shcrwin, Richard E., 188 Vinteuil, 249
Roscngrcn, K.E., 148 Shikibu, Murasaki, 33, 184, 195 Tainc, Hippolyte, 131,395 Yitcz, 117
Roth, Philip, 343 Shklovski, Viclor, 39, 42, 43, 272, 403 Tchistov, K. V., 23 Vives, Juan Luis, 328
Rousscau, J.J., 84 t, Si Kong Tu, 28 Thackcray, W.M., 245 Vodicka, Fclix, 146,296,386,390,403
Ruprccht, II.Ci., 73 Sidncy, l'lrilip, 47,212 Thiébault, Dicudonné, 261 n. Volochinov, Yalcntin, 157, !58
Rusch, G., 301,405 Silbcrmann, A., 148, 150 Thicssc, A.M., 53 Voltairc, rrnnl'ois-Maric Arouct, 34, 226
Ruslavcli, 24 33 Simon, Claudc, 238 Thorn, R., 59 Vyasa, 27
Ruzhcn, Li, 34 Sin-lcgc-unníni, 27 Thornas, 33 Vygotsky ,L.S., 237
Ryan, M.L., 96 Skalicka, V., 80 Thorcau, llcnry David, 183, 184, 185
Skwarc1.ynska, S., 88, 97, 104 Tinianov, Y.N., 88. 143, 157,403,404
Srnilh, Barbara 11crrnslcin, 48, 49, 332,333, Titunik, I.R., 391 Walliscr, B., 61
Said, E., 202 344 Todorov, T7.vctan, 52, 74, 75, 76, 88, Waltcr, Achirn, 312
Saikaku, 34 Sniader Lanser, S usan, 241 89,107,140,157,358,397 Warnckcn,ll.J., 306
Sainl-Prcux, 84 S<Ícrales, 260 Tolstoi, L., 40, 49, 183, 242, 243, 281 Warning, R., 97
Salingcr, J.D., 343 S<ifodcs, 36 Tong, Xiao, 28 Warrcn, R.P., 1 1, 334
S alter, J .P., 149 Sornmcr, Diclrich, 31 O, 3 12 Tornachcvski, 272 Watson, 192
Sapir, Edwanl, 238, 273 Songling, Pu, 34 Toulrnin, 260 n. Walt, 1., 361
Sarkany, S., 79 Sorai, Ogyu, 189 n. Toury,G., 173,175,180,181 Weber, Max, 164, 196
Sartre, Jcan-Paul, 39 n., 71, 74, 154,275, 357 Sorcl, G., 34 Trakl, G., 301 Wchrill, Max, 334
Saurnjan, S.K., 76 Soscky, Natsurne, 1'JO Trollopc, A., 243 Wcimann, Robcrt, 306,307,
Saussurc, r., 157, 213, 214 Souriau, É., 121 Troycs, Chréticn de, 33 308,309
Scoll, Wallcr, 153 Spcnscr, E., 189 Trunz, E., 341 Wcisgcrbcr, Jcan, 142 n.
Schanze, Brcucr, 253 n. Spillncr, B., 261 n. Turold, 27 Wcisscnhmn, J., 83
Schillcr, r.. 180 Spit7.cr, Leo, 21 O, 241, 262 n. Wcisslcin, U., 287
Schlcgcl, Fricdrich von, 224, 350 Stackclbcrg, J. von. 180 Wcllek, Rcné, 1 1, 192, 288, 289, 334, 377. 396
Schleiermacher, r., 327, 328 Stadlcr, Erncst, 409 Ubcrsfcld, A., 1 12, 120 Wcycrgans, Franl'ois, 72
Schlcnslcdl, D., 309, 31 O Stal'l, M me de, 38 Uhlig, Claus, 395, 399 Whitc, J bydcn, 139. 226, 397. 398, 399, 406
Schrnid, llcrla, 294 Staigcr, Ernil, 94, 379 Unamuno, M. de, 283 Whilman, Walt, 286
Schmidt, Sicgfricd J., 296, 297, 298, 299, St~nncr, W.E., 20 Uspcnsky,B.A., 234 Whorf. B.J., 238
300, 301, 310, 377, 378, 379, 381, 383, Stnn7.cl, FK., 242 Winncr, T.G., 102
385,387,389 St~rohinski, J .. 12, 214 Wintcr, Carl, 138 n.
Schncll, U., 252 n. St~tcs, B., 1 12, 120, 124 Vachck, J., 80 Wintcrs, Yvor, 331, 332
Schobcr, Rita. 309 Steblin-Knmcnsky, M.l., 21 Viiiniimi:iincn, 26 Wisslcr, C., 63
Scholcs, R. E., 105,245 Stcinrnctz. H .. 299 Vnldés, Mario, 377 Wittgenstein, L., 62. 238
Schram. D.ll.. 291. 406 Stcinweg, Reincr, 352 Valéry, Paul, 40,2 JO Wittman, 11., 246
Schiili'lg, 11crrnann. 331 n. Stcrnpcl, W.-D .. 105 Van dcr Zwnal, P., 258 n. Wood, John, 84
Schullc-Sa"c. J., :n 1, 3cl2, 353 Stcndcr-Pclcrscn, A .. 88 Van Dijk. T.A., 74, 76, 89 Woolf, Virginia, 2\8, 325
Schwab. (iahriclc, 3·13 Stcndhal, 1Jcnri Bey le. 183 Vattirno, G., 82 Wurthworth. W., 198
Scarlc, J.R., XS. 215, 2J4 Stengcrs, lsahellc. 280 Ycndi\rnc, Mathicu de, 29 Wrighl. EJgar, 339

¡¡g;;.e; U#. 1UU 1_44;#@4.4&1 22 A $3 LIJQ$$0 $&X ttii S SiSA a ..... seu e Ptt. :eua u •• e.au .a ;; tu.
464 IN DICE DNOMÁSTICO

Wu Jingzi, 34 Zadeh, L. A., 89 Índice analítico


Wuthnow. R., 397 Zalomansky, llenri, 149, 150
Zelditch, Morris, 19rí
Ziff, Paul, 392
Xueqin, Cao, 34 Zilberbcrg, Claude, 82
Zirna, Pierre, 55,147, 157,158,159,165
Zohcl. R., 297,300, 387,389
Ycats, William Butlcr, 185, 199 Zola, É., 196 abi<rnar: 220 legitimación científica, 382-384; gcstiún
Yu, llan, 189 Zumthor, Paul, 18, 24, 74, 79 actante: 121; configuración actancial, 283; científica e interés subjetivo, 377-381; his-
modelo actancial, 54, 121, 322; narrativo, toricidad y, 59; justiricación de las hip<'>-
322 tesis científicas, 38 1; reglas de la geqión
acto: de comparación, 65-66; de comunicación, científica, 380; teórica, 59
252, 254; de lectura, 326; de lenguaje, 211- códigos: 272, 390-394; artísticos, 276: deco-
212,227,234 dificación, 215, n1. 252; estéticos, 2R<í;
actuali7.ación: 80 niveles, 77; texto como, 77,319
nfinidades formales: 200-201 comparabilidad: 57 -69; normas de, 196- 198
alético: 73 comparativismo: 57. 62, 183-205
alteridad: véase identidad/alteridad competencia: 79; li:1giiística, 158, 326, 392;
ambivalencia: 84,356, 375; discursiva, 79 semiótica, 394
an:íl isis: de contenidos, 148-150; del discurso, componente de la obra literaria: 275-276
127; frecuencial, 391; instrumentos, 404; comprensión: 211, 213-215, 250, 318, 320-
retórico de los textos literarios, 263, 266; 321, 328; búsqueda, 327; cxplicar/com-
textual, 209-21 O, 391; y crítica, 378 prender/intcrprclar, 320-321
antropología: y sujeto, 272-275 comunicación: 83, 324, 374; estética, 338; li-
aparato ideológico del estado: 156, 171 teraria, 134,376, 386-394; niveles, 347;
aporías: 78, 406; situación aporética, 67 óptima, 254; posibilidad, 253; retórica, 252;
arquetipo: 151 social, 276
arte verbal: 18-20 coneeptos:57,64-66,212,216,219,236,242
"aura", pérdida de: 51 conciencia: colectiva, 146; epistemológica,
autoccnsura: 303; \'l~asc también censura 137; falsa, 103; genérica, 102-1!1·1: histó-
autor: 25-27 rica, 143; individual, 164; nacional, 1:17;
axiología: 338 toma de, literaria, 137
conocimiento: polimorfismo del, 57-58; teo-
ría del, 289
campo: 155-156; lingüístico. ISX, 160; litera- consenso: 253,382-383
rio, 138, 14(>, 154 construcciones/dcsconqruccioncs sem~nticas:
"canoni1ación" de los textos: 389 168-169
carnavalesco: 52, 89,210 contenidos: an:ílisisde, 148-150
categorías: estéticas, 9'1; dd pensamiento, 71; contexto: del crítico-intérprete, 31 8; histú-
prcdic:nncntn" catcg{lJ icos, 71; universales rico, liH-319; transcultural, 71; y texto.
catrgóricus. 72 143-144
Ccnsqr;¡; ]<), IJ'J, 389 contigüidad: ():1
ciencia: hipútcsis, lR 1-.\Rrí; litcrari:~, 287-288; continuum inlralingual: 71.)
scientia generolis. 5X; y :ntc, :122 convcnci(Jn: f:ktica/cstética. 300
ciencias humnnas: evolución, 1.10 convencionalismo: 363-3()5
cientificidad: actividad científica y pertinen- corpus: 1O; determinación del, en hi<toria li-
cia social, 379-380; determinismo cientí- teraria, 137-140, 142-143; de subjetivida-
fico, 132; cspc·jismos, L\0-132; f<Hill:IS de des. 285-286
466 (N DICE ANALfriCO fNPtrE ANALITICO 4(i7

correspondencia: criterio de, 383 episteme: 75, 90, 135, 396-397; cortes cpisté- folklore: 95, 102-103 historia:R4,128, 132,136,139,217,220,157.
crílica: evaluación, 344-347; literaria, 38, 131, micos, 74 forma(s): contenido y. 272, 278-279; historia, 368-371; de las ideas, 114; investigación
317-319, 331, 345, 348-349, 381-382; prác- epistemología: 59-GO, 89, 150, 300; extrapo- 138; idea y, 88; interdiscursivas, 161; mi- fiable. 394-40(i
tica, 347, 349-350; socio-histórica, 145, lación, 59, 164; problemas, 89,213,376- méticas; 88; -sentido, 75; universo, 151- historia literaria: 125-12'l, 114. IJ{i-1.19, 1,f6,
151; tem~tica, 149; teoría, 346 407; superioridad, 164-165 152; virtuales, 75 154,381; e historia de la literatura, 142; na-
cronotopos: 226-233 epopeya: género épico, 140, 267; medieval, 151 formación: del corpus de las obras literarias, cional, 136-138
cullura: 156; en crisis, 174; literaria, 98, 106; escribible: 167 390; discursiva, 160, 166; ideológica, l(i0; historicidad: 126-127, 135, 144; cientificidad
de masas, 51-52,54, 150, 346; popular nor- escritor: 25-27 social, 160 e, 59
tcJmericana, 187; popular y selecta, 52 escritura: 84, 163, 166, 169,216,285, 357; formalismo: 296, 321-322 historicismo: 395; filosofía, 396; historia re-
arqui-, 83-84; femenina, 53; trabajo de la, función: del arte, 331; estética, 337-338, 390; mm !(r>Tamm, 399; prcsentismo e, 394-l<J(¡
160-161 de la literatura, 331-332; poética, 41-42, horizonte de expectativa: 80, 89, IO'i-IO(i,
decible: 167, 366, 373 espacio: dialógico, 141; fibroso, 63; literario, 141, 357; simbólica, 63 139,146-147
dcícticos: 83, 21 1, 232 82; polifónico, 168 fusión: de horizontes, 147, 204 huellas: arquicscritura, 83: instituidas, 84
dcsautornatización: 80 espíritu creador: 82
dcsconstruccioncs: w!ase construcciones estallido: de los métodos, 54; del objeto de es-
descripción: 210,211,220, 369-370; herme- tudio, 53-54 general/singular: 58, 68, 71,75 identidad: 62; alteridad e, 59; disolucirín e,
néutica, 317, 320 estética; campo, 294-295; convención, 300; dis- gcncrativismo: 76 344; lógica de le., 340, 344; no identidad e,
destinatario: 80,219, 272, 282 tancia, 147; efecto, 390; c~crito, 357; estruc- géncro(s): 28, 30-32, 53, 71, 79, 87, 89, 102, 59,65
dialéctica: 272, 27"1; escritura y mensaje, 272; turas, 338; experiencia, 295; función, 294, 138, 140-141. 224, 246, 248, 257. 285; idcologema: 167
explicación y comprensión, 329; pensa- 390; de la negatividad, 308; norma, 294- conciencia genérica, 102-104; del discur- ideología: 159, IM. 258,276,280, 2R'i, 329,
miento, 75-76 295; objeto, 146, 391; problemas, 213; de so, 95; doxográficos, 141; especificidades 336,345: materializada, 169; que cita)' ci-
dialogismo: 77, 141,161,272,276,280-284, la recepción, 146, 395; valor, 294,296,342 culturales y, 189-192; evolución, 25, 100; tada, 161
367; dialógico, 56, 212, 246 estilo: 27-28,80,82, 135,140,261 función tipológica, 95; historia, 10(i; inva- itleoserna: 169
difcrancia: 83-84 estructura: estética, 336-337; de lo imagina- riantes genéricas, 99; jerarquía, 100, 253; ilusión: generali7.adora/historicista, 59··60
difusión; de los textos, 389-390 rio, 30; lógica, 239; de mediación, 164; literarios, 29, 93-109, 189-192, 199-200; imagen: 84; literaria, 40: retórica de la, 267
discursivo/prediscursivo: 169-170 novelesca, 148; profunda y de superfi- literarios y obras individuales, 108-1 09; imaginario: 52, 66, 82.84: función, 27H
discurso: artes del, 252; cotidiano, 21, 23; he- cie, 76; social, 148; de lo; textos, 144, narrativos, 30-31; poéticos, 31; regula- importación: 179-180
terogéneo, 141; historia literaria y, 142- 212-213 dor de la lectura, 102-103, 105; retóri- inefat>lc: 89
144; intcr-, 54-55, 160, 272-273; lcgílirno, estroctoralismo: 397; genético, 163-165, 170 cos, 254-258; sociología de los, literarios, inferencia: 58
158; pPético, 21, 23; puesta en, 51; situa- ética: 338 innncncia: 186, 295; estudios de, 287-288; ti-
151-153
ción, 233-245; social, 53, 55, 136-137, evaluación: discurso sobre la, 340-342: enun- gnoseología escol;ística: 60 po de, 288
139, 166-168; teoría del, social, 130; texto ciados, 291; estética, 336-339, 341; inter- grandtiea: del discurso, 97-98; generativa, información: pérdida de, 67
y, 55, 253; vehicular, 85 pretación y, 376-377; literaria, 331-355; 76, 397; de la literatura, 98; del relato, 76 innovación: 139, 390
distanciamiento brechtiano: 369 teoría, 338-339 instancia; de legitimidad, 154; de produccirín,
gramatología: H3
diverso/mismo: 204 evolución: de las ciencias humanas, 130 154
dominante: 4,1, 143, 357 explicación: 318; y comprensión, 406; com- instante creador: 387
doxa:60,90, 166 prensión, descripción y, 319-321 instiltlción literaria: 52, 138-139, 154-157,
/w!Jiru.r: 155-156
drama: 140, 151-152; dramaturgia, 120-121 expresividad: 201-202 hegemonías: y relaciones interculturales, 187- 1(i3, 171; escobr, 'i4; estatuto, 53
extrapolación: genética y epistemológica, 59 integración, modos de: 43-44
189
hcrrncnéolica: 55, 76, 209-211, 327-328, 371; inteligibilidad glnhal/inteligihilidad rarcial:
empírico: investigación, 293-301; métodos, de la apropiaci<Ín, 291; concepción, 297; 59
297-298; modelo, 293; modo, 293; teoría fábula: 121 comentes, 297; cuestionamiento, 291; cs- intcncionalidad: 2"3. 283
de la literatura, 299; teoría de la recepción, ficción: 47-48, 367-371, 373; realista, 362 pcculaci<Ín, 300: hipótesis, 298; interpreta- intercultural(es): estudios, 18.1-205; relacio-
296; verificación, 300 ficcionalidad: 47, 282 ción, 293; 297. 301; lectora. 381; método, nes, 187-189
enseñan/a: 259; de la literatura, 127, 381 ficticidad: 1(i2; ficticio y no ficticio, 227 293; paradigma, 293; prnblcmática, 298; interdisciplinaricd:lll: nccesicbcl. 372-373
entropía: 63, 77 figuras: 212-218, 2(, 1-2ó2. 365-3(i6; 16gicas, teoría, 2')J; tradición, 369 inlerdiscursividad: 53, 167-168
cnunciacirín: 79, 82, g,J; enunciado, 76, 211, 221; morfológicas, 216-221; scm~nticas, heterogeneidad: tlc la novela, 52; polifoncio- intcrrretación: 44, 231, 317-330, 390; análi-
2111 221-226; sintácticas, 216-221 sis e, 376~377; cnntra b, 321-324: evalua-
nalidad, H1

u: '·• ; :e 1 awa 1a : x;;sauu a:a eo ssu:aw a u:: um tt#U e u . :s a aa e


IJ@I( t1 : . 1 tA Mt at ;_q¡ 2t 4$$$1 54
"
INI>tCE ANALITICO

468 IN DICE ANALITtCO


nnrratividnd: 99, 281-2R4 pr:í~nwtn simbólicos: 87
narrativismo: 397; crftica, '\00-40 1 praxis: 79, 34h, 350 351
ción e, 3 76-377; funci6n crítica. 3 17-321; rcprcsentacicín y, 356-375; sistema, 299:
new criticism: 11, 45 predicción: 1\3
naturalc7,a, 318, 337; tcorfa, 324-330 sociologfa, 145-171; teorfa empírica, 299:
niveles: de comparación, rí2; discursivo, 161; procedimiento: 39
intersubjetividad: 330,385-386 en traducci6n, 179-181
de los esquemas arcaicos, 161; del rnitn, producción textual: 1<1R, lól~ discursiv;t, 1)9;
intertextualidad: 54-55,74, 141, 159, l(i5, literaturidad: 36-51. 55, 82, 135, 391; arbitra-
161; textual, 161 fases, 259-262
367;371,390 rio de la noción de, 38; estructuras esen-
noesis/noemática: 82 prngrama n:nrativo. 15Y
intriga- 225, 240, 245, 249, 333-334; véase ciales, 39; estudios intcrdisciplinnrios y,
nombrar/comunicar: 251-254 proposición: 64, R9
también acción 46-47; historicidad de la noción de, 38;
nomotéticas: investigaciones, 57,74 protagonista: 372; demoniaco. 153; del drama.
invariante: 61-62; constante e, 85-90; genéri- propiedades del lenguaje y, 38
norma: 333-334, 34rí; normativo, 333, >·éasc 152; novelesco. 152: lr:ígico, 152
cas. 100 logos: 83, 375
también valores
investigación: documental, 387; empírica, lugares: del contenido, 253; del ejemplo, 268;
novela: 33.99-100, l05, 151-153, 190. 221,
386-394; estilística, 272; histórica, 394- formales, 253
267,280-281, 372: colonial, 1(>5; cducati- racionalismo cl;ísico: 5R
406; nomotética, 57,74
va, 153; hist6rica, 153: idealista, 153; psi- real: 55, (15, 140. 1(> 1, 1M, 281-n2. J(,K; dis-
co16gica, 153 t"ncia, 370; efccr.o. Y>4
marco mental: 383-384
rc:1lismo: 89, 356-37}; naturalismo y. 3.".6
jerarquío: estructural, 76; de los géneros, 100, mathrsis unil'crsalis: 58
rcccpci6n: 97-98, 117-119, 143, 1·18, 166, 187,
253-255 mediaciones: 166.358, 375; dialúgica, 281;
objetividad: 209,381 323, 38ó, 389; netos, 299; ciencia, 287: con-
institucionales, 154-157, 166, 169: intcr o
objeto: real, 302; valor intrínseco, 377; valor diciones, 2R9; estética, 303; estudios, 2H7,
intrndiscursivas, 165-170; in ter o intratex-
relativo, 378; véase también sujeto 301,312: teatro y, 389; teoría. 2R7, 28lJ, 299
lector: 142-143,214-215,250,289,300,328, tuales, 1Cí5-170; de lenguaje, 157-163, 166,
ontologías regionales: 75 recepci6n literaria: 97-98,187,287-313.387:
333--335, 373; concepto, 293. 296, 29R; 169: sirnhólicas, 368-3Cí9
oral, oralidad: 22-23; cuento. 26: escrito y, de los textos producidos. o no. con inten-
hist6rieo, 293, 298; idealizado, 293; im- medios de comunicación: 156. 161,370
25; narraci6n, 25; oralidad mixta, 24; tra- ción literaria, 389-390
plícito, 289; real, 293, 298; receptor y, 295 memoria: colectiva, 54; juego de, 366-367;
dici!ÍJJ, 24, 29 receptor: 272
lectura. 229-230, 373; experiencia, 322; so- mnémata literarios, 75
otro: 71, 278-279, 281, 284, 34tí; desconoci- recorrido gcnerativv: 76
ciología, 145-147; subjetividad, 304 mensaje: 28 1; aspectos formales. 43; car{\cter
miento, 202-203: mismo y, 83, 204, 359 referencia, referencial: 226.324,356-357, 363;
lengua, lenguaje: 61, 158,161,217-218, 232; social, 272: no amhivnlencia, 252; de la
nutorrcfcrcncialidnd. 55; corrcfcrcnci3,
formal. 61: hetcroglosia, 54; glotopolítica, ohra, 272
77; descriptiva, 324; desdoblada, 36·l: ilu-
80; legítima. 158; literaria, 81, 138, 162- mct;ifora: 212-214, 222-223, 225-226
palabra: 159,252: común, 52: poética, 23-24 sión, 360; interna y externa, JS(i, 3M: ob-
1(>J; metal<·n¡,uajc. 64: mítica, 80; natural, metalenguaje: 64, 214, 401
paradigmas: sucesión de, 382 jetivo, 360: pérdida, 370; rcali<i<rd. 166;
61, 65, 67. 162; naturaleza social, 64; refe- metonimia: 214, 222, 223
particular: \'éa.H' universales suspendida. 325-32Cí; universo. 1(J]
rencial. 80: tetraglosia, 80: universal, 59; mímesis: 82, 140.201-202.239,357-359,372-
pasiones: 84, 283-284 referente: 324,356-357, :163; externo, 32<1:
vehicular, RO; vernácula, 64, 80 375; antimírnesis. 371.373, 375
periodización: 132-133,189,402 interno, R4
libro: sociología del, 115-148 mito; 20-22.24-28,88, 161, 165,369, 375;
personalidad: 272-273 regla: 392-394
lingüística: 65-67, 76, 209, 211, 373-374, 396- rnithoi, 88
pertinencia: de los hechos, 383 relaciones rndoróricas/cxorór icas: 7 7
3Y7; estructural, 76; poética y. 209-212 moclalidades: 283-284; ele! parecer/conocer,
poesía: 210, 212-2J4:épica, 152; lírica, 32- relato: 55, 120, 22'!. 276, 282, 374; estructu-
lirisnH>: 8ü-87: género lírico, 140; poesía líri- 72; del ser, 72
33,210,224-225,255: poética, 27-30, 209; ra, 283; rnctarrclato. 278
ca,225.255 modalización: 83
y lingüística, 209-212 representaciones: 1 13. 115. 119. 357. JM;
literatura: 9, 36,222, 333; acto literario, 81- modclizaci6n: ohlig:1cioncs, 1() 1; secundaria
poeta: 25-27 anti y aulorreprcscnlJción, J()); diacróni-
82; artinli"ción histórica, 125-144; autorre- de lo real, 275-276: textual del sujeto, 276
polifonía: 56, 166,281, 285; espacio polifcíni- ca, 58: ideales. 58: intención realista, 3(,¡_
fcrcncialidad y. 42-44; caminos, 280-282; modelo: <le coherencia. 330; estructural, 61-
co, 168 363; literatura y, 356-375; del mundo. 169
comparada, 126, 133. 183-205; conceptos, 62; fonológico, 63; sistémico, 174-I?X
polisistcrna: 74, 143 rcpresi6n: 79
301; cnrtés. 24; como crítica de los mode- monologismo: 28 l. 285
positivismo: 131; historiografía positivista, retórica: 29, 32, 25X. 2ó7, 276. 373: :ndlisis
los semiúticos aceptados, 41; culta, IR; cs- monólogo: 238-241
394 de bs irn{Jgenes, 267; análisis de los textos
crit". 22-25; espacio literario, 82; estatuto,
posrnodcrno: 52, 89 literarios. 2(Jó; cinco fases, 259; concien-
373-37~: g<'ncsis, 22-25; gran. 334; idcn-
pr{\cticas: 156,332,345-346: crítica, 350, 352; cia. 258; funci(>n, del relato, 2tí(>; rnodc-
ticbd. 72: lenguaje clcvmlo y, 40-41: de narraci!Ín: 25,219-220,232,236-237,255,
discursivas, 141, 157, 160, 169-170; socia- los, 29; natural, 258: poesía, 12:
masa". 334; medieval, 21; mundial, 222; 260,281,333-3.14. 3 1!7-398; programa na-
les, 169-170 producción del texto y, 251-2(,9
nacional. 12(1; nral, 18, 122-124; paralite- rrativo. 159
ratura,52.141.142;popular,lR,I27,334: narrador: 25. 2:12. 241-24·1. 247,282-283

·. .4'*' ac a: .J. t; .~a;; es;wa;et a Si$ a • 10 a:.::aü a s:s:s: mm. :a s m:u•••=.u ao;;;§l..l§iMAtUWUHU; a tJ& u a : : SJi uettt tus; LL!tT
INDtC'E ANALITtCO fNDtCE ANAL! riCO
470

sioncs, 45; dinámica, 27(>; dramático, 113; univcrsalicbd: 57 -ú<J; concreta y ahqr;Kia,
rito: y litcralllra, 20-22 sociología: del conocimiento, 390~ de Jo.; con-
tenidos, 14')-150: empírica, 148-150; del fucradctcxto,84,158,1(>0, 17l;gcneral, ríO; singularidad y. 57
romance: 33~ rnmwr, 189
universal: 70-75; ausencia ck calrgoría". 7'1;
c"critor, 154~ experimental del lihro, 146, 74-75; hist6rico, 256; literario, especifici-
dad del, 132, 140-141,209-210,213,228, gcncralid<.~dcs, 66; p<1rlicular y, 126; pro-
150; Jc los géneros literarios, 151-153; de
la lectura, 146; de la literatura, 147-148, 278-279; narrativo, 49, 266-267; polisemia, piedad, 60; singular y. 72
snhcrcs: cpilingíiístico, 60; heterogéneos, 166
150, 165, 171; de la novela, 148 326; producción, 251-269; productividad, universales: 58,89-90,97,216, 2'i0; catcgo-
semántica: y representación, 363-366
75; puesta en, 167; realista, 55; sagrado, rialcs, 77: categóricos. 72: cognitivos. 57;
sc111iosis: 81 sujeto: 77, 121, 270-272, 283-284; antropolo-
gía y, 272-275; colectiva, 168, 170, 283; 25; tcorfas, 78, 276-280; universales, 74 empíricos, esenciales, posihlcs, óO: predi-
semiótica: 115-116; estratificación, 163; fe-
conocedor, 32R; conscicnlc, 71; disCllrso
cables, 73; signos, 200-201; taxinomia,
nómeno, 147; grrímasíana, 54; inm~mcntc, textologfJ: 77
del, 283-286; discurso y, 270-286; de la textualidad: 163 66; del texto, 74
169; micro y maeroscmiótica, 161-162,
textualización: 55, 74; efecto< de, 74-75 universalidad: 57 -69; concreta y ahstracla, 60
170; tcxtuol, 75,284 escritura, 285; ~fábula, 283; filosofemas,
sentido: excedente metafórico del. 319; figu- 275-276; función, 283; ideológico, 171; tiempo: 83,212,219,228,232,242
rativo, 78; formal, 76; del juego. 155; lite- instancias, 282-283; litcraturidad, 283; mo- típico: 68
valores: 295. J3R; artÍ'.tico, 295; 3J7-33R,lll;
ral, 7H; práctico, 155; producción de, 147, dal, 75; obJeto y, 128,321-323.342,376- tipo ideal: 87
tipología: 6R; de los auditorios, 253; compa-
de camhio, 1óO, 168-1 (i9; concepto, 2'!5;
1(¡(), 166, 168; simbólico, 78 381, 407; pertenencia, 282-2H5; psíquico,
rada, 32-35; de la forma novelesca, 153; estético, 281, 295, Dó-337. 342; inlrínsc-
significado: 81 171. 2H4; receptor, 77; relación con el len-
semiótica de los sujetos, 284 co del objeto, 377;juicios, 337: no estético,
significación: 333-334, 345,347-349 guaje del, 276; relación con la escritura
295; relativo del <Jhjeto, 378; simbólico y
signos: 161. 169,272, 323; concepción diádi- del, 276; soci¡¡lidad, 281; teorías, 276-280; tópic~: 79
mercantil, 154; sistema, 337; sociales, 160,
ca, 81; concepción triádica y bipolar, 78; teorías literarias y. 271-272; tipología se- topoi: 85
miótica, 284; transindividual, 160, 162, 168 traducción: 172-182, 389-390; ausencia de, 336
dialógico, 276; ideológicos, 276; intcrtcx-
sujetos-apoyos: 160 179 verdaJ: JRO
tual, 276; lingüístico, 391; literario, 391;
superposición: 63 tragedia: 103, 151-152; clásica, 255 verificación: 383-385
mulliplicidad, 276; polisémico. 323; pro-
transitividad: 63 verosimilitud: 119,309, 367
ducción, 370; puro, 357; retórico, 276; sis-
"trayecto críl ico": 12 vigi{m: 283; del mundo, 164, 170, 282, 2Rcl,
tema, 211; del texto, 328; texwales, 81
tropos: 212-21 6 325, 369-370
simbolización: 65, 136; mercado t.le bienes teatralidad: 117
simbólicos, 154, 163; orden simbólico, teatro: 110-124
27R; social, 367-373 tema: estudios temáticos, 183; fuerzas temáti-
símholos: 64; colectivos, 167 cas, 284
similitud: 62 tcorfas: de la acción, 289; de la argumenta-
simulación: 366-368 ción. 260-261; del conocimiento, 289; críti-
sincretismo: de las ¡¡rtes, 18-20 ca, 165; del discurso, 96; ele la interacción,
sinécdoque: 223-224 290; Jc la interpretación, 324; lingiiística,
singular/general: 58, 68, 71,75 17-1; literaria, 125,213-214,271-272. 357;
sistemas: de comunicación, 161, 174; de cono- de las mediaciones, 358; poética, 28; de la
cimientos, 126; evolución, 17'1; ideológi- recepción, 289, 296; del rellcjo, 357-358,
co. 148; intermedios, 180; Jc lectura, 148; 369; Jci sujeto. 276-280; de los textos, 276-
lingüístico, 209, 229; literario, 126, 140- 280,288, 296; de la traducción, 174-175;
142,18ll;dellcgodaydcpartida,l74, 177; valor artístico, 27
modeliwdorcs, 77, 161; de relaciones, teóricos/historiadores: 11
176; de signos, 21 1; sistematización y, 192- términos: 64-66,214,216. 22'1
195; universal, 204-205; Jc valores, 337 texto: 74, 158,209,), 14-21 S, 7.18; análisis tex-
situación: comunicativa, 256; sociolingüísti- tual. 209-210, 262-268; ante-texto, 171;
ca, 159-160, 166 apcrlura y cltnJsura, 75. H1, 83; argumenta-
socialidad: del mensaje, 272; de la obra litera- tivo, 266; arqui, para, hípcr, hipo, fcno y
ria, 166-167, 272; tensiones, 280-2X2 geno-texto, 75-76; autonomía, 327; autor
sociocrítica: 55. 115. 118, 127,143, 163-171 y, 142-143: científico, 256; como alegoría
snciogr:una: 166-167 de la lcclllra, 45; como estructura, 209-250;
sociolccto: 159 como infinillld, 45; definición, 82; dimcn-

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