11 -° aniquilado la unidad de su lengua y creado
una gran diversidad de lenguas, cada una
Objetivo: Reconocer, describir y categorizar
las principales características de las
corrientes filosóficas abordadas, sus causas
y condiciones en la búsqueda del
conocimiento.
Indicaciones: Leer atentamente la
presente  guía que servirá de insumo teórico
junto a las guías de trabajo abordadas
anteriormente para el desarrollo de futuras
actividades. Es importante hacer un ejercicio
de lectura pausado y reflexivo que permita
una comprensión asertiva del texto.
¡Esta edificación es gigantesca!
Este cuadro representa la construcción de la
torre de Babel, tal como es evocada en la
Biblia. Según la leyenda, esta inmensa torre
habría sido edificada en Babilonia,
Mesopotamia, a 150 kilómetros de Bagdad,
capital del actual Irak.
¡Llega hasta las nubes!
Sí, se trata, también según la leyenda, de un
edificio de los hijos de Noé (personaje del
Génesis y del Corán) querían construir para
llegar al cielo y entrar a competir con Dios.
¿Dios se puso furioso?
Sí. Para castigar a los hijos de Noé y a la
humanidad por su pretensión, Dios habría
distinta a la otra. Sin embargo, el castigo
divino no consistía en el hecho de que los
hombres ya no hablaban la misma lengua,
sino en la imposibilidad que tienen de
comprenderse los pueblos que hablan
lenguas diferentes.
¿Por qué no inventamos una sola lengua
que todos comprendamos?
Muchos filósofos lo han intentado. Leibniz,
filósofo y matemático del siglo XVII, proponía
inspirarse en la universalidad del lenguaje
matemático para inventar una lengua
totalmente artificial y naturalmente común a
todos los hombres, pues sería producto de la
razón. Un proyecto bastante similar en sus
intenciones fue llevado a cabo por Zamenhof,
un lingüista polaco, quien creó el esperanto
en 1887 a partir de las raíces que pertenecen
esencialmente a las lenguas romances.
¿Por qué el proyecto de la lengua universal
no funciono?
Una de las razones es que toda lengua tiene
una dimensión identitaria muy fuerte. La
lengua representa una parte esencial de la
cultura de una comunidad. Renunciar a la
lengua propia significaría abdicar de la
cultura. La lengua es producto de una
comunidad, pues es la sociedad quien
construye en conjunto los signos de una
lengua. Según Saussure, sabio del siglo XIX
y creador de la lingüística (ciencia que
estudia el lenguaje), la lengua ‘’solo existe en
virtud de una especie de contrato entre los
miembros de una comunidad’’. Desde esta
perspectiva, es normal que los hombres
rechacen cambiar de lengua, pues esta es,
por así decirlo, el emblema de su sociedad.
¿Qué diríamos si nos obligaran a renunciar
al español para adoptar una lengua
supuestamente universal?

¿Los filósofos han descubierto el secreto del
origen del lenguaje?
Los filósofos han aportado hipótesis al
respecto. Como la de Lucrecio, filósofo latino
del siglo I a.C., que es muy interesante.
Según él, el lenguaje nació por causa de la
necesidad. Tomemos el caso de un niño que
aún no sabe hablar: empujado por su
incapacidad para expresarse con la lengua,
señala con el dedo los objetos presentes.
Pero ¿cómo hará para señalar los ausentes?
No lo logrará antes de aprender a hablar.
Vemos, entonces, que el lenguaje encuentra
su razón de ser en el hecho de poder señalar
fácilmente un objeto ausente que es
necesario para satisfacer una necesidad.
¿Cómo llegamos a las palabras que
utilizamos?
Según la lingüística, las palabras son puras
convenciones adoptadas progresivamente
por la sociedad. A diferencia de los
pictogramas o de las onomatopeyas, las
palabras no se parecen a las cosas a las
cuales hacen referencia y eso facilita la
escogencia. Las palabras son, de este modo,
signos arbitrarios sin relación con el aspecto
exterior de las cosas. El objeto ‘’silla’’ puede
ser llamado ‘’silla’’, ‘’chaise’’, poco importa…
El lenguaje es convencional y, por lo tanto,
es libre. Así podrá, por medio de la invención
de un sistema de signos apropiado para
determinada situación, adaptarse a todas las
circunstancias. Tomemos como ejemplo el
caso de un matemático que dice: ‘’llamo a
esto x…’’. Él puede llamar x a todo lo que le
parezca para resolver una ecuación. El signo
es móvil y, por tanto, inteligente, hábil y
flexible. De este modo, el matemático puede
resolver con facilidad una ecuación con
muchas incógnitas, con tal de que sepa
nombrar esas incógnitas.
¿Podríamos pensar sin el lenguaje?
Según Descartes, sí. Este filósofo y
matemático francés defiende la idea, en el
siglo XVII, de que la lengua es un simple
vehículo de los pensamientos, los cuales son
creados por la mente y ‘’exportados’’ de una
mente hacia otra por el lenguaje. Lo cual nos
presenta un problema: ¿cómo puede el
lenguaje, que es material, traducir un
pensamiento que no es material? El lenguaje
tendría, entonces, una doble identidad:
material y espiritual. Esta tesis será retomada
por el lingüista Benveniste en el siglo XX.
Hegel, filósofo de los siglos XVIII Y XIX,
parece oponerse a Descartes: él no cree en
un pensamiento puro que pueda prescindir
del lenguaje. Para él, el lenguaje es como el
esqueleto del pensamiento. Podríamos
incluso decir que solo a través del lenguaje
pensamos y percibimos el mundo. En efecto,
algunas lenguas tienen cientos de palabras
para expresar la apariencia de la nieve. Por
esto, aquel que emplea dicha lengua será
más sensible a los diferentes matices de un
paisaje con nieve, en comparación con un
observador cuya lengua emplea un solo
termino para evocar la nieve.
¿El lenguaje requiere obligatoriamente de
las palabras?
No, podemos utilizar también gestos,
imágenes y sonidos. Pensemos en el
lenguaje de los sordomudos o los dibujos
hechos por los niños para evocar un evento
traumático. Podemos igualmente emitir un
silbido para expresar el hecho de que
estamos impresionados por la presentación
de un deportista. Según Sartre, pensador y
escritor del siglo XX, el lenguaje concierne a
‘’todos los fenómenos de expresión y no
solamente a la palabra articulada, que es un
modo derivado y secundario’’.