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¿Qué es lo que por ser callado, se repite en el espacio analítico? ¿Es la relación
analítica (analizante-analista) una relación supeditada al amor; qué amor? Y
“finalmente” ¿Es o tiene que ser acaso el análisis un acto de amor “fallido”? Éstas
son algunas de las preguntas hasta ahora no formuladas explícitamente por mí,
pero que estuvieron presentes durante el proceso de revisión y análisis en un
seminario, en el que se revisaron diversos textos sobre la teoría y la clínica de
Freud y que además abrían paso a la discusión sobre cómo hacer la clínica hoy en
día.
Así retomaré algunos de los textos revisados, para intentar generar una reflexión
al respecto pero también para dar lugar a discernir, confrontar, concordar y/o
aportar lo que se pueda pensar a partir de este escrito.
Podría pensarse que sólo en los textos en los que Freud abordó de manera
abierta el tema de la transferencia como: Sobre la dinámica de la transferencia de
(1912) y Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (1914-1915), trató dicha
cuestión, sin embargo, desde escritos previos al periodo psicoanalítico, ya se
veían bosquejos, de lo que Freud denominó como: “la más poderosa palanca del
éxito” de un análisis pero también como “el medio más potente de la resistencia”
(p. 99).i O sea, la transferencia.
Además puede leerse, que hay algo de la transferencia que va más allá del
espacio analítico, es decir que no se limita a jugarse únicamente en el acto de
análisis; da entonces lugar a preguntarse si se puede hablar de transferencia o
de transferencias, haciéndonos voltear para cuestionarnos entonces:
Pregunta que exige una respuesta en acto del analista, en donde si bien, no se
corresponderá la demanda de amor, de dar ese saber que le supone el analizante
de sí, de su síntoma; sí le permitirá a éste preguntarse respecto de sí.
Es a partir del no decir del analista, que se abre posibilidad del decir del
analizante; y es a través de la escucha flotante e intervención del analista que se
plantea la pregunta para y en el analizante, pregunta que cabe mencionar se venía
gestando en el sujeto de análisis, sólo que hasta ahora no había sido escuchada,
no se dejaba decir.
Será vía la interrogante y la escucha ahora no sólo del analista, sino también del
analizante, que este último, podrá elaborar algo respecto de sí y dar cuenta de
ello no sólo a través del pensamiento o la palabra, sino también, a través del el
acto, como efecto de análisis y no como reacción a éste.
Luego entonces podemos decir que si bien dichos clisés, no son propios
del análisis, ni se originan solamente ahí, y que sí van más allá de éste, es
sólo en el espacio y acto de análisis, que su repetición no es pasada por
alto y que no se busca ignorarlos, prohibirlos o callarlos, sino por el
contrario, se trata de crear las condiciones que permitan a partir de este
“artificio real” de amor, que sean, no sólo, desplegados o puestos en acto
por el sujeto mismo, sino que también, él logre elaborar, construir un
sentido en torno a ellos para después re-significarlos, es decir crear algo
nuevo para sí en palabra y en acto también.
La cura tiene que ser realizada en la abstinencia; sólo que con ello no me
refiero a la privación corporal, ni a la privación de todo cuanto se apetece,
pues quizá ningún enfermo lo toleraría (...) hay que dejar subsistir en el
enfermo necesidad y añoranza como unas fuerzas pulsionantes del
trabajo y la alteración, y guardarse de apaciguarlas mediante
subrogados. [cursivas añadidas] (p.168)v
Tal vez lo que queda al final, sea la posibilidad de mantener eso que
permitió y que aconteció durante y como efecto del análisis que es el
DESEO y el reconocimiento de éste por el sujeto mismo, ya no
exclusivamente a través de las formaciones del inconsciente como los son:
los síntomas, los sueños, los actos fallidos, los lapsus, el acting-out, el
chiste, sino, a partir de la palabra y del acto mismo del sujeto.
Es decir dicho saber lo hace propio, lo reconoce en él; así se descoloca del
lugar de saber que antes otorgó al analista y con esto a su vez, éste pierde
el lugar de la última palabra que antes le había sido permitido por el
analizante y que le posibilitaba escucharse a través de las interrogaciones,
interpretaciones e intervenciones del analista, las cuales antes tenían lugar
y efecto en el sujeto.
Sin embargo, se hace evidente entonces o una contradicción por parte del
autor o la intuición de que para que suceda el trabajo psicoanalítico, es
necesario que en primera instancia, la figura del analista esté colocada en
un lugar de poder y de saber, lugar que le será dado y sostenido por aquél
que le demanda amor, ya sea a través de que le pida, cure su dolor, cese
su síntoma o que le diga algo al respecto de éste.
Otra cuestión que permite pensar, las líneas de dicha cita, es que el lugar
de amor, de poder y de saber que el analizante da al analista, también se lo
quita, o se derrumba a partir de la emergencia y del reconocimiento del
deseo del analizante por el analizante mismo.
ii
Freud, S. (1890) Tratamiento Psíquico, tratamiento del alma. Obras completas de Sigmund Freud. Tomo I. Argentina:
Amorrortu.
iii
Freud, S. (1912).Sobre la dinámica de la transferencia. Obras completas de Sigmund Freud. Tomo XII. Argentina:
Amorrortu.
iv
Freud, S. (1912).Sobre la dinámica de la transferencia. Obras completas de Sigmund Freud. Tomo XII. Argentina:
Amorrortu.
v
Freud, S. (1914-1915. Puntualizaciones sobre el amor de transferencia. Obras completas de Sigmund Freud. Tomo XII.
Argentina: Amorrortu.
vi 6
Freud, S. (1937). Análisis terminable e interminable. Obras completas de Sigmund Freud. Tomo XXIII. Argentina:
Amorrortu.
vii
“Freud, S. (1912). Sobre la dinámica de la transferencia. Obras completas de Sigmund Freud. Tomo XXIII. Argentina:
Amorrortu.