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ART - Etienne Dolet o Los Cinco Principios de La Traduccion PDF
ART - Etienne Dolet o Los Cinco Principios de La Traduccion PDF
bien, el hecho de incluir «La maniere de bien traduire d'une langue en aultre» intenta
resolver unos problemas importantes: 1) la traducción permite la unificación lingüística
con una aportación enriquecedora de otras lenguas, en particular de las lenguas clásicas,
consideradas, en aquel momento, como lenguas insuperables y como lenguas
referenciales. 2) La traducción permite acercar el conocimiento clásico, científico y
cultural a una mayor población lectora ávida de conocimientos no limitados
exclusivamente a una zona cerrada. Además, la negación de la traducción es negar el
saber a una amplia capa lectora, por lo que se empobrece la base cultural propia. En
suma, la traducción no es sólo un ejercicio práctico de pasar una lengua a otra, con sus
temas reiterativos en los que siempre se discute la posibilidad o no de la traducción.
En realidad lo que Etienne Dolet plantea es mucho más profundo: se trata de resolver
las contradicciones entre la lengua nacional portadora de una cultura de entidad propia
y las demás de formación extranjera y por tanto extrañas. La traducción tiene un papel
fundamental que consiste en reforzar las lenguas vernáculas por su propio desarrollo
intelectual y por la aportación «competitiva» de pensamientos distintos mediante
lenguas lejanas a la de uno. Si observamos detenidamente la historia de la traducción,
podremos comprender el hecho de que las ciencias y las letras propias han podido
destacar ampliamente gracias a la información producida por otras culturas, y de cómo
civilizaciones enteras han ido cambiando, creando, poco a poco, una cultura universal.
Por todo ello, traducir no es sólo el hecho de pasar de una lengua a otra, sino de
actuar sobre la cultura de un país, de una nación o región, aportando nuevas savias y
frescuras a nuestras rutinas, rompiendo fronteras en el mundo del saber, preludio a la
extensión de regiones o territorios cada vez más interrelacionados y libres en sus
intercambios de todo tipo.
1. De cómo traducir correctamente de una lengua a otra. La traducción de los ejemplos que presentamos más
adelante es nuestra.
2. «En primer lugar el traductor debe comprender perfectamente el sentido y tema del autor que traduce;
pues por esta comprensión nunca será oscuro en su traducción; y si el autor al que traduce no es nada difícil,
podrá hacerlo fácil y totalmente inteligible».
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3. «Ahora bien, sé, pues, que a todo traductor le es preciso y necesario conocer perfectamente el sentido
del autor que traduce de una lengua a otra. Al no proceder de este modo, no se puede traducir con seguridad
y fielmente».
4. «Lo que se requiere en segundo lugar en traducción es que el traductor conozca perfectamente la lengua
del autor que traduce. Así, no violará ni disminuirá la grandiosidad de ninguna de las dos lenguas».
5. «Debes saber que cada lengua tiene sus características, sus expresiones metafóricas, sus locuciones, así
como sus sutilezas y vehemencias que le son propias. Si el traductor las ignora perjudica al autor que traduce,
y también a la lengua en la que traduce, pues no representa ni expresa la dignidad y riqueza de las dos
lenguas que está manejando».
ÉTIENNE DOLET O LOS CINCO PRINCIPIOS DE LA TRADUCCIÓN 127
3. «Le tiers poinct est qu'en traduisant il ne se fault pas asservir iusques à la
que l'on rende mot pour mot. Et si aucun le faict, cela luy procede de pauvreté et
deffault d'esprit»6 (Dolet 1540: 15). Dolet no cree en la traducción literal sino en una
traducción de libre elección que sólo se puede obtener si el traductor posee las dos
reglas precedentes: «Car, s'il a les qualitez dessusdictes (les quelles il est besoing estre
en un bon traducteur), sans avoir esgard à l'ordre des mots, il s'arrestera aux sentences,
et fera en sorte que l'intention de l'autheur sera exprimée, gardant curieusement la
propriété de l'une et l'autre langue»7 (Dolet 1540: 15).
El traductor es un transmisor de conocimientos que emplea sabiamente los
instrumentos lingüísticos, que debe poseer, para ofrecer al lector todo el contenido del
objeto que está expresado. Las propiedades de cada una de las lenguas representadas no
se ven modificadas, sino que son portadoras de expresiones singulares. Las lenguas son
instrumentos que se adaptan y tienen capacidad de transmitir y reflejar cualquier rea-
lidad. El traductor juega un papel fundamental como creador lingüístico, al saber mani-
pular perfectamente las lenguas que debe usar. La libertad del traductor es básica para
reinterpretar los textos y reformular los contenidos que le son presentados o que él
mismo ha interpretado. La literalidad que se realiza tomando por objetivo el ajuste
(que para Dolet es servidumbre al texto) lo más cerca posible al texto de partida sólo
trae consigo lo contrario de lo deseado. Consecuentemente y reiterando lo anterior,
la libertad es un poder que debe saber utilizar de manera inteligente el traductor: «le
ne veulx faire icy la follie d'aucuns traducteurs, lesquelz, au lieu de liberté, se
submettent à servitude. C'est asscavoir qu'ils sont si sotz, qu'ilz s'efforcent de rendre
ligne pour ligne ou vers pour vers, par laquelle erreur ilz depravent souvent le sens de
l'autheur qu'ilz traduisent, et n'expriment la grâce et perfection de l'une et l'autre
langue. Tu te garderas diligemment de ce vice, qui ne demonstre autre chose que
l'ignorance du traducteur»8 (Dolet 1540: 16).
4. La quatriesme reigle de Dolet dice: «S'il advient doncques que tu traduises
quelque livre Latin en icelles, mesmement en la Françoyse, il te fault garder d'usurper
mots trop approchans du Latin, et peu usitez par le passé: mais contente toy du
commun, sans innover aucunes dictions follement, et par curiosité reprehensible. Ce
que si aucuns font, ne les ensuy en cela: car leur arrogance ne vault rien, et n'est
tollerable entre les gens scavants. Pour cela n'entends pas que ie die que le traducteur
s'abstienne totallement de mots qui sont hors de l'usaige commun. [...] Mais cela se
doibt faire à l'extresme nécessité»9 (Dolet 1540: 16-17).
6. «La tercera regla es que, al traducir, no hay que someterse al texto hasta el extremo de traducir palabra
por palabra. Y si alguien lo hace, es por ignorancia y falta de ingenio».
7. «Porque si tiene las cualidades mencionadas anteriormente -que debe poseer imprescindiblemente un buen
traductor-, se detendrá en las frases sin tener en cuenta el orden de las palabras y procurará expresar la
intención del autor, manteniendo celosamente la propiedad de ambas lenguas».
8. «No quiero cometer aquí la locura de algunos traductores, quienes, en lugar de libertad, se someten a
servidumbre. Es sabido que son tan necios que se empeñan en traducir línea por línea o verso por verso, con
lo cual alteran a menudo el sentido del autor que traducen y no expresan la gracia y perfección de ambas
lenguas. Evitarás diligentemente este vicio que sólo demuestra la ignorancia del traductor».
9. «Al traducir, pues, algún libro latino a una de éstas, sobre todo a la francesa, procura no emplear palabras
demasiado próximas al latín y poco usadas en el pasado. Conténtate con lo común, sin crear
precipitadamente nuevos términos por una curiosidad censurable. Si algunos lo hacen, no los sigas en ello,
pues su arrogancia no vale nada y no es tolerable entre personas sensatas. Por ello, no creas que digo que
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el traductor deba abstenerse completamente de palabras que están fuera del uso corriente [...]. Pero ello sólo
debe hacerse en casos de extrema necesidad».
10. «Vayamos ahora a la quinta regla que debe observar un buen traductor. Es de tan gran importancia, que,
sin ella toda composición resulta pesada y poco agradable. Pero, ¿qué contiene? Sólo una cosa: la observación
de la armonía del discurso, es decir, un enlace y unión de los términos con tal consonancia que no sólo sea
agradable al alma, sino que también los oídos queden completamente fascinados y no se perturben jamás por
tal armonía del lenguaje».
11. «Como conclusión a este respecto, un autor no es nada sin un gran cuidado de la armonía; pero, si lo
hace, no puede renunciar a destacar en elocuencia, si a su vez cuida la expresión, es grave en las sentencias
y sutil en argumentos. Estos son los requisitos de un orador perfecto y realmente colmado de toda la gloria
de la elocuencia».
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Beaumarchais, Jean-Pierre de, Couty, Daniel & Rey, Alain. 1987. Dictionnaire des littératures de
langue française, Paris, Bordas.
Dolet, Estienne. 1540. La maniere de bien traduire d'une langue en autre, d*advantage de la
Punctuation de la Langue Françoise, plus des Accents d'ycelle, Lyon, Estienne Dolet.
Norton, Glyn P. 1984. The ideology and language of translation in Renaissance France and their
humanist antecedents, Ginebra, Droz.