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EN EL SIGLO XVIII
DARÍO M A R A V A L L *
Durante mucho tiempo la Mecánica clásica que se enseña en las Universidades lleva
el adjetivo de Racional, hasta que después de un largo periodo de críticas a esta denomina-
ción, acaba perdiéndola, y es hoy un nombre considerado erróneamente como anacrónico.
Sin embargo esta denominación es totalmente acertada y rigurosa, y no solamente utilizada
por los matemáticos del siglo XVI11 (la edad de la Razón y de la Ilustración) sino también
por los anteriores. Así Huygens trata de construir la mecánica a partir de la razón y de la
experiencia, y el propio Newton la utiliza y en el prefacio de sus Principia define el adjeti-
vo de racional como el proceder exactamente por demostración, frente al de práctico que
es el propio de las artes manuales de las que la Mecánica ha tomado su nombre. D'Alembert
en su tratado de Dinámica en 1743 escribe: 1^. "La Mecánica Racional al igual que la Geo-
metría ha de basarse en axiomas que sean obviamente verdaderos. 2 . Las verdades poste-
riores han de obtenerse mediante demostraciones matemáticas". El fanatismo, o si no se
quiere emplear un término tan duro, el dogmatismo actual ha borrado la denominación de
Racional en la Mecánica, hasta el punto de que hoy ningún candidato a Profesor se atreve-
ría a presentarse con un proyecto docente sobre Mecánica Racional, para no ser tachado
de obsoleto.
Si bien no puede decirse que la Mecánica Moderna arranca de los Principia (es ante-
rior), sí es cierto que este tratado la institucionaliza, pero no es en ella donde se inspiran
las exposiciones didácticas de la misma. El respeto y la admiración por Newton de sus con-
temporáneos y sucesores ha sido grande pero desigual, los hay de una exageración ilimitada,
uno de cuyos representantes más importantes es Mach en su "Die Mechanik in ihrer
Entwickiung historich-kritisch dargestellt", cuya primera edición es de 1883, y su forma úl-
tima y más perfeccionada es seguramente la séptima edición de 1912, fecha en que Mach
era viejo y estaba enfermo, por lo que con ella pueden darse por concluidas las aportacio-
nes de Mach a este tema, a pesar de que su libro alcanzase un número todavía muy alto de
ediciones. Para Mach, antes de Newton poco se había hecho en Mecánica, y después de
Newton poco se ha hecho en Mecánica que no haya sido obtenido desarrollando el sistema
de Newton. Frente a esta actitud, en el polo opuesto, se puede situar a Truesdell que en
sus "Essays in the History of Mechanics" (1968) realiza una crítica profunda y severa de
los Principia, analizando los tres libros de que se compone: el I donde aparecen las defini-
ciones y los famosos axiomas o leyes del movimiento de Newton, es un auténtico tratado
en el que se utiliza el método deductivo-matemático y en el que se incluyen las aportacio-
nes de Newton al problema de los dos cuerpos y de los tres cuerpos y de la atracción de
esferas y esferoides. El libro II es el que menos valor ofrece en cuanto a permanencia de
verdades científicas para la posteridad y contiene numerosos errores; sin embargo para
muchos Historiadores de la Ciencia ha tenido un gran valor como estímulo y motor para
nuevas investigaciones. El libro III es de contenido astronómico.
Es obvio que al enunciar la ley de la gravitación universal, aplicarle sus propios mé-
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todos y explicar las tres leyes de Kepler, en Newton está el origen de la Mecánica Celeste,
quien logra hallar explicación al fenómeno de las mareas, conocido de siempre, y que ya
había causado la admiración de los guerreros de Alejandro al contemplarlas en el Océano
Indico, acostumbrados como estaban solamente a las del Mediterráneo, y el fenómeno de
la precesión de los equinocios, ya conocido por Plutarco, y que consiste en que el eje de
la Tierra que está inclinado sobre el plano de la eclíptica, gira alrededor de la perpendicular
a este plano con un periodo de unos 26.000 años. Este descubrimiento de Newton encon-
tró oposición entre los astrónomos de su tiempo, porque requiere para ser; explicado que la
tierra tenga forma de calabaza (esferoide aplastado) y no de melón (esferoide alargado) co-
mo creían los contemporáneos de Newton.
Newton pudo resolver el problema de los dos cuerpos, porque tuvo la suerte de que
en el caso particular de las fuerzas de la gravitación universal (véase nota 1^), este problema
puede reducirse al del cuerpo único, es decir aquél en el que un cuerpo es atraído por un
centro fijo con una fuerza (central) inversamente proporcional al cuadrado de la distancia,
problema mucho más sencillo. Otra gran suerte que tuvo Newton, es que en el caso del sis-
tema solar, la masa del sol es tan grande en relación al resto del sistema, que en primera
aproximación el problema de los n cuerpos, se puede resolver por separado como si se
tratase de n problemas del cuerpo único independientes entre sí; y que la tercera ley de
Kepler que no es exacta para estos n problemas independientes del cuerpo único, es muy
aproximada debido a la antecitada desproporción entre la masa del sol y la de los restantes
componentes del sistema solar. Newton ya encontró que las trayectorias de un punto ma-
terial (un planeta) atraído por un centro fijo (el sol) con una fuerza inversamente propor-
cional al cuadrado de la distancia, pueden ser no solamente elipses, sino también parábolas
o ramas de hipérbola (con el foco en el sol), y que mientras los planetas describen elipses
de pequeña excentricidad situadas casi en un mismo plano, los cometas pueden describir
elipses muy alargadas situadas en planos cualesquiera, y que en primera aproximación pue-
den ser consideradas como parábolas del mismo foco y el mismo vértice, y que aparecen
muy raramente, porque solamente son visibles cuando están próximos al sol. Kepler no ha-
bía realizado observaciones sobre los cometas, pero Halley, contemporáneo de Newton,
realizó observaciones sobre más de veinte cometas que confirmaron los resultados teóricos
de Newton. Los descubrimientos en los siglos XIX y XX de dos nuevos planetas, sí como
otros muchos fenómenos terrestres y astronómicos han confirmado las teorías de Newton,
salvo los pocos que requieren el uso de la Relatividad para su explicación. A fines del
XVIII Cavendish con su balanza confirmó experimentalmente la ley de la gravitación uni-
versal.
El siglo XVIII se caracteriza por la importancia que tienen las Academias de Ciencias
en el progreso, en especial la de París fundada en 1666, la de Berlin fundada en 1700 a ins-
tancias de Leibniz, que fue su primer Presidente, donde trabajaron Euler y Lagrange, la de
San Petersburgo fundada en 1725 por Catalina I, como culminación del proyecto de su es-
poso y antecesor en el trono Pedro I El Grande; allí trabajaron Euler y Bernoulli. En este
siglo por primera vez se hacen grandes descubrimientos científicos en tierra rusa, aunque
por extranjeros, y a él pertenece el pionero de la Ciencia Rusa y gran organizador de la mis-
ma Lomonóso v , fundador de la Universidad de Moscú en 1755, que hoy lleva su nombre.
El siglo XVIII se caracteriza por la importancia que tienen los problemas prácticos de la
tecnología y de la ingeniería en el desarrollo de las matemáticas, y también de algunos pro-
blemas de tipo recreativo lanzados como un desafío al talento y al ingenio de los matemá-
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formación de variable que convierte a la integral en una de limites fijos; la solución es una
fuerza atractiva proporcional a la distancia. Una vez resuelto este problema se puede resol-
ver el del movimiento tautócrono para unas fuerzas conocidas, función de la posición, que
si es plano los datos son suficientes, y si no lo es, se pueden imponer otras condiciones tales
como las de obligar al punto a moverse sobre una superficie, o a ser el movimiento tautó-
crono para otras segundas fuerzas, también función de la posición. Prosiguiendo por este
camino la problemática de los movimientos tautócronos se puede complicar mucho. En
concreto el péndulo cicloidal estudiado por Huygens es la tautocrona para la gravedad.
Desempeñaron un papel muy destacado en la época que nos ocupa la familia de los
Bernoulli, de la que solamente vamos a citar los hermanos Jacobo (1654—1705), y Juan
(1667—1748) y al hijo de este último Daniel (1700—1782). Jacobo se ocupó de la resolu-
ción de muchos problemas, unos muy importantes como la braquistocrona y la catenaria,
y otros de tipo recreativo entre los que figura el de la curva isócrona, que es la trayectoria
que describe un punto material bajo la acción de la gravedad, de modo que la proyección
de su movimiento sobre la vertical sea uniforme, la solución es una parábola semicúbica,
lo anecdótico de este problema es que en su solución Jacobo Bernoulli empleó por prime-
ra vez el nombre de integral.
Surge la cicloide como solución en dos problemas de Mecánica que son la tautocrona
y la braquistocrona, ambas para la gravedad. Esta curva que ya había dado origen a nume-
rosas investigaciones en el siglo XVII (Roberval, Torricelli, Pascal, quien escribió una histo-
ria de la misma), por su belleza matemática y por las controversias y disputas que ha susci-
tado entre los matemáticos se le ha dado el sobrenombre de "Helena de la Geometría". Así
como la rodadura de una circunferencia sobre una recta engendra una cicloide, la rodadura
de circunferencias sobre circunferencias engendra epicicloides (si la ruleta es la circunferen-
cia exterior) e hipocicloides (si la ruleta es la circunferencia interior).
Estas curvas son la base de los engranajes de este nombre que son imprescindibles en
ingeniería mecánica. La Hire a caballo entre los siglos XVII y XVIIÍ demuestra el teorema
de que la hipocicloide engendrada por un punto fijo sobre el perímetro de una circunferen-
cia que rueda en el interior de otra de radio doble, es una recta y la engendrada por un pun-
to fijo en el plano de la ruleta es una elipse. Teoremas que ya eran conocidos con anteriori-
dad a él, el primero por Nassir Eddin en el siglo XIII, y el segundo por Copérnico.
159
Jacobo Bernoulli investigó con mucho detalle y profundidad desde 1691 a 1704 el
equilibrio de hilos cuando las fuerzas eran cualesquiera, llegando a obtener las ecuaciones
del equilibrio por cuatro métodos distintos: a) el equilibrio de las fuerzas que actúan sobre
un elemento infinitesimal del hilo (las fuerzas aplicadas y la tensión del hilo); b) el equili-
brio de los momentos de las fuerzas que actúan sobre un elemento infinitesimal; c) el prin-
cipio de los trabajos virtuales; d) el principio de la energía potencial mínima, cuando las
fuerzas aplicadas son conservativas, es decir derivan de un potencial. Los dos primeros mé-
todos muestran en este caso particular la equivalencia entre el equilibrio de las fuerzas y
el equilibrio del momento de las fuerzas. No se conformó Bernoulli con sus investigaciones
sobre el equilibrio de los hilos, sino que las extendió a las vigas elásticas, en cuyo caso no
son equivalentes el equilibrio de las fuerzas y el de los momentos, y el efecto de una parte
de la viga sobre la contigua se representa no solamente por una fuerza de contacto, sino
también por un par de contacto.
Las ideas y los métodos van progresando muy lentamente en el tiempo, y así Descar-
tes introdujo la cantidad de movimiento y la ley de conservación de la misma. Leibniz in-
trodujo la fuerza viva y expresa una ley de conservación diciendo que lo que se gana o se
pierde en fuerza viva se pierde o se gana en fuerza muerta (que es lo que hoy llamamos
160
Euler creyó entonces, que el principio del momento lineal contiene en si todos los
principios necesarios para poder conocer todos los movimientos de los cuerpos, cualesquie-
ra que sea su naturaleza. Plantea esta creencia el problema de si el segundo principio (el
del momento de la cantidad de movimiento) es o no equivalente al primero. La respuesta
es que no, que para los sistemas en los que hay esfuerzos cortantes no lo es. En general pa-
ra sólidos elásticos o fluidos con rozamiento, ambos principios son independientes.
Para el caso de un solo punto material es suficiente para resolver un problema utili-
zar un principio u otro, y para el caso de sistemas materiales también, ya que las ecuacio-
nes del segundo principio se deducen de las del primero. Ahora bien en este último caso
existen fuerzas conocidas (las exteriores) y otras desconocidas (las interiores). Entonces
es necesario eliminar estas últimas, y ésto se consigue hallando la resultante de los pro-
ductos de las masas por las aceleraciones de todos los puntos del sistema material, que
es igual a la resultante de todas las fuerzas exteriores, ya que la resultante de todas las fuer-
zas interiores es nula (tercera ley de Newton), lo que da origen al teorema del movimien-
to del c.d.g., es decir que éste se mueve como un punto material dotado de la masa total
del sistema y sometido a una fuerza igual a la resultante de las fuerzas exteriores. Con la
importante consecuencia de que si la resultante de las fuerzas exteriores es nula, la ace-
leración del c.d.g. es nula y éste o está en reposo o se mueve con movimiento uniforme y
rectilíneo (ley de conservación de la cantidad de movimiento total del sistema). Al tomar
momentos respecto a un punto, se hace igual a cero el momento resultante de las fuerzas
interiores, con lo que se obtiene que la derivada respecto al tiempo del momento resul-
tante de la cantidad de movimiento del sistema es igual al momento resultante de las fuer-
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El resultado anterior puede utilizarse para sustituir la tercera ley de Newton por otra
que le es equivalente que afirma que la resultante y el momento resultante de las fuerzas in-
teriores son nulos. Con la excepción claro está, de lo afirmado anteriormente y demostrado
en la nota 2^.
No obstante estas ideas que hoy nos parecen claras, van progresando muy lentamente
y asf en 1703 Jacobo Bernoulli aplica el principio de la palanca, es decir del equilibrio de
momentos a resolver el problema del péndulo ffsico, que Huygens habfa resuelto anterior-
mente por método distinto.
Newton había distinguido aunque quizás algo confusamente, entre masa y peso, aun-
que la distinción se podía hacer claramente desde el momento en que se sabía que la acele-
ración de la gravedad varía con la latitud, pero no definió la inercia, a pesar de que conocía
la inercia de la rotación en casos sencillos. Euler aparte de dar nombre por primera vez al
momento de inercia, que había sido utilizado anteriormente por Huygens, introduce el ten-
sor de inercia (los coeficientes de la ecuación del elipsoide de inercia), establece netamente
la diferencia entre masa e inercia, e investiga muy profundamente el movimiento de los só-
lidos rígidos en su gran tratado de 1765, Para los sólidos se puede decir que el tensor de
inercia desempeña el mismo o parecido papel que la masa para los puntos materiales.
El progreso de las ideas es tan lento que hasta Poisson en su "Traité de Mécanique"
(1833) no aparece la demostración de que ningún par resultante es ejercido en un sistema
de fuerzas centrales equilibradas dos a dos. La ley de las áreas que es la segunda ley de
Keppler que es válida para todo movimiento en un campo de fuerzas centrales, no es enun-
ciada de una manera clara hasta 1747, independientemente por Daniel Bernoulli y Euler.
Cuando el momento resultante de las fuerzas exteriores que actúan sobre un sistema mate-
rial es nulo, se cumple la ley de las áreas para la proyección del movimiento sobre cualquier
plano, y hay conservación del momento de la cantidad de movimiento total del sistema.
Las líneas geodésicas sobre una superficie se pueden definir de tres maneras indepen-
dientes: a) la mínima distancia entre dos puntos sobre la superficie, b) la trayectoria de un
punto material sobre una superficie cuando no actúa ninguna fuerza, c) la figura de equili-
brio de un hilo sobre una superficie cuando no actúa ninguna fuerza. La primera definición
163
A veces es preferible utilizar los métodos de la Mecánica que los de la Geometría Di-
ferencial, porque sus resultados son extensibles sin más al espacio euclideo de n dimensio-
nes. Por ejemplo para la esfera: como sobre el punto solamente actúa la reacción normal de
la esfera, y ésta está dirigida según el radio, el movimiento es un caso particular del del mo-
vimiento en un campo de fuerzas centrales, por lo que la trayectoria está en un plano que
pasa por el centro de la esfera, y la geodésica es círculo máximo. Resultado que es inmedia-
tamente válido para la esfera de n dimensiones, en donde las geodésicas son también círcu-
los máximos. En el caso de un cilindro de revolución como en el sentido de la generatriz
rectilínea no actúa ninguna fuerza, la proyección del movimiento es un movimiento unifor-
me, y como la velocidad del móvil es constante, también la proyección del movimiento so-
bre la sección recta circular es un movimiento uniforme, luego la geodésica es una hélice.
Este resultado es inmediato para todos los cilindros de revolución qtie en el espacio eucli-
deo de n dimensiones generalizan al anterior, es decir todas las hipersuperficies (n—2) cu-
ya sección recta es desde una circunferencia hasta una esfera de n—1 dimensiones, y cuyas
generatrices son las rectas de hiperplanos desde n—2 dimensiones hasta una (rectas), per-
pendiculares a las antecitadas secciones rectas; es decir las hélices cuya proyección sobre la
sección recta es un círculo máximo (o la circunferencia) y sobre la recta generatriz o el hi-
perplano de generatrices, una recta, siendo recorridas ambas proyecciones con movimien-
to uniforme.
liber" (1577) y Galileo aplican el principio de las velocidades virtuales (de los trabajos vir-
tuales) a diversos tipos de máquinas simples, y este último toma conciencia de que las má-
quinas no ahorran trabajo, de que lo que se gana en fuerza se pierde en velocidad. Torricelli
discípulo de Galileo, enuncia el principio que lleva su nombre, según el cual existe equili-
brio en una máquina cuando el c.d.g. de las cargas ocupa su posición más baja. El mismo
año de los Principia (1687) Varignon publica su "Projet d'une nouvelle mécanique" donde
la Estática elemental está ya muy avanzada y desarrollada, lleva su nombre el teorema del
paralelogramo de las fuerzas, básico en la composición de éstas; a cuyo conocimiento con-
tribuyeron Roberval (1668), Lami (1687) y el propio Nev^ton.
Así como anteriormente vimos que las fuerzas se podían clasificar en interiores y
exteriores, también admiten otra clasificación en fuerzas aplicadas y fuerzas de enlace,
estas últimas son las fuerzas necesarias para obligar a un sistema material con enlace (o
ligaduras) a que se mantengan los mismos durante el movimiento. De la necesidad de ejer-
cer fuerzas para mantener los enlaces, se había percatado ya Jacobo Bernoulli a principios
del siglo XVIII. Resulta pues, que para obligar a un punto material a moverse sobre una
curva o superficie, hay que ejercer sobre el mismo una fuerza que es la que impide que el
punto abandone la curva o superficie, durante el movimiento; esta fuerza es normal a la
curva o superficie (la reacción normal) y por tanto no hay que realizar trabajo para con-
seguir este objetivo. Esto es válido para todas las fuerzas de enlace, cuando los enlaces
son independientes del tiempo. Sin embargo cuando los enlaces dependen del tiempo.
165
por ejemplo cuando un punto material se mueve sobre una curva o superficie móvil y/o de-
formable, entonces no solamente hay que ejercer una fuerza para mantener el enlace duran-
te el movimiento, sino que hay que realizar también un trabajo. En mi opinión, las fuerzas
de enlace, cuando éstos dependen del tiempo sí producen trabajo (véase nota 3^).
En mi opinión existen cuatro clases de fuerzas que son: a) las que producen trabajos
reales, es decir durante el movimiento, y virtuales; como es el caso de las fuerzas aplicadas
más corrientes; b) fuerzas que no producen trabajos ni reales ni virtuales, como es el caso
de las fuerzas de enlace, cuando éstos son independientes del tiempo; c) fuerzas que no pro-
ducen trabajos virtuales pero sí reales, como es el caso de las fuerzas de enlace cuando estos
dependen del tiempo (véase nota 3^); d) fuerzas que no producen trabajos reales pero sí vir-
tuales, como es el caso de la fuerza ejercida por un campo magnético sobre una carga eléc-
trica (véase nota 3^).
En el caso más general, las ecuaciones de Lagrange se formulan a partir del principio
de D'Alembert, y con ello llegamos al nacimiento de la Mecánica Analítica. También pue-
den deducirse del principio de Hamilton que es del siglo XIX, y cuando los enlaces son in-
dependientes del tiempo y existe un potencial, del principio de la mínima acción de Mau-
pertuis.
Tanto las percusiones como el punto material definido como un punto geométrico
asociado a una masa, es decir un objeto sin dimensiones con una masa finita y una densidad
infinita, requieren para su comprensión nuevos objetos matemáticos que no serán conoci-
dos hasta nuestro siglo: la delta de Dirac. En mi opinión los objetos fractales que hoy están
de moda, y que muchos de ellos eran conocidos en el siglo XIX y considerados como seres
matemáticos "patológicos", pueden encontrar una gran aplicación en la Mecánica (véase
nota 6^).
grado de desarrollo. Hoy se siguen utilizando los dos métodos conocidos como variables de
Euler y variables de Lagrange, aunque ambos fueron utilizados por Euler entre 1755 y
1757, y Lagrange utilizó ambos en su Mecánica Analítica.
Pero sobre todo lo que es importantísimo, es la resolución al menos parcial, del pro-
blema de la cuerda vibrante y de su equivalente la ecuación de propagación de las ondas
(unidimensionales). Este problema junto al de la propagación del calor de Fourier, ya en el
siglo XIX, han dado lugar a tal cantidad de Matemáticas, que hace que tengan tanta impor-
tancia o más en Matemática pura que en la aplicada.
Preliminar a estos problemas, son los relativos a sistemas oscilantes con más de un
grado de libertad. En 1733 Daniel Bernoulli acometió el problema del péndulo bifilar for-
mado por dos masas puntuales que se apoyan sobre una cuerda tensa de masa nula. En
1739 Euler investigó las oscilaciones armónicas forzadas encontrando el fenómeno de la
resonancia y poco después (1743) halló el método de integración de ecuaciones diferen-
170
En 1715 Taylor dio la primera solución, pero muy particular del problema de la cuer-
da vibrante. En 1747 Euler y D'Alembert obtuvieron la solución general como suma de dos
funciones arbitrarias de argumentos x + ct y x—ct, siendo c la velocidad de propagación
de las ondas, solución que Yíoy se sigue utilizando. En 1753 Daniel Bernoulli obtiene la so-
lución general aplicando el método de separación de variables, que desde entonces hasta
nuestros dfas se ha mostrado como uno de los métodos más fecundos, y además enuncia el
principio de superposición, elemento esencial de toda la Física Lineal, según el cual toda
combinación lineal de soluciones de un problema lineal es también solución del problema
(uno de los primeros ejemplos de espacio vectorial). Este principio sería completado por
D'AIembert en 1766, al demostrar que la solución general de una ecuación lineal no homo-
génea, viene dada por la suma de una solución particular cualquiera de ésta y de la solución
general de la ecuación lineal. Este es un ejemplo de los espacios que he llamado a/eaton'a/es,
y de cuya investigación sistemática me he ocupado.
La solución general de Daniel Bernoulli viene dada por una serie de senos como las de
Fourier^ La comparación de la solución de Bernoulli con la de Euler-D*Alembert dado el es-
tado del análisis matemático de aquella época, suscitó muchas dudas; el propio Euler obje-
taba que si ambas soluciones eran correctas se llegaba a la contradicción de que cualquier
función arbitraria sería impar y periódica, dado que se podía desarrollar en una serie de se-
nos. Quedaba abierto el problema sobre el contenido de la clase de funciones representables
por series de funciones trigonométricas.
Lagrange en una memoria sobre la naturaleza y propagación del sonido en 1759, llegó
a la ecuación de la cuerda vibrante, mediante un sistema oscilante con infinitos grados de li-
bertad, límite de un sistema de n masas puntuales iguales y equidistantes sobre la cuerda,
cuando n tiende a infinito. Estuvo a punto de obtener el análisis de Fourier, pero no llegó
a él, porque no permutó la integral y la suma infinita, que es lo que le hacía falta para llegar
a los coeficientes de Fourier, a pesar de que Euler había llegado a los mismos en 1754 en
un problema de mecánica celeste.
(*) Me he ocupado de la problemática cuando los valores iniciales son aleatorios, lo que au-
menta enormemente la riqueza de temas, encontrando las funciones que he llamado diago-
nales. También me he ocupado de las oscilaciones hereditarias, y de las que he llamado frac-
cionarias y teleológicas, utilizando ecuaciones integrales y diferenciales fraccionarias.
171
. Decía entonces que así como en la biogenética existe una ley enunciada por Lamarck
según la cual: *1a función crea el órgano", me parece que en la genética de la ciencia se pue-
de enunciar una ley que diga que /as necesidades humanas crean la ciencia y la técnica.
En la anterior ley habría que tomar la palabra necesidad en un sentido muy amplio,
que en su forma más primitiva es el de las necesidades asociadas a la supervivencia del indi-
viduo y de la especie humana y a la subsiguiente modificación del medio ambiente para ha-
cerlo más habitable. En una segunda fase se ampliaría el significado de la palabra necesidad
a las que vienen asociadas a un mayor bienestar y felicidad humanas, y en una última fase
se extendería a la satisfacción de las inquietudes culturales de los hombres.
Proponía designar simbólicamente como principio de Atenea uno de los grandes mo-
tores de la investigación científica, que llega a constituir como una constante histórica, es
el placer intelectual o gratificación proporcionada a la mente humana por la satisfacción
de sus inquietudes culturales y de su ansia de saber.
es el otro gran motor de la investigación científica, según el cual el progreso de ésta nace
como respuesta al reto que lanza al hombre el enfrentamiento con una nueva necesidad.
Me parece que así como todas las actividades humanas, que están bajo la influencia
de Freud, están bajo la dualidad de Eros y Thanatos, la historia de las actividades científi-
cas estaría bajo la dualidad de Atenea y de Hefestos (*).
(*) Con estos nombres quiero hacer alusión a la Diosa de la sabiduría y al Dios de los he-
rreros, o sea de la incipiente industria de la antigua Grecia, cuna del pensamiento científico.
173
NOTAS
Nota 1.3
La forma más general de fuerza central, tal que el movimiento relativo de un cuerpo
respecto al otro, en el problema de los dos cuerpos sea mecánicamente semejante al
movimiento absoluto de los dos cuerpos, y que este problema sea réductible al del cuerpo
único, es cuando la dicha fuerza central es una función impar de la velocidad y posición
relativa de ambos cuerpos y eventualmente del tiempo, porque entonces las ecuaciones
diferenciales del movimientos de los dos cuerpos son:
dt^ dt di dr
por ser F función impar, de [1] se sigue que la aceleración del c.d.g. de los dos cuerpos es
nula, y que la ecuación diferencial del movimiento relativo se obtiene dividiendo ambas [1]
por irii y m2, respectivamente y restando con lo que se obtiene:
di m mi m2
Nota 2.3
y la primera ejerce sobre la segunda una fuerza magnética, cuya expresión es el resultado de
permutar en [3] el subíndice 1 y el 2. Teniendo en cuenta, que además entre ambas cargas se
ejerce la fuerza coulombiana, y la descomposición en dos vectores del producto vectorial,
las ecuaciones diferenciales del movimiento son:
m
d^i
dt^
_ qiq2i"o
47r[ri :(^-.-=')f^G^-(5-^)>.-='] -
* En el sistema internacional de unidades; fÍQ es la permeabilidad magnética.
174
Se sigue de las dos [4] que la aceleración del c.d.g. no es nula, que la resultante de las
fuerzas interiores no es nula, y que por tanto, no se cumple la tercera ley de Newton,
En el caso muy particular del modelo atómico clásico de Rutherford en que el movimien-
to es circular las velocidades V^ y Vp del electrón y del protón son constantes el primer
sumando del segundo miembro de [4] es nulo y la fuerza coulombiana se transforma en:
e^ e^
Ane^r^ ( - -^f)- 47t8or^ 0^^: [5]*
para la atracción del electrón por el protón. El último paso es debido a que:
^ e V . + mpVp = O [6]
En el caso del movimiento de un imán y de una carga eléctrica, las fuerzas magnéticas
ejercidas por la carga eléctrica en movimiento, sobre cada uno de los dos polos del imán, y
las ejercidas por éstos sobre la carga eléctrica son ¡guales y opuestas, pero no son centrales,
por lo que la resultante de las fuerzas interiores es nula y la aceleración del c.d.g. es nula;
pero en cambio el momento de las fuerzas interiores no es nulo, por lo que tampoco se
cumple la tercera ley de Newton.
Nota 3.3
En el caso de un punto material que se mueve sobre una superficie deformable y/o móvil
de ecuación fix, y, z, t) = O, el trabajo realizado por la reacción normal es:
JSf , df , df \ ,di,
d£ d fmV^ \ , oí
dt dt\ 2 W\=
/ -X^ ôt 18]
ÔW = llQiôqi [9]
donde las /¿j son los términos de una matriz antisimétrica. Se tiene entonces que estas
fuerzas si producen trabajos virtuales, que son [9], pero en cambio no producen trabajos
reales, porque dW dale:
dW
— = XqíQ, = EqíZ/,/^;. = O [11]
Un ejemplo de esta clase de fuerzas son las ejercidas por un campo magnético sobre
una carga eléctrica.
Proponemos llamar potencial vector generalizado a una función vectorial, si es que existe,
de componentes A j , . . . , A„, tales que:
Nota 4.3
(5 J T dt = - I ÔW dt [13]
Mc^ ídt
dx = ÔW^-~ôt]dT [15]
~T'\dz OT di
que sustituyen a las [13], donde T es el tiempo propio, í el tiempo ordenado, T está expresada
respecto a T y no a í, y la derivación de todas las variables es respecto a T, que es la variable
independiente. Se obtiene como consecuencia física que la fuerza viva del sistema, si los
enlaces son independientes del tiempo, es igual o inferior al producto de la masa total del
sistema por el cuadrado de la velocidad de la luz en el vacío, pudiendo haber puntos
materiales del sistema animados de velocidad superior a la de la luz.
Si los enlaces dependen del tiempo, entonces T no es una forma cuadrática en las
derivadas, si no que se compone de una parte cuadrática T2, una lineal T^ y un término
independiente TQ (T = T2 + T2 + TQ) y en [15] hay que efectuar la sustitución:
dt
T ^ T2 + Ti + To — [15 bis]
dx
Las anteriores integrales de acción introducen en Mecánica, las que propongo llamar
integrales curvilíneas generalizadas, las cuales se definen de la siguiente manera: dados dos
campos vectoriales F(P) y G{P, O el primero función del punto P, y el segundo función del
punto P y de una curva C que pasa por P, llamamos integral curvilinea a lo largo de C
asociada a estos dos campos a la:
I f(P)'G(P, Qds
Se puede sustituir la ds (diferencial de arco) por dt, siendo t el tiempo con que un móvil
[16]
ds
ds ^ — dt ; x{s), y(s), zis) -> x(t), y(y\ z(í) [17]
oí
ÔW dt = llQiôqi dt [19]
c Je
es una integral curvilínea generalizada en la que Q^, . . . , Qn son las componentes del vector
F (P), y ôqi, ..., ôq„ las del C {P, C), que son los vectores que unen el punto móvil P sobre el
arco de trayectoria C, con el punto homólogo P -^ ôP situado sobre la curva variada C + ôC
que tiene los mismos extremos que C.
Por tanto, para la trayectoria real se verifica que la variación de la integral de la acción
de la semifuerza viva T sobre la misma, es igual, cambiada de signo, a la integral de la
variación de la acción [19], cuando se pasa de la trayectoria real a cualquier otra trayectoria
virtual del sistema material infinitamente próxima y con los mismos extremos (posiciones
inicial y final).
Nota 5.^
que muestran que la masa del fotón es nula en el vado (n = 1) y no lo es fuera del mismo, que
su energía es mayor fuera que en el vacío. Se sigue de [20] que al ser la cantidad de
movimiento directamente proporcional al índice de refracción el principio del tiempo míni-
mo de Fermât es también un principio de la mínima acción para la luz. Si no se admite la
teoría anterior, los valores [20] son los:
hvn
m = O ; E = hv ; p = ; V = c [21]
c
Nota 6.3
Vamos a describir uno de estos objetos fractales y la función fractal asociada a partir de
una constante. A este objeto fractal proponemos llamarle barra triádica de Cantor y la
denotamos por B^. Se obtiene de la siguiente manera: a partir de una barra BQ homogénea
de masa m y longitud /, se excluye de la misma el interior de su tercio central y se reparte
uniformemente la masa de este tercio excluido en las dos partes de la barra primitiva que se
conservan; se obtiene así la barra fî^. De las dos partes que componen B^ se excluyen los
interiores de sus tercios centrales y se reparte la masa de estos tercios excluidos, uniforme-
mente entre las partes de B^ que se conservan y se obtiene una sucesión de barras B^,..., B„
. . . , cuya masa permanece constante y cuya longitud total tiende a cero, y el límite de esta
sucesión cuando n tiende a infinito es la barra B^ que llamamos triádica de Cantor. He
calculado para el momento de inercia respecto a su punto medio de B^ el valor m/^/8 que
es mayor que el de B^. Para asegurar la unidad de las distintas partes que componen las
barras B„ se sustituyen las partes excluidas por barras de masa nula.
Como consecuencia del resultado anterior he obtenido que la media aritmética de los
cuadrados de los números reales que forman el conjunto triádico de Cantor (aquellos com-
prendidos entre O y 1, en cuyo desarrollo decimal en el sistema de numeración de base 3 no
figura la cifra 1) es igual a 3/8.
BIBLIOGRAFÍA