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LOS ESTADOS “FRÁGILES” Y EL NEOLIBERALISMO EN ÁFRICA SUBSAHARIANA

En muchos estudios sobre los denominados estados fallidos o frágiles, figuran al menos la
mitad de los estados africanos. Son los estados que nacieron en la Guerra Fría pero que desde
antes de ser miembros del sistema internacional han estado marcados por cuestiones clásicas
de las relaciones internacionales como el orden, el poder o la seguridad.

Los estados africanos se han estudiado principalmente como espacios políticos incompletos
que no cumplen con las características atribuidas al estado moderno tradicional; entre estos,
los casos considerados como fallidos, se les considera una amenaza a la normalidad del
sistema internacional. Esto les convierte en ejemplos de una desviación con respecto a ese
referente. En consecuencias las políticas internacionales diseñadas específicamente para los
estados fallidos tratan de hacer coincidir los estados africanos con los parámetros del estado
moderno, reconstruyéndolos a imagen y semejanza de estos.

Tras las descolonizaciones, los estados africanos no se han adecuado al modelo moderno, y sus
diferencias se han diluido bajo los conceptos de estado fallido, colapsado o débil. Desde el
ámbito internacional se han intentado dirigir la evolución de esos espacios median la
promoción de unos estándares a partir de los cuales reestructurar la organización interna y los
mecanismos de gestión. Se insiste en la “adopción de unos estándares de conductas derivados
de Occidente en varios contextos políticos –culturales no occidentales”.

Las crisis características de los estados fallidos los hacen parecer amenazantes para el sistema
internacional, tanto por las condiciones de vida que los caracterizan y los conflictos que
puedan ocurrir en ellos como porque cuestionan la viabilidad del actor clave para las
relaciones internacionales: el estado.

De esta forma la comunidad internacional estaría limitándose al ejercicio de la soberanía de


los estados fallidos, cuando esa misma soberanía da espacio para la concepción de
organizaciones políticas alternativas, e incluso la que permite buscar interlocutores en la
sociedad y no solo en el estado.

Desde la desintegración del estado somalí en 1991 por la competición por el control del centro
político del país, el estado dejó de existir como la estructura burocrática y sigue existiendo
jurídicamente desde la perspectiva del sistema internacional (por ejemplo en naciones
Unidad). Si en un principio hubo intentos de reconciliación y de restauración del estado, con el
tiempo fueron surgiendo entidades políticas como Somaliland, que reclama a la comunidad
internacional el reconocimiento de su independencia, en virtud de su antigua condición de
colonia británica.

Somalia y otros estados africanos han sido estudiados sin prestar suficiente atención a los
actores no estatales , locales e internacionales, en la consolidación o debilitamiento del estado
y en la promoción del desarrollo . La respuesta internacional a estos estados entendidos como
espacios anómalos, no ha considerado que pueda ser un espacio político en reorganización.

El neoliberalismo , entendido como la síntesis entre la economía de libre mercado y la teoría


democrática liberal, no solo ha angustiado la marginación económica del continente, sino que
ha perpetuado políticas clientelistas. A pesar de las crisis políticas y económicas, que ha
generado, se ha reproducido con sucesivas reformas que han evitado revisar las contradicción
en las políticas de reducción de la pobreza y de gobernanza.
A partir de los noventa, la interpretación del derrumbe de la URSS como victoria de los EEUU
legitimó las políticas que han marcado la mayor parte de las intervenciones internacionales
hacia los estados frágiles. El objetivo principal de dichas políticas es lograr la reconstrucción del
estado y se construyen sobre una imagen de la sociedad del estado frágil como actriz pasiva a
la que hay que despertar de desde afuera.

El problema surge por tanto de las contradicciones a las que se enfrenta este tipo de políticas;
persiguen una seguridad humana suficiente para tener la estabilidad interna e internacional,
necesaria a la prosperidad del mercado, pero no cuestionan, precisamente, el modelo de
desarrollo ni promueven la formación de movimientos sociales fuertes que lo cuestionen. La
creciente disparidad entre sus objetivos declarados,-el bienestar de todos- y sus consecuencias
reales-la concentración del poder y desigualdad de clase, se explica porque se espera de la
sociedad civil que actúe como contrapeso del estado sin llegar a erigirse en voz crítica,
dejando el equilibrio global de poder fuera de la discusión.

Retomando el ejemplo de Carmody, las contradicciones del neoliberalismo se reflejan en la


manera en que se ha diseñado el PRSP etíope. La relación del Banco Mundial con el gobierno
de Meles Zenawi en Etiopía parece atrapada entre la necesidad de ayudar a una sociedad con
uno de los peores índices de desarrollo humano del planeta y de mantener por razones
geoestratégicas el apoyo a un gobierno que no suscribe los principios más básicos de la
doctrina neoliberal. Desde 1991, el gobierno etíope controlado por el Ethipian People
Revolutionary Democratic Front ha sabido defender el discurso que los donantes quieren oír
preservando su ideología marxista-leninista. De esta forma ha conseguido asegurar la
captación de recursos del exterior controlando los movimientos de oposición, o negando la
propiedad privada de la tierra.

La preocupación por el avance del terrorismo en el cuerno central de África ha supuesto un


interés por mantener una buena relación con Etiopia, país central de la región. Estados Unidos
y el Reino Unido, no han querido distanciarse de este aliado en la guerra contra el terror, lo
que ha legitimado al gobierno. Es cierto asimismo que sería difícil dejar de ayudar a un estado,
y por tanto a una sociedad, expuesta regularmente a las hambrunas. Sin embargo, los PRSP se
diseñaron en el papel como una forma de lograr consolidad el estado fomentando la
participación de la sociedad, objetivo que no ha sido satisfecho.

EL CRIMEN ORGANIZADO, EL TRÁFICO DE DROGAS Y EL


TERRORISMO: EL NUEVO TALÓN DE AQUILES DE AFRICA
OCCIDENTAL
Amado Philip de Andrés

En años recientes, el crimen organizado trasnacional en África Occidental, o el crimen


perpetrado por africanos occidentales en otras partes del mundo, se ha convertido en una
cuestión de gran preocupación internacional. Ello quizás haya sido más notable respecto del
tráfico de drogas, del tráfico de personas y la estafa. Las actividades de los criminales africanos
occidentales en otras partes del mundo están siendo percibidas crecientemente por parte de
las fuerzas policiales en la Unión Europea y América del Norte como una amenaza seria. En
Arica Occidental los criminales han desarrollado una presencia allí donde haya oportunidad
para el crimen. Los criminales africanos occidentales operan en mercados ilícitos globales,
desarrollando, muchas veces, acuerdos de trabajo con otros criminales internacionales. Aun
cuando el crimen organizado de África Occidental es menos violento que, por ejemplo, el
crimen organizado ruso, su escala y rango son asombrosos.

En los últimos meses, los funcionarios de Naciones Unidos han manifestado su preocupación
respecto del creciente tráfico de cocaína en África Occidental y su potencial impacto en la
estabilidad y el desarrollo de la frágil región.

La cocaína es considerada como una de las dos drogas más peligrosa en el mercado mundial
actual (la otra es la heroína) y lidera, con un valor estimado por UNODC en alrededor de 18000
mil millones de dólares al año, el nivel de ventas al por mayor, y con 70 mil millones de dólares
el comercio minorista. Casi toda la cocaína del mundo proviene de solo tres países: Colombia,
Perú y Bolivia. Tradicionalmente, los traficantes colombianos han denominado el trafico
trasnacional de cocaína, contrabandeando la droga a los mercados más lucrativos: a través de
América Central y el Caribe hacia Estados Unidos y a través del Atlántico hacia Europa
(directamente desde América del Sur o vía el Caribe) recientemente incautaciones indican un
nuevo punto de pivote en la ruta del tráfico hacia Europa: Africa Occidental.

Muchos países sufren los efectos adversos de estar ubicados entre los sitios de producción de
drogas y los centros más lucrativos de consumo. Aca Central y el Caribe han sufrido largamente
por estar situados entre los productores de cocaína sudamericanos y los consumidores de Aca
del Norte. El sudeste de Europa se ha visto afectado por el tráfico de la heroína proveniente de
Afganistán hacia Europa Occidental a través de la llamada “ruta de los Balcanes”. Estos países
han tenido que destinar recursos sustanciales a combatir un problema que empieza y termina
en otras partes.

A primera vista, el tráfico a través de Africa Occidental parece no tener sentido a nivel de
mercado. Para utilizar esta región como una estación en el camino, los traficantes deben
adicionar kilómetros y por ende, riesgo, a sus tradicionales rutas de contrabando. Debe haber
sustanciales incentivos a favor de hacer este desvío.

La novedad tiene valor: los traficantes de drogas profesionales que evitan ser interceptados
cambiando continuamente sus operaciones lejos de las rutas conocidas en las que la ley puede
ser aplicada. Pero estos son indicios de que en ciertas circunstancias, tales como en Guinea-
Bissau, los traficantes suramericanos se han relocalizado actualmente en la costa occidental de
Africa, un territorio nada familiar para ellos. La inversión que han hecho sugiere que se trata
de algo más que un cambio momentáneo. Aparentemente , traficar vía África Occidental
ofrece ventajas que a largo plazo las rutas más directas y los traficantes sudamericanos ya han
establecido una presencia palpable en Estados de Africa Occidental lusófonos, tales como
Cabo Verde y Guinea –Bissau debido a “idiosincrasias compatibles” entre los traficantes
latinoamericanos y sus contrapartes africanos-occidentales.

Dada la limitada capacidad para aplicar la ley en muchos de los estado de Africa Occidental , es
probable que solo una pequeña porción de la cocaína traficada a través de estos países sea
detectada.

Un kilogramo de cocaína se vende al por mayor alrededor de US$ 46700 en muchos de los
mercado europeos clave. Una tonelada entonces, podría rondar los casi US$ 50 millones al
llegar a destino, y doblar su valor en la venta al por menor. El PBI completo de un país como
Guinea-Bissau alcanza solo los US$ 304 millones en 2006, o el equivalente de 6 toneladas de
cocaína en la venta al por mayor en Europa.
POBREZA Y DEBILIDAD POLITICA COMO LA MEJOR RECTA PARA EL DESASTRE

Las redes de traficantes sudamericanas han encontrado oportunidades que los han llevado a
trasladar una parte considerable de sus plataformas operativas a Africa Occidental. Estas
ventajas se relacionan con la pobreza y la debilidad política en algunos países de la región. EL
trafico de drogas puede encontrar un ambiente particularmente favorable en regiones de
gobiernos débiles, donde el Estado es o demasiado pobre para ejercer autoridad i donde los
grupos insurgentes han asumido algún grado de control. Africa Occidental ha sufrido los
efectos de un numero de conflictos civiles a lo largo de las últimas décadas. La guerra y el
rápido cambio social han dejado grandes poblaciones desplazadas y fronteras borrosas. El
conflicto continua siendo una seria amenaza en la región.

Tal vez sea más importante el hecho que los gobiernos tengan pocos recursos y que alguno de
ellos estén capacitados para controlar adecuadamente sus instituciones de forma seria,
limitando la habilidad para regular sus propios territorios, Las incertidumbres acerca de la
estabilidad de largo plazo podrían alentar a los ciudadanos, incluso a los funcionarios públicos
civiles para tomar todo aquello que puedan aun cuando sea ilegal. EL que el personal de
seguridad clave esté mal pagado, y a menudo con irregularidad, contribuye en gran medida a
su vulnerabilidad respecto de la corrupción. Cuando una masa crítica de quienes deben aplicar
la ley está aceptando sobornos, puede ser difícil o hasta peligrosos, permanecer honesto. Se
crea así un círculo vicioso: la cooperación ciudadana desciende con cada fracaso policial,
socavando más la habilidad de los funcionarios para hacer su trabajo.

EL IMPACTO DESESTABILIZADOR DEL TRÁFICO ILICITO A TRAVÉS DE LA REGIÓN DEL SAHELO-


SAHARA

La reciente aparición de los narcóticos (hachís y muy probablemente cocaína) entre los
ítems(armas, migrantes irregulares, cigarrillos y contrabando) contrabandeados y traficados a
través de la región Sahelo- Sahara están causando una preocupación creciente en la región a
raíz de los efectos desestabilizadores que los flujos de dinero provenientes del tráfico de
drogas pueden tener en una región ya deteriorada por las rebeliones (los Tuareg en Mañí y
NIger) , los conflictos civiles (Chad, Darfur) y el terrorismo internacional (AlQaeda en el
Maghreb).

La parte Occidental y central de la región de Sahelo –Sahara es también el área de operaciones


del grupo Salafista para la Predicación y el combate GSPC recientemente renombrada
Organización de Al-Qaeda para el Magreb Islámico.

De acuerdo con varias fuentes, entre las que se incluyen los informes de inteligencia europeos
y africanos occidentales, el PSPC está íntimamente ligado a las operaciones de contrabando en
el Sahel. La principal mercancía traficada a través del Sahara son los cigarrillos. Tal como en
otros escenarios conocidos, los terroristas ( y los grupos rebeldes ) no está directamente
comprometidos con el contrabando sino más bien se benefician de el de forma indirecta: “EL
GSPC ha alcanzado un acuerdo con los traficantes de drogas y contrabandistas del tabaco. Este
ultimo proporciona dinero y gasolina al GSPC, el cual, a cambio garantiza el derecho de pase, e
incluso aconseja como sortear a los servicios de la aduana y las fuerzas de seguridad de la
región “ las ganancias obtenidas del contrabando de cigarrillos se utilizan para comprar armas,
la participación de las comunidades locales y autoridades locales en el negocio del
contrabando es una garantía de impunidad para todos los participantes del contrabando.
Los secuestros son también una fuente de recursos para el GSPC. En febrero de 2003, un grupo
del GSPC que operaba en el sur de Argelia secuestró a 32 turistas europeos. Solo liberó a los
rehenes después de que se hubieran pagado E5,5 millones por el rescate. Algunos
observadores han argumentado que la conexión de GSPC con AlQaeda es nominal
(vg.oportunista), no operativa.

¿LOS ESTADOS DE AFRICA OCCIDENTAL QUIEREN ENFRENTAR ESTA NUEVA AMENAZA?

Este crimen organizado emergente, el tráfico de drogas y la amenaza terrorista en la región es


sin duda el nuevo talón de Aquiles de África Occidental. Una amenaza tal tiene tres tipos de
consecuencias: sociales (bajo impacto), económicas (medio-alto) y gubernamental (alto).

En todo caso, si el flujo del tráfico de drogas a través de la región está altamente organizado,
es poco probable que se “desparrame” en los mercados locales, que ya existen fuertes
incentivos económicos para llevar la mayor cantidad de droga posible a sus destinos con valor
más alto : Europa Occidental. Las redes del crimen organizado de Africa Occidental, que están
muy orientadas al beneficio, generalmente rechazan el uso de la droga, porque debe haber
algún tipo de protección contra la extensión de la cocaína en la región.

Segundo, la ruta de la cocaína a través de Africa Occidental es probablemente demasiado


reciente como para medir algún tipo de impacto económico todavía. Las evidencias sugieren
que el tráfico solo empezó a despegar en los últimos años, y muchos de los indicadores
sociales actuales están basados en datos anteriores a su inicio. Pero existen algunas tendencias
curiosas en los datos de la región, y se pueden hacer proyecciones basadas en experiencias
similares. En el corto plazo, el tráfico de drogas podría resultar en un inexplicable influjo de
dinero en la región si partes de la región se han activado como mercados mayoristas abiertos,
el influjo de dinero podría ser considerable. Los beneficios de la venta de droga en Europa
tendrían que ser transferidos a la región para poder pagar más drogas. Esto podría hacerse
mediante transferencias (pagos) a través de falsas inversiones comerciales y transacciones
(como en los casos de Cabo Verde y Senegal) o bien por medio del movimiento de dinero
efectivo a gran escala (Guinea-Bissau, Mauritania) asimismo, aunque arriesgada debido a la
volatilidad del área podría llegar a darse la inversión genuina de dinero ilícito en negocios
lícitos. Y parte de esta actividad posiblemente pueda ser registrada en la economía formal.

Tercero, cualesquiera sean los efectos macroeconómicos, los flujos de dinero de gran
magnitud provenientes de la droga pueden incidir muy posiblemente en la corrupción al
aplicar la ley, y por consiguiente socavar el Estado de derecho. EN países tales como Guinea
Bissau, existen repetidas acusaciones sobre la complicidad de altos funcionarios del gobierno
y militares con el tráfico de drogas, y ha habido un numero de decisiones judiciales y ejecutivas
cuestionables, que parecían estar relacionadas con la corrupción. La corrupción de esta
naturaleza no puede sino mirar la ya frágil confianza que muchos ciudadanos de la región
tienen en sus gobiernos.

Las medidas y políticas contra la corrupción se están convirtiendo en la máxima prioridad de


las agendas políticas de los gobiernos de África Occidental (Cabo Verde, Liberia y Mauritania)
basados en el principio de que un estado débil corre el riesgo de ser tomado por la corrupción,
lo que a su vez mina el desarrollo.

Por otra parte el fortalecimiento del Estado de derecho se está convirtiendo en una condición
sine qua non para que estos países puedan atraer apoyo financiero para su presupuesto de
parte de la comunidad internacional.

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