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Discapacidad PDF
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y la medicina náhuatl
Carlos Viesca*
Mariblanca Ramos R. de Viesca**
Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, Facultad de
Medicina y Posgrado en Humanidades en Salud, UNAM
Resumen: Este artículo tiene como objetivo ofrecer una visión general sobre la discapacidad entre
los antiguos nahuas, que parte de diferentes aristas: la religión, la medicina y la sociedad. La idea
central está sustentada en mostrar que la discapacidad en el México antiguo no fue un fenómeno
que discriminara y excluyera a la población, sino todo lo contrario. El discapacitado fue visto con
respeto, se le ofreció cuidados y protección social. De hecho, la noción misma de discapacidad está
presente en uno de los mitos fundacionales del pueblo mexica: el de la creación del quinto Sol.
Nanahuatzin, el futuro astro solar, era un dios discapacitado. Esto le da al fenómeno una impor-
tancia cósmica que impactó en la sociedad. Asimismo, las personas con ciertas enfermedades y
características que podríamos llamar deformes fueron concebidas como señaladas por los dioses.
Abstract: The article offers a general view on disability among the ancient Nahuas, covering
different perspectives: religion, medicine and society. It is based on the idea that disability in ancient
Mexico was not a phenomenon that was discriminated against, nor that resulted in the exclusion
of people, in fact it was quite the opposite. The disabled were treated respectfully and were offered
care and social protection. In reality, the very notion of disability is present in one of the founding
myths of the Mexica people: that of the creation of the fifth Sun: Nanahuatzin, the future solar
star, was a disabled god. This provided the phenomenon with a cosmic importance that influenced
* cviesca@frontstage.org
** mamaviesca@yahoo.com
society. Moreover, people with certain illnesses and characteristics, that today would be considered
‘deformed,’ were conceived as signals from the Gods.
médicamente.
Un primer punto a tener en cuenta es el hecho de que la discapacidad
no tiene el mismo significado en el México actual que en el prehispánico.
Hoy en día se ha dignificado el enfoque de la posesión de capacidades
diferentes en términos de acortar la brecha existente entre los individuos
considerados socialmente dentro de los límites de la normalidad y aquellos
que quedan fuera de ellos. También se ha dado preferencia a la tendencia a
considerar como discapacitado a quien presenta alteraciones del desarrollo
neurológico, tanto a nivel del pensamiento, como en el aspecto motor, a
aquellos que sufren secuelas de enfermedades o accidentes que impiden en
mayor o menor grado la adecuada realización de las actividades que
normalmente se esperarían de ellos. En el mundo prehispánico se consideraba
que había individuos que por edad, alteraciones congénitas o defectos
adquiridos, pobreza y condición social, no gozaban de las posibilidades de
vivir en buenas condiciones de las cuales disponían otros miembros del
grupo social.
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y su saludo era “no se caiga usted”, pues si caían, nunca más podrían vol-
verse a levantar [Anales de Cuauhtitlán 1992: 5]. Esta falta de habilidad con
los pies ha sido interpretada no sólo como producto de su gigantismo, sino
por pertenecer a un mundo creado por Tezcatlipoca, quien como se ha visto
carecía de un pie [Moreno de los Arcos 1984: 38; Viesca 1997: 121-122].
Lo que consideramos de interés especial en estas narrativas de la crea-
ción de los soles y las humanidades pertenecientes a cada uno de ellos es la
idea de que las sucesivas creaciones van encaminadas a mejorar a los seres
humanos, darles mejor forma tanto en lo físico como en lo moral, progre-
sión que se simboliza a través de los alimentos que comían y que conducen
al maíz, y que es el sustento básico de los seres humanos del Quinto Sol,
creados por Quetzalcóatl con el polvo de los huesos de los antepasados y su
propia sangre, y al hombre de maíz de las leyendas maya–toltecas conteni-
das en el Popol Vuh.
Volviendo por un momento a los dioses, recordemos que ellos también
sufren discapacidades que en algunos momentos les hacen vivir relegados,
como es el caso de Nanahuatzin, quien padecía de bubas, es decir de infar-
tos ganglionares y de pústulas cutáneas, signos de sífilis en sus estadios
avanzados. Él es el único entre los dioses capaz de desgranar a palos el
Tonacatépetl, el cerro de los mantenimientos, como se hace con el maíz, una
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vez creados los hombres del que sería el Quinto Sol y que fue él quien se
arrojara a la hoguera para convertirse en éste, no sin antes decir “…Yo soy
un pobre enfermo”, lo cual no impidió que fuera el único valiente que
entrara al fuego [Leyenda de los soles 2002: 183].
Otro ejemplo es el de Xólotl. Xólotl es el gemelo de Quetzalcóatl, dei-
dad que en el mito se negó a morir para dar vida al Quinto Sol, huyendo y
escondiéndose repetidas veces y convirtiéndose en el pie de maíz, que tiene
dos cañas; en maguey, que tiene dos cuerpos; y en pez, el axólotl, que fue la
forma en que los demás dioses le encontraron y le mataron. Su nombre
significa “el del pie hecho bola”, torcido, y es así como se le representa. Una
de las interpretaciones etimológicas que se ha dado al nombre es que deriva
del verbo xolochoa, que significa arrugarse, plegarse [Robelo 1951: 469-471].
Xólotl es también un perro, “monstruoso” por no tener pelo y tener las
patas zambas y deviene xoloitzcuintli, el perro mexicano sin pelo, pero se le
representa también con las patas torcidas, lo cual puede significar un pie
equino varo, tanto como representar convulsión. La representación de un
personaje con los pies torcidos en el Palacio de Atetelco en Teotihuacan, en
un entorno dedicado a Quetzalcóatl, es una evidencia más de esta discapa-
cidad manifestada en un ser que no es un humano sino alguien relacionado
con el ámbito de lo sagrado [Matos y Vargas 1972].
…se hacían grandes bailes, regocijos y muy graciosos entremeses, para lo cual
había en medio de este patio [del templo] un pequeño teatro de a treinta pies en
cuadro, curiosamente encalado, el cual enramaban y aderezaban para aquel día
con toda la pulicía (sic) posible, cercándolo todo de arcos hechos de toda diver-
sidad de rosas y plumería, colgando a trechos muchos pájaros y conejos y otras
cosas apacibles, donde después de haber comido, se juntaba toda la gente, y
salían los representantes que hacían entremeses, fingiéndose sordos, arromadi-
zos, cojos, ciegos y mancos, viniendo a pedir sanidad al ídolo, los sordos res-
pondiéndole adefesios, y los arromadizos tosiendo y sonándose, y los cojos
cojeando decían sus miserias y quejas, que hacían reír grandemente a los del
pueblo… [Códice Ramírez 1987: 119].
dios creador y protector de los hombres del Quinto Sol, protector de los
médicos.
Por el contrario, Tezcatlipoca, a quien correspondía en esta era encarnar
el principio de destrucción, era quien enviaba epidemias, locura y todo tipo
de enfermedades graves, por lo que se le rezaba pidiendo se condoliera de
los sufrimientos de los enfermos, pero al mismo tiempo recordemos que le
faltaba un pie.
prehispánica del conejo que habitaba en la Luna, cuya esencia era conta-
giada al feto mediante la mordida del labio.
La observación de fenómenos naturales permitió establecer nexos que
permitían hacer inferencias de causalidad y tomar por su cuenta acciones
las más de las veces con sentido mágico para impedir que sucedieran los
daños previstos. En el caso del labio leporino se pensaba que era provocado
cuando la mujer preñada veía un eclipse, en especial, de Luna —y recorde-
mos el mito del conejo lanzado contra la Luna para que ésta se moviese en
el firmamento, y consecuentemente el que se vea en la Luna la figura de un
conejo y no de un homúnculo como sucede en las culturas europeas [Saha-
gún 1969: 81; López de la Peña 1973: 97-98]. Sahagún, en su Historia General
[2002, lib. vii, cap. ii: 697-698], afirma que los niños expuestos a eclipses
lunares se podrían convertir en ratones o nacer “sin bezos o sin narices, o
boquituerto o bizcos…” o simplemente monstruosos. La operación mágica
consistía en que la mujer debía poner un pedazo de obsidiana en la boca o
sobre el vientre, con el fin de que detuviera a los seres maléficos que des-
cendían a la tierra durante los eclipses.
La sordera era denominada nacaztzatzayotl, nacaztzatzaiuiliztli, nacazta-
paliuiliztli; y el sordo nacaztzatza, nacaztzatzatl, nacaztapal y nacaztapaltic
[Molina 2004, sección español-náhuatl: f.110v; sección náhuatl-español: f.
número 70, septiembre-diciembre, 2017
ojos…”. Añade luego que también se puede raspar “el interior de los pár-
pados” con zacamalinalli (Commelina Sp.), a la que identifica como una
hierba áspera parecida al espartillo, y poner inmediatamente del raspado
unas gotas de pulque serenado y untar con una resina, acaóxitl, que es una
resina extraída de juncos. También se beberá el líquido que se obtiene del
iztacquauitl (¿Mimosacea?), del que señala que se da en tierra caliente. Y a
seguir, en los parágrafos 16 y 17 habla de “lo enramado de los ojos”, lesio-
nes para las que indica se debe cortar la telilla, alzándola con una espina y
poniendo después gotas de leche materna, zumo de chichicaquílitl (Lactuca
Intybacea), y recomienda que “el cegajoso” se guarde de demasiada clari-
dad, del sol, el viento y el frío [Sahagún 2002, vol. ii, lib. x, cap. xxviii, párr.
I: 936]. Da la impresión de que lo que el franciscano entiende como catarata
sean en realidad lesiones de la córnea. Finalmente, en el parágrafo 19, habla
de las nubes, leucomas, que en el Códice de la Cruz Badiano son denominadas
erróneamente glaucoma, y dice que se curan con la freza de las lagartijas
mezclada con cisco y agua o bien con gotas de cardenillo y tomate [Saha-
gún 2002, vol. ii, lib. x, cap. xxviii, párr. I: 936]. Al respecto, Martín de la
Cruz es muy claro al indicar que la carnosidad que nace en los ojos, que
inequívocamente se trata del pterigión y corresponde al “enramado” del
que habla Sahagún, debe cortarse la punta de ella con una aguja y extraerla
mero que se pensaba era que una parte del cuerpo, la parte afectada, había
muerto. Es bien conocido que la representación de la vida y la muerte y, por
lo tanto, los ciclos cósmicos, se hacía mediante una cara, una de cuyas mita-
des podía ser la de un esqueleto, aunque lo más frecuente era que se le
imprimieran los rasgos propios de una parálisis facial.
Los textos médicos prehispánicos no hablan de parálisis como tal, pero
mencionan datos que permiten identificar diversas formas y tipos de ellas.
Rocha hace una revisión cuidadosa de las fuentes y presenta los términos
que pueden tener relación con lo que entenderíamos ahora como parálisis
en un sentido amplio del término y comienza por uacaliuiliztli, que interpreta
como un estado de “impedimento motriz parcial o total” [Rocha 2000: 121
y ss.], y que Molina traduce como “encogimiento tal” y relaciona con uaca-
liuhqui, “encogido de nervios, o tullido” [Molina 2004, sección náhuatl-espa-
ñol: f. 154r], no diferenciando nervios de tendones, error muy difundido aún
en la actualidad. Pero el mismo Molina da para expresar “tullido” las pala-
bras coaciuhqui, más relacionada con el mal de la serpiente, designando con
el mismo término al enfermo de gota (Molina 2004, sección náhuatl-español:
f. 23r), y cocototzauhqui, cocototzaui, también relacionado con la gota y con
las artritis de las manos, lo traduce como “tollirse piernas o brazos”, para
precisar con la palabra xocuecuelpachtic al tullido de pies y huilantli al tullido
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español: f. 161v].
Mencionaremos solamente a los jorobados, enanos, pacientes con crisis
convulsivas o con debilidad mental, recordando que todos ellos entraban
en la categoría especial de seres con diferencias significativas dentro de una
visión del mundo que les aproximaba a los ámbitos de lo sobrenatural, del
mundo de los espíritus. Cierto es que no todos eran medidos con el mismo
rasero y que, por ejemplo, era claramente reconocida “la pérdida de la
belleza” de los niños poseídos por las cihuateteo, pero al mismo tiempo era
bien entendido que al crecer éstos, si lograban dominar a los espíritus pose-
sores, tendrían una fuerza anímica especial que les colocaba en un lugar en
cierta forma privilegiado.
Referencias
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