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Las salidas alternativas son instituciones jurídicas que permiten flexibilizar, economizar y
descongestionar el sistema penal, sin tener que ir a juicio oral. Las salidas alternativas procuran dar vías
de soluciones opcionales y distintas al juicio, cuando se reúnan determinados requisitos consignados en
el Código del Procedimiento Penal.
Las salidas alternativas tienen ventajas tanto para la víctima, el imputado así como para el propio
Estado.
La víctima optiene una reparación oportuna del daño causado, en un tiempo razonable (sin reparación
del daño a la víctima no se puede imponer una salida alternativa); el imputado no se ve sometido a un
juicio público con el consiguiente daño moral para el y su familia, favoreciendo su inserción social y el
Estado ahorra recursos materiales y humanos que podría destinar en casos de mayor gravedad y brinda
satisfacción al ciudadano al dar soluciones prontas a los conflictos.
Dado que la aplicación de algunas salidas alternativas tienen como consecuencia la extinción de la
acción penal, debe previamente haberse imputado formalmente.
Esto en virtud al principio Non bis in ídem (nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo hecho).
Si en audiencia conclusiva el juez rechaza alguna salida alternativa a juicio, esto no implica que el fiscal
no pueda solicitar cualquier otra de ellas, en tanto esté vigente el plazo de la etapa preparatoria. El
rechazo no implica en todos los casos la aplicación de acusar, ni tampoco que no se puedan realizar
otros actos de investigación complementaria.
La conciliación
El criterio de Oportunidad
La suspensión condicional del proceso
El procedimiento Abreviado
2.1. CONCILIACIÓN
Es un acuerdo procesal que se da generalmente en delitos de acción Privada y donde se busca resolver
el conflicto de manera amigable, sin tener que ir a juicio.
Por tanto, en la medida del acuerdo cualquiera de las partes puede solicitar al juez de instrucción
convoque a una audiencia de conciliación.
El resultado de la conciliación puede ser positivo o negativo. En el primer caso las partes se a vienen; en
el segundo, cada uno de ellas queda en libertad para iniciar las acciones penales que correspondan.
2.1.1. Procedencia.
Procede en los delitos de acción Privada y en los delitos de acción pública a solicitud de cualquiera de las
partes.
En todos los casos se trata de delitos culposos (sin intención) de contenido patrimonial y que no tengan
como resultado la muerte. Se resuelve en audiencia previa notificación de las partes.
La conciliación es una salida distinta a la reparación integral del daño, por lo que no es exigible, que el
acuerdo conciliatorio sea total del daño.
Puede ser de compromiso de pago, aceptado libre y voluntariamente por la víctima; en estos casos se
recomienda que sea el propio juez quien le comunique a la parte afectada.
Los alcances y consecuencias de la extinción de la acción penal, es decir, que si el acuerdo al que
hubieran llegado no se cumple, la víctima no puede retornar a la vía penal (pues ya se extinguió) si no
que tiene que recurrir a la vía civil para la indemnización de daños y perjuicios.
En todo momento el juez debe proponer salidas prácticas y dejar sobre todo, que sean las personas
afectadas las que tomen la palabra y no únicamente sus abogados, de conformidad a lo establecido en
el Artículo 54 numeral 5.
El juez de la causa debe velar por que ninguna parte salga beneficiada en detrimento de la otra y que
ningúna esté en posición superior a la hora de conciliar sino en igualdad de condiciones y que no exista
ningún vicio en la voluntad (coacción o amenaza) de los partícipes en el acto de conciliación.
El Art. 20 del CPP no establece restricción alguna para la aplicación de la conciliación en delitos de
acción privada, tampoco para delitos de acción pública convertidos en delitos de acción privada (Art.26).
Por otro lado, el CPP indica que la conciliación puede ser presentada durante y después del juicio
(recordemos que el procedimiento para estos delitos no contempla una etapa preparatoria), lo que
alcanza incluso a la fase de impugnaciones (Art. 377) .
La conciliación por reparación integral del daño es procedente si concurren los requisitos establecidos
en el Art. 27 numeral 7º del CPP, y en delitos de acción pública si se cumple lo determinado por el Art.
65 de la LOMP:
a) Delitos de contenido patrimonial: se refiere a delitos dolosos en los que el bien jurídico afectado es
de carácter patrimonial. Por regla general son derechos patrimoniales (bienes jurídicos protegidos)
todos aquellos susceptibles de ser avaluados económicamente, concretamente los derechos reales, los
derechos crediticios, los derechos sucesorios y la propiedad intelectual. Son derechos
extrapatrimoniales los derechos personalísimos (vida, libertad, integridad corporal, honor) y los
derechos de familia (filiación, patria potestad, tutela, curatela). Debe aclararse que si bien los derechos
extrapatrimoniales no son evaluables en dinero, pueden ser objeto de indemnización con el objetivo de
atenuar los efectos del daño ocasionado (Ej. cubrir los gastos médicos por las lesiones).
b) Delitos culposos que no tienen por resultado la muerte: se refiere a todos los ilícitos que son
cometidos por infracción al deber de cuidado (Art. 15 del Código Penal), siempre que no hubiesen
ocasionado la muerte de la víctima. Por regla general todos los delitos tipificados en el Código Penal
admiten únicamente la forma dolosa, salvo que la forma culposa del ilícito esté expresamente
sancionada por ley (Art. 13 quater del Código Penal).
d) Reparación integral del daño: es indispensable que el imputado haya reparado los daños
causados con el delito al momento de firmar el acuerdo conciliatorio. Un afianzamiento
razonable de la reparación o la existencia de un compromiso de pago tienen validez si es que la
víctima se declara satisfecha con dicho acuerdo. Si se trata de delitos menores habrá que
analizar la posibilidad de aplicar un criterio de oportunidad o en su defecto una suspensión
condicional del proceso según el caso concreto.
e) Conformidad del fiscal: es la admisión de la conciliación a la que hubiesen arribado la víctima
y el imputado. En delitos de acción pública el fiscal está en la obligación de oponerse a la
conciliación cuando el caso no cumpla con los requisitos exigidos por ley, debiendo fundamentar
adecuadamente su oposición. Por ejemplo, en delitos donde exista un interés público
prevalente (delitos que afectan al patrimonio del Estado o a la función pública); en delitos
pluriofensivos que involucran la lesión de otros bienes jurídicos no patrimoniales, etc.
f) Conformidad de la víctima: en delitos de acción privada es imprescindible que la víctima
acepte el ofrecimiento de la reparación integral que se expresa en el acuerdo. Según las
características del hecho la reparación puede ser natural (restitutiva), que restablece la situación
al estado anterior de la comisión del ilícito (Ej. devolución del bien sustraído o retenido);
también puede consistir en una indemnización que es el pago del precio del bien.
Existen tantas definiciones como autores; por lo que nos limitaremos a transcribir las que más se
acercan a nuestra normativa. Para Oscar Peña consiste: “en la facultad que se le confiere al
Ministerio Público de abstenerse de ejercitar la acción penal, en los casos establecidos por la ley,
siempre y cuando, concurran los requisitos exigidos en la misma”. Mauricio Duce indica que: “se
trata de la facultad que se otorga a los Fiscales para cerrar aquellos casos en los que, aun
habiendo antecedentes para investigar o incluso acusar, se considere que los hechos son de una
gravedad muy recudida y no comprometen gravemente el interés público”. Artemio Bardalez,
que: “se conoce como principio de oportunidad, a la facultad que tiene el Ministerio Público
como titular de la acción penal pública, de abstenerse de su ejercicio, o de solicitar ante el
órgano jurisdiccional el sobreseimiento de la causa habiendo elementos probatorios de la
perpetración del delito y acreditada la vinculación con el imputado, quien acepta su culpabilidad
y está de acuerdo”. Por su parte, Elías Newman lo define como “la facultad que se brinda para
no acusar y, por ello, no llevar a cabo la investigación o, en otras palabras, no propiciar la acción
penal (o, aún desistirla), cuando se verifiquen ciertas y determinadas circunstancias de derecho
o de hecho, que operan como requisitos”.
Los criterios de oportunidad reglada son las facultades discrecionales que tiene el Ministerio
Público en aquellos casos que, habiendo antecedentes para su investigación y juzgamiento,
decide cerrarlos por las siguientes razones:
La insignificancia del hecho, vale decir, su gravedad mínima en comparación a otros casos
(delitos de bagatela).
La imposición de una sanción carece de sentido frente a la pena natural que ha sufrido el
imputado a consecuencia del hecho.
La saturación de la pena por sanciones ya impuestas por otros delitos.
La previsibilidad del perdón judicial en el supuesto de que el caso fuese a juicio.
La previsibilidad de que se apliquen penas en el extranjero.
b) Delitos Pluriofensivos
Se trata de casos que involucran al mismo tiempo, varios delitos. Si se trata del robo de un celular
que fue perpetrado con un arma blanca, se utilizó un somnífero para reducir a la víctima, o se le
ocasionó lesiones de consideración, etc. En estos casos se lesionan varios bienes jurídicos
comprometidos (vida, salud, seguridad, integridad física), y por tanto no existe afectación mínima al bien
jurídico, siendo improcedente la aplicación de un criterio de oportunidad.
En este supuesto, el autor del delito ha sufrido a consecuencia del hecho un daño físico o moral más
grave que la pena que podría imponerse. Las situaciones en las que el autor sufre un daño físico son los
casos en que éste pierde alguno de sus miembros o sentidos, o sufre lesiones de consideración,
mientras comete o intenta cometer el hecho delictivo. Ej. El ladrón que pretende ingresar a un domicilio,
se electrocuta con el alambrado y producto de ello pierde las manos.
Los ejemplos más frecuentes del daño moral se dan en los delitos culposos: la madre que mientras se
encuentra dormida asfixia a su hijo recién nacido, o el padre que atropella por imprudencia a su hijo que
está jugando en el garaje. En principio, la aplicación de este criterio no distingue entre delitos culposos y
dolosos como hemos visto en los ejemplos citados, sin embargo, es recomendable evaluar el contexto
de la situación en el caso de los delitos dolosos.
La idea de la pena natural supone que la vida, a partir de la conducta del propio agente, le ha
sancionado de manera suficiente y que la aplicación de la sanción a imponerse por la justicia formal
resultaría innecesaria e inhumana.