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Blair, M. Glein; Jones, R. Stewari; Simpson, Ray H.. Psicología educacional, pag. 319 (Versión
castellana) Rosario, República Argentina. Editorial La Medica.
1. Utilizar en la motivación -y en el mismo estudio- siempre que sea posible,
situaciones reales, o extraídas de la vida, lo que equivale a decir que toda
enseñanza debe inspirarse en la vida real.
2. "Enseñar las cosas de la manera en que son empleadas."2
3. Conducir los trabajos escolares de modo que se facilite la generalización.
4. Estudiar bien lo que está siendo tratado, habida cuenta de que una buena
comprensión facilita la transferencia.
5. Utilizar en la enseñanza métodos y técnicas que lleven hacia la observación, la
comparación y la generalización. La investigación, las discusiones,
exploraciones, el espíritu crítico y la creatividad contribuyen también a la
transferencia.
6. Relacionar las disciplinas entre sí. La enseñanza integrada es uno de los
factores decisivos para la transferencia.
14. Recomendaciones acerca del aprendizaje escolar
Según Combs y Snygg,3 es necesario tener en cuenta una serie de
circunstancias que favorecen la realización satisfactoria del aprendizaje en la escuela:
1. El principal motivo de la situaciones de clase es, para el alumno, la necesidad de
autovaloración y el sentimiento de aceptación social.
2. Las actividades y técnicas que deriven en éxito y aumento del sentimiento de
autovaloración deben ser repetidas; no así las que confluyen en fracaso y
humillación.
3. El escolar colocado frente a situaciones de frustración encontrará soluciones sólo
si es debidamente preparado y estimulado; en caso contrario, intentará fugarse o
evadirse del problema.
4. El alumno estará en condiciones de aprender nuevas técnicas o conocimientos
siempre que los mismos no le sean totalmente extraños. Cualquier alumno podrá
revelarse incapaz de aprender frente a situaciones del todo extrañas para él.
5. Intentar enseñar antes que el alumno esté en condiciones de aprender
(motivación y, principalmente, maduración) no sólo constituye una pérdida de
tiempo, sino que podrá dar lugar a inhibiciones que pueden perjudicar futuros
aprendizajes.
6. El hábito no es necesariamente causa de acción. Actos y técnicas son repetidos
solamente cuando contemplan necesidades. En consecuencia, el hábito no es
producto de la repetición, sino del éxito.
7. La repetición no es un factor de aprendizaje. Es cierto que existen situaciones
como las que se refieren al desarrollo de nuevas habilidades motoras o a nuevas
técnicas de solución de problemas, distintas de las usadas hasta entonces y que
2
EIlis, Robert S., Psicología Educacional. CEN, pág. 123.
3
Combs, Arthur W., y Snygg, Donald, Individual Behavior. Nueva York, Oswege.
exigen tentativas previas. En tales circunstancias, los escolares realizan tentativas
(repeticiones) antes de encontrar una solución adecuada para el problema. Pero
las repeticiones efectuadas por el alumno que siente la necesidad de resolver un
problema son muy distintas de las repeticiones que impone el profesor. En caso
de imposición, si el alumno no progresa y, por el contrario, siente que va a
fracasar, la consecuencia será que busque una técnica de evasión.
8. Puesto que la finalidad de la escuela consiste en desenvolver al máximo las
capacidades de cada escolar como miembro feliz y productivo de la sociedad, la
prueba real del éxito no reside en la manera de cómo puede el alumno discurrir
acerca de técnicas o en el modo de usarlas en la situación didáctica, sino en el
grado de su propia utilización frente a las situaciones reales de la vida.
9. El aprendizaje de cualquier asunto puede provocar la formación de actitudes con
relación al maestro, a la escuela, al tema, a los compañeros, a la sociedad, y a sí
mismo (aceptación o rechazo); por ello, la manera de formar dichas actitudes
tiene más importancia que aquello que se enseña.
10. Las habilidades serán mejor fijadas y utilizadas si son aprendidas en las mismas
condiciones en que serán usadas en la vida real.
11. Los asuntos deben ser motivados y presentados de tal forma que en cada escolar
se produzca un sentimiento de orgullo y de satisfacción una vez logrado su
dominio. Esto presupone, por parte del profesor, plena conciencia de las
diferencias individuales de sus alumnos, y asimismo, de la experiencia anterior de
cada uno. Así, debe existir planeamiento de actividades escolares, en función de
cada estructura individual, a fin de posibilitar la realización de un variado
programa de experiencias que atienda a cada escolar, con el objeto de llevarlo al
éxito en su trabajo.
12. Dado que la cooperación constituye una característica necesaria e imprescindible
a todos los miembros de la sociedad, parece sumamente deseable la promoción
de actividades cuyo éxito solamente pueda alcanzarse mediante el esfuerzo
colectivo.
13. El programa ideal sería aquel en el cual la gradación de las experiencias fuese de
tal modo adecuada que en ninguna circunstancia se hiciese necesaria la
repetición. Es probable que un programa así jamás sea logrado. Se puede
asegurar, no obstante, que un programa que exija mucha, repeticiones esté en
contradicción con la idea de un desarrollo normal del escolar, toda vez que de las
repeticiones pueden derivar técnicas de evasión más que un control y dominio de
situaciones problemáticas. Si un escolar fracasa en la tentativa de desenvolver
una actitud o habilidad adecuada a una simple situación, lo correcto es propiciar
nuevas oportunidades de experiencia, en condiciones diferentes de aquéllas en
que experimentó el fracaso.
15. El aprendizaje según la fase evolutiva
La manera de aprender del ser humano es prácticamente la misma en todas las
edades, pero, no obstante, todo indica que hay preponderancia de ciertas formas de
aprendizaje según la fase evolutiva. Así, en las primeras edades, el aprendizaje se lleva
a cabo con marcado predominio del reflejo condicionado; en la adolescencia y la
adultez, el modo más compatible es el de ensayo y error, debido a la capacidad de
abstracción alcanzada con la adolescencia.
Las principales diferencias entre niños, adolescentes y adultos parecen ser,
aproximadamente, las siguientes:
1. Diferencia en la experiencia previa. Los niños y adolescentes tienen menos
posibilidades de articulación con la experiencia anterior que los adultos, de ahí la
necesidad de propiciarles mayores oportunidades de experiencias para que
tengan vivencias de los nuevos temas y se familiaricen con ellos.
2. Los niños tienen menos capacidad de prever y planear que los adolescentes y
adultos. A éstos se les puede enseñar mostrándoles objetivos remotos, lo que es
de muy difícil logro con los niños.
3. Los niños tienen menos capacidad de selección que los adolescentes y adultos,
y ello obedece a que poseen menor capacidad de abstracción. Acaso sea ésta
una de las razones por las cuales los niños encuentren que es más fácil
memorizar un conjunto que analizarlo para extraer del mismo lo esencial o bien
para organizarlo lógicamente.
4. Los niños y adolescentes sufren mayores alteraciones en su comportamiento
que los adultos debido al proceso de maduración a que están sometidos. Así,
mientras el comportamiento del adulto es más estable, lo es menos el del
adolescente y menos aún el del niño.
5. El niño se fatiga con mucha más facilidad que el adolescente y éste más que el
adulto, por lo cual es de suma importancia considerar este aspecto para planear
las actividades escolares en lo que concierne a su motivación, intensidad y
duración.
6. La atención del adulto es mucho más estable que la del niño y la del
adolescente. Ésta es una de las razones de la mayor capacidad de aprendizaje
del adulto. Esta característica obliga a pensar en un mejor planeamiento de la
motivación del esfuerzo, tanto en las escuelas primarias como en los
establecimientos de enseñanza media.
7. Por su menor control de las actividades volitivas, el niño está más predispuesto a
desviarse de una actividad, sustituyéndola por otra, ya que, asimismo, su
atención es atraída fácilmente por cualquier estímulo. No ocurre lo mismo con el
adolescente y el adulto, que tienen mayor capacidad de determinación. De ahí la
necesidad de rodear a las actividades escolares primarias de condiciones
especiales para que no se desvíe la atención de los estudiantes.
8. El adolescente y el adulto ofrecen una característica común, que facilita en
buena medida el aprendizaje. Es mayor su capacidad de retención no sólo en
cantidad, sino, además, en durabilidad. Como no ocurre lo mismo con los niños,
fácil resulta percibir que las recapitulaciones deben ser más frecuentes en la
escuela primaria que en otros niveles de enseñanza. Fórmulas, señales,
símbolos y otros elementos necesarios para el trabajo escolar en la escuela
primaria deberían estar constantemente expuestos, al alcance de los niños, para
reverlos y utilizarlos cuando se necesitase de ellos.
9. El niño es mucho más sugestionable que el adolescente y éste mucho más que
el adulto. Esta mayor sugestionabilidad del niño hace de la escuela primaria un
campo propicio para que le sean inculcadas determinadas formas de
comportamiento, necesarias para una sana convivencia social. El niño es de más
fácil persuasión acerca de la conveniencia o inconveniencia de ciertos
comportamientos, y vive una etapa en la cual resulta más fácil la formación de
hábitos y actitudes deseables. Para el adolescente y el adulto, en lugar de la
sugestión deben sistematizarse argumentaciones de naturaleza lógica, de modo
que puedan ser alcanzados los objetivos previstos. No debe olvidarse que la
adolescencia, debido a su carácter emotivo y lógico, es la edad propicia para la
instilación de ideales. Además, las escuelas en todos sus niveles, principalmente
la media, deben estar impregnadas de ideales. Puede decirse que el
adolescente también se alimenta de ideales.
10. El niño tiene menos facilidad de efectuar asociaciones, síntesis, enfoques
conceptuales, descubrimiento de semejanzas y diferencias, y ello es debido a su
menor capacidad de abstracción con relación al adolescente y al adulto. De esta
característica se infiere que es mínima la posibilidad de transferencia del
aprendizaje en la escuela primaria, cosa que no ocurre en otros niveles en los
que éste es más viable, sobre todo en el superior. Concluyese que las escuelas
media y primaria deben enseñar, principalmente, de acuerdo con las cosas que
pasan en la realidad.
11. El niño está en condiciones de olvidar mucho más fácilmente que el adolescente
y el adulto las experiencias desagradables. No obstante, no debe dejarse de lado
el hecho de que si la experiencia desagradable es muy intensa, puede provocar
resentimientos duraderos en el niño; de un modo general, empero, tanto el
adolescente como el adulto se resienten más que el niño frente a experiencias
desagradables.
De ahí la necesidad de cuidados especiales, especialmente en la escuela media,
para evitar resentimientos en los adolescentes, ya que se correría el riesgo de
perder los estudios en una disciplina o también en una escuela. Esto puede
ocurrir, muchas veces, con una sola experiencia desagradable por la que
atraviese el adolescente. Lo mismo puede acaecer con un adulto que esté
frecuentando cursos de alfabetización; es común que éste no vuelva más a la
escuela porque salió mal cuando se lo mandó al encerado. Con relación al adulto
es preciso reconocer, a no ser que se trate de un analfabeto, que se resiente
fácilmente, y más fácilmente también se recupera debido a su mayor capacidad
de análisis, racionalización y superación, siempre que sienta la necesidad de los
estudios que está realizando.
12. En los niños el placer se origina más bien en los sentidos, mientras que en el
adolescente y en el adulto deriva en mayor grado de las vivencias de carácter
espiritual e intelectual; de ahí que deban ser más palpables las recompensas en
la escuela primaria que en la media o superior.
13. El adulto, para aprender, requiere menor tiempo y también menos prácticas que
el niño; el adolescente necesita menos aún que ambos. El período más propicio
para el aprendizaje parece ser la segunda rase de la adolescencia, desde los 15-
16 a los 30-35 años.
14. La percepción en el niño es preferentemente sensorial, visual y táctil. Lo mismo
ocurre con el adolescente, sólo que en éste es mayor la capacidad de aprender
por vía auditiva, al paso que el adulto, por lo general, percibe mejor estímulos
auditivos debido a su mayor volumen de experiencia de vida y mayor capacidad
abstracto- asociativa, como ya hemos visto.
II. Presentación de la materia
Las etapas de la enseñanza pueden ser vistas desde el doble enfoque del
profesor y del alumno.
Con relación al profesor, las fases pueden ser cuatro: planeamiento,
presentación, ejecución y verificación. La ejecución, por su parte. puede ser estudiada a
través de dos subfases: presentación de la materia y elaboración de la misma.
La presentación de la materia constituye la primera fase de la enseñanza o de la
dirección del aprendizaje propiamente dicho. La elaboración representa el paso
siguiente en el cual el alumno va a trabajar con el material presentado, investigando,
esquematizando, debatiendo, discutiendo, experimentando, verificando, etc. La
verificación, a su vez, puede también ser desdoblada en dos subfases: la de verificación
propiamente dicha, y la reorientación. Como ya hemos visto, el proceso de verificación
debe ser simultáneo con el de la presentación y elaboración, de manera que haya una
constante rectificación del aprendizaje, no permitiendo que se establezcan deficiencias
mayores en éste. Sin embargo, a pesar de esa actitud didáctica, puede existir un
momento más objetivo de verificación, que debe ser ulterior al conveniente estudio de
una unidad; este momento es el de la verificación propiamente dicha. Después de ella,
claro está, podría darse la segunda subfase: la de la reorientación del aprendizaje,
especial para los alumnos que revelasen deficiencias en los estudios efectuados.
Con relación al estudiante, las fases y subfases son las mismas, pero sin el
planeamiento. Esto no quiere decir que el estudiante no planee; él lo hará, pero no en el
mismo sentido que el profesor, sino conforme al método de enseñanza adoptado, esto
es solo, en grupo, con o sin la cooperación del profesor, durante la ejecución, en la
presentación y en la elaboración de la materia.
La presentación de la materia representa el comienzo del segundo momento o
fase didáctica para el profesor; el planeamiento, como se ha visto, es el primero.
Es lamentable que, en la mayoría de los casos, la presentación de la materia
constituya todo el proceso del aprendizaje y se concentre en ella toda la enseñanza o
dirección del aprendizaje. Hecha la presentación en una sola clase sobre la base de un
tema del programa, se pasa a la clase siguiente sin elaboración alguna; allí se presenta
un nuevo tema, y así sucesivamente.
En muchísimos casos, el proceso del aprendizaje no va más allá de la
presentación. Ésta comprende, en su acción, a la motivación, que debe estar implícita
en su problemática y también en sus intenciones.
1. Modalidades de la presentación
La presentación de la materia puede revestir, según el método de enseñanza
empleado, las siguientes modalidades:
1° Indicación del tema para que los alumnos realicen investigaciones, estudios
individuales o colectivos, después que el profesor haga una ligera
caracterización del tema mencionado.
2° Indicación de lecturas y de otras fuentes de información acerca de determina-
dos temas, una vez que el profesor los caracterice brevemente.
3° Elección, con los alumnos, del tema a estudiar, con elaboración de un plan de
estudio del mismo e indicación de las correspondientes fuentes de
información.
4° Elaboración del plan de estudio, con base en un tema presentado por el
profesor, según las indicaciones del apartado anterior.
5° Formulación de un problema o dificultad para que los alumnos lo solucionen,
pudiendo o no ser suministradas las fuentes de consulta.
6° Presentación preliminar del tema por el profesor en sus partes esenciales, a
fin de que el mismo sea "elaborado" por los alumnos a través de ejercicios y
clases subsiguientes.
2. Normas de la presentación
Damos a continuación algunas normas de presentación de la materia,
principalmente en la forma expositiva, de modo que se la haga más eficiente.
1° Sentido psicológico. Toda presentación de un nuevo tema debe iniciarse en
sentido psicológico; esto, atendiendo a los intereses y las necesidades de los
alumnos, explorando la experiencia anterior de los mismos, provocando
vivencias del tema en estudio, articulándolo con la comunidad o partiendo de la
realidad comunitaria.
2° Sentido lógico. Poco a poco, empero, debe darse sentido lógico a las partes y al
todo del tema en presentación.
3° Ordenación. La presentación de las partes debe ser hecha de manera clara y
ordenada para facilitar la comprensión y la aprehensión del todo por los alumnos
y a fin de no confundirlos.
4° Ejemplificación. Es necesario que todas las partes sean suficientemente
ejemplificadas, sin olvidar las analogías que tanto facilitan la comprensión.
5° Comparación. Siempre que sea posible, comparar lo nuevo con otras formas ya
conocidas por los alumnos, lo que facilita en buena medida la aprehensión de lo
que está siendo estudiado.
6° Evidenciar lo fundamental. Las partes fundamentales del tema deben merecer
especial distinción, a fin de enfocarlas con realce, destacándolas de las partes
secundarias, ya que es muy común que el alumno fije lo secundario,
despreciando y dejando de aprender lo principal.
7° Ritmo. Es importante el ritmo que el profesor imprime a la presentación. Si es por
demás rápida, los alumnos no lo seguirán; si es lenta más allá de lo
recomendable, se hace monótona.
8° Utilización del mayor número de sentidos. En la presentación de un nuevo tema
deben ser puestos en juego el mayor número posible de sentidos, de suerte que
la impresión sea más vigorosa y sugestiva. El material didáctico, impreso o
audiovisual, no debe faltar.
9° Concretización. La concretización de lo que va siendo presentado debe ser
preocupación constante; podrá ser efectuada por medio de visitas, excursiones,
seminarios, representaciones, ejemplificaciones, comparaciones, y toda suerte
de material didáctico. No debe olvidarse que, toda vez que sea posible, debe ser
explorada la comunidad y la realidad de la vida social a fin de hacer más efectiva
la concretización.
10° Dificultades. El desarrollo de la presentación debe estar tachonado de situacio-
nes-problemas que funcionen como "fermentos de reflexión y también de
motivación".
11° Participación. La participación debe ser procurada por todos los medios, pues no
tiene sentido la presentación que no cuente con la participación de los alumnos.
Preguntas, experiencias, breves debates, dudas, problemas, realizaciones,
estudio dirigido, etc., son algunos medios para obtener participación en una
presentación.
12° Espíritu de crítica. Todas las circunstancias deben ser aprovechadas para dar
oportunidades de ejercitación y desenvolvimiento del espíritu crítico de los
alumnos. Dudas, contradicciones, análisis y conclusiones deben ser justificados
por parte de los alumnos para obligarlos a reflexionar y a criticar.
13° Partir de lo próximo. Siempre que sea posible, debe partirse de lo próximo,
comunitario, social, histórico, físico o cultural para llevar al alumno a lo remoto, a
lo que se encuentra más allá de sus experiencias, de su mundo y de sus valores.
Debe partirse, siempre que sea posible, de vivencias comunitarias, de la realidad
del país, no sólo para dar sentido de autenticidad a lo que se estudia, sino
también con el propósito de formar la conciencia de la realidad comunitaria y
nacional.
14° Análisis y síntesis. Es necesario favorecer el trabajo de análisis de la totalidad
estudiada y de observación de las partes, para que sea efectuada, de inmediato,
una síntesis lógica y comprensiva del objeto de la presentación.
15° Fijación e integración. Debe tenerse en cuenta en toda presentación la justeza
de los elementos simples, básicos y fundamentales, así como la visión de
conjunto de las partes presentadas, de acuerdo con la síntesis mencionada en el
apartado anterior.
16° Fuentes de información. Siempre resulta oportuno y necesario efectuar
indicaciones acerca del tema tratado, de una manera precisa y actual. Esas
fuentes de información pueden ser revistas, tratados, diccionarios, centros de
investigación, instituciones sociales como fábricas, oficinas, universidades,
museos, monumentos, profesionales de la comunidad, etcétera.
3. Elementos auxiliares de la presentación
La presentación de la materia, en la escuela, necesita contar con tres elementos
imprescindibles:
1. Métodos y técnicas de enseñanza. Constituyen recursos necesarios de la
enseñanza; son los vehículos de realización ordenada, metódica y adecuada de
la misma. Los métodos y técnicas tienen por objeto hacer más eficiente la
dirección del aprendizaje. Gracias a ellos, pueden ser elaborados los
conocimientos, adquiridas las habilidades e incorporados con menor esfuerzo los
ideales y actitudes que la escuela pretende proporcionar a sus alumnos.
2. Material didáctico. El material didáctico es excelente auxiliar para la presentación
de la materia, haciéndola más objetiva e intuitiva. El encerado (pizarrón) es un
valioso recurso de comunicación entre el profesor y los alumnos. A falta de otros
recursos audiovisuales, el profesor puede hacer verdaderos milagros con un
pedazo de tiza, motivando, ilustrando o haciendo concreta una clase.
3. Lenguaje. El lenguaje ha sido el recurso constante del profesor para llevar a
cabo la presentación de la materia. Es lo que nunca falta en una escuela.
Pueden faltar los demás elementos, pero el lenguaje no estará ausente, y la
enseñanza, bien o mal, tendrá lugar. Es justo reconocer, no obstante, que el
profesor ha abusado del lenguaje, llegando hasta a realizar experiencias
químicas con él. Nuestras escuelas han funcionado, en todos los niveles,
basándose en el uso abusivo del lenguaje, como dice Lauro de Oliveira Lima4;
Debe reconocerse que, en elevado porcentaje, representa en nuestras escuelas
el único medio de presentación de la materia
III. Consideraciones respecto de la materia
1. Consideraciones respecto de la secuencia, el ordenamiento y la integración
La materia o contenido programático debe desarrollarse de manera que haya
secuencia, orden e integración, partiendo de una posibilidad de percepción y
aprehensión por parte del educando. En realidad, toda preparación de materia a ser
aprendida debe estar de acuerdo con las posibilidades de aprehensión del alumno.
La secuencia corresponde a un ordenamiento en escala mayor en cuanto a la
disposición sucesiva de las unidades o capítulos del programa de una disciplina a
estudiar, dentro de un currículo o no, a fin de alcanzar los objetivos a que se apunta.
4
Lima Lauro de Olveira, Escota Secundária Moderna. Río de Janeiro, Editóra fundo de Cultura.
El ordenamiento corresponde a una secuencia en escala menor, estructurada
más objetivamente, para que unas nociones posibiliten o faciliten la aprehensión de
otras nociones más complejas con relación a las anteriores y, en sentido figurado, cano
los peldaños de una escalera, en la que el peldaño anterior posibilita el acceso al
peldaño siguiente. Así, en las dos dimensiones de secuencia y de ordenamiento, lo que
se trate en el presente debe ser requisito previo para lo que se trate a continuación,
dando al proceso de enseñanza-aprendizaje un sentido de adaptabilidad, progresividad
y unidad.
La integración o interrelación expresa el sentido de que el asunto tratado erg el
proceso de enseñanza-aprendizaje debe percibirse como un todo, especialmente en
sus aspectos esenciales, sus lineamientos básicos y fundamentales, lo cual permite un
trabajo mental más desenvuelto, con más conciencia y libertad de acción para
transferencias y actos de creatividad.
La integración, que tiene mucho de transferencia, puede enfocarse, en el
proceso de enseñanza-aprendizaje, bajo cuatro aspectos, en orden creciente:
a) Integración con la disciplina misma, para que el educando aprehenda, como lo
desea Bruner, los aspectos básicos y estructurales de lo que se esté tratando, dándole
unidad, cosa que facilita la comprensión de todo el proceso de transferencia, cuando
éste es oportuno y necesario. El tratamiento de la materia exige, pues, lógica,
graduación y continuidad.
b) Integración con las áreas o disciplinas afines, la cual enriquece lo que se está
tratando y facilita la transferencia del aprendizaje.
c) Integración con las demás áreas o disciplinas, la cual hace aún más
significativo lo que se está tratando y estimula la transferencia del aprendizaje,
ayudando a percibir todos los conocimientos como interdependientes y regidos por los
mismos principios lógicos.
d) Integración con la realidad, con el medio en que se vive y con lo que ocurre en
él, a fin de despertar el sentido de la funcionalidad y pragmaticidad de los
acontecimientos, de ayuda al hombre para que pueda vivir mejor, con el objeto de hacer
la vida más digna, más elevada, más espiritual.
2. Recomendaciones respecto de la selección de la materia
Turra5 indica algunos caminos muy significativos en cuanto a la selección de la
materia, que debe ser:
1.- la más significativa dentro del campo del conocimiento;
2.- la que despierte mayor interés en los estudiantes:
3.- la más adecuada al nivel cíe madurez y de adelanto de los alumnos:
4.- la más útil con relación a las resoluciones que el alumno tenga que tomar:
5
Turra CM. y otros, Planejamento de Ensino Avaliaçã P.A., 2a ed.. PUC-EMMA. pag 106
5.- la que pueda ser aprendida dentro de los límites de tiempo y de recursos de que
se dispone."
A estas recomendaciones pueden agregarse otras, relativas a la selección de la materia
para programas de disciplinas, unidades y clases:
a) la seleccionada como la que más responda a los objetivos del curso, unidad o
clase;
b) la más adecuada a las posibilidades de los educandos, en cuanto a madurez,
preparación anterior y disponibilidades de tiempo:
c) la que corresponda a las bases teórico-prácticas de lo que debe estudiarse y
que permita al alumno actuar teórica y prácticamente partiendo de esas bases;
d) en la organización de la materia de una disciplina, unidad o clase, debe estar
presente la preocupación por la lógica, la gradación, la continuidad y la
funcionalidad, es decir, por la utilidad de la materia para el educando, utilidad
que debe constituir una preocupación constante para el docente.
3. Recomendaciones relativas a la enseñanza de la materia
Al orientar la enseñanza de modo que se efectúe el aprendizaje correspondiente
a la materia seleccionada, el docente debería tener en cuenta las siguientes
recomendaciones:
a) el docente debe cuidar de la disposición inicial del educando, incentivándolo y
orientándolo hacia la adecuada percepción de los estímulos iniciales, lo cual
puede favorecer en mucho el interés por lo que se está tratando;
b) para favorecer esa percepción inicial, el docente debe ofrecer estímulos
adecuados, claros y precisos, simples y sugestivos y, siempre que, sea posible,
relacionados con las vivencias del educando mismo;
c) frente a un aprendizaje más complejo, el docente debe descomponer la materia
en sus elementos constitutivos más simples, para que el educando los pueda
distinguir y aprehender adecuada y progresivamente, a fin de poder, luego,
abarcar todo el conjunto con seguridad y comprensión;
d) siempre que el educando obtenga una respuesta adecuada a sus esfuerzos de
aprendizaje, debe informársele al respecto, como una forma de refuerzo y de
motivación continua;
e) no hay que olvidar que el aprendizaje de contenido más complejo exige más
tiempo de convivencia con él, así como requiere ejercicios adecuados y de
mayor duración, para que se verifiquen los procesos de fijación e integración del
aprendizaje;
f) tampoco hay que olvidar la necesidad de orientar al educando, cuando se,
considere oportuno, para que "aprenda a aprender", llevándolo a que él mismo
organice los pasos de su aprendizaje y a que descubra los vínculos lógicos que
unen las partes de la materia en estudio;
g) asimismo, es importante promover, simultáneamente, y siempre que sea
necesario, actividades de recuperación del aprendizaje, en cuanto se
comprueben deficiencias en él, a fin de evitar que esas mismas deficiencias se
acumulen y sofoquen al educando.