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VIDA

DE

PORFIRIO DIAZ.
RESEÑA HISTÓRICA YSOCIAL DEL PASADO YPRESENTE

DE

,
lYIEXIOO.

POR

HUBERTO HOWE BANCROFT.

SAN FRANCISCO, CALIFORNIA:


THE HISTORY COMP ANY, PUBLICADORES .
MÉXICO: LA COMPAÑI A HISTORI A DE MÉXICO.
1887
Entered "ecordiug to Aet oC Congress in the Year 1886, by
HUBERT H. BANCROFT,
In tbc Offiee oC the Librarian of Congres8 , at Washington.

Es propiedad del a utor.


PRÓLOGO.

En el curso de las investigaciones que hice para


escribir los últimos tomos de la Historia de Méjico,
me llamaron la atencion no solo las cualidades carac-
terísticas y peculiares de los jefes políticos y militares
que se afanaban por dar direccion conveniente á los
negocios públicos, á través de los tiempos de prueba
del presente siglo; sino tambicn la evolucion ó serie de
acontecimientos que produjo á tales héroes. Me lle-
gué á interesar tanto en este estudio, en trazar los
talentos é idiosincrasias de los hombres y las ocurren-
cias anormales de la época, que no me sentí satisfecho
hasta qué hube visitado personalmente al país, ha-
ciendo un exámen práctico de su política y sociedad,
para conocer las ideas de los estadistas y hombres de
letras sobre las cuestiones principales del dia; yem-
prendí nuevas y especiales indagaciones con los archi-
vos públicos á la vista.
Fué en el otoño ,é invierno del año 1883-4 que me
ocupé de este trabajo en la capital de la república.
A pesar de que hacia algunos años reinaba en Méji-
co la tranquilidad pública, y de que el deseo de los
mejores hombres de todos los partidos era que se
conservara la paz á todo trance, pude ver algunas
señales de descontento en algunos, sin comprender
á los pretendientes políticos de menor importancia y
( y)
vi PRÓLOGO.

mas distantes, ni aquella clase de aventureros extran-


geros, que andan rondando á guisa de buitres, listos
para aprovecharse de cualquier disturbio. Tambien
pude notar que los destinos de la república estaban
en las manos de un solo hombre, el mismo personaje
que por tantos años los habia dominado, á pesar de
que entónces no desempeñaba empleo alguno de la
Federacion, y de que no tenia deseo alguno de inter-
poner su influencia innecesariamente en los aountos.
La atencion de todos se fijaba en él, tanto por razon
del éxito que hasta allí habia alcanzado, como por su
imponente posicion al presente; pues la atmósfera
política estaba cargada t odavía de revolucion, á. pesar
de las muchas tormentas pu rificadoras qu e habian
caido sobre la tierra, desde que renunció el yugo del
gobierno de España.
Porfirio Diaz habia libertado á su patria, no una,
sino muchas veces; la habia libertado de ella misma,
de sus hijos demasiado ambiciosos á veces y aun trai-
dores, y del invasor extrangero. A un mas: habiendo
conquistado la paz tan deseada, habia trabajado en
establecer los cimientos de la prosperidad material é
intelectual del país, sobre la base de una paz perma-
nente. Introdujo reformas. Adoptó medidas para
la revision del código político. Se hizo iniciador de
una nueva era de progreso industrial. Entónces des-
cansó y entregó las riendas del gobierno á otros, sos-
teniendo así esa enaltecida integridad y amor de
principios, que habia sido la norma de t oda su carrera.
P ero á pesar de sus servicios y hazañas me pareció
que no se le comprendia bien en el extrangero, y que
no era debidament e apreciado en su país, ni aun por
aquellos que t emblando dependian de él para la pro-
PRÓLOGO.

teccion de sus vidas y sus bienes, y para la conserva-


cion del país.
Sin embargo, ahí estaba, visible para mí como uno
de los grandes héroes del mundo; todavía en la flor de
la edad, lleno de salud y experiencia, una columna de
fuerza; con un porvenir no ménos brillante que el pa-
sado, todo formaba una vida digna de ocupar un lugar
en las páginas de la historia del mundo.
La primerá gran revolucion de Méjico tuvo por
objeto adquirir la libertad política; la segunda, que
comenzó con las reformas de 1857, fué para emanci-
parse del despotismo de un opulento y poderoso clero.
En ambas se manifiesta una lucha tan heróica en sus
resultados como elevada en su fin, y que enaltece el
espíritu de la nueva raza-raza nacida de la union del
orgulloso español y dd mas noble de los pueblos
americanos, y que posee por herencia rasgos que mu-
cho prometen para el futuro. La mas adelantada en la
época de los aborígenes, por su prestigio y cultura, Mé-
jico conservará siempre una posicion respetable y que
solo será segundaría á la de la república del norte. Es
incuestionable que seguirá progresando; su retroceso no
es posible, si se encargan de dirigir la nave del estado
gobernantes sabios y honrados. Y logrará esto no solo
por sus vastos recursos materiales y su posicion geo-
gráfica, sino por el ensanche de sus relaciones con los
paises extrangeros. Todo consistirá en minorar la
distincion de clases, en educar y elevar á las ínfimas y
en la identificacion de toda la raza; y nadie podrá
asegurar que el comun del pueblo, elevado á una clase
media respetable, no obtenga al fin el triunfo; pues la
Mnue luz del porvenir deja entrever una naturaleza.
viii PRÓLOGO.

vindicadora que restablecerá tal vez el tipo primitivo,


vengando así la injusticia de sangrientas conquistas.
Tal era la situacion como yo la veia; y como me
afanaba por dar al mundo una historia completa y
fidedigna de la nacion, no pude resistir al impulso que
sentí, no solo como un deber, sino por gusto de inves-
tigar mas minuciosamente y hacer un estudio mas
prolijo del hombre y su época, sosteniendo como sos-
tengo, -que aquel ocupa una posicion de mas responsa-
bilidad que ningun individuo en América, reasumiendo
en su persona. un poder mas absoluto que ningun go-
bernante de Europa, con pocas excepciones, y que la
época á que me refiero es el momento crítico en que
debe resolverse la suerte de la república. El resultado
de mi estudio es el presente volúmen, que no fué mi
ánimo perteneciera á la serie de mis obras, y cuyas
partes en lo esencial se encuentran muy condensadas
en mi historia: puede sin embargo formar parte de la
serie, colocándolo, los que así lo desearen, en el lugar
conveniente.

Creí que no podia presentarse lo que tenia que


decir en una forma mejor que la de biografía, siempre
tan interesante é instructiva, y en el presente caso,
tan llena de detalles brillantes y an6malos, que hacen
fascinador el estudio de la materia, por mas árduo que
sea. Es una vida. llena de episodios, que á la vez con-
ti ene un gran fondo de datos instructivos, demasiado
vasto, en verdad, para que pudiera dársele un lugar
adecuado en la historia nacional, datos que sin embargo
el mundo desea conocer, y Méjico tambien desea que
se conozcan. Con venia decir esto aquí, pues presenta
un cuadro muy á prop6sito para la pintura que voy á ha-
PRÓLOGO. ix

cero Por otra parte, al describir un carácter, conviene


tanto presentar en relieve las circunstancias qua lo
rodean, como delinear tambien sus cualidades elemen-
tales ó naturales, puesto que aquellas obran de una
manera tan poderosa y sutil sobre estas.
Por esto me decidí á dar, con la vida y servicios
públicos del General Diaz, una breve reseña histórica,
adornada de anécdotas é ilustraciones, seguida de al-
gunas descripciones del pueblo, su orígen, carácter,
condicion, é instituciones; quise tambien decir algo
sobre el país, sus recursos y desarrollo, lo mismo que
sobre ciertos acontecimientos y épocas históricas, segun
fuera necesario, formando la biografía el punto céntrico,
al rededor del cual debian agruparse datos accesorios é
importantes. Así es que con algo mas que el precipi-
tado y superficial estudio ordinario, con tanta frecuen-
cia incorrecto y engañoso, he procurado presentar en
esta obra al hombre, al pueblo, y al país; constituyen-
do los dos últimos el material que aquel tuvo á mano
para lograr sus elevados propósitos.
Aun las peculiaridades de menor importancia y
asuntos de un carácter puramente local no car'ecen de
interés, cuando se trata de estudiar á una nacion, á pe-
sar de que hay observadores capciosos que se rien de
ciertas incongruencias .al parecer, tales como: jardines
flotantes, fijos; loterías y casas de empeño para los
pobres; reglamentos para proteger la prostitucion;
corridas de toros, que ó son juegos de niños, ó, cuando
mas y mejor, viles matanzas; hermandades de solteras
en que no hay cotorronas, sino solamente señoras difí-
ciles de agradar; y cosas por el estilo, que ciertamente
no son incongruencias cuando se llegan á comprender
bien.
PRÓLOGO.

Preparémosnos, pues, desde el princIpIO para en-


contrar en la elevada mesa central, física y moral-
mente hablando, una tierra de contradicciones. Li-
geras y opacas nubes se oponen triunfantes al poderoso
sol ; el viento sopla cálido y frio; y el delgado aire,
á la vez balsámico y mordicante, vigoriza y ordena la
moderacion. Plantas jugosas nacen en desiertos sin
agua, y en las llanuras bajo un sol vertical, se levan-
tan volcanes de ni eve. La riqueza ilimitada de la
naturaleza, explotada por siglos, parece un mito, amor-
tajada con tanta pobreza. Es una tierra nueva y no
obstante vieja, próxima y sin embargo lejana, pinto-
resca aunque sencilla, inspirando la incertidumbre yel
p~ligro; pero para aquel que la comprende, tan cierta
y segura como cualquiera poblacion de la Nueva
Inglaterra. Y al tratar del hombre y de sus actos,
hallamos tambien palabras en contradiccion con otras,
é imágenes incongruent es y contrarias.
Aquí existen los restos de una civilizacion primitiva
mas digna, en muchos concepto s, que ninguna otra
importada despues de la culta España, y cuyas ciuda-
des sepultadas exceden en esplendor á las poblaciones
que tienen encima. Ahora encontramos á la Nueva
E spaña medio muerta, y todavía decayendo en medio
de la nueva vida y resurreccion-una parte muerta ó
pereciendo, la otra lanzándos~ adelante bajo un de-
sarrollo fenom enal Hoy la capital es parisiense, con
muy poco de P arís en ella; en las ciudades de menor
importancia, todavía existe algo de esa blanqueada
antigüedad que se encuentra en E spaña.
Bueno será recordar que no es aquí solo donde
el bien se sonroja ante el mal, y el mal se cubre con
las formas del bien; no es aquí únicamente donde el
PROLOGO. d

VICIO Y la virtud se confunden en aparente herman-


dad. Con frase cortés, el bandido saluda al via-
jero en el camino solitario, lo despoja hasta dejarlo
desnudo, y con cruel indiferencia lo abandona allí para
que perezca ó viva; con esa misma cruel indiferencia
nuestros reyes adinerados roban tanto al enemigo como
al amigo, y luego hacen uso de los despojos para
volver á robar. Tampoco es solamente aquí donde la
religion se hace opulenta, miéntras que los pobres, por
quienes y para quienes se sostiene, aumentan, si posi-
ble fuere, su indigencia; ni tampoco es aquí únicamente
donde los asnos tienen que hacer el trabajo de algunos,
miéntras que á otros se les obliga á hacer el trabajo
de los jumentos. Digo que merecen nuestra atencion
todas estas cosas, en comun con otras r elativas á la
situacion, sociedad, y política, que con mas propiedad
se pueden llamar anormales.
En guerra y en política, notamos que la regla es
matar al extrangero que fracasa en su intervencion,
prestando sus buenos oficios á los revol ucionarios del
país.
La historia de Méjico republicano, la gran revolu-
cion, seguida por otra multitud de revoluciones meno-
res, aunque con demasiada frecuencia considerada como
cosa comun, está llena de escenas románticas, llena de
estrañas convulsiones sociales, y aventuras que estre-
mecen. Ha habido cosas, á la verdad, que cierta clase
de ámbos lados del Atlántico ha estado inclinada á
ridiculizar como miserables y pueriles, que sin embar-
go están tan henchidas de importancia y tan llenas de
noble impulso y sacrificio como cualquiera de las mas
grandes injusticias convencionales, ó tremendas carni-
cerías humanas de los tiempos modernos.
xii PRÓLOGO.

Respecto al material y método seguido en esta obra,


solo agregaré, que además de utilizar mi biblioteca y
los servicios de mis a uxiliares al escribirla, tu ve á mi
disposicion t odos los archivos de la República Meji-
cana, y los secretarios que, fuera de los mios, habria
necesitado.
OONTENIDOS.

CAPITULO 1.
OAJACA, VIEJA Y NUEVA.

Situacion de la Ciudad-Cercanías-Aspecto General del País-Union de


las Montañas y Valles-Perspectiva de Miztecapan el Alt<>-Riquezas
Naturales-Terreno y Clima-Linderos Antiguos y Modernos-Jar-
din de los Dioses-Advenimiento de los Europeos-Valle de Oajaca
-Rios y Cumbres de las Montafias-El Puebl<>-Cambios-Revolu-
cion-Desarrollo. . . . . . . . . .. . ..... . ............... ... . . ..... .. .

CAPÍTULO II.
PARENTELA Y NACIMIENTO DE PORFIRIO.
Meson de la Soledad-Descripcion del Edificio-Nacimiento de Porfiri<>-
Lugar en que vi6 la primera Luz-Caráct er de don José Diaz, el
Padre-El Labrador Mejicano y el Europe<>-La Vida del Rancho y
de la H acienda-Rasgos Característicos-Doña Petrona Mory, la
Madre-Otra Figura Típica-Cualidades Prominentes de los Asturia-
nos-Venida del Sefior Mory-Su Radicacion y Casamiento-Los
Miztecos y los Zapotecos-Glorias de Nochistlan-Dignidad Varonil
y Hermosuro. de las Mujeres-Distinciones de Raza. . . . . . . . . . . . . . .. 14

CAPÍTULO III.
LA FAMILIA DIAZ.

Cambio de Ocupacion-Don José se hace Veterinari<>-Toma en arrenda-


miento nn Trapiche-Cultivo del Azúcar en los Tiempos 'Primitivos
Don José adquiere una Fortuna y el Título de Capitan- -Estado de la
Sociedad-La Familia Diaz-La Guerra y el C61era-Muerte del
Capitan Diaz-Deuda de Gratitud del Niño para con la Madre-
Cualidades Desplegadas por la Sra de Diaz en su Época de Prueba-
Perspicacia de Juicio y Firmeza de Carácter-Educacion del Niñ<>-
Sus Propensiones Juveniles-Su Espíritu Marcial-Sus Batallas y
• Diplomacia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 24
(xiii )
xiv CONTENIDOS.

c.:APÍTULO IV.
ANTECEDENTES DE PORFI RIO, Y CI RCUNSTANCIAS C;¿UE LE RODEARO N.

Propensiones Marciales : su Orígen-Influencias Decisivas de los medios


que F orman nuestro Carácter y Vida-Evolncion del E sp iritn Gu er-
rero en Oajaca,-;\1itos y Tradiciones-Breve Ojeada sobre la Historia
I ndígena-Pueblos Limítrofes y Diflcul ta.les Internacionales-·-Gu er-
ras con los Aztecas- Venida de los E spaúoles-Invasion y N egocia -
ciones-Alvarado en Oajaca.-Posesiones de Cortés-Desafectos y
R evoluciones-Negocios Eclesiásticos. . .. . .... . .... . ... ;{(j

c.:APÍT ULO V.
PRIM EROS AÑOS Y EDUCACION.

Conelicion elel País- Guena ele Inelepenelencia--J efes de Partido y Pro-


nunciamiento- Cambios en d S i,te",a de Eelu eacion-Jesuitas y
Dominicos-Refl ex iones de Porfirio-Instituto de Ciencias y Artes- -
Carrera ele P orfiri o-Pérdida del Patrimonio de h> Fami li a-Lu cha
con la P obreza- E leccion ,le una Carrera.-El Ej ército, l;. I glesia, y
el Derecho- Consej os é Influ encia. de los Pari entes-Porfirio Estudia
T eologü>-Entra á 1" Mili cia-Finalmente Adopta 1" Profesion de
Abogado-Porfirio como Estudiante, Maestro, y Bibliotecario-Amis -
tades Inestimahles-Márcos P erez y Benito Juarez-Aspiraciones y
Ambiciones- Se da á P orfiri o el Nombramiento de Profesor de D e
recho Romano--Se Gradúa y Comienza Ejercer su Profes ion. . . . . . . 53

CAPÍTULO VI.
DE~nl'O r A BLO J U AREZ .

Juarez y Diaz- Nacimiento de Bcnito--Notable In cidente del Destino-


Abandona la Ocupacion ,lc Past or en los Cerros en qu e N aci<i--Sll
Llegada á Oajaca-Relaciones de Amistad con P erez, Sa.lanueva, y
Chavez-P olítica del Dia-Yi ctoria-Gu errero- Estudia la J urispru-
dencia.-Llega á ser Juez y Lu ego Gobernallor-Santa Auna-Prisioll
y Destierro de Ju"rez-Bondad del Gobernador M.ejia. á la. E sposa y
F amilia de JtHu·cz-T eorías de los H ombres Formados por· sí mislllos
-Efectos de la Educac ion y .le las Circunstancias- Genio y Rasgos
Característicos de J uarez. . liS

CA PÍTULO VII.
.P OR}~ IR1 0 COM I ENZA S U t'_\ RIlEHA PÚBLI CA .

Perez en Prision-Porllrio y F éli x Procura n Comunicarse con É l -Su


Aventura Nocturn" y Buen Éx ito-~I ed idas Arbitrarias de Sant"
Anna-lntimidacion en una Votacion elel P ue blo-Protest a de P or-
firio- -Se le Amenaza con Arrestarlo-··-Se E scapa y se Une á H errera
Progreso de la R evolu cion- -Escaramuzas--Álvarez Entra á la Capital
y H errera á Oajaca - Co monfort--Porfirio como Jefe Polftico--Su
CONTEN IDOS. xv

Caráct er al Presente-I mprov isa nn Ej ército-Hace Sentir su M érito


P ersonal y Aptitudes - Garcla-Porfir io como T eniente Coronel-
Bat allas y H eridas- E n T eh uantepec- M uerte de Doña P etrona. . . . 82

CA PÍT ULO \'IlI.


LA SOCIEDAD, su COMPOSICI ON y CLAS IFlCACIO N.

Elementos Primitivos-Americanos, E uropeos y Africanos-Mezclas y


Amalgamas-Los Americanos y sus Conquistadores- Clasificacion de
la Sociedad-Clases Bajas-La Ex presiou "Gente Comun "-Est ado
d e las Clases Bajas-Distinciones de las Diversas Ocu paciones-
Clase Superior-La R iqueza-Los E xtranj eros . . . ... . . . ... . . .. 104

CAPÍT ULO IX .
LA SOC I EDAD : LO QUE F UÉ y LO QUE ES.

L a Mesa Central-Soledad del Ext enso I nt erior-Poblaciones Mejicanas-


Habi taciones-Estatllas V ivas y P aisages-La Diligencia--U n Tipo
tle Cochcro-El Burro-Haciendas y Sitios ele Labranza-La Ciudad
de M~ji co-Evolu cion de una Capital- V ist as- Salubridad y Enfer·
medades- EI Desagüe- .Instituciones Caritativas-La R eligion-Dia;,
F esti vos-Tram ites E noj osos del Municipio-Bomberos y P olicla--
Restaurants- Salteadores de Caminos-Hoteles-Rut ina de la Vida
-La Tienda de la Esquina- E l Cigarro-Dinero- Cortesla--Paseos
en Carruaje y á Caballo- Coches de Alquiler y Carros de Tranvía... 1,,0

CAPÍT ULO X.
L A SOCIEDAD: SU P ASADO Y PRESE NTE .

La Sinrazoll de las R azones- Cambio de Costumbres-Trajes-Diversiones


-Los Toros-Música y Baile-El Juego-Negocios de E mpeño y
Loterías-Las Muj er es--Los Amor íos-Las Criaturas-El Arte Plás-
tico- Ciases y Costumbres del Comercio-Vendedores de Efect os de
Casa-Frutas y Flores- Gritos en las Calles-Reparticion del Agua
-Tortillas y Pulque - T ráfico en el Canal - Sobre el Cerro de
Cholula. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 172

CAPÍTULO XI.
R EVISTA HISTÓRICA-P RI MITIVA , t:OLON I AL, y REVOLUCIONARlA .

Civilizaciones Ameri cauas- Nahuas y Mayas-El M éjico de los Aztecas


--Venida de los Europeos- Conqu ista--Época Colonial- Desafecto
- Debilidad de España--El V irey Iturrigaray - Su Inicuo R égi-
men-Crecen las Dificult<..des en E spaña Camorras ~ntre las A uto-
ridades de Nueva E spaúa--Cizaña--Venegas - Nacimiento de la
Independencia de Méjico-Hidalgo-Allemle-El Grito de Dolores
-Morelos- Guerrero-B ravo-V ictoria-Rayon- Mina - Batalla--
Triunfos y D errotas-Progreso de la R evolucion-Consúmase la In-
dependencia--Episodio de Iturbide . . . . . . . . . . . . . . . .. 207
xvi CONTENIDOS.

CAPÍTULO XII.
REVISTA JilSTÓRWA-PERÍODO REPUBLICANO HASTA 1857.
Política Republicana-Centralistas y Federalistas-El Nuevo Congreso--
Victoria y Bravo-Méjico y los Estados Unidos del N orte-Constitu-
cion de 1824-EI Clero-Efectos del I mperio de Iturbide-Invasion
-lo los Españoles-Ascendiente de Santa Anna-Actitud del Clero-
Segregacion de T ejas-El Partido Liberal-Guerra con los Estados
Unidos-Pérdida Grande de Territorio-Peña y Pella al Frente de
los N egocios - Herrera como Presidente - Alaman-Comonfort-
Revolucion, H ombres y Medidas-Déspota de Última Hora-Álvarez
-Estatuto Orgánico Provisional-Restricciones Clericales ... . .. . . . . 249

CAPÍTULO XIII.
GUERRA POR LA LIBERTAD DE LA INTELIGENC IA.

Despotismo Religioso y Social-Conservadores y Liberales-Aquellos


Declar an que el Principio de la I gualdacl d.e Derechos no conviene á
las Masas-Clero y Pu ebla-Nueva Constitucion-Confiscacion de
Bienes Eclesiásticos-Convulsiones Políticas-Del Consejo al Campo
de Batalla-Despojo de las I glesias y Anat emas del Clero-Batallas
Numer osas-Influencia de los Estados Unidos del Norte en los Asun-
tos de Méjico-Miramon y Marqnez-Empréstito de Jecker-Aven-
turas P oliticas de Juarez- Guerra! Guerra! y Arbitraje Sangriento. 283

CAPÍTULO XIV.
HAZA~M~ DE DIAZ.

1859-1861.
Tehuantepec como la Puerta Franca Interoceánica-Posicion de Diaz-
Tratamiento Medico- Ascenso-Actitud de las Liberales y Conserva-
dores-Armamento Valioso-Reocupacion de Tehuantepec-Batalla
Cerca de Mitla-Sitio de Oajaca-José Maria Cobos-Batalla de
Santa MarIa del Valle - F élix Diaz-Su Educacion y Cualidades
como Solclado-Acepta un Mando Subordinado á Salinas-El Coronel
Diaz Electo Diputado al Congreso-La Capital Atacado por Mar-
quez-Diaz á las Órdeues de Mejla toma P arte en la Defensa.--
Operaciones del Sur - Batalla de J alatlaco - Incursiones de los
Conservadores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . .. 320

CAPÍTULO XV.
CIN CO DE MAYO.

1861-1863.
Eleccion de Juarez-Muerte de Lerclo de Tejada-Triunfos del General
Diaz- Constitucionalistas y Reformistas - Int ervencion Extranjera
_El Cuerpo de Observacion-En las Cumbres de Acultzingo-Ba-
CONTENIDOS. XVIl

talla de Puebla,-Refuerzos Franceses-Sitio de Puebla- -Diaz en


Méjico-El Gobierno se Retira á San Luis Potosí-Diaz como Co-
mandante en J efe.. ... . .. ... . ... .... .. . . 347

CAPÍTULO XVI.
DIPliRIALISMO.

1863-1864.
Repliblicas y Republicanismo-Forey Ocupa la Capital-El Triunvirato
-El Imperialismo Declarado por los Conservadores-Posicion de la
Causa Liberal-R ecepcion de Maximiliano-Su P orte y M edidas-
Actitud del Clero--Principio del Descontento-Deudas é Impustos
-Despilfarro y Economía. . .... ...... 371

CAPÍTULO XVII.
DEFE~SA DE OAJACA.

Cua rtel General del Ejército Liberal en el Sur-El General Diaz en Oajaca
-El Grueso del Ejército Francés Marcha Contra ÉI-Bazaine Toma
el Mando en P ersona,-Diaz Determina D efender la Ciudad- Su Bom-
bardeo-Desas tres y Desercion-Irrupciones de los Zuavos-Redó-
blanse los E sfuerzos para Salvar la Ciudad-Entrevista de Diaz y
:8azaine-Los Prisioneros son Diezmados-Traslacion de los Oficiales
á Puebla,-Fuga de Diaz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 389

CAPÍTULO XVIIL
REORGANIZACION DEL EJÉRCITO Y S UCESOS.

1865-1866.
Reveses Republicanos-Dias N egros-La Campaña de Oriente-Efectos
de la Ausencia,-Reúnese un Nuevo Ejército-Una Victoria sin San-
gre-Dispociones de Diaz-Movimientos Imperialistas- Viaje del
Apóstol d e la Libertad-Probabilidades mas Brillantes-Actitud de
las Estados U nidos del Norte - N apoleou se R etira - Posicion
Anómala de Maximiliano-Diplomacia y Guerra-Batalla de Mia-
huatlan. . . . . . . . . . . . . 403

CAPÍTULO XIX.
'l'O"A DE PUEBLA .

1866-1867.
Auméntase el Ejército Republicano-Ventajas Obtenidas-Batalla de ia
Carbonera- Sitio de Oajaca-Crece la Fama de Diaz Acrecentamiento
de su Ej ército- ·.Desercion de Austriacos y Belgas-Erario de Maxi-
miliano-Las tres Plazas Fuertes de los Imperialistas-Ma yor Gran-
deza de Diaz-Asedio de Puebla-Brillante Táctica,-MaximiliaJlo
en Querétaro-Rendicion de Pnebla . . . . 427
xviii CONT.EN IDOS.

CAPÍTULO XX.
CAIDA DE MAXIMILIANO.

1867.
Liberta Diaz á los Prisioneros--Proclama á sus ::';oldatlos-Por las Garitas
de Méjico-Marquez- -Otra vez Chapultepec y la Antigua Capital de
Anáhuac- Sitio de Querétaro- --Traicion de L0l'ez-Enjuiciamiento
,le Maximiliano· -Defensa---Su Ej ecucion- -R eflecsiones Acerca de su
Muerte-El General Corona -RendiciOIl de la Ciudad de Méjico por
Tavera-N oble Posicion del General Diaz-- Su Dimision y Retiro. . .. 452

CAPÍTULO XXI.
MUERTE DE J UAREZ .

1867-1872.
Vuelta de Diaz á Oajaca-Entrada Triunfal-Benemérito-Dos Alíos de
R etiro-Su Matrimonio con Delfino Ortega y R eyes-PoHtica de Par-
tidos-Diaz como Jefe de los Constitucionalistas-Eleccion de J ua-
rez y Sehastian L erdo de Tejada-Descontento Entre los Porfiristas
-Revoluciones y Asonadas- Actitud y H echos de Juarez-EI Par·
tido Lerdista-Manuel Romero Rubio-Su Vida y Carácter-Muerte
de Juarez-Medidas de L errlo-Posicion de los Porfiristas-Retiro
de Diaz. _ 475

CAPITULO XXII.
LA GUERRA Ll!:RIJISTA.

1872-1876.
P eculiaridades de Sebastian Lerdo de Tejada-Su Posicion y Pretensiones
-Actitud del Clero-Vicente Riva Palacio- Diaz al Frente-Mas
R evolu cioues-Batalla de Matamoros--Diaz Disfrazado-Intenta E s-
caparse de un Buque- Encierro Desagradable- -Libre al Fin--José
María Iglesias-Punto de Reunion en Huamantla-Ansiedad Pro-
longada-Batalla Dec isi~ a- Victoria de los Porfiristas .. ..... .. . . .. . 492

CAPÍTULO XXIII.
DlAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

1876-1880.
Marcha á la Capital--Rul11ores y Refuerzos-Fuga de L erdo-Ocupacion
tle Puebla y la Ciu dad de Méjico-Posesion del Poder Ej ecutivo-
Tres Presidentes-Actitud de Iglesias-Su Partida y Subsecuente
Vuelta y Retiro-Inauguracion por Diaz de Medidas Hábiles y Libe-
rales-Política y Procedimientos de su Gobierno-Aumento de In-
gresos-Adelanto de la Educacioll y del Bien General-Inmigracion
y Mejoras-Relaciones Na.cionales y Extranjeras-Muerte de Doña
Delfina-Duelo de una Nacion-Reti ro del Presidente Diaz ... . _... 513
CONTENIDOS. xix

CAPÍTULO XXIV.
DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

1880-1885.
Análisis del Caracter y Resúmen-Cualidades Mentales y Morales-As-
pecto Físico-Propensiones Políticas y Sociales-Costumbres Per-
sonales y Rutina Diaria-Diaz como Ministro de Gonzalez-Posicion
Desagradable y Tirante-Renuncia Diaz como Gobernador de Oajaca
-Reformas Establecidas-Oajaca una R epública Próspera y Pro·
gresiva-Porfirio Diaz y Manuel Romero R ubio-Dos Hombres de
Representacion- Su Intimidad Creciente-La Hija Cármen-Casa-
miento con Diaz-Viaje á los Estados Unidos- Segunda Inauguracion
de Porfirio Diaz como Presidente de la República-Su Gabinete . . . . 537

CAPÍTULO XXV.
IN STIT UCIONES.

1886.
Asnntos del Vireinato y Política de los Primeros Tiempos Republicanos
-Reorganizacion del Gobierno-Constitucion-Administracion de
Justicia-Estados y GobIernos de los Estados-Elecciones y Em-
pleados-Inmigracion-Minerla-Agricultura.-Cría de Ganado. . . .. 562

CAPÍTULO XXVI.
I NDUSTRIAS É INSTITUCIONES.

1886.
Manufacturas-Tejidos y Talleres-Pesca de Perlas-Comercio y Piratas
- Contrabando-Exportacion é I mportacion-Tráfico Interior-Ca-
nalizacion y Desagüe del Valle-Ferrocarriles-Líneas Telegráficas--
Ingresos y Egresos-Deuda Pública-N egocios Eclesiásticos-Caida
del Clero-Educacion- Colegios y Escuelas Primarias-Progreso ... . 601

CAPÍTULO XXVII.
ANTIGÜEDADES MEJICANAS .

Las Casas Grandes-Ruinas de la Quemada-Fortificaciones Antiguas en


Querétaro-Reliquias en Tula-V eracruz-Pirámides del Sol y de la
Luna-La Colina de Flores-Ruinas en Oajaca-El Monte Alban-·
Mitla "el lugar ae las Tumbas "-Una Fortaleza Poderosa-Obras
de Defensa para Tehuantepec- Region 110 E xplorada-El Palacio-
Cnatro Templos Célebres-Yucatan-Ruinas de Uxmal-Casa del
Gobernador-El Monjerio-Cnatro Hermosas Fachadas- Ciudades
Mayas Abandonadas.... . .. . ... ... ...... 652
xx CONTENIDOS.

CAPÍTULO XXVIII.
POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

Condiciones Primarias de la Poblacion-EI Hombre Indígena de los Cli·


mas Templados-Méjico Favorecido por Circunstancias Excepcionales
para el mas Alto Desarrollo-Posibilidades Ilimitadas-Una Nueva
Civilizacion-No mas /)espotismo Extranjero en América--Recursos
poco Conocidos-Reflexiones Ligeras de los Europeos-Influencia de
Porfirio Diaz-Jueces y Jurados-Minas-Comercio y Manufacturas
-Asuntos Financieros y Postales-Diplomacia--Edu cacion- Inmi·
gracion-Monopolio de Terrenos-Proletarios-Desarrollo del Futuro
-Poder Popular y Arbitrario-Republicanismo-Necesidad del
Gobiemo Rígido-Ejército-Sufragio-Porfirio Diaz, Salvador de su
Patria, y Padre de la Nueva Civilizacioll . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 685
VIDA
HE

PORFIRIO DIAZ.

CAP1TULO 1.
OAJACA, VIEJA Y NUEVA.

SITUACION DE LA CIUDAD - CERCANíAS - A s PECTO GENERAL DEr~ P ,ÜS-


UNION DE LAS MONTAÑAS y VAL LES- PERSPECT IVA DE MIZTECAPAN E L
A LTO-RIQUEZAS NATURALES- TERRENO y CLIMA-LI NDEROS A.'1TIGUOS
y MODERNOS-JARDI:< DE LOS DIOSES-ADVENIMIENTO DE L OS EUROPEOS
- VALLE D.E ÜAJACA-RIOS y CUMBRES DE LAS MONTAÑAS-EL PUEBLO-
CAMBI OS - R EVOL UCIO" - D ESAR ROLLO.

EN un punto donde se reunen tres valles está situa-


da la ciudad de Oajaca, morada de h éroes en el
j ardin de los dioses. Mirando hácia el norte, la vista
encuentra la gran cordillera continental, que viene
por uno y otro lado de la gran mesa, y oudulando
en volúmen mas compacto, entra en la tierra de los
quichés. A los lados del est e y J el oeste se hallall
los valles de Etla y Tlacolula; miéntras que al sur, ell
direccion al Pacífico, la perspectiva se presenta en
mayor expansion entre las lejanas colinas que rodeall
el Valle Grande. Por aquí tambien se forma el
enlace de las montañas, algo confuso on detalle aun-
que bastante marcado en su extenso bosquej o; la Sierra
Madre oriental dei norte veste uniéndose á la Sierra
Madre meridional del oeste y sur, designada mas allá
VIDA DE Duz.-l
2 OAJACA, VIE.JA y NUEY A.

de Jalisco como Sierra Madre occidental; y tanto aquí


como en su paso por el istmo de Tehuantepec, y al
sur de este, forman ambas una sola, esto es, la gran
cordillera que encadena las Jos Américas desde Alaska
hasta la Patagonia. Las dos principales serranías de
M éjico, que no son en realidad mas que dos secciones
de la gran cordillera continental, al pasar por la repú-
blica, siguiendo en su mayor parte las orillas de ambos
mares, forman entre ellas una serie de mesas, de las
cuales la mas notable es la del Anáhuac, que se en-
cuentra cerca de ocho mil piés sobre el nivel del mar.
Al aproximarse al istmo de Tehuantepec el terreno
va en desce nso, y hay mas montañas pequeñas que
corren en direcciones distintas, entrelazadas en con-
fusion con arrecifes, y algunas cumbres elevadas, y
escabrosos peñascos que sobresalen con grandeza im-
ponente hácia el mar del sur.
El que desee ver hermosos paisajes vaya ¡Í. Miz-
t ecapan el Alto, como se llamaba á la Oajaca occidental
en los tiempos primitivos, y allí no podrá ménos de
gozar al contemplar la grandiosa magestad de la per-
spectiva qu e se le presenta. Allí se reciben de la tierra,
del aire, del cielo, de la luz del sol y de la luna,
inspiraciones que llenan el al ma: absorbiendo :í. la
naturaleza, :í. la vez que uno es absorbido por ella;
formando comunidad lo · desco nocido interior con lo
desconocido exterior. La naturaleza se encuentra
allí en todos sus caprichos, grave ó festiva, fria y
amenazadora, caliente y atractiva. A uua sucesion
de bosq ues y tierras abiertas, siguen mesas, que se
elevan unas sobre otras, entremezcladas con algu-
nos lugares donde material para const.ruir mundos se
encuentra aglomerado en descuida.da confusion, con
imponentes rios de bulliciosas corrientes, precipicios
adornados en las cumbres con elevados pinos, que
vistol:l de abajo, parece n pilares del firmamento que
estan sosteni endo al cielo. Pero es inutil intentar la.
pintura de los paisajes de M éjico; es preci so verlo::;
para poderlos apreciar. Un poco mas abajo ::;e en-
EL EDEN DE LA AMERICA. 3

cuentra una serie de valles estrechos, que siguen por


un lado las aguas de Quiotepec, Tesechoacan, San
Juan, y Goazacoalco, que entran en el golfo mejica-
no; y por el otro, á lo largo de los rios de Tehuante-
pee, Atoyac, Copalita, y N ochistlan, cuyas aguas se
depositan en el Pacífico.

VALLE DE OAJA C.\.

Tomando el estado de Oajaca en su totalidad,


difícil seria encontrar en todo el mundo una combina-
cion mas feliz de hermosura y de utilidad, de riqueza
natural y g randeza, que la que se halla en este Edell
4 OAJ ACA, VIEJ A Y NUEVA.

de la Améri ca, tumba de conquist adores y cuna de


patri ot as. A pesar de lo montañoso, esta region rica
en minerales, lo es tambi en en recursos agricolas.
En un a cxtensioll muy co nsiderable, existen t errenos
fért iles, l o~ cuales regados por lluvias abundantes y
eO Il un clima que varia entre t emplado y tropical, pro-
J uce n g randes cantidades de azúcar, arroz, algodon,
frutas, y cereales, sin Illcnc:iona r los beneficios qu e traen
otros much os art ículo" C0 !l1 0 la cera, la cochinilla, la
vainilla, el cacao, la <.;aoba, el ced ro, el maguey, y la
palma.
A ntig uamente la prov ilwia cOlllPl·endia á, Zapot e-
capan y l\1 izt ecapan, el prilllüro de los cuales se
exte ndia desde el nac illliell t. > del G oazacoalco hasta
I la bahía de T ehuall tepee, y el último abrazaba las
tierras altas de Cohua ixtla hu acan y las cost as de
Tuxtepec. El actual est arlo de Oajaca se extiende
desde V eraeruz, :i lo largo de los de Puebla y G uer rero,
hasta el P acífico, y por el i ~ tmo de T ehuantepcc hasta
C hiapas. Se ell<.; uell tra ell el punto d onde se ceuzú án
mas t arde dos gra llcl e~ via,s de cOllluni cacioll delmulldo:
el ferro-carril co nt illental, que ,í, su debido ti empo se
extend erá desdo el ext remo nor te del continente hasta
la Patagonia, y las líneas de vapores que cambiaráll
aquí los productos de Europa y África por los de·A sia
y la Australas ia.
i Mo rada de h éroes en 01 j ard in de los dioses ! E sto
Jl O cs una hipérbole, sino la verdad cuando se aplica á
Oaj aca. N o solo la trad icioll sino la realidad cubren
esta region con encalltos que fascinan, ya tiernos y
patéticos, ya de agitac ioll por su g randioso esplendor ;
inspi rando en el alma, :i veces sentimientos de paz y
reposo, y :i veces pensami entos elevados y actos de
valor.
Los prirueros españoles, aunque traian vivas las
glorias de las I slas Caribes y de la Nueva E spaña, se
llenaron de regoeijo cualldo despues de vencer las
pedregosas barreras, pell etraron en sus verdes .Y fér-
tiles valles baj o un sol tropical, y aspiraron la fra-
gran cia de sus aromáticas frutas y plantas, resplan-
decientes con los dorados rayos del sol. S e les figuró
lo que realmente es : un sitio formado por la natura-
leza para gue :; Írviera de asilo á los fatigado s, de hoga r
tí, los oprimidos; y á sus descendientes les pareci6 UlI
lugar donde podia t ener su orígcn y llesarrollo esa
libertad de inteligencia, que formase <i la vez de este
paraíso, el baluarte de la Libertad, y la cuna de hijos
que fuesen la espAranza de la naci on.

ANT H; L\ _-\ :r.\.L .\YA EN LA COSTA IJE Y U CATA ~ .

Consultando tÍ la tradicion, encontramos que ántes


del ad venimiento del hombre, esta hermosa tierra es-
taba ocupada por los di oses, y que los fund adores
de sus destinos, nacidos de la Driada , desafiaba n al
lUismo sol en lo alto, combatiéndolo CO ll rayos mas
poderosos que los suyos, hasta que vencido y confun-
dido lo obligaron á ocultarse bajo las olas del mar.
Habia en esos dias gTand es profetas. lo mismo qu e
6 OAJACA, VI IQA y NUEVA.

sacerdotes y reyes-uno de estos, en particular, era


eminente y bueno; demasiado bueno, segun crey eron los
conquistadores cristi anos, para el pobre indígena ; por
cuyo nlO ti vo se lo apropiaron presentándolo como el
apóst ol S anto T omás, quien despues de encontrar mu-
cha obstinacion y de ser perseguido, se remontó al
espacio desde las elevadas cumbres de Z empoaltepec.
C iudades sagradas y mist eriosas grutas, ruinas gran-

Rfl ! ~ . \~ DE 1\lI T LA.

di osas rodeadas de imponentes paif;aj es seiialall á, C.j -


tos pr iltlitivos moradores CO III 0 el principio de UIl
brillante desarrollo illdíge na. E s para los mejicauos
lo que E g ipto fu é pam los griegos y los r omanos, y
despues para t odo el lllundo crist iano. Se ven en
t odas partes pruebas de qu e a nteriorm ente ex istió aquí
un a raza poderosa, inspirada por el espírit u irresistible
de las lll ontallas, y á, la yeL: por las apacibles y
LA CIVILIZACION INDlGENA. 7

cultas influencias de los valles, pruebas que despiertan


las ideas de orígen y evolucion, del nacimiento y
(lesarrollo de una civilizacion indígena.
Pasan siglos y siglos, y despues de vueltas y revuel-
tas, ca.mbios y convulsiones innumerables, al fin llega
un pueblo lejano-viene en el nombre de Cristo, á
pesar de que en su corazon abriga los impulsos de
Satanás. Vecinos envidiosus de la riqueza de su
suelo, de su inteligencia y cultura, los abandonan á la
presencia de los ex trangeros, y acasu aconsejan con
desembozo la invasion. Sin e mbargo, en la defensa
desesperada que hicieron, su nombre se inmortaliza
por rasgos de valor. Mucho ántes do esto, empero,
Zaachilla figura entre ellos como conquistador, y
un t al Condoy resplandece en medi o de la t errible
lu cha como un héroe y el Mesías, cuyo regreso un
pueblo admirador y adicto espera hace siglos. Otros va-
lientes guerreros y gobernantes vienen despu es. Luego
llega la realizacion de la profecía de Huixipccocha, de
la subyugacion por una raza blanca. Con todo, la pro-
g enie de hombres grandes no se ha acabado. S e le-
vantan un J uarez y un Diaz para enaltecer su suelo y
hacerlo mas feliz de lo que habia sido hast a entónces.

Volvamos al centro de la provincia, donde se cru-


zan los valles y las montañas, y que tan singularmente
fué la morada escogida por un héroe y la cuna de
otros dos, y examinemos mas minuciosamente la capi-
tal y sus alrededores.
L os linderos d e la ciudad comienzan en el lado sud-
esto del Cerro de la Soledad, y de allí se extienden
sobre una pequeña península formada por el arroyo de
J alatlaco y el rio de Atoyac, cuyas aguas se dirigen al
Pacífico á través del Va1l"e Grande, llamado tambien
de la Grana, á causa de sus plantíos de cochinilla, y
conocido en partes como rio de Ocotlan, Miahuatlan,
Chico, y Zaachilla. E sto es el valle mas g rand e del
distrito, y se ex ti ende hácia el sur casi en ángulus rec-
tus con los valles de Tlacolula y Etla, en su clireccion
8 OAJACA, nEJA y NUEVA.

al poni ente, y de allí tomando otra vez rumbo al sur,


con el rio qu e pasa por él, sigue hasta el océano.
Tlacolula es notable por su h ermosura; Etla por sus
plantíos que parece n jardines, miéntras el Grande se
jacta de su r iqueza y de sus a famadas ruinas de la for-
t al eza del Monte Alban, situadas en una altura que
domina la ciudad. Los tres valles juntos, ó mejor di-
ellO, su union, forman el valle do Oajaca.
No son ménos notables, en medio de est e encanta-
dor pa isaje, los picos que se levallta n en varios puntos,
rompi e lld o la monot onía do la oxpanfíioll montañosa y

RUINAS DE LA F ORTALEZA DE MONTE ALBAN.

ofreciendo, desde la cima d e una de cllas al ménos, la


,.. ista de ámbos ocúanos. Prominentes entre ellas se
hallan la del Monte T etipac al sud-este, San F eli pe del
A g ua al norte, y retiradas h á,eia el este en la S ierra de
Mij es est an Margarita y Z e mpoaltepec. Arde n lenta-
mente aquí alg unos fuegos su bterráneos, pues se adv ier-
t en fumarolas por una y ot ra falda de la montaüa. R eal-
mente, á t odo lo largo del ext enso Pacífico se encuen-
tran cerros volcánicos, alg unos en actividad y otros
apagados. D esde el Cabo de Hornos hasta el Cabo
Lisburn, y desde K amch atka, volviendo por el oest e
VJLLA DEL MARQUESADO, Y ANTEQUERA . 9

al Cabo de Hornos, hay una línea casi co ntinua de


ellos.
La ciudad se form ó de la uníon de dos colonias, )lna
conocida como la Villa del M a rquesado, fundada por
Cortés como cabecera de la vast a ext ension de t erreno,.;
que aquí escogió, y de donde t omó su tí tulo de mar-
qués ; la otra , Antequera, fu é est ablecida cn 1528 al
est e ele la que precede, por los oidores hostiles á él,
Y con la mi ra de usurparle sus dominios. L o consi-
g uier on hast a cierto punto, pues Antequera r ecibió
cuat ro años despues el título d e villa, y dos aúos mas
tarde el r ango de obispado, siendo su primer prelado
el Licenciado Juan Lopez de Z árat e. S u progreso no
estu vo en armonía con su elevacion en di gnidad, de-
bido en gran parte á la actitud h ostil de Cortés ;
para mediados del siglo X V I solo quedaban t reinta
colonos españoles en la' provincia, muy pobres y des-
contentos. D espues de est o, sin embargo, se mej or ó
su porvenir, debiéndolo principalmente á la industria
de la cochinilla, y e n parte á la incorporacion de la villa
contigua, al r ededor de la cual se extend ió pro nto la.
poblacion. Al t er minar el período colonial contaba
con 25,000 habitant es. En los últ imos ailos ha dis-
minuido algo, sig uiendo la decadencia del cultivo de la
coch i nilla.
U na oj eada á la localidad es suficiente para j ustifi -
car la estimacion que tuvo de ella el conquist ador, y
disculpar la usurpacion de sus compai'íeros de armas.
Se parecia t anto á Antequera d e Andalucía, que le
dieron el nombre de ese lugar r omántico, nombre que
conservó dura nte el tiempo colonial ; y en la formacioll
de la ciudad t ambien se procuró conservar la seme-
janza, dando á las casas una apariencia entre mori sca
é indiana, con abundancia de conventos, en los que se
hallaban r epresentadas casi t odas las órdenes r eligio-
sas, siendo la principal la de los domínicos.
y así por dos siglos y medio vivió est e pueblo, nacido
ele la fusion de razas, habiendo per dido su antig uo ardor
bélico y debilitádose su t emperamento baj o el rigor d6
10 O(, .JACA, V IlMA y NUI·: VA.

la e nf:¡e iíallza de HUi'! lIJU.ei'!troH t Olllporalei'! y e8piritua-


10H, qu e ttw poderoHalu e uto in/iuia 0 11 su ilJlaginacioll
Ó i II t el ige llcia, ilid ilH1l1do!o del1lai'! iado ¡\, la f:¡c lls ualidad .
T uil p rololl gada paz y la a Luuda ncia 0 11 que vivi a,
b fiwilidad ColI (iUO cubria f:¡ US llOceHidaduH, t oni e nd o
Jlluy pO'o (iU O tra baj a r pa ra olIo y llJÓIIOf:¡ e n que pen-
Har, pu e:4o (i ue HUS aH ull tos t elllporales y eterllos eHt a-
bUIl Il )' )'( :g ladw.¡ pOl' HUS direct oreH es piri t ualei'!, erall
clU 1l 1ü 1l tOi'! poco Ji1 voral¡l es pura elltUllur S il sist ema;
pues !lO t( )lJi ¡t (iU O cOlllbat ir CO II la wl.turaleza, con 1m;
hornbreH, Jli co n 1m.¡ oH pí rit us llI alig no::!. P agando r eli-
g ioRam onte lOR di e;t,IIlOi'! y prillli cia:'\ sob re los pr odu ct oH

ClUlJAIJ Il ~ Ü AJAUA .

dd eaIIlJ )( ) y otl'a,H oll ve lleioll c:-í por el eHt ilo, ya no


tc ni a por <lII Ó a f;lI l11. l'se. Ln, ill¡t( Tioll f'ísicac lI CIli O vivía
.Y lit pel'cmslt, J'ulig iosit1¡ul q uc HO lo ha bia ill culcado,
lo Jl ac ia ll Illucho lilas :1 p l'Opóf<ito p U1"1l 1mbital' cn el
ciclo q ll o 0 11 ('HtO JIIul ll lo.
As í es <JII ll llal'a. eRt aH go ntL:s cm un l¡iell pOHitivn el
IJII O l'sLallam Ull lt rc \·n]¡)(·iulI . C IIIlI (]Il io n.1 00:;11 om
pl'efel'i 1,10 :t e:-\IL i II lld,i v id ad It al,itwd. ,Mil:; val ia q uu
b Illi Lnd I'II L'm Illllor-ta,'y 11 0 fili e lit tota lid ad Ostll -
vi" s ]Iludí" 11l1l 0 I' tn.. J 1a,I· ielldo :t UII lad o 10:-\ ltlalt-s
<¡1I 0 p t'oducclI la :; l'vvolt)('i UII US, oOll vond .·o IIl Oi'! ell q uu
t iell ell \lil a illfluc ll cia \' i \'íli ('l lIl tu .r pUl'it-icad om, qULl
MEJOI1AS MODERNAS EN LA CIUDAD. 11

limpia la atmósfera intelectual como el rayo limpia la


atmósfera física. Con el cambio de sus gobernantes
cambió tambien el nombre de la provincia, derivándose
el nuevo, como el antiguo, del gua xe, fruto de las colinas
inmediatas; y Oajaca, cubriéndose con el manto de la.
libertad, entró á una vida mas agitada. Oajaca de
J uarez se ha llamado, cuya apelacion bien pudier a.
cambi arse en Oajaca de Diaz. V erdad es que la vida
queda alg o ofuscada por el humo del cañon, y enro-
j ecida al choque de las armas; pero pronto se di sipa
la oscuridad, y donde ant es no Re veia mas que es-
tólida indifer encia y letargo, aparecen luego la energía
y la intelige ncia.
L as r eform as producen nueva luz, y esta trae ot ras
r eformas may ores. L os a ntig uos claustros, largo
i ipl1lpo desocupados, se co nvierten ell escuelas públi-
cas, donde el murmullo de las voces infa ntiles viene á
r eemplazar el monót ono canto de los fra iles. Ya el
monj e no exige co mo en antaño una humilde sumision
y crueles sacrificios, ni presenta á las nuevas g enera -
ciones el ej emplo de la holgaza nería. L a ciudad mis-
ma presenta un nuevo aspecto; los edificios del centro
tienen fach adas lllas modernas , sin embargo de que los
t erremot os los suj etan á ser de un solo piso, t eniendo
g randes patios en los que se encuentra n h ermosas
fu entes, pla ntas , y fl ores en abunda ncia.
L as paredes están pintadas de color es, que aunque
n o son de un gust o refinad o, destruye n la monotonía
de la blancura t an comun en otras partes. En el
alumbrado, las antiguas lámparas de aceite se ha n
}·eemplazado con la luz eléctrica de Brush, medida
qu e ha colocado á Oaj aca á la vang uardia de otras
ciudades de mayores pret ensiones.
L a mi sma naturaleza presenta tambien sus adornos
para embellecer la ciudad, en cuyas orillas se encuen-
tra n h ermosos paseos y campos de variadas flores,
r odeados de j ardines abiertos en cuyo centro se ve n
las chozas de adobe de los j ornaleros. D esaparece
aquí la regularidad lineal de las manzanas y calles del
J:? OAJACA, VIEJA Y NUlLVA.

ce ntro, que en su generalidad son de cien varas en


cuadro las primeras, y catorce de ancho las segundas.
En la plaza del centro se hallan frente por frente In.
maciza catedral y el palaci.o del gobierno, edificios que
son el orgullo del estado. La primera, fundada en

PLA NO DE OAJACA.

1535, fué reedificada á, principi.os del siglo diez y ocho,


y tiene tres naves y una torre con reloj. El palacio
es comparativam ente moderno, pues data de la segun-
da década del gobierno republicano. El convento de
los domínicos tiene las proporciolles de una fortaleza,
con herm osas escal era~; pero la Soledad desplega
EDIFICIOS PUBLICOil.

algunos rasgos admirables en s us decoraciones ctlluna-


rias y estatuarias de la fachada que es de órden morisco.
H ay tambien t eatro, casa de moneda, y tres colegios
con bibliotecas regulares. E l ac ueducto colocado en
el cerro de San Felipe del Agua d istribuye ese líqu ido
en abundancia.
CAPíTULO II.
PARENTELA Y NACIMIENTO D~; PORFIRIO.

ME80N DI'. LA SOLEDAD- D~~~CRlPVION DI'. " ~~DIFJCIO-NACIMIENTO DE POR-


FIHIO - L uOAR EN QUE VIÓ LA PRIMERA LUZ-CARÁCTER DE Do:< .rOSR
DIA?, EL PADRE-EL L ABRADOR MEJICANO y EL EUROPEO- L A VIDA
DEL RANCHO y D'" LA HACIENDA - RA~OOS CARAt.'TERíSTICOs- DoIIA PE'
'rnONA MORY, LA MADRE-OTRA FIGURA TíPICA -CUA LIDADES PROMl-
" NENTES DE LOS AST1JHIANOS-VE~IDA DEL SEII,)I' MORY-SU RADICA-
OION y CASAMIENTO- LoH MIZTt;COS y LOS ZAPOTt:COS-GLORIAS D,: No-
CHISTLAN-DlONIDAD VARONIL y HERMOSURA DE LAS MUJERE S-Dls-
TINCIONE~ DE RAZA.

ANTES del siglo actual habia en la calle principal

de la ciudad de Oajaca, uno de esos sólidos edificios


de adobe, tan eOlOunes en toda la. América Espa-
f'¡ola. La casa era de un solo piso y de azotea for-
lIlando un cuadrángulo, y contenia dos patios extensos
y cómodos; en el primero de estos :-;e encontraban las
habitaciones para la gente; y el :-;egundo estaba desti-
nado á las bei:ltias.
El edificio estaba situado en la extrelllidad occidental
de la calle de la. Soledad y en el límite de la antigua
villa del Marquesado. Esa ealle era de las principales,
siendo i::!U pl'olongacion el camino real para la ciudad
de Méjico.
La ca¡,;:}. era de construceion maciza, COll sus gruesas
y blanqueadas paredes, impenetrables tanto á los ca-
lores del verano eomo oí los frios del invierno. Un
ancho zaguan daba entrada á los patios, ell el primero
de los cual es se ellcontraba la hilera de puertas de
las IJab:tucioll ci::!, teniendo la::; pared e::; ex.teriores del
edifi(,io la a pariencia de uua :-;uperficie plaua y no
(14)
:VIERON DE LA SOLEDAD. 15

interrumpida. Al r ededor do este patio habia un


corredor, en el que los moradores pasaban la Illayor
parte de su ti empo, ocupados en sus trabajos, ó mas
cornul1lne!lte, entregados al goce del fm ' niente. En
el centro del lllismo patio se e ncontraba una fu ente,
rodeada de plantas, la cual además de refrescar el aire
de ese patio, servia para dar agua á las bestias en el
patio contiguo, proporcionando un grato contraste á
la est erilidad de los alrededores. L as habitaciones
tenian poca 1uz y peor ventilacion. L o benigno del
clima, durante la mayor parte del año, hacia preferible
la vida al aire libre y disminuia, por consig ui ente, las
exigencias en cuanto á muebles y adornos de los cuar-
tos, que á veces se reducian á un catre de lona, ó á un
ban co de cama forIllado de tablas burdas,ú t al vez á
un banco de mampostería construido en un rincon de
la pieza, con mas ó ménos pretensiones á la comodidad.
Ad e~ás de las camas, que en un solo cuarto solia
haber varias, se veian quizá una mesa y algunas sillas;
pero en todo se notaba un vacío muy de acuerdo con
lo tosco de las vigas, las cuales no siempre estaban
blanq ueadas.
En algunos de los cuartos se veia la imágen de
un santo, adornado co n ramillet es de flores artificiales
y láruinas de vivos colores on las paredes. En la
estancia ocupada por la familia, constituia el mueblaje
una hilera de bancos; las imágenes era n mas numero-
sas, y el cuad rú de la vírgen se destacaba brillante
alumbrado por la débil luz de una lamparilla de aceite.
Sobre la mesa habia un r eloj francés y mas arriba de
él un peque fío espejo.
El edificio que acabamos de describir era conocido
con el nombre de Meson de la Soledad. L os dueños
de est e establecimiento eran D on J osé F austino Diaz
y Doña P etrona Mor.)', su esposa, y fué aquí donde
Porfirio vió la luz primera 01 15 de S etiembre de
183 0, víspera del glori oso a niversario de la indepen-
dencia nacional.
Don J osé era hij o de Don Manuel Diaz y Marcela
J6 PARENTELA Y NACIMIENTO DE PORFIR IO.

Gl'acida, duefíos de una pequeüa haciendD, en Clª,ni-


chico, cerca de Oaj aca, y hombre de carácter resuelto,
de robusto físico y voluntad decidida. Sus anteceso-
r es, que eran espaüoles, saliero n de la madre patria en
los primeros años de la conquista, aunque no llegaron
hasta que la g uerra que la aseguró habia ya t ermi-
liado, y el país dormia el sueüo apático de la indolencia
q ue el gobiern o colonial supo tan bi en mantener. L as
industrias del país se concretaban e ntónces al comercio
de la capi tal, á la industria minera en el norte y ¡,Í, la
agricultura y faenas campestres en el sur.
E sto último era mas adecuado al gusto ele los hidal-
g os de mejor condicion, quienes, aunqu e desdeüaban
el trabaj o, disfrutaban con gusto los frutos que pro-
s.lucia. S obre todo, anhelaban dominar. S e envane-
cian, con una intensidad de sentimiento q ue difícil-
mente apreciaria n los merce narios de nuestros dias,
todos los arreos del poder, cualquiera que fuera la
cat egoría de est e: no de ese poder que solo consist e en
la sórdida riqu eza .Y en t ener a.copio de mercaderías,
sino en la a utoridad que los ponia en aptitud de ser
árbitros de vidas y haciendas.
P odremos ilustrar esto perfectamente examinando,
no al rico hacendado, dueüo de una docena de hacien-
das, ni al que cue nta sus dependientes por millares
en los estrechos confines de una ciudad ; sino fij ándo-
nos en el ranchero ó labrador en pequeüo, que e n
Méjico es, en muchos puntos, superior á su h ermano
de Eu ropa, especialmente e n cuan t o á habilidad y ma-
neras; y además en la Nueva E spafía es un verdadero
element o representativo, un tipo puramente nacional,
cuyas costumbres y condicion social forman un con-
junto muy simpático. N o será ll1uy sólida su habi-
tacion, que muchas veces se r edu ce á una simple
enramada; pero el cielo despejado, el aire puro y
embalsamado, y el paisaje encantador qU!~ ti ene sielll-
pre delante, inspiran en su alma emociones de un
estado de felicidad difíciles de superarse. Sus tierras
no seran ex t ensas, per o en cambio tiene mercados para
EL RANCHERO MEJICANO. 17

sus frutos, y encuentra poca competencia que lo im-


pulse á esclavizarse ó á atesorar el dinero. Vive, no
para trabajar sino para gozar. De aquí proviene que
esté satisfecho con ten er un pequeño terreno para cul-
tivar el maíz, chile, frijoles, y ñames; criar unas cuantas
cabezas de ganado, y tal vez un pequeño campo para
la cochinilla, la caria de azúcar, ó cualquier otro fruto
que le proporcione algunos pesos con que comprarse
ropa y di vertirse. Su gusto principal consiste 'en poseer
un caballo fogoso, una vistosa silla de montar, con ador-
IIOS de plata, y grandes vaquerillos de piel de tigre
barriendo el suelo; y la correspondiente reata siempre
en la mano. Aquí tal vez pueda encontrarse el orígen
de esos rasgos de bravura, franqueza, y caballerosidad
que tanto lo enaltecen á los ojos de su amada y causan
la admiracion de sus <.:ompañeros, No por eso deja de
apreciar las ventajas qu e puede sacar de una ostentosa
preseutacion, vestido con su chaqueta de cuero, con un
sarape de vivos colores al hombro y un sombrero jarano
galoneado de plata.
Trabaja poco, dejanao el cumplimiento de la mayor
parte de sus obligaciones al cuidado de la familia, para
frecuentar con alegres compañeros las t abernas y los
bailes, di scutiendo sobre el último pronunciamiento,
ó sobre la bizarría de su general predilecto, ó, tal vez,
urdiendo en reuniones secretas otra revolucion, que sin
duda alguna, libertará á su patria de opresores. Fluc-
túa constantemente entre el reposo de la indolencia y
una asombrosa actividad producida por las pasiones.
Cuando se halla de est e humor se le ve á caballo en
carrera precipitada, r emoliendo la reata en persecucioll
de algun toro alzado ó de alguna fiera, ó domando
con fria y admirable pericia y gracia algun caballo en-
demoniado para la silla. Listo siempre para tomar
parte en una pelea, se desdeña de llevarle ventajas á su
adversario, y se manifiesta siempre tan ansioso por
mantener el honor de su patria como el suyo propio.
Pasado este .arrebato impulsivo se rinde á la hamaca,
y fumando su cigarro de hoja, trae á la memoria sus
VIDA DE Duz.-2
18 PARENTELA Y NACIMIENTO DE PORFIRIO.

conqui stas sobre el bello sexo, repasa en su imagina-


cion las emociones del fandango, ligadas siempre con
amoríos, ó tiempla su guitarra para improvisar versos
laudatorios con que lograr nuevos triunfos. N o olvi-
da, en medio de todo eso, de cuidar su gallo de pelea,
ni de apostar hasta el último real en favor de su
plumeado campeon, ó de su carta favorita al juego del
lllonte.
Al escoger para esta descripcion un ranch ero de la
clase medja, lo hago de intento pam no tocar los ex-
tremos de est e tipo especial, pues estos no son com-
parables! entre sí por razon d e las cat egorías. Así
sucede que el rico hacendado tiene poco que hacer con
la adminishacion de sus bienes, y dej ando t odos los
detalles á sus agentes ó mayordomos, pasa la mayor
parte de su tiempo en la capital: miéntras que el
rancher o de la clase ínfima es poco mas que un
peon, que unas veces trabaja por su cuent a, y otras
en las haciendas inmediatas; y g uarda con celoso
cuidado, por generaciones enteras, la tierra y morada
que hoy puede se r s uya, y m añana de otro dueño.
j Si empre feliz, nunca envidioso !
Rodeados, pues, por circunstancias como las que
acabo de narra r, los padres de J osé Diaz pasaron los
años de su existencia en una h acienda del valle de
Miztecapan; y allí fué t a mbien donde aspirando esa
atm ósfera de bienandanza, el padre de Porfirio vió la
primera luz.
S i la época hubiera sido propicia y se le hubiese
presentado la oportunidad, Don J osé habria podido
ser h ombre not able. P oseia, e n alto grado, t odas las
cualidades naturales que lo h acian apto como patriota,
como militar, y como estadist a. En cuanto á su físico
era alto, simétrico, muscular, y activo, y cuando se
h allaba de buen humor era tan agradable de cara
como en la forma. Era de semblante rubicundo, de
mirada a utoritativa y seria, ligeramente inclinada á la
melancolía, y de un porte y modo de andar que indi-
caban en t odo un hombre de r esolucion. Habia en él
DON JOSÉ, EL PADRE. 19

la misma cualidad que se encuentra en el hijo: á la


vez de que era ordinariamente afable en sus maneras,
de buen corazon y generoso hasta el extremo, si se le
irritaba, y especialmente si se le hacia un agravio ó
injusticia, la determinacion y energía que despertaban
en él se asemejaban á la cólera del leon.
Esta cualidad era producida por su carácter fogoso
y resuelto, propenso á amar ó á odiar. Tal propen-
sion debe existir en todos los grandes hombres: porque
la grandeza no es otra cosa que la intensidad y fuerza
que se inclina á, uno ú otro extremo, ya para apoyar la
justicia, ó ya para castigar la maldad. Cuando hay
que combatir, que tomar parte en una batalla, ya sea
física ó moral, esta no se podrá ganar sin~ con la
fu erza y la perseveren cia. El amor y la abnegacion
vienen bien en las conquistas espirituales; pero hay
que t ener presente que las conquistas espirituales no
son tan apreciadas en el dia como lo fueron en otros
tiempos.
Tómese en cuenta la precocidad, la rápida viveza,
y la impetuosa, aunque no sostenida; energía de un
hombre como Don José, cuya naturaleza t enaz en el
aprecio de los buenos principios, aunque llevada de
impulsos espasmódicos, por lo ge neral de cualidad ge-
ner03a-impulsos tan pronto revestidos de abnegacion
y prudente y bien sostenida persistencia, como de
aturdida tem eridad, hasta recae r por último en la
indolencia y el indiferentismo-si el temple diaman-
tino se sostiene bastante tiempo, y existen circunstan-
cias dignas de una lucha, el resultado ha de ser
necesariamente de mas magnitud que lo ordinario. Y
aun las personas de mucho ménos carácter que la
de que hablamos, si bien son eseneialmente capri-
chosas é inflamables, son tambien generosas é intrépi-
das: si manifiestan co n frecuencia el orgullo español,
tambien dejan ver su sociabilidad y buen trato.
Para apreciar el carácter como es debido, es n8ce-
sario estudiar las condiciones físicas de la persona
que se juzga; el estado de la sangre, del hígado,
20 PARENTELA Y NACr;VIlENTO DE PORFIRIO.

de los huesos y músculos y sus efectos son de con-


siderarse. A la que disfruta de salud, y á la que
carece de ella, debe juzgárseles de una manera entera-
mente distinta. D ésele á, la ténue aunque sólida inte-
ligencia de D e Quincey-cuya fantasía era tan exhu-
berante cuanto severa su lógica-désele, en cambio de
su déb il y peq uefia estatura, su cabeza grande y
pálidas facciones, el robusto físico de un Cromwell, é
imagín ese el r esultado.
En la madre de Porfirio t enemos un tipo entera-
mente distinto al del padre. L os Morys vinieron de
Asturias, cuyos hij os tienen fama por su espíritu inde-
p endien t e y la jactancia de su ~ntigüedad. N o pue-
den olv}dar que fu é en sus montarlaS donde P elayo
sal vó á la nacion española de ,la destrucci on, á,ntes de
que los moriscos am enazaran el cristianismo.
S i los hijos de Asturias so n d e formas mé llOS simétri-
cas y de facciones mas regulares que los de las provin-
cias moriscas, son sin embargo fu ert es y valientes. Si
d ebido á las manifestaciones naturales de sus imponen-
t es montañas han adquirido aquell as ideas algo sobre-
natura.les, son, no obstante, hombres de buen juicio.
P oseen á, la vez, la impetuosidad d e los celtas y la
franqueza é integriJad de los godos.
Comparativamente hablando, menor número de as-
turianos qu e de originarios de otras provincias, vinieron
al Nuevo Mundo á buscar fortuna; pues á pesar de
ser valientes, fuertes, y á, prop6sito para arrostrar todo
peligro, el a mor á sus toscos hogares y primitivas cos-
tumbres los hizo apegarse á su país natal.
Como á med iados del siglo pasado, el padre de
Petrona Mory cruzó el océano. Un gran número de
los inmigrantes espaí'í.oles vinieron bajo los auspicios de
amigos cuya influencia política ó comercial les conso-
guia algun cargo público ó destino, que, servido con
habilidad, los llevaba al dese mpeño de puestos pro-
minentes y á. la adquisicion de riquezas. Otros se
dedicaban á ejercer su pro tesion, ó tomaban á par-
tido el manejo de minas ó plantíos.
SUPERIORIDAD IMAGINARIA DE LOS ESPAÑOLES. 21

Muchos de los inmigrantes españoles pertenecian á


la humilde clase de tenderos, mineros, artesanos, y
labradores, dedicándose estos últimos, en su mayor
parte, á la enseñanza de los indígenas. Prontos para
aprender donde mediaba el interés, y satisfechos con
ganancias mas pequeñas, los naturales se constituye-
ron en poderosos rivales de estas clases, al grado de
entorpecer en gran manera su prosperidad. Los mi-
neros sufrieron ménos, pues su ocupacion los condujo
al norte e ntre las tribus salvages.
Cualquiera que fuese la categoría ó clase de los que
llegaban, todos ellos venian imbuidos en la misma necia
idea-de que eran superiores á todos los demás. Por
mas pobre, ignorante, ó degradado que fuera, cada uno
pensaba que el solo hecho de haber nacido en España,
lo hacia superior á toda persona nacida en otro lugar.
Era la antigua creencia romana-creencia de muchos
siglos, que fué implantada mas tarde en la América,
de que todos los que no nacian en Roma eran bár-
baros. iDonde está Roma ahora 1 idonde España 1
i Cómo las compararémos hoy dia con esos mismos
bárbaros?
En el Nuevo l\1undo esta necia preocupacion se
llevó hasta el extremo: todos los que llegaban de
Espafía pertenecian ante sí mismos, por naturaleza y
derecho innato, al círc ulo de los escogidos. Este
razonamiento hacia adquirir al alma su calidad y posi-
cion de la localidad en que habia sido encarnada.
Como Rómulo y otros, que no habiendo conocido
nunca padres en la tierra, atribuian su nacimiento á
los dioses, así entre estos r ecien llegados, habia mu-
chos con imaginacion es bastardas, que no contaban con
otra cosa de qué servirse para fundar sus ideas qu e su .
propia estupidez. Y aun des pues de la revolucion,
que e manó en gran parte de los celos y odios que
estas ideas engendraron; cuando E spaña habia caido
del lugar que ocupaba entre las naciones, habiendo
ya pocos tan uecios que considerasen como un honor
sagrado el haber nacido en sus recintos. y que el nom-
22 PARENTELA Y NACIMIENTO DE PORFIRIO.

bre de espai'lol en el Nuevo Mundo habia llegado á


ser un término despreciativo; t odav ía se encontraban
algunos que :';0 burlaban de la idea de mezclar su san-
gre con la de los indios, cuando en realidad la habrian
mejorado mezclándola con otra cualquiera.
La clase de t enderos en Nueva E spai'la se componia

VISTA EN NOCllISTLAN.

en su mayor parte de asturianos; pero el Sei'lor Mory


no parece haberse asociado con ellos, al ménos en las
poblaciones. Se radicó en Oajaca, donde sus esca-
brosos cerros y hermosos valles le inspiraban senti-
mientos patrióticos y recuerdos de su país natal.
N ochistlan, en las montarl.as del alto Miztecapan,
LA FAMILIA MORY. 23

se hallaba en el camino de M éjico á Oajaca y T ehuan-


t epec, y ya en el tiempo de los aztecas t enia fama por
su riqueza, adquirida con el tráfico comercial. En est~
giro encontró el Señor Mory ocupacion. Allí se es-
t ableció y t omó por esposa á una mizteca. Uno de
sus hijos, Mariano, vivia á principios de est e siglo en
la Villa de Todocomo con su esposa T ecla Cortés;
y de esa union habia t enido una hij a llamada Petrona
Mory.
L os miztecos y sus vecinos los zapotecos estaban
cuando ménos tan avanzados en civilizacion como los
aztecas; siendo unos y otros bajo algunos aspectos,
iguales, si nó superiores, á los Europeos. N ochistlan
sobresalia asímismo en su adelanto intelectual y en el
culti vo de las ciencias y artes. Su pueblo, además se
preciaba de ser de t ez mas blanca que los que habitaban
las llanuras y tierras bajas de los trópicos. En cuanto á
sus m;Jj eres, hasta el grave P adre Burgoa se extasía al
hablar de sus facciones apacibles é inteligentes, de su
bella complexioil, sus hermosas formas, y gracioso
porte. Qué de raro, pues, tiene el que los primeros
caballeros de E spaña buscaran esposas allí y que
P etrona hubiera ganado el amor de D on J osé.
En las venas de Porfirio, por lo mismo, se mezcló
]a sangre de las lllas orgullosas provincias de España,
con la de las naciones mas altivas de la América, c;r-
cunstan cia que no debe menospreciarse ó hacerse á un
lado desdeí'íosamente; pues aunque estimemos en poco
el orgullo de la posicion, del poder, y aún de la descen-
dencia y divinidad de los reyes, no podemos descono-
cer el desarrollo humano y la divinidad de la raza;
que la creacion humana es superior á la de los ani -
males, así como tambien que unos hombres son supe-
riores á otros: el cerebro y los músculos en algunos
son de contextura mas fina que en otros.
Así fué que est e niño, destinado á ser un hombre
representativo cuando se desarrollara, debió nacer de
una raza típica de los mejicanos.
CAPÍTULO IIl.
LA FAMILIA DIAZ.

Ca..r.rnIO DE OCUPACION - DON JosÉ SE HA CE VETERINARIO -ToMA EN'


ARRENDAMIENTO UN TRAPICHE-CULTIVO DEL AZÚCAR EN LOS TJEMPO~
PRIMITIVOS-c-:-DoN JO SÉ ADQU I ER E UNA FORTU NA y EL TÍTULO DE CA-
PITAN-EsTADO DE LA SOCIEDAD-LA FAMILIA DIAZ-LA GUERRA y
EL CÓLERA-MuERTE DEL CA1'ITAN DlAZ-DE UDA DE GHATITnD DEI,
Nlilo PARA CON LA lVI ADRE .!..CUA LIDADES DESPLEGADAS POR LA SRA
DE DIAZ EN SU ÉPOCA DE PRUEBA-PERS PICAC IA DE JUICIO y FIRMEZA
DE CARÁGTE R-EDUCACION DE L NI Ño -SUS PROPENSIONES JUVENILES
-SU E SPÍRITU MARCIAL-S US BAT ALLAS y DIPLOMACIA.

El reducido patrimonio de la familia de Diaz desa-


pareció en la guerra de indepenJencia, y Don José,
como otros muchos, se vió obligado á buscar nuevos
medios para sostener á. su familia. J>or algun tiempo
siguió la ocupacion de veterinario, pero' esta no estaba
de acuerdo ni con sus gustos ni con sus talentos. Las
consecuencias naturales de la guerra habian hecho
bajar el valor de la propiedad y de las industrias, y
así fué como pudo conseguir, mediante una corta
suma, tomar en arrendamiento un trapiche en Cerro
Verde, cerca de Cacaotepec, en el distrito de J amil-
tepec.
El cultivo de la caña de azúcar se introdujo al país
por Cortés, qui en fué dueño de dos ingenios en Izca-
tlan. Despues se establecieron tantos, que la canti-
dad que producian no solo igualaba á. la que antes se
sacaba del nativo maguey, sino que desde ti, mediados
del siglo XVI habia un sobrante para la exportacion.
Mas á pesar de los alicient es que presentaba la corona,
á principios de est e siglo la existencia sobrante solo
( ~4 )
FORTUNA Y HONORES DE DON JOSÉ. 25

montaba á 125,000 quintales; el consumo interior,


sin embargo, era de mucha consideracion y se abaste-
cia principalmente en las provincias centrales y del
este. En V eracruz se empleaba el trabajo del negro
en esta industria; pero en otras partes se dedicaban á
ella los indios, sujetándolos en peonage al amo, bajo
una ley opresiva que los hacia de peor condicion que
los esclavos.
Con su dedicacion á este negocio y á otros varios,
Don José pudo aprovecharse d el impulso que la reali-
zacion de la independencia y el intervalo de paz que
siguió, dieron á todas las industrias. A los once
años de haber comenzado, se v ió dueilo de unos cua-
renta mil pesos, fortuna regular en esa época, y muy
suficiente para sus necesidades. Tambien los honores
le buscaron, pues adquirió el título de capitan que le
confiri6 el general Guerrero, á quien ocultó una vez
en su rancho, ayudándolo con hombres y armas.
Se trasladó entónces á la ciudad de Oajaca, donde
compró una propiedad, estableciendo en ella el mesoll
de que ántes se ha hablado, al que agregó un banco
de herrador. Se coloc6 así en una posicion respeta-
ble, pues que su carácter le g, angeaba una estilllacion
q.ue no puede medirse por la riqueza ni por la ocupa-
ClOno

En la capital de la provincia lo mismo qu e en otras


partes de Méjico, la sociedad antes y despues de la
independencia estaba algo mezclada. Mas de las tres
cuartas partes de la poblacion se componia todavía
de indios puros; de los 600,000 habitantes que t enia
la provincia en 1810, se calculaba que apenas el 12
por ciento era de blancos y raza mezclada. U na gran
parte de est a última la formaban los rancheros, arte-
sanos, y otros operarios humildes, quedando para con-
stituir la aristocracia por su riqueza y posicion un
reducido número de criollos y mestizos.
Léjos del centro de la tuoda y del tráfico, y resin-
tiendo muy poco las consecuencias de la guerra .Y las
26 LA FAMILIA DIAZ.

luchas de la política, seguian tranquilamente sus anti-


guas costumbres y quietud de vida; y con un suelo
rico y un benigno clima, habia pocas poblaciones en
todo el país que pudieran jactarse de una existencia
mas feliz.
Los derechos de las razas primitivas habian sido
respetados desde el principio, hasta cierto punto.
Los naturales se encontraban e n una posicion propia
para obtener por sí mismos ese respeto. Habian sido
conquistados, es verdad, en ciert o sentido ; pero no lo
habi an sido como otras naciones de la Aml:5rica. Nunca·
habian sido subyugados hasta In, humillacion, que como
en el caso ele lo~ aztecas equivalia casi al aniquila-
miento; ni tampoco habian sido pisoteados por la
gratitud de los espaiíoles, como los tlascaltecas. Su
templ e de alma se habria r ebelado contra esto; jamás
se hubieran sometido, ni habrian vi\'ido bajo semejante
régimen.
Dotados de inteligencia y prudentes, conservaban
en gran parte la independencia de carácter que les era
congénita. Muchos ocupaban todavía sus antiguas
propiedades, ó vivian en terrenos que les asignaban las
municipalidades. El ptlonage, en sus horrorosas for-
mas, no habia invadido esta parte del país. La mayor
parte de las haciendas se cultivaban á partido, benefi-
ciándose así todos los interesados. Los individuos
de la clase ínfima que querian trabajar eran mejor
remunerados por su trabajo, m ejor alimentado" y ves-
tidos que la generalidad de los habitantes de otros
distritos.
Ellos tambien daban su contingente á la aristocra-
cia local, porque habia entre ellos muchos on nada
inferiores á sus hermanos de sangre mezclada, respecto
á educacion, riqueza, y respetabilidad. En esta época
se hacia poco caso de la diferencia de razas ó de color;
ya habia pasado el tiempo en que el español simplon
pudiera jactarse con buen resultado de la prerogativa
de su sangre ó de la superioridad de su orígen celestial.
El que nació en España que se quede en España.
CIUDADANOS INDíGENAS. 27

Méjico no está ya bajo la dominarion de España. i Los


americanos son libres! I Los miztecos y los zapotecos
han recobrado su independencia, y ya entre ellos hay
quien levante la cabeza y se jacte de la pureza de su
sangre, no contaminada por la mezcla de sangre
europea!
Sin embargo, por todas partes se veia algo que evo-
caba el recuerdo de los tres siglos del régimen vireinal
de E spaña. N o todo lo de ese régimen podia consi-
derarse como malo; y como h e demostrado ya, los
males aquí no eran de tanta gravedad como en otras
partes.
Durante toda esa época, los natural es perma necie-
ron tra nquilos, y hasta cierto punto independientes de
los europeos, aunque no del todo respecto á su influen-
cia en los asuntos pertenecientes á la relig ion y al sis-
t ema político; muy á menudo se encontraban aislados
enteramente de la clase dominante y eran gobernados
por los descendientes de sus antiguos jefes, á quienes
elegian alcaldes, honrándolos con mayor defer encia que
á los funcionarios blancos que se les mandaban.
El cura, sin embargo, ejercia de ordinario una in-
fluencia decisiva, no solo en el púlpito, sino tambien
en las amonestaciones paternales y públicas, dirigiendo
las ceremonias semi-paganas y las procesiones de las
muchas festividades r eligiosas que t enian. La parte
mas ignorante y pobre del pueblo t enia su mayor feli-
cidad en la religion y en las bebidas espirituosas. De
estas derivaban sus principales goces. P ero habia
otros, que aunque ri cos, vivian humildemente y bus-
caban un bienestar mas positivo que la vana osten-
tacion.
Se nos presenta un ej emplo d e la manera aislada á
la par que progresista en que vivian estas gentes en
Yalalag, poblacion de alguna importancia. D e dos
mil familias que la componian, solo cien hablaban el
español. L08 habitantes eran, empero, industriosos
y emprendedores, y sus ideas de las mas ilustra-
das. Allí existe una sociedad de mujeres que tiene
28 L A FAMILIA DIAZ.

un fondo para auxilios mútuos, y para promover el


establecimiento de hilados y otros ramos de manu-
factura. H ay mas sociabilidad aquí que en la mayor
parte de las poblaciones de indígenas; pero en t odas
se ve un deseo ardiente de adquirir el saber. Con
semej antes elementos en la clase Ínfima, siempre pre-
ponder3-nte, es evidente que las clases superiores
deben encontrarse á un nivel mas elevado en pro-
porclOn.

La familia Diaz, como la dejamos establecida en el


meson de la S oledad, consistia de los padres y de
siet e hij os, dos de los cuales murieron en tierna edad;
de los cinco res ta ntes, h abia tres niñas y dos ni ños,
siendo la mayor D esideria , á quien segui an sus her-
ma nas M anuela y Nicolasa, y despues P orfirio y
F éli x.
Con sus ideas liberales y su energía, la variada es-
periencia de su vida, su prestig io como capita n y sus
buenos modales, cualidades que t enia n á ret aguardia
riquezas nada despreciables, D on J osé pudo conside-
rarse, <.:on justicia, dig no de ser estimado co mo uno de
los ciudadanos mas prominentes de su pueblo, y aspirar
á ocupar puest os en que pudiera ej ercer una correspon-
diente influencia. P ero est as aspiraciones no debian
r ealizarse.
El año de 1833 , el cólera asiático invadió el país
por pr imera vez, causando los mismos estragos en su
desarrollo que en Europa. En la capital de la fede-
racion, que t enia una poblacion de 170,000 almas, el
número de muertos ascendi ó á 1,200 diarios, y en
otras ciudades la proporcion a un fu é mayor. La re-
pública est aba además en g uer ra civil por causa del
est ablecimiento de la forma ce ntral de gobierno, y
aunque Oajaca no llevó la peor parte, tu vo, sin em-
bargo, que sufrir p or ambas plagas.
Entre las víctimas de la epidemia encontramos al
capitan Diaz y á dos de sus hijos. L a pérdida fué
t errible para los miem bros de la fa milia que sobrevi-
LO QUE DEBE PORFIRIO Á SU MADRE. 29

vieron: porque la salud de la madre se habia deterio-


rado últimamente, y sus hijos se encon traban todav ía
en tierna edad. Pero Doi'ía P etrona t enia toda la
energía de s u raza; de tal manera se dirigia y gober-
naba por el ej emplo de su marido, que á la muerte de
este ella se encontró much o mas apta para el manejo
d e los negocios Que el comun de las mujeres de su
época.
Creo que á ella debe Porfirio mas quc á su padre.
Difícil seria probar esto; pero estoy seguro que el
lector qUe siga con atencion esta narrativa. estará de
acuerdo conmigo al fin.
N o puede haber habilidad notable, genio, grandeza,
6 cualquiera que sea el nombre que quiera darse á un
desarrollo extraordinario, sin antecedentes adecuados.
Aunque al analizar el carácter de una persona no
siempre podamos trazar sus cualidades á la verdadera
fu ente, podemos estar seguros, sinembargo, de que
ex iste la tal fuente, y que esta debe corresponder con
el resultado.
Ahora bien, no es difícil encontrar en la madre de
Porfirio muchas de las cualidades mas notables que
caracterizan al hijo, y como antes h e dicho, en mayor
núm ero que en su padre. Puede ser que la madre
careciese de algunas de las cualidades que el padre le
haya trasmitido, pues como antes h e observado, estas
proporciones no siemnre son s usceptibles de demos-
tracion.
El padre desplegaba una firm eza de carácter tal
que casi rayaba en severidad. E sta misma firmeza
encontrarnos en la madre; pero la firmeza ele la madre
estaba mas bien t emplada)' se ej ercia mas equitativa-
mente; encontramos en ella mas principio y ménos
pasion. Ardia constante mente en su pecho, el noble
valor del carillo maternal, como se verá mas claramente
por sus h echos que por mis palabras: Esa firmeza
de carácter en la madre provenia principalmente de
la claridad de su intelióencia. Jamás abrigaba la de~
bilidad, ni en el cerebro, ni en el corazon. D e una
30 LA FAMILIA DIAZ.

manera innata Ó instintivamente, ó llámese como se


quiera, ella veia, oia, sentía , apreciaba y formaba su
determinacion. En sus primeros años y durante su
vida de casada y a un t odavía despues, cuando tu vo
que desempeñar deber es mas árduos y r eportar r e-
sponsabilidades mas graves, raras veces dej aba de
saber cual era la conducta que debia seguir su hijo en
todas <:ircunst ancias, y cual la que á ella le tocaba.
Poseida de una not able perspicacia podia decidir con
firmeza, y mantenia con vigor su integridaJ de muj er
y de madre en todos sus actos.
En union de otras cualidades estimables, era muj er
pose ida de fin os sentimientos, industriosa y hospitala-
ria, y de maneras corteses mezcladas co n la dignidad.
Sin comprometer en lo mas leve los delicados instin-
tos de su sexo, si n sacrificar en nada esa modestia y
t ernura de corazon que es el encanto mas grande de
la muj er, Doña P etrona poseia un valor á t oda prue-
ba. Con un padre- y un esposo co mo los que tu vo , y
con un hij o como el que Jió á su patria, no debiamos
esperar ménos de ella . 1Era una mujer digna de ser
madre de grandes j efes!
La época era tumultuosa. M erodeadores infes-
taban los campos, y vagamundos las poblaciones.
Durante los tiempos de guerra y agitacion política,
esta h ez del pueblo siempre sale á, la superficie. P ero
la S eñora de Diaz era bastante capaz para defenderse
a sí misma y á sus hij os. N o se conocia la cobardía
entre los suyos. Tenia, por supuesto, armas en la
casa, y en caso ofrecido sabia hacer uso de elbs sin
mas recelo ó t emor qu e el que manifestara en manej ar
una aguja, ó en educar á sus hijos.
Estos constituian por entónces su principal cuidado,
y el obj eto de su lilas grande ansiedad. Habia qu e ali-
mentarlos, vestirlos, y educarlos. Ante todo, era pre-
ciso darles buena instruccion, y esto lo t enia det ermi-
nado á todo trance, aunque los di sturbios políticos
habian causado grandes perjui cios en los bienes de la
familia. Mas esto no la hacia desmayar. Formó sus
EDUCACION DE LAS MUJERES. 31

planes de este modo: arreglaría sus negocios, econo-


mizaria cuanto pudiera, y continuaria el negocio del
meson: el gran propósito era que sus hijos obtuvieran
la disciplina intelectual que los pusiese en aptitud
para ocupar cualquier puesto que fuesen llamados á
desempeüar.
La enseñanza en esa epoca era muy distinta de la
que es hoy dia. Durante el período colonial, pocos,
fu era de los hijos de los ricos, recibian una instruc-
cion completa. A las mujeres se les enseñaba poco ó
nada. Algo de r elig ior., algunas lecciones en el arte
de agradar; eso era lo suficiente. j El caso era hacerla
lo lilas débil posible, y entónces vigilarla mucho para
qu e no cayera!
E sta era la costumbre europea, no la americana, sin
embargo de que en el dia de hoy está en práctica en
algullos puntos de la América. La t eoría era, hacia
mucho tiempo, que siendo las mujeres débiles necesi-
taLan proteccion; despues pasó á la de que siendo
débiles debian vigilarse.
A veces los hombres ensalzan de tal modo á las
mujeres que las hacen tontas, y en otras ocasiones
las envilecen de tal manera que ellos mismos se
vuel ven necios. La mujer no necesita, como tam-
poco el hombre, que la ensalzen ó degraden de una ma-
nera artificial. Trátenla naturalmente. Déjenla en
paz, y no la hagan objeto de ludibrio para los hombres.
Si se desea que sea honesta, t éngase confianza en ella,
dejándola con facultad para moverse libremente; quí-
t ese la vigilancia. i No es un ins ulto á nuestras esposas
é hijas el poner su virtud bajo llave? i No es un insulto
á todas las mujeres hacer que una dueña ó sirvienta
las vigilc para quc no se desvíen de la senda del deber?
Con la introduccion de otras ideas extravagantes,
España implantó esta costumbre en el Nuevo Mundo,
costumbre que nunca agradó á las mejicanas. Son
francas y discretas, puras de imaginacion y de alma.
Su natural reserva las hace conservarse dentro de la
esfera de su sexo, y no necesitan de carceleras. Sin
32 LA FAMILIA DIAZ.

embargo, los decretos do la sociedad eX lg lan ciertas


restriccion es, y la Señora de Diaz se atrevía muy poco
á dejarse guiar por sus propias in clinaciones liberal es
con respecto á sus hijas; pero el curso de enseñanza
que adoptó para sus hij os quedó implantado con todo
su efecto en estos.
La madre de Porfirio, como h emos visto, poseia no
solamente la natural confianza que las mujeres de
Oajaca reunian á un espíritu independiente nacido de
sus co ntornos, é inculcado por h erencia; sino que t enia
ménos de esa indulge ncia mate rnal que tan fácilmente
echa á perder á los hij os. Comprendia toda la impor-
t ancia de la doble obligacion que t eni a que cumplir :
mantener y ed ucar á la familia ; y ej ercia esta tarea
tan esmeradamente que ya rayaba en severidad. Así
al mé nos parecia, comparada con la libertad que per-
mitian los demás.
P ero la Seüora de Diaz usaba del rigor solamente
cuando lo consideraba necesario. En cua nto al uso
racional de la libertad y los derechos, no le ponia
cortapisa. E studiaba con maternal afan la. Jisposi-
cion que desde t empra no manifestaba n sus hij os. Era
natural que llegaran á ser soldados en algun tiempo,
a un cuando tuvieran otra profesion. i Cómo podia ser
de otro modo ? i Y ella acaso desearía otra cosa? El
j óven P orfirio desde la mas tierna edad manifest ó un
espíritu g uerrero. Antes qu e cumpliese ocho años,
su madre le encontró en compaüía de su hermano ha-
ciend o soldados de barro, y tirando sobre ellos co n un
cañoncito, jug uete que se vendia en los portales.
P ólvora y frij oles se empleaban en estas operaciones,
y el que derribaba mas soldados ganaba la batalla.
D n dia miéntras se hallaban en esta ocupacion,
disciplinándose, aunque ellos lo ignoraban, para la
causa de la libertad y los derechos del hombre, pasó
un estudiante con la vista fija en su libro y sumergido
en tan profunda abstraccion que parecia un filósofo.
Tan absorto iba, que no vió el peligro que le amena-
LOS JóVENES GUERRERO. 33

zaba, y continuó su marcha hasta poner el pié en el


mismo centro de la bataDa.
Sobre el cañon de plomo ardia la mecha, y el fuego
la consumía rápidamente. Los muchachos hubie-
ran g ritado al jóven para que retrocediese; pero le
temían porque era indisplicente, particularmente cuan-
do estaba preocupado con sus filósofos.
El fuego y la pólvora por fin cumplieron su misiono
El frijol dió de lleno contra la pierna del estudiante.
El jóven lanzó un grito. Creyó que habia segura-
mente llegado el fin de su vida, ó que no seria poca
su fortun a si la salvaba con solo una amputacion,
por lo que gritaba con mas fuerza. Sus lamentos lle-
garon á oidos de la madre. Precipitándose fuera de
la casa, se le presentó á la vista la triste condicion de
su hijo, y en el acto hizo un valeroso ataque contra
toda la fuerza. Despedazó con los piés los soldados
de barro, aventó las balas de frijol, y capturando el
cuñon se lo presentó á su hijo como liquidacion de
daños y perjuicios. Los generales que mandaban
aceptaron la derrota, y se retiraron del campo, sin
ell1bargo de que esto no estaba conforme con sus ideas
de una guerra legítima.
Habia otras diversiones á la mano, pero las guerras
t enian siempre la preferencia. Con el tiempo, la exis-
t encia de armas de los muchachos aumentó; miéntras
tanto los palos servían de espadas, las jícaras de tam-
bores, las cerbatanas hacian las veces de fusiles, sir-
viendo además para matar pajaritos. Mas ambicioso
que los demás, Porfirio trató de adquirir fusiles ver-
daderos, y no teniendo bastante dinero con que com-
prarlos, obtuvo unos cañones viejos, y con ayuda de
algunos jóvenes mayores que él, consiguió ponerlos
en estado de servicio. Toda esta experiencia y todo
este esfuerzo infantil no solo demostraban una tem-
prana inclinacioll, sino que despertaron en este tierno
cerebro ideas que alcanzaron brillantes r esultados, y
que mas tarde probaron ser muy valiosas al hombre
en sus campañas.
VIDA DE DlAz.-3
34 LA FAMILIA DIAZ.

En él se manifestó precozmente esa viveza de


r ecursos, que es el fundamento de todo éxito mili-
tar y político. Porfirio estaba versado en el arte
de construccion, ya fuese en pertrechos de guerra ó
en un pronunciamiento político. Todo 10 que llecesi-
taba se 10 proporcionaba él mismo. En sus dias de
jun.:ntud tenia g usto á la vez que orgullo en construir
toda clase de instrumentos y muebles. Por demás es
hablar aquí de su habilidad en montar, cazar, nadar,
y todos aquell os pasatiempos que adoptan los jóvenes
mejicanos. En una vida como la que trato de deli-
near, la perfeccíon en est as cosas no puede considerarse
como una adquisic ion, sino como una cualidad natural.
Siempre se espera que un jóven mejicano sepa montar
bien, tirar bien, nadar bien, cazar, manejar el floret e, y
todo lo demás. .
Con un acontecimiento mar::; sobre la vida juvenil
de Porfirio, terminaré est e capítulo.
Siguiemlo su predileccion por el juego con sus sol-
dados, cuando apénas t enia unos catorce años, puesto
á la cabeza de una compañía de sus condiscípulos-
que siempre le conferian el mando-Porfirio solia
marchar á los sul.mrbios Je la ciudad y ahí dar batalla
á otras compañías iguales de muchachos de las otras
escuelas. El caño n juguet e y los frijoles, ha cí::!. tie m-
p o que se habian echado á un lado, sustituyéndolos
con piedras del tamaño del puño, arrojadas con la
mano. El res ultado era el derramamiento de sangre
y algunas roturas de cabeza. Se hicieron amargas
qu ejas que produjeron algunos arrestos; pero la tra-
vesura era magnífica y bien valía la pena qu e por ella
se sufria. Así lo creyó por lo lllénos Porfirio, hasta
qu e en una ocasion se le tuvo e ncerrado dia y noche
llar dos meses e n las bartolinas J el colegio; este cas-
tigo trajo la enmienda.
G eneralm ente estas peleas tenian lugar en frente
del palacio episcopal con bastante disgusto de sus mo-
radores. Un dia, cuando los muchachos estaban en
EL PRIMER GOLPE Dll'Lü:\L\TICO. 35

el calor de la pelea, salió el obispo y en tono irritado


les gritó: " Váyanse de aquí, malcriados!"
" N o somos ma lcriados, y no nos iremos," cont estó
Porfirio.
"Ah, perdon, soldados de la rep úLli ca~ " excla mó el
obispo, r ecobrando s u buen humor. "Pues bien, ca-
pitan, ¿cuánto quiere ust ed por llevar sus fuerzas , .
trescientas varas de aquí?"
" N o r ecibo dinero ," contestó Porfirio.
" Se niega ust ed entónces á acceder á mi razonable
pedido. "
" :J\IIe niego," agregó al instante. "Mas ag uárdese
usted; dellle ust ed un r eal. "
El obispo le entr egó entónces la mon eda. Tomóla
Porfirio, se dirigió al punto en que est aba el j efe con-
trario y la puso e n sus manos.
" T e doy esto," le dij o, "para que te r etires con-
migo á otra posicion." L a oferta fué aceptada y este
fué el primer golpe diplomático del muchacho.
CAPÍTULO IV.
ANTECEDENTES DE PORFIRIO, Y CIRCUNSTANCIAS QUE LE
RODEARON.

PROPENSIONES MARCIALES: SU ORíGE N- I NFLUENCIAS DECISIVAS DE LOS


MEDIOS QUE FORMAN NUESTRO CARÁCTER y VJDA-EVOLU CION DEL Es-
PíRITU GUERRERO EN OAJACA-MITOS y TRADlCtoNES-BREVE OJEADA
SOBRE LA HISTORIA I NDíGENA - PUEBLO S LI MíTROFES y DIFICULTADES I N-
TERNACIONALES- G UERRA S CON LOS AzTECAS-VENIDA DE LOS ESPAÑa·
LES- I NVASION y NEGOCIA CIONES-ALVARADO EN OAJACA-POSESIONES
DE CORTÉS-DESAFECTOS y REVOLUCIONES-NEGOCIOS E CLESIÁSTICOS.

L AS inclillaciones guerreras de Porfirio y de su her-


mano Félix, y la predileccion de ámbos por las aven-
turas varoniles, fueron en parte hereditarias, y debidas
tambien en parte á las circunstancias que les roJeaban.
Poca idea t enemos de la influencia que ej erce en
nuestra organizacion la tierra que pisamos, el aire que
aspiramos, el calor que absorbe nuestro cuerpo, y el
panorama de la naturaleza que contemplamos; hay
que tener presente no solo que el clima da color á la
piel, sino además que un cerebro activo, ó perezoso, in-
fluye en el tamaño. y en la forma del cráneo. El alma"
los sentidos, así como los órganos de la inteligencia,
tienen cualidades que se enlazan y mezclan entre sí.
El fierro es siempre fierro, pero el vaciado es gra-
nuloso á la vez que el forjado es fibroso; si se en-
fria repentinamente, se vuelve duro y quebradizo;
mas si el enfriamiento es paulatino, ese mismo fierro es
suave y flexible. Así obran las div ersas influencias
en los elementos que constituyen la naturaleza del
hombre.
Siempre han tenido fama los hijos de Oajaca por su
(36 )
HAZA~AS Dl~ L A AKTIGÜ E D.\J).

espíritu guerrero, y apénas puede acusarse de parcia-


lidad al g eneral mejicano cuando los coloca en el pri-
Jller rango como soldados entre sus compatriotas. La

RELIEVE DE E~'l'uCO EN PALENQUE.

madre de Porfirio acari ciaba las tradiciones de su r aza


mat erna , y las leyendas de su a ntiO"ua
b o'loria y • hazai'íus
~

no pudieron ménos qu e agitar el coraza n d el Jlíven.


38 ANTECEDENTES DE PORFIRIO.

Las dos naciones mas adelantadas de la provincia, la


mizteca y la zapoteca, hablaban idiomas diferentes
entre sí, y diferentes tam bien del de los aztecas; y
sin embargo, es incuestionable que su cultura era idén-
tica á la de los nahuatls. La tradicion local encuen-
tra la cuna indígena en las rocas, los árboles, y los
animales. Segun los miztecos, los dioses ocuparon el
país antes del advenimiento d el hombre.
A la entrada de la Cañada de Apoala crecieron
dos árboles magestuosos, de l os cuales brotaron dos
jóvenes que fu eron los fundadores de su monarquía;
el mas valiente de los dos se dirigió á Tilantongo y
allí trabó mortal combate con el sol para quitarle la
posesion de ]a tierra.

El gran luminar salió herido y al concluir el dia se


vió obli gado á ponerse en sal vo por medio de la fuga,
dejando a l jóven dueño d el campo.
Otros datos aceptados por Torquemada hacen des-
cend er á este pueblo de Miztecatl, uno de los j efes de
la mitología nahua, mientras que Sahagun los hace
descender de los toltecas. N o hay duda alguna de qu e
estuvieron en contacto con los olrnecas hácia el norte,
y de ell os pudieron haber r ecibido la civilizacion de
los nahuatls.
Mas exactas son las tradiciones que hablan de la
ll egada de famili as del Anáhuac, despues del siglo sé-
timo, las cuales poco antes habian formado parte de
una invasion llegada d el norte. Tomaron pose:::;io\1 de
H I STORIA l'RL\IITIVA vE OAJ ACA. 39

las llanuras de Y l1ng uitlan, Ó tierras nuevas, en los


bajíos de A poala, y allí fund ar on á. Tilantongo, sub-
y ugando á. los miztecas principalmente co n enseñanzas
relig iosas. P or est e mismo tiempo se d ice que apare-
cieron los partidarios de Q uetzalcoatl, el héroe culto
nahua, y difundi eron la civilizacion. E l t emplo de
la cueva de A chiuht la fué el mas im portante de los que
erig ieron en Miztecapan, y allí el sacerdote, su taysa-

PALA CIO DE l\1 I TLA.

ej ercia el poder con una autoridad que ig ualaba


CClcl ,
y t al vez sobrepuj aba á. la del gobierno t emporal. E n
Zapot ecapan adqu irieron todaYía mas poder , pues allí
su huiyatao, ó soberano pontífice, reunia pri miti va-
mente en su persona el dom inio sacerd otal y secular,
est ableciendo su tribun al en M itla ó Yopaa, que se-
g un se asegura, fu eron fun dados por ellos.
Segun la version local m ut ilada de la f.ibula. de
40 ANTECEDENTES DE PORFIRIO.

Quetzalcoatl, en tiempos remotos apareció en Gua-


tulco un reformador, de luenga barba blanca, llamado
Huixipecocha, que vino por el mar del sudoeste, y
traia una cruz en la mano. Las cruzadas que hizn
contra la relajacion· de las costumbres, le acarrearor.
la persecucion de los naturales. Despedido de un
lugar á otro, al fin se refugió en el nlo11te Cempoalte-
pec y desapareció desde su cima, dejando allí impresa
su huella para que atestiguase el milagro. Sus doc-
trinas echaron raices y florecieron, y ell el huiyatao
se reconocia al vicario sucesor del profeta, sagrado
sobre todos los hombres. El primcr r cy zapoteco
cuyo nombre ha quedado en los anales de la historia,
fué Ozomatli, quien reinó hácia el año ele 1350.
Posteriormente aparece que el Zaacbilla fué recono-
cido como el conquistador de los t erritorios vecinos de
chontales, mijes, y huaves, hácia el oriente, conser-
vándose por mucho tiempo su nombre en la que des-
pues fué capital de Zapotecapan, Zaachilla y oho, co-
nocido á los aztecas por el nombre de Teotzapotlan.
Parece que debió su éxito á los benixonos, pueblo
interm ediario, á quien se describe como formado de
traficantes ricos y naela escrupulosos, que cortejaban
el favor de los zapotecas con el fin de alcanzar protec-
cion para sus tesoros. Se cree que los mijes fueron
los pobladores mas a.ntiguos de esta region, que antes
se ext endia por uno y otro lado del Soconusco y del
Zapotecapan, pero que hoy se reduce á una pequeüa
seccion del istmo. U na parte de sus costas habia sido
conquistada por los huaves, quien es vinieron por mar
del distante Perú segun algunos suponen.
Chontales es el nombre que se le daba al pueblo
mén os civilizado de esta region y del sur; pero vemos
que aquí se le da tambi en á los habitantes de N ejapa.
Este punto fu é el primero qu e cayó en poder del yic-
torioso Zaachilla, quien luego penetró en el territorio
de los mij es y lo ocupó todo, con excepcion del peque-
ño distrito de J altepec. Aquí una pequeña banda de
valientes desafió por años á los invasores, hasta que
CONQU I STADORES ZAPOTECOS. 41

una triple alianza ayudó á estos últimos á dispersar-


los, derrotando á su h er6ico príncipe Condoy. E sta
conquista aumentó el poder y extension d e Z apoteca-
pall, elevándolo á la altura d e los dos r einos miztecos
d e Tilantongo y Tututepec, conocidos r espectivamente
como J\1ist ecapan alto y bajo, siendo este último un
t erritorio ri co que se extendía como unas sesenta

T ABLILLA D E LA CR¡;Z.

leguas á lo largo dó la costa del Pacífico. L os r eyes


zapot ecos aspiraba n t odavía tÍ aumentar su soberanía,
y esto di ó lugar á frecuentes discordias con sus
vecinos,:i pesar de que las -usurpaciones de los meji-
ca nos g eneralmente los t ení an unidos contra el enemig o
COlU U ll.
AHTECEDENTES DE PORFIRIO.

Los ambiciosos aztecas habian ya alcanzado una in-


fluencia preponderante en los asuntos elel Anáhuac, y
rápidamente extendian su dominio bajo la direccion
de r eyes que como Montezuma 1, se veian impelidos
no solo por motivos políticos y relig iosos, sino por
las exigencias casi obligatorias que el pueblo t enia
con el soberano para qu e aum entase su reputacion
militar.
Así es que en 1456 las fuerzas aliadas de Méjico
encontraron un pretexto para marchar contra Mizte-
capan el Alto, que ofrecia un rico campo para el trá-
fico á los comerciantes azt ecas, y formaba la entrada al
fl oreciente Anáhuac Ayotlan, en el mar del sur. E ra
rey entónces Dzahuindanda, conocido á los aztecas con
el nombre de A t onaltzin, quien, segun se decia, podia
obligar á los hombres á que cumpliesen su voluntad
por med io de los conjuros. D e espíritu altivo, y co n-
fiado en su fuerza, se opuso á los invasores y los rechazó
con grandes pérdidas. Sin desmoralizarse por lo que
él consideró simplement e el resultado de un mal cál-
culo, Mont ezuma preparó otra expedicion mas fuerte, y
g uiándolo trafi cantes que habian averiguado por me-
di o de espías los secretos del lugar y comprado la
alianza de traidores, alcanzó una victoria señalada y
se anexó toda la provincia. Dzahuindanda fué asesi-
liado, y á la r eina viuda la llevaron cautiva al serrallo
de Montezuma.
En 146 9 se agregó T ehuant epec y Guatulco á la
con quista, y el esfuerzo h echo por Zaachilla III de
Zapotecapan para recobrarlos, resultó en una funesta
derrota. S u suceso r, Cociyoeza, continuó con mas
prudencia la empresa y contrajo firmes alianzas. Ani-
mado por los reveses de las armas azt ecas, en 1494 y
en años subsecuentes, hizo un a r evolucion general por
toda la region de Oajaca, y logró arroj ar del t errito-
rio zapoteco y mizteco casi á t odas las fuerzas extran-
geras.
Ocupadas con otras guerras, las fuerzas mejicanas
no pudieron por algu n tiempo ocurrir á las represa-
INV ASION POR LOS AZTECAS. 43

lias; pero al fin se presentó en los di stritos sublevados


un ejército ele sesenta mil hombres, arrollando cuanto
se oponia :i su paso, sin perdonar :i la, sagr:lcla, ciudad
de Mitla. Previendo bs consecuencias que sobreven-
(~rian, Cociyoeza se habia r otirado con sus aliados á.
G uiengola, cerca de T ehuantepec, y allí se fortificó en
un t erreno bastant e extenso para que pudieran man-
t enerse sus soldados labrando la tierra.

GORREDOR DEL PALACIO, PALENQUE.

L os j efes t en ian la órden de ir hostilizando por to-


do el camino :i los invasores, y cuando estos, reducidos
en núm ero y cansados por la marcha, penetraron en el
laberinto de barrancas que conducen á T ehuantcpec,
los zapotecos descendieron de sus fortificaciones y casi
los aniquilaron, cortando la r etirada á l os que sobrevi-
vieron. Se mandaron algunos r efuer zos, pero solo
para que sufrieran la. misma suerte ; y a l fin el lUonar-
44 ANTECEDENTES DE PORFlRIO.

ca azteca tuvo que confesar su derrota, enviando pro-


posiciones de paz y alianza á los zapotecos. Cociy oeza
quedó en posesion de T ehua ntepec, y recibió la !llano
de la preciosa P elaxilla, herm a na de Montezuma. Se
dice que los parientes df) esta princesa le instaro n á
que los ayud ase para asesinar á su marido; pero se
mantu vo fi el como esposa y desbarat ó la co nspiracion.
El t erritorio mizteco fué el ménos favorecido por el
tratado, y los aztecas sig uieron ocupando vari as seC'-
ciones y alg unas fortalezas de importa ncia, incluso
Huaxyacac, y emprendi eron despues la co nqui¡;t a de
A yotlan de la Co¡;t a. En 1506 se encontró un pre-
texto para at acar á Tlach qui a uhco, cuyo ¡;eñor habia
abrazado antes la causa de los in vasores, y para ad-
quirir además dominio efectivo de t oda la prov incia,
t omando á Tilantongo. El r ey Cet ecpatl, de Co-
huaixtlahuacan, hizo un esfu erzo para sacudir el y ugo,
y su primer paso fu é feliz pues logró envolver á las tro-
pas en un a emboscada. Entónces -dopt ó la táctica
de Cociyoeza y so fo rti ficó cerca eh T zotzolan, derro-
t ando un ej ército azteca y desafiando á la::; fuerzas
aliadas hast a que fu é t raicionado por su propio h er-
mano. L as dos rniztecas fuer on entónces anexadas
á M éjico. Cet ecpatl y sus gefes expiaron sobre la
pied ra del sacrifi cio el delito de haberse insurrec-
cionado.

L a princesa P elax illa dió á su esposo un hij o,


Cociyopu, cuy o nacimiento fué acompañado de algun as
circunst ancias fenomenales, fundánd ose en las cuales
los agoreros pronosti caron la caida del reino. Y en
verdad, apenas habia ompufiado el príncipe el cet ro de
T ehuantepec, trasferido por su padre, cuando se reci-
bió la noticia de la co nquista por los españoles. Y
cuando los orácul os pasaron á declara r que queJaba
así cumplida la. a ntig ua profecía de que el país seria
subyugado por hombres blancos, C ociyopu prese utó
su sumision á los recien llegados.
Cortés habia despachatlo ya una expedicion explo-
VENIDA DE LOS ESPAÑOLES. 45

radora al mando del piloto Umbría, para buscar oro


en las aguas del rio Zacatula, y con él fueron á su re-
g reso alg unos j efes de Cohuaixtlahuacan á prese ntar
su adhesion.
D espues de la caida de M éjico varias partidas
entrar on á T ebuantepec por el mar del sur y otroR
puntos, y al mismo tiempo Orozco, t eniente de Se-
gura de la Frontera en Puebla, marchó contra los
miztecos. Los primeros reveses de los españoles dis-
minuyeron en estos montañeses el t error que les infun-
dian los hij os del sol, viendo á la vez en la debilidad de
los aztecas una buena oportunidad para sacudir su y ugo;
pero no se limitaron á esto, y comenzaron á hostilizar
á las provincias vecinas. H abiéndose apelado á los
españoles, ést os r esolvieron acti var su dominacion.
Las primeras operaciones de Orozco no tuvieron
éxito desde luego, debido á la falta de apoyo. Llegaron
refuerzos, sin em bargo, y co n mas de cien soldados y un
número crecido de aliados de experiencia, hizo su entra-
da á la provincia enemiga. L os miztecos se reconcen-
traron en Itzcuintepec, bajo la mej or de sus fortalezas,
situada á unas seis leg uas de donde se baIla la moder-
na Oajaca, y se mantuvi er on allí alg unos dias desa-
fi a ndo á sus contrarios, apara petados tras de sus
gruesas paredes de piedra. P ero co menzó á falta rles
el agua, y al fin, bajo promesas de que se les trataria
bien, se rindieron. L a conqu ista terminó con alg unos
mov imientos estratégicos de Juan N uñez de Mercado,
á los que se dió t anta importancia, que se ha llegado
á cree r que él fué quien verdaderamente llevó á cabo
la dominacion.
Entretanto, el jefe d e Tututepec tomó como pret ex-
t o la pronta surnision de T ehuantepec para encender
nuevamente el od io invet eradu que existia entre los
dos pueblos, y para saquear ese rico territorio. L as
tribus de las montañas vecinas . tomaron parte en la
aventura, y juntos obligaron á Cociyopu á encerrarse
en su capital. Su apelacion á Cortés ll egó en momen-
tos oportunos, y á principios de 1522 Alvarado salió
46 ANTECEDENTES DE PORFIRIO.

en su auxilio con unos doscientos cincuenta españoles


y una numerosa fu erza de auxiliares. A las cuantas
semanas se h allaba frente á Tututepec, despues de
haber conseguido por medio del t error la sumisiqn de
los distritos intermedios. E ste rápido é irresistible
avance desconcertó t odos los planes del j efe mizteco.
Se adelantó á dar la bienvenida á los españoles, y trató
de aplacarlos con oro y otros presentes; pero no con-
s ig ui ó mas que aumentar su codicia y acelerar su propia
muerte, causada por el maltrato y ~as extorsiones de
los in vasores.
Los indicios de que existian a11 ¡ minas de oro pro-

PIRÁMIDE CERCA DE T EuuANTEPEC.

duj eron numerosas solicitudes de repartimientos, y para


su proteccion se pasó la fuerza de S egura de la Fron-
t era á esta region. Empero, los nuevos pobladores se
engañaron en sus esperanzas, y encontrando allí un
clima cálido y malsano, la mayor parte de ellos se tras-
ladaron á Oajaca, dond e varios de los conquistadores
se habian ya instalado, atraidos principalmente por su
t emperatura y productos, y por sus imponentes y her-
mosos contornos.
E stos fu eron los atractivos que tambien á Cortés
decidieron á escoger para sÍ- una extension considera-
ble de t errenos, en los que estaba incluido el distrito
EXPEDICIONES DE RANGEL Y CHIRINOS. 4",

de Oajaca, y habiendo él adquirido la posesion, quedó


irreg ular la colonia fundada por los otros. Sin em-
bargo, mas tarde, los oidores de Méjico, hostiles :i
Cortés, concedieron permiso :i Juan S edeño, H ernan-
do d e Badajoz, N uñez de Mercado, y otros, para fun-
dar la colonia de Antequera.

TABLILLAS DE MÁRMOL DE TEHUAKTEPEC.

La formacion de esta colonia presentó algunas difi-


cultades, pues los montañeses no eran vasallos de los
sumisos, y costó no poco trabaj o subyugarlos. En
1523 , Rodrigo ~angel volvió :i e mprender la campaña
qu e h a lJian comenzado Orozco y Al varado, no solo
para exigir el tributo, sino tambien para suprimir las
invasiones incitadas en parte por algunos negros pró-
fugos. La estacion de las aguas y lo quebrado del
terreno neutralizaron sus esfuerzos, y no fué sino
hasta el al'ío siguiente que alcanzó su objeto, contando
entónces con una espedicion mas fu erte.
Antes de esto se habia sofocado una insurrecc ion
en Tututepec, imponiendo á los r evoltosos castigos
ej empla res. Las extorsiones y el maltrato de los
co nquistadores á los naturales habian causado graves
dificultades en otros distritos, particularmente en el
gobierno del tirano Salazal', durante el cual los mon-
tañeses de Coatlan tomaron parte en un levantamiento
general.
En 1529, Chirinos, su pomposo compañero, con cosa
de doscientos hombres trató de sofocarlo; pero la
vigilallcia de lo~ naturales les dió algunas ventajas so-
bre sus desordenadas tropas, hasta que al fin se esca-
48 ANTECEDENTES DE PORFIRIO.

paron con todos sus efectos del peñol de Coatlan, donde


se habian reconcentrado.
Andrés de Monjaraz y Alonzo de Herrera figura-
ron entónees con mas mérito, y llevaron la campaña á
un t érmino feliz, no obst ante los errores cometidos por
los capitanes del gobernador, E strada, Figueroa, y
Barrios, el primero de los cuales era un advenedizo que
solo buscaba el pillage, y el último un valiente oficial
de las g uerras de Italia, á qu ien la falta de experien-
cia en las campañas con los indígenas condujo á su
derrota y muerte. En est a revolucion se hallaban
comprendidos los zapot ecos y los mij es, cuya domina-
cion efectuó el valeroso Sandoval, en 15 21-2, despues
del revés que sufrió su j actancioso t eniente Briones.

ANILLOS DE ORO DE H I1 I\Il OA PAN.

Entónees Gaspar Pacheco fund ó la Villa Alta de


San Ildefonso para la defensa del t erritorio, y á sus
inmediaciones se levantó la colonia mejicana de Anal-
co. En 153 1, lmpilcingo y otros distritos estuvieron
l! ll efervesce ncia por a lg un tiempo ; pero ya no hubo
lIingu n otro kvantarnien'to de consideracion" á pesar
de alg unas desavenencias que ocurrieron entre los
mismos indios en 1538 , 1547, Y en años posteriores.
L a usurpa.cion del t erritorio zapot eco por los mij es,
en 1570, es la mas importante.
Verdad es que el espíritu independiente de los natu-
rales t enia mucho que hacer cun estos levantam ient os ;
pero por regla general deben atribuirse á la opresion
de los españoles, de la, caul ni los mas altos perso-
naj es estaban exentos. Cociyopu, que se habia some-
tido voluntariam ente y demostrado una gener osidad
casi pródiga, fu é despojado no solo de sus dorninios
YILLA DE ANTEQUERA. 49

sino hasta de la mayor parte de sus bienes particulares,


por los mi smos que debian haberlo protegido. Dis-
g ustado, abjuró secretamente d e la r eligion que profe-
saban unos h ombres tan crueles, y por este motivo
se le formó causa y fué r educido á prision. Su
g ente se ha bria levantado para libertarlo, pero él hizo
qu e desistieran. Al fin logró pasar á M éjico pa ra
pedir que se le hiciera justicia; pero allí solo encontró
nuevos ultraj es. A su r egreso murió de apoplegía en
N ej apa.
El prog reso de Antequera se retardó debido á la
a ctitu d h ostil de Cortés, cuyas vastas posesiones se
hallaba n contig uas. T ambien le pertenecia Tehuan-
t epec, y di ó alg un impulso á sus intereses, esta-
bleciendo en sus alrededores la construccion de al-
g Ull as emba rcaciones ; pero se lo apropió la corona,
cOllfiriendo á Cortés una pension anual en cambio,
y el lugar decayó á pesar de que el marqués d e Gua-
dal cázar 10 elevó al rango de villa, dándole el nombre
de su título. El principal obstáculo para su adela nto
consistia en lo poco profundo d e s u ba hía , defecto que
tambien lo ponia á salvo de las invasiones de los cor-
sarios, de que fuer on víctim as otras poblaciones de la
costa. R especto á la invasion de Guatulco, por
Cavendi sh, en 158 7, se dice que una cruz de madera,
levantada en est e punto por S anto T omás, ó Hui xi-
pecocha, r esistió todos los esfu erzos que hicieron los
pirat as por destruirla. R econocida como milagrosa ,
alg un os años despues fu é t rasladada con gran pom-
pa á la cat edral de Antequera, donde fué Qbj eto de
devotas peregrinaciones, co mo lo fueron tambien la
milagrosa cruz de Tilantongo, y el gigantesco ciprés
de Santa M a ría.
D espues de 155 0 los asuntos comenzaron á mej o-
rarse, y desde esa época el período colonial trascurr ió
sin ning un acontecimiento político de importa ncia,
salvo alg unos motines en co ntra de los crueles manda-
rines. En 1660, el alcalde mayor de T ehuantepec y
alg unos de sus sirvi enü~s fu eron víctimas de su codicia
"IDA Di:: DI AZ.- -!
50 ANTECEDENTES DE PORFIRIO.

y crueldad contra Jos indígenas, quienes probablemente


hubi eran llegado á mayores extremos á no haber sido
por la pronta intervencion del obispo. Las contribu-
ciones excesivas que se impusieron en 1682 y 1753
causaron tambien algunos motines, y dieron orígen á
que se expidiera un decreto especial, aunque nugato-
rio, para proteger á los indígenas contra tales abusos.
Se habian cometido estos desde los primeros dias de la
conquista, y continuaban cometiéndose, debido en parte
á que lo variado de los productos de aquel suelo daba
facilidad á los labradores para acumular riquezas
codiciables. Raras veces habia escasez; sin embargo,
en 1668 y 1784, hubo algun sufrimiento por esta causa,
y el obispo Ortigosa dejó un legado de consideracion
para que se formara un granero, que fué por muchos
años un positivo bien para el pueblo. El enemigo
mas t emido era los temblores que con frecuencia in-
fundian pavor á estas gentes, como sucedió en 1772,
1787, Y 1801, en que fueron derribados algunos edificios.

PINT URA ENCIMA DE IJI'A PUEl<TA-MITLA.

En este último año, la provincia de Oajaca, que


hasta entónces habia sido uno de tantos corregimien-
tos, se cambió en intendencia, siendo Don Antonio de
Mora y P eisal su primer intendente. _
El dominio religioso de Oajaca estuvo casi ex-
clusivamente en manos de los domínicos, á quienes
abrió el campo e n 1529, Fray Gonzalo Lucero, ayu-
dado por el diácono Bernardino Minaya, fundando en
Antequera el primer convento. En 1549, este se
constituyó en priorato. Las mismas causas que il1l-
MISIONEROS Y OBISPO. 51

pedian la prosperidad de los pobladores, afectaron


tambi en i la órden, y á mediados del siglo solo conta-
ba co n otro convento en Miztecapan. D espues llega-
ron mas frail es y bajo la activa direccion de un vicario
general se fundó un crecido número de establecimien-
tos durante los treinta años que sig ui eron, aun entre
los chontales y mij os. E sto se efectuó, sin embargo,
con grandes riesgos y dificultades, pues ambas nacio-
nes eran indomables; el padre Carranza tardó doce
años para poderse est ablecer entre los primeros.
Francisco de Saravia aparece como el primer misio-
nero entre los china ntecos, y Lucero entre los mijes.
Refiérese que Saravia y P edro Guerrero construyeron
160 iglesias en otros t antos pueblos. En 1575 se co-
menzó en Antequera la construccion de un nuevo y
hermoso co nvento, que al fin del sig lo era el principal
entre los 120 edificios religiosos que allí habia. Se
pensó entónces crear en Oajaca una provincia de do-
mínicos por separado; pero esto !lO se realizó hasta el
año de 1592. S e le lla mó San Hipólito, y Francisco
Jimenez fué el primer provincial.
Otras varias óruenes entraron despues en la provin-
cia, y los franciscanos, los ag ustinos, los mercedarios,
y j esuitas t enian sus establecimientos propios en An-
t equera, donde tambi en las monj as capuchinas funda-
ron un convento, y Jos betlemitas un hospital; pero
fu era de esto ninguna de estas óruenes hizo progresos
notables. El aumento gradual de los curatos sirvió
para disminuir su poder, particularmente el de los
domínicos, y la expulsion de los j esuitas dió al clero
secular una influencia mas directa en las. poblaciones.

La diócesis de Oajaca, que data desde 1534, fué una


de las cuatro primeras que se crearon en N ue'.ra
E spaña. El papa confirmó su establecimiento por la
bula de 20 de M ayo de 1535, y el obispo Zárat e tomó
posesion en ese mismo año. Por algun tiempo la
falta de poblacion y fondos la hicieron decaecer, no
contando mas que con un cuerpo nominal de dig nata-
52 ANTECEDENTES DE PORFIRIO.

r ios eclesiásticos; pero llegó despues una era de pros-


peridad, durante la cual los obispos sucesores salidos
de las filas de los domínicos, dieron tal impulso á los
asuntos de la diócesis, que á principios del siglo diez y
siete ya existian cuarenta parroquias á cargo d el clero
secular. El instr uido y santo Ledesma se halla al
frente d e los obispos, por su celo y cuidado. La fun-
clacion de nuevos obispados sua vizó algo los trabajos
de los prelados post eriores, en cuanto i reducir por lo
ménos su jurisdiccion á límites mas estrechos. Entre
los mas prominent es se encuentran Alonso de Cueyus
Dávalos, que co menzó s u episcopado en 1657, y llegó á
ser arzobispo d o M éxico, y el fraile de San B ernardo,
Ángel de Maldonado (170 2), notable por su piedad
y benevolencia.
CAPÍTULO V.
PRIMEROS A~OS y EDUCACION.

CONDICION DEL PAIS-GUERRA DE I NDEPENDENCIA----JEFES DE PARTIDO y


PRONUNCIAMIENTO-CAMBIOS EN E L SISTEMA DE EOUCACION----JESU ITAS
y DOMÍ NICOS-REFLEXIONES DE P ORFIRIO- I NSTITUTO DE CI E~ C IA S \:
A RTES- CARRERA DE PORFIRIO-PÉRDIDA DEL P ATRIMONIO DE LA FA-
MILIA-LuCHA CON LA POBREZA-ELECC ION DE UNA CARRERA-EL
EJÉRCITO, LA I GLESIA, y EL D EREC HO-CONSEJOS É I N FLUENCI A DE LOS
PARIENTES-PORFIRIO E STU DI A TEOLOcíA-ENTRA Á LA MILICIA-FI-
NALMENTE ADOPTA LA PROFESION DE ABOGADO-PO RFIRI O CO~IO ESTU·
DIANTE, MAESTRO, y BIBLIOTECARIO-AMISTADES I NESTIMABLES-MÁRCOS
PEREZ y BENITO JUAREZ- ASPIRACIONES y AMBICIO~ES·-SE DA Á POR-
FIRIO EL . NOMBRAMIE NTO DE PROFESOR DE DERECHO ROllIANO-SS
GRADÚA y COMIENZA Á EJERCER SU PROFESION .

Las mismas condiciones que en otras partes condu-


j eron á la guerra de independencia, existian en Oaja-
ca, aunque eran en algunos puntos de diferente
naturaleza.
Los europeos ocupaban casi todos los puestos de
importancia, y ejercian su autoridad para tiranizar á
un pueblo por el cual no sentian ninguna simpatía. A
esto añadieron los préstamos forzosos en nombre de la
corona, y la formacion de la milicia, medida que pro-
vocó el descontento de los mestizos, pues los indios
estaban exentos de est e servicio; y todo esto en medio
de una decadencia general en la principal industria de
la provincia: el cultivo de la cochi nilla.
El grito de Dolores electrizó los corazones amantes
de la libertad en Oajaca no ménos que á sus compa-
triotas del norte; pero la. noticia de las operaciones de
Hidalgo no causó conmociün alguna en el ánimo de las
clases bajas, miéntras que la alta hizo ruidosas pro-
( 53 )
54 PRIMEROS ANOS Y EDUCACION.

testas de lealtad al rey de E spaña. Y en cuanto á.


los empleados, su adhesion no se redujo solamente á
palabras; pues cuanclo Hidalgo envió i los dos jóve-
nes Lopez y Armenta, para promover su causa en
estos paraj es, fueron trai cionados y decapitados ante::>
de que pudieran conseg uir nada. No obstante, se
habia ya prendido la chispa, y Ordoñez y otros entu-
siastas sufri eron prision por simpatizadores, miéntras
que otros dos jóvenes, Tinoco y Palacio, pagaron con
sus cabezas sus simpatías por los insurgentes.

Este era el est ado qu e guardaban las cosas en la


misma Oaj aca; pero el distrito de la costa, que mas t arde
se anexó al est ado de Guerrero, se habia ya levantado
bajo la inteligent e direccion de Morelos. L a milicia
de Oajaca salió i la campaña al mando de oficiales,
comerciantes en su mayor parte, capitaneados por
Francisco Piris, y fué derrotada en dos encuentros
seguidos, que tuvieron lugar en Diciembre de 18 10 y
Enero de 18 11.
Aunque dispersos, los realist as se volvieron á r eu-
nir, alentados por los frecuelltes refuerzos que se les
enviaba al ma ndo de nuevos j efes; pero su ineptitud .
solo sirvió para enaltecer la fama y aumentar la fu erza
del valeroso j efe insurgente, qu e en esa época fué reco-
nocido como el sucesor d e Hidalgo. Se recuperaron
algo bajo el mando de Calderas, qui en logró entr e
otras ventajas, suprimir el levantamiento encabezado
por Valdés en J amiltepec y di stritos contíg uos. Mi-
guel Bravo, que atacó la ciudad de Oajaca, fué recha-
zado por Piris; pero se r etiró i L as Miztecas y
comenzó, juntament e con Truja no, i organizar fuerzas
con tal éxito, que comprendi eron los realistas la nece-
sidad de recurrir á medios extraordinarios.
El resultado parecia Judof'o; pero Morelos se apre-
suró á ayudar la causa, y la simple noticia de que se
acercaba, esparció el t error entre sus adversarias.
Tomó en persona el mando de las tropas organizadas,
qu e asce ndian á unos cinco mil hombres con cuarenta
HECHOS DE MORELOS y BRAVO. 55

cañones, y marchó contra Oaj aca. Los esfuerzos mas


enérgicos se habian hecho para fortificar la ciudad con
costosas trincheras y baterías e nteras de cañones nue-
vos; y se ordenó una leva general de hombres, inclu-
y end o un cuerpo de eclesiásticos y estudiantes bajo la
direccion del obispo Bergosa.
Tan pronto como llegó la noticia de que el afamado
j efe se acercaba, el celoso prelado, que ya era arzobispo
de Méjico, tomó las de Villadiego con sus valiosos efec-
tos, seguido de varios personaj es con gran pompa ; y
los que perman ecieron se hallaba n poseidos de tal pa-
vor, que dos h oras despues de comenzar el ataque,
ya Morelos era dueño de la plaza. E sto tuvo lugar
el 25 de Novie mbre de 18 12. La ciudad fué sa-
queada, y sus principales defen sorei2, entre ellos S a-
rav ia y el cruel Régules, fu eron sacrificados á la me-
IIlOria de L opez y de Armenta.
Var ios cambios importantes se hici eron entóuces en
la administracion con objeto de desarrollar el nuevo
órden de cosas. Murguía fué nombrado intendente
en lugar del realista Lazo. S e establ eció el céle-
bre periódi co El C01'TCO del Sw', y se levantaron
recursos y fu erzas en favor de la causa insurgente,
que con est e éxito se dice que ganó, en fondos sola-
mente, unos tres millones de pesos. Otros lugares
de la provincia sucumbieron pronto á las combina-
cion es militares de Victor y Miguel Bravo, y co ntando
con esta nueva base, tan ' bien prov ista de puest os
f'u ertes y de valles ricos en mantenimien tos, se hicie-
ron preparati vos para llevar la campaña hasta el mismo
corazon de la Nueva E spaña.
~10rel os resolvió, sin emba rgo, proceder primero en
contra de Acapulco. D espues de su partida, una
fu erza guatemalteca invadió la provincia en auxilio
de los españoles; pero Matamoros la dispersó pron-
tamente. Guerrero tuvo el mismo buen éxit o en
contra de Reguera y otros, y el congreso revolucio-
uario fijó su r esidencia en Oajaca ' por alg un tiempo.
Emper o, los españoles no abandonaron la lucha, y
56 PRIM EROS AÑOS Y EDUCACION.

no obstante estar los insurgentes en el poder, el


descontento producido por la dilacion de la guerra
civil, con sus consecuentes crueldades, saqueos, y ex-
torsiones, comenzó á extend erse.
La ausencia de M or elos y la retirada que hizo de
sus fuerzas, juntamente con las noticias de sus desgra-
cias, habían alentado á los españoles de tal manera, que
cuando en su ayuda apareció ÁI varez con su ejército,
la ciudad de Oajaca abrió sus puertas sin ofrecer re-
sistencia alguna. E st o aconteció el 29 de Marzo de
1814.
Rayon, á quien se habia nombrado capitan general
de la provincia, careciendo de recursos y de aura po-
pular, se retiró sin oponer r esistencia. Por cierto
ti empo los realistas tuyieron la ventaja; despues se
tornó la fortuna en favor de Guerrero, Sesma, y Teran;
pero en la primavera de 1817 el aspecto habia cam-
biado. L os dos últimos j efes fueron hechos prisione-
ros, Guerrero andaba fugitivo, y la revolucion estaba á
punto de concluir. Las operaciones habian sido di-
rig idas principalmente por Álvarez, ayudado entre
otros por Samaniego, que quedó con el mando en Las
Miztecas. Álvarez fué r emplazado en el cargo militar
por el T eniente-coron el Obejo, y en el de intendente
por Francisco Rendon.
La provincia di sfrutó entónces por algun tiempo de
paz, que se puede decir duró hasta 18 2 1, cuand o
el capitan Antonio L eon se rebeló, proclamando :í
Iturbide. N o hallándose preparados para un movi-
mi ento de esta naturaleza, los realistas no pudieroll
ofrecer mayor resistencia, y viniendo L eo n de L as
Miztecas, entró en la capital el 3 1 de Juli o, pocas se-
lllanas despues de emprender la campaña.
Iruela y Zamora fué nOlll brado intendente ; pero
al año s' guiente le reemplazó Murguía, quien habia
desempeñado el puesto baj o Morelos, y poco cl cs-
"pues recibió el título de gobernador, con órdenes de
reorganizar el estado, de conformidad co n la CO ll-
stitucion federal. Fué dividido en ocho clepartamen-
POLÍTICA Y EL CÓLERA. 57

tos, cada uno con dos ó mas partidos. El siguiente


gobernador, Morales, tuvo sus dificultades con la le-
giF:latura, por lo que quedó suspenso provisionalmente,
y en 1827 fué desterrado por n o apoyar el pronun cia-
mi ento del coronel García, pidiendo la expulsion de
los espaüolE's. Este movimiento fracasó, debido á los
esfu erzos que el aüo anterior habian h echo dos frailes
por que triunfara el plan de Arenas para la restau-
racioll de los espa1101es, y la fuga para Espa'ña del
obispo Perez con el mi smo obj eto.
En 1828, el partido co nservador fué derrotado des-
pues de una eleccion borrascosa, y llamaron en su
ayuda á Santa Anna para derrocar al gobernador
J oaqui n Guerrero. El primero, con ayuda de los trai-
doreH, tomó posesion de la ciudad; pero Guerrero
lo atacó y por varias semanas la ciudad presentó una
esce na sangrienta. El plan político d e Méjico, cono-
cido por el de "La A cordada," puso Sn á las hostili-
dades, y G uerrero quedó en el poder, no sin pocos
trabajos.
En 1833 el cóler a se presentó, y segun Carriedo, hizo
desaparecer á una octava parte de la poblacion en sus
primeros ataques. Durante esta cala midad, los ejér-
citos del centro invadieron la provincia y lograron
d espues de sangrientos combates dictar las condiciones
de paz. Algun tiempo despues adquirió mas fuerza
el partido liberal, y en 1844 el gobernador L eon se
v ió obli gado á admitir á B enito J uarez, como secreta-
rio de estado. Esto duró solamente poco tiempo;
pero dos a110S despues los liberales tom ar on poses ion
d el gobierno y se volvió á establecer la constitucion
federal de 1824.
Todo esto iba acompañado de los pronunciamientos
y demostra(;iones militares de costumbre, que forma-
ban parte de la vida de la nacion, y cuyos estragos eran
ua cáncer político que se prese ntaba cuando ménos se
esperaba, en distintos lugares y a11os, t eniendo al país
en continua inquietud, dilatando su progreso, destru-
yendo sus recursos, y pronosticando su ruina.
58 PRIMEROS AÑos y EDUCACION.

Así continuaron los acontecimientos en lugar de


m ejorarse. Dura nte este período, el jóve n Portirio se
formaba para la lucha en que andando el tiempo debia
tomar parte. Sentimientos unas veces producidos
por el coraje y otras por la tri steza agitaban el pecho
del jóven á medida que se sucedían los años, agre-
gando cada uno de ellos una escena mas al triste pano-
'l'ama de la ruina de su país. Miéntras tanto, él se
llevaba' por la sabiduría de Haddad Ben Ahab: la sabi-
duría d el silencio.

Por este tiempo dos grandes deseos luchaban por


dominar en el pecho de Porfirio: el deseo d el sab er, y
el deseo de obrar. El jóvcn patriota amaba á su país,
y anhelaba conocer la mejor manera de obrar, para
hacerlo de una man era acertada. N o era todavía un
Edipo para expli car cl e nigma de la Esfinge.
Por tanto, se decidió por lo que consideraba mas
prudente atendidas las circunstancias: esperó y co nti-
nuó aprendiendo, estudiando, y r ecapacitando-siem-
pre aprendiendo mas y mas. El sistema de edu cacion
en Oajaca habia experimen tado cambios desde el
tiempo colonial, época en que el cultivo d e la inte-
ligencia sufrió t a nto bajo el método escolástico de
la edad media. La expulsion de los j esuitas con-
tribuyó mucho á activa.r el cambio. Se vió que la
antigua maquinaria de los molinos en que se formaban
las conciencias no era útil para producir las de la
época moderna. Porfirio suspiraba p or entrar en una
r egion que estuviese fu era del dominio de las opini0-
nes fijas·y predeterminadas.
Los j es uitas se habian ido, llevanúose consigo su po-
deroso sistema para amoldar las inteligencias, y el año
de 1826 el afamado colegio domínico habia desapareci- .
do, y el de San Bartolomé ha\>ia sido incorporado en el
único instituto superior de la provincia, en el Seminario
de la Iglesia, del cual hasta entónces se habia excluido
cl estudio de la jurisprudencia. En su vi sta, el go-
bierno, por decreto de Mayo de ese afio, determin ó
ESCUELAS Y COLEGIOS. ;¡9

establecer el Instituto de Ciencias y Artes, en el que


se debia dar especial atencion á la instruccion cientí-
fica, agregándole el estudio de la medicina, de la filo-
sofía, de las leyes, y otros cursos por este estilo. En
los reglamentos y la dotacion se puso gran cuidado por
part e de las legislaturas posteriores; y aunque por de
pronto la intencion de los fundadores no se cumplió por
completo, sin embargo, en los últimos años se aumenta-
r on de una man era muy nota ble los recursos y se
. mejoró el régimen. E sto dió vida nueva á la causa
y sirvió tanto para excitar al cler o en favor del S emina-
rio, como para que mas t arde se est ableciera un cole-
gio católico mas adelantado, con cursos científicos y
profesionales, pa ra impedir así que los alumnos se pa-
saran al colegio contrari o.
Las escuelas de primeras letras sufrieron ménos
yi cisitudes. Recibieron un apoyo mas est able, y el
pequeño núm ero de escuelas primarias del tiempo
de los españoles, creció en 183 5 á mas de 600, con
cerca de 26,000 alumnos, que aumentaban cada año.
Además de estas escuelas en que se enseñaba mala-
mente á leor , .escribir, las primeras r eglas de aritmé-
ti ca, y el cat ecismo, habia otras especiales para niñas,
una de ellas con el título do colegio, d onde la ense-
ñanza era algo mejor que en las otras. Un colegio mer-
cantil para jóvenes daba tambi en instruccion en gra-
mática, álgebra, y dibuj o. L os descendientes de los
miztecos en sus afan es por adqui rir la educacion supe-
rior, con frecuencia colocaban á sus hij os de sirvientes
en la capital del estado, sin exig ir otra r eco mpensa
que su educacion, mostrando con esto la nobleza de su
carácter.
En cua nto á Porfirio, concurrió á la escuela prima-
ria hast a que cumplió siete años, y despues se fu é
á vivir por alg un t iempo á la casa de campo de
una hermana recien casada, y de allí se colocó co mo
dependiente en una ti enda de D on J oaquin Vascon-
celos. N o era la intencion formar un comerciante del
muchacho, sino simplemente darle un desca.nso antes
60 PRIMEROS AROS Y EDUCACION.

de entrar en sus estudios formal es. D -espues del


intervalo de un año, fué trasladado á una escuela
secundaria donde permaneció hasta que cumplió cator-
ce a lios, y entró en el S eminari o.
Habia varias razones para preferir est e colegio
eclesiástico al de principios mas liberales. El negoc io
d el meso n no habia sído próspero, y Doña P etrona se
vió precisada no solamente á abandonarlo, sino á ven-
der un pedazo tras otro de sus t errenos pa ra la
subsistencia y educacion de sus hijos. Baj o tales cir- ·
cunstancias, h abia en el b enefi cio que se dispe nsaba á
los discípul os dotados del Seminario, un poderoso ali-
ciente para los estudiantes, lo mismo que en la amistad
del clero, que veia con celos al instituto rival, porque
difundia la ilustracion moderna.
Además de todo esto, existia otro motivo. Habia
en la familia una capellanía h er editaria , y siempre fué
el deseo de Do~ J osé que s us hijos h allase n en la igle-
sia la carrera de su vida. Seria mas segura y mejor,
segun s u opulI on. La madre de Porfirio, aunqu e no
v eia est o baj o el mismo prisma que el padre, tampoco
d eseaba co ntrariar sus planes orig inales. Además,
Agustin Diaz y Doming uez, su prot ector, que no le
ofrecia mas que consejos, y estos no siempre de los
mas sanos, optaba por la ig lesia.
Por este tiempo el clero hacia esfu erzos especiales
por aumentar su número con j óve nes de porvenir, co-
mo Porfirio, pues desde fin es d el siglo a nterior en que
comenzó á destruirse la barrera contra el comercio
extrangero, y especialmente con el establecimiento de
la independencia, el cler o comprendió que estaba per-
diendo mucha parte de su influe ncia entre las prin-
cipales clases.
Hizo igualmente grandes esfuerzos por mantener
su dominio sobre el pueblo. H abia frecuent es y
brillantes procesiones en las que se satisfacia el amor
á la ostentac ioll person a l y á la moj iganga, sin men-
cionar las freeuell tes furias (Iue venian acompañadas
INFLUENCIA DE LA RELIGION. 61

del juego, de la bebida; de los fueg os artificiales, y


otras diversiones.
Era de esperarse que todo esto produjesE' su efecto
en un jóven del t emperamento de Porfirio. Era en
realidad para cautivar los sentidos-si no la razon-la
entrada de la gente del campo, con sus vistosos saru-
pes, rebozos, y g uirnaldas de fl ores, marchando con
imágenes y estandartes al son de la música y de los
cantos, y frecuentemente con fu egos artificiales y otras
demostraciones interesantes. N o le desagradaba la
r eligion, ni veia en ella nada pernicioso, aun cuando
sus doctrinas no habian h ech o mucha impresion en su
inteligencia. I r al frente en las procesiones y otros
pasatiempos, era para Porfirio de ménos importancia
que ser el j efe de una bat alla, en que desde su niñez
ocupó siempre un lugar preferente.
D oña P e trona era devo ta, pero no con exceso; y
sobre todo, ocupar un puesto en la iglesia no era
una de las perspectivas lllénos halagüefras para su hij o.
El cura, en los pueblos de la provincia, era un
grande hombre á. quien debia saludarse co n reverencia
y con las manos ocultas en las mangas, y no como á
cualquiera otra persona.
En la villa era el consej ero y g uia en todos los
asuntos espirituales, sociales y políticos, dominando
las escasas inteligencias de los que l o rodeaban de t al
manera, que le daban no poca importan cia en las cosas
del gobierno. Así fué que h ombr es como Hidalgo
:y M o:elos pudieron ej er cer influencia para r egir un
lIúperlO.
C on miras no bastante pronunciadas t odavía para
justificar su oposicion, Porfirio se sometió de buen
grado, por de pronto, á los cálculos ele sus mayores,
referentes á la carr era que debia abrazar. Sus estu-
dios de t eología no eran de lo mas severo; y h asta sus
esfuerzos clericales asumi a n la forma de parada, pues
no trascurrió mucho tiempo antes de que se le encon-
trase. en ,el patio dirigiendo una procesion de compa-
ñeros de estudios, con cánticos y banderolas. Mas
62 PRIMEROS MWS y EDUCACION.

serio y significativo fué un altar con luces y ornamen-


tos que construyó en una de las piezas de la habita-
cion, en la que engalanado eon ostentosaR vestiduras,
solia decir una especie de misa para los amigos que
allí se reunían.
Para alg unos es ed ificante y para otros divertido
escuchar la charla de jóvenes predicadores, maestros
inexpertos en teología, que hablan del caráct er y de las
intenciones de Dios como si acabaran de salir del velo
misterioso, armados con una cOlllision especial. Sin
embargo, de ese número han salido algunas lumbreras
que han abierto las puertas de la iglesia., introduciendo
en la oscura y fria atmósfera de la tradicion y del
artifi cio, la ardiente y vivificante naturaleza.

Miéntras tanto, los bienes de la familia continuaban


menoscabándose, al grado de quedar ya muy pocos;
y no obstante los esfuerzos eclesiásticos de Porfirio,
se vió precisado á recurrir á medios mas efi caces, tanto
para su propia con"ervacion como para ayudar á su
madre y demás miembros de la familia.
Prob~blemente , esto era lo mejor que podia haberle
sucedido en las presentes circunstancias, aunque en-
Mnces le pesara mucho á Porfi rio. T eniendo que
depender de sí mismo, no solo para su adelanto perso-
nal, sino hasta cierto punto para ser el sosten y defen-
sor de las personas á quienes mas amaba. tuvo que
apelar á su propia energía práctica y fuerza de volun-
tad. P ensó en lo que le agradaría y que él fuera
capaz de h acer, y en las posibilidades de su porvenir.
L a base del engrandecimi ento se presenta muchas
veces en épocas de grandes pruebas. T odo el mundo
ambiciona el bienestar, y sin embargo la pobreza ha
hech o mucho mas por la human idad que la riqueza.
Arrobado en el lujo, prbnto se disipa la energía de la
juventud . L a pobreza es el estímulo que pone en
movimiento las ruedas del progreso. Si no hubiera
pobreza en el mundo, habria ménos trabajadores, mé-
nos oficios y profesiones, y ménos gentes que se dedica-
DI8CIPLIN A DE LA POBREZA. 63

ran á sembrar y cosechar. Realmente, la pobreza y la


riqueza no so n mas que términos correlativos. Si todos
fueran pobres todos serian ricos, y si t odos fuera n ri-
cos la riqueza tendria un poder muy limitado. La
riqueza engendra el orgullo y esa confianza arrogante
qu e, segun creian los griegos, es un in sulto á los
dioses; y es casi seguro que acarreará la ruina de la
juventud inexperta que la posea. El mismo fanatis-
mo es un bien al lado de esa ceguedad mental que
impulsa á los hombres á buscar con tanta ansiedad los
deslumbrant es fantasmas de la riqueza y la populari-
dad. Mejor es seguir á Sócrates, quien á pesar de
las reconvenciones de Xantipo, en vez de dedicarse á
trabajar en su profesion para aumentar sus riquezas,
r edujo sus necesidades de manera que pudiera cubrir-
las con su pequeño patrimonio.
Así fué que aguijoneado desde una tierna edad por
las duras necesidades de la vida actual, las confusas
incertidumbres del futuro perdi eron mucho de su in-
terés y aparente necesidad, y Porfirio abandonó la
idea de seguir la carrera ecles iástica.
El jóven se habia convertido repentinamente en
h ombre, teniendo que pensar y obrar como tal. Así
lo notaron sus compañeros y amigos, y así vieron to-
dos verificarse un cambio en sus modales y conducta,
en su andar, en sus trabajos, en su reticencia, y en la
fija determinacion que descubria su semblante.
Comenzó por dar lecciones tI. las horas que le deja-
ban libres sus estudios, por las cual es recibia ele dos á.
cuatro p esos mensuales de cada discípulo. Así fué
como se puso en contacto con Don Márcos Perez, juez
de distrito y catedrático del instituto, quien llegó á
profesar mucho cariño al jóven, llevándolo frecu ente-
mente al colegio y discutiendo con él sobre la tenden-
cia de ampli ar la libertad civil y r eligiosa, sobre 108
métodos y sistemas modernos para fomentar un.a edu-
cacion mas completa y liberal, y sobre otras materias
análogas, todas las cuales fascinaban en gran manera
á Porfirio.
64 PRIMEROS ANOS Y EDUCACION.

Un dia le invitó P erez á presenciar la distribu-


cion anual de los premios. Estaba allí el gober-
nador B enito J uarez, á quien Porfirio fué presen-
tado formalmente. Este dia debia influir en los
destinos de ámbos; el uno habia llegado ya á la edad
madura y á. un puesto elevado teniendo todavía gran-
des honores que alcanzar, á la vez que el otro iba á
entrar en una carrera que debia ser el complemento, y
aun sobrepujar á los esfuerzos del otro, y ligar su
nombre con mayores glorias.
J uarez conoció poco al padre de Porfirio; habia
visto á este jóven ant es, fijád ose en sus facciones fran-
cas, en su forma elástica, y en su gracioso porte; y
sobre todo, habia oido hablar de los esfu erzos varoniles
que estaba haciendo para adquirirse una educacion á. un
de llegar á ser el báculo y consuelo de su anciana ma-
dre. El gobe rnador estaba dispuest o por tanto á di-
rig irle, como lo hizo, palabras de elogio que lo estimu-
laran en sus propósitos.
Sus palabras fu eron tan expresivas y proferidas
de tal manera, que Porfirio apénas pudo dormir esa no-
che. H abia t al sig nificado en lo que ese grande hombre
dijo, t al luz de inteligencia en su mirada, t al magn e-
tismo en su tacto, cual jamás ha bia visto en ningun ser
humano el estudi ante provincial. Y recordando aque-
llas palabras y a nalizándolas, halló en ellas la fuente do
la ambi cion y un ma nantial de deseos, esperanzas, y as-
piraciones nobles, t ales co mo j amás las habia soñado.
En t oda In extension de su patri a, doquiera que diri-
g iera su mi rada, no veia mas que perdicion, el a nat en1:1
secular de E spaü.a, y los perniciosos resultados de los
esfu erzos mal dirigidos para im po ner al pueblo de
M éjico la rcligion de Cristo y la civi li zacion de Eu-
ropa. Con tri st eza vió ú, sus co mpat riot as entregados
con verdad ero furor ú," matarse los un os á los otros,
en presencia de un enemigo extrangero qu e amenazaba
destruir al país. Comprendió t oda la intensidad de
estos males, y que si mucho se habia hecho ya, mas
quedaba t odavía por hacer, y r esolvió desde <.:' Iltónces
PATRIOTI SMO NACIENTE.

consagrar su vida á la patria y seguir el destino que


la providencia le deparara, cualquiera que este fuera.
En este período de su vida, tuvo lugar otro inci-
dente que contribuyó mucho á darle á conocer cuales
eran sus verdaderas inclinaciones. Se habia comenza-
do la guerra con los Estados U nidos. El pueblo con-
~id e raba indublemente como justa la resistencia, pero
los mas comprendian las graves dificultades que en-
volvia. Mas á pesar de esto, cuando los ejércitos
vict oriosos del invasor penetraron hast a el corazon
del país, se levantaban en t odas partes los mejicanos
para defender la libertad que peligraba. Este peligro,
y los pronunciamientos que se t emian, hizo que las
autoridades de muchos estados organizaran las guardias
nacionales para la defensa de su propio t erritorio.
El corazon de Porfirio se llenó de entusiasmo con
la idea de combatir por su patria. De nuevo se en-
ce ndió el a.rdor militar de su niñez, y en union de al-
g unos compañeros de colegio se dirigió al gobernador,
pidiéndole los mandara á la vanguardia para resistir
a l enemigo. El primer magistrado se sonrió y puso
en lista sus nombres ; yesos jóvenes, creyendo que ya
todo estaba arreglado , volvieron á sus casas entre las
lamentaciones de las mujeres, considerándose como
g uerreros en perspectiya. Sin embargo, la marcha al
frent e que habian pedido se r edujo á inscribirse en la
guardia nacional que constaba de un batallon, el cual
por la poca edad de l os individuos que lo componian,
recibió el apodo de "Peor es nada." El batallon per-
maneció dentro de los límites del estado, haciendo el
ser vicio de guarniciono M as tarde, Porfirio se dió de
alta en una compañía que eligió por capitan al Gober·
nador J uarez.
Porfirio no llevó adelante desde luego la resolucion
que habia formado de cambi ar de carrera, y resolvió en-
trar al colegio civil cuando fuera tie mpo. Poco despues
cumplió diez y ocho años, y habiendo concluido sus
estudios preparatorios, el obispo le ofreció conferirle
tas órdenes menores al sig uiente año y darle una beca
VIDA DE DIAZ.- 5
66 PRIMEROS AÑOS Y EDUCACION.

de gracia. D eclaró entónces su intencion de estudiar


la jurisprudencia en el instituto. El prelado se sor-
prendió; ¡un jóven en circunstancias de necesidad,
despreciar un beneficio tan valioso, un ministerio que
esta.ba á su alcance, y mas que todo la capellanía he-
reditaria qu e ya t enia! Era un acto de locura. Su
protector Don Agustin le retiró su amparo, prohi-
biéndole la entrada en su casa, por lo que su madre
estaba inconsolable.
Las lágrimas movieron el corazon del afectuoso
hijo, que habia sido insensible á las amonestaciones del
obispo y á las amenazas del protector, .Y prometió hacer
lo que deseara la señora. P ero con toda su r elig iosidad,
con todos sus deseos por la felicidad espiritual y t em-
poral del hijo, Doña P etrona no permitió que la in-
fluencia r eligiosa ni el deseo de contemporizar ofuscara
su juicio. D ejaba á los sacerdotes y á los pariente::;
la libertad de hablar; pero ella no queria contrariarle
la voluntad, ni obligarle á seguir una carrera que le
era desagradable.
Así es que lo dejó en libertad para seguir sus incli-
naciones y aun interpuso sus ruegos con el endurecido
parient e y protector. Vivió bastante tiempo para co-
nocer la cordura de su determinacion, pues al trascurso
de pocos años se dió el golpe final que destruyó el
poder de la iglesia, y puso coto á su influencia; en
tanto que la abogacía abria ámplios caminos á los
hombres de inteligencia y posicioll .
Porfirio Diaz entró al Instituto y co menzó el estudio
de la jurisprudencia de una lllanera ~ istemática y con
aplicacion. Viéndose con mayor necesidad que ánt2s
de aum entar sus recursos, se dedicaba á buscar mas
discípulos y alguna otr~ ocupacion, cuando le llegó el
auxilio de donde ménos lo esperaba. Diaz nUllca
habia pedido un favor al Sr J uarez, y ni siquiera le
hab ia insinuado que se hallaba escaso de recursos, Ó
que los de su familia no bastaban para cubrir sus nece-
fidades. El jóven tenia amor propio y nunca quiso
dar á co nocer su pobreza. El gobernador sabia que ln
BIBLIOTECARIO Y PROFESOR. 67

familia no era rica, pero no estaba á su alcance lo redu-


cido de los arbitrios de que disponia, ni tenia ocasion
de conocer el amor propio de sus mi embros, sus
afectuosas soli citudes y su abnegacion y sacrificios.
El Sr J uarez empero no se habia 01 vidado del j Ó\'en
s u amigo. N o habia dej ado de notar sus vacilaciones
e n alg un as cosas, y al verificarse el cambio final de
estudios, que el mismo gobernador aprobó con en-
tusias mo, le confiri6 el cargo de bibliotecario del
colegio. N o era un destin o muy r emunerativo ni de
responsabilidad ; la bibliot eca se componia de dos mil
volúm enes, pero mas variados y de mas uso que las
colecciones mayores que tenian el Seminario y el con-
v~nto de los D omínicos.
A los cuatro años de colegio, Diaz se proponía
con clui r su carrera y co menzar la práctica de dos años
en el despacho de a lg un abogado y en los t ribunales,
como el pl an de estlldios lo r equeria. El abogado
mas prominente de la ciudad en esa época era J uarez,
cuyo período de gobernador habia ' concluido. Con
J uarez estaba asociado el Sr Perez, amigo antiguo de
Porfirio. El estudio de estos let.rados le estaba abier-
to no solo por razon de la amistad qU 3 le profesaban,
sin o por su incuestionable aptitud, indicada por su
eleccion de catedrático de derecho romano en el insti-
t uto, aun á ntes d e que se hubi era graduado.
La eleccion de los estudiantes para el profesorado,
práctica aun h oy comun en M éjico, se d ebe á la es-
casez d e fo ndos con qué dotar á profesores t itulados.
La cátedra co ntribuyó ciertaruente á. desarrollar los
conocimientos y experiencia del profesor, y adelantó
tan pronto, que se le confi aron varios negocios que ya
le permitieron renunciar el cargo de bibliotecario.
Asegurada así su profesion y sus entradas, profundizó
s us estudios, en los que hizo rápidos progresos. L a
rueda de la fortuna habia gira do otra vez, y encon-
trándolo bien preparado, lo puso en el camino de la
g loria y del eng randecimiento.
CAPíTULO VI.
BENITO PABLO JUAREZ.

JUAREZ y DIAZ-NACIMIENTO DE BENITO-NoTABLE INCIDENTE DEL DES·


TINO- ABANDONA LA OCUPACION DE PASTOR EN LOS CERROS EN QUE NA-
CIÓ-SU LLEGADA Á OAJACA-RELACIONES DE A~fISTAD CON PEREZ,
SALANUEVA, y CHAVEZ-POLÍTICA DEL DIA-VICTORIA-GUERRERO-
ESTUDIA LA JURISPRUDENCIA-Lu:GA Á SER JUEZ y LUEGO GOBERNA-
DOR-SANTA ANNA-PRJSION y DESTIERRO DE J OAREZ-BoN DAD DEL
GOBERNADOR MEJíA Á LA ESPOSA y FAMILIA DE JUAREZ-TEORíAS DII:
LOS HOMBRES FORMADOS POR sí MISMOS-E~'ECTOS DE LA EDUCACION y
DE LAS CIRCUNSTA NCIA S-GENIO y RASGOS CARACTERíSTICOS DE J UAREZ.

Los nombres de los dos grandes caudillos de Méjico


se hallan tan íntimamente ligados con su historia
moderna, que al escribir la biografía de Porfirio
Diaz necesariamente tenemos que ocuparnos tambieu
de la vida de B enito J uarez. En el curso de nuestra
obra los veremos figurar respectivamente como protec-
tor y protegido, maestro y discípulo, amigos y correli-
gionarios políticos, yal fin, como rivales y adversarios.
A veintidos millas de Oajaca hicia al nordeste, en
medio del laberinto de cordilleras que allí se ligan con
las sierras, se encuentra el distrito de Ixtlan, y en él
la aldea de San Pablo Guelatao, situada en las orillas
de un lago que, debido á lo cristalino de sus aguas
y i su insondable profundidad, ha recibido el nombre
de Laguna Encantada.
En todo su contorno se elevan escabrosas cimas,
guarneciendo las cabañas que en medio de pedazos de
terreno cultivado y bosquecillos de árboles frutales, se
hallan en sus bases. La aldea cuenta con ménos de
doscientas almas; en el centro hay algunas chozas de
e 681
NACDIIENTO y PARENTELA. ti !)

adobe, con muebles sumamente humildes, una mo-


desta capilla, y las ruinas de un t emplo, destruido por
uno de aquellos t erremotos que de vez en cuando
vienen á perturbar la no interrumpida tranquilidad de
que goza el distrito.
El 21 de Marzo de 1806, en una de estas chozas
nació B enito Pablo, hijo de Mareelino J uarez y de su
esposa Brígida García, ambos de sangre indígena pura.

BE NITO PABLO JUAREZ.

Benito fué hij o póstumo. Al nacer él falleció su


madre, dejándolo al cui dado de la abuela; pasó des-
pues á la fam ilia de P ablo, h ermano de su padre. N o
puede decirse que este cambio alterase la perspectiva
de su vida, prim eramente porque no se le presentaba
ninguna, y en el curso ordinario de los acontecimien-
tos, j amás habria salido de los reducidos confines de
la esfera de un aldeano. B ajo estas circun stancias,
70 BENITO PABLO JUAREZ.

Benito creció sin educacion alguna, y á la edad de


once años el idioma español le era enteramente des-
conocido.
Por este tiempo tuvo lugar un acontecimiento que
hizo cambiar su porvenir. . Un dia se hallaba en com-
pañía de un muchacho llamado Juan Luna, cuidando
el ganado de Pablo, cuando se presentó á su vista la
fruta de la huerta de un vecino y cedieron á la ten-
tacion de comerla. Entret enidos en esto, se descuida-
ron del ganado, que pronto siguió el ej emplo de los
jóvenes, metiéndose en un maizal. El ruido de los ani-
males despertó al dueño, que tuvo ti empo para llegar al
lugar, sorprender á los muchachos y darles una fu erte
reprimenda. N o los golpeó; pero hizo lo que á Be-
nito le pareció aun peor: amenazarlo con poner el
hecho en conocimiento de su tio.
Pablo no sentía grande afecto por el huérfano,
y con frecuencia lo castigaba por faltas muy leves.
La que cometió en esta vez era mas seria que las de
costumbre, y si por frioleras recibia el pobre Benito
castigos tan rigurosos, mucho debia de t emer en el caso
presente. T enia inteligencia para la lógica, y no agra-
dándole la conclusion que en su raciocinio dedujo de
las premisas, se resolvió .1. fugarse. Abandonando el
ganado á su suerte, atravesó apresuradamente las coli-
nas y pronto se reunió con unos huacaleros que se
encaminaban para Oajaca. Es costumbre de estas
gentes emprender j ornadas largas desde el retiro dondo
viven hasta alguna de las principales poblaciones, con
objeto de realizar varios artículos que ellos mismos
fabrican, ó vender el corto producto de sus siembras,
cuyo importe t al vez disipan en una orgía de pocas
horas. Sin embargo, caminan pacientemente por días
enteros, atravesando cetros y barrancas con la carga al
hombro, hasta llegar á su destino, y haciendo paradas
en los pueblos intermedios, donde algunas ocasiones
venden sus efectos á precios comparativamente mejores.
Informados de su aventura, los huacal eros trataron
de persuadirlo á que regresase; pero ya habia entánces
ESTUDIOS DEL INDITO. 71

recobrado sus sentidos, y les contestó que iba á ver á.


su hermana que estaba sirviendo á una familia en
Oajaca, para pedirle consejos. El resultado fué que
un señor Perez se interesó por el muchacho y lo
colocó en casa de Don Antonio Salan\1eva, hombre
benévolo que pertenecia á una de las cofradías de los
Franciscano:;.
La inteligencia del muchacho y la facilidad con que
aprendia las lecciones de su primera enseñanza, le
captaron las simpatías de Diego Chavez, comerciante
rico, quien lo puso en el Seminario. En cambiu,
J uarez ayudaba en todo lo que podia, á llevar la con-
taLilidad y demás quehaceres de la tienda. Estos
dignos hombres estuvieron bien distantes de creer que
estaban preparando al pobre indito para la presidencia
de la república. La sociedad donde esto pasó, es
acreedora á los mayores elogios.
J uare? t erminó con honor el curso de sus estudios,
y el piadoso Salanueva trató de persuadirlo á que es-
tudiase para la iglesia, cuya profesion, en su sentir,
era la mas eminente; pero J uarez habia ya adquirido
ideas liberales, y como por este tiempo se planteó el
Instituto civil , estableciéndose en él cátedras de ju-
risprudencia, se decidió á emprender la carrera d e
abogado. Muchos de los estudiantes del Seminario
abandonaron entónces este plantel, atraidos por el
curso de estudios mas liberal y ventajoso que ofrecia
el nuevo colegio.

Por esta época el espíritu de los partidos políticos


del país, que durante el siguiente medio siglo afli-
gieron i esta desgraciada tierra con una continua
serie de pronunciamientos, ultrajes, y guerras, habia
llegado á un grado sumo de acaloramiento.
La causa de todas estas convulsiones sociales pro-
venia en parte de la disposicion voluble é impetuosa
• del pueblo, desco ncertado primeramente por su separa-
cion del gobierno español, é impelido por el celo y
ambician desenfrenada de-algunos de sus hijos. Sien-
72 BENITO PABLO JUARE7..

do el mismo gobierno el resultado de un levantamiento,


no podia adquirir fuerza suficiente para reprimir los
que se sucedieran. L a paz se conseguia por cortos in-
tervalos, distribuyendose los empleos y otros fa vores
entre los que. apoyaban, como entre los que se oponian
con éxito á cualquier movimiento, política que solo
servia para excitar la avidez de los que no habiéndose
mezclado, querian participar de los despojos. Se llegó
á considerar que el único medio para alcanzar esos ascen-
sos debia buscarse en la revolucion, sin estimarse para
nada la antigüedad, los servicios, y el t alento. Como
r esultado de un pronunciamiento afortunado, el cabo de
hoy podia ser mañana general, y el fun cionario, reo de
peculado, fácilmente cubria su d elito por este medio, y
aprovechaba la oportunidad para proseguir su crímen
en beneficio propio y de s us am igos. Se entendia por
libertad el libertinaj e ; t odo el mundo se creia con
derecho para protestar de la manera que le agradara
contra un gobierno gue amenazaba ruina; el congreso
y las legislaturas S8 hallaban divididas en facciones, á
la vez que un ej ército desobediente se ocupaba en
observar apaciblemente los asuntos, miéntras se cli-
mentaba con la sustancia del pa ís.
Por est e tiempo los partidos principales eran el
escocés y el yorkino, t omando ámbos sus nombres r es-
pectivos de las logias masónicas establecidas de confor-
midad con los ritos escocés y yorkino. L a primera
se fundó en E spaña en 1813, por algunos oficiales del
ejército, para adquirir representacion popular, ó mej or
dicho aristocrática, y restringir la influencia eclesiás-
tica. En Nueva España logró en 1820 el rest able-
cimiento de la constitucion liberal de 18 12.
El clero modificó algo el curso amenazador que
habia tomado la cosa, forma ~ldo una monarquía baj o
1 turbide. L a faccion principal de los escoceses, que
entónces se habian d ividido, pronto le venció, é hizo
esfuerzos por establecer una república central; pero las
provincias co nsigu ieron, con la ayuda de los iturbidis-
las vencidos, crear un sist ema federal.
ESCOCESE::; y YORKINOS. , 73

Dos años despues, en 1826, aparecieron repentina-


mente los radicales, encabezados por hombres corno
Z avala, Esteva, y Arizpe. D ebian su orígen á la so-
ciedad del Águila Negra, organizada bajo la presiden-
cia de Victoria para contrarestar á los escoceses. De~ ­
pues se dividieron, y su faccion principal se unió á la
logia yorkina, fundada por Poinsett, figurando mas
tarde con los nombres de puros, yorkinos, liberales, pro- '
gresistas, rojos, y aun jacobinos. Este movimiento
causó la vuelta á la vida del ya casi extinguido partido

PALACIO DE PALENQUE.

escocés, denominado tambien aristócrata, conservador,


y retrógrado, al cual preferian perten ecer los ricos, los
dueños de ti erras, el clero, y las clases privilegiadas.
Los nombres indican sus miras, siendo la principal
luchar por el poder; los resultados fueron guerras y
desórdenes lamentables,hundiéndose los partidos de vez
en cuando, para aparecer de nuevo con principios algo
modificados y conformes con los cambios políticos.
La administracion de Victoria, el pnmer president6,
estando á punto de expirar en 1828, los partidos se pre-
74 llENITO PABLO J UAREZ.

cipitaron á la.s elecciones. La clase aristocrática , hasta


la parte ligada con los yorkinos, se unió á los escoceses,
llamados entónces novenarios, y consiguieron la eleccion
de Gomez P edraza para la primera magistratura. El
otro partido, que por ese tiempo t enia el apodo de
anarquista, canalla, y partido de los cambios, con la
ayuda de los soldados derrotó á las fu erzas del gobier-
no, é hizo nulificar la eleccion, é instalar á Vicente
G uerrero en la presidencia.
Este h ombre extraordinario na{:ió hácia 1783, de
padres humildes y de sangre india, cerca de Tixtla.,
en el distrito que despues tomó su nombre. Sin edu-
cacion , pero dot ado de notables instintos militares, se
habia elevado al rango do general durant e la g uerra
de independencia. Caudillo en un tiempo de los in-
surgentes, era considerado entánces como el repre-
sentante de los primeros soldados de la revolucion, á
quienes las masas del pueblo comenzaban á reconocer
como á sus primeros héroes, prefiriéndolos tÍ, los pre-
t endientes lllas ari st ocráticos y noveles que encabe-
zó Iturbide.
Los escoceses se vieron obligados á acepta!" su
derrota; pero volviéndose á organizar bajo el nombre
de partido de la ley y del órden, en el que estaba
afiliado el poderoso clero y la mayor part e de la mili-
cia, compuesta de lo que llamaban" gente decente y
hombres de bien," comenzaron á trabaj ar por estab-
lecer un gob ierno central, con el elemento aristo-
crático; miéntras los progresistas abogaban por In.
libertad de imprenta, la abolicion de los fu eros ecle-
siástico y militar, la supresion de los conve ntos, el
matrimonio civil, et c.
F ácilment e se comprenderá que Guerrero encontró
muchos adictos en Oajaca, estado tan liberal, y que
entónces abrazaba part e del que h oyes G uerrero. El
S eminario, como era natural, se inclinaba á los escoceses,
y el Instituto al partido liberal. Los estudiantes de
ámbos t omar on parte activa en la política, y entre los
del último se encontraban Mig uel Mendez, indio muy
ABOGADO, PRESO, JUEZ, Y FISCAL. 75

inteligente de las montañas, Márcos Perez, y Juarez.


El r esultado fué que el triunfo de Guerrero djó á
M endez la presidencia del tribunal de Oajaca, y á
.J uar ez una magistratura, á pesar de que ni uno ni
otro habian t ermin ado aun el curso necesario. Ambos,
sin embarg o, co ntinuaron sus estudios, J uarez de-
sempeñando la cátedra de física experime ntal en el
. Instituto, y el puesto de regidor en el ay untami ento-d~
la ciudad. En 183 2 r ecibió el grad o de bachiller en
leyes, fu é elect o diputado á la legislatura, y dos años
d espues, f;e recibió de abogado.
E st os fu er on los rápidos adelantos del humilde jó-
ven, qu e á los doce aüos de edad, casi desnudo, tra-
baj aba en las montañas, y S!uyas esperanzas entónces
de adquirir educacion, posicion, y fama, estaban á la par
con las del el ganado que cuidaba. En la fecha á que
nos referimos, t eniendo solo veintidos años, lo encon-
t ramos en la silla mag if;tral, haciendo uso con energía
y elocuencia de un idioma del cual no conocia ni una
síla ba di ez años ántes. Sus h ermanos permanecieron
en la aldea; pero una hermana llamada Soledad fué
compañera de su esposa, que era una seüora d e educa-
cíon. J uarez facilitó recursos á su cruel tio para
mejorar su casa y tierras, y educó á un sobrino que
prometi a mucho; pero est e se unió al partido contrario
y fué fusilado.
Guerrero no permaneció por mucho tiempo al frente
de la situacion. Sin at ender á sus distinguidos títu-
los como patriot a, j efe, y presidente, sus enemigos lo
t omaron traidoramellte y lo fusilaron. Los centralis-
tas volvieron g radualm ente á adquirir poder y domi-
nio sobre los liberales, y J ua rez, entre otros, habia
sido vig ilado y puesto en prision por sospechas de
que conspiraba. En 1842, su partido alcanzó alg unos
triunfos, y fué nombrado juez. Dos años despues, el
Gobern ador L eon lo hizo secretario del estado, puesto
qüe á poco cambió por el de fiscal de la corte suprema
de la r epública. Restablecido el sistema federal, en
1846 J uarez fu é uno de los del triunvirato elegido
76 BENITO PABLO JUAREZ.

para gobernar á. Oajaca, pasando despues al congreso


como el mas popular de sus diputados.
Miéntras tanto el clero, excitado por una tentativa
que se hizo de exigirle tributo de sus inmensos bienes,
para la defensa del país contra los invasores de los
Estados U nidos del Norte, habia provocado varias
revoluciones, una de ellas en Oajaca. E sta fué sofo-
cada, pero dió á. conocer la incapacidad del gobernador
Arteaga, quien creyó prudente renunciar el puesto.
Entre los candidatos para r eemplazarlo se hallaba
J uarez; y co n el apoyo de las poblaciones del inte-
rior y de la milicia tomó posesion del cargo en N 0-
"iembre de 1847.
Durante los cinco años de su administracion, J uarez
introdujo muchas mejoras, desarrolló los recursos,
pagó la deuda del Estauo que h abia ido aumentando
por espacio de veinte años, y dejó una exist encia en la
t esor ería. Oajaca era considerado como uno de los
estados mas prósperos, y J uarez como bienhechor del
pueblo.
L a constitucion de Oajaca prohibia la r eeleccion de
los gobernadores, y J uarez, sin seguir el ej em plo de
otros, se retiró pacíficamente al ejercicio de su profe-
sion, conservando siempre su puesto de director del
Instituto. I gnacio Mejía, uno de sus adictos, fué su
sucesor en el gobierno.
U na revolucion que estalló en Jalisco colocó :í Santa
An na al frente de la situacion, como dictador, en 1853.
S iendo hombre de pasiones fu ert es, aprovechó la opor-
tunidad que se le presentaba para vengarse de sus ene-
migos, á quienes atribuia sus reveses y humillaciones.
Desatendiendo sus juramentos, expidió una ley contra
los conspiradores, el obj eto de la cual podia fácilmente
interpretarse. J uar ez ocupaba un lugar demasiado pro-
minente entre los adversarios del nuevo gobierno para
que pasara desap ercibido. Un dia, en Mayo de 1853,
se hallaba en Etla ocupado con un negocio de su pro-
fesion, cuando fué arrestado y conducido precipitada-
ment e á Veracruz, y despues de r ecibir un trato
UN PATRIOTA DESTERRADO. 77

cruel en la cárcel, se le embarcó para la Habana, sin


recursos, y sin permitirle siquiera comunicarse con s u
familia. Acompañado del General M ontenegro se fué
para Nueva OrIeans, donde vivió con pobreza, sost e-
nido únicamente por las pequeüas remesas que le ha-
cian su esposa y sus amigos. P ero la expulsion le fué
benéfica, pues allí aprovechó la oportunidad para estu-
diar leyes é instituciones que mas tarde debian apli-
carse para el adelanto de M éjico. En verdad Wash-
ington y Bolívar le sirvieron de modelos.
Se habia casado en 1843 con Doña Margarita
Maza, señora. de educacion, de nobles sentimientos
y grande h ermosura. Con la venta de su pequeña
biblioteca y otros efectos, estableció una tiendita en
Etla, y con esta y una corta mesada que le concedió
el Gobernador M ejía se mantenian ella y sus hijos.
E sta generosidad de parte de M ejía no fué olvidada.
Mas adelante lo encontraremos como general, é íntimo
amigo del libertador.
Los negocios de J uarez pasaron entónces á su socio,
Márcos P erez; pero habiendo sido este arrestado poco
ti empo despues por t ener correspondencia con los
enemigos de Santa Anna, Porfirio Diaz, como pa-
sante y dependiente de la sociedad, tomó exclusivo
cargo de ellos. Esta era una prueba de confianza que
bastaria para enorg ullecer á cualquier j óve n. Sin em-
bargo, no est aba mal depositada, pues Diaz no solo daba
pruebas de honradez y actividad, sino como hemos
visto, ocupaba en el Instituto el puesto de catedrático
de derecho romano, y contaba con regulares entradas,
debidas á su reconocida habilidad en la profesion.

Aquí dej aremos á B enito Juarez por ahora, agre-


gando solamente á esta breve r eseña de su juventud
algunos de los puntos mas salientes de su caráct er,
para conocerlo mejor cuando lo encontremos mas
tarde, como sucederá muchas veces en el curso de esta
narrativa, y bajo circunstancias peculiares y compro-
metidas.
78 B[j;NITO PABLO JUAREZ.

Oimos hablar mucho y decir muchos desatinos


acerca de los hombres y su educacion; de aquellos que
se forman solos y llegan á ser prominentes sin haberse
suj etado en sus primeros años á la férula de un pe-
dagogo ó profesor. A menudo oirnos á algunas per-
sonas hacer alarde de la ig nora ncia en que vivieron en
sus primeros años-de lo cual hay poco de qué vana-
gloriarse, en verdad-y al mencionarlo, no prueban
mucha intelige ncia á nuestro entender.
T odo esto está basado en la idea de que los hom-
bres al nacer so n poco mas ó menos ig uales, de que la
educacion de las escuelas y colegios es siempre una
cosa buena, y de que el individuo por su energía ó apti-
tud superior logra por sí propio lo que otros no han
podido hacer por él.
Todas estas tres proposiciones son erróneas en
cierto sentido. Los hombres no nacen ig uales. Al-
gunos tienen mas fuerza física que otros, ó mas inteli-
gencia, ó mas dinero. Tod os son iguales por lo que
toca á sus d erechos; pero el hombre inteligente es mas
noble que el hombre de puro barro. La naturaleza se
deleita en la variedad y es profusamente pródiga;
forma millones de a nimales, aves, y peces, solo para ali-
mentar á otros animales, aves, y peces ; y para que
estos tambi en sirvall de pasto á otros de su clase. En
las colinas :r en las llanuras presenta diferentes mati-
ces de colores en la vegetacion, para borrarlos con la
escarcha de una sola noch e, 6 con el sol abrasador de
un dia. L evanta bosques que no tienen mas obj eto
que servir de fertilizadores á nuevos bosques; el
hombre lo devora todo , y devora sobre todo á sus pro-
pios semejantes. Y en medio de esta di versidad y,
digámoslo así, superfluidad , hay innumerables grados
en la escala. El que nace rico no es mej or que el que
nació pobre; generalmente es peor criarse en una ri-
que.za que no se ha adq uirido. L a educacion que dan
las escuelas puede ser benéfica ó perjudicial, puede
conducir á mejorar y hacer mas eficaz un talento na-
tural , 6 puede ej ercer una infiueneia tan limitada y
TEORíAS DE EDUCACION. 79 .

restrictiva, que destruya completamente las inteligen-


cias nacientes. Sócrates pudo interpretar el oráculo de
Apolo en D elfos, que lo declaraba el hombre mas sa-
bio, no porque supiese mas que otros, sino porque era
~l úni co ~ntre todos los hombres que conocia su propia
Ig nora nCI:l,.
El j óven Benito no se formó solo : fu é el producto
de la naturaleza ; y en los cerr os de Ixtlan, de donde
era nativo, podría haber muchos que fuesen iguales á
él en talento y aptitud natural. P er o en su caso la
casualidad, las circunst ancias, la suerte, ó la providen-
cia dieron á conocer sus talentos al mundo, miéntras
que á los demás los dejó vagar en el órden que siguen
todas las cosas ordinariamente.
Cierto es que entre un millon de hombres no se ha-
bria encontrado otro que en circunstancias iguales se
hubiera desarrollado como él. L as circunstancias
obran de diversas maneras sobre los objetos. Alg u-
lIas cosas se ponen ti ernas cocinándolas; otras se po-
nen duras. Con la aplicacion d el calor los huevos se
endurecen y las papas se ablandan, miéntras que por
el mismo procedimiento el maíz se vuelve primera-
ment e blando y despues duro. L as Pléiades asegura-
das por Medea de que por este medio podian r estituir
á. su padr e el vigor juvenil, lo cortaron en pedazos que
hicieron hervir repetidas veces; pero desgr aciadamente
miéntras mas hirvieron al anciano mas tieso se puso.
L a aplicacion es mas que la educacion. N o pode-
mos siempre seguir los di ct ámenes de nuestra ense-
ñanza. H ay ambig ü edades en t odas las cosas, y las
rcglas tienen muchos sig nificados y modos de aplicarse.
Se nos dice, por ej emplo, que dos y dos hacen cua-
tro; pero en lo anómalo de nuestra vida social encon-
tramos muchas veces que dos y dos no hacen cuatro.
D os sirvientes no hacen doble el trabajo de uno, y con
frecuencia vemos que tres hacen ménos que dos.
Puede uno t ener muchos libros y saber poco de lite-
ratura; leer mucho, y adquirir pocos conocimientos.
Enfermedades ig uales no producen el mismo sufri-
80 BENITO PABLO JUAREZ.

miento en todos; una imaginaeion sana en un cuerpo


enfermo arroja de sí el sufrimiento, que una mente da-
ñada alimenta en un cuerpo sano. Así como los rayos
del sol á la vez que hacen brillar las aguas de un ria-
chuelo envuelven las de un charco estancado en un
denso vapor, así obran sobre los hombres los aconteci-
mientos, produciendo en unos la fortuna y óptimos
resultados, y presentando á otros como una luna
muerta, pálida, melancólica, y sepulcral.
La pobreza es un factor pode roso para el adelanto y
progreso. Si J uarez no hubiera sido pobre no habria
sido presidente de la república. Miéntras permaneció
al lado de su familia nada tuvo, y mas tarde ya dedi-
cado á sus estudios en Oajaca, se vió r educido á una
miseria que sin exageracion pudo compararse á la de
Belisario, pidiendo de limosna un óbolo. Pero no
habia atestado su inteligencia con ideas anticuadas,
á las que se daba en esa época el pomposo título de
enseñanza, y que no servian mas que para destruir la
fr escura y originalidad del pfmsa miento, impidiendo
la concepcion de ideas progresistas y de verdades
prácticas.
J uarez era un perfecto tipo d el zapoteeo puro, á pe-
sar d e que su estatura era mas baja que la ordinaria, y
de que era de un color cobrizo mas oscuro. Piés y
manos pequeñas, cabeza no muy grande ni muy r e-
donda, cabello lacio, grueso, y negro, frente elevada y
espaciosa, pómulos salientes, ojos negros y llenos de
fuego, nariz recta aunque no bien formada, cara lam-
piña, en la que se reflejaba una expresion meditabunda
y de refinamiento.
Aquí tenemos una muestra del americano de la re-
gion de Oajaca, raza considerada en algunas partes
como salvaje. Sin ser un hombre bien parecido, se
veia r etratada en su semblante una expresion de bon-
dad que en nada alteraba una gran cicatriz que t enia.
Poco habia que lo distinguiera de un europeo; el
autor ha visto en Italia y España millares de caras
tan triguel1as como la suya, sin que por esto el corte,
CUALIDADES FISICAS É I NTELECTUALES. . 81

aunque peculiar y caract erístico, sea en manera alg una


desagradable.
Esto, por lo que t oca á su físico; en cuanto á su apti-
tud intelectual, su vida, tal como la retrata la historia,
es un comentario superior al que yo pudiera hacer;
baste decir que en nada desmerece puesto al lado de
los estadistas y reformadores de distintas épocas, t anto
de Europa como de América. Se piensa ménos y se da
ménos importancia en Méjico á la cuestion de raza ó
color, que en el extrangero. ¿Porqué ha de causar mas
sorpresa que el genio nazca en las montal'ias de Amé-
rica que en las del Asia? Que contesten aquellos que
solo tienen la raza 6 el color de que vanagloriarse.
Analizando el carácter de Benito J uarez, notamos
desde luego que aunque no car ecia de valor personal,
y de otras cualidades que lo habrian h echo distinguirse
en el campo de batalla, era mas bien estadista que
soldado.
D e temperam ento linfático, y muy reticente en to-
dos los negocios de importancia, al llegar á las deduc-
ciones y consecuencias parece que su inteligencia
descansaba solo en sí misma; original en co ncebir sus
planes nunca le faltaba fuerza para ejecutarlos. Y por
mas ardoroso que se hallase en su interior el fuego
del patriotismo y de la ambicion, exteriormente no se
notaba mas que la calma.
YIDA DE DlAZ.-1i
CAPíTULO VII.
·PORFIRIO COMIENZA S U CARRERA PÚBLICA.

Pt:Rt:Z EN PRI SION - PORFIRIO y Fil LIX PROCURAN COMUNICARSE CON ÉL-
Su AVENTURA NOCTUR NA y BUEN ÉXITO-MEDIDAS ARDlTRARlAS DE
SANTA ANNA-I N'l'lMIDA CION EN UNA V OTACION DEL PUEBLO-PROTESTA
DE PORFIRIO-SE LB AME~AZA CON ARRESTARLO- ·SE ESCAPA y SE
UNE Á HERRERA-l'ltOGRESO DE LA REVOLUCION-EsCARAMUZAS-AL.
VAR EZ ENTlt A Á. LA CA PITAL y HERREnA A OAJA CA -COMONFORT-
PORF llU O CO MO JEFE PULÍTICO-SU CAR.\CTER AL PRESENTE-bIPRO·
V1SA UN EJÉIW ITo -ILo\cE S ll NTIR SU MÉRITO PERSÓNAL y APTITUDES
- GARCÍA -I'ORFIUI O <JO MO Tl':N lENTE C ORONEL- BATALLAS y HERIDA S-
EN T E H UAN T EI'EC-MuEl{T E DE DOÑA PETRONA.

N O estaba de acuerdo con los sentimientos de Por-


firio dejar á un amigo y bienhechor preso en una cár-
cel, mientras él gozaba de las dulzuras de la libertad,
sin procurar libertarlo.
P erez es taba preso en el convento de 'santo Do-
mingo, cuyas gruesas paredes se habian co nstruido
con la. mira de que el edificio sirviera de baluarte con-
tra los mortíferos dardos do Satamís, colocados en las
manos de los infieles indígenas; mas tard e debia ser-
vir de fortaleza Lí los partidos revolucionarios, y en la
época á. que nos venimos refiriendo, estaba ocupado
por las fuerzas de Santa Anna.
Atrayendo á su h ermano Félix á causa, Porfirio
le co municó sus planes. Perez habia sido reducido á
prisioll mas bien por sospechas que por algun cargo
determinado que se le hi ciera. Era el compañero de
J uarez, y esto bastaba para hacerlo peligroso á los
oj os de los enemigos de aquel caudillo. Porfirio'y
Félix est aban resuoltos á. libertarlo si era posible; pero
ese era un pensamiento atrevido, pues el edificio no po-
( 82 )
UNA EMPRESA ATREVIDA. 83

dia haber sido mejor construido para el obj eto á que


estaba dedicado, si hubiera habido al formarlo el propó-
sito de que sirviera para una ocupacion militar y para
prision en tiempo de guerra. Era defícil aun averig uar
en qué parte del convento estaba preso su amigo.
P ero sea como fu ere, est aban resueltos á buscarlo y
comunicarse con él, para despues ayudarle como la
fortuna lo indicara. L a empresa era peligrosa; pero

EL CON Vlé NTO !J I!: ::;ANT O D OM1NGO.

el peligro solo servia para estimular el ardor de los


dos jóvenes, y añadia al deber el gusto y el placer.
Los h ermanos escogieron una noch e oscura y llu-
viosa para su aventura, y llenos de fé y resolucion
pusieron man os á. la obra.
Como t odos los edifi cios ele su clase, el convento
tenia una huerta cercada por paredes elevadas, cuyo
escalamiento era, la primera t entativa y la mas fácil
84 PORFIRIO COM.IENZA SU CARRERA PÚBLICA.

del golpe de esa noche, operacion que se verificó con


feliz éxito, de8pues de que los libertadores habian
pasado algun tiempo ocultándose del centinela, que
ninguna indinacion tenia á exponer su persona sin
necesidad.
Desde lo alto de la muralla, por medio de un cordel
que aseguraron á un punto saliente, lograron subirse
al t echo de una ala del edificio principal. En este
punto t enian por delante una pared lisa y sólida. A
pesar de que la altura no era tan grande como la que
habian salvado ya, no encontraban ningun objeto en
que poder asegurar el cordel que tan bien les habia
servido hasta aquí en sus esfuerzos. .
T enian absoluta necesidad, para poder continuar su
obra, de una tabla ó algo por el estilo. Porfirio sabia
donde podia encontrar una viga ligera pero fuerte,
que podia utilizarse para el objeto; así es que se bajó y
la aseguró, mientras que Félix ayudaba desd e el techo
á levantarla. Porfirio volvió á subir, y despues de
varias tentativas, los dos jóvenes lograron treparse á
la azotea del edificio principal.
D esde aquí se pusieron á observar lo que pasaba en
el patio. Nada se podia ver ni oir S InO la lluvia que
con su monótona rima caia en el enlozado del patio.
La fortuna los favoreció, pues si hubieran sido descu-
biertos, uno ó dos balazos habrian puesto fin á la
empresa.
Colocándose en un punto que segun creian, venia
justamente á quedar so bre las celdas ocupadas por los
presos políticos, aseguraron bien una extremjdad del
cordel, por el cual bajó el ágil Félix hasta el corredor
de arriba; y despues de empujar algunas de las puer-
tas que t enia por delante, al fin dió con P erez, y al
través de los barrotes, le hizo saber que allí se encon-
traba.
El astuto P erez, comprendiendo Ínmediatalllente la
situacion, comenzó á cantar sus oraciones á fin de des-
vanecer las sospechas de los que pudieran oir el sonido
,de las voces. Entre los intervalos de las oraciones 8e
ARBITRARIEDADES DE SANTA ANNA. 85

comunicaban los dos. Perez, abogado y político, era


inteligente y vivo. N o intentó escaparse, pues si ga-
naba su libertad no podria hacer uso de ella bajo las
circunstancias en que se encontraba. Pero quedó
sumamente agradecido por los medios que se le ofre-
cian para burlar á sus enemigos. Mandó decir á
Porfirio cuales eran los pasos que debian darse, y
desde entónces este se dedicó empeñosamente á se-
guirlos.
L a persecucion que hizo Santa Anna á tantos hom-
bres eminentes contribuyó no poco á producir una
reaccion contra su dictadura, no solo por el t emor que
infundia tÍ una clase numerosa de la sociedad, sino
t ambi en porque los m ejicanos, de sentimientos bon-
dadosos por naturaleza, empezaron á simpatizar con
las víctimas del tirano. Se le habian conferido facul-
tad es dictatoriales, en la inteligencia de que solo las
usaria hasta que pudiese establecerse un gobierno es-
table, con la cooperacion de ministros hábiles y pa-
triotas. P ero en lugar de esto habia trabajado para
constituirse en un autócrata, desconociendo todos los
empeños que habia contraido y cometiendo tantos
ultraj es, que al fin hubo de estallar la revoluciono
Salió entónces á campaña, y tÍ la cabeza de sus tropas
ganó alg unas ventajas, con el brillo de las cuales logró
ofuscar la opinion pública, y apoyado en las bayonetas,
hizo que se sometiera un plebiscito á toda la nacion,
en primero de Diciembre de 1854, para que ella de-
clarara si debia ó no continuar en el poder. La
votacion debia tomarse en listas por la afirmativa y
negativa, en cuyas listas cada uno de los que votaran
debian poner su firma. El acto tuvo lugar pública-
mente en presencia de los agentes nombrados por el
partido del dictador, bajo la mas manifiesta intimida-
cion de la policía y de las tropas, indicándose á las au-
toridades locales que seria conveniente que apoyaran
al gobierno, y expidiéndose á la vez decretos muy
severos contra cualquier movimiento revolucionario.
86 PORFIRIO COlVUENZA SU CARRERA PÚBLICA.

Como es de suponerse, hubo muy pocos que se atre-


v ieran á firmar las listas negativas.
Hácia esta misma época, los estudiantes de derecho
el1 el estado de Oaj aca estaban algo excitados á con-
secuencia de un nu evo plan de estudios quc les dila-
t aba su carrera, y les obligaba á concurrir al supremo
tribunal de la capital. Por otra parte, se habia nota-
d o qu e dura nte la votacion, los sub- alcaldes firmaban
la lista afirm ati va por t odos los qu e t enian derecho á
v otar en sus divisiones. L os e mpleados que presidian
en los sub-distritos hacian lo mismo ; y las firmas de
est os eran seguidas de las de los mismos votantes, ó
d e alg unos de a quellos, cuyas inclinaciones ó temores
los obligaba á vot ar en persona; d e manera que el
v ot o de la ciudad resultó duplicado, y hasta cierto
punto triplicado en favor del dictador.
P orfiri o, lo mismo qu e otros estudiantes, estaba
indig nado de lo que él considera ba como una arbi-
trarieda d y un ej ercicio injustificable del poder, y
qu eria que los estudiantes se a bstuvieran de yotar, si
no votaba n por la negativa; per o te nian mi edo. Sin
embargo, cua ndo se vieron los fraud es cometidos e n
la vota cion, y con t anto descaro, qu e se faltaba no
solo á la bue na fé, sino h asta á la decencia, el jóven
patri ot a ya no pudo soporta rlo. " i Hasta cuando
nos h emos de somet er á est a clase de tiranía 1" es-
cl amó al dirig irse solo i la mesa en que estaba la
list a negativa, para poner su fir ma. En ese dia hubo
solamente otro que se atrev iera á h acer lo mismo.
E sto bast ó para que el partido que est aba en el po-
d er los co nsiderara co mo desafectos. Un acto seme-
jante se miró desde luego como un r eto al dictador y
una ma nifest ac io n de desprecio h á cia aquellos que
t enian miedo de hace r lo que era justo. Un alcalde
bien di s puest o hácia P orfiri o le hizo sab er inmediata-
mente que ya se h abia expedido la órden para su
arresto y muerte; ó que por lo ménos le estaba dis-
puesta una prision si no se ponia en salvo desde luego:
SUBLEV ACION PATRIOTICA. S7

es ta era la libertad que se disfrutaba bajo la adminis-


tracion de Santa Anna.
N o habia momento que perder. Purnrio no se
atre \·ió á. ir á su casa, sino que entró á su oficina, tomó
un par de pistolas, y se refugió con nn amigo mién-
tras le llevaban su caballo á un lugar seguro para que
pudiera escaparse.
Acompañado dA la única persona que como él se
habia atrev ido á votar por la negativa, salió al peso
de la noch e, para evadirse de la ciudad, si era posible.
Les fué bien h asta que llegaron á los suburbios para
entrar al campo abierto. Comenzaban á respirar con
mas libertad, creyendo lograda su salvacion, cuando
r epentinamente se encontraron frente á frente con un
sentinela, y las palabras "alto ahí" llegaron á sus
oidos.
Ant es que el soldado de avanzada pudiera hacer ó
decir mas, vió que la muerte le miraba á la cara
en la forma de dos cañones de pistola y cuatro oj os
amenazadores, que con efecto mágico le hicieron callar.
Sin embargo, oyendo los jóvenes alg unas pisadas cerca,
y queriendo evitar un encuentro riesgoso, pusieron piés
en polvorosa, sin hacer caso de las balas que silbaban
por sus oidos, y lograron llegar al pueblo de Ejutla
sin mas aventuras.
Entre tanto, la r evolucion ganaba terreno. Habia
en la época á que nos r eferimos, en las montañas de
Tlacolula, un a fuerza sublevada de patriotas al mando
de un t al H err era, titulado capitan, que se oponia
al dictador. Porfirio los buscó. Vió que la partida
se componia de unos 200 ó 300 hombres salidos
de la clase ínfim a de esa r egion, armados con instru-
mentos de labra nza, y co n mé nos de 20 fusiles entre
t odos ellos. El j efe que t enian era un indio sin edu-
cacion, sin experiencia y aun sin t alento notable. D e-
bia su posicion á la única cir cun stancia de haber
pertenecido en otro ti empo á la milicia.
Ahora pues, Porfirio, como ya sabemos, habia nacido
soldado. Había nutrido la pas ion y desplegado su ge-
88 PORFIRIO COMIENZA SU CARRERA PÚBLICA.

nio por la táctica militar desde la niiiez. Le habia na-


cido como· la inspiracion nace en el poeta, sin poderse
dar cuenta de dond e habia adquirido su aficion por las
armas. Habia hecho, por otra parte, estudios en
el arte militar, y ya desde esta temprana edad era
en t odo compet ente para mandar soldados y dirigir
las maniobras de los ej ércitos. H errera no era tan es-
túpid o que no comprendiera esto, y como t enia mas
ambicion por la causa que defendia que por su propia
persona, el recien venido obtuvo desde luego un lugar

MAPA Db: OAJACA.

de confianza y r esponsabilidad, y llegó ;1, sor el gemo


que dirigia al capitall.
H a bia una fuerte g uarnicion de las tropas de Santa
Anna en Tlajiaco, de esta misma region de la monta-
üa, al mand o del coronel N ori ega, parte de la cual es-
taba exclusivamente ocupada en la persecucion de
Herrera , quien se deleitaba como las abispas en zumbar
sobre las cabezas de los soldados, picándolos cuando se
presentaba la ocasiono Habiendo salido un día á una
expedicion, la partida de H errera fué descubierta por
PRIMERA ESCAR AMUZA. 89

este d estacamento, que la persiguió con direccion á


Teotongo. El camino pasaba por la falda de. un cerro
cubierto de maleza, y aquí se r efug iaron los persegui-
dos rebeldes, sin ser vistos por los perseguidores, y
for maron una emboscada cer ca de un aguaj e, dond e
sabian que t enían que detenerse los soldados para sa-
tisfacer su sed.
Apénas habia h echo alto el enemigo cuando los par-
tidarios de H errera le descargaron los pocos fusiles
que t enia n, causando estrag os, y dej aron rodar ade-
más inmensos peñascos por la falda del cerro. La
caballería de N oriega se desordenó desde luego; pero
un piquet e de infantes comenzó á subir r esueltamente
el cerro, para recibir otra descarga de piedras que los
puso e n dispersion lo mismo que á sus compañeros.
S in esperar el resultado tan favorable del encuentro,
pues conocían bien la superioridad en disciplina y nú-
mero de la fuerza contraria, los rebeldes, dispersándose
en pequeñas partidas, se apresuraron á alejarse del
pu nt o tomando distintos ru mbos. P orfirio, siguiendo
una vereda, lleg ó sano y salvo á Tlajiaco, y aquí supo
por la primera vez cuan complet a habia sido la victo-
ria que habian obtenido. Pero era demasiado t arde
para vol ver á reunir las partidas, diseminadas como
est a ban, y se vió obligado á ocultarse por alg un tiem-
po, refug iá ndose con el cura de un pueblo.
C uan do hubo un cambio de j efes en Oaj aca, Porfi-
r io pud o volver á la ciudad, bajo su palabra.
U n nuevo cambio lo obligó á buscar otra vez las
g uaridas de H errera, cuyas fu erzas diseminadas esta-
ban concentrándose de lluevo.
H ácia est e período la r evolucion habia adquirido
tanta fu erza, que S a nta Anna cr eyó prudente a bando-
nar el gobierno y salir del país por mar. A princi-
pios de Oct ubre de 185 5, el general Ál varez entró
en la capital con su ejército de pintos, procedente de
Cuernavaca, donde habia inaugurado su presidencia,
dando la cartera de justicia á J uarez, que se habia
unido á su partido desde las primeras noticias de su
90 PORFIRIO COMIENZA SU CARRERA PÚBLICA.

pronunciami ento. U no de los actos que mas dieron á


conocer . la nueva política que se iba á seguir, fué la
promulgacion de la ley J u arez que suprimió los tribu-
nales especiales, así como los fu eros del clero y del
ej ér cito. E sto bast ó pa ra qu e se formara un pa rtido
fuert e contra el gobierno de Álvarez, y como al mes
s ig uiente, C omonfort, compañero del g eneral en la
r evolucion , logró, con la profesion de ideas ménos radi-
cales, qu e le pusieran al frente de los negocios.
S e deshizo de J ua rez n ombrándolo gobernador del
estado de Oaj aca, posiciün q ue le confirmó la eleccion
que tuvo lugar en 1857, á la vez que la r epública en-
t era lo elegia para la preside ncia de la suprema corte
d e justi cia, y ex oificio la vice-presidencia de la r epú-
blica.
COlOonfort, entre t a nto, lo lla mó i entrar de nuevo
e n el minist erio. L a condu cta vacila nte del ej ecutivo
puso al partido clerical en aptitud de r eu nir t odos sus
elementos, para desconocerlo al fin . Salió Cornonfort
del país, y en Enero de 185 8, J uarez, conforme á la
nueva cons titucion , entró á ser president e.

P or el tiem po que ocurr ia la ent rada de Álvarez i


M éjico, H er rera ocupaba á O aj aca, aco mpañado de
P orfirio, cuyos servicios fu ero n premiados nombrán-
d ole j efe político del dist rito de Ixt lan.
El caráct er humano no es una entidad fij a , sino el
d esarrollo de un gérmen cuyo oríge n y na turaleza na-
die h a podido profundiza r. C omo sucede con todas
las cosas del uni verso, ma t eriales é inmat eriales, la inte-
ligencia y moral del h omb r e no son mas q ue una evo-
lucion que est á bajo la influencia de las circun st a ncias
que lo rodean. El individuo ó la nacion de hoy no
es el individuo ó la nacion de h ace 20 años. L os
elementos característicos pueden ser los mismos ; pero
s iempre están suj et os á variaciones, al progreso Ó al
r etroceso, á elevarse ó á d egradar se.
El biógrafo verídico debe presentar al sugeto de su
obra con coloridos muy fi eles y que puedan distin-
AN ÁLISIS DEL CARACTER. 91

guirse fácilmente, á fin de que la persona y su carác-


t er, con todos los cambios y las idiosincrasias que el
tiempo y las circunstancias producen, est én constan-
tem ente á la vista del lector; yeso en la personalidad
verdad era y actual, como es hoy, no como fué hace
cinco años, ó como podrá ser cinco años des pues.
N o podemos analizar el carácter del hombre como
se analiza una agua mineral, para encontrar allí como
en esta cantidades fij as y permanentes de sustancias
bien definidas ; tales y tales proporciones de sulfuro,
fierro, magnesia, y demás : porque á la fuente de donde
brota palpitante el pensamiento humano, y condu-
ciendo á una mul t itud de actividades humanas, corren
siempre millares de mezclas y composiciones demasiado
efím eras y transitorias para el an:ílisis, variando como
varian con cada nueva corriente y con cada nuevo
efluvi o de luz. A pesar de esto, poJemos conocer
siempre el elemento co nstitutivo de lluestro hombre, si
nos tomamos el trabajo de examinar s u ser moral, y do
notar las condiciones impulsivas y el principio de su
progreso. P ero para poder leerlo claramente y cono-
cerl o á fondo, debemos observar como se cristaliza su
carácter al pasar de la juventud á la virilidad, época
en que el hombre se afirma en sus principios ; aunque
para esto debamos esperar h asta cerca del fin de la
vida, en que el desarrollo casi ha cesado, y en que el
único cambio es el del decaimiento.
Hemos seguido á Porfirio desde la niñez hasta la
juventud. H emos conocido sus primeros alios, sus
inclinaciones j u vcniles y sus gustos mas maduros;
aunque, á la verdad, los últimos conservaron siemprc
su posicion é integridad original, con notable fuerza y
uniformidad. En est e período, despues de que se
habia sujetado al estudio y á la disciplina, t enemos
por delante á un jóven que va á principiar la mas
admirable y brillante carrera. Hagamos aquí una
breve pausa á fin de formar un ligero resúmen, y
refrescar la memoria con el resultado.
Terna enMnces 25 aüos de edad, una estatura mas
92 PORFIRIO COMIENZA SU CARRERA PÚBLICA.

que mediana, con una constitucion fuerte, y los huesos


y músculos bien ligados : elasticidad en su andar, gracia
en sus formas y hermosas facciones. L a vi veza del
pensamiento va siempre acom pañada de la viveza del
movimiento; es, sin embargo, serio, pero de voz y
maneras agradables; piensa In ucho y de una manera
clara; habla bien y siempre al punto, no t eniendo pa-
labras que desperdiciar, si esto fuera posible, puest o
que su~ palabras siempre encierran una idea ó llevan
un objeto.
·En él encontramos la rara combinacion de un carác-
t er activo y tambi en pasivo; cont emplativo y activo á
la vez ; un hombrc intelectual, pero de robusto físico.
Sus inclinac iones de la niñez de divertirse co n la
guerra y la diplomacia, se han convertido ya en serias
realidades. E studia el derecho y la ética preparán-
dose pn,ra ser h ombre de estado. COliO verdadero
patriota, ama por instinto i su patria; modesto en sus
opinioncs y aspiraciones, no acaricia demasiado la am-
bicion, sin o prefiere el bien público y la felicidad
del pueblo ti la suya propia. Parece quo no piensa en
sí mismo, sino únicamente en qué manera podrán di-
fundirse IllCjor los grandes principios de progreso y
adelanto intelectual que han llegado á ser la parte
principal do su propia ex istencia. Podemos inferir de
aquí la fortuna que le aguaron.; cualquiera qu e sea, no
le vendd por la. sola casualidad, pues que está per-
fectam ente preparaoo para labrársela por sí mismo, y
para ej ercer dominio sobre los elementos que determi-
nadn su suerte.
Que espectáculo podremos encontrar mas hermoso
cn este planeta, que el J e un jóven lleno de aspira-
ciones elevadas y de e ntu~iasll1(), lleno do patriotismo,
y no ciertamente de la clase que ostentan los mercade-
res en política; de un jóven de excelente físico, de
henllosa cabeza, de buenos principios, de una moral
pura, .Y co n una conducta dominada enteralll ente por
una inteligencia tina, bien educada, y bien Jiscipli-
nada. j Que espectáculo, repito, se puede encontrar
RESÚMEN DE SUS CUALIDADES. \>3

mas grandioso en la vida, que la de t al hombre al


principiar su carrera! Conforme avancemos en esta
narracion veremos como obraron las circunstancias
sobre el hombre ; como se manejaba est e hombre en
las circunstancias mas difíciles; como fu é perseguido
por sus enemigos, y difamado por lenguas calumniosas;
y como al fin se levanta triunfante sobre todos. Se-
g un ántes h e dicho, en este período de su vida pensa-
ba poco en sí mismo; su alma se fijaba principalmente
e n su patria y en los grandes acontecimientos que d ebian
fijar su destino.
La experi encia que habia adqui rido le sirvió para dar
llJas énfasis ¡í, su t alento, para r obustecer sus gustos y
opiniones, y hacer r esaltar con lllas fuerza y predomi-
nio sus inclinaciones políticas y militares . . Siendo
touavía un simple estudiante, su aptitud natural y su
aplicacion y concentracion lo habian llamado á desem-
pel'íar atribuciones que no podian ménos que ampliar
la esfera de su inteligencia y darle una direccion mas
pronunciada á su carácter. Lo vímos como profesor,
impresionando con sus excelentes cualidades á las per-
sonas de su edad que habian recibido la misma ense-
l'íanza que él, alzándose así y manifestando su superio-
ridad natural, si podemos decirlo así, aún contra su mis-
ma voluntad, influyendo esto de una manera poderosa
sobre él mismo, para mayor elevacion y concentracion
de su inteligencia, ele su moral y elevados propósitos.
A pesar de su juventud, ya hemos visto como lo
eligieron sus superiores, sacándolo de entre sus amigos
y compañeros para ocupar puestos q.e mucha respon-
sabilidad; como se le confió la exclusiva direccion de
la principal sociedad de abogauos que existia en el
estauo, en cuyo estudio babia pleitos intrincauos, y
el cuidado de asuntos de mucha importancia pecunia-
ria, negocios que él dirijió con honor para I:lí mismo y
provecho para sus patronos.
Entre todas estas atribuciones y responsabilidades,
siempre encontró lugar para observar de cerca el as-
pecto político de la época, para estudiar los asuntos
94 PORFIRIO COMIENZA SU CARRERA PÚ BLICA.

que afectaban á la nacion, y para tomar parte en la


guardia nacional, que fué la escuela en que aprendió
el valor de la disciplina y adquirió el gusto de la tác-
tica militar. Y no podia ser de otra manera. El
país, su pasado, su presente, y su futuro, la condicion
del pueblo, la actitud que habian tomado los partidos,
el egoismo de los j efes de estos-todos estos puntos
se presentaban á su imaginacion, aunque no lo hubiera
querido. i Seria acaso fácil que la Omnipotencia forma-
ra un ser para quien el aire fuera una necesidad vital,
r odeánd olo de atmósfera, para luego prohibirle que
aspirara! i Cómo esperar que una naturaleza como la
de Porfirio permaneciera en el estupor, in sensibl e é
inactiva á vista de los g randes aco ntecimientos del
di a, de los g randes principios que so est ahan dispu-
tando para el bien ó para el mal, para la sal vacion ó
total ruina de su patri a?
L a campafía que emprendió al lado de H errera le
hizo perfecciona r sus conocimientos militares, ponién-
dolo en aptitud de practi cad os, para llegar tÍ ser por
último, no solo un oficial compet ente, sino un afortu-
nado j efe. En est e período, habiéndose hecho h om-
bre en t odos sentidos, co n p erfecto domin io sobre
todos sus actos, los intereses de la profesion legal t e-
nian que hacer lugar á los deberes militares. Porque
sobre t odos los deseos egoist as ó personales de prove-
ch o pecuniario ó de propio engrandecimient o, estaban
las grandes cuestiones de humanidad, de progreso, y
de libertad intelectual, tratándose particularmente de
su hermosa y querida patria.
N o se veia en todas partes lllas que el despotismo
político y eclesiástico. D espues de tres siglos J e
subordinacion y envilecimient o, el pueblo se h abia
levantado y sacudido el yugo de E spal'ía; pero se en-
contraba t an débil y sumiso por las lecciones de la
ignorancia y de la prolongada inactividad en que h abia
vivido, que no sabia hacer uso de su libertad, y e l re-
sultado fué un despotismo atroz y una tiranía mas
perniciosa, 8i no tan repug nante, como la de E spal'ía.
JURA LA SALVACION DE SU PATRIA. 95

Porque h om bres perversos y ambiciosos se habia n


colocado al frente, usurpando la autoridad y pisoteando
al pueblo, y todo al grito sagrad o de i Dios y Libertad !
Independ er al pu eblo, salvar á, la patria de sus propios
defectos; de la ignorancia, supersticion, y espíritu san-
guinario, para colocarla á, la altura de las naciones mas
adelantadas de la tierra-tales eran ya las elevadas y
nobles aspiraciones de Porfirio, á la edad de 25 años.
Debia ser para Méjico lo que Guillermo T ell para la
Suiza, VVashington para los Estados U nidos, Bolívar
para Colombia: ¡ patriota, padre, y salvador!
P ara lograr este fin era necesario, ante todo, un
ejército. Y no teniendo soldados á, su disposicion, ni
sabiendo de donde sacarlos ó conseguirlos ya forma-
dos, era necesario que él mismo los formara; la g uerra
es h orribl e y él deseaba establecer la paz, pero no ha-
bia r emedio; la época de razonamiento y de deJibera-
cion aun no llegaba; la peste se desarrolla, la enfer-
medad cunde, y el escalpelo del ciruj ano tiene que
aplicarse; patriotas pretendidos, pero realmente ene-
. migos de la r epúbli ca, que venden la h ere ncia y sa-
crifican á, la nacion á una amb icion baja y egoista, se
encuentra n en el poder y es preciso derrocarlos para
siem pre. i Contemplad al j óven! La guerra, la r apil'ía,
el robo, se ven en todas partes. Su querida patria
e~tá, sumergida en la ignorancia, y sufre con la g uerr a
intestina; y él jura ante Dios y su conciencia sal-
varla ó perecer, y sin embargo se encuentra sin r ecur-
sos; no tiene riquezas ni poder político, no tiene
ejército ni un puesto elevado; solo ocupa un lugar
subalterno en un distrito oscuro en el estado de
Oajaca. A p esar de esto, e mprende la tarea del
libertador. i Tal es la aspiracion del g enio!
Al principio procura aprovecharse del material que
tenia á su disposicion, y esto era <;!o n cuanto podia contar.
Como jefe político, comenzó á disciplinar al pueblo de
su distrito, quien poco prometía al parecer. Se en-
contraba con indios ignorantes y medio desnudos,
abandonados por t anto tiempo, y lo que era peor
96 "'ORFIRIO COMIENZA SU CARRERA PÚBLICA.

todavía, humillados por tanto tiempo, y oprimidos por


las autoridades militares y eclesiásticas, á tal grado,
que apénas se les podia dar la categoría de hombres li-
bres. N o era halagadora esa perspectiva de formar bue-
nos soldados. i Qué habia hecho el país en favor de ellos
para que se resolvieran á combatir y morir por él? Las
t entativas que ántes de esto habian tenido lugar fue-
ron t an desgraci adas, que el consejo departamental
habia expedido una órden eximiendo del servicio mili-
tar á estos indígenas, como inútiles, estúpidos, y co-
bardes.
Sin embargo, Porfirio no desmaya. Habia seña-
lado los domingos para dar instruccion; pero nadie
queria atender voluntariamente, demostrando muchos
s u pusilanimidad hasta el grado de echarse á llorar á la
vista de las filas. No obstant e est o, una severidad jui-
ciosa, mezclada con bondad, produj eron el efecto desea-
do. S e formó una escuela de g i mnasia; los bailes y
otras diversiones sirvieron de atractivo para dar val or á
los soldados, y despues de muchos esfu erzos y pacien-
cia, quedó formada una mili cia que causaba adm iracion.
Just amente en est a época el G eneral Garda, coman-
dante general de Oajaca, se pronunció por el elemento
conservador que se habia rebelado contra la. constitu-
cion anti-clerical de 1857, Y qu e con todo, por algu nos
dias sos tu vo á Cornonfort despues de su golpe de estado.
Garda pidió á los j efes políticos que lo sostuvieran y
le mandaran fondos para co nservar la paz, esperando
que, como habia sucedido hasta entónces, la conducta
de la capital del estado serviria de ejemplo y ejerce-
ria una influencia dominante.
Porfirio t enia sus ideas propias sobre el particular.
Nunca habia sido esclavo de convencionalidades polí-
ticas ni sociales, ni era mucho ménos probable que
subyugara su inteligencia á la relig ion. Respetaba la
iglesia, pero como J uarez, no reconocia en ella una ama.
Siendo amigo personal de García, contestó á su comuni-
cacion, diciéndole que un pronunciamiento era inútil y
que él no solo conservaria el órden con la milIcia que
JEFE POLÍTICO Y CAPITAN. . 97

tenia á sus órdenes, sino tambien los fondos para res-


tablecer la paz en Oajaca. Se dirigió entónces á los
demás gefes para que lo apoyaran. Dos solamente le
contestaron, mandándole apénas doscientos hombres;
pero él tenia ya el doble de ese número.
Lo mismo era comenzar ahora q uo despues. El no
podia secundar el plan ni aprobar la conducta de Gar-
cía, y comprendiendo que las palabras serian inútiles
marchó con su fu erza sobre la capital, acampando en
un cerro qu e la domina. E st e paso trajo á García á
la razon, y en una junta de notables se deshizo el pro-
nunciamiento. Porfirio se retiró entónces con sus
tropas; pero como García renovara su pronuncia-
miento, P orfirio volvió co n su fuerza y entró á la ciu-
dad, apoderándose del convento de Santo Domingo.
Poco despues García se retiró con las tropas federales
que tenia á su mando. Así se vió Porfirio en aptitud
de sostenerse con los j efes del partido liberal, para
combatir con ó sin ellos, segun lo exigieran . los in-
tereses de la causa que defendia. En la distribucion
que se hizo despues, se le consideró como teniente-
coronel pero él r ehusó aceptar ninguna paga, y solo
tomó una parte para su fu erza, dándose á todos el
mismo sueldo. Creyó que no debia fomentar distin-
cion alguna de clase entre hombres, que aunque
desempeñaban algunos las funciones de oficiales, no
sabian mas de sus deberes que los soldados rasos, y
pertenecian á su misma posicion humilde.
Poco despues, organizada formalmente la guardia
nacional, Porfirio fué electo capitan de la cuarta
compañía del 2° batallon; cediendo enMnces á sus
inclinaciones militares, r enunció la. jefatura política
que le dejaba $140 al mes, para aceptar el empleo de
capitan que solo le daba $GO. Despues se le destinó
á la compañía escogida de granaderos, y salió bajo h:;
órdenes del Teniente Coronel Velasco para sofocar un
levantamiento que en Agosto de 1857 habia estallado en
J amiltepec, acaudillado por Salado. A pesar de que
nominalmente era subalterno, recibió señaladas mues-
VIDA DE DI.A.Z.-7
98 PORFIRIO COMIENZA SU CARRERA PÚBLICA.

tras de confianza, tanto del go bernador, que era ex


officio coronel del cuerpo, como d e su inmediato jefe.
Al aproximarse al enemigo á Ixcapan, el Capitan Diaz
practicó un reconocimiento de sus posiciones, y encon-
tró motivos para aconsej ar nuevas ma niobras, las que
fueron adoptadas. El mismo dirig ió el ataque sobre
un fl anco y ganó una posicion; pero varias h eridas que
h abia recibido, una de las cuales corria desde el pecho
diagonalmente h ácia abaj o, rompiendo el hueso, lo
obligó á, r etirarse para poder r estañar la sangre.
Miéntras se ocupaba de est o observó que una de las
líneas estaba en peligro de ser desbaratada, y sin tener
en cuent a sus h eridas, y las órdenes que se le habian
dado de defender la retaguardia donde se encontraba
el parque, ordenó á u n oficial que lo siguiera con su
compañía y llegó muy á tiempo para efectuar una di-
version, la que, secundada por otras tropas, dió por
resultado la vict oria. La pérdida de sangre, sin em-
bargo, lo obligó á hacer alto y dejar la persecucion á
sus compaueros. Pasaron muchos dias ánt es de que
hubiera un cirlij ano para at ender á los h eridos, y Por-
firio conservó en su cuerpo la bala un año y medio,
y fué necesario hacerle un a operacion para extraerla.
La eleccion d e J uarez á la presidencia de la s upre-
ma corte d e justicia, h abia hecho pasar el gobierno
del estado al Lic. Diaz y Ordaz, abogado de r epu-
tacion, bien educado y q ue gozaba de algun prestigio
militar. T en ia el mérito de haber organizado el pri-
mer batall on de g uardia nacional del estado, y "'e ra
tan g eneralment e estimado por su probidad, que algu-
nas de las administraciones á que no era enteramente
adicto, lo conservaron en el empleo de j efe político.
Se decia descendiente del famoso soldado cronista,
B ernal Diaz, y gozaba de ciertos privilegios concedi-
dos por la corona de España, l os cuales estimaba en
mucho. N uestro Diaz era primo de él.
Apénas habia entrado el Lic. Ordaz al gobierno,
cuando un a fuerza considerable, al mando del español
J osé María Cobos, emprendió l a marcha contra la ca-
DEFENSOR DE OMACA. 99

pital, sosteniendo el plan del partido conservador. Se


hicieron venir algunas tropas de T ehuantepec, y las
milicias de algunos distritos, para contribuir á la, defen-
sa de la ciudad, estableciéndose el cuartel general en el
convento de Santo Domingo, y dándose el mando de la
plaza al Coronel Ignacio Mejía, amigo de J uarez, y
que ya habia sido gobernador. Diaz ofreció sus servi-
cios, á pesar de que estaba todavía enfermo, y se le
dió el mando del convento de Santa María. Ántes
de que pudiera completar sus fortificaciones, el ene-
migo entró en la ciudad, y entre otros puntos ocupó
uno frente á él, cerca de una panadería, de la cual
sacaron sacos de harina para formar trincheras. L os
sitiados comprendieron toda la importancia de esta
de trinchera, y Porfirio formó un plan para apoderarse
ella. El mismo dirigió el ataque á la cabeza de 25
hombres, ordenando que le siguiera otro cuerpo que de-
bia apoderarse de la harina, luego que la trinchera fuera
asaltada. Mejía habia ofrecido mandar dos compañías
para apoyarlo y proteger la retaguardia; pero por al-
guna mala inteligencia esto se hizo demasiado tarde,
y despues de un ataque reflido, Porfirio se vió obligado
á retirarse, habiendo vuelto á abrírsele una de sus
antiguas heridas.
El enemigo tenia la ventaja tanto en su material de
guerra como en su fuerza, y siguiendo el consejo de
los principales jefes, el gobernador resolvió romper la
línea de los sitiadores y ganar las montañas. Diaz
y algunos otros capitanes se opusieron á este acto de
timidez, y secretamente r esolvieron asaltar con sus
compañías á la plaza, donde se habia concentrado el
enemigo. Habiendo llegado este plan á noticia de
los j efes superiores, se vieron obligados á aceptarlo
por un sentimiento de vergüenza.
Habiendo sabido Cobos la determinacion de abando -
nar la ciudad, mandó fuera á su caballería para hostili-
zar en su retirada á los sitiados. Así fué que sufrió una
sorpresa cuando éstos cayeron sobre su centro, y sus
fuerzas debilitadas ya, tuvieron que ceder al emp uj e.
100 PORFIRIO COMIENZA SU CARRERA PÚBLICA.

A las cuantas horas del asalto, el jefe que poco ántes


se consideraba veneedor tuvo que batir retirada en
direccion á Tehuantepec, perdiendo mucha gente y
una gran parte de su material de guerra y campaña.
Cobos no era un oficial educado. Habia venido de
España para servir en una tienda de Orizaba. Poco
despues logró formar un establecimiento propio, en
Coscomate, donde á pretexto de cortar madera hacia
un tráfico lucrativo de contrabando, sacando efec-
tos de Vera Cruz que conducia á Cbalchicomula, para
ser trasmitidos á Puebla y Méjico. Estando en
esto, prestó interesantes servicios á Santa Anna en
una de sus t entativas para escaparse del país, lo que
le granjeó un empleo militar, y siguiendo astuta-
mente la marcha de los negocios políticos, logró llegar
hasta el puesto importante en que ]0 acabamos de
encontrar.
La derrota de Cobos tuvo lugar á mediados de
Enero de 1858. Para aprovecharse de la ventaja ad-
quirida, se organizó una fuerza considerable á las ór-
denes de Mejía, confiándose á Diaz el mando de dos
compañías. Al acercarse esta fuerza á la villa de
Jalapa, el 25 de Febrero, encontraron la poblacion
ocupada ya por el enemigo con una fuerza de 2,300
hombres. La avanzada fué envuelta desde luego, y
dos horas despues, toda la poblacion fué ocupada, apo-
derándose los asaltantes de todo el bagaje y artillería,
ciento y tantos fusiles y treinta prisioneros. Cobos,
á toda carrera se dirigia al puerto mas cercano;
pero al dia siguiente el resto de sus fuerzas recibió
otro golpe, y con unos cuantos oficiales se vió obligado
á hacer un rodeo para llegar á. Tehuantepec y embar-
carse allí. M ejía lo habria perseguido, pero recibió
órdenes para dirigirse á Vera Cruz, á donde habia lle-
gado el Presidente J uarez, huyendo de la costa del
Pacífico, por la vía de Panamá. Las ventajas obteni-
das con las últimas victorias no debian perderse, y así
fué que se resolvió nombrar un jefe para Tehuante-
pec, con mando político y militar, á fin de que organi-
SE LE NOMBRA JEFE EN TEHUANTEPEC. 101

zara el departamento y lo sostuviera r econociendo al


gobierno de J uarez. N o era fácil la empresa, pues solo
se poJia disponer de una fu erza reducida para resistir
á las de Cobos, que el dia ménos pensado podian vol-
verse á unir, supuesto que en este mismo departa-
mento se habian organizado. Por est e motivo renun-
ciaron el nombramiento los dos tenientes coro neles de
la partida. Diaz, aunque una vez se le habia con-
siderado con el mismo rango, 110 era mas que capitan;
pero era el oficial mas antiguo y aceptó, con~iderán­
dolo mas bien como un deber que como un honor.
Mejía le aconsejó que se fortificara en el conve nto de
Santo Domingo (en todas las poblaciones mejica-
nas los conventos de esta órdcn son los edificios mas
fuertes), y que allí se sostuviera hasta que se le pu-
dieran mandar refuerzos, lo que se haria á los dos
meses despues.
Luego que salió el T eniente Coronel Diaz con su
fuerza vió r ealizados sus t emores. Los reaccionarios
formaron partidas expedicionarias y emprendieron algu-
nos ataques sobre los puntos que él ya habia fortificado.
Durante un mes se mantuvo estrictamente á la defen-
siva, rechazando algunas veces varios asaltos en una
sola noche; pero al fin se resolvió á tomar la represalia.
El grueso de las fuerzas del enemigo se habia estacio-
nado en la cercana hacienda de las Jícaras, al mando
del Coronel Conchado, aventurero español que habia
pertenecido á las filas de los carlistas. En una noche
oscura del mes de Abril, Porfirio salió con la mayor
parte de su fuerza, y haci endo un rodeo, llegó á colo-
carse detrás de la hacienda. Aquí esperó hasta que
amaneciera, y á una señal dada, en meJio del clamor
y algazara de sus soldados, la atacó. El enemigo
creyó que t enia encima una fuerza de refresco, y la
violencia con que se dió la carga completó su desmo-
ralizacion. La victoria fué comparativamente fácil.
Murieron los principales oficiales, incluso Conchado, y
los que sobrevivieron se dispersaron. Desde entónces
se hicieron frecuentes expediciones, tanto para sacar
102 PORFIRIO COMIENZA SU CARRERA PÚBLICA.

recursos como para recibir instrucciones de Oajaca;


pero si los ataques sobre la fortificacion eran ménos
frecuentes, en cambio se hacian con fuerzas mas nu-
merosas.
Diaz, en esta época, padecia con las calenturas que
sufren generalmente todos aquellos que no esta n acli-
matados en la zona que se extiende del Pacífico al
Golfo de Méjico. Además, cerca de Tehuantepec
hay terrenos miasmáticos, que producen la enferme-
dad, aun en los nativos del lugar. Pero Diaz era de
constitucion fuerte, y ni aun sus heridas lo hacian su-
frir mucho. Aquí pudo perfeccionarse en los ramos
adicionales de estudio que entónces se exigian para
que un individuo pudiese recibirse de abogado, y dos
años despues sufrió su exámen con honor. Este pro-
cedimiento fué espontáneo y libre de su parte, pues el
gobernador le habia ofrecido conferirle el título de
abogado, tanto por su reconocida aptitud, cuanto por
su dedicacion al servicio militar; pero él no lo aceptó,
prefiri endo ganarlo en la manera regular.
En est e período de su historia, Porfirio tuvo el gran
pesar de perder á su madre. Muy á menudo sucede,
particularmente en la raza anglo-sajona, que una vez
que los hijos so separan del hogar paterno y entran al
mundo, co n los graves cuidados y preocupaciones que
les presenta, casi olvidan y abandonan á sus padres ;
la inmensa deuda de gratitud que debe el hijo, y que
jamás llega á estimar ni en la décima parte de lo que
es, queda al fin olvidada, y se desecha de la memoria,
repudiándola tácitamente.
N o sucede así con la raza latina; y entre los meji-
canos especialmente, se nota que una de sus cualida-
des mas admirables es el amor de los hijos para con
los padres. Podrá ser que tengan en ménos á la mu-
jer, y que política y aun socialmente la traten como
si fuera un ser inferior; pero para la madre hay siem-
pre un respeto y cariño sagrados. Hasta que el hijo
encanece, y todavía despues, si la madre vive, la ama,
la sirve, la obedece, y casi la adora. Ni la pobreza,
MUERTE DE DO~A PETRONA. 103

ni la riqueza, ni la ambicion, ni los deseos, ni los tra-


bajos, ni la condicion de las personas, pueden debilitar
estas r elaciones ó cancelar esa, deuda de gratitud.
Tambien bajo este aspecto Porfirio Diaz es un
verdadero mejicano. Fué siempre un hijo afectuoso
y obediente, é idolatraba á Doña Petrona, quien tuvo
la satisfaccion de observar' cuanto prometía su hijo,
y verlo en camino de su elevacion, como 8ucedia con el
importante puesto que ocupaba en Tehuantepec, y con
el honroso empleo de teniente coronel, que poco despues
se le confirió. Ya dos de sus hermanas se habían ca-
sado, y Félix avanzaba en su carrera con distincion.
La tercera hermana, Nicolasa, permaneció sin casarse,
y es la {mica que con Porfirio ha sobrevivido á los
demás miembros de la familia.
CAPÍTULO VIII.
LA SOCIEDAD, SU COMPOSI CION y CLASIFICACION.

ELEMENTOS PRIMITIVOs -AMERICANOS, EUROPEOS y AFRICANOS-MEZCLAS y


AMALGAMAS-Los AMERICANOS y SUS CONQUrSTADORES-CLASIFICACION
DE LA SOCIEDAD-CLA ~ES BAJAS-LA EXPRIcSIO:-¡ "GENTE COMUN"-
ESTADO DE LAS CLASE BAJAS-DISTI"ClOl\ ES DE LAS DIVERSAS OCU·
PACIONES-CLASE SUI'EI<IOR-LA RH.IUEZA - Los EXTRANJEROS.

Habiendo trazado la vida de Porfirio Diaz hasta la


época en que la historia de él viene á ser la de la na-
cion misma, convi ene hacer una pausa para echar una
rápida ojeada sobre la sociedad pasada y presente, así
como para r ecorrer t a mbi eJl los anales de Méjico has-
ta est e período, á fin de que ell la parte que r esta de
su biografía, t engamos sielllpre por delante los aconte-
cimientos que ejercieron alguna influencia en su carre-
ra, además del nmterial con que tuvo que trabajar
para llenar su destino. El hom bre es la sociedad; la
sociedad es la nacion ; el hombre y la nacion vienen á
ser lo que son los alltecedentes y las circunstancias que
los rodean. L os eletll entos primitivos que se unieron
para formar la poblacioll actual de Méjico eran
aproximadamente dos, el americano y el europeo;
est e último procedente c n su mayoría de España.
Los americanos, cuya marcha por la senda de la vida
ha sido como el de la fl echa, sin color y Rin dejar hue-
lla, cerrándose y perdi éndose instantáneamente de la
vista, á pesar de que todos pertenecian á una gran di-
vision de los tipos de la humanidad, eran de muchas
familias y lenguas, y de difer entes grados de inteli-
gencia y cultura.
En mis Razas I ndígenas de los Estados del Pacifico
(101 )
MEZCLA DE RAZAS . 105

he designado á los pueblos primitivos de Méjico y


Centro-América con la clasificacion general de "tri-
bus salvajes" y "naciones civilizadas," habitando es-
tas últimas las mesas elevadas d el interior. Pero
como sucede con todas las distinciones etnológicas
arbitrarias, á p esar de ser ciertas en lo sustancial
tien en tambien mucha parte de fantasía ; las tribus
salvajes, por ejemplo, alternaban entre los bajíos
miasmáticos y las montañas, al paso que las naciones
ci vilizadas se aproximaban en algunas partes al mar,
y ámbas se diferenciaban entre sí en cuanto á su cul-
tura, tanto como se diferenciaban aquellas de estas; y
aun entre los mismos españoles habia distinciones,
apénas ménos marcadas, entre los mas rudos vizcainos
y otros provinciales poco pulidos de las montañas
del norte, el grave y erudito pueblo de la orgullosa
Castilla, y el moreno y soñoliento andaluz del sur.
Con esta primera gran mezcla de europeos y ame-
ricanos, cada uno de los
cuales estaba ya ba-
stante mezclado de por
sí, entró el elemento
africano á formar el
Pueblo M ejicano, aun-
que est o tuvo lugar por
punto general e n las
clases ínfimas y solo de
una man era limitada.
Es imposible trazar ó
clasificar por completo
todos los cruzamientos
y recruzamientos que
han resultado de este
trato entre las razas.
Llamamos mestizo á la
prole del europeo y la
india; mulato á la del
europeo y africana; y
zambo ó chino á la del 1I1"¡STlZA.
106 LA SOCIEDAD, SU COMPOSlCION y CLASIFICACION.

indio y africana. La
union del mestizo con
una europea, india, ó
africana produce re-
spectivamente al cas-
tizo ó trigueño, al mes-
tizo-claro y al mulato-
oscuro ; de la corre-
spondiente union del
mulat o nace el morisco
ó t erceron, el chino
oscuro y el zambo-
negro ; y de un enlace
semejante con el zambo
Z AMBOS : M ADR E y PROL E. viene el chino-blan co,
01 chin o - ch olo y e l
zambo-chino. Hay además una mezcla de sangre
asiática, particularm ente de las Filipinas. Los tér-
minos que acabo de citar son los que mej or se co-
nocen, per o varian en diferentes partes de la r ep"Ú-
blica ; y en cuanto á, los r ecruzam ientos, la prole de
sangre mezclada de una y otra parto, ha sido fre-
cuentemente clasificada como tente en el aire, es
decir, flotando en el aire, porque no se adhi er e á nin-
g una de las razas puras, y salto atrás que denota el
oscurecimiento de la piel. El cuarto g rado de con-
tinua mezcla con europeo, se considera como confun-
dido con el blanco, lla mándose criollos á los hijos de
europeos do sangre pura, nacidos en América. N o
habria ning un objeto práctico en continuar mas allá
estas distin ciones. E xist en alg unos círculos y des-
cendencias de alema nes, franceses, é italia nos, r espec-
tivamente, t anto de sang r e pura como de la mas ó
ménos mezclada co n indio y africa no; pero los españo-
les y nahuas, sus combinaciones y amalgamas, son de
los que t enemos que trat ar principalmente al ocupar-
nos del pueblo mejicano de hoy.
Ántes de haberse introducido por la fuerza la civi-
lizacion europea y el cri stianismo entre los americanos
CRIOLLAS DE MÉJICO. 107

LA CRIOLLA.
108 LA SOCIEDAD, SU COMPOSICION y CLASIFICACION.

indefensos, Méjico se componia de muchos reinos y


repú~licas llenas de ciudades populosas y florecientes
poseslOnes de campo, gobernadas por príncipes, cuyos
palacios y pompa ofuscaban la vista hasta de los mis-
mos que acababan de llegar de Castilla y de ver los
alcázares de Andalucía. Aquí florecia la civilizacion
mas avanzada del continente, civilizacion que se deja-

CASA GRANnE EN ZAYI.

ba ver en sus pinturas ó en sus escrituras semifonéti-


cas, con las que se registraban no solo los anales his-
tóricos, sino tambien los términos abstractos; en lo
adelantado de sus conocimientos astronómicos; en su
pericia y gustos artísticos, como lo comprueban los
hermosos mosáicos de pluma, de admirable efecto
tanto en su dibujo como en la delicada combinacion
de sus matices ; y tam bien en los ornamentos de escul-
ESCRITOS JEROGLÍFICOS. 109

P ÁG' :>'A DEL MANUSCR I 'I'O TROANO.


llO LA SOCIIWAlJ, ~u COMPOSICION y CLASIFICAClUN.

tura que todavía se hallan elllos telllplos arruinados, y


que consisten en frisos elegantes del órden griego, y
en las delineaciones de la forma humana; se manifiesta
tambien en las grandes ciudades con sus calles empedra-
das, su sistellla de aguas conducidas por acueductos y
tubos, reside ncias suntuosas como verdader os palacios
con balcones, columnatas, pavimentos, mosáicos, torre-
cillas de yarios cuerpos, jardines y casas de animales.
Añádaso á todo esto los sist emas político, social, y
económico, con sus numerosas categorías de emplea-
dos, distinciones sumament e marcadas de clases, ofici-

ESCULTURA EN UN FRONTISPICIO EN KABAH.

nas de illlpuestos públicos, y tribunales para las di-


versas instancias, inclusa la de apelacioll: y no parecerá
una lij ereza el suponer que una civilizacioll, que habia
llegado á alcanzar un tipo tan elevado en todos estos
r amos, hubiera alcanzado a un m ayor perfeccioll con el
trascurso del tiempo.
P ero no estaba decretado que así fuera. Sin escu-
char otro sentimiento que su sanguinaria avaricia, los
invasores españoles pisotearon todos los derechos de
la humanidad, esclavizaron al pueblo, y con el símbolo
del Cristo se entregaron sin freno á la lujuria y á la
carnicería. Se presentaron como campeones de la
humanidad, poniendo fin á los ritos, que segun ellos,
SIGNOS ANTIGUOS. 111 .

TABLA DEL l'ALENQUE.


112 LA SOCIEDAD, SU COMPOSICION y CLASIFICACION.

eran mas crueles que las conversiones que hacian con


sus perros de presa, y con la pól vora y el acero, derro-
cando una tiranía solo para imponer otra. A no ha-
ber sido por los jncentivos del concubinato y el amor
de la prole, los conquistadores habrian declarado bru-
t os ~\. todos los americanos, llegándoles hasta que tu-
viesen alma. Lus frail es CO II nobles corazones salieron
Ú. la defellsa de estos; pero aun ellos mismos los per-

CI CLO A ZTECA.

judicaron tratándolos como á niños y destruyéndo-


les la confianza en sus propias fuerzas, con lo que
est orbaron su progreso. El clero tomó parte con la
falange de los dom inadores; insensiblemente al princi-
pio, pero despues por motivos de recelo y de interés; y
al espíritu religioso pueden atribuirse en parte muchas
CARÁCTER DE LOS AMERICANOS. H3

de las leyes restrictivas que se expidieron, como por


ej emplo, las que prohibian á los indios montar á ca-
ballo, portar armas, y vestirse como los españoles.
E sta conducta los obligó, hasta cierto punto, á vivir
en aldeas aisladas, agobiados por el peso de esas leyes
degradantes, que no servian sino de pret esto para
oprimirlos; y aún la misma proteccion que se les dis-
pensaba estaba impregnada de hiel.
El caráCter de los americanos no pudo ménos que
haber sufrido en tantos siglos d e humillacion y escla-
vitud. S e les enseñó un servilismo hipócrita, mezcla-
do con una suspicacia que á veces era arrogante y á
veces tímida. D e aquí r esultó que su indifer encia se hi-
ciera mas estólida, marcada por un razonamiento frio,
por el silencio y una mela ncolía , que no era n naturales
en ellos como en los indios del N orte. Afortunada-
mente, un clima y suelo benéficos los salvaron de su en-
t ero aniquilamiento; así es que su condicion material
co n sus limitadas necesidades, despues de todo, es mej or
que la de las clases ínfimas de la Europa. Poseen
además alg unos rasgos caract erísticos admirables; no
siendo por ej emplo ni previsores ni sobrios, son cas-
tos y frugales; no so n impulsiv09 ni enérgicos, pero
son sí dóciles y pacientes; y miéntras que su inteli-
gencia, considerada en la t otalidad, es ménos perspicaz
que la de las otras r azas, contiene elementos de fuerza
que promet en devolver con cr eces las semillas que CIl
ella se siembren.
Conociendo sus agravios y las muchas cualidades
buenas que poseen, de vez en cuando se han presenta-
do campeones que alzasen la voz en su d efensa ; pero el
grito del interés y una política egoista ha n sido siem pre
mas fu ertes. Los descendientes de los nobles y de los
caciques, j efes de tribus, se aliaron por algun tiempo
para hacer una débil protesta, hast a que al fin , en
propia defensa, hi cieron causa comun co n los opreso-
res, ó lo que era mas frecuente, procuraba n escaparse
de la opresion de los' arroga ntes europeos ocultándo-
se entre sus mismas gentes. A llí baj o la apariencia
'"IDA DE Du z .-8
lU LA SOCIEDAD, SU COMPOSICION y CLASIFICACION.

de respeto recordaban las glorias de sus antepasados y


alimentaban una aversion tenaz á los invasores y á
sus instituciones, lo que no podia ménos que estorbar
todo adela n too
Con la guerra de independencia pudieron salir de
su r eclusion, y abrieron mas y mas las puertas para
llegar á adquirir la igualdad de derechos. La difu-

CALENDARIO AZTE CA.

sion de la enseñanza, la supresion del peonaje, la li-


mitacion de la influencia clerical, y los elementos
r estauradores que siguen inmediatamente á la eman-
cipacion de la inteligencia, son otras tantas palancas
poderosas que han de levantar á esta raza oprimida.
N o carecen de modelos que imitar, aun entre ellos
mismos, porque en medio de la misma opresioll de los
CONDIClON DE LOS INDÍGENAS. 115

tiempos coloniales, vemos brillar un número conside-


rabl e de sus miembros, no solo en la palestra política y
e n la de las letras, sino t ambien en el campo de batalla.
La circunstancia de que solo en la época moderna
hayan podido mejorar la posicio n que g uardaban baj o
el y ugo de los Montezumas, no h abla bien en favor de
la civilizac ion europea y sus doctrinas, comparada;;
con las americanas, ni t a mpoco en favor de la r eli·
g ion cristiana puest a en parangon con la de los azte-
cas. R eal mente es poco lo que deben tí esa iglesia
que tanto les quitó, y á ese gobierno que por trescien-
tos años abatió sin piedad su frente en el pol vo.
Aun la independencia con su lábaro de igualdad,
(~ejó de r eparar una injusticia t an flagrante y t a n
añej a. N o era posible hacer tí un lado la naturaleza
y la costumbre en un instante. L a esclavitud fu é
abolida; y la libertad del trabajo y domicilio r econo-
cida en 1857; pero quedó una servidumbre á que la
mayor parte de los peones se somet e n, co n la cadenas
d e las deudas que co ntraian con sus amos. :Muchas
medidas se han tomado para acabar con est e abuso, y
las r eformas constitucionales de 187 4 prohibieron los
contratos que irrevocablemente afect en la libert ad
p erso nal ; pero no han faltado m edios para mantener al
pobre indio y sus deud os practicamente en estado de
servidumbre. Así, despues d e siglos de un despotis-
mo estólido, seguido de los nobl e~ esfuerzos que se
han h ech o para alcanzar la libertad, esfuerzcs que h an
costado largas y cruentas g uerras, todavía enco ntra -
mos bien marcadas las preocupaciones de casta y clase,
y hasta cierto punto tan fuertes co mo tíntes baj o
a lg unos aspectos. V erdad es que el español ya no
puede jactarse como tíntes de su orígen. Hoy, en
América, el ser americano es la distincion mas eleva-
da, tí pesar d e que esta expresion comprende mas es-
pecialmente á las clases ínfimas, en qui enes se en-
cuentra muy limitada la mezcla del elemento europeo
con la indígena pura; sin embargo, los indígenas están
tan orgullosos de su sangr e pura, como cualquier
116 LA SOCIEDAD, SU COMPOSICION y CLASIFICACION.

europeo puede estarlo del tradicional flúido azul que


corre por sus venas.
En la época de la revolucion y ántes de ella, los
matices de color t enian mucho que hacer con las an-
tipatías de castas y con las sociales. El africano des-
preciaba al americano y éste á su vez al africano ;
miéntras que el europeo despreciaba á uno y otro y á
cualquiera mezcla proveniente d e ellos; pero despues
de que los americanos de orígen con sus parientes y
d escendientes, ayudados ó guiados por los criollos, sa-
cudieron el yugo europeo, la raza y el color vinieron
á ser de importancia secundaria, y hoy, en realidad
apénas se notan estas diferencias en Méjico, ni social
ni políticamente. Pero hay poca igualdad ó verda-
dero espíritu republicano elltre las diversas capas so-
ciales claramente definidas.
La causa de las preocupaciones de clase debe bus-
carse en la desproporcion que existe entre la riqueza
material é intelectual y las ventajas consiguientes de
una seccion r especto á la otra.
Actualmente la sociedad mejicana puede dividirse
en dos clases : los ricos y los pobres; los de alta y los
de baja posicion; los educados y los ignorantes; los
que trabajan para vivir, y los que viven del trabajo
de los demás: los unos forman el elemento dominante,
los hombres de las profesiones y d e la política, y los
gobernantes; los otros comprenden la servidumbre.
Entre estas dos clases hay un extenso golfo, y el
puente para salvarlo es sumamente angosto; porque
los pobres lo son sin esperanza de poder mejorar su
posicion, aunque no dejan de h ab er bastantes excep-
ciones; miéntras que los de la clase alta si llegan á
empobrecer, so n perfectamente inútiles para el trabajo,
y prefieren morirse de h ambre aristocráticamente, que
verse r edu ciJos á una posicion inferior.
Si quisiéramos hacer un análisis mas minucioso, po-
dríamos formar otras tres ó mas di visiones; pero esto
presupone la exist encia de una clase media, la cual
está en via de formarse por la concretacion ó enlace
CLASE MEDIA QUE ESTÁ FORMÁNDOSE. 117

del adelanto inteleetual y material en un cuerpo social;


pero todavía no existe en la actualidad. N o encon-
tramos aquí ningun gran cuerpo político, formado de
los hacendados, comerciantes, mecánicos, y artesanos,
poseyendo cada individuo la tierra que cultiva, la
mercanCÍa que vende, las fábricas que tiene en movi-
miento, ó la casa que ocupa; propietario de hecho y de
derecho, lo mismo que sucede en la confederacion del
N orte; cuerpo que allá. constituye el cerebro y el ner-
vio del país, y sobre cuyos hombros descansarán para
siempre jamás la integridad, la moralidad, el gobierno,
y la salvacion del país.
Este elemento se viene formando gradualmente,
como acabo de decir; y cuanto mas rápido sea su cre-
cimiento, mejor será para todos. pues no se encuen-
tran los mejores materiales para el progreso ni en la
clase elevada, ni en la ínfima. Los muy ricos son á
v eces un mal para el país, tan grave como los muy
pobres.
Si la sociedad se di vidiera en tres clases, tendríamos
primeramente y en la última escala al indio y al negro,
y á aquellos que están mas cercanos á ellos por paren-
t esco de sangre; es decir, los mestizos, los mulatos, y
otras mezclas, pudiendo ser que ningunos de estos se
encuentren muy distantes de las primitivas de que des-
cienden.
La segunda clase, aunque ligada con todas las ante-
riores, debe ser una aproximacion mas perfecta al
europeo en sangre, maneras, y vestir. Sus individuos
generalmente desem peñan las funcion es de maestro,
mayordomo, ó capataz respecto á la clase ínfima; y
teniendo ellos á su vez sus amos, y no desdeñándose
de trabajar, se inclinan sin embargo con ménos reve-
rencia á sus superiores. Están aprendiendo actual-
mente algo de las artes y refinamiento de la vida y
Iatendiendo á la educacion de sus hijos. En el ade-
lanto y prosperidad de estos, lo r epito, estriba la
Iesperanza de la nacion. Si solo se forman dos clases
Id e todo el pueblo, la mayor parte de los que componen
llS LA SOCI E DAD, SU COMPOSlCION y CLASIFICACION.

esta segunda clase p odría pertenecer á. la que está por


encima de ella, comp uesta de :los ricos, los poderosos,
y los h ombres instruidos.
Se ve por lo mismo que la expresion gente co-
mun puede emplearse en un sentido lato ó reducido,
seg un como De hablo, pero en cualquier sentido en
i ue se use en la América española, significa una COID-

MOZA 6 SIRV I EN TA.

posicion ó cast a que no se encuentra en los E stados


Unidos, ni en ning una otra parte d el mundo.
Lo mismo qu e sucede en su orígen SUCede tambi en
en su desarrollo ó, mas bien dicho, condicion, pll es
CONDI CWN FÍSI CA Y MORAL. 1 19

que h asta el presente el desarrollo, comparativamente


hablando, ha sido insignificante: los mej icanos son
especiales y únicos en su
género. N o es difícil en-
t ender y seguir el procedi-
miento de su formacion yel
J e su estado present e. Tó-
mese por base á, los indí
gen as conquistados; méz-
d eseles innum erables veces
co n los europeos y african os,
sumérjaseles en la igno-
r ancia y la supersticion, y
póngaseles sobre la cabeza
la h errada planta del des-
potismc político, eclesiásti co,
y social por tres ó cuatro
siglos, y t endréis lo que hoy
se v e, y el r esultado es jus-

Mozo PARA T ODO T RABAJO .

t amente el que debier a es-


perarse.
Aunque las dimension es de su
cuerpo son un poco mas redu-
cidas que las del comun de los
europeos, h ay algunos fornidos
entre ellos, y sean grandes ó
chicos, son fuertes y de much a
resistencia; siendo las muj eres
Mozo 6 CRIADO DE CASA. casi tan robustas como 1CJ,,; holU-
120 LA SOClJWAlJ, S U COMPOSICION y CLASIFICACION.

bres y capaces de re-


sistir mucha fa tiga.
Los hombres frecue n-
temente llevan á cues-
tas á distancias con-
sidera bles dos ci e nt as
ó trescientas libras de
peso; mi é ntr as q ue
una muj er llevando á
su hij o y una carga
d e legu mbres ú otro
artí c ul o, and ará á
p as o rá pid o d e un
lugar á ot ro, desde su
casa hast a la ciudad
y la vuelta, dist a ncia
t al vez de cinco á siet e
millas, sin creer q u e
ha h echo g ran cosa.
S e not a, sin embargo,
cierta difer encia entre
los sexos r e¡:¡pect o á la
PETATERO Ó C OMERCIAKTE E N EST ERAS. manera de llevar las
car gas pesadas. L os
h ombres llevan la carga sobre los hombr os y las es-
paldas, sujet as con un mecapal, correa, ó cinta de cuero
que pasa por la frente, mi éntras que las m uj eres
cargan t odo, ménos las criaturas, sobre la cabeza al
estilo de las caTl1pesinas italia nas y francesas.
Son sencillos pero suspicaces, muy buenos y afec-
tuosos en el tra to con sus familia:,; y s us vecinos, y
generalmente muy bien dispuest os para con los ex-
tranj er os. T enemos una prueba de su natural man-
sedumbre en que están siem pre de buen humor cua ndo
se embriagan, yen que los ebrios j a más son tratados con
dureza por los que no lo est á n. Aunque ignorantes,
adquier en la instruccion con facilidad, y tienen una
perspicacia muy viva ; y si hubiera n podido desarrollar
sus facultadeb intelectuales baj o la egida de la paz y
L AS CLASES nA.JAS. 121

con las ventajas que proporciona el trato con los ex-


tranj eros, se habrían alcanzado los resultados mas
lisonjeros.
L a condicion de las clases ínfimas es en extremo las-
timosa, y se r efleja en esa especie de melancolía que
se les nota en el semblante; sin embargo, están con-
t entos y viven felices, lo que e n verdad no siempre es
una señal que da espera nzas. En las ciudades son
criados de los criados ; en el campo, están ligados por
s us hábitos, por sus vínculos de familia, y por sus
d eudas á las h aciendas y minas, en un estado de peo-
lJ aje Ó servidumbre, r eal y efectiva. H ay por su-
puesto varios grados. El ínfimo comprende á las
criaturas mas pobres y abyectas de la ti erra, que son
un r eprocho á la humanidad, encontrándose en peor es-
t ado, como partícipes de la civilizacion europea, que el
que g uardaban sus a ntepasados baj o el r égimen de
sus despóticos reyes. E st án vestidos ligeramente y
solo en parte, siendo su traj e de manta gruesa ; los
hombres usan sombreros y alg una s veces sandalias, y
las muj eres y los nit'íos van descalzos y con la cabeza
d escubierta. Un grado ó dos mas arriba, encontra-
mos e1 sarape y el r ebozo; y el t ipo mas completo del
traj e nacional se ve en el vaquer o de las h aciendas,
h ombr e afortunado porque ti en e un caballo que mon-
tar. Apesar de que est o es muy frecuente h oy dia,
hubo una época en que el r ey de E spaña se di gnó
prohibir á sus súbditos aborígenes americanos que
montaran á caballo, para qu e n o se ensoberbecieran, ó
qui sieran ig uaia rse demasiado con el caballero español.
Los mas pobres se alimenta n con lo que pueden en-
contrar, y descansan de n och e en las chozas 6 cuartos
d e adobe, ó duerm en sobre el suelo ó pavimento. E s-
tán suj et os á toda clase el e deformid ades y males, y á
desempeñar trabaj os que harian sonroj arse h asta á las
mismas bestias. En las ciudades t oman el lugar el o
las carretas yen las min as ree mplazan á las máquinas,
y ti enen tal t emor ele perder los medios do ganar la
s ubsist encia, que cuando pueden, destruyen t odas las
)2~ LA SOCIEDAD, f'U COMPOSICION y CLASIFICACION.

m~íquinas que se introducen para eco nomizar el traba.


jo, ha:,;ta las carretillas ordinarias de los almacenes
destinadas para. alij erar sus faenas. S e les h ace
[1("ar1'oa1', por las call es y los caminos, cajas y bultos de
lllen.:ancía do ononll e poso, y no pocas veces pesadas
vigas y adobes para la. cO ll stru ccion de edificios, agua,
basura., etc. Los artículos (!e mucho peRO, eO lll o pia-
1\01:; y ~ajas de hierro, so n condu cidos e n los h ombros
de estos robu stos cargadores, atravesa ndo barrancas
impasabl es para. lo:,; vehículos. 1\1e humilla y m e
avergüenza ver así la inuigen, no digo de mi h ::I,Cedor,
sino de mi rnislllo, degradada .t este ex trelll O. Lo
mas triste de t odo es considerar la. vida que ll enm los
pequellos niüos, 110 porque las madres no sea n cariüo-
sas con ellos, pues bien al contrari o es not able el ca-
riiío y afecto <fue profesan á,sus hijos, sillo porque no
MENDIGOS Y SIRVI ENTOS. 123

tienen la idea mas r emota de lo que son las comodi-


dades de la vida.
P ero por mala que sea la condi cion actual de la
clase ínfima en J\1éjico, fué peor ántes, particularmen-
te en la capital. Las relaciones que he visto de los
veinte mil léperos que hace sesenta años infest aban
los suburbios, r epresentan una escena de pobreza,
suciedad, harapos, y miseria casi increible. P oco des-
pues se expidió una ley obligando á t odos los vagos á
trabajar so pena de encarcelamiento, y esa ley produjo
un efecto saludable.
N o porque la reforma fuera radical, porque es muy
comun ver á. h olgazanes y vagos parados const ante-
mente como estatuas en las ace-
ras ó esquinas de las calles, y
podrirse allí ó petrificarse, á ntes
que levantar la mano para pro-
cural'se el sustento. Otros, de-
form es hast a el grado de causar
horror, obstruyen las aceras y
presentan sus t orcidas formas
en muda súplica por una li mosna.
P ero por regla general no hay
pueblo en la tierra que trabaje
t anto por ménos dinero. E s un
h echo significativo que no h ay
chinos e n M éjico; al desparra-
marse sobr e la tierra los mon-
goles no se ha n acercado á este
país. N o podrian cOlllpetir con
los peones mejicanos de las t ier-
ras elevadas, ni en la calidad ni
en la cantidan del trabajo ó la ME~DICAXTE.
economía de la vida. Y al lado
de ellos, los negros de los E stados U nidos son una
partida d e haraganes de cerebro torpe y estólido, y
con pocos derechos á ninguna consideraciol1.
Si se ti en~ buena fé con el sirviente mejicano, pa-
gándole con puntualidad sus sueldos, él dará, t odo su
124 LA SOCIEDAD, SU COMPOSICION y CLAi:HFICATION.

equivalente en trabajo, reconociendo la superioridad


del amo; como de derecho divino. Así se le ha ense-
ñado, disciplinándolo en la escuela del servilismo.
Tan acostumbrados están los criados á los golpes y las
imprecaciones, que han llegado á considerar esta clase
de maltrato, como un incidente de la honradez co-
mun. Sospechan al tendero que les habla con corte-
sía, creyendo que sus palabras llevan la intencion de
engañarlos. Y están tan hechos á ser extorsionados,
ó á que se les pida mucho por los efectos, para conse-
guir despues una rebaja, que cuando se les pide el
justo precio y no se acepta la oferta que hacen de me-
nor cantidad, no compran, aún cuando se les ponga
delante el artículo mas barato de lo que habria sido
rebajándoles algo de lo que se les pidiera..
Aunque son tratados por s us llamados superiores
mas bien como bestias que como hombres, trabajan
siempre en silencio y con independencia, fuera de la
línea de la sujecion y d el trato forzado; y miéntras
qu e son respE!tuosos con los que ocupan una posicion
social superior, r ealmente se ocupan muy poco de ellos.
En ninguna parte se ven tan perfectamente dividi-
das las clases como aquí en sus ocupaciones de todos los
dias. La pulquería, la panadería, las tiendas de pro-
visiones del hombre pobre, son distintas de los esta-
blecimientos que abastecen al rico, y que en su mayor
parte son de franceses ; las unas ni siquiera pret enden
mezclar sus asuntos con las otras. Los pobres viven
y trabajan en su propia esfera. Construyen sus casas
ellos mismos, proveen sus alimentos y vestido y se cu-
ran' á sí mismos en sus enferm edades; con todo, hasta
los mas afamados médicos ponen su ciencia y otros
recursos á disposicion del enfermo pobre. E stos
ejemplos de caridad suceden con frecuencia.
Hay arrogancia por un lado y humildad é indife-
rencia por el otro, contraste que se agrava por la. fal-
ta de una clase media poderosa, que suavizara las
asperezas y pusiera en arinonía los elementos discor-
dantes.
CUALIDADES DE LA CLASE ALTA. 12.5

Pero se entienden y sobrellevan perfectamente


bien, valiéndose así de lo que han aprendido en tantos
siglos; y cada uno conoce por lo ménos su lugar y el
camino que debe seguir. A pesar de que las calles
están generalmente llenas de gente, hay pocos encon-
trones, y es muy raro ver una di sputa ó pelea en ellas.
Poco regañonas son las mujeres para con los niños, y
hay tambien poca violencia entre los hombres, sea de
palabras ó de obra. Hasta los periodistas y enemi-
gos políticos observan cierta urbanidad entre sí, y los
legisladores son raras veces borrascosos, aunque ruja
la tempestad bajo la superfi cie. En esta latitud, tan-
to los bípedos como los cuadrúpedos son considerados
y mansos, si dejamos á un lado la arrogancia implan-
t ada del señorío. Suelen sin embargo irritarse, y cuan-
do el castigo llega á ser una necesidad es casi siempre
pronto y severo. Pero cuando se les niegan los de-
rechos en los tribunales de justicia, como á menudo
sucede, i qué de estrañarse es que el puñal silencioso
y la oscuridad de la noche en algunas ocasiones se em-
pleen en la. venganza! Con t odo, estos casos son raros.
En la clase alta, lo mi smo que en la inferior,se encu en-
tran diferentes grados de c01.llbinaciones de raza, ade-
más del europeo y del americano de sangre pura. En
punto á habilidad, educacion, riqueza, luj o, y finura,
esta clase es superior á lo qu e se la supone en el ex-
tranj ero; r ealmente bajo estos aspectos, creo que en
nada es inferior ..1, la correspondiente clase de otras
naciones civilizadas del mundo. Los directores de la
sociedad y de la política son exclusivistas, r eticentes,
y hacen poco alarde de sus recursos y aptitudes. Em-
pero el extranj ero que espere ganarles por medio de
la astucia 6 superior sagacidad, generalmente saldrá
vi;lncido.
A pesar de que en diferentes épocas ha habido pro-
digalidad en los títulos y condecoraciones, hoy el es-
píritu republicano es mas estricto en este particular,
como lo es tambien en otros varios. La riqueza y la
educacion constituyen el tipo principal de la buena
126 LA SOCIEDAD, SU COMPOSICION y CLASIFICATION.

posicion social ; pero hay que decir, respecto á la ri-


quez~ en Méjico, que el dinero no es el solo Dios ver-
dadero, como sucede en otras partes. H ay aquí un
elemento aristocrático que t odavía no se doblega á. él.
La r elig ion tiene aún mucha autoridad: la iglesia,
aunque comparativamente pobre, no ha dejado de ser
poderosa. Pero por parte del pueblo en general, hay
poco servilismo respecto á. los poderes superiores. La
vida de la clase ínfima desgraciadamente se acerca
mucho á la del bruto; pero el que por fortuna esté
uno. ó dos peldaños mas arriba de esa vida y trabajo,
se tiene por un ser humano, cuyos derechos hay que
respetar, y en consecuencia, él mismo es hasta cierto
p.un~o respetado, aún cuando no posea ni un duro
slqUlera.
Ahora cincuenta años, easi t oda. la riqueza. del país
estaba en manos de la iglesia, de los espauoles, los
descendientes el e los conquistadores, y los primeros po-
blador es. Los que podian llamarse propiamente es-
pañoles en la época. de la ins urroccion saliol'on del
país con sus capitales, si tuvieron modo do hacerlo.
En cuanto ,1. los demás, aunque distribuida la riqu eza
con mucha. desig ualdad, no siempre hubo esa diferen-
cia, ni tampoco la. hay actualmente co mo parecerian
indi car la desnudez del indio y el luj o y la ostentacion
oxajerada de las clases superiores. Hay mucha illlpro-
videncia en t odas las clases. El trabajo manual se
considera degradante entro las clases superiores. Los
que todavía conservan sus haciendas ó tienen pro-
piedades en las ciudades, pasan la viua cómouamente.
Pero hay muchas familias que luchan de generacion
en generacion para oonservarse á cierto nivel, debajo
del cual ya no hay r espetabilidad posible. Así se les
ve empeñar sus carruaj es y muebles, para continuar
la falsa ostentacion que tanto les g usta, y de que
tanto necesitan para conservar su posicíon social; las
muj eres se impondrán toua clase de privaciones y no
saldrán de la casa, para que los hijos y hermanos de
la familia se presenten bien vestidos en el paseo.
LOS F.XTRANJEROS EN MÉJICO.

Muchos han perdido sus haciendas hipotecándolas


cuando las ti erras valian mucho y perdiendo todo
cuando tuvieron que venderlas. La palabra" extran-
j ero" se aplica á. todas las personas que no han nacido
en el país. En la época de la guerra de independencia
corno ahora, español era el qu e habia nacido en E spaña.
El de pura descendencia espaüola que nació en M é-
jico, especialm ente si ha ej ercido alg un acto político,
tal como el de votar ó aceptar un empleo público, con
ese solo hecho ha proclamado tácitamente su naciona-
lidad y es mejicano. Lo mismo pasa con los alema-
nes, franceses, é italianos; pero estos, aunque mén os
odiados, se apegan mas á sus co mpatriotas y están
ménos dispuestos á amalgamarse con los naturales; de
manera que generalmente trascurren algunas gene-
raciones, ántes d e que ll eguen á considerarse como del
país. Por otra parte, t a l1lbien las circun stancias in -
fluy en mu cho en est e particular. Si el criollo inglés
vive enteram ente con criollos ingleses ó con ingleses
de nacimiento, puede t enerse á sí llli smo por inglés ;
pero si se asocia con los mejicanos por su gusto, puede
titularse mejicano.
Con sentimiento lo digo; los europeos en .Mé-
jico hoy dia, lo mismo que ántes, no se manejan de
la manera mas conveniente. P or regla general, con
n egocios en pequeño y seguros quieren sacar grandes
u tilidades. N ada se les da por el adelan to del país ni
tampoco simpatizan con los mejicanos y sus institu-
ciones, sino que por lo contrario se re \-ist en de un
tono de superioridad que ofend e. Se manti enen so-
cialmente aparte, t eniendo sus propios clubs y sus
lugares de recr eo, y mezclándose muy poco con los
nacionales.
Los mejicanos recelan los avances de los E stados
U nidos; no aman ardientemente á los franceses, y
odian á los españoles mas que á todas las otras na-
cionalidades.
Los francesE;!s comenzaron á llegar al país poco des-
pues de la independencia y establecieron hoteles y
128 LA SOCIEDAD, SU COMPOSICION y CLASIFICATION.

restaurants, que eran muy superiores á las antiguas


posadas españolas que estaban en boga en todo el
país. Los alemanes llevan tanto tiempo de ejercer
la supremacía comercial, que ya se consideran con de-
recho de prioridad.
Los comerciantes europeos han procurado monopo-
lizar el comercio de Méjico, propalando noticias falsas
del país y su pueblo, haciéndose adeptos del soborno y
de la corrupcion, sabiendo justamente cuanto y de qué
manera deben pagar á un empleado de hacienda, para
que pase un cargamento con el menor costo posible,
conociendo donde y como puede hacerse el contraban-
do sin riesgo y con provecho, coadyuvando á mante-
ner á las masas en la ignorancia; y á la vez que apa-
r entan despreciar al gobierno y á todo lo que hay en
el país, imputan á aquéllas mismas bajezas que ellos
cometen. N o debe sorprendernos que tales hombres
vean con malojo la aproximaeion de los americanos, y
del sistema americano para hacer los negocios.
El pueblo de los Estados U nidos tiene en Méjico
toda la estimacion que se merece. H asta ahora ha
ido allá solo un núm ero limitl:!:do de la mejor clase de
nuestra gente; y muchos mejicanos, preocupados con-
tra nuestro pueblo, saben tan poco de él como los
americanos de la mejor clase de los mejicanos. Fron-
terizos ordinarios y groseros, prófugos de la justicia,
tahures de profesion, especuladores en minas, merca-
chifles, charlatanes, y aventureros políticos que han
ido rodando hasta llegar á Méjico, trabaj adores de
ferrocarril es que han sido despedidos, y abogados "Y
médi cos si n clientela, constituyen el peor elemento
extranjero que existe en el país.
Por 10 regular son gentes desprestigiadas Ó, mas
bien dicho, de mala fama, sin conciencia ni moralidad,
que descaradamente ridiculiza n la idea de tolerar que
ningun principio de justicia intervenga en los asuntos
de la nacion, dando de ese modo el peor ejemplo posi-
ble, y Haciendo formar una mala opinion en contra de
los americanos probos y bien intencionados. Llevan
AMERICANOS DEL NORTE. 129

la vida de holgazanes en los hotl'l les y cantinas, ha-


blando on alta. voz y de una manera jactanciosa so-
bre revolu cion, ó invasion y destino manifiesto ; todo
lo cual quiere decir, tu erto ó d erecho, una tajada del
t erritorio, y mas tarde otra, hasta que todo quede a.b-
sorvido. Mascan tabaco, beben licor, y blasfe man,
juegan al billar y hacen apuestas, conduciéndose de
tal manera qu e causan disgusto tanto á los america-
nos respetables como á los mejicanos, quienes con si-
.deran la costumbre de beber y discutir en las cantinas
como baja é indecente.
U na de las primeras señales, en las poblaciones re-
cien formadas al lado de los ferrocarril es, el e la supe·
rior cultura del norte, consiste en los grandes letre-
ros que a nuncian la venta de "whiskey punch" "bran-
dy smash," "champagne cocktails," " American mixed
drinks," y otras cosas por el estilo.
Ma¡:; de un a vez he oido á los americanos lame ntar-
se de q ue con mucha rareza oyen hablar su lengua en
Méjico, sin que se haga uso de la fanfarronada y la
blasfemia.
"Es esta escoria de la sociedad americana la que
está dando color á nuestra reputacion "- escribe uno
de Chihuahua.
No hay pues que admirarse de qu e por causa de
esas ge ntes, los mejicanos se hayan ido acostumbrando
á t ener recelos de sus vecinos d el Norte ; pOl'q ue esos
groseros, vagos, y mal entretenidos, procedentes de los
E stados U nidos, !lO pretenden r econocer principio al-
g uno, ni tienen pizca de honradez, y ayudarian i ro-
bar un pedazo del territorio, co n la misma disposicioll
con que asaltaria n una diligenc ia .
L a poblacion extranj era en la república, sin elllbar-
go, no es num erosa. Está comp utada de est e modo:
españoles, contando como extranjeros á los que vinieron
despues de 1829, ó sea posteriormente i su expulsion,
20,000; fran ceses, 9,000 ; alemanes, 7,000; italianos,
4,000 ; Y Hmeri canos, en número variable, que va
aumentando constantemente.
VIDA DE DllZ. - 9
CAPÍTULO IX.
LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

LA MESA CE N TRAL-SOLEDAD DEL EXT ENSO I NTERIOR-POBLACIONES MEJI·


CANAS-H ABITA C IO NF.S-E ~TA'J' U A S VIVA S y P A ISA GES-LA DILIG ENC IA-
U N TIPO DE COCH ERO-EL BURRO-HACIENDAS y S ITIOS DE L ABRANZA-
LA CIUDAD DE MÉJICO-EVOLUC ION DE UNA CAPITAL-VISTAS-SALGBRI·
DAD y ENFERMEDADES -EL D ESAOeE- IN STITUCIONES CARITATIVAS-
LA RELl GI ON - DI AS FESTIV OS-TRAMITES ENOJOSOS DEL M UNICIPIO-
BOMB EROS y PO LI cíA - RESTAURA NTS-S ALT E ADORES DE CAMINOS-Ho·
TELE, - R o TI NA DE LA VlDA - LA Tm ~DA DE L.\ ESQUINA-EL CI·
GARRO- DINERO- CORTESÍA - P ASEOS E:\' CAR R UAJE y Á CABALLO -
COCH ES DE ALQUILER y CARROS DE T RA:< v L\ .

Entrando i la R epública M ejical!a por el norte y


por la via dc Monter ey, y bajando la gran ffi 0sa, el
viajero encuentra extensas áreas cubiertas de hojasen,
mezquite, gobernadora, y agrita, estrañalldo la soledad
y sintiendo qu e algo le falta allá, léjos de las líneas
principales del tráfico. Solo viene á r omper esa mo-
not onía una que otra manada d e ovejasó de ganado
á cargo de un pastor ó vaquero. Es que falta aquí
esa misma clase mcdia de que ántes h e hablado, que
se desparramara por todo el país cubriéndolo con un
inmenso número de felic es hogares. El terreno es
fértil y solo le falta riego para mantener una pobla-
cion num er osa. El viajero camina leguas y leguas
atravesando campos silenciosos y desocupados, encon-
trando aquí y allí una choza ó un grupo de casas de
adobe, y á grandes intervalos una hacienda y una po-
blacion. i Siempre es ó la haci enda ó la choza! El
dueño de la primera, que poco vive en su propiedad,
posee generalm ente de cinco á cincuenta, y á veces
(1 30 )
UN PUEBLO DE CAMPO. l :l l
132 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

cuatrocientas leguas cuadradas de t erreno ; el que ocupa


la última viene á, ser en r ealid ad siervo del primero,
aunque no lo sea legal y literalmente hablando. En
derredor de los edifi cios de adobe Ó piedra del hacen-
dado, construidos á, ma nera de fortalezas, se encuen-
tran agrupados los jacales, humildes chozas cubiertas
con paj a, de los operari os, y á. mayor distancia, en las
lla nu ras, los de los cuid adores d e los ganados.
Al extra nj ero todo le parece viej o, excesiva mente
viej o y sucio. L as poblaciones co n sus chozas t echa-
das con paja, casas de adobe cubiertas de t ej a, y con
su iglesia y plaza en el ce ntro, mer cado, ti enditas, y
una pobre posada, son t odas por el mismo estilo que
en las ciudades de mas pret ensiones y en donde se em-
plea mas piedra en sus constru cciones ; viéndose una
de ellas, puede decirse que se h an vist o t odas.
La cómoda plaza en el centro de la poblacion, CO l').
sus calles empedradas que cond ucen á, la fu ente elel
centro, las orillas cubi ert as de na ra nj os, as í como las
plantas y fl or es ti enen ordin a ria mente mucho atrac-
tivo; r ealmente, en t oda la r epública la plaza, punto
en que se r eun e el pueblo en las t ardes pa ra escuchar
la música, poder ena morar y cha rlar, es un a de las fases
mas bonitas y sing ula res de la vida mejicana.
P ocas poblaciolles t ienen suburbios que remat en en
mansiones elega ntes ó chozas, sino que t ermina n re-
pentin alllente como si estu vieran circunvaladas por
una muralla, que r ealmente muchas ha n t enido en
épocas anterior es, para resgua rdarse de las sorpresas
de las partidas ó g uerrillas de los salvages meroreado-
res. L os t er re nos de los alrededores son en su mayor
parte incultos, á, veces cubiertos de arena, ó con unos
cuantos puntos pobremente culti vados.
En la mayor parte de las ciudades se nota el estilo
asiático de arquitectura, predomin ando tal vez el
mori sco. L as casas, de gruesas paredes, son general-
mente de un solo piso y está,n cubiertas de t eja ; pero
casi todas las de la clase mas acomodada tienen un
patio, con arwho zaguan quc de noche se cierra con
LAS CASAS l.1 EJICAN AS. 133

VISTA I :<TF.RIOR DE n:<A CASA .


134 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

puertas dobles, ventanas protegidas con rejas de hier-


ro y vidrieras, que dan al patio y á, la calle, aunque
hay tambien muchas casas que carece n de ventanas.
Los grandes edificios así como la mayor part e de los
otros de mejor clase son por lo regular de dos pisos,
con columnas arqueadas, mampostería quizá en la
parte baja, y t echados con vigas de madera en la parte
superior. Los pisos son ordinariamente de ladrillo,
y con alfombrado.
En las calles se encuentran aceras angostas de pie-
dra, gastadas comunmente por algunos siglos de uso.
Aunque el exterior es sencillo y poco gracioso en lo
g eneral, hay en las principales ciudades edificios en
cuyo interi or se encuentra mucho luj o y un esple ndor
oriental.
En la tierra caliente las casas oe los pobres co-
munm ente son de un solo piso, y están co nstruidas con
carrizos ó cañas colocadas perpendicula rmente sobre
la tierra, y cubiertas con un t echo formado de hojas de
palma, cer ca de la costa, y de alguna yerba gruesa en
las serranías. En las mesas centrales se usa mas ge-
ll eralmente el adobe y alg unas veces el adobe mez-
clado con piedra, pa ra las paredes.
El interior de estas chozas mas pobres corresponde
á la desnudez de su ext erior. A la verdad, si se
quiere comprender por qué el consumo de los produc-
t os y art efactos de la civilizacion es t an limitado,
proporcionalmente, entre los diez millones de habita n-
t es que tiene Méjico, comp a rad o co n el que t ienell
entre los cincue nta millones de los E stados U nidos,
no hay mas que entrar á, la casa de un mejicano de la
clase mas baj a, que constituye la mayoría de la pobla-
cion tanto en las ciudades como en el campo, y se verá,
cuan poco hay allí: un cuarto d e diez ó quince piés e n
cuadro, un agujero en el techo para que salga el humo,
si no todo, á lo mé nos la parte que casualmente vaya
en esa direccion; una puerta de en trada para los ocu-
pantes, el a ire, y la luz; sin ventana, ó acaso con una
claraboya en la puerta para cuando haga mal tiempo;
CHOZAS DEL PUEBLO BAJO. 135

ning un otro piso que la tierra desnuda, las paredes sin


encalar, y los techos de teja. El mueblaj e se r educe
á un os cuantos asientos burdos formados de palos
amarrados con correas de cuero crudo y cubiertas talll-
bien con pieles sin curtir ; raras veces una mesa pe-
queña, y j amás una armaZon de cama. L as camas
están arrolladas en un rincon hasta que llega la noch e
y cuando se desenvuel ven, es para descubrir que se
reducen á un petate ó á un cuero seco; en cuanto á
cobijas i no ti ene acaso el hombre su sarape y la mu-
jer su r ebozo? el quicio de la puerta desempeña bien
las funcion es de almohada. Cuando hay que hacer
la cama en la mal'íana, la muj er la saca fuera de la
casa: allí la golpea con un palo y la sacude para desa-
loj ar á los ocupantes intrusos que pueda haber. Unas
cuantas tablas fijas en la pared en los rincones contie-
nen toda la loza de la familia y los utensilios de la
cocinf\; las ollas y cazuelas de b arro de varios tamailos
y formas están ~montonadas en derredor del fogoll en
el que se enciende, cuando se necesita, la lumbre COII
carbon veget al ó pedacitos de le11a, y allí se gu isan
los frijoles y las t ortillas, teniendo cuidado de apagar
prontam ente la lumbre porque la leña y el carbon
cuestan dinero, y un salari o do och o ó di ez pesos al mes
no alcauza para t ener luj o. L os habitantes de esta
casa son el hombre y su muj er, probablemente varias
criaturas, unas cuantas gallinas, uno ó dos puerquitos
y un surtid o d e perros. Este es, recuérdese bien , el
hogar del j ornalero en :l\1éjico, cuya condicion es Yer-
daderamente peor que las de las bestias de carga en
algunos países; de la elevacion é ilustracion de s us
descendientes depende el porvenir de Méji co.

Mas al s ur, ya al llegar :í la parte central de la r e-


pública, se Ilota que mejoran las ti erras y su vegeta-
cion y cultivo. Encuéntra nse aq uí t errenos tan férti -
les y herm osos como e n cualquiera parte del mundo,
t errenos qu e llegan á producir hasta tres cosechas al
año teniendo riego y cuidado ; hay aquí lugares de
136 LA SOCIEDAD: LO QUE FU:';; Y LO QUE ES.

caracter excepciona! que presentan su propia indi-


vidualidad de uua manera notable; tales son por ejem-
plo la ciudad de Méjico, V eracruz, Querétaro, Oaja-
ca, Guadalajara, y otros varios, algunos de los cuales
debe n su orígen á los conventos de misioneros, otros
á la voluntad de alg un rico propietario, y otros final-
me nte, al curso del comercio. Se encuentran elegan-
t es casas de campo en los pueblos inmediatos á la ca-
pital, pero hay muy pocas parecidas á las que se ven
en los Estados U nidos. y que allí Han conocidas con
los ,nombres de Country-seat ó Fa'l'1n-house.
A pesar de la monotonía, el observador halla mu-
chas cosas sumamente pintorescas. Las poblaciones
.Y el campo, el pueblo y sus costumbres presentan
materia para el estudio. Se encu entra aquí el follaje

PANOkAMA :tvI:&1ICANO.

cargado de botones y de fruta, fragantes flores y pa-


rásitas fantásticas, palmeros, naranjos, limoneros, y
otros mil frutos de una naturaleza exhuberante. E s-
t o por lo que toca á la tierra caliente, y á las ciudades
y poblaciones que se encuentran á poca altura; en la
mesa central, se ven colinas y llanuras cubiertas de
una vegetacion peculiar.
Se puede recorrer nlÍllare" de leguas y se encon-
VIAJE EN DILIGENCIA. 137

trará siempre el palmero y el cactus, presentando imá-


genes fantásticas en las laderas y las montañas. Las
sierras del sur son grandiosas por sus hermosos y ele-
vados contornos.
En las ciudades llaman la atencion las iglesias, y
en las calles las figuras de variadas formas que se ven.
Éntrese á cualquiera poblacion y á cualquiera hora del
dia ó de la noche, sea en el verano abrasador ó en el
frio invierno, y se encontrará en los lugares públicos y
un las puertas de las casas figuras envueltas en sara-
pes y rebozos, quietas y silenciosas, pero siempre gra-
ciosas y pintorescas. Se les ve al entrar y salir como
si hubieran estado allí desde que Méjico se construyó,
y estuvieran aguardando el sonido de la. . trompeta
final. Cuando se viaja en diligencia, los colores de las
razas se aproximan, enblanqueciéndose la tez trigue-
tia y oscureciéndose la blanca con el polvo de los ca-
minos. Me he sentado en el pescante con los coche-
ros, pues que hay dos, el cochero propiamente dicho
y el sota; ningun caso hicieron de mi presencia, hasta
que unos cuantos reales me sirvieron de prcseutacion
á ellos. Así colocado, pude observar sus movimien-
tos durante tres dias, sin tener otra cosa que hacer
que cuidar de no caerme, y de que no se me quemara
la cara; llegué á conocerlos bien y á poder contar con
los dedos sus rasgos característicos.
El cochero era chaparro, pesaba poco mas de cien
libras, y su estatura no pasaba de cinco piés cuatro
pulgadas, pero sus músculos eran de acero; vestia un
pantalon de lienzo blanco, chaparreras y bota de
cuero no curtido, chaqueta blanca, sombrero de palma
ancho, y un pañuelo de color alrededor del pescuezo ó
de la cintura. Era el sugeto mas endemoniadamente
feliz que h e visto, y daba rienda suelta á su espíritu
de hilaridad, pegando con el látigo á las mulas de los
carros que pasaban, y aun á los mismos cocheros. Su
voz era, sin embargo, baja y tan suave como la de una
mujer, hasta cuando daba sus órdenes al sota y á los
caballerangos, de los que habia generalmente como
1 ~8 LA SOCIEDAD: LO QUF. FUÉ y LO QUF. ES.

unos di ez. Maldecia á sus mulas de una manera gen-


til y sonriéndose.
Su mujer lo acompafl6 por un dia y una noche lle-
vando en sus brazos una criatura. L as noches eran
frias, y lo eran particularmente las madragadas. T a n-
to ella corno la criatura llevaban vestidos lijeros de
algodon y solamente se cubrian con un rebozo delgado,
y miéntras yo tiritaba llevando un sobretodo grueso,
ella no di6 ninguna señal de t ener frio.
El cochero era muy bondadoso CO II s u llIuj er é hijo;
pero est o no impedia que dirigiera sus acostumbradas
atenciones de delicadeza i las mu chachas qu e encontra-
ba por el camino.
El sota cochero era un muchacho de di ez v seIs
aflos, lij ero y elistico como un gato, quc á, cad~ rato
brincaba del pesca nte para componer las ri endas, ha-
cer diligente algun a nimal olvidad izo, ó llenar su saco
de piedras, qu e u.'aba sobre los animales cuando se t e-
lIia. que atravesar un arroyo 6 r iachuelo; y corriendo
y trepándose á la diligenci a miéntras esta iba <Í toda
carrera, 6 rebotaba sobre el camino pedregoso con tal
fu erza, quc causaba adm iracion ver como podia jun-
tarse ta n fuertemente el fierro <Í la madera, para resis -
tir á tales golpes. U na de las atribuciones del sota era
t eller )l rovisioll de cigarros petra su superior, encen-
diéndolos y dando una fumada élllli slI1o, para asegu-
rarse de que estaball ell buen 6rden. Tambien se le
permitia tener las ri cl1llas de vez en cuando, y entón-
ces veia en sueJ10S los dias e n q ue llegaria tí ser coche-
ro. E stos dos indi viduo,' tenian que levantarse todos
los dias :i las tres de la maflana y trabajar frec uente-
lIlente hasta las ocho 6 di ez d e la noche, recibiendo
uno treinta pesos y el otro quince al mes. S ucede á
menudo que el sota no gana mas que ocho 6 diez pe-
sos y tiene que comer i veces de ese sueldo. Mis
amigos manejaban ocho Ululas: dos en la lanza, cuatro
co ntra-guias y las dos g uias. Cada uno lle vaba su
hl,tigo, uno eorto y el otro que tenia diez y seis piés
de largo, y como un a pulgada e n la parte mas gruesa.
EL COCHERO Y SUS MULAS. 139

Cuando el conductor usaba est e lo revoleaba en toda


su extension, y luego con un movimiento del brazo lo
hacia describir una curva y descender con una exacti-
tud inerrabl e sobre el lom o de la mula ofensora , ó bajo
la barriga del animal mas cerca, siendo esto último
la hazaña mas difícil de r ealizarse. Si por fortuna
llegaba á pelar la piel de alguna pierna floj a, el fi el
látigo siempre encontraba despues con exactitud desa-
piadada esa carn e viva.
D aba g usto ver como esta gentil criatura manejaba
á los animales broncos al partir de un a est acion ; las
narices de las mulas del tronco van pegadas ¡í la lanza,
sus bocas ensangr entadas , sus piernas mov iéndose en
t odas direcciones ; las guias y las demás mulas so n
detenidas por alg unos hombres. Á una palabra del
coch ero, est os hombres sueltan las mulas y se hacen á
un lado : est as entónces comienzan á brincar, á patear, y
á correr llliéntras que el cortante látigo desciende sobre
ellas en rápida sucesion, encargándose de las g uias el
cochero, miéntras qu e el sot a hace ma nifest aciones
muy in sinuantes al tronco con el látigo cor to que tie-
ne á su disposicion . Consecuentes con sus instintos
los animales se r ebelan contra la velocidad con que
son conducidos, t oma n un trot e mas r eposado y aga-
ch an las or ej as en señal de humilde docilidad. E n-
tónces el sot a h ace volar por el a ire arg umentos mas
sólidos en la forma de piedras, de que ti ene un buen
surtido pa ra el efect o. U na mula pat eadora es la de-
licia del coch ero, porque la azot a h ast a que el anim al
pateando se echa fuera de los tirantes, y sig ue azo-
tánd ola h asta que vuelve á entrar. Alg un as de estas
mulas son mu y t ercas. En una estacion ví u na mula
del tiro sentarse compl etamente y negarse á andar,
hasta que el carruaj e pasó sobre ella , sacándole los
arneses por la cabeza y causándole hondas heridas con
los fi erros que sobresalen de los ej es, á ntes q ue entrar
al tiro. S e le puso un r eemplazo, y la maldita mula
se fué meneando la cabeza para gozar del día de fiesta
que tan bien habia ganado.
140 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

N o llenaria yo mi deber para con M éj ico si pasara


en silencio á la produccion mas útil y cariflosa: el
hurro, compaflero fi el y sirvie nte sufrido. Contem-
plad sus largas orejas en direccion horizontal con su
larga y cabelluda cabeza: las muev e cuando las mos-
cas y los insectos so introduce n en ollas: las mue ve
con lentitud, poro do una man era solemne, miéntras
que en todo su sembla nte se revela un silencio estóico
q ue los golpes del arriero están bien léjos de pertur-
bar. Sus cascos, sin herraduras, hacen poco mas ruido
sobre el pavimento ele piedra que los piés del gat o,
aunque lleve á cuestas una carga mas grande qu e él
mismo. Por siglos y siglos este pequeflo an illl al ha
estado acarreando la leila desde los cerros, el agua de
los rios, los productos de las tierras bajas, y las pie-
dras de las minas. Enlace omnipresente de toda in-
dustria, se le ve conduciendo al mer cado los efectos
del montailés, con la muj er y una criatura encima, ó
ell recuas de noch e cargado co n todos los productos de
la naturaleza ó la industria, buscando desde t emprano
el mercado, pues debe ser lllUy pobre el que no pueda
t ener un burro. Agobia do por el trabajo, mal ali ·
m entado, golpeado, pateado, y maldecido, permanece
siempre sereno y estóico hasta lo último. Cuando se
introduj eroll los ferrocarriles levantó su voz para sa-
ludarlos y darles la bienvenida, crey endo que ya ha-
bian concluido sus trabajos. P ero i oh desgracia! el
ingenio del hombre h a encontrado lilas en que ocupar-
lo que ántes. Así fué que con profunda melancolía
volvió á tomar su modo filosófi co recibiendo con pa-
ciencia, dia á dia, el nÚIIJ ero de golpes preordenado
para él, sin permitir que se perturbe su serenidad, ni
dar un solo paso mas aprisa. I Dichoso burro!
Encontramos en el camino muchos carros de carga,
de anchas ruedas, conduciendo mercancías, caminando
en una direccion los productos nativos y en otra los
extranjeros. Todos van cubi ertos de lona blanca y
tienen la apariencia de unas caleras puestas sobre
ruedas. Cada carro va tirado por nuevo ó doce mu-
CONDUCCION DE MERCANCÍAS. 141

las arreándolas unos mozos trig ueI'íos, dirigidos por el


conductor de piel mas blanca, ó acaso del duei'ío del
tren, montado á caballo con trajes vist osos.
En el tráfico de acarreos, los
arrieros Ó conductores de mulas
de carga desempeñan una fun -
cion importante. Son gentes
honradas q ue conducen las car-
gas de u na ciudad á otra con
escrupuloso cuidado. D ebido
al mal estado de los caminos y
á las grandes barrancas, se
emplean las mulas de carga
todavía mas que los carros y
carretones.
En aí'íos pasados todo el trá-
fico de carga se hacia casi ex-
clusivamente ell mulas, y á
mei1udo se veian millares partir
de la capital Ó de alg un puerto,
cargadas para una expedicion
de mil ó mil quinientas millas
al interior. La conducta era ARRIERO.
el tren del t esor o que traspor-
taba el producto de las casas de moneda y el dine-
ro de los comerciantes desde el interior á la capital,
llevando con frecuencia desde medio millon hasta mu-
chos millones de pesos acuI'íados ó en pasta. E stos
trenes iban bien custodiados por tropa, y con ellos
viajaban generalmente los comerciantes y sus familias
de un a poblacion á otra. Con la introduccion de
ferrocarriles y compaI'íías de exprcss todo eso ha ve-
nido á ser una cosa del pasado ; pero al desaparecer la
costumbre, ha desaparecido tamb ien la prosperidad de
muchas poblaciones del in terior, cuya vida dependia
del tráfico de esas caravanas. Mas en compensacion
los ferrocarriles han levantado nuevas poblaciones y
desarrollado nuevas industrias.
Las estaciones del camino entre las poblaciones son
142 LA SOCIEDAD: LO QUE FU¡;; y LO QUE ES.

generalmente las características haciendas que se en-


cuentran á cada paso, y que consisten las mas véces
en una gra n casa habitacion de adobe, y otras ma,,;
pequeñas circunvaladas por una gran pared blan-
queada ; :i \'eces solo en la pared yen las pequeñas
habitaciones, t eniend o cerca generalmente una laguna
artificial, enlodada y alimentada por la llu via y los
desagü es con una agua calichosa y de mal sabor, y
tal vez un pozo ó noria, trabajada por un::t mula Ó Ull

ESTACI0N DE DILIC ENCIA.

hombre; ó un jagüey ó estanque cuadrado de cal y


canto, al que se introduce el agua por un conducto
5ubterráneo. Algunas de estas haciendas tienen casas
habitaciones que son verdaderos palacios, como por
ejemplo la, hacienda ele Bocas, de los herman os
Parías, <1, once leguas de San Luis Potosí, que está.
valuada en medio millon de pesos, tiene seiscientos
CULTIVO Y ARADOS. 143

habitantes, siembra mil fanegas de trigo y tres mil de


maíz, y ha gastado en sus ensayos de pozos artesia-
nos doscientos mil duros.
En la mesa central del norte el maíz es general-
m ente chico y está mal culti vado. En otras locali-

JA GÜEY Ó E STANQUE DE AGUA .

dades el cult ivo es mej or, enco ntrándose puntos muy


bie~ trabajado~ y en estos los naturales presentan
mejor apanencia. Casi siempre Yemos, sin embargo,
los primitiyos arados de mad era, tirados por bueyes á
cuyos cuernos se afirma el yugo. Con una mano el
peon ti ene el arado en el que solo se encuentra una
manij a, miéntras que en la otra lleva un agu ij on lar-
go; este sist ema se aplica tam bien á los arados ame-
ricanos que á gran prisa est á n reemplazando á los
antiguos, pero t odos prefi eren los h echos con una
144 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

sola manija. Realmente i para qué sirven dos si una


sola basta?

ARADOR.

Casi todas las cosas se hacen aquí por pares. Á


veces se manda á una persona á que vigile á otra y á
veces á que la ayude. Las mujeres van ordinaria-
mente por pares. En las diligencias hay dos coch e-
ros, y á veces h e visto en los carros dos conductores,
uno que recibe los boletos y el otro que los cancela.
L os h ombres y las mulas cuestan poco en est e país y
lo mismo las mujeres; pero parece que se confunden
algo las cosas, pues á m enudo se ve al hombre desem-
peñando el trabajo de la mula, y á la mujer haciendo
la t ar ea del hombre, y con mucha frecuencia tambien,
el hombre, la mujer, y la mula no hacen nada.
La ciudad de Méjico es el P arís de la América.
A pesar de que está situada en el corazon del país, es
de tipo ménos mejicano de lo que se pudiera esperar;
y esto debe atribuirse á los t empranos esfuerzos de los
vireyes españoles, lo mismo que á la concentracion allí
de una sociedad educada por sus viajes y permanen-
cia en Europa.
VALLE DE i\IBJICO. 145

VIDA DE D IAz. -IO


146 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

Ha pasado por cambios muy notables, de carácter


no solo natural, sino t ambien social y político. Fué
en un tiempo la V enecia del continente, entronizada
en el lago, miéntras que á·una distancia respetable es-
taba circundada por grandes bosques y verdes prade-
ras, matizadas por colonias tributarias que dest acaban
la blancura de sus casas en medio de herm osos pensiles.
L a corte imperial de los Montezumas presentaba
su esplendor realzada con la presencia de caciques y
nobles de todas partes, con sus numerosas comitivas
y sus residencias regias, adornadas de columnatas,
parapetos labrados, adornos de estuco y j ardines ele-
gantes. En derredor se esparcian las habitaciones de
los traficantes, artesa nos, y esclavos que llegaban á
sesenta mil, representando una poblacion de trescien-
t as mil almas, y cubriendo una área que nunca se ha
ig ualado despues.
La ciudad est aba cruzada en . todas direcciones por
canales, en donde se veia una multitud de canoas del
mercado y hermosas góndolas. En los dias de gala
aun el lago estaba lleno de peregrinos y paseantes, que
iban á presenciar las imponent es ceremonias de los
muchos t emplos que se alzaban majestuosos sobre las
moradas de los mortales, construidos encima de eleva-
das pirámides. H abia diferentes grados para realzar el
efecto de los ritos místicos y dar mas horror á la in-
molacion de las víctimas humanas, sobre la piedra del
sacrificio; miéntras que los sacerdot es, con espléndidos
ornamentos y sus cánticos é incienso, g iraban en tor-
no del inmenso pedestal.
Ni la noche velaba el encanto, porque los fuegos
vestales inextinguibles brillaban desde las alturas, y los
de los tributarios mas humildes ardian en los fanales y
luces de las calles, puestos para guiar al viaj ero y lla-
mar la atencion de los devotos hácia la mansion sagra-
da de los dioses, refl ejada tambien en el estrellado
cielo y las tranquilas aguas del lago.
i Qué ha sido de toda esa grandeza? en todas partes
vemos ahora la influencia marchitan te á la vez que
LA CIUDAD ANTIGUA Y MODERNA. 141

innovadora de otra civilizacion: la encontramos en


el sistema defectuoso del desagüe de los lagos, que
ha dejado feos pantanos, en lugar de los verdes céspe-
des que ántes franjeaban su siempre disminuyente ex-
tension; en la destruccion improvidente de los bosques,
que ántes cubrian los cerros y daban sombra á las
habitaciones; en el arrasamiento de las antiguas con-
strucciones y lejanos suburbios por los primeros con-
quistadores, y mas tarde, en la devastacion de las
guerras civiles.

M'ÉJICO RECONSTRUIDO, 1521.

La ciudad se halla actualmente a alguna distancia


del lago, y solo quedan meros vestigios de las aguas
en unos cuantos canales y en los fosos de feo aspecto,
frente á los restos de amenazadoras murallas y terraple
nes. Los canales han sido reemplazados por los cami-
nos, y aquí y allí una calzada bien protejida del sol ;
los sólidos templos piramidales con sus torrecillas,
cúpulas, y espiras, que albergan las santas imágenes, y
pálidos cirios, en lugar del hórrido Huitzilopochtli
148 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

con sus braseros flameantes, y con el repique de sus


campanas ahogan los terribles sones del afamado t e-
ponastli. Los palacios de azoteas cubiertas con jar-
dines, han cedido su lugar á construcciones ménos
románticas de los estilos morisco, gótico, ó del rena-
cimiento.
Algunos de los últimos vireyes se hi cieron notables
por el embellecimiento de la ciudad, particularmente
Bucareli con el paseo que lleva su nombre. El tras-
curso del tiempo habia afeado la metrópoli con las
barracas, los puestos en las plazas públicas, las zanjas
llenas d e suciedad, y la multitud de léperos repugnan-
tes y desnudos que ocupaban las abandonadas aceras
durante el dia, y hacian peligroso de noche el tránsito
de las calles oscuras. Hasta entónces los estaciona-
rios frailes habian dado el tono en arquitectura con su

PALACIO DEL GOBIERNO, 1692.

sistema de sombrías construcciones, y se habian ense-


ñoreado sobre la multitud por su perniciosa fama de
caritativos.
Hoy se palpa e. resultado del roce con los extran-
jeros en las pretenciosas residencias de los ricos, que
comoántes, se reunen aquí para gozar de la sociedad
PALACIO N ACIONAL. . 149

y entret enimientos de la festiva capital, contribuyen-


do á ma ntener una poblacion que llega ya á la cuarta
parte de un milloll de almas. Los indios que form an

PALACIO DEL GOBI ERN O EN L A A CTl.'A LlIJ AD.

ulla parte considerable, presenta n cn el barri o especial


q ue ocupan alg unos rasgos peculi a res, Illiéntras que
en otr os suburbios se ve la misma monotonía de las
poblaciones provin ciales de M éjico.
L as vistas en la capital y sus contornos so n intere-
santes y numer osas. A demás del P alacio del Gobier-
no, r econstruido sobre el a ntig uo, ocupand o dos man-
za nas con pati os espaciosos, y que en extension y
solidez recompensa lo qu e le falta en estil o de arqui-
tectura , se halla la Cat edral, qu e en punto de vista
arquitect ónico es considerada por alg un os CO Ul O la
primera en América, las bibliotecas públicas, elMu-
seo, la A cademi a de A rtes, el C olegio de Minería, y
otras mu chas instituciones industriales, relig iosas Ó de
benefi cencia; el zócalo ó plaza del gobierno, que tiene
150 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

Ull mag nífico kiosko en el centro para los músicos y


una gran profusion de flores y plantas en sus extre-
midades. Al est e de la plaza se encuentra el P alacio;
al norte la gran Catedral; al poniente el portal de

LA CATEDRA L.

mercaderes, en que hay multitud de casas de comercio ;


y al sur, el palacio del gobierno muni cipal. Frecuell-
tement e se ilumina el zócalo de noch e, tocando allí In;;
mej ores bandas ele música, y siendo el lugar de pasen
de la gente principal de la ciudad. H ay t ambien la
A lameda, h ermoso paseo para la gente de á pié, con di ez
acres de ex t ension y co n multitud de fu entes y árboles;
llaman la atencion el hipódrolll o, la Colegiata de G uada-
lupe, y la iglesia de L oreto; los j ardines fl ot antes, yel
MÉJICO Y SUS CONTORNOS. 151

afamado C hapultepec, que ha s ido la r esiden cia sucesi-


vamente de los m onarcas aztecas, d e los vireyes españo-

CHAP ULTEPEC.

le!;:, y de l o~ presidente,.; mejicanos. Es est e un her-


m oso castillo, construido sobre un cerro que sale d e un
bosqu e, y al que se llega por el P aseo de la R eforma
que es el principal para 1m; carruaj es. Los sabino,,;
venerables que allí existen hall sido testigos de ex-
trañas escenas, esto es, d e la histori a no escrita y para
siempre descon ocida d e las g uerras de los aborígenes,
de los secretos de estado y de sacerdot es, de amores
y di versiones; pu es estos ~irboles colosales estaban ya
cargad os d e ailos cua ndo nació Quauhtenwtzin, y
todavía son v igorosos y de majestuoso aspecto.
L a ciudad de Méjico está bie n construida; las call es
en su mayor parte son rectas y regulares, de manera
qu e e n cualquier punto d e ellas se pueden ver las
serranías que por todos lados circundan el valle; pero
tiene n una nomenclatura y numeracion peculiares, qu e
cambian casi en cada cuadra . Algunas consen 'an
su nombre á mayor distancia y entónces se designan
152 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

por órden sucesivo, como, por ej emplo, las calles de San


Francisco que se conocen con los nombres de primera,
segunda, et c. .Á un lado de la antigua iglesia y plaza
de Santo Domingo se encuentra el temido edificio de
la inquisicion , Botándose que aquella ha dado su nom-
bre á todos sus co ntornos. N o solo hay primera, se-
g unda, y t er cera calle de Santo Domingo, sino que
hay tambien puerta falsa de Santo Domingo, cerca
<le Santo Domingo, &a.
Mas todo esto cam biará pronto. Ya las calles que
corren de la cat edral hasta el t eatro Nacional, ó de la
ópera, se han ensanchado, r ecibiendo el nombre de
C inco de }\!(ayo, h onor perma nente á los generales
Zaragoza, N egr ete, y Diaz, y á sus valientes soldados,
por la llerrota de los franceses en Puebla, el año de
1862.

Casi t odos los que llegan á la capital se enferman


al principio. El cambio es tan grande que el sistema
invariablemente se afecta llla s Ó ménos. Aun los
mismos hij os de la ciudad cuando vuelven á ella, des-
pues de haber es tado ausentes, se enferman de frios y
calenturas, ó de algull otro mal. El aire de la ciudad
es delgado y malo en algunas partes; el clima es esen-
cialmente traicionero. Las casas, con sus gruesas
paredes, su sólida construccion, sus pisos de piedra ó
ladrillo, y sus patios interiores, son á menudo frias.
Al pasar de la casa al sol en la calle ó vice-versa, se
experiment!1 un cambio notable, y hay que tener cui-
dado COIl la garganta y los pul mones.

NrvELES COM PARATIVOS DE LOS LAGOS.

La ciudad es mas baja que algunos de los lagos, y


excavando á tres ó cuatro piés de profundidad, en
cualquiera parte, perforando los restos sumergidos de
'".,., ¡';X I'LI t,;AC I OX. /)u;c
1. C nl (ld r nl.
~~
'l. PI /u n de '\rmll. ~ .
¡
3. I'al udo ~ l lC ioml' ,. O flc lU lIlt de Guuic r u u .
... J>a lnclo d e l Ar zo bi ~ !lo .
6. Mu ~ c o Nnclonnl ,. Oll ulu a. d o 'rl' l c g raro ~ .
6. o nclllado Gobierno.
i , ! ICf Cn.do Prl nc ilHLI.
8. CII ~ n. do Cor re08.
9, Monto do Piedlld.
111, A d u ana.
JI . Oftci u ruJ d o Gobier n o.
12. C asa do ~l o n c dR.
13 • .A c nde ml o.N l\Clon n\ d u SI\ II C IUI .-. ~ .
14. Ac ndClIll lLdc C l c llcl n~ y O ll c hm.~ d e l; o hil' ru .. ,
¡ ,j . Ondnus do Gobie rno •
.::i 16. 'f ont ro Nado nn\.
17. .. Princlpnl.
~ 1ft. T. n..A1o.meda.
Q 19. I. IL,\ cord ndR.
!:J 20. ¡' l az ado 'I'orOIl .
...... 21. Oementerio G e ne ral (le Rnnla ¡'altl u.•
22, " d o P rot c sll\utc s .
Ü
23, L a. C lud adcl n..
..:
....:¡
24. L a. Viga .
15. Gari to. de La. Viga .
:. 6. .. .. San A nton io Ablld
27. ti de l N lno P erdi d o .
;¿¡ 28 . .. do l\c l c lll .
Q 29 . u S Rn Coamo.
SO. .. No u u al co.
3 1. .. Vallej o .
O :l:z. . j P c r nh- i1 \o .
Z ~~ . .. S an l. nxnro.
<
....:¡
o...
DE LA
CIUDAD DE MÉXICO.
ESCALA O~ 1000 METROS ,
154 LA SOCIIwAn: LO QUR FU}; y LO QUE ES.

los antiguos Aztecas, se encuentra agua. Esta pro-


piedad esponjosa es comull á todos los valles elevados.
En algunas localidades se perciben miasmas que in-
fectarían toda la ciudad, si no fuera por la rapidez con
que suben y se desvanecen en la atmósfera ántes de

Vl~TA J ~TERIOR DE LA CATEDRAL.


CLIMA Y DESAGÜE. 155

haberse podido extender. Tal es la teoría con que se


explica ese resultado. Con todo, la ciudad no se con-
sidera como mal sana.
En el invierno, las calles de la capital están cubier-
~as de un polvo fino, y los viajes en ferrocarril son
entónces tan desagradables como en los Estados U ni-
dos durante el verano. El clima de la ciudad de Mé-
jico es muy parecido al de San Francisco, si se invier-
ten las est aciones y se dejan fuera las neblinas de este
último lugar. Así en Méjico la estacion de las llu-
vias es el verano, y el invierno es seco, con vientos
que corresponden á los del verano en San Francisco.
En cuanto á la temperatura, varia poco durante las
estaciones lluviosa y seca.
La cuestion del desag üe del valle lleva dos ó mas
siglos de estarse discutiendo y mucho se ha hecho ya
sobre el particular. Algun dia se t erminará la obra,
y agr.3gándose la de la limpieza, la ciudad de Méjico
será una de las capitales mas sanas del mundo.
Hay siempre mas ó ménos peligro de la fiebre ama-
rilla para los extranjeros, en una y otra costa, aunque
no tanto en los llleses del invierno ; y teniendo el con-
veniente cuidado el r iesgo se reduce á muy poco.
Las viruelas son bastante comunes en todas las
estaciones y en todas partes de la república; así es
que los extranj eros nunca podrán t ener demasiado
cuidado de vacunarse al entrar al país. L a multitud
de caras picadas que en todas partes se ven, comprue-
ba este aserto.
En mil ochocientos ochenta, California tenia mas
de dos mil cuatrocientas personas en los hospitales de
dementes. En Méjico, el número ha sido muy redu-
cido, contribuyendo los indios con muy pocos enfer-
mos. Dejo que el lector haga sus propias deduccio-
nes. A la verdad, la vida del lunático, en los prime-
ros dias de Méjico, no dejaba de tener atractivos.
Ninguno de ellos estaba confinado; todos se bañaban
á mañana y tarde y tenian cinco buenas comida::;
al dia.
156 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

La asistencia médica era muy costosa ántes de que


el gobierno t omara inger encia en el asunto. En 1840
un médico francés llamado Plann e, pasó una cue nta d e
diez mil pesos por la asistencia de la marquesa de Gua-
dalupe, y negánuose sus albaceas á pagarla, el doct or
ent abló una demanda.
H ay un sinnúmero de instituciones caritativas, asi
los ordinarios, y hospitales para enfermedades gene-
rales :r especiales. La may or parte d e las institucio-
nes de beneficencia ocupan los antiguos conventos,
donde se encuentran tambien las bibliotecaR públicas
y los museos de artes é industrias.

Los entierros de la clase ínfima de M éjico son pecu-


liares, y pugnan algo con la dignidad reposada de
lIuestras procesiones funerariaR. C uando el sacerdote
acaba los oficios en la casa, se coloca el ataud en un

CARlW FÚNKJ!RE.
ENTIERROS Y FIESTAS. 151

carro fún ebre de las tranvIas, que va tirado por mulas


sobre los rieles ordinari os de la línea. El conduct or
e nciende s u puro, ech a á galopar á, las mulas , y sea el
entierro de primera ó segunda clase, lleva á g ran prisa
al finado á, la morada et ern a, seguido de los dolientes
en un o Ó mas carros urbanos que corren con la misma
velocidad.
L as clases pobres casi siempre alquilan el ataud,
pa rticularm en te en épocas de epidemia. U n cajon
bien acabado cuesta cuatro pesos y se alquila por
veinticinco centavos. H ay otros qu e se consig uen
h ast a por un r eal, y pa ra los niños á medio, ó seis
centavos. Al llegar al cementerio se tira el cadáver
en un zanjon, y se devuelve la caja mortuoria para
alquilársela despues á otro que la necesite.
Hay tres panteones ó ce menteri os contig uos, arre-
g lados con mucho gusto; y en los dias de fi esta cons-
tituyen un paseo favorito, lle vando las fa milias sus
Zunches allí para pasar el dia visítando y adornando
los sepulcros. Much os de est os están hermosamente
decorados en todo el año, y se ven cubiertos de g uir-
naldas y cruces de fl or es artifi ciales, si no se pueden
obtener flores frescas, ó los deudos vive n á distancia.
En los dias de Todos Santos y de difuntos hay misa
en los panteones. S on g randes fi estas, cuyas celebra-
ciones dura n alg unos dias. H ay r egalos es peciales en
el último dia y todos los mi embros de cada familia, des-
de el j efe d e ella hasta el 'galopin mas humilde de la
cocina, r eciben la ofrenda que consiste en una calavera
de azúcar con oj os de papel dor ado. L os niños en las
calles llevan jug uetes en form a de ataud, ó esqueletos
de pasta guardando una sepultura abierta, de la cual
salta de vez en cuando un cadáver que r esponde á
una cuerda.
D esde t emprano se ve multitud de gentes dirigirse
á los panteones para presentar ofrendas á sus finados
deudos, llevando en las manos el amarillo crisántemo
ó flor de muertos.
Hay innumerables dias festivos y religiosos, que si
158 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

no son perjudiciales, son por lo ménos molestosos.


iPara qué es quitar del reducido tiempo que vivimos
en este mundo, dias enteros para consagrarlos á asun-
tos del otro mundo, cuando estos tienen toda una
eternidad para arreglarlos? En dias semejantes, lo
mismo que en los domingos, se cierran todos los es-
pendios públicos; pero quedan abiertas las barberías,
las cantinas y las tiendas de víveres: hasta los puestos
de las calles se levantan á las dos ó tres de la tarde.
Comienzan entónces los vendedores de frutas, dulces,
y nieve á hacer su comercio en las plazas y paseos,
hasta las oraciones de la noche ó mucho mas tarde.
Pero la gente pobre .no sufre por exceso de religion.
Verdad es que aparentan recibir mucho consuelo de
ella; pero tal vez muchos estarian mejor empleados si
no hubiera tantas festividades. Mas sea como fuere,
siempre están listos á valerse de cualquier pretexto á
fin de no trabajar. Hasta las cortesanas, los tahures,
y los salteadores suspenden sus ocupaciones ordina-
rias, para dirigir una plegaría ó presentar una ofren-
da, aunque su objeto pueda ser dudoso. Vienen
además á contribuir al regocijo del dia la bebida, los
toros, y las peleas de gallos. Parece que hay muy poco
enlace entre la religion y la moralidad; con todo, aunque
grandes multitudes de hombres ebrios de pulque se
agolpan en las iglesias ó cerca de ellas, y ll enan las
calles, raras veces hay camorras ó palabras descompa-
sadas. La policía está muy vigilante, y el que pertur-
ba el órden es inmediatamente aprehendido y con-
ducido á la cárcel : tal prontitud en el castigo ejerce
una influencia benéfica, tambien sobre la clase de extran-
jeros que frecuentan las cantinas para beber licores
espirituosos.
En ciertos dias de fiesta, s~ ve en las calles . multi-
tud de niüas vestidas de blanco, que desde las tres de
la mañana se dirigen á la iglesia cantando en coro.
El antiguo traje de la campesina ó aldeana en los
dias de fiesta tiene muchos adornos : camisa blanca de
lino, adornada de encajes, y encima una enagua de
VESTIDOS Y CO~TU;VlRRE";. ].:;9

dos colores, encarnado


y negro ó amarillo y
n egro; corpillo con
mangas de raso de co-
lores vivos, una banda
ó faja encarnada de seda,
y un r ebozo, y tantos
diges de oro ó plata
cuantos permita la for-
tuna de la persona.
D espues de todo, poca
es la diferencia que hay
entre lo qu e existe hoy
y lo que existió hace
un o ó dos siglos atrás.
E scribo el 21 de Di-
ciembre y es dia de r e-
yolucion. E sta es la
primera vez que se han LA ALDEANA.
cerrado todas las tien-
das desde el dia ele Guadalupe, que es el 12. Para
mí los dos dias son muy parecidos en su celebracion.
En aquel, ví mucha gente, la mitad ebria de pulque,
yendo y viniendo de la Colegiata ele Guaelalupe ; y
en e3te, unas mil ó dos mil per sonas embriagadas con
el espíritu de partido y el lico r.
Los trámites estin en t eda su fuerza, sostenidos
por las propensiones nacionales y desarrollados por el
pupllaj e de los tiempos coloniales, en que el fraile, el
soldado, y el empleado buscaban, juntos y separada-
mente, asentar su autoridad y alcanzar obediencia.
El alcalde y sus ayudantes son todavía personaj es
imponentes, que en las poblaciones de provincia ejer-
cen un mando casi despótico, y se mezclan en todos
los asuntos que pueden.
Para reparar una casa es preciso conseguir el per-
miso de las autoridades municipales, pagando un t an-
to al dia, segun el número de varas que se obstruye
en la calle; lo mismo sucede si 3e quiere pintar el frente
160 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

de una tienda, 6 bajar un letrero cualquiera. En


alg unas partes los vecinos tienen que regar las calles
en el frente de sus casas. Se barre á. mano, excepto
tal vez en partes de la, capital, y cada vecino está. obli-
gado á. barrer la, calle hasta la medianía, y amontonar
la, basura para que la levanten los carretones de la
ciudad. El ruido de las escobas de popote que co-
mienza al aman ecer, es generalmente lo primero que
perturba el sueño del viajero.
Para mas alumbrar las pobla':!iones y hacer saber á
la gente que hay policía en vela, de trecho en trecho
coloca esta sus faroles en el s uelo, en el centro de
las calles ; en alg unas ciudades del interior estos se
suspendcn do algunos alambres que corren diagonal-
mente de una esquina tí otra. Es una costumbre añeja
que data de la época de los españoles.
El sistema de policía es ex-
celente é ig ual al mejor del
mundo. Es una especie de
organizacion militar, copiada
de la francesa. L os indi-
viduos de la policía ganan
hoy un peso diario; á.ntes r e-
cibian medio peso, y el servicio
se dividia en guardas ó diur-
nos, y serenos ó nocturnos.
Desempeñan en gran parte
las atribuciones de policías las
tropas, que tambien han sido
reorganizadas segun los sis-
t emas europeos mas moder-
nos. El personal, el equipo,
y todo es de lo mejor, fabri-
cándose en el mismo país la
mayor parte del armamento,
segun los modelos mas ade-
lantados. Bien alime ntados~
bien armados y bien discipli-
U N P OLICÍA . nados, los soldados mejicanos
INCENDIOS Y BOMBEROS. 161

no tienen que t emer á ningun enemigo. La po-


t encia extranjera que hoy quisiera invadir á M éj ico,
vería que era muy distinto pelear con los mejicanos
ah ora, á lo que era h ace veinte 6 cuarenta años. En
la capital h ay una compañía de bomberos; pero hasta
ahora la necesidad no la ha h echo muy eficaz. E s
bastante buena, sin embargo, para lo que se necesita;.
hay tan poco que pueda quemarse. ·i Qué puede h acer
e) elemento destrudor con azoteas de ladrillo, pisos

EL BOMBERO.

y paredes de piedra, ladrillo, 6 adobe do tres á cinco


piés de espesor? L a policía da la alarma de incen-
dio con el silbido de los pitos, y si est os suenan bas-
tante r ecio y por alg un tiempo, hacen salir las bombas
ti radas por las sempiternas mulas. Alg unas veces el
Y I D A f\ J.~ PlAZ . - U
162 LA SOCIEDAD : LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

bombero halla por convenien t e llevar un rifle, á fin de


impedir que se agolpe la gente.
Con excepcion de alg unos puntos, se viaja actual-
mente con tanta seguridad en M éjico como en cual- .
quiera parte de los E stados U nidos, gracias á Porfirio
Diaz, quien estableció la fu erza de rurales y organizó
el sistema de atrapar i los ladrones con los mi smos
ladrones convirtiendo i las hordas de salteadores de
camino en útiles instrum entos de la ley. Todavía en
algunos trenes y estaciones hay pequeñas fu erzas ar-
madas ; per o esto mas bien es para dar ocupacion á
los soldados que por una verdadera necesidad. La
justicia es breve en este particular. El ladron es
prontamente aprehendido y sum ariam ente despacha-
do, siendo i m enudo fusilado por sus captores, á pre·
t exto de que qui so fugarse intes de ll egar á la cárcel;
y si no lo hacen el tribunal lo extrafía.
En :Méjico, los ladron es de camin o y los asesinos
n o salen de entre los indios, tan trabaj adores i pesar
del mal trato que les dan ; sino d e entre los descendien-
t es holgazanes y viciosos d e los conquistadores, y
otros. El país ha sufrid o much o p or esta plaga desde
l os primer os dias de la conquista, siendo los pobres
indios víctimas de los enjambres de aventurer os, im-
postores y tahures que vivian á costa d el trabajo de
ellos, y les acababan la vida. Los productores h an
sido siem pre los esclavos; los ociosos consumidores
son muy á menudo los amos. En algunas partes,
cuando una ciudad se ve plagada de viciosos hay la
costumbre de hacer una leva p or mayor, obligando á
todos los vagos y sospechosos, qu e no pueden probar
con las const ancias de s us barrios no haber faltado á
las leyes, i que sirvan al país en la frontera, peleando
contra los salvaj es, ó trabaj and o en los camin os pú-
blicos. Los resultados son magníficos, y est e sist ema
debiera imitarse en otros países. Y endo para el nor-
t e me encontré una vez con una banda de estos pa-
triotas, que se contaban por centenares y estaban
unidos por vínculos de acero, y bien vigilados por tro-
HOTELES Y FONDAS. 163

pa de caballería para qu e no se perd ieran ó fueran


plagiados. Poco despues los periódicos dieron la no-
ticia de haberse aumentado considerablemente el pa-
triótico ej ército de la frontera.
L os mejicanos son aficionados á portar armas mor-
tíferas : cuchillos g randes y bien pavonados, y pistolas
C( lI1 formidables hileras de cartuch os al cinto; pero
muy raras veces hacen uso de arma alg una. Siguien-
do el consejo de un amigo llevé conmigo una pistola
en mi viaje á M éj ico ; pero la regalé ,ínt es de haber
est.ado mucho tiempo entre est a gente tan fina y de
maneras tan suaves.
Las comodidades en los h oteles de la, ciudad de M é-
jico son basta nte buenas á su modo; pero el forast ero
acostumbrado á viajar por lo general no las halla á.
su g usto. Los cuartos son generalmente demasiado
frios y tris~es ; y la costumbre de comer en la fonda no
les cuadra bien á los americanos, acostumbrados como
están á los mejores hoteles del mundo. En los de
primera clase se consig uen cuartos á. dos y cuatro pe-
sos diarios, con alg una r ebaja cuando los ocupan por
algun tiempo. En las familias particulares los cuar-
tos am ueblados cuestan desde veinte hasta treinta pe-
sos mensuales. H ay muchos cuartos y casas que se
pueden tomar; pero el inquilino tiene que traer los
muebles, y estos son escasos y costosos. Las oportu-
nidades para establecer en Méjico hoteles de primera
clase, bajo el plan americano, son buenas. En alg una s
poblaciones del interior hay hoteles donde se co nsi-
g ue cuarto y comida por dos y tres pesos al día. L os
edificios deberán construirse de ladrillo, piedra, y hierro,
con ventanas voladas y adornos de mad era; con buena
ventilacion, elevadores, chimeneas, cuartos de baño, y
todos los adelantos modernos. Un establecimiento
de esta clase, bien manejado, produci ría bastante en la
eüpital, si no en otros lugares. Hasta que esto se
realice, los transeuntes t endrá.n que sufrir muchas in-
comodidades, exponiéndose á ser extorsionados por los
fondistas. Por ahora, el mejor sist ema es contratar la
164 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

comida, al gusto de cada uno, por un tanto al mes,


incluyendo todo; y si despues de esto, el fondista no
agrega en la cuenta mas que un veinticinco por ciento
del precio estipulado, por pretendidas adiciones y
cambios, debe uno quedar satisfecho.
Los mejicanos de la mejor clase han adoptado el
sistema de vida europea; el desayuno, que se compone
de café ó chocolate al levantarse-; despues montan á
caballo; el almuerzo ordinariamente se toma entre las
nueve y las doce, y equivale á una verdadera comida
de otros países, con gran variedad de platos, desde la
sopa hasta los postres, vino, y puros; despues cada
cual se entrega á sus ocupaciones; la comida, de dos á
cuatro, y despues la siesta, ménos observada hoy en
la capital que ántes, y absolutamente innecesaria en
la mesa central. Las señoras hacen generalmente
una merienda ó lunch de cuatro á seis, en la que no
toman parte los hombres, que se supone están entre-
gados á sus negocios; al fin viene la cena, que se sirve
entre ocho y once. Los hombres profesionales cier-
ran sus oficinas á las seis; y despues se pasean en la
plaza ó visitan á sus amigos, y concluido el chocolate
y los cigarros, se retiran.
Descendiendo en la escala del bienestar y refina-
miento social á la clase mas comun , la cocina es de
un tipo mas mejicano, hasta llegar á las tortillas que
ree mplazan al pan, y al pulque que sustituye al poco
dispendioso y miserable flúido del país que lleva el
nombre de vino. Probablemente la fruta entra en
primer lugar como el alimento principal del pobre,
particularmente la tuna, que es agradable al paladar y
sana, y vienen despues el maíz, los frijoles, y de vez en
cuando huevos y carne de chivo. Hay que reconocer
que estas gentes logran, comparativamante hablando,
grandes resultados con pocos elementos, lo cual es el
colmo de la ciencia. Por ejemplo: la mejicana en su
cocina, con un pedazo de carne y unas cuantas legum-
bres, dos ó tres ollas de barro, y un puñado de carbon
COMIDA Y BEBIDA. 165

vegetal, confeccionará para la mesa media docena de


platillos que cualquiera calificaria de excelentes.

A la vez que la clase superior come demasiado, con


perjuicio de su salud, la gente pobre no come bastante.
Creo que el comer y beber demasiado, como cual-
quiera otra violacion de las leyes de la naturaleza ya
sea en el ejercicio ó en el trabajo, es sumamente noci-
vo en esta altura y clima, donde el aire delgado se
enfria por la elevacion, al mismo tiempo que el sol
tropical lanza sus rayos perpendiculares; pero no es
ménos perjudicial la semi-hambre de la gente pobre y
de las mulas y burros que tanto trabajan. Solo vi-
ven los muy fuertes; los demás se mueren prematura-
mente.
La tienda ó pulpería de la esquina es aquí, lo mismo
que en los Estados U nidos, una plaga. Si es mala en
N ew York y San Francisco, aquí es peor todavía.
En ella hay vinos adulterados, aguardiente, pan, azú-
car, arroz, frijoles, chile, y varias misturas en latas ó
frascos de vidrio con pomposos letreros , sumamente
r epugnantes para todos, ménos para los iniciados, que
se venden por gente grasienta, la cual tiene cuidado de
r ecoger con una mano el clinero, ántes de que la mer-
canCÍa salga de la otra. N o ménos comunes son las
pulquerías , donde no se vende otra cosa que pulque.
N ada de puertas privadas para el bello sexo: hombres,
muj eres, y nii'íos del vecindario patrocina n indistinta-
mente est os lugares, cuidándose poco de la opinion de
las personas mas decentes.
P ara una clase num erosa en la capital, el pulque es
carn e, b ebida, y todo lo que hay de bueno en la tierra.
Esa clase gasta lllas en pulque que en comida, ropa, y
otras necesidades de la vida. El pulque y la religion
son los dos grandes consuelos q ue llenan t odos los re-
qui sitos necesarios para esta y la otra vida. V eámoslo
prácticamente : el remendon de sillas por ej emplo, va
de lugar en lugar ej er ciendo su oficio ; pero Ilunca
trabaja miéntras le dure el dinero que el últim o re-
166 LA SOCIEDAD: LO QUE }'UB y LO QUE ES.

miendo pUSO en SU' bolsillo. Su mujer le alegra con


su presencia y le ayuda, no solo en remendar, sino
tambien en traerlo pulque.

REMENDON DE SILLAS.

L o que es el té para el ruso, es el cigarrito para el


mejicano; se le llama cigarro á diferencia del puro,
que es de puro tabaco. Sea que esté envuelto en hoja
de maíz 6 en papel, el cigarro es el solaz universal
de viejos y j 6venes, ricos y pobres, hombres y muje-
res; y está tan en su lugar en la calle como en la
puerta, en la mesa de comer, en el escritorio, en la
cama, ó en un salon de baile. Siendo de tabaco puro,
estos cigarritos no son tan perjudiciales como los que
se fabrican en el norte; pero el efecto del uso conti-
nuado de este narcótico en tantas generaciones sc ve
palpablemente.
Los mercados en la mesa central presentan sus
atractivos; aunque las frutas tropicales y otros pro-
ductos de las tierras bajas no son exactamente 10 que
esperaría hallar el extranj ero, si exceptuamos las de-
liciosas piñas y ciertas clases de naranjas; pero pasan-
:'IlO~EDA Y SALUDOS. 167

do á la tierra caliente es notable la diferencia, no solo


en las frutas sino tam bien en la gente. La moneda
mejicana consiste en billetes de banco y la plata en la
capital; y fu era de allí, la plata constituye la moneda
principal. Vale generalmente de doce á diez y ocho
por ciento ménos que la moneda americana, la que fácil-
mente puede cambiarse. El oro tiene poca circulacioll.
Los billet es del banco nacional y del monte de pie-
dad van generalizándose mu cho en la capital y exten-
diéndose gradualmente á todo el país. En la frontera
es raro el papel moneda de buena clase; pero en la
mayor parte de las ciudades J el interior se pueden
conseguir letras de cambio, evitando así el riesgo y el
trabajo de llevar plata en los viajes. Sin embargo,
la persona que haga un viaje dilatado en el país,
todavía necesita llevar una mula para cargar la bolsa.
Los cambios sobre N e \V York ó Lóndres en la ciudad
de Méjico tienen de doce á diez y ocho por ciento
ele premio.
Los mejicanos, desde los mas encumbrados hasta los
mas humildes, son sumamente corteses, cualidad que
pronto adquieren sus vecinos del norte, J e t empera-
mento ménos fl exible, cuando vienen á est e país. H e
llegado á ver un conductor yankee de ferrocarril qui-
tarse el sombrero al hablar á un pasaj ero mejicano,
que no era de rango muy di stinguido. L os h ombres
á menudo se abrazan al encontrarse, echándose uno y
otro los brazos sobre los hombros y dándose 'u nas pal-
maditas en señal de cariño: los niños á veces besan las
man os á los ancianos, quienes permanece n levantados
durante la ceremonia. A l encontrarse y al despe-
dirse las señoras se besan ámbas mejillas cuando son
amigas muy queridas; yen las calles es inter minable
el movimi ento de los dedos, que es el estilo con qu e
se saludan. T ambien los hombres usa n est e modo de
saludar á di stan cia; consist e en mover los dus dedos
del centro t eniendo levantaJ a la mano.
En todas las casas de alg una pret ension, la sala de
recibir, lo mismo que las oficinas públicas, tiene sofá,
168 LA SOCIEDAD: LO QUE FUÉ y LO QUE ES.

con un tapete en frente, y sillones en una y otra extre-


midad colocados en ángulo r ecto con el sofá, hallán-
d ose distribuidas las sillas en toda la sala. Aquí
corno en Alemania el sofá es el lugar de h onor, y en
é l se sienta la vi sita, colocándose el dueñ o de casa en
uno de los sillones al lado. L as señoras r eciben de la
misma man era. La g ente elegante se pasaría sin
casa, ántes que carecer del sofá.
Al concluir la 'visita se hace la despedida. El du e-
ño de casa acompaña entónces á la persona hasta las
escaleras, pues que las salas y las asistencias ordina-
riam ente están en el segundo piso; y aquí se r epite el
ha.sta luego. Dando vuelta á la esquina al desce nder
las escaleras pa ra el patio, la visita por t ercera vez
saluda quitá ndose el sombrero ; las señoras r epitiendo
sus adioses. Cua ndo se quiere llamar á una persona,
se mueve la mano hácia abaj o y en direccion hácia
un o mismo, en lugar de mover la luano bác ia a rriba
co mo es co mun e ntre los ang lo-saj ones. Si la visita
es una señ ora, el dueñ o de casa le ofrece el brazo ó la
mano, y así bajan la escalera hast a colocarla en el
carruaj e que llunea falta.
L os caballos y carruaj es d e los parti culares se
g uardan en un patio interior, ll evánd ose a l pati o del
frente, ó d e la üt milia, que allí monta. S e a bren e n-
tón ces las pesadas puertas del zagua n y salo veloz-
mente el vehículo al paseo de t odos los dias. H ay
much o:;; carruaj es elegantes tira dos por mulas.
A l aproxilUarse el invi ern o, el cordon de coch es de
las cinco de la t a rd e en el paseo va g radualmente di.,> -
minuyend o en núm er o, h asta el mes de Di ciembre en
qu e se ven muy pocos. L os equipos e n el paseo son
muy elegantes, luciéndose allí caball os importados de
buena raza, y elegantes carr uaj es, generalm ente del
pesado estilo fran cés. L as g ua rni ciones son vistosas
co n su reluciente metal. Aquí se busca el estil o, no
la velocidad, á pesar de que los carruaj es de paseo
va n mas aprisa que en los E st ados U nidos, á la vez
que los jinct e!'l van mas despacio. Los caba.lleros
CABALLOS Y CARRUAJES. 169

montan á mañana y tarde; pero la hora favorita es


cuando hay mas carruajes en el paseo, pues tienen
entónces mas alicientes para desplegar sus elegantes
trajes y lucir su habilidad en la equitacion. Tanto
los viejos como los jóvenes montan como si hubieran
aprendido el arte por principios. Las señoras solo
montan en la mal'íana, desde las seis hasta las ocho ó
las diez.
Durante los últimos cincuenta años ha habido un
cambio notable en el estilo de los carruajes. Anti-
guamente, en los domingos y dias de fiesta, las ave-
nidas de la capital se llenaban de vehículos, la mayor
parte de sopandas y sin muelles, tirados por dos ó
cuatro mulas; sobre una de las cuatro se montaba el
cochero, como se ve en la siguiente vil'íeta. Dos se-
ñoras generalmente vestidas de gran traj e, ocupaban

COCHERO DE LOS TIE~lPOS A~TlGÜOS.


170 LA SOCIEDAD: LO QUE FUE Y LO QUE ES.

el asiento de atrás, fumando y conversando con algun


caballero, miéntras que el resto de la familia ocupaba
los demás asientos; pocas señoras se ven á pié en el
paseo, en lo que se diferencian de las de Madrid.
En cuanto á carruajes públicos, aquí se encuentra
lo mejor y lo peor del mundo. Son de propiedad de
varios individuos ó compañías que pagan una licencia
al ayuntamiento, y tienen de treinta á cuarenta si-
tios en diversas partes de la ciudad. Cuando no es-
tán ocupados, sacan una señal de hoja de lata cuyo
color denota sus precios: el verde indica que vale á
peso y medio la hora; el azul á peso, el rojo á setenta
y cinco centavos, y el blanco á cincuenta centavos.
Los vehículos del color verde son muy elegantes, aun-
que escasos; los últimos son las reliquias de mejores
dias, carruajes viejos y desvencijados con caballos y
cocheros que corresponden á su condiciono Despues
de las nUeve de la noche y ántes de las seis de la ma-
ñana, se doblan los precios indicados, y en los dias de
fiesta tambien se aumentan.
Se permitia á las mujeres públicas pasearse por las
principales capes de la capital, á pié ó en carruaje, de
doce á dos de la tarde, y esto en consideracion á la
licencia que pagaban al gobierno. Últimamente se
ha prohibido esto.
Los carruajes se cargan siempre á la derecha del
camino, al estilo americano; pero la gente de á pIe
solo sigue los dictados de la cortesía ó de sus inclinacio-
nes, lo que causa alguna confusion.
En su sistema de ferrocarriles urbanos los mej ica-
nos tienen algunos arreglos admirables, á pesar de
que el equipo no es en manera alguna elegante, y de
que los caminos son de una sola via. Corren á inter-
valos adecuados al tráfico, siendo tirado cada carro
por dos mulas. En todas las líneas hay carros de se-
gunda clase, que cobran la mitad del precio de pasaje;
la única di.feren cia que hay entre estos y los de pri-
mera clase consiste en que los constructores han
puesto todos sus sentidos en hacerlos lo mas angostos
FERROCARRILES UHBANOS. 1.. 1

é incómodos que han podido, y sin embargo son mas


patrocinados que los demás. En alg unos tramos cor-
tos de la ciudad el pasaje cuesta seis centavos; de Mé-
jico á Tacubaya, que está como á una legua, el de
primera clase vale un real y el de segunda la mitad.
Hay un tráfi co considerable y varias líneas que se
extienden á las poblaciones de los contornos. Las
mercancías, los muebles, y cualquiera cosa portable se
trasportan en carr os sin cubierta, construidos expro-
feso para cualquier punto del camino.
CAPíTULO x.
LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

LA SINRAZON DE LAS RAZONES-CAMBIO DE COSTUMBRES-TRAJES-DIVER-


SIONES-Los TOROS-MúSICA y BAILE-EL JUEGO-NEGOCIOS DE EM-
PEÑO Y LOTERÍAS-LAS MUJERES-Los AMORíos-LAs CRIATURAS-EL
ARTE PLÁSTICO-CLASES y COSTUMBRES DEL COMERCIO-VENDEDORES
DE EFECTOS DE CASA-FRUTAS y FLORES-GRITOS EN LAS CALLES-
REPARTICION DEL AGUA - TORTILLAS y PULQUE-TRÁFICO EN EL CANAL
-SOBRE EL CERRO DE CHOLULA .

Hay una razon para todas las cosas, aunque no en


todas las cosas hay razono
N o hay razon alguna para que las mujeres anden
descalzas miéntras que los hombres usan guaraches ó
sandalias, como sucede con la clase ínfima de Méjico.
Podemos encontrar la razon de esto retrocediendo á
la época de los aborígenes, cuando los hombres, como
señores supremos, andaban en los bosques, y las mu-
jeres, como seres inferiores, estaban ocupadas en las
faenas domésticas.
N o hay razon tampoco para que las señoras de la
capital vayan en carruaje á la Alameda á las seis de
la tarde todos los dias, llueva ó truen e, dejando pasar
á menudo los dias hermosísimos sin ir á gozar del aire
libre, ni tomar el sol, para salir despues que ha oscu-
recido cuando ya no pueden tomar ni aire ni sol. La
naturaleza tiene sus caprichos, aunque por lo regular
hay estabilidad en sus costumbres. Las mujeres ele-
gantes tienen tambien los suyos, que no siempre se aco-
modan á los modos de la naturaleza. En los meses
de Octubre y Noviembre regularmente llueve en la
ciudad de Méjico á las cinco de la tarde. Pero eso
( 172 )
EL PASEO. 173

poco importa; á las cinco todo el mundo elegante tie-


ne que salir de sus casas para el paseo, n egándose las
viudas y las jóvenes á cualquiera otro ejercicio y en-
cerrándose e n sus casas, hasta que de esa inactividad
les resulta una enfermedad an émica p eculiar. L a r a-
zon consiste en que en los r ev ueltos tiempos anterio-
r es, se colocaba en el paseo una guardia para prot ej er
á los que allí buscaban la salud y el recreo, y una vez
formado el hábito n o ha bast ado el sentido comun
para v encerlo.
N o hay razon para que los h ombres desempeñen
trabaj os propios d e los burros, y se les oblig ue á bajar-
se de la acera y ca-
minar en la calle,
cuando apénas pue-
den andar llevando
á cuesta!" p esos enor-
mes que podrian con-
ducirse mas fácil-
mente en carros; eso
es imponer á seres
rac~onal~s t ar eas que
caSI sena una ver-
g ü enza imponérselas
á. las b estias, habien-
do t antas que podian
emplearse al efecto.
Sin embargo : es pro-
bable que se dé mas
valor á un burro que
cu esta bien poco, que
al hombre, pues est e
último no tiene va-
lor alguno en el mer-
cado. E sto, y los Y E:<DEDOR DE RAMOl'.

niños hambrientos y
medio desnudos, sentados ó dormidos en las piedras frias
que d esarrollan enfermedades m ortíferas en sus peque-
ños cuerpos, constituyen los espectáculos mas tristes
174 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

que jamás he presenciado. Son mil veces preferibles las


batallas y las carnicerías, que aunque crueles, termi-
nan empero pronto, á esta prolongada agonía de la
profunda degradacion del hombre. Para encontrar
aquí la razon t enemos que remontarnos otra vez á la
época de los aborígenes, cuando no habia bestias de
carga en est e continente del norte. Bajo las adminis-
tracion es que sucedieron al imperio de los Montezu-
mas, los descendientes de los cargadores, no encon-
trando cosa mejor que hacer, tienen que seguir car-
gando hasta el nn de los siglos, á p 3sar de que hay
caballos y burros, vapor y hierro, á ménos de que los
hombres benévolos no los obliguen á dedicarse á otra
cosa.
Si alguno os dice que su casa es vuestra, que él y
todos los suyos están á vuestra entera disposicion, y
que vivirá ó morirá por vos, segun lo dispongais, no
os dej eis llevar de ilnsiones ; porque bien lo sabe, y
vos tambien debiérais saberlo, que él nada de eso ha-
bría de hacer. Considérese la multitud de ceremo-
nias, sin ning una significacion, qu e exist en en otras
muchas nacion es, verdaderas r eliquias de los pasados
tiempos, de cuando la sociedad estaba rigurosamente
dividida en castas y clases, amos y sirvientes, señores
y siervos; de cuando los extranj er os eran escasos y
considerados como personaj es sospechosos, y eran po-
cas las visitas de los amigos ; no se tome al pié de la
letra lo que no pasa de ser simplemente expresiones
cort eses para manifestar buena voluntad y sentimien-
tos amistosos. N o hay razon alguna para que se des-
víe uno de su camino privá ndose de la comodidad .
Entre los mejicanos de t odas clases, h ay cierta
preocupacion en con tra del calor artificial dentro de
las casas. Probablemente hay ménos estufas boy que
pia nos en Méjico. Las paredes, sean de adobe, ladri-
llo, ó piedra, son t an gruesas, que el interior de las
casas es mas fresco en el verano que la atmósfera
exterior, y mas caliente en el invierno. Sin embargo,
en la elevada mesa central, las casas no prestan como-
FALTA DE ESTUFAS. 175

didad en el invierno, y á. pesar de esto, ántes que


encender fuego los que las habitan prefieren tiritar
de frio durante los prolongados meses del invierno,
porque dicen que el aire enrarecido ya por la altura,
se det eriora cuando se enrarece Illas con el calor
artificial. Cuando es absolutamente necesario calen-
tar un cuarto, se usa un brasero con carbon vege tal.
Esta t eoría, sin embargo, no está comprobada ni por el
indicado razonamiento, ni por la experiencia. Nunca
se ha llegado á demostrar que por lo toca nte á la respira-
cion, sea peor calentar el aire e n la cima de una mon -
taña que hacerlo en la base. El aire delgado cuando
se adelgaza mas, por el sol en el ,-erano, todavía es
saludable ; con todo, la supersticion puede mas; y he
notado qu e cuando los mejicanos pasan de un cuarto
interior al aire libre, se detienen un rato en el pasadizo
á fin de que el cambio no sea demasiado súbito. S e
aconseja á las visitas que se cuiden de un golpe de
aire, lo que se t eme suceda al pasar de una pieza
oscura á la luz fuerte de la calle, porque muchos se
han perjudicado así la vista. E s bastante comun ver
á las personas caminar por las calles tapándose la boca
con un pauuelo.
Al sacudir el yugo de E spaña, M éji co sacudió t am-
bien muchas de las antiguas costumbres y creencias
españolas. Aqu ellos que t enian recursos sufi cientes
para hacerlo, cambiaron casi inmedi atam ente el traj e,
el equipo, y los muebles, adoptándose generalmente
las modas francesas. El mueblaj e de los ricos despl e-
gaba un a g ran vari edad de h ermosas maderas, co n
mesas y armarios de lllOSáicos, elegantes cortinas y
alfombras, y camas de pabollon. U na gran parte de
los muebles se fabri caba en el país; pero las alfombras
mas elegantes se importaban de Europa. Los a nti-
guos y pesados carruajes españoles, y los t oscos arn e-
ses de los caballos quedaron abandonados, sustituyén -
dose con otros que eran tan fu ertes como aquellos,
pero mas elegantes.
Fueron ménos afortunados r especto á sus traj es ,
li6 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

imperando en est e particular la extravagancia, como


sucede de ordinario. L os sombreros de copa alta y
estrechas alas, mal podian sustituir al sombrero me-
jicano pa ra la lluvia y el sol ; ent6nces t ambien se
adopt6 la m oda, qu e t odavía dura, de usar los zapa tos
sumamente ajust ados, co n las punta s y suelas muy
a ngost as, calzado que no solo h ace sufrir á los que lo
usan, sin o qu e produ ce deformidad en los piés, des-
truye ndo la elasticidad natural del cuerpo al a ndar y
haciendo desaparecer la gracia que r esulta de vestirse
holgadamente. En cuanto á las casacas y corsés,
L 6ndres aüadi ó sus locura s á las de P a ris; debido á.
est o vemos h oy aquí t odas las novedad es de las modas
europeas y a rn ericanas, predomina ndo no obst ante el
t raj e mejicano, que cuenta con la predileccion patri6tiea
d e muchos políticos disting uidos.
L as seüora::; de la capital usan sombrero 6 gorro,
mé nos cua ndo van á. mi sa, pues e nt6n ces se cubren
la cabeza con la graciosa ma ntilla de ellcaj e negro con
tres puntas. En las clases ínfimas, que generalm ente
se apegan á. las costumbres del paú,;, las muj eres se cu-
bren la cabeza CO II el r ebozo, que por lo co mun es de
algodon, lana, y ,t veces de seda con fl ecos en los extre-
mos. E l rebozo ordinariamente ti ene una va ra de a n-
<.: ho por dos ó t res de largo, y se usa sobre la cabeza
y las e::;paldas, llegando hast a la cintura, y pasándose
ull a d e fi U S ext rell1idades por sobre el hombro opuesto.
Es casi s iempre de color oscuro; pero alg unas veces
se usa t a mbi en de color es variados. P odrá est ar muy
gastado ó hecho ulla hilacha, per o siempre lo lle va la
muj er CO Il gracia, y hasta las criaturas con una habi-
lidad, de que no se aperciben, los usan ¡,¡ iempre bien
puest os. Hay alg un os de un precio t an subido, que
val en lo que pesan en oro, y de un t ejido tan fino,
que pueden pasar por un anillo. P er o tambien los
hay pesados, co n tramas de hilo de oro 6 plata.
L as muj eres de la misma clase usa n una camisa
blanca descot ada, de mangas cortas, con uua enagua
de calie6 6 franela ; á veces usan sobre la camisa 11 na
EL TRAJE MEJICANO. 177

chaquet a cort a del mismo género que la enagua. Son


muy amantes de los colores vivos, particularmente del
rojo y color de rosa, prefiriendo siempre enaguas de
la na encarnada, ~í que llaman zagalejo, y son á veces
muy vistosas. Este es uno de tantos traj es. U san
ade más una enagua blanca debajo de la ext erior, y al-
gunas llevan cadena y arracadas de oro. Tienen alguna
van idad perdonable en sus cabellos largos, negros, y
relustrosos, que á veces les llegan hasta los piés. Se
lavan el cabello á menudo dejándolo caer suelto sobre
las espaldas para qu e se seque, cuando van del baño para
:;us casas. Con frec uencia usan dos trenzas sueltas ó
enrolladas sobre la cabeza. Corresponde al rebozo de
las mujeres, el sarape de los hombres: es de un tejido
parecido al de las frazadas, pero mucho !llas ancho y
grueso que el rebozo; algunas veces son listados y
otras de UI' solo color ; en el centro de los sarapes de
los jornaleros, hay u na abertura por la qu e pasan la
cabeza y entónces cae sueltamente sobre la espalda:
usan camisa blanca, blusa de algodon, pantaloll del
mismo género, viniendo á compl eta r el traj e los g ua-
raches ó sandalias de cuero. Otros usan calzoneras
de gamuza ó de paño, pantalon es de t ela oscura, con
camisa blanca y una chaqueta que ll egue hasta la cin-
t ura, y muy á menudo, una banda ó faja de color re-
chinante. . Sucede con los sarapes lo mismo que co n
el rebozo; hay algunos de un t ejido muy fino y de
brillantes colores. L os caballeros lo llevan atado en
los tientos de la silla cua ndo van á caballo, ó se lo em-
bozan con mucha gracia.
El sombrero es una verdadera notabilidad en la
clase á que nos hemos referido. Su material y cali -
dad son de importancia secundaria; el t amaño es todo,
pero tam bien se cuida de la forma. E s generalmente
de fi eltro ó palma, y para estar en regla, es indispen-
sable la toquilla. Vemos pues que en cuanto á sombre-
ros les sobra á los hombres, y les falta á las muj eres.
Hay tiendas donde solo se venden sombreros de palma,
y otras donde solo los hay de fieltro. Como en los
VIDA DE Duz.-1 2
178 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

dias feudales de la Europa, en que los hombres eran


pájaros de vivos plumajes, así sucede ahora en Méjico,
especialmente en los caballeros que son los mas osten-
tosos en el paseo.

CAllALLER OS MEJICANOS DE L CAMPO.

Así lo vemos en el traj e del cha1'ro, usado por el


caballero del campo en su hacienda , ó cuando va á ca-
ballo en la ciudad. Consiste en calzoneras de paño
negro, ajustadas como un guante y adornadas, á lo
largo de las piernas, por una hilera de botones dorados
Ó de plata; sobre esta se usa bota fuerte con la insepara-
ble espuela mejicana. Camisa blanca rizada, chaqueta
negra, adornada tambien con botones, sombrero muy
adornado con galones de oro ó plata, y el monograma
del dueño en un lado ó los dos, completan ese bonito
y pintoresco traje, añadiéndose algunas veces una faja
TRAJES DE MONTAR. 179

en'carnada. Los trajes de montar de los verdade-


ros mejicanos, sean de la clase elevada ó pobre, se di-
ferencian esencialment e en su calidad. El paño, las
pieles, y la plata que entran en un traj e de primera
clase, hacen subir su precio á centenares de pesos.
L a chaqueta está bordada de plata ú oro, y ribe-
teada con pieles; las calzoneras, que antiguamente se
usaban abiertas por la parte exterior de las piernas,
van ahora sumamente ajustadas ; pero todavía se usan
las botonaduras de plata. Los pantalones de color
verde mar ó azul celeste, qu e hace cincuenta años es-
taban muy en boga, pocas veces se ven en el dia; y en
el paseo se usan ménos ya las botas de Guadalajara y
las enormes espuelas de Toluca; estas todavía son
bastante grandes, y colocado entre ellas y el cruel bo-
cado árabe, el pobre caballo se encuentra en el purga-
tori o. La espada es parte integrante aun del traje,
hasta en los paseos de las principales ciudad e::;. L os
que se han acostumbrado á estar mucho en la silla,
adq uier en el hábito de pisar co n la punta del pié, aun-
que no lleven espuelas.
U na silla ordinaria vale de cuarenta á sesenta
pesos; pero si la adornan profusamente con plata, le
ponen un pomo del arzon ataraceado, y le aiíaden la
anquera, que á veces es de cuero uordado con plata ú
or o, y á veces de pieles con hilos de los mismos meta-
les, y colgajos de plata, y finalmente una brida adorna-
da tambien con plata, es fácil gastar en estos arreos
de quinientos á mil pesos. El caballo de paseo es un
animal peculiar, de estampa que es un medio entre lo
que en California se llama ?Iwstang y el caballo ame-
ricano; aquí se le lla ma braceado?', por la accion de los
brazos ó piernas delanteras que el caballo dobla al mo-
verse, echándose bien hácia atrás sobre los cuartos
traseros: no debe ser demasiado grande, ni tampoco
pesado, pero sí de lustrosa piel y de andar lento, al
mismo tiempo que de mucho brio, para que t a nto el
caballo como el jinete puedan lucirse con mas ventaja.
Todavía hay corridas de toros, ménos en aquellos
180 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

lugares donde las autoridades han llegado á compren-


der que ese matadero, con su barata ostentacion de
bravura, y toreros con trajes de colores rechinantes que
se divierten con los bramidos del t oro, al despachar al
otro mundo un caballo de di ez pesos, no es por cierto de
los espectáculos mas cultos y refinados para los domin-
. gos; ni el mej or medio de crear fondos para objetos
caritativos, aunque los dirija el prefect o ó los presida
el gobernador.
El t eatro ha sido protejido muchas veces por el go-
bierno ; en 183 1 y 1832 contribuía co n veinte mil pesos
para sostenerl o ; y posteriormente, dura nte las admi-
nistraciones de Santa Anna y MaximiliaGo, tambien
recibia subvenciones del erario.
Los mejicanos son músicos por naturaleza. Cada
compañía militar y cada poblacion tiene una ó mas
bandas, cuyos miembros nunca h an t enido una in-
struccion regular. L os hij os aprenden algo del padre
y el director hace lo demás, siendo el resultado muy
satisfact orio, pues hay millares de plazas donde se oye
muy buena música durante las t ardes en est os climas
tropicales. Su especialidad es la música de baile con
sus mág icos movimientos, t ocada con perfect o compás
y t ono. El oido de los mejicanos es notablemente
fino, y aunque en su mayor parte no tien en in-
struccion, su g ust o é instinto músicos son exquisitos.
El músico mejicano, aunque no del t odo mortal, está
sin em bargo suj eto á las fragilidades de los mortales.
Amante de su pulque y necesitando refrescarse con-
stantemente, para no perder la inspiracion bebe á ve-
ces con demasiada libertad : entónces hay qu e llamar
á uno de los sustitutos para reemplazarlo, miéntras
que el inhabilitado artista se acuesta en el suelo y duer-
me tranquilamente, sin qu e dej e de participar de la
fi esta en sus sueños.
La danza nacional que toma aquí el lugar de la mas
pronunciada habanera, tiene un movimiento lento y
medido que se aviene bien con el compás de la música.
Las canciones mejicanas tienen tambien ese carácter,
MÚSICOS Y JUGADORE::>. 181

y varias de ellas son compuestas para las danzas.


Realmente la :núsica de los mejicanos es tan carac-
terística como los aires napolitanos ó el Volkslieder
a leman.
U na de sus peculiaridades es su tonada melallcólica.

M ÚS ICOS.

Aquí a un las canciones, los gritos de los vendedores


en las calles y las risotadas de las gentes 8e dan en
tono menor. i Escuchad el ruido de la lllultitud que
conversa, y os figurareis esta r oyendo una conferencia
al lado de un camarada que está agonizando!

El mejicano es jugador por instinto, si esta palabra


encierra algun sentido. ' Es bastante supersticioso
para t ener fé en la suerte; no le gusta trabajar ; fre-
cuentemente necesita dinero : i de qué otra manera
podria adquirirl o?
Á pesar de las leyes
vigentes en la capital,
hay juegos de difer-
entes categ orías; mesas
en qu e no se ve otra
cosa mas que cobre,
otras en que hay plata
ú oro, y otras, por úl-
timo, en que solo se
permite el oro ; y aquí
la apuesta mas baja es
de una onza.
Por una ley de 1828
se ma ndaron cerrar to-
das las casas de juego,
dejando sin ocupacion
ú. una lllultitud de ju-
gad ores de profesion, y
privando ,í, much os lllas
de su di versioll fav orita.
E st e pr oce dimi e nt o
probaba ¡í, la vez la fu er-
VENHEnult DI:: ZACA'l'J::.
za material del gobiern o
(1m)' pud o hacer r espeta r una medida t a n illlpopular, así
como la 1110ralidad de los gobern antes q ue crcian inicuo
y p erni cioso el jueg o. Sin embargo, una pasion t a n
fuerte y arraigada no podi a ex ting uirse t a n H cilll1ente.
Rabia en ell a, lo lllismo qu e e n la r elig ion, mu ch o de
consolador; así fu ó que al sig ui e nte ailo pudo escribirse
lo sig uiente ' "Desde los mas encumbrados hasta los
lilas humild es, t odos juegan; y no es rar o ver senado-
res y aun fun cionari os de la mas elevada cat egoría en
los gallos ó aposta ndo en la mesa de juego, contra los
pobres j ornaleros medio desnudos." Varias veces se
han di ctado med idas para disminuir el mal; pero con
muy poco éxito. Co n todo, debemos confesar que los
MONTE DE PIEDAD Y LOTERíAS. 183

jugadores de profession no disfrutan de respeto nI


crédito en la buena sociedad.
En algunos países el oficio de prestamista sobre
prendas es considerado tan vergonzoso como perjudi-
cial; pero en Méjico el negocio está bajo los auspicios
del gobierno, produce algunas r entas, y el manejo del
Monte de Piedad se Gonfia á una persona de recono-
cida integridad. Recibe todos los efectos que la gen-
te pobre le lleva, presta sobre ellos una parte con-
siderable de su valor, cobrándoles un tanto por ciento
moderado, á la devolucion, por el uso del dinero. Si
los efectos no se sacan d el empeño á los seis meses, se
venden en remates, de los que hay uno cada mes. La
institucion es patrocinada por las clases ínfimas, y sus
almacenes son verdaderas tiendas de curiosidades.
Tiene sucursales en toda la república y hace además
negocios de banco y corretaj e, á 10 que dió impulso el
estado de confusion en que se encontraban las leyes
relativas á propiedad y cobro d e deudas desde la épo-
ca colonial. Podrá ser una institucion muy benéfica
como dicen; pero si hubi era bancos de ahorro, cosa

UN BILLET>; DE LA L OTERÍA.
184 LA SOCIEDAD: SU P ASADO Y PRESENTE.

rara en M éjico, y el pueblo quisiera patrocinarlos,


habria mén os necesidad de las casas de empeño. Lo
mismo decimos de las loterías, de las que unas son na-
cionales y otras de los estados, y producen rentas para
el g obierno. E stán indudablemente bien adminis-
tradas; con mén os juego y mas trabaj o, émper o, sería
mucho mejor para el g obiern o, particularmente para
la ijociedad. L os transeuntes son acosados en cada
eijquina por los bill et eros, que les ofrecen con todo
aplomo. "i L os di ez mil pesos para esta tard e? " Si
se le aconsej a al vendedor que no pierda la ocasion para
be nefi ciarse tí sí mismo, toma la indicacioll de muy
buen hUl1l or y se dirij e al que está mas cerca.
P a rece que la hermosura no está bien distribuida
ell el país. En alg un as partes de la república abun-
dall muj er es de muchos at ractivos, siendo por regla
go neral las mestizas do facc iones mej ores que las
indias y mas r obust as que las criollas; en otras partes,
se puede decir que no hay j óvelles, pues solo se
ve n muchachitas de ocho á di ez alios, alg un as ma-
dres de pequ eüa estatura ya viejas y arrugadas, de
. trece á veinte y cin co años de edad , y despues verch-
deras viej as a buelas, Ó que est á n i punto ele serlo.
S obre todo las nillas, y a un los llluchachos, t ienen una
timidez simpática que conserva n hasta muy entraelas
en alios.
Á pesar de (lue a bunda n las muj eres, las esposas
S Oll car.as C II M éjico, y por esto los pobres e n las ciu-
dades se abstienen de casarse. P or un a lice ncia para
contraer matrim oni o el j orna.lero tiene q ue pagar ele
cinco á quin ce pesos LÍ, los curas, equi valentes ,í los
ahorros ele muchos meses, y t ener UIl padrino. A
pesar ele que el matrimoni o civil es hoy el úni co legal,
y ha facilitado el qu e los pobres se pudiera n casar con
poco gast o, las clases ínfimas, especialme nte las mu-
j eres, so n t a n afectas á la iglesia , que pa ra ellas no
hay matrimonio mej or que el que bendice el padre,
quien por r egla general cobra por sus servicios hasta
dond e lo permiten los rec ursos de los co ntraye ntes.
COSTUMBRES DE LOS ENAMORADOS. 185

M ejor sería qu e se les dejase casarse libremente y con


poco cost o, y así se elevaría el tipo de la moralidad,
seguro de qu e las rentaH del clero no sufrirían por
esto.
El modo de hacer el amor entre los mejicanos es
muy bonito y romántico, pero no cuadraria con las
ideas inglesas Ó americanas sobre la adaptibilidad de
las cosas. Ronda]' la casa es la manera favorita de
demostrar el cariño. El adm irador de un a señorita
con su vistoso traj e de charro se presenta. montado
en un corcel, que si no es de natural fogoso se le obli-
ga á bailar y á t ener brio, manejando con destreza el
cruel freno mejicano. El nov io pasa y repasa en
frente del balcon donde ella se estaciona á ciertas
horas con el obj eto de recibir ese homenaj e ; hace a l
caballo correr furiosam ente á veces, y luego estirando
las riendas lo sient a sobre las patas de atrás. S o
repite est a maniobra hasta que la persoua á quien
se dirij e semej ante lisonj a se digna echar un a mirada
de aprobacion á su adorador. En otras ocasiones,
el jóven enfermo de amor perman ecerá en pié horas
e nteras hablando con su enamorada por entre las
rejas de fierro de las vent anas, recibielldo tal vez
en premio el que se le permita tocarle con los la-
bios la punta de los dedos; á veces se para en la
acera de enfrente mirando fijam ente á la ventana
donde debi era estar }a hormosa; pero, i oh desgracia 1
ella no se asoma. A veces tambieu echa fl ores y aun
esquelas á su balcon, ó cohecha á la r ecamarera para
que las lleve á la seiío ri ta. Bien desgraciados han
de ser los amantes si no pueden contar sequiera con
una criada confidencial. P ero el pretendiente no tie-
ne ni pide la entrada á la casa paterna, hasta que se
presenta como el amante admitido de la niña; y en-
tónces solo la ve en presencia de la fam ilia y nunca
tiene co n ella una co nversacion téte (¿ tete. La oferta
se hace generalmente por medi o de un amigo, y no se
presenta el pretendiente en la esce na hasta que todos
186 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

los preliminares estén ya arreglados. N unca dejan de


vigilarlos, sin embargo, hasta el dia mismo de la boda.

La pobre mujer del jornalero, tanto en las poblacio-


nes como en el campo, lleva á su hijo á cuestas todo
el dia aunque tenga que portar una carga pesada.
Los niños muchas veces no llegan á su completo desar-
rollo, 6 crecen mal formados, á causa de las posturas
poco naturales en que los llevan.
La ama de casa me-
jicana, sea de posicion
elevada 6 humilde, se
precia de tener una va-
jilla numerosa, aunque
á veces haya poco que
poner en los platos.
He visto en un lugar
las paredes material-
mente cubiertas con
vajilla de barro cor-
riente, y en otro he
yisto armarios llenos
de piezas supérfluas,
con su orilla dorada y
monograma. Se fa-
brican utensilios de un
barro colorado, para la
cocina, en Guadalupe y
OLLERO Ó VENDEDOR DE LOZA DE BARRO. Guadalajara; pero los
mejores vienen de Cu-
autitlan, llamándose ollero al que los vende. El tipo
que se ve en la adjunta viñeta es de un indio puro.
Los extranjeros patrocinan á los vendedores de figu.
ras de barro, que presentan los tipos de las diversas
clases de la sociedad con no poca maestría plástica y
admirable trabajo. En algunos puntos, particular-
mente en San Pedro, cerca de Guadalajara, los indios
son muy hábiles para hacer retratos de barro, sacán-
dolos de los originales ó de fotografías. Se rigen
TRABAJOS DE PLUMA, BARRO, Y PIEDRA. . 187

enteramente por la vista, sin tomar medida alguna, y


empleando como material un barro aceitoso de color
oscuro, que con el calor adquiere un tinte mas subido.
H e visto un retrato sacado de una fotografía por Pan-
taleon Panduro, indio de sangre pura; á pesar de
que el artista nunca vió el original, es de un parecido
admirable y prueba mucho talento artístico. Entre
los naturales hay algunas figuras que tienen demanda
segun van llegando las festividades religiosas.
Los trabajos de pluma son tambien una especialidad
en que se distinguen los indios. No solamente imi-
tan todas las aves que hay en el país, en pequeñas y
hermosas tarj etas, sino que tambien hacen guirnaldas
y dibujos complicados con plumas de diferentes colo-
res, produciendo resultados maravillosos. Los artis-
tas plásticos trabajan tambien la cera y la piedra con
muy buen éxito.
Convierten el leco li ó mármol de Puebla en mul-
titud de formas, representando frutas y pescados, y
tambien sacan hermosas losas ó tapas para mesas y
aguamaniles. Con esto se podría crear una industria
importante, que pronto adquiriría una estimacion uni-
versal, porque el tecali, además de ser tan raro, es á ve-
ces muy hermoso. El trabajo de plumas y los adornos
de oro y plata se encuentran entre la multitud de in-
dustrias que t enian los naturales ántes de la conquista.
Labran tambien los ópalos, las conchas, las perlas, el
coral y hasta la lava de los volcanes; los tápalos de
Guanajuato, las sillas de Leon, los trabajos de cuerno,
y los rebozos de San Luis Potosí son notables.
Las manufacturas domésticas son mucho mas va-
riadas en toda la ext ension de la república de lo que
uno pudiera imaginarse, examinando las listas de los
efectos que se exportan. Algunas se han granjeado ya
cierta fama, aunque limitada; y otras cubren las nece-
sidades de diez millones de habitantes; entre ellas se
cuentan las fábricas de algodon y estampados, que por
término medio tienen de capital cerca de un millon de
pesos cada una; las de lana, en que anualmente se
188 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

gasta cosa de cinco millones de pesos; las fábricas de


seda, de las que hace treinta años habia ya veintiuna;
las d e papel, que ahora veinticinco años producian pa-
pel por valor de seis millones de pesos. Las fundi-
ciones, cuyos productos en esa misma época eran como
siete y medio millones de pesos anualmenta; y así por
toda la lista hasta llegar á las fábricas de pianos ele
las que hay dos.

Las clases inferiores se dividen en una multitud de


gremios por sus oficios, t eniendo cada uno sus traj es y
costumbres peculiares. Así por ej emplo, los bate teros
ó vendedores de bateas de madera; el petatero ó vende-
dor d e petates, que los da á medio real, trayéndolos
desde Xochimilco, cerca del canal, para los muy pobres
que los usan en lugar de colchones, viéndose muchas
veces hasta veinte eri un solo cuarto; el jmdero ó

Los CANASTEROS.
BUHONEROS. 189

vendedor el e jaulas ; los cedncel'os Ó vendedores de


cedazos; los canasteros ó vendedores de canastas,
siendo los representados en la lámina indios puros; y
otros muchos de la misma clase, que fabrican varios
artículos y los llevan de poblacion en poblacion en
enormes cargas sobre los hombros, fabricándolos y
v endiéndolos en la travesía.
Hay además los ca beceros q ue gritan " Buenas ca-
bezas calientes del h orno" por las calles; el cafete1'u,
que tiene un puesto de café; el velero, ó vendedor de
velas ; el morcille1"o, el tripero, que vende intestinos
para hacer salchichas, el pollero, el escobero, el neVC1'O,
el mantequero, y el pirule1'o que veud e unos granitos
encarnados, llamados pirú, para alilllentar á los pá-
Jaros.
H ay h ombres que
ganan la vida juntando
palos para hacer car-
hon; estos se llaman
1eñaderos; y basureras
las mujeres que r e-
cogen trapos. E st os
y otros vendedores no
economizan la voz para
hacerse de mar chant es.
La clase ínfima tiene su
lavandera lo mismo que
la clase superior; aque-
lla usa un sombrer o
sobre el r ebozo, mién-
tras que la segunda va
con la cabeza descu-
bierta. Actualmente
hay una buena lavan-
L A L AVAN DERA.
dería americana de va-
por en la capital.
¡Pobre Judas! despues de que h ace tantos años sal-
dó sus cuentas con la tierra, todavía no se permite á
su alma el descanso. El sábado de glori a se queman
190 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

pequeñas imágenes de formas fantásticas con cabezas


de hombres y animales, todas m~y parecidas á Judas,
tal como se encontrará en distintas ocasiones, y que
contienen pólvora; las vende por las calles el jll-
deTo y los niños los cuelgan en los balcones ó de unos
cordeles que atraviesan las calles de una acera á la
otra. Hay efigies mas grandes que tienen de seis á
och o piés; y las sacan los que quieren castigar con
mayor severidad al traidor. Á las diez de la mañana,
luego que se repican las campanas, prenden fuego á
estas efigies en toda la ciudad: el ruido de los perros
que ladran, y de las matracas que venden los matra-
queros á fin de asustar al diablo, bastaría para hacer
al infeliz espantarse ó ahorcarse de nuevo.
Los gritos de las calles no han variado mucho en
un siglo ó dos. Al pasar de la. lengua nativa á la es-
pañola, el tono debe haber sufrido algun cambio; pero
durante todo el período de la dominacion española, y
hasta el dia, es la misma lúgubre cantinela, la misma
nota prolongada y angustiosa con que termina cada
grito, igual á la que heria los oidos de Montezuma.
En las principales poblaciones cada cuarto de hora
se oye el pito disonante y triste de los policías con
que avisan que están alerta. El transeunte que se
retira tarde está sujeto á oir el QU1:en vivd del cen-
tin ela, apostado en el gariton del cuartel, y debe
responder prontamente Amigo; y si se le pregunta
Donde vivd dar el nombre de su hotel ó casa, para
continuar su camino. Cualquiera r espuesta que no
sea satisfactoria, probablemente parará en la deten-
cion del transeunte en el vivac.
D esde muy temprano la gente comIenza á moverse,
siendo esta la mejor parte del dia para el trabajo;
viene despues la siesta de medio dia, y el resto de la
tarde se dedica á los negocios, ó á los placeres. Solo
los vendedores no tienen descanso. Todo el dia, desde
el amanecer hasta el anochecer, se oyen las voces dis-
cordantes que salen de centenares de gargantas. El
primero que comienza es el carbonero, con su! Carbo-
GRITOS DE LOS YENDEDORES. 191

sw-u-u! que traducido quiere decir" Carbon, Señor:"


se oye en seguida, i Mantequi-i-illa! del mantequillero:
Cecina buena grita el vendedor de carne salada: re-
pentinamente se oye en el zaguan de la casa la nota
prolongada y plañidera de una muj er, que dice: Hay
sebo-o-o-o-o-o, deseosa de comprar la g rasa de la cocina.
Se per cibe desplles un grito mas corto y violento,
tambien de muj er, que con un soprano penetrante
ofrece sus t ortitas, gorditas cal ientes de h01'no.
A sí pasa el dia con variaciones eonstantes en su
curso, sea del vendedor de petates de Puebla, ó de
algun mercachifle judío vestido de turco que acaba de
llegar de la tierra santa, proponi endo en venta rosarios,
cruces, y r eliquias de todos los santos, y esto sin contar
con la multitud de limosneros cuyo único capital es
alg una deformidad en s u cuerpo. P ero á t odas horas
se ven hombres, muj eres, y niños yendiendo billetes de
la lotería. En las tardes aparecen los hombres que
venden bollos de miel, requeso n, y miel de abeja; los
dulcer os, ofreciendo ca1'amplos ele esperma, bocadillos
de coco, y las tortitas de cuajada, salen hácia la noche:
Siguen luego las nueces, despues los "patos, mi alma,
patos calientes." Además de est os hay otros muchos
gritos de orígen antiguo, aunque el "nuevo desarro-
llo" ha producido pocos cambios en el mejicano en
cuanto á est e particular y otros. Luego que se pre-
se nta el tren en una estacion, lo rodean inm ediata-
mente los vendedores de t odo cuanto hay que comer y
beber, cuyos gritos deben parecerse sin duda á los que
se dieron en la confusion de B abel, fastidiando á
aqu ellos que no están dispuest os á ver estas cosas por
el lado div ertido.

Los domingos y dias de fiesta, habiendo obtenido


préviamente permiso del ayuntamiento y pagado la
correspondiente licencia, algunos se ponen á vender en
el suelo ó en mesitas en derredor de la plaza principal,
frutas y efectos de todas clases, traidos de las inme-
diaciones de la ciudad y tambien á veces de lugares
192 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

muy distantes. Los naturales han traido de sus mon-


tañas canastos y sillas, extraños instrumentos de tnú-
sica, nueces y maderas. L os habitantes de las llanu-
ras han venido con los productos de la tierra. Llegan
á la ciudad la noche ant erior y se acuestan en el duro
suelo, ó en el pavimento mas duro todavía, y al ama-
necer arreglan sus mercancías. Es una escena original.

FRUTER OS.

aJegre, y bulliciosa. Algunos de est os puestos están


muy adornados con ramas y flores, particularmente
los de las vendedoras de aguas frescas, tales como na-
ranjada, el jugo de la piña, y otros refrescos.

El agua es conducida á la capital por acueductos, y


distribuida en las casas por aguadores, que desempe-
ñan tambien las funciones de agente general de las
casas, y ganan de cincuenta á setenta y cinco cEmta-
vos al dia. El aguador mejicano es un tipo curioso.
Para los sedientos de las poblaciones de la mesa central
LOS AGUADORES. 193

es un ángel proveedor bronceado. Su piel, su traje de


cuero, los útiles de su oficio son todos de ese color;

color excelente por cierto, porque es de bastante dura-


ClOn y encubre la suciedad. Concluida la, tarea se

EXTREMO DEL AC UEDUCTO.


194 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

dirige á la pulquería,
porque es hombre que
no consume mucha
agua. La man e ra
como lleva sus cuen-
t as es peculiar: lo
hace por medio de
co lorine s, pequeños
granos encarnados pa
recidos al frijol, muy
duros y secos. · Al
rendir su viaJe de
agua que consiste en
una olla grande y
otra pequeña, entrega
al ama de casa uno
de esos g rani tos que
AGUADOR.
saca de un a bolsa de
cuero que lleva al
lado, los cuales se redimen al fin de la semana, á razon
de un tlaco ó centavo y medio cada uno. L os agua-
dores de la capital han formado entre sí una asocia-
cion numerosa y fuerte.
L as tortillas y el pulque son artículos de primera
necesidad, en cuya elaboracion se ocupan centenares
de miles de personas. En todas partes de la república
los pobres hacen t ortillas, que es su pan cotidiano y
tambien su carne muchas veces. E s el alimen to de
los aborígenes, y se h ace de maiz r emoj ado con cal y
molido entre dos piedras, formándose en t ortas del-
gadas y cocidas sobre el comali, ó sarten de barro.
Las venden las tortilleras, y otras mas chicas las tla-
tlaolleras. En los suburbios de las ciudades, hay
t ortillerías donde trabajan una docena de mujeres bajo
la direccion de otra, que es dueña de la negociacion.
Sus utensilios principales, es decir el petate, el metate
6 piedra para moler el maiz, y el comali, son artículos
indispensables en toda casa mejicana.
Existe tambien la enchiladera que se sienta en las
TORTILLAS Y RAMiLLETES. 195

puertas de la pulquería, teniendo de venta la tortilla


calient.e r ellena de carne y chile, y á veces de queso y
cebollas. Ella las co mpra tí dos por un centavo y las

TORTILLERAS.

vende á tlaco, est o es centavo y medio cada una, ó dos


por una cuartilla, tres centavos Los artesanos se
desayunan con tortillas y pulque y á. veces con frijo-
les. D e noche vuelven á tomar frijoles y pulque.
El gusto tan g e neralizado de los naturales por las
flores es un rasgo característico que nunca podrá elo-
g iarse bastante; pero los bouqllets ciertamente llegan
en Méjico al ridículo. En California, donde un rami-
llete de flores escojidas cuesta de dos á tres pesos, es
siempre un cumplimiento cuando se manda de regalo á
una persona; pero aquí, donde por veinticinco centa-
vos se puede conseguir uno que tenga de diámetro
mas de media vara, la idea de agradecimiento por el
recuerdo apénas tiene razon de ser.
196 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

Si el presente floral ha de ir acompañado de un


mensaje, el que es pobre por medio Ó un real PQede
conseguir que le escriba la carta un evangelista, como
popularmente se le llama, que está sentado todo el
día en el portal con la gravedad de un magistrado de
la corte, satisfecho con recibir una muy pequeña com-
pensacion por su muy limitado saber.

ENC1HLADERA.

El pulque es el jugo fermentado de cierta especie


de maguey ó agave americano, de cuya planta hay
seis ú ocho variedades en M éjico. De esta planta,
además del pulque, se hace papel, lienzo, cordaje, es-
cobas, cepillos, canastas, miel, mescal, y otras cosas.
El pulque no se elabora en toda la república, sino solo
en ciertos lugares. Hay muchos plantíos al este de
FABRICACION DJ~ PULQUE. 197

la capital, cerca de Guadalajara, y en otros puntos,


cuyos dueños sacan rentas pingües y seguras. Cuan-

EVANGELISTA Ó ESCRIBIENTE.

do la planta está á punto de producir su tallo céntri-


co, se le saca el corazon, dejando un receptáculo que
puede contener de tres á cuatro galones de líquido, y
allí se concentra el jugo que sale de las raices, y cuyo
objeto es alimentar al tallo. Este jugo se saca dos
veces al dia por medio de Un tubo de calabazo largo,
e~trayendo e.l encargado de hacer esta operacion el
aIre qu~ conttene ~l tubo, Con la boca que aplica á la
extremIdad, y vacIando despues el calabazo cuando se
ha llenado, en un saco h echo de cuero de c~rnero que
lleva al hom bro. D espues qUe h i! t d l·
.
parece á]a ]eche, y tIene Un 01
alermen a oe Jugose.bl
en esta forma se conduce e or bastante perceptl e;
n sacos de la misma clase á
UlS LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

MODO DE EXTRAER AGUAMIEL.-MÉJICO Á DISTANCIA.

las pulquerías, para su espendio. Se me ha informa-


do que el pulque para los principiantes tiene el sabor
como de agua de jabon, mezclada con agua corrompi-
da y trementina. Pronto sin embargo llega á gustar
y se dice que es benéfico á la salud, tomado con mo-
deracion. Se puede afirmar, empero, con toda seguri-
dad respecto :i esta bebida y todas las demás embria-
gantes, que cuanto mayor sea 11:,. moderacion, tanto
mayor será el beneficio.
Al pasar por un plantío d e magueyes es agradable
detenerse y beber aguamiel, nombre que se da :i la
LOS l'ULQUEROS. 199

bebida ántes de su ferm entacion. En este estado es


fresca, trasparente como el agua, dulce y un poco aci-
dulada. Se emplean tren es enteros del ferrocarril en
el trasporte diario del pulque á la capital.

Encontramos un bonito tipo del primitivo azteca


en los canoeros del canal de Chalco, que conducen á
la capital flores y legumbres de los j ardines flotan-
tes afamados de otra época. N o son tan amant es al
pulque corno los d emás, sino que, como toda la clase
indígena en general, procuran economizar su dinero
para la gran fi esta que se celebra en honor del santo
patrono de su pueblo. La mayor parte de los produc-
tos de los ranchos y jardines, y los artículos manufac-
turados pagan una alcabala ó contribucion al introdu-
cirse á la ciudad. A sí es que las papas pagan cin-
cuenta ce ntavos por cada cien libras; la paja de cebada
majada por las patas de las mulas en la dura era, ocho
200 LA SOCIEDAD: SU PAt;ADO y PRESENTE.

centavos; la leche, treinta y tres centavos por cada


cien libras; los caballos tres pesos y las vacas dos, ca-

ACARREO DE LEGUMB RES AL MERCADO.

da una; y así respecto de otros artículos con alguna


que otra variacion.
Las canoas del canal son de dos clases; hay unas
chatas que tienen de seis á ocho piés de ancho, por
treinta á cuarenta de largo, y pueden acarrear los efec-
tos de dos ó tres familias. Se les da el impulso con
canaletes y varas. El canal presenta una vista ani-
mada, especialmente de noche, cuando la gente, des-
pues de haber realizado sus legumbres y productos
industriales, y alegrádosc con sus ganancias y el pul-
que, va de vuelta á sus casas. Hay canoas que con-
ducen pasajeros desde la garita de San Lázaro hasta
Tezcuco, la antigua capital de Acolhua. La fuerza
motriz consiste en unas perchas 6 varas largas maneja-
das por canoeros indios, ocupándose siete horas en el
viaje por el canal de la Viga, que une las capitales an-
tigua y moderna: Este viaje, aunque no tan animado
como lo será cuando las lanchas de vapor hayan susti-
tuido á la despaciosa embarcacion chata, tIene verda-
deros atracti vos; las em barcaciones que pasan y repasan
constantemen t e, unas cargadas de frutos y movidas á
CANAL DE LA VIGA. 201

BoTES FLETEROS fu'l E L MERCADO.

brazo de los naturales, cada uno de cuyos mOVImIen-


t os merece un estudio ; otras, lucidamente engalana-
das y convertidas en salas de baile en miniat ura,
donde indios r obustos llevan el compás al son de la
música producida por los instrument os primitivos; las
márgenes cubiertas de árboles y casas, viéndose aquí y
allá una pequeña poblacion, y muy á lo léjos el P opo-
catepetl y su compañero, constituyen el fondo de un
paisaje que nadie se cansaria de estudiar.
En una tarde seca y fria de Diciembre, y cuando el
sol se escondia tras los contornos del Popocat epetl,
me encontraba parado en la cima del cerro de Cholu-
la, en medio de los sepulcros adornados con lápidas de
202 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

porcelana, pinos abatidos y rosales achaparrados, al


frente de la iglesia con sus paredes deterioradas y su
ancho y espacioso atrio. Es una prominencia desigual
y áspera, que se levanta solitaria á unos doscientos piés
sobre la llanura, obra evidentemente de la naturaleza
y del hombre á la v ez. La v ereda tortuosa, empe-

BOTES DE PASAJEROS DE T EZCUCO.

drada h ast a la medianía de la calzada y con escalones


la otra mitad, tiene á los lados un pasto abundante, que
tambien crece en las p equeñas bancas de piedra que allí
existen; y entre los arbolitos que cubren las hderas
del cerro, abundan el cactus y el p imiento. El Popo-
catepetl, ó cerro que humea, se presenta majestuoso
en frente, y á su lado se encuentra el no ménos im-
ponente pico del I zta ccihuatl, la muj er blanca r ecosta-
da, á la v ez que en la direcc¡on opuesta se asoma so-
bre las r elucientes cúpulas de la distante Puebla el
Orizaba, cubierto t am bien de ni eve, acariciando su
CHOLULA y SUS T EMPLOS. 203

pico unas blancas y esponjosas nubes. .Á. mis pieS se


extendia la poblacion de Cholula, con sus largas líneas
de fosos que se interceptan, tales como Cortés las vió
la primera vez, marcando los linderos de las sementeras
y pequeñas huertas, cercadas d e maguey. Es un lu-
gar miserable, formado de chozas, iglesias, y sembrados.

CERRO DE UUOLULA •

.Á. la primera vista se lee desde lueO"o la historia de lo


que es aquí la vida; como los pob~es, en esas casas
pequeñas é inc6modas, se privaD de todo para mante-
ner costosas ceremonias en grandes t emplos y dar
auje :i su esplendor; si no me equivoco, Dios se con-
tentaría con iglesias mas chicas y con ménos sacerdo-
tes, para que su pueblo tuviera habitaciones mas es-
paciosas y cémodas.
Todo este rico é inmenso valle, que ha sido alter-
nativamente presa de los ej ércItos en sus luchas desde
la venida de Cortés, y qUE). hoy por primera vez comien-
za 'á aprender las artes de la paz, está muy entregado
á la r eligion, como lo estu vo hasta en la época r emota
204 LA SOCIEDAD: SU PASADO Y PRESENTE.

de la dominacion t olteca, cuando los peregrinos venian


de g rar:des distancias al t emplo de la serpiente con
plumas. Dirigiendo la vista á los alrededores por
encima de u no de los panoramas mas lindos de M éjico,
cuento como cuarent a poblaciones, marcadas por las
torres blancas y elevadas de tres veces ese número de
iglesias. A lg unas no son otra cosa que aldeas, con
media docena de casuchas humildes al lado de una
iglesia grande y morena ; otras están resg uardadas por
los árboles de distintos t amaiíos, y otras mas se hallan
solas en la llanura.

C I MA DEL POPOCATEPETL.

M e pareció que en Puebla h abia bastantes edificios


para el culto, con sus sesenta ó set enta t empl os de
t odos los estilos imaginables, con elevadas cúpulas y
espaciosas construcciones, tocando á. razon de uno por
cada millar de los naturales medio desnudos y descal-
zos que tienen que sost enerlos junto con sus tres
IGLESIAS Y MA S IGLESIAS. 205

cientos sacerdotes. La prision del estado tiene ulla


parte de iglesia; en la casa de maternidad bay un a
iglesia; el colegio del estado era ántes un convento
y formaba parte del edificio de una iglesia; y la cate-
dral, que aunque mas chica que la de Méjico, se dice
que es mas rica en su interior.

CnIA DEL I Z'l'ACC IH UA'l'L.

P er o con todo esto, la famosa, E.scuálida, y pequeña


Cholula le lleva ventaja á Puebla compara ndo su
poblacion. Sobre el hist órico cerro hay una iglesia
pequeña con dos torres y grandes campanas, mohosas
por fuera, pero muy doradas p or dentro; y la iglesia
grande abaj o en medio de las casas, cer ca de donde
se r eunen los fi eles para ver la corrida de toros des-
pues de asistir á los oficios divinos; hay una iglesia á
la der echa, otra, á la izquierda, y media docena mas
á cada lado; y con el r epique simultáneo de t odas
las campanas á la hora del luminoso crepúsculo ves-
pertino cualquiera creería que el mundo entero era
presa de las llamas. E ste lugar debe haber sido en
otros tiempos el cuartel general de Satanás, puesto que
se han empleado tantos años y trabajos en su purifica-
cion. R efi érese que aquí hubo e n cierta época no ménos
qu e cuatro mil t emplos de la idolatría. Por mi parte
preferiría ver restablecidos algunos de los monumentos
de arquitectura que en la época de los aborígenes co-
ronaban esta célebre pirámide, aunque r ealmente fue-
'206 LA i:lOCI EDAD: S U PASADO Y PRESENTE.

ra n templos de Satanás, que un millar de estos edifi-


cios de adobe, levantados para confundir al enemigo
malo á cost a de los oprimidos hijos del trabajo.
V eia yo en mi imaginacion marchar por esas lar-
gas calles las antig uas procesiones de los indígenas,
con sus lúgubres cánticos y sus horrísonos instrumen-
t os, procedentes de t odas partes para asistir al sacrifi-
cio. Figurábame ver los cuerpos de las víctimas

CIMA DEL ORIZABA .

arrojados al despeñadero á la vez qu e los sacerdotes,


salpicados de sangre, levantaban á lo alto el coraza n
palpitante a un , miéntras el pueblo prorumpia en ho-
sanas á sus dioses. Y fácilment e veia en mi fanta-
sía al buen dios Quetzalcoatl despidiéndose de su
pueblo, justam ente como ánt es 10 habia h echo el
Cristo, y prometi éndole volver mas tarde con nuevos
dones celestiales.
CAPÍTULO XI.
REVI S TA HI S T ÓRICA- PRIMITIV A, COLONIAL, Y REVOLUCIO-
NARIA.

CI\"lLIZACIONES AMERICANAS-NAHUAS y MAYAS - E L MÉJICO DE LOS Az-


TECAS-VENIDA DE ~OS EUROPEOS - CO~QUISTA- ÉPOCA COLONIAL-
DESAFECTO - DEBILIDAD DE E SPAÑA - E L VIHEY I TURRIGARAY - SU
I NI CUO RÉGIMEN- C RECEN LA S DU'ICULTADES E:< ESPAÑA- CAMORRAS
ENTRE LA S A UTORIDAlJES DE N UEVA E SPAÑA- CIZAÑA- VENEGAS- NA-
CIM I EN TO DE LA I NDEPENDENCI A DE MÉJICO-HIDALGO -ALLENDE-
EL GRITO DE D OLORES - MoRELOS-GUERRERO- BRAVO - VICTORIA-
RAYON-MIN,,-BATALLA-TRIU~FOS y D ERROTAS - PROGRESO DE LA
R EVOLUCION- CONSÚMASE LA I NDEPENDENCIA-EpISODIO DE ITURBIDE .

Para comprender mejor el período de la hist oria,


en que la v ida de Porfirio Diaz tiene un participio t a n
notable, conviene reseñar ligeramente los anales pri-
mitivos de la nacion, sin perder de vista la influencia
sin límites que tienen sobre los asuntos del dia, la
época de los aborígenes y la colonial.
L a civilizacion mas avanzada del Continente Norte
Americano, en la época de la conquista, se habia cen-
tralizado en el valle de los lagos de M éjico, á pesar
de que al sur del paralelo del U sumacinta floreció,
por lo ménos en época anterior, una cultura de tipo
mas elevada. El t erritorio intermedi o, conocido res-
pectivamente con los nombres de N ahua y 1\1 aya,
puede colocarse en los valles entre las montaí'las de
Oajaca, á cuyo pueblo h e aludi do ántes, y en donde
Jos r estos arqueológicos presentan rasgos característi-
cos bajo muchos aspectos.
L a semejanza de los rasgos q ue indican cierta in-
timidad y tal vez el mismo orígen, se atribuye á la in-
fluencia tolteca, nombre asociado á todo lo que es
( 207 )
208 REVISTA HISTÓRICA.

noble y grande, y que figura al principio de las Sagas


del Anáhuac, como el de las familias reinantes.
S e les ve así mismo en primer término como héroes
de cultura y constructores de ciudades y t emplos, que
mas tarde fueron lugares sagrados para la posteridad
que los admira; y en la actualidad son objetos de es-
tudi o para los anticuarios, como se ve en Cholula y
en T eotihuacan.

RUINA S DE LA Q UE MADA.

V ivieron en el siglo de oro de los N alm as y despues


del trascurso de cinco centurias, acabaron con ellos la
guerra civil y las epidemias. Otras tribus mas fuer-
tes y mas rudas ayudaron entónces á elevar al poder
otra línea de dinastías, conocidas con el nombre de
Chichimecas, bajo las cuales las luchas de monarcas
LOS AZTECAS. 209

ambiciosos forman el tema principal de las leyendas


míticas, alterando aquellas con la construccion de va-
rias ciudades, como capitales dominantes, y la entrada
de pueblos extraños á título de conquistadores y co-
lonos.
Hallamos entre éstos tÍ los Aztecas que, huyend o
de la persec ucion, se r efugian en la orilla sud-oeste
del lago de T ezcuco, y allí fundan la ciudad insular de
Méjico. Pasado un siglo se encuentran bastante fuer-

MÉJIco EN EL TI EMPO DE LOS YloN T EzUMAs.

tes para exigir el segundo lugar en una confederacion


tripartita, compuesta de los Tepanecas de Tlacopan y
los mas poderosos A colhuas de Tezcuco, que domina
el valle y lleva su poder mas allá de sus límites.
Bajo Montezuma l. arrebatan la supremacía á sus
aÍiados y en el curso de las seis décadas que siguen ,
continuando la conquista, se extiende el imperio az-
teca, de océano á océano, dejando libres de su yugo
VIDA DE Duz.-U
210 REVISTA HlSTÚRICA.

solamente á la atrevida republiquita de Tlascala, el


reino de Michoacan, las tribus salvajes desde Queré-
taro hásia el Norte, y los chiapanecas hácia el Sur;
á la vez que los zapotecas, los miztecas, y otras na-
"iones situadas mas adelante lo sacuden tan luego
como se retiran los ejércitos invasores.
Conforme va exten-
diéndose el imperio, cre-
cen los elementos de su
debilidad. Las clases
medias, encabezadas por
les importantes gremios
d e comerciantes, logran
un ascendiente decidido
en el terreno de la po-
lítica, con detrimento de
los ambiciosos nobles.
Á principios del siglo
diez y seis, logran estos
últimos sentaren el trono
á Montezuma 11., hom-
bre de talento y astucia
y del mismo modo de
pensar que ellos, quien
sostenido por su presti-
gio de guerrero afortu-
nado y piadoso pontífice,
rechaza á la democracia
que avanzaba, volvién-
dola á la esfera de la
su bordinacion.
GUERRF.RO AzTECA. La impopularidad de-
spertada de esa manera,
acrecienta las costosas guerras nacidas de la ambicion,
y de una corte despilfarrada que oprime á la par á
los súbditos y á las naciones tributarias. Sobre estas
últimas, además de las exacciones gravosas, recae la
detestable obligacioll de ministrar víctimas para 108
VENIDA DE LAS CASAS ALADAS. 211

sacrificios humanos, convirtiendo el descontento gene·


ral en un odio profundo.
Con el deseo de la libertad se excita á la vez la
esperanza r emota de la venida de un Mesías, prome-
tído por los mitos, en la persona de Quetzalcoatl,
héroe apacible é ilustrado, divinizado creador del siglo
de oro de los toltecas, y descrito como un personaj e
barbado y blanco que se habia aparecido en el país,
viniendo de la direccion de donde sale el sol, y quien
despues de un reinado glorioso, se habia vuelto por
mar á su misma tierra del oriente. Rácia allá todos
vu el ven los ojos llenos de esperanza conforme van ex-
t endiéndose los rum ores que difunden algunos trafi-
cantes llegados del litoral, de haber venido allí casas
aladas y flotantes co nduciendo hombres blancos. Ca-
da acontecimiento extraño se interpreta ahora por los
agoreros, como pronósti co portentoso, qu e las masas
populares en susurros traducen por conv ulsiones políti-
cas y destronamiento de los tiranos.
Ya habia trascurrido la cuarta parte de un siglo
desde que Colon descubrió la existencia del Nuevo
Mundo: las Antillas habian sido pobladas, y recorridas
las provincias del istmo, excitando con sus relaciones
de oro, perlas, y esclavos el apetito insaciaLle de los
a ventureros i caza de fortun a.
S e habia organizado un a docena de expediciones
en busca de Iluevos campos, que una imaginacion
exaltada r evestia con brilla ntes riquezas, las cuales se
acrecian en proporcion al aumento de la dista ncia y
del misterio. En una de esas aventuras mandada por
Córdoba, se descubrió i Yucatan. Otra r ecorrió la
costa de V eracruz, y traj o i su regreso las r elaciones
mas brillantes de h ermosas tierras y ri os de oro, para
entusiasmar á los pobladores de las Antillas, dej a nd o
al mismo tiempo estupefactos á los hijos de la N ll eva
E spaña, exaltados con las ideas de una aparicion di-
vina, que á Montezuma y á los suyos, sonó como el
toque funerario para el derrumbamiento de los tronos.
Así fué como en medio del regocijo y del temor,
212 REVISTA HISTÓRICA.

Cortés y su banda de seiscientos, pisaron la playa del


golfo recibiendo una cordial bienvenida, como descen-
dientes del barbado Quetzacoatl, y como hijos del sol.
El capitan español no tardó mucho en acomodarse á
este error ele la imaginacion, y cuando supo de las
grandes ciudades y del esplendor imperial que habia

EN LA COSTA DE YUCATA N.

en el interior, y de la discordia que reinaba entre


aquellas gen t es, qued6 sellada la suerte de Monte-
zuma.
Valiéndose de hábiles intrigas lleg6 á dominar en-
t eramente la exped icion, en la que hasta entónces solo
CORTÉS Y LOS ·CONQUISTADORES. 213

habia figurado como capitan; destruye la flota para


hacer imposible la retirada, vin culando así á, los sol-
dados á su proyecto, y dando á sus brazos el temple
qu e produce la desesperacion . Emprende luego la
marcha para la capital de Montezurna, ganando á su
causa tribu por tribu, aprovechándose del pavor que
inspiraba su supuesta divinidad, despertando á veces
la discordia, la codicia y el deseo de venganza, ó in-
fundi endo, finalm ente, el temor co n sus veloces corce-
les, sus armas de acero, sus cotas de malla, y el rayo
que encerraban sus mosquetes; todo lo cual para estos
am ericanos desnudos, sin mas armas q uo sus arcos y
espadas de pedernal, parecian fuerzas sobrenaturales.
Hasta los alti vos Tlascaltecas despues de varias der-
rotas, se le adh ieren. Seguido por num erosos aliados,
Cortés entra á. M éjico apoderándose del emperador e n
rehenes: púr conducto de él se hace dueño de todo el
imperio, exigiendo el homenaje y cobrando tributos,
á la vez que co n astucia triunfa do una expedicion
rivaL
El contacto mas inmediato viene sin embargo á.
disipar el halo divino, que hasta entónces habia ofus-
cado á los naturales, y atormentados los aztecas por
las extorsiones y crueldades de los invasores, los arro-
j an del valle de los lagos. Mas por fortuna de estos
los tlascaltecas permanecen leales, y con su a uxilio
Cortés se hace de nu evos aliados, y vuelve á ganar
el t erreno perdido por el pavor, haciendo una campa-
ña dirijida con prudencia y escribiendo su nombre en
una página imperecedera, CO lIJO gran soldado y hábil
estadista.
Sin embargo, en todas estas batallas ganadas por
los europeos á los americanos, casi no se ve otra cosa
que la victoria alcanzada por medio de armas científi-
cas y pericia militar, sobre masas indisciplinadas. A
pesar de que la conquist a se verificó, debido principal-
mente á las intrigas y á, la discordi a intestina de los
conquistados, derramándose la sangre á torrentes y
procediendo con un egoísmo sin precedente, no dejó
214 REVISTA HISTÓRICA.

de producir, algun bien, sustituyendo como lo hizo, á


los crueles sacrificios una religion mas apacible, y
abriendo el camino para una cultura mas elevada, en
cuyo largo curso se encuentran mezclados bienes y
males.

VA LLE DE M ÉJICO EN 1521.

De aquí en adelante, la cruz y la espada van alter-


nativamente á la vanguardia de los descubrimientos
y de la subyugacion de las provincias. Á los pocos
años se revelan los misterios del Sur; Yucatan pre-
senta sus imponentes t emplos, se rasga el velo que
',A CONQUISTA S~: EXTIENDE. 215

cu bre las regias córtes de los Quichés y los Cakchi-


queles, y Honduras lle;;a á ser el campo de batalla de
conquistadores rivales, miéntras que hácia el Norte
son atravesadas las cumbres vet eadas de plata de la
Sierra Madre, en busca de ciudades fabulosas que
atraen á los exploradores hasta los límites de U tah y
Kansas. Todavía hay mas ti erras que explorar, pero

PALACIO EN UXMAL.

nada vale su adquisicion; el soldado ent6nces se vuel-


ve agricultor y cabeza de familia, rodeándose de una
banda de dependientes y trabajadores humildes del
país, á quienes maltrata con frecuencia. E st os ti e-
nen, sin embargo, poderosos campeones en los sufridos
frailes que se dirigen por todas partes buscando vasa-
llos para la iglesia y para el rey, r eemplazando los
216 REVISTA HISTÓRICA.

templos de la idolatría con conventos y capillas, y en-


señando la sumision con cánticos y símbolos, á la vez
que dan proteccion á los oprimidos y alivio á los
que sufren.
La agricultura recibe nuevo impulso de la ciencia
europea. Se explotan las minas, y en todas partes se
levantan poblaciones protegidas por las líneas de pre-
sidios. Los caminos r eales se ven llenos de trenes
que conducen mercancías y metales preciosos, que á
su vez desarrollan un t,ráfico fl oreciente entre España
y las Antillas. Se botan al mar del Sur nuevos ba-
j eles que traen la e8peciería de las Indias, formando
para la Nueva España un rico comercio trasoceánico

EDIFICIO ANTIGU O.

Quedan ya r ealizados los sueños dorados de los pri-


meros aventureros, aunque tarde y no siempre con
el beneficio pen>o nal que se esperaba.
Méjico se ha levantado de sus ruinas para ser la
residencia de los vireyes, y mas grande que el caido
imperio. Abundan los profesores instruidos, y revo-
letean los cortesanos en torno de los representantes
de la majestad, para dar el tono tÍ una sociedad que
desde muy al principio se jacta de una educacion
universitaria local, y de las bellas artes. Los vi reyes
eran, por regla general, hombres tan buenos y hábiles
MÉJICO BAJO LOS VIRREYES. . 217

como su señor, y por lo regular tenian la expenenCIa


adquirida ~n su carrera oficial anterior; pero sobre
todo resueltos á mantener al país en estado de colonia,
tributaria servil no solo de la corona, sillo del comer-
cio y de las fábricas de la Península. Se introducen
nuevas artes é industrias, es verdad; pero solo cuando
no pugnan con las prerogativas de los españoles en la
madre patria. Quedan, en consecuencia, suprimidas
una multitud de empresas convenientes y aun necesa-
rias, siguiendo una política tan mezquina que no se

PIRAMIDE EN VER~ CRUZ.

detiene ni ante la injusticia mas palmaria. Tampoco


desea el espaüol que los naturales conozcan sus pro-
pias riquezas así como que otras nacion es conozcan el
origen de su opulencia.
Se pone una barrera de aislamiento á las colonias,
llegando hasta separarlas unas de las otr!lS y mante-
niéndolas casi ignoradas para el resto del mundo. El
período vireinal tiene pocos acontecimientos notables,
si se comparan con las escenas conmovedoras y t erri-
bles luchas de la delirante Europa.
y á pesar de eso, hay de vez en cuando algunos
218 REVISTA HISTORICA.

levantami entos de los oprimidos naturales y esclavos,


y di sputas con la siempre poderosa iglesia, que en
una ocasion se venga capitaneando á la plebe para
derrocar al representante del rey. El espionaje y la
intriga ma ntienen un constante movimiento en los
círculos oficial es, debido en gran manera al justo des-
contento de los preponderantes criollos, quienes se
indignan de la injust a preferencia que se da á los
advenedizos inm eritorios de E spaña, y prot estan contra
el pupilaj e humillante en que se les tien e. Los in-
cansables j esuitas son expulsados y la inquisicion se
hace mas severa en su vig ilancia sobre el pueblo, r e-
primi endo su inconstan cia con los t erribles espectácu-
los de las cámaras do! t orm ento, y de vez en cuando
con autos de fé que helaban la sang re de los que los
presenciaban.
Con la supresioll de la libertad de pensa miento y
accion, se r elaja t ambien el espíritu militar. Así lo
aper ciben las tribus erra ntes del N art e y toman una
actitud mas amenazant e.
L os presidios de la fro ntera sir ven ele poco, y ya
no se considera humillant e qu e los blancos aplaquen
con el tributo á los aboríge nes, intes t a n desprecia-
dos, ni qu e transen co n las bandas de piratas que in-
fest an las costas del golfo y se pasean por las playas
del Sur, descendiendo á veces sobre las puertas y ata-
cando ot ras i los ricos galeo nes.
El indolente reposo de la vida de hacienda ha
amortiguado el espíritu marcial ele los co nquist adores.
El deseo de av entura 110 ha m uerto co n todo; vi ve
todavía, y se da á co nocer en los rodeos y las corriJas
(le t oros; y hasta en el siglo di ez y och o vemos salir
expediciones hácia el Norte pa ra explorar el secreto
del E strecho, que segun se esperaba, aseguraría para
E spaña la supremacía en co mercio y posesiones t erri-
toriales.
Entrando al sig lo diez y nueve encontra remos desde
luego el período revolucionario, al que conviene dedi-
car mas at encion qu e la que hemos dado á la época de
GOBIERNO DE ITURRIGARAY. 219

los aborígenes y á la colonial, puesto que constituye


el límite entre lo viejo y lo nuevo, entre el despotis-
mo feud al del estado y de la iglesia, y la libertad in-
telectual y física del desarrollo moderno.
En el nombramiento de Don José Iturrigaray, quién
comenzó su administracion en el mes de enero de 1803,
se cometió un error lamentable por el rey, ó mas bien
dicho por Godoy, que era ent6nces el ministro favo-
rito. De una familia decente, aunque no ilustre, el
nuevo gobernante combinaba en su persona un trato
fascinador y una extremada avaricia, pasion que era
apoyada por un gran séquito de parientes hambrientos.
N otábanse en él dos vicios reprensibles, cuando uno
solo habria sielo bastante malo-la ostentacion com-
binada con la falta de honradez.
Sus primeros actos no solo revelaban la primera de
las propensiones á que hemos aludido sino que tam-
bien daban á co nocer algo de abuso de confianza, polí-
tica que siguió despu es de una manera sistemática, en
la que se comprendian la venta de oficios y privilegios,
las sociedades con fraudulentos contratistas, y la acep-
tacion de regalos y cohechos, con el mas alto desprecio
ele la justicia. Se daban recepciones y entretenimien-
tos oficiales en el palacio por su simpáti ca consorte,
con la mira de fomentar la oferta de ricos presentes;
)' él mismo quiso hacer de la capital el centro del
placer y de la disipacion, miéntras que su hijo daba
un ejemplo vergonzoso de desenfreno.
S emejante conducta no pudo ménos que apocar la
dignidad y autoridad del virey, y el descaro co n que
cometia los abusos llegó á hacer presumir que hasta
el favorito del rey participaba de las ganancias. Entre
los actos de su admini stracion no hubo ninguno que
hiciese olvidar su mal proceder.
Era la época de la invasion de los franceses en Es-
paña, y con la prolongacion de la guerra, los pedidos
de dinero y el aumento de las contribuciones hicieron
mas pesada la carga. Entre otras medidas se empleó
la del secuestro de propiedades pertenecientes á insti-
REVISTA HISTÓRICA.

tuciones caritativas, acto que lastimó la simpatía pú-


blica lo mismo que los bolsillos de ricos propietarios,
siendo muy general en esa época la costumbre de
h.ipotecar las propiedades en favor de estas institu-
ClOnes.
Se embargaron bienes cuyo valor se calculaba en
nada ménos que cuarenta y cuatro millones de pesos,
y esto afectó á todos los intereses del país, á tal gra-
do que solo se pudo realizar un tanto por cientQ del
valor de la propiedad; y aun la suma que así se obtuvo
quedó mermada al pasar por las manos del virey y de
sus paniaguados. A estas dificultades se añadió el
rompimiento con Inglaterra, y el temor consiguiente
d e una invasion y de las excursiones de los corsarios,
miéntras que en el Norte el pueblo de los Estados
U nidos come nzaba á invadir el territorio. Fué nece-
sario, por de contado, levantar tropas y adquirir dinero
para defender á la misma Nueva España, todo lo cual
produj o mucho descontento.
Entre tanto las cosas habian llegado á tal extremo
en España que Cárlos IV. creyó prudente abdicar en
favor de su hijo F ernando VII. Este cambio que de-
bia ocasionar la caida de Godoy, no pudo ser agrada-
ble á Iturrigaray. Es un hecho que manifestó tanta
indiferencia al proclal1lar al nue vo r ey, que muchos la
calificaron de traiciono
Pero despues llegó la noticia de la usurpacion del
trono por José Bonaparte ; y miéntras que la simpatía
en el ánimo de muchos sirve para fortalecer la lealtad,
el principio tan arraigado de temor y obediencia á la
iglesia y la inquisicion tiend e á neutralizar en otros
todo espíritu revolucionario causado por la introdu-
cion de las ideas francesas y la humillacion del realis-
mo, tenido hasta ahora como de derecho di vino. No
pocos, sin embargo, acariciaban sueños de independen-
cia á falta de un soherano legítimo, y proclamaban
sus miras en carteles anónimos entre los cuales habia
algunos que pedian una corona para Iturrigaray. Sin
duda le gustaba esa lisonja: pero cualesquiera que ha-
MALES DE ESPAÑA. ,221

yan sido sus deseos, le faltaba la resolucion para acau-


dillar el movimiento necesario, y prefirió aguardar y
disimular.
H asta aquí se resolvió á seguir la suerte del sobe-
ra no depuesto, especialmente de Cárlos IV., qui en re-
conociendo los esfu erzos que habia hech o para arran car
contribuciones y préstamos forzosos por un a parte, y
cediendo <1, la presion de las circunst a ncias por otra,
graciosamente habia disimulado su avaric,ia y peculado.
ItuiTigaray queria, ante t odas cosas, conservar el poder,
y se ma nifestó muy complacido de la propu esta que
hizo el ay unta mie nto de M éjico de que asumi.era el
gobiern o de Nueva E spaña para el rey legítimo, y no
lo entregara ni aun á la mi sma E spaña, m iéntras es-
tuv iera bajo el régimen ex.tranj ero. El a trevimiento
de un cuerpo de crioll os, co mo era el ayuntami ento,
de disponer del gobiern o, causó la indig nacion de la
a udi encia, y cua ndo el virey le comuni có la representa-
cion la r echazó, co mo contraria á la ley y al bien
público.
Iturrigaray se molest ó tanto que llegó hasta pro-
poner su r enun cia, sin tener la intencion de hacerla
efectiva, sino co n el úni co fin de ev itar la discusion.
S e r echazó tambien otra propuesta de formal' un CO ll-
sej o representativo en el pa ís, á pesar de qu e era g e-
neralm ente bien r ecibida, porque la audi encia conside-
raba que el proyecto invadia su a utorid ad, aun mas
que un virey independi ente.
En medio de est as dudas llegó la noticia del levan-
t amiento en E spaña contra los Franceses; y llevado
de su patriotismo, el pueblo recibió con acla macion el
oportun o pla n de poner de manifi esto S il lealtad, pro-
clamando formalmente á F ernando. Los despachos
de José B onaparte fueron quemados públicamente en
V eracruz, en medio de un tumulto. Llegaron des-
pues órdenes de dos juntas distintas establecid as en
E spaña exigiendo el reconocimiento de su legit imi-
dad. El virey declaró que en vista de que eviden-
temente reinaba la anarquía en E spaña, no se podia
222 REVISTA HISTÓRICA.

reconocer á ninguna por entónces. Resolvió luego


por sí mismo, contra los deseos de la audiencia, con-
vocar un congreso que represe ntara á los ayunta-
mient<>s del país, compuestos principalmente de crio-
llos. E sta y otras usurpaciones del poder supremo, in-
cluso el levantamiento de tropas, engendró la creencia
de qu e se proponía separarse del gobierno peninsular, y
el círculo de españoles contrario á él resolvió derrocarlo.
Gabriel de Y ermo, vizcaíno de orígen, propietario
rico, y amigo de la audiencia, fué elegido j efe de los
conspiradores, que en número de trescientos habian
tomado el nombre de Voluntarios de F ernand o
VII., pero que eran mas conocidos con el nombre de
Chaquetas, á causa del uniform e que usaban. E s-
tos ganaron á la g uardia de palacio, y en la noche del
15 de S etiembre de 1808 lograron sorprend er al vi-
rey y asegurarl o lo mismo que á su familia. A la
mañana sig uient e los oidores y otras autoridades lo
depusieron formalmente, y poco despues fu é enviado
á E spaña para penar allí parte del tiempo en la
cárcel ó baj o vigilancia, y parte en el destierro, aco-
sado por los procedimientos judiciales, y multado finai-
mente en gruesas sumas qu e se sacaban de sus bienes
secuestrados.
H echa la independencia de Méjico, la familia lo-
g ró recobrar una parte considerable de los bienes em-
bargados, alegand o que Iturrigaray ha bia sido el
primero en promover la independencia y habia caido
víctima de su celo. Sus contrarios lo creian ciert a-
mente culpable del delito de traicion ; pero no hay
prueba alg una de que haya hech o otra cosa que de-
j arse arrastrar por los planes de los criollos, emboza-
dos al principio, que se dirigian simplemente co ntra
los invasores de E spaña, aunque indudablemente ha-
brian t enido despues un designio mas radical. Con
un poco de tacto, vigilancia, y energía hubiera podi-
do frustrar el plan que se tramó contra él. E sto ha-
bría precipitado los acontecimientos, y dado principio
á la lucha de independencia años ántes.
GOBIERNO DE GARIEAY. 223

Ansiosa de mandar, la audiencia nombró por su-


cesor de Iturrigaray á P edro Garibay, brigadier re-
tirado de los reales ejércitos, octogenario acosado por
las enfermedades y la pobreza, y hombre que nunca
tu vo resolucion de carácter ni marcada habilidad. Por
el conducto de este estafermo, los oidore&. asumieron
el gobierno en nombre de F ernando, sin reconocer
formalmente á las juntas de E spaña.
Los patriotas voluntarios fu eron desba ndados, te-
miéndose que crearan dificultades; y así lo fueron
tambien las tropas levantadas por Iturrigaray, proce-
diéndose á form ar otros cuerpos en quienes se tuviera
confianza para apoyar á los nuevos gobernantes. Los
chasqueados criollos, viendo en esto un golpe que
se les asestaba, no se avenian á quedar burlados por
un puñado de empleados extranj eros. S e creia n c.o n
derecho á t ener voz en el man ejo de los asuntos políti-
cos del país, y CO Il est e fin co menzaron activamente,
aunque en secreto, á formar juntas en que las discu-
siones pronto tomaron el tono mas decidido en pro
de la indep endencia. En otras partes los emisarios
fran ceses hacian cuanto estaba á su alcance para
aumentar el disgusto, y en cada esquina, en las igle-
sias, y en las casas particulares se veian cart eles incen-
diarios y anónimos que incitaba n á la rebelion. Lle-
gar on las cosas á tal extremo que se tuv o que formarr
una comision especial para juzgar á los traidores y se
hi cieron apren siones numerosos de personas, inocen tes
alg unas de ellas; y est o solo sirvió para añadir nuevo
combustible al fuego de la illdignacion y h acer cundir
mas la deslealtad.
En el entretanto las varias juntas de España se
habian incorporado en una Junta Central, que en
Marzo de 1809 fué formalmente reconocida en la
N ueva España; mas á pesar de esto continuó la mala
administracion y con ella creció la hostilidad del pue-
blo, hasta que Yermo y sus patriotas voluntarios hi-
cieron una seria representacion á las autoridades de
224 REVISTA HISTÓRICA.

España, manifestando la necesidad que habia de que


se nombrara un virey enérgico.
Entre otras razones se tuvieron presentes, el em-
peño que tenia la hermana de Fernando de que se
nombrara á su hijo Pedro regente 6 lugar teniente
del rey; los rumores de que N apoleon intentaba man-
dar á Cárlos para que gobernase la Nueva España, des-
membrando así .la monarquía; y la presentacion de
otros pretendieñtes, entre los cuales se encontraba un
descendiente indio de Montezuma n. El resultado
de la representacion fué el relevo, en 9 de Julio
de 1809, de Garibay cuyo nombramiento nunca habia
sido confirmado, por el arzobispo Lizana y Beaumont,
hombre benigno y de alma conciliadora, y de edad
avanzada, que carecia tanto de firmeza como de pre-
vision, y era inepto del todo para semejante puesto,
especialmente en época tan borrascosa. Se entregó
enteramente á la direccion del oidor Bodega, y del
inquisidor A lfaro, quienes cegados por la vanidad y
la ambicion, se enredaron en las tramas de los que
simpatizaban con la rebelion. Guiadas torpemente por
semejantes consejeros, las medidas de Lizana tomaron
una tendencia que creó mucho disgusto entre los reali s-
tas intransigentes, lo que se le hizo saber dándole á
entender que tenian el plan de apoderarse de él ó de
asesinarlo, y el resultado fué el alejamiento y perse-
cucion de los mismos hombres qne constituian el ba-
luarte mas firme del soberano.
El resultado de semejante política no podia ser sino
desastroso para la corona. En Diciembre se urdió
un complot en Valladolid, encabezado por Oleso, ca-
pitan de la milicia, para apoderarse de los principales
empleados y proclamar la revoluciono Por la indis-
crecion de algunos de los conspiradores se descubrió
el plan, y fueron aprendidos los jefes; pero tuvieron la
fortuna de escapar con un ligero castigo, gracias á los
consejeros insidiosos del virey, quienes le aseguraron
que las medidas severas solo provocarían mayor hos-
LLEGADA DEL VIREY VENEGAS. 225

tilidad. Mas á pesar de esto los planes y principios


de los conspiradores se habian difundido ext ensamen-
te, y habia un gran número de cómplices que trabaja-
ban celosamente en la empresa.
Entretanto, el iluso Lizana concentró su at encion
en el vago rumor de que los franceses trataban de in-
vadir el país, y se preparó á la defensa con generoso
desprendimiento, añadie ndo además algunos millones
de donativos, pedidos de limosna, á los nueve que
poco ántes habia mandado Garibay. Precisamente
cuando el pueblo gustosamente cubria estas sempiter-
nas exacciones, llegó la órden de que el virey impu-
siera un préstamo de veinte millones. Esto acabó con
la paciencia de los mas adictos, quienes viendo que su
generosidad solo daba orígen á mayores extorsiones,
cerraron á su devoto gobernante sus bolsas, á la vez
que sus corazones.
Cans8.dos de los errores cometidos por Lizana, los
españoles habian procurado que se hicieran represen-
tacion es á las autoridades de la madre patria, las
cuales dieron por resultado la separacion del prelado
del gobierno, á pretesto de su mucha edad y poca salud.
L a audiencia tomó el mando provisionalmente en Mayo
de 1810; pero puso de peor condicion la causa pública,
dividiéndose en facciones, una de las cuales favorecia
la política de Lizana. En esta misma época el pue-
blo estaba atribulado por los fuertes huracanes qu e
tuvieron lugar en ámbas costas, y por el ominoso in-
cendio del altar de la vírgen de los Remedios, repre-
sent ante de la devocion española, pues la de los hijos
del país se concent raba en la vírgen de Guadalupe.
En Agosto de 1810, llegó el nuevo virey, Francisco
Javier de V enegas, t eniente general de alta r eputa-
cion por su valor y energía; pero de expresion agria y
aspecto repelente en el que se reflejaba una disposi-
cion desconfiada, á la vez que cruel. Sin embargo,
era desinteresado y t enia dignidad. Sus primeros
actos fu eron distribuir títulos y otros honores á los
r ealist as prominent es, y pedir mas dinero; ámbas me-
V I DA DE Duz.-15
REVISTA HISTÓRICA.

didas desagradaron á los criollos. Entre la.s concesio-


nes al país en general fi g uraba un extenso decreto,
en que se r econocia que las posesiones americanas no
eran ya simples colonias, sino partes integrantes de
la monarquía española, con representacion en las cór-
t es el e España.
Este cuerpo, suprimido por siglos, se habia revivido,
cuando la junta central tuvo que disolverse, en Ene-
ro de 1810, para dar lugar á una regencia, compuesta
de cinco personajes. La representacion se limitó al
principio á un diputado por cada colonia, miéntras que
E spaña tuvo treinta y seis. U n decreto posterior
anmentó el núm ero de los últimos á uno por cada cin-
cuenta mil habitantes, y los primeros á veintiseis por
t odas las colon ias juntas-vaga asignacion que redujo
el número de diputados mejicanos á siet e, trasfor-
mando así la concesion en una nueva causa de
agravlO.
Hubo bastantes provocaciones, en verdad, para lan-
zar á. los hispano-americanos casi simultáneamente á
una guerra de independencia; pero basta aquí señalar
tres de las causas principales: los celos de casta y raza,
la exc1usion de los empleos públicos, y las restriccio-
lles industriales y mercantiles, por no mencionar la
mala administracion de jueces y gobernadores, y las
exacciones de todo género.
Es de esperarse que al formarse la mezcla de una
raza blanca conquistadora con otra de t ez mas oscura
y oprimida, hayan distincion es resultantes del color
y de la posicion, las cuales tienden á producir ren-
c:::>r y desprecio; pero es raro que semejante senti-
miento naciera entre españoles coloniales y europeos.
He aludido ya á este absurdo en el presente volúmen.
La explicacion se encuentra principalmente en la se-
gunda causa, es decir la casi total exc1usion de los
criollos de los altos puestos, tanto en la iglesia como
en el estado, debida en parte á la mejor oportunidad
que tenian los peninsulares, hallándose cerca del tro-
no, para solicitarlos; pero principalmente á la disposi-
ESPAÑOLES Y CRIOLLOS. 227

cion de la corona que desconfiaba de los criollos leja-


nos y procuraba dominarlos, valiéndose de personas
mas íntimamente ligadas con la madre patria. Los
criollos sentian tanto mas esta injusticia cuando r ecor-
daban que ellos y sus antepasados habian conquistado
todo este territorio y estaban desarrollando sus vastos
r ecursos. Así fué que estas enojosas restricciones,
que estorbaban toda industria, y que en mu cha parte
impedian las relaciones comerciales, las sentian igual-
mente todas las clases.
Aunque los españoles y los criollos estaban ligados
por la sangre y por ciertos intereses para oprimir á
los indios, que eran el medio productor de la riqueza,
sin embargo las causas provocativas que hemos men-
cionado, sirvieron de vínculo entre los últimos y los
demás nacidos en el mismo suelo, y por esto los vemos
unidos en mas de una demostracion y levantamiento.
En verdad, desde los dias de Cortés se habían con-
cebido algunos proyectos de independencia, cuando
venian de España empleados arrogantes é indignos á
humillar á los conquistadores, y apoderarse de lo que
habian ganado con tantos afanes. Para hacer contra-
peso el gobierno procuró avivar la discordia entre las
razas, y crear facciones entre los d el mismo color; pero
á menudo se pasaba de la raya y suscitaba enemista-
des donde ménos le podian convenir, como en la iglesia.
Las medidas que se emplearon para reprimir el senti-
miento público aumentaban tambi en la malquerencia.
Con el influjo de los escritos políticos y morales de los
franceses á fines del siglo pasado, las ideas revolucio-
narias se difundieron mucho y con rapidez. Las guer-
ras europeas obligaron á los pueblos americanos á
contar: mas con sus propios recursos, r evelándoles así
cuan grandes eran estos.
Con unas cuantas concesiones hechas á tiempo se
habria detenido al partido de los criollos por un período
considerable, á no ser por la invasion francesa que dió á
conocer la debilidad de España é hizo desvanecer el
ambiente de ilusiones que rodeaba á sus monarcas, el
228 REVISTA HISTÓRICA.

uno destronado por un motin, y el otro por un soldado


favorecido de la fortuna. Así se presentó la oportuni-
dad, viniendo á. reagravar la situacion los peligrosos
antecedentes de la revolucion en Francia, y la inde-
pendencia de los E stados U nidos, dando mayor im-
pulso la incompetencia y mala administracion de las
juntas y autoridades españolas en Méjico.
En el caso de los E stados U nidos del Norte, los
colonos ingleses expelieron ó exterminaron á. los sal-
vajes de cuyas tierras se habian apoderado, y despues
combatieron por su independencia de la madre patria.
En Méjico, fueron los mismos naturales los que pro-
clamaron sus derechos; los descendientes de aquellos
que habian sido conquistados tres siglos ántes, se le-
vantaron contra los descendientes de sus conquistado-
res. L a independencia de Méjico t enia como base un
principio mas elevado y mas sagrado, aunque haya
sido alcanzada con ménos éxito. Los anglo-sajones
acababan de apoderarse del suelo por que peleaban ; el
de los mejicanos les habia pertenecido á. ellos y á. sus
antepasados desde ti empo inmemorial. Y el odio que
los mejicanos t enian á. los españoles estaba tan vi vo
en esta época, como el día despues del quc Cortés les
ocupó la capital.
El espíritu que animó la conspiracion de V alladolicl
se ext endió sobre una área dilatada, por est ar disemi-
nados los que la apoyaban; y en Querétaro halló mu-
chos elementos de simpatía. El corregidor Domin-
guez fué tratado tan injustamente por Iturrigaray,
que su lealtad se convirtió en resentimiento ; y con
el ejemplo de un criollo t an prominente á la vista,
habia una hueste de simpatizadores mas qu e dispuesta
á dar rienda suelta á. su desafecto. Prontamente se
puso en juego el plan revolucionario apoyado por
hombres como los capitanes de ejército Allende, Al-
dama, y Arias, los licenciados Laso y Altamirano, y
el cura Hidalgo.
Este último, á quien los acontecimientos vinieron á
hacer el caudillo, era hombre de vasta instruccion y
HIDALGO, ALLENDE, Y ALDAMA. 229

de mucha habilidad en ciertos ramos; su sagacidad


solo era inferior á su patriotismo, por lo que se le
aplicó el apodo de El Zorro. Despues de una ju-
ventud algo aturdida se ordenó de sacerdote, y vino á

HIDALGO.

ser párroco de la rica felig resía de Dolores, en Guana-


juato. P ar ece que este adelanto en su carrera hubo
de dejar satisfecha su ambicion, y que desde entónces
se dedicó á cultivar su gusto por la agricultura y al-
gunos experimentos industrial es, entregándose tam-
bien á estudios filosófi cos y científicos, que desarrolla-
r on e n él ideas liberal es y despertaron sus sentimientos
contra la tiranía de los r eyes.
Valiente y r esuelto, simpático en su presencia y
modales, y siendo á la vez sobradamente generoso y
benévolo, era un favorito de todos los círculos que
frecuentaba, particularmente entre sus numerosos feli-
greses iudígenas. En cuanto á Allende y Aldama
ámbos era n valientes y enérgicos, y tenian influenci a..
230 REVISTA HISTÓRICA.

El plan de los revolucionarios era apoderarse de los


españoles y empleados principales en las poblaciones
de importancia, y proclamar su independencia de Es-
paña, formando un gobierno compuesto de un senado
de representantes de todas las provincias, que debia
gobernar en nombre de Fernando VII. Allende de-
bia organizar fuerzas con el carácter de generalísimo,

I GNACIO DE ALLENDE.

dedicánd~)se Hidalgo, entre los otros, especialmente á


ganarse el clero y los indios. El plan se estuvo ma-
durando por medio año, y se fijó el ? de Diciembre de
1810 para el levantamiento, debiendo verificarse este
en San Juan de los Lagos, á donde concurria gente
de todas partes del país á la feria anual que allí tenia
lugar.
Pero el gobierno tuvo noticia de lo que pasaba en
Guanajuato, y Arias traicionó á sus compañeros. Mas
como las medidas que se adoptarpn no fueron muy enér-
EL GRITO DE DOLORES. 231

glCas, los r evolucionarios recibieron aviso de ellas


oportunamente. La perspicacia de la esposa del cor-
regidor Dominguez, y la prontitud con que avisó á los
r evolucionarios les valió mucho á estos, haciéndola
famosa en la historia. Comprendiendo t oda la grave-
dad del caso, All ende se apresuró á unirse con Hidalgo
lo que se verificó la noche del 15 de Setiembre. El
cura t omó inmediatamente su r esolucion. El dia
siguient e era domingo. L evantándose de la cama,
salió acompañado de otros nueve á arrestar á los prin-
cipales españoles de Dolores, y puso en libertad á los
presos; mandó en seguida tocar la cam pana para llamar
á misa. Como era mas t emprano que de ordinario esto
alarmó á los felig r eses, quienes se r eunieron en número
de seiscientos. El cura entón ces les elij o que los es-
paiíoles estaba n á punto de entregar el país á los
franceses, lo que daría por r esultado el ext erminio de
la r eli g:on .Y la desolacion de sus h ogares. "i Quereis
ser esclavos?" les g ritó desde el púlpito, "¿ó levanta-
ros en"defensa de vuestra fé .Y de vuestros derechos?"
"Viva nu estra S eñora de Guadalupe, muera el mal
gobierno, mu eran los gachupines !" fu é la respuesta.
"Vi va pues!" cont estó Hidalgo. " D e h oy en ade-
lante \10 soy ya vuestro cura, sino vuestro caudillo
que os conducirá á la batalla!" Quedó pues lanzado
el g rito de Dolor es, y así tuvo su cuna en una pequeña
poblacion ele indíge nas la ind ependencia de una gran
nacion. E st e grito de Dolores fué despues la consigna
de los insurgentes.
Allende quiso dar alguna organizacion militar á esta
partida, siempre creciente, y organizó en caballería á
los past ores, miéntras que Hidalgo hacia diligencia para
procurar armas. S e consig uieron pocas armas de fu ego
y hubo que confiar principalmente en las lanzas, hondas,
arcos, é instrumentos de labranza; pero el cura t enia
confianza en el número imponent e de su séquito.
El mismo dia 16 de S etiembre de 1810 salieron los
insurgent es con direceian tí las importantes poblacio-
nes de San Miguel y Celaya, las que se rindieron sill
232 REVISTA HISTÓRICA.

resistencia. Emplearon cinco dias en esta marcha,


durante los cuales la turba desordenada de cuatro mil
que salió de Dolores, se habia quintuplicado, atraídos
los indios por la inspiradora bandera de la vírgen de
Guadalupe que desde entónces fué la patrona de la

PROVINCIA DE GUANAJUATO .

causa, y tambien por la esperanza del saqueo en el


que se les daba rienda suelta. Hidalgo fué proclama-
do capitan general de América, y Allende, que volun-
tariamente habia cedido á su influencia superior, fué
hecho por él t eniente general, dá.ndose otra multitud
de nombramientos, entre los que descollaron los de
Aldama y Abasolo.
Temiendo que Querétaro tuviera una guarnicion
demasiado fuerte, Hidalgo marchó sobre Guanajuato,
la poblacion minera mas rica de Nueva España á. don-
de llevó cuarenta mil hombres, incluso un buen nú-
cleo de tropa de línea. Intimidado por el avance
irresistible de los insurgentes, el intendente Riaño
LA ALHÓNDIGA DE GRANADITAS. 233

mandó pedir auxilio al brigadier Calleja, comandante


de S an Luis Potosí, y se propuso aguardarlos en la
alhóndiga de Granaditas, granero construido á guisa
de fortaleza que desde entónces se hizo no ménos
famoso en la historia de M éjico que la bastilla de Pa-
ris en la de Francia.

ALHÓNDIGA DE GRANADlTAS.

Riaño salió de aquí con cosa de cinco millones de


pesos y cerca de seiscient os h ombres de tropa y
europeos armados, ademas de algunos dispersos, de-
jando la ciudad y sus habitantes, en número de set enta
mil almas, abandonados á sus propios r ecursos. En
consecuencia r ecibieron á los insurgentes pasivamente,
ó con los brazos abiertos, y muchos se uni er~ n á sus
filas. En la alhóndiga hubo una r esistencia desespera-
da peleando con valor la tropa y los ciudadanos; pero
la ventaja de las alturas inmediatas, el núm ero predo-
minante, y el entusiasmo fanático dieron la victoria á
los insurgentes, y se abrieron las puertas á viva fuerza.
Convencidos de que no podian esperar misericordia de
los indígenas enfurecioos, los sitiados se batieron á lo
desesperado yendiendo caras sus vidas. L a mayor
parte fu é pasada á cuchillo, pero sus adversarios sufri-
eron la pérdida de mas de dos mil h ombres. Siguió
234 REVISTA HISTÓRICA.

á eso el pillaje, tomando parte la plebe de la ciudad :


esta quedó en un est ado verdaderamente lamentable.
Entónces se llegó á comprender bien en todas partes
la realidad de la insurreccion, y cuan g rave era el es-
tado de las cosas en vista del desafecto del ej ército. El
virey tomó las medidas mas enérg icas para contrape-
sar el movimiento. Se mandaron tropas á Querét aro
llamando otras á M éjico; se puso á precio las cabezas
de los principales j efes ; se aplacó á los indios exho-
nerándolos del tributo; pero el golpe mas fuerte lo dió
la iglesia, que con sus anat emas y excomuniones logró
que muchos se separaran de la causa. Hidalgo con-
t estó refutando la acusacion de herej e que se le habia
hecho, y pintando con los coloridos mas vivos los
motivos y fines de la revolu;::ion. T ambien abolió el
tributo, r estituyó muchas t ierras á los indios, y pro-
clamó la libertad de los esclavos.
Se propuso en seguida aumentar s us triunfos mar-
chando sobre Michoacan, region muy poblada aunque
poco defendida, y el 15 de Octubre entró sin resist encia
en V alladolid á la cabeza de sesent a mil hombres. El
diocesano se habia fu gado con los principales españoles
y su sucesor obsequiosamente levantó las t erribles ex-
comuniones fulminadas contra los insurgentes, con lo
cual quedó muy debilitado el efecto de ellas en lo su-
cesivo. Sabiendo los movimientos de las tropas rea-
list as, Hidalgo resolvió marchar sobre Méjico ántes
que se le interrumpiera. Con una fuerza que ya
constab~ de ochenta mil h ombres, y una artillería de
difícil manejo, el generalísimo, como se le ll amaba en-
tónces, se dirigió hácia el este y el 30 de Octubre se
encontraba á unas cuantas leguas de la capital. Aquí
en el monte de las Cruces el t eniente coronel Trujillo
le disputó el paso con tres mil hombres bien discipli-
nados.
D espues de una batalla reñida los españoles queda-
ron derrotados; pero emplearon sus cañones con tanta
certería que los indios, hasta entónces poco hechos á la
guerra, quedaron at errorizados al ver lo que les habia
LAS CRUCES Y ACULCO. 235

costado la victoria. Hidalgo tambien se impresionó,


perm aneciendo tres dias en la inaccion casi á la vista
de la capital, y al fin ordenó la r etirada. L a gente
de la capital confundida por la derrot a de l as fu erzas

PLAN D E L AS CRUCES.

de Trujillo, y esperando por momentos ser at acada la


plaza, atribuyó su sal vacion á la milag rosa interposi-
cion de la vírgen de los Remedios, en cuya mano el
virey con gran pompa colocó su bast on de capitan
general, co n la mira de restablecer alg un a confia nza
en medio de la co nst ernacion general que r einaba.
L a r etirada de M éjico completamente enfrió al
ej ército de Hidalgo, que en s u mayor parte se mante-
nia con la esperanza del saqueo. Allende y otros
j efes t am bien se disgust aron, y ántes de llegar á los
límites de Querét aro, su punto objetivo, la fuerza se
vió r educida á la mitad. Hubo de aco ntecer que el
brigadier Callej a, tras de un a mar cha vict oriosa desde
San Luis P ot osí, pasando por Guanajuat o, venia por
el mismo camino con una fu erza de como siet e mil
hombres en a uxilio de la capital. L os dos ej ér citos
inadvertidamente se encontrar on en A culco, el 6 de
N oviembre. Las tropas bien disciplinadas de Callej a
causar on t ales estragos con su artillería, que hicieron
236 REVISTA HISTÓRICA.

recordar á los insurgentes todos los horrores del mon-


te de las Cruces; y ya se preparaban á continuar sus
fu egos cuando los insurgentes voltearon las espaldas
y huyeron, dejando á Calleja dueño del campo á costa
de una sola vida. La persecucion no fué otra cosa
que una carnicería. Hidalgo y Allende se separaron
huyendo á Valladolid y Celaya respectivamente, lle-
vando cada uno consigo un mero puñado de hombres.
En el primer arranque de r egocijo el virey creyó
que la rebelion estaba aniquilada; pero bien pronto
recibió un cruel desengaño. El grito de Dolores ha-
bia tocado una fibra delicada en corazones por largo
tiempo anhelosos; y los primeros aterradores triunfos
de los partidarios de Hidalgo junto con el botin que
habian alcanzado, animó á no pocos de otra clase á
unírseles. Se levantaban partidas de insurgentes en
todas partes limitándose unas á saquear, y otras á hos-
tilizar al enemigo por el sistema de guerrillas. En el
Sur el cura Morelos inauguraba su gloriosa carrera,
y mas al Norte, toda la ext ension, desde San Luis
Potosí rumbo al poniente hasta el mar, estaba á los
dos meses plagada de insurgentes. En Nueva Gali-
cia Torres y el cura Mercado se distinguieron sobre
los demás por sus proezas y disciplina, y ocuparon á
Guadalajara y San BIas, desvaneciéndose las numero-
sas fuerzas r ealistas como la niebla, ante el sol naciente
de la independencia. Zacatecas sali6 al frente con
unanimidad, tomando la parte directiva del movimi-
ento. Iriarte, hombre sin principios que se titulaba
teniente general, se apoderó de Aguascalientes y
Zacatecas. Apénas habia salido Calleja de San Luis
. Potosí, cuandQ el fraile H errera formó un plan atre-
vido para apoderarse de la ciudad, plan que llevó á
efecto con maestría y órden admirables. Poco des-
pues llegó Iriarte y á traicion puso preso á Herrera
saqueando su fuerza la poblacion.
Allende despues de haberse separado de Hidalgo se
dirigió apresuradamente á Guanajuato, donde levan-
t6 como unos cuarenta mil hombres para defender esa
GOBIERNO INDEPENDIENTE. 237

importante ciudad. Pero Calleja volvió á derrotarlo,


vengándose t erriblemente por la matanza que perpe-
traron los prófugos insurgentes en la multitud de pri-
sioneros espaI'íoles que t enían en la alhóndiga. El

BATALLA D EL PUE:<TE DE CALD ERO:<.

victorioso j efe se encaminó entónces á Guadalajara,


dond e Hidalgo se sost enia de una manera triunfa nte.
El caudillo revolucionan o habia constituido un go-
bierno independiente, á semejanza del de los españo-
les, con dos ministros, uno de los cuales era Ra'yon,
que despues se hizo célebre, t omando para sí el
título de alteza, .Y expidió una proclama liberal que
circuló profusamente en el periódico que defendia la
causa.
Al acercarse Calleja, con ayuda de Allende levantó
una fu erza de mas de cien mil hombres, de los cuales
233 REVISTA HISTÓRICA.

una parte considerable era caballería, con cerca de


cien cañones, y salió al encuentro del enemigo. En
el puente de Calderon tuvo lugar un combate reñido
el 16 de Enero de 1811, en el que los realistas, mejor
organizados y con j efes mas peritos, causaron á los
insurgentes la derrota mas completa que hasta entón-
ces habían experimentado, y que destruyó del todo los
planes de Hidalgo. Este quedó prácticamente rele-
vado de toda autoridad por Allende y sus compañeros
de armas; pero pocos aprovecharon el cambio, pues se
vieron en la necesidad de buscar la frontera de los
Estados U nidos para salvarse. En la travesía fueron
objeto de la traicion del teniente coronel Elizondo,
quien los entregó á los realistas en la noria de Acati-
ta de Bajan, en Coahuila, y conducidos á Chihuahua,
en donde despues de habérseles formado causa fueron
fusilados á pocos meses. Cualesquiera que hayan
sido sus errores, Hidalgo tiene incuestionablemente
el mérito de haber dado el primer impulso efectivo á
la lucha cuyo térmíno fué la independencia; y la pa-
tria agradecida hace bien en recordarle como padre de
ella, celebrando el dia 16 de Setiembre el natalicio de
la nacion.
La fuerza de la revolucion quedó así quebrantada á
pesar de que la sostenian todavía numerosas guerrillas.
Rayon, viendo la necesidad de la union, y aspirando
á ser el j efe, organizó en Setiembre un consejo de go-
bierno en el pueblo de Zitácuaro, el cual procuró
aumentar su influencia reconociendo á F ernando,
pero manteniendo siempre la separacion de España.
Entre tanto el cura José María Morelos, antiguo dis-
cípulo de Hidalgo, habia efectuado en Michoacan con
suma pericia y feliz éxito una serie de r..::ovimientos,
Apoyado por el cura Matamoros y los Bravos, á prin-
cipios de 1812 penetró al valle de Méjico, pasando
cerca de la capital. Calleja lo atacó en Cuautla espe-
rando dispersar su fuerza como lo habia hecho con la
de Hidalgo en Guadalajara; pero Morelos se sostuvo
bizarramente por varios meses rechazando todos los
MORELOS y RAYON. 239

ataques de las fuerzas realistas. Mas el hambre obli-


gó á Morelos á abrirse camino rompiendo el cerco, lo
que logró de noche sin que lo apercibiera Calleja,
quien, fuertemente irritado por el fracaso de esta cam-

IGNACIO RAYO N .

paña, impuso t erribles castigos á la ya indefensa po-


blacion por haber abrigado á r ebeldes.
Morelos reunió sus fuerzas diseminadas y se apo-
deró otra vez de todo el t erritorio que media desde
Chilapa hasta la garita de Acapulco. Se dirijió en-
tón ces á Puebla y Veracruz, co nsiguió r ecursos de las
minas de Pachuca; alcanzó ventajas en Orizaba, y
volvióse á Oajaca con sus fuerzas aumentadas, soste-
niéndose con los recursos de esta rica provincia. Gas-
tó cinco meses en el sitio de Acapulco, que se le rin-
dió el19 de Agosto de 1813.
H ácia esta época reemplazó al consejo de gobierno
de los revolucionarios un congreso de representantes,
que asumiendo en Chilpancingo la soberanía, declaró
que el país quedaba independiente de E spaña, y confi-
240 REV:;:STA HISTÓRICA.

PROVINCIA DE TECP1-N- LUGAR DE LA PRIlIIERA CAlII PA ilA DE MO • . ;LOS.

rió el supremo mando militar á, Morelos, co n el título


de generalísimo.
En seguida se emprendió el movi-
miento á, Michoacan para el cual
Morelos levan tó cinco mil hombres,
fu erza disciplinada la mas numerosa
qVe hasta entónces habia t enido su
partido. En V alladolid tuvo un en-
cuentro con Llano é Iturbide, que
debido á, cierta mala inteligencia en-
tre sus mismas tropas, dió por resul-
t ado una completa derrota. De aquí
SELLO D EL CONGRESO. en adelante tod0 fu é una serie de
desastres; Oajaca y Acapulco caye-
ron en poder del gobierno, el cong reso de Chilpancin-
go tuvo que huir; Matamoros y Miguel Bravo fueron
aprehendidos y pasados por las armas, como lo fué
tambien el mismo Morelos cerca de T esmaluca cuan-
do se ocupaba de cubrir la r etirada del congreso. Un
mes despues, el 22 d e Diciembre de 1815, el mas há,-
bil de los jefes fué fusilad o, y con él desaparecieron
las mejores esperanzas de los insurgentes. La diso-
lucion del congreso por Teran solo sirvi.ó para desu-
DESASTRES DE LOS PATRIOTAS. 241

nirlos mas, y todas sus operaciones desde entónees se


redujeron á los ataques insignificantes de las guerri-

JosÉ MARÍA MORELOS.

llas diseminadas en un a vasta ext ension de t erritorio,


sost eniéndose T eran en Tehuacan, G uerrero en la
regíon que mas t arde d ebia ll evar su n ombre, R a-
yon y Bravo en Michoacan, Torres en el bajío de
Guanajuato, y Victoria en Veracruz.
E ste r esultado se deb ió en gran parte á las enérgi-
eas medidas dictadas por Calleja, quien desde 1813
habia estado gobernando como "irey, en sustitucioll
de Venegas, á, cuya indecision se atribuía la prolonga-
cion de la gu erra ci vil, y que se h abia g ra ngeado el
odio del clero. No puede decirse que ell1ombrarnien-
YlD.-\. VE I>IAz. - I G
REVISTA HISTÓRICA.

to de Calleja hubiera agradado á ninguno de los par-


tidos, si exceptuamos á los comerciantes y propietarios
espaí'ioles, quienes suspiraban por la supresion de los
insurgentes á toda costa. La severidad de su celo en
cumplimiento de su cometido, y su indiferencia por el
país se hicieron sentir por todas las clases, y su cruel-
dad con los insurgentes le hizo detestar de estos.
P or estos motivos vino á r elevarle en 1816 el circuns-
pecto Juan Ruiz de Apodaca que acababa de ser
capitan gen eral de Cuba.
Para mantener á raya la insurreccion, Apodaca no
tuvo mas que continuar las disposiciones de su ante-
cesor ; y t an bien supo hacerlo, que Teran y otros
j efes tuvieron que r endirse, y ya en Mayo de 1817 las
operaciones militares estaban r ealmente limitadas á
un pequeño circúito, que comprendia parte de Mi-
ch oacan y Guanajuato. Precisamente entónces apa-
reció en la esce na Francisco Javier Mina, j efe de
g uerrilla de E spaña , quien con una partida de tres-
cientos extranj eros procedentes en su mayor parte de
los E stados Unidos, desembarcó e n Soto la Marina y
penetró á Guanajuato con el fin de unirse á los insur-
gentes.
U na serie (le aCClOnes brillantes, aunque sm r esulta-
do definitivo, solo sirvieron para causar la admiracion
de t odos, y seis meses mas tarde fu é apreh endido y fu-
silado. A poco cayeron Bravo, Rayon, y otros, y ya
en la primavera siguiente solo dos j efes de nota,
Guerrero y Vi ctoria , mantenian una débil resistencia
8n el sur y Veracruz respectivamente. Hasta este
último tu~ o al fin que ocultarse, y solo Guerrero con-
tinuó defendiendo la causa en los dos años siguientes
por medio de operaciones atrevidas, aun cuando no
fuese n en g rande escala.
Era Guerrero dig no sucesor de Hidalgo y Morelos;
h ombre de corazon noble, y aunque sin letras y des-
cendiente de campesinos indígenas, era hasta cierto
punto el campean mas típico en la lucha contra los
opresores españoles.
CONSTlTUCION DE 1812. 243

A pesar de que la revolucion, prácticamente ha-


blando, habia sido sofocada por el vigilante gobierno,
que t enia á su disposicion cerca de cien mil hombres
bien disciplinados y acantonados convenientemente,

VICENTE GUERRERO.

no por eso h abia muerto el espíritu de la libertad en


cl pueblo, nutrido por la nobleza de su causa, los ras-
gos h eróicos y las hazailas de la larga serie de sus
corifeos, y tambien por las medidas opresoras del go-
bierno. S olo faltaban un j efe de influencia y unos
cuantos golpes afortunados, para que la llama se
encendiera de nuevo. En 18 12 el pa rtido liberal
d e E spaña, impelido por influencias masón icas, habia
logrado alcanzar pam el país una constitucion, qu e in-
vestia á las córtes r epresentativas co n poderes a lgo
mas amplios que los que h ast a entónces habia t enido
el casi absoluto soberano. Se ig ualaron las contribu-
ciones, creándose t ambi en la milicia, y concediéndose
libertad á la prensa. Un rasgo caract erístico de esta
carta fué la r educcioll de las córt.es á una sola cáma-
ra, quedando así la iglesia y la. nobleza desposeidas del
inmenso poder que ellas solas habian disfrutado con
244 REVISTA HISTÓRICA.

el rey; y además, la igualdad en las contribuciones y


otras medidas de ese género venian á ser una amenaza
á las rentas del clero. Las colonias, como partes in-
tegrantes de la corona, adquirieron mayores concesio-
nes. Apénas se habia promulgado esta constitucion
en Méjico cuando el gobierno creyó conveniente sus-
penderla, siendo tambien abolida en España un poco
mas tarde. En 1820 se restableció en España á con-
secuencia de una revolucion militar, y así mismo se
hizo en Nueva España.
Los blancos se oponian á la concesion de derechos
políticos á los indios, quienes en nada los apreciaban;
esas concesiones se consideraron del todo inadecua-
das, á la vez que el clero, tomando una actitud verda-
deramente hostil á causa del golpe que se les asesta-
ba, trató de excitar al pueblo supersticioso haciéndole
creer que la r eligion peligraba. Todavía mas; tramó
una conspiracion para derrocar la carta, é indujo á
Iturbide, uno de los jefes mas distinguidos del ejér-
cito r ealista, á encabezar el movimiento. Siendo
Iturbide criollo, pues habia nacido en Valladolid en
. 1783, no podría ménos, á pesar de todo su celo por el
rey, de abrigar ideas en favor de su mismo país.
Estas ideas se le habian fortalecido con la enemis-
tad que le hizo quitar el mando de la division del
ejército del Norte, en 1814. Desde entónces se ha-
bía retirado á sus posesiones, pulsando perfecta-
mente los sentimientos del pueblo y la tendencia de
la época.
Tanto el clero como los principales españoles sim-
patizaban por supuesto con el oprimido Fernando, ba-
jo cuyo cetro habian gozado de beneficios preeminen-
tes. Para la mayoría de las masas la majestad del
soberano era todavía imponente. Resolvieron por esto
los conspiradores separarse absolutamente de España y
de su radicalismo para formar una monarquía, pero con
Fernando 6 algun miembro de su casa en el trono.
Con el auxilio de amigos poderosos Iturbide logró
que le diesen el mando del ejército del Sur, y no halló
PLAN DE IGUALA. 245

dificultad alguna para decidir á los oficiales y tropa á


secundar el proyecto; pues que unos y otros estaban
disgustados por la r educcion de sus pagas, y por la
poca cordura con que se habian prodigado empleos
militares á ex-jefes insurgentes. Así es que el 24
de :F ebrero de 1821 fué proclamado el plan de Iguala
por el ejército que entón ces se llamó de las Tres Ga-
rantías, en alusion á los tres principios cardinales del
plan: el mantenimiento de la r elig ion católica romana
con exclusion de cualqui era otra, conservando todos
sus fueros al clero; la independencia bajo una monar-
quía limitada; y la íntima union entre europeos y
a mericanos, con ig uales derech os á los ciudada nos y á
los empleados públicos.
Iturbide entró luego en un co nvenio con Guerrero,
quien t enia tanta influencia y fu erza que no se le pudo
desconocer ; y á pesar de que no estaba de acuerdo con
muchos puntos del plan, prevaleeió en el ánimo de ese
noble y desprendido h éroe la idea de independencia,
como prevaleció tambien en casi t odo el país. Los
antiguos j efes insurgentes comenzaron á levantarse
en todas partes para dar direccion al movimiento po-
pular ; y la circunstancia de haberse apoderado oportu-
nanlente Iturbide de cuantiosos caudales, le facilitó
el modo de impulsarlo. Las vacilaciones del virey
que- dieron orígen á muchas dudas acerca de la since-
ridad de su proceder, impidió que se dictaran prontas
medidas represivas, y su destitucion por sus mismos
oficiales, poco despues, no tuvo otro efect o que debili-
tar al gob ierno. Cuando á principios d e Julio llegó
el nuevo gobernan t e que lo era Don Juan O'Donojú,
con solo los títulos de Jefe P olítico y Capitan General,
de acuerdo con la Consti tucion de 1820, el país estaba
perdido para E spai'ía, y solo trató él de salvarlo para su
r ey por el tratado de Córdoba, en el cual, sin embargo,
Iturbide insertó Gna cláusula dando al cong r eso meji-
cano el derecho de elegir á cualquiera persona para el
trono, en caso de que los príncipes españoles lo r ehu-
saren. Se estableci6 una regencia primero de tres, y
246 REVISTA HISTÓRICA.

mas tarde de cinco personas, dominadas todas por


Iturbide, quien obtuvo el título de Generalísimo y de
Alteza.
España rechazó el tratado. Tres partidos empeza-
l'on entónces á conspirar para constituir el gobierno.
U no queria la república, otro un príncipe real, y el
tercero trabajaba por 1 turbide. Con el apoyo de un
clero poderoso y de un ejército y populacho deslumbra-
dos por su bien estudiado desprendimiento, Iturbide

AGUSTIN DE IT URBIDE.

tuvo poca dificultad en conseguir que el congreso con-


firmara el grito popular, fraguado el 18 de Mayo de
1822, y le eligiese emperador de la monarquía mejica-
na, que habia,de ser moderada, constitucional, y heredi-
taria, y ayudada por un consejo de trece que el gobier-
no elegiría de entre los presentados por el congreso.
Hasta aquí no puede condenarse seriamente su am-
bicion; sabia bien qu e el país no estaba preparado
ITURBIDE EMPERADOR. 247

para el rég imen r epublicano popular, y puesto que la


monarquía parecia ser la mejor forma, ¿porqué no ha-
bia de llamarse á un hij o del país que habia merecido
bien de su patria y con la cual estaba identificado, ,i
ser el jefe del gobierno, con preferencia á un príncipe
extranj ero? Era lllas á propósito un soberano para
unir á los partidos contrincantes y conducirlos por el
sendero del progreso, hasta que hubieran adquirido
confianza y experiencia. Es cosa sing ular que el re-
nacimiento del illlperio de Montezuma con su ág uila
y nopal simbólicos, al fin de tres siglos de opresion, se
debiese á hombres que eran casi todos de pura des-
cendencia española, para quienes, sin embargo, la con-
cesion de iguales derechos á los indígenas y la aboliciotl
de las distin ciones de casta eran cuestiones de pura
necesidad. La religion fué el manto con que Cortés
impuso el yugo; el mismo disfraz sirvió para derrocar-
lo, y ahora quiso Iturbide valerse del mismo recurso
para impone r otro nuevo.
Cegado por la fortuna se propuso tener mayor a uto-
ridad, y cualldo se lo resistió el co ngreso, con su innata
impetuosidad y la impaciencia que le causaba toda
contradiccion, hizo arrestar á los diputados que le
estorbaban, y el 30 de Octubre de 1822 Jisol"ió
aquella corporacion, reemplazándola con un co nsej o
creado por él mismo. Obraba en esto con los instin-
tos de soldado, mas bien qu e como h ombre de estado.
Al paso que reconocia los derechos del cuerpo repre-
se ntativo, preveia el peligro de la desunion que ya
asomaba en la asamblea, y se r esolvió á suprimirla á lo
militar, en vez de emplear medidas dipl omáticas .r le-
gales. S u proceder no carecia ent eramente de patrio-
tismo, pero sus co ntrarios lo consideraron como un
acto despótico Y. egoista, y los republi canos se apro-
vecharon de él para fortal ecer su partido. Los anti-
guos j efes insurgentes comenzaron á conspirar. San-
ta Anna, gobernador de V eracruz, no obstante, fué
quien tomó la iniciativa eO Il la cooperacion de Echá-
varri, jefe de confianza de Iturbide, y con el consejo
248 REVIST A HISTÚRICA.

del patriota caudillo Guadalupe Victoria, que no se


habia adherido á ningun plan de monarquía. La re-
volucion cundió rápidamente, y ello de Febrero de
1823 el plan' de Casamata prometió que la representa-
cion nacional sería sostenida. Dos meses despues
Iturbide vió la necesidad de abdicar, y se le permitió
salir del país con su familia dándosele una pension
liberal. Estimulado con falsas esperanzas volvió se-
cretamente al ai'ío, para animar á sus partidarios á que
trabajasen en su favor, pero fué preso y pasado por
las armas el 19 de Julio en Padilla. Si se hubiera
aguardado un poco mas hasta que la anarquía se de-
sarrollara en toda su plenitud, la nacion misma tal vez
le habría llamado á sal var el país, como lo hizo mas de
una vez co n Santa Arma. El pueblo ciertamente sin-
tió su prematuro fin, aunque no fué enteramente in-
merecido. Su espíritu arrojado, y los servicios que
prestó en favor de la independencia han enaltecido su
memoria en los corazones de sus compatriotas; y aun-
que mas tarde el espíritu de clases y de partido dió á.
los jefes insurgentes mas antiguos los puestos mas pro-
minentes, no puede privársele de la categoría que le
corresponde por haber sido al fin el que libertó á su
pueblo del vasallaje colonial.
CAPÍTULO XII.
REVISTA HISTÓRICA-PERÍODO REPUBLICANO HASTA 1857.
POLÍTICA REPUBLICANA-CENTRALISTAS y FEDERALISTAS-EL NUEVO CON·
GRESO-VICTORIA y BRAVO-MÉJICO y LOS ESTADOS U NIDOS DEL NOR·
TE-CONSTITUCION DE 1824- EL C LERO - EFECTOS DEL IMPERIO DE
ITURBIDE - I NVASION DE LOS E SPAÑ OLES - ASCENDIENTE DE SANTA
AN NA-ACTIT UD DEL ~LERO-SEGREGACION DE TEJAS-EL PARTIDO
LIBERAL-G UERRA CON LOS ESTADOS UNIDOS-PÉRDIDA GRANDE DE
TERRITORIo--PEÑA y PEÑA AL FRENTE DE LOS NEGOCIOS-HER.RERA
COMO PRESIDENTE-ALAMAN - COMONFORT -REVOLUCION. HOMBRES y
MEDIDA S-DESPOTA DE ÚLTIMA HORA-ÁLVAREZ-Es TATUTO ORGÁNI·
CO PROVISIONAL-RESTRICCIONE8 CLERICALES.

El imperio de Iturbide no fué realmente mas que


una transicion del aislamiento colonial á la indepen-
dencia; desde su caida datan la era republicana y la
realizacion de las grandiosas aspiraciones de Hidalgo,
Morelos, y otros héroes de la larga lucha, basadas no
solamente sobre principios políticos, sino tambien so-
bre cuestiones de raza.
Estas por el pronto quedaron rezagadas, sobrepo-
niéndose á ellas la mas urgente cuestion del mando.
Los republicanos se dividieron en dos partidos, cen-
tralistas y fed eralistas; los primeros, que clamaban
por la forma central de gobierno, comprendian á los
masones de influencia, y á, los borbones, designacion
que se aplicaba tambien á todo el partido. Los fe-
deralistas que se inclinaban á una forma de gobierno
calcada sobre la de los Estados U nidos, contaban con
el apoyo de los iturbidistas, no porque estos les profe-
saran simpatía, sino por odio al otro partido, y en sus
filas militaban tambien los antiguos insurgentes. Án-
(249 )
REVISTA HI;>TÓlUCA.

t es de que se declarara bien marcadamente esta des-


membracion, el congreso que se habia vuelto á reunir,
instaló con el carácter de poder ejecutivo, un triun-
virato compuesto de Victoria, Bravo, y Negrete que
como j efe de fu erzas revolucionarias infundia á la vez
temor y respeto. El último nombrado era español do
orígen, por cuya razon fué reemplazado á poco por el
patriota Guerrero. Á medida que tomaba creces el
espíritu de partido eran mas numerosos los pronun-
ciamientos, t eniendo tanto al gobierno como al ejérci.
to en constante actividad; eran las sombras precurso·
ras de las sangrientas escenas que llenan los anales
del siguiente medio siglo.
Se instaló despues otro congr~o en el que prepon-
deraba el elemento federal, g racias al marcado provin-
cialismo del país; y el 4 de Octubre de 1824 se pro-
mulgó la primera constitucion de la república, siendo
electos Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo, presi-
dente y vice presidente respectivamente.

GUADALUPE VICTURIA.

Victoria, originario de Durango y cuyo verdadero


nombre era Juan F élix F ernandez, ocupa un lugar
VICTORIA Y BRAVO. 251

distinguido entre los caudillos mejicanos por su amor


intransigente á la libertad, manifestado en el destierro
t errible que sufrió en las montañas, durante las h oras
sombl'Ías de la lucha de la insurreccion, y su t enaz
oposicion á las miras de Iturbide. Igualmente des-
cuella su car áct er puro, desprendido, sin afectacion de
ningun género, y lleno de amabilidad; y si su admi-
nistracion r evela falta de firm eza. decision, y talento,

NICOLAs BRAVO.

debe atribuirse en gran parte á la novedad de su


posicion y á la intensidad del espírit u de partido, que
h asta est os últimos tiempos h a frustrado todos los es-
fuerzos de los verdader os patriot as, y h a sido la causa
de t odos los disturbios de est e desgraciado país. Con-
t ando con partidarios en el cong reso, en las legislatu-
r as, y en el ej ér cito, los r evolucionarios llegaban á ad-
quirir á menudo t al fuer za que no podian luch ar con-
trl'l, ella las supremas a utoridades. L as concesiones
solp r evelaba n y mante nian la debilidad de la admi-
nistracion, despertand o la ambicion de partidarios
252 REVISTA HISTORICA.

todavía hambrientos ó de rivales vencidos. Gobierno


tras de gobierno era derrocado con la distribucion
consiguiente de los despojos al vencedor, y aun la ley
orgánica sufria alteraciones para satisfacer la sed de
mando.
Es interesante estudiar la diferencia en algunas de
las condiciones mercantiles y sociales de las dos repú-
blicas, en los primeros añús que siguieron inmediata-
mente á sus respectivas épocas revolucionarias Mién-
tras que el comercio de los Estados U nidos se aniquiló
durante la guerra, el de Méjico se aumentó. Los
Estados U nidos nunca redimieron su papel moneda,
miéntras que Méjico pagó todas sus deudas en metá-
lico; por falta de mercado la produccion de los Estados
U nidos quedó reducida tÍ casi nada, á la vez que en
Méjico, á pesar de que dejaron de producir las minas,
las exportaciones eran casi iguales á las de ántes de la
guerra. Las comodidades domésticas disminuyeron
mucho en los E stados U nidos, em peorándose notable-
mente la condicion de las casas, del mueblaje, y del
vestido; en Méjico mejoraron todas estas cosas.
Pero este aspecto cambió muy pronto. La prospe-
ridad vino de una manera segura, aunque lenta, á la
confederacion del Norte; miéntras que los Estados
Unidos de Méjico tuvieron que sufrir pruebas y hu-
millaciones-resultado que se debió en gran parte á
la tendencia de quer er plantear las ideas europeas re-
lativas á forma de gobierno, con preferencia al sistema
ménos dispendioso de sus vecinos del Norte. Por
fortuna para las colonias inglesas, eran de·masiado po-
bres para levantar empréstitos; hicieron papel moneda
qu e no pudieron redimir. La milicia hizo la guerra
mal alimentada y vestida, y peor pagada. Ese modo
de pelear fué bastante económico. U na vez alcan-
zada la paz, el pueblo hubo de continuar practican-
do la economía, porque no podia hacer otra cosa. La
gente tenia que trabajar, ó perecer de hambre y de
frio. Durante los primeros cuatro años las contribu-
ciones fueron muy ligeras, y los recursos de los csta-
CONSTITUCION DE 1824.

dos estaban demasiado agotaoos para que se hicieran


la guerra. unos á otros, aun cuando así lo hubiesen
querido ; creyeron que el confederarse bajo de una
c?nstitucion les traeri~ mas cuenta. Poco despues, las
guerras europeas arrojaron en sus manos un gran co-
mercio neutral, cuyas ganancias los puso en aptitud
de aumentar sus rentas y r evestirse con el ropaj e de
la. prosperidad. Méjico, á pesar de hallarse dividido
por las luchas intestinas, y de t ener entre manos una
guerra extranj era, adoptó un gobierno dispendioso,
contrajo crecidos préstamos, y gastó con larg ueza;
así es que ántes de t erminarse los cuatro alíos oe la
administracion de BU primer presidente, el país estaba
adeudado, sus cajas vacías, su crédito habia desapare-
cido, y la industria se hallaba paralizada. Sus gober-
nantes fu eron demasiado ambiciosos, en hacer marchar
al país en su nu eva autonomía mas aprisa de lo que
las ,circun stanci as permitian.
A tra vés de todos los ca mbios, la constitucion de
1 824 fué la mas duradera, y su espíritu predomina
todavía. Los Estados U nidos M ejicanos, co mo se
llamó entónces á la confederacion, se componian de
diez y nueve estados, incluso Chiapas, y cuatro terri-
t orios, además oe Tlascala y el Distrito F ederal de
mas r eciente creacion. El gobierno se dividió en tres
ramos, legislatiyo, ej ecutivo, y judicial, depositándose
el primero en un congreso com puesto de dos cámaras:
el Senado y la Cámara de Diputados. L os diputados
eran elegidos cada dos mlos por los colegios electora-
les formados de ciudadanos, e n la proporcion de un
diputado por cada ochenta mil habita ntes. El sena-
do se co mponi a de dos se nadores de cada estado, elegi-
dos por su legislatura, y debia renovarse por mitad de
dos en dos aúos. L os se nador es nombrados la. prime-
ra yez pur solo dos aúos habian de retirarse al concluir
su término. El congreso se reunia anualmente el
primero de Enero, y dura nte su receso, la mitad de la
cámara de se nadores desempeñaba las fun ciones de
consejo de estado. El presidente duraba en su en-
REVISTA HISTÓRICA.

cargo cuatro años. El poder judicial quedaba inves-


tido en una suprema corte y en los tribunales de
circúito y de distrito, siendo los magistrados de la
suprema corte vitalicios, y elegidos como el presiden-
te de la república por las legislaturas. El juicio por
jurados no &e estableció; quedando prohibido el ejer-
cicio de cualquiera r eligion que no fuese la católica
romana, disposicion incompatible con la forma repu-
blicana de gobierno. Por otra parte ; difícilmente po-
dría esperarse que los llliembros del congreso llega-
sen á comprender bien sus deberes en un período tan
corto.
En lo demás la constitucion era buena i pero de
qué sirven los buenos preceptos si no se ponen en
práctica? El pueblo estaba demasiado hecho á la tu-
tela de tres siglos, para que pudiera t ener mucha CO I1-
fi anza en sí mismo en la nueva esfera en que entónces
se hallaba; además, le deslumbraban y t enian suma-
mente preocupado los hechos de armas y la influencia
de los militares; así es que no supo acomodarse á los
nuevos principios políticos, dE: los cuales ni siquiera se
habia formado una idea exacta.
La educacion y la supresion de las pasiones consti-
tuyen el fundamento de una r epública, y en este
período de la hist oria de Méjico, la mayoría de las
masas estaba t odavía sumida en la ignorancia y en las
costumbres licenciosas. Educado en la escuela que
presentaba siempre la fuerza como el derech o, y no
comprendiendo el valor de las garantías individuales
que acababa de adquirir, el pueblo confundia la libertad
con el libertinaj e. L os soldados eran instrumentos
dóciles de sus j efes que se arrogaban el derecho de ser
árbitros ó dictadores. Tal vez se cometió un error
cuando se dividió al país, hast a aquí unificado, en es-
tados semi-independi entes; puesto que el caráct er im-
petuoso del pu<::blo, y el predominio del espíritu de par-
tido hicieron que la division del poder y el don de las
oportunidad es fu eran elementos de discordia.
El cleJ'o sintió desde luego el efecto de la revolu-
LOS PARTIDOS POLÍTICOS. 255

cion, especialmente en los estados meridionales, don -


de se disminuyeron las rentas de la iglesia, teniendo
los sacerdotes que trabajar mas, y contentarse con
obvenciones reduciJas. Pero la necesidad de esas
medidas fueron t an palmarias al estado y ú, la iglesia,
que el cambio se verificó sin lucha alguna y sin derra-
mamiento de sangre.
La iglesia simpatizaba naturalmente con el partido
conservador, cuyos intereses eran análogos á los suyos,
pues tendian á suprimir el elemento democrático, y á
establecer un gobierno central que con mas probabili-
dades vendría á dar á manos aristocráticas. El impe-
rio de Iturbide fué en gran parte obra ·de la iglesia, á 10
que se debió la division del partido escocés que habia
introducido la constitucion de 1820: con todo yeso,
pudo el partido destronar al emperador; pero no le
fué dado establecer un gobierno central, y estuvo á
punto de disolverse. Empero, con la formacion de
las logias yorkinas, por la faccion democrática ó libe-
ral, adquirieron nueva vida los escoceses con el auxi-
lio del clero y d e los propietarios, en torno de los
cuales gradualmente fu eron agrupándose todas las
aspiraciones aristocráticas. D e aquí parti eron las di-
vision es políticas de la época: por un lado los yorki-
nos, liberales, 6 dem6cratas, e n cuyo credo estaban
afiliados los antiguos insurgentes, los criollos, y las
clases amantes ele la libertad, con escasa educacion y
lling una experiencia adm inistrativa; y por el otro los
escoceses, ó partido aristocrático, qu e abrazaba á la
iglesia, á los realistas, y á t odos aquellos que creian
en el gobierno de los pueblos por unos pocos. Los
miembros del triunvirato que precedió eran de este
partido, ménos Victoria, que segun parece se man-
. tuvo libre de todo compromiso. La eleccion de Bra-
YO á la vice-presidencia de la república hecha por el
congreso federal, debe atribuirse á. la influencia que
ejercía como uno de los que estaban en el poder. Con
se mejantes directores, era natural que todos los em-
pleos ministeriales cayeran en manos de los centralis-
256 REVISTA HISTÓRICA.

tas, cuyo partido en esa época comprendia mayor nú-


mero de hombres educados y de posicion social.
Este es el motivo que hizo levantar al partido libe-
ral ó de los yorkinos, anheloso sobre todo de ocupar
los empleos públicos. U na de las fases de su táctica
fué alzar el grito contra los españoles, quíenes bajo la
indulgente administracion que entónces regia y sim-
patizaba con ellos, tenian posicion é influencia. Este
movimiento ganaba terreno á medida que se iba con-
firmando la noticia de que los españoles hacian prepa-
rativos para recobrar á Méjico, á pesar de que su
último punto de apoyo, la fortaleza de San Juan de
Ulúa en Veracruz, se habia rendido en Noviembre de
1825. En Enero de 1827 se descubrió una conspi-
rae ion que tenia ese objeto, encabezada por el fraile
Arenas. Los yorkinos entónces lograron no solo
entrar al ministerio y ocupar varios empleos, sino
tambien la expulsion de. los españoles, medida que
puede compararse en cierta manera á la de los Hugo-
notes en Francia, por las desastrosas consecuencias
que tuvo sobre la industria mejicana, aun cuando
haya contribuido mucho para aquietar ciertos temores
y alborotos.
Este resultado no pudo ménos que hacer levantar
á los escoceses, quienes bajo la denominacion de
"novenarios," hicieron frente al gobierno, bajo la di-
reccion del vice-presidente Bravo; exigiendo á punta
de espada la formacion de un nuevo gabinete y el
destierro del ministro americano Poinsett, de quien se
sospechaba fuera el director de las intrigas democráti-
cas. Victoria mandó contra ellos al general Guerrero,
quien los derrotó completamente en Tulancingo. Lue-
go salieron expatriados Bravo y los demás j efeS esco-
ceses. Los yorkinos quedaron dueños absolutos del
campo; pero en las elecciones para presidente de la re-
pública, en 1828, se dividieron en dos partidos: uno
compuesto del elemento de los criollos mas ricos y
elevados, que sostenian la candidatura de Gomez Pe-
draza: el otro 10 formaban los mas hábiles ministros de
GOMI!:Z PEDRAZA y GUERRERO. 257

Victoria, y los partidarios del patriota Guerrero, quien


por un corto período habia desempeñado la cartera de
g uerra.
El primero tomó el nombre de partido del órden,
reforzado por los vencidos escoceses, y contando con
el apoyo del clero y de la milicia , se tituló de "hom-
bres de bien" y "gente decente." Con esos elemen-
tos pudo ganar las elecciones en favor de P edraza.
Pero como solo obtuvo una pequeña mayoría, el parti-
do mas humilde, á quien llamaban sus contrarios parti-
do de los" a narquistas," de la "canalla," y de " los carn-

UOMEZ PEDRAZA.

bios," pero cuyos miembros se titulaban, "progresis-


t as" declaró que la eleccion habia sido obra de la
intimidacion, y de consiguien te ilegal.
Victoria se resolvió á mantener la ley, y P edraza
fué inaugurado como presidente; pero acaudillado por
Santa Anna, el ej ército apoyó al afamado soldado, á
pesar de que era ig norante y humilde, y con el triunfo
de la Acordada en Diciembre de 1828, Guerrero fué
proclamado presidente legítimo de la repúbli ca. El
VIDA DE Duz.-17
258 REVISTA HISTÓRICA.

congreso se inclinó ante el vencedor y P edraza tuvo


qu e oc ultarse; simultáneamente tuvo lugar el saqueo
del Parían que causó la pérdida de mas de dos millo-
nes de pesos, y dió lugar á que muchos comerciantes
ex tranj eros suspendieran sus operaciones co n el país.
Así fué corno el partido federal y liberal, cuyo jefe
era un digno patriota y li bertador, asestó el primer
golpe á la constitucion; y v iniendo así á ej ercer el
mismo poder de la fuerza, para cuyo derrocamiento
habia él arriesgado su propia vida, Guerrer o t omó
posesion de su cargo, asociado de Anastasio Busta-
mante como vice-presidente.
A pesar de no ser educado tenia cierta habilidad
adm inistrativa, que mas de un a vez h abia sido invo-
cada por los partidos; pero le faJtó aciert o cuando se
pusieron á prueba sus aptitudes para gobernar. I 111-
bu ido de un r espeto profundo por la constitucion fe-
deral, y por el pueblo cuyo serVidor se consideraba,
r esol vió sostenerlos á todo trance si II m iramiento á
las exigencias de partido. Empero, este la udable es-
fuerzo de vol ver sobre sus pasos , por no h aberse efec-
t uado de una manera muy diplomática, solo sirvió para
di" idi r mas á su propio partido y para dar fuerza á los
contrarios. G uerrero no comprendió sus errores h as-
ta q ue ya fué demasiado tard e ; y al luchar contra los
elementos que se le oponian, perdió su acostumbrada
confianza.
En medio de est e embrollo vin o la noticia de la in-
yasion española. S e sabia que en el año a nterior 00
habian h echo preparativos para llevarla á cabo, y
una pequ eña escuadrilla mejicana al mando del como-
dore Porter comenzó por lo tanto á h ostilizar las cos-
tas de C uba y E spaña. En Julio de 1829 vino la
represalia, desembarcando unos tres mil hombres cerca
de Tampico á las órdenes del brigadier B arradas, con
la mira de introducirse en el país, aprovecharse de la
discordia reinante, y formar la opinion para restablecer
el antig uo y pacífico régim en colonial; pero la verdade-
ra libertad y los empleos públicos se estimaban dema·
INV ASION ESPAÑOLA. 259

siado pa ra dejar que se perdiesen así como quiera, aun


cuando se hubiera minorado la antipatía de raza y de
clases, ]0 que no habia sucedido por cierto. Santa
Anna d esde V eracruz, y Garza y T eran desde Tamau-
lipas marcharon apresuradamente sobre los invaso-

DISTRITO DEL ESTE- CAMPAi!A DE BARRADAS.

res, y en ménos de nos llleses Barradas tuvo que


capitular y reembarcarse con su fuerza ya muy r e-
ducida.
Entre tanto el congreso, en vista del aspecto ame-
260 REVISTA HISTÓRICA.

nazador que tomaban los acontecimientos, y de la du-


plicidad de los intrigantes, tuvo á bien investir á
Guerrero con poder dictatorial, á fin de levantar
fondos y poder emplear los medios necesarios para la
defensa. L os preparativos extraordinarios que no
llegaron á t ener aplicacion, las sumas que para ellos
hubo qu e gastar, las nu evas contribuciones y otras
medidas onerosas se emplearon como a rmas contra él.
Comenzaron á aparecer los pronun ciamientos, y por la
segunda vez se vió á un vice-presidente encabezando
una faccion contra su propio gobierno y declarando in-
constitucionales sus actos. El dictador marchó contra
su colega; pero viendo que sus propias tropas estaban
desmoralizadas, se separó de ellas, y huyó al t eatro de
sus triunfos cl'ando era insurgente en la costa occi-
dental, para levantar á sus adictos, contando con jefes
como Juan Álvarez y Rosains.
Bust amante entónces asumió el mando supremo en
M éjico, declarando el obediente congreso á Guerrero
incapaz ue gobernar. Se mandaron fuerzas contra él,
y sus partidarios est aban ya dispersos al año de ha-
berse comenzado la campaña; el mismo Guerrero fué
tra idorament e puesto en manos de sus enemigos, para
ser sent enciado por un a cort e marcial y pasado por
las armas el 14 de Febrero de 18 31. Todo el país re-
probó este asesinato del mas disting uido de los patrio-
tas que habian quedado, y se hicieron todas las repa-
raciones posibles á su familia y á. flU memoria. Pu-
ro, abnegado, é irreprochable como Victoria, habia
prestado servicios mu cho mas importantes á la causa
de la independencia, y ocupaba un puesto mas promi-
nente como soldado, y como caudillo de influencia
que aquél. E stas mismas cualidades que tanto temian
sus adversarios, les hizo valerse de él como instru-
mento, para destruirlo despues por peligroso.
Á pesar de su orígen inicuo el nuevo gobierno dió
al país la tranquilidad, de que tanto necesitaba, hasta
1832. Pero Santa Anna, ya aburrido de permane-
cer en la oscuridad, y seguro de la popularidad que le
SANTA ANNA Y GO;\fEZ FARÍAS. (!61

habian g rangeado sus servicios contra 1turbide y los


invasores españ oles, se aprovechó ahora del despresti-
gio de Bustamante, para tomar las armas contra él, y
para ganarse el partido aristocrático, llamando á P e-
dra za á llenar lo que faltaba del t érmino presidencial.
E chó mano t ambi en de la ocasion para asegurarse
bien con el ej ército, y con su auxilio y las intrigas
co nsig uió la suceRion en la presidencia por todo el si-
g uiente período. C on la mira de afirm ar su predo-
minio empezó á dest errar los adver sarios que le ha-
cian sombra y cometió otros actos tan arbitrarios,
que provocó la oposicion arm ada en varias partes.
D e aquí provino la g uerra civil, dura nte la cual el có-
lera co n sus estragos vino á aumentar los h orrores.
l\1 iéntras permaneció en la campaña Santa Anna,
tu vo el vice-presidente F arías á su cargo el poo.er ej e-
cuti vo. E st e hombre , qu e debia su posicion al ele-
mento liberal y h ostil á Bustam a nte, era hábil y con-
cienzudo; y co mprendiendo la política adversa de la
iglesia, influyó con el cong r eso que era federalista en
sumo g rado, para que pusiera un f reno al clero quitán-
dole la ingerencia qu e t enia en la instruccion pública , é
in vadiéndole además sus t emporalidades, el patronazgo,
y otros fueros. A larmado el clero tomó luego la de-
fensiva, fomentando los pronunciamientos, é intrigan-
do con los fun cionarios lo mismo que con el populach o
ignorante.
Santa A nna estuvo tranquila mente observando los
acontecimientos, y cuando vió que el partido de la
iglesia t enia la supremacía, se presentó como liberta-
dor de la r elig ion, destituyendo á F arías y anulando
sus act os. E se intrigante se retiró de nuevo, descan-
sa ndo sobre sus bureles para seguir en observacion
del curso de los sucesos, despues de haber instalado al
general B arragan como presidente provisional. E st e
j efe era casado con una desce ndiente de l\10ntezuma
II ., y tuvo además la suerte de recibir la r endici on de
Sa n Juan de U lúa, último punto que ocuparon los es-
pañoles en el país. A sí vinieron los acontecimientos
262 REVISTA HI1';TÓRICA.

á acordar cierto grado de r eparacion por la injusticia


que sufrió el último emperador de los Aztecas.
L os esfuerzos del partido clerical dieron por r esul-
t ado la preponderancia del elemento co nservador en
el nuevo congreso, formándose allí una opinion muy
pronunciada en favor del establecimiento de un gobier-
no central. E sto significaba aumento de facultades
al presidente, y no podia ménos de complacer á un
h ombre como Santa Anna. P or esto comenzó á pro-
mover alg unos trast ornos, y al fin encabezó el movi-
miento que triunfó en todo el país. En Julio de
183 5 entró victorioso á la capital y fué investido de
facultades dictatoriales. P oco despues apareció la
nueva constitucion : est a redujo los estados á mer os
departamentos regidos por gobernadores sugetos al
gobierno general de Méjico, quien los nombraba pa-
ra servir el cargo por och o años. Ellos á su vez nom-
braban á los prefectos y empleados subalternos. Se
disminuyó ]a r epr esentacion en las dos cámaras del
congreso, componié ndose la de diputados de un miem-
bro por cada ciento cincuent a mil habitantes; y el
derecho de eleg ir, lo mismo que el de obt ener empleos
públicos, se limitó á los que tuvieran prQpiedades.
Bajo este sist ema el primer presidente fué Anastasio
Bustamante, el alevoso colega de Guerrero, quien to-
mó posesion en 1837 por och o años. Santa Anna in-
dudablemente h abría obtenido el puesto, á no haber si-
do por su desastrosa campaña contra los t ej anos, que se
habian rebelado proclamando la independencia. E st os
lo hicieron prisionero, y para salvar la vida se avino
ignominiosamente á todo lo que le exigieron.
L a separacion de Tejas fué uno de t ant os resultados
d el mal gobierno y desórdenes de la r epública : sobre-
vino otra dificultad en 1838 con la intervencion france-
sa en favor de ciertos reclamantes, que habian sufrido
por la mala voluntad que existia contra los extranj eros.
Las exigencias no fueron atendidas hasta que una es-
cuadrilla francesa hubo bloqueado los puertos del golfo
por algun tiempo y apoderádose de la fortaleza de
GUERRA DB LO:; PASTELES. 26:J

Ulúa. En esta g uerra de los "pasteles," apodo que


se le dió por ser aquellos la causa de uno de los prin-
cipales r eclamos, Santa Anna logró ganarse de nuevo
las simpatías del pueblo con una astuta manifestacion
que hizo, basada sobre una débil muestra de valentía
en V eracruz, y sirviéndol e de prueba su pierna ampu-
tada. R esolvióse á aprovech ar esta circunstancia pa-
ra asaltar de nu evo el poder.

PUERTO DE VERA CRU Z.

L os liberales no se r esig naron al triunfo del partido


conservador arist ocrático, procurando en vano reco-
brar el poder, por medio de varios pronunciamien-
tos en favor del sistema federal ; en esto habia un pre-
texto y á la vez un propósito sincero y efectiyo.
Uno de estos mov imientos tuvo la mira de est ablecer
una r epública separada en los estados del Norte, y
otro logró establecer un a semi-independencia por al-
REVISTA HISTóRICA.

gun tiempo en Yucatan. Á Santa Anna poco le im-


portaban los principios, considerándolos solo como me-
dios para satisfacer su ambicion; yen la segunda parte
del año de 1841, se adhirió al pronunciamiento del
general Paredes, que parece haber dado el golpe
oportunamente. Triunfó, y por el plan de Tacubaya
quedó suspendida la constitucion de 1836, nombrán-
dose dictador á Santa Anna, hasta que se formara
una nueva ley orgánica. Este personaje se aventuró
á prolongar su permanencia en el poder disolviendo al
congreso llamado para formar la carta fundamental,
y creando en su lugar un consejo de notables, que en
1843 produjo, como era de esperarse, otra constitu-
cion central, que solo se diferenciaba de la anterior en
que restringia algun tanto mas el derecho de elegir,
exigiendo que fuera mayor la propiedad de los electo-
res, y aumentando la proporcion de miembros del
congreso.
Santa. Anna se retiró otra vez para ponerse á ob-
servacion y conspirar, dejando al frente de la admi-
nistracion á Bravo, y mas tarde á Canalizo. Con el
pretexto de querer invadir á Tejas, consiguió del con-
g reso gruesas sumas que se le derritieron entre las
manos; con el mismo pretexto se levantaron fuerzas,
pero su verdadero objeto era atemorizar y nulificar los
esfuerzos de los inquieto~ federalistas. Finalmente,
el congreso tambien dejó ver algunos síntomas de
desafecto á semejante despotis mo militar, lo que dió
ocasion á Santa Anna para recurrir á su bien probado
método de disolver este cuerpo. Esta medida aten-
tatoria que tuvo lugar en Noviembre de 1844, produjo
una revolucion en la misma capital. Cosa rara, el.
dictador flaqueó, dejando de aplicar las medidas pron-
tas y enérgicas que solia emplear, y resolviéndose á
abandonar el país; pero en el camino fué aprehendido
por un puñado de hombres, y se le desterró despues de
una corta prision. El general Herrera, presidente
del consejo de gobierno, que por razon de su cargo
GUERRA CON LOS ESTADOS UNIDOS.

habia asumido el mando, fué electo para llenar la va-


cante
En esta época ocurrió la dificultad con los Es-
tados U nidos, motivada por la cuestion de Tejas, que
Herrera con mucha cordura procuraba arreglar por

JosÉ JU.\I.,! U l:\ HI:::RRER .\.

medio de negociaciones; pero algunos jefes poco pre-


visores lograron inflamar al pueblo, justamente irri-
tado por los avances del extranjero, charlándole
sobre glorias militares y honor nacional. El general
Paredes se encontraba en este tiempo con un ejército
de avanzada hácia la frontera. Le cegaba el espíritu
de la guerra, pero no por eso dejó de apercibirse de
la coyuntura que le proporcionaba el aura popular
para figurar como hacedor de reyes. Á pretexto de
que las autoridades estaban sacrificando el territorio
nacional y humillando al país, marchó sobre Méjico á
mediados de Diciembre de 1845, exigiendo que se
convocara un congreso para formar un nueyo gobierno.
266 REVISTA HISTÓRICA.

Entre tanto creó un consejo de notables que muy


naturalmente lo eligió presidente provisional.
L a dificultad co n los Estados U nidos data desde la
primera década de la era republicana, en que Méjico
abrió los estados fronterizos para el establecimiento
de colonos extranjeros. Tejas, como estado rico y
adyacente, r ecibió desd e luego un número considera-
ble de americanos del Norte. Estos no podian avenir-
se sumisamente á, las restriccion es y exigencias vejato-
rias que quería imponerles un gobierno distante y
poco simpático, ni á los desórdenes promovidos por
los j efes del ejército. Este sentimiento infundió sospe-
chas, y de allí resultó la creacion de puestos militares
para vigilar y dominar á, los colonos, é impedir al mis-
mo tiempo que siguiera la inmigracion.
Los colonos se resistieron al acuartelamiento entre
ellos de tropas innecesarias y arrogantes, y estallaron
en varios puntos pequ efíos levantamientos. Los en-
durecidos backwoodsmen obtuvieron algunas ventajas
que sirvieron para alentarlos; y cuando en 1831 la
constitucion central los conminaba con retirarles las
garantías y derechos políticos qu e los habia inducido tí,
formar la colonia, se hicieron independientes siguiendo
el ejemplo de otros estados mejicanos, hasta que se res-
tableciera el sistema fed eral. Cuando Santa Anna
vino al siguiente afío con una fuerza considerable para
reducirlos á la obediencia, lo capturaron y compelie-
ron á, reconocer la separacion. L as autoridades me-
jicanas no reconocieron la validez del acto de un
prisionero; mas t ampoco dieron paso alguno para r ecu-
perar la provincia, debido en parte al estado de desar-
reglo en que se encontraban.
Entre t anto T ejas creció rápidamente con el aumen-
to de los colonos y el desarrollo de sus recursos, y fué
muy pronto reconocido como estado independiente
por varias potencias, notablemente por los Estados
U nidos. Este paso, las exigencias de los mismos Es-
tados U nidos para el aj uste de las r eclamaciones de
algunos ciudadanos perjudicados por Méjico, y la du-
COSAS DE TEJAS. 267

dosa actitud que tomar on desembarca ndo una fuerza


en California, h abian despertado mucha animosidad
entre los dos paises, la que se exacer bó mas en 1845
cuando T ejas fué admitido á la union del Norte.

Ttr...JAS.

Con el derrocamiento del pacífico gobierno de


Herrera por el partido de la g uerra acaudillado por
Paredes, los negocios t omaron una direccion tal, que
Méjico se creyó obligado tÍ continuar la guerra; en
verdad, la última r evolucion habia contraído este com-
promiso. L os americanos habian seguido invadiendo
el país con el falso pretexto de que la guerra la habian
promovido los actos de M éjico, y las fuerzas contra-
rias muy pronto se encontraron en son de g uerra.
268 REVISTA HISTÓRICA.

En la primera batalla campal, que tuvo lugar en Palo


Alto el 8 de Mayo de 1846, los mejicanos presenta-
ron tropas bastante bien organizadas, y se mantuvie-
ron firm es todo el dia; mas á p esar de esto su jefe el
g eneral Arista se retiró. El efecto fué naturalmente
alentar al ene migo desde el principio y amortiguar el
entusiasmo tanto del pueblo como de sus defensores.
D e aquí provino la fáci l victoria que al siguiente dia
alcanzaron los am ericanos, quienes al mando del ge ne-
ral T aylor se internaron en el país. Despues de esto
las fuerzas que se les oponian, ya no eran mas que tro-
pas bisollas, que se batier on indudableme nte con bra-
vura, pero con la desventaja d e su falta de pericia
militar y la ineptitud de sus jefes. D ebe además
co nfesarse que las tropas de línea era n inferiores en
di sciplina y armam ento á las de los invasor es, defect os
que se reagravaban por el abandono que se permitia á.
causa de los disturbios políticos.
M andados por j efes hábiles, los am ericanos ganaron
vict oria tras de victoria. Monterey, lla ve de las pro-
vincias del N art e, sucumbió en S etiembre; el general
W 001 ocupó Ü, Coahuila, y K earny penetró por N uo-
va Méjico á California, en cuyas r egiones no podia
h aberse mantenid o una resistencia efica z por mucho
tiempo. Otra division se puso á las órdenes del ge-
neral Scott para entrar por V eracruz, plaza que ca-
pituló en Marzo de 1847, despues de h ab er sufrido un
fu erte bombardeo. En Cerro Gordo, no muy dist a nte
de allí, un esfuerzo bizarro para impedir el avance
quedó burlado por medio de movimientos de flanco.
E st o abrió el camino á Puebla, que se rindió poco de;;-
pues, y en el siguiente mes de Agosto, Scott se pre-
sentó frente á M éjico.
Estas desgracias las ocasionó en gran parte la
discordia polít ica. La conducta de P ar edes como
presidente fué r econocidamente h onrada y desprendi-
da ; pero la severidad con que procedió para establecer
el órden y proseguir la g uerra, aumentó el número de
los agitadores y adversarios.
REGRESO DE SANTA ANNA. 269

Los primeros reveses que sufrieron sus generales,


dieron pábulo al descontento, y fundándose en que se
proponia establecer un trono ocupado por un príncipe
extranjero, Guadalajara se pronunció contra él, lla-
mando á Santa Anna para que salvara á la república.
El movimiento se extendió gradualmente hasta Mé-
jico, donde en Agosto de 1846 el general Salas pro-
clamó el sistema federal asumiendo el gobierno, y
Paredes fué desterrado. S anta Anna se apresuró á
salir de su destierro en la Habana, y se le permitió en-
trar al país por los Estados Unidos, que esperaban
así llegar á un arreglo pacífico, ó crear mayores disen-
siones entre los mejicanos. Empero, los americanos
se engañaron, porque este j efe no solo promovió la ar-
monía entre sus compatriotas, sino que se dió á cono-
cer como un adversario sumamente activo.

VALENTIN GOMEZ FARjAS.

Santa Anna entró á. Méjico en carro triunfal, mano


á mano con Farías, el jefe liberal que en 1833 habia
preparado el primer golpe, aunque sin éxito, á la
iglesia. Se convocó un congreso que eligió al presi-
270 REVISTA HISTÓRICA.

dente y vice-presidente y revisó la constitucion de


1824, la cual fué promulgada el 21 de Mayo sig uiente.
Pocos meses despues, entre otros cambios, se hicieron
el de abolir la vice-presidencia, y el de aumentar la
proporcion del número de habitantes para la eleccion
de los senadores. N o bien habia salido Santa Anna
para la guerra cuando Farías quiso aumentar los fon-
dos para la defensa, expidiéndose al efecto un decreto
de desamortizacion de los bienes de la iglesia. A in-
stigaciones del clero se fraguó contra él un pronuncia-
miento p.or la guardia nacional, cuyos individuos lle-
vaban el apodo de "Polkos."
La desastrosa retirada de Buena Vista favoreció el
movimiento y cayó Farías, aboliéndose entón ces el
cargo de vice-presidente. Su colega que se habia
apresurado á volver reasumió el mando el 21 de M~r­
zo de 1847; Y despues de organizar un nuevo ejército
para oponerse á Scott, dejó al general Anaya al frente
del gobierno. La derrota de Cerro Gordo lo volvió
á llevar á la capital, para calmar el disgusto del públi-
co con nuevos cambios ministeriales, y prepararse para
la defensa. Los reveses nunca abatieron su espíritu,
ni hasta aquí tampoco afectaron su reputacion ó po-
pularidad de una manera grave, siendo así que una
multitud de hombres en su lugar habrian sucumbido
mucho ántes. Animó al pueblo á hacer nuevos es-
fuerzos, y á pesar de que, por causa de las discordias,
muchos estados dejaron de tomar parte activa, ellla-
mamiento á las armas encontró en lo general una aco-
gida entusiasta, pues se suponia que no solo el ho-
gar era atacado, sino tambien peligraba la religion.
Desgraciadament e para los mejicanos, tanto sus j efes
como su táctica militar carecian de tino.
Cuando los americanos llegaron al frente de Méjico
hallaron la ciudad bien fortificada, y una hueste im-
ponente anhelosa de entrar e n combate. La deso-
bediencia del general Valencia á las órdenes que reci-
bió, les dió una ventaja que mucho contribuyó á la
toma de Churubusco el 20 de Agosto. Durante las
RENDICION DE LA CAPITAL. 271

negociaciones que entónces se iniciaron, los mejicanos


tuvieron tiempo para reponerse; y rechazando las pro-
posiciones del vencedor por exageradas, volvieron á
presentarse con la frente erguida, solo para sufrir otra
derrota en el Molino del Rey. Cinco dias despues fué
tomado Chapultepec, yal siguiente dia, 14 de Setiem-
bre, los americanos se posesionaron de la capital.
El impertérrito Santa Anna otra vez levantó fuerzas
para cortar las comunicaciones con Veracruz. Derro-
tado en Puebla, consideró que la causa era ya deses-
perada y salió para J amarca, habiendo por su renun-
cia del gobierno recaido est e en P eña y Peña, como
presidente de la suprema corte. La resistencia que
siguió haciendo el pueblo se r edujo á escaramuzas y
ataques SIll fruto, es decir, á. la guerra por el sistema
de guerrillas, sin ningun resultado importante, pero
que exigia el continuo movimiento de las tropas del
enemigo para contener sus avances.
Una de las razones que motivaron la desorganiza-
cion del país y de sus · defensores, lo mismo que de la
aparente indiferencia de algunos estados al llamamien-
to del gobierno general, para cooperar á. la defensa
comun, era el temor de un levantamiento de los indios.
Los de la Sierra Gorda y Yucatan estaban ya en abi-
erta r ebelion contra los blancos, sus opresores, como
llamaban á. las clases mas elevadas. Al principio se
regocijaban en silencio de una lucha que originaba la
matanza de los descendientes de los invasores euro-
peos : i Acaso no habian los norte americanos, lo mis-
mo que los españoles, usurpado el patrimonio de sus
antepasados dueños primitivos del suelo? Se aprove-
chaban ahora de esta favorable coyuntura para ven-
garse, y tal vez para proclamar su independencia. L os
partidarios de la paz en Méjico temian así mismo que
los Estados U nidos promovieran la guerra de castas,
si se rechazaban sus proposiciones, y que impusieran
además fuertes exacciones para llevar adelante la cam-
paña. Sin armas ni jefes, y con los invasores apode-
rados de las plazas principales, les parecia que la lucha
272 REVISTA HISTÓRICA.

era ya inútil. De aquí resultó que el partido modera-


do ó de la paz, aumentó sus fuerzas imputando á los
liberales exaltados ó p uros, que todavía querian la
guerra, el déseo de llevar las cosas á tal estado que
produjera la anexion de todo el país á los Estados U ni-
dos, cuyas instituciones tanto admIraban.
Entre tanto Peña y Peña trabajaba asiduamente
para restablecer el órden en el ramo administrativo,

PEJitA Y PEJitA.

y. negociar un tratado; esfuerzos que secundaba con


vIgor el general Anaya, que habia funcionado como
presidente desde Noviembre hasta el nuevo año. No
habiendo habido quorum en el congreso entró á la
presidencia Peña y Peña, y logró arreglar un tratado
de paz, que se firmó en Guadalupe Hidalgo el 2 de
Febrero de 1848, cangeándose las ratificaciones el 30
TRATADO DE GUADALUPE HIDALGO. 273

de Mayo en Querétaro, donde el congreso se habia ya


reunido. L a pérdida que sufrió Méjico parecia inmen-
sa sobre el mapa, puesto que envolvia mas de la mitad
de su t erritorio, r ecibiendo por ella la insignificante
suma de quince millones de pesos y la cancelacion de
las reclamaciones individuales ; pero la pérdida efecti-
va no fué realmente tan grande, porque fuera de Te-
jas la poblacion era insignificante. Por lo que tocaba
á Méjico, el t erritorio cedido podia considerarse corno
un desierto, que no solamente nada le producia, sino
que exigia gastos de consideracion para libertarlo de
las incursiones de los indios salvajes que lo infesta-
ban, haciéndolo improductible todavía por muchas
generaciones, y constituyéndolo en guarida de sus
hordas , desde donde podian hostilizar á las poblaciones
de la frontera. P ero nada tenia que hacer con la
equidad del caso lo que ese territorio fuera para Mé-
jico, cUestion que no puede servir de escusa á los Esta-
dos U nidos para paliar la ignominia de su crímen.
El general Herrera que fué el primero en abogar
por la paz, salió electo presidente, confiando el congre-
so á su experiencia administrati va el restablecimiento
del órden en el país, que llevaba tantos años de estar
dividido por 11;1. guerra civil y la invasion, y el afianza-
miento del sistema liberal. La tarea era ardua, como
lo dieron á conocer los frecuentes cambios de ministe-
rio, pues que el gobierno tenia que crear de nuevo
casi todos sus recursos, y est o á la faz de la oposicion
qu e los estados hacian, acostumbrados á observar con
las supremas autoridades una conducta insolente y
casi una absoluta independencia.
Los j efes de las fuerzas situadas en los diversos
puntos osaban seguir la misma conducta para con el
distante y débil gobierno, y hacia n convenios para
hacer el comercio de contrabando por sí mísmos, ó lo
disimulaban en otros, disminuyendo así considerable-
mente las rentas aduanal es. Agréguese á esto las
costosas campañas que tuvieron que emprenderse,
primero contra Paredes, que locamente se habia pro-
YIDA DE DIAZ.-IB
274 REVISTA mSTÓRICA.

nunclado contra el tratado de Guadalupe como des-


honroso; despues contra los indios rebeldes, particu-
larmente en Yucatan, donde se han mantenido alzados
por años, causando terror á las demás razas; y final-
mente, contra los promovedores de una república inde-
pendiente en el N arte. La debilidad del gobierno
hizo crecer el número de sus adversarios y la oposi-
cion del clero; la concesion liberal de los derechos de
tránsito por el istmo de Tehuantepec á los Estados
U nidos, nacion que acababa de ser enemiga declarada,
les daba una arma formidable: así es que á principios
de 1851 Herrera se vió reemplazado por el general
Arista.
Sin ser un conservador decidido, ell1uevo presiden-
te pertenecia entónces á ese partido; pero quedaron
burladas las esperanzas que este concibió de amoldarlo
á sus ideas. Era Arist.a hombre intransigente que
quiso llevar á la administracion los severos principios
que profesaba. Durante los tres años que siguieron á
la desocupacion de las tropas americanas, el país habia
estado comparativamente libre de los levantamientos
políticos; y á pesar de haber entrado á la presiden-
cia un conservador, el congreso de 1852 era de un
matiz liberal mas marcado que nunca. N o podia
darse indicio mas fuerte del progreso de los principios
liberales y de los sentimientos del pueblo. Así lo re-
conocieron los centralistas; y habiendo sido inútiles
las intrigas pacíficas para con Arista y otros, el clero
alarmado resolvió poner en juego sus vastos recursos
para hacer una resistencia mas eficaz.
En Julio de 1852 tuvo lugar en Guadalajara un
pronunciamiento local que presentaba un aspecto tan
halagüeño, que fué á poco secundado en Michoacan,
donde el gobernador Ocampo se habia adelantado en
dictar medidas liberales y progresistas. El resultado
fué que el movimiento de Guadalajara vino á ser una
verdadera revolucion contra el gobierno de Arista,
declarada sin embargo en favor del sistema federal,
pues aun no con venia arrojar la máscara. Esta revo-
SANTA ANNA DICTADOR. ZJ5

lucion llegó á contar con bastantes partidarios para


obligar á Arista á hacer renuncia de la presidencia en
Enero de 1853, á consecuencia de la cual vino á suce-
derle CebaBos, presidente de la suprema corte, quien
comprendiendo bien su papel, se aventuró á disolver el
congreso por demasiado liberal.
Este cuerpo se resistió declarándolo traidor, y ofre-
ció el mando supremo á Mujica, gobernador de Pue-
bla; pero este no aceptó la oferta, y Ceballos se dispo-
nia á renunciar; pero hácia este tiempo, 4 de Febrero
de 1853, se pronunció cl ej ército cerca de Méjico, lo
que favoreció las miras que los centralistas paulativa-
mente habian i~o desarrollando en Guadalajara. Se-
gun el plan de la revolllcion debia convocarse un
congreso nacional dentro de un año para formar otra
constitucion, nombrándose entre' tanto presidente pro-
visional á SaTlta Anna, quien desde su retiro de Tur-
baco, en Nueva Granada, habia estado fOlnentando el
espíritu de partido, y ofrecido sus servicios á los con-
servadores. Insistiendo Ceballos en su renuncia, el
ejército nombró al general Lombardini para que de-
sempeñara el mando hasta el 20 de Marzo, fecha en
que el desterrado campeon entró á Méjico y fué de-
clarado presidente con facultades dictatoriales.
Santa Anna comenzó desde luego á preparar la
nueva era del centralismo, disolviendo las legislaturas
de los estados y suprimiendo los ayuntamientos de
las poblaciones de ménos de diez mil habitantes, cen-
tralizando la administracion de r entas, y dictando otras
medidas por el estilo, ayudado por un gabinete en que
se encontraban hombres como Alaman, y por un con-
sejo de gobierno.
Aun se llegó á decir entónces que se trataba de
establecer la monarquía con un príncipe español;
pero en esta parte del programa solo unos pocos es-
taban en el secreto. La muerte repentina de Alaman
d ejó 6)n completa libertad á Santa Anna, y los cam-
bios de gabinete y otros actos vini eron á revelar que
los planes del partido tenian que subordinarse del todo
276 REVISTA HisTÓRICA.

á las miras del dictador, y sobre todo á la prolonga-


cion de sus facultades extraordinarias. Con este fin
destituyó de sus empleos á todos los que le parecieron
peligrosos, coartó la libertad de la prensa, aumentó el
ejército con los individuos de la milicia que suprimió,
y lisonjeó al populacho restableciendo á los jesuitas.
La magnitud de su vanidad y pretensiones se puso de
manifiesto cuando tomó el tratamiento de "Alteza
Serenísima," y restableció la órden de Guadalnpe tal
como la habia instituido el emperador Iturbide.

Actos semejantes de un presidente republicano


eran no ménos alarmantes que ridículos, .Y empezaron
á estallar pronunciamientos en varios puntos del país,
acaudillados principalmente por funcionarios echados
de sus destmos, ó que temian serlo. El astuto in-
trigante habia organizado oportunamente un ejército
dispuesto á obedecer sus mandatos; pero este no podia
vigilar hasta los últimos rincones, aunque sí hizo
algunas hazañas notables, contándose entre ellas la.
derrota de invasores extranjeros como Walker .Y
Raousset de Boulbon, en el Noroeste. El estado de
Guerrero estaba entónces á cargo del general Juan
Álvarez, antiguo caudillo insurgente que habia mili-
tado bajo las órdenes de Morelos, á quien los" pintos"
y demás hijos del estado prófesaban especial cariño.
Tenia razon para estar disgustado, pues bien sabia que
á no ser por su influencia en Guerrero, tiempo hacia
que lo habrian quitado, y solo esperaba una justa cau-
sa para declararse.
Esta se le presentó cuando Santa Anna vendió la
Mesilla á los Estados U nidos, medida que censuraron
acremente sus' adversarios, como un despojo del terri-
rio nacional. Álvarez se aprovechó del pretexto é
hizo que ell o de Marzo de 1854 se proclamara el
plan de Ayutla, que exigia fuese derrocado el dicta-
dor y se hiciera la convocatoria de un congreso para
formar una nueva constitucion federal dándole repre-
sentacion al pueblo.
ÁLVAREZ y COMONFORT. 277

~l plan fué adoptado con pequeñas modificaciones,


el dla once, por la guarnicion de Acapnlco dirigida
por Ignacio Comonfort, coronel de milicia ret,irado, y
administrador de la aduana del puerto. Era de mucha
influencia allí, y habia sido separado de su destino por
el gobierno con cir<:!unstancias que arrojaban injusta-
mente una mancha sobre su buen nombre.

I GNACIO COMONFORT.

Esta r evolucion cundió tan rápjdamente, que el


mismo Santa Anna salió tí la campaña. Obtuvo algu-
nas ventajas impidiendo hasta cierto punto que se ex-
tendiera el movimiento de Guerrero. Con el presti-
gio del éxito que habia alcanzado, y contando con
las fu erzas, en Di ciembre propuso un plebiscito para
que la nacion r esolviera si debia seguir Sln la dictadura
ó no. Se empleó la intimidacion y se duplicaron los
votos favorables, y el r esultado fué que sacó una ma-
yoría inmensa: esto tambien produjo una profunda
indignacion que se hizo sentir en varios pronuncia-
mientos, volviéndose á presentar Álvarez al frente de
una fu erza mas imponente que nunca.
278 W.;vJH'J'A JIJHTÚIUCA.

AcoRtum hrado COIllO l'stalnL ;í, observar el bar{¡metro


)olftic:o vi{) veni r la tOrlll('lIta, )' eorrió :i bm;car un
fugar de seguri dail para HU persona, eomo TIIuchai:!
vece:,; lo hahia ltedlO .í,nte;;. E l 8 (le Agosto Je l85fí
Jlornln'ó UII triunvirato COl llpuostO del preRiJelltu Je
la r-mprema corte, y J e IOR ~elleru.l es Salas y Carrera,
y emprendió la retirada, declamando en d camino
contra la ingratituJ que 110 habia reconocido su celo
y patrióticos servicios.

SANTA ANNA.

Este fuó 01 últilllo papel de importalleia que deselll-


perló Santa Anlla en el país, <J ue por tantos allOS
habia sido el juguete de sus intr igas illlllorales, ya
hacienclo derramar la sangre ;í torrentes, ya sacrific:in-
dolo :í su rastrera amhic: ioll. Educado en los dias ex-
traordinarios de la gran revolucioll y ell el período de
trn,lIsicioll a l repu¡')icallislllo, habia r ecibido una es-
merada educacioll en el del:ipotislllo y la intriga, pam
CARÁCTER DE 'lANTA ANNA. 279

cuyos fines era por naturaleza apto. Como soldado,


durante ese período de crueles triunfos y reveses al-
t ernativos, combinaba un atrevimiento notable con
una timidez precavida, calculando siempre las even-
tualidades de la derrota miéntras buscaba la victoria;
de aquí la extraordinaria prontitud con que se r eponia,
y tambien las r evoluciones á medias que le contraria-
ban sus planes. Observador sutil del carácter é in-
clinaciones de los hombres, sabia como y cuando debia
impresionar á sus compatriotas; era á veces cortés y
agasajador, y á veces altivo é insolente, segun cuadra-
ba á sus miras. L e g ustaban el misterio y los com-
plots, y estudiaba el efecto qu e ej ercia n las intrigas
sobre la buena fé. N unca comprendió las nobles mi-
ras del patriota ó r eformador. Los principios y los
hombres no eran mas que instrument os para satisfacer
su insaciable ambicion y codicia que ocupaban en la
escala desde el mas alto grado, acompañadas de la des-
lumbrante pompa, hasta la mas sórdida y rastrera ba -
jeza. E stos mismos extremos en su extraordinaria
volubilidad, sus muchos rasgos de vileza coloreados
algunos con unas cuantas líneas de nobleza, y el todo
combinado con arrojo, osadía, y mucha fuerza de vo-
luntad, bastaron para que se le considerara un genio,
y como tal se le tuv o por los partidos de miras diame-
tralmente opuest as, que apelaban á él alternativamen-
t e á pesar de que le odi aban y desconfiaban de él. E m
mas bien que h ábil gobernante, un h ombre que sabia
manipular con astucia y destreza los sucesos.
Luego que se hubo marchado el di ctador, la guar-
nicion se adhirió al movimiento popular colocando en
el poder al general Carrera, lo que tuvo lugar el 15
de A gosto. Entre otros aspirantes Raro y Tamariz,
qu e habia sido ministro de Santa Anna, quiso hacerse
célebre acaudillando una r evolucion conservadora en
San Luis Potosí; así lo hizo tambien el gobernador
Vidaurri en Monterey; pero Álvar ez se acercó á M é-
jico poco despues á la cabeza d e sus "pintos" y se r eci-
bió de la presidencia el 4 de Octubre. Su gabinete se
280 REVISTA HISTÓRICA.

componia, además de Comonfort, de los decididos libe-


rales Juarez y Ocampo; y durante el corto tiempo de
su presidencia, pues se separó de ella el 12 de Diciem-
bre, se sancionaron muchas leyes contrariando Ó ha-
ciendo nulas las medidas despóticas de Santa Anna, y

J UAN ÁLVAR>:Z.

promoviendo reformas, entre las cuales la mas nota-


ble es la que lleva el nombre de ley-J uarez, que res-
tringe la jurisdiccion de los tribunales eclesiásticos y
militares, aboliendo tambien otros fueros del clero y
del ejército.
La disposicion era indudablemente necesaria, sobre
t odo para ayudar al gobierno á. sofocar las revolucio-
nes ; pero sus adversarios la presentaron como una
medida cuyo fin principal era humillar al clero y dis-
minuir su influencia. Aun el partido moderado, que
no favorecia ni al clero ni á los liberales, opinó que
el gobierno marchaba por una senda demasiado radi-
cal, y Doblado, gobernador de la siempre turbulenta
Guanajuato, tomó la iniciativa, exigiendo la entrega
PRESIDENCIA DE COMONFORT. 281

del poder á Comonfort, como mas moderado, y á pesar


de ser amigo y aliado del presidente.
Álvarez no era ambicioso, ni se adunaba su carác-
ter á las intrigas de la metrópoli y su desdeñosa so-
ciedad. Además, como ni á sus soldados ni á él les
convenia el clima del valle de Méjico, y se hallaba él
achacoso por la edad y las enfermedades, desde luego
aceptó la indicacion de Doblado y nombró á Comon-
fort para sustituirlo.
Se formó un gabinete con puntos de moderado,
nombrando á J uarez, para despedirlo cortésmente, go-
bernador de Oajaca, en donde ya se habia grangeado
fama y reputacion por su cordura y hábil administra-
cion. Si es verdad que Comonfort era ménos exage-
rado en su política, tambien lo es que permaneció fiel
al plan de Ayutla y á la mayor parte de los proyec-
tos ya esplicados. N o habiendo ganado nada por cier-
to en el cambio, el clero continuó sus maquinaciones,
promoviendo las revueltas entre las que se cuenta la
del cura de Zacapoaxtla, acaudillada por Raro, ex-
ministro de 8anta Anna, y sostenida por los jefes
prominentes Miramon, Marquez, y Osollo. El mismo
Comonfort salió á batirlos y alcanzó una victoria se-
ílalada que precipitó la rendicion de Puebla. Resul-
tando que el clero de esta diócesis habia sido el promo-
vedor principal del levantamiento, se le secuestraron
sus bienes para cubrir los gastos y perjuicios de la
g uerra. El pertinaz obispo Labastida salió despues
desterrado del país y fué á unirse á los jefes que se
habian fugado.
Dos meses despues, el 15 de Mayo de 1856, se ex-
pidió un estatuto orgánico provisional, confirmando el
poder discrecional del gobierno, en el que estaban com-
prendidas la facultad de nombrar á los gobernadores
y de restringir la prensa, y otras prerogativas. Es-
to causó algun disgusto á la otra faccion, y, entre
otros liberales, J uarez protestó contra la medida. El
díscolo gobernador de Nuevo Leon, Vidaurri, fué
aun mas allá, dando á conocer su poco respeto al go-
282 REVISTA HISTÓRICA.

bierno con la incorporacion por la fuerza de Coahuila


á su estado, y saliendo á campaña contra las fuerzas
federales. .
Se expidió un decreto suprimiendo á los jesuitas, y
el 25 de Junio se publicó la famosa ley-Lerdo, que
prohibiendo á las corporaciones civiles y eclesiásticas
poseer bienes raices, concedia á los arrendatarios de las
fincas de la iglesia, el derecho de adquirirlas bajo con-
diciones equitativas y fáciles, poniéndose además en
venta las propiedades que no estaban arrendadas.
Este paso tan manifiesto hácia el despojo general, co-
mo entónces se decia, levantó otra vez la grita que
paró en el destierro de muchos clérigos y frailes, cau-
sando no poca conmocion y descontento. Sin embar-
go, en la represion de los pronunciamientos la conduc-
ta de Comonfort llevó el sello de una generosidad tan
noble como extraordinaria, con la que se grangeó no
solamente muchos amigos firmes, sino tambien las sim-
patías de casi todo el país; lo cual en mucho contri-
buyó á la propagacioll de los principios liberales.
CAPÍTULO XIII.
GUERRA POR LA LIBERTAD DE LA INTELIGENCIA.

DESPOTISMO RELIOIOSO y SOCIAL--CONSERVADORES y LIBERALES-AQUELLOS


DECLARAN QUE EL PRINCIPIO DE LA IOUALDAD DE DERECHOS NO CON-
VIENE Á LAS MASAS-CLERO y PUEBLO-NuEVA CONSTITUCION-CON-
FISCACION DE BIENES ECLESIÁSTICOS-CONVULSIONES POLITlC>lS-DEL
CONSEJO AL CAMPO DE BATALLA- DESPOJO DE LAS IGLESIAS y ANATE-
MAS DEL CLERO-BATALLAS NUMEROSAS-INFLUENCIA DE LOS ESTADOS
UNIDOS DEL NORTE EN LOS ASUNTOS DE MÉJICO-MIRAlII0N y MAR-
QUEz-EMPR';'STITO DE JECKER-AVENTURAS POLÍTICAS DE JUAREZ-
GUERRA! GUERRA! y ARBITRAJE SANGRIENTO.

Se habia alcanzado la nacionalidad con la gran lu-


cha revolucionaria que terminó en 1821; pero una
nacionalidad débil y vacilante que gemia bajo el peso
de los males trasmitidos por tres siglos de opresion.
La gran lucha del período republicano se dirigió á ata-
car el despotismo de la ~upersticion y las distinciones
odiosas de raza, afiliándose las clases y los pretendien-
t es de empleos en uno y otro partido para posesionarse
de los despojos. Los conservadores sostenian que
las masas no estaban en condicion de practicar la
igualdad de derechos ó la libertad, y que solo la igle-
sia podia ser el vínculo indispensable para mantener
la nacionalidad. Á juicio de los centralistas y monar-
quistas la division del país en estados semi-indepen-
dientes era peligrosa á la union y al órden, y la supre-
ma autoridad debia depositarse en una mano vigorosa
p¡i.ra sofocar las revoluciones y procurar el adelanto.
N egaban que la causa de la ineptitud fuera la igno-
rancia; y que los desórdenes dimanaran de las intrigas
[283 I
284 GUERRA POR LA LIBERTAD.

de la religion y de la riqueza, que se Crel&n aliadas


en contra del pueblo en general.
Los liberales reconocian el mal en su orígen y en
sus t endencias, y continuaban el ataque con energía,
alentados por sus repetidos triunfos, á pesar de los
reveses que algunas veces sufrieron. La educacion
ganaba terreno, la inquisicion habia sido abolida, y los
j esuitas no podian hacerse fuertes; así iba rninándose
gradualmente el prestigio de la iglesia. El gobier-
no español ya le habia asestado un golpe terrible,
arrastrando á los padres y frailes insurgentes ante
los tribunales militares y ajusticiándolos. La repú-
blica siguió el ejemplo relevando á las órdenes religio-
sas de los votos monásticos, secularizando las misiones,
ejerciendo durante algun tiempo el derecho de nom-
brar á los prelados, reglamentando el cobro de las ob-
venciones, y sobre todo extendiendo la jurisdiccion de
los tribunales ordinarios sobre el clero, y con la ena-
genacion de sus propiedades.
Estos últimos actos, dictados por J uarez y Lerdo,
tuvieron por principal objeto quitar al clero los me-
dios de llevar adelante sus peligrosas maquinaciones;
pues era inmensa la riqueza con que se hacian ? e par-
tidarios y elementos para mantener su causa. A pesar
de lo que habia perdido por la guerra y otros elemen-
tos contrarios, en 1856 sus bienes se estimaban en
doscientos millones de pesos, fu~ra de los edificios re-
ligiosos, calculándose en cerca de nueve millones los
diezmos y primicias, y en otros muchos millones los
productos de los derechos parroquiales. Con su co-
dicia por el lucro no habia vacilado en separarse del
sendero de la rectitud; y aunque continuaban las fór-
mulas de la verdadera fé, permitia oue en lo esencial
su religion tomase mal camino.
Ya debe suponerse que en esta lucha de los parti-
dos, los actos buenos del clero no solo pasaban desa-
percibidos, sino que muchas veces se les suponia una
intencion torcida. Los liberales eran, sin embargo,
tratados de la misma manera, y en el acaloramiento
CONSTITUCION DE 1857. 285

de las discusiones públicas, las masas no podian ménos


que aprender muchas verdades convenientes á su bien-
estar. Vino naturalmente la revancha contra el clero,
y como hasta los ménos avisados llegaron á conven-
cerse con el tiempo de que el clero estaba aliado con
la aristocracia, y que ambos á dos empleaban el brillo
del oro para atraer á su causa el interés y la supersti-
cion, su prestigio fué desvaneciéndose, y juntamente
con él la ciega reverencia que hasta entónces se le
habia tenido.
El desarrollo de las ideas liberales se dejó ver en la
fuerza del congreso federal, que en 5 de Febrero de
1857 pudo expedir una constitucion de sobresaliente
mérito para el país. Redactada por hombres como
Arriaga, Guzman, y Yañez, habia merecido el sello
de la aprobacion del campeon de los liberales, Valen-
tin Gomez Farías, presidente entónces de la cámara
de diputados, el mismo que como colega del pérfirdo
Santa Anna habia dado el primer golpe al partido de
la iglesia el año de 1833. En esta carta se halla el
mismo espíritu de la constitucion de 1824, basada
sobre la de los Estados Unidos; pero mas avanzada
en el sentido de la reforma, y diferenciándose de
aquella en varios puntos. Fundada en los derechos
del hombre, reconoció la libertad de la tribuna y de
la prensa, suprimió los pasaportes y los tribunales es-
peciales, ménos para los delitos puramente del órden
militar; desconoció los honores hereditarios, la nobleza,
y los privilegios, y prohibió la pena del látigo y la
confiscacion de bienes. Segun ella, ninguna corpora-
cion podia tener bienes raíces, salvo los que estricta-
mente necesitare para su uso inmediato y directo, ni
podian concederse monopolios, sino era por las paten-
tes de invencion. El poder legislativo fué investido
en un congreso compuesto de una sola cámara, la de
diputados que dehian elegirse cada dos años por escru-
tinio secreto en los colegios electorales, á razon de un
diputado por cada cuarenta' mil habitantes, ó una
fraccion que excediera de veinte mil. Dos sesiones
286 GUERRA POR LA LIBERTAD.

debian t enerse cada alto por el congreso, y durante los


recesos habia de reemplazarlo una diputacion perma-
nente compuesta de un miembro por cada estado y
territorio. D eposit6 el poder ej ecutivo en un presi-
d ente, electo lo mismo que los diputados pero por
cuatro años; y en caso de inhabilidad debia entrar á
d esempeñar sus funciones el presidente de la suprema
corte. L os magistrados de esta corte eran elegidos
por seis años.
Las difer encias sustanciales entre esta constitucion
y la de 1824 que sirvi6 de modelo, consisten en la
abolicion del senado, el aumento de la representacion
en el ccngreso, y en los puntos siguientes que atraje-
ron la a nimadversion del clero. Entre ellos debemos
enumerar la libertad de enseñanza, la disposicion que
tendia á libertar de los votos monásticos, la libertad
sin r estriccion de la tribuna y d e la prensa, en lo que
se " eia un peligro qu e amenazaba á la r eligion; la in-
habilidad de las corporaciones para poseer bienes raí-
ces, la abolicion de los tribunales especiales, la atribu-
cion qu e se comete al gobierno de intervenir en los
asuntos de culto y disciplina eclesiástica; y de no me-
nor importancia, el no haberse impuesto como la reli-
gion del estado la cat ólica romana.
Parece que estos ca mbios no hallaron mucha re-
sist encia, fu era d el clero, pues que el grito de algu-
nos rnilitares por la abolicion de su fu ero habia sido
instigado por los eclesiásticos. Mas la resistencia de
la iglesia fu é tenaz y sost.enida, y como la constitucion
debia comenzar á reg ir el 16 d e S etiembre, aniversa-
rio de la independencia nacional, se pusieron en juego
todos los r esortes para crear una r eaccion contra ella.
Era t a n hostil la actitud que desde el principio
tomó el clero, que fu é necesario privar de su libertad
de accion al arzobispo y á otros varios altos eclesiásti-
cos. Sus resentimientos no los calm6, como fácilmen-
. t e puede imaginarse, el decreto del ministro Iglesias, el
que mas t a rde fu é uno de los candidatos liberales
para la presidencia, prohibiendo á los párrocos cobrar
COMONFORT y EL CLERO. 287

obvenciones de aquellos que solo ganaban lo justamen-


te necesario para. mantenerse. Alg unos prelados cr e-
yeron necesario mostrarse co mplacientes r especto á
esta disposicion, supuest o que est aba basada en los
principios de caridad qu e ellos mismos predicaba n, y
expidieron órdenes confirmat orias; mas otros decla-
ra ron rotund amente que era una usurpacion de sus
d erech os. En contra de otra ley expedida en M arzo
para la jura de la constitucion, se combinaron t odos, y
se atrev ieron alg unos a prohibir que se le diera aca-
t amiento; de lo que provino q ue una g ran parte de los
empleados públicos y muchas ot ras personas se nega-
r on á obedecer al gobiern o. El res ultado de t odo
est o fué un cambi o mas radical que el que ning un par-
tido r evolucionario habia podido efectuar hasta en-
tón ces, q uedand o co mpa rativamente intact o el ser vicio
civil, miéntras que los h ombres de armas se elevaban
en ra ngo por medio de los pronun ciam ientos consecu-
tivos, pues que los j efes vict oriosos creia n prudente
no solo r ecom pensar á sus partidarios, sino t ambien
propiciar á sus a ntagonist as.
T an ominosa parecia la t ormenta que se dibuj aba
en el h orizonte político, que Co monfor t empezó á ce-
der derogando la disposicion que habia dado para
confiscar los bienes do la iglesia de Puebla, á fi n de
expensar los gastos de la última campaña, y aún llegó
á proponer que se sust ituyese la constitucion con las
leyes orgáni cas de 1843, cuyas t endencias eran deci-
dida mente h ácia el centralismo. A fortunadamente,
su partido vino en su au xilio alen tánd ole de nu evo
para la defensa de la causa; COIl t odo, sus vacilac iones
inspiraron confia nza á la oposicion. El co ng reso se
reunió el 7 de Octubre, y sus mar cadas t endencias
liberales lo induj eron á robust ecer su gabinet e llaman-
do á J uar ez á presidirlo. M as á pesar de su conducta
vacilante la eleccion para presidente resultó en su fa-
vor, y hast a le fu er on confi rmadas las facultades extra-
ordinarias de que estuvo investido por t anto tiempo,
en vista de la ominosa situacion.
288 GUERRA POR LA LIBERTAD.

A la vez el país manifestó el alto aprecio en que


tenia á los autores de las leyes J uarez y Lerdo, dando
á este último muchos votos para la presidencia de la
república, y eligiendo á J uarez casi unánimemente
para presidir la suprema corte. Igual triunfo alcan-
zó J uarez en las elecciones para gobernador de Oajaca,
pero prefirió naturalmente el empleo de mas categoría.
La falta de firmeza de Comonfort no podia ménos
que hacerse sentir entre las personas que lo rodeaban.
El 17 de Diciembre el general Félix Zuloaga, jefe
militar al servicio del gobierno, se pronunció en Tacu-
baya, arrastrando á toda la guarnicion de Méjico en
favor de su plan, que desconocia la constitucion y exi-
g ia la convocatoria de un congreso para hacer otra
mas adecuada al país. La nueva carta debia some-
terse al pueblo para su aprobacion ántes de que co-
menzara á regir. Comonfort entretanto seguiría como
presidente, con un consejo compuesto de un diputado
por cada estado. Cinco estados y los principales
dignatarios del clero apoyaron el plan, y Comonfort
cedió, quedando J uarez preso.
Era tal la timidez del presidente en el nuevo órden
de cosas creado por él mismo, que ántes de haber tras-
currido un mes el ejército regenerador de Zuloaga,
como se le titulaba, hizo otro pronunciamiento, pi-
diendo el cumplimiento del plan de Tacubaya y des-
conociendo á Comonfort. Esta maniobra lo decidió
al fin á volver sobre sus pasos, proclamando de nuevo
la constitucion de 1857 y tomando las medidas nece-
sarias para la defensa de la capital; pero la oposicion
acaudillada por jefes competentes como Miramon y
Oso11o pudo mas, y Comonfort se vió obligado á aban-
donar la ciudad. Viendo que habia perdido irrevo-
cablemente la confianza de su partido, salió el 7 de
Febrero de 1858 para los Estados Unidos, dejando
dicho que su presencia solo serviría para causar desór-
denes. Generoso, afable en sumo grado, de una pre-
sencia imponente, fuerte y de tez morena, tenia
brillantes cualidades que lo hacian muy recomenda-
ZUWAGA SE HACE PRESIDENTE. 289

ble; pero todo quedaba neutralizado con su falta de


prevision y decision. Á pesar de que era liberal por
instinto, el benévolo ahinco que manifestaba de agra-
dar á los dos partidos despertó la desconfianza del
uno, y destruyó su influencia con el otro.
Luego que se proclamó el plan de Tacubaya fueron
arrestados algunos diputados ; pero cosa de sesenta
liberales se fugaron para Quer étaro y pidieron á los
estados que se pusieran de su parte, para apoyar la
constitucion adoptada. La respuesta fué el organizar-
se una imponente coalicion, á la que se unió finalmente
Veracruz que ántes se habia adherido á Zuloaga. S e
nombró jefe del ejército al general Parrodi, y J uarez,
quien habia recobrado su libertad cuando Comonfort
renunció el mando, entró á desempeñar la presidencia
el 10 de Enero, en virtud de su cargo de presidente
de la suprema corte, miéntras que aquél estaba toda-
vía haciendo frente al enemigo tras de los muros de
Méjico.

FÉLIX Z ULOA GA.

Zuloaga, ya dueño de la situacion el 21 de Enero,


reunió a todos los diputados adictos á su causa, quienes
VIDA DE Duz.-19
290 GUERRA POR LA LIBERTAD.

el 22 lo eligieron presidente provisional. Se declaró


ontónces decididamente conservador: nombró su go-
bierno .Y derogó todos los decretos ultra-liberales, or-
denando la restitucion de todos los bienes de la iglesia
que habian sido adjudicados. Su general Osollo, con
Miramon de segundo en j efe, salió desde luego á cam-
paña, ocupando á Querétaro; y despues de haber
echado á los constitucionalistas de Guanajuato, mar-
chó sobre Guadalajara, donde se habia refugiado
J uarez con su gabinete.
El coronel Landa, siguiendo el curso de los acon-
tecimientos, y declarándose el 17 de Marzo en favor
de los conservadores, se apoderó de J uarez y de tres
de sus ministros. La noticia de este suceso se divul-
gó rápidamente por el país, causando no poco regocijo
en el partido clerical que ya lo consideraba COfiO un
golpe decisivo. Mas otra parte de la guarnicion se
mantuvo firme á la causa liberal y se propuso salvar á
los cautivos. Landa mandó dos comisionados para
atraérsela; p ero ántes de que pudieran vol ver para
anunciar que habían fracasado, los liberales empezaron
á hacer fu ego sobre los rebeldes. Estos últimos con-
sideraron ese proceder como un acto de traicion, y
COlno uno de los comisionados era ministro de J uarez,
algunos soldados enfurecidos se lanzaron al lugar don-
de estaba preso este, con el fin de vengarse en él.
Las apariencias habian tambien engañado á Landa,
y vaciló aunque solo fué por un momento: "Aguar-
dad" gritó á s us soldados, "no hagais nada con impru-
dencia." Á pocos minutos vol vieron los comisionados
y J uarez se salvó. Segun otra relacion, Landa ame-
nazó á J uarez con la muerte si no mandaba á los
asaltantes que suspendieran las hostilidades, á lo que
se negó firmemente el presidente
En este estado las cosas, se anunció la aproxima-
cion del general Parrodi, quien arroj ado de Guanajua-
to se dirigia al punto donde se encontraba su gobier-
no. Landa, cogido entre dos fuegos, hizo un arreglo
apresuradamente con la guarnicion liberal, y en virtud
JUAREZ EN VERACRUZ. 291

de él se le permitió retirarse, á condicion de que pu-


siera en libertad á J uarez. En vista de la ' marcha
victoriosa de Osollo, el presidente salió para Colima,
nombrando ántes á Parrodi ministro de la guerra, con
amplias facultades para proceder como mejor convi-
niera.. Parrodi tuvo que capitular pocos dias despues,
y se nombró en su lugar á Santos Degollado, confi-
riéndosele el mando absoluto de los ejércitos del Norte
y del Oeste. Acompañado de sus ministros Melchor
Ocampo, Guillermo Prieto, Manuel Ruiz, y Lean
Guzman, Juarez se embarcó en Manzanillo el 14 de
Abril y pasó por la vía de Panamá y Nueva Orleans
á Veracruz, donde llegó el 4 de Mayo y fué cordial-
mente r ecibido por el gobernador Zamora y otros li-
berales. E sta plaza fuerte, que t enia resguardada la
espalda por el castillo de Ulúa y el mar, era un retiro
admirable desde donde podian emprenderse las opera-
ciones para sostener la causa. Era además, el primer
puerto de la república, y su aduana proporcionaba
cuantiosos medios pa.ra adquirir material de guerra en
los Estados U nidos.
Fué una fortuna el poder contar con semejante
punto de apoyo; pues, en la época á que nos referimos,
J uarez casi no tenia otro elemento en su favor que las
simpatías del pueblo. Las armas conservadoras ha-
bian alcanzado triunfo tras de triunfo, y con el pres-
tigio de ellas, buenos jefes y dinero en abundancia:
su mera prese ncia bastaba para que se levantara la
gente, particularmente en los grandes y ricos cen-
tros de poblacion. Los representa.ntes extranjeros,
incluso el ministro de los Estados U nidos que lo
hizo con alguna vacilacion, determinaron reconocer
el gobierno de Zuloaga. Á pesar de que eran po-
cos en número y habian sido derrotados en los cam-
pos de batalla, los juaristas habian hecho compren-
der al pueblo la verdad de sus principios, que eran
una declaracion de guerra á la alianza que para opri-
mirlo habia celebrado el codicioso clero con los altivos
propietarios.
292 GUERRA POR LA LIBERTAD.

SA N JUAN DE ULÚA.
VIDAURRI y MIRAMON. . 293

El resultado fué que revivió la revolucion popular


de 1810. En todas partes se levantaron, para hostili-
zar á las fuerzas conservadoras, guerrillas animadas
hasta cierto grado de aspiraciones nobles, pero que
tambien muchas veces, hay que confesarlo, no llevaban
otra mira que la de saquear á los ricos. Derrotadas en
una parte se volvian á reunir en otra. T odo el que
podia allegar una docena ó mas de hombres tomaba un
título pomposo, y buscaba la fama por medio de movi-
mientos rápidos como no fueran decisivos. Miéntras
que los sacerdotes fulmin aban desde el púlpito sus
anatemas, los j efes liberales establecian pequeñas im-
prentas derramando por todo el país proclamas bom-
básticas y brillantes promesas, que por algun tiempo
no dieron otro resultado que los préstamos forzosos
y la leva, paralizando el com ercio y sembrando la mi-
seria en torJas direcciones. Los liberales, sin embar-
go, procuraban no oprimir á las clases mas humildes,
dirigieudo sus ataques principalmente al clero y á los
ricos; miéntras que los conservadores, con sus fuerzas
mas costosas, oprimian con mano fuerte á todos, co-
metiendo mas tarde el fatal error de llamar á los ex-
tranj eros á ayudarles á cometer las extorsiones. El
resultado fué que co nstantemente iba creciendo la
simpatía por la causa liberal.
Despues que J uarez se separó de la costa del Po-
niente, las fuerzas victoriosas de Miramon ocuparon
á Zacatecas, avanzando sobre San Luis Potosí, cuyo
t erritorio lo ocupaban las tropas del gobernador de
Nu evo L eon, Vidaurri. Este hombre turbulento y
ambicioso al parecer defendia la causa liberal; pero
bien poco se cuidaba de obrar de acuerdo con J uarez,
ocupado como estaba siempre en sus propios planes.
Si él hubiera apoyado á Parrodi en Guanajuato, tal
vez se habrian evitado los reveses que allí ocurrieron.
Pero dió á Osollo y Miramon la oportunidad de atacar
á los constitucionalistas en detall y con mejores tro-
pas. Vidaurri, sin embargo, recibió una leccion el 17
de Abril, en el sangriento combate que abrió á Mira-
GUERRA POR LA LIBERTAD.

mon las puertas de San Luis Potosí. Por este mismo


ti empo Morelia fué ocupada, y Echeagaray, goberna-
dor de Puebla, que se habia declarado decididamente
por los conservadores, se apoderó de Orizaba y otros
lugares del estado de Veracruz, acontecimiento que
indujo al general Negrete á pronunciarse en Jalapa

CAMPO DE OPERACIONES REVOLUC IONARIA S EN EL ESTE.

por el partido victorioso, arrastrando en pos de sí casi


á todo el estado. Osollo hizo su entrada triunfal á
~éjico siendo objeto de las mas entusiastas felicita-
CIones.
Aunque los conservadores parecían dominar la si-
tuacion en todas partes, los liberales de ninguna ma-
nera desmayaban. La derrota de Vidaurri no hizo
mas que provocar su ira. Miéntras el enemigo cele-
braba sus proezas, aquél despachó á su teniente, Zua-
ZUAZÚA, OSOLLO, y MEJíA. 295

zúa, á Zacatecas con una fuerza que ascendia ya á


4,000 hombres; y contra una vigorosa resistencia se
apoderó de la ciudad, vengándose con mandar fusilar
á los cinco j efes principales, incluso Landa el que poco
ántes h abia tenido á J uarez en su poder.
U na serie de represalias sangrient as vinieron luego
á aumentar los horrores de esta guerra fratricida.
Anim ado con esta ventaja, Zuazúa marchó sobre San
Luis Potosí, en donde se encontraba Miramon con
3,500 hombres; pero Osollo corrió á su au xilio y
aquél se yió precisado á retirarse. Aquí se enfermó
Osollo y murió en Junio á la temprana edad de trein-
ta años, dejando á Miramon, que era mas j óven t oda-
vía, el puesto de ge neral en j efe del ejército conser-
vador.
El éxito de Zuazúa dió nuevo impulso á los movi-
mient os del ejér cito constitucionalista; aumentóse su
entusiasmo con la circunstancia de que el enemigo ha-
bia sacado tropas de varios puntos para la expedicion
á San Luis Potosí, quedando aquellos con pequeñas
guarniciones. D egollado avanzó sobre Guadalajara;
Pueblita y Huerta ocuparon á Morelia y recorrian
todo el estado de Michoacan; Coronado, gobernador
de Durango, hacia mas preparativos; yen Guanajua-
t o, Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, y otros lugare:;,
se levantar on fuerzas mas ó ménos numerosas, para
recuperar el t err eno perdido.
Este levantamiento t an repentino y general basta-
ba por sí mismo para dar valor á los actores, r evelan-
do la poca importancia de las últimas victorias del
partido conservador. Por algunos meses despues el
triunfo parecia fluctuar entre los dos partidos. T am-
pico, estrechamente sitiado por el j efe liberal Juan
J osé de la Garza, no sucumbió g racias á Mejía, com-
pañero prominente de Miramon; y est e libertó á Gua-
dalajara del sitio que le puso Degollado, á quien
despues persig uió y derrotó. Mas Pueblita hizo sa-
quear á Guanajuato, ciudad siempre expuesta á las
vicisitudes de la guerra, tanto por su riqueza mineral,
296 UUERRA. POR LA LIBERTAD.

como por su accesible posicion; y el ejército conserva·


dor tuvo que levantar por unos dias el sitio de Perote,
á consecuencia del pronunciamiento de Jalapa que fué,
empero, sofocado por E cheagaray desde Puebla. Du-
rante la marcha de Miramon sobre Degollado, Zua-

MÉJICO DEL NORDESTE.

zúa se aprovechó otra vez de la oportunidad para


arrojarse sobre San Luis Potosí, cuya operacion le
salió bien. La ciudad se rindió el 30 de Junio, y fué
á la verdad una buena prei:ia por su riqueza y posie
cion estratégica ; á la vez que apresuró la toma de
CONTRIBUCIONES FORZOSAS. 297

Tampico, el mejor puerto del golfo despues de V era-


cruz. El vencedor impuso contribuciones, y el obsti-
nado obispo de la diócesis salió desterrado en union de
varios individuos de su clero. Por lo demás, Zuazúa
enm endó su 90nducta anterior,con el buen trato que
dió á los vencidos.
Y a parecía que todas las ventajas estaban de parte
de los liberales, puesto que t enian las aduanas mas
ricas, y el producto de los empréstitos que el ministro
Mata habia negociado en los E stados U nidos, recur-
sos que J uarez empleó no solo en la compra de armas
y en el pago de sus tropas, sino tambien en t ener
emisarios bien r emun erados en el campo enemigo, para
fom ent ar allí la discordia y defender su causa ante el
pueblo. Se sacaba n pingües contribuciones para el
efecto de las ciudades donde predominaban los intere-
ses conservadores; pero por lo general los bienes ecle-
siásticos eran los que se apropiaban de preferencia.
L os obispos eran naturalmente los primeros en opo-
nerse á estas ext orsiones, y t anto por est a r esistencia
como por su fuerte hostilidad g'e neralm ent e era n ex-
pulsados de sus diócesis.
E stimulados mas y mas por el éxito y la necesidad,
los liberales no se limitaban ya á sacar fondos de los
bienes raíces, diezmos, y ot~as fuentes, sino que se
ap9deraban atr evidamente de los ornamentos de las
iglesias, y de las imágenes y vasos sagrados de los
altares. A l principio, esto causaba no poco t emor á
los mismos que lo perpetraban, imbuidos como habian
sido desde la niñez en un a reverencia supersticiosa; se
levantó un grito de horror de todas las clases, parti-
cularmente de los conservador es, que no dejaban de
abultar el hecho y las tremendas consecuencias que
podrían sobrevenir. Sin embargo, como no sobrevino
ninguna venga nza del cielo, la gente poco á poco se
fué despreocupando ; yesos desacatos, á la vez que
aumentaban el tesoro liberal, servían para disipar el
olor de santidad con que se rodeaba el t emplo y el
sacerdocio.
GUERRA POR LA LIBERTAD.

U no de los primeros ejemplos de esa clase de expo-


liacion lo dió Huerta, gobernador de Michoacan, quien
en Setiembre de este año consiguió de los fieles grue-
sas sumas, amenazando con que si no se las daban se
apoderaría de los paramentos de la catedral, los que al
fin tomó despues, reuniendo así fondos que se avalua-
ron en medio millon de pesos. Tampoco los conser-
vadores se quedaban atrás en cuanto á imponer con-
tribuciones á la iglesia, para cubrir sus numerosas
necesidades; pero nunca se atrevieron á recurrir á
medidas extremas; en esto les llevaron ventaja sus
contrarios.
En Setiembre la fortuna comenzó otra vez á voltear.
Apoyado por los hábiles generales Leonardo Marquez
y Tomás Mejía, Miramon volvió á ocupar á San Luis
PotosÍ. El gobernador Vidaurri, qu e se titulaba ge-
neral en jefe del ejército del N arte, tenia muchos
pertrechos de guerra, además de otros recursos, y
contaba con un ejército como de cinco mil hombres, á
quienes él consideraba como fronterizos endurecidos,
á la vez que llamaba afeminadas á las tropas del valle
que marchaban contra él. Sin embargo, abandonó la
fuerte ciudad de San Luis Potosí y tomó posiciones
en Ahualulco, punto no distante, apoyado por Zuazúa
y Aram berri. Miramon lo siguió, trabándose una
lucha reñida que duró desde el 25 hasta el 29,de
Setiembre. Las maniobras mas hábiles de Miramon
al fin vencieron, y Vidaurri tuvo que retirarse perdien-
do la décima parte de sus fuerzas, con mas de veinte
piezas de artillería y mil rifles. Á este golpe, el mas
fuerte que hasta entónces habian recibido las fuerzas
liberales, siguieron en Octubre la caida de Zacatecas,
y en Diciembre la r ecuperacion de Guadalajara, que
Degollado habia ocupado desde Octubre tras un sitio
de varias semanas.
La derrota de Degollado fué tambien desastrosa,
pues que dió por resultado la dispersion de cerca de
siete mil hombres, junto con la pérdida de la artillería
y de algunos centenares de hombres. Miramon y
REVESES DE LOS LIBERALES. 299

Marquez con su admirable táctica le habian arrojado


de sus posiciones cerca de Guadalajara, el 12 de Di-
ciembre, y á los quince dias le derrotaron cerca de
Colima.
Todavía debian sobrevenir mas reveses. Provisto
de tropas y de recursos por el iconoclasta gobernador
de Michoacan, el general Blanco emprendió un movi-
miento sobre Guanajuato; frustrado este, repentina-
mente se presentó frente á Méjico el 14 de Octubre
consternando á los habitantes. Con temeraria osa-
día penetró en la ciudad, logrando sus soldados ocu-
par algunos de los ricos conventos; pero Zuloaga
t enia á sus órdenes una fuerza mas numerosa de lo

MICHOACAN y GUERRERO.

que se suponia, y Blanco tuvo que retirarse por el


camino de Cuernavaca, habiendo sufrido bastante
pérdida. Este ataque hizo que Miramon emprendiera
inútilmente la marcha á la capital. En Noviembre
300 GUERRA POR LA LIBERTAD.

cayó la fortaleza de Perote, que se encuentra á la en·


trada de la mesa central en el camino de Veracruz á
Méjico ; y allí el gobernador Echeagaray siguió la
práctica observada ya tan generalmente por los j efes
conservadores de fusilar á los prisioneros de guerra,
es decir, no solo los j efes sino tambien en repetidos
casos, los soldad os rasos. Convendremos, sin eru bar-
go, en que los liberales acostumbraban vengarse con
la misma severidad.
La perspecti va de J uarez volvió otra vez á ofuscar-
se. L os ej ércitos del norte y del poniente estaban
aniquilados; en el centro solo Michoacan y el puerto
de Veracruz seguian resistiendo; y en los estados
meridionales de Guerrero y Oajaca, ápénas podian
sost enerse las fu erzas liberales co ntra las numerosas
huest es enemigas que constantemente los asediaban.
Hácia este período se presentó frent e de Veracruz
una escuadrilla francesa con la mision de averiguar lo
del fondo para el pago de la deuda extranj era. J uarez
pudo afortun adamente dar explicaciones satisfactorias.
como lo acababa de hacer con una escuadrilla española
enviada de Cuba para protestar en con tra de los prés-
t amos forzosos impuestos en Tampico á s úbditos es-
pañoles. Zuloaga en casos semejantes habia sido mé-
nos condescendiente con los extranj eros, logrando
persuadir á los miembros del cuerpo diplomático que
aquellos debian someterse á las exige ncias del gobier-
no, como medidas indispensables para el bien proco-
munal; el r epresentante de los E stados Unidos fué el
único que per8istió en hacer obj ecion. Mas tarde,
cuando las imposiciones de J uarez se hicieron mas
generales, la medida se convirtió en un medio tanto
para t ener fondos co mo para ganar la simpa tía del
pueblo, alegándose que esto traería la intervencion de
las potencias extranjeras, lo que naturalmente levan-
ta ba el orgullo nacional.
Á las desgracias enumeradas vino la noticia de que
las fuerzas conservadoras se estaban reconcentrando
para atacar tí Veracruz, confiados en que ocuparían
PLAN DE AYOTLA. 301

sin dificultad la plaza. Pero un hecho del todo ines-


perado vino á cambiar el aspecto de las cosas. Echea-
garay, el general en quien Zuloaga descansaba para
la toma de Veracruz, se pronunció en Ayotla el 20 de
Diciembre, proponiendo una transacion entre los par-
tidos extremistas, liberal y con servador. Este movi-
miento no estaba en desacuerdo con su política al
principio del año cuando estuvo renuente por algun
tiempo á adherirse á Zuloaga. N o veia probabilidad
alguna de terminar la lucha fratricida que estaba
destrozando al país, y la victoria de cualquiera de los
partidos que se disputaban la supremacía al parecer
no traería mas que desastres. Quiso hacer un esfu-
erzo para salvar á la nacion, proponiendo la paz y la.
conciliacion. Á este fin su ejército ocuparía la capi-
tal, convocando allí una asamblea compuesta de tres
diputlldos electos en cada departamento por todos sus
ciudadanos. Este cuerpo habia de formar una llueva
constitucion que se sometería á votacion pública. En
el entretanto los jefes de los partidos beligerantes
conservarían sus posiciones respectivas.
Luego que r ecibió esta noticia Zuloaga puso á la
capital en estado de sitio; pero al siguiente dia 23 la
guarnicion se pronunció en favor del plan, reconocien-
do como su jefe al general Robles Pezuela que acaba-
ba de llegar de Washington, en donde estuvo acredi-
tado COillO ministro plenipotenciario de Méjico. Era
indudablemente un negocio preconcertado entre él y
Echeagaray, y es probable que los emisarios de Juarez
lo hubieran preparado, pues con gusto se.ubrarían la
discordia, cuando no pudieran hacer otra cosa.
La marcha reciente de Blanco sobre la capital, te-
nia por objeto probablemente dividir á la guarnicion,
pues que en Setiembre se habia descubierto allí una
conspiracion que fué sofocada por el gobierno. Zuloa-
ga declaró ahora que se retiraría del poder si el movi-
miento solo se dirijia contra su persona, pero que de
ninguna manera lo haría si eran atacados los princi-
pios de su administracion. Se tuvo una conferencia
302 GUERRA POR LA LIBERTAD.

y de ella r esultó la inmediata r enun cia por Zuloaga


d e la presidencia, siendo est a provisionalmente ocu-
pada por R obles.
U no de los resultados del cambio fué co ntraman-
da r la concentracion de fu erzas para at acar á V era-
cruz, acto qu e á juicio de much os salvó al gobierno
co nstitucional. Por otra parte, J aJapa, Córooba, y
otros lugares fu eron abandonados por los conservado-
r es, lo que infundió no poco aliento á J uarez, quien
r edonda mente se negó á escuchar ninguna proposicion
d e avenimiento e n vista de las oportunidades fa vora-
bles qu e le prese ntaba la divisioll del campo enemigo.
Tambien infundió mucha confianza la simpatía siem-
pre creciente del pueblo y gobierno de los Estados
U nidos ell favor de la causa li beral, manifestada últi-
mamente á juicio de alg unos en el proyecto del presi-
d ente Bucha nan de ocupar dos estados mejica nos del
N orte, á pretexto de defender á los ciudadands ame-
ricanos de las depredaciones de los salvajes. Muchos
vieron en es to solo una dernostracion de la doctrina
d e M on roe, provocada por la inclinacion, bien conoci-
da de Zuloaga, de pedir el auxilio de la Europa á fin
de establecer la paz y desarrollar los elementos del
país; no una intervencion a rmada ; pero sí algo q uo se
aproximaba á un protectorado. .
El plan de Echeagaray t enia cláusulas muy pareci-
das á las del pla n de I g uala, por medio del cual Itur'-
bide logró unir ~í los r ealistas y á los insurgent es para
hacer la independencia; pero sean cuale:::! fueren las
aspiraciones del gobierno de Puebla, ellas salieron
fallid as. La Asamblea que se estableció en M éjico,
era casi en su t otalidad conservadora, y naturalmente
apoyó los principios ex istentes elig iendo de presidente
á Miramon, y á Robles de vice-president e. Aquel
era mas conservador aun que su antecesor ; pero su
e leccion se debió indudablemente á sus hazañas mili-
tares, pues las victorias señala das que alcanzó sobre
Vidaurri y Degollado resonaron eH todo el país, y se
le temia á la vez que se le agasajaba, La sed de
MIRAMON PRESIDENTE. 303

gloria lo habia hecho salir del colegio militar desde


muy j6ven, para pasar á las filas, primero contra los
invasores americanos, y despues para entrar á la vo-
rágine de las revoluciones, adhiriéndose naturalmente
al partido aristocrático. Pronto se hizo popular,

MIGUEL MlRAMOJ(.

pues tenia rasgos admirables de inteligencia y carác-


ter, y una presencia simpática; yeso, junto con su
genio militar le llevó á la temprana edad de veintiseis
años al mando de los ejércitos de Méjico y á la presi~
ciencia de la república.
Robles, al comunicar á Miramon que habia salido
electo, le -manifestlS que Zuloaga no habia sabido
aprovecharse de las ventajas que le daban las victo-
rias alcanzadas por los ejércitos, para proveer los
medios necesarios, ni correspondia tampoco á las miras
y sacrificios del partido. La respuesta de Miramon
fué, alparecer, franca y leal; si su jefe habia fracasado,
debia atribuirse á la falta de cooperacion por parte de
Echea"g aray y otros.
El plan propuesto era impolítico y peligroso, pues
no serviría mas que para favorecer á los liberales; él,
304 GUERRA POR LA LIBERTAD.

preferia seguir adicto á los principios promulgados


en Tacubaya. Dada esta contestacion, se dirigió sin
embargo á Méjico, y aprovechándose del estado de
las cosas, se hizo proclamar general en jefe, y expidio
en seguida un decreto el 23 de Enero de 1859, decla-
rando que Zuloaga era todavía presidente, y encaro
gando al ejército que honorablemente le sostuviera
como jefe legítimo de la nacion. Zuloaga comprendió
que estaba en una posicion insostenible; posicion que
seria una fuente de descontento: ocho dias despues
proclamó á Miramon presidente sustituto y se retiró
á la vida privada á fin de dejarle la accion libre. .
Miramon que probablemente habia previsto lo que
pasó, fornló desde luego un gabinete . decididamente
conservador, impuso un préstamo de uno por ciento
sobre todo el capital, y salió de Méjico el 16 de Fe-
brero para arreglar el sitio de Veracruz, como medida
la nlas urgente. J uarez se manifestó á la altura . de
la situacion, haciendo los preparativos necesarios para
la resisteneia y dando amplia satisfaccion á las escua-
drillas de Inglaterra y Francia, que se habian presen-
tado al frente de la plaza pidiendo restitucion de las
cantidades que se habian exigido á los extranjeros en
concepto de préstamos. El 12 de Marzo las fuerzas
de Miramon comenzaron sus operaciones contra la
plaza; y á pesar de lo malsano de sus alrededores, el
sitio presentaba visos de triunfo, cuando con gran
sorpresa de los sitiados, Miranlon de repente abando-
nó sus posiciones y se retiró.
La causa de esta medida extraordinaria fué el mo-
vimiento oportuno que emprendió Degollado para lla-
mar la atencion de los conservadores. Los liberales
habian cobrado nuevos bríos por la toma de algunas
ciudades de importancia, tales como Leon, Aguasca-
lientes, y Guanajuato, y viendo que las guarniciones
del valle se habían debilitado, por las tropas que se
habian .sacado para Veracruz, Degollado se unió con
Pueblita, Blanco, Zaragoza, Iniestra, y otros jefes
principales, con el doble objeto de procurar la toma
DEGOLLADO Y MARQUEZ. 305

de la capital, y tam bien ayudar á J uarez. Despues


de una marcha apresurada, los liberales se presenta-
. ron el 21 de Marzo al frente de la alarmada capital r .
con una fuerza que se calculó en cerca de ocho mil
hombres.
Si los liberales hubieran emprendiao una serie de
ataques rudos, probablemente habrian alcanzado los
ricos despojos de la ciudad de los templos; pero
Degollado dejó que se le escapara la ocasion de una
manera inexplicable, perdiendo su tiempo en formar
atrincheramientos en Tacubaya y Chapultepec, como
si se tratara de un sitio prolongado, permitiendo que
entrara á la capital refuerzo tras ~le refuerzo, parti-
cularmente los de J\tfejía y Marquez que lo venian
siguiendo desde el norte. Finalmente este último
encontrándose con fuerzas suficientes tomó la ofensiva,
y el 11 de Abril los constitucionalistas fueron derro-
tados en una batalla muy reñida, perdiendo gran parte
de su artillería. Miramon llegó con su ejército en los
momentos precisos para dar fé de la victoria y premiar
á los héroes del dia; pero cometió á la vez el grave
error de mandar fusilar á todos los oficiales que caye-
ron prisioneros. Al poner en práctica la lnedida,
Marquez permitió que varios estudiantes de medicina
y otras personas que no eran combatientes pero esta-
ban asistiendo á los heridos, fueran tambien pasados
por las armas, lo que levantó un grito de indignacion
en todo el país y mas tarde constituyó una grave
acusacion contra uno y otro.
Apenas habian emprendido la marcha Marquez y
sus compañeros de armas, para ir á la defensa de Mé-
jico, cuando las fuerzas liberales del norte y del Occi-
dente se aprovecharon de la oportunidad para ocupar
ese campo casi abandonado, con la mira particular-
.Iuente de hacerse de recursos. Gonzalez Ortega co-
nlenzó á figurar en primer término por sus triunfos en
Zacatecas; Tepic cayó con su abundante material de
guerra y otro Degollado, Don Eulalia, se apoderó de
San Luis Potosí aunque Zuazúa lo depuso arbitraria.-
VIDA DE Duz.-20
306 GUERRA POR LA LInERTAD.

El. V.Ul.E DE MÉJICO.


LOS QUINCE MILLONES DE JECKER. 807.

mente poco despues. Otra vez ~1arquez y SUS com-


pañeros de armas salieron en persecucion de los con-
stitucionalistas. Ocuparon de nu evo á S a n Luis y
Guanajuato, y aun Morelia que por tanto ti empo ha-
bia estado sin ser molest ada, se rindió; sin embargo
el estado de Michoacan en lo general permaneció
ad icto á la causa nac ional, como lo había hecho duran-
t e la g uerra de independencia. En año y m ed io que
habia t rascurrido desde que J uarez habia entrado á la
presidencia, se calculaba h aberse librado mas de se-
tenta bat allas, de las cuales los conservadores sost e-
nian h aber ganado las tres cua rtas partes, r es ultado
que se debió á la mejor organizacion de sus tropas y
á la superioridad de sus j efes y ofi ciales. L os libera-
l es eran mas afortunados en las operaciones de g uerri-
lla; y con la facilidad de r emont arse á los cerros, y la
perspectiva de saquear al acaudalado clero y á los ri-
cos propietarios, se levantaban d espues de las derrotas
con nueva fu erza y brios, · siendo comparativamente
poco gravosos á su propio partido, miéntras que las
fuerzas conservadoras eran una carga pesada para sus
adictos.
Tropezaban con tantas dificultades por la falta de
recursos con que llevar adelante sus costosas opera-
ciones, que muy á menudo se cambiaba el gabinete,
I h ast a que finalmente en Octubre de 1859, contrataron
un préstamo de quince millones por el conduct o de la
casa de J ecker, en términos muy desfavorables, prés-
t amo que mas tarde constituyó el motivo principal de
una desastrosa intervencion extranjera. Pero era
una necesidad indeclinable el obtener fondos. Mar-
quez, haciendo esfuerzos extraordinarios, habia logra-
do formar un ej ército que era el orgullo de los suyos
por su buena disciplina y sus proezas. P ero la falta
de dinero amenazaba con su disolucion y entónces se
tomó la responsabilidad de apoderarse de $600,000 de
una rica conducta que caminaba para la costa del Pa-
cífico. Fué tal la grita que se levantó á consecuencia
de esto, que Miramon ordenó la restitucion, la que se
308 GUERRA POR LA LIBERTAD.

hizo con alguna demora. Eso y la tentativa por par-


te de Marquez de proclamar á Santa Anna, ocasionó
un disgusto entre los dos jefes y el arresto de Mar-
quez, quien des pues del presidente era el personaje
de mas importancia que tenian los conservadores.
Además el gobierno creyó prudente hacer un tratado
nada ventajoso con España, para el ajuste de las re-
clamaciones provenientes de préstamos y ultrajes, y
para la confirmacion del de 1853. Almonte que lo
firmó en representacion de Méjico, fué declarado trai-
dor por los liberales.
J uarez se vió tambien en grandes apuros. En
Abril habia logrado conseguir el reconocimiento for-
mal de su gobierno por los Estados U nidos; con harto
disgusto de los conservadores, que declamaban contra
este cambio de conducta como irregular y hecho con
miras bastardas; supuesto que el gobierno de Zuloaga
habia ya recibido ese reconocimiento cuando los prin-
cipales ministros extranjeros se reunieron para expre-
sar la confianza que tenian en él. Expresaron su
disgusto en términos sumamente acres cuando el mi-
nistro McLane vino á personificar este reconocimien-
to, arreglando un tratado en virtud del cual se con ce-
dia .para siempre á los Estados U nidos el libre tránsito
para sus tropas y mercancías por el istmo de Tehuan-
tepec, y por los Estados del Norte de la República á
un puerto del Pacífico, con reciprocidad para ciertas
mercancías, exencion de la leva de los respectivos
ciudadanos, y permiso para emplear la fuerza á fin de
hacer cumplir estas estipulaciones. En compensacion
de estas concesiones extraordinarias, J uarez debia re-
cibir unos pocos millones.
La indignacion que esto ·causó no solo en Méjico
sino entre los envidiosos ingleses y franceses, llamó la
atencion de los hombres de estado americanos, al
peligro que habia en aceptar estas ventajas, calificadas
por el Times de Lóndres, y otros órganos, como una
verdadera entrega del país. El tratado no fué apro-
bado, escapándose así los liberales de una medida que
BIENES DE LA IGLESIA. 309 .

podia haberse trasformado en una arma terrible con-


tra ellos por el partido contrario.
Fué de mas cordura de parte de J uarez la expedi-
cion de la ley de 12 de Julio de 1859, confiscando los
bienes de la iglesia, ley que puede considerarse como
una consecuencia de la ley L erdo, expedida durante
la administracion de Comonfort. Tenia por funda-
mento, el que la iglesia habia sido el principal apoyo
de los realistas durante la guerra de independencia, y
d espues habia sido siempr e el ad versario mas pode-
roso de las ideas liberales, promoviendo la presente
guerra fratricida, con la egoíst a mira de r ehuir la
obediencia á las autoridades civiles, y de conser var la
supr emacía en t odos los negocios civiles y relig iosos;
y para conseguir estos fines, h acia uso de los bienes
que el pueblo h abia puesto en sus manos para obj etos
caritativos y relig iosos.
El decreto restituia en consecuencia {t la nacion
todas las propiedades que t enia el €lera regular y se-
cular, est ablecia la absoluta independencia entre el
estado y la iglesia, y hacia ext ensiva la proteccion del
gobierno al culto público de t odas las denominaciones
r elig iosas. El clero por los servicios de su ministerio
solo t enia derech o á los donativos que los fi eles ofre-
cieran voluntariamente, y no p odia poseer bienes raí-
ces. Se disolvieron todas las comunidades religiosas
por ser perniciosas y contrarias á la moral y al bien
público, pensionándose al clero regular, y devolviendo
á las monj as sus dotes. Pocos años despues se est a-
bleció el matrimonio civil, quitándose la intervencion
á la, iglesia que en este particular cometia abusos para
amoldar al pueblo á sus deseos á costa muchas veces
de la moralidad. E st os decretos tenian por obj et o, es
verdad, poner un cot o á los abusos contra la buena fé;
pero t ambien sir vieron como una arma al partido libe-
ral. Como era de esperarse, encontraron un a t errible
oposicion en el clero que no vacilaba en levantar co n-
tra el partido liberal la tímida concienci a de la mujer
y los t emores de los fanáticos, empleando á est e fin
310 GUERRA POR LA LIBERTAD.

el confesionario, el púlpito, y la excomunion, y pasan-


do hasta declarar nulos los actos fundados en dichos
decretos.
La última parte del año de 1859 fué fatal para la
causa liberal. Vidaurri desalentado por la derrota
que acababa de experimentar y resuelto á, conservar á,
t odo trance el gobierno de Nuevo Leon y Coahuila,
ordenó que volvieran sus tropas, á pretexto de que la
frontera necesitaba proteccion contra los indios. Este
acto que importaba la pérdida de unos cuatro mil
hombres para la defensa de la causa, irritó á D egolla-
do quien destituyó á Vidaurri de todo mando político
y militar, nombrando á, Aramberri para sustituirlo
como jefe de las fuerzas. Vidaurri en revancha puso
fu era de la ley á, los dos, dentro de los límites de su
t erritorio, y se preparó para llevar adelante sus dispo-
siciones por la fuerza. Pero la tropa lo mismo que
las autoridades locales le abandonaron. Esto pasaba
en el mes de Setiembre. Poco despues Zuazúa, que
habia permanecido fiel á Vidaurri, levantó fuerzas con
las que derrotó á Aramberri, dejando al separatista
gobernador victorioso en Nuevo Leon; pero Aram-
berri se repuso, sacando sus elementos de Coahuila y
de aquí se siguió la guerra civil entre estas dos fac-
ciones, quedando así los conservadores libres de un
poderoso adversario.
Debido al descontento que reinaba en los ejércitos
conservadores, por la falta de sueldos y algunos reve-
ses, Miramon salió en Noviembre á alentarlos con su
presencia. Al llegar á Querétaro supo que Degolla-
do se acercaba con el objeto de sitiarlo; creyendo que
t odas las ventajas estaban de su parte, Degollado
propuso una conciliacion, ofreciendo á, Miramon que
le daría el mando elel ejército si se pasaba al partido
liberal.
La respuesta del conservador, fué un atreVIQO ata-
que á, las fuerzas superiores de los liberales que que-
daron derrotadas en pocas horas, con gran pérdida en
hombres y material de guerra. Á consecueneia de
ADELANTO DE LAS IDEAS PROGRESI STAS. 311

esto cay6 en poder del vencedor toda la línea desde


San Luis Potosí hasta Tepic y Colima, la que com-
prendia además de esas poblaciones las importantes
ciudades de Guanajuato, Aguascalientes, y Zacat ecas.
En Guadalajara, Miramon ordenó el arr esto del dis-
tinguido M arquez, y lo despachó á Méjico, á r espon-
der por la ocupacion de los fondos de la conducta, y á
otros cargos. P a rece que los celos que le causaba la
fama que iba adquiriendo este j efe, impulsó al presi-
dente sustituto á dar esta medida, sin tener en cuen-
ta la pérdida que con ella sufria el partido conser-
vador.
Ya no era posible por mas tiempo disimular la
ineptitud de D egollado á pesar de que el t emor de
producir la division lo habia escudado por mucho
ti em po. Se le llamó á Veracruz para conferenciar,
t omando su lugar Berriozábal, quien desde luego pro-
curó elevar á una esfera conveniente las t endencias de
la g uerra, reprobando las depredaciones de las guerri-
llas irresponsables y las levas, y prohibiendo que se
impusiera la prision con el fin de sacar dinero. Ya
era tiempo de que se imprimiera un nuevo movimien-
t o en el manejo de los negocios públicos, pues que el
horizonte político se h abia puesto para los liberales
aun mas turbio de lo que estaba á fines del año ante-
rior, siendo sus únicos puntos principales de apoyo
Michoacan y los puertos del golfo. El aspecto de las
cosas en eL sudoeste era todavía mas desconsolador,
y las provincias del nordeste de h echo habian aban-
donado la causa.
P ero á la cabeza se encontraban hombres que con-
fiando en sus principios y derechos, tenia n el valor de
defenderlos. Dos años de g uerra los dejaba t an léjos
del desenlace, como al principio; pero la lucha por la
independencia habia triunfado despues de mayores
vicisitudes, y duró t oda una década. Palpaban el
crecimiento seguro, aunque lento, de las ideas progre-
sistas, como se manifestaban en la multitud de g uerri-
llas que se levantaban en todas partes, alzándose con
312 GUERRA POR LA LIBERTAD.

nuevo vigor despues de cad~ derrota animadas muchas


veces por aspiraciones muy nobles. U n genio como
Miramon acaudillaba al enemigo compacto, unido, y
apoyado por un clero influyent e que despertaba el
fervor y el fanatismo predicando una cruzada relig io-
sa; pero el decret o de confi scacion, el registro civil, y
otras leyes eran armas poderosas con él, á la vez que
el primero ensanchaba la fuente para Jos impuestos
forzosos. Además, el reconocimiento por los Estados
U nidos facilitó la consecucion de préstamos, lo mis-
mo que el material de guerra y hombres, y el apoyo
moral de un vecino poderoso no podia ménos que
inspirar confianza á los j efes y al pueblo.
El buen éxito alcanzado en la marcha desde Queré-
taro á Jalisco y Colima no dejaba ya nada que hace r
por aquel rumbo durante algun tiempo, por lo que
Miramon volvió á Méjico á principios de Enero de
1860, á fin de preparar el segundo sitio de Veracruz.
Con este objeto mandó á la H abana á Tomás Marin,
que figuraba como j efe de escuad ra, para comprar allí
dos vapores pequeños con que bloquear el puerto.
El mismo Miramon se acercó á la plaza el mes de
Febrero con siete mil h ombres para escoj or posicio-
n es; pero halló que habia sido devastada toda aq uella
region tÍ fin de privarle de los recursos. Muy á prin-
cipios del siguiente m3S se presentaron los vapores
trayendo el material que se necesitaba para el bom-
bardeo y demas operaciones.
Parece que hubo alg una informalidad en el traspaso
de Jominio de los buques al gobierno conservador, y
sabiendo est o J uarez, pidió al j efe de la escuadrilla de
los Estados Unidos, que estaba allí estacionada, que
le ayudara para hacerlos presa, á título de su carácter
semi-pirático. Al querer examinar la verdad de este
cargo, el comodoro americano fué r esistido con las
armas, por lo que los capturó é hizo co nducir como
buena presa tÍ Nueva Orleans. Á pesar de que el
acto no fué sancionado por el tribunal compet ente allí,
dió el resultado que se esperaba, librando á Veracruz
BOMBARDEO DE VERACRUZ. 313

por la parte del mar de ll.Jl terrible enemigo, y ponien-


do un semi-obstáculo' á las operaciones de las fuerzas
de tierra.
El jefe de la escuadrilla inglesa ofreció entónces su
mediacion para un arreglo pacífico á instancias de los
comerciantes principalmente que no podian ver con
indiferencia "la destruccion con que se amenazaba á la
ciudad. El rtlsultado fué que se reunieron los comi-
sionados el 14 de Marzo, y propusieron la suspension
de las hostilidades miéntras se celebraba una conferen-
cia en forma para arreglar un · armisticio general con
mediacion de los repr esentantes extranjeros.
U na asamblea compuesta de personas que hubieran
desempeñado emple~ de importancia desde 1822 has-
ta 1853, debia elejir un presidente provisional, esta-
blecer reglas para su gobierno y r edactar una consti-
tucion que se somet ería al pueblo. J uarez insistió en
que se convocara un congreso de acuerdo con la con-
stitu cion de 185 7, y este debia dar solucion á las
cuestiones principales; y como Miramon solo con venia
en los primeros puntos enunciados, de nuevo comenza-
ron las hostilidades de una manera vigorosa. El 15
de Marzo comenzó un bombardeo destructor y pode-
mos decir que por pura maldad, supuesto que no
intentó ningun asalto. Habiéndose agotado su par-
que á la siguiente semana, y teniendo que sufrir sus
tropas á causa de la enfermedad y falta de provisio-
nes, en la noche del 21, levantó su campo repentina-
mente y se vcIvió á M éjico, dej ando á Negrete en
sus "antiguas posiciones en el distrito de Orizaba.
En el interior los conservadores pretendian haber
alcanzado algunos triunfos, pero es indudable que la
ventaja estaba otra vez de parte de los liberales. La
retirada d e las tropas que se destinaron para el sitio
de Veracruz, habia ser vido para animarlos, dándoles
nuevo impulso la noticia del fracaso de Miramon.
Ortega e n Durango habia aumentado sus fuerzas y
sacado r ecursos, en parte de las iglesias; con esos ele-
mentos en Febrero recorrió 'á Aguascalientes y Zaca-
314 GUERRA POR LA LIBERTAD.

t ecas, donde R ajas, uno de sus oficiales, señaló su


entrada con ej ecuciones innecesarias.
Dos meses despues el general U raga, que ocupó á
Zacat ecas con cinco mil h ombres, alcanzó una brillante
victoria derrotando al gobernador conservador Rómu-
lo Diaz de la V ega, de San Luis P ot osí, que marcha-
ba á su encuentro con ig uaJ fuerza, t omándoles los
jefes y la artillería. U raga en seguida ocupó á San
Luis P otosí, y por la vía de Lagos marchó sobre
G uadalajara, donde t enia el mando el general W 011;
atacó la ciudad el 24 de Mayo, pero la guarnicion que
se habia concentrado en la plaza mantuvo una resis-
t encia vigorosa, castigando t erriblement e á los asal-
tantes. U no tras otros cayero n prisioneros ó fueron
h eridos los j efes J uaristas, hasta que derribado el
mismo U raga por una bala, los asaltantes se r etiraron
apresuradamente dejando á su j efe y á la artillería en
poder de las fu erzas muy inferi ores de W 011.
E st a desgracia tuvo su compensacion en una serie
de victorias alcanzadas en otros puntos. El est ado
do Guanajuato fué otra vez ocupado por B erriozábal
y Pueblita marchando en Junio 81 primero al estado
de M éjico, donde ocupó á T oluca, y aproximándose
Rivera hasta las inmediaciones de la capital, aunque
tuvo que retirarse despues. Rajas ganó un triunfo
cerca de T epic, ocupando luego la poblacion, miéntras
que Ortega se posesionó de Zacat ecas, despues de ga-
nar mas de una accion de g uerra. En Durango se
habia hecho dueño de la situacion el j efe conservador
Cajen, pero en Coahuila la muerte repentina de Zua-
zúa arrancó una espina á los liberales, y pronto cayó
M orelia en su poder. Miramon no estuvo ocioso
durante este período. Al regresar de V eracruz se
preparó desde luego para abrir la campaña á fin de
contener los avances de los liberales. Precisamente
cuando estaba á punto de salir, Zuloaga expidió una
proclama reasumiendo la presidencia, con fundam ento
de que no podia aprobar el préstamo de J ecker y
otros actos de su sustituto. La verdad es que con el
ZULOAGA y MIRAMON. 315

ültimo revés de Miramon, y los triunfos de los Jua-


ristas, Zuloaga vió graves motivos de descontento con
la actual administracion, y creyó que se le presentaba
una coyuntura para volver á ganar un puesto que se
le habia arrancado por la fuerza. Pero formó mal
sus cálculos. N o se habia verificado todavía la reac-
cion de simpatías, y Miramon listo como siempre
atacó el mal en su raíz, arrestando á su j efe. Al
siguiente dia, 10 de Mayo, lo llevó á su lado, á la
cabeza del ej ército, y le dijo en presencia de su estado
mayor: "Yo le enseñaré á Vd. como se gana la pre-
sidencia." Ordenó en seguida el toque de marcha,
llevándose prisionero á Zuloaga.
La conduct a que uno y otro observaron dió á en-
t ender que las protestas de lealtad y desprendimiento
á la. causa y su mutua abnegacion hechas un año án-
tes, eran mentidas é hipócritas. Los mas aplaudieron
por lo tanto est e acto como un golpe de audacia y
viveza de un caudillo atrevido, por reprensible que sea
de parte del presidente subordinado. El cuerpo di-
plomático en una reunion que al efecto tuvo, manifestó
entaticamente su opinion sobre el particular. Ha-
bia reconocido al gobierno de Zuloaga y no á Mira-
mon, que era un simple agente de aquél; declaró por
lo mismo que habia desaparecido el gobierno y dieron
pasos para protejer sus respectivos intereses ante las
autoridades locales. El ministro español, entre otros,
hizo una tentativa poco despues para el restableci-
miento de la paz y lo mismo hicieron algunos habitan-
tes de Méjico en una representacion formal, pl3ro todo
fué en vano.
Al llegar á Leon, Zuloaga logró escaparse. N o
sabiendo cuales serian sus planes, Miramon lo partici-
pó inmediatamente al presidente de la Suprema Cor-
te, preguntándole que haria para evitar dificultades.
El resultado fué que en 6 de Agosto el consejo de
estado declaró que Miramon debia ser considerado
como presidente legítimo. Miramon dió las gracias y
en reconocimiento de lo hecho, depositó el poder
8IG GUERRA POR LA LIBERTAD.

ejecutivo en manos de Ignacio Pavon, presidente de


la corte, á quien pertenecia en semejantes casos. Este
personaje convoc6 desde luego á los representantes
ó mas bien dicho notables de los E stados que habian
funcionado en Enero de 1859 para que elijieran un
presidente interino con arreglo á los principios vigen-
t es para el partido. De 23 votos 19 favorecieron á
Miramon á quien se declaró por lo mismo electo pre-
sidente con exclusion de Zuloaga.

JESUS GONZALEZ ORTEGA.

Miramon entre tanto habia avanzado sobre Silao


con unos 7,000 hombres, entre los que iba la magnífica
division de Mejía. En este punto estaban reunidas
las fuerzas liberales de Ortega, Zaragoza, Degollado,
y Berriozábal, algo mas numerosas que las del enemi-
go, todas bajo las órdenes del primero, republicano
jóven y ardiente que se habia elevado desde la esfera
de escribiente para seguir la carrera gloriosa del sol-
DERROTA DE MIRAl"\iON. 317

dado, y cuya disposicion franca y jovial le habia con-


quistado una popularidad que mucho le sirvió á falta
de instruccion militar.
Confiando en la buena fortuna que por tanto tiem-
po lo habia acompañado, Miramon libró batalla ellO
Je Agosto. El combate se hizo general en toda la
línea y estuvo muy reñido durante tres horas. El
ejército liberal estaba bien organizado miéntras que
una parte del contrario se componia de gente ménos
adiestrada. El resultado fué que cedió en varios pun-
tos debilitándose otros, de los que se sacaban tropas
como refuerzos. Repentinamente toda la línea del
ej ército conservador volvió las espaldas y se puso en
fuga, abandonando la artillería, los trenes, y un gran
número de prisioneros entre ellos varios generales y
coroneles. Fué una completa derrota. La estrella
de Miramon empezó á opacarse.
Sin ¿esmayar, sin embargo, volvió á Méjico para
animar á sus partidarios. La recepcion que se le hizo
parecia mas bien la de un vencedor, y con risueño
semblante prestó el juramento como presidente. Zu-
loaga llegó pocos dias despues, y se le permitió reti-
rarse á la vida privada. Se divulgó entónces la noti-
cia de que Ortega habia ya avanzado sobre Querétaro
y se preparaba para caer sobre la capital, y pronto
despues vino la confirmacion en una circular que el
mismo Ortega dirigió á los ministros extranjeros
haciéndoles saber su determinacion, á fin de que no
tuvieran motivo alguno de entablar reclamaciones.
La situacion de los conservadores era asaz crítica.
Solo les quedaban tres grandes centros de poblacion,
Guadalajara, Puebla, y Méjico, y á la par de los
recursos iba disminuyéndose la faccion. En este mo-
mento el valiente Marquez que todavía tenia que con-
testar los cargos que se le hacían, ofreció sus servicios
sin perjuicio de la causa que tenia pendiente. Fue-
ron prontamente aceptadas y con festinacion se toma-
ron medidas para defenderse y proseguir la campaña.
Se hizo venir á todas las pequeñas guarniciones de los
318 GUERRA POR LA LIBERTAD.

alrededores de la capital para defenderla y Marquez


levantó 4,000 hombres para cooperar con Mejía en el
interior.
Ortega habia por este tiempo variado de plan. Con
un ejército que ya se habia aumentado á 14,000 hom-
bres, podia embestir con toda seguridad á la capital ;
pero le pareció mejor hacer sucumbir primero á Gua-

LEONARDO MÁRQUEZ.

dalajara que tenia una guarnicion de 3,000 hombres á


fin de dejar asegurada la retaguardia. Esta operacion
tardó cinco semanas, no ·rindiéndose la ciudad hasta el
3 de Noviembre. Dos dias ántes una parte del ejér-
cito al mando de Zaragoza que despues fué uno de los
héroes de la nacion logró derrotar completamente á
Marquez cerca del célebre puente de Calderon, apo-
derándose de todo su tren y de cerca de mil prisione-
ros. Este golpe que impedia le llegasen refuerzos á
la ciudad, apresuró su caida.
Los ejércitos victoriosos se dirijieron entónces para
TRIUNFO DE ORTEGA. 319.

la capital á la vez que la division de Oriente al mando


de Ampudia se puso en camino para Puebla, cubrien -
do así el último punto fuerte de importancia qU'e le
quedaba á los conservadores.
Intrépido como siempre, Miramon siguió desple-
gando el mismo espíritu enérgico y resuelto qu e le
habia sostenido hasta aquí en su meteórica carrera.
Sin embargo de que le rodeaba la consternacion por
todas partes, r edobló sus esfuerzos y emprendió l1ue-
yas operaciones para mantener una causa que estaba
á punto de caer, buscando r ecursos por medio de prés-
tamos forzosos y secuestras, en los que no se respeta-
ban ni aun los fondos protegidos por la legacion inglesa.
S e echó como un alud sobre las fu erzas de Berri-
ozábal en Toluca y las derrotó completamente apre-
sando al j efe en union de D egollado, Farías, y otros
notables. Envalentonado por este buen éxito se de-
. cidió á marchar contra el grueso del ejército que á las
órdenes de Ortega se aproximaba á marchas regulares
aumentándose constantemente hasta que llegó á t ener
cerca de 16,000 hombres con mas de 40 piezas de
artillería: y á pesar de que Miramon solo contaba con
una fuerza de poco mas de la mitad de ese número,
presentó con valor batalla en Calpulalpam el 23 de
Diciembre. Pero de qué podia servir el genio militar
con tropas desafectas y contra fuerzas· tan superiores 1
vino la derrota á desvanecer sus esperanzas. Volvió
á Méjico solo para entregar plaza á la autoridad mu-
uicipal, y viendo la dispersion de sus partidarios ante
la tormenta que se aproximaba de la ira con!::ititucio-
nalista, se dió prisa en buscar un asilo, y despues de
correr muchos riesgos, lo halló abordo de un buque de
guerra francés.
El ejército victorioso que ya era de 25,000 hom-
bres, marchó inmediatamente hácia la capital donde
fué recibido con aplausos por sus adictos que tanto
tiempo lo habian esperado, atravesando las adornadas
calles bajo l,lna lluvia de flores, que vol vió á descen-
der pocos dia~ despues, á la llegada del Señor J uarez.
CAPÍTULO XIV.
HA.ZA.Ñ.As DE DIAZ.

1859-1861.

T ERUANTEPEO COMO LA PuERTA FRANCA I NTEROCEÁNICA-POSIUIOII DE Duz


- TRATAMIEN1l0 MÉDI CO - ASCENSO - ACTITUD DE LOS LIBERALES y
CONSERVADORES- ARMAMENTO VALIOSO - REOCUI'ACION DE T EHUANTE·
pEc-BATALLA CERCA DE MITLA-SITIO DE OAJACA-JOSÉ MARÍA Co·
nos-BATALLA DE SANTA MARÍA DEL VALLE-FÉLIX DrAZ- Su EDUCA-
CION y CUALIDADES COMO SOLDADO-ACEPTA UN MANDO SUBORDINADO
Á SALINAS-EL CORONEL DrAZ ELECTO DIPUTADO AL CONGRESO·- LA
CAPITAL ATACADA POR MARQUEZ-DIAZ Á LAS ÓRDENES DE MEJÍA TO-
MA PARTE EN LA DEFENSA-OPERACIONES DEL SC-.-BA'l'ALLA DE JA-
LATLACo- INCURSI ONES DE LOS CONSERVADORES.

Contribuyó Porfirio Diaz con muchos de los lau!'e-


les que coronaron los esfuerzos del partido liberal de
la república. En cerca de dos años ·que permaneció
en Tehuantepec como j efe político y militar mantuvo
para su gobierno esa region, luchando co ntra un ene-
migo superior en fuerzas, sin recibir auxilios del go-
bi~rno y co ntando ú!licamente con los recursos que él
mIsmo supo proporClOnarse.
El ruido de los acont ecimientos en las provincias
del centro, hizo que por est e tiempo T ehuantepec lla-
mara poco la atencion; mas no para los economistas y
comerciant es de todo el mundo, que con ocian su posi-
cion geográfi ca. grandes rec ursos en la act ualidad, y
futura grandeza: pues cont ando con un suelo rico y
una puerta franca ó cam ino real, desde los tiempos de
Cortés se creyó que llegaría á ser la vía dorada entre
la Europa Occidental y el Orient e, en vez de la ruta
monopolizada de A capulco y la ciudad de Méjico.
( 320 I
DIAZ EN TEHUANTEPEC. 321

Aun en la época de los aborígenes tenia la reputa-


cion de ser el mejor camino para el tráfico entre el
Anáhuac y las ocultas regiones de los Quichés, y con
frecuencia viajaban por aquí en las orillas del mar del
sur fuertes caravanas. Todas sus expediciones eran
por ti erra, porque el comercio y las exploraciones
marítimas no estaban al alcance de las frágiles canoas
de los naturales, que no tenian ni siquiera velas, hasta
que las casas aladas de los invasores vinieron de mas
allá del horizonte á dar mayor expansion á su reducida
esfera.
L as lagunas miasmáticas y los arenales tienden á

MAPA AN'rIQUO DE TEHUANTEPEOo

disipar los atractivos de las reventazones y de las cres-


tadas olas, y la mayor parte de las poblaciones de esta
zona están á alguna distancia de la playa, hallándose
la de Tehuantepec á unas doce millas de su actual
puerto de Ventosa y del golfo de Tehuantepec. Siem-
pre habia sido la capital del territorio á que dió su
nombre, y alguna vez fué la metrópoli de los reyes
VIDA DE Duz.-21
322 HAZAR AS DE DIAZ.

Zapotecos, el último de los cuales, el desgraciado


Cociyopu, hijo de la famosa princesa azteca Pelaxilla,
fué víctima de la codicia y arrogancia del inhumano
Alvarado. Los cuentos de que las playas estaban lle-
nas de perlas solo llamaron la atencion de los aventu-
r eros por un corto tiempo, y Cortés solo despertó un
interés momentáneo organizando aquí sus primeras
expediciones para ir en busca del supuesto estrecho y
de las islas de la Especería; pero la concentracion en
M éjico del gobierno para el dominio vireinal, y la cir-
cunstancia de que Veracruz y Acapulco absorvian
todo el comercio, dejaron á Tehuantepec abandonado
hasta que en la era republicana vino á ser por algun
tiempo la capital de un t erritorio, reviviendo sus
aspiraciones al tráfico interoceánico.
La poblacion y sus suburbios se jactaban en aquella
época de t ener unos trece mil habitantes que depen-
dian para su subsist encia, de las mismas producciones
semi-tropicales que enriquecen á Oajaca, junto con
una crianza de ganado bastante considerable. Diez y
seis t emplos eran testigos de su espíritu eminente-
mente religioso y conservador, espíritu inculcado por
la influencia que allí tuvieron, durante tres siglos, los
domínicos, quienes vinieron despues que los soldados
para sustituir la benigna cruz á los sangrientos ídolos.
Los encapuchados frailes se extasiaban al ver el efecto
que producia su elocuencia, chapurreando el idioma
indígena.
Los naturales aceptaban con prontitud las sutilezas
de la doctrina cristiana, mucho mas cuando se les
presentaba con argumentos tan convincentes como el
acero y la pólvora; y les era fácil, ante las bellas imá-
genes de Cristo y de María, dirigirse á las imponentes
sombras de las divinidades de sus antepasados, y de
su propio mesías, el místico Huixepecocha, á quien
rogaban pidiéndole su emancipacion; emancipacion
que no llegaría, sino cuando pasaran muchas genera-
ciones, en la era del adelanto, de las instituciones
republicanas apoyadas por Porfirio Diaz.
UN JEFE POLíTICO COMO HA Y POCOS. 323

El mismo Cociyopu habia dado el ejemplo de una


conversion ostensible, fundando la iglesia principal que
aun está en pié, para traer á la memoria del observa-
dor, con su órden compuesto de arquitectura morisca
é indígena y sus murallas carcomidas, las pasadas
generaciones y las muchas razas confundidas en una
sola en medio <;le los estragos de las continuas luchas.
Toda la poblacion t enia un aspecto lúgubre que muy
poco mejoraban sus pintorescos contornos; mas bajo
aq uella administracion transitoria de Diaz, ya se no-
t aba la vivificante presencia de la era que sobreven-
dría. Diaz protegió la educacion, procuró r evivir la
inuustria y el comercio; y con la persecucion del con-
trabando y una prudente economía, t al como la de
elaborar sus propias municiones, pudo aumentar las
r entas fiscales, evitando las ecsacciones que tanto
gravitaban en otras partes, pagar á los empleados civi-
les, y t en3r contentos á los soldados. Todo esto no
pudo ménos que granjearle la gratitud de la pobla-
cion, modificando la opinion de sus habitantes, que
estaban acostumbrados á considerar á Oajaca como
un vecino agresivo, y á sus soldados como invasores.
E sta rectitud y tino en el manejo de los negocios
públicos, era una novedad, especialmente en el mal
gobernado Méjico, donde tanto los gobiernos locales
como el general, debian á menudo su instalacion y
existencia á rastreras intrigas políticas; viéndose obli-
gados, por t emor y debilidad, á repartir los empleos
entre los favoritos que los habian sostenido, y entre
los contrarios que era preciso conciliar. Siendo de
tales personas muy pocas las aptas para el desempeño
de sus obligaciones, si es que siquiera tenian concien-
cia de ellas, llevando por lo general miras corrompi-
das, y la intencion de aprovechar el tiempo limitado
que habian de durar en el poder, para el logro de sus
sórdidos fines, sin hacer caso del bien público ni de los
derechos individuales. Diaz no permitió que influye-
ran en sus planes miras egoistas, ni obró por inspira-
ciones violentas concibiendo proyectos visionarios; sus
324 HAZARAs DE DIAZ.

esfuerzos nunca fueron movidos por la temeridad; sus


propósitos no los pudo debilitar la lisonja, ni la vani-
dad le hizo emprender imitaciones impracticables, ni
tratar de conseguir efectos superficiales; sino que
siempre procedió con prevision, buen juicio, sagacidad,
y celo. La discrecion y la prudencia han sido el
fondo de su carácter militar, yendo unidas á un patrio-
tismo humanitario y á una noble aspiracion: su in-
struccion para el foro, y la práctica que adquirió en el
manejo de los asuntos de J uarez, así corno la expe-
riencia de sus primeros años, le sirvieron mucho para
poseerse de una infinidad de detalles, y aprovecharlos
con su buen talento organizador para llegar á sus
fines por nuevas sendas; con entusiasmo para poner
en práctica sus ideas; con tacto y firmeza para hacer-
las ejecutar; con fértiles recursos para hallar los me-
dios; y con conocimiento de los hombres para elegir los
instrumentos mas adecuados con que llevar á cabo sus
designios. Cada paso en su carrera habia de servir
de base para el subsecuente, y sus trabajos experimen-
tales de la actualidad como gobernante, le iban pre-
parando para mas elevados designios de la suerte en
el porvenir.
La extraccion de una bala que por largo tiempo
llevó en su cuerpo, verificada por un cirujano de los
Estados U nidos, le alivió de tal manera que pronto
se vió libre de los males físicos que tanto le hicie-
ron sufrir. Poco tiempo despues fué ascendido á
teniente coronel por la. victoria obtenida en Junio de
1859, en Mixtequilla; victoria que fué de mucha tra-
scendencia, pues ya se vió el país libre de enemigos.
Juntamente con ese despacho le vino á la vez la im-
portante comision de atender al envío de armamento
para las fuerzas que se organizaban en las costas de
Guerrero, Michoacan, y Jalisco. Esto exigia que
hiciera él, sin pérdida de tiempo, una expedicion atra-
vesando el istmo para conducir 8,000 fusiles y rifles,
y con ellos una gran cantidad de municiones, desde
Minatitlan hasta el puerto de la Ventosa. Aunque
DERROTA DE METíA. 325

débil aun por la operacion quirúrjica que se le habia


hecho, no vaciló en cumplir con esa comision, en la
que debia sufrir muchas penalidades y correr grandes
peligros. Las fuerzas de los conservadores recorrian
todo el país, y el camino estaba obstruido por las cre-
cient es de los rios; de manera que además de los
sQrios obstáculos de la marcha en tiempo de aguas,
y del riesgo que se corria al atravesar fuertes corrien-
tes, no faltaron algunos encuentros hostiles, y hubo
que hacer marchas forzadas durante la noche, por
ásperos y enmarañados caminos; sin embargo, la expe-
dicion se llevó á cabo con prontitud y felicidad.

OAJACA.

Siempre el buen éxito coronó las empresas del coro-


nel Diaz, distinguiéndose en esto de los otros jefes
liberales de esa region, cuyos frecuentes descalabros
acabaron con el gran desastre que sufrió el general
Mejía, jefe de operaciones en Oajaca. Este cuerpo
principal, que constaba de 3,000 hombres, quedó com-
pletamente derrotado y disperso en Teotitlan, lo que
dió por resultado la ocupacion de la capital del estado
326 HAZAÑAS DE DIAZ.

por Cobos; y poco despues, la sujecion de todo él mé-


nos los distritos de Villa Alta y Tehuantepec.
Cobos habia tenido noticia del importante arma-
mento que debia ser embarcado en el último de esos
lugares, y deseando apoderarse de él, envió en su per-
secucion ochocientos hombres al mando de Alarcon y
Trujeque. En el estado en que se encontraban las
cosas parecia imposible contener el torrente de triun-
fos de los conservadores, y Diaz recibió en consecuen-
cia instrucciones del ministro de la guerra para reti-
rarse á Veracruz, destruyendo ántes el armamento;
pero conociendo el valor incalculable de ese arma-
mento para las operaciones del norte, resolvió hacer
un esfuerzo por salvarlo, y por esto, en lugar de reti-
rarse del estado, con la ayuda de los habitantes de
J uchitan, trasportó el material de guerra á esta pobla-
cion mas fuerte y mas leal, organizando nuevas fuer-
zas para su defensa.
Viendo que el enemigo se hallaba en la inaccion, se
sintió tentado de recobrar su abandonada capital; y el
dia 24 de Noviembre de 1859 avanzó con trescientos
hombres. Acercóse á Tehuantepec de noche, sorpren-
dió una avanzada ántes que esta pudiese dar la alarma,
y supo por ella la posicion de los conservadores; en
consecuencia avanzó silenciosamente, enviando al mis-
mo tiempo un destacamento que la atacara por el lado
opuesto. Al despuntar la aurora, dirigióse con el
grueso de su fuerza sobre el cuartel, punto el mas
importante, por un camino que él conocia muy bien;
el general Alarcon confiando con seguridad en la
superioridad de su fuerza, así corno con las simpatías
de los habitantes, no habia tomado las debidas pre-
cauciones, y ántes de que lo sospechara, vió atacada
su retaguardia por unas fuerzas que cayeron sobre
ella con asombrosa rapidez.
A pesar de la confusion que esto causó, tuvo tiempo
la guarnicion de ocupar sus puestos, y al avanzar los
asaltantes, cayó sobre ellos una lluvia de balas derri-
bando á muchos buenos soldados y haciendo vacilar al
TOMA DE TE HUANTEPEO. 327

resto. Diaz vió el peligro que corria si no tomaba


una pronta resolucion, "j Fuego!" gritó, y colocándose
a,l frente de los suyos, ordenóles que le siguieran.
Antes que el humo se hubiese disipado, habia pasado
la garita; al mismo instante se dejaba oir el fuego por
el frente, y creyéndose la guarnicion circunvalada, se
retiró en desórden, persiguiéndola de cerca los solda-
dos de Diaz. Sin embargo, apenas habian salido del
cuartel cuando ya la caballería de Trujeque, detenida
algun tiempo por el bien calculado movimiento de
retaguardia, avanzó ruidosamente á rescatar lo per-
dido. Lucióse entónces la admirable disciplina de la
fu erza de Diaz: en un instante formóse esta en cuadro,
y resi stió denodada la carga, haciendo retroceder en
confusion á la caballería. U nas cuantas descargas
mas la hicieron emprender la fuga. Los liberales
siguieron en su persecucion por lIlas de una legua, y
v olvieron al medio dia á la ciudad capturada con un
buen botin, en el que figuraban setecientos fusiles.
Pudo entónces ya embarcarse con direccion al norte
el armamento que se habia quedado en J uchitan, y el
gobierno premió á Diaz con el ascenso á. coronel.
Esta victoria dió nuevos bríos á las autoridades
fugitivas del estado, que entónces se hallaban en
Ixtlan, y el gobernador Diaz Ordaz ofreció su coope-
racion á nuestro héroe, quien se decidió á tomar la
ofensiva contra el mismo Cobos. Nuevas fuerzas cor-
rieron á ponerse bajo su estandarte, y á mediados de
Enero de 1860, salió de Tehuantepec á la cabeza de
quinientos infantes, entre los que se hallaban unos
cuantos de los primitivos guardias nacionales y un
cuerpo de tropas chiapanecas, siendo el resto gente de
J uchitan y de sus contornos.
El punto de reunion debia ser á inmediaciones de
Tlacolulan, no léjos de las majestuosas ruinas de
Mitla, cuyas proporciones gigantescas, y notables
fachadas de mosáico, de rítmicas grecas y laberintos,
causan admiracion al viajero, así como en otro tiempo
fueron la adoracion de innumerables peregrinos.
S28 HAZARAS DE DIAZ.

Mitla fue el gran centro religioso de esta region,


fundada por los discípulos de Quetzalcoatl, el héroe
de la cultura, cuyo sucesor, Huiyatao, tenia señorío
sobre la iglesia y el estado, como soberano pontífice,
y cuidaba los altares donde se depositaban las valiosas
ofrendas que aun de léjos venian. Los cambios de
clima y los estragos de la guerra habian comenzado su
destruccion ántes que los españoles viniesen á comple-
tar su ruina; y á la par de las deidades, que aprisa se
alejaban, los mismos naturales huyeron, á tal grado
que el silencio llegó á reinar, donde ántes al canto de
10R sacerdotes hacia eco el de las aves de hermoso
plumaje.
Allí donde en otro tiempo se veian hermosos jar-
dines y una vegetacion exhuberante y alamedas de
árboles frondosos, unos cuantos pitahayos existen sola-
mente para hacer mas notable la desnudez de los cerros
áridos de los alrededores, habitados tan solo por
venenosas tarántulas y escorpiones que se arrastran y
retuercen, presentando una horrible efigie de la vida.
U n viento helado corre por el estrecho valle levan-
tando del estéril suelo nubes de polvo, como para
hacer sombra, á la vez que abajo la corriente tortuosa
apresura su curso como huyendo de aquel lugar de
desolacion. Sin embargo, no ha sido completa la
maldicion que cayó sobre ese lugar, pues en tiempo de
lluvias se deja ver un pequeño oasis en derredor de
una aldea con su iglesia, sobre cuyo campanario hay
una cruz, como para exorcisar al enjambre de malde-
cidos nahuales que revolotean sobre Mitla, nombre
que significa" mansion de los muertos."
Cobos tuvo noticia de la maniobra proyectada y
envió á Marcelino Cobos con mil hombres de las tres
arruas para impedir la reunion de las fuerzas enemigas
y batirlas en detal. El coronel Diaz se encontró en
una posicion muy difícil. U na gran parte de sus
reclutas se habian enganchado creyendo que no se
trataba mas que de un paseo militar á la carital del
estado, donde se enseñorearían sobre los oaJaqueños
RECLUTAS INSUBORDINADOS. 329

tan impopulares para ellos, haciendo al son de la mú-


sica una entrada triunfal á la que seguiría una serie
de fiestas. En lugar de esto encontráronse con las
penalidades de un camino hecho á marchas forzadas,
siendo las raciones escasas, y con la alarmante noticia
de que se acercaba á ellos una fu erza superior bien

SOLDADO RASO.

provista de artillería, que para aquella gente indis-


ciplinada era bastante motivo de t error. Aquellos
r eclutas, despues de m'u rmurar en silencio, acabaron
por dar muestras de insubordinacion manifest ando
estar r esueltos á volverse á sus casas. Semej ante
defeccion no era de tolerarse. Era preciso mantener
330 HAZANAS DE DIAZ.

la. disciplina á todo trance, especialmente en circun-


stancias tan críticas; así pues, el jefe ordenó que los
instigadores del desórden fuesen fusilados, para que
sirvieran de ejemplar, y sus secuaces comprendieran la
enormidad de su delito. Era para Diaz una terrible
prueba, esto de hacerse árbitro de la vida y de la
muerte de sus soldados. La idea no era nada hala-
güeña para él, pero comprendió la necesidad que habia
de subordinar todo sentimiento y simpatía á un gran
fin, y las consideraciones individuales al bienestar
cornun.
En tales circunstancias se propuso avanzar al en-
cuentro del gobernador en el camino; mas se halló
interceptado por fuerzas de Co bos el dia 31 de Enero.
Era para Diaz por lo cornun mas satisfactorio dar una
carga, que t ener que resistirla; pero con tantos reclu-
tas inexpertos que nunca se habian batido, tan descon-
tentos, y que solo la fuerza de voluntad de su jefe los
tenia en sujecion, creyó mas prudente tomar una posi-
cion conveniente, y disponer su gente de manera que
los leales pudiesen dominar á los que se sospechaba
de no serlo.
Los conservadores aceptaron desde luego el desafío
haciendo rugir sus cañones y disparando su fusilería.
Ábrense brechas en las filas de los liberales y muchos
de los cuerpos bisoños se amedrentan como codornices
al oir el silbido de las balas. Pero las disposiciones
de Diaz sirvieron admirablemente para contener á su
gente, la que resistió la carga del enemigo sin moverse,
haciendo sobre él una descarga cerrada que lo obligó
á r etroceder. Ordenó sin embargo sus filas pronta-
mente, y volvió á la carga por el frente y por el flanco.
Este doble movimiento tuvo mejor éxito. El ala
izquierda de los liberales, compuesta de los reclutas
mas bisoños, empieza á cejar, amenazando envolver en
el desórden al resto de la fuerza; Diaz se mete entre
ellos con un puñado de valientes y logra con la per-
suacion y el ej emplo cerrar aquella brecha. Tras otro
esfuerzo mas, el enemigo es rechazado, huyendo esta
VICTORIA DE MITLA. 331

vez en alguna confusion. Instantáneamente observa


Diaz la ventaja que le ofrecian las filas rotas del ene-
migo, y animado por el aspecto de los soldados resuel-
ve cargar él á su vez. Danse las órdenes sin pérdida
de tiempo, y entónces, al grito de "jÁ ellos!" avanza
violentamente con toda su fuerza. Tan recio y tan
inesperado fué este movimiento que los conservado-
res aterrorizados no piensan ya ni en defenderse,
y empujando las primeras filas á las siguientes hasta
llegar á las últimas, se convierten en una especie de
parapeto tras el cual los liberales pueden avanzar
impunemente contra el cuerpo principal y apoderarse
de la batería, rechazando para atrás á sus contrario::>
en masas desordenadas. Así es como se convirtió en
victoria 10 que ántes amenazaba ser una derrota. Mas
est e no fué el fin de esa jornada. Al dirigir Diaz sus
miradas en d8rredor de sí, no ve mas que restos de su
fuerza; la mayor parte lo ha abandonado poniéndose
en r etirada hácia los cerros, miéntras que los conser-
vadores, libres ya de la persecucion y percibiendo el
estado en que se hallan las cosas, se ordenan de nuevo
con el objeto de recobrar su posiciono Comprende
que otra carga mas puede arrollarlo, pues no tiene
artilleros. Lo único que le queda que hacer es clavar
los cañones de que se acaba de apoderar y retirarse
luego, con el objeto de procurar la vuelta de algunos
dispersos y reunirse con su aliado.
La accion de Mitla no fué sin provecho; á pesar de
todo, para los liberales; pues Cobos quedó en tal es-
tado de desmoralizacion que al encontrarse con Diaz
Ordaz, poco tiempo despues cerca de Santa María
del Valle, fué completameute derrotado. Esta victo-
ria costó la vida al digno gobernador. Su segundo,
el coronel Salinas, continuó la persecucion del enemigo
hasta Tlalixtac, dos leguas al nordeste de Oajaca donde
hizo alto hasta la llegada del coronel Diaz.
El gobierno de Oajaca pasó á manos de Márcos
Perez; este, como antiguo amigo de Porfirio y ene-
migo de Salinas, ofreció á Diaz el mando de las fuer-
332 HAZAÑAS DE DIAZ.

zas del est ado, mas el deseo de adelantar en su


carre ra no era para Diaz de esa especie egoista, que
es t an comun entre los políticos y pretendientes de
empleos en todos tiempos y en todas las naciones.
Salinas era superior, y el triunfo obtenido por las fuer-
zas de aquél habia sido mas decisivo que el de las

PLANO DE OAJACA.

suyas; por tanto Diaz no solament e r ehus6 aceptar


el ofrecimiento del nuevo gobernador, sino que pensó
en arreglar sus diferencias con Salinas y quiso mejor
servir á las 6rdenes de este como segundo.
Púsose sitio á Oajaca, y en él Diaz tuvo á su cargo
SITIO DE OAJACA. 333

la parte mas difícil, que fué la de tomar el cerro de la


Soledad, desde cuyas alturas se domina la ciudad, y
en seguida ocupar los suburbios de la villa del Mar-
quesado. Cuando estos acontecimientos tenian lugar,
llegó órden del presidente para que se aguardase la
venida del general Rosas Landa que debia traer
refuerzos y dirigir las operaciones. Landa era hom-
bre de grandes conocimientos teóricos, pero le faltaba
la energía; de modo que aunque las operaciones eran
dirigidas con admirable ciencia, sirviendo de lecciones
al espíritu observador de Diaz, progresaban tan lenta-
mente que duraban aun ya muy entrado el mes de
Mayo, dando tiempo á que le llegasen al enemigo
refuerzos de Méjico al mando del hermano del gene-
ral Miramon. Aquella tardanza, así como el carácter
de Rosas Landa, entremetido y exagerado en materia
de disciplina militar, disgustaron de tal manera á las
fuerzas liberales, que en breve quedaron reducidas por
la desercion á ménos de la mitad del número primi-
tivo de 2,500 hombres. Al acercarse pues, Miramon,
Rosas Landa se retiró hácia I xtlan, seguido tan de
cerca por el enemigo que se vió en grave peligro de
perder la artillería, y segurament e la habría abando-
nado á no haber sido por la hábil demostracion que
hizo Diaz, quien con un cuerpo ligero obligó á la
columna enemiga á retroceder.
Inmediatamente despues ordenósele que fuese en
auxilio de Ixtepejí, á donde llegó el 16 de Mayo, pre-
cisamente en los momentos en que la guarnicion se
retiraba de aquel pueblo; mas al ver esta que le llega-
ban refuerzos suspendió su marcha, miélltras que el
general Trejo se replegó para hacer tambien sus pre-
parativos para la batalla, que indudablemente se libra-
ría muy pronto. La gente de Diaz estaba rendida de
fatiga por sus marchas forzadas; mas como la demora
pudiera dar al enemigo ocasion de tomar una posicion
mas ventajosa" resolvió aquel j efe dar un empuj e, lo
que verificó desconcertando el ala izquierda del ene-
migo que amenazaba flanquearlo. Diaz á su vez
334 HAZA~AS DE DIAZ.

sufrió, sin contestar, sobre su derecha las nutridas des-


cargas de fusilería del enemigo, reservándose hacer
fuego sobre una columna mas fuerte que se le presen-
taba al frente. Siguióse una descarga destructora
sobre la columna asaltante ántes que esta pudiera reco-
brarse del choque. La maniobra de Diaz tuvo un
éxito completo, y con un pequeño esfuerzo mas logró
poner al enemigo en fuga. Sobre la marcha se co-
menzó la persecucion y la carnicería, avanzando los
soldados de Diaz por sobre cadáveres y moribundos,
á la vez que sus gritos de regocijo resonaban entre
las montañas, llegando el eco de ellos á los oidos del
enemigo que ya se habia descorazonado completa-
mente. Trejo volvió á Oajaca con una sétima parte
apen.as de los setecientos hombres que habia llevado
consIgo.
Rosas Landa, entre tanto, habia hecho entrega á
Salinas del mando que ya le era desagradable, apre-
surándose á pedir al supremo gobierno, situado en-
tónces en Veracruz, nuevos auxilios. Llegó á aquel
puerto cuando se acababa de recibir la noticia del
triunfo de Diaz. Tales hazañas, consumadas por un
oficial j óven con un pui'íado de hombres, no pudieron
ménos que provocar ciertas observaciones nada hono-
ríficas para el general, principalmente cuando este
habia dejado su puesto sin licencia. J osé María Co-
bos fué un hombre que en alas de la fortuna se levantó
á una altura tal, que se conquistó la admiracion de
una persona al ménos, la de él mismo. Habiendo
empezado por contrabandista y t endero al menudeo,
llegó con el favor de Santa Anna á oficial vi vo y efec-
tivo del ejército. Siguiendo así puramente los movi-
mientos de esa veleta política, de ese manipulador
triton, cambiaba como él de un partido á otro, y así
fIlé recorriendo la escala militar; miéntras otros ofi-
ciales inteligentes pero ménos agudos, con dificultad
conservaban apenas sus primeros empleos. Estos últi-
mos adelantaban, cuando mas, lentamente en la car-
rera militar, pues no hacian otra cosa que esgrimir la
EL GENERAL COBOS. 335

espada, y derramar su sangre en defensa de fantásticos


principios, en vez de dirigir sus esfuerzos á cosas mas
positivas, y aprovecharse de la debilidad de un gobier-
no tímido, valiéndose de las intrigas de partido. Co-
bos jamás se dejó arredrar por enemigos morales, ni
r etrocedió tímidam ente ante contrarios mas débiles;
tampoco se descuidó de apoyar sus pretensiones hasta
con importunidades. Los reveses parciales no le aba-
tian, antes bien despertaban en él mayor perseveran-
cia y mas disposicion á doblegarse. Otros logran
grangearse la admiracion de sus subordinados con
actos heróicos; mas él supo ganarse la adhesion de los
suyos con lisonjas, y comprar su afecto con generosas
dádivas de bienes secuestrados; con esos medios ruan-
t en ia la influencia y fama de general muy popular.
Por mas de dos meses estuvo Cobos saboreando la
satisfaccion con que veia los acontecimientos, hacién-
dose la retlexion de que todavía era dueño de la situa-
cion en Oajaca, miéntras que sus subordinados sobre-
llevaban la violencia de los ataques y las derrotas
en los campos de batalla. La actitud pasiva de sus
adversarios, ocupados entónces en reponer su eq uipo
y armamento, le dió nuevos brios, y pensó en levan-
tar fuerzas bastantes para asegurar un éxito defi-
nitivo. Juzgó que para ello sería muy divertido hacer
caer en una celada al enemigo; y en consecuencia,
hácia fines de Julio mandó á uno de sus ayudantes
que propusiera á los liberales la entrega de la capital
del estado. Afortunadamente, Diaz tuvo la cautela
de no dar pasos aventurados en esa negociacion, y al
descubrir la red que se le tendia, retiróse con Salinas
á las haciendas de San Luis y de Dolores, distantes
dos millas de la cíudad, y situadas al pié de la cor-
dillera.
Otro jefe que no fuera Cobos habría sacado partido
desde luego, dando al enemigo una terrible carga; mas
él no era de esa clase de hombres enérgicos, sino por
el contrario, calmado, cualidad que á menudo le valió
para sacar provecho hasta de los fracasos. El movi-
~36 HAZA~AS DE DIAZ.

miento de los liberales le dió á conocer que no t enian


mas que setecientos hombres y tres piezas de artillería,
miéntras que él podia contar con una fuerza tres veces
mayor. He ahí, pues, una buena oportunidad en que
pudo recoger seguros laureles y mostrar á sus subor-
dinados la manera de hacerlo. De consiguiente, el dia
5 de Agosto empre nde la marcha á la cabeza de 2,000
hombres y doce piezas de batir para humillar al ene-
migo. Prepárase á atacar su campo; mas tan defec-
tuosas son sus disposiciones que casi inutilizan á una
gran parte de sus fuerzas. ,
Diaz percibe inmediatamente aquel desatino, y des-
pues de que el enemigo ha quedado rendido de can-
sancio, atacando en vano su bien escogida posicion,
aprovecha el momento en que retrocede en desórden
para arrojarse sobre él con uno de sus empujes irre-
sistibles. La línea del frente es batida, y se reple-
ga en confusion sobre el grueso de la fuerza, ame-
nazando arrollarla. Cobos, sin embargo, se repone
avanzando oportunamente con la reserva, la cual con
una terrible descarga contiene á los liberales abriemlo
sangrientas brechas en sus filas; miéntras tanto, el
resto de la fuerza trata de rehacerse apresuradamente
para volver á la carga. Hay mas t odavía; para col-
mo de males, Diaz queda herido. Empero, fijo en su
propósito, y con la seguridad de un próximo triunfo,
110 se cuida de sí mismo. ¡Adelante! exclama, y ántes
de que sus adversarios se hayan rehecho, les da otra
carga, con la que los pone en completo desórden, lle-
nándolos de tanto pavor, que logró llegar á la batería
misma, la cual se mantiene muda detrás de las filas
fugitivas. Apodérase de ella sin pérdida de tiempo,
y volviendo los cañones contra los anteriores poseedo-
res, aumenta la confusion de estos con el estruendo, y
parece que el ronco zumbido de los gruesos proyecti-
les y el agudo silbo de la fusilería daban alas á las víc-
timas de aquel terrible pánico, quienes buscaban algun
lugar que les prestase seguridad. Tras este esfuer-
zo Diaz se siente desfallecer con la pérdida de sangre;
TRIUNFOS Y HERIDAS. :t37

á pesar de esto continúa estimulando á sus tropas para


que sigan adelante en persecucion de los derrotados
r eaccionarios; y llevado en hombros de sus fieles sol-
dados se mantiene en el campo, haciendo picar la
retag uardia del enemigo, hasta la misma ciudad, de
cuya plaza se apodera, á la vez que Salinas se hace
dueño de la parte del norte.
A lcanzadas estas ventajas, comenzáronse desde
luego los preparativ0s para poner sitio el dia siguiente
á los co nventos. Aquí, como en las demás poblacio-
nes, los fu ertes muros de esos edificios han sido con-
vertidos en ciudadelas con su correspondient e arti-
llería, cuyo aspecto amenazador reemplaza en los
pó rticos, las t erribles miradas de los vigilantes frailes,
111iéntras las hendidas troneras y derruidas cornisas
ha blan de ataques mas dañinos que los del tiempo.
S oldados bulliciosos reún ense ahora al toque ele cla-
rines y tambores, r eemplazando con el estrépito de las
armas y sus canciones de guerra, la armonía de las
campanas y el canto suave y melodioso de los frailes,
y con el brillo de las bayonetas y el fulgor de la pól-
vora, la claridad apacible ele los cirios.
D esde el rayar del alba nótase gran agitacion en el
campam ento que se apresta á comenzar las operacio-
nes. Colócanse debidamente los cañones quitados al
enemigo, esperándose sacar de ellos esta vez mayores
ventajas que en la anterior. Mas es cosa singular
que ni el mas ligero ruido llega de los conventos.
Todo está tranquilo. Acaso se trata de un nuevo
lazo. P ero no: á poco descúbrese lo que pasa. Co-
bos ha huido con el favor de la oscuridad de la noche,
.Y ayudado tambien por los ruidosos preparativos de
sus enemigos, á refugiarse en las fuertes posiciones de
la Mizteca.
Durante la forzada reclusion del coronel Diaz para
curarse la herida que recibió en un pié en la última
accion, se paralizaron á tal grado las operaciones de
la fuerza liberal, que e_nvalentonado el enemigo volvió
á presentarse en el valle. En su disgusto renegaba
VIDA DE Duz.-22
338 HAZAJ'l"AS DE DIAZ.

Diaz de las muletas y los vendajes. Acordóse entón-


ces de su hermano Félix, que en esas circunstancias
podia ayudarle eficazmente.
Félix Diaz era el menor de la fa.milia, y desde la
infa ncia era el predilecto de su madre y de sus herma-
nas. Empero, los asiduos cuidados de aquel cariño
fUll1enil se avenian muy mal con las inclina.ciones que
t uvo desde nil'ío por toda clase de pasatiempos turbu-
lentos, y con sus instintos bélicos que le hacian ver
co n indifer encia los pelig ros á qu e ex ponia su persona
y hasta su propia vida; cosa que tenia en constante
alarma á los de su casa. Doña P etrona buscaba en
vano en aquel carácter atolondrado alg un rasgo que
animase la débil esperanza que no abandonaba, de
t ener en la famili a un clérigo, ó por lo ménos un hijo
que permaneciera á su lado para servirle de apoyo en
la vejez. Don Porfirio, como j efe de la familia, habia
decidido que era mejor dej a r que las inclinaciones del
muchach o siguier an su curso; y en consecuencia, lo
envió al colegio militar de Méjico, de donde á su
debido tiempo salió de alférez, destinado al 3r regi-
miento de caballería.
Fu~ iniciado entónces en las diferentes fases de la
g uerra contra los indios subl evados, en la que las atre-
vidas sorpresas, felices en unas ocasiones, y chasquea-
das en otras, realzaron su fama en medio de las pena-
lidades de la guerra de montañas, siempre acompañada
de marchas forzadas, de escasez de alimentos y de
co nstantes peligros; infundiéndole, con el aire vi vifi-
cante de la tierra, la inspiracion que brota de la gran-
deza y hermosura de la naturaleza, y de donde dima-
nan á menudo, un elevado patriotismo y grandes
hazañas. Despues de esas duras, aunque provechosas
lecciones, se dedicó á apoyar la causa del progreso y
de los derechos del pueblo contra los designios de los
conservadores, con lo que vino á asemejarse mas al
hermano, á cuya prevision y afecto debia su carrera,
y distinguióse en muchos encuentros con tan buen
éxito, que estos le valieron rápidos ascensos.
CARRERA DE FÉLIX DIAZ. 339

Don Félix presentaba el verdadero tipo del soldado


en su físico robusto y muscular, que se revelaba en la
seguridad y soltura d e su andar y d e t odos sus movi-
mientos, así como e n la accion d e su vigoroso brazo;
con una voz est entórea que pod ia oirse e n medio del
estruendo d e una batalla; con el r ostro si mpático por
la cordial fra nqueza que refl ejaba en el trato con sus
am igos la amabilidad d e su carácter, á la vez que sus
oj os á m enudo daban á conocer cu anto apreciaba él lo
chistoso; t ocio eso d esaparecia e n lo r ecio d el com-
bate t orná ndose sus miradas en rayos de r epelente
fi ereza.
F altábale esa admirable combinacion de la vivaci-
dad natural y el r eposo ext erior qu e en D on Porfirio
hacian adiv inar la fu erza sojuzgada por una prudencia
sagaz. Carecia t a mbie n del magnetismo que atrae, é
influye en el ánimo de los h ombres, ó la rápida per-
cepcion y presciencia, la pronta resolucion y firm eza,
que en su h erman o llegaron á desarrollarse en un
genio directivo que no se dej aba conmover, ni aun por
las t empestades que él mismo d esat aba.
D on Félix era de un espíritu indomable al que no
podia poner freno la prudencia, y la atmósfera e n que
con mas g ust o r espira ba era la d el ciclon cuando co n
mas violencia rug ia ; siendo para él las a venturas la
poesía de la vida, y los pelig ros su deleite.
El coronel Salinas, que aun conservaba d e nombre
el mando de la fuerza, no podia dej ar de conocer la
superioridad del talento de Diaz, ni negar que est e
hubiese sido en realidad quien h abia dirig ido todos los
movimientos con el mayor acierto. Salinas quiso dis-
culpar s u poca actividad con la. falta de municiones.
E stas, en efecto, no podian obte nerse de pronto ; mas
Diaz no se detuvo ante esa difi cultad, y mostró cierto
núm ero de cajas vacías para inspirar confianza á sus
soldados. Partió en consecuencia el teniente coronel
Félix Diaz para auxiliar á Salinas en calidad de su
segundo, y los dos, encontrándose con Cobos en las
Sedas consiguieron al fin derrotarlo. Para premiar
340 HAZAÑAS DE DIAZ.

esas diversas acciones, Salinas fué ascendido á gen e-


ral de brigada, y Porfirio Diaz á coronel del ejército
de línea.
Encontrándose ya los liberales sin nadi e que les dis-
putara la poses ion del sur, ambos jefes r ecibieron órde-
nes de formar un a brigada para operar en los estados
del centro. Esta, comp uesta de dos batallones á las
órd enes de los t enientes coroneles Velasco y l\10ntiel,
un cuerpo de lanceros al mando de Don Félix, y una
batería mixta, se unió á la division del general Am-
pudia en Tehuacan, y despues de varias escaramu,zas
en Puebla, se puso en movimiento para auxiliar á
Ortega que marchaba sobre la capital de la república;
mas no llegó á tiempo, aunque sí para tomar parte en
la persecucion d el enemigo y hacer su entrada triunfal
en aquella ciudad. D espu es de otra campaña sobre
Chacon, se recibieron órdenes para disolver la brigada,
dándose de baja á los soldados por no haber ya nece-
sidad de tanta fu erza, y t ener r esuelto el gobierno que
se hicieran economías en todos los ramos.
Al volver los soldados, llevaron consigo la fi ebre
tifoídea á Oajaca, siendo uno de los invadidos el coro-
nel Diaz, quien, :sin embargo de est ar postrado, tuvo el
consuelo de ver que sus conciudadanos, en debido
reconocimiento á sus servicios, lo elig ieron diputado al
congreso general. E ste acontecimiento no pudo mé-
nos qu e alentar su espíritu, y r evivir en él la ambicion
que por tanto ti empo habia abrigado de concl uir en la
capital el estudio de las leyes y ser r ecibido de abo -
gado; pensamiento qu ~ le sugiriese, no tanto el deseo
ó la esperanza de dedicarse á la abogacía, cuanto el
convencimi ento de que aquella instruccion le serviría
para alcanzar la r ealizacion de nuevas miras desper-
tadas por su carrera en el co ngreso.
Al mismo tiempo la idea de separarse del ejército no
le halagaba de ninguna manera; pues, durante estos
últimos años, se connaturalizó tanto con las peripecias
de la guerra que, mas que todo, amaba la vida mili-
tar. Eran en gran parte las ideas que lo sugeria su
DIPUTADO, PERO SI EMPRE MILITAR. S41

propia aptitud, de la que casi no t enia conciencia, las


qu e le hacian, á pesar de su modesta reserva, aspirar
al puesto á. que realmente estaba llamado, esto es, al
de gobernar á. los demás hombres. En el campo de
batalla, r odeado de sus fi eles compañeros, experimen-
taba mas que en ninguna otra parte el placer de la
aro bicion sati sfecha. Allí podia abrirse camino, sin
lu char tanto cont ra los celos y la envidia que debia
afrontar en el t err eno legislativo. L as penalidades de
la g uerra habian sido h asta entónces las dulzuras de
su v ida, .Y el fragor de la batalla resonaba aun en sus
oidos cual música armoniosa. Mas ti ene que doble-
garse ante la suert e que ah ora le empuja hácia la capi-
tal do la república, donde debe labrar, como legislador,
otro escalo n para ascender á. la grandeza.
Aunque virtualmente destruidas las fu erzas conser-
vadoras, co ntinuaron sus hostilidades en pa rtidas, dise-
minadar> principalmente por las r egiones montañosas,
capitaneadas por j efes que no pudieron hallar mejor
ocupacion que vivir de la g uerra, la cual les ofrecia
much os y tentadores premios en forma de ricos boti-
nes y de préstamos forzosos, sin contar con los a uxilios
que les proporcionaban la igles ia, los conspiradores, y
sus satélites. i Qué les importaba á. estos ó á aquella
la calidad de los medios, cuando se trata ba de fin es
para ellos t an santificados?
El mas prominente entre los j efes r evolu cionarios
era entónces L eonardo Marqu ez, quien poco ántes
habia sido el brazo derech o de Miramon, y que ahora
por la política de paz y economías seguida por J uarez,
se aventuró á. ensanchar sus operaciones hasta atre-
verse por fin , en Junio 24 de 186 1, á. atacar la capital,
acercándose á ella por la calzada ele San Cosme. Ha-
llá.base justamente en sesiün la cámara cuando llegaron
h asta allá. las inesperadas nuevas. S iendo Diaz, como
él mi smo lo elij o, "soldado ante todo," pidió desde
luego permiso para retirarse, y fuése corriendo al
luga r del pelig ro, por entre grupos de ciudadanos
consterna los. Sucedió que el ataq ue lo r esistiero n las
342 HAZA~OS DE DIAZ.

fuerzas de Oajaca que estaban acuarteladas en el con-


vento de San Fernando, al mando del general M ejía.
La venida del coronel Diaz fué celebrada con los
g ritos de alegría de sus antiguos compañeros de armas,
y sirvió no poco para avivar su entusiasmo. M ejía
a ceptó con a nhelo sus ser vicios, dándole un trozo de
fuerza con la que cay ó sobre el flanco izquierdo del
enemigo. Marquez habia preparado una sorpresa,
y no contaba con tan veloz r etorno del boome?'ang.
El resultado fué una diversion que sacó á los defen-
sores de San F ernando de su predicamento, y los
permitió hacer una contracarga que prontamente se
co nvirtió en per secucion del enemigo puesto en fuga.
L a il1lport a ncia del auxilio que Diaz prest ó puede
mej or cOl1l prenderse por el aprecio qu e de él hizo el
go bierno, da nd o á dich o j efe el mando de la brigada
de Oaj aca en sustitucion de M ejía, que se h abia enfer-
mado, con órden de incorpor a rse á la division de
O rtega, quien est aba á punto d e p oner se en marcha á
destruir los r est os del ej ército conservador. Tras una
fatig osa persecucion de dos lIleses por el sur de M éjico,
con sus cor respondientes mar chas y contra marchas ,
llegó á saberse que M arquez se h allaba en J alatlaco , y
que su fuerza co nst aba y a de cuatro n:: il h ombres con
cinco piezas de artill ería. Envióse á Diaz por dela nte
con su colum na ligera para det enerlo miéntras llegaba
Ortega con el grueso de la fu erza. Diaz no era, como
ya lo h emos visto, hombre qu e se desentendiera de su
deber como subordinado, ni que p rocurara sacar pro-
vecho á costa aj ena; mas por los infor mes recogidos,
juzgó que con un pronto .Y decisivo esfuerzo podi a en
esa vez obtenerse definitivam ente el obj eto <le la cam-
paña, m iéntras que la dilacion podría hacerla prolon-
gar, y t al vez fracasar.
F orzando la mar ch a llego h asta muy cer ca de la
poblacion. A llí descansó h ast a que llegó la noche:
avanzando entón ces g uiado por personas que con ocian
bien el t erreno. La quietud mas perfecta r einaba en
el campo enemigo. L os soldados se habian entregado
ACCION DE JALATLACO 343

al reposo tanto tiempo turbado por una violenta per-


secucion muy de cerca. Hasta los centinelas parecían
haberse rendido á la dulce persuasion de una mentida
seguridad, y á los encantos de la lumbre del vivac.
Mas no era así; pues un repentino "j Quien vive!"
vino á demostrar que el movimiento habia sido descu-
bierto. Abandónase entónces el sigilo, y dando un
grito entusiasta y haciendo una descarga en varias
direcciones, que se armonizó bien con el prolongado
toque de alarma de los tambores, los liberales caen
sobr e las avanzadas y penetran por las calles del pue-
blo. Y todo bien mirado, no hubo mucho descuido,
pues á poco el avance es contenido por columnas bien
ordenad as y compactas, como se pudo juzgar por los
fulgores de un nutrido fuego de fusilería. Los asal-
tantes se rcplegan á los edificios en busca de abrigo,
expiando las oportunidades de contestar los fuegos, y
saltando de punto en punto, de esquina en esquina,
unas veces bajando á la carrera por la::; callejuelas que
les favorecian, ó atravesando algun jardin para desalo-
jar á algun tirador certero que ocupaba la azotea.
Es sin duda una diversion excitante, ese juego de
escondidillas, acechando, apuntando y haciendo fuego,
con el que se mata un hombre á cada tiro; mas en
breve ya no es posible avanzar sino mas d espacio á
cada paso, por en medio del laberinto de calles desco-
nacidas; creciendo, con la oscuridad de la noche, el
t emor de verse atacados á cualquier momento desde
mas de una direccion: este temor no car ece de funda-
mento, pues ~1arqnez bien presto percibe la situacion
y procura flanquear á sus contrarios, quienes en breve
se ven muy comprometidos; porque los soldados de
Marqu ez conocen bien los puntos á propósito y las
avenidas por donde deben acometer, y tienen fácil
acceso á las casas desde donde hacen t erribles descar-
gas. Los liberales sufren fuertes pérdidas. El capi-
tan Ormaña entre otros es hecho prisionero, con toda
su compañía y conducido al cuartel general: "Fusi-
ladlo! " grita Marquez con los ojos centellan tes de
3H HAZAÑOS DE DIAZ.

furia. Mas el oficial encargado de ello tuvo la pru-


dencia de ocultarlo y esperar el resultado del com-
bate.
Diaz empieza entónces á compre nd er que se ha
aventurado demasiado : mas ya es tarde para retrocp-
der. L a suerte est á echada y ti ene que triunfar ó
que perder la vida en este lance. Con t al motivo pro-
cura, ante todo, convencer á los suyos de que no hay
otra alternativa que la victoria ó la muerte.
Así vuela de calle en calle para dictar lo mas con-
veniente, é infundirles ánim o. D e súbito á la v uelta
de una esquina se encuentra frente á frente de un
peloto n de soldados enemigos, los qu e al mismo tiempo
que lo cercan, lanzando un grito de alegría, le tien-
den los fusiles. Al momento, el caballo asustado y
sin obedecer á la rienda, salta hácia un lado, por en-
tre las filas que lo envuelven, bajando por una callej a,
aguij oneado por el ruido de los disparos que felizmente
no tienen resultado. Diaz se salva, y puede decirse
que aun ánt es de percibir él mismo la magnitud del
pelig ro.
L a lucha continuó con mas furia, alumbrada por 1:1
rojiza luz de los edificios incend iados, cuy o fulgor pa-
recia aumentar ó disminuir con el espantoso rugido
del cañon, el ronco alarido de los asaltantes V los dolo-
rosos ayes de los heridos y moribundos. Afortunada-
mente, la brigada de Oajaca se componia en g ran parte
de vet eranos aleccionados por su jefe actu al, á qu ienes
las difi cultades de su situacion léj os de desalentar, les
infundian mayores brioso Á eso de med ia noche
habian penetrado hasta muy cerca de la plaza, la q ue
con ¡,;u bat ería, qu e poco ha comenzara sus di sparos,
se habia h echo el punto obj etivo. Diaz en persona
g uiaba á los suyos, quienes an imados por su ej emplo,
cargaron co n tal den uedo, que penetraron ror
las fil as de sus contrari os hasta llegar a término
entre

deseado.
Marquez t enia debilitado su centro, por haber desta-
cado una gran parte de lo mejor de su fu erza á operar
VUELTA TRIUNFAL A ·LA CAPITAL. 345

sobre el flanco y retaguardia del enemigo, quedando


tambien cerca de su persona una turba de hombres y
mujeres, de los que van siempre en pos de la tropa,
que no hacian mas que estorbar sus operaciones.
Sin embargo, él permaneció firme y alerta, alineando
su despedazada columna. N o era tiempo de tener
compasion de esos indefensos, gente inútil, si no era
acaso para servirse de ella como de una pantalla,
miéntras se reorganizaban las filas. Diaz se apoderó
de los cañones y los volvió sobre las agitadas masas,
aunque no sin estremecerse de horror ante la inmi-
nente carnicería. En ese instante un oficial se ade-
lautó rápidamente con los brazos extendidos para
anunciar que se rendian. Diaz respiró como aliviado
de un gran peso, y mandó levantar las bocas de fuego
para que hicieran sus estragos mas allá, y obligaran
á rendirse á los demás, lanzándose él hácia adelante
para completar el triunfo. La rendicion, sin embargo,
I habia sido hasta cierto punto un ardid; pues á la par
I que unos cuantos depusieron las armas, entre ellos el

subteniente bajo cuya custodia se hallaba Ormaña, y


que se habia entregado á su prisionero, mucha parte
I de las desparramadas fuerzas de Marquez se alejaban,

deslizándose protegidas por la oscuridad que por in-


I stantes aumentaba, y por la densa nube de humo.
Esta memorable victoria, digna de un Cortés ó Al-
varado, y que ponia de manifiesto que no solamente los
invasores extranjeros podian ejecutar hechos de increi-
ble valor, fué alcanzada el 13 de Agosto de 1861,
cuarto aniversario de uno de los primeros triunfos de
Porfirio Diaz. De ninguna manera agradó á Ortega
aquel acto de desobediencia, que daría todo el fruto
y toda la gloria de esta campaña á un subordinado;
mas conociendo que el gobierno premiaria con gran
placer aquellas proezas, sin tener en cuenta los me-
dios, ó la manera con que se habian realizado, ántes
que parecer celoso, se apresuró á recomendar al delin-
cuente. La entrada de Diaz á la capital fué una
marcha triunfal, cuyo esplendor aumentó considera-
346 HAZAÑ AS DE DIAZ.

blemente una entusiasta manifestacion popular, fiel


testimonio de reconocimiento á los servicios que pres-
tó libertando al sur, y recientemente á la ciudad.
Frescas estaban aun las flores con que los ciudadanos
regaron su camino, cuando ya el gobierno le habia
ceñido la banda de general de brigada.
La falta de actividad en el gobierno, la partida de
Gonzalez Ortega para el norte con una gran parte de
las m ejores tropas, y el creciente disgusto de la tropa
por el descuido de no pagarle sus haberes, dieron
tiempo y medios á los conservadores para recobrarse,
especialmente con el estímulo de una intervencion
extranjera en perspectiva. Puebla, Pachuca, y otros
lugar es cayeron en manos de ellos; el valle de Méjico
fué invadido de nuevo, y la capital se vió tan de cerca
amenazada que fué necesario declararla en estado de
sitio. Envióse al general Tapia con casi todas las
fuerzas de línea á hacer una nueva campaña, quedan-
do el ministro Zaragoza con los guardias nacionales
para defender la capital; lo cual llenó de consterna-
cion á los habitantes inermes, muchos de los cuales
salieron en busca de mas seguro asilo. Afortunada-
mente, la expedicion restabl eció la confianza hasta
cierto punto, con la victoria decisiva obtenida el 20 de
Octubre de 18G l en el R eal del Monte, contra las
fuerzas combinadas de Marquez y Tomás Mejía; vic-
toria que se debió casi exclusivamente al general Diaz,
cuya brigada formaba la principal columna, quien con
una prevision rápida se posesionó de las dos alturas
dominantes olvidadas por el enemigo, y en seguida se
precipitó sobre sus mal organizadas filas con uno de
esos empujes irresistibles que acostumbraba. Esta
vez tambien recibió la parte del leon respecto de los
aplausos prodigados en la capital á sus salvadores,
aplausos prolongados durante una serie de festividades.
CAPíTULO XV.
CINCO DE MAYO.

1861-1863.

ELECCION DE JUAREZ-MuERTE DE LERDO DE T EJADA-TRIUNFOS DEL GENE·


RAL DIAZ-CON STlTUCJ ONALISTAS y REFORMISTAS-INTERVENCION Ex·
TRANJERA -EL CUERTO DE O BSERVACIOX-EN LA S CUMBRES DE ACULT·
ZI NGO- BATALLA DE PUEBLA-REFUERZOS FRANCESES-SITIO DE PUEBLA
-DJAZ EN MÉJICO-EL GOBIERNO SE RETIRA Á SAN L UIS P OTOSi-DIAZ
COMO COMANDANTE EN J EFE.

Otra tempestad mas desoladora que la que acababa


de pasar, iba á caer sobre la república. Juarez habia
sido electo á la presidencia, que hasta ahora ocupó
por sucesion constitucional. Varios candidatos se
presentaron á disputarla, tan luego como se habian
eliminado de la arena las armas de Miramon lo bas-
tante para que pudiera t ener efecto la accion popular.
J uarez llevaba la ventaja, aunque no era militar, por
estar en primera fila como un patriota cuya abstrac-
cion de sí mismo, sabiduría administrativa, y sobre
todo t enacidad de ánimo durante la larga contienda, le
habian hecho captarse el cariño de todos los buenos
mejicanos. Compartia de esta buena suerte el hábil
y entendido Miguel Lerdo de T ejada, qu e era en ver-
dad un rival form idable ; pero la. muerte lo quitó
repentinamente de enmedio, y J uarez fué electo, aun-
que por una escasa mayoría, sobre sus competidores.
N o debia dudarse, atendidas las circunstancias, en
reconocer los servicios de tal hombre, y retener en el
puesto jefe tan ex perimentado é iniluente, para cica-
trizar las heridas de la guerra y encarrilar el país por
(&17 )
348 cn~co DE MAYO.

su senda constitucional. En verdad, él habia ya em-


pezado la organizacion con un espíritu liberal, figu -
rando entre otras rnedidas, la abolicion de las trabas
contra la prensa; y aunque di spuso la eliminacion de
los elementos hostiles y nocivos, interpuso su poder
para co ntener la persecucion que exigían los partida-
r ios exaltados. Esta actitud le acarreó no poca opo-
s icion aun entre sus amigos, como lo hizo ver el resul-
tado de la eleccion; y los obstáculos se siguieron
aglomerando á su paso creados por los pretendientes
de empleos y mandones locales que durante los desór-
denes de la guerra, se habian acostumbrado á obrar
independientemen te, y se oponian al establecimiento
del órden y de reglas necesarias para la consolidacion
de la república y del progreso general.
El partido liberal que estaba ya fraccionado en
constituciollalistas y r eformadores, abogando los pri-
meros por la carta de 1857, y los segundos por las
r eformas radicales, vino á sufrir una nueva division
por cierto grupo que se aproximaba en simpatías á los
conservadores, y al cual apoyaba el clero con bastante
habilidad. Hasta el gabinete mismo era presa J e la
desunion, ocasionada principalmente por las dificulta-
des finan cieras que dieron lugar á la suspension de
pagos de la deuJa, al aument o de las contribuciones,
y á los empréstitos forzosos; resultando de aquí qu e
las crísis ministeriales vinieron haciéndose crónicai>.
En la suspension de la deuda interior no habia
riesgo; pero los acreedores extranjeros contaban con
un apoyo demasiado fu erte, para que mansamen te se
avinieran á semejantes infracciones de los compromi-
sos nacionales. Sus representantes protestaron enér-
gicamente. La Fran cia tomó una actitud peculiar,
que unida á la prot eccion dada á Miramon, motivó
cierta tirantez en las relaciones; y el nuevo ministro
de la Gran Bretaña se comportaba con alti vez.
Durante una fi esta en Méjico quiso la casualidad
que una bala pasara muy cerca de las orejas del mi-
nistro francés, Saliglly; y este pretendió qué fué un
INTERVENCION EXTRANJERA. 349

acto intencional, valiéndose de ese pretexto para sus-


pender las r elaciones. Poco tiempo despues se supo
de una convencion firmada en Lóndres el 31 de Octu-
bre de 186 1 entre Inglaterra, Francia, y Espai'ía, para
intervenir en los asuntos de J\1éjico, empezando por
apoderarse de la aduana de Veracruz, para retenerla
en garantía de sus reclamaciones. Las últimas dos
potencias, con miras mas profundas, habian convenido

PLAN DE VERACRUZ y ULUA.

en medidas ultenores, basadas en la solicitud de una


faccion en favor de otra forma de gobierno, del cual
se esperaban muchas ventajas.
El gobierno hizo algunos preparativos de defensa,
organizando tropas é imponiendo contribuciones para
su sosten; pero como la experiencia tenia demostrado
que la resistencia en Ulúa contra las armas extran-
jeras solo daría por resultado pérdidas y descalabros,
350 CINCO DE MAYO.

se resolvió no hacer uso de aquella fortaleza; y el 14


de Diciembre de 1861 , la esc uadra española tomó la
iniciativa de ocupar la bahía principal de la república.
Los almirantes inglés y francés vinieron despues con
sus fuerzas navales en los prim eros dias de 1862,
aq uél con pocos deseos de mezclarse en los asuntos
interiores del país; pero el otro traia instrucciones
cat egóricas, de apoderarse de todos los puertos del
golfo, y apoyar el movimiento en favor de un gobierno
estable y responsable, título que se daba al qu e se
proponia establecer. E spaña estaba ig ualmente re-
suelta; y como el clima y otras consideraciones hacian
=ndispensable un pronto arreglo, Prim y L orencez
organizaron una expedicion al interior para lograrlo.
N o hallándose Méjico preparado para la defensa tuvo
que permitir á los invasores, durante las negociaciones
diplomáticas, ocupar posiciones en la region sana, á
las inm ed iaciones de Orizaba y T ehuacan.
La Francia se arrogó una actitud mas exigente,
tanto respecto á reclamos como á intervencion, favo-
reciéndola en eso el elemento conservador de Méjico;
miéntras España empezó á vacilar ante la inqu ebrJ:l.n-
table determinacion de J uarez, su propia influencia
decadente, y los designios que iba descubriendo N apo-
leon, sostenidos por el constante aum ento de fuerzas; y
ántes que verse en la precision de hacer el papel de
tonto, Prim resolvió retirarse con su escuadra en
Abril. Los ingleses siguieron su ej emplo, pero no
ántes de haberse aprovechado de la oportunidad para
concluir un arreglo ventajoso. Al arrojar la máscara,
los franceses hablaron sin ambages sobre reprimir la
anarq uía republicana, estableciendo un trono; y el 1G
de Abril apareció una proclama, convocando á todos
los mejicanos que simpatizaran con la intervencion, á
ponerse á la sombra del estandarte ahora levantado
por el pueblo mas liberal de Europa, y negando al
mismo tiempo, toda intencion de hacer la guerra con-
tra la nacion. El siguiente paso fué mandar emi-
sarios á ganarse prosélitos y sembrar el descontento
MEDIDAS DE DEFENSA. 351

entre las tropas republicanas, bajo la capa de un figu-


ron con nombre de presidente provisional en la per-
sona de Almonte.
El plan de J uarez habia sido prolongar las negocia-
ciones hasta la estacion de llu vias y fiebres , en que
podia contarse con la naturaleza como aliada. Ha-
biéndose aparentemente frustrado esta esperanza, t ornó
medidas enérgicas para la defensa, llamando á las

MAPA DE MÉJICO CENTRAL.

armas á todos los ciudadanos, y mandando en observa-


cion de los aliados el cuerpo de ejército de Oriente.
Este incluia las fuerzas de Oajaca, aumentadas ahora
á dos brigadas al mando de M ejía y Diaz, r espectiva-
mente. En Marzo de 1862, la primera estaua acuarte-
lada en los almacenes del gobierno en Chalchicom ula.
U na noche el parque, almacenado allí en grandes can-
352 CINCO DE MAYO.

tidades~ se incendi6 de una manera inexplicable, y casi


toda. la brigada que se componia de 1,100 hombres
vo16 por los aires, teniendo la misma suerte algunos
centenares de mujeres y ciudadanos del lugar.
Como los aliados se r etiraron despues d e haber falla-
do las negociaciones, los m ejicanos fueron á. ocupar
una línea mas cerca de Veracruz con el general Diaz á
la vanguardia, precedido por un cuerpo d e lanceros, á
las 6rdenes del coronel Félix Diaz. Repentinamente
los franceses, contra todo lo convenid.o, regresaron de
C6rdoba, y un cuerpo de 1,000 zuavos y alguna caba-
llería se echaron sobre un destacament.o de los lance-
ros. Con un valor que rayaba en temeridad D on
Félix no quiso retroceder y hubo una lucha corta aun-
que reñida, que t ermin6 con la destruccion de las tres
cuartas partes de su fuerza y la captura del jefe. E ste
fué el primer encuentro con los franceses y en él se
gan6 el coronel Diaz una honrosa cicatriz. En su
condicion debilitada por la h erida no lo vigilaban gran
cosa, en parte debido á la cortés mediacion del briga-
dier espal'íol Milans del Bosch. De esto se vali6 para
examinar el terreno, y se hall6 luego á una conve-
niente proxim.idad de su caballo. Inmediatam ente
resol vi6 escaparse, y con la resolucion le creció aparen-
t emente la coj era. Cojeando con lentitud se acercó
á su caballo, cortó la cuerda con que estaba atado, y
salta sobre el animal en pelo, lanzándose este á escape
con un relincho de inteligencia. Dada la alarma,
pronto oyó los silbidos de las balas que corrian pr6xi-
mas á su persona, sin causarle por fortuna ningun
dal'ío grave.
Informado de la ocurrencia el general Zaragoza,
que mandaba en jefe, orden6 la r etirada hácia Puebla
por delante de los invasores que avanzaban. La
marcha se hizo notable por un encuentro en las cum-
bres de Acultzingo, en el que se llevó el general Diaz
los h onores mejicanos, por la maestría con que manio-
br6 con su brigada y una batería, conteniendo las
fu erzas francesas, cuando ya estos contaban con una
PUEBLA DE LO::; ÁNGELES. 353

victoria CasI segura, y cubriendo la retirada del


ejército.
Puebla de los Angeles, segunda ciudad de la repú-
blica en dignidad é
importancia con mas
de 70,000 almas, po-
seía ventajas especia-
les, por su situacion á
media distancia en el
camino real de Yera-
cruz ó Méjico, y era
señora de los vastos
y fértiles llanos de ANTIGUO Escul?O DE ARMAS, P UEBLA.
la region intermedia.
Fué fundada h ácia el fin de la década de la con-
quista sobre las ruinas de una antigua poblacion del
Rio Atoyac, y segun lo conmemora su nombre, los
ángeles habian coadyuvado á elegir un lugar desde
donde pudiera la iglesia abarcar con su presion bea-
tífica una multitud de almas. Siempre habia sido
este vasto espacio un lugar favorito de residencia
para las divinidades, por su fertilísimo suelo y la
desprendida generosidad de sus embaucados habi-
tantes; y en los anales mitológicos, Cholula figura ya
como la ciudad santa de los nahuas, á la que acudian
innumerables peregrinos. Sus ofrendas fueron cre-
ciendo con el trascurso del tiempo, y se levantaron
millares de templos, excediendo en su número á los
dias del año, y aglomerándose al rededor de la ahora
famosa pirámide consagrada á Quetzalcoatl, dios pro-
picio y fundador de la era de oro de los toltecas.
Puebla reemplazó á la colindante Cholu1a como cen-
tro religioso, en el cual los monjes de todas las órdenes
competian con el clero secular en levantar edificios
monumentales, como si llevaran la mira de asemejar-
los á las torres, que se est aban desmoronando, del der-
rotado Satanás, hasta que física y espiritualmente llegó
á ser una ciudad de t emplos entre los que descuella
una catedral de sorprendente esplendor. Durante el
VIDA DE Dv.z.-23
CINCO DE MAYO.

siglo 18 competia con la ciudad de Méjico en la supre-


llIacía por su tamaño y belleza arquitectónica, á la que
ponian en relieve las numerosas plazas llenas de flores,
arbustos, y fuentes que constant emente arrojaban
agua, abast ecidas como estaban por los varios manan-
tiales de las cercanías. Su riqueza y posicion atraje-
ron naturalmente á los buitres de la guerra, y gran

PLAN DE P U EBLA.

número de barreras se fu eron construyendo gradual-


mente, ceñidas por una serie de fortificaciones exte-
riores que están todavía incompletas, siendo las mas
notables el fuerte de Loreto, .Y la capilla atrincherada
de Guadalupe que so levantaba en la orilla del nor-
deste, en una loma oblonga que domina la ciudad.
Llamando á sus generales, Zaragoza les expuso el
peligro que amenazaba al país, y la deshonra de con-
sentir á los invasores, cualquiera que fuese su número,
avanzar, sin hacer un esfuerzo para contenerlos: "Si
RESOLUCION DE DIAZ.

no podemos derrotarlos podemos al ménos destroncar-


los," dijo Zaragoza: "Yo por mi parte os apoyaré
hasta morir," exclamó Diaz. Es esta una oferta que
se hace con mucha frecuencia bajo la impresion del
momento, aunque luego no se cumpla; pero Diaz ya
por este tiempo tenia acreditados su valor y decision,
aun en dias muy recientes con una hazaña que salvó al
ejército, y ahora se notaba en su voz un tono tal de

FORTALEZA DE PEROTE.

gravedad que les llegó á todos al corazon, y un acento


tan sincero que nadie pudo dudar que cumpliría su
promesa. En una .palabra, todos juraron defender la
ciudad hasta el último extremo.
Dividiéronse las fuerzas en cinco secciones; una al
mando de Escobedo, con la brigada de Tapia, pues este
356 CINCO DE MAYO.
PREPARATIONS DE LA BATALLA. 357

habia sido nombrado comandante militar del estado,


fué encargada de la línea interior de defensa; otra al
mando de Negrete, incluyendo las tropas del herido
Arteaga, ocupó los fuertes de Guadalupe y Loreto; y
otras tres, con cosa de mil hombres cada una, al man-
do de Diaz, Berriozábal, y Lamadrid respectivamente,
se situaron en líneas paralelas á lo largo del frente
oriental de la ciudad, que se suponia ser el punto obje-

PLAr;' DEL CAMPO DE BATALLA, MAYO, 1862.

tivu del enemigo. Diaz ocupó la esquina del sudeste,


que era el punto mas débil de todos, y á la extremidad
del camino para Amozoc, donde los franceses se ha-
bian acampado en observacion. A la vez que t enia á
sus órdenes mas batallones y oficiales que las columnas
de las paralelas, sus tropas no excedían en número á
las de los otros generales.
En lugar de continuar su avance sobre el frente
358 CINCO DE MAYO.

oriental, Lorencez repentinamente hace una maniobra


hácia el norte, y emprende el fuego con sus baterías
sobre el Guadalupe, aunque á una distancia demasiado
grande para qu e causara gran efecto. Zaragoza con-
t esta con un cañoneo vivo y con mejor éxito desde
la altura que pronto se ve envu elta en humo; y trae
á ella la brigada de B erriozábal, colocando á Lamadrid
cerca para apoyarlo. Diaz quedó cubriendo toda la
línea del est e.
Entretanto Lorencez hace avanzar tres columnas,
una contra la loma, sost enida por la segunda á alguna
distancia, y la tercera contra Diaz. Tras de un fuego
de caño n de dos horas, sus bat erías g uardan silencio )'
la primera columna avanza. La depresion en el t er-
reno les permitió acercarse sin pérdida alguna hasta
cosa de 100 varas de las trinch eras; pero allí la me-
tralla y las balas de cañon de los mejicanos llueven
sobre su frente)' flan co izquierdo, acompañándolas tres
descargas seguidas de fusiled
Los franceses, sin embargo, trepan sin flaquear hasta
cerca de la cumbre. Entónces, en el momento que
iban á dar el asalto echándose sobre la batería, las
fuerzas de B erriozábal, que se habian mantenido ocul-
tas detrás de la cresta, se levantan como una muralla
viviente y hacen una descarga tan inesperada como
destructora, produciendo gran co nfusion en su línea,
que no estaba aun formada. U na carga á tiempo .por
los mejicanos los hace retroceder en desórden para
abajo de la loma, y mas allá, acelerados por la atrona-
dora carga de la caballería de Ál varez á lo largo de la
base del norte. P ero la segund a columna se apresura
á sost enerla, y ambas vuelven rápidam ente, esta vez
contra la línea sudeste de Guadalupe, y con tal fuerza
que los lleva hasta la base misma del fortin, sin hacer
caso del t errible fuego qu e llena los fosos con sus muer-
tos, formando puentes de cadáveres para los que venian
detrás. El batallo n que cubre el fortin, compuesto
de gente bizoña de Morelia, vacila ante tanta matanza
y empieza á retroceder, pero la reserva maniobra con
DERROTA DE LOS FRANCESES. 359

tal acierto que pone en jaque á los asaltantes. Un


batallon de San Luis, La Reforma, se aprovecha de
esta oportunidad para dar una carga vigorosa desde
la cima; y los morelianos, reanimados y alentados con
tal auxilio, vuelven con ardor al ataque. La natura-
leza misma toma. tam bien parte en la refriega. L os
gruesos nubarrones despiden la lluvia á torrentes; la
ladera, resbaladiza por la sangre y el agua, no propor-
ciona á los invasores un piso muy seguro. Son arro-
llados completamente por los mejicanos que se des-
prenden sobre ellos matándoles gran número; en esto
la retaguardia empr ende la fuga hácia el campa-
mento.
L a t ercera columna fran cesa atacaba entretanto la
parte sudeste de la ciudad defendida por Diaz. Su
avanzad a tuvo que retirarse, pero extendiéndose por
la derecha, puso en libre juego su batería conteniendo
con el certero fu ego de esta el avance del enemigo,
miéntras el batallon Guerrero le atacó por el flanco.
Habiendo sido este rechazado, ordenó Diaz un movi-
miento simultáneo de ambos flancos para apoyar una
carga contra el frente dirigida por él mismo. Repi-
tiendo su maniobra favorita, reservó sus fuegos aguar-
dando á estar mas próximo. Entónces tras una descar-
ga avanzó á toda carrera. Los franceses no pudieron
resistir el choque y desconcertados touos huyeron,
persiguiéndolos tan de cerca los mejicanos qu e no les
dieron tiempo para r eorganizarse en un cerco que
pasaron, y los arrojaron mas allá de un canal, donde
pudieron a l fin medio formarse de nuevo, continuando
su retirada violenta aunque en mejor órden . Al mis-
mo tiempo les fué adversa la su erte tambien en los cer-
ros, y se oyó el clarin qu e á lo léj os tocaba á retirada.
El general Diaz continuó la perseeucion hasta que
la columna derrotada se unió con la de Guadalupe y
aun despues; pero recibió órden t erminante de Zara-
goza de detenerse, porque se habia adelantado mucho
de las otras secciones y podría verse envuelto. Man-
tuvo su posicion, sin embargo , hasta la caida de la
360 CINCO DE MAYO.

noche en que se retiró, dejando en observacion á su


hermano Félix que le habia ayudado muy bien todo
aquel dia.
P ara apreciar de lleno es te hecho de armas, debe
tenerse en cuenta que el general Diaz sin la ayuda de
trinch eras, declive en el t erreno, ó fuerzas de reserva,
ventajas que favorecían á las fuerzas en los cerros, se
batió á campo raso con un grueso de fuerza igual al
suyo, compuesto de h ombres r eputados como de los
mejores soldados europeos, batiéndolos y poniéndolos
en fuga. E s evidente que est o fu é debido en su ma-
yor parte á él por su táctica, la disciplina que habia
iutroducido en su tropa, y por su valor personal al
dirigir y sostener el ataqu e.
L ore ncez se retiró al punto de donde habia salido,
dejando á los mejicanos levantar el campo y algunos
prisioneros. L os fran ceses confiesan la pérdida de
476 hombres, pero la calculon los mejicanos en cerca
de 1,000, admitiendo una diferencia en duda de 240.
En los sig uientes dos dias ll egaron refu erzos á los
mejicanos de 6,000 hombres al mando de O'R oran y
Antillon, quienes si hubiesen apres urado algo su mar-
cha, habrían llegado tí t iempo para hacer mas decisiva
esa victoria, para siempre afamada en los anales de la
nacion bajo el nombre de Cinco de Mayo, habiendo
sido est e el dia de 1862 en que tuv o lugar la acciono
La venida de esa division co ntribuyó, sin embargo,
á fortalecer el ejército que sig uió á los franceses y
ocupó de nuevo su línea anterior de observacion. Za-
ragoza intentó aun arroj ar á Lorencez de su posicioll
en Orizaba, pero falló su plan por un error de la
columna que al mando de Ortega y Llave se habia
puest o en marcha para atacar la retaguardia de los
franceses.
El resultado fué que pasó el mando de la division
Llave á las mas hábiles manos del gen ~ral Diaz, quien
una vez mas acababa de prest ar servicios importantes,
repeliendo el contra-ataque de Lorencez. El mando
militar del estado de Veracruz fué t ambien confiado
FAMA CRECIENTE DE DON POREIRIO. 361

á Diaz, cargo que las circunstancias haClan sobrema-


nera espinoso, plagado como se hallaba el estado en
todas direcciones por partidas conservadoras, bajo la
proteccion de las tropas francesas y de los buques de
guerra de la misma nacion. Las certeras y oportu-
nas disposiciones que dictó para preparar su gobierno,
i:;on por lo tanto dignas de especial elogio.
Así vino realzándose la fama del talento adminis-
trativo del general Diaz, desde su primer ensayo en el
distrito de Ixtlan, donde introdujo una reorganizacion
. política y social que sirvió de modelo á los circunve-
cinos; y sorprendió á sus compañeros organizando,
con elementos considerados h asta entónces de ningun
valor, un cuerpo militar que sirvió de sosten al estado
en sus trast ornos ulteriores. Mas tarde en el campo
mas vasto de T ehuantepec adquirió mayor crédito, con
sus medidas económicas y prog resivas que dieron
resultados muy favorabl es, mereciéndole los elogios de
una poblacion que ánt es le era dobl emente hostil. Y
ahora, un o de los mas importantes est ados de la repú-
blica estaba á punto de recibir los beneficios de una
experiencia, que con el trascurso de los años habia
adquirido mas peso é ilustracion. P ero, por desgra-
cia, hallándose el gobierno nacional en Ulla situacion
tan precaria, no pudo proporcionarle ni los medios, ni
las tropas necesarias para llevar á cabo con buen éxito
sus proyectos; y previendo lo inevitable del resultado
en los crecientes r efuerzos de los franceses, y en la
seguridad de los conservadores que t ambien iban en
aumento, renunció su puesto y fué á mandar la segun-
da brigada de la division de BerrÍozábal en el ejército
de Orient e.
El revés sufrido en Puebla sirvió para resfriar algo
en Francia el entusiasmo de los ánimos por la expe-
dicion tras-oceánica; pero N apoleon, resuelto á seguir
su propósito, mandó refuerzos y otro general, Forey,
con instrucciones de atraerse el clero y los partidos
políticos con medidas convenientes, y fortalecer la
causa agregando al ej ército los llIejicanos que pudiera
36? CINCO DE MAYO.

atraerse. Debia establecer un gobierno provisional


que sometiera al pueblo un nuevo sistema político y
cooperar á su establecimiento; á no dudarlo, sin em-
bargo, el sistema indicado era el de un imperio, y de
tal manera fundado que garantizara para siempre los
intereses de los franceses y su influencia decisiva en
el país.
Forey comprendió bien lo que se esperaba de él.
En un manifiesto tí los mejicanos. que expidió en
Setiembre, se esmeró en hacer aparecer como pre-
texto justificado para un acto de invasion y conquista,
un plan de progreso y civilizacion. En seguida res-
tringió la creciente autoridad de Almonte, por no
estar sancionada por el pueblo y no ser del agrado del
clero; pero olvidó sus instrucciones en cuanto a la ma-
nera de tratar á lo's mejicanos. Él y sus oficiales se
pavoneaban con un aire de insolente presuncion como
patrocinando al pueblo ; y aun poor se conducian los
militares, hijos del país, que se habian agregado á sus
imponentes fuerzas. Se descuidó en no obrar rápida-
mente para aprovecharse de las ventajas que se le
ofrecian á todos lados, y desperdició un tiempo pre-
cioso en las agradables inmediaciones de Orizaba
esperando artillería de sitio, y dando á sus enemi-
gos tiempo para fortificar á Puebla y tomar otras
medidas.
N o obstante, su presencia animó á los jefes conser-
vadores y reaccionarios, que empezaron á levantarse
por todos rumbos como aliados ó independientes, para
desvastar su país y acosar á su gobierno, que estaba
amagado tambien por los ambiciosos planes del gober-
nador Vidaurri ele Nuevo Leon, los cuales le hacian
temer la pérdida de los estados del norte, y en mas
crítica situacion que nunca por la gran escasez de
recursos, no contando ya con los productos de la adua-
na de mas importancia en el golfo. Se habia hecho
preciso imponer contribuciones y conseguir un prés-
tamo de 15 millones de pesos en efectivo. La sola
idea de semejante impuesto pocos meses ántes hubiera
SITIO DE PUEBLA DE ZARAGOZA 363

levantado una grita terrible de indignacion, pero ahora


al ser llamado el pueblo al auxilio de su libertad y
patria amenazadas, todo obstáculo se desvaneció, y
hasta el congreso, ántes tan dispu esto á pararse en pe-
lillos, se unió á las filas de los patriotas.
En Enero de 1863 Forey marchó al interior, y el
16 de Marzo se presentó ante Puebla con mas de 26,-
000 hombres, de los cuales una décima parte eran
artilleros é ingenieros, y dió principio al asedio de la
plaza. Con motivo de la muerte de Zaragoza, cuyo
nombre como su victorioso defensor habia sido agre-
gado al de la ciudad, Ortega mandaba el ejército de
Oriente, con el que se resolvió nuevamente defender
á Puebla. En atencion al propósito t enaz y meditado
de contener allí el avance de los invasores, los traba-
jos de defensa habian sido activados con bast ant e
energía, hallándose rodeada la ciudad de nu eve impor-
tantes fuertes salientes, además de algunas obras lige-
ras como fosos, fortines, y parapet os, la mayor parto
completos, miéntras que la línea interior era defendida
por las manzanas de edificios fu ertes, muy especial-
mente cuando los rodeaban las numerosas iglesias y
conventos con sus macizas paredes. E stas estaban
provistas de parapetos y tron eras unidos al través de
las calles por medio de redes de barricadas con aber-
turas, siendo 200 mas ó ménos el núm ero de los caño-
nes. L a mayor parte de los habitantes habia aban-
donado la plaza; si n embargo, el hu eco estaba bien
cubierto con los 22,000 hombres al mando de Ortega,
divididos en cinco divisiones y una brigada de infan-
t ería que mandaban respectivamente Berriozábal,. N e-
grete, Antillon, Alatorre, Llave, y M ejía ; unadivision
y dos brigadas de caballería á las órdenes de Ál varez,
Carbajal, y Rivera; y ocho brigadas de artillería, cuyo
j efe era Alejandro García.
Los franceses abrieron el bombardeo con granadas
y metralla, al principio con 58 piezas de artillería,
principalmente sobre el oeste, que se presumia fuese
ahora el lado mas débil en vez del sur. Prevenido
364 CINCO DE MAYO.

por la derrota de Lorencez, Forey se resolvió á no


arriesgar nada, siendo el distintivo de sus operaciones
la precaucion á manera del célebre romano Fabio,
pues se aproximó á los fuertes exteriores con una per-
fecta red de trincheras y buscó el camino para dentro
haciendo grandes brechas en las casas. Fué tan pre-
cavido que se excedió, puesto que la fortificacion de
San Javier al extremo oeste pudo haberla tomado con
un asalto violento ántes de gue estuviese concluida.
Ya despues tuvo que hacer grandes sacrificios para
apoderarse de ella el 26 de Marzo. Y ahora empezó
una serie de reñidas irrupciones, en la línea de manza-
nas de casas que quedaban detrás de esa fortificacion,
con t anto éxito al principio que causó no poca alarma
á los sitiados.
A est e extremo las cosas, el general Diaz, que man-
daba la 2a brigada de la division de Berriozábal, pasó
á relevar á Escobedo en el mando del punto mas
expuesto, la seccion marcada por San Agustin y Sar.
Márcos, que consistia de 17 manzanas próximas al
fuerte capturado. D esde luego proyectó un nuevo
sistema de defensa, pero ántes de tenerlo listo los
franceses cargaron en gran número sobre él. Habian
trabajado todo el dia abriendo brechas y avanzando
sus piezas, hasta que cada golpe de barra y pico era
un t oqu e de aviso que se oia claramente, como igual-
mente el desmoronamiento de las paredes. Al caer
el sollas balas atravesaban los muros del meson de
San Márcos, que era tenido como el sosten fuerte de
las manzanas inmediatas, y muy luego abrieron anchas
brechas en los dos extremos de él. Ent6nces protegi-
dos por la oscuridad, varios cuerpos de zuavos se arro-
jaron por la brecha mas próxima que daba al primer
patio, del cual se posesionaron, rechazando á los que lo
defendian al segundo patio.
Informado de esto el general Diaz habia acudido
al lugar, ansioso de salvar punto tan importante. En
el centro del patio interior cerca de la fuente estaba
un cañon que cubria la entrada. Hácia él se fué solo
BIZARRA DEFENSA. 365

y á paso violento, pero lo encontró desprovisto de


proyectiles. Rápido como el pensamiento arrancó
algunas piedras y lo cargó. "Dejad el campo libre,"
gritó á sus soldados, y al asomarse los zuavos á la en-
trada disparó la pieza haciendo mortandad en sus filas.
Reanimados por su valor y su presencia despues de
ese eficaz disparo, la tropa dió una carga y desalojó á
los franceses del lugar. Para las diez ya estaba recu-
perado el edificio y luego se cubrieron las brechas.
Pero á corta distancia, por la calle de Cabecitas, estaba
aun empeñado el combate, y allí llegó Diaz á tiempo
de alentar á un ya vacilante batallo n con la noticia del
triunfo acabado de conquistar. Aquí la línea era mas
ancha, sin embargo, y mayor el número de los comba-
tientes; la ventaja cambiaba de una á otra parte mar-
cándose especialmente donde Diaz aparecia dirigiendo
la acciono N uevamente triunfó, pero ya era entrado
el dia cuando fué arrojado el último enemigo, que-
dando rellenadas las brechas y reparados los daños.
Habia sido aquella una noche de fatig osa refriega,
y el descanso era n ecesario; pero la sangre del galo
estaba enardecida y no habia tiempo que perder.
Tropas de refresco vinieron al asalto sobre varios pun-
tos durante el dia, cargándose en la calle de Cholula
donde el coronel Gonzalez, el que mas t arde fué presi-
dente de la república, se sostuvo valientemente á
pesar de estar h erido, y tuvo la satisfaecion de ayudar
á Diaz á repeler al enemigo. San Márcos tambien
fué atacado con poco efecto, salvo aumentar el monton
de heridos y cadáveres, Otros reveses fu ertes que
recibió hicieron á Forey rendir tributo al genio del
jefe que atendia á todas partes uesbarata ndo así su."3
planes: abandonó sus tentativas por ese lado, y aun
llegó á proponer en consejo de generales la suspension
de operaciones hasta que las piezas de sitio de mas
grueso calibre llegaran, ó hasta que el todo ó parte
del ejército se posesionase de Méjico. Habiendo sido
considerada como peligrosa y poco honorífica la última
proposicion, se resolvió continuar las operaciones sobre
366 CINCO DE MAYO.

la línea del sur, que era la mas débil des pues de la


otra. Tampoco adelantó mucho aquí, debido en mu-
cha parte á los esfuerzos del general Diaz, quien por
no est ar ya amagada su posicion, ocurria con parte de
su fuerza á donde quiera que el peligro era mayor.
La presencia de este j efe equivalia, por decirlo así, á
un refuerzo, era tal la confianza que inspiraba, pues
ya los defensores habian llegado á creer que donde
estaba él, era seguro el buen éxito.
Á Ortega que tenia sus razones, como ya se ha
dicho, para no serle favorable, le pareció conveniente
dar á Diaz una muestra de su aprobacion, confirién-
dole la efectividad de general de brigada. Entre los
franceses se granjeó no solo la reputacion de ser entre
los generales el que mas prometia, sino tambien un
vivo reconocimiento de su magnanimidad para con los
prisioneros de guerra, lo cual influyó mucho en que
se diese mejor trato á los cautivos mejicanos.
U na razon de la perseverancia de Forey en el sitio
era el conocimiento que t enia de la apremiante nece-
sidad de provisiones de boca y guerra que habia den·
tro de trincheras. Comonfort hizo la tentativa de
traer auxilio, á la cabeza de su ejército del centro;
pero solo consig uió ser derrotado en San Lorenzo, el
8 .de Mayo, por Bazaine y Marqu cz. Forey, ya bien
convencido de que no estaba haciendo un papel muy
imponente en este sitio prolongado, pues habia sido
casi siempre repelido, trató de entrar en arreglos con
Ortega. i Acaso no podia est e ceder algo ante el pres-
tigio de un general francés, rindiendo con un poco de
anticipacion lo que indispensablemente tenia que su-
cumbir? Al jefe mejicano le sería dado pedir aun
la primera magistratura en premio de su condescen-
dencia. Pero aunque esto pudiera halagar á Ortega,
no ignoraba él que ese puesto no valdría nada para un
general deshonrado. A sí es que se sostuvo hasta
que se hubo consumido la última migaja de pan, y has-
ta que la pólvora faltó aun para una mina con que
hacer liquidar sus cuentas en esta vida á muchos de los
EL HAMBRE VENCE. 367

enemigos. Cañones mudos y desertores hambrientos


daban á conocer, con bastante claridad, los aliados
invisibles é invencibles que combatían por los inva-
sores dentro de las murallas.
P or fin , á la vista de un asalto que se venia encima,
Ortega se rindió á discrecion, habiéndosele rehusado
la capitulacion; pero no ántes de destruir el arma-
mento, inclusa mucha part e de la artillería, y de des-
bandar la tropa y oficialidad, con la vana esperanza de
facilitar su reincorporacion con otro cuerpo de ejér-
cito. El 17 de Mayo la bandera blanca invitó á los
franceses á entrar y recibir como prisioneros cosa de
11,000 soldados y 1,50 0 ofi ciales, habiéndose abierto
camino ó desertado el r esto de la fuerza en varias
direcciones. La tropa fué en parte refundida en los
cuerpos conservadores, y la restante det enida para
trabajar en los caminos y otras faenas: los oficiales
fueron conducidos á Veracruz, y de allí muchos salie-
ron pa.ra el destierro ; pues a.l principio muy pocos se
avinieron á dar su palabra, en vista de la resolucion
de Diaz que rehusó imponerse restriccion alguna en
sus deberes para con su patria y la libertad.
El g ran número de prisioneros hacia difícil su cus-
todia; por lo que Diaz y B erriozábal se aprovecharon
de la primera oportunidad para escaparse, ej emplo que
siguieron varios otros oficiales en el viaje á la costa.
Al llegar á Méjico los dos generales, fueron recibidos
con demostraciones ruidosas, sobre todo Diaz, cuyos
hechos en Puebla corrian de boca en boca. E sta
popularidad, establecida seguramente en tantos servi-
cios anterior es, indujo á J uarez á ofrecerle la cartera
de guerra ó el mando de un cuerpo de ejército. "Doy
rendidas gracias al ciudadano presidente," contestó el
general, "pero mi juventud bastaría para acarrear el
descontento entre oficiales dignos y mayores que yo,
y tal vez peligraría la causa si por este motivo se vol-
vieran traidores. " Habia en esta respuesta cierta pru-
dencia que ha caracterizado al general Diaz en toda
368 CINCO DE MAYO.

su carrera, y que le ha hecho prever los peligros de


la ambicion desordenada.
Alentado por la her6ica defensa de Puebla, el pre-
sidente se preparó para igual lucha en Méjico; pero
como solo contaba con 14,000 hombres, no tan bien
equipados como los de Ortega, el congreso resolvió
salvar á la capital de un bombardeo destructor, decre-
t ando el traslado del gobierno á San Luis Potosí,
para proveerse de medios con que hacer una resisten-
cia mas efectiva. El general Diaz cubrió la retaguar-
dia del ejército en retirada, encargado de la primera
division y contribuyó mucho á prevenir la desmora-
lizacion.
En Querétaro se le ordenó relevar al general
Garza, y reorganizar el ejército de operaciones como
general en jefe, ay udado del general Echeagaray como
cuartel-maestre. Á los tres meses dió parte de hallar-
se en buena cond icion, y procedió á somet er al minis-
tro de la guerra, que era á la sazon el ex-presidente
Comonfort, un plan para la campaña. Demostró la
necesidad que habia de distraer al enemigo operando
en diferentes secciones, pues así, á la vez que se evi-
taba el riesgo de exponer demasiado al azar de una
sola accion, se facilitaba mas el enganche de gente.
y el recibo de elementos de los respectivos estados y
distritos, sosteniendo al mismo tiempo su entusiasmo.
Esto ante todo exigia la organizacion de otro ejér-
cito de Oriente, para reemplazar el cuerpo que al
mando de Zaragoza y Ortega habia sido hasta allí el
baluarte del país. El mando de él se le asignó á Diaz,
á pesar de sus escrüpulos, juntamente con el mando
del sur y el est e desde Puebla hasta la frontera Cen-
tro Americana, incluyendo los ricos y populosos esta-
dos de Veracruz, Puebla, Tlascala, Guerrero, Oajaca,
Chiapas, Tehuantepec, Tabasco, Campeche, y Yucatan,
qu e virtualm ente lo colocaban, desde simple gene-
ral de brigada y casi de un salto, á la cabeza de los
generales. Su eleccion fué debida no solo á su habi-
lidad para organizar tropas, sino en reconocimiento de
DIAZ, GENERAL DE DIVISION. 369

sus servicios corno administrador, y tambien por razon


de sus conocimientos especiales, y de su influencia en
la importante region de Oajaca.
Recibió como núcleo un cuerpo de veteranos de
todas armas, con una corta batería de piezas de mon-
taña, y despues de enganchar un número considerable
de reclutas, salió de Querétaro á principios de Octu-
bre, marchando con atrevimiento inaudito al través de
Méjico y Michoacan, casi á la vista de las columnas

MICROACAN y GUERRERO.

francesas, empujando por delante al general conser-


vador Valdés, y siendo perseguido á respetuosa dis-
tancia por Vicario y Visoso. Hizo alto por tres dias
delante de ""asco para tomar esta posicion importante,
y despues se lanzó, al través de Guerrero, á Oajaca
en cuya capItal est alle ció su cuartel general. Su
nombramiento de general dé division, el mas elevado
en el ej ército mejicano, le siguió con fecha 14 de Octu-
bre de 18G3. Es casi por demás decir que el pueblo
VIDA DE DlAZ.-~.1
370 CINCO DE MAYO.

salió en masa á dar la bienvenida á su ciudad natal á


hijo tan esclarecido, que en tres años se habia conquis-
tado con su talento y su espada una reputacion nacio-
nal, inferior en esa época solo á la del presidente, y
una posicion autorizada, solo menor que la de él,
teniendo como tenia facultades para levantar ejércitos,
imponer contribuciones, y nombrar gobernadores.
CAPITULO XVL
IMPERIALISMO.

1863-1864.
REPÓllLICAS y REPUBLICANI SMO- FOREY O CUPA LA CAPITAL-EL TRIUNVI-
RATO-EL I MPERIALISMO D ECL AR ADO POR LOS CONSERVADORES-POSI-
CION DE LA CAUSA LIBERAL-RECEPCION DE MAXI M I LIA ~O-SU PORTE
y MEDIDAS- AcTITUD DEL CLERO-PRINCIPIO DEL DESCONTENTO-DEU-
DAS É I MPUESTOS- DESP ILFARRO y E CONOMÍA.

El t ercer N apoleon, lo mismo que el primero, am-


bicionaba el imperio no solam ente en "cette vieille
Europe qui m'ennuie" sino en regiones nuevas y mas
rom ánticas. M ax imiliano de Austria no era un N apo-
leon ni primero ni t ercero; era solo un instrumento
de N apoleon, con brillo, es verdad, pero no muy afi-
lado; con todo, cuando consideramos el fin de sus re-
spectivas grandezas, no le negaremos á la herramienta
un lugar en el obrador del maestro.
El emperador de los franceses hizo uso del archi-
duque de Austria para fines indignos; pero el empe-
rador francés hizo fiasco en este como en alg unos otros
de sus complots favoritos, y su propio fin no fué ménos
innoble que los últimos dias del archiduque de Aus-
tria. L a desfachatez insufrible de estas dos altezas
imperiales solo podia igualarse á su ceguedad y t or-
peza.
N o habia alcanzado t an brillante éxito la Francia en
sus gobiernos, ya en forma de república, ó ya de otra
cualquiera, para que el Nuevo Mundo deseara su auxi-
lio en ese punto; muy posible es que el absolutismo
napol eó nico fuese tan buena forma de gobierno como .
cualquiera otra para los franceses; aunque muy mala-
( 371 )
3i2 IMPERIALISMO.

mente le cuadraría al pueblo de Méjico. Movida por


el talento y la elocuencia de V oltaire, Diderot, y los
demás, la Francia, bajo los Jacobinos en 1792, se im-
puso un despotismo de la canalla que en pocos años
mandó cabezas por millares á la guillotina. Esta fase
del republicanismo jamás se ha podido igualar en
Méjico. Esa primera república de Francia que los
demagogos de la época declararon por siempre indivi-
sible é imperecedera, existió justamente doce años.
Méjico, al tiempo de la intervencion, se hallaba,
como se halla aun mas en la actualidad, en muy buen
camino para labrar su porvenir por sí solo, si no se lo
estorbaban. La ihtervencion, por no decir los enga-
ños y los robos, de otras naciones ha sido la maldicion
del país desde la venida de Cortés. Los europeos
empezaron entónces á sembrar el mal, y han seguido
haciéndolo hasta la fecha; hubiera sido mejor hasta
cierto punto, si es que querian apropiarse el país y
plantear su religion y civilizacion, haber destruido por
completo al pueblo indígena, junto con su cultura,
como se hizo en varios otros puntos del Nuevo Mundo.
La forma de gobierno que en una vez es la mejor
para un pueblo, rara vez lo es tarnbien para otro pue-
blo, en otra ocasiono Tampoco son las diferentes ba-
ses de los negocios, aunque sea cada una de ellas con-
siderada por sus respectivos sostenedores corno funda-
mental, necesariamente productivas de los resultados
que se apetecen ó esperan. Por ej emplo: á Grecia le
faJtó centralizacion constitucional, como pasó mas tar-
de con la Liga Hanseática dc las ciudades libres de
Alemania; Roma fué el complemento del poder cen-
tralizado; y sin embargo, las riquezas, el luj o, y los
desarreglos traj eron consigo la decadencia de la última
como la de la primera. Porque es ley de la decaden-
cia que el rico se vuelva mas rico, y el pobre todavía
mas pobre; por cuya señal, en el trascurso del tiempo,
sepamos que el fin está cercano. En la dedinacion del
. despotismo-que no puede llamarse decadencia, sino
mas bien progreso-vernos igualmente disminuidas las
DECADENCIA DE LAS REPÚBLICAS. 373

riquezas del rico y la pobreza del pobre: en la decli-


nacion del republicanismo vemos aumentadas igual-
mente la riqueza del rico y la pobreza del pobre. En
los primeros años de una república sus ciudadanos
están mas nivelados, tanto en la riqueza como en la
inteligencia y situacion general, que despues.
Las naciones vienen y despues desaparecen, siendG
su única inmutabilidad el cambio: en su nacimiento
tienen el gérmen de su decadencia. U na nacion puede
ser estrangulada, pero si se la deja llenar su destino
crecerá, para despues morir.
Al trazar la historia del mundo, vemos aquí y allá,
repúblicas que brotan á la vida muy frecuentemente
bajo circunstancias difíciles, habiendo nacido de la
adversidad. Por algun tiempo florecen, y despues
declinan, contribuyendo el crecimiento demasiado rá-
pido mas bien á apresurar su decadencia. Durante
el ascendiente republicano el pueblo es inteligente,
honrado, valiente, industrioso, y frugal; tiene gene-
ralmente que combatir primero el despotismo bajo
alguna forma, y despues al elemento conservador, en-
contrándose por lo regular á la religion ligada con los
enemigos del liberalismo; justamente como la halla-
mos en Méjico, en los dias de un imperialismo bas-
tardo.
Cierto es, que en algun período de la vida de toda
república que cuenta ya muchos años, el pueblo ha
suspirado por tener un monarca que los libre, con el
brazo fuerte del absolutismo, de la tiranía delliberti-
naje, del monopolio, de la demagogía, y de la barredera
degeneracion; pero la república de Méjico estaba solo
en su infancia, y necesitaba mas bien verse entera-
mente libre en su accion, y no protegida por ninguna
clase de despotismo.
De ninguna manera es cosa segura que los Estados
U nidos del Norte, que se hallan mas adelantados en
riqueza y prosperidad, no entren en el período de la
decadencia, ántes que los estados de Méjico hayan
alcanzado su mayor cultura. N o faltan en la primera
374 IMPERIALISMO.

confederacion señales de los mismos males que apre-


suraron la ruina de las primeras repúblicas. Los ciu-
dadanos respetables no se cuidan de votar, lo mismo
que los atenienses de ig ual clase huian de la asamblea
nacional porque constituian una minoría impotente
Los empleados públicos entran á sus empleos con el
exclusivo objeto de robar á los que los elevaron al po-
der; y los inicuos monopolistas infamemente se hacen
ricos á expensas de sus conciudadanos, solo para em-
plear su riqueza en causar nuevos males. Y así la
riqueza se acumula en manos de hombres sin princi-
pios, con la misma rapidez que pasaba en Atica ó
E sparta. Ellos quieren mandar ó destruir, para lue-
go dominar á su antojo, y causar la ruina general,
siendo cada uno un Themíst ocles que preferia ver todo
perdido ántes que Melcíades saliera victorioso en
Maraton.
N ada tiende con mas seguridad á la caida de la
nacion, que esta rápida acumulacion de la riqueza por
medios ilegítimos.
Cartago tenia un gobierno liberal republicano cen-
tralizado, sostenido por un pueblo sumamente culto,
con escuelas de artes y literatura, y bibliotecas públi-
cas, baj o el cual se alcanzó el'zenit de la riqueza y del
pod er. Despues vinieron el luj o de costumbre, la
picardía, y los desarreglos de todas clases,y cae como
fácil presa en las potentes manos de Roma, la cual á
su turn o y por iguales causas, tiene que someterse á
los bárbaros.
Grecia se estrelló contra la roca de los derechos polí-
ticos sin r estriccion, pretendiendo las clases mas bajas
y depravadas los mismos derechos que las mejores y
mas elevadas. Y así podemos continuar hasta llegar
á la aislada Islandia, donde los ricos y los pobres,
divididos en facciones, se armaron y combatieron unos
contra otros, en ese terreno, del mismo modo que lo
harán otras repúblicas mas potentes.
L a vasta ext ension del territorio no conduce á la
longevidad nacional; tampoco pueden ha-eerlo las artes,
EL TRIUNVIRATO DE 1863. 375

la industria, 6 el comercio. La inteligencia, la edu-


cacion, y la religion son igualmente ineficaces para
ello. i Qué es, pues, lo que podrá producir un efecto
. tan digno de conseguirse? Ji. mi modo de ver, pura
y simplemente el verdadero espíritu varonil, la honra-
dez, y la moralidad, únicas cualidades que engendran
un patriotismo puro, y un pueblo en alto grado justo
y equitativo para que ninguno llegue á ser ni muy
rico, ni muy pobre.
La Suiza vive, porque entre su poblacion tiene po-
cos extranjeros, y porque su pueblo es honrado, y no
trata de defraudar á. otros pueblos, ni tampoco á. sí
mismo. La p equeña San Marino, con sus cinco al-
deas, sus ocho mil habitantes, y veinte y dos millas
cuadradas de territorio, vive porque no ha habido
entre su pueblo homogéneo quien es tuviesen la gran
desgracia de hacerse muy ricos; todos han tenido que
seguir la rutina antigua de la industria y economía.
La renta de sus tierras de pastura le cubre al gobierno
de Andorra todos sus gastos.

Con la salida del gobierno liberal, el elemento con-


servador desde luego tomó la direccion de los nego-
cios públicos en la capital de Méjico, declarándose
abiertamente en favor de la intervencion. Forey en-
tró á la cabeza de sus tropas para renovar mas marca-
damente su apoyo al partido que cobijaba, aunque no
sin ciertas al usiones financieras que excitaron todavía
mas los recelos del clero. Se arrogó la facultad de
hacer á Saligny nombrar una junta de gobierno que
eligiera un triunvirato provisional, y una asamblea de
notables compuesta de 215 ciudadanos. Á esta última
y la junta de gobierno de consuno se encomendó la
tarea de dictal' la forma de gobierno para el país, y de
servir al triunvirato de cuerpo consultivo.
El triunvirato se instaló el 24 de Junio de 1863,
con el intransigente conservador Almonte, el ex-pre-
sidente centralista Salas, y el perseguido arzobispo
Labastida. tendiendo en gran manera el último nOIl1-
376 IMPERIALISMO.

bramiento á alentar al clero y sus partidarios. Con


su inclinacion á la sátira, el pueblo dió á ese terno el
apodo de "mariposa de San Juan," compuesto de indio,
viejo chocho, y santo, denotando respectivamente el
pronunciado tipo primitivo de Almonte, la decrepitud
del anciano Salas, y el carácter eclesiástico del tercer
miembro. El poco respeto que se les tenia no se
aumentó mucho con la medida de revivir la despre-
ciada órden de Guadalupe, con sus olores de monar-
quía, ni con su rendimiento humillante en confirmar
los decretos de Forey y en ceder á sus exigencias, tal
como la de seguirles juicio á los malhechores en las
córtes marciales francesas, cosa que no podia ménos
de herir el amor propio de una sociedad sensible é
irritada.
La asamblea, elegida con igual cálculo, se reunió el
8 de Julio bajo la presidencia de Lares, y expidió en
el breve período de dos dias su manifiesto en favor de
la monarquía moderada, bajo un emperador heredi-
tario en la persona del archiduque Maximiliano de
Austria. El proyecto fué proclamado formalmente al
siguiente dia, y se procedió á procurar desde luego
las manifestaciones y votos de los pueblos en su
apoyo.
La asamblea se fijó en un príncipe extranjero para
evitar las rivalidades que pudieran sobrevenir entre
aspirantes del país, y obtener al mismo tiempo pres-
tigio regio para el trono; los residentes españoles
naturalmente habian trabajado por realizar los planes
de Alarnan, de sentar en ese trono un vástago de su
casa real; pero á esto se le hizo gesto por tener apa-
riencias de una solapada reconquista del país; y la
eleccion de un príncipe protestante, preferentemente
de Inglaterra, no era de esperarse. N apoleon no
tenia parientes á quienes pudiera con propiedad pro-
poner, y así la eleccion recayó en un neutral, Maximi-
liano, quien era sin duda alguna el candidato que
reunia las mejores circunstancias para el caso, por ser
católico, tener una inteligencia bien cultivada, y una
UN SOBERANO EXTRANJERO. 377

elevada posicion como hermano del poderoso empera-


dor de Austria, y descendiente de Cárlos V. el primer
soberano extranjero que tuvo Méjico; á todo lo cual
se agregaban sus antecedentes de gobernador liberal
en la Lombardía. La Inglaterra abogó por él, y aun-
que los Estados U nidos se oponian decididamente á
toda ingerencia europea en asuntos americanos, era
ent6nces dudoso si ese gobierno se hallaría alguna vez
en posicion de hacer una protesta formal.
A los ciudadanos patriotas, y en verdad al elemento
dominante entre el pueblo, les era odiosa la presencia
de los invasores, como les era tambien odioso cual-
quier príncipe extranjero que les impusieran. Aun
en medio de las mas grandes calamidades y de la
guerra civil, jamás habian perdido la fé en la repú-
blica.
El efímero imperio de Iturbide, con su brusco y san-
griento fin, indicaba que la administracion vireinal no
habia dejado impresiones bastante agradables para
admitir una repeticion Los esfuerzos en distintas
épocas de los monarquistas les habia acarreado la per-
secucion, y su debilidad era aparente tambien por el
hecho de que el poderoso partido conservador, soste-
nido principalmente por su riqueza, tuvo que pedir
auxilio á las potencias extranjeras.
N o obstante, habia, además de las clases cuyas sim-
patías por la monarquía eran conocidas, incluyendo
los conservadores y el clero, otras dispuestas á reci-
bir pasivamente cualquiera medida que tendiera á
plantear un gobierno estable para poner un término
á la guerra civil. Entre los principales de aquellas se
contaban naturalmente los propietarios, los comer-
ciantes juntamente con sus dependientes, quienes ha-
bian sufrido tanto con el desórden, que estaban dis-
puestos á pasar la píldora que se les hiciera tragar,
por amarga que fuese, con tal de que les proporcio-
nara algun alivio.
Otro círculo mayor, aunque de menor influencia, y
que comprendia á los indios, tenia sus razones espe-
378 IMPERIALISMO.

ciales para estar poseido del mismo espíritu que pro-


movió, por ejemplo, la actitud de indiferencia durante
la guerra de 1846 á 47, Y que acabó por hacer estallar
la guerra de razas, como en la Sierra Gorda y Yuca-
ta n, instigadas por intrigantes políticos, y basadas en
el desórden y la opresion bajo gobiernos débiles y cor-
rompidos. Con poca ó ninguna participacion en los
beneficios del nuevo régimen, los indígenas se mantu-
viero n firm es en su reserva, por t an largo tiempo sos-
tenida. . S e aferraron á un pasado, mas fascinador
para ellos que para la mayoría de los otros, porque
les halagaba con los vivos r ecuerdos de su juventud,
las exageradas leyendas trad icionales de la dominacion
paternal de los vireyes, y las tradiciones queridas de
los dias anteriores á Cortés, en qu e la servidumbre y
los ensangrentados altares estaban ocultos por el colo-
rido superficial de las glorias de tribus y eras de oro
semi mitológicas. Con todo eso se les alucina.ba en el
escudo de armas del imperio de Maxi miliano.
E st e miraj e político les reflej aba en lontananza una
verdadera tierra de promision. L arga é intensa habia
sido la lucha entre E spaña, P ortugal, Francia, é Ingla-
t erra por el dom inio en América. A esta rivali~ad
enco nosa la g uiaba un a sola idea : la supremacía. Que
esta supremacía fuese benéfi ca 6 perjudicial nadie se
preocupaba de averiguar; era halagadora yeso bas-
t¡¡,ba. Otra clase, compuesta especiahn ente de muje-
res, se inclinaba ante el influj o de la iglesia que para
ellas simbolizaba la virtud y la justicia, y para cuyos
progresos, ellas, CO~10 esposas y madres, prestaban
gustosas su cooperacion. Y otra clase de seres, absor-
t os solo por el presente é import ándoles poco por el
porvenir, quedaron seducidos por la novedad y pompa
de una corte.
Todas est as esperanzas y preocupaciones se apro-
vecharon con t anto tino, que se logró arrancar un
gran voto de adhesion al círculo del t erritorio franco-
imperialista, el cual gradualm ente fué ensanchándose.
Este voto tambien fué espontáneo, .aunque solo hasta
DESIGUALDAD DE FUERZAS. 379

cierto grado, especialm ente por parte de los conserva-


dores y de los que dependian de ellos, que no se ave-
nian á sacrificar sus hogares y familias por opiniones
poüticas. La persuasion, por medio de la fuerza arma-
<la, tambien surtió sus efectos, y muy frecuentemente
se aceptaba como la votacion y voluntad unánime de
todo un pueblo, el dicho de un sumiso gobernador,
prefecto, ó municipalidad, qu e habiéndosele impuesto
por la fu erza obedecia i una consigna. Ya para el mes
de Agosto las columnas imperiales pretendian tener
un circúito de 60 millas en contorno de la capital, y
una ancha faja de t erreno por el rumbo de Veracruz,
con mas de 60 poblaciones y pueblos grand es, inclu-
yendo á Cuernavaca en el sur, y :i Pachuca, Tulan-
(;ingo, y el puerto de Tampico en el norte. L a esta-
cion de lluvias vino á suspender las operaciones
militares en grande escala. Entretanto los ej ércitos
franceses se aum entaron á. 35,000 hombres, al mismo
tiempo que las tropas de línea mejicanas imperialistas
llegaban solo á 13, 000 bajo el mando de Marquez,
M ejía, Vicario, y otros, debido i la supresion de las
levas con obj eto de tener contentas i las clases bajas.
P ara cubrir la falta de hombres en el servicio de
guarniciones se organizó una g uardia nacional nume-
rosa, sostenida por medio de contribuciones fijas. Los
liberales t enian cinco divisiones al mando de Diaz,
Ortega, U raga, Negrete, Corona, y otros j efes, inclu-
yendo á B erriozábal, D oblado , y Arteaga, sin co ntar
el número co nsiderable de partidas sueltas.
Fuera de eso, el desnivel entre los dos beligerantes
era muchisimo mayor de lo que podia suponerse y
fijarse por números. Las tropas francesas eran aguerri-
das en los campos de batalla de Europa y Argel,
provistas del mej or armamento de última invencion, y
dirigidas en cuerpos com pactos por oficiales expertos
en bien estudiadas maniobras. Los liberales casi
todos eran reclutas, faltos de vestuario y armas, con
jefes recelosos las mas veces unos de otros, y en dis-
cordancia casi continua, que obraban de acuerdo solo
380 IMPERIALISMO.

cuando convenia á sus proyectos ó era del gusto de


su gente de cuya buena disposicion tenian que depen-
der. Esta última se reunia y se batia á su antojo, lista
para emprender cualquiera aventura, por arriesgada
que fuera, á las órdenes de un jefe popular, pero des-
confiaba de muchos de los generales superiores, y fre-
cuentemente se negaba á salir de sus distritos, á no
ser que se la tentara con promesas de cuantioso botin,
y oponiéndose siempre á toda enfadosa organizacion y
disciplina. Hasta en las mas imponentes filas de la
columna de Diaz, la mayor parte de la gente estaba
enganchada solo por períodos cortos, frecuentemente
limitados á tres meses, para aligerar el servicio yobte-
ner así mas fácilm ente tropa y elementos en los casos
apurados. Con tales ejércitos era preciso evitar las
batallas campales, á no ser que las probabilidades de
buen éxito fueran casi seguras; el plan de operaciones,
por lo tanto, era molestar y distraer al enemigo con
movimientos rápidos, aprovecha.r cualquier ventaja
que se viniese á la mano, y sostener á distancia segu-
r~ una campaña de guerrillas á lo largo del pié de la
S18rra.
Este plan se hizo tanto mas necesario atendiendo la
situacion precaria del gobierno, á pesar de que lo sos-
tenian hombres aptos y patriotas, como Comonfort,
Sebastian Lerdo de Tejada, que despues fué presidente,
Iglesias, y otros. Su influencia disminuyó con la
falta de tropas de campaña, y con sus ausencias de la
capital. Sus promesas parecian ménos sólidas y sus
amenazas ménos alarmantes que las de los invasores.
Las amenazas, sin embargo, en muchos casos obliga-
ban á poblaciones enteras á hacer armas en defensa
propia, y á prestar eficaz ayuda á los franceses á
quienes detestaban. A medida que disminuia la parte
de territorio ocupada por J uarez, las contribuciones y
gabelas se sucedian con mayor aumento sobre el redu-
cido número de sus aliados, rniéntras que las cargas de
los súbditos del neo-imperialismo se hacian mas sopor-
tables.
POLlTlCA DE NAPOLEON. 381

Los imperialistas, además, aumentaban sus contri-


buciones indirectas por medio de confiscaciones y se-
cuestros que hacian sobre los bienes de los liberales.
' Sin embargo, se despertó algun descontento cuando
los franceses insistieron en mantener la circulacion de
vales y títulos, expedidos por el gobierno de J uarez
sobre propiedades confiscadas al clero, y en confirmar
la posesion de esos vales á los nuevos tenedores, por-
que los franceses eran tenedores fuertes de esa clase
de bonos. Habiéndose desatendido las protestas del
arzobispo Labastida y de otros, el clero se vengó tra-
tando de minar la influencia de sus adversarios, y los
conservadores se dividieron en dos partidos; progre-
sistas y retrógrados, fortalecidos los primeros con la
adhesion de varios republicanos. Los esfuerzos de
Forey y Saligny para conciliar estos elementos encon-
trados no le parecieron bien á N apalean, quien opinó
que era inútil perder el tiempo dando oidos á las pre-
tensiones del clero, y falta de política exacerbar los
ánimos de los republicanos con las confiscaciones y
otras medidas violentas. Resuelto á asumir una acti-
tud mas firme y enérgica, hizo relevar á los dos altos
funcionarios, dejando á Bazaine en el mando con in-
strucciones de contrarestar las intrigas eclesiásticas,
asegurando á los mejicanos que no entraba en sus
miras nada de conquista ó colonizacion, sino que sola-
mente queria garantías que le asegurasen el pago de
sus reclamaciones, á la par que buscaba la regeneracion
del país. Bazaine debia hacer todo lo posible para
acortar la ocupacion francesa; lo que significaba que
se temia una pronta conclusion de la guerra en los Esta-
dos U nidos en favor de los federales. Debia igualm ente
reorganizar el ejército, dando prominencia honrosa á
las tropas nacionales: esto queria decir que á ellas se
les hiciese sobrellevar todas las penalidades y golpes
de la lucha. Pero la actitud hácia el clero, y el des-
cuido en no proteger competentemente el t erreno ya
adquirido, contra las irrupciones de los juaristas, ten-
dia á neutralizar esta política.
382 IMPERIALISMO.

Habiendo concluido la estacion de lluvias, los impe-


rialistas emprendieron las operaciones con actividad.
Morelia, Querétaro, Guanajuato, y San Luis Potosí
sucumbieron sucesivamente. El mismo Bazaine en-
tró en Guadalajara, á principios de Enero de 1864, sin
haber sido hostilizado. En el término de un mes se
sometieron Aguascalientes y Zacatecas, siguiendo su
ejemplo Colima y Tepic. Doblado sufrió una derrota
tan completa en Mayo, que se retiró completamente
desmoralizado al norte de la república, y J uarez tuvo
que refugiarse en el Saltillo.
Lo críticcr de su situacion animó á varios jefes, en
diferentes puntos, á mirar con empeño por sus intere-
ses personales, desentendiéndose del peligro en que se
hallaba la causa de su patria; como sucedió en Tamau-
lipas, donde hubo una lucha reñida por el empleo de
gobernador, y en Nuevo Leon, donde Vidaurri intentó
hacerse independiente. Otros llevaron sus aspiracio-
nes hasta la presidencia, exigiendo á J uarez que renun-
ciara; pero este se negó á ello alegando que la oposi-
cion era personal, y que cualquier cambio sería perju-
dicial á la causa; tambien se opuso á los esfuerzos de
un círculo tímido que queria se hicieran ciertas refor-
mas á la constitucion para atraerse á los conserva-
dores.
En Mayo los imperialistas pretendian tener bajo su
dominacion la mayor parte del país, desde los 23° de
latitud hasta el paralelo 18, abarcando los distritos
mineros y agricultores mas ricos, las dos terceras par-
tes de la poblacion, y así mismo los principales intere-
ses comerciales y manufactureros. Ramificadas, sin
embargo, se hallaban en esa extension de territorio las
guerrillas que en continua accion hacian inseguros los
caminos y tenian en peligro á las poblaciones pequeñas,
muy especialmente en el sur; pero esto quedaba con-
trabalanceado por los preparativos franceses para ex-
pedicionar en las demás secciones hácia el norte. Los
republicanos solo contaban ya con Sinaloa, Duran-
go, y Nuevo Leon de donde Vidaurri habia sido arro-
MAXIMILIANO. 383

jado, el territorio desde allí para el norte, y además,


una parte de Tamaulipas; teniendo dos aduanas de
importancia, la de Matamoros y la de Mazatlan; pero
les faltaban tropas con que sostenerse. Su principal
fnerza estaba en el sur donde el general Diaz, que era
su único baluarte de confianza, mantenia aun posesion
del vasto t erritorio que se habia puesto :i su cuidado.
El buen éxito era no solo de actualidad, sino que
prometia ser permanente para los conservadores. Esto
les pareció suficiente garantía para crear un trono y
ofrecérselo á Maximiliano. E st e, con todo, tal vez no
habría dejado por ese solio su posicion brillante, como
hermano de uno de los primeros soberanos del mundo,
con sus palacios, sus posesiones y atractivos de la
vida de aquella corte, á no haberse visto acosado por
sus acreedores, y disgustado por asuntos de familia;
al mismo tiempo le alentó la esperanza de adquirir
renombre como gobernante y fundador de una nacion
modelo, que le serviría de recomen dacio n pum. sus
futuras y elevadas aspiraciones, quizá al mismo trono
de Austria. Tan ansioso se manifestó despues en
aceptar la lejana corona, que hasta renunció sus dere-
ehos :i la sucesion del susodicho trono austriaco, aun-
que proba~lemente no consideraba como muy formal
esa r enuncIa.
D no de los primeros pasos, muy significativo- en sí,
fué gravar su país adoptivo con. un empréstito de ocho
millones de libras est erlinas á un descuento ruinoso,
cuyo producto fué casi todo absorvido por unos cuan-
tos acreedores exigentes y por sus propios gastos; y
además, lo recargó con el reconocimiento de las enor-
mes reclamaciones francesas por indemnizacion y gas-
tos de guerra, incluyendo el costo de plantear el go-
bierno que se le imponia á la nacion, y de sostenerlo
con un grueso de ejército extranjero., Todo esto por
el costo de importar ese figuron, y por la fé en su po-
pularidad.
Maximiliano fué en Mayo recibido en Veracruz con
toda la pompa y gala que pudo excitar cierta clase
3S.J, IMPERIALISMO.

oficiosa, valiéndose al efecto de la novelería, y de las


altas relaciones de familia del objeto de ellas, pues á
los ojos de no pocos, Maximiliano era el personaje
mas importante que jamás hubiese visitado el país.
En el mismo mes y en aquel mismo lugar tres y me-
dio siglos atrás, Cortés habia recibido, en nombre de
Cárlos V, los homenajes de los súbditos de Monte-
zuma, y ahora se le rendia homenaje á un descendiente
ue aquel monarca; á un muñeco que les mandaba con
artimaña un intrigante europeo.

MAXIMILIANO.

Se le dió una cortés bienvenida por la nueva raza,


amoldada en cultura tras-oceánica, y por el mismo
tipo de indios de los primeros tiempos, con ramilletes,
y con alusiones á un ser enviado por el cielo 'para
disipar la nube de la discordia.'
Maximiliano era la realizacion, aun mejor que Cor-
t és, ele la idea de Quetzalcoatl, quien, segun una anti-
gua tradicion que no se habia olvidado del todo, vendría
del otro lado del océano, de la tierra donde sale el sol,
á inaugurar una edad de oro. Y afirmó la impresion
con su conducta. "Quiero corazones, no palabras,"
EL ARTE DE AGRADAR. 385

dijo en respuesta á la salutacion, cuando el tosco M ejía


se le acercó con defectuosas frases en Méjico. Esas
palabras se reflejaban en In. franca y fina espresion
de sus facciones, con sus ojos azules y ancha frente,
que tan bien sentaban con su flotante barba sobre un
cuerpo alto y elegante. No ménos atractiva se veia
su esposa Carlota de Bélgica, hija de Leopoldo, N es-
tor de los reyes, y de la santa reina de la casa de
Barban, con facciones morenas rodeadas de una abun-
dante cabellera de color castaño oscuro; rostro que no
podia ménos que captarse la simpatía entre los meji-
canos; su belleza, con todo, tenia cierta frialdad, mar-
cada con restos de cierta precocidad forzada, y reserva;
pero amortiguado el efecto por una disposicion bené-
vola.
Maximiliano se esforzaba por agradar. Trató de
atraerse las simpatías del pueblo adoptando las cos-
tumbres y el traj e nacionales, manifestando marcado
interés por los héroes y tradiciones del país, y un res-
peto estudiado hácia la r eligion y sus ministros; así
como con actos de beneficencia; empeñándose por re-
formar la administracion de justicia y otros ramos;
concediendo audiencias al pueblo, y dictando medidas
conciliadoras. Esta actitud nació en mucha parte
espontáneamente de un carácter puro y bien inten-
cionado, aunque algo visionario; de temperamento
exaltado, soñaba con grandes ideas de reformas, aso-
ciacion armoniosa, elevacion de las ' masas, á pesar
de lo quijotesco de esos proyectos para su aplicacion
á Méjico en las circunstancias reinantes. Era hombre
impregnado de admirables teorías, pero le faltaban el
tino y firmeza necesarios para ponerlas en práctica; y
perdia tiempo y energía en redactar leyes triviales é
inaplicables. Valiente y caballeroso, aunque algo ven-
gativo é hipócrita, dejaba ver por un lado l~ etiqueta
genial y franca del príncipe marino, y por el otro, la
agudeza fria de la chocarrería cínica, y el disimulo
calculado.
Si tantos de sus grandes proyectos se quedaron en
VIDA DE DIAZ.-25
IMPERIALISMO.

el papel, á pesar del esfuerzo aunque bastante flojo,


para ponerlos en práctica, se debió en gran parte á
falta de cooperacion y recursos, á la oposicion de los
franceses, y á los consejos inexpertos de sus zalameros
ütvorit08. En sus esfu erzos por atraerse la mayoría y
por unir los elementos discordantes no logró agradar á
nadie. D e ideas liberales por naturaleza se oponia á
las pequ eñeces de partido y apelaba á los liberales,
admitiendo en su gabinet e h ast a r epublicanos muy
marcados, para así ganarse la buena voluntad del
pueblo, pero con la mira á la vez de minar á los co n-
stitucionalist as. L os conservadores que debian haber
aplaudido esa política conque se trata ba de vigorizar
su causa fundamental, irrefl exivamente clamorearon
por la prefer encia absoluta, y viéndose contrariados en
esto, se r ebelaron contra él, acusándolo de t olerancia
indebida, de sumision á los fra nceses, y de otras cosas
por el estilo. D e esta manera un espíritu de partido
impaciente é insaciable empezó á destronca r el imperio
aun antes de que estuviera bien cimentado.
Igualmente insensato y ciego á sus intereses, el clero
se unió á los descontentos. El legado del papa que
llevaba la voz, exigió la devolucion tanto de los bienes
nacionalizados, como de los fueros de que fueron des-
pojados durante la administracion de los liberales ;
pero Maximiliano, de acuerdo con su política li beral,
y con los planes del monarca francé s, insistió sobre casi
iguales us urpacion es, incluyendo el matrimonio civil , la
subordinacion de la ig lesia al estado, y que el clero
fu era considerado de la clase de empleados ci viles; agre-
gando, además, ]a confirmacion de los títulos de pro-
piedades de la iglesia, que habian sido hasta entónces
expropiadas y vendidas. Esto equivalia en realidad
á desconocer las bases sobre que se habia establecido
el imperio, á nulificar los motivos para la guerra, y á
convenir en la justicia de la causa liberal, á la vez que
se aflojaba el. vínculo r elig ioso entre las razas. Tal
fué el enfurecimiento del clero que hasta llegó á pro-
mover en 1865, una conspiracion en favor de Santa
LA DEUDA SALVADORA. 387

Anna, y á apoyar arreglos con Diaz y otros jefes repu-


blicanos.
La deuda fuerte ocasionada por Maximiliano de-
mandaba una exaccion de monta; pero temeroso de
ocasionar el descontento con nuevas contribuciones, se
propuso economizar empezando al efecto por dismi-
nuir el ejército mejicano. Aunque esto se hizo mas
bien por evitar su aumento, el proyecto despertó sospe-
chas y una hostilidad enconosa, y sirvió para debilitar
su poder para dominar al país. Francia naturalmente
aprobaba cualquiera restriccion que sufrieran los del
ejército conservador que se oponian á la intervencion
extranjera, y Bazaine creó obstáculos á la formacion
aun de guardias nacion ales para la defensa de sus
localidades, arrojando así varios distritos indefensos
en manos de los liberales. Habiendo resultado la
economía de peligrosos é inseguros resultados, se
levantó otro empréstito fuerte con gran demérito, el
cual fué absorvido casi luego por los acreedores, obli-
gando despues de todo al gobierno á recurrir á un
aumento de las contribuciones, para cubrir la cuenta
de intereses que iba siempre creciendo, y los gastos
militares. De esta suerte en 1865 la deuda imperia-
lista de 81 millones ya habia subido á 250 millones, y
se acrecentaba constantemente. Solo el interés ab-
sorvia mas de diez millones de los ing r esos, qué aun en
su apogeo no pasaron de diez y nueve millones de
pesos. j B eHo modo de favorecer á Méjico 1
Entre tanto, una excursion por una limitada zona
del país, en que el t emor á las armas francesas, los
obsequios oficiales, y la novedad contribuyeron á pro-
curarle al emperador un recibimien to entusiasta, le
hizo creer, ó á lo ménos le sirvió de escusa plausible
para suponer, que "el imperio era ya un hecho, pues
estaba firmemente sostenido por una inmensa mayoría
de los pueblos," que pedian paz y justicia. Fundado
en esto se dejó persuadir á publicar un bando en N 0-
viembre de 1864 contra las partidas pequeñas de
guerrillas. Esta ,medida repercutió contra él mismo,
388 IMPERIALISMO.

especialmente en su confirmacion del 3 de Octubre de


1865; con mayor seguridad cuando causó entre otras
ejecuciones las de los prominentes generales Arteaga
y Salazar. Esto bastó para borrar toda buena impre-
sion que se hubiera logrado con las medidas liberales
y conciliadoras hasta allí dictadas, dejando en su lugar
la mas acerba enemistad.
Solo servirá para poner en evidencia la poca sabidu-
ría de la titulada superioridad de la cultura mas anti-
gua, ya convertida en egoismo en medio de su mayor
riqueza y saber, esa serie de errores crasos, de planes
flabios y elevados que se vuelven leyes inaplicables,
pasos mal dirigidos, y resultados desastrosos. El aus-
triaco ofendió gravemente al partido de quien de-
pendia principalmente para su sosten, haciendo la corte
libremente á la oposicion; agriando al clero con su
extremado radicalismo; creando el desafecto en el ejér-
cito que habia de ser su mas fuerte apoyo, con pro-
yectos mal aconsejados; depauperando sus fuerzas con
el despilfarro por un lado, y una falsa economía por el
otro; abrumando al país con deudas, é irritando á los
republicanos con crueles decretos.
Las causas que lo hicieron fracasar se encuentran
en su falta de conocimiento de aquellos pueblos por
un lado, y por otro en sus irreflexivas tentativas para
establecer reformas que demandaban tiempo y cautela;
pero sobre todo, en su falsa posicion, ocupando un trono
sostenido por bayonetas doblemente odiosas, y rodeado
por consejeros egoistas y taimados; á todo lo cual se
agregaron las dificultades de las finanzas y las de las
facciones.
CAPÍTULO XVII.
DEFENSA DE OAJ ACA.

CUARTEL GENERAL DEL EJÉRCITO LIBERAL EN EL SUR-EL GENERAL DlAZ


EN OAJACA-EL GRUESO DEL EJÉRCITO FRANCÉS MARCHA CONTRA ÉL-
BAZAINE TOMA EL MANDO EN PERSONA-DIAZ DETERMINA DEFENDER
LA CIUDAD-SU BOMBARDEO-DESASTRES y DESERCION-IRRUPCIONES
DE LOS ZUAvos -REDÓBLANSE LOS ESFUERZOS PARA SALVAR LA CIUDAD
-ENTREVISTA DE DlAZ y BAZAINE-Los PRISIONEROS SON DIEZMADOS
-TRASLAClON DE LOS OFICIALES Á PUEBLA-FUGA DE DLAZ

En medio de la serie de reveses sufridos por los re-


publicanos, la única excepcion brillante, y el único
obstáculo verdadero que hasta aquí se habia presentado
á las fuerzas imperialistas, fueron las operaciones del
general Diaz.
Habia establecixo su cuartel general en Oajaca para
dirigir desde allí la administracion y defensa de los
varios distritos al sur y al este, nombrando y colocan-
do gobernadores y comandantes militares hábiles y
bien dispuestos á llevar á cabo sus planes. N o tras-
curri6 mucho tiempo ántes de que tuyiera, además de
las fuerzas distribuidas en los diferentes estados y
localidades, un cuerpo de ejército bien armado de
3,000 hombres, y su caja militar en condicion de man-
t enerlo en buen 6rden, y en armonía. con las autorida-
des civiles.
Varios triunfos militares vinieron á coronar sus
esfuerzos y á sostener la orga.nizacion. El general
Garda en La Laja casi concluyó con una columna
francesa juntamente con su j efe y otros oficiales; el
general Salinas, que habia sido jefe del e'eneral Diaz,
y estaba ahora subalternado á él, se mantuvo muy bien
( 3sn I
390 DEFENSA DE OAJACA.

en Chiapas, y el coronel Mendez ganó una batalla


decisiva en Chautalpan á un cuerpo de ejército de
franco-imperiales. Tabasco habia sido invadido, pero
con la ayuda de refúerzos de Oajaca la capital fué
tomada á principios de 1864, quedando los franceses
restringidos á un bloqueo de la boca del rio, miéntras
los r epublicanos sacaban ventaja hasta bien al interior
en los distritos del sur de V eracruz. En el remoto
y u catan , no obstante, con s u vastísima costa, los bu,
ques daban á los imperialistas ventajas para continuar
posesionados de él.
Este buen éxito y la evidentemente buena organi-
zacion del sur, desanimaron al enemigo induciéndole á
volver su atencion casi por completo al norte y al
oeste. Diaz naturalmente aprovechó la oportunidad
de extender su esfera de operaciones capturanuo á
Huajuapa n, Teotitlan, y Zoyaltepec. Ese avance no
podia, sin embargo, dejarse pasar desapercibido, y el
general Brinco urt que mandaba en Puebla fué comi-
sionado para tener á Diaz en jaque. L'Hurbal y
Giraud se aproximaron por consiguiente con fu erzas
tan numerosas que obligaron á las guarniciones á reti-
rarse el lo de Agosto de los dos primeros lugares.
Diaz contuvo ya mas el avance de los franceses yendo
apresuradamente con un cuerpo ligero d e ejército al
'1uxilio de los suyos. Con este pasó Huajuapan á
:aarchas forzadas y cayó sobre un convoy francés en
~ auahuatipan, capturando su tren, y obligándolo á
meterse en el pueblo, donde con la pérdida de 50
hombres y baj o el fuego de s us propios cañones estaba
ya rindiéndose cu~ndo le llegó un r efuerzo considera-
ble que obligó á l os sitiadores á retirarse sin ser apenas
molestados. Este suceso y la proximidad de los libe-
rales hizo que los franceses se viesen imposibilitados
de avanzar durante cuatro mese"'.
Bien penetrados de la aptituQ y fuerza del general
Diaz, quien era demasiado p eligroso para aproximár-
sele con ese descuido que mostraban los franceses en
otros Jugares, los acabó de convencer de la necesidad
EMPRESAS DE DON FÉLIX. 391

de ponerlo fuera de combate. S e fraguó cons.lgUlen-


t emente una campaña en que se ocuparon vanos me-
ses en costosos preparativos, reconocimientos, acopio
do provisiones de boca y guerra, y compostura de
caminos. Durante su largo período d e ocupacion del
país ninguna de sus operaciones ig ual ó á esta en la
magnitud de los preliminares, pues que los gast os de
trasport e solamente mon t ar on á $400,000.
P ara Diciembre de 1864 los caminos estaban abier-
tos hasta Yauhuitlan, y t eniendo bastantes fuerzas di s-
ponibles se ·destacaron tres columnas sobre Oajaca; la
principal que formaba el grueso de la expedicion salió
de T eotitlan al mando. del general L 'Hurbal ; la otra
de Orizaba y Méjico. La vang uardia llegó con mar-
ch as sigilosas al valle de Etla; con todo, no sin dejar su
primera sangr e al coronel Félix Diaz, quien con su
caballer ía los atacó poniéndolos en fu ga, capturando el
campo y matando entre otros al conde de L oire. E ste
golpe fué seguido por la precipitacio n en las disposi-
ciones para sit iar á Oajaca que empezó á, principios de
1865 disputindose entre otros puntos la posesion de
la hacienda de Aguilera. H abiendo sido desalojada
la primera fuerza al mando de Carbó, Diaz p ersonal-
m ente avanzó y dió un asalto al lugar, adquiriendo no
poca g loria á la vez que infundiendo gran respet o.
Como tanto dependia de esta empresa, Bazain e se
resolvió á salir y tomar el mando en persona. Apa-
rece tambien que confiando en el buen resultado, quiso
asegurar para sí el mérito de vencer al adversario
mas formidable de los imperialistas. Estuvo aun
próximo á perder el mando, porque sabedor Diaz de
qu e marchaba con un cuerpo comparativamente pe-
queño, despachó á su hermano con 800 caballos para
intentar su captura. Don F élix acogió la empresa
con entusiasmo, y tomó puestos cerca del descanso de
un paso, donde su caballería pod ia maniobrar bien.
D esgraciadamente, la mayor parte de su fuerza habia
sido reclutada en los distritos del norte, al mando de
un j efe que era no solo de índole independiente y
392 DEFENSA DE OAJ ACA.

recelosa, sino que estaba desmoralizado por sus en-


cuent.ros -anteriores con los zuavos. Durante la noche
este hom bre se desertó miserablemente con 600 hom-
bres, inutilizando así el resto de la fuerza para el ata-
que. Por consiguiente, Bazaine se salvó del peligro
y se incorporó á su ej ército.
N o fué solo la desercion lo que hizo peligrar las
operaciones de los liberal es. Hacia tiempo que varias
comisiones, imperialistas trabajaban, valiéndose del
soborno y de la intimidacion entre los republicanos, con
que lograron que varios cuerpos auxiliares proceden-
t es de Tehuantepec y Miahuatlan abandonaran las
filas, declarándose los primeros abiertamente por la
intervencion. Al mismo Diaz se le acercó un traidor
de alta categoría, hablándole en favor de Maximiliano,
quien le ofrecia el mismo mando superior que entónces
tenia, con privilegios y libertad absoluta de toda inge-
rencia de parte de los militares ó consejeros extran-
j eros, si reconocia el imperi o. Él ni siquiera se dignó
contestar.
Bazaine estableció su cuartel general en la Hacienda
Blanca, y el 17 de Enero de 1865 el ictó sus medidas
para estrechar enérgicamente la línea de circunvala-
cion, con una fuerza compuesta, segun el cálculo de
Diaz, de 12,000 franceses, con algunos miles de alia-
dos y 40 piezas de artillería. Los escritores franceses
rebaj an el número á 6,000 con 26 cañones, pero COll-
fiesan que habia un gran número de auxiliares mejica-
nos, sin contar la multitud el e indios obligados á
trabajar 0n las fortificaciones y acarrear víveres. La
fu erza de Diaz la numeran en 3, 000 veteranos y otros
tantos del contingente de la sierra; pero Diaz asegura
haber sido solo 3,000 por todos. D e cualquiera ma-
nera que sea, el ejército sitiador era superior en
número. El general Diaz por un momento vaciló en
la eleccion entre los varios planes que se le presenta-
ban como rnas convenientes: hacer r esistencia á pié
firme á campo raso, retirarse á los cerros, ó defender
la ciudad; pero como estaba bien definida la superio-
PREPARATIVOS DE DIAZ. 393

ridad del enemigo en número, disciplina, y armamento,


comprendió desde luego lo descabellado de provocar
una batalla campal. Abandonar su posicion ventajosa.
y fuerte en Oajaca sin haber siquiera dado un golpe,
se consideraría como que habia faltado á su d eber, por
lo cual resolvió defender la plaza; de este modo ataja-
ría el rápido avance y ocupacion de los distritos por las
fuerzas imperiales, embarazando al mismo tiempo los
movimientos militares contra otros lugares. No dejó
de abrigar esperanzas de que entre tanto algun azar de
la guerra obligase al enemigo á levantar el sitio, ó de
que á él mismo se le ofreciese modo de abrirse camino
para la sierra. Oportunamente habia tomado sus
medidas para fortalecer su posicion, trasformando la
ciudad y los cerros vecinos en un campo fortificado,
por lo que se vieron obligados los habitantes á buscar
asilo en otra parte.
Acordándose de la tenaz resistencia de Puebla,
volvió á dar señales del aplomo y acierto en sus dispo-
siciones, que tanto contribuyeron allá á realzar su
fama. Los edificios de los suburbios fueron reducidos
á material para fortalecer las defensas interiores con
barricadas y parapetos, entre los cuales descollaban
las paredes de las casas con numerosas troneras, qU 6
servian principalmente de cortinas á los cuatro grandes
conventos de Santo Domingo, la Merced, San Fran-
cisco, y la Soledad, los cuales se elevaban como centi-
llelas en los cuatro puntos cardinales de la poblacion.
En los cerros al norte, y dominando la ciudad, se ele-
vaban algunos fuertes, siendo muy notable el ele la
Soledad que media 170 metros sobre el nivel de la
plaza; el fuerte de mampost ería ele Zaragoza, con su
fortín de tierra la Libertad, situado á 200 metros en-
frente de él; media milla hácia el norte en el domi-
nante Cerro Primero, un reducto cuadrado, y en la
altura contigua una obra sin concluir, todos bien pro-
tegidos, lo mismo que varios otros puntos alrededor de
la ciudad, por un sistema competente de minas, fosos
con estacas, cercos de picas, y otros medios.
394 DEFENSA DE OAJACA.

Los franceses formaban trincheras en todas direc-


ciones y gradualmente estrechaban la línea de cir-
cun valacion. Escamados por las salidas rápidas y
audaces de Diaz t enian cuidado de proteger cada
punto con fortines, de manera qu e se pudiesen soste-
ner el tiempo necesario hasta que les llegasen refuer-
zos. Bazaine estaba resuelto á no dejar nada al acaso,
sino ir siempre á lo seguro. De ese modo se fué
aproximando á los fuertes de los cerros, y durante la
noche hacia montar baterías en varios puntos y cortar
los acueductos, á pesar del fuego nutrido que los sitia-
dos hacian constantemente. El 4 de F ebrero se
comenzó el bombardeo sobre la poblacion con una
furia t errible, arrojando una lluvia incesante de balas,
granadas, y metralla, que en vertiginosas curvas silba-
ban y rugian, marcando su curso con el encendido
estopin y las lumin osas mechas, y causando la des-
tru ccion de paredes y desparramamiento de los escom-
bros. N ubes del polvo acumulado en varios sitios se
levantaban por los aires como para encubrir aquella
desolacion, echando un manto sobre los muertos y
herid os. Mas arriba se veia el humo formando un
pabellon aun mas sombrío, miéntras que de entre las
alturas del rededor r esonaba el fragor de la lucha, que
gradualmente se hacia mas sordo, hasta quedar en un
gemido funerario, yéndose á p erder en los lúgubres
valles de Mitla, para revivir en los man es de héroes
vencidos y deidades encantadas, un baile de muerte
en est e moderno siglo.
La noche no traia consigo el reposo, porque los au-
Ilaces zuavos se acercaban sigilosamente á las murallas,
y guiados por las fogatas del campamento, disparaban
sus certeros proyectiles entre los centinelas y las guar-
clias, ó asaltaban algun punto descubierto, dejando
siempre tras sí una huella de sangre. Enjaulados
como fieras, los mejicanos t enian que descansar sobre
las armas, con el oido siempre alerta, acosados por
fantasmas tenaces, y atormentados al grado en que ya
habria sido una dicha encontrarse con un enemigo
DESALIENTO Y DESERCION. 395

palpable, y buscar la muerte peleando con él cuerpo á


cuerpo. Bien penetrado de la mala influencia que
debia tener esa situacion, el general trató de distraer
su gente y de mantener su espíritu con salidas bien
calculadas, que no dieron, sin embargo, ningun resul-
tado mas. Habiéndosele disminuido mucho el parque
CLH1 el esfuerzo de impedir que avanzara la línea de
circunvalacion, tuvo que fundir las campanas de las
iglesias para hacer balas y para las minas, tomando
además efectos de la iglesia y de otra clase para so-
correr á sus soldados. Estas exacciones, así como la
destruccion de los edificios para construir obras de de-
fensa, ocasionaron el descontento entre la gente ménos
patriota, que sin escrúpul o alguno empezó á murmu-
rar y á desalentar al ejército, esparciendo especies
sobre que el ejército sitiador cada dia crecia e11 número
y elementos. El resultado fué la desercion, g enera-
lizándose hasta desbandarse y desaparecer cuerpos
enteros, principiando entre las tropas auxiliares, á
quienes no ligaba ningun vínculo, y siguiendo entre
las demás, hasta que al fin algunas partidas en quienes
se habia tenido confianza, y varios antiguos compañeros
de armas se marcharon tambien. Durante un asalto
del enemigo el teniente coronel V aladez cruzó la línea,
y sin duda alguna le habria seguido la mayor parte de
su gente á no haberse interpuesto el general que lo
impidió. La defeccion en gran parte de la tropa no
fué efecto de cobardía, sino del profundo desaliento
que inspiraba aquella situacion desesperada, conside-
rando que sería mej or buscar nuevas oportunidades eH
otra parte que no morir allí acorralados, Ó mas tarde
en una prision. Se refiere el caso de CarballiJo,
t enient e de artillería, que se de¡;ertó por seguir la
campaña bajo el mando de un guerrillero. Diaz lo
encontró despues, en época en que un ej emplar se habia
hecho necesario, y ordenó que se le formara cousej o
de guerra, resultando que fué sentenciado á muerte.
" General," exclamó el oficial, "estoy listo para morir,
pero concédame que sea á su lado batiéndome con
396 DEFENSA DE OAJACA.

el enemigo." Movido por esta súplica de un hombre


realmente valiente, Diaz le permitió que ingresara á
las filas como soldado raso. Sometiéndose desde en-
tónces á toda clase de penalidades; sin proferir ni una
queja, pronto ascendió á sargento; y en una expedicion
que hicieron al sur de Oajaca recibió, por fin, la bala
que tanto tiempo habia esperado. "Ya expié mi
falta," prorumpió al caer moribundo. Pasada la ba-
t alla, le buscaron sus compañeros, encontrándole con
la mano sobre el corazon, y segun refieren, se notaba
en su fisonomía cierto aire de triunfo y satisfaccion.
Diaz redóblaba sus esfu erzos cuanto mas reducido
era el número qe los defensores por la desercion de los
compañeros. El casi nada descansaba, distribuyendo
su tiempo en dictar sus disposiciones y en vigilar su
ejecucion, haciendo rondas en la noche para inspec-
cionar las trincheras, recomendando las precauciones
y animando á su gente. En una ocasion se alarmó
mucho al hallar una larga línea de los t erraplenes en-
teramente abandonada. Al tratar de distinguir en la
oscuridad, le pareció ver y luego oir pasos de tropa
que ;,;e acercaban del campo enemigo. Al momento
avivó las fogatas para que creyeran que estaban guar-
necidos los puestos y se apresuró á cubrirlos.
Llegó á ponerse tan desesperado con su atolondrada
tenacidad, que muchos ya creyeron que se proponía
enterrarse bajo las ruinas de su ciudad natal. En ver-
dad, la víspera de su rendicion se plantó en el techo
del convento de San Francisco á hacerle frente con
un obús á la batería francesa que barria el lugar. El
puñado de hombres que tenian la pieza habian sufrido
muchísimo y ya iban á abandonarla, cuando Diaz
subió y los arengó: "Deteneos, mis valientes, no les
dej eis ver las espaldas á los franceses," é hizo puntería
con el obús. Silbaban las balas á millares y con rapi-
dez, matando uno tras otro, hasta que solo quedó un
sargento para ayudar al general á manejar el cañon.
Su vida parecia encantada, pero no podia, sin embargo,
permanecer allí mas tiempo sin que lo matasen. Los
LA RENDICION. 397

oficiale's le gritaban desde abajo implorándole que se


retirara, hasta que por fin Gonzalez se le acercó, y
haciendo uso de t oda su oratoria logró persuadir le;
hasta ent6nces no consintió Diaz en retirarse. La for-
tuna les habia vuelto la espalda por completo, porque
habiéndose desertado hasta las tropas escogidas que
sostenian las fortificaciones del Cerro, los franceses
tomaron posesion de varios puntos, quedando la ciudad
enterament e á merced de ellos,v la retirada de la
guarnicion cortada. Visto el mal" estado de la plaza,
se prepararon para dar un asalto general el 9 de Fe-
brero, y concluir d e un solo golpe, si era posible, un
sitio de varias semanas de duracion. El general Dia~
vió que en la situacion en que se encontraba, pues
solo tenia unos cuantos centenares de tropas debilita-
das para resistir al numeroso ejército sitiador, el pro-
longar la resistencia sería sacrificar las vidas sin fruto:
además la esperanza le animaba de que podría esca-
parse y servir de nuevo á su país. E staba para
darse la órden de ataque cuando se pidió capitula-
¡acion. R ehusada esta, el general Diaz, acompañado
de dos coroneles, se presentó en el cuartel general de
Bazaine, y le dijo: " N o le proporcionaré á vd. una
victoria final; la ci udad sucumbirá al primer ataque
p,)rque no tiene defensores: yo soy el único res-
ponsable de la resistencia que se ha h echo, y estoy
á la disposicion de vd., pidiendo solo la debida con-
sideracion para mis valientes compañeros y mi ciudad
natal."
- " Cediendo antes, tal vez se hubiera vd. puesto
bien con el gobierno y librádose del cargo de alta
traicion contra su soberano," replicó Bazaine en un
tono mezclado de respeto y sentimiento.
- " Nunca he tenido soberano," contestó Diaz con
orgullo, "y seré siempre enemigo de los enemigos de
mi país.
-"Podrá ser," dijo Bazaine irónicamente, "pero
recuerde vd. que ha faltado á su palabra dada en
Puebla."
398 DEFENSA DE OAJACA.

_" E s fal so," exclamó el prisIOnero leva ntándose


con altivez, "jamás he faltado á mi palabra. "
El comandante en j efe pidió que se traj era á la vista
lo que constase sobre lo:,; prisioneros de g uerra, y que
se leyera la parte relativa al general Diaz. El ayu-
dante titubeó y pasó el libro á Bazaine, quien leyó:
"Juro defender la causa de la libertad y de mi país
con toda mi energía, reconocie ndo el derecho de los
franceses de vigilarme." Cam bió rápidamente de tono
y con un saludo cort és se despidió del prisionero.
Los oficiales rend idos fueron enviados á Puebla,
miéntras que los soldados alegando haber sido forza-
dos, se in corporaron en las filas imperialist as ó fueron
dados de baja. El general Maugin, co n alg unos bata-
llones, quedó encargado de r edu cir el r esto del dis-
trito, promover la restauracion de Oajaca y p erseguir
las partidas s ueltas que merodeaban a un bajo Félix
Diaz y Fig ueroa. Bazaine volvió á Méjico á cele-
brar la ca ida del primer ge neral mejicano. La cam-
pafía debi a h aberse confiado á Brin court, pero en ese
caso, probablemente habria fracasado, pues el celoso
general en j efe no hubiera concedido á un subordinado
las fuerzas num erosas y otros elementos con que él
mismo alcanzó el triunfo.
La escolta de los prisioneros que marchaban para
Puebla la mandaba un mayor de zuavos, que t enia
l a cruel y cobarde complacencia de atormentarlos con
ind irectas y amenazas.
En Etla llegó un correo trayéndole un pliego que él
leyó con una expresion de hondo pesar, á la vez qu e
entre su tropa se oia el susurro de próxima8 ej ecucio-
nes. En un tono vacilante, semi-político, con la idea
d e hacerlo irónico, el mayor anunció á los prisioneros
que t en ia órdenes para cond ucirlos á la casa preparada
r eciente mente para Bazaine, y tratarl os con toda clase
de consideraciones.
L os t emores de los prisioneros no disminuyeron al
verse metidos en una galera sin ventanas y formados
en línea contra la pared. EnMnces se dejó oir la fatí-
OTRA DEZ PRISIONERO. 399

dica órden: "U no de cada diez," y consiguiente-


mente cada décimo hombre fué sacado de las filas.
Esta escena fué repetida hasta que no quedó ya ni un
solo hombre. Al dia siguiente volvieron á encon-
trarse todos r eunidos: pues lo de la víspera solo habia
sido una farsa para amedrentarlos.
El vizconde de Luellan se encargó en seguida de
los prisioneros y los trató con las mayores atenciones.
S e aproximó al ge neral Diaz con marcada defer encia,
y arregló conforme á sus deseos las horas de marcha
y descanso. .
En Puebla fueron inducidos los prisioneros, baj o la
presion de amenazas, á firmar la prornesa de permane-
cer neutrales durante la guerra, mediante lo cual
obtuvieron su libertad, ó los mandaron á la frontera.
Todos firmaron ménos el general Diaz, el Lic. Caste-
llanos S a nch ez, y el capitan Reguera, los cuales por
haberse negado á hacerlo fueron devueltos á la prision.
Ya el general Diaz se habia escapado una vez del
lugar en que lo t enian det enido, y co nociéndolo bien
empezó á calcular la manera de lograr su libertad.
La fortaleza estaba fu ertemente g uarnecida, y rodeada
á todos lados de fosos anchos, de modo que era indis-
pensable que alg uien le ayudara de afuera. Afortu-
nadamente, se le proporcionó con oportunidad el auxi-
lio, pues la poblacion no habia olvidado á su bizarro
defensor de 1863, ni sus captores dejaban de acor-
darse de la consideracion con que trató á los prisione-
ros. Habiéndose, pues, hecho los arreglos definitivos,
se fij6 un clia para la fuga. P ero como si le hubiera
sido denunciado el proyecto, el j efe ese mismo día
trasladó á Diaz, de L oreto al convento de la Concep-
cion, poniéndolo en una celda del entresuelo, donde
habia en el centro un pocito de agua, cuyas cualidades
medicinales le produjeron una vez alguna renta al
convento. Aquí Diaz, con trabajo asidu o, horadó un
pequeño pasaje hácia la calle. Casi estaba concl uid o
cuando el comandante lo cambió al cuartel, donde sus
esfuerzos tambien parece que fueron infructuosos.
400 DEFENSA DE OAJACA.

Por este tiempo el conde Thllm, gobernador de


Puebla, marchó con una expedicion para Cuernavaca,
dejando encargado del mando al baron de Chismandie
que siempre habia mostrado al prisionero una delicada
deferencia. Viendo que las restricciones que le impo-
nian en su retencion afectaban su salud y comodidad,
pues aun el bañarse se lo interrumpian con una mo-
lesta vigilancia, el baron lo invitó á que le acompa-
ñara en sus paseos. Diaz aceptó una vez y despues
se rehusó, fundándose en que mucha intimidad con los
oficiales franceses podría ocasionar sospechas y dudas
sobre su lealtad á la causa republicana. Chismandie
le ofreció mayor libertad de accion si le daba su pala-
bra privadamente que no se escaparía. Diaz le dió
las gracias, diciendo: "Mi palabra dada privada-
mente me liga tanto corno una promesa pública, y yo
no puedo renunciar á aprovecharme de ningun inci-
dente favorable que pueda presentárseme."
_" N o obstante, vd. es caballero y amigo mio,"
replicó el otro, "y puede salir de su prision durante el
dia volviendo al toque ele retreta. Si vd. me compro-
mete, t endré que sufrir las consecuencias."
Diaz consintió hasta que volvió Thum. El conde
estaba de un humor negro, al cual daba rienda suelta
de yarias man eras, entre ellas haciendo saber al pri-
sionero que desaprobaba las concesiones que se le
habían h echo, y qu e consiguientemente sería mas vigi-
lado y restringido que antes. Aun lo amenazó con
usar hácia él ele las represalias si no mandaba órden al
general Lúcas para que tratase bien á los prisioneros
que habia hecho en la última expedicion. Diaz, con
marcada indignacion, r epli có que Chismandie bien
sabia qu e d no abusaría de las consideraciones que se
le t en ian, .Y que no daría órden ninguna respecto á los
traidores de su patria. L a conducta del conde se ade-
cuaba bien á los actos de una nacion y un ejército, que
en pleno siglo diez y nueve y s in cuidarse del derecho
ni de la decencia, trataba de imponer por la fuerza un
gobierno odioso á un país libre. La única contesta-
FUGA DE DON POltFIl{IO. 401

cion de Thum fué mandar el prisionero al cuartel á un


encierro mas rígido que nunca, conforme á la impor-
tancia que se le daba, puesto que toda proposicion pal"a
su canje se habia Jesechado.
N o obstante esto, Diaz pudo mantenerse en inteli-
gencia con sus amigos, miéntras le llegaba su vez.
De cuando en cuando se notaba algun descuido en las
guardias, y sabiendo que ciertos centinelas considera-
dos entrarían de servicio el 20 de Setiembre, informó
de ello á sus amigos. Al toque de retreta se quedó
atrás y cuando oscureció bien se deslizó al patio. Es- '
taba convenido que le tirarían un cabo para adentr
del patio en el punto ménos expuesto. Al llegar
punto convenido no halló el cabo, pero oyó un mov
miento en la calle de San Roque que le hizo latir con
fuerza el corazon. Sin embargo, al mismo tiempo un
ruido del techo le indic¿ó que se aproximaba el centi-
nela y se escondió en un rincon, conteniendo la respi-
raciono Temió que sus amigos en la calle llamaran la
atencion, pero el soldado se volvió y el sonido de sus
pasos denotó que se alejaba. Diaz respiró ya mas
libremente. Segunda vez buscó el cabo para volver á
chasquearse; pues hasta ahora nada interrumpia el
silencio en la calle. Los minutos le parecian horas.
D e pronto oyó unos golpecitos que lo guiaron hácia
un cabo colgante, el cual agarró con un júbilo inex-
plicable. Un tiron del otro lado lo hizo apresurarse
y con los pié s descalzos escaló la pared. El centinela
estaba á punto de volver, pero merced á la completa
oscuridad en la calle, el prófugo logró pasar al otro
lado sin ser visto. Al arrojarse en los brazos de
sus amigos dfljó caer en el patio dos cartas: una
para Thum y otra para Chismandie. Al conde le
hacia presente que le habia manifestado su inten-
cion de escaparse y le desafiaba para el campo de
batalla. Al baron le expresaba su gratitud mas pro-
funda. Acto continuo salió precipitadamente de la
poblacion antes de que se diera la alarma, y montando
á caballo, echó á andar por veredas con un solo com-
VIDA DE Du.z.-26
402 DEFENSA DE OAJACA.

pañero, en busca del antiguo teatro lÍe sus hazañas, el


sur de Puebla, sin detenerse en el tránsito para nada.
La precaucion no estuvo de mas; pues numerosas
partidas enemigas salieron á perseguirle por todas
direcciones, incitadas por el cebo de los diez mil pesos
q ue se habian ofrecido por su captura, 6 por una
prueba convincente de que habia sido muerto. Por
In, razon de que conforme al infame decreto de 3
de Octubre de 1865, los oficiales imperialistas podian
fusilar como bandidos á todos los republicanos sor-
prendidos con las armas en la mano, 6 que fueran parti-
darios auxiliares de la causa, Diazdebia ponerse en salvo:
otros generales casi tan importantes como él, Arteaga y
Salazar, fueron pasados por las armas: patriotas, que
por el solo h echo de defender la libertad de su patria
contra la tiranía extranjera, fueron t enidos por crimi-
nales y asesinados á manos de un vástago de la mas
avanzada civilizacion europea. P ero la retribucion
justa y legal estaba ya próxima, como veremos luego ;
porque las detonaciones y el humo sulfúreo de los
tiros que cortaron la vida á esos patriotas, llegaron á
convertirse en una tormenta que á su debido tiempo
abrum6 al autor de tan sanguinario decreto.

VASIJAS DE BARRO-TuLA.
CAPÍTULO XVIII.
REORGANIZACION DEL EJÉRCITO Y SUCESOS.

1865-1866.

REVESES REPUllLICANOS-DIAS NEGROS-LA CAMPAÑA DE ORIENTE-EFEC·


TOS DE LA AUSENCIA-REÍ'NESE UN NUEVO EJÉRCITO-UNA VICTORIA
SIN SANGRE-DISPOSICIONES DE DIAZ-MoVIMIENTOS IMPERIALISTAS-
VIAJE DEL ApÓSTOL DE LA LIBERTAD-PROBABILIDADES MAS BRILLAN·
TES-ACTIT UD DE LOS ESTADOS UNIDOS DEL NORTE-NAPOLEON SE
RXTIRA-POSlClON ANÓMALA DE MAXIMILLL"O-DIPLOMACIA y GUERRA
-BATALLA DE NIAHUATLAN.

Los reveses sufridos por el general Diaz al principio


de 1865, destruyeron el baluarte de la república; dias
negros se cirnieron sobre ella y decayó la esperanza.
Los imperialistas habian recorrido todo el país, con
€xcepcion de la faja ex trema del norte, que llamaba
su atencion principalmente porque el gobierno juarista
sostenia allí una sombra de representacion republi-
cana, defendida mas bien por la ex"ension de desiertos
en derredor suyo, que por los restos desparramados
del ejército. Las guerrillas y partidas que recorrian
otras partes, solo trataban de mantener el estandarte
de la libertad en los puntos fuertes de la sierra.
Uno de los efectos inmediatos del triunfo de Bazaine
fué ponerlo en condicion de dirigir sus esfuerzos ya
indi visos, para echar á J uarez del país, y adquirir de
este modo para Maximiliano el prestigio de ser el
único jefe de gobierno, objeto de la mas alta importan-
cia, especialmente con la mira de obtener el reconoci-
miento de los Estados U nidos.
Antes de cerrar el año de 1864, toda la regio n del
N. E. habia sido sometida por el imperio, con accion
(403 )
404 REORGANIZACION DEL EJERCITO Y SUCESOS.

de h echo sobre Nuevo L eon, lo poblado de Coahuila


y las demás partes de Tamaulipas, incluyendo á Mata-
moros donde quedaba la única aduana republicana en
el golfo. Al oest e habia sido t omado Durango, Mata-
moros y sus contornos, la parte meridional de Sinaloa,

MA'l'AMOROS y sus ALREDEDORES.

incluyendo Mazatlan, dej ándole á J uarez una aduana


solitaria en Guaymas, y el mando de Chihuahua á
donde se habia r etirado. El ej ército de occidente
sobrevivia solo en forma de g uerrilla; U raga y Caama-
llO se habian adherido al imperio; Arteaga habia que-
dado r educido á capitancillo de partidas; Riva P alacio
y Régules estaban en las mont añas, y D oblado y N e-
gret e desesperados habian abandonado el país. L os
franceses continuaron los golpes, ocupando en Marzo
de 1865 el extremo oeste de Sonora, con G uaymas;
desde dond e marcharon hácia Chihuahua, "Único estado
que quedaba, flanqueado por las columnas enemigas
tt uno y otro lado, y en Agosto arr oj aron al gobierno
republicano de la última capital de estado, obligándole
:t b uscar asilo en la lejana poblacion fronteriza de P aso
del Norte.
Tal era el aspecto de los sucesos cuando r eapareció
el general Diaz en la escena para inaugurar la campa-
DIAS ACIAGOS DE LA REPÚBLICA. 405

ña de oriente, dar mayores dimensiones á la marea


que ya venia de vuelta, y dirijirla por uua vía que con-
dujese al buen éxito. Tenia empero, por delante, una
tarea mucho mayor que la de dirigir el movimiento

CHIHUAHUA.

que iba á darse. Tenia primeramente que reunir los


elementos y darles unidad é impulso, y esto á la faz de
una indiferencia todavía bastante general, en un pue-
blo que hasta cierto punto estaba cansado de la guerra,
que no abrigaba esperanzas de buen éxito, y se encon-
406 REORGANIZACION DEL EJÉRCITO Y SUCESOS.

traba ligado con un número de jefes que lo alhagaban y


lo atraian con la promesa de mayor ganancia é inde-
pendencia en operaciones aisladas, y que se oponian á
someter su autoridad en manos de ningun jefe de los

PUEBLA y VERACRUZ.

anteriores. Tal fué el triste efecto de ocho meses de


ausencia bajo el velo del infortunio. Diaz tuvo que
hacer renacer su prestig io y grangearse el r espeto con
nuevos triunfos, antes de poder dedicarse enteramente
al gran objeto.
Dirigió sus pasos á la casa del coronel B ernardo
Garcia, amigo suyo muy adicto, que vivia cerca
de Cuayuca en el sur de Puebla, quien lo puso al
tanto del estado lamentable en que se encontraban
los asuntos republicanos en esa parte del país.
NUEVOS TRlUNFITOS. 407

En Chiapas y Tabasco los republicanos habian podido


sost enerse, gracias á la gran distancia q ue se hallaban
del centro de operaciones, y á haberse r enovado la
guerra d e razas en Y ucatan, distrayendo á. los impe-
rialistas. En Guerrero el clima peligroso de la. cost a
y un interi or m ontañoso habian favorecido á. Álvar ez
para mantener cierta autoridad; y en la r egio n m·,\:-

CASA D E J UAREZ E N PASO D EL N ORTE, 1865-6.

teca, h ácia. el norte a e Oaj aca, varios g uerrilleros man-


t enian una campaña cautelosa de g uerrilla.
El cor onel Gar cía. puso una pequeña partida á. la
disposicion de Diaz, quien sin per mitirse ning un des-
canso salió el 22 de S etiembre de 1865 , y sorprendió
una g ua rnicion en T ehuicingo. Al sig uiente dia
derrotó un cuerpo im perialista de 150 hombres en
Piaxtla, asegura ndo la mayor parte de sus armas y
caballos. Habiendo cundicl o la noticia d e su para-
clero, Visoso y Flon se apresuraron á. cortarle el paso
con 500 h ombres ; per o r eforzad o por el coronel S egura
y el mayor Cano, Diaz se propuso anticipárseles.
Pasó el rio en T epetlapa, acercándose de noche á Tul-
cingo, donde estaba acampado Visoso, y t emprano el
408 REORGANIZATION DEL EJÉRCITO Y SUCESOS.

10 de Octubre cayó sobre él con tanta violencia que lo


derrotó, matándole 40 hombres y asegurando un buen
número de prisioneros, y cierta cantidad de dinero que
le vino perfectamente bien.

REGION MIXTECA.

En una conferencia con Alvarez consiguió algunas


armas y pocos soldados, y el general Martinez mandó
un batallo n de 150 hombres, sugiriendo la idea de ata-
car una columna de austriacos y mejicanos de 700
hOlll bres en Tixtla. N o siendo este aumento suficiente
para el proyecto, mandó levantar los pueblos de las
inmediaciones. Aunque no estaban ansiosos por alis-
tarse en el servicio militar, los indios voluntariamente
respondieron al llamado para dar auxilio de momento;
pero prestaban un triste aspecto con sus instrumen-
tos de labranza y picas, y algun desmartelado mos-
quete para hacer frente á fuerzas disciplinadas. Sin
embargo, servian aun cuando no fuera mas que
para aumentar el número de sus tropas. En se-
guida marchó contra Tixtla, presentándose una ma-
DERROTA DE VISOSA. 409

ñana muy temprano en una altura que dominaba la


poblacion, y extendiendo su gente á lo largo del cordon
de la manera mas imponente. Ignorantes de la poca
importancia de esta hueste, el e nemigo calculó que era
por demás pretender resi::;tir, y se retiró violentamente
hácia Izúcar.
Adquirida esta victoria sin sangre, Diaz licenció á.
los indios y al batallon, retirándose á Tlapa á poner
otra tra.mpa, esta vez á Visoso, que una vez mas
estaba en pié y merodeando en la vecindad. Diaz
esparció el rumor de que habia caido enfermo, y el
pueblo enemigo de Tlapa pronto lo comunicó á Visoso
junto con las nu evas del desbandamiento. Aquí se le
presentaba una oportunidad, pensó este jefe, de vengar
su último descalabro, y consiguientemente con los
refuerzos que de buena gana se le facilitaron para tan
laudable represalia, avanzó á Comitlipa cerca de Tlapa
para de allí dejarse caer sobre su ~dversario. Esa
noche Diaz salió sigilosamente de la poblacion con
sus m ejores tropas. La infantería fué emboscada á
ambos lados de los bosques que orillan el camino que
conduce á Comitlipa, miéntras la caballería se metia
al pueblo, y al acercarse á la plaza volvian grupas
simulando sorpresa de hallarla ocupada. Visoso evi-
dentemente sospechó algo, porque no se movió. Como
quien cria ánimo, Diaz dirigió otro ataque aproxÍmán-
dose mas á la plaza. La recepcion fué mas violenta
y seguida de un contra-ataque ante el cual se retiró,
batiéndose en retirada con escaramu~as, y llevando á
sus perseguidores hácia la emboscada. U na vez en
ella y á una señal la infantería les hizo descargas mor-
tíferas de un lado, y poco despues del oho, causando
en ellos la mayor confusion que muy luego se convir-
tió en pánico, del cU:JJ se aprovechó la caballería para
dar un ataque al frente y sobre los flancos. Los piso-
teos y las cuchilladas volvieron aquello una carnicería.
La gente de Visoso solo trataba de huir, y en pocos
momentos se habia desparramado en todas direccio-
nes, dejando mas de cien muertos en el campo y un
410 REORGANIZACION DEL EJERCITO Y SUCESOS.

número de prisioneros, juntamente con armas y el


cofre de dinero.
Esta segunda derrota de Visoso le acarreó una acu-
sacio n ante la corte militar en Puebla. Aquí cayó
bajo la influencia de un liberal que lo animó á dejar á
un soberano ingrato, y redimir su reputacion volvién-
dose patriota. L&. recomendacion vino oportunamente,
porque r:onoció' que su prestigio se habia deslustrado
en el círculo á que se habia afiliado. Con ciertas segu-
ridades y la invitacion de Diaz, se fugó á Chiautla y
allí indujo á una guarnicion amiga á pronunciarse con
él en favor de la causa republicana, á la cual continuó
desde entónces leal, y adicto á su nuevo j efe. El
general Diaz marchó ahora á Silacayoapan en Oajaca,
y de allí expidió varios decretos administrativos para
los estados, que fueron por mucho tiempo objetos de
grato recuerdo, siendo uno el de rebajar el impuesto
de capitacion. Para poner en ejecucion esas medidas
tuvo que pasar á Tlajiaco y J amiltepec. Otro objeto
que le llevó á esos lugares fué el alistar gente para el
ejército, para cuyo fin consideró prudente ir á las
buenas con los indígenas, relevando los reclutas de u,n
distrito con los de otro cada tres ó cuatro meses, en lo
que llevaba tambien la juiciosa mira de no sacrificar
los intereses de la agricultura.
Los imperialistas reconocieron que era peligroso en
sum o grado el dejar semejantes movimientos sin sofo-
carlos. Las guarniciones de los pueblos en el camino
de Diaz se retiraban para concentrarse y emprender
un ataque combinado sobre él, que debia dirigir el
general J. J. Ortega, quien estaba no muy distante á
retaguardia con 1,000 hombres.
Sabiendo que se hallaba acampado en Lo de Soto
con una pequeña fuerza, Ortega se propuso volver
contra Diaz su propia táctica de marchas forzadas y
sorpresas. Los centinelas se habian descuidado, y
ántes de que nada se sospechase, vió Diaz un cuerpo
de dragones que bajaban á todo escape por el camino,
y á su propia vanguardia que venia de huida. Como
REFRIEGA CON ORTEGA. 4Il

no hubo tiempo para que le ensillaran el caballo, se


precipitó á su cuarto á tomar sus pistolas, y al salir
ya estaban sobre él los dragones. Aquellos hombres
lo conocieron y á los gritos de "Ríndase," picaron
espuela para rodearlo. Rápido como el pensamiento
dió un salto Diaz al costado de la casa y arrancando
un palo del cerco salió por la abertura y corrió hasta
la próxima tapia, la cual sal va de un brinco, pues era
hombre ágil y en fuerzas físicas poco inferior á su
hermano.
Los dragones se contuvieron por un momento, des-
moralizados al habérseles escapado así de las manos
una presa que consideraban ya segura, pues que con
unos cuantos tiros al encontrarlo lo habrían despachado
al otro mundo. Se lanzaron á cortarle la retirada,
pero al voltear en la siguiente calle lo encontraron ya
montado y preparándose para un contra-ataque, apo-
yado por el grueso de su fuerza que venia del campo
á la carrera haciéndose camino con certeras descargas.
Fueron rechazados con una pérdida de 14 hombres
detrás de una qu ebrada, frente á la cual tomó Diaz
una posicion hasta que pudo reunirse su esparcida
vanguardia. Entre tanto se acercaba el grueso de
Ortega y viéndose imposibilitado de competir con
fuerzas tan superiores, se retiró á Ometepec. A esto
por supuesto le dió el enemigo las proporciones de una
d errota, asegurando tambien que habia muerto el gene-
ral en la accion, todo 10 cual contribuia á desanimar
mas y mas á los liberales.
Los esfuerzos de Diaz basta entónces habian sido
dirigidos principalmente á reanimar el adormecido pa-
triotismo del pueblo, y á promover la guerra de
guerrillas, encaminándola á r esultados de mas impor-
tancia, basta que se presentara el caso de poder com-
binar los elementos esparcidos para una campaña
formal. La necesidad de contemporizar con algunos
de los que le ayudaban que no se avenian á alistarse
por largo tiempo, le estorbaba mucho en la ejecucion de ·
sus planes; sin embargo, la práctica en el manejo de las
412 REORGANIZACION DEL EJERCITO Y SUCESOS.

armas, aunque por corto tiempo, se extendia á mayo.


res números, y pronto daría resultados importantes.
El principal obstáculo era la falta de fondos y arma-
mento: esto trató de remediarlo en tiempo oportuno
aumentando gradualmente sus elementos financieros.
Ha&ta allí los distritos mas ricos se hallaban en poder
de los imperialistas, y se necesitaba paciencia, y de vez
en cuando algunos actos resueltos é importantes, para
afianzar la influencia republicana entre un pueblo
constantemente amenazado en sus vidas y propiedades
por fuerzas imponentes. La pequeña entrada de las
contribuciones en los distritos mas pobres se aplicaba
hasta donde era dable á la fábrica de municiones,
en espera del armamento que debia llegarles pronto
del gobierno, y de sus amigos en los Estados U nidos.
y así perseveró el general Diaz en la senda pausada
pero llena de esperanzas que se marcó, proyectando
planes entretanto para el resultado práctico de ir acu-
mulando elementos gradualmente.
y ya el porvenir se aclaraba algo para los republi-
canos. La hora mas triste habia pasado, y ya albo-
reaba la esperanza, animándolos para nuevas proezas.
En medio de los triunfos franco-imperiales llegó la
noticia de victorias decisivas de la federacion en la
vecina república del norte, dejando al gobierno de
Washington con ejércitos inmensos para obrar con
libertad, y si necesario fuere vindicar en su mayor
expresion la doctrina de Monroe, tan portentosa para
esos invasores. En verdad, la prensa de allí empezó
á clamar con energía porque se pusiera en vigor. Las
tropas empezaron á concentrarse cerca de la frontera
mejicana y la actitud ministerial hácia la Francia tomó
un tono amenazador. Ninguna ayuda se dió entónces
á los juaristas, y estos lo prefirieron así, por temor de
ulteriores designios que pudiere haber sobre el terri-
torio. La ayuda moral fué suficiente, resultando como
resultó en acarrearse voluntarios de los ejércitos tanto
. federales, como confederados que se desbandaban, ani-
mando y dando auxilio á las guerrillas y abriendo las
RETIRADA DE LOS FRANCESES. 413

bolsas de los banqueros y contratistas de ejércitos


para proporcionar dinero y armas, como se vió en el
préstamo de 30 millones en Octubre de 1865.
Todo esto sirvió para abrirle los ojos á N apoleon, y
hacerle ver lo peligroso de su situacion, lo ilusorio de
su expedicion, clamoreada gloria de su reinado, en la
que se miraba él como el fundador de un imperio tras-
atlántico. ¡Qué estériles fueron sus victorias! Podría
derrotar á los mejicanos, pero no acabar con ellos;
porque ya brotaban nuevamente de todas partes, for-
mando la. gran marejada que pronto destruiría todos
sus enemIgos.
El objeto principal del emperador de asegurar el
pago de sus reclamaciones, estableciendo un gobierno
sujeto á su albedrío, estaba tan remoto como lo habia
esta90 siempre, y millones de pesos se habian derro-
chado con millares de vidas sacrificadas, solo para
acrecentar su descalabro, y hundirlo mas en el cieno
de la deshonra.
La Fr~ncia se alarmó ante la perspectiva de agre-
gar de este modo la humillacion á las pérdidas pecunia-
rias; y N apoleon se vió en la necesidad de reconocer
su fiasco, anunciando, en Enero de 1866, la retirada de
las tropas de Méjico, fijada finalmente para el princi-
pio del entrante año. Las autoridades en Washing-
ton no perdieron de vista las ventajas que t enian,
mostrándose cada vez mas exigentes á medida que las
Tullerías se manifestaban complacientes, y prohibiendo
entretanto nI Austria que alistara mas voluntarios
para Maximiliano.
A N apoleon poco le importaban las consecuencias
que sobrevinieran á este príncipe ; sin embargo, bus-
cando pretestos plausibles para cubrir su vergonzosa
retirada, trató de inducirle á que abdicara. Del todo
desprevenido para este golpe que afectaba todo Sl]
porvenir, el infortunado Maximiliano mandó á su con-
sorte para que fuera, en persona á solicitar que se
mitigara la prctension, haciendo constar que la Fran- .
cía estaba comprometida á fundar un gobierno fuerte!
414 REORGANIZACION DEL EJERCITO Y SUCESOS.

particularmente desde que lo habia privado de los


medios de hacerlo él mismo, absorbiendo la mayor
parte de los ingresos, comiéndose sus ejércitos como
el ácido los recursos que habian venido á adquirir.
Pero todo fué en vano; N apoleon no queria saber
mas do él. Si queria cambiar del tutelaje á la auto-
nomia, sobre su propia cabeza debian recaer las conse-
cuencias. Maximiliano tenia que ser la víctima, y el
dictador de París precipitó su caida apoderándose de
su principal recurso, que era la aduana de Veracruz.
Este inhumano abandono postró completamente á
Carlota y cooperó á lanzarla en el abismo de la muerte
de su inteligencia. Ligado por estipulaciones escritas
N apoleon no podia retirar toda ayuda, y de mala gana
se prestó para organizar un ejército nacional con un
núcleo de 8,000 cazadores, 7,500 austro-belgas, una
legion francesa de 8,000, una guardia rural comple-
mentaria de 25,000 hombres; además fundiciones de
artillería, baterías con 600 cañones, y recursos sufi-
cientes para levas; así es que Maximiliano presentaba
todavía un frente formidable, aunque abatido todavía
mas y mas por la falta de fondos.
Habiendo resultado infructuosa su política liberal, y
sus adictos liberales impotentes ó indignos de confianza,
se resolvió á volver al elemento sobre que habia sido
fundado su trono, y á la par que hacia la corte á este
partido, se esforzaba para ganarse al clero con algunas
concesiones, reconciliándose así con los partidos que
habian estado conspirando para derrumbarle. Esa
política era bastante juiciosa, atendidas las circunstan-
cias, pero tambien era una represalia hácia la Francia,
y hostil á la gran mayoría del país que hasta entónces
habia tratado de ganarse. Ambos aceptaron el reto;
buscando la primera un apoyo republicant> para otro
gobierno que le garantizara sus intereses, y aminorara
su humillacion. Por supuesto que en J uarez no se
pensó para nada. Bazaine, que se habia medido per-
sonalmente con diferentes jefes, no pudo ménos de
sentirse impresionado por el que á su juicio y el de
LERDO Y ORTEGA. 415

otros observadores, figuraba muy por encima de los


demás, ya como soldado, ya como gobernante, y que
aun bajo la nube del infortunio era un hombre impor-
tantísimo, favorito del pueblo, y t enia bajo su dominio
casi la mitad del país. Pero el puro patriotismo del
general Diaz y sus ideas severas, r especto al deber y
la honra, pusieron desde luego coto á toda proposicion
encaminada á semejante fin.
. Entre otros candidatos se contaban L erdo de Tejada
y Gonzalez Ortega. El primero, como ministro y
adicto cercano á J uarez, malamente podia esperarse
que fuera mas accesible que Diaz, y así la eleccíon se
concretó á Ortega, cuya ventaja principal era el dere-
cho que le asistia por la ley á la presidencia. El pe-
ríodo de J uar ez habia terminado en Noviembre 30 de
1865, y como no podia tener lugar la eleecion popular
de un sucesor miéntras el enemigo ocupaba la mayor
parte del t erritorio, el puesto debia recaer, segun la
constitucion, en el presidente de la suprema corte de
justicia. El que obtenia est e puesto era Ortega,
quien bajo una nube de reveses y disgustos con la
administracion, habia ido á los Estados U nidos á tra-
bajar allí por su causa. Él naturalmente sostenia sus
derechos á la sucesion en el poder; pero no les con-
vino á las autoridades que lo ocupaban, entregar el
manejo de los asuntos públicos, y no vacilaron ni un
instante en hacer uso de su poder para invalidar sus
derechos. Fué detenido en el extranjero por deman-
das injustificables y retencion de fondos, y con ese
motivo se declaró que habia perdido su posicion y
derechos por hallarse ausente. Se nombró otro presi-
dente de la suprema corte de justicia. Al mismo
tiempo, por una interpretacion arbitraria de la consti-
tucion, el período de J uarez se declaró prolongado
hasta que pudieran v erificarse las elecciones, en parte
por la razon muy justificada de que un cambio de
gobierno, en las circunstancias tan críticas, seria impo-
lítico y peligroso. Los r eveses militares y falta de
tacto contribuyeron á minorar el prestigio y popula.-
416 REORGANIZACION DEL EJERCITO Y SUCESOS.

ridad del que habia sido el jefe prominente del ejército


de Oriente, y como los generales, gobernadores, y otros
jefes debian sus puestos en su mayor parte al actual
ejecutivo, era natural que pocos estuvieran anuentes
á cambio alguno. Es menester admitir tambien que
J uarez era el mas á propósito entre los candidatos de
algun valer, pues la escapada de Diaz de su larga
reclusion era toda vía problemática. Además, J uarez
podia, con mas visos de probabilidad, mantener al par,-
tido unido y conservar el gobierno organizado. El
buen , éxito que habia tenido hasta entónces daba á
conocer bien su influencia y habilidad política.
N o obstante, Ortega conservaba cierto ascendiente
sobre el pueblo por su justo reclamo y sus servicios
pasados, y contaba además con algunos activos parti-
darios, especialmente en los estados del N. E. Sus
t endencias, ele ménos pronunciado tipo radical, daban
esperanzas á conservadores é imperialistas: á la Fran-
cia ya le habian dado seguridades de que sus intereses
serían considerados favorablemente. Para desgracia
de este nuevo proyecto de desórden, los Estados U ni-
dos no estuvieron dispuestos á sostener ningun candi-
dato francés, y mirando por sus propios intereses,
prefirieron sostener á J uarez. Ortega fué preso en
Tejas en Noviembre, y de allí pasaron tropas á Tamau-
lipas con el obj eto de ayudar á su afortunado rival.
Hostigado por esta nueva intriga, y afectado por las
desdi chas de su esposa, el vacilaute Maximiliano em-
pezó {L prepararse para salir del país. Semejante paso
implicaba pérdida de poder y' de privilegios por parte
de los conservadores, quedando además expuestos á
las venganzas de los republicanos en sus personas é
intereses; por esto se valieron de cuantas argucias é
intrigas se les ocurrió para influir en el ánimo del
príncipe, y obtener por lo ménos alguna espera. Se le
prodigaron promesas de fondos que debia dar el acau-
dalado clero, y de ejércitos qu e se organizarían bajo
la iniluente direccion de Miramon y Marquez, quie-
REVESES DE LOS IMPERIALISTAS. 41 7

Jl.es oportunamente habian vuelto del extranjero á


sostener su partido.
Algunos consejeros de fuera los apoyaron; aun la
misma madre haciendo hincapié en la humillacion que
acarrearía el somet erse á los mandatos de N apoleon, y
en la necesidad de que un H apsburgo mantuviese con
su conduct a firm e y osada, un prestigio que podría
elevarl o al mismo trono de A ustria. A consecuencia
de todo eso resolvió Maximiliano quedarse hasta poder
conseguir ciert as bases para asegurar á su partido,
y hast a qu e se convocara un cong reso para decidir
sobre la clase de gobierno que queria el pueblo. N u
siendo ning uno de est os objet os asequible por medio
de negociaciones, quedó resuelto forzar la aceptacioll
de ciertos arreglos á punta de espada, despues de una
ó mas victorias, las que t ambien permitirían á M axi-
miliano retirarse con h onor.
U na de las fases in mediatas del cambio de política
de N apoleon fué la concentracion de fu erzas francesas
en ciertos puntos importantes al norte, especialmente
en San Luis P ot osí, como punt o de reunion para el
caso de una in vasiol1 de los E st ados U nidos, con el
abandono casi absoluto de las operaciones de campaña,
las cuales se dejaron á los austro-mejicanos. L a con-
secuencia de eso fué un rápido aumento de g uerrillas
que cubrieron los est ados en t odas direcciones, hosti-
lizando con energía las g uarniciones, los convoyes, y
columnas volant es, sost enidas como est aban por las
armas y fondos que afluian de los E stados U nidos.
Esto dió mayor impulso á la concentracion, y en
Enero de 1866 los franceses se retiraron de Chihua-
hua, t emerosos de t ener choques aislados con el vecino
del norte.
Los reveses sufridos por los aliados a ustro-mejicanos
dieron por resultado la rendicion, en Junio, de M ata-
moros, punto que por un poco de tiempo fué á manos
de los partidarios de Or t ega. Monterey y Saltillo,
por consiguiente, se abandonaron por inútiles. Tam-
pico y Tuxpam sucumbieron por Setiembre, y Sonora
VWA DE DIAZ.-27
418 REORGANIZATION DEL EJÉRCITO Y SUCESOS.

fué evacuado el mismo mes, despues de lo cual Baza.ine


emprendió el movimiento de retirada para embarcarse,
de Mazatlan y Durango en Noviembre, y de Jalisco,
Zacatecas, y San Luis Potosí el siguiente mes. Las
tropas imperialistas les siguieron muy de cerca las pi-
sadas, empujadas con las huestes siempre crecientes
de perseguidores, aventurándose solo á hacer una re-
sistencia decidida en Guanajuato al mando de Mejía.
El apoyo moral de un vecino poderoso, juntamente
con la contínua afluencia de armas, fondos, y volunta-
rios, creando una revolucion tal en los estados del
norte, no afectó sino en muy poco ó nada al sur

OAJACA.

por mucho tiempo, debido en parte á lo distante que


se hallaba, y tambien al respeto que se le tuvo á las
fuertes guarniciones austro-mejicanas, encargadas de
conservar á Oajaca y .otras secciones importantes des-
pues de que fueron subyugadas por los franceses, y de
refrenar los movimientos de las pequeñas partidas
repu blicanas en los distritos adyacentes. Así vino á
recaer sobre el· general Diaz la doble tarea de revivir
CIUDAD ])E MONTEREY. 419
420 REORGANIZACION DEL EJ:E';RCITO y SUCESOS.

el espíritu revolucionario, y de dirigirlo por buen ca-


mino. Por no serIe posible visitar todas las secciones
de su vasto territorio de oriente, acreditó agentes para
qU0 hiciesen conocer sus planes, y preparasen á los
jefes para cooperar con él á su debido tiempo.
Entretanto, resolvió dar un ejemplo que levantara
el ánimo, hostilizando al enemigo, con lo que mantuvo
la moral de sus tropas. Fortalecidas estas con gente
y disciplina, repentinamente salió de su retiro y cayó
sobre Ortega, arrojándolo de Pinotepa y J amiltepec, y
mas allá del Rio Verde con una pérdida de 500 fusi-
les. Sig uió la ventaja ganada, tomando á Putla el
14 de Abril, y obligando á los austriacos á abandonar
TIapa, y CO Il este punto la base de sus operaciones.
Miéntras se hallaba en Tlapa, el hermano del coro-
nel Travesí vino un dia comisionado por el j efe impe-
rialista Trujeque á hacer arreglos para pasarse á las
filas republi canas, á imitacion de Visoso. El comisio-
nado lleg6 á ofrecer por fin que quedaría en rehenes
si Diaz iba al campo de Trujeque y arreglaba el asunto.
Ansioso de ganarse un jefe de t anta nombradía con-
sintió el general. Pasó la línea del enemigo y des-
montó frente al cuartel general. En ese momento
hicieron un a descarga de una casa cercana, pero tan
mal dirigida que no le ocasionó llinguna herida grave.
En un instante saltó sobre la silla y se volvió á todo
escape, en medio de las balas que silbaban por todos
lados. Por fortuna, el celoso general Ramos habia
insistido en seguirle con una escolta, y su presencia
contuvo la desordenada persecucion. Trujeque mandó
una explicacion, diciendo que el incidente era' debido
á que Diaz llegó antes de lo que se le esperaba, y antes
de que los oficiales estuviesen avisados.
Por algunos meses continuó su mision, avanzando
al norte hasta Chiautla é Ixcaquixtla para animar á
los distritos adyacentes, y aun hasta el norte de Pue-
bla, Tlascala, y parte norte de Veracruz, de cuyos
caudillos habia recibido seguridades de adhesion.
La marcha no produjo, sin embargo, todos los resul-
HAZANAS DE DON PORFIRIO Y DON FÉLIX. 421

tados que se esperaban, porque habia llevado consigo


en esa excursion una fuerza pequeña solamente, y
aunque se apoderó de Teposcolula y sitió á Huajua-
pan, la aproximacion de fuerzas superiores lo obligaron
á retirarse.
Por ese tiempo se presentó un fuerte sosten en la
persona de su hermano Félix, á quien pronto se le
reunió un grupo respetable, y entónces resolvió, con-
tando con ese buen auxilio., emprender una nueva
maniobra.
Las fuerzas imperialistas se componian principal-
mente de gente extranjera y de compañías proceden-
tes de la mesa alta, ménos acostumbradas al clima
semi-tropical de Oajaca, y que fácilmente se fatigaban
con las marchas en los cerros escabrosos de las cerca-
nías. Diaz se propuso hacerlas salir con su columna
ligera, despues que su hermano las hiciese retroceder
amenazándoles el punto de partida, y aprovecharse
ámbos de su cansancio y desmoralizacion durante la
retirada para darles un golpe, ó á lo ménos fatigarlas.
Esta táctica dió buen resultado. Al general Oronoz,
que mandaba las fuerzas imperialistas del centro en
Oajaca, se le hizo marchar hasta Tlajiaco con mas de
] ,'000 hombres. Le llegó luego la noticia de que el
coronel Diaz habia atacado s u cuartel general, por lo
cual se volvió á toda carrera. N o estando enterados
de la co tilbinacion arreglada. entre los dos hermanos,
las tropas del general Diaz dieron muestras de gran
inquietud al verse frente á la fuerza mayor de la
columna que los pe~seguia, al grado que algunos sol~
dados se desertaron. Grande fué su asombro, de
consiguiente, cuando el j efe, a.l observar que Oronoz
levantaba el campo, los hizo avanzar atrevidamente.
Sus temores se cambiaron entónces ell confianza ani-
mosa al ver que el enemigo se retiraba sin hacer casi
ninguna resistencia. Gran parte del éxito conseguido
se atribuyó á la táctica ele Diaz, quien extendió su
retaguardia y la hizo levantar gran polvareda arras-
trando ramas por el camino, para engallar al enemigo
422 REORGANIZACION DEL EJl~RCITO y SUCESOS.

sobre su reducida fuerza. La persecucion duró hasta


N ochistlan, donde se volvieron para hacerle frente á
un piquete de 100 dragones húngaros al mando del
eonde de Gemos. Diaz cargó con su caballería y los
derrotó des pues de una hora de lu cha, matando al
co nde y á varios de sus soldados. Esto pasó el 23 le
S eti embre.
El gen eral repitió su maniobra, y Oronoz volvió
otra vez á marchar co n una column a mayor que antes,
de .1,200 de línea aum e ntada por r espetable número
de auxiliares, co mprendiendo la fam osa caballería al
mando de A cebal y Truj equ e, el 9° reg imiento de
infa ntería, los batall ones de J amiltepec y de cazadores,
con su pié de fuerza do soldados y oficiales francese:'>,
notándose entre ellos el cor on el T estanl y las afama-
das contra-g uerrillas conocidas con el nombre di)
"cola del diablo." L os r epublieanos ora n algo mas
do 700 hombres, lllal vestidos, peor armados, y con
poco parque.
Los ültilllOs atrajeron á s us per seguid ores hácia el
sur por el gran valle, y haciendo Oronoz alto en
Ejutla, los otros establ ecieron s u campo en Mia hua-
tlan, á ocho l eg ua~ de di stan cia. La suspension induj o
al coronel Gonzalez, j efe de la infa ntería, á permitir
que su tropa li mpiase el armamento, y á los caballos
los soltaron en el campo.
Repentinam ente, co mo al medi o dia del 3 de Octu-
bre, llegó la noticia de qu e el enemigo venia sobre
ellos y se hallaba ya á la vist a, pues la avanzada se
.habia descuidado, ó habia sid o sorprendida. Solo una
escolta de 30 h omhres y Ull a docena de ayudantes se
hallaban en condicion de prest a r ser vicio en aquelm o-
mento. Con estos avanzó Dia z en observacion, mién-
tras la caballería se ocupaba expresamente en juntar y
e nsillar los caballos para seguirle y atajar la porsecu-
cion, hasta que la infantería pudiera ponerse de nuevo
en marcha para Cuistla, porque el plan era atraer ¡í
Oronoz á la cordillera d e la costa.
A media milla de la poblacion el camino cruzaba
BATALLA DE MIAHUATLAN. 423

una altura, y aquí plantó Diaz su puñado de soldados


en imponente órden de batalla. Este movimiento
atrevido hizo supon er á las fu erzas que avanzaban que
toda una columna debia estar oculta por la cima, dis-
puesta para el ataque, y así hicier on alto para formar
en batalla con los cañones listos. El engaño se des-
vaneció prontam ente, sin embargo, pues un r econoci-
mi ento r eveló la aproximacioll de la caballería y la
partida hácia el oest e de la infantería. Oronoz se
preparó desde luego para asaltar la altura. Por est e
tiempo, en vista de la situacion, Diaz det erminó cam-
biar de plan. El camino t omado por la infantería
desaparecia detrás de una elevacion intermedia que
proporcionaba una admirable pantalla para ocultar los
movimientos de flanco y retaguardia, con buenas pro-
babilidades de poderse sost ener allí ve ntajosamente.

B AT ALLA DE MIAHUA'l'LAN.

Explicacion del plano:


Los rectán gu los claros con núme ros representan :1 lo s rcpn bli <:ftnos, y las líneas
fe~~rm~~~ ~~~~i6'¿~Sel~r~~~~\i~i:~. 5.6. Avance de los republicanos.
2. Segundo. pasieioo del general Diaz. A. Primera posi cion de l os imperi a1i :stas.
3. Pnme ra posicion d e los republicanos. B. Segnnda pasiei oo de los imperialista s.
4. Segunda posicion de los re'llublicanos. C. Posi cion final d e l os impe riali sta s.
D. Dlsllersion de los imperiali stas.
La. columna en el rincon izqulerdo de Q.rriba represen ta e l monumento con memo-
rati vo l evantado sobre l a loma contigua.
42-1 REORGANIZACION DEL EJ.BRCJTO y SUCESOS.

El general Ramos, que mandaba la caballería, recibió


órden de hacer frente al ataque y contenerlo todo lo
posible, batiéndose en retirada hácia la poblacion.
Cerca de allí, en un campo inmediato al camino, esta-
ban apostados 40 excelentes tiradores escondidos por
un cerco de maguey es.
Ramos hizo lo que se le mandó, retirándose sin
haber tenido casi ningun choque, por delante de los
dragones de Acebal y Trujeque, y cuando estos últi-
mos pasaban en persecucioll por frente al cerco, los
tiradores les hicieron fuego con tal precision que cada
bala dejó marcada una huella sangrienta. No sabien-
do el número de los que estarían emboscados para
aumentar la carnicería, los dragones sorprendidos vol-
vieron bridas en precipitada fuga. A los tiradores se
les ordenó en seguida cambiar de posicion .cerca del
ala izquierda del enem igo, co n instrucciones de no des-
cubrirse, y de hacer fuego á una sefíal. La caballería
ele nuevo continuó su retirada por entre la poblacion,
hasta que un espeso follaje le permitió ganar sin ser
vista In, cordillera ya citada, y cubierta por ella se
apresuró Ramos á t omarle la retaguardia á Oronoz.
U n hombre vestido de labrador estaba estacionado en
una altura para trasmitir las seilales del general en
j efe. Entretanto, la inüwtería dió media vuelta. y se
presentó en la cima de la pequefía altura en la derecha
del enemigo, que contestó presentándose sobre otra
elevacion en tres columnas paralelas, estando la de la
derecha compuesta de dragones.
Oronoz comenzó la batalla con un fuego nutrido en
que las llamaradas de In, fusilería se mezclaban con las
ardient es bocanadas de aire que desalojaban las piezas
de campaña. Luego hubo un ataque que Gonzalez
sostuvo firm emente, avanzando á la par que un cuerpo
de rifleros se corrió algo hácia la izquierda, y con una
certera descarga hizo vacilar á las columnas. Obser-
vando esto, mandó Diaz que avanzase otro cuerpo á
avivar el fuego; pero la gente de Oronoz se repuso de
la confusion momentánea cont estando con torrentes
de llamas, que abrían anr'ha brecha en las fil as contra-
ATAQUE Y CONTRA-ATAQUE. 425

rias y amenazaban abrumarlas. A la verdad, el escaso


parque de los últimos estaba ya acabándose, y cono-
ciendo que no podian sostenerse ya mucho tiempo,
Diaz dirigió ansiosas miradas hácia la cordillera, pues
aguardaba las señales de que la caballería estaba en
posiciono Al fin no pudo aguardar mas, pues su fila
del frente ya bamboleaba, y dejando un oficial para
trasmitir las señales, se lanzó por toda la línea para
disponer una carga, arengando á sus soldados con UilO
de sus breves discursos de costumbre, incisivos y que
iban al alma. Luego, poniéndose á la cabeza del
batallo n que estaba á. la izquierda, lo condujo, dando
un entusiasta grito de guerra, contra el centro del ene-
migo en derechura á la batería, á la vez que Gonzalez
avanzó con la columna derecha.
Lanzáronse por el descenso del terreno, y al través
del pequeño barranco entre los dos declives. U na
descarga arrasadora de los rifleros pasó por sobre sus
cabezas cayendo en el centro opuesto, sofocando hasta
cierto grado el fuego de retorno, y en el mismo in-
stante los emboscados tiradores certeros repitieron la
descarga cerrada sobre el ala izquierda con t errible
efecto. Las columnas de ataque se aproximaron á
toda carrera sin detenerlas el fu ego graneado de fusi-
lería, y cayendo sobre las fil as vacilantes, la izquierda
penetró hasta la batería_
Siguió una pausa. Oronoz tu vo tiempo de observar
el pequei'ío número de los que cargaban sobre él y el
efecto probable del choque. Estaba ya reuniendo su
frente desordenado y avanzando rápidamente para
recapturar sus cañones y repeler á los captores al
barranco. Otra descarga ruidosa procedente de la
emboscada ayudó á Gonzalez á rechazar el ala, izquier-
da, y á distraer el contra-ataque, pero solo por un
momento. El coronel Testard se lanzó al frente con
su pié de veteranos, y Gonzalez á su vez tuvo que
ceder, rechazado lentamente para abajo del declive.
Ahora Oronoz se arroja adelante sin impedimento y
con abrumadora fuerza. La marea parecia haber su-
frido un cambio. Diaz miró con desesperacion hácia
426 REORGANIZACION DEL EJÉRCITO Y SUCESOS.

la cordillera y solo vió un velo de humo flotando con


burlona indiferencia. "Campo!" gritó, y los captura-
dos obuses lanzaron sus proyectiles sobre la reserva ·
que avanzaba marcando sus huellas con las formas que
se postraban y los gemidos lastimeros. Fué esa su
última descarga, y ahora quedaba solo el recurso de la
bayoneta para detener el torrente humano, porque
Oronoz se venia encima á paso de carga.
En ese momento se oye un toque de corneta por la
retaguardia, un grito de alarma, cascos de caballos.
"Victoria !" g rita Diaz; "victoria!" claman sus solda-
dos; y una vez mas con un "j adelante!" lleno de ins-
piracion, dejan atrás la batería. La caballería que
formaba el ala der echa del enemigo, hasta allí co nte-
nida por el cuerpo de rifleros, habia sido puesta en
desórden por la primera carga esforzada de la caballe-
ría de Ramos que venia bajando, y contribuyó eficaz-
mente á derrotar á su propia infantería, sembrando la
confusion en ella.
Ya en este momento todo se volvió fuga, persecu-
cion y matanza. El ala izquierda, atacada en la reta-
g uardia por la columna del centro de Diaz, fu é apresada
por compai'íías enteras. Empero, todavía continuaba
la resistencia por un pequei'ío grupo que rodeaba al
coronel Testard, para sostener el pabellon y caer allí
formándole un pedestal sangriento al rededor de su
base. Solo la caballería se escapó cou poca pérdida
bajo Oronoz, dejando la artillería y los bagajes para
realzar el triunfo del vencedor.
Entre los muertos habia cuarenta fran ceses incluso
su coronel, y los prisioneros comprendian diez y ocho
oficial es franceses y veintidos mejicanos, de los cuales
los últimos, bajo el edicto estricto de J uarez, debian
expiar con sus vidas el error de haber sido traidores á
su patria; pero se hizo efectiva solo en los desertores
que se habian pasado á Bazaine durante el sitio de
Oajaca. E st e dia era el aniversario del decreto san-
griento de Maximiliano, y tal fu é la represalia con
que lo celebraron los patriotas del sur. ¡ Ofrenda ven·
gadora al espíritu de Artcaga!
CAPíTULO XIX.
TOMA DE PUEBLA.

1866-1867.
AUMÉNTASE EL EJÉRCITO REPUBLICA NO-VENTAJAS OBTENIDAS - BATALLA
DE LA CARBONERA-SITIO DE OAJACA-CRECE LA FAMA DE DIAZ-
ACRECENTA ~lIEN TO DE SU EJÉRCITO - DESERCION DE AUSTRIACOS y
BELGAS-ERARIO DE MAXIMILIANO-LAS TRES PLAZAS FUERTES DE LOS
IMPERIALISTAS - MAYOR GRANDEZA DE DIAZ - ASEDIO DE PUEBLA-
BRILLANTE TÁCTICA - MAXIMILIANO EN QGERÉTARO - RE:-IDICION DE
PUEBLA.

Dedicáronse algunos dias á la reorganizacion de las


fuerzas, en las que se incorporó la mayor parte de la
oficialidad y tropa hecha prisionera: se dispuso, ade-
más, valerse del excelente armamento imperialista, y
formar un cuerpo de artillería para el manejo de los
cañones tomados en la ultima acciono Á esto llegó la
noticia de que el coronel Diaz, aprovechándose de la
ausencia de Oronoz, se habia hecho de Ulla posicion
ventajosa, pero necesitaba auxilio para sostenerse en
ella; en vista de lo cual el gen~ral Diaz se dirigió
hácia Miahuatlan. La lucha habia comenzado ya al
aproximarse él, y con operaciones prudentes de sitio
la guarnicion pronto empezó á sentir la presion que se
le hacia á todos lados. Sin embargo, en medio de las
operaciones que prometian buenos resultados, se inter-
ceptó un pliego anunciando la aproximacion de un
refuerzo imperialista de 1,500 hombres, austriacos en
su mayor parte, é insistiendo en que Oronoz sostu-
viera á todo trance su importante posiciono Esto
puso á los sitiadores en un verdadero dilema. Aban-
donar el sitio equivaldría á desmoralizarse, y á hacer
( 427 )
428 TOMA DE PUEBLA.

abandono de las ventajas conseguidas con tanto sacri-


ficio. Mantenerlo era exponerse á ser atacados, en
una línea de difícil defensa, de frente y á retaguardia
por fuerzas superiores. N o hubo mas remedio que
adoptar lo primero, pero de tal manera que se sacara
la~mayor ventaja posible del parte interceptado. Diaz
mandó desde luego órden al general Figueroa que
operaba en el distrito de Teotitlan de unírsele á mar-
chas forzadas. Luego una tarde hizo preparativos
muy ostensibles para un asalto al cerro de la Soledad
que dominaba á la ciudad, pero tan luego como ano-
checió se retiró apresurándose á encontrar á Figueroa,
no fuese que el enemigo lo interceptase en el camino.
Figueroa obró con la mayor actividad; la union se
efectuó al siguiente dia, y aquella misma tarde vió

BATALLA DE LA CARBONERA.

Explicacion del plano:


1. I¡f:trll~~Oiíb:::!\a~~~~~a~:l ~~~gn~rtif~~~' reP5.e~~;:~vl:~¿~E~~~:le8gr~~;~i::
2. llatallon Sierra-Ju ..rez, al mando del Coro Diaz. 6. Geueral Diaz.
3. Batallon Soyaltepec mandado por ~'igueron. 7. Briga!l" del Coro Gonzalez.
4. Caballeria Soyaltepec mandada por Ramos. 8. Batena.
Los cuadros y rectan~ ulos claros d a 1ft izquierda, cerca. de la lomA. de la Carbonera,
denotan las columnas Imperiali stas.
BATALLA DE LA CARBONERA. 429

otra vez á las fu erzas unidas delante de la desconcer-


tada guarnicion, quien teniendo noticia del r efuerzo
que venia en su auxili o habia estado preparándose
alegremente, para salir á la campaña. Tuvo pues que
mantenerse r etirada detrás de las fortifi caciones por
renovar se aparentemente el sitio. Durante la noche,
si n embargo, Diaz una vez mas se apresuró á ir en
busca de los austriacos en el camino de Huajuapan.
Al llegar á la loma de la Carbonera hizo alto para
descansar, y co mo el enemigo apareciera, se movió para
ocupar una posicion co nveniente, colocando al coronel
Diaz en el centro y á Figueroa á la derecha, ámbos
con sus frentes armados de rifles y sosten idos por una
reserva, miéntl'as la izquierda estaba sost enida en
parte por un cuerpo emboscado. Los austriacos toma-
ron posesion de una altura distante un os pocos cente-
nares de varas, y abrier on el fuego con su artillería el
18 de Octubre de 1866 al mediodía. D espues de un
vivo canj e de balas de cañon y fusilería, ma ndaron
dos columnas de infantería contra el centro , las qu e
siend o rechazadas, se retiraron á ampararse bajo los
fuego s de la bat ería y reformarse para un segundo
ataque, auxiliadas por caballería. E sto les dió mejor
r esultado. S e lanzaron valerosam ente atravesando la
t empestuosa granizada de balas, y llegando á la línea
de rifleros la desordenaron en la base; pero la r eserva
vino prontamente á apoyarla y los asaltantes se reti-
raron algo confusos. Observando esto, Diaz echó
sobre ellos la caballería, y sobrevino un fi ero combate,
durante el cual las columnas que iban en retirada
tuvieron que replegarse hácia su campo. Sin embar-
go, pusieron en juego á su batería obligando á sus
perseguidores á desistir, pero solo para un r ebote con
infa ntería tras de ellos. Repitieron la maniobra aus-
triaca, y con la mayor bizarría subier on la cuesta
haciéndole frente á la destructora lluvia de balas, que
abrian anchas brechas en sus filas, h aciendo t emblar á
los caballos y echando por tierra á la gent e, que era
inmediatam ente reemplazada por tropa de refresco.
4:l0 rOMA DE PUEBLA.

Continuó la lucha siempre avanzando; seguian los sol-


dados el heróico ejemplo de sus jefes, y estaban ya á
punto de cerrar con el enemigo, cuando un torrente de
metralla los arrojó para atrás, enteramente desba-
ratados.
U n contra-ataque violento ha.bría tal vez aumen-
tado la confusioll; pero Diaz, siempre vigilante, habia
mandado ya á Don Felix y á Figueroa que siguieran
con las fuerzas restantes, y avanzaron á tiempo de
efectuar una r eunion y volver otra vez á la carga.
U na reserva austriaca habia venido á sostener la línea
amenazada y contuvo el asalto, pero al hacerlo debi-
litó su ala derecha. Diaz desde luego aprovechó la
oportunidad de dirigir contra ella su resen'a y logró
romper la línea, creando una confusion, y estando
debidamente enterados D on Jj--'élix y Figueroa, se
aprovecharon para dar en masa un lluevo asalto, y
corriéndose hácia la derecha ganaron la cima y ame-
\lazaron á la bat ería por retaguardia. Este fué un
movimiento decisivo. L os austriacos se replegaron,
pero de una manera desarreglada que dió marcadas
ventajas á sus perseguidores, quienes cortaron repe-
tidamente sus filas, apresando compañías enteras, hasta
que casi toda la infantería cayó en su poder, con 700
carabinas, varios caño nes y un valioso tren de mate-
rial de g uerra. La caballería escapó, y á las cinco
los vencedores hicieron alto para juntar los despojos,
recibir los elogios de su j efe, y presenciar el castigo
ejemplar de cuatro soldados que habian faltado á su
deber.
Cargados de trofeos volVieron á Oajaca á poner
otra vez el sitio, aunque bajo circu nstancias ménos
favorabl es, porque Oronoz se habia aprovechado de la
tregua para introducir víveres y demás; pero tenian
ahora mayor fuerza y artillería de sitio. La última se
abrió camino irresistiblemente dominando á las trinche-
ras, y el sitio se fué estrechando, hasta que la guarni-
cion, al concluir el mes, estaba circunscrita á los dos
conventos principales y aislados del cerro de la Sol e-
DIAZ EN OAJ ACA. 431

dad. La resistencia era en vano, porque las opera-


ciones en otros rumbos impedian que les llegase auxi-
lio. El 31 se co ncedió la capitulacion con solo la
garantía de las vidas y de cierta propiedad particular,
y al siguiente dia hizo Diaz su entrada á su ciudad
natal para ser coronado de laurel como su libertador.
Su éxito equivalió á una elocuent e alocucion sobre el
patriotismo, h aciendo ver que las huest es extranj eras
y las armas superiores nada podian contra un pueblo
resuelto á conservar su libertad
L a salvacion no era solamente política, purque en
medio ' de las .medidas adicionales t omadas para la
administracion y adelanto de O ajaca y de los distritos
adyacentes, hubo una que fué la de establecer la escuela
modelo para niñas, en la cual las madres de la raza,
libertándose gradualmente de las r estricciones super-
sticiosas, diesen impulso á la mas elevada civilizacion,
distinguida por la elevacion de la mujer. Era un
cuadro agradable cont emplar al rudo guerrero doble-
gándose á t omar parte en las reuniones infantiles, dand o
lecciones de simpatía y cordialidad, á la vez que pre-
sentando ejemplos benéficos al obj eto mas noble de la
presente lucha- la libertad de la inteligencia.
L os triunfos brillant es de M iahuatlan y la Carbo-
nera volvieron todo el lustre ant erior á la fama de
Porfirio Diaz, como el general mas prominente del
país. L as batallas en sí est aban eclipsadas por mu-
chas de sus antiguas victorias; pero eran m uy notables
por el establecimiento indisputable de la supremacía
republicana en toda la vasta region del sur, r esultado
de mas de un año de esfuerzos ina uditos y perseve-
rantes. Ellos habian sido radicados por una larga
serie de victor ias, desde la sorpr esa de pequeños des-
tacamentos, hasta el aband ono de las bases de opera-
ciones como en Tlapa, y muy dignos de atencion por
el casi invariable buen éxito, que at estig uó la pericia
estratégica y el arrojo, así como la prudencia del j efe.
H abian sido t ambien ll evados á cabo casi sin ayuda,
porque allí no habia tenido lugar la desocupacion
432 TOMA DE PUEBLA.

francesa para qUItar el yugo á los revolucionarios bien


dispuestos, ni habia habido auxilio alguno moral ni
tangible de vecino poderoso, equivalente á ejércitos
para inspirar al pueblo, y abrir campo á numerosos
jefes bajo la direccion inmediata del supremo gobierno.
Diaz fué solo, para levantar las masas, dirigirse á los
jefes, y proporcionarse los medios con que quitarle
armas al enemigo y fabricarse parque con recursos mi-
serables. U no por uno los cabecillas recelosos y semi-
independientes se inclinaron, reconociendo la actividad
maestra que se daba á conocer con hechos arrojados, y
con un aumento constante de fuerza y ,de recursos.
y ahora se veian llegar á Oajaca j efes en persona,
ó los apoderados de otro:::;, á ponerse á sus órdenes
y pedirle instrucciones que les permitiera seguir el
ejemplo dado, y cooperar á mayores fines en su tiempo.
El personalmente hizo un viaje rápido al sur para
destruir con las batallas de Chistova, Tequisistlan, y
Tlacolulito los últimos baluartes imperialistas en el
estado. Con todo, despues de esta hazaña tuvo tam-
bien que licenciar la mayor parte de su fuerza, cuyos
individuos para tan loable fin habian permanecido á
su lado mas del tiempo convenido.
La peor circunstancia de los frecuentes desbanda-
mientos era naturalmente la continua necesidad de
organizar con gente bizoña la columna con que se
proponia barrer los estados centrales. Le chasqueó
tambien el mal éxito del agente que envió á los Esta-
dos Unidos á conseguir armas. Las suministradas
habian sido absorvidas por las provincias mas cercanas
del norte, y una relllesa llegada á Minatitlan era para
el gobernador García de V eracruz, protegido de J uarez,
quien habia prometido pagar por ellas. Aconteció,
sin embargo, que García se habia hecho antipático en
los distritos del sur, en parte porque no ministraba
fondos para el pago de las tropas; y al saberse que man-
daba una gran suma al buque recien llegado, para el
pago de las armas, los soldados sospechando que se
hacia una extraccion fraudulenta de sus haberes, se pro-
SE VAN LOS FRANCESES. 433

nunclaron y pusieron presos á García y á su agent.e,


quienes para salvarse declararon que las armas eran
para el general Diaz. Á la simple mencion de esto
la tropa cedió desde luego, pero en su febril adhesion
insistió en llevar personalment e el armamento á
Oajaca; y así fué corno el general recibió inesperada-
mente de regalo aquello por qu e habia estado en vano
negociando. García tuvo que acompañar el convoy,
y Diaz, deseando con tentarlo, t anto porque era un
antiguo amigo, cuanto por respeto á J uarez, le ofreció
el mando de Oajaca. N o mucho despues lo trasladó
á V eracruz para que pudiera reponerse en su reputa-
cion antes de hacer su r enuncia.

El cambio de política de Maximiliano en abierta


oposicion á N apoleon hizo á este desentenderse de la
convencion de Miramar, y rel evar de su fé jurada á
aquel príncipe á los oficiales y soldados extranjeros que
hacia poco se habian contratado para formar el ejér-
cito nacional. Á los austriacos y belgas se les ofreció
pasaje libre á sus hogares como medio para t entarlos
á que se desertasen , y muchos de ellos lo acept aron.
Bazaine a umentó la malquerencia apresurando su
partida, vend iendo á precios ínfim os los caballos y
otros efectos, y destruyendo el material de guerra, en
vez de traspasarlo al gobierno imperial. Salió de
Méjico el 5 de F ebrero de 1867, y el 12 de Marzo lafl
últimas columnas de 29,000 hombres se hab ian embar-
cado en Veracruz. El ministro Dano permaneció
arreglando, entre otras cosas, la entrega á Maximiliano
de la aduana en el golfo por la as ignacion mensual dc
$5 0,000 de SUfl productos ; ridícula y momentánea
pitanza para ir cubriendo los millones galos que se
habian disipado, de los que habia solamente por gastos
de guerra irrecobrables 300,000,000 de francos, ade-
más de otras cantidades mucho mayores, sacrificadas
en préstamos ilusorios y reclamos á Méjico, fuera de
la, interrupcion en las relaciones comerciales.
Maximiliano habia vuelto á la capital, en Diciembre
VID} nE Duz.-'28 •
434 TOMA DE PUEBLA.

de 186&, á reunir los fondos y formar los ejércitos con


que su partido, con ilimitada generosidad, ofrecia no
13010 ganar las victorias decisivas que procuraran las
condiciones favorables, sino dieran tambien firmeza al
imperio mismo. En honor de la verdad hay que decir
que las tres emes mayúsculas, Miramon, l\farquez, y
Mejía se condujeron con mucha actividad levantando
millares de hombres, y Miramon hizo una brillante
expedicion hasta bien adentro de Zacateca s que pro-
dujo el mejor efecto en los ánimos. ~ o obstante, en
los primeros di as de Febrero de 1867 fué interceptado
y batido por el vasto ejército superior del norte, ayu-
dado por la desereion, y en consecuencia fué necesa-
rio abandonar á Guanajuato y Morelia.
Persuadieron al emperador que tomase en persona
el mando principal del ejército para evitar la desercion,.
y que avanzase hácia el norte á contener la concentra
cion de los ej ércitos republicanos, interin el gabine~e
bajo Lares, el jefe conservador, cuidaba del valle de
Méjico y de la mesa de Puebla. U no de los objetos
era librarse de su fiscalizacion y de sus urgentes eXIgen-
cias de que le cumpliesen lo prometido. El príncipe
salió para Querétaro el 13 de Febrero con $50,000-
ridícula suma en verdad con que sostener el ejército
impaciente reunido en aquella ciudad frailera, que
montaba á cosa de 9,000 hombres, de quienes una gran
parte era víctima de la leva. Los jefes en Méjico
tuvieron cuidado de proveerse de fondos suficientes;
mas aun, de retener algunas de las tropas mas escogi-
das para agregarles los ejércitos reunidos para su pro-
pia defensa; llegando la fuerza que habia solo en la
capital á 5,000 hombres al mando del general Tavera;
á la vez que Puebla y Veracruz tenian casi otro tanto,
con grandes depósitos de armamento y municiones, y
campos ricos para levas y contribuciones con que sos-
tenerse. Las tres ciudades centrales, que eran el foco
y fuerte sosten del partido conservador aristocrático,
formaban naturalmente el punto objetivo de los repu-
blicanos que venian avanzando. Pero el movimiento
UN EMPlJ:RADOR APURADO.

tan resuelto de Maximiliano echó por tierra las espe-


ranzas que se habian concebido, é hizo que se adoptara
la concentracion contra él de los cuerpos de ejército
del norte y occidente, y en breve tambien del ejército
del centro, que bajo Régules y Palacios habia mante-
nido una lucha precaria en JHichoacan hasta tarde en
1866 en que algunas de sus secciones llegaron hasta
Toluca. Por consiguiente, solo al general Diaz le
quedaron la reconquista y pacificacion de esta serie de
llaves estratégicas, á tiempo que su ejército de oriente
solo existia en embrion y t enia que ser de calidad
heterogénea.
Dos marcadísimos ejemplos se presentan de la alta
estimacion en que se t enian su influencia y pericia,
aun en el actual estado de sus proyectos, tanto por
los imperialistas como por los juaristas. La partida
de Bazaine y la derrota de Miramon hicieron á Maxi-
miliano vacilar una vez mas, y sondear á los repu-
blicanos respecto á su porven ir. Naturalmente se
dirigió á Diaz, como el mas prominente y moderado
de los jefes, ofreciéndole desconocer á Lares, Marquez,
y otras columnas del imperio, y entregarle todas sus
fuerzas si accedia á conceder algunas condiciones favo-
rables á sus partidarios, y á permitir la retirada sin
interrupcion de las tropas extranjeras, computadas en
unos 5,000 hombres, con su príncipe á la cabeza. El
general no se sintió halagado por esta proposicion, en
la que se le hacia capaz de usurpar las prerogativas de
su gobierno instalándose corno árbitro en los asuntos
mas vitales de la nacion; y dió curso á sus sentimientos
en una carta por la prensa el 14 de Febrero de 1867,
declarando que como comandante en j efe del ejército
confiado á él por las autoridades supremas, no podia
sostener otra clase de relaciones con el archiduque
que las permitidas por las leyes militares con el jefe
de una fuerza enemiga; y que resistiría cualquiera
tentativa de evasion por el cuerpo de extranjeros.
Esto lo dijo cuando no podia de manera algana haber
reunido una columna suficiente para el fin indicado.
436 TOMA DE PUEBLA.

La otra prueba de consideracion vino de Juarez.


Aquél habia reservado para sí la esperada subyuga-
cion y mando del importantísimo valle del lago, junto
con el distrito federal y las secciones setentrionales del
estado de Méjico, aunque permitiendo á la línea de
oriente abrazar la parte meridional de Méjico, Tlas-
cala, Puebla, y V eracruz que se extendían en derredor
y mas allá. Pero atemorizado por los obstáculos que
se le presentaron á su paso en Querétaro, cedió todo
el estado y valle á Diaz, llO sin ciertos recelos, porque
la fama de este general estaba despertando una envidia
bastante esparcida, de la cual el mismo J uarez di6
pruebas, aunque algo tranquilizado por la franqueza y
buena voluntad con que Diaz se avenia á ponerse á
las órdenes de cualquier jefe con que el gobierno qui-
siera reemplazarlo.
La creciente línea de operaciones que se extendia
desde Chiapas, mas abajo del paralelo décimo sexto de
latitud, hasta el norte de Puebla, y de Veracruz en el
vigésimo segundo, hizo necesario separar la hacienda
civil de la militar; á cuyo efecto creó Diaz una comi-
sion de guerra para establecer el órden y acabar con
la confusion resultante de las complicaciones políticas,
de las repetidas renovaciones de tropas, y de la mag-
nitud siempre en aumento de las expediciones. Era
necesario tambien alentar á las tropas dándoles un
necesario tambien alentar á las tropas dándoles un
aumento de prest, por requerirlo así los actuales pre-
cios subidos en los estados centrales.
Para distribuir mas equitativamente las cargas de
la campaña, los jefes, ya unidos despues de la subyu-
gacion de la region de Oajaca, fueron despachados á
varios puntos á reorganizar y completar sus cuerpos;
el general Figueroa á la línea desde Tuxtepec por
Teotitlan á Zongolica, donde debia formar. una bri-
gada; el coronel Espinosa al distrito de Acatlan para
levantar un cuerpo de infantería y caballería; el coro-
nel Visoso á Chiautla é Izúcar; yel general Leiva á
la parte sur de Méjico, llamada mas tarde MoreIos,
.desde donde obligó á Peña á retirarse de Guerrero á
ORGANIZACION DEL EJÉRCITO. 437

la capital. Iguales instrucciones fueron trasmitidas á


los jefes mas lejanos; al g eneral Cuéllar, la de formar
la línea militar de Chalco-Tezcuco ; los generales Men-
dez y Bocarde que habian ganado algunas ventajas en
el norte de Puebla y Tlascala, fu er on alentados á conti-
nuar sus esfuerzos, y lo mismo se hizo con Alatorre ell
el norte de Veracruz, quien se habia apoderado de J a-
lapa en N oviembre. La parte sur de este estado ya
se les habia arrebatado á los imperialistas bajo las
direcciones anteriores de Diaz, ocasiona ndo el aban-
dono del único punto fuerte que t enian los franceses
en Tabasco. Gonzalez, que era ya general, quedó en
Oajaca ocupad o en completar los enganches para tres
batallones de cazadores. L a empr esa de los franceses
de realizar dinero por sus caballos y otros efectos de
difícil trasporte, fué casi del todo frustrada por una
proclama de Diaz, prohibiendo la compra de material
ó bagaj e alg uno de g uerra.
Durante la organ iza ciol1 de tropas, el general avanzó
hasta dentro del estado de Puebla con Ul1 pequeño
cuerpo de °lanceros, unos cua ntos ayudantes, y una
seccion del departamento médico, dej ando á Oajaca al
cuidado de J. M . Maldonado como gobernador, y de su
hermano Félix como j efe militar. Avanzó lentament e
hácia el norte, inspeccionando y dand o direcciones, é
incorpora ndo sucesivamente brigada tras de brigada,
que se ponían bajo sus órdenes con admirable regula-
ridad. El que pocos llleses ántes habia vagado por
allí fugitivo, j efe de una partidita, se encontró á fin es
de Febrero en Huamantla j efe de un ejército bastante
imponente, si no del todo completo y eq uipado.
Aquí se organizó el cuerpo en tres division es: dos
de infa ntería y una de caballería, bajo Alatorre, Men,
dez, y Toro respectivamente. Alatorre recibió las tres
brigadas de Gonzalez, Can'ion, y Figueroa ; la de
Carrion comprendia las tropas de Veracruz y el bata-
llon de Espinosa. La segunda division se componia
de dos brigadas de milicias del norte de Puebla bajo
Lúcas y Cravioto. La caballería de Toro formaba
438 TOMA DE PUEBLA.

dos brigaoas mandadas por Miel' y T eran, y Bocardo.


El general Benavides que habia reemplazado tempo-
ralmente á García en el gobierno de V eraeruz, fué
llombrado cuartel- maestre. E st e cuerpo de ejército
fué. desgraciadamente privado de su importancia por
una órden del gobiern o, qu e no content o con armar
contra Maximiliano en Querétaro los llumerosos ejér-
citos del norte, oeste, y centro, exig ia ahora ser refor-
l':ado por M elldez, de manera que solo quedaba un
resto bajo Bonilla para reem plazar su division. Pare-
cia que habia el propósito de entorpecer á piaz en sus
operaciones, y de apresurar las que se h acian bajo la
inmediata vista de J uarez, para li mitar sus triunfos.
A unque conocedor sin duda alg una de las causas,
obedecia sill titubear t odas las órdenes que se le
daban.
B uscando la manera de obt ener fondos del departa-
mento de la comisaría, se opuso á la práctica tan
com un de imponer contribuciones forzosas ó gravar
fuertem ente á. los distritos, y trató de ig ualar las
cargas pidiendo prestado á los ricos y pagándoles á
medida que entraban las rentas; pero tuvo primero que
oesvanecer la mala impresion causada por la falta de
fe de parte de los anter iores j efes y gobernadores.
Los capitalist as de q ui enes se solicitaron $30,000, con-
testaron, por ejelllplo, ofreciendo corno obsequio la
mitad de esa suma si 110 se les exig ia el resto. El
general aceptó con una so nrisa. Pocos dias despues
se apresuró tí reintegrarles su dinero, y así empezó á
restablecer la confianza.
Ya estaba j isto para lfIarchar sobre Puebla ó sobre
Méjico, estando ya ámbas plazas bajo la vigilancia de
i:i U S columnas. Como paso preliminar expidió en Marzo
10 un llamallli ento al pueblo, notable por el espíritu
patriótico y elevado entusiasmo que revelaba, al mis-
mo tiempo que por su tono de moderacion, ageno
de t odo sentimiento de partido ó grito de guerra:
manifestando la esperanza generosa de que se tratara
con consideracion á los mejicanos descarriados. Alu-
MANIFIESTO DE DIAZ. 439

<lía con amenidad á los valientes jefes que se le


habian unido para librar á la patria de un yugo mo-
nárquico, tan desagradable á los compatriotas de
Morelos y Zaragoza. Lo que tantos miles de los
primeros soldados europeos no pudieron hacer, á pesar
de estar sostenidos por r ecursos ilimitados y por meji-
canos llevados de falsas ideas, d ebia estar fuera de las
posibilidades de una faccion pequeña de eclesiásticos y
conservadores, cuyas miras se lograrían únicamente
con la desgracia del pueblo. La obstinacion imperdo-
nable de Marquez, Miramon, y L ares habia de causar
todavía mas desoladoras escenas de fuego y sangre,
con el consiguiente r esultado de familias arruinadas, y
huérfanos llorosos; pero al ejército de oriente le corres-
pondia seguir su marcha irresistible por la senda del
deber y del honor, hasta que sus soldados pudiesen
estrechar las manos de los del norte, del oest e y del
centro en la consumacion del triunfo republicano. La
república es bastante grande para ser magnánima
hácia sus hijos descarriados; mas estos no deben pro-
vocar su cólera ni agotarle la paciencia. Los soldados
de oriente solo buscaban el restablecimiento de la
constitucion de 1857, con sus garantías, y el r econo-
cimiento del supremo gobierno emanado de ella.

El general Diaz no pudo bien desatenderse de


Puebla, defendida como estaba por una guarnicion de
2,500 soldados, además de un gran número de ciuda-
,d anos voluntarios, que formaban en cierto sentido el
depósito militar del imperio con su imponente acopio
de armas y municiones.
Consiguientemente marchó sobre ella y plantó su
cuartel general el dia 9 de .Marzo sobre el cerro de
San Juan, algo mas de una milla al oeste de la ciudad
de los templos, lugar predilecto de los clérico-conser-
vadores.
Siendo su fuerza escasamente igual á la de 108
defensores, y teniendo solo media docena de cañones
cogidos del enemigo, para hacerle frente á los ocho
440 TOMA DE PUEBLA.

formidables fuertes provistos con mas de 100 bocas de


fuego, parecia bastante presuntuoso ponerle sitio á
una plaza que habia rechazado triunfante al mas im-
ponente ejército de Lorencez, y desafiado por meses
enteros las huest es y baterías de Forey. Puebla bien
podia sentirse segura y hacer burla de semejante ten-
tativa, aun cuando su gobernador fuese el presumido y
apático general N oriega. Las tácticas anticuadas, que
aprendió él en la escuela del marqués de Vivanco, esta-
ban, no obstante, considerablemente modificadas por
las mas modernas ideas del general Quijano, su segundo,
que era hombre de reconocida reputacioIl desde la
guerra de 1846 á 1847.

PLAN DE P UEBLA.

Diaz llamó á su lado al general Álvarez, gobernador


de Guerrero, quien, co n la ayuda de un clima cálido y de
terrenos escabrosos, habia conseguido mantener cierto
POCO A POCO SE ADELANTA EL SITIO. 441

dominio en aquel estado. Con su division se esperaba ·


acrecentar la fuerza sitiadora con 1,500 hombres y
unos cuantos cañones; pero otra vez vinieron órdenes
del gobierno para despachar mas gente al sitio de
Querétaro, y Diaz tuvo que valerse enterament e de
la estratagema y perseverancia para suplir la escasez
de fuerzas. Bazaine, que estaba á punto de embar-
carse, pagó un tributo á este homme extraordinaú'e,
que fugitivo de una prision y errante habia formado
de la nada un ejército, y disciplinádolo en medio de
una brillante campaña. "Pero se estrellará si comete
el error de ponerle sitio á Puebla. Y o me encargaría
de su defensa con la tercera parte de la guarnicion
que tiene ahora."
Se habia contado con que N oriega tratara de estor-
bar las operaciones haciendo salidas, que no habrían
dejado de causar molestias y tal vez desastres; pero
por extraño que parezca, los sitiadores llO hallaron
tropiezos en la lucha por las líneas del oeste y del sur.
Muchos pierden su sangre en vano delante de la for-
taleza avanzada del Cármen, bizarramente defendida
por Carrillo; pero encuentran la compensacion por
otra parte. Lentamente, pero con seguridad, siguen
adelantando con atrevidos asaltos, haciéndose un dia
del inexpugnable fuerte de San Javier que mandaba
el general Carrion; en otro dia cae La Merced; y
mas luego Gonzalez sella con su sangre la toma de
San Márcos. Minando y horadando ganan una man-
zana tras otra, abriendo siempre nuevos caminos para
los cañones que avanzan, y hacen que las murallas, ora
las de Belen de cimas cruzadas, ora las del almenado
San Agustin, se hundan en ruinas espantosas, mién-
tras las torrecillas ruedan sobre lo!:! vacilantes altares,
el humo sulfuroso se eleva en vez del incienso, y las
campanas ruedan con sus lúgubres tañidos dando
dobles como augurio de la suerte del imperio. i Y qué
entierro mas adecuado para el imperio que ese en
medio de los escombros de los templos que habian
formado su base primordial?
-442 TOMA DE PUEBLA.

Diaz se multiplicaba, para estar en todos los pun-


tos á cada instante, privándose del reposo en medio de
aquella acumulacion de deberes. Inspeccionaba las
líneas y diri gia la construccion de barricadas y trin-
cheras. Alentaba á sus soldados viendo la manera de
aliviarlos y comparti endo sus fatigas, ya con su valor
y constante descuido de sí mismo, ya por algun hecho
de intrepidez; su vida parecia estar encantada. U na
vez, miéntras se disponia para un asalto en un t erreno
que t an bien le traia á la memoria los dias en que él
mismo lo defendió, se vino á ti erra una pared sepul-
tándolo debajo, y causando la mayor C'onsternacion de
sus soldados, quienes se arrojar on frenéticamente atra-
vesando la lluvia de balas á ex traer su cuerpo, siendo
grande su alegría al encontrarlo casi ileso.
D no de sus golpes brillantes, no compr endido por
los ingenieros de Forey, fué la ocupacion una noche
de la alta calera de Mujica, la cual, despues de llenada
de tierra y de piedras, sorprendió á la ciudad, al
siguiente dia, abriendo sobre ella con una batería for-
midable, que no solo ocasionaba gran daño, sino que
protejia con mucha efi cacia las operaciones del sitio
que estaban á su alcance. Se aprovechó de los caño-
nes abandonados en P erote y Borrego para acrecer su
artillería; y así con la fertilidad de recursos, con inge-
niosas aplicaciones y valiente p erseverancia, se logró
adelantar en las operaciones de sitio en dos semanas,
mas que los franceses en dos meses á pesar de la
vasta superioridad de sus recursos.
Mucho tiempo consagró el general tambien á los
ramos administrativos. Compuso el t elégrafo entre
Veracruz y el valle de la laguna, y mantuvo comuni-
caciones con todos los distritos desde Toluca y Chia-
pas hast a el golfo. En el esfu erzo para conseguir
fondos impuso la contribucion de uno por ciento
sobre toda clase de propiedad, est ableció una aduana
en Apizaco, y mandó un inspector á r eorganizar las de
los puertos del golfo, dejando abierto el de Alvarado
a l comercio de altura, durante la ocupacion de Vera-
TAREAS ADMINISTRATIVAS DE DIAZ . 443

cruz por los imperialistas. Consiguió bajo su respon-


sabilidad personal un préstamo del agente de la teso-
rería en Orizaba, para cubrir algunas necesidades
urgentes. De esta manera, en las últimas agonías de
la guerra, cuando era de esperarse qu e todo llegaría á
un estado de mayor desórden, él arregló, en todas las
provincias del sur y del cen tro, los negoc ios políti-
cos y económicos de tal manera que causó la admira-
cion general, y contribuyó á la marcba futura del
progreso por su inmediato efecto, é indirectamente
por su ejemplo.
Como un rasgo notable de aquella administracion
pasajera, puede señalarse la distribucion equitativa de
las contribuciones é impuestos, que t endia principal-
mente á aligerar el peso que hasta entónces se habia
hecho recaer por descuido sobre los indefensos pobres,
y sobre las víctimas que estaban mas expuestas por
hallarse mas á mano, respetando, no obstante, escru-
pulosamente los derechos de las clases acomodadas.
"Si yo fuese únicamente el j efe de un ej ército, bajo
la direccion del gobierno," decia, "tendría ménos res-
ponsabilidad y mayor libertad de accion; mas soy,
por ahora, legislador y ejecutivo, á la vez que general;
y me creo obligado, tanto por honor como por deber,
á medir cuidadosamente cada paso, y á atender perso-
nalmente á 9ada ramo para que todo se baga con
justificacion. "
Su campamento se convirtió en tribunal á donde
de todas partes acudia la gente con peticion es ó que-
jas, á las que él atendia con patriarcal solicitud, en
medio de sus varias ocupaciones, no siendo raro vér-
sele volver de una junta de guerra donde se tratara de
un nuevo medio de destruccion, á r eparar el mal hecho
á algun desdichado ; ó dirigir corteses saludos en
medio del estruendo de las baterías, bajo las nubes
de humo de la pólvOJ;a, y aun en presencia de los des-
pojos de la muerte. Aldeanos medio desnudos, hacen-
dados ricamente vestidos, y mujeres con el rostro casi
cubierto y miradas llenas de curiosidad, se agolpaban
TOMA DE PUEBLA.

en su camino para admirar al esforzado caudillo y al


sabio administrador; para preconizar con entusiastas
vivas sus hechos gloriosos y sus benéficas medidas;
para espiar inútilmente en su semblante halagüeño,.
pero impenetrable, un presagio del dia siguiente; y
para engrosar, en fin, el abigarrado cort ejo que lo
seguia hasta el cuartel general, donde los libros, los
mapas, y la meditacion le llamaban al campo del
reposo.
Los demás buscaban la señal para reposar en el
lúgubre clamoreo del toqu e de ánimas que partia de
los campanarios de la ciudad, los cuales se dibujaban
en el horizonte, semejantes á gigantescas estatuas de
Menmon, á la espiran t e luz crepuscular que rápida-
mente se desvanecia mas allá del Popocatepetl; en
tanto que la mustia naturaleza se envolvia en el espeso
velo de la noche, el fragor de la batalla se extinguia
entre el susurro de la brisa, y el ronco alarido de los
combatientes se hundia en el solemne "Ave María"
que recitaban la tropa y los paisanos, sobre quienes la
brillante luna arrojaba sus bendiciones; miéntras las
estrellas se agrupaban para velar en compañía de los
centinelas que se paseaban, y cuyos pasos mesurados
y el "alerta" que dejaban oir de cuando en cuanao,
dejaban conocer que se habia dado tregua á la lucha.
Cuando con mas seguridad se avanzaba hácia un
feliz desenlace, las operaciones del sitio fueron amena-
zadas por un movimiento del enemigo, que bien pudie-
ra disipar las ventajas hasta ent6nces obtenidas, y
acaso cambiar el aspecto de toda la campaña.
Maximiliano se habia atrincherado en Querétaro, y
esperaba pasivamente el ataque de las fuerzas republi-
canas que gradualmente engrosaban bajo las órdenes
de Escobedo, general en j efe del ejército del norte, y
no hacia ninguna tentativa para interrumpir sus pre-
parativos, ó para batir en detalle á las dispersas sec-
ciones, aunque ámplia oportunidad tuvo para ello.
Despues de algunos dias de sitio, cuando los republi-
canos que lo sostenian no pasaban de 25,000, se pensó
MARQUEZ EN LA CAPITAL. 445

-e n una retirada con 9,000 hombres hácia la capital, á


fin de formar un solo cuerpo con las fuerzas que allí
habia, debiéndose obtener así un total de 20,000 hom-
bres, con los cuales se intentaba librar una batalla.
Este proyecto fué desechado, y en vez de ello se die-
ron á Marquez 1,200 caballos para que se abriera
camino á la capital, é hiciese efectivos los contingentes
de hombres, numerario, y material de guerra que sin
cesar prometian los conservadores, pero que nunca
enviaban. Con este fin fué investido de poderes
omnímodos, como lugartenient e del emperador, para
r eformar el gabinete, del que se desconfiaba, con
Vidaurri, el de Nuevo L eon, como ministro de hacienda
y probablemente j efe del ministerio, y con instruccio-
nes pa ra establecer una r egencia en caso que el mo-
narca fall ecier e.
Cuales hayan sido en realidad las órdenes que Mar-
quez llevó, no se sabe á punto fij o; sin embargo, ellas
indudablemente le imponian que traj ese ó enviara
r efuerzos á Querét aro á toda prisa, para sost ener la
defensa de la plaza y contribuir á la victoria que se
esperaba alcanzar. Cuales hayan sido sus intenciones
tambien es dudoso; mas el llamamiento de N oriega
para que lo au xiliase, demostró la necesidad de conser-
var para el imperio t an import a nte posicion, aunque
no fuese mas que con el obj eto de det ener la marcha
del ejército de oriente sobre Méjico, ó acaso para con-
tribuir á precipitar la caida de Querétaro. Bajo sus
despóticas órdenes, la rica M éjico fué violentada á
ministrar tanto fondos como h ombres, y N oriega reci-
bió el 27 oe Marzo la placent era noticia de que pronto
le llegaría un refuerzo de 8,000 hombres, entre los
cuales habría franceses, austriacos, y otras tropas esco-
gidas.
E sta noticia causó una consternacion general enh'e
los sitiadores, pues la superioridad num érica, no ménos
que la fama de Marquez como caudillo, era un poderoso
motivo para det erminar la retirada cuanto ántes.
Diaz conoció el peligro, así como la futilidad de inten·
446 TOMA DE PUEBLA.

tar esta vez una repeticion del episodio de Oajaca.


El considerable tren que llevaba consigo era un es-
torbo á sus movimientos, y el ataque probable que
sufriría, t an t o por el frente como por la retaguardia,
podia ser desastroso. Eran, sin embargo, mas t emibles
para él las consecuencias de una r etirada, que no
podian ser otras que la desmoralizacion de su ej ército,
la. pérdida de las ventajas obt e nidas y la de su propia
reputacion. C ualquiera podría imaginarse la lucha en
su interior; pero no la naturaleza de ella. Tan pronto
formaba un plan como lo desechaba, hasta que al fin
t omó un a resolucion. Á la hora de comer se presentó
sereno como de costumbre, miéntras todo lo que le
rodeaba parecía osc urecido por la nube que amenazaba
eclipsar la estrella de oriente. Aun mas jovial t or-
nóse t odavía al observar las furtivas miradas que le
dirig ian, y exclamó: "Tengo el presentimiento de
qu e celebraremos el aniversario del glorioso 5 de
Mayo dentro, ó por lo ménos, cerca de M éjico." El
t ono de segurid ad y la alegre expresion de su sem-
blante al pronunciar esas palabras, produj eron desde
luego un efecto favorable entre los circunstantes que
pronto se trasmitió á t odo el campamento.
Suspendiéronse las hostilidades, y empleóse la tarde
en preparativos que indicaban claramente una retirada.
L os caüones se quitaron de las baterías: los carros se
colocaron detras del cerro de San Jua n; y vióse un
lIúmero considerable de h om bres ocupados en llenar
sacos do paja y de mimbres. "Para qu é ?" pregunta-
ban los curiosos. " P ara hacer luminarias y ocultar
con ellas nuestra fuga," respondíase en el acto. No
fueron necesarios, sin embargo, los informes de los
espías para convencer :i los poblanos de lo que ellos
mismos veian. Con est o y las nu evas del general
Marquez llenóse de una loca alegría la ciudad entera.
"Cuanto apostarnos á que mañana han desaparecido
ya 1" era la voz que repetian con desprecio las avanza-
das y los que no estaban de reten.
Esa misma noche, la. de] 10 de Abril, Diaz citó .á
NUEVO ATREVIMIENTO DEL GENERAL DIAZ. 447

junta de guerra á los jefes principales. " Tienen razon


esos jactanciosos," dijo, "no estaremos aquí mañana,
sino dentro de la ciudad." L os que le escuchaban no
comprendieron de pronto lo que quiso decir; mas lo
que parecia ser un absurdo cambió de aspecto bajo el
prisma de la explicacion. Se propuso un falso ataque
sobre el convento del Cármen, punto el mas avanzado
al sur de la ciudad, con objeto de llamar la atencion
del enem igo y atraer allí la reserva de la guarnicion;
en seguida el asalto por toda la línea del oeste y del
sureste, á trece puntos diferentes, escogidos de tal
manera que asegurasen una pronta sorpresa á la reta·
guardia de las posiciones mas fuertes, tan luego como
algunas de las mas débiles fuesen ocupadas. Los
sacos llenos de pajas y varas debian servir de ütginas
para cegar los fosos y poder cruzarlos. Entre las dos
torres del cerro de San Juan colgáronse sobre alam-
bres tiras de algodon, empapadas en materias resinosas,
y que debian encenderse para dar la señal del ataque.
Debido al corto número de las fuerzas, las columnas
aMltantes tendrían que componerse de ménos de 100
hombres, por término medio; sin embargo, no se nece-
sitaba mas que arrojo para tomar algunos de los pun-
tos, teniendo que sucumbir sucesivamente todos los
demás. El plan fué aplaudido unánimemente, susci-
tándose una amistosa rivalidad por el honor de llevar
las columnas al asalto. Casi todos los generales obtu-
vieron el mando de un destacamento, asumiendo Ala-
torre, como jefe de la 18 division, el de la reserva,
con la que debia acudir á donde mas se necesitase de
su auxilio. Acordóse á la vez guardar el mas rigu-
roso secreto y el no arrojar ningun grito, ni hacer el
menor ruido que pudiere infundir sospechas á los sitia-
dos. Los semblantes gozosos de los oficiales, á pesar
de esa determinacion, r evelaron desde luego la grata
esperanza de que se realizaría una dé las atrevidas
empresas, tan á menudo asociadas al nombre de Porfi-
rio Diaz, y un sentimiento general de entusiasmo se
hizo manifiesto
448 TOMA DE PUEBLA.

Situáronse varios de los cañones frente al Cármen


con tres columnas cerca de ellos. A las tres de la
mañana del 2 de Abril Diaz se present6 en su puesto,
y rompió los fuegos que fueron pronta y nutridamente
contestados. Despues de un cañoneo como de media
hora, una de las columnas asaltantes avanz6, dando
grandes voces, hácia la abierta y anchurosa brecha;
pero solo para vol verse á mitad del camino, ante la
lluvia de metralla con que fué recibida. Poco despues
lanzóse la segunda columna que logró acercarse mas,
pero que tambien fué rechazada; y en seguida la ter-
cera y mas numerosa al mando del general Figueroa,
que llegó hasta el foso, pero sin poder salvarlo.
Juzgando que esos tres movimientos habrían enga-
ñado 'suficientemente á los sitiados, el general Diaz
hizo dar al clarin la señal convenida. Inmediatamente
resplandecieron las encendidas tiras resinosas, derra-
mando una luz siniestra sobre la ciudad y sobre el
valle, y poniendo de manifiesto ante los azorados
defensores de la plaza las numerosas columnas que en
silencio se habian deslizado, y que rápidamente se acer-
caban por todos lados. U n momento despues las
descargas sur:esivas de fusilería vomitaban torrentes
de fuego tanto al este como al oeste, siendo terrible-
mente contestadas desde las trincheras donde las deto-
naciones de los rifles resonaban agudas entre el ronco
rugir de los cañones, en medio de las llamaradas que
serpenteaban por toda la extension de la línea, seme-
jantes á las olal:) fosforescentes que revientan sobre la
playa. Muchas, muchísimas veces cruzáronse esas
ondas de fuego, cuyo fulgor y estrépito, despues de
r~correr la llanura, iban á morir al pié de la lejana
SIerra.
Furiosa fué la lucha, mas furiosa sin duda de lo que
debia esperarse, despues del engañoso movimiento
practicado por el lado del sur. Diaz buscaba con ansia
una señal de triunfo; habia observado atentamente
como arrojaban las columnas sus faginas á los fosos y
se lanzaban con denuedo sobre las trincheras y baluar-
ASALTO Y VICTORIA. 44!1

tes, que sin cesar vomitaban ardIente plomo y hierro,


para ser rechazadas una vez tras otra. Vió como
Alatorre corria presuroso á sostener á los soldados
que flaqueaban cerca de La Merced, y contempló
tambien á Pacheco dos veces rechazado de La Siem-
previva. De repente, sin embargo, verifícase un cam-
bio. El mismo Pacheco da otro empuje, sin cuidarse
de sus heridas ni de su baldado brazo, y ocupa por fin
aquel reducto; mas, al llegar á él se deja caer en tierra
al mismo tiempo . que lanza un grito de júbilo: su
pierna inutilizada se niega á sostenerlo mas tiempo.
Inmediatamente despues estal1a un tumulto: es que
varias columnas habiendo ocupado los puntos mas
accesibles, caen sucesivamente sobre la retaguardia de
la combatida línea, en donde una fuerza que ha sido
cortada se rinde muy en breve. Los gritos victorio-
sos que á cada momento se oyen en todas direcciones
anuncian que la resistencia es ya enteramente inútil,
lo cual hace determinar una violenta retirada hácia
los cerros de Loreto y Guadalupe; mas esto no pudo
efectuarse sin una tenaz persecucion, y tan de cerca,
que solo permite á una parte de los fugitivos hallar
abrigo dentro de aquellos fuertes.
La aurora del nuevo dia reemplaza las moribundas
llamas del cerro de San Juan, y saluda á la bandera
republicana al izársela en Palacio y en los campana-
rios, en tanto que Loreto formula una rugiente pro-
testa desde sus baterías, sosteniendo por algunas horas
un cañoneo que solo ofende á la ciudad. Las victo-
riosas tropas se reunen en la plaza para rendir una
ovacion á Diaz, pues que á él corresponde lo principal
de los honores de la jornada, digno complemento del
cinco de Mayo y que brillará como una estrella en el
escudo de sus servicios. La infructuosa hazaña de
Zaragoza adquiere un nuevo lustre con este atrevido
golpe, fecundo en resultados favorables á los derechos
de la nacÍon. En vano son las modestas protestas del
general, desconociendo su propio mérito y atribuyén-
dolo todo á los valientes oficiales que con tanta reso-
VIDA DE Duz.-2!)
4~O TOMA m; PUEBLA.

lucion llevaron á efecto sus planes y afrontaron el


peligro. Ellos, por su parte, no reconocen á otro
héroe en esta vez. i D e qué habrían servido, en ver-
dad, la sangre derramada, el valor, y la perseverancia
oin los medios suministrados .por su habilidad estraté-
gica, y por la confianza que supo infundir á sus solda-
dos, sin la. cual habrían vacilado y r et rocedido?
D espues que su genio militar ha triunfado adquiere
nuevos lauros por la discipling, en que mantiene aques-
tas fu erzas que poco ántes, cual un torrente devasta-
dor, habian r ebasado las fortificaciones, pero que una
vez dentro de la ciudad se hallan reunidas en el
mejor órden y la mas completa sUUlision, sin que nin-
gun nuevo acto de violencia, ninguna señal de desórden
ó de rapacidad, ni muestra alguna de r epresalia ni de
odio empañen su triunfo. D escansando sobre las
armas, cual se ven los cuerpos en una gran parada, los
co ntempla con asombro, pero sin sobresalto, la mul-
t itud de niños y mujeres que ocupan los balcones.
Esta actitud contribuyó mucho á que se rindiesen los
punt os de la ciudad qne aun permanecian ocupados
por el enemigo. Al dirigirse el general hácia Palacio,
atronaban el aire las aclamaciones entusiast as de los
soldados y del pueblo; y el prolongado grito de " j viva
Porfirio Diaz !" acompañado de las sonoras dianas,
era repetido simultáneamente por mil bocas.
Situáronse luego baterías á corta distancia del cerro
fortificado. Entre tant o, los soldados prisioneros fue-
ron incorporados á las fi las liberales; las trincheras y
fortificaciolles se repararon incinerándose los cadáve-
res, y dándose otras disposiciones convenientes para la
seguridad y gobierno de la ciudad, así como para
arbitrar recursos. 1\..1 dia siguiente se intimó á la
guarn icion del fu erte que se rindiese á discrecion, pre-
viniéndole que no se escucharía. ninguna proposicion
una vez comenzado el ataque. P or la noche vinieron
unos comisionados, y viendo que no podian obtener
mejores proposiciones, el general Tamariz presentó su
espada. "Guardadla, compañero," dijo Diaz, "siem-
LA RENDICION. 451

pre ha conservado su buen temple y todavía tiene que


servir á la república." Este acto generoso no pudo
ménos que influir favorablemente sobre la guarnicion,
y al amanecer del dia siguiente apareció enarbolada una
bandera blanca. Entre los prisioneros figuraban once
generales y tres obispos, que fueron separados de los
de rango ménos elevado.
Así cayó Puebla, la mas temible, bajo cierto punto
de vista, de las tres plazas fuertes que aun conserva-
ban los imperialistas; pues que la capital, bajo iguales
circunstancias, no podría sostenerse por mucho mas
tiempo. El acontecimiento del 2 de Abril hizo estre-
mecer hasta sus cimientos al imperio que se desplo-
maba, y difundió un gran desaliento tanto en Querétaro
como en Méjico, contribuyendo, como se verá luego,
á los triunfos subsecuentes de los republicanos. La
pérdida de vidas no fué poca, pues solamente la de la
1a division pasó de 450 hombres.
CAPíTULO xx.
CAIDA DE MAXIMILIANO.

1867.

LmERTA DlAZ Á LOS PRISIONEROS-PROCLAMA Á SUS SOLDADOS-POB LAS


GARITAS DE MÉJICO-MARQUEZ-OTRA VEZ CHAPULTEPEC y LA ANTI·
GUA CAPITAL DE ANÁHUAC-SITIO DE QUERÉTARO-TRArcrON DE LoPEZ
-ENJUICIAMIENTO DE MAXIMILIANO - DEFENSA - Su EJECUCION-RE·
FLECSIONES ACERCA DE SU MUERTE-EL GENERAL CORONA-RENDI·
CION DE LA CIUDAD DE MÉJICO POR TAVERA-NoBLE POSICION DEL
GENERAL DIAZ-S U DUUSION y RETIRO.

Segun decretos vigentes y la práctica hasta entón-


ces establecida, todos los oficiales hechos prisioneros
debian ser fusilados corno traidores; aun los extranje-
ros tenian que ser tratados de la misma manera, desde
la retirada de los ejércitos franceses, pues desde
entónces perdieron las prerogativas de prisioneros
de gUérra. El mismo Diaz habia fusilado varios ofi-
ciales mejicanos capturados en Miahuatlan, miéntras
que respetó como prisioneros á los oficiales y soldados
extranjeros. El número de los soldados que cayeron
en Oajaca ascendia á mil, aumentándose con 600 ofi-
ciales capturados en Puebla, casi todos mejicanos.
Obedecer la ley y darles muerte, parecíale una carnicería
contraria al espíritu del siglo. N o tenia autoridad por
otra parte, para considerarlos como prisioneros de
guerra, y además, le habrían sido un estorbo en sus
movimientos; y el ponerlos en libertad sería visto
como una usurpacion de autoridad, que le acarrearía,
tal vez, la mala voluntad del gobierno de J uarez. Sin
embargo, resolvió hacer una protesta ejemplar contra
(i62 )
\xENEROSIDAD CON LOS PRISIONEROS. 453

las crueldades hasta allí practicadas, conservando así


sus laureles inmarcesibles.
Presentándose ante los once generales, cortésmente
los invitó á que le siguiesen sin ser custodiados al
palacio episcopal, donde se hallaban reunidos los 600
. oficiales, muchos de ellos ocupados en esos momentos
en confesarse y hacer sus últimas disposiciones, por
que sabian bien la suerte que habia cabido á los prisio-
neros anteriores. "Señores," dijo Diaz, "me es muy
penoso, me es imposible cumplir la pena que la ley
impone, y no me queda mas alternativa que poneros
presos; mas recuerdo bien mis propios sufrimientos
como prisionero, en este mismo lugar, y quiero evita-
ros semejante prueba. Idos, pues; estais libres! Todo
lo que os pido es que me prometais poneros á disposi-
cion del supremo gobierno, si os lo ordena. La nacion
pronunciará su fallo sobre el imperio; pero habrá de ser
indulgente con sus descarriados hijos."
Bravo t exclamaron con alegría los prisioneros, aun-
que la emocion embargó la voz á muchos de ellos.
Se habia creido que, por lo ménos, una parte habría
servido para expiacion; entre ellos, algunos que se
habian hecho notables por ultra conservadores, ó por
su crueldad para con los soldados republicanos. Por
t::onsiguiente, este perdon general causó un gran
tumulto de satisfaccion. De todos lados se vertian
plácemes y alabanzas. Los que no se conocian de
antes se abrazaban con efusion; hombres que hasta
entónces habian sido enemigos, reanudaron con un
fuerte apreton de manos los lazos de la amistad; otros
se volvieron para ocultar las lágrimas pr6ximas á bro-
tar de sus ojos. El mismo Diaz se sinti6 profunda-
mente conmovido, y di6se prisa para escaparse de la
multitud que le oprimia por todos lados. "No naci
para ser carcelero ni verdugo," dijo, en respuesta á las
preguntas de sus oficiales.
Cuando volvi6 la vista, los prisioneros firmaban y
desllparecian rápidamente, aunque algunos, se habian
detenido, como embargados por el miedo; entre ellos
454 CAlDA DE MAXIMILIANO.

el coronel Escamilla, que figuraba como jefe político


de Izúcar en la época en que Diaz se fugó de Puebla,
y que cuando el conde V on Thun fijó el precio de
$10,000 á la cabeza del fugitivo, él, con el mayor celo
añadió $1,000 de su propia bolsa. Por esto ahora
estaba avergonzado y temeroso á la vez. El general
comprendió bien esos motivos, y mostrando la ominosa
proclama dij o : "coronel, esa imprudente accion fué
sugerida por un ciego deber; olvidémosla." D esde
entónces E scamilla se convirtió en uno de sus mas
leales partidarios.
El mismo dia dictó una órden semejante de indulto
para los prisioneros de Oajaca, dando á los extranjeros
libertad absoluta de partir si querian. El suavizar de
esta manera el rigor de b ley con la magnanimidad,
evitando el bautismo de sangre, no dej ó de influir en
la conducta del gobierno para con los prisioneros
h echos en Querétaro poco despues, procurando á Diaz
grandes alabanzas entre partidarios y enemigos, aun-
que muchos t odavía deliraban por la venganza. El
general Tamariz, que murió poco des pues, decia con
emocion : " Dos veces me ha vencido Diaz por su
t alento militar, y una vez por su generosidad ; con
gusto serviría á semejante h ombre, aunque fuer:::. como
soldado raso."
En su proclama del 5 de Abril á sus soldados, ex-
presaba el general Diaz su deseo de ser el primero en
rendir tributo al heroismo, con que ellos habian ins-
crito, en la historia de las glorias nacionales, otra fecha
memorable, al lado del inmortal dia de Zaragoza.
Pocos en número y con escasos elementos, habian lle-
vado á cabo con valor lo que los primeros soldados del
mundo no habian podido realizar. i Qué soldados me-
jicanos podrian t enerse en pié ante los vencedores de
Puebla? La independencia y las instituciones del
país estaban aseguradas, miéntras la nacion contara
con hijos tan intrépidos en la batalla, y tan moderados
en el triunfo. La ciudad les rinde su homenaje de
admiracion y gratitud, y su general siente orgullo al
PERSECUCION DE MARQUEZ . 455

verse á la cabeza de soldados semejantes, con quie-


nes sería invencible.
Las grandes existencias de vestuario y armamento,
que se tomaron en Puebla, le vinieron muy bien al
ejército de Oriente que estaba vestido á medias y
pobremente equipado, y lo mismo debia decirse de la
artillería. Mas no habia tiempo para registrar bien
los almacenes, ni para reformar del todo el equipo del
ejército; en atencion á, que Marquez amenazaba por
Tlascala, con cosa de cuatro mil hombres, procurando
hacer algun daño, ya que la oportunidad de auxiliar á
Puebla se le habia frustrado. Diaz, por tanto, dejando
el mando en esta ciudad al general Diego Álvarez,
marchó apresuradamente en pos del enemigo, el dia 5
de Abril, á. la cabeza de la caballería, dando á la infan-
tería un poco mas de tiempo para descansar y reorga-
nizarse antes de seguirle. Alcanzó á Marquez cerca
de San Diego N otario y fué r ecibido con una fuerte
descarga de artillería de su retag uardia, miéntras que
dos mil caballos, la mayor parte ulanos, acometian por
un flanco. Estos últimos repitieron su maniobra tres
veces, sin otro resultado que ser rechazados y persegui.
dos hasta muy cerca de sus cañones, cuya lluvia de me-
tralla arrasadora era irresistible. Ambos caudillos
comprendieron que les faltaban los elementos necesa-
rios para obtener r esultados d efinitivos , y sabiendo
Marquez que su contrario recibiría pronto la infantería
que le hacia falta, volvió rumbo á Méjico, casi á, tiempo
de ser interceptado por los refuerzos que avanzaban.
Diaz hizo montar 2,000 infantes á. la grupa de otros
tantos caballos, y se puso en su persecucion arrastrando
consigo seis obuses. El coronel Lalanne, que habia
avanzado hasta San Nicolás el Grande con ochocien-
tos infantes y caballos, recibió órdenes de detener al
enemigo, y lo hizo; pero Marquez destrozó su infante-
ría, derrotó la demás fuerza, y se posesionó de la fuerte
hacienda de San Lorenzo el 8 de Abril, precisamente
á tiempo de avistarse la columna que lo perseguia
para sitiarlo. Al dia siguiente se aproximaron 5,000
456 CAlDA DE MAXIMILIANO

caballos al mando de los generales Carbajal y Gua-


darrama, que habian sido enviados de Querétaro por
Escobedo para poner en jaque á Marquez, de quien se
decia que se acercaba con refuerzos para Maximiliano.
Diaz se propuso despacharlos rumbo al sur, para cor-
tarle la retirada y para acercarse gradualmente en der-
redor de San Lorenzo; mas en la madrugada del dia
10 Marquez rompió la línea por el sudeste, despues de
un ataque falso con buen éxito sobre el oeste, comen-

PUEBLA y VERACRUZ.

zando luego una carrera hácia Calpulálpan. Merced


al coronel Martinez, que se mantuvo firme aunque por
corto tiempo, los perseguidores dieron alcance á la reta-
guardia de los que huian, y cargando con ímpetu sobre
ella dispersaron completamente su infantería. Mar-
quez entónces arrojó la artillería de grueso calibre á
BATALLA DE LOS CINCO OlAS. 457

la barranca, y dejando á los austriacos y á los húnga-


ros para que resistiesen el choque, se apresuró á llegar
á la capital con su estado mayor. Las fuerzas aban-
donadas se batieron en retirada sin cesar hasta las
puertas de Méjico, á donde llegaron el dia siguiente, el
11, mas con pérdida de las piezas de montaña que aun
les quedaba n, los bagajes, y 1,500 hombres, de los cua-
les las dos terceras partes quedaron prisioneros. La
portentosa columna auxiliar, tan t emida de Juarez
y Escobedo, fué desbaratada por Diaz, quien sufrió la
pérdida de solo una décima parte de la causada al
enemigo, en la accion que los imperialistas llamaron
la batalla de cinco dias.
La conducta de J\1arquez no con tribuyó á aumentar
la estimacion que de él tenia hecha P orfirio Diaz,
despues de las repetidas victorias que sobre él habia
alcanzado; sin embargo, l\1arquez era todavía el lugar-
teniente imperial, teniendo á su cargo la bien fortifi-
cada capital, y siendo obedecido por todos sus defenso-
res, cuyo número montaría en breve á 10,000. L os
ministros estaban recelosos del poder autocrático con
que se le habia investido, y al que sostendrían las tro-
pas extranj eras y de línea por consideracion al empera-
dor, y la gente se estremecia ante el hombrecillo que se
hacia notar, cual otro duque de Alva, por su poblada
y. negra barba y la inquieta mirada de sus penetrantes
oJos.
El general Diaz hizo alto en Tezcuco para reunir
sus fuerzas, y ya reorganizadas continuó su marcha el
11 y 12 por la playa noroeste del lago. La pequeña
guanücion de los cerros de Guadalupe tuvo que aban-
donarlos quedando la posicion ocupada por Guadarra-
ma, miéntras que el grueso de la fuerza marchó al
otro lado de la ciudad, y estableció su cuartel general
en Tacubaya, ameno lugar á unas cuatro millas de la
capital.
La ciudad estaba bien defendida, tanto por la natu-
raleza como por el arte, y situada en medio de una
ciénega salada que forma parte del desecado lecho del
458 CAIDA DE MAXIMILIANO.

VALLE DE MÉXICO.
CONTORNOS DE LA CAPITAL. 459

lago de Tezcuco, el cual tocaba en tiempo de la con-


quista, por el oeste, á la línea ocupada actualmente por
los sitiadores. La ciénega se habia anegado durante
la estacion de las aguas y cruzábase solo por las altas
calzadas, protejidas por zanjas ó fosos llenos de agua
y por fortin es y trincheras. Cinco de esas calzadas
en conecsion con los caminos r eales condu cen : la del
sur á A capulco á través de Tlalpam, y por sobre la
cordillera del Ajusco ; la del sud est e á V eracruz pa-
sando por entre los lagos de C haleo y de T ezcuco, y
por Rio Frio y Puebla; la del norte, ext endiéndose
por el valle mas allá de los cerros de Guadalupe rumbo
iÍ, Querétar o ; y los dos caminos occidentales que se
unen en C ha pultepec para continuar á T oluca y á
Mich oacan. Al rededor de la ciudad, y á una distan-
cia como de dos á ocho millas, se levantaba una línea
de fortificaciones, solo en parte ó débilmente g uarne-
cidas, siendo las mas formidables, la del P eüon, que
domina el camino de V eracruz; las de Churubusco y
M exicalcing o, al sur, t an fuerteme nte disputadas en la
g uerra de 1847; al norte las de los cerros fortificados
de Guadalupe, y al poniente la fortaleza de Ch apulte-
pec, que defi ende los dos acueductos occidentales de
San Cosme y B elen, entrand o el último de ellos á la
ciudad por una garita que está baj o los fuegos de los
baluartes de la ciudadela.
Esta última fortificacion, al occidente de la ciudad,
merecia especial consideracion por su h ermosura é im-
portancia. L evantábase á inmediaciones del cuartel
general, situado en Chapultep ec (cerro del ch apulin,
ó langosb), altura pintoresca y aislada, famosa en la
antigua tradicion como ciudad de posada, y mas tard o
como mansion campestre á donde los monarcas inclí-
genas de los reinos del valle se r etiraban de los nego-
cios de estado, buscando el reposo en el estudio de la
naturaleza: donde el infortunado Montezuma meditó
profundamente sobre los pronósticos de que habia de
derrumbarse su trono, y pedia consuelo á los espíritus
de sus antepasados. Esa altura á cuyo pié llegaban
~
EXPLIOACION
1. Oa.tedrll.l.
2. Pl~zBde AnnlLS.
S. Pnl ac io Na.cional y Oficinas de Gobierno.
4. Palacio d e l Arzobispo.
&.. Musco Naclonnl y Otlcin as de Telegraros.
6. Oficina de Gobierno.
'1. Mer ca.do Principal.
8. Cnsa.de Correos.
9. Monte de l"iedad.
la. Adu ana.
11. Ofi ci nas de Gobierno.
12. Casade Moqcda.
18. A cademio.Naciona\ do San Carlos. C':l
14. Academlado C ienc i as y Oficinas de Gobierno.
15. Otldnas de Gobierno.
16. Teatro Nacional. ~
17. u Principal. ti
18. La. Alameda.. i>
9e 19. LILAcordadll.
tl 20. P laza de Toros. ti
> 21. Cementerio General de Santa P auta..
tl 22, u de Protestant.es. t:J
23. La. Ciudadels..
tl 24:. La. Viga. ~
25. GnrittLde La. Viga..
'" 26. lO "San Antonio Abad
~ · 27. u del NinoPerdido.
28. " de Bolem. ~
29. H San Cosme. ~
'x" SO.
81. "
" Nonualco.
Vallejo.
~ 82. fI P eralvillo. E
" 8S. " San L&l:aro.
~
9

DE LA
CIUDAD DE MÉXICO.
ESCALA 011: 1000 METROS,
CERRO DE CHAPULTEPEC. 461

en otro tiempo las ondulaciones del lago, y que se


halla ahora separada de él por algunas millas, está
rodeada de arboledas de majestuosos ahuehuetes,
cuyas ramas 0rladas de musgo cuelgan formando una
bóveda de estaláctitas sobre el místico manantial de
los aztecas que brota á su pié, sacra todavía por el
agua con que provee á la multitud de gente de aquella
vecindad.
Chapultepec es el mirador del valle, desde donde
abarca la vista los terraplenados lechos de los lagos
de agua dulce y salada, y los campos que los circundan,
tapizados de verdura .Y de flores, y sembrados de ha-
ciendas y de aldeas, cuyas blancas paredes brillan en
interrumpidas líneas hasta lo léjos, entre las sombrías
abras de las montañas que lo circunvalan. Y justa-
mente al pié de él míranse las azoteas rodeadas de
bardas y las taraceadas torres de la capital del Aná-
huac, la mas antigua del continent e, que guarda en su
nombre venerable el prestigio acumulado por una
larga serie de reyes y emperadores g uerreros, de dés-
potas vireyes castellanos, y de presidentes que se han
sucedido unos á otros con extremada festinacion.
La mano del hombre ha modificado el aspecto del
cerro, levantando en él construcciones amuralladas,
que se extienden por el oeste hasta el Molino del Rey,
lugar consagrado por la sangre de Lean y de Balde-
ras, y donde en extraña compañía se elaboran la harina
y la pólvora-Ormuzel y Ahriman en el sustento y la
destruccion personificados. Arriba, el cerro está tri-
llado por los caminos que suben al t erraplen, que mide
seiscientos piés de longitud y presenta una línea de
amenazantes bastiones, con cañones y centinelas. El
castillo que corona la cumbre deja ver las señas ine-
quívocas de la devastadora guerra, así como las del
tiempo, y sus alas y pisos revelan una mezcla de tipos
clásicos é hispano-itálicos, ofuscados por adefecios que
deben su existencia principalmente á exigencias mili-
tares. Residencia de los vireyes al principio, quedó
convertido en colegio militar bajo el austero régimen
462 CAlDA DE MAXIMILIANO.

republicano: palacio en seguida de Maximiliano y de


Carlota, quienes con esquisito gusto trataron de embe-
llecer el lugar y devolverle sus glorias pasajeras.
Ahora se ha vuelto otra vez fortaleza y colegio
militar.
Durante el sitio de 1847, los invasores comprobaron
la estimacion de su mérito estratéjico, sacrificando mu-
chas vidas por apoderarse de él. Su defensa fué
entónces vigorosa: jóvenes imberbes pelearon como
leones al lado de canosos veteranos, tiñendo con su
sangre las aguas del acueducto. Así pues, era de
esperarse que fuese ocupado en esta vez; mas en la
confusion de la fuga, no fijó Marquez su atencion
debidamente en las fortificaciones exteriores, ni aun en
las de los cerros de Guadalupe que habrían contenido
el avance de sus perseguidores, ocupando estos, por
consiguiente, toda la línea exterior de norte á sur.
D esgraciadamente, Escobedo insistió en que vol-
"iese á Querétaro la gente de Guadarrama, y Diaz
tuvo que cubrir su extensa línea con la fuerza que
habia sitiado á Puebla, las pequeñas brigadas de Cué-
llar, de L eiva, y de Lalanne, de las cuales la última
habia quedado casi destruida en el encuentro reciente,
y con las caballerías indisciolinadas de Carbajal, Fra-
goso, y Tellez Giron.
Con la fuerza de estos dos últimos se formó una
brigada al mando de Hinojosa, que se situó en Tacu-
baya, trasladándose el cuartel general á Guadalupe.
Hízose una formal recluta en las poblaciones comarca-
nas para cubrir las bajas de la infantería. Varias
compañías fueron movidas desde Oajaca, y trajéronse
piezas de batir. municiones, y otros materiales de
guerra de las grandes existencias que habia en Puebla
en el departamento de artillería, á cargo del enérgico
Palomino, y de la fábrica de Acedo en Panzacola,
empleándose los prisioneros austriacos gustosamente
en hacer proyectiles. Púsose tambien en corriente
el camino de herro á Tepexpan para ayudará traer
provisiones, y se colocaron embarcaciones armadas en
SITIO DE MÉJICO. 463

el lago para cortar por allí los víveres á la ciudad.


En estos preparativos y en medidas administrativas,
incluyendo en ellas la reorganización de los distritos
re cien ocupados, se empleó la mayor parte de Abril, y
no fué sillo hasta fines de este mes cuando quedó com-
pletamente establecido el sitio.
U na comunicacion recibida entónces, amenazó echar
por tierra todo aquel plan. Las fuerzas combinadas
de los republicanos habian estado sitiando á Querétaro
durante dos meses, sin hacer mella alguna perceptible
en la guarnicion comparativamente pequeña, que se
componia de ménos que la sesta parte de sus contra-
rios; miéntras que los imperialistas acababan de hacer
una salida con tal éxito que casi casi derrotaron á los
sitiadores, desalentándolos enteramente. En su situa-
cion desesperada, el general en jefe Escobedo, acudió
á Diaz pidiéndole su ayuda, y aun ofreciendo entre-
garle la direccion suprema del sitio, y servir bajo sus
órdenes. Tal habia sido el efecto causado por las
rápidas y decisivas proezas del vencedor de Puebla,
aun en los jefes independientes y algo recelosos que se
agrupaban en derredor de la autoridad suprema.
Esta parece que apoyó la proposicion, con la doble
mira de separar á tan formidable personaj e elel campo
de operaciones sobre el punto mas importante del
país, y tenerlo muy á la vista.
Aunque Diaz debió haber tenido sus sospechas, no
vaciló en contestar que dentro de una semana estaría
en Querétaro. Puso ese plazo con objeto de manifes-
tar al ministro de la guerra, miéntras hacia sus pre-
parativos de marcha, el error de abandonar el sitio de
Méjico, despues de sus costosos preliminares y dar con
esto á Marquez libre acceso á las ricas y adictas pro-
vincias del centro, clonde adquiriría nuevo vigor, pro-
curándose medios para hacer una campaña tal vez
larga y desoladora; siendo mejor, por tanto, dejar al
ejército de oriente que permaneciese donde estaba
para completar la tarea empezada. Diaz, con justicia,
sostenia que la solucion del problema imperial-con-
464 CAlDA DE MAXIMILIANO .

servador se hallaba entónces dentro de la capital.


El gobierno no pudo dejar de reconocer lo bien fundado
de sus' indicaciones, y como por otra parte, la negli-
gencia de Maximiliano, en no aprovecharse de las ven-
tajas obtenidas, habia tranquilizado á Escobedo, este
naturalmente apoyó esas indicaciones, tan favorables
á su propia supremacía, reduciendo sus primeras pro-
posiciones á pedir simplemente á Diaz municiones, las
que le fueron prontamente remitidas.

Grande era la diferencia entre el sitio de Puebla,


con sus constantes progresos y su brillante asalto final,
y el prolongado cerco de la ciudad tan vulnerable de
Querétaro, dominada por cerros y asediada por fuerzas
diez veces superiores á las que sitiaron á la primera, y
contando con mejores tropas y armamento. Mas en
fin, la ciudad fué tomada la noche del 14 de Mayo,
PROCESO DEL EMPERADOR. 465

aunque merced á la connivencia traidora del coronel


Lopez, quien pagó la intimidad con que lo distinguia
el príncipe vendiendo la plaza.
Maximiliano fué procesado ante una corte marcial,
instalada con arreglo al decreto de 25 de Enero de
1862 que declaraba reos de muerte á todos los pro-
movedores de invasiones. Se le acusó de ser caudillo
y agente de invasores; de haber, además, usurpado el
gobierno, y dispuesto arbitrariamente de las vidas y
libertad de los mejicanos. La ninguna esperanza de
poder influir sobre un tribunal instalado bajo tan radi-
cales auspicios, y compuesto de oficiales de inferior
rango, cuya reputacion no sufrida detrim ento por obe-
decer implícitamente á órdenes recibidas de antemano,
indujo al defensor del prisionero á r ecusar, antes que
todo, á la corte marcial, como incompetente para co-
nocer en los fundamentos de esa causa. La lucha
entre la r epública y Maximiliano era, segun él, una
guerra civil; puesto que ese austriaco representaba la
suprema autoridad de un imperio creado por una junta
de representantes, y sancionado por el voto popular de
un gran número. Por lo tanto, en nada se rebajaba la
validez de ese voto con impugnar su sinceridad. Ade-
más: el imperio habia sido recollocido por las potencias
extranjeras, y llegó á extender su dominio en la mayor
parte del país. Estos punto::'! destruian el cargo hecho
al príncipe de ser usurpador y filibustero; y sus medi-
das lo salvaban, bajo muchos puntos de vista, de la
acusacion de ser un agente francés. El decreto de 3
de Octubre de 1865, el cual levantó la tempestad que
ahora amenazaba aniquilarlo, f'ué una medida protec-
tora de un soberano para con su pueblo; ni ménos
justificada, ni mas severa que el decreto republicano de
Enero de 1862, que parecia inconstitucional, tanto
por su contenido, como por la forma en que fué expe-
dido. Habiendo él revocado su decreto, el uso inter-
nacional exigia una disposicion igual de la parte
contraria. Además, por afectar esta cuestion á los
principios federales, era de un carácter político, y solo
VIDA DE Duz.-30
466 CAIDA DE MAXIMILIANO.

al congreso ó á los tribunales civiles tocaba el resol·


verla. En cualquiera caso, Maximiliano, como enti·
dad política, no podia ser castigado con la pena de
muerte; como extranjero, no podia acusársele de
traidor.
El fiscal de la causa replicó que el imperio, verda-
dero manto para cubrir designios nefarios, habia sido
desconocido por la republica; que como la guerra con-
tinuaba aun, y la constitucion, por consiguiente, se
hallaba suspensa, el decreto de 1862 estaba vigente;
que el archiduque habia continuado arrostrándolo por
el hecho de sostener la lucha despues de la salida
de los frances es, que eran los últimos que poseian
derechos de beligerantes, y por haber delegado á una
regencia la guerra de rebelion, á cuya categoría se
hallaba ahora r educida. Él se habia apoyado en un
pretesto fácil para desconocer al gobierno y á los jefes
republicanos como 1;>eligerantes, y para tratar a estos
como bandidos. Ellos á su vez tenian á bien desaten-
der sus pretensiones de ser considerado como prisio-
nero de guerra civil, y la apelacion que hacia á un
congreso para que decidiera acerca de la forma de
gobierno. Habiendo sido aprehendido como jefe de un
ejército, se le trataría de la misma manera que con
arreglo á su propio decreto de 3 de Octubre, habian
sido tratados los generales republicanos; comoArteaga,
ni mas ni ménos. Sostúvosele por tanto el cargo he-
cho de haber promovido una invasion, y de haber
usurpado el poder supremo, y condenósele á muerte
en union de sus principales generales, el brillante ex-
presidente Miramon y el constante Tomás Mejía.
Los tres murieron juntos con valor el 19 de Junio
de 1867.
La·ley internacional fué, á no dudarlo, hollada por
J uarez; pero no lo fué ménos por Maxiruiliano. El
gobierno se vió obligado á ceder al grito de venganza
lanzado contra los asesinos de Arteaga y de otros
patriotas; al orgullo nacional que podría considerar la
lenidad como temor; á la aparente necesidad de poner
CARÁCTER DEL AUSTRIACO. 467

á cubierto la república contra cualquiera tentativa do


invasion en favor de este príncipe; y finalmente, para
escarmiento de otros. Sin embargo, estas miras no
se realizaron sin la calificacion de extremada severi-
dad, condenando los europeos el acto con mas acritud
por haberse exigido, en castigo de lesa magestad popu-
lar, la vida de un príncipe tan estimado por su elevada
alcurnia y sus costumbres ej emplares.
El imperio t enia una exist encia legal, pues procedia
del voto emitido por una porcion -considerable de
gente que prefirió sacrificar sus simpatías, con la espe-
ranza de procurarse una administracion mas ordenada
y benéfica. Desgraciadamente, el nuevo gobierno
fué planteado sobre inseguras bases. Maximiliano no
acertó á conocer al pueblo, ni se puso completamente
á su altura. Atado como con cadenas por la influen-
cia de intereses y ejércitos extranj eros, no pudo satis-
facer las necesidades de la situacíon. El t enia espíritu
progresista; pero no era el fecundo reformador que
Méjico necesitaba. Abrigando ideas nobles de conci-
liacion y de adelanto, faltáronle carácter y medios
para fortalecerlas, y desperdició sus recursos físicos y
morales en empresas de ostentacion, fútiles y mal
dirigidas, y en aparecer como gobernante para fines
ulteriores. Se necesitaba de un brazo vigoroso y de
un talento sutil para resistir y dominar á las facciones
que vivían en eterna lucha: y no de un soñador bien
intencionado y falto de resolucion, cuyas virtudes se
convirtieron en peligrosas flaquezas; cuyas medidas
poco liberales y de difícil aplicacion no solamente deja-
ron de llenar su objeto, sino que unidas á cierto ren-
cor y desconfianza, se tornaron en graves errores que
alarmaron á sus mismos adictos. Al celo egoista de
partido se le dió alas para minar los cimientos que
los ejércitos franceses estaban zapando rápidamente.
Vino tras esto el vergonzoso paso de N apoleon, que
obedeciendo al dictado de los Estados U nidos, retiró
su apoyo. Maximiliano, léjos de abatirse en presen-
cia de semejante humillacion, reparó hasta cierto punto
468 CAIDA DE MAXINIILIANO.

sus faltas y errores, pernnneci endo firme al lado de


sus partidarios en la hora del peligro. Sus últimos
momentos fu eron endulzados por la creencia que abri-
gaba, y que expresan estas palabras dirigidas á su
madre en su postrera carta : "He cumplido mi deber
como soldado!"
El general Diaz continuó el sitio de la capital con
gran vigor. Marqu ez resolvió abrirse paso é intentó

G E NEl tAL RA M ON C OR ONA.

la salida por L a Piedad con cosa de 6,000 hombres;


pero Diaz personalmente le salió al encuentro en el
puente de los Cuartos con las brigadas de Terán y
Lalanne, y lo obligó á r etroceder. El mando de la lí-
nea del norte, cuyo centro era Guadalupe. fu é confiado
ent6nces al valiente general Corona, jefe del refuerzo
que le llegó á Diaz.
SITIO DE LA CAPITAL. 469

A semejanza de Puebla, la capital presentaba una


brillante oportunidad para darle un asalto; pero sa-
biendo que no resistiría largo tiempo por falta de pro-
visiones, Diaz juzgó inútil el derramam iento de sangre
por una vana empresa. Por esto aun tuvo cuidado de
que su artillería solo ofendiera á puntos fortificados, y
hasta llegó ú, rehusar los ofrecimientos que le hicieroll
algunos traidores de proporcionarle la entrada como
se hizo en Querétaro. Con la conviccion de que no
les quedaba otro remedio, los j efes imperialistas hicie-
ron r epetidas propuestas de sumision, con tal de que
se les concediera un amplio perdon, garantizándoseles
que nada tendri an que temer del gobierno; mas él
rehusó usurparle sus prerogativas á J uarez. En vista
de la severidad que amenazaba á los de Querétaro,
muchos resolviero n continuar la lucha.
Desde aqu ella época el general hizo g ust ar al pue-
blo los frutos de una. adl1Jinistracion liberal, dejando
obrar con toda independencia á los jueces y á las mu-
nicipalidad es, y consultando cuidadosamente los deseos
de las poblaciones ánt es de h acer algun nombramiento.
Habiendo originado alg unos trastornos en Puebla las
disputas entre el gobernador García y el general Álva-
rez, los reemplazó con el general Mendez, tan popular
y apreciado en el est ado á causa de sus hechos patrió-
ticos. Diaz todavía h alló tiempo para atender á los
trabajos de desagü e del valle. El ramo de hacienda
recibió un impulso especial bajo sus enérgicas disposi-
ciones, y con el auxilio de una adm inistracion de r entas
que inspeccionaba á, menudo las cuentas. Siempre
que fué necesario acudir á préstamos pudo neg ociarlos
con facilidad, cuidando de satisfacerlos prontamente.
Ofrecióse con descuento un pagaré emitido en Puebla
por el tenedor de él, cuya fé en las promesas del
gobierno habia sido muchas veces burlada: recibióse
el pagaré y fué satisfecho en su t ot alidad.
Marquez por fin perdió toda esperanza y se ocultó,
en union de otros muchos j efes. Á consecuencia de
esto recayó el mando en el ge neral Tavera, quien enta-
4iO CAlDA DE MAXIMILIANO.

bló negociaciones, persistiendo en obtener ciertas con-


cesiones; mas como el bombardeo, que se habia sus-
pendido, comenzó de nuevo con mayor intensidad,
preparándThse cierta cantidad de tropa para el asalto,
sin que esto pas::loo de una mera ficcion, rindióse por
fin la ciudad á discrecIo1'\.el dia 20 de Junio. Expi-
diéronse luego órdenes estrictas -para conservar la línea
de circunvalacion, de manera que nadIe ~diese entrar
ó salir por algunos dias sin expreso permiso. ..A.sig-
nóse á dos cuerpos el servicio de policía, y se hicieron

JUAN N. MENDEZ.

noro bramientos provisionales de jue.::es y de autorida-


des municipales; pues el gobierno receloso se habia
reservado sus derechos sobre este punto respecto al
distrito federal. Mandáronse matar algunos centena-
res de reses, cuya carne se hizo distribuir con cierta
cantidad de pan entre los ciudadanos que ya perecian
de hambre, poniéndose á la disposicion de estos los
ferrocarriles y otros medios de trasporte, durante
quince dias, para que condujesen provisiones.
Señaláronse prisiones para las diferentes categorías
de prisioneros, cuidándose debidamente de que fuesen
JUAREZ y DIAZ EN LA CAPITAL. 471

cómodas y exentas de espionaje, consideracion que no


dejó de impresionar á los conservadores de influencia.
Por disposiciones publicadas en seguida se previno,
bajo pena de muerte, á todos los empleados civiles y
militares, de cierto rango para arriba, que se presen-
tasen. Habiéndolo verificado unos cuantos solamente,
se dió órden á la policía de que los buscase, y Vidaurri,
el rebelde ex-gobernador de Nuevo L eon y ministro
imperial, fué aprehendido y pasado por las armas.
Este elocuente aviso produjo su efecto, y al cabo
de pocas horas del término prorogado todos acu-
dieron, con escepcion de unos cuantos responsables de
delitos comunes, y algunos jefes como Marquez, La-
cunza, y Arellano, que escaparon con el trascurso del
tiempo, ayudados por sus amigos. El lugarteniente
imperial permaneció seis meses en su escondite, ántes
de atreverse á buscar la costa disfrazado de jornalero.
La mayor parte de los soldados extranj eros existen-
tes en la ciudad se habian declarado al fin neutrales, á
instancias de sus ministros, quienes pretendieron obrar
por instrucciones del archiduque prisionero, para con-
t ener el derramamiento de sangre; se permitió á aque-
llos,en consecuencia, conservar sus armas. La conducta
de esas tropas, sin embargo, fué tenida. por ambos
partidos como dudosa. El gobierno ordenó la prision
del ministro francés, Dano, y la ocupacion de sus
archivos, mas cOllociendo que tal paso daría lugar á
protestas de todas las potencias, inclusos los Estados
U nidos, y probablemente á reparaciones humillantes,
Diaz hizo enérgicas observaciones, y propuso retirarse
mas bien que verse complicado en ese asunto.
El general Diaz entró á la ciudad sin ruido y esta-
bleció su despacho en la escuela de minería, eligiendo
para su residencia una casa pequeña en los suburbios
de la ciudad.
N o se izó bandera alguna en el palacio hasta la en-
trada formal de Juarez, que tuvo lugar el dia 15 de
Julio, para cuya ocasion reservó el general $20,000
con objeto de hacer una fiesta en regla. El contraste
472 CAlDA DE MAXIMILIANO.

entre esa fiesta y el modesto asilo del caudillo victo-


rioso impresionó al pueblo en favor de este último,
que habia pensado únicamente en el bien de sus con-
ciudadanos, con un sincero desprendimiento de sí mis-
mo. Al rendir sus cuentas entregó á la tesorería un
sobrante de mas de $300,000, hecho que causó bastante
asombro, en parte por motivo de los crecidos gastos
que demandaba el sostenimiento del gran ejército
sitiador, comparados con la exigüidad de los recursos,
aun en esos momentos, y en parte por la novedad de
un acontecimiento desconocido en los anales de las
corrompidas administraciones mejicanas. Entregó,
además, al gobierno una grande ~xtension de territo-
rio, incluyendo el Distrito F ederal, en condiciones de
rápido desarrollo, bajo un régimen tal de administra-
cion cual nunca habian disfrutado sus habitantes.
El general r ecibió su galardon en un vehemente
discurso de la comision municipal, en representacion
de la ciudad, dándole las gracias por haberse abstenido
de un asalto desolador, sacrificando la gloria que en él
habría alcanzado; por haber reprimido los abusos, y
restablecido el órden y la autoridad local, y por su
respeto escrupuloso á la propiedad y á los derechos
individuales. Tal expresion de reconocimiento valia
tanto como los laureles de cien victorias. En el::le dis-
curso quedó tambien consig nado, aunque no de una
manera tan ostensible, otro gran testimonio de la con-
ducta humanitaria observada por él en la guerra civil,
que hasta fechas recientes se habia hecho notar por
repugnantes crueldades, saqueos de poblaciones inde-
fensas, levas forzadas de gente, una voraz exaccion de
fondos, la dominacion egoista sobre lugares subyu-
gados, y el exterminio sin piedad de los prisioneros.
A Diaz en verdad corresponden los honores de esta
reconquista de la independencia, tanto en el ramo mi-
litar como en los civiles que con aquel tenian conec-
sion; por haber ejecutado por sí mismo con solo un
cuerpo reducido de ejército, hazañas que no igualaron
los ejércitos combinados del norte, del oeste y del
RENUNCIA DEL GENERAL DIAZ. 473

centro, ayudados por una parte del de oriente, con


toda su multitud de caudillos. La retirada de los
franceses casi bastó para que quedara libre toda la
vasta extension del norte, dejando apénas á esos ejér-
citos mas trabajo que el de traer á raya con su gran
número á los restos diseminados de los imperialistas.
Diaz habia recuperado la posesion del sur con reñidas
acciones y batallas hábilmente dirigidas, conquistando
despues las provincias centrales con hechos tan glorio-
sos como la toma de Puebla, la derrota de Marquez, y
la adquisicion de Méjico. Esto acarreó, poco tiempo
despues, la rendicion de Veracruz, última posicion que
le quedaba al imperialismo, al empuje de su teniente
el general Alatorre, á quien confió Diaz aquella tarea,
teniendo para esto en cuenta, entre otros motivos, el
de manifestarle su recQnocimiento por la patriótica
conducta que habia ántes observado en el norte de ese
estado. Tomada Veracruz, reasumió el comercio su
provechoso curso desde luego, por su mas importante
vía. La reconquista de esta mas importante mitad
de la república habia costado á la nacion ménos de lo
que por término medio se habia exigido á cada uno de
los estados de la otra seccion para igual objeto.
Sus hechos suben mucho de valor cuando se consi-
dera que fueron obra de su propio genio; pues á su
lado no se halló ni un Lerdo, ni un Iglesias, ni un
Ocampo, ni un Degollado, ni un Comonfort que le
ayudasen con sus prudentes consejos. Todas sus.
maniobras y medidas administrativas nacieron de
su propia inteligencia, coronando al fin su grande
obra con la renuncia desinteresada que hizo de los
múltiples poderes que habia ejercido en el desempeño
de sus patrióticos deberes. Al dia siguiente de la rendi-
cÍon de Méjico ya habia escrito presentando su renun-
cia del mando de la línea y ejército de oriente; pues
que habiendo terminado la guerra con la ocupacion de
la capital, no habia ya necesidad de que conservase
ese mando y las facultades extraordinarias con que lo
habia desempeñado. Estaba agradecido al presidente
474 CAIDA DE MAXIMILIANO.

y á sus ministros por la confianza y distinciones con


que lo habian honrado. En seguida dirigióse á las
autoridades civiles y militares de los diferentes distri-
tos, despidiéndose de ellas y dándoles tambien las gra-
cias por su enérgica cooperacion, elogiando á los pueblos
por su leal adhesion y sacrificios, y recomendándoles
tuviesen presentes á aquellos que se habian presentado
á pelear por la libertad, y les diesen la preferencia en
los empleos en ig ualdad de circunstancias. N o reci-
biendo respuesta del gobierno, repitió su renuncia,
indicando la conveniencia de concentrar el poder su-
premo hácia una pronta reconstruccion. Persuadién-
dosele, sin embargo, á que conservase por dos meses
mas el mando de una de las cuatro divisiones de 4,000
hombres cada una, á que fué entónces reducido el
ejército, con el objeto, entre otras razones, de que
diese ejemplo en la reorganizarion. Despues de esto
se retiró á su lugar natal, rehusando ;:¡,un aceptar los
s ueldos que se le debian. Conquistada la paz por
medio de las armas, el genio de la guerra envaina la
espada y descansa sobre sus laureles, hasta que el
tiempo y las circunstancias lo lleven á otro campo
para obtener nuevos triunfos, como genio del progreso
y adelanto nacional. A menudo tiene, como en otro
tiempo, que emprender una mision preliminar de
apóstol para despertar interés y celo en el pueblo y
prepararle la inteligencia para la nueva enseñanza; y
esto con muchos trabajos y pasando por extrañas vici-
situdes. Nuevo período de prueba para la inteligen-
cia y el corazon, ántes de que entren al desempeño de
su gran tarea.
CAPÍTULO XXI.
MUERTE DE JUAREZ.

1867-1872.
VUELTA DE DIAZ Á OAJACA-E NTRADA TRIUNFAL-BENEMÉRITO-Dos AHos
DE 'lt"E"1'l1!&--Su MATRIMONIO CO~ DELFINA ORTEGA y REYES-POLtTICA
DE PARTIDOS-DIAZ COMO J""EPE DE ~S .CONSTITUCIONALISTAS-ELEC·
CION DE JUAREZ y SEBASTIAN L ERDO DE TEJ ADA-DESCONTENTO ENTRE
LOS PORFlRISTAS -REVOLUCIONES y ASONADAS-AcTITUD y HECHOS DE
JUAREZ-EL PARTIDO LERDlSTA-MANUEL ROMERO RUBIO-SU VIDA y
CARÁCTER-MUERTE DE J t!AREZ·-MEDIDAS DE LERDO-POSIClON DE LOS
PORFlRISTAS-RETIRO DE DIAz.

Oajaca dió la bienvenida con brazos abiertos al héroe


que yolvia á sus hogares. Fué aquél un viaje triun-
fal hasta la capital, cuyos habitantes salieron en masa
para rendirle caluroi:la ovaciono Á la cabeza marcha-
ban los miembros de su batallon querido, el 22, del
cual habia ascendido desde subalterno á coronel, y
que desde entónces habia compartido muchos de sus
triunfos, habiéndose granjeado notable distincion casi
todos los oficiales que habian quedado con vida. Al
acercarse, los vivas atronaban el aire. Las mujeres
de los soldados se agruparon al rededor del" niño,"
como afectuosamente le llamaban, recordando con los
términos mas cariñosos sus cuidados e!l el campamento
y sobre la marcha para proporcionarles comodidades.
El estado se unió á los militares y al pueblo para
hacerle los honores, confiriéndole el título mas distin-
guido de que podia disponer, el de benemérito, que
significa hombre que ha merecido bien de su patria;
título que se daba en los tiempos coloniales bajo el
gobierno español, y que obtuvieron los principales
( l761
476 MUERTE DE JUAREZ.

héroes de la revolucion y unos cuantos ciudadanos


distinguidos en dias posteriores. Se le di6 además,
en propiedad, la hacienda de la Noria cerca de Oajaca,
á la cual se retir6. Allí llev6 por espacio de dos años
la vida tranquila del hacendado azucarero, como lo
habia hecIlo su padre. Fué un alivio para él, un des-
canso que habia apetecido cuando llevaba la vida acti-
va de los campamentos, y de la política, porque sus
gustos eran sencil10s y ajenos á la ostentacion. No
le agradaban ni el tumulto político, ni el brillo super-
ficial y vaCÍas etiquetas de la capita1. Lo que mas
placer le causaba era ver las caras francas y maneras
naturales de sus amigos de Oajaca, y emprender de
vez en cuando una expedicion de caza en las colinas
que habian sido de sus antepasados, con su atm6sfera
vivificante, y los róseos recuerdos de la juventud.
Pero habia una causa mas y de mayor fuerza para
hacerle sentirse feliz en esta reclusion: el influjo de la
mujer. Hacia mucho que ' se hallaba desposado con
Delfina Ortega y Reyes, hija de un doctor con predi-
lecciones de anticuario, á quien habia tomado cariño
desde que era niña, y aunque á la sazon solo contaba
diez y ocho años, él se habría casado con ella ántes, á no
impedirlo los tiempos turbulentos y sus ausencias en
la campaña. Mas el dia de la rendicion de Puebla,
aquel dia memorable en que di6 la libertad á los cau-
tivos, otorgó poder á uno de sus amigos para que le
representase en la ceremonia del matrimonio ya con-
venido. Los matrimonios por poder ocurren con
bastante frecuencia 'en los países españoles. Diaz
quiso ligar ese feliz suceso con sus triunfos, y con los
plácemes que despues le llueven, en los aniversarios
del 2 de Abril, de todas partes del país, tanto de sus
contrarios como de sus amigos.
y así fué que á la sazon que los alegres repiques de
las campanas anunciaban sus nupcias en la distante
Oajaca, él no oia mas que el estruendo del caño n ;
cuando las niñas ataviadas de blanco arrojaban flores
por delante de la novia, los enardecidos soldados rega-
PORFIRIO DIAZ Y DELFINA ORTEGA. 477

han el camino de su jefe con sangre. En medio del


fragor de la batalla vino en una carta el beso nup-
cial de la esposa que temblaba por la vida de aquél
á quien 'lcababa de unirse. Casada tal vez con un
cadáver!
Así pues, tras del matrimonio vino la luna de miel,
prolongada y feliz, un noviazgo renovado á la verdad,
durante el cual hizo él de deferente amante á la vez
que de tierno esposo; y ella, como Desdemona, á sus
piés escuchaba las relaciones de peligros, triunfos, y
laureles adquiridos. Criada en la tranquilidad elel
interior, la señora de Diaz no habia adquirido los gus-
tos artificiales que impone la vida de la capital. Aun
la juguetona vivacidad de la juventud tenia en ella
cierto tímido retraimiento que combinado con sus gra-
cias naturales, contribuia á dotarla con la dignidad
propia de la mujer. Era talla dulzura de su carácter
y la bondad de su corazon, que sus mas gratas ocupa-
ciones las hallaba en las obras de caridad, y en las labo-
res que tendian á la educacion y elevacion de su sexo;
y pronto tomó sobre sí el cuidado del colegio para
niñas, que fundó su esposo en su primera visita.

Pero Porfirio Diaz no estaba todavía enteramente


separado de la vida política; porque si el partido que
lo habia electo su jefe dejaba de tenerlo en medio de
sus filas, y de ocuparlo del todo con sus innumerables
planes y operaciones accesorias, su causa principal,
esto es, la de derechos populares y de la libertad,
segun el espíritu de la Constitucion de 1857, recla-
maba la atencion decidida del que habia sido su mas
acérrimo defensor.
Poco despues de la entrada del gobierno á la capital,
se hicieron preparativos para las elecciones de los
poderes supremos. Á este fin se dió la ley electoral
de Agosto 14 de 1867, juntamente con ciertas refor-
mas constitucionales que despertaron una oposicion
decidida en el pueblo.
Para contrarestar esto, el órgano del gobierno ·se
478 MUERTE DE JUAREZ.

tomó la libertad de proclamar que el general Diaz


aprobaba la ley, y sostendría al gobierno con su es-
pada. Un hecho tan descarado que comprometia su
reputacion política le llenó de indignacion, haciéndole
prorrumpir en una rotunda negativa. Esto ocasionó
un fraccionamiento del partido progresista, llamándose
los disidentes consti,tucionalistas, quienes exigieron la
estricta observancia de la ley orgánica que tanta san-
gre habia costado obtener. Eligieron á Diaz por su
jefe, y querian proclamarlo su candidato para la presi-
dencia, aunque solo para que sirviese de protesta
contra la intentada infraccion de la constitucion, y á
pesar de sus objeciones; porque él opinaba que aunque
.Tuarez hubiese cometido errores en esta y otras oca-
siones, merecia, con todo, agradecimiento por su con-
ducta resuelta como el porta-estandarte de la república
durante sus dias de prueba.
El partido juarista no vaciló en aprovecharse de
ese sentimiento para sus fines. N o obstant e, temia la
popularidad del general, y miéntras una seccion tra-
taba de descarriarla proponiéndolo para el puesto de
jefe de la suprema corte, que viene á ser el vice-presi-
dente, pusieron en accion contra él y por su propio
interés la vasta maquinaria política de que disponian:
porque es de observarse, que el gobierno no solo
tenia la ventaja de su poder discrecional bajo la ley
marcial que estaba aun vigente, sino que los goberna-
dores actuales, funcionarios, y autoridades subalternas
le debian sus nombramientos, y de consiguiente t enían
interés en sostener á su protector. Por todo lo cual
le era fácil elegir 6 declarar electo al individuo de su
predileccion. Además, los constitucionalistas se habian
organizado demasiado recientemente para que pudiesen
obtener una gran victoria. Así pues, en Octubre
.Tuarez y su ministro Sebastian Lerdo de Tejada fue-
ron declarados electos respectivamente para los pues-
tos de prei:lidente y jefe de la i:luprema corte de justi-
cia. Tan notables fueron los fraudes en los comisos
electorales que b oposicion se propuso negar la vali-
ADMINISTRACION DE JUAREZ. 4i9

dez de la eleccion; pero Dlaz se negó á sostener


protesta alguna, y así se tranquilizaron los ánimos.
Lerdo continuó á la cabeza del gabinete, y José María
Iglesias fué uno de sus colegas.
Al r eunirse el congreso el presidente renunció sus
poderes discrecionales, dando al mismo tiempo cuenta
de su administracion. Varias medidas útiles obtuvie-
ron la sancion de la cámara, y se reanudaron las rela-
ciones con varias naciones extranj eras; se ajustaron
los reclamos, y se concluyó una convencion con la
república del norte. El populoso estado de Méjico se
dividi6 por este tiempo en tres entidades, constituyén-
dose los estados de Hidalgo, Méjico, y Morelos, corres-
pondiendo á los distritos del norte, central, y del sur,
y proclamando en dos de ellos los nombres de los
héroes de la inJ.ependencia. El trato de los imperia-
listas por Diaz creó una impresion fuerte en Juarez,
que trató de seguir su ejemplo; pero su partido se
hallaba aun dividido en opiniones: unos aspiraban á
apoderarse del botin, otros á la venganza, quedando
por eso un gran número de prisioneros, víctimas de la
persecucion, desterrados ó bajo vigilancia hasta Octu-
bre de 1870, en que se pasó la ley general de amnistía,
de la cual solo se excluyó á unos cuantos que habian
sido regentes y ministros imperialistas.
Esta medida se debió en gran parte á la influencia
del general Diaz, á quien habian inducido poco ántes
á volver á tomar parte en los negocios públicos como
diputado al congreso por su estado. Despues de reti-
rarse del servicio activo del ejército, debido en parte
á la actitud anti-constitucional del gobierno, J uarez
insistió en reserV:1r el derecho de la nacion sobre su
primer jefe militar, t eniéndolo en cuartel sujeto á
órdenes. Diaz se avino, pero dedicó el sueldo á la
construccion de un puente en el rio Atoyac. Esa
conducta independiente se la inspiró en mucha parte
el sentimiento de simpatía por sus compañeros de
armas. El anhelo de iniciar las economías habia
hecho á la administracion dar de baja á la mayor parte
480 MUERTE DE JUAREZ.

de las fuerzas empleadas durante la gu-erra de liber-


tad; pero se hizo de una manera arbitraria, dejando á
millares de hombres sin los medios de subsistencia.
Mas aun, la digna oficialidad, poco atendida en el
reparto de empleos, y los porfiristas, ó aquellos que
habian servido en el ejército de oriente, fueron palpa-
blemente olvidados, y ciertos individuos que ocupaban
puestos de mando por nombramiento ó confirmacion
de Diaz, tales como Mendez en Puebla y Jimenez en
Guerrero, fueron tratados de tal manera que tuvieron
que renunciarlos, para dejar el campo á funcion!!>rios
de quienes pudiera fiarse el partido j uarista. El re-
sultado fué un descontento que vino á parar en levan-
tamientos por distintos puntos. Diaz protestó contra
::;emejante modo de recompensar los servicios patrióti-
cos, hizo patentes los peligros que acarrearía, y declaró
que primero quebraría su espada que esgrimirla contra
s us compañeros tan injustamente vejados.
Las revoluciones mas formidables durante 1868 á
69 fueron fomentadas por el general Negrete, de los
.afamados del cinco de Mayo, quien desesperando de
la república despues de los fatales reveses de 1865, se
expatrió ue grado, sospechándosele despues de abrigar
tendencias imperialistas. S e pronunció en Puebla en
F ebrero de 1869, pero fué vencido por los activos
generales juaristas. El general Aureliano Rivera dió
mucho que hacer, y aunque derrotado continuó sus
operaciones hostiles como jefe de guerrilla. En Yu-
catan, Alatorre sofocó un pronunciamiento de carácter
serio; sin embargo, los indios rebeldes continuaban
sus invasiones desoladoras, y lo mismo hacian las tri-
bus salvajes en las fronteras del norte de la república,
y en Ohiapas tambien se venia iniciando una guerra
de razas. A principios de 1870 San Luis Potosí y
Zacatecas fueron teatro de unas demostraciones mucho
mas imponentes dirigidas por Aguirre, gobernador del
último estado, García de la Oadena, y otros, que tomó al
gobierno cuatro meses para vencerlas, con ayuda de las .
facultades extraordinarias que le concedió el congreso.
MOTIVOS DE DERCONTENTU. 481

Estos movimi entos se debieron ménos á la tropa


chasqueada, que á las continuadas maquinaciones entre
ellos de los conservadores perseguidos, y del afligido
clero, y hasta cierto punto á las intrigas de las parti-
darios de Ortega que habian tratado de revivir su
derecho á la presidencia, p endiente desde su descono-
cimiento en 1865. Su fuerza provino, sin embargo,
en mucha parte de los motivos ocasionados por la
política del gobierno que ya estaba llegando decidida-
mente á la estagnacion. El espíritu que promovió las
primeras reformas habia perdido su fogosidad, y la
marcha administratjva habia caido en una rutina que
se apartaba mas y mas de las exigencias progresistas
del liberalismo. La falta no era tanto de J uarez per-
sonalmente, como de los hombres en qui enes su
creciente debilidad le hacia confiar demasiado-
consejeros que habrían sido muy adecuados para el
período marcial de 1862 á 67, p ero que no correspon-
dian á la nueva era de desarroll o pacífico. No cabe
duda que á varios de los consejeros los guiaban moti-
vos de ambicion empleando su influjo para rebajar la,
popularidad del ejecutivo. Estos hombres se condu-
j eron de tal modo que lograron dominar el deseo que
espasmódica mente se apoderaba del presidente de
obrar vigorosamente, ó desviaban ó neutralizaban su
accion, y por medio de ju ego artero sobre su obstina-
cion, le hicieron sordo tanto á las amonestaciones como
á los insultos. Su conducta, en reclamar los sueldos
que se le adeudaban, fué muy criticada por sus ene-
migos, hallándose en contraste marcado con la mo-
desta negativa de Diaz que rehusó recibir su paga
acumulada, ó guardar para sí la remuneracion que se
le tenia asignada durante el tiempo que estuvo en
cuartel.
La actitud peculiar de J uarez, que habia creado la
seccion constitucionalista en el partido liberal en 1867,
trajo en seguida otra segregacion, compuesta princi-
palmente del elemento aristocrático; de las personas
qu e por su riqueza, educacion, y otras circunstancias,
VIDA DE DIAZ.-31
482 MUERTE DE JUAREZ.

se creian con derecho á tener mayor ingerencia en el


manejo ele los asuntos públicos, y á ejercer una influen-
cia proporcionada á la superioridad de sus bienes 6 de
sus intereses fabriles 6 comerciales, sobre los de la
mayoría oficial que hasta ahora habian merecido la
preferencia de J uarez. Sus esperanzas se concentra-
han mayormente en la eleccion presidencial de 1871,
época en que el país se hallaría evidentemente prepa-
rado á reconocer un sucesor al actual primer magis-
t.rado, quien habia ocupado su puesto por el período
sin precedente ele 14 años.
Su candidato era Lerdo, el primer ministro y jefe
de la suprema corte, est.imado por sus dotes litera-
rias y largos servicios en el gabinete, y que poseia
una vasta influencia tambien por el prestigio dádole á
su nombre por su hermano Miguel, autor de la famosa
ley-Lerdo contra los bienes del clero, que falleció
cuando era un candidato favorito para la eleccion pre-
sidencial en 1 861.
El jefe del partido lerelista era el licenciado Manuel
Romero Rubio, presidente del congreso, y uno de los
mas distinguidos abogados mej icanos.
Nacido en Méjico el 7 de Marzo de 1828, de buena
familia, Romero Rubio habia pasado por las mejores
escuelas de la capital, la de San Gregario y el Semi-
nario Conciliar, siendo admitido en el foro en 1853
bajo los auspicios del ministro Fonseca. Tan notable
fué la habilidad que despleg6 como estudiante, dán-
dola á conocer en las discusiones de los juéves en la
Academia de Jurisprudencia, que desde luego se le
ofrecieron varios puestos jurídicos de importancia;
pero prefiri6 las amplias oportunidades que presenta
el ejercicio de la abogacía. Afable á la vez que
enérgico, pronto se hizo prominente y adquiri6 en
pocos años la mejor clientela del país.
U n hombre ~omo este no podia esq uivar los debe-
res y fascinaciones de la polít.ica mejicana. Se adhi-
ri6 al levantamiento contra Santa Anna, y á Resar de
su juventud figur6 como comisionado,cerca de Alvarez,
ROMERO RUBIO. 483

de los jefes revolucionarios de la capital. Luego dos


estados se disputan el elegirlo diputado ti. las cámaras,
y como tal contribuyó á formar la constitucion de
1857, siendo de los primeros en imprimirle sus fases
liberales. Cuando Comonfort vaciló e n sostener sus
bases orgánicas, Rom ero Rubio convocó á la guardia
nacional, prevaliéndose hasta cierto punto de su auto-
ridad como secretario del gobierno del Distrito, y
ofreciéndole su cooperacion á J uarez, jefe de la supre-

MANUEL ROMERO RUBIO.

ma corte; presento además un plan de gobierno con


que sostener la constitucion, pero J uarez vaciló toda-
vía, y Romero Rubio se retiró disgustado por la falta
de accion pronta, á que atribuyó él la mayor parte
de las ocurrencias deplorables que sobrevinieron des-
pues.
Su corazon estuvo con la causa liberal, sin embargo,
y como secretario de Degollado, el comandante en jefe,
484 MUERTE DE JUAREZ.

cooperó á cimentarla con sus esfuerzos. Por algun


tiempo figuró como gobernador del distrito federal,
participando en los consejos militares con el grado de
coronel. En seguida tomó el mando de la region de
la Huasteca para organizar allí fuerzas, actuando como
jefe de estado mayor del general Garza, proveyendo
armas y soldados para los ejércitos del interior, que
ayudaron eficazmente á producir resultados favorables
á los liberales. Como comisionado por los estados del
nordeste y Zacatecas, se unió á Lerdo para peis'uadir
á J uarez que sancionara é hiciera vigentes las leyes
de reforma con que cortarle las alas al partido cle-
rical.
D e8pues de la entrada de los juaristas á Méjico
volvió á ocupar su asiento en el congreso como miem-
bro de las comisiones mas importantes, y como su pre-
sidente. Estaba ligado con L erdo por los lazos de
la amistad, cimentados por la simpatía que engendra la
semejanza de gustos, ideas y conocimientos literarios.
Muchas de las medidas laudables del primer ministro
de J uarez fueron sugeridas por Romero Rubio, quien
para el efecto era el consejero de un vasto círculo de
partidarios, mucho ántes de que su marcada habilidad
é influencia lo trajesen al fren t e como caudillo de un
nuevo partido. Su casa era nada ménos que el punto
de reunion de hombres de estado y empleados, así
como el ej e sobre que jiraba la sociedad de la capital,
siendo la esposa de Romero Rubio una señora de dotes
superiores, como lo dejaban ver sus brillantes cualida-
des mentales, su porte digno, esq uisito gusto, tacto, y
delicadeza.
Los lerdistas -contaban con mucho para el logro de
su obj eto en la cooperacion de aquellos cuyos nombra-
mientos procedieron de L erdo, con debida atencion al
papel que se esperaba de ellos. La mayor proporcion
de los empleados co n todo pertenecian todavía á la
seccion pura de los liberales, cuyos intereses se cifra-
ban en la reeleccion de su j efe; y J uarez mismo estaba
persuadido que debia continuar en el poder para corn-
REELECCION DE JUAREZ. 485

pletar la obra de reconstruccion. Se habia alucinado


con que el desarrollo de la gran idea abrazada en la
constitucion de 1857 progresaba activamente, y que
á nadie se le podia confiar como á él mismo. El amor
al poder habia tambien crecido en él durante su largo
período imponiéndose así á su patriotismo.
El elemento popular se concentró en los porfiristas,
quienes veian confirmado en la reciente carrera legis-
lativa de Diaz, como campeon de la reforma, su bri-
llante hoja de servicios como militar. Si el renombre
militar tenia ménos influencia que ántes, el patrio-
tismo abnegado y la pericia del estadista venian ga-
nando mayor prestigio, lo mismo entre los buenos
liberales como entre las masas; de suerte que la popu-
laridad del héroe de oriente podia considerarse cierta-
mente como superior á todas las demás. Esto lo
probó la decision de los juaristas en su favor, á fines
de 1870, cuando una enfermedad los hizo temer por
la vida de su jefe.
Pero i de qué sirven la popularidad y los deseos de
las masas contra los intereses de partido y las intri-
gas ofi.ciales 1 El resultado de las últimas dió 5,837
votos á J uarez, 3,555 á Diaz, y 5,874 á Lerdo, y el
congreso habiendo sido llamado á decidir por falta del
requisito de la mayoría absoluta, los derrotados ler-
distas cedieron á sus primitivas tendencias juaristas
uniéndose para proclamar la reeleccion de J uarez.
En vano los porfiristas presentaron pruebas de votos
falseados, de credenciales falsas y de partes ficticios
de mayorías en favor del gobierno y de Lerdo, donde
á menudo no se habia dado ni un solo voto á alguno de
ellos, ó donde los votos mandados eran muchísimos
mas que el número de los electores. Se necesita poco
conocimiento de las elecciones populares para conven-
cerse que ninguna clase de esfuerzos en los comisos
puede cosa alguna contra las maquinaciones de los
gobernantes y otras autoridades interesadas, y con
seguridad puede presumirse que la verdadera votacion
estuvo por Diaz.
486 MUERTE DE JUAREZ.

Los porfiristas protestaron contra la legalidad de la


eleccion y se declararon por la oposicion armada. El
general Diaz se opuso al derramamiento de sangre y
á una ostentacion de fuerza contra un antiguo amigo
y patriota, aunque este se hallase descarriado. Su
partido manifestó que habia causas superiores al senti-
miento personal, á saber, los deseos del pueblo, el sos-
ten de la constitucion y los derechos de los partidos
vulnerados. Varios estados tomaron la cosa con calor,
enviándose diputaciones de Puebla, Jalisco, y Sinaloa,
presididas por hombres como los generales Ogazon y
Marquezde Leon, Vallartay Zamacona; tambienotros
para quienes la mera posibilidad de la guerra bastaba
para ponerlos en acciono
Como el jefe electo para tan importante movimiento
Diaz no pudo ya escusarse por mas tiempo. El 8 de
Noviembre de 1871, dió un manifiesto desde La Noria
sometiendo al pueblo en beneficio de la constitucion
de 1857 y de la libertad de eleccion, varias medidas
de reforma, notablemente la garantía de privilegios
municipales y la facultad de la accion libre é indepen-
diente, é igualmente la no-reeleccion á la presidencia,
como únicos medios para evitar los fraudes y la guerra
civil. Quitando la tentacion, el gobierno estaría mé-
nos propenso á armar revoluciones, á buscar faculta-
des especiales, y á hacer nombramientos con segundas
miras, dejando el campo libre á todos los partidos y
opiniones, y al pueblo comparativamente exento de
las intervenciones é intrigas oficiales.
El estandarte porfirista se dejó ver en casi todos los
estados, siendo sus tenientes los generales Mier y Te-
ran, Jimenez, y Lúcas cn el sur y el centro, Treviño y
Guerra en el norte, algunos de cuyos ejércitos llega-
ban hasta 9,000 hombres, y el conflicto se estableció
con éxito variable contra los generales gobiernistas
Alatorre, Rocha, y otros en muchas batallas sangrien-
tas. Entre las víctimas se contó á Félix Diaz cuyos
servicios le habian granjeado ya el grado de general.
Sucumbió cerca de Pochutla en Enero de 1872, lamen-
FIN DEL GRAN PATRIOTA. 487

tado por un gran círculo de amigos y subalternos que


lo admiraban, y por Oajaca como uno de sus jefes mas
nobles y h~b il es, y á la vez como su bien amado gober-
nador desde 1867 á 187l.
En medio del conflicto vino un golpe contundente
que dió un nuevo aspecto á los negocios é hizo dete-
nerse á los combatientes. La muerte arrebató á J ua-
rez el1 8 de Julio de 187 2. Hacia tiempo que su
salud iba declinando, y la pérdida de su esposa en
Enero del año ant erior habia sido para su corazon
una profunda herida.
Al anunciar los tiros de cañon de minuto en minuto
que el alma del gran patriota habia volado á su cria-
dor, la pesadumbre se apoderó de los corazones. Sus
debilidades y errores quedaron del t odo olvidados,
quedando en los ánimos solo el recuerdo de su con-
stancia impertérrita como defensor del pendon de la
libertad, de su inquebrantable fé en su mision, y de
las muchas nobles cualidades de su inteligencia y de
su corazon. Si habia cometido act os que violasen los
derechos nacionales y la ley constitucional se atribu-
yeron desde luego 11 debilidad en ceder á las sugestio-
nes de sus consej eros, y mas tarde á su falta de salud.
Soportó las injurias con admirable resignacion sin ali-
mentar malicia alg una; no se j actaba de los triunfos,
ni se cebaba en las desgracias de los vencidos. Des-
deñaba las cont emporizaciones y las rencillas; hacia
poco caso de las doctrinas tradicionales, y esclavo de
su deber aún cuando fuese mal encaminado, se mante-
nía firm e contra todos los que tratasen de oponerle
obstáculos á sus planes. Salvó la constitucion en sus
primeros dias de prueba, y al sost ener la república con
tan marcada tenacidad durante lo mas negro y deses-
perado del año de 1865, hizo que durara mas tiempo
la resisten ca, hasta que vino el aux ilio á contener el
avance imperialista, hasta que Diaz pudo reunir nue-
vas fuerzas y llegar á sal var la independencia amena-
zada. J uar ez representó á la república y la causa de
la justicia ; Diaz fué su campeon, el brazo vengador,
488 MUERTE DE JUAREZ.

el gemo de la guerra. La patria agradecida á ambos


ha levantado al primero, para remembranza nacional,
un pedestal mas alto que los tronos. La n?che eterna
envuelve la forma, pero el nombre de Juarez será para
siempre inmortal en la historia.
En medio de la confusion y alarma general Lerdll
no perdió la cabeza, á pesar de ser á quien tocaban
mas de cerca, en razon de que aquel golpe le colocaba
tan repentinamente sobre toda¡o los demás. Desde
luego comprendió el curso de las diversas corrientes
que venian de todas direcciones; vió que el partido
juarista, acéfalo ahora, tenia en su mayor parte que
volverse á él como sueesor constitucional de su difunto
jefe, miéntras que el porfirista, privado de su motivo
directo para la guerra, apénas podría continuar la
lucha con visos siquiera del sostenimiento de princi-
pios. Sin embargo, le era preciso afianzarse doble-
mente, fortaleciendo su posicion con nuevos adictos de
uno de los dos partidos de oposicion. Su propia sec-
cion como fraccion salida del cuerpo juarista, tenia
casi idénticas miras aparte de , la am bicion personal,
miéntras que el otro consistia de hombres desde muy
atrás hostiles á ámbos. Era natural, por consiguiente,
que se volviese á los primeros, y 10 hizo así con un
tino consumado, digno del que habia sido jefe del gabi-
nete. Conservando el gabinete juarista en sus pues-
tos á pesar de la reciente hostilidad violenta, llenó á
sus sostenedores de las mas halagüeñas esperanzas;
eon la amnistía general propiciatoria tendió á los por-
firistas un alivio conciliador; suspendiendo la ley mar-
cial produjo la calma en el ánimo de los pueblos del
interior; y dando un decreto para la inmediata eleccioll
presidencial en Octubre causó en el pueblo la impre-
sion de su deferenc:ia á su autoridad y á la ley. j Qué
abstencion tan modesta 1 i Qué desinterés tan noble!
Un hombre que con tanto patriotismo dejaba de apro-
vecharse de la situacion daba buenas promesas de ser
un virtuoso gobernante.
Esta hábil maniobra era innecesaria respecto á los
PRESIDENTE LERDO. 489

porfiristas, porque Diaz desde luego reconoció los


derechos de Lerdo, y relevó á sus sostenedores de
mas funciones militares, aunque sin dejar de amonestar
al nuevo magistrado que se esperaba de él respeto por
los principios del sufragio público y la no-reeleccion.
Es menester confesar, sin embargo, que la actitud
política de Lerdo no habia dejado de hacer su efecto
en esta fraccion de la oposicion por lo espontáneo de
su concesion, y hallando que su posicion se hacia mas
fuerte, se abstuvo vivamente de hacer promesas que
pudieran ligarlo mas tarde tí condescendencias desa-
gradables. Por los partidarios de Lerdo no era de
ninguna manera apreciada su aparente abnegacion,
incitados como se hallaban ante la perspectiva del
botin; no obstante, contuvieron su impaciencia con la
esperanza consoladora de que estaba meramente con-
temporizando, y continuaron sus esfuerzos en favor
de él.
El resultado fué su eleccion á la presidencia por una
gran votacion, debida en gran parte al tácito y franco
reconocimiento de sus derechos como sucesor de J ua-
rez por Diaz y sus generales. Además, á los pueblos
se les habia inclinado tí asociarle con la mayor parte
de las medidas benéficas de la administracion anterior,
y el buen éxito que comparativamente habia tenido
esta los hacia ver ~on agrado que un ciudadano pací-
fico ocupase la primera magistratura. Habia sufrido
tanto el p;1Ís con el desórden y mal manejo de jefes
militares que muchos veian con desconfianza esos can-
didatos, atribuyéndoles ménos aptitud para la silla del
ejecutivo, y la inclinacion de dar una peligrosa prefe-
rencia al ejército. La lucha de los últimos ocho me-
ses habia tambien producido la reaccion en varios
puntos.
Fué un signo agradable de adelanto político ese
respeto á las leyes y á la justicia que tan admirable-
mente demostró ante la nacion el poderoso partido,
cuyo caudillo era el general Diaz. Se contuvo en
medio de su carrera militar obedeciendo á principios
490 MUERTE DE JUAREZ.

elevados y ahogando toda ambicion personal. Cuan


diferente de la conducta que caracteriz6 á los jefes en
el período republicano trascurrido en que los intereses
personales y el lucro eran las miras supremas ! La acti-
tud porfirista fué tambien una manifestacion del influjo
creciente del pueblo en el manejo de los asuntos públi-
cos, y del deseo por la paz con los beneficios que ella
trae consigo. N o es por cierto de lam entarse que
exista esa supremacía, por el h echo de que las masas
fueron engañadas en su nueva eleccion. A su tiempo
r ectificarían el error y aprovecharían la leccion.
El general recibi6 el premio de su sacrificio en una
magnífica demost.racion cuando volvió á la capital á
mediados de Noviembre, y un número de clubs y pe-
riódicos influent es se apresuraron á proclamarle su
candidato en la próxima eleccion para presidente de la
r epública; otros para presidente de la suprema corte ;
al mismo tiempo le vinieron abundantes ofertas hono-
ríficas y distin ciones de varios estados, entre ellos el de
Tamaulipas á la vez que le declaraba ciudadano y bene-
mérito, di6 su nombre á 1:1 poblacion de R ey noso y le
brindó una rica porcion de t erreno de labranza á ori-
llas del fértil rio Pánuco. El gobierno por su parte
trató de atraerse á un j efe tan formidable nombrándole
para varios puestos, y habiéndQse él exc usado de a.cep-
tarlos, llegó á ofrecerle un a comision diplomática que
le alejara del país. P ero Diaz no se sinti6 dispuesto
á sacrificar su independencia, ni á aceptar prefercncias
á costa de su partido. D espues de haber ocupado
un puesto como el mando de la línea de oriente CO Il
jurisdiccion real y efectiva sobre la mitad del país, no
encontraba incentivo en los empleos que se le pudie-
ran dar, y su honor no le permitia rebajarse adoptando
una conducta incompatible con los verdaderos intere-
ses del país, ni derramar la sangre del pueblo y dé
sus compal'íeros de arma~ por una ambicio n vana Ó
personal. Resolvi6 concretarse á ser el campeon ab-
negado de los derechos nacionales, como lo habia sido
RETIRO DE DIAZ. !91

siempre. Esta fué su determinacion. Y así fué que


con el buen juicio que le había caracterizado en toda
su ca,rrera, se retiró del tumulto de la capital á un
ino-enio de azúcar que formó en la mirgen izquierda
del rio Papaloapan, una nlÍl1a al norte de Tlalcotalpan.
(;APITULO XXII
LA GUERRA LERDISTA.

1872-1876.
PECULIARIDADES DE SEBASTI Al' L ERDO DI,; TEJADA-SU POSICION y PBETEN·
SIONES-ACTIT(,D DEL CLERO-VICENTE RIVA PALAClO-DIAZ AL FRE!'·
TE-MAS REVOLUCIONES-BATALLA DE MATAMOROS -DIAZ DISFRAZADO
- INTE!' TA ESCAPARSE DE UN BUQ UE-ENCIKRRO DESAGRADABLE-LIBRE
AL FIN-JOSÉ MARÍA I GLESI AS- P UNTO DE REUNION EN HUAMANTLA-
A NSIEDAD PROLONGADA-BATALLA DECI SIVA-VICT ORIA DE LOS PORFI'
RISTAS.

Sebastian Lerdo de Tejada tomó posesion de su


puesto con todo el brillo que le habian grangeado su
conducta recomendable durante la interinidad, y sus
antecedentes de ministro hábil, juntamente con la
fama que reflejaba de su hermano Miguel. Sebastian
se sintió inclinado en sus primeros años á adoptar la
carrera eclesiástica; pero habiéndose fijado en la de
abogado se volvió un acérrimo opositor de aquella.
Su vacilacion no era debida á debilidad de carácter
que un observador casual pudiese apercibir en la suave
modestia y llena generosidad de sus facciones finas y
maneras del hombre de letras. Su franqueza servía
de máscara á una. presumida fuerza de voluntad ruda
y egoista, á una seguridad calmosa y dogmática indica-
da en el cuerpo firm emente constituido, y sobrepuesto
por una cabeza bien colocada, siendo todo su porte el
de un hombre que tielle confianza en sí mismo, y nacido
para el fin expreso de dominar á los demás. Parecia
que se deleitaba en crear posiciones equívocas á sus
amigos y partidarios, formando en derredor de sus
propósitos una neblina de duda é incertidumbre. Su
(492 )
LERDO Y LOS PORFIRISTAS. 493

reputacion de hombre estudioso y de grandes conoci-


mientos como jurisconsulto, lo habia elevado á la corte
suprema, y ahora á los 48 años de edad ocupaba el
puesto mas encumbrado de la r epública.
En su discurso de inauguracion habia seguido pos-
poniendo la t an deseada reforma de los abusos, y las

LERDO DE TEJADA.

medidas enérgicas con promesas yagas, y comparti ó


hasta cierto grado el aplauso con que fueron recibi-
das las enmiendas constitucionales del congreso de
1873. Por estas la iglesia y el estado quedaron inde-
pendientes entre sí; se proclamó la tolerancia religio-
sa, declarándose al mismo tiempo contrato civil al
matrimonio; se prohibió á las corporaciones religiosas
poseer bienes raíces 6 hipotecas ; fué suprimido el
juramento religioso, y se prohibió el trabajo forzado.
Esta última disposicion habia sido dictada con fre-
cuencia ántes, solo para que la evadiesen y se necesi-
taba tiempo para darle vigor. L as enmiendas queda-
ron incorporadas en el decreto de 25 de Setiembre.
El siguiente año se creó el senado, debiendo comenzar
sus funciones en Setiembre de 1875 .
Considerando ya innecesario el pretender por mas
494 LA GUERRA LERDISTA.

tiempo, Lerdo se entregó con ciega confianza á creer


ya afirmada su posicion, y teniendo una idea muy ele-
vada de su poder y talento se propuso gobernar á su
antojo. Continuó favoreciendo á los juaristas, y cal-
mando á los neutrales sin lograr que quedasen satisfe-
chos estos últimos, ó que desapareciesen las sospechas
que abrigaban .
.A las amonestaciones de sus partidarios daba la
exasperante respuesta que habia sido electo por el
pueblo constitucionalmente, y que no se habia obligado
á seguir ninguna línea política. En verdad, la nacion
pronto se apercibió de ig ualdad de miras respecto á
ella, por su desprecio de las muchas reformas adminis-
trativas y electorales que habia esperado de él.
A los porfiristas les manifestó hostilidad descubier-
ta; y agriándose ellos á su vez, empezaron á causar
perturbaciones. Un nÍlrnero considerable de ellos se
unieron con L ozada, el jefe turbulento de la sierra de
T epic, quien en Enero de 1873 bajó á J alisco, Sinaloa,
y Zacat ecas. Fué derrotado p or Corona, sin embargo,
perdiendo t erreno tambien enke sus partidarios por
sus actos inconsiderados. L os excesos y la falta de
organizacion ay udaron á completar su derrota, y en
Julio fué hecho prisionero y acabó su vida en un patí-
bulo. L a conversion de Tepic en distrito militar
sujeto directamente al gobierno federal, causó descon-
tento en Jalisco á cuyo estado pertenecia aquel can-
ton; y la sospecha de que habia intencion de in-
vadir los derechos de los estados fué cundiéndose
en los estados. Yucatan, Coahuila, y otras partes
fueron sujetos á una intervencion arbitraria. Con el
pretesto de sofocar varios pronunciamientos el ejecu-
tivo pidió y obtuvo facultades extraordinarias, hasta
que su peculiar modo de proceder hizo levantar el
grito de que las revoluciones eran promovidas por el
gobierno mismo para retener esas facultades, y con
el objeto de mezclarse en los asuntos locales de los
estados, hasta el grado de poner á sus secuaces de
gobernadores.
OPOSICION AL GOBIERNO. 495

Sin embargo, h abia necesidad de rigidez, ménos por


los agitadores porfiristas, que por causa de las maqui-
naciones del clero, desesperado con motivo de las últi-
mas enmiendas constitucionales. Ayudados por las
excomuniones lanzadas desde el vaticano, trabajaban
por que los indios ignorantes hiciesen protestas á mano
armada. Lo lograron en varias partes, especialmente
en Michoacan que durante 1874 estuvo todo revuelto.
Los j esuitas desplegaron marcado celo en atizar el
fuego del fanatismo, y r ecibieron el golpe de la con-
siguiente persecucion, que envolvió tambien á las her-
manas de la caridad y á las monjas que habian empe-
zado á formar nuevas congregaciones. Las clases
bajas parecian exaltarse por las medidas contra estas
6rde nes veneradas, mas que por la guerra á la iglesia;
y realmente la debilidad de la defensa que se hizo en
favor de esta dió á conocer de un a manera muy pal-
pable, cuanto habia declinado su poder. Los misio-
neros protestantes no anduvieron remisos en aprove-
charse de la tolerancia proclamada y ganaron conside-
rable t erreno á pesar de la cruzada contra ellos.
U n resultado del des6rden general fué el aumento
alarmante de los robos en despoblado y de los asesina-
tos, cont ra los cuales eran ineficaces casi t odas las
medidas restrictivas. L os estados del norte se halla-
ban tan expuestos como siempre á las incursio nes de
los salvaj es; sin embargo, el gobierno les retiró la
subvencion que hasta ent6nces se les habia asignado,
á pesar de sus súplicas, y del consig uiente desagrado.
La nueva ley opresora del timbre ocasion6 mucho
descontento, y la tarifa especial de ferrocarril que favo-
recia á la compañía inglesa que disponia de la línea
de Veracruz, le acarreó enérgicas censuras al gobierno.
En 1874, L erdo empezó á r evelar designios ambi-
ciosos para un segundo período, influyendo en las
elecciones en favor de sus partidarios, y por medio de
un decreto de Mayo 18, en que se declaraba que á los
colegios electorales únicamente les competia decidir del
resultado de los votos, con lo que se priv6 á la suprema
496 LA GUERRA LERDISTA.

corte de la prerogativa de intervenir y deshacer sus


intrigas. Iglesias, presidente de la corte, renunci6,
protestando contra ese decreto como una invasion de los
derechos constitucionales del tribunal, y que al mismo
tiempo estorbaba sus propias esperanzas ambiciosas de
la posible sucesion. Temiendo que el asunto se venti-
lase mas de lo conveniente, Lerdo persuadió á Iglesias
que conservase su puesto, pero él no retiró la protesta.
Aunque el segundo congreso de 1873 ya revelaba
una creciente oposicion, el ministerio logró volver á la
mesa el voto contra un tercer período presidencial
consecutivo, y obtener que fuesen desechados los car-
gos que por violacion de la constitucion hizo contra
Lerdo de Tejada el general Vicente Riva Palacio,
quien, habiendo sido estrechado por la malevolencia á
renunciar su puesto en el ejército, se vengaba en las
columnas de un diario que estaba bajo su direcciono
Alentado así por su influencia en el congreso, Lerdo
se encaprichó mas, con gran disgusto de todos los
partidos. D ebia estar absolutamente ciego para no
ver las nubes del descontento popular, y acrecentó el
negro volúmen persiguiendo con mas rencor á los
hombres contra quienes abrigaba sospechas como- los
generales Gonzalez, Chacon, y Mirafuentes.
El mismo general Diaz no se vi6 exento, aunque
su prominencia le evitaba cualquier ataque descubierto.
Previendo la tormenta que se aproximaba, Diaz ven-
dió sus propiedades por la mitad de su valor é instaló
su familia en la capital. En seguida se preparó para
un pronunciamiento en Oajaca que serviría de centro
á los movimientos del sur, sobre los cuales descansa-
ban mayormente sus esperanzas de éxito; y para dis-
traer la atencion de ese lado, así como para fomentar
los levantamientos r espectivos por otras partes, salió
para la frontera del norte, tomando pasaje con su
firme partidario Gonzalez á bordo del Corsica que
salió de Veracruz para los Estados U nidos el 5 de
Diciembre de Hl75.
Poco tiem po despues de la partida de Diaz, la revo-
PRONUNCIAMIENTO DE DIAZ. 497

lucion se declaró en Oajaca encabezada por el general


Hernandez, quien se pronunció en Tuxtepcc contra el
gobierno y marchó sobre la capital del estado con
2,000 indios mal armados. Fácilmente se posesionó
de ella el 27 de Enero, y la mayor parte de las tropas
se apresuraron á unirse á un movimiento inaugurado
bajo los auspicios de un j efe de tanta fama como Diaz.
Este fué proclamado una vez mas general en j efe del
ejército regenerador, como en 1871, y Hernandez tomó
á su cargo la gobernacíon del estado.
La llama cundió rápidamente en varios estados, y
hácia fines de :l\1arzo los mas de ellos habian manifes-
tado su descontento, dirigiendo el movimiento Coutto-
lenne en Guerrero, Canto en Y ucatan, el coronel
García en Veracruz, capturando al gobernador; en
Puebla los antiguos compañeros de su j efe, Mendez,
Bonilla, y Carrillo ; en Jalisco, Guerra y Galvan; yen
N uevo Lean, Treviño y N aranj o que se unieron á Diaz
poco despues que pasó el Rio Grande del Norte el
22 de Marzo, con Gonzalez y 40 agregados, habiendo
él ya desde Brownsville tendido los planes y diri-
gido los movimientos. El 31 el general expidió en
Palo Blanco una reforma del plan proclamado en
Tuxtepec por el conducto de Hernandez. Se hizo ver
que el gobierno habia violado la constitucion y las
leyes de varias maDerfLs; nulificando en beneficio pro-
pio el sufragio libre á t al grado, que llegó á hacerlo
una farsa, imponiendo por la fuerza al pueblo candi-
datos oficiales con excl usion de otros; usurpando la
autoridad y las prerogativas de las municipalidades y
de los estados, pues habia trasformado á aquellas en
meros d~pendientes del poder en Méjico, y á estos los
había gradualmente despojado de su soberanía, en
parte volviendo á colocar gobernadores subordinados
de la administracion suprema como en Coahuila, Que-
rétaro, Oajaca, y Y ucatan; habiendo sido además J alis-
ca debilitado, y puesto en jaque con la segregacion
militar de Tepic. El senado habia sido creado para
promover planes centralizadores; la administracion de
VIDA DF. DIAz.-3~
498 LA GUERRA LERDISTA.

justicia estaba mal dirigida. La ley del timbre era


una extorsiono Los intereses agrícolas y mercantiles
languidecian bajo las medidas opresoras, tales como las
concesiones exhorbitantes y exclusivas y tarifa conce-
didas á la compañía inglesa, que t enia la direccion del
ferrocarril de Veracruz. Se habia arreglado por el
g'obierno reconocer la deuda inglesa en consideracion
á valiosos sobornos, induciendo á los Estados U nidos á
pagarla, operacion que debia acarrea r virtualmente la
venta de territorio mejicano. Á. la vez que se retira-
ban las subvenciones que tanto necesitaban los estados
fronterizos del norte para proteger sus hogares y sus
familias contra las incursiones de los salvajes, y se
malgastaban los fondos asignados para la ed ucacion del
pueblo, el gobierno despilfarraba fuertes sumas en
diversiones, y creaba empleos iunecesarios solo para
dar sueldos :i sus favoritos. El haber asumido facul-
tades extraordinarias y la suspension de garantías indi-
viduales impedian la aplicacion de todo remedio á estos
abusos, á no ser el de las armas.
Por lo tanto, se proclamó á nombre del agraviado
pueblo mejicano que la constitucion de 1857, con sus
adiciones y reformas de Setiembre de 1873 y Diciem-
bre de 1874, debia observarse junto con una nueva ley
que prohibiese la reeleccion de presidentes y goberna-
dores. N o se reconocia ya ill.as como autoridad á
Lerdo de T ejada, ni á empleado alguno de los suyos ó
de los electos en Julio de 1875. Todos los goberna-
dores que adoptasen este plan serían reconocidos, los
que no, serían reemplazados por nombramiento del
comandante en j efe. Las elecciones de las autoriJa-
des supremas tendrían lugar dos meses despues de la
ocupacion de la capital, de acuerdo con las leyes electo-
rales de Febrero de 1857 y Diciembre de 1872. El
congreso deLia reunirse un mes mas tarde y ocuparse
de la instalacion inmediata del presidente y la supre-
ma corte de justicia. Entretanto, el roder ejecutivo,
en su parte administrativa solamente, se depositaría
en el presidente de la suprema corte si aceptaba el
PLAN DE TUXTEPEC. 499

presente plan; y de no ser así, en el comandante en


j efe. La primera consideracion del 8° congreso debia
ser la ley de no-reeleccion, la independencia de las
municipalidades, y la organizacion política del distrito
feueral y del territorio de la Baja California.
En el plan de Tuxtepec los autores en su celo ha-
bian omitido toda alusion al presidente de la suprema
corte, :i quien la constitucion designaba en la sucesion
del ejecutivo, dejando la eleccion del presidente pro-
visional á los gobernadores que aceptasen el plan.
E sto signifi caba la eleccion de Diaz, quien debia derri-
bar á los gobernadores enemigos. E l se opuso á esto
como una violacion de la constitucion, cuya defensa
habia emprendido, y cedió el puesto al magistrado su-
perior, siempre que este último consintiese en adoptar
el plan; porque el general se proponia no vol ver á dejar
al capricho de un hombre las reformas indispensables
por que clamaba la nacion. La concesion refleja gran-
de honor sobre él, porque siempre habia sido la costum-
bre en las numerosas revoluciones del país que el afor-
tunado j efe del ej ército asumi ese el mando supremo.
El pueblo lo esperaba así, considerándolo casi como
necesario que el j efe del partido reformista tuviera en
sus manos los asuntos públicos hasta que la nacion
pudiera decidir sobre ese punto. Y t éngase entendido
que esta autoridad daba al poseedor la influencia para
inclinar la eleccion en su favor, así como la fu erza para
apoyarla si así se sentia dispuesto, como lo revelan las
páginas de la historia. Pocos hombres en Méjico
hubieran resistido la t elltacion y hecho un sacrificio
tan grande en pro de la ley, especialmente elespues
de haber estado por dos veces tan cerca del obj eto mas
elevado de la ambicion política como le habia suce-
dido á Diaz. E sta abnegacion por sí misma merecia
el logro de ese honor. Otro artículo en que se decla-
raba ser confiscables las propiedades de los partidarios
activos de Lerdo, para cubrir los gastos ele guerra y
perjuicios ocasionados, fué desechado porque podría
dar lugar á injusticias y vejámenes.
500 LA GUERRA LERDISTA.

Los cuarenta que seguian al general Diaz pronto se


aumentaron á 400 Y mas, Y con estos marchó contra
Matamoros, llave del nordeste. Lo corto de esa
fuerza que todavía estaba por organizar, animó á la
guarnicion de caballería á efectuar una salida. Era
el aniversario de la captura de Puebla, el 2 de Abril.
El antiguo ardor revolucionario se hizo sentir en el

MATAMOROS y ALRb:UEDORES.

general, qUIen encabezó el contra-ataque con tanto


vigor que hizo retroceder á la columna enemiga hu-
yendo hácia las puertas de la ciudad. Los vencedores
la siguieron muy de cerca apoderándose del puente
levadizo ántes de que pudieran levantarlo, pero su pro-
greso fué contenido por la aglomeracion, en las calles
angostas, de los fugitivos que huian hácia la plaza.
La dilacion dió tiempo al sorprendido y desesperado
comaru:lante para bu scar -la salvacion al otro lado del
rio en tierra de los Estados U nidos, visto lo cual se
rindió la caballería. La infantería se sostuvo por un
rato en la fortaleza, y despues siguió el ejemplo de los
otros. Varios oficiales cruzaron desde Tejas á dar
sus felicitaciones por el éxito admirable de un jefe
que pocos dias ántes no tenia ni un solo soldado, y que
DIAZ EN MATAMOROS Y NUEVA ORLEANS. 501

ahora exhibia el trofeo de 700 prisioneros con diez y


ocho piezas de artillería.
El gobierno habia recibido oportuno aviso de lo que
se estaba preparando en Brownsville, y despachó á
Escobedo con 6,000 hombres para detener la corriente
que se venia encima. Aunque se le habian agregado
Treviño y Naranj o, la fuerza de Diaz era del todo des-
proporcionada en número y organizacion á la colu mna
que se acercaba, especialmente por no ser prudente
fiarse de los prisioneros de l\l[atamoros in corporándo-
los en las filas. Se resolvió pues abandonar á Matamo-
ros, mejor que perder tiempo en este rincon distante,
y marchar al interior á engrosar allí las filas. Gonza-
lez se encargó de escoltar la artillería con la infantería
por la Huast eca á Puebla, miéntras el general llevaba
la caballería por el camino á Monterey.
No habia pasado Diaz de I camole cuando se encon-
tró con una fuerza superior de t odas armas al mando
del general Fuero. Se dió desde luego un a carga con
la que quedaron cortados 200 hombres y una parte del
tren, pero la fuerte posicion tomada entre tanto por
Fuero protejida por sus baterías, convenció á Diaz
de que nada podia efectuarse contra él con un cuerpo
inferior de caballería.
Las probabilidades de organizar un ejército fuerte
en el vasto y despoblado norte, prometia ménos á la
vista de las tropas que el gobierno amontonaba, y lle-
gando noticias de grandes levant amientos en el s ur, se
pensó que el general alcanzaría mas ventajas, diri-
giendo las operaciones en esa parte. D e acuerdo con
esto dejó á Treviño y á Naranjo que con tinuaran avan-
zando, miéntras él volvia á Nueva Orleans, para de
allí efectuar un viaj e mas rápido por mar. Disfrazado
de médico cubano con barba cerrada y anteojos de
color, y con el nombre de Doctor T orres, Diaz tomó
pasaj e en el vapor City of H avana. Varias personas
á bordo le eran conocidas, pero nadie sospechó que él
estuviese allí, y todo marchó bien hasta llegar á T am-
pico. Aquí se embarcó para V eracruz un cuerpo de
502 LA GUERRA LERDIST A.

tropa, que resultó ser parte de los prisioneros captu-


rados en MataI.10ros. Aquí, á la vista tan próxima
de gentes con quienes estuvo hacia tan corto tiempo,
ya no pudo Diaz t ener esperanza de pasar descono-
cido. Así fué en efecto: al siguiente dia notó que
no solo se tenian fuertes sospechas, sino que estaban
haciendo los oficiales preparativos para aprehellderle;
este fué el mej or recurso que se les ocurrió para cubrir
su última torpeza ante el airado ministerio de la
guerra
Era pues de suma importancia deshacerse de tan
peligrosos compañeros. El vapor estaba fond eado
léjos de tierra, afu era de la barra del rio; pero él era
buen nadador, y si t enia la fortuna de ganar ]a tierra
sin ser presa de los tiburones, las ·probabilidades <le
poder llegar á la amigable Huasteca serían bastante
buenas. Estos riesgos le parecian menores que el que
correría permaneciendo á bordo. Y así al oscurecer,
se deslizó por un costado del vapor, y trató de ganar
la playa. Pero sus enemigos lo habian estado espian-
do. Dióse el grito de "Hombre al agua 1" y muy
pronto llegó á sus oidos el ruido de los remos. En
vista de la larga dist ancia que debia vencer habia
nadado con mesura y lentitud; mas ahora hizo un
esfuerzo desesperado. Pero todo fué en vano, pues
lo alcanzó el bote y lo subieron á él casi sin sentido.
Al poner pié otra vez sobre la cubierta, ya por
~ upuesto sin el disfraz, varios de los oficiales contra-
rios subieron á identificar su per80na y hacerle poner
preso. Diaz habia t en ido tiempo de considerar la
situacion. Hizo llamar al capitan y le pidió la protec-
cion de la bandera de los E stados U nidos. Además,
no era cubano él ? El capitan hizo r etirar á los oficia-
les, y le dió la seguridad de que estaba enteramente
libre, al ménos hasta llegar á V eracruz. Las tropas
del gobierno, sin embargo, eran num erosas y pudieran
fácilmente apoderarse del vapor, y quizá reclamarlo
como desertor de sus filas, ó por algun otro medio con-
sumar el hecho de su captura. Por lo cual se le sugi-
EL GENERAL SE AHOGA. 503

rió que aceptara la oferta de ser recibido á bordo de


un buque de guerra de los Estados U nidos, que esta-
ba fondeado cerca y próximo á volver á uno de sus
puertos. Como esto demoraría la ejecucion de sus
planes, prefirió hacerle frente á la situacion .Y estarse
en espera de alguna coyuntura. Esta vino hacién-
dose ménos probable, pues notó que bajo de algun
pret exto frívolo le habian puesto una guardia cerca
de su camarote.
Siendo tempestuosa la siguiente noche, y viendo al
centinela descuidado, se escurrió para afuera, y fuése
al camarote del contador Caney con quien habia tra-
bado relaciones amistosas. En el camino echó mano
de un salva-vidas, y se propuso con su ayuda buscar
la tierra una vez mas, tan luego COllO el buque se
aproximase mas á ella. P ero el contador lo persua-
dió que se escondiera dentro del hueco de su sofá, y
arrojase al mar el sal va-vidas, para dar color a la supo-
sicion de que se habia botado al agua realmente. A sí
se hizo, y poco despues fué recogido el sal va-vidas en
la costa, y varios atestiguaron que t enia manchas de
sangre y señales de haber sido mordido por un ti bu-
ron. Un exámen que se hizo despues reveló que esas
señales eran de moho de hierro.
Grande fué la conmOCiOn al descubrirse temprano
en la mañana siguiente que el general Diaz se habia
escapado. Las tropas y la tripulacion unidas hicieron
un registro minucioso del buque, y muy frecu ente-
mente estuvieron en desagradable proximidad al lugar
del escondite. Finalmente se levantó un acta oficial
respecto á la desaparicion, haciéndose constar la cre-
encia de que el general se habia ahogado. Por una
semana permaneció en su r educido lugar, torturado,
especialmente por la noche, con la presencia de los ofi-
ciales mejicanos, que se habian acosturubrado á reu-
nirse en el cuarto del contador beb iendo y jugand o
hasta la madrugada. Coney no se atrevia á inter -
rumpir ese pasatiempo, que le parecia además conve-
niente para alejar toda sospecha de su camarote.
504 LA GUERRA LERDlSTA.

El comandante en Vera Cruz resolvió prevemrse


contra cualquier accidente manteniendo constante-
mente tres botes armados al r ededor del vapor. Diaz
á pesar de eso logró ponerse en inteligencia con sus
amigos, y se dieron pasos para promover su evasion.
D espues que las tropas desembarcaron consiguió un
traje de marinero de los que usan los de la bahía, y
se unió á un grupo de trabajadores en una barca qu e
iba á salir para el muelle. Viendo allí mucha gente

PLAN DE VERACRUZ y ULÚA .

reunida ocultóse debajo de la cubierta hasta que se le


presentara un momento favorable.
U n hombre con dos caballos le esperaba no muy
léjos, y con estos llegó ~ Boca del Rio, distante cosa
de cuatro leguas. Miéntras desmontaba para arre-
glar la continuacion del viaje, un destacamento de
tropas entraba al lugar, y al salir del meson se tropezó
EL AHOGADO V UEL VE A LA VIDA. 505

con el coronel Escobar á quien con ocia muy bien.


Instintivamente se llevó la mall o á la cara, al volver
el coronel la vista hácia él. A no haber sido por esto
ese jefe no habría dejado, cuando ménos, de notar un a
semejanza qu e le hubiera inspirado sospechas. A sí
como así, solamente vió un hombre vestido de mari-
nero, y sigu ió su camin o. El hombre con los caballos
huyó asustado, y Diaz se dirigió al rio y él mismo
remó en la ernbarcacion para pasar a l otro lado. Des-
pues de una noche espantosa que pasó acostado en el
suelo húmedo, expuesto á la llu v ia, consig uió un caba-
llo, y se apresuró á llegar á la hacienda de su amigo
Lara. Conociendo bien el terreno, hizo un corte para
salvar el rodeo por el camino real. E sto fué provi-
dencial, porque los soldados lerdistas h abian ocupado
el lugar, y al acercarse por detrás de la casa, el brillo
de las armas y los uniformes lo hicieron precaverse, y
arrimándose á la arboleda que cubria aq uel lado, se
retiró precipitadament e. El sig uiente dia ya estaba
en el campo del general V ela qu e era partidario suyo.
El general llegó en moment os nada propicios. Era á
principios de Junio. El gobierno h abia h echo todos
los esfuerzos posibles para sofocar la r evolucion, va-
liéndose de la ley marcial en muchos puntos, y logran-
do buen éxito en varios estados, not ablemente en el
de Michoacan. En el sur Alatorre, el há.bil teniente
de Diaz en su campaña de 1867, h abia arroll ado casi
todo lo que se le puso por delante. Despues del en-
cuentro sang uin ario de J azm in en F ebrero, en el cual
las fuerzas contrarias perdieron, segun se dice, 1,500
hombres, ganó una importante batalla cerca de Y a n-
huitlan y derrotó en encuentros posteriores á las
columnas de H ernandez, Teran, y Couttolen ne. El
general en j efe trató de contrarestar la desanimacion
consiguiente, anunciando su llegada á encargarse de
la campaña, mandando agentes á sost ener el movi-
miento en otros puntos, y preparando armamento para
la marcha que se proponía hacer al centr o del país.
Luego pasó á las montañas y llamó á sus antig uos
506 LA GUERRA LERDISTA.

soldados á alistarse bajo su victorioso estandarte. El


llamamiento clió por resultado unÍrsele mas de 2,000
hom bres provistos de sus propias armas de fuego.
Continuó hasta fines de Setiembre trabajando en dis-
ciplinar su gente, preparar municiones, y reunir fon-
dos, y al siguiente mes salió de Oajaca á la cabeza
de 4,000 hombres con 14 obuses rayados.
E stos preparativos los habia estado haciendo sin ser
comparativamente inquietado, merced á la actividad
de los porfiristas en varios estados, á impulsos de los
agentes de Diaz, que distraian la atencion de los gene-
rales lerdistas, y al llamamien to que se habia hecho á
estos para apoyar las maquinaciones que se seguian
practicando con el fin de r eelegir al presidente. Esto
se hizo tan á las claras que Ulla gran parte de los
votantes se abstuvieron de acercarse á las urnas.
Para mejor promover sus miras, L erdo efectuó un
cambio de gabinete, con lo que logró que una comision
electoral favorabl e en Octubre 26 le declarase el can-
didato favorecido por el sufragio popular. Antici-
pando este resultado el j efe de la suprema corte, Igle-
sias, salió de la capital para Guanajuato, en cuyo
poderoso gobernador y legislatura halló sostenedores
para reclamar la presidencia provisional hasta que
pudiesen efectuarse las elecc iones legales. En un
manifiesto formal desde Salamanca declaró que la
última eleccion habia sido fraudulenta, y llamó á la
nacion á rodearle en defensa de sus derechos; sin em-
bargo, dejó de r ecusar á los empleados electos por los
mismos medios viciosos, y de definir el término de la
llueva eleccion, quedando expuesto á. la imputacion,
por mas infundada que fuese, de que contaba con cier-
tos elementos corrompidos, y aspiraba á una prolon-
gada dictadura. Formó su gabinete y un plan admi-
l1lstrativo, y con las fuerzas r eunidas pOr sus adictos,
tales como los ge~erales Rocha y Berriozábal, hizo su
entrada triunfal en Guanajuato corno presidente.
Mucha parte de esa fuerza era debida naturalmente
al plan de Diaz en Palo Blanco, que reconocia su de-
JOSÉ MARíA IGLESIAS. b07

recho á la administracion provisi~nal. En las nego-


ciaciones que se iniciaron entre los dos Diaz le pro-
metió su apoyo, pero insistiendo naturalme nte en su
aceptacion de ese plan, y en que su ministerio saliera
de las filas revolucionari as, como garantía de la obser-
vancia de sus compromisos; aunque al fin accedió á
que la mitad del ministerio fuese de partidarios de
Iglesias. Esto tal vez lo consideró est e último ,como
señal de debilidad. L o c:iert o es que se hizo mas exi-

J osÉ MA RÍA I GLE SI AS.

gente, y contando con un arreglo probable con ciertos


generales lerdist as, declar 6 serIe imposible aceptar nin-
gun plan r evolucionario.
Por ese tiempo Alatorre habia pasado de Puebla á
Oajaca á tomar pasos mas acti vos; pero al acercarse
Diaz se r etiró mas allá de T eotitlan á T ehuacan y
hácia Puebla, no atreviéndose á h acer frente á un j efe
cuyo prestijio habia id o e n aume nto, desde q ue militó
ó08 LA GUERRA LERDISTA.

á sus órdenes en la' campaña imperialista. La demo-


ra en Oajaca y las fatigas de la actual marcha habían
puesto á una prueba severa la paciencia de las tropas
de Diaz, agregándose á eso otras razones que hicieron
á la mayor parte de los indios caprichosos negarse á
salir de los límites do su territorio para que los lle-
varan tal vez á largas campaüas. Sus compromisos
con el general Diaz no habian sido de tal suerte que
los obligase á continuar á su servicio; y en vista de la
precaucion de sus contrarios y de las probabilidades
de que se le unirían alg unos de sus j efes, prefirió con-
t emporizar con ellos, mas bien que forzarlos contra su
voluntad. Como r esultado se encontró solo con 1,300
hombres, y con ellos se propuso ir á toda prisa á Hua-
mantla, punto de reunion designado á Gonza.lez, Men-
dez, Carrillo, Cravioto, y Figueroa, que se habian
estado manteniendo algo preeariamente en las monta-
üas vecinas, miéntras llegaban á incorporarse para una
campaña decisiva.
Sabedor del desbandamiento y del pUilto objetivo
de su enellligo, Alatorre emprendió la persecucion con
una columna reforzada y formidable, alcanzándole en
Tecoac el 15 de N oviembro. E storbado por la artille-
ría y los malos cam inos, Diaz apénas tuvo tiempo de
ocupar una pequeña elevacion, miéntras su adversario
formaba sobre una altura adyacente confiando de ante-
mano en que triunfaría el siguiente dia, porque 3,000
hombres mas de tropa le seguian para haper la victo-
r ia doblemente seg ura.
Grande fué la ansiedad del general Diaz, porque
ninguno de sus aliados habia llegado. N o podia con-
tinuar su marcha, por el peligro casi seguro de perdE>r
su artillería y de que se le desbandara en fuga su
pequeña fuerza. N o le quedaba mas remedio que for-
tificar su posicion y esperar el resultado. L a noche
se pasó en preparativos de defensa. Con toda la con-
fianza ' que tenían en su j efe, quien tantas veces los
habia sacado de graves apuros con su valor y pericia,
las tropas no podían ménos de desesperar del éxito, y
BATALLA DE TECOAC. 509

habiendo pasado la media noche sin recibir noticias


favorables, se aumentó el pavor con los sombras que
se hacian mas profundas. Entónces pasaron los ofi-
ciales recomendando silencio, y al estar aun pensando
los soldados lo que sería, se esparció el murmullo de
que Mendez con otros dos generales se acercaban;
pero Gonzalez con la columna principal estaba toda-
vía ausente, y la fuerza era tanto menor qu e la del
enemigo, que no permitia hacer demostraciones agre-
sivas, especialmente cuando la de aquél consistia de
veteranos, si se les comparaba con los recien incorpo-
rados porfiristas. Los r ecien ll egados sin embargo
venian muy oportunam ente.
I gnorando que hubiesen llegado refuerzos al ene-
migo, Alatorre resolvIó dar un golpe ántes de que
viniesen. Á la siguiente llJai'iana, despues de un fuego
de cañon preliminar, ordenó un ataque con fu erzas
imponentes á las órdenes de Yepes, sostenido por ám-
bos lados por Villagrana y Topete, como para barrer
de un golpe los supuestos 1,000 hombres. Diaz
reservó su fuego hasta que se aproximaran, y entónces
de las baterías y los mosquetes lanzó una descarga
destructora que hizo girar á las filas del frente, pero
solo por un momento. Avanzan siempre impelidos
por su propio peso, lanzándose para arriba de la altura.
El estallido de otra descarga, una bocanada de aire
abrasador en medio del fuego graneado de la fusilería
contraria, sirve solo para desviar el curso del torrente
que ahora deja ver el brillo de sus bayonetas. La
desviacion probablemente es intencional contra las mas
débiles líneas de la derecha, porque la columna mas
fuerte se arroja sobre ellas. El choque fué terrible,
tanto por la extension como por el empuj e de las fuer-
zas que dieron el ataque.
El ala cede. Si se rompe, es perdida la jornada,
porque entónces se hacen firm es los enemigos para
rechazar el centro que hasta allí se mantiene impávido
ante el ataque. Diaz habia previsto el peligro en el
punto amenazado y viene una reserva á tIempo para
510 LA GUERRA LERDISTA.

sostenerlo. Entónces con un grito de animacion laR


fuerzas combinadas se vuelven sobre el enemigo y lo
lanzan por la ladera abajo en desórden. El centro
sigue la ventaja, y las columnas de ataque se retirall.
El gozo de Alatorre se cambia en sorpresa. Estan-
do evidentemente mas fuerte el adversario de lo que
se esperaba, decidió no arriesgarse á ser rechazado
otra vez, sino esperar el refuerzo de los 3,000 hombres,
que no podian estar léjos. Con su ayuda los puntos
débiles que ya se le habian revelado serían tomados.
Entretanto, abrió un fuego de cañon para distraer la
atencion del enemigo, y en parte para cubrir sus pro-
pios movimientos y mejorar su posiciono
Sabiendo por los prisioneros de los refuerzos que
esperaban, renovóse la ansiedad de Diaz. El sabia
tan bien como el mismo Alatorre que otro asalto con
mayores números apénas podria fallar; sin embargo,
no estaba en su mano adoptar mayores precauciones,
por no ser fácil cambiar la situacion relativa. Afor-
tunadamente, su gente ignoraba el peligro, y alentada
por la satisfaccion de haber rechazado á los lerdistas,
manifestaba confianza. Esta impresion se le mantenia
viva, asegurándole de la aproximacion de Gonzalez, á
la que seguiría un triunfo seguro-palabras que llega-
ban en tono burlon á los oidos de los que adivinaban
la verdad.
Por varias horas ruge el estruendo de la artillería
envolviendo al campo en nubes rizadas, de entre las
cuales el fuego se deja ver en forma de relámpagos, ó
se lanza en lenguas candentes de llamas seguido de
ecos retumbantes.
Ya son mas de las dos. U na ligera corriente rodea
á la cadena de cerros, levantando el velo de humo por
el oeste, y revelando á los combatientes que están en
observacion un cuerpo oscuro moviéndose al través del
paso, marcado por el brillo de las armas. Mis refuer-
zos! grita Alatorre. Y ".hora siguió una tregua omi-
nosa, miéntras todos se preparaban para la lucha de-
CISIva.
LLEGA GONZALEZ CON REFUERZOS. 511

El corazon de Diaz latia entre la esperanza y el


temor, porque él sabia de las dos columnas que se
esperaban, y sin embargo no podia saber cual de ellas
era esta. Se hallaba ev identement e estorbado por
la artillería, pues era preciso arrastrarla por los cami-
nos malos y esto se hacia con lentitud penosa. Penosa
á la verdad! porque los minutos se convertian en
horas en aquella ansiedad, pues la suerte de hombres
y partidos-la de la nacion misma-dependia de
aquella columna. El general habia despachado su
ayudante para asegurarse de los h echos y trasmitir ins-
trucciones, siguiénuole con el anteojo con ansiedad ner-
viosa, al tiempo que la tropa en derredor suyo t enia
la vista fija en su semblante para disipar la duda, tal
vez para leer la suerte que les estaba deparada, por-
que ya se traslucia la sospecha de algun peligro oculto
De pronto el general en jefe se vuel ve diciendo con
el rostro radiante de alegría, "amigos mios, la victoria
es segura; ahí viene Gonzalez." Y los ansiosos pechos
respondieron con un viva medio comprimido y un sus-
piro que parecia darles un grande alivio. Poco des-
pues de las 3 de a(luella misma tarde estaban conclui-
dos los preparativos para un ataque simultáneo, esta
vez sobre los lerdistas. "Ahora compafíeros, al triunfo
y á los trofeos !" c-r itaron sus oficiales al llevar su gente
adelante, radiant,:s de animacion y de confianza. A
la vez Gonzalez eaia sobre el ala izquierda, cubi erto
por el fuego dest.r uctor de la artillería por su lado, y
precedido de una viva descarga de fusilería.
Algo desanimados, por haberlos repelido un supues-
to puñado de hombres, los soldados de Alatorre vie-
ron las columnas que se lanzaban hácia ellos con una
consternacion que aumentaba sus proporciones oca-
sionando una sensacion desmoralizadora en las filas.
Siendo buena su posicion, las tropas de Alatorre
recibieron el golpe con bastante firmeza, abriendo
anchas brechas en las filas que avanzaban, y aun obli-
gándolas á detenerse y á arrollarse ante la fuerza de
sus ataques. Pero Gonzale... , aunque herido, se man-
512 LA GUERRA LERDISTA.

tuvo firme y mandaba gente á sostener su ataque,


reuniéndola para otra carga, á la vez que Diaz en
persona traia la reserva. Su ojo perspicaz habia nota-
do un punto débil, y ahora con la influencia animadora
de su presencia y por su hábil direccion la marea
cambió de curso. L as líneas contrarias quedaron
rotas, y en un instante mas todo fué confusion y fuga,
persecucion y matanza. Pronto el grueso del ejército
de Lerdo se vió convertido en 3,000 prisioneros, estan-
do sus bagaj es y artillería tam bien en poder de los
vencedores. El resto de la fu erza lerdista se habia
desparramado en distintas direcciones, Alatorre á la
cabeza de la caballería. Esta victoria brillante costó
á los porfiristas 1,513 hombres, entre muertos y heri-
dos; las bajas del ejército contrario se hacen subir á
2,700,
CAPíTULO XXIII.
DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

1876-1880.

MARcHA Á LA CAPITAL-RuMORES y REFUERZOs -FuGA DE LERDO-OCU'


• PACION DE PUEBLA y LA CIUDAD DE MÉJICO-POSESION DEL PODER
EJECUTIVO-TRES PRESIDENTES-AcTITUD DE IGLESIAS-SU PARTIDA y
SUBSEC UENTE VUELTA y RETIRO -I ~ A U GURACIO:< POR DIAZ DE MEDi ·
DAS HÁBILES y LIBERALES-POLÍTICA y PROCEDiMIENTOS DE SU Go-
llIERNO-AuMENTO DE I NG RESOS-ADELA NTO DE LA EDUCACION y DEL
BIEN GENERAL-lNMIGRAClON y MEJORAS-RELACIONES NACIONALES y
ExTRANJERAS-MuERTE DE DoI'!A DELFI NA-DuELO DE UNA NACION-
RETIRO DEL PRESIDENTE DI.'·.

La cuestion que ahora preocupó á los oficiales por-


f¡ristas fué lo que se debia hacer en seguida. Muchos
opinaban por la marcha contra Puebla, por ser la plaza
fuerte mas cercana y formidabl e á la vez que el depó-
sito militar del gobierno. Otros rechazaban el pro-
yecto como empresa llena de peligros, recomendando
la retirada á las fronteras lllas resguardadas y amiga-
bles de Veracruz, á buscar allí parque para el arma-
mento Remington de los 3,000 prisioneros incorpora-
dos, ó cambiarlo por algo que les fu(¡)ra mas útil. Diaz
cortó la discusion declarando con su prontitud carac-
terística que era conveniente aprovechar las ventajas
adquiridas marchando directaLllente sobre la capital,
como el asiento de la autoridad directi va, y esto ántes
de que el enemigo tuviese tiempo para volver en sí y
prepararse para la defensa. Este último no podia
saber que la mitad de las armas de fuego eran inútiles,
con tal que las demás se empleasen con buen efecto,
suplementándolas con el imponente aparato del número.
Vm4 DE DUZ.-33 ( 513 )
514 DUZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

y tenia razono Su fama de primer soldado de la


república, que habia estado adormecida desde 1867,
revivió con la victoria decidida que le ganó á Alatorre,
á quien se reputaba por el gran campean de los ler-
distas. Los rumores que le precedian como el fuego
desatado, exageraron sus fuerzas unidas dándoles pro-
porciones irresistibles. El pánico se apoderó de la
capital. L erdo perdió la cabeza, y r echazando un plan
tras otro, violentamente r eunió todos los fondos que
estaban á su alcance y salió para Acapulco el 20 de
Noviembre de 1875 en plena fuga, acompañado por
los miembros aun fieles de su gabinete. Su escolta
de 1,000 caballos pronto desapareció desertándose,. y
despues de muchas fatigas y peligros L erdo y su
comitiva consig uieron pasaje co n destino á los Esta-
dos U nidos para aguardar allí el desenlace de los acon-
tecimientos.
Pocos lamentos le siguieron; llevó mas bien las exe-
craciones de sus adictos, víctimas de su engaño y aban-
dono. j Qué cambio de sentimientos hácia aquél :i
qui en el pueblo dió un a acogida t an favorabl e cuatro
años ántes, como el reformador I Sus brillantes opor-
tunidades las habia malgastado buscando solo la conse-
cucion de fin es egoist as; su reputacion quedó lanzada
al aire, y su nombre hecho el escarnio de la multitud.
La partid a precipitada de L erdo fué un índice al
efecto de la victoria de Tecoac sobre sus ejercitos así
como sobre s u pueblo. L a duda se tornó en certeza,
y decidió á la gr~n seccion de vacilantes. Apénas
acababa de levantar el campo el ej ército porfirista
cuando el comandante de Tlascala mandó su adhesion
con la oferta de algunos centenares de hombres, y
40,000 cartuchos para armas de Remin gton que era
precisamente lo qu e mas falta hacia. Poco despues
vino la adhesion del ge neral Altamirano de Puebla con
el anuncio de que Alatorre f:'e habia ido, pero que la
mitad de la guarnicion bajo e L general Alonso estaba
aun vacilante. E ste golpe de fortuna hizo que Diaz
resolviera ocupar la ciudad de los t emplos. Avanzó
DIAZ EN LA CAPITAL. 515

apresuradamente con una pequel'ía fuerza y procedien-


do al campamento de las tropas dudosas, con la mayor
sangre fria las hizo poner en formacion, y les nombró
sus oficiales. L os asombrados batallones se sometie-
ron maqu inalmente, y Alonso humildemente se dejó
llevar á una prision. El resultado fué la adqui sicion
de 3,000 hombres valiosos y una inmensa cantidad de
provisiones de guerra, ele las cuales se fueron abaste-
ciendo los numerosos cuerpos de tropa que ah ora se
aglomeraban al ej ército constitucionalista. N o ménos
halagüeñas eran las adhesiones que llegaban de los
estados del golfo, notablememente los de Ibarra y
Carrillo, situados en Orizaba y Veracruz, mandando
2,000 y 3,000 h ombres r espectivamente.
Diaz chdó i Couttolenn e encargado de Puebla con
una pequel'ía guarnicion, y salió para M éjico al frente
de 12,000 h ombres, haciendo de segundo el general
Mendez. No se le hizo r esistencia alg un a, y entró á
la capital el 23 de Noviembre, recibiendo una ovacion
en el que al sentimiento triunfa nte de partido se mez-
claba un justo aprecio de sus servicios, t omando parte
las señoras agrupadas en los balcones en ese tributo,
en la forma de llu via de flores y saludos con sus pa-
ñu elos.
Cinco dias despues se hizo cargo del poder ejecutivo,
de acuerdo con el artículo 6° del plan revolu cionario.
Organizó los ministerios eligiendo para miembros del
gabinete á I gnacio Vallarta, Protasio Tagle, Ignacio
Ramirez, Ri va Palacio, Justo Benitez, y P edro Oga-
zon, respectivamente para r elaciones, gobernacion, ju s-
ticia, fom ento, hacienda, y guerra. Se obtuvo un
préstamo de medio millon para empezar la nueva ad-
ministracion, y entónces salió Diaz á completar el
movimiento revolucionario. D ejó como presidente
interino i su segundo de t oda confianza, el general
Juan N. Mendez, valiente sostenedor de la causa con-
stitucionalista en Puebla, hombre del pueblo y de gran
influencia en su est ado natal, aunque algo radical en
sus mIras.
516 DIAl:: COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

Habia ahora tres presidentes en el país; pero uno


de estos, L erdo, habia abandonado en realidad el
t erreno aunque sin desprend erse de ninguno de sus
derechos. La mayor parte de sus partidarios se ha-
bian pasado á la causa de Iglesias, quien, por haber
L erdo abandonado su puesto, parecia quedar confir-
mado COlllO f; U sucesor. Iglesias llegó á. decir que los
estados del centro inmediatos al norte de Méjico esta-
ban de su parte, juntamente co n 20,000 tropas lerdis-
tas al mando de Antillon, C eballos, y otros generales,
y á estos trataba de reunirlos precipitadamente en
Celaya para poner en jaque á su adversario.
Diaz t enia necesidad, pues, de obrar con prontitud,
aunqu e fuese solo para que 110 hubi era lugar á otra
campaña, y evitar así el derramamiento de sangre.
Habia otras razones mas. Entre la correspondencia
tomada á Alatorre se en co ntró una carta que impli-
caba cierta inteligencia entre él é Iglesias, á la sazon
que el agente de est e último habia estado negociando
co n Diaz y obteni endo condiciones favorabl es. El
g eneral na.turalmente 'lió en esto mala fé, aunque es
probable que el jefe de la suprema corte nunca impar-
tió su aquiesce ncia á las proposiciones final es hechas
por su agente.
La aproximacion del victorioso ej ército porfirista
produjo su efecto. L os que solo apoyaban á Iglesias
con tibieza pronto se acobardaron: sus filas decrecie-
ron con las deserciones ; la defeccion mantuvo á mu-
chos retraidos ; le fal tó el di llero, y los demás recur-
sos se le fu eron acabando. El 20 de Diciembre Diaz
entró en la ciudad de Querétaro, con la que tanto
contó I glesias, y le hicieron una recepcion tan cordial
qu e dió á c()nocer clara mente cual era. la disposicion
del pu eblo. El ministro ele la gu erra de Iglesias, B er-
riozábal, no se atrevió á aconsejar la r esistencia, pero
sí contribuyó .1. procurar una entrevista de su jefe C01l
el vencedor el dia 21 en la hacie nda de la Capilla cerca
de Querétaro. Á las cl:iusulas anteriormente recha-
zadas por Iglesias se les dió ahora toda consideracion,
CAlDA DE IGLESIAS. 511

manifestándose di spuesto este á aceptar un gabinete


del todo porfirista. Pero la proposicion vi no dema-
siado tarde. Diaz habia ya asumido las responsabili-
dades de su nueva posicion y hecho arreglos que no
podian fácilmente alterarse sin des hacerl os por com-
pleto. Diaz no queria poner en peligro el movimiento
reformista á la altura que se hallaba, entregando la
situacion á un rival que habia cedido solo á la fuerza
de las bayonetas.
Iglesias reconoció lo desesperado de su posicion,
y siguiendo el ejemplo de L erdo, se retiró á los E sta-
dos Unidos por Manzanillo, donde se embarcó el 17
de Enero de 1877 para San Francisco. Entre otros
lo acompañaban sus ministros é íntimos amigos Fran-
cisco Gom ez del Palacio, J oaquin M. Alcalde y Gui-
llermo Prieto, todos tres de los primeros hombres
públicos de Méjico, prominentes tambien por sus gran-
eles ideas; los dos primeros célebres como abogados,
y el últim o distinguido poeta y financiero. Tuve la
buena fortuna de mostrarles mis varios departamentos
de tesoros literarios mejicanos, y al tratarlos pude
apreciar la erudicion, tal ento, y finura que caracterizan
tanto á I glesias como tí ellos, hombres de quienes con
justicia puede Méjico e norgullecerse.
El ej ército porfi:cista continuó avanzan do por los
estados del centro á Guadalajara recibiendo por todas
partes la adhesion de las autoridad es civiles, absor-
viendo uno tras otro los ej ércitos lerdistas, y todo
sin necesidad de di sparar un tiro. Fué aquella una
marcha triunfal de dos meses; una ovacion contínua
para Diaz, quien asegurado por esta marcada aproba-
cion de su conducta, r elevó al general Mendez en
Febrero 15 del puesto presidencial.
Aunque la espada de la oposicion habia fracasado,
su pluma aun trabajaba en el esfuerzo si no de conte-
ner la. corriente, al ménos de desviarla en la próxima
eleccion. Se levantó una grita que la revolucion ha-
bia atrasado al país, demorando veinte arlOS el adelanto
inaugurado por la constitucion de 1857, con pérdida
518 DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

de los beneficios adquiridos á costa de tanta sangre.


El presidente Diaz consideró necesario contrarestar
esta insinuacion por medio de una circular especial, en
la que se comprometi ó á cumplir las promesas h echas
en su plan so bre principios liberales y progresistas ; á
sost ener las garantías individuales , y á promover las
reformas necesarias. Ofreció no t olerar que por espí-
ritu de partido se estorbasen los esfuerzos en pro del
bienest ar nacional, ni dar cabida á ninguna mira de
doble faz para desviarlos; y para el log ro de t a n gran-
des fin es, in vitó á los hombres de todos los partidos á
cooperar con él, sug iriénd ole ideas y ayudá ndolo con
su influencia. U na política tan diferente de las me-
didas egoistas y exclusi" ist as de L erdo produjo una
impresion muy favorable-política enteramente de
acuerdo con los ámplios prin(;ipios que siempre sirvie-
ron de norma á Porfirio Diaz, corno lo di ó á conocer
por sus nombramientos y medidas, cuando fu é general
en j efe de la línea de Oriente, y ah ora en cada paso
de su carrera.
Entretanto se habia expedido la convocat oria para
las elecciones de presidente y diputados al congreso.
De los candidatos fu eron excl uidos todos los que ha-
bian encubierto lo::; actos ilegales de L erdo, tales como
falsear los anteriores r esultados de la votacion. Se
tuvo mayor cuidado en evitar la repeticio n de los
fraudes, dej ándose al pueblo disponer sin restriccion
alg un a de sus votos. Un fi'aud e favorito de los parti-
darios del gobiern o habia sido el retirarse de las juntas
en las elecciones secundarias, cua ndo veian que la vota-
cion iba contra ellos, y formar otra junta por separado
acusando á la primera de ser ilegal y de haber impe.-
dido la libre expresion de sus miras. El gobierno
corrompido naturalmente r econocia los actos de los
electores partidarios suyos. L a eleccion primaria se
habia fijado para el 28 de Enero, la secundaria para
quince dias despues, y la instalacion del congreso para
el 12 de Marzo; pero algunas dificultades se atrave-
saron en los estados lejanos, y no fu é sino hasta ello
ELECCION DE DIAZ Á LA PRESIDENCIA. 519

de Abril que se presentó un número suficiente de


diputados con qu e pudiera el presidente provisorio
abrir la cámara. Los congratuló por la pronta reunion
que restablecia formalm ente el reinado de la constitu-
cion y las leyes, y calmó los temores que siempre van
unidos á la dictadura. Ya habia efectuado reformas
económicas deci sivas, equilibrando de ese modo los gas-
tos con los ingresos para no imponer mayores gabelas
al pueblo. El presidente de la cámara expresó su
satistaccion por el buen resultado de la eleccion, decla-
rando, además, que la última circular sería tenida
como parte de su plan de gobierno.
U n mes despues pudo el congreso anunciar formal-
mente la e1eccion de Porfirio Diaz á la presidencia,
por un voto casí unánime en cerca de 200 distritos.
En algunos distritos no se habia hecho la eleccion por
varias razones y en otros estaba aun pendiente; pero
ninguno de estos podia afectar en manera aJguna el
resultado. El pueblo le habia elegido abiertamente
su campean, confiando en su patriotismo y habilidad
adm inistrativa tantas veces man ifestados, para reme-
diar las faltas de su predecesor. Siendo la eJeccion
una rectificacion de la anterior, el t érmino contaba
desde l a de Diciembre de 1876 hasta N ov iembre 30
de 1880, y como Diaz habia ocupado el empleo ántes
del l a de Diciembre, su período úra mas largo q ue lo
marcado.
Opuesto como siempre á toda ostentacion, Diaz
entró en formal poses ion de su empleo con las formas
necesarias mas sencillas. Aun se negó á ocupar el
palacio, excepto para el despacho de los asuntos públi-
cos y para las recepcion es, retirándose con su fami-
lia á una casa particular de poca apariencia en la calle
de la Moneda. Además rehusó t oda r ecompe nsa, y
lo mismo hizo Mendez, por el manejo provisional de
la administracíon.
Á pesar del buen éxito de las armas y del veredicto
de la nacíon, no quedó del todo limpia la atmósfera
política, flotando a un algunas nubecillas de guerra en
520 DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

lontananza. Lerdo é Iglesias en Febrero y Marzo


habian expedido lluevos manifiestos desde sus lugares
de r etiro, en N ueva York y Nueva Orleans respectiva-
mente, en sosten de sus pretensiones á la presidencia.
I glesias pronto se convenció de la inutilidad de sus
esfuerzos y volvió á Méjico en Octubre, retirándose

R¡';SIJJENC l.\ DE DIAZ 1877-1880.

sin ser molestado .1, la. vIda privada.; pero Lerdo se


malltu vo firmo á. su causa, y como su partido t enia
intereses propios por que luchar, continuó r econocién-
dole como su mas efi caz caudillo y organizando fu er-
zas en el norte para continuar la lucha. E scobedo
levantó fu erzas en Tejas é invadió á. Coahuila en el
verano de 1877, á h \' e7, que Amador se sostenía
en Tamaulipas. L as fu erzas del gobierno los sig ui e-
ron de cerca, y despues de salir airosas en varios
encuen tros, lograron captura r en Junio de 1878 al
GOBIERNO DE DON PORFIRIO. 521

mismo Escobedo, quien fué conducido prisionero á


Méjico. Allí el· presidente Diaz con su característica
nobleza hizo poner en libertad bajo su palabra á su
antiguo compafíero de armas y celoso rival. El mé-
nos afortunado Amador sostuvo varias derrotas, y
sucumbió en Agosto 24 cerca d e Villa-Mendez. E sto
puso fin prácticamente á la campaña en el norte. En
el sur el general Álvarez habia declarado su oposicion
al nuevo j efe y á su nombramiento de Jimenez para
gobernador, pero la persuasion se empleó para con él
dando buenos resultados.
La oposi cion continuó todavía su animosidad en
levantamientos sueltos en varios estados durante los
años siguientes; pero ya para este tiempo las pruden-
tes y benéficas disposiciones de la nueva administra-
cion habian impresionado tan hondamente al país,
que esos movimientos recibian poco apoyo, por lo cual
quedaban sofocados prontamente. El único aparato
de revolucion, de alguna magnitud, ocurrió en la re-
gion de Sinaloa figurando en ella Marquez de Leon
como jefe; sin embargo, eete movimiento adquirió
importancia por ser á gran distancia de la capital, y
por la facilidad que t enian sus autores para la intro-
duccion de armas, mas bien que por resultados dura-
deros.
E s innegable que despues del primer año del gobier-
no de Diaz, el país disfrutaba mayor reposo que en
ningun otro período de la época republicana, y esto no
obstante haber tenido á la revolucion por base, y l a~
facciones burladas en sus propósitos que vigilaban
todas las coyunturas que pudieran elevarlas arpoder.
Consistia principalmente en la satisfaccion progresiva
del pueblo con el nuevo órden de cosas; y tambien en
la energía vigilante de Diaz en tomar precauciones,
así como en sus medidas conciliadoras y liberales.
Él pronto se desentendió de los distintivos de porfiris-
tas, lerdistas, conservadores, etc., etc., y abiertamente
apeló á los hombres influyentes de todos los partidos
y grados para que le dieran sus mejores consejos y la
522 DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

mas eficaz cooperacion. Se propuso rodearse de los


hombres mas aptos, sin cuidarse de su credo político 6
religioso, y se manifestó dispuesto á recompensar la
aptitud y el patriotismo, abriendo campo á los empleos
tanto civiles como militares á todos, mejor que man-
t ener zánganos y parásitos. E ste espíritu venció toda
oposicion y uno por uno de los que ántes le erap'
hostiles ofrecieron su amistad ó sumision. Alatorre
se volvió su firm e aliado; B erriozábal ingresó á su
gabinete. Hasta el mismo clero elió á conocer su res-
peto y confianza hácia un hombre que sabia exigir
estricta observancia de lo que la constitucion y el bien
general demandaban ; pero que t ambien se esmeraba
en protegerlo contra las invasiones injustas de sus
prerogati vas.
P ero aunque guiado por su espíritu conciliador, con
la mira de promover la union y armonía que tan indis-
pensables son para asegurar la paz y el progreso, no
se apartó en lo mas mínimo de la tarea que él mismo
se habia impuesto de reformar por completo los mu--
chos abusos que se habian aferrado á la administra-
cion con el curso del ti em po; desde los primeros dias
ele la vida nacional, tolerados por la falta de fuerza y
tesan de parte del gobierno, ó impuestos por las exi-
gencias indiscretas de los partidos, y apoyados por
individuos 6 camarillas de gran influjo en la política,
unas veces en los estados, y otras en el congreso.
Diaz vió que sus esfu erzos despertarían acritud y
declaradas enemistades en muchas direcciones; pero
ahora como siempre estaba r esuelto á g uiarse por el
eleber' y los principios elevados, Haciéndolo así ha-
bría tambien el convencimiento general de que al
aceptar la suprema magistratura no habia sido su
objeto únicamente satisfacer una mera ambician per-
sonal.
N o era dado conseguir el bi en estable en ninguna
direccion, sin hacer uso de la podadera, desde luego, en
todos los ramos de la administracion pública. Esto
no solo quitaría las obstrucciones que embarazaban el
REFOr..MA y ECONOMíA. 523

desarrollo general, sino traería al servicio de la nacion


buenos funcionarios y servidores que llevaran á efecto
sus planes, r esultando de allí la: economía pública y
privada. Y así limpió las oficinas de sus huestes de
empleados supérfluos. Hubo tambien que formar un
nuevo reglamento de sueldos y á la vez que se rebaja-
ron en algunos empleos, se dieron ali cientes especiales
en todos casos para la aptitud é integridad en forma
de ascenso, y premios, aunque con dehida precaucion
y revision para suprimir el peculaJo ruinoso que hasta
ent6nces habia existido. El servicio co nsular habia
absorvido sumas de no poca consideracion. Diaz re-
medió esto reteniendo para el gobierno una parte de
los derechos hasta allí cedidos á los cónsules. Las
(!antidades que así se ahorraron fu eron casi suficientes
para cubrir todos los gastos del servicio diplomático.
Ningun favoritismo se permitió en esta limp ia refor-
madora. No exceptuó ni al mismo ejército que habia
dado el triunfo á la revoluciono Por fortuna habia un
gran número de sus partidarios imbuidos de s u espíritu
desinteresado, quienes dieron buen ej emplo renun-
ciando sus empleos tan pronto como se afianzó la vic-
toria. Estando demasiado pobre para recompensados
como merecian, el gobierno expidió diplomas co n la
promesa de dades la prefereneia en los empleos en
igualdad de circunstancias. J\1uchos á la verdad reci-
bieron en breve esa recompensa, especialmente los que
fueron admitidos en la guardia de rurales. Por otro
la,do, el presidente se apartó de la práctiea económica
peculiar de sus predecesores de ' reducir los déficits
retirando las pensiones. Insistió en que los servicios
leales fuesen premiados t en iendo bien atendidos á los
inválidos, y á las viudas y huérfanos de los militares.
Varias medidas defectuosas del último ejecutivo tenian
que revisarse, entre ellas la del arrendamiento de las
casas de moneda bajo condiciones desventajosas. Los
contratos fueron sometidos á los tribunales y varios
cambios adoptados. U na de las correcciones lllas
eficaces se aplicó al extenso sistema de contrabando
524 DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

que desde tiempo inmemorial habia distraido millones


del t esoro público. A este fin se decretaron varias
penas severas que no se quedaron en el papel, sino que
se llevaron á ej ecucion co n rigidez, mediante los bue-
nos servicios de un resguardo activo y reforzado, y del
aumento de útiles g uarda-cost as.
A sí pues, sin establecer contribuciones onerosas ni
a um entar las cargas públicas, y solo con la aplicacion
de ideas sanas y la práctica de los principios de econo-
mía y desarrollo, se puso remedio al crón ico vacío de
las arcas. Ya ántes de mediados de 1878, los servi-
dores públicos que por tanto tiempo habian estado
sufriendo por descuentos, ya recibian sus sueldos com-
pletos ; se t enia apartada una suma para el pago de la
indemnizacion á los E stados U nidos; se habian reuni-
do cerca de un millon de bonos de la deuda nacional,
dando auxili o además á los estados del norte que su-
frian por el hambre. L os ingresos que en 187 6 á
1877 solo montaro n á poco mas de 16 millon es, pasa-
ron al siguiente año de 20 mill ones, y despues de est o
el aum ento fué tan rápido que el cuadro de las rentas
por 1883 hizo ver la extraordinaria s uma de mas de
34 millones.
E ste acontecimiento no es debido únicamente á las
medidas económicas, sino mas bien á los adm irables
planes para desarrollar los r ecursos nacionales ; sobre
t odo abriéndole avenidas al comercio y tí las industr ias
que (!onducen al mej oramiento del bienestar social y
material de la nacion. Se hicieron cam inos con vist a
de los m ejores mercados, tales como el de San Luis á
Tampico en el golfo; se construyeron puentes, diques
y muelles, y se colocaron faros. l\1ejoróse la navega-
cion de los r ios, abriéndose tambien canales, como se
ve entre Chalco y T epexpan, y entre el lago Xochi-
milco y Méjico. L íneas de vapores que cruzan ámbos
océanos han recibido subvenciones y otros benefi cios,
y donde existían tres en 1877, en los siguientes tres
años ya habia ocho, co n lo que se ha dado impulso á
un número de líneas menores y tributarias en diversas
DESARROLLO INDUSTRIAL 525

direcciones, manejadas por mejicanos, á las cuales se


proponia el gobierno favorecer en lo sucesivo con una
proteccion decidida. El ele me nto mas activo, sin em-
bargo, era el de los ferro-carriles, y se le impartió una
actividad extraordinaria en t odas direcciones, desde
las grandes líneas principalei:l y t ran scontin entales
hasta las locales y tributarias, forma ndo así un a red
de comunicaciones que rápidam ente se formalizaron.
Cada uno de est os m edios aum entaba el t ráfico,
dando salida á la riqu eza descuidada hast a entrSn ces y
estimulando la ag ricultura y las manufacturas Du-
rante el año fi scal de 1879 á 80 la export acion ascen-
dió á mas de 32,000,000 cua ndo ántes solo h abia sido
de 24,000,000 y aun ménos. Los mét odos de labranza
se mej oraron estableciendo colegios de agri cultura y
promoviendo las ferias indust r iales, miéntras las ma-
nufactnras era n obj et o ig ualmente del calor g uberna-
tivo con la proteccion y la exencion de gabelas; siendo
ambas industrias alentadas por leyes sabias para atraer
inmigrados, especialmente a rtesanos y agricultores
hábiles y de buen comportamiento, é in vitando al
capital á abrir nuevos r ecursos que no solo proporcio-
naran trabaj o, sino enseñaran nu evas artes é impartie-
sen una saludable emulacion en pro de morigerados
hábitos económicos y sociales. Diaz pensó ménos en
traer ó invitar colonos, que en dar leyee y crear con-
diciones favorables y seguras que atraj esen la inmi-
gracion, que como precisa consecuencia habría de ser
de mejor y de mas rica clase que la que ve ndría con
auxilio del gobierno. En Oaj aca, por ej emplo, modi-
ficó de t al ma nera las leyes que hizo r evivir la minería
con métodos s uperiores, que di eron por resultado un
aumento ma rcado en el tra baj o y bienestar de t odo el
estado, como se vió en las mayores sumas qu e se gas-
taban en unos . pueblos qu e h ast a entónces habian
estado sumidos en la pobreza.
A mas de esta práctica enseñanza del pueolo en las
artes de la vida social, dió un impulso hasta entónces
sin precedente á la instruccion pública, tanto elemen-
526 DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

tal como secundaria, estableciendo escuelas y colegios,


y tratando de hacer efectiva la provechosa ley de la
educacion obligatoria tan generalment e adoptada y tan
descuidada á, la vez. Reconoció mas claramente que
sus predecesores cuan necesaria era una buena base
para él verdadero goce de la libertad, el desarrollo de
la prosperidad y la consecuencia de la felicidad indiyi-
dual y nacional. Por todas partes su perspicacia lmíc-
tica atacaba la raíz del mal; ya no había ese medio-
esfuerzo superficial que por tanto tiempo caracterizó
la administracion de los asuntos públicos de Méjico,
trayendo tan deplorables resultados. Fundó varios
institutos científicos y observatorios en Méjico, Cha-
pultepec, Mazatlan, y Oajaca, y organizó una expedi-
cion geográfica exploradora para adquirir inform es
sobre distritos y asuntos que habian estado olvidados,
y promover la formacion de un mapa exacto de la
república.
La administracion de justicia fué reformada por
nuevos nombramientos judiciales y una vigilancia cui-
dadosa; y los códigos civil, militar, y mercantil fueron
revisados. Al mismo tiempo el presidente dió un
ejemplo de respeto á la ley y á la autoridad, some-
tiendo á la decision del congreso, la cuestion promo-
vida por la suprema corte en cuanto al derecho ele
nombramientos. Organizóse una adm irable guardia
urbana y rural de gente escojida, dando la preferencia
á soldados patriotas; y con la cooperacion del ejército
se ha dominado el crímen en las poblaciones y en el
campo de tal manera, que empezaron á disfrutar de
seguridad en las vidas y propiedades, como jamás se
habia logrado anteriormente.
El presidente Diaz se abstuvo de emplear medidas
arbitrarias, aun cuando la presion de las circunstancias
parecia exigirlas; y aunque investido de facultades
extraordinarias, durante la presidencia provisional y
despues, rara vez llegó á hacer uso de ellas. En una
ocasion uno de sus j efes proclamó la ley marcial en
Sinaloa, pero él la revocó inmediatamente. Este res-
POL!TICA EXTRANJ ERA. 527

peto por los derechos de los estados, tan contrario á


las prácticas anteriores, dió por r esultado el que exis-
tiesen relaciones cordiales entre el gobierno general y
los locales que se fortalecieron aun mas con operacio-
nes, como la campaí'ía en 187 8 contra los Lipanes y

GUAl<JJIA R UR AL.

Mescaleros que merodeaban en los estados del nor-


¡leste, y la ay uda ge ner osa que se dió á los distritos
'<Tide ntales en donde r einaba el hambre poco ántes.
~ o mé nos r ecomendable fué la política extranj era
Ll administracion, ma nej ada primeramente con la
I de modifi car la balanza del co mercio que pesaba

eme nte contra Méjico. El aumento del comercio


528 DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

ultramarino requeria el correspondiente aumento del


servicio consular y diplomáti co, como tambien el
pronto reconocimiento del nuevo gobiern o por varias
naciones, la reanudacion de r elaciones con Francia, en
1880, y las negociaciones con Inglat er ra para ig ual
objeto tras un intermedio de much os años. S e dió
aviso á varias naciones para t erminar los tratad os
comerciales h echos por administraciones anteriores
bajo bases desventaj osas, not ablemente con Alema-
nia, Italia, y los E st ados U niel os.
Las relaciones con est os últimos por alg un ti empo
estuvieron frias, debido á varias razones, siendo una
de ellas la negativa de Méjico á exceptuar á sus ciu-
dadanos avecindados en aquel país, de préstamos
forzosos. D e allí en lo de adela nte habia pocas proba-
bilidades de que se est ableciesen t ales gabelas; sin em-
bargo, el país queria conser var su derech o de exigir
auxilio en caso necesario de t od os los qu e disfruta ban
el benefi cio de residir allí. U na dificultad mas séri a
fué la oposicion á que tropas d e los E st ados U niJos
cruzasen la frontera en persecucion de los merodeado-
res, aunque ig ual J or ecbo le fué brindado á M éjico para
sus t ropas, en ig ualdad de circunst a ncias. El grito
de Tejas arrancó del gobiern o a mericano instrucciones
al general Ord para cruzar el Rio G rande. Diaz pron-
t am'e nte despachó órd enes para resist ir el m ovimiento,
haciendo al mismo tiempo esfuerzos para que cesaran
los merodeos que era n el obj et o de las quejas. L a
g uerra parecia inminente; pero la activid ad del j efe
mejicano, á la vez fi r me y conciliadora, produj o un
efect o favorable en W ashing ton. L a t empest ad pasó,
y en Abril de 1878 vino el formal reconocimiento de
Diaz, que h asta entónces se le habia t enido en sus-
penso por mot ivo de su orígen r evolucionario.
Poco ántes un capitalist a yankee habia solicitado de
él una concesion ferro-carriler a , manifest ando que si
era otorgada, no tardaría en venir su reconocimiento.
" Hablemos de ferro-carriles," contestó cortésmente el
presidente, " Vd no tiene caráct er diplomáti co, y yo no
RELACIONES CON LOS ESTADOS UNIDOS. 529

necesito el reconocimiento de ninguna. potencia ex-


tranjera."
Contribuyó en gran parte á la solucion favorable dE'
la cuestion americana, el puntual pago de la indem-
nizacion convenida por la comision mixta sobre recla-
maciones, la cual des pues de unas sesiones varias veces
interrumpidas, casi siempre poco armoniosas, y que
duraron siete años costando $300,000-habia recono-
cido en 1875 $4,125,622 á los reclamantes de los Esta-
dos Unidos y $150,498 á los mejicanos. Las recla-
maciones de los primeros montaban originalmente
á $470,000,000 y las .de los últimos á $86,000,000;
sumas que demostraban cuan ficticias y exorbitantes,
por no decir infames, eran las 2,000 reclamaciones
que se habian presentado. Los pagos debian hacerse
en plazos de $300,000 cada año, empezando en 1877,
y el primero tuvo que hacerse por medio de una con-
tribucion forzosa; pero las cantidades subsiguientes
fueron cubiertas puntualmente por la tesorería. En
1882 se concluyó una. convencion para que las tropas
de una y otra república pudiesen, bajo ciertas restric-
ciones, perseguir á los indios y merodeadores pasando
la línea divisoria, concesion que prometia limitar el
número de reclamos por perjuicios, debidos en gran
parte á dificultades de la frontera, lo mismo que á
daños causados durante las guerras civiles.
La visita del general Grant en 1880 tendió á nutrir
la cordialidad creciente, y á amortiguar los temores
que abrigaban muchos mejicanos sobre los proyectos
de adquisicion de territorio atribuidos á la república
del norte. Aquella fué una ovacion genuina rendida
al gran general federal, cuyos triunfos tuvieron una
influencia tan importante en los asuntos mejicanos por
su efecto sobre N apoleon. Soldados por instinto est os
surianos sabian admirar las proezas en el campo de
batalla tales como las de él ; espectáculos imponentes,
en que un millon de hombres se pusieron en movi-
miento obedeciendo la voz de un hombre, y despues
de haber cumplido con su deber, se volvieron todos
VIDA DE Dl4z.-34
530 DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

pacificamente á sus hogares. Su misma naturaleza


impetuosa habia requerido la mano de hierro dé un
Diaz para alcanzar iguales r esultados. Fué tambien
una rebelion la que este último se vió llamado á supri-
mir, dándole del mismo modo el golpe de muerte, y
ostentando ig ual calma y magnanimidad. Siendo uno
y otro el soldado mas prominent e de su r espectivo país,
ámbos habian sido lla mados por su pueblo agradecido
á la silla presidencial; ámbos por dos períodos; pero
aq uí el mejicano brilla como j efe ej ecutivo con un lus-
tre tan brillante que casi deja eclipsado al otro que no
quedó satisfecho con dos períodos; presentando la
cuestion, si des pues de todos su's h echos militares, que
nunca fueron superados, en los campos de batalla del
Anáhuac, no era aun mas grande, como gobernante y
reformador, que como soldado. El se ha dado á cono-
cer, sin duda alguna, no solo como j efe militar sino
como gobernante.
y su gobierno debia ser coronado por un ejemplo
singular de abnegacion en obediencia á los elevados
principios que habian sido siempre su guía. Uno de
sus primeros esfu erzos, como presidente, habia sielo
el de hacer adoptar el artículo sobre la no-reeleccion
consig nada en su plan r evolucionario, y por un decreto
de M ayo 5 de 1878 se agregó á la constitucion, decla-
rando á tod o gobernador ó presidente inhábil para ser
r eelect o hasta pasados cuatro años de su período. N o
obstante, al aproximarse nuevamente la época de la
elcccion, varios estados se unieron pidiendo la con ti-
nuacion en el poder de un hombre tan eminentemente
apto y merecedor de ocuparlo, was bien que exponer
el país á los peligros de la reaccion baj o un jefe de
ll1énos aptitud y honradez.
Diaz personalmente consider6 que no era cuerdo
perder la confianza en las promesas dadas y en la ob-
servancia de las leyes; tanto mas cuanto que la en-
mienda sobre no-reeleccion era considerada por él como
el fundam ento de la paz y seguridad, en las que depen-
dia el adelanto del país y su buen nombre entre las
ELECCION DE GONZALEZ. 531

naciones. Sin embargo, en el presente caso fué de


parecer que el período presiden cial de cuatro años era
demasiado corto para un país inquieto como M éjico
que requeria por algun tiempo un gobie rno fuerte, y
no uno demasiado restring ido. Con t odo, no le pare-
ció conve niente externar esa opinion por el momento,
puesto qu e podría dar lugar á interpretaciones sinies-
tras y á desavenencias. D e consig ui ente insistió en
que sus amigos se !.'.bstuviesen de prom over su candi-
datura.
Entre los aspirantes á la sucesion est aba el general
Manuel Gonzalez, primer j efe militar baj o el presi-
dente, y el mismo cuyo oportuno arribo ayud ó á Diaz á
ganar la batalla decisiva e n Tecoac. El señalado reco-
nocimiento por el presidente de ese innegable servicio
prestado ti. la causa y consig uientemente al país, gene-
ralizó la creencia de que su candidatura era favorecida
por Diaz, aunque est e último se abstu vo escrupulosa-
mente de influenciar la voluntad nacional, y como el
pueblo estaba re~uelto á t ener si no á su héroe, por lo
ménos á su supuesta eleccion , la may oría sufragó por
Gonzalez. El congr eso lo declaró electo y el l o de
Diciembre fué instalado como presidente.
Era un personaj e, en ciertos respect os, muy dife-
rente de los gobernantes constitucionales anteriores.
Era soldado, valiente .Y enérg ico, per o poseia muy
pocas Je las cualidades que necesita t ener el presi-
dente de la república. S abia obrar mej or baj o la
direccion de un superior que dej á ndole á sus propias
ideas, especialmente en puestos de confi anza y mag-
nitud.
Gonzalez nació el 17 de Julio de 1830 en el rancho
del M oquet e cerca de Matamoros, hijo de Francisco
Gonzalez, español, y Eulalia Flor es, mejican a. Su
niñez la pasó sucesivamente en la frontera, en la regíon
del ganado, en la sastrería de su tio, en una tienducha
y panadería, y finalmente detrás del mostrador Je una
cantina. Por haber si Jo hasta entónces la mayor
parte de sus compañeros de la nacionalidad de su
532 DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

padre, le quedó tanto de lo ibérico en su pronuncia-


cion yen sus maneras, que dió lugar á que se le tuviese
por español. Á la edad de veintiun años su espíritu
militar lo indujo á sentar plaza de soldado, y su ener-
gía é inteligencia prontamente lo elevaron de entre las
filas. Cuando se organizó el famoso ejército de Ori-
ente ingresó á él, Y con la proteccion de Diaz llegó á
coronel, y mas tarde á general, siendo uno de los jefes
de su mayor confianza.
Tomó parte en todas las batallas gloriosas, inclusas
las de Miahuatlan, la Carbonera, Oajaca, y Puebla,
donde perdió el brazo derecho. En Tecoac fué herido
en el tronco del brazo manco y en la pierna, y muchas
otras cicatrices atestiguan su valor. Sllbsiguiente-
mente figuró como comandante de las provincias
occidentales y gobernador de Michoacan, haciendo
buen servicio bajo la direccion de su jefe en Méjico, y
mereciendo un buen nombre por su inteligencia y mo-
deracion.
En su físico era grueso, y su mediana estatura era
realzada. por un porte decididamente militar. Cara
ancha, morena, bronceada por el sol, y con una cica-
triz en el carrillo izquierdo, patilla negra y poblada,
cabello del mismo color y algo rizado, viéndose algu-
nas canas en el bigote y la piocha. Su porte quieto y
carácter algo taciturno predisponian desde luego á
evitar la familiaridad, pero dejando una impresion
favorable.
En su discurso al entrante dijo Diaz: "Mi objeto
ha sido una paz fundada en la observancia estricta de
la constitucion; y como la paz no puede ser duradera
sin la prosperidad ó la pronta y cierta esperanza de
ella, todos mis esfuerzos han coadyuvado á promo-
verla, notablemente dando impulso al comercio inte-
rior lo mismo que al extranjero. Los r esultados de
mis tareas están aun en ciernes, pero las raíces se
esparcen con firmeza y no me cabe duda que Vd sabrá
continuar una obra tan ardientemente deseada por el
pueblo." Al contestar Gonzalez hizo un lucido elogio
RETIRO DE DlAZ. 533

de la administracion pasada, á que lo hacian acreedor


el aumento de los ingresos, del comercio y de la
industria; el mayor número de las líneas de comuni-
cacion por tierra yagua juntamente con los merca-
dos que se abrian en toJas direcciones, y el contento
y bienestar que se notaba en todas las clases de la
sociedad. "Los proyectos vigorosos de V J," conti-
nuó, ·'para dotar al país con estos importantes benefi-
cios materiales son hechos indisputables que apelan á
la nacion, y demuestran miras elevadas y una adminis-
tracion bien dirigida. L os laureles del período de la
reforma y los adquiridos por Vd en las gloriosas bata-
llas en pro de la independencia nacional han populari-
zado con merecida justicia al g uerrero; los eminentes
servicios presenciados por el país durante su período
. presidencial han h echo famoso al hombre de estado.
Dignamente terminada está su carrera política. En
obediencia á la ley, vuelve Vd á confundirse en la
masa de sus conciudadanos; pero esté seguro que do
quiera que se halle, allí le seg uiran la estimacion, la
gratitud y el amor del pueblo mejicano."
y lo qu e dijo era verdad. Al retirarse á su resi-
dencia el general Diaz, ya simple particular, gran
número de gent e poblaba las calles para darle la bien-
venida á su vuelta á la masa com un de sus compa-
triotas, con demostraciones llenas de cordialidad.
Cariñoso afecto y admiracion se veian marcados en
todos los semblantes, y uniJos todos daban el grito
de: "¡Viva Porfirio!" " ¡Viva el general Diaz!" El
nuevo pre!:sidente parecia olvidado en est e rapto de
entusiasmo. Contra la antigua r egla de los contem-
porizadores y aduladores, los j efes de los círculos
públicos se vol vieron para seguir al magistrado sali-
ente mas bien que al que acababa de ser elevado al
poder, rindiendo así h omenaje á aquél cuyo genio y
acciones habian regenerado á Méjico. V eian su nom-
bre inscrito entre los de los héroes nacionales, hacien-
do compañía á Hidalgo, Morelos, y J uarez; r euniendo
en sí los atributos de todos ellos, como soldado y hom-
53~ DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.

bre de estado, como patriota y reformador, excediendo


los resultados benéficos de su vida á los de cada uno
de los otros.
La nacion tambien lo reconoció como tal, concedién-
dole por medio de sus representantes legislativos la
tan apreciada distincion de benemérito de la patria,
título que le decretaron igualmente varios estados,
entre otros Sonora y Chiapas. Su valor y mérito
como soldado habian sido premiados anteriormente con
cinco cruces y una medalla. Desde 1876 no habia
habido oportunidad para ganar tales condecoraciones
en el campo de batalla: sin embargo, habia hecho ver
su valor y presencia de ánimo durante la presidencia,
á lo ménos en una ocasion, no combatiendo contra los
hombres, sino en el mas laudable esfuerzo de salvar
vidas.
El 7 de Octubre de 1877, la capital se vió en con-
sternacion con motivo de un incendio que ocurrió en la
ciudadela, la cual cont enia el acopio de costumbre de
parque. Habia peligro á cualquier momento de una
explosion, que f!ausaría la destruccion no solo de los
ed ificios inmediatos sino tambien de todo el barrio.
L enguas de fuego se lanzaban por las troneras y otras
aberturas, por sobre los dormidos cañones, impartien-
do un tinte sombrío :i la nube de humo que se for-
maba arriba como un sudario. Al rededor tañian con
trist e sonido las campanas de las torres, aumentado
por los toques de llamada, y atrayendo un populacho
ex-::itado á la escena sin cuidarse de la convulsion que
amenazaba. El presiJente Diaz fué de los. primeros
en venir al lugar del peligro, y -en señalar el punto y
la tarea en que debian operar las bombas que no eran
muy eficientes, ordenando al mismo tiempo que las
tropas prestaran auxilio. Condujo:i los soldados por
entre el humo, poniendo manos á la obra con la mayor
energía. Todos los presentes se sintieron animados
por su ejemplo, moviéndose con resolucíon, á pesar de
las llamas y de la atmósfera sofocante, hasta que que-
daron dominadas aquellas. Al salir el presidente del
ESPOSA É HIJOS DE DON PORFIRIO. 535

edificio con el traj e en desórden y la cara tiznada, una


lluvia de aplausos lo recibió, r epetidos ya por una sec-
cion, ya por otra, y así por t odo el camino de retorn o
á su casa, por la m ultitud cr eciente que se empeñó en
acompañarle hast a allí.
L a popularidad del general Diaz se r ealzaba mas
con la influencia de su esposa Doña D elfina, quiell
buscaba en el hospital y en las escuelas un campo

P OR FI RIO D IAZ, HIJ O.

adecuado á su ge ni o. S u mision sobre la tierra fué


de amor y caridad, J emasiado corta para llovar <Í cabo
su vocacion por haber sido r emovida de est e mundo
en su juve ntud. El cielo habia bendecido aquella
union con dos vást agos, uno varon vivo y forn iJo, que
actualmente está. en sus años de coleg io, co n un pare-
cido marcado á su madre, a unqu e con las peculiaridades
que caracterizan á su padre. En 1880 hubo promesa
de otro heredero y se prepar ó un departamento reti-
rado del palacio nacional para el eve nto que tu vo lugar
536 DIAZ COMO PRESIDENTE DE LA REPUBLICA.

en Abril 2, aniversario de la famosa victoria del ~ene­


ral Diaz en Puebla. En conmemoracion de la mISma,
la recien nacida recibió en el bautismo el nombre de
Victoria. Todo el país se unió á la doble felicitacion,
solo para cambiarla en :,¡eguida en un doble pésame.
La niña solo vivió unos cuantos dias, y la madre la
siguió inmediatamente despues, el 8 de Abril, siendo
ella la primera consorte de presidente que falleció den-
tro del palacio.
Así quedó nublado el último afín del período de
Porfirio, tan feliz para el país, tan glorioso para él.
El hombre fuerte se sintió abatido, por lo que se
retiró á lamentarse solo, dejando al pueblo agradecido
que hiciera las últimas honras á la que ha.bia sido tan
generalmente amada. Fueron depositados sus restos
en el santuario nacional de Guadalupe, con ceremonias
imponentes propias de una r eina. La ciudad entera
acudió á mostrar su r espeto yadhesion, y todas las
corporaciones estuvieron representadas en el cortejo
fúnebre. Las cámaras suspendieron sus sesiones por
tres dias, y los mensaj es de pésame vinieron de todas
partes.
CAPíTULO XXIV.
DOTES PERSONALES y VIDA PRIVADA.

1880-1885.

ANÁUSIS DEL CARACTER y RESÚMEN-CUALIDADES MENTALES>Y M"ftALES


-ASPECTO FíSICO-PROPENSIONES POLÍnCAS y SOClALES-COSTtlnrnRE'l
PERSONALES y RUTI NA DI ARIA-DIAZ COMO MINISTRO DE GONZALEZ-
POSICION DESAGRADABLE y TIRANTE-REN UNC IA DIAZ COMO GOBERNA'
DOR DE OAJACA-REFORnIAS ESTABLECIDAS -OAJACA UNA REPÚBLICA
PRÓSPERA y PROGRESIVA - PORFIRIO DIAZ y MANUEL ROMERO RUBIO
-Dos HOMBRES DE REPRESENTACION - Su I NTIMIDAD CRECIENTE-LA
HIJA CÁRMEN-CASAMIENTO CON DIAZ-VIAJE Á LOS ESTADOS UNIDOS
-SEGUNDA INAUGURACION DE PORFIRIO DIAZ COMO PRESIDE NTE DE LA
REPÚBLICA-SU GABINETE.

He hablado de Porfirio el mno, y de Porfirio el


nombre, de Diaz el soldado, y de Diaz el gobernante.
Durante el progreso de esta biografía he hecho varias
veces un análisis parcial de su carácter. En verdad,
las cualidades de un hombre pueden juzgarse con
acierto, solo por medio de un estudio cuidadoso de
toda su vida, solo por medio de una comparacion es-
merada de su conducta individual en las diversas cir-
cunstancias de prueba que ha atravesado. Habiendo
así seguido cuidadosamente la carrera de este hombre
desde la infancia hasta la edad viril, desde el principio
de una carrera brillante hasta su zenit, podemos no
sin razon abrigar una opinion, y no vacilar demasiado
en expresarla con libertad en este resúm en final. Estu-
diando la personalidad de Diaz, y teniendo en cuenta
la atmósfera social y las circunstancias que la forma-
ron, debemos saber distinguir entre sus aspiraciones
( 537 I
538 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

privadas y el deseo patriótico pur el bienestar público


que se ha desarrollado en él.
Sin intentar hacer que desaparezcan los defectos
oxistentes, buscaría las causas que los produjeron, á fin
de dar á conocer los fundamentos para excusarlos, si
los hubiere
D ebemos siempre t ener á la vista las influencias
reinantes baj o las cuales se desarrollara el carácter de
Diaz. H a habido, t anto en su patria como en el exte-
rior, quienes le han considerado como la personificacion
de la inmoralidad política y militar, un broto de la
revolucion y aventurero; un mero pretendiente egoista
sin principios ni patriotismo. Si alg ui en, despues de
leer su vida en qu e los h ech os están justamente estam-
pados, sigue todavía abr iga ndo esa opinion, no puede
ménos que ser un verdadero fa n~íti co.
Ya h e indicauo ántes co n r elacion á esto que para
determinar la grandeza relativa de un g rande hombre,
es preciso medir s us aptitudes, no tanto por lo que ha
hecho, como por los medios co n los cuales adquirió su
distincion. N (' es por cierto el mas grande, aquel que
logra el buen éxito co n rec ursos ilimitados á su dispo-
sicion, sino mas bien el que de la nada crea los ele-
mentos. D éseme bastante dinero que t enga el mismo
valor que hasta ahora, y con ge nte ele Europa co nquis-
taré la América, con gent e de América conquistaré la
Europa y co n Europa y América conquistaré al mun-
do entero.
Ahora bien, ha sido la suert e de Porfirio lJlaz verse
obligado á trabaj ar con recursos ;:>equeños para la con-
sumacion de grandes fin es. Durant e los primeros
años de su vida tuvo que crear sus elementos ganando
la subsistencia para sí mismo, s u madre, y la familia
por medio del duro trabajo, entónces añadiendo una
economía rígida á mayor trabaj o pudo adquirir una
educacion que le facilitó el modo de acumular Illas
grandes recursos. .
Desde el tiempo de la independencia Méjico fué una
nacion que se mantuvo constantemente sobre las armas,
COMP ARACIONES. 539

y sea cual fuere la opinion que teóricamente tengamos


respecto al elemento militar en el desarrollo de ciertas
sociedades mas antiguas, como la de Alemania por
ejemplo; en los países nuevos no es nada conveniente
dedicar á fines improductivos é inecesarios tanta parte
de las fuerzas físicas de la nacion. Sin embargo,
cuando Diaz se presentó en la escena, Méjico tenia
una gran poblacion no productora, que ni aun era de
soldados hasta que los pusieron en las filas. Cuando
mas todos los di ez millones de la nacion no pasaban
de ser el material crudo para formar un ejército. Así
lo fué en la niñez, y en la primera juventud habia
sucedido lo mismo; siempre tuvo él que crearse los
recursos. En cada uno de sus esfuerzos sol n halló á la
mano el material en bruto, al que hubo que darle nue-
vas formas y adaptarlo para nuevos fines bajo la entera
inspiracion directiva de su genio. En todas sus expe-
riencias militares, si se necesitaba un ejército tenia que
organizarlo,ó lo que era mas difícil todavía, pelear en
las batallas de su país sin un ejército equipado y dis-
ciplinado. Compárese la grandeza de Ciro en Asia,
6 de Grant en América., con las legiones de soldados
que tuvi~ron á la mano, ya listos para que los manda-
sen y llevasen á ejecucion sus órdenes, y mantenidos
y pagados por una tesorería repleta. Compárese el
éxito así adquirido, con el éxito que no puede jamás
alcanzarse hasta que no se han creado los medios, y
frecuentemente, (lespues de eso, t ener que alimentar y
vestir los soldados y servidores sin haber un peso dis-
ponible con que hacerlo.
Así, vuelvo á decir, fué la suerte de Diaz; suerte
que nunca se le depara sino á un hombre de energía y
genío, para alcanzar grandes fines con medios peque-
ños, 6 dejar enteramente de llevarlos á cabo.
N aci6 para dominar. N o solo en el campo de bata-
lla, sino en el palacio era un gobernante natural de los
hombres. N o porque dependiese del todo en su ge-
nio para lograr el éxito; los hombres sabios jamás se
540 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

fian de eso. Por muy fuertes que la naturaleza los


haya hecho, multiplica n su fuerza con los es tudios.
Se veia en la. necesidad no solo de no quitar su vista
de la superficie de las cosas, sino de profundizarlas, y
tener constantemente presente lus resortes secretos
que mueven á las masas volubles y poco pensadoras.
Los enigmas del pasado hay que leerlos á la luz del
presente, y fiar al porvenir soluciones mas satisfacto-
rias. Hay hombres que se elevan á puestos distin-
guidos por la posesion, de cualidades negativas soste-
niéndose simplemente y dejando á otros perder sus
fortunas ya por los principios, ó ya por altos designios.
Ni son bastante valientes para ser viciosos, ni nadie
pensaría en lla marlos virtuosos. Tienen la sangre
demasiado fría, y son por su carácter demasiado calcu-
ladores para lo primero, y la ausencia de miras dignas
ó de sentimientos elevados los desecha para siempre
para lo segundo. N o traicionarían á su país, pero
tampoco se sacrificarían por él. Tal vez harían á su
país un servicio importante si estuvieran ciertos de que
redundaría en su propio beneficio.
El dominio de sí mismo que es otro nombre que se
le da al valor, rayaba en lo h eróico. Y est<? es tanto
mas remarcable cuando consideramos sus anteceden-
t es y las circunstancias de su vida. La paciencia y
discrecion necesarias para dominarse á sí mismo son
las cualidades que pondran á un hombre en aptitud
para gobernar una nacion. Y porque veamos tan fre-
cuentemente al hombre grande, que lo es en las cosas
de alta monta, y pequeño en las de poca importancia,
eso no afecta el heroismo del dominio de sí mismo.
N o es esencial que el hombre grande lo sea en las
cosa:,; pequeñas; el hombre pequeño es el único que es
grande solamen t e en las cosas do poca monta. La
paciencia es tan necesaria para el hombre de estado
como para el soldado. Los hombres mas grandes son
aquellos que tienen mayor poder sobre sí mismos,
sobre sus pasiones, y sus deseos; esto es, un ánimo
fuerte y un cuerpo y genio bajo perfecto dominio.
CONCIENCIA Y CORTESIA. 541

Habia en él además un espíritu de verdad y con-


ciencia del deber siempre presentes, abrazando lo que
el hombre se debe á sí mismo, á su familia, á su país,
y basado en una idea elevada y noble de la justicia.
Es la concieúcia; no una conciencia baja, mercenaria,
ó rebajada, una conciencia qu e halla ejercicio en el
despotismo grande ó pequei"ío, forzando sobre la edad
presente el fanatismo de las generaciones pasadas; sino
una conciencia humana ó ilustrada, la conciencia que
obliga al hombre á hacer lo que para él quisiese, Ufia
conciencia llena de caridad ó incapaz de causar daño.
La calidad de su carácter no ménos que su talento
fué la que le dió tan magníficos resultados. El buen
humor y la serenidad del genio, basados en la benevo-
lencia, forman la fuerza, y constituyen las cualidades
principales del hombre fuerte; agréguese á eso una
cortesía verdadera, que no es sino la expresion de un
natural justo y humano, y tenemos al acero dc doble
temple.
Ningun hombre de pensamientos rectos, ningun
gobernante de sentimientos refinados, desea hacer el
papel de déspota; ménos que t odo se deleita en opri-
mir al pobre; en mantener en la ignorancia á las clases
ignorantes; ó en obligar á los que son ménos afortu-
nados que él á que siempre se humillen indebidamente
en su presencia. Segun que su ánimo avanza, en esa
region de escepticismo del pensamiento bajo el inci-
dente de la reaccion natural de la religiosidad prolon-
gada y rígida, Diaz llega á ser el gran representante
del progreso en Méjico. Donde quiera que fijaba su
atencion lo veia todo claro, y obraba con prontitud
característica. Sin la extensa. eultura de las escuelas
que tanto contrae el ánimo, adqui rió facilmente un
conocimiento práctico de los hombres y las cosas, tanto
de su patria como del extranj ero, mas valioso para
él que si tuviera gran acopio de conocimientos anti-
cuados.
A semejanza de Maquiavelo, á quien tanto han
calumniado, el gran principio de la conducta de Diaz
542 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

ha sido la subordinacion del interés personal al bien


público.
Corno quiera que sus acciones hayan parecido algu-
nas veces, lo cierto es que los resultado~ obtenidos
por él pudieron conseguirse de las circunstancias in-
cóngruas y ad versas, solamente por un hombre de
innata honradez y rectitud. Aunque esencialmente
el producto de su época, él operó sobre ella y la influ-
enció como ning un otro hombre lo ha hecho.
Tuvo sus faltas, cometió sus errores, y ~ufrió por
ellos ; pero su carácter noble y generoso, así como su
ha.bilidad y prevision, resaltan tan marcadamente de
entre los reveses, como de entre los felices r esultados.
Cuando le ví la prim era vez, e n una larga visita que
hice á M éjico, sin t ener interés ni opinion en la mate-
ria, me hizo desde luego formar de él la impresion de
ser un hombre notabl e. Con un fí sico robusto, cinco
piés ocho pulgadas de estat ura, pero fl ex ible y agra-
ciado, que descanF<a sobre un pié pequel'í.o y bien for-
mado, parecia ser varios años mas jóven que su edad
verdadera. El tinte cano de su cabello oscuro corto
y peinado para atrás á estilo liso y de soldado, podría
apuntar á los 50 y tantos; pero la fr ente t ersa y des-
pejada no r evelaba huella de surcos causados por el
tiempo, ó por los cuidados, ni tampoco los indicaban
el paso firme y la illlpre~i va exactitud del movimiento.
El rostro era ovalado, cou un perfil formando una
ligera curva hácia la bien colocada barba; facciones
llenas y simétricas. Un bigot e algo duro y á lo mili-
tar cubre una boca firm e y pequeña, y la bien mode-
lada nariz griega daba indici o~ en sus ventanas hen-
chidas de poseer él abundancia de vitalidad. Cejas
bien marcadas contendian con las patas de gallo que
empezaban á llotarse, y se volteaban en direccion de
~us orejas pequeñas.
Los ojos negros penetrantes, habitualmente firmes,
brillaban en la conversacion con amable benevolencia
é interés amistoso, cubriéndose á veces de la caracte-
rística melancolía nacional, y á veces radiaban en mi-
VARIAS CUALIDADES. 543

radas llenas de determinaciones, y reflejaban el fuego


comprimido del interior. Toda la fisonomía impresio-
naba al que la veia, por su energía, preñada como
estaba de originalidad de pensamiento y accion; y
parecia sobre todo, la de un soldado en su arrojo com-
binado con la dignidad.
Rehusó aprovecharse de las muchas oportunidades
que se le ofrecieron para enriquecerse, desplegando tal
honradez como gobernante, que se grangeó la admira-
cion de sus mas radicales adversarios, y comprobó la
verdadera nobleza de su ambicion, mas claramente
marcada por tales ejemplos de desinterés, como el de
rehusar en varias ocasiones aceptar adelantos en su
carrera cuando lo consideraba perjudici¡:d á .la causa ó
á los derechos de sus compañeros.
Su largo período en el poder casi autocrático, como
general en jefe y gobernante, rodeado de aduladores
y subordinados obsequiosos, no le trastornaron la ca·
beza, ni pudieron cambiar su carácter. Mas bien se
retraia de los homenajes cuando se le hacian directa-
mente, aunque un corazon impresionable no puede
ménos de afectarse ante la buena voluntad popular.
y así, una vez ganada la victoria y desempeñado el
deber, roas de una vez se retiró ante los aplausos de
sus coneiudada,nos á algun lugar oscuro, dejando á la
nacion que proclamara sus glorias.
A la vez que despreciaba la pompa y la osteritacion,
no desdeñaba el poder, no por apego á él, sino como
un medio ó instrumento para el logro de designios
progresistas.
Le hemos visto como simple particular, como pa-
triota, como campeon, y como gobernante; siempre
animado por ideas humanitarias y liberales; siempre
marchando por la senda del adelanto público. El
período de 1854 á 1867 presenta una larga campaña,
variada por tareas legislativas y gubernativas. Vivió
en medio del fuego protegido por una providencia que
le tenia destinado para algo, habiendo sido graves
únicamente dos de sus heridas. En la batalla era un
544 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

general observador, j efe osado, soldado r esuelto, hom-


bre en medio de las deliberaciones urgentes y en
momentos críticos de que dependian resultados impor-
tantes, que inspira á un ej ército con su presencia; una
huest e en su persona.
Como hombre de est ado se hallaba igualmente libre
J e la plausibilidad y obstinac ion de J uarez, así como
de la sutileza mística de L erd o. Su habilidad era de
la contextura firm e que llega instintivamente á con-
clasiones rect as. Tenia la mas admirabl e de las cua-
lidades, el juicio práctico combinado con una pene-
hacion marcada para conocer la naturaleza de los
hombres y de las cosas; con claridad de inteligencia
para dirigir y fu erza de voluntad para ponerlo ell
ej ecucion ; no accesible á la adulacion y rara vez en-
gañado por los proyectist as de mala ley. Sus opi-
Ili ones eran el res ultado de la deliberacion madura, y
durante su formacion no solo se presta ba al convenci-
miento sino que con g usto r ecibia las indicaciones per-
tinentes, buscando entretanto diligentemente nuevos
informes ; pero una vez formadas, no las cambiaba
muy fácilmente.
Ligado con J uarez como un salvador de la patria,
libertando el sur y el centro y dando golpes efectivos
de muerte al imperio, se mostró mas previsor que el
ot ro eligiendo los mejores medios para el adelanto, y
mas enérg ico para promoverlo, abriendo las compuertas
directas al progreso, y elevando rápidamente su pueblo
á las nuevas exigencias creadas por él. Ningun gran
j efe militar político de los tiempos modernos, ha come-
t ido ll1énos errores. N o le cegó la ambicion, ni le
deslumbró el poder ; no le corrompió el bu en éxito.
So atuvo á los principios que enunció al entrar en la
vida política, aunque pudiera con facilidad, y no im-
propiamente haberse desentendido despues de lo que
proclamara al principio.
Sin afectacion en sus maneras, r evelaba por una
parte un fu er te mag netismo personal, y por el otro
una reserva llena de dignidad que no toleraba ninguna
COSTUMBRES SENCILLAS. 545

intimidad indebida. A la vez cortés, atento, y cumpli-


do en la sociedad, desplegaba la franqu eza del soldado
con la puntillosa etiqueta que disting ue á los mejica-
nos. Su cortesanía nunca fué excesiva, sin embargo ;
al contrario era calmosa y r eservada, dej ando una
impresion de Rinceridad al evitar, como lo hacia, el uso
general de las promesas sin sentido que ponen en tanta
perplejidad á los que visitan á Méjico.
Sus costumbres se avenian con la Rencillez y rutina
adquiridas durante largas campañas y una vida siem-
pre laboriosa. L evantándose al amanecer, dedicaba
la mañana á su extensa correspondencia, la cual le se-
guia á donde quiera que fuese. Gobernadores, minis-
tros, y empleados subalternos apelaban constantemente
á su juicio y experiencia ; y sin embargo, se abstenia
absolutamente cuando no estuvo en el poder de mez-
clarse en los asuntos de gobierno, y est o á pesar de
haber visto á veces que las cosas iban por mal camino.
Durante el período de Gonzalez no quiso que se le
tuviera por el poder oculto detrás del trono, pues no
era su intencion hacerse responsable por los errores
de otros, y al mismo tiempo est aba poseido de un
ardiente deseo de que á los principios puros republi-
·canos se les permitiera en lo posible, seguir su propio
-curso.
Igualmente r ehusó aceptar el poder ó favores, y
aprovecharse de la buena voluntad de unos, ó de la
adulacion de otros para ej ercer el poder. I gualmente
estricto fué en respetar las ideas y las creencias; y á
la vez que poco imbuido en dogmas religiosas, concedia
á todos libertad de pensamiento y goce de derech os
consagrados por la costumbre. D e aquí es que cuenta
numerosos amigos y adeptos en el partido clerical,
porque ellos saben que él los protejería contra toda
exaccion que pasase de los límites fij ados por las leyes
de reforma.
Como presidente se consagró al desempeño de sus
deberes con un celo ejemplar. Continuó su costum-
bre de levantarse ántes de las cinco de la mañana para
VIDA D E DIAz.-35
546 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

bañarse y t omar el desayuno, con el objeto de ocu-


parse dos horas con su secretario particular en contes-
tar cartas y solicitudes ántes do las conferencias con
los ministros, que empezaball á las 8 y continuaban
generalmente hasta la una. A las secretarías de
guerra y hacienda se les dedicaba de ese tiempo dos
horas; á las del interior, justicia, r elaciones, y fom ento
media hora cada una, y despues seguía el consejo de
ministros para disc utir Guestion es de importancia.
D espues venia la co mida, seguiéndola un tanto de
reposo. La tarde y la llO<.; ]¡ e, desde las 3 hasta las 10,
las pasaba en el palacio ell audiencias y recepciones,
l1lénos los juéves, que los dedieaba á sus asuntos de
familia.
El domingo era el dia para el recreo, para cazar,
Ill ootar á caballo, y otras div ersiones activas, habiendo
tomado raíces mas profundas el gusto qu e en sus dias
juveniles adquiriera para esos pasatielllpos durante su
vida de call1paua y ret iro ell s us posesiones de campo.
COIl est o se cOllluinaba una moralidad estricta y
Ilotable llloderaciün en todoH HUS goces, porque bebia
poco villa y 110 funJa,ba, cOHec hando el fruto consi-
guiente de una excelente salncl y un buen físi co. Por
otro lado, se peflllitia, CO Il IllU Ghísillla raZOIl, toda clase
de comodidades, sin cuida.rse d c restricc iones absurdas
iUlpuestas pOl' la cos tumbre ú la supersticioll. Los
habitantes de la capital, pOl' ejemplo, insistian en tiri-
tar en sus cuartos fríos, porque la lumbre se habia
declarado mal sana en aquella atmósfera delgada. La
biblioteca del general Diaz, por el contrario, se calen·
taba con una estufa de aceite d e carbon, inl1ovacion, y
abominacion á la vez, á los ojos de muchos mejicanos.
Se deleitaba en los adelantos de todas clases, desde la
luz eléctrica delante de su zaguau, hasta. la última
patente de armas de fu ego de las cuales contenía su
gabinete una. gran coleccion, así como recuerdos de
obras y proyectos notables.
Su biblioteca servía de oficina á la vez que de estu-
dio. U na de sus peculiaridades era la gran cesta para
DUZ Y GONZALEZ. 547

echar los papeles r ot os al lado del escritorio, en la


cual se ar roj aban tarj et as y avisos de t odas p~rtes
despues de h aberlas partido en dos pedazos con met ó-
dica regularidad

RESIDENCI A DEL GENERAL Duz EN LA CALLE lJE HUMBO LDT.

Gonzalez, por costumbre, m uy naturalmente venia


á donde su antig uo j efe para consultarle, especial-
mente por q ue sus propias medidas no iban mas léjos
qu e á promover los gran des pr oyect os que el otro
habia ideado y puest o en planta. El general con
gusto le daba su opinion , y v iendo la necesidad de
guiar por un poco de tiempo á su sucesor que carecia
de experiencia , convino en aceptar por un poco de
tiempo un puest o en el nuevo gabinet e. S in embar-
go, para dejarle del t odo libre en la eleccion de sus
consejeros admitió la r enuncia de sus ministros para
el dia d e la inaug uracion ; y Gonzalez elig ió en su lu-
gar á Ignacio M ari scal, Diez Gutierrez, E . Montes,
Porfirio Diaz, G erónimo Treviño, y Landero y Cos,
548 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

para relaciones, gobernacion, justicia, fomento, guerra,


y hacienda respectivamente.
La aceptacion de Diaz de la cartera de fomento que
es comparativamente subalterna, indica un espíritu
nada egoista y un deseo laudable en favor de los inte-
reses del país, dedicándose á sus necesidades mas
urgentes. Para la consecucion de este objeto hizo
varios viajes, uno de los cuales le llevó á Tampico,
para inaugurar el faro que él mismo habia encargado,
y para disponer mejoras en el puerto. Fué en su
compañía el capitan Eads, el notorio inventor del
ferro-carril para el trasporte de buques por el istmo
de Tehuantepec. Tuvo á su cargo la grata comision
de distribuir un gran fondo de socorro en Matamoros
entre las víctimas del huracan de 1880.
Durante su ausencia los amigos personales de Gon-
zalez habian hallado motivos para hacer objeciones á
la influencia restrictiva en el gabinete de un hombre
tan severamente estricto, y que con tanta abnegacion
se consagraba á velar por los intereses nacionales.
Ellos t enian planes propios que llevar adelante. El
cambio de sentimiento se manifestó con una oposicion
tan desagradable al general que este prefirió retirarse,
y lo hizo en Mayo de 1881. El general Cárlos Pa-
checo le sucedió.
Pronto des pues quedó electo 'senador por Morelos
y gobernador de Oajaca. Esta última eleccion fué
para él sumamente grata por razon de la unanimidad
del resultado, no habiendo habido ni un solo voto de
oposicion. Además, siendo Oajaca su estado natal esa
prueba de cariño le fué al corazon. Tomó posesion de
su cargo el dia 30 de Noviembre. Aparte de eso, no
le era agradable la perspectiva de verse comprometido
en las contiendas del senado con hombres pretenciosos
y hostiles.

Así fué que Gonzalez quedó rodeado solo ~on su


camarilla. .Se habia encargado del poder bajo circuns-
tancias tan propicias como no se habian visto nunca
PROSPERIDAD DE LA NACION. 549

en la historia del país. Reinaban la paz y la prospe-


ridad, la tesorería estaba bien repleta, y en aumento
los recursos del país.
El .comercio se ensanchaba y se extendia por todas
partes el sistema de las vías férreas; los crímenes dis-
minuian rápidamente; y la educacion penetraba hasta
los últimos rincones del país, notándose un grado bien
marcado de elevacion moral. Todo iba progresando
de una manera tal que revelaba una base firme é indi-
caba la continuacion constante, si solo se seguia la
senda ya trazada. Ni se levantaba oposicion armada
á estorbar el órden de la marcha, ocurriendo solo
algunos pequeños motines religiosos promovidos por
los fanáticos en 1881, contra los protestantes que se
establecian en el país, y algunos disturbios locales en
Jalisco, Puebla, y San Luis Potosí.
Las relaciones extranjeras eran tambien satisf&,cto-
rias. Se habian hecho nuevos tratados de comercio
con Alemania, Italia, y Bélgica, y un arreglo de ex-
tradicion con España. El aumento en el tráfico incitó
á la Inglaterra á restablecer las r elaciones en 1883, y
al siguiente año, Ignacio Mariscal fué á representar
á Méjico ante aquel gobierno con el carácter de mi-
nistro.
Quedó arreglada la cuestion de fronteras con los
Estados U nidos, como ya se ha visto ántes, y tambien
la disputa que hubo tan largo tiempo con Guatemala
concerniente á la reclamacion de Soconusco, depar-
tamento meridional de Chiapas. Este estado habia
pertenecido á Centro América en los tiempos de la
colonia, pero cuando se consumó la independencia unió
su suerte á la de Méjico. Algunas facciones de So-
conusco se opusieron, y ocurrieron por algunos años
graves desórdenes promovidos por las intrigas de
la república del sur. El distrito vino á ser por algun
tiempo territorio neutral y el asilo de merodeadores
en perjuicio de los pueblos vecinos. Finalmente, en
la .convencion de Setiembre 27 de 1882, Guatemala
550 ]JOTES l'ERSONALES y VIDA PRIVADA.

renuncIO al uerecho que reclamaba sobre dicho dis-


trito y hasta al der echo de indemnizacion.
Hasta aquí seguian las cosas por la vía trazada por
Diaz bajo el impulso que él les habia dado, pero se
torció ese camino en varias direcciones, debido á la
falta de habilidad administrativa y do r ectitud de
Gonzalez. La oportunidad que se presentaba por los

I GN AClO, MA R I~CAL.

crecidos manantiales de riqueza lo excitó á seguir una


política, qu e cuand o ménos podrá llamarse ruinosa.
Se subordinó cl bien de la nacion al lucro individual.
Entre sus meuidas mas impopulares se cuenta una
modificacion de la ley del timbre, con la cual se gra-
varon no solo las mercancías existentes sino tambien
las que se importaran despues. Los comerciantes
opusieron tal resistencia, que tuvo que abrogarse la
parte relativa á las existencias. Pero quedaron algu-
GOBIERNO DE GONZALEZ. 551

nos restos onerosos. La imposicion de la moneda


depreciada del niquel dió lugar á otra resistencia, y
fué aun mayor la indignacion causada por un proyecto
de reconocer la deuda ipglesa montante á .t17,000,000,
dE; las cuales .t3,000,000 se daban por el gasto de la
conversion. Tan pequeña habia sido la proporcion del
préstamo recibido realmente por la nacion, debido á
descuentos y gastos, y tan grande la suma pagada en
intereses exhorbitantes durante una larga serie de
años, que el pueblo llegó á creer que la deuda era in-
justa y estuvo porque se le r epudiase enteramente, ó
se le hiciese una gran reduccion. El descontento fué
tan marcado sobre el asunto, que las cámaras lo juz-
garon prudente aplazar indefinidamente la discusion
sobre la materia.
A no ser por la solidez de las bases sobre que Diaz
planteó sus muchas reformas, hubieran estas desapa-
recido. Lo cierto es que mucha parte de su trabajo
fué inutilizado, como lo hacia n evident e la tesorería
exhausta, con los ingresos de las aduanas hipotecados,
sueldos atrasados, y una gran deuda flotante, á la vez
que por otro lado se podia ver un presidente que COlI
un sueldo comparativamente pequeño habia logrado
en tres años elevarse de la pobreza al rango de millo-
nario, con vastas propiedades y fuertes sumas en me-
tálico. Poco ménos palpable fué el enriquecimient o
de sus amigos. Fué tan pronunciado el odio que se
despertó contra él que una revolucion habría puesto
fin á su período si no fuera por que faltaba yá poco
tiempo para su conclusion. Se oian voces amenazan-
tes en las cámaras y en los clubs ; la prensa estaba
llena de denuncios; y se circulaba abiertamente una
solicitud recogiendo firmas para pedir al congreso que
investigase la conducta de los hombres principales,
sobre todo la de Gonzalez y "los obligase á devolver
lo que tan injustamente habian quitado á la viuda,
al huérfano, al empleado, y al soldado.
Lo que mas contenia al pueblo era la esperanza de
un cambio favorable bajo el presidente que le habia
552 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

de suceder, y en quien habia fijado unánimemente su


eleccion desde la inauguracion de Gonzalez; un hom-
bre cuyas altas dotes las habia demostrado la .expe-
riencia y cuyos servicios á la. libertad y reforma le
captaban diariamente un nuevo laurel.
Al tomar posesion del gobierno de Oajaca, Diaz
encontró allí la evidencia usual de mala administracion,
y la crónica falta de fondos en el t eso ro; sin contar los
resultados deplorables de qu e muchas escuelas se
habian cerrado. La causa en parte era el gran nú-
mero de empleados supernmnerarios, satisfechos de
aceptar un descuento del 25 % de sus sueldos y el
innecesario sostenimiento de 3 batallones de guardia
nacional en activo servieio. Aquí habia campo vasto
para la economía. Llamó á los soldados y los felicitó
por su lealtad y buenos servicios, diciéndoles que su
deber era conservar el órden; pero como reinaba la paz
en todo el estado, los ciudadanos no necesitaban mas
proteccion que la de sus propios brazos. Consiguien-
temente apeló á su patriotismo para que aceptasen de
buen modo el desbandamiento. U nos cuantos fueron
retenidos para el servicio de policía y tambien los arti-
lleros que eran 200, para conservar su pericia por me-
dio de la práctica. Al examinar los libros de la teso-
rería se encontró un estado de cosas parecido al de
una oficina de pensiones. Comenzó por reducir á la
mitad el número de empleados, rebajando los sueldos
donde fué necesario.
Esto por lo que hace á economías. Veamos ahora
la manera de aumentar las rentas sin imponer nuevas
contribuciones. Varias iniciativas fueron dirigidas á
la lejislatura con objeto de reformar las leyes fiscales.
U na de las mas importantes afectaba al azúcar. Este
producto habia estado sujeto á un impuesto de veinti-
cinco centavos por cada cien varas de tierra cultivada,
de cuyo impuesto solamente se recaudaba una parte
muy pequeña por falta de energía en la cobranza.
Redújose entónces esa contribucion á diez centavos,
perdonando lo atrasado, y se nombró un inspector para
GOBERNADOR DE OAJACA.

cada distrito, empleand o para ello á los guardas dados


de baja, y aplicando las penas correspondientes á los
morosos. El resultado fué que se quintuplicaron in-
mediatamente las rentas con el producto de este solo
ramo.
A qué grado de desarrollo llegara la industria, puede
deducirse de los datos siguie ntes. Existian 368 tra-
piches, ó ingenios de azúcar morena, 263 de azúcar de
superior calidad, y 29 alambiques de aguardiente. La
bebida favorita, el mescal, se elaboraba en 470 lugares.
Habia tambien 400 molinos de harina, 260 fá.bricas de
jabon, 200 fábricas de loza ordinaria, 17 de tabaco la-
brado, cinco fundiciones, tres fábricas de tejidos de
lana y algodono Dióse un impulso considerable al
laboreo de minas, tanto de metales preciosos, como
de fierro, plomo, y azogu e, con obj eto de desarrollar
este ramo hasta cierto punto paralizado. Trabajá-
ron se por este tiempo 138 minas con 32 haciendas de
beneficio, habiendo amplio campo para aumentar los
trabajos y mejorar los métodos de beneficio. El des-
cubrimiento del petróleo añadió una nueva fuente de
riqueza. El t erreno y las montañas son sin igual en
riqueza y fertilidad, participando de los climas de los
trópicos y de la zona templada.
En 1878 la cosecha de maíz pasó de 400 millones
de kilógramos representando un valor de $8,800,000,
y la de trigo ascendió á 7,700,000 kilógramQs, valori-
zados en mas de medio millon de pesos. Encuéntrase
allí una gran variedad de frutas; florece el árbol del
caucho y existen en abundancia palos de tinte y de
maderas preciosas. N ecesitábanse de todo punto ca-
minos y mercados para dar estímulo á la poblacion que
ascendia á. cosa de 700,000 almas, y desarrollar así con
provecho sus fuentes de riqueza. El gobernador Diaz
acudió á cubrir esa necesidad de una manera notable,
comeBzando la construccion de un camino de hierro tÍ,
través del istmo de Tehuantepec, y proyectando otro
entre Oajaca y Puerto Ángel, proporcionando con
esto una doble salida á los productos del estado.
5.54 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

Dedicóse á estos objetos una parte del sobrante, que


pronto ascendió, bajo su administracion, á unos $100,-
000 anuales. En el término de cuatro meses pudo
pagar todas las deudas, abolir los descuentos, y esti-
mular á los preceptores aumentándoles el sueldo. Su
primer cuidado fué el de la reapertura de las escuelas,
fundando 300 establecimientos mas, incluyendo en
ellos un instituto de artes y oficios para los pobres, al
que dedicó $100,000 para edificios, maquinaria, y de-
más útiles. Compráronse libros de enseñanza por
valor de $12,000 para las escuelas p(lblicas. Intro.

MARIANO JIMENEZ.

dujo muchas mejoras ulOdel'llas, tales como la luz eléc-


trica, que tan pocas ciudades poseian, aun en los países
mas adelantados. Dió un buen ejemplo consagrando
una porcion de los fondos sobrantes al alivio de los
afligidos por causa del cólera 6 de la langosta, y esfor-
zóse en promover med ios para el arreglo pacífico de
las cuestiones judiciales que agriaban los ánimos y
vaciaban los bolsillos. Por muchos años habian es·
tado varios pueblos litigando por terrenos; él logró
persuadir á siete de ellos á haccr arreglos amigables,
ROMERO R UBIO. 550

con gran sentimiento de los abogados interesad os. En


Tehuantepec tu vo lug ar un moti n y él ocurrió perso-
nalmente á reprimirlo.
D espues de haber r econstruido satisfactoriamente
de esa manera los di 'l er80S ramos de la administracioll
pública y est ablecido las r eformas necesarias, pidió
permiso á la legi¡.;latura para au sentar~e, confiando la,
continuacion de su obra al general M ariano Jim enez,
su antiguo aliado y su sustituto en el gobierno, y reti-
róse á disfrutar del necesario descanso, buscando al
principio la sociedad de la capital.

Entre los adversarios promin entes vencid os por la


política conciliadora y el magnetismo del general Diaz,
debe contarse al licenciado M a nuel R omero Rubio, á
quien el lect or h a co nocido ya como j efe de los lerdis-
tas mas notables. Cua ndo L erdo se echó encima la
indignacion popular, R omer o Rubio, por deber á su
partido y por su a mist ad personal con el presidente,
se creyó obligado á aceptar el puest o de j efe del mi-
nisterio, y procuró desviar la corriente, cambiando la
política ciega y ruin observada h ast a cntónces. M as
este llamamiento h ech o por L erdo fué ya t arde. S in
embargo, R omero Rubio prefirió sacrificarse partici-
pando de su destierro ~ y á su presencia de ánimo y
firm eza de propósito se debió la salvacion de la comi-
tiva en su pelig rosa retirada de la capital, principal-
mente en el puerto del M arqués, dond e la vida de
L erdo corrió grave riesgo.
Durante una ausencia de añ o y medio, el ministro
pudo conocer por experiencia la poca g ratitud de
aquél por quien todo lo habia abandonado, y apreciar ,
por otro lado, la sabiduría y h onradez del r ege nerador
de Méjico.
Sus expansivas y patrióticas miras lo hicieron vol-
ver á su país para tomar parte en la g rande obra.
Diaz le t endió la mano de amigo; volvió á entrar en
la vida pública, y prontamente se le llamó al senado,
siendo nombrado presidente de esa cámara por acla-
556 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

macion. V olvíó otra vez su casa á ser el centro de


reunion de la gent.e instruida y acomodada de -la capi-
tal, que reconocia á su inteligente esposa como la.
persona digna de llevar el cetro en aquella escojida
sociedad.
Ámbos tenian admirables dotes personales para
este doble reinado. La señora por su presencia llena
de dignidad y su elevada educacion, por su notable
fuerza de ánimo y fino gusto; él por sus maneras
reposadas é imponentes á la vez que naturales y su
presencia distinguida, su cuerpo robusto y bien for-
mado, de mediana estatura, conservaba su elasticidad,
y el ancho rostro con su elevada frente, se veia jóven
aun, á pesar de la calvicie que aumenta, y del encane-
cimiento del bigote y pera. Poseia el arte de hacer
sentir su influjo en el variado círculo, en el hombre de
letras por su vasto caudal de conocimientos y su inte-
ligencia analítica; en el diplomático por su tacto y
rapidez de concepcion; en el hombre de buena sociedad
por su delicada cortesía. Probablemente ninguna otra
persona tenia tantas relaciones como él por todo el
país en los círculos sociales, políticos, y judiciales.
Era miembro de todas las sociedades científicas y de
las numerosas establecidas por los alumnos de los
principales colegios, San Gregario y el Seminario, for-
mando siempre parte de las juntas directivas y siendo
á menudo presidente de ellas. Organizó el Jockey
Club, que ha contribuido tanto á mejorar las razas;
formó el Hipódromo creando para ello una sociedad á
la que pertenece una parte considerable de la gente
acomodada é influente de la república, habiendo sido
reelecto presidente de ella. Presidió tambien la junta
directiva de la exposicion principal habida en Méjico,
y fué siempre el primero en las empresas que tenian
por objeto el progreso de la literatura, de las artes, y
de la industria.
El general Diaz visitaba con frecuencia la casa de
este hombre de estado. La intimidad entre ambos
creció de dia en dia, descubriendo cada uno en el otro
SEGUNDAS NUPCIAS. 557

cualidades muy dignas de admirarse, y congeniando


completamente por sus grandiosas miras y sus eleva-
das aspiraciones, aunque el uno se encontraba mas
frecuentemente en el torbellino de la sociedad y se
hacia notar por su carácter comunicativo, miéntras el
otro manifestaba cierta preferencia por la meditacion
y la compañía de la naturaleza. Habia, sin embargo,
otro atractivo para Diaz en esta casa, que pronto se
hizo manifiesto para todos. Don Manuel tenia dos
hijas.
El general habia enviudado hacia mas de dos años;
aquella herida se habia cicatrizado bajo la bienhechora
influencia del tiempo y de las graves ocupaciones del
gobierno, de su estado, y de la presidencia. Acos-
tumbrado no obstante á los placeres domésticos, pronto
sintió la soledad de su hogar; la perspectiva de un
segundo período presidencial exigia la presencia de
una señora en el palacio, y sobre todo, le habia embar-
gado el corazon la. hija mayor, Cármen, que entónces
contaba diez y nueve años de edad. La union tenia
que ser muy ventajosa para ambas partes, y debia
contribuir á aumentar la creciente armonía entre los
dos partidos principales del país cooperando por tanto
al bien nacional.
Uniéronse pues bajo tan buenos auspicios. La
novia era una morenita notablemente bella, con un
cuerpo esbelto, gracioso, y de estatura regular; su ros-
tro ovalado, nariz aguileña; ojos grandes, vi vos, de
color oscuro, rasgados, llenos de esa dulzura que carac-
teriza á las mujeres meridionales; cejas arqueadas, y
unos preciosos labios que al entreabrirse por la son-
risa dejaban ver una dentadura perfecta, iluminando
todas sus facciones y dándole una expresion tan dulce
que no pudiera eclipsarla mujer alguna. Aquella
pareja armonizaba bien, siendo él la personificacion de
la fuerza, y ella la de la hermosura y pureza femenil.
Sencilla, sin afectacion, reune á una admirable pre-
sencia de ánimo y dignidad un corazon bondadoso por
naturaleza. Habla inglés y francés con facilidad, y
558 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADL .

deja ver en su conversacíon un gusto esquisito, y sen-


timientos nobles y elevados que pueden servir de guia
al esposo á quien indudablemente adora. Todas las
personas que la trat an quedan encantadas, principal-
m ente por la afabilidad de su semblante y por la dul-
zura y melodía de su voz.

CARMEN RUBro DE Duz.

Su influencia se hizo manifiesta en el gusto con que


se construvó su casa h abitacion en la calle de Hum-
v

boldt, con sus ventanas arqueadas, foliadas celosías,


frisos, arabescos, y rninaretes. La antigua y sombría
casa de l,a calle de la Moneda con aspecto mas bien de
oficina, ocupada durante el período presidencial, fué
sustituida en los dos años siguientes por la de la
esquina de Santa In és, cuya fachada inferi or resaltaba
por su ornamentacion de flores y de estuco; miéntras
que la superior dejaba ver solamente una extensa
pared desnuda, entre las ventanas de los extremos,
estando coronada la esquina misma por un tercer piso,
VIAJE ".\ LOS ESTADOS UNIDOS. 559

aislado, de estilo Churrigueresco. El interior estaba


ricamente adornado prevaleciendo en él la seda y el
oro, con profusion de cuadros y otros objetos artísti-
cos, respirando todo, la finura d e una mujer bien edu-
cada y las delicadas atenciones de la esposa.

RESIDENCIA DE DIAZ, CALLE DJ; SANTA I NÉS, 1880-1882.

El paseo de bodas de esa pareja puede decirse que


se extendió, en la primavera de 18 83, hasta los E~ta­
dos U nidos, siendo interesante para la señora de Dlaz,
porque pasó allí los días de su asistencia á la escuela;
y para el general, por la importante influencia de esos
estados sobre su país nata.l, especialmente con la aper-
tura de las comunicaciones por medio del ferrocarril.
Los funcionarios públicos tanto civiles como mili-
tares, y toda la gente en general se apresuraron á
tributar honores al ma.s prominente entre los mejica-
ii60 DOTES PERSONALES Y VIDA PRIVADA.

nos; pagando así las atenciones que hizo el primer


soldado del Anáhuac al soldado mas notable de la
república del norte. La gente de sociedad se vió
hasta cierto punto contrariada por no haber conse-
guido que asistiera á todas las numerosas recepciones
que se le tenian preparadas; mas él habia venido para
viajar, para ver con sus propios ojos, y deseaba, sobrQ
todo, conocer á fondo los resultados de las institucio-
nes liberales cuya adopcion en Méjico pudiera ser mas
provechosa. Pusiéronse á su disposicion trenes espe-
~iales, y fué recibido en cada ciudad por comisiones
nombradas ad hoc, con las corteses atenciones debidas
á, tan ilustre huésped.
Pasó el año siguiente á su regreso en una quietud
relativa, que no interrumpió ni aun la eleccion para
la presidencia; pues esta de hecho le habia sido otor-
gada. Sabíase en efecto, que él sE:ría el elegido del
pueblo, sin mas oposicion que la intentada por un cir-
culillo de partidarios del gobierno, mas de tan poco
peso, que el general obtuvo 15,969 votos de los 16,-
462 que se emitieron. Nada podia demostrar mejor
su grande popularidad que esta casi unánime eleccion;
pues hallándose fuera del poder y no en muy buenas
relaciones con la administracíon, carecia de medios
para dar giro á la eleccion ó combatir los esfuerzos de
sus opositores.
Sabiendo estos cuan fútiles serian sus esfuerzos, lle-
g~ron algunos en su animosidad á valerse hasta de
asesinos. En cierta ocasion ernpleóse el veneno, aun-
que sin resultado; otra vez, en Abril de 1884, procu-
rÓse destruir el tren del ferrocarril de 1r010, en el
cual volvia de una expedicion de caza. Algunos mal-
vados se hallaban apostados cerca de un puente del
camino. U na máquina de inspeccion se adelantó á
reconocer la vía; mas esto no los desconcertó, pues
tan luego como pasó esa máquina, rodaron un peñasco
sobre el camino y vol vieron á, tomar sus rifles prepa-
rándose á hacer una descarga sobre su predestinada
víctima. en caso de que sobreviviese á la catástrofe y
DIAZ PRESIUENTE SEGUN DA YEZ. 56 1

á la caida en el abismo. Afortuna.damente el trell


caminaba despacio y el maquinista notó el obstáculo
con bastante oportunidad para hacer pasar la loco-
motora.
El dia 10 de Diciembre de 1884 fu é inaugurado el
segundo período presidencial del general Diaz. La
ceremonia tuvo lugar en la cámara de diputados, qUE'
o\.:upa el edificio que fué anteriormente teatro de
Iturbid e, hallándose repartidas las plateas entre los
diputados que rodeaban la tribuna., situada en el pati o.
Las galerías destinadas á los empleados y para el pú-
blico se hallaban r epletas de espectadores llenos de
interés, miéntras abajo se veian reunidos, funcionarios,
miembros del cuerpo diplomático vestidos de riguroso
uniforme, y senadores, ocupando estos ..últimos una
hilera de sillas en derredor del patio. A las 9 de la
mañana llegó el general Diaz en un carruaj e, acompa-
ñado de una comision de senadores y escoltado por
una pequeña guardia. Subió á la silla vestido senci-
llamente de negro. En cinco minutos prestó el jura-
mento y se retiró tan tranquilamente como habia
entrado. Qué diferencia entre est e cuerdo y sencillo
procedimiento, y las pomposas ceremonias con que se
instalaron los presidentes a nteriores, y mas todavía,
las que practicaban en tiemp o de los vireyes, que
venian como lugar tenientes de los monarcas espa-
ñóles.
Habiendo salido del salan del cong reso, se dirigió á
Palacio dond e recibió el parabien de Gonzalez. Hizo
en seguida el formal nombramiento de los miembros
del gabinete encabezándolo con el licenciado I gnacio
Mariscal, antiguo ministro suyo y despues de Gonza-
lez, y, por ese tiempo, ministro en Inglat erra. Fue-
ron sus colegas el licenciado lVlanuel Romero Rubio,
el licenciado J oaquill Baranda, el general Cárlos Pa-
checo, el general Pedro Hinojosa, y el licenciado
Manuel Dublan, haciéndose cargo los seis en el
órden mencionado de las cart eras de relaciones ext e·
riores, gobernacion, justicia é instruccion pú blica,
fomento, guerra, y hacienda.
"lOA DE Dr AZ. ~fi
I

CAPITULO XXV
lNS TITUCIONES,

1886.

ASUNTOS DEL VIREINATO y POLÍTICA DE LOS PRIMEROS TIEMPOS REPUBLI-


CANos-·REORGAN I ZACION DEL G OBIERNO - CONSTITUCION-ADMINISTRA-
CION DE JUSTICI A- ESTADOS y GOBIERNOS DE LOS EsTADOS- ELECCIONES
y EMPLEADOS-INMIGRACION- MINERÍA-AGRI CULTURA - CRÍA DE GA-
NADO.

Las colonias espaüolas en América se asemejaban


algo á las provincias conquistadas de Roma, en cuanto
á su condicion política, r especto de la madre patria.
Aunque se les consideraba como partes integrantes de
la nacion, servian, sin embargo, solo para el enrique-
cimiento de la alta clase social, bajo un sistema de
gobierno en el cual no tenian ninguna r epresentacion
política. Así como el pro-cónsul r omano gobernaba
su provincia siendo responsable solamente al empera-
dor, así el virey gobernaba su colonia siendo respon-
sable únicamente al r ey de España, quien estudiaba
siempre la manera de sacar provecho para sí y para
sus favoritos. L a corona se r eservaba la jurisdiccion
suprema, imponiendo un y ugo tiránico á los países con-
quistados. , N o se puede decir que pecasen los códigos
por falta de benevolencia y sabiduría, porque ninguno
que estudie la R ecopilacion de las leyes de los R eynos de
las Indias, dejará de notar el cuidado paternal que
resalta en ellas por los intereses de los súbditos ame-
ricanos de España. Pero, desgraciadamente, las leyes
eran falseadas por empleados corrompidos, y la con·
secuencia fué un sist ema perpetuo de opresion.
( 562)
SISTEMA DE GOBIERNO. ;)03

Para los fines del gobierno, las posesiones españolas


en América se dividieron en vireinatos y provincias de
audiencias, cancillerías reales, y empleados reales que
tenian los títulos de adelantados y gobernadores. Es-
tas divisiones se subdividian en alcaldías mayores,
corregimientos, y alcaldías ordinarias. D e tiempo en
tiempo, á medida que se notaban los abusos, se iban
creando nuevos empleos, y se efectuaban cambios nu-
merosos, haciéndose subdivisiones de autoridad con el
objeto de establecer la vigilancia entre unos y otros, y
morijerar de ese modo la conducta de los empleados.
Así fué estableciéndose gradualmente una forma com-
plicada de gobierno durante los tres siglos que suce-
dieron á la conquista.
Las colonias españolas de América se pusieron al
cuidado del Supremo Consej o de Indias residente en
Madrid. Su jurisdiccion se extendía á. todos los ramos,
civil, militar, eclesiástico, y mercantil, y su poder era
absoluto sobre los vastos dominios que tenia á su car-
go. Por influencia suya se nombraban ó destituian
los vireyes, se entronizaban los obispos, y aún el mis-
mo papa sometia á. su aprohacion sus bulas y breves
en lo concerniente á las Indias.
Aunque r epresentando al r ey, el virey de la Nu eva
España estaba sujeto á r estricciones, especialmente en
los últimos tiempos coloniales. Su empleo abrazaba
los cargos de presidente de la audiencia, gobernador, y
capitan general. En t odas las cuestiones importantes
de gobierno tenia que consultar á. la audiencia estable-
cida en Méjico, y en su calidad de gobernante, que lo
hacia jefe de todos los ramos de la administracion, su
autoridad para distribuir t errenos se hallaba algo
coartada por las facultades que t enian los gobernadores
subalternos de provincia. En asuntos eclesiásticos
ejercia el patronato r eal, elig iend o uno de los de la
terna que proponia el obispo. Como capitan general
con poder amplio para nombrar oficiales y reclutar
tropas, su accion estaba, sin embargo, restringida por
Una junta de guerra. El sueldo del virey vino aumen-
564 INSTITUCIONES.

tándose desde 6,000 ducados hasta 20,000, y mas tarde


á $ 40,000 Y $60,000 anuales.
Los empleos en la Nueva E spaña se daban casi ex-
clusivamente á los oriundos de la P enínsula, injusticia
grosera hecha á los criollos, como se ha h echo ver en
otra parte. Esto ocasionaba naturalmente gran des-
contento y establecia entre ellos y los que llegaban de
España sedientos de diner o, un piélago d e mutua anti-
patía. Con la sola excepcion de los artesanos, todos
los que emigraban á las Indias venian á establecerse
en el comercio ó á ocupar empleos. T odos los empleos
de importancia estaban suj et os á la aprobacion real,
aunque el virey podia llenar vacant es con nombramien-
i os provisionales, y sus r ecomendaciones t enian algun
peso.
En los primeros tiempos los parientes, hasta el cuar-
to grado, de los altos funcionarios no podian optar á
ciertos empleos en su mismo ramo, especialmente los
que se relacionaban con la t esor ería-tan grande era
el celo con que el rey guardaba su erario. La venta
de empleos, sistema que habia prevalecido por algun
tiempo en España, se extendió pronto á las colonias, y
fuéautorizada por decreto de Junio 17 de 1559. L a
lista de empleos vendibles se aumentó despues conside-
rablem ente, incluyéndose con especialidad los puestos
de oficiales, notarios, alg uaciles, r egidores, y cobradores
de los fondos de tribunales, municipalidades, y casas de
moneda. L os precios que se pagaban por los empleos
fluctuaban segun las circunstancias de la época. Du-
rante el período de 1605 á 1612 el empleo de alguacil
mayor de la audiencia de M éjico se vendió tres veces
por las sumas r espectivas de $28,750; $22,740;y $5 0,-
000. T odos los puest os en la lista de los vendibles se
adjudicaban al mejor postor.
Las audiencias, de las cuales habia dos en la Nueva
España, una en la. capital, establecida en 1528, y la
otra en Guadalajara, instalada primeramente en Com-
postela el año de 1548, eran r ealmente tribunales su-
premos ante los cuales podia apelarse hasta de los
AUDIENCIA Y AYUNTAMIENTO. 565

fallos de los gobernadores. T enian jurisdiccion sobre


los tr~bunales inferiores con facultad para averiguar su
maneJo.
El incremento progresivo del número de juicios civi-
les y casos criminales hizo necesario de tiempo en
tiempo que se aumentara el número de los ministros
de la audiencia en M éjico, la cual al principio la for-
maban solarr.ente cuatro oidores. Ya á mediados del
siglo diez y nueve ese cuerpo se componia de doce
oidores, seis alcaldes del crimen, dos fiscales, un algua-
cil mayor, un canciller que guardaba el sello real, con
mas, cierto número de empleados subalternos, y estaba
dividida en tres salas, dos para lo civil y una para lo
criminal. En 1776 se efectuaron otros cambios. Para
cada audiencia nombraba el r ey un regente, que venia
á ser como un mayor, y tenia facultades para asignar
á los oidores sus funciones, organizar tribunales espe-
ciales, y presidir como juez en cualquier tribunal. El
número de oidores, sin embargo, quedó despues redu-
cido á diez, y el de los alcaldes del crÍmen á cinco, que
con dos fiscales formaban solo dos salas.
El gobierno municipal estaba encargado á los ayun-
tamientos que se componian d e alcaldes, r egidores, y
síndicos. Las funciones de los alcaldes eran tomar
conocimiento en primera instancia de lo criminal y de
los asuntos civiles con apelacion al ayuntamiento, al
alcalde mayor, al gobernador, y finalmente á la audien-
cia. En las ciudades g randes habia dos alcaldes y
doce regidores, y en los pueblos mas pequeños dos y
seis respectivamente. Los otros empleados que tenia n
conexion con estos cabildos eran los procuradores y
síndicos-quienes por lo r egular eran letrados, y r e-
presentaban al ayuntamiento en los asuntos jurídicos-
y el alguacil mayor. L os arbitrios municipales proce-
dian en primer lugar de las tierras de propios que se
le habian asignado al pueblo á su fundacion, de multas,
y en algunos casos, de las contribuciones que podian
imponer los magistrados cuando habia necesidad de
hacer algun gasto extraordinario.
566 INSTITUCIONES.

Las leyes para el gobierno d e los indios eran, como


ya se ha dicho, liberales y benévolas en su esencia,
pero muy á menudo se falseaban por la rapacidad 6
negligencia de los gobernantes y empleados. El sis-
tema antiguo de encomiendas, por el cual los indígenas
estaban sujetos á tributos y trabajos forzosos, se fué
aboliendo gradualmente, y á los indios se les dej6 en
libertad de ofrecer su trabajo en donde mejor l es con-
viniese; pero este sist ema fué sucedido por el de peo-
naje que materialmente los mantenia en un estado de
esclavitud con los adelantos de dinero que se les hacia
para que estuviesen siempre endeudados. Se estable-
cieron intendencias para corregir estos abusos, tenién-
dose mucho cuidado y empel'ío en atraer á los indios á
poblado y tenerlos sujetos al gobierno de los alcaldes
y regidores elegidos de entre ellos mismos.
D espues de la independencia nacional pas6 algun
tiempo antes de que la nueva nacion pudiera arrojar
de sí las cadenas del sistema r estrictivo de gobierno,
parto monstruoso de los pasados siglos. Durante mu-
chas décadas continu6 la g uerra de los campeones del
progreso y de los derechos populares contra la clase
privilegiada y supersticiosa, siendo con frecuencia le
llamamiento á las armas el método que se adoptaba
para llegar á alguna decision. El maligno espíritu de
partido, las distinciones de castas, y disensiones de tri-
bus, alejaron por mucho tiempo la adquisicion de la
verdadera libertad, la cual se logró al fin mediante una
evolucion natural, promovida mas bien en gran parte
por el ejemplo de las naciones extranjeras, que por un
espontáneo desarrollo.
La clase arist6crata y el clero lucharon fuertemente
para mantener su dominante posiciono Por sus esfuer-
zos se cre6 el imperio de 1 turbide, y despues de su
caida, cuando los victoriosos republicanos se dividieron
en los distintos partidos de federalistas y centralistas,
el elemento aristocrático pudo todavía, adhiriéndose
t emporalmente á los primeros, mantener por mucho
tiempo la dominacion, especialmente con respecto á
CENTRALISTAS Y CONSERVADORES. 567

materia de empleos públicos. El partido centralista


lo formaban los escoceses, fracmasones del rito escocés,
y los antiguos monarquistas que bajo el cambio de
gobierno miraban al centralismo como el medio para
restaurar la monarquía. Pero los provinciales ya
anhelaban la independencia de los estados, bajo la
federacion y á ellos se unieron los imperialistas sin
fijarse en ninguna otra cosa mas que el objeto que se
proponia el partido. Nuevas logias fracmasónicas del
rito de York, que adquirieron el nombre de yorkinas,
se organizaron con el objeto de acabar con los escoce-
ses. Esto lo efectuaron eon la constitucion de 1824,
pasándose muchos miembros de las logias del rito an-
tiguo á la nueva órden, quieneR declararon que no que-
rian seguir afiliados en una sociedad que buscaba la
restauracion de la monarquía.
Bajo un nombre nuevo, el de novenarios, continua-
ron la lucha todavía los escoceses, y durante varias
décadas los centralistas y los federalistas tuvieron al
país en un desórden casí constante. Ambos partidos
bajo diferentes nombres y en diferentes fechas, apela-
ron incesantemente á las armas.
En 1835 los centralistas ayudados por el pérfido
Santa Ana, lograron el triunfo, y el federalismo quedó
derrocado. Poco despues vemos á Santa Ana de dic-
tador; luego vencido, desterrado, y repuesto. Vuelve
á figurar como autócrata, para ser otra vez arrojado
del pináculo de su despotismo, hasta que por fin, vence
el federalismo en 1857. Durante el período de 1821
á 1857, Méjico fué gobernado por mas de media doce-
na de formas distintas de gobierno, bajo 50 diferentes
administraciones, para las cuales se hicieron por lo mé-
nos 250 revoluciones.
El último esfuerzo del antiguo partido conservadOl
para entrar en el poder, fué el llamamiento que hizo
á Maximiliano para restablecer el imperio mejicano.
El fracaso de esa loca empresa fué el golpe de muerte
del centralismo. Desde entónces han prevalecido los
verdaderos principios republicanos bajo el sistema fe-
568 INSTITUCIONES.

deral, representados, es verdad, por distintos partidos


políticos, pero todos mas ó ménos progresistas, y de
carácter personal, tomando las diferentes facciones el
nombre de sus respectivos jefes, como J uariiltas, Ler-
distas, y Porfiristas. Las reformas se ha.n sucedido
una.s á otras. A ' la iglesia se le ha quitado alguna
parte de su poder; la tolerancia de cultos ha quedado
establecida, y legalizado el matrimonio civil; al mismo
tiempo se han dado grandes pasos en el adelanto mate-
rial de la nacion con medidas que tienden á promover
las industrias y el comercio, que en los tiempos colo-
niales languidecieron bajo las restricciones opresivas, y
posteriormente estaban abatidas por las guerras intes-
tinas del país.
El mejor modo de patentizar las aptitudes de Porfi-
rio Diaz para gobernar, es hacer una revista de los
diversos ramos de la administracion y dar á conocer
lo que ha hecho por Méjico.
Primero en el órden de sus reformas se presenta la
reorganizacion del gobierno, corno instrumento para
producir órden y adelanto. Con este fin ha desemba-
razado á los varios ramos, como lo hemos visto, de una
multitud de supernumerarios, que no hacian mas que
estorbar, unos por ineptitud, otros por motivos egois-
tas, y que absorbian una gran parte de las rentas.
La magnitud á que llegaba ese abuso puede juzgarse
por el hecho de que durante 1841 á 1844 se expidie-
ron solo de despachos militares unos 12,000, El
presidente organizó despues un buen cuerpo de emplea-
dos, en cuya inteligente cooperacion podia descansar,
nombrando hombres capaces y estimulando su celo é
integridad con buenos sueldos, promociones, y otras
recompensas. El peculado, el contrabando, y otros ex-
cesos han sido refrenados con mano firme.
Reformó la constitucion con la introduccion del artí-
culo que pohibe la recleccion de presidentes y gober-
nadores por períodos consecutivos, hiriendo así á la
principal causa de las intrigas políticas que traian con-
sigo las revoluciones y la anarquía. Con eso, tambien,
REFORMAS DE PORFIRIO DIAZ. 569

adquirió nueva fuerza el gobierno, haciéndolo todavía


mas un verdadero expositor de la voluntad del pueblo,
y el protector de la constitucion de 1857, la cual pro
clama entera libertad para la educacion y la prensa,
aboliendo las clases privilegiadas y titulares por un
lado, y prohibiendo por el otro la enagenacion de la
libertad personal ya sea por voto ó contrato, ó la con-
dena á la pena de azotes, ú otros castigos infamantes.
La importancia principal de esta ley orgánica consiste
en el golpe que se dió á la supersticion y á otras opre-
siones del ánimo al cortar eficazm ente la influencia del
elero y su poder para continuar su íntervencion perni-
ciosa en la política, en apoyo del caido partido cen-
tralista. Esta libertad del pensamiento quedó mas
cimentada con la separacion de la iglesia y el estado,
la proclamacion de la tolerancia de cultos, la abolicion
de votos religiosos, la exclusion de la enseñanza secta-
ria de las escuelas, y la declaracion del matrimonio
como contrato civil.
La administracion de justicia fué tambien apartada
con saluda bIes resultados del triste camino trillado por
el que la habian conducido los cambios en las leyes y
ios gobiernos débiles y corrompidos, viniendo á ser un
mero remedo, que estaba á la disposicion del mejor
postor ó del quimerista. Mas bien contribuia á fomen-
tar que á suprimir el crímen, habiendo llegado este á
tomar t erribles proporciones, favorecido por las guerras
civiles y los desórdenes, por las distinciones de clase,
las absoJuciones de la iglesia, la inclinacion al contra-
bando y al juego, y por la excesiva apacibilidad é
indiferencia del pueblo. El presidente Diaz puso fin
á esto haciendo pronta y estricta la justicia; estable-
ciendo el sistema de penitenciarias; y la activa perse-
cucion y castigo de los bandoleros; reorganizando la
policía, y la guardia rural para la proteccion de las
ciudades y de los despoblados respectivamente. sin
dejar de aprovecharse hasta del recurso de emplear al
ladron para cojer á otro ladron.
El resultado es, que reina una seguridad que nunca
570 INSTITUCIONES.

había conociuo ánt es la r epública. Tambien pensó en


mejorar el código que, hasta entónces, presentaba una
mezcla confusa de decretos sueltos y contradictorios
de los tiempos coloniales, con adiciones posteriores por
el mismo estilo; y en remediar el modo irregular de
los procedimientos que en muchos casos era secreto.
La reforma se ext endió al ramo judicial, que compren-
de las cortes y tribunales federales de jurisdiccion
comun, t eniendo cada cual t res grados,-esto es, corte
suprema, corte de circuito, y tribunales de distrito-
que son electivos un os, y nombrados otros por cierto
período, siendo los mas subalternos, los de los alcaldes
y jueces locales con conocimientos en demandas verba-
les en que se versan sumas de m énos de $100, y juicios
ordinarios de ménos de $ 300.
Los jueces de la suprema ó alta cort e de justicia son
once, elegidos de la misma manera que el presidente,
cuyo sucesor provisional, en caso de muert e ó ausencia
por alguna causa, es el juez que á la sazon presida la
corte. Su empleo es por seis años, y la corte está
dividida en tres salas. Hay ocho t ribunales de cir-
cúito, cuya jurisdiccion se extiende sobre dos ó mas
estados, y uno de distrito para cada estado. Las
apelaciones se hacen de est os últimos á los de circúito
y finalmente al de la suprema corte. L os territorios
tienen sus cortes especiales ó tribunales federales.
L os tribunales de jurisdiccion comun son de tres gra-
dos, á saber, los tribnnales superiores en las capitales
ele los est ados, las cortes de primera instancia, y las
locales, incluyendo alcaldes y jueces de paz. L os jue-
ces de las cortes locales son elect os ó nombrados segun
lo dicten las leyes de cada estad o.
La union federal se consolidó con una política firm e
y r etraida que reprimió las t endencias revolucionarias,
y produjo r elaciones mas estrechas por medio de nue-
vos caminos y de ferro-carriles, y una concentracion
de los inte rese~ nacionales, con el desarrollo de la rique-
za y el establecimiento de industrias. El número de
los estados ha aum entado grad ualmente, y la poblacion
TABLA DE POHLAéION. 5'11

de las doce intendencias y de las provincias del norte.


del período colonial, con una poblacion en 1810 de algo
mas de 6,000,000, ha subido á veinte y ocho estados y
dos territorios con una poblacion que se estima en mas
de 11,000,000.
La siguiente t abla, cuyas cifras están tomadas de
las últimas estadísticas, manifestarán al lector el área
y poblacion de los estados.

Ar ea en
Estados. leguas c ua- P Obla(' iOIl. 1 Capital es.
dradas.

Agua.9calientes. .... . .. . 411 140,430 IAgnascalientes.


Campeche .. . .. . . . . . .. . ~,8 !O ll 6,OOO Campeche.
Chiapa.9 .. . . ...... ..... . 2367 200,000 San Cristóbal de las Casas.
Chihnahna.. ... .. . . .... . ]2:352 250,000 Chihuahua.
Coahuila....... . .... . . . 7,506 145,000 Saltillo.
Colima ........... . .. .. 552 65,827 Colima.
Durango.. .. . .. .. .... .. 6,270 200,000 Durango.
Guanajuato. . . . . . .. . . . . 1,683 898,072 Guanajuato.
Guerrero . . . .... . ..... . 3,621 327,050 Tixtla.
Hidalgo . .. . ......... .. 1,204 500,000 Pachuca.
Jalisco .... ........... . 5,777 1,012, 117 Guadalajara.
Méjico ..... . .. . ..... .. 1,156 752,893 Toluca.
Michoacan . . .......•.. . . 3,497 784,108 Morelia.
Morelos ............. .. 2(;2 150,000 Cuernavaca.
Nuevo Leon ....... . .. .. 3,486 223,017 Monterey.
Oajaca ............ . .. . . 4,953 754,468 Oajaca.
Puebla ...... .... .... .. 1,"173 780,470 Puebla.
Querétaro ............. . 473 192,317 Querétaro.
San Luis Potosi .. ...... . 4,056 550,000 Sau Luis P otosí.
Sinaloa .. .. .. ......... . 5,339 201, 918 Culiacall.
Sonora .... .... ... . .. . . 1l,G50 LH ,OOO H ermosillo.
Tabasco ... ........... . 1,784 110,093 San Juan Bautista.
Tamaulipas ..... ... .... . 4,458 141,000 Cilld""l Victoria.
Tla.9cala ... . ... .. .... .. . 239 153,269 Tlascala.
Veracruz .. .... ...... .. 3,869 GIl,586 Veracruz.
Yucatan ............. .. . 8,lGO 500,000 Mérida.
Zacatecas . . . ... .. . .... . 3392 470,000 Zacatecas.
Valle de Méjico.. . ..... . , 68 400,000 Méj ico.
Territorios-
Baja California .. . .. . . 9,080 30,000 La P az.
Tepic .. .. ......... .. . 121,742 'repico

1l,026,377

Los estados arriba mencionados mandan 227 diputa-


dos, en números proporcionados á la poblacion, y 56
senadores al congreFlo nacional. Debe mencionarse
572 INSTITUCIONES.

que U res es, por la constitucion, la capital de Sonora


no obstante de que el gobierno reside en Hermosillo.
De la misma manera los gobiernos d e Veracruz y
Guerrero r esiden en Jalapa y Chilpancingo á causa de
la insalubridad de sus r espectivas capitales, V eracruz
y Tixtla.
Las constituciones y formas de gobierno difieren
unas de otras en muchos puntos, tales como en el
número de las salas legislativas, de los r epresentantes,
y de las sesiones. El término oficial de los goberna-
dores es generalmente de cuatro años, ayudándoles
algunas v eces uno ó dos secr etarios de estado. A la
cabeza de los distritos están jefes políticos ó prefectos,
que son algunas veces electos, y las municipalidades
eligen generalmente cada año sus ayuntamientos ó
juntas locales con cosa de dos ó doce r egidores, corres-
pondiendo á uno por cada mil habitantes, con un al-
calde y uno ó dos síndicos. En algunos estados, sin
embargo, los lugares de ménos de 3, 000 habitantes
están sujetos á cabildos con ménos facultades, ó á
subdelegados nombrados por el gobierno del estado.
Los partidos están gobernados por sub-prefectos. Los
puestos municipales por lo regular han caido en manos
de hombres ricos ó arteros, que han h ech o uso, espe-
cialmente de los indios, como instrumento para sus
propios fines; pero el pueblo va gradualmente tomando
mayor interés en el manejo de los asuntos locales yen
el sufragio, en el que, hasta ah ora, ménos de la décima
parte de los ciudadanos se han prestado á tomar parte.
La educacion y la experiencia despertarán un espíritu
político saludable.
El congreso general se compone de una cámara de
diputados y de un senado, ámbos electos por el voto
indirecto popular, los primeros por dos años en la pro-
porcion de un miembro por cada 40,000 habitantes.
El senado, creado solamente en 1874, se compone de
dos representantes por cada estado, renovándose la
mitad de éllos cada segundo año. Tiene exclusivo
derecho para decidir en las interposiciones con los esta-
SENADO Y PRESIDENTE. 573

dos, y para confirmar los tratados y los nombramientos


de los empleados superiores. Sus sesiones son dos
veces al año, empezando la segunda ello de Abril, y
dándose preferencia á los asuntos de hacienda. Queda
actuando una diputacion permanente del congreso du-
rante los recesos.

E SCUDO DE ARMAS DE LA REPÚBLICA.

El presidente de la república es elegido indirecta-


mente por el voto popular para el término de cuatro
años, que principia ello de Diciembre. El presidente
de la suprema corte le sustituye provisionalm ente.
Con amplias facultades para hacer los nombramientos,
especialmente los del ejército, que lo reconoce como su
jefe superior, con el manejo de vastos fondos, y con
la influencia predominante en varios estados, debido á
la manipulacion de las elecciones, instalamiento de
empleados, y concesiones, el poder del presidente es
mayor que el de muchos soberanos, porque es cosa
fácil maniobrar en el congreso con las intrigas los
partidos y el cohecho. Se necesita, pues, tener una
idea elevada del honor, del deber, y del patriotismo
para abstenerse de cometer actos arbitrarios; y esa
idea, afortunadamente para Méjico, ha probado el pre-
sidente Diaz, que la posee. Ha dado, además, un
ejemplo de modestia en todo lo concerniente á los actos·
públicos, presentándose siempre como magistrado sin
ostentacion.
574 INSTITUCIONES.

Las funciones administrativas están r epartidas entre


seis secr etarías, á saber: negocios extranj eros, justicia
é instruccion pública, negocios del interior, t esoro y
crédito público, guerra y marina, y obras públicas. L a
primera comprende la presidencia del consej o de mi-
nistros, y la custodia del sello nacional. D esde la
separacion de la iglesia y el estado, hay una mera
~upe rvision sobre los negocios eclesiásticos. El minis-
tro del interior, conocido por de gobernacion, divide
con el departamento de obras públicas, que es de nue-
va creacion bajo el título de fomento, los negocios del
interior que no están designados en los títulos de las
otras carteras; atendiendo la secretaría de fomento á
los asuntos que tienen direct a conexion con el comer-
cio, la industria, y la colonizacion, las construcciones,
caminos, t errenos, y t rabajos científicos. Cada minis-
tro tiene que firmar las órdenes correspondientes á su
r espectiva cart era y que llevar la r espon sabilidad de
sus actos.
El r establecimiento de la paz y de la seguridad ha
hecho desaparecer el obstáculo principal para la inmi-
gracion extranj era, cuya importancia ha sido recono-
cida, especialmente por Diaz, para el desarrollo de las
empresas, la creacion de nuevas industrias, y como me-
dio de proporcionar nuevas sendas para el trabajo, á la
vez que para instruir á la clase del pueblo en mej ores
métodos y maneras de vivir, estimulándole con el
ej emplo y los buenos r esultados á una saludable imi-
tacion, especialmente en los hábitos industriosos y
uc,onómicos.
D esde 1881 se han eS1ablecido colonias italianas
con buen éxito en V eracruz, Puebla, Morelos, San
Luis Potosí, y en los alrededores de la capital. Para
promover establecimientos de extranjeros, el gobierno
compró 22,458 héctaras de tierra en estos estados, cos-
tándole $169,988. La suma de $ 1,6 28,178 se gastó
.tambien en t errenos en el istmo de Tehuantepec, en
Coahuila y Guerrero, y en la isla del Tiburon. La
primera colonia italiana, que consistió de 84 familias
COLONIAS EXTRANJERAS. 575

con el conjunto de 423 personas, llegó en Octubre 19


de 1881, y se implantó en Huatusco en Noviembre
siguiente. El nombre que se dió á est e estableci-
miento fué el de colonia Manuel Gonzalez. En el
año de 1882, 53 familias, en número de 193 personas,
con 85 mejicanos como colonos, se colocaron en M'ore-
los bajo el nombre de colonia Porfirio Diaz. E st e
establecimiento prontamente se aumentó con 404 ita-
lianos mas y 36 mejicanos.
En Abril del mismo se estableció la tercera colon ia
italiana en la hacienda de Mazatepec, Puebla, com-
puesta de 376 italianos y 24 mejicanos. A est a se le
dió el nombre de colonia de Cárlos Pacheco. Otra
colonia de 410 personas, llamada Diez Gutierrez, se
domicilió el siguiente mes en el Ojo de L eon, en San
Luis Potosí, y en Setiembre del mismo año llegaron
á Méjico 656 italianos, los que se distribuyeron como
sigue; 424 colonos en las haciendas de Chiploe y Te-
namaxtla en Puebla ; 219 en Huatusco, Veracruz, y
13 se enviaron á la capital de Méjico, á inmediaciones
de la cual se estableció una pequeña colonia modelo, en
tierras de Aldama y N atívitas, colindando con la es-
cuela de agricultura. Esta colonia se componia de
26 familias italianas que numeraban 124 personas, ele-
gidas por sus superiores cualidades.
En Abril de 1878 se intentó el fundar una colonia
mejicana en Suchil, Tehuantepec, mandándose allá 170
colonos. Lo mismo que en otras empresas de esta
clase la prueba fracasó, debido á la indolencia de los
hijos del país, y á su ineptitud para prosperar sin ser
ayudados y estimulados por un elemento extranj ero
que con ellos se halle conexionado. El gobierno de
Diaz favorece y desea la inmigracion extranj era, y su
plan es refundir en las colonias cierta proporcion de
hijos del país, con la esperanza de que el contacto con
otras razas mas avanzadas los hará progresar en sus
industrias.
Con este fin se úlO en 1883 una ley liberal de colo-
nizacion facilitando la adquisicion de t errenos como
576 INSTITUCIONES.

oonativos, en cantidades de 100 héctaras, ó cosa de


25 0 acres, y por compras de mas grandes trechos á
precios baj os, los cuales en los estados fronterizos
corren desde seis hasta quince centavos la héctara, y en
las provincias centrales de uno á dos pesos; los colo-
nos están exentos por diez años del pago de casi todo
impuesto, y se les premia por]a siembra de árboles y
la introduccion de otras mejoras.
D esde el año arriba mencionado se han hecho mu-
chos contratos de colonizacion, entre los cuales pueden
mencionarse los celebrados con V erdier, Daniel L evy,
José I glesias y Cía., R amon F ernandez y Cía., Vuille-
mot y Cía., Sierra y Zetina, é Ibarra y Cía.
Aunque los colonos que poseen recursos propios son
preferidos por ser de mejor clase, con todo, el gobierno
está concediendo subvenciones :i compañías y particu-
lares, como ayuda para el establecimiento de colonias.
S egun la constitucion el der echo de naturalizacion lo
puede adquirir todo el que posea bienes raíces ó tenga
hijos mejicanos; y bajo la presente liberal y pacífica
administracion los extranjeros aprecian debidamente
est e benefi cio.
M éjico siempre ha sido considerado por los extran-
j eros como país preeminentemente minero. El oro fu é
el estímulo mayor que los conquistadores tuvieron para
subyugar el imperio de Montezuma, y para llevarlos
mas adelante, al mar de] sur, :i las puertas de los qui-
chés, y :i las vastas regiones del norte, para extender
al mismo tiempo el poder del rey y de la iglesia, y ase-
gurarlo con establecimientos y misiones. Los indíge-
nas no conocian el uso del hierro; y careciendo de
aparatos propios para la fundicion, y de los instrumen-
tos necesarios, sus trabajos mineros no se extendieron
á mucho mas de lo que los aluviones les proporciona-
ban, y por eso la plata era mas escasa que el oro. L os
españoles introduj eron un cambio con el descubri-
miento en 1548 de los minerales todavía famosos de
San Luis P ot osí y Zacatecas, y subsecuentemente los
de Pachuca, Guanajuato, y otros. El gobierno de E s-
INDUSTRIA MINEB.A. 577

paña se apresuró á dar ensanche á una industria tan


atractiva con exenciones, premios, y ordenanzas pro-
tectoras, á la yez que por otro lado, la embarazaba con
medidas restrictivas, mayormente con el objeto de
asegurar el ingreso. A los mineros se les obligaba
á cambiar su metal por dinero a cuñado en Méjico; se
imponian restricciones á la explotacion de los escasos
depósitos de azogue, y la corona asumia el monopolio
de este mineral, bajo leyes absorbentes.
Hasta reCientemente Méjico ha sido el país que ha
dado mas plata en el norte, y eclipsó á su rival sud-
americano haciendo al mundo el valioso obsequio del
procedimiento de amalgamar con azogue ; procedimien-
to descubiert o por un minero d e Pachuca en 1557, y

PACHU CA EN 1885.

reconocido desde luego como iniciador de una r evolu-


cion en el arte, pues que desde ent6nces pudieron tra-
bajarse con provech o vetas que habian sido ántes de
ningun valor. El mayor desarrollo en la minería tuvo
lugar en la última mitad del siglo 18, bajo los auspicios
de la nueva junta de minería formada p or mineros de
representacion para ayuda y proteccion, y autorizados
VIDA DE DIAz. Si
578 INSTITUCIONES.

para mantener su propio banco, colegio, y tribunal , el


último con privilegios casi tan exclusivos como los fue-
ros del ejército y del clero. El r esultado fué un
aumento de 25 %en los productos, hasta alcanzar al
principio del siglo actual un término medio de $23,000,-
000 anuales contra ménos de $10,000,000 en los años
anteriores á 1750, algo mas de $5,0 00,000 al año antes
de 1700, un término medio de $3,000, 000 en el siglo
17 y de $2,000,000 en la última parte del siglo 16,
miéntras que la suma ántes de 1548 llegaba solo á
$1,500,000, en su mayor parte de regalos y tributos.
D ebe agregarse un tanto por el metal manufacturado
en alhajas y el que se exportaba ilegalmente.· El
aumento que se nota fué debido á una medida que re-
ducia el precio del azogue, y á la administracion colonial
algo mas liberal, que halló su recompensa en el aumen-
t o de sus ingresos los cuales se elevaron en el período
de 1765 á 89 á $43,641,000.

DISTRITO MI:'; ERO CEN'I'RAL.


DECADENCIA DE LAS MINAS. 5,9

Los distritos principales eran Guanajuato, Catorce,


y Zacatecas. El producido de los primeros en el siglo
18 hasta 1809 indican 37,29 0,617 marGOS de plata y
88, 184 marcos de oro, avaluados en $318,935,000, de
los cuales las minas de la Valenciana produjeron el aúo
siguiente de 1771 hasta $2,500,000; Catorce dió $-1, -
000,000 anuales de 1778 á 1810, Y la intendencia toda
de San Luis Potosí á la que pertenecla, 92,736,294
marcos de plata desde 1556 hasta 1789 representando
$788,258,000; Zacatecas dió desde 1553 hasta 1732
$832,232,000, y en 1808 igualó á Guanajuato, dando
solo la Veta Negra 700,000 marcos de plata en medio
año.
Por esta época cuando los prospectos eran mas bri-
llantes estalló la r evolucion, y en pocos años fué arra-
sada la obra de siglos. L a maquinaria fué destruida;
las minas se llenaron de agua y escombros; la explota-
cion científica se suspendió en muchos lugares; en
otras partes se siguió por los min eros un sistema
ruinoso é irregular, y los productos bajaron á la mitad.
Consumada la independencia, el gobierno comprendió
la necesidad de promover una r eaccion r ebajando los
impuestos, invitando el capital y pericia extranjeros, y
expidiendo cierto reglamento. Siguió á esto la venida
en gran número de extranjeros, especialmente ingleses
que bajo administraciones descuidadas é ineptas tuvie-
ron en su mayor parte que retirarse con pérdidas.
Esto agregado al alza del azogue, á la expulsion de los
españoles, y sobre todo, al efecto pernicioso de COIl-
tínuas guerras y cambios violentos de administracion,
las contribuciones y préstamos forzosos contrarestaban
mucho los esfuerzos legislativos, así como la introduc-
cion de bombas, quebradores extranj eros, y otra maqui-
naria y métodos, hacen que apénas pueda notarse algun
aumento en los productos durante las primeras tres
décadas del gobierno r epublicano. L os productos de
1823 á 1852 han sido calculados por estadística de las
casas de moneda en $401,000,000, g uiando Zacatecas
con mas de $120,000,000, sig uiendo Guanajuato y Mé-
5SJ INSTITUCIONES.

jico con cosa de $90,000,000 y $60,000,000 respectiva.


mente; luego San Luis Potosí, Durango y Jalisco
desde $25,000,000 hasta $ 19,000,000; estando el resto
muy por debajo de estos guarismos. El total puede
aumentarse ciertamente, lo ménos con $2,000,000 anua-
les que se escapaban al registro.
Hay once casas de moneda en la república y por
sus noticias de los últimos años se observa un aumento
perceptible en el producto de la plata. Durante el año
fiscal de 1878-79 el valor total acuñado fué de $22, -
821,183, del cual solo $658,206 fué en piezas de oro.
En el año 1879-80 se acuñaron $24,536,584 siendo el
aumento en plata, habiendo disminuido el oro de hecho,
pues lo r epresentaban $521,826. En los dos años
siguientes la diminucion en el acuñamiento hace notar
aún la produccion del oro. En 1880-81 se acuñaron
solo $479,068 de un total de $24,973,7 12, yen 1881-82
$452,59 0 de $25,598,849. Por el último año fiscal
acompaño una tabla de productos de las diversas casas
de moneda por la cual el lector se informará de la
situacion de las mismas, las cantidades r elativas acu-
i'íadas y la proporcion de oro y plata.

Casas de :Moneda. Oro. Plata. Totales.

Álamos ............... .. . . ... $; 31,720 $ 1,061,431 $ 1,096,151


Chihuahua . . .. . ....... . . . ... 8,740 1,345,727 1,354,467
Culiacan ........ ..... . .. ..... :l2,080 926,713 958,793
Durango ...... ....... . ... .. .. 21.520 1,004,842 1,026,362
Guadalajara....... .... ..... . 2;300 1,324,394 1,326,784
Guanaju ato .. . ... ...... . ... .'1 113,300 4,291,000 4,404,300
Hermosillo.. . .. . .. . ......... . ... ... 492,992 492,992
Méjico ... ... • . ..... .. ....... ' 223,000 6,216,000 6,439,000
Oajaca ..•..........•... . .... 5,070 121,945 127,015
San Luis Potosí. ..... .. ... .. ....... 2,345,215 2,345,215
Zacatecas .. ..... ............ 14,770 6,013,000 6,027,770

Totales • .••••.•••. ...... $452,590 $25, 146,259 $25,598,849


I J

Hasta el año de 1880 las casas de moneda de Guada-


lajara, Durango, Chihuahua, y Oajaca estaban bajo la
administracion directa del gobierno, hallándose el resto
HIERRO Y CARBON. 58 1

arrendadas á particulares ó compañías. En ese al'í.o


las condiciones especificadas en los contratos fuer on
prorogadas, y las casas de G uadalajara, Durango, y
Chihuahua tambien 'se arrendaron, de manera que la
lÍnica casa de moneda que quedó bajo la administracion
del gobierno fué la de Oajaca.
Durante los últimos años se ba dado mucha at encioll
á los depósitos de hierro y carbon en M éjico, y con el
aumento anual del desarrollo en el sist ema de caminos
de hierro queda poca dud a que el ramo de la minería
de hierro y carbon llegará á ser una de las industrias
mas importantes y ricas de la república. Las causas
que inducen al gobierno á alentar estos ramos de mine-
ría son muy grandes. El product o en M éjico sola-
mente de rieles de acero ofrece Ulla gran atraccion.
El precio en Inglaterra en 188 1 era de $28.00 la tone-
lada, que colocada en la capital de M éjico montaba á
$93.32, en San Luis P otosí $ 101.00 y en Celaya
$123.32. Miéntras la leña disminuye anualmente, la
demanda de combustibles aUlllenta rápidamente, debi-
do á su consumo en los ferrocarriles y establecimientos
que usan del vapor. Cuales son la extension y situa-
cion de los depósitos de carbon en M éjico no se sabe,
pero se ha hallado por actuales exploraciones que hay
ricos depósitos en Tlaxcala, Oajaca, Michoacan, la
Huasteca, Morelos, y especialmente en los distritos
de Matamoros, Chiautla, y Acatlan en el estado de
Puebla.
En 1881 se mandaron comisiones por el go bierno á
la mayor parte de las r egiones carboníferas de los esta-
dos ya citados, y sus informes fueron sumamente favo-
rables. Como el hierro se encuentra en abundancia en
las cercanías de los depósitos de carbon, y como una
condicion necesaria para trabajar el ramo de hierro en
la minería es su proximidad á provision de combusti-
bles, puede confiarse que en fecha no muy remota se
establezcan fundiciones de hierro y acero en gran escala
para la manufactura del metal nativo en rieles, ruedas,
y maquinaria, miéntras que las h errerías y otros talle-
58:! IN::iTITUCIONE8.

r es inferiores se pondrán á producir toda clase de


artículos menores de uso de los que ahora se proveen
por import acion solamente.

Al<M A S DE G U ADALAJARA.

Con un suelo rico y un clima benigno que varía de


t emplado á tropical, Méjico puede considerarse como
uno de los países agrícolas de mas esperanzas. Ántes
de la conquista el pueblo era ciertamente de cultivado-
res del t erreno, y permanecen aún en esta ocupacion
sin ser perturbados, porque la region habitada por las
tribus civilizadas, en el centro y el sur, ha sido afectada
poco por las operaciones mineras, que forman la indus-
tria principal al norte. Eran protegidos en su ocupa-
cion por sabias leyes, notablemente en la asignacion de
t errenos á las comunidades para beneficio de sus miem-
bros, teniendo cada uno derecho á una acciono
Los conquistadores relegaron la agricultura á los
esclavos, é introdujeron grande estrago en el sistema
existente, á pesar de las benévolas leyes de los gober-
nantes españoles, que solo empezaron á hacerse efec-
tivas en algun tanto hácia fines de la dominacion
española. Ofreciéronse títulos de terrenos con espe-
TERRENOS PÚBLICOS. 583

ranzas de posesion, por una corta compensacion, y


los trabajadores r ecibieron paternal cuidado, viéndose
pronto el resultado en un marcado aumento de pro-
duccion.
Las leyes r elativas á la adquisicion de terrenos pú-
blicos son bastante liberales. La posesion puede obte-
nerse por denuncio y pago segun el avalúo del gobierno
federal, que se hace cada dos años. El denuncio se
limita á 2,500 héctaras y los precios varian en diferen-
tes estados. . Los sig uientes son los que regian en
~88~, los. cuales subirán en proporcion del aumento de
lJ1lmgraclOn.
Precio de terreno por sitio de ganado mayor ó una
legua cuadrada: en Coahuila 5 ~ centavos por acre, en
Durango 9~ centavos; Sinaloa, y Sonora 9!o centavos ;
en Chihuahua, Nuevo L eon, y Tamaulipas 19 centa-
vos; Campeche, y Y ucatan 1 9~ centavos ; Chiapas,
Guerrero, Oajaca, y Tabasco 29~ centavos; Colima,
J alisco, Michoacan, y Zacat ecas 39¿ centavos; en Vera-
cruz 49 centavos; en Hidalgo, San Luis P otosí, Tlax-
cala, y Aguascalientes 5 8~ centavos ; y en los estados
de Guanajuato, Méjico, Morelos, Puebla, y Querétaro
7 8~ centavos por acre. En la B aja California puede
obtenerse t erreno por 3{o cent avos por acre.
U n extranjero que r esida en la R epública de Méjico
puede adquirir cualquiera clase de propiedad urbana
incluyendo las minas, con los mismos títulos estableci-
dos por las leyes civiles para los ciudadanos mejicanos,
con ciertas restricciones, corno el límite á 1500 héctaras
de terreno denunciable, la obligacion de obtener per-
miso del presidente para adquirir t errenos dentro de
las veinte leguas inmediatas á cualquiera frontera, y la
necesidad de un acto especial del congreso para t erre-
nos dentro de cinco leguas de la costa. Agraviados
por la pérdida de T ej as á causa de su colonizacion con
gente de los Estados U nidos, y para prevenirse contra
mayor pérdida de t erritorio bajo circunstancias semejan-
tes, se pasó una ley prohibiendo á extranjeros nacidos
ó naturalizados en un paía colindante de la república,
584 INSTITUCIONES

de adquirir tierra por denuncio en cualquier estado 6


territorio adyacente al país de que emigraron; pero
esta ley puede considerarse como nula en la práctica.
Un extranj ero pierde su derecho de posesion ausentán-
dose con su familia por dos años sin permiso del go-
bierno, ó por residir fuera del país aunque se haga
representar por agente ó apoderado. La propiedad
minera no se halla incluida en este r eglamento.
Los terrenos con la excepcion citada pueden solo
transferirse á personas que no r esidan en la república
por la venta de ellos, aún en casos de herencia, dedu-
ciéndose como contribucion para el gobierno, el 10%
del producto. La propiedad urbana adquirida por
denuncio se pierde tambien si n o se puebla á razon de
un habitante por cada 200 h éctaras. Las obligaciones
de los propietarios son; sujecioll á las ley es y sumision
á las decisiones de los tribunales mejicanos en todo lo
referente á dichas tierras; el pag o de los impuestos le-
gales; ayudar con sus personas y r ecursos á la conser-
vacion del órden y seg uridad en los lugares donde
puedan r esidir, con excepcion de los disturbios r evolu-
cionarios y de g uerra civil; cumplir los deberes de
ciudadano mejicano, en que se convierte un extranj ero
por la adquisicion de t errenos, á ménos que no declare
con anterioridad su deseo de preservar su naciona-
lidad.
El cereal indígena principal e:::i el maíz que produce
150 por ciento y mas aún, especialmente en el sur, y
figura en mas de la mitad del valor total de los pro-
ductos agrícolas. La cosecha de maíz en 1879 .se
estimó en $112,000,000 que representan 5,310,000,-
000 kilógramos, correspondiendo un a cuarta parte
de esta cantidad á Guanajuato y Jalisco. El trigo
que no es ni la mitad tan prolífico, ocupa el segundo
lugar, y se cultiva principalmente en el interior al
norte, siendo el rendimiento en 1879 339,000,000 kiló-
metros valuados en $ 17,436,000. La cebada raras
veces se encuentra distante de las poblaciones de algu-
na importancia; y en cuanto al arroz no hay mucha
FRIJOLES Y MAGUEY 585

demanda. La cantidad que se cosecha, casi 15,166,-


000 kilógramos, representa un valor de $1,248,000,
cuya mayor parte es para la exportacion; y como esta
promete ir en aumento, no hay duda de que el cultivo
tambien se extenderá, pues las condiciones son favo-
rables.
Los frijoles morenos forman el segundo artículo ali-
menticio del pueblo, y ocupa el puesto inmediato al
maíz en cuanto al rendimiento, y al trigo en cuanto al
valor. La cosecha en 18i9 se calculó en 1,541,000
cargas, por valor de $8,400,000. Se comen guisados
con salsa y sazonados con chile, especie de pimiento
que tiene un uso general, y que suple hasta cierto pun-
to la falta de carne. La cosecha de chile en 1879, fué
de 470,000 cargas valuadas en $ 4,196,000. Las pa-
pas, los ñames, y otros tubérculos semejantes no tienen
un uso general; llegando la produccion de las primeras
solamente á unos $460,000. Los plátanos tien en mas
aficionados, especialmente en la costa, donde muchas
veces sustituyen al maíz. Los motivos por que se les
aprecia tanto son el poco cuidado que demanda la plan-
ta, y su generosa fructificacion.
El maguey ó ágave americano es una de las plantas
de mayor importancia en el país, por la multitud de
usos á que se le aplica; para vestidos, implementos, y
casas, para tazas, cordaje, y tejamaniles; para comida,
bebida, y medicina. Del maguey se fabrica el pulque,
bebida favorita del pueblo. Cuando el tiempo de flo-
recer se acerca, sacan el corazon de la planta formand o
una cavidad en la que afluye el jugo suavemente por
espacio de cuatro meses, llenándola dos ó tres veces al
dia, y produciendo por junto unos 120 galones. Se
recoge este con tubos que penetran á donde está el
depósito, y por medio de los cuales el trabajador chupa
el líquido y luego lo arroja á una panza de piel de
cochino ó carnero que carga en la espalda. Cuando
está aún fresco ó acabado de sacar tiene el jugo un
color blanquecino dorado y un sabor entre dulce y
amargo, agradable al paladar ; pero esta agua-miel se
5Sr, I NSTITUCIONES.

pOlle generalmente á fermentar, lo que se efectúa den-


tro de 24 h oras si se le aplica la suficiente levadura, y
ent6nces toma un sabor á su~ro rancio de mantequilla
con el olor de carne en estado de putrefaccion, causado
en parte seguramente por el recept áculo de cuero don-
de se guarda. Sin embargo de esto, la b ebida es salu-
dable y el que principia á t omarla pronto vence la
repugnancia que le haya causado. Aunque sumamen-
te fuerte y prolífica la planta necesita, sin embargo,
diez años para llegar á su estado de madurez, y cuando
ha producido su fruto, se seca. P ero nuevos brotos
nacen d e la raíz y con muy poco cuidado se puede sa-
car de las plantaciones de est e género una segura y
buena anualidad. Al efectuarse el traspaso de alguna
propiedad los magueyes en estado de poderse cortar se
valúan en cinco ó seis pesos cada uno. D el pulque
que es algo embriagante y viscoso se destila un licor
mucho mas fuerte, el mezcal. La chicha es el líquido
alcohólico equivalente á est e que se saca del maíz.
La fecha del descubrimiento, y la manera de hacer
el pulque jugo de maguey, se pierde en la bruma de
las edades pasadas, pero no faltan tradiciones sobre
el asunto que proporcionan noticias inter esantes. Se-
gun una tradicion, los g igantes, raza primitiva que
habitó el Anáhuac, poseian el conocimiento de hacer
el licor; otra leyenda r efi er e que habiendo escapado
unos pocos de estos g igant es de la destruccion de UD
t errible huracan que mató el r est o de su raza, se reti-
raron al valle del Atoyac. Allí se hicieron tan detes-
t ables á los habitantes civilizados que se establecieron
despues en esas fértiles r egiones, que los últimos de-
t erminaron librarse de vecinos cuyas exigencias á su
hospitalidad se hacian insoportables, y cuyos crímenes
eran abominables. A sí pues, prepararon una gran
fi esta á la cual fu eron invitados todos los gigantes sin
excepciono En lugar de agua se les sirvió una deli-
ciosa bebida, el jugo fermentado del maguey, y habién-
dola bebido con exceso, en breve .perdieron el sentido
cayendo al suelo. Entónces los t oltecas ó ulmecas-
PRODUCTOS DEL :,\lAGUEY. 5Sí

porque no se sabe definitivamente qué raza era-echa-


ron mano á sus armas y mataron á los mónstruos
postrados, enterrando sus restos colosales para que
desapareciese toda evidencia de haber existido una raza
tan horrible.
Los mapas y manuscritos antiguos mejicanos reco-
gidos por Lorenzo Boturini los interpreta él en esta
forma: que el dios Ixquitecatl inventó el procedimiento
de extractar la aguamiel del maguey, y lo reveló á la
humanidad. Habiéndose embriagado públicamente un
monarca de los culhúas, para encubrir su vergüenza
instituyó una fiesta en honor de los dioses del vino, en
la, cual se concedia á todos el derecho de beber hasta
emborracharse. P er o la leyenda mas romántica es la
siguiente.
Durante los años de 1045 á 1050 Tecpancaltzin
Huemac n, 8° r ey tolteca, gobernaba el imperio. Un
pariente cercano del monarca, llamado Papantzin, se
le presentó un dia comunicándole que su hija habia
descubierto que el corazon del metl, nombre nativo del
maguey, cuando se le cortaba, destilaba un licor deli-
cioso y aromático; y que habia venido con ella á
ofrecerle á su r ey las primieias del descubrimiento.
Tecpancaltzin le dió las gracias, y ordenó que la don-
cella fuese conducida á su presencia. Su nombre era
Xochitl, que significaba Flor, y se le habia dado por
excelencia, como significando que en todo el Anáhuac
no habia flor que la igualara en belleza. Bella como
una Hebe entró y se paró ante el r ey. Con mejillas
sonrosadas y ademan modesto presentó su obsequio.
Bien complacido quedó el monarca con el dulce sabor
del refrescante líquido, pero las formas graciosas, y la
exquisita hermosura de la doncella tolteca deleitaron
mucho mas á Tecpancaltzin cautivándole el corazon.
Al siguiente dia quiso beber otra vez la rica aguamiel,
y otra vez le fué traida por Xochitl que vino acompa-
ñada solo por su nodriza. Pero el amor de Tecpan-
caltzin le hizo ver que doncella tan noble y hermosa
merecia una esmerada educacion, y todas las atencio-
588 INSTITUCIONES

nes que se ofrecian á las princesas de la casa real, y


ordenó que fuese conducida al palacio de ellas, man-
dando noticia con la nodriza á Papantzin del alto honor
que le habia conferido á su hija. Por cerca de dos
al'íos el padre no vió á su hija, lo que despertó sus sos-
pechas. Disfrazándose de comerciante logró la entra-
up" con sus efectos al palacio de las princesas, y vió á
Xochitl con un niño en los brazos Habia tenido un
hij o á quien se puso el nombre de Meconetzin, que
significa hijo del 1naguey. El padre airado se apersonó
ante el rey para obtener satisfaccion de la honra man-
cillada de su casa. Pero el enamorado T ecpancaltzin
apaciguó su indignacion con las súplicas de un amante,
prometiendo elevar á la madre á un alto puesto, y ase-
gurar á su hijo la sucesion en el trono. N o faltó á su
palabra. Al fall ecimient o de la reina se casó con Xo-
chitl, y cuando espiró el período de su reinado nombró
á M econetzin para que le sucediese. Por muchos
ai'íos gobernó bien y con r ectitud el hijo del maguey,
y se le dió el nombre de Topiltzin que significaba admi-
nistrador de justicia.
Tal es la romántica leyenda de los primeros sorbos
del pulque. P ero de esa ofrenda de aguamiel de la don-
cella al r ey, se han inventado b ebidas que se destilan
en cantidades suficientes para abastecer una gran na-
cion. En 1879 se hizo pulque por valor de $4,589,-
528 Y mezcal por el de $1,746,646, haciendo un total
de $6,336,174. Agréguese á esta suma $3,506,053
que r epresenta el valor del heniquen y del ixtle, pro-
ducido en fibra cruda de la misma planta y sus varie-
dades, y la contribucion del maguey ála riqueza
nacional monta á cosa de $10,000,000 al al'ío.
Los aztecas fabricaban tambien del maguey una
especie de azúcar de clase inferior; pero desde que se
ha introducido la caña de azúcar cesó la fabricacion de
aqnella. La caña se cultiva para la exporlacion ménos
de lo que podia esperarse. A principios de este siglo
el sobrante ascendió á cerca de 125 ,000 quintales va-
luados en millon y medio de pe SOR. Durante la guerra
VITICULTURA. 589

de la revolucion este sobrante se redujo a casi nada,


pero en 1876 ya habia aumentado d e nuevo á $276,000.
Sin embargo, este producto figura entre los principales
del país siendo ya en 1879 70,000,000 de kilógramos,
valuados en $8,760,000. El aguardiente se destila
anualmente en cantidades que exceden del valor de
$2,000,000.
El cultivo de la viña y el olivo ha sido descuidado
comparativamente. . Por una ley protectora expedida
en Octubre de 1823, el cultivo de la viña fué excep-
tuado de contribuciones, pero á pesar de esto aún no
alcanza el grado que le corresponde. Durante el
período colonial, para proteger el comercio de vino de
la península, se prohibió el plantío de la viña en gran
escala. N o obstante, á la conclusion de ese período
existian algunos plantíos en Puebla y Oajaca, de los
cuales se hicieron pequeñas cantidades de vino malo
despues de la independencia. Es de interés histórico
el viñedo plantado por Hidalgo en Dolores, en Gua-
najuato, de donde se tomaron los podos con que se
formaron los ya algo famosos viñedos de Parras. A
su tiempo se cultivó mas generalmente el vino, pero el
consumo del vino producido era insignificante donde
quiera que alcanzaba la competencia ex.tranjera; solo
en los distritos lejanos, como Chihuahua, Coahuila, y
Nuevo L eon, en donde el gasto de trasporte excluia
los vinos europeos, era donde se consumia en cantidad
el artículo nacionaL
En M éjico hay vastos terrenos adecuados, tanto por
su clase como por el t emperamento, para el cultivo de
la viña con buen éxito. El estado de Sonora parece
ser especialmente favorable por su similitud con Cali-
fornia en las condiciones necesarias. El éxito que ha
coronado al ramo de la viticultura en California no
puede ménos que inducir á individuos emprendedores
á hacer experimentos en la vecina república, que t en-
derán al desarrollo del cultivo de la uva, hasta que lle-
gue á ser una de las industrias mas importantes en
Méjico. Su progreso, lento hasta aquí, se debe en
590 INSTITUCIONES.

gran parte á la aficion que tiene el indígena á las bebi-


das nacionales, el pulque, el mezcal, y el aguardiente.
P ero las utilidades que se deriven de las empresas futu-
ras no dependerán del consumo interior. Ya la clase
y sabor de los "inos de los distritos de Paso del Norte
en Chihuahua, y de Parras en Coahuila, están llaman-
do la atencion fuera de allí, siendo los producidos por
las viñas del último lugar declarados tan buenos, como
el jeréz europeo.
Bien se puede, pues, esperar con toda confianza que
con el desarrollo de esta industria se establecerá un
gran tráfico de ex portacion de v inos mejicanos. Aun-
que el actual producto es pequeño, comparado con las
posibilidades futuras y los resultados probables, no es
de ningun modo insignificant e. Durante el año de
1879 se manufacturaron vinos por valor de $2,662,671,
representando los distritos ya mencionados anterior-
mente en Chihuahua y Coahuila $ 1,307,174 Y $1,-
301,74 2 respectivamente, siendo el r esto de $53,755
reclamado por otros viñedos-Cuan vasto es el campo
para emprender en est e negocio, cuando dos puntos
pequeños, en tan extensa porcion de tierras favorables
para la viticultnra, rinden sumas semejantes.
Mas descuidad o está aún el cultivo del olivo, á pesar
de habérsele dado mayor proteccion que al de vino, ha-
biéndosele quitado las restricciones que t enia el año de
1810, y exhonerádosele de todo impuesto por la ley de
1823. y sin embargo, se prestó poca atencion á esta
industria lucrativa, aunque la clase del aceite produci-
do se dice ser igual á las mej or es muestras del italiano
ó francés. Méjico y Guanajuato pueden considerar-
se como los únicos estados productores de aceite en
la república, yen cantidad es tan cortas que se calcula
en un valor anual de $28,0 00; siendo la cosecha del
estado de M éjico un poco mas de 1,630 arrobas ó 40,-
750 :tOs que valen cerca de $20,500. El gobierno está
tratando de dar impulso al plantío de olivos, y en 18 85
el gobernador de Aguascalientes fué notificado de que
se mandarían á ese estado 80,000 plantas para darlas
;\, fJuien quisiese adquirirlas para sembrar.
SERICULTURA. 591

El algodon es tambien nativo del país, pero su


cultivo y explotacion se han retardado, al principio
por la proteccion que se dispensaba á la importacion
de productos españoles, y últimamente por la baratura
y superioridad de las fábricas americanas é inglesas.
No obstante esto, los t elares de Puebla solamente han
producido en el presente siglo efectos á razon de un
millon y medio de pesos al año; y bajo la accion de
leyes protectoras el algodon figura aún en la lista de
los productos, ocupando el quinto lugar, y excediendo
la cosecha anual de 25,000,000 de kilógramos, valua-
dos en $6,000.000. Sin embargo, esta cantidad no
alcanza aún á cubrir la demanda.
El gobierno colonial se empeñó en vano por intro-
ducir el cultivo del lino y el cáñamo, valiéndose para
ello de premios y de maestros industriales; el heniquen
y el ixtle, extraidos de la fibra del maguey, abundan y
son baratos, y con procedimientos ventajosos prometen
aumentar su esfera, habiéndose computado la produc-
cion del primero el año de 1879 en 40,000,000 de kiló-
gramos, que representan el valor de $3,350,000.
La sericultura fué tambi en mirada con igual des-
cuido hasta la época republicana, desde la cual algunas
sociedades se han esmerado en impulsarla, especial-
mente en los estados de Guanajuato y Michoacan
donde existe el ailant1/;S-que se considera para el cul-
tivo muy superior al árbol de la mora, y que sirve, por
consiguiente, de estímulo al ramo.
Los esfuerzos que se hacen actualmente para pro-
mover la produccion de la seda conducirán probable-
mente á resultados favorables. En los años de 1870
á 1875 correspondieron los experimentos hechos en el
estado de Puebla atrayendo la atencion. En 1882 se
hizo una concesion liberal á José Fulcheri, quien se
comprometió á formar una compañía con el objeto de
plantar moreras, y fundar establecimientos en 20 partes
distintas de la república, prometiendo el gobierno una
subvencion anual de $ 12,000, por el término de 10
años, por cada uno de los que fundase de esa clase.
592 INSTITUCIONES.

Al siguiente año Juan F enelon obtuvo una concesion


igualmente liberal para ponerlo en aptitud de introdu-
cir la sericultura en Oajaca; y en Nuevo Leon se fun-
dó una sociedad con igual obj eto en Monterey. El
gobernador de Guerrero tambien ha mostrado gran
interés en el asunto, habiendo asegurado en 1885
100,000 moreras de Italia en b eneficio de su estado.
La bebida favorita entre las no-embriagantes es el
chocolate indígena, chocolatl, preparado en una forma
mas líquida que entre los europeos, aromatizado comun-
mente con vainilla, y batido hasta formar una espuma
natural. Durante el período colonial el cultivo del
cacao disminuyó mucho, y la demanda hubo de abaste-
cerse importando de otros países D espues de la
independencia se dió animacion al r amo, exceptuando
á las nuevas plantaciones de impuestos por diez años;
pero nunca alcanzó el producto á cubrir la demanda
para el consumo en el interior. D ebido á medidas
protectoras, adoptadas de tiempo en tiempo en Ta-
basco, el cultivo del cacao aumentó en ese estado
desde 9,000 quintales en 1826, á 115,000 quintales en
1860, valuados en $2,876,000. D esde esa fecha se
nota una depresion marcada , siendo la cosecha total en
187 9 solo de poco mas de 31,800, cuyo valor fué de
$ 1,140,050, de cuya suma $88 0,000 r epresentan el
producto d e Tabasco.
La mejor clase de cacao se obtiene de Soconusco, y
su fama era t an grande en la época colonial que cada
año se embarcaba una cierta cantidad, para la familia
real en España. P ero el producto en Chiapas es corto
hoy y reducido á los nativos, quienes lo cultivan solo en
pedazos pequeños al lado de sus chozas, poseyendo cada
labriego unos cuantos árboles Plantíos de regular
proporcion son raros. El precio del cacao en Chiapas
fluctúa de dos á seis reales la libra, segun sea abun-
dante ó escasa la cosecha. Los precios correspon-
dientes del artículo puesto en Méjico la capital, son de
5 á 10 r eales la libra. El chocolate ha sido en mucho
sustituido por el t é y el café. El uso antiguo del
PRODUCTOS DA CAFÉ. 593

cacao como dinero aún se conserva hasta cierto grado.


El proyecto de introducir el árbol del té ocupa la aten-
cion en la actualidad. Por otra parte las siembras de
café empezadas á principios del siglo, se están exten-
diendo rápidamente.
Los primeros cafetales de alguna consideracion fue-
ron cerca de Córdoba y Orizaba en 1818 y 1819, desde
cuyo tiempo el cultivo de la planta se ha extendido en
un gran semi-círculo, desde T abasco al través de Chia-
pas, Oajaca, Morelos, y Michoacan hasta Colima. El
café de Oajaca no es inferior á ninguno de los cafés
producidos en la república, y si la limpia y la manera
de hacer la escogida fuesen esmeradas, rivalizaría con las
mejores clases del café d e Costa Rica ó Jamaica. El
adelanto de esa industria fué lento al principio, debido
á la mayor aficion que t enian los naturales á su rival
el chocolate; pero cuando se hizo evidente la utilidad
que la exportacion del grano debia producir, se di6 un
gran impulso al cultivo de la planta del café. En
1845 se cosechaba apénas café suficiente para el con-
sumo interior; la exportacion de 1877 á 1878 se compu-
tó en cerca de $1,275,000; y en el año de 1883 se
exportaron 141,493 quintales contra 60,000 del año
1877. E stos guarismos prueban el rápido aumento
en que va el cultivo del café, y el aprecio del artículo
mejicano en los mercados extranj eros. Considerando
las insuperables ventajas que posee Méjico en t erreno
y clima para el ventajoso crecimiento de la planta, la
alusion del Sr J. W. Fost er, ministro que fué de los
Estados U nidos en Méjico, es innegable. En uno de
los informes que dió á su gobierno, dijo que Méjico
está en aptitud para producir t odo el café que puede
consumirse en los Estados U nidos, y de clase igual á
la mejor de cualquier país.
La parásita siempreviva que produce la vainilla
está concretada á Veracruz, Tabasco, y Oajaca, en
cuyos estados es indígena. Su sabor aromático y fra-
gancia eran conocidos de los aztecas, quienes usaban
mucho la vainilla para aromatizar el chocolate, y tam-
V IDA DE Du z. ss
5U.J, INSTITUCIONES.

bien como perfume. El cultivo de la planta es sen-


cillo por demás. D espues que el vástago ha sido
plantado al pié de un árbol, todo el cuidado que re-
quiere consiste en t enerlo libre de otros parásitos mas
intrépidos. Produce su fruto al t ercer año, y se
necesita gran destreza y experiencia en la preparacion
de las vainas para el mercado. Estas se secan pri-
lllero al sol, preserv<tndolas cuidadosamente del viento
con esteras ó petates; despues se enrollan en trapos de
lana y para hacerlas sufrir un sudor, y luego se vuel-
ven á secar. Son tan delicados estos procedimientos,
que Humboldt asegura que un solo ejote dañado echa-
ría á perder toda una caja en el trasporte á Europa.
L as vainas se preparan para el m ercado en paquetes de
cincuenta. El cultivo de la planta de la vainilla mues-
tra un aumento constante, siendo la cosecha en 1879
de 55,118 kilógramos, valuados en $65 2,000, de la cual
seguramente la mitad fué exportada contra un quinto
ménos de esa cantidad á principios del siglo.
Otros dos de los productos principales de Oajaca, la
cochinilla y el aí'íil, presentan por otro lado una dimi-
nncion, debida á la sustitucion de tintes minerales, y á
la calidad superior del añil d e Centro América. El
producto total del último artículo en 1879 fué de 423,-
000 fus., valuadas en $35 8,000, á la vez que la exporta-
ci on anual á principios del siglo se aproximaba mucho
á esa cantidad. L a cochinilla muestra una depresion
igual, partiendo del rendimiento estimado en la época
colonial de $3,000,000, con una exportacion de cerca
de $ 2,000,000 al comenzar este siglo, hasta la produc-
cion, por término m edio, de 500,000 libras anuales en
los 50 años anteriores á 1857, por valor de unos $750,-
000, miéntras que la exportacion en 1873-4 y 1877-8
se estima en $494,000 y $78,000 respectivamente.
Varias plantas medicinales, como la jalapa, han sufri-
do por causa de arrancarse inconsideradamente, y tam-
bien de haber disminuido mucho la demanda. Esta
droga toma el nombre de la ciudad de Jalapa en cuya
n :cindad, así como en la de Orizaba y Córdoba, la
JALAPA Y TABACO. 595

planta crece silvestre. N o aparece que haya sido cul-


tivada ántes de 1865, cuando su gran escasez, debida
á haberse agotado la clase silvestre, indujo á los
interesados en su extraccion á adoptar los medios
de conservar su abastecimiento. La planta es enreda-
dera parásita, y sus propiedades médicas que eran cono-
cidas de los aztecas, las contiene la raíz, de modo que
hay que destruir cada planta que se utiliza. Al prin-
cipio de este siglo las exportaciones anuales de jalapa
se estimaron en $60,000; en el año fiscal de 1877-78
no llegó á $7,000. En conecsion con esta drog~, debe
mencionarse que en los prolíficos bosques de Méjico se
encuentran muchas otras especies de árboles y plantas
medicinales, tales como la zarzaparrilla, la ipecacuana,
el ruibarbo, la gensiana, valeriana, y verbena.

El tabaco indígena ha r esultado ser uno de los recur-


sos mas valiosos del fisco, habiendo obtenido el gobier-
no español del monopolio de su venta la utilidad de
$4,000,000 al año; pero cuando comenzaron á r einar
ideas mas liberales, despu es de la independencia, se
abolió el estanco, declarándose en 18 29 libre el cultivo
y venta del tabaco. D esde esa época se ha extendido
el producto en una gran parte del país, notablemente
en Campeche, Tabasco, Oajaca, y Jalisco, no siendo
este último estado un rival despreciable del de V era-
cruz, que anteriormente disfrutó del derecho exclusivo
de cultivar la planta. El valor del producto total en
1879 fué de $2,006,153, de cuya suma $884,376 r epre-
sentaron la cosecha de Veracruz, y $710,000 la de
Jalisco. Una parte muy crecida del tabaco se consu-
me en el país, montando la ex.portacion á solo una
vigésima parte de la cosecha. En el aüo fiscal de
1877··78, se exportó del país tabaco en rama por valor
de $58,882, y labrado por el de $31,260, con lo que se
ve cuan insignificante es la exportacion de este artículo
de comercio comparado con la de Cuba, los Estados
U nidos, y el Brasil.
596 INSTITUCIONES.

U na de las industrias principales de la república es


la cria de ganado que se hace en grande escala en la
mesa central, y en el norte, á p esar de hallarse expues-
ta á grandes pérdidas por la falta de agua, y en menor
escala á las invasiones de los indios salvajes. Tam-
bien medra en la costa el ganado vacuno; el caballar
no tanto en las r egiones de ménos altura que 5,000
piés; y el lanar se produce mejor en las montañas.
La introduccion de los borregos á Méjico se debe al
virey Mendoza. Aunque la crianza al principio se
hallaba bajo el excl usivo manej o de los españoles, pasó
posteriorment e al de los indios. Durante el siglo 18
esta industria logró el favor de la corona, y numerosas
personas se interesaron en ella. Los rebaños se mul-
tiplicaron, y las fábricas de Querétaro, Pu ebla, y Va-
lladolid' en otro ti empo tan productivas, consumian
anualmente 16,00 0 quintales de lana eu sus artefactos.
El cerdo se encuentra en todas las chozas y en las
haciendas en grandes partidas. Abunda especialmente
en Yucatan, donde lo árido del t erreno no se presta
mucho á la cria del ganado en general. Las diferen-
tes clases, introducidas al país por Cortés y sus suceso-
res, se multiplicaron con rapidez hasta poblar los
bosques, y por mucho tiempo su precio decayó hasta
no mas que el valor del cuero; mas tard e se empezó á
consumir la carn e y á hacer jabon y baquetas. Las
mulas han sido siempre de gran utilidad para toda
clase de trabajos, especialmente para el trasporte de
personas y mercancías, pues tanto por la costumbre de
la gente, cuanto por la naturaleza del país y la falta
de buenos caminos, se ha seguido haciendo el tráfico,
hasta últimamente, casi todo á lomo de animales. S e
están haciendo grandes esfuerzos para mejorar la cria
del ganado caballar, pues aunque es de mucha resisten-
cia, carece de tamaño, fuerza, y buena raza. La lana
está protegida por el arancel de importacion, pero la
calidad y baratura de los efectos ex tranjeros tiende á
restringir el incremento de la produccion. En años
CRlA DE GANADO. 597

pasados la cria de ganado en los estados del norte


sufrió gran detrimento por los robos de caballada y
ganado en las fronteras, .Y por las incursiones de los
indios merodeadores. El estado de Nuevo Leon nos
ofrece una prueba convincente de ello. En 1851 el
valor total de toda clase de ganado se estimaba en
$2,250,550, miéntras en 1872 era ménos dc $1,116,200,
á pesar de haberse duplicado el valor de los animales
á consecuencia de la excesiva diminucion en su núme-
mero. Pero este grave obstáculo á la cria del ganado
puede ya considerarse como un mal del pasado, y el
norte de Méjico se hará célebre como país criador.
Algunas compañías inglesas han comprado ya extensos
terrenos en Tamaulipas y Nuevo Leon, formándose
s~ciedades para la proteccion del ramo en estas re-
glOnes.
El porvenir de la industria promet e ser brillante,
notándose ya un aumento considerable desde el esta..
blecimiento de la paz, y calculándose que la diferencia
entre 1860 y 187 0 es de un 60 por ciento. El número
de ganado vacuno, caballar, lanar, cabrío y de cerda
en el último año se calcula r espectivamente en 4,460,-
000, 2,500,000, 6,800,000, 4,600;000 Y 6,200,000;
ava1uado en $35,680,000, $25, 000,000, $6,800,000,
$4,600,000 Y $43,400,000; siendo el precio r elativo
por ganado vacuno, $8-caballos, $1 0-- borregos y ca-
bras, $1, y cerdos, $7.
Una de las peculiaridades d e la agricultura es la
division del país en secciones destinadas á productos
especiales: aquí el maíz, allá el maguey, mas allá la
cria del ganado, y en otras partes los frutos tropicales.
Esto se explica á primera vista por la existencia que
hay de tres diferent3s zonas, conocidas con los nom-
bres de tierra fria, tierra templada, y tierra caliente,
correspondiendo r espectivamente al t emperamento tem-
plado de la mesa elevada, al semi-tropical de los ménos
altos declives y valles, y á la faja cálida de la costa.
A esto debe agregarse la poca igualdad en las
598 INSTITUCIONES

lluvias, las cuales duran medio año en el sur, y en las


mesas cuatro meses; miéntras que en muchas otras
partes al lado del Atlántico y en tierras calientes hay
irregularidad. Las mesas sufren por la sequía, y mas
de la mit:ld de su área necesita de ri ego. Las opor-
tunidades son buenas para hacer pozos artesianos, y
no faltan para estanques y acueductos. En las tierras
bien provistas de agua, se obtienen fácilmente dos co-
sechas. Muchos distritos han sufrido por la irnpru-
dent e tala d e los bosques, que ha acarreado diminucion
en el r endimiento de los valiosos palos de tinte, y de
otros productos de mérito. El gobierno se ha conven-
cido de la importancia de la conservacion de los bos-
qu es, y sus medidas y decretos á est e fin se han dictado
con la mira de alentar y asegurar su r eplantacion ,
dándose un ej emplo muy marcado en el valle de los
valles, con el contrato celebrado por el gobierno con
Oscar A. Droege, en 1883, por el cual este individuo
se obligó a. plantar allí 2, 000 ,000 árboles de diferentes
clases en cuatro años comenzando el 5 de Marzo de
1884.

E SCU DO DE ARMAS, MÉRlDA.

Entre los obstáculos al desarrollo de la agricultura


deben incluirse la concentracion en pocas manos de
OBSTÁCULOS QUE SE ENCUENTRAN. 599

vastas extensiones de tierra, y la condicion de los ope-


rarios. Esos males van desapareciendo bajo las sabias
medidas que se han tomado con el noble fin de elevar
y educar á la clase obrera, haciendo efectiva la ley
para la abolicion del peonaj e, y promoviendo un repar-
to de los terrenos por medio de fuertes contribuciones y
otras medidas. Las grandes dificultades provienen,
sin embargo, de la indolencia y falta de prevision, na-
cidas de la misma benignidad del clima, y de la muni-
ficencia de la tierra, que llena t odas las necesidades de
la vida á costa de poco trabajo. El efecto de esta
generosidad de la naturaleza se nota á cada paso en el
abandono é inexperiencia que r einan, exceptuando en
ciertos distritos, donde el ej emplo dad o por hacendados
emprendedores ha tornado raíz. En varias otras par-
tes pueden verse aún los antig uos implementos, hasta
en los arados de madera cuyos superficiales surcos no
pasan de ser una mem rascadura de la tierra.
El remedio para este mal está sobre todo en los
provechosos alicientes, y esto se está poniendo en rápi-
da accion bajo la sabia administracion de Diaz, por
medio de la apertura de caminos, construccion de vias
férreas, y establecimientos de líneas de vapores, con
las mas halagüeñas esperanzas de alcanzar un éxito
feliz en el aumento del tráfico y de los ingresos. L as
masas sienten el efecto estimulante de la demanda mas
activa del trabajo, y de sus productos, y así mismo se
viene sacándolas de su apatía con la creciente rapidez
de las vías de comunicacion. Con may or es recursos
de que disponer gastan mas; sigue á esto una sana
rivalidad, y acostumbníndose á un modo mejor ele vida,
salen de su condicion abyecta.
Otra fuente de emulacion la forman los colonos ex-
tranjeros, atraidos por la paz y la justicia de las leyes
que dan mayor seguridad. Sus costumbres económi-
cas, sus métodos morij erados, maquinaria, y prospe-
ridad no pueden ménos que producir una profunda
impresion en el pueblo. A este fin se encamina el
600 INSTITUCIONES.

creciente número de escuelas de agricultura, con sus


jardines botánicos, bajo los auspicios del gobierno, y
de las sociedades establecidas con objetos generales 6
especiales, y el fomento de las exhibiciones.
Bajo tales influencias las posibilidades de grandes
adelantos en la agricultura de esta tierra, y en el por-
venir de sus labriegos dan grandes promesas.
J
CAPITULO XXVI.
INDUSTRIAS É INSTITU CIONES.

1886.

MANUFACTURAS-TEJIDOS y T AL LERES- PESCA DE PERLAS-COMERCIO y PI.


RATAS-CONTRABANDO - EXPORTACION É bIPORTACION-TRÁFlCO INTE·
RIOR-CANALIZACION y DESAGÜE DEL Y ALLE-FERROCARRILES-LÍNEAS
TELEGRÁFICAS - I NGRESOS y EGRESOS - DEUDA PÚBLICA - NEGOCIOS
E CLESIÁSTICOS-CA IDA DEL CLERO-EDUCAClON-COLEGlOS y ESCUELAS
PRIMARIAS-PROGRESO

El desarrollo de los productos naturales debe, nece-


sariamente, dar un impulso á las manufacturas, aunque
no sea mas que para acrecentar el consumo nacional.
Los mejicanos poseen un decidido talento para imitar,
y solo necesitan que se les anime y dirija. Mucho
sorprendió á los conquistadores la perfeccion, en mu-
chos respectos, de las artes de los nativos del país y su
gran aptitud para imitar los trabajos de los europeos.
Estaban muy adelantados en el arte de t ej er y de mo-
delar, y en varias otras industrias aventajaban á sus
conquistadores; notablemente en el trabajo de plumas
y filigrana; la habilidad y buen gusto de sus mosáicos
de plumas daban á conocer su genio artístico. Des-
graciadamente la política de los españoles fué ruin y
egoista, por cuanto t enia á las colonias como medios
para enriquecerse, siendo el principal de estos el de
abrir mercados para los productos de la península. La
competencia en las artes y manufacturas por los súb-
ditos ultra-marinos fué por eso restringida á tal grado
que destruyó del todo varias industrias del país y re-
dujo otras á una condicion inofensiva.
( fiDl \
602 INDU:S'TRIAS É INSTITUCIONES.

Con una buena administracion y con artesanos natu-


rales del país, puede decirse que no hay industria
alguna, hija de la civilizacion, que no pueda promover:se
con buen éxito. Oigase lo qu e dijo de ellos hace cin-
cuenta años un atento observador y ciudadano de los
Estados Unidos: "Los indios naturales de M éjico
han estado por mucho tiempo acostumbrados al traba-
jo que sus amos del extranj ero les impusieron, lo cual
hasta cierto grado modificó la indolencia producida por
el clima.. La facilidad que tienen para percibir las
cosas es muy sutil, sus aptitudes son muy marcadas, y
las emplean fú,cilmente para adquirir los conocimientos
que les interesa. Son diestros imitadores de todo lo
que ven, y ej ecutan de una manera sorprendente cual-
quiera clase de trabajo con los t oscos y molestos ins-
trumentos que est ú,n acostumbrados á manejar Son
apacibles, dóciles y fttciles de guiar; bien persuadidos
de su ignorancia, por lo que diariamente ven y ex.peri-
mentan, ti enen deseos de instruirse, y las pocas escue-
las que se han abierto afuera de la ciudad se han visto
llenas de alumnos que han acudido ú, ellas de motu
propio viniendo desde largas distancias. " Ví en Pue-
bla á un pobre indio y su muj er, ú,mbos jóvenes y
emprendedores, entrar t emblorosos en la ti enda de un
librero y pedir un di ccionario que les enseñara la escri-
tura y la aritmética!
Las guerras extranj eras de España y la lucha de la
independencia obligaron al pueblo ú, contar con sus
propios recursos, y bajo el gobierno r epublicano se ha
tenido empeño en inspirarle confianza, por medio de
tarifas protectoras, leyes vigorosas, y escuelas indus-
triales. El ministro Alaman se distinguió noblemente
como protect or de las artes, aunque sus es fuerzos que-
daron en mucha parte frustrados por las guerras civi-
les, y por la falta de cooperacion y recursos. En estos
primitivos dias se estableció un banco de avío para dar
impulso, especialmente á los fabricantes, el cual fracasó,
pero dejando sembrada buena semilla para que se des-
pertasen otras industrias. La influencia provechosa
TEJIDOS Y TALLERES. 603

de las ferias y exposiciones se nota en el gran deseo que


hay de adquirir mayor libertad desde 1849, así como
de tomar parte en las empresas extranjeras. Las

ESCUDO DE ARMAS DE JALAPA.

leyes sobre patentes ha.n merecido tambien la atencion


del gobierno.
Las fábricas mas adelantadas son las de tejidos. En
el año de 1810 varias grandes fábricas en los estados
del interior produjeron géneros por valor de $9,000,-
000. Bajo el amparo de sucesivos y fuertes derechos,
y la prohibicion de importarse artefactos de clase basta,
fueron aumentándose las fábricas de hilados de algo-
don, al grado que en 1843 habia sesenta y dos con
106,700 husos, y 2,600 t elares, capaces de producir
8,500 piezas de manta de 32 varas cada una, y esto
no habiendo una cantidad suficiente de la materia
prima. Habia, además, numerosos t ejedores ambulan-
tes, y los indios tejian mucho género para su propio
uso. Con los cambios de gobierno y de política, y
con gobernantes corrompidos, sufrió este ramo de la
industria; y la falta de artesanos tambien ha influido
para la adopcion de medidas protectoras. Ultima-
mente ha habido mayor animacion, yen 1879 existian
sobre 70 fábricas con un capital invertido en ellas de
$54,000,000, y un producto anual de $18,500,000 en
604 INDUSTRIAS É INSTITUCIONES.

tejidos é hilaza, r epresentando esta última especie un


valor como de $3,000,000 y los rebozos $2,000,000.
Los estados de Michoacan y Querétaro en los tiem-
pos del vireinato t enian la preeminencia en las fábricas
de lana, y á principios del presente siglo la capital del
primero contaba con 300 fábricas, que producian $600,-
000 al año. En 1879, con un capital invertido de
$6,800,000, diez de las susodichas fábricas produj eron
6,000,000 de varas de casimir, zarapes, alfombras, etc.,
valuadas en $4,50 0,000. Los t ejidos de lana se plan-
t earon en Michoaean en 1844, y siet e años despues
habia en las provincias centrales 21 fábricas en activi-
dad, con un ad elanto firme en sus trabajos, estimán-
dose sus productos en 186 0 en mas de $2,000,000,
principalmente de rebozos á $10 cada uno. Estos
g éneros son apreciabl es por la clase superior de su seda,
debida á la planta llamada ailanto. Sin embargo, son
pocos los t ejidos de algodon, lana, ó seda que pueden
competir en su finura y precio con los géneros que
vienen del extranj ero, y esto naturalmente contribuye
algo á la poca 'produccion; pero hay esperanzas de que
t odavía los h ombres emprendedores r emediarán ese
mal, y aum elltarán la produccioll de aquellos artículos.
Entre otras producciones, el vidrio y la loza ocupan
un lugar prominente, no t anto por su excelencia como
por su ext ension. L os distritos de Puebla eran en
tiempos pasados famosos por sus fábricas de alfarería,
y á fin es del siglo diez y ocho poseian con org ullo
diez y seis de est os est ablecimientos. La planta del
maguey se ha usado desde tiempo inmemorial pa.ra la
escritura. S e h ace de est a plant a muy buen papel, y
bajo la cuidadosa proteccion que el gobierno le ha dado,
esta industria se ha ido desarrollando á t al grado, que
en. 1860 ocho fábricas de esta clase produj eron 1,650,-
000 resmas de papel, valuadas en $6,370,000. Las
producciones de hierro excedieron á esa suma en un
veinte y cinco por ciento; la importacion es debida
principalmente á la calidad inferior del artículo que se
produce. El pueblo es pródigo en lo tocante al so m-
PESCA DE LA PERLA. 605

brero; el valor de los 2,659 ,000 que se fabricaron en


1860 fué de mas de $5,000,000. Los cerillos y el
jabon representaron $4,340,000 y $2,692,000 respec-
tivamente.
La pesca no es de las industrias que se han seguido
con empeño, no obstante de que gran número de per-
sonas se dedican á ella. L os que se ocupan en los
rios son en su mayor parte indios; pero cerca de los
puertos principales forman un cuerpo de hombres casi
todos matriculadof; para la marina. La pesca de 1860
se calculó en cerca de $3 ,000,000. Los extranjeros
han sido mas observadores de la posibilidad de la ex-
portacion de este artículo, y muchos buques han reci-
bido permiso de pescar pagando únicamente el derecho
de tonelada.
En las costas del Pacífieo se ha intentado la pesca
de la ballena. L a perla se encuentra en estas costas,
notablemente en el golfo de California, y algo en Man-
zanillo, Tehuantepec, y Petatlan; este último punto
ofrece tambien las tortugas y el carey, viniendo á en-
sanchar la produccion el coral y las esponjas; hasta
1860, se estimaba en $150,000 anuales, pero poca fé
debe darse á esta suma, por la t endencia que hay á
guardar el secreto sobre los criaderos de perlas.
La pesca de la perla en el golfo de la Baja Califor-
nia, ó sea de Cortés, segun se llamaba anteriormente,
era en un tiempo una fuente de riqueza para los parti-
culares. Mucho ántes de la llegada de los españoles,
los indios de la Baja California se adornaban con per-
las valiosas de gran tamaño, y debido al cambio que
hacian de estas alhajas por las bujerías de Europa, fué
que los españoles, en el tiempo de Cortés, descubrie-
ron la existencia de los depósitos de la concha de perla
en esas costas. A,mediados del siglo diez y seis las
noticias que trajo Alvaro N uñez Cabeza de Vaca, des-
pertaron algun interés en la pesca, pero nunca lo bas-
tante para que los españoles se dedicaran á e~plotar
con empeño esta riqueza submarina del golfo. A fines
del mismo siglo, Francís Drake llegó á las costas de la
606 INDUSTRIAS É INSTITUCIONES.

BAJA CALIFORNIA.
OPRESION DE LOS INDIOS. 607

península, y sus compañeros recibieron de los indíge-


nas regalos de perlas. A ese mismo tiempo F elipe II
recibió una magnífica perla que pesaba 250 quilates y
valia $150,000; est a j oya se encontró en las orillas de
la isla de Margarita, situada á la entrada de la B ahía
de la Magdalena, al noroeste de las costas de la Baj a
California. En 1615 .T uan Iturbe, á su vuelta de una
expedicion que hizo hácia arriba del golfo en busca de
perla, traj o á Méjico, entre otras preciosas pruebas,
una que valia de $4,000 á $5,000. E ste Iturbe y un
tal Cardona fueron los primeros que sistemáticamente
trabajaron estos depósitos.
La atencion pública principió por est e tiempo á des-
pertarse, y los habitantes de Sonora y Sinaloa comen-
zaron á ocuparse de la pesca de la perla y á negociar
en ella, habiéndose pacificado los indios californios con
el establecimiento de misiones. E sos aventureros cau-
saron mucho disgusto á las t ropas del presidio de Lo-
reto, que t am bien se dedicaban á la pesca.
Los padres j esuitas trataron de suprimir la pesca de
la perla, debido á la opresion y crueldad con que se
trataban los indígenas. L os rudos aventureros que en
ocasiones visitaban aquellas playas, establecieron la
práctica de apoderarse de euantos indígenas podian en
la costa ó en las islas del golfo, y obligarlos á bucear
para ellos; la caritativa intervencion de los padres no
logró sofrenar y dest errar esos abusos. L a hostilidad
que manifestaban los indígenas hácia los aventureros
reeienllegados, que fueron los que originaron las cruel-
dades á que habian sido subyugados, desapareció cuan-
do se hubo organizado la defensa contra la oposicion, y
la pesca de la perla se continuó con mas empeño que
ántes. Las empresas, sin embargo, eran principal-
mente dirigidas por los habitantes de las costas veci-
nas, quienes traian consigo buzos del Yaqui. Cerca
de un siglo pasó sin que la corona pusiera ninguna res-
triccion á la pesca, y entretanto peleaban los padres
con los soldados del presidio En 1702 el capitan de
la fuer:¡a estacionada en Loreto ocurrió al virey, pi-
608 INDUSTRIAS É INSTITUCIONES.

diendo que le concediera el privilegio exclusivo de


bucear las perlas; pero debido á la representacion que
hizo el padre Salvatierra, de que no era conveniente
que las tropas encargadas del presidio se distrajeran
de sus obligaciones, no se le otorgó la concesion. Em-
pero, se expidió una órden dando permiso á todos
para ocuparse en la pesca de la perla, con solo que
pagara al rey, en tributo, la quinta parte de la concha
que se sacara, ántes de abrirla. A todo buque que no
traia permiso, se le prohibia pescar en el golfo; tam-
poco se les permitia á los soldados y marineros que
pertenecian á las misiones; pero estas prohibiciones
frecuentemente eran burladas.
Parecen fabulosos los datos históricos de la enorme
cantidad de perla que se obtuvo en el siglo diez y ocho,
y ninguno de los aventureros que frecuentaron aque-
llas costas tuvo la buena suerte que Antonio Osio, sol-
dado del presidio de Loreto, quien recogió tan inmensa
cantidad de perla de los depósitos en las cercanías de
Mulegé, que ya no las contaba, sino que las media por
almud es. Se dice que en 1740 lo que primero llamó
la atencion de Osio á la riqueza de los depósitos en esa
localidad, fué que unos indios trajeron á los soldados
de la mision de San Ignacio un gran número de perlas
que habian sacado de las conchas echadas á la playa
por las olas del mar. Osi o se estableció en este lugar
predilecto; en 1743 obtuvo 127 libras de perla, y en
el siguiente año 300 tOs. U n magnífico collar de
perlas, alternativamente redondas y acorazonadas, de
grande tamaño y primera agua, fué como regalo á la
reina de España, de parte del afortunado, ó mas bien
dicho, del infeliz descubridor de estos vírgenes criade-
ros, puesto que la riqueza de Osio fué la causa de su
muerte. N o siéndole posible guardar tan vasta colec-
cion de otro modo, enterraba sus perlas en un lugar
secreto debajo de la tierra, sin darlo á conocer ni á su
propia familia. U nos hombres, con la mira de hacerle
revelar su secreto, le asesinaron, pero sin lograr su
objeto; y hasta ahora su fabulosa fortuna de perlas
TESORO ESCONDIDO. 609

yace debajo de la tierra. Las ruinas de los pozos en


que él depositaba las conchas pueden aún verse un
poco al norte de Mulegé, y la riqueza de los depósitos
que descubrió es palpable por el hecho de que por mu-
chos años el tributo del quinto, que se pagaba al rey,
se arrendaba por $12,000 al al'ío.
A fines del siglo diez y ocho decayó la pesca de la
perla, debido, tal vez, á la oposicion, ó poca proteccion
que los fran ciscanos, sucesores de los jesuitas despues
de la expulsion de estos en 1767, daban á los aventu-
reros El mismo sistema de permisos para pescar la
perla siguió hasta en tiempos de la república, cuando
por indiferencia del gobierno y descuidada vigilancia,
poco se protegieron los depósitos de la concha, y á me-
diados del presente siglo estuvieron en peligro de ago-
tarse. En 1857, por un decreto de las cámaras, se
adoptaron me~idas protectoras, dividiéndolos en cuatro
secciones. para que se trabajasen por turno anualmente,
arrendándose en lotes al mejor postor durante la tem-
porada de la pesca. Esta órden, sin embargo, no ha
sido bien atendida por mucho tiempo; pero ya se
principia á tener una vigilancia mas estricta.
De Guaymas cada año se hacian expediciones, que
consistian de buques de quince á treinta toneladas;
cada una de ellas llevaba de treinta á cincuenta buzos,
la mayor parte yaquis. Á estas expediciones, junto
con las canoas y botes que iban en ellas, las llama-
ban armadas, y al que las dirigia armador, quien se
arreglaba con los indios en cuanto á víveres, adelantos
de dinero, y tareas. Los buzos casi siempre recibian
adelantos, cosa de $16 cada uno, y provisiones además,
sistema que frecuentemente los t enia adeudados al
contratista. Generalmente tambien entraban en su
contrato con' algun partido en la saca de la concha.
La temporada de la pesca principia en Mayo y acaba
á fines de Octubre, durante cuyos meses hace buen
tiempo, especialmente en Julio, Agosto, y Setiembre,
y la temperatura es templada. Cuando el buque ha
echado el ancla sobre algun depósito de concha, los
VIDA DE DIAZ. 39
610 INDUSTRiAS É INSTITUCIONES.

buzos bajan, provistos de redes atadas á la cintura,


para r ecoger la concha; cada indio lleva consigo en la
mano un pedazo de palo puntiagudo en ámbos extre-
mos, con el cual desprende la concha del nido, y se
defiende de sus enemigos submarinos.
Al principio el buzo no puede descender á mas de
cuatro, cinco, ú ocho brazas de profundidad, y se queda
abajo comparativamente un corto tiempo, estando ex-
puesto frecuentemente á hemorragias por boca y nariz.
Cuando ya están diestros ó "remojados," como lo lla-
man ellos, pueden bajar hasta diez y quince brazas, y
aguantar la respiracion por dos minutos; esto es lo
mas que generalmente pueden hacer, aunque hay
escritores que dicen que ha habido buzos que se han
estado debajo del agua cuatro, y hasta cinco minutos.
Despues de recoger las conchas que su fuerza de pul-
mones le ha permitido, el buzo vuelve prontamente á
la superficie, deposita su carga en las r edes suspendi-
das al costado del bote, y despues de un corto descanso
vuelve á continuar su peligrosa tarea. El trabajo
principia á las siete ú ocho de la mañana y continúa
hasta las' doce 6 una de la tarde, durante cuyas horas
la mar está generalmente en calma, y los rayos del sol,
por su posicion, favorecen al buzo para ver en una
profundidad considerable.
Los botes vuelven ahora á la costa, y muy á menu-
do se ven ent6nces escenas terribles de borracheras, y
riñas incitadas por lo poco escrupulosos contratistas,
que proveen al indio de lo que desea hasta donde pue-
den llegar sus alcances para pagar. El buzo yaqui es
un nadador maravilloso, y se lanza á las aguas sin ne-
cesidad de ningun auxilio artificial, ni de los cordeles
y pesos con que se ayudan los buzos de Panamá y
Ceylan, sino que se sumerge y vuelve á salir con su
carga, apoyado solamente en su fuerza y habilidad na-
tural, ni tampoco les tiene miedo á los enemigos que
viven en el elemento á que él se arroja, y á cuyos ata-
ques está siempre expuesto.
Estos enemigos son muchos, pero los mas peligrosos
BUZOS Y TIBURONES. 611

son: el tiburon, la terrible manta raya, la monstruosa


raya, los horribles octópodos, y la enorme jibia de ocho
brazos. Muchas son las historias que se cuentan de
los miembros arrancados por estos peces, y del número
de indios que han quedado mutilados para siempre,
miéntras que en otros casos la mar manchada de san-
gre es el único vestigio de la suerte de algun desgra-
ciado buzo. En encuentros de cuerpo á cuerpo el
tiburon generalmente es vencido por su ágil antago-
nista. Suele haber ocasiones, muy raras por cierto,
en que el buzo entra al agua con cuchillo en mano; en
tales casos le raja al mónstruo el vientre, y acaba por
quitarle la vida cortándole los órganos de respiracion.
Pero el palillo de costumbre es, por lo r egular, la úni-
ca arma defensiva que acompaña al indio, y cuando se
ve atacado aguarda con calma á que el tiburon se vol-
tee boca arriba en el momento de arrojarse al objeto
que espera atrapar, ent6nces el indio le mete en la
desaforada boca el palillo, cuyas agudas puntas quedan
clavadas en la parte superior é inferior de las quijadas.
El animal no puede así cerrar la boca y el buzo se es-
capa. :Frecuentemente el tiburoll, lo mismo qu e el
óctopus, se pone en asecho sobre el lugar donde está
el buzo, aguardando la oportunidad para devorarlo.
En este caso, el medio que adopta para salvarse es
herirle el vientre y echarse á huir, favorecido de la
mancha que la sangre deja en el agua. Se asegura
que el tiburon se alarma y ahuyenta con cualquiera
movimiento en el agua. Solamente en el caso de que
el buzo se descuide y sea sorprendido, el tiburon logra
su objeto, y cuando esto sucede los compañeros del
infeliz buzo se lanzan al agua, cuchillo en mano, y ven-
gan su muerte.
La horrenda raya es un animal todavía mas formi-
dable que el tiburon. Estos mónstruos en su estado
de perfeccion miden veinte piés de largo, y se han en-
contrado algunos que pesan mil libras. Cosa de cinco
octavas partes de su tamaño consiste en una cola es-
pinosa. Todo el espinazo está cubierto de nudos callo-
sos y de espinas puntiagudas, y en la parte delantera
612 !NDUSTRIAS É INSTITUCIONES.

del cuerpo ti ene unas enormes aletas gomosas, de doce


piés de ancho, parecidas á una escofina. La manta
raya tiene mucha astucia, feroeidad, y fuerza; su ma-
nera de atacar es balanceándose sobre el pescador de
la perla, siguiendo sus movimientos y echando som-
bra sobre su víctima con las enormes aletas, con las
cuales finalment e envuelve y sofoca al pobre buzo, si
este no ha t enido agilidad para escaparse, pues llegado
que sea á ser sorprendido con ese abrazo de muerte ya
no hay esperanza, y el mónstruo lo devora.
La siguiente tabla demuestra el gasto y la ganancia
en este negocio durante los años de 1855 y 1856 .

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La. P az .. .. . 14 2.06 81 4 7 4,400 $14,000 $8,000 $22,500 $5.11


Loreto .. .. . 1 50 2 2 600 2,300 1,500 3,500 5.33
Mulegé . . . . 10 112 16 S 2 1,900 7,500 4,800 11,800 6.25
Tota.! .. '25 368 49 9 11 '6.900 $23,800 $i3.8oO $37,800
.' .

TEMPORADA DE 1355.

GASTOS. PRODUCTOS.

Costo de las barcas ...... .. .. ... .. $4,900 Venta. d e la. P erla.. . ............ . $23,800
Alimenta.cion de 368 buzos á 12Yz Venta. de la Concha . . ........ .. 14,000
A~:r:~~: ~ ~: ~C;:z~ ~nes~~ ..
6,210 Barcas devueltas con una re-
du cciou de 25 por ciento. 3,675
?rOporc!oD de $16 a. cada. uno .. 5,888
$41,475
$16,998
Utilidad neta. . ........ .. .. . .. . $24,477

EN 1356 LOS RESULTADOS FUERON MENOS SEGUN AQUI SE DEMUESTRA .

GASTOS. PRODUCTOS.

Costo de las barcas . ...... ........ $5,000 Venta de la Perla.... ....... $21,750
Alimentacion d e 305 buzos. . . . . . 4,00a Venta de la Concha . ..... . ..... 7,937
Adelantos alos huzos . . . . .. .. . .. . 4,330 .Barcas devu eltas con un 25 por
ciento de descuento . ....... 3,750
$13,383
$33,437
Utilidad neta.. .. .. .. . ...... .. • $19,554
GANANCIAS DE LA PESCA. 613

Como regla general se recobra la mitad de los ade-


lantos que se hacen á los buzos, de modo que la
ganancia líquida de los dos años mencionados fué
$27,421 y $21,904 r espectivamente. Ulises Urbano
Lassepas, en su obra sobre la colonizacion de la Baja
California, escrita en 1859, calcula que en el período
de 1850 á 1857 inclusive se sacaron de las aguas de
la Baja California 1,911,300 quintales de concha, que
produjeron 2,770 fu de perla, valuadas en $5,540,000.
La t emporada de 1867 fué improductiva, pues se
. recogieron solamente $15,000 de perla y $10,000 de
concha. Sin embargo, lo que se produjo en los dos
años subsecuentes tuvo un aumento, habiéndose sa-
cado en 1868 $49,800 de perla y $9 ,600 de concha,
miéntras que en 1869 la produccion t otal ascendió á
$87,000, siendo $62,000 de perla y $25, 000 de con-
cha. Estas cifras, no obstante, no representan el
verdadero producto de la pesca de perla de la Baja
California, puesto que la produccion de la segunda
temporada, que llama n la c'onchada, no está inclusa.
Durante la conchada los buzos trabajan por su propia
cuenta, des pues que han t erminado sus contratos, y
continúan trabajando hasta que el frio los impide.
En esta época ellos obtienen una décima parte de lo
que se saca durante una t emporada regular.
Poco caso se hizo del valor de la concha, la cual
rinde la madre perla, hasta mediados del presente
siglo. E s verdad que en ti empos pasados se juntaba
alguna concha nácar y se mandaba á los vireyes, pero
no consta que se haya traficado de un modo impor-
tante con este artículo hasta despues de 1850, cuando
el aumento de la demanda y los mas extensos merca-
dos de madre perla hicieron r emunerativa la exporta-
cion de la concha, desarrollando bastante la produccion
de la pesca. Muy pronto se descubrió que la propor-
cion del producto de la concha respecto del de la perla
venia á ser cosa de la mitad, con la que se calculaba
cubrir los gast os. Dióse, por lo tanto, un nuevo im-
pulso á esta industria. El cómputo de Lassepas es
614 INDUSTRIAS }; INSTITUCIONES.

que el total de conchas exportadas desde 1854 hasta


1857 inclusive fué de 58,948 quintales valuados en
$120,402. Desgraciadamente, este nuevo manantial
de utilidades fué perjudicial para las pesquerías, pues
no se hacia distincion ninguna en la eleccion de las
ostras. Los bivalvos tiernos eran arrancados de sus
lechos submarinos al igual de los ya formados, con lo
que año por año se fueron empobreciendo notable-
mente los dep6sitos. La proporcion del valrr de la
concha con el de la perla sigue en contínuo aumento.
Muchos años ha que se hicieron experimentos para
sacar las ostras de sus lechos por medio de aparatos y
campanas para bucear; pero se encontr6 que el buzo
d.el país, diez veces mas barato, podia recoger y traer
á la superficie cuatro 6 cinco docenas, en el mismo
tiempo que un buzo americano con su embarazoso
vestido podia solamente conseguir cinco 6 seis ostras.
En 18 27 se formó en Lóndres una compañía intitu-
lada" Asociacion General para la pesca de la Perla y
Coral," y dos buques se enviaron á Guaymas bajo la
direccion de un agente, acompañado de expertos buzos
con sus vestiduras, pero la empresa fracasó á causa de
la imposibilidad de r ecoger ostras en cantidad que va-
liera la pena. Esto fué debido á la manera de habitar
que tienen los bivalvos que buscaban. Es un error el
suponer que estos moluscos ocupan los llamados le-
chos, en colonias compactamente densas. Se hallan
aisladamente esparcidos, en localidades favorabl es,
cuevas tranquilas, y bahías abrigadas, cuyos fondos
son ásperos, rocas desiguales con grietas y hondas
cavidades. Estas grietas sirven de morada á las os-
tras de perla, y de ahí el experto buzo del país fácil-
mente las saca. Pero su científico competidor, con su
ayuda artificial, no puede seg uirle entre estas aber-
turas y grietas de las rocas, y todo lo que á él le es
posible recoger son algunas ostras de inferior calidad
que se encuentran en la parte exterior. En los últi-
mos años se ha puesto mas cuidado en la conservacion
de las depósitos á fin de salvarios de que desaparezcan;
EL COMERCIO 615

pero mucho tiempo de comparativo reposo se necesi-


tará para que estas pesquerías de perlas puedan volver
á hallarse en un estado semejante al de su anterior
nqueza.

ARMAS DE VALLADOLID.

El recelo de los españoles en su sistema calonial, así


como su exclusivismo, se demostraron palpablemente
en el comercio. Toda la legislacion ultramarina tenia,
mas ó menos, por mira el asegurarle á la madre patria
todo el beneficio que pudiera sacarse de las Indias.
N o solo estaban prohibidos ó dificultados muchos de
los productos y artefactos de las colonias, sino que no
se toleraba ningun comercio con el extranjero. El
mercado de España era el lÍnico á que se podia r ecur-
rir, y para asegurar esa limitacion, á los colonos no se
les permitia hacer la conduccion, sielldo contadas las
localidades á que se coneedió la ventaja de tener puer-
tos habilitados para el comercio; y hasta el tráfico
internacional estaba restringido. En la observancia
de estas reglas la casa de contratacion mantenia la
mayor vigilancia.
Además de esto, los favorecidos monopolistas tenian
cuidado de limitar á, lo muy preciso el abastecimiAnto
61ti INDUSTRIAS E INSTITUCIONES.

Lle las mercancías, á fin de mantener los, precios á la


altura que convenia á sus intereses. Ultimamente
cuando, á pesar de las ventajas que ofrecian los nume-
rosos y exclusivos mercados, decayeron las manufac-
turas de España, sus puertos vinieron á ser meros
puntos de depósito para las colonias, recabando así
en ambos lados fuertes derechos, que ascendieron al
comenzar el presente siglo á cerca de 40 por ciento en
España y á mas de 65 por ciento en Méjico. El
resultado natural de esto fué un inmenso tráfico de
contrabando, favorecido por empleados indignos, y
efectuado con descaro en tiempo de guerra, hacién-
dole una competencia ruinosa al comercio legal, que
ya estaba sobrecargado con los préstamos forzosos,
con la moneda de cobre, la intervencion eclesiástica,
sin menciona.r los ataques de los corOlarios y buques de
guerra enemIgos.
Estuviera ó no en guerra, Espaí'ía era siempre presa
de los corsarios Ó piratas, por lo que fué necesario
emplear, en los viajes largos, fuert es y bien armados
galeones, ó hacer navegar á los buques en convoy,
haciéndose esto por lo general en el Atlántico. D e
1706 á 1776 los buques eran del porte de 1,200 á
1,500 toneladas, y conducían de r etorno cargamentos
por valor de $10,000,000 á $27,000,000. Con la ha-
bilitacion de nuevos puertos en Espal'ía se aumentó
la entrada de buques, contándose 1,142 entre 1784.r
1795, á la vez que la exportacion del metal precioso
montó á $204,000,000 entre 1779 y 179l.
Apénas habia trascurrido una década de la con-
(1 :lista de la Nueva Espal1a cuando el comercio espa-
ilol principió á ser presa de los corsarios y filibusteros.
Las nuevas de que continuamente se estaba traspor-
tando una inmensa riqueza á los cofres de la madre
patria, despertó la avaricia de los aventureros sin ley
procedentes de muchas nacionalidades, sobresaliendo
entre ellos los ingleses, franceses, y holandeses. Du-
rante el largo período comprendido desde mediados
del siglo di ez y seis hasta principios del presente, los
LOS FILIBUSTEROS. 617

tesoros de España fueron el blanco, y sus colonias las


víctimas de los latrocinios de los piratas. Organizá-
ron se inmensas compañías de filibusteros, en las que
se hallaban afiliados millares de criminales arroja-
dos, y las grandes vias oceánicas, tanto del Atlántico
como del Pacífico, se vieron infestadas de piratas. Á
principios de 1568 se apoderó Hawkins de la isla de
Sacrificios. frente al castillo de San Juan de Ulúa, y
aunque fué atacado y deshecho por una escuadra de
trece buques españoles que á la sazon llegaron, logró
escaparse con dos de sus barcos, la capitana Minion,
y la fragata Judith que mandaba Francis Drake de
cuestionable fama. Algunos años despues, Drake se
hizo temer en el sur del Atlántico y en el Pacífico.
En 1578 saqueó á, Huatulco en Oajaca, y de ahí partió
en busca de un paso en el norte del Atlántico. Du-
rante esta época y en el siglo siguiente la costa de
Yucatan sufrió con las repetidas invasiones de los
piratas, que fueron primeramente franceses, y despues
ingleses, quienes se establecieron en B elize. En 15 87
se presentó Thomas Cavendish en las costas occiden-
tales de la Nueva España é hizo algunas incursiones
piráticas en el interior del país; y despues, el dia 5 de
N oviembre, apresó el galeon español Santa Ana que
traia á su bordo 122,000 pesos y un valioso carga-
mento de sedas y otros géneros del Asia.
En el siguiente siglo las pérdidas qu e causaron á,
España y á, sus colonias esos bandoleros del océano,
ascendieron á centenares de millones de pesos en me-
tales preciosos, mercancías y propiedades destruidas.
Millares de bucaniers, flibustiers franceses y zeerovers
holandeses fundaron colonias y establecimientos for-
males en las Indias Occidentales, y d esde ellos salieron
á infestar los mares. Solo en la parte set entrional
de Santo Domingo habia cerca de 10,000 filibusteros
franceses. Las ciudades eran saqueadas y destruidas,
los establecimientes reducidos á cenizas, y los galeones
que conducian los tesoros y los buques mercantes te-
nian que ser convoyados en su travesía por escuadras
618 . INDUSTRIAS E INSTITUCIONES.

numerosas y bien armadas. Por tierra y por mar


estaban los españoles constantemente acosados; sus
cruceros eran burlados, y las g uarniciones en las ciuda-
des de la costa eran miradas con desprecio. En 1682,
y otra vez en 1684, T ampico fu é saqueado; y en 1683
los piratas Van Rom y L aurent, mas generalmente
conocido por el nombre de L orencillo, se apoderaron
de Veracruz, saqueando la ciudad y haciendo sufrir á
los habitantes t oda clase d e ultraj es; mas de 300 per-
sonas perecieron víctimas de las crueldades de los
piratas. Estos se escaparon llevándose consigo un
inmenso botin.
A fin es del sigl o diez y siete, merced á las medida~
tomadas por el Virey Galve, los piratas tuvieron qu e
abandonar el mar del sur, pero todos sus esfuerzos
para echarlos del golfo de M éjico fueron infructuosos.
En 1704, G uillermo Dampi er intentó apresar el ga-
leon del t esoro que anualmente salia de Acapulco
para Filipinas, pero se lo impidió el nutrido fuego que
le hicieron los cañones del galeon; y cinco años des-
pues, una compañía de comerciantes de Bristol armó
una espedicion que se hizo á la mar con patente de
corso, expedida por el lord gran almirante de In-
glaterra, para hostilizar al comercio español. D os
buques se pusieron al mando d el Capltan Woodes
Rogers, y aunque tambien fué derrotado en el ataque
que dió al galeon de Acapulco, volvió á su país con
el botin que tomó durante el viaje, el cual rindió la
ganancia de 750 por ciento sobre el capital invertido.
La piratería en alta mar estuvo muy activa en el
siglo diez y ocho; pero los desembarcos y asaltos
tierra adentro viniéron haciéndose mas raros y ménos
productivos, efectuándose única mente en algunos pe-
q ueños é inclEJensos establecimientos, de donde se
llevaba,n á los habitantes pa ra venderlos por escla-
vos. Los puertos y las grandes poblaciones d e la
costa estaban ya con mejores medios de defensa; los
establecimientos piráticos de bs Antillas dejaron de
ser objetos de tol erancia por parte de los gober-
JEAN LAFITTE. 619

nantes europeos, y á la entrada de este siglo estas


extraordinarias asociaciones habian cesado de exis-
tir. La política de Europa en cierto modo contri-
buyó á este resultado, pero la causa principal debe
hallarse en los principios y comunes intereses que
unia á los piratas entre sí, esto es, el cebo de la
ganancia y el odio á los españoles. E stos elemen-
tos por su misma naturaleza no podian existir per-
manentemente. Las barbaridades que practicaban
contra los súbditos españoles pusieron á los pirata!"
fuera de los límites de la civilizacion, al mismo tiem-
po que la grande escala en qu e hacian las expedi-
ciones predatoras por tierra, despertó á las potencias
de Europa hostiles á E spaña del sueño de su mal en-
cubierta t olerancia. La costumbre de destruir que
observaban los piratas era en r ealidad contraria á sus
propios inter eses, y cuando al fin las pug nas de nacio-
nalidad empezaroll á producir efecto, trayend o la des-
union entre ell os á la t erminacion del siglo di ez y
siete, pronto ll egó á su fin la última época de S il his-
toria. N o est ando ya auxiliadas por los enemigos de
España, estas t erribl es bandas pasaron de la decaden-
cia á la extincion. P ero en los mares pululaba n t oda-
yía los piratas sueltos, y los capitanes de nombradía
reunian bajo su sanguinaria bandera tripulaciones com-
puestas de hombres desal mados que no respetaban los
colores de ning una nacion. El último individuo que
hizo célebre su nombre, y sinónimo de t error para la
marina española mercante, fué J ean L afitte, á. qui en
se le conocia con el nombre del pirata del golfo. ])es-
pues que el gobierno de los E stados Unidos en 1814
hizo desbaratar la r eunion de contrabandistas que se
habian establecido en la isla de Barataria, al oest e del
delta del rio Misisipí, est e pirata, cuyo poder sobre
los baratarios habia sido absoluto, se trasladó en 1817
á la isla de Galveston, situada frente á la costa de
Tejas, en donde llegó á ser un verdadero rey de pira-
tas. Construyó un fuerte, organizó un gobierno, y
estableció una colonia, la cual, como era asiio de los
620 INDUSTRIAS E INSTITUCIONES.

prófugos de la justicia y de los malhechores de todas


las naciones, pronto acrecentó el número de sus súb-
ditos á cerca de 1,000 hombres. Lafitte afectaba que
no le hacia la guerra mas que á las propiedades espa-
ñolas, pero sus compañeros no eran muy escrupulosos
en cuanto á la nacionalidad de los bajeles que dete-
. nian. Duraron algunos años esas piraterías, y el
comercio de España estuvo á punto de desaparecer
del golfo, ante la activa persecucion de las numerosas
y veleras embarcaciones de sus implacables enemigos.
Los recelos que Méjico abrigó por mucho tiempo con-
tra los Estados U nidos, le libraron de ser molestado;
pero con motivo de los robos y otros crímenes que se
cometieron contra el comercio americano, el gobierno
d e Washington resolvió -poner fin á ellos. En 1821
fué despacha.da la Enterprise á destruir la guarida del
pirata. Conociendo Lafitte que la resistencia era
inútil, obedeció las órdenes que se le dieron; destruyó
las fortifi caciones, desbandó su gente, y se hizo á la
mar en su embarcacion favorita, la Pride. Continuó
el crucero algunos años mas en las costas españolas,
y murió en Cilam, Yucatan, en 1826. Con la disper-
sion d e los piratas de la isla de Galveston, quedó des-
truida la última asociacion organizada en las aguas
españolas.
Con la adquisicion de la independencia pudieron
varios puertos competir con el de Veracruz en el co-
mercio extranjero, y sin embargo ese puerto sufrió
poco, merced al incremento del comercio en general.
La expansion de este ha h echo necesario aumentar
los puertos, y consiguientemente las aduanas. Estas
dependencias fueron de tres clases, á saber, marítimas,
frouterizas, é internas, con mas, receptorías sujet.as á
inspectores, y con guardas y guardacostas. Dióse un
gran paso en 1882 con la abolicion de las aduanas in-
ternas, h erencia opresora de los dias de la colonia, que
tenia conexion con todos los lugares d~ importancia,
cuyo número era de 1,200.
Las exorbitantes tarifas anteriores las continuaron
COM ERCIO Y CONTRABANDO. 621

los gobiernos r epublicanos, en parte para proteger la


industria del país, y principalmente para llenar los
vacíos que dejó una administracion impróvida. D esde
1821 el ingreso aum entó rápidamente hasta que llegó
á $6,600,000 por término medio, ménos tres y medio
por ciento por gastos de r ecaudacion. Ya en la octava
década del siglo las entradas h abian llegado á $9,500,- .
000, y bajo la administracion de Diaz han crecido
todavía mas, mediante la mas estricta observancia de
las leyes aduanales y la abolicion del sistema prohi-
bitivo. El impuesto de 55 por ciento de derechos
sobre el valor de los artículos no enumerados en el
arancel indicó su forma protectora. Las entradas de
las aduanas marítimas y fronterizas en la década que
finalizó en 1833 y 18 34 fuerQn $134,328,554, que ar-
roj a un término medio de $13,432,855 al año. L o
que se recaudó en el año fiscal de 188 3 á 1884 montó
á $17,423,529. Las rentas internas deben tambien
tomarse en cuenta. L os derechos de tonelaje, faros,
y prácticos montan tambien á sumas considerables.
Debido á la vasta extension de front era sin res-
guardo, á la proximidad de las A ntillas, y á la poca
estabilidad y falta de energía de las adll1inistraciones
republicanas, el contrabando t omó mayores propor-
ciones, estimándose en mas de $4,000, 000 en tiempos
de paz, y á cosa de mas de la mitad en tiempos de
guerra. y no cabe duda que muchos de los pronun-
ciamientos que frecuentemente se h an h echo, han sido
solo con el propósito de hacerlos servir para encubrir
la introduccion de ricos cargamentos, r epartiéndose los
derechos, digamos un 60 por ciento, entre el capitan,
el comerciante, y el rebelado. Fácil era cohechar á
los corrompidos empleados, por el mal ejemplo que
les daban los ministros, y el q ue no queria prestarse
corria el riesgo de perder su empleo, y aún la vidá,
miéntras que la introduccion de los efectos pronta-
mente manifestaba ser para el benefi cio del pueblo, así
como de los que le servian. E l presidente Diaz mu-
cho ha corregido estos abusos con la estrict a recauda-
622 INDUSTRIAS É INSTITUCIONE,S.

cíon de las multas, con la promocion de los emplead03


honrados, y con un cuerpo mas eficaz de celadores por
mar y tierra, impartiendo así un tono mas saludable
al comercio, á. la vez que aumentando el ingreso, y
aplicando el sobrante á mejoras públicas.
Durante los últimos veinte y cinco años de gobierno
colonial ántes de 182 0, las importaciones y expor-
taciones montaron á $22,000,000 anuales, siendo la
diferencia en favor de aquellas de $1,000,000; pero
entónces la exportacion consistia principalmente en
m etales, y r ee mbarques de efectm:: del Asia, por Aca-
pulco y V eracruz, á España.

P U ERTO DE ACAP uLco.

Por el año de 1827 habia ascendido el total á $27,-


000,000; entrando el oro y la plata por $9,6 69,000 en
los $12,172,000 de la exportacion. Despues de esto
hubo un aumento constante, siendo las im portaciones
en 1843 de $22,200,000, en 1874-75 de $27,300,000,
subiendo mas tarde á 40 millones y mas, miéntras las
exportaciones llegaron en 1879-80 á $32,664,000 con-
CO;VIERCIANTES EXTRANJbROS. 623

tl'a un término medio en 1873-76 de ménos de $27, -


000,000, con un aumento halagador en la proporcion
de los productos, tales como café, azúcar, cochinilla,
fibras, pieles, y maderas. Comparando el valor de la
exportacion, durante los primeros seis meses del año
fiscal 1883-84, con el correspondiente período del a.ño
pr6ximo anterior, se observa un aumento de $1,837,-
801; siendo las respectivas cantidades $22,052,879 y
$20,215,078. De estas sumas $16,379,493 y $15,-
470,825 representan la exportacion de metales precio-
sos, y los saldos r espectivos de $5,733,386 y $4,744,253
los de productos agrícolas y de otra clase.
Durante la guerra de independencia los Estados
U nidos lograron asegurar una gran parte del comercio
directo, que en los 25 arlOS anteriores á 1820 montaba
casi á una quinta parte de su totalidad. D espues de
esto Inglaterra absorbió la mayor parte; pero última-
mente, con el aumento de las comunicaciones por
vapor en mar y en tierra, la república del norte va
ganando terreno rápidamente.
España se ha quedado muy atrás, aunque sus natu-
rales conservan todavía un puesto honroso entre los
comerciantes y fabricantes, debido á la influencia de
la consanguinidad. Los sagaces y afanosos alemanes
han sobrep ujado, sin embargo, á todos los demás en
asegurar el predolOinio sobre el comercio del país, y
de consiguiente, sobre la riqueza. P ero los america-
nos del norte les van invadiendo el terreno á toda
prisa, tratando directamente con los del comercio al
menudeo, con lo que se libran de pagar nada á los
especuladores. La mayor parte de los negocios prin-
cipales del comercio en el país está en manos de ex-
tranjeros; pues los mejicanos no tienen disposicion
para los negocios mercantiles, ni para las empresas.
Vemos que los españoles disponen de los productos
nacionales y de los abarrotes, los alemanes de las mer-
caderías generales, los franceses é ingleses de la len-
cería extranjera, los franceses é italianos tienen los
hoteles y fondas, y los ingleses y americanos dirij en
624 INDUSTRIAS É INSTITUCIONES.

los bancos y los establecimientos manufactureros. Los


montes de piedad, ó sean casas de empeños, las lote-
rías, y los principales vicios de la civilizacion qu~ aquí
alcanzan dimensiones mercantiles, y hasta respetables,
los utiliza el gobierno, bajo cuya estricta direccion se
hallan.
El comercio exterior se hace casi exdusivamente
en buques extranjeros, á pesar de la marcada protec·
cion que se le dispensa <1, los nacionales. Dos quintas
partes de los buques que entran están bajo la bandera
de los Estados U nidos; de las demás partes la Ingla-
t erra reclama una tercera. El cabotaje está sin em·
bargo en manos de los hijos del país, gracias á los
juiciosos reglamentos que lo r estringen á la bandera
nacional. Las embarcaciones pueden comprarse fuera
del país, pero deben tripularse lo ménos con dos ter-
ceras partes de gente mejicana.
La construccion de buques ha sido protegida con
subvenciones, y solo Campeche ha botado al agua en-
tre 1827 y 1853, 49 buques con el tonelaje de 2,700,
y el costo de $286,0 00. Por otro lado, en G uerrero
que fué en un tiempo la principal provincia marítima,
el primer buque que se construyó fué en 1869, des-
pues de un intervalo de 60 años. Esta industria
viene aumentándose notablemente, debido á los esfuer-
zos para mejorar la bahías, proveer diques y muelles,
y aumentar los faros.
El presidente Diaz r econoce el aliciente tan podero-
so que es para la prosperidad el facilitar el tráfico y la
apertura de lllercados, y se ha dedicado á ello con un
celo sin igual hasta hoy, obteniendo los mas lisonj eros
r esultados. Ha mas que duplicado las líneas de vapo-
r es extranj eros que existian ántes de su administracion,
y ha abierto comunicacion con los principales centros
de comercio, y especialmente con ám bas costas de los
Estados U nidos. Ampliada así la via principal, trata
ahora de asegurar la participacion del país, y sobre todo,
la navegacion interior, para cuyo fin están recibien-
do la debida atencion los canales, y se están abriendo
INUNDACION ES. 625

dos desde la lag una de Chalco á T epexpan y á M éjico.


A ctualmente se est á llevando á cabo un proyect o para
utilizar t odas las ag uas de las lagunas en el valle de
Méjico con la construccion de un sist ema extenso de
canales. E st e g ran proyect o puede decirse que ha
nacido de los esfu erzos que por tanto tiempo han es-
tado haciénd ose para desaguar el valle, proeza de in-
geniería que despues de mas de tres siglos de trabaj os
espasmódicos, y de la ej ecucion de titánicas empresas
hidráulicas, no ha dado t odavía los r esultados que se
desean, debido t odo á mal aconsejados proyectos, y al
incauto abandono durante las épocas en que era inmi-
nente el pelig ro de inundacion.
La ciudad de los Aztecas, enteramente rodeada de
agua, ántes de la venida de los españoles estuvo ex-
puesta á inundaciones frecuentes, y en una época muy
atrás se est ablecier on malecones y calzadas, á costa de
inmenso trabaj o, para proteger la ciudad contra las
inundaciones. P ero la obra mas grandiosa de esta
clase se llevó á cab(), cosa de cien años ántes de la
conquista, por N ezahualcoyotl, r ey de T excoco y so-
brino de Montezuma Ilhuicamina. H abiendo ocur-
rido una g ran inundacion, M ontezuma llamó en su
auxilio á su sobrino, quien con 20,000 hombres de
Texcoco construyó un dique de ocho millas de longitud,
que se extendia desde Atzoalco al nort e hasta I ztala-
pam por el sur, dividiend o la gran laguna en dos part es.
Esta obra g igantesca pasaba dos millas al est e de la
ciudad, y se construyó de cascajo cubierto con mam-
¿ostería. P or est e medio las aguas del r io Cuautitlall
quedaron desviadas de la parte de la laguna en que
estaba la capital.
D espues de la conquista la primera inundacion de
la ciudad, recon st ruida por Cortés en el sitio de la an-
t igua, ocurrió en 1553, dura nte la administracion elel
primer V elasco. Por tres dias estuvo la ciudad de-
Gajo del agua, y el enérgico yir ey trabaj ó con sus pro-
pias manos para alentar á los desesperados habitantes
é inspirarles actividad. Los caciques del valle fu er()])
V1J) .~ DE D 1.\. Z. 40
INDUSTRIAS ~~ INSTITUCIONES.

llamados á tomar parte con sus vasallos en los traba-


j os de circundar la ciud ad con un dique, tarea que se
concluyó e n unos cuantos días El lecho de un ria-
chuelo quedó tambien desviado. En 1580 acaeció
otra inundacion, y el virey Enriquez det erminó desa-
g uar las lagunas del valle en los baj íos de Huehue-
t oca, diez leguas al norte, por m edio de un socavon
atravesando los cerros interm edios. E st e proyecto
fuó el paso iniciador de una empresa sin igual-el
g ran tajo de N ochistongo- pero en medio de sus
afanes murió el virey, y su plan estuvo abandonado
por mas de un cuarto de sig lo. En 1604 la ciudad se
vió sumergida una vez mas, y por la cuarta en 1607, á.
pesar de los esfuerzos que se hicieron para impedir tal
desastre, r eparando los diques y calzadas y constru-
yendo una nueva de estas qu e se llamó Calzada de
Guadalupe. En est e último arlO Luis de V elasco,
hij o del primer virey de ese nombre, entró á. M éjico
\?or segund a veí', como v irey, y bajo sus auspicios se
1:/0iffi~\.\'L/;j ""~\:\'d.,,-\\Q,\\t~ ~\ tl·'d.b'd.~o del socavon de Hue-
\\\\~\'()~'d.. \t\ \l\\6~nler() de esta, empresa fué Enríco
M.artll\l:w., (púen sometió un plan para el desagüe de
todas las lagun as del valle; pero como el nivel de la
de Texcoco estaba á 24 pi és mas abajo que el de la Je
Zumpango, su proyecto para 01 desagüe general del
valle se tuvo por imposible, y sus trabajos se limita-
ron al desagüe de la última nombrada.
E l sistema de las lagun as en el valle de M éjico COn·
siste en cuatro grupos, siendo la central la de Texcoco,
que es á. la vez la mas grande y la mas baja; yal sur de
ella están las lagunas de agua dul ce de Chalco y Xo-
ehimilco, ali mentadas prillcipalmente por manantisJes;
estando ellas separadas solo por una calzada bajo la cual
corre libremente el agua, pueden considorarse como
una sola laguna. Este grupo está á diez piés sobrE' el
nivel de la de Tex(:oco. A l 1l0l'te de esta se hallan
las de San Cristóbal y Xaltoean, sit uadas entre diez
y once piés sobre el nivel de la de T excoco, y al Iloro-
eRte de est e gl'UpO ORM la, )a..g un a. de Zllll1pango, que
DESAGÜE DEL VALLE. 627

hallándose á la altura de veinte y cuatro piés sobre la


de Texcoco, y recibiendo las aguas de los dos rios ma-
yores, principalmente las del rio Cuautitlan, ~e le vino
á considerar como la causa de todo el daño.
Habiéndose confiado á Martinez la direccion de la
obra, se dedicó á ella con mucha energía, empleando
un inmenso número de indios en los trabajos. S e
construyó un socavon de mas de una legua de largo
entre el cerro de N ochistongo y el monte Sicoe, se
hizo una presa para desviar la corriente de las aguas
del Cuautitlan y hacerlas caer en la laguna de Zum-
pango; además se cavó un canal para conducirlas á la
entrada del socavo n de Huehuetoca. El socavon era
de cuatro varas de alto por cinco de ancho, y fué cons-
truido en el corto espacio de once meses. P ero una
obra tan precipitada no pudo haber sido construida
con la solidez necesaria; el conducto subterráneo re-
sultó ser demasiado pequeño, y estando mal hecha la
bóveda frecuentemente la obstruian sus propios es-
combros. En 1627, debido á fuertes lluvias la presa
que sujetaba al rio Cuautitlan se reventó, y lanzán-
dose sus aguas en la lag una d e Zumpango, corrieron
á las otras mas baj as, y la consecuencia fu é que la
ciudad quedó inundada. Hízose entónces una nueva
presa, y otra mas para desviar al rio Pachuea, y se
volvió á emprender la obra de mej orar el socavon.
Por un breve tiempo los vecinos se consideraron se-
guros de t ener mas inundaciones, pero no estando aún
concluida la tarea de consolidar las paredes y el arco
del socavon, en 1629 cayer on las lluvias mas abun-
dantes que jamás se habian visto en el valle. Las
presas se abrieron en varios puntos, y libres ya las
aguas corrieron hácia la ciudad y la inundaron hasta
el grado de haber en casi todas partes una profundi-
dad de dos yardas. Los sufrimientos que sobrevinie-
ron fueron t erribles. Varias casas se las llevaron las
aguas; otras fueron inundadas, cayendo las paredes
de adobe á pedazos, llevando consigo la corriente los
hombres, muj eres, y niños que se habían refu giado en
628 INUUSTRI AS É INSTITUCIONE~.

los techos. Por todas partes no se veia mas que


ruina y desola~ion; las valiosas mercanCÍas de las
tiendas y almacenes quedaroll d estruidas; los muebles
y efectos de las casas se v eian fl otando en las calles;
los negocios püblicos SE) interrumpieron, y hasta fal-
taron los servicios divinos en los t emplos; pero lo mas
lamentable de esta inundacion, la mayor que en nin-
g ua tiempo ha afligido á, la capital, fu é la gra n pérdida
de vidas; pues pereció un inmenso nümero de los ha-
bitantes, ahogados unos, por efecto de la intemperie
otros, y muchos fu eron víctimas de la epidemia que
sobrevino. C uatro al'íos estuvo la ciudad debajo del
agua, durante cuyo ti empo el virey Cerralvo y el ar-
zobispo se esmeraron en socorrer á, los habitantes mas
pobres, habiénd ose r etirado la mayor parte de las
familias acomodadas á. Puebla y otras poblaciones.
Parecia tan imposible dominar las aguas que se pensó
en traRladar la ciudad á. otro lugar, y se dirigieron
solicitudes al soberano pidiendo su real sanciono Siu
embargo, los d ueüos de propiedades se opusieron á
este proyecto y lograron hacerse oir en la corte.
Miéntras estaba indecisa la cuestion ocurrió un su-
ceso que hizo illnecesario el cambio. En 1634 hubo
una serie de t erremotos q ue, abriendo grietas en el
valle por t odas direcciones, dió una salida natural á las
aguas. El valle se desaguó rápidamente y las lag unas
se volvieron á. su estado normal. Este acontecimiento
afortunado fu é v ist o como un milagro, atribuyéndolo
la poblacion criolla y los indios á. la divina intercesion
ele su vírgen de Guadalupe, á. la vez que los españoles
sosteni an que su patrona la vírgen de los R emedios
h abia sido la bondadosa mediadora.
Propusiéronse luego varios proyect os para el per-
fecto desagüe del valle, per o ningun plan se consideró
igual en mérito al canal de Huehuetoca, r esolviéndose
entónces convertirlo en t ajo abierto. C uando acon-
t eció la g ran inundacion descrita, fu eron acusados los
j esuitas de haber roto las presas ; pero de la a \~eri gua­
cion que se hizo r esultó que ~![artinez h abia taoado la
TAJO DE NOCHISTONGO. li20

salida del socavon, por el conocimiento que tenia de


que la inmensa cantidad de agua lo destruiría así como
de que era inadecuado para salvar á M ejico. En con-
secuencia de eso al d esdichado ingeniero lo metieron
en la cárcel, aunque luego fué puesto en libertad, y Se
le ordenó que dirigiera la apertura del gran tajo de
Nochistongo. Murió estando ocupado en esta tarea,
despues de haber trabajado en el desagüe del valle
por treinta' y cinco años. L e sucedieron otros inge-
nieros, y por mas de siglo y medio se continuó la obra,
pero con muchas demoras imprudentes en las épocas
cuando no amenazaba el peligro de inundacion.
El tajo de N ochistongo fué concluido por el consu-
lado en 1789. Las dimension es de este enorme tra-
bajo son en tan gran e¡;;cala, ·que á primera vista tiene
la apariencia de una cañada natural, ilusion que hacen
crecer las modificaciones que han sufrido sus paredes
inclinadas, debidas á derrumbes, y la sinuosidad de su
curso que sigue el t erreno mas bajo por entr e los
cerros. Su longitud total es de 24,530 varas, ó 13
millas ménos unas cuantas yardas; en la distancia de
2,624 piés la anchura en la parte superior varia de
278 á 360 piés, y la profundidad perpendicular de 147
á 196 piés ; yen la di stancia de 11,483 pié s la profun-
didad es de 98 á 164 piés. Cuando Humboldt estu\'o
en Méjico la anchura del canal en el fondo era de 9 á
0
13 piés, y la inclinacion de los costados de 40 á 45 o
El efecto del tiempo ha modificado, sin embargo, estas
proporciones. El costo de la obra nunca podrá calcu-
larse. Durante el período de 1607 á 17 89, se calculó
que se habian gastado como $5,55 0,000 en el desagüe,
incluyendo todos los trabajos, y cerca de $700,000 mas
se gastaron en los siguientes 15 años en las m ~j oras.
Pero estos guarismos no representan en manera, algu-
na el verdadero importe del trabajo empleado. Milla-
res de indios desgraciados fueron arreados en pelotones
de sus pueblos y aldeas, distantes 50 y 100 millas,
para que trabajasen sin sueldo, imponiéndoseles la
tarea como en pago de una deuda. A los reos senten-
INDUSTRIAS :É I N::;TlTU CIONES.

ciados á trabajos forzosos se les hacia cumplir sus con-


denas en el gran tajo de N ochist ongo; y por fin, podrá
formarse una idea de las vastas multitudes que traba-
ron de generacion en generacion en esta obra de tita-
nes, por las sumas arriba citadas, t eniéndose en cuenta
que los salarios de los jornaleros en esos tiempos eran
de nueve á doce centavos diarios. V arios escritores
calculan que perecieron de 100,000 á 200,000 indios
bajo el rigor de las faenas á que se les sometió.
Durante la g uerra de independencia estuvo muy
desatendido el tajo, y el canal quedó obstruido en gran
liarte. Poco caso se hizo de él hasta 1830, en que
viéndose amenazada la capital de inundacion se empe-
zaron de nuevo los trabajos. Pero despues de tanto
gasto, de tanto trab~j o invertido, y de la gran pérdida
de propiedades y vidas, se sacó en limpio que el canal
110 era suficiente para librar á la capital de las inunda-
ciones que periódicamente la amenazan. Empezó á ha-
cerse evidente que solo ll evando á debido efecto el
plan de Enrico NIartinez, de desag uar la laguna de
Texcoco, se daria un a segur idad absoluta. Sin embar-
go, nada formal se intentó hasta 1856, en que debido
al sistema libre de desagüe en las tierras adyacent es á
la laguna de Texcoco, sus aguas subieron gradualmente
hasta llegar á las puertas de la ciudad. B ajo la: alar-
ma consig uiente, se procedió á la recomposicion de
todas las obras antiguas, diques, com puertas, y cana-
les; y conteni endo el desborde de las lagunas de Chal-
co y X ochimilco, se r ebaj ó ;í la de Texcoco á sus limites
primitivos. Nombróse entónces una junta para el
desagüe y canalizacion del valle, ofreciendo un premio
de $12,000 por el m ejor proyecto que se le presentase.
E l propuesto pOl" el ingeniero civil Francisco de Garay
fué adoptado, y se le adjudicó el premi o. La peculia-
ridad de su plan era la construccion de un canal, par-
tiendo de la garita de San Lázaro al centro de la
laguna de Texcoco; de allí hácia el norte atravesando
la lagun a de Cristóbal hasta la orilla oriental de la de
Zumpango, deloide donde debían ll evarse hs aguas por
VA LL~~ DE MÉJICO. Gil l

Y .-\l.L E n E MÉ.T wo.


632 mDUSTRIAS Jt INSTITUCIONES.

un socavon que se abriera en los cerros que cierran el


valle al norte, dándole salida al agua en la barranca de
T equisquiac. La longitud de este canal principal sería
de cerca de 30 ~nillas, y la del socavon de 6 millas.
La intervencion francesa, sin embargo, impidió que se
pusieran en ej ecucion sus planes hasta Abril de 1868,
en que se comenzaron los trabajos, impulsándolos con
mas 6 ménos vigor dur'ante nueve años. Nombrado
Garay director en jefe del desagüe del valle, descubrió
que se habian desviado mucho de su plan original, y
presentó al gobierno un nuevo proyecto, proponiendo
que el tajo en la cañada de Acotlan que conducia á la
barranca de Tequisquiac, y el soca yo n se abando-
nasen, y se hiciera otra abertura en la. cañada de
Ametlac.
La nueva direccion propuesta era superior en mu-
chos respectos, por ser mas corto el socavon de Ame-
tlac, en mas de una milla, que el de Acatlan, y de
ménos longitud el t ajo en 1522 yardas; además, el
desemboque, terminando en una cascada, impediría
toda obstruccion á la salida por inundaciones en la
caí'íada-ventaja que no tendría el socavo n de Acatlan.
Pero el tajo de Acatlan ya estaba concluido, y mas de
400 yardas del socavon; y la cuestion se redujo al
costo, y á las ventajas que se podrían alcanzar con un
gasto 3.dicional. Garay calculó que bastaban $446,-
130 para completar el trabajo de Acatlan, miéntras
que se necesitarían $744,300 para lle var á cabo su
nuevo proyecto, dando una diferencia de $298, 170.
Pero la seccion del socavon de Acatlan tenia solo 6.44
metros cuadrados, dimension que á su modo de ver
sería insuficiente para efectuar completamente el desa-
güe del valle. La seccion del socavon de Ametlac
sería de 12.10 metros cuadrados, bastantes para des-
cargar 36 metros cúbicos de agua por segundo, ó cuatro
veces la cantidad que se escaparía del socavon menor.
El proyecto de Garay fué aprobado, aunque sus plan e,,;
abrazaban un sistema de canales navegables y acequias
de riego, en una escala mu cho mayor que el diseño
DESAUÜE DEL VALLE.

original del gobierno. El gran canal, cuando' se com-


plete la obra, será el recipiente de los canales navega-
bles, abasteciendo á estos las lagunas de C halco y
Xochimilco por el sur, y las de Zumpango y San Cris-
tóbal con otros pequeflOs depósitos por el norte y el
centro; se utilizarán todas las aguas del valle; cana-
les de seceiones menores serán los receptores de las
aguas expelidas sobre su nivel, y distribuirán su con-
tenido en acequias para r egar, y canales de mayores
dimensiones, hasta que sus aguas sobrantes alcancen
finalmente el último r ecipiente, el gran canal, y sean
llevadas por el socavon de Ametlac. Garay calculó
que el costo de todo el proyecto sería de $10,000,000,
la mitad para el desagü e, y la otra mitad para la cana-
lizacion.
La cuestion del desagüe del valle de Méjico no está
limitada ya á solo la m edida de precaverse contra las
inundaciones, puesto que año por año el peligro de
inundacion de la ciudad disminuye. Esto es debido á
haber disminuido las lluvias por haberse talado los
bosques circunvecinos, á la desviacion del rio Cuauti-
tlan, y al aislamiento de los manantiales en las lagunas
del sur por medio de diques. L a salud de los habi-
tantes es la que está ahora pendiente de la extraccion
del agua de las lagunas. D esde la época en que se
hicieron las primeras intentonas de desagüe, el lecho
dE; la laguna de T excoco se ha ido elevando, y continúa
haciéndolo en la proporcion de pulgada y media por
año. Filtrándose sus aguas en el terreno poroso se
extienden bajo los cimientos de la ciudad, que puede
decirse estar arrullada sobre un lago subterráneo de
lodo que emana exhalaciones V8'l'l.enosas. L as calles
se han estado levantando constantemente miéntras las
casas parecen sentarse y hundirse en sus cimientos
pantanosos, t eniendo que ser r econstruidas periódi ca-
mente en muchos puntos de la ciudad. B ajo estas
circunstancias la mortandad es excesiva. La propol'-
cion anual de defunciones al tiempo de escribir esto
excede de l4,000 ; cuando hace 15 ó 20 ai'íos era solo
INDUSTRIAS Ji: INSTITUCIONES.

la mitad de ese número. Creen muchos que la propor-


cion de nacimientos sin el suplemento de los venidos
de fuera, no bastaría, para conservar la poblacion.
El gobierno está bien ent endido de la gravedad de
este nuevo peligro, y ha adoptado medidas enérgicas
para desterrar el insidioso destructor de vidas, y para
salvar del abandono y la ruina la mas bella ciudad de
la América española. En Octubre de 1881 celebró un
f:ontrato con Antonio Miel' y Célis por el cual este se
comprometió á formar una compañía con un capital
por lo ménos de $2,000,000, para llevar á efecto el
proyect o de Garay. Se concedió una subvencion
anual de $3 00,000, por el t érmino de 30 años-$9,-
000,000 por todo-donándose además á la compañía
todas las tierras de propiedad nacional que fuesen
desaguadas, así COlDO el valor del beneficio que reci-
biesen los t errenos de particulares, dejándose optar al
dueño por vender su t erreno á la compauía por el valor
en que fuese avaluado ántes elel desagüe, ó pagar por
la mejora despues, conforme al avalúo. Cuando esta
obra se concluya todo el valle quedará convertido en
t ierra fértil, con campos cubiertos de granos, verdes
pastos, y risueños jardines-el cuadro restaurado del
panorama que los admirados conquistadores españoles
f:o ntemplaron desde las alturas, en su primer a marcha
sobre la capital azteca.
El t ráfico interno ha sido hecho principalmente á
lomo de animales, pero con la mejora de los caminos
está. inclinándose á preferir los carros, en los lugares
donde no hay vias férreas. Las líneas mayores de
caminos atraviesan el país en difer entes direcciones,
poniendo á las capita+es ele los estados en comunicacion
co n la federal, y con los puertos principales. El cami-
llO entre Méjico y Veracruz es una obra admirable,
siendo la via principal, y ha costado mas de $3,000 ,-
000; y de igual solidez es el abierto últimamente entre
San Luis Potosí y el puerto mejorado de Tampico,
que promete ser un importante punto distribuidor.
L as lín eas de diligencias, introdueidas por hombres de
COl~REOS y BANCOS.

los Estados U nidos en 1827, han hecho rápidas las


comuuicaciones por t odas partes, mejorando tambien
el servicio postal. Este ha sido hasta fecha r eciente
irregular é inseguro, bajo los gobiernos despóticos y
variables, y cabe aún mayor adelanto y rebaja en el
porte. No fué hasta 1872 que se celebró una conven-
cion pORtal con la r epública del norte.

ORIZABA.

L os privileg ios otorgados al gremio del comercio en


la época colonial, y con feridos á, sus consulados, se les
confirmó hasta cierto punto á sus sucesores, los tribu-
nales de comercio, para ej ercer la jurisdiccion judicial
en las quiebras y otros casos, exceptuándose aquellos
en que quedase comprobado el fraud e. La nueva
constitucion ha abolido los fueros; pero el principio de
asociacion h a d~j ado buena semilla en los institutos,
tales como el colegio de corredores y las corporac iones
de agentes de negocios, con su t endencia al arbitraj e y
cooperacion. El sistema de seguros ha existido desde
el siglo 18, habiéndose formado una compaI'íía local ell
1789. Hanse establecido despues sucursales de las
compañías extranjel'as de seguros de vida y contra in-
cendio.
El primer llaneo nacional se fundó en 17 8:3 teniendo
INDUSTRIAS É INSTITUCIONES.

muy mal éxito. Tras otro esfuerzo infructuoso en


1830, se formó un establecimiento permanente siete
años despues, y tras este los extranjeros introdujeron
sucursales y oficinas principales, habiendo sido el pri-
mero en emitir papel el banco de Lóndres ubicado en
Méjico. U no de los mas benéficos de estos estableci-
mientos está relacionado con el :Montepío nacional que
ayuda á poner en circulacion y á popularizar los bille-
tes de banco. Las cajas de ahorros están propagán-
dose con buen éx.ito entre las masas.
Continüa la costumbre antig ua de t ener mercados
abiertos, comunmente en las plazas principales de las
poblaciones, así como ferias, en períodos determinados,
en ciertas poblaciones de nombradía histórica, tales
como Acapulco y Lagos, siendo esta la mas notable,
aunque el número de rivales ha aumentado. Los cen-
tros de comercio de mas probable desarrollo inmediato,
despues de la ciudad de Méjico, que por mal situada.
que se halle, en las marismas de un valle pobremente
regado, mantendrá siempre su prominencia, son: Gua-
dalajara, centro de un país ri co y populoso; San Luis
Potosí, que tiene conexiones favorables en el golfo ;
Aguascalientes; á la vez que en la costa del golfo es-
tán V eracruz, Minatitlan, Tuxpan, y Tampico; y en
el Pacífico, Acapulco, T ehuantepec, Manzanillo, Ma-
zatlan, y Guaymas serán siempre importantes.
Entre las medidas mas dignas de mencion para el
adelanto de Méjico, se cuentan los sistemas ferrocar-
rileros. U na débil agitacion se notó en esta direccion
en 1830, y aunque r estringida por simpatías en favor
de los arrieros, dióse principio á los trabajos en Vera-
cruz en 1842. Fué tan lento el progreso, sin embar-
go, que en 1865 solo habian construido ménos de una
docena de millas. D espues de esto, se volvió á co-
menzar el trabajo con mayor energía hasta 187 3 en
que se completó la línea de Orizaba á Méjico, distante
de V eracruz unas 264 millas, cuyo costo fué de $40,-
000,000. Esto hizo al pueblo de Méjico apreciar la
comunicacion rápida y fácil, y varios caminos cortos
FERROCARRILES.

y sin con ex ion se construyeron, en su mayor parte


tranvías, pero que eran de poca importancia.
Diaz reconoció el valor de un sistema regular, en
vista de la falta de rios navegables y de buenos cami-
nos, y previendo el impulso poderoso que unas cuantas
líneas matrices darían al comercio, hizo concesiones
para varios caminos, con subvenciones liberales de cosa
de $8,000 por kilómetro, siendo las de dos de ellas
algo mayores. Este auxilio se dió nominalmente á
los gobiernos de los estados, aunque los caminos pasa-
ban á manos de particulares. N o habia en ello espe-
ranzas exageradas de sacar utilidad, puesto que el
objeto era simplemente la apertura de caminos donde
la poblacion y los recursos del país parecian exigirla.
La primera de las líneas matrices, despues del fer-
rocarril de Veracruz, fué la del Central Mejicano, que
corre Lí través de la gran cordillera dorsal de la mesa,
desde Paso del Norte, en donde se conexiona con el
camino de Atchison, Topeka, y Santa Fé, y atrave-
sando Chihuahua, Durango, Aguascalientes, y Queré-
taro, llega á la capital, siendo su longitud de mas de
1,200 millas. Fué empezada en 1880 y concluida en
el término de cuatro años. La empresa tiene el dere-
cho de construir una línea interocéanica de San BIas
á Tampico, con sus ramales necesarios, que promete
ser no ménos importante.
La segunda línea, que es la N acional Mejicana, de
via angosta, fué proyectada ántes, aunque se empezó
despues de la otra. Corro desde Laredo en la frontera
de Tejas por el Saltillo en direccion á la capital. Han
atravesádose obstáculos que han dilatado el trabajo.
La tercera línea, la Internacional, está proyectada
desde Piedras al través de Coahuila á Zacatecas, y de
allí por Celaya á Méjico, con un ramal desde un punto
en Tamaulipas al Pacífico.
Hay una línea corta en operacion, desde Guaymas á
la frontera de Arizona. que se conexiona con el ferro-
carril del sur del Pacífico, y se proyecta una línea de
via anc-ha entre Piedras Negras y Topolobampo en el
638 INDUSTRI AS É INSTITU CIONES.

golfo de California, que puede considerarse como pa-


ralela á la otra. Está construyéndose una línea inter-
oceánica, enteramente dentro del territorio al través
del istmo de T ehuantepec, por donde tam bien pretende
el capitan Eads hacer un ferrocarril para trasportar
buques. La concesion que obtuvo el general Grant y
llevaba la mira de unir á V eracruz con Tehuantepec,
se consolidó bajo el título de "Mejicana del Sur," con
la línea oriental, proyectada á partir de Nuevo Laredo
en el Rio Grande para la capital, por un camino que
se dice ser 200 millas mas corto que ningun otro me-
dido hasta ahora. La concesion caducó, sin embargo,
ántes de que la compañía empezase los trabajos. Abrió-
se otra extension para el sur en 18 81, hasta Morelos,
para continuarse de allí hasta Acapulco. Se propone
unir todos estos t érminos del Pacífico por medio de
una línea gigantesca, la de la C osta del Pacífico, que
corra desde el Fuerte Yuma hasta la frontera guate-
malteca, y desde allí en el porvenir atravesando todo
el continente hasta Chile.
Varios de estos proyectos dormirán por muchos
años; pero ya está dado el impulso, y se agita viva y
saludablemente la idea de establecer ramales que no
puede ménos de ser benefi ciosa. En estos caminos
mas cortos están mas directamente inter esados los me-
jicanos, y el gobierno mismo construyó un camino en
1878 de Esperanza hasta Tehuacapa, con ménos costo
que las sumas de las subvenciones, y bajo un sistema
que es evid entemente bien adaptado para el país. Tales
experimentos no pueden elogiarse demasiado. La ex-
t ension de los ferrocarriles en 1880 ll e~aba á 1,052
millas, contra la mitad de esa cantidad durante la admi-
nistracÍon anterior.
Algunas de estas lí neas tal vez no correspondan
uesde luego á las exageradas esperanzas de los cons-
tructores, y hagan despertar un sentimiento r epulsivo
por alg un tiempo entre los proyectist as; pero el tiempo
se encargará de r emediar esto, desarrollando los recur-
F;O¡;:: del país y promovi endo el bien general. Ex.isten
TEÜ~GRAFOS. 639

temores de intervencion, por parte del gobierno de


Washington, en las cuestiones que puedan suscitarse
entre concesionarios de los E stados U nid os y la admi-
nistracion, con la mira de absorber algo de territorio,
pero son infundados. Si se buscara motivo para guerra
siempre podría h allarse en las diferencias inevitables
de la frontera. El aumento de comunicaciones pro-
penderá mas bien á promoyer la buena armonía, por-
que cada lazo adicional de comercio é industria entre
las naciones robustece el deseo de una paz no interrum-
pida. La march a del progreso es irresistible y recla-
ma el desarrollo del comercio.
Los t elégrafos han mas que g uardado el paso con
este adelanto. En un país cuya poblacion está tan
diseminada, este medio de comunicacion r equiere un
cuidado especial, y será de la mayor eficacia para
mantener la paz y la seguridad. Su importancia fué
reconocida desde muy atrás, y en 185 1 se estableció
la primera línea entre M éjico y Puebla; sin embargo,
solo hace poco que se impulsó el sistema con algun
vigor. En 1872 el número de kilómetros en construc ·
cion no pasaba de 7,800 kilóm etros, y ya en 1880 era
de 16,900. Hay cables que tienen á Méjico en comu-
nicacion con 10::; E stados U nidos y los países del sur.
Las reformas administrativas mas importantes de
Porfirio Diaz fueron las del r amo de hacienda, que
desde el principio del gobierno republicano habia ido
constantemente eayendo en mayor confusion, bajo las
administracciones corrompidas, débiles, é ineptas. Se-
gun lo organizó E spaña, despues de la conquista, esta-
ba resguardado poI' una serie de leyes que t endian á
promover la honradez y las aptitudes, y los empleados
se veian rodeados de restricciones para evitarles lazos
é influencias pelig rosas. La sabiduría de estas leyes
es incuestionable, aunque la distancia impedia su es-
tricta observancia. Vireyes celosos en el desempcl'í.o
de sus deberes aumentaron gradualmente las fuentes
de los ingresos, los cuales llegaron á fines del siglo diez
y ocho á cerca de $20,000,000 an ual p.~. Este aumento
640 INDUSTRIAS É INSTITU CIONES

fué especialmente grande durante los últimos años del


gobierno colonial, bajo un sistema de administracion
mas liberal y protector de la industria .Y del comercio,
que encontró la ganancia rebajando el tanto de los im-
puestos. Así la rebaja del quinto primitivo de los
metales tí 3 Y 11 %sobre oro y plata respectivamente,
hizo que se ocultase ménos, y que aumentase la pro-
duccion. El nocivo tributo que se ex igia exclusiva-
mente de los indios, fué r educido gradualment e del
tercio primitivo de ántes de la conquista, hasta quedar
e u cosa de dos pesos y cuarto al afío, y por último fué
abolido. Por otro lado, el impuesto de alcabalas fué
aumentado, del dos por ciento que fué desde el princi-
pio, á doble y triple del importe, produciendo en 1798
lilas de $2,760,000. El tabaco producia cerca de
:li3 ,000,000- formando el ven ero mas rico de ingresos
-porque las entradas directas de las aduanas de Vera-
cruz y Acapulco se dan solo en $-1GO ,OOO y $130,000
r espectivamente. Los diezmos y las bulas daban una
buena entrada, porque el gobierno se guardaba una
parte, al mismo tiempo que asignaba el resto á fin es
eclesiásticos y de benefi cencia. Las r entas de las dió-
cesis se dice haber sid0 seguramente de $12,000,000
anuales, incluyendo las obvenciones.
La guerra de independencia dió lugar ,1, repetidas
exacciones, en forma de préstamos forzosos y contribu-
ciones, á mas de los impuestos que por largo tiempo se
habian exigido en beneficio de la afligida corona espa-
üola. Cuando se estableció la república habia deudas
por mas de $75,000,000-de cuya suma mas de $40,-
000,000 estaban reconocidos. Se. introdujo el nueyo
sistema de centralizar los productos de la tesorería,
(lue con la ayuda de una oficina r evisora, tenia que
cobrar y distribuir los fondos directamente, ó por me-
dio de comisarios y oficiuas militares especiales. D es-
graciadamente, este método no se llevó nunca á debida
ej ccucion, y habiéndose hecho á un lado las leyes
sabias de España con sus contadurías para los difer en-
tes ramos, quedó la, tesorería al garete, á merced de los
CO::>AS FINANCIERAS 641

gobiernos que se cambiaban constantamente. Los


estados formaron sus propios ramos financieros, y con-
tribuyeron con sus contingentes como les pareció mas
conveniente. Hubo, sin embargo, rebajas violentas y
ruinosas, así como cambios para satisfacer el clamor
popular, que r ecaian en contra de las industrias y de
la misma infeliz administracion, cuando los déficits
hacian necesario imponer otras contribuciones ó prés-
tamos forzosos.
Este sistema vago y de ex perimentos fué la causa
principal de 108 pronunciamientos frecuentes y las
guerras civ iles, haciendo levantar á, un pueblo oprimi,
do y descontento lo mismo que i los desatendidos sol-
dados y ofi ciales, á quienei') se les t enia sin darles la
paga, ó con solo una parte de ella. Si bien las revolu-
ciones procuraban cierto alivio de mom ento á, una clase
ó faccion, serviap. co mo r egla para aumentar la carga
impuesta al pueblo, y daban márgen para nuevos
levantamientos. Tambien daban alas directa ó indi-
rectamente. al contrabando, que llegó á, adquirir inmen-
sas proporclOnes.
Hubo de r ecurrirse naturalmente á, préstamos en el
interior y en el extranj ero, fecundos estos últimos de
males sin cuento. Los $32,000,000 que se tomaron
prestados al empezar el gobiemo rerublicano, produj e-
ron al gobierno apénas $ 11 ,000,000, y sin embargo, ya
en 1841 montaba el empréstito, con intereses yatrasa-
dos, á $49,000,000. Lográronse algunas rebajas, con-
solidaciones y otros arreglos, pero el défi cit constante
obligó á desatender las asignaciones y otros compro-
misos. Esto vino finalm ente á parar en una interven-
cion en pro de los acreedores extranjeros, en que tomó
la parte mas notable la Francia, imponiendo el imperio
ele Maximiliano, que aumentó el pas ivo en mas de
$250,000,000. Aunque este aumento fué desconocido,
la república tuvo que pagar por el auxilio que se le dió
para asegurar su libertad, y en 1880 la deuda montaba
.t $145,000,000-de los cuales $40,000,000 representa-
ban la deuda interior consolidada, y $105,000 ,000 lo
YIDA nF. DIAZ. 41
642 INDUSTRIAS É INSTITUCIONES.

q'le se debia á t enedores extranjeros, principalmente


ingleses, cuya consolidacion ya se habia propuesto.
Toda esa desastrosa confusion ha desaparecido ante
. las medidas saludables y enérgicas del presidente Diaz,
como ya se deja dicho, planteando las economías y la
reorganizacion en todos los ramos, incluso el costoso
ejército, alentando la honradez, y tratando con severi-
dad el peculado, el contrabando, y demás fraudes con-
tra el erario, así como probgiendo sabiamente las
industrias y el comercio. A los dos años de estos
esfuerzos y economías ya se habia conseguido evitar
esos déficits y atrasos crónicos, y así mismo los intere-
ses sobre deudas é indemnizaciones, y hasta ciertos
préstamos fueron pagados con regularidad, llegándose
á t ener un sobrante siem pre listo para cubrir las nece-
sidades, promover mejoras pública~, y desarrollar los
recursos y prosperidad. Con este manejo, en el tér-
mino de seis años los ingresos habian subido desde
$16,000,000 y pico á mas de $34,0 00,000- segun la.
memoria de hacienda de 1883-10grándose esto sin
haber aumentado las cargas püblicas.
N o obstante, se habia sacado todo el partido posible
de las fuentes producti vas de ingresos, y en el siguien-
te año fiscal, 1883 á 1884, el ingreso se redujo á $28,-
284,928 habiendo sido lo presupuestado por el congreso
$3 0,713,998. Esto se logró con la observancia de
economía, cuya necesidad habia sido comprendida por
el ej ecutivo. Adoptáronse por consiguiente medidas
para ese efecto, entre las cuales puede mencionarse la
rebaja en las subvenciones asignadas á las compañías
ferro-carrileras por mas de $1,500,000. Pero este
retardo fué solo por corto ti empo, y la prosperidad que
va ensanchándose rápidam ente en la nacion la com-
prueba el presupuesto votado por el congreso para
1885 á 1886, que monta á $38,903,353. Las fuentes
de donde debia afluir est e ingreso eran en número de
31, siendo los principales los derechos de importacion
y exportacion, incluso el derecho de tonelaje que pagan
los buques :í razon de $2.5 los de vela, y $100 los
ASUNTOS DEL GOBI ERNO 643

de vapor tanto á su entrada como á su salida; los


derechos de tránsito i:>obre la madera extranj era; dere-
chos consulares; impuesto del timbre; lotería nacio-
nal; derechos de ensaye yacuüacion de oro y plata;
servicio postal y t elegráfico; multas; venta de tierras
públicas; ferro-carriles del gobierno, y producto de
los bonos de las compaüías ferro-carrileras que tien e el
gobierno ; rentas de bienes nacionales, y capitales de
diversas clases. Los gastos del gobierno se calcularon
como sigue: La legislatura $ 1,007,144; el ejecutivo
$49,251; el ramo judicial $432,393; la 'secretaría de
relaciones $4 18,763; la de gobernacion $3,441,616; la
de justicia $1,252,377; la de fomento $8,330,728; la
de Hacienda $11,832,645; y la de guerra $12, 138,-
436.
La iglesia ha ocupado en Méjico una posicion muy
prominente para el bien y para el mal. La cruz y la
espada marcharon mano á mano por la senda de la
conquista. Con frecuencia era el fraile el precursor, y
mas tarde el instrumento para afianzar la subyugacion,
imponiéndole al indio un yugo benigno aunque fu erte,
y formando en las misiones centros para colonias de
blancos, y barreras contra las tribus salvajes vecinas.
Las órdenes religiosas abrieron el camino para el
clero secular. La tarea se hizo con el tiempo desagra-
dable, porque llevaba consigo, como resultó, la renun-
cia de vastas posesiones y del pod er, y llegó á ser
necesaria una intervencion enérgica por parte del esta-
do para imponer la obediencia. El clero secular fué
á su turno restringido, ya por medio del patronato
real, que disponia de los beneficios eclesiásticos, ó ya
porque la corona se reservó la distribucion de los
ingresos procedentes de diezmos y bulas.
N o obstante, la iglesia se enriquecia con obvencio-
nes, regalos, y acrecentamiento de valores, hasta que
se vino á calcular que sus propiedades equivalían á la
mitad de la riqueza total del país en bienes raíces.
Las rentas de las nueve diócesis y la de Chiapas, á la
conclusion del siglo 18, se han computado positiva-
64.! INDUSTRIAS É INSTITUCIONES.

mente en unos $13,000,000 anuales, de los cuales cerca


de la tercera parte le tocaba al arzobispo, aunque los
informes oficiales no confesaban sino una mínima suma.
El poder del clero lo a poyaban tambien un gran nú-
mero de privilegios, siendo los mas notables el estar
::;uj eto únicamente á la jurisdiccion de los tribunales
eclesiásticos, la influencia que ej ercia en el confesiona-
rio, y las armas t erribles que t enia la inquisicion en
las salas del tormento.

ARMAS DE LA CIUDAD nF. OAJA CA.

Con el advenimiento del r epublicanismo, la iglesia


::;e dió á sí misma un fuert e golpe, por su actitud tan
pronunciada en favor de E spaña, sostenida por una
encíclica del Vaticano. D e ahí se despertó una gran
hostilidad que minoró la influencia del clero junto con
la del papa. Hubo una reaccion momentánea que
provino del movimiento para hacerse los criollos de
los beneficios' eclesiásticos, de los cuales el suspicaz
elemento español no les h abia asignado hasta entónces
sino una mezquina parte. La corrupcion de que esta-
LA IGLESIA

ban llenas las filas republicanas se extendió al clero.


Miembros indignos de la sociedad que miraban solo
por sus propios intereses lograron apoderarse de los
puestos princ!pales, y daftar á la carrera eclesiástica
con su conducta avara y sensual, y con arrastrarla mas
y mas al terreno de la política, para que fuese vejada
y ridiculizada por la prensa libre, y abofeteada por las
indecorosas facciones radicales.
El resultado fué una det erminacion creciente de
parte del pueblo de restringir los privilegios abusivos
por medio de la tolerancia, retirándole al clero su pre-
dominio sobre la educacion que hasta entónces habia
disfrutado, subordinándolo al gobierno, y poniéndole
trabas al incremento de su mal empl eada riqueza.
Las órdenes religiosas, restringidas por la constitucion
española de 1812 que suprimió el inicuo santo oficio,
fueron las primeras que sufrieron. Su imponente
número, en el cual figuraban los franciscanos ('on 15 8
misiones en 17 89, los domínicos que ej ercían una influ-
encia absoluta en provincias como Oajaea y Chiapas,
los agustinos y otros, habia quedado reducido en la
tercera década del siglo presente, desde 7,000 á 8, 000
que era, á escasamente 1,700: de las ménos num erosas
monjas ya solo habia 1,9 00. En 1834 fueron secula-
rizadas las misiones, y sus riquezas absorbidas gra-
dualmente por sus corrompidos administradores. Se
p~ede decir con certeza que ya de poco ó nada ser-
vlan.
Si á los frailes les faltó la fuerza para resistir, no
sueedió lo mismo con el clero secular. Valiéndose de
la influencia que tenia sobre una gran parte de las
masas, del confesionario, y de su riqueza, se hizo de
partidarios en las filas políticas y militares para soste-
ner su causa; y finalmente se afilió abiertamente en la
revolucion, de lo que r esultó que vino á ser presa á la
vez de amigos y enemigo:;;, pues los primeros se apro-
vechaban de sus recursos con el pret esto de ser sus
defensores, y los otros pOl' considerarlos como despo-
jos de guerra. Al fin los exasperados liberales le di e-
ü4ti l N lJU:;1'lUA::; E l NSTITUUlONE:;.

ron un golpe de muerte con la constitucion de 1857,


que concedió libertad absoluta á la educacion y á la
prensa, subordinó la iglesia al estado, desconoció la
religion católica apostólica romana como la r eligion de
estado, y di6 mayor fuerza á las famosas ley es de J ua-
r ez y L erdo que abolieron el importante fuero de tribu-
nales, y el derecho de poseer bienes raices; destruyendo
así del todo y desde la raiz misma el medio que servia
para ej ercer la influencia política y la intriga. Final-
mente, se apeló á la confiscacion para apresurar el
g·olpe ; el est ado se apropi ó la mayor parte de los diez-
mos, y las obvenciones fueron disminuidas ; quedó
decretada la t olerancia ; se h izo la separacioll de la
iglesia y el est ado, y el matrimonio fué declarado COll-
t rat o civil. L os pocos fioa iles que aún qu edaban y las
lllonjas fueron exclaustrados, asig nándose una dotacion
ó estipendio suficiente para el sost en de los miembros
dignos y m erecedor es. El importe de la pena pecu-
niaria por sí sola qu eda indicada co n decir que en
185 9, despues de muchas v icisit udes, la iglesia. t oda-
vía poseia propiedades avalua das en cer ca de $200,-
000,000, fuera de los edificios d estinados al culto, y los
diezmos por valor de $ 9,000, 000, y obvenciones que
representaban alg ullos millones mas.
L arga y sangrienta fué la luch a final para conseguir
est e r esultado, invocando el clero auxilio extranjero y
un imperio e n su desesperacion. Fué esa una época
J e purificacion para el estad o, y lo mismo para la igle-
sia. L a tolerancia t ambien tuvo qu e sost en er su lucha
;tntes de que la supersticion se diese por vencida. Ya
on el dia t odas las cr eencias r sociedades está n libres
de persecuciones; á los masones se les ve observar sus
ritos, y pr osperan los libres pen sador es.
Entre los esfuerzos mod ern os mas admirables puede
contarse el celo pat ernal de la iglesia y del estado en
favor de la educacion del pueblo, como el medio mas
esencial para un adela nto seg uro. La buena semilla
fué plantada desde muy atrás en M éjico. Los prime-
ros fra iles se apresuraron á iniciar á los indios en un
IDEA:'; LIBERALES. 647

campo vasto de conocimientos y con felices r esultados,


tan marcados, en verdad, que sorprendió á los conquis-
tadores por el contraste con ellos mismos. Se dejó oir
el grito de que esta elevacion de siervos ó salvaj es era
peligrosa á los intereses futuros, así de la corona como
de los enseñoreados colonos. Por eso se restringió 1<1
educacion con el pleno asentimiento de los frailes y del
clero en general. Lo cierto es que aquellos empeza-
ron á predicar desde luego en contra de la instruccion,
como inútil y causa de males. El virey Branciforte
declaró ya en 1795 que con el catecismo bastaba, y así
se privó de la educacion ú, ochenta ó noventa por ciento
de la poblacion.
Esto no tocaba á las clases acaudaladas. L a dis-
tincion de clase empezó á influir en los hijos de los
que se dedicaban· á las empresas comerciales ó indus-
triales, por cuyo medio la mayor parte de los padres
lograron adquirir su prominencia. Su ambicion era la
iglesia, el foro, y algun puesto público, á ménos que
prefiriesen vivir de sus rentas en la holgazanería. El
resultado fué el establecimiento, desde los primeros
dias, de los colegios; y en 1553 se fundó una universi-
dad que al principio del siglo actual contaba ya veinte
y cuatro cátedras. Las escuelas estaban bajo la direc-
cion del clero, sin embargo, y así los discípulos se
veian reducidos á un curso de escolasticismo anticuado,
que continuó vigente hasta casi la terminacion del ré-
gimen colonial. L as matemáticas merecieron PoC?
atencion, las ciencias y las lenguas modernas queda-
ron sin estímulo, y la literatu ra elegante se vió desai
rada. Ni los jesuitas con sus métodos superiores
pudieron contrarestar esta tendencia. A los colonos
ménos ricos los estimulaban tambien las distincion es
de clases, para mantenerse en una posicion elevada
sobre las masas ignorantes, y lograron efectivamente
colocarse en un nivel algo mas elevado que el de la
capa correspondiente en la península.
Rácia fines del siglo el r e nacimiento de las ideas en
Espa.ña tuvo eco aquende el Atlántico, dando ,1. cono-
648 INDUSTRIAS É INSTITUCIONES.

cer las ideas modernas y las teorías científicas, é im-


pulsando al gobierno á ordenar el establecimiento de
escuelas para las masas; pero las clases superiores
lograron hacer fracasar esto como lo habian h echo ya
con otras disposiciones bien intencionadas. Muchas
provincias, no t eniendo facilidades para la instruccion
superior, mandaban sus hijos á M éjico; pero este cen-
tro de la cultura en la parte set entrional del continente
español t enia en 1790 solamente algo mas de 600
alumnos en ¡:¡us ocho colegios. Debemos tomar en
cuenta, sin embargo, que un gran número de jóvenes
iban á hacer sus estudios en España.
L a lucha por la independencia detuvo la marcha del
progreso y la declinacion del clero, así como los ata-
ques que se dieron á las dotaciones t endieron á soste-
ner este estado de cosas. Sin embargo, vino un
impulso mas tarde para elevar las clases pobres, y se
miraron con favor el método lancast eriano y otros Ya-
rios; pero la discordia continua, los cambios de admi-
nistracion, y la falta de fondos retardaron la buena
obra. Con el r einado de la nu eva constitucion "illo
gradualmente ü. adoptarse la educacion obligatori a en
casi todos los estados, aunque llO eOIl el rigor necesario
para vencer la desidi a general y la condescendencia de
los padres. Luego habia tal vez demasiada irregu-
laridad de método, y cierta tendencia en las escuelas
primarias á enseñar ramos pertenecientes á grados mas
elevados, y esto sin la preparacion necesaria. Ade-
más, todo el empellO se dirige ..t ej ercitar la memoria
mas bien que la percepcion, descuidándose la gimnasia
por completo. La separacion de los sexos, debido á
consideraciones sociales y climatéricas, impide el ade-
lanto de las llifí as, no bastando t ampoco el n1ll11ero de
establecimientos dedicados á su enseI'íanza.
Las escuelas superiores, en lo general, participan de
la confusion que se nota en las primarias, abrazando
divisiones introductorias y quedándose muy atrás de
su objeto ostensible, por los esfuerzos mal dirigidos en
unos casos, y en otros por la insufi ciencia é ineptitud
EDUCACION.

Je los maestros. La universidad fué de hecho supri-


mida en 1833, y definitivamente en 1865, en favor de
los colegios profesionales, entre los cuales el de juris-
prudencia es el mas popular, y el de medicina el de
mas reputacion. H ay t ambien colegios de ingeni ería,
agricultura, y artes, todos los cuales llenan mas 6 mé-
nos el obj eto de su instituto. En los estados mineros
se ha dado, y se continúa prestando atencion especial
al estudio de la ingeniería, y en los colegios de A guas-
calientes, Guanajuato, .Talisco, Oajaca, San Luis Po-
tosi y Zacat ecas hay profesores en este ramo de
educacion, asi como en M éjico y en el distrito federal.
El conservatorio de música figura entre los institutos
subvencionados, y con una asistencia del bello sexo de
cuarenta por ciento. En las escuelas de artes y ofi-
cios, principalment e las de los pobres, hay gran asis-
tencia.
En 1875 el número de colegios para hombres era de
54 en toda la república. De estos, el distrito federal
contaba doce; V eracruz ci neo ; Jalisco y Y ucatan cua-
tro cada uno; Guanajuato, Puebla, y Sinaloa tres cada
uno; y Campeche dos. Todos los estados restantes
sostenian un colegio, exceptuando solo el de Tlaxcala
que como el territorio de la Baja California no tenia
ninguno. L os estudios que se siguen varian en los
diferentes colegios, pero en todos ellos se da la instruc-
cion primaria. T omándolos colectivamente, se ense-
fían todos los ramos útiles para las carreras profesio-
nales y mecánicas, las ciencias náuti ca y militar, junto
con el comercio, la agricult ura y demás industrias.
En la fecha arriba citada, el número total de alumnos
que ocupaban los bancos en esos colegios era de 9,337.
Habia, tambien, veinte y cuatro seminarios eclesiásti-
cos á que asistian 3,8 00 alumnos. P ero el número de
planteles para la educacion de sel'íoras no pasaba de
quince en ese tiempo, y estaban situados en Durango,
Guanajuato, Jalisco, Oajaca, Sinaloa-que sostenia
uno particular -Veracruz, Y ucatan, y el di strito fede-
ral. V eracruz y el distrito federal p()seian cada UIl O
650 INDUSTRIAS Jt INSTITU CIONES.

cuatro. La totalidad de alumnos en esos colegios era


de 2,3 00. Los conventos y otros edificios eclesiásticos
se aprovechan para escuelas.
La escasez de poblacion, la impolítica condescenden-
cia, y el número sumamente limitado de maestros mal
pagados, siguieron nulificando las leyes dictadas en
favor de la instruceion pública; asi es, que en 1875
solo una quinta parte de la poblacion de la edad para
asistir á las escuelas, recibía instru ccion primaria.
Las últimas causas llamaron con especialidad la aten-
cion del presidente Diaz qui en di ó mayor importancia
,í, las escuelas normales; tanto tiempo abandonadas;
despertó la emulacion en los maestros con sueldos
remunerativos y mas elevada posicion, promoviendo
al mismo ti empo que se ocuparan señoras en est e vasto
campo, tan á propósito para ellas por las cualidades
que las caracterizan. L a falta de escuelas normales
en Méjico ahora diez años la patentiza el hecho de que
existían solo ocho en t oda la r epública, concretadas á
cinco estados, á saber: Durango que poseia una aca-
demia normal; Guanajuato dos escuelas normales, una
para cada sexo; Nuevo L eon, una; San Luís Potosí
y Sonora cada cual dos, una para cada sexo. Habia
tambien una escuela superior para muj eres en el dis-
trito federal, que puede ser considerada eomo escuela
normal, puesto que alg unas se r ecibieron en ella de
maestras. Tambien trató de hacer efectivas las leyes
compulsorias logra,ndo el objeto, porque los niños meji-
canos dan siempre buenas esperanzas especialmente
los mestizos, y con ejemplos brillantes como J uarez, y
_·\Jtamirano-contándose est e último entre los mas
prominent es literatos del país-hay buenos fundam en-
tos para esperar que en los indios se r ealicen las espe-
ranzas que tanto g ust o dieron á: sus primeros maestros,
los frail es, y que excitaro n los r ecelos de los conquis-
tadores. N o falta sino el estímulo para vencer la
indolencia que en la época mas crítica de la vida en
Méj ico suplanta á, la docilidad, .Y tolera que una impa-
LAS E"CU ELA:';. ti51

ciencia petulante desatienda la importancia de una


instruccion completa.
Cuan grande ha sido el progreso de la educacion en
Méjico bajo el impulso dado por Diaz, se comprenderá
desde luego, comparando las condiciones que existian
en el año arriba citado con las obtenidas en 1884. En
1875 habia en toda la república 5,843 escuelas prima-
rias públicas, sost enidas 603 por el gobierno federal y
por los de los e;:;tados, y 5,240 por las municipalidades.
Habia, además, 2,260 escuelas particulares de la mis-
ma clase, é inclusas 117 sostenidas por el clero católico,
tenemos la totalidad de 8, 103. La asistencia á estas
escuelas era de 349,000. En 1884 habia por lo ménos
8, 586 escuelas primarias, de las cuales 2,116 eran para
niñas. L a asistencia era de 441,45 3, de cuyo número
115,147 eran niñas. Aparte de estas escuelas prima-
rias, existian 134 establecimientos públicos de alto
grado y aolegios-estando representado Veracruz por
no ménos que trece colegios-á. los que asistian 14,-
498 hombres y 2,400 niñas. Compare el lector estos
guarismos con los correspondientes al año de 1875,
segun se dan en el párrafo precedente, y aunque inclu-
ya los seminarios eclesiásticos, el número de estudiantes
en los colegios públicos en 1884 excede al total de los
de 1875. i Qué mayor prueba del adelanto habido,
puede darse que la de que en el año fiscal de 1883-84
el gobierno gastó $353,080, en la instruccion pública y
sus ramos anexos, y que la suma asignada para el mis-
mo objeto en el de 1885 á 1886 fué de $701,420?
A pesar de las mezclas de razas el idioma español
ha conservado su pureza á un grado notable con muy
pocas innovaciones y americanis?nos. La causa esM
en parte en la COll:;tante afluencia de las Castillas, du-
rante la época de la organizacion, de hombres que
dirigieron el pensamient o y la sociedad. Consiste
tambien en el carácter puntilloso del pueblo, y en la
índole de la lengua, cuyas dos circunstancias son favo-
rables á la educacion.
CAPÍTULO XXVII.
ANTI G ÜEDADES J\I EJI CA N AS.

LAs C ASAS GRANDES - R UIN AS DE LA QUEMADA - FORTIFICACIONES ANTI-


GUAS EN QU ERÉTARO - RELIQU I AS EN TuLA - VERACRUZ - PmÁMIDES
DEL S OL y DE L A L UNA- LA COLINA DE FLORES- RuINAS EN O AJACA
-EL M ON T E ALBAN- MITLA "EL LUGAR DE LAS T UMBAS " - UNA FOR-
TALEZA PODEROSA - OBRAS DE DEFE NSA PARA T EHUANTEPEC - REGION
NO ExpLonADA-EL P ALACIO-CUATRO TEM PLOS CÉLEBRES- YUCATA N
- RUINAS DE UXMAL - CASA DEL GOBERNADOR - EL MONJERlO-CUA-
TRO H ERMOSAS F ACllADAS - CIUDADES :MAYAS AB ANDONADAS.

El desarrollo de los ferrocarriles en M éjico ha abier-


to un pais nuevo á. las demás naciones. Hasta hace
muy pocos años los medios para viajar eran tan limi-
tados, las penalidades del viaje al interior tan r ecias, y
los gastos tan crecidos, que pocos de los que iban á la
r epública mejicana visitaban mas que la capital y
alg unas de las grandes ciudades. P ero ahora es de
esperarse que ántes de que pasen muchos años se verá
al turista, al especulador y al viajero científico en los
distritos r emotos que hasta h oy no h an sido frecuenta-
dos por extranj eros, pudiendo asegurarse que con ma-
yores oportunidades se dedicará mayor at encion al
estudio de las r uinas antig uas esparcidas por todo el
país de norte á sur, r eposando en las montañas pedre-
gosas, ú ocultas en los espesos bosques.
En la region set entrional de la república los restos
antiguos son de un carácter m as tosco que los que se
encuentran en el sur ; y por la naturaleza de los luga-
res donde se hallan, y las formas de construccion de
que dan la clave, muestran palpablement e ser r eliquias
de poblaciones de poca ext8nsion y fu erza, y cuyo pri-
(ti;):! )
RUINAS DEL NORTE. ti53

roer cuidado era la defensa. L as ruinas mas al norte


en Méjico, bajo sus dimensiones r educidas desde que
España ej er ció la dominacion sobre el país, son las
Casas Grandes, situadas en la sierra noroest e de Chi-
huahua, y construidas mucho ánt es de la venida de los
españoles. E st e célebre grupo de ruinas presenta
paredes paradas desde 5 hasta 30 piés de altura sobre
los montones de escombros, y en algunas partes tienen
ti54 ANTIUUEDADES MEJICANAS.

cinco piés de espesor. El material empleado en su


construccion es el adobe; las obras son en su carácter
y diseño por el mismo estilo de las que se encuentran
en Nuevo Méjico y Arizona, y fueron hechas por el
mismo pueblo. Aunque no puede precisarse la época
en que estuvieron ocupadas por sus habitantes semi-
civilizados, su antigüedad es grande, pues que ya esta-
ban en ruinas cuando las visitaron los españoles la
prImera vez.
El edificio mayor en este grupo era de 800 piés de
largo por 250 de ancho como lo indican los restos.
Su plano era rectangular, y construido en terrados
sucesivos; el mas alto, que era tambien el mas interior,
tenia probablemente seis ó siete pisos, puesto que exis-
t en r estos de paredes interiores que miden 50 piés de
altura, calculada desde el verdadero nivel del piso.
En las ruinas de esta clase no se encuentran muestras
de ritos r eligiosos.
Ent: e los indios llamados Pueblos, existe la creen-
cia general, aunque sin fundam ento alguno, que todos
son hijos de Montezuma, y hay una tradicion vigente
al efecto que donde qui era que aquel potentado se de-
t enia en sus viaj es para pernoctar, construia una casa
en una hora, y plantaba maíz en la noche, que se halla-
ba listo para cosecharse en la mañana siguiente.
S egun va aproximá.ndose el v iajero hácia el sur
observa que los r estos de obras exclusivamente de
defensa desaparecen g radualmente, y ceden el puesto
¡Í, otras, no solo diferentes en estilo y cadcter, sino
tambi en de mucha mayor antigüedad. En vez de las
par edes sencillas y planas de los antiguos edificios de
los indios pueblos, cuya entrada era solo accesible por
escaleras llevadas sucesivamente de t errado en terrado ;
empiezan á notarse pir:üniJes y ruinas de edificios con
pilastras; la guerra, y la r eligion yacen lado á lado, y
obras defensivas r odean tí los edificios dedicados á las
solemnidades y ritos de un culto rico en ceremonias.
A l entrar al centro de M éjico se encuentran los restos
de vastas ciudades, donde habia palacios adornados
l'IUDADES AH,RUINADAS. 055

con obras de escultura, de los monarcas toltecas, que


sobresalian de entre millas de calle~ transitadas por la
muchedumbre, miéntras que los t emplos en la cimas
de los edificios piramidales-monum entos imponentes
de un antiguo sacerdocio- se elevaban á gran altura
sobre las capitales populosas. Mas vastas son t odavía
las ruinas mas al sur en Oajaca, Chiapas y Y ucat an.
Pero todas dan igualmente idea de una civilizacion
mas adelantada, y de un conocimiento de las artes y
de las ciencias muy superior al que alcanzaron los
aztecas.
Las ruinas mas marcadas é importantes en la region
del norte son las conocidas por el nombre de los edifi-
cios de la Quemada en Zacatecas, y situadas en un
cerro como 30 millas al sur de la capital de aquel esta-
do. Poco se sabia de ellas hasta 18 26 cuando las
visitó el capitan G. F. L yon, quien publicó una des-
cripcion detallada. En 183 1 un ingeniero minero ale-
man, llamado B erghes, hizo el reconocimiento de las
ruinas para el gobernador García, y preparó un plano
det~llado de las obras, del cual se inserta aquí una
COpla.
En estas ruinas extensas se encuentran anchas azo-
teas de piedra y amplios canales, edificios dilapidados,
pirámides gastadas por el tiempo, y columnas inmensas
de 17 piés de circunferencia por 18 piés de alto. Pa-
redes macizas t ambien de varias dimellsiones se levan-
tan de entre las ruinas, algunas de ellas de 9 á 12 piés
de altura y del mismo espesor; otras de 18 piés de alto
y ocho piés de grueso, y una-compuesta de dos
estructuras juntas lado con lado-de 21 piés de grueso
y altura. Estos monumentos por su macizez y exten-
sion hablan de un pueblo poderoso y adelantado, y lo
que los hace especialmente interesantes es que no
muestran analogía con las ruinas mas al norte, ni con
muchas de las del sur. E n su carácter de construc-
cion y diseño presentan tipos que no se notan en
otras partes, y es notable que en edificios construidos
evidentemente para objetos religiosos ]lO se hayan des-
65ü .·\ NTll: ÜKOAO¡'::S ;\lE.11 CAN AS.

cubierto ídolos. I g ualmente se nota la ausencia de


obj etos de barro, útiles, y armas. En este y otros res-
pectos las ruinas de la Quemada presentan un fuerte
contraste con t odas las demás de M éj ico. N o quedan
t radiciones referent es ¡í ellas. En la página 198 el
lector encontrará una htmina de una parte de estos
restos.
GRUPOS DEL CENTlW.

En el estado de Querétaro se sabe que hay tres


grupos de antigüedades. En una elevacion natural en
Pueblita, pocas millas al sur de la ciudad, se encuen-
tran los cimientos de un gran edificio rectangular, al
este y oeste del cual hay otros dos mas pequeños.
Asegúrase que á fines del siglo diez Y ocho se llevaron
muchos ídolos y fragmentos de escultura, pedestales, y
otros objetos que habia entre esas ruinas. Sobre la
misma altura se hallaba una pirámide artificial que
tenia la forma de un pan de azúcar, y estaba construi-
da alternativamente con capas de piedras sueltas y
barro. A cosa de 40 ó 50 millas al nordeste de Queré-
taro, en la Sierra de las Canoas, hay un cerro pendiente,
conocido por cerro de la ciudad, que lo ocupan anti-
guas fortificacion es de piedra, habiendo allí por lo mé-
nos 45 obras de defensa, incluso un pare don de 40 piés
de altura, 'y una plataforma rectangular con 5,000 piés
cuadrados de área. Como á dos leguas al noroeste de
estas ruinas está el pequeño valle de Ranas, y en las
colinas que lo circundan hay vestigios de pobladores
antiguos. En una cumbre se ve una obra piramidal
de 65 piés cuadrados en la base, y se asciende á ella
por cuatro escaler!ts que conducen á la cúspide. Cerca
de ella existe una sepultura en forma de cerro, y en
ella se encontró un esqueleto con un poco de loza y
algunos abalorios. Se ven restos de fortificaciones en
.!os peñascos que' dominan el valle, y su gran antigüe-
dad la hacen evidente los r estos que se han hallado de
encinas enormes que vivieron y murieron entre esas
ruinas, sucediéndolas otras que han nacido de sus des-
truidos troncos.
En Tula de Hidalgo- Tollan, la antigua capital de
los toltecas- habia en el tiempo de la conquista exten-
sas ruinas, y se han desenterrado en los últimos años
muchas reliquias inter esantes, varias de las cuales las
hizo conocer García Cubas, quien visitó á Tula en
1873, é hizo exploraciones en sus contornos. En su
trabajo titulado Ruinas de la Antigua Tollan da una
lista de las antigüedad es descubiertas, entre las cuales
V I0 A OF. DIAz. 4?
ANTIGUEDADES MEJICANAS.

son de mencionarse un zodiaco, y un geroglífico que


está actualmente en el dintel de la entrada principal á
la gran iglesia de Tula, y en la puerta de la misma
una hermosa fuente, que se usa ahora para adminis-
trar el bautismo. En la plaza de la poblacion se ven

CoLUMNAS- TULA.

restos de colosales columnas esculpidas; tres fragmen-


tos de una de ellas son interesantes, especialmente por-
que presentan un modo de unir de aquellos aborígenes
que no se encuentra en ninguna otra parte de Améri-
ca; esto es, el de introducir una espiga redonda de
una parte en un aguj ero muy aj ustado de la parte-
sig uiente.
Pasando al estado de V eracruz, el viajero encon-
trará huellas innumerables de su poblacion primitiva.
Casi á cada paso la tierra r emovida revelará pedazos
de objetos de obsidiana. y de vasijas de barro quebra-
das. V ense restos de largas líneas de fortificacion
que se extienden de norte á sur, desde Pánuco hasta
el istmo de Tehuantepec. En Metlaltoyuca, Tusapan,
Mapilca, Papantla, Misantla, Huatusco, y muchos
otros lugares se encuentran sepulturas, ruinas de pirá-
mides y edificios, piedras labradas de tamaño enonne,
PUENTE N AGIONAL. 659

y fragmentos de fuertes obras de defensa. E.efiero al


lector á las láminas de las páginas 206, 365, Y 482 que
dán ilustraciones de r estos existentes en Papantla,
Huatusco, y Tusapan, r espectivamente. U na pequeña
porcion triangular del estado, incluida por los caminos
principales de Veracruz á Jalapa y Orizaba, y una
línea tirada entre esta última y Perote, está material-
mente cubierta de fragmentos d e los aborígenes. En
esta área hay un laberinto de ruinas, entre las cuales
debe mencionarse la muy curiosa pirámide que existe
en las inmediaciones del Puente Nacional, de la cual

PIRÁMIDE C ERCA DEL P UENTE N ACIONAL.

se presenta un plano icnográfi co en la lámina ; y las


extensas obras de Centla, cerca de Huatusco. Toda
esta region, por pobre que fuese el t erreno estaba cul-
tivado por los antiguos m oradores; los declives estaban
formados en t errados por medio de paredes paralelas
de piedra, que seguian tod as las variaciones de la su-
perficie, construidas evidentemente para evitar que las
fuertes lluvias se llevaran la tierra. Los t errados
varian en anchura, desde una hasta doce varas. Al
sur de este triángulo el t erritorio del estado es poco
conocido, pero en u nas pocas ex ploraciones se han h e-
660 ANTIGUBDADBS MEJICANAS.

cllo descubrimientos, hallándose las ruinas de una ciu-


dad de los primitivos habitantes en Caxapa, entre el
volcan de Tuxtla y la costa.
El valle de Méjico es rico en antigüedades. Como
a 30 millas al norte de la capital están las ruinas de
Teotihuacan, "ciudad de los dioses." Aquí se ven las
pirámides del sol y la luna, el camino de los muertos,
la Ciudadela, y numerosos monumentos. La base de
la pirámide del sol tiene 735 piés de largo de este á
oeste, y su altura es de 20 3 piés Desde su cúspide

PLA N !)E T ROTIH UACAN.

puede distinguirse con facilidad el perfil de las ruinas


en contorno, pero el arado pasa ahora por sobre los
cimientos de la que fué en un tiempo una ciudad popu-
losa, que t enia 20 millas en circunferencia, y el sitio
que ocupa.ba se halla en el dia cubierto de maizales.
La pirámide de la Luna es de menores dimensiones,
'l'.IWTIHUACAN. 661

teniendo ~u base 426 piés de norte á sur, y 511 piés


de est e á oeste; su altura es de 137 piés. Estas pirá-
mides distan como media milla una de otra. El cami-
no de los muertos lo señalan dos líneas paralelas de
sepulturas, que se exti enden desde la pirámide de la
Luna hasta el rio que corre como á media milla al sur
de la pirámide del Sol. La calle formad a por estos
monumentos es de 250 piés de ancho. Al sur del rio
están las ruinas del T excalpa ó Ci ud adela, un espacio
cerrado cuadrangular de 984 piés cuadrados, segun
Linares, y que W n.ddy Thornpson llama la plaza pú-
blica, de 20 acres, con un edificio de piedra en el cen-
tro. L os bancos de tierra que lo encierran son de 262
piés de espesor por 33 piés de altura, excepto por el
oeste donde solo tienen 16 piés de alto. Cantidades
inmensas de cabezas de bano, ó de tierra, grotescas ele
facciones y diseño, así como de fragm entos de vasijas
de barro han sido, y continúan siendo desenterradas
po~ el arado, en la parte del llano al rededor de estas
rumas.
Ober notó que se levantan dos grandes picos en la
cordillera distante de cerros que lo rodean, un o exac-
tamente al sur, y el otro al nOl-te, y que una línea tira-
da de la cúspide de una de las pirámides á la de la
otra pasa exact amente sobre los ápices de los dos picos.
La única figura labrada que se ve en esta ti erra clásica
es una cabeza colosal monolítica, cubierta de muchos
adornos. Su puesto original se dice haber sido la
pirámide de la Luna, desde la cual la hicieron rodar
los sacerdotes destructores de ídolos que vinieron con
los conquistadores españoles. El t erreno en que se
hundió f'ué limpiado en derredor de ella por órden de
Maximiliano, para que se pudiera ver toda la piedra
que tiene de ocho á diez piés ele altura.
En T excoco, antig ua rival de Méjico, quedan mu-
chas reliquias interesantes que tienen \'isos de arqui-
tectura de los aborígenes. Dondequi era que se hacen
excavaciones, aparecen fragmentos de material de
eonstruccion, y en las paredes de la ciudad moderna se
(jü2 ANTIGÜEDADE::> ME.JlL'ANA8.

ven á menudo trozos de piedra labrados que entraron


en la construccion de la antigua. P ero las ruinas mas
hermosas en esta parte de M éj ico están sobre una co-
lina cónica en Xochicalco, "el cerro de las flores," como
7 5 millas al sur de la capital. La primera noticia de
estas ruinas la publicó en 1791 A lzate y Ramirez,
quien las habia visitado en 1777; per o mas tarde salió
tÍ luz una descripcion mas co mpleta, por haberse hecho
una exploracion en 1835 de órden del gobierno. Se
han descubierto en el cerro galerías y habitaciones
subterráneas, y en su cumbre se hallan los restos de
una pirámide que fué de bellísima escultura en algun
tiempo, y construida de grand es trozos de granito ó
pórfid o, algunos de los cuales era n de once piés de
largo por tl'es de alto, y habian sido traidos allí de
unas canteras muy dista ntes. S egun lo que r efieren
los habitantes de las cen:a nías, esta pirámide consistia
originalmente de cinco t errados, qu e estaban aún en
pié el año de 17 55, dándole al edifi cio unos sesenta y
cinco piés de altma. El vandalismo ha dejado aquí
sus huellas. L as piedras se las han llevado los pro-
pietarios de los inge nios vecinos para emplearlas en la
construccion de sus lIOrnas. Toda la superfi cie de ese
cerro estaba en un tiempo cubierta con obras de pie-
dra. L os terrados y plataformas, los parapetos, y las
indicaciones de baluartes, demuestra n que sus cons-
tructores llevaban p OI' mira la defensa del país; ade-
más, al cerro se le dió probabl emente cierta forma
artificial. L as ruinas de Xochicalco t ienen una ligera
semejanza con laJo; escult uras mayas de Centro Améri.
ca, y tambien tal "el, con las esculturas aztecas; pero
tomadas en el conj uuto son únicas. Puede verse en
]a págill a 98 una llluestra el e la obra de escultura.
Presentan contrastes muy marcados con Copan, U x-
mal, Palenque, Mitla, y T eotihuacan; y aunque la
tradicion de los naturales las hace r emontar á un a
época ant erior á los aztecas, no es improbable que
la pirámide haya sido levanta.da por los nahúas des-
pues de la venida de los aztecas. N o deja de haber,
PIRÁMIDE DE CHOLULA. 663

sin embargo, alguna posibilidad de que sean mas anti-


guas, y de que tuvieran parte los mayas en su cons-
truccion.
Habiendo salido del est ado de M éjico para em-
prend er nuestra jornada errante h ácia el sur, nos
encontramos, como á 10 millas al oest e de la ciudad de
Puebla, con la r enombrada pirámide de Cholula, mo-
numento de la raza t olteca, con su base original de
1,440 piés cuadrados, que cubre un área de 47 acres.
Su figura en la actualidad es la de una colina natural
de forma cónica, en cuya cumbre hay una iglesia por
el estilo moderno español. E n su estado primitivo
consistia de cuatro t errados concéntricos que se eleva-

T ROZO E SCULPIDO QUE SE H ALLÓ EK H UAH UAP" K

ban á la altura de casi 200 piés, siendo la plataforma


de la cumbre de 200 piés cuad rados. A llí estaba el
magnífico templo que destruyó Cortés, quien con sus
compañeros de la conquist a tuvo un a lucha desespera-
da con los naturales en los cost ados de la pirámide.
Bernal Diaz r efiere que él contó 120 peldaños de una
gran escalera para ascender uno de los costad os á la
cima, pero no quedan ya vestigios de ella.
El estado de Oaj aca, cuna de los zapot ecas y mixt e-
cas, ofrece nn campo rico para la exploracion arqu eo-
lógica. P or el n orte los contornos de Tuxt epec,
Quiotepec, y Huahuapan suminist ran reliquias intere-
santes, especialmente el segundo nombrado. En la
confluencia de los rios Quiot epec y S alado hay un cerro
de una milla de la rgo, y mas d8 1.000 piés de altura,
664 AN TIGÜEDADE::i .\l EJICANAS.

ra, cuya base es como de un cuarto de milla de ancho.


En la parte de sus costados en que no hay precipi cios,
se ve cubierto de ruinas de obras. Los declives están
construidos en forma de t errados, sostenid os por muro,.,
perpendiculares de piedra. El explurador J . N. L o-
vato h alló en 1844 , por el lado del oeste, 35 de estos
t errados, por el sur 57, y por el norte 88, contándose
solamente los que estaban aún en pié. En las plata-
formas se encontraron esparcidos los cimientos de
pequeños edifi cios, túmulos en g ran número, y así mis-
mo tumbas subterráneas. En la cumbre hay ruinas
de edifi cios mas maj estuosos, probablemente ~le pala-
cios y teInplos.
Muy cerca de la ciudad de Oajaca, por el rumbo del
oeste, están los ext ensos mOllumentos v fortificaciones
del Monte Alban, situado e n un a mes;;', corno de 900
varas de largu por 300 varas de anch o, que se extiende
á lo largo de la cumbre de una cadena de cerros muy
escarpados. V énse aquí los r estos de atrios espacio-
sos, t erraplenes cruzados por galerías en sus bases-e n
una de las cual es hay un cuarto de 18 piés cuadrad os
por 30 pié s de alto, y ma sa;; enormes de obra de alba-
í1ilería, r estos de palacios, templos, y fuertes. En la
página 8 de est e ton1O se encu entra un plano de las
ruinas. C harnay, el an¡ueúlogo francés que exploró
estas ruinas en 1858 Ó 1859 , las lla co nsiderado como
las mas a.ntiguas de las (·iyili zaciones a mericanas. J osé
M aría Garcia las exalll inó en 1855, y dice que esta,.;
obras fueron erigidas por el rey zaputeca para que sir-
vieran de valla á los avances de lo:,; mixtecas; miéntras
Brasseur de Bourbourg opina qu e la fortaleza fué cons-
truida por los aztecas allá por el año de 1486, con el
obj eto de t ener al país circun vecino suby ugado. Los
monumentos de forma cóni ca fu eron segura mente he-
chos para tumbas de nobles zapot.':! cas, y [t mí me pa-
rece probable que en los tiempos a ntiguos la mesa era
un sacro lugar bi en fortificado, y servia al mismo
tiempo de asilo á los habita ntes de los lugare:,; cerca-
nos en casos de invasioll; y no tien e nada de il1lproba-
RUlNAS EN OAJACA. 665

ble 'que durante el período de las luchas civiles que


precedieron á la venida de los españoles, estas obras se
reforzaron, y fueron ocupadas por los zapotecas; siendo
tambien posible que á su turno las ocuparan los azte-
cas como fortal eza. El grupo mas célebre de ruinas
en Oajaca, y probablemente el mas hermoso en todo
el territorio nahüa, es el que está en Mitla, primer do-
micilio y lugar de inhumacion de los reyes zapotecas.
El nombre original parece haber sido Liobaa ó Yobaa,
que signifi0a "lugar de las tumbas," representado en

t
N

31
s~~1
2

~JI e

l'LAN GENERAL DE MITLA.

la lengua azteca por Mequitlan, Mictlan, ó Mitla "lu-


gar de la tristeza," " morada de los muertos," y usado
¡L menudo en el sentido de "infierno." Lo lúgubre de
la localidad corresponde con la espantosa significacion
'. de su nombre. El t erreno árido y arenoso no da ca-
bida á otra vegetacion que el nopal erizo y la pitahaya.
6óti ANTIGÜEDADES CllEJIC ANAS.

Ninguna ave canora alegra al transeunte con su dulce


canto; ning una flor perfuma con sus aromas el am-
biente. U na corriente lúgubre, que se agota en la
Bstacion de secas, y se convierte en un torrente furioso
en los meses de lluvias, atraviesa el r epugnante valle
rod eado por cordilleras descoloridas. De los cinco
Lien marcados grupos de ruinas, hay tres en perfecto
€stado de conservacion. U na parte del pueblo indio
actual, situado en la orilla set entrional del rio sin arbo-
leda, se halla entre ellas. La siguiente lámina mues-
t ra las posiciones relativas de las ruinas.
L as figuras 1, 2, 3, Y 4 marcan los edificios conside-
rados comunmente como palacios ó templos; 5 Y 7
como pirámides, y el 6 muestra el lugar de un pueblo.
N o hay ruinas en :M:éjico adornadas con mas esmero y
cuidado en el estilo mosáico . y greca que las distingue.
P arece que no han t enido escultura en las paredes;
solo est e mosáico, único en su especie, adorna sus res-
t os. La ruina mej or conservada es la de un palacio
r epresentado con el N o. 1 en el plano. La lámina de
una de sus fachadas se ve en la página 37 de este
tomo ; y en la 6 una vista que incluye los restos del
edificio del sudest e marcados el en el plano anexo del
t erreno.
Las paredes del edificio del norte estáll aún en b:1s-
ta nte buen estado de conser vacion; las del 8ste están
. en su mayor parte derrumbadas ; y de la parte oeste
del edificio solo quedan visos de 10s cimientos. Las
dimensiones de la parte norte del edificio marcado A
en el plano, son como de 130 piés por 36; la parte
marcada e tiene 61 piés cuadrados ; las paredes tie-
nen cerca de 18 piés de altura, y varian de 4 á 9 piés
de espesor. El frente de la pared sur del edificio A,
está sostenido por una hilera doble de trozos muy
g randes que sirven de base, y resaltan como dos ó tres
piés de la línea perpendicular de la pared. Sobre esta
base se levanta un cuadro de trozos g randes tajados,
con frentes perfectamente llanos, que dividen la pared
en entrepai'íos obl ongos de diferentes tamaflos. Estos
RUIKA5 DE ~[lTL.-\.

entrepaños están adomados COl! la obra distintiva de


mosáicos ya descrita. E stá, construida de pequeños
trozos de piedra en forma de ladrillos, y de varios
tamaños; presentando una gra n \ariedad de formas
regulares, ya rectangulares, ya diagonales en su diseIlo.
La lámina en la página 302 nos da una idea del tra-
bajo de mosáieo en el interior de uno de los cuartos b
en el ala del norte del palacio. En el interior del edi-

ficio A, en una línea long itudinal t irada por su centro.


están seis enorm es monolitos r eclonclos- lll arcados e11
el plano del t erreno con la letra "g"-de t res piés de
diámetro, y midiendo catorce piés de alt ura sobre el
suelo pavimentado con piedras planas que estuvieron
originalmente cubiertas con mezcla. E stos grand es
pilares de piedras, de granito ó pó rfido, penetran en la
tierra á una profundichet de cinco ó seis piés, de ma-
nera que su lOllgi t;: ~¡ Gntera es como ele yeinte piés.
No hay eluda que estas colu11luLls soste nian la azotea
que en sus princiuios cubi:ia el edificio; nero aún es
(j(jS ANTIG Ü EDADES :\lEJlCANMi

discutible la clase de material de que estaba construido.


Burgoa asegura qu e los t echos estaban formados de
grandes trozos de piedra descansando sobre los pilares ;
Dupaix cree que los del ala norte eataban hechos de
hileras de vigas de un pié y m edi o en cuadro metidas
en las paredes, y extendiéndose al través de los cuar-
t os ; Mühlenforclt encontró huellas de uno de estos
euartos que le couyencieron de que el t echo era de

I N T ER I QH IJEL AL A DE L ~l· H.

maderos de encillo redolldos, de ocho pulgadas de diá-


metro, atravesados en h echos separados de ocho pul-
gadas, cubiertos primer o con est eras, y despues con
losa, sobre la cual habia una capa de mezcla, forIllan-
do un techo imperm eable; finalm ente, Viol1et-Ie-Duc,
derivando sus conclusiones de los escombros en el ala
del sur', considera que el t echo de aquel edificio estaba
formado con maderos pesados que se extendian longi-
PALACIOS ANTIGUOS. 669

tudinalmente de pilar á pilar, y sosteniendo hil eras


transversales de maderos mas pequeños, que se exten-
dian á una y otra pared, estando t odo cubierto con una
masa de sustancia concreta, hechu todo á prueba de
agua con una capa de mezcla. Esta es, á 110 dudarlo,
la idea mas correcta sobre la construccion original del
t echo.
D e los palacios r estantes poco se necesita decir. La
construccion de sus paredes era precisamente la misma
que la de los edificios acabados de describir, peru sus rui-
nas no están en el mismo buen estado de cOllservacion.
El número 2 consiste de cuadro edificios alrededor de
un patio cuadrado, todos los cuales son idénticos en su
plano y dimensiones, pues tienen 92 piés de largo por
diez y ocho piés de ancho. El patio está cubierto con
una capa de mezcla, pintado de colorado, COlllO estaba
tambien el exterior de los edificios. D ebajo del edifi-
cio del norte hay una galería subterránea ó excavacion
en forma de cruz, cuyo centro está muy cerca del cen-
tro del cuarto sobre tierra. Los brazos norte, este, y
oeste son de doce piés de largo, cinco y medio de au-
cho, y seis y m edio de alto. La parte meridional de
la galería es de mas de veinte piés de largo, y solo un
poco mas de cuatro piés de alto. Su piso, además,
está varios piés mas abajo que el niv el de los otros
brazos, á los que guian cuatro peldaños. La techum-
bre está formada de grandes trozos de piedra, atrave-
sados de lado á lado, y la inmensa losa que cubre el
crucero de las dos galerías está sost enida por una ' co-
lumna circular monolítica, llamada por los indios el
Pilar de la Muerte, que viene de una tradicion que
el que lo abraza esta muy próximo á morirse. Las
paredes son de piedra tallada con entrepaños de obra
de mosáico. Otra tradicion dice que un largo pasaj e
subterráneo conduce desde esta excavacion, por debaj o
del atrio, á un cuarto subterráneo. Ober empl eó un
dia en tratar de descubrir est e pasaje, y al fin vino á
opinar, que si existió alguna vez, se habia llenado en
el trascurso de centenares ele años.
(líO ANTIGÜEDADES MEJI CANAS.

El palacio No. 3 está dividido en tres patios, yes


de cosa de 284 piés de largo y 108 piés de ancho te-
niendo las paredes cinco 6 seis piés de espesor. Casi
todas ellas se . han derrumbado, con excepcion de las
de un edificio del patio central que ha sido reparado, y
es abora la morada del cura, agregada á la iglesia mo-
derna de piedra que se erig i6 muy cerca, y se cons-
truy6 con material del patio tercero ó del norte. El
palacio No. 4 está casi enteramente en ruinas, y no
presenta ninguna particularidad distinta en su cons-
truccion. Estos dos palacios fueron erigidos al nivel
natural del suelo, distingui éndose en esto de los pala-
cios números 1 y 2, que fueron construidos sobre conos
artificiales. Sus planos se ven en las láminas anexas.
Á una legua apénas al oest e del pueblo hay un cerro
de 600 piés de altura, y muy pendiente á todos lados
lOénos el qu e mira á Mitla La cumbre de esta eleva-
cion ha sido nivelada, y fortifi cada con una pared de
piedra que la rodea, y tiene mas de una milla de largo.
Es como de seis piés d e grueso y diez y ocho piés de
alto, presentando por todas partes á los que la quieran
asaltar una planicie perpendicular. Siguiendo los con-
tornos de los peñascos, forma ángul os numerosos.
Por el único lado accesible tiene una doble línea de
muros, siendo mas alta la interior que la de afuera, y
teniendo cada línea solo un a entrada oblícua; y se
hace notar la precaucion de los qu e las trazaron por el
h echo de no hallarse la una frente á la otra. Hay
montones de piedras sueltas, indicadas por la letra e
(; 11 la lámina, esparcidas á 10 largo de las paredes, que
estaban evid entemente dedicadas á usarse como armas
ofensivas, en los casos de aproximarse el enemigo, al
mismo tiempo que afuera de los muros hay grandes
rocas colocadas cerea de los cimientos, y listas para ha-
cerlas dGscender sobre el enemig o si venia á dar un
asalto. Las letras d, e, j. y g, señalan pequeños r estos
de edificios de adobe, que fueron sin duda alguna los
alojamientos el e la antig ua g uarniciono .
En las ruinas de Mitla se han encontrado pocas reli-
OTRAS H,ELIQUIAS. 671

quias; pero en el valle solo hace unos pocos al'íos que


el arado desenterró un gran número de hachas de
cobre. D esgraciadamente, por ser casi enteram ente
de cobre puro, fueron fundidas. Ober, sin embargo,
consiguió seis muestras ig uales, dos de las cuales fue-
ron al Instituto Smithonian de Washington, y cuatro
al museo d e arqueología de P eabody en Cambridge.
Habiendo sido analizadas r esultaron no t ener liga al-
guna. S e nota alguna semej anza entre estas ruinas y
las de Yucatan; pero es difícil r esolver si la obra de
mosáico en Mitla indica un desarrollo anterior ó pos-
terior del arte entre los aborígenes, que las esn'.er'1Q<1i:

F ORT ALEZA CERCA DJé M l'l'LA.

fachadas esculpidas que existen en U xmal. E sta es


la primera ruina que hallamos en nuestro camino
hácia el sur, que indica una analogía marcada con los
monumentos mayas en Y ucatan y Centro América,
aparte del uso casi univeual de las pirámides y monu-
mentos La influencia de los constructores de las
ciudades arruinadas en Y ucatan alcanzó sin duda á los
de Mitla, y Viollet-le-Duc es de opinion que los edifi-
cios acabados de describir son obra de una r ama de la
civilizacion del sur, separ ada del tronco principal J es-
pues de la fundacion de las ciudades mayas en Yuca-
6í2 ANTIGÜEDADES MEJICANAS.

tan. La mayor parte de los anticuarios consideran


que Mitla es mas moderna que las ruinas de este últi·
mo. Brasseur de Bourbourg opinó que fué obra de
los toltecas de Cholula, y Charnay cree que los pala-
cios de que se trata fueron trabajo de un pueblo que
emigró despues al sur. Las ruinas no tienen semejan-
za con otras de Oajaca, y me inclino á creer que Mitla
fué construido por los zapotecas en una época muy
temprana de su civilizacion, y que en los constructores
influyeron mucho los sacerdotes mayas.
Mas al sur, el istmo de Tehuantepec puede consi-
derarse como una línea divisoria entre los nahúas y
los mayas, aunque no muy bien definida. Como á
cinco leguas de la ciudad de ese nombre, en el rincon
sudoeste de la provincia, se ven, en una extension de
mas de cuatro leguas de largo por una y media de an-
cho, restos de fortificaciones. Las ruinas principales
están en el cerro de Guiengola, pero en toda la perife-
ria existen murallas de defensa en los puntos accesi-
bles. Tambien se han hallado vestigios de habitacio-
nes, y el capitan Dupaix que exploró las antigüedades
del sur de Méjico durante 1805-8, por órden de Cárlos
IV de España, ha descrito dos pirámides interesantes
situadas en la cumbre de un cerro, y rodeadas de rui-
nas grandiosas. Las dimensiones de la base y la cum-
bre son casi iguales, pues tienen 15 por 120 piés, y 30
por 66 r espectivamente. La altura de la segunda
pirámide, sin embargo, es mayor que la de la primera,
siendo de mas de cincuenta piés. A ámbos monumen-
tos se sube por una escalera principal de treinta piés
de ancho, y dos laterales mas angostas. La escalera
principal de la primera pirámide conduce al costado
oeste, y las mas mas chicas á los costados norte y sur.
En la segunda pirámide, que puede verse en la página
43, la subida principal está al lado este en vez del
oeste. La declinacion encorvada del piso bajo es una
peculiaridad que no se encuentra mas al sur, y raras
veces en el norte. Brasseur de Bourbourg hace men-
cion que en los alrededores de Petapa, como 40 ó 50
RUINAS DE PALENQUE. 673

millas al norte de Tehuantepec, existe un laberinto de


cuevas mejoradas artificialmente, y con figuras pinta-
das en las paredes. Aquí se depositaban los restos de
antiguos príncipes y nobles. En el puerto de Gua-
tulco hay vestigios de una antigua ciudad.
Pasando ahora al este, el viajero entra en el estado
de Chiapas, que con Y ucatan y Guatemala forma el
territorio en el cual la civilizacion y el imperio t eocrá-
tico de los antiguos mayas nacieron, se desarrollaron,
y perecieron. U na gran region no explorada, que
comprende una parte considerable de estos estados y
la república de Guatemala, cubierta con bosques tropi-
cales densísimos, y cruzada por cordilleras de montañas
no holladas por la planta humana todavía, reclama la
presencia del audaz explorador, para que descubra los
secretos que guarda de un pueblo que ya no existe.
i Cuántas ciudades arruinadas no ocultará en sus an-
tros oscuros y olvidados! Algunas de ellas se han
descubierto en sus orillas, que por su grandeza y mag-
nificencia eclipsan todos los demás descubrimientos de
esa clase.
Como á mediados del siglo diez y ocho, las tan afama-
das ruinas de Palenque fueron encontradas accidental-
mente por los sobrinos de Antonio de Solís, padre de
la pequeña ciudad de su nombre, fundada casi dos
siglos ántes. Habian estado escondidas á unas cuan-
tas leguas, en el centro de un bosque espeso. N o cabe
en los límites de esta obra hacer una descripcion com-
pleta de estas ruinas asombrosas; por lo que solo men-
cionaré sus faces mas prominentes, llamando la atencion
del lector á las dos relaciones mas completas sobre el
asunto, la de Frederic de Waldeck, y la de J ohn L.
Stephens, el primero de los cuales visitó las ruinas en
Abril de 1832 é invirtió dos años en su exámen, mién-
tras que el último las exploró en 1840.
La estructura mas grande es la conocida comun-
mente como la del palacio: una lám ina que la repre-
senta en su condicion ya reparada se da en la página
70. Se notará que el palacio fué erigido sobre una
VIDA DE DIAZ. 43
374 ANTIGUEDADES MEJICANAS.

estructura piramidal, accesible por una esc'11era ancha


que mira al este. Las dimensiones en la base son
como 260 piés por 310, las de la plataforma de la cum-
bre tienen lllas de 180 piés por 228, que son las medi-
das de los costados exteriores del palacio. La altura
de la pirámide es de mas de cuarenta piés, y la del
~ 'al acio es de treinta piés. Hay cerca de cuarenta en-

BAJO RELIEVE EN E STUCO.

tradas al palacio, de ocho y medio pié s de altura por


nueve piés de ancho, siendo las porciones intermedias
de pared de menores dimensiones, presentando el todo
el aspecto de un pórtico con estribos. Quince de estos
estribos se han encontrado en pié, y estaban adorna-
dos con bajos r elieves en estuco, de los cuales la lámi-
na anexa presenta una muestra. La sem~janza del
EL P AL.ACIO. 675

peinado de la figura parada con la cabeza y trompa de


un elefante es muy marcada, El estuco 6 cimento de
que están compuestas las figuras es casi tan duro como
la piedra con que fué construido el palacio. Algunos
de los estribos parece que estaban cubiertos de gero-
glíficos en estuco, y los vestigios de colores tienden á
probar que los pilares estaban originalmente pintados.
Al entrar por la portada en la parte superior de la es-

T.ABLA ESCULPIDA.

calera grande, se ven dos corredores paralelos cubier-


tos por un solo techo, que se extienden alrededor, y
encierran un patio cuadrangular que mide 150 piés de
largo por 200 de ancho. La vista de uno de estos
corredores se halla en la página 41. El patio contenia
376 ANTIGÜEOADES MEJICANAS.

cinco ó seis edificios, algunos unidos al edificio princi-


pal, y otros separados de él. En el patio se ven obras
de escultura de bajo relieve en t ablas de piedra embu
tidas en las paredes, y sobre lo que han designado va-
rios escritores como mesas, camas, ó altares. La
lámina representa una parte de una de las tablas que
existe en la pared de uno de los cuartos.
D : m tro de la pirámide misma, pero encima de la su-
perficie natural del piso, se encuentran cuartos y gale-
rías con paredes enlucidas sin adornos. Estas han
sido consideradas baj o distintos puntos de vista por
diversos exploradores, como dormitorios, calabozos ó
sepulcros.
El t emplo oe las Tres Tablas es el siguiente edificio
digno de notarse, situado al sudoeste del palacio, segun
se ve en la lámina de la página 70. El edificio en la
plataforma de la cumbre tiene setenta y seis piés de
largo, veinte y cinco de ancho, y como treinta y cinco
de alto. E st e edificio deriva su nombre de la existen-
cia en las paredes de tres tablas de piedra de un pié
de espesor, compu esta cada una de cuatro trozos, y
cu biertas con geroglíficos. Brasseur de B ourbourg ,
que visitó las ruinas en 1871, dice que segun los natu-
rales est as t ablas se u saban al principio para la educa-
cíon. Como á distancia de 400 varas al sur d el palacio
hay una pirámide sobre la que descansa un edificio al
cual Waldeck dió el nOl1l bre de T emplo del B ello Re-
lieve, por su trabajo en estuco, calificado como el mas
hermoso de América, cuyo espécimen se encontró en
la pared del oest e. Puede verse una lámina de ella
en la página 35. El sig uiente edificio en importancia
está como 150 varas al est e, algo hácia el sur del pa-
lacio, y se le conoce con el nombre de T emplo de la
Cruz. El costado de la pirámide que lo sostiene mide
134 piés. En la página 39 se encontrará una lámina,
obtenida del dibuj o de W aldeck, de la piedra h ermosa-
mente esculpida en la pared del norte, de la cual deri-
va el edificio su nombre moderno. Toda la tabla t enia
seis pí és cuatro pulgadas de alto, y di ez piés ocho pul-
TEMPLO DE LA CRUZ. 677

gadas de ancho, formándola tres losas, y estando la


central y una parte de la piedra de la del oeste graba-
das con el diseño referido; el resto ue la losa lateral
del oeste, y el todo de la del este se hallaban cubiertos
de geroglíficos. La lámina en la página 106 repre-
senta la parte superior de la piedra del oeste, y puede
ser quizá el principio de la inscripcion El gran ca-
rácter inicial-como quien dice una letra mayúscula
de los aborígenes-es muy notable.

T EMPLO DE LA CRUZ.

N o hay ninguna reliquia americana que haya serVI-


do tanto de tema para las especulaciones de los anti-
cuarios como la tabla de la cruz, que parece representar
á dos sacerdotes haciendo una ofrenda al ave que está
parada en la parte superior de la cruz. Dos de las
piedras de que estaba compuesta han sido removidas
de los lugares en que estaban colocadas, y la losa del
este se encuentra ahora en el Museo Nacional de
Washington. Por fortuna, merced á los diligentes
trabajos del Profesor Rau del Instituto Smithonian,
se ha obtenido una representacion exacta de la tabla
como debe haber parecido originalmente. En el rin-
678 ANTIGÜEDADES MEJICANAS.

con sudoeste de la pirámide de la Cruz, y casi en con-


tacto con ella, hay otra con su base mas chica pero
casi tan alta. Esta estructura ha recibido el nombre
de T emplo del Sol; es la mejor conservada, y la mas
primorosamente adornada de todas las antigüedades de
P alenque. El t emplo es igual en la forma y casi en
todos r espectos al de la Cruz; el plan del piso es igual,
con excepcion de una puerta interior adicional. La
tabla ocupa el lugar correspondiente en la pared del
norte, y r epresenta dos sacerdotes haciendo ofrendas
humanas.
En la losa del centro está esculpido un rostro hu-
mano de horrible fealdad, con la leng ua de fu era, lo
cual era considerado alg unas veces por los aztecas como
símbolo del sol; de aquí la alambicada derivacion del
nombre del t emplo. Las partes ext eriores de las losas
laterales se hallan cubiertas de geroglíficos, estando
las fi guras de los sacerdot es esculpidas en las partes
interiores. Hay muchos mas r est os en Palenque des-
parramados en una gran ext ension de t erreno. N o se
ven aquí vestigios de muros de ciudades ni fortifi ca-
ciones: la ausencia de t ales obras de defensa, y el g ran
nÚlllero de edificios dedicados:i la celebracion de ritos
r eligiosos patentizan que los antiguos habitantes eran
un pueblo poderoso, y al mismo tiempo que estaba
dominado por sus sacerdotes. Con r especto á la anti-
güedad de las ruin as, los escritores están unánimes en
que P alenque fué fundado ántes que ning una de las
ciudades de Yucat an, á donde conduciré ahora al lec-
tor con la advertencia de que existen muchas otras
ruinas en Chiapas.
Yucat an presenta un campo mas rico para la ex-
ploracion arqueológica, que ning una otra r egion del
cOlltinente americano. Los descubrimientos de anti-
güedades son t an numerosos que para hacer una des-
cripcion de ellas sería preciso llenar tomos enteros.
Todas las partes mejor conocidas del estado están
materialmente cubiert as con ruinas de edificios .Y ciu-
dades. Solo Stephens exploró cuarenta y cuatro
UXMAL EN YUCATAl'l. 679

ciudades arruinadas. . Lo mismo que hice al tratar de


Chiapas me concretaré á dar una corta r eseña de sus
restos mas célebres, los de U xmal, observando que las
antigüedades de Y ucatan pueden dividirse en cuatro
grupos, á saber, el central que comprende las ruinas
de U xmal, Kabah y Labná ; el setentrional que abraza
las de Izamal, Aké, M érida y Mayapan; el grupo del
este que contiene las de Chichen Itzá.; y el grupo del
sur con cinco ó seis ciudades arruinadas en la regio n
de Iturbide.
U xmal está situada á treinta y cinco millas al sur
de M érida, y fué visitada por Fray Diego Lopez Co-
golludo poco ántes de mediados del siglo diez y siete.
La extension de las ruinas no se ha determinado toda-
vía, pues toda la r egion alrededor de los restos princi-
pales abunda en estructuras artificiales y escombros
esparcidos por todas direcciones en el bosque circunve-
cino. Los principales edifi cios se hallan dentro de un
espacio r ect angular que mide un t ercio de milla de
largo y un cuarto de milla de ancho. U n monumento
construido con t errados y fig uras irregulares rectangu-
lares, en la base sostiene el edificio que ha sido llama-
do por los natnrales la Casa del Gobernador. L os
costados mas largos del monumento miden como 300
piés, y la plataforma de la cumbre, á cuarenta piés
sobre el nivel del t erreno, es una figura oblonga cua-
drilátera, cuyas dimensiones son 100 piés de largo por
360 de ancho. Sobre esta plataforma descansa la Casa
del Gobernador que mide 322 piés de largo, 39 piés de
ancho y 26 piés de alto, y está. construida de piedra y
mampostería. U na vista del lado meridional de est e
edIficio puede verse en la página 204 y una seccion de
ella en la página 205. Está dividido en cuartos nume·
rosos, y las paredes del exterior tienen puertas en la
parte de atrás, una en cada extremidad, y trece en el
frente. La superficie interior de los cuartos no da
señales algunas de pintura, escultura, ú otra clase de
adorno; pero las paredes ext eriores del ed ificio, entre
una corniza saliente sobrt; las puertas, y otra cerca el!>
680 AL~TIGÜEDADE:" MEJICANAS.

la parte superior, están cubiertas de esculturas elegan-


t es, entalladas en entrepaños cuadrados dE'ntro de los
cuales están divididas las superficies. Sobre cada por-
tada hay ornamentos primorosos, y se ven figuras
humanas en varios lugares á lo largo del frente.
En el rincon noroeste del mismo mónumento, pero
en la segunda plataforma, está la Casa de Tortugas,
edificio pequeño de 94 piés de largo, 34 de ancho y
como 20 de alto. Lo mismo que en la Casa del Go-
bernador la superficie de las paredes exteriores es lisa
debajo de la corniza inferior; entre las cornizas en vez
de tablas esculpidas, hayal rededor del edificio una
linea sencilla y elegante de pilares redondos muy uni-
dos entre sí. Existen vestigios de haberse levantado
otros edificios en la misill')' plataforma, y se han des-
enterrado cabezas esculpidas. Invadiendo los t errados
del monumento que sostiene la casa del gobernador,
en la esquina sudoeste está una pirámide que mide 200
piés de largo, 300 de ancho y 65 de alto, y un poco
mas al sudoeste otra de 200 piés de largo, 120 de
ancho, y unos 50 de alto. Estos edificios han sido
poco estudiados; los lados, sin embargo, tienen frente
de piedra, que por la distancia de lOó 12 piés des-
de la plataforma superior están adornadas con eSL:ul·
turas.
Como 250 varas al norte de la Casa del Gobernador
está. la Casa de las Monjas, que es tal vez el edificio
mas asombroso de Y ucatan. El mOllumento que lo
sostiene es como de 350 pié s cuadrados con la altura
de 19 piés. El frente del sur se levanta en tres t erra-
dos y presenta vestigios de una escalera ancha central.
En la plataforma hay cuatro edificios que encierran un
patio. El edificio del sur es de 279 piés de largo, 28
de ancho, y 18 de alto; el del norte 264 de largo, 28
de ancho, y 25 de altura; el del este 158 pié s de largo,
35 de ancho y 22 de alto, y el del oeste 173 de largo,
35 de ancho, y 20 de alto. Las posiciones de estos
edifici.os se muestran en la siguiente lámina.
Ha'y por lo ménos 84 cuartos en estos edificios, y
CASA DE LAS MONJAS. 681

sommente en un caso mas de dos cuartos se comunican


entre sí, á saber: los del centro en el edificio del este.
Los interiores carecen de adornos, y están enlucidos
con una capa delgada de un material duro parecido al
yeso. Las paredes exteriores, sin embargo, están her-
mosamente adornadas, estando 24,000 pié s cuadrados
de su superficie sobre la comiza, que se extiende alre-
dedor de todo el edificio, cllbierta con primorosos

ll±±±±±±±±±±±lli

PLANO DE LA CASA DE MONJAS.

adornos de escultura. Todos los peritos en materia


de antigüedades que han visitado estas ruinas, han
declarado que las cuatro fachadas interiores que miran
al patio son las muestras mas elevadas del arte decora-
tivo de los aborígenes en América. La lámina en la
página 267 representa una parte de la fachada por el
682 ANTIGü EDADES NIEJICANAS.

oriente del patio, y la otra en la página 49 muestra en


mayor escala un detalle de la misma. A continuacion
está una lámina que r epresenta un detalle de la facha-
da en el lado del sur del atrio.
Pero el frente mas magnífico es el occidental. Dos
serpientes están entrelazadas con los cuerpos sin fin
de otras que no tienen cabeza ni cola, de tal manera
que forman, con el entrelazamiento de sus cuerpos,
entrepaños cuadrados. E st os arrollamientos rodean
casi todo el frente bajo la comiza inferior. Las cabe-
zas de estas serpientes son de t amaño enorme, y pre-
sentan un rostro humano entre las mandíbulas abiertas;

F ACHADA AL LADO SUR DEL ATRIO.

la cola de cada una, que es la de una culebra de casca-


bel, está inmedi atament e encima y cerca de la caheza.
Sig uiendo los arrollamientos, corno se muestran E)n el
grabado que se acompaña, se verá que la serpiente
cuya cabeza y cola están al fin de la pared por la dere-
cha, solo encierra al primer elltrepai'í.o esta.ndo cada
entrepaño sucesivo rodeado por serpientes sin fin en-
roscadas hasta el último e ntrepaüo en el otr o lado, que
LAS SERPIENTES. üS3

está rodeado por una serpiente igual á la de la dere-


cha. La superficie de la pared está cubierta con
greca, trabajo de entalle y enrejado, y cada entrepal'ío
tiene uno 6 mas rostros humanos, miéntras que en va-
rios de ellos hay formas humanas de cuerpo entero
paradas.
El edificio del norte probablemente intentaron los
constructores que fuese su obra maestra, y la fachada
de su patio está cubierta toda ella con adornos de escul-
tura que son, no obstante, ménos elegantes en disE'ño

FACHADA O ESTE DEL PATIO.

que los de las otras fachadas. Para hacer est e frente


mas imponente, se levant6la pared del frente á trechos
regulares sobre la corniza superior en trece lugares,
formando otras tantas torrecillas de diez y siete piés
de altura y diez piés de ancho, cuyas faces estaban
recargadas con primoroso.s trabajos de escultura.
Todavía se notan en partes de las fachadas visos de
pintura de colores brillantes. Con esta breve descrip-
cion de la Casa de Monjas concluyo esta reseña de'
antigüedades mejicanas.
El lector, en su viaj e imaginario del norte al sur de
684 ANTIGÜEDADES MEJICANAS.

la república, no puede ménos que haber notado su


aproximacion gradual á la cuna de una civilizacion
avanzada de los aborígenes. Esta era la regio n de los
mayas, cuyo poder era tal que al levantar sus ciudades
no tomaron en consideracion su defensa contra ene-
migos. L evantaron magnifico s palacios y t emplos, y
apénas qu eda duda de que su imperio floreció hasta
poco mas de uu siglo ántes de la venida de los españo-
les. Parece que las g uerras civiles destrozaron la
nacion mas ó ménos, y luego siguió una época de debi-
lidad durante la cual quedaron abandonadas las gran-
des ciudades. D espues vinieron los conquistadores, y
sometieron completamente á los mayas, destruy endo
sus ciudades existentes, y tomando de ellas el material
que necesitaban para la construccion de sus propios
pueblos, los cuales establecieron en las cercanías de las
ciudades de los aborígenes que ellos habian arrasado.
Hasta donde les fué posible destruyerorl los ídolos,
altares, y señales ext eriores de la idolatría pagana.
U nas pocas ciudades quedaron sin ser encontradas, y
todavía por alg unos años mas se celebraban en ellas
ritos yeligiosos, que fueron tambieu abolidos por fin.
Tales fueron Palenqu e, Uxmal, y otras que se ha-
llan en las regiones no exploradas del sur, y aguardan
que se las descubra.

FHE~'I'E E~t :U LP(DO E:-I' ]\ .~B..\l[ , YU CATAN.


CAPITULO XXVIII.
POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

CONDICIONES PRIMARIAS DE LA POBLACION-EL HOMBRE INDÍGENA DE LOS


CLIl\1AS TEMPLADOS-MÉJICO F AVORECIDO POR CIRCUNSTANCIAS E XCEP'
CIONALES PARA EL MAS ALTO DESARROLLO-POSIBILIDADES ILIMITADAS
-UNA NUEVA CIVILIZACION-No MAS DESPOTISMO E XTRMIJERO EN
AMÉRICA-RECURSOS POCO CONOCIDOS-REFLEXIONES LIGE RAS DE LOS
EUROPEOS-INFLUENCIA D E PORFIRIO DIAz-JUECES y J URADOS- -MINAS
-COMERCIO y MANUFACTURAS-AsUNTOS FINANC IEROS y POSTALES-
DIPLOMACIA-EDUCACION-I NMIGRACION - MONOPOLIO DE TERRENOS-
PROLE'rARIOS-DESARROLLO DEL FUTURo-PODER POPULAR y ARBITRA·
RIO-REPUBLICANISMO-NECESIDAD DEL GOBIERNO RÍGIDO-EJÉRCITO
-SUFRAGIO-PORFIRIO DIAZ, SALVADOR DE SU PATRIA, y PADRE DE LA
NUEVA CIVILIZACION.

El progreso es, hasta cierto punto, como la estrella


cuya marcha nos es dado predecir, aunque compren-
damos muy mal las fuerzas que la impulsan.
El hombre es oriundo de la region en donde reinan
los aires t emplados. Ni fué creado por el calor ecua-
torial, ni es en ningun sentido un animal hiperbóreo.
Jamás ha puesto la tradicion á la cuna del género hu-
mano en el lejano norte, ni tampoco buscamos el Eden
en la Guinea ó en Spitzberg. Jamás hubo Adan y
Eva que se , pasearan en un jardin canadense, ó en un
matorral de los trópicos. Los prados del Talmud
están siempre verdes, y de las tierras felices hasta las
de que hablan las heróicas tradiciones escandinavas, se
han eliminado los sufrimientos del invierno.
N o obstante de que la civilizacion floreció primero
á los rayos del sol, parece prosperar al presente á
favor de las nieves. Si el sur se desarrolla, el norte
domina.
685 )
686 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

Tales condiciones, empero, participan de lo artificial


y temporal, mas bien que de lo natural y estable. La
transplantacion se logra solamente dentro de ciertos
límites. El aire del conservatorio 110 satisface por
mucho tiempo los pulmones, ni basta el gas del carbon
para alumbrar al hombre, pues necesita de la luz del
sol para su cerebro, de las brisas vivificantes para as-
pirarlas, y de las montañas cubiertas de verdor del sur
para la inspiracion de su alma. N unca pudo haber
venido la edad de oro al Anáhuac bajo un cielo de
Alaska, como no se habrían desarrollado las naciones
del Mediterráneo en la atm6sfera de Siberia. El
desarrollo mas robusto tiene que ser natural; la última
civilizacioIl, como la primera, debe ser esencialmente
una planta qu e crece al aire libre, con sus accesorios
correspondientes.
N o hay ningun país en el mundo mas favorecido
por la naturaleza para posibilidades sin límites, que
Méjico. La misma naturaleza ha hablado y dicho
otro tanto, desarrollando aquí una de sus mas elevadas
civilizaciones indígenas. Situado bajo los tr6picos,
aunque á tal elevacion en todo el vasto interior que
queda afuera de los niveles miasmáticos y disfruta de
aires altos y sanos, el clima de Méjico no es ménos
uniforme que diversificado. La temperatura de cual-
quiera localidad es casi siempre la misma, pero las
diferentes localidad es presentan un millar de distintas
t emperaturas.
Comparativamente hay poca diferencia entre el ve-
rano y el invierno, con excepcion de que el uno es
húmedo y el otro seco. Estamos demasiado cerca del
ecuador para que el cambio de estaciones nos afecte
gran cosa; la altitud lo gobierna todo. Siempre en
los bordes están las mismas tierras calientes, cálidas,
húmedas, malsanas, el fértil terreno cuajado de una
exhuberante vegetacion en estado de corrupcion, y el
aire suave, voluptuoso\ febril, arrullando á la indife-
rencia y el reposo.
Subiendo de allí á los niveles frios hay todos los
CLIMA Y POSICIONo 687

grados de temperatura fijos y determinados, que le es


posible marcar al termómetro. En todo el derredor
del borde se ven las nubes mas bajas que las mesas;
la lluvia es comun en el declive oriental durante todo
el año, aunque es mas abundante en el verano. Entre
Veracruz y Méjico se atraviesan algunas veces las nu-
bes de la falda subiendo á, la atmósfera límpida y seca
de la gran mesa.
El clima de esta sorprenoe al viajero que viene por
primera vez de las latitudes setentrionales, como muy
peculiar. Lo llama traicionero, insidioso, voluble, é
inseguro, y, sin embargo, cuando se le comprende ya
no es nada de eso. Si solo tiene presente que se en-
cuentra en una gran elevacion bajo el sol tropical, todo
queda explicado. La altura da razon del frio, la lati-
tud del calor; el sol no es ni mas traicionero ni mas
voluble que las montañas; es un sol honrado, siempre
el mismo, siempre digno de confianza. Si os presen-
tais debajo de sus rayos, sin que nada los obstruya, os
calentará; si se interponen las nubes ó llega la noche,
la altura es dueña de la situacion, y tendréis frio: Si
vais en carruaje descubierto, miéntras el solos quema
el rostro, la altura os hiela los piés.
La po sic ion de Méjico, con r elacion á otras partes
del globo, es sobresaliente. Es el centro geográfico de
la tierra, un lugar imperial en el gran camino del
mundo.
Por el norte y el sur sigue la Améric::t, al este están
el Africa y la Europa, y al oeste Asia y Australia, y
al mismo tiempo á. uno y otro lado lo bañan las aguas
de los dos grandes océanos. Con todas las variedades
de terrenos y de climas, capaz de producir toda clase
de vegetacion y de animales; con carbon, hierro, y una
multitud de plantas y minerales como materia prima
para innumerables industrias, y centenares de miles de
brazos vigorosos y bien dispuestos á, explotarlas, i qué
combinacion mas feliz pudiera haber para el sustento
y alto desarrollo del hombre?
N o solo el alimento y el vestido necesario los provee
688 OSJBILIDADES y PORVENIR DE MÉJIUO.

aquí la generosa naturaleza, sino tambien las distrac-


ciones, é inshuccion ilimitada. En todas las mesas
sub-tropicales hay bosques antiquísimos, extensas lla-
nuras, y montañas' que atraen las lluvias, parques
zoológicos, y jardines botánicos-un millar de paraísos,
cualquiera de los cuales podría dignamente servir de
cuna ~í, una raza noble. Aquí y por todos estos decli-
ves litorales y alturas hácia el norte hay áreas espa-
ciosas de ti erras vírgenes, y aires saturados por el mar;
rui éntras que entre las sierras del sur los valles amu-
rallados y la rica vida arbórea parecen decir que aquí
la nueva y mas reciente civilizacíon se mantendrá
mucho tiempo, despues de que haya desaparecido de
los lugares ménos escabrosos é inaccesibles. P orque
las antiguas civilizaciones van pasand o, y j ved como
t odas las cosas se están volviendo nuevas!
Apénas hay ocupacion alguna, de que el hombre de
energía y aptitudes con capital suficiente no pueda sa-
car provecho. Tomad la agricultura. Arrojad los
palos con que los naturales arañan la tierra, y profun-
dizad con los arados que señalan los ültimos adelantos,
y veréis la diferencia. Y así con r especto á casi todos
los asuntos, sean mercantiles ó fabril es. L o::; natura-
les son trabajadores, bien dispuestos, y aprenden con
mucha facilidad ; pero hasta que no se les enseñe no
conocerán los mej ores métodos. ¿Cómo habian de
conocerlos con su propia civilizacion destruida, y su
raza arrastrada por el polvo en yarios siglos por una
civilizacion mas poderosa, pero no mas progresiva de
lo que habia sido la suya?

Estaba dispuest o que la América fu ese conquistada,


y t enida en suj ecion por las monarquías soberanas de
Europa.. A las naciones latinas de la Europa meri-
dion al les fu é dado el descubrimiento, la conquista, y
ocupacion de la América del Sur y del centro; á las ra-
zas eslavas y germánicas del norte de Europa un siglo
mas tarde les tocaron las regiones mas al setentrion.
Estaba t am bien dispuesto que las colonias americanas
INDEPENDENCIA VERDADEHA 689

no quedasen siendo siempre colonias de las tales sobe-


-anías.
Aunque gobernadas al principio por iJeas y tradi-
ciones que en cierto punto eran antagonistas, ya á
pricipios del siglo presente se habian pla.ntado las si-
mientes de las r eformas políticas y eclesiásticas entre
ámbos pueblos, las cuales estaban predestinadas á
desarrollarse, con el trascurso del tiempo, en una her-
mandad pacífica y perpetua. Vino la independencia,
y luego se establecieron las instituciones r epublicanas
en ámbas secciones, basadas en los mismos principios
inherentes de la libertad individual ; las mismas gran-
des doctrinas de la libertad intelectual; libertad del
pensamiento no ménos que independencia material;
y hoy se encuentran t an hondamente arraigadas en el
corazon y en las afecciones J el pueblo que han venido
á ser parte integrante de su carácter. En adelante ni
el imperialismo ni el despotismo volverán á reinar
aquí, ni tampoco será tolerada la intervencion extran-
jera bajo ninguna forma. Al fin ya podemos decir de
este lugar favorecido del globo: los hombres son libres
aquí. Ya nuestras instituciones no se ven amagadas
del exterior; pero el r efl ejo del republicanismo ameri-
cano sobre Europa parece cosa maravillosa, pues que
vemos las antiguas monarquías decapitadas unas tras
otras, y á los pueblos r evistiéndose de los mas ámplios
mantos de la libertad. Mucho mayor es el peligro en
el interior; el peligro qu e proviene de la prosperidad,
del orgullo, y de la excesiva confianza en nosotros
mismos. Podemos hacer mucho para contener la in-
fluencia devastadora de la fatuidad , mezclada como
siempre está con la ignorancia; y sin embargo, esas
seguirán siendo por algun tiempo los mortales enemi-
gos de la nueva civilizacion.

i Cuán poco se sabe de este hermosísimo y fascina-


dor país fuera de sus límites ! i cuán mal comprendido
está su pueblo! Hasta su vecinos inmediatos, los Es-
tados U nidos, saben mas de Egipto que de Oajaca
VInA DE DIAZ. 44
690 POSIBILIDADES Y PORYENIR DE MÉJICO.

mas sobre las calles de Aténas, que sobre las de la


magnífica capital de M éjico.
El Méjico latino presenta esta diferencia de los Es-
tados U nidos saj ones del N ort e, en materias de con-
quista y ocupacion; que el primero fué poblado no por
productores principalmente, sino por gent e no produc-
t ora. L os emigrantes de Inglat erra trabajaban; los
de España obligaban á los naturales á trabajar para
ellos.
Antes de la r evolucion, mas que ahora, solo habia dos
clases, la una gobernaba á la otra, y vivia del trabajo
forzado. Y est e estado de cosas continuó por algun
tiempo, despues de lograda la independencia, dejando
el estado de ig noran cia y servilitud, en que las masas
del pueblo habian sido t enidas por siglos, vívidamente
estampado ~ n el car áct er del pueblo
H ay mU(~ho en M éjico que es mas europeo que ame-
ricano. Méjico ha t enido siempre mas cont acto con
Europa que con los Estados U nidos, es decir, se ha
aproximado mas en la política y en las r elaciones mer-
cantiles. Y aunque r epublicano en la forma, el go-
bierno ha sido arbitrario y militar, si no monárquico,
y mas bien el de una oligarquía. que el de una repú-
blica libre y progresista del siglo diez y nueve. E st o
se dej a ver de mil maneras, una de las cuales es ocu-
parse de los pasatiempos de la gente del pueblo, darles
bastant es dias de fi estas y diversiones, plazas públicas
y jardines donde distraerlo, para que no haga daño.
L os gobiernos despóticos han acostumbrado gravar
con impuest os desproporcionados á las clases produc-
t oras, distrayéndolas al mismo tiempo con apariencias
de liberalidad por parte de sus gobernantes, y con
medidas paternales que llevan la mira de t enerlas en
el pupilaj e. Así sucedió en E spaña y en M éjico, y
aunque la costumbre procedia del egoísmo, era en
alg unos puntos mej or que la especie de tiranía-exis-
t ente en la Gran Bretaña y los Estados U nidos-qu e
negando á los pobres hasta los goces de poco costo,
dejó pasar á manos de los monopolistas, caminos, cana-
COMP ARACION CON OTROS P AÍs~S. • 691

les, tierras, y hasta el agua misma, cuyas exacciones


hoy dia Bon mayores que jamás lo fuéron las de ningun
déspota del feudalismo.
Hay, de consiguiente, ménos razon para las falsas
imputaciones, escarnios, é insultos que dirigen al país
los europeos.
Comparemos á Méjico en el siglo actual, no con las
naciones mas atrasadas en civilizacion, sino con las
mas adelantadas, y comprenderémos la verdadera situa-
cion. La rapiña, el robo, y el poco aprecio de la vida
humana han sido obj et os de grita contra Méjico.
Pues bien, el código criminal de Inglaterra, hoy dia,
tiene en mas la propiedad que la vida y la libertad, y
aún despues de la época de la r evolucion en M éjico, la
Inglaterra ahorcaba á sus súbditos por robar cinco che-
lines, y los encarcelaba por t oda la vida, si no podian
pagar una deuda qu e t al vez era tan insignificant e como
aquella suma. i Qué puede hallarse en M éjico en el
presente siglo que sea mas bárbaro que eso? L a justi-
cia se compra y se vende en Méjico, dicen. iEn donde
no sucede lo mismo en una ú otra forma? En ninguna
parte son los pleitos tan largos, molestos, y dispendio-
sos como en Inglaterra. i Acaso no es preciso t ener
dinero para conseguir la justicia en aquel país? Aun-
que sea peor en el principio, no hace mucha diferencia
al bolsillo del litigante que su dinero vaya directa-
mente al juez, ó se disipe en costas, abogados, estam-
pillas, y una multitud de otros impuestos y robos. El
hombre pobre no puede pagar por la justicia en Ingla-
terra. En Francia hacen estas cosas mejor, y no se
podrían hacer peor en Méjico.
En Inglaterra, los impuestos tambien favorecen al
rico, y se recargan sobre los artículos que consume
principalmente la clase pobre. L os zapatos del traba-
jador son pesados, miéntras que los del rico son ligeros.
Ahora bien, el cuero paga derechos por peso, como lo
pagan hoy en M éjico muchos artículos sin considera-
cion á su calidad; y la indiana ordinaria paga lo mis-
mo por yarda cuadrada que la muselina fina de pintas.
692 PÓSIBILIDADES y PORVENIR DE MÉJICO.

Durante el siglo anterior, la Francia levantó mu-


chos empréstitos, tomando el gobierno y la nobleza el
dinero del pueblo, ó de cualquiera otra fuente que se
lo proporcionara, para que el pueblo lo pagara despues,
ó dejara de pagarlo. El vino barato que es la bebida
de la gente del pueblo, est aba gravado por barril tan
alto como el vino mas fino que tomaban los ricos.
Poco le importa al oprimido si es la ley ó el déspota
quien le impone cargas injustas, ó si las leyes son dic-
tadas por la minoría ó la mayoría, ó si el hombre que
está á la cabeza de la nacían se titula rey ó presidente.
En verdad, si se hace ley de la injusticia, entónces el
oprimido se hunde bajo su constante peso; pero algu-
nas veces matan al tirano, y el pueblo disfruta de un
breve descanso.
Es mas fácil señalar los errores que remediarlos, y
estoy bien penetrado de que el pueblo de Méjico ado-
lece de defectos; pero trato, sobretodo, de ser justo,
como lo prueban claramente las anteriores páginas y
todos mis escritos históricos. Yo admiro su h eroismo
y respeto sus instituciones. Sus buenas cualidades le
son propias ; sus faltas las debe en parte á otros. Se
ha pecado mas contra él que lo que él mismo ha de-
linquido Es un pueblo llevado de impulsos nobles,
desea proceder con r ectitud, alcanzar la mas elevada
cultura, y en todo subordinar la fuerza física á la ihte-
lectual.
N unca se le ha proporcionado ocasion mas propicia
á un gobernante para ser el bienhechor de su pueblo,
como la que ahora le presenta Méjico.
Las masas pobres é ignorantes necesitan proteccion
y ayuda. Si se las abandona á sus propios recursos
son hasta cierto punto inertes. N o ha habido Ciro,
ni Alejandro, ni P edro que mereciese el sobrenombre
de Grande, como el que sale al frente para ser el sin-
cero amigo y protector del pueblo, empleando sus fuer-
zas y vasta influencia en la morigeracion de su estado,
librándole de las trabas de la pobreza y la ignorancia, y
en la verdadera elevacion de su condicion, mental y
OPORTUNIDADES DE DIAZ. 693

física. Creo que se puede decir con seguridad, juzgan-


do por su carácter y antecedentes, que ningun ser vi-
viente lo sabe hacer ni lo hará mejor que Porfirio Diaz.
N o me considero dotado de especiales aptitudes para
desempeñar el cargo de consejero y señalar lo que se
deba hacer Ó dejar de hacer. Así como en el cuerpo
físico, del mismo modo en el cuerpo político, el tiempu
y la naturaleza son los mejores curativos para todos
los males, que no sean de muerte. La salud, y no la
enfermedad, es la condicion normal del hombre y de
la sociedad; la salud aún cuando esté acompañada de
la decadencia. La naturaleza combate por nosotros
cuando ni siquiera nos apercibimos de ello; es asom-
broso cuanta maldad puede abrigar una nacion y sobre-
vivirla. Al mismo tiempo he estudiado y reflexionado
mucho sobre Méjico y sus asuntos; abrigo conviccio-
nes respecto á ciertos particulares; y lo poco que tengo
que exponer para dar fin á este libro, estoy seguro que
si no sirve de provecho tampoco hará daño alguno.
Ya se ha dado el primer gran paso en aquietar
el espíritu y la fuerza de las guerras intestinas y revo-
luciones.
N o es tan fácil como ántes si ya no imposible, para
los hombres imbuidos en la maldad y los ambiciosos pro-
mover las revueltas para cubrir su propia corrupcion,
causando la ruina de otros miles que se unen á tales
movimientos, principalmente porque tienen tan poco
que perder Ciertamente no es de esperarse que un
país progrese con un gobierno irresponsable y sin esta-
bilidad, débil y autocrático á la vez, sin mas mira que
los medros personales, sostenido por un ejército inso-
lente, y con servidores corrompidos en todos los ramos
de la administracion, quienes debiendo sus destinos á
los recelos, ó al favor de sus superiores, desean solo
hacer su agosto en el menor tiempo posible. Así es
alentado el crímen, y se aumentan las contribuciones.
La justicia se vuelve un ludibrio. La vida y la pro-
piedad no tienen seguridad.
Otro paso importante, y que fué consecuencia del
694 POSIBILIDADE3 y PORVENIR DE MÉJICO.

precedente, fué la separacion de la iglesia y el estado,


la limitacion del influjo eclesiástico. Hasta cierto gra-
do la enm oh ecida riqueza que se vino acumulando en
el trascurso de los sig los por generaciones sucesivas de
fi eles devotos, tuvo que pagar el precio de esa libertad,
destinada aún mas á emancipar la inteligencia, á la vez
que sirvió de reaccion sobre quien ántes la poseia. La
experiencia de las naciones h a demostrado que la igle-
sia es mas pura, y el estado mas fuerte trabajando
separadamente ; al est ado le queda por probar que su
proceder fu é correcto, at endiendo debidamente á la
ed ucacion, á leyes sanitarias, asilos, y hospitales, y de-
j ando á la iglesia sus funciones espirituales que están
r ecibiendo en la actualidad mayor cuidad o.
Una tarea t odavía mayor, en el progreso logrado, es
el refrenamiento y la educacion del caráct er nacional
al dominio de sí mismo, á dirig ir sus fuerzas por las
vias que conducen á la frugalidad, y como consecuen-
cia preCisa á una paz y prosperidad durad eras. U no
de los medios para conseguir est e fin ha sido la educa-
cion forzosa que solo requiere h acerse mas efectiva
para que produzca benéficos y decisivos resultados.
Otro es el uso mas liberal del vot o por el pueblo, pri-
meramente en las elecciones locales, como medio de
enseñanza para su participacion con inteligencia en
los asuntos políticos.
El marcado impulso dado por Diaz á las industrias
y al comercio, con una rapidez estimulant e en el trán-
sito por ferrocarriles, no puede dejar de impartir una
em ulacion saludable en el trabaj o, haciendo subir los
salarios, m ejorando la manera de vivir, y contrares-
tanda así la indolencia é imprevision que por siglos
enteros ha t enido á las masas sumidas en una deses-
peranzada y degradante pobreza.
Esto sugiere la necesidad de suprimir el paupe-
rismo. L a vagancia ha prevalecido horrorosamente.
Solo el clero de Puebla acostumbraba alimentar 2,000
personas diariamente, hace unas cuant as décadas.
La t endencia del progreso entre las nacion es mas
MALAS COSTUMBRES. 695

ilustradas es á ensanchar el abismo que separa al rico


del pobre, enriqueciéndose mas y mas el primero, y
aumentándose la miseria del segundo.
En Méjico con especialidad sucede así; y como no
hay clase media que sirva de puente sobre ese abismo,
el porvenir del pobre se empeora. La costumbre de
dar limosnas sin mirar á quien, no remedia el mal sino
mas bien lo ha de agravar. El asunto reclama un ma-
duro estudio por los legisladores y economistas sociales.
Á los padres se les debe exigir por la ley el que edu-
quen á sus hijos inclinándolos al trabajó, así; como que
los manden á la escuela. Á est e fin tambien debe pres-
tarse, en las escuelas públicas, mayor atencion á las
industrias comunes de la vida. N o es dá entrada en
el país á mendigos extranj eros, ni trabajadores igno-
rantes bajo contratas, porque contribuirán á acrecentar
el mal, y á dar un ej emplo retrógrado. N o puede ha-
ber prosperidad estable bajo ninguna base que no pro-
vea pa¡ra la prosperidad del pobre,. igualmente que
para la del rico.
En mucho de lo que toca á su ética social, particu-
larmente con respecto á esa clase de vicios que general-
mente se incluyen en la cat egoría de males necesarios,
Méjico está mas adelantado que muchas naciones mas
gazmoñas. D esde que los hombres han vivido en el
mundo, ellos se han entregado á los vicios de la em-
briaguez, del juego, y de la prostitucion Méjico reco-
noce estos males, los deplora, impone restricciones
acertadas por medio de fuertes contribuciones, y los
desaprueba legal y moralmente; pero no tiene la nece-
dad de esperar qu e esas prácticas inmorales se dester-
rarán por sí mismas, desentendiéndose de su existencia,
ó ya dictando leyes prohibitivas. Todas ellas, y lo
mismo las diversiones en general necesitan de restric-
cion saludable Es preciso refinar estas, y elevar el
gusto del público. L as peleas de gallos y corridas de
toros deberían desaprobarse por bestiales y desmorali-
zadoras. U na sociedad dedicada á impedir la crueldad
contra los animales no dejaría de surtir buenos efecto.';
696 POSIBILll.>AVE::> y POIWENIR VE MEJIe O.

sobre las costumbres y la moral pública, además de


llenar su obj et o principal.
El sistema de loterías no solo es un tácito consenti-
miento oficial del juego de azar, sino un robo que se le
hace al pueblo. El dinero que se le saca por ese me-
dio no vuelve á él ; ni es siquiera dividido entre 81
pueblo y el gobierno, sino que una gran parte de él se
J estina á mantener en el vicio y la ociosidad á los ma-
nipuladores, revendones, y demás gentes qu e viven del
negocio. A sí como existe, presenta la anomalía de
que el gobierno prohibe el juego en una forma, y lo
ejercita abiertam ente en otra.

Por lo tocante á las cosas judiciales de Méjico y á


las cuales, junto con otras materias, se ha h echo alu-
sion en estas líneas, no veo que se hallen ni en mejor
ni en peor estado que las de otras naciones. N o creo
qu e haya ning una sociedad en el mundo en que el
soborno de los jueces directamente con el dinero exis-
t a ménos que en los Estados U nidos. La idea que
predomina allí y con justicia, es que el juez que vende
sus fallos por dinero debe ser ahorcado. Es un crímen
mayor que el de asesinato ó robo, porque el soborno
asesina la justicia y roba al pueblo de sus der echos
mas sagrados.
P ero hay otras formas de cohecho, otros medios de
influenciar las decisiones de las cortes, á, mas de la
oferta directa de dinero, y en esto el poder judicial de
los E stados U nidos no difier e mucho del de otras par-
t es. P ocos jueces se atreven i proceder enteramente
en oposicion al sentimiento público, y t odos sabemos
de muchos asuntos importantes en que la opinion
pública á menudo a nda errada. P ero el juez, habien-
do sido electo por el pueblo, tiene que complacer al
pueblo, ó dejar ele ser juez.
H ay varias razones que hagan á un juez desviarse
del camino recto que es el de la jl}sticia, para no ofen-
der á una corporacion ó clase. A alg un os jueces se
les compra por medio de la influencia política; á otros
ABUSOS JUDICIALES. 697

por la influencia social; á otros con pases libres de cos-


to en las líneas ferro-carrileras, ú otros medios indirec-
tos por el estilo. U n juez que pretende un puesto
mas elevado se cuidará mucho de no fallar, en un caso
dado, en contra de un monopolio que dispone de bas-
tantes votos para asegurar su eleccion. Y así sucesi-
vamente de mil maneras, un juez que se negaría á
recibir dinero por su decision, tomaría lo que él apre-
cie mas que el dinero.
Véase el sistema de jurados. i Habrá mayor farsa
en ninguna parte! Hasta los mismos jueces en sus
tribunales frecuentemente se disgustan con los doce
hombres llamados á actuar como árbitros en los asun-
tos que interesan á sus compatricios, por su falta de
buen sentido y honradez. Todo el que tiene que
lidiar con tribunales y jurados sabe bien que no hay
lotería ú otro juego de azar que ofrezca mas incerti-
dumbre que los veredictos que darán los jurados.
Es cierto que en algunos casos se puede tirar ua
cálculo, lo mismo que es posible predecir lo que hará
una zorra cuando se le vienen encima los podencos, ó
como se manejará un camell o ó una ballena en ciertas
circunstancias. Los jueces mejicanos no pueden jamás
ser peores que los jurados americanos. Es de espe-
rarse que esta reliquia de la reforma de los tiempos
feudales será pronto abolida.
La vigilancia sobre tribunales y jueces no puede ser
demasiado estricta á fin de asegurar la justicia para
todos, y la sancion de medidas sabias. Las necesida-
des del soberano, los empleados corrompidos, y la gran
distancia á que se hallaba la fuente del poder fueron
las causas que fomentaron la mala administracion en
la época colonial. Así pues, la justicia se compraba y
se vendia, y tal ha sido la costumbre desde entónces,
hasta cierto punto, no obstante el código N apoleon y
otras mejoras introducidas en las leyes. Los litigios
excesivos y prolongados no d eben tolerarse, y hace
falta una revision mas sistemática del código para eli-
minar las leyes anticuadas y contradictorias, é igual-
698 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

mente un cambio en la forma irregular de los procedi-


mientos, que por sí solos bastan para introducir el
desórden y la injusticia. Pero hasta tanto que Fran-
cia, Alemania, Inglaterra, y los Estados Unidos no
garanticen á sus súbditos y ciudadanos recta y cum-
plida justicia en sus tribunales, esto es, justicia sin
dinero y sin precio, justicia igual para ricos y pobres,
para el humilde lo mismo que para el poderoso, fallán-
dose los casos por sus méritos, sin que intervengan los
influjos personales ó populares, ni ninguna influencia
incidental ó indebida, hasta entónces, repito, no ten-
drán razon para escarnecer á Méjico. Hay ciertas
especies de robo y homicidio en que si el ladron ó ma-
tador tiene bienes de fortuna, no solo lleva la seguri-
dad desde luego de salir inmune, sino que l;U posicion
social apénas queda manchada.

N o es dable elogiar demasiado las medidas liberales


y progresistas del presidente Diaz para el desarrollo
de los recursos; medidas que han t enido ya un efecto
tan marcado en las costumbres y bienestar de una
gran parte del pueblo.
La admision de extranjeros á particIpar en este
desarrollo es sin duda digna de elogio, por la coopera-
cion que prestan al adelanto intelectual y material con
el uso irrestringido de capitales y de métodos mas per-
feccionados en las arte::> y las industrias; pero esto
debe consentirse solo dentro de ciertos límites, por el
riesgo de que quede absorbida una parte considerable
de la riqueza por gentes que la mandarían fuera, de-
jando muy poco en circulacion para provecho del país.
Esto tiene especial aplicacion á las minas. El benefi-
cio que r esulta á la nacion de su explotacion por capi-
tal extranjero se ha exagerado mucho, puesto que los
negocios locales que desarrolla la minería dejan muy
poco beneficio permanente. El producto principal de
las minas se exporta para enriquecer otros países. Los
ferrocarriles son provechosos hasta cierto punto; pero
no comprendo que Méjico se halla en el caso de ceder
LA MINERIA. 699

los tesoros de sus tierras en provecho ae los ferrocarri-


les. California sacó muy escaso beneficio de sus
metales preciosos, excepto en que se apresuró la intro-
duccion de una poblacion que despues resultó ser per-
manente. N evada no aseguró ni aún eso. i De qué
provecho le han sido á N evada las toneladas de plata
extraidas de las vetas del Comstock? i Qué han de-
jado en pago de ellas los millares de hombres que vi-
nieron y se volvieron á ir ¡Un agugero en el suelo!
La minería debe graduarse como una de las indus-
trias ménos provechosas. i De qué han valido á Mé-
jico, pregunto yo, los millones de tesoros que han
rendido sus tierras intersectadas de vetas metalíferas
durante los tres últimos siglos? i qué beneficio ha re-
sultado aún á la misma Esp'Rña que recibió casi todos
los primeros rendimientos? El resultado fué hacer el
trabajo y toda clase de dedicacion á los negocios mas
enfadosos que nunca, contribuyendo á que los hombres
se hiciesen holgazanes, orgullosos, é ineptos; hasta que
al fin, para las necesidades de la col.onia, el gobierno
español se vió forzado á dar entrada á las manufactu-
ras de Francia é Inglaterra, á cuya,;; manos fué á
parar el beneficio mayor de los vastos t esoros de Mé-
jico y el Perú.
La introduccion de unas cuantas artes é inventos de
civilizaciones lejanas atenúan muy poco los males que
acarrean al país, y la degradacion, el vicio, y la pobre-
za que á la larga recaen sobre el pueblo.
N o obstante, es innegable que la minería tambien
hace mucho bien; y cuando la explota el mismo pue-
blo de la nacion hay mas probabilidades de que sus
productos se queden en ella en forma de tierras dedi-
cadas al cultivo, fundiciones y talleres de máquinas,
valiosas casas con jardines bien cuidados, y huertas, y
habitadas por dueños ricos, y pueblos con almacenes
de comercio, fábricas , escuelas, y -todos los medios que
conducen á la educacion y el progreso. Entónces las
minas, miéntras duren, serán ventajosas para su vecin-
dad, y dejarán algo bueno cuando se hayan agotado,
700 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MEJIeo.

pues aunque el dinero se desparrama, quedan las me-


joras. Que este beneficio no guarda proporcion equi-
tati va con el valor del metal puede comprobarse,
desde luego, con la mayor parte d e las regiones mine- .
ras, hasta en .M éjico mismo; por ejemplo, en Zacate-
cas, que durante los siglos 15, 16, Y 17 rindió por sí
sola mas de mil millones de p esos. i En donde está
ese dinero, y por qué en todos estos años no ha sido
ese distrito uno de los mas felices, adelantados, y prós-
peros del globo?
En donde las minas se explotan únicamente con ca-
pitales extranjeros las mejoras permanentes son mucho
menores, y á m enudo tan insignificantes que apénas
son dignas de mGUcion; y tambien es comparativa-
mente exigua la r enta que de ellas saca el gobierno.
Proporcionan mercado á los labradores vecinos, pero
eso dura solo miéntras sigan los rendimientos. La
maquinaria viene del extranjero; igualmente se traen
los víveres, el vestuario, los licores, y el tabaco para la
gente. Una casa de madera y de poco precio, que
viene en secciones junto con la maquinaria, la paran y
pintan para alojamiento del director de la mina ; otra
casa idéntica traida de la misma manera, pero sin pin-
tar, hace de tienda. Ponen á los naturales á trabajar
por tres ó cuatro r eales diarios. U na pequeña canti-
dad de harina y tocino, y el licor embriagante, todo á
precios de capricho, pronto los hace deudores de la
tienda, convirtiéndolos de h echo en esclavos de las
compañías; pues es muy fácil tenerlos adeudados todo
el tiempo que le plazca al director.
Entretanto, se oyen en la capital los clamores de los
mineros extranjeros que quieren todavía mayores con-
cesiones del gobierno. Vecl, dicen, como proporciona-
mos recursos á vuestra clase menest erosa ; ved sus
subidos salarios que les suministran los medios de criar
á sus hijos, de t ener mejores habitaciones, comodida-
des, y mejoras intelectuales, contribuyendo todo á
fomentar una cultura mas elevada y un gran progreso
naciona1 ! Tienen buen cuidado de no espaciarse sobre
LOS MINEROS EXTRANJEROS. 701

los hechos como son en realidad, es decir; que los na-


turales han recibido unos mezquinos reales, para ayu-
dar á enriquecerse á unos aventureros que se llevan
sus tesoros á otras tierras.
Se dice que las regiones mineras de Chihuahua es-
tán ahora dando mas metales que los que rendia toda
la república hace algunos años, y que los distritos de
Durango, San Luis Potosí, Zacateca s, Michoacan, y
Guanajuato todavía conservan cada uno de ellos bas-
tantes metales preciosos debajo de la tierra para sol-
ventar veinte veces toda la deuda nacional. P ero si
esto es cierto, y el metal es extraido por extranjeros,
i cuanta parte de él se vendrá á aplicar al pago de las
deudas de M éjico 1 Por consiguiente, no sería mas
que justo el imponer contribuciones y restricciones á
los mineros extranjeros, para que el país retenga algu-
na porcion de las ganancias. .
En el comercio y en otras cosas, lo mismo que en la
minería, no es que Méjico necesite de los extranjeros
sino al contrario, los extranjeros son los que necesitan á
Méjico. i Qué beneficios ha traido la Alemania al país
con las relaciones libres y amigables de los últimos
cincuenta años 1 Los alemanes se cuidan poco ó nada
de Méjico, ni de sus habitantes. Se mofan de ellos y
de sus instituciones; y no levantarían ni un dedo para
desarrollar su inteligencia ó su moralidad, mejorar su
condicion, ó contribuir á sus comodidades materiales.
Todo su ahinco se r educe á vender sus artículos ínfimos
á los precios mas altos que puedan conseguir, evitarse
la competencia, y entretanto yivir bien, y para sí mis-
mos. Con este firme propósito no vacilan en sobornar
los empleados del gobierno, en hacer el contrabando,
para el cual son bien diestros, y en pagar redactores
de periódicos para que llenen sus columnas con vitupe-
rios y calumnias respecto á otras nacionalidades á
quienes temen como competidores.
y lo mismo sucede con los franceses. Han estado
acostumbrados por tanto tiempo á monopolizar las
cosas en Méjico en ciertos ramos, que temen la venida
702 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO

de los americanos; y con justicia, porque estos últimos


de seguro les quitarán alguna parte de su negocio,
aunque por otro lado dejen mas que lo suficiente para
resarcir la pérdida.
Por ejemplo, en punto á hoteles y fondas, los fran-
ceses tienen ahora la supremacía; pero que se establez-
can á su lado los americanos en esa elase de negocio, y
pronto se verán aquellos obligados á retirarse Y lo
mismo resultaría respecto á un gran número de las
ocupaciones á que se dedican los alemanes y los fran-
ceses. Si bien la superior energía y aptItud de los
americanos é ingleses en muchos ramos ofrecerían
ventajas, aunque no fuese mas que para despertar la
competencia, no por eso recomiendo que sean mejor
recibidos ó patrocinados, sino mas bien que todos los
extranjeros sean tratados con la cautela y restriccion
que mas convengan á los intereses de Méjico y de sus
propios hijos.
El medio mas fácil de imponer restricciones es el de
las contribuciones, las cuales aplicadas á los hombres
lo mismo que á las cosas, forman la medida protectora
reconocida como necesaria para alentar las manufactu-
ras y el comercio en general. La industria naciente
exige cuidado, en su infancia necesita del calor que
solo puede darle la proteccion del gobierno; pero el
débil vástago no podrá. adquirir fuerza y duracion á
ménos que crezca bajo una proteccion templada por
una reduccion gradual. Si no, degenerará en una afec-
cion cancerosa, en la forma de un monopolio corrompido
que se mantiene á costa del pueblo, y sn.cará subsi-
dios ó derechos de los otros ramos; que languidecerán
por carecer de la proteccion negada indebidamente.
Por lo tanto, conviene que el arancel de aduanas sea
revisado con frecuencia por los legisladores desintere-
sados é imparciales, inclinándose constantemente al
comercio libre; aún quizás sin lograrlo jamás d~l todo,
porque la libertad de comercio tiene que depender de
las exigencias temporales creadas por las guerras, y
por otros acontecimientos, así como por la necesidad
de crear industrias en el país.
SUBVENCIONES. 703

U n paso en esta direccion ha sido la derogacion por


Diaz de varios tratados extranjeros que no eran ven-
tajosos á Méjico, y la abolicion de las aduanas interio-
res que estorbaban el desarrollo. Sería prudente
tambien imponer alguna medida protectora para la
restriccion del comercio y tráfico interior, que están
demasiado absorbidos por extranjeros egoil:ltas y desnu-
dos de princi pios, que no solo se enriquecen rápida-
mente á expensas de los dóciles y apáticos hijos del
país, sino que se llevan sus fortunas para que aprove-
chen á otros pueblos. Esto se tendrá tal vez por una
política ruin; pero es, en realidad, una proteccion jui-
ciosa, que se debe aplicar al establecimiento de la
supremacía nacional en el comercio del interior, aflo-
jándola despues segun lo sugiera la experiencia. Los
Estados U nidos del Norte han restringido la inmigra-
cion china por ser perniciosa, particularmente para la
clase obrera que tiene familia. Con el mismo funda-
mento se pueden cercenar los privilegios de los nego-
ciantes y otros, por perjudiciales á los naturales de
Méjico, y al útil predominio nacional sobre los ramos
industriales. N o se haga caso de la grita de indivi-
duos y periódicos interesados en contra de una política
restrictiva, y díctense medidas provechosas.
Conviene ponerle trabas al sistema de dar subven-
ciones á los ferro-carriles, tan luego como se haya he-
cho el primer adelanto necesario. La demanda y el
suministro arreglarán casi todo lo demás. Si hay
quienes quieran construir caminos de hierro, que los
hagan bajo la misma base que cualquier otro negocio.
La conveniencia de que el gobierno tenga el manejo
de los ferro-carriles está aún en duda, si bien el buen
éxito que han tenido los ramos ligados de correos y
telégrafos brinda esperanzas de que aquél tambien
diera buenos resultados. La experiencia de Bélgica
indica que no solo los telégrafos sino las líneas princi-
pales de ferrocarriles pueden confiarse á las autorida-
des, junto con una inspeccion provechosa sobre las
corporaciones, que tendrán que conducirse de maHera
704 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO

que sus líneas redunden en bien de los verdaderos in-


tereses del pueblo. Así se coartará hasta cierto grado
el monopolio extranjero, desapareciendo el pretexto
para la intervencion extraña.
Los ferrocarril es los aprecia en alto grado el gobier-
no de Méjico, como que sirven para promover el de-
sarrollo, y para poner coto al contrabando; esto último
no ha tenido poco que ver con la oposicion tan enér-
gica que han hecho varios círculos á lo que se ha
llamado la invasion ferro-carrilera del norte. Los
patriotas ven en estas líneas de rieles un móvil en
favor de la paz, y de la consolidacion nacional, yel
pueblo en general busca con ahinco las facilidades en
los trasportes, la apertura de mercados, el acrecenta-
miento del comercio y de ocupacion para las clases
trabajadoras, con el consiguiente aumento en el valor
de las propiedades y en los salarios. Pero es preciso
que se guarde bien de la mano férrea del monopolista,
::~y¡:> Sé Ílace sentir en los fl et es y pasajes exhorbitan-
tes; y que se desentienda de los benefieios para res-
guardarse de la tiranía.
Es inútil tratar mas largamente sobre la nece-
sidad manifiesta de las reformas industriales que el
gobierno ha emprendido ya. Fué un gran paso de
adelanto, el de establecer un porte uniforme para la
correspondencia en toda la r epública con su r ebaja.
Ese porte es, empero, bastante alto comparado con
los de Francia, Alemania, Inglaterra, y los Esta-
dos U nidos. Bien puede la nacion someterse á una
pequeña gabela para asegurar el gran beneficio del
libre canje de las ideas y la diseminacion de los cono-
cimientos.
El servicio postal es el conducto por donde circula
la inteligencia de un país, como la sangre vivificante
eorre por las venas y arte nas del organismo animal.
Esta accion es libre en razon de los eonocimientos y
del adelanto del pueblo; de aquí es que segun aumenta
la inteligencia de un pueblo, así disminuye el porte de
la correspondencia. Es cosa singular que por tanto
DEBERES DEL CONGRESO 705

tiempo se haya mantenido vigente la variedad de por-


tes de estado á estado; se cobraba, por una carta que
iba de Méjico á Veracruz en catorce horas por ferro-
carril, dos reales, al mismo tiempo que otra igual
podia pasar por la misma via hasta California, con
diez dias mas de camino, por solo seis centavos.
La educacion corresponderá igualmente á los es-
fu erzos que se hagan por el mismo conducto para su
desarrollo, y con el tiempo los productos del ramo
aumentarán al punto de comprobar, lo que se ha de-
mostrado con frecuencia en otras partes, que los por-
t es bajos rinden al gobierno una entrada mas pingüe,
que no los altos.
A la verdad, el mismo presidente Diaz lo ha hecho
constar con su política financiera, la mas hábil, previ-
sora, y benéfica que jamás haya tenido Méjico. Pre-
senta un notable contraste con los esfuerzos de
administraciones anteriores, en cuanto á que el incre-
mento de las r entas proviene de las medidas adopta-
das para promover la prosperidad general, y forma un
índice del progreso nacional. Ha aligerado la carga
del pobre, c&mbiando el gravámen desproporcionado
que existió ántes en favor del rico. Es un deber,
pues, del congreso obrar de acuerdo con el ejecutivo,
continuando la obra de la r eforma con una prudente
revision del arancel de cuando en cuando; á fin de va-
riar el grado de proteccion necesario para el juste
desarrollo de la industria y el mantenimiento de las
rentas, de modo de colocar á M éjico en este punto al
nivel de las primeras naciones comerciales del mundo.
El gobierno, al tener cuidado de que los empleados
sean exactos, y en que los reglamentos se cumplan al
pié de la letra, no debe tolerar que al comercio se le
impongan exacciones ni trabas inútiles, como por ejem-
plo, las multas por faltas triviales, que á menudo se
cometen inadvertidamente, en . los manifiestos ó fac-
turas.
Aunque M éjico ha est ado siempre muy atrás de la
r epública del norte en el arte de defraudar, en hacer
VID A /)E DIAZ. 45
706 PO::>lBILIDADES y PORVENIR DE MÉJICO.

flotar proyectos de balH;a descabellados, y en circular


papel sin ningun valor con el nombre de dinero, con
todo, pone en peligro su crédito y honor con la amena-
za de r epudiar las deudas sancionadas por los gobier-
nos sucesivos. Cierto es que el país no recibió mas
que una parte muy pequeüa del empréstito reconocido,
y ha pagado solo por intereses mas que esa suma.
Los gastos de la confederacion mejicana han estado

D U BLAN.

siempre fuera de proporcion con su riqueza, industria,


y desarrollo.
El hombre adeudado es un esclavo; un país no pue-
de nunca ser próspero miéntras no se halle en aptitud
de pagar sus deudas, y está en camino á su ruina si
sus ingresos son, por 10 reg ular ó siempre, menores
q ue sus gastos. La amarga experiencia de la intcr-
DIPLOMACIA. 707

vencion é invasion extranjera, con su desolacion consi-


guiente, debe servir de provechosa leccion. Méjico
tiene recursos de sobra; que los cultive, que economice,
y viva dentro de los límites de aquellos.
Muchos han hecho comentarios sobre la ruptura de
las relaciones diplomáticas, por eje mplo, con la Gran
Bretaña, por causa de la deuda desat endida; pero no
veo ninguna desventaja para Méjico en esa interrup-
cion, y si esta diere por resultado el poner á, la nacion
á malas con los prestamistas de dinero de allá, tanto
mejor. L os extranjeros son los que sacan las ventaj as
mas palpables del trato internacional, porque el efecto
progresivo sobre el país puede alcanzarse por otros
medios que bajo los auspicios de ministros plenipoten-
ciarios, ú otros agentes diplomáticos.
L os diplomático~ han sido útiles de vari~s modos.
Han servido como los arbitradores judiciales de las
naciones, á fin de promover la observancia del derecho
de gentes y de los tratados, y de alcanzar objetos y
arreglos asequibles únicamente por el conducto de la
diplomacia, sin men cionar las ventajas que solo se 10- .
gran con la trapacería. Habiendo mucho trato, ocur-
ren alg unas veces diferencias y disputas, por lo cual
conviene que un notario ó testigo oficial investigue y
active por su nacion; pues, de lo contrario, tendría su
gobierno que mandar frecuentemente comisiones espe-
ciales á investigar su lado de la cuestion; porque los
observadores generales á menudo dan solo un lado, y
los corresponsales extranj eros podrían ser sobornados,
y otras cosas semej antes podrían acontecer.
Pero me atrevo á aventurar el parecer de que todo
el sistema de embajadas, ministros plenipotenciarios, y
representantes r esidentes es inútil, dispendioso, y con
frecuencia perjudicial, en comun con muchas costum-
bres que ya no significan nada, y son ridículas bajo el
progreso de la civilizacion, aunque no dejaron de tener
importancia en ~u principio.
Con las com unicaciones im3tantáneas por . telégrafo
entre todas las capitales de la cristiandad, y centenares
708 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

de miles de periodistas y corresponsales que dan en


detalle por la prensa todos los incidentes y cuestiones,
desde el asunto mas insignificante hasta el de mas im-
portancia, dando mil veces mas informes diariamente
que todas las embajadas del mundo suministran en un
año, i de qué sirven los ministros y mojigangas de la
legacion ortodoxa? .
Hay poco riesgo en el dia de que un enemigo nos
~orprenda por la frontera, ó que se construyan buques

BEI{RIOZABAL

6 armamento en gran escala, ó que en alguna parte


del globo se h agan preparativos de guerra, sin que el
hecho y su objeto lo sepa luego á luego todo persona
inteligente. Pero los que viven del ~ficio dirán que
hay otros asuntos, además de los de la guerra y la in-
triga, tan delicados en sí que exigen la atencion cons-
REPRESENTANTES EXTRANJEROS. 709

tan te de una persona muy superior que esté siempre


en el puesto, y mantenida por su gobierno de una ma-
nera adecuada á su dignidad. Es decir, si las naciones
hicieran sus negocios de una manera directa y sin
rodeos, como lo hacen los comerciantes sensatos y
otros, mandando un agente cuando sea necesario, pero
evitando toda clase de mojigangas, engaños, mentiras,
y trápalas, tales como se acostumbraban con admirable
sutileza en los tiempos feudales, los asuntos del mundo
sufrirían, y los gobiernos parecerían despreciables á
los ojos unos de otros.
Méjico estuvo bastante tiempo sin reconocimiento
ni representacion por parte de la Gran Bretaña, como
he dicho, y se halló en el mismo caso respecto de los
Estados U nidos; y sin embargo, el mundo siguió su
marcha, y Méjico, segun lo que pude juzgar, nada
perdió por eso.
Veo poco beneficio en que Méjico tenga represen-
tantes de las diversas naciones alojados en su capital.
Es verdad que gastan alguna plata con el carnicero, y
en las tiendas, y que emplean un número de mejicanos
como sirvientes; pero nada hacen para promover el
adelanto intelectual ó moral, y ejercen poca ó ninguna
influencia en las masas del pueblo; en verdad, pocos
mejicanos de los acaudalados los visitan, ni los convi-
dan á sus casas, al mismo tiempo que los ministros y
sus familias no vacilan en manifestar abiertamente su
desprecio por todo lo que es mejicano. Su ocupacion
principal es visitarse entre sí, beber y comer á expen-
sas de sus respectivos gobiernos, salir á paseo en
carruaje 6 á caballo por las ta;des, y apostar en las
carreras los domingos. Los pocos negocios que tienen
con el gobierno se despachan por medio de un secreta-
rio de "relaciones exteriores, y del mismo modo, y aún ,
mejor, podrían hacerse directamente por el ministerio
del ramo, como por el conducto de un pomposo super-
numerario. En cuanto á Méjico, estoy cierto que
puede emplear mejor su dinero que sosteniendo esta-
blecimientos costosos con el objeto de hacerse repre-
710 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

sentar en las capitales extranj eras, con las cuales tiene


en realidad muy poco que hacer.
Muchos mejicanos se alarman con la idea de que á
los Estados U nidos se les ocurra alguna vez tomarse
otra tajada del t erritorio, y luego otra, y así sucesiva-
mente, hasta que no quede nada. Esa idea provime
de la ag itacion de cierto elemento indolent e y desmo-
ralizado que hay en los Estados U nidos, capaz de co-
meter cualquiera maldad que esté á su alcance. Está
aguardando que ocurra alguna mala inteligencia entre
los constructores de ferrocarriles en Méjico y las auto-
ridades de allí, en cuyo caso se espera que intervenga
el gobierno de los Estados U nidos declarando la
guerra, y concluyendo con una adquisicion t erritorial.
i Vana esperanza ! T odo esto ha sido previsto por
una sabia administracion. Los ferrocarriles en M éjico
se construyen baj o las leyes m ejicanas, y están suj etos
exclusivamente á los tribunales de Méjico. Aunque
no fu ese as], no habría diferencia alguna entre hom-
bres legales y r ectos. Y la gran mayoría del pueblo
al norte de la frontera de M éjico se compone de gente
honrada y de buena intencion, que no solo no desea
que su v ecino del sur sufra mas invasiones, sino que
no toleraría otra guerra injusta con M éjico. Por su-
puesto que no es la clase mas inteligente, ni la mas
honrada y r ecta, sino la que anda buscando cualquier
pret exto para invadir á M éjico, la que quisiera v er la
tierna solicitud de nuestro gobierno extendida sobre
los pobres y atropellados constructores de caminos de
hierro, cuando les acontezca alguna desgracia.
Está ya cayendo en desuso la idea de que sea un
deber de los gobiernos seguir por todo el mundo, y
combatir por cualquiera de sus ciudadanos que volun-
tariamente se haya expatriado, y puéstose bajo las
leyes y proteccion de otra na cíon. Cuando un hom-
bre abandona el país de su nacimiento, y se radica
en otra parte, debe disponerse á estar sujeto á las
reglas de la sociedad en que ingresa. Habiéndose
r etirado por su libre albedrío de la proteccion inm e-
LOi> Ei>TA DOS UNIDOS. 711

diata de su propio pueblo, no hay una razon válida


para que su gobierno mande agentes diplomáticos á
mirar por él en una tierra extraña. Si no puede fiarse
del órden de cosas existente en el país extranj ero, me-
jor será que se quede en su patria.
Aunque el gobierno de los .Estados Unidos pueda
tener un derecho legal para intervenir en asuntos de
violacion de contratos entre sus ciudadanos y los me-

PACHECO.

jicanos, caso de que ocurriesen, no debia en realidad


ser así. Estaría mas en lugar proteger á su propio
pueblo de la tiranía de sus monopolistas. Si los cons-
tructores ameriCa!lOS de ferrocarriles en Méjico defrau-
dan á los mejicanos, lo cual es mas fácil que suceda, y
no que ellos sean los defraudados, l se apersonará el
.gobierno de los Estados U nidos para ver que se ]e
712 POSIBILIDADES Y POIWENIR DE MÉJICO

.o.aga justicia á Méjico: Las cosas de Méjico se com-


prenden mejor ahora en los Estados U nidos que ántes,
y con un poco de sagacidad y prudencia de parte de
las autoridades mejicanas no hay riesgo alguno. Mién-
tras Porfirio Diaz esté en el poder no habrá guerra
entre M éjico y los Estados U nidos.
El general Diaz ha sido tildado por algunos de sus
paisanos de simpatías por los Estados U nidos. Nunca
se dió cabida á una idea mas absurda, si por simpatía
se quiere significar algo que sea anti-mejicano. Jamás
ha manifestado él una prefer e ncia indebida, ni senti-
miento alguno, fuera de un deseo inteligente y patrió-
tico de estar en buena paz con sus vecinos, y de sacar
provecllo de su ejemplo hasta donde esto pareciere
conveniente.
Á la verdad, poco han hecho los Estados U nidos
para que el general les esté particularmente agradecido.
Su gobierno no fué reconocido al principio por los Es-
tados U nidos, y por razones que no le hacen honor á
estos.
Si ha habido alguna vez un triunfo de patriotismo
digno de elogio lo fué el que obtuvo Diaz. Pero el
secretario E varts aspiraba á la presidencia, y creyó
que el precipitar una guerra entre las dos repúblicas,
bajo cualquier pretexto, sería un movimiento popular;
útil para aplacar el resentimieuto existente entre el
N orte y el Sur, y para aumentar al mismo tiempo el
territorio de su país. Así pues, se le dieron instruc-
ciones al ministro Foster para conducirse hácia el go-
bierno mejicano de la manera mas desagradable, á fin
de ayudarle en su proyecto, pues la injusta matanza
de cien mil h ombres era á sus ojos cosa de poca im-
portancia comparada con sU propio engrandecimiento
político.
Foster siguió las instrucClOnes de Evarts, y no en-
contró dificultad alguna en hacerse. odioso. Pero la
intriga y la negativa de r econocer á Diaz ni causaron
daño á este, ni ayudaron á Evarts. Ántes al contra-
rio, ofrecieron á Diaz la ocasion de manifestar una vez
LA CLASE MEDIA. 713

mas su firmeza, independencia, y patriotismo, rebajan-


dI) al mismo tiempo el nombre de Evarts.
El porvenir de Méjico depende, sobre todo, de hacer-
se de una clase media que seo. en proporcion tan fuerte
é inteligente como la de la república del norte, que se
halle identificada con la paz y el progreso, no tolere ni
la injusticia, ni la agresion, y presente una muralla
inexpugnable á la invasion. Los gobernantes inteh-
gentes en toda la república lo comprenden esto perfec-
tamente; saben que un gobierno pacífico y permanente
no puede resiJir en políticos irresponsables y emplea-
dos provisionales, ni aún en una clase aristocrática ó
dominante, sino en una clase media sólida y educada,
y están haciendo cuanto está de su parte para desarro-
llar esa clase de poblacion.
Las masas de M éjico ocupan una posicion peculiar.
Ni son, esclavas, ni ent eramente libres. Ni son posi-
tivamente progresistas, ni positivamente estacionarias ,
sin embargo, son mas libres y mas progresistas que lo
que han sido nunca ántes desde la venida de los espa-
flOles, y el desarrollo tiene un t ono mas saludable que
el que presentó durante el único correspondiente tiem-
po, inmediatamente despues de la independencia Du-
rante los tres siglos de despotismo las mantuvieron en
la mas supina ig norancia é inaccion tanto la iglesia
como el estado. Y ahora que la luz de la libertad
empieza á esparcir sus rayos entre ellas, no se hallan
desde luego en aptitud de aceptar sus beneficios en
toda su plenitud. Es preciso darles tiempo para que
se acostumbren sus ojos á las extrañas vistas, y su
inteligencia se haga al nuevo órden de cosas. Y el
resultado dependerá de las circun stancias que con-
curran durante las dos ó tres generaciones siguientes.
Hay esperanzas para Méjico en la educacion de las
masas y en el progreso material del país; pero el
desarrollo de la inteligencia y la verdadera indepen-
dencia tiene que ser lento. Mucho puede hacerse por
buenos gobernantes que em pleen el dirtero obtenid o
del pueblo en beneficio de este; muchos perjuicios han
714 J)OSIBlLIDADES y PORVENIR DE MÉJICO

hecho los malos gobernantes enriqueciéndose á expen-


sas de los infelices.
La educacion es la elevacion. La educacion de las
masas es la fuerza de la nacion. Por estos medios
solamente puede salvarse de guerras intestinas, inva-
siones del extranjero, ú otros medios de perdicion.
Los votantes que carecen de instruccion se conside-
ran peligrosos para la sociedad, por la facilidad con que
son engañados y conducidos por mal camino. Hay

T AU LE.

varios países tenidos por sumamente ilustrados, que


están empezando á hacer lo que Méjico ha hecho du-
rante mucho tiempo, es decir, prestar ayuda para la
educacion de las masas. L os varios estados de la
union hacen lo que pueden: no todos se hallan en con-
dicion de hacer lo que quisieran, ó lo que la seguridad
de la república exige. Algunas cmdades invierten
IMPORTANCIA DE LA EDUCACION 715

cantidades en promover los ramos mas elevados con


perjuicio de una clase que no recibe educacion al-
guna.
De los cincuenta millones de nabitantes de los Esta-
dos Unidos, cinco millones, de mas de 10 años de
edad, no saben leer ni escribir. En algunas secciones,
mas particularmente en los estados del sur, esta clase
de ignorancia equivale á un cuarenta por ciento. En
toda la república de Méjico la proporcion de los que
carecen de toda educacion es por desgracia mucho
mayor.
N o es mas que justo hacer notar que la importancia
de la educacion es cuestion sobre la cual todos los indi-
viduos y partidos en M éjico están acordes. El presi-
dente, los ministros de estado, y los gobernadores,
están no solo interesados, sino manifiestan actividad en
crear y promover el increment o de las escuelas públi-
cas primarias, así como de los institutos de enseñanza
superior. El presidente mira el asunto como de tanta
importancia que asiste personalmente á los exámenes,
y distribuye él mismo los premios; y se sabe de gober-
nadores ricos que han dedicado no solo sus sueldos,
sin? grandes sumas, además, para los fines de la edu-
caCIOn.
La única cosa que es de desearse en este punto es
el hacer mas efectivo el sistema obligatorio, que ya se
ha adoptado en muchas partes, en cuanto toca á los
ramos primarios. Podia proveerse algo para propor-
cionar, á expensas de la nacion, los estudios mayores á
los alumnos que den á conocer extraordinarias aptitu-
des, y que no t engan recursos suficientes propios; pero
por .otro mo~ivo no debe gravarse al público para los
ramos supenores.
El estudio del idioma inglés lo promueven los go-
biernos en las escuelas de todo Méjico y Centro Amé-
rica. Nada aquí indica mas el ensanche de las ideas
y del progreso intelectual y material que esto. P or
otra parte, el pueblo de los Estados U nidos está ya
comprendiendo las ventajas de conocer el español. En
716 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MEJICO.

lo que toca al desarrollo rápido de las dos Américas, es


de vital importancia que toda persona progresista y de
inteligencia conozca estos dos idiomas.
Pero hay otra educacion, para los adultos y las ma-
sas en general, y para esto se buscan los mejores
maestros entre los inmigrados, comerciantes, y mine-

C A D ET E .

ros. Los que se propongan sacar ventaja de Méjico


sin dar algo de provechc en compensacion, los especu-
ladores, proyectistas, aventureros, hombres sin recur-
sos, sin oficio, ni dignos fines, estarán demás; pero
para aquellos que lleguen como peritos en alguno de
los ramos de las artes útiles, para los agricultores y
MAESTROS EXTRANJEROS. 717

artesanos, y para todos aquellos que á la vez que acu-


mulen riquezas para sí mismos, enseñen á otros el modo
de hacer otro tanto, y de mejorar la condicion de sus
familias, además de los negocios generales del país en
sus mil variedades, hay posibilidades sin fin en la
direccion de los usos antiguos y nuevos del ilimitado
material en bruto que contiepe el país. . Los naturales
mejicanos son tradicionalmente imitativos; con buenos

HIN OJ OSA,

maestros pueden aprender cuanto se les enseñe ; de


suerte que un manufacturero que estudie el modo de
manejarlos, se encontrará pronto á. la cabeza de la me-
jor clase de artesanos y obreros, que le trabajarán recia
y pacientemente á razon de 30 á 60 centavos diarios .
Los mejicanos aprenden cualquiera cosa con pronti-
tud, á pesar de qu e muchos de ellos conservan sus
718 POSIBILIDADES Y PORVENlH, DE MÉJICO.

métodos antiguos por tanto tiempo. Lo atrasado de


los métodos se debe á la falta de maestros y de ejem-
plo, porque es preciso ayudarlos. ó enseñarlos á ayu-
darse á sí mismos. N ada se sacaría con mostrarle á
un aguador una carreta y un burro si no se le ha de
permitir que los use; lo mismo sucede con otras mil
cosas; el americano nativo no sabe desde luego cons-
truir un ferrocarril y una máquina de vapor; pero
enséñesele como se hacen, y él dará á conocer tan bue-
nes aptitudes como cualquiera otro. Pero imitemos,
cuanto nos sea dable, él procedimi ento de originar, que
el inventar viene lentamente, y no me cabe duda que
con el tiempo los mejicanos contribuirán su parte; pero
entretanto es menest er dejárseles hacer como los de-
más, y que tornen prestado de las experiencias acumu-
ladas del mundo. En rapidez de percepcion exceden
en mucho á los chinos, y en adquisicion de todas las
artes mecánicas no los sUFera nacion alguna en el
mundo.
N ótase un decidido empeño tanto en el gobierno
como en los particulares, para promover la eo ucacion
del bello sexo, del mismo modo que la del hombre; á
todos lados se manifiesta un deseo ilustrado de elevar
á la muj er y de ensanchar la esfera de sus atribuciones.
i Qué hay de mas admirable, de mas útil y patriótico
que el haberse establecido por Juarez y Diaz en diver-
sos puntos las escuelas de artes y oficios para mujeres?
N o hay en la tierra ningun ser mas digno de lástima
que la mujer pobre educada para ser señora, y dema-
siada orgullosa para ganarse la vida con su trabajo.
P ero ya t enemos una institucion que por todos motivos
es acreedora á las mayores alabanzas.
Solo en M éjico hay cuatrocientas ó quinientas mu-
j ere.s aprendiendo á adornar muebles, á coser, bordar,
amoldar, y dorar, imprimir, encuadernar, y otras obras
de mano, con instruccion elemental en las artes mas
elevadas. j Cuan provecl~osos tienen que ser los re-
sultados para la nacion 1 Y hay otros institutos por el
mismo estilo en varias partes d el país.
V ARIOS OBSTÁCULOS. 719

Se ha dicho que la infusion constante de sangre ex-


tranJera es de necesidad vital para el progreso de
Méjico; porque tal es el clima, la falta de vigor y de
estím ulo, tales las condiciones físicas, la situacion y
cuanto la rodea; tal es el estado en que la sociedad ha
caido, con sus amalgamaciones constantes de sangre,
y sus castas y clases, que no debemos por el momento
buscar en ella, sola y sin ayuda, el mas alto desarrollo
inherente. Pero si bien el clima indudablemente ha
contribuido á este resultado, á pesar de eso t enemos
tambien que buscar las causas en la servidumbre colo-
nial y en el subsecuente desórden político. La misma
inquietud y falta de juicio que han fomentado estas
guerras civiles son peculiaridades que prometen, pues-
to que demuestran la vivacidad y energía, aunque
espasmódicas y mal encaminadas, que caracterizan al
predominante elemento mestizo. El otro gran ele-
mento, el indio, está reconocido ser paciente, afanoso,
é inteligente. Su capacidad se hace notar, llena de
promesa para el porvenir, en la elevada civilizacion de
los aborígenes del Anáhuac, que, á pesar del despotis-
mo, de las guerras, y de la espantosa tiranía religiosa,
alcanzó tanta perfeccion en el imperio de Montezuma.
Esta capacidad se revela en la condicion próspera de
las clases indias en las regiones cultas, como las de
Oajaca y Puebla, y aün mas en los hombres de talento
é influjo salidos de sus filas, á cuya cabeza se han visto
hombres como J uarez y Altamirano.
Además; la raza que pstá sobre ellos-la de los
predominantes mestizos- que está absorbiendo gra-
dualmente á todas las otras, es, por término medio,
de una mezcla tan antigua que la hace prácticamente
indígena en su sentido absoluto. Esta raza consumó
la independencia, arrojó de sí, uno por uno, los grillos
coloniales, y por fin, arrancó la libertad del pensa-
miento tras largas y obstinadas luchas. Esta raza es
la que eon tanto ahinco ha secundado los esfuerzos
regeneradores de Diaz, y promete seguir por la senda
dI:: su adelantamiento.
720 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

La aptitud inherente del pueblo para seguir la mar-


cha del progreso es por lo tanto manifiesta. N o obs
tante, cierto grado de mezcla extraña, así como el trato
libre, no puede ménos que promover este objeto,
especialmente en la formacion de una clase media
sólida é inteligente; á la verdad, esta clase que es tan
de desear, viene creciendo rápidamente y haciéndose
potente; en ella se cifran las mejores esperanzas de la
república.
Para el mas rápido y mas alto adelanto no solo de-
ben tenerse siempre abiertos al pueblo los tesoros de
la ciencia del mundo entero, sino debe alentarse tam-
bien la inmigracion de hombres y mujeres de carácter
elevado, experiencia práctica, y fu ertes de propósito;
de los que enseñarían á sacar mayor provecho de la
tierra, y de los que la labran; de los que ayudarían á
convertir los pobres peones en un pueblo capaz de go-
bernarse por sí mismo, un pueblo digno del nombre de
republicano, y de ser el principal sost en de la nacion ,
haciendo las ciudades, formando el gobierno, y dando
de su propio seno los gobernantes.
Por otro lado, podría acarrear un g ran mal la
afluencia demasiado rápida de una poblacion extranje-
ra, tal co mo la que absorbería la tierra, intervendría
en el gobierno, y eliminaría al pueblo. Como conse-
cuencia precisa, si el adelanto viniese todo del exte-
rior, la generacion futura sería una nacion distinta
de la actual; si los mejicanos desean conservar su indi
vidualidad nacional deberán cultivarse á sí mismos,
mas bien que importar todas las mejoras.
Lo que necesita M éjico, lo que necesitan los Esta-
dos Unidos, no es la afluencia del elemento bajo, ruin,
y flojo de Europa. No queremos h ombres que nos
gobiernen, que enturbien nuestra política, promuevan
contiendas, procreen el comunismo, y arrojen un bal o
don sobre nuestras veneradas instituciones; que andan
en las esquinas de las calles bebiendo y echando de
. nuestos contra el país. Ya h emos t enido, mas que de
sobra, de gente de esa calaña. Hay tres clases á que
AUMENTO DE LA POBLACION. 721

pode'mos dar la bienvenida con provecho para nosotros,


siempre que sean honrados y diligentes: primeramen-
t e, los educados y cultos, que ayudarán á levantar el
tipo de nuestra inteligencia; segundo, los hombres
ricos, que ayudarán á desarrollar nuestros recursos; y
tercero, los hombres trabajadores, artesanos, producto-
res, los de la clase que coadyuvarán á mejorar la con-
dicion de la poblacion obrera, contribuyendo á dar
mayor r espetabilidad al trabajador honrado.
Se ha visto que la poblacion de los Estados U nidos
se duplica cada veinticinco allos. Si este país hubiese
crecido ménos rápidamente, y atendido un poco mas á
su moral comercial y política, y al efecto sobre esta
de las personas ignorantes y desmoralizada!'" venidas
de afuera., esto es, de los que tratan de mezclarse en
el manejo de los asuntos, de los manipuladores de las
elecciones, demagogos estúpidos y bullangueros, pe-
tardistas, y finalmente, los ladrones y vagamundos,
que forman en mucha parte su clase criminal, recayen-
do la carga de mantenerlos, ya en las cárceles 6 fuera
de ellas, sobre el trabajador honrado, esos elementos
se verían impotentes para el logro de sus malévolos
fines.
No veo tampoco ventaja para Méjico en laabsor-
cion por el capital extranjero de grandes extensiones
de terrenos agrícolas, lo cual tenderá no solo á excluir
á los herederos legítimos de esas tierras, que son los
mejicanos, sino á continuar de hecho el sistema del
peonaje, mas detestable que la exclavitud absoluta.
Ni conviene apresurar la distribucion de terrenos,
minas, yagua, como se ha hecho en Méjico y en los
Estados U nidos por un mal dirigido anhelo de promo-
ver el desarrollo. Hay generaciones por venir, par!1
las cuales hay que reservar una parte del trabajo y de
los benefi cios.
Mas aún, como uno de los mejores medios para el
desarrollo saludable y firme de una clase media bien
acomodada, para asegurar mayor prosperidad en ám~
bas repúblicas, deberían repartirse los terrenos en por-
VIDA DE DIAZ. 46
722 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

ciones pequel'í.as, creanQose y haciendose efectivas ·cier-


tas leyes, para contrarestar en parte, por medio de
una contribucion equitativa, la codicia de los monopo-
listas; porque estos seguramente se harán los amos del
pueblo si este no los tiene sojuzgados. Puede muy
bien llegar el caso de que el gobierno se haga de la
propiedad de las tierras, así como de los t elégrafos y
ferrocarriles.
Los males del monopolio de los t errenos están aún
por r ealizarse por completo, tanto en M éjico como en
los E staJos U nidos. Hasta ahora, si todos los t erre-
nos de un estado ó de una seccion estuviesen ocupados,
los mejicanos solo t endrían que ir al norte y los ame-
ricanos al oeste, para encontrar bastantes tierras.
Durante la época colonial de los E stados U nidos, el
gobierno británico r epartió á los actuales poseedores
pequei'ías porciones de tierras baldías al precio de dos
centavos el acre. D espues que se consumó la inde-
pendencia. los monopolistas acaudalados se adelantaron
á comprar cada cual sus vastas posesiones para reven-
derlas por cincuenta ó quinientas veces mas que el
precio que ellos pagaron. Miéntras que quedaba mu-
cho terreno bueno, los males que de eso r esultasen no
podian ser grandes. P ero con los siglos próximos
venideros se dejará sentir su efecto, y surgirán entón-
ces muchas cuestiones que tal vez se r esuelvan á san-
gre y fuego.
El influj o del monopolio es malo. N o hay cosa
mas grata para el hombre que el tiranizar ..1. su seme-
j ante. Han existido muchas tiranías entre la pobreza,
ignorancia, y supersticion de las edades pasadas, la
tiranía del feudalismo, del despotismo, de la religion;
pero jamás ha existido una tiranía mas injusta ó dura,
ó mas denigrante para las naciones que se someten á
ella que la tiranía de la riqueza, la tiranía del monopo-
lista de tierras y ferrocarril es, que le quita injusta-
mente al pueblo el fruto de su trabajo, y emplea sus
ganancias en imponerle nuevas cargas. Hay algunos
que se deleitan en aprovecharse de la ignorancia, po-
PELIGROS DEL MONOPOLIO. 723

breza, y desdicúas de sus semejantes para enriquecerse.


Las circunstancias, no sus propios méritos, les han
dado mayor conocimiento respecto á ciertas cosas, y no
contentos con usar sus ventajas de una manera justa
y legítima, es decir, de una man era que sea beneficiosa
para otros á la vez que para sí mismos, las hacen servir
para humillar, degradar, y empobrecer á otros, al mis-
mo tiempo que ellos se van enriqueciendo. Por for-
tuna, ya no es posible, con la inteligencia del dia y el
adelanto de la humanidad, que dure esta tiranía; sin
embargo, toca al gobernante patriótico no retardar el
remedio.
Hasta la presente, desde la conquista, ha habido
poco mas en las cla!':es bajas de M éjico que la misma
pobreza del viejo mundo, que acarrea el infortunio
inmerecido á numerosas clases de la república, á las
cuales pulveriza la planta de hierro del despotismo so-
cial, de generacion en generacion, á hombres, mujeres,
y niños; t eniéndolos por medio del dinero y del mono-
polio en una servidumbre peor que la de la misma
esclavitud, y echándolos de aquí para allá como si fue-
sen ganado. Es verdad que el hambre proviene
comunmente de la falta absoluta de prevision, ó de la
accion anormal de los elementos; sin embargo, en los
grandes distritos se cierne esa necesidad crónica, que
ha sido la maldicion de las antiguas civilizaciones en
todas épocas. N o debiera existir aquí en las circuns-
tancias presentes y futuras.
La pobreza no es un elemento esencial del progreso,
como algunos sostienen. Si los hombres son justos
consigo mismos, y con los que han de sucederles, no
consentirán que unos cuantos monopolicen esta. her-
mosa tierra, y tengan á las grandes masas de sus seme-
jantes en la servidumbre. No consentirán á unos
usurpadores org ullosos decir á los recien llegados:
¡Ved, este terreno todo está tomado ; idos á algun
otro planeta, ó volved á donde vuestro Criador que os
envió aquí; esta tierra, y el aire, y el cielo. todo es
nuestro, nuestro!
724 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

N o es necesario que todas las cosas se tengan en


comunidad ; que el que trabaja y se priva no esté mejor
alimentado y vestido que el que no quiere trabajar ;
pero sí digo que los hombres dig nos de llamarse así no
permitirán á unos cuantos de sus sem ejantes, ruines,
avarientos, y envilecidos, absorber los dones conferidos
á manos llenas por un benéfi co Criador con igualdad
á todas sus criaturas. Miéntras que para la nueva
civilizacion el comunismo con sus males sin cuento, no
es necesario, ni de desearse, el despotismo de la riqu e-
za y del férreo monopolio no será tolerado.
La riqueza es el poder, y la concentracion del poder
en manós de los individuos trae la tira.nía; pero el
conocimiento tambien es poder, y puede emplearse para
contrarestar los males de la riqu eza concentrada.
Á la verdad, el méj or remedio contra la injusta y
perniciosa aglomeracion de la riqueza en pocas manos,
es difundir los conocimientos, que permiten y que pro-
mueven la participacion de las masas en las graves
cuestione::; nacionales para su adelanto, y las pone en
aptitud de infundir el r espeto á sus deseos; y si nece-
sario fuere, los medios, por medio de la cooperacion
inteligente, para hacerlos efectivos.
La nacion cuya riqueza y conocimientos se hallan
distribuidos con mas ig ualdad es la de mejor condiciono
En donde todo el pueblo posee algo y est á educado, él
no se someterá á la tiranía, ya se presente esta en la
forma del monopolio, 6 del despotismo monárquico.
El Presidente Diaz ha inaugurado una multitud de
medidas sabias, como ya h emos visto para elevar al
pueblo á su verdadero nivel, y mucho mas puede ha-
cerse todavía como he tratado de indicar. Pero r efor-
mas tan vastas é importantes no se pueden hacer
desde luego. S e necesita tiempo para que su utilidad
sea reconocida, y entónces serán aceptadas; tiempo
para que se arraiguen bien, tiempo para que maduren,
y den su fruto. Estando, pues, el desarrollo en su
prinCipio, dependerá por mucho tiempo mas bien de
los gobernantes que del pueblo . hasta que est e último
FORMA DEL GOBIERNO. 725

tenga conocimient os prácticos, y haya aprendido á


dominarse para que entónces él mismo dirija la cosa
pública.
Para su estado actual de pupilaj e, de consiguien te,
con la rebelion todavía amenazando, ó la anarquía, debe
haber un gobierno potente, que por lo regular asume
la forma militar.
Aún entre las naciones mejor dirigidas y mas ade-
lantadas no hay tiem po ni medios efectivos, durante la
guerra ú otros episodios críticos, para averiguar la
voluntad del pueblo; y si sus representantes no pue-
den ó no obran de momento, y de ac uerdo con el brazo
militar, ent ónces tendrá este que proceder como mejor
convenga sin la ayuda del cuerpo representativo.
Es por demás exponer que á falta de masas inteli-
gent es y responsables, un gobierno enérgico, ó aún
arbitrario, es mejor que uno débil y fl ojo; es, en una
palabra, absolutamente indispensable para la vida é
integridad de la nacion.
Si en los Estados U nidos del norte á los Indios sal-
vajes y errantes se les trata como á menores, esto es,
como niños, pupilos del gobierno; en teoría son prote-
gidos, alimentados, y vestidos, como muchachos, aun-
que en la práctica se les roba y mata, como seres
incapaces de defenderse, siéndolo realmente así. El
gobierno no los deja votar, no les concede la edad
intelectual. Y esto debia aplicarse á todos los ele-
mentos bajos é ig norantes en una nacion.
Es evidente que se necesita una mano enérgica para
tener en órden á esa clase de gente. E s preciso t ener-
la refrenada, mucho mas fuerte y tirantemente, de lo
que es necesario en el caso de un pueblo inteligente
acostumbrado á conservar el órden por sí mismo. E s,
pues, una necedad poner faltas á un gobierno enérgico,
llamándolo tiránico y despótico, cuando las condiciones
exigen que así sea; y si bien puede constituirse un
gobierno ' arbitrario cuando haga falta, él no existirá,
por lo general, mas que el tiempo que se le necesite.
Cada pueblo, mas tarde ó mas temprano, halla el
726 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

g.obierno que mejor cuadra á. su carácter y condi-


CIOnes.
Por ejemplo, España, en donde á. principios de este
siglo se confirió el sufragio popular, con medios nume-
rosos para ayudar al poder elect oral á sost enerse contra
el poder her editario, segun aparecia en Francia é In-
glaterra. N o habia allí mas que un cuerpo legisla-
tivo, llamado las córtes, cuyos miembros eran electos,
segun la poblac ioll, cada dos años, y no eran reelegibles
en los dos siguientes. El cargo del ej ecutivo era
hered itario, pero sin cámara h er editaria que le apo-
yara. Los empleados municipales eran electos anual-
mente por sufragio universal, así es que los funcionarios
tenian méno::; oportunidad de tiranizar. L os conseje-
ros de estado y empleados del ej ecutivo eran nombra-
dos por las córtes ánt es de que pudiera conferírseles el
empleo. Los oficiales de la milicia eran electos por
los soldados, y los soldados salían de entre las masas,
algunas veces por medio de la conscripcion; era por lo
mismo ménos probable que se volvieran contra el pue-
blo en caso de exigírseles, que las fuerzas mercenarias.
Así pues, durante una parte del primer cuarto del siglo
diez y nueve , E spaña estuvo en algunos respect os mas
avanzada que ninguna otra nacion europea; pero t am-
bien se adelantó á su propia condicion, y no pudo
desempei1ar su papel de pueblo libre. El r esultado
fué una revolucion, y una r ecaida de la cual todavía
no se ha r ecuperado del t odo.
Las dos grandes fuentes de poder, el electoral y el
hereditario, ó como debemos decir en este caso, el
elect oral y el absoluto, no pueden existir en armonía
por mucho tiempo en el mismo cuerpo político. Uno
de ellos tielle que ser el supremo, y siendo supremo el
uno, el otro es poco ó nada. La Gran Bretaña ha
tenido experiencia de ámbos. El poder hereditario
reside allí en su mayor parte en los t enedores de la
propiedad t erritorial, y á él ha estado siempre subor-
dinado el poder electoral, por el simple h echo de que
por regla general los electores son propietarios, y los
LA GRAN BRETAÑA. 727

electos los r epresentantes dol poder hereditario. To-


dos admitirán que comparada con el resto del mundo,
la Gran Bretaña tiene un gobierno bastante bueno;
sin embargo, las elecciones que en M éjico se llaman
una farsa, son en Inglaterra todavía mayor ridiculez.
Dicen que en Méjico se compra la r epresentacion; lo
mismo pasa en Inglaterra. El poder electoral en el
último país jamás ha sido gran cosa. N o hace mucho
tiempo que el pueblo no t enia allí mas influencia en
organizar y dirigir su gobierno que la que tiene el pue-
blo de Méjico hoy dia para constituir y popularizar el
suyo. i Qué era el parlamento inglés ante la voluntad
de hierro de Cromwell, el usurpador? Si sus miem-
bros no gobernaban de acuerdo con él, entónces gober-
naba él sin ellos; cuando le estorbaron los despidió, y
ningun esfuerzo hizo el pueblo de la Gran Bretaña
para sostenerlos. El poder h ereditario, que ha sido
absorbido allí con r egularidad por los propietarios de
tierras, hasta reducir al soberano á una nulidad, está
en la actualidad cediendo mas y mas al electoral, como
lo prueba la posicion precaria de la cámara alta, y la
mayor amplitud que se le ha dado al sufragio; sin em-
bargo, el elemento aristocrático domina todavía.
En los Estados U nidos del Norte, por el otro lado,
la soberanía r eside en las masas educadas. El pueblo
es el amo; los gobernantes son servidores. Si los go-
bernantes se descarrian, el pueblo los hace marchar
bien ó los desconoce; los destituirán y pondrán otros
en su lugar. Los gobernantes no pueden llamar en
su auxilio un ejército para sojuzgar al pueblo, porque
el pueblo es el ejército. Los gobernantes no pueden
emplear el dinero, ó llamar auxilio extranjero, ó ejer-
cer ninguna influencia considerable en oposicion al
pueblo para contrariar la voluntad de este, porque la
riqueza y todas las prerogativas están en manos del
pueblo; siendo, al fin y postre, los gobernantes nada
mas que una parte, y una parte muy insign ificante, del
pueblo. Sabiendo esto los gobernantes, sabiendo que
los que hacen las leyes y elevan á los hombres pueden
728 POSIBILIDADES Y J>ORVENIR DE MÉJICO.

con la misma facilidad deshacerlos y destronarlos, se


cuidan mucho, cuando quier en permanecer en sus pues-
t.os, de no a partarse mucho de los deseos del pueblo.
La condicion de M éjico no está aún mucho mas
adelantada que la de España U n gobierno absoluto
es, por lo tanto, el que necesita. Es lo que tiene, y lo
que t endrá por algun tiempo , llámesele como se quiera.
Los gobernantes tienen que gobern a r de una manera
absoluta , quieran ó no quieran. A falta de una volun-
tad popular, ellos tienen que ser la voluntad. A falta
de un poder popular, ellos han de ser el peder. N o es
cuestion de principio ó propiedad, no es cuestion de
usurpacion ó absor cion, es un a conc1usion definitiva,
una necesidad inexorable. Y aún con esto, el cambio
de gobernantes trae con demasiada frecuencia nubarro-
nes de g uerra.
Las circunst ancias baj o las cuales se consumó la
independencia inclinaron h ácia un gobiern o r epublica-
no; pero á falta de un cuerpo político fu erte é inteli-
gente para sost ener su espíritu, se reduj o á una
oligarquía compuesta de ciudadanos acaudalados, fun-
cionarios civiles, eclesiásticos, y militar es. D e estos
comparativamente pocos constituyeron la verd adera
cabeza, y de est os pocos, comunmente alg un militar
enérgico que logró t ener de su parte al ej ército, lo do-
minó t odo.
L as razones para est e estado de cosas pueden
definirse con mas claridad de la ma nera que sigue:
Primer o, no exist e la clase de pueblo en el sentido
r epublicano, es decir, en el sent ido de masas inteligen-
t es y educadas, que posean alg una propiedad, ó alg un
interés en la cosa pública, y co n criterio intelectual
bastante para formar un a opinion sana, y obrar de
acuerdo con ella. L as t res cuartas partes de la pobla-
cion son indios, ó íntima ll1ente relaciori.ados con ell os, y
de la clase que en la confederacion del norte y en la
Gran B ret aña no se permite que vot e. Segundo :
que con g'uerras civil es t an lar gas y continuadas, ha-
biendo estado los soldados, entret anto, constantemente
UNA CONFEDERACION. 729

adictos á sus j efes, sin t ener que dar cuenta de sus


acciones á ningun poder ó persona superior á ellos
mismos, era fácil dirigir, subvertir, ó de algun otro
modo nulificar cualquier voto popular, al gusto de los
tales j efes. En eualquiera época, durante los últimos
cincuenta años, el general que t enia á su disposicion el
ejército mas numeroso, mejor acondicionado, ha tenido
poco mas que hacer que echar al aire su pronuncia-
miento, declararse gobernante, y ocupar su puesto
como tal, sin cuidarse del gobierno ó fun cionarios que
existieran.
As( como la falta de votantes capaces dió el dominio
á una aristocracia, del mismo modo el estado revolu-
cionario del país dió prominencia al ejército, el cual
llegó á ser el gran poder electoral y administrativo.
La oficialidad, en su mayor parte, era de la aristocra-
cia ó clase alta, ó de los que habian adquirido altos
empleos por sus proezas ó talento, por medios dig nos ó
reprobados, miéntras que las filas se llenaban de las
clases bajas; y así se establecieron la forma de gobier-
no, y los medios de gobernar, bajo los cuales única-
mente podia subsistir por entónces la república.
Así vemos que Méjico es una república solamente
en un sentido limitado, en cua,nto que la palabra repú-
blica significa un gobierno por el pueblo, una comuni-
dad en que el poder soberano está en manos de los
representantes elegidos por las masas. En realidad es
una confederacion de estados, gobernada por una aris-
tocracia, un gobierno que se aproxima á la autocracia,
sin estar circunscrito ni ser hereditario, sino que todos
pueden entrar á form arlo, aunque por lo regular se
halla en manos del que tiene la fortuna, 6 habilidad
bastante para apoderarse de las riendas, y retenerlas.
Ahora pues, los j efes principales de los estados con-
federados de M éjico no son ni individual, ni colectiva-
mente elegidos por el pueblo D e cualquiera manera
que sean hechas las elecciones, de cualquiera manera,
sea nominal ó t eóricamente que los hombres electos
vengan á ser la libre eleccion de la mayoría de un
730 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

pueblo libre, en la práctica no es así. Ellos son los


electos por sí mismos, ya como genios directores del
elemento militar, ya como representantes de las clases
ele vadas únicament e, ó como hombres que tienen de
algun modo, sea personal ó colectivamente, fu erza bas-
ta nte por sí para ocasionar disturbios si no se les asigna
un puesto.
La confederacion de estados es una forma de gobier-
no tan buena como cualquiera otra, per o no se adapta
especialmente á la dominacion arbitraria ó autocrática.
Cuando se propone unir bajo de un sistema á pueblos
de diferentes costumbres, que ti ene una inmensa varie-
dad de intereses, la federacion es la mejor forma conoci-
da. P ero el gobierno general debe mezclarse lo ménos
posible en los asuntos de los estados, dejando á los
habitantes de los diversos estados gobernarse á sí mis-
mos, á la vez que ext endiendo sobre cada uno la pro-
t eccion de la totalidad. A los estados no se les debe
permitir hacerse la guerra unos á otros, ni mantener
un ej ército permanent e; esto último es peligroso hasta
en manos de la federacion, porque abarca el poder de
emplear la coaccion sobre los estados, con detrimento
y perjuicio de estos.
En un verdadero gobierno por el pueblo, sea r epu-
blicano en la forma como en los Estados U nidos, ó
monárquico como en Inglaterra, los partidos políticos
rivales parecen necesarios en cuanto que sirven como
ruedas volantes para t ener á la maquinaria trabajando
en buen órden.
En fuerza numérica, como r egla general, estos par-
tidos serán casi iguales, de manera que puedan alternar
en el poder, y hasta cierto grado impedir el mal uso
de los cargos públicos. A falta de una persona, ó de
un poder superior á ellos mismos, á quien dar cuenta
de su conducta, se observan el uno al otro, V clamo-
rean sobre. violaciones de las leyes, apelando "á la na.
cion toda para que castigue al delincuente.
Sin embargo, en los gobiernos bien constituidos, el
dia de una eleccion general para altos funcionarios. si
LAS ELECCIONES. 731

los votos para los candidatos de los dos partidos opues-


tos están casi iguales, raras veces se apela á las armas.
Está admitido que la mayoría, aunque sea de un solo
yoto, gobierne, y que el otro partido se esté al resul-
tado, siendo esta regla en bien de todos, y par~ evitar
la accion de la fuerza bruta en la adquisicion del poder,
ó en el arreglo de las disputas. Forman, despues de
todo, un solo cuerpo político, una t otalidad en sí, pero
dividido á fin de arreglar el equilibrio gubernativo.
Aunque no es responsable á ninguno, fuera de la tota-
lidad, cada miembro resuelve, que así corno todos los
demás están coligados para hacerle andar derecho, él
por su parte tambien mirará que su vecino haga otro
tanto.
En Méjico solo hay que considerar la clase gober-
nadora, la clase alta, en primer grado los militares.
Podrán haberse separado en dos 6 mas partidos políti-
cos; pero si el dia de la eleccion los votos para los
candidatos opuestos son casi iguales, lo cual significa
en este caso que los candidatos rivales están cada uno al
frente de una fuerza militar de igual potencia y núme-
ro, lo probable sería un llamamiento á las armas. Y
así se decide en el campo de batalla el trahajo empren-
dido en la urna electoral.
Es, por consiguiente, de la mayor importancia que
Méjico disfrute paz por un período largo. La guerra
es costosa, cruel, humillante, horrible. Significa retro-
ceso, prostitucion de la inteligencia, y arbitramento de
la sangre. ,
Miéntras que la guerra sea el último medio apela-
ble, el hombre no es hombre cabal. Miéntras que sus
diferencias no se puedan resolver sino como los brutos
arreglan las suyas, no será en este respecto mejor que
los brutos.
Si yo fuera mejicano, en el caso de invasion extran-
jera y hasta tanto que algun otro medio efectivo se
ideara, yo combatiría. Si yo fuera mejicano, no per-
mitiría, por ningun motivo, que mi país volviera á ser
.
desmembrado. Pero estas vergonzosas y suicidas
732 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

guerras intestinas, en que el hermano degüella al her-


mano, los hijos matan á sus padres, y todo para logros
personales, para alcanzar puestos y poder, las censura-
ría con la mayor severidad rniéntras me durase el
aliento.
N o 'hay duda qu~ un ejército bien organizado se
puede reconocer como una necesidad para la paz de
Méjico. Parece estar resuelto por todas las clases y
partidos que se conserve la paz por a1gun tiempo en el
interior y en el exterior. Todos están cansados de la
guerra.
El gran clamor es ahora: "Dadnos alguna tregua
mas de esta mutua matanza. " Para conservar esta
paz tan deseada, apresar las gavillas orgamzadas de
bandidos, impedir el contrabando, y matar la hidra
de la revolucion, digo que un ejército permanente es
necesario en la actualidad. Y así será probablemente
por alg un tiempo, y á un mayor ó menor grado hasta
que el poder soberano de la nacíon venga á reSIdIr
directamente en el pueblo. Cuando esto acontezca la
pesada carga puede quitarse s in riesgo, y sustituirla
con una milicia libre, compuesta de hombres aptos
para elegir y ser electos á cualquier puesto de poder <i
confianza que al pueblo le sea dado conferir, y que eli·
girán sus propios oficiales.
El sufragio univeral sin discernimiento no es justo;
darlo ilimitadamente á. una poblacion incapaz de hacer
uso de él es un absurdo Dar al llegro ignora nte y
humillado, á ~ui e n se acaba de sacar de la esclavitud,
una voz igual en asuntos nacionales que al hombre
educado de la clase media, al maestro, al pensador, es
evidentemente un a injusticia; y 10 mismo es conceder
una participacion igual al vicioso, pelafustran, y por-
diosero, que en nada se ocupan, ni nada tienen que
perder, y poseido, consiguientemente, de muy pocas
ideas sanas, ó de ninguna voluntad de mantener el
órden y aumentar la prosperidad, como las que alllman
al hombre con propiedades, ahorros, y negocios por
.
pequeños que sean. Por eso digo, que se restrinja el
DERECHO DE VOTAR. 733

derecho de votar á los que tienen bienes, y á los que


son educados. Esta restriccion no solo excluirá los
elementos peligrosos, sino que promoverá su reforma
y elevacion estimulándolos á borrar el estigma de la
ignorancia y del pauperismo, y l?s obligará á buscar
su adelanto.
Son muy diferentes los grados de influencia que
ejercen los diversos gobernantes sobre su país; y esta
diferencia depende de la fuerza inherente de la nacion,
sin consideracion al nombre con que el gobierno se
designe, sea monárquico, aristocrático, 6 republicano.
Así es que el presidente de los Estados U nidos de
América y la reina de Inglaterra poseen poca influen-
cia para el bien ó el mal sobre el bienestar inmediato
de su pueblo, y la razon es que detrás de ellos hay un
poder' mayor gue ellos mismos. Por otra parte, apé-
nas hay un príncipe 6 potentado sobre la tierra cuyo
dominio sea mas absoluto que el del presidente de los
Estados U nidos de Méjico
Las páginas precedentes explican no solo la debili-
dad que da lugar á esta anomalía en una república,
sino que la condicion evolucionaria de Méjico hace
depender de los gobernantes su prosperidad y futuro
desarrollo
Esto se hace mas palpable con una recapitulacion
del poder gue posee el presidente mejicano. La facul-
tad de disponer del ejército y de los nacionales para la
defensa y seguridad, la ejerce mas libremente que su
confrere en Washington, ya porque puede buscar con
tanta facilidad el pretexto, ya por que él es quien nom-
bra los jefes del ej ército, aunque están sujetos nomi-
nalmente á la aprobacion del congreso en lo que toca ¡i
coroneles y otros empleos superiores, y á los regla-
mentos en cubrir los grados inferiores. Los nombra-
mientos de hacienda elevados, así como los de emplea-
dos diplomáticos, requiereri tambien la participacíon
del congreso; pero puede removerlos libremente á su
albedrío, miéntras que el nombramiento y remocion
de las huestes de empleados inferiores, así como de sus
734 POSIBILIDáDEf; y PORVENIR DE MÉJICO.

ministros, están enteramente en sus manos. El ejecu-


tivo disfruta de un poder amplísimo de perdonar, y
puede abrir puertos, establecer aduanas, y desempeñar
muchas otras funciones importantes. Añádase á esto,
una influencia decisiva en la mayor parte de los esta-
dos por medio de elecciones, concesiones, disposiciones
militares, é instalaciones oficiales ; agréguese tambien,
su accion, sobre los partidos dentro y fuera del con-
greso ; considérese que el ejército le mira sobre todo
como á su j efe, especialm ente si es soldado, por su
habilidad para dirigir sus movimientos, nombrando
oficiales, y arreglar hasta cierto punto su paga y sus
comodidades-y el poder de este personaje adquiere
vastas proporciones.
U n t érmino corto presidencial tiene la sign ificacion
, de que hay un pueblo detrás del gobierno, que es r eal-
mente mas fuert e y mas independiente que el gobierno
mismo. S egun el estado de civilizac ion, tienen que
ser los grados de proteccion para el pu eblo, y de con-
siguiente han de ser diferentes los del poder que ejerza
su primer magistrado. En las primeras épocas del
progreso, es necesario que el gobierno sea mas firm e
y mas personal, que m a::;, tarde cuando ya el pueblo sea
capaz de hacer las leyes por sí, y de exigir á sus gober-
nantes que las observen. Cuanto ll1as adelanten los
pueblos en riqueza, intelige ncia, y educacion, en tanta
mas aptitud se hallarán para gobernarse á sí mismos,
y dependerán m énos de sus gobernantes. Y la r egla
continuará hasta que tal vez llegue el tiempo en que
no haya gobernantes, en que el hombre no necesitará
de las coacciones y r estricciones de la ley para con-
ducirse bien, ni de estar encadenado como un animal
feroz.
Ahora bien, el pueblo de Méjico no está bien ade-
lantado para gobernarse á sí mismo, ni para dirigir á
sus gobernantes. N ecesita t odavía por algun tiempo
mas la mano paternal que lo guie Gon energía á la vez
que con bondad, hasta que haya adquirido mayor fuer-
za intelectual y política, y se halle consiguientemente,
SE NECESITA UN GOBERNANTF. FUERTE. 735

en mejor aptitud para guiarse él mismo por el buen


camino. Y miéntras así sea, miéntras que por la natu·
raleza misma de las cosas, el supremo magistrado tiene
que estar r evestido de tanta responsabilidad, de tanto
poder arbitrario, es claro y evidente que los cambios
frecuentes de president e y de política no redundan en
bien de la nacion. U na administracion enérgica con
ámplias facultades en el gobernante, es evidentemente
lo que mejor le conviene á M éjico, en las actuales cir-
cunstancias, con el entendido de que el magistrado sea
un hombre h onrado, apto y conciensudo. Si se pone
al frente de los negocios un h ombre malo, las conse-
cuencias serán lamentables en extremo. Por lo tanto,
es mucho mas conveniente, hasta que las leyes, los
legisladores, y el pueblo adquieran mayor fuerza, t ener
á un hombre bueno en el puesto, luego que lo ocupe,
si no por t oda la v ida, á lo m énos por algunos años
mas que el t érmino de cuatro que hoy rij e. El siste-
~a contrario, probado ya, ha t enido malas consecuen-
cIas.
En los asuntos de M éjico es, pues, de primera im-
portancia tener hombres buenos al frente de su gobier-
no, necesidad mas vital para ese país que para muchos
otros gobiernos.
Aquí se r equiere un h ombr e flierte, fuerte intelec-
tual y físicamente, al timon de la nave del estado, por
que los mares de la política son con mucha frecuencia
turbulentos. Hace falta un hombre de valor á toda
prueba, listo á cualquier momento para hacerle frente
al peligro; un hombre que no estime su vida en muy
alto precio, y que pueda mirar la posibilidad, 6 aún la
probabilidad de que lo asesinen, sin ponerse nervioso ;
cuya fuerza inher ente y tranquila r esolucion sean en
no pequeño grado, la garantía de la paz y seguridad
de la república. U na r eina basta, t al vez, para la Gran
Bretaña; pero el gobernar á Méjico no es obra de
muj er.
Haciendo una r evista de las páginas de su historia,
vemos que no ha sido afortunada con sus j efes; que
736 POSIB~IDADES y PORVENIR DE MÉJICO.

por siglos enteros no ha tenido el pueblo mas que el


minimum posible de administracion bienhechora. Lo
asombroso es como ha podido soportar los vejámenes
y tiranías de que ha sido víctima por tan largo tiempo.
Es verdad, que ha vivido, pero, i cuan lento ha sido su
adelanto! Ultimamente ha disfrutado un t érmino de
paz y prosperidad, de libertad intelectual, y de ilustra-
cion, ellal jamás habia conocido ántes. Dios quiera
que dare! Pero i qué puede hacerlo duradero ? No
será, po.r cierto, la votacion en el cargo de la primera
magistratura, para que un ocupante indigno de ella
destruy:it la buena obra de veinte años, aumente las
contribuciones, arruine el crédito, frustre el desarrollo,
y abrume á la nacion con mayores deudas, ó como
sería probabl e, cause r evoluciones sangrientas y la des-
moralizacion general.
Con seguridad puede decirse que Porfirio Diaz es
el mejor gobernante que Méjico ha tenido jamás. Con
certeza se puede asegurar que en todos esos largos
siglos de tiranía y mala administracion, nunca ha ha-
bido un hombre al fre nt~ del poder, ya sea como virey,
emperador, ó presidente, cuya hoja de servicios haya
sido tan limpia, cuyos móviles hayan sido tan puros,
cuya inteligencia haya sido tan ilustrada, y cuyo éxito
haya sido tan completo en impulsar los intereses ma-
t eriales del país, y la felicidad de sus habitantes, como
Porfirio Diaz. Desde su ascenso al poder data una
era nueva de desarrollo.
En el sentido mas ámplio y sano, puede justamente
llamársele el salvador de su país, el padre de la nueva
ci vilizacion, porque le ha dado nueva vida y nuevo
desarrollo. Le ha dado esa vida m ejor y elevada, la
vida intelectual, levantándola d el suelo, donde por tan-
tos siglos yació molida y ensangrentada, curando sus
h eridas, echando el bálsamo del cont ento, é inspirando
á los corazones, que por tanto tiempo estuvieron abati-
dos, con la esperanza y el regocijo. .
Para comprender á Porfirio Diaz y su carácter, es
necesario solo ver lo aue ha hecho y lo que hace. Los
10)
HAZAÑ AS DE DIAZ. ¡:37

h echos hablan por él. D esde muy al princlplO de su


carrera n ot amos en él t alento para la organizacioll y
administracion, cualidades positivas, con recursos in-
nat os que esttÍn sie mpre á, disposicion de su geni o
<.:reador. P or él se ha logrado la complet a y feliz con-
sumacion de la libertad intelectual y progresist a en
qu e 80l1arOn Hidalgo y N[orelos, por que sin r esultado
combati er on :b-'arías y COll1onfor t , y que solo se empe-
zó á pla ntear baj o .J uar ez. L o que buscó ante t odo
fué la aceptacion del verdader o espírit u de la constítu-
cion, qu e h asta allí solo habia existid0 en el nombre.
F altaba a ún colocar los cimientos mi smos del republi-
canismo. A ntes del progr eso, debe haber reforma;
el cartÍct er nacional r equeria que lo refr enaran y edu-
casen ; la indolencia é imprevision debían desaparecer
a nte una sa bia admiuistracion dirig ida por un gobierno
que impulsara el saber y prot egiera las industrias.
P orfirio Diaz ha h echo much o; hay, sin embargo,
much o mas que h acer, y que ex ige t iempo y el cuidado
mas solícito y paciente. Porque es él quien ha pro-
movido, ma s que ning un o ántes de él, la educacion de
las masas, el desarrollo de la agricult ura, y la minería,
el a umento de las manufacturas, la construccion de
camin os y fer rocarriles; él h a abierto nue\"os mercados
y ext endiendo el co mercio, ha vist o por el ornat o de
las capitales, plant eado observat orios, y fayorecido las
comisiones científi cas; t ambi en h a a preciado la literatu-
ra y las b ellas art es: él introdujo el órden y una prud ente
economía en la administracion, lleuó las arcas de la
t esorería, manteniendo al mismo ti empo la seguridad
pública, y atrayendo la inmigracion y colonizacion, con
todas sus v entaj as y satisfaccion es.
Él h a mej orado la condicion del pobre; libert ado á
la n acion de las formas mas groseras de la supersti-
cion; eng ra nd ecido las artes y las ind ustrias; y en
medio de todo eso, ha librado tí. su patria de una parte
considerable de su onerosa deuda, y h echo ar reglos
por el r esto á satisfaccion de sus acreedores. Porfirio
Diaz h a ennobl ecido la índole de su pueblo y la int e-
VIDA ]) E DlAz. 4i
738 POSIBILIDADES Y PORVENIR m; MÉJICO.

gridad de su país á los ojos de las demás naciones; él


ha sembrado con abundancia las buenas ideas, y estas
han de dar tan buenos frutos, que las generaciones
venideras se levantarán para cubrir su nombre de
bendiciones.
Es un hombre bien probado, cuya vida desde la ni-
i'íez, segun se lla hecho constar en estas páginas, ha
estado dedicada al servicio de su país, cOllsagrando los
dias y las noches al cuidado de sus intereses, á, la eleva-
cion mental, moral, y material d el pueblo, al adelanto
de la enseñanza, á, la purificacion de la política, al
desarrollo de las ma.nufacturas y del comercio, á la
paz y prosperidad de toda la nacion: un hombre en
quien todos tienen fé , de quien todos están satisfechos,
cuya presencia inspira confianza y da estabilidad al
gobierno.
El último aüo ne su primera y brillante administra-
cion hizo vindicar su probidad co mo hombre de estado,
su integridad como hombre al atenerse á sus princi-
pios elevados, aún cuando le pareció que sería prudente
apartarse de ellos; aunque muchos de los hombres de
estado, y de influ encia en la nacion le pidieron que
prescindiese de ellos; todavía mas, cuando muchos
abrigaban la idea de que la v ida misma de la república
dependia de que abandonara esa rigid ez de principios.
Contra viento y marea se mantuvo firme. "Un
país," dijo, "no puede ganar nada con que su go ber-
nante se separe de la senda d e :-:; u deber." Estaba
resuelto á no desviarse nunca de la senda de la recti-
tud. N unca ambicionó los empleos; cada página de
la historia de su vida habla de obediencia á los dicta-
dos de su conciencia, y de consagracion á su patria;
de la voluntad de servir en los puestos en que pudiera
mejor coadyuvar al bienestar d e sus conciudadanos.
Estando, pues, v indi cada la honra y la integridad,
consideremos ahora los intereses mas importantes de
la nacion. T eniendo un hombre como este de gober-
nante, iporqué precipitarse en cambiarlo? Revóquese,
pues, la ley que prohibe al presidente ser su propio
EL PRESIDENTE. 7,39

sucesor, ó que dispone que su período no pase de cua-


tro años; porque esa ley ha r esultado, en la práctica,
no estar en armonía con los intereses del país : asegú-
resele á est e el beneficio de la prolongacion del r ein ado
de la paz y prosperidad. i S e atreverá el pueblo me-
jicano á obrar de otra manera 1 i S e atreverá en la
situacion actual á arrojarse en el mar de la incerti·
dumbre, dejando salir del poder á Diaz, hombre puro
y r ecto ya conocido, por un mal probable ó seguro 1
El experimento del cambio- del cambio voluntario,
quiero decir, y por la vind icacion de los principios y
de la integridad del gobierno- se ha puesto á prueba,
y fracasado co mpletamente. Volved la vista á alg unos
actos de la administracion pasada, y sus efectos sobre
la riqueza pública. V ed la ineptitud y la mala admi-
nistracion, ved el soborno y la corrupcion. Contem-
plad el cuadro de la degradacion á que se vió reducida
la nacion, su buen nombre manchado, sus hombres de
estado convertidos en obj etos de escarnio; sin hacien-
da ni crédito; con sus industrias paralizadas, y su
progreso impedido! Y no han sido los sueldos exorbi-
tantes, las pensiones, y compras las causas principales
que r eduj eron la r epública á sus últimas ü ·jbulaciones;
fué el descaro con que se robaba. L as r entas del pue-
blo, en vez de aplica.rse á las necesidades públicas, eran
absorbidas y defraudadas por los altos funcionarios y
sus subordinados, dej ando una mezquilla y miserable
parte para escuelas, hospitales, y gastos generales.
y á no haber sido por la certidumbre fij a que el
pueblo t enia de la pronta vuelta al poder de Diaz las
cosas se h abrían complicado much mas. Gu erra, revo-
lucion, derramamiento de sang re, tales como el país
jamás habia presenciado- puesto qne los elementos
de guerra con que cuenta hoy el país son superiores á
los que ántes poseia-habrían sido el r esultado segu-
ramente.
El pueblo que habia experimentado los benefi cios
de su administracion, se sometió á aguardar con pa-
ciencia, y á sufrirlo todo hasta su vuelta al poder.
,40 POSIBILIDADES Y PORVENIR DE MÉJICO.

Mas de una vez, cuando sus males parecian á punto de


acabar con su paciencia, Porfirio Diaz era llamado á
calmar los ánimos; sin empleo, ni siquiera mando
alguno en el ejército, t enia él evidentemente mas po-
der é influjo que todos los demás jefes combinados.
i Acaso permitirá el pueblo que se r etire otra vez
Porfirio Diaz de la primera mag istratura, .r quede el
país entregado ¡\, la casi cert eza el e t ener una mala ad-
ministracion, y á las probabilidades de la guerra y
anarquía? i S ería juicioso dej ar lo cierto por lo in-
cierto estando las probab ilidad es tan marcadas en con-
tra del bien procomunal ? ¿ N o sería mucho mejor
abolir la ley que prohibe la r eeleccion cOll secutiva de
cualquier gobe rn a nte ó presid ente, al ménos por ahora,
y por lo t ocallte á la suprema mag istratura, hasta que
se consolide mas el r einado de la paz y prosperidad, y
esté el país en mejor condicion para hacer frente á los
males que puedan sobrevenir del cambio? Suspénda-
se, pu es, la ley hasta qu e la política, la sociedad, y el
prog reso t engan ti empo de asentarse .r con:solidarse, si
es que no se tiene por mas com-eniente el abolirla del
todo. Otros gobicmos march an bi en sin esa ley, y
nadie dejará de convenir que su ob:sel'vancia en los
últimos 4 afio s fué una gran desgracia para el país.
Apelo á los r epn:sentantes d e la nacion , á los hom-
bres que ocupan los prim eros puestos, y ;Í, todos los
que aman ¡í, su patria, .r se illteresan por su adelanto y
bienestar, que hagan derogar esa ley cuanto ántes,
para que el pueblo de M éjico y tod o el mundo entren
á disfrutar desde luego el beneficio el e saber lo que
tienen que esperar ; para que quede aseg urada la mas
perfecta confianza, .r se restablezca la nueva era de
progr eso con beneplá,cito g eneral ; para que los hom-
bres de inteligencia y capital v engan de lejanas tierras
á plantar colonias, establecer fábricas, desarrollar la
minería, y construir ferrocarriles ; para que los hom-
bres de saber y de experi encia práctica, en el desarrollo
de las facultades intelectuales y morales, puedan venir
á emplear su poderosa influencia en cooperacion con
UN NOMBRE QUE NO PUEDE MORIR. 741

los hombres entendidos y patriotas de Méjico, y se vea


esta hermosa tierra puesta al nivel de las naciones
mas adelantadas del mundo.
El nombre de Porfirio Diaz no puede morir. Su
memoria quedará grabada eternamente en los corazo-
nes de sus compatriotas. Mas de eicn personas han
figurado como gobernantes de este pueblo de singular
destino. Y sin embargo, ha sido durante la vida y
administracion de Diaz que se verificó el gran cambio
en el curso de los negocios que hizo disipar la gran
nube de maldad que sc habia extendido sobre la na-
cion, á semejanza. del paño negro de un a tumba, dej an-
do que el sol de la ilustracíon ilumin e al pueblo,
dándole salud, vigor, y progreso material.
El océano murmura siempre, y algunas veces ruj e
con furor, pero jamás nos hará saber sus secretos.
Nada nos dirá del pasado, ni tampoco del porvenir ;
h abla sí, pero en una lengua ex.traña, y solo del pre-
sent e llegaré mos á conocer, t eniendo que conformarnos
con lo que nuestros ojos ven, y nuestras manos palpall.
La naturaleza nos habla en mil voces misteriosas; pero
nuestro oido es torpe, y no las comprendemos. P ero
una cosa sí sabemos, y es que ninguna buena accion
deja de producir efectos benéficos.
INDIOE.
Aduana, ingresos de, 620, 621 Apodac" J. R. de, Virey, medidas de,
Azúcar, produccion de, 588. 242.
Aceite, cultura del, 591. Artes, habilidad de los mexicanos en
Acapulco, capturado por Morelos, 239; ellas, 187.
vuelto á capturar, 240. Arteaga General, ejecucion de, por los
Acordada, batalla de 1828, 257. imperialistas, 402-
Aculco, derrota de Hidalgo en, 236. Armenta, ejecucion de, 54.
A cultzingo, accion en, 352. Arrieros, meneion de, 141.
Aguascalientes, captura de, 236, 304. Arista General, retirada de P alo Alto,
Agricultura, adelantos, etc., en 1876, 268; p residente, 274; revolucion en
525; descripcion, 582-592. su contra, 275; renuncia, 275.
Alvarado en Oajaca, 45, 46. Arias Capitan, se une á los revolucio-
Algodon, fábricas, 187; cultivo ele, 591 ; narios, 228; traicion, 230.
manufactura, 603. Asamblea de notables, 376.
Altamirano Licenciado, se agrega á Audiencias, 564, 565.
los r evolucionarios, 228. Aztecas, guerras, 42-44; ciclo, 112;
Almonte, miembro del triunvirato, calendario, 114; dinas tía, 209, 210;
1863, 375. conqnista de, 212, 213.
Allende, se une á los revoluciona- Arenas Fray, COllSpll"aClOn de, 256.
rios, 228; su r etrato, 230; generalí- ' Baj a California, pescadores de perlas,
mo, 230; fuga de, 238; ejecucion de, 605-614; mapa, 606.
238. Bomberos, ciudad ele Méjico, 161.
Agüadores, descripcion de, 193. Barl'adas Brigadier, su derrota. etc.,
Alvarez J ., president e, 279, 280; re- 258, 259.
trato, 281. Baranda J. , ministro del gabinete, 561.
Alhóndiga de Granaditas, captnra de, Bancos, 635, 636.
233. Badajoz H . da, funda Anteqnera, 47.
Aldeana, descripcion de, 158, 159. Bazaine General, sus operaciones. etc.,
Aldama Capitan, se agrega á los revo- 382, 397-399, 403, 4;~3.
lucion arios, 228. Berri ozábal General. operaciones ele,
Alatorre General, defensa de Puebla, 357, 363, 367; retrato, 708.
363; derrota porfiristas, 503. Benit ez J. , ministro del gobinete, 5].;.
Alarcon General, derrota de. por Diaz, Bergosa Obispo, fuga de Oajaca, 55.
327. Blan co General, operaciones de, 29~.
Amnist ía, L ey de, expedida en 1870, Bonapart e José, usmpacion, etc., de,
479. 220, 221.
Americanos en Méjico, 128, 129. Bravo, General N. , vice-president e,
Antigüedades mejican as, 652, 684. 250; retrato, 251.
Antillon General, defensa de Puebla. Bravo Miguel, movimiento contra Oa ·
18J3, 363. jaca, 54; ejecucion, 242.
Antequera, funclacion y progreso, Ü, Buena Vista, retirada de, en 1847 ,
lO, 44; asu ntos en, de 1550 á 1801 , 270.
49, 50. BUlTO, uso del, 140.
Anaya General, al frente del gobierno, Bnstamante A., vice-presidente, 258;
270. p"po.idente, 260.
744 INDICE.

Construcciones na vales, 624. Cortés, H. , posesiones de, 46, 47 ; He·


Cria d e ganado, 596. gad", 212.
Correo del Sur, El, p eri6dico estable· CórdolJa descubre á Yu catan , 21 1.
cido, 55. Constitucion de 1824, 2G3; de 1857,
Casamiento, obstáculos al, 184. 285.
Casas de moneda, 580. Convento fundado en Antequera, 1529,
Congr eso Mej icauo, 57'2. tia.
ContrilJuciones, 640. Con servadores, partido, et c., 283- 319,
Café, p rodu ccion de, etc., j !):;. :i '.:', 507.
I Con c11" Coronel , muerte J el, 101.
C¡trlota Emperatri z, sn carácter, etc.,
385; l ocura, 414.
Caxapa, ruin as eu , 660.
I Comon{ott, y gnaclO, r etrato, 277; re·
VOlUClO1l de, 277; nllnlstro del gab¡ ·
C,wendith Almirante, in vasiones en n et e, 2S0; p lesulente, 281; depuesto,
1587, 617. 287, 2SS : ,lerrota de, 366.
Catorce, min ería en, .j79. Colil1la, cap tu ra ele, p or impe¡'ialist as,
Cat edrales, la de Oajaca, 12; la de 382.
Méjico, 150. Comerc io, con tl'"kmelo, 621; ca.nti·
Casas Grandes, ru iJlas ,Ic, G33, lám i· dad, 6'21; Ili~tl'iIJll cio ll, 623.
nas, 653. Comitlip", cncuentro en, 409.
Carruages, descripcion ele, etc., l/O. Cociyopu, r cndi cioll ele, etc., 48, 49.
Carba jal, General, defensa de Puebla Cochini lla, produ ccion de, 594.
en 1863, 3G3. Cochero, elesc ripcio n elel, 1:37, 1:39.
Canal es, 625. Co,th ui la, ca mpa ü", ele \" 001 en, 268.
Campeche, con stru ceion ,le bll'lllCS, Cobos, J. M., ataque á :lIéj ico, 9S;
024. ocu]JH ciol! ,le Méji co, 323; derrota
Calpulapam, batalla ele, 319. d e, 3:30, :i:~ J, 336, 33. ; ca rácter etc.,
Calleja General, operacionc;, :!:{~): ,·i· a:H.
r ey, 241-245. Ca rGo lle!'a, bata lla. tlé, J SGG, 42&--430;
Calderon, b,ttalla de, ns. p lano, 4:2S.
Cacao, cultnra del, 5D:2. Cóle ra, cl e\'asbl'io n (le, I S:3:3, 2S, 57.
Cehada, cosecha ele, 5S4. Cuall tla, sitio ,le, :!:lS .
Caminos, 524, 6:14, G35. Di" crsion es, I SO.
Camina r p or diligenc ia s, 13S, l :l~ l ; se· Dias fe stivos, 157 .
gur ielad ele, 10:2. Diaz J. F., r esi,lencia, J4 , 15; padres,
Cerro Gordo, batalla en lS47, 26S. 15; carácter , I S, J ' 1: o(' upac ion, 2,1,
Cerro ele la Ciuela,l, l'uiHas en el, 637. 23; mu erte, :28.
Cen trali stas, organ izacioll LId pal'ti(lo, Diaz, su fauli l ia, Jnielllln'o::- (le ella., 28.
etc., 5üü, JG7. Diaz Féli x, sah"acinlt d\., P el'ez, 84;
Ceutla" rui na.s en, 639. biog rafía., etc., :{:1~ ) : opera ciones,
CeI"ya , r en,li cion de, 2:3'2. 35:2, 391, 392, 4:l0 ; '"\lert.e, .¡,SG.
Ceball os, presi dente, 273; sllrenllnc ia , Dolores, grito tic, '2:l l .
2í 5. \)oIJl:lclo, d en ota ,le, :iS:!.
Ch olula, cel'1'O ,le, 203; p obreza en, Dublan M" ministro del gal ,illete, 56 1.
205; t emplo en, 203; p irámide,663. retrato, 706.
Chisman die Baron de, trato 'I" C d ió á Drake . Almiran te F .. opcrac iones de,
Diaz, 400, 401. 6 17.
Chirinos, derrota de, e n 1:)25, 47 , 48. 1 )egoll¡Hlo, opc rac ioll c:-o, c te. , :?~J5 , ::nO,
Chihu ahu,t, cjecu cion de llidalgo CH, ::;04, 3 11 .
2:-38; lllapa, 406; rui.nas, G5:), V a,IJlpiel' \\ ~ . , lll ellcioH tI c, GI S.
Chi chinlecas, dinastía, 208. lJá \'a,los r\... de C., o lli spo tle Oaja.ca,
Ohiapa s, ruinas en , 0í:I- 07S. 5"
Ohautalp,tll, b,ttali;, ,l e, :3UlJ. Desagüe, c iu ,l:t,l ,l e :l l. ~.iil'l', 0'24, IJ3:l.
Chaquet as, revol l1 cion UC, :!:!:!. ])c l1 <..la. H.t<..: iona,l , 5.') 1, 701i.
Chap ultepec, captura en 1847, 27 1. Viaz y Onla z J . ~I. , go bi el'llo de Oaja.
Chalch iomuh, exp losion en 1802, :~j l . C:t, 9S.
Cigarros, u so de, l6v. Vi az P., lmdl'es y Hacimi en to, 14, :!3;
Cli ma, elc Oajaca, 4 ; tle la cill,la ll ,le I "t niüez, etc. , 33-:33, ü:!- li7; sah '"
Méj ico, 155- l[i6; tle la HCI'LÍhli ca I á P el'ez SI ' se une á H errera
Mej icana, GSi'. 86- 88; j ~ fe I;oli tico, DO, 3:W; cal'ác:
Clero, lnaq uinacion es del, :!SI; ca ída , t e r, 9 J -~5, 5:17- 548, 7J2 ; organiza-
64;) . cion ,le t r opas. !ll¡- ~Hl: operaciones,
INDICE. 745

etc., en 1857-62, 102, 320; sitio de Figueroa General, se une á Diaz,


Puebla en 1863, 364-366; defensa 428.
ue Oajaca, 1864-5, 389-398; captu- Forey General, manifiesto de, 361; si-
ra, etc., de, 398-400; escape, 401; tio de Puebla 362, 364-370.
campaña de oriente, 407; reorgani- Frijoles, cosecha de, 585.
zacion del ejército, 420; batalla de F ierro, producto de los trabajos d e,
Miahuatlan, 422-426; comunicacion 188.
de Maximiliano á, 426; captura de Financias, 641.
Puebla, 439-451; derrota á Mar- Garibay P., actuando como virey, 223;
quez, 455; captura de Méjico, 458 ; su r emocion 1809, 223.
vuelta á Oajaca, 475; casamiento, García, General, pronunciamiento de,
476,557 ; jefe constitucionalista, 477; 96_
manifiesto de 1871, 486; d errota á Gal'ay, F. de, obras de desaglle, 633.
los lerdistas, 500, 508-512; prision, Galvez, virey, lnedidas contra pirate ~
etc., de, 502, 503; presidente, 1876- ría, 618.
80, 513-536; 1884,561; su política, Gobierno municipal, 565.
518; medidas, 524, 694-698, 705, Gonzalez, M., d efen sa de Puebla 186:3,
712; apariencia, 542; vida privada, 365; presidente 1880, 531; biogra-
546; gobernador de Oajaca, 547, fía, 531, 532; gobierno, 547-551.
552, 555; viaje á los Estados Uni- Grant General, visita de, 529.
uos, 559; gabinete, 561; r evista de Guzman, ministro del Gabinete, 291.
la administracion, 698-714. Gutierl'ez, D., miuistro del gabinete,
Educacion, condicioll de, 58, 59, 71 5- 547.
718; progreso de, 525, 646-651; obli- Guerra de Independencia, 53-55, 230-
gatoria, etc .. 694. 248.
Elizondo Corouel, tra.iciona á Hidalgo, Gnerrero, mapa de, 299.
238. Guerrero V., presidente, 74, 75, 258;
Embajadas, inutilidad de, 709. operaciones de, 242, 243, 256; retra-
Entierros, sist ema de, 15ü. t o, 243 ; ejecucion, 260.
Enriquez Virey, sist ema de desagUe Guatulco, cruz lnilagrosa en, 40.
del,626. Guaymas, ocupacion por los francese:-i,
Echeagaray Gobernador, ocupacion de 405.
Orizaba, 294; ejecucion de los pri- Guatemala, tratado con, en 1882, 54!).
sioneros, 300. Guanajuato, Provincia, mapa de, 232;
E scoceses, partido, n, 255. minería en; 579.
España, invasiou francesa ue, etc., Guanajuato, ciudad, revoluciou e n,
220; Cortés, 226; invasion d e Méji- 228, 229; captur;t de, 304, 38:.!.
co, 1829,258,259; tratado con, 308; Gnarlalupe Hidalgo, trat.~do de 1848,
convencion, 349; flota ele, en Vera- 272.
cruz, 350; expedicion de Prim, 350; Guaclalajara, torna de, 236; recepcion
recopilacion, 562-566; empleado, á Hiclalgo en, 237; escndo de armas,
564. 546.
Estados Unidos, guerra con, 267-273; Habitaciones, descripcion de, 134, 135.
empréstitos e n, 312; aptitud de, H awkin s, Almirante, captura de Sa-
308, 412; reconocimiento del go- crificios en 15G8, 617.
bierno de Juarez, 308; relaciones Herrera J. J ., presidente, 265; retra-
con, 529, 712. to, 265.
Estacion de diligencias, descripcion H errera, Capitan, invasiones de, 80.
de, 142; lámina, 142. Hinoj osa, General P. , ministro del ga·
Escobedo, bat alla de Puebla, 1862, binete, 561; retrato, 717 .
355; r evolucion, et c., de 1877, 520, H errera Fray., toma á San Luis Po-
521. t osí,236.
Europeos, arribo de, 7, 212. Hidalgo, NL, je fe revolucionario, 228 ;
Exportaciones, 524, 622. retrato "28, bio"rafía de 229' ca·
Empréstitos, 611. pitan ge~ler~l, 232; fu ga' de, '238;
F erret erías, 604. en GnachÜajam, 2:37; ejccnci oI1. d e,
Francia, convencioo, 347; pretensio- 238.
nes de, 350; guerra con, 352; rela- H oteles en la cinilad de Méjico, 163.
ciones reanudadas con ella, 528. Huerta, Gobernador, operaciones de,
Farías, V . G., vice-presidente, 270; 295; espoliaciones de, 295.
retrato,269; caida de, 270. Huajuapam lo t oma Di", :l no.
746 INDICE.

Iglesias J. M., su r eclamo de la presi. 161; sillero, 166; cochero antiguo,


d encia, 506; r etrato, 507; actitud, 169 ; vendedor de m mon, 173; ha-
516, 517; r etirada á los E st a dos cendado, 178; músicos, 181; vende-
Unidos, 517; su vu elta, 520. dor de sacate, 182; billet e de lotería,
Iglesia, asuntos de la, 309, 643-646; 183; canas t eros, 188; lavandera, 189;
separacion del estado, 694. fruteros, 192; acueducto, 193; fi n
Iriarte General, men eion del, 236. del acu euuct o, 193; agua dor, 194;
Importacion, 622. t ortilleras, 195; en chiladera., 196;
Inglaterra, cOlwen cion, 349; fl ota en escribano, 1!J9; t rayendo ag ua miel,
Veracruz, 350; tratado con, 350; re- 188; pulclueros, 199; trayendo ver-
laciones est ablecidas de nu evo con duras al mer cado, 200: bote de car-
ella, 549_ ga e n el mer cado, 2 11 ; bote de
Independeucia, cau sas de, 22<>-230. pasageros en T ezcu co, 202; cerro de
Iturri garay, Virey J., admin istracion Ch olula , 203; cima del Popoca,t e.
ele, 219; d epos iciou, 222. p etl, 204 ; cima elcl I ztlacihuatl,
Inst itutos, establecimiento del de cien- 205; ci mit del Orizaba., 206 ; ru inas
cias y artes, 59. de la Quemada, 208; isla de la ciu-
Iturbide A. , elevac ion y caida, 246- d",d d e M éj ico, 209; caballero azte-
249 ; grabado, 240; ejecucion, 248. ca, 2 10; cost a d e Yucatan, 2 12; casa
I ndustrias, desarrollo ele, 1880-1 , 18:{, del goberna11 or, Yucatan, 215; ar-
184, 552-554. (Iuitcetul'it aborigena, 216: p irámide
I nmig racion, necesaria., etc., 720, 72 1. ~ ll P apan tia, 217; sello del congre·
I ndemnizacion, p agos á los E. U . de so, 240; lnonasterio, Yucatan, tiG7 ;
A ., 529. fach ada d e ht corte, Yucat an, 682;
I ndios del pueblo, tradicio1l es de, 654_ resi,l cll cia Diaz, 1877-1880, 520; rc-
I n gr esos, 524, 640-643_ s iden cia Dia z, .:i-n ; ru ral, 527 : pirá.
Indigo, producto de, 594_ mide cerca ,Iel pu ent e Nacional,
Inundaciones en la ciu,h"l,le M éjico, 659; T eotillUaea n, GGO : Trozo escul-
627-63l. pido de Huahuapan, 663; l\[jtla,
Ilustraciones, t orre yig ía. en Yucatan, G65; ba jo-relieve, Pa lenque, 6U;
5 ; antigu a Mitla, 6; ciudad d e Oa- colulllna s, Tula, G38; t emplo de la
jaca 10- v ista en Nochi stlan <)<). Uruz, Palellqll e, ti7i: a.rmas lle Gua·
reli ~ve cÍe estuco, :n; piráll1id~ J~i ,lala jara, 58:!; arlllas ,le )Iérida,
t emplo, 38; p ala cio ,l e )l itl", 38, ;'98; a rlllas lle Jalapa, 60:1 ; armas
39; corredor d el palacio en Palen- ,le Y al1 a,lol id , G15; puerto de Aca-
que, 43; pinimide cerc", ele T ehuan- pulco, G22: ci udad lle Orizaba, 635 ;
tep ec, 46 ; t ",bletas de mármol de armas lle Oaja ca, 644; Casas Gran·
Tehu antcpec, 47; ani ll os el e oro ele d es, 633; caSa. de .Ju urez, 407 : J.\¡Ion-
Huahuapan, 48; pintu ra en un q ui- t erey, 419 ; arlHas de ltt r epública.,
cio en iHitla , 50; auti f,(\l o palacio en 578; Pachu ca, 5ji ; (¡'ekula de la
P alenqu e, 73; cOIl\-ento de f-:anto co rte de Yuc"bw, :!G;: \" eracrnz y
Domingo, 8:1; m est iza, 105: zambos 27 6; sol,Jado ra so, :129: a nt iguas ar-
- mad re y n illo, 10G; creolla espa- mas de l'u ebla, :,3:1: batalht del 5
ilola, 107; Casa grallllc c n Zayi, 108; de ;\1"yo, 18G2, a:i(j ; armas d e l\Iaxi.
página d e manu "c ri to y,.oa no, 109; milian o, :l.">G.
escultu ras al frente ,le K a bali , ll O; J uego, leyes cúntra él, 1S 1.
t ablebt de l'ale nr¡llc, 11 1; ciclo az- .Tamiltepcc, pronull ciamiento de, 1837,
t eca, 11 2; ca lendar io azteca, 114; 97_
criada, 118 ; m ozo ,le to,lo trabajo, J untit centra.! c n Nll o"a. E spaña, r eco-
119 ; mozo lle casa, 11 (): p etatero, nocinliento llu la, 223.
l ~O ; vRquero, 122; nl clHligo, 12:~; Jahtla co, a sal to ,le, M2-344.
pueblo, ¡:¡l ; iuter ior de \111'" casa_ Jalapa, prodllcc;on ,le, 594; escudo d,
133; pa isage e n M éjico, 1:,G; arrie- armas del e$bl<lo d e, 603.
ro, 141 ; est acion de diligellcj,t, 142; J esui (;.1,S, eX l'ulsioll de, 282.
jagüey, 14:3; vall e de Méjico, 145; Jill1en ez l\ L , g "abado de, 554.
\1éjico r e-edi ficado, 1ií21, )47; pa- Jimen ez F ., provin cial d e San Hipc1i-
lacio del gobierno, 16U2 á 1886, t o, 51.
148, U9 ; cat ech-al de l\Jéjico, 150 ; Jícaras, batalla c n, 10l.
Uhapult epcc, 151; in teri or llc la ca,- J nst icia, a<lmini"tracion de, 560.
toclt-al, 154 ; carro fún ehre, 156; al- J Ilarez B., Ilacillliento y pa.r entela, 69;
d ean a, 159 : policía, 1 GO; bombero, grabado, 6(); principio d e su carre-
INDICE 747

ra, 69, 75; carácter, 76, 77, 487; Mata, Mini stro, empréstito contra ta-
gobernador de Oa jaca, 90, 281; m i- do, por el, 297.
nistro d el gabinet e, 280; presidente, Matamoros, cura, unian á. ~/I orel os,
289, 347, 478, 485; su arresto, 274, 238; captura de, 240 ; ejecncion de,
275; entr ada á Méjico, 1867, 471 ; 240.
su muerte, 487_ Maximiliano, a.rchiduque, elegido e m-
K earny General, marcha sobre Nuevo perador, 376; llegada, 384; grabado,
Méjico, 268. - 384· carácter 384, errores 385 388
L andero y Cos, ministro del gabinete, 363; propuesta. d¿ retirad~ de: 413:
547. 414; asnme el mando, 434; manifes -
L izana y Beaumont, arzobispo, virey, tacion á Diaz, 435; sitio de Queréta-
224, 225; administrador, 224; de- ro, 444, 445, 463, 466; causa, 465;
puesto, 225. ejecucion, 466.
L anda Coronel, r evolucion del, 290; Matamoros ciudad, r endicion de, 18GG,
derrota, 29l. 417; capturado por Diaz, 500; ma.pa,
L orencillo, saqueo de Veracruz, 1683, 500.
618. ~1aza, ÑI. , casada con J uarez, 77
Lana, m anufactura de, 177,604. Mazatlan, captura de, 40:3.
L abastida, a.r zobispo, miembro del tri- Mejia, General l. gobernador de Oaja-
un virat o, 1863. 375. ca, 76; su carácter bondadoso, Ti ;
L amadrid, bat alla de Puebla, 1863, fuerza organizada por, 99; desastre
357. en T eotitlan, 316; defen sa de Pue·
Lafitte, J., piraterias de, 619. bla, 1863, 363; ejecucion, 466.
L erdo de T ejada, S., juez supremo de Mendez, General J. M ., victoria de
justicia, 1867, 478 ; presidente, 1872, Chautalpan, 390; gobernador de
482; carácter, 488; dictador, 488, Puebla, 1867, 469; grabado, 470.
489; huida de, 514. Mercado, J. ~I. de, conquista de .Miz-
L erdo, ley de, 282. tecas, 45; fundacion de Antcqucra,
Liberales, sus luchas, etc., 283-319. 47_
L opez, Coronel, traicion del, 465, ",M érida, escudo ele arrnas, 598.
Lucer o, Fran. G ., fundó convento, 50. ivlestizo, lnezcla, dI! las razas, 105.
L ot er!as, man ejo de, 184. Mesan de la Soledad, lugar del naci-
Llave Gen eral, d efensa de Puebla por miento de Diaz, a , 15.
el, 1863, 363. Mejicano Nacional Ferrocarril, G37.
L oza, mauufactura de, 604. Mejicano Central Ferrocarril, 637.
L orencez General, derr ota en Puebla, Méjico, cultnra de l os abo rígenes,
1862,360. 108-11 2; mesas, 1 :~0; ciudades, 132;
Lineas de vapor, aumento en, 1870-80, habitaciones, 134; conquista, 213-
524. 216; guerra con Estados Unidos.
F errocarriles, 525, 703. 265- 2i2; estados de, 571; congreso,
L erdist as, guerra, 1872-76, 492-512. gobierno, 573; sello de la repú blica,
Miahuatlan, bat alla de, 1866,422,426; 573; ferrocarriles, 640-643; telégra -
Plano, 423. fos, 640 ; financias, 640-643; edu ca-
Maiz cosecha de, 584. cion, GJ6-651, 705-727; antigtieda.
Maguey, uso del, 585, 586. des, 652-684; clima, 687; condic io-
Manufacturas, 525, 601-60,1,. nes geográficas, 687; comparacion
Mal donado,A. d e, obispo de Oajaca, 52. con las naciones extranjeras, GS!l-
Marin H. F., mencion de, 312. G91; condicion, etc., 692; panperi.-
1\1:arguia, intendencia de Oa,jaca, 55; 1110 en, 694; vicios, 695; asunto:s
gobernador, 56. judiciales, 696-698; elementos ex-
Mariscal, l., ministro del gabinete, tranjeros, 701; tarifa, etc., 702; ser-
547, 561; ministro en Inglaterra, vicio postal, 703; deuda, 706; em-
549, grabado, 550. bajadores, 709 ; r elaciones con los
Marqu esacIo, Villa fundada del, 9. Estados Unidos, 712; clases, 7li ;
M arqu ez, L ., op eraciones de 1859, 305, r azas, 719; inmigracion, 720; mono-
308; Pleito con J\Iiramon, 308; ar- polio ele t ierra, 721.
r esto de, 311; ataque sobre Méjico, Méjico, ciudad de, descripcioll, 140-
1861, 341; derrota p or Diaz. 456; 14j; amenazada por Hitblgo, 1810,
escap e de, 471. 233; capturado por Scott, I ~·n , 271 ;
Martinez, Z. obras de desagüe 626, id. por los liberales, 319; entrada de
627, 628,62\). Diaz en 18G l, 368; metl itlas, 368;
748 INDlCE.

sitio de 1867,468-471; D iaz oeupa- N avegaeion, 624.


eion de, 471; inuudaciones, 627-631; N anahuat epan, encuentro ell, :390.
desagüe, 627-631; mortalidad, 633; N apoleon In instrucciones á Forey,
sistema de l os lagos, 626. 361, 362; nombramiento de Maxi-
Mier y Cellis, obras de desagüe, 634. miliano, 376; r etir ada de las tropas,
Miehoaean, mapa de, 299. 413.
Mina, F. J., operaciones etc., 242. N alnías, dinastía de, 208.
Mizteeas, eiv ilizacion, 23; tradiciones, Navegacion, 609, 610.
38-4l. N eg r ete General, defensa de Puebla,
Mitla, láminas, 6, 625-630; victoria 1863, :363; pronunciamientos de,
de Diaz en, 330-331; Ruinas de, 1869, 480.
665, 667-668. N ezah ualcoyotl, dique h echo por, 625.
Miramon, General M ., captura ue Za- Noven arios, partido,74.
eat eeas, 293; iJ. de :::>an Luis Potos i, Noriega Coronel , encuentro en Tlajia-
298; grabado, 303; presidente, 298; co, 88.
eampaiía contra los liberales, 298, N ochi stlan, pa,isage, vista. en, 22; po·
"86-30'" d er rota de 1867 434 · eje- blacion de, 2:3.
~ucionJ- 4G6. ' , , Nochistongo, exeavacion de, 627, 629,
Minería, 676- 577. 630.
Minaya, Diácono B., fundó convento, Nuevo M éjico, marcha de K earney á,
50. 268.
Morales, gobemac1or, expuls ion de, 57 . Oajaca, ci udad, situaeion de, 1; fun -
Monte de Pi eda,l, manejo del, 183. dacion, 9; lámina, 10; edificios, JO,
Monte Alhan, lárnim1 9; l'ninas, 664. 1:3; plano, 12; saqueo de, 1812,55;
Ñ[Olltcs, E.., mini stro llel gabinete, sitios ele, 1860, 332; 1864-5, 391,
M7. 402; 1866,430; 1'evolucion en, 1876,
Morclia, captura tle, 3S:!. 497; escudo d e a rmas, 644.
Montere)", captura ,le, 1846, 26S; lá - Oajaca, descripeion de, 1, 13; recur-
mina., ·! l9. sos, 3, 4 ; montaiias de, 8, 9; obis-
110ra y P ei; al, A. ,le, intend ent e d e pado estalJleci,lo, 5 1: mapas, 88,
Oajaca, 50. 325; ruinas en, 66:l, (i73.
Morelos J. M., guerra de illc1epenllell- Observa torios, 526.
eia, 238-241; generalísimo, 240, Obeso C:Lpitan, complot ,le, 2~..I .
240; grabado, 241; ejecu cion, 24ll. Ocampo M.. ministro del gabinete,
Mory:P., antecesores, 20-21; carác- 280, 201.
ter, etc., 29-:32; muerte, JO:! . Odollojú J. , virey, 243.
Montaiías de Oajae"" 8. Ogaz(>n 1'., lIlinistro d el gabinete, 515.
Moneda, 167. Ortig osa, obispo, donaeion de, 50.
Mitla, ruinas de, 6(j3- 67:3. Ortega y R eyes, casamiento de, 476;
M apas, valle lle Oujaca, 3; monte Al- ca rácter, 4;7-
ban, 8; plano (le Oajaca, J2 ; Oujaca, Ortega, Gen eral J. J ., ataque sobre
S8, ei ullad lle Méjico, 214; pro\-iu- Diaz, 410, 41l.
cia d e GluLnajuato, 232; pl<tllO lle Ornamentos, predileccion p or, 158,
Guallajuato, 23:!; alhóndiga de Gra- 159.
naditas, 233; marcha de Hidalgo, OrollOz Ge neral, derrota ue, 421, 426.
235; provin cia de 'reeapan, 240; dis- Orizaba, ciUllad, lám ina de, 635.
trito oriental, eampaiía. de Barradas, Orteg't J. U., men cion l\e, 305; batalht
259; bahía d e Y craeru z, 23:3; T éjas, de S ilao, :317; gralJado, 316; defens<t
267; eua,lro de l os movimientos r e- de Puebla, 186:3, 363-370.
volucionarios en el es te, 294; llor- Osio A., p esca de perlas, 608.
dO.3t e ,I c M éjico, 2D6; Mi ch oacan y OsoUo, ealllpaúa de, 1858, 290; muer-
Guerrero, 299; antigu o T ehumlte- te, 295.
pee, 321; Oaj aca, 325; Y eracruz y Ozomatli, primer r ey zapoteco, 40.
Ulúa, 349; Puebla, 354; P ero te, P luma, traba jo d e, d escripcioll, 187.
335; cam po de batalla d el 5 de Ma- Pezca, ,le 1'io, 605; marina, 605; de
yo d e 1862, 337; M atamoros, 404; p e rla, 605-614.
Chihuahua, 405; r egio n mi zteca, Puestos, d escripeion d e lámina, 192.
408; hatalla ,le la Carbon era, 428; Papel, manufactura lle, 188, 604.
Puebla y Yeracruz, 406; Plano d e Palo Alto, batalla de, 268.
Yeraeru 7., 292; di strito minero cen- Pale nqu e, minas de, 673-8; láminas,
tral, 578; Baja California., 60G. 37, 39, 41, 73, 108, 674, 677.
INDICE. 7-!9

P al acio, Riv <1, ministro (.Jel gabiaete, RayOll l., min istro de HiJalgo, 2:n;
515. concilio organizado, 241 ; grabado,
Pach uca., proceso de amalgamar, 577 ; 23~j rendiciou, 242.
gr.abado, 577. R etr atos, B. P. Jllarez, 69; Hidalgo,
P ach eco General C., ministro del ga- 229; Allende, 230; I gnacio R ayou,
binete, 561; grabad0, 711. 239; J. :i\I. Morelos, 241; Vicente
P aredes General, pronunciamiento de, . Guerrero, 243; A. de Itur bide, 246;
265. G. Victoria, 250; N. Bravo, 251; G.
Paris F., mencion de, 54. P edraza, 257; J. J. H errera, 263;
Parro di General, capitulacion, etc., V . G. Farias, 269; P elia y P e ua,
d e, 291. 272; I. CODllTIOufort, 277 ; Santa,
Pavon 1. , presidente de la suprema Anna, 278; Juan Alvarez, 280; F.
corte, 316. Zuloaga, 289 ; M. Miramoll, 303, G.
P edraza G., presidente, 257; grabado, Ortega, 316; Leonarno Marquez,
257. '. 318; Maximiliano, 389; J. N. Men -
P eña y P eña, presIdente, 272; graba- dez, 470; Y1. R Rubio; 483; P.
do, 272. Diaz, (hijo), 535; I gnacio Mariscal,
P er ez M., su amist ad con Diaz, 67¡ 550; M. Zimenez, 554; Cármen Ru-
impresion, etc. , de, 77. bio de Diaz, 558; S. L erdo, 493;
Piaxtla, derrota de los imperialistas I glesias, 507 ; R Corona., 468; M .
eu, 407. DubJ¡,n, 706; Berriozábal, 708; C.
P ero t e, caida de, 300. Pacheco, 711 ; 'ragle, 7l 4; P. Hiuo-
Piratería, 616-20. josa, 716.
Policía, siste ma., 160-161 ; rural, 160. Ralnirez l ., ministro del gahinete,
Prim General, fu erzas del, 350. 515.
Prieto G ., ministro del gabinete, 291. Ranas Valle, ruina.s en, 637.
Pulque, consumo, etc., de, 165-66; fu,nchero, Méjico, 16- 17.
manufactura, etc. , 196, 585. R augel, 'r. , oper<,ciones de, 1523, 47.
Puebla, iglesias de, 204; rendicion ele, San Luis Potos í, capturado por Herre·
en 1847, 268 ; batalla de, 1862, 357- 236; captura do por los imperialis-
9; sitio de, 1863, 363- 70; 1867, t as, 382.
439-51; Dia, preso en, 399-401; r e- San BIas, captma de, 2:36!
volucion en, 1869, 480; capturada Sau Juan de UIúa, caida de, l 82.;,
por Diaz, 515. 256.
Pu lquerías, descripcion de, 665.: San Diego Notario, refriega en, 455.
Pueblita, ruinas en , 657. Sa.n Miguel; rendicion de, 23 J.
Puente Nacional, p irámide cerca, 659 ; San P ablo Guelatao, lugar del n aci-
lámina, 639. miento de J uarez, 68.
Quetzalcoatl, tradiciou de, 212. Sarabia F. ele, explorador misionero,
Querétaro, ciudad, revolucion en, 228; 51; ejecucioll de, 51.
capturado por imperialistas, 382; Scott General, campaila de, 268.
sióio de, 1867, 444-445, 4(j3-466; Sedeua J. , f¡¡ndó Antequera; 47.
pltmo, 464; ruinas en, 657-8. Seda., man ufactura de, 604.
Quemada, ruinas d e, 655; lámina, 656. Sociedad, condicion de, 25-7; partes
Rubio M. R, jefe d el partido lerdista, de que se compoue y clasificacioll,
482; biografia, etc., 482-4; grabado, 130-191 ; pasado y presente, 172-
483; r elaciones con Diaz, 555, mi- 205.
nistro d el gabinet e, 561. Salazar Geueral, ejecucion de, 402.
ltazas, mezcla d e, 104-29; condicion, Santa AIU,a, administracion, 85-86;
etc. , de, 719. escape, 8ft; ocupacion de Ñl éjico,
Rurales, grabado de, 527. 57; sostiene á Guerrero, 257; pro-
Ro~ers, Capitan vV. , mencion de, 618. nunciamiento, 26 1- 2G3 ; su entrada
RUlZ M., ministro del gabinete, 29l. á la capital, 262; se uue á P ar edes,
R eal del Monte, victoria de los liber a- 264; dictador,26,1; desterrado, 265;
les en, 346, guerra con los E. U., 269-271; p re -
Riaüo Intendent e, derrota de, 232. sidente, 2í5; pronunciamiento en
Ri vera General, d efensa de Puebla en su contra, 276; su partida, 278; ca-
1863 363 rácter, 278-9; r etrato, 278.
Robles' P ezl;ela, vice - presidente, 302. Seguros, 635.
Rubio de Diaz O., casamiento de, 557; Sericultura, e:Xl'erimentos, etc., en,
grabado, 558. 591-2.
750 lNDICE.

Salas Geueral, asume el mando, 1846, Valle Grande, extension, et c. de, 7.


269; miembro del triunvirato, 18G:3, Van H orn, N ., saqueo de Veracruz,
375. 1683, 61S.
Ser vicio post al , 703. Veracru z, ciuda d, moti n en, 221; caida
Tranvias, d escripciou de, 170-171. de, 1847, 26S; flota extranj era en
T agle, P ., ministro del gabinet e, 515; :312,352; sitio de, 312; r ecepcion de
grabado, 714. Maxim iliano en, 384; ferrocarril,
T ari fa, d efect os de la, 705. 6:~G.
T aylor Gen eral, campa.la de, 268. Veracruz Es t a,lo de, ruinas en, 65S-
Tehuantepec, r uinas en, 674-6i7; cap· 659.
turado por Diaz, 326. Vegetacion, abundancia de, 135-137.
Tecpancaltzin, n arracion de, 588. Vestido, descripcion d e, 176.
Tehuicingo, captura ,le, 18G5, 407. Viru ela, invasion de, 155-1 56.
Tierras, t enen cias, 583; precios, 583; V arilleros. d escri pcion de, 192.
mon op olio, 722. Vaini l[¡L, cultive> de, 593.
T emblor es eu Antequ era, 50. Visoso, de rrotas, efc . de, 409.
Telégrafos, G3D . Yinticult ura, 5S!).
Teotihuacan, ruilULS de, 660; lámina, Vidaurri Gohernador, p olítica de 293;
660. derrotas, 29 ~; defeccion, et c., 310;
T eotitlan, captura de, 390. ej ecuc ion, 47 1.
T epic, captura d e, 382. Vict or;'L, G ., presidente, 250; retrat o,
Teran, rendicion de, 242. 250 ; cadcter , 250-251.
T ejas, separacion de, 262; colouistas Vi reyes, adm inistmciones de, 216.
de, 267; mapa, 267 . V enegas, F . J . d e, admini stracion de,
T extu co, ruinas eH, GGl. 225.
Thun, Conde, gohernador ,le Puehla, Vin os, manufactura de, 590.
400. Trigo, cosecha d e, 5ei.
Tixtla, captura de, 408. \V ool General , ca mpaúa de, 1846,
Tlajiaco, accion en, 88. 2GS.
T abaco, produ ccion de, 595. \Voll, General, ,lefensa de Guadalaja.
Tol tecas, d inastia, 20S. ra,314.
T orres, operaciones de, 236. Xochicalcs, rninas, (}ti:2.
Conduct as de dinero, mencion d e, 14 1. X ochitl, leye.ul" ,le, 587.
T ortil[¡Ls, preparacion de, 19-4. Ya'luis, p esc« de pcrlas, 609.
Treviüo General, lninistro del ga.bin e - Y e1'11I0, G . d e, r evolucion de, 222.
t e, 547. y orkinos, 23()..25S; partido, 73, 562.
'frejo Ge neral, derrota del , 333-334. Yu catan, lá mina, 5; descubrimiento
Truj ill o Cor onel, derrota d e, 234. de , 211; alzamiento de los indios,
Tnla, ruinas en, 657; láminas, 658. 4S0; r uinas, 678-G84.
Tulan cingo, b atalla de, 256. Zuloaga Gene ral F. , revolucion de,
Tuxt ep ec, pronuncia miento en, 497. 288; presidente, 290; grabado, 289;
Triunvirato instalado, I S63, 375. m ed idas, :2S5 ; su r ennncia, 302; aro
Truj eque General, traicion de, 420. re sto. 315; escape, 3 15.
Uraga General, operaciones de, 1S60, Zaach illa, r cy zapot eco, conqnistas dc
314. 4Q .
U x mal, ruinas en, 67D-682; láminas, Zacatecas, estado, Ininería en, 579 ;
6S1, 6S3-6S4. ruinas ü55 .
Valadez Coronel, d esercion de, 3D5. Zacat ecas, ciuda,l, capturado por in·
V",llarta, l ., ministro del gabinete, su rgentes, 2;jo; iel. por Miramon,
5 15. 293; id. por impCl ialistas, 382.
Valladolid, r evolucion en, 22S; ocupa- Za ragoza Gc neral, defensa de Pnebla,
cion por Hidalgo, 2:34; escudo de I SG2, 354-3GO; muerte, 363.
armas, 615. Zuazúa General, operaciones de, 275.

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