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Brama como un ciervo por agua

Salmos 42:1 “Como el ciervo brama por las


corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía”. Este salmo fue escrito por
el Rey David, probablemente lo escribió luego de una crisis profunda depresiva que
podemos leer en 2do libro de Samuel 15:23.
David estaba lleno de años, no tenía enemigos, pero resulta que a este hombre de Dios se le
levanta un enemigo: Absalón, su hijo, quien lo quería matar para entronarse como rey de
Israel. David tiene que escapar aunque sus generales le habían dicho que acabara con el
problema quitándole la vida, pero David amaba profundamente a su hijo.

En una crisis profunda, el rey David, atraviesa el torrente de Cedrón (en ese momento un
riachuelo casi seco por el verano) y es cuando viene a su imagen el ciervo que brama por
las corrientes de agua. En once versos David, expresa su situación catorce veces. No debe
existir Salmo más egocéntrico que este, ya que el autor menciona catorce veces la
expresión “mi situación”, dieciséis veces “mis problemas” y veintiún veces menciona la
palabra “yo”, leemos frases tales como “mi alma Señor, tiene sed de ti”, “dónde estás tú, oh
Dios”, y finaliza con “porque te abates oh alma mía y te turbas dentro de mí”.

David reconoce que es un hombre que en medio de su situación no tenía la solución para
salir, no podía solucionarlo con dinero, ni siquiera era una enfermedad, su hijo le perseguía
para matarle, quería entronarse en Israel. En medio de su desesperación el rey decide ir al
único que le podía defender: el Dios de Israel, el Dios de sus padres a quien había servido
por años, pero igual debía pasar por su crisis.

Lo interesante en este salmo es que cuando David muestra su abatimiento se compara con
un ciervo que brama. Cuando se ve a un ciervo bramar es porque está en la necesidad de
conseguir agua. Es un animal con la agilidad de caminar por las montañas, su dificultad no
es caer, sino tener profunda sed. Al bramar, un ciervo lo hace desde sus entrañas, su gemir
es interno, sale de lo más profundo de su estómago, necesita saciarse en las aguas del
profundo vacío que siente.

El ciervo tiene dos enemigos: el primero es externo, los lobos y los leones que lo están
cazando para comérselo, pero eso lo podía resolver con la agilidad para caminar en las
montañas; pero el segundo problema no es externo, es interno, el enemigo interno es su
sudor, su aroma, y la única forma de limpiarse de su hedor de ciervo es metiéndose en la
profundidad del agua, porque la única manera que el lobo y el león pueden seguir cazando a
su presa, es por el olor.  David se sentía como presa fácil y necesitaba derramar su vida en
el único pozo que puede camuflajear su olor y derramarse en la presencia de este único
Dios vivo que llena con poder y gracia, transformando una situación interna en una fuente
de vida para bendición eterna.

Desesperadamente este ciervo busca agua, dice el salmo: “Un abismo llama a otro a la voz
de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.” Un ciervo que en medio
de su crisis, debe clamar desde lo más profundo para pedirle a Dios que derrame sobre su
vida la profundidad de Su agua, no un poco de agua, sino un río que inunde y se lleve toda
la fragancia y llene del olor de la presencia que salva de todo enemigo, y oler a la presencia
del Espíritu.
Yo no sé cuál es tu enemigo externo, ni tu enemigo interno pero Dios quiere tomarte y
soltar el río que tienes años reprimiendo, y llevarte a la presencia del Espíritu Santo, un río
que nunca se acaba, un río que llena de paz incomprensible y allí sentirás como esa
presencia te baña y quita todo hedor de enfermedad, todo hedor de pecado, y empieza a
emanar la clara y bendita presencia de su Espíritu en tu vida.

Dios quiere llenar tu vida, Él comienza una obra de limpieza desde lo más profundo de tu
ser, es una presencia tal que no la puedes explicar, ni descifrar con códigos y palabras, si
estas enfermo, comienzas a ver la enfermedad como una forma de bendecir tu vida, Dios
quiere impactar tu vida en un profundo quebrantamiento que saque el gemido de lo más
profundo de tu ser, y puedas sentir que  en ese gemir se va el alma, se va la vida, no importa
el tiempo, el espacio, ni el momento sino que te derrites como mantequilla y el calor de Su
fuego llena tu ser y puedas perder tu voz para sentir que tu vida huele a la presencia del
Espíritu Santo.

José Gregorio Ferreira

Como El Ciervo Brama


 
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti,
oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
Salmo.42:1,2
El Ciervo, mamífero rumiante de tamaño mediano, es elogiado por su
agilidad y se cuenta  entre los animales limpios y tiene carne sabrosa. El
ciervo es un animal astuto y ágil, esa agilidad se pone de manifiesto
cuando es perseguido por sus depredadores.
Se cansa muy rápido. En las montañas  y en su hábitat tiene que convivir
con sus peores enemigos, leones hambrientos, tigres y hienas. Cuando
llega el verano el ciervo tendrá que enfrentarse con su peor enemigo, su
sudor (las feromonas que despiden su sudor lo delata ante sus
depredadores), por lo tanto el tiene que tratar de encontrar un río donde
bañarse…pero como en el verano los ríos tienden a desaparecer, solo le
queda una última oportunidad, encontrar lirios aromáticos del campo y
restregárselos en su cuerpo para poder engañar a sus depredadores.
Es impresionante como la palabra de Dios usa los ejemplos de los
animales para instruirnos en sabiduría y conocimiento, y basta con que
nos tomemos el tiempo para estudiar un poco sobre ellos, y nos
maravillamos al encontrar la enseñanza que el Señor nos ha querido dar
con el comportamiento de estos, como el ciervo brama por corrientes de
las aguas, dice el salmista, así clama por ti oh Dios, el alma mía es
impresionante conocer que estos animales en el verano braman por
agua, por dos razones, la sed, y el olor del sudor que los delata ante sus
enemigos.
¿ y tu a quien le estas clamando por agua, y defensa de tus enemigos?
¿A quien estas corriendo en tu angustia y desesperación?
Isaías 55:1 dice A todos los sedientos: Venid a las aguas.
Jesús dijo en  Juan. 4:14  mas el que bebiere del agua que yo le daré,
no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una
fuente de agua que salte para vida eterna.
Él es la fuente que quita la sed, que sacia al cansado, al fatigado…Jesús
es el agua viva, los ciervos al no encontrar el agua, saben que tienen otra
alternativa, los lirios del campo.
Cantares 2:1  Yo soy la rosa de Saarón, Y el lirio de los valles; Jesús el
lirio de los campos, sabes tú que todo aquel que le ha dejado entrar en
su corazón, huele a Él.
Galatas 2:20  Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mí.
Galatas 3:27 Porque cuando fueron bautizados, también quedaron
unidos a Cristo, y ahora actúan como él. Esta es la razón, por la que los
depredadores no pueden tocarnos, los enemigos no pueden cazarnos, el
olor de Jesús en mi los ahuyenta, los hace retroceder.
la Biblia nos enseña que el diablo como león rugiente busca a quien
devorar, ahí el poder de la palabra.
¿a quién crees que va a devorar?
A los que no huelen a Jesús, a todos aquellos que no lo tienen como su
Señor y Salvador, solo el olor del Maestro en nuestras almas alejara al
enemigo.
Satanás respeta el olor de Jesús, el sabe que lo que está marcado por su
sangre, por su aroma como el lirio de los valles, no puede ser tocado sin
su autorización, ya que no debemos de olvidar que nuestra alma, fue
comprada, ¿sabes a quien se la compro Jesús?, antes le pertenencia al
príncipe de la tinieblas, pero ahora pertenecemos al reino de la luz,
Jesucristo nos compro con su sangre, ese fue el precio, su sacrificio en la
cruz, ¿sabes tú que las potestades de este mundo, no nos ven a
nosotros, no perciben nuestro olor, sino que ven y perciben el olor de la
sangre del Cordero de Dios en nuestra vida, estamos revestidos,
estamos impregnados de El, y muchos cristianos no lo saben, y por su
ignorancia, son presa fácil del enemigo de nuestra alma, el enemigo lo
sabe, y toma ventaja de la falta de conocimiento del hijo de Dios.
Isaías. 35.1, 2 Que se alegren el desierto y la tierra seca, que con flores
se alegre la pradera.
La gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón:
los hombres verán la gloria del Señor, y la hermosura de nuestro Dios,
los que estábamos sin Cristo éramos el desierto, la tierra seca, pero el
Señor dice que con flores se alegraría nuestra tierra, Cristo vino para
traer alegría, una canción, la misma gloria que el Padre le dio a Él, nos la
ha dado a nosotros, a los que le siguen y le aman, la hermosura del
Carmelo, la de la rosa de Sarón, los que están sin Cristo no deben de ver
más nuestra humanidad  si no la gloria de Dios, la hermosura de Dios en
los llamados cristianos…y decir, huele a Jesús ¿cómo?, a través de
nuestra conducta, de nuestras conversaciones, de nuestro diario vivir,
hay una alabanza que dice, no basta solo con decir, no es suficiente solo
con querer, sino que es necesario morir, solo cuando vamos muriendo a
nuestra comodidad, a nuestro yo, el orgullo, la autosuficiencia, al pecado,
y entramos en una dependencia a su Señorío, se podrá evidenciar la
diferencia entre el decir, y el ser.
Querido amigo, querida amiga, como siempre dos opciones, bramando
como el ciervo por las corrientes de agua viva, o muriendo en el camino,
siendo presa de los depredadores de tu alma. Tú decides.

¿POR QUÉ BRAMA EL CIERVO?


Salmo 42

Responder esta pregunta conlleva en primer lugar a observar la vida de este animal hecho por Dios
para vivir en las montañas; al igual que aquellos que como usted y yo hemos nacido del Espíritu
Santo, hechos por Dios para estar en su santo monte. El verbo en esta oración está en femenino
indicando a una cierva jadeante; pues ésta cuando cría requiere altísimas dosis de agua y
mayormente cuando corre huyendo de sus cazadores. Y tal parece ser la motivación más fuerte
que inspiró este salmo; sin embargo tres preguntas atormentan al salmista, las que desembocan
en dos tremendas afirmaciones. Cinco en total son los puntos que nos ayudarán a comprender
¿Por qué brama el ciervo? Un mensaje actual para una iglesia que parece tenerlo todo (grandes
edificios, orquestas, medios de comunicación disponibles, tecnología, dinero, crecimiento
numérico) y sin embargo, "su alma" brama sedienta, en algunos casos vacía de Dios; del Dios vivo
¿Por qué?, por la misma razón que fue hecho este texto bíblico.

1. ¿SED DEL DIOS VIVO?

  "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; 


     ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?"
Sal 42:2. 

Las circunstancias del autor del salmo son bien particulares, tiene sed de Dios, pero no en un
sentido meramente litúrgico o religioso como parece ser el sentir de una buena parte de la Iglesia
actual; satisfecha con actividades, seminarios, retiros, invitados especiales; lo cual en todo caso es
necesario sin ser lo imprescindible de nuestra relación con Dios. David en su adolescencia no tuvo
los privilegios religiosos, culturales y sociales de nuestra época, sin embargo, tenía una profunda
comunión personal con el Dios verdadero. La sed de nuestro protagonista jamás sería satisfecha
por devocionales rutinarios o cursos teológicos meramente intelectuales; su sed requería, no el
agua, sino la fuente de la misma.

Muchos son los que se congregan en el nombre de Cristo, pero, ¿Está Cristo presente, vivo en
medio de ellos?.

Es verdad que en cierta ocasión al apóstol Pablo un joven se le durmió y cayó, muriendo,y fue
resucitado (Hechos 20:9) Pero para él, tal Dios no estaba presente y vivo. Tal es la condición de
muchos feligreses, no adoradores, que duermen incluso literalmente, mientras se presume que
Dios está presente.

Evidentemente el salmista no experimentaba en su vida espiritual la desbordante paz y el profundo


gozo de Cristo vivo, activo en su corazón; su alma gemía diciendo "hazme oír gozo y alegría…no
me eches de delante de ti y no quites de mí tu Santo Espíritu" (Salmo 51:8,11).¿Se puede
morir de sed sumergidos en un manantial de aguas?

¿No será que, como el paralítico de Bethesda,


usted se ha quedado paralizado fuera del
estanque?
2. ¿DÓNDE ESTÁ TU DIOS?

"Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, 


     Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?...

...Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, 


     Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?" 
Sal 42:3,10.

¿Le han hecho alguna vez ésa pregunta? Los enemigos de Cristo, son enemigos de la fe y por
tanto, enemigos de los que somos de la fe. No dudo que el autor estaba experimentando
tribulación y quebrantamiento, pero, ¿No nos enseñan las escrituras que es precisamente en estos
momentos de debilidad que Cristo está mayormente presente y fuerte en sus escogidos? Caemos
en el engaño de nuestra mente natural, cuando pensamos que en los momentos buenos Dios está
y que en los malos momentos nos ha abandonado. No fue exactamente lo que expresó Satanás
sobre Job, Dios le había preguntado "¿No has considerado a mi siervo Job?" (Job 1:8) A lo que
el adversario refutó "¿acaso teme Job a Dios de balde?" (V.9) La insinuación maléfica contra el
varón fue que este amaba la provisión de Dios y no a Dios, argumento que fue derribado a lo largo
del libro, probando que la fe, cuando es realmente fe dada por Dios, nos sostiene en cualquier
circunstancia y nos lleva a amar a Dios por sobre todas las cosas (Deuteronomio 30:6) Cuando la
adversidad providencial nos visita, los incrédulos nos tienen por abandonados de Dios, pero esto
es lo de menos, lo más ocurre cuando nosotros llegamos a pensar que Él lo ha hecho.

El "moderno evangelio positivista", falso por cierto, hace que el creyente sea vituperado, pues se
predica una fe por vista, como garantía de la presencia divina en su iglesia verdadera; sin
embargo, ésta es la prueba indiscutible de que es sólo "pensamiento positivo" ¿No fue el Señor
quien dijo: "…Vinieron los días del castigo, vinieron los días de la retribución; e Israel lo
conocerá" ?(Oseas 9:7).

3. ¿POR QUÉ TE ABATES, ALMA MÍA?


"¿Por qué te abates, oh alma mía, 
     Y por qué te turbas dentro de mí? 
     Espera en Dios; porque aún he de alabarle, 
     Salvación mía y Dios mío."
Sal 42:11.

 Bien dice la escritura: "…un poco de levadura, leuda toda la masa" (1Corintios 5:6) A pesar de
la fervorosidad por Dios mostrada en este poema, su autor expresa lo permeables que solemos ser
ante las insolencias de los que nos afrentan, su incredulidad se hace contagiosa para aquellos que
lejos de la vid, como "pámpanos autosuficientes", confían en sus estrategias, porque hace
mucho tiempo dejaron de confiar en la palabra de Dios, o de lo contrario responderían conforme a
ésta, a aquellos que los instigan: "Nuestro Dios está en los cielos, todo lo que quiso ha hecho"
(Salmo 115:3) El auto-reproche es válido cuando de permanecer en la fe se trata, ¿Pero hemos de
ceder ante la presión de las aflicciones del mundo que advertidas y vencidas fueron por Cristo?
El abatimiento es propio de la poca fe, debilidad por escasez de la Palabra viva y la piedad en una
vida "La turbación es obvia en el hombre natural, jamás del hombre espiritual, por tanto, ha
de ser rechazada" Recuerda la voz de Jesús diciendo: "Ahora está turbada mi alma; ¿y qué
diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora" (Juan 12:27).

4. TUS ONDAS Y TUS OLAS SOBRE MÍ.

"Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; 


     Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí."
Sal 42:7.

¿Cómo interpretar esta porción? Una vez más, recurriremos a la norma hermenéutica por
excelencia a saber: El mejor intérprete de la Biblia es la Biblia misma. Buscando pasajes
concordantes, hallamos al iracundo, rebelde, amargado y quejoso Jonás, declarando literalmente lo
mismo: "Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus
ondas y tus olas pasaron sobre mí" (Jonás 2:3) ¿La razón de tal declaración?: Dios no puede
ser burlado, ningún plan de Dios puede frustrarlo el hombre, aunque sea necesario, disciplinará,
azotará, hasta que entremos en razón. "…la maldición nunca vendrá sin causa" (Proverbios
26:2).

La iglesia debe ser corregida por Dios. El salmista, al identificarse con el profeta Jonás, estaba
aceptando que Dios es justo, que aún aquella austeridad obedecía a una causa (nuestro pecado) y
a un propósito divino (nuestra santificación). Dios hizo, Dios lo está haciendo, Dios lo hará, pues
Él no cambia Iglesia.

5. ESPERA EN DIOS

"¿Por qué te abates, oh alma mía, 


     Y te turbas dentro de mí? 
     Espera en Dios; porque aún he de alabarle, 
     Salvación mía y Dios mío...
...¿Por qué te abates, oh alma mía, 
     Y por qué te turbas dentro de mí? 
     Espera en Dios; porque aún he de alabarle, 
     Salvación mía y Dios mío."
Sal 42: 5,11.

La conclusión del cantor santo es contundente; es verdad que fallamos, es verdad que muchos nos
vituperan por nuestros errores y no permitimos por éstos que los muchos vean en nosotros la luz
de Cristo. Deshonramos a Dios, no sólo con nuestro estilo de vida, sino además con nuestro
reproche al divino Maestro, culpándolo de nuevo, echando sobre Él nuestra maldad y sin embargo,
aún ello, a los que verdaderamente amamos a Dios, nos ayudará para bien (Romanos 8:28). No
obedecimos a Proverbios "De toda cosa guardad guarda tu corazón" (Proverbios 4:23). Y fuimos
por instantes leudados de incredulidad y sin embargo, el sello de "más que vencedores" es
indeleble en nuestro ser. Hemos experimentado por instantes el abandono de parte de Dios para
enseñarnos cuanto dependemos de Él y de su gracia; zarandeados por Satanás fuimos sostenidos
firmes por Cristo (Lucas 22:32). La victoria es nuestra; a los verdaderos hijos de Dios, nada nos
separará de su amor (Romanos 8:39). Tenemos la victoria y como dice Juan "Porque todo lo que
es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra
fe". (1 Juan 5:4).

Comprende ahora: 

¿Por qué brama el ciervo? 


COMO EL CIERVO BRAMA I
Un Comentario de los Salmos 42 Y 43
Introducción: Según la mayoría de los expertos estos dos salmos formaban
originalmente un solo salmo que fue dividido en dos por razones litúrgicas. Avala
esta tesis el hecho de que mientras el salmo 42 lleva en el encabezamiento la
anotación: “Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré”, el salmo 43 carece
de ella. De hecho no tiene encabezamiento alguno, cuando la gran mayoría de los
salmos lo tienen, y en el segundo libro del Salterio sólo uno más, el salmo 71,
carece de él. Al mismo tiempo el estilo de ambos salmos es muy similar y en ambos
figura el mismo estribillo con el cual concluye cada una de las tres partes del salmo
en su forma original (vers. 42:5, 11 y 43:5). Vale la pena notar también la frase que
comparten ambos salmos: 42:9b y 43:2b.
Con este salmo compuesto se inicia el segundo libro del Salterio, llamado
“colección elohística”, porque en el mismo predomina el nombre de Elohim, en
contraste con el primer libro en que prevalece el nombre de Yavé.
Según la opinión general, este salmo es uno de los más bellos de todo el Salterio, y
se asemeja bastante a otra joya coreíta, el Salmo 84 (Véase mi artículo “Cuán
amables son tus moradas” #635). No hay acuerdo sobre su probable fecha de
composición. Algunos piensan que es anterior al exilio (587 AC), porque el templo
de Salomón estaba todavía en pie; otros, que es posterior, porque la casa de Dios
que se menciona en el salmo pudiera ser el segundo templo. En todo caso no puede
ser posterior a la publicación de la Septuaginta (mediados del III siglo AC) porque
en ella ya figura el salmo dividido.
Los llamados “hijos de Coré” eran descendientes del jefe de familia levita que se
rebeló contra Moisés en el desierto junto con su clan, y que, como castigo, murió
con los suyos tragados por la tierra que se abrió delante de ellos con gran
estruendo (Nm 16). A los que sobrevivieron (Nm 26:11) les asignaron la tarea de
guardar las puertas del templo (1Cro 9:19; 26:1-19). El rey David los puso al frente
del canto en el tabernáculo, posiblemente como premio de que algunos de ellos se
sumaron a su ejército de valientes en Siclag cuando huía de Saúl (1Cro 12:1,6). En
tiempos de Josafat retenían ese papel (2Cro 20:19). La misericordia de Dios redimió
a ese linaje de la vergüenza causada por la rebelión de su antepasado. (Nosotros
hemos sido salvados de caer en la fosa como ellos y deberíamos estar eternamente
agradecidos a nuestro Salvador por ello).
Este salmo contiene las expresiones de lamento y nostalgia de un levita
descendiente de Coré que, por algún motivo desconocido, había sido desterrado de
Jerusalén y se encontraba en la alturas del Hermón, en las fuentes del Jordán, muy
lejos del templo donde él solía servir, posiblemente como jefe de los músicos y
cantores. (Nota 1).
Según P.H. Reardon, el autor se encontraba frente a las formaciones rocosas y a las
cascadas de agua clara que bajan de la montaña en la ruta que asciende a las
alturas de Golán. Es posible que estando allá viera a un ciervo que huía jadeante,
buscando dónde saciar su sed, y que esa visión le inspirara la imagen con que se
inicia el salmo.
1. “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios,
el alma mía.” (2)
Cuando el ciervo jadeante, que suele aplacar su sed en los remansos y en los
riachuelos, no encuentra dónde saciarla, emite bramidos sonoros que resuenan en
el bosque como clamores desesperados. No sabemos si lo hace sólo para expresar
su angustia, o si lo hace para comunicarse con otros animales de su misma especie
que podrían venir en su ayuda para guiarlo a donde ellos han abrevado su sed.
De manera semejante, y con similar ansiedad, clama mi alma por ti, mi Dios, cuando
me siento alejado de tu presencia y no puedo saciar el ansia que tengo de
refugiarme en tus brazos amorosos.
¿Por qué ha escogido el salmista al ciervo como figura para expresar sus
sentimientos? El ciervo es conocido por cuatro características, dice Bellarmino. El
ciervo es un enemigo acérrimo de las serpientes y está en guerra constante con
ellas. Cuando es perseguido por los cazadores sube a lo más alto de las montañas
lo más rápido posible. Por algún instinto natural pone en práctica el consejo del
apóstol: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros.” (Gal 6:2) porque, según
Agustín, cuando se mueven en grupo, o nadan a través de un lago, los débiles
reposan sus cabezas en los más fuertes. Finalmente, cuando están cansados de su
combate con las serpientes, o de su huida a las montañas, o de ayudarse unos a
otros, se refrescan bebiendo grandes cantidades de agua. Esa es la perfecta
imagen del verdadero amante de Dios: Está constantemente en guerra contra las
serpientes de sus malos deseos; cuando está a punto de ser vencido por la
tentación, se refugia en la montaña de la contemplación de su Dios; lleva las
debilidades de su prójimo con gran paciencia; pero sobre todo, arde de sed por
tener comunión con Dios.
2. “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré
delante de Dios?”
Mi alma tiene, en efecto, sed de ti, Señor. Con esta declaración osada, el salmista
reconoce cuál es la necesidad más profunda del ser humano que ha sido creado
por Dios para amarlo. Para el que ha saboreado la intimidad con Dios, todo otro
bien del que pueda gozar es insípido y vano. Gozar de la comunión con un Dios que
no está muerto como los ídolos inertes, sino que está más vivo que un ser humano,
pues es la fuente de la vida (Sal 36:9ª; Jr 2:13); porque responde a nuestros anhelos
y peticiones, es la mayor dicha que se puede experimentar en la tierra.
¿Y por qué toma la sed como imagen de sus ansias? Porque no hay sensación de
carencia más fuerte y dolorosa que la sed, mucho peor que el hambre. Por eso los
salmos la utilizan con frecuencia para expresar el ansia que el hombre tiene de
Dios. El salmo 63 dice: “Mi alma tiene sed de ti, y mi carne te anhela en tierra seca y
árida donde no hay aguas…” (v. 1b). Jesús provee la respuesta a esa ansia en
términos inequívocos: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí,
como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” (Jn 7:37,38).
La frase “¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios? expresa el deseo de
estar en la presencia de Dios en el templo, donde el humo del incienso y de los
sacrificios crea un clima de adoración. Algunos manuscritos hebreos
dicen: “¿Cuándo iré y veré la faz de Dios?, lo que nos recuerda una estrofa del
salmo 27: “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré: Que esté yo en la casa
de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y
para inquirir en su templo.” (v. 4)
El que ama al Señor ama las asambleas donde su nombre es adorado, dice
Spurgeon. La adoración privada es muy buena, en efecto, pero mejor es la
adoración pública, cuando es sincera, porque Dios vive en medio de las alabanzas
de su pueblo (Sal 22:3).
Juan Crisóstomo, con gran penetración psicológica, observa que hay tres cosas
que despiertan nuestro amor: la belleza del objeto, los favores conferidos y el amor
mismo, porque los objetos bellos casi nos obligan a amarlos, los favores recibidos
nos mueven a amar al dador, y el amor hace surgir amor recíproco en el amado
como respuesta.
3. “Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los
días: ¿Dónde está tu Dios?”
Durante el destierro forzoso que sufre, el salmista no cesa de llorar y lamentarse día
y noche, de modo que él puede llegar a decir que sus lágrimas son su alimento
diario, como dice otro salmo: “Les diste a comer pan de lágrimas…” (Sal 80:5).
Pero su aflicción no despierta compasión de los que le rodean sino, al contrario,
desprecio y escarnio. Las palabras que le dirigen burlándose de él: “¿Dónde está tu
Dios?” (Sal 71:11; 79:10; 115:2; Jl 2:17: Mq 7:10) se parecen a las palabras que los
escribas y fariseos dirigían a Jesús en tono de burla cuando Él estaba agonizando
en la cruz: “Decía que era el Hijo de Dios. Que venga pues ahora Dios a librarlo” (Mt
27:43).
Cuando los impíos ven al justo en aflicción no se compadecen de él, sino, más bien,
se alegran de sus sufrimientos y se gozan dirigiéndole invectivas burlonas para
humillarlo y aumentar sus padecimientos. “¿Dónde está tu Dios?” Una de dos: O no
quiere, o no puede librarte. Mal haces pues en confiar en Él.
4. “Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; de cómo yo fui con
la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, entre las voces de alegría y de
alabanza del pueblo en fiesta.”
El salmista se acuerda de sus tiempos felices cuando estaba en Jerusalén
participando en las grandes fiestas, e iba en procesión con el pueblo conduciéndolo
hacia el templo. Son varios los salmos que describen las procesiones del culto en
el templo: “Los cantores iban delante, los músicos detrás; en medio las doncellas
con panderos,” dice el Sal 68:25. La nostalgia por el templo es un sentimiento que
impregna varios de los salmos de los hijos de Coré: “Anhela mi alma, y aun
ardientemente desea los atrios de Jehová.” (Sal 84:2). Es un sentimiento afín al que
experimentan los creyentes cuando desean más que nada estar ocupados en las
cosas de Dios.
¿Qué cosa quiere decir la expresión: “Derramo mi alma dentro de mí” que también
emplea Ana, la madre de Samuel, para expresar su pena (1Sm 1:15); y que también
usan Job y el autor de las Lamentaciones? (Jb 30:16; Lm 2:12). Que vuelco todo mi
ser, mis anhelos y mis nostalgias, en lágrimas y oración ferviente delante de Dios.
El salmo 68:2 nos anima a hacerlo con plena confianza de ser escuchados.
“Dentro de mí.” (cf Sal 142:3; Lm 3:20). Eso es algo que sucede entre Dios y él;
nadie tiene parte en su aflicción, como dice un proverbio: “El corazón conoce la
amargura de su alma; y extraño no se entrometerá en su alegría.” (Pr 14:10).
5. “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios
porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”
Esta es la estrofa-estribillo que aparece tres veces en el salmo compuesto (vers. 11
y 43:5). Expresa en forma de pregunta la reacción del autor frente a la situación
difícil en que se encuentra, como si se interpelara a sí mismo.
El salmista está abatido y angustiado por el destierro y la consiguiente nostalgia de
su patria que lo embarga. Ésta es una situación común en todos los que por una
razón u otra, se ven forzados a alejarse de su casa y su ciudad, del entorno en que
suelen desarrollar sus actividades.
Para contrarrestar este sentimiento de tristeza el salmista se fortalece en la
seguridad de que no tardará el día en que Dios permita que él pueda retornar al
templo para volver a desempeñar las funciones en la alabanza que le correspondían
y a las que estaba acostumbrado. Él no tiene puesta su esperanza en las
circunstancias cambiantes, ni en nada de lo que allá en las tierras alejadas de su
hogar donde se encuentra, pudiera volverse favorables para él, sino en el Dios que
gobierna las circunstancias.
Nota 1: Spurgeon -y otros autores con él- no cree que los dos salmos formaran
originalmente uno solo, sino que se trata más bien de dos salmos que fueron
compuestos por David en épocas diferentes, y que el segundo fue escrito como
complemento del primero.
2. Según el comentarista A.B. Faucett, el verbo “clamar” figura en su forma
femenina y, por tanto, el animal en cuestión sería una cierva y no un ciervo.
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Amado lector: Jesús dijo: “De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?” (Mr
8:36) Si tú no estás seguro de que cuando mueras vas a ir a gozar de la presencia de Dios por
toda la eternidad, es muy importante que adquieras esa  seguridad, porque no hay seguridad
en la tierra que se le compare y que sea tan necesaria. Con ese fin yo te invito a pedirle
perdón a Dios por tus pecados haciendo la siguiente oración:

   “Jesús,tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los
hombres, incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido
conciente y voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin
merecerlo. Yo quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el
mal que he cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu
sangre; entra en mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”

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