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UNA MIRADA DIFERENTE

Un padre de familia acaudalada llevó a su pequeño hijo a un viaje por el campo


con el firme propósito de que viera cuan pobres eran las gentes del campo.

Estuvieron por espacio de un día y una noche en una granja de una familia
campesina muy humilde.

Al concluir el viaje y de regreso a casa, el padre le pregunta a su hijo:

__¿ cómo te pareció el viaje?.

__Muy bonito papá.

__¿Viste que tan pobre puede ser esa gente?

__¡sí!

__Y qué aprendiste ?

__Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro.

Nosotros tenemos una piscina que llega a una pared a la mitad del jardín, ellos
tienen un riachuelo que no tiene fin.

Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen la luna y las
estrellas.

Nuestro patio llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen un horizonte
de patio.

Ellos tienen tiempo para conversar y para estar en familia, mientras tú y mamá
tiene que trabajar todo el tiempo y por eso casi no los veo.

Al terminar el relato, el padre se quedó mudo...

Y su hijo agregó:

__Gracias papá, por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser.


EL MAL CARÁCTER

Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter.

Su padre le dió una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la
paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.

El primer día, el muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta.

Las semanas que siguieron, a medida que el aprendía a controlar su genio,


clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.

Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la
puerta.

Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el tiempo.

 Después de informar a su padre, este le sugiró que retirara un clavo cada día para
que lograr controlar su carácter. Los días pasaron y el jóven pudo anunciar a su
padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta.

Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta y le dijo:

__Haz trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca
más será la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices
exactamente como las que aquí ves.

Tu puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo
devastará, y la cicatriz perdurarán para siempre. 

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