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Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Ciencias Humanas


Departamento de Historia
Historia de Colombia I
Nicolás Rivera Lozano

MINERÍA COLONIAL DE NUEVA GRANADA


Durante la conquista de tierras americanas, las empresas conquistadoras evidenciaron una
riqueza de metales preciosos bastante llamativa. Además, según Colmenares (1996), los
metales como la plata y el oro eran productos necesarios para La Corona Hispánica, pues
sus relaciones comerciales y su prosperidad económica dependían de estos bienes (p. 14).
Por ello, los conquistadores implementaron estructuras de trabajo indígena que explotaran
estas riquezas, por lo que la minería se convirtió en una actividad económica fundamental
para los territorios americanos. En cuanto al territorio neogranadino, el oro se consolidó como
el producto económico más valioso, pues al contrario de los virreinatos de Perú y de Nueva
España, en Nueva Granada no se evidenció un gran número de yacimientos de plata por
explotar.
Los orígenes de la explotación minera en Nueva Granada se remontan al periodo de la
conquista. Los conquistadores tuvieron un gran interés en los bienes indígenas elaborados
con oro, por lo que saquearon las riquezas y las sepulturas de grupos indígenas en busca de
este recurso (Colmenares, 1978, p. 246). De acuerdo a Colmenares (1996), en el estudio de
la minería colonial de Nueva Granada se distinguen dos ciclos (p. 14) . El primer ciclo de la
economía minera surgió en 1540, y consistió en la minería de veta y, principalmente la de
aluvión, la cual era practicada por grupos indígenas asentados alrededor de fuentes fluviales.
Durante este ciclo se generalizaron las instituciones de trabajo indígena, por lo que las
encomiendas y las mitas promovieron el traslado de mano de obra nativa a las zonas
mineras.
En este primer ciclo de explotación, la región del Cauca se convirtió en un importante centro
minero a causa de la riqueza aurífera de las poblaciones de Caloto, Cartago y Popayán
(West, 1972, p. 17-19). En esta región también se concentraron instituciones de trabajo
indígena que favorecieron el ascenso de la actividad minera y mercantil por medio de la
intensificación de actividades agrícolas, las cuales se encargaron de suministrar de recursos
a las cuadrillas mineras (Colmenares, 1978, p. 252). No obstante, también se debe
mencionar la importancia del Cerro de Buriticá, en la región de Antioquia, donde la
explotación minera se remonta a 1541. Para la región antioqueña, las riquezas auríferas de
este cerro y de las poblaciones de Cáceres y Zaragoza fueron bastante significativas, pues
promovieron la migración de población hispánica y la instauración de entidades públicas que
administrasen la riqueza de la región (West, 1972, p. 31-32).

De la misma, regiones como el Tolima y poblaciones como Leyva, Vélez y Pamplona se


integraron a la actividad minera. Sin embargo, debido a la catástrofe demográfica indígena, la
desarticulación de las haciendas agrícolas, la disminución y agotamiento de los yacimientos y
la gran dificultad de obtener fuerza de trabajo, la producción de oro sufrió una crisis profunda
en la primera mitad del siglo XVII (Colmenares, 1989, p. 126). Con el fin de mantener la
explotación aurífera, los empresarios mineros y encomenderos solicitaron la importación de
esclavos africanos para reforzar la explotación, recursos y herramientas más sofisticadas. No
obstante, a pesar de estos esfuerzos, el primer ciclo minero colapsó, pues durante tres
décadas presentó un debacle progresivo en su producción y comercialización.
Tras el declive de la actividad minera, en el curso del siglo XVII se realizaron nuevas
expediciones en busca de nuevos yacimientos a lo largo del Pacífico colombiano
(Colmenares, 1996, p. 16). En efecto, se encontraron ricas fuentes de oro fluviales, las
cuales eran aprovechadas por los indígenas “rebeldes” de esta región. Por ello, entre finales
del siglo XVII y principios del siglo XVIII inició un proceso de colonización en el Pacifico
colombiano. Es así que surgió el segundo ciclo de economía minera, el cual se caracterizó
por la explotación de minas de veta del Cauca y de Antioquía, la minería de aluvión del
Chocó, el empleo de fuerza de trabajo esclava y la consolidación de la gobernación de
Popayán como importante centro minero, comercial y administrativo de Nueva Granada
(Colmenares, 1989, p. 124).

De acuerdo a Colmenares (1989) en Antioquía, las actividades mineras estuvieron a cargo


de empresas independientes que explotaron pequeños yacimientos auríferos. Este proceso
de explotación contrasta con el presentado en Popayán donde la minería fue monopolizada
por señoríos de cuadrillas esclavas (p. 16). Por último, durante este segundo ciclo minero, el
comercio y las riquezas de la producción aurífera se invirtieron en el embellecimiento de las
principales ciudades de Nueva Granada y en la importación de bienes europeos, los cuales
representaron el poder y la influencia de las elites comerciales de la sociedad colonial.
BIBLIOGRAFÍA
Colmenares, G. (1978). Historia económica y social de Colombia. 1537-1719 (Tercera Ed).
Medellín, Colombia: Editorial La Carreta.
Colmenares, G. (1989). La economía y la sociedad colonial 1550-1800. In Nueva Historia de
Colombia (Tomo I, pp. 117–153). Bogotá: Planeta.
Colmenares, G. (1996). La formación de la economía colonial. In J. A. Ocampo (Ed.), Historia
económica de Colombia (pp. 2–22). Biblioteca Luis Ángel Arango.
West, R. C. (1972). La minería de aluvión en Colombia durante el periodo colonial. Bogotá:
Dirección de divulgación cultural- Universidad Nacional de Colombia.

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