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Las personas que buscan el éxito sienten constantemente que algo puede salir
mal. Esta preocupación los lleva a estar tensos y desconfiados de sus
capacidades.
Se preguntan:
La vida no debe estar marcada por un terror provocado por el propio individuo y
menos cuando está en la búsqueda de sus metas personales. La razón de que
ello sea así radica en el enfoque materialista con que muchas personas escogen
vivir.
Quienes, por el contrario, dan valor a la espiritualidad en sus vidas, descubren que
pueden descansar en Dios sus angustias y que los malos hábitos del
perfeccionismo van cediendo frente a la sabiduría que reside en su Palabra.
El Libro de los Salmos se divide en tres grandes categorías por sus temas y
géneros literarios: los himnos, que alaban la grandeza y la bondad de Dios
demostradas en la creación de la naturaleza y el pueblo de Israel; los salmos
deprecatorios son oraciones dirigidas al Señor en medio de las tribulaciones para
pedir su ayuda; y los salmos de acción de gracias son precisamente eso,
agradecimientos por los muchos beneficios en favor de la humanidad o de una
sola persona en particular.
A continuación, conozca y aprenda estos fragmentos de siete salmos, con
versículos para la ansiedad poderosos, que lo ayudarán a entregar su ansiedad a
Dios para que Él la sane con la verdad y poder alejarse en paz y con fe. Lo hará
recordar que aunque el mundo (o su mundo) se esté desmoronando, Dios
permanece fuerte y la salvación está asegurada.
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Dios restaura y trae gozo (del Salmo 40)
1. Toda mi esperanza la tengo puesta en Dios, pues aceptó atender mis ruegos.
2. Mi vida corría peligro, y él me libró de la muerte; me puso sobre una roca, me
puso en lugar seguro.
3. Me enseñó un nuevo himno para cantarle alabanzas. Muchos, al ver esto, se
sintieron conmovidos y confiaron en mi Dios.
11. Y tú, Dios mío, no me dejes sin tus cuidados; por tu gran fidelidad, nunca dejes
de protegerme. (TLA).
Un aspecto común a todos estos salmos es que recuerdan que Dios siempre está
listo para ayudarnos. Solo tenemos que aprenderlos e invocarlos mediante la
lectura, la escritura, en el rezo o en el canto. Cómo quieras hacerlo. Que la
palabra de Dios llene tu corazón de esperanza y paz frente a la ansiedad.