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SESIÓN 8 (SEMANA 5)

Martes 07 de julio

DEFORMACIONES Y ESFUERZOS.-

Después de conocer las rocas del cuerpo de la Tierra se hace necesario saber
las posibles deformaciones que pueden registrar; el estudio permite obtener
resultados relativos a la naturaleza de los movimientos de masas rocosas
(cinemática) y a los esfuerzos que los han provocado (dinámica) y han originado
las estructuras. Integrados ambos en un marco geofísico más amplio, estos
resultados contribuyen a un mejor conocimiento de la geodinámica de un sistema
determinado. De este modo, el análisis conjunto, cinemático y dinámico de las
fallas activas de un dominio sísmico, por ejemplo, combinado con el estudio de los
mecanismos focales de los terremotos (geofísica), permite conocer mejor el
estado local de los esfuerzos y prever su evolución tectónica.

Deformaciones.-

Los materiales de la corteza terrestre sometidos a las acciones de distintas


fuerzas, pueden deformarse y sufrir desplazamientos, traslaciones, rotaciones y
modificaciones en su estructura interna durante el proceso. La deformación
expresa los cambios de forma que registra la disposición de tales materiales.
Dentro del límite elástico, la deformación es proporcional a la energía de las
fuerzas.

Mientras que en la traslación las fuerzas aplicadas a las diferentes partes del
objeto geológico son iguales, en la deformación varían de un punto a otro, por lo
que se dice que existen gradientes de desplazamiento dentro del objeto. En los
materiales se detectan tres tipos de deformaciones básicas: una es cuando
aplicada una presión, la roca se deforma, pero su forma inicial se recupera si cesa
el esfuerzo. Se trata de la deformación elástica o deformación tempral. Esta
deformación tiene un límite que corresponde al esfuerzo máximo que la materia
puede admitir sin sufrir deformación permanente. Por encima de este valor se
entra en la deformación plástica o sea aquella en la que el material sólo recupera
parte de su forma inicial al suprimir el esfuerzo; se trata, prácticamente, de una
deformación permanente pero sin llegar a producir la ruptura. Este tipo de
deformación implica recristalizaciones, deslizamientos entre las partículas y cierto
movimiento rotacional entre las mismas. Un tercer tipo de deformación, que se da
en los líquidos y en algunos sólidos, se conoce como deformación viscosa. Esta
clase de comportamiento puede manifestarse por la existencia de una relación
lineal entre la velocidad de deformación y el esfuerzo. La respuesta a la
deformación de los cuerpos viscosos suele estar marcada, con frecuencia, por la
ausencia de un umbral equivalente al límite elástico. Algunos materiales fluidos
naturales, como los magmas o los sedimentos arcillosos o limosos embebidos de
agua, pueden tener un comportamiento más complejo con una viscosidad que no
es independiente del esfuerzo.

En tectónica, cuyo interés reside en las deformaciones permanentes de los


materiales de la corteza de la Tierra, a la deformación continua (plásticas o
viscosas, comportamiento dúctil) se opone a la discontinua o de fragmentación
(comportamiento frágil). Estos conceptos son fenomenológicos y pueden
depender de la escala de observación, ampliamente estudiada en laboratorio
(mecánica de rocas) por su interés en aplicación práctica, especialmente en
obras de ingeniería civil y minería.

Un proceso de gran interés en el comportamiento de muchos materiales de la


corteza terrestre (compactación y deshidratación de rocas sedimentarias, fusión
progresiva de una roca metamórfica, cristalización de un magma, etc.), es el de la
transición de los comportamientos compacto, viscoso y plástico, determinado por
la cantidad de líquido contenido. Desde el punto de vista lógico, la presencia de
líquidos en los sólidos tiende a debilitarlos. Un buen ejemplo lo suministra el
comportamiento de un suelo o una masa de material arcilloso o limoso frente al
agua de percolación. Estas deformaciones porosas, en medios áridos o
semiáridos, se hallan en estado más o menos deshidratado conteniendo
pequeñas cantidades de agua aislada en los vacíos intragranulares. Al
suministrarle agua durante un periodo lluvioso, por ejemplo, el agua tiende a
rellenar los poros y a comunicarse entre sí para formar un medio continuo; esta
transición se denomina primer umbral de la percolación, el medio pasa a un
comportamiento generalmente plástico con tendencia a fluir. Si el aporte de agua
continua, el líquido tiende a aislar progresivamente las partículas del armazón
sólido continuo, es el momento en que se produce la pérdida de compacto entre
las partículas sólidas, se rebasa el segundo umbral de la percolación. Por encima
de este nuevo umbral, el medio se ha saturado, se hace viscoso y puede fluir a
favor de la pendiente y dar origen a una colada de barro, movimiento en masa
frecuente en laderas inestables.

Esfuerzos.-

Los esfuerzos son los sistemas de fuerzas que tienden a deformar los cuerpos; en
el caso de los materiales de la corteza terrestre, éstos pueden verse sometidos a
diferentes tipos de presiones.

Un esfuerzo normal o presión de gran importancia en la génesis de las rocas


metamórficas, lo constituye la presión litostática o carga geostática que expresa la
compresión creada por el peso de los materiales suprayacentes. Esta presión se
hace isótropa a partir de una profundidad entorno a los 3,000 metros, ya que bajo
estas condiciones las rocas empiezan a adquirir un comportamiento dúctil y los
esfuerzos tangenciales o de cizalla están libres de deformaciones.

Además de los esfuerzos o presiones, existen otras que se ejercen de modo


paralelo en horizontal a la superficie de los cuerpos: son los esfuerzos
tangenciales o de cizalla, que pueden sobrepasar el umbral de ruptura y originar
grietas de extensión, fracturas o fallas. Por último, es posible imaginar situaciones
más generales y complejas de aplicación de los esfuerzos tectónicos que
produzcan deformaciones más o menos intensas en los materiales de la corteza
terrestre, cuya constitución, como es sabido, es muy heterogénea. En un sistema
de esfuerzo, las propiedades de anisotropía (cuerpos idénticos en todas las
direcciones) del material, así como la existencia de esquistosidad (roca de textura
pizarrosa) y las condiciones en los límites, son las que imponen el régimen y
magnitud de la deformación.
Estructura y modelado.-
Las características distintivas de los paisajes son, por lo general, una respuesta
dinámica y compleja a las variaciones de la litología (parte de la geología que
estudia las rocas), a las estructuras primarias que ofrecen los diferentes tipos
de rocas, a las estructuras que ofrecen conjuntamente los distintos grupos de
rocas debido a los procesos diastróficos, a los efectos de los procesos
exógenos y a la historia geomorfológica.

El análisis estructural consiste en identificar, interpretar y definir los modos de


ordenarse y disponerse las rocas en la corteza terrestre. Para ello se basa, por
un lado, en el estudio del comportamiento frágil y dúctil de los materiales que
se oponen por la naturaleza de las deformaciones resultantes (discontinua y
continua); por otro, en el reconocimiento y definición de formas tectónicas no
acompañadas de ruptura y accidentes tectónicos caracterizados por rupturas
marcadas por contactos anormales.

El análisis suele realizarse a diferentes escalas. Simplificando: por encima del


metro se diferencian tres grandes conjuntos de estructuras: fallas o fracturas,
pliegues y mantas de corrimiento. Es el dominio de la tectónica cuyo estudio
tanto sobre el terreno como en el laboratorio requiere métodos y técnicas
específicas. Dos grandes categorías de microestructuras se reconocen:
planares (microfracturas, esquistosidad, foliación, juntas de cizallamiento,
juntas de tensión) y lineales (microplegamientos, estriaciones, alineaciones,
estrías).

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