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CASO

Sheila era una niña miedosa e insegura. Aun cuando se le pedía hacer tareas que era capaz de
hacer, ella frecuentemente se sentía abrumada, confundida y pedía más ayuda de la que en realidad
necesitaba. Eventualmente, ella empezó a tener la concepción de sí misma como totalmente débil e
incompetente. Su madre, percibiendo debilidad en su hija, la sobreprotegía, permitía que Sheila
recurriera a ella regularmente y no alentaba su autonomía. Sheila se hizo muy buena para pedir
ayuda, pedir que otros hagan decisiones por ella, y evitar conflicto. Ella aprendió que si subyugaba
sus necesidades y deseos, los otros permitían que ella se les pegara como chicle. Un ejemplo sería
salir con sus amigos en la noche, cuando ella quería hacer algo diferente a lo que proponían sus
amigos, nunca lo externaba por miedo a que se pudieran molestar. Otro ejemplo sería la decisión de
entrar a estudiar una carrera, lo cual le generaba mucho malestar ya que pensaba que no lo podría
lograr o que podría escoger la carrera equivocada, por lo cual acudió a que su mamá le ayudara a
decidir una que no estuviera tan difícil.
Sheila pudo aplicar estas estrategias efectivamente mientras vivía con su viuda madre.
Cuando su madre se volvió a casar, su padrastro insistió que Sheila, ya de 21 años, se fuera de la
casa. Ella no sabía cómo valerse por sí misma, tomar decisiones y ser asertiva. Ella tenía que
encontrar trabajo y pagar sus gastos. Cada vez que pensaba en vivir sola le generaba mucho
malestar al punto que llegó desarrollar el trastorno de ansiedad generalizada. El problema de
ansiedad repercutía en su salud ya que sufría de colitis nerviosa. A los 6 meses después de ser
diagnosticada con ansiedad generalizada comenzó a tener fuertes problemas de sueño, en donde
mínimo 3 veces por semana se despertaba bruscamente con gran angustia, taquicardia y sudoración,
aunque no podía recordar que en especifico era lo que la tenía aterrada. En terapia, Sheila tenía una
muy buena actitud y quería complacer al terapeuta pero presentaba mucha dificultad para tomar la
iniciativa para resolver sus problemas cada vez que el terapeuta se lo pedía, contestaba
generalmente “no se…mejor dígame usted”.

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