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Apendicitis Niega Tutela de Los Cirujanos TAC PDF
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Magistrado ponente
Decide la Corte la acción de tutela interpuesta por la Clínica Versalles S.A.S. contra la Sala
Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali, trámite al que fue vinculado el
Juzgado Quinto Civil del Circuito de la misma ciudad, así como la parte activa y los demás
intervinientes del juicio declarativo a que alude el escrito de tutela.
ANTECEDENTES
Exige, entonces, para la protección de la citada prerrogativa, que se deje sin valor ni
efecto la citada decisión, y que como consecuencia de ello, se ordene a la Sala Civil
del Tribunal Superior de Cali, «design[ar] una Sala de Decisión distinta, para
rehacer la actuación [invalidada] dictando sentencia que se abstenga de vulnerar
los derechos fundamentales objeto de protección constitucional» (fl. 88).
2. En apoyo de su reparo y en cuanto interesa para la resolución del presente asunto,
aduce el apoderado en lo esencial, que la sentencia demarcada líneas atrás, «fue
adoptada sin contar con el necesario y adecuado respaldo probatorio, para tener la
facultad de apartarse de lo dictaminado por las pruebas desarrolladas en el proceso,
lo cual trajo como directa consecuencia una flagrante distorsión entre la verdad
jurídica o procesal y la verdad material o científica puesta de presente en [éste]»,
incurriendo de esta manera la Corporación acusada, en un defecto fáctico.
Asevera que ello es así, por cuanto que dicha autoridad hizo una «VALORACIÓN
ARBITRARIA DEL MATERIAL PROBATORIO», al desechar la prueba testimonial
de los galenos B.A.M.V., C.E.A. y R.M.P.O., especialistas en cirugía general, con
amplia experiencia en la materia analizada (apendicitis y riesgo de perforación),
quienes sostuvieron en sus declaraciones que «no hay una relación lineal entre el
tiempo de evolución y perforación apendicular»; Así mismo, afirma, descartó el
«AUTO INTERLOCUTORIO N° 180-2014 DEL 22 DE OCTUBRE DE 2014»,
proferido por el Tribunal de Ética Médica, donde se decidió precluir la
investigación que se inició en contra de los médicos que atendieron al paciente
J.E.F.B., con base en razonamientos de «carácter científico», los cuales señalan que
por la condición fisiológica de éste, se «hacía más difícil el diagnóstico del cuadro»,
y que dichos profesionales de la salud trataron al enfermo «siguiendo parámetros
de la Lex Artis, de acuerdo a las guías médicas señaladas en la literatura médica»,
lo que constituye, dice, «un exabrupto mayúsculo y tosco».
Finalmente refiere, que por si fuera poco, la aludida Colegiatura también omitió
valorar el artículo científico denominado «TIEMPO DE EVOLUCIÓN DE
LA APENDICITIS Y RIESGO DE PERFORACIÓN», publicado en la Revista
Colombiana de Cirugía Nº 28 de 2013, «cuando era prueba en el proceso», y por el
contrario, acudió a una literatura médica derogada, la cual está citada en la
sentencia de casación de fecha 30 de septiembre de 2016 proferida por la Sala Civil
de la Corte Suprema, en donde además la situación fáctica allí analizada difiere del
presente asunto, sustitución probatoria que generó, asegura, «UN ERROR
INSUPERABLE», razones éstas por las cuales se acude a esta vía excepcional de
protección (fls. 69 a 90).
3. Una vez asumido el trámite, el día 18 de septiembre se admitió la acción de tutela y
se ordenó el traslado a los involucrados para que ejercieran su derecho a la defensa
(fl. 94).
Una hora después, el médico M.F.R. anotó nuevamente “M.B. dudoso, parcial
de orina negativo, dolor (...) estudio a Apendicitis? y decide dejar al
paciente en observación con LEV[2], “nada vía oral, nada analgésicos” y
dispuso la revisión del paciente a las 22:00 sin analgesia, como se alcanza a
leer en la página 27 y en el formato de “órdenes médicas” que se encuentra
en la página 121 del CD donde fue aportada por la Clínica Versalles la
totalidad de la historia clínica del paciente (fl. 257 cdno. ppal.).
A las 22:00 de ese mismo día, la médica y cirujana M.R.T., en completa
desconexión con lo anterior, refirió persistencia del dolor abdominal, dolor
moderado a severo en flanco derecho con M. positivo en hipocondrio derecho
y decidió continuar en observación con buscapina y ecografía de hígado y vías
biliares por sospecha de colelitiasis + colecistitis.
A las 6:30 del día siguiente, el paciente reportó dolor a la palpación de flanco
derecho, leve dolor al palpar HCD, M. (-), pendiente eco HVB, continúa
manejo instaurado.
A las 5:27 del día 12 de enero de 2010, la médica general de turno reportó
dolor a la palpación en flanco (...) y que el paciente se encontraba en
preparación para TAC. A las 9:20 a.m., la doctora C.H. encontró M.B. (+) y
evaluó los resultados del TAC en el que no se alcanzó a evidenciar la apéndice,
ordenando la valoración por cirugía general, la cual tuvo lugar a las 10:00
a.m. por parte del cirujano R.P. quien encontró fuerte sospecha de apéndice
(...) perforada o víscera hueca perforada, por lo que ordenó una laparotomía
que finalizó, según la nota quirúrgica a las 14:00 de ese mismo día, en la cual
se encontró peritonitis de 2 cuadrantes (derechos), ciego implantación retro
de apéndice, perforado con peritonitis fecal + severo síndrome adherencial.
Inferencias todas de las cuales concluyó, de cara a la definición del asunto, que:
A lo que agregó:
“...En los aludidos protocolos se indica que no se debe recetar nada vía oral y nunca
prescribir analgésicos hasta tener un diagnóstico comprobado o definitivo de
manejo, pues éstos, al calmar el dolor, enmascaran los síntomas de la enfermedad.
(Protocolos de urgencias, Abdomen Agudo. Programa de las Naciones Unidas para
el desarrollo de Antioquia, Medellín, 1992. p. 75, 76).
Conforme con lo anterior y aun cuando el cirujano general R.P.O. señaló que es
adecuado suministrar analgésicos que no enmascaren rotundamente el dolor, como
el diclofenaco que es un anti – inflamatorio y la buscapina que es un
antiespasmódico e indicó que “de hecho no se empleó ningún opiáceo que son las
drogas que definitivamente quitan los signos y los síntomas”, siendo esto
corroborado por los demás testigos técnicos que declararon en el proceso, lo cierto
es que su dicho queda desvirtuado por la copiosa literatura médica que existe sobre
el particular y que fue traída por la Corte Suprema de Justicia como sustento de la
condena que fue impuesta en la providencia que venimos citando» (fls. 43 a 62).
4. Por virtud de lo anterior, se descarta la eventualidad de predicar que en esa labor el
Magistrado sustanciador de la Colegiatura censurada hubiera incurrido en una
actitud susceptible de ser cuestionada positivamente a través de esta excepcional
herramienta, dado que, como quedó visto, la premisa fundante del título de
imputación de la responsabilidad médica que ésta le endilgó a la parte accionante,
esto es, «error en el diagnóstico», lo fue la falta de observación y atención a la nota
de evolución registrada por el segundo de los galenos que atendieron al paciente
J.E., que de alguna manera alertaba sobre una posible apendicitis, la que de
haberse advertido, quizás no hubiese generado la complicación que tuvo éste,
descuido o ligereza que, conforme a la literatura médica especializada que se citó,
se enmarca en una de las hipótesis en las que se ha considerado se puede dar el tipo
de responsabilidad aquí analizada, deducción que tiene respaldo probatorio y que,
valga recalcar, no viene siendo cuestionada por la parte tutelante.
5. Por otra parte, no es cierto, como insistentemente lo señala ésta, que el Tribunal
acusado desechó sin más la prueba testimonial de los especialistas en cirugía
general B.A.M.V., C.E.A. y R.M.P.O., pues lo que ocurrió fue que les restó merito
probatorio ante la situación anotada precedentemente, hecho que no va en
contravía de las reglas de la sana crítica; además, aquél tampoco hizo una
valoración arbitraria de la providencia proferida el 22 de octubre de 2014 por el
Tribunal de Ética Médica, dado que, bajo ese mismo entendido, no la halló idónea o
apta de cara a la resolución del asunto, precisamente, por no advertir aquello, lo
cual es razonable a la luz de los citados mandatos racionales.
6. Ahora, si bien la aludida autoridad no hizo mención en su decisión de la prueba
documental echada de menos por la gestora del amparo, esto es, el artículo
científico denominado «TIEMPO DE EVOLUCIÓN DE LA APENDICITIS Y
RIESGO DE PERFORACIÓN», publicado en la Revista Colombiana de Cirugía Nº
28 de 2013, tal omisión no constituye per se una infracción que dé lugar a la
concesión del resguardo, pues hay casos en que para el fallador el contenido de
algunas pruebas no tengan relevancia probatoria, y por ende, las ignoren en sus
providencias, lo cual no significa que dejaron de estimarlas, y si se admitiera que
para el sub judice aquella sí la tiene, para la Corte su apreciación no varía lo
decidido por la Corporación criticada, toda vez que la conclusión a la que allí se
llega, en vez de debilitar el fundamento báculo de la responsabilidad endilgada, la
fortalece, en el entendido que si no existe una relación entre el tiempo de evolución
de los síntomas de la apendicitis con el riesgo de perforación, ya que ello depende
de cada organismo, por lo que ha habido casos en los que «después de 6 horas , 30
a 40% de los pacientes se presentan con apendicitis perforada», es evidente que,
bajo la lógica y las reglas de la experiencia, las ayudas diagnosticas son una
herramienta que debe ser agotada para confirmar o descartar ese tipo de patología
cuando el paciente presenta dolor abdominal agudo hasta tanto se haya definido
con certeza el diagnóstico, máxime cuando, como aquí ocurrió, existían
circunstancias que dificultaban el mismo, lo que no excusaba a los galenos de
verificar si se trababa de dicho padecimiento, especialmente, si uno de ellos
advirtió sobre su posible presencia, que fue lo que, se reitera, dio lugar al título de
responsabilidad imputado.
Presidente de Sala