La Convención de los Derechos del Niño es el instrumento legal de mayor
relevancia en cuanto a los derechos de niños, niñas y adolescentes se refiere; la que vino a cambiar la doctrina de la Situación Irregular que antes imperaba y las políticas públicas asistencialistas que de ella emanaban. Tal paradigma respondía a un enfoque de la infancia como objeto de tutela bajo una mirada de lastima, compasión, subordinación, rehabilitación y represión, tomándolos como incapaces en diversos sentidos y con nula participación en las decisiones que los afectan; sometiendo además a un trato diferencial a aquellos menores en situación de riesgo o irregularidad.
De la lectura del preámbulo del referido instrumento, se puede advertir el
cambio de paradigma tutelar introducido a través de la doctrina de protección integral, en la que el enfoque dado a los niños, niñas y adolescentes es uno en adquieren la categoría de sujetos de derecho; señalando la parte introductoria del cuerpo legal en comento que: “(..) la infancia tiene derecho a cuidados y asistencias especiales”. Esta doctrina busca una implementación a nivel social, a través de actividades que generen condiciones necesarias para que los menores de edad satisfagan sus necesidades básicas, mientras que en el plano jurídico promueve legislación para proteger y hacer exigibles los derechos de este grupo poblacional; considerando a las que están marginadas de los servicios sociales, explotadas o abandonadas como sujetos que necesitan especial consideración.