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EL
HIJO
AU TO R A : M A I TA A N G E L E S C O R D E RO
A Pascu le gustaba estar horas encerrado en
su habitación jugando con su ordenador
portátil.
Un día, en uno de esos viajes por las lejanas tierras del Sur, encontró a
ARMEN, una bella e inteligente joven que conocía el lenguaje de las
palmeras. Al poco tiempo de conocerla, sintió que la vida sin ella dejaba de
tener sentido. Fue tanta su fascinación que le propuso pasar juntos el resto
de sus días.
Ella aceptó, encantada por el ímpetu y el amor que manifestaba el valeroso
guerrero.
Se casaron y tuvieron un hijo al que llamaron YERASÍ.
Desde muy pequeño, YERASÍ deseaba tener el corazón de su madre
y por eso constantemente le pedía que le enseñara el sutil lenguaje
de las palmeras, pero por más que su madre lo intentaba, el niño no
lograba comprenderlo.
YERASÍ NO SOPORTABA
CONTEMPLAR EL DESASOSIEGO
DE SU MADRE Y POR ESO
CONTINUAMENTE INTENTABA
CONSOLARLA, PERO ERA INÚTIL
Y AUNQUE ÉL SE DESVIVÍA, LA
PREOCUPACIÓN
DE ELLA
NO AMINORABA
CUANDO TERMINARON LAS BATALLAS,
OMING NO Volvió…
El joven se
encaminó hacia su
casa.
Sabía que a partir
de ahora
su vida iba a
cambiar y eso era
un reto
fascinante para él.
“Un hijo sólo puede sentirse bien consigo mismo si ha tomado a
ambos padres. Tomado, dije. Eso significa que los tomo tal como
son y los respeto tal como son, sin querer otra cosa o desear otra
cosa. Exactamente tal como son están bien. Aquel que ha tomado
a los padres de esa manera está bien consigo mismo, se siente
completo y en él, ambos padres, están presentes con toda su
fuerza”.
BERT HELLINGER