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EN DIOS HAY ESPERANZA DE VIDA

Ezequiel 47: 1- 12

INTRODUCCION
1. Una de las características de las tierras áridas es la dependencia de los ríos que traen el agua para
sembrar y cosechar.
2. El profeta Ezequiel REVELA LA ESPERANZA para el pueblo de Israel golpeado por la cautividad,
el templo destruido y sin posibilidades de regresar a su tierra. SEDIENTO DE ESPERANZA
3. Hoy vemos situaciones parecidas, personas sin esperanza, donde se seca a causa del dolor y la
desesperación. El pecado produce muerte. Pero el mensaje de Ezequiel es pertinente para dar
esperanza y ver la GRACIA de Dios que se impone sobre toda adversidad, porque el Señor es
Soberano.
O.T. Debemos mirar en la Gracia Divina que nos ofrece “agua viva” como a la mujer samaritana
PARA:
A. DAR VIDA A LO MUERTO. Principio de nueva vida. Dios fuete de agua viva.
El río simboliza la VIDA que proviene de Dios y las bendiciones que fluyen de su trono. Es un río
manso, seguro y profundo, que se extiende a medida que fluye. Ezequiel ve un río que fluye del
templo hacia el mar Muerto. Lugar donde no hay vida, una masa salda que nada puede vivir en ella.
La esperanza está en el río de Dios; sólo el Espíritu trae vida; es el aliento de vida de Dios; él dio
vida en el Edén y sopla sobre los que están muertos espiritualmente para dar vida nueva, abundante y
eterna en Cristo
Agua de vida: continua, creciente, invasora, comunicada. Se comunica a las plantas,
produciendo un parque maravilloso; se comunica a los animales, haciendo que el Mar
Muerto pulule de seres vivos; se comunica al hombre en forma de alimento y medicina. El
NT recogerá el gran símbolo, aplicado a Cristo (Jn 7,38) y a la vida celeste (Ap 22,1-2). El
profeta ha de sentir en su cuerpo el poder del agua.
El resto lo escucha de labios del acompañante en tres escenas: la primera, maravillosa, en
el mar; la segunda, apacible y humanizada por el trabajo de los pescadores y las salinas;
la tercera, de nuevo maravillosa, en pleno paraíso.

B. DAR SANIDAD
El río sanará las aguas del Mar muerto para que pueda sustentar la vida. El poder de Dios puede
transformarnos, no importa cuán corruptos y faltos de vida nos encontremos. SU PODER NOS PUEDE
SANAR. Salmo 47: 1-12. Dios producirá sanidad

C. DAR FRUTOS
Los árboles que crecen a lo largo de las riberas del río 7. 12 proveen abundante fruto durante todo el
año. La obra del Espíritu Santo trae RESTAURACION y da mucho fruto. Un corazón sano, limpio, recto
puede traer fruto.

CONCLUSION
Sólo el Espíritu de Dios hace efectiva la Gracia del Señor en nuestras vidas, él da vida nueva, hace de
nosotros nuevas criaturas; él trae sanidad al alma y al cuerpo físico y producirá mucho fruto. Dios
espera que su gracia sea efectiva en corazones receptivos para dar vida, salud y muchos frutos.

Esperanza gracias a las aguas de vida (47:1–12)


El reparto de la tierra comenzado en 45:1–8 continúa en 47:13–48:35. Pero aquí hay un elevado
interludio poético acerca de aguas refrescantes para las naciones. Salían de debajo del umbral de la
casa (templo) hacia el oriente (1); brotando al sur del altar—lo que las relaciona con la redención. En
su visión Ezequiel fue guiado a lo largo del arroyo que fluía del templo. Como el agua brotaba del sur,
el profeta fue sacado por la puerta del norte (2), y de allí fuera de la puerta y luego hacia el este por
el camino paralelo a la corriente del arroyo.

La corriente se hace más y más profunda a medida que avanza, sin que se viertan afluentes en ella—sin
duda milagrosa y simbólicamente. El guía angelical hace que el profeta pruebe la profundidad del río a
intervalos de mil codos al dejar el templo y la cima del monte de Sion. Al principio, el agua le llega a
los tobillos (3), después a las rodillas (4), luego hasta los lomos; hasta que el río no se podía pasar
sino a nado (5). Ya la visión nos trae a la mente la redención. En la ribera del río había muchísimos
árboles a uno y otro lado (7), lo que sugiere el árbol de la vida que se ve en el jardín de Adán; y toda
alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, VIVIRÁ (9).

La región del oriente y el Arabá (8) se refieren al profundo valle del Jordán, especialmente la sección
entre el mar de Galilea y el mar Muerto. En-gadi y En-eglaim (10) eran sitios de pesca en las riberas
norte y noroeste del mar Muerto (Berk. Nota de pie). El Mar Grande sería el Mediterraneo.

Otros profetas también vieron ríos simbólicos. Joel había dicho antes: “Por todos los arroyos de Judá
correrán aguas; y saldrá una fuente de la casa de Jehová y regará el valle de Sitim” (Jl. 3:18). Poco
después del tiempo de Ezequiel, Zacarías, el profeta de la paz que soñaba sueños durante los días de la
reconstrución del templo, dice: “Saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar
oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental” (Zac. 14:8). Mucho después, Juan el Revelador,
evidentemente refiriéndose al río de Ezequiel, ve “un río limpio de agua de vida” (Ap. 22:1).
Indudablemente, lo que ve Ezequiel, y lo que vieron otros profetas, es el creciente reinado de Dios en
los corazones de los hombres, la creciente redención que brota de Cristo y vivifica a todos los que serán
vivificados.

Los profetas no siempre conocían el significado cabal de las cosas que veían. Pero desde nuestra
posición aventajada podemos ver que muchos de ellos hablaron acerca de Cristo. En los Hechos
leemos: “De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren recibirán perdón
de pecados por su nombre” (Hch. 10:43). El era “la Luz suprema de todas sus visiones”. 26 Kirkpatrick
dice: “La función de la profecía era hacer los preparativos para El. La función de la profecía era dar
testimonio de El.”27 Sobre el tema dice Andrew Blackwood: “Los profetas alcanzaron sus más sublimes
alturas cuando dirigieron los ojos fatigados de los hombres hacia el Redentor.” 28 Y agrega: “Después de
todo, la gran razón por la que debemos estudiar los profetas es porque ellos prepararon el camino para
la venida de Cristo.”29 Aun el liberal A. C. Knudson puede decir de los profetas de Dios: “Estos
hombres no eran meramente predicadores de arrepentimiento. Eran heraldos del reino venidero de
Dios.” La mayoría de los judíos no reconocieron al Mesías cuando vino, pero su Talmud dice: “Todos
los profetas sólo profetizaron los días del Mesías.”

El tema de 47:1–12 es: “El Río de la Redención de Dios.” Este río simbólico es semejante a otros ríos
de redención que hallamos en la Escritura (Jl. 2:18; Zac. 14:18; Ap. 22:1). (1) Fluye del templo—y
ahora de la iglesia, 1–2; (2) Se agranda continuamente, 3–5, incluyendo a más y más personas a medida
que pasan las generaciones; (3) ES VIVIFICANTE para todos por dondequiera que entraren estos
dos ríos; y tiene subproductos—muchísimos árboles en ambas márgenes son vivificados, y en sus
aguas habrá muchísimos peces, 9–12.

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