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La revolución copernicana
Contenidos del módulo
3.1 El modelo de Copérnico
3.2 De revolutionibus orbium coelestium
3.3 Objeciones al sistema de Copérnico

Nicolás Copérnico (1473-1543). Este astró-


Objetivos del módulo nomo polaco postuló que el mundo era el
centro del universo y que la Tierra y los
demás planetas giraban alrededor de él.
1. Presentar el modelo astronómico de Copérnico como una necesidad en la práctica
de la astronomía.
2. Destacar la importancia práctica del calendario en la programación de eventos so-
ciales de gran trascendencia.
3. Describir las condiciones económicas y culturales que determinaron la revisión
de la astronomía.
4. Analizar las dificultades prácticas y filosóficas que implica la adopción del modelo
copernicano por parte de la astronomía oficial.

Preguntas básicas

1. ¿Qué tipo de problemas generaba el desfase entre las fechas del calendario y los
eventos astronómicos que le sirven de referencia?
2. ¿Por qué se hacía necesario hacer una revisión de los modelos astronómicos en la
época de Copérnico?
3. Qué ventajas representaba el uso de un modelo heliocéntrico?
4. ¿De haber podido disponer de un telescopio, qué observación habría permitido
escoger entre el modelo de Ptolomeo y el de Copérnico?
5. ¿Qué tipo de objeciones se presentaron para la aceptación del modelo de
Copérnico?

Introducción

Durante un periodo de casi mil quinientos años comprendido entre los siglos II y
XVI, la práctica de la astronomía hizo pocos progresos en cuanto a sus técnicas y
modelos, aunque gracias a los árabes después del siglo VII conservó una vigorosa
Vea el módulo 3 del
actividad en aspectos como la observación de los astros y la elaboración de tablas programa de
y manuales astronómicos. En el transcurso de todo ese periodo había estado vigen- televisión Física
te el calendario juliano, pero hacia mediados del siglo XVI se presentaba un desfase Conceptual
de catorce días entre los días de equinoccio y solsticio y las fechas correspondien-
tes. El papa Gregorio XIII ordenó a los astrónomos de la cristiandad la elaboración
de un nuevo calendario que restaurara el equinoccio vernal, que se estaba dando el
11 de marzo, para el 21 de marzo. El nuevo calendario fue proclamado por el Papa en

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Capítulo 1: El nacimiento de la astronomía
1582, y se adelantó la fecha haciendo que el día siguiente al 4 de octubre de 1582
fuera el 15 de octubre. El nuevo calendario fue adoptado inmediatamente por los
países de influencia católica, y con el transcurso del tiempo todos los demás lo
fueron adoptando, con la excepción de los países islámicos que todavía utilizan su
propio calendario. En particular Inglaterra y sus colonias sólo adoptaron el nuevo
calendario en el año 1752.

El desfase que se presentaba entre las fechas del calendario y la ocurrencia de los
fenómenos astronómicos que le sirven de referencia se debía a que el calendario
juliano se basaba en años de 365¼ días, pero el verdadero valor del año solar es de
365 días 5 horas 48 minutos y 46 segundos, o sea 365.24 días, lo que causa un retraso
de casi un día por siglo. A diferencia del calendario juliano, el gregoriano está conce-
bido para que haya una adecuada correspondencia entre las fechas y los eventos
astronómicos durante 20.000 años, debido a que elimina los años bisiestos en todos
los finales de siglo, excepto si son divisibles por 400 o por 4.000.

La necesidad de reformar el calendario conllevó una revisión a fondo de las tablas


astronómicas, y del modelo y los artificios de cálculo vigentes para la época, lo que
permitió evidenciar, una vez más, lo extraordinariamente engorroso que resultaba la
realización de un cálculo por tener que manipular simultáneamente un gran número
de epiciclos, dificultad que se veía agravada cuando, como sucedía con frecuencia,
los cálculos y las observaciones no concordaban y se hacía necesario introducir
correcciones. Los astrónomos clamaban por modelos más sencillos que simplifica-
ran e hicieran más fácil su trabajo, y se empezó a jugar con la idea de que un modelo
diferente al de Ptolomeo podría satisfacer estas aspiraciones; además, el Renaci-
miento era el momento indicado para ello.

El renovado interés por la cultura griega que se generalizó en Europa a finales de la


Edad Media puso en contacto a los estudiosos de la época con los grandes desarro-
llos científicos, matemáticos y astronómicos que habían hecho los griegos, particu-
larmente en Alejandría, y también contribuyó a generalizar un ambiente de crítica a
las teorías que se fundamentaban en la filosofía de Aristóteles, que era el soporte
fundamental de la doctrina de la Iglesia, y, por el contrario, a exaltar todas aquellas
que tenían afinidad con la filosofía de Platón, particularmente las doctrinas pitagóricas
sobre la perfección matemática del universo y la posibilidad de descubrir sus leyes
a partir del estudio de las matemáticas y la geometría, disciplinas que en la época
tenían muy bajo estatus intelectual frente a otras como la teología, la retórica o la
filosofía, que gozaban del máximo reconocimiento.

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Módulo 3: La revolución copernicana

3.1 El modelo de Copérnico


Un factor de gran importancia para la revisión de la astronomía y de los modelos
establecidos sobre el universo fue la necesidad de disponer de tablas astronómicas
de gran exactitud como elementos auxiliares para la orientación y la navegación en
alta mar. El descubrimiento de América le había conferido a la navegación una impor-
tancia social y económica de primera magnitud, y algunas de las más importantes
cortes europeas ofrecían importantes estímulos económicos a quien pudiera contri-
buir a resolver el problema de la determinación de la longitud, o distancia al meridia-
no cero, hoy meridiano de Greenwich. La solución de este problema exige la compa-
ración de la hora local con la hora de un meridiano de referencia, el meridiano cero,
o con una hora universal, pero en la época no se disponía de relojes que pudieran
transportar de manera confiable la hora de un lugar de referencia, de modo que la
única opción disponible era tratar de determinar la hora mediante las tablas de la
Luna, lo que demandaba una gran exactitud en la predicción de la posición del astro
en cuestión.

Fue en este ambiente intelectual que apareció el astrónomo polaco Nicolás Copérnico
(1473-1543), quien estudió astronomía en Italia con el famoso astrónomo Francisco
María Novaro, y se familiarizó con el Almagesto, la monumental obra astronómica
de Ptolomeo, base fundamental de la astronomía oficial. Pero Copérnico también
conoció la dura crítica que realizó Pico de la Mirandola a la astronomía de la época
en su obra Crítica a la astrología adivinatoria, en la que descalificaba la preten-
sión de los astrólogos de adivinar el futuro a partir de la interpretación de los astros,
cuando ni siquiera podían ponerse de acuerdo en la posición de los planetas. En
efecto, el modelo de Ptolomeo afirmaba que Venus estaba más cerca del Sol que
Mercurio, y éste más cerca de la Luna, y que los dos recorrían órbitas en epiciclos
entre la Tierra y el Sol, por lo que se denominaban planetas interiores, pero otros
afirmaban que los dos planetas se hallaban más allá de la órbita del Sol, lo que daba
cuenta de la incertidumbre en la que se encontraba la astronomía de la época, lo que
imponía la necesidad de hacer reformas, tales como la que Copérnico estaba a punto
de proponer. Es importante tener en cuenta que en la época de Copérnico las profe-
siones de astrónomo, astrólogo y matemático se confundían entre sí.

3.2 De revolutionibus orbium coelestium


La obra magna de Copérnico, Sobre las revoluciones de las orbes celestes, apare-
ció en 1543, el mismo año de la muerte de su autor, gracias, en gran parte, al trabajo
de un discípulo suyo, Cornelio Rético, quien alentó a su maestro para la publicación
y realizó gran parte de los trámites necesarios para la edición del material. Sin embar-
go, y aunque la obra contaba con el beneplácito de la iglesia católica a la que
Copérnico pertenecía y de la que era clérigo, la iglesia protestante condenó el libro
aun antes de aparecer, afirmando que sostener el movimiento de la Tierra y la inmo-
vilidad del Sol era ponerse en contra de las Sagradas Escrituras, donde se afirma
explícitamente lo contrario. Por esta razón el editor de la obra, Andreas Osiander,
también protestante, se decidió a publicarla añadiendo un prólogo de su autoría
como si hubiera sido escrito por el propio Copérnico, en el que se afirmaba que las
ideas expuestas en el texto se debían tomar como meras hipótesis cuya única finali-
dad era facilitar la realización de cálculos astronómicos, pero sin ninguna preten-
sión de verdad, aunque esto estaba en contra de la expresa intención del autor. En Estampilla conmemorativa del quinto
centenario del nacimiento de Nicolás
1616, a raíz de las acusaciones de impiedad hechas contra Galileo por discutir y Copérnico.

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Capítulo 1: El nacimiento de la astronomía
defender la ideas copernicanas, la iglesia católica se preocupó por prohibir la obra
de Copérnico hasta que fuera corregida y sólo en 1822 se permitió que los católicos
volvieran a estudiar lo que entonces ya era el modelo oficial de la astronomía en la
mayor parte de los países civilizados (figura 3.1).

El modelo de Copérnico se fundamentaba en siete postulados básicos:

1. No existe un único centro de todas las esferas celestes.


2. El centro de la Tierra no es el centro del universo sino el centro de la gravedad y
de la esfera lunar.
3. Todas las esferas giran alrededor del Sol, que es el centro del universo.
4. La relación entre la distancia de la Tierra al Sol y la distancia al firmamento, es tan
inferior a la relación entre el radio de la Tierra y su distancia al Sol, que la distancia
de la Tierra al Sol es imperceptible comparada con la distancia al firmamento.
5. Todos los movimientos que parece realizar el firmamento no provienen del firma-
mento mismo sino del movimiento de la Tierra, que, junto con todo lo que la rodea,
realiza una rotación completa sobre sí misma diariamente, mientras el firmamento
permanece inmóvil.
6. Lo que se nos presenta como movimiento del Sol no proviene de sus movimien-
tos sino del movimiento de la Tierra y de su esfera, con la que gira alrededor del
Sol como cualquier planeta, por tanto la Tierra tiene más de un movimiento.
7. Los movimientos retrógrados y directos de los planetas no provienen de su mo-
vimiento sino del de la Tierra. El movimiento de la Tierra por sí solo es suficien-
te para explicar los movimientos de los cielos.

Observe el animado
Distribución de los
astros del modelo de
Copérnico, en relación
con la figura 3.1 en su
multimedia Física
Conceptual.
Mercurio Júpiter
Venus
Sol
Luna
Tierra

Marte Saturno

Figura 3.1. Distribución de los astros del modelo de Copérnico

Copérnico adscribe a la Tierra tres tipos de movimientos: el de rotación sobre su eje


con una duración de 24 horas, que explica la sucesión del día y la noche; un movi-
miento alrededor del Sol a lo largo de una órbita excéntrica que dura un año sideral;
y un movimiento de declinación del eje de rotación que explica la precesión de los
equinoccios que había sido descubierta por Hiparco de Nicea, en la época de
Alejandría. Fiel a la tradición, Copérnico preserva la circularidad del movimiento
astronómico y continúa utilizando los epiciclos como artificio para reproducir las

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Módulo 3: La revolución copernicana
órbitas planetarias, y para la construcción de órbitas excéntricas como la de la Tierra
alrededor del Sol, o la de la Luna alrededor de la Tierra, de tal forma que se puedan
explicar las variaciones en las distancias relativas de los astros, que se manifiestan
en los cambios de brillo de los planetas. O en la ocurrencia de eclipses parciales o
totales de sol. Pero a diferencia de Ptolomeo, Copérnico prescinde del uso del
ecuante, una construcción introducida por el primero con el fin de recuperar la
regularidad del movimiento astronómico, mediante la definición de un punto desde
el que el planeta parece describir un movimiento uniforme. El punto ecuante fue
introducido por Ptolomeo para subsanar la aparente irregularidad del movimiento
de los planetas que cambian continuamente de velocidad a lo largo de su trayecto-
ria, cuando son vistos desde la Tierra.

Inicialmente Copérnico utilizó un total de 34 círculos para reproducir el movimiento


astronómico, asignando 7 a Mercurio, 5 a Venus, 3 a la Tierra, 4 a la Luna, 5 a Marte,
5 a Júpiter y 5 a Saturno. Mediante su modelo era posible salvar las apariencias y dar
una explicación cualitativamente más sencilla del movimiento astronómico, en par-
ticular de las retrogradaciones planetarias, que ocurren en periodos un poco mayo-
res que un año sideral, como consecuencia del cambio de perspectiva asociado al
movimiento relativo entre la Tierra y el planeta que ejecuta la retrogradación (figura
3.2). El acompañamiento de Venus y Mercurio al Sol, por su característica de plane-
tas interiores, se explica de manera más sencilla en el modelo de Copérnico que con
el de su predecesor. El cambio de brillo de los planetas constituía un aspecto crítico
dada la diferencia en la explicación del fenómeno que hacían los dos modelos; una
vez que Galileo introdujo la observación telescópica en la astronomía, la determina-
ción visual de las fases de Venus constituyó un argumento decisivo para descartar
el modelo de Ptolomeo, aunque no haya sido un argumento suficiente para validar
el de Copérnico (figura 3.3).

1 0
1
2 0
5
3 21
2 3
4 4
4 6 5 5
6 6 78
3 7 7
8

8 Júpiter
Tierra

Figura 3.2. La retrogradación planetaria de acuerdo con el modelo de Copérnico

Una diferencia importante entre los modelos de Ptolomeo y de Copérnico es la


distribución de los planetas. Según el modelo de Ptolomeo, Mercurio está más cerca
de la Tierra que Venus, en tanto que en el modelo de Copérnico sucede a la inversa
y los planetas se distribuyen a partir del Sol de acuerdo con el periodo de su órbita
en la siguiente sucesión: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno; la Luna
gira alrededor de la Tierra y la esfera de estrellas fijas permanece inmóvil más allá de
todos los planetas.

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Capítulo 1: El nacimiento de la astronomía

Venus
2
1

1
3 2
Sol

4 3

Tierra

Fases de Venus según el modelo de Copérnico

Sol

2 1

3 1 2
Venus

3
4

4
Tierra

Fases de Venus según el modelo de Ptolomeo

Figura 3.3. Comparación entre las fases de Venus según


los modelos de Copérnico y de Ptolomeo

Finalmente el modelo llegó a tener 48 círculos para tratar de describir con la mayor
precisión el movimiento astronómico, lo que determinó que, desde el punto de vista
del cálculo y la predicción astronómica, el modelo fuera tan complicado, o aun más,
que aquel que pretendía reemplazar. El reto para los seguidores de Copérnico con-
sistía en demostrar que su modelo tenía la suficiente precisión como para justificar
el esfuerzo adicional que significaba su uso dada su mayor complejidad y poder
aprovechar su relativa simplicidad conceptual.

3.3 Objeciones al sistema de Copérnico

A pesar de que en ciertos círculos letrados el ambiente se presentaba favorable para


la introducción de un cambio radical en la astronomía, ésta no era, ni mucho menos,

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Módulo 3: La revolución copernicana
una actitud generalizada: no se puede pretender cambiar de un día para otro las
creencias arraigadas que se han mantenido durante miles de años sin causar una
gran conmoción, tal como la que, finalmente, llegaría a provocar Copérnico con su
obra, lo que dio lugar a la acepción política de la palabra revolución. Los puntos de
mayor discusión eran la supuesta movilidad de la Tierra y que ya no ocupara el
centro del universo, pues toda la filosofía escolástica giraba alrededor de la idea de
que el hombre, situado en el centro del universo, era el centro de la creación. A lo
largo de la historia se había planteado la posibilidad del movimiento de la Tierra y
siempre se lo había rebatido con el mismo argumento: ¿cómo es posible que la Tierra
se mueva y que el movimiento no se sienta? Este argumento, sólidamente aferrado
al sentido común, constituía una clara manifestación de la concepción del movi-
miento de la filosofía escolástica dominante en la época: las cosas no se mueven
solas. Si la Tierra se mueve, ¿qué la mueve? ¿Qué o quién es capaz de producir la
inmensa fuerza necesaria para mover la Tierra? Si la Tierra gira hacia el este, ¿por qué
no se siente un viento huracanado hacia el oeste? ¿Cómo es posible que rote sobre
sí misma la Tierra y que no despedace al hacerlo?

Copérnico pretende responder a estas objeciones sin salirse del mismo esquema
conceptual. Afirma que la Tierra es el centro de la gravedad y de la Luna, y que todas
las cosas que hay en la Tierra y alrededor de ella la acompañan solidariamente en su
viaje. Explica el movimiento de rotación y de traslación en una órbita circular como
aquello que es más apropiado para un cuerpo que, como la Tierra, tiene forma
esférica. Además replica al argumento de que la Tierra se debería despedazar al rotar
sobre sí misma, diciendo que si la esfera de las estrellas fijas es muchísimo más
grande que la Tierra, con mayor razón habría de despedazarse, cosa que no sucede.
En el caso de este último contraargumento, Copérnico incurre en una omisión, pues
aparentemente no tiene en cuenta el hecho de que los cuerpos celestes se suponían
compuestos por un material de diferente naturaleza al que compone la Tierra, y, por
tanto, sujeto a diferentes condiciones.

Algunos historiadores, como Thomas Kuhn, afirman que, más que un revoluciona-
rio de la astronomía, Copérnico fue el último astrónomo clásico, y que su modelo fue
el último vano intento por salvar la astronomía y sus conceptos de base tal y como
se habían mantenido durante más de dos mil años. Las radicales innovaciones que
habrán de realizar los sucesores de Copérnico para poner a punto su sistema y
lograr su aceptación demostrando su sencillez y eficacia, respaldan este tipo de
afirmaciones.

Pero, independientemente de las objeciones planteadas contra el sistema y de las


respuestas de Copérnico en defensa de su obra, queda claro que la posibilidad de
aceptar el sistema copernicano tiene un costo fundamental: cambiar la concepción
del movimiento con la que la humanidad ha conocido y, supuestamente, comprendi-
do los fenómenos asociados al movimiento, o cambio local, como se lo denomina en
la filosofía de Aristóteles.

Resumen

La elaboración de modelos astronómicos geocéntricos que hacían uso sistemático


de ecuantes y epiciclos permitió salvar hasta cierto punto las apariencias de los
eventos astronómicos, a costa de una considerable dificultad para la elaboración de
los cálculos; sin embargo la limitada precisión de los modelos y la inexactitud de sus
predicciones, que se reflejaba en el desfase de más de diez días que tenía el calenda-

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Capítulo 1: El nacimiento de la astronomía
rio a finales de la Edad Media, demandaba una permanente revisión de los cálculos
y la introducción reiterada de ajustes y modificaciones, lo que hizo de la práctica
astronómica una actividad extraordinariamente complicada. La importancia crecien-
te de la astronomía como auxiliar de la navegación en alta mar después del descubri-
miento de América, y la determinación papal de solicitar a los mejores astrónomos
de la época la actualización del calendario, contribuyeron a la revisión de los funda-
mentos de la astronomía y a la elaboración de modelos revolucionarios como el
propuesto por Copérnico, que suscitó todo tipo de discusiones debido a las fuertes
implicaciones que tenía respecto a creencias arraigadas sobre la posición del hom-
bre y de la Tierra en el universo.

Bibliografía

1. Dampier WC. 1971. Historia de la ciencia. Londres: Cambridge University


Press.
2. Koestler A. 1986. Los sonámbulos. Barcelona: Salvat Editores.
3. Kuhn T. 1978. La revolución copernicana. Barcelona: Ariel.
4. Sagan C. 1980. Cosmos. Barcelona: Planeta.
5. Sepúlveda A. 2003. Los conceptos de la física. Evolución histórica. Medellín:
Editorial Universidad de Antioquia.

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