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ELFENOMENO DE LA GLOBALIZACION
CONCEPTO DE GLOBALIZACIÓN.
Un término difícil de definir pero que, en cualquier caso, está determinado por dos variables:
* Una se refiere a la globalización de carácter financiero que ha tenido lugar en el mundo al calor
de dos fenómenos: los avances tecnológicos y la apertura de los mercados de capitales.
El Banco de Pagos Internacional ha estimado que las transacciones mundiales de dinero (en los
distintos mercados de divisas) asciende a alrededor de 1,9 billones de dólares (cuatro veces el PIB
español). Estos flujos de capitales han enriquecido y arruinado a muchos países, ya que la
solvencia de sus divisas está en función de la entrada y salida de capitales. Y eso explica, en parte,
crisis financieras como las de México, Rusia, o el sudeste asiático. De ahí que los movimientos
contra la globalización hayan reivindicado el establecimiento de la llamada Tasa Tobin, que no es
otra cosa que la creación de un impuesto que grave los movimientos de capitales.
* La otra globalización, se trata de las transacciones de bienes y servicios que se realizan a nivel
mundial. En este caso, son los países pobres y los mayores productores de materias primas (que
en muchos casos coinciden) los que reclaman apertura de fronteras, ya que tanto en Estados
Unidos como en la UE existe un fuerte proteccionismo. Muchas ONG de las que se manifiestan
contra la globalización quieren desarrollar el comercio, pero no los capitales
EL INICIO DE LA GLOBALIZACIÓN
El proceso ha derivado en los últimos tiempos en la homogeneización de las culturas locales, con la
consecuente pérdida de las diferencias y particularidades que hacen a las identidades regionales;
acompañada por la ruptura de la común-unión de los grupos sociales, comunión a su vez generada
a partir de la lenta construcción de un sistema de valores que los organiza e identifica.
Esta idea de identidad está contenida dentro del concepto de región en su significado
antropológico y nos sirve para articular esa profunda relación entre el hombre y su ambiente, que
en el caso de lo regional define una impronta particular en sus modos de hacer, la que está
enraizada en sus tradiciones y en los procesos históricos en los cuales participa.
Esta relación que constituye un sistema, una unidad, se fragmenta, se dispersa cuando elementos
culturales ajenos, es decir no construidos por la propia comunidad, logran superponerse y
generalmente sustituir a los valores propios de ese grupo, instalando en esta una serie de
imágenes que remiten a ideas de progreso, bienestar, prestigio, etc., que se traducen tanto en la
transformación de los escenarios físicos como en la modificación de las pautas de
comportamiento, que ya no son sólo propios de esa comunidad, sino que aseguran la pertenencia
a la “aldea global”.
El comercio internacional es positivo para el progreso económico de todos y para los objetivos
sociales de eliminación de la pobreza y la marginación social. Sin embargo, la liberalización
comercial, aunque beneficiosa para el conjunto del país afectado, provoca crisis en algunos
sectores que requiere la intervención del estado. Si se quiere que los avances de la globalización
sean mejoramientos paretianos, es decir, sin que disminuya el bienestar de nadie, es necesaria la
intervención de los gobiernos y los organismos internacionales redistribuyendo los beneficios y
compensando a los perjudicados.
Uno de los efectos sociales positivos de la globalización es por ejemplo el efecto que está teniendo
la globalización cultural, el turismo y los movimientos migratorios sobre el papel de la mujer y los
derechos de los niños en las sociedades más tradicionales.
Pero a pesar de posibilidades de enriquecimiento cultural, la realidad nos muestra que, aunque de
un modo marginal el mestizaje se hace presente en nuestras sociedades, nuestras ciudades cada
vez se parecen más unas a otras, nuestras pautas de ocio son también iguales, nuestros hábitos
alimenticios y nuestra forma de vestir siguen la misma pauta, con una preponderancia alarmante
del modo de vida americano que amenaza con convertirse en el único modo de vida planetario.
Por otra parte, la presencia de los inmigrantes en las sociedades más avanzadas plantea
problemas de difícil solución: no sólo desde el punto de vista de su situación socioeconómica sino
también desde el punto de vista de la convivencia y limites de la misma respecto a los valores
fundamentales consagrados en nuestras constituciones. Es decir, hasta dónde debe llegar el
respeto a las identidades culturales cuando éstas chocan con nuestros valores básicos, los
derechos humanos, como sucede, por ejemplo, con la posición que algunas de estas culturas
otorgan a la mujer, a la obediencia religiosa o al papel del individuo en la familia.
Por último, no podemos olvidar que todos estos fenómenos que afectan al mundo desde un punto
de vista cultural y valorativo también tienen repercusiones sobre la estructura y los roles sociales
que algunos sujetos venían desempeñando. En concreto, es conveniente que nos planteemos
cómo puede verse afectada la posición de la mujer en un contexto en el que entra en crisis el
papel que, a raíz de todas las actividades del movimiento feminista, había empezado a conquistar
en la sociedad: parece que se detecta una tendencia a que las mujeres vuelvan a ocuparse de roles
tradicionales en detrimento de sus expectativas sociales, personales y profesionales.
PROYECTO ÉTICO-POLÍTICO EMANCIPATORIO:
Debemos prevenirnos de todo discurso abstracto sobre la diversidad. Dicho discurso es,
obviamente, una forma de negarla. Hoy en día asistimos a una emergencia histórica de la
diversidad, que desafía la impronta abstracta y universalista del pensamiento único. Este
florecimiento de la diversidad tiene que ver con: la crisis de modelos basados en una visión
unilineal del progreso; la superación de un paradigma de la simplificación sustentado sobre la base
del pensamiento único; el desarrollo de una cultura de la posmodernidad que exalta la pluralidad
de formas de vida. Sin embargo, existe un cuarto factor que en América Latina ha desempeñado
un papel fundamental; me refiero a los movimientos sociales. El movimiento ecologista, el
movimiento por los derechos humanos, la teología de la liberación y las comunidades cristianas de
base, el movimiento de los sin tierra, el movimiento feminista, el movimiento de educación
popular y los movimientos indígenas han puesto, con fuerza, en el orden del día, no sólo el tema
de la diversidad sino también el tema de las condiciones de su posibilidad. Lo que requiere de
procesos socio-culturales desarrollados desde las diferencias; crecer desde las incertidumbres con
un sentido profundo del límite y de lo incompleto, pero fortaleciendo valores éticos sustantivos;
articular la construcción de lo nuevo con la memoria y el saber acumulado. Se trata de construir
una ética de la articulación, según el acertado término utilizado por Charles Taylor. Una pedagogía
de la diversidad y una ética de la alteridad: capacidad dialógica, profundo respeto por los otros,
disposición a construir juntos desde saberes y experiencias distintas.
El nuevo paradigma está abriéndose camino, a través de los procesos de una democracia
participativa, de las luchas de los movimientos sociales, de la construcción de la unidad desde la
diversidad, de las prácticas de una educación popular liberadora, de proyectos políticos
transformadores construidos con la gente. Exige un gran despliegue de creatividad, de
imaginación, de inteligencia y de compromiso. Requiere articular redes, organizaciones,
experiencias y luchas, trascendiendo los espacios locales para proyectarse a nivel planetario y
mundial. Supone elaborar nuevas visiones políticas, desde una perspectiva ética de liberación.
Quizás nunca como ahora la libertad y la imaginación se vieron desafiadas a construir un proyecto
colectivo de dimensión mundial, si es que queremos evitar que continúe la destrucción de la vida.
(Uno de los intelectuales más versátiles de México, poeta, traductor, novelista, libretista de ópera
y divulgador de las literaturas indígenas)
Las culturas y las civilizaciones tienen, ahora más que nunca, la necesidad vital de realizar
contactos e interacciones, de intercambio y diálogo, fundados en la igualdad de derechos, en el
respeto y en la tolerancia de las diferencias, para hacerle frente a la aceleración de la
globalización.
Según Rama, la diversidad cultural es otro de los aspectos que se ha visto amenazada por la
globalización, originando un grave riesgo de perder “nuestra más rica herencia cultural como
humanidad”. Señaló que el diálogo surge como una luz al final de túnel, y que disminuye la
posibilidad que los pueblos existan en la soledad, “pues definitivamente las culturas no pueden,
regenerarse y renovarse periódicamente, sin el diálogo”.
Sin lugar a dudas -enfatizó- sin el diálogo, las culturas y las civilizaciones declinan y están
condenadas a desaparecer, y sin un diálogo fecundo entre las culturas, la globalización se puede
transformar en una homogeneización cultural que degenere en nuevos procesos de
transculturización alienizados, que irán reduciendo a la población, las culturas y sus huellas
societarias