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UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

MAESTRIA EN CONFLICTO SOCIAL Y CONSTRUCCION DE PAZ

ENSAYO PARA EL MODULO: CONFLICTO EN COLOMBIA

ECONOMIA EN EL CONFLICTO ARMADO Y POSCONFLICTO COLOMBIANO

DOCENTE:

DR. JAIME ZULUAGA NIETO

MAESTRANTES:

PEDRO RAFAEL CASTILLO GONZLAEZ

EDGARDO ROMAN ELLES

JAVIER ENRIQUE DE LA ROSA AVILA

TANIA MARGARITA SARABIA QUINTERO

Cartagena, noviembre 5 del 2017


ECONOMIA EN EL CONFLICTO ARMADO Y POSCONFLICTO COLOMBIANO

Desde la década de los noventa Colombia, al igual que otras naciones entran al

sistema de globalización en todas sus manifestaciones (económica, cultural, social etc.) es

así como se da la apertura económica denominada por algunos como neoliberalismo y

como capitalismo salvaje por otros y que en últimas viene a generar cambios, no solo a

nivel económico sino en todas las manifestaciones socioculturales de nuestro país, todo lo

anterior según registros del banco de la Republica (2015).

Debido a lo anterior, vemos como el conflicto armado colombiano dio un viraje en

los últimos veinte años, transformación que se encuentra íntimamente ligada a los efectos y

dinámicas económicas generadas por el fenómeno de la globalización denominada por

algunos como “guerra internacionalizada, degradada y prolongada”. Para Fazio (2004)

esto ha sido posible sobre todo por dos razones: a) El impacto del modelo de apertura

económica que reconfigura al Estado nación colombiano y propicia el surgimiento de

nuevos factores asociados al conflicto; y b) Por las nuevas oportunidades que la

globalización le ofreció a los actores armados para desarrollar su economía de guerra, por

medio de las finanzas ilegales de carácter global, como por ejemplo el narcotráfico y de los

entornos globales de la seguridad internacional (terrorismo internacional) sin embargo,

Restrepo y Aponte (2009) señalan que siendo uno de los motivos primordiales de la lucha

armada revolucionaria la desigualdad social, la guerrilla ha entendido que la liberalización

del comercio en Colombia no ha contribuido a la disminución de la desigualdad, Colombia

continúa registrando niveles muy elevados si se le compara con países desarrollados o

incluso con otros de similar grado de desarrollo. La desigualdad en el país es un problema


estructural que demanda cambios institucionales profundos que generen una más equitativa

distribución del ingreso. Romero (2012), considera que esto sigue siendo hoy día un tema

ampliamente discutido en círculos académicos, económicos y políticos. El debate es

motivado por la complejidad de los medios a través de los cuales la globalización influye

en la inequidad y la pobreza, en un país que inicia un periodo de pos conflicto con la

guerrilla más antigua y numerosa (FARC) pero que no puede dejar de lado a otro grupo

insurgente con el cual se encuentra en etapa de dialogo (ELN) y mucho menos con los

grupos armados antes denominados paramilitares y hoy denominados BACRIM; aunque las

últimas noticias informan de un posible sometimiento a la justicia de los jefes más

representativos de estas bandas criminales.

Por otro lado, investigadores sobre el tema como Mantilla (2009), basan la teoría de

la influencia de la globalización en el conflicto armado en tres puntos a saber: 1. Debido al

cambio de orientación en el sector productivo del país en relación con las nuevas dinámicas

de las economía internacional; 2. Debido a la profundización del problema de la

productividad y el acceso a la tierra; y 3. Por el efecto económico que produjo la

descentralización político administrativa. Otra hipótesis seria la expuesta por Martelo

(2013), quien sostiene que el conflicto colombiano se agudizó y se prolongó en las dos

últimas décadas debido a que el negocio del narcotráfico contaminó de manera directa la

actividad de los actores insurgentes, y de manera indirecta al actor armado estatal a través

de la implementación de las políticas globales de seguridad. Este contubernio entre guerra y

narcotráfico fue posible debido a las oportunidades ofrecidas por la globalización de las

economías ilícitas y de la política de seguridad internacional, tal y como se planteó

anteriormente.
En la ponencia presentada por la ACVC en la Conferencia Internacional "El Otro

Davos", Magdalena Medio, 19 de enero, 2001, sostienes que para entender los efectos de la

globalización durante el conflicto, hay que tener en cuenta que Colombia, en la década de

los setenta, era un país primordialmente productor de café, el cual tenía como su primer

renglón de exportación, luego, en la década de los noventa viene a convertirse en productor

de minerales y de coca; este cambio en la productividad nacional se debió más que todo por

los retos que tuvo que soportar la economía colombiana de frente a un mercado cada vez

más abierto, flexible y competitivo traído por el impulso de la globalización denominada

por algunos como apertura económica y por otros capitalismo salvaje.

Debido a la misma globalización, la situación del café en Colombia presentó una

condición muy similar a la de buena parte de los productos agrícolas en los países del

Tercer Mundo dependientes de las exportaciones, que fueron golpeados duramente por las

medidas tanto aperturistas como proteccionistas de los países más poderosos y que fueron

desplazados por nuevos productores que aplicaban más tecnología o que ofrecían nuevos

productos sustitutos para abastecer la demanda del mercado global, afectando a los

pequeños productores que, por lógica, les resulta más onerosa la labor productiva. ACVC

(2001).

Obviamente que, la crisis agrícola de los países subdesarrollados, generada por la

tecnificación del campo de los países desarrollados es lo que obliga a aquellos a diversificar

sus economías, enfocándose en los hidrocarburos y minerales dada la demanda

internacional. En Colombia, esto conduce al cambio de la dinámica interna del conflicto en

la que, los alzados en armas ven en ello un negocio lucrativo para la financiación de su

lucha.
En el boletín informativo, núm. 18 Colombia, ¨ Minería ¿a qué precio? ¨ (2011),

Colombia pasó así en los años noventa a consolidarse como un importante productor de

minerales y combustibles, en virtud del modelo de producción y de economía que empezó a

prevalecer con la demanda de estos recursos en el ámbito mundial. El petróleo, el carbón y

el oro se posicionaron como los productos cuya producción y crecimiento se mantuvieron

en ascenso desde la década de los noventa mostrando el potencial minero y energético que

tenía el país en un contexto internacional en que los precios del crudo y demás minerales se

habían mantenido altos y relativamente constantes, lo que vino a generar en la actualidad

un hueco fiscal bastante grande por la baja en el precio de crudo sin tener alternativas de

producción para sostener el gasto público, por lo que, atendiendo la era de pos conflicto se

está mirando al turismo como una oportunidad de crecimiento económico.

Y es que el petróleo, específicamente, se convirtió en el principal renglón de

exportaciones del país y en una importante fuente de ingresos para el Estado. Durante la

década de los noventa, aumentó su participación en el Producto Interno Bruto de 1.5% en

1994 a 3.6% en 1999 y su producción creció de 126 mil barriles por día en 1980 a 816 mil

en 1999, posicionando al país como uno de los principales productores de crudo del

continente latinoamericano. Si bien no podía decirse que Colombia haya sido una potencia

petrolera en el nivel regional, en las últimas décadas, con la política minera de Álvaro

Uribe que vino a consolidarse posteriormente con la "locomotora minero-energética" del

actual gobierno de Juan Manuel Santos, Colombia se ha situado entre los primeros 20

productores mineros en el ámbito mundial. A través de esta "locomotora", se ha fomentado

una exploración y explotación agresiva de las fuentes de crudo, impulsada en buena medida

por las facilidades que el Estado le ha otorgado a la inversión extranjera, lo cual llevó al
país a la histórica cifra de 965 mil barriles por día finales del año 2011, pero que, como se

dijo, los precios del crudo han caído en casi el 50% de su precio, lo que originó el

mencionado hueco fiscal. Otro impase que se presenta actualmente, son los movimientos

ambientalistas que han presionado al gobierno a reducir las exploraciones para ubicación de

recursos minerales, para lo cual se han realizado consultas entre las poblaciones

directamente afectadas y que en todos los casos ha triunfado la negativa a estas

exploraciones.

Para Fedesarrollo (2008), la nueva orientación del sector productivo vinculada a la

economía internacional, arriba mencionada, viene a generar un nuevo escenario,

aprovechado por los actores armados: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (hoy

desmovilizada y convertida en Partido Político), Ejército de Liberación Nacional (hoy

sentados en dialogo con el gobierno) y Autodefensas Unidas de Colombia, grupos

paramilitares y/o Bandas Criminales Organizadas (las cuales al parecer han pedido

sometimiento a la justicia) quienes se fueron expandiendo hacia nuevas zonas de riquezas.

El ejemplo más claro de la relación entre recursos mineros y conflicto se evidencia a

lo largo de dos décadas después de haberse descubierto en 1983 uno de los campos

petroleros más grandes y productivos denominado Caño Limón, ubicado en la región de

Arauca, departamento de Casanare. Es importante anotar que en esta región ya existía

previamente la presencia de las fuerzas del Ejército de Liberación Nacional y del Frente

Décimo de las FARC que se habían establecido allí hacia 1982.

Los grandes beneficios que suponían la explotación del petróleo en la zona abrieron

de este modo una ventana de oportunidad para que estos grupos pudieran financiar su
economía de guerra, basados en un discurso nacionalista que pretendía proteger a la región

y al país de los efectos perversos que las multinacionales producían sobre las economías

productoras de petróleo.

Echeverri (2000), manifiesta cómo la globalización y el neoliberalismo, con el

consecuente cambio en el modelo productivo y de desarrollo del país, pudo haber re

direccionado el conflicto armado interno en Colombia, está en la posesión de la tierra lo

cual es fundamental para el desarrollo de las mencionadas actividades económicas.

Para Echeverri, si bien no es posible verificar de manera causal si la llegada del

neoliberalismo y de la globalización, con el consecuente agravamiento de las condiciones

estructurales que ya existían previamente en el campo, condujeron a un crecimiento de los

grupos armados y por esta vía a la prolongación y profundización del conflicto, sí podría

inferirse, que las dificultades económicas, generadas por los efectos del nuevo modelo

económico de apertura, propiciaron un contexto en el cual las condiciones de pobreza y

desempleo en el campo pudieron constituirse en motivaciones suficientes para que la mano

de obra campesina optara por ingresar a las filas de combatientes de los actores armados o

por ser parte de los sistemas productivos de carácter ilegal, claro está, sin dejar de lado el

reclutamiento forzado a que fueron sometidos sobre todo la niñez campesina. La dinámica

del conflicto armado, que históricamente y aún hoy representa el escenario rural, podía

estar mayormente relacionada con las condiciones estructurales y el grave desequilibrio que

ha presentado el país entre las ciudades y el campo. Lo anterior implica recordar que el

problema de la redistribución de la tierra y de la reforma agraria en Colombia nunca ha

podido ser resuelta, al punto que fue uno de los temas negociados con las FARC en los

acuerdos de paz y que esperan se implementen en favor del campesinado. Por otro lado, si
observamos el panorama histórico de las zonas rurales del país, podemos encontrar que las

actividades socioeconómicas en el campo han sufrido un bajón importante desde la llegada

de la apertura económica. A principios de los años setenta, casi la mitad de la población

vivía en el campo, la agricultura representaba algo más de 20% del PIB total, las

exportaciones de origen agropecuario constituían 75% de las exportaciones del país, y un

solo producto agrícola, el café, desempeñaba un papel determinante en el comportamiento

macroeconómico de la nación. En las siguientes décadas, como resultado del acelerado y

traumático proceso de transformación del sector productivo del país, la agricultura comenzó

a presentar un descenso sin precedentes, al punto en que hacia el año 2009 la actividad

agropecuaria representaba tan sólo 10% del PIB total del país.

Todo apunta al logro de la implementación de los acuerdos GOBIERNO – FARC,

pero como se dijo, eso solo es una parte del problema; los colombianos confiamos en que

definitivamente se logre llegar a acuerdos con el ELN y el control de las bandas criminales.

En conclusión, tenemos entonces que, así como la globalización influyó en la forma

y fondo del conflicto armado, así mismo influirá en el pos conflicto, de hecho, la

participación en la etapa de negociaciones de otros países y organismos internacionales

como la ONU son la mejor muestra de tal aseveración. Se puede afirmar entonces, que la

globalización, liderada por las grandes empresas y caracterizada por el gigante recurso

financiero, ha conseguido traspasar la riqueza del trabajo al capital; pero esto ha ocasionado

desigualdad y exclusión, lo que viene a avivar los conflictos existentes y generar, nuevos

conflictos o por lo menos variar la forma y el fondo de los mismos, de ahí la importancia

del cumplimiento de lo pactado en La Habana buscando una paz estable y duradera con la

guerrilla más antigua de Colombia.


Y es que la estabilidad de una nación repercute en la estabilidad de una región sobre

todo en materia de intercambio comercial, veremos como con el fin del conflicto armado en

Colombia la inversión extranjera aumentará lo que viene a jalonar la generación de empleos

y por ende reactivando la economía, que por estos días se ha visto afectada a nivel mundial

y que Colombia no ha sido ajena a este fenómeno, pues vemos como la recesión, la falta de

liquidez y los descensos en las tasas de cambio repercuten directamente en el crecimiento

del PIB.
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