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Esteban Morales**
(Morales, 2018)
* Este texto forma parte de la Presentación del libro del historiador Rolando Rod-
ríguez. En <http://estebanmoralesdominguez.blogspot.com/2018/05/partido-inde-
pendiente-de-color-en-la.html>.
** Dr. en Ciencias. Unión de Escritores y artistas de Cuba (UNEAC). Afrocubano.
Miembro de la Comisión Aponte. Unión de Escritores y artistas de Cuba.
1 El asunto de la unidad entre blancos y negros ha resultado muy complejo en toda
la historia cubana. Aun hoy, en circunstancias muy diferentes, hay personas que se
niegan a tratar el problema al considerarlo siempre como un asunto que divide a la
nación. Lo que ha traído como consecuencia que los negros hayan sufrido durante
siglos el racismo blanco y ellos mismos hayan tenido que elaborar una contra-ide-
ología, pues no se puede hablar de verdadera unidad mientras el racismo exista.
2 En momentos tan tempranos del siglo XX nunca se había logrado fundar un
partido de negros o por filiación racial, en toda América. En Brasil en 1931, Uruguay
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3 La Enmienda Platt existía porque había sido aprobada como parte de la Con-
stitución de 1901. Luego, aunque impopular y dañándose a sí mismo, el PIC no hacía
más que acogerse a la legalidad existente, que ni ellos habían inventado ni tampoco
aprobado directamente, y quedaban como en una encerrona
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4 En política valen las intenciones, pero las prácticas resultantes de ella son las que
finalmente se imponen. Además, la personalidad política de Morúa, signada por su
derechismo y total oposición a la existencia de un partido de los negros, que rompi-
era con la estructura partidista tradicional, era mucho más indicativo de que se tra-
taba de una maniobra para sacar del juego al PIC.
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en una gran masacre dentro de la cual los negros no cedieron, pero los
blancos tampoco. En el fondo, el asunto no era un simple problema
racial sino de clase, de poder, donde la cuestión racial era solo el ingre-
diente que agravaba la confrontación, pero no su esencia.
Pensamos que el PIC absolutizó el enfrentamiento a la Enmienda
Morúa reduciéndolo todo a una batalla electoral y esa batalla llevó al
Partido Independiente de Color a cometer un conjunto de errores polí-
ticos que le restarían muchas fuerzas para sostener la totalidad de sus
demandas y focalizar el debate por alcanzarlas de una manera más
amplia y positiva, atrayendo hacia ese debate tanto a negros y mesti-
zos, como a blancos de la población humilde, que podían identificarse
con el programa del partido.
Entre tales errores debemos mencionar los siguientes:
-- El primer error fue olvidar que la batalla del PIC no podía ser
solo contra la Enmienda Morúa, sino una lucha político-social
por ganarse a la masa de negros y mestizos, y hasta de blancos,
pobres, sobre todo, que podían encontrar reflejadas muchas de
sus aspiraciones en el Programa del Partido; por cierto, muy
progresista para su época.
-- Prestar más atención al aspecto organizativo del Partido para
evitar lo que de hecho se produjo en algunas ocasiones, la emer-
gencia de iniciativas regionales, que no pocas veces pusieron
en peligro las intenciones pacíficas y no racistas del partido.
-- Haber confiado de manera muy idealista, apoyados en la estra-
tegia de 1906 contra Estrada Palma, en que el gobierno nor-
teamericano defendería en Cuba reivindicaciones políticas de
negros, cuando dentro de su propio país practicaban el racis-
mo más despiadado. Además, la diferencia con 1906 era que
fueron blancos los que lideraron entonces el movimiento.
-- Creer que José Miguel Gómez se vería obligado en algún mo-
mento a derogar la Enmienda Morúa.
-- No tomar suficientemente en cuenta, los factores de peligro
presentes en el ambiente político de la época, tales como: el in-
terés de algunos sectores por provocar la intervención nortea-
mericana, el racismo presente en la vida nacional, el peso de la
propaganda racista que magnificaba, tergiversaba y manipula-
ba toda actividad del partido como una acción dirigida contra
los blancos y sus familias; además de la actitud paranoica del
gobierno norteamericano contra toda actividad que pudiese
afectar sus propiedades en Cuba.
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EL LEVANTAMIENTO ARMADO
Fue en oriente donde se focalizó el conflicto. Lógico, si al observar el
censo se ve que de los 609.000 negros y mestizos que se decía entonces
había en Cuba, en Oriente había 195.000, concentrándose la mayoría
en la franja sur de la provincia. (Rodríguez, 2010: 336). Donde tam-
bién estaban los líderes más importantes del partido.
Al mismo tiempo, se prestaba atención a la composición racial de
la zona donde, según el censo de 1907: El caney tenía 53% mestizo, Alto
Songo 71,8% y San Luis 68,9%. El 17 de mayo, en el parque Crombet, de
Santiago de Cuba, se llevó a cabo una concentración, en la que Estenoz,
se dice, lanzó una amenaza: “Si la Enmienda Morúa no era derogada
pronto su partido arruinaría a Cuba” (Rodríguez, 2010: 337).
Se cuenta, que al día siguiente del mitin, Estenoz se presentó en la
herrería de Buenaventura Parada y le dijo: “ Es preciso nos vayamos al
campo, todas las provincias están preparadas ya para el movimiento y
el partido comprometido para alzarse… no habría derramamiento de
sangre, las tropas no nos encontrarán y si acaso nos encontráramos,
sostendremos un pequeño fuego del que nada ha de resultar, a los 8
días se derogará la Enmienda Morúa y después hemos de apoyar la
reelección del general Gómez (La Lucha, 1 de agosto de 1912).
Según, Silvio Castro, es de este pasaje sobre el plazo de 8 días y el
apoyo a Gómez de donde se extrae, la supuesta complicidad del Pre-
sidente con el alzamiento (Castro: 163). Después Parada, que había
referido este asunto, cambió su versión de la conversación, narrada en
condiciones muy especiales, estaba preso, pero, de todos modos, no se
puede inferir de lo dicho que haya habido una confabulación expresa
entre Gómez y el PIC.
En realidad, la situación política era muy tensa, pero la versión
de Estenoz sobre lo que él consideraba que sería el alzamiento resul-
taba poco menos que increíble. Pues era una verdadera idealización
imaginar que con las armas en la mano y en medio del ambiente de
desaprobación que sufrían los independientes, todo terminaría tan fá-
cil y rápido. Se dice que el alzamiento comenzó el 19 de mayo, en casa
de Ivonnet. Ya el 17 de mayo, el Regimiento N° 2 del Ejército nacional,
informaba de una escaramuza entre ellos y 4 hombres. El 18 hubo al-
zados del PIC en Sagua la Grande y Cruces, y el rumor de alzamientos
de negros se esparcía por momentos.
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“Por lo pronto hasta ahora, por lo menos no puede decirse… que sea un
levantamiento racista […] ni la sublevación va contra los blancos, por más
que este es un plano muy inclinado y fácil de recorrer”.
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Libertador, que publicaciones negras en Estados Unidos dieron a conocer, por lo que
el general Chárter pidió la evacuación inmediata de esa tropa. Ver Acosta (2002).
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LA MASACRE
Hasta última hora emergieron posibles alternativas de negociación
con los Independientes. Freyre de Andrade en la cámara, Kholy, Du-
casse, algunos sectores de Veteranos en el interior del país, los inten-
tos de Marquetti en la cámara, y otras iniciativas, incluso de persona-
lidades individuales. Pero en definitiva se impuso la densidad agresiva
que el contexto histórico imponía.
El racismo persistente arrastraba a todos los sublevados y no su-
blevados, hasta presentarlos finalmente como metidos dentro de una
supuesta guerra de negros contra blancos; del Gobierno norteameri-
cano era inútil esperar que cediera a las demandas; la prensa, en su
casi totalidad los acogotaba sobredimensionando y exagerando cuan-
ta acción llevaban a cabo; no hay que olvidar que se trataba de negros
en rebeldía, armados, exigiendo que les permitieran cambiar el me-
canismo partidario modelado por los blancos, por demás poderosos,
muchos de ellos anexionistas furibundos, con un gobierno nacional
que temblaba ante las exigencias de Estados Unidos; sin el apoyo de
muchos de los de su raza, particularmente de los más prominentes.
Por lo que todo hacía recordar las rebeliones de esclavos, el “miedo al
negro” y los supuestos intentos de fundar una república negra, de lo
cual el propio Antonio Maceo había sido acusado en su tiempo.9
Toda la situación se deslizaba velozmente hacia la solución más
violenta.
Entre las exageraciones de la prensa sobre las acciones de los inde-
pendientes, las intrigas del ministro Beaupre, el miedo de los blancos,
los errores estratégicos y tácticos de los independientes, el racismo acu-
mulado, las presiones de Estados Unidos y el peligro de intervención
norteamericana, todo se correlacionó para legitimar la matanza.
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del Ejército Nacional, participó en la matanza de los negros del 12. Lamentables
paradojas de la historia. Ver Castro (p. 100).
11 Ver Castro (p. 106). El 26 de mayo, fue acantonada una tropa de 50 marines en
el poblado de carrera larga, cerca de Bayate, dispuesta a participar en lo que fuera
necesario.
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CONCLUSIONES
La descomunal fuerza manejada por el Ejército Nacional y el apoyo
logístico de Estados Unidos, que pudieron haber sido utilizados para
imponer una solución por la fuerza, pero no criminal, fue utilizada
para masacrar a los negros. Como para que no se atreviesen más nun-
ca a cuestionar el poder y la hegemonía blanca y ni siquiera volver a
recordarle a esta última que también los negros habían luchado por la
república y que tenían derecho a ella.
Sin duda, los líderes del PIC se equivocaron, cayeron dentro de
una turbulencia política que nunca llegaron a dominar y de la que
nunca salieron; cometieron errores tácticos y estratégicos, pero se-
leccionaron su variante de lucha, sin imponérsela a nadie, la llevaron
adelante, luchando con dignidad, valentía y murieron por ella. No trai-
cionaron directamente los ideales por los que antes habían luchado en
las Guerras de Independencia, aunque provocaron cierto retraso de
la patria y casi una nueva ocupación que afectaba la igualdad racial.
Se vieron envueltos en una situación, donde el arrojo y la valentía no
eran suficientes.
Hacía falta suspicacia política, más experiencia, manejo de la si-
tuación política tan compleja del momento y sobre todo poder, del
cual carecían. Pero murieron defendiendo una causa justa, la de la
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BIBLIOGRAFÍA
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masivo de españoles a Cuba, 1880-1930” en Catauro N° 4,
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