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La leche materna está perfectamente equilibrada entre sus componentes debido a que contiene
las cantidades exactas de grasas, proteínas, azúcares, vitaminas y minerales, como hierro y zinc.
En los primeros días del nacimiento, el calostro se considerada como la primera leche, que es el
alimento que todo bebé recién nacido necesita para recibir los primeros anticuerpos que le
protegen contra cualquier enfermedad. Conforme pasan los días, la leche materna va madurando
y contiene mucho más calorías y grasas que le ayudan a tener crecimiento óptimo. Además, al
comienzo de cada alimentación la leche tiene mayor proporción de agua para calmar la sed del
bebé; mientras que al final tiene un nivel más alto de grasa para darle saciedad. Un bebé no
necesita ingerir otros alimentos ni tomar agua ni otros líquidos durante sus primeros seis meses,
ya que por sí sola la leche materna satisface totalmente sus necesidades.
Los niños menores de 1 año de edad que no son amamantados experimentan mayores riesgos de
enfermedad y muerte que los niños que reciben lactancia materna. Estos riesgos se relacionan
sobre todo con las enfermedades infecciosas pediátricas como diarrea aguda, infecciones
respiratoria.