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Suspensión

Durante el tiempo de aquellos vehículos impulsados a caballo, vale decir los carruajes, existía la
preocupación de hacer que sus viajes fueran más cómodos. Aquellas primeras carreteras
empedradas eran una tortura para aquellos que viajaban en los carruajes pues cada hoyo, piedra o
imperfección por donde pasaban se registraba donde se sentaban con la misma magnitud,
creando hasta problemas de salud en la espalda de aquellos conductores o cocheros, quienes
debido a su profesión llevaban la mayor parte del daño.

Se hicieron muchos esfuerzos para contrarrestar los golpes producidos por el paso por
dichas carreteras, entre ellos se acolcharon los asientos y se pusieron resortes en el pescante
del cochero, pero el problema no se resolvía. Como último intento, se colgó la cabina del
carruaje. Con unas correas de cuero y desde los soportes de metal que salían de los ejes,
esta quedaba suspendida por los cuatro soportes. Irónicamente, el resultado no fue el
deseado, aunque los golpes eran parcialmente absorbidos, la cabina se balanceaba sin
control anexando a los golpes el mareo de sus ocupantes. No obstante, a partir de este
momento nace, por así decirlo, el concepto de la suspensión que no es más que un medio
elástico que además de sostener la carrocería, asimila las irregularidades de la calzada.

A medida que pasó el tiempo, las suspensiones fueron evolucionando y se hacían más
eficientes, por lo que las ruedas se hacían más pequeñas. Anteriormente las ruedas eran de
mayor tamaño ya que así reducían los efectos de las irregularidades del camino, mientras
que las pequeñas las registraban más porque entraban en los hoyos en una mayor
proporción. En nuestros días la suspensión ha alcanzado tal nivel de perfección que a veces
resulta imperceptible notarla. Pero conozcamos su función y aquellos elementos que la
componen.

La función principal de la suspensión automotriz es la suspender y absorber todos los movimientos


bruscos que se producen en la carrocería por efecto de las irregularidades que se presentan en el
camino, de esta manera proporciona una marcha suave, estable y segura en el vehículo. Adicional
a esto, la suspensión mantiene la altura adecuada del coche, mantiene los neumáticos
correctamente alineados, soportan el peso del auto y controla la dirección del viaje. No obstante,
para que este sistema funcione, es vital que todos los componentes de la suspensión se
mantengan en buen estado ya que si alguno de ellos falla o se avería, afectará el funcionamiento
de todo el conjunto.

Consideremos en primer lugar los resortes de acero en espiral. Estos tipos de muelles son los más
utilizados en casi todos los turismos pues tienen la ventaja de conseguir una elasticidad blanda
debido al gran recorrido del resorte sin apenas ocupar espacio ni sumar peso. Trabajan a torsión,
retorciéndose proporcionalmente al esfuerzo que tienen que soportar, acortando su longitud y
volviendo a su posición de reposo cuando cesa el efecto que produce la deformación. Entre las
desventajas de los muelles en espiral es que ellos en sí mismos no sirven para producir sujeción en
la dirección de movimiento entre el eje de las ruedas y el cuerpo del vehículo, por lo que deben
estar acompañados de unos tensores de agarre a ese fin.
Las ballestas se utilizan preferiblemente en los vehículos de carga por su simplicidad y
larga duración. Se componen por una serie de hojas de acero al manganeso templado de
diferente longitud superpuestas de menor a mayor y sujetas por un pasador central llamado
'perno-capuchino'. Para mantener las láminas alineadas se les coloca unas abrazaderas, la
hoja más larga se le llama 'maestra', la cual termina en sus extremos en dos curvaturas que
forman un cilindro pequeño por donde se une al vehículo utilizando un casquillo o tope de
goma.

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