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ADMINISTRACION DE PERSONAL

VICTOR MANUEL RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

Cód: 201621716

UNIVERSIDAD PEDAGOGICA Y TECNOLOGICA DE COLOMBIA

FACULTAD DE ESTUDIOS A DISTANCIA

TUNJA

2016
ADMINISTRACION DE PERSONAL

VICTOR MANUEL RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

Cód: 201621716

DOCENTE

JANETH PATRICIA GONZALEZ MARTINEZ

UNIVERSIDAD PEDAGOGICA Y TECNOLOGICA DE COLOMBIA

FACULTAD DE ESTUDIOS A DISTANCIA

TUNJA

2016
LA RELACIÓN EXISTENTE ENTRE EL TRABAJO Y EL CAPITAL

Día a día las personas que trabajamos nos levantamos con la intensión de obtener
un beneficio por el trabajo que realizamos, la frase célebre “el trabajo dignifica al
hombre” de Karl Marx (1818-1883), a mí me gusta escucharla, pero hay una
mejor, Quien labora todos los días para vivir es más digno que quien cobra por
tener capital. Millones de colombianos se rebuscan con su ingenio y esfuerzo
todos los días los diminutos ingresos que aprueba el gobierno para cubrir sus
necesidades básicas, y no de acuerdo a la inflación en ese momento si no por
decreto ya que los empresarios no se ponen de acuerdo porque piensan que la
agremiaciones sindicales van a debatir por establecer un porcentaje alto el cual los
puede afectar económicamente. Por su parte, las entidades financieras se
apropian de las ganancias de los trabajadores con tasas de interés exorbitantes.
Los préstamos de consumo rayan en la usura y mantienen dominada a una
población con esperanza de pagar sus deudas con trabajo futuro de mejor calidad.
Esta sociedad y, en particular, su gobierno, parecen despreciar al trabajador y
hacen venias a los reyes del sistema financiero, algunos de ellos delincuentes de
cuello blanco. Los trabajadores, por su parte, deben soportar instituciones y leyes
diseñadas por y para los dueños del capital.
Tomemos como ejemplo no más el caso de las pensiones. El sistema capitalista
revela sus tendencias dominantes cuando gobiernos a su servicio obligan a los
trabajadores a invertir sus pensiones en el sistema financiero o a comprar divisas
extranjeras para regular con ello el mercado monetario y cambiario. La pensión,
salario diferido a recibir en la vejez del trabajador, se entrega a la especulación
financiera por mandato de la ley. Las políticas del Gobierno, apoyadas por
mayorías en el Congreso, instrumentalizan a los trabajadores para favorecer a los
dueños del capital, los mismos que financian las campañas electorales de
presidentes y legisladores. Mientras se aumentan los impuestos directos e
indirectos pagados por el grueso de la población empleada o subempleada, se
expiden leyes que eximen de tributos a las empresas que invierten en el sistema
financiero sus excedentes de capital.
Otro caso aberrante es el negocio de libranzas, santificado por las normas
financieras. El trabajador compra a crédito en cooperativas y respalda la deuda
con su salario futuro. Al final termina pagando dos o tres veces el valor del
préstamo. Su deuda, convertida en títulos valores, es negociada en el mercado,
donde los financistas ganan por punta y punta: compran barata una cartera segura
y la colocan luego a altos intereses ganando su tajada por la “intermediación”. Se
dirá, claro está, que nadie obliga al trabajador a endeudarse. Pero las necesidades
básicas y el brillo de la mercancía no son buenos consejeros para educar
espartanamente al asalariado en la cultura del ahorro y la moderación.
La abolición del sistema de crédito no es aquí el propósito yo trabajo en el sistema
y he visto como la gente busca de cualquier forma el dinero para cubrir el pago de
una cuota vencida que por motivos familiares, laborales es imposible completar. El
Día del Trabajo 1 de Mayo es propicio para reflexionar cómo podría hacerse más
equilibrada la relación entre trabajo y capital. En un contexto de posconflicto, la
reconciliación de los factores de producción es prioritaria. El país necesita
gobiernos y legisladores creativos y recursivos en fórmulas para dignificar el
trabajo y meter en cintura la especulación financiera. Los gobiernos liberales y
conservadores de las últimas cincuenta décadas no parecen ser la respuesta. El
crecimiento de la deuda del Gobierno; la entrega de los campos a los grandes
capitalistas legales e ilegales; el estrangulamiento de la industria y el
empobrecimiento de la clase asalariada mientras florecen las ganancias del capital
y estallan los escándalos financieros; todos son muestras fehacientes de la
necesidad de un cambio en la concepción y dirección del Estado para hacer
posible la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

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