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2 Clasicismos por Claudia N. Fernandez Cuando en el s. de nuestra era Aulo Gelio (Noctes Aiticae XIX.15) establecfa la oposicién entre el escritor clasico (seriptor classicus) y el eseritor proletatio (scriptor proletarius), incorporaba por vez primera y para siempre un término de indole econémico-politica, fuertemente connotado, al dominio de la literatura.° El término nunca perdera ese sentido elitista que subyace en su etimologia, porque classicus era, de entre las cinco categorias censatarias, la del ciudadano que pertenecia a la primera clase, la de los mayores contribuyentes fiscales, en franco contraste por ello con el ciudadano proletario, aquel que no poseia otro bien mas que su prole. “Clasico” designaba, entonces, a un escritor de primer orden, sélidamente establecido y lo suficientemente bueno como para ser leido por los ciudadanos “de primera”, y no por el pueblo; “clisica” ser tambi su produceién literatia vinculada ya desde esta época con un tiempo pasado, como el mismo Gelio circunscribe al precisar que se trataba de la cohorte més antigua de oradores y poetas. EI sentido de excelencia que el término “clasico” refiere desde los origenes, explica que, en época del Humanismo renacentista, sea asociado a los autores de la Antigtiedad gtiega y latina la que terminaré siendo, siglos més tarde, la Antigtiedad Clésica. Es que Por esos tiempos se empezé a juzgar a griegos y romanos portadores de un prestigio digno de ser imitado y fueron convertidos en los tnicos modelos artisticos de perfeccién estética, ¢ mandato de imitacién de la tradicién grecolatina, esa pretensién por restaurar un pasado consagrado dogméticamente como patrén cultural, se vera pautado por un conjunto de directrices normativas que guiarén la actividad de la ereacién literaria. Los renacentistas creerén encontrar en la Poética de Aristételes recientemente descubierta —la_ primera edicién del texto griego es de 1508 la sistematizacién orgénica de ese conjunto de reglas necesario para componer a la manera clisica, Sabemos que no es ésta sino una lectura distorsionada. No hay en los comentarios del filésofo un tono normativo, sino mas bien * Aulo Gelio fue profesor de retdrica y atribuyé la distincién al orador Comelio Fronto, meras observaciones personales, motivadas, las més de las veces, por sus gustos particulares. La Poética pondra en circulacién traducciones, comentarios y discusiones, y nombres como los de Robertello, Scaligero o Castelvetro estarin unidos a la historia de su difusién ¢ interpretacién, Vendré a completar las enseitanzas del Ars poetica de Horacio, que hasta ese entonces habia sido la guia literaria y espiritual de las primeras generaciones de humanistas. A partir de este momento, entonces, “clisicos” serin los autores grecolatinos.” Paralelamente se gesta la otra acepcién més difundida de lo “clasico”, en la que persiste la idea de excelencia -manifiesta desde la época de Aulo Gelio y adjudicada a los modelos antiguos-, con el agregado de la nocién de permanencia en el tiempo, de validez duradera. Todo lo que sobrevive al tiempo, entonces, llega a ser considerado clisico, independientemente de su contenido, tendencia, contexto histérico o cultural, Presenta esta, acepcién amplia de lo clisico afinidades evidentes con el concepto de eanon (>), en tanto un clisico ocupa siempre un ugar en el canon de una literatura. Dado que el status de “clasicidad” es conferido por los otros que atestiguan la capacidad de ciertos textos de trascender su propio tiempo y espacio, es fécil de ver que no se nace “clésico”, sino que se deviene “clisico”, porque se trata siempre de una apreciacién y un juicio de valor sobre autores del pasado. La sostenida percepcién de la excelencia a lo largo del tiempo, la capacidad para responder a la demanda de todas las épocas, se monta muchas veces sobre la conviccién de la existencia de un sistema de valores universal, inalterable y perpetuo. Por otro lado, se observa que en la ponderacién de los clésicos las cualidades estéticas suelen confundirse con las éticas: por regla general los autores y textos Hamados clisicos son portadores de virtudes morales, como la madurez, la serenidad, la compostura, el control de si, el orden y el dominio de las pasiones, que fueron también las cualidades exaltadas en los modelos griegos y latinos. Tampoco puede dejarse de lado la resonancia de 1a palabra “clase” en el concepto de lo “clisico”, vale decir, de aquello que se ensefia en las :I registro de las primeras apariciones del término “clisico” en las diversas lenguas europeas demuestra que ya para el s. XVI era esta su acepcién mis o menos usual. El francés classique se registra por vez primera en el Art Postique de Sébillet (1548). La lengua inglesa, por su parte, tiene dos adjetivos para designar lo clisico: classic y classical, El primero se aplica a la cultura grecolatina en 1628, pero en 1599 ya se habia usado classical para designar algo de primer rango. En aleman classique data de 1548 y Klassisch de 1748. Klassizitaty classik fueron utilizados en els, XVII instituciones escolares. Los clisicos se impondrén también como modelos de educacién y cultura, merecen ser estudiados precisamente porque se les reconoce un valor ejemplar. Huelga decir, en relacién con los clisicos griegos y latinos —los clisicos por antonomasia que, stricto sensu, no toda la Antigtiedad es igualmente clasica, que no existe en efecto una “clasicidad” uniforme. “Clisiea” es, entre los griegos, la época del apogeo ateniense del s. V y, entre los latinos, la Roma del imperio de Augusto. Pero, jen qué aspecto de la Antigiedad Hamada “Clisica” reside lo clisico? ¢ in la vida politica intelectual de griegos y romanos, en las relaciones sociales o en las practicas religiosas? "Ni siquiera la Grecia Clasica es ella misma consistentemente clasica", advierte con criterio Porter (2005: 4). La vision estrecha que de la Antigiiedad concibe el Renacimiento instaura las reglas de la ortodoxia clisica en valores como la simetria y la proporcionalidad para la arquitectura, y el decoro y la claridad para la literatura, No nos equivocarfamos al afirmar que el clasicismo de los clasicos es una construccién de los modemos, una proyeccién de los propios criterios estéticos que no se corresponden con los antiguos en su totalidad. Como se vera a lo largo de todo este desarrollo, la idea misma de lo clasico es lo problematico, porque responde siempre a una visién unilateral y est lejos de encerrar un sentido estético-literario homogéneo. Para los romanos, los griegos eran los clisicos. Antes de ellos, cuando la edad de oro de la Grecia habia pasado, los bibliotecarios y criticos de la Alejandria *ptolemaica establecieron el canon clisico en retrospeccién, al estudiar, clasificar y jerarquizar el vasto repertorio de textos de un pasado venerable, desde Homero en adelante, Y hasta podria rastrearse en el interior mismo de la Antigticdad griega el mecanismo cultural para la invencién de lo clisico. Pensemos en Licurgo, que en el s. IV legislé sobre la continuidad de la representacién teatral de los tres tragicos que luego seran oenel considerados clisicos —nos estamos refiriendo a Esquilo, Séfocles y Euripides cémico Aristéfanes, quien también operé en la canonizacién de los anteriores con la obra Ranas (405 a.C.). Es la Francia del s. XVII la que retoma la pretensién de crear una nueva “clasicidad” imitando el mundo antiguo, que habia sido el desideratum de los renacentistas, En Ia historiografia literaria se conocer este perfodo como “clasicismo francés", para muchos el tinico clasicismo modemo realizado, El término “clasicismo”, en realidad, registra un uso relativamente nuevo. Wellek (1973) traza sus origenes en Italia, hacia 1818 y en oposicién a romanticismo. En Francia, todavia en 1863 el término era considerado un neologismo:* En retrospectiva es obvio que el témino “clasicismo" es un tmino del siglo diesiueve. Ocurre primero en Talia en 1818, en Alemania en 1820, en Francia en 1822, en Rusia en 1830, en Inglaterra en 1831. [...] Claramente los términos tienen algo en comin; la referencia a la excelencia, a la autoridad, y a la relacién con la Antigiedad. (Wellek 1973: 454), Igual que sus antecesores renacentistas, los mentores del clasicismo francés rechazan el modelo estético del pasado reciente -reaccionan contra el barroco- y reivindican como innovador un pasado remoto. Fue un factor determinante para el surgimiento del clasicismo francés en pleno apogeo del reinado de Luis XIV el fuerte racionalismo que impregnaba su cultura, Esta formacién racionalista concebira la necesidad de la formulacién de reglas poéticas precisas (V.M. de Aguiar e Silva 1967), Para esa nueva generacién de autores clasicos (como Racine, Moliére 0 Comeille), Boileau el encargado de redactar el eredo de sus prineipios éticos, sobre todo en lo atinente a la practica teatral.” La Poética de Boileau (1673) glosa, y no pocas veces interpreta en demasia, aspectos de las posticas de Aristételes y Horacio. El critico francés concibe el género literario como una esencia inmutable, gobemado por técnicas poéticas precisas, que disciplinan los excesos de la imaginacién. Proclama la preceptiva de las tres unidades dramatic accién, tiempo y lugar-'° y el respeto del decoro y la verosimilitud como S principios rectores de la creacién, baséndose en la afirmacién aristotélica de la universalidad del drama frente a la historia, La mimesis de la naturaleza deberd excluir lo monstruoso, feo y grotesco, y la literatura tendré como finalidad la expresién de lo razonable y lo que educa. Esta funcién docente del arte, la de corregir el comportamiento de los hombres y mejorar sus costumbres, se hace especialmente visible en creaciones moralizantes como las fabulas de La Fontaine, 0 las comedias de Moligre que exponen frente al piblico los vicios de los personajes. * A finales del s. XIX, en un época hostil al s, XVIII, emergieran los términos ‘pseudoclasicismo’, de clara connotacién negativa, y el neutro ‘neoclasicismo"; ambos referian la época de Pope y Dryden, Sin embargo el uso de ‘clasicismo” para designar esta misma época estaba mis extendido. * Boileau no esté solo, Contribuyeron a la sistematizacin de la doctrina clisica, Nicole, Scudéry, d'Aubignac y Chapelain, W Aristateles solo habla de unidad de accién, Castelvetro fue el responsable de Ia elaboracién de las tres reglas cuyo cumplimiento a rajatablas ocasioné no pocos problemas a los autores de la época. La legitimidad de la doctrina clasicista comienza a ponerse en duda en pleno apogeo del clasicismo francés, sobre todo a partir de las controversias planteadas por aquellos que, reconociendo la evolucién de las costumbres, las transformaciones sociales y los cambios en las creencias religiosas, rechazarén los cinones establecidos y la validez a perpetuidad de los autores clasicos, Se Hamarin a si mismo “modernos”, expresando de este modo la conciencia de ruptura con el pasado, Este antagonismo, que no es nuevo, tuvo en la academia padres conocidos. La piedra de toque la habria echado Charles Perrault, cuando el 27 de enero de 1687 pronuncia un poema homenaje al monarca Luis XIV (Le siécle de Louis le Grand) en la Academia Francesa, proclamando el esplendor de su propia época, la del Rey Sol, y la superioridad de los modernos, garantizada por la acumulacién progresiva de los conocimientos. Perrault promovié en consecuencia el rechazo de los modelos grecolatinos, muchos de los cuales desacredité por sus errores y falencias, y la necesidad de que el artista se deba a su propia tradicién. Este autor francés se pronuncia asf por una literatura adecuada a su tiempo y por formas artisticas nuevas. La disputa se dio en lamar La querelle des Anciens et des Modernes y del lado de los antiguos, encabezados por Boileau, se enlistan La Fontaine, de la Bruyére, Malebranche y Terrasson, Perrault vuelve a la carga con los varios volimenes de Paralléle des Anciens et des Modernes (1688-1696) y Boileau publica su versin de De Jo sublime de Longino, con sus "Réflexions critiques" (1694), donde continia argumentando a favor de los antiguos, sobre todo en virtud de la admiracién constante que suscitan, para decirlo de otro modo, por su calidad de “clésicos”. Un coletazo de la querelle protagonizaron en Inglaterra William Temple (Essay upon Ancient and Modern Learning, 1690), del lado de los antiguos, defensor de la superioridad de los modelos griegos y latinos, y William Wotton, que no tardé en responderle (Reflections on Ancient and Modern Learning, 1694), acompaitado por el filélogo Richard Bentley, cuya autoridad en materia lingiiistica demostraba cémo algunas obras adjudicadas a los antiguos eran en realidad creaciones modemas. Inglaterra experimenta un revival del clasicismo luego de la restauracién de Charles II hasta entrado el s. XVIII, época neoclasica que se conoce con el nombre de Augustean Age en alusion a la época del emperador romano Augusto. Hobbes, Swift, Dryden, Jonson y Pope son los autores mas representativos del periodo, El otto debate importante generado por la estética clasicista surge hacia finales del s. XVIII, cuando los dardos son disparados por los adalides de la estética romantica. Para Wellek (1973: 453) la confrontacién clisico-roméntico implicé una verdadera revolucién historica que sacé a la luz la conciencia de la existencia de, al menos, dos tradiciones literarias, “Clasico” pierde en este debate su sentido meramente *axiolégico, para pasar a designar una tendencia estilistica, 0 un perfodo, caracterizados por la compostura, el autocontrol, la renuncia, el cumplimiento de las normas de la tradicién, la disciplina. La contienda tuvo su epicentro en Alemania, sobre todo alrededor de las figuras de los hermanos Schlegel, quienes desde su revista Athendum abogaban por defender los principios del arte romantico, que acoge las antinomias y las heterogeneidades repudiadas por el arte clasico. En Francia, Madame de Staél (De I'Allemagne) recoge la contraposicién entre poesia clisica y romantica y la disputa se hace eco en los manifiestos roménticos como el Prefacio a Cromwell (1827) de V. Hugo, 0 lo que se conocié como la batalla de Hernani (1830), generada a partir del estreno de la pieza teatral homénima también de Hugo. El romanticismo deseché los modelos grecolatinos pero no todo el pasado, pues sefialé sus preferencias por la Edad Media y el estilo gético, y tuvo una vasta aceptacién en el mundo del arte En Alemania el clasicismo queda normalmente acotado a las figuras de Schiller y Goethe,'' pero aun en estos casos se reduce a la época en que ambos autores apuntaron a la imitacién de los antiguos -recordemos el protagonismo de Goethe en el “Sturm und Drang” (Tormenta ¢ impetu), movimiento precursor del romanticismo. Goethe, en particular, toma partido expreso por los clisicos segin revela su famosa definicién vertida en carta a Eckermann (12 de abril de 1829): “A lo clisico Jo Hamo sano, y a lo roméntico, lo enfermo” (Eckermann 1836-39: 150), seguramente en vista de los excesos de su coterréneo sta es Hoffmann o la vehemencia de los roménticos franceses. Su maxima expresién clasi la Ifigenia en Téuride (1776-1786), un ejemplo paradigmatico del empefio del clasicismo por mejorar a los propios griegos. No olvidemos que estamos en la época en que Winckelmann sella, con su Geschichte der Kunst des Alterthums (Historia del arte de la Antigiiedad] (1764), la definicién del arte clasico en la dupla "noble simplicidad” (edle Lessing podria incorporarse al grupo; a inclusién de nombres como los de Wieland y Herder, en cambio, es mucho mas discutida, Einfalt) y "calma grandeza" (stille Grosse). Winckelmann privilegié el arte griego frente al romano € identified lo clasico con la pureza considerada como un valor absoluto, Su propuesta deviene la matriz de un proyecto ético pedagégico, no sélo del artista sino del hombre culto, y se construye una metafisica de lo bello que influiré en toda la burguesta ascendente. Esta visidn idealizada y ejemplar de los valores del mundo antiguo comenz6 a ser socavada desde el interior mismo de los estudios clisicos. Nuevos descubrimientos amenazaban los cimientos del edificio neoclisico como el del culto a la blancura del mirmol del helenismo winckelmanniano-, sacando a la luz vestigios arqueolégicos que en Ja huella de sus pigmentos testimoniaban la poticromia de la arquitectura del mundo antiguo, Por otro lado, la antropologia histérica, 1a escuela ritualista de Cambridge por ejemplo, hacia hincapié en el primitivismo de la cultura clisica, sobre todo a partir del estudio de sus practicas religiosas."? Se hace evidente un esfuerzo por historizar la Antigiiedad Clasica. Esta tendencia no impidié sin embargo que la operacién *axiolégica llevada a su cumplimiento por el clasicismo francés del siglo XVII se renovara a finales del siglo XIX y a comienzos del XX, sobre todo en Francia, donde las referencias a la cultura grecolatina se dejan leer en la tenaz reelaboracién de mitos griegos (Apollinaire, Cocteau, Gide, y, fuera del mundo galo, D'Annunzio, Pascoli, Joyce, Stravinsky © von Hofimannsthal). La dicotomia clisico-roméntico no Mega a desvanecerse del todo. Se habia instalado desde hacfa tiempo alrededor de cuestiones atinentes a la produccién literaria y a la indole de los autores. Stendhal (1823), para citar un ejemplo, consideré que Racine, en su propia época, deberia haberse llamado roméntico. Un siglo mas tarde, Gide (Incidences 1924) define el clasicismo como "romanticismo atenuado", "el arte de expresar mas diciendo menos", un arte de represién y modestia, y por ello muy bien descripto a través de la figura retorica de la */itotes. En la misma direccién, Valéry en 1944 (Varietés) afirmaba que todo clasicismo presupone un romanticismo anterior ("la esencia del clasicismo es venir luego, el orden presupone un cierto desorden que ha venido a sistematizat”). Las vanguardias, por su parte, postularon la inactualidad de los clésicos y se rebelaron contra la funcién 2 Nos referimos a estudiosos como Frazer, Murray, Harrinson y Comford, Hoy muchas de sus teorias han sido desacreditadas, pero se sigue valorando su propuesta interdiseiplinaria para el estudio de Ia Antigtedad Clisica, normativa de la tradicién, en pos de exaltar el presente. Segiin Breton, Grecia nunca existié, mientras los futuristas italianos proponian inundar los museos. La fascinacién del mundo occidental por los antiguos parece esfumarse en momentos en que una serie de tendencias artisticas (modern style, art nouveau) impone su rechazo a las tradiciones académicas que ética (1970) ismo y pone en dudas el concepto mismo de “clasicidad” (Klassizitat) dogmatizaban la centralidad de la cultura clésica, También Adomo en su critica al clasis aplicado al arte de la Antigtedad: La unidad de lo universal y lo particular, organizada por el clasicismo, no se aleanzé ni siquiera en el periodo clisica, por no decir nada de los siguientes. Por eso las estatuas clisicas miran con sus ojos vacios que mas bien producen un terror arcaico en lugar de esa itradiacién de noble sencillez y callada grandeza que unos tiempos sensibles proyectaron sobre ellas, (Adomo 1970: 213), Pero los clisicos no han desaparecido del arte contemporineo, La estética *posmodernista incluye, especialmente en la arquitectura, elementos clisicos y neoclasicos, aunque ya apartada de un proyecto de regreso al pasado o del establecimiento de un sistema de jerarquias. Por el contrario, la experimentacién *posmoderna juega con la pluralidad de las tradiciones, homogenizindolas e incluyéndolas irénicamente en la forma del *pastiche ecléctico. Lo clisico en las posvanguardias (>) no se da simplemente vulgarizado 0 democratizado, sino banalizado, descompuesto en fragmentos descontextualizados, lo que constituye un sintoma del fin de la tradicién, de la destruccién del estatuto paradigmatico de la Antigiiedad grecolatina (Settis 2004). Prueba de que la idea de lo clasico, 0 nociones implicadas como la de clasicismo, no han encontrado todavia una definicién satisfactoria es que el tema siga siendo materia de discusién. Lo convalidan una serie de ensayos que abordan el problema, como el ms reciente de Coetzee ("What is a classic?", en una conferencia de ese titulo de 2001, editada en 2002) o el mas difundido de Italo Calvino (Perché leggere i classici? 1991)," si olvidamos de Borges (“Sobre los clésicos” 1952), Todos ellos son deudores del clasico "Qu'est-ce qu'un classique?" de Sainte-Beuve (1850) y cl tan citado "What is a classic?" de T.S. Eliot (conferencia pronunciada en 1944 y editada al affo siguiente). La propuesta fundadora de Sainte-Beuve alenté la expansién del concepto de autor clasico, segin era entendido en el rigido canon academicista del s. XIX, para incluir un *corpus més vasto de escritores: Bl ensayo se publica péstumamente, Un verdadero clisico, como me agradaria escucharlo definir, es un autor que ha enriquecido el espiritu humane, que ha aumentado realmente su tesoro, que le ha hecho dar un paso mas, que ha descubierto alguna verdad moral no equivoca, o retomado alguna pasién etema en este corazén donde todo parecia conocido y explorado (Sainte-Beuve 1850: 11) Sainte-Beuve no deja de lado valores como la regularidad, 1a sabiduria, la moderacién y la razén, pero incluye en su lista de clisicos a Shakespeare, Dante y Milton, junto con los clisicos franceses del s. XVI y los antiguos como Homero, Solén, Hesiodo, Teognis, Virgilio, Terencio y Horacio, entre otros. La de Eliot, en cambio, es una postura restrictiva. Eliot niega la existencia de un clasicismo inglés y termina concediéndole a Virgilio el sitial del tnico clasico europeo universal —recordemos que su ensayo fue en verdad una conferencia pronunciada ante la Sociedad Virgiliana en 1944. Un gran poeta clisico es, a su modo de ver, aquel que agota una forma y la lengua de toda su época, y el clisico perfecto sera el que englobe "todo el genio de un pueblo". Un clisico ha de abarcar al maximo "toda la esfera sentimental representativa del caricter del pueblo que habla esa lengua” y "ha de suscitar la atraccién més amplia", entre todas las clases y tipos de hombres: hhay una palabra que podemos elegir, y que indicaré el maximo de lo que quiero decir con el término elasico, es la palabra madurez. He de distinguir entre el clisico universal, como Virgilio, y el elsico que s6lo lo es en relacién con el resto dela literatura de su propia lengua, o de acuerdo a la visidn de la vida en determinado periodo. Un cldsico solamente puede "suceder" en una civilizacion ‘madura, en una lengua y Titeraturas maduras;y tiene que ser obra de un espiritu maduro. (Eliot 1945: 52) No olvidemos que, en tiempos de finales de la Segunda Guerra, cuando Eliot pronuncia este discurso, se siente en la necesidad de crear un proyecto politico que, en su caso, parte de la concepcién de la unidad de la civilizacién europea, descendiente de Roma a través de la Iglesia y el Imperio. Calvino, por su parte, propone catorce definiciones para “clisico”, haciendo hincapié en lo que llama su “efecto de resonancia", que vale tanto para una obra antigua como para una moderna, sin hacer distingos de estilo o autoridad. Un clasico es un libro que incita a ser leido muchas veces, porque "nunca termina de decir lo que tiene que decir", gjeree una influencia particular en los lectores, estableciendo una "relacién personal con quien lo lee". No son los clisicos de Calvino, por ende, clisicos universales, sino personales, y deberia, segin su criterio, "inventarse cada uno una biblioteca ideal de sus clisicos", Si bien admite que "sirven para entender quignes somos y adénde hemos legado", advierte al mismo tiempo que "no se crea que los clésicos se han de leer porque ‘sirven' para algo. La tinica razén que se puede aducir es que leer los clasicos es mejor que no leer los clasicos". ‘También Borges subraya el rol del lector en el reconocimiento de un clisico y del peligro de afirmar que las obras clisicas lo serén para siempre: Clisico no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méitos: es un libro que las eneraciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad (Borges 1952: 131) Es un hecho evidente que los referentes clésicos continian vigentes como impulsos vivos de las creaciones artisticas. Traducidos, adaptados, revisitados, constituyen presencias culturalmente activas. Afirmar que los textos clasicos no han perdido en nuestra época su importancia, no implica adjudicarles ta naturaleza de *mitos fundantes, o aceptar sin mas las correspondencias triviales de considerarlos meras influencias sobre la base de criterios universalistas que ignoran el cambio del comportamiento humano y la naturaleza cultural de la conducta (ef. Hardwick 2003: 98s.). Las motivaciones de sus usos son de por si muy variadas y no ha desaparecido tampoco la apropiacién de algunos aspectos de la Antigiiedad para dar valor y estatus a la propia conducta, en virtud del prestigio que sigue teniendo la tradicién clasica en algunos sectores (cf. duBois 2001). Un ejemplo paradigmatic del tipo de migracién que puede registrar un texto clasico a lo largo de los siglos lo provee sin duda la Antigona de Séfocles, de cuyo derrotero da cuenta George Steiner en su libro Antigonas. La travesia de un mito universal por la historia de Occidente. A su entender, la historia de la hija de Edipo recreada por el dramaturgo griego expresa “todas las constantes principales de conflicto propias de la condicién del hombre”: el enfrentamiento entre hombres y mujeres, entre senectud y Juventud, entre la sociedad y el individuo, entre vivos y muertos, entre hombres y dioses. Steiner entiende que estas antinomias son “esenciales” y “universales” y el valor de Antigona es haberlas expresado en su “totalidad” (Steiner 1990: 275). Sin embargo, la historia de la recepcién de la obra sofoclea y de sus reescrituras -otra forma de recepeién iin selectiva de (>)- pondria sobre el tapete la opera ida una de estas lecturas y cémo el marco cultural domina cada una de las nuevas interpretaciones, Ni Brecht ni Anouilh pudieron prescindir de su reescritura y en el *corpus de la literatura argentina, la Antigona Vélez de Leopoldo Marechal (1951) y la Antigona furiosa (1989) de Griselda Gambaro dan muestras de cémo una misma fuente griega puede derivar en dos dramas completamente divergentes. La pieza de Marechal se estrené en el Teatro Nacional Cervantes de Buenos Aires en 1951, La sede de la accién no es otra que la pampa argentina, mas precisamente la estancia “La Postrera”, donde se leva a cabo, no bien comenzada la pieza, el velatorio de Martin Vélez, en tanto el cuerpo de su hermano Ignacio yace a campo abierto a merced del ataque de los indios. Es que la accién se desarrolla en momentos de la conquista del desierto. En su versién de la Antigona, Marechal moldea la fuente clasica griega en clave telirica, retomando también otro clsico, esta vez nacional, el Facundo de Sarmiento. Cada uno de los hermanos vale por la civilizacién y la barbarie, y Facundo Galvin es el nombre del patrén de la estancia, el tio de Antigona y los muchachos, El procedimiento es de aculturacién ¢ hibridacién del *mito para ofrecer una versién personalisima de la historia con una marcada impronta nacional, El imperativo de Antigona tiene un fuerte cardcter religioso y concluye la pieza con la muerte de los dos jévenes. Griselda Gambaro traslada su Antigona a un bar portefio, en los tiempos inmediatamente posteriores a la iiltima dictadura militar (1976-1983). Extremadamente breve, con tres personajes en escena, la obra se alza como una critica a la perversién del poder. Incluyendo citas textuales de la tragedia de Séfocles, con un tono sarcistico y parddico, Antigona furiosa habla sobre el duelo por los desaparecidos y la necesidad de no olvidar las injusticias y los erimenes cometidos. La heroina no actia a favor ya de los dioses sino a favor de los derechos humanos, como ha sefialado Susana Reisz (1995) en un licido estudio sobre la pieza. La propia Gambaro ha comentado en més de una oportunidad Jo que la obra expresa de forma bastante obvia: que Antigona es cada una de las Madres de Plaza de Mayo, quienes han reivindicado con su conducta el derecho de oposicién del individuo contra el Estado (Dice el corifeo: “Que nadie gire -se atreva~ gire gire como loca dando vueltas al cadiver insepulto insepulto insepulto” [Gambaro 1989: 201]), pero también es ella misma un desaparecido: “No estaré con los humanos ni con los que murieron, no se me contaré entre los muertos ni entre los vivos, Desapareceré del mundo, en vida” (Gambaro 1989: 210). Su inferioridad es sélo aparente; la muchacha da muestras de un coraje que le permite enfrentar también los estereotipos de la feminidad expuestos en sus compafieros de escena, el corifeo y Antinoo. Supo la autora mantener el conflicto de la obra de Séfocles y expresarlo con admirable economia Bibliografia citada: Adormo, Theodor W. (1970) Teoria Estética. Madrid, Orbis / Hyspamérica, 1983. (Trad. cast. de Fernando Riaza, revisada por Francisco Pérez Gutiérrez). Borges, Jorge Luis (1952) "Sobre los clisicos", en Obras completas 1952-1972, Buenos Aires, Emecé, 1974, pp. 130-1 Calvino, Italo (1991) "Por qué leer los clisicos", en Por qué leer los eldsicos, Barcelona, Tusquets, 1997, pp. 13-20. (Trad. east. de Aurora Bemérde7). de Aguiar ¢ Silva, Vitor Manuel (1967) Teoria de la literatura, Madrid, 1972. (Trad. cast. de Valentin Garefa Yebra), duBois, Page (2001) Trojan Horses: Saving the Classics from Conservatives, N. 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