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EL HUMANISMO

El concepto de humanismo tiene varios usos. Se trata, por ejemplo, de la doctrina que se basa
en la integración de los valores humanos.

A su vez, puede hacer referencia a un movimiento renacentista, a través del cual se propuso
retornar a la cultura grecolatina para restaurar los valores humanos.

El humanismo, en general, es un comportamiento o una actitud que exalta al género humano.


Bajo esta concepción, el arte, la cultura, el deporte y las actividades humanas generales, se vuelven
trascendentes. Dicha trascendencia podía conseguirse a través de la exaltación y la experimentación
de las propias facultades.

Se trata de una doctrina antropocéntrica, donde el hombre es la medida de todas las cosas.
La organización social, por lo tanto, debe desarrollarse a partir del bienestar humano. Esta
corriente se opone al teocentrismo medieval, donde Dios era el centro de la vida.

El humanismo reconoce valores, como el prestigio, el poder y la gloria, que eran criticados por la
moral cristiana e incluso considerados como pecados. Otra diferencia con las doctrinas religiosas es
que el humanismo hace al hombre objeto de fe, mientras que, en la antigüedad, la fe era patrimonio
de Dios.

Cabe mencionar, sin embargo, que esta corriente se opone al consumismo; ya que está en
contra de lo superficial, del narcisismo y de aquello que no es propio de la dignidad humana.
La cosificación del hombre como productor o consumidor atenta contra su desarrollo
integral.

Como movimiento intelectual surgido en Europa durante el siglo XV, el humanismo promovía la
entronización del ser humano no solo como elemento indispensable en torno al cual giraba la vida
social, sino también como centro del universo.

En la educación hubo importantes cambios que se verían reflejados en el nivel intelectual de las
personas. En lugar de continuar con una enseñanza rígida, se le dio importancia a la
individualidad de cada alumno y el aprendizaje se centró en formar a personas que estuvieran
preparadas para desarrollar una vida activa en la comunidad civil, que confiaran en sí mismas
y que fueran capaces de discernir por sí solas entre lo correcto y lo incorrecto.
2

Dilemas de la posmodernidad

En su ensayo más reciente, Zigmunt Bauman da claves acerca de cómo ser feliz en una sociedad
volatil. En "El arte de la vida", el pensador polaco desarrolla las posibilidades que hay de alcanzar la
plenitud en los tiempos que se viven. Su análisis va desde Pascal, al creador de la red social
MySpace

En sintonía con sus reflexiones sobre los nuevos escenarios que plantea la modernidad, el sociólogo
polaco Zygmunt Bauman plantea en su flamante ensayo, "El arte de la vida", cuestiones como el
rol del individuo en una sociedad que caracteriza como cambiante, con lazos sólo temporales,
referencias móviles y en continua búsqueda.

Bauman, que ha puesto en circulación el concepto de "sociedad líquida", plantea en esta ocasión las
posibilidades de alcanzar una felicidad duradera e incluso garantizada, desde una perspectiva que
ya desde el principio arranca con reflexiones provocadoras y agudas sobre las "miserias de la
felicidad".

Escrito después de haber abordado cuestiones centrales de la modernidad como el problema como
la transformación de la idea del amor ("Amor líquido") o de la frustración provocada por el
hiperconsumo ("Vida de consumo"), el ensayista instala una cuestión vital: ¿Podemos ser felices? O
mejor dicho, ¿hasta qué punto podemos ser felices? .

De hecho, la felicidad está en boca de todos, aunque nadie sepa definirla por completo, desde hace
al menos dos mil años y así lo advierte Bauman tras citar a Séneca en la primera página, cuando
reproduce que ""vivir feliz es lo que quiere todo el mundo, pero caminamos a ciegas tratando de
descubrir que es eso que hace feliz una vida"

".FRUSTRACIONES

Lejos de entender esta falta de seguridad acerca de lo que la felicidad puede significar como una
barrera, el autor emprende una aventura arqueológica tratando de mostrar cuales han sido las
diversas respuestas filosóficas y sociológicas se ha dado a esta pregunta desde los tiempos de
Epicteto.

Desde el Financial Times, pasando por Max Scheler, Aristóteles, Pascal, Gilles Lipovetsky, Paul
Ricoeur o Martin Heidegger, hasta el caso de Tom Anderson -creador de la famosa red social
MySpace- Bauman explica cómo la idea de felicidad ha pasado de ser un estado que podemos
de alcanzar gracias al ejercicio de ciertas virtudes a un terreno que debemos construir de
acuerdo con nuestra libertad como modernos.

El proyecto de felicidad contemporáneo, según el autor de "Vidas desperdiciadas", estaría


enmarcado por un objetivo compartido: "una vida finalmente tranquila" de la que hay que expulsar
amenazas que nos asustan como el "temor a una muerte violenta, a vecinos indeseables o al
fanatismo ideológico"
3

Bauman es una de las figuras clave del pensamiento social actual. Con una obra que abarca desde
las cuestiones éticas hasta la cultura y la política, sus obras siempre se concentran en el aquí y
ahora: violencia e indiferencia moral, globalización, consumismo, política e individualismo, entre otros
tópicos trabajados.

Nacido en Poznan, Polonia, en 1925, el pensador abandonó su país natal frente al ascenso del
nazismo debido a su ascendencia judía. Cursó sus estudios de sociología en la Unión Soviética y
cuando terminó la Segunda Guerra Mundial regresó a Polonia para trabajar en la Universidad de
Varsovia.En 1968 debió emigrar nuevamente por causas políticas. A partir de aquel momento, se
instaló en Israel donde fue docente en la Universidad de Tel Aviv.

La brevedad, la fragilidad, la fugacidad e incertidumbre propias de una época caracterizada por la


"liquidez" moderna serán, según el sociólogo polaco, factores que definan las complicaciones a la
hora de construir un proyecto sin fin.

SESGO FILOSOFICO Bauman se presenta en "El arte de la vida", publicado por el sello Paidós, con
un tono filosófico, poético y cargado de metáforas, probablemente el único posible para tratar un
aspecto tan difícilmente mesurable como la felicidad.El libro se puede leer como un relato brillante de
las condiciones en que cada individuo elige su modelo de vida y de las limitaciones que pueden
imponerse sobre esta opción y, en segunda instancia, es un estudio de las maneras en que la
sociedad influye (aunque no determina) la manera en que se construyen y narran las trayectorias
vitales.

Según Bauman "en nuestra sociedad individualizada, somos todos artistas de la vida, tanto si lo
sabemos como si no, queramos o no, nos guste o no, por decreto de la sociedad y no por elección".

"En esta sociedad se espera de nosotros que demos a nuestras vidas propósito y forma
utilizando nuestras habilidades y recursos, aunque no dispongamos de las herramientas y los
materiales necesarios en los talleres de los artistas para concebir y ejecutar su trabajo. Y se
nos elogia o censura por los resultados, por lo que hemos llegado a hacer o no y por lo que
hemos conseguido y perdido", sostiene el autor de "Vida líquida".
4

¿CÓMO INTERPRETAMOS EL MUNDO EN QUE VIVIMOS?

Estefanía Bianchi

Repensando la globalización

La sociedad actual es conocida como posmoderna o moderna tardía y lleva el inconfundible sello de
la globalización. Ésta -desde la perspectiva de sus consecuencias humanas- constituye un proceso
dual y contradictorio que le otorga un carácter acentuadamente “indeterminado, ingobernable y
autopropulsado [a] los asuntos mundiales”1 Y Un carácter efímero, móvil, flexible y transitorio a
nuestra cotidianeidad.

Zygmunt BAUMAN señala las siguientes características cuando analiza la globalización: dualismo,
indeterminación y fugacidad. Cada una de ellas por separado, y las tres en conjunto, permiten
rescatar los dilemas más Importantes del mundo actual, y luego explicar por qué la ética puede
ofrecer una solución.

En primer lugar, el dualismo hace alusión al perfil ambiguo y antagónico de la globalización, dado
que su misma dinámica une y divide; promueve nuevas formas de integración mundial pero también
reedita y genera nuevas fracturas sociales. Es, como se entiende desde el PNUD2, un proceso
asimétrico en el que se forjan tanto ganadores como perdedores. Al analizar cada uno de estos
grupos, hallamos que el segundo es con creces el más numeroso. En vistas de solucionar tal
desequilibrio, el desafío actual radica en revertir la vinculación pasiva entre sociedad y globalización
que genera descomposición social, planteando en su lugar una vinculación proactiva, que permita
alcanzar el desarrollo a través del empoderamiento que plantea el enfoque de las capacidades
humanas3 .

En segundo lugar, su carácter indeterminado refleja el hecho de que más allá de ser un fenómeno
que avanza inexorablemente, “continúa sin una precisión de sus alcances y causas”4 Al no
identificarse un centro propulsor, un núcleo que lo gobierne, las personas sienten que sus actos
probablemente tengan efectos globales, pero que no pueden administrarlos de ningún modo. La
globalización no se refiere a lo que cada uno espera hacer, sino a lo que les sucede a todos5. De ahí
que puede pensarse como “el nuevo desorden mundial”6

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1 BAUMAN, Zygmunt, LA GLOBALIZACIÓN, CONSECUENCIAS HUMANAS, Fondo de Cultura Económica Argentina,


Buenos Aires, Argentina, 1999, pp. 80.

2 PNUD, “Informe sobre el Desarrollo Humano 1997. Desarrollo Humano para erradicar la pobreza” [en línea].
1997. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), disponible en
Http://hdr.undp.org/en/media/hdr_1997_es_cap4.pdf, cap. 4, pp. 3. CALDERON, Fernando (cord.), CIUDADANÍA Y
DESARROLLO HUMANO. Cuadernos de gobernabilidad democrática 1, PNUD, Siglo veintiuno editores, Buenos
5

Aires, Argentina, 2007. “Primera parte: 1 Ciudadanía y desarrollo humano”, pp. 34. 4 CEDILLO, Sergio A,
“Desarrollo Humano, ética y ciudadanía en un mundo globalizado” [en línea] 2003. ISBN 99926-662-3-4. Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), disponible en:
http://www.undp.un.hn/publicaciones/colecciones/DH_14.pdf (fecha de consulta: 23 de noviembre de 2011),
pp.8.5 BAUMAN, Zygmunt, Op. Cit, pp. 81.6 Ibídem, pp. 78. El subrayado es nuestro.marco, los ciudadanos-
consumidores se definen por el hábito de cambiar de hábito8

En tercer lugar, la fugacidad define la cotidianeidad, la base espiritual sobre la que se asienta la
sociedad posmoderna. Actualmente las personas viven indefectiblemente en movimiento, al menos
metafóricamente, porque la sociedad en la que nacen –definida como sociedad de consumo- se
reproduce bajo esa lógica. En ella, el mundo de la producción se acerca a la precariedad mediante la
generalización de trabajos temporarios, flexibles o de tiempo parcial, y a la volatilidad mediante la
reducción masiva del tiempo de vida útil de productos y servicios. El mundo cultural, por su parte, se
vuelve relativo, híbrido. Los ciudadanos se convierten en receptores de noticias que se actualizan en
cuestión de segundos y de información cuyo caudal aumenta vertiginosamente. Así, los esquemas
mentales se adaptan a lo transitorio, al movimiento continuo.

¿Cuáles son los principales dilemas que se rescatan al reflexionar acerca de estas características en
conjunto?

La sociedad anterior (moderna) era de producción, pues utilizaba a sus miembros principalmente
como productores y soldados. Pero la actual (posmoderna) es una sociedad de consumo transversal,
ya que “tiene la capacidad de impregnarlo todo a dos niveles. Primero, el mundo físico, llámese
mercado, cultura, comunicación y vida, y segundo, el nivel de la conciencia, es decir el ser”7

En este persiguiendo satisfacciones instantáneas y reduciendo el tiempo que le dedican a cada una
de las miles de opciones que pueden escoger; no fijan su atención en un objeto durante mucho
tiempo, sino que son impacientes, impulsivos e inquietos. Se definen por estar en movimiento, por
establecer contactos efímeros y vivir en la fugacidad. En esta cultura del olvido, el espacio público
-donde se formulan los juicios de valor y se crean las expectativas de comportamiento social- se
encuentra en decadencia. Tradicionalmente éste se encontraba en ágoras y foros en el seno de los
cuales se consensuaban programas, se ventilaban públicamente asuntos privados; se formulaban,
rectifican y ratificaban juicios; y se dictaban fallos. Su declive atrofia la capacidad comunicativa del
ciudadano, dificultando la construcción de comunidades y alentando paralelamente la simple
agregación atomizada de la población que sólo se relaciona fugazmente.

Los espacios públicos son lugares de encuentro donde se crean normas por consenso y se las aplica
de manera horizontal; donde los participantes se constituyen en una comunidad con criterios de
evaluación compartidos. Un territorio despojado de espacio público, en cambio, ofrece escasas
oportunidades de debate, creando la sensación de que “los fallos de bien y mal, belleza y fealdad,
decencia o indecencia, utilidad e inutilidad sólo descienden de lo alto […] (y) son inapelables”9. Y
esto relativiza la idea de libre albedrío ya que el ciudadano posmoderno podría ser consumidor
porque quiere, o bien porque la sociedad en la que vive se lo impone. Pero dejando ese
cuestionamiento de lado, puede reflexionarse acerca de otra cuestión más simple: tal vez a todos se
les asigne el papel de consumidor y tal vez todos quieran ser consumidores; pero la realidad es que
6

no todos pueden serlo, pues muchas personas no tienen la libertad para elegir el lugar que ocupan.
En la sociedad posmoderna, el rico y el pobre son consumidores por definición, pero el segundo es
inútil e indeseado10 ¿Inútil? De alguna manera u otra, con criterios similares o diferentes, las
sociedades humanas terminan estratificándose. Pero hoy es más perceptible que nunca –tal como
se mostró en el capítulo 1- que la creación de riqueza va en camino a emanciparse de
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7 CEDILLO, Sergio A. Op. Cit, pp.8.8 BAUMAN, Zygmunt, Op. Cit, pp. 108.9 Ibídem, pp. 37.10 Ibídem .

esas viejas conexiones con la fabricación de cosas, la creación de puestos de trabajo y la


administración de personas. Los viejos ricos necesitaban a los pobres para crear y acrecentar su
riqueza, lo que mitigaba el conflicto de intereses e impulsaba los esfuerzos, por débiles que fuesen,
para ocuparse de ellos. Los nuevos ricos ya no los necesitan.

¿Indeseado? Lo inútil es siempre indeseado. En la cima de la pirámide social podría decretarse el fin
de la geografía, dado que la velocidad alcanzada por el transporte de la información puso fin al
concepto de desplazamiento, y colocó en su lugar al de instantaneidad. En todas partes es “aquí y
ahora”, por lo que los indicadores de espacio y tiempo pierden importancia y, consecuentemente, las
personas dejan de estar separadas por obstáculos físicos o distancias temporales. Esas mismas
personas que están integradas desde distantes puntos del planeta por compartir una cultura global,
se encuentran a su vez distanciadas de grandes masas de población que físicamente se encuentran
más próximas pero al mismo tiempo están en las antípodas de la pirámide social. Y los lazos
sociales ya no necesitan ser construidos por la proximidad física, por eso los poderosos optan por
aislarse de los desiguales, de los locales, desconociéndolos. Se van generando espacios
prohibitorios, espacios reducidos de élites que no se identifican con su territorio sino con un status
social, y que ignoran a los distintos, mantienen a los indeseados a distancia.

Fernando CALDERÓN explica este fenómeno a partir de la tecnoeconomía, “que implica una
interconexión simultánea entre diferentes sectores considerados económicamente valiosos, de
distintos países y regiones. (…) Pero (…) pone de manifiesto la desigualdad que supone tanto en las
relaciones entre las distintas sociedades como al interior de ellas mismas, donde un núcleo está
conectado globalmente y puede actuar en el mundo, mientras que la mayoría vive su inserción de
manera precaria y pasiva, y sobre todo experimenta las consecuencias negativas de estos
procesos”.. Uno de los sellos de globalización es que mientras las élites pueden alejarse de los
indeseados, no ocurre lo mismo a la inversa. Los desafortunados se sienten humillados al no poder
evitar contrastar su realidad con las maravillas que ofrece el mundo globalizado del que son actores,
pero no agentes. La privación de libertad se vuelve aún más ingrata ante la exhibición ostentosa de
quienes la poseen. Las consecuencias psicológicas de la acentuación de las brechas sociales son
más preocupantes en tanto la dinámica social actual responde a la lógica de la eficiencia de
(CALDERÓN, Fernando. Op. Cit, pp. 35).los procesos económicos y tecnológicos y se aleja de la
lógica humana( Cedillo) de la solidaridad. Altera los valores que deben guiar la convivencia social,
menospreciando el sentido de responsabilidad por el bien común. Es preciso rescatar una ética que
impulse la convergencia entre el bienestar individual y el desarrollo de las capacidades colectivas.
7

Así se presenta la globalización en la cotidianeidad. La dualidad es uno de sus atributos, por eso las
dos caras de la moneda de la realidad social: integración y libertad de elección (ganadores), y
descomposición de lazos sociales y privación de capacidades (perdedores). Bernardo KLIKSBERG
sostiene que “esta asimetría relacional […] crea conciencia de la ausencia de justicia en el mundo
globalizado, y se convierte en la demanda de aquélla”( 13 KLIKSBERG, Bernardo (comp.), LA
AGENDA ÉTICA PENDIENTE DE AMÉRICA LATINA [en línea]. 2005. Biblioteca virtual del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), pp.52, disponible en: www.iadb.org/ .

Repensando el desarrollo. Esa demanda de justicia obliga a hallar una salida a las contradicciones e
incertidumbres de la realidad social, adoptando una visión del desarrollo que vuelva a concebir a la
economía como uno de los tantos aspectos de la vida humana “y, por consiguiente, en íntima
conexión con la política y la cultura, con la ecología y la sociología, la psicología y la antropología”
( MAX-NEEF, Manfred, DESARROLLO A ESCALA HUMANA. CONCEPTOS, APLICACIONES Y
ALGUNAS REFLEXIONES, Editorial Nordan Comunidad, Montevideo, Uruguay, 1998, pp. Fuente:
elaboración propia . En este marco, Amartya SEN presenta el enfoque de las capacidades cuyo eje
es el desarrollo humano a partir de la libertad. Sus premisas fueron adoptadas por el PNUD y son las
que guían el accionar del organismo, reflejándose fundamentalmente en el diseño del conocido
Índice de Desarrollo Humano (IDH). Los informes anuales de Desarrollo Humano publicados, parten
de considerar al desarrollo como un “(…) proceso mediante el cual se amplían las oportunidades de
los individuos, las más importantes de las cuales son una vida prolongada y saludable, acceso a la
educación y disfrute de un nivel de vida decente. Otras oportunidades incluyen la libertad política, la
garantía de los derechos humanos (sic.) y el respeto a sí mismo lo que Adam Smith llamó la
capacidad de interactuar con otros sin sentirse «avergonzado de aparecer en público»”

( PNUD, “Definición y medición del Desarrollo Humano” [en línea]. 1990. Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD), disponible
en:http://www.undp.org.ar/desarrollohumano/DefinicionymediciondelDesarrolloHumano.pdf )

Veamos cuáles son los lineamientos generales de esta nueva visión del desarrollo, basada en
principios éticos.;En primer lugar, este paradigma presenta al desarrollo “como un proceso de
expansión de las libertades reales de que disfrutan los individuos (…) [dejando de lado] las visiones
más estrictas del desarrollo, como su identificación con el crecimiento del producto nacional bruto,
con el aumento de las rentas personales, con la industrialización, con los avances tecnológicos o con
la modernización social” (SEN, Amartya, DESARROLLO Y LIBERTAD, Editorial Planeta, Barcelona,
España, 2000, pp.).

Tal como lo explica Fernando Calderón, “Sen critica el uso «indiscriminado» de la expresión
«exclusión social», vinculándola a la noción de pobreza como privación de capacidades, e indaga su
contenido en la relación social que supone. Si se entiende la pobreza como bajos ingresos, entonces
se distancia de la noción de exclusión social, pero si se la entiende como privación de capacidades,
puede asociarse a ella. Y aunque los bajos ingresos implican vivir con privaciones, ellos no son la
única influencia en este aspecto. Sen retoma la filosofía aristotélica para señalar que una vida
empobrecida es aquella en la que se carece de libertad para ejercer actividades consideradas
importantes para una persona. Pobreza, en su enfoque, es privación de capacidades. Hay
capacidades y funcionamientos a los que las personas tienen buenas razones para valorar; por
8

ejemplo, existen buenas razones para valorar no ser excluidos de las relaciones sociales y ser parte
de la vida de la comunidad sin sentimientos de vergüenza, autocensura, discriminación, etc”(
CALDERÓN, Fernando. Op. Cit, pp.43).

De ello se desprende, en segundo lugar, que esta visión exige reflexionar acerca de cómo
desarrollar las propias capacidades. Para entenderlo, hay que hacer una distinción entre
necesidades humanas, satisfactores y bienes económicos. Las necesidades humanas son: ser,
tener, hacer y estar; la subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación,
identidad y libertad. De acuerdo a Manfred MAX NEEF, no sólo son finitas, sino que también son
iguales en todas las culturas y épocas. Lo que cambia, a través del tiempo y de las culturas, es la
manera de satisfacer las necesidades, es decir, los satisfactores. Éstos representan formas de ser,
tener, hacer y estar. Pueden incluir modos de organización, estructuras políticas, prácticas sociales,
condiciones subjetivas, valores y normas, espacios, contextos, comportamientos y actitudes. Por
ejemplo, la alimentación es un satisfactor de la necesidad de subsistencia y la familia es un
satisfactor de la necesidad de protección.Finalmente, los bienes económicos son medios a través de
los cuales el sujeto potencia los satisfactores. Por eso si se considera a los bienes como fines en sí
mismos, el proceso de satisfacción de necesidades se corrompe. Amartya SEN subraya la
importancia de distinguir una cosa de otra: “La diferencia entre las dos perspectivas (es decir, entre
la concentración de la atención exclusivamente en la riqueza económica y la concentración más
general en la vida que podemos llevar) es una importante cuestión en la conceptualización del
desarrollo. Como señaló Aristóteles […] «la riqueza no es, desde luego, el bien que buscamos, pues
no es más que un instrumento para conseguir algún otro fin»” (20 SEN, Amartya, DESARROLLO Y
LIBERTAD. Op. Cit, pp. 20),

Las necesidades revelan la doble condición existencial del hombre: carencia y potencia. Concebir las
necesidades tan sólo como carencia implica restringirla a lo fisiológico y a la falta de algo. Al
concebirlas también como potencia, reconocemos que las necesidades motivan, comprometen y
movilizan a las persona. Siguiendo esta línea de razonamiento, nos encontramos, en tercer lugar,
con que un desarrollo orientado hacia la satisfacción de las necesidades humanas no puede
estructurarse estrictamente de arriba hacia abajo. No puede imponerse, sino que debe emanar de
las acciones, aspiraciones y conciencia creativa y crítica de los actores sociales que asumen el rol de
agentes de desarrollo y que se empoderan, convencidos de que lo social no anula lo individual, sino
que por el contrario, lo individual puede potenciar lo socia(. MAX-NEEF, Manfred, Op. Cit, pp. 88).
Amartya SEN afirma que “La expansión de las libertades (…) no sólo enriquece nuestra vida y la
libera de restricciones, sino que también nos permite ser personas sociales más plenas, que ejercen
su propia voluntad e interactúan con –e influyen en- el mundo en el que viven” (SEN, Amartya,
DESARROLLO Y LIBERTAD. Op. Cit, pp. 31.22).

Esta reflexión destaca el papel transformador que tiene “la capacidad del ser humano de movilizar su
sensibilidad, imaginación, voluntad y talento intelectual en un esfuerzo que se extiende desde el
desarrollo personal al desarrollo social” MAX-NEEF, Manfred. Op. Cit, pp 110. Afirma que el camino
al desarrollo también se forja desde la sociedad civil.

En cuarto lugar, esta visión del desarrollo exige incorporar al análisis económico, variables que han
sido consideradas residuales anteriormente. Esto permite valorar el impacto que tienen sobre el
9

proceso de desarrollo recursos no convencionales, tales como: conciencia social, cultura


organizativa y capacidad de gestión, creatividad popular, energía solidaria y capacidad de ayuda
mutua, calificación y entrenamiento ofrecido por instituciones de apoyo, capacidad de dedicación y
compromiso de agentes externos o internos ( MAX-NEEF, Manfred. Op. Cit, ). Su nota distintiva es
que, a diferencia de los recursos convencionales que se agotan a medida que se utilizan, éstos se
agotan si no se los utiliza (Ibidem)- Para localizar y valorar estos recursos es necesario mirar la
infrahistoria de la vida cotidiana donde las prácticas productivas se entroncan con estrategias
colectivas de supervivencia, identidades culturales y memoria popular. Sí, es un mundo invisible y
por lo tanto presenta limitaciones para su medición estadística; pero es la fuente de relaciones entre
prácticas económicas, organizaciones sociales y rasgos culturales que no pueden obviarse.

Estos componentes no visibles en términos de cálculos económicos tienen un papel fundamental en


la consecución de las metas de desarrollo humano. Éste “(…) busca el incremento de las
capacidades de los actores (ciudadanos, organizaciones, movimientos sociales, etc) para que
construyan su libertad y decidan, en función de sus valores y aspiraciones, el tipo de vida que
desean tener” ( CALDERON, Fernando (coord.), CIUDADANÍA Y DESARROLLO HUMANO.
Cuadernos de gobernabilidad democrática 1, PNUD, Siglo veintiuno editores, Buenos Aires,
Argentina, 2007. “Primera parte: 1 Ciudadanía y desarrollo humano”, pp 32.)

Bibliografía.

Libros.

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CALDERON, Fernando (coord.), CIUDADANÍA Y DESARROLLO HUMANO.

Cuadernos de gobernabilidad democrática 1, PNUD, Siglo veintiuno editores, Buenos Aires,


Argentina, 2007. “Primera parte: 1 Ciudadanía y desarrollo humano”, pp. 31-64.

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Sitios electrónicos.

Grupo Banco Mundial www.bancomundial.org

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo www.undp.org

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