Está en la página 1de 1

Política saltimbanqui de un régimen que no dice la verdad

Al principio de la pandemia hubo dos grandes maneras de afrontarla. Unos países dispusieron
fuertes medidas de aislamiento de la población, que las personas se mantuvieran separadas
para evitar que la enfermedad se propague. Otros gobiernos, autoritarios, cucufatos del dios
mercado, prefirieron ignorar la enfermedad, minimizar sus efectos sobre la salud y mandar a
los trabajadores a seguir con las actividades cotidianas.

Ambos actuaron por miedo. Los primeros por temor a que los derechos a la vida y a la salud.
Los segundos tuvieron pavor a que las ganancias de los empresarios se descalabren por el
frenazo del aparato productivo. Unos temían al descalabro de los derechos, a la falta de salud
y al quiebre de la vida. Otros a la falta de dinero.

En Perú, en un primer momento el gobierno acogió la primera opción: ordenó un Estado de


emergencia y aislamiento mientras intentaba adecuar los hospitales desatendidos durante
decenios de fiesta para la inversión en clínicas y servicios privados. Para parecerse a los
mandatarios decentes ordenó entregar un bono que no llegó a todos los necesitados. A pesar
del Estado mínimo la pandemia se contuvo.

Después, desde el 1 de julio, obedeciendo a las presiones de la CONFIEP, el presidente mandó


abandonar la cuarentena y abrir las compuertas de la economía. Inventó que los contagiados y
los muertos no eran tantos y que inevitablemente todos nos infectaríamos. Muchísimos
salieron a buscarse la vida en las calles, fábricas y tiendas, tomaron el primer avión o bus para
regresar a donde estar a salvo. Terminó la cuarentena otorgando a empresas oligarcas 60, 000
millones de soles para que se “reactiven”.

Política saltimbanqui de un régimen que hace aguas, cuyo mayor miedo es perder el poder. Si
para mantenerse debe obedecer los dictados de los mandones ricos, devaluar los derechos,
desarmar los triunfos sociales, descalabrar la naturaleza y la vida, “abrir la economía” lo hace y
punto. Si para los reflectores aparece bien hacer el paripé de preocuparse por los ciudadanos,
lo hace y punto.

El resultado de esta indefinición es la parálisis de la economía y la multiplicación de los


contagios y muertos, familiares enfermos, miles de despedidas en la puerta de los hospitales,
los velorios solo con la foto triste del que partió. Como casi siempre nuestra historia, en las
crisis y epidemias se salvan y enriquecen los mismos acaudalados y poderosos, y a la gente
normal solo nos queda la colecta para comprar balones y plantas de oxígeno, la solidaridad de
los comedores populares, el cariño de las ollas comunes, la ternura de nuestras familias y
nuestros pueblos.

También podría gustarte