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La Soledad

La soledad es un fenómeno más común de lo que podemos pensar. Todos pasamos


por ahí y en ocasiones sin ni siquiera saber por qué. Simplemente nos sentimos
cansados, tristes y solos. A menudo la razón está simplemente en "un día tonto"; un día
lluvioso o gris, una canción o un pequeño enfado o preocupación que pueden
amargarnos.
Sin embargo, en ocasiones, las razones son más profundas. Puede que no tengamos
comunicación con nuestra familia , que nuestro carácter sea difícil y no se preste a la
relación con otros. Quizás la propia sociedad y su afán competitivo y de lucha nos
desanima. Nuestro futuro indeciso y oscuro nos quita las ganas de
seguir esforzándonos, alguna situación nueva a la que nos enfrentamos nos asusta.
¿Cuál es la causa básica de la soledad? El sentimiento de abandono o impotencia acaba
por llevarnos al desaliento, a la soledad.
¿Cómo reaccionan los jóvenes ante la soledad? Mientras unos pocos optan por
refugiarse en una gran actividad idealista, la mayoría institucionaliza su soledad a través
del pasotismo. Otros se esconden en las ultimas novedades de las filosofías orientales
o acaban bajo el dominio de actividades relacionadas con la delincuencia, las drogas o
el sexo. Sin embargo, la mayoría de los adolescentes olvida una realidad que podría
serles de ayuda. Aunque se olvidan de Dios porque la vida religiosa que ven les
produce bostezos y otros porque no han sabido descubrir nada personal tras la cortina
de la religiosidad muerta y fría. Todos han olvidado que cuando Dios se presenta al
hombre, no lo hace como una religión o una serie de normas morales, sino como una
persona ansiosa por repartir amor.

SAN JUAN 3:16, 17 RVR60


"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él."

Hay además una soledad a la que no podemos renunciar, la que nos permite
conocernos a nosotros mismos. Este tiempo es algo que procuran evitar muchos
jóvenes. Para ello buscan muchos amigos y actividades porque temen conocerse. Los
cristianos sabemos quienes somos y hacia donde vamos. No deberíamos temer, por
tanto, a estar solos para reflexionar sobre nuestra vida. De hacerlo, podemos descubrir
que Jesús mismo está a nuestro lado siempre.
SAN MATEO 28:20
RVR60 ...y he aquí yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo. Amén.
Debemos recordar siempre que el Señor nos acompaña (Dt. 31:8, Mt. 28:20, Juan
15:13-15). Podemos vernos a salvo de la soledad destructiva , aceptando la amistad
que Dios nos ofrece a través de la persona de Jesús. Los momentos en que nos
envuelve la soledad, pueden se positivos con la compañía de Jesús, y con la búsqueda
de otras personas que necesitan ayuda aun más que nosotros mismos.

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