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2. Rezar el Padrenuestro
3. Rezar 3 Avemarías y Gloria.
5. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
7. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
9. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
11. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
13. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
14. Rezar la Salve.
SEÑAL DE LA CRUZ
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. +En el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad
infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa
porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente
nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
PADRENUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVEMARÍA
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito
es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
GLORIA
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
JACULATORIAS
Puede usarse una de estas dos:
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora
y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo,
especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima).
SALVE
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti
llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este
destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce
siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor
Jesucristo.Oración. Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el
cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para que fuese merecedora de ser digna morada de tu
Hijo; concédenos que, pues celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión seamos
liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.
CURACIÓN MILAGROSA
En la parroquia en la que actualmente me encuentro hay un grupo de santas mujeres que semanalmente visitan a
los enfermos y rezan con ellos el santo Rosario. Fueron a una casa y aunque sabían que el enfermo era evangélico,
se ofrecieron para rezar allí las 50 avemarías ya que la esposa no tenía ningún reparo en que lo hicieran, dado que el
enfermo estaba desahuciado y se encontraba en los últimos estertores de la muerte. Apenas respiraba y su agonía
era evidente. Tenía un cáncer y ya no tenía humanamente remedio. Terminado el rezo de los misterios y ya se
disponían para marchar cuando, con gran sorpresa de todos, se levantó sano y bueno. Reconoció públicamente que
atribuía esa sanación inesperada al rezo del santo rosario. Confesaba que él, siendo evangélico de toda la vida,
advertía que mientras esas santas mujeres rezaban con toda devoción el padrenuestro y las avemarías, su organismo
empezaba a revivir, con gran gozo y admiración por parte de él. Las mujeres le dijeron que se hiciera unas placas de
rayos x, y el médico, más sorprendido que nadie, quiso confirmar su curación haciéndole cuatro placas. Todas dieron
resultado negativo. Estaba totalmente curado.
VUELTA A CASA
Caminaba tranquila hacia su casa cuando se vio frente a frente con una mujer que llorando mostraba un gran
tormento interior. La mujer le dijo: " Me han informado que usted es una persona muy espiritual. Me encuentro en
situación-límite. Si usted no me ayuda, puedo cometer una locura" La catequista le preguntó: " ¿Qué es lo que le
angustia?” La mujer, enjuagándose las lágrimas, le respondió: " Soy divorciada y tengo tres hijas en la misma
situación. No tenemos trabajo y mis nietos pasan mucha necesidad. Cada día crece mi desesperación. Por favor,
ayúdeme" La catequista le dijo clara y decididamente: " No tengo dinero para ayudarle, pero le voy a regalar
un rosario para que usted, con sus hijas, lo rece cada día. La Virgen María es ¡MADRE!" La señora, al principio, se
quedó cortada, sin saber cómo reaccionar, pero viendo la seguridad con que le hablaba la catequista, le dió las
gracias y se marchó. Pasaron varias semanas y la catequista se encontró con la sorpresa de que llamaban a la puerta
de su casa y le entregaban un ramo de lirios, tan lujoso como bello. Ella firmó el recibo y se quedó impresionada. No
podía explicarse quién le podría haber mandado ese regalo. Pasó una semana y volvió a recibir otro ramo de lirios
tan lujoso y bello como el anterior. Quiso preguntar al joven quién se lo mandaba, pero el dependiente no supo
darle razón. A la semana y media volvió a recibir otro ramo de lirios. Ella ya no pudo contener su curiosidad y
empezó a hacer pesquisas, pero todo fue inútil. Pero un día en la calle se encontró de nuevo con la señora que le
había pedido auxilio, quien no dejaba de abrazarla y besarla, al tiempo que le decía: " Aunque usted me lo reclame,
no le devolveré el Rosario, pues me ha hecho tres milagros" La catequista no podía dar crédito a lo que ella le
contaba, tanta era la emoción que le embargaba por dentro. La señora le confiesa que ella fue la que le mandaba los
ramos de lirio, ya que cada vez que regresaba su yerno a su esposa, ella se lo manifestaba con flores. Los tres
esposos regresaron cambiados y trasformados, decididos a ser buenos cristianos, a vivir en su hogar y educar a sus
hijos. La señora quería darle un regalo a la catequista, pero ella le manifestaba que el regalo tenía que ser sólo para
la Virgen, ya que ella simplemente había sido un instrumento. Le tomaron tal cariño las hijas y sus respectivos
esposos a la catequista que le rogaron muy encarecidamente que les acompañara en la cena de Navidad, a lo que
ella aceptó muy complacida. Estaban a punto de iniciar la cena familiar, cuando de pronto suena el teléfono y al abrir
la puerta, se encuentran con el esposo de la señora quien solicitaba le perdonaran, pues estaba decidido a cambiar y
a ser buen esposo. Todos lloraban de pura alegría. La Virgen María había hecho realidad lo que nadie podía haber
imaginado. Fue la Navidad más hermosa de toda su vida.
SUCEDIÓ EN JAPÓN
El famoso P. Emiliano Tardiff narra la siguiente historia que él vivió en uno de sus viajes a Japón. En ese país los
católicos son un puñadito en relación a una masa ingente de personas que todavía no han conocido a JESUS. Cuando
llegó le solicitaron que fuera a una casa en donde una muchacha muy joven estaba poseída por el demonio. Fueron
con él un grupo de personas. Se acercó a la cama en la que se encontraba aquella joven y empezó a escuchar una
letanía de blasfemias a cual más horrible. El P. Emiliano empezó a hacer su oración invocando el sacratísimo Nombre
de JESUS, a envolver a la joven con la Sangre preciosísima del Señor, a exigir al demonio a que saliera de aquella
joven y así por un un buen rato. Viendo los allí presentes que las blasfemias continuaban y el P. Emiliano iba a perder
el avión, a uno de los allí presentes se le ocurrió rogarle al P. Emiliano que iniciaran el rezo del Santo Rosario,
convencidos de que la Santísima Virgen es la más poderosa capitana en la lucha contra el demonio. No habían
terminado la primera decena del rezo mariano, cuando vieron que la muchacha daba señales evidentes de
liberación, pues no sólo no vomitaba blasfemia alguna, sino que se relajaba y terminó por quedarse completamente
dormida y libre del demonio. Al día siguiente, la joven llamó por teléfono al P. Emiliano para darle las gracias por la
completa sanación y liberación del demonio. -