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LA CASA DE LOS CONEJOS- INFANCIA CLANDESTINA

Integrantes: Aguirre Soledad, Argañaraz Fiorella, Farias Tatiana y Vidal Priscila

Curso: 5to Economía

Docente: Giorgetti Verónica

Colegio: Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús


La novela nos traslada a La Plata en el año 1975, capital de la provincia de Buenos
Aires cuya universidad es de las más importantes del país. La protagonista de siete
años es hija de militantes del grupo guerrillero Montoneros y ello conlleva una vida en
la clandestinidad.

Sus padres la llevaron a vivir a una casa con tejas rojas y un jardín, como ella quería.
Ahí, le explicaron porque se mudaron y que no tenía que decir donde vivían ni el
secreto del ático, mientras, para poder ir al colegio, tenía ir a casa de sus abuelos
donde de ahí la llevaban al colegio y a la tarde-noche sus padres la iban a buscar.

“Mi madre se decide finalmente a explicarme, a grandes rasgos, lo que pasa.


Hemos tenido que dejar nuestro departamento, dice, porque desde ahora los
Montoneros deberán esconderse. Es necesario, ciertas personas se han vuelto muy
peligrosas: son los miembros de los comandos de las AAA, la Alianza
Anticomunista Argentina, que levantan a los militantes como mis padres y los hacen
desaparecer. Por eso debemos refugiarnos, escondernos; y también resistir. Mi
madre me explica que eso se llama <pasar a la clandestinidad>”

Un día, llama su madre y le dice que el padre había sido apresado.

Dos o tres meses después de no ver a su mamá, su abuelo la lleva a una plaza donde
se encontrará con ella, pero cuando esta aparece, apenas la reconoce por su nuevo
color de pelo producto del riesgo de identificación. La madre, casi sin hablar con la
nena, la lleva a una juguetería para comprarle una muñeca.

Después, la lleva a un lugar extraño, donde la nena nunca había estado, además la
recibe una señora no conocía. La casa estaba mayormente vacía, pero había libros
apilados por toda la casa.

Luego conocen a la pareja “Cacho” y “Didí” (Daniel y Diana), con los que convivirían.
Yendo a la casa nueva, el auto pasa por la juguetería donde la madre le había
comprado la muñeca. La nena le dice a su madre repetidas veces que vendían una
muñeca más linda a la que ella había elegido, cuando el chofer se ve irritado por la
nena, grita diciéndole que se calle. Ella afectada por los gritos hace silencio y se da
cuenta de que su madre tenía los ojos vendados y ella le explica que no podían ver a
donde iban.
Al fin llegaron a la casa nueva. La convivencia no fue un problema, lo importante era
lo que se sucedía ahí dentro, el “Embute”. Para construirlo había que hacer un gran
agujero en la tierra.

Los únicos que asistían a la casa eran Cesar (el responsable del grupo), el obrero y
el ingeniero. El obrero y el ingeniero se trasladaban en una camioneta conducida por
Didí, en la que se escondían en la parte trasera con una frazada.

El ingeniero construye un muro falso en la casa para el “Embute”. Funciona con un


control que dejaban a la vista para no generar sospechas. Él estaba deslumbrado con
un cuento de Edgar Alan Poe “La carta robada”, la cual insistía con una frase del
cuento: “Al descuido que lleva al intelecto a no tomar en cuenta consideraciones de
una excesiva evidencia”.

Cacho trabajaba en Buenos Aires, en un estudio importante, lo cual esconde su


verdadera identidad de revolucionario, igualmente con su esposa, que pasa
desapercibida por su hermosa sonrisa y por su embarazo.

“Por lo general, Cacho parte a Buenos Aires temprano en la mañana y no vuelve


hasta muy tarde en la noche. Trabaja en un estudio donde ocupa un puesto
importante, creo; en todo caso, siempre está de punta en blanco. Salvo los fines de
semana, usa un traje azul oscuro, una corbata también azul ligeramente más clara
que el traje y una camisa de una blancura irreprochable. Con su maletín de cuero
negro y sus bigotes estrictos, en verdad no tiene nada de un revolucionario”

El ingeniero sólo insistía con la preservación de identidad después de varias


ocasiones como cuando la nena le quiso sacar una fotografía sin rollo porque estaba
jugando, y el ingeniero reaccionó de manera agresiva. O cuando la nena fue a jugar
en casa de su vecina y la madre se enfureció. Pero todo esto era porque detrás del
muro falso, fabricaban el diario “Evita Montonera” y Cacho los enviaba a la ciudad
envueltos como regalo para que nadie sospechara, pero como había que disimular
todo el movimiento de tantas idas y vueltas de la camioneta, hicieron un criadero de
conejos en el garaje para vender y pasar desapercibidos con el tema de los diarios.

Cuando la madre se reencuentra con el padre de la nena, éste le dice de exiliarse del
país con la nena.
Una vez que la nena y su madre llegaron a Paris, la información les llegaba tarde.
Supo que Didí había dado a luz a Clara Anahí. Después de la guerra de Malvinas el
padre fue liberado y le dio un libro a la nena: “Tomá. Acá se habla de la casa donde
viviste con tu madre”.

El libro se titulaba: “Los del ’73. Memoria montonera”. El cual revela que había pasado
con la casa y sus habitantes después de su exilio en Paris.

Todos los que vivían en “La casa de los conejos” habían sido ejecutados por los
militares. El único que salió vivo el día del ataque fue Cacho, que había ido a trabajar
a Buenos Aires, y su hija Clara Anahí se encontraba en casa de sus abuelos.
Exactamente ocho meses después del ataque a la casa de los conejos fue asesinado
y se especula que su hija fue criada por los militares.

Cuando la señora pudo contactarse con la madre de Cacho, “Chicha Mariani”, le pidió
que le contara como había sido todo y quien fue el que los había delatado, fueron al
lugar donde alguna vez fue “la casa de los conejos”. Ella agobiada por ver como
habían destrozado la casa a balazos, recordando cada rincón del hogar tenía cada
vez más dudas de lo que había pasado. Se preguntaba quién fue el que los traicionó,
y dudando de Cesar, la Madre de Daniel le responde que el ingeniero cuando cayó
preso los mandó al frente, él no sabía la dirección de la casa, pero sabía que estaba
en algún lugar de La Plata, así que lo llevaron en helicóptero a recorrer la ciudad, el
conocía la construcción y el diseño de la casa por lo que no le costó distinguirla.

En sí, el libro habla sobre lo que la nena vivió en esa época, cuando se tenía que
esconder de los militares porque estaba prohibido y podía ir a la cárcel o desaparecer.
Al final de la novela, la gente con la que convivía fue fusilada porque los mandaron al
frente.

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