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Sociología de la Fisioterapia

Presentado por: Juan David Contreras López, Julian Mateo


Cucunuba Correa, Maria Jose Mayorga Contreras, Nicole
Tonguino Quintero, Lina Tatiana Melo Montenegro.

La fisioterapia, al igual que otras profesiones relacionadas con las ciencias de la salud,
se encuentra actualmente inmersa en un entramado social complejo y desalentador.

Por un lado, a partir de la ley 100 de 1993 y la correspondiente reestructuración del


sistema de salud, el derecho fundamental de la atención médica se ha convertido en una
mercancía, en donde la fachada de la “cobertura universal” se halla en manos de la
especulación del capital financiero, reflejando la característica neoliberal del abandono
estatal de sus propias instituciones y, por ende, de sus propias responsabilidades (1).
Tanto las instituciones prestadoras de servicios como los profesionales de la salud -en
este caso fisioterapeutas-, están sujetos a la lógica capitalista de la acumulación por
parte de entidades particulares (EPS), arrastrados por exigencias de productividad,
eficiencia, rentabilidad y condiciones precarias que tienen como finalidad acrecentar las
riquezas del sector más reducido de la población, mientras que el resto se ve expuesto
cada vez más a condiciones de pobreza y vulnerabilidad.

Por el otro, la tradición del pensamiento biomédico occidental, hegemónico e imperante,


representado a través del paradigma positivista de la ciencia, expresa una posición
dominante del saber basado en la lógica cartesiana de la causalidad, reduciendo la
complejidad del fenómeno salud-enfermedad a cuestiones técnicas y funcionales, que
terminan desconociendo el universo social y cultural del paciente, su carácter sensible
(2 y 3); confinando la representación y los imaginarios sobre el cuerpo y el movimiento
humano -objeto de estudio de la fisioterapia- a su fragmentación o atomización como
forma de entendimiento, e instrumentalización y explotación como contenedor de las
dinámicas de la sociedad de consumo.

Así pues, el trabajo del fisioterapeuta, que se basa principalmente en brindar un servicio
en función de la prevención, recuperación o potencialización del movimiento corporal
del paciente, se convierte en algo extraño o ajeno para él, sintiendo que su trabajo no le
pertenece, que ya ni siquiera le pertenece al paciente, pues lo que se hace, ya no está
primordialmente dirigido para mejorar su condición de vida, sino que responde a las
codiciosas intenciones de lucrarse por parte de las instituciones de salud. Esta sensación
de extrañamiento es entendida como enajenación.
Para Marx, “una consecuencia inmediata del hecho de estar enajenado el hombre de su
trabajo, de su actividad vital, de su ser genérico, es la enajenación del hombre respecto
del hombre” (4). Esto, traducido a la relación del fisioterapeuta con sus pacientes puede
asociarse con la incapacidad para pensarse a la persona que tiene en frente de una
manera integral.

Incapacidad que a su vez está estrechamente relacionada con el paradigma positivista


biomédico. De allí se derivan la privación de las cualidades que distinguen a las
personas como seres humanos, la pérdida de la identidad, la independencia y la
integridad del ser con respecto de otros (5 y 6). Que, en otras palabras, se entiende como
la cosificación del paciente, su deshumanización, en base a un sistema de entendimiento
frívolo y calculador.

Si bien, el panorama del ejercicio de la fisioterapia parece sombrío, no todo lo que ha


traído consigo el desarrollo técnico y tecnológico de la sociedad contemporánea puede
reducirse a la fatalidad. La globalización ha permitido que pensamientos divergentes y
alternativos circulen, dotando a las personas en general, y a la academia e instituciones
de la salud en particular, de reflexiones, nuevos conceptos y formas del pensamiento
que buscan devolver ese componente humanístico a la relación terapeuta-paciente,
resignificando, deconstruyendo lo que se entiende por salud, enfermedad, cuerpo y
movimiento; al ser humano en su abierta complejidad, es decir, desde sus diversas
dimensiones: biológica, cultural, social, histórica, vivencial...

Recientes interpretaciones del papel que juega el humanismo dentro de las ciencias de la
salud han puesto su mirada en la construcción de un modelo diferente de formación.
Basados en una perspectiva holística, que tiene en cuenta la realidad biopsicosocial, la
concepción pluridimensional y multicultural de la salud y la enfermedad en términos de
bienestar, hermenéutica y dialógica en función de resignificar el trato con el paciente,
buscan consolidar y promover una forma diferente de ver la realidad, un estilo de vida
en el que se valora y se hace énfasis en el bienestar del ser humano (7).

Aunque todas estas proposiciones son valiosas para el campo de la fisioterapia, uno de
los valores que podría considerarse escaso en la actualidad, y que es fundamental para
buscar ese objetivo de bienestar, y construir una relación más humanitaria y
significativa con el usuario es la solidaridad: Acciones motivadas por una autentica
preocupación por las necesidades e intereses del otro, constituyendo una forma de ser
que se practica de manera desinteresada e incluyente, construyendo lazos de empatía,
contribuyendo a transformar las relaciones de poder a través del respeto de la autonomía
(8).

Cuando el objetivo común entre el usuario y el terapeuta es el mismo: mejorar la


movilidad caporal del usuario. La capacidad de desarrollarlo de manera colectiva
constituye un aspecto fundamental. Aunque la solidaridad no pueda cambiar de súbito
los entramados complejos y asfixiantes que ponen al fisioterapeuta en posiciones
apremiantes, si puede contribuir al cambio, desde la intimidad y sinceridad de esa
relación, se empiezan a tejer lazos que podrán hacer del horizonte algo diferente.

Referencias bibliográficas:

1.Villar L. La Ley 100: el fracaso estatal en la salud pública. Revista Deslinde 2004; 36
(1): 28-48.

2. Sánchez LV. La relación terapeuta-paciente en la práctica fisioterapéutica. Rev.


Cienc. Salud. 2006; 4 (1): 39-51.

3.Villanoun C. La configuración postmoderna del cuerpo humano. Movimiento 2000; 6


(13): 81-98.

4. manuscritos: filosóficos y económicos Marx

5.Díaz A. Qué significa una medicina más humana en tiempos de la industria de la


salud-enfermedad. Arch. Med Int 2015; 37 (2): 83-86.

6. Ávila-Morales J. La deshumanización en medicina Desde la formación al ejercicio


profesional. Latreia 2017; 30 (2): 216-229. Doi: 10.17533/udea.iatreia.v30n2a11

7. Rodríguez JF. El humanismo en la educación médica. Revista Educación 2006; 30


(1): 216-229.

8. Cartilla de valores (solidaridad)

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