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Habilidades para Teletrabajo
Habilidades para Teletrabajo
Como digo, a menudo no lo harán con intención, así que la mejor forma es aclarar los
malentendidos e informarles de en qué horarios estás trabajando y que no deseas ser
interrumpido si no es algo realmente urgente, y de en qué horarios estás disponible para
charlar, verte o hacer recados. Se trata de que entiendan que el que estés en casa no
significa que no estés trabajando, que el horario que establezcas es exactamente igual que
si estuvieses en la oficina y no les vas a atender. Así, en el tiempo que destinamos a comer
o a descansar puedes responder a tus llamadas o mensajes. Si lo saben, si están avisados
no podrán enfadarse. Los compañeros de trabajo, clientes o proveedores también nos
interrumpen a menudo. Es evidente que esto es por motivos laborales y no podemos
descuidarlos, pero muchas veces lo que estamos haciendo nos exige mucha concentración
y recibir interrupciones continuas impide que avancemos. Si es así, puedes hacer varias
cosas: si puedes, organiza tus horarios de trabajo reservando las horas o días más
tranquilos para esas tareas y trata de aislarte. Fuera móvil, nada de avisos de
actualizaciones de correos ni, por supuesto, reuniones que te obliguen a parar lo que
estás haciendo y retomar más tarde; ya contestarás a todo eso después, seguro que puede
esperar. A veces, las interrupciones profesionales se pueden reducir mucho
planificándolas. Es decir, quizás un cliente con el que trabajas cada semana llama para
comentarte distintas cosas pero que, en realidad, no serían urgentes. Puedes planificar una
llamada semanal, siempre el mismo día y a la misma hora, en la que se hable de lo que
estás haciendo, se planifique el siguiente periodo, le informes de los resultados obtenidos,
etc. No quiere decir que el resto de la semana no haya comunicación, pero si sabe que el
viernes a las 11 h vais a hablar de todo eso, cada viernes seguramente guardará muchos
temas para ese momento. Ponte tu en contacto con ellos
La automotivación
Estar motivado es fundamental en la vida para todo. En concreto, en el trabajo, la ausencia
de motivación provocará que nuestra productividad baje, hagamos peor nuestro trabajo y,
sobre todo, nos sintamos mal. No hay nada peor que sentirse atrapado en un trabajo
que no te motiva. A menudo hablo de la importancia de que el líder motive a su equipo,
pero es cierto que uno mismo debe motivarse, bien porque sus superiores no lo hacen o
bien porque eres tu propio jefe y si no lo haces tú ¿quién lo hará? Para empezar, hay que
ser conscientes de que la falta de motivación es una mezcla de aspectos externos e
internos. Puede ser: tener un sueldo bajo, que no se valore tu trabajo, que la forma de
funcionar del sector o de la empresa con la que trabajes te disguste, etc. Todo eso son
aspectos externos, pero los internos son fundamentales. ¿Por qué si hay dos personas que
ganan lo mismo y trabajan lo mismo, una está motivada y la otra no? ¿O por qué tú
consideras que no se valora tu trabajo pero resulta que tu superior o tus clientes
están encantados contigo? Vamos a ver algunos consejos para automotivarnos, para darle
la vuelta a la situación y que no perdamos la ilusión por nuestro trabajo. En primer lugar,
valora pros y contras objetivamente. Quizás no te pagan mucho pero es un trabajo
cómodo y te gusta lo que haces. O, al revés, no te gusta mucho lo que haces pero pagan
muy bien. Desecha los pensamientos que son irracionales. Por ejemplo, si piensas que te
pagan mal pero fácilmente en Internet puedes ver que lo que ofrecen por trabajos como el
tuyo es igual o menos, a lo mejor es que no estás valorando bien lo que tienes. Piensa para
qué sirve lo que haces; más allá de servirte para ganarte la vida mejor o peor, tiene una
utilidad para tu empresa o tus clientes, contribuyes con tu aportación en algo. También
revisa tus objetivos. Quizá las desmotivación es porque no has fijado bien tus objetivos. Si
haces tu trabajo con la idea de que tus clientes te feliciten y se muestren agradecidos y no
lo hacen, te irás desmotivando. Pero si haces tu trabajo con el objetivo de que te suban el
sueldo o te asciendan y la empresa no puede hacerlo aunque quiera, también te vas a
desmotivar. Si tu objetivo es hacer bien las cosas y satisfacer a tus clientes, la cosa
cambia. Olvídate de hacerte la víctima, toma un papel activo. Si algo no te gusta intenta
cambiarlo, si es imposible valora si te compensa y, si es así, no te autocompadezcas. Ponte
en marcha para cambiar de trabajo de funciones, de clientes, de departamento o lo que
puedas hacer como alternativa. Intenta involucrarte en nuevos proyectos profesionales que
te gusten más, que te motiven y en los que puedas demostrar lo que vales. También busca
actividades motivadoras fuera de tu trabajo. Si tienes una vida plena fuera del trabajo te
enfrentarás mejor a las pequeñas insatisfacciones profesionales. Rodéate de gente positiva
y huye de la gente tóxica. Todos pasamos por malos momentos y necesitamos el hombro
de un amigo, pero hay gente que siempre está mal, lo que le sucede siempre es lo peor y
el mundo está en su contra. Esas personas nos conviene alejarlas. Dale un cambio a tu
lugar de trabajo, personalízalo, decóralo, pon algún detalle que te anime especialmente,
como una planta o un dibujo de tu hijo. Si está muy desordenado, ordénalo. Cierto caos
puede ser bueno, pero cuando se traspasan algunos límites es un obstáculo para tener una
mente positiva. Y, por último, desconecta. Tómate descansos mentales y físicos durante el
día y durante el año. Trata de hacer escapadas a sitios estimulantes en los que cambiar de
aires y descansar. Quizá no tengas el mejor trabajo del mundo, pero si te permite hacer
alguna escapada de fin de semana de vez en cuando o hacer cosas que te gustan, etc.,
puede que no esté tan mal.
Eficacia trabajando
Ser eficaz en el trabajo implica menos horas para hacer el mismo trabajo. Y eso es evidente
que es bueno, sobre todo en tu caso. Si tienes un trabajo flexible, como no estás obligado
a estar dentro de un horario sentado en la silla, cuanto antes acabes, más tiempo libre
tienes. Si eres autónomo, eso significa que podrás involucrarte en más proyectos o
disfrutar más del tiempo de ocio. ¿Y cómo puedes ser más eficaz? Lo primero,
prioriza. Organiza tu día y tu semana sabiendo lo que tienes que hacer y ordénalo de más
importante a menos. No confundas lo importante con lo urgente. El cuadro que ilustra la
diferencia te será muy útil. Yo imprimí uno similar y lo tuve bastante tiempo puesto en la
pared de mi lugar de trabajo para tenerlo siempre presente. Cuando ya sabes lo que tienes
que hacer y la importancia que tiene, podrías empezar por realizar lo más importante. En
principio, te digo que sí, pero también debes tener en cuenta otras circunstancias. Por
ejemplo, si es una tarea creativa y hasta las 11 de la mañana y dos cafés te cuesta
reaccionar, mejor no te pongas temprano a hacerlo. Perderás el tiempo. O si es algo que
requiere mucha concentración y a esa hora en el sitio donde trabajas –por ejemplo, un
"coworking– hay mucho movimiento, mejor espera o vete a otro sitio. Eso sí, que lo
retrases no quiere decir que no lo hagas. Se trata de buscar la forma más eficaz de
trabajar. Tampoco dejes las tareas que requieren un mayor esfuerzo mental para las horas
en las que ya estás cansado o cansada o no obtendrás buen resultado. Deja para esas
horas lo más mecánico. Es importante que las prioridades las marque la importancia de la
tarea y tus horarios de máxima y mínima eficacia o productividad. No que algo te guste
más o menos o se te dé mejor o peor. De hecho, cuando estás cansado, puede ser un buen
momento para hacer lo que te gusta más porque tendrás mayor motivación
para contrarrestar el cansancio. Como tendrás varias tareas pendientes, puede que tengas
tentaciones de ir haciendo varias a la vez y mientras contestar algún correo electrónico y
alguna llamada. Bien, en vez de ser multitarea, intenta centrarte al 100 % en lo que estás
haciendo. Sé multitarea en serie. Cuando acabes una, comienzas la otra. Y en vez de
contestar el "email" en el momento, míralo pronto por la mañana, antes de irte a comer y a
media tarde, por ejemplo. Así te aseguras de que te enteras si entra algo urgente, pero no
pierdes tiempo mirándolo todo el rato y contestando. La eficacia va ligada a los resultados
obtenidos. Si son malos, no podremos considerarnos eficaces. Por tanto, tendrás que
haberte fijado previamente unos objetivos para buscar la manera de cumplirlos con
efectividad. Es decir, no basta con alcanzarlos a costa de lo que sea, sino que debe ser en
el menor tiempo posible y con los menores recursos posibles. Oriéntate a los
resultados. Elimina distracciones propias como mirar tu muro de Facebook a cada
momento, y externas, como llamadas de un amigo para charlar. Si divides tu jornada
laboral para tener pequeños descansos cada hora u hora y media de trabajo o cuando
finalices una tarea concreta, podrás aprovechar esos descansos para revisar tu correo
personal, mirar el WhatsApp o lo que desees. Pero cuando toca trabajar, céntrate. Delega o
externaliza lo que no te resulte rentable o no sea propiamente tu trabajo. Si no es lo tuyo,
perderás mucho tiempo en hacerlo. Di no a lo que sea innecesario, no te interese o no te
sea rentable, sin ningún tipo de pena o vergüenza. Ahorrarás tiempo y disgustos. Y por
último, lleva un estilo de vida saludable: duerme al menos ocho horas, come bien y
sano, haz ejercicio y no abuses de los estimulantes como el café, bebidas con
gas, etc. ¿Esto tiene algo que ver con que seas eficaz? Pues sí, por supuesto. Si estás
cansado y dolorido o mal alimentado, es imposible que seas tan capaz como si te
cuidas. Tu cuerpo no es una máquina, recuérdalo.