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las comunidades de san juan evangelista:

San Juan era hermano de Santiago el Mayor; ambos son llamados por Jesús «hijos del trueno»,
a causa del ardor de su celo apostólico. Juan es conocido como «el discípulo amado» de Jesús.
San Juan fue el único de los Doce que tuvo el valor de asistir a los acontecimientos de la
crucifixión y muerte del Maestro en el Calvario. Y fue entonces cuando recibió el encargo de
cuidar de María, la Madre de Jesús. San Juan tuvo un protagonismo relevante en los
acontecimientos de la mañana de la resurrección de Jesús y en el comienzo de la comunidad
primitiva de Jerusalén. Una tradición, transmitida por Tertuliano, Clemente de Alejandría y San
Ireneo, afirma que San Juan se trasladó con la Madre de Jesús a Éfeso; allí permaneció hasta su
muerte; y allí se muestra una tumba en la que había reposado el cuerpo venerado de la Virgen
María pero plausible la tradición que asegura que San Juan permaneció en Jerusalén hasta la
muerte de la Santísima Virgen; en el Huerto de los Olivos se muestra también su tumba.

San Juan, después de la muerte de la Santísima Virgen acaecida con toda probabilidad en
Jerusalén, se trasladó a Éfeso, desde donde expandió el evangelio por el Asia Menor, creando
comunidades que le permanecieron muy adictas. La presencia de San Juan en Éfeso y en la
región circundante, están plenamente atestiguadas por sus tres Cartas y por el Apocalipsis, y
garantizadas por San Ireneo.

A San Juan se le atribuyen el cuarto evangelio, tres cartas, y el Apocalipsis. ¿Pero fue
realmente San Juan, el discípulo amado de Jesús, el autor de este libro canónico? Por una
respuesta afirmativa están autores tan antiguos y venerables como San Justino, San Ireneo,
Clemente de Alejandría, Tertuliano y el Canon de Muratori. Sin embargo, en contra de esta
tradición están las iglesias de Siria, Capadocia y Palestina, las cuales no incluyeron el
Apocalipsis en el canon del Nuevo Testamento hasta el siglo v. La crítica moderna ha planteado
que si no hubiese sido escrito por el propio San Juan, sin duda que ha sido escrito por alguno
de sus discípulos bien compenetrado con su doctrina.

La figura de San Juan ha estado adornada con algunas leyendas completamente fantásticas,
aunque han sido transmitidas primero por Tertuliano y después por San Jerónimo. San Juan
fue conducido a Roma y condenado a muerte por ser cristiano; llevado a la Puerta Latina,
donde comienza la Vía Apia, fue azotado, y después lo metieron en un caldero de aceite
hirviendo; pero al salir de él milagrosamente ileso, fue desterrado a la isla de Patmos, donde
permaneció hasta la muerte de Domiciano (96), pudiendo regresar después a Éfeso; y allí
murió en torno al año 100.

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