Está en la página 1de 13

Junto a sus amigos el pato Renato quería

cantar, pero por más que intentaba no


lograba afinar, “Cuec, cuoc, cuic”, solo
podía decir y esto muy triste lo hacía
sentir.
“¿Por qué los otros saben cantar?”, el
patito preguntó.
La profesora gallina le respondió:
“Vamos Renato, no te debes rendir, sigue
intentándolo y no pares de reír”.
Renato sonrió y nuevamente lo intentó,
pero otro “cuec, cuoc” al cantar soltó y
entonces triste el patito a su casa volvió.
“No te preocupes, yo te voy a enseñar,
pero antes la comida debo ir a preparar”.
El patito esperó y de pronto se aburrió;
desesperado, a su amigo el conejo Alejo
buscó.
El conejo le dijo: “¿Para qué quieres
cantar?, come una zanahoria y ya deja de
chillar”.
El perro Bobby estaba cerca y se acercó
sin dudar; “Si lo que quieres es cantar,
sólo debes entrenar”, dijo cantando
Bobby: “Anímate, lo vas a lograr.”
El patito respondió: “Tal vez me debo
rendir, si me olvido de cantar, dejaré de
sufrir”, y triste se fue sin sonreír.
El pollito Lito lo escuchó y le dijo:
“Si yo tengo un problema, hablar con
mamá elijo”.
“Mamá está ocupada”, el patito respondió.
“Búscala, - insistió Lito -, tal vez ya
terminó”.
El pato Renato lo pensó y volvió a su casa
dudando, al ver a su mamá descubrió que
con su papá ella lo estaba esperando.
El papá pato sacó una guitarra y se puso a
tocar, entonces mamá empezó a bailar y
el papá le dijo:
“Tu linda voz le hace falta al trio
familiar”.
El patito lo intentó y algunos “cuac” soltó,
pero un sonoro “cuec” también se le
escapó.
Mamá pata dijo: “¡Sólo un cuec salió, que
bien, cómo mejoró!”
Mamá lo abrazó y papá sonrió feliz,
ambos le dijeron: “Eres un buen
aprendiz”.
El pato Renato se sorprendió al ver esta
reacción, entonces nuevamente probó
cantar su canción.
Renato lo intentó, y esta vez sí lo logró,
en su canto sólo “cuac, cuac, cuac” soltó y
con sus papás, feliz el patito celebró.

También podría gustarte