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Para Guatemala, la escolaridad promedio se ha incrementado en 2.

3 años desde 1980,


llegando a 4.1 años en 2011, según el Índice de Desarrollo Humano. En comparación, el
promedio para Latinoamérica hoy en día es de 7.8 años entre la población adulta, siendo
Chile el país con mejores resultados (9.74 años). Adicionalmente, del total de la fuerza
laboral, 23% carece de algún nivel de educación acreditado, 30% tienen primaria
incompleta, y sólo 16% cuenta con primaria completa. Solamente el 8.6% de la fuerza
laboral en Guatemala son trabajadores a nivel técnico o con estudios profesionales,
mientras que en Costa Rica esta cifra es 21.8% y en El Salvador es 10.2%. Ahora bien, en
lo que corresponde al desempeño, y con valores relativamente mejores para los hombres
que para las mujeres, el sistema educativo en Guatemala produce un 30% de alumnos que
no cuentan con conocimientos mínimos, más de 11% que abandonan sus estudios en el
transcurso del año escolar, y un 2% de estudiantes que deben repetir el año escolar. Estos
resultados no podemos atribuírselos solamente al sistema educativo (sector público y
privado), sino que también deberán ser partícipes del cambio los mismos alumnos, los
sindicatos de maestros y las asociaciones de padres. El por qué es importante mejorar las
condiciones de la educación en Guatemala, como un factor que afecta directamente al
desarrollo del país, tiene relación con la capacidad de incrementar los niveles de
productividad en la población adulta en el país. Solamente con un mayor nivel de
formación podemos aspirar a ser creadores de nuevas oportunidades que se traduzcan en
fuentes sostenibles de desarrollo
El efecto de la Educación en el desarrollo de las personas:
De forma sumamente ilustrativa, el informe del Banco Mundial (2010) “PYMEs en
Guatemala: Facilitando el Florecimiento de 10,000 Empresas”, hace un señalamiento muy
claro sobre el impacto que tiene la educación en el crecimiento. Se señala que ésta tiene un
efecto positivo, ya que “el aumento de un punto porcentual en el promedio de años de
escolaridad elevaría la producción del país en alrededor de 0.33%”. Además, tal y como lo
menciona el reporte sobre “Tasas de Rentabilidad de la Educación en Guatemala”
preparado por USAID en 2006, a nivel internacional, diferentes estudios han demostrado
los efectos positivos de la educación en la mejoría de los niveles de ingreso, el incremento
de la productividad, la salud de las personas, en los cambios en la estructura de la familia
(fecundidad, el embarazo adolescente, las tasas de natalidad y mortalidad infantil), la
disminución de la criminalidad, la promoción de valores democráticos, el fortalecimiento
de la convivencia civilizada, la participación política y la cohesión social, entre otros. De
manera particular, desde la teoría del capital humano se ha dado una especial referencia al
hecho de que las inversiones en años de escolaridad adicionales y en entrenamiento en el
trabajo, crean habilidades que permiten a la persona desarrollar su trabajo de una manera
más productiva, originando un mayor retorno para los individuos que deciden invertir en
este capital. En la literatura económica se ha demostrado que la inversión en educación
puede contribuir al crecimiento, mediante el incremento de la productividad de la fuerza
laboral del país y como catalizador del progreso técnico, puesto que la educación facilita la
innovación, difusión y adopción de nuevas tecnologías. En un estudio elaborado por
CEPAL en cuanto a los efectos de la educación sobre la pobreza, se estima que con un nivel
de escolaridad entre 9 y 12 años (los únicos países con este nivel de escolaridad en
Latinoamérica son Chile y Uruguay), la probabilidad de sufrir situaciones de pobreza
durante la vida laboral de una persona se reduce a un 20%, mientras que con niveles de
escolaridad similares a los de Guatemala, esta probabilidad se eleva por encima del 42%.
En pocas palabras, el que una persona pueda contar en su haber con el título de educación
secundaria le garantiza, de cierta forma, una menor vulnerabilidad ante posibles
condiciones de pobreza. De forma complementaria, se tiende a explicar la importancia de
invertir en la educación debido a los retornos económicos que genera a los individuos en su
vida laboral. De acuerdo al estudio de USAID, la tasa de rentabilidad promedio de la
educación en Guatemala equivale a un 15.3. Esto significa que una persona que alcanza un
nivel superior de educación – léase primaria completa, ciclo básico, ciclo diversificado o
educación universitaria –, puede esperar un ingreso 15.3% mayor que si se hubiera quedado
con el nivel de educación anterior.
Como corolario, el estudio de CEPAL estima la escolaridad mínima necesaria para superar
la línea de la pobreza, empleando como base las tasas de retorno a la educación. Para
Guatemala, se requiere que la persona cabeza de familia que cuenta con menos de 10 años
de experiencia laboral, cuente con una escolaridad de entre 12 y 14 años para sacar a su
familia de la pobreza. Esto nos lleva a remarcar que el efecto de la educación en los
ingresos es superior que el efecto de la experiencia. Por tanto, se puede concluir que las
nuevas generaciones requieren alcanzar mayores niveles educativos para obtener ingresos
mínimos que les permitan vivir una vida digna.
De manera paralela al examen que se hace en torno al derecho a la educación en los
sectores indicados, el documento de Empresarios por la Educación, titulado ¿Cómo
estamos en educación? Afirman que “el primer grado de primaria continúa siendo uno de
los más problemáticos en cuanto a promoción, repitencia y aprendizaje. Según datos del
Sistema Nacional de Indicadores Educativos del Ministerio de Educación para el año 2012
el porcentaje de promoción para este grado fue de 74.5.1% mientras que la tasa de fracaso
escolar fue del 23 31.5%. Este último indicador se refiere al porcentaje de estudiantes que
se inscriben en un año y no concluyen el mismo”. (pag.6). Significa, que “desde el punto de
vista del derecho a la educación y del desarrollo humano, esto implica que una porción
importante de la niñez guatemalteca no está obteniendo un aprendizaje efectivo en el
servicio público y el privado, que le permita ser y hacer con éxito lo que contemple en su
plan de vida”. Ahora bien, estas apreciaciones son solamente de carácter cuantitativo, lo
cual contrasta con los de carácter cualitativo, en tanto que, dice el mismo informe, que los
resultados de evaluaciones en primaria, de acuerdo al Ministerio de Educación, “reporta
que en 2010 aproximadamente 46 de cada 100 estudiantes alcanzaron el nivel de logro
esperado en la prueba de matemática mientras que únicamente 30 de cada 100 alcanzaron el
desempeño esperado en la prueba de lectura”. Estos datos curiosamente contrastan con las
pruebas que el mismo Ministerio de Educación ha realizado en torno a los estudiantes que
finalizan las carreras de magisterio, puesto que “durante 2013 indican que el nivel de
preparación de los egresados es bajo. Actualmente únicamente 5 de cada 100 graduandos
de la carrera de Magisterio tienen el nivel de logro esperado en la prueba de matemáticas,
mientras que sólo el 22 de cada 100 logran el nivel esperado en lectura”. Situación que
explica con números las razones de la baja calidad educativa, además de otros indicadores
que se han analizado anteriormente. En términos generales los datos nos arrojan que en
todo el sistema educativo, al finalizar los estudios del diversificado- 24 cado, sean estos
instituciones públicas o privadas, resulta ser que “en 2013 solamente 26 de cada 100
graduandos obtuvieron el nivel de logro en la prueba de lectura y 8 de ellos en
matemática”. Obviamente los datos más alarmantes en cuanto al acceso de una educación
con calidad, resulta que de los 191 mil 412 alumnos que se examinaron en 2013, el 85.4%
no obtuvo un resultado satisfactorio en lenguaje, mientras que el 81.6% perdió la prueba de
matemática, según informe de la Dirección General de Evaluaciones e Investigaciones del
Ministerio de Educación. Estos indicadores, aun cuando presentan un cuadro desalentador
respecto al acceso a una educación de calidad, es más complejo, al referirnos al tema de una
formación en competencias para un mejor desempeño laboral, tal y como lo señala
ENJUVE 2011, que “la formación en competencias relativas al área laboral y empresarial
son, según la opinión de los jóvenes, relativamente bajos en contraste con la función
prioritaria que tiene en los sistemas educativos”, o sea, que “lo más preocupante es que la
mayoría de jóvenes que tienen únicamente primaria (23.5%) o ciclo básico (39.3), en los
porcentajes indicados, expresa que no han sido suficientemente formados para el trabajo,
por la importancia que tiene este aspecto para los jóvenes en un mundo cada vez más
competitivo y los bajos niveles de formación del sistema educativo nacional realmente es
preocupante la situación de los jóvenes” . De ahí que uno de los grandes desafíos se
convierta en una educación para el trabajo tales como ofrecer los conocimientos pertinentes
que sirvan para desarrollar competencias para aprender. Esto implica abrir 25 caminos a los
pobres hacia los buenos empleos. Dicho por Irma Briasco en su libro El desafío de
emprender en el siglo XXI, “El primer objetivo de la formación para el trabajo es la
empleabilidad de la población. Se entiende por empleabilidad el dominio de competencias,
entendidas como capacidades llevadas a la práctica, necesarias para obtener y conservar un
puesto de trabajo digno; que permita iniciar una trayectoria cualificante”

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