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ALBAHRI

e n t r e o r i e n t e
revista independiente
de estudios históricos
y o c c i d e n t e

número 3 - 2017
ISSN: 2444-0515
Albahri, entre Oriente y Occidente.
Revista independiente de estudios históricos
ISSN 2444-0515

Url: http://revistaalbahri.com
Fecha de la publicación: 02/03/2017
Edición: Instituto de Estudios de Ronda y la
Serranía (IERS). C/ Virgen de la Paz, 15.
CP: 29400. Ronda (Málaga).
Portada: Plato con un barco del siglos XIV-
XV producido en Túnez (Túnez) y conserva-
do en el Museo Sidi Qasim al-Jalizi. Túnez.


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LAS OFRENDAS ANDINAS A LA MADRE TIERRA
DESDE UN PUNTO DE VISTA ANTROPOLÓGICO Y
ARQUEOLÓGICO
ESTHER ALTAMIRANO TORO
Arqueóloga
estheraltamirano@gmail.com

Fecha de recepción: 24/08/2016


Fecha de aceptación: 21/11/2016

RESUMEN
El presente estudio trata de dar una visión general, desde un punto de vista antropológico e históri-
co-arqueológico, de los rituales de ofrendas a la Pachamama llevados a cabo entre las comunidades andinas.
Para ello me he basado en la comparativa de textos de los primeros cronistas europeos en los que hacen refe-
rencias a estas prácticas y un breve estudio antropológico de los ‘pagos’ que se realizan en la actualidad para,
finalmente, poder plantear un breve protocolo de actuación arqueológica a fin de saber identificar e intervenir
un yacimiento con evidencias de dichos rituales precoloniales.

Palabras clave: Pachamama; antropología; arqueología; ritual; ofrenda.

ABSTRACT
This essay tries to set an overview of the Pachamama offering rituals celebrated among the Andean
communities, from an anthropological, historical and archaeological standing. It is based in comparing texts
from the earliest European sources that mention these practices and a short anthropological study of the pagos
performed in actuality, in order to elaborate a brief archaeological procedure protocol that enables to identify
and intervene at a site with evidence of the aforementioned precolonial rituals.

Key words: Pachamama; Anthropology; Archaeology; Ritual; Offering.

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LAS OFRENDAS ANDINAS A LA MADRE TIERRA DESDE UN PUNTO DE VISTA ANTROPOLÓGICO Y
ARQUEOLÓGICO

1. INTRODUCCIÓN
El carácter agropastor de los pueblos andinos está presente en todos los aspectos de la
vida, no sólo desde un punto de vista económico, sino social, cultural y religioso, es por ello
por lo que gran parte de su rutina diaria está relacionada con la Madre Tierra (Pachamama).
Ese vínculo afectivo que es establece entre los humanos y la Pachamama, es renova-
do periódicamente mediante diferentes rituales ya que, aunque la tierra otorgue sus frutos,
ésta no lo hace de manera gratuita, sino que pide dones que hay que ofrecerle en determina-
dos momentos, dependiendo de lo que se le esté solicitando (buenas cosechas, dinero, salud,
etc.).
En el caso concreto que nos ocupa dichas ofrendas se realizan los primeros días del
mes de Agosto, momento en que se inicia el tránsito del período de inactividad agrícola, al
inicio de un nuevo ciclo productivo que marcarían las apremiantes siembras de septiembre.
En este momento se dice que la tierra se abre y resucita, y que está lista para recibir alimen-
tos, ya que su fuerza vital fue desgastada en la campaña agrícola anterior.
De este modo, en los primeros días de agosto se realizan las ofrendas a la Tierra, las
cuales, como apuntan Rozas y Calderón1, son nombradas de diferentes maneras según la
región donde se realicen. Por ejemplo, tenemos la palabra ‘despacho’, como sinónimo de
conclusión de un negocio. Otro de los términos utilizados es el ‘pago’ o ‘pagagu’ (quechui-
zación de ‘pago’), como análogo de pagar una deuda con carácter de reciprocidad entre la
Pachamama y el humano. En Calca (Cuzco), también se le puede llamar ‘alcanzo’ (‘alcansu’
en quechua), que significa lograr, conseguir, obtener. Entre los aymaras de Bolivia también
están en uso los términos ‘plato’ o ‘mesa’2, como sinónimos de viandas o manjares otorgados
a la Pachamama.

2. LAS OFRENDAS EN LOS TEXTOS DE LOS CRONISTAS EUROPEOS


El origen precolonial de estos rituales ha llegado hasta nosotros gracias a las descrip-
ciones que podemos encontrar sobre ellas en los textos de los primeros cronistas europeos.
Sabemos que las prácticas religiosas andinas no desaparecen con la llegada de los

1
Rozas y Calderón, 2000: 323-324.
2
Fernández, 2002: 12 y ss.

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españoles, sino que incluso, en un primer momento, son respetadas, como dejó escrito Juan
Polo de Ondegardo y Zárate3 en 1561:

(…) porque también estos indios hacen de doze lunas vn año, y
quéntanle desde el mes de hebrero, y tuuieron quenta con el dis-
curso que haze el sol en todas doze lunas; y así en el Cuzco tie-
nen hechos doze mojones, que llaman saybas, adonde llegaua el
sol cada mes; en los quales se hazían notables sacrificios, y avía
personas que tenían con esto cuanta y lo que habían de hazer los
indios en cada mes de aquellos; y tienen sus nombres, y por estos
mese Regulavan las fiestas y sacrificios que tenían ordenados; lo
qual también se continuó algunos años después de nuestra veni-
da, de manera que siendo tanta la antigüedad, escusado será el
trabajo en tomar más de Raíz este negocio que dende el tiempo de
los primeros ingas (…).

Ya en el Siglo XVI con la creación de reglamentaciones sobre idolatría y la firma de


concilios, como el Limense de 1551, se pretenderá la supresión de dichas prácticas, al menos
las realizadas a gran escala donde hubiera presencia española, aunque como puede observar-
se en determinados textos, las prácticas rituales siguen siendo habituales entre los indígenas.
El culto a la Madre-Tierra es el queda menos representado si lo comparamos con el
resto de rituales andinos, aun formado parte del panteón oficial. Habrá que esperar hasta la
segunda mitad del Siglo XVI y principios del XVII, cuando las crónicas den datos más de-
tallados, desde un punto de vista etnográfico, acerca de los elementos que acompañan a los
pagos a la Pachamama. Veamos algunos ejemplos:

(…) diesen los fructos de la tierra (…) ofrendas y sacrificios de ove-


jas, de plumas pintadas, de mahiz, de vino y de ropa hecha de lana de
muchos colores, y de todas las otras cosas que ellos tenían entonces

3
Ondegardo y Zárate, 1940: 131.

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por preciosas (…)4.

(…) es cosa común entre Indios adorar a la tierra fértil, qes la tie-
rra que llaman Pachamama, o Camac pacha, derramando chicha en
ella, o coca o otras cosas, para que les haga bien (…). Y para el mis-
mo effecto en tiempo de arar la tierra, barbechar, y sembrar, y coger
mayz, o papas, o quinua, o yucas, y camotes, o otras legumbres y fruc-
tos de la tierra suelen ofrecerle sebo quemado, coca, cuy, corderos, y
otras cosas: y todo esto bebiendo y bailando. Para el mismo effecto
suelen ayunar, y abstenerse de comer carne, sal, axi, y otras cosas.
Item tienen por abusion, que las mugeres preñadas, o que estan con el
mes no pasen por los sembrados (…). Tambien vsan algunos asperjar
con los dedos la chicha que han de beber hazia el sol, o hazia el fuego,
o hazia la tierra pidiendo que les den paz vida y contento (…)5.

(…) yerva Coca, de ellos tan estimada, i Maíz, que es su Trigo, i Plu-
mas de colores, Chaquira, i Conchas de la Mar, i Oro, i Plata, en figu-
ras de animales, Ropa fina, Madera olorosa, i Sebo quemado: Cuyes,
que son como Gaçapos, Carneros, ò pacos, Lanudos, i Rasos (…)6.

3. LAS OFRENDAS DESDE UN PUNTO DE VISTA ANTROPOLÓGICO


Los aymaras son un pueblo marcadamente agrícola, en el que la tierra ha jugado
siempre un papel muy importante, y es la protagonista de su larga lucha por la conquista y
protección de sus territorios. Pero la tierra a su vez adquiere una significación especial en
tanto que es considerada la Madre de todo lo vivo, la que otorga sus beneficios en pro de la
supervivencia de la comunidad.
Pero, como se dijo anteriormente, esta ayuda no es gratuita, los aymaras firmaron ya

4
Bartolomé de las Casas, 1554: 2567 y ss.
5
Ondegardo y Zárate, 1567.
6
Herrera y Tordesilla, 1601.

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en tiempos inmemoriales un contrato de reciprocidad en el que los humanos deben realizar


diferentes ofrendas a la Pachamama (mesas), para que ésta entregue sus frutos. En este caso,
me voy a ocupar de las ofrendas realizadas a principios de Agosto.
Para ello analizo dos tipos de ceremonias: las mesas y los pagos7.

a) Las Mesas
Ingredientes
Los diferentes ingredientes que se disponen en las mesas son elegidos por el yatiri o
especialista que las elabora. Dichos elementos deben estar articulados de una manera espe-
cial para crear un plato ‘sabroso’ y de calidad, que agrade al receptor de dicha ofrenda. Una
vez preparado el plato, éste se quema de forma que así sea consumido por el receptor de la
misma, pasando la mesa a tener una situación diferente donde todos los elementos que la
componen se homogenizan en una masa carbonizada.
Los ingredientes principales de las mismas, independientemente del tipo de ofrenda
que se esté llevando a cabo, son:

Kuka (coca) Vellones de lanas de colores


Quri t´ant´a y qullqi t´ant´a (pan de oro y
Wira q´uwa (planta herbácea)
pan de plata)
Insinshu (incienso) y kupala (resina aromá-
Llamp’ u (sebo de llama)
tica)
Titi (cuero de gato silvestre) Puritu (bebida alcohólica)
Tulsi misa (elementos acuzarados) Winitu (vinito)
Sullu (feto de llama) Papel
Mullu (talismanes de piedra) Chiwki (talismanes de metal)

Ceremonia
Se pueden ver ciertas diferencias entre las mesas preparadas en un entorno rural de las
que se realizan en las grandes ciudades, donde el impacto de la ‘modernidad’ es más acusado
y queda reflejado en la incorporación tanto de elementos como de inquietudes diferentes.

7
Para poder diferenciar dichas prácticas he optado por la utilización del término ‘pago’ para desig-
nar aquellas ofrendas que no son ‘mesas’ sino que son introducidas en una fosa previamente exca-
vada.

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En el medio rural, la ceremonia se inicia mascando coca por parte de todos los asis-
tentes acompañándolo de bebidas alcohólicas y cigarrillos. Posteriormente se empieza a se-
leccionar los elementos dulces que compondrán la mesa. Se coloca el quri t´ant´a y el qullqi
t´ant´a en el centro y se prepara la masa de complementos, un par de bolas por cada comen-
sal, formadas por el llamp’ u, la wira q´uwa, titi y mullu rociados con el winitu. Una vez
formadas las bolas se le añaden las hojas de coca dispuestas en cruz sobre cada una de ellas,
y se envuelven a amarran con lana blanca. Estos paquetes se colocan junto a los elementos
dulces y todo se amarra con hilos de colores en un paquete que, tras serle vertido el winitu y
el puritu es quemado, para que así sea recibido por la Pachamama.
En las ciudades, a pesar de la mayoritaria procedencia campesina de los especialistas
que trabajan en la ciudad, se han visto fuertemente influenciados por las características pro-
pias del medio urbano modernizado, y éstas son trasmitidas a sus mesas.
En primer lugar estas mesas están sometidas a una periodización de calendario, que
no existe en el medio rural. En este sentido las ofrendas a la Pachamama se deben realizar
los lunes y miércoles, salvo en algunos casos excepcionales, que pueden llevarse a cabo los
martes y viernes.
El yatiri urbano utiliza otros elementos diferentes a los anteriormente descritos, como
es el caso de crucifijos, campanas, conchas, braseros, para darle así una mayor ‘sofisticación’
a la mesa, propia del medio urbano.
Como se vio anteriormente, el significado de las mesas urbanas es diferente al que se
le otorga a las rurales, siendo ahora propiciatorias de dinero y de buenos negocios, y no de
una buena cosecha. Es por ello que ya no están sujetas al calendario agrícola de la zona, sino
que cualquier momento es bueno para su celebración.
La primera diferencia que vemos con respecto a la ceremonia rural es que en la ciudad
ya no es obligatorio mascar la kuka, beber alcohol o fumar por parte de todos los asistentes,
ni del yatiri.
En segundo lugar, los diferentes elementos se ubican desde la periferia de la mesa
hacia el interior, ya no se construye un centro alrededor del cual se disponen el resto de
los ingredientes, como vimos anteriormente en la descripción de las mesas rurales. Ahora
se coloca la lana estirada formado un círculo sobre un papel blanco y los demás elementos

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compiten por alcanzar el centro de la ofrenda: wira q´uwa desmenuzada, gránulos de llam-
p´u, hojas de coca dispuestas en círculos por la derecha (sentido contrario de las agujas
del reloj), los elementos dulces se colocan definiendo sectores y espacios en cuadrícula, el
titi se distribuye por la superficie cuadriculada de la mesa, el mullu justo en el centro, el
pan de oro y el pan de plata ocupan igual-
mente el centro, mientras que el chiwchi
se distribuye por la superficie de la mesa
al igual que el incienso y el copal (previa-
mente molidos). La ofrenda se ‘tapa’ con
vellones de lana de color que se estiran
hasta que cubre por completo la superficie
de la ofrenda8. Dependiendo del cliente se
Fig. 1. Mesa a la Pachamama. Fotografía de McKay
incorpora el feto de llama. Posteriormente Savage.
todo es regado con el puritu y el winitu, y
se quema.
A pesar de realizarse en cualquier momento del año, a principios de agosto se si-
guen llevando a cabo ofrendas a la Pachamama más ostentosas que las descritas. En ellas
sí son necesarios los fetos de llama y son de mayor tamaño, ya que en la ciudad está incor-
porada la idea de que cuanto mayor es el precio de la mesa, con mayor agrado lo recibirá
la Madre Tierra y mejores resultados se obtendrá de la misma.
De este modo, las ofrendas realizadas en agosto para atraer dinero se hace con la
colocación de dicho elemento, ya sea en forma de dulces de mayor tamaño que los ante-
riores o con la colocación de figuritas que recrean los bienes deseado, como son las que
se obtienen durante la Feria de Alasitas, cada 24 de enero en La Paz, en la que se venden
toda clase de miniaturas que representan tanto elementos del hogar como coches, casas o
billetes. Así el dinero se convierte en el medio y en el fin del ritual9.

8
Fernández, 2002: 234.
9
Vargas, 2008: 103.

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b) Los Pagos
Ingredientes
A diferencia de lo que ocurre en las mesas, los ingredientes que conforman el pago a
la Pachamama son casi en su totalidad de origen culinario, entre los que no pueden faltar:

Coca Bizcochos de grasa


Maíz Azúcar
Quinoa Cordero
Patatas Chalona (carne de oveja)
Habas Cabrito
Frutas (manzanas, mandarinas...) Vinos y otras bebidas alcohólicas
Pan Platos cocinados
Galletas Cigarros y confetis


En principio se recomienda que los productos utilizados sean de origen natural, aun-
que sobre todo en los medios urbanos, la influencia de la cultura occidental ha provocado la
incorporación de elementos foráneos tales como las tartas y dulces industriales como bebi-
das gaseosas no tradicionales.

Ceremonia
La ceremonia comienza con la abertura de una fosa de forma circular en el suelo que
simboliza la boca abierta de la Pachamama, y es rodeada con las tiras de confeti de colores.
En torno a ello, se colocan todo los elementos que conformarán la ofrenda. Como, general-
mente, dicha ofrenda se realiza en el mismo lugar, incluso reutilizando el mismo hoyo que
en ocasiones anteriores, hay que retirar y limpiar de tierra los recipientes cerámicos que se
introdujeron en la misma durante las ceremonias pasadas.
Posteriormente, el especialista encargado de oficiar el rito quema las hojas de coca, en
una hoguera próxima, para sahumar a los presentes. Realizado esto, los asistentes van depo-
sitando los diferentes alimentos, bebidas y cigarrillos, así como las vasijas que previamente
habían extraído, ahora llenas de nuevos alimento.
Una vez introducidos todos los elementos, se cogen brasas de la hoguera que sirvió
para la quema de las hojas de coca y también se introduce en la fosa. Para finalizar, es tapada

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con tierra e hierbas, sobre la que se apagan y clavan cigarrillos.


Además de la incorporación de elementos foráneos en la ceremonia, otra de las gran-
des diferencias que puede verse entre los ritos practicados en el medio rural y en el urbano
es la localización de la fosa. Mientras que en los pueblos dichas prácticas se llevan a cabo en
campos sagrados tradicionales, en las ciudades, cuando son de carácter público, se tiende a
la creación de fosas ya fijas en parques, patios o calles, incluso con límites construidos.
La convivencia de estas prácticas
en los entornos urbanos más modernizados
ha causado, en determinados momentos,
tensiones sociales, como, por ejemplo, las
vividas en Buenos Aires, donde desde los
años 90 del siglo pasado, se trataba el tema
de la ubicación de esta ceremonia dentro de
la ciudad. En un primer momento se pensó
en la posibilidad de que se llevase a cabo
Fig. 2. Pago a la Pachamama. Fotografía de la
en la zona de la Reserva Ecológica, pero Administración Nacional de la Seguridad Social.
www.anses.gob.ar
los ancianos de las poblaciones indígenas
se negaron porque esos terrenos habían sido ganados al río y habían sido rellenados
con escombros y otros materiales, con lo que no habría contacto directo con la Pacha-
mama. Posteriormente, se eligió la Plaza de las Naciones Unidas, lugar que fue visto
con agrado por estar cerca del río, en una loma ligeramente elevada, y estar cerca del
enterramiento de uno de sus ancestros, J.B. Tupamaro. Sin embargo, este emplaza-
miento tampoco fue el definitivo puesto que en el año 2002 fue construía la famosa
escultura llamada Floralis Genérica, y estas ceremonias fueron nuevamente desplaza-
das, en este caso hacia la Plaza Grecia. La colocación de dicha escultura en ese lugar
ha sido tomada como una gran ofensa puesto que es visto como una profanación de
un lugar sagrado donde todavía se conservan los restos de los alimentos y cerámicas
ofrecidas a la Pachamama.

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4. SIMILITUDES ENTRE LAS FUENTES DE LOS CRONISTAS, LAS MESAS Y


LOS PAGOS
La tabla que presento a continuación trata de establecer un paralelismo entre los ele-
mentos utilizados en los dos tipos de ofrendas actuales analizados y sus posibles anteceden-
tes de época pre-colombina, para poder ver cómo han evolucionado dichos ingredientes y
cómo se han podido ver afectados por influencias externas.

CRÓNICAS MESAS PAGOS


Coca Coca Coca
Vino Vino Vino
Alcohol: chicha Alcohol: Puritu y winitu Alcohol: vodka,...
Sebo quemado Sebo ¿Bizcochos de grasa?
Ropa de lana de colores Vellones de lana de colores
Confeti
Confeti
Plantas aromáticas
Madera olorosa ­­–
Incienso
Cuy Titi
Carne de oveja
Ovejas Feto de llama
Conchas Conchas –
Figuras de animales Amuletos de piedra y metal –
Oro Papel de oro –
Plata Papel de plata –
Maíz – Maíz
Trigo – Quinoa
– Dulces variados Pan, galletas, azúcar...
– Cigarrillos Cigarrillos
Chaquiras – –
Plumas pintadas – –
Tubérculos, frutas, verdu-
– –
ras...
– – Bebidas gaseosas

Bebidas
Dentro de las comunidades andinas, el alcohol es visto como un elemento central de
su vida diaria y ritual. Uno de los primeros interesados en el tema de la embriaguez en di-
chas comunidades fue Thierry Saignes, quien realizó un estudio de las crónicas de los Siglos

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XVI-XVII y llegó a la conclusión de que dichos pueblos no se emborrachaban sólo para huir
de la crisis producida por la presencia española, sino que encuentra que la borrachera puede
ser comprendida como un mecanismo de apropiación del lenguaje y del dios de los vence-
dores, pero también como un medio de comunicación con lo Otro, entendido como el intento
de traspasar las fronteras de la consciencia cotidiana10.
Sin embargo, en las ofrendas a la Pachamama, estas bebidas no sólo son ingeridas por
los participantes, sino que son derramadas en la tierra o sobre las mesas como un elemento
más del alimento a la divinidad. Veamos algunos ejemplos de los más usados desde época
precolombina:
La chicha es una bebida que ha sido ampliamente citada en las crónicas. Se establece
su origen en Colombia, en comunidades sedentarias que practicaban la agricultura del maíz
como parte de su economía de subsistencia. Según las crónicas de la conquista su uso no era
cotidiano, sino que estaba reservado a las ceremonias:

(…) este brebaje (chicha) era una noble bebida ceremonial con cuyas
abundantes libaciones los Muiscas, sí se embriagaban, pero solo en
ocasiones tan especiales como bodas, sepelios, carreras y celebracio-
nes de victorias, y jamás de manera rutinaria y habitual como luego
lo harían sus descendientes (…)11

No obstante, en la actualidad se ha convertido en una de las bebidas más difundidas


de Latinoamérica, llegando a fabricarse en gran parte de los países del continente, teniendo
hasta sus propias festividades, como son la Chicha Fest (Quito, Ecuador), el Festival de la
Chicha, la vida y la dicha (Bogotá, Colombia) o la Fiesta Nacional de la Chicha (La Caldera,
Argentina), festivales creados recientemente para la recuperación de las tradiciones indíge-
nas vinculadas con esta bebida.
Es concebida como una bebida estimulante y refrescante, pero a su vez es asociada
con la Pachamama, por su sabor dulce, sus cualidades terapéuticas y su bajo grado de alco-

10
Castillo, 2002: 437.
11
http://www.historiacocina.com/es/historia-de-la-chicha

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holemia, todas ellas características vinculada a lo femenino. Por ello es usada en las ofrendas
para ser derramadas sobre la tierra durante las ceremonias.
El puritu es una bebida alcohólica utilizada en cualquier situación social o religiosa.
En el caso de las ofrendas a las divinidades, es normal derramar parte del mismo sobre la
ofrenda, como parte fundamental a la hora de establecer el vínculo con los seres tutelares.
El winitu (vinito) y vino: es un licor de uso ritual, que se utiliza para convidar a los
diferentes seres tutelares. En las ofrendas a la Pachamama el uso del vino es, a veces, susti-
tuido por una bebida azucarada y coloreada compuesta de ayrampu, fruto rosado del espino.
Algunos investigadores ven una clara semejanza entre el uso de esta bebida y el vino
en las eucaristías cristianas, aunque su uso parece provenir de momentos anteriores a la con-
quista española.
En algunos rituales de pago actuales se puede ver como se están vertiendo en la ‘boca’
de la Madre Tierra otro tipo de bebidas alcohólicas, generalmente de mayor graduación, tales
como el vodka, así como bebidas gaseosas.

Animales sacrificados
En las crónicas consultadas aparece la referencia de la inclusión de cuyes, roedor que
fue domesticado hace 7000 años en la zona andina para consumo humano de su carne o de
su piel.
En la actualidad este elemento podemos rela-
cionarlo con el uso del cuero seco con presencia de
pelo de titis que es incorporado a las mesas aymaras.
Estos animales conservan hoy en día un carácter má-
gico, por lo que matarlo puede ser sinónimo de mala
suerte, aunque el encontrar su cuero signifique lo con-
trario, de ahí su uso en los rituales de la Pachamama.
Pero sin duda, uno de los animales que mayor
significación tiene en las ofrendas que estamos estu- Fig. 3. Detalle de un puesto del Mercado
de la Brujería de la Paz, Bolivia. Foto-
diando son las llamas. Se trata de animales que no grafía de: Carlos Adampol Galindo.

sólo conforman el centro de la vida cotidiana de las

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poblaciones rurales andinas, sino que muchas de sus creencias y mitos se ubican en torno a
ellos. En muchos de los rituales aparece este animal, ya sea sacrificado para verter su sangre
directamente sobre la Pachamama o, como ocurre en las mesas aymaras, colocando sobre
ellas fetos del mismo. Es el llamado sullu y en el proceso de la ofrenda es humedecido o
recubierto de grasa, y decorado con lanas de distintos colores, flores y papeles brillantes.

Comidas
Sólo echando una rápida mirada tanto a la composición de las mesas como a la de los
pagos, se puede observar las diferencias que hay entre ellas con respecto a la comida en sí
misma, pero en ambos casos se pueden ver claras evoluciones de sus antecedentes prehispá-
nicos.
Por un lado lo que más caracteriza a las mesas aymaras es la abundancia de elemen-
tos dulces. Las comunidades que realizan este tipo de ofrendas creen que la Pachamama
prefiere este tipo de alimentos frente a los salados. De ahí que incorporen el llamado tulsi
misa, un conjunto de elementos azucarados, tales como caramelos, nueces, uva pasa y otros
dulces tradicionales, así como los ‘misterios’, galletas rectangulares de cal y azúcar teñidos
de diferentes colores. En ellos se representan símbolos del tema al que está dedicada la mesa.
También es común incluir el famoso pan de San Nicolás, que es una galleta circular con la
imagen de la virgen o de una estrella en su centro.
En los pagos, la Pachamama también quiere recibir alimentos dulces, pero en estos
casos se hace a través de pan, galletas, azúcar, frutas, etc., pero sin que cobre mayor pro-
tagonismo que los ingredientes salados, ya que los elementos principales que componen el
pago son las comidas preparadas de carne de oveja, verdura, bizcochos de grasa, etc. Como
comenté anteriormente, se recomienda que los productos sean lo más natural posible, pero
hoy en día es típico ver, sobre todo en los ambientes urbanos, la utilización de dulces indus-
triales, comprados directamente en las tiendas o en los mercados especializados.
Tanto en las crónicas como en las ceremonias de pago es común la presencia de cerea-
les en grano, tales como el maíz, el trigo o la quinoa. Sin embargo, en las mesas dedicadas a
la Madre Tierra no es común este tipo de ingrediente.
De ellos, hay que llamar la atención en el hecho de la importancia del maíz en las

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comunidades andinas desde épocas anteriores a la conquista. Este cereal ha estado siempre
presente en las comidas de las poblaciones rurales, y aún hoy en día, ocupa un puesto im-
portante en la pirámide alimenticia de las mismas. Sin embargo, no sólo sirve de sustento,
sino que el maíz está presente dentro del ámbito ritual y religioso de estas comunidades, en
cada manifestación religiosa o social que se lleve a cabo, como es el caso de los pagos a la
Pachamama. Tanto es así, que el maíz es considerado sagrado por casi todos los pueblos
indígenas americanos, y ha dado lugar a toda una cosmovisión que queda reflejada en sus
mitos y leyendas.

Otros elementos
La Coca ha sido y es considerada una planta sagrada por parte de las comunidades an-
dinas, con lo que siempre ha formado parte activamente de la historia y la cultura de dichos
pueblos.
Si se revisan las fuentes, llama la atención la detallada descripción que dan los cro-
nistas sobre esta planta: características, cultivo, tipos, etc. Con respecto a la utilidad de la
coca, nos hablan de su uso masticatorio, ceremonial, medicinal, adivinatorio, como moneda
de cambio y como parte de los ajuares funerarios.
Como ejemplo del uso ceremonial en el que se señala como la hoja de coca es quema-
da, para provocar el apreciado humo, puede verse el siguiente texto de un cronista anónimo
del Siglo XVI:

Tambien mochaban a Ataguju de otra manera, que es quemando coca,


que es una yerba que los indios precian mucho, y dicen que trayén-
dola en la boca sin tragar. Toman grande animo y se hacen cinches,
que en la lengua quiere decir valientes: con esta yerba hacen grandes
maldades y sacrificios, y se hallan cantidad dellas en las guacas; es
una yerba como zumaque, tiene la hoja mas ancha, hay cantidad della
en los Andes del Cuzco, y en los Charcos y en Pecona. Sabe el Señor
cuantas idolatrías y hechicerías se quitarían y si no la hobiese, porque
como después dire, la mas delicada y encubierta manera de idolatrar

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es con ella, pues quemánla dicen que aquel humo sube hasta el cielo
a Ataguju y le da olor; y esto hacen para pedir vida para ellos y para
sus hijos y para sus ganados y para los demás indios y para que no se
mueran presto: también en estas fiestas matan coyes11 y echan chicha
y dan zacos y las demás cosas12.

La coca, pues, era ofrecida a los dioses tanto en los sacrificios y ceremonias rituales,
como en las ofrendas, incluida aquí las referidas a la Pachamama. Aún hoy en día constituye
el elemento esencial para la realización de las mesas y los pagos, siendo el ingrediente que
primero se manipula a la hora de la ofrenda.
Quizá relacionado con el uso de la coca se encuentre el empleo, tanto en las mesas
como en los pagos, del tabaco, que o bien se fuma o bien se entrega como ingrediente.
En los textos de los cronistas se cita el uso de maderas olorosas que, aunque no se es-
pecifica de que tipo, en el presente estudio he optado por asimilarlas con una serie de plantas
e inciensos que son usados tanto como para sahumar como para ser echadas en las ofrendas
a modo de condimento.
La wira q´uwa: es de una planta
herbácea que crece a más de 3.000 metros
sobre el nivel del mar. Al quemarse provo-
ca una fuerte humareda de olor penetrante.
Es considerado el condimento de la mesa,
el que le da sabor.
El insinshu (incienso) y la kupala Fig. 4. Ofrenda de cigarros. Fotografía del Ministerio
son resina aromática que se utiliza para de Cultura de la Nación Argentina.

llevar a cabo los sahumerios.


En las crónicas aparece el sebo quemado como parte de los elementos que se ofrecen.
En la actualidad, las mesas se acompañan del llamado llamp’ u que es el sebo que se extrae
del pecho de la llama. Esta grasa es manipulada antes de colocarse en la mesa, ya que con
ella se crean figurillas o se frota a otros elementos de la ofrenda. Es considerada como la

12
Garzón, 1993: 197.

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‘carne’ del plato y el ‘aceite’ que permite su cocción.


En los pagos no parece un elemento que se utilice popularmente, aunque si quisiése-
mos buscarle un paralelismo podríamos relacionarlo con los bizcochos de grasa de los que
ya hablamos anteriormente, que aunque en este caso sean un alimento, su composición, prin-
cipalmente de grasa animal, podría ser un derivado del uso del sebo en época precolombina.
La siguiente similitud de elementos lo he realizado por un lado por la materia de los
mismos, y por otro por su funcionalidad, siendo sólo una teoría la posible evolución de esos
ingredientes. Se trata de la lana y el confeti. Las crónicas nos hablan de las ofrendas de ropas
realizadas con lanas de colores de gran calidad, junto al resto de componentes. En la actua-
lidad no observamos gestos similares, pero sí el uso de vellones de lana estirados que confi-
guran el límite de las mesas, dentro de los cuales se dispondrán el resto de los ingredientes.
De igual manera, podemos relacionar esto con el uso de confetis, que son utilizados
en los pagos para delimitar la ‘boca’ de la Pachamama o el límite de la ofrenda, pasando
a tener la misma función que los vellones de lana. Quizá la evolución de dichos elementos
desde época precolombina se base más en el uso de elementos de vivos colores, que en la
funcionalidad misma de dichos objetos.
Los textos de los conquistadores nos hablan de la incorporación en las ofrendas a la
Pachamama de figuras de animales. Es curioso comprobar como esa tradición todavía se
puede observar en las mesas aymaras.
El chiwki es un conjunto de figuras de metal (generalmente plomo y estaño) que re-
producen elementos cotidianos de la vida rural (figuras antropomorfas, zoomorfas, objetos
domésticos, cruces, cuerpos celestes, etc.). Éstas se acompañan con papelitos de colores
brillantes, pepitas de wayruru y de willka, pasando a llamarse el conjunto chiwchi rikatu o
chiwchi misa.
También existe la tradición de incorporar mullu a las mesas. Se trata de una piedra de
tonalidad blanca o gris sobre la que se tallan talismanes. Es considerada la ‘sal’ del plato.
Como ya vimos anteriormente, en las ciudades continúa esta tradición, pero la sim-
bología de esas figuras han cambiado, ya no se trata de elementos representativos de la vida
en el campo o naturales, sino que pasan a ser reflejos de los deseos que imperan en el medio
urbano, tales como cambiar de casa, coche, obtener más dinero con buenos negocios, etc.

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Otros de los elementos en los que podemos observar su evolución desde época pre-
colombina a la actual son los elementos de oro y plata. Si bien las crónicas no especifican
de qué manera son ofrendados dichos ‘ingredientes’, podemos intuir que se tratasen de frag-
mentos del mineral puro o quizá trabajado para obtener de él alguna forma simbólica.
El hecho es que en la actualidad, en todas las mesas aymaras se puede encontrar lo
que llaman quri t´ant´a y qullqi t´ant´a, es decir pan de oro y pan de plata, que en realidad se
trata de hojas de papel doradas y plateadas.

4. LAS OFRENDAS DESDE UN PUNTO DE VISTA ARQUEOLÓGICO


Tras hacer una lectura rápida de estos textos de los cronistas europeos al referirse
a la ritualidad andina, no debería extrañarnos que el registro arqueológico de estos países
estuviera repleto de evidencias de ofrendas a la Pachamama anteriores a la conquista, sin
embargo, la situación es muy distinta. Si bien existen referencias publicadas a complejos
estructurales identificados como pozos o deposiciones rituales, son casi inexistentes las citas
a una posible relación con ofrendas a la Pachamama.
Es cierto que, a simple vista, una unidad arqueológica de este tipo no permite conocer
con exactitud a qué ser sobrenatural fue destinada, pero si se atiende a la tipología de los
materiales arqueológicos, su ordenación y su contexto, y se comparan esos datos con los ob-
tenidos en los estudios antropológicos podemos observar pautas que nos permitan identificar
esos restos arqueológicos como ofrendas realizadas a la Pachamama.
Ahora bien, teniendo presente los datos que nos aportan los textos de los cronistas
y las prácticas que aún hoy se siguen llevando a cabo en contextos andinos, deberíamos
preguntarnos sobre qué elementos y características deberíamos localizar en un yacimiento
arqueológico para poder teorizar acerca de si estamos o no ante una práctica de ofrenda a la
Pachamama.
Con lo que ya conocemos, podríamos encontrarnos dos registros diferentes: por un
lado, si localizásemos evidencias de prácticas similares a los actuales pagos, estaríamos ante
una o varias unidades estratigráficas negativas, es decir, fosas de pequeño o mediano tama-
ño, rellenas de diferentes estratos que contendrían material orgánico como pueden ser restos
vegetales, semillas de cereales, tejidos, restos de fauna y malacofauna, recipientes cerámicos

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a los que sería importante realizar analíticas de lo que pudiera quedar en su interior para
documentar evidencias de preparación de banquetes rituales; así como materiales pétreos y
metálicos, posiblemente en forma de amuletos zoomorfos o antropomorfos.
Por otro, estaríamos ante un ritual similar a las actuales mesas si nos encontrásemos
una deposición estructurada con claras evidencias de fuego, que presentaría posiblemente
restos de los mismos elementos anteriormente descritos (vegetales, fauna, carbón, etc.).
La dificultad de la localización de las fosas estriba en que al tratarse de subestructuras
excavadas en un terreno y rellenas posteriormente por el mismo sedimento sacado, los lími-
tes entre la unidad excavada y la tierra donde se excava tiende a perderse con el paso de los
años, con lo que prácticamente las únicas evidencias claras de que ahí se hubiera llevado a
cabo esa práctica, sería la localización de los elementos ajenos que se hubieran introducido
en la fosa y su disposición en ella.
Por otro lado, en la actualidad se puede observar cómo año tras año las fosas son
excavadas en los mismos lugares donde ya se hicieron anteriormente, es decir, se sacan los
elementos del año anterior para introducir los del nuevo. Esto puede quedar reflejado en el
registro arqueológico a modo de recutting, es decir, con la apertura de una fosa alterando
tanto la interfacie como los rellenos del pozo anterior.
¿Qué habría entonces que hacer si se quisiese localizar y estudiar un lugar de ofrendas
a la Pachamama? Por un lado, si atendemos tanto a los textos clásicos como a las evidencias
etnográficas actuales, se tendría que localizar un espacio abierto cargado de simbolismo, o
que pudiera ser considerado sagrado. Aunque en la actualidad, también se están llevando a
cabo en contextos domésticos, por lo que no sería extraño localizarlos en complejos habita-
cionales o cercanos a ellos.
Para su localización nos pueden ayudar las fotografías aéreas, ya que las subestruc-
turas, en ocasiones, pueden ser difíciles de ver a simple vista a causa de la vegetación o del
relieve.
Una vez localizado, se tendría que proceder a realizar una prospección superficial,
para así confirmar la existencia de material arqueológico susceptible de ser restos de ofren-
das y ver si estos materiales están agrupados de tal forma que pudieran indicar la ubicación
de diferentes fosas o deposiciones. En la actualidad también se están llevando a cabo estu-

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dios geofísicos que están dando muy buenos resultados a la hora de localizar subestructuras.
Una vez ubicadas, se procedería a una primera documentación fotográfica y planimé-
trica. Posteriormente, se comenzaría la excavación manual por capas naturales de los dife-
rentes estratos siguiendo metodología arqueológica y, puesto que se tratan de deposiciones
intencionales, habría que tomar referencias espaciales de los diferentes elementos que se
localizasen, para no perder la ubicación y ordenación de los mismos una vez retirados.
Sería de vital importancia hacer análisis químicos y arqueozoológicos de los restos
orgánicos aparecidos para poder identificar los tipos de animales que eran incluidos en las
ofrendas, así como estudios carpológicos y paleobotánicos que nos pudieran dar datos sobre
los elementos vegetales (maderas, semillas, hojas, etc.) que pudieran haber sido utilizados.
Por último, el análisis de carbón, de fauna herbívora y de restos de maderas de especies ar-
bustivas de vida corta podría acercarnos a una cronología absoluta del momento de apertura
de la fosa, mediante radiocarbono.

CONCLUSIONES
La realización del presente estudio no sólo me ha permitido conocer el estado de la
cuestión de los estudios sobre los rituales de ofrenda a la Pachamama desde un punto de vis-
ta antropológico, sino que me ha dado la posibilidad de establecer brevemente un protocolo
de actuación arqueológica frente a un yacimiento susceptible de contener restos de prácticas
rituales de ofrendas a la Madre Tierra, teniendo en cuenta los datos obtenidos de los textos
de los primeros cronistas europeos en tierras andinas y el estudio de las prácticas que aún se
siguen realizando en la actualidad.
Me he centrado en la búsqueda y recopilación de datos sobre los diferentes tipos de
ofrendas que se están llevando a cabo, marcando las claras diferencias existentes entre el
medio rural y el urbano, donde las influencias de occidente son más acuciantes, y viendo
sus posibles antecedentes pre-hispánicos, para poder posteriormente definir los elementos y
características a buscar a la hora de intentar ubicar evidencias arqueológicas de dichas accio-
nes.
En resumen podría decir que las prácticas rituales andinas en general, y las ofrendas
a la Pachamama en particular, son importantes indicadores de las realidades sociales en las

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que se envuelven los individuos que las llevan a cabo, tanto en el pasado como en la actua-
lidad.
El estudio de la temporalidad de este tipo de ritual, obtenido mediante el análisis com-
parativo entre las fuentes escritas, antropológicas y arqueológicas, nos aporta datos sobre
la continuidad de esas prácticas a lo largo del tiempo y, a su vez, nos permite clarificar las
posibles influencias que han podido recibir dichos actos y cómo los han modificado desde
épocas pre-hispánicas hasta el presente.

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