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GÉNERO Y GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA

DESDE LA ÓPTICA DE LA SOSTENIBILIDAD


DE LA VIDA
GENDER AND ECONOMIC GLOBALIZATION FROM THE
PERSPECTIVE OF THE SUSTAINABILITY OF LIFE
Astrid Agenjo Calderón
Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España
cmagecal@upo.es
Recibido: mayo de 2019
Aceptado: diciembre de 2019

Palabras clave: Género, globalización, sostenibilidad de la vida, conflicto capital-vida.


Keywords: Gender, globalization, sustainability of life, capital-life conflict

Resumen: El objetivo de esta comunicación es realizar una lectura feminista en


torno a algunas dinámicas centrales de la globalización económica realmente
existente, desde un enfoque feminista centrado en la Sostenibilidad de la Vida.
Concretamente, el foco se sitúa en el impacto sobre las condiciones de vida y
trabajo de las mujeres, atendiendo al redimensionamiento de las desigualda-
des de género que se producen. En particular, se presta atención a las cadenas
de producción generizadas que han venido de la mano de: la reubicación de
las manufacturas y servicios intensivos en trabajo en economías más pobres;
el desarrollo de algunas actividades orientadas a la exportación que se han
constituido como oficios feminizados; y la crisis de cuidados y la migraciones
internacionales que han actuado a nivel global, reorganizando las cadenas glo-
bales de cuidados.

Abstract: The aim of this communication is to make a feminist reading around


some central dynamics of the actually existing economic globalization from a
feminist perspective focused on the sustainability of life. Specifically, the focus
is on the impact on the conditions of life and work of women, according to
the downsizing of the gender inequalities that occur. In particular, attention is
paid to generizadas production chains that have come from the hand of: the
relocation of manufacturing and services intensive work in poorer economies;
the development of some activities for export which have been constituted as
feminized occupations; and the crisis of care and the international migration
that have acted globally, reorganizing the global care chains.

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1. Introducción de mujeres. Un movimiento feminista que
“se articula sobre los cuidados y el con-
flicto entre lo productivo y lo reproductivo”
En los últimos años estamos asistiendo a a escala global (ibíd.), recuperando el in-
un nuevo momento histórico del feminis- terés por la crítica sistémica y globalizada,
mo a escala global; una Cuarta Ola1 -aún tratando de reconectar las luchas contra
en formación y con una identidad todavía el sometimiento personalizado por el he-
no definida-, que parece estar plantean- teropatriarcado racista y colonial, con las
do una fuerte resistencia frente a la rear- críticas a un sistema capitalista que, bajo
ticulación actual del Sistema Económico las promesas de (neo)liberación, ha susti-
Capitalista (SEC) y al despliegue de una tuido un modo de dominio por otro2.
racionalidad neoliberal cada vez más re-
accionaria y desacomplejada. Esta Cuarta Como señala Brown (2017), el neolibe-
Ola estaría caracterizada por un discurso ralismo contemporáneo actúa como una
feminista más democratizado, popular suerte de “racionalidad rectora” carac-
y comunitario, a partir de una ideología terizada por una “economización” cada
más fragmentaria y plural (Abad, 2016), vez más intensa de cada dimensión de
representada por un “feminismo del la vida, lo cual no se refiere a la mercan-
99%” (Fraser, 2019) que toma como re- tilización (o monetarización) de todas y
ferencia la situación vital, las demandas, cada una de las esferas y prácticas, sino
las necesidades de la inmensa mayoría a la diseminación del modelo de mercado
y la configuración de los seres humanos
“como actores del mercado, siempre, so-
1. El Paradigma de las Olas del feminismo es am-
pliamente utilizado en el conjunto de las Ciencias lamente y en todos los lados, como homos
Sociales. Según este paradigma, la Primera Ola economicus” (ibíd.:36). Esto es, se pro-
suele identificarse con los movimientos de fina- duce una economización de la conducta
les del siglo XIX y principios del XX; la Segunda humana y la multiplicación de la empre-
con el resurgimiento del feminismo a partir de
los años 60; la Tercera desde finales de los 80 y 2. Las resistencias feministas a esta rearticula-
principios de los noventa; y la Cuarta Ola desde ción se habrían puesto de manifiesto en múltiples
los inicios del nuevo milenio. Si bien, no todas hitos globales: el movimiento Ni Una Menos
las teóricas feministas comparten la periodiza- contra los feminicidios en América Latina; las
ción señalada (por ejemplo, Amelia Valcárcel o manifestaciones en Polonia o Argentina contra
Celia Amorós). Por otra parte, dicho paradigma la prohibición del aborto; las manifestaciones
está siendo objeto de críticas desde los feminis- en Turquía (a raíz de la propuesta de amnistiar
mos descoloniales, puesto que consideran que a los hombres que tuvieran sexo con menores si
éste hace referencia fundamentalmente a una se casaban con ellas); la Marcha de las Mujeres
genealogía occidental y, por tanto, a una cons- en Estados Unidos al día siguiente de la elección
trucción eurocéntrica del feminismo como epis- de Trump; el movimiento #MeToo y Time´s Up
temología vinculada al pensamiento ilustrado, (que puede ser entendido también como un mo-
liberal e igualitarista (Medina, 2016). En este vimiento laboral para conseguir un entorno de
trabajo no se aborda la complejidad de este deba- trabajo más seguro, sin acoso o discriminación);
te, si bien, consideramos fundamental señalarlo, o la huelga del 8 de marzo de 2018 y 2019 con-
reconociendo así las aportaciones cruciales que vocada en 170 países bajo el lema #NosotrasPa-
en las últimas décadas se vienen realizando des- ramos. Movimientos todos ellos que reflejan los
de las visiones no hegemónicas, y reconociendo diversos flancos del sistema capitalista heteropa-
también así el carácter situado y parcial de este triarcal y racista, y que se desarrollan en el marco
trabajo. de una crisis de la sociedad a escala global.

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sarialidad desde el interior del cuerpo La OIT (2016) las denomina indistinta-
social (ibídem.), lo cual pone en peligro mente como “redes mundiales de pro-
el sentido mismo de la democracia, y ducción”, “cadenas mundiales de sumi-
justifica con criterios de mercado la acu- nistro” o “cadenas de valor mundiales”,
mulación de riqueza en cada vez menos y en general hacen referencia a la frag-
manos y la precarización del resto, esto mentación de los procesos de producción
es, la polarización social y la desigualdad. y la dispersión internacional de sus tareas
y actividades. En tales procesos las em-
Los procesos de globalización económica
presas transnacionales (ETN) son actores
suponen un acicate a dicha economiza-
fundamentales y se han convertido en
ción de la vida, a partir de la expansión
una suerte de “entidades intocables, en
del modelo de producción y consumo a
organizaciones descentralizadas, desloca-
escala global. Dicha producción transna-
lizadas, ramificadas en largas cadenas de
cional ha alcanzado unas dimensiones
suministro en las que se diluye la respon-
cuantitativas y una extensión geográfica
sabilidad y se multiplican y diversifican
inimaginables, en forma de cadenas se-
las formas de explotación, relocalización,
cuenciales o redes complejas de carácter
evasión y elusión de normas laborales o
mundial, regional o bilateral. Como apun-
fiscales” (Guamán, 2017: 1). Según se-
tan Álvarez-Cantalapiedra et al., (2017),
ñala Guamán, estas empresas están con-
actualmente la producción transnacional
siguiendo que se adopten normas que les
permite explicar más de la mitad de los in-
aseguran derechos específicos y que les
tercambios comerciales internacionales,
permiten eludir las leyes estatales y esca-
los cuales se producen entre las diversas
par de la justicia, a través de la llamada
secciones (y funciones) de las cadenas
“captura corporativa” (ibíd.). De hecho, el
de valor de los grupos transnacionales,
poder que han adquirido entra en nume-
y que se concentran en los países del
rosas ocasiones en abierta contradicción
Norte global (si bien, se han ido exten-
con los principios de la democracia y con
diendo progresivamente hacia el resto del
el respeto y protección de los derechos
mundo, fundamentalmente China y otras
humanos (Guamán y Moreno, 2018).
economías de gran tamaño como Brasil,
México, India, etc.)3. Concretamente, en este trabajo nos inte-
resa atender al redimensionamiento de la
3. No obstante, en los últimos años también se desigualdad de género que se produce en
percibe un agotamiento de este ciclo económico el marco de dichos procesos. Y para ello
basado en la transnacionalización productiva de- realizaremos una revisión de la literatura
bido en parte a las consecuencias de la revolución feminista especializada en tres cuestiones
tecnológica: nos referimos a los cambios tecno-
clave: la feminización e informalización
lógicos que alientan dinámicas de re-localización
productiva, a la automatización e integración
del trabajo que se produce en el marco
de las cadenas de valor a través de plataformas de estas cadenas de de valor globales, y
digitales, a la mayor integración que genera la la feminización de los “circuitos globales
economía virtual, etc. Todo lo cual redunda a su de supervivencia” (Sassen, 2003). En ge-
vez en una reorganización de los mercados y de neral, consideramos que es fundamental
las cadenas productivas globales -y por tanto en
la división internacional del trabajo (Sanahuja, munerado, en las políticas fiscales y de bienestar
2017)-, y tiene efectos de amplio espectro en el social, en los acuerdos distributivos, y en el con-
trabajo formal e informal, remunerado y no re- junto de la organización social y política.

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atender a la totalidad de planos que su- 2014; Pérez-Orozco, 2014, 2017; Fal-
ministran los bienes y servicios que utili- quet, 2014; Rai y Waylen, 2014; Bar-
zan las sociedades humanas para existir gawi et al., 2016; Bedford, 2016; Desai
y reproducirse, ahora pensados en el es- y Rinaldo, 2016; Bassel y Emejulu, 2017;
pacio mundial y en las nuevas realidades Carrasco, 2017b; Benería, Berik y Floro,
de movilidad y conectividad globales. Es 2018; Agenjo y Gálvez, 2019). Tales visio-
en esta economía del cuidado global don- nes están cada vez más alejadas de las
de se manifiestan las “vulnerabilidades interpretaciones holísticas de la realidad
profundas del sistema económico que se económica, y más próximas a las visiones
juegan en el terreno del vivir, como proce- parciales y situadas (así como enfoques
so cotidiano de reproducción de cuerpos, metodológicos alternativos creativos que
identidades y relaciones” (Picchio, 2009: incluyen análisis de imágenes, de la cul-
28), revelando las dinámicas de intersec- tura popular y de lo cotidiano) (Peterson,
ción de género, etnia/raza y clase en va- 2016).
rias tendencias mundiales, especialmente
En este trabajo entendemos la EPF como
en lo referente a la feminización del traba-
una subcorriente en el seno de la Eco-
jo y de las migraciones (Peterson, 2016).
nomía Feminista4, caracterizada por una
A continuación realizaremos una aproxi- metodología “rupturista” (Pérez-Orozco,
mación al enfoque teórico del que parte 2006), con una vocación pluralista, y por
este trabajo, para posteriormente centrar- un posicionamiento heterodoxo en senti-
nos en una revisión teórica de las tenden- do fuerte. Es decir, una EPF crítica con la
cias señaladas. Ciencia Económica neoclásica dominante
(tratando de trascender la visión sesgada,
dicotómica y jerarquizada de la economía
2. Economía Política a la que ésta ha dado lugar), pero también
Feminista: aproximación al con el sistema económico que ésta apun-
tala (que es capitalista, heteropatriarcal y
enfoque de la Sostenibilidad racista); una EPF que, a su vez, es críti-
de la Vida ca con las corrientes heterodoxas andro-
céntricas, y que pone también en tela de
El trabajo académico actual en torno a la juicio los propios sesgos antropocéntricos
Economía Política Feminista (EPF) abor- y eurocéntricos de ciertas miradas eco-
da una amplia diversidad de temáticas y nómicas feministas, en un ejercicio de
representa una amalgama de enfoques y (auto)crítica y de reconocimiento de la
propuestas epistemológicas que caminan parcialidad de la propia visión.
en un continuum de posiciones cons-
tructivistas, postestructuralistas, postmo- 4. A este respecto conviene señalar que haremos
dernas y postcoloniales/descoloniales, referencia a autoras que no sitúan sus análisis
procedentes tanto de la Economía como bajo la denominación de “Economía Política
de las Relaciones Internacionales (véase Feminista”, pero las utilizaremos en base a una
por ejemplo, Peterson, 2010a, 2010b, selección subjetiva a partir del contenido de sus
aportaciones. El objetivo, en última instancia, no
2016; Marchand y Runyan, 2010; Le-
es “encajar” a las autoras en esta nomenclatura
Baron, 2010; LeBaron y Roberts, 2010; concreta, sino proporcionar una herramienta que
Fraser, 2013, 2015; Runyan y Peterson, nos permita debatir en torno a sus ideas.

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El propósito central radica en un diálogo servicios que necesitan los seres huma-
inter/transdisciplinar con objeto de avan- nos -mujeres y hombres- acorde con los
zar hacia un “paradigma inclusivo en rasgos, aspiraciones y diversidad propias
economía” (Álvarez-Cantalapiedra et al., de la especie y de su existencia social”.
2012) que sitúe la Sostenibilidad de la
Las propuestas de la EPF comparten
Vida y las relaciones de poder en el cen-
ampliamente esta visión pero centran su
tro de atención teórica y política. Dicho
atención en tres puntos de vista estraté-
paradigma plantea, en primer lugar, una
gicos: la economía entendida como pro-
redefinición de la actividad económica.
cesos de aprovisionamiento que tienen
En este sentido, muchas de las propues-
como fin último el bien-estar humano,
tas heterodoxas parten de la definición
prestando especial atención a los trabajos
sustantiva de Polanyi (1957) a la hora de
domésticos y de cuidados no remunera-
redefinir el objeto central de la economía
dos; las relaciones de poder entre (e intra)
(frente a la definición “formal” procura-
géneros como categoría teórica central; y
da por el enfoque neoclásico y que gira
la necesaria consideración del compo-
en torno a la escasez). Para Polanyi, el
nente ético y político de tales procesos. En
sentido sustantivo de economía remite a
la noción de “Sostenibilidad de la Vida”
las relaciones de interdependencia entre
(SV) estos tres elementos se delimitan de
las personas y con la naturaleza a partir
forma clara. Dicha noción es ampliamente
del cual toda sociedad se organiza para
utilizada en el contexto hispanohablante
proveer las condiciones materiales que
de las dos últimas décadas, concretamen-
permitan satisfacer las necesidades de
te es Cristina Carrasco quien acuña este
todos sus miembros. El argumento es
término en 2001, y es una de las autoras
“que toda sociedad lleva adelante ciertos
de referencia en este enfoque junto con
procesos económicos institucionalizados
Antonella Picchio, Amaia Pérez-Orozco o
cuya función es producir y reproducir las
Yayo Herrero entre otras. Para Carrasco
condiciones materiales que garanticen
(2001: 44), la SV se trata de una nueva
la perduración de la vida, tanto humana
perspectiva sobre la organización social
como de la naturaleza en donde se de-
que permite “hacer visible toda aquella
sarrolla y de la que forma parte. Estos
parte del proceso que tiende a estar im-
procesos económicos no son naturales,
plícito y que habitualmente no se nombra.
sino construcciones sociales y políticas,
Esta nueva perspectiva permite además
fueron históricamente construidos y por
poner de manifiesto los intereses priorita-
ello pueden ser modificados” (Vázquez,
rios de una sociedad, recuperar todos los
2014: 124). Por lo tanto, el sentido de la
procesos de trabajo, nombrar a quiénes
economía es institucionalizar socialmente
asumen la responsabilidad del cuidado de
formas de producir, distribuir y consumir
la vida, estudiar las relaciones de género y
que garanticen la reproducción de la vida
de poder”. Concretamente la autora defi-
social (Coraggio, 2009). Álvarez-Cantala-
ne la SV de la siguiente manera:
piedra et al., (2012: 280) optan por una
definición más reducida pero similar en “un proceso histórico de reproducción so-
lo sustancial e inclusiva, entendiendo que cial, un proceso complejo, dinámico y multi-
el fin último de la actividad económica dimensional de satisfacción de necesidades
es “generar las condiciones, los bienes y en continua adaptación de las identidades
individuales y las relaciones sociales, un

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proceso que debe ser continuamente re- actividad económica (mercado, estado,
construido, que requiere de recursos ma- hogares y redes sociales y comunitarias)
teriales pero también de contextos y rela- que proporcionan la satisfacción de nece-
ciones de cuidado y afecto, proporcionados sidades a partir de una constelación de
éstos en gran medida por el trabajo no re- prácticas de generación y asignación de
munerado realizado en los hogares (Carras- recursos. Y en el nivel micro identificamos
co 2001, Addabbo y Picchio, 2009; Picchio, a las relaciones (de poder) entre sujetos
2005). Un concepto que permite dar cuenta concretos, que son quienes encarnan los
de la profunda relación entre lo económico procesos de SV, participando a partir de
y lo social, que sitúa a la economía desde una toma de decisiones individual y co-
una perspectiva diferente, que considera lectiva, lo cual se traduce en experiencias,
la estrecha interrelación entre las diversas agencias y resistencias concretas.
dimensiones de la dependencia y, en defi-
nitiva, que plantea como prioridad las con- Desde las propuestas de la EPF se entien-
diciones de vida de las personas, mujeres y de que la SV debería estar en el centro
hombres” (Carrasco, 2014: 37). de todo proceso social, político o econó-
mico (siquiera por instinto de superviven-
Tales procesos de SV no acontecen de cia del planeta y del propio ser humano)
forma inconexa y casual, sino que se plas- y cada uno de los eslabones presentados
man en sistemas económicos o “modos debería ser sostenible para garantizar una
de organizar el proceso económico bajo “sostenibilidad global” (Carrasco, 2017).
determinadas relaciones de poder” (Pa- Sin embargo, la realidad muestra todo lo
lazuelos, 2017: 217), que son suscepti- contrario, un escenario de creciente in-
bles de estudio en abstracto. No obstante, sostenibilidad y una desvalorización de la
para ello se debe incorporar “todo lo que propia vida. Por un lado, la metáfora de la
interviene en la reproducción de la exis- producción (Naredo, 2006) se ha adue-
tencia social (tanto si son ámbitos mer- ñado de nuestra forma de interpretar el
cantiles como si se trata de otros al mar- mundo, generando una falsa creencia en
gen del mercado) y (deben estar) abiertos la capacidad de producir riqueza como
a la trama de sistemas y subsistemas con un proceso sin límite. Esta metáfora está
los que interactúan (desde el físico pla- gobernada por una lógica antropocéntrica
netario al escalonamiento de ecosistemas que “niega la ecodependencia al escindir
que permiten y sostienen la existencia de la vida humana del resto de la vida del
los seres vivos)” (Álvarez-Cantalapiedra planeta y al oponer la cultura a la natu-
et. al., 2017: 372). A este respecto, es raleza (...), lo cual conlleva de por sí la
posible ofrecer una representación de la depredación medioambiental y la injus-
SV en el Sistema Económico Capitalista ticia social global” (Pérez-Orozco, 2014:
a partir de niveles interrelacionados (Pé- 197-199), dando lugar a una forma de or-
rez-Orozco, 2014: 50): en el nivel macro ganización socioeconómica basada en la
situamos las relaciones intersistémicas, expansión continuada de la extracción de
introduciendo algunas ideas centrales en materiales, del consumo de energía y la
torno a la necesaria compatibilidad del generación de residuos, que es claramen-
sistema económico con los ecosistemas y te incompatible con un planeta físicamen-
con el sistema social para que la vida pue- te limitado. Por otro lado, existe un ice-
da darse y sostenerse. En el nivel meso in- berg socioeconómico dominado por una
troducimos las relaciones entre esferas de lógica androcéntrica y eurocéntrica que

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está atravesado por lógicas de explotación vidas se impongan como las dignas de ser
de las personas y los territorios. sostenidas entre todxs, como las únicas
dignas de ser rescatadas (y no explotadas).
La hipótesis central de las perspectivas
Son una serie de mecanismos que jerar-
económicas feministas aquí abordadas
quizan las vidas concretas y establecen
es que las tasas de ganancia que han
como referente y máxima prioridad la vida
alentado y orientado la reproducción
del sujeto privilegiado de la modernidad (el
histórica del sistema capitalista, se han
hombre blanco, burgués, occidental, he-
apoyado en la depredación de recursos,
terosexual, adulto, sin discapacidad, etc.).
la generación de residuos no reciclables
En torno a él se concentran el poder y los
y la perturbación del funcionamiento de
recursos, se define la vida misma” (Pérez-
los ecosistemas, así como la explotación
Orozco, 2014: 25). Por ello se habla de una
de las mujeres en el ámbito doméstico, la
tensión irresoluble entre la acumulación de
socialización de costes, la apropiación de capital y la sostenibilidad de la mayoría de
los recursos públicos y la desposesión de las vidas (Picchio 1992a, 2001; Carrasco
los bienes comunes de toda la sociedad, 2001, 2017; Del Río, 2003, 2014; Preca-
“poniendo continuamente en jaque las rias a la Deriva, 2004, 2006; Pérez-Orozco
condiciones sociales y ambientales sobre 2006, 2010, 2011, 2012, 2014, 2017;
los que las sociedades desarrollan su exis- Herrero 2011, 2013, 2014, 2016; Agenjo,
tencia” (Martínez González-Tablas y Álva- 2011, 2016; Briales, 2014; Fernández-
rez Cantalapiedra, 2013: 141). Así, como Ortiz de Zárate, 2016).
apunta Carrasco (2017a: 66) “con la ex-
pansión del capital, las contradicciones En relación al estudio concreto de la eco-
sociales más locales se desplazan hacia nomía mundial, desde estas posiciones se
una más universal entendida como una critican las visiones despolitizadas que in-
contradicción entre la acumulación global visibilizan las jerarquías estructurales y las
de capital y el mantenimiento de condi- relaciones de poder, reflejando tendencias
ciones aceptables de reproducción social ahistóricas y esencializantes (ibíd.), algo
para toda la población (Bakker, 2003)”. que ocurre, por ejemplo, cuando se trata de
Por ello se considera que no existe solo explicar las desigualdades concentrándose
una tensión estructural entre el capital y el en agentes individuales descontextualiza-
trabajo, sino que ese conflicto es más pro- dos (en lugar de entenderlos como agen-
fundo puesto que se da “entre el capital tes relacionales cargados de estructuras
y todos los trabajos… entre el capital y la de poder y prácticas sociales), o cuando
vida” (Pérez-Orozco, 2010: 135), ya que éstas se enfocan en una sola dimensión de
la actividad económica “desborda los lími- las relaciones sociales. A continuación nos
aproximaremos a distintas lecturas femi-
tes biofísicos, pone en riesgo el funciona-
nistas sobre la dialéctica entre la globaliza-
miento de la biosfera que proporciona las
ción y la intensificación de capital respecto
condiciones de vida de los seres humanos
a las transformaciones en los sistemas de
y nos adentra en una senda insostenible”
reproducción social y las estructuras de
(Álvarez-Cantalapiedra et al., 2017: 445).
la vida cotidiana, explicando los procesos
Se entiende así que en el marco del SEC fundamentales de la reestructuración de la
la “vida vivible” (Butler, 2009) está bajo economía política global de principios del
amenaza, puesto que las estructuras que siglo XXI desde un enfoque renovado.
la conforman “permiten que unas pocas

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3. Estudio de la globalización 2006; Chant y Pedwell, 2008), evaluan-
do las tendencias contradictorias que ello
económica desde la óptica de implica, ya que si bien la incorporación a
la SV la economía de mercado puede producir
efectos liberadores -ejemplo vinculados a
Desde la perspectiva de la SV es posible la obtención de ingresos-, también gene-
mostrar cómo a través del mercado de tra- ra efectos discriminatorios tales como el
bajo, la reestructuración del bienestar y la incrementando de la carga de trabajo y la
promoción de las estrategias privatizadas violencia contra las mujeres en los pues-
e individualizadas de reproducción social, to de trabajo. Por otro lado, evidencian
se reordena también la vida cotidiana de también la creciente comercialización y
las personas, en el hogar y las esferas de financiarización de la vida cotidiana, la
la reproducción. Desde este enfoque se concentración de riqueza y creciente des-
explora la reprivatización de la gestión de igualdad. Asimismo plantean un enfoque
la reproducción social (que implica cam- crítico de la feminización de la pobreza, el
bios que se relacionan con la familia, las ámbito no asalariado del trabajo domésti-
instituciones estatales y sociales junto con co y de cuidados, y abren cuestiones re-
la gestión de los mecanismos básicos de lativas a las políticas públicas y de acción
subsistencia) y su relación con el aumen- social en el contexto de las problemáticas
to general en el alcance y profundidad de más agudas del mundo global.
la explotación socioeconómica en el capi- A continuación nos interesa hacer hinca-
talismo global; la relación entre gobierno, pié en las cadenas de producción gene-
gobernanza y reproducción social (para rizadas -gendered production networks
plantear el choque entre racionalidades (Kabeer, 2004)- que han venido de la
políticas basadas en conceptos genéricos mano de la reubicación de las manufac-
y ahistóricos del individuo); o la forma en turas y servicios intensivos en trabajo en
que se intensifica la privatización y repri- economías más pobres; el desarrollo de
vatización de la reproducción social, con- algunas actividades orientadas a la expor-
formando un nuevo orden de género, el tación que se han constituido como ofi-
cual se conforma cada vez más como un cios feminizados; y la crisis de cuidados
objeto de lucha global (Bezanson y Lux- y la migraciones internacionales que han
ton , 2006; Bakker, 2007; LeBaron, 2010; actuado a nivel global (reorganizando las
Beneria, Berik y Floro, 2018). cadenas globales de cuidados). Aborda-
Siguiendo el trabajo de Beneria, Berik y remos cada una de ellas a continuación.
Floro (2018), entendemos que el cambio
socioeconómico que acaece con la globa- 3.1. Feminización de la fuerza de
lización económica ha instituido múltiples
dinámicas de desigualdad de género a
trabajo
través del mundo. Por un lado, las au-
toras señalan la feminización global del Una de las consecuencias de la globaliza-
mercado laboral (que alcanza a los cam- ción económica ha sido el enorme incre-
bios de la reestructuración de empresas, mento de la participación de las mujeres
la flexibilidad laboral y la informalización en el mercado de trabajo desde finales de
del trabajo femenino) (Beneria y Floro, la década de 1970 a escala global. A ello

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ha contribuido el marco económico pero fundamentalmente al matrimonio o la ma-
también el aumento del nivel educativo, ternidad), así como a las propias normas
el cambio en las propias expectativas y los institucionales; asimismo, los sectores de
avances normativos contra la discrimina- exportación consiguen reducir el riesgo
ción (todo ello gracias a su vez a las lu- y aumentar la flexibilidad recurriendo a
chas feministas previas). En ese sentido, mujeres empleadas de manera informal o
se lanzaron conceptos como el de femini- que trabajan a domicilio en los niveles in-
zación de la mano de obra (ONU, 1999), feriores de las cadenas de suministro, ca-
aludiendo al aumento tanto en términos racterizados por una intensa competencia
absolutos como relativos del número de (como veremos más adelante).
mujeres en la población activa a escala
Por tanto, en dichos procesos el trabajo
global. Si bien, dicha incorporación no ha
suele ser temporal, ocasional, parcial,
sido universal ya que ésta ha variado se-
peor remunerado e invisibilizado y con es-
gún el país, la región, la raza/etnicidad, la
casa protección social (en particular en lo
clase social, la diversidad funcional, etc. y referido a los derechos de maternidad). A
ha llevado a una creciente diferenciación este respecto, los efectos de las largas ho-
económica y social entre las propias mu- ras de trabajo, cargas excesivas y cortos
jeres (Benería, Berik y Floro, 2018). plazos de entrega de los productos, uni-
Se destaca aquí el auge del empleo feme- dos a la insalubridad de las instalaciones,
nino en las zonas francas de los países el hacinamiento y el peligro en los centros
del Sur global en relación a la reubicación de trabajo, provocan graves consecuen-
de las manufacturas y servicios intensivos cias sobre la salud, tanto física como psí-
en trabajo, en los sectores de exportación quica, de las trabajadoras. Situación que
y en los niveles más bajos de las cade- ha empeorado en las últimas dos décadas
nas globales, principalmente en el sector a partir de políticas laborales más flexibles
textil, turismo, agricultura y floricultura o y formas menos seguras de empleo (lo
call-centers. Según se señala en la lite- cual conlleva un incumplimiento sistemá-
ratura, las ETN han recurrido a la fuerza tico de los derechos humanos, donde las
de trabajo femenina por ser más flexible y ETN tienen una responsabilidad funda-
de menor coste (salarios más bajos y una mental). Si bien, en los últimos años se
mayor productividad), y por lo tanto más viene observando una desfeminización
adecuadas para los procesos de trabajo del sector de manufacturero exportador
intensivo. Como apuntan Benería, Berik y en Asia y América Latina, a medida que
Floro (ibíd.: 187), por un lado, los menores se han introducido métodos de produc-
salarios se deben a la segmentación del ción más intensivos en trabajo cualificado
empleo la cual “permite que las empre- y capital, por ejemplo en el caso de las
sas puedan pagar salarios más bajos a las maquilas (Tejani y Milberg, 2016).
mujeres debido a que quedan relegadas En lo que respecta a las zonas rurales de
con frecuencia a los puestos de trabajo no los países del Sur global, la feminización
cualificados porque las empresas las ven de la fuerza de trabajo se ha producido
o las califican como trabajadoras no cuali- fundamentalmente en la agricultura, en
ficadas”; por otro, la mayor productividad un contexto de diversificación de los me-
de las mujeres se debe a la presencia limi- dios de subsistencia como respuesta a las
tada de las mujeres en el empleo (debido reformas neoliberales. Deree (2009) seña-

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la que las mujeres en América Latina han tas tras violentas reestructuraciones, no
asumido una mayor responsabilidad en la son más que la extensión tendencial de
producción campesina por cuenta propia las características del trabajo estructural
debido a la ausencia de los hombres en e históricamente asignado a las mujeres,
este sector; asimismo, aumenta el em- tanto remunerado como no remunerado.
pleo como asalariadas en la producción En lo que respecta a las condiciones, se
agrícola no tradicional para la exportación hace referencia a la expansión de diver-
(por motivos similares al resto de sectores sas dimensiones de la invisibilidad; a que
exportadores señalados); también en In- los empleos se vuelven más inestables,
dia se habría producido una feminización flexibles, vulnerables; a los cambios en
del trabajo agrícola asalariado (Garikipati las formas contractuales a tiempo parcial,
y Pfaffenzeller, 2012). En general, la des- temporales...; a la incertidumbre en la
posesión de sus tierras, unida a unos sa- duración del empleo, los horarios de tra-
larios muy bajos y a las malas condiciones bajo, la proliferación de horas extras mal
laborales que sufren las trabajadoras/es pagadas o no pagadas...en suma, a la ex-
rurales sin tierra les han llevado a cons- pansión del empleo precario. En cuanto al
tituir sus propias organizaciones y movi- contenido, se observa una creciente pre-
mientos sociales (Benería, Berik y Floro, sencia en el empleo de las cualidades de
2018). los trabajos de cuidados históricamente
realizados por mujeres como el compo-
En cuanto al sector servicio, la expansión
nente afectivo-comunicativo y el corporal-
global de los mercados ha dado lugar a un
sexual, la capacidad de gestionar simul-
número creciente de trabajos de “cuello
táneamente distintas tareas, tiempos y
rosa” ocupados por mujeres como la en-
espacios, la habilidad de improvisar y de
trada y procesamiento de datos, la aten-
adaptarse a diferentes responsabilidades,
ción telefónica o los servicios de seguros y
etc., que se transforman en factores de-
financieros. Estos ofrecen salarios más al-
terminantes de la productividad y que
tos que los sectores anteriormente señala-
tienden a exigirse, pero no a reconocer-
dos, mayor prestigio social y mejores con-
se en términos de condiciones laborales
diciones de trabajo, pero exigen trabajar
(Pérez-Orozco, 2006, 2014).
jornadas por turnos y muy largas (ibíd.).
La interpretación de la feminización de
Más allá de esta feminización de la fuerza
la fuerza de trabajo que hace Hartsock
de trabajo, lo que Standing (1999) definió
(2006), se refiere precisamente a la es-
como la “feminización global del trabajo”
trategia mediante la cual la clase traba-
hacía referencia no solo a este aumento
jadora es denigrada y goza cada vez de
de la participación femenina en el em-
menos poder de negociación. Aunque,
pleo total, sino también al deterioro de los
según la autora, ésta plantea posibilida-
puestos de trabajo tanto en los países del
des contradictorias ya que dicha incorpo-
Sur como del Norte debido a las políticas
ración también incrementa la autonomía
neoliberales. Otras autoras como Malo
de las mujeres y les permite liberarse de
(2001), Hartsock (2006), Pérez-Orozco
algunas de sus opresiones patriarcales.
(2006, 2014) o Morini (2014) hacen refe-
Kabeer (2004) o Benería, Berik y Floro
rencia a ello, entendiendo que el conteni-
(2018) plantean a este respecto también
do y las condiciones del trabajo, impues-
una contradicción entre el “efecto libera-

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dor” del empleo por un lado y el “efec- las mujeres- que excede de largo la mera
to intensificador” (de las desigualdades) esfera del trabajo. Se refiere con ello a
por otro. Es decir, por un lado el empleo una superposición total entre el tiempo de
de las mujeres en la producción para los trabajo y el tiempo de vida, a la indistin-
mercados globales ha alterado favora- ción entre producción y reproducción, a
blemente los términos de la subordina- la centralidad del trabajo de cuidados, a la
ción de género, en el sentido de que les precarización y flexibilización del trabajo
“ofrece potencial para aumentar la toma asalariado, a la integración dentro de éste
de decisiones por parte de las mujeres y de formas de producción no retribuidas y
su autoestima” (ibíd.: 203). Pero por otro, que exceden sin duda el tiempo de tra-
también puede intensificar la desigualdad bajo, a la dificultad de mantener espacios
ya existente en las relaciones de género: de autodeterminación, de subjetivación y
“las empresas pueden mantener y utilizar de puesta en común de las experiencias,
deliberadamente las normas de género a la imposibilidad casi total de mantener
tradicionales para imponer disciplina y un sentido prospectivo, abierto, del propio
control, y esas prácticas pueden reforzar tiempo de vida, etc. (ibíd.: 18). Esto es,
a su vez la sumisión de las mujeres a las se refiere a una feminización convertida
normas patriarcales de hogar” (ibíd. 207). en paradigma general, en correlación a lo
Asimismo, la incorporación al empleo no que considera es un desclasamiento de
lleva consigo una reducción proporcional las mujeres en su interior.
de sus responsabilidades en el ámbito
del trabajo no remunerado, aumentando
su carga total de trabajo. Y puede llevar
3.2. Informalización de la fuerza
consigo un incremento de la violencia de trabajo
machista en sus diversas formas: acoso
sexual en el trabajo, violaciones, violencia Una problemática conexa a la feminiza-
conyugal, etc. (Blanco y Villa, 2008). Por ción del trabajo es la informalización (Pe-
último, el trabajo remunerado también terson, 2016). La globalización económi-
puede contribuir a nuevas formas de des- ca ha llevado consigo una informalización
igualdad de género. En suma, los efectos creciente del empleo y una difuminación
no son uniformes ni invariablemente posi- de las fronteras entre empleo formal e
tivos y dependerá de la propia dimensión informal. Las grandes empresas, en su
de la desigualdad de género, las normas intento de ajustar la producción, han au-
de género de cada contexto, las condicio- mentado el recurso a la creación de pues-
nes del empleo y las características de las tos de trabajo temporales y de corta du-
trabajadoras y empleadores/as. ración y a la producción informal a través
La lectura que realiza Morini (2014) no de la externalización y la subcontratación
se refiere únicamente a la feminización como una vía para reducir costes (Bene-
del trabajo, sino a la feminización de la ría, Berik y Floro, 2018). Ello implica unas
“bioeconomía” (Fumagalli, 2010) en ge- condiciones de trabajo más peligrosas y
neral, fundada sobre la expropiación de precarias, salarios por debajo de los mí-
la productividad de la vida -en una exten- nimos legales, y con inadecuada o inexis-
sión “monstruosa” (Morini, 2014) de las tente protección social (situación que se
condiciones de explotación y sujeción de agrava entre las trabajadoras que prestan

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sus servicios desde casa, como forma de nanza’ y las inseguridades globales (Pe-
producción para las cadenas de suminis- terson, 2010b), y tener en cuenta que el
tro en la industria del vestido y calzado). poder opera en la informalización a través
de intersecciones de trabajo feminizado y
No obstante, muchas formas de trabajo
racializado, historias de colonización ex-
informal siguen estando desvinculadas de
plotadora, jerarquías geopolíticas y flujos
la producción del sector formal, en parti-
de migración global (ibíd.).
cular las relacionadas con actividades de
supervivencia organizadas a escala fami-
liar y comunitaria (ibíd.). A este respecto 3.3. Feminización de los circuitos
Godfrey (2011: 270) señala que “los arre- globales de supervivencia
glos económicos informales representan
una forma dominante de intercambio para
muchos de los pueblos del mundo y, de- Como muestra la literatura especializada,
pendiendo de cómo se defina la informali- desde los orígenes del capitalismo indus-
dad, pueden ser el modelo dominante de trial, la mayor parte del trabajo de provi-
organización económica”. Un enfoque es- sión de bienes y servicios que garantizan
trecho sobre la producción formal y basa- el mantenimiento de la vida en las socie-
da en el mercado margina estas otras múl- dades occidentales ha tenido lugar en el
tiples formas de “trabajo” (subsistencia, ámbito de los hogares y las comunidades,
ambulante, agricultura campesina) que y fundamentalmente ha sido realizado
constituyen la principal fuente de ingresos por las mujeres debido a unas estructu-
en el Sur global, así como las estrategias ras históricas de opresión heteropatriarcal
de agrupación de recursos de los hogares (Benería, 1979; Carrasco, 1991; Himme-
en todo el mundo. También suele excluir a lweit, 1995). La división sexual del traba-
las actividades económicas ilícitas, sin em- jo, la familia nuclear y el modelo hombre
bargo, estas son cada vez más importantes ganador del pan/mujer ama de casa se
tanto por su escala global y valor (Peterson, exacerbaron e institucionalizaron como
2016), sobre todo en contextos de “infor- modelos normativos y discursivos en la
malidad política” (ibíd.). industrialización, adquiriendo categoría
legal y científica. Ello ha llevado a que las
Pérez-Orozco (2014) considera que el re- mujeres hayan actuado históricamente
curso al trabajo informal forma parte de como “el factor equilibrante oculto” (El-
una de las estrategias feminizadas de su- son, 1995: 241) para amortiguar las de-
pervivencia en torno a lo que la autora de- bilidades de los regímenes de bienestar,
nomina como “economía de rebusque”, y para absorber los shocks que se han
esto es, el desarrollo de paraeconomías, producido (debido a la resistencia de los
múltiples formas de subempleo, o no ple- hombres a hacerse cargo del trabajo re-
namente integradas dentro de un marco productivo en condiciones semejantes a
institucional de relaciones laborales. El las mujeres) (Setién y Acosta, 2010; Ez-
trabajo informal es así mucho más impor- querra, 2011).
tante que lo que se reconoce generalmen-
te, y es fundamental abordar el aspecto En relación a las estrategias seguidas para
sistémico que une la reproducción de los resolver o mitigar su doble presencia-au-
hogares, los procesos económicos, las sencia en mercado y hogar, cabe señalar
políticas de estado, las ‘lagunas de gober- que aquellas mujeres que se lo han po-

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dido permitir, han recurrido a la compra ciones de pobreza y exclusión) o el hecho
de una presencia y un cuidado mercan- de que se constituyan como las garantes
tilizados realizados crecientemente por del bienestar de sus familias; sino tam-
mujeres de origen inmigrante (Ezquerra, bién obedece a motivos de agencia y au-
2011). Peterson (2016) lo plantea de la tonomía: “el alejamiento de situaciones de
siguiente manera: cuando las mujeres de violencia de género […] la discriminación
privilegio relativo han obtenido un empleo étnica o por orientación sexual, el deseo
formal en la economía “productiva”, esto de poner fin a relaciones de pareja poco
ha generado trabajo reproductivo e infor- satisfactorias, de huir de padres/esposos
malizado para “Otras” mujeres que están autoritarios, de gozar de mayor libertad
posicionadas menos favorablemente en personal y de ‘conocer otros mundos’”
términos de etnia/raza y clase. Por ello los (ibíd.:37-38).
países del Norte se han convertido en los
Los efectos generados por dichas migra-
receptores de importantes flujos de mu-
ciones, tanto en los países de destino
jeres migrantes atraídas a los mercados
como de origen, no pueden disociarse
emergentes del trabajo doméstico, los
de sus tipologías y causas; “inciden en
cuidados u otros aspectos de la reproduc-
la población activa (inverso para países
ción social.
receptores y emisores), en el empleo (el
Es necesario señalar que la noción “femi- paro en los países emisores se puede tor-
nización de las migraciones globales” se nar en empleo en los receptores), en la
utiliza para hacer referencia tanto a un Seguridad Social de las sociedades recep-
incremento cuantitativo del porcentaje de toras, en el fenómeno de las remesas para
mujeres en los flujos migratorios -según las sociedades de origen, y transforman
Peterson (2016), en esta nueva etapa las favorablemente la estructura demográfi-
mujeres constituyen la mitad de las perso- ca de las sociedades envejecidas” (ibíd.:
nas que migran internacionalmente (algo 381). Ello también produce la expansión
que no ocurría en oleadas de migración de nuevas realidades, como las familias
anteriores) y actúan cada vez más como transnacionales o las maternidades, las
el principal ganador de ingresos del hogar paternidades o las infancias a distancia
(y también del estado); como a nivel cua- (Sørensen y Vammen, 2016), hogares
litativo: “el aumento sostenido en la pro- que involucran a una sexta parte pobla-
porción de mujeres que migran de forma ción del mundo (Peterson, 2016), lo que
independiente en búsqueda de empleo, lleva también a un aumento sin prece-
en vez de hacerlo como ‘dependientes fa- dentes en el número de los no-migrantes
miliares’ que viajan con sus esposos o se diversamente afectados o “tocados” por
reunifican con ellos en el exterior” (Pérez- procesos migratorios pertenecientes a di-
Orozco et al., 2008: 36). chos hogares.
Este fenómeno no es solo expresión de Esta perspectiva transnacional ha sido
malas condiciones económicas en origen fundamental en el análisis de las nuevas
(no encuentran empleos acordes a sus articulaciones de actividades producti-
mayores niveles educativos y a sus ex- vas y reproductivas en el marco del “vivir
pectativas de independencia financiera), transnacional” (Guarnizo, 2003), en rela-
malas condiciones vitales (estrategias de ción a las nuevas posibilidades de recrear
resistencia de las mujeres ante las situa- los vínculos a distancia, incluso en tiempo

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real, en base a la nueva convergencia es- lo largo de su configuración, que impide
pacio-temporal global, o de la compresión un acceso igualitario al derecho al cuida-
espacio-temporal contemporánea. Se en- do” (Pérez-Orozco y López-Gil, 2011: 16).
tiende que a partir de la década de los no-
Como señalan estas autoras, el funciona-
venta, las relaciones de cuidado comien-
miento de estas cadenas “ejemplifica a la
zan a transnacionalizarse y mundializarse
perfección la reestratificación sexual del
o, en términos de Barañano y Marchetti
trabajo, marcada por una enorme com-
(2016), se produce una “reconfiguración plejidad, dinamismo y procesos de rea-
multiescalar de la reproducción social y juste constante” (ibíd.). Asimismo, como
los cuidados”. apunta Ezquerra (2011: 190), es necesa-
Salazar (2001:72) aborda así las trans- rio tener en cuenta que la diáspora de es-
formaciones del trabajo de cuidados en tas mujeres “no sólo ha contribuido a en-
la etapa actual del capitalismo a partir mascarar la irreconciliable contradicción
de dos fenómenos esenciales: la división existente entre el capitalismo patriarcal y
internacional del trabajo reproductivo y la el mantenimiento de la vida en el Norte
transferencia internacional de cuidados. sino que, además, ante los procesos de
A partir de ambos fenómenos se pone reestructuración económica en el Norte y
evidencia cómo el género es un factor en el Sur, estas mujeres por un lado han
central, tanto en el flujo de trabajo en la subvencionado a nuestros gobiernos car-
globalización, como en las divisiones eco- gando sobre sus espaldas, y en condicio-
nómicas del trabajo en la migración, y se nes de extrema precariedad, las tareas de
plantea su vinculación con la división in- la reproducción de la vida y, por el otro,
ternacional del trabajo planteada por Sas- han mantenido ‘a flote’ a los gobiernos y
sen (1980), y la división racial del trabajo las economías de origen mediante el en-
reproductivo (Glenn, 1992). Ambos fenó- vío de remesas masivas que en muchos
menos hacen referencia a las “cadenas lugares han superado con creces cual-
globales de cuidados” (Hochschild, 2000; quier otra fuente de divisas y han deve-
Yeates, 2005; Pérez-Orozco y López-Gil, nido fundamentales para la supervivencia
2011) en las que se articula el trabajo de de una parte importante de la población.
cuidados de distintas mujeres en los es- Irónicamente, huyen de unos estados ne-
pacios de emisión y de recepción de los gligentes para acabar subvencionando a
flujos migratorios. Estas cadenas vinculan otros que no lo son menos”.
distintas modalidades de trabajo remu- Asimismo, un aspecto importante de es-
nerado y no remunerado de las personas tas cadenas es el que se refiere a la no-
que están implicadas en las mismas, en ción de “plusvalía emocional”, propues-
alguna de las múltiples posiciones que las ta por Hochschild (2000) para tratar de
componen. Se trata de una noción muy aprehender la mercantilización global de
útil para analizar la conexión concreta de los afectos, correlativa de lo que entien-
los cuidados, las migraciones y el género, de como un proceso de desplazamiento
“constituyendo por ello una localización de los sentimientos a escala global. El
estratégica y privilegiada para analizar el resultado es la conformación de nuevas
nexo que las une. Pero además, las cade- modalidades de familias transnacionales,
nas de cuidados nos permiten insistir en encabezadas ahora, en muchos casos,
el proceso de desigualdad desplegado a por mujeres, como expresión de la reor-

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ganización de las relaciones sociales, eco- cómodas con sus múltiples identidades
nómicas y emocionales en el capitalismo nacionales (asociadas a estos múltiples
global actual. Como señalan los trabajos lugares de origen, residencia...) son más
de Bettio y Plantenga (2004) o Bettio, propensas a experimentar un consecuen-
Simonazzi y Villa (2006), emerge así un te sentido de agencia, que a su vez puede
nuevo modelo de bienestar en los países ser expresado en activismo. El enfoque
del Norte, constituido por una familia con interseccional se muestra aquí como una
una persona migrante, generalmente, una estrategia clave para considerar las dife-
mujer, producto, a su vez, de una nueva rencias y jerarquías existentes entre las
des/-re-articulación, ahora transnaciona- mujeres que componen las cadenas de
lizada o globalizada, entre los estados, cuidados, evitando su reificación, o la de
los mercados y los hogares (Kofman y las mujeres migrantes, como si constitu-
Raghuram, 2009; Yeates, 2009; Williams, yeran una categoría unificada y homogé-
2010). nea; ello permite, asimismo, dejar atrás el
discurso de la generalización como vícti-
A este respecto, la creación de cadenas
mas (Kofman, 2012).
globales de cuidados (con prestación for-
mal e informal de asistencia a través del
mercado) plantea una serie de asuntos 4. Reflexiones finales
complejos relacionados con varias dimen-
siones de la migración internacional, los
derechos de quienes dan y reciben cuida- Consideramos que el conjunto de ten-
dos y las preocupaciones en torno de las dencias señaladas son una muestra de
condiciones laborales imperantes en las las múltiples dimensiones del conflicto
industrias proveedoras de estos servicios, capital-vida a escala global, en el sentido
sobre todo en lo que respecta a las viola- de que la estructura de la economía mun-
ciones de derechos humanos sufridas por dial y las reglas de juego que determinan
las mujeres migrantes que desempeñan su funcionamiento “abocan al mal fun-
estos trabajos. cionamiento de la provisión de los bienes
y servicios que necesita la reproducción
Por otro lado, muchos trabajos focalizan de la existencia social de los seres huma-
la atención en estas “mujeres globales” nos, dañando a las personas y provocan-
(Ehrenreich y Hochschild, 2003) como do dinámicas de deshumanización (...)
una agencia de creciente protagonismo (y) genera inserciones subordinadas que
en esta nueva economía y con ello una perjudican a los países y a los pueblos
“revolución de género a escala global” que las padecen” (Álvarez-Cantalapiedra
(ibíd.: 3). Asimismo, algunos estudios et al., 2017: 445). Este conflicto tiene
recientes documentan cambios signifi- su reflejo también en las tres “escalas
cativos en la experiencia subjetiva de las de justicia” señaladas por Fraser (2015)
mujeres migrantes (Peterson, 2016), en que, recordemos, hacían referencia a la
base a unos espacios sociales más fluidos redistribución socioeconómica, la justicia
o las múltiples hibridaciones culturales, cultural y las demandas de reconocimien-
las cuales problematizan los reclamos de to de los grupos oprimidos y excluidos,
identidad y de ciudadanía. Por ejemplo, y la justicia representativa, las cuales se
se señala que aquéllas personas más retroalimentan y son mutuamente consti-

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