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El clima del planeta ha experimentado cambios constantes a lo largo del tiempo geológico,
entre ellos fluctuaciones significativas de las temperaturas medias globales.
El calentamiento actual se está produciendo, sin embargo, más rápido que cualquier
fenómeno pasado. Ha quedado claro que la mayor parte del calentamiento registrado durante
el siglo pasado la hemos causado los seres humanos al emitir gases que retienen el calor —
comúnmente denominados gases de efecto invernadero— para cubrir las necesidades
energéticas de la vida moderna. Lo hacemos mediante la quema de combustibles fósiles, la
agricultura, el uso de la tierra y otras actividades que provocan el cambio climático. Los gases
de efecto invernadero se encuentran en su nivel más alto de los últimos 800.000 años. Este
rápido aumento es un problema porque está cambiando nuestro clima a una velocidad
demasiado alta para que los seres vivos podamos adaptarnos a ella.
Los efectos del cambio climático ya se están notando, y empeorarán. El calentamiento global
ya ha alcanzado aproximadamente 1 °C con respecto a los niveles preindustriales. Cada
medio grado (o incluso menos) de calentamiento global cuenta.
Es importante recordar que ninguna de las listas de efectos del cambio climático es
exhaustiva. Es muy probable que las olas de calor se produzcan con mayor frecuencia y
duren más tiempo y que las precipitaciones se hagan más intensas y frecuentes en muchas
regiones. Los océanos seguirán calentándose y acidificándose, y el nivel medio global del mar
continuará elevándose. Todo esto tendrá —y ya está empezando a tener— un impacto
devastador en la vida humana.
La necesidad urgente de abordar el cambio climático se ha hecho aún más patente con la
publicación de un importante informe en octubre de 2018 a cargo del principal organismo
internacional para la evaluación del cambio climático, el Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). En él, el IPCC advierte de que, si queremos evitar
las consecuencias catastróficas del calentamiento global no debemos alcanzar el aumento de
la temperatura de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales, o al menos no superarlo.
El informe presenta las considerables diferencias existentes entre las situaciones hipotéticas
de que se produzcan aumentos de 1,5 °C o de 2 °C.
El IPCC afirma que si trabajamos para limitar el aumento de las temperaturas medias globales
a 1,5 °C, podríamos, por ejemplo:
Pero lo que quizá sea más importante es que el informe del IPCC da al mundo un plazo claro
para evitar la catástrofe: de aquí a 2030 debemos reducir las emisiones de gases con efecto
invernadero a la mitad de su nivel en 2010 para no alcanzar el aumento de 1,5 °C. Por tanto,
nuestros gobiernos deben tomar medidas de forma inmediata para dar un cambio de rumbo.
Cuanto más tardemos en hacerlo, más tendremos que recurrir a tecnologías costosas que
podrían tener efectos nocivos en los derechos humanos.
A menos que los gobiernos tomen medidas, el cambio climático continuará dañándonos a
todos. No obstante, es probable que sus efectos sean mucho más pronunciados en grupos
concretos —por ejemplo, las comunidades que dependen de medios de subsistencia agrícolas
o costeros— y en las personas vulnerables, desfavorecidas o discriminadas.
Éstas son algunas de las formas en que el cambio climático está agravando las
desigualdades:
En el ámbito nacional, los Estados insulares pequeños y los países menos desarrollados
situados a escasa altitud ya se encuentran entre los más afectados. La población de las Islas
Marshall sufre periódicamente inundaciones y tormentas devastadoras que destruyen sus
viviendas y sus medios de vida. La ola de calor de 2018 en el hemisferio norte acaparó
titulares en toda Europea y Norteamérica, pero algunos de sus efectos se produjeron en
lugares como Pakistán, donde más de 60 personas —en su mayoría trabajadores
habitualmente expuestos al calor intenso— murieron al ascender la temperatura por encima
de 44 °C.
Los efectos del cambio climático y la contaminación relacionada con los combustibles fósiles
también tienen una magnitud distinta en función de la clase y la etnia. En Norteamérica,
son mayormente las comunidades pobres de color las que están obligadas a respirar aire
tóxico, puesto que la probabilidad de que sus barrios estén situados junto a centrales
eléctricas y refinerías es mayor. La incidencia de las enfermedades respiratorias y los
cánceres es notablemente más alta en ellas, y la población afroamericana tiene el triple de
probabilidades de morir de contaminación atmosférica que la población estadounidense en
general.
Entre géneros:
Entre generaciones:
Las generaciones futuras experimentarán un agravamiento de los efectos a menos que los
gobiernos actúen ahora. No obstante, los niños, niñas y jóvenes ya están sufriendo debido a
su metabolismo, fisiología y necesidades de desarrollo específicos. Esto significa, por ejemplo,
que es probable que el desplazamiento forzado que experimentan las comunidades y que
repercute en toda una serie de derechos —desde el derecho al agua, el saneamiento y la
alimentación hasta el derecho a una vivienda adecuada, la salud, la educación y el desarrollo
— tenga efectos particularmente dañinos en los niños y niñas.
Entre comunidades:
Los pueblos indígenas están entre las comunidades más afectadas por el cambio climático.
Muchos de ellos viven en tierras marginales y ecosistemas frágiles particularmente sensibles a
las alteraciones del entorno físico. Mantienen una estrecha relación con la naturaleza y sus
tierras ancestrales, de las que dependen sus medios de vida y su identidad cultural.
Los derechos humanos están estrechamente relacionados con al cambio climático por su
efecto devastador no sólo en el medio ambiente, sino en nuestro bienestar. Además de
amenazar nuestra propia existencia, el cambio climático está repercutiendo de forma dañina
en nuestro derecho a la vida, la salud, la alimentación, el agua, la vivienda y los medios de
vida.
Cuanto más esperen los gobiernos para tomar medidas significativas, más difícil será resolver
el problema y mayor será el riesgo de que las emisiones se reduzcan por medios que
aumenten la desigualdad, en lugar de reducirla.
Estas son algunas de las formas en las que el cambio climático está afectando y continuará
afectando a nuestros derechos humanos:
Derecho a la salud: toda persona tiene derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud
física y mental. De acuerdo con el IPCC, entre los principales efectos del cambio climático en
la salud figurarán un aumento del riesgo de lesiones, enfermedades y muertes por golpes de
calor e incendios más intensos; un mayor riesgo de desnutrición a consecuencia de la
disminución de la producción de alimentos en las regiones pobres, y un mayor riesgo de
contraer enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua y transmitidas por vectores.
Los menores expuestos a episodios traumáticos, como catástrofes naturales agravadas por el
cambio climático, pueden sufrir trastorno de estrés postraumático. El impacto del cambio
climático en la salud exige una respuesta urgente; de lo contrario, el calentamiento amenaza
con comprometer los sistemas de salud y los objetivos básicos de salud mundial.
Derecho a vivienda: toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado para sí misma y
para su familia, lo que incluye el acceso a una vivienda adecuada. No obstante, el cambio
climático amenaza nuestro derecho a la vivienda de diversas formas. Los fenómenos
meteorológicos extremos, como las inundaciones y los incendios, ya están destruyendo
viviendas y obligando a muchas personas a desplazarse. Las sequías, la erosión y las
inundaciones también pueden modificar el medio ambiente con el tiempo, mientras que la
elevación del nivel del mar amenaza los hogares de los millones de personas de todo el
mundo que viven en territorios a escasa altitud.
Derecho al agua y al saneamiento: toda persona tiene derecho a agua potable para uso
personal y doméstico y a saneamiento que garanticen el mantenimiento de la salud. Pero una
combinación de factores como la fusión de la nieve y el hielo, la reducción de la pluviosidad, el
aumento de las temperaturas y la elevación del nivel del mar muestran que el cambio climático
afecta y seguirá afectando a la calidad y cantidad de los recursos hídricos, lo que agravará el
problema del acceso a agua potable, del que actualmente carecen 1.100 millones de
personas. Los fenómenos meteorológicos extremos, como los ciclones y las inundaciones,
afectan a las infraestructuras de abastecimiento de agua y de saneamiento, y dejan tras ellos
aguas contaminadas, contribuyendo de este modo a la propagación de enfermedades
transmitidas por el agua. Los sistemas de alcantarillado, especialmente en las zonas urbanas,
también se verán afectados por el cambio climático.