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Análisis:

Poniendo en diálogo la bibliografía seleccionada y los datos recopilados en el


material concreto, se podría afirmar que existe una evidente influencia recíproca entre la
institución escuela y la institución familiar. Al ser la familia y la escuela dos
instituciones fundamentales para el desarrollo del individuo, es indispensable que ambas
estén en permanente interacción para que el proceso educativo se produzca de la mejor
manera posible.¿Qué tipo de vínculo se establece entre la escuela y la
comunidad? ¿Desde qué supuestos parte la escuela para realizar su
acercamiento a la comunidad de los estudiantes? ¿La escuela y la comunidad,
o la escuela en la comunidad? ¿Qué nivel de compromiso tienen las familias de
los estudiantes de la escuela secundaria en el proceso educativo? ¿De qué
manera se transmite la cultura dentro de la comunidad educativa?

Para intentar responder al primer interrogante planteado en nuestra introducción


(¿A qué llamamos Comunidad Educativa?) contrastaremos el vínculo considerado como
ideal desde el marco legal y lo que pareciera ocurrir en la institución educativa
observada (E.S N°1). Por un lado, la organización y el funcionamiento de las
instituciones educativas se encuentran regidos por el Reglamento General de Escuelas el
cual, como se dijo anteriormente, establece la legalidad del vínculo entre la escuela y la
familia. Por otro lado, según el Marco General de la Política Curricular (que responde a
los principios fundamentales de la política educativa) las escuelas pueden y deben
articular su actividad específica considerando la vida de los estudiantes de un modo
holístico, lo cual incluiría al contexto familiar. A nuestro criterio, el Marco General
parecería aseverar que la institución escolar debe fomentar el vínculo entre la familia y
la misma independientemente de cuáles fueran las dificultades que se presentaran para
alcanzar dicho objetivo, utilizando todas los recursos y los medios que fuesen
necesarios para lograrlo. Sin embargo, de algunas de las entrevistas, especialmente de la
que fue realizada al director, se desprende que el vínculo escuela-familia descripto
desde el marco legal como una relación esencial en el ámbito educativo, no parecería
ocupar en esta institución un lugar prioritario. Es decir, intentando analizar
minuciosamente las entrevistas recopiladas, sería posible inferir que, si bien se realizan
ciertas acciones apuntadas a lograr establecer un vínculo estrecho con las familias, la
institución no parecería lograr este propósito y, de alguna manera, se podría sostener
que frente a las dificultades, se resigna a no contar con la participación deseada por
parte de los padres. En palabras del director:

(…) si algo tenemos que reconocer o, tengo que reconocer yo, es, digamos, que la relación en

general con la comunidad no es tal vez lo que debería ser, o sea, hay muy poca participación de los

padres en general y de la comunidad en particular respecto a la institución escolar (…) ese sería un

talón de Aquiles institucionalmente, porque los libros ¿Qué dicen?: los libros dicen que la escuela

no es una isla en la sociedad, que hay que comunicarse (…) Pero es como remar en contra de la

corriente, gastar pólvora en chimangos, dicen, pero se podría ver.

Con el fin de esbozar una posible respuesta a nuestro segundo interrogante


(¿Desde qué supuestos parte la escuela para realizar su acercamiento al entorno familiar
de los estudiantes?) y a partir de la bibliografía ya expuesta, se podría afirmar que todas
las prácticas realizadas en torno al ámbito educativo, incluyendo el vínculo entre la
institución familiar y la institución escolar, estarán determinadas por los distintos
supuestos o representaciones sociales que sostengan los actores participantes de la
interacción ya mencionada. Analizando la entrevista al director en su totalidad, se
podría inferir que la institución parecería naturalizar la escasa participación de los
padres partiendo desde el supuesto de que el hecho de que se trate de padres de hijos
adolescentes implica una dinámica obligadamente distinta a la que se establece en la
escuela primaria e implica también, la imposibilidad de fomentar con éxito una
participación medianamente activa de parte de las familias:

(…) En la escuela secundaria los alumnos tienen el criterio… por lo general, de cien, noventa y

nueve cree que cuanto más lejos estén los padres de la escuela, mejor y eso interfiere en la

comunicación. (…) falta ese vínculo que podría conectar con fluidez con todos los padres y con la

comunidad en general.

Para finalizar nuestro análisis, procuraremos proporcionar una probable

contestación a nuestro tercer y último interrogante (¿Qué nivel de compromiso tienen

las familias de los estudiantes de la escuela secundaria con el proceso educativo de sus

hijos?). Desde la visión de la escuela contemplada, particularmente de la tesorera de la


cooperadora, el nivel de compromiso parecería no ser el deseado, ya que la mayoría de

las familias no participan activamente:

(…) las notificaciones las hacemos vía cuaderno, es decir, le decimos el día de la reunión, muchas

veces lo que no se dice… hay datos que si el padre no viene a ver o algo por el estilo es como

que… no te interesó mucho (…) En realidad el compromiso es: doy la plata cuando me inscribo y

ahí está.

Respecto a este compromiso, el director en su entrevista sostiene lo siguiente:

“Las familias, en líneas generales, están ausentes en este nivel (secundario)… hasta cuando se los

cita; el padre tiene que venir a firmar una reincorporación y no viene… viene después de haberle

insistido varias veces. Lamentablemente, no acompañan, están solos los pibes, que en mi

apreciación, ese es el problema que tiene la sociedad. (…) los cambios sociales han traído

aparejada esta problemática pero… esto nosotros no lo podemos solucionar, con que vengan los

pibes a la escuela ya nos damos por satisfechos.”

De estas citas se desprende que en este caso particular, como dijimos

anteriormente, si bien la escuela intenta cumplir con sus deberes y obligaciones, entre

los cuales se encuentra fomentar un nexo fluido entre las dos instituciones en cuestión,

este intento aparentaría ser en vano ya que no reciben la respuesta que se espera de las

familias. Para que se pueda producir un cambio positivo frente a esta cuestión, sería

necesaria una resignificación del contrato fundacional. Sin embargo, como

especificamos en el marco teórico, para que se produzca una reestructuración de las

relaciones entre la familia y la escuela es necesario que el esfuerzo sea bilateral. En

otras palabras, ambas instituciones deberían buscar el modo de trascender las

dificultades aparejadas por los cambios sociales y así, de manera conjunta, lograr el

cambio que la educación merece.

A nuestro criterio, para que el cambio mencionado pueda ser efectivo, sería

preciso desnaturalizar las concepciones arraigadas en el imaginario de la institución


respecto a la no-participación de las familias; nos parece interesante la postura que

Isabelino Siede adopta en el artículo “Imágenes Cristalizadas” al argumentar que “las

familias no pueden responder en el modo en que respondían en otro momento, y que las

escuelas vivimos eso como una pérdida, como un déficit, en lugar de verlo como un

cambio.” (2006:32)

La pregunta obligada que se desprende de nuestro análisis podría ser la siguiente:

¿Cuál es la concepción que tienen las familias sobre la escuela? Es probable que esta

concepción sea la raíz de la razón por la cual las familias parecerían no querer o no

poder establecer el contacto necesario con la escuela. Sin embargo, al no poseer entre

los datos recabados la palabra de las familias y con el fin de no sobreinterpretar la

información obtenida, no podríamos dar una respuesta certera de cuáles serían los

supuestos que subyacen detrás de la postura que adoptan las familias en general frente a

institución escolar que tiene a cargo la formación académica de sus hijos.

Conclusiones generales:
En el presente trabajo nos hemos propuesto reflexionar acerca de la relación que

se establece entre las dos instituciones necesarias para la formación de todo individuo:

familia y escuela. A partir del análisis de la información teórica recopilada contrapuesta

a los datos concretos de una institución escolar en particular, podríamos concluir que la

interacción entre dichas instituciones parecería estar atravesando por tiempos

sumamente complejos. Tiempos en los cuales sería necesario que ambas instituciones

hicieran una autocrítica sobre sus falencias y así buscar el modo de poder trascenderlas

para lograr cumplir con lo que los documentos que constituyen el marco legal ya

mencionado en el cuerpo del análisis indican como una de las responsabilidades de la

escuela: garantizar la existencia de un vínculo entre la misma y las familias, basado en

el respeto, sin excluir a ningún tipo de configuración familiar por no ajustarse al modelo

tradicional de familia.

Creemos que sería altamente enriquecedor para nuestra formación y, por ende,

nuestra futura profesión tener la posibilidad, en algún momento de nuestra carrera, de

retomar las aproximaciones arribadas, completando la información que no hemos

podido registrar, en esta oportunidad, sobre la visión de las familias que nos parecería

de fundamental importancia para intentar dar una respuesta más certera a los

interrogantes planteados en nuestro trabajo.

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