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LA FILOSOFÍA DE JOSÉ

VASCONCELOS Y SUS
PROYECCIONES EN LA
EDUCACIÓN
Universidad de La Habana. Facultad de Filosofía e
Historia

República de Cuba

Tesis en opción al grado de Doctor en Ciencias Filosóficas


Bertha Alicia Guerrero Sáenz (Autor); Rigoberto Pupo Pupo (Tutor) y Jorge
Valmaseda Valmaseda (Tutor)
UNIVERSIDAD DE LA HABANA
FACULTAD DE FILOSOFÍA E HISTORIA
DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA (ESPECIALIDAD)

La filosofía de José Vasconcelos y sus


proyecciones en la educación

Tesis presentada para optar por el grado científico de


Doctora en Ciencias Filosóficas
Doctorante: M. Sc. Bertha Alicia Guerrero Sáenz
Tutores: Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo
Dr. C. Jorge Valmaseda Valmaseda
Monterrey, NL, México, noviembre de 2009

1
Página legal

196-Gue-I
La filosofía de José Vasconcelos y sus proyecciones en la educación / Bertha Alicia Guerrero
Sáenzl (Autor); Rigoberto Pupo Pupo (Tutor) y Jorge Valmaseda Valmaseda (Tutor). --
Universidad de La Habana. Facultad de Filosofía e Historia (Tesis en opción al grado de Doctor
en Ciencias Filosóficas). – Ciudad de La Habana : Editorial Universitaria, 2010. -- ISBN 978-
959-16-1176-5. -- 115 pág.
1. Guerrero Sáenz, Bertha Alicia (Autor)
2. Pupo Pupo, Rigoberto (Tutor)
3. Valmaseda Valmaseda, Jorge (Tutor)
4. Tesis en opción al grado de Doctor en Ciencias Filosóficas

Autor-Editor: Bertha Alicia Guerrero Sáenz


Digitalización: Dr. C. Raúl G. Torricella Morales (torri@reduniv.edu.cu)

Universidad de La Habana. Facultad de Filosofía e Historia - Editorial


Universitaria (Cuba), 20.

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Dedicatoria

A mis padres, Ma. Oralia Sáenz Garza y Ubaldo Guerrero Hinojosa (QEPD), quienes me
enseñaron desde pequeña a luchar por alcanzar mis metas.

2
Agradecimientos
Agradezco primeramente a Dios, por ser mi mejor amigo, mi fortaleza, darme todo lo que
tengo y no dejarme caer nunca.
Para mis tutores los Doctores: Rigoberto Pupo Pupo y Jorge Valmaseda Valmaseda, por
asesorarme a lo largo de la tesis y acompañarme en este camino que hoy culmina, por
compartir su conocimiento e inspirar en mí mucha admiración y respeto por su calidad
humana.
Para la Dra. Marisel Oliva Calvo, quien depositó su confianza en mí, me apoyó
incondicionalmente y me motivó en todo este trayecto. Admiro su nobleza y su firmeza.
Para todos los Doctores que se involucraron en mi formación profesional.

3
Síntesis
La investigación objeto de estudio, en la presente tesis doctoral, se funda en la
sistematización y generalización de la concepción de la filosofía de José Vasconcelos y sus
proyecciones en la educación, con sentido cultural y desde una perspectiva sistémica,
diferente a las encontradas en los cuerpos de doctrinas de las fuentes de información
consultadas. Si ciertamente existen varios trabajos interesantes sobre la obra de José
Vasconcelos, todavía se carece, en mi criterio, de un estudio sistematizado sobre su
cosmovisión humanista y las determinaciones concretas en que se expresa en la educación,
particularmente el sentido cultural en que se determina como sistema para la formación
humana. Su filosofía, sobre la base del contexto mexicano, se convierte en una pedagogía
de acción formativa, donde se privilegia la unidad del conocimiento con los valores. Esto
significa que en la presente investigación la novedad científica no se reduce sólo al
momento sistematizador de su filosofía, sino además, a su aplicación en la educación, con
sentido holístico y cultural. La tesis se estructura en tres capítulos, a saber:
En el primer capítulo: El pensamiento y la obra de José Vasconcelos. Influencias y
especificidades, se investigan los antecedentes, influencias y el contexto en que se
desarrolla el pensamiento y su obra, y se muestra la evolución que tiene lugar desde su
formación inicial, hasta el desarrollo y sistematización de su pensamiento filosófico-
educativo, con énfasis especial en su vida, pensamiento y praxis, pues no es posible trabajar
el pensamiento y la obra de un hombre separados de sus circunstancias existenciales que
van marcando la evolución en sus distintas determinaciones y condicionamientos. Por eso
se estudia el medio familiar en que se desenvuelve, la educación familiar, las corrientes de
pensamiento e ideas del contexto, el carácter, la personalidad, etc. En este capítulo, además
de penetrar en el hombre, su vida, praxis y contexto, se hace particular hincapié en las
influencias filosóficas esenciales. Hay coincidencia en los estudiosos vasconcelianos, y
también se corrobora en la obra de Vasconcelos, que las influencias y premisas filosóficas
fundamentales, además del pensamiento mexicano y de América Latina, son: Pitágoras,
Plotino y Henry Berson. Ellos han dejado huellas en Vasconcelos, independientemente de
la labor creadora del filósofo mexicano. Naturalmente, su religiosidad cristiana, sin caer en
el fanatismo dogmático, y su apriorismo estético, están presentes en todo su pensamiento y
sellan las distintas determinaciones de su filosofía, incluyendo su teoría educativa.
En el segundo capítulo: El humanismo en la filosofía de Vasconcelos. Visión cósmica y
sentido cultural, se convierte en objeto del discernimiento la esencia de su cosmovisión en
sus varias mediaciones concretas, su visión cósmica del mundo y del hombre, así como el
sentido cultural que le sirve de sustento, pues fue un hombre de ciencia y conciencia. Un
hombre sensible al drama humano y veedor profundo, capaz de ver el todo en las partes y
viceversa. Por eso en este capítulo se trabaja su epistemología, los valores y la cultura, y la
identidad iberoamericana, concretada en su libro “La Raza cósmica”, entre otras obras
significativas. Este capítulo, siguiendo la lógica del anterior, aporta las claves necesarias
para pasar al tercero que da culminación a la investigación, pues su filosofía de la
educación, en última instancia, es expresión concreta de su filosofía humanista, en general.
El tercer capítulo: La Filosofía de la Educación en Vasconcelos. Particularidades y
mediaciones, se dirige en esencia a su filosofía educativa. Una filosofía concebida como
programa pedagógico para la formación humana, guiada por grandes ideas para preparar al

4
hombre para la vida y sean útiles a la nación mexicana. Por eso en este capítulo se realiza
una aproximación conceptual a la filosofía de la educación, con énfasis particular en la
formación humana, así como el alcance latinoamericano revelador, utópico y realista de su
cosmovisión educativa y la filosofía en general del Maestro de las juventudes, del Maestro
de América, como lo han denominado algunos estudiosos.

5
Índice
La filosofía de José Vasconcelos y sus proyecciones en la educación ..................................1
Dedicatoria.........................................................................................................................2
Agradecimientos.................................................................................................................3
Síntesis................................................................................................................................4
Índice..................................................................................................................................6
Introduccion...................................................................................................................9
I. El pensamiento filosófico de Vasconcelos. Influencias y especificidades...............17
1 Antecedenes, influencias, contexto......................................................................18
2 Formación inicial del filósofo maestro................................................................23
3-Desarrollo y sistematización de su pensamiento filosófico.................................26
II. El humanismo en la filosofía de Vasconcelos: visión cósmica y sentido cultural..32
1 Particularidades de su cosmovisión y sus determinaciones concretas.................34
2 Espistemología, valores y cultura iberoamericana...............................................37
3 La Raza Cósmica y la identidad iberoamericana.................................................39
III. La filosofía de la Educación en Vasconcelos: particularidades y mediaciones.....46
1 Aproximación conceptual a la filosofía de la educación y sus mediaciones.......48
2 La educación como formación humana...............................................................54
3 Trascendencia y actualidad de una obra utópica reveladora................................60
Conclusiones................................................................................................................69
Recomendaciones........................................................................................................73
Bibliografía de la doctorante, en el tema investigado..................................................74
Bibliografía..................................................................................................................75
Anexos.........................................................................................................................92
Anexo 1...................................................................................................................92
Anexo 2...................................................................................................................94
Anexo 3...................................................................................................................98
Anexo 4.................................................................................................................103
Anexo 5.................................................................................................................105
Anexo 6.................................................................................................................107
Anexo 7.................................................................................................................111

6
7
Introducción
I. El pensamiento y la obra de José Vasconcelos. Influencias y especificidades
1. Antecedentes, influencias, contexto
2. Formación inicial del filósofo maestro
3. Desarrollo y sistematización de su pensamiento filosófico
II. El humanismo en la filosofía de Vasconcelos. Visión cósmica y sentido cultural

1. Particularidades de su cosmovisión y sus determinaciones concretas


2. Epistemología, valores y cultura iberoamericana
3. La Raza Cósmica y la identidad iberoamericana
III. La Filosofía de la Educación en Vasconcelos. Particularidades y mediaciones

1. Aproximación conceptual a la filosofía de la educación y sus mediaciones


2. La Educación como formación humana
3. Trascendencia y actualidad de una obra utópica reveladora
Conclusiones
Recomendaciones
Bibliografía
Anexos

8
Introduccion
“Por mi raza hablará el espíritu".
Lema de la Universidad Nacional, creado por José Vasconcelos Calderón (1882-1959)

“José Vasconcelos- escribe el especialista vasconceliano Sosa Ramos - es el intelectual


mexicano quien proyectó dotar a su país de un sistema educativo y de un marco cultural
adaptado a las circunstancias nacionales, abierto a todos. Vasconcelos siempre consideró
que la cultura, es un mecanismo reivindicador de la Raza, y creyó en el mexicano que
puede conquistar el espíritu, el intelecto y la grandeza. Los logros y esfuerzos de este
pensador mexicano en el primer tercio del siglo XX, se reconocen por su visión de enlazar
a Hispanoamérica en una gran patria, en 1922 en sus viajes a América del Sur, las
asociaciones estudiantiles de Colombia, Panamá y Perú, otorgan a Vasconcelos la
designación de Maestro de la Juventud, que luego cambió a Maestro de América 1, por el
alcance de su obra pedagógica y filosófica”.2
Vasconcelos es una figura paradigmática, cuya obra, pensamiento y acción los puso en
función del desarrollo de México y América Latina. Un pensador que desarrolló una rica
filosofía humanista, con determinaciones propias en la ética, la estética, la política, la
educación, en fin, en la cultura en general. En todos estos aspectos de la cultura hizo
aportes y contribuciones valiosas.
“Vasconcelos,-tal y como muestra Pablo Guadarrama y otros estudiosos de su obra- se
formó filosóficamente bajo la influencia del positivismo que a finales del siglo XIX, con la
labor de Gabino Barreda y posteriormente de Justo Sierra, se cultivó en el pensamiento
mexicano de esa época. Ambos pensadores fueron los que mayor incidencia directa
tuvieron inicialmente en su formación intelectual.
A principios del siglo XX, se constituyó El Ateneo de la Juventud que congregó
intelectualmente a ese nuevo grupo que reaccionaba contra el predominio hasta entonces
del positivismo.”3
En su formación filosófica inicial transita críticamente, sin nihilismo filosófico del
positivismo4, inaugurado en México por Gabino Barreda, como filosofía opuesta al

1
No se puede perder de vista que esta distinción, ya había sido otorgada doblemente a Justo Sierra Méndez,
pues, durante el primer centenario de su natalicio, la Universidad lo declara Maestro de América, a pesar
de que ya “El prócer cubano”: José Martí, que le conoció en México y cultivó su amistad, le consagró
como “Maestro de América”. Era considerado como un intelectual muy culto para su época y un hombre
muy vinculado a las necesidades y a las transformaciones que se producían en el mundo mexicano de
entonces.
2
Sosa Ramos, A. “El humanismo iberoamericano de José Vasconcelos.” México, 2001, p.1
3
Guadarrama, P. Positivismo y Antipositivismo en América Latina. Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 2004, 160.
4
“El positivismo está hoy superado, pero debemos agradecerle que nos librara en América del candor que
sale de la escolástica...” (VASCONCELOS, José, “De Robinson a Odiseo” en Obra Selecta. Venezuela:
Biblioteca Ayacucho, 1992, p. 55)

9
predominio absoluto de la ideología católica, a una posición antipositivista5, de mayor
vuelo cosmovisivo y científico – cultural, para así desarrollar su ideario filosófico –
educativo por nuevos caminos en función de la realidad mexicana y latinoamericana. Su
crítica al positivismo resulta profunda, ya que devela su esencia y los prejuicios y perjuicios
que trae a la educación.
En su criterio, “(…) la doctrina del método nuevo se comprendía diciendo que todo
conocimiento viene de la experiencia y que ésta no es científica y, por lo mismo válida si
no se ajusta a la prueba física que condiciona el efecto a la causa con rigor matemático (...)
la enseñanza se organiza, en consecuencia, partiendo de las matemáticas y terminando en la
sociedad”.6
Al mismo tiempo, Vasconcelos es un defensor de la filosofía sin negar a las ciencias, y un
visionario que rescató del proyecto positivista, el rigor científico de toda investigación. Por
eso señala: “(...) no hay derecho hacer filosofía si se desconoce la disciplina científica
experimental. Y al restaurar la Universidad hemos respetado la sólida conquista que
significa el saber darle a la materia el trato que corresponde, es decir, al que se deriva de la
física, la química o la biología”.7
Sobre la producción filosófica y educativa de Vasconcelos existe una extensa obra en torno
a variados temas y problemas8, pero en todos, el alcance filosófico posee relieves
inusitados, en tanto se fundan y determinan en un monismo, devenido apriorismo estético
de índole cosmovisiva. Ha sido considerado en la comunidad filosófica internacional como
el filósofo más destacado del México de su época. Es que su discurso, de una forma u otra
gira en torno al hombre y sus circunstancias, en relación con el mundo natural y social. Por

5
“Ibídem. A principios del siglo XX, se constituyó El Ateneo de la Juventud que congregó intelectualmente
a ese nuevo grupo que reaccionaba contra el predominio hasta entonces del positivismo” (Guadarrama, P.
Positivismo y Antipositivismo en América Latina. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, 160).
6
Vasconcelos, José, “De Robinsón a Odiseo” en Obra Selecta. Venezuela: Biblioteca Ayacucho, 1992, p.
55
7
Ibídem.
8
Hernández, F. Sentido cultural humanista de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral defendida
en la Universidad de La Habana, Cuba, 2007; Guadarrama, P. El monismo estético de José Vasconcelos.
En Positivismo y Antipositivismo en América Latina. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004;
Gaos,J. Pensamiento de lengua española. Editorial Stylo. México. 1945; Ingenieros, J. “José Vasconcelos”
en Ideas en torno de Latinoamérica. UNAM. México. 1986; Martínez Llantada, M. “Principios
fundamentales del sistema filosófico de José Vasconcelos” Revista Cubana de Ciencias Sociales. La
Habana. N. 13. Enero-abril 1987; Kempff Mercado, M. Historia de la filosofía en Latinoamérica Editorial
Zig-Zag. Santiago de Chile. 1958; Larroyo, F. La filosofía iberoamericana. Porrúa. México. 1978; Blanco,
José, Se llamaba Vasconcelos .México, Fondo de Cultura Económica, 1998; Domínguez, Michael
Christopher, José Vasconcelos, Obra Selecta. Venezuela: Biblioteca Ayacucho, 2003; Emeterio Valverde
Téllez, Bibliografía filosófica mexicana. Edición Facsimilar. México: El Colegio de Michoacán, 1989;
Fell, Claude. José Vasconcelos, los años del águila, UNAM, México; Fernández, MC gregor, Genaro,
Vasconcelos, SEP, México, 1997; Fernández del Valle, Agustín Basave, La filosofía de José Vasconcelos,
Diana, México, 1998; Matute, Álvaro. José Vasconcelos y la Universidad, Selección de UNAM; Paz,
Octavio. Las páginas escogidas de José Vasconcelos en obra de Octavio Paz, F.C.E, México, 1986;
Taracena, Alfonso. José Vasconcelos. Editorial Porrúa, México, 1970; Pellicer, Carlos. "José Vasconcelos.
"El hombre de la genial impaciencia". México. URL: http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/; Sosa
Ramos, A. “El humanismo iberoamericano de José Vasconcelos.” México, 2001.

10
supuesto, su actitud electivista9 le permitió, además de superar el positivismo, asumir
creadoramente las tendencias y corrientes europeas que estaban en boga en su momento
histórico.
“El corpus del pensamiento de Vasconcelos está integrado por una copiosa autobiografía,
una Historia de México y por supuesto, de un sistema filosófico compuesto de una
Metafísica, una Ética, una Estética y una Historia de la Filosofía, que intenta coronar con
(una Teodicea10. La conformación del criterio filosófico de Vasconcelos tiene como
antecedente una fuente plural de pensadores que consolidaron su ideología y su visión del
mundo.
La escuela de Mileto le enseñó que todo es devenir; (...) en Plotino supo lo que es el éxtasis,
(...) los filósofos alemanes (...) todo debe pasar por la razón. El impulso, el deseo, la energía
son la base del Universo. Kant fijó en su mente que toda Metafísica es intuitiva. Con
Schopenhauer recibió (...) la confirmación en el pesimismo, y Nietzsche lo hizo comulgar
con la tragedia del mundo. En Francia, Bergson le ha mostrado cómo deben cerrarse los
ojos, abriendo el alma al rumor invisible”.11
Esta pluralidad de fuentes asumidas, sin restar valor a su rica visión del mundo y del
hombre, al mismo tiempo hace controvertible su filosofía y su obra en general12. Sin
embargo, como pensó su mundo, desde la realidad histórica mexicana y latinoamericana, y
afincado en los valores que deseaba fundar para bien del hombre y la sociedad, su filosofía,
sin perder aliento utópico, no se queda en la mera especulación, pues se proyecta a la
solución de los problemas de su momento histórico. No es un pensador que hace filosofía
desde el gabinete, al margen de la realidad y la tragedia humana. Es un hombre religioso

9
Nuestros grandes pensadores del siglo XIX y el siglo XX, tal y como explica el Dr. Pupo, fueron
electivistas, es decir, asumían todo lo racional de donde viniera, pero incorporado a la realidad contextual
de nuestros países. Por eso sus doctrinas constituían un cuerpo orgánico, original y coherente de ideas
capaz de explicar con eficacia epistemológica, cosmovisiva y práctica nuestra realidad. El electivismo se
diferencia sustancialmente del eclecticismo, pues éste es una mezcla incoherente de ideas tomadas de
varios autores.
10
Pero todas ellas, de una forma u otra, encuentra concreción en la educación, porque hizo filosofía en
función de la formación del hombre. Sobre esto ver Hernández, F. Sentido cultural humanista de la
cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral defendida en la Universidad de La Habana, Cuba, 2007.
11
Fernández, Mac Gregor, Genaro, Vasconcelos. México, SEP, 1942, p. XX
12
“Vasconcelos había estudiado derecho en la ciudad de México y aunque durante un tiempo ejerció
actividades relacionadas con él, la filosofía fue su pasión. Pero una que era también una estética, que unía
al pensamiento, la palabra y la belleza en una conjunción particular de neoplatonismo, yoguismo hindú,
budismo y cristianismo. Amalgamaba este pensador ciencia y poesía, mito con teología, rezón con
emoción” y tomaba de todo, de los Evangelios, Potino, Tolstoi, Nietszche, ahí donde encontrara lo que
buscaba: el misticismo, la grandeza, la iluminación. A Vasconcelos lo marcaba una profunda religiosidad
en el sentido más amplio pues en ella cabían Pitágoras y Prometeo, Cristo y Buda, Dostoievsky y Wagner,
el erotismo, la literatura y la aspiración a la superación espiritual y al absoluto. Y fue esto lo que después,
cuando fue Rector de la Universidad (a la que compuso su lema: “Por mi raza hablará el espíritu”) y
Secretario de Educación Pública, quiso transmitir a los estudiantes del país: hacerles creer en las
posibilidades de la voluntad, la energía y la educación, hacerles subir por el camino de los libros hasta la
cima de lo humano. Fue eso lo que pediría a Diego Rivera en los murales que él mismo le encargó pintar y
a Gabriela Mistral en las conferencias que él mismo le invitó a pronunciar (Hernández Ríos Luis
Alejandro”. José Vasconcelos: El Águila Mexicana. http://www.alephermes.org/Vasconcelos.htm)

11
cristiano, misionero del deber, convertido apóstol de la educación, como bien afirman
algunos estudiosos de su obra intelectual y su praxis13.
Por eso, la filosofía de Vasconcelos se caracteriza por su antintelectualismo, rechaza el
pragmatismo como teoría del conocimiento, aunque reconoce el valor de las ciencias y las
considera como un preludio a la especulación filosófica. Considera que el instrumento
propio de la filosofía no es la razón, sino la intuición emocional, que es el dato primario de
toda existencia, que permite ahondar en las esencias de las cosas.
“Su concepción metafísica consiste en un emanatismo inspirado en Plotino, que partiendo
del átomo material pasa por lo orgánico, lo psíquico hasta desembocar en lo Uno
absoluto.”14 La filosofía para Vasconcelos es un peldaño para ascender a Dios, es decir, nos
lleva de los estadios inferiores del ser, hasta la fusión con lo divino.
José Vasconcelos es un filósofo activo, sus teorías intentan ser una vasta síntesis de todos
los hechos, de todas las ideas y de todas las emociones que se entrecruzan en el Cosmos.
Su propuesta política tenía como fin una sociedad mexicana con un orden social y
económico más justo, en que el respeto de la libertad fuera elemento prioritario. Su
quehacer político estuvo dirigido a lograr una sociedad democrática que permitiera el
desarrollo integral de todos los individuos.
Congruente con su propuesta monista también planteó la unidad de las naciones con un
mismo idioma y una raza común, esa unidad de pueblos la llamó Iberoamérica, sociedades
que comparten una personalidad propia y un mismo destino y corona su propuesta
aludiendo al fin último de la historia de los pueblos iberoamericanos, que es producir una
síntesis de las cuatro razas existentes: la negra, roja, amarilla, y blanca, de la que emerge
victoriosa la quinta raza, la raza cósmica, que representa al hombre nuevo, con una cultura
de esencia espiritual.
Su actitud positiva ante el progreso es por demás elocuente, a través de la educación, en su
parte teórica, práctica y aplicada, el mexicano logra el dominio de su entorno físico,
socioeconómico y puede aspirar al derecho a la seguridad y al bienestar material.
La propuesta educativa de Vasconcelos conlleva a formar el hombre capaz de valorar la
vida desde un punto de vista personal, “de ser autogestor de su sustento bajo el principio de
que todo hombre de trabajo estará en condiciones de conquistar un progreso para él, y por
ende para toda la sociedad”15.
Su visión religiosa cristiana, que a veces toma cauces místicos, no opta para que sus
programas educativos abran sorprendentes caminos hacia la ciencia y el progreso del
hombre mexicano, y de México como nación. Todo lo contrario, el ideario ético – moral le
sirve de sustento para la formación de hombres decentes, responsables, y sobre todo,
trabajadores honestos. Esto no siempre es comprendido, pero la ética vasconceliana,
mediada por la religiosidad real y sentida, que tiene su base en el cristianismo temprano,
constituye una fuerza inusitada para encauzar la conducta del ser humano.

13
Ver Hernández, F. Sentido cultural humanista de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral
defendida en la Universidad de La Habana, Cuba, 2007.
14
Ramos, Samuel, Historia de la filosofía en México..México:Cien de México, 1993, pp. 166-167
15
Sobre esto, ver Sosa, A. El humanismo iberoamericano de José Vasconcelos. Obra citada, p. 3

12
Vasconcelos, no sólo fue un hombre de pensamiento, sino también de acción. Un hombre
que reaccionaba con gran sensibilidad ante todo lo que se opusiera al progreso del hombre.
“En los últimos años del gobierno de Díaz, Vasconcelos fue un opositor no sólo con la
pluma, sino participando directamente en un asalto a un cuartel de tropas porfiristas. Formó
parte del Partido Antirreeleccionista y apoyó la candidatura de Francisco I. Madero. A la
muerte de éste, fue representante de la revolución, primero en Washington, luego en
Londres. Vencido Huerta vuelve al país y asiste a la Convención Nacional, allí se une como
Ministro de Instrucción con Eulalio Gutiérrez que fue nombrado presidente provisional por
la Convención.
Al triunfo del movimiento constitucionalista salió del país y permaneció en el destierro
hasta la caída de Carranza en que Obregón lo nombró Rector de la Universidad Nacional,
desde donde organizó y dio coherencia a la educación en sus distintos niveles y bosquejó la
estructura de lo que sería la Secretaría de Educación Pública. Al ocupar la Presidencia
Obregón lo confirmó en el puesto de Secretario de Educación Pública, le dio todo su apoyo
que le permitió a Vasconcelos llevar adelante sus tareas y proyectos (1921-1924).
Al fin del período de Obregón, renunció Vasconcelos para oponerse a la candidatura de
Calles a la presidencia, participó como candidato en las elecciones para el gobierno del
estado de Oaxaca, y al perder las elecciones nuevamente salió al exilio. A la muerte de
Obregón, Vasconcelos participa como candidato ahora a la presidencia de la República,
después de una campaña agitada y agredida por parte del callismo, pierde las elecciones
ante un fraude monumental, finalmente se exilia otra vez en el extranjero al no encontrar
respuesta a su llamado de sublevarse contra el gobierno. Regresa a México al finalizar el
periodo del gobierno de Lázaro Cárdenas, a partir de 1943 fue miembro fundador del
Colegio Nacional y director de la Biblioteca Nacional de México, hasta su muerte en
1959”16.
En fin, se trata de una figura relevante de la cultura mexicana y latinoamericana, cuya obra
requiere de nuevos estudios y discernimientos, por su trascendencia y actualidad.
Sobre la base de algunas ideas esbozadas, las reflexiones hechas en torno al filósofo
mexicano, y los propósitos expuestos anteriormente, se elaboran: el objeto de investigación,
la interrogante científica, la hipótesis, los objetivos, las tareas científicas a desarrollar, la
metodología a seguir, la novedad científica y la estructura de la tesis, a saber:
Objeto de la investigación:
El objeto de estudio de la presente tesis doctoral es la filosofía de José Vasconcelos y sus
proyecciones en la educación, es decir, cómo su rica cosmovisión filosófica encuentra
concreción en un sistema educativo que guió el devenir de la cultura mexicana en su
momento histórico y aún sigue alumbrando caminos.
Interrogante científica
1. .¿Cuál es la especificidad cualitativa de la filosofía de José Vasconcelos y sus
proyecciones concretas en la educación que le otorgan vigencia y actualidad?

16
Sosa, A. El humanismo iberoamericano de José Vasconcelos. Obra citada. P. 1

13
Hipótesis:
1. En la obra de Vasconcelos existe una profunda filosofía humanista, en torno al
hombre en relación con el mundo y su entorno social, concretada en una visión de la
educación con sentido holístico - cultural.
Objetivo general:
Valorar la filosofía de José Vasconcelos y su proyección en la educación, destacando la
riqueza hermenéutica, heurística, metodológica y práctica, en que se desarrolla como
sistema integral para la formación humana.
Objetivos específicos:
1. Revelar la evolución del pensamiento y la obra de José Vasconcelos, haciendo
hincapié en los antecedentes e influencias contextuales, así como en su formación,
desarrollo y sistematización.
2. Valorar la especificidad de la Filosofía de Vasconcelos, mediante el estudio de las
particularidades de su cosmovisión humanista, así como sus determinaciones
concretas en la epistemología, los valores, la cultura y su vocación identitaria
iberoamericana, expuesta en su obra “La Raza Cósmica”
3. Develar la filosofía de la educación de Vasconcelos y sus mediaciones, a través de
una aproximación conceptual a su esencia, en tanto formación humana que prepara
al hombre para la vida, así como la razón utópica realista en que se sustenta su
filosofía en general.
Métodos y procedimientos lógicos
En el proceso investigativo se hace uso de las siguientes herramientas metodológicas:
• Métodos histórico y lógico con predominio del segundo.
• Método hermenéutico, en la medida que se interpretan textos para su comprensión
histórico – cultural y educativa.
• Procedimientos lógicos analítico – sintéticos, inductivo – deductivos, la
generalización.
• Y otros, en correspondencia con el objeto investigado, pues se parte de la premisa
que el método se construye en el proceso mismo, sin perder de vista los referentes
ontológicos, históricos y culturales.
Tareas científicas
La metodología antes mencionada se concreta con las siguientes tareas:
1. Estudio de orientación bibliográfica.
2. Elaboración del marco teórico.
3. Determinación de los conceptos centrales, operativos y sus relaciones.
4. Generalización de los resultados obtenidos.
5. Elaboración de un conjunto de recomendaciones.

14
Novedad científica
A pesar de que existen varios trabajos valiosos sobre la obra de José Vasconcelos, aún se
carece, en mi criterio, de un estudio sistematizado sobre su cosmovisión humanista y las
proyecciones concretas en que se expresa en la educación, particularmente el sentido
cultural en que toma cuerpo y transcurre como sistema para la formación humana. Es que
su filosofía, sobre la base del contexto mexicano, se convierte en una pedagogía de acción
formativa, donde se privilegia la unidad del conocimiento con los valores.
Esto significa que en la presente investigación la novedad científica no se reduce sólo al
momento sistematizador de su filosofía, sino además, a su aplicación concreta en la
educación, con sentido cultural e integrador.
Estructura de la tesis:
La tesis se estructura en tres capítulos, a saber:
En el primer capítulo: “El pensamiento filosófico de Vasconcelos. Influencias y
especificidades.”, se investigan los antecedentes, influencias y el contexto en que se
desarrolla el pensamiento y su obra, y se muestra la evolución que tiene lugar desde su
formación inicial, hasta el desarrollo y sistematización de su pensamiento filosófico-
educativo, con énfasis especial en su vida, pensamiento y praxis, pues no es posible trabajar
el pensamiento y la obra de un hombre separados de sus circunstancias existenciales que
van marcando el devenir en sus distintas determinaciones y condicionamientos. Por eso se
estudia el medio familiar en que se desenvuelve, la educación familiar, las corrientes de
pensamiento e ideas del contexto, el carácter, la personalidad, etc.
En este capítulo, además de penetrar en el hombre, su vida, praxis y contexto, se hace
particular hincapié en las influencias filosóficas esenciales. Hay coincidencia en los
estudiosos vasconcelianos, y también se corrobora en la obra de Vasconcelos, que las
influencias y premisas filosóficas fundamentales, además del pensamiento mexicano y de
América Latina, son: Pitágoras, Plotino y Henry Berson. Ellos han dejado huellas en
Vasconcelos, independientemente, de la labor creadora del filósofo mexicano.
Naturalmente, su religiosidad cristiana, sin caer en el fanatismo dogmático, y su apriorismo
estético, están presentes en todo su pensamiento y sellan e impactan las distintas
determinaciones de su filosofía, incluyendo su teoría educativa.
En el segundo capítulo: “El humanismo en la filosofía de Vasconcelos. Visión cósmica y
sentido cultural.”, se convierte en objeto del discernimiento la esencia de su cosmovisión en
sus varias mediaciones concretas, su visión cósmica del mundo y del hombre, así como el
sentido cultural que le sirve de sustento, pues fue un hombre de ciencia y conciencia. Un
hombre sensible al drama humano y veedor profundo, capaz de ver el todo en las partes y
viceversa. Por eso en este capítulo se trabaja su epistemología, los valores y la cultura, y la
identidad iberoamericana, concretada en su libro “La Raza cósmica”, entre otras obras
significativas. Este capítulo, siguiendo la lógica del anterior, aporta las claves necesarias
para pasar al tercero que da culminación a la investigación, pues su filosofía de la
educación, en última instancia, es concreción de su filosofía humanista, en general.
El tercer capítulo: “La filosofía de la Educación en Vasconcelos. Particularidades y
mediaciones”, se dirige en esencia a su filosofía educativa. Una filosofía concebida como

15
programa pedagógico para la formación humana, guiada por grandes ideas para preparar al
hombre para la vida y sean útiles a la nación mexicana.
Por eso en este capítulo se realiza una aproximación conceptual a la filosofía de la
educación y sus mediaciones, con énfasis particular en la formación humana, así como el
alcance latinoamericano, revelador, utópico y realista de su cosmovisión educativa y la
filosofía en general del Maestro de las Juventudes, del Maestro de América, como ha sido
denominado por algunos de sus discípulos y estudiosos de su obra.

16
I. El pensamiento filosófico de Vasconcelos. Influencias y
especificidades
José María Albino Vasconcelos Calderón (Oaxaca, 28 de febrero de 1882 - ciudad de
México, 30 de junio de 195917) fue autor de una magna obra que penetra en detalles
singulares del largo proceso de descomposición del porfiriato, del desarrollo y triunfo de la
Revolución Mexicana y del inicio de la etapa del régimen post-revolucionario mexicano
que fue llamada "de construcción de instituciones". Una sugerente obra histórico –
filosófica y cultural que lo inmortaliza y hace vigente eternamente. Fue nombrado Doctor
Honoris Causa por la Universidad Nacional de México y por las de Chile, Guatemala y
otras latinoamericanas18.
Fue también miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua.
Sin embargo, no se pretende seguir un itinerario abarcador de toda la rica vida y obra del
educador, abogado, ideólogo, político, escritor, ensayista, funcionario público y filósofo
mexicano, ya que habría contenido en sí mismo para varias tesis doctorales. Se trata de un
esbozo panorámico que asuma y despliegue sus hitos esenciales, en su evolución
progresiva.
Mi interés en la figura de José Vasconcelos Calderón, se centra principalmente en su
filosofía humanista y su aplicación en la educación mexicana, así como los avatares que
vive e influyen en una carrera zigzagueante, por la que pasaría de político a historiador, de
historiador a filósofo y de filósofo a ensayista y posteriormente a crítico. Pero lo que iba
arraigando en él, desde muy joven, era la filosofía a la que acabaría entregándose de lleno,
pese a que es frecuente hallar libros sobre historia, crítica literaria, cuentos, relatos e
incluso dramas teatrales. Pero todos con un espíritu filosófico penetrador de sorprendente
valía y heroísmo19.
Su literatura, como su propia filosofía personal, distan mucho de ser fáciles o al alcance de
cualquiera. Hay que conocer muy bien a Vasconcelos o estar muy introducido en su obra,
para llegar a comprenderle plenamente. Como posteriormente nos dirá Agustín Basave "
(…) antes de juzgar a Vasconcelos, hay que entenderlo, hay que leerlo y posteriormente,
que después se critique lo que quería, pero antes que se ponga el corazón en condiciones de
vibrar al unísono."20
Lo cierto es que mucho antes de morir, Vasconcelos había dejado de influir sustancialmente
en los ámbitos que abarcó su desempeño público: La filosofía, la educación, la política y la
literatura. El inventario de sus ausencias vuelve aún más enigmático el hecho de que
sigamos hablando de él.

17
Ver Anexo I
18
Ver anexo 1 y 2.
19
“Hace más de cuarenta años, cuando él andaba por el sur de los Estados Unidos – señala Alfonso Reyes - y
yo vivía en Madrid, José Vasconcelos me escribió: “Alfonso, a juzgar por lo que vivimos, sentimos y
pensamos, tú y yto moriremos con el corazón reventado” (Reyes, Alfonso. Adiós a Vasconcelos. Recoge
el Día. Antología Temática. Amigos y contemporáneos No. 4. México, 2006, p. 59.
20
José, Vasconcelos. Obras Completas (cuatro volúmenes) Libreros mexicanos, México, 1957,1959.

17
Quizás el método mejor para apreciar la dimensión y el sentido de su huella, sea recorrer
los espacios en que, a despecho del fervor actual Vasconcelos no está y no ha estado desde
hace tiempo. El más notorio y el más justificado es su filosofía y sus obras, obras
desorbitadas, en muchos casos. Vasconcelos, es tan responsable de esta soledad como su
actitud. En sí Vasconcelos es un filósofo imposible para muchos, pero asumible con fuerza
y necesidad por la racionalidad de sus cogitaciones y su desempeño práctico para bien de
México y América Latina.
Tal vez por ello, Diego Rivera fue uno de los pocos que le entendieron desde un principio,
y hasta supiera plasmar en uno de sus impresionantes murales, mucha carga filosófica de
Vasconcelos. No se sabe bien, si por doctrina filosófica del que fuera unos de los primeros
protectores y mecenas.
Sea como fuere, y guste o no guste a unos u otros, no cabe la más leve duda de que la
polifacética figura de José Vasconcelos es una de las más grandes e importantes que
México ha dado al mundo, y no resulta nada sorprendente que incluso hoy día, en el campo
de la filosofía, se sigan discutiendo sus tesis y defendiendo o atacando sus ideas sobre su
modo concreto de pensar. Es precisamente, esta sentencia paradigmática la que nos invoca
a continuar profundizando en el siguiente epígrafe de este primer capítulo, donde se
abordarán los antecedentes, influencias y contextos en los que le correspondió vivir y
actuar.

1 Antecedenes, influencias, contexto


Primeramente, hay que señalar que Vasconcelos posee una trayectoria y obras
particularmente intensas en un período fundamental del México contemporáneo: nacido,
crecido y educado en el Porfiriato, se ha constituido como uno de los educadores más
sobresalientes en los últimos cuarenta años de historia latinoamericana; y en un intento de
acercarnos a su obra, trataremos en esta primera parte, de reconstruir el itinerario de su
vida, de tal forma que en una perspectiva personal, logremos contextualizar lo más
adecuadamente posible su pensamiento en constante evolución21. Hay que tener presente
que resulta imposible conocer una obra sin penetrar en su autor, pues como bien enseñan
Hegel y Marx, siempre la obra presente lleva el sello de su formación histórica.
De hecho, en la gran mayoría de las investigaciones donde se hace presente el análisis de la
obra de algún importante pensador, resulta por demás necesaria la contextualización. Ahora
bien, y tratándose de José Vasconcelos que toma como punto de referencia la realidad, la
que se constituye en fundamento y soporte para toda acción pedagógica, es una exigencia
ineludible, puesto que todo su trabajo tiene su génesis en la realidad misma de su vida en
relación con su contexto y otras determinaciones...
José Vasconcelos, como ya se señaló en la introducción, se configura como un hombre
capaz de vivir intensamente su época, de formular un análisis serio y crítico de la realidad
que le toca vivir junto a su pueblo. Análisis y crítica que para muchos es controvertida y
utópica, en tanto que los sistemas gubernamentales lo limitan. Para otros, totalmente
aceptable porque encauzan su pensamiento y dan a su vida un sentido social y de servicio a
los más necesitados, es decir, de vivir activa, crítica y racionalmente como un hombre
contextualizado que busca una concreta, real y verdadera emancipación.

21
Ver anexos 3, 4 y 5.

18
Vasconcelos es de la clase de hombres que sabe reconocer el valor de lo humano y de lo
propio. Logra descubrir esa complejidad misteriosa que encierra el hombre y lo dinamiza,
pero a la vez, lo concibe como un ser inacabado, siempre en búsqueda y en permanente
auto-construcción. Es un pensador comprometido consigo mismo y con la vida, cuyas ideas
toman energías para fortalecer conciencias. Educador que parte de la realidad para aprender
con los demás, por eso declara: "Yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a
la Universidad que trabaje por el pueblo"22. Estas palabras del discurso del rector
Vasconcelos signan lo que fue su propósito en la rectoría de la UNAM23. Tiene la claridad
para reconocer que, a pesar de su capacidad personal, el hombre no está solo en el mundo,
sino que es un ser eminentemente social-relacional.
El propósito de iniciar el epígrafe con la exposición breve, pero profunda de la figura de
José Vasconcelos es para acentuar la concepción que se tiene del hombre extraordinario,
más bien de un hombre que realmente ha tomado en serio su historia, la historia de su
pueblo, y su propia vida, especialmente de ese pueblo pobre y marginado por la sociedad
que le tocó vivir, en cuya transformación, según lo afirma en todo su pensamiento, no
trabajarán otros, sino el propio hombre, y que al visualizar esta transformación como algo
dinámico, se plantea como tarea a cumplir por el propio pueblo.
Para poder comprender lo que significa Vasconcelos y lo que propone como educación, es
fundamental conocer el contexto que ha vivido, ya que es a partir de él que surgen sus
propuestas, porque todas y cada una de las propuestas evidentemente han sido acuñadas a la
luz de la palabra expuesta tras reorganizar la estructura de la Universidad Nacional y ser
nombrado secretario de Instrucción Pública; desde donde inició un ambicioso proyecto de
difusión cultural en el país, con programas de instrucción popular, edición de libros y
promoción del arte y la cultura24. El objetivo era integrar a México de manera más amplia
en las grandes transformaciones que siguieron al fin de la primera Guerra Mundial.
Vasconcelos, un personaje carismático y capaz de entusiasmar a sus colaboradores, hizo de
los maestros rurales un ejército de paz y de cada profesor, según su propia metáfora de raíz
católica, inspirada en el sacrificio de los misioneros del período colonial, un "apóstol de la
educación". Al trabajo de los maestros rurales sumó el apoyo, nunca antes visto en México,
de la edición masiva de algunas de las más grandes obras del pensamiento europeo y
occidental, que fueron distribuidas por todos los rincones del país en lo que Vasconcelos no
dudó en calificar como Misiones Culturales.
Es un autor que plasma sus influencias intelectuales, llenándolas de un contenido nuevo,
donde se va esbozando su particular manera de ir dialogando con la realidad, esa realidad
que vivió de cerca y miró de lejos, y al hacerlo fue reconociéndola, fue reencontrándola, lo
que menciona él mismo en uno de textos, y se corrobora al leerlo. Además, inició un
ambicioso programa de intercambio educativo y cultural con otros países americanos, las
llamadas "embajadas culturales", que llevaron a algunos de los más brillantes estudiantes

22
Vera Estañol, Historia de la Revolución Mexicana, Ed. Porrúa, México, 1976. Véase también Pérez
Herrero. Porfirio Díaz, Ed. Quórum, Madrid, 1987). P., 4.
23
Ibídem.
24
Ver Hernández, F. Sentido cultural humanista de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral
defendida en la Universidad de La Habana, Cuba, 2007.

19
mexicanos de la época a entrar en contacto a edad temprana con sus pares de Argentina,
Brasil, Colombia, Perú y otros países de América Latina.
La obra de Vasconcelos critica las ideas de la organización de la enseñanza con base en el
positivismo. Esto trajo como consecuencia olvidarse de la enseñanza de la filosofía, a lo
cual se suma otra de las contrariedades de Vasconcelos con la educación positivista, como
reza a continuación: “La filosofía en su totalidad, fue arrojada de las aulas como antigualla
y remplazada con la sociología, las enseñanzas científicas fueron perfeccionadas, instaladas
casi con lujo. La biología, la física y la química dieron base a toda educación impartida; por
aquel tiempo incluso el problema del ser lo buscábamos en los residuos de la probeta del
laboratorio experimental”25.
La crítica que vierte Vasconcelos al positivismo no es general, reconoce el mérito que tuvo
en América. Dice este filósofo mexicano: “El positivismo está hoy superado, pero debemos
agradecerle que nos librara en América del candor que sale de la escolástica”26.
Vasconcelos es un defensor de la filosofía, y un visionario que rescató del proyecto
positivista el rigor científico de toda investigación. Abunda diciendo que: “(...) no hay
derecho a hacer filosofía si se desconoce la disciplina científica experimental. Y al restaurar
la Universidad hemos respetado la sólida conquista que significa el saber darle a la materia
el trato que corresponde, es decir, al que se deriva de la física, la química o la biología”27.
Vasconcelos fue quien restableció la enseñanza de las humanidades en las universidades en
la primera mitad del siglo XX, también incorporó el estudio del latín y el griego, además la
enseñanza de la historia, la filosofía y la metafísica. Concibió a la universidad como un
espacio propio del conocimiento, con el “limitante” de la rigurosidad científica, según la
rama de la actividad cultural.
Cito a continuación el concepto de ciencia que tiene Vasconcelos, elemento necesario para
explicar su proyecto científico-humanista. “La ciencia en efecto, no es una simple
interpretación matemática formal de la realidad (sumisión de la realidad a formas), sino el
descubrimiento de que los objetos sensibles se mueven con independencia de las formas del
discurso y según sus propias, precisas y características normas”28.
La ciencia a que hace referencia Vasconcelos, es la ciencia empírica, la ciencia “objetiva”,
la ciencia realista que postula una realidad aprehensible y cognoscible. El pensar del
filósofo, a decir de Vasconcelos, debe ser como el de la ciencia: apegado a la realidad.
Vasconcelos es claro al afirmar: “La ciencia es la tarea de nuestra época y por ningún
motivo debemos eludirla”29. Este pensador mexicano hace un llamado al filósofo, para que
no ignore a la ciencia, cuando estudie a la realidad sensible. El método experimental propio
de la ciencia empírica rescata a la ciencia como asunto de demostración lógica o
matemática.

25
Vasconcelos, J. (1952). De Robinsón a Odiseo: pedagogía estructurativa. Constancia. México. P. 56.
26
Ibídem, p. 56.
27
Ibídem.
28
Vasconcelos, J. (1945a). Estética. Ediciones Botas. México. P. 10.
29
Ibídem, p. 56.

20
Ante esta realidad, Vasconcelos plantea que el hombre debe ser partícipe de la
transformación del mundo por medio de una nueva educación que le ayude a ser crítico de
su realidad y lo lleve a valorar su vivencia como algo lleno de valor real, que no puede
mantenerse a la expectativa, mirando sin percibir y sin actuar. La educación de los
colonizadores pretendía mostrar a los aborígenes la indignidad de su cultura y la necesidad
de aplicar un sistema educativo cultural ajeno, que mantuviera esta situación de explotación
e indignidad humana.
Las relaciones sociales, divididas por las diferencias económicas, crean una relación de
amo y señor. La realidad mexicana de entonces estaba marcada por la falta de vivencia
comunitaria y por la falta de participación social. Ya que existía poca conciencia de pueblo
y de sociedad, la autoridad externa era el señor de las tierras, él era el representante del
poder político y todo lo administraba, por lo que ese mutismo se reflejaba en expresiones
mismas de Vasconcelos al referir que el de haber crecido en una familia cristiana no se
orientó a aceptar tal situación como voluntad de Dios, o caer en el fatalismo de decir que
nada se podía hacer.
Esta forma de dominación impedía el desarrollo de las ciudades: el pueblo era marginado
de sus derechos cívicos y alejado de toda experiencia de autogobierno y de diálogo.
Marginación silenciosa, en donde el enmudecimiento, producto de la adversidad vivida, y
de la aceptación irrazonada llevaba a la población a un permanente abatimiento surgido de
la ignorancia en que se encontraba, aceptando la palabra dicha por los gobernantes en turno.
Este es el México visto panorámicamente y vivido por Vasconcelos que le va a motivar
crear una educación que pueda ayudar al hombre a salir de su experiencia anti-democrática,
experiencia anti- humana que no permite al hombre descubrirse como re-creador de su
mundo, como un ser importante y con poder de mejorar las cosas.
La visión científico-humanista está presente en su proyecto educativo, donde no rechaza el
afán cientificista del positivismo, pero sí rescata e incorpora en las universidades el estudio
de las humanidades, en sus términos dice: “Fue barbarie de la época positivista excluir de
las Facultades el estudio de las Humanidades. Pero sería ceguera dejar al filósofo sin
conocimiento somero de las hipótesis atómicas y la teoría del cuanto (...) filosofía que
atiende a las conclusiones de la ciencia empírica, es la única posible en la América que fue
positivista...30.
El sistema gobernante que viene luego del régimen oligárquico continúa en la misma línea
demagógica que no busca, en la práctica, un cambio real y efectivo: la liberación del
hombre, sino más bien la elaboración de un discurso atrayente y de moda en su época.
La gran crisis económica mundial de 1929 y la redefinición del mercado internacional,
aceleraron el proceso de transformación de las estructuras, lo que en el fondo significa:
mayor urbanización e industrialización, con el consiguiente aumento de las migraciones
populares hacia las grandes ciudades. Desde la economía agraria, en el plano económico
hacen su aparición las clases populares urbanas, se redefinen las alianzas de las clases
sociales a nivel de Estado, lo que produce una gran crisis a nivel de las élites.
Si nos detenemos un poco y miramos la realidad mundial, (2007) encontramos que la
pantalla de la globalización neoliberal ha acentuado con mayor fuerza el sistema

30
Ibíd. P. 20.

21
oligárquico, porque no es una persona, sino grupos elitistas y cerrados los que mantienen el
poder económico y con ello la supremacía política que veladamente se constituye en una
democracia falseada y repetitiva, y desafortunadamente, ese mismo poder establece
mecanismos para hacer creer a las mayorías que es la democracia la imperante, democracia
en donde todos opinan y votan pero sólo unos deciden.
Vasconcelos se refiere al trato que se le dará a la realidad física, ese trato será empírico, no
silogístico; para el estudio del espíritu o del ser, se aplicarán disciplinas como la metafísica.
Nuestro intelectual mexicano dejó una tarea al filósofo, que es crear una concepción del
universo, apoyado en las ciencias especiales, para tener sus conclusiones y así consumar la
concepción total de la realidad. Nos previene del uso utilitario de la ciencia, que conlleva
una concepción parcial de la realidad: “Usando el dato científico a lo Bacón, es decir, con
fines exclusivamente utilitarios, se conquista poder relativo sobre las cosas, pero no se llega
a construir pensamiento generalizador, ni sentido filosófico de la existencia”31.
En este período podemos identificar numerosos procedimientos de naturaleza política,
religiosa, social y cultural para movilizar y concientizar al pueblo, desde la participación
popular creciente, por medio de votos, hasta el movimiento de cultura popular organizado
por los estudiantes. Se desarrolla también todo un movimiento del sindicalismo rural y
urbano. Aparecen instituciones, que agrupaba a clases para la defensa de sus intereses,
provocando grandes repercusiones políticas.
No sólo a causa de sus ideas, sino sobre todo, porque quiso ayudar al hombre a liberarse,
José Vasconcelos, es exiliado, continuando su búsqueda en torno a la educación popular en
otros países de América Latina. Esto muestra claramente que su pensamiento brota desde la
misma realidad que le toca vivir en el país azteca, que él intenta comprenderla y liberar al
hombre de ella, devolviéndole la capacidad de reconocer su fuerza transformadora. Fuerza
que brota desde los mismos oprimidos, único camino de liberación real posible. Liberación
que los encamina a la superación y mejora de sus circunstancias, liberación que declaraba
la guerra sin cuartel al analfabetismo, supremo mal que imposibilita la comunicación entre
los hombres.
Conocer el contexto socio-político en el cual Vasconcelos desarrolla su pensamiento y obra
permite reafirmar que el hombre es un ser de trascendencia, en tanto que se relaciona con
su realidad, en tanto que dialoga con los demás, en tanto reflexiona y analiza su entorno
leyéndolo, entendiéndolo y ubicándolo en el punto exacto para valorarlo, conservarlo o
transformarlo.
En su pensamiento crítico existen varias influencias, pero su espíritu electivista y creativo
no asume ningún sistema filosófico acríticamente, sino lo que considera idóneo en
correspondencia con sus búsquedas. No cree en una omnisciencia que dé respuestas a todas
las inquietudes humanas. Se preocupa ante todo en su filosofía pedagógica crítica por
seguir la lógica de la realidad viviente; sin embargo, en su obra se destacan con fuerza la
tesis que la ciencia es una parte de la filosofía, porque ésta existía antes de la ciencia y su
campo de acción va más allá de lo que pretende la ciencia32.

31
Ibíd.: 21.
32
Por supuesto esta tesis es discutible, pero hay que tener en cuenta el contexto y su defensa de la filosofía
en contra del positivismo.

22
A manera conclusiva de este apartado, es necesario decir que para Vasconcelos la esencia
curricular de la formación del hombre iberoamericano es la unidad ciencia y filosofía. La
ciencia investiga las condiciones de la producción de los fenómenos, y la filosofía, crea una
concepción del universo, una concepción realista, apoyándose en la ciencia. Esta visión se
irá concretando en la formación inicial del filósofo maestro que consagró su vida, su
pensamiento y su praxis pedagógica al arte de educar a las nuevas generaciones de
mexicanos. Sobre estos aspectos, precisamente versa el contenido del siguiente epígrafe.

2 Formación inicial del filósofo maestro


Como se mencionó en el preámbulo al primer capítulo, José Vasconcelos nació en Oaxaca,
ciudad capital del mismo estado, el 28 de febrero de 1882 (algunas fuentes citan que nació
el 27 de febrero del mismo año), fue el segundo de los nueve hijos que procrearon Ignacio
Vasconcelos Varela y Carmen Calderón Conde. Particularmente importante para su
desarrollo personal fue la oportunidad que tuvo de realizar estudios de educación primaria
en escuelas ubicadas en la frontera entre los Estados Unidos y México, especialmente en la
frontera entre Eagle Pass en Texas y Piedras Negras, Coahuila. Esto le permitió en cierta
medida conocer la realidad norteamericana, la discriminación hacia los latinoamericanos,
su política expansionista, etc.
Más adelante, por causas familiares de índole económica, debió continuar su educación en
el Instituto Científico de Toluca, Estado de México, y en el Instituto Campechano,
benemérito colegio de la actual ciudad de San Francisco de Campeche, capital del estado de
Campeche. Luego de la prematura muerte de su madre, ingresó en la Escuela Nacional
Preparatoria (actualmente parte de la UNAM) y posteriormente en la Escuela Nacional de
Jurisprudencia, donde obtuvo el título de licenciado en derecho en 1907.
Por su parte, “(…) el padre, como persona íntegra, responsable y justa, mostró siempre una
personalidad positiva para la formación de principios en la vida de Vasconcelos. Fue un
paradigma para su formación integral. Por la naturaleza del trabajo, como agente aduanal,
la familia radicó de 1885 a 1896, en varias partes de la República mexicana. Desde los tres
años de edad, vivió en la frontera de los Estados Unidos, primero en Sásabe, luego en
Piedras Negras, donde cruza la frontera para asistir a la escuela de Eagle Pass Texas.
Cuando cumple los trece años, viaja con su familia a la capital del país, Ciudad de México,
para continuar sus estudios. Primero se detiene en Toluca en 1896, donde es fundamental
resaltar que, aprende, adquiere y desarrolla habilidades para manejar magistralmente la
escritura del español. En 1897 continúa el peregrinar de su familia y se va a vivir al Sureste
del país, al Estado de Campeche, donde asimila abundante literatura francesa.
Posteriormente, regresa a la ciudad de México para continuar sus estudios, se inscribe en la
prestigiosa Escuela Nacional Preparatoria, cuyo baluarte intelectual era el positivismo; fue
discípulo de Justo Sierra. Trabajó primero al servicio del gobierno y luego en el Consorcio
Norteamericano Wagner, Jonson & Gastón de N.Y. con sucursal en México.
“Cuando vivió cerca de la frontera con Estados Unidos de América se dio cuenta que los
estadounidenses acompañaban su progreso material acelerado, de una esmerada atención a
la escuela.

23
Los constantes cambios de residencia le dieron a Vasconcelos una visión más profunda y
amplia de la sociedad mexicana, que inspiró su intenso amor por la patria,”33 y su repulsa a
la política norteamericana con relación a México y a América Latina.
A los dos años de haber concluido sus estudios, Vasconcelos participa con otros jóvenes
mexicanos críticos de los excesos de la educación positivista impuesta por Justo Sierra,
ministro de Instrucción Pública del gobierno de Porfirio Díaz, en la fundación del Ateneo
de la Juventud Mexicana34, más adelante conocido como el Ateneo de México. Lo
novedoso del ateneo radica, sin embargo, no en su disposición a criticar los excesos del
porfiriato, sino en la calidad de las críticas adelantadas por la generación de jóvenes
intelectuales que le dieron vida35.
La más importante de ellas tiene que ver con el rechazo del determinismo y mecanicismo
del positivismo comtiano y spenceriano y el llamado para que se dotara a la educación de
una visión más amplia, que rechazara el determinismo biológico del racismo y que
encontrara una solución al problema de los costos de los ajustes sociales generados por
grandes procesos de cambio como la industrialización o la concentración urbana.
Aunado a ello, frente a la posición oficial de Sierra y los funcionarios del porfiriato,
llamados "científicos" de manera despectiva en el habla popular mexicana, de promover
una visión única del pensamiento filosófico (positivista y determinista), Vasconcelos y la
generación del Ateneo proponían la libertad de cátedra, la libertad de pensamiento y, sobre
todo, la reafirmación de los valores culturales, éticos y estéticos en los que América Latina
emergió como realidad social y política.
Aquí es importante destacar que una de las características del porfiriato, para algunos el
lado oscuro de éste, es justamente un cierto desdén por lo nacional mexicano, su

33
José Vasconcelos, trascendente filosofía de un maestro mexicano.htm. Boletín Tecnológico #247
34
Movimiento de renovación cultural y artística en el que varios jóvenes intelectuales, como Pedro
Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos, se organizaron para leer a los clásicos. Fue ésta una
de las improntas que más huella dejaría en sus vidas y en sus temáticas: el encuentro con los clásicos
griegos. “En Grecia, —dice Carlos Monsiváis— encuentran la inquietud del progreso, el ansia de
perfección, el método, la técnica científica y filosófica, el modelo de disciplina moral, la perfección del
hombre como ideal humano”, en suma, todo aquello que caracteriza su vasta obra.
35
“Antes de que Don Justo Sierra rompiera oficialmente con el positivismo, existía ya un grupo de jóvenes
literatos que comenzaba a reunirse en torno a la revista Savia Moderna, fundada en marzo de 1906 por
Alfonso Cravioto (1883-1955) y Luis Castillo Ledón (1879-1944). En ella colaboraban los nuevos
escritores que, no conformes con el positivismo en filosofía ni el modernismo en literatura, más bien
tendían a seguir las ideas expuestas por Rodó en su Ariel. Todos ellos estaban de acuerdo en que la vida
espiritual debía predominar sobre la vida material. De allí surgió el Ateneo de la Juventud, grupo de
jóvenes inquietos, visionarios, críticos, analíticos y transformadores sociales. Antecedido por la Sociedad
de Conferencias, el 28 de octubre de 1909 se funda el Ateneo en la ciudad de México. Llegó a contar con
más de cien miembros, entre ellos poetas -la mayoría-, pintores, arquitectos, musicólogos, ensayistas y
filósofos. Los más activos fueron el maestro Pedro Henríquez Ureña, el filósofo Antonio Caso y el joven
poeta Alfonso Reyes. José Vasconcelos, recordaría en Ulises criollo que Henríquez Ureña, Caso, Reyes y
Alfonso Cravioto, imprimieron una dirección cultista, mal comprendida al principio.El Ateneo sobrevivió
hasta mediados de 1914. La Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada tiene en sus acervos los interesantes libros
de algunos de sus miembros, todos contemporáneos de Alfonso Reyes” (Ver Hernández, F. Sentido
cultural humanista de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral defendida en la Universidad de
La Habana, Cuba, 2007, p. 22).

24
fascinación con lo europeo, lo francés, lo alemán o, si nada de esto era posible, con lo
estadounidense, como alternativa viable para alcanzar el progreso.
Vasconcelos y la generación del Ateneo sientan las bases para una recuperación de lo
nacional mexicano y de lo latinoamericano como una identidad que, además de real, fuera
viable en el futuro, y sobre todo que no dependiera de lo extranjero para un progreso
sostenido, como de hecho ocurrió con el modelo económico del porfiriato y otros
experimentos latinoamericanos similares, como la República de los Coroneles en Brasil,
México y Estados Unidos.
Fue partidario de la Revolución Mexicana desde sus inicios, ya que participó en el
movimiento maderista como uno de los cuatro secretarios del Centro Antirreeleccionista de
México. Fue designado codirector del periódico El Antirreeleccionista por Félix F.
Palavicini.
En la insurrección de 1910-11 fue secretario y sustituto de Francisco Vázquez Gómez,
agente confidencial de Madero en Washington, y fundador del Partido Constitucionalista
Progresista. Después del golpe de Estado de Victoriano Huerta, Venustiano Carranza lo
designó agente confidencial ante los gobiernos de Inglaterra y Francia, para tratar de evitar
que éstos otorgaran ayuda financiera al dictador.
En 1914 fue nombrado director de la Escuela Nacional Preparatoria. Huyó luego a Estados
Unidos, ya que Venustiano Carranza pretendió arrestarlo por pecar de crítico. A su regreso
asistió a la Convención de Aguascalientes y desempeñó el cargo de secretario de
Instrucción Pública durante dos meses en el gabinete de Eulalio Guzmán.
En 1915 se exilió en Estados Unidos. En 1920 se entrevistó con Álvaro Obregón y ofreció
su apoyo al Plan de Agua Prieta, que pretendía destituir de la presidencia de la república a
Venustiano Carranza, y así consolidar la candidatura presidencial del general Álvaro
Obregón. Adolfo de la Huerta lo designó jefe del Departamento Universitario y de Bellas
Artes. En este cargo impuso a la Universidad Nacional el actual escudo y el lema "Por mi
raza hablará el espíritu".
Continuó en el cargo bajo la presidencia de Álvaro Obregón, quién lo designó titular de la
Secretaría de Educación Pública al crearse esta dependencia. Desde este puesto impuso la
educación popular, trajo a México educadores y artistas destacados, creó numerosas
bibliotecas populares y los departamentos de Bellas Artes, Escolar y de Bibliotecas y
Archivos; reorganizó la Biblioteca Nacional, dirigió un programa de publicación masiva de
autores clásicos, fundó la revista El Maestro, promovió la escuela y las misiones rurales y
propició la celebración de la primera Exposición del Libro.
Durante su gestión se encargaron murales para decorar distintos edificios públicos a los
pintores José Clemente Orozco y Diego Rivera, aunque algunos han afirmado que dichos
murales tuvieron que vencer la tenaz resistencia del ministro Vasconcelos, a cuyo entender
Orozco hacía "horribles caricaturas".
Después de la firma de los Tratados de Bucareli condenó el asesinato del senador Field
Jurado y renunció a su puesto en la Secretaría de Educación Pública. Fue candidato al
gobierno de Oaxaca pero fue derrotado y optó por el exilio. En París y Madrid publicó la
primera época de la revista La Antorcha (1924-25). A su regreso a México fue candidato a
la Presidencia de la República por el Partido Nacional Antirreeleccionista.

25
Al anunciarse el triunfo del candidato oficial Pascual Ortiz Rubio, los antirreeleccionistas
denunciaron el fraude electoral y Vasconcelos proclamó en Sonora el Plan de Guaymas,
llamando sin éxito a un levantamiento armado. Encarcelado después de promulgar su plan,
se autodesignó "única autoridad legítima" y desconoció a las autoridades federales,
estatales y municipales que "burlan el voto público desde hace treinta años". Ya liberado se
exilió en París, donde volvió a publicar La Antorcha. A su regreso desempeñó la dirección
de la Biblioteca Nacional durante la presidencia de Manuel Ávila Camacho (1940-1946).
Si fuésemos a juzgar a los pensadores representativos de las etapas formativas de la cultura
americana con criterio académico de profesor de filosofía, nuestro dictamen se limitaría a
señalar las influencias de Europa que en cada uno se manifiestan, como quien intentase
formular un cuadro de aprovechamiento de escolares más o menos distinguidos.
Pero si colocamos al filósofo mexicano en relación con su ambiente y el poder que su
voluntad ilustrada tuvo para modificar, mejorar ese ambiente, nos encontramos entonces
con un tipo de filósofo venerable y fecundo que se parece más al sabio de la antigüedad que
al moderno erudito y técnico de la problemática antipositivista.
A este tipo de intelectual vivo y activo pertenece nuestro Maestro de Juventudes, cuya
sistematización y desarrollo de su pensamiento filosófico encauzaremos en el epígrafe
siguiente.

3-Desarrollo y sistematización de su pensamiento filosófico


Su abundante obra teórica y práctica da cuenta del proceso histórico cultural y del devenir
de su pensamiento, así como el momento sistematizador que expresa la madurez intelectual
y su grandeza. Para Octavio Paz, la luz de un caudillo cultural iluminó la primera mitad del
siglo XX mexicano y sigue alumbrando, pues Vasconcelos, lo dijo varias veces, es el
mexicano mayor del siglo XX. Mexicano mayor, porque construyó toda una obra teórica y
práctica para bien de México, América y el mundo.
Para muchos de los estudiosos de su obra, Vasconcelos fue un héroe en el sentido
carlyleano del término. Tenía una matriz de cualidades que es difícil encontrar en una sola
biografía, pero que puede resumirse en una sola palabra: grandeza.
Grandeza como sinónimo de diversidad en los papeles vitales que se ejercen por azar o
elección, y en el grado de compromiso al asumirlos. Grandeza en el arrojo intelectual, la
imaginación y originalidad puestas en cada obra. Grandeza, igualmente, en la dimensión y
aún la desmesura de los proyectos, en la fuerza de carácter no sólo para pensarlos sino para
llevarlos a cabo. Y grandeza, en fin, en la trascendencia de la creación propia. Unidas por el
denominador común de la grandeza, distingo en la vida de Vasconcelos, al menos seis
vocaciones sucesivas: el revolucionario, el educador, el demócrata, el escritor, el filósofo,
el místico36.
Según Krauze, “Vasconcelos no paseó por la Revolución: la atravesó de pie y a caballo,
entre balas y discursos, comprometido con la mente, el corazón y las entrañas. No se subió
al tren andando: lo echó a andar. Maderista de primera hora, puso en riesgo y de hecho
perdió su buena posición económica en el trance. Fue diplomático del constitucionalismo,

36
Krauze, Enrique. José Vasconcelos, la grandeza de caudillo.http://www.letraslibres.com/index.php?
art=6622

26
ideólogo y poco después efímero ministro de Educación de la Convención, y finalmente
conspirador en el exilio. Su visión de la Revolución era intensamente personal y casi
incontaminada por las ideologías del siglo XIX y XX: un correctivo social y moral del
liberalismo no impuesto sino tutelado por un régimen de inspiración clásica y cristiana”37.
En filosofía, influido sin duda por los escritos de Schopenhauer, al que tenía en gran estima,
se convirtió en el adalid de la lucha contra el positivismo y el utilitarismo, que tan gran
resonancia habían alcanzado en América por aquel entonces.
En la línea filosófica, pueden mencionarse libros como Pitágoras, una teoría del ritmo
(1916), El monismo estético (1918) o Lógica Orgánica (1945), La Raza Cósmica, Filosofía
Estética que organizan un sistema fundamentado en el juicio estético, donde la belleza se
convierte en una forma superior de la realidad y el método sintético de la música pone de
relieve lo universal concreto; él mismo afirmó que su doctrina filosófica era "un monismo
basado en la estética"38.
Su obra filosófica es original, tanto por el contenido personal, como por el estilo discursivo
en que se expresa. En su cosmovisión están presentes elementos de filósofos como
Pitágoras, Plotino y Bergson, independientemente de que en su sistema filosófico hay
resonancias de muchas filosofías, sin dejar de poseer el sello específico de Vasconcelos.
Pero estos tres pensadores dejaron una huella profunda que podemos apreciar en la profusa
obra del Maestro filósofo mexicano.
Continuemos el desarrollo y sistematización de su pensamiento filosófico por la obra de
Bergson, que según Gaos, fue el filósofo europeo que más profundamente influyó en
Vasconcelos39.

37
Ibídem.
38
ver de Guadarrama, P. El monismo estético de José Vasconcelos. En Positivismo y Antipositivismo en
América Latina. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, pp. 159- 186.
39
Henri Bergson (1859-1941), filósofo y escritor francés, es autor de una teoría de la evolución basada en la
dimensión espiritual de la vida humana, que tuvo una gran influencia en múltiples disciplinas, y en 1927
fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. En 1889 se doctoró en letras con una tesis titulada
Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia, ensayo que, tras ser publicado ese mismo año, causó
una gran sensación entre distintos filósofos. En sus páginas planteaba sus teorías acerca de la libertad de la
conciencia y sobre el tiempo, al que consideró como una sucesión de instantes conscientes, entremezclados
e ilimitados. Posteriormente apareció una de sus principales obras, “Materia y memoria” (1896), en la que
subrayaba la selectividad del cerebro humano. En 1897 ingresó como profesor en la Escuela Normal
Superior y, en 1900, en el Collège de France, centro en el que ocupó primeramente la cátedra de Lengua
Griega y más tarde la de Filosofía. Sus obras más destacadas de este periodo fueron La risa (1900, ensayo
sobre la base mecanicista de la comedia y, tal vez, su trabajo más citado) y La evolución creadora (1907,
donde exploró el problema de la existencia humana y definió la mente como energía pura, el elan vital o
ímpetu vital, responsable de toda la evolución orgánica). En 1914 fue elegido miembro de la Academia
Francesa (integrada en el Instituto de Francia) y se retiró prácticamente de su actividad profesoral, aunque
no abandonó de forma oficial su cátedra hasta 1921. A partir de este último año su preocupación se centró
en determinados asuntos internacionales, políticos, morales y religiosos (en este aspecto, jugó un decisivo
papel su conversión al catolicismo, lo que significaba una renuncia al judaísmo que profesaron sus padres).
Después de serle concedido el Premio Nobel de Literatura en 1927, sólo publicó Las dos fuentes de la
moral y de la religión (1932, donde relacionó su propia filosofía con el pensamiento cristiano) y El
pensamiento y lo moviente (1934). Falleció el 4 de enero de 1941 en París.

27
Bergson sí subrayó la importancia de la intuición sobre el intelecto, al impulsar la idea de
dos corrientes opuestas: la materia inerte frente a la vida orgánica, de modo semejante a
como el impulso vital se esfuerza por conseguir la libre acción creadora.
Hay gran influencia de Bergson en Vasconcelos. La concepción de la evolución creadora,
que da prioridad casi absoluta a lo espiritual, está en la filosofía del Maestro Vasconcelos.
Igualmente el intuicionismo, donde la intuición tiene preferencia respecto al intelecto o la
razón.
En Vasconcelos, el a priori estético deviene proceso intuitivo. Por eso en esta tesis
utilizaremos el vocablo de Monismo Estético de Vasconcelos que se fundamenta en tres
principios: la belleza, la emoción estética y el universo. Este filósofo identifica a la realidad
con la energía, y la experiencia estética permite el conocimiento de la realidad40.
El monismo estético convierte al mundo en objeto de conocimiento, y en objeto de belleza.
Dentro de este esquema estético, Vasconcelos ubica a la belleza como la forma más alta de
la verdad. La Metafísica deberá utilizar el método estético para alcanzar su meta de una
visión unitaria del mundo; la intuición artística es la vía para conocer la realidad. La
emoción o intuición estética, es el método para conocer la realidad. El hombre o la totalidad
de su ser es la tercera estructura que, como las anteriores, organiza la energía en
determinado modo, sólo que su organización es más amplia y universal, es decir, puede
convertir lo físico y lo biológico de tal suerte que se transforme en sustancia espiritual
trascendente41.
En fin, el apriorismo estético unifica y coordina lo diverso. “En mi obra la «Estética»,
publicada por 1935, sostengo que el conocimiento es la concurrencia de verdades que nos
llegan por los sentidos, por la inteligencia, por la Revelación, y que por lo mismo hace falta
descubrir el método de unión de estos caminos de conocimiento. Postulé, al mismo tiempo,
la existencia en nuestra conciencia de un a priori especial, el a priori estético, que opera
según ritmo, melodía y armonía, y al cual responde la realidad cuando se expresa según
cualidad. Debiendo reservarse para la cantidad las formas lógicas conceptuales”42.
La evolución creadora, la emoción intuitiva y el elan vital de eco bergsoniano, mediados
por la intuición estética o artística, merodean en la cosmovisión de Vasconcelos. Pero no
cae en el radicalismo idealizante de Bergson, por las propias exigencias del contexto
latinoamericano, de su papel como educador que concibe la educación como formación
humana. Lo que no niega en modo alguno que en la teoría, Vasconcelos en varios
momentos abrace la especulación con notas irracionalistas, muy propio del idealismo en
general43.
Debe destacarse, además, las coincidencias de ambos pensadores idealistas en cuanto a su
visión religiosa cristiana del hombre, la sobrevaloración de la intuición sobre el intelecto, al

40
Ver Vasconcelos, J. Filosofía Estética. Espasa- Calpe, Mexicana, S. A, México, 1994.
41
Sobre esto ver de Hernández, F. Sentido cultural humanista de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis
doctoral defendida en la Universidad de La Habana, Cuba, 2007.
42
Vasconcelos, J. Filosofía Estética. Espasa- calpe, Mexicana, S.A., México, 1994, p. 11.
43
Esta especificidad cualitativa de Vasconcelos, puede verse en: Hernández, F. Sentido cultural humanista
de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral defendida en la Universidad de La Habana, Cuba,
2007.

28
impulsar la idea de dos corrientes opuestas: la materia inerte frente a la vida orgánica, de
modo semejante a como el impulso vital se esfuerza por conseguir la libre acción creadora.
Libre acción creadora devenida como intuición espiritual y como espíritu sintetizador, que
permite que la realidad se haga transparente al hombre. El apriori estético de Vasconcelos,
si lo analizamos detenidamente, se funda en esto44.
Hay que coincidir con Gaos, como lo hacen muchos estudiosos vasconcelianos, que más
que Nietzsche, influyó Bergson en Vasconcelos. Además, si Vasconcelos fue más lejos en
cuanto a compromiso social y acciones humanistas consagradas, se debe a las propias
exigencias de la praxis y al contexto latinoamericano en que se desarrolla su filosofía,
incluyendo su visión crítica constructiva antipositivista, el sentido cultural de su quehacer
teórico y práctico, en fin ser un hombre de pensamiento y acción, y no un puro
academicista. Igualmente resultan evidentes las influencias de Plotino, Pitágoras, la
filosofía griega, en general, así como del pensamiento del Oriente. En Vasconcelos, con su
impronta propia, desfilan dichas influencias.
Es lógico que un hombre culto humanista se dirigiera con fuerza a la herencia grecolatina y
a la espiritualidad del pensamiento del Oriente45. Por eso encontramos ideas cosmológicas
de los presocráticos, concepciones éticas de Sócrates, Platón, Séneca y otros. Y por
supuesto, el cristianismo, como hombre de credos religiosos, también aparece
constantemente en su obra. Esto es así, que en la aprehensión de la realidad, a pesar de su a
priori estético unificador, al final, todo lo unifica el Creador. Del mismo modo sucede con
la unidad bondad – verdad y belleza, donde la belleza misma es creadora de la totalidad.
Tal y como señala Feliciano Hernández: “La concepción vasconceliana del bien, la bondad
y la verdad y su identidad, está permeada del espíritu antiguo, tanto griego como oriental.
En su axiología influyó mucho la filosofía oriental, particularmente la hindú, dado el
carácter espiritual que encerraba sus concepciones. Por supuesto, no es posible obviar el
lugar de la cultura grecolatina, y particularmente la ética cristiana, como hombre religioso,
cristiano.
Con relación a las huella plotiniana, debe destacarse que el antintelectualismo idealista en
Vasconcelos busca sus fuentes en la teoría de las emanaciones de En él está latente un
cristianismo arraigado, pero no beato sino irreverente, y sobre todo se trata de un
cristianismo reivindicador de lo que siempre los mejores humanistas cristianos
latinoamericanos han reivindicado en el cristianismo originario: la identificación con los
pobres, con los humildes. Este hecho se aprecia en un texto de Vasconcelos en el cual
valoraba profundamente la filosofía de los primeros filósofos cristianos, que tributaron
ideas a la conformación del cristianismo, como Plotino o Séneca. En su libro Estudios

44
Ibídem.
45
“No solo los pueblos hispanoamericanos, que preparan una nueva cultura: todo el pensamiento occidental
está llamado a renovarse con las influencias hindúes. Todo el pensamiento contemporáneo ha de ir a la
India en busca de las ideas esenciales que allí han elaborado grandes espíritus. La crítica de todas esas
doctrinas y la asimilación a nuestras creencias de todo aquello que sea válido habrá de ir construyendo esa
filosofia que todos anhelamos: una filosofia que ya no sea expresión de una sola raza, ni obra de sola
época, sino resumen y triunfo de toda la experiencia humana: una filosofía mundial”. Vasconcelos, J.
Estudios indostánicos. Ediciones Botas. México, 1938, PP. 21 – 22.

29
indostánicos (1921) sobre sus reflexiones de la filosofía de la India, considera a Plotino
como el filósofo más grande de todos los tiempos”46.
Vasconcelos, siguiendo las ideas del pensamiento de Plotino, parte del criterio de que todas
las cosas que existen en el mundo se van depurando en un proceso permanente de
perfeccionamiento hacia la divinidad. Es un acercamiento a lo perfecto, y en eso coincide
en parte, también, con las tesis nietzscheanas de que en la vida hay una especie de lucha
entre lo apolíneo y lo dionisíaco como dos fuerzas que se enfrentan. Pero a diferencia de
Nietzsche, quien estimula posiciones más caotizantes e irracionales, en Vasconcelos hay
como una especie de teleologismo de la historia, permeado de sentido cultural47.
La teoría de la emanación espiritual y su ascensión espiritual a lo absoluto48 (Dios) están
presentes en Vasconcelos, pero no ve en la materia como lo hace Plotino, algo degradante.
La acción del sujeto o su conducta, según Vasconcelos, está regida por valores. El prototipo
del hombre contemporáneo, no es el audaz, el inteligente, sino el más capaz de servir, el
que denota una moral de constante superación49.
Esta moral de superación, retoma la búsqueda de la serenidad propia de las civilizaciones
oriental y griega, no va tras la ganancia, o el poder. Su ética se basa en la concordia, la
ayuda mutua, la tolerancia, el respeto, pero también la conquista del Absoluto, en pos de la
trascendencia. La jerarquía de los valores es triple, hasta abajo coloca a los objetos
materiales, en medio la conducta que persigue propósitos sociales, y hasta arriba, coloca el
espíritu que se recrea en los valores fundamentales y eternos.
El valor de las cosas depende de su adaptabilidad a nuestros fines superiores, y en
consecuencia no hay cosas buenas o malas en sí. La escala de valores se determina por el
mayor o menor acercamiento que tengamos con el Absoluto. Según Vasconcelos, la ley
moral y el deber están por encima de todo lo accidental humano.
En su filosofía educativa, Vasconcelos propone todo un sistema de acciones y principio
para la formación humana, donde se conjugan dialécticamente la bondad, la verdad y la
belleza, siguiendo a Sócrates y a los griegos antiguos en general. Se trata, además, de
desarrollar un sentido identitario que parta de las raíces sin obviar los valores universales.
Todo en función de desarrollar al ser humano, y con él, a la nación.
La influencia pitagórica, también se registra en la obra de Vasconcelos. Él mismo lo declara
sin ambages, destacando la importancia del número como el principio crucial de toda
proporción, orden y armonía en el universo.
La Estas ideas de Pitágoras sobre las matemáticas, particularmente el número como base
de la armonía es asumido creadoramente por Vasconcelos en su filosofía estética, y

46
Hernández, F. Sentido cultural humanista de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral defendida
en la Universidad de La Habana, Cuba, 2007. P.60.
47
Ver anexo 6.
48
En Vasconcelos tiene dos significaciones: el Absoluto como: apriorismo estético (fundamento
epistemológico último de toda posibilidad de conocer) y como fundamento ontológico último de toda
posibilidad de ser (el Creador Dios), en correspondencia con su monismo estético y su cosmovisión
cristiana.
49
Hernández, F. Sentido cultural humanista de la cosmovisión de José Vasconcelos. Tesis doctoral defendida
en la Universidad de La Habana, Cuba, 2007, P.60.

30
especialmente en su apriorismo estético, fundado en la armonía, el ritmo, la melodía,
alumbrado por el método de la coordinación.
No se puede olvidar que fue Pitágoras el primero que concibió la unidad indisoluble de la
bondad, la verdad y la belleza, sobre la base de la contemplación del Universo , idea que
asume el Maestro mexicano.
En fin, El antecedente filosófico inmediato del sistema vasconceliano del Monismo
Estético, lo constituye su ensayo: Pitágoras, una teoría del ritmo, que se publicó en 1916 en
la revista cubana “Cuba contemporánea”. Vasconcelos llamó a la teoría de Pitágoras de los
números, “teoría del ritmo”.50
A modo de síntesis de este apartado, puede afirmarse que para Vasconcelos, la emoción o
intuición estética, es el método para conocer la realidad, pues el mundo se puede conocer, y
a la vez sentir51. Esta valoración de su método de pensamiento, abre cauces críticos para
incursionar en su filosofía humanista. Aspecto que se desarrollará como contenido del
segundo capítulo.

50
Ibídem.
51
Ver, Vasconcelos, J. Indología: una interpretación de la cultura Iberoamericana, Barcelona, p. 18, 1927, p.
17.

31
II. El humanismo en la filosofía de Vasconcelos: visión cósmica y
sentido cultural
La filosofía humanista de Vasconcelos nace sobre la base de un contexto histórico - cultural
determinado, de sus estudios realizados de la filosofía y la cultura antigua grecolatina, la
filosofía oriental, la herencia del pensamiento ilustrado latinoamericano y la cultura
universal en general. Es una filosofía afincada en el hombre y sus necesidades e intereses.
Por eso hace de la educación un pilar esencial para formar el hombre mexicano y
latinoamericano, en general. Una filosofía humanista, mediada por un apriorismo estético a
modo de núcleo estructurador de su sistema, como se ha mostrado en el capítulo anterior. Y
al mismo tiempo, basamentada en una visión cósmica con sentido cultural que nos recuerda
la influencia grecolatina.
En la formación del hombre iberoamericano, Vasconcelos se apoya constantemente en la
ciencia y la filosofía. En la obra vasconceliana De Robinson a Odiseo, se hacen importantes
señalamientos críticos contra el positivismo que tuvo importante influencia en México a
fines del siglo XIX. Se trata de la oposición de una filosofía humanista a una cientificista y
carente de ideas fundantes para la formación del hombre nuevo que él proyectaba.
Vasconcelos sobre el positivismo dice:
“La doctrina del método nuevo se comprendía diciendo que todo conocimiento viene de la
experiencia y que ésta no es científica y, por lo mismo válida si no se ajusta a la prueba
física que condiciona el efecto a la causa con rigor matemático (...) la enseñanza se
organiza, en consecuencia, partiendo de las matemáticas y terminando en la sociedad”52.
El sistema jerárquico positivista de Comte y en consecuencia de Gabino Barreda, toma a la
sociedad como último fin que debe aspirar el conocimiento científico, con lo que
Vasconcelos está en desacuerdo. La organización de la enseñanza con base en el
positivismo, trajo como consecuencia olvidarse de la enseñanza de la filosofía, a lo cual se
suma otra de las contrariedades de Vasconcelos con la educación positivista, como reza a
continuación:
“La filosofía en su totalidad, señala Vasconcelos, fue arrojada de las aulas como antigualla
y remplazada con la sociología las enseñanzas científicas fueron perfeccionadas, instaladas
casi con lujo. La biología, la física y la química dieron base a toda educación impartida; por
aquel tiempo incluso el problema del ser lo buscábamos en los residuos de la probeta del
laboratorio experimental53.
La crítica que desarrolla Vasconcelos al positivismo no es general ni al margen de contexto.
Reconoce el mérito que tuvo en América. Según él: “El positivismo está hoy superado, pero
debemos agradecerle que nos librara en América del candor que sale de la escolástica”54.
Vasconcelos es un defensor de la filosofía, y un visionario que rescató del proyecto
positivista, el rigor científico de toda investigación. Abunda diciendo que:

52
Vasconcelos, José. (1952). De Robinsón a Odiseo: pedagogía estructurativa. Constancia. México.P. 55.
53
Ibídem, p. 56).
54
Ibídem. 56).

32
“(...) no hay derecho a hacer filosofía si se desconoce la disciplina científica experimental.
Y al restaurar la Universidad hemos respetado la sólida conquista que significa el saber
darle a la materia el trato que corresponde, es decir, al que se deriva de la física, la química
o la biología55.
Vasconcelos fue quien restableció la enseñanza de las humanidades en las universidades en
la primera mitad del siglo XX, también incorporó el estudio del latín y el griego, además la
enseñanza de la historia, la filosofía y la metafísica. Concibió a la Universidad como un
espacio propio del conocimiento, que liberada del positivismo vincularía la rigurosidad
científica con la cultura.
Cito a continuación el concepto de ciencia que aporta Vasconcelos, elemento necesario
para explicar su proyecto científico-humanista. La ciencia en efecto, no es una simple
interpretación matemática formal de la realidad (sumisión de la realidad a formas), sino el
descubrimiento de que los objetos sensibles se mueven con independencia de las formas del
discurso y según sus propias, precisas y características normas56.
La ciencia a que hace referencia Vasconcelos, es la ciencia empírica, la ciencia objetiva, la
ciencia realista que postula una realidad aprehensible y cognoscible. El pensar del filósofo,
a decir de Vasconcelos, debe ser como el de la ciencia: apegado a la realidad.
Vasconcelos es claro al afirmar: “La ciencia es la tarea de nuestra época y por ningún
motivo debemos eludirla”57. Este pensador mexicano hace un llamado al filósofo, para que
no ignore a la ciencia, cuando estudie a la realidad sensible. El método experimental propio
de la ciencia empírica rescata a la ciencia como asunto de demostración lógica o
matemática.
Nuestro filósofo en cuestión vierte otra crítica fuerte a Francis Bacon, creador de la
inducción, método que permite estudiar a la realidad material de lo particular a lo universal,
también a Augusto Comte por su esquema teórico que desemboca en un cientificismo
social. Ambos los acusa de no hacer una verdadera filosofía, sino una teoría del
conocimiento de lo material.
Continúa diciendo Vasconcelos: “Ambos no advirtieron que el deber del filósofo es unir el
saber científico-empírico, con el saber humanista, el saber estético, el saber divino... No se
puede filosofar si se desatienden dichos valores”58.
La visión científica-humanista está presente en su proyecto educativo, donde no rechaza el
afán cientificista del positivismo, pero sí rescata e instituye en las universidades el estudio
de las humanidades, en sus términos dice:
Fue barbarie de la época positivista excluir de las Facultades el estudio de las
Humanidades. Pero sería ceguera dejar al filósofo sin conocimiento somero de las hipótesis
atómicas y la teoría del cuanto “(...) Filosofía que atiende a las conclusiones de la ciencia
empírica, es la única posible en la América que fue positivista... “59.
55
Ibídem.
56
Ver, Vasconcelos, José. (1945a). Estética. Ediciones Botas. México, P, 10.
57
Ibídem, p. 22.
58
Ibídem, p. 21.
59
Ibídem, p. 20.

33
Vasconcelos se refiere al trato que se le dará a la realidad física, ese trato será empírico, no
silogístico; para el estudio del espíritu o del ser, se aplicarán disciplinas como la metafísica.
Nuestro intelectual mexicano dejó una tarea al filósofo, que es crear una concepción del
universo, apoyado en las ciencias especiales, para tener sus conclusiones y así consumar la
concepción total de la realidad.
Nos previene del uso utilitario de la ciencia, que conlleva una concepción parcial de la
realidad: “Usando el dato científico a lo Bacon, es decir, con fines exclusivamente
utilitarios, se conquista poder relativo sobre las cosas, pero no se llega a construir
pensamiento generalizador, ni sentido filosófico de la existencia”60.
La tesis central de Vasconcelos es que la ciencia es una parte de la filosofía, porque ésta
existía antes de la ciencia y su campo de acción va más allá de lo que pretende la ciencia.
Para la visión humanista de Vasconcelos, el hombre iberoamericano no puede desechar la
ciencia ni la filosofía. Debe concebirlas en su unidad y diferencia, pero privilegiando lo
primero (la unidad). Unidad que está dada por la propia común región de estudio que
poseen, es decir, el hombre en relación con el mundo, con el Cosmos, aunque con sus
especificidades, pues la filosofía es ante todo una concepción general del mundo, una
cosmovisión.

1 Particularidades de su cosmovisión y sus determinaciones concretas


Al observar la obra de Vasconcelos en su totalidad, se nota claramente que al igual que en
otros pensadores y filósofos latinoamericanos, posee una concepción unitaria del ser
(mundo) donde lo uno y lo diverso interactúan recíprocamente. La influencia grecolatina y
oriental es perceptible, pero en su caso, el monismo estético le aporta especificidades
características, propias del idealismo objetivo. Sencillamente, el pensamiento, la
conciencia, en este caso la estética, determina la coordinación, la unidad. “Para que tornen a
colaborar filósofos y poetas - señala Vasconcelos - es menester recordar que, en definitiva,
la función del pensamiento es ordenar; pero no sólo se ordena por géneros y especies, lo
que da un ordenamiento conceptual; se piensa ordenando conforme a las afinidades y
relaciones que las cosas mismas y los seres manifiestan según su constitución interna y sus
relaciones recíprocas.
De donde resulta que esta filosofía estética que postulo, lejos de ser confusa, aclara la
confusión. Expresa la cosa en sí, el elemento irreductible a razón. El irracional que otros
filósofos dejan sumergido en tinieblas, nosotros lo deslindamos según categorías
específicas, las categorías de la estética. El orden de la belleza se construye en nuestro
sistema según el ritmo, la melodía, la armonía y su finalidad. La finalidad se revela
juzgando con la inteligencia con la ética y la estética. Se alcanza así la finalidad absoluta
que es Eros, divino amor que se organiza en formas de armonía dichosa y eterna.
¿Cuál es el tipo de unidad que alcanza nuestra filosofía? Una unidad no matemática, una
unidad compleja, pero activa y organizada, la unidad que da a nuestro vivir la conciencia.
La unidad que encuentra en la acción en vez de la unidad de lo inerte.
Hay en la conciencia una raíz de orden sobrenatural. En ella lo natural es participación, no
es origen. La conciencia es un compuesto trino y uno de pasado, presente y futuro;
60
Ibídem, p. 21.

34
memoria, atención y previsión; al mismo tiempo, quietud y movimiento; a un tiempo,
noción de cambio y certidumbre de fijeza. Este contrasentido original es la causa de todas
las perplejidades del pensamiento y todas ellas se aclaran según la coordinación, que nos
permite concebir pasado, presente y futuro, en simultaneidad de tiempo y unidad de
conciencia” 61
Esta cosmovisión influye en su orientación educativa, pero mediada por un determinado
realismo que impulsa la propia realidad mexicana y sus problemas prácticos.
La teoría educativa de Vasconcelos busca el desarrollo espiritual del hombre, en
contraposición a la visión pragmática y utilitarista de la civilización sajona. La educación
debe aportar al educando cierta especialización técnica, que le permita ganarse la vida, pero
debe trascender más allá, es decir, proporcionarle una visión general del mundo invisible a
los sentidos, que se aprecia con el intelecto y que está conformado por valores que están
más allá de lo empírico.
Para Vasconcelos las facultades mediante las cuales se obtiene el conocimiento son: los
sentidos, el intelecto, la imaginación y las emociones “(...) en el estado estético, que es el
más alto estado de conciencia, la imagen recrea el objeto percibido; la imagen es una
representación que enriquece al objeto. El filósofo, “artista de la totalidad” usa su
imaginación cuando las ideas son insuficientes para organizar sus experiencias (...) el
verdadero conocimiento es en sí mismo estético”62.
En su gnoseología sigue la línea socrática, que según su criterio, debe partir de la deducción
para acercarse a las propiedades de las cosas y conocerlas, y “(...) propone –al contrario de
Dewey: enseñar a descubrir- que la escuela sea un resumen de la experiencia general de la
humanidad; que proporcione una información selecta, adecuada a cierta doctrina general, a
cierta filosofía, más que una simulación de imposibles neutralidades”63.
Su lógica deductiva, en función de su proyecto educativo, se opone al positivismo de
Gabino Barreda que aboga por la inducción y desecha el valor de la estética en el
conocimiento.
Para Vasconcelos no sólo es indispensable, sino que pretende hacer artista a todo el pueblo
con una amplia promoción de artesanías, cantos y danzas populares. Al proponerse rescatar
las raíces autóctonas, inicia el sistema de influir y dejarse influir por el arte indígena.
Surgen así la pintura, la arquitectura y la música nacionalista64.
El fin a alcanzar en su teoría del conocimiento, que se origina en un concepto general del
mundo, mediante una educación que integre trabajo, técnica y ciencia, es equilibrado con
valores éticos, con los cuales Vasconcelos desemboca en su propuesta de educación
estética65.
El monismo estético de Vasconcelos, tal y como se ha mostrado, se fundamenta en tres
principios: la belleza, la emoción estética y el universo. Este filósofo identifica a la realidad
61
Vasconcelos, J. Filosofía Estética. Espasa – Calpe, mexicana, S. A, México, 1994, P. 74
62
Sametz de Walerstein, L. (1991). Vasconcelos el hombre del libro. UNAM. México, p., 66-67.
63
(Ibíd.: 68).
64
Ibídem, p. 70..
65
Ver Hernández, F. Obra citada, p. 76.

35
con la energía, y la experiencia estética permite el conocimiento de la realidad. El monismo
estético convierte al mundo en objeto de conocimiento, y en objeto de belleza.
Dentro de este esquema estético, Vasconcelos ubica a la belleza como la forma más alta de
la verdad. La metafísica deberá utilizar el método estético para alcanzar su meta de una
visión unitaria del mundo; la intuición artística es la vía para conocer la realidad.
La emoción o intuición estética, lo enfatiza en varias obras, es el método para conocer la
realidad. El hombre o la totalidad de su ser es la tercer estructura que, como las anteriores,
organiza la energía en determinado modo, sólo que su organización es más amplia y
universal, es decir, puede convertir lo físico y lo biológico de tal suerte que se transforme
en sustancia espiritual trascendente66.
Para que el hombre cumpla esa función redentora de la energía del universo, sólo lo logrará
a través del conocimiento y para tal efecto, Vasconcelos admite tres clases de ciencias: las
ciencias de descubrimiento, que se refieren al conocimiento de la naturaleza como las
ciencias físicas, su instrumento es la sensualidad y la razón matemática; las ciencias de la
invención, que se circunscriben al conocimiento del hombre, a la invención de sus
propósitos, su instrumento es la voluntad, entre las que sobresale la ética que postula el
equilibrio de la conducta humana y la naturaleza; la estética es otra ciencia que conforma el
corpus para lograr esa revulsión de la energía (salto de la energía de una estructura a otra),
hacia lo espiritual, hacia lo absoluto.
No se puede obviar al abordar la cosmovisión vasconceliana, su particular y controvertible
religiosidad, que de una forma u otra está presente en toda su obra. Según Enrique Krause:
“En el fondo de todas sus obras y fundaciones se debatía un antiguo espíritu religioso. Esa
es la clave para leer y acaso entender a Vasconcelos. La tarea es compleja porque en su
religiosidad participan corrientes muy diversas y a veces encontradas. Hay en él un profeta
bíblico semejante a Amós, que profetizaba no para sino contra su pueblo. Hay por
momentos un heterodoxo que borda actitudes antinómicas o un ortodoxo implacable e
inquisitorial. Su gravitación personal puede hacer mucho bien y mucho daño, sobre todo a
los más cercanos: entusiasma y conmueve pero también quema y enceguece. No conoce la
mezquindad, el cálculo, la pequeña o grande negociación política. Es un solitario y un
romántico. Y más aún, un místico prendiendo fuego a los caminos de la tierra. Su vida es la
vuelta en redondo de un católico oaxaqueño que abandonó la fe en la juventud sólo para
transfigurarla, a cada paso, en obra laica, en obra humana, demasiado humana para no ser
falible y concitar la ira del profeta contra el mundo que no lo comprende, una ira que no
repara en nada ni en nadie, ni en sí mismo ni en su legado, una ira que finalmente descansa
en la vuelta a ese todo primigenio que es la religión materna, la verdad única, la única fe. El
autor de El monismo estético desemboca finalmente en el monismo integral, fuente de paz
interna pero también de intolerancia con respecto a otros caminos de la fe”67.
En su concepción, la estética y su concreción en el arte, enriquece a la realidad
proporcionándole una nueva organización. El arte es el paso entre lo humano y lo divino, y
la epistemología es un concepto acuñado que da cuenta del conjunto de normas, procesos e
instituciones involucradas en la producción, validación y aplicación del conocimiento no
66
Villegas, A. (1979). La filosofía de lo mexicano. UNAM. México, p., 82.
67
Krause, Enrique. José Vasconcelos, la grandeza del caudillo. http://www.letraslibres.com/index.php?
art=6622

36
sólo porque son varios los valores que se quieren defender, sino porque son distintas las
capacidades culturales que hay que cultivar. En esta última tesis se fundamenta el epígrafe
que sigue a continuación.
En la visión filosófica de Vasconcelos, el conocimiento es un extraordinario valor, que
vinculados a los otros valores permite la ascensión del hombre como ser individual y
sociocultural.
Su epistemología no está separada de la axiología (filosofía de los valores) y de la cultura,
en general. En su monismo estético aparecen como unidad integral, independientemente
que haya ecos especulativos y abstractos.

2 Espistemología, valores y cultura iberoamericana


Una de las grandes revoluciones del siglo XXI es que estamos pasando de un conocimiento
verbal, alfabético, a un conocimiento visual. De la cultura del logos a la cultura del ícono.
Aceleradamente el conocimiento cotidiano se construye cada vez más desde la visión, que
genera significados, símbolos y valores. En esa imagen se asienta el Imaginario.
El conocimiento visual, no destierra ni mucho menos el conocimiento alfabético, pero
representa, por una parte, un enriquecimiento importante del saber, compone una nueva
cultura la del homo videns; y por otra parte puede ser terriblemente manipulador si no
aprendemos a manejarlo con sentido crítico. Este es una gran tarea para las currículas del
futuro de nuestras universidades. Dada la importancia creciente de ese conocimiento las
universidades tienen que desarrollar métodos adecuados para procesarlo. Métodos que
sigan la lógica de la realidad, como enseñaba Vasconcelos en su bregar epistemológico -
educativo.
Por otra parte, qué duda cabe que al estudiar la imagen como documento y no como pura
ilustración, la investigación se enriquece descubriendo aspectos importantes del saber a los
cuales sólo se puede tener acceso desde la imagen. Por igual, el imaginario, nos permite
integrar en el método a diversas disciplinas que convergen en el estudio de la imagen, desde
el psicoanálisis hasta los comics, pasando por el arte, la publicidad, la historia, la
antropología, etc.
Los estudios culturales son uno de los campos transdiciplinares más vigorosos de la
academia contemporánea. Ellos han experimentado un importante proceso de
institucionalización proponiendo nuevas formas de estudiar las sociedades humanas. En
Latinoamérica ellos han potenciado aquella tradición de los estudios de la cultura, tan
relevante en la vida intelectual de nuestros países, y han agregado un valor adicional a
dichos estudios al enfatizar el análisis de la función política de la cultura y al romper las
barreras planteadas por las disciplinas tradicionales.
A nivel epistemológico, los estudios culturales se inscriben en la “doble ruptura
epistemológica” de las ciencias sociales. Si la “primera ruptura” se realizó frente al sentido
común y adoptando el modelo propagado por las ciencias naturales (alejamiento de las
“nociones pre -científicas” y creación de una distancia con respecto al “objeto”), la
“segunda ruptura” apunta hacia una eliminación de la distancia frente al sentido común, a
una visión holística compleja y ecosófica de la realidad. La epistemología de segundo orden
ha hecho su aparición para quedarse.

37
Lo anterior significa que las ciencias sociales contemporáneas se enfrentan al desafío de
acercarse hacia otras formas de producción de conocimientos, pero no para convertirlas en
“objeto de estudio pasivo”, es decir para “representarlas”, sino para comunicarse con ellas y
construirlas. Los estudios culturales son un punto de avanzada de las ciencias sociales hacia
el reconocimiento de otras formas (locales) de conocimiento y para la promoción de un
nuevo sentido común (una nueva racionalidad práctica) en el que participen todas las
comunidades interpretativas. He ahí la importancia de la necesidad de un paradigma
hermenéutico comunicativo planteado por la epistemología de segundo orden y otros
saberes emergentes. Paradigma que de una forma u otra fue adelantado en pensadores como
Vasconcelos. Por supuesto, en su contexto y con las limitaciones de su tiempo histórico.
Vasconcelos consideró que la vida es acción, y que la acción del sujeto o su conducta es
social, y está regida por valores. El prototipo del hombre contemporáneo, no es el audaz, el
inteligente, sino el más capaz de servir, el que denota una moral de constante superación.
Esta moral de superación, retoma la búsqueda de la serenidad propia de las civilizaciones
oriental y griega, donde la intersubjetividad es relevante, y no va tras la ganancia, o el
poder. Su ética se basa en la concordia, la ayuda mutua, la tolerancia, el respeto, pero
también la conquista del Absoluto, la ascensión en pos de la trascendencia.
La jerarquía de los valores es triple, abajo coloca a los objetos materiales, en el centro la
conducta que persigue propósitos sociales y arriba, coloca el espíritu que se recrea en los
valores fundamentales y eternos.
El valor de las cosas depende de su adaptabilidad a nuestros fines superiores, y en
consecuencia no hay cosas buenas o malas en sí. La escala de valores se determina por el
mayor o menor acercamiento que tengamos con el Absoluto.
Para Vasconcelos, la ley moral y el deber están por encima de todo lo accidental humano.
En su filosofía educativa, propone cinco valores: 1. Sentir la cultura mestiza como base del
concepto de mexicanidad; 2. Mexicanizar el saber (...) hacer objeto de estudio la
antropología y el medio natural del país; 3. Hacer de Latinoamérica el centro de una gran
síntesis humana; 4. Emplear el sentido de servicio y amor fraterno del ser humano, como
medio de ayuda a los más desprotegidos y, 5. Valerse del industrialismo (...) para promover
el progreso de la nación68.
Para alcanzar estas metas, consideró que la influencia del maestro es decisiva, para
despertar los valores morales y espirituales del alumno. La misión del maestro consiste en
provocar el desenvolvimiento de las potencialidades nobles del alumno. La ética que
propone Vasconcelos deberá estar basada en la tolerancia y la fraternidad.
La concepción de cultura de Vasconcelos y el sentido cultural y humano que le imprime a
la educación, le sirve de base para desarrollar una posición antipositivista, si tenemos en
cuenta el carácter objetivista y cientificista del positivismo. Una corriente filosófica que por
esencia negaba el papel de los sentimientos, y de los valores, en general, así como toda
filosofía, incluyendo la humanista.
Vasconcelos, al igual que otros filósofos latinoamericanos del siglo XIX y XX,
adelantándose, quizás a su tiempo, no reduce la cultura a la suma de conocimientos, ni a la
literatura y el arte, sino a la producción verdaderamente humana. Y para él, lo que
68
(Sametz de Walerstein, 1991: 66).

38
determina a la cultura por excelencia es la sensibilidad unida a la razón, es decir, a la
humanidad creciente con sus componentes valorativos, cognoscitivos, comunicativos y
prácticos69.
En fin, el sentido cultural y humanista guarda una relación de antítesis con el cientificismo
impersonal y objetivista del positivismo. Y Vasconcelos, como otros positivistas de la
época, tomó conciencia de ello.
Vasconcelos es un ideólogo original con una obra consagrada a la ciencia, al arte, a la
filosofía y a la cultura en general. Es un pensador representativo de la rica intelectualidad
de México y de nuestra América. Igual que el "Ulises criollo" deambulaba por el mundo
ostentando y predicando orgulloso el arte de lo humano y la región del espíritu. Es decir,
explicaba la evolución del universo y la reestructuración de su sustancia cósmica, en los
órdenes físico, biológico y humano del mexicano y de América.”70 Una síntesis superadora
que se eleva y asciende humanamente para dar concreción al hombre nuevo americano.
Este párrafo caracteriza el contenido del último epígrafe que cierra este segundo capítulo:
La Raza Cósmica y la identidad iberoamericana.

3 La Raza Cósmica y la identidad iberoamericana


La Raza Cósmica, principal obra de carácter filosófico y antropológico escrita por
Vasconcelos, publicada en 1925, es quizás su ensayo más conocido y ocupa un lugar de
privilegio, dentro de su género, en el contexto de la literatura filosófica hispanoamericana.
En La raza cósmica, Vasconcelos realiza un utópico análisis del futuro de la humanidad, y
más concretamente de Sudamérica, en el que, frente a la idea de exclusión que Vasconcelos
va identificar con el concepto de selección natural, será necesario y de vital importancia el
argumento de síntesis que protagonizara el mestizaje. Debido a la herencia cultural que
Sudamérica tiene en este sentido, será allí donde se producirá el surgimiento de una nueva
civilización, una nueva raza, la que denomina “raza cósmica”, superadora, por integración,
de las diferencias interraciales.
Esa raza cósmica, sobre la que ejercerá un especial patronazgo España y que ubica en una
ciudad amazónica a la que bautiza con el nombre de Universópolis, tendría como objetivo
esencial la extensión de la enseñanza y la cultura por todo el mundo. Sin duda, este último
aspecto es una prolongación de la ‘cruzada nacional’ en favor de la educación que
Vasconcelos (secretario de Educación desde 1921 hasta 1924) desarrolló en su país al
culminar su responsabilidad.
Su sentencia:”Por mi raza hablará el espíritu”, es un pensamiento humanista profundo, ya
que pone de manifiesto las grandes posibilidades de desarrollo que le son inmanentes a
nuestra América, en tanto síntesis de muchas etnias y resultado del mestizaje. Una
humanidad libre de prejuicios raciales, capaz de trascender por su universalidad y sentido
ecuménico. Es una gran utopía, con sentido místico – religioso, que pone como sujeto del
cambio y la salvación de la humanidad a los pueblos naturales de nuestro continente.

69
Sobre esto ver de Pupo, R. El ensayo como búsqueda y creación… Universidad Popular de la Chontalpa,
Tabasco, México, 2007.
70
Ver, Vasconcelos, José. La raza Cósmica: Espasa – Calpe. Colección Austral. México.1957, p., 473.

39
Una idea que pronunciada por un hombre de fe religiosa tiene un gran valor humanista. Y
disculpen que la reitere: El lema de la Universidad: POR MI RAZA HABLARÁ EL
ESPÍRITU, justifica la cosmovisión misticista de Vasconcelos, y el propósito y la
orientación de la propia Universidad. En un discurso pronunciado ante la Confederación
Nacional de Estudiantes rescatamos su concepción sobre Dios y la religión, contenida en el
lema universitario.
Había que comenzar dando a la escuela el aliento, superior que le había mutilado el
laicismo (...) Era indispensable introducir en el alma de la enseñanza el concepto de
religión, que es conocimiento obligado de todo pensamiento cabal y grande (...) Usé de la
vaga palabra espíritu, que en el lema significa la presencia de Dios (...) En suma, por
espíritu quise indicar lo que hay en el hombre de sobrenatural y es lo único valioso por
encima de todo estrecho humanismo y también, por supuesto, más allá de los problemas
económicos que son irrecusables pero nunca alcanzarían a normar un criterio de vida noble
y cabal.
No podemos olvidar, que aunque es una idea llena de misticismo, se opone a los falsos
humanismos71. Además para un consagrado religioso el verdadero humanismo, aunque
sobrenatural, está en Dios.
Las misiones culturales, que llegaron a todos los rincones de México, eran fiestas del
espíritu y el resultado de esto, era la afirmación del autentico mexicano. Así Vasconcelos,
trató de darle al pueblo mexicano y latinoamericano, el conocimiento de la concientización
de sus orígenes culturales. Al promover y difundir la cultura en México, Vasconcelos lo
hace más plural, más democrática, más variada y más rica, incluso en términos propiamente
filosóficos.
El deseo de Vasconcelos en sí era convertir a México en el país más importante,
culturalmente hablando de América Latina, puesto que pensaba que México "es heredero de
una enorme tradición cultural". Es por eso el porqué fue un gran impulsor de la escuela
rural, con maestros improvisados, tratando siempre de concientizarlos, haciendo de su
profesión un verdadero apostolado logrando así, convertir las escuelas y algunas
comunidades que prestaban sus casas en unas verdaderas agencias de transformación social.
Por si todo esto fuera poco, aun trata de ir más lejos en sus ambiciones como educador de
las nuevas generaciones, y evocando el ejemplo que le había suscitado los antiguos
misioneros españoles, durante su labor evangelizadora, creó el llamado departamento de
Enseñanza Indígena, para la cual nombró a una serie de maestros que debían inspirarse
directamente en la propia obra de aquellos misioneros, para ir difundiendo la palabra
hablada y escrita entre los lugares, pueblos y campos más necesitados de ella. Era un
impulso gigantesco para crear una educación rural, técnica y urbana.
La creación de redes de bibliotecas, de misiones culturales, de escuela, de casas del pueblo
creadas para educar, como centros educativos básicos, y al mismo tiempo la educación
indígena, formaba un todo asombroso, insospechado solo unas fechas atrás.
Tras educar rudimentariamente a los mexicanos, una vez difundida la lectura y escritura
primarias, procuró fomentar lo más posible la lectura de libros, él incluso patrocinó
numerosas ediciones de obras clásicas, para que fueran repartidas entre esos nuevos

71
Ver anexo 7.

40
alumnos, y les educara en algo tan fundamental como enseñar a que las gentes que
acabaron de aprender a leer, pudieran tener la inmensa satisfacción de dar salida a sus
nuevos conocimientos con algo tan hermoso como podía ser el conocimiento de los textos
clásicos, una especie de fuente del saber para quienes muy poco antes no sabían apenes
nada.
Es el hombre que hace ver que el mexicano y el hombre latinoamericano, perdido en su
legitimación de ser, anda en búsqueda de su identidad. Vasconcelos trata este problema y lo
relaciona con un problema filosófico, con el aparato de estado para desarrollar una
pedagogía y filosofía, pensando siempre en el problema de la nación y de sus
elaboraciones, estableciendo con ellos un esquema que entra más tarde en crisis.
Crisis, porque al insertar el problema de la población, en particular, de su pensamiento y de
su raza, que es la raza indígena y la raza española, Vasconcelos rompe con las cadenas a
que estaban atados los mexicanos y latinoamericanos. Al liberarse de esas cadenas,
Vasconcelos, va a afirmar que se alcanza la libertad. Esa libertad es la libertad creadora, es
el modo de ser que todos los hombres poseen por el hecho de ser hombres.
Descubrir esa libertad y hacerla patente, es lo que se propuso Vasconcelos, al hacer la
pregunta ¿Qué hace del hombre un hombre? Y, por ende ¿Qué hace del hombre
latinoamericano? Vasconcelos propone su filosofía de la raza cósmica que es una filosofía
latinoamericana.
Vasconcelos señala que cuando se diga o se pregunte ¿Qué es el hombre latinoamericano?
La respuesta será que es el hombre que se busca a sí mismo, pues está dentro de sí mismo,
es decir, se trata de la propia identidad latinoamericana, de su ser esencial.
El paradigma o expresión modélica, es sólo el hombre mismo, independiente de que sea
latinoamericano griego, europeo, asiático o africano. Solamente surgirá como paralela la
expresión y el nacionalismo. Un nacionalismo que buscará en sus pueblos lo que la nueva
filosofía buscara en los individuos. Es decir, un modo auténtico del ser propio.
Un modo de ser que no tiene que ser semejante al de otros pueblos. No hay que renegar la
patria, decía Vasconcelos, pues "(…) es necesario que vivamos conforme al alto interés de
la raza; aún cuando éste no sea todavía el más alto interés de la humanidad"72.
La nueva raza comenzará a cumplir su destino a medida que se inventen los nuevos medios
de combatir el color en lo que tiene de hostil para el hombre. Así Vasconcelos hablaba que
“(…) era necesario superar nuestra falta de fe, en nosotros mismos" 73. ¿Qué nos quería
decir con esto? Que nosotros no confiamos en nosotros mismos, la falta de fe en la lectura
que se hace aquí en la patria, hace que nos neguemos a sí mismos.
Únicamente se piensa que los extranjeros son los únicos que piensan, que tienen cultura.
Esto es una aberración, dirá Vasconcelos, porque, en México y Latinoamérica, hay mucha
cultura, mucha poesía. Tanto obras de arte, como la prehispánica, como la música que es
también un pensamiento filosófico. "El hombre latinoamericano tiene también derecho de

72
Ibídem, p., 474.
73
Ibídem

41
hacer filosofía, de construir su propio sistema de pensamiento que cuando menos lo acerque
a la verdad profunda, emprende la ardua tarea de forzarlo"74.
Reconociendo nuestra cultura, nuestras tradiciones y aceptando nuestra raza, la intención de
Vasconcelos no va a resultar en vano. Su clara intención, era crear una filosofía
hispanoamericana, permitiéndole elevarse al rango de lo universal. Vasconcelos pone en
juego el espíritu esteta y sentimental de su raza iberoamericana, hecha de luz, de sol y de
colores, de misterio y de abismo y de de inquietud existencial.
Así, con su propuesta, José Vasconcelos se va a convertir en el "Maestro de América",
según se decía, el profeta de nuestro continente, porque estaba convencido de que podía
haber una mezcla de razas que se produciría en América para formar lo que él llamaría la
"raza cósmica". La raza cósmica es la que será una Raza Cósmica, “(…) la "superación de
estirpes, una raza síntesis hecha con el tesoro de todas las razas anteriores”75.
Este análisis filosófico que desarrolla Vasconcelos de las razas, va a constituir el centro del
análisis de la propuesta de una filosofía propia.
En este sentido Vasconcelos ve en la Raza cósmica la síntesis humana iberoamericana, sin
prejuicios raciales, que resuelve con el lema positivista: "Amor, Orden y Progreso".
Todo esto acontece como resultado de una “Lucha-Interior-Exterior" en pos de la búsqueda
del significado de nuestra realidad, en momento de crisis, es decir, como una falta de
identidad apenas identificable, pero existente. En esta reconstrucción de pensamiento y
fusión de razas, sin distinción de color, llevando a una "quinta raza" con América,
Vasconcelos, nos muestra al hombre mexicano latinoamericano, como un conjunto de
fuerzas con infinitas posibilidades de realización humana. Vasconcelos, los impulsa a la
búsqueda de su ser existencial identitario.
El sujeto mexicano y latinoamericano, siempre anda en busca de su ser, su identidad,
aparentemente perdida. Este hombre reconstruirá su pensamiento, después de que haya
concientizado, de que es importante, por ser una raza de varias razas, conllevándolo
posteriormente a hacer filosofía propia. Así reconstruirá no nada más su pensamiento,
exponiéndola a los cuatro vientos, sino que se sentirá orgulloso y enfatizará su constitución
como sujeto que piensa y que puede realizar y aportar conocimiento nuevo comprometido
con el estudio de su devenir histórico, para así poder desarrollar una sociedad libre.
Vasconcelos preludia utópicamente, el advenimiento de una quinta raza en América, que
fusionara a todas las otras razas sin distinción de color, género o número, creando una
nueva civilización que erigirá una ciudad: Universópois". Conceptualiza acerca de nuestro
destino histórico, donde sea aceptado y sea tomado en cuenta como un sujeto que aporta
pensamiento y conocimiento propios y nuevos. Y lo va a expresar profundamente en el
diseño del escudo de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y en el decreto
correspondiente; al mapa de América que se corta en el Río Bravo rodeando de una leyenda
que dice "por mi raza hablará el espíritu". Sosteniendo el escudo se encuentra un águila y
un cóndor, apoyado todo en una alegoría de los volcanes y el nopal azteca.

74
Ibídem, p., 475.
75
Ibídem

42
Este lema, revelará la vocación humanística de Vasconcelos, donde, es convicción por la
patria y por Latinoamérica, la elaboración de una cultura que hay que rescatar y
reconocerla, porque está ahí, no les fue heredada. La presentación de la leyenda del escudo
Universitario "Por mi raza hablará el espíritu" es la significación que despertamos de una
larga noche de opresión. Y esta interpretación, es el manifiesto a una nueva independencia,
una segunda independencia, donde, se va a retomar, una conciencia mexicana
latinoamericana.
No como fórmula de combate contra alguien, sino más bien la afirmación de un
pensamiento mexicano latinoamericano. La base de esta ideología entre otras cosas en el
Vasconcelismo, se debía a que no había una Universidad que se preocupara por los
estudiantes mexicanos-hispanoamericanos, es decir, la Universidad no se ocupaba de los
asuntos de México y todo el continente Americano, si no más bien se preocupaba por
asuntos europeos. "Para Vasconcelos, como para los Vasconcelistas, el continente de
América, se presentaba como futuro y novedad: La América española es lo nuevo por
excelencia, novedad no sólo de territorio, también de alma"76.
Se trata de una raza que por síntesis universal trasciende a una esfera cósmica, al concepto
de raza que le da un rango aparte en el sentimiento y el pensamiento del nuevo mundo. En
sí en la raza cósmica, Vasconcelos ve la supremacía estética, y en ella integra
orgánicamente su monismo estético, es decir, su filosofía hace o deviene autoconciencia
iberoamericana.
Realmente,"el súbito reconocimiento de las riquezas pasadas y presentes - piedad histórica,
búsqueda de identidad, nacionalismo– no es obra directa de Vasconcelos, pero creció y
afinó con su impulso. Con esto Vasconcelos nos comenta que nos sentimos conquistados
derrotados. "Nada tiene de extraño que no acabemos todavía de salir de la impresión de la
derrota. Atravesamos épocas de desaliento, seguimos perdiendo no solo en soberanía
geográfica, sino también en poderío normal.
Lejos de sentirnos unidos frente al desastre, la voluntad se nos dispersa; en pequeños y
vanos fines. La derrota nos ha traído la confusión de los valores y los conceptos; la
diplomacia de los vencedores nos engaña después de vencerlos; el comercio nos conquista
con sus pequeñas ventajas. Despojados de la antigua grandeza, nos ufanamos de un
patriotismo exclusivamente nacional y ni siquiera advertimos los peligros que amenazan a
nuestra raza en conjunto”77.
Nos negamos los unos a los otros. La derrota nos ha envilecido a tal punto, que sin darnos
cuenta, servimos a los fines de la política enemiga, debatimos en detalle, de ofrecer
ventajas particulares a cada uno de nuestros hermanos, mientras al otro se le sacrifica en
intereses vitales. No sólo nos derrotaron en combate ideológicamente, también nos siguen
venciendo.
Vasconcelos no siempre profesó la absurda tirria contra el indio. En la raza cósmica coloca
la cepa indígena en la base de nuestra nacionalidad cuando dice la civilización no se
improvisa ni se trunca “(…) se deriva siempre de una larga, de una secular preparación y

76
Ramos, S. (1993). Historia de la filosofía en México. Secretaría de Educación Pública. Colección Cien de
México. México., p., 19.
77
Ibídem., p., 476.

43
depuración de elementos que se transmiten y se combinan desde los comienzos de la
historia. Por eso resulta tan torpe hacer comenzar nuestro patriotismo con el grito de
Independencia del Padre Hidalgo, o, con la conspiración de Quito, o con las hazañas de
Bolívar, pues si no lo arraigamos en Cuauhtémoc, o en Atahualpa, no tendrá sostén”78.
En Río de Janeiro al entregar una república de la estatua de Cuauhtémoc que el gobierno de
México donaba al Brasil, Vasconcelos pronunció el elogio más encendido y justiciero que
se haya tributado al indio egregio. En el centro de uno de los hermanos y dilatados patios
del edificios de San Pedro que restauró para fines educativos, levanto un monumento a Fray
Bartolomé de las Casas, iluminado de Temple sin por que se distinguió por su
perseverancia en demostrar el valor de los indios, defender su derecho a la Justicia y mover
el ánimo de la corona Española a favor de los mismos.
"Por mi raza hablara el espíritu" no es sólo un lema creado por el Maestro José
Vasconcelos, sino una actitud del arte, del arte mexicano de la actualidad, para
contrarrestar, las influencias que vienen del norte y que no siempre son bien asimiladas.
Las eternas luchas de los desposeídos, quedan plasmadas en la pintura, la música, la
literatura y el ensayo. Uno de los varios aspectos en que se manifestó fue en la pintura
mural. Igual, que los maestros rurales y las misiones culturales se inspiraban en los
Franciscanos del siglo, así también el muralismo provenía de los frescos con que los frailes
se auxiliaban para catequizar a los indios. Si el tema de aquellos había sido la historia
sagrada, el muralismo revolucionario tenía que ser, simétricamente, la historia mexicana.
La eficacia "Catequista" del muralismo fue desde luego menor y más elitista que la de sus
antepasados franciscanos o agustinos, pero Vasconcelos la convirtió a la ideología
revolucionaria a varias generaciones de estudiantes que veían cotidianamente los frescos en
sus escuelas y sentían que ser educador político o filosófico era una forma de cumplir una
misión.
José Vasconcelos representa una de las más grandes inteligencias mexicanas y es
considerado como el pensador de mayor genuinidad hispanoamericana. En criterio de
Samuel Ramos Vasconcelos no era un pedagogo, en el sentido estricto de la palabra, era
sobre todo un filósofo y un pensador social a quien las circunstancias llevaron a tomar parte
en la política y en la acción social.
Como el propio escritor diría después, “ (…) el destino llevaba a una filosofía la magna
tarea de educar a un pueblo, como quiera que sea le fue reservado a Vasconcelos el honor
de iniciar el movimiento que debía florecer en épocas subsecuentes, teniendo como
expectativa la realización de una filosofía y pedagogía de acción social aplicada a un
mismo tiempo a la elevación de la raza y la solución del importante aspecto agrario"79.
Vasconcelos, en “La raza cósmica" da la impresión de un mundo cósmico, pero en realidad
es la idea de un futuro, donde la humanidad, su futuro, estaba en la América. Se adoptó el
mismo lema del escudo que él hizo: "Por mi raza hablará el espíritu", que fue lo que
muchos aprovecharan, entonces, como núcleo de la ideología de esa generación, y devino
utopía iberoamericana, en búsqueda del ser de nuestra América.

78
Ibídem., p., 489.
79
Ramos, S. (1993). Historia de la filosofía en México. Secretaría de Educación Pública. Colección Cien de
México. México., P., 20.

44
La interpretación "Por mi raza hablará el espíritu" es una frase, como manifiesto de una
independencia, es decir, como una segunda independencia, en que muchos iban a tomar una
conciencia mucho más americana y en realidad no era una fórmula de combate explícita
contra nadie, sino más bien de afirmación americana. Pero al mismo tiempo había que
defenderla. No podía morir la gran utopía…
La nueva ideología de los estudiantes de ese entonces, era una razón de circunstancias. La
Universidad no se puede concebir como estática ante un mundo de cambios profundos. El
lema de Vasconcelos era una motivación para proponer y cambiar, no sólo una razón
ideológica, sino una razón de circunstancias, fundada en necesidades reales identitarios de
un pueblo o una región. Hay que tener presente que Vasconcelos, Antonio Caso y muchos
jóvenes, se preocuparon, porque la Universidad no se había ocupado en absoluto de los
asuntos americanos, era una universidad que se había detenido en el pensamiento del siglo
XVIII, del siglo XIX.
La mayor parte de los textos que existían entonces no estaban escritos por gente de
América, sino por europeos, y eso hizo crisis hacia esa época. Las propuestas de
Vasconcelos, Caso y otros eran hacer de la Universidad una Universidad de la nación y de
la región para formar hombres con ciencia y conciencia, acorde con las necesidades e
intereses vitales de sus hombres.
Vasconcelos planteó con toda seguridad que por medio de la educación y la cultura, los
mexicanos tomarían conciencia de sus problemas internos, y los trascenderían en
soluciones inmediatas, hasta la conformación de un hombre nuevo: el hombre
Iberoamericano. De ahí la necesidad de promover una cultura popular, fundada en una
filosofía de la educación de raíz americana y vocación universal, con acceso a todos los
mexicanos e iberoamericanos.
Este es el eje central sobre el que versará el tercero y último capítulo de la presente tesis
doctoral, es decir, la filosofía de la educación profesada por Vasconcelos, en sus
particularidades y mediaciones. Una filosofía hecha sangre y carne de México y América
Latina, porque ello fue su razón de ser. “Siempre varonil y arrebatado, lleno de cumbres y
abismos, este hombre extraordinario, tan parecido a la tierra mexicana,-enfatiza su amigo
Alfonso Reyes - deja en la conciencia nacional algo como una cicatriz de fuego, y deja en
mi ánimo el sentimiento de una presencia imperiosa, ardiente, que ni la muerte puede
borrar. Lo tengo aquí, a mi lado. Nuestro diálogo no se interrumpe.”80
Ciertamente, “nuestro diálogo no se interrumpe”, porque su filosofía de la educación sigue
enseñando y mostrando horizontes como “una cicatriz de fuego”…

80
Reyes, Alfonso. Adiós a Vasconcelos. En Recoge el Día. Antología temática 4 Amigos y contemporáneos.
Comité Regional Norte de Cooperación con la UNESCO, México, 2006, p. 60.

45
III. La filosofía de la Educación en Vasconcelos: particularidades y
mediaciones
En la Raza Cósmica, gran utopía vasconceliana, la educación tiene un lugar privilegiado.
Como también era hijo de la Ilustración latinoamericana, estaba consciente que en los
grandes cambios y virajes históricos y revolucionarios la educación siempre hace mucho, o
mejor dicho, prepara su nacimiento. Por eso expresa: “Tan pronto como la educación y el
bienestar se difundan, - destaca Vasconcelos- ya no habrá peligro de que se mezclen los
más opuestos tipos. Las uniones se efectuarán conforme a la ley singular del tercer período,
la ley de simpatía, refinada por el sentido de la belleza. Una simpatía verdadera y no la
falsa que hoy nos imponen la necesidad y la ignorancia. Las uniones sinceramente
apasionadas y fácilmente deshechas en caso de error, producirán vástagos despejados y
hermosos. La especie entera cambiará de tipo físico y de temperamento, prevalecerán los
instintos superiores, y perdurarán, como en síntesis feliz, los elementos de hermosura, que
hoy están repartidos en los distintos pueblos81.
Actualmente, en parte por hipocresía y en parte porque las uniones se verifican entre
personas miserables dentro de un medio desventurado, vemos con profundo horror el
casamiento de una negra con un blanco; no sentiríamos repugnancia alguna si se tratara del
enlace de un Apolo negro con una Venus rubia, lo que prueba que todo lo santifica la
belleza. En cambio, es repugnante mirar esas parejas de casados que salen a diario de los
juzgados o los templos, feas en una proporción, más o menos, del noventa por ciento de los
contrayentes. El mundo está así lleno de fealdad a causa de nuestros vicios, nuestros
prejuicios y nuestra miseria. La procreación por amor es ya un buen antecedente de
progenie lozana; pero hace falta que el amor sea en sí mismo una obra de arte, y no un
recurso de desesperados. Si lo que se va a transmitir es estupidez, entonces lo que liga a los
padres no es amor, sino instinto oprobioso y ruin.
Una mezcla de razas consumada de acuerdo con las leyes de la comodidad social, la
simpatía y la belleza conducirá a la formación de un tipo infinitamente superior a todos los
que han existido. El cruce de contrarios conforme a la ley mendeliana de la herencia,
producirá variaciones discontinuas y sumamente complejas, como son múltiples y diversos
los elementos de la cruza humana. Pero esto mismo es garantía de las posibilidades sin
límites que un instinto bien orientado ofrece e la perfección gradual de la especie”82.
Hay una fe segura en el éxito de la realización de la gran utopía iberoamericana,
independientemente que hayan ideas que no compartamos. Se trata de una visión filosófica,
libre de racismo y sobre todo, fundada en premisas humanistas. Busca la identidad
latinoamericana en la diferencia y viceversa para lograr una sociedad que practique el bien,
la verdad y la belleza, nucleada en el amor, sin hacer mucho ruido. Sencillamente, porque
se saben hombres (sujetos) libres e iguales.
La educación la consideró como el motor que genera conciencias, y además la que
despierta el espíritu: “La verdadera novedad consistió en concebir la educación como una

81
Ver anexo 7.
82
Vasconcelos, J. La Raza cósmica. Espasa – Calpe, Mexicana, S. A. México, 1997, pp. 41 - 42.

46
palanca para remover conciencias, como un despertar del mexicano, que se realizaría no
sólo por la experiencia escolar, sino por la difusión de la cultura, de los libros” 83.
El importante papel que designa Vasconcelos a la educación, es el de rescatar al hombre de
la ignorancia, el hacerlo libre mentalmente. Mediante la educación y la reflexión, el hombre
descubre la verdad y alcanza la redención del espíritu. “La verdad y la belleza lo guían
hacía su realización integral”84.
Su proyecto educativo, pretendió producir un mexicano con una visión nueva, que tuviera
como fundamento la esencia de la patria, que conociera sus raíces hispánicas e indígenas, y
que a partir de esta toma de conciencia expresara todo lo humano en constantes maneras de
superación.
Con relación al mejor método para conseguir los logros de la educación, Vasconcelos
recomienda adoptar el más sencillo, el que sigue la realidad del saber en su
desenvolvimiento natural e histórico: la deducción. “No hay educación sin un concepto
general del mundo. El educador encontrará en su filosofía, el punto de partida de su
pedagogía”85.
El proyecto educativo de Vasconcelos es audaz, inteligente y visionario, pero lo más
importante, es que creyó en el poder de la educación, como factor de igualdad social. La
enseñanza del arte, tuvo como finalidad cultivar la inteligencia del hombre y gozar del
valor artístico y así lograr la comunión con lo bello.
A diferencia de la pedagogía pragmática, propia de la técnica y de la pedagogía
intelectualista necesaria a la ciencia y del sentido fraterno necesario a la ética, el pedagogo
artista, por fascinación y magia, ha de llevarnos a la comprensión total activa, intelectiva,
amativa y estética, o comunión cabal con los más altos valores del espíritu86.
La razón, imaginación, la intuición, son elementos centrales en la enseñanza de las artes,
para llevar la conciencia al goce y plenitud de lo Absoluto. La experiencia del arte
evidencia la existencia de una fuerza de nuestra naturaleza que nos proporciona alegría
ilimitada, por eso dice Vasconcelos: “El secreto de este poder consiste en que nos pone en
común con las formas más nobles y las realidades más altas de la conciencia”87.
En lo que concierne al papel de la literatura, Vasconcelos encontró en la difusión de los
clásicos, tanto filósofos como literatos, el instrumento idóneo para enseñar a leer bien y
fomentar el amor por la literatura. Tal énfasis puso en este objetivo que al estructurar el
funcionamiento de la Secretaría de Educación Pública lo hizo en tres departamentos: el
escolar, el de bellas artes, y el de bibliotecas y archivos. Este último tuvo a su cargo la
creación de un sistema de bibliotecas profesionales, ambulantes y circulantes por todo el
territorio nacional mexicano, aunado a esto dispuso la impresión masiva de textos de
autores clásicos de la filosofía y la literatura, que se distribuyeron por todo el país.

83
Sametz de Walerstein, 1991: 11.
84
Ibídem, p. 64..
85
Fernández Mc Gregor, G. (1942). Vasconcelos. Secretaría de Educación Pública. México. 1942: 34.
86
Ibídem, p. 58.
87
Ibídem, p. 78.

47
En la campaña contra el analfabetismo, en función de ilustrar al pueblo, fundó bibliotecas
para complementar la tarea educativa. Decía Vasconcelos que: “(...) no bastaba enseñar a
leer, era necesario suministrar libros (...) para adquirir conocimientos útiles.”88 El libro fue
uno de sus tres apóstoles, los otros dos fueron el artista y el maestro, como bien señalan
algunos estudiosos vasconcilianos.
De aquí se deriva la aproximación conceptual a la filosofía de la educación y sus
mediaciones, que nos proponemos abordar en el siguiente epígrafe.

1 Aproximación conceptual a la filosofía de la educación y sus mediaciones


Sobre la filosofía de la educación existen muchos criterios, incluido su identificación con la
pedagogía o con la teoría de la educación. En nuestro criterio, el elemento esencial que
caracteriza y define a la filosofía de la educación es el espíritu cosmovisivo en que se
funda, es decir, la concepción de la educación como formación humana, con sentido
cultural y sistémico. Para algunos autores: “La educación la podemos estudiar como un ente
cultural, a través de la Filosofía de la cultura, o bien, enfocada a la investigación de su
estructura ontológica, es decir, se hace un estudio metafísico de la educación.
Un camino a seguir
Para el estudio de la Filosofía de la Educación se usaran los métodos fenomenológico y
trascendental. El primero es descriptivo y el segundo es comprensivo.
Método fenomenológico.
Mediante éste análisis descubrimos a la educación como un fenómeno cultural.
Método trascendental
Una vez analizado el ente cultural de la educación, es necesario un estudio reflexivo de
carácter metafísico para descubrir la esencia de la educación.
La educación como ente cultural
La cultura puede ser objetiva o subjetiva. Es subjetiva cuando el propio sujeto realiza la
acción consciente y transformadora. La objetiva se dirige a transformar los objetos
naturales o externos. La objetividad natural se convierte en cultural cuando los entes
culturales reciben la influencia del espíritu subjetivo. Cada generación tiene como tarea la
de fomentar la cultura para lograr aumentarla y progresar en ella.
En fin, lo objetivo y lo subjetivo están estrechamente vinculados. Son dos momentos
inseparables, tanto en la educación como cualquier hecho humano.
La cultura subjetiva
La cultura subjetiva puede ser de carácter propiamente espiritual dirigiéndose al
perfeccionamiento de la inteligencia, voluntad o sentimiento; o bien, de carácter orgánico,
cuando se enfoca al desarrollo de la sensibilidad corporal.
La cultura subjetiva dirige a la objetiva y su importancia radica en que un sujeto puede
influir en otros para ayudarlo a elevar el grado de su cultura subjetiva”89.

88
Samitz de Walerstein, 1991: 17.
89
http://www.universidadabierta.edu.mx

48
Naturalmente que no podemos estar de acuerdo con la clasificación de la cultura en objetiva
y subjetiva, y que ésta dirija a aquella, pues se trata de una totalidad orgánica. Tal y como
señala el Dr. Pupo, “El concepto cultura designa toda la producción humana material y
espiritual. Expresa el ser esencial del hombre y su medida de su ascensión humana. No
debemos reducir la cultura a la cultura espiritual o material, ni a la cultura artístico-
literaria, ni a la acumulación de conocimientos. Es ante todo, encarnación de la actividad
del hombre que integra conocimiento, valor, praxis y comunicación. Es toda producción
humana, tanto material como espiritual, y en su proceso y resultado. Por eso la cultura es el
alma del hombre y de los pueblos. La economía, la política, la filosofía, la ética, la estética,
etc., son zonas de la cultura, partes componentes de ella.
A veces, erróneamente se dice que la cultura empieza donde termina la naturaleza. La
naturaleza nunca termina para el hombre, porque es su claustro materno. La relación
hombre- naturaleza, es una relación donde el hombre se naturaliza y la naturaleza se
humaniza. En ese proceso se produce la cultura como esencialidad humana.
En su generalidad hay consenso de que la estructura de la cultura la integran la cultura
material y la cultura espiritual”90.
La educación es una actividad social que ha permitido preservar la cultura, asimilar y
desarrollar la ciencia, ampliar el estado de las artes, afianzar la libertad y socializar al
individuo. El intento por transformar la sociedad a partir de la educación que tuvo lugar en
el imperio español, tanto en América como en la Península, data del Siglo de las Luces,
bajo la dinastía de los Borbones. Por supuesto, ha sido un propósito de todos los tiempos.
La enseñanza, como instrumento de un proyecto social, tenía una intención utilitaria:
reintegrar a España al desarrollo mundial y recuperar la grandeza imperial. Lograr estos
objetivos exigía, entre otras cosas, incrementar el conocimiento técnico-científico del
pueblo hispano. Sin embargo, circunstancias de diversa índole (poder, dominación
aniquiladora) propiciaron el fracaso del esfuerzo educativo realizado por el régimen
borbónico para modernizar la metrópoli a partir de una nueva lógica de desarrollo, donde la
educación desempeñaría un papel primordial.
En el transcurso del siglo XIX la educación cambió el sentido de la ciencia y la técnica, y
transformó las condiciones de desarrollo de los mercados y la vida en el presente siglo,
especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Es decir, sin instituciones que hagan
de la enseñanza un instrumento para el avance científico y tecnológico resulta imposible
plantear el progreso social e integral de las colectividades humanas. Por lo tanto, la
educación tiene un sentido fundamental.
Nuestra condición de atraso económico, el cual se manifiesta en la escasez de recursos
humanos calificados y el bajo desarrollo cultural de nuestros pueblos, obliga a regresar al
pasado para encontrar en los orígenes un sentido de utilidad social a la educación. Esto
debe permitirnos reintegrarle su función como instrumento de movilidad social en favor del
bienestar de la amplia mayoría de los mexicanos.
En esta empresa, la construcción de un modelo educativo deberá remontar las inercias de la
masificación. Este fenómeno, al afectar negativamente el proceso educativo, ha propiciado
que disminuya en gran medida la capacidad de los educadores en cada nivel de enseñanza

90
El objeto de la filosofía y sus mediaciones. Htp. Letras. Uruguay. Espacio latino.

49
para transmitir conocimientos; asimismo, ha propiciado que funcionarios sin vocación de
servicio ocupen posiciones directivas y que aún exista un alto índice de población
analfabeta.
El propósito de esta sección consiste en recuperar históricamente las herramientas teóricas
que guiaron los esfuerzos educativos realizados en el país desde que culminó la fase armada
de nuestra Revolución. Lucha que hombres y mujeres realizaron por transformar, a partir de
la enseñanza de la lectura y la escritura, a este México "florido y espinoso"; surgiendo
desde entonces diversas concepciones educativas, algunas de las cuales se han desarrollado
con amplitud.
A partir de la consideración que en México la educación siempre ha desempeñado un papel
sustancial en favor del desarrollo de su sociedad, se ha realizado en este capítulo un somero
análisis de las tendencias educativas del México posrevolucionario. La finalidad no es de
manera alguna evaluar estrictamente si constituyeron o no filosofías educativas, sino
comprender los propósitos de las acciones desarrolladas por el Estado en materia de
educación en la presente centuria.
La razón por la que se aborda este tema a partir de los años 1920 y no antes obedece
fundamentalmente a que a lo largo del siglo XIX la tendencia liberal-positivista, con todo el
impulso que dio a la estructura educativa de la época, no ofrecía los elementos suficientes
para acercarse a lo que es una filosofía de la educación. No fue sino hasta Vasconcelos que
los esfuerzos por conceptualizar y eslabonar coherentemente entre sí una visión del mundo
y del hombre, un conjunto de valores, una teoría del conocimiento y una teoría educativa
empezaron a estar muy cerca de formar una verdadera filosofía educativa lógicamente
concatenada.
Vasconcelos es de los autores recurrentes en la constitución de nuestra educación
mexicana, de la educación latinoamericana, motivo de lecturas y análisis recurrentes
también, entre los que se encuentran, Ramos, Reyes, Blanco, Fell y otros muchos,
aportándonos una lectura novedosa y original que hace de Vasconcelos un nuevo
Vasconcelos que hizo filosofía de la educación amor y pasión consagrada.
Vasconcelos pertenece a esa suerte de hombres empeñados en reformar, en volver a fundar
la educación desde sus principios, en crear el programa formativo inserto en la trama
sociocultural mexicana de principios del XX, posrevolucionaria, que inauguraba
instituciones, actores y formas de vida cotidiana. Pero siempre queda claro, desde sus
momentos de mayor optimismo hasta cuando expresa su propio desmoronamiento interior,
que se echa a cuestas la regeneración de la sociedad. Plantado, como buen ateneísta, en el
del otro polo de la sociedad porfiriana de corte positivista, elitista y colonial, se propone
una perspectiva democratizadora.
El programa se dirige a la formación del ciudadano, ese anhelo de las sociedades ilustradas
que se plasma en el ciudadano abstracto y universal que se plantea lo mismo en Francia que
en Alemania e Inglaterra; lo mismo en el siglo XVIII, en el XIX que en el XX, pero que
cobra nuevos significados según contextos, según plataformas culturales y según momentos
históricos.
El programa que Vasconcelos concibe, abarca desde los aspectos normativos, política
educativa - sus sugerentes "Cruzadas Educativas" alfabetización, educación indígena -
instituciones escolares, creación de bibliotecas, formación de maestros. Da la impresión, en

50
el curso de la lectura, que si algo le queda claro a Vasconcelos, es la estrecha relación entre
educación y cultura, tan olvidada en nuestros días, es decir, el sentido cultural y humanista
de la educación, como formación humana...
Vasconcelos nos habla de un México efervescente, pletórico de vitalidad, de iniciativas, de
ganas de hacer y de comprometerse _para el año 1923 estamos hablando de 50 000
ejemplares de la revista "El maestro"_, que no puede atribuirse a su exclusiva iniciativa,
pues Vasconcelos, sin negar sus cualidades, no constituye un personaje de excepción _y
aquí hay un planteamiento metodológico que comparto con los autores_, sino que su obra
nos habla de otros interlocutores y de otros actores, expresa también las iniciativas y las
búsquedas que los maestros venían realizando desde el siglo anterior: (. . .) es necesario
señalar que si bien los maestros _que los hay y muy buenos_ egresados de las escuelas
normales creadas durante el porfiriato último y cuidadas a iniciativa de Justo Sierra 91. Aquí
plantea, particularmente Valentina, un reconocimiento al trabajo siempre silencioso,
siempre cotidiano y comprometido, de los maestros.
Vasconcelos, anti-angloamericano _directamente antiyanqui_, se pronuncia en diversos
momentos contra las autonomías particularistas, en el caso de la educación y la cultura se
pronuncia anti-autonomías municipales, y plantea un programa centralizador y
homogeneizador, en cuya inspiración asume la influencia de la URSS, y otras experiencias
educativas.
Busca nuevos asideros, para sus nuevas propuestas: el de la España católica, y el de la
identidad latinoamericana. De modo que preconiza la raza cósmica, pero a la vez resulta
avasalladoramente hispanista. Plantea ideales democráticos… Lo vemos ocupar lugares de
poder en el programa para el México liberal de Madero, de Carranza y Obregón, pero a la
vez evidencia su catolicismo, que pareciera exacerbarse en la medida en que gana en edad y
experiencia, llegando inclusive a participar como católico de acción y a pertenecer a la
Tercera Orden Franciscana.
En efecto, Vasconcelos se identifica con el águila, es un águila de altos vuelos, totalmente
consciente de pertenecer al linaje de los ilustrados latinoamericanos y despliega sus
cualidades superiores para elevarse por sobre las masas y, desde la cima del intelecto,
poderoso, asumir su vocación mesiánica, la única posible para redimir al pueblo mexicano
a través de las luces que aportan la instrucción y la cultura.
Pero esta vocación ilustrada, esta vocación vasconcelista de águila, nos confronta también
con su cualidad de ave de rapiña que apunta a polémicas y a pérdidas dolorosas para los
mexicanos, que Vasconcelos expresa como aspiración, como momento de realización plena
en uno de sus artículos que titula Cuando el águila destroce a la serpiente. Pues aquí no se
trata del águila de los antiguos mexicanos que devora a la serpiente, fuente de la vida
profunda, para integrarla al Sol convertido en águila92.
Se trata de la serpiente vista por el pensamiento católico, cuyos atributos más negativos son
los que pesan y reclaman su destrucción _la mediocridad ya planteada por el argentino José

91
Aguirre, M. Calendarios antiguos y otros no tanto, en: Correo del Maestro, Año 2, número 23, abril,
México, 1998, p. 67.
92
Ver, Aguirre, M. Calendarios antiguos y otros no tanto, en: Correo del Maestro, Año 2, número 23, abril,
México, 1998, pp. 37-41.

51
Ingenieros, interlocutor de Vasconcelos, que nuestro autor atribuye a los mexicanos_. Tal
parece que terminaron por imponerse la hispanidad y el catolicismo de José Vasconcelos, y
ésta es la impronta del programa que él fundó. El águila deterioró su poder y perdió la
complementariedad que le brindaba la serpiente, pues se empeñó en destrozarla.
José Vasconcelos, quien desde su infancia se caracterizó por su intensidad por vivir,
cuestionó, enfrentó y derrumbó, ya en su juventud, a la llamada "Generación del
Centenario", que impulsaba el gradualismo positivista y el racionalismo. Esta inquietud la
compartía con la "Generación del 15", de la que posteriormente se distanció al disentir
sobre los ritmos que debía guardar el cambio social y los actores que debían protagonizarlo.
Vasconcelos estaba convencido de que la educación constituía un elemento de liberación
humana y que, a su vez, generaba la libertad de creencias. Pluralista por convicción,
cualquier pensamiento monolítico le resultaba reduccionista; hiperactivo, concebía al
individuo propenso a la acción y, por lo tanto, como un ente que no requería de estímulos
externos utilitaristas para actuar.
A partir de estas consideraciones, para Vasconcelos educar significaba enseñar los valores
humanos con los cuales la actividad conduce a la superación. Su proyecto educativo
rescataba al pueblo de la inacción intelectual, generada a lo largo de los años de
humillación en los que habían sido obligados a no actuar, y lo redimía permitiéndole
aumentar su confianza e identidad, mediante el orden y la disciplina.
El planteamiento vasconcelista fue de carácter universal, porque confrontaba y conciliaba a
nuestra Nación con el mundo a partir de su concepción iberoamericana. Como muchos de
nuestros intelectuales, Vasconcelos fue amante del libre pensamiento, sabía que a partir del
libre ejercicio intelectual se recuperarían nuestras raíces y se descubriría la esencia de
nuestra identidad nacional. Para él, la fuerza del país estaba en su origen y no en sus afanes
guerreristas, en la cultura y no en las armas, consideraba que la nación se asemejaba más a
una roca que a un aerolito.
La educación debía fomentar los vínculos sociales, en tanto instrumento que fortaleciera la
solidaridad entre los mexicanos; veía a la industrialización sólo como un medio para
promover el bienestar; hacía de la ciencia, la cultura y la tecnología una herramienta para
consolidar la Nación; aumentaba los conocimientos geográficos, antropológicos y la
complejidad social del país para acrecentar con ello la conciencia sobre la importancia de la
identidad nacional. Había que mexicanizar el saber y aprender a ver el mundo desde una
perspectiva propia de los mexicanos.
La escuela como resumen de la humanidad era, para Vasconcelos, la instancia donde la
educación se orientaba hacia el saber, no tanto para descubrir y ascender al poder, sino un
instrumento para que el hombre lo pudiera hacer. Alcanzar esta meta era posible gracias a
que el conocimiento es la conciencia del ser, cada generación se levantaba en los hombros
del conocimiento que le aporta la generación anterior y el saber enriquecía conciencias. Sin
embargo, lograr esta síntesis humana no podía improvisarse, el niño debía aprender con
disciplina e imaginación a partir del conocimiento de las grandes preocupaciones sociales
de la humanidad.
La labor institucional de Vasconcelos, impulsada con el establecimiento de la Secretaría de
Educación Pública (SEP), concentró los esfuerzos educativos de la Revolución y les dio
una orientación reconstructora. La educación debía ir a los marginados, estar guiada por

52
preocupaciones democráticas. Su deber ser consistía en formar hombres con confianza en sí
mismos, que emplearan su energía sobrante en el bien de los demás. Para la visión
vasconcelista, la pobreza y la ignorancia son los mayores enemigos del progreso,
resolverlos precisaba de la educación para subsanar tan grandes males.
Por ello, en un país caracterizado por su heterogeneidad social, la educación debía
construir, promover y difundir una identidad tejida con el contacto entre España y la
América precolombina. Para nuestro "Ulises Criollo", el mestizaje era la esencia de la
hispanidad hasta en la misma España que, por cierto, nunca fue un país monoétnico sino de
múltiples razas, aunque por mucho tiempo no llegase a ser aceptada esta pluralidad.
Para Vasconcelos la educación no era sólo una ciencia, había que sumarle un carácter
normativo, de ahí sus semejanzas con la ética o la política. Al igual que éstas, consideraba
que exigía una relación racional entre fines y medios para alcanzarlos, un vínculo entre el
ideal y su consecución.
El objetivo final del sistema educativo de Vasconcelos radicaba en transformar la realidad
en todas sus manifestaciones. Para ello, era necesario combatir la opresión que durante
siglos había pesado sobre el mexicano porque le impedía cristalizar sus esfuerzos en favor
de la actividad productiva e imaginativa, hacia un uso placentero de su ocio que evitara su
hundimiento en la pereza.
La escuela bajo la concepción vasconcelista, guiada por valores de equidad y de
distribución de la riqueza, era un instrumento de liberación humana para todos y no como
prerrogativa exclusiva de una minoría. Con esta convicción el ministro de Educación
pugnaba por vincular el plantel escolar con la vida; promover desde este sitio el desarrollo
pleno de la población; en fin, esta institución educativa era el centro del desarrollo cultural
de una sociedad en busca de su integración como Nación.
La visión de Vasconcelos se fundamentaba en una cosmovisión universal de la naturaleza
humana y en una teoría educativa normativa amparada en una concepción plural en el
conocimiento como instrumento y no como un fin para la satisfacción de las necesidades
humanas.
Para Vasconcelos, era imperativo alimentar la identidad nacional del México
revolucionario, para hacerlo democrático e hispanoamericano. Por eso, la SEP no fue
concebida como una instancia burocrática más, sino como la correa de transmisión entre
una sociedad y una forma de Estado que tenían en ese momento la oportunidad de
reconstruirse o inventarse.
Como titular de este ministerio, Vasconcelos se caracterizó por la prisa para educar (quizá
desde entonces data el estigma por hacer las cosas rápido en materia educativa). Para ello,
movió a la sociedad a partir de la recuperación de nuestro pasado y de la historia universal;
hizo de cada maestro un misionero cultural, un apóstol de la nueva palabra educativa, un
protagonista de la integración nacional del país que, en la práctica, conocía y sembraba la
semilla de una nueva conciencia nacional.
En resumen, la importancia del proyecto vasconcelista estriba en su concepción de que la
educación debe consolidar a la Nación, incrementar los lazos de solidaridad entre los
mexicanos. Si bien en México ha prevalecido una injusta distribución de la riqueza y del

53
ingreso, resultan más lastimoso y lamentable que exista una exagerada concentración del
conocimiento en unas cuantas cabezas.
Por eso, con la visión de la educación como formación humana y herramienta fundamental
para darle dirección y sentido al ser humano como un todo, Vasconcelos y sus
contemporáneos sentaron las bases para el desarrollo ulterior del México revolucionario. En
esta última idea, precisamente se funda el epígrafe que desarrollaremos a continuación.

2 La educación como formación humana


La filosofía de la educación vasconceliana se concreta en su visión de la educación como
formación humana, donde conocimiento, valor y praxis, resultan una inseparable unidad.
Por eso la educación debe ser metáfora de la vida, tal y como siempre destaca el Dr. Pupo,
en sus conferencias sobre Filosofía de la Cultura y la Educación.
“Todo sistema de educación esta basado sobre una filosofía de la vida, basta con nombrar
algunos filósofos como Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Locke, Rousseau,
Kant, Spencer, Dewey, quienes han reflexionado acerca de la educación a través de la
historia. El plan más antiguo de la educación es el de Platón; Kant la analiza en base a un
deber ético; William, Natorp y Durkheim la tratan a nivel sociológico. Spencer la ve más
como un proceso de evolución. Dewey realiza un pragmatismo experimental y
sociológico. De Houre señala los siguientes vínculos entre Filosofía y Educación:
• Vínculo natural. La concepción de la vida y la educación que se transmiten de
padres a hijos.
• Vínculo lógico. La parte central de la educación se manifiesta en sus ideales
determinados por la Filosofía.
• Vínculo histórico. Evidenciado por los filósofos y pedagogos citados a través de la
historia.
• Vínculo social. Haciendo hincapié de la sociedad existente entre filosofía y cultura.
• Vínculo cultura. El cual representa los ideales de la vida que son guiados por la
Filosofía.
• Vínculo humano. Para lograr el desarrollo educativo del hombre siendo
comprendido por la Filosofía.
• Vínculo religioso. La Filosofía de la vida se consuma con la religión y ésta se da a
conocer al hombre mediante la educación”93.
Estas concepciones, si bien resultan interesantes, son abstractas en su contenido conceptual
y práctico. No se dirigen a lo esencial: la formación humana integral. Parcializan el
objeto de análisis, siguiendo un logicismo empirista estrecho que no aporta conocimientos
reales.
El Dr. Pupo, define la filosofía de la educación, sobre la base de una visión cultural y
compleja. Él se pregunta: “¿Está la educación en condiciones de ser guía espiritual de la
formación humana? ¿Los paradigmas en que se funda pueden modelar proyectos reales,

93
http://www.universidadabierta.edu.mx

54
con ímpetu cultural, humano, en función de la misión que le corresponde cumplir? ¿Ella
misma no está contaminada por el pensamiento único, los reduccionismos de corte
positivistas, el autoritarismo en la ciencia y en la docencia, la intolerancia, el determinismo
absoluto, los fundamentalismos estériles y otros lastres de la modernidad que han quebrado
por su ineficacia heurística, metodológica y práctica?
Se trata de preguntas suscitadoras de muchas aprehensiones, cuya solución consagraría ipso
facto a cualquier autor.
No es este mi caso, ni intento realizar una empresa de tal envergadura. Pero como dijo el
gran poeta español, Antonio Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al
andar”… Eso he hecho: un intento de “andar” para hacer camino, o quizás menos:
desbrozar veredas para divisar la luz y encontrar sentido…Porque el sólo hecho de buscar
sentido, conduce al escenario que construye y revela.
De las tres primeras preguntas, en mi criterio, la tercera deviene “trinchera de ideas”, y en
ella se fundan - o se intenta fundar – los argumentos que cualifican la esencia de la
Filosofía de la cultura y su mediación educativa. Cada una, de una forma u otra se dirige
culturalmente a la aprehensión de la realidad con razón integradora e incluyente, sobre la
base de una premisa de partida y un propósito primario.
Su premisa de partida: El hombre y la actividad humana concretada en la cultura, para
deducir genéticamente el sentido cultural, en calidad de cauce integrador aprehensivo de la
realidad en su integralidad, y posibilitador de un discurso plural que, sin negar
nihilistamente las formas tradicionales, las fertiliza y alumbra con su asunción incluyente.
El propósito primario: Una reforma del pensamiento, capaz de cambiar las mentalidades
que dividen y abstraen las infinitas mediaciones y vínculos en que deviene el todo complejo
y contradictorio. Reforma, que asumida culturalmente exige transformar el saber educativo.
La educación como formación humana, como “instrucción del pensamiento… y dirección
de los sentimientos”, según la concepción de Martí, deviene cauce central ante la necesidad
de dar respuesta a los desafíos del siglo XXI. Crear hombres con alta sensibilidad, que no
den la espalda al drama humano, comprometidos con los destinos de nuestro planeta Tierra,
desarrollar una cultura del ser, de resistencia y de lucha, capaz de enfrentar la globalización
neoliberal, siendo, como sujeto, es una tarea que la Filosofía de la cultura, y su hija
espiritual, la educación, no pueden soslayar”94.
Estas ideas en torno a la educación con sentido cultural, resultan aportativas, pues aborda la
educación como formación humana desde una perspectiva transdisciplinaria, holística y
compleja.
Los grandes filósofos de la educación de nuestra América, como Martí, Vasconcelos y
otros, adelantándose a su momento histórico y a su propio contexto, desarrollaron muchas
ideas, donde la educación marcha junto a la cultura, y con ello soslayan las visiones
simplistas positivistas y pragmático – utilitaristas.
Para Vasconcelos es necesario un nuevo tipo de hombre, con una nueva forma de vivir. La
razón y la ciencia no forman los auténticos valores humanos, es la emoción la que nos hace
vivir lo propiamente humano. El filósofo recomienda que los iberoamericanos debemos
practicar esa forma de vida y dejemos de imitar al sajón racionalista que revive al universo
94
Pupo, R. Filosofía de la cultura, educación y transdisciplinariedad. Htp. Letras. Uruguay. Espaciolatino.

55
en lo que tiene de material y biológico y nosotros los latinos e iberos, debemos expresarnos
en términos de espíritu. Esa, la sustantivación del espíritu constituye núcleo teórico de la
filosofía de educativa de Vasconcelos. Por supuesto, no niega el valor de la razón, si bien
su filosofía educativa en algunos momentos le da más importancia al momento emotivo.
Realmente no se puede olvidar su cosmovisión, asentada en el monismo estético, como ya
se ha analizado en la investigación.
El factor constitutivo del iberoamericano es la libertad, porque “la vida artística supone a la
libertad”95, lo anterior se comprende en el sentido de que la libertad humana permite
organizar lo dado y ponerlo al servicio del espíritu; hay que actuar por gusto, por
entusiasmo o inspiración, y esto sólo se logra en el arte o en la religión, según la visión
idealista de Vasconcelos..
Vasconcelos pone en manos del iberoamericano su filosofía del futuro, sus
recomendaciones son acerca de lo que podemos, de lo que debemos y de lo que tenemos
que hacer. Su filosofía nos compromete ante un futuro no determinado, sino ante un futuro
que hay que construir y potencialmente se tienen las mejores oportunidades para vivir
mejor, es una utopía necesaria y posible.
La filosofía del futuro que predicó Vasconcelos la destinó para la “raza emocional” o
“cósmica”, que identificó con el iberoamericano. Nuestro filósofo mexicano se erigió en
defensor de la raza iberoamericana y el portavoz de una cultura emergente. Su filosofía se
convirtió en el baluarte del hombre nuevo, del hombre iberoamericano, que superará a sus
enemigos los anglosajones, por el espíritu, ya que ellos no logran alcanzar conceptos y
valores universales. Naturalmente esto es discutible, y algo exagerado.
La filosofía de Vasconcelos pretende ser el pensamiento perenne que se eleva sobre las
vicisitudes de lo concreto, su calidad de vencido le brinda la oportunidad mientras que su
vencedor queda atado por los lazos de intereses que tiene que proteger y justificar 96. La
“raza cósmica”, representa la identidad de los pueblos iberoamericanos, que son forjadores
de una nueva raza, gestora del hombre nuevo y prototipo de los anhelos del género humano.
El trabajo y la justicia social son valores, pero también constituían principios que apuntaban
a los elementos de clase. El trabajo definía al universo de la humanidad que debía liberarse
de la enajenación y la injusticia social. Lo trascendente no era el desarrollo de la humanidad
ni de la comunidad, sino la orientación educativa a las clases populares lo que liberaría al
pueblo mexicano. La educación prepararía para la liberación, fomentaría el trabajo y la
militancia y, desde ahí, capacitaría para alcanzar una sociedad sin clases.
¿En este marco cuál era la teoría del conocimiento? Si se considera que el individualismo
no tenía cabida en este sistema, es claro que a quien se debía atender no era al individuo
sino la totalidad del género humano. Para este sujeto, el conocimiento surgía de la
percepción y de ésta se desprendía el concepto, sancionado por la praxis que otorgaba el
criterio de la verdad. Aplicar esta teoría educativa no fue posible ante la ausencia del perfil
del educando al que se dirigía.
De hecho, los elementos ideologizados disminuyeron la eficiencia del modelo, la práctica
educativa fue ajena al fenómeno de la educación y estuvo comprometida con la liberación
95
(Villegas, 1979: 98).
96
Ibídem, p. 30.

56
del hombre inmerso en el proceso de explotación. No había realmente una filosofía
educativa, sino un proceso contradictorio entre concepciones clasistas, teoría de la
liberación e instrumentos ideologizados que devinieron en contradicciones fundamentales.
No es posible olvidar las contradicciones de la realidad mexicana en la época que le
correspondió vivir y actuar al gran filósofo pedagogo José Vasconcelos.
Se trabajaba porque la educación fuera más digna y coherente con las necesidades del país,
más libre y más generosa con el desarrollo del individuo, a fin de que las cifras invertidas
en su ejercicio se aprovecharan en favor de las nuevas generaciones. Por ello, al dilucidar
sobre el contenido de la enseñanza, se inauguró una etapa educativa, donde la calidad de la
enseñanza se convertiría en una preocupación constante a la par de los problemas de
cobertura.
Para ello, había que fundir la teoría con la práctica, instruir no sólo con la prédica, en obvia
crítica a la ideologización educativa, desprovista de un sentido coherente de la realidad,
sino practicando con el alumno reglas útiles y sencillas, con base en fórmulas fáciles de
aprender y de retener para elevar el nivel de la enseñanza. Una educación equilibrada entre
los elementos útiles para enfrentar la vida y la motivación al talento y al dominio de la
virtud.
Tal y como muestran varios estudiosos del tema en cuestión, con Vasconcelos, surgió
también el interés por desarrollar un sistema educativo articulado entre todos sus niveles,
pero con salidas terminales para aquellos educandos que, por razones extraescolares o por
limitaciones personales, no pudieran continuar con sus estudios. En efecto, apareció por
primera vez la intención política de velar porque la preparación vital del alumno, cualquiera
que fuera el grado en que concluyera su enseñanza, no resultase trunca en lo concerniente a
los conceptos fundamentales de la existencia.
Con esa convicción, el ministro señalaba que desde la escuela primaria el educando debía
poseer una noción firme y austera del mundo en que vivía. A partir de este conocimiento,
elemental sin duda, se podría edificar su preparación posterior ya fuera como autodidacta o,
con el tiempo, en otras instituciones educativas con el fin de no incurrir en el analfabetismo
funcional.
En ese sentido, bajo la dirección de Vasconcelos, se recomendaba que los encargados de
diseñar planes y programas de estudio atendieran, sobre todo, la conveniencia de imaginar
una sucesión de sistemas abiertos y coordinados. La intención era evitar que el conjunto del
sistema educativo se constituyera en una estructura hermética e inflexible, sino que
funcionara con escapes de derivación lateral, esto con la finalidad de que todos aquellos
que no dispusieran de recursos para continuar estudiando recibieran la oportunidad de
cursar carreras cortas.
Se era partícipe de la necesidad de erradicar las verdades absolutas en la enseñanza de la
historia, considerando que debíamos ver nuestro pasado desde una perspectiva más amplia
al articularla con la historia universal. El objetivo era tener una visión de nuestro país
vinculado con el resto del mundo, en lugar de concebir a México como un escenario
aislado, hermético y sin contacto con las realidades que le rodeaban. Esto en gran medida
fue iniciado por Justo Sierra, maestro de Vasconcelos.
Así mismo, se expresaba la necesidad de incorporar en la enseñanza de la historia a los
sectores sociales intencionalmente olvidados, o empolvados por los vencedores; llamaba a

57
la conciliación sin justificar acciones, a comprender más que a juzgar las razones de grupos
sociales para disentir y luchar por sus ideales para enriquecer nuestro legado histórico al
aceptar la diversidad social, pues como señalaba: " (…)la amplitud del alma no es un lujo
en el estudio de la historia, sino condición primordial y deber común"97.
En cuanto a la enseñanza del civismo en secundaria argumentaba en favor de que se
adquiriera en el primer año un sentido coherente de lo que era el hombre en la sociedad. En
el segundo, se enfocaran los fenómenos económicos, su repercusión en la interdependencia
humana y la conveniencia de dar al pueblo una orientación de progreso productivo,
conociendo nuestros recursos y explotándolos para un mayor rendimiento en favor de todos
los mexicanos. Y, en el tercero, se enfatizaran los derechos y deberes del ciudadano, las
características fundamentales de un Estado, que no terminaba por constituirse, y las
diferencias que guardaban las distintas formas de gobierno que había experimentado el país
y el mundo en general a partir del análisis de sus constituciones.
Para que la educación coadyuvara a crear la figura del ciudadano en tanto baluarte de la
democracia, esta debía construirse rescatando a un individuo leal, honrado, limpio, enérgico
y laborioso; exento de los complejos de inferioridad que tanto afectaban a los mexicanos.
Un tipo de ciudadano que, al margen de consignas y corporaciones, respondiera en defensa
de la soberanía, y no abdicara de sus derechos y deberes. Una aspiración que, en ese
tiempo, estaba lejos de cristalizar, pero que orientó el camino a seguir para arribar al
México moderno.
En este afán, Vasconcelos, motivó la ampliación de responsabilidades de la educación
trascendiendo los linderos de la escuela. La familia debía contemplarse como una
colaboradora importante del quehacer educativo gubernamental. Educar a los niños de
México para la libertad y la democracia, exigía enseñarles a ser verdaderamente libres y a
gobernarse a sí mismos, por lo que se deberían de eliminar los procedimientos de
mecanización y de ciega obediencia, propios del totalitarismo y el dogmatismo.
La Filosofía de la Educación es base, fundamento de la formación humana, ya que
tradicionalmente la educación toma a la filosofía, al amor por la sabiduría y a su visión
general del mundo. En términos contemporáneos, pudiéramos decir, que apela a la
formación, ya que en ella está presente el concepto de cultura como el proceso de su
adquisición, de su aprendizaje; pues siguiendo una definición hermenéutica, su raíz traduce
literalmente imagen. En este sentido formarse es el proceso de construirse, a sí mismo, una
imagen, adquiriendo una cultura, es un problema de búsqueda de identidad. En ese proceso
de formación, de construcción de cada quien de su imagen, la hermenéutica, en tanto
interpretación, juega un papel de posibilidades infinitas.
Esto coincide o se acerca a la Filosofía de la Educación presente en las obras del Dr. en
Pedagogía y Dr. Honoris Causa en Filosofía Medardo Vitier Guanche y sistematizado por
el Dr. Sc. Rigoberto Pupo Pupo. En este sentido, las preocupaciones humanistas de Vitier
toman cuerpo en su artículo: “Notas sobre la formación humana”, cuyas finalidades
esenciales se dirigen a cultivar “bondad genuina en el individuo y el pensamiento crítico
frente a hechos y doctrinas”98.

97
Citado por Torres Bodet, 1944, O. citada, p. 126.
98
M. Vitier: “Notas sobre la formación humana”. Revista cubana. Enero – Dic. 1948, p. 132.

58
Se trata de un programa de carácter sociocultural antropológico, capaz de orientar la
formación del hombre cubano. Por eso, al reflexionar sobre el título: ¿formación cultural?,
¿formación intelectual?, se decide por formación humana, en tanto esto, lo humano, en su
criterio cualifica la esencia verdadera del hombre bueno, digno, solidario y honesto. Lo
humano en Vitier es síntesis de múltiples aprehensiones éticas, estéticas, políticas y
culturales. Es el hombre en su plenitud humana cuyas acciones y comportamiento no hacen
más que perfeccionar una sólida cultura de los sentimientos y la razón. Esto lo aprendió de
Luz y Caballero, de Varona, de Martí, de la tradición cubana y de la cultura universal en
general de modo original y creador99.
Vitier no concibe la formación humana, incluidas la conciencia y la memoria histórica, al
margen de la persona humana, como tampoco la concebía Vasconcelos. El hombre, su
humanidad, encarnados en un sentido de la vida y apoyado en valores debe presidir el
proceso de desarrollo nacional; y la tradición como pivote alentador del presente y memoria
histórica que lo actualiza y complementa se inserta al ser nacional para cualificarlo en
dirección al porvenir.
Pero siempre teniendo en cuenta que “(…) no es un compromiso total con el pasado para
repetir y perpetuar los criterios de antaño. Amar la tradición – recalca Vitier – no implica
adherirse sistemáticamente a las normas de períodos que tuvieron sus problemas, muy
diferentes de los nuestros. Significa sentir la continuidad de las altas aspiraciones humanas
y reconocer que ya antes que nosotros hubo quienes se preocuparon por elevar la condición
del país. Significa sentirnos ligados en el tiempo y en el propósito a una obra de salvación
nacional, aunque con medios distintos, y significa en fin, un tributo moral a la virtud de los
antepasados”.100
La Filosofía de la Educación, en Medardo Vitier, con sólidos fundamentos ético-
humanistas capta el ser esencial humano en su movimiento histórico-cultural. Revela la
esencia misma del proceso y destaca las múltiples dimensiones en que se despliega. No se
queda en el pasado. Se dirige al presente con ímpetu de futuro. Valora en su recto sentido la
existencia humana como un proceso infinito de enriquecimiento humano. Se apoya en
Martí para cualificar lo sustancialmente humano que preside el desarrollo del hombre y la
sociedad que construye. En fin, destaca el lugar y el papel de la educación en la formación
humana. Una educación capaz de desarrollar sensibilidad humana y con ella, la revelación
de valores, como “propensiones superiores del hombre”101.
Es que “(…) la educación es un hacer total, y por lo tanto, consciente; ella comunica la
formación de la personalidad de una persona a otra. No merece llamarse educación ni la
asimilación inconsciente o semiconsciente por la que los jóvenes se van asemejando a los
adultos, ni el procedimiento que se limita a regular las tendencias juveniles mediante ciertas
normas y disposiciones, sin preguntarse si los efectos resultantes profundizarán
suficientemente en la vida espiritual del alumno y cómo se cambiarán dentro de ella en un
resultado de conjunto”.102
99
Ver, Pupo, R. Medardo Vitier y la cultura cubana. En proceso de edición por la Editora Política, La
Habana, Cuba, 2009
100
M. Vitier: Valoraciones I. Universidad de las Villas, 1960, p. 246.
101
Ver Pupo, R. Medardo Vitier y la cultura cubana. En proceso de edición por la editora Política.
102
http://www.universidadabierta.edu.mx

59
En fin, el enfoque cosmovisivo vasconceliano de la educación como formación humana,
está lleno de implicaciones: heurísticas, hermenéuticas, metodológicas y prácticas, pues
ante todo, porque le imprime carácter cultural a la educación. Aquí su filosofía humanista,
independientemente de la existencia de un a priori estético (especulativo) integrador,
aterriza para conformar las bases de la educación mexicana sobre fuertes soportes, es decir,
la cultura como matriz de todos los proyectos formativos. Esto determina trascendencia y
actualidad a su obra utópica reveladora, que será el tema central que dará culminación al
tercer y último capítulo de la tesis doctoral.

3 Trascendencia y actualidad de una obra utópica reveladora


Empezó siendo un ideal y sigue siendo un ideal. América es una utopía103.
- Alfonso Reyes –
Para Vasconcelos, América fue una gran utopía, realizable mediante la educación. A pesar
que a veces se ve su apriorismo estético como rey Midas104, su realismo práctico lo condujo
a aterrizar para resolver los problemas candentes de México y América.
La educación, si no pierde su razón utópica realista, tendrá un papel fundamental y una
responsabilidad decisiva en este nuevo siglo. Es necesario y urgente religar los saberes y
conocimientos separados si queremos enfrentar adecuadamente los problemas que bloquean
el avance de la humanidad para construir una nueva civilización acorde con las nuevas
realidades. Es evidente que una reforma de los sistemas educativos necesita un nuevo tipo
de formación para los formadores, para los enseñantes, conducente a una reforma del
pensamiento y las mentalidades105.
103
Ver Anexo III.
104
Midas, en la mitología griega, rey de Frigia, en Asia Menor. Por la hospitalidad que le había brindado al
sátiro Sileno, Dioniso, el dios del vino, ofreció concederle todo lo que deseara. El rey pidió que todo lo
que tocara se convirtiera en oro, pero pronto lamentó su elección porque hasta la comida y el agua se
transformaban en ese metal. Para liberarse del encantamiento, Midas recibió el consejo de Dioniso de
bañarse en el río Pactolo. Se decía que después se descubrió que las arenas del río contenían oro. Midas
fue también uno de los jueces en una disputa musical entre los dioses Apolo y Pan. Cuando Midas prefirió
la flauta de Pan a la lira de Apolo, éste transformó las orejas de Midas en otras de asno. Midas era capaz de
ocultar sus orejas a todos menos a su barbero, quien escondió el secreto en un agujero hecho en la tierra.
Cuando el viento soplaba, las cañas que crecían sobre el agujero repetían la historia. (Biblioteca de
Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los
derechos).
105
“En los tiempos actuales la educación tiene mucho que decir y hacer. La educación como formación
humana, como “instrucción del pensamiento… y dirección de los sentimientos”, según la concepción
martiana, deviene cauce central ante la necesidad de dar respuesta a los desafíos del siglo XXI. Crear
hombres con ciencia y con conciencia, desarrollar una cultura del ser capaz de enfrentar la globalización
neoliberal, siendo, como sujeto, es una tarea que la educación no puede soslayar. Sin embargo, caben las
siguientes preguntas: ¿Está la educación en condiciones de ser guía espiritual de la formación humana?
¿Los paradigmas en que se funda pueden modelar proyectos reales, en función de la misión que le
corresponde cumplir? ¿Ella misma no está contaminada por el pensamiento único, los reduccionismos de
corte positivistas, el autoritarismo en la ciencia y en la docencia, la intolerancia, el determinismo absoluto,
los fundamentalismos estériles y otros lastres de la modernidad que han quebrado por su ineficacia
heurística, metodológica y práctica? ¿Hay racionalidad en los siete vacíos que Edgar Morin ha revelado en
la educación actual y en la propuesta de los siete saberes para revertir o atenuar tal situación? Este glosario
de preguntas, por sí mismo, da cuenta que estamos abocados en una crisis de la educación, que no puede
resolverse desde la educación misma. El saber educativo no puede cambiar sin transformaciones profundas

60
Es preciso dialogar y crear una nueva forma de conciencia en las nuevas generaciones, y
esa es la intención de esta visión educativa de transformación. La vitalidad de la vida
intelectual en América Latina y la experiencia de las insuficiencias o de los fracasos de las
teorías unilaterales o mutiladoras hacen que este continente haya heredado y enriquecido,
con su propia genialidad, las aportaciones del pensamiento europeo y creo que es capaz, a
diferencia de la Europa calcificada, de encabezar un nuevo Renacimiento que significa la
esperanza de lo posible.
En las condiciones actuales de México, las concepciones filosófico-pedagógicas de
Vasconcelos, sin olvidar nuestro contexto real, conservan vigencia y actualidad en cuanto al
problema de la enseñanza de la Filosofía y de las ciencias, en general, pues su filosofía
educativa marcó nuevas pautas para la formación humana. Su ideario filosófico–
pedagógico, sirve de cauce orientador por los principios en que se funda y las ideas que le
sirven de sostén: la unidad conocimiento – valor, visión transdisciplinaria de la educación,
la educación como formación humana, fundada en principios y valores, la educación
comunitaria, la vinculación del mundo de la escuela con el mundo de la vida y el trabajo, la
relación entre la ciencia y la técnica, entre la teoría y la práctica, entre otros.
Según Pablo Guadarrama: “Vasconcelos le sugiere a la filosofía en América Latina no sólo
reivindicar la filosofía asiática, abiertamente, sino le plantea una tarea al filosofar en
América Latina: ser una síntesis teórica de todos los sistemas filosóficos hasta ese momento
existente, tanto de los europeos como de los orientales, hasta de los africanos”106. Considera
que hay que estudiar la filosofía de la misma forma en que el músico interpreta sus
pasiones, sentimientos, deseos. Por eso sin temor sostiene que la filosofía tiene que basarse
en la emoción107.
La filosofía tiene que ser superior como síntesis estética de toda la comprensión de la
realidad. No se puede reducir la filosofía como hizo el positivismo decimonónico al culto a
la ciencia, a la utilidad, y a la práctica. Por supuesto, me refiero al espíritu general que
encauza la idea, pues no podemos estar de acuerdo con Vasconcelos que hay que convertir
la filosofía en una síntesis estética de toda la comprensión de la realidad, porque
pecaríamos de reduccionistas. Lo que no niega su idea premonitoria de la necesidad de
estetizar la realidad para hacerla más humana. Una estetización que conduciría a la unidad
bondad – verdad – belleza, rectorada por esta última.
Como maestro, misionero del deber, la filosofía educativa de José Vasconcelos, cultivó
grandes ideas que siguen trascendiendo la realidad mexicana actual. Es un paradigma, que
lamentablemente no se aprovecha todo lo necesario para dar respuesta a los problemas de
hoy. Se trata de un programa educativo de proyección iberoamericana, en perenne
búsqueda del ser de nuestra América y también del mundo. Está convencido que América

en la educación y ésta resulta infecunda sin una reforma en el pensamiento y en la praxis en que encuentra
concreción” ( Pupo, R. Educación y pensamiento complejo. En El ensayo como búsqueda y creación.
Hacia un discurso de aprehensión compleja. Universidad Popular de la Chontalpa, TABASCO, México,
2007, p. 43).
106
Guadarrama, Pablo. Positivismo y antipositivismo en América Latina Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 2004. p. 97.
107
Esto se puede ver con minuciosidad en sus obras “La Raza cósmica y en “Filosofía Estética”

61
posee un luminoso porvenir que irradia universalmente. Quiere que el hombre
latinoamericano acceda a la cultura universal desde sus propias raíces.
“Hay en Vasconcelos – destaca Guadarrama - un culto a lo latinoamericano, a lo
bolivariano, a la integración de esta América, y también hay un interés en la reivindicación
de la cultura y en particular de la filosofía latinoamericana. Mantuvo al respecto una
posición muy original.
No fue Vasconcelos un defensor de una “filosofía latinoamericana” propiamente dicha.
Más bien fue un propugnador de la idea de que los filósofos en América Latina tienen que
lograr el nivel de madurez intelectual, el nivel de creatividad y de originalidad que
produzca el reconocimiento de la producción filosófica de Latinoamérica.
No cayó en la trampa del snob de ser latinoamericana la filosofía por ser regionalmente
concebida. Esa es la particularidad que se aprecia en un texto que llama "El pensamiento
iberoamericano", publicado en su libro Indología, en el que afirma: “Se ha dicho con
frecuencia que no existe una filosofía latinoamericana, confieso ser uno de los que han
extremado la nota hasta el punto de afirmar que no sólo no es posible sino que no es
deseable que aparezca una filosofía iberoamericana, dado que la filosofía por definición
propia debe abarcar no una cultura sino la universalidad de la cultura”108.
Con ello podemos disentir, pero sin dejar de reconocer la profundidad de su pensamiento y
el aliento utópico que lleva e impregna a su discurso109.
Hacer emerger el mito de la Atlántida, "(…) cuna de una civilización que hace millares de
años floreció en el continente desaparecido y en parte de lo que es hoy América”110, en el
conocido ensayo hispanoamericano La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana
(1925), antes que poner en ejercicio una lectura excéntrica o trivial, supone situar en la
escena discursiva del texto una seria indagación sobre los móviles ideológicos y culturales
que esta referencia imaginaria guarda en relación con el discurso utópico del mestizaje
americano.
A través de la idea de que “ (…) la raza que hemos convenido en llamar Atlántida prosperó
y decayó en América”111, José Vasconcelos no sólo extiende la historia del mestizaje
americano a un tiempo originario y prestigioso de características míticas, paradisíacas, sino

108
Guadarrama, P. Obra citada, p. 272
109
Ver anexos 4, 5 y 7.
110
Hacia finales de la década del veinte, las diferencias entre Vasconcelos y Rivera serán más que notorias;
en uno de los últimos murales que Rivera pinta en la Secretaria de Educación Pública, Vasconcelos es
representado dando las espaldas a la realidad, desdeñado por el pueblo revolucionario de México.
111
Según la versión de Reyes, el relato platónico cuenta que "varios millares de años atrás, existía, más allá
de las Columnas de Hércules, y frente a la entrada del Mediterráneo, en pleno Atlántico, una enorme isla
mayor que el África y la Europa hasta entonces conocidas (...) Aquella gran isla, la Atlántida, era el centro
de un imperio fundado por el dios del mar, Poseidón (...) Gran centro de civilización en sus comienzos,
nación donde se admiraban las ciudades más urbanizadas, la distribución más justa de las categorías
sociales, la agricultura y la irrigación más perfectas, las industrias mejor organizadas (...) aquella nación
fue degenerando de su primitiva dignidad filosófica hacia el imperialismo militar, y pretendió conquistar
todo el Mediterráneo. El amo de los dioses, Zeus, decidió castigar su orgullo (...) De pronto, sobrevino una
convulsión del planeta, la Atlántida desapareció sorbida en el océano, y de toda aquella grandeza apenas
sobrevivió al relato novelesco que el filósofo nos ha trasmitido" (La Novela de Platón 419-20).

62
que también concibe al mismo espacio, a la geografía física de América, como un
continente de utopías, una tierra de “antecedentes misteriosos” que estaría predestinada a
ser el lugar de un mestizaje universal futuro de la humanidad.
En un pequeño texto de Roland Barthes dedicado al filme Continente Perdido, habla el
semiólogo francés del sentido actual del exotismo. Afirma Barthes: "Se trata de un gran
documental sobre el "oriente", cuyo pretexto es una vaga expedición etnográfica,
visiblemente falsa por otra parte, realizada en Insulindia por tres o cuatro barbudos
italianos. El film es eufórico, allí todo es fácil, inocente"112 .
Explica Barthes que el exotismo de Insulindia está caracterizado por su irresponsabilidad
en el uso del color, las "bellas imágenes", la reducción constante de la diferencia del otro y
la poca preocupación por problemas históricos o sociológicos. Insulindia surge, según
Barthes, como resultado de las operaciones metalingüísticas de un lenguaje deformante que
deshistoriza y despolitiza la materialidad social de los signos que organizan el filme.
Insulindia no es un lugar, sino un lenguaje, un habla despolitizada113.
No lejos de las modernas mitologías estudiadas por Barthes, los relatos de viajero de
Vasconcelos al "Brasil" y la "Argentina", la segunda parte de La raza cósmica, exhiben una
narrativa en extremo análoga. Vasconcelos cuenta su experiencia por estos países como si
transitara por una tierra edénica, pletórica de lugares naturales sorprendentes; mujeres
hermosas y raras; comida y frutas desconocidas; gente buena y trabajadora; gran
prosperidad industrial y urbana; pero ante todo, naciones donde la utopía americana está
viva y en ascenso. El viajero mexicano afirma: "El Brasil será la potencia mundial del
futuro", hoy y quizá por mucho tiempo, la Argentina será el faro en la noche
hispanoamericana. De allá se vuelve con esperanza y con fuerza"114.
Pero si los relatos de Vasconcelos son adjetivantes e hiperbólicos, y los significantes que
trazan y construyen su viaje en la textura del discurso –hombres, geografías, comidas,
mujeres, ciudades - están efectivamente mitologizados, esto es, justamente, lo que resulta
singular y novedoso en su discurso cultural. Ahora es Nuestra América y no la vieja Europa
el destino cultural del escritor americano.
A diferencia de Sarmiento y otros patricios modernizadores del siglo XIX, –como afirma
Julio Ramos –, quienes colocaron en el allá europeo o norteamericano el orden de la
civilización y la modernidad, ahora Vasconcelos viaja hacia adentro del continente, hacia
un aquí americano y profetiza que una nueva civilización y mestizaje universales, fruto de
lo mejor de todas las razas y culturas de la humanidad, surgirán en los trópicos115. Nuestra

112
Barthes, Roland. Mitologías. México: Siglo XXI, 1989. P., 167.
113
Para Barthes, los mitos de la sociedad burguesa contemporánea funcionan como un metalenguaje, esto es,
un lenguaje mítico construido sobre la base de las operaciones lingüísticas de otro lenguaje primero. Este
metalenguaje no habla del “mundo” o la “realidad”, sino de la manera cómo el lenguaje ordinario, literal,
es re-significado.
114
Vasconcelos, José. La raza cósmica. México: Espasa Calpe Mexicana S.A., 1966., p., 206.
115
Más allá del determinismo geográfico implícito a esta profecía y su cliché de exotismo tropical, lo que se
juega aquí es el interés material en el intercambio industrial con estos países. El propio Vasconcelos
declara en una entrevista publicada en el Boletín de la Secretaría de Educación en 1922: “La Embajada
que el Gobierno mexicano envía al Brasil no es solamente un acto de cortesía en las fiestas del Centenario
de la Independencia de la República del Brasil, sino un medio práctico para conseguir que los sentimientos

63
América116 es, para Vasconcelos, el nuevo escenario discursivo de las letras y la geografía
imaginada desde la que se ha de organizar los signos de la nueva sociedad
posrevolucionaria.
Las crónicas de viajero de Vasconcelos, en este sentido, pueden ser releídas como una
encarnación presente de esa utopía americana futura sobre la que él discurre en la primera
parte de su obra. Si la primera parte del ensayo de La raza cósmica presenta un argumento
etnológico sobre el mestizaje y una premonición especulativa de la utopía americana, la
segunda es su verificación, el testimonio personal de su encuentro.
En el ensayo de Vasconcelos, ambas formas del viaje exótico, la arqueológica o temporal,
imaginada como viaje en retrospectiva hacia los orígenes de la Atlántida, que “prosperó y
decayó en América”117; y la espacial o geográfica, realizada al Brasil y la Argentina, son
para Vasconcelos la cara y el anverso de la misma medalla: el advenimiento de una raza
cósmica mestiza118.
Afirma Vasconcelos: “En la América Española ya no repetirá la naturaleza uno de sus
ensayos parciales, ya no será la raza de un sólo color, de rasgos particulares, la que en esta
vez salga de la olvidada Atlántida; no será la futura, ni una quinta ni una sexta raza,
destinada a prevalecer sobre sus antecesoras; lo que de allí va a salir es la raza definitiva, la
raza síntesis o raza integral”119.
En El laberinto de la soledad, Octavo Paz ha percibido de manera ejemplar esta conexión
profunda entre utopía moderna y búsqueda del origen. La utopía es para Paz, al igual que
para Vasconcelos, una manera de restituir un pasado primordial perdido. "La Utopía, y
especialmente las modernas utopías, expresan con violencia concentrada, a pesar de los
esquemas racionales que las enmascaran, esa tendencia que toda sociedad tiene a imaginar
una edad de oro de la que el grupo social fue arrancado y a la que volverán los hombres el
Día de Días"120.
Es en función de esta edad de oro utópica que Vasconcelos mitologiza su propia
experiencia de viaje: no descubre ni conoce nada nuevo sino que, como Colón, comprueba
y reconoce lo que ya sabía: América es una geografía de mestizajes y utopías. Y es
justamente así, recordémoslo, con la afirmación de una utopía del mestizaje americano,
como empieza el prólogo del ensayo de La raza cósmica, “(…) Es tesis central del presente

de afecto que ligan a los dos pueblos se transformen efectivamente en relaciones sólidas…Ya pasó la
época romántica de las relaciones iberoamericanas y ha llegado la hora de ligar nuestros pueblos por los
lazos estrechos y constantes del intercambio de ideas y del intercambio de productos” (Boletín de la SEP,
1922, 502).
116
Naturalmente, el término Nuestra América es acuñado por vez primera por el cubano José Martí.
117
Vasconcelos, José. La raza cósmica. México: Espasa Calpe Mexicana S.A., 1966., p., 15.
118
Afirma Lily Litvak citando a Gautier: “Hay dos tipos de exotismo, el primero da el gusto por el
desplazamiento por el espacio, la atracción por América, por las mujeres amarillas o verdes. Pero hay un
placer más refinado, una corrupción más suprema, es el exotismo a través del tiempo” (El Sendero del
Tigre 193).
119
Vasconcelos, José. La raza cósmica. México: Espasa Calpe Mexicana S.A., 1966., p., 30.
120
Revista de crítica literaria latinoamericana año xxx, nº 60. lima-hanover, 2do. semestre de 2004, p. 230.

64
libro que las distintas razas del mundo tienden a mezclarse cada vez más, hasta formar un
nuevo tipo humano, compuesto con la selección de cada uno de los pueblos existentes121.
El mito de la Atlántida en el ensayo de Vasconcelos es, hemos sugerido, una marca
discursiva, celebratoria, festiva, simbólica, del renacimiento cultural mexicano; una
prefiguración utópica de la sociedad feliz prometida por el estado post-revolucionario
emergente. Vasconcelos afirma: “¡Cuántos distintos los sones de la formación
iberoamericana! Semejan el profundo scherzo de una sinfonía infinita y honda: voces que
traen acentos de la Atlántida”122.
Estos distintos sones, entendidos bajo la forma del humanismo, anti-positivismo,
antiimperialismo, clasicismo griego y americanismo, serán para Vasconcelos las
coordenadas ideológicas de dicho renacimiento cultural. En realidad, la figuración de la
Atlántida aparece en las letras hispanoamericanas de finales del siglo XIX en autores tan
notorios como Rubén Darío, Olegario Andrade, Ricardo Rojas, entre otros.
No fue ninguna coincidencia que escritores contemporáneos como José Henríquez Ureña o
un poco más tarde, Alfonso Reyes, hayan también dedicado diversos ensayos a esta "utopía
griega" de lo americano. En La Utopía de América (1925), Henríquez Ureña afirma que ha
llegado el tiempo en que América afirme la fe en su "destino", su unidad histórica, política
e intelectual. "Hay que ennoblecer nuevamente la idea clásica. La utopía no es vano juego
de imaginaciones pueriles: es una de las magnas creaciones espirituales del Mediterráneo,
nuestro gran mar antecesor"123. Además, no se puede olvidar que las grandes realidades
siempre están antecedidas por utopías. De ahí, el valor de la utopía. Según el Dr. Pupo: “La
utopía es parte constitutiva del devenir humano en su siempre creciente afán de superación.
Es preludiar lo futuro en lo presente para ascender humanamente y realizar los proyectos
del hombre.
¿Quién que es, no es utópico? Todo hombre, en un grado mayor o menor, da riendas sueltas
a su razón imaginativa, a sus deseos, fines y objetivos. No se aferra al presente
incondicionalmente. Mira al pasado para enriquecer el presente, y a éste para transitar a lo
por venir y superarse a sí mismo, trascendiéndolo” 124
121
En el XI Congreso de Americanistas realizado en México en 1895, Eustaquio Buelna presenta la ponencia
titulada “La Atlántida y la Ultima Tule”, un estudio etimológico que intenta demostrar no sólo la veracidad
del mito sino la raíz azteca del nombre “Atlántida”. Según Buelna, “el nombre de la Atlántida es de
filiación netamente nahoa ó azteca, con sólo la desinencia griega” (162). De manera paralela a la
publicación de La raza cósmica, el arqueólogo Sylvanus G. Morley realiza en México una investigación
financiada por el Instituto Carnegie de Estados Unidos y también avalada por el propio Vasconcelos, en
aquel tiempo Ministro de Educación. El Proyecto Chichén Itzá tenía el fin de probar "los orígenes
atlánteos de la civilización Maya" (Domínguez Michael 109). En Londres, Lewis Spencer publica Atlantis
in América (1925), un estudio etnológico que "trata principalmente con la evidencia de la sobrevivencia de
la civilización Atlántida en el continente Americano" (7). Mientras que en España, el ensayo antes
mencionado de Ortega y Gasset, Las Atlántidas (1924) pone en circulación la idea de las culturas
sumergidas o evaporadas las cuales "representan el fenómeno más sorprendente de la historia" (38).
122
Vasconcelos, J. La raza, Idem, p., 31.
123
Véase, por ejemplo, en The National Geographic Magazine: “The home of a forgotten race” de Edward H.
Thompson (Junio, 1914); “The foremost intellectual achievement of ancient America” (Febrero, 1922); y
“Chichén Itzá, an ancient American Mecca” de Sylvanus Griswold Morley (Enero-Junio, 1925).
124
Pupo, R. La utopía y sus mediaciones complejas. En El ensayo como búsqueda y creación. Universidad
Popular de la Chontalpa, Tabasco, México, 2007, p. 49.

65
Por su parte, Reyes escribirá algunos años más tarde que América fue conocida, nombrada
y soñada antes de ser descubierta: la presunta existencia de la Atlántida fue una de las
importantes motivaciones espirituales que tuvo Colón para su descubrimiento. Para Reyes,
la Atlántida, continente de la utopía primitiva perdida, fue desde siempre la misma
América. Reyes afirma: "Hoy por hoy, el Continente se deja abarcar en una esperanza, y se
ofrece a Europa como una reserva de humanidad […] Empezó siendo un ideal y sigue
siendo un ideal. América es una utopía"125.
La política de redención racial que Vasconcelos afirma contra la barbarie de las
poblaciones indígenas de México engendra una lógica utópica de holocausto que intenta,
usando las palabras de Stavrakakis, “(…) purificar la humanidad a través del exterminio de
alguna categoría de seres humanos que son concebidos como agentes del desorden, la
corrupción y el mal”126.
Para Vasconcelos, esa humanidad diabólica a exterminar fue la identidad heterogénea
irreductible de su propio pueblo, especialmente aquel compuesto de indígenas y
campesinos pobres. La tragedia de Vasconcelos, tan notoria después de su derrota electoral
para presidente en el año 29, fue acaso la de ser un intelectual todavía apoyado con un pie
en el siglo XIX, intentando orientar las fuerzas sociales y culturales de la primera
revolución social del siglo XX.
En el comienzo de este nuevo siglo el imperialismo sigue gozando de muy buena salud
aunque pretenda cambiar su nombre para ocultarnos su oprobiosa condición. Por lo tanto,
constituye un saludable ejercicio visitar a uno de los fundadores de la filosofía
latinoamericana127 para que, por medio de sus visiones, metáforas o imágenes, nos indique
nuevos caminos y nos ayude a repensar una construcción social, política y cultural diferente
para el mundo y, en particular, para América. Por ello la importancia de la propuesta
realizada de estudiar al filósofo mexicano, José Vasconcelos, quien se atrevió a pensar el
destino y la misión de la cultura y raza latinoamericana otorgándole un lugar preponderante
en la historia universal.
La recuperación de su pensamiento la realiza desde la utopía; enmarcarla en este lugar no
significa desvalorizar sus ideas, sino todo lo contrario, revalorizar sus intuiciones,
conceptos o categorías más importantes para con la libertad de “Nuestra América”. Sobre la
utopía hay interesantes trabajos, escritos y polémicas en los que por cuestiones propias del
presente estudio no voy a abordar; sino que como hemos venido haciendo, sólo mencionaré
una definición provisional aportada por Rubén Dri, quien expresa que la utopía nos ofrece
“una gran abertura hacia nuevos horizontes que nunca se alcanzan plenamente, y que

125
Reyes, Alfonso. “El presagio de América”; “Capricho de América”; “El sentido de América” en Obras
Completas de Alfonso Reyes XI. México: FCE, 1960., p., 60.
126
Vasconcelos, J. La raza, Idem, p., 102.
127
Arturo A. Roig y Francisco Romero ubican a Vasconcelos entre los fundadores: Roig señala su vocación
antiimperialista y Romero acentúa su posición antipositivista. Cfr. Roig, Arturo Andrés; El pensamiento
latinoamericano y su aventura; Bs. As., C.E.A.L., 1994, 2t, p. 136; y Romero, Francisco; Sobre la
filosofía en América; Bs. As., Raigal, 1952, p.13-14

66
continuamente llaman a nuevas realizaciones”128; ella nos moviliza, vislumbra nuevos
senderos y posibilita nuevas esperanzas.
La filosofía de Vasconcelos tiene rasgos del pensamiento de Hegel, Bergson, la
fenomenología y el existencialismo, pero él no asumió ninguna de esas posiciones
filosóficas sino que se propuso recorrer su propio camino y pensar desde América; sus
ideas ejercieron una influencia importante en la primera mitad del siglo XX en México y
Centroamérica.
Aunque su pensamiento se encuentra orientado por un cierto biologicismo y mesianismo,
creo que es importante rehabilitar algunos aspectos de la filosofía vasconceliana para
repensar nuestro futuro como latinoamericanos sin falsas profecías ni resignación. Y sobre
todo su filosofía de la educación, que superando el positivismo, aboga por la unidad de la
razón y los sentimientos, y da un excepcional valor a la filosofía en general y a la cultura.
Sin embargo, coincido con Feliciano Hernández, que: “(…), más que la letra de la obra
estética y filosófica, en general, de Vasconcelos, nos interesa el espíritu que la animó, la
anima y la animará en el futuro, es decir, la unidad utopía – realidad 129, en sus despliegues
específicos y realizaciones, en su praxis real a través de los grandes ideas y proyectos
educativos y culturales que encauzó para bien de México130, Iberoamérica y el mundo. Toda
una obra, devenida orgullo de México, en tanto funda las bases para una profunda
aprehensión cultural del hombre y la sociedad en general, así como para la eliminación
progresiva de la enajenación, a través de la educación”131.
En su filosofía, todas las actitudes negativas que posee el ser humano deben ser sustituidas
por la sabiduría, la bondad, la tolerancia, la justicia, como resultado de su propio
conocimiento y valores. Sólo después de estar en paz con uno mismo se puede aspirar a
alcanzar la madurez espiritual que da la conciencia de los actos. Una profunda filosofía de
la educación que encauza acciones, revela humanidad y despierta semillas dormidas.
Es indiscutible que Vasconcelos fue un gran pensador y maestro que se adelantó a su
tiempo, como todo buen reformista revolucionario. Tuvo la sensibilidad de conocer de
manera profunda la realidad de su país y de América y elaborar proyectos racionales para
bien del hombre, a través de una pedagogía de la acción tomando al alumno como sujeto y
principal actor de su propio cambio social.

128
Dri, Rubén; Racionalidad, Sujeto y Poder. Irradiaciones de la fenomenología del espíritu; Bs. As., Biblos,
2002, p.135
129
En La raza cósmica, Vasconcelos realiza un utópico análisis del futuro de la humanidad, y más
concretamente de Sudamérica, en el que, frente a la idea de exclusión que representa el concepto de
selección natural, concede una vital importancia al argumento de síntesis que protagonizará el mestizaje.
Debido a la herencia cultural que Sudamérica tiene en este sentido, será allí donde se producirá el
surgimiento de una nueva civilización, una nueva raza, la que denomina “raza cósmica”, superadora, por
integración, de las diferencias interraciales. Esa raza cósmica, sobre la que ejercerá un especial patronazgo
España y que ubica en una ciudad amazónica a la que bautiza con el nombre de Universópolis, tendría
como objetivo esencial la extensión de la enseñanza y la cultura por todo el mundo. Sin duda, este último
aspecto es una prolongación de la ‘cruzada nacional’ en favor de la educación que Vasconcelos (secretario
de Educación desde 1921 hasta 1924) desarrolló en su país tras cesar en dicho cargo.
130
Ver de Vasconcelos, J. La Raza Cósmica. Colección Austral Mexicana. Espasa – Calpe, Mexicana, S. A,
México, 1997.
131
Hernández, F. Obra citada, pp. 109 – 110.

67
Como toda utopía, no cabe duda que su obra trascendió la realidad mexicana y sigue
trascendiendo, pues los objetivos que él encauzó aún no se han cumplido en toda sus
determinaciones y expresiones humanas. Su filosofía educativa reveladora continúa
guiando nuevos caminos para las generaciones actuales y las por venir. Es que las obras
magnas, con visión cultural, adecuándose a los nuevos tiempos, no mueren nunca.
Continúan haciendo y diciendo, porque son espíritu del pueblo, y encarnan sus necesidades
e intereses. Por eso, su utopía deviene realidad, y la realidad misma, es germen de nuevas
utopías y realizaciones.

68
Conclusiones
Discernimientos profundos sobre la filosofía y sus determinaciones en la educación,
recorren toda la obra de José Vasconcelos. Su siempre mirada a lo grande y absoluto lo
consagró como pensador hasta lograr prestigio internacional.
En filosofía sistemática brilló América Latina con su discurso “aguileño” y culto, lleno de
razón y sensibilidad utópicas, y sobre todo, comprometido con el destino de México y
América Latina. Un sistema integrado por una metafísica, una ética, una estética y una
historia de la filosofía, que trata culminar teleológicamente con una teodicea, que posee al
Creador (Dios), como principio condicionador de todo lo existente.
Sus propensiones al electivismo cultural, a veces hace difícil revelar las fuentes nutrientes
de su sistema filosófico; sin embargo, creadoramente superó su fase inicial positivista, y se
dirigió al pensamiento universal para beber de sus fuentes y construir su filosofía con
propio acento.
Esta investigación, no sólo sistematiza la obra y el pensamiento de Vasconcelos, sino que
con sentido creador, penetra en su filosofía en general y su determinación en la educación.
Los resultados obtenidos responden con eficacia heurística la pregunta científica, prueban
la hipótesis y cumplimentan los objetivos planteados, mostrando además, los fundamentos
de su actualidad y trascendencias:
1. Es innegable que en su filosofía se nota la presencia de muchas influencias,
incluyendo la teoría de la evolución creadora de Henry Bergson, como
brillantemente demuestra Gaos, la filosofía grecolatina, particularmente, Heráclito,
le enseñó que todo es devenir, Sócrates con su naturalismo racional buscador,
Pitágoras, con su teoría del número y la unidad de la bondad, la verdad y la belleza,
Plotino, con el neoplatonismo original y su teoría de las emanaciones, y la ética
estoicista de Séneca y su visión del Universo como pneuma espiritual y divino que
otorga unidad, la filosofía oriental con predominio de la espiritualidad que emana
del hinduismo, las ideas ilunministas de América y de Europa, Kant le enseña el
carácter intuitivo de la Metafísica, Nietzsche le imprime su actitud de sospecha ante
el carácter trágico del mundo y las verdades absolutas, Ortega y Gasset, en su visión
del hombre como proyecto que se realiza en la acción, así como el cristianismo, que
de una forma u otra marca la impronta en sus ideas, entre otras ascendencias.
2. Sobre la base de estas influencias, con marcadas huellas disímiles, el Maestro de las
Juventudes desarrolla y sistematiza su monismo, fundado en la estética (monismo
estético) que con brillantez discursiva revelan y explican los doctores Pablo
Guadarrama y Feliciano Hernández y otros estudiosos vasconcelianos. El monismo
estético de José Vasconcelos tiene como soporte estructurador el apriorismo estético
que se desarrolla y opera como él mismo señala en su Estética, según ritmo, melodía
y armonía, y al cual responde la realidad cuando se expresa según calidad. Al
mismo tiempo, el monismo estético convierte al mundo en objeto de conocimiento,
y en objeto de belleza.
3. No hay que hacer mucho esfuerzo para desentreñar el carácter especulativo de su
filosofía, sin embargo, no es posible negar la racionalidad en que desarrolla su
sistema, cuya originalidad ha sido reconocida por las comunidades filosóficas de

69
América Latina y el mundo. Además, y es lo más destacado en mi criterio, la
coherente aplicación que hace a la educación y otras esferas del saber y la cultura.
4. Esto parecería incongruente, pero tiene su explicación: Vasconcelos es un gran
teórico especulativo, a veces místico; pero también, un hombre de acción que no se
desentiende de la realidad mexicana, de las penurias de su pueblo, del analfetismo,
de la tristeza del indio y sus calamidades, etc. Es un hombre latinoamericano
revolucionario, que a diferencia de Europa, el contexto mismo formativo, activa sus
potencias creadoras concretas para resolver los problemas humanos que ve
diariamente. Su humanismo, independientemente que está dirigido por una filosofía
especulativa y abstracta, adquiere terrenalidad. Las mismas condiciones
contextuales lo implican con la vida de su pueblo, y sus ideas tienen que descender
a la tierra y dar cuenta de un estado calamitoso sorprendente.
5. Por otra parte, no se debe obviar, como generalmente se hace, que el monismo
estético de Vasconcelos, centrado en un a priori, más que un paradigma o teoría a
desarrollar en su presente histórico, era una utopía, o mejor dicho, un ideal
estructurador del futuro. No era algo en función del ser, sino del deber – ser. Esto
prácticamente, los estudiosos de Vasconcelos no lo han revelado en toda su
dimensión, y resulta necesario para comprender a fondo su pensamiento y su
vínculo con la práctica. Una mirada desde esta comprensión contribuye a explicar
con más fundamentos las incongruencias que a veces se les quieren atribuir a
Vasconcelos, especialmente cómo desde una metafísica especulativa y abstracta se
descubre un programa educativo, y cultural en general, de los más avanzados de la
América de su momento histórico, es decir, que su filosofía de la educación,
independientemente de las influencias de su cosmovisión general, nace de la
realidad mexicana, de la práctica social que vive nuestro pueblo y su mundo
cotidiano, que no pasan inadvertidos ante la prodigiosa mente del gran Maestro de
las Juventudes.
6. Su filosofía de la educación, potencializada por propósitos humanistas de raigambre
ilustrador, encauza su quehacer principal a la formación del hombre nuevo. Por eso
no separa el conocimiento de los valores y la conducta cívica, en general. Se opone
al pragmatismo educativo y al intelectualismo positivista, por su estéril utilitarismo
y la negación de la filosofía. Reconoce la importancia de la ciencia y la aborda
como camino a la ascensión filosófica. Está convencido que el medio idóneo de la
filosofía no es la razón, sino la intuición emocional, como dato primario de la
existencia, que propicia acceder con profundidad en las esencias de las cosas, los
objetos y la misma realidad humana. Por supuesto, no niega el valor de la razón,
pero en coincidencia con su visión del mundo, la intuición como visión humana es
capaz de aprehender la realidad instantáneamente. En él opera como síntesis, como
intuición racional, y aunque parezca contradictorio, se adelantó a su tiempo
histórico, pues Bachelard en su “Intuición del instante” aborda la intuición como un
proceso instantáneo de comprensión de la conciencia, como conocimiento naciente,
es decir, le otorga carácter racional como lo hizo Vasconcelos hace ya muchos años.
7. En la filosofía educativa de Vasconcelos el valor de la síntesis filosófica es muy
importante, y sus teorías intentan ser una vasta síntesis de todos los hechos, de todas
las ideas y de todas las emociones que se entrecruzan en el cosmos. Su visión

70
política tendía a una sociedad mexicana con un orden social y económico más justo
y equitativo, donde el respeto a la libertad fuera una ley primera. Su quehacer
educativo político estuvo dirigido a lograr una sociedad democrática que permitiera
el desarrollo integral de todos los individuos, donde el bien, la verdad y la belleza,
sustentada en el amor, marcara las pautas. La idea del progreso es reiterativa en su
obra. Cree que la ciencia y el trabajo son las fuentes del desarrollo y humano y la
elevación de la nación mexicana. Por eso había, en su criterio, que eliminar el
analfabetismo, desarrollar una cultura por la lectura, tanto en el campo como en la
ciudad. Para ello creó misiones especiales que encauzaron grandes pedagogos
mexicanos, bajo su certera dirección.
8. Vasconcelos fue un hombre humanista erudito, que hizo de su filosofía de la
educación un programa para la formación humana, mediante el saber, la axiología
de la acción y la comunicación humana. Su ética se devela en su actuar, marcada
por credos cívicos de naturaleza religiosa, pero también científica. Su obra
filosófica educativa, da cuenta de su profundo amor a la clase más necesitada del
pueblo mexicano. En los campos y en las ciudades del territorio nacional se ve aún
la huella inequívoca de este gran filósofo pedagogo, pero lamentablemente muchas
de sus ideas han quedado en el olvido. Su filosofía de la educación, engendrada en
su humanismo latinoamericano profundo, glorifica la condición humana, por sobre
todas las circunstancias, hechos y doctrinas. Ve la misión de la escuela como una
fragua de espíritus, mancomunada a la vida y a la sociedad. En su enfoque
educativo, vincula en estrecho haz, lo individual y lo social. Cree necesario
potenciar a la persona, pero sabe que sólo se realiza como tal en la comunidad. Para
él, la sociedad, teniendo como base a la familia y a la escuela, puede lograr hombres
cívicamente decentes. Hombres que contribuyan al desarrollo de México, América y
el mundo, pues nunca pecó de nacionalismos estrechos. La Raza cósmica lo pone de
manifiesto, como utopía romántica para Iberoamérica.
9. El Maestro Vasconcelos siempre unió su oficio intelectual a su misión filosófico -
pedagógica, tanto en la teoría como en la práctica educativa. Creía en la potencia
encauzadora de las ciencias del hombre, en pos del mejoramiento humano, pero sin
olvidar la espiritualidad del maestro como sujeto que guía, orienta y construye el
proceso educativo, junto con los educandos y la comunidad. Para él, los valores,
como en su amigo Antonio Caso, poseen fuerza formativa en sí mismos, son
valencias sociales e individuales, pero requieren de cultivo humano. Aquí la
influencia griega es notable. No se puede esperar bondad, verdad, belleza, virtudes,
si no se siembran y cultivan diariamente. Naturalmente, consecuente con su visión
religiosa, la jerarquía de valores se determina por el mayor o menor acercamiento
que tengamos con el Absoluto. Extraordinario lugar le da a los valores siguientes en
su filosofía educativa, a saber: 1) sentir la cultura mestiza como base del concepto
de mexicanidad; 2) mexicanizar el saber, hacer objeto de estudio la antropología y
el medio natural del país; 3) hacer de Latinoamérica el centro de una gran síntesis
humana; 4) Emplear el sentido de servicio y amor fraterno del ser humano, como
medio de ayuda a los más desprotegidos y, 5) valerse del industrialismo, para
promover el progreso de la nación. El racionalismo naturalista griego, que concibe
toda conducta humana como resultado del conocimiento y el saber, está presente en
el sabio mexicano. En su comprensión, todas las actitudes negativas que posee el ser

71
humano deben ser sustituidas por la sabiduría, la bondad, la tolerancia, la justicia,
como resultado de su propio conocimiento y valores, en fin a través de la educación.
10. El mayor aporte de Vasconcelos a la educación y a su filosofía, en general, es la
esencia cultural que le sirve de soporte. Esta visión filosófica es base generatriz de
toda su obra teórica y práctica, incluyendo los grandes proyectos educativos que
programó, llevó a la práctica o quedaron como directrices para el futuro.
Su interpretación de la educación como formación humana, es efecto directo de su
comprensión filosófica del proceso educativo como acto cultural, donde no separa la
instrucción de la revelación de valores. Es que en Vasconcelos la educación y la cultura
constituyen una unidad indisoluble, pues una educación al margen de la cultura no prepara
al ser humano para la vida.
Además, su utopía: la raza cósmica, de expresión iberoamericana y libre de prejuicios
racistas, es un resultado genuino de su visión cultural del hombre en relación con la
naturaleza y la sociedad.
Es incuestionable que la filosofía de José Vasconcelos y sus determinaciones concretas en
la educación, mirada contextualmente, resulta trascendente, vigente y de plena actualidad.
Hoy existen nuevos problemas, pero nuestro México aún precisa de las enseñanzas del
Maestro Vasconcelos para continuar con eficacia construyendo el porvenir.

72
Recomendaciones
1. Es necesaria la promoción del pensamiento filosófico–pedagógico y crítico de José
Vasconcelos, a través del estudio de su filosofía y la aplicación en la educación.
2. Realización de talleres, donde se ponga en práctica la visión vasconceliana de la
educación como formación humana, pues generalmente se hiperboliza el momento
instructivo en detrimento de la formación de valores.
3. Creación de concursos sobre la obra de los grandes pedagogos de México,
incluyendo en primera instancia a Vasconcelos y a la pléyade de maestros que
aplicaron o continuaron su legado filosófico – pedagógico.
4. Publicación en formato de libro y digitalmente los resultados de la presente
investigación para que el cuerpo de maestros mexicanos tengan acceso a su
contenido.

73
Bibliografía de la doctorante, en el tema investigado
Guerrero, Bertha: Desarrollo y sistematización del pensamiento filosófico de José
Vasconcelos (http. Letras. Uruguay. Espacio Latino)
______ La raza cósmica y la identidad iberoamericana (http. Letras. Uruguay. Espacio
Latino)
______ Trascendencia y actualidad de una obra utópica revelador (http. Letras. Uruguay.
Espacio Latino)
______ La educación como formación humana en José Vasconcelos (http. Letras. Uruguay.
Espacio Latino)

74
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____Obra selecta (estudio preliminar, selección, notas, cronología y bibliografía:
Christopher Domínguez Michael), Fundación Biblioteca Ayacucho (Biblioteca
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http://www.vaticanlibrary.va
Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Espasa-Calpe, Bilbao Madrid
Barcelona 1929.

91
Anexos
Anexo 1
DATOS BIOGRÁFICOS IMPORTANTES DE JOSÉ VASCONCELOS
1882.- 27 de febrero nace en la ciudad de Oaxaca, Calle 20 de noviembre 211.
1905.- Recibe el grado de la Licenciatura en Derecho, con una tesis denominada "Teoría
dinámica del derecho".
1907.- Ateneo de la Juventud. Antonio Caso, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña,
Alfonso Cravioto, Carlos González.
1909.- Conoce a Madero, se adhiere al Partido Antirreeleccionista.
1911.- Crea el lema Sufragio Efectivo. No reelección.
1913.- Decena Trágica.
1913.- Siendo Carranza Presidente. Vasconcelos es nombrado Director de la Escuela
Nacional Preparatoria. Por la Convención Militar de Aguascalientes es nombrado ministro
de Instrucción Pública, siendo Presidente Eulalio Gutiérrez.
1915.- Por las arbitrariedades cometidas por las huestes de Villa y Zapata abandona la
Ciudad de México.
1920.- Adolfo de la Huerta lo nombra Rector de la Universidad Nacional.
1921.- Crea el lema "Por mi raza hablará el espíritu". Propuesta de Ley para la creación de
la Secretaria de Educación. Ley que considera una estructura orgánica de tres
departamentos y dos auxiliares estos fueron: Escuelas, Bibliotecas, Bellas Artes,
Desanalfabetización y Enseñanza Indígena.
1921.- Rinde protesta de ley como primer Secretario de Educación.
1922.- Se crean bibliotecas, nuevas escuelas, construcción de nuevos edificios.
1922.- Contrata a Diego Rivera, José Clemente Orozco, Montenegro y David Alfaro
Siqueiros para que pintaran sus murales en las paredes de la Secretaria de Educación.
Impulsa la artesanía en toda la República, se fomenta el arte nacional: bailables, orfeones,
etc. Se crea la Orquesta Sinfónica. El primer censo indígena y viaje a Brasil y Argentina.
1923.- Inaugura en Santo Tomás, D.F., los edificios del ITI. Amplia las misiones culturales.
Es nombrado el "Maestro de la Juventud" por estudiantes de Colombia, Perú, y Panamá.
1924.- Renuncia a la Secretaría. Acepta la postulación para ser Gobernador de Oaxaca. El
centro desconoce su triunfo. El gobernador electo fue el General Onofre Jiménez.
1925.- Suceso trágico de Santos Chocano y Edwin Elmore a partir de un artículo de José
Vasconcelos. Primera Edición de la Raza Cósmica.
1926.- Conferencias en Puerto Rico, Santo Domingo, EEUU. Universidad de Chicago.
Siete conferencias que formarían posteriormente el libro llamado Indología.
1928.- Acepta la candidatura oficial a la Presidencia.

92
1929.- El 17 noviembre lo eligen Presidente, lanza el plan de Guaymas. Gana Ortiz Rubio.
1931.- Escribe ética y Pesimismo alegre.
1933.- Estancia en Argentina.
1935.- Aparece Ulises criollo, editado en México.
1936.- Aparecen La Tormenta. Breve Historia de México.
1938.- Aparecen El Desastre, Historia del pensamiento filosófico.
1939.- Es Rector Universidad del Noreste.
1940.- Es Director de la Biblioteca Nacional.
1943.- Es Miembro Fundador del Colegio Nacional.
1946.- Es Fundador de la Biblioteca México.
1949.- En Oaxaca devela el busto del santo barón canónigo Ángel A. Vasconcelos. Su tío.
1954.- Recibe la condecoración Gran Cruz de Alfonso X, el sabio en España.
1959.- 30 de junio muere en el Distrito Federal.

93
Anexo 2
El otro Vasconcelos

Autor: Alejandro Rosas / historiador


Fecha de publicación: Abril 04, 2009 por Revista Per Se

La campaña electoral de 1929 fue el último destello revolucionario de José Vasconcelos,


su última posibilidad de realizar transformaciones de alcance nacional.
A lo largo de su vida no había sido ajeno a ninguna de las categorías del poder, las había
intentado todas, pero fracasó tratando de alcanzar la más importante de ellas: la Presidencia
de la República.
Durante su exilio (1929-1938), Vasconcelos sufrió una transformación radical. Sus
principios políticos se trastocaron de tal forma que su identificación con regímenes
totalitarios ultraconservadores --como el nazismo-- emergió de entre los restos de su
maderismo. Hacia mediados de la década de los 30, el ideal democrático en Vasconcelos
había desaparecido casi por completo y comenzaba el retorno paulatino hacia el catolicismo
de sus primeros años, aquél que su madre le había inculcado durante su infancia en Piedras
Negras.
¿Nazi yo?
En agosto de 1938, el Departamento del Trabajo de Estados Unidos negó a Vasconcelos la
prórroga de su permiso de residencia en territorio norteamericano. Así terminaba un exilio
de casi nueve años. “Expulsado de los Estados Unidos regreso a mi país gustosamente
--declaró Vasconcelos--. No vengo a dar excusas ni a sonreír a mis enemigos. Sigo y
seguiré a las órdenes del pueblo mexicano por encima de toda consideración de
conveniencia o de partido.
El México que había dejado Vasconcelos años atrás, había cambiado. La revolución
institucionalizada a través del partido oficial iniciaba su consolidación. El gobierno se había
fortalecido al sortear con inteligencia la tensión provocada por la expropiación petrolera y
el presidente en turno, Manuel Ávila Camacho, llamaba a la reconciliación de los
mexicanos en torno a su política de unidad nacional para hacer frente al conflicto
internacional iniciado desde 1939.
La segunda guerra mundial descubrió a un Vasconcelos débil, desconcertante y
contradictorio, a un Vasconcelos antítesis de aquél que en 1910 había confiado en la
prédica democrática de Madero. Su actitud frente al conflicto bélico y su abierto apoyo al
nazismo resulta difícil de explicar.
El 22 de febrero de 1940 comenzó a circular Timón, revista patrocinada por la legación
alemana, bajo la dirección de José Vasconcelos. Por una coincidencia, la revista salió a la
luz pública en un aniversario más de la muerte de Madero. Seguramente Vasconcelos no
pensó en ello, 27 años eran muchos; tal vez para ese momento ya ni siquiera creía en la
democracia como una alternativa viable para México. En la página editorial del primer

94
número de aquella revista, sin la firma de su autor, se advierte claramente la pluma de don
José al definir la línea de Timón:
“Una nueva era surgirá en la historia, a consecuencia de la guerra que se está librando hoy.
Y en esa nueva era los pueblos de América hallarán renovada oportunidad para organizarse
conforme a su tradición y su sangre, y según sus antecedentes cristianos… Un desenlace
que otorgara la victoria a los aliados, sería la peor calamidad para los habitantes de este
continente”.
Timón sólo circuló algunos meses y el 14 de junio de 1940 fue clausurada por órdenes del
gobierno mexicano. De cualquier modo, Vasconcelos siguió con interés el desarrollo de la
guerra. Temía que los aliados se alzaran con la victoria; el triunfo de la cultura anglosajona,
por un lado, y del comunismo antirreligioso, por el otro, significaría la muerte de la
civilización cristiana que concebía como la mezcla del “alma helénica y el milagro judío-
cristiano, el derecho de la Roma pagana y la obra civilizadora y religiosa de la Roma
católica”. Cuando comenzó la contraofensiva aliada, en 1943, su decepción fue grande. Así
lo recuerda Alfonso Taracena:
“Un día lo encontré en la Biblioteca Nacional preocupado porque Mussolini había dejado
desembarcar yanquis en un islote del Mediterráneo para dar el asalto a la península. Le dije
que no se preocupara, que sólo se trataba de un islote habitado por cabras, a lo que él
contestó: ‘Y las cabras encantadas porque desembarcaron cabrones’”.
Vasconcelos siempre negó su apoyo por el nazismo. “¿Nazi, yo? me río de los que me
hacen ese cargo porque soy de los pocos mexicanos que toda su vida han combatido contra
las dictaduras. La causa de Alemania me simpatizó porque tenía mucho de liberación de un
gran pueblo después de las injusticias de Versalles”. ..

De vuelta a la fe
“(…) Un enclaustramiento personal, espiritual (…) cierra lentamente el círculo de su vida.
Su reencuentro con el catolicismo materno se desarrolló a través de la cariñosa y tierna
influencia de su hija Carmen. “Fue un retorno, no una conversión --solía comentar
Vasconcelos--, yo empecé por el Padre Nuestro y después de los años, al revisar mis ideas,
me encuentro de nuevo en el Padre Nuestro… fue como un ‘viaje perdido’ por el mundo de
la razón”.
Vasconcelos transitaba hacia el plano espiritual, retomando una religiosidad que por
momentos serviría también como paliativo ante una difícil situación personal. Sería
franciscano, pero al final se reconocería jesuita. Iría del Padre Nuestro al Credo y a los
Evangelios. En 1943 dio un paso más sobre esta tendencia: tomó el hábito de novicio de la
Venerable Orden Tercera de San Francisco. “Este país fue creado --decía Vasconcelos-- en
lo que tenga de valioso para la cultura, por los monjes de la Orden Franciscana… Sin San
Francisco no hubiera sido posible la civilización, la integración de Hispanoamérica… tales
fueron los factores que se combinaron para construir esto que fue la Nueva España y hoy es
nuestra Patria Mexicana”. Hacia los últimos años de su vida, Vasconcelos concluyó que el
gran secreto de la vida se encontraba sencillamente en dos oraciones: el Credo y el Padre
Nuestro.

95
“Todo está contenido en el Credo, en cuanto a la convicción intelectual, y en el Padre
Nuestro por lo que hace a la conducta. El Padre Nuestro nos lleva a una filosofía que
coincide con Sócrates al reconocer, no sólo que no sabemos nada, sino que además, esto no
debe ser motivo de escepticismo sino apoyo de la convicción de que no nos queda otro
camino que repetir, con toda sinceridad, el ‘hágase tu voluntad así en los cielos como en la
tierra’”.
El crítico
Junto a las reflexiones religiosas, Vasconcelos continuó su actividad intelectual y por ella
obtuvo el reconocimiento de varias universidades de América Latina, incluyendo, desde
luego, la Universidad Nacional de México. Nunca dejó de escribir. De regreso a México su
mayor y más prolífica actividad fue la producción periodística, no obstante la desazón que
esto le provocaba. “Mi día es muy ocupado y rutinario --repetía Vasconcelos--, porque
tengo que trabajar para la prensa diaria y esto arruina cualquier vocación filosófica”. Pero
ni los reconocimientos intelectuales, ni sus artículos y mucho menos sus libros le llenaban
del todo. Hasta el día en que murió, Vasconcelos esperó que la nación pagara la deuda
moral que había contraído en 1929 cuando no respondió a su llamado.
“...nunca he querido aceptar honores de carácter un poco ruidoso, porque considero que la
ciudadanía de nuestro país no tiene derecho a honrarme como escritor mientras no me
reconozca como político… porque está pendiente un acto de justicia con los que murieron
en la campaña electoral del 29. La conciencia nacional sabe que ganamos las elecciones de
1929, y mientras esto no se reconozca públicamente no podría yo aceptar ningún honor sin
sentir que traicionaba la verdad y la justicia… En consecuencia, si mi país no se decide a
honrarme debidamente como político, por temor a reconocer la verdad, prefiero que no se
ocupe de mí en ninguna otra forma...”
Conforme don José fue envejeciendo, el recuerdo de aquel doloroso revés de 1929 se
reflejó en su carácter: “Llevo 30 años de predicar en vano --decía Vasconcelos--, México
es, por ahora, un país envilecido e irredimible. La gente está sorda y muda. Ya no predico.
Estoy viejo y enfermo”.
Ya no predicaba pero se hacía escuchar a través de las entrevistas que daba y en las que,
obligadamente surgía la pregunta que ponía de nuevo el dedo en la llaga: ¿y las mujeres?
“De las cuestiones del sexo --decía Vasconcelos-- he vivido huyéndolas, pero la gente se
fija en las caídas que son siempre profundas y amargas. Como todo el que amó en exceso,
he conocido la angustia del deseo, la dicha falsa y la pesadumbre de la desilusión… Nunca
me he sentido culpable de aventuras mujeriles que no presidiera el amor. Eso no es vicio.
Nací para ser célibe, y traicioné mi vocación… Las mujeres sólo me han deparado
infortunios. Hablé con insistencia del amor porque fui en él desafortunado… El amor, por
otra parte, cuando se prolonga desemboca en el tedio o en los hijos”.
Pasiones dionisíacas
Hacia la última década de su vida, las mujeres habían quedado en el olvido. Esos años
transcurrirían, en mayor o menor medida, en el jardín de la vieja casona de la avenida de
Las Águilas, alternando la lectura y el dictado de artículos literarios con la plática de su
pequeño hijo y sus nietos, cuyas risas y juegos infantiles le daban horas de alegría. Se
avenía muy bien con su viejo platonismo, con encontrar al fin un camino sencillo, claro y

96
único para los últimos años de su vida. Pero nunca renunció a ciertas “contradicciones”
dionisíacas como el vino y la comida, placeres sensuales finalmente.
Su afición por una buena botella de oporto -lo consideraba un gran regalo-, jerez, o el
degustar algunos trozos de queso, pan y salchicha con vinos generosos, españoles y
franceses o un “buen tinto”, contrastaba con su desprecio por bebidas como el whisky y el
tequila, a las que consideraba “violentas”, o el café --“bebida lujuriosa”--, de la cual solía
decir: “menjurje maldito inventado por los turcos para estarse imaginando, despiertos, a las
huríes del profeta, así que el Sultán les ha robado a todas las mujeres bonitas”.
Fue un hombre bien administrado y nada despilfarrado, eso le permitió vivir con holgura y
tranquilidad. Vestía de manera sencilla, era un gran gourmet y le gustaba ayunar una vez a
la semana.
La muerte se apareció un 30 de junio de 1959. Tenía 77 años y padecía de reumatismo y del
corazón. Seguía pensando que lo único que valía la pena era releer a los clásicos, volver a
Grecia, a Roma, a las fuentes de la cultura occidental. Apasionado, abierto, hombre de
acción en su juventud y madurez; descreído y receloso en su vejez. Alguien lo definió como
un individualista feroz, un participante de la existencia como heroicidad. “Sólo y único, de
los llamados a guiar”, había escrito en sus memorias refiriéndose a su misión en la tierra y
tal había sido su existencia.
Notas:
http://www.puentelibre.com.mx/not_detalle.php?id_n=15758

97
Anexo 3

José Vasconcelos: El Águila Mexicana


por Luis Alejandro Hernández Ríos

http://www.alephermes.org/Vasconcelos.htm

Estoy abrumado de qué hacer, pero he


descubierto el secreto de no sentir el
cansancio y tal como supones estoy libre de
monstruos y serpientes y animado sólo por el
impulso de las águilas.
J. Vasconcelos, Carta a Alfonso Reyes, Julio
27 de 1920.
Yo volveré, con este sol, con esta tierra, con
esta águila, con esta serpiente, y no a una
vida nueva, o mejor o semejante: volveré
eternamente a esta misma vida, idéntica, en
lo más grande y en lo más pequeño, para
enseñar de nuevo el eterno retorno de todas
las cosas, para decir de nuevo la palabra del
gran mediodía de la tierra y de los hombres,
para volver a anunciar a los hombres la
venida del superhombre.
Nietzche, Así habló Zaratustra.
Y sólo tendremos patria y raza y noble
imperio sobre una hermosas zona del
mundo, ¡así que en nuestras almas el águila
destroce a la serpiente!
J. Vasconcelos, Cuando el águila destroce a
la serpiente, 1921.

José Vasconcelos Calderón filósofo, educador, político y escritor nació en Oaxaca, México,
el 28 de febrero de 1882. Su infancia fue de vagamundo pues la familia cambió
continuamente de residencia por el trabajo del padre. Lo que le permitió percatarse de
muchos de los problemas de los indígenas mexicanos.
Se opuso al porfiriato en todos los terrenos; en el económico por la explotación de las
mayorías; en el político por la sucesión presidencial; en le filosófico y educativo por el
positivismo y hasta el evolucionismo; en el cultural por las limitadas opciones que ofrecían
los “científicos” y su voluntad personal de traspasar las fronteras del espíritu. En su

98
rebelión llegó así a proponer hasta lo irracional, lo mágico y lo esotérico, todo con el objeto
de lograr un visión general de la vida diferente a la que prevalecía.
La oposición de Vasconcelos fue activa: por un lado se unió al movimiento político del
maderismo y por otro al movimiento intelectual del Ateneo de la Juventud. De modo que
política y culturalmente participaba. Y pronto probó tanto las delicias del cultivo del
espíritu y de la discusión. En ambas líneas compartió sus afanes con lo mejor del México
de entonces, desde los revolucionarios más idealistas y democráticos que eran los
seguidores de madero, hasta los pensadores más lúcidos como Alfonso rayes, Antonio Caso
y Pedro Henríquez Ureña.
Vasconcelos había estudiado derecho en la ciudad de México y aunque durante un tiempo
ejerció actividades relacionadas con él, la filosofía fue su pasión. Pero una que era también
una estética, que unía al pensamiento, la palabra y la belleza en una conjunción particular
de neoplatonismo, yoguismo hindú, budismo y cristianismo. Amalgamaba este pensador
ciencia y poesía, mito con teología, rezón con emoción” y tomaba de todo, de los
Evangelios, Potino, Tolstoi, Nietszche, ahí donde encontrara lo que buscaba: el misticismo,
la grandeza, la iluminación. A Vasconcelos lo marcaba una profunda religiosidad en el
sentido más amplio pues en ella cabían Pitágoras y Prometeo, Cristo y Buda, Dostoievsky y
Wagner, el erotismo, la literatura y la aspiración a la superación espiritual y al absoluto. Y
fue esto lo que después, cuando fue Rector de la Universidad (a la que compuso su lema:
“Por mi raza hablará el espíritu”) y Secretario de Educación Pública, quiso transmitir a los
estudiantes del país: hacerles creer en las posibilidades de la voluntad, la energía y la
educación, hacerles subir por el camino de los libros hasta la cima de lo humano. Fue eso lo
que pediría a Diego Rivera en los murales que él mismo le encargó pintar y a Gabriela
Mistral en las conferencias que él mismo le invitó a pronunciar.
Quería que la gente pensara, aprendiera, se elevara. Creía en la cultura y quería que todos
llegaran a ella. Pensaba que sólo el trabajo y el saber redimen, y su obsesión fue redimir y
elevar a México. Una obsesión absolutamente revolucionaria y sólo posible en un país que
acababa de pasar por una revolución.
Bajo los auspicios del presidente Álvaro Obregón puso en marcha una gran empresa
educativa y cultural que como decía él “unifique la heterogeneidad cultural del país, redima
al hombre y dé orientación a los esfuerzos nacionales”. Vasconcelos conseguía así poner en
práctica sus ideas, “hacer posible la utopía”, “cumplir una obra, una obra terrestre”, “hacer
una acción que merezca la eternidad”.
Para cumplir sus propósitos, Vasconcelos desplegó una actividad febril e intensa. Su
proyecto consistía en un amplio programa cultural y educativo que ya no sólo quería formar
ciudadanos, sino hombres nuevos, a los que ya no sólo le importaba instruir, ni siquiera
sólo educar sino transformar. Un hombre nuevo liberado de la necesidad y la maldad.
En resumen podemos decir que el proyecto educativo vasconcelista tuvo tres fuentes
principales:
1. La herencia de Justo Sierra, que tenía una visión de conjunto de los problemas del
país y una política definida de educación y cultura, y que estableció varias
estructuras que sobrevivieron a la revolución.
2. Una toma de posición contra el positivismo, cultivada en el Ateneo de la Juventud.

99
A la clasificación comtiana de las ciencias, Vasconcelos opone un ideal, una
mística, el alma y la emoción; sus ideas bergsonianas sobre el “impulso vital”, la
literatura, el arte desembocan en una filosofía espiritualista. “Toda una pedagogía
implica una tesis sobre el destino y no solamente una ciencia de los objetos”,
escribió en De Robinson a Odiseo.
3. La reforma de la educación soviética a partir de 1918, impulsada por Lenin y
Krupskaia, que él estudió durante su exilio californiano. El propósito de
congruencia total desde el jardín de niños hasta la universidad, las técnicas de
difusión cultural, los festivales populares, las ediciones de gran tiraje y bajo precio,
la multiplicación de las bibliotecas, la sistematización de la alfabetización, la
protección del patrimonio cultural tuvieron aquí su inspiración; rechazó, en cambio,
el propósito de politizar la educación subordinándola totalmente a los fines del
Estado.
Con estos elementos, Vasconcelos concibió una gran “cruzada educativa y cultural”, con
amplia visión social e intención inclusiva. Su visión irradió en ocho direcciones:
• La creación de un ministerio federal de Educación Pública – pese a la resistencia de
algunos estados celosos de su autonomía – que establecería un poder central fuerte y
eficaz.
• La campaña de alfabetización, iniciada ya desde la rectoría de la Universidad, que
logró enseñar a leer y escribir a 100 000 adultos y obtuvo un gran consenso y
colaboración.
• La construcción de locales escolares, en escala hasta entonces desconocida.
• La formación de un nuevo tipo de maestro y su revaloración social; las misiones
culturales y los maestros rurales fueron los más característicos.
• Un concepto de educación que adoptó los principios de la “escuela activa”.
• La relación de la educación con otros problemas nacionales, con fin, por ejemplo,
de apoyar la reforma agraria contra el latifundio, desterrar el militarismo,
castellanizar a los indígenas e “integrarlos” al desarrollo, o de incorporar a las
comunidades más apartadas mediante el establecimiento de escuelas rurales,
etcétera.
• Una visión de la “cultura” como factor de liberación y de dignificación de la
persona, parar tender a la “civilización perfecta”: la que propone – escribió – el
mayor aprovechamiento de la energías del mundo y de las energías del cuerpo, en
beneficio de una vida espiritual más intensa y más amplia” (Estudios indostánicos,
Obras Completas, III, p. 201). De aquí la fe en los clásicos y la revaloración del
libro.
• La conciencia de nuestra identidad mestiza y la afirmación de nuestra vocación
latinoamericana.
(Latapí 1999. Pág. 24-26)
Vasconcelos se cuenta entre los primeros que, en Latinoamérica, luchan y actúan para
instaurar una cultura a la vez nacional, continental y popular. Lanza una serie de llamados

100
de inspiración espiritualista y pacifista a la juventud del continente iberoamericano.
En su afán por pensar en una América que no siguiera el modelo europeo sino que fuera
germen de “una civilización nueva, una cultura original, una personalidad independiente”
proponía una nueva manera de ver el mundo, en la que lo que antes se consideraban las
lacras de este continente, se volvían ahora sus virtudes: el mestizaje, la geografía. En ellas
fundaba el mundo del futuro, el camino a la grandeza.
Vasconcelos hablaba de una estirpe indoibérica mestiza, que encarnaba el nuevo ideal del
individuo y de la sociedad, capaz de homogeneizar y dar lugar a una nueva raza, la raza
cósmica, síntesis del genio y la sangre de todos los pueblos.
En breve el vuelo del águila supo enseñarnos como destruir la serpiente de la discordia, de
la injusticia, de la ignorancia, del aislamiento y de la enajenación. Las miradas se vuelven,
a intervalos, hacia el cielo del Anáhuac, buscando divisarlo otra vez. Era pues, necesario
bosquejar brevemente el tramo más radiante y soberbio de su trayectoria.
José Vasconcelos murió en la ciudad de México el 30 de junio de 1959.

Espero que algún día conozcan a José de


Vasconcelos (el ex ministro de Instrucción
Pública de México) y su obra admirable de
educación pública. Él encabeza a toda la
joven América.

Romain Rolland, Carta a Kalinas Nag,


Febrero 9 de 1925.

Bibliografía:
Fell, Claude (1989). José Vasconcelos: Los años del águila (1920-1925). UNAM: México.
Latapí, Pablo ( 1997). Un siglo de educación en México. Tomo I. FCE: México.
Nietzche, F. Así habló Zaratustra.
Rolland, Romain (1925). Carta a Kalinas Nag.
Sefchovic, Sara (1988). «Introducción», en Lecturas para Mujeres. SEP: México.
Vasconcelos, J. (1920). Carta a Alfonso Reyes.
Vasconcelos, J. (1921). Cuando el águila destroce a la serpiente.

101
Para saber más:
La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana:
http://www.analitica.com/bitblioteca/jose_vasconcelos/raza_cosmica.asp
Obras:
http://www.colegionacional.org.mx/Vasconce.htm

102
Anexo 4
Creación de la Secretaría de Educación Pública
http://www.sep.gob.mx/wb2/sep

Historia de la Secretaría de Educación Pública y Edificio Sede.


De acuerdo con las ideas defendidas por Carranza acerca de la autonomía municipal, en la
Constitución de 1917 se suprimió la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, pues
contraria a la aspiración de democratizar la administración educativa, sólo abarcaba al
Distrito Federal y los territorios federales. A pesar de las buenas intenciones, los
municipios fueron incapaces de afrontar la problemática educativa y ya para 1919, la
educación pública resentía gravemente la falta de una adecuada organización: tan sólo en el
Distrito Federal, quedaban abiertas 148 de las 344 escuelas existentes en 1917. Con la
llegada de Adolfo de la Huerta al poder, se iniciaron los cambios para poner remedio a esta
situación. En primer término, se le otorgó al Departamento Universitario la función
educativa que tenía el gobierno del Distrito Federal. Para cumplir con la democratización
de la administración educativa, y con los postulados del Artículo Tercero Constitucional,
era ya necesaria una acción a nivel nacional, pues no bastaba con sólo declarar la educación
gratuita, laica y obligatoria: se necesitaba tomar medidas para realizarla. El proyecto de
crear una Secretaría de Educación Pública Federal, requería de una reforma constitucional;
en tanto esto ocurría, asume la rectoría de la Universidad Nacional, el Licenciado José
Vasconcelos Calderón, quien se había revelado como uno de los más firmes partidarios de
dar a la educación carácter federal. Como rector de la Universidad y titular del
Departamento Universitario, el Lic. Vasconcelos inició la formulación práctica del
proyecto, emprendiendo diversas medidas con el objeto de reunir a los distintos niveles
educativos; depuró las direcciones de los planteles, inició el reparto de desayunos escolares
y llevó a cabo su idea fundamental: que la nueva Secretaría de Educación tuviese una
estructura departamental. Los tres departamentos fundamentales fueron:
1. El Departamento Escolar en el cual se integraron todos los niveles educativos, desde
el jardín de infancia, hasta la Universidad.
2. El Departamento de Bibliotecas, con el objeto de garantizar materiales de lectura
para apoyar la educación en todos los niveles, y
3. El Departamento de Bellas Artes para coordinar las actividades artísticas
complementarias de la educación.
Más adelante se crearon otros departamentos para combatir problemas más específicos,
tales como la educación indígena, las campañas de alfabetización, etcétera.
Vasconcelos asumió las tareas educativas desde la perspectiva de la vinculación de la
escuela con la realidad social; en su discurso de toma de posesión como rector de la
Universidad afirmó:
"Al decir educación me refiero a una enseñanza directa de parte de los que saben algo, en
favor de los que nada saben; me refiero a una enseñanza que sirva para aumentar la
capacidad productiva de cada mano que trabaja, de cada cerebro que piensa [...] Trabajo

103
útil, trabajo productivo, acción noble y pensamiento alto, he allí nuestro propósito [...]
Tomemos al campesino bajo nuestra guarda y enseñémosle a centuplicar el monto de su
producción mediante el empleo de mejores útiles y de mejores métodos. Esto es más
importante que distraerlos en la conjugación de los verbos, pues la cultura es fruto natural
del desarrollo económico [...]". Con estas ideas, se creó la Secretaría de Educación Pública
el 25 de septiembre de 1921 y cuatro días después, se publicó en el Diario Oficial el decreto
correspondiente. El 12 de octubre del mismo año, el Lic. José Vasconcelos Calderón asume
la titularidad de la naciente Secretaría. Una nota de prensa de la época lo refiere de esta
manera: En sus inicios la actividad de la Secretaría de Educación Pública se caracterizó por
su amplitud e intensidad: organización de cursos, apertura de escuelas, edición de libros y
fundación de bibliotecas; medidas éstas que, en su conjunto, fortalecieron un proyecto
educativo nacionalista que recuperaba también las mejores tradiciones de la cultura
universal. En 1921 el número de maestros de educación primaria aumentó de 9,560, en
1919, a 25,312; es decir, se registró un aumento del 164.7 por ciento; existían 35 escuelas
preparatorias, 12 de abogados, siete de médicos alópatas, una de médicos homeópatas,
cuatro de profesores de obstetricia, una de dentistas, seis de ingenieros, cinco de
farmacéuticos, 36 de profesores normalistas, tres de enfermeras, dos de notarios, diez de
bellas artes y siete de clérigos. En materia de enseñanza técnica, Vasconcelos rechaza el
pragmatismo de la escuela norteamericana sustentada por Dewey, lo que no significa
rechazo al trabajo manual: éste se aprecia pero sin descuidar la necesidad del razonamiento
y del conocimiento teórico. El Lic. Vasconcelos, todavía como titular del Departamento
Universitario, creó el primero de marzo de 1921 la Dirección General de Educación
Técnica. Desde esta Dirección General se crearon las siguientes instituciones: la Escuela de
Ferrocarriles, Escuela de Industrias Textiles, Escuela Nacional de Maestros Constructores,
Escuela Tecnológica para Maestros, Escuela Técnica de Artes y Oficios, Escuela Nacional
de Artes Gráficas, Escuela Técnica de Taquimecanógrafos, Escuela Hogar para Señoritas
"Gabriela Mistral". Además de estas escuelas, existían otras 88 de tipo técnico: mineras,
industriales, comerciales y de artes y oficios, 71 de carácter oficial y 17 particulares. En la
política educativa oficial se propuso la ampliación de la infraestructura y extensión de la
educación, así como la elevación no sólo de la calidad, sino de la especialización. Sin
embargo, a pesar de los avances logrados en el impulso inicial de la Secretaría, la lucha
electoral por la sucesión presidencial de 1924, que desembocó en la rebelión del ahuertista,
y, las presiones norteamericanas plasmadas en los compromisos acordados en las
conferencias de Bucareli, limitaron el alcance nacionalista que se pretendía en el proyecto
vasconcelista, pues aunque no se abandona el proyecto original, éste se modera.

104
Anexo 5
Vasconcelos: Roja Pasión
Germán Martínez Cazares
Nuestro origen indio está en Oaxaca, y la expresión más pura y acabada de nuestro
mestizaje también vive y late profundamente en esa tierra.
El intenso rojo de nuestra bandera tiene su origen en la cochinilla. Ese insecto que vive
sobre el nopal y que durante mucho tiempo, sobretodo al final de la Colonia española, se
cosechó muchísimo en Oaxaca. La viveza, pues, del color rojo nacional es la expresión de
la viveza del pueblo de Oaxaca. Y justo en la céntrica calle donde antaño se comerciaba la
cochinilla -así se llamaba: Calle de la Cochinilla, ahora Calle 20 de Noviembre-, nació el
político e intelectual mexicano más intenso y más apasionado, como el rojo de la cochinilla,
que conoció el siglo XX: José Vasconcelos Calderón. Hablar de José Vasconcelos es
recordar eso: la roja pasión con que escribió, educó, pensó y abrazó sus convicciones. El
credo de Vasconcelos es de un rojo tan intenso como el de los trajes que tejen las indígenas
mixtecas de la región de Tlaxiaco. Fue una pasión encendida en la historia nacional. Una
cicatriz de fuego en nuestra conciencia, dijo Alfonso Reyes. Una pasión por la educación,
la cultura, por la lucha civilizatoria del hombre que combate al oscurantismo en que vive el
analfabeta y a la rusticidad con la que despacha el déspota. En esa pasión dejó su vida.
Vasconcelos afirmaba que un verdadero cambio o revolución social (hablaba,
evidentemente, de la de 1910, pero podría aplicarse hoy) debía ser consumada por los
maestros. “Sólo los maestros -decía- pueden crear una generación salvadora, una
generación realmente revolucionaria, que ya no va a endiosar a los hombres sino a exigir
que se cumplan las leyes; que ya no va a jurar lealtad a los caudillos sino lealtad a los
principios, aun cuando por guardarlos se tenga que reñir con todos los hombres”.
Vasconcelos creía en la escuela, en la universidad, como único y auténtico instrumento de
liberación del hombre. Pero para Vasconcelos la genuina educación no queda satisfecha en
la adquisición egoísta de conocimientos y destrezas. Para él, un mexicano educado tiene el
deber ético de enseñar a otro. La persona que acumula un saber tiene el imperativo de
robustecer a su comunidad con ese conocimiento.
Vasconcelos, pues, exige solidaridad al sabio frente al aprendiz, al competente con el
inexperto, al maestro frente a su pueblo, a la universidad frente a la nación. Por eso
organizó desde la Secretaría de Educación Pública y desde el rectorado de la UNAM las
más impresionantes campañas de alfabetización y de cultura: todo aquel que supiera leer y
escribir tenía el deber moral de enseñar a otro.
Formó maestros, organizó la educación rural y la técnica y afirmó categóricamente que el
problema de nuestros pueblos indígenas no era un problema económico ni de injusto
reparto de tierras sino de algo más profundo, un problema de elevación humana, una
injusticia en la distribución del saber, un problema de ignorancia.
Vasconcelos siempre fue un universitario. El universitario cree en la universidad, es decir,
en la unidad que existe en la diversidad. El universitario cree en sus convicciones y las
defiende, pero aprecia y respeta al que piensa diferente.

105
La universidad, pues, debe ser herramienta de redención nacional, alas de un pueblo para
volar, así lo creía con entusiasmo, con rojo entusiasmo, José Vasconcelos.
Para Vasconcelos toda esa tarea educativa prolongaba y encarnaba su concepto de la
belleza. Entendió que la estética, que lo bello, eleva al ser humano, al espíritu. Si la
búsqueda del conocimiento permite un bienestar terrenal, Vasconcelos diría que la
conquista de lo hermoso, de lo sublime, es la que debe conducir los pasos del alma. Por eso
Vasconcelos cultivó las bellas artes y se ocupó de que los mexicanos se interesaran por lo
estético. Creó el Instituto de las Bellas Artes, fundó la Orquesta Sinfónica Nacional,
impulsó las compañías nacionales de Danza y Teatro, edificó bibliotecas y editó con
fruición miles de libros clásicos, sobre todo griegos y romanos. El arte emancipa a la
materia y traslada a las personas al sueño del ideal. Por eso contrató a Diego Rivera, a José
Clemente Orozco, Montenegro y David Alfaro Siqueiros para que el horror de la sangre de
la Revolución tuviera un toque sublime. El arte, la apreciación de la belleza, para
Vasconcelos tiene también una función animadora del hombre. La belleza enciende la
pasión del individuo. Sin estética el ser humano está reducido a una vil animalidad, hueca
de sueños, presa del más hondo vacío. Sin aprecio por la belleza, por lo sublime, por lo que
mueve a los sentimientos, el hombre es trofeo fácil del consumismo, de la vana y fatua
materia.
Una comunidad que adora lo light y lo fast y no piensa más que en el confort es una
comunidad rendida al dictado de la publicidad y del mercado voraz. Esa comunidad es
perecedera. Sólo alcanza la plenitud el hombre, dice Vasconcelos, cuando logra imprimirle
a las cosas terrenales el grado incorruptible que sólo da el espíritu.
Una sociedad sin ideales es una sociedad de mandriles. Y las sociedades de mandriles se
mueven sin sentimientos, son mecánicas y las gobiernan los gritos de los más fuertes.
Muchas de nuestras universidades educan resignadas frente a la imagen de que ya no es
posible construir ciudadanos con nuevos sueños, de que los ideales no valen, de que la
belleza no existe, de que la pasión por los colores no sirve de nada, de que hemos llegado
-como dice absurdamente Francis Fukuyama- al “fin de la historia”. No. De ninguna
manera la resignación puede ser buena lección a los jóvenes. No debemos rendirnos frente
a los emisarios de una mayéutica del desencanto. No pueden triunfar los que buscan
aplastar los lazos solidarios de nuestras comunidades pregonando sólo tesis individualistas.
Podemos y debemos soñar en nuestras universidad como espacios de fraternidad, tal y
como los imaginó Vasconcelos. Podemos pedirle a los universitarios de hoy que no olviden
la virtud cívica, que no olviden la roja pasión del Maestro de América, esa roja pasión que
exige soñar y esforzarse por conquistar en la realidad los sueños.
http://www.pan.org.mx/?P=182&ArtOrder=ReadArt&Article=202748

106
Anexo 6

José Vasconcelos, la grandeza del caudillo


Por Enrique Krauze
http://www.letraslibres.com/index.php?art=6622

Revolucionario, educador, demócrata, escritor, filósofo y místico, José Vasconcelos fue el


gran caudillo cultural de México. Este texto fue leído por Enrique Krauze en la ceremonia
en que la Biblioteca de México, en justicia histórica, pasó a llamarse Biblioteca de México
José Vasconcelos.
No la sombra, la luz de un caudillo cultural iluminó la primera mitad del siglo XX y sigue
inspirando, a través de mediaciones sutiles, la vida de México: José Vasconcelos. "Es el
mexicano mayor del siglo XX", me dijo muchas veces Octavio Paz. Al margen de la obvia
relatividad de ese tipo de juicios, quizá tenía razón. Vasconcelos fue un héroe en el sentido
carlyleano del término. Tenía una matriz de cualidades que es difícil encontrar en una sola
biografía pero que admiten resumirse y luego desdoblarse en una sola palabra: grandeza.
Grandeza como sinónimo de diversidad en los papeles vitales que se ejercen por azar o
elección, y en el grado de compromiso al asumirlos. Grandeza en el arrojo intelectual, la
imaginación y originalidad puestas en cada obra. Grandeza, igualmente, en la dimensión y
aún la desmesura de los proyectos, en la fuerza de carácter no sólo para pensarlos sino para
llevarlos a cabo. Y grandeza, en fin, en la trascendencia de la creación propia. Unidas por el
denominador común de la grandeza, distingo en la vida de Vasconcelos al menos seis
vocaciones sucesivas: el revolucionario, el educador, el demócrata, el escritor, el filósofo,
el místico.Vasconcelos no paseó por la Revolución: la atravesó de pie y a caballo, entre
balas y discursos, comprometido con la mente, el corazón y las entrañas. No se subió al tren
andando: lo echó a andar. Maderista de primera hora, puso en riesgo y de hecho perdió su
buena posición económica en el trance. Fue diplomático del constitucionalismo, ideólogo y
poco después efímero ministro de Educación de la Convención, y finalmente conspirador
en el exilio. Su visión de la Revolución era intensamente personal y casi incontaminada por
las ideologías del siglo XIX y XX: un correctivo social y moral del liberalismo no impuesto
sino tutelado por un régimen de inspiración clásica y cristiana. Su proyecto educativo,
todos lo sabemos, no tuvo parangón en nuestro siglo XX. Su paso por la rectoría de la
UNAM dejó mucho más que un lema memorable: abrió el Ateneo de la Juventud a toda la
juventud y definió la responsabilidad social de la institución. Meses más tarde, a los
cuarenta años de edad, tuvo su momento cumbre en el servicio público, confirió a la
educación una aureola de misión religiosa. Platón y Plotino, los misioneros franciscanos del
siglo XVI y los jesuitas del XVIII, el mecenas Julio ii y el bolchevique Lunacharski, Sor
Juana y Netzahualcóyotl se dieron cita en el viejo centro de México para inspirar una
cruzada educativa que de inmediato sorprendió a propios y extraños por su aliento y
originalidad. Nadie en México, ni siquiera Justo Sierra —ese padre fundador de la
educación pública mexicana— se había atrevido a instrumentar un proyecto semejante.
Daniel Cosío Villegas, el menos sentimental de los humanos, recobró la atmósfera de
entusiasmo en aquella aurora nacional: [...] entonces sí que hubo ambiente evangélico para

107
enseñar a leer y escribir al prójimo; entonces sí se sentía, en el pecho y en el corazón de
cada mexicano, que la acción educadora era tan apremiante y tan cristiana como saciar la
sed o matar el hambre. Entonces comenzaron las primeras grandes pinturas murales,
monumentos que aspiraban a fijar por siglos las angustias del país, sus problemas y
esperanzas. Entonces se sentía fe en el libro, y en el libro de calidad perenne; y los libros se
imprimieron por millares y por millares se obsequiaron. Fundar una biblioteca en un pueblo
pequeño y apartado parecía tener tanta significación como levantar una iglesia y poner en
su cúpula brillantes mosaicos que anunciaran al caminante la proximidad de un hogar
donde descansar y recogerse.
Esa cruzada duró apenas tres años. Tal vez a la distancia cabe reprocharle el que no la haya
continuado de manera directa, pero esa estancia increíblemente corta fue suficiente para
orientar en un sentido misional la vocación de varias generaciones. La creatividad
institucional de Gómez Morín en materia hacendaria, la asombrosa labor editorial de Cosío
Villegas en todo el orbe de habla hispana, la fundación incesante de obras e instituciones
académicas que se desplegó en México entre 1925 y 1950 son inimaginables sin el
precedente de la utopía cultural vasconceliana, cuyos ecos resonaron por decenios en todo
el continente americano. También la democracia mexicana le es deudora. El periodismo
que practicó en los años veinte fue una escuela semanal de educación política para la
generación estudiantil. Su ráfagas verbales de indignación no pretendían analizar al país:
pretendían mover las conciencias. Y Vasconcelos las movió en 1929, cuando los primeros
batallones estudiantiles del siglo XX (luego llegarían otros, no menos apasionados, en el
68) tomaban las calles y las plazas con un mensaje libertario que terminó acallado por las
balas. Su campaña presidencial —guiada, como todo lo suyo, por un celo apostólico o más
bien profético— adquiere tonos nuevos desde la perspectiva de nuestra reciente conquista
democrática. Hace apenas unos años, la lectura de sus episodios dejaba un sedimento de
irrealidad: un grupo de ilusos en un país de caciques. Ahora sabemos que el país pudo
haber adelantado su desarrollo político si en 1929 Vasconcelos hubiese atendido el consejo
de Gómez Morín derivando su movimiento a la formación de un partido independiente. No
lo hizo porque esa misión lo rebasaba (él era un caudillo y un arquitecto cultural, no un
hombre que pudiera consolidar instituciones), pero su lucha preparó el ánimo cívico para la
autonomía universitaria en 1933 y la fundación del PAN en 1939. Es una lástima que la
decepción en verdad cósmica que le causó la dudosa victoria de su contrincante haya
acentuado en él una vertiente intelectual de intolerancia, prejuicio y esquematismo
ideológico que con el tiempo lo llevaría a abrazar causas radicalmente enemigas de la
democracia. Pero esa fue sólo una vertiente, porque en las penurias de su nuevo exilio, ya a
los cincuenta años de edad, Vasconcelos trascendió su agravio a través de la creación
literaria. En 1929 México perdió un político pero ganó al más impetuoso de sus escritores.
Nadie antes o después de él ha abierto su vida al escrutinio público como Vasconcelos. El
Ulises Criollo y sus tres sucedáneos no son una puntual autobiografía a la inglesa sino una
desgarrada confesión agustiniana. Necesitaba expiar sus pecados y sus excesos, verlos en
letra de molde, pero invocar también los vientos, las tormentas, los paisajes de sudor y
sangre de aquella década reveladora y terrible. Hay en la prosa misma de Vasconcelos el
reflejo de ese estado mental de lucha. Nada más remoto a ella que el regodeo de los
adjetivos. Sus verbos y sustantivos cabalgan en un horizonte de pasiones entrelazadas, las
suyas y las del país. Por esos años continuó su vocación intelectual más arraigada: la
filosofía. Nueva zona de grandeza: su apetito de totalidad lo llevó a inventar un sistema

108
filosófico que José Gaos ponderó alguna vez no por su rigor sino por el hecho mismo, tan
generoso como anacrónico, de su concepción. Para Vasconcelos la palabra todo era la única
medida de las cosas: quiso y a veces creyó saberlo todo, expresarlo todo, transformarlo
todo, amar y consumirse en la llama, agotar la pasión, desdeñar los límites y luego salvarse.
Hasta en su vida diaria hay la huella de esa ambición: redactaba su Tratado de metafísica
en plena campaña presidencial y lanzaba sus invectivas políticas en plena redacción de su
Estética. Quiso ser el Plotino americano. No sólo escribió una Todología: la vivió.
En el fondo de todas sus obras y fundaciones se debatía un antiguo espíritu religioso. Esa es
la clave para leer y acaso entender a Vasconcelos. La tarea es compleja porque en su
religiosidad participan corrientes muy diversas y a veces encontradas. Hay en él un profeta
bíblico semejante a Amós, que profetizaba no para sino contra su pueblo. Hay por
momentos un heterodoxo que borda actitudes antinómicas o un ortodoxo implacable e
inquisitorial. Su gravitación personal puede hacer mucho bien y mucho daño, sobre todo a
los más cercanos: entusiasma y conmueve pero también quema y enceguece. No conoce la
mezquindad, el cálculo, la pequeña o grande negociación política. Es un solitario y un
romántico. Y más aún, un místico prendiendo fuego a los caminos de la tierra. Su vida es la
vuelta en redondo de un católico oaxaqueño que abandonó la fe en la juventud sólo para
transfigurarla, a cada paso, en obra laica, en obra humana, demasiado humana para no ser
falible y concitar la ira del profeta contra el mundo que no lo comprende, una ira que no
repara en nada ni en nadie, ni en sí mismo ni en su legado, una ira que finalmente descansa
en la vuelta a ese todo primigenio que es la religión materna, la verdad única, la única fe. El
autor de El monismo estético desemboca finalmente en el monismo integral, fuente de paz
interna pero también de intolerancia con respecto a otros caminos de la fe. En la Biblioteca
Nacional pasó los últimos lustros de su vida. En 1941, apenas nombrado director, ya había
concebido para ella un proyecto arquitectónico a la altura de su obra fundadora, digno de
los famosos "clásicos verdes" que se regalaban en Chapultepec, de las bibliotecas
Cervantes, Gabriela Mistral, la Iberoamericana y la Infantil. "Quiero una capilla del Pocito
con una cúpula de cuarenta metros de diámetro, como la de San Pedro en Roma". Aunque
jóvenes arquitectos avanzaron en los bocetos, aquella consagración de los libros no se llevó
a cabo y al poco tiempo —el 27 de noviembre de 1946— Vasconcelos fue nombrado
director de la Biblioteca de México. Al llegar, pronunció un discurso notable en el que
apelaba a los posibles donantes de bibliotecas privadas, trazaba un ambicioso plan de
adquisiciones y suscripciones para mantener viva la institución y advertía sobre los riesgos
de una sociedad de "parias", sin libros ni lectores. Como era su costumbre, acuñó un
lema:"Mis tesoros liberan". Debió reconfortarlo saber que entre los acervos que
resguardaba estaba el de su gran amigo recién fallecido, Antonio Caso. ¿Cuántos de esos
libros que seguramente volvió a hojear habían sido el tema de discusión en aquellas veladas
platónicas en el estudio de Caso en Santa María la Ribera hacia el año de 1908? Y tal vez
recorriendo esos estantes recordó otra biblioteca aún más antigua, la de Campeche, primera
que conoció en su vida y que evoca en el Ulises criollo: "Entraba en ella con emoción
parecida a la que me producían las iglesias [...] el relente de los viejos infolios sugería
incienso, y la manera de ensanchar el alma de los libros se parecía al despliegue de la
oración". Siendo director de esta institución en los años cincuenta publicó La flama, porque
su flama interna no se había extinguido: estaba hecha de ira por el despojo del 29,
"pesimismo alegre" por la obra educativa, pasión filosófica y contemplación religiosa.
También escribía las Letanías del atardecer. Una joven periodista que lo visitó en sus años

109
postreros entabló con él una conversación deliciosa sobre su papel en la historia mexicana,
al cabo de la cual escuchó bajo la mesa un sonido peculiar: las cuentas del rosario. Ese
hombre tocado por el absoluto hasta el final y aún en lo más nimio era Vasconcelos. Con
esa óptica hay que verlo y leerlo. A muchos les repugna recordar al Vasconcelos de los
últimos años. A mí me duelen y entristecen las aristas de prejuicio racial en sus escritos y
panfletos, pero esos textos no mellan la admiración que siento por sus libros principales, los
que leo de pie. Su vida está allí, abierta y escondida, escindida, para que alguien se atreva a
emularla o a comprenderla, no a condenarla. Es un buen signo de estos tiempos
democráticos el que festejemos la Revolución Mexicana no por sus ejércitos y balas sino
por sus maestros y sus libros. Y es mejor augurio el que converjan entre libros las palabras
México y Vasconcelos. "Aquí hay, mexicanos —dijo en su conferencia inaugural—
albergue seguro y sereno para esos seres de espíritu que son los libros,almas silenciosas que
en cada lector resucitan con variedad nunca agotada". Es verdad, como los trabajos y los
libros de aquel Ulises mexicano, alma ahora silenciosa que resucita entre nosotros con
vigencia nunca agotada.

110
Anexo 7.
José Vasconcelos
A 120 años de su natalicio
Por mi raza hablará el espíritu
Filósofo, abogado, escritor, político, historiador y educador, José Vasconcelos es una de las
personalidades con mayor influencia en la conformación del México moderno.
Nació el 27 de febrero de 1882, en Oaxaca y falleció, en la ciudad de México, el 30 de
junio de 1959.
Su infancia la vivió en la frontera, al grado que sus estudios iniciales los realizó en la
comunidad fronteriza de Eagle Pass, Texas. Debido al trabajo del padre, la familia de
Vasconcelos vivió en Piedras Negras, Campeche, Toluca y la Capital, donde ingresó a la
Escuela Nacional Preparatoria y después a la Escuela de Jurisprudencia para concluir sus
estudios como abogado.
A continuación, les ofrecemos una breve semblanza de la vida y obra de este ilustre
mexicano. Biografía reducida y dividida en cuatro segmentos: el educador, el Político, el
escritor y el filósofo.

El educador
Fundador del Ateneo de la Juventud, institución que presidió (1909-1912) y renombró bajo
el denominativo de Ateneo de México, Vasconcelos inició su labor como educador que lo
llevaría a ser Director de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) durante el régimen de
Francisco I. Madero, Rector de la Universidad Nacional (1920-1921), Secretario de
Educación Pública con Obregón (1921-1924), y Director de la Biblioteca Nacional (1941-
1947).
En el Ateneo y bajo su administración edificó la Universidad Popular Mexicana (1912-
1920), dependencia con la misión social de educar mediante conferencias, conciertos
etcétera, a los adultos, pero principalmente a los obreros. A esta Universidad, Vasconcelos
le impuso una mística educativa orientada hacia el pueblo, rasgo también latente en su
rectoría en la Universidad Nacional.
Fue designado como Director de la ENP, en dos ocasiones; primero durante el gobierno de
Madero, y después con Carranza, a quien por cierto, criticó severamente; apreciaciones que
le valieron una orden de aprehensión y posterior exilio en EUA.
Vasconcelos regresó al país, fue nombrado Rector de la Universidad Nacional de México,
conocida entonces como Departamento Universitario y de Bellas Artes, el 9 de junio de
1920. Durante su rectorado, organizó un programa editorial que comprendía sobre todo la
divulgación de los autores clásicos hacia amplias capas de la sociedad, y se adoptó el
escudo actual de nuestra universidad, de cuyo lema es el autor.
El lema que anima a la Universidad Nacional, Por mi raza hablará el espíritu, revela la
vocación humanística con la que fue concebida. El autor de esta célebre frase, José
Vasconcelos, asumió la rectoría en 1920, en una época en que las esperanzas de la

111
Revolución aún estaban vivas, había una gran fe en la Patria y el ánimo redentor se
extendía en el ambiente. Se "significa en este lema la convicción de que la raza nuestra
elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima" , explicó el
"Maestro de América" al presentar la propuesta. Más tarde, precisaría: "Imaginé así el
escudo universitario que presenté al Consejo, toscamente y con una leyenda: Por mi raza
hablará el espíritu, pretendiendo significar que despertábamos de una larga noche de
opresión". (...)
Durante su rectorado, José Vasconcelos dotó a la Universidad de su actual escudo en el cual
el águila mexicana y el cóndor andino, cual ave bicéfala, protegen el despliegue del mapa
de América Latina, desde la frontera norte de México hasta el Cabo de Hornos, plasmando
la unificación de los iberoamericanos: "Nuestro continente nuevo y antiguo, predestinado a
contener una raza quinta, la raza cósmica, en la cual se fundirán las dispersas y se
consumará la unidad".
Tomado de: Lema y Escudo de la UNAM.
http://dragon.dgsca.unam.mx/rectoria/htm/lema.html
http://dragon.dgsca.unam.mx/rectoria/htm/escudo.html
Con el presidente Álvaro Obregón, fue Secretario de Educación Pública, desde donde dio
un fuerte impulso a la educación, en todos los órdenes. En beneficio de los sectores
populares, organizó la primera campaña contra el analfabetismo de que se tiene memoria en
México, implantó las misiones culturales y abrió bibliotecas. En el ámbito de las artes,
apoyó a artistas destacados y fomentó la pintura mural mexicana a través de contratos con
pintores como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Roberto
Montenegro. De este tiempo datan las decoraciones murales que hasta la fecha adornan
algunos edificios públicos.
Al mismo tiempo, organizó la Secretaría en tres departamentos: Escolar, de Bellas Artes y
de Bibliotecas y Archivos. Creó el primer sistema de bibliotecas, entre las cuales destacan
la Populares, destinadas a obreros y público en general; con el objetivo de ofrecerles libros
que sirvieran de complemento a sus labores; las Escolares, como complemento de la
educación; que debían llegar, según los objetivos de Vasconcelos a los más apartados
rincones. Editó una serie de clásicos de la literatura universal, la revista El Maestro y el
semanario La Antorcha; invitó a trabajar en el país a los educadores Gabriela Mistral y
Pedro Henríquez Ureña; impulsó la escuela y las misiones rurales, creó la Orquesta
Sinfónica Nacional e hizo surgir escuelas de pintura al aire libre; todo esto bajo el empeñó
de ofrecer a México la ruta que lo elevara al rango de país civilizado y culto, por lo que es
considerado el arquitecto de la educación nacional. Después de un nuevo y largo período de
destierro, regresó al país en 1940. 2 de mayo del siguiente año fue nombrado el Director de
la Biblioteca Nacional. En este puesto Vasconcelos retomó los planes de reorganización de
sus antecesores y se esforzó por mantener la tarea de difusión de la institución. Una de sus
labores importantes, fue el traslado, a la ex iglesia de San Pedro y San Pablo, de los
materiales de la Hemeroteca Nacional. En resumen, Vasconcelos en su filosofía como
educador propone:
1. Sentir la cultura mestiza como base del concepto de mexicanidad.

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2. Mexicanizar el saber, es decir, hacer objeto de estudio la antropología y el medio
natural del país.
3. Hacer de Latinoamérica el centro de una gran síntesis humana.
4. Emplear el sentido del servicio y amor fraterno del ser humano como medio de
ayuda a los más desprotegidos, y
5. Valerse del industrialismo -como simple medio, nunca como un fin- para promover
el progreso de la nación.
José Vasconcelos hombre de convicciones, renunció en 1924 a la Secretaría de Educación,
al estar desacuerdo con la elección del candidato Plutarco Elías Calles a la Presidencia de la
República.

El político
La figura de Vasconcelos es recordada por su profunda influencia en el México moderno.
Su participación en la vida política del país, coincide con momentos históricos
fundamentales en la conformación de nuestra identidad nacional. Y ya de cepa la ideología
de Don José, estaba predeterminada. Los abuelos maternos, distinguidos liberales
oaxaqueños, dieron refugio a Porfirio Díaz en 1857, en la comunidad de Tlaxiaco, detalle
que después sería cuestionado en el imaginario del joven Vasconcelos ante la dictadura
porfirista. Abogado exitoso, Vasconcelos trabajó en su juventud, representando a
compañías norteamericanas, hasta que iniciado el proceso revolucionario fundó junto con
Gustavo y Francisco I. Madero, Filomeno Mata, Roque Estrada, Félix Palaviccini, Luis
Cabrera, entre otros; el Centro Antirreeleccionista, en 1909, bajo el lema "Sufragio efectivo
no reelección" expresión que se presume de su autoría y que sería pilar en la lucha contra el
régimen de Díaz. Por aquella época, editó al lado de Palaviccini, el periódico El
antirreeleccionista, por diversos artículos ahí publicados fue presa de persecuciones, las
cuales motivaron su primer exilio; estableciéndose en Nueva York, donde fungió como
agente confidencial de Madero en Washington hasta la caída de Porfirio Díaz. Después del
derrocamiento de Don Porfirio, regresó a México y se convirtió en el intelectual del
maderismo, defendiéndolo a través de la prensa. Con el paso de la Historia, los
revolucionarios proclives a Madero, fueron sustituidos por huertistas, villistas, carrancistas,
zapatistas, etcétera. Con Carranza, Vasconcelos también trabajó como agente confidencial,
esta vez ante gobiernos europeos, como el francés y el inglés, pero de regreso en México y
ante algunas críticas que vertió sobre el proceder de Venustiano Carranza, éste último
ordenó orden de arresto contra él, lo que redundó en un nuevo exilio. En 1920 ofreció su
respaldo al Plan de Agua Prieta, aunque "Vasconcelos jamás apoyó a Victoriano Huerta;
pero sus ataques resultaron blandos y casi amistosos en comparación con los que lanzaría
contra Carranza, Calles, Cárdenas". (Blanco, José Joaquín. Se llamaba Vasconcelos. FCE.
México. 1996. pp. 61) Ese mismo año, Huerta lo nombró Jefe del Departamento
Universitario y de Bellas Artes. Después de su renuncia a la Secretaría de Educación, en
1924, Vasconcelos fue candidato al gobierno del Estado de Oaxaca, perdió y se volvió a
alejar del país. Regresó en 1928 y en 1929 fue postulado a la Presidencia de la República
por el Partido Nacional Antireeleccionista. Ganó la simpatía popular; sobresaliendo el
apoyo estudiantil, sin embargo, el triunfo fue para el candidato oficial Pascual Ortiz Rubio,
en una de las primeras sombras de fraude electoral documentadas en México. En diciembre

113
de ese año, José Vasconcelos proclamó en Sonora el Plan de Guaymas, que le valió la
cárcel. Tras recuperar la libertad, volvió a exiliarse en tierras europeas.
El escritor
Escritor y, como tal, de la estirpe de los recios, sólidos y cabales, fue este hombre
extraordinario, del aviso de muchos mexicanos, entre éstos tanto los letrados como los
semi-cultos y los que, deseosos siempre de saber, se acercan, ingenuos y sencillos, a los que
les pueden enseñar algo. Un escritor, un artista, un político, si son buenos, su bondad es
manifiesta, por tanto atractiva, de lo que se sigue que su obra nos rinde a todos. Y es que la
bondad es necesariamente comunicativa y encuentra siempre un eco en el interior de cada
quien. Resuena en el alma, justamente para hacerlo nuestro, lo que los hombres señalados
difunden en la sociedad y nos toca la fibra sensible, tensa naturalmente y en acto, por el
mismo caso, de vibrar al unísono de ese escritor, de ese artista y de ese político.
Vasconcelos pensador, de penetración objetiva, dado, por el consiguiente, al
desmenuzamiento de las cosas, de los acontecimientos, de las situaciones, y de penetración
subjetiva, a un tiempo, movido a dilucidar las implicaciones y complicaciones de su propia
conciencia, interesa a toda clase de lectores, los cuales, por otra parte, van a él seducidos,
como precipitados y despeñados en llegar al fondo de lo humano suyo, en el que
encontramos lo humano nuestro. Fue filósofo Vasconcelos. Todo lo vio bajo el signo de lo
bello. Lo perseguía hasta no dar con él en cada uno de los seres. El hombre, concretamente
el mexicano, tenía que ser bello, que conformarse con el modelo eterno de una armonía
divina que, despiertos a las inquietudes trascendentes, no podíamos menos que oír. Su
filosofía nos abre la puerta de ese aposento donde vamos a disfrutar de la vecindad con
Dios. Escritor político y ciudadano de avisada y sesuda ciudadanía, nos hizo ver a los
mexicanos lo que es, lo que debe ser México. Su Ulises criollo, obra maestra, y suponiendo
que México dejara de ser, ella sola quedaría como el testimonio fehaciente, imperecedero,
además, de las fallas, de los aciertos que registra la historia, de la voluntad que, en los
mejores de nosotros, ha pretendido la duración y la sobrevivencia, por tanto la nobleza de
lo humano mexicano. Hace gala en todo lo que escribió de una verba convincente. Su frase
es de garra y estruja, aprieta y, por otra parte, va derecho a la inteligencia o al corazón. No,
no deja indiferente a nadie, y nadie como él ha sido capaz, por la sola fuerza de la palabra,
de crear una mentalidad nacional. Díganlo, si no, los jóvenes de los años veintes y, muy
especialmente, los que lo acompañaron en el 29, cuando con el callismo, ampliado, según
él, por Mr. Morrow, el embajador de los Estados Unidos, y con la guerra cristera y con el
desánimo de muchos, muy a pesar de lo cual fue un agitador intelectual. Fue áspero,
ciertamente, cuando fustigaba a los pillos. Su reprensión fue rigurosa y, valeroso, siempre
de gran osadía, nunca tuvo, tal reza la expresión popular, pelos en la lengua. Fue el creador
de una universidad, a la que le dio el lema de "Por mi Raza Hablará el Espíritu", y la cual,
con el mote agregado después de "autónoma", tuvo él como sierva, precisamente porque la
universidad "autónoma" se vanagloria de su autonomía. Vasconcelos, dígase lo que se
quiera en contrario, pese a sus deturpadores, a los que lo desprecian, combaten o niegan,
por tanto, es un espejo en que los mexicanos conocemos y reconocemos los rasgos de
nuestra propia faz. Su familia, en una época trashumante, lo que le valió tener tratos con
porciones variadas de nuestra población; su madre, mujer sencilla, constante, con
constancia grande, en sus deberes hogareños; su vida de estudiante, sus inquietudes
intelectuales no satisfechas, gracias a la insuficiencia de sus maestros; la vaciedad de
algunos de sus compañeros; la opresión del ambiente político, todo concurrió en él a tener

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una clara conciencia de lo que es el hombre y, por lo pronto, el hombre mexicano.
Carranza, y lo hace ver Vasconcelos en sus memorias, empezadas justamente en el Ulises
criollo, copió a los Estados Unidos, rodeado como estaba de pastores protestantes, y
suprimió la Secretaría de Instrucción Pública. La escuela tenía que ser, según esto, cosa de
la exclusiva incumbencia de los ayuntamientos. Y Vasconcelos creó la Secretaría de
Educación y con ella movió a la inteligencia de México, a los hombres de buena voluntad, a
los niños, a los jóvenes y a los adultos deseosos de aprender. Sus misiones culturales,
llegadas a todos los rincones de la patria, sus artes populares, sus teatros al aire libre, la
exaltación y depuración de lo indígena, todo fue una fiesta del espíritu y, de resultas de
esto, una afirmación de lo auténtico mexicano. Fue ejemplar, cosa tenida por muchos como
extravagante, en todo caso como inútil y, por otra parte, costosa, la edición de los clásicos
de la antigüedad: La Odisea y La Ilíada, entre otros, pero cosa que en su intención, y estaba
en lo cierto, le daba al pueblo el conocimiento de sus orígenes culturales. Porque, queramos
o no, somos occidentales, lo que le debemos a la presencia de España en las entretelas de
nuestra sustancia. Vasconcelos es grande como escritor, grande como político, grande como
hombre que hizo historia. Por lo uno y por lo otro será nuestro constante y obligado
compañero y guía.
Tomado de: Jesús Guisa y Azevedo. Semblanzas de Académicos. Ediciones del Centenario
de la Academia Mexicana. México.
http://www.academia.org.mx/Academicos/AcaSemblanza/Vasconcelos.htm

El Filósofo
«Maestro de las juventudes de América» le llamaron los estudiantes de América del Sur,
que vieron en el hombre que escribía una Metafísica y militaba en las filas de Madero la
clave para entroncar el mundo ideal de la cultura con el mundo real de la vida patria.
Prefirió siempre ser filósofo en el sentido platónico y por eso su magisterio se ejerció, sobre
todo, a través de su obra escrita. Maestro, también por la magnífica y valiente defensa de su
estirpe hispánica -bastaría leer la Breve Historia de México y De Robinson a Odisea- y por
su manera fuertemente personal de encararse con los problemas filosóficos; por las
inestimables sugerencias que brinda y hasta por las violentas reacciones que suscita. Si cabe
hablar de genios en Ibero América, nadie con mejor derecho para ser clasificado así que el
creador de la Filosofía estética.
Estética no es para v. el tratado de lo bello. Es algo muy diverso. Consiste en redimir el
mundo físico trocándole su ritmo de material en psíquico. Los cuadros de, la Naturaleza,
destinados a desaparecer, son salvados por el hombre que los conmuta en ritmo, armonía y
contrapunto. El amor, alma de la Estética, es la fuerza que emprende la reintegración de lo
disperso a lo Absoluto. La ley del espíritu (su función estética) es realizar una coordinación
viviente de los heterogéneos sin sacrificar la cualidad. Las imágenes vivas de las cosas las
maneja el espíritu humano en el crisol de su triple a priori estético: ritmo, armonía y
contrapunto. Aquí reside la belleza. La operación estética, en esencia, radica en aislar la
cosa de su ritmo nativo, a fin de incorporar su movimiento al ritmo del alma. Estamos en el
reino del subjetivismo. Con mente kantiana, V. adopta las ideas de Nietzsche sobre la
tragedia griega, convirtiéndolas en categorías; y añade a las dos categorías nietzscheanas de
la belleza, apolínea y dionisiaca, una más: la mística. Cree V. que ha descubierto nada
menos que un órgano estético en el hombre. Este órgano, que posee un sentido de

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orientación y que nos lleva a un equilibrio energético de composición, lo encuentra V. en
los conductos semicirculares a donde convergen las impresiones cerebrales conscientes y
las sensaciones internas o cenestesia, brotando de este concurso la unidad fundamental del
yo.
El ser se manifiesta por caminos de emoción existencial (Metafísica, 1929). En la
cosmología emanatista y dinámica de V ., que niega implícitamente la extensión, el
Universo se presenta como un cuerpo único con irradiaciones emotivas. Todo es ser y todo,
para ser, participa en una misma sustancia, aunque en diverso grado y calidad, según su
cercanía del Ser Absoluto. Si la esencia de lo ético es el acto teleoklino que se rige por
ciertas normas, ética será, para nuestro filósofo, «toda disciplina de vida», toda potencia
que se traduzca en acto. También en la Ética (escrita en 1932) es fácil reconocer el
platonismo de Vasconcelos. El Absoluto, último y supremo fin de todo lo existente, atrae al
hombre, libremente, para que redima y salve a la Naturaleza ciega sumida en la
inconsciencia. La Naturaleza, sedienta de unidad redentora, es un dócil instrumento del
hombre para la transmutación a planos espirituales. En Filosofía, V. reclama el derecho a
que se juzguen como originales suyas las tesis siguientes: a) La teoría del apriori estético,
en la cual se afirma que el fenómeno de la belleza obedece a formas específicas, que son: el
ritmo, la melodía, la armonía y el contrapunto, independientes de las formas lógicas
aristotélicas. (Salta a la vista la mera transposición de la estructura musical, por lo que no es
nada original). b) La teoría de la coordinación mental que liga conjuntos heterogéneos.
Cuando pensamos en un objeto, p. ej., ponemos en un sector de la mente lo que. nos dicen
de él la Física, la Química, la Literatura, y así la labor del filósofo consiste en coordinar
esas esferas del conocimiento para lograr algo que ya no es logos sino armonía. La verdad,
en consecuencia, ya no es la reducción de lo particular a lo general, piensa nuestro filósofo,
sino el secreto de la coordinación de valores irreductibles uno al otro, pero que se ligan por
la vida y la acción, dando por resultado una existencia como armonía. c) En su ensayo
intitulado La Sinfonía como forma literaria, V. lanzó por primera vez la tesis de que el arte
supone la combinación de elementos heterogéneos que se coordinan en forma no
intelectual, sino armónica y estética, a fin de producir efectos de conjunto, que son
perfectamente inteligibles y además sensibles y que no tienen nada que ver con las
conclusiones lógicas de la mente. Esta tesis coincide con las ideas sobre la belleza del poeta
Elliot, en sus Cuartetos, escritas como diez años después, según lo ha hecho notar el
filósofo norteamericano Philip Wheelwright.
Tomado de: A. Basave Fernández del Valle. La Filosofía de José Vasconcelos. México.
1973. pp 315 http://www.canalsocial.com/biografia/filosofia/vasconcelos.htm

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