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Do encoberto,
Guimaraes Rosa*2
1
mundo de las finanzas. Este tiene como soporte las instituciones financieras que
pasan a operar con el capital que rinde réditos (bancos, compañías de seguros, fondos
de pensión, fondos mutuos y sociedades financieras de inversión), apoyadas en la
deuda pública y en el mercado accionario de las empresas. Ese proceso impulsado
por los organismos multilaterales captura los Estados nacionales y el espacio mundial,
atribuyendo un carácter cosmopolita a la producción y consumo de todos los países; y,
simultáneamente, radicaliza el desarrollo desigual y combinado, que estructura las
relaciones de dependencia entre naciones en el escenario internacional. El capital
financiero asume el comando del proceso de acumulación y, mediante inéditos
procesos sociales, envuelve la economía y la sociedad, la política y la cultura,
marcando profundamente las formas de sociabilidad y el juego de las fuerzas sociales.
Lo que es oscurecido en esa nueva dinámica del capital es su opuesto: el universo del
trabajo –las clases trabajadoras y sus luchas-, que crea riqueza para otros,
experimentando la radicalización de los procesos de explotación y expropiación. Las
necesidades sociales de las mayorías, la lucha de los trabajadores organizados por el
reconocimiento de sus derechos y sus refracciones en las políticas públicas, arenas
privilegiadas del ejercicio de la profesión, sufren una amplia regresión en la
prevalencia del neoliberalismo, en favor de la economía política del capital. En otros
términos, se tiene el reino del capital fetiche en la plenitud de su desarrollo y
alienación.
2
1. Mundialización de la economía, capital financiero y cuestión social
4
“Del punto de vista teórico, es crucial ligar el proceso de financierización a su base material y
evitar hacer como si la economía se tornase de cierto modo `virtual´. Solo esa articulación
permite comprender como se puede conducir una política de austeridad salarial sin naufragar
en una crisis crónica sin salidas y porque también el ascenso del desempleo es indisociable de
los rendimientos financieros. ” (Husson, 1999: 101)
3
La esfera estricta de las finanzas, por si misma, nada crea. Se nutre de la
riqueza creada por la inversión capitalista productiva y por la movilización de la
fuerza de trabajo en su ámbito, aunque aparezca de una forma fetichizada, como
ya se ha anteriormente elucidado. En esa esfera, el capital aparece como si fuese
capaz de crear “huevos de oro”, esto es, como si el capital-dinero tuviese el poder
de generar más dinero en el circuito cerrado de las finanzas, independiente de la
retención que hace de los lucros y de los salarios creados en la producción. El
fetichismo de las finanzas solo es operante si existe producción de riquezas,
aunque las finanzas minen sus bases al absorber parte sustancial del valor
producido.
Es sobre los grupos industriales que reposa la actividad de valorización del capital en la
industria, los servicios, el sector energético y la gran agricultura, de la cual depende tanto la
existencia material de las sociedades en las cuales campesinos y artesanos fueron casi
totalmente destruidos cuanto la extracción de plusvalía destinada a pasar a manos de los
capitales financieros (Chesnais, 2001: 20)
Para Ianni (2004b), en ese escenario de la historia del siglo XXI, el nuevo ciclo
de expansión del capitalismo transnacional rediseña el mapa del mundo. El desafía
la comprensión de la llamada “sociedad global”: una sociedad en la cual se
subordinan las sociedades nacionales en sus segmentos locales y composiciones
regionales, con sus potencialidades y negatividades, considerando sus
5
Una síntesis de la teoría marxista del Estado puede ser encontrada en Harvey (2005b: 75-94).
6
Chesnais (2001) esclarece que la globalización fue un término utilizado en las business
schoolls (escuelas de negocios) americanas, en la década del 80, para hacer referencia a la
acción estratégica de los grandes grupos industriales y a la necesidad de “conductas globales”,
dirigiéndose a los mercados de “demandas solventes”, a las fuentes de abastecimiento y a los
movimientos de los grupos rivales oligopólicos. Más tarde, con la globalización financiera, el
término se extiende al inversor financiero.
4
dinamismos y contradicciones. En ella se confrontan el neoliberalismo, el
nazifascismo y el neosocialismo7. En ese nuevo estadio del desarrollo del capital
se redefinen las soberanías nacionales, con la presencia de corporaciones
transnacionales y organizaciones multilaterales –el Fondo Monetario Internacional,
el Banco Mundial u la Organización Mundial de Comercio, “la santísima trinidad del
capital en general”- principales portavoces de las clases dominantes en escala
mundial. El autor levanta la polémica hipótesis que está en curso un nuevo ciclo
de la revolución burguesa en escala mundial, dentro de la cual se fermentan,
simultáneamente, nuevas condiciones para una globalización desde abajo, para un
nuevo ciclo de la revolución socialista, vistas como revoluciones mundiales (Ianni,
2004b: 17). En esa visión optimista, afirma que, de ese proceso, también redundan
“las condiciones sociales, simultáneamente económicas, políticas y culturales,
sobre las cuales se recrean los ideales, las prácticas y organizaciones empeñadas
en la socialización de la propiedad y del producto del trabajo colectivo ahora vistos
en perspectiva mundial”. (Ianni, 2004b: 34)
7
El autor anota que se trata de neosocialismo, en la organización de la lucha contra las
desigualdades y contradicciones sociales, porque incorpora la evaluación crítica de los
regímenes socialistas instalados en la Unión Soviética, en países de Europa central, China,
Angola, Mozambique, entre otros. “De forma breve, se puede decir que el neosocialismo es
una corriente de pensamiento y práctica con raíces muy profundas en las tensiones y
contradicciones que se forman y desarrollan con el globalismo. Una corriente y práctica
diversificada en tendencia múltiples, más que se expresa en movimientos sociales, partidos
políticos y sindicatos, sin olvidar actividades artísticas, científicas y filosóficas.” Está
fuertemente influenciada y dinamizada por las tensiones y contradicciones sociales producidas
con el desempleo estructural, las xenofobias, los etnicismos, los racismos, los
fundamentalismos, las desigualdades entre la mujer y el hombre, la privatización y destrucción
de la naturaleza por empresas conglomeradas, el pauperismo, la lumpenización y la formación
de subclases. Implica la reflexión crítica sobre la dinámica del capitalismo, la lógica del capital,
la creciente potencialización de la fuerza productiva del trabajo por medios técnicos y
organizativos y el desarrollo de las desigualdades de todo tipo.” (Ianni, 2004b: 361)
5
relaciones de trabajo, más allá del desmoronamiento de los sistemas de protección
social.
6
segmentos del mercado financiero mundial –se suman a las compañías de seguro,
actualmente las instituciones no bancarias más poderosas. No teniendo la
responsabilidad de crear créditos, ellas se dedican a hacer crecer los rendimientos
monetarios que concentran en sus manos, oriundos de contribuciones patronales
sobre el salario y ahorro forzado de los asalariados a partir de los cuales se
sustentan. Esos grandes fondos de inversiones incluyen los seguros de vida,
fondos de previsión privada por capitalización (fondos de pensión), fondos mutuos
de inversiones y administradores de carteras de títulos- mutual funds.
7
en aquellos productos que componen la canasta básica de alimentos de los
trabajadores).
8
La historia reciente de la formación del régimen de acumulación financiera,
como indica Chesnais (2001, 1999), se encuentra en la ruptura unilateral, por parte
de los Estados Unidos de América, de las tasas de cambio fijas, negociadas
internacionalmente, de conversión del dólar en oro. Las tasas de cambio fijas
fueron establecidas por el Tratado de Bretton Woods (EE.UU), en 1944- cuyo
objetivo era superar la crónica inestabilidad monetaria y financiera mundial, que
arrastraba desde las décadas de 20-30. Cuarenta y cuatro países, representados
en la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, crean el Banco
Internacional para la Reconstrucción y Desarrollo (BIRD) que da origen al Banco
Mundial, y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los Estados Unidos de América
no podrían alterar las tasas de cambio sin la expresa concordancia de los demás
países signatarios del Tratado. Eso significaba que, siendo el dólar la moneda
mundial anclada en el oro, las tasas de cambio de otras monedas nacionales eran
definidas por referencia al dólar, considerando la hegemonía norteamericana, en
tensión con la creciente resistencia del Bloque Comunista en el contexto de la
Guerra Fría.
8
El Plan Marshall, conocido como Programa de Recuperación Europea, fue la principal
iniciativa de los Estados Unidos de América para la reconstrucción de los países aliados de
Europa, en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial. La iniciativa recibió el nombre del
Secretario de estado de los Estados Unidos de América, George Marshall. Creado en 1947,
preconizaba la política del laissez-faire volcada a la estabilización de los mercados a través del
crecimiento económico. El Plan permaneció en vigencia durante cuatro años fiscales y los
países reunidos en la Organización Europea para la Cooperación y Desarrollo recibieron
asistencia técnica y económica.
9
El Plan Dodge fue el plan de estabilización japonés en la posguerra, con el apoyo de los
estados Unidos de América.
10
La OTAN, también llamada Alianza Atlántica, es una organización internacional de
colaboración militar, creada en 1949, en el contexto de la Guerra Fría, con el objetivo de
constituir un frente de oposición al bloque comunista, contrapartida militar de lo que representó
el plan Marshall en el dominio político-económico.
9
socialmente mucho más heterogéneo que las formas de nacionalismo europeo.
Nacionalismo de expresiones ideológicas híbridas y variadas, geográficamente
localizado en Asia, Africa y América Latina, a ejemplo de los movimientos de
liberación nacional y/o de las revoluciones contra el capital. Pueden ser
recordadas, entre otras, las revoluciones de China, de Vietnam, de Cuba y también
las revoluciones Iraní y Nicaragüense.
10
de activo financiero, atrayendo fondos líquidos en busca de inversiones financieras
rentables y seguras. Esto representó el financiamiento de los déficits
presupuestarios mediante aplicación, en los mercados financieros, de bonos del
tesoro y otros activos de la deuda. Esas medidas se extienden a los países de la
OCDE y, en los años 90, a los países de “economía de transición” (Rusia y países
del Este) y a los países de industrialización reciente de Asia y de América Latina.
11
créditos a la industria y agricultura, políticas sociales y servicios públicos, entre
otros).
En una segunda etapa, a partir de 1994, los mercados de las bolsas de valores
(compra y venta de acciones) ocupan el escenario económico, con la compra de
acciones de los grupos industriales por las instituciones financieras, que apuestan
en la lucratividad futura de esas empresas. Pasan, entonces, a imponer, más allá
del mantenimiento del monopolio tecnológico y de los estímulos al “trabajo de
concepción creativa” sobre su control (Tauille, 2001; Carmo, 2003), normas de
rentabilidad, exigencias relativas a la productividad y a la intensificación del
trabajo, bajos salarios, cambios organizacionales en las estrucuturas productivas,
“flexibilidad” de las formas de remuneración, etc. El peso recae sobre el aumento
del desempleo estructural y el consecuente retroceso del poder sindical, cuya
desarticulación fue parte de una estrategia política ultraliberal, como condición de
viabilizar la rebaja salarial y estimular la competitividad entre los trabajadores
(Anderson, 1995). Se amplía el alargue de la jornada de trabajo, estimulada por las
formas participativas de gestión volcadas a capturar el consentimiento pasivo del
trabajador a las estrategias de elevación de la productividad y de rentabilidad
12
empresarial. La reducción del trabajo protegido tiene en su contracara la expansión
del mercado precario, temporario, subcontratado, con la pérdida de derechos y
ampliación de la rotatividad de la mano de obra.
11
Cf. Harvey (1993); Bihr (1999); Antunes (1995, 1997, 2003); Alves (2000); Mattoso (1995);
Larangeira (1999); Motta y Amaral (1998), entre otros.
13
agravando la estagnación de las economías y el desplazamiento de la parcela de
lucros para la aplicación financiera.
14
considerable de valor a favor del presupuesto público- requieren mayor
canalización de rendimientos sociales para el Estado. El Estado funciona como
pilar del capital privado, ofreciéndole, por medio de subsidios estatales,
posibilidades de inversiones lucrativas en las industrias de armamento, protección
al medio ambiente, préstamos a los países extranjeros e infraestructura. La
hipertrofia del Estado propicia mayor control sobre los rendimientos sociales, lo
que amplía los intereses de los grupos capitalistas en interferir en las decisiones
del Estado12.
12
“Esa `re-privatización´ no oficial, por así decir, de la articulación de los intereses de la clase
burguesa es una contrapartida de la concentración y centralización creciente del capital. Es la
sombre inseparable de la autonomía y de la hipertrofia cada vez mayores del Estado burgués
tardío” (Mandel, 1985: 344)
15
interior de la nación y en su proyección externa. El extiende su poder a las
instituciones financieras internacionales, por medio del apoyo económico, de la
influencia en la elección de sus líderes y de la interferencia a favor de políticas
favorables a las empresas multinacionales de sus países.
Al mismo tiempo en que el Estado recolonizado parece débil ante las demandas de las
instituciones financieras internacionales, es fuerte cuando traduce esas demandas en
políticas nacionales […] Quien habla de un Estado liberal, habla de un Estado poderoso,
que impone e implanta políticas (Petras, 2002: 163-64)
16
empresas, con recursos oriundos de las más diversas fuentes, y en especial de los
contribuyentes, inclusive los de baja renta. Así, el estado continúa fuerte, lo que
muda la dirección socieconómica de la actividad y de la intervención estatal,
estableciendo nuevas reglas para gobernar a favor del gran capital financiero.
Es preciso resaltar lo siguiente: los dos brazos en que se apoyan las finanzas –
las deudas públicas y el mercado accionario de las empresas- solo sobreviven con
decisión política de los estados y del soporte de las políticas fiscales y monetarias.
Ellos se encuentran en la raíz de una doble vía de reducción del estándar de vida
del conjunto de los trabajadores¡, con el efectivo impulso de los Estados
nacionales: por un lado, la privatización del Estado, el desmonte de las políticas
públicas y la mercantilización de los servicios, la llamada flexibilización de la
legislación protectora del trabajo; por otro, la imposición de la reducción de los
costos empresariales para salvaguardar las tasas de lucratividad, y con ellas la
reestructuración productiva, centrada menos en el avance tecnológico y
fundamentalmente en la reducción de los costos del llamado “factor trabajo” con
elevación de las tasas de explotación. De ahí a la desindustrialización expresada
en el cierre de empresas que no consiguen mantenerse en la competencia ante la
17
apertura comercial, redundando en la reducción de los puestos de trabajo, en el
desempleo, en la intensificación del trabajo de aquellos que permanecen en el
mercado, en la ampliación de las jornadas de trabajo, de la clandestinidad y de la
invisibilidad del trabajo no formalizado, entre otros aspectos.
Una contradicción interna está presente entre los intereses de los segmentos
capitalistas financieros y productivos. La autonomía de las finanzas es relativa, una
vez que los capitales que ahí se valorizan nacen en la esfera productiva sobre las
formas de lucros no reinvertidos en la producción, de salarios, de rendimientos
retenidos por la vía fiscal o sobre las especulaciones del crédito al consumidor,
salarios guardados en los fondos de jubilación. Estos, al entrar en la esfera
financiera, buscan mayor rentabilidad. Al mismo tiempo, las ventajas obtenidas en
el mercado financiero drenan recursos que podrían ser canalizados para la
ampliación del parque productivo. Paralizan la economía y penalizan al conjunto de
la población para el que transfieren el peso de esos procesos.
18
sociales del trabajo aprisionadas por las relaciones sociales que las sustentan.
Potencia contradicciones sociales de toda naturaleza, que impulsan las
necesidades sociales radicalizadas (Heller, 1978: 87-113): aquellas que nacen del
trabajo y motivan una praxis que trasciende el capitalismo y apunta para una libre
individualidad social emancipada de las trabas de la alienación –de la sociabilidad
reificada-, cuyas bases materiales están siendo, progresivamente, producidas en el
proceso histórico en curso.
[…] la teoría se transforma en poder material tan luego de apodera de las masas. La
teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem,
y argumenta y demuestra ad hominem cuando se torna radical: ser radical es tomar las
cosas por la raíz. Más la raíz para el hombre es el propio hombre […] En un pueblo la
teoría se realiza solamente en la medida en que es realización de sus necesidades […]
Una revolución radical solo puede ser la revolución de las necesidades radicales… (Marx,
1977b: 8-9)
13
Marx, refiriéndose a Alemania, indaga: “¿Dónde reside, pues, la posibilidad positiva de la
emancipación alemana? Respuesta: en la formación de una clase con cadenas radicales, de
una clase de la sociedad civil que no es una clase de la sociedad civil; de un estamento, que
es disolución de todos los estamentos; de una esfera que posee un carácter universal por sus
sufrimientos universales y que no reclama para sí ninguna justicia especial, porque no se
comete contra él ninguna injusticia especial, más la injusticia pura y simples; que ya no puede
reclamar un título histórico, más simplemente el título humano; que no se encuentra en
oposición unilateral a las consecuencias, más en una oposición unilateral a los presupuestos
del estado alemán; de una esfera, en fin, que no puede emanciparse, sin emancipar todas las
otras esferas de la sociedad y, al mismo tiempo emancipar todas ellas; que es, en una palabra,
la pérdida total del hombre y que, por tanto, solo puede recuperar a si misma a través de la
recuperación total del hombre. Esta disolución, de la sociedad como un estamento particular es
el proletariado”. (Marx, 1977a: 12-13)
19
desempleo y sus mitos, una de las expresiones más dramáticas de la cuestión
social en el presente. Componen esa mitología innumerables aforismos, tales
como: existe una connivencia entre los patrones y asalariados a costa de los
desempleados –o sea, los “outsiders” están desempleados por causa de los
“insiders”- atribuyéndose a los trabajadores las causas del desempleo; este es
reforzado por los subsidios al desempleo, que desanimarían la búsqueda de
empleos. Otra máxima es la de que el crecimiento del desempleo es un momento
necesario y penoso de la mutación tecnológica, de la automatización y
reestructuración del aparato productivo, que destruye temporariamente empleos,
pero también vuelve a crearlos en otro lugar, con el restablecimiento de la tasa de
lucro. De ahí la absorción del desempleo es tomada como mera cuestión de
tiempo para formar trabajadores, para su reciclaje o para su envejecimiento. Se
insinúa así que los desempleados serían “inadaptados” porque no presentan las
calificaciones exigidas para los nuevos puestos de trabajo. En consecuencia, la
programática se centra en las políticas de recalificación de la mano de obra. Otro
libelo de las causas del desempleo es el “elevado costo del trabajo”: aunque el
salario directo esté en un nivel “conveniente”, los tributos sociales son
“excesivos”14.
14
Para una contestación de muchos de estos mitos, revisar: Oliveira, C.A.B. y Mattoso, J.E.L.
(1996).
15
El autor integra el análisis marxista con la contribución regulacionista, procurando mantener
una distancia tanto del “catastrofismo marxista”, cuanto de los “postulados armoniosos” de la
Escuela de la regulación. Para él, el dilema es articular la producción con lucro y la venta de las
mercancías. Su tesis es la de que “para funcionar correctamente [el capitalismo] debe
simultáneamente producir con lucro y vender las mercancías así producidas. Esas dos
condiciones son contradictorias y no pueden tornarse compatibles duraderamente, porque el
capitalismo no dispone de dominio de la economía que permita regular, duraderamente, esas
contradicciones. Son, pues, las relaciones sociales fundamentales que están en cuestión: cada
gran crisis combina un problema de salida del flujo y de valorización del capital” (Husson, 1999:
40). Para el analista, la noción de norma de consumo, de Aglietta (1991), valoriza un aspecto
importante de la reproducción, que tiene que ver con la articulación entre el valor de uso y el
valor, pues no todos los modos de consumo son compatibles con las condiciones generales de
producción. Es preciso que la estructura de la producción sea adecuada al consumo del punto
de vista del valor de uso o de las necesidades sociales. Husson trae la cuestión de la
realización del valor, de la necesaria correspondencia entre producción y rendimiento, volcada
20
redunda en una crisis estructural profunda que exprime la pérdida progresiva de
legitimidad de los criterios de eficacia capitalista. En ese sentido, para Husson,
esta es tanto una crisis clásica –visto que la desregulación libera, agravando, el
juego de las contradicciones del funcionamiento del capitalismo- como también
una crisis enteramente inédita, pues no se trata de una perturbación coyuntural,
más de la crisis de uno de los principios esenciales del capital –el valor trabajo-,
revistiendo la forma de una mundialización ampliada.
Como acentúa Netto (2001: 48) el problema teórico que envuelve la cuestión
social es el de determinar concretamente la relación entre sus expresiones
emergentes y el conjunto de mediaciones envueltas en las modalidades vigentes
de explotación del trabajo: “si la ley general de la acumulación capitalista opera
independientemente de las fronteras nacionales, sus resultantes societarios traen
la marca de la historia que la concretiza”. De ahí deviene la importancia de
considerar las particularidades histórico- culturales nacionales, en el análisis de la
cuestión social.
………………………………………………………………………………………………….
3.1 Preliminares
21
reproducidas en el movimiento contradictorio de las relaciones sociales, alcanzando
plenitud de sus expresiones y matices en tiempo de capital fetiche. Las
configuraciones asumidas por la cuestión social integran tanto determinantes
históricos objetivos que condicionan la vida de los individuos sociales, como
dimensiones subjetivas, producto de la acción de los sujetos en la construcción de la
historia. Ella expresa, entonces, una arena de luchas políticas y culturales en la
disputa entre proyectos societarios formados por distintos intereses de clase en la
conducción de políticas económicas y sociales, que trazan el sello de las
particularidades históricas nacionales.
17
Para profundizar este tema comparar los discursos de maestría realizadas bajo mi
orientación: Escurra (1996) y Reis (2002)
22
inversamente como crecimiento absoluto de la población trabajadora, más rápido que
los medios de su ocupación.
Crece, pues, una superpoblación relativa para ese modelo de desarrollo: no los
“inútiles para el mundo” a los que se refiere Castel (1998), sino los superfluos para el
capital, incitando a la competencia entre los trabajadores -la oferta y demanda-, con
evidente interferencia en la regulación de los salarios (aunque estos dependan de la
grandeza de la acumulación ). Entre esa superpoblación relativa –que en la época de
la revolución industrial inglesa era calificada de ejército industrial de reserva- se
encuentran los segmentos intermitentes, sujetos a las oscilaciones cíclicas y
eventuales de absorción y repulsión de trabajo en los centros industriales: la
superpoblación latente en la agricultura, producto de la reducción de demanda de
fuerza de trabajo resultante de su proceso de industrialización, no acompañada de
igual capacidad de absorción de los trabajadores en los polos urbano-industriales.
18
“El pauperismo constituye el asilo de los inválidos del ejercito activo de trabajadores y el
peso muerto del ejercito industrial de reserva. Su producción está incluida en la producción de
superpoblacion relativa, su necesidad en la necesidad de ella, y ambos constituyen una
condición de existencia de la producción capitalista y del desarrollo de la riqueza. Pertenece a
los faux frais de la producción capitalista que, mientras, el capital trasfiere a los hombros de la
clase trabajadora y de la pequeña clase media” (Marx,1985 b:209,t. 1, v.II)
23
trabajo, y desempleados, niños y adolescentes y segmentos indigentes incapacitados
para el trabajo (ancianos, víctimas de accidentes, enfermos etc.) cuya sobrevivencia
depende de la renta de todas las clases, y, en mayor medida, del conjunto de los
trabajadores.
19
“Cuanto mayor es la riqueza social, el capital en funcionamiento, el volumen de energía de
su crecimiento, también lo es la grandeza absoluta del proletariado y la fuerza productiva de su
trabajo, y tanto mayor el ejército industrial de reserva. La fuerza de trabajo disponible es
desarrollada por las mismas causas que la fuerza expansiva del capital. La grandeza
proporcional del ejército de reserva crece, entonces, con las potencias de la riqueza. Cuanto
mayor es ese ejército de reserva en relación al ejército activo de trabajadores, más sólida es la
superpoblación consolidada, cuya miseria está a la inversa del suplicio de su trabajo. Cuanto
mayor es, finalmente, la condición hambrienta de la clase trabajadora y el ejército industrial de
reserva, tanto mayor el pauperismo oficial. Esta es la ley absoluta general de la acumulación
capitalista” (Marx,1985b : 209,t. 1, v.II)
20
El concepto de trabajador libre contiene implícito que él mismo ya es un empobrecido, un
pobre virtual.
Respecto a las condiciones económicas, estas se dan por la mera capacidad de trabajo, y, por
esto, el trabajador está dotado de necesidades vitales. Es un necesitado en todos los sentidos,
no visible en la determinación de las condiciones objetivas para la realización de su capacidda
de trabajo. Cuando el capitalista no necesita de las horas extras de trabajo del individuo, este
no puede realizar el trabajo necesario, producir sus medios de subsistencia.
Cuando no puede obtenerlos por medio de intercambio mercantil, los obtendrá por medio de
caridad o limosnas que sobren para el de la renta de todas las clases. (Marx, 1980b; 110, v. 2).
Es interesante observar la actualidad de esta interpretación, cuando la llamada de la filantropía
del capital y del trabajo voluntario son unas de las tónicas de las respuestas a la cuestión social
en la actualidad. Nos recuerda al debate de Marx con Proudhon, en la miseria de la filosofía
(Marx, 1970: 11), acerca de las diferentes escuelas de interpretación de las relaciones sociales
capitalistas por parte de los intelectuales de la burguesía. Entre ellas, Marx destaca la “Escuela
humanitaria”, y destaca “el lado malo de las relaciones de producción actuales. Para la
tranquilidad de conciencia se esfuerza por aparentar lo más posible los contrastes reales,
24
necesitado, excluido de toda la riqueza objetiva, dotado de mera capacidad de trabajo
y alejado de las condiciones necesarias para la realización objetiva en la creación de
sus medios de sobrevivencia.
deplora sinceramente las penas del proletariados y la desenfrenada competencia entre los
burgueses, aconseja a los obreros que sean sobrios, trabajen bien y tengan pocos hijos,
recomienda a los burgueses que moderen su ardor en la esfera de la producción (…) Escuela
Filantrópica es la escuela humanitaria perfeccionada. Niega la necesidad de antagonismos;
quiere convertir a todos los hombres en burgueses; quiere revisar la teoría distinguida de la
práctica y que no contenga antagonismos. (…) por consiguiente, los filántropos quieren
conservar las categorías que expresan las relaciones burguesas, por eso el antagonismo que
constituye la esencia de esas categorías es inseparable de ellas. Los filántropos alegan que
combaten seriamente la práctica burguesa, pero son más burgueses que nadie”.
25
denso de conformismos y rebeldías, expresando la conciencia y la lucha por el
reconocimiento de los derechos de cada uno y de todos los individuos sociales. Es en
ese terreno de disputas que trabajan los asistentes sociales.
Es importante recordar que fueron las luchas sociales las que rompieron el
dominio privado en las relaciones entre capital y trabajo, extrapolando la cuestión
social a la esfera pública. Los conflictos sociales pasan a exigir la intervención del
Estado en el reconocimiento y en la legalización de derechos y deberes de los sujetos
sociales envueltos, consustanciados en las políticas y servicios sociales.
Exactamente por eso, descifrar las nuevas mediaciones por medio de las
cuales se expresa la cuestión social hoy es de vital importancia para el Servicio
Social21 en una doble perspectiva: para que se pueda tanto aprehender la variedad de
expresiones que asumen, en la actualidad, las desigualdades sociales -su producción
y reproducción ampliada-, como proyectar y forjar formas de resistencia y de defensa
de la vida. Formas de resistencia ya presentes, a veces de modo parcialmente oculto,
en el cotidiano de las clases mayoritarias de la población que dependen del trabajo
para su sobrevivencia.
21
Anteriormente ha sido tratado el tema: Iamamoto y Carvalho (1982); Iamamoto (1998a);
Iamamoto (2000:45-70); Iamamoto (2001a:09.33) y Iamamoto (2004:17-50).
26
trata, al contrario, de una “vieja cuestión social” inscripta en la propia naturaleza de las
relaciones capitalistas, más que en la contemporaneidad, se reproduce bajo nuevas
mediaciones históricas y, al mismo tiempo, asume inéditas expresiones derramadas
en todas las dimensiones de la vida social. Se alteran las bases históricas en que
ocurre la producción y reproducción de las desigualdades en las periferias mundiales,
en un contexto de internacionalización de la producción, de los mercados, de la
política y de la cultura, bajo el comando del capital financiero, las cuales son
acompañadas por luchas veladas y abiertas, nítidamente desiguales.
27
La expresión cuestión social es extraña al universo de Marx, habiendo sido
acuñada en 1830 (Castel, 1998), en el marco del reformismo conservador.22 (Netto,
1992; 2002; Iamamoto, 1992a). Históricamente, ella fue tratada bajo un ángulo de
poder, vista como amenaza que la lucha de clases –en especial, la presencia política
de la clase obrera- representaba al orden instituido. Entre tanto, los procesos sociales
que traduce se encuentran en el centro del análisis de Marx sobre las clases sociales y
sus luchas en la sociedad capitalista. En esa tradición intelectual, como ya se expuso,
el régimen capitalista de producción es tanto un proceso de producción de las
condiciones materiales de la vida humana, como un proceso que se desarrolla bajo
relaciones sociales de producción –histórico/económicas- específicas. En su dinámica,
produce y reproduce sus exponentes: sus condiciones materiales de existencia, las
relaciones sociales contradictorias y formas sociales a través de las cuales se
expresan. Existe, pues, una indisociable relación entre la producción de los bienes
materiales y la forma económico/social en que es realizada, esto es, la totalidad de las
relaciones entre los hombres en una sociedad históricamente particular, regulada por
el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social.
22
Es conocida la programática reformista conservadora de la Iglesia Católica expresada, por
primera vez, por León XIII, en la apertura de caminos para esta institución en la modernidad. Al
naturalizar el orden capitalista, propone un amplio programa para su moralización, movilizando
a los laicos en esa misión, contra los anarquistas y socialistas. Mas allá de esa versión del
conservadurismo confesional, que influenció largamente el ideario del Servicio Social, existe el
conservadurismo laico del nacimiento de la Sociología, cuya expresión más importante fue
Durkheim. (Nisbet, 1969; 1980; Bottomore y Nisbet, 1980). Netto (2002) destaca, también, el
conservadurismo protestante prusiano, cuyo máximo representante fue Bismark. Él fue el
pionero promotor de las políticas sociales como anticipación a las demandas de un proletariado
combativo, representado por el primer partido de masas, el Partido Social Demócrata Alemán,
cuando la burguesía aún era débil en ese país, en las décadas del 70-90 del siglo XIX.
28
la transformación de sus manifestaciones en objeto de programas focalizados de
“combate a la pobreza”, o en expresiones de la violencia de los pobres, cuya
respuesta es la seguridad y la represión oficiales. Nos recuerda el pasado, cuando era
concebida como caso de la policía, lo opuesto de ser objeto de una acción sistemática
del Estado en el tratamiento de las necesidades básicas de la clase obrera y otros
sectores trabajadores. En la actualidad, las propuestas inmediatas para enfrentar la
cuestión social, en Brasil, actualizan la articulación asistencia focalizada/represión, con
el apoyo del brazo coercitivo del Estado, en detrimento de la construcción de consenso
necesario al régimen democrático, lo que es motivo de inquietud.
Una doble trampa puede rodear el análisis de la cuestión social cuando sus
múltiples diferencias y expresiones son desvinculadas de su génesis común,
desconsiderando los procesos sociales contradictorios – en su dimensión de totalidad-
que las crean y las transforman.
29
violencia, el trabajo infantil, la violación de los derechos humanos, las masacres
indígenas, etc.).
23
La óptica de análisis del autor será detallada a seguir en el cuerpo de este texto.
30
“desestabilización de los estables”, a la precariedad, al crecimiento de los “sobrantes”,
a la cultura de lo aleatorio, lo que, en las cifras oficiales aparece como “exclusión”.
Como las fisuras por ella responsables están localizadas en el “corazón de la
condición salarial” la lucha contra la “exclusión” incide sobre la regulación del trabajo y
del sistema de protecciones a él vinculadas. El camino anunciado para responder a la
cuestión social se encuentra en la senda de la lucha por el derecho al trabajo.
31
reproducción ampliada de esa misma sociedad. Los “excluidos no protagonizan ni
representan una contradicción en el interior del proceso productivo”, son contemplados
como “residuo” que crece en un desarrollo considerado “anómalo”, lo que redunda en
una lucha conformista y habla de un proyecto de afirmación del capitalismo, y de los
que a él adhieren. Según el autor, el discurso de la exclusión es la expresión
ideológica de una praxis limitada de la clase media y no de un proyecto anticapitalista
crítico, cuyo desafío es dar vuelta la sociedad de acumulación. Considera la exclusión
social “un síntoma grave de una transformación social, que viene, rápidamente
haciendo, de todos, seres humanos descartables, reducidos a condición de cosa,
„forma extrema de la vivencia de la alienación y de la cosificación de la persona‟, como
ya apuntaba Marx, en sus estudios sobre el capitalismo” (Martins, 2002: 20).
32
las formas anteriores de organización de la producción y de la sociedad regidas por la
división del trabajo, previas al capitalismo industrial. La cuestión social pasa a ser
dotada de un “carácter de clase específico”, que constituye las relaciones sociales bajo
el dominio del capital:
La cuestión social no es sino las expresiones del proceso de formación y desarrollo de la clase
obrera y su ingreso en el escenario político de la sociedad, exigiendo su reconocimiento como
clase por parte del empresariado y del Estado. Es la manifestación en el cotidiano de la vida
social, de la contradicción entre el proletariado y la burguesía, la cual pasa a exigir otros tipos
de intervención, más allá de la caridad y de la represión. El Estado pasa a intervenir
directamente en las relaciones entre el empresariado y la clase trabajadora estableciendo no
solo una reglamentación jurídica del mercado de trabajo, a través de legislación social y
laboral específicas, sino también gobernando la organización y prestación de servicios
sociales, como un nuevo tipo de enfrentamiento de la cuestión social. (Ídem: 77).
La primera afirmaba que las respuestas a la cuestión social sufren alteraciones más
significativas en las coyunturas de la crisis económica y de la crisis de hegemonía en
el conjunto del poder.24 La segunda destacaba dos dimensiones necesarias al análisis
del tema, las cuales eran: por un lado, la situación objetiva y subjetiva de la clase
trabajadora, de cara a los cambios en el modo de producir y de apropiarse del trabajo
excedente y de su capacidad de organización y lucha, y por otro, las diferentes
maneras de las fracciones dominantes, apoyadas en el poder del Estado, que
interpretaban y actuaban sobre la situación de la clase trabajadora. Pero más allá de
las especificidades de esas formas de enfrentamiento, lo que las unifica es la
contradicción entre el trabajo social y la apropiación privada del trabajo, de sus
24
“Así, a medida que avanza el desarrollo de las fuerzas productivas, de la división del trabajo y su
consecuente potenciación, se modifican las formas y el grado de explotación de la fuerza de trabajo. Se
modifica concomitantemente, el posicionamiento de las diversas fracciones de las clases dominantes y
sus formas de actuar frente a la cuestión social, lo que ingresa en escena a los intereses específicos de
esos grupos y la lucha por el poder existente en su interior” (Iamamoto, en: Iamamoto y Carvalho, 1982:
78).
33
condiciones y sus resultados, traducida en la valorización creciente del capital y en el
crecimiento de la miseria relativa del trabajador.
25
Recordamos que este texto fue originalmente escrito en 1982, aunque publicado una década más
tarde
26
Ciertamente el autor se está refiriendo a los orígenes de la profesión en Europa, pues la economía
brasilera de los años 30 del siglo XX, aunque inscripta en el orden mundial monopólico, no se organiza
internamente bajo la regulación monopolista, lo que solo ocurrirá más tarde, en las décadas de 50 y 60
(Fernández, 1975). Atender a estas distinciones es importante para evitar lecturas del autor que
transfieren mecánicamente, para el país, dinámicas y ritmos de procesos europeos.
34
niega el ideario liberal, resituándolo. Corta el ideario liberal interviniendo en las
políticas sociales, lo recupera, al cargar la continuidad de las secuelas al individuo
mónada, responsabilizándolo por sus éxitos y sus fracasos. Así, al mismo tiempo, el
Estado afirma el carácter público de la cuestión social, administrando sus refracciones
–que asumen un carácter masivo- y refuerza la apariencia de la naturaleza privada de
sus manifestaciones individuales, tomadas como problemas de los individuos aislados.
De esa forma captura los espacios privados, subordinándolos al movimiento del capital
que extrapola el territorio de la producción, haciendo que todo lo cotidiano pase a ser
administrado, impregnándolo de la lógica de la mercantilización universal de las
relaciones sociales. Invade áreas que anteriormente el individuo podía reservarse
como espacios de autonomía, como la familia, el goce estético, el ocio o el erotismo.
La metamorfosis del ethos individualista aparece resituada como privilegio de las
instancias psicológicas de la existencia social, en la inflación de la privacidad y en la
tendencia a la “psicologización” de las relaciones sociales. Este proceso encuentra en
el anticapitalismo romántico su arsenal teórico-cultural: afirma la aquiescencia a lo
“dado”, naturalizando el orden social y la especificación del ser social es adeudada a la
esfera de la moral, en una apología indirecta al orden imperialista.
35
la caridad privada por parte de las clases dominantes –rompiendo con la filantropía-
para transformarse en uno de los engranajes de la ejecución de las políticas públicas y
de los sectores empresariales, que se convierten en sus mayores empleadores.
36
clásico y contemporáneo. El debate es impulsado por el proceso de construcción de
un proyecto de formación profesional a nivel nacional, en la década del 90, que
incorpora y avala la producción brasilera especializada sobre cuestión social y políticas
sociales en las últimas tres décadas a la luz de los particulares procesos históricos
experimentados en el País. (ABESS/CEDEPSS, 1996; 1997ª y 1997b; ABEPSS, 2004)
27
Castel (2000a:237) aclara que el modelo de sociedad salarial por él analizado se refiere al contexto
europeo, especialmente el francés. Alerta esto para el riesgo de generalización de otras realidades
donde la sociedad salarial no existió verdaderamente, como en el caso de Brasil.
37
singulariza su producción. Aunque el punto de partida sea el universo teórico de
Durkheim, se dejó sorprender por la realidad, en lo que se revela como su principal
hipótesis: “existe una fuerte correlación en el lugar ocupado en la división social del
trabajo y la participación en las redes de sociabilidad y los sistemas de protección que
cubren al individuo frente a las eventualidades de su existencia”. (Idem:24). El autor
contesta los modismos apocalípticos en cuanto al fin del trabajo asalariado y sostiene
que el mismo ocupa un lugar central en la estructura social francesa y dispone de una
importancia decisiva en la vida de las personas. Para él, hablar de la pérdida de
centralidad del trabajo es “confundir el hecho de que el empleo perdió mucho su
consistencia con el hecho de que estaría perdida por consiguiente su importancia”. Es,
aún por el trabajo y por su falta, sea este precario o no, “que continúa en desarrollo
hoy en día el destino de la gran mayoría de los actores sociales”. (Castel 1998a:157).
38
trabajo (jubilación), lo que subyace en el núcleo del Estado Social –un Estado social
demócrata- dando cuerpo al compromiso social implicado en el trabajo y con su
estatus.
28
Como se puede notar, esta noción de “inútiles para el mundo” o “supernumerarios” es
enteramente distinta de la noción de superpoblación relativa de Marx.
39
subyacentes en el texto, haciéndolos emerger de modo de atribuir transparencia en los
argumentos, en sus implicaciones teóricas y sociales y las acciones a ellas
conectadas, demostrando lo que está oculto en el ángulo del análisis adoptado.
29
La teoría de regulación tiene su expresión teórica original más importante en el trabajo de
Michel Aglietta (1991), Regulación y crisis del capitalismo. La experiencia de los Estados
Unidos, publicado en francés en, en 1976. De acuerdo con Braga (2003) los regulacionistas, a
partir de la crítica a la teoría del valor trabajo, la lucha de clases es de cierta influencia
althusseriana, y elaboran una teoría sistémica centrada en la ideología progresista de la
sociedad salarial, producto del fordismo. Buscan que las regularidades sociales y económicas
que permiten analizar las formas “como los regímenes de acumulación, en el largo plazo, son
estabilizados”. Su grupo fundador está conformado por tecnócratas reformistas, impregnados
del marxismo occidental, cuya preocupación central es focalizar como se realiza y regula
históricamente la relación entre el capital y el trabajo. A partir de 1991, con el Frente Popular en
el poder, se convierten en “Consejeros del Príncipe”, desarrollando sus elaboraciones en el
centro de la alta administración del Estado francés y paralelamente en la Universidad. Sus
fuentes teóricas son eclécticas, incluyendo el marxismo, la sociología estructuralista genética
(Bourdieu), la macroeconomía kaleckiana, la escuela histórica de los Annales y la ciencia
política pública.
30
Las sintéticas observaciones que se hacen aquí están apoyadas en la obra de Braga ya
citada, en las cuales pueden ser encontradas un rico desarrollo de las ideas aquí presentadas.
40
como indica Boyer (Braga, 2003:34). La reproducción social es transformada en una
técnica de regulación institucional, situada en la esfera de los aparatos institucionales,
como ideología estatal.
31
Como señala Moraes Neto, es preciso evitar la trampa de criticar el desorden del
postfordismo, teniendo como referencia el orden fordista acabado. La visión triunfal del
fordismo expresa una visión empobrecida sobre el vínculo entre trabajo y ciudadanía. “Esta
estaría resguardada en la medida en que todos tuviesen concretado el derecho al empleo de
su fuerza de trabajo para el capital (en los moldes Taylor-Ford) y recibiesen un salario justo,
permitiendo un patrón de consumo decente”. (Moraes Neto, 2003:115).
32
“La teoría de la regulación salarial apaga el carácter conflictivo de la lucha de clases mismo
cuando ella se imprime a través de las relaciones de fuerza pacificadas por las negociaciones
colectivas y por la creación de instituciones sociales” (Lojkine, 2000: 14-15).
41
un Estado soberano, supraclasista, presentado como un Estado del conjunto de los
trabajadores, y no del capital: el Estado Social. Este totaliza los conflictos,
institucionalizándolos y transformándolos en normas sociales, como salida para la
crisis. Libera así, a los grupos sociales de una presión más intensa y masiva, traducida
en la inmediatez de los conflictos. La disyuntiva es “organización o barbarie”, en lugar
de “socialismo o barbarie”. Dice Braga (Idem: 68): “De todos los instrumentos de
reproducción de las condiciones de clases, el Estado es propuesto como el mediador
del progreso social”. Se busca un modo de regulación dentro del capitalismo,
alternativo al socialismo y a las propuestas neoliberales. Un modo de regulación que
se sustancia en la denominada tercera vía, fundada en el imperativo de la cohesión
social. La propuesta es restaurar los hilos del progreso por medio de la norma. Para
eso, es necesario un compromiso social, capaz de legitimar la mejora de las
condiciones de vida de la clase trabajadora con la mantención de las tasas de lucro:
vivir bien dentro del capitalismo, libre de las cadenas de las determinaciones clasistas,
haciendo que la eficacia de la economía vacíe el potencial emancipador de la política.
La sociedad salarial realiza un programa de reformas imaginado por Durkheim (1995): diluir el
peligro del proletariado. (…) La sociedad salarial tendría superada a la sociedad burguesa: el
siglo XX fue testigo de los condicionantes de la extrapolación de los salarios y de las fábricas
conquistando cada rincón de la vida social. “La sociedad burguesa estaba fundada en la ley, la
sociedad salarial reposa en la normalización (Castel, 1998). La sociedad burguesa sería
homogeneizante; pronunciaría equivalencias. La normalización, por el contrario, separaría,
definiendo espacios y distribuyendo individuos por funciones, estratificando grupos y asignando
papeles”. (Braga, 2003: 78-89).
De ahí el problema central pasa a ser las formas de inclusión social: las “fallas”
del mercado que deben ser minimizadas a partir de la intervención del interés público.
Los elementos indicados son suficientes, en los límites de este texto, para atribuir
visibilidad a los fundamentos teóricos y el direccionamiento político, de la propuesta de
análisis de Robert Castel sobre la metamorfosis de la cuestión social.
42
como una expresión del “pensamiento social demócrata”.33 Para el autor, el desarrollo
del Estado providencia “casi consiguió vencer la antigua inseguridad social y el miedo
del futuro”. Pero en la década del ´70 entra en colapso la utopía de una “sociedad libre
de necesidades”, del individuo protegido de los principales riesgos de existencia, ante
el crecimiento del desempleo – y de las inseguridades sociales que de ella surgen, de
las nuevas formas de pobreza y de desigualdades. Más allá de las desigualdades que
ya estaban, surgen nuevas desigualdades, como las conductas incivilizadas, fruto de
la implosión del modelo familiar, y nuevas formas de violencia, manifestaciones de la
crisis de la civilización y del individuo (Fitousi y Rosanvallon, 1997). Como los
“fenómenos de la exclusión no se encuadran en las antiguas categorías de explotación
del hombre”, se obtiene una nueva cuestión social, que se traduce por la “inadaptación
de los antiguos métodos de gestión de lo social” atestiguado por la crisis del Estado
Providencia.
Superada la crisis de la década del 70, la misma sufre una nueva inflexión en
los años 90 en función de los problemas de financiamiento, en los gastos onerosos del
aparato estatal y de la disolución de los principios de organización de la solidaridad
fundada en la noción de riesgo social y del fracaso de la concepción “tradicional” de
los derechos sociales. El Estado Providencia es insustituible en la mantención de la
cohesión social, pero debe ser restituido en la perspectiva de la solidaridad y no de los
derechos sociales. Ese Estado se apoyó en el seguro como instrumento de justicia,
capaz de adecuar el principio de solidaridad a la responsabilidad en la forma de un
contrato social, en el cual la sociedad y el Estado se encontraban implicados. Cuando
el riesgo se estabiliza ampliando su escala, se pierde su pertinencia como base de la
gestión de lo social, puesto que es sustituido por la precariedad y la vulnerabilidad,
que requiere un nuevo contrato social.
33
La traducción y publicación, como parte de la Colección del Pensamiento Social Demócrata,
del libro clásico de Pierre Rosanvallon, La nueva cuestión social, fue realizada por el Instituto
Teotonio Villela. Este tiene por finalidad propiciar a los líderes del Pensamiento Social
Demócrata Brasilero “todas las informaciones necesarias para la comprensión del proceso de
constitución y desarrollo de la social democracia”, lo que justificaría repensar la nueva cuestión
social ante la crisis del Estado providencia europeo. Esta expresión es consagrada por el autor
en el libro de igual título en la década del 1980 (Rosanvallon, 1997).
43
inseguridad económica asociada al desempleo aunque sea importante por sus
“efectos”, surgirán otras modalidades de inseguridad: la ruptura de las familias y las
amenazas internacionales etc., modalidades que apuntan más para el Estado clásico
que para el Estado Providencia. El autor propone un “Estado Providencia activo”,
volcado a un nuevo derecho de inserción social, capaz “de personalizar sus medios de
actuación”, pues “en materia de exclusión y desempleo de larga duración solo existen
situaciones particulares” (Rosanvallon, 1998:26). Un nuevo derecho social se sitúa en
una línea intermediaria entre el derecho y el contrato, al integrar el derecho a la
subsistencia y el derecho a la utilidad social, articulando la asistencia económica y la
participación social. Los ingresos mínimos de inserción son el ejemplo del derecho
basado en un “contrato de inserción”. Se trata de un derecho individualizado, que
supone un empeño personal del beneficiario en participar de actividades de inserción y
de compromiso de colectividad, que propone las actividades de inserción de acuerdo
con las necesidades. Se sustituye la “universalidad abstracta de los medios, por la
búsqueda práctica de los resultados” (Rosanvallon, 1998: 131). La justicia es
entendida como una “arbitraje social”, una “deliberación democrática”: la búsqueda de
un camino común sin preferencias individuales, escalas de valores o conceptos. La
sociedad es vista como “un entrelazamiento inestable de posiciones individuales y de
múltiples calificaciones económicas, sociales y profesionales” (Rosanvallon, 1998:62),
siendo desechada la victimización de lo social, siguiendo al modelo norteamericano.
En éste, la figura central no es el ciudadano sino la víctima de otro, siendo que la
justicia es aprehendida en términos de compensación y/o reparación individual.
Siguiendo al autor para analizar lo social, es necesario recorrer cada vez más la
historia individual, ya que las características objetivas no pueden ser separadas de las
características biográficas. Lo social se torna difícil de ser alcanzado, siendo necesaria
la “individualización de lo social”.
34
Se observa una coincidencia de los aspectos tratados por Martins (2002) aunque fueron
elaborados por este autor en una perspectiva totalmente distinta.
44
por la suma de las actividades de los individuos, “la fusión de sus características
individuales, formando características medias”.
45