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Poesía y Locura
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ME CONSTRUYO UN GIRASOL
Poesía y Locura
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Me construyo un girasol,
Poesía y Locura
LA BIBLIOTECA VIRTUAL
La presente obra no posee fines de lucro y es fruto de uno de los tantos trabajos
colectivos que se llevaron a cabo en el marco de la Biblioteca Virtual, un grupo creado
en la red social Facebook durante el Aislamiento Social Obligatorio que propició la
pandemia del COVID-19.
Así fue que, de alguna manera, muchos pudimos encontrarnos pese a la estricta
cuarentena impuesta por el gobierno y “La Biblioteca” obtuvo tanta repercusión que
los principales medios masivos de comunicación de dicho país, no tardaron en tomar
nota de lo que allí estaba sucediendo. Algo prácticamente inédito para un grupo
literario en la mencionada red social.
Por último, las ilustraciones del presente libro pertenecen a Colifato Ilustrado (Damian
Scokin), sin duda el miembro de La Biblioteca más atinado para dar imagen a este
poemario. Contacto vía Instagram: @colifatoilustrado / Facebook: Colifato Ilustrado.
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PRÓLOGO por Eugenia Simionato
En este libro podremos ver cómo el poeta hace uso del lenguaje, como un
arma o defensa, para nombrar la caída, los sonidos oscuros. Poesía como
un ojo lúcido que se interna en las formas degradadas de un sistema que
nunca dejó de encerrar lo que se desborda, dividiendo el funcionamiento
psíquico humano en La Normalidad. La locura encuentra su propia cura,
en la escritura, y deja en evidencia a ese sistema que goza del encierro y
que muchas veces esconde una farsa y una reproducción del infierno, en
nombre del cuidado y la Salud.
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En la poesía y en la locura
hay un mismo soplo.
JACOBO FIJMAN
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EL POETA Y EL MANICOMIO
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El hastío cae y se derrama
por el manicomio
Pensaba que no
pero sigo buscando
al padre que es
hijo de sí mismo
Siembra tiempo y
cosecharás temporales
La tarde se detiene y
los pocos internos
yacientes en el patio
no ofrecen resistencia al sol
sí la a la soledad
La tarde se detiene
pero igual se escucha
lo mismo de siempre
las tres frases más repetidas
uno ¿Tenés un pucho?
dos Me quiero ir
tres ¿Qué hay de comer?
en ese orden
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II
Cae la ansiedad y
se derrama por el manicomio.
Me quiero ir.
No. En verdad, no.
El vértigo escala por mis piernas.
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Un interno dijo al pasar:
“A lo único que hay que temer
es al miedo.”
Le pedí que lo repita:
“A lo único que hay
que temer es al miedo.”
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III
Cae la violencia y
se derrama por el manicomio.
Pienso en Foucault,
en el negocio de la salud.
Pienso en Nietzsche y en Pizarnik.
La tarde se detiene,
vence el hastío, la muerte se demora.
Sin embargo no reniego de esta reclusión.
Acaso me cuesta aceptar
mi destino sudamericano.
Daniel Grozo
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CANCIÓN
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PAREDES ALTAS
Paredes altas
rejas reforzadas
puertas de hierro
cerrojos y cerrojos
quedan entonces
unos ligustros
retorcido
y sin hojas
al borde de la muerte
las altas casuarinas
que silban en el viento
polvo de entonces
ligeros pozos quedan
algo también
de la demencia
recorre estos espacios
en las tardes
vacías
del domingo
revolotea
una sombra
incierta
por la plaza banca
y por las torres
construidas junto a
los mismos árboles
persiste
el aire vacilante
La mañana
sin tiempo
las noches blancas
sin sueño
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la rabia obstinada
bailando
como un trompo
Con un bastón
golpea el piso
con un palillo
dibuja
sobre el agua
con n trozo
de papel
que arruga y circunda
con las manos
construye barcos
Por momentos
salta del aire
al cielo
pierde su peso
por momentos
el rostro
opaco
se vuelve llamarada
Cuando el sol
cae
en la tardes
del domingo
cuando revolotea
sobre las altas
copas
la sombra
se empoza
en el corazón
hay desparpajo de muerte
estéril sequedad
sin música
ni aureola
una arbolada
deshilachada
construye planos
superpuestos
ojos
vacíos
superpuestos
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de sombras
contra la claridad
planos cortados
filos de planos
planos ubicuos
tejen las alas
del alma y de la tierra
sumergida al fin
en el ambiguo torbellino
yace la vida perturbada
una mancha de sombra
en la claridad
una mancha sin causa
erguida de pronto
entre los pastos
en medo de la luz
instaura la vieja turbulencia
fractura la tarde
deshilachada antiguos muros
rememora la demencia
Los hombres
no soportan
tanta irrealidad
tantos ojos extraviados
sobre los vidrios
frágiles
y ¡ay!
transparentes
Fue demolida
la piedra
roída
del escándalo
el aire
sube
y baja
el tiempo teje manchas
y osadías
qué es esa destrucción
piedra que cae
pétalo abierto
hoja deshojada
de su tallo
que apenas vuela
el insomnio
y el miedo
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este ladrillo rojo
y corroído
esta cruz
aire y luz
en la explanada
de la plaza
el desvarío
de este lado
sobre las torres
de ahora
navega la demencia
Hugo Gola
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RECADOS
Jorge Arrizabalaga
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CANTO DEL CISNE
.
Demencia:
el camino más alto y más desierto.
Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.
¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?
¡Piedad!
Jacobo Fijman
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SILBANDO BAJITO ANDO
Marisa Wagner
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CONFIRMACIÓN
Julia Pantotis
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LA VIDA ALBOROZADA
Oh dulce cuadro,
bajo los verdes árboles,
que mi paso detiene
como el letrero de una taberna.
La paz de los tranquilos días
me parece decididamente excelsa,
pero no preguntes nada,
pues yo he de decírtelo.
En lo alto de la colina
algunas tardes a reposar me siento,
mientras el viento alrededor de las cumbres silba
y suenan las campanas en la torre,
la contemplación trae la paz a mi corazón
que unido queda a esa imagen,
aliviando sus dolores
más allá de la razón.
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donde más sencilla es la Naturaleza
y más grandiosas las montañas,
a mi hogar regreso, pleno,
en busca del dorado vino.
Friedrich Hölderlin
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EXTRACCIÓN DE LA PIEDRA DE LA LOCURA
Elles, les âmes (...), sont malades et elles souffrent et nul ne leur porte remède; elles sont
blessées et brisés et nul ne les panse.
Ruysbroeck
La luz mala se ha avecinado y nada es cierto. Y si pienso en todo lo que leí acerca del
espíritu... Cerré los ojos, vi cuerpos luminosos que giraban en la niebla, en el lugar de
las ambiguas vecindades. No temas, nada te sobrevendrá, ya no hay violadores de
tumbas. El silencio, el silencio siempre, las monedas de oro del sueño.
Hablo como en mí se habla. No mi voz obstinada en parecer una voz humana sino la
otra que atestigua que no he cesado de morar en el bosque.
Si vieras a la que sin ti duerme en un jardín en ruinas en la memoria. Allí yo, ebria de
mil muertes, hablo de mí conmigo sólo por saber si es verdad que estoy debajo de la
hierba. No sé los nombres. ¿A quién le dirás que no sabes? Te deseas otra. La otra que
eres se desea otra. ¿Qué pasa en la verde alameda? Pasa que no es verde y ni siquiera
hay una alameda. Y ahora juegas a ser esclava para ocultar tu corona ¿otorgada por
quién?, ¿quién te a ungido?, ¿quién te ha consagrado? El invisible pueblo de la
memoria más vieja. Perdida por propio designio, has renunciado a tu reino por las
cenizas. Quien te hace doler te recuerda antiguos homenajes. No obstante, lloras
funestamente y evocas tu locura y hasta quisieras extraerla de ti como si fuese una
piedra, a ella, tu solo privilegio. En un muro blanco dibujas las alegorías del reposo, y
es siempre una reina loca que yace bajo la luna sobre la triste hierba del viejo jardín.
Pero no hables de los jardines, no hables de la luna, no hables de la rosa, no hables del
mar. Habla de lo que sabes. Habla de lo que vibra en tu médula y hace luces y sombras
en tu mirada, habla del dolor incesante de tus huesos, habla del vértigo, habla de tu
respiración, de tu desolación, de tu traición. Es tan oscuro, tan en silencio el proceso a
que me obligo. Oh habla del silencio.
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que encuentran en el bosque los niños perdidos. Y qué sé yo qué ha de ser mí si nada
rima con nada.
Sin el perdón de las aguas no puedo vivir. Sin el mármol final del cielo no puedo morir.
Va y viene diciéndose solo en solitario vaivén. Un perderse gota a gota el sentido de los
días. Señuelos de conceptos. Trampas de vocales. La razón me muestra la salida del
escenario donde levantaron una iglesia bajo la lluvia: la mujer-loba deposita a su
vástago en el umbral y huye. Hay una luz tristísima de cirios acechados por un soplo
maligno. Llora la niña loba. Ningún dormido la oye. Todas las pestes y las plagas para
los que duermen en paz.
De manera que soñé capitanes y ataúdes de colores deliciosos y ahora que tengo
miedo a causa de todas las cosas que guardo, no un cofre de piratas, no un tesoro bien
enterrado, sino cuantas cosas en movimiento, cuantas pequeñas figuras azules y
doradas gesticulan y danzan (pero decir no dicen), y luego está el espacio negro -
déjate caer, déjate caer-, umbral de la más alta inocencia o tal vez tan sólo de la locura.
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Comprendo mi miedo a una rebelión de las pequeñas figuras azules y doradas. Alma
partida, alma compartida, he vagado y errado tanto para fundar uniones con el niño
pintado en tanto que objeto a contemplar, y no obstante, luego de analizar los colores
y las formas, me encontré haciendo el amor con un muchacho viviente en el mismo
momento que el del cuadro se desnudaba y me poseía detrás de mis párpados
cerrados.
Sonríe y yo soy una minúscula marioneta rosa con un paraguas celeste yo entro por su
sonrisa yo hago mi casita en su lengua yo habito en la palma de su mano cierra sus
dedos un polvo dorado un poco de sangre adiós oh adiós.
Como una voz no lejos de la noche arde el fuego más exacto. Sin piel ni huesos andan
los animales por el bosque hecho cenizas. Una vez el canto de un solo pájaro te había
aproximado al calor más agudo. Mares y diademas, mares y serpientes. Por favor, mira
cómo la pequeña calavera de perro suspendida del cielo raso pintado de azul se
balancea con hojas secas que tiemblan en torno a ella. Grietas y agujeros en mi
persona escapada de un incendio. Escribir es buscar en el tumulto de los quemados el
hueso del brazo que corresponda al hueso de la pierna. Miserable mixtura. Yo
restauro, yo reconstruyo, yo ando así de rodeada de muerte. Y es sin gracia, sin
aureola, sin tregua. Y esa voz, esa elegía a una causa primera: un grito, un soplo, un
respirar entre dioses. Yo relato mi víspera. ¿Y qué puedes tú? sales de tu guarida y no
entiendes. Vuelves a ella y ya no importa entender o no. Vuelves a salir y no entiendes.
No hay por donde respirar y tú hablas del soplo de los dioses.
No me hables del sol porque me moriría. Llévame como a una princesita ciega, como
cuando lenta y cuidadosamente se hace el otoño en un jardín.
Vendrás a mí con tu voz apenas coloreada por un acento que me hará evocar una
puerta abierta, con la sombra de un pájaro de bello nombre, con lo que esa sombra
deja en la memoria, con lo que permanece cuando avientan las cenizas de una joven
muerta, con los trazos que duran en la hoja después de haber borrado un dibujo que
representaba una casa, un árbol, el sol y un animal.
Cada hora, cada día, yo quisiera no tener que hablar. Figuras de cera los otros y sobre
todo yo, que soy más otra que ellos. Nada pretendo en este poema si no es desanudar
mi garganta.
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mi cuerpo se abría al conocimiento de mi estar
y de mi ser confusos y difusos
mi cuerpo vibraba y respiraba
según un canto ahora olvidado
yo no era aún la fugitiva de la música
yo no sabía el lugar del tiempo
y el tiempo del lugar
en el amor yo me abría
y ritmaba los viejos gestos de la amante
heredera de la visión
de un jardín prohibido
La que soñó, la que fue soñada. Paisajes prodigiosos para la infancia más fiel. A falta de
eso -que no es mucho-, la voz que injuria tiene razón.
El sueño demasiado tarde, los caballos blancos demasiado tarde, el haberme ido con
una melodía demasiado tarde. La melodía pulsaba mi corazón y yo lloré la pérdida de
mi único bien, alguien me vio llorando en el sueño y yo expliqué (dentro de lo posible),
palabras buenas y seguras (dentro de lo posible). Me adueñé de mi persona, la
arranqué del hermoso delirio, la anonadé a fin de serenar el terror que alguien tenía a
que me muriera en su casa.
Retrocedía mi roja violencia elemental. El sexo a flor de corazón, la vía del éxtasis entre
las piernas. Mi violencia de vientos rojos y de vientos negros. Las verdaderas fiestas
tienen lugar en el cuerpo y en los sueños.
Puertas del corazón, pero apaleado, veo un templo, tiemblo, ¿que pasa? No pasa. Yo
presentía una escritura total. El animal palpitaba en mis brazos con rumores de
órganos vivos, calor, corazón, respiración, todo musical y silencioso al mismo tiempo.
¿Qué significa traducirse en palabras? Y los proyectos de perfección a largo plazo;
medir cada día la probable elevación de mi espíritu, la desaparición de mis faltas
gramaticales. Mi sueño es un sueño sin alternativas y quiero morir al pie de la letra del
lugar común que asegura que morir es soñar. La luz, el vino prohibido, los vértigos,
¿para quién escribes? Ruinas de un templo olvidado. Si celebrar fuera posible.
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dónde dejarlos. De haberla tenido cerca, hubiese vendido mi alma a cambio de
invisibilizarme. Ebria de mí, de la música, de los poemas, por qué no dije del agujero de
ausencia. En un himno harapiento rodaba el llanto por mi cara. ¿Y por qué no dicen
algo? ¿Y para qué este gran silencio?
Alejandra Pizarnik
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JACOBO FIJMAN
Darío Oliva
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FARSANTES EN LA BIBLIOTECA
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para acostumbrarse al temblor.
No sé si volverme cangrejo,
solenodonte o caballo de ajedrez.
Simulo normalidad
para ganarme la calle:
Arranco flores del cantero
y las entierro en el agua de un frasco
sobre la mesita que hace de ombligo del salón.
Si salgo de aquí
¿Están los compañeros esperando?
¿O viven a la vanguardia de sus besos
correspondidos y ordenados,
catalogados por forma, por color, por tamaño,
por lengua, por humedad,
arañando su cordura hueca?
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No hay libros de Fijman
de Artaud, de Sexton, de Pound.
Silvia Urtubey
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EL HOMBRE DE LA TRISTEZA
Gisèle Prassinos
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LOS SIGLOS, PADRE...
Alejandro Antoniathis
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Sugerido por Liliana María
Amorina Piel
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ASILO
Pablo Ananía
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NOTAS BIOGRÁFICAS
Dipasquale, Selva: (Buenos Aires, Argentina; 1968). Publicó, entre otros, Teoría de
la ubicación en el espacio (1994), Camaleón (1998) y Paraselene (2005). Integra
diversas antologías de poesía argentina. Es la responsable del blog "La infancia del
procedimiento" y la creadora de la “Biblioteca Virtual”. Autora del título de este libro.
Fijaman, Jacobo: (Besarabia, Rumania; 1898 – Buenos Aires, 1970) De muy joven se
radicó en Argentina. Profesor de francés e integrante del grupo literario “Martín
Fierro” junto a Borges, Girondo y otras grandes Figuras. Su vida estuvo marcada por
varias internaciones en instituciones de salud mental. Publicó solo tres libros de poesía
entre 1926 y 1931.
Gola, Hugo: (Santa Fe, Argentina; 1927) Poeta, abogado, traductor y profesor de
Literatura. Exiliado en 1975 ante la inminencia de la última Dictadura Cívico Militar,
vivió en Londres y en México donde hoy radica. Publicó, entre otros, Jugar con fuego
(1987) y Filtraciones (1996) donde se halla el poema que brinda esta Antología.
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Ilustrado, Colifato: (Mendoza, Argentina; 1977) Damian Scokin, Ilustrador de la
presente antología. Asegura que su grito de batalla es: “La vida sin imaginación es
como un sibarita sin papilas gustativas”. Ha trabajado para distintas editoriales como
“Perro Gris Ediciones” o “Textos Intrusos” en donde realizó el arte de tapa de
Salamandra, Vic Vazquez.
Oliva, Darío: (San Luis, Argentina; 1976) Poeta, narrador y fundador del Grupo
Literario Arcadia. Jurado en certámenes a nivel nacional e internacional, publicó entre
otros: Epígrafes (2008) y Breviario (2011). Su obra integra varias antologías y ha sido
premiada tanto en poesía como en narrativa.
Pantotis, Julia: Según la escritora santafecina Daniela Pacilio, Julia Pantotis estuvo
internada alrededor de veinte años en el Hospital Psiquiátrico Moyano. Publicó dos
libros, Crónica de una neurótica (2004) y Poemas de soledad, amor y esperanza (2018).
Falleció a los 72 años de edad.
Piel, Amorina: (La Plata, Argentina; 1994) Micaela Sofía Sosa Pelle, poeta y actriz.
Cursó estudios en Letras (UNLP) y Abogacía (UCALP). Publicó dos libros de poesía,
ambos en 2019, Perdida pérdida y Flayinbol. Hasta la fecha, es la poeta platense con
más audiencia en la red social Instagram.
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Urtubey, Silvia: (Buenos aires, Argentina; 1959) Poeta, editora y maestra de inicial.
Desde hace más de treinta años reside en Dina Huapi, pueblo cordillerano de la
Patagonia argentina. En Poesía publicó Rayas blancas sobre fondo blanco (2017) y La
rebelión de la muda (2019) por el que recibió el primer premio de poesía que otorga el
Fondo Editorial Rionegrino.
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ÍNDICE
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