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COLEGIO SAN JOSÉ SUR ORIENTAL

COMUNICACIÓN, TECNOLOGIA Y VALORES PARA UNA CONVIVENCIA ARMONICA


Filosofía 11

Semana catorce.

Instrucciones:

1. Resuelva el siguiente taller en word es decir en el mismo archivo, coloque su nombre,


curso, fecha y envíelo vía edmodo en los comentarios donde se publicó la misma actividad,
además envíelo al correo josecasassjso@gmail.com coloque en el asunto el curso, nombre
y apellidos completos y, taller #14 fecha de entrega lunes 3 al 7 de agosto de 2020 a las
11:59 pm

2. Además se informa que se creó un perfil en facebook se titula jose sociales a través del cual
se harán las tutorías o acompañamientos que el estudiante necesite en horas de la mañana
los días miércoles en vivo, los demás días se demorara en la medida que se deben
atender los otros cursos a cargo, en este perfil se establecerán grupos por cursos para
poder conectarnos de manera virtual este es el link :
https://www.facebook.com/jose.sociales.56

Taller semana 14

3. Objetivo: Mejorar las competencias críticas en los estudiantes a partir del análisis de
documentos.

4. Estándar básico: La deducción de las consecuencias y las implicaciones de los


argumentos en pro y en contra de las tesis de los autores sobre una problemática planteada
en un texto

5. Qué espero lograr: Que el estudiante comprenda el objeto de estudio y la función de las
carreras enfocadas a las ciencias la salud..

6. Logro promocional: Reconoce las características del pensamiento filosófico desde la


modernidad, hasta la contemporaneidad.

Actividad: Elaborar un mapa conceptual que explique el objeto de estudio y la función de las
carreras enfocadas a las ciencias la salud.

El método científico, contra las cuerdas por COVID-19: riesgos de una investigación
acelerada

Dory Gascueña.

La búsqueda de la vacuna para el COVID-19 es un reto para los protocolos, los tiempos y las
patentes en el mundo de la ciencia. La velocidad de vértigo que ha asumido la investigación desde
principios de año ha puesto al método científico contra las cuerdas, generando la eclosión de
fenómenos como los ‘preprints’o prepublicaciones (artículos sin revisión de otros científicos) y los
resultados preliminares, que ahora se convierten en noticia en los medios de comunicación.
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Las ‘fake news’ se han trasladado al mundo de la investigación científica aprovechando que la
incertidumbre, una compañera habitual para los investigadores, genera confusión en los medios de
comunicación y estrés en los ciudadanos que demandan la seguridad de la certeza. Pero, ¿cómo se
llega a la certeza en ciencia?

El método científico, que se materializa en la publicación de artículos en revistas especializadas, se


originó en el siglo XVII, a partir de las reuniones de científicos que compartían los resultados de su
investigación con sus colegas al calor de un refrigerio. De estas reuniones periódicas surgieron las
primeras sociedades académicas, como la Royal Society (1660) o la Academia de Ciencias de
Francia (1666).

Una ciencia impaciente ante el COVID-19

Cambiar de opinión, para un científico, es una práctica casi imperativa, pues su postura se debe a la
evidencia, y no a la creencia. Sin embargo, la sociedad y la política no están acostumbradas a esos
virajes y la incertidumbre produce desconfianza. Así, la ansiada solución contra el virus SARS-CoV-2
se convierte en una trampa para las propias bases del método científico.

Daniel Torres, investigador de la Universidad de Granada, declaraba en El País que según sus
cálculos, “el ritmo exponencial de publicaciones sobre el virus SARS-CoV-2 se duplica cada dos
semanas”, un dato que coincide con el análisis de Sean Gourley, fundador de Primer.ai, una
empresa de inteligencia artificial que ha desarrollado un sistema de monitorización de la
investigación sobre el nuevo coronavirus. En la base de datos de investigaciones sobre COVID-19
de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay recogidas, en la fecha de publicación de este
artículo, más de 16.000 investigaciones. Según datos de El País, esta avalancha de investigaciones
contrasta con las cifras históricas sobre investigación en coronavirus ya que, desde 2004 se ha
publicado una media de 3.000 artículos al año. Si este dato se compara solamente con las cifras del
repositorio de la OMS, la media mensual sería (hasta la fecha) de unos 3.200 artículos al mes desde
que comenzara la pandemia de COVID-19.

¿Es posible dar este salto en cantidad de artículos garantizando la calidad de las investigaciones?
En circunstancias normales un estudio tarda meses o incluso años en completarse, y después
vendría la revisión por parte de otros científicos, lo que permite que finalmente el artículo se ponga
en circulación en las revistas científicas. Sin embargo, según un artículo que ha comparado los
tiempos de publicación en revistas científicas antes y durante la pandemia, los plazos se habrían
reducido un 49%, a casi la mitad del tiempo. Para que esta aceleración sea viable se han tenido que
dar cambios en el proceso científico como tal. Un ejemplo ilustrativo de esta nueva reorganización es
el grupo de científicos que, bajo el paraguas de la Royal Society, se ha organizado para calendarizar
las revisiones de los artículos y dinamizar así el proceso, tal y como explica la revista Nature.
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Los plazos también se han acelerado en un esfuerzo colectivo que, sin duda, marca un hito en
cuanto a colaboración científica. Por ejemplo, el borrador de la secuencia del genoma del virus
SARS-Cov-2 se completó en apenas 10 días, desde que China alertara a la OMS de la aparición del
virus el 31 de diciembre de 2019 hasta la publicación de dicha secuencia a principios de enero. Este
proceso, en condiciones normales, suele llevar meses. Además, esta secuencia se ha puesto a
disposición de investigadores de todo el mundo, lo que ha permitido analizar la evolución del virus
gracias a las miles de variantes que se han publicado desde entonces.

En una carta publicada en la revista Science, dos científicos especializados en deontología y ética
solicitan que se organice la investigación para publicar ensayos robustos y no pequeñas evidencias
inconexas que puedan dar lugar a confusión. Los autores de la carta, Alex John London (Carnegie
Mellon University) y Jonathan Kimmelman (McGill University), denuncian que “se han iniciado
estudios de fase temprana antes de completar la investigación que se requiere habitualmente” y que,
además, los ensayos clínicos “han utilizado estrategias de investigación fáciles de implementar, pero
que es poco probable que produzcan estimaciones con efectos imparciales”.

Claves para evitar la ‘infoxicación’ científica

Para poder valorar la veracidad de los artículos científicos y evitar así la intoxicación de esta
información es necesario tener algunas cuestiones fundamentales en mente. La metodología de un
artículo es fundamental para poder determinar la fortaleza de las conclusiones a las que llega. Es
muy diferente si el estudio se ha testado en humanos, en animales o ‘in vitro’, pues en este último
caso estaría en las primeras fases de validación.

Metodología y ‘predatory journals’

Por otro lado, cuando leemos información científica es fundamental tener presente la diferencia entre
causalidad y correlación. En ciencia, lo determinante es que se establezca una relación de
causalidad, pues la mera asociación de factores puede dar lugar a conclusiones precipitadas. Por
ejemplo, un estudio puede afirmar que las personas que tienen el número de pie más grande son
más propensas a sufrir un infarto, aunque realmente la relación de causalidad no sea entre el
tamaño del pie y las posibilidades de padecer una enfermedad cardíaca. La edad de las personas (y
por consecuencia, el tamaño de su pie) sería el factor clave para determinar esa causalidad y extraer
conclusiones científicas sólidas. Los estudios que mejor pueden certificar una relación de causalidad
son los ensayos aleatorios controlados con placebo de doble ciego. En este tipo de estudios, las
personas se separan aleatoriamente en dos grupos: unas son sometidas a un tratamiento y a otras
se les administra un placebo, es decir, un tratamiento simulado. De esta manera, se puede
determinar si la reacción que experimenten es consecuencia o no del tratamiento que se les ha
administrado.

El autor y la revista en la que se publica un artículo son dos pistas claves para valorar la solidez del
mismo. Por lógica, las revistas más consolidadas para consultar información sobre la enfermedad
COVID-19 son las de medicina, biología, virología o salud, como la histórica ‘The Lancet’ o el
‘Journal of the American Medical Association’, entre muchas otras. Una amenaza para la fiabilidad de
las revistas son las conocidas como ‘predatory journals’, que podrían equipararse a las ‘fake news’
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de la ciencia. Una revista depredadora, tal y como la define The Conversation, es aquella que
generalmente cobra tarifas altas por publicar a los autores y, además, tiene un proceso poco creíble
(o inexistente) de revisión por pares, lo que pone en jaque su credibilidad. Otra señal de alerta para
sospechar de un artículo es el conflicto de intereses. Este pequeño apartado aparece al final de
todos los artículos científicos y permite comprobar la relación entre los autores y la institución que ha
financiado el artículo.

Preprints y revisión por pares

La base de la investigación científica es que otros puedan corroborar los resultados de un artículo
siguiendo la metodología del mismo. La revisión por pares, aunque no es una metodología perfecta,
sí es una garantía de diferentes perspectivas sobre una misma conclusión, lo que pretende detectar
las potenciales fallas que ponen en peligro el objetivo último del método: que el experimento sea
replicable. Esta revisión por pares está garantizada en las principales revistas científicas, e implica
que un revisor (un científico especializado en la misma materia) sugiera experimentos adicionales o
aspectos que los autores iniciales de una investigación hayan podido pasar por alto. De esta manera,
se mejorar la integridad y la proeza científica del artículo.

En el contexto de la lucha contra la COVID-19, los repositorios de ‘preprints’ o artículos sin revisar
han cobrado importancia. Actualmente, las bases de datos de estos repositorios como medRxiv o
bioRxiv albergan miles de artículos, muchos de los cuales circulan en medios de comunicación como
fuentes de información científica.

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