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“Sé que es una tontería” dije, entrelazando mis dedos “Ya estamos casados”
Para Daemon y para mí, la licencia de matrimonio que obtuvimos en las Vegas
utilizando nombres falsos era real. Hay quien podría discutir que no lo era, pero
los nombres en un trozo de papel no significan que quieras a alguien más o
menos.
La puerta se abrió, y empecé a mirar, pero Dee movió el rizador como una arma
“No pienses siquiera en mover la cabeza ahora” ordenó.
Apretando los labios, me quedé sentada perfectamente tiesa mientras una risita
resonaba detrás de nosotras.
Puse los ojos en blanco mientras Lesa sonreía. Se apartó los densos rizos de su
cara “Estoy tan contenta de que estés aquí” dije, y lo decía de verdad. Mi
corazón se sentía querido y feliz. “Me preocupaba que por el tiempo no pudieras
tomar un vuelo hasta aquí”
“Estuvo un tiempo dudoso. La nieve seguía cayendo, pero las carreteras están
limpias” se pasó las manos por la falda color borgoña de su vestido “Esta es una
casa preciosa, como esas casas de la gente inmensamente rica que aparecen en
la HGTV. ¿Quiero saber cómo habéis conseguido tener la boda aquí?”
Nuestra gente.
Dos palabras extrañas y poderosas que eran muy comunes en este nuevo mundo
que se estaba reconstruyendo poco a poco. Dos palabras que apenas
pronunciábamos fuera de nuestro círculo más íntimo. Dos palabras que podían
traer curiosidad o la más absoluta hostilidad asesina entre los humanos, pero no
iba a dedicar el día de hoy, el día de mi boda, pensando en esas cosas.
Cuando las cosas empezaron a asentarse tras la violenta batalla entre los Luxen
invasores y los humanos, Daemon y yo establecimos nuestro hogar en Colorado
con todos los demás. Pasaron los meses antes de que pudiera encontrar a Lesa.
Ella y su familia habían abandonado Petersburg antes de que los Luxen
invasores lo tomaran, reubicándose en una ciudad llamada Chambersburg, en
Pennsylvania. Una vez que volvimos a tomar contacto, y cuando el tráfico aéreo
se retomó, ella tomó un vuelo hasta Colorado.
Ese no era siempre el caso, pero me imaginé que no había motivo para señalarlo.
La puerta se abrió de nuevo, y esta vez entró Beth. En su cadera estaba Ashley,
con un vestido blanco de volantes con una banda borgoña…Su pelo oscuro
estaba retirado de sus rollizas mejillas y sus ojos amatistas brillaban de interés.
Ashley era demasiado joven para ser la niña de las flores y, honestamente,
ninguno de nosotros confiábamos en que la pequeña cosa pudiera caminar por
el pasillo sin hacer algo increíblemente estrambótico. Digamos, por ejemplo,
hacer que todas las sillas levitasen. Por lo que era la niña de las flores honorífica.
Mi estómago dio una pequeña sacudida. Mis damas de honor estaban allí. La
habitación estaba lista. Iba a casarme en menos de una hora. Oh, dios.
El maquillaje que había aplicado era suave y sensual. Una sombra suave y
brillante daba a mis ojos una apariencia ahumada y el colorete melocotón
brillaba. El color de labios era rosado y natural. ¿Y mi pelo? Wow. Jamás pensé
que mi pelo podría ser tan bonito. Dee había rizado y trenzado mi pelo para que
cayera desde una coleta suelta, con unos estratégicamente colocados mechones
sueltos.
“Ahora lo único que necesitas es el vestido” dijo Lesa, caminando hacia donde
estaba colgado, todavía en su bolsa.
Era difícil no echarla de menos ahora, muy duro no sentir la pena. Luché para
no obsesionarme con lo injusto que era que no estuviera, porque sabía que esa
sería la última cosa que mi madre hubiera querido que hiciera en un día que
debería estar lleno de dicha.
Las ondas oscuras de su cabello parecían estar bajo control y la firme y fuerte
línea de su mandíbula estaba suave. Aquellos brillantes ojos esmeraldas
centelleaban. No miró alrededor de la habitación. Su mirada fue directa hacia
mí.
Dee salió de su estupor “¿Qué haces aquí? ¡Se supone que no deberías estar
aquí! Da mala-“
“Calla” dijo él, un extremo de sus labios se elevó mientras caminaba hacia
delante.
Daemon pareció no oírla, y mis ojos se abrieron como platos cuando vino
directamente hacia mí. No me moví, no dije nada. Aquella media sonrisa se
ensanchó, revelando un profundo hoyuelo en su mejilla.
Se retiró, sus labios rozando los míos cuando habló “Gatita, deberías arreglarte.
Es casi la hora para el segundo round”
Me lo quedé mirando.
Una vez que me quité la bata, me puse el vestido con mucho cuidado. Tenía un
montón de botones, tantos que sabía que Daemon acabaría aburriéndose de ellos
muy pronto aquella noche.
El vestido era maravilloso. Ajustado en la cintura, con una gran falta que parecía
brillar cuando me movía, me sentía como una princesa. Pasteloso, pero cierto.
El escote era de forma de corazón y el corpiño estaba cubierto con pequeñas
cuentas que bajaban por la falda, donde estaban artísticamente esparcidas.
Cuando vi mi reflejo, pensé wow, finalmente parecía una novia de verdad.
Dee me dedicó una sonrisa llorona mientras gesticulaba con las manos delante
de sus ojos “Vale. Tenemos que bajar antes de que arruinemos todo este
maravilloso maquillaje”
Reí, pero tenía razón. Todas estábamos titubeando en el lado emocional, así que
dejamos la habitación, con los ramos de flores de Pascua en la mano.
El paseo hasta el salón de baile fue como moverse por un sueño, demasiado
lento y aún así demasiado rápido. Llegamos a las puertas dobles cubiertas con
pedazos de obsidiana y las chicas se pusieron entraron primero, las puertas
cerrándose tras ellas cuando un hombre alto salió, parándose el tiempo
suficiente para besar a Dee en la mejilla.
Me quedé allí, apretando las flores de Pascua con fuerza mientras esperaba.
Como estaba planeado, no caminaría sola hasta el altar.
“Puedes apostarlo”
Mi corazón latía tan deprisa y fuerte que no escuché las puertas abrirse o la
marcha de la boda sonando. Me moví porque Archer empezó a andar y me
imaginé que eso era parte del plan.
Había luces parpadeantes colgando por todo el gran techo y por las paredes que
nos recibieron cuando entramos al salón de baile. Había ramos enormes de
flores de Pascua y rosas blancas por toda la sala. Los pétalos blancos y rojos
estaban esparcidos por la alfombra de color marfil.
No había muchos invitados, sólo los amigos que habíamos hecho entre la
comunidad Luxen y aquellos que se habían vuelto cercanos durante la
universidad. Mientras caminaba por el pasillo, me di cuenta de una cara
sonriente en particular.
Luc.
Estaba sentado cerca de la parte frontal, sus largas piernas haciendo que Ashley
pegara saltitos, la cual tenía pétalos de flor de Pascua hechos pedazos entre sus
dedos. Se suponía que él iba a estar ahí arriba con Daemon, pero me imaginé
que Ashley ya debía de haber empezado a hacer, bueno, cosas extrañas típicas
de los bebés originales, y que él ahora era su niñera. Luc me guiñó el ojo
mientras me acercaba hacia él y Ashley me saludó con su puñito.
Muy bien.
Mi mirada pasó por las chicas y después por Dawson, quien estaba al lado de
Daemon, y una vez que le vi, no hubo nadie más.
Cuando me tocó mi turno de repetir los votos sagrados, mi voz tembló, pero las
dos palabras finales fueron claras “Sí, quiero”
“Bueno, ya no tengo por qué decir que puedes besar a la novia ahora” exclamó
el oficiante, la diversión coloreaba su tono de voz.
Hubo más risas y cuando Daemon finalmente alzó su boca de la mía, sus pupilas
eran igual de brillantes que los diamantes pulidos.
Daemon nos guió de manera que enfrentásemos a todos los invitados mientras
el oficiante anunciaba, con una voz alta y clara “Os presento al Señor y a la
Señora Black”
Mi sonrisa era enorme cuando puse mi frente sobre la suya “Lo hago”.