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Las abejas, que son una evolución de las avispas, son los agentes polinizadores más

relevantes del ecosistema, si bien es cierto que no son los únicos vectores


polinizadores, pero sí los más eficientes, en un 80% responsables del proceso. Su
cuerpo velludo y la carga electrostática que transmiten, contribuyen a que el polen se
adhiera a ellas. Son herbívoras y ganan energía aprovechando el alto contenido de
azúcar del néctar.
Más allá de la elaboración de miel, la labor más destacable de las abejas es la
polinización. Tienen un papel muy importante en el ecosistema, es así que la
producción del alimento y la biodiversidad en el mundo depende de ellas, Sin duda,
hay que reconocer el impacto de las abejas en el ecosistema. Se calcula que el noventa
por ciento de los cultivos requiere de las labores de polinización de estas especies, por
lo que si nos quedamos sin polinizadores sería inviable la producción de alimentos.
La producción de muchas especies botánicas depende directamente de estos
polinizadores. La labor de las abejas es trabajosa y lenta;  tienen que posarse sobre
unas 10 millones de flores, para producir 1000 gramos de miel. Pero, como hemos
visto, la producción de miel es solo uno de los grandes beneficios que nos aportan.
La actividad que realizan estos insectos nos muestran un claro ejemplo de relación de
lo que es una dependencia simbiótica, explicándolo es que las abejas utilizan el polen y
el néctar de las flores para alimentarse o para producir miel, por lo que a la vez que se
alimentan y recolectan polen de los estambres de las plantas, transfieren semillas.
Teniendo en cuenta el papel que juegan las abejas en el proceso de polinización
cruzada, se entiende la importancia que tienen en la biodiversidad del cultivo y en la
agricultura y viceversa.
No esta demás decir que hay estudios que afirman que un tercio de la alimentación
que consumimos diariamente es producto de la polinización de abejas. Según explicó
el agrónomo Jaime Soto de cada 10 cosas que comemos, al menos cinco han tenido
acción directa de las abejas en un 75 u 80 %. Esto quiere decir que “sin abejas no hay
polinización y sin polinización no hay comida”.
Entre la multitud de especies, las abejas solitarias también son muy importantes
porque recogen el polen solamente de algunas plantas específicas las que suelen ser
más raras y salvajes. Es decir, la supervivencia de esta flora depende de la actividad
directa de las abejas.

DESAPARICION DE LAS ABEJAS

Según el informe “El declive de las abejas”, entre 1985 y 2005 las poblaciones de
abejas disminuyeron un 25% en Europa y el declive continua actualmente. No sólo en
nuestro continente, sino en todo el mundo, con el fenómeno de Colony Collapse
Disorder (el síndrome del desplome de las colonias) afectando a un tercio de las
colonias de abejas en EEUU a partir del año 2006. Ésta desaparición alarmante de las
abejas también significa que las cosechas y la producción de alimentos están en riesgo.
Varios y entrelazados son los factores que han contribuido al declive de las abejas. las
practicas de la agricultura industrializada , tales como la monocultura y el empleo de
los pesticidas y los herbicidas, están llevando a cabo la pérdida de hábitats de las
abejas y, a largo plazo, contribuyen al cambio climático.
Monocultivo: es una técnica industrializada que reduce la biodiversidad y la
disponobolidad de la flora y, teniendo en cuanta la simbiosis de las especies disminuye
las opciones de alimento para estos insectos. Y ello xin contar que el aumento de los
depredadores y los virus prpagados en el entorno, han aniquilado sus colonias.

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