La tragedia desencadenada por los incendios forestales en la
Amazonía brasileña, ha provocado que el mundo regrese a ver a la zona de la tierra con mayor producción de oxígeno y agua del planeta, además de ser una de las zonas con mayor biodiversidad.
Hoy el mundo está hablando de la selva amazónica, con interés
propio, llegando inclusive a considerar sanciones en contra de Brasil por el inadecuado manejo de la protección contra la deforestación de la zona que a ese país le corresponde.
El hecho nos obliga a pensar que el territorio ecuatoriano es
amazónico en más del 45%, es decir, casi la mitad del territorio está ocupada por esta zona vital para la supervivencia de las especies de la tierra incluida la humana.
La frase “El Ecuador es y será país amazónico”, fue utilizada para
reivindicar los derechos territoriales disputados durante muchos años contra el Perú.
Sin embargo, a pesar de haber perdido más de la mitad del territorio
en esas disputas, que en su totalidad fue territorio amazónico, el hecho de estar dentro de la cuenca hidrográfica del gran río, indiscutiblemente nos mantiene como país amazónico, mas con obligaciones que con derechos.
Aunque el presidente Galo Plaza, en su momento minimizó la
importancia de la Amazonía, con la frase “El oriente es un mito”, esta región natural es la que ha mantenido a flote la economía ecuatoriana, y no precisamente por las riquezas de la superficie, si no por aquellas que guarda en sus entrañas.
La polémica sobre la necesidad de explotar los recursos minerales
de la Amazonía, contra la posición de los grupos ecologistas, que sostienen que las actividades mineras destruyen los importantes ecosistemas que atesora la cuenca del Amazonas, ha hecho que más de la mitad del territorio ecuatoriano se convierta en casi intocable, aun a pesar de la necesidad de recursos de los que adolece el país, tanto más que el mundo entero depende de la provisión de oxígeno, que de manera gratuita obtienen de esta zona del mundo.
Hubo una propuesta de vender el compromiso de mantener sin
explotar una zona importante de la Amazonía ecuatoriana, como lo es el Yasuní, a cambio de recursos económicos que los proporcionarían los países potencialmente afectados del mundo, gestión que fracasó rotundamente por el desinterés que demostraron estos países.
El incendio en Brasil, deberá ser una alarma para el mundo para
que se piense que la protección de la Amazonía no sólo es de responsabilidad de los países ubicados en esa zona, si no que el mundo entero es responsable, por lo que los recursos que no se pueden explotar, deben ser remplazados por recursos de protección del medio ambiente, especialmente dotados por quienes utilizan el oxígeno sin que les cueste un centavo y contaminan el ambiente del mundo con la producción de dióxido de carbono. El mundo tiene que pensar que el oxígeno, agua y biodiversidad amazónicos son de utilidad de todos, por lo que deberían pagar por su protección, una especie de impuesto mundial por la vida.