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ABRIENDO

PUERTAS
CON
AMOR

caminos en la educación de los hijos y


en la prevención de problemas futuros

serie autoayuda

2
ANGELA COTA GUIMARÃES MENDONÇA MENDONÇA
Y
J. AUGUSTO MENDONÇA

ABRIENDO
PUERTAS
CON
AMOR

caminos en la educación de los hijos y


en la prevención de problemas futuros

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Primera reimpresión diciembre 2008, Ciudad de México.
1ª. edición mayo 2003, Ciudad de México.

D.R. © Angela Cota Guimarães Mendonça y J. Augusto Mendonça


Rua Conde Linhares, 837 -Cep.: 30380-030- Belo Horizonte/MG
institut@MiltonErickson-BH.PSC.br

1ª. edición en portugués: Abriendo puertas con amor.


EDITORIAL DIAMANTE, 2002

publicado en español por Alom Editores S.A. de C.V., mayo 2003, Ciudad de México.
traducción al español: Teresa Robles
diseño de la colección y de la portada: Carmen Ramírez H.
corrección de estilo: Malú de Dios
serpem2002@hotmail.com

Todos los derechos reservados

D.R. © Alom Editores, S.A. de C.V.


José Ma. Velasco No. 72-402
Tels.: 8500-6161, 8500-6767,
alom@grupocem.edu.mx
www.hipnosis.com.mx

ISBN 968-6513-09-4

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del copyright, bajo las sanciones establecidas por las Leyes, la reproducción
total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos
la reprografía el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares
de la misma mediante alquiler o préstamo públicos.

Impreso en la Ciudad de México

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El logotipo del Centro Ericksoniano de México es un glifo del Calendario
Sagrado Maya o Tzolkin.

Se llama CIMI, el Enlazador de Mundos y representa un puente. Es también el


glifo del cambio. Queremos enlazar la Ciencia y la Espiritualidad, la Investigación y
el Trabajo Clínico, los distintos tipos de Medicinas y técnicas de Sanación, el
Conocimiento y el Servicio, La Razón, el Cuerpo y la Emoción, el Afuera y el
Adentro, sirviendo de puente entre el pasado, el presente y el futuro de las personas
que nos consultan, sirviendo de enlace entre las personas, familias y grupos que llegan
a nosotros.

Al adoptar como logo este símbolo sagrado, formalmente nos ofrecemos


como canales para realizar, desde nuestro lugar y en la medida que nos corresponda,
este enlace, trabajando como un equipo que colabora, participa y crece en conjunto.

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AGRADECIMIENTOS

Pensando en mí como madre, pensando en mí como hija, me di cuenta de que las dos
mayores fuentes de aprendizaje que yo tuve fueron mis padres y mis hijos. Con ellos
aprendí mucho de lo que transmito en este libro.
A mis padres, gracias por su presencia constante, firme, amorosa, dedicada y
por enseñarme que cuando se trata con un niño lo que se puede, se puede y lo que no
se puede, no se puede.
A mis hijos, gracias por ser parte de mi vida: yo aprendí y aprendo con
ustedes cada día que pasamos juntos. Ustedes son lo mejor que yo tengo.
Hoy, me encanta la presencia fascinante de Manuela, mi nieta de tres años.
Con ella me sorprendo cada día aprendiendo más y más...
Por fin gracias a J. Augusto, compañero, padre de mis tesoros, y abuelo de
nuestra Manuela. ¡Gracias por todo lo que he aprendido y disfrutado junto a ti!
¡LOS QUIERO MUCHO!
* * *
Este libro fue posible gracias a la motivación, apoyo y ayuda de mis hijos
Cristina, Gustavo y Roberto.
Cristina, con una inteligencia muy viva y brillante, psicoterapeuta de niños y
adolescentes, maestra en los cursos de entrenamiento de psicoterapeutas de niños,
mostrando puntos que podían ser modificados y ampliados, nos dio una ayuda
preciosa.
Gustavo trabajó en la edición, leyó, releyó, anotó puntos que tenían que ser
reescritos, y con sus ojos brillantes, me decía: “Mamá, este libro tiene que ser
publicado. Ustedes están escribiendo en él muchas ideas y sugerencias excelentes
que pueden ayudar mucho a la gente”.
Roberto, que en un primer momento leyó, releyó y ayudó al diseño gráfico
inicial.

Angela Cota Guimarães Mendonça

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Hijo mío,
todo hombre necesita, a lo largo de su vida, tener un hijo, escribir un libro y
plantar un árbol.
¿Por qué padre?
Porque, hijo mío,
el hijo de un hombre lo hace responsable de una vida, de criar un hijo, por lo
menos durante veinte años. Y él será siempre responsable. También estará
contribuyendo al servicio de la sociedad; el libro vuelve al hombre inmortal, la
palabra nunca muere; el árbol es fuente de oxígeno, nos da sombra, confort.
Es una contribución del hombre para la vida.
Padre mío, estés donde estés, aquí está mi libro.

J. Augusto Mendonça

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ÍNDICE

Presentación 9
…………………………………………………………………………….
Prólogo 10
……………………………………………………………………………………
Prólogo a la edición mexicana 11
…………………………………………………………
Amigos padres 12
…………………………………………………………………………...
Nuestras relaciones 13
……………………………………………………………………..
Abriendo puertas con amor 15
……………………………………………………………..
La gente linda encuentra gente linda 16
………………………………………………….
Los niños son personas 18
…………………………………………………………………
Los padres a veces tienen la razón y a veces se equivocan 20
……………………….
Papá y mamá también son personas 21
…………………………………………………
Para los padres y adolescentes 23
………………………………………………………..
Somos padres 25
……………………………………………………………………………
Estimular el cariño 27
………………………………………………………………………
La escuela: no basta ser padre o madre, es necesario participar 30
…………………
Autoestima baja 32
………………………………………………………………………….
Las necesidades de los hijos y las necesidades de los padres 33
……………………
Cómo ser autoridad 35
…………………………………………………………………….

8
El control en la medida justa 37
……………………………………………………………
Amarlos para entenderlos 39
………………………………………………………………
Drogas 42
……………………………………………………………………………………
Quién invita al uso y cómo invita 44
………………………………………………………
Daños en el cerebro 46
……………………………………………………………………..
Para dejarla es necesario dejarla 48
……………………………………………………..
¿Cómo parar? 49
……………………………………………………………………………
Calidad de vida 51
…………………………………………………………………………..
El peligro es para los más jóvenes 52
…………………………………………………….
El tratamiento de un adicto 54
……………………………………………………………..
Lo que los padres pueden hacer 56
……………………………………………………….
El camino del éxito 60
………………………………………………………………………
Moviendo montañas 62
…………………………………………………………………….
La presencia de los padres 63
…………………………………………………………….
La vida que es vida 66
……………………………………………………………………..
Regresando al inicio 68
…………………………………………………………………….
Bibliografía 70
……………………………………………………………………………….

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No podemos cambiar el pasado para tener un presente diferente.
Pero podemos abrir puertas hoy para tener un futuro mejor.

Milton H. Erickson

PRESENTACIÓN

Este libro es una colección de textos producidos por nosotros a lo largo de nuestra vida
profesional, con el objetivo de ayudar y orientar a los padres en la crianza de sus hijos.
Uno de los factores que nos motivaron a escribir este libro es el trabajo que
hemos realizado orientando padres. Los padres y las madres llegan a nuestro consultorio

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con muchas preguntas sobre lo que hicieron o lo que deberían estar haciendo en relación
con la educación de sus hijos. Si nos detenemos un momento a pensar cómo lo padres
aprendieron a ser padres, nos daremos cuenta de que la mayoría aprendió a educar a sus
hijos a partir de su experiencia práctica, o de la experiencia de otros, que aprendieron,
también, en la práctica. Y lo que se aprende en la práctica puede ser muy bueno y muy
útil, pero no siempre es lo mejor. Pensamos que eso puede enriquecerse con
conocimiento científico que proviene de investigaciones.
Felizmente, esos padres, a pesar de no haber hecho ningún curso sobre cómo
educar un hijo, son padres cariñosos, que quieren hacer las cosas bien, que quieren darse
a los hijos y que piensan estar haciendo lo mejor que pueden. Y para ellos, el trabajo de
orientación da buenos resultados. De vez en cuando, sucede que nos encontramos con
padres que han estado con nosotros recibiendo orientación individual o en grupo, y que
nos dicen: “esas sesiones me ayudaron muchísimo a criar a mis hijos”, “ese grupo de
orientación fue buenísimo”, “fue lo mejor que hice en mi vida”, “si ahora fulano es lo
que es, se lo debo a ese grupo”. Da mucho gusto escuchar esos comentarios, y esa es una
de las razones por las que queremos escribir y publicar este libro, que contiene algunas
de las principales ideas que guían nuestro trabajo de orientación de padres.
También, creemos que es posible abrir algunas puertas que pueden ayudarnos a
resolver algunos de los problemas sociales que enfrentamos actualmente. La familia
todavía es la célula de la sociedad. Todavía se puede educar en casa, todavía se puede
dar información en casa. Todavía se puede cultivar el carácter, la bondad, la alegría, el
respeto, la amistad, la convivencia, la solidaridad, el placer y el amor en casa. Hay
personas que quieren ser padres.
Hay personas que tienen vocación para ser padres. Hay personas y
afortunadamente son muchas que, solas o unidas, se dedican a cuidar, a nutrir, a formar,
a ayudar a crecer. Estas personas se sienten satisfechas cuando ven que el otro es feliz.
Este libro no es obra de la casualidad. Trae un mensaje universal: el amor. Léelo.
Léelo con cariño. Léelo con amor. Y predisponte también a ayudar. Y prepárate a hacer
algo diferente aquí en la tierra, en nuestro planeta, en nuestro país, en nuestro estado, en
nuestras ciudades.
Haz como sabes, haz como puedas.
Angela y J. Augusto

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PRÓLOGO

Papá y mamá,
Cuando pienso en el trabajo con los niños, ya sea en psicología o en educación,
para mí, lo que me parece más importante es la psicología preventiva. Yo creo que entre
más los padres, maestros y personas que trabajan con niños tengan acceso a material de
calidad que pueda ayudarlos a educar a los niños, tendremos más posibilidades de tener
una sociedad mejor, con individuos que cumplen con su parte y participan de forma
saludable, actuando productivamente.
Yo creo que la propuesta de Milton H. Erickson de que la terapia comience en la
casa del terapeuta, tiene mucho sentido. Por eso, entendemos que el hecho de haber
vivido el éxito como una experiencia personal puede ser muy útil para ayudar al otro a
encontrar su propio camino para solucionar algo. Porque ya sabes que hay salidas y que
se puede vivir una vida disfrutando todas las cosas buenas que tiene.
Hoy, como madre, me remito a mi historia de hija...
En nuestra casa las cosas sucedían de forma tan natural, que fueron pocas las
veces en que me detuve para pensar sobre este asunto. De dos cosas estaba segura: yo era
amada y los límites tenían que ser respetados.
Recuerdo cómo, naturalmente, las drogas fueron aversivas para mí. Nunca
necesité probarlas para saber que no me gustaban. Simplemente no me hacía sentido.
Ustedes no sólo estuvieron siempre presentes, fueron compañías que yo, Beto y
Gu tenemos y tuvimos. Fueron mucho más que presencias y no eran nada invasivos. A
pesar del control, nuestra privacidad siempre fue respetada y nuestra autonomía e
independencia estimuladas.
Leyendo el libro Abriendo puertas con amor entiendo un poco más lo que pasaba
por su cabeza en esos tiempos. Y, mirando mi vida y la de mis hermanos, veo los
resultados. Ustedes aprendieron bien la lección que mi abuelo les enseñó: quien planta
buena semilla, cosecha excelentes frutos.
E, inexplicablemente o no... yo tengo la certeza de que mi Manuela va a dar
cosas muy buenas en la vida...
Papá, mamá, a medida que la vida sigue, voy aprendiendo a quererlos más. Besos
Angela Cristina Cota Guimarães Mendonça
Psicóloga Clínica
Directora Administrativa del

12
Instituto Milton H. Erickson de Belo Horizonte

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PRÓLOGO A LA EDICIÓN MEXICANA

Es para mí un honor y un gran gusto tener en nuestra editorial Abriendo puertas con
amor de Angela Cota y J. Augusto Mendonça, una pareja de psicólogos clínicos, que han
sido pioneros de la psicoterapia ericksoniana en Brasil y en América Latina. Fundaron
uno de los primeros institutos ericksonianos brasileños en Belo Horizonte, han sido
maestros ya de varias generaciones de terapeutas en su ciudad y en su país y son,
además, padres de tres hijos, abuelos de una linda chiquita, mis amigos y personas lindas
de verdad.
Abriendo puertas con amor es un libro dirigido a los padres donde, a través de
relatos sencillos, sobre temas universales, Angela y J. Augusto ofrecen a los padres
ejemplos prácticos de su vida y consejos útiles para enfrentar situaciones de todos los
días.
Los terapeutas ericksonianos hablan de sí mismos, de su historia, de sus logros y
fracasos, para así invitar a quien los escucha o lee a reflexionar sobre su propia historia,
sus fracasos y sus logros y a crear sus propias soluciones.
Milton H. Erickson decía que la terapia comienza en casa, pero en la casa del
terapeuta, que debe predicar con el ejemplo. Angela y J. Augusto predican con el
ejemplo, hablan de su propia experiencia como padres y se abren al lector para
transmitirle sus vivencias, sus temores, sus satisfacciones. Este es el enorme valor de
Abriendo puertas con amor, un libro de auto ayuda que no es teórico, sino práctico. Es
un libro de sentido común, uno de los sentidos más difíciles de preservar. Y esa
sencillez, está sustentada en la propia experiencia, pero también en un sustrato teórico y
técnico sólido y complejo.
Abriendo puertas con amor, es también una aportación a la psicoterapia
ericksoniana latinoamericana que todos estamos construyendo y así, además de ser un
libro de cabecera para los padres, es una obra de gran interés para los psicólogos y
educadores que trabajan con niños y adolescentes, o asesorando padres y que tienen un
enfoque profesional naturalista, orientado al presente y a las soluciones y desean entrar
en contacto con este tipo de terapia.
Estoy segura de que este libro abrirá muchas puertas con amor y será así de gran
utilidad para los padres y profesionales de nuestros países hispanohablantes.

Teresa Robles
Ciudad de México
Abril 21 del 2003

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AMIGOS PADRES

Hace mucho tiempo que queríamos poner en un libro algunas ideas que venimos
transmitiendo en conferencias y en el contacto individual con los padres. Son ideas que
hablan de corazón a corazón. Ideas para escuchar y reflexionar.
Queremos comenzar contándoles una pequeña historia muy significativa para
nosotros y tal vez también lo sea para ustedes.
Una vez hubo un incendio en el bosque. Los animales corrieron espantados,
huyendo del fuego. Todos ellos despavoridos no sabían qué hacer y empezaron a
lamentar que habían perdido sus madrigueras y sus nidos. Algunos oraban pidiendo que
los salvaran contra cualquier desgracia que les pudiera venir.
Un pequeño pajarito voló en dirección al río, trayendo una gotita de agua en el
pico y, sobrevolando el incendio, desde lo alto, soltaba esa pequeñita cantidad de agua
sobre el fuego. Los animales lo miraban sorprendidos y le gritaron al ave que eso
no servía de nada. El incendio era enorme y lo mejor que podían hacer era huir.
El pajarito respondió, desde lo alto, soltando el agua de su pequeño pico:
¡Uf! ¡Yo hago lo que puedo!

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NUESTRAS RELACIONES

Sobre la relación entre padres e hijos, me gustaría contarles un hecho que sucedió
conmigo y que cambió enormemente la forma de relacionarme con mis hijos.
Cuando mi hija tenía once años de edad, arregló con su mamá, que después de la
escuela, llevaría a algunas compañeras a nuestro departamento a comer pizzas que ellas
mismas cocinarían.
Mi mujer estuvo de acuerdo y arregló con la empleada doméstica que dejara
listos los discos de masa precocidos, el queso rallado, el jamón picado y la salsa de
tomate en el refrigerador. También dejaron listos los refrescos, que en esa época, venían
en botellas familiares de vidrio.
Como los hermanos regresarían de la escuela más tarde, mi mujer y yo
estaríamos trabajando en nuestro consultorio de psicología, y el departamento quedaría a
disposición de ella y sus amigas.
Alrededor de las 5:45 de la tarde, terminé mi trabajo en la clínica. Mi mujer me
pidió que fuera para casa, me dijo que no necesitaba hacer nada, pero que me quedara
allí por si mi hija y sus amigas necesitaban algo. Cuando ella terminara su trabajo, me
alcanzaría. En esa época, ya estábamos acostumbrados a quedarnos hasta más tarde en el
consultorio, estudiando, después de la consulta.
Cuando los hijos regresaban de la escuela, sabían cuidarse y nosotros estábamos
al pendiente por teléfono de que las cosas anduvieran bien.
Esa tarde me fui más temprano a casa. Cuando llegué, encontré a las compañeras
de mi hija sentadas a la mesa, comiendo y bebiendo, riendo, alegres. Las saludé y me
quedé un momentito platicando con las que no conocía, para conocerlas. El olor de la
pizza en el horno llenaba todo el departamento. Delicioso. Prendí la televisión y me
quedé viendo el final de una telenovela, mientras esperaba los noticieros de la noche en
distintos canales de televisión. Me quedé así distraído, ajeno al ruido de fondo la plática
de las niñas.
De repente, brinqué asustado al escuchar un es-truendo en la cocina que
estremeció todo el departa-mento. Temblé, en el cuarto de la televisión, asustado por el
grito de una de las compañeras de mi hija. Sucedió que una de las niñas había tomado
una botella de refresco del refrigerador con la mano sucia de grasa de la pizza y la
botella se le resbaló de la mano y cayó en el piso de granito. El estruendo fue la caída de
la botella y también el estallido del gas del refresco. Se desparramaron pedazos de vidrio
y refresco por toda la cocina.

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Cuando llegué ahí, la muchachita estaba parada, muy asustada, y las otras
sentadas en la mesa, sin moverse. Quité a la niña del lugar, con cuidado, para que no
pisara los pedazos de vidrio y les puse otra botella de refresco en la mesa.
Empecé a limpiar. Recogí todos los pedazos de vidrio, los envolví en un
periódico para que no se lastimara la mano de nadie en el bote de basura. Recogí todo el
refresco con el trapeador. Después limpié con detergente y agua el piso, haciendo la
limpieza más gruesa, y dejando para el día siguiente, que la empleada doméstica hiciera
la limpieza más delicada, más a fondo.
Después de eso, regresé al cuarto de la televisión y me quedé pensando. Pensé en
cómo habrían sido las cosas, cómo habría yo actuado si hubiera sido mi hija la que
hubiera roto la botella. Tal vez la habría regañado severamente y habría dicho que era
una descuidada. Tal vez la hubiera mandado a limpiar el piso. O la hubiera amenazado
con algún castigo, incluso enfrente de sus amigas. Tal vez la hubiera agredido
físicamente, enfrente de sus compañeras, ¡para que aprendiera a tener más cuidado!
Sin embargo, como era una extraña actué de esa manera. Limpié todo, además de
haber retirado a la niña del lugar con mucho cariño. Creo que le dije que no se
preocupara, que a veces pasaban cosas así, que estuviera tranquila, que yo estaba ahí
para ocuparme de esas cosas.
Y pensé aún más; pensé cómo maltratamos a las personas que amamos y
tratamos bien a los extraños. Ni siquiera sé de quién era hija esa niña. ¡Nunca la había
visto en mi vida! Y mi hija era sangre de mi sangre, trae genes que yo le transmití, lleva
mi apellido, que yo mismo le puse. Y la hubiera tratado con tanta grosería y a su
compañera, que ni conocía, le daba todo mi cariño.
Fue entonces que comencé a poner más atención a estas cosas. Y a partir de ese
momento empecé a tratar con más cuidado, con más cariño y atención a mis hijos y a mi
mujer. Comencé a tratarlos como si fuesen “los compañeros”, y a mi mujer como si
fuera “la mujer de un amigo”, o “la mujer del vecino”.
Hoy me parecen hasta graciosas, extrañas estas ideas. Pero creo importante
ponerlas aquí, porque yo recibo en mi consultorio padres, madres que agreden
físicamente a sus hijos, a sus hijas. Y que lo hacen en presencia de extraños, sin darse
cuenta de la humillación y el daño que les están causando.
Algunas veces, caminando por ahí, veo madres agrediendo a sus hijos, padres
abofeteando a sus hijos adolescentes. Y creo que actúan así porque tienen la idea de que
“nuestros hijos son nuestros, nuestra mujer es nuestra propiedad”. Tienen la idea de que
los poseemos, y podemos hacer con ellos lo que queremos, los tratamos como se nos
ocurre. No respetamos su individualidad, su independencia y su autonomía. Pensando
que son nuestras pertenencias, no cultivamos los lazos de afecto y de ternura que
mantenemos con otras personas.

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ABRIENDO PUERTAS CON AMOR

Ahora, puedes abrir tu corazón a ti mismo, a ti misma... abre tu corazón a ti mismo, a ti


misma... Ponte en contacto con el centro de ti con tus sentimientos y quiérete... tú estás
abriendo la posibilidad de curar un corazón roto. Esto sucede cuando abres la posibilidad
de centrarte y profundizar en quererte a ti mismo, a ti misma...
Amar es un acto de valor y es una habilidad...
Habla y mira con amor y la puerta se abre...
Educar es un acto de amor. Un acto de entrega y confianza... Y el aprendizaje se
da cuando la mente y el cuerpo se conectan con experiencias. Cuando el otro, la otra
confía y es tocado, tocada con amor... Amar es ver la belleza que existe en el otro, en la
otra...
Cada emoción difícil corresponde a una emoción suave que la equilibra...
¿Sabes qué es lo que necesitas para hacer un cambio, salir de una situación a la
que ya estabas acostumbrado, acostumbrada? AMOR...
Hoy vas a sembrar, para que nazca siempre, porque las cosas se transforman
rápido. Siembra siempre y siempre recibirás algo de ahí...
La vida es como un río que fluye, deja la vida que vaya fluyendo, que fluyan el
enojo, las tristezas, los miedos, las alegrías, todas las emociones. Si alguien detiene el
río, el río acaba desbordando o provocando grandes inundaciones de energía acumulada.
Libera las energías, dejando que la vida fluya con lo que venga, enfrentando y teniendo
valor de sobreponer los problemas para ser feliz. La vida es linda si no dejamos que esos
problemas nos estorben...
Y tú puedes dejarte vivir lo que viene, si primero vas aprendiendo a amarte a ti
mismo, a ti misma, y en seguida vas aprendiendo a amar al otro, a la otra y vas,
descubriendo la belleza de él, de ella... y cuando lo hagas, seguramente, tocarás su
corazón y tu corazón se abrirá para recibir lo bello, lo bueno, lo que realmente sana...
Tú puedes tener el valor de decirte a ti misma, a ti mismo: yo no sé, pero voy
aprendiendo a querer a mi hijo, a mi hija y a ver la belleza, cómo sale de ahí lo que
estaba escondido...
Pero es necesario tener el valor de amar lo que venga... Libera tu corazón para
que sienta y deja primero fluir el amor por ti. Concéntrate, respira, ámate a ti mismo, a ti
misma, libera tu mirar, tus emociones y percibe cómo el otro, la otra te toca.
¡Abre tu corazón para recibir... y deja que suceda... EL AMOR! Amar es ver la belleza

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que existe (en ti) en el otro, en la otra...

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LA GENTE LINDA ENCUENTRA GENTE LINDA

Todo mundo sabe que cosechamos lo que sembramos. Cuando los padres llegan a
nuestro consultorio nos preguntan cómo hacer para estimular lo mejor de sus hijos. En
ese momento, les contamos una historia que dice así:
Pedro, un niño de ocho años, estaba de vacaciones. Y salió con su padre, su
madre y su hermana, a pasar quince días en un sembradío, a donde vivían sus abuelos.
Un día tranquilo y asoleado, salió a pasear con Totó, el perrito del abuelo.
Cuando llegaron a una parte montañosa del camino, Totó se perdió. Entonces,
rápidamente, Pedro se puso a buscarlo.
Le gritaba:
- ¡Totó, Totó...!
Y cuando llegó a lo alto de una colina, después de llamarlo, escuchó una voz de
niño que decía:
- ¡Totó, Totó...!
- Quedó intrigado y gritó: ¡
- ¿Quién está ahí?!
Y recibió como respuesta: Está ahí... Y continuó haciendo preguntas.
- ¿Cómo te llamas?
- Te llamas... - recibió como respuesta. Y así continuó el diálogo:
- Por favor dime, ¿cómo te llamas?
- Te llamas...
- ¡Eres muy mal educado!
- Muy mal educado...
- Deja de repetirme.
- Mira niño, ¡tú eres un imbécil!
- Tú eres un imbécil...
- Mira niño, ¡me estás haciendo enojar!
- Me estás haciendo enojar...
- Vas a ver, si te encuentro la paliza que te voy a dar...
En ese momento, Totó apareció y se dirigió a casa. Intrigado, de camino a casa, iba
pensando en el niño con el que había hablado. Al llegar a la casa, mientras su mamá le
servía de comer, le contó sobre el niño con el que había estado platicando, el niño lo
había hecho enojar y le contó cómo estaba arremedando cada cosa que decía, tanto que si
lo encontraba, ¡le iba a pegar! La madre de Pedro lo escuchó atenta y silenciosamente.

20
Al día siguiente, muy temprano, Pedro decidió volver a pasear por las montañas,
con Totó. Su mamá le dijo que regresara al mismo lugar a donde había platicado con el
niño. La mamá de Pedro le dijo que esta vez le dijera al niño cosas amables y que
también le podría decir que quería ser su amigo. Pedro no entendía bien de qué se
trataba, pero prometió a su mamá que lo haría, porque sabía que era una mujer muy sabia
y que siempre quería su bienestar. Pedro llegó hasta la cumbre de la colina y gritó:
- ¡Niño, ¿estás ahí?!
- Estás ahí... respondió la voz.
- Niño, quería darte una disculpa por ayer.
- Quería darte una disculpa por ayer respondió la voz.
- Niño, ¡hasta que te portas bien educado!
- Te portas bien educado...
- Un día me gustaría encontrarte.
- Me gustaría encontrarte.
- Quién sabe, ¿podemos ser amigos?
- Podemos ser amigos...
Y así, continuaron preguntas y respuestas amigables.
Pedro, después de despedirse, continuó paseando con Totó. Cuando regresó y vio
a su mamá, ya en la noche, le contó sobre la plática agradable que tuvo con el niño, de
cómo había sido diferente al día anterior y él creía que ya eran hasta amigos...

21
LOS NIÑOS SON PERSONAS

Los niños son personas. Diríamos que es obvio. Pero ¿cuántas veces se nos olvida
cuando estamos frente a nuestro hijo, frente a nuestra hija? Vamos a ver unos ejemplos
que ilustran lo que estamos diciendo.
Cuando tu hijo o tu hija se caiga y empiece a llorar, prueba a decirle que: “no
pasa nada”, que “no duele”, que ya “está muy grande y ya no debe llorar”, “vamos a ver
que el piso se lastimó”, que “a mí no me duele, entonces no te duele”, y todos los otros
argumentos que utilizamos en esta situación. Prueba hacer esto y fíjate que lo único que
vas a lograr es que tu hijo o tu hija lloren más. Ahora prueba decirle: “te caíste y te debe
estar doliendo, déjame ver”, te vas a sorprender de que deja de llorar inmediatamente y
de que tu hijo o tu hija se tranquiliza, se siente cómodo, cómoda, confortable.
Haz la misma experiencia con un adulto. Dile frases como “no pasó nada”, “no
duele”, “ya pasó”, “ya estás bien grande para estar llorando como niño”, y verás cómo
aumenta la tensión y provocas una reacción agresiva en el adulto. Por lo contrario, la
simple descripción del hecho hecha con simpatía, tendrá un efecto tranquilizador. Y por
supuesto que si el que se lastimó es un adulto, lo más probable es que tú optes por el
segundo método. Pero entonces, ¿por qué no actuar de la misma manera cuando se trata
de tu hijo o de tu hija? Tal vez porque no has hecho conciencia de que los niños son
personas. Los niños sienten, perciben y entienden.
Vamos a detenernos un poco para reflexionar en qué situaciones nos
comportamos ignorando que los niños son personas. Son generalmente situaciones en las
que nos cuesta trabajo ser sinceros, sinceras e íntegros, íntegras, honestos, honestas con
nuestros hijos.
a) Cuando lo vamos a llevar al doctor y sabemos que no va a ser agradable, que
la inyección de la vacuna le va a doler.
b) Cuando nuestro hijo o nuestra hija nos pide un juguete que no le queremos dar.
c) Cuando nuestro hijo o hija nos ve tristes, llorando y queremos esconder
nuestras emociones.
d) Cuando nuestro hijo o hija nos pregunta sobre la muerte y no sabemos cómo
contestar.
e) Cuando la curiosidad sexual hace que nuestro hijo o hija nos pregunte aspectos
de nuestra intimidad.
f) Cuando queremos hablar de un problema de él o de ella y frente a ellos
afirmamos: “no entienden”.

22
Observa lo que está sucediendo contigo. Observa cómo has estado manejando a
tu hijo o a tu hija. Obsérvate a ti mismo, a ti misma. Observa tus emociones. Puedes ir
observándote y volviéndote más sincero, sincera contigo misma, contigo mismo.
¿Por qué “decimos mentiras” a nuestros hijos, a los niños? Porque creemos que
logramos engañarlos, distraerlos. Pero no es así. El niño entiende, siente y percibe lo que
está pasando a su alrededor. Lo que realmente sucede es que aún no ha desarrollado lo
suficientemente algunos aspectos intelectuales del lenguaje como para poder responder a
sus padres a su nivel. El niño no sabe expresar lo que siente.
Tú puedes ser sincero, sincera con tu hijo, con tu hija. Te voy a decir un secreto:
escucha lo más. Detente durante treinta segundos antes de responderle. Así tendrás
tiempo para pensar y revisar lo que es mejor decirle. Y no digas cosas de más. Las
explicaciones largas lo confunden, la confunden. Puedes ser firme y sincero, sincera.

23
LOS PADRES A VECES TIENEN LA RAZÓN
Y A VECES SE EQUIVOCAN

Nos gustaría decirles que, muchas veces, nos proponemos hacer cambios en nuestras
vidas y que no logramos cumplir. Olvidamos nuestros objetivos. Dejamos de hacer
esfuerzos. Perdemos de vista nuestras metas y nos rendimos.
Cuando nos ponemos un objetivo, como es tratar bien a nuestros hijos, a nuestra
esposa o a nuestro marido, puede ser que a veces nos descubramos tratándolos como
antes hacíamos, como estábamos acostumbrados, acostumbradas. Los maltratamos, los
despreciamos, los desdeñamos, los agredimos, los castigamos y los tratamos así porque
nos sentimos seguros, seguras de que nunca los perderemos, porque los vemos como
nuestras pertenencias. Pero no es así. Hay padres que pierden a sus hijos, maridos que
pierden a sus esposas, esposas que pierden a sus maridos, novios que pierden a sus
novias, amigos que pierden amigos, patrones que pierden a sus empleados porque se han
creído dueños y señores de ellos y también porque creen que nada de esto va a suceder.
Podemos pedirles disculpas y pedirnos disculpas a nosotros mismos cuando los
ofendemos, cuando los maltratamos sin querer. Podemos admitir que no somos
perfectos, que nos equivocamos, que a veces fallamos, que caemos, y eso nos ayuda a
recuperar la amistad y la confianza de los seres queridos. Podemos otra vez volvernos a
hacer el propósito, recordar por qué queremos alcanzarlo, pensar que las cosas serán
mejor si alcanzamos nuestra meta, y esto puede darnos la fuerza que necesitamos para
seguir adelante.
Tal vez lo más importante sea crear en nosotros mismos la capacidad, la
habilidad, el talento, de volver al camino, de tener el valor de seguir nuestro rumbo para
lograr relaciones salu-dables, buscando el amor que nos unía a los otros.

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PAPÁ Y MAMÁ TAMBIÉN SON PERSONAS

¡Los padres son personas!


Esta es una verdad que muchas veces olvidamos. Vamos a ver: un hombre y una mujer,
se encuentran y se enamoran. Se casan. Y se olvidan de que son personas y pasan a vivir
el papel de esposo y esposa. Se anulan. Con el tiempo, se disponen para tener hijos.
Asumen un nuevo papel: el de padre y el de madre. Otra vez se olvidan de que son
personas. Se olvidan de que tienen deseos, cosas que quisieran, debilidades, necesidad
de privacidad. Empiezan a vivir en función de los hijos, pensando que están haciendo lo
mejor.
Aprendieron lo que debían hacer con sus propios padres que, a su vez
aprendieron con los padres de ellos, y así hacia atrás. No cuestionan lo que están
haciendo. Repiten.
Los padres se asombran cuando nosotros les decimos que es bueno que se
muestren frustrados, tristes delante de los hijos: “¿Pero no tenemos que mostrarnos
siempre fuertes para que nuestros hijos crezcan seguros?” Aquí hay varios puntos que
tenemos que considerar. De veras, es muy difícil para un individuo cargar dentro de sí un
padre perfecto por el resto de su vida. Este hijo va a exigir mucho de sí mismo y va a
sufrir mucho más cuando se sienta frustrado. Por el contrario, un padre fuerte, pero que
se permite estar frustrado y equivocarse, que expresa sus sentimientos negativos y
positivos, permite a sus hijos ser personas: sentir enojo, equivocarse, frustrarse. El hijo o
la hija va a encontrar así en el padre un punto de identificación. Cuando tenga que
enfrentar una frustración, no se sentirá chiquitito, chiquitita, pues recordará que un día
también su padre estuvo frustrado.
Los padres se olvidan de que son personas. No se permiten tener privacidad.
Siempre tienen a alguno de los hijos durmiendo con ellos; no viajan sin los hijos, no
salen para no dejarlos solos. Es más: cuando la madre está llorando porque hay un mal
entendido, una molestia con el marido, y el hijo o la hija llega y pregunta:
- Mamá, ¿estás llorando?
- No, no responde la madre, procurando taparlo.
¿Por qué no responder “sí” y conservar la privacidad?
- Sí, hijito, estoy llorando.
- ¿Por qué mamá?
- Hijo, hija, son problemas míos y cuando se resuelvan ya no voy a llorar. Pero
no te los quiero contar.

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El padre y la madre tienen derecho de decir “no” a los hijos, y cuando lo hacen en
forma asertiva, los hijos aceptan. Lo importante es que los padres también respeten la
privacidad del niño, el deseo del niño de estar solo con sus problemas.
Así, el hijo, la hija, aprende que se puede equivocar, porque también es persona,
aprende que puede tener problemas y que no necesita contarlos, y aprende que puede
reconocer las emociones de los demás, ya que papá o mamá le mostraron a su hijo, a su
hija que lo que percibía era coherente con lo que estaba sucediendo realmente. Ser
persona es una virtud de los buenos padres.
Ser lo que realmente son y no ponerse un disfraz hace bien a la relación del padre,
de la madre, con los hijos. Más tarde, si el hijo o la hija tiene problemas, sentirá que
puede contar con ese padre, con esa madre, que también se equivoca y sabrá
comprenderlo, comprenderla.

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PARA LOS PADRES Y ADOLESCENTES

Existen muchas definiciones de adolescencia, cada una basada en un aspecto diferente.


Algunos cambios nos muestran que el individuo está dejando de ser niño, que está
pasando por una fase intermedia. Entre las manifestaciones de esa transformación,
podemos citar: el egoísmo infantil es sustituido por el altruismo que es propio del adulto;
la visión egocéntrica del mundo es sustituida por una visión más objetiva de la realidad;
se establece la noción de la consecuencia de los actos que realizamos; se logra el
pensamiento abstracto.
Para los propósitos del adolescente, la fase por la que está pasando es delicada. El
adolescente tiene que decidir entre la orientación dada por los padres y el fruto de su
propia experiencia. En este momento surge un conflicto fundamental: ¿qué camino debo
seguir? O ¿qué hacer con mi libertad? ¿Quién es él al final? O ¿quién va a ser él en la
vida? Manejar la propia libertad sin ser inconsecuente es uno de los mayores problemas
del adolescente. En la actualidad la crisis del adolescente se ha hecho mayor por distintas
crisis sociales, económicas y de inseguridad vividas por nuestro país.
La constatación de que tu hijo, tu hija, está creciendo y comienza a tener
actitudes y deseos propios es un momento difícil para los padres. El hecho de sorprender
al hijo, a la hija fumando, o aun el hecho de que no quiera participar en la fiesta de
Navidad porque quiere acampar con los compañeros, es parte de un conjunto de hechos
que muestra que el hijo o la hija ya no es un niño, una niña sin deseos. Estos hechos y
muchos otros no pueden ser vistos aisladamente, porque son parte de un contexto
significativo.
No es fácil para los padres aceptar la independencia de los hijos, se sienten
ansiosos y se preocupan por lo que vaya a suceder a sus hijos. ¿Qué será de ellos?
¿Sabrán tomar las decisiones correctas? ¿Seguirán reconociéndolos como padres? Estas
dudas surgen junto con la sensación de vacío que acompaña al crecimiento de los hijos.
También es igualmente dolorosa la observación de que los niños cada vez
escapan más al control de los padres y de que los padres participan cada vez menos de
las expectativas de los hijos. El adolescente afirma su deseo, comienza a realizarse como
persona, sin la tutela de su familia. Su separación progresiva de los padres no es una
ingratitud. Es una parte necesaria y saludable de su proceso de desarrollo. La
independencia de los jóvenes, para los padres significa pérdida de autoridad, de su
liderazgo sobre el hijo, la hija. Poco después, los padres pierden su posición de ídolos y
pasan a ser criticados por los hijos. No obstante que muchas críticas no están
debidamente fundamentadas, muchas otras tienen una razón de ser. En la adolescencia,
los superhéroes son sobrepasados y los jóvenes buscan personas que les den un

27
testimonio de vida.
En estos casos, ¿sería importante que los adultos revisaran sus valores, su manera
se pensar? Por supuesto que no podemos cambiar de repente nuestras creencias, pero es
muy importante estar dispuestos a aceptar los valores y las formas de pensar de los más
jóvenes. Tal vez, de esa manera, la convivencia con los adolescentes se vuelva más fácil.
Por otra parte, la juventud de los más jóvenes provoca una gran ambivalencia en
los más viejos. Al mismo tiempo de que se sienten revitalizados, pues ven en sus hijos la
proyección de su imagen, rejuvenecida, ven también la pérdida de su juventud,
sintiéndose débiles, envejecidos. El crecimiento de los hijos, a pesar de ser vivido con
intensidad es ser disfrutado por los padres, también es muy sufrido por ellos. Pensamos
que, para evitar el sufrimiento de estar envejeciendo, los padres tienden a recargar el
desarrollo de sus hijos adolescentes, tratándolos como niños. Otra emoción que a veces
surge es la de pérdida. Los padres no quieren perder al hijo, como a la hija, y el
crecimiento se vive como una amenaza.
Normalmente, los padres, confundidos frente al hijo o la hija adolescente,
reaccionan en dos formas extremas para resolver el impasse: el autoritarismo, que se
manifiesta en restricciones excesivas, o la permisividad que se manifiesta en una libertad
desmedida. Los padres privan a los hijos impidiéndoles vivir. No recuerdan ya que ellos
mismos maduraron a través de vivir la experiencia, haya resultado bien o mal. Es
necesario vivir, experimentar. ¡Así aprendemos a vivir!
En el otro extremo, los padres cometen otro error que es el de la libertad
excesiva. Basados en el principio de que “cada quien es libre para seguir su propio
camino”, abandona al hijo, a la hija en un momento en que él, ella, necesita mucha
orientación. Para que las experiencias se transformen en aprendizajes, y ayuden a los
hijos a madurar, puede ser necesario que ellos tengan un punto de vista diferente sobre lo
que están viviendo, que reciban una orientación que los padres pueden y deben dar.
Es interesante informarnos en libros y en teorías nuevas sobre cómo tratar a los
hijos, pero no se trata de seguirlas con rigidez. Lo mejor sería, probablemente, actuar con
naturalidad, reconociendo honestamente que somos capaces de equivocarnos. El padre,
la madre que se dé permiso de sentirse frustrado, frustrada, que se da permiso de estar
triste, de llorar delante de los hijos, logra aproximarse a ellos. El hijo, la hija, siente que
puede confiar en ese padre, en esa madre, que no es perfecto, perfecta, que será tolerante
con él o ella cuando se equivoque.
Dejar a los hijos libres para vivir sus vidas, tener oportunidad de enriquecerse a
través de sus vivencias y, al mismo tiempo, estar presentes, ha sido una de las grandes
necesidades en la actualidad. Los padres estarán ayudando a sus hijos en la medida en
que discutan y comenten con ellos los diversos caminos, los orienten. Ya será cosa del
adolescente seguir o no las indicaciones que le dan los padres. Algunas veces, es
necesario equivocarse para crecer.

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SOMOS PADRES

Los padres tienen un papel y una responsabilidad dentro de la familia.


Un gran problema de nuestra sociedad que afecta a los jóvenes hasta a los niños
tiene que ver en forma directa con el consumismo y la falta de límites entre las personas,
especialmente dentro de la familia.
Por falta de límites bien claros, por falta de conocimiento de nuestros derechos y
los derechos de los otros, por no haber aprendido a hacer que se respeten nuestros
derechos, y como consecuencia, por no saber respetar los derechos ajenos, acabamos
siendo blanco de distintas agresiones y también actuando con falta de respeto para con
los demás.
Sufrimos adentro de los edificios, sin saber llevar una vida comunitaria,
peleándonos por el lugar del estacionamiento, pegando por el retraso y el mal uso del
elevador, por la conservación del edificio, por los impuestos que tenemos que pagar,
quejándonos de los aumentos, del ruido producido dentro de los departamentos, por el
tráfico, huimos de un diálogo y perdemos la oportunidad de establecer lazos de amistad.
Martirizamos a nuestros delegados, a nuestros representantes porque no hemos
aprendido a relacionarnos con ellos aunque nosotros hayamos votado por ellos y los
hayamos instituido.
La pregunta que muchos padres se hacen es más o menos la siguiente:
- ¿En qué me equivoqué? ¿Qué fue lo que hice o dejé de hacer para que las cosas
se desarrollaran en esa dirección y no en el rumbo en que yo quería?
Algunos padres buscando soluciones, llegan a preguntar:
- ¿Cómo debo de actuar? ¿Qué es lo que tengo que hacer?
Los castigos físicos que se utilizaban hasta hace poco tiempo, fruto de la herencia
de la esclavitud en nuestro caso específico de Brasil, y de una monarquía déspota, en
otros países solamente trajeron revoluciones y solamente crearon personas sumisas y
vivas sin sentido.
La necesidad de diálogo y de comprensión aparece al lado de leyes razonables
que es posible cumplir. De nada sirve decir “no se puede” si este “no se puede” no fue
comprendido o si fue entendido como una arbitrariedad.
La vida moderna, la necesidad de conocimiento, de expandir el saber y las
comunicaciones tiene una velocidad tan grande que los argumentos racionales se han
vuelto más importantes para sustentar los motivos por los que se hace algo que los
deseos individuales.

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Ser padre, ser madre hoy en día, cuesta trabajo. Cuesta trabajo principalmente
porque los hijos necesitan que los acompañemos. Antes, los padres tomaban a sus hijos y
decidían por ellos cuáles eran sus opciones, hoy en día, los padres tienen que conocer las
opciones que los hijos proponen e ir juntos, observando y conociendo cada paso que se
va dando.
Los padres pueden llegar a saber qué es lo que el hijo o la hija hace, con quién lo
hace, y cómo lo hace, vigilándolos suavemente y sobre todo pidiéndoles cuentas de lo
que están haciendo. Muchos padres piensan que, haciendo eso, están invadiendo la
privacidad y la vida del hijo, de la hija, y que por lo tanto no tienen derecho a hacerlo.
Estos padres no tienen noción de cuánto sus hijos necesitan y hasta les gusta sentirse
cuidados, protegidos. Los hijos necesitan de su presencia.
Es estar cerca, estar atento, atenta, estar sabiendo, obteniendo una información
constante de “por dónde anda” el hijo o la hija da seguridad y tranquilidad a los hijos
más allá que una complicidad entre todos.
El autor argentino Eduardo Kalina1 dice que, cuando hay amistad e intimidad
entre padres e hijos, difícilmente los padres tendrán problemas con sus hijos
adolescentes porque no habrá pleito, sino juego. Las crisis, los problemas podrán
resolverse a través del diálogo.

Nota
1. KALINA, E., Psicoterapia de adolescentes: teoría, técnicas e casos clínicos, Artes Médicas Sul, Porto Alegre,
1999, pp. 19-23

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ESTIMULAR EL CARIÑO

Estimular el cariño es una tarea fundamental del profesional que trabaja con niños y
padres. Demostrar afecto a los hijos es dar apoyo, protección y cariño. El amor de los
padres se da a través de gestos, dedicación, y no sólo de palabras. Y así debe ser, por la
vida. Dar cariño es enseñar la primera y más importante forma de comunicación entre los
seres humanos. Formas sencillas de demostrar ese amor pueden ser extremadamente
efectivas y los padres deben buscar adentro de ellos, formas de ser más fluidos y seguros
en su estilo de mostrar cariño. Estas manifestaciones de amor serán el modelo para las
futuras acciones del niño. La idea es proveer algo que es fundamental para los niños:
contacto, amor, cariño.
Cuando trabajamos haciendo orientación para padres, buscando con ello
recuerdos positivos de sus propios padres, es frecuente que traigan situaciones en que el
padre y la madre los tocaron, estaban juntos sentados en un sillón o en la cama, con la
cabeza recostada en las piernas del padre o de la madre, o andaban tomados de las manos
con uno de los padres, conversando amigablemente. Al hacer esto estamos logrando que
los padres busquen adentro de sí formas de ser más fluidos y seguros en su estilo, en su
manera de dar cariño a sus hijos, porque todo esto son gestos de cariño, que ellos podrían
modelar desde sus propios padres.
En una relación entre padres e hijos, el amor es lo más importante. Desde que
nacen, mientras crecen y se desarrollan, los niños necesitan sentirse queridos, necesarios,
ayudados, apreciados, para crecer emocionalmente equilibrados y poder desarrollar en su
vida adulta todo su potencial humano. Pero necesitan aprender también que la principal
persona a quien deben dar cariño es a ellos mismos. Y a partir de ser amados, apreciados
por los padres, el niño o la niña se va valorando y amando a sí mismo, a sí misma.
Según Lawrence Shapiro1, la mayor parte de las investigaciones han llegado a la
misma conclusión: las personas que recibieron suficiente cariño y estimulación desde
niñas no sólo son las más adaptadas y que les va 10vida, sino que también tienen un
mejor sistema inmunológico, es decir, son personas que tienden a tener menos
infecciones y que es más difícil que contraigan enfermedades graves a lo largo de su
vida; y, si las contraen, parecen tener más oportunidades de sanar.

***

El contacto físico es muy importante para desarrollar habilidades en los niños.

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Cargar a los niños es darles amor. Los padres pueden aprender técnicas de masaje, o
aprender a hacer cariñitos que son muy importantes para los hijos: los ayudan al
desarrollo motor, los enseñan a conocer su propio cuerpo y cómo darse satisfacción a
través del cuerpo en forma adecuada, más allá de que se vuelven personas más tranquilas
y seguras.
Algunos padres tienen miedo de dar cariño, de tocar a los hijos. Por ejemplo, los
padres dejan de hacerles cariños a las niñas por miedo de provocar una situación
sexualmente inadecuada. El padre y la madre dejan de hacer cariños a los hijos por
miedo de que el hijo se vuelva afeminado o por miedo a chiquearlo, consentirlo más de
la cuenta y hacerle daño. Estos padres más bien necesitan saber cuáles son los cariños
saludables para un niño, una niña y cuáles cariños pueden no ser saludables.
Normalmente, cuando se dan cuenta de esto, se relajan, se sienten felices, porque están
haciendo lo que es normal, o lo que debería ser hecho. Y a fin de cuentas, es saludable
que los padres hagan cariños físicos, acaricien y permitan ser tocados por sus hijos.
¿Cómo hacer entonces? Los cariños adecuados son muchos: abrazos fuertes,
tocar la cabeza, guiñar los ojos, palabras de cariño, sentarse juntos a ver televisión y
darse las manos, jugar, bromear, leer cuentos juntos, sentarse en una mesita a dibujar
contando historias, escuchar música juntos, ir al teatro o al cine, comerse una pizza o una
hamburguesa, darse masajito en las espaldas, en las piernas, en los pies y más y más y
más. Si tú puedes recordar ese cariño, esa palabra cariñosa que cuando eras niño o niña,
recibiste de papá, de mamá, de un abuelo, de una abuela, de un profesor, de una
profesora y que fue bueno, estuvo bien, puedes repetirlo con tu hijo o con tu hija. Trata
de acordarte y utilízalo. Si todavía tuvieras dudas, puedes aprender a través de un
modelo. Trata de observar cómo otros padres u otras madres hacen y adapta eso a tu
forma de ser.
¿Y qué no debo hacer? Una vez recibí a una madre en mi consultorio que estaba
confundida. Me contó que su niño de cuatro años se sentaba junto a ella para ver
televisión y le pedía que acariciara su pene. Ella hacía lo que el niño le pedía, por no
querer traumatizarlo. Entonces yo le pregunté: “¿Si tu hijo tomara tu maquillaje,
permitirías que lo usara en él mismo, ensuciándolo y echándolo a perder?” “No”, me
respondió. “¿Cómo lo harías?” Entonces me dijo que le diría que no se podía tocar eso,
que el maquillaje no era un juguete. Y yo le expliqué a ella que lo mismo haría en
relación a la petición de caricia en el pene, poniendo un límite. Podría decir al hijo
cualquier cosa como: “No te voy a hacer ese cariño, esa parte del cuerpo es muy sensible
y no lo vamos a estar tocando para no lastimarlo”. Otra cosa que podría decir: “No, no
voy a hacer ese cariño. No quiero. Te hago otros cariños: masajito en los pies, te agarro
de la mano, ¿o qué quieres?”

***

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Cuando decimos a los niños que son importantes y que traen alegría y orgullo a la vida
de los padres, hace que los niños aprendan a quererse, porque tienen la seguridad de que
son importantes para las personas más significativas que ellos. Los padres deben decir
siempre que los quieren. Poner atención en las cosas bonitas que los niños hacen y
entonces elogiarlos de forma consistente y honesta. Esto hace que se comporten de
forma adecuada. Otra forma de estimular una buena relación afectiva es demostrar
interés por lo que el niño está haciendo, participando de sus actividades, describiendo lo
que siente. Tener una hora para estar o jugar con el niño, con la niña, con toda la
atención puesta en él o en ella, hace que el niño o la niña se sientan que merecen cosas,
que son valiosos, que tienen derechos.

***

En nuestra práctica clínica, hablamos de todo esto con los padres, les proponemos
lecturas, les enseñamos que tienen tesoros en casa y dentro de sí mismos. Cuando recibo
en mi consultorio a padres y percibo que son cariñosos y que quieren a sus hijos,
acostumbro decirles al final de la sesión: “Yo pienso que fulano o fulana (el nombre de
su hijo) es un privilegiado o privilegiada de tenerlos como papás. Ustedes realmente lo
quieren, la quieren y saben demostrárselo. Son muy cariñosos. Y yo pienso que eso es lo
más importante”.
El cariño debe ser siempre estimulado porque, cuando se expresa de forma
adecuada, forma individuos sanos tanto desde el punto de vista físico como emocional,
mejora las relaciones dentro de la casa y hace que los padres descubran que tienen hijos
que es padre tener.
Finalmente, el cariño puede ser expresado de varias maneras. Puede ser
verbalmente, físicamente o hasta a través de la manera de mirar y de halagar. Las
distintas formas pueden utilizarse mezcladas, expresarse al mismo tiempo, dando
consistencia y empleando la acción cariñosa, afectiva. Por ejemplo, mirar cariñosamente
mientras se aproxima para dar un abrazo y decir: “me siento feliz de poder convivir
contigo”. Todo este conjunto de acciones es un cariño fuerte, una expresión de afectos
sana y consistente. Estimula el cariño.

Nota
1.GOLEMAN, Daniel, Inteligência emocional: a teoria revolucionária que redefine o que é ser inteligente,
Objetiva, Rio de Janeiro, 1995, pp. 227-232.

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LA ESCUELA: NO BASTA SER PADRE O MADRE, E
S NECESARIO PARTICIPAR

La aprobación de nuestro hijo, de nuestra hija en la escuela empieza en los primeros días
de clase. El rendimiento escolar está ligado directamente a la adaptación, todos lo
sabemos. Y esa adaptación a la escuela puede lograrse con la ayuda efectiva de los
padres, independientemente de la edad del hijo, de la hija y del año que esté cursando.
En nuestro trabajo clínico, nos buscan padres que no saben cómo pueden ayudar a una
buena adaptación de su hijo o de su hija en la escuela.
A nosotros nos gusta reflexionar un poco con los padres sobre la palabra
adaptación. Viene de apto, que significa estar listo para, ser capaz. Por lo tanto, lograr la
adaptación del hijo, de la hija, significa hacerlo capaz, apto. Al principio, él, ella necesita
conocer el ambiente donde está, el lugar donde estudia. Después, él, ella deberá
reconocer a las personas, colegas y profesores con los que convive. Si preguntamos a los
padres cómo es la escuela del hijo o de la hija, si les pedimos que nos describan
brevemente el salón de clase donde el hijo o la hija están, si les preguntamos el nombre
de sus profesores, de los coordinadores de la escuela, de los directores, el nombre de
algunos compañeros, si les preguntamos sobre el sistema que utilizan los profesores,
sobre sus métodos de dar clase, sobre sus exámenes y trabajos, sobre lo que él o ella va a
aprender durante el año, generalmente los padres no saben y están seguros de que el hijo
o la hija tampoco conoce la mayor parte de esas informaciones. ¿Y cómo podría estudiar
el alumno que no sabe dónde está ni con quién se está relacionando? ¿Cómo podrá saber
lo que debe estudiar, lo que esperan de él o de ella?
El interés por la vida escolar del hijo o de la hija, con el objeto de ayudarlo,
ayudarla en su adaptación, permite la aproximación del diálogo entre padres e hijos.
Aquí también tenemos una gran oportunidad para los padres que han tenido dificultades
para dialogar con su hijo o su hija. Y no se trata de que los padres tengan que dedicar un
tiempo especial más allá de la vida cotidiana o de lo que creen necesario hablar con sus
hijos cada día para mantener una plática sin reclamos, sin críticas y sin castigos. Es
suficiente con platicar interesados, tratando de saber de su hijo, de su hija, sobre sus
compa-ñeros, sobre cuántas niñas hay en el salón de clase, cuántos niños, cómo es el
salón, el color, el tamaño, las puertas y las ventanas, el tipo de las bancas o de los
escritorios. El papá, la mamá pueden contar a su hijo, a su hija cómo era su salón de
clase, en qué forma estaban acomodados los pupitres, la mesa del profesor o de la
profesora, la posición del pizarrón y otros detalles, lo que recuerden. Esto probablemente
ayudará a establecer el diálogo y ese intercambio ayudará a que el hijo, la hija aprendan
a observar con más atención, haciendo que él, que ella perciba cosas parecidas. También
en la relación con los profesores, se puede preguntar el nombre de cada uno, cómo dan
su clase, cómo explica su materia, cuántos exámenes va a hacer durante el año, si va a

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pedirles trabajos de grupo. Todas estas preguntas se pueden hacer día tras día hasta que
los hijos traigan las respuestas. Sin prisa, pero desde el primer día, los padres así se
pueden ir acercando a la vida escolar del hijo, de la hija, sin que tengan que dedicar más
tiempo del que juzguen necesario para descubrir estas cosas de la vida de sus hijos.
Probablemente, el primer día el hijo o la hija no sabrán la respuesta de las
preguntas que les hagan. Pero se puede animar a los hijos diciéndoles que no importa si
no sabe hoy, pero que se fije bien, que trate de saber sobre eso y le cuente al día
siguiente. Y, si al día siguiente no hay respuesta o si todavía no sabe, no se trata de que
los padres demuestren impaciencia o enojo, sino que poco a poco irán ayudando a que
sus hijos desarrollen esta aptitud de observar, de conectarse. Este es un trabajo como
para un mes o un poco más. A medida que el padre, la madre van logrando tener
informaciones a través de los hijos verán cómo ellos cada vez están más integrados, más
motivados y más listos para lograr un buen desempeño escolar. A nosotros nos gusta
decir que para que los hijos aprueben en la escuela, es necesario que la escuela sea
aprobada por ellos.
Nuestra experiencia nos muestra que haciendo esto ganan ventaja los hijos, pero
ganan mucho más los padres, que son realmente los motores reales, efectivos,
principales del desarrollo de los hijos.

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AUTOESTIMA BAJA

Sabemos bien, por nuestro trabajo, que los niños que son educados con total libertad,
aunque sean queridos, se encuentran en riesgo de no ir bien en la escuela, en riesgo de
volverse delincuentes y de entrar en contacto con drogas. Se meten continuamente en
situaciones de peligro. Pueden volverse personas muy inseguras porque no se sienten
queridas y por eso están constantemente haciendo cosas para probar si el otro los quiere.
Y lo más curioso es que esos niños educados con total libertad, sin exigencias y
con cariño, generalmente tienen una autoestima baja y un alto nivel de inseguridad.
Cuando observamos a sus padres, encontramos que un papá y una mamá, por
miedo a equivocarse, o de castigar, o de ser violentos, o por cualquier cosa, se vuelven
débiles, sumisos, esclavos de los deseos y de las órdenes de sus hijos.
Algunos padres se agachan tanto delante de los hijos, corren y corren tanto por
satisfacer sus deseos y sus caprichos, que es como si los hijos se quedaran sin padres; y
que en vez de eso tuvieran sirvientes, personas sumisas que se dicen padres, pero que
son más sus subordinados que sus padres. Los padres que se anulan a sí mismos, están
transmitiendo a los hijos la idea de que ellos, los padres, no son personas, no tienen
derecho, ni deseos y acaban no existiendo.
Lo curioso de eso es que podemos observar que los padres que no se satisfacieron
a sí mismos, que renunciaron a muchas cosas a favor de los hijos, transmitieron a sus
hijos esa idea, inconscientemente, de que ellos no valían nada. Los hijos aprendieron que
“no valer nada” era lo que sus padres les estaban enseñando. Como los padres les daban
todo, hacían todo por los hijos, los hijos absorbieron a través del ejemplo de los padres,
que lo que debían hacer era dar todo y no darse ningún valor. Y así para ellos de manera
espontánea se volvió muy difícil tener autoestima, quererse a sí mismos, cuidarse, creer
en sus propias habilidades, hablar de sí mismos con naturalidad. Tuvieron una
autoestima baja porque eso fue lo que transmitieron sin querer a sus propios hijos, los
padres que decidieron mantenerse sumisos a sus hijos.
Exactamente aquí en este punto, amigos padres, pueden darse cuenta,
comprender cómo se crea una situación paradojal: al mismo tiempo que los padres son
los que ordenan, los hijos aprenden, con los mismos padres, a ser sumisos. Esto tiene un
significado especial para nosotros que puede ser explicitado de una forma menos
paradojal y que es el hecho de que tenemos personas inteligentes, que han estudiado, han
tenido una buena formación, ocupando lugares importantes en nuestra sociedad, y que se
encuentran constantemente insatisfechas, infelices, tristes, con una autoestima baja. Son
personas que generalmente se someten a sus parejas y a sus hijos.
¿Qué es lo que esos hijos transmitirán a sus hijos?

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LAS NECESIDADES DE LOS HIJOS
Y LAS NECESIDADES DE LOS PADRES

Hay hijos e hijas de todas las edades que agreden verbal y físicamente a los padres y a
las madres, que les rompen cosas que les pertenecen, que los amenazan con agredirlos,
con destruir cosas, con suicidarse, de irse de la casa, de que van a usar drogas, con
prostituirse. Incluso hay hijos e hijas que amenazan a sus padres con revelar a toda la
familia secretos de ellos. Muchos llevan a cabo sus amenazas, muchos también toman el
camino de las drogas. Y eso ocurre en todo tipo de familias, en todos los niveles y clases
sociales.
Algunos padres no saben defenderse de esta situación. No pueden resistir, no se
sienten capaces de crear en el hogar una atmósfera libre de violencia y sin amenazas.
Algunos padres no se sienten capaces de crear un ambiente donde haya paz y armonía en
las relaciones entre padres e hijos, en el que ellos sean los orientadores y guías del
desarrollo de los hijos.
Volviendo a una reflexión que hicimos al principio y que de alguna manera nos
ha venido orientando, podemos pensar que un niño que paraliza a los padres, que los
vuelve incapaces de actuar, que a través de sus manipulaciones, a través de sus gritos y
amenazas, utilizando su poder, que es capaz de hacer que los padres sean incapaces de
tomar una iniciativa, una decisión, es un niño sin padres, que crece sin la presencia de
ellos. Es un niño que se desarrolla y crece sin la presencia parental. Un niño necesita
sentir que existe una persona que está ahí, que lo percibe, que da órdenes, que lo dirige,
que coordina y con quien el niño puede contar. Necesita a alguien ocupando el papel de
padre y de madre. Necesita a alguien que lo quiera, que perciba cuando él sufre, cuando
siente dolor, que lo perciba como ser humano, que necesita ser respetado y considerado:
el niño necesita sentirse comprendido y orientado.
Recordamos una muchachita de 17 años que vino a vernos y que lloraba y lloraba
en la sesión, cuando nos contaba que su mamá le daba una libertad absoluta. Ella podía
salir de su casa y llegar a la hora que quisiera, cuando quisiera, podía salir de su casa el
viernes y regresar hasta el lunes sin avisar y su mamá no se enojaba. Ella nos decía: “Mi
madre no me quiere. Las madres de mis compañeras quieren saben a dónde van, les
ponen una hora para regresar. Mi mamá no me llama por teléfono, mi mamá no me
quiere”.
Tuvimos otro paciente, un adolescente de 14 años, que tenía todo, comodidades,
dinero, libertad, pero se sentía poco comprendido y amado por su papá y su mamá: ”No
me comprenden, no me quieren. Termina un mes, empieza otro mes, y mi padre me
invita para ir a su casa, para ir a la hacienda con él o para salir y yo le digo 'no' y no hace

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nada. Con mi mamá es la misma cosa: me invita a salir, le digo 'no quiero' y le da lo
mismo”.
Sucede que los hijos que son más retraídos, son los que más necesitan a los
padres. Cuando ese sea el caso, los papás pueden invitar al hijo, a la hija a salir
planteándolo más como una necesidad de ellos, decirle a su hijo o a su hija que ellos
tienen la necesidad de convivir con él, ella, que por favor salga con ellos porque ellos
quieren, porque necesitan su compañía y el cariño que sólo el hijo, la hija les pueden dar.
Así estarán mostrando su amor al hijo, a la hija.
Los padres pueden empezar a descubrir cómo, poco a poco, irán dando a sus
hijos el derecho de escoger, lentamente, a medida que se van volviendo más adultos. Y
que, a partir de cierta edad, el hijo o la hija aceptarán o estarán de acuerdo con algunas
de las elecciones propuestas por los padres. Pero el hijo, la hija, necesitarán hacer esa
elección conociendo la necesidad del padre o de la madre de tener presencia en la vida
del hijo o de la hija.

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CÓMO SER AUTORIDAD

Para comenzar, necesitamos distinguir entre autoridad y autoritario. Las dos palabras
tienen un origen común. Las dos vienen de autor, creador, el que instituye, fundador,
inventor, causa principal de, origen. Pero sus derivados están ligados a significados muy
diferentes. Autoridad se refiere al derecho de hacerse obedecer, de dar órdenes, de tomar
decisiones, de actuar de acuerdo a una experiencia lógica; autoritario está relacionado
con impositivo, arrogante, dominante, impetuoso, violento e impulsivo. Para Diana
Baumrind1, teórica de la psicología, la preocupación actual de los padres es ayudar a los
hijos a desarrollarse de acuerdo con sus propios intereses, necesidades y deseos. Esta
preocupación los lleva a orientarlos muy de cerca, adoptando un estilo de paternidad con
autoridad. Los padres con autoridad ponen límites, pero son considerablemente flexibles
y dan muchas explicaciones y mucho cariño a los hijos. En cambio, los padres
autoritarios imponen muchos límites y piden una obediencia rígida de parte de los hijos,
sin darles explicaciones. Eso, para nosotros, quiere decir, que ejercer la autoridad es ser
responsable de que se obedezcan las leyes que están establecidas. Y, dentro de un hogar,
al seno de una familia, el padre y la madre son los que proponen y ejecutan las leyes. Los
padres van poco a poco enseñando a los hijos lo que se puede y lo que no se puede hacer.
Compete a la madre y al padre ejercer su autoridad, es decir, hacer que las normas de
convivencia sean obedecidas. En fin, actuar con autoridad es hacer que las rutinas
necesarias para un buen desarrollo se establezcan con claridad, estén bien habladas y
comunicadas. La autoridad se basa en la experiencia y en la lógica.
Por el contrario, el autoritario quiere ser obedecido a cualquier precio. Se
exacerba, no se basa en la lógica, ni en la experiencia. Supone que, por tener el poder de
hacer obedecer las leyes, y porque lo obedecen, puede crear nuevas leyes sin avisar, a su
estilo, de forma repentina e ilógica y quiere ser obedecido por la fuerza, por la
impulsividad y la violencia.
Generalmente, los padres autoritarios tienen las leyes y los principios dentro de
su propia cabeza. ¡Quieren que los hijos adivinen y obedezcan! Las leyes no siempre
están claras, ni siempre están explicitadas y explicadas. Se parecen a las leyes del
Derecho Público y Privado, el hecho de desconocerlas, la ignorancia no disculpa a los
que las infringen, de esta misma manera las leyes de los padres autoritarios tienen que
ser obedecidas. Estos padres quieren que sus leyes sean obedecidas por la fuerza y
castigan a los “infractores” de manera violenta, agresiva e impulsiva.
Algunos padres son autoritarios porque fueron creados dentro de una familia
cuyos padres eran autoritarios. Y no se detuvieron a pensar ni a tratar de hacer algo
diferente. ¿Fue bueno para ellos el régimen en el que fueron educados?

39
En nuestro consultorio hemos escuchado padres que nos dicen que actúan de esa
manera porque fueron educados así. Y se asustan cuando les preguntamos si fue bueno
para ellos haber sido educados de esta manera o si se sintieron tratados injustamente,
agredidos, violentados en sus derechos básicos de libertad de elegir, de escoger.
Algunos piensan que estuvo bien, que hoy en día son profesionales exitosos,
disciplinados, porque sus padres los educaron así. Tal vez haya sido de esta manera por
el amor de los padres. Tal vez ellos ni siquiera obedecían tanto a sus padres. O tal vez, lo
más probable, es que sus padres no eran tan autoritarios sino más bien autoridades.
Posiblemente tenían más reglas y leyes que lo normal, muchas de las cuales eran para
imponer la disciplina. Pero nosotros pensamos que eran reglas claras y conocidas por los
hijos.
Cuando se detiene agua con la mano, haciéndola como una conchita, logramos
asegurar el agua ahí, detenerla. Pero el agua escurre entre los dedos cuando cerramos la
mano. Entre más apretemos la mano más rápidamente el agua se va, se sale. La gente
también es así.
Un tercer estilo de paternidad es descrito por Baumrind, quien lo llama permisivo. En
este estilo, los padres son cariñosos y comunicativos con los hijos, pero ponen menos
límites.
Padres autoritarios fabrican hijos sumisos, excesivamente obedientes, borregos,
esclavos, dependientes, dominados e indecisos, además de inseguros. Los padres que
abusan de la autoridad, del derecho a hacerse obedecer, crean hijos infelices, personas
que no encuentran una razón para vivir, que no ven sentido a la vida, que no son capaces
de disfrutar los placeres de la convivencia, del contacto con la naturaleza y de todas las
cosas buenas creadas por el hombre para sí mismas. Algunas veces, cuando esas
personas tratan de dar sentido a su vida, crean más conflictos, se irritan más y hasta se
rebelan.
Los padres permisivos tienden a crear hijos impulsivos y agresivos, además de
inseguros, con autoestima baja y poco realizados. Estos hijos constantemente se sienten
poco queridos, porque no aprenden a vivir la frustración.
Padres con autoridad crían personas con más buena voluntad, más seguras,
firmes, simpáticas y ambiciosas.
Eso explica por qué los hijos de padres autoritarios y de padres permisivos
también se orientan más a los vicios que los sacan de la realidad, como el alcohol y las
drogas. O se quedan removiendo sus culpas, aislados, por el resto de sus vidas, deseando
y esperando que la muerte llegue, sin tomar la iniciativa de construir su propia felicidad.
Son personas inseguras, impulsivas y poco realizadas. Para ellos, la felicidad puede
parecer fugaz, distante e inexistente.

Nota

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1.GOTTMAN, John e DECLAIRE, Joan, Inteligência emocional e a arte de educar nossos filhos: como aplicar os
conceitos revolucionários de inteligência emocional para uma compreensão da relação entre pais e filhos,
Objetiva, Rio de Janeiro, 1997, p. 33.

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EL CONTROL EN LA MEDIDA JUSTA

Los padres tienen un papel insustituible en la tarea de educar a un niño, a una niña para
que se vuelva un adulto feliz, ayudándolo a tener una base segura, con amor y con
comprensión. Los padres son quienes enseñan las normas de convivencia, sabiendo que
cada niño o niña va a practicarlas a su modo, con sus limitaciones, inclinaciones e
imperfecciones. Y si todo esto se hace con mucho cariño y aceptación, el resultado es
que tendremos individuos más bien adaptados.
Todas las emociones y las características son aceptables, pero no así todo tipo de
comportamiento.
Por lo tanto, los padres deben reprimir acciones, pero no emociones ni
características individuales. Esa es una gran contribución de Haim Ginott1, que escribió
tres libros famosos en los años cincuenta y sesenta.
De esta manera, si los padres están molestos, o no están contentos con el hijo o la
hija, pueden expresar honestamente su molestia, siempre que esté dirigida a un problema
específico y no agreda el carácter ni la personalidad de los hijos.
Entonces, para ejercer el control en la medida justa, la regla básica es:
Regañe, corrija el comportamiento y no al niño, a la niña.
John Gottman2 cita las aportaciones que Ginott ha hecho en el tema de la
comunicación entre padres e hijos y agrega que las investigaciones realizadas por él y
por otros que hoy en día estudian la relación entre padres e hijos han comprobado las
propuestas, las enseñanzas de Ginott.
¿Cómo pueden los padres reprimir el comportamiento y no al hijo o a la hija?
Tanto en nuestros grupos de orientación para padres como en el trabajo individual,
enseñamos a los padres a confirmar. Confirmar significa escuchar y mostrar que
entendió lo que el hijo o la hija está diciendo o haciendo y aceptar esa actitud como una
actitud del hijo, de la hija. Se trata, entonces, de escuchar lo que los hijos dicen y de
observar lo que hacen. Después, es necesario entender que los hijos tienen su propia
manera de pensar, sus experiencias, sus creencias, sus expectativas, sus capacidades y
sus limitaciones. Escuchamos y entendemos lo que los hijos dicen y hacen a través de su
forma de ver las cosas, sus habilidades y sus limitaciones. Una vez que ya escuchamos y
entendimos, lo que se hace es aceptar esa actitud del hijo, de la hija. No es necesario
estar de acuerdo con él o con ella, pero sí aceptar que el hijo, la hija tiene esa actitud.
Así, los hijos perciben que son aceptados, con sus habilidades y sus limitaciones, a pesar
de que a veces su comportamiento no sea bienvenido.
En el capítulo Los niños son personas, tenemos un ejemplo de confirmación en la

42
forma de hablar del padre, de la madre, cuando el niño cae y se lastima: “te caíste y te
debe estar doliendo, déjame ver”.
Otro ejemplo de confirmación es algo que sucedió cuando mi hijo más pequeño
tenía cinco años. Un día, cuando le dije que ya era tarde y era hora de irse a dormir, me
contestó:
- No quiero ir a dormir. No voy a dormir.
Entonces lo confirmé diciéndole:
- Yo escuché que dijiste que no quieres ir a dormir, que no vas a dormir.
- Ya nunca más voy a dormir. No quiero dormir nunca más. Estás diciendo que
ya no vas a dormir nunca más, que no quieres dormir nunca más.
- Yo no me quiero dormir porque si dormimos nos morimos.
- Escuché que dijiste que no quieres dormir porque si dormimos nos morimos.
- Juan no fue a la escuela hoy y la tía Marcia dice que fue porque su hermanito
bebé se durmió y en la mañana estaba muerto.
- Yo escuché que dijiste que no quieres dormir porque si uno se duerme se
muere, pero eso que sucedió con el hermanito bebé de Juan se llama “muerte
súbita de cuna” y sucede muy pocas veces, con bebés que tienen menos de seis
meses de edad. Y es que, si el bebé tiene problemas para respirar, como no
sabe moverse, levantarse, se muere. Tú ya estás grande, ya tienes cinco años,
sabes muy bien moverte, voltearte para un lado, levantarte, a ti no te va a
suceder eso. Tú puedes dormir igual que papá, mamá y tus dos hermanos, sin
preocuparte.
Este es un ejemplo bastante interesante que nos muestra una forma saludable de
descubrir por qué el niño no quiere hacer algo, sin pasar por alto lo que cree, sin forzarlo
a hacer una cosa que tiene miedo de hacer. Además, después de confirmarlo y descubrir
por qué no quiere dormir, fue posible orientarlo, enseñándole cosas que desconoce.
Enseñamos a los padres a confirmar, confirmar, confirmar y después orientar a sus
hijos. Los entrenamos a decir: “Yo escuché que dijiste... (aquí ellos repiten exactamente
lo que el hijo, la hija dijo), pero yo creo... (y aquí ellos pueden abrir otras posibilidades a
los hijos, dándoles sugestiones)”.
Otra cosa que pueden decir es: “Yo observé que tú... (y describen exactamente lo
que el hijo, la hija hizo), pero yo pienso... (y aquí ellos pueden abrir otras posibilidades a
los hijos dándoles sugestiones)”.

Nota
1.GINOTT, Haim G., Pais e filhos: novas soluções para velhos problemas, Bloch, Rio de Janeiro, 1972, passim. 2.
GOTTMAN, John e DECLAIRE, Joan, Inteligência emocional e a arte de educar nossos filhos: como aplicar os
conceitos revolucionários de inteligência emocional para uma compreensão da relação entre pais e filhos,
Objetiva, Rio de Janeiro, 1997, p. 35.

43
AMARLOS PARA ENTENDERLOS

En nuestra vida profesional recibimos padres que se asustan al descubrir que sus hijos
están usando marihuana. Y se sorprenden más todavía cuando saben, después, que ya
experimentaron cocaína. Los jóvenes nos cuentan que la marihuana fue la puerta para
ese camino y que ya conocen el éxtasis, que ya pusieron el LSD abajo de la lengua, ya
tomaron jarabes además de haberlos mezclado con bebidas alcohólicas. Hablan de viajes
increíbles, de la pérdida momentánea de sensaciones y de vivir una lucidez de un mundo
maravilloso, de colores y formas deslumbrantes y que no dan ganas de regresar a esta
miserable vida real.
Estos jóvenes piensan que conocen todo sobre las drogas, que ya escucharon todo
y todo lo que el gobierno dice y todo aquello de que los profesores y educadores hablan.
Afirman también que cada uno debe vivir su propia experiencia y que la experiencia de
los padres no sirve para los hijos: esta época es diferente, el mundo ya evolucionó, las
oportunidades son distintas, la comunicación, las ciencias, la tecnología... todo sirve para
que justifiquen esa vivencia. Algunos afirman que, para los adultos, “en su época” la de
adolescencia había muchas otras cosas y que ellos pasaron por sus propias experiencias y
vivencias. Ahora les toca a ellos y lo que ahora está de moda es la marihuana, la cocaína,
el crack, etcétera.
Nos llama la atención observar cómo se sienten poderosos, no creen que las
drogas sean más fuertes que ellos y que sea posible tener nada más la vivencia y después
ya no seguir usando drogas. Llama también la atención que casi todos iniciaron en la
misma forma, primos o amigos que la utilizaban se la ofrecieron. Aprendieron
rápidamente y con dos o tres experiencias ya saben cómo fumar o cómo oler. Y todo
sucede dentro de un cierto ritual como, por ejemplo, hacerlo apartados de todos, medio
escondidos, en una intimidad de sólo dos, o en un grupo de amigos en donde todos usan
y desarrollan los mismos procedimientos para preparar, encender, chupar el humo y
soltar el aire. Parte del ritual es también quedarse parado esperando que llegue el efecto
agradable, soltar algunos gemidos queditos, suspirar, bajar un poco la cabeza o dirigir la
mirada al espacio. Piensan que esto no tiene importancia en el acto de volverse adictos y
hacen todo para mantener un clima misterioso, místico y único del grupo. Así como
aprendieron, así lo transmiten. No saben que todo el ritual es parte del proceso de
adopción de un hábito, que aumenta el poder seductor y adictivo del acto de drogarse.
Desconocen que los momentos que pasan juntos haciendo eso se vuelven fundamentales
para ellos: compañía, algo escondido, compartir un secreto...
Creen que lo pueden dejar a la hora que quieran. Y que unas cuantas veces no los
van a llevar al vicio. Pero cuando comienzan a querer dejar de hacer eso, se sienten
atrapados y no saben si es por los amigos, por el ritual, por el uso, por el poder adictivo

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de las drogas, por el clima de viaje que se establece. Y entre más tiempo queden
atrapados, sin salir, más fuerte va siendo la unión a las drogas. Algunos luchan evitando
los amigos; otros luchan evitando las drogas; algunos luchan pidiendo ayuda a los
padres, a los psicólogos, a los adultos... pero ya no logran salir fácilmente de todo lo que
los atrapó.
Visto desde otro ángulo, la familia se asusta al darse cuenta de un cambio en el
comportamiento; y como el joven se siente atrapado por el grupo que celebra el ritual de
la droga, ya no se siente comprendido en el ambiente familiar. Huye de los padres, de los
hermanos, de los parientes y de todos los que viven “establecidos”. Se rebela sin razón
contra toda forma de poder. Pierde el sentido moral y su carácter empieza a deteriorarse.
Roba cosas de la casa para venderlas y tener dinero para obtener la droga.
Un fuerte enojo se apodera de los padres y junto con él un sentimiento de culpa y
la célebre pregunta sin respuestas: ¿qué fue lo que hice mal? Empiezan a actuar entonces
impulsivamente sin pensar y ya no confían en el joven. Empiezan a vigilarlo, a buscar en
sus cajones, tratando de encontrar dónde está escondida la marihuana.
Por un lado, tenemos padres desconfiados que no aceptan el nuevo
comportamiento del hijo, de la hija; del otro, tenemos hijos rebeldes sin causa que
perdieron los límites, y agreden sin pensar. Amenazas, pleitos y violencia van
distanciando cada vez más a los padres y a los jóvenes. Y cuando los padres perciben a
distancia que esto continúa, empiezan a hacer todo lo contrario, a hacer promesas que no
se cumplen, tratando de conquistar al joven. Las consecuencias son terribles: ceden para
detener la agresividad de los jóvenes que cada vez más se sumergen en las drogas.
Sería muy bueno tener una actitud de comprensión cuando se descubre que el
joven está usando cualquier tipo de droga. Y para atraerlo a la familia, para ayudarlo de
verdad, es necesario desarrollar actividades conjuntas, tareas y convivencia. Por ejemplo,
salir juntos, ir a restaurantes juntos, promover juegos en la casa, ir a visitas juntos, asistir
al cine juntos, procurar crear en la casa un ambiente que pueda atraer al joven. Un caso
clínico que tuvimos, cuyos padres actuaron rápidamente y con éxito, empezó con algo
muy simple y razonable: mantenían la mesa puesta día y noche. En la mañana, el
desayuno rico y variado se quedaba en la mesa hasta la hora del almuerzo; después de
servir el almuerzo y de que ya se habían quitado los platos, se ponía en la mesa dulces,
galletitas, frutas que se quedaban ahí hasta la hora de la cena en la noche; a la hora de
cenar, se servia un día pizza, otro día hot cakes, distintas cosas que se quedaban en la
mesa hasta la hora de dormir. Los padres descubrieron una cosa que me dijeron: todavía
más que el pez, el hombre se pesca por la boca. Y esa frase era válida en todos los
sentidos. La comida era atractiva, pero también ellos procuraban mantener una
convivencia agradable contando anécdotas de sus propias vidas, de la familia de cada
uno de los dos, de los abuelos, principalmente de las cosas que habían logrado.
No tenemos una fórmula mágica para apartar a alguien de las drogas. Lo único
que sabemos es que es difícil. Los padres que no están dispuestos a trabajar para

45
reconquistar a su hijo, a su hija, simplemente viven el dolor de ver al hijo, a la hija
destruyendo su vida.
Pensamos que los padres pueden combatir las drogas llenándose de amor y
buscando comprensión para poder poner límites. Perdiendo el miedo de poner límites, de
decir no a comportamientos indeseables y expresando el amor y la aceptación a la
persona del hijo, de la hija; esto acerca a los hijos a los padres. Tratar al hijo, a la hija
como algo querido, estar cerca, acompañando, compartiendo el día y las cosas buenas
que suceden diariamente ayuda mucho a levantar astralmente la autoestima del hijo y de
la hija.

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DROGAS

Hay una generación de padres que no conocen las drogas. Hay una generación de padres
que vinieron a conocer las drogas a partir de sus hijos. Y hay otra generación de padres
que conoció y usó drogas. Estos últimos lograron sobrevivir. Muchos compañeros suyos
murieron, o adictos, se quedaron perdidos en medio del camino.
Antes de hablar directamente sobre las drogas más comunes y usuales en la
actualidad, nos gustaría hacerles una pregunta que ya nos hemos hecho en otros
momentos, cuando la campaña antidrogas empezó a funcionar:
¿POR QUÉ LOS ADICTOS QUE CONOCEN LAS CONSECUENCIAS
DAÑINAS DEL USO DE DROGAS Y DE LOS TÓXICOS NO VAN A
TRATAMIENTO?
Uno de nuestros objetivos al formular esta pregunta es que los padres, los
profesores, los profesionales que trabajan ayudando, en general, pueden quedarse
tranquilos de que podrán tomar alguna iniciativa al final de nuestra explicación.
Deberíamos ahora sustituir la palabra droga por la palabra tóxico y al mismo
tiempo ir al sentido original de la palabra tóxico, veneno.
Las personas se intoxican con cigarros, bebidas alcohólicas, productos químicos
para dormir, relajarse y también con la canabis sativa, más conocida como marihuana,
con la cocaína, compuesto obtenido de la pasta hecha con la coca, con la heroína, con el
ácido lisérgico, el famoso LSD, con jarabes, que se compran fácilmente en farmacias,
inhalando el pegol de zapatero, con el fulminante crack, con pastillas como el éxtasis y
con cualquier cosa que venga.
Como sabemos, el cigarro, las bebidas alcohólicas y los barbitúricos son
aceptados y aprobados socialmente. Y son aceptados socialmente porque son de alguna
manera dosificados, se consumen con un cierto control y no causan ni produ-cen daños
inmediatos, ni llevan a los usuarios necesariamente a causar daños a terceros. Tampoco
causan la muerte inmediata y en caso de una sobredosis es posible atender a la persona.
Como las bebidas alcohólicas utilizadas en exceso pueden traer como
consecuencia daños a terceros, como cuando se conduce un automóvil estando bebido, o
en el caso de menores que pueden tener consecuencias por su falta de madurez física, de
que su cuerpo todavía no está completamente formado, estos tóxicos reciben algunas
pequeñas sanciones sociales. Pero son tolerados y, como en el caso de algunos
barbitúricos, recomendados.
También sabemos que los otros tóxicos no son aceptados socialmente, en la

47
mayor parte de los países. Algunos combaten fuertemente su uso, como pueden, pero
aún hoy en día sin que exista una acción efectiva de los gobiernos y de las sociedades
para enfrentar los distribuidores de estos productos.
No podemos olvidarnos del enorme poder económico, de la gran cantidad de
dinero que gira en torno a los tóxicos, en todo el mundo. Los expertos tratan de sacar
ventajas. Los incautos se dejan engañar. Y la droga continúa circulando a través de los
traficantes, de personas astutas, palomas mensajeras, distribuidores, consumidores y
adictos.
Hoy en día sabemos que países como Holanda, donde se suspendió la prohibición
del uso de drogas, comienzan a dar marcha atrás y vuelven a restringirlas por las tristes
consecuencias que tuvo el permitir su uso. Muchos jóvenes fueron recogidos de barcos,
estaciones de tren, muertos por sobredosis.

48
QUIÉN INVITA AL USO Y CÓMO INVITA

Eduardo Kalina1, psiquiatra argentino, afirma que existen personas que tienen una
vulnerabilidad genética, una tendencia a usar drogas, que hacen que estén más propensas
y estén más predispuestas a habituarse a ellas.
Existe un conjunto de factores, a lo largo de la vida, que se van acomodando y
que hace que estas personas se transformen en toxicómanos. No es sólo la casualidad lo
que hace a los adictos. La adicción no es sólo a los tóxicos. Algunas personas prueban la
droga y no continúan. Y otras quedan envueltas en forma tal que a pesar de tener éxito,
de hacer deporte, etcétera, prueban una droga y no logran parar. Desgraciadamente así
van engrosando el número de los adictos.
Existen investigaciones que muestran que, de cada cien personas que prueban el
alcohol, sólo de 15 a 20 se vuelven alcohólicos. Los otros no se vuelven adictos
fácilmente. Beben socialmente, de vez en cuando, disfrutan beber en fines de semana, en
la casa o en un bar, sin excederse y no se vuelven propensas a la adicción. Saborean el
alcohol y se quedan satisfechos. Ese pequeño porcentaje, 15 a 20 por ciento, se vuelve
definitivamente amigo del alcohol. En ellos hay algún tipo de vulnerabilidad, porque
toman hasta destruirse, toman hasta morir. No beben por placer, sufren horriblemente.
Muchas personas que experimentan otras drogas también siguen por el mismo
camino, van detrás del placer, y de repente están atrapadas y se destruyen. Encuentran un
placer corto, falso, que se transforma en displacer, en depresión cuando regresan a la
realidad. Y también sufren con esto.
Las personas que usan drogas van creando una especie de “pacto con el Diablo”.
Van creando una neurosensibilización en su cerebro, dentro de una parte del cerebro que
se conoce como “núcleo acumulativo”, que retiene el recuerdo de la cantidad de cigarros
que se han fumado, de la cantidad de droga ingerida, de la cantidad de veneno que el
cuerpo recibió.
Esa neurosensibilización se conoce como “memoria biológica”. Esas “memorias”
son el recuerdo que tiene nuestro cuerpo de cómo utilizó el veneno o el cigarro alguna
vez. Nunca olvida la cantidad que necesitó para satisfacerse. La persona deja de usar
droga o de fumar y, cuando vuelve a hacerlo, el cuerpo exige que sea en la misma
cantidad y frecuencia de cuando lo dejó.
Por eso, o uno lo deja totalmente o no se cura. La persona necesita aprender a
vivir lejos de las drogas para curarse. No hay manera de dejar de fumar y volver a
“fumar un cigarrito nada más”, o tomar “sólo una dosis para matar el deseo”, o “de
inhalar sólo una vez”. Después de esa una vez el cuerpo pide más como si la persona

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nunca hubiera dejado y quien conoce cuánto esfuerzo tuvo que hacer para parar una vez,
sabe el esfuerzo que tendrá que hacer para parar otra vez, después de esa “dosecita nada
más y ya”. Una película muy interesante sobre el tratamiento de adictos es 28 días, con
la actriz Sandra Bullock. En esta película, se ve claramente la necesidad de dejar la droga
de una vez para siempre, en forma drástica, definitiva.
Para dejar la droga hay que cortar radicalmente el contacto ya sea con el
cigarro, con la marihuana, con la cocaína, con el alcohol, etcétera, y, si es necesario,
con los amigos que invariablemente son los que introducen a los jóvenes a la droga,
se la ofrecen, y sustentan y apoyan su uso cuando comienza.
Otra cosa que hacer es motivar a los adolescentes para que no dejen que suceda
la primera vez. Todo lo que hemos hablado a lo largo de este libro se aplica para esto:
el hecho de hacer cosas juntos, un compromiso, intercambio afectivo, demostrar el
aprecio, solucionar las crisis, tener un diálogo saludable y dar la información necesaria a
partir de ese diálogo.
Recuerdo algo comenta J. Augusto que mis padres hablaban conmigo y con mis
otros hermanos. Durante la comida, en los momentos en que estábamos todos juntos,
ellos hablaban de amigos que tenían hijos usando drogas. Contaban todos los
sufrimientos de los padres, todo lo que el hijo adicto había perdido, su retraso en la
escuela, su pérdida de trabajo, cómo el hijo adicto se había vuelto un esclavo de las
drogas. Cuando alguien moría por una sobredosis, ya fuese un artista o una persona
famosa, o incluso algún conocido, también comentaban el hecho, resaltando siempre
cómo algo que se empezó haciendo sin pensar mucho lo había llevado a un mal tan
grande como era la muerte. Era muy interesante, pues contaban el hecho y las
consecuencias sin referirse nunca a la posibilidad de que nosotros experimentáramos las
drogas. Para ellos era como si dieran por hecho que nunca fuéramos a usar drogas, como
si no fuera para nosotros. Y mis hermanos y yo absorbíamos esa expectativa. Yo no sé
exactamente qué tanto eso que nos decían tuvo influencia para que no usáramos drogas,
pero tengo la impresión de que ayudó mucho. Tanto que yo hice lo mismo con mis hijos
y ellos tampoco ven las drogas como una posibilidad.

50
Nota
1.KALINA, E., Os efeitos das drogas no cérebro humano: a contribuição das neurociências no campo da
depenpendência quimica, Bezerra, São Bernardo do Campo, SP, 1997.

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DAÑOS EN EL CEREBRO

Hay muchos estudios, mapeos cerebrales hechos del cerebro humano de personas
normales y de personas que utilizan drogas. Una resonancia magnética nuclear muestra
que el cerebro de una persona de 42 años de edad que ha utilizado alcohol y fuma
marihuana se parece mucho al cerebro de una persona de 73 años de edad que tiene ya
un deterioro por arteriosclerosis. Son jóvenes viejos. Hay un envejecimiento invisible
interno del cerebro y también el envejecimiento de la piel, la caída del cabello, la
lentificación de los movimientos motores, la disminución en la capacidad de raciocinio.
La persona cree que se está divirtiendo, piensa que está tranquilamente usando drogas,
mientras sus neuronas se van quemando poco a poco.
Un fumador de marihuana pierde la memoria poco a poco, presenta un desgaste
cerebral irreversible. No recuerda dónde dejó las cosas, se olvida de compromisos, no se
acuerda del nombre de las personas, de hechos, mucho antes de lo esperado. Su cerebro
presenta un envejecimiento prematuro. Todo esto va sucediendo poco a poco, con el
pasar del tiempo.
Es mentira eso que se dice que la marihuana no hace nada. Esta idea fue
difundida por narcotraficantes, lógicamente, y no por investigadores y científicos.
Igual que el cigarro, la marihuana también libera dopamina. La dopamina es una
sustancia secretada en nuestro cerebro y que está ligada al placer.
Pero, dependiendo de la cantidad liberada de dopamina y del tipo biológico de la
persona, la liberación de dopamina se relaciona con distintos tipos de enfermedades. Lo
que se ha observado es que quema las neuronas del lóbulo frontal. Y esto provoca en la
persona que la usa la falta de deseo de tratarse y de curarse. Pierde el deseo de hacer
otras cosas agradables que son parte de la vida y que son muchas veces más importantes
para vivir.
El buscar el tener más sensaciones, un efecto más fuerte, la persona puede pasar
de la marihuana a la cocaína. En algunos casos el uso de la cocaína provoca una
transformación en la persona. Se vuelve agresiva, impulsiva y peligrosa. Por eso, la
cocaína se llama “la droga de la inmoralidad”. La persona sufre un cambio en la
personalidad, pierde los límites y la noción de lo que está bien hecho y de lo que está
mal hecho. La cocaína puede provocar muerte súbita porque produce alteraciones muy
peligrosas en el sistema nervioso simpático y en el parasimpático.
La persona puede llegar a tener convulsiones del tipo epiléptico y no recordar
nada. Cree que está bien pero muere de repente. Las personas que utilizan este tipo de
droga, también acostumbran decir mentiras, son mentirosos por costumbre y niegan el

52
uso de la cocaína o de cualquier otro tóxico. Roban, y niegan haberlo hecho; y roban y
hacen fraudes para conseguir el dinero que necesitan para comprar la cocaína o la
marihuana.
La heroína es una droga terrible por la problemática social que produce. El precio
para obtener la droga es muy alto. La persona entonces roba, hace fraudes, asalta, se
prostituye y hasta mata para obtener el dinero para comprar la heroína. Es una sustancia
que se inyecta en forma intravenosa, es un polvo que mezclado con agua produce daños
menores que la cocaína, pero la persona no soporta vivir sin ella y es capaz de todo para
obtenerla.
El LSD o ácido lisérgico es una droga que provoca una psicosis química. Las
personas que lo experimentan tienen la vivencia de la psicosis, de la locura. No sabemos
qué cosa tiene de interesante vivirse como enfermo mental. También puede hasta
parecer, a primera vista, dar la impresión de estar haciendo algo completamente
diferente, pero el daño que produce es irreversible. La persona adquiere un boleto para
un viaje sin regreso. La muerte no tiene regreso.
Esas drogas llegan a nuestros hijos principalmente a través de otros muchachos y
adolescentes, que ganan algún dinero por el hecho de pasarla a otros amigos. Un amigo
de nuestros hijos pasa la marihuana. Un compañero del salón la ofreció como si nada. El
hijo del vecino, que era adolescente, y pertenece al mismo grupo de nuestro hijo, está
allí, con el “pericazo” en la bolsa, listo para ofrecer.
¿Y los padres saben de esto? ¿Los padres sospechan de esto? Muchos padres no
logran aceptar que su propio hijo esté transmitiendo y llevando la droga a sus amigos y
llamándolos “sonsos” cuando no aceptan lo que les ofrecen. Sabemos que los
adolescentes necesitan pertenecer a un grupo, seguir sus reglas, y por eso aceptan y
hacen todo para permanecer junto al grupo.
Actualmente varios sectores de nuestra sociedad que ya están alertas han iniciado
algún tipo de programa como para volver la atención de los padres hacia los mecanismos
que originan la adicción. Hasta aquí hemos hablado de cómo se transmite la adicción y
quién la transmite.

53
PARA DEJARLA ES NECESARIO DEJARLA

Atendimos una vez a un muchacho muy seguro de sí mismo que se decía consumidor de
marihuana, pero que estaba seguro de que a la hora que quisiera dejarla, la dejaría. Él
enfatizaba eso: “yo la fumo, pero yo sé que en el momento en que quiera dejarla la dejo.
Todavía no es el momento de hacerlo, pero cuando yo quiera la dejo”. Él pensaba que
podía parar de consumir cuando quisiera. Nosotros sabemos que él sólo va a saber si
logró dejarla después de que la haya dejado. Y después de que nunca más haya vuelto a
usarla. Este muchacho no la dejó. Desgraciadamente, nosotros no podemos tomar esa
decisión y la acción de dejarlo por él. Hasta hoy en día no ha dejado de consumir.

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¿CÓMO PARAR?

Una vez, estábamos atendiendo a una familia en nuestro consultorio, y preguntamos a su


hija, de 20 años, si conocía la marihuana. Contestó que no. Le preguntamos si nunca le
habían ofrecido en la escuela, en el trabajo, en su grupo de amigas. Otra vez la respuesta
fue no. Entonces le preguntamos por qué nunca le habían ofrecido. Ella contestó que no
sabía, pero que creía que las personas con quien ella convivía en la escuela, en la calle,
en la disco, no usaban y no tenían para ofrecerle.
Le preguntamos a su hermano, de 22 años, cómo había comenzado a usar la
marihuana. Respondió que un primo lo invitó y fumaron juntos. Después, el grupo de
amigos de infancia, los amigos de la escuela, amigos que jugaban futbol el fin de semana
fumaban juntos, y ellos lo llamaban para que se incorporara al círculo.
El muchacho quería dejar de usar drogas. Por eso nos buscaron. Propusimos
atender a la familia, porque según nuestra experiencia es lo que conviene. Este
muchacho no sabía qué hacer para lograr dejar la droga, y por más que decía querer, no
sabía por dónde comenzar y qué hacer. Entonces nos dirigimos a la hermana que nunca
había usado, y le preguntamos cómo proponía ella que su hermano podía hacer para
parar. Ella nos dijo que pensaba que serían necesarias tres cosas. La primera era cortar
con los amigos. Y antes de que ella pudiera decir las otras dos volteamos hacia el
muchacho y le preguntamos si estaba dispuesto:
¡Voy a tratar!
Cuando uno trata no lo hace, eso fue lo que dijimos. Si realmente se quiere
dejarla definitivamente, no se puede tratar, sino es indispensable romper drásticamente
con los amigos. Los amigos ya se transformaron en aliados de la droga, son usuarios,
tienen este ritual de uso y seguir con ellos es prácticamente imposible si él no hace lo
que ellos hacen. De alguna manera, lo que une a los amigos en este momento es el uso
de drogas. No usarlas es igual que ir en contra de lo que ellos piensan que es bueno. Y
esto se complica por el hecho de que el uso de la droga es ilegal. Las personas que no las
utilizan, no simpatizan con ellos, y luego, están en contra. Por todo eso él tenía que
romper radicalmente con los amigos. Nos dijo que lo haría.
Es interesante observar que muchos jóvenes dicen que se sienten muy
presionados por los padres para dejar de usar drogas y esta presión es la misma que los
amigos hacen para que ellos continúen. La misma presión de los padres que tanto les
molestaba y que hizo que discutieran con ellos y se alejaran de los papás, es la misma
presión que los amigos hacen...
La segunda cosa que la hermana le dijo que debería de hacer era mantenerse

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ocupado. El muchacho no estaba estudiando, no iba a la escuela, no trabajaba y pasaba el
día entero sin hacer nada. Prometió mantenerse ocupado, ayudar al papá en una tienda
que tenía o hacer algún trabajo en casa y volver a la escuela.
Con mucha curiosidad, le preguntamos cuál era el tercer punto. Ella nos dijo que
tendría que mantenerse consciente. “¿Consciente de qué?”, preguntamos. Consciente de
esas dos cosas, nos dijo. Que estuviera siempre pensando en que podía encontrar nuevos
amigos y en que podía estar ocupado todo el tiempo. Nos dijo que ella tenía mucho
trabajo en casa y que, si su hermano no tenía, se lo dijera y le diría en qué la podía
ayudar.
Nunca más fumó...
Seguramente existen muchas otras formas de dejar la droga, muchos otros
motivos personales que llevan a cada quien a dejar de usar droga. Pero es cierto que “el
estar oliendo el humo de que otros fuman hace que guste”. Separarse de los amigos,
“amigos de onda” como dirían los mayores, parece que es necesariamente el primer
paso.
Es importante subrayar que, a pesar de que los padres conocen la influencia que
los amigos tienen para mantener la adicción, no sirve de nada que los padres hablen mal
de los amigos o traten de obligar a los hijos a dejarlos. En realidad, ese intento muchas
veces causa el efecto contrario, mantiene a sus hijos más cerca de los amigos. El trabajo
que los padres tienen que hacer es indirecto, acercándose al hijo, a la hija, saliendo de
paseo y otras actividades placenteras principalmente los fines de semana en los horarios
en que los hijos se encontraban con los amigos. Es un trabajo indirecto de estar juntos,
disfrutando de una buena relación.

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CALIDAD DE VIDA

Muchas personas que fuman esporádicamente, cuando otros están fumando, o sólo
cuando están bebiendo, o en reuniones sociales o situaciones determinadas, están
provocándose a sí mismas un tipo de daño especial. Y es que, poco a poco y
gradualmente, sus organismos recrean una cantidad de nicotina y la no satisfacción de
intermitentemente. Y esto funciona como un bombardeo en una guerra, para cansar al
enemigo: se ataca un poco en la mañana, un poco en la tarde y un poco en la noche. El
enemigo no tiene tiempo para volverse a armar: incluso antes de recuperar su fuerza de
llegar a descansar, vuelve a ser bombardeado.
Este procedimiento mantiene al enemigo despierto, esperando que el bombardeo
venga, sin saber cuándo. La consecuencia es el cansancio, un sueño general,
indisposición, o desánimo y una debilidad general.
De la misma forma que la guerra, el cigarro va cansando al organismo, y hoy,
con toda seguridad, podemos encontrar personas que han fumado durante muchos y
muchos años en su vida, tal vez no mueran de cáncer ni padecerán enfisema pulmonar,
pero sí tienen una menor capacidad respiratoria, y algunas otras señales físicas de los
daños causados por el uso de nicotina. No tienen calidad de vida. Han perdido el interés
por los placeres de la vida y su satisfacción de vivir reside, en la mayoría de los casos, en
poder fumar o ingerir alguna dosis de alcohol. Esto no los hace mejores para su vida
sexual ni saben apreciar las relaciones humanas, pierden en la interrelación y en el placer
de convivir y generalmente también han dejado ir comodidades mínimas.
Están también los que llegan al absurdo de comparar al cigarro con
medicamentos o refrescos, alegando que éstos pueden causar más mal que el cigarro.
Buscan siempre una justificación sin bases científicas para mantener su adicción ya que
no admiten su debilidad. El cigarro es mucho más poderoso que ellos que no tienen
fuerza para reaccionar, luchar inmediatamente y dejar de quemar sus sueños, sus ideas,
su dinero y su vida. Incluso llegan a ni siquiera preguntarse si quieren tener un poco más
de vida porque dicen que es su vida y “bastante mala”.
El uso esporádico del cigarro trae constricción de vasos sanguíneos, la
posibilidad de que aparezca cáncer de piel, envejecimiento prematuro, arrugas en la cara,
entre otras cosas. Quien fuma de vez en cuando no cree que tan poco humo haga tanto
desastre.
Todo esto tiene que ver con calidad de vida.

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EL PELIGRO ES PARA LOS MÁS JÓVENES

¿Por qué la droga causa más daño en los más jóvenes?


Primero, estamos de acuerdo en que los más jóvenes se consideran a sí mismos muy
fuertes. ¿Y los son? No son más fuertes que las drogas. Y ellos se creen más fuertes que
ellas. La omnipotencia es una característica del adolescente: “...a mí no me va a suceder.
Yo no me voy a volver adicto, yo paro en el momento en que yo quiera...” y
desgraciadamente no paran.
Y en segundo lugar, según la teoría del desarrollo humano, nuestro cuerpo,
interna y externamente, está maduro alrededor de los 21 años de edad. Por supuesto que
esto varía de persona a persona, algunos están físicamente totalmente desarrollados con
sus órganos internos completamente desarrollados y formados alrededor de los 19 o 20
años. Pero también es verdad que todas nuestras funciones no se encuentran aún en plena
actividad antes de los 18, 17 años. Por esta razón, porque los más jóvenes todavía no
tienen todos los reflejos maduros, nosotros pensamos que hay que evitar entregar el
volante de un coche a un menor de edad. Aunque él crea que ya está listo. Los
adolescentes siempre creen que pueden hacer las cosas. Pero en el momento necesario,
resulta que no aparece la respuesta esperada, deseada, y sobrevienen accidentes, daños,
prejuicios y se llegan incluso a perder vidas.
¿Te imaginas todo lo que puede hacer un tóxico de daño al cerebro de un joven
que todavía no está totalmente formado? ¿Te puedes imaginar cómo estaría el sistema
circulatorio de alguien que recibe un poco de nicotina cada día? ¿Y los daños causados
en las arterias y en el cerebro de un adolescente que bebe y fuma marihuana, por
ejemplo?
Es fácil constatar que los daños que sufren los jóvenes son mayores, no sólo
causados por el cigarro sino también por el uso prematuro de alcohol. Y cuando se
utiliza cocaína, marihuana, heroína, pegol de zapatero, jarabes y barbitúricos en general,
los daños son irreversibles y los muchachos se vuelven más sensibles y viven más en
peligro de muerte.
Nuestro cuerpo sabe, mejor que nosotros mismos, qué es lo que es bueno para él.
Parece un juego cuando decimos “mejor que nosotros mismos”. A través de una
sensación de incomodidad en el estómago nuestro cuerpo nos avisa que tenemos hambre.
No nos damos cuenta de que tenemos sueño hasta que nuestro cuerpo no comienza a
darnos señales de querer cerrar los ojos en contra de nuestra voluntad, y empieza a hacer
que apartemos nuestra atención de lo que está cerca de nosotros, etcétera. Y lo contrario
también sucede cuando le damos cosas que no son para él. Cuando alguien bebe más
alcohol de lo que aguanta, el cuerpo rechaza el exceso de alcohol y la persona vomita. O

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cuando la persona fuma el primer cigarro tose con el humo, que es tan extraño, tan ajeno
al organismo.
El cuerpo joven necesita ejercicio físico, alimentos básicos, digestivos,
fortificantes. El cuerpo joven necesita de aire puro, agua pura, pensamientos puros,
respiración saludable, atender a las sensaciones naturales.

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EL TRATAMIENTO DE UN ADICTO

El mayor deseo de los padres, de los hermanos, de los amigos de verdad, es ver al adicto
lejos de las drogas. Ellos han sido testigos del aniquilamiento, adelgazamiento, de cómo
ha aumentado su agresividad, ha perdido el respeto y tantas otras cosas, y por eso
quieren ansiosamente que se cure, es decir, que pueda permanecer sin necesidad de
consumir. Algunas familias llevan a los jóvenes a tratamiento a la fuerza. Otras logran
que asistan por su convencimiento. Lo mejor sería que el adicto pidiera ayuda para
tratarse, al darse cuenta de lo que ha perdido, del sufrimiento de los padres y de los
familiares y reconociendo su impotencia para dejar las drogas. Todo adicto necesita de
una gran motivación para dejarlas. Desgraciadamente, a veces, ellos encuentran muchos
motivos para continuar consumiéndolas. Los padres pueden ponerse a sí mismos como
motivo o razón, pueden pedirle al hijo que las deje, pueden proponer el hacer un
tratamiento para ayudarlos a ellos, no tanto porque el adicto lo necesite. Desde un punto
de vista dinámico podemos darnos cuenta de que las mayores víctimas, las que viven
esto con un mayor sufrimiento, son los padres.
Después de comprobar la adicción, y después de que el muchacho o la muchacha
acepten que necesitan ayuda de parte de su familia, la primera cosa que hay que hacer es
buscar un tratamiento especializado en una clínica en donde se hará en un primer
momento la desintoxicación. La desintoxicación se realiza durante un periodo de
aproximadamente 15 días de internación en donde se mantiene a la persona sin droga,
con medicamentos tanto por vía oral como inyectables, que producen una relativa
somnolencia. Se controla la alimentación, así como los ejercicios físicos. Se trata de que
no mantengan ningún contacto con otras personas de afuera. Cuando ya los profesionales
de salud estén trabajando con el adicto entonces ya podrán estar con él.
Pasados los 15 días, se empieza un programa especial con una nueva forma de
vida. Lo más importante en esta fase es establecer reglas claras y bien explícitas. La
exigencia del cumplimiento de estas reglas es parte de un acuerdo que se establece entre
los profesionales que están actuando y la persona que se está recuperando.
La familia se debe mantener a distancia, así como los amigos en general, la novia
o el novio, la esposa, o el marido, los hijos y demás familiares. Las visitas serán
programadas en fechas predeterminadas y además estableciendo de antemano un tiempo
de duración. Este sufrimiento es parte del proceso de curación; se reviven las emociones
que habían estado dormidas durante el uso de las drogas. También regresan los
verdaderos valores, que se habían cambiado: la droga se había vuelto más importante
que la familia, más importante que los bienes, que los sentimientos y mucho más
importante que la persona misma.

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El lugar donde se realiza la recuperación se prepara de manera que posibilite la
recreación, el ejercicio físico y la ocupación. También hay sesiones de psicoterapia. El
tratamiento psicoterapéutico puede ser individual y, también necesariamente, en grupo.
Todo esto es parte de un conjunto de apoyo que recibe la persona que se está
recuperando. Esta persona ve a los otros trabajando. Ve a los otros sufriendo juntos. Ve a
los otros abriendo sus corazones y hablando de sí mismos, dando testimonio de sus
conquistas en contra del uso de drogas. Los ve practicando deportes, organizando su vida
personal, leyendo, escribiendo, arreglando su propio cuarto, la cama, cuidando de la
limpieza y de todo en general. Y así se siente estimulada a hacer esas cosas.
A medida que la persona que se está recuperando va logrando entrar en la vida
del internado, cumpliendo el contrato, haciendo las tareas que le corresponden, va
ganando puntos positivos, que algún coordinador o supervisor del tratamiento va
anotando. Estos puntos se transforman en derechos que va teniendo esta persona dentro
del lugar a donde se está tratando. Por ejemplo, gracias a estos puntos puede tener visitas
familiares más seguidas, puede adquirir el derecho de salir a pasar unos días con la
familia, a pasar vacaciones en casa, o puede ser que salga acompañado por alguien de la
institución, durante dos días, o hasta por una semana. Los puntos positivos obtenidos se
cambian por estos derechos.
Después de nueve meses de tratamiento, sin haber usado ninguna droga,
manteniéndose disciplinada, la persona en recuperación puede volver a casa. Se orienta a
la familia sobre cómo recibirlo y sobre cómo manejarlo.
Todo este tratamiento tiene un costo muy caro, aun cuando en realidad no sea
caro si se toma en cuenta el gran número de profesionales de nivel superior que está
involucrado, el número de sesiones que se da, la alimentación y muchas otras cosas.
El tratamiento es bastante largo y difícil, tanto para el adicto como para la familia
y no garantiza una curación para siempre. Hay casos en que, después de 8 o 10 años sin
uso de drogas, la persona vuelve a usar una vez más y, desgraciadamente, cae en la
adicción otra vez.
También hay casos de recuperación, de curación. Y esas personas no vuelven a
consumir drogas, llevan una vida con objetivos, establecen vínculos sociales, se
enamoran, se casan, tienen un trabajo estable, una profesión definida, permanecen bien
ajustadas a la vida, conviviendo con su familia. Desgraciadamente, la mayoría de los
casos no termina así.
Nos gustaría hablar de un tratamiento posible para así poder tener una idea de
cómo sucede. Algunos de los aspectos de este tratamiento se pueden percibir aun en
usuarios de drogas más ligeras, y algunas de estas técnicas pueden ser utilizadas.
También es obvio que el tratamiento es más fuerte en tanto más fuerte sea la
involucración con las drogas. Cabe resaltar, sin embargo, que en caso de internación, es
importante que los padres conozcan la institución, su forma de tratamiento, sus
creencias, sus reglas, los medicamentos y las técnicas que usa, etcétera, antes de internar

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a sus hijos y, si fuera posible, que los hijos estén de acuerdo en internarse.

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LO QUE LOS PADRES PUEDEN HACER

Hay cosas que los padres pueden hacer para ayudar a sus hijos una vez que ya conocen
todo lo que dijimos anteriormente. En un plan preventivo, pueden actuar de acuerdo con
algunas reglas que ya están establecidas socialmente y que ayudan a recuperar o a
mantener su autoridad dentro de la familia.
En un plano terapéutico, la acción ya es un poco diferente, pues implica a toda la
familia. El primer paso es reconocer la situación real. Aceptar que el hijo, la hija está
realmente caminando en dirección a las drogas y que esto es algo que no le sucede
solamente a las familias de los otros. A continuación, hay que mirar al hijo o a la hija
con cariño, y al mismo tiempo buscar una orientación específica de parte de
profesionales de salud física y mental. Es importante aceptar que no va a ser el papá o la
mamá quien le dé tratamiento al hijo. Sino aceptar que papá y mamá simplemente no
fueron entrenados para eso y tienen que buscar ayuda profesional.
Una cosa importante para los padres es saber CÓMO actuar, imponiendo y
manteniendo su autoridad con amor, sin utilizar violencia.
Vamos a partir de un concepto, de definir qué es violencia.
Para efectos prácticos, podemos decir que la violencia es cuando alguien pega y
lastima; o cuando alguien trata de librarse de otro que lo molesta de alguna forma, dando
una cachetada, un golpe, o con palabras agresivas. El padre o la madre que golpean, y
que se van lejos, que desaparecen, están usando violencia, están haciendo una agresión.
Por lo tanto, para no agredir es necesario agregar. No es violencia llamar la
atención del hijo o de la hija y mantenerse cercano a él o ella. Poner a un niño que está
haciendo berrinche, gritando y pateando, cerca de mamá o de papá y exigirle que se
quede callado sin hacer ruido inmediatamente, en ese momento, no puede ser llamado
violencia. Abrazar junto a sí mismo a un niño que está pateando, escupe o da golpes, que
pega, para impedirle sus movimientos hasta que se calme por completo, no es violencia.
Todo esto no puede ser considerado violencia porque el padre, la madre se quedó ahí
junto, cerca, y no hubo ninguna hostilidad.
Los padres pueden tratar de estar físicamente cerca de los adolescentes que se
rehúsan a sentarse a la mesa, o a estar cerca de los otros, de las personas con las que
convive dentro de la casa, o se aíslan y se encierran en el cuarto y les pueden decir, en
repetidas veces que “ese comportamiento no está siendo aceptado en esa casa y todos
queremos disfrutar de su compañía”.
Nosotros pensamos que el mismo comportamiento se puede tener con los hijos
adultos que viven en la casa de los padres. De hecho, quien pone las reglas en la casa son

63
los padres. Y las reglas sólo pueden, o sólo deben ser cambiadas con el consentimiento
de los padres, con un consentimiento explícito. A medida que los hijos van creciendo, se
van volviendo independientes emocional y financieramente, independientes en general,
es normal que quieran tener su propia casa, vivir aparte o con quien ellos decidan. Pero,
si ellos optan por quedarse en casa de los padres, deben obedecer las reglas. Y los padres
pueden quedarse tranquilos, porque independientemente de la edad de los hijos, ya sea
que tengan 18, 20,30 o 40 años de edad, ellos siempre estarán seguros si los padres
ponen reglas y se ocupan de que sean respetadas.
El respeto a las reglas de los padres es el respeto a los padres.
Las reglas varían de casa a casa, de familia a familia. Para algunos, es
conveniente que haya movimiento en casa, huéspedes, amigos de los hijos que lleguen a
comer o a dormir en su casa, algunos dan el permiso de que abran el refrigerador en el
momento que quieran o de que los bienes materiales de la casa sean utilizados por los
amigos. Si alguna de estas cosas molesta a los padres, deben decirlo al hijo o a la hija.
Deben decirlo de buena manera como para ser escuchados, diciendo que tal
comportamiento en su casa les molesta y no debe continuar. Si el comportamiento se
repite, y se trata de algún amigo, se puede decir eso directamente al amigo del hijo. De
preferencia, con una sonrisa tranquila, afirmando que aquí en nuestra casa tenemos este
comportamiento, reafirmando lo que debe ser mantenido.
En realidad, el tenerse que aguantar al ver que un límite no está siendo respetado
en casa es mucho peor que tener que tomar la iniciativa de decirle a alguien que hay una
molestia, que están molestos por algún comportamiento suyo.
Si los hijos traen a casa personas que los padres consideran inconvenientes, sin
límites, que les gusta oír música muy alta, molestando, etcétera, los padres pueden
decirlo aparte al hijo, en privado. Y en el caso de que el hijo no haga caso a los padres,
ellos mismos pueden decir a las visitas que el hijo no tiene permiso de recibir amigos, o
huéspedes, y que los padres les piden que se vayan de la casa, que se retiren. Y si el hijo
continúa con ese compo-tamiento no deseado y pega en la puerta, con el volumen de la
música demasiado alto, pega en las cosas o las rompe, los padres le pueden decir al hijo
que no les gusta su comportamiento y que “ese comportamiento no está siendo aceptado
en esta casa”.
Durante este procedimiento, los padres necesitan mantenerse cercanos a los hijos,
mirándolos, simplemente apartándose después de notar que los hijos están ya dispuestos
a dialogar, o cuando socialmente se cansan de mantenerse ahí. Deben volver a decir lo
mismo, más tarde, esperando una respuesta del hijo, disponiéndose y esperando el
momento del diálogo. Y para los padres, principalmente, así como para los hijos, deben
buscar que quede bien claro que la casa es de la familia, que los muebles son comunes,
que las pertenencias que son usadas en casa son de todos. Los hijos pueden utilizar esas
cosas, pero la prioridad no es de ellos.
Tal vez sea bueno saber que siempre recibimos lo que esperamos. Cuando

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alimentamos una expectativa positiva en relación a los comportamientos de nuestros
hijos, ellos responden teniendo el comportamiento que esperábamos.
Muchos padres dicen a los hijos cosas negativas de ellos, con la esperanza de que
están desafiándolos y que así los hijos mejorarán. No es verdad. Los hijos escuchan las
cosas negativas y hacen lo que escuchan. Si decimos cosas buenas a nuestros hijos
respecto de ellos mismos, entonces también van a escuchar y a seguir nuestras
sugestiones positivas. Esto porque nunca jamás alguien se transforma en una persona
buena por haber sido señalado como una persona mala. Es también falsa la afirmación
de que: señálame mis errores para que entonces mejore. Cuando señalamos los errores la
persona continúa igual. La manera de cuidar y de mantener una persona buena, pura, de
buen carácter es señalarle las cualidades positivas que naturalmente tiene. Si decimos
cosas negativas, esto funciona como etiquetas, al igual que las que están pegadas sobre
las botellas y que dicen el producto que está adentro. Cuando etiquetamos a un joven
como malo, vagabundo, marginado, recibe esa etiqueta y comienza a llenar la botella.
No es difícil encontrar personas que están frustradas en su vida y que escucharon en su
casa, desde que eran pequeñas, que no iban a lograr nada en la vida. Si pensamos en
nuestro propio pasado, podemos recordar personas que nos decían que seríamos
profesionistas, doctores, inteligentes, que estábamos destinados a ser príncipes y
princesas. Y así escuchamos y llenamos nuestras botellas a partir de esas etiquetas
positivas.
Recibí a un hombre en mi consultorio comenta J. Augusto. Como de costumbre,
antes de entrar llenó una ficha con sus datos personales. En este papel no puso la edad de
la esposa ni su ocupación. Empecé por ahí mi entrevista. Después de hablar de la esposa,
pregunté por sus hijos. Contestó son tres: el más grande, de 24 años de edad, está
siguiendo la misma profesión del padre. El segundo, de 21, es estudiante universitario en
otra área. Y el tercero, de 18 años, no va a pasar de secundaria y se encuentra sin
estudiar. Inmediatamente le pregunté si su hijo estaba “mezclado con drogas”. “Debe
estar”, respondió el padre. “Seguramente fuma marihuana, como todo joven por ahí.
Pero no vine aquí para hablar de él. Mi esposa se está ocupando de él, lo está llevando a
la clínica del doctor M., ya va a ir para allá. Yo quiero que usted me ayude a ocuparme
de mí. Yo fumé y estoy dejando de fumar. Bebo y quiero también dejar de beber. Y
quiero, principalmente, que me ayude a quererme a mí mismo”.
Me quedé pensando un poco en lo que me había dicho. Pensé en su hijo y en su
dificultad para quererse a sí mismo, para sentirse responsable del comportamiento de su
hijo, adicto a la marihuana, que había dejado de estudiar y estaba sin trabajar. Pensé
cómo es duro y difícil para un padre aceptar eso, admitir eso y no percibir que, mientras
él no se resuelva a abrazar a su hijo, a cuidarlo, a llamarle por teléfono, muy
probablemente la culpa que él traía “por haberse equivocado en la educación de su
propio hijo” no le va a permitir quererse a sí mismo.
Para fortalecer mi hipótesis, este hombre me habló de que ya había estado en
otros consultorios, sin ningún resultado; había abandonado otras terapias y tratamientos

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porque no encontraba a través de ellos un camino que seguir.
Pensé que mientras ese padre no resolviera consigo mismo el hecho de que tenía
un pedacito de omisión y que podía ayudar a su hijo, continuaría rodando la piedra de
Sísifo. Sísifo era un personaje de la mitología griega que, por castigo de los dioses,
debería rodar una piedra cuesta arriba. Al llegar a cierta altura, cansado, se detenía, y la
piedra rodaba cuesta abajo y tenía otra vez que recomenzar el camino.
Afortunadamente, después de algunas sesiones de psicoterapia, este hombre fue
capaz de abrazar a su hijo.

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EL CAMINO DEL ÉXITO

Una pareja nos buscó pidiendo terapia para su hijo de nueve años de edad. Presentaba
como queja inicial una llamada de atención de la escuela: el niño no ponía atención, se
desconcentraba, estaba en la luna, era tímido, miedoso y no trabajaba en la escuela. En la
casa la mamá le ayudaba a hacer la tarea, era un buen hijo, quietecito, jugaba solo a
pesar de tener un hermano mayor de 11 años y una hermana más chica de 7.
A través de una evaluación psicológica nos dimos cuenta de que los hermanos
tenían una buena percepción del niño y de que realmente lo que necesitaba era un
empujoncito en la parte emocional para poder desarrollar todo lo que se necesitaba para
que fuera bien en la escuela, puesto que no aparecía nada fuera de lugar en su desarrollo
y en sus relaciones familiares.
Lo tomé como paciente relata —J. Augusto— y se me ocurrió un juego simple y
fácil para hacer pensar al niño, para ayudar a tener una buena relación con él, un juego
que trataba del control de los fracasos y las victorias. Pensé que lo indicado en este caso
sería un juego que ayudara al niño a desarrollar la atención y la concentración y que me
mantuviera a mí en el control de la situación de ganar o perder. Era un caso fácil, pero
necesitaba una intervención profesional.
Pensé en el juego de ajedrez. Un juego fácil de aprender, que obliga a pensar, a
memorizar jugadas, a crear pases nuevos, a conocer jugadas clásicas. Tomé el tablero,
puse las piezas en su lugar y le propuse al niño lo siguiente para motivarlo: lo enseñaría
a jugar, jugaría tres juegos para que así aprendiera el movimiento de las piezas y después
jugaríamos de verdad. Le dije que yo era un buen jugador de ajedrez, que había
aprendido con buenos maestros y que me encantaría enseñarle algunos pases clásicos.
Hecha la propuesta, pasamos a hacerlo, manos a la obra.
Después de los tres primeros partidos, empezamos a jugar de verdad, pero me
propuse perder, sin que él se diera cuenta, con el objetivo de que se interesara más en el
juego. Es bueno ganar, principalmente al principio. Algunos dicen que es suerte de
principiantes... y así fue. Perdí los cinco primeros partidos que jugamos. El niño estaba
muy satisfecho y venía a sesión con mucho gusto. En la sala de espera del consultorio, la
madre, que siempre lo traía, me contó que notaba un cambio sustancial en el niño, me
contó que la escuela todavía no había dicho nada, pero que el niño estaba estudiando,
siendo amigo de los hermanos, y que ya llevaba a algunos compañeros a la casa.
Llegó el momento del sexto partido. Había pensado que era importante que el
niño también perdiera un poco, puesto que la vida no está hecha sólo de victorias y que
perder alguna vez era útil para desarrollar la resistencia a la frustración. Además, el niño
ya conocía algunas jugadas clásicas como, por ejemplo, el “jaque mate del pastor” que se

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da en cuatro jugadas. Él ya sabía, y bien, planear jugadas con anticipación, pensando
cómo actuar si yo hacía una determinada jugada o cómo neutralizar jugadas que él
podría hacer. Ya había ganado las suficientes veces como para soportar una derrota. Y,
entonces, jugué a ganar. Armé los pases con seguridad para vencerlo rápidamente, sin
que tuviera un dolor muy grande ni angustia. Pero el niño estaba bien entrenado y
resistió. Me quedé sorprendido cuando escuché el primer ¡“jaque”!, que venía de él. Mi
rey estaba en apuros. Tenía que defenderlo. Y otra vez llegó con otro ¡“jaque”!, y otro
más hasta que dio el golpe final con un ¡“jaque mate”!
El niño percibió mi sorpresa. Había perdido, cuando había hecho todo para ganar.
Le dije que quería una revancha porque además yo era bueno en ese juego. El niño se
extrañó y me dijo: pero que, si nunca me había ganado, desde el primer partido, y que
ahora no entendía por qué quería una revancha. ¡Si él siempre me vencía!
Jugamos otras tres veces, que fueron otras tres derrotas. Pensé que él, de tanto
ganar, se estaba acostumbrando a eso... y que no sería fácil ahora vencerlo. Platiqué con
él sobre lo que sucedió y le conté que a propósito me había dejado ganar los cinco
primeros partidos, como sucedió. Le hablé de mi alegría de que él estuviera ganando y le
dije que me entrenaría más para jugar con él y ganarle.
La mamá me pidió una sesión. Para ella ya se había acabado la terapia. Tuvo una
entrevista en la escuela que le dio muchísimo gusto porque no hubo ninguna queja y al
contrario, estaban muy satisfechos con el desempeño del niño. Él estaba jugando ajedrez
con todo mundo, en la casa con los hermanos, con los amigos de la cuadra, con los
compañeros de escuela que iban de visita. Y por el interés de todos ellos compró un libro
de algún campeón de ajedrez para poder estudiar las grandes jugadas. El ajedrez se había
convertido en un pasatiempo, en una diversión, en la ocupación de todos los que
jugaban, discutían y asistían a los partidos de otros.
Así al darle oportunidad de ganar, abrí el camino de la victoria, del éxito.
De esta forma trabajaba el doctor Milton H. Erickson, terapeuta estadounidense
que tuvo una gran influencia en la práctica psicológica actual. Él sabía que un cambio
nos puede llevar a otro cambio y así sucesivamente. Y con esta idea en la mente, buscaba
promover un cambio significativo en algún comportamiento y esperaba que enseguida,
naturalmente, surgiera lo que él denominaba el efecto bola de nieve. Cuando una bola de
nieve empieza a descender por la montaña, es muy chiquitita, pero cuando llega hasta
abajo...

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MOVIENDO MONTAÑAS

“Para caminar 300 kilómetros es necesario dar el primer paso”

El pensar en las cosas que los padres pueden hacer y en los posibles caminos para
librarse de las drogas, nos recuerda una historia que está citada en el libro La magia de la
hipnosis 1e n la psicoterapia1, que copiamos a continuación:
Todo sucede medio de repente. Estaba almorzando y mi hijo más pequeño llegó
preguntando: papá, ¿cómo se mueve una montaña? Pensé un poco por qué estaba
haciéndome esa pregunta, lo que realmente quería el niño saber. Tardé un poco en
contestar, o más bien, no respondí. Le dije que después de almorzar iríamos al garage si
él no tenía alguna cosa más importante que hacer.
En el garage, había un cuartito para guardar llantas y otros cachivaches para que
no estorbaran en el departamento. Ahí guardaba aproximadamente trescientos cascos de
refrescos, cervezas y otras bebidas.
Estacioné mi coche muy cerca del cuartito y le pedí a nuestro hijo que colocara
las botellas vacías en la cajuela del coche. Al ver tantas botellas, se quedó como sin
saber qué hacer y un poco pensativo. Lo animé tomando dos botellas en cada mano y
empezando así a trabajar. Él continuó, preguntándome si había que poner todo en la
cajuela del coche. Contesté que sí, y así siguió trabajando hasta que llenó la cajuela.
Todavía quedaban muchas botellas. Le pedí que se subiera al coche conmigo para ir a
venderlas al supermercado. Ahí tomamos un carrito, lo llenamos con las botellas vacías
y las entregamos en el depósito a cambio de un recibo. Después fuimos a donde están las
botellas llenas y volvimos a llenar el carrito. Hicimos esa operación hasta que el coche
estuvo completamente lleno. Volvimos a casa y empezamos todo el trabajo otra vez. Por
ahí de las cinco de la -tarde terminamos todo. El cuartito estaba lleno de botellas llenas.
Le dije que podía quedarse con todas las que quisiera para él para tomar en la casa. Salió
satisfecho a sus 11 años de edad, tanto por el trabajo realizado con su papá, como por el
premio. No le dije nada respecto de la pregunta que me hizo a la hora del almuerzo,
esperando que me la volviera a hacer... y la pregunta volvió, en la noche, en forma de
respuesta, cuando todos nos preparábamos para dormir.
—Papá estoy muy cansado hoy. Creo que fue porque movimos una montaña...

NOTA:
1.MENDONÇA, J. Augusto, A magia da hipnose en psicoterapia, Psy, Campinas, 1995, pp. 39.

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LA PRESENCIA DE LOS PADRES

La presencia de los padres en la vida de los hijos se da a través de pequeños contactos


que se hacen a lo largo del día. En la mañana, si el padre o la madre sale a trabajar, o si
el hijo sale a la escuela, el primer contacto se hace al despedirse, tocando físicamente, ya
sea abrazando, dando un beso, un apretón de manos o a través de alguna otra forma de
establecer un contacto físico. Es como si el padre o la madre dijera: Estoy aquí. Estoy
contigo. Te quiero.
A la hora de comer, cuando regresan, pueden sentarse juntos en la mesa para
comer, creando una atmósfera amistosa, en donde están prohibidas las discusiones de
cualquier tipo, las reclamaciones o las exigencias. Lo que se trata de establecer en ese
momento es una situación de convivencia agradable y nada más, de modo que todos
quieran estar en casa para la hora de comer. El clima, el ambiente, debe ser crea-do por
todos, porque es un momento de cariño y de afecto dentro de la familia y los padres son
los responsables de ver que se dé este momento.
También se pueden hacer varios telefonemas durante el día para saber cómo está
el hijo, demostrándole alguna curiosidad por lo que está haciendo, de cómo le va, o
poniéndose a su disposición para lo que necesite.
Es útil también dar algún regalito, cosas sencillas, principalmente un alimento,
como un chocolate, un dulce que sea, que muestre que el padre o la madre se acordó del
hijo, que establezca su presencia. Es como si otra vez le dijera: Aquí estoy. Estoy
contigo. Te quiero. Me acordé de ti.
Otra cosa puede ser dejar una foto de papá o de mamá, o de los dos, o de los dos
con los hijos en el cuarto del hijo o de los hijos. Esa foto representa y tiene la función de
recordar la presencia de los padres. Otra vez es como decirle: Aquí estamos. Estamos
contigo.
Estamos recordando un dicho de una de las abuelas que muy sabiamente
acostumbraba decir que: cuando la gente quiere a alguien, le gusta estar cerca de él o
de ella. Podemos pasar tiempo junto con los hijos trabajando, divirtiéndonos,
participando en ceremonias religiosas, comiendo juntos y hasta viendo televisión si
pueden escoger el programa con armonía y se puede tener especial cuidado en comentar
lo que se está viendo en la televisión. Lo importante no es lo que se hace sino hacerlo.
Algunas veces, los padres tienen mucho trabajo y no tienen tiempo para estar con
los hijos. Nosotros, con nuestros hijos, teníamos y todavía tenemos buenos momentos
chiquititos, paseos a mercados, viajes, o mirar la televisión en casa compartiendo
opiniones. Cuando eran chicos, el miércoles en la noche era día de salir con ellos, a

70
veces les gustaba ir a alguna plaza a andar en bicicleta, tomar un helado, ver la luna o un
cielo estrellado, tomar aire fresco, ir a una pizzería, visitar a los abuelos. Hacíamos
distintas cosas, pero siempre que le gustara a los niños.
Últimamente dimos una conferencia en una escuela. Ahí estábamos discutiendo
el tema de los padres que, por tener necesidad de trabajar, salen muy temprano de casa, y
cuando regresan, los hijos ya están dormidos. Pasan tres, cuatro, cinco días sin poder
verlos. ¿Cómo solucionar esa situación, o sea, cómo ese padre o esa madre pueden estar
más presentes? Uno de los padres me contó que aprendió a estar junto, presente a pasar y
pasar tres y hasta cuatro días sin ver a sus dos hijos. Este padre tenía dos turnos, dos
empleos, salía muy temprano y cuando regresaba, los hijos ya estaban durmiendo.
Entonces él empezó a idear que cada noche, cuando llegara a casa iría al cuarto de sus
hijos y les daría un beso. Como él quería estar presente y cercano y saber lo que sus hijos
estaban aprendiendo en la escuela, los niños dejarían sus cuadernos en la mesa de
estudio del cuarto para que así él día tras día pudiera estar al pendiente del trabajo que
los hijos estaban haciendo en la escuela. Se le ocurrió también que cuando saliera del
cuarto, apagaría la luz de la lamparita y haría un nudo en las sábanas de cada quien para
que supieran que había estado ahí. Y esto sucedía religiosamente todos los días. Por la
mañana, cuando los hijos veían los cuadernos que los había estado hojeando, o los había
tocado, la luz de la lamparita apagada y un nudo en las sábanas, los hijos sentirían la
presencia cariñosa y cuidadosa del papá. Y el padre contó que cuando pensó en proponer
esto así a los hijos, se quedó pensando en el esfuerzo que tendría que hacer, puesto que
llegaba a casa tan cansado. Pero para su sorpresa, éste era tal vez el momento más
placentero de su día, porque era como plantar una buena semilla y después verla
germinar: los hijos mejoraron en la escuela y ahora eran excelentes alumnos. Cuando se
encontraban les producía una gran alegría, había un intercambio mutuo de cariño y
siempre tenían muchas historias para contar a papá.
Hay familias, hay grupos que tienen un día de la semana en que se reúnen para
hacer una oración, para leer un texto y después comer algo sabroso. Si esos momentos
son encuentros agradables, cariñosos, de intercambio de aprecios y busca de soluciones
para problemas familiares, son momentos esperados y aprovechados por los miembros
de la familia, los mantienen unidos y la presencia saludable se da.
Una vez vino una pareja para pedir una orientación como padres y nos contó que
había decidido que todos los martes en la noche harían con sus hijos una REUNIÓN. El
papá, la mamá, cada uno en su trabajo tenía muchas reuniones. De este modo, cuando
ellos propusieron la REUNIÓN del martes fue muy bien aceptada por sus hijos de diez,
ocho y cinco años, que de este modo se sintieron muy importantes, porque estaban
haciendo lo mismo que papá y mamá hacían, y para ellos sus papás con tantas reuniones
eran muy importantes. En esas reuniones trataban asuntos como ciudadanía, el reciclaje
de la basura, discutían sobre campañas para la guardería que la familia ayudaba, textos
que venían de la escuela, de los libros que leían; hablaban de objetivos, de metas que se
ponían y que trataban de alcanzar; sobre libros, textos, temas sobre sexualidad;

71
planeaban en forma conjunta los paseos, las vacaciones y otras cosas que fueran
surgiendo. Después de la REUNIÓN, del mismo modo que sucedía en muchas reuniones
de papá y mamá, había ya sea un almuerzo o una cena sabrosa en casa o fuera de casa.
En estas reuniones había una regla: era un momento para intercambiar cariño. No se
podían hacer reclamos.
Nosotros aconsejamos a los padres que observen, observen, observen, observen
qué cosas pueden ser buenas que hagan en conjunto padres e hijos. Lo que puede resultar
bueno para una familia, puede ser que no sea para otra. Las características, los valores, lo
que da satisfacción y bienestar varía de familia a familia, de grupo a grupo. En esta
familia que hacía REUNIONES, los padres eran especialistas en hacer reuniones.
Muchos padres quieren a sus hijos, pero no saben expresar su cariño.
Todavía no existe una escuela que nos enseña a expresar los sentimientos en forma
adecuada. John Gottman1 nos dice que durante veinte años trabajó con la psicología del
desarrollo, estudiando la vida emocional del niño. Sin embargo, nos dice, que sólo
después de que nació su hija pudo entender la relación entre padres e hijos. Cuando
nació su hija pudo experimentar un sentimiento de excitación, orgullo, satisfacción, junto
a los sentimientos de frustración, decepción y vulnerabilidad. Y cada padre, cada madre
puede escuchar su corazón, sentir sus emociones y expresarlas a su hijo, a su hija
diciéndole: Yo te amo. Tengo mucho orgullo de ser tu padre, tu madre. Me encanta
cuando estás feliz, jugando, disfrutando... y otros sentimientos positivos que surgen
continuamente en la relación entre padres e hijos.
Aceptación, obediencia y responsabilidad vienen del amor y de la unión que el
niño siente en su familia. Así, las interacciones emocionales entre los miembros de la
familia se convierten en la base de la transmisión de los valores y de la formación de
personas saludables y productivas.
La semilla está sembrada. Si la tierra es buena, la propia naturaleza se encargará
de mantener la humedad y el calor para que la semilla crezca y dé flores y frutos.

72
NOTA
1.GOTTMAN, John e DECLAIRE, Joan, Inteligência emocional e a arte de educar nossos filhos: como aplicar os
conceitos revolucionários de inteligência emocional para uma compreensão da relação entre pais e filhos,
Objetiva, Rio de Janeiro, 1997, p. 15.

73
LA VIDA QUE ES VIDA

Aquí es el lugar de pensar cosas lindas. Ahora es el momento para reflexionar. Una
metáfora rica en contenidos y que dé orientaciones para actuar da un aliento a nuestro
corazón. Así que vamos a tomar otra historia del libro La magia de la hipnosis en
psicoterapia1 para ayudarnos a reflexionar sobre las acciones que pueden tener padres e
hijos en la vida familiar. La historia se llama La lluvia de septiembre, y sigue así contada
por J. Augusto:
Hay personas que tienen una buena mano para sembrar plantas. Todo lo que
plantan pega, nace, se vuelve un árbol lindo. Y, si el árbol fuera de frutas, da lindos y
sabrosos frutos...
Cada vez que se acerca el mes de septiembre, recuerdo una enseñanza de mi
padre que ahora les voy a contar.
Mi padre acostumbraba a ir al mercado a hacer compras dos veces por semana. Y
cada vez que iba llevaba a uno de nosotros, niño o niña, para que lo ayudara a cargar las
bolsas. Cuando íbamos al mercado durante el mes de agosto, año tras año nos decía que
estaba esperando la lluvia de septiembre. Y así, cada vez que compraba alguna cosa en
algún puesto de verduras o de frutas, nos mandaba que fuéramos a algún almacén de
esos que dejaban los costales de cereales expuestos. Nos mandaba por ejemplo que
fuéramos al costal de maíz y que escogiéramos granos del tamaño de la uña del dedo
pulgar. ¡Y era bien grande la uña del pulgar de mi padre!
Íbamos ahí, escogíamos un grano de maíz bien grande, varios, los medíamos con
la uña de papá. Él guardaba los maíces en la bolsa izquierda de nuestras camisas.
Cuando llegábamos a casa, tomaba los granos enormes, los guardaba en una latita vacía
de royal y repetía que estaba esperando la lluvia de septiembre.
Cuando llegaba el mes de septiembre, casi siempre caía alguna lluvia,
generalmente los primeros diez días, preparando así la llegada de la primavera2. Quien
trabaja en el campo sabe que hay una buena época para plantar cada vegetal: el ajo, en el
mes de marzo o abril, el maíz, en el mes de septiembre, etcétera. Aunque se pueda
plantar en cualquier momento, seguir las observaciones del calendario ayuda bastante
para tener buenos resultados.
Pues bien, apenas caía la lluvia, mientras la tierra todavía estaba húmeda, mi
papá nos llamaba a todos, a los siete hijos, que íbamos al terreno con él. Los más grandes
hacían los surcos en el suelo; los más chicos iban colocando los maíces dentro y
cerrando los surcos. Tenía que ser con las manos. Y, después, todos tenían que traer
agua, en regaderas, latas vacías, cacerolas, y comenzar a regar. No perdíamos tiempo,

74
apenas se acababa de plantar, empezábamos a regar. Y todos los días, apenas nos
despertábamos, íbamos al terreno a regar el maíz. También en la tarde, apenas el sol se
ponía, regresábamos a la tierra a mojar el maíz.
El maíz crecía rápidamente; las plantas eran muy grandes y los elotes, cuando
surgían, eran como para dar envidia a cualquier agricultor. Porque quien planta una
buena semilla, siempre cosecha un buen fruto. Y así, cuando el maíz estaba a punto de
ser cosechado, regresábamos al terreno, y mi papá organizaba la cosecha. Cosechábamos
un poco de maíz cada día y en la cocina preparábamos lo que se nos antojaba: elote
cocido, esquites, arroz con maíz, mole de olla, rajitas con calabacita, tomate y maíz,
tamales de maíz, etcétera. Mamá lo preparaba con gusto y comíamos disfrutándolo
mucho. Cosechábamos todo el maíz y alcanzaba para alimentar a la familia por un buen
tiempo. Cuando ya no quedaban más elotes, mi padre nos llevaba otra vez al terreno para
arrancar los tallos de maíz. Y decía en voz alta y bien fuerte: “todo lo que ya no produce
tiene que ser arrancado y tirado”. Arrancábamos los tallos de maíz y las hojas y cuando
estaban ya secas las amontonábamos en medio del terreno. Mi padre sacaba la caja de
cerillos de su bolsa y, ahí veíamos alzarse una fogata enorme. Otra vez nos decía: “este
fuego no vale nada, es sólo llamarada de petate, no deja ni siquiera una ceniza que sea
útil”. Y después barríamos el terreno, lo limpiábamos todo. Y empezábamos a preparar
el suelo, dividiéndolo en pedacitos para plantar diferentes hortalizas.
Hasta el día de hoy continúo esperando la lluvia de septiembre, época buena para
plantar...

NOTA:
1. MENDONÇA, J. Augusto, A magia da hipnose en psicoterapia, Psy, Campinas, 1995, pp. 31-34.
2. En Brasil, que se encuentra en el hemisferio sur, la primavera inicia el 21 de septiembre. Las estaciones están al

75
revés que en el hemisferio norte. Allá empieza la primavera el 21 de septiembre y cuando es invierno en el
hemisferio norte es primavera allá y viceversa. (N. de la T.).

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REGRESANDO AL INICIO...

Hay una historia que nos gustaría contarles para terminar. Está inspirada en las obras de
Loren Eiseley.
Eiseley era una persona muy especial porque integraba lo mejor de dos culturas:
era científico y poeta. Desde estas dos perspectivas escribió obras profundas y atractivas
sobre nuestro mundo y nuestro papel dentro de él.
“Era una vez un hombre muy sabio, muy parecido con el propio Eiseley, que
acostumbraba ir a la playa a escribir. Tenía la costumbre de caminar por la playa, antes
de empezar a trabajar”.
Un día mientras estaba paseando por la arena miró hacia el frente una forma
humana que parecía estar danzando. Sonrío al pensar en alguien que pudiera pasar el día
danzando. Apuró el paso para alcanzarlo. Cuando llegó más cerca, vio que se trataba de
un muchachito y que no estaba bailando, sino que se agachaba, tomaba algo de la arena
y, cuida-dosamente, lo tiraba al océano. Cuando llegó más de cerca le gritó:
—¡Buenos días! ¿Qué estás haciendo?
El joven se detuvo, lo miró y le respondió:
—Tirando estrellas de mar al océano.
—Creo que te debía haber preguntado por qué estás tirando estrellas de mar al
océano.
—El sol está fuerte y el mar está bajando. Si no las tiro, se van a morir.
—Pero, amigo, ¿qué no te das cuenta de que hay muchas playas y muchas
estrellas de mar en todas ellas? Es imposible que lo que haces haga alguna diferencia.
El joven escuchó con atención. Entonces se agachó, agarró otra estrella de mar y
la tiró al agua más allá de donde revientan las olas.
—Para ésta, sí hace diferencia.
Su respuesta sorprendió al hombre. Se quedó confundido. No sabía qué
responder. Y entonces, se dio la vuelta y regresó a casa para empezar a escribir.
Durante todo el día, mientras escribía, no podía apartar de su mente la imagen del
muchacho. Trató de ignorarla, pero la visión persistía.
Finalmente, al caer de la noche, se dio cuenta de que él, el científico, él, el poeta,
había dejado pasar la naturaleza básica de la actividad del joven. Entonces se dio cuenta
de que lo que el joven hacía era una opción para no ser simplemente un observador del
universo y verlo pasar. Puesto que él había optado por actuar en el universo y hacer

77
alguna diferencia. Se sintió avergonzado. Y esa noche se fue a la cama preocupado.
En la mañana temprano, se despertó, sabiendo que debía hacer alguna cosa. Se
levantó, se vistió, se fue a la playa y encontró al joven y, junto con él pasó toda la
mañana tirando estrellas de mar al océano.
¿Se dan cuenta de lo que las acciones de ese muchacho representan? Es algo muy
especial en cada uno de nosotros. Todos nosotros fuimos dotados con la capacidad
para hacer alguna diferencia. Y si podemos, como ese muchacho, hacernos
conscientes de ese don, seremos capaces de modelar el futuro, lo conquistaremos a
través de la fuerza de nuestra visión.
Y ese es el desafío de ustedes como padres. También es nuestro desafío como
psicólogos. Cada uno necesita encontrar su estrella de mar.
Y si tiramos al mar nuestras estrellas bien, con sabiduría, no tengo duda de que el
siglo XXI será un lugar maravilloso.
Recuerden:
Una visión sin acción no deja de ser un sueño.
La acción sin una visión es sólo un pasatiempo.
Una visión con acción puede cambiar al mundo1.

NOTA:
1. EISELEY, L., The star thrower, in video: BAKER, Joe Arthur, The image of the future, Harcourt Brace
Jovanovich, New York.

78
Bibliografía

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nossos filhos: como aplicar os conceitos revolucionários de inteligência emocional para
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79
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————,Revisando el pasado para construir el futuro. Manual de autohipnosis, 3a.
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————,Terapia cortada a la medida. Un seminario ericksoniano con Jeffrey K. Zeig,
Alom Editores, S.A. de C.V., México,
SANJUAN, Mario A. & LOPEZ, Pilar I., Drogas y toxicomanías: ciencias de la
educación preescolar y especial, Colección Educación Especial, Madrid.
SHAPIRO, Lawrence E., Inteligência Emocional: uma nova vida para seu filho,
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TIBA, Içami, Disciplina: o limite na medida certa, Gente, São Paulo,1996.
ZEIG, Jeffrey K., Seminários didáticos com Milton H. Erickson (M.D.): hipnose,
metáforas e cominicação em psicoterapia, Psy II, Campinas, 1995.

80
“El amor
tocó en mi puerta
y yo de adentro respondí
mi casa está abierta
puede entrar
Estoy aquí.”

Milton Nascimento y F. Brant

81
TÉCNICAS
concierto para cuatro cerebros en psicoterapia, quince años después por Teresa Robles
Te invitamos a que conozcas un libro ya clásico en español sobre psicoterapia ericksoniana, que es la
referencia obligada, no sólo para los estudiosos del tema, sino para todo público interesado en conocer nuevas
propuestas para mejorar su calidad de vida.
terapia cortada a la medida. Un seminario ericksoniano con Jeffrey K. Zeig por Teresa Robles
Trascripción del seminario impartido por el Dr. Jeffrey K. Zeig en la Ciudad de México, que propone
una comunicación más eficiente, cortando las intervenciones a la medida de cada paciente y envolviéndolas
para regalo (conversación hipnótica).
la magia de nuestros disfraces por Teresa Robles
En este libro la autora muestra las bases teóricas que sostienen intervenciones ericksonianas,
aparentemente muy simples. Está escrito de manera que nos lleva a reconocernos en cada párrafo, en cada
página y abre las puertas al cambio.
compartiendo experiencias de terapia con hipnosis editado por Elizabeth Méndez
Recopilación de nueve capítulos escritos por terapeutas ericksonianos latinos, de los cuales dos son de
corte teórico y los siete restantes presentan técnicas originales que se pueden aplicar en distintos estilos de
terapia.
hipnosis y terapia sexual por Daniel Araoz
Este libro, establece un puente entre la terapia sexual y la hipnoterapia. Propone el concepto de
autohipnosis negativa, así como un método para transformarla en positiva. El autor presenta su esquema de
trabajo, junto con numerosas técnicas, fáciles de aplicar por cualquier terapeuta.
destrezas teatrales psicoterapéuticas por Pedro H. Torres-Godoy con la colaboración de Mario J. Buchbinder

y Elina Matoso
A partir de una interesante experiencia con un grupo de actores, este práctico libro te enseñará cómo
aprender amenos ejercicios que te permitirán desarrollar habilidades teatrales que podrás utilizar en la terapia
y en la vida diaria.

la psicoterapia, un proceso de autoconstrucción: I. los cimientos por Yolanda Aguirre


Primero de dos volúmenes. Un libro de texto sobre Epistemología constructivista y Teoría de Sistemas
que ilustra las explicaciones racionales con cuentos, haciendo que el lector aprenda con sus dos hemisferios
cerebrales.
la psicoterapia, un proceso de autoconstrucción: II. la propuesta por Yolanda Aguirre
Este segundo tomo nos presenta una propuesta psicoterapéutica que utiliza la capacidad creadora que
todo ser humano tiene, y la posibilidad de ponerla a nuestro servicio en la construcción de nuestro propio ser.
jardineros, princesas y puerco espines, construyendo metáforas por Consuelo Casula
Este primer libro de la autora en español es un verdadero tratadosobre la metáfora, uno de los elementos
esenciales del lenguaje hipnótico, para ser aplicada tanto en la psicoterapia como en la enseñanza. Los
distintos lectores y estudiosos del lenguaje hipnótico, de la comunicación indirecta, encontrarán en este libro

82
justo lo que les interesa.
estrategias de comunicación para el paciente crítico por Katalin Varga
En este libro está plasmada la experiencia de más de 20 años de Katalin Varga y sus colegas trabajando
en el sistema hospitalario. Ofrece ideas prácticas, para lograr una comunicación eficiente y emocionalmente
positiva con el paciente crítico. Estas técnicas de comunicación nos ayudan a lograr la cooperación del
paciente, evitar las resistencias y, sobretodo, que tanto pacientes como profesionales de salud establezcan una
relación más humana entre ellos.
constelaciones familiares ericksonianas, una nueva mirada por Cecilia Fabre
Cecilia Fabre integra las aportaciones de tres grandes maestros: Bert Hellinger, Milton H. Erickson y
Teresa Robles para desarrollar una herramienta muy poderosa, eficiente y agradable: las Constelaciones
Familiares Ericksonianas. Un libro para consteladores, ericksonianos y otros tipos de terapeutas.
para volver a disfrutar la vida, manual para trabajar la depresión por Carlos Castro
Un Manual sencillo, práctico y muy eficiente, con sólidas bases científicas, que integra el enfoque
cognitivo con el ericksoniano. Ofrece muchos ejercicios prácticos y estrategias para utilizar con los pacientes.
Aunque está escrito para terapeutas, es interesante y útil también para cualquier persona que sufra depresión.

MANUALES ERICKSONIANOS DE GRUPOS


manual del grupo de crecimiento por Teresa Robles
El primero de una serie de manuales de técnicas ericksonianas para trabajar con grupos, escritos en
forma tal que cualquier terapeuta puede aplicarlos. En cada capítulo se ofrece con conversación hipnótica una
visión original sobre el tema que trata, así como ejercicios para trabajarlo.
manual de grupo para aprender a manejar el estrés, y evitar el síndrome de fatiga profesional crónica, por
Teresa Robles editora
Este es el segundo título de la Serie de Manuales. Como todos nuestros Manuales, trabaja con temas
universales para aprender a manejar en forma sencilla, automática y agradable, los distintos factores, internos
y externos que facilitan la aparición del estrés poniendo el trabajo y dejándolo en manos de la Sabiduría
Universal que, Teresa Robles propone y que es en este momento el eje de su trabajo. Está escrito en forma
sencilla y clara para el coordinador del grupo y ofrece a los participantes herramientas no sólo para manejar el
estrés, sino para su vida cotidiana.
manual de grupo para terminar con las dependencias por Armelle Touyarot y Teresa Robles
La Terapia Breve orientada a las soluciones y la Psicoterapia Ericksoniana basada en la Sabiduría
Universal se integran en este Manual para trabajar, a través de temas universales, cualquier tipo de
dependencia. Las autoras llevan de la mano al coordinador del grupo con indicaciones precisas para asegurar
su éxito.

CASOS CLÍNICOS
salir del túnel y olvidar, hipnosis ericksoniana con sintomatología psicótica por Cinthia de Gortari.
Este libro muestra en cada sesión, cómo la actitud cercana, la mirada compasiva del terapeuta y las
técnicas ericksonianas, pueden resolver problemáticas frente a las que otras psicoterapias se muestran
escépticas.

ELIZABETH Y MILTON H. ERICKSON


homenaje a Elizabeth Moore Erickson, mujer extraordinaria, profesional, esposa, madre, compañera por
Marilia Baker.
Te recomendamos este primer libro de la serie que se crea en conmemoración del padre de la terapia
breve, la hipnosis moderna y de su compañera de vida. La obra nos muestra la contribución de Elizabeth a la
obra del Dr. Erickson a través de la sinergia de una pareja que duró cerca de 16 mil días, uno tras otro.
Publicado en inglés y español.
seminarios de introducción a la hipnosis, california 1958 por Milton H. Erickson
Este seminario, dictado a un grupo de médicos en la época de madurez de su trabajo, muestra paso a

83
paso su forma de hacer hipnosis. Es así un excelente punto de partida para principiantes, y aclara ideas a
quienes ya trabajan con hipnosis.
estrategias psicoterapéuticas de Milton H. Erickson, por Dan Short
El autor propone una sistematización de las estrategias psicoterapéuticas del Dr. Erickson, ilustradas con
casos clínicos. Se incluye un capítulo de la terapeuta italiana Consuelo Casula donde explica dos conceptos
Esperanza y Resiliencia, que marcaron la obra del Dr. Erickson.
Milton H. Erickson, un sanador americano, editado por Betty Alice Erickson y Bradford Keeney
Es un honor y un placer contar con la publicación de este libro en español, porque además nos ofrece
una visión diferente del Dr. Erickson. Una visión que propone que su trabajo era también espiritual. Y esto
queda claro a través de las aportaciones de las personas más cercanas a él, y de sus amigos, discípulos y
colaboradores.

NUEVOS PARADIGMAS DE LA CIENCIA


tejiendo sueños y realidades, aportaciones del paradigma holográfico a la psicoterapia ericksoniana por
Guillermina Krause.
La autora nos presenta en forma sencilla las últimas propuestas de la física cuántica para entender el
Universo. Estas propuestas fascinantes, ofrecen una explicación a los cambios “milagrosos” que se dan a
través de la psicoterapia ericksoniana. Es un libro de interés general que nos lleva a expandir la conciencia.

AUTOAYUDA – Libros
revisando el pasado para construir el futuro por Teresa Robles
A partir de elementos autobiográficos, la autora nos presenta en lenguaje cotidiano, conceptualizaciones
teóricas, junto con sencillos ejercicios de autohipnosis. Lectores y lectoras se reconocen en estas páginas
constando que, si bien somos únicos e individuales, en el fondo somos muy parecidos.
síndrome de pánico, una señal que nos despierta por Sofía Bauer
La autora menciona que el síndrome de pánico o crisis de angustia, es una señal que aparece para que
cambies tu estilo de vida. Si escuchas su mensaje, puedes curarte. Ofrece ideas y ejercicios prácticos para
disminuir la ansiedad.

la granja de la esperanza, transformando las huellas de la vergüenza editado por Cecilia Fabre.
La vergüenza es universal y puede surgir a partir de distintas experiencias que generan una maraña de
emociones. Este libro de cuentos terapéuticos para niños y grandes te ayudará a manejarla mejor.
abriendo puertas con amor, caminos en la educación de los hijos y en la prevención de problemas futuros
por Angela Cota Guimarães Mendonça y J. Augusto Mendonça.
Es un libro dirigido especialmente a los padres, psicólogos y educadores, donde a través de relatos
sencillos, sobre temas universales, los autores ofrecen ejemplos prácticos y útiles de su vida para enfrentar
situaciones de todos los días.
guía de auto-preparación para el parto que sueñas tener, por Armelle Touyarot
Este libro es una guía de auto-preparación para el acontecimiento “nacimiento” y está construido como
un programa. El objetivo de la autora es que tengas una buena experiencia de tu parto utilizando la hipnosis
ericksoniana. En la medida que vayas avanzando en su lectura podrás darte cuenta si responde a tus dudas, si
tranquiliza tus miedos, si te da las herramientas que necesitas para sentirte lista para ese momento.
creando, sanando, disfrutando, la neuroplasticidad y las metáforas para tu salud o enfermedad, por Elsa
Lesser.
Este libro muestra el valor de saber cómo funciona el cerebro humano y cómo lo podemos usar para
mejorar nuestra existencia, aprendiendo nuestras propias metáforas. Casos clínicos como una sólida
introducción a la plasticidad neuronal y a las metáforas y lenguaje de nuestro cuerpo.
las muertas que no son de juárez, siete historias de amor y una canción desesperada: infidelidad y
abandono por Laura Chávez Cázares.
Es un libro que presenta: la problemática de las mujeres que viven violencia, ideas para que los

84
terapeutas mejoren su práctica en estos casos y ejercicios de auto hipnosis que las mujeres que están en esta
situación pueden utilizar para estar mejor. Gran parte del texto es la presentación de casos.
constelaciones familiares alegorías y mandalas, construyendo mi arcoíris por Elida Montoya de Gómez y
Fabiola Esmeral Vélez.
El trabajo con constelaciones familiares y las técnicas ericksonianas son complementarios, como se
muestra en este libro para trabajar con niños. Las autoras unen las técnicas de constelaciones, la narración de
cuentos (técnicas ericksonianas) y el dibujo (arte terapia) y nos presentan esquemas de trabajo para diferentes
problemáticas.

AUDIO
Y si quieres trabajar contigo mismo, evitar la terapia o salir de ella en poco tiempo, prueba nuestra serie de
audio presentada en CD y en formato digital. El Centro Ericksoniano de México, a través de Alom Editores,
promueve esta serie con ejercicios sencillos, seguros, protegidos, para que puedas trabajar en casa.
recupera tu fuerza de vida por Teresa Robles
Es como un servicio general que todas las personas deberíamos hacernos de vez en cuando para estar
bien en la vida, como hacemos servicio a nuestros coches y aparatos.
música para entrar en contacto contigo producción Francisco Robles
Dos versiones producidas a partir del Canon de Pachelbel, que te ayudan a entrar adentro de ti. Una, con
instrumentos musicales mexicanos. Otra, con el sonido del mar y un sonido producido con diferentes cantos
de sanación. Esta música es el fondo de los otros materiales de audio. Al escucharla, se reactivan y refuerzan
los procesos desencadenados con los ejercicios que realizaste con ellos.
Yo Soy sanando por Teresa Robles
Estamos en nuestro lugar cuando disfrutamos la vida y tenemos paz interior. Yo Soy Sanando te ayuda a
encontrar tu lugar, cumpliendo tu Misión, resolviendo las dificultades que encuentras en el camino y
despertando tu Sabiduría Interior.

escuchando mi cuerpo, mis emociones y mi espíritu por Iris Corzo


El ser humano es integral: es mente, cuerpo y espíritu. Si vivimos como un todo unificado, obtendremos
la armonía. Esta grabación te invita a atender estos aspectos para favorecer tu bienestar.
salud y enfermedad por Iris Corzo
Salud y enfermedad son partes de la vida. Este audio te invita a enfrentar la enfermedad de una manera
diferente, participando activamente en tu curación, recuperando tu independencia y autonomía, utilizando tus
recursos internos.
para quererte tú a ti justo como necesitas por Teresa Robles
Aprendemos a mirar hacia fuera y olvidamos mirarnos a nosotros mismos. Dejamos de percibir las
señales de nuestro cuerpo, tragamos nuestras emociones. Este CD te ayudará a reconocer tus emociones,
escucharlas y digerirlas. Es ideal para personas que sufren de depresión, ansiedad y/o estrés.
la herencia. música que desata imágenes producción Francisco Robles
Esta música compuesta te lleva a entrar adentro de ti, desencadenando los procesos naturales que
requieres en este momento de tu vida. Contiene una introducción de Teresa Robles para proteger el proceso y
un final para facilitar que te pongas nuevamente en contacto con el mundo externo.
para relacionarte mejor contigo y con los demás por Teresa Robles
Si la vida es una escuela, las relaciones con los demás son la universidad. Este compacto constituye un
servicio general a tus relaciones para ayudar a pasar al postgrado donde nos toca disfrutar la vida con paz
interior.
para volver a dormir como antes, por Montserrat Ramos
Los sueños son parte de nuestros mecanismos para digerir las emociones que vamos acumulando día
tras día. Cuando tenemos muchas indigestas, viene el insomnio. Este CD te ayudará a digerir las emociones
viejas y nuevas de forma agradable y protegida mientras descansas y vuelves a dormir como antes.

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construye tu realidad y ayúdanos a construir un mundo mejor, por Teresa Robles
Hoy en día, la Física Cuántica nos dice que el mundo que consideramos real es una proyección, algo
como una ilusión y que nosotros construimos la realidad material. La construimos con nuestra intención,
nuestro deseo y la imaginación. En este CD, aprenderás algo sobre estos temas, pero sobre todo te invitaremos
a hacer un pacto entre tu parte humana y el Dios adentro de ti, para construir tu mundo a tu estilo y ayudarnos
a, entre todos, construir un mundo mejor.
cuentos terapéuticos para chicos y grandes, por Cecilia Fabre
Los cuentos abren la puerta a una comprensión diferente de los problemas abriendo opciones más
saludables para contactar con nuestras emociones y con nuestras experiencias de vida. Con este CD verás que
los cuentos permiten que tanto adultos como niños se conecten con vivencias pasadas de una manera segura y
protegida, poniendo a distancia los problemas mientras de manera cercana se resuelven, aprendiendo de ellos,
cómoda y protegidamente.
para relacionarte mejor con tu cuerpo a través del ejercicio y la comida, por Teresa Robles
Nuestro cuerpo es tan sabio que nos provoca hambre cuando le falta combustible y sed cuando necesita
hidratarse. Y para que nunca dejemos de alimentarnos, nos regala el disfrutar la comida. Cuando éramos
chicos, disfrutábamos el ejercicio, que nuestro cuerpo necesita para funcionar bien. Crecemos y mal
aprendemos a comer a la hora de comer, a llevarnos a la boca cualquier cosa cuando tenemos hambre, que hay
comidas sabrosas y otras obligatorias y que hacer ejercicio es una obligación. En este CD, recordarás cómo
escuchar las señales de tu cuerpo y atenderlas para vivir con salud.
aprende autohipnosis, por Teresa Robles
El Dr. Erickson decía que adentro de ti, de mí, está todo lo que necesitamos para resolver las
dificultades que día a día la vida nos presenta para crecer: las grabaciones en nuestra mente inconsciente de
nuestras experiencias de vida. Hoy día la Física Cuántica propone que toda la información del Universo está
en cada una de sus partes, adentro de mí, la misma información que el mar, el sol, la luna y las estrellas. En
este CD aprenderás a despertar esa Sabiduría Universal y a utilizarla conscientemente para resolver esas
dificultades.
metáforas universales para el crecimiento personal, por Teresa Robles
El Dr. Milton H. Erickson decía: la vida es dura, es injusta, el dolor existe, pero cómo la vivamos
depende sólo de nosotros. A mí me gusta decir que la vida tiene de todo, también hay muy buenos momentos.
Y si es injusta en nuestra contra, también es injusta a nuestro favor. La vida tiene de todo y siempre estamos
creciendo como las plantas, los animales, como todo en este Universo. Este CD te ofrece en forma agradable,
reflexiones y anécdotas que te ayudarán a disfrutar más esta vida, en los buenos y en los malos momentos.
para relacionarte mejor con tu cuerpo a través del ejercicio y la comida (para personas con diabetes e
hipertensión), por Teresa Robles
La diabetes es una enfermedad, pero también puede ser tu mejor amiga. Puede enseñarte a vivir
saludablemente, cosa que muchas veces hemos olvidado. Nuestro cuerpo es tan sabio que nos provoca hambre
cuando le falta combustible y sed cuando necesita hidratarse. Y para que nunca dejemos de alimentarnos, nos
regala el disfrutar la comida. Cuando éramos chicos, disfrutábamos el ejercicio, que nuestro cuerpo necesita
para funcionar bien. Crecemos y mal aprendemos a comer a la hora de comer, a llevarnos a la boca cualquier
cosa cuando tenemos hambre, que hay comidas sabrosas y otras obligatorias y que hacer ejercicio es una
obligación. En este CD, recordarás cómo escuchar las señales de tu cuerpo y atenderlas para vivir con salud.
ejercicios para manejar el estrés y evitar el síndrome de fatiga profesional crónica, por Teresa Robles y
otros
El estrés y el síndrome de fatiga profesional crónica son parte de los males de nuestro tiempo. El Centro
Ericksoniano de México (CEM) creó a través de algunos de sus maestros un CD de dos volúmenes con
ejercicios para aprender a manejar el estrés y evitar la fatiga profesional crónica y muy pronto nos ofrecerá
también un Manual para trabajar con estos ejercicios en grupos.

FASCÍCULOS
textos selectos

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abriendo puertas con amor por Ángela Cota Guimarães Mendonça y J. Augusto Mendonça
Los terapeutas ericksonianos sugieren y proponen a través de contar anécdotas de su vida. Este fascículo
es una selección de textos dirigidos a maestros y padres de adolescentes, donde los autores narran sus
experiencias como padres y como terapeutas.
manual del grupo de crecimiento por Teresa Robles
Asómate a este ameno fascículo que te encantará y en donde encontrarás una manera diferente de ver la
vida, que corresponde a la manera de hacer psicoterapia que estamos construyendo en el Centro Ericksoniano
de México, incorporando otros marcos de referencia.
aprendiendo a caminar por la vida por Teresa Robles
Desde sus primeras páginas, este práctico fascículo Aprendiendo a caminar por la vida, te enseña, de
manera segura y natural a utilizar los instrumentos necesarios, que de alguna forma ya conoces, y poderlos
aplicar efectivamente en tu vida diaria.
ideas prácticas
para el manejo de conflictos y algunas reflexiones por Teresa Robles
Es un texto que te invita a mirar y cambiar los aprendizajes que nos hacen competir por el primer lugar,
tratar de ganar aplastando a los demás. Te enseña a colaborar en lugar de competir, a establecer negociaciones
donde todos ganen y a entrar en contacto con tu Sabiduría Interior y la de los demás.
para detectar y prevenir la anorexia y la bulimia entre tus seres queridos por Adriana Barroso y Raúl D
Ángelo.
La anorexia y la bulimia son padecimientos que pueden ser mortalesy aparecen cada vez más y más
temprano en nuestros adolescentes. Te invitamos a leer este fascículo que te ayudará a conocerlas y detectarlas
con la ayuda del cuestionario que se incluye al final.

TESTIMONIOS
Victoria de las Mercedes por Laura Elena Barrientos
La biografía de una niña que, a pesar de graves errores y negligencia médicos, gracias a su
extraordinario apego a la vida, la dedicación de, sus padres y las “mercedes” de los amigos, ha salido
victoriosa sobre diagnósticos derrotistas.
voces abiertas al Amor Testimonios del Premio Nacional Victoria de las Mercedes l999, editado por Laura
Elena Barrientos.
Si te interesó el primer libro de esta serie, te cautivaremos con el segundo de la colección, en donde
convergen veinte testimonios de vida, veinte vivencias y experiencias de seres humanos (cuidadores,
familiares, discapacitados) que han aceptado el compromiso de vivir con orgullo y con valentía una existencia
que la vida les deparó o que ellos eligieron como Misión.
hay alguien ahí adentro por Susana Carolusson
Éste es un libro acerca de un joven que sufrió un daño cerebral grave a causa de un accidente de
bicicleta y de sus padres. La madre, la autora, nos transmite su experiencia como madre y profesional de la
hipnosis para superar sus miedos, incertidumbres y enfrentar y conquistar a las instituciones rígidas y ayudar a
su hijo a reincorporarse a la vida con limitaciones. Es un libro del que podemos aprender mucho todos pero
especialmente los profesionales de la salud que trabajan con estas problemáticas y los familiares de personas
con daño cerebral grave.

HELIOS-VESTA
los maestros ascendidos escriben el libro de la vida
Un texto de Metafísica y para aquellos lectores que no comulgan con estas enseñanzas, es un bello
cuento de hadas que, al leerlo, va abriendo puertas, estableciendo conexiones, acercándonos a una realidad y a
una sabiduría diferentes, a través de un camino que va por rumbos distintos de la lógica racional.
encuentra tu misión por Alicia Rodríguez
La presidenta del Comité Internacional de la Bandera de la Paz organización no gubernamental de Naciones
Unidas, nos relata cómo entró en contacto con este símbolo sagrado universal, así como su significado e

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importancia para el momento actual, para ayudar a generar la paz al interior de cada ser humano.
transfórmate en Bandera de la Paz, claves para lograr ser una persona armónica y saludable, por medio
del Símbolo de la Bandera de la Paz por Alicia Rodríguez.
La presidenta del Comité Internacional de la Bandera de la Paz, organización no gubernamental de
Naciones Unidas, nos ofrece ideas prácticas y ejercicios para ayudarnos a ser una persona armónica y
saludable utilizando el significado de paz que nos ofrece este Símbolo sagrado universal.
en alas de Luz I, por Ronna Herman
Este libro forma parte de una colección de cuatro libros que tratan sobre la esperanza. A través de sus
páginas nos transmite mensajes sobre el amor: el amor a uno mismo, amor a la vida y cómo disfruta de la
experiencia de ser un ser humano potencialmente espiritual. El libro reafirma nuestra creencia en la unidad ya
que sus mensajes nos ayudan a entender quiénes somos y cómo crear nuestra realidad perfecta, y ayudar a
otros a hacer lo mismo, compartiendo la experiencia de la sabiduría y el amor.

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Impreso en Ciudad de México.
1000 ejemplares
Ciudad de México, noviembre 2008

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